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Las Mujeres De César Las Mujeres De César Colleen Mccullough Titulo original: Caesar’s women Para Selwa Anthony Dennis, sabia, bruja, cariñosa y maravillosa Índice PRIMERA PARTE Desde junio del 68 a. J.C. hasta marzo deI 66 a. J.C. SEGUNDA PARTE Desde marzo del 73 a. J.C. hasta Quintilis del 65 a. J.C. TERCERA PARTE De enero del 65 a. J.C. hasta Quintilis del 63 a. J.C. CUARTA PARTE Desde el 1 de enero hasta el 5 de diciembre del 63 a. J.C. QUINTA PARTE Desde el 5 de diciembre del 63 a. J.C. hasta marzo del 61 a. J.C. SEXTA PARTE Desde mayo del 60 a. J.C. hasta marzo del 58 a. J.C. Nota de la autora . Glosario

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  • Las Mujeres De Csar Las Mujeres De Csar Colleen Mccullough

    Titulo original: Caesars women

    Para Selwa Anthony Dennis, sabia, bruja, cariosa y maravillosa

    ndice

    PRIMERA PARTE Desde junio del 68 a. J.C. hasta marzo deI 66 a. J.C. SEGUNDA PARTE Desde marzo del 73 a. J.C. hasta Quintilis del 65 a. J.C. TERCERA PARTE De enero del 65 a. J.C. hasta Quintilis del 63 a. J.C. CUARTA PARTE Desde el 1 de enero hasta el 5 de diciembre del 63 a. J.C. QUINTA PARTE Desde el 5 de diciembre del 63 a. J.C. hasta marzo del 61 a. J.C. SEXTA PARTE Desde mayo del 60 a. J.C. hasta marzo del 58 a. J.C. Nota de la autora . Glosario

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    Primera parte

    DESDE JUNIO DEL 68 A. J.C.

    HASTA MARZO DEL 66 A. J.C.

    Bruto, no me gusta el aspecto de tu piel. Ven aqu, a la luz, por favor.

    El muchacho de quince aos no dio muestras de haber odo nada, se limit a permanecer encorvado sobre una nica cuartilla de papel con la pluma roja, cuya tinta haca mucho tiempo que se haba secado, dispuesta en el aire.

    Ven aqu inmediatamente, Bruto le repiti su madre plcidarnente.

    El la conoca bien, as que baj la pluma; aunque no le tuviera un miedo mortal a su madre, no tena ganas de alentar el descontento en ella. Se poda ignorar la primera llamada sin peligro alguno, pero la segunda significaba que esperaba que se le obedeciera, incluso tratndose de l. Bruto se levant y se acerc a Servilia, que se encontraba de pie junto a una ventana cuyos postigos estaban abiertos de par en par, porque Roma se estaba abrasando bajo una temprana ola de calor impropia de aquella poca del ao.

    Aunque Servilia era de baja estatura y Bruto ltimamente haba empezado a crecer hasta lo que ella esperaba que fuera una estatura considerable, la cabeza del muchacho no sobresala excesivamente de la de su madre; sta levant una mano, lo sujet por la barbilla y comenz a examinar de cerca varios granos rojos e irritados que le abultaban la piel a su hijo alrededor de la boca. Luego lo solt y cambi la mano -de sitio para apartarle de la frente unos rizos oscuros y sueltos. Ms erupciones!

    Cmo me gustara que llevases siempre el pelo corto! coment tirndole de un mechn que amenazaba con taparle la visin al muchacho lo suficientemente fuerte como para que a ste se le humedecieran los ojos.

    Mam, el pelo corto no es propio de intelectuales protest.

    El pelo corto es prctico. No se cae sobre la cara y adems no irrita la piel. Oh, Bruto, en qu martirio te ests convirtiendo para m!

    Mam, si lo que queras era un guerrero con la cabeza rapada, deberas haber tenido ms hijos con Silano en lugar de un par de chicas.

    Un hijo se puede mantener, pero con dos hay que estirar el dinero ms de lo que da de s. Por otro lado, si le hubiera dado un varn a Silano, t no seras su heredero, adems de ser el heredero de tu padre. Se acerc a paso majestuoso al escritorio donde l haba estado trabajando y se puso a revolver con dedos impacientes los rollos de papel que haba encima. Mira qu desorden! No es de extraar que tengas los hombros cados y la espalda hundida. Sal al Campo de Marte con Casio y con los otros muchachos de la

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    escuela, no pierdas el tiempo intentando condensar toda la obra de Tucdides en una hoja de papel.

    Resulta que soy yo quien escribe los mejores compendios de toda Roma afirm su hijo en tono altanero.

    Servilia lo mir con irona.

    Tucdides no era muy prolfico con las palabras dijo, aunque tuviera que escribir muchos libros para relatar el conflicto entre Atenas y Esparta. Qu ventaja hay en destruir su hermoso griego para que los romanos perezosos puedan obtener un rido resumen y luego se feliciten a s mismos por saberlo todo acerca de la guerra del Peloponeso?

    La literatura se est haciendo demasiado vasta para que un hombre cualquiera la abarque toda sin recurrir a resmenes insisti Bruto.

    Se te est estropeando la piel repiti Servilia volviendo as a lo que en realidad le interesaba.

    Eso es bastante corriente en los muchachos de mi edad.

    Pero no entra en los planes que tengo para ti.

    Y que los dioses ayuden a cualquier hombre o cosa que no entre en los planes que t tienes para m! grit Bruto, enfadado de repente.

    Vstete, vamos a salir! fue lo nico que contest ella; y sali de la habitacin.

    Cuando entr en el atrio de la espaciosa casa de Silano, Bruto vesta la toga de orla prpura propia de la infancia, porque oficialmente no se convertira en hombre hasta diciembre, cuando llegara la fiesta de Juventas. Su madre ya estaba esperndolo y lo observ con ojo crtico mientras se acercaba a ella.

    S, decididamente tena los hombros cados y la espalda hundida. Con el nio tan guapo que haba sido de pequeo! Encantador hasta el pasado enero, cuando ella le haba encargado a Antenor, el mejor escultor retratista de toda Italia, un busto de Bruto. Pero ahora la pubertad se estaba haciendo notar de una forma ms agresiva, y la temprana belleza de su hijo se iba desvaneciendo incluso a los parciales ojos de Servilia. Bruto segua teniendo los ojos grandes, oscuros y soadores, con prpados interesantes y pesados, pero la nariz no se le estaba convirtiendo en el imponente edificio romano que ella esperaba, sino que permaneca obstinadamente corta y con la punta bulbosa, como la de ella. Y la piel, que antes haba tenido aquel exquisito color aceitunado, suave y sin defectos, ahora llenaba de temores a Servilia. Y si su hijo fuera uno de aquellos horribles desafortunados a los que se le formaban unas pstulas tan nocivas que les quedaban cicatrices? Era demasiado joven! Tener quince aos significaba una infeccin prolongada. Granos! Qu asqueroso y vulgar. Bueno, al da siguiente mismo har consultas entre los mdicos y herbolarios... y le gustase a Bruto o no, iba a ir al Campo de Marte cada da para hacer ejercicio como es debido y formarse en las habilidades marciales que necesitara

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    cuando cumpliera diecisiete aos y tuviera que alistarse en las legiones romanas. Como contubernalis, claro est, no como un simple soldado raso; sera cadete bajo el mando personal de algn comandante consular que lo llamara por su nombre. La cuna y posicin de su hijo le aseguraban ese puesto.

    Adnde vamos? le pregunt Bruto todava irritado porque ella lo haba arrancado a la fuerza de su tarea de compendiar a Tucdides.

    A casa de Aurelia.

    De no haber tenido la mente concentrada en el problema de cmo condensar semejante mina de informacin en una sola frase y de haber sido el da algo ms clemente, su corazn habra saltado de gozo; pero en cambio gru: no me hagas ir a los barrios bajos hoy!

    S.

    Est tan lejos! Y es una zona tan ttrica!

    Puede que sea una zona ttrica, hijo mo, pero la seora est muy bien relacionada. Todo el mundo se habr reunido all. Hizo una pausa y lo mir de reojo, astutamente. Todo el mundo, Bruto, todo el mundo.

    A lo cual su hijo no respondi ni palabra.

    Con dos esclavos que le facilitaban el avance, Servilia baj con esfuerzo los escalones de los Fabricantes de Anillos y se meti en el estruendo infernal del Foro Romano, donde a todo el mundo le encantaba reunirse, escuchar, mirar, pasear y codearse con los poderosos. Ni el Senado ni ninguna de las Asambleas tena previsto reunirse aquel da, y las cortes disfrutaban de unas breves vacaciones, pero no obstante algunos poderosos iban y venan por all, y se les distingua fcilmente por los fasces, oscilantes haces de varillas atados con correas rojas, que sus lictores portaban a la altura del hombro para proclamar su imperio.

    Esta cuesta es muy pronunciada, mam! No puedes ir ms despacio? jadeaba Bruto mientras su madre marchaba Clivus Orbius arriba, al final del Foro; el muchacho sudaba profusamente.

    Si hicieras ms ejercicio no te quejaras dijo Servilia sin impresionarse.

    Hedores nauseabundos y putrefactos asaltaron las fosas nasales de Bruto a medida que los altos edificios de viviendas de Subura se hacinaban apretados entre s y cerraban el paso a la luz el sol; las paredes desconchadas rezumaban limo, las acequias de las aceras llevaban regueros oscuros y espesos hacia el interior de las rejillas y las diminutas cavernas sin iluminacin que eran las tiendas pasaban incontables. Por lo menos la sombra hmeda y malsana haca que la temperatura resultase algo ms fresca, pero aqulla era una parte de Roma de la que el joven Bruto de buena gana hubiera prescindido, por mucho que all estuviera todo el mundo.

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    Por fin llegaron a la parte exterior de una puerta bastante presentable de roble curado, bien tallada en forma de paneles y con un brillante y pulido llamador orichalcum en forma de cabeza de len con las fauces abiertas. Uno de los esclavos de Servilia golpe con l vigorosamente la puerta, que se abri de inmediato. Tras ella, de pie, se encontraba un anciano griego manumitido, ms bien rollizo, que les hizo una profunda reverencia mientras les franqueaba la entrada.

    Era una reunin de mujeres, desde luego; si Bruto hubiera sido lo bastante mayor como para ponerse la toga blanca sin adornos, la toga virilis, y ya hubiera estado iniciado en las filas de los hombres, no se le habra permitido acompaar a su madre. Aquella idea le provocaba pnico a Bruto. Mam deba tener xito en su peticin, l tena que seguir viendo a su querido amor despus de diciembre, cuando alcanzara la categora de hombre adulto! Pero sin traicionar en absoluto ese sentimiento, Bruto abandon las faldas de Servilia en el mismo momento en que empezaron los saludos efusivos, y se escabull hacia un rincn tranquilo de aquella habitacin llena de chillidos, procurando hacer todo lo posible por mezclarse con la decoracin, carente de pretensiones.

    Ave, Bruto! dijo una voz ligera aunque ronca.

    Este volvi la cabeza, mir hacia abajo y sinti que el pecho se le hunda.

    Ave, Julia.

    Ven, sintate conmigo le exigi la hija de la casa al tiempo que lo conduca hasta un par de sillas pequeas que haba justo en el rincn. Se instal en una de ellas mientras Bruto se agachaba con dificultad para acomodarse en la otra.

    Slo ocho aos... cmo era posible que fuese ya tan hermosa?, se preguntaba el deslumbrado Bruto, que la conoca bien porque su madre era una gran amiga de la abuela de la nia. Blanca como el hielo y la nieve, con la barbilla puntiaguda, los pmulos bien formados, los labios dbilmente rosados y tan deliciosos como una fresa, y unos ojos azules muy abiertos que miraban con gentil viveza todo lo que abarcaban; si Bruto haba ahondado en la poesa del amor era a causa de aquella nia a quien haba amado durante... oh, durante varios aos! Y sin haber comprendido en realidad que aquello era amor hasta haca poco tiempo, cuando Julia haba vuelto la mirada hacia l con una sonrisa tan dulce que el descubrimiento de aquella comprensin haba sido para Bruto algo semejante al sobresalto que provoca el estallido de un trueno.

    Aquella misma noche Bruto haba acudido a su madre y la haba informado de que deseaba casarse con Julia cuando sta creciera lo suficiente.

    Servilia lo haba mirado fijamente, atnita.

    Si no es ms que una nia, mi querido Bruto! Tendrs que esperar nueve o diez aos.

    Se prometer en matrimonio mucho antes de que sea lo suficientemente mayor para casarse le haba respondido Bruto haciendo evidente su angustia. Por favor, mam, en cuanto su padre regrese a casa pdele la mano de Julia en matrimonio!

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    Es muy posible que cambies de opinin.

    Nunca, nunca!

    Su dote es mnima.

    Pero su cuna es todo lo que podras desear en mi esposa.

    Cierto. Aquellos ojos negros que podan adoptar una expresin tan dura reposaron en el rostro de su hijo no exentos de comprensin; Servilia apreciaba la fuerza de aquel argumento. De manera que estuvo dndole vueltas mentalmente durante unos instantes, y luego asinti. Muy bien, Bruto, la prxima vez que su padre venga a Roma, se lo pedir. No necesitas una esposa rica, pero es esencial que su cuna est a la altura de la tuya, y una Julia sera ideal. Especialmente esta Julia, patricia por ambas partes.

    Y as lo haban dejado, en espera de que el padre de Julia regresara de la Hispania Ulterior, donde desempeaba el cargo de cuestor. Y a pesar de que era la inferior de las magistraturas importantes, no era de extraar que Servilia supiera que el padre de Julia haba desempeado el cargo extremadamente bien. Lo que s resultaba extrao era que ella nunca lo hubiera conocido en persona, considerando lo poco numeroso que era el grupo de verdaderos aristcratas de Roma. Ella era una; l, otro. Pero, segn los rumores femeninos, aquel hombre era una especie de marginado entre los de su clase, demasiado ocupado para hacer la vida social que la mayora de sus iguales cultivaban cuando se encontraban en Roma. Habra sido ms fcil solicitar la mano de su hija en nombre de Bruto si ella ya lo conociese, aunque albergaba pocas dudas de cul iba a ser la respuesta. Bruto era muy buen partido, incluso ante los ojos de un Julio.

    El saln de recepcin de Aurelia no poda compararse a un atrio palatino, pero era lo bastante grande como para albergar cmodamente a la docena aproximadamente de mujeres que lo haban invadido. Los postigos abiertos daban a lo que comnmente se consideraba un bonito jardn, gracias a Cayo Matio, el inquilino del otro apartamento de la planta baja; l haba hallado la manera de que las rosas pudieran florecer en la sombra; haba conseguido que las parras escalasen los doce pisos de paredes con celosas y balcones, haba podado los arbustos de boj hasta formar esferas perfectas y haba instalado un habilidoso sistema de alimentacin basado en la fuerza de gravedad hasta el estanque de mrmol, lo que permita que un encabritado delfin de dos colas escupiera agua por aquella espantosa boca suya.

    Las paredes del saln de recepcin estaban bien conservadas y pintadas con el color rojo de moda; el suelo de terrazo barato se haba bruido hasta adquirir un atractivo brillo de color rosa rojizo, y el techo se haba pintado simulando un cielo de medioda con nubes algodonosas, aunque no poda presumir de ornamentos caros. No era la residencia de uno de los poderosos, pero s adecuada para un senador de rango inferior, supona Bruto mientras lo observaba todo sentado junto a Julia, que a su vez miraba a las mujeres; Julia lo sorprendi, as que Bruto tambin dirigi la mirada hacia las mujeres.

    Su madre haba tomado asiento junto a Aurelia en un canap, desde donde poda exhibirse a sus anchas a pesar de que a su anfitriona, aunque haba alcanzado ya los cincuenta y

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    cinco aos, se la consideraba una de las mayores bellezas de Roma. La figura de Aurelia era elegantemente esbelta y le favoreca permanecer en reposo, porque entonces no se le notaba que cuando se mova lo haca con demasiada viveza como para resultar grcil. Ni un asomo de canas le enturbiaba el cabello de color castao, y tena la piel lisa y lechosa. Era ella quien le haba recomendado a Servilia una escuela para Bruto, porque era la principal confidente de la madre de ste.

    A causa de ese pensamiento la mente de Bruto dio un salto hasta la escuela, una digresin tpica para una mente que tena tendencia a la divagacin. Su madre no deseaba enviar a Bruto a la escuela, pues tema que su hijo se viera expuesto a nios de rango y salud inferiores, y estaba preocupada asimismo porque la naturaleza estudiosa de Bruto fuera motivo de risas. Mejor que Bruto tuviera su propio tutor en casa. Pero entonces el padrastro de Bruto haba insistido en que aquel nico hijo varn necesitaba el estmulo y la competencia de una escuela.

    Un poco de sana actividad y unos compaeros de juegos corrientes, as era como lo haba expresado Silano, no precisamente celoso de que Bruto ocupase el lugar predilecto en el corazn de Servilia, sino ms bien preocupado porque cuando Bruto madurase por lo menos debera haber aprendido a asociarse con diferentes tipos de personas. Naturalmente, la escuela que Aurelia recomend era una muy exclusiva, pero los pedagogos de todas las escuelas en general tenan una manera de pensar inquietantemente independiente que los llevaba a aceptar chicos brillantes aunque sus medios familiares fueran menos selectos que el de un Marco Junio Bruto, por no hablar ya de dos o tres chicas brillantes.

    Teniendo a Servilia por madre, era inevitable que Bruto odiase la escuela, aunque Cayo Casio Longino, el compaero de estudios que ms mereca la aprobacin de Servilia, proceda de una familia tan buena como un Junio Bruto. Este, sin embarg, toleraba a Casio slo porque hacindolo mantena a su madre contenta. Qu tena l en comn con un muchacho ruidoso y turbulento como Casio, enamorado de la guerra, de la lucha, de todas aquellas hazaas que entraan gran atrevimiento? Slo el hecho de haberse convertido rpidamente en el favorito del maestro haba logrado reconciliar a Bruto con la espantosa prueba que haba sido la escuela. Eso y compaeros como Casio.

    Desgraciadamente la persona a la que ms anhelaba Bruto llamar amigo era a su to Catn; pero Servilia se negaba a or siquiera que su hijo quisiese establecer ninguna clase de intimidad con su despreciado hermanastro. El to Catn, ella nunca se cansaba de recordrselo a su hijo, descenda de un campesino tusculano y una esclava celtbera, mientras que en Bruto se unan dos linajes separados de exaltada antigedad, uno el de Lucio Junio Bruto, el fundador de la Repblica que haba depuesto al ltimo rey de Roma, Tarquinio el Soberbio, y el otro el de Cayo Servilio Ahala que haba matado a Melio cuando ste haba intentado proclamarse a s mismo rey de Roma unas dcadas despus de estar instalada la nueva Repblica. Por ello, un Junio Bruto, que por parte de madre era adems un patricio Servilio, no poda en modo alguno relacionarse con basura advenediza como el to Catn.

    Pero tu madre se cas con el padre de to Catn y tuvo con l dos hijos, la ta Porcia y el to Catn! haba protestado Bruto en una ocasin.

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    Y por eso cay en desgracia para siempre! dijo con desprecio Servilia Yo no reconozco esa unin ni a su progenie... y tampoco lo hars t, hijo mo!

    Fin de la discusin. Y fin de cualquier esperanza de que se le permitiera ver al to Catn con ms frecuencia de lo que la decencia familiar aconsejaba. Qu tipo tan maravilloso era el to Catn! Un verdadero estoico, enamorado de las antiguas costumbres austeras de Roma, a quien le repugnaba el boato y la ostentacin, rpido en criticar las pretensiones de grandeza de Pompeyo el Grande, otro advenedizo que, tristemente, careca de los antepasados adecuados. Pompeyo, que haba asesinado al padre de Bruto y haba dejado viuda a su madre, haba capacitado a un peso ligero como el enfermizo Silano para que se metiera en la cama con ella y engendrara dos nias con la cabeza en forma de burbuja que Bruto llamaba hermanas a regaadientes... En qu piensas, Bruto? le pregunt Julia sonriente.

    Oh, en nada importante le respondi l distradamente.

    Eso es una evasiva. Dime la verdad!

    Estaba pensando en la persona tan estupenda que es mi to Catn.

    Julia arrug la amplia frente.

    Tu to Catn?

    T no lo conoces porque todava no es lo bastante mayor para estar en el Senado. En realidad est tan cerca de mi edad como de la de mi madre.

    Es aquel que no permiti que los tribunos de la plebe derribaran una columna que obstrua el paso dentro de la baslica Porcia?

    se es mi to Catn! exclam Bruto con orgullo.

    Julia se encogi de hombros.

    Mi padre dice que eso fue una estupidez por su parte. Si hubieran derribado la columna, los tribunos de la plebe habran tenido una sede ms cmoda.

    To Catn tena razn. Catn el Censor puso all la columna cuando construy la primera baslica de Roma, y se es el lugar que le corresponde de acuerdo con la mos maiorum. Catn el Censor permiti que los tribunos de la plebe utilizaran el edificio como sede porque comprendi la difcil situacin en que se encontraban; porque ellos son magistrados elegidos nicamente por la plebe, no representan a todo el pueblo y no pueden utilizar un templo como sede. Pero no les regal el edificio, slo les permiti el uso de una parte de l. Entonces parecieron estar bastante agradecidos por ello. Ahora quieren cambiar la construccin que coste Catn el Censor. El to Catn no tolera la mutilacin de un lugar tan sealado que lleva el nombre de su bisabuelo.

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    Puesto que Julia era por naturaleza pacfica y no le gustaba discutir, volvi a sonrer, le puso una mano en el brazo a Bruto y le dio un carioso apretn. Bruto era un nio muy mimado, muy estirado y pagado de s mismo; y a pesar de que lo conoca desde haca bastante tiempo, senta aunque no saba bien por qu mucha pena por l. Sera, quizs, porque la madre de Bruto era una persona tan... retorcida?

    Bueno, eso ocurri antes de que mi ta Julia y mi madre murieran, as que yo dira que ya nadie derribar la columna dijo ella.

    Esperis que tu padre llegue pronto a casa? le pregunt Bruto virando mentalmente hacia el matrimonio.

    Cualquier da de stos. Julia se removi llena de contento. Oh, cmo lo echo de menos!

    Dicen que est resolviendo problemas en la Galia Cisalpina, en la parte ms lejana del ro Po coment Bruto hacindose as eco, aunque de forma inconsciente, del tema que se estaba convirtiendo en animado motivo de debate entre el grupo de mujeres que rodeaba a Aurelia y Servilia.

    Por qu habra Csar de hacer eso? estaba preguntando Aurelia al tiempo que arrugaba las oscuras y rectas cejas. Aquellos famosos ojos de color morado miraban con enojo. Verdaderamente, hay veces en que Roma y los nobles romanos me dan asco! Por qu tienen que sealar siempre a mi hijo para hacerle vctima de las crticas y el cotilleo poltico?

    Porque es demasiado alto, demasiado guapo, demasiado arrogante y tiene demasiado xito con las mujeres dijo Terencia, la mujer de Cicern, tan directa como avinagrada. Y adems aadi ella, que estaba casada con un famoso poeta y orador, habla muy bien y escribe con mucho estilo.

    Esas cualidades son innatas, ninguna de ellas merece las calumnias de algunos a los que podra mencionar por el nombre!

    dijo bruscamente Aurelia.

    Te refieres a Lculo? pregunt Mucia Tercia, la mujer de Pompeyo.

    No, por lo menos a l no se le puede culpar de eso dijo Terencia. Supongo que el rey Tigranes y Armenia le han quitado de la cabeza cualquier cosa que tenga que ver con Roma, excepto esos caballeros que se dedican a recoger impuestos en las provincias y que nunca tienen bastante.

    A quien te refieres es a Bbulo, que ahora est de regreso en Roma dijo una majestuosa figura que estaba sentada en la mejor silla. Slo ella, en medio de aquel grupo vestido de vivos colores, iba ataviada de blanco de la cabeza a los pies, con vestiduras tan amplias y largas que ocultaban cualquier encanto femenino que hubiera podido poseer. Sobre la regia cabeza se alzaba una corona hecha de siete trenzas superpuestas de lana

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    virgen; el tenue velo que le penda flot al darse ella la vuelta para mirar a las dos mujeres que se encontraban en el sof. Perpenia, jefa de las vrgenes vestales, solt un bufido al reprimir la risa. Oh, pobre Bbulo! Nunca puede esconder la desnudez de su animosidad.

    Todo lo cual nos lleva de nuevo a lo que yo he dicho anteriormente, Aurelia intervino de nuevo Terencia. Si tu alto y atractivo hijo se gana enemigos en tipos pequeajos como Bbulo, no tiene que culpar a nadie ms que a s mismo de que lo calumnien. Es el colmo del disparate hacer quedar como un tonto a un hombre delante de sus iguales ponindole de mote la Pulga. Bbulo se ha convertido en su enemigo de por vida.

    Qu ridiculez! Eso pas hace diez aos, cuando ambos no eran ms que unos muchachos jvenes dijo Aurelia.

    Venga ya, t sabes perfectamente lo sensibles que son los hombres pequeos para los rumores que se basan en su tamao apunt TerenciaT perteneces a una antigua familia de polticos, Aurelia. En poltica la imagen pblica de un hombre lo es todo. Tu hijo ofendi la imagen pblica de Bbulo. La gente todava lo llama la Pulga. Nunca perdonar ni olvidar.

    Por no hablar de que Bbulo tiene un pblico vido de sus calumnias en seres como Catn intervino Servilia speramente.

    Qu es lo que va diciendo Bbulo exactamente? pregunt Aurelia con los labios apretados..

    Oh, que en lugar de regresar directamente de Hispania a Roma, tu hijo ha preferido fomentar la rebelin entre aquellas personas de la Galia Cisalpina que no poseen la ciudadana romana le respondi Terencia.

    Eso es una completa tontera! dijo Servilia.

    Y por qu es una tontera, seora? pregunt una profunda voz de hombre.

    La sala qued paralizada hasta que la pequea Julia sali alborozada de su rincn y salt por los aires para caer encima del recin llegado.

    Tata! oh, tata!

    Csar levant a la nia del suelo, la bes en los labios y en las mejillas, la abraz y le alis con ternura el cabello escarchado.

    Cmo est mi nia? pregunt sonrindole slo a ella.

    Pero lo nico que Julia lograba decir, mientras esconda la cabeza en el hombro de su padre, era:

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    Oh, tata!

    Por qu crees que es una tontera, seora? repiti Csar al tiempo que se colocaba a la nia cmodamente en el antebrazo derecho; ahora que contemplaba a Servilia la sonrisa de aquel hombre haba desaparecido incluso de los ojos, que miraban a los de ella reconociendo, en cierto modo, su sexo, aunque sin concederle al hecho mayor importancia.

    Csar, sta es Servilia, esposa de Dcimo Junio Silano dijo Aurelia, al parecer sin sentirse en absoluto ofendida por el hecho de que su hijo todava no hubiera encontrado el momento oportuno para saludarla.

    Por qu, Servilia? volvi a preguntar Csar inclinando la cabeza al pronunciar el nombre.

    Ella mantuvo un tono de voz tranquilo e igual, y midi sus palabras como un joyero mide el oro.

    No hay lgica en un rumor as. Por qu ibas a molestarte t en fomentar la rebelin en la Galia Cisalpina? Si te dirigieras a aquellos que no poseen la ciudadana romana y les prometieras que trabajaras en su nombre para conseguirles el derecho al voto, ello no sera ms que una conducta muy adecuada para un noble romano que aspira al consulado. Estaras, sencillamente, reclutando clientes, cosa que es apropiada y admirable para alguien que quiere ascender en la escala poltica. Yo estuve casada con un hombre que de hecho foment la rebelin en la Galia Cisalpina, as que creo encontrarme en posicin de saber lo desesperada que es esa alternativa. Lpido y mi marido Bruto juzgaron intolerable vivir en la Roma de Sila. La carrera de ambos haba fracasado, mientras que la tuya no est haciendo ms que empezar. Ergo, qu podras esperar fomentando la rebelin donde fuera?

    Muy cierto dijo l con un indicio de irona asomndole lentamente a los ojos, que a Servilia le haban parecido un poco fros hasta ese momento.

    Verdaderamente cierto respondi Servilia. Hasta la fecha, tu carrera, al menos por lo que yo s, me sugiere que, si bien es cierto que fuiste a hacer una gira por la Galia Cisalpina para hablar con aquellos que no son ciudadanos, lo que hacas en realidad era ganar clientes.

    Csar inclin la cabeza hacia atrs y se ech a rer, con un magnfico aspecto; y l saba muy bien, pens Servilia, que tena un aspecto magnfico. Aquel hombre no hara nada sin haber calculado antes el efecto que ello producira en los presentes, aunque el instinto que le deca aquello a Servilia no era ms que eso, un instinto; Csar no dej traslucir ni un solo vestigio de aquel clculo.

    Es cierto que he estado reuniendo clientes.

    Pues ah lo tienes dijo Servilia al tiempo que le apareca un asomo de sonrisa en la comisura izquierda de su pequea y reservada boca. Nadie puede reprocharte eso, Csar. Tras lo cual aadi solemnemente y en el ms condescendiente de los tonos: No te

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    preocupes, yo misma me encargar de que se ponga en circulacin la versin correcta del incidente.

    Pero aquello era ir demasiado lejos. Csar no estaba dispuesto a dejarse tratar condescendientemente por una Servilia, perteneciera o no a la rama patricia del clan; apart la mirada de la mujer con un parpadeo de desprecio y luego, de entre todas las dems que all haba, que escuchaban embelesadas la conversacin, la pos en Mucia Tercia. Csar dej a la pequea Julia en el suelo y le cogi afectuosamente las dos manos a Mucia Tercia.

    Cmo ests, esposa de Pompeyo? le pregunt.

    Ella pareci azorada y murmur algo inaudible. Acto seguido Csar pas a Cornelia Sila, que era hija de Sila y prima hermana de Csar. Una a una fue recorriendo todo el grupo, a todas las conoca salvo a Servilia. Y sta contemplaba el avance de aquel hombre con gran admiracin, una vez que haba logrado superar el susto que se haba llevado cuando l la interrumpi. Incluso Perpenia sucumbi al encanto, y en cuanto a Terencia... aquella formidable matrona estaba decididamente embobada! Luego slo quedaba su madre, a la cual Csar se acerc en ltimo lugar. -

    Tienes buen aspecto, mater.

    Estoy bien. Y t pareces curado le dijo ella con aquella voz suya secamente prosaica y profunda.

    Un comentario que, de alguna manera, hiri a Csar, pens Servilia con un sobresalto. Aj! Por aqu hay corrientes subterrneas!

    Estoy completamente curado dijo l con calma al tiempo que se sentaba en el sof junto a su madre, pero en el extremo ms alejado de Servilia. Obedece esta fiesta a algn motivo concreto? le pregunt.

    Es nuestra asociacin. Nos reunimos cada quince das en casa de alguien. Hoy me toca a m.

    Ante lo cual Csar se levant y se excus diciendo que estaba sucio a causa del viaje, aunque Servilia pens que nunca haba visto a un viajero tan inmaculado. Pero antes de que pudiera abandonar la habitacin, Julia se acerc a l llevando a Bruto cogido de la mano.

    Tata, ste es mi amigo Marco Junio Bruto.

    La sonrisa y el saludo fueron amplios; Bruto estaba claramente impresionado como sin duda era natural que estuviera, pens Servilia todava dolida.

    Tu hijo? le pregunt Csar a Servilia por encima del hombro.

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    S.

    Y tienes alguno de Silano?

    No, slo dos hijas.

    Una de las cejas de Csar sali disparada hacia arriba; sonri. Luego se march de all.

    Y en cierto modo la fiesta despus de aquello fue... si no un sufrimiento, s algo bastante ms inspido. Termin mucho antes de la hora de la cena, y Servilia deliberadamente fue la ltima en marcharse.

    Tengo cierto asunto que deseo comentar con Csar le dijo a Aurelia cuando ya estaban a la puerta, mientras Bruto, situado detrs de ella, no dejaba de dirigirle miradas de cordero a Julia. No estara bien visto que yo viniera junto con sus clientes, as que me preguntaba si podras arreglarlo para que lo viese en privado. Cuanto antes mejor.

    Desde luego dijo Aurelia. Te mandar recado.

    No hubo preguntas por parte de Aurelia, ni muestras de curiosidad. Aqulla era una mujer que se ocupaba estrictamente de sus propios asuntos, pens la madre de Bruto con cierta gratitud; y se march.

    Se alegraba de estar en casa? Haba permanecido ausente durante ms de quince meses. No era la primera vez, ni tampoco la ausencia ms prolongada, pero en esta ocasin haba sido oficial, y eso supona cierta diferencia. Porque como el gobernador Antistio Veto no se haba llevado con l un legado a la Hispania Ulterior, Csar haba sido el segundo romano ms importante en la provincia: sesiones jurdics, finanzas, administracin. Una vida solitaria, galopando de un extremo al otro de la Hispania Ulterior siempre de cabeza; sin tiempo para hacer autnticas amistades con otros romanos. Tpico quizs que el nico hombre al que le haba tomado afecto no fuera romano; tpico tambin que Antistio Veto, el gobernador, no le hubiera tomado afecto a su segundo en el mando, aunque congeniaban bastante bien y compartan alguna conversacin de vez en cuando, ms bien de negocios, durante la cena, siempre que casualmente se encontrasen en la misma ciudad. Si el hecho de ser un patricio de los Julios Csares llevaba implcito algn inconveniente, era que hasta la fecha todos sus superiores haban sido excesivamente conscientes de lo mucho ms grande y ms augusta que era la estirpe de Csar comparada con la de ellos. Para un romano de cualquier clase, tener unos antepasados ilustres era algo mucho ms importante que cualquier otra cosa. Y Csar siempre les recordaba a sus superiores al propio Sila. El linaje, la evidente brillantez y eficiencia, la impresionante apariencia fsica, los ojos helados...

    As que, se alegraba de estar en casa? Csar observ detenidamente el cuidadoso orden de su despacho: las superficies sin polvo, cada rollo de papel en su cubo o en su casilla, el elaborado dibujo de hojas y flores de la marquetera de su escritorio, al que slo un tintero de cuerno de carnero y un bote de ardilla lleno de plumas ocultaban en parte.

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    Por lo menos la entrada inicial en su hogar haba sido ms animada de lo que se esperaba. Cuando Eutico le haba abierto la puerta y le haba dejado a la vista una escena de mujeres en plena conversacin, su primer impulso haba sido echar a correr, pero luego haba cado en la cuenta de que aqul era un excelente comienzo; el vaco del hogar sin su querida Cinnilla permanecera eternamente, ni que decir tiene. Antes o despus la pequea Julia sacara ese tema, pero no en aquellos primeros momentos, no hasta que los ojos de l se hubieran acostumbrado a la ausencia de Cinnilla y no se llenasen de lgrimas. Apenas recordaba aquel apartamento sin ella, sin la mujer que haba vivido parte de su infancia y de su edad de hombre adulto como su hermana, antes de tener edad suficiente para convertirse en su esposa. Una amada seora es lo que haba sido, que ahora se hallaba convertida en cenizas en una tumba fra y oscura.

    Su madre entr, compuesta y distante como siempre.

    Quin ha estado difundiendo rumores sobre mi visita a la Galia Cisalpina? le pregunt Csar al tiempo que acercaba otra silla a la suya para que se sentase su madre.

    Bbulo.

    Ya comprendo. Se sent y suspir. Bueno, era de esperar, supongo. No se puede insultar a una pulga como Bbulo del modo como yo lo hice sin que uno se convierta en su enemigo para el resto de sus das. Cmo me desagrada ese hombre!

    Lo mismo que t continas desagradndole a l.

    Hay veinte cuestores, y tuve suerte. El sorteo hizo que me tocara un destino lejos de Bbulo. Pero l es casi dos aos mayor que yo, lo que significa que siempre estaremos juntos en el cargo mientras ascendemos en el cursus honorum.

    De modo que tienes intencin de aprovechar la dispensa de Sila para los patricios y presentarte al cargo de curul dos aos antes de lo que les est permitido a los plebeyos como Bbulo dijo Aurelia dndolo como seguro.

    Sera tonto si no lo hiciera, y yo no lo soy, mater dijo Csar. Si me presento a las elecciones de pretor a los treinta y siete, habr estado en el Senado durante diecisis o diecisiete aos, sin contar los pasados de flamen Dialis. Eso es un tiempo de espera ms que suficiente para cualquier hombre.

    Pero todava faltan seis aos. Y mientras tanto, qu?

    Csar se removi inquieto.

    0h, ya siento que las paredes de Roma me aprisionan, aunque slo las haya franqueado hace unas horas! Cualquier da me marchar a vivir al extranjero.

    Seguro que aqu habr casos judiciales de sobra. Eres un abogado famoso, a la altura de Cicern y Hortensio. Te ofrecern algunos casos jugosos.

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    Pero dentro de Roma, siempre dentro de Roma. Hispania continu diciendo Csar al tiempo que se inclinaba hacia adelante con impaciencia fue una revelacin para m. Antistio Veto result ser un gobernador aptico que se senta feliz de darme todo el trabajo que yo estuviera dispuesto a aceptar, a pesar de mi baja posicin. As que fui yo quien llev a cabo todas las sesiones jurdicas por la provincia y quien manej los fondos del gobernador.

    Pues este ltimo deber debe de haber sido una dura prueba para ti coment secamente su madre. El dinero no te fascina.

    Aunque parezca extrao, esta vez s me ha fascinado, pues se trataba del dinero de Roma. Tom clases de contabilidad de un tipo de lo ms extraordinario, un banquero gaditano de origen pnico llamado Lucio Cornelio Balbo el Mayor. Tiene un sobrino casi de su misma edad, Balbo el Menor, que es su socio. Trabajaron mucho para Pompeyo Magnus cuando ste estaba en Hispania, y ahora parece que poseen la mayor parte de Gades. Lo que Balbo el Mayor no sepa de banca y de otros asuntos fiscales no tiene mayor importancia. Ni que decir tiene que el erario pblico estaba en la ruina. Pero gracias a Balbo el Mayor lo puse esplndidamente en orden. Me caa bien, mater. Csar se encogi de hombros; pareca triste En realidad ha sido el nico amigo verdadero que he hecho all.

    La amistad va en ambas direcciones dijo Aurelia. T conoces ms individuos que todos los dems nobles de Roma juntos, pero no permites que se te acerque ningn romano de tu misma clase. Por eso es por lo que los pocos amigos verdaderos que haces son siempre extranjeros o romanos de clases inferiores.

    Csar sonri.

    Tonteras! Me llevo mejor con los extranjeros porque crec en tu bloque de apartamentos rodeado de judos, de sirios, de galos, de griegos y slo los dioses saben de qu ms.

    Echame a m la culpa dijo Aurelia secamente.

    Csar prefiri ignorar aquel comentario.

    Marco Craso es amigo mo, y no puedes decir de l ms que es un romano tan noble como yo.

    Aurelia le pregunt con viveza:

    Has hecho algo de dinero en Hispania?

    Un poco aqu y un poco all gracias a Balbo. Desgraciadamente, la provincia era pacfica, para variar, as que no haba bonitas guerras fronterizas que librar contra los lusitanos. Si las hubiese habido, sospecho que de todos modos Antistio Veto las habra llevado a cabo en persona. Pero descansa tranquila, mater. Mis ahorros pirticos estn intactos, tengo suficiente para aspirar a las magistraturas superiores.

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    Incluso a edil curul? le pregunt ella en tono de presentimiento.

    Puesto que soy un patricio y por ello no puedo hacerme una reputacin como tribuno de la plebe, no tengo mucho donde elegir dijo Csar.

    Cogi una de las plumas del bote para colocarla en el escritorio; l no acostumbraba a juguetear con nada, pero a veces necesitaba tener algo que mirar que no fueran los ojos de su madre. Resultaba extrao. Se le haba olvidado lo desconcertante que su madre poda llegar a ser.

    Incluso con tus ahorros pirticos en reserva, Csar, ser edil curul resulta terriblemente ruinoso. Te conozco! .No te contentars con ofrecer unos juegos moderadamente buenos. Insistirs en ofrecer los mejores juegos que se puedan recordar.

    Probablemente. Ya me preocupar de eso cuando llegue el momento, dentro de tres o cuatro aos dijo Csar tranquilamente. Mientras tanto pienso presentarme a las elecciones del mes que viene para el puesto de curator de la va Apia. Ningn Claudio quiere el empleo.

    Otra empresa ruinosa! El tesoro te conceder un sestercio por cada cien millas, y t te gastars por lo menos cien denarios en cada milla. Csar se haba cansado de aquella conversacin; su madre estaba empezando, como ocurra siempre que intercambiaban ms de unas cuantas frases, a machacar sobre el asunto del dinero y sobre la falta de inters que l mostraba por el mismo.

    Las cosas no cambian nunca, sabes? dijo levantando del escritorio la pluma y volvindola a dejar en el tintero. Se me haba olvidado. Mientras estaba ausente haba empezado a pensar en ti como todo hombre suea que debe ser su madre. Pero he aqu la realidad. Un sermn perpetuo sobre mi tendencia a la extravagancia. Djalo ya, mater! Lo que a ti te parece importante no lo es para m.

    Aurelia apret los labios, pero permaneci en silencio durante unos instantes; luego, mientras se pona en pie, dijo:

    Servilia desea tener una entrevista privada contigo lo antes posible. Para qu? Sin duda te lo dir cuando la veas.

    T lo sabes?

    Yo no le hago preguntas a nadie salvo a ti, Csar. De ese modo no me dicen mentiras.

    Entonces, a m me exoneras de mentir?

    Naturalmente.

    Csar haba empezado a levantarse, pero se hundi de nuevo en la silla y sac otra pluma del bote al tiempo que frunca el entrecejo.

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    Esa mujer es bastante interesante. Ech la cabeza hacia un lado. Sus observaciones sobre el rumor de Bbulo fueron asombrosamente exactas.

    Por si no lo recuerdas, hace varios aos que te dije que era la mujer ms astuta, polticamente hablando, de todas las que conozco. Pero lo que te expliqu no te impresion lo suficiente como para que desearas conocerla.

    Bueno, pues ahora ya la conozco. Y estoy realmente impresionado... aunque no por su arrogancia. En realidad presumi de favorecerme a m.

    Algo en la voz de Csar hizo que Aurelia detuviera el avance hacia la puerta; dio media vuelta y mir fijamente a su hijo.

    Silano no es tu enemigo le dijo con altivez.

    Eso le provoc una carcajada a Csar, pero la risa se le apag rpidamente.

    A veces se me antoja alguna mujer que no es la esposa de un enemigo, mater! Y me parece que sta se me antoja slo a medias. Ciertamente, tengo que averiguar qu quiere. Quin sabe? Puedc que lo que quiera sea yo.

    Con Servilia es imposible saberlo. Es una mujer enigmtica.

    En cierto modo me recuerda a Cinnilla.

    No te dejes engaar por los sentimientos romnticos, Csar. No hay parecido alguno entre Servilia y tu difunta esposa. Se le empaaron los ojos. Cinnilla era la muchacha ms dulce que he conocido en mi vida. A los treinta y seis aos, Servilia no es ninguna nia, y est muy lejos de ser dulce. En realidad, yo dira que es tan dura y fra como una losa de mrmol.

    No te cae bien?

    Me cae muy bien. Pero como lo que es. Esta vez Aurelia lleg a la puerta sin girarse. La cena estar lista en seguida. Vas a comer aqu?

    El rostro de Csar se suaviz.

    Cmo voy a darle una desilusin a Julia yendo a ninguna parte hoy? Se puso a pensar en otra cosa y aadi: Un muchacho raro, ese Bruto. Como aceite en la superficie, pero sospecho que en algn lugar en su interior hay una clase de hierro muy especial. Julia se comport como si l fuera de su propiedad. Nunca habra imaginado que le atrajera ese muchacho.

    Dudo que sea as. Pero son buenos amigos. Esta vez fue la cara de ella la que se suaviz. Tu hija es extraordinariamente buena. En eso se parece a su madre. No hay nadie ms de quien pueda haber heredado esa caracterstica.

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    Como a Servilia le resultaba imposible caminar despacio, volvi a casa a su acostumbrado paso vivo, con Bruto a su lado esforzndose por mantener el paso, aunque sin proferir ninguna queja; ya haba pasado la hora de ms calor, y l estaba de nuevo inmerso en el desventurado Tucdides. Julia quedaba olvidada de momento. Y tambin to Catn.

    Normalmente Servilia le habra dirigido la palabra a su hijo de vez en cuando, pero aquel da, para el caso que le hizo, tanto habra dado que no estuviera con ella. La mente de Servilia estaba ocupada en Cayo Julio Csar. Pareca que mil gusanos le hubiesen hormigueado por la boca en el momento en que lo haba visto, dejndola atnita, impresionada, incapaz de moverse. Cmo era posible que no lo hubiera visto antes? La pequeez del crculo en que se movan deba haber garantizado que se encontrasen en alguna ocasin. Pero jams le haba puesto los ojos encima! Oh, or hablar de l... qu mujer romana noble no haba do hablar de l? En la mayora de los casos, cuando oan la descripcin de Csar, salan corriendo en busca de cualquier estratagema que pudiera hacer que se lo presentasen, pero Servilia no era de esa clase de mujeres. Sencillamente, lo haba desechado como a otro Memmio o a otro Catilina, como a alguien que fulminaba a las mujeres con una sonrisa y sacaba provecho de ello. Una mirada a Csar le habra bastado para saber que aquel hombre en modo alguno era como Memmio o como Catilina. Oh, l fulminaba con la sonrisa y se aprovechaba de ello no caba la menor duda al respecto!, pero en l haba mucho ms. Remoto, distante, inalcanzable. Ahora comprenda mejor por qu a las mujeres a las que conceda una breve relacin despus se consuman, lloraban y se desesperaban. Les daba algo que para l no tena valor, pero nunca se entregaba l mismo.

    Como posea la cualidad de la objetividad, Servilia pas luego a analizar la reaccin que haba tenido ante l. Por qu l precisamente, por qu durante treinta y seis aos ningn hombre haba significado para ella ms que seguridad, condicin social? Desde luego, tena predileccin por los hombres rubios. A Bruto no lo haba elegido ella; la primera vez que lo vio fue el da de la boda. El hecho de que fuera un hombre muy moreno haba causado una desilusin tan grande para ella como result ser luego el resto de su persona. Silano, un hombre rubio y sorprendentemente guapo, s haba sido eleccin de ella. Eleccin que segua satisfacindola a nivel visual, aunque en todos los dems aspectos tambin se haba llevado una triste desilusin. No era un hombre fuerte y sano, ni de intelecto, ni tena agallas. No era raro que no hubiera podido engendrar ningn hijo varn en ella! Servilia crea de todo corazn que el sexo de su prole dependa enteramente de ella, y la primera noche que pas en brazos de Silano la haba llevado a tomar la resolucin de que Bruto continuara siendo su nico hijo varn. De ese modo lo que ya era una fortuna muy considerable se vera aumentada por la tambin muy considerable fortuna de Silano.

    Lstima que estuviera fuera de su influencia asegurar una tercera y mucho mayor fortuna para Bruto! Servilia se olvid de Csar porque su hijo se haba metido por medio y empez a recrearse en aquellos quince mil talentos de oro que su abuelo Cepin el Cnsul haba logrado robar de un convoy en la Galia narbonesa haca unos treinta y siete aos. Ms oro del que posea el Tesoro Romano haba pasado a poder de Servilio Cepin, aunque haca mucho tiempo que haba dejado de ser oro en lingotes. En cambio haba sido convenido en propiedades de todas clases: ciudades industriales en la Galia Cisalpina, vastos campos de trigo en Sicilia y en la provincia de frica, edificios de apartamentos de un extremo a otro de la pennsula Itlica y asociaciones comanditarias en empresas arriesgadas de negocios que el rango senatorial prohiba. Cuando muri Cepin el Cnsul todo pas al padre de

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    Servilia, y cuando ste muri en la guerra italiana pas al hermano de ella, el tercero que llev el nombre de Quinto Servilio Cepin en vida de ella. Oh, s, todo haba pasado a su hermano Cepin! Su to Druso haba hecho todo lo necesario para asegurarse de que l heredase, aunque el to Druso saba toda la verdad. Y cul era la verdad? Que el hermano de Servilia, Cepin, era slo su hermanastro: en realidad era el primer hijo que su madre le haba dado a aquel advenedizo, Catn Saloniano, aunque todava estaba casada con el padre de Servilia. El cual se encontr con un cuco en el nido de Servilio Cepin, un cuco de largo cuello, alto, pelirrojo y con una nariz que proclamaba a los cuatro vientos por toda Roma de quin era hijo. Ahora que Cepin era un hombre de treinta aos, sus verdaderos orgenes eran ya conocidos por todos los personajes ilustres de Roma. Qu risa! Y qu justicia! El Oro de Tolosa haba pasado finalmente a un cuco que haba en el nido de Servilio Cepin.

    Bruto hizo una mueca de dolor al salir bruscamente de su ensimismamiento; su madre haba rechinado los dientes mientras iba caminando a paso largo, un sonido espantoso que haca que todo el que lo oa palideciera y saliera huyendo. Pero Bruto no poda huir. Lo nico que poda hacer era confiar en que su madre rechinase los dientes por algn motivo que no tuviera nada que ver con l. Lo mismo esperaban los esclavos que la precedan, que se dirigan miradas aterrorizadas mientras el corazn les lata con fuerza y el sudor les manaba en abundancia.

    De todo ello ni siquiera se percat Servilia, cuyas piernas fuertes y robustas se abran y se cerraban como las tijeras podadoras de Atropos al avanzar enfurecida. Cepin era un miserable! Bueno, ahora ya era tarde para que heredara Bruto. Cepin se haba casado con la hija del abogado Hortensio, que perteneca a una de las familias plebeyas ms antiguas e ilustres de Roma, y Hortensia estaba saludablemente embarazada de su primer hijo. Habra muchos hijos ms; la fortuna de Cepin era tan extensa que ni una docena de hijos podra hacerle mella. En cuanto al propio Cepin, estaba tan en forma y tan fuerte como lo estaban todos los de la casta de los Catones, descendientes de aquel ridculo y escandaloso matrimonio en segundas nupcias que Catn el Censor haba contrado, ya cercano a los ochenta aos, con la hija de su esclavo Salonio. Eso haba sucedido haca cien aos, y Roma en aquella poca se haba tronchado de risa para luego ir perdonando a aquel repugnante viejo libertino y admitir a su prole descendiente de esclavos en las filas de las Familias Famosas. Desde luego, caba la posibilidad de que Cepin muriera en un accidente, como le haba ocurrido a su padre biolgico, Catn Saloniano. Otra vez se oy el sonido de los dientes de Servilia. Vana esperanza! Cepin haba sobrevivido a varias guerras sin un rasguo, aunque era un hombre valiente. No, adis al Oro de Tolosa. Bruto nunca heredara las cosas que se haban podido adquirir con ese oro. Y eso no era justo! Por lo menos Bruto era un autntico Servilio Cepin por parte de madre. Oh, si Bruto pudiera heredar aquella tercera fortuna, seria ms rico que Pompeyo Magnus y Marco Craso juntos!

    A escasos pies de distancia de la puerta de Silano, ambos esclavos se precipitaron hacia la misma, la aporrearon y se esfumaron en el momento en que entraron atropelladamente en la casa. As que cuando se les franque la entrada a Servilia y a su hijo, el atrio estaba desierto; el personal de la casa ya saba que Servilia haba rechinado los dientes. Por ello no recibi aviso acerca de quin la aguardaba en la sala de estar y entr all de modo fulminante y rumiando malhumorada la mala suerte de Bruto en aquella cuestin del Oro de Tolosa. Los ultrajados ojos de Servilia cayeron nada menos que sobre su hermanastro, Marco Porcio Catn, el queridsimo to de Bruto.

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    Haba adoptado un nuevo engreimiento, y le haba dado por no llevar tnica debajo de la toga porque en los primeros tiempos de la Repblica nadie la haba llevado. Y, si los ojos de Servilia hubieran estado menos llenos de odio hacia l, quizs habra tenido que reconocer que aquella sorprendente y extraordinaria moda de cuya adopcin Catn no poda convencer a nadie le favoreca. A los veinticinco aos de edad estaba en la cima de la salud y de la buena forma fsica; haba vivido dura y precariamente como soldado raso durante la guerra contra Espartaco y no coma nada sabroso ni beba otra cosa que no fuese agua. Aunque el cabello corto y ondulado tena un tono castao rojizo y los ojos eran grandes y de color gris claro, tena la piel suave y bronceada, as que lograba un aspecto maravilloso al dejar al descubierto todo el lado derecho del tronco, desde el hombro a la cadera. Hombre magro, duro y agradablemente lampio, haba desarrollado bien los msculos pectorales, tena un vientre plano y un brazo derecho que exhiba vigorosas protuberancias en los lugares apropiados. La cabeza, que coronaba un largusimo cuello, tena una hermosa forma y la boca era turbadoramente encantadora. En realidad, de no haber sido por aquella asombrosa nariz, podra haber rivalizado con Csar, Memmio o Catilina en la espectacular apostura. Pero la nariz reduca todo lo dems a pura insignificancia, ya que era enorme, delgada, afilada y curvada. Una nariz con vida propia, deca la gente, reverenciada hasta convertirse en culto.

    Ya estaba a punto de marcharme anunci Catn en voz alta y ronca, nada musical.

    Lstima que no lo hayas hecho dijo Servilia entre dientes, sin hacerlos rechinar, aunque tena ganas de hacerlo.

    Dnde est Marco Junio? Me han dicho que te lo has llevado contigo.

    Bruto! Llmalo Bruto, como todo el mundo! dijo Servilia alzando la voz.

    No apruebo el cambio que esta ltima dcada ha trado a nuestros nombres dijo Catn en voz todava ms alta. Un hombre puede tener uno, dos o incluso tres apodos, pero la tradicin exige que se le llame por su primer nombre y el nombre de su familia solamente, no por un apodo.

    Bueno, pues yo por mi parte me alegro profundamente del cambio, Catn! Y en cuanto a Bruto, no est disponible para ti. Crees que me dar por vencido continu diciendo Catn, cuya voz haba adquirido ahora aquel habitual tono tan apropiado para echar bravatas, pero no ser as, Servilia. Mientras viva, nunca me dar por vencido en nada. Tu hijo es mi sobrino carnal, y no hay ningn hombre en su mundo. Te guste o no, pienso cumplir mis deberes con l.

    Su padrastro es el paterfamilias, no t.

    Catn se ech a rer, un relincho estridente.

    Dcimo Junio es un pobre bobo vomitn no ms apropiado que un pato moribundo para encargarse de supervisar la educacin de tu hijo!

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    Aunque Catn tena pocos puntos dbiles en su enormemente grueso pellejo, Servilia saba dnde estaba cada uno de ellos. Emilia Lpida, por ejemplo. Cunto la haba amado Catn cuando ste tena dieciocho aos! Tan chiflado como un griego por un jovencito. Pero lo nico que haba hecho Emilia Lpida era utilizar a Catn para hacer que Metelo Escipin viniera arrastrndose.

    He visto a Emilia Lpida en casa de Aurelia esta tarde. Qu guapa est! Una verdadera esposa y madre. Dice que est ms enamorada de Metelo Escipin que nunca dijo Servilia sin que viniera a cuento.

    El dardo hizo blanco con toda claridad; Catn palideci.

    Me utiliz como cebo para recuperarlo a l dijo con amargura. Una tpica mujer: taimada, engaosa, sin principios.

    Es eso lo que piensas de tu propia esposa? le pregunt Servilia con una gran sonrisa.

    Atilia es mi esposa. Si Emilia Lpida hubiera honrado su promesa y se hubiera casado conmigo, pronto se habra dado cuenta de que yo no le consiento artimaas a ninguna mujer. Atilia hace lo que se le dice y lleva una vida ejemplar. No estoy dispuesto a permitir conducta alguna que no raye la perfeccin.

    Pobre Atilia! Ordenaras que la matasen si notaras que le huele a vino el aliento? Las Doce Tablas te permiten hacer eso, y t eres un ardiente defensor de las leyes antiguas.

    Soy un ardiente defensor de las costumbres antiguas, las costumbres y las tradiciones de la mos maiorum de Roma dijo Catn con irritacin al tiempo que los agujeros de la nariz se le hinchaban hasta parecer ampollas a ambos lados de la misma. Mi hijo, mi hija, ella y yo comemos los alimentos que Atilia en persona ha visto preparar, vivimos en habitaciones que ella personalmente ha visto arreglar, y llevamos ropa que ella misma ha hilado, ha tejido y ha cosido.

    Es por eso por lo que vas tan desnudo? Qu esclava debe de ser del trabajo!

    Atilia lleva una vida ejemplar repiti Catn. No tolero que se encomiende la educacin de los hijos a siervos y nieras, as que ella es responsable por completo de una nia de tres aos y de un nio de uno. Atilia est siempre ocupada.

    Lo que digo, es una esclava del trabajo. T puedes pagar suficientes criados, Catn, y ella lo sabe. Pero en cambio te cierras la bolsa y la conviertes en una esclava. No te lo agradecer. Los espesos prpados blancos se levantaron y la irnica mirada negra de Servilia recorri a Catn de pies a cabeza. Un da de stos, Catn, puede que llegues a casa temprano y descubras que ella busca un poco de solaz extramarital. Quin podra culparla? Qu guapo estaras luciendo cuernos en la cabeza!

    Pero aquel dardo no dio en el blanco; Catn se limit a adoptar un aire de suficiencia.

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    Oh, ni hablar de eso dijo confiado-. Incluso en estos tiempos exagerados que corren puede que yo no sobrepase el precio tope que pagaba mi abuelo por un esclavo, pero te aseguro que elijo gente que me teme. Soy escrupulosamente justo... Ningn sirviente que valga su sal sufre bajo mi cuidado...! Pero cada uno de los esclavos me pertenece, y lo sabe.

    Una organizacin domstica idlica coment Servilia sonriendo. Tengo que acordarme de decirle a Emilia Lpida lo que se est perdiendo. Le volvi la espalda a Catn, con aspecto de estar aburrida. Mrchate ya, Catn! Slo conseguirs a Bruto por encima de mi cadver. Puede que no compartamos el mismo padre, y le doy gracias a los dioses por ello!, pero s que compartimos la misma clase de firmeza. Y yo, Catn, soy mucho ms inteligente que t. Se las arregl para producir un sonido que recordaba el ronroneo de un gato. En realidad soy mucho ms inteligente, con diferencia, que cualquiera de mis hermanastros.

    Este tercer dardo perfor a Catn hasta la mdula. Se puso rgido y apret sus hermosas manos hasta cerrar los puos.

    Puedo tolerar tu malicia cuando va dirigida a m, Servilia, pero no cuando el blanco es Cepin! rugi Catn. Esa es una infamia inmerecida! Cepin es tu hermano legtimo, no el mo! Oh, ojal fuera mi hermano legtimo! Lo quiero ms que a nadie en el mundo! Pero no permitir esa calumnia, especialmente cuando viene de ti!

    Mrate al espejo, Catn. Toda Roma sabe la verdad.

    Nuestra madre tena algo de sangre Rutilia: Cepin hered su color de esa parte de la familia!

    Tonteras! Los Rutilios son rubios como la arena, como poco, y carecen por completo de la nariz de un Catn Saloniano.

    Servilia buf despreciativamente. Gusto por gusto, Catn. Desde el momento en que naciste, Cepin se entreg a ti. Sois guisantes de la misma vaina, y habis seguido tan juntos y mezclados como el pur de guisantes toda la vida. No os separis, nunca discuts... Cepin es tu hermano legtimo, no mo!

    Catn se levant.

    Eres una mujer malvada, Servilia.

    Esta bostez ostentosamente.

    Sencillamente, has perdido la batalla, Catn. Adis y buen viaje.

    Catn arroj la ltima palabra tras de s cuando sala de la habitacin.

    Al final ganar! Yo siempre gano!

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    Slo ganars sobre mi cadver, Catn! Pero t habrs muerto antes que yo.

    Despus de lo cual Servilia tuvo que vrselas con otro de los hombres de su vida: su marido, Dcimo Junio Silano, a quien Catn haba definido muy acertadamente como un bobo vomitn. Fuera el que fuese el problema de sus intestinos, lo cierto era que tena tendencia a vomitar, y era indiscutiblemente un hombre tmido, resignado y ms bien falto de carcter. Todas sus cualidades, pens Servilia para sus adentros mientras lo observaba durante la cena, estn encima del mostrador. No es ms que una cara bonita, no hay nada detrs. Sin embargo, obviamente aquello no se poda decir de otra cara bonita, la que perteneca a Cayo Julio Csar. Csar... estoy encantada con l, me fascina. Durante un momento, all, pens que yo tambin lo estaba fascinando a l, pero luego permit que la lengua me traicionase y le ofend. Por qu olvid que era un Julio? Ni siquiera una patricia Servilia como yo presume de arreglarle la vida o los asuntos a un Julio...

    Las dos nias de Silano que ella haba engendrado estaban presentes en la cena, atormentando a Bruto como siempre no le tenan ninguna consideracin. Junia era un poco ms pequea que la Julia de Csar, siete aos, y Junilla tena casi seis. Las dos tenan un color castao medio y eran atractivas en extremo. No haba que temer que desagradaran a sus maridos! La belleza y la abultada dote eran una combinacin irresistible. Sin embargo, ya estaban formalmente prometidas en matrimonio con los herederos de dos grandes casas. Slo Bruto segua sin compromiso, aunque ya haba dejado muy claro cul era su eleccin. La pequea Julia. Qu raro era Bruto. Enamorarse de una nia! Aunque Servilia no sola confesrselo a s misma, aquella tarde se encontraba en un estado de nimo predispuesto a la verdad, y reconoca que a veces Bruto era un misterio para ella. Por qu, por ejemplo, se empeaba en ser un intelectual? Si no llegaba a conocer por s mismo aquel cenagal tan peculiar, su carrera pblica no prosperara. A no ser que, como a Csar, les acompaara tambin la fama de valientes soldados, o que tuvieran, como Cicern, una tremenda reputacin en los tribunales, a los intelectuales generalmente se les despreciaba. Bruto no era vigoroso, ni rpido, ni amante de salir de casa, como Csar o Cicern. Quizs fuera bueno que se convirtiera en yerno de Csar. Quizs se le contagiara parte de esa energa mgica y de aquel encanto, tena que contagirsele por fuerza.

    Al da siguiente Csar le envi un mensaje en el que deca que le complacera verla en privado en los aposentos que posea en el bajo Vicus Patricii, en el segundo piso del edificio de apartamentos situado entre el taller de tinte de Fabricio y los baos suburanos. A la cuarta hora del da por la maana, un tal Lucio Decumio estara esperndola en el pasaje situado en la planta baja para conducirla arriba.

    Aunque a Antistio Veto se le haba prorrogado el perodo como gobernador de la Hispania Ulterior, a Csar no se le haba concedido el honor de permanecer all con l; Csar no se haba molestado en asegurarse un destino personal, sino que haba preferido correr el riesgo de que le tocase por sorteo cualquier provincia. En cierto aspecto le habra gustado permanecer en la Hispania Ulterior, pero el puesto de cuestor no era demasiado importante para, apoyndose en l, formarse una reputacin en el Foro. Csar era consciente de que los prximos aos de su vida tendra que pasarlos, en la mayor medida posible, en Roma; Roma deba ver su rostro constantemente, Roma deba or su voz constantemente.

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    Porque Csar se haba ganado la corona cvica por su destacado valor a la edad de veinte aos, haba sido admitido en el Senado diez aos antes de la edad acostumbrada, treinta aos, y se le haba permitido hablar dentro de aquella cmara desde el principio, en lugar de permanecer bajo la ley del silencio hasta que fuera elegido magistrado de rango superior al de cuestor. No es que hubiera abusado de aquel extraordinario privilegio, Csar era demasiado inteligente como para convertirse en un pelma aadindose a la lista, ya demasiado larga, de oradores. No necesitaba utilizar la oratoria como medio para llamar la atencin, pues llevaba en su persona un recordatorio visible de su posicin casi nica. La ley de Sila estipulaba que siempre que apareciera en los actos pblicos deba llevar puesta en la cabeza la corona cvica de hojas de roble. Y todo el mundo, en el momento en que l apareciese, estaba obligado a levantarse y a aplaudirle, incluso los ms venerables cnsules y censores. Ello lo situaba en un lugar aparte y por encima de los dems, dos estados que le gustaban mucho. Quizs otros pudieran cultivar tantos amigos ntimos cuantos fueran capaces, pero Csar prefera caminar solo. Oh, un hombre deba tener multitud de clientes, tena que ser conocido como un patrono de tremenda distincin. Pero subir hasta la cima y l estaba decidido a hacerlo! a costa de crear ataduras con alguna camarilla no formaba parte de los planes de Csar. Las camarillas siempre controlaban a sus miembros.

    Ah, por ejemplo, estaban los boni, los hombres buenos. De las muchas facciones del Senado, eran ellos los que tenan la mayor fuerza poltica. A menudo dominaban las elecciones, provean el personal para los tribunales superiores y gritaban ms fuerte en las Asambleas. Pero los boni en realidad no representaban nada! Lo ms que poda decirse de ellos era que lo nico que tenan en comn entre s era un arraigado desagrado por todo lo que significase cambio. Mientras que Csar s era partidario del cambio. Haba tantas cosas que pedan a gritos un cambio, un arreglo, una abolicin! Desde luego, si el servicio en la Hispania Ulterior le haba enseado algo a Csar era que el cambio tena que llegar. La corrupcin y la rapacidad gubernamental acabaran con el Imperio a no ser que se frenase a los responsables; y aqul era slo uno de los muchos cambios que Csar deseaba ver y llevar a cabo l mismo. Cualquier aspecto de Roma que se considerase necesitaba desesperadamente atencin, regulacin. Pero los boni se oponan tradicional y obstinadamente al menor cambio, por pequeo que fuese. No as las personas como Csar. Y por eso Csar no era popular entre ellos; aquellas narices exquisitamente sensibles haban olfateado haca mucho tiempo el radical que haba en Csar.

    En realidad exista slo un camino seguro para ir hacia donde Csar se diriga: el camino del mando militar. Pero antes de que pudiera llegar legalmente a general de uno de los ejrcitos de Roma, tendra que ascender por lo menos a pretor, y para asegurarse de que lo eligieran como uno de esos ocho hombres que supervisan los tribunales y el sistema de justicia, haca falta pasar los siguientes seis aos en la ciudad. Solicitando el voto, haciendo propaganda electoral, luchando por adaptarse a la catica escena poltica, procurando que su persona se mantuviese en primer plano, acumulando influencia, poder, clientes, el apoyo de caballeros pertenecientes a la esfera del comercio, de seguidores de todas clases. Tal como l era y nicamente por s mismo, no como miembro de los boni o de cualquier otro grupo, que insistan en que sus miembros pensaran todos igual, o mejor, que no se molestasen en pensar en absoluto.

    Aunque la ambicin de Csar iba mucho ms all de ser el lder de su propia faccin; quera convertirse en una institucin llamada el Primer Hombre de Roma. Primus inter pares, el primero entre iguales, el que reuna lo bueno de todos los hombres. Quera convertirse en el que poseyera mayor auctoritas, mayor dignitas; el Primer Hombre de

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    Roma era la influencia personificada. Cualquier cosa que dijera se escuchaba, y nadie poda derribarlo porque no era ni rey ni dictador; sustentaba su posicin en el ms puro poder personal, era lo que era por s mismo, no a travs de ningn cargo, y no tena un ejrcito a sus espaldas. El viejo Cayo Mario lo haba hecho al estilo antiguo al conquistar a los germanos, porque no posea antepasados para decirles a los hombres que mereca ser el

    Primer Hombre de Roma. Sila s tena antepasados, pero no se gan el ttulo porque hizo de s mismo un dictador. Simplemente era Sila, gran aristcrata, autcrata, ganador de la impresionante corona de hierba, general invicto. Una leyenda militar incubada en la arena poltica, eso era el Primer Hombre de Roma.

    Por eso el hombre que fuera el Primer Hombre de Roma no poda pertenecer a ninguna faccin; tena que constituir una faccin l mismo, estar en primera posicin en el Foro Romano no como secuaz de nadie, sino como el ms temible aliado. En la Roma de aquel tiempo ser un patricio lo haca ms fcil, y Csar lo era. Sus remotos antepasados haban sido miembros del Senado cuando ste no consista ms que en un simple centenar de hombres que aconsejaban al rey de Roma Antes de que Roma existiera siquiera, sus antepasados haban sido reyes a su vez de Alba Longa, en el monte Albano. Y antes de eso su treinta y nueve veces bisabuela haba sido la propia diosa Venus; ella era la madre de Eneas, rey de Dardania, el que haba navegado hasta la Italia latina y haba fundado un nuevo reino en lo que un da sera la sede del dominio de Roma. El hecho de provenir de tan brillante rbol genealgico predispona a la gente a considerar que un hombre deba ser lder de su faccin; a los romanos les gustaban los hombres con antepasados ilustres, y cuanto ms augustos fueran esos antepasados, ms posibilidades tena un hombre de crear su propia faccin.

    As era como Csar comprenda que tena que obrar desde entonces hasta el momento de ostentar el cargo de cnsul, para el que todava le quedaban nueve aos. Tena que predisponer a los hombres a considerarlo digno de convertirse en el Primer Hombre de Roma. Lo cual no significaba conciliar a sus iguales, sino dominar a aquellos que no eran sus iguales. Sus iguales lo temeran y lo odiaran, como ocurra con todos los que aspiraban a ser el Primer Hombre de Roma. Sus iguales lucharan contra su ambicin con uas y dientes, sin detenerse ante nada con tal de hacerlo caer antes de que fuera demasiado poderoso. Por eso odiaron a Pompeyo el Grande, que se imaginaba a s mismo el actual Primer Hombre de Roma. Bueno, no durara. Ese ttulo le perteneca a Csar y nada, animado o inanimado, le impedira obtenerlo. Y lo saba porque se conoca a s mismo.

    Al da siguiente a su llegada a Roma, fue gratificante descubrir que, al amanecer, un pequeo y ordenado grupo de clientes haban acudido a presentarle sus respetos; la sala de recepcin estaba llena de ellos, y a Eutico, el mayordomo, se le haba puesto radiante aquel grueso rostro suyo al verlos. Tambin resplandeca de contento el viejo Lucio Decumio, animado y anguloso como un grillo, que daba saltitos ansiosos de un pie a otro cuando Csar sali de sus aposentos privados.

    Un beso en la boca para Lucio Decumio, una muestra de respeto reverencial para muchos que presenciaron el encuentro.

    Te he echado de menos ms que a nadie despus de Julia, pap le confes Csar al tiempo que envolva a Lucio Decumio en un enorme abrazo.

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    Roma tampoco es lo mismo cuando t no ests, Pavo! fue la respuesta de aqul, que utiliz el antiguo mote de Pavo Real que l mismo le haba puesto a Csar cuando ste empezaba a dar sus primeros pasos.

    Parece que no envejezcas, pap.

    Eso era cierto. Nadie saba realmente qu edad tena Lucio Decumio, aunque deba de estar ms cerca de los setenta que de los sesenta. Probablemente vivira eternamente. Perteneca a la cuarta clase solamente y a la tribu urbana Suburana, nunca sera lo bastante importante para tener un voto que contase en ninguna Asamblea, pero Lucio Decumio era un hombre de gran influencia y poder en ciertos crculos. Era el custodio del colegio de encrucijada que tena su sede en la nsula de Aurelia, y todos los hombres que vivan en aquel vecindario, por muy alta que fuera la clase a la que pertenecieran, se vean obligados a presentarle sus respetos, por lo menos de vez en cuando, en el interior de lo que era tanto una taberna como un lugar de reuniones religiosas. Como custodio de su colegio, Lucio Decumio posea autoridad; tambin haba logrado acumular considerables riquezas debido a sus muchas actividades inicuas, y no era adverso a prestar dinero a un inters muy razonable a aquellos que pudieran ser tiles para los fines de Lucio Decumio... o a los fines de su patrono, Csar. Csar, a quien l amaba ms que a cualquiera de sus dos fornidos hijos; Csar, con quien haba compartido algunas de sus dudosas aventuras de muchacho, Csar, Csar...

    Tengo tus habitaciones de calle abajo completamente preparadas dijo el viejo esbozando una amplia sonrisa. Cama nueva... todo muy bonito.

    Se le iluminaron los ojos, ms bien helados y de color azul plido; Csar volvi a sonrer y le hizo un guio.

    La probar antes de dar mi veredicto personal sobre eso, pap. Lo cual me recuerda... querras llevarle mi mensaje a la esposa de Dcimo Junio Silano?

    Lucio Decumio frunci el entrecejo.

    A Servilia? Veo que la seora es famosa. No podra ser de otra forma. Es una mujer muy dura con sus esclavos. Cmo sabes eso? Supongo que sus esclavos frecuentan un colegio de encrucijada en el Palatino.

    Pero corre la voz, corre la voz! Es capaz de ordenar la crucifixin cuando cree que alguno de sus esclavos necesita una leccin. Hace que se lleve a cabo en el jardn, delante de todos los dems. Fjate, primero los hace azotar, para que no duren mucho despus de ser atados a la cruz.

    Eso es muy considerado por su parte dijo Csar.

    Y se puso a dictar el mensaje para Servilia. No cometi el error de pensar que Lucio Decumio estaba intentando advertirle para que no se enredara con ella, o que tuviera la presuncin de criticar su gusto; Lucio Decumio simplemente estaba cumpliendo con su deber de pasarle informacin relevante.

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    La comida le importaba poco a Csar no era un gourmet, y tampoco, desde luego, seguidor de Epicuro, as que pas de cliente en cliente sin dejar de masticar con aire ausente un panecillo crujiente y recin hecho del panadero que haba ms abajo, en la calle de Aurelia, y bebiendo agua de una taza. Sabedor de la generosidad de Csar, su mayordomo ya haba pasado unas bandejas repletas de los mismos panecillos, haba servido vino a aquellos que lo preferan al agua sola, y haba ofrecido pequeos tazones de aceite o miel para mojar el pan. Qu esplndido era ver que la clientela de Csar aumentaba!

    Algunos haban ido por la sencilla razn de mostrarle a Csar que estaban a sus rdenes, pero otros se haban acercado hasta all con un propsito concreto: pedirle una recomendacin. para un empleo que necesitaban, un puesto en alguna vacante del Tesoro o de los Archivos para algn hijo con los debidos estudios, o consultarle qu le pareca esta oferta que haba recibido alguno por su hija, o aquella otra por un pedazo de tierra. Unos cuantos haban ido a pedirle dinero, y a stos tambin se les complaci con dispuesta alegra, como si la bolsa de Csar fuera tan abundante como la de Marco Craso, cuando en realidad era extremadamente poco abundante.

    La mayora de los clientes se marcharon una vez que hubieron intercambiado las cortesas de rigor y se hubo conversado un poco. Los que se quedaron necesitaban algunos renglones escritos por Csar, y aguardaron mientras ste, sentado a su escritorio, dispensaba los papeles. El resultado de todo ello fue que, antes de que se marchase el ltimo visitante, haban transcurrido ms de cuatro horas de aquella larga maana de primavera; el resto del da le perteneca a Csar. Los clientes no se haban ido lejos, desde luego; cuando sali de su apartamento una hora despus, tras haber despachado lo ms apremiante de su correspondencia, se unieron a l para darle escolta adonde quiera que sus asuntos pudieran llevarle. Un hombre con clientes tena que exhibirlos en pblico!

    Desgraciadamente nadie significativo se hallaba presente en el Foro Romano cuando Csar y su squito llegaron al pie del Argilium y pasaron entre la baslica Emilia y las gradas de la Curia Hostilia. Y all estaba el centro absoluto de todo el mundo romano: el Foro Romano inferior, un espacio prdigamente salpicado de objetos de reverencia o utilidad y antigedades. Haban pasado unos quince meses desde la ltima vez que Csar lo haba visto. No es que hubiera cambiado. Nunca cambiaba.

    El Foso de los Comicios bostezaba delante del espacio engaosamente pequeo, unas gradas circulares de anchos peldaos, que conducan, muy por debajo del nivel del suelo, a la estructura en la que se reunan ambas Asambleas, la Plebeya y la Popular. Cuando estaba lleno por completo poda albergar unos tres mil hombres. Junto al muro trasero, de cara a la parte lateral de los peldaos de la Curia Hostilia, estaban los rostra, desde los cuales los polticos se dirigan a la multitud apiada debajo, en la hondonada. Y all estaba la propia Curia Hostilia, venerablemente antigua, hogar del Senado a travs de los siglos desde que lo construyera el rey Tulo Hostilio, demasiado pequeo para el alistamiento mayor que haba hecho Sila, con aspecto deteriorado y sucio a pesar del maravilloso mural lateral. El estanque de Curtio, los rboles sagrados, Escipin el Africano en lo alto de su elevada columna, los rostra de naves capturadas montados en otras columnas, estatuas a porrillo sobre imponentes plintos con miradas furiosas como el viejo Apio Claudio el Ciego, o con un aspecto sereno y presumido como el astuto y brillante viejo Escauro, prncipe del Senado. Las losas de la va Sacra estaban ms gastadas que el pavimento

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    travertino que las rodeaba Sila haba reemplazado el pavimento, pero la mos maiorum prohiba que se realizara cualquier mejora en la carretera. En el extremo ms alejado de aquel espacio abierto, apretadas por dos o tres tribunales, se alzaban las dos baslicas poco elegantes, la Optimia y la Sempronia, con el glorioso templo de Cstor y Plux a la izquierda. Realmente era un misterio cmo podan celebrarse reuniones, procesos judiciales y asambleas entre tanto impedimento, pero se celebraban: siempre haba sido as y siempre lo sera.

    Al norte se alzaba la mole del Capitolio, con una joroba ms alta que su gemela, una absoluta confusin de templos con pilares pintados en llamativos colores, frontones, estatuas doradas, todo sobre tejados anaranjados. El nuevo hogar de Jpiter Optimo Mximo el viejo se haba destruido en un incendio varios aos antes estaba todava en construccin, advirti Csar, que frunci el entrecejo al verlo; decididamente, Catulo era un custodio de las obras bastante lento, nunca tena prisa. Pero el enorme Tabulario de Sila ya estaba completamente terminado, y ocupaba toda la falda frontal y central del monte con soportales y galeras destinados a albergar todos los archivos de Roma, las leyes y las cuentas. Y al pie del Capitolio haba otras instalaciones pblicas: el templo de la Concordia, y junto a l el pequeo Senculo antiguo, en el que las delegaciones extranjeras eran recibidas por el Senado. En la esquina del fondo, ms all del Senculo, separando el Vicus Iugaris del Clivus Capitolinus, estaba el lugar hacia donde se

    diriga Csar. Este era el templo de Saturno, muy antiguo, grande

    y sobriamente drica excepto por los colores chillones que embadurnaban sus paredes y pilares de madera, hogar de una antigua estatua del dios que haba que mantener llena de aceite y envuelta en tela para que no se desintegrase. Tambin y ms relacionado con el propsito de Csar era la sede del Tesoro de Roma.

    El templo propiamente dicho estaba montado sobre un podio de veinte peldaos de altura, una infraestructura de piedra dentro de la cual se abra un laberinto de pasillos y salas. Parte del mismo se usaba de almacn para las leyes una vez que haban sido labradas en piedra o bronce, pues la constitucin en gran parte escrita de Roma exiga que todas las leyes fueran depositadas all; pero el tiempo y la pltora de tablillas ahora exiga que cada nueva ley fuera metida rpidamente por una entrada y sacada por otra para ser almacenada en otro lugar.

    La mayor parte de aquel espacio perteneca al Tesoro. Aqu, en salas fuertes situadas tras grandes puertas de hierro, yaca la tangible riqueza de Roma en forma de lingotes de oro y plata, cuyo valor ascenda a muchos miles de talentos. All, en unos despachos sombros iluminados por parpadeantes lmparas de aceite y con rejas en lo alto de los muros exteriores, trabajaba el ncleo de los funcionarios que llevaban los libros de cuentas pblicas de Roma, desde aquellos de importancia suficiente como para ostentar el ttulo de tribuni aerarii hasta los humildes contables y los an ms humildes esclavos pblicos que barran los polvorientos suelos, pero que solan ingenirselas para pasar por alto las telaraas que festoneaban las paredes.

    El crecimiento de las provincias y de los beneficios de Roma haba hecho que el templo de Saturno se quedase pequeo para su propsito fiscal haca ya mucho tiempo, pero los romanos eran muy poco dados a abandonar una sede una vez que el lugar se hubiera

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    destinado a alguna empresa gubernamental, de manera que Saturno segua all, indeciso, como depositario del Tesoro. Otros tesoros menores de dinero acuado y oro en barras estaban relegados a otras bvedas bajo templos distintos; las cuentas que pertenecan a los aos anteriores al corriente haban sido destinadas al Tabulario de Sila y, en consecuencia, los oficiales del Tesoro y sus subalternos haban proliferado. Otro anatema romano, los funcionarios, pero el Tesoro era, al fin y al cabo, el Tesoro; el dinero pblico tena que ser sembrado, cultivado y cosechado como es debido, aunque aquello significase unas cantidades aborreciblemente grandes de empleados pblicos.

    Mientras la comitiva de Csar se quedaba rezagada para mirarlo todo con ojos brillantes y llenos de orgullo, ste subi lentamente hasta la gran puerta que estaba tallada en el muro lateral del podio de Saturno. Csar iba ataviado con una inmaculada toga blanca y en el hombro derecho de la tnica llevaba la ancha franja prpura de senador; portaba una guirnalda de hojas de roble alrededor de la cabeza porque tena que llevar su corona cvica en todas las ocasiones en que actuase en pblico. Mientras que otro hombre quizs le hubiese hecho una sea a un criado para que golpease la puerta con el llamador, Csar lo hizo l mismo, y luego aguard hasta que la puerta se abri con cautela y una cabeza apareci por la rendija.

    Cayo Julio Csar, cuestor de la provincia de Hispania Ulterior bajo el gobierno de Cayo Antistio Veto, desea presentar las cuentas de su provincia, como exige la ley y la costumbre dijo Csar con voz serena.

    Le fue franqueada la entrada y la puerta se cerr tras l; todos los clientes permanecieron fuera, al aire fresco.

    Tengo entendido que llegaste ayer, es cierto? le pregunt Marco Vibio, el jefe del Tesoro, cuando condujeron a Csar hasta su tenebroso despacho.

    S.

    Estas cosas no corren ninguna prisa, ya lo sabes.

    Por lo que a m respecta, s tengo prisa. Mi deber como cuestor no termina hasta que haya presentado las cuentas.

    Vibio parpade.

    Pues entonces presntalas, no faltara ms!

    Csar sac del interior del pliegue de la toga siete rollos, cada uno de ellos sellado dos veces, una de ellas con el anillo de Csar y otra con el de Antitio Veto. Cuando Vibio se dispona a romper los sellos del primer rollo, Csar le detuvo.

    Qu ocurre, Cayo Julio?

    No hay testigos presentes.

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    Vibio volvi a parpadear.

    Oh, bueno, no solemos preocuparnos mucho por pequeeces de ese tipo dijo desenfadadamente; y cogi el rollo con una sonrisa irnica en los labios.

    Csar alarg una mano y sujet la mueca de Vibio.

    Pues te sugiero que empieces a preocuparte por pequeeces como sta le dijo en tono agradable. Estas son las cuentas oficiales de mi misin como cuestor en Hispania Ulterior, y solicito que haya testigos durante toda mi presentacin. Si no es el momento adecuado para que s presenten los testigos, entonces dime qu hora resulta conveniente y volver.

    El ambiente cambi dentro de la habitacin, se hizo ms escarchado. Desde luego, Cayo Julio.

    Pero los primeros cuatro testigos no fueron del agrado de Csar y slo despus de haber examinado a doce hallaron cuatro que s fueron de su gusto. Luego procedi a la entrevista con una rapidez e inteligencia que hizo jadear a Marco Vibio, porque no estaba acostumbrado a que los cuestores entendieran de contabilidad, ni a que tuvieran una memoria tan buena que los capacitase para ir recitando relaciones enteras de fechas sin consultar ningn material escrito. Cuando Csar hubo terminado, Vibio estaba sudando.

    Tengo que decir con toda sinceridad que rara vez, si es que ha ocurrido en alguna ocasin con anterioridad, he visto a un cuestor que presentase tan bien todas sus cuentas confes Vibio; y se limpi la frente. Todo est en orden, Cayo Julio. De hecho, la Hispania Ulterior debera concederte un voto de agradecimiento por poner en orden tal embrollo.

    Esto lo dijo con una sonrisa conciliadora; Vibio estaba empezando a comprender que aquel individuo altivo tena intencin de llegar a cnsul, as que le pareci oportuno lisonjearle.

    Si todo est en orden, me dars un documento oficial que as lo exprese. Ante testigos.

    Estaba a punto de hacerlo.

    Excelente!

    Y cundo llegar el dinero? le pregunt Vibio cuando acompaaba a la salida a su incmodo visitante.

    Csar se encogi de hombros.

    Eso no est bajo el control de mi provincia. Supongo que el gobernador esperar para traer todo el dinero consigo al final de su mandato.

    Un matiz de amargura asom al rostro de Vibio.

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    No es eso normal? pregunt retricamente. Lo que debera ser de Roma este ao permanecer en manos de Antitio Veto el tiempo suficiente como para que lo emplee en inversiones a su nombre y saque beneficio de ello.

    Eso es completamente legal, y no me corresponde a m criticarlo dijo Csar con suavidad, entornando los ojos al salir a la brillante luz del sol del Foro.

    Ave, Cayo Julio! se despidi sbitamente Vibio; y cerr la puerta.

    Durante la hora que haba durado la entrevista, el Foro inferior se haba llenado bastante, y la gente corra de un lado a otro para terminar sus tareas antes de que se hiciera demasiado tarde y llegase la hora de la cena. Y entre las caras nuevas, observ Csar suspirando interiormente, estaba la que perteneca a Marco Calpurnio Bbulo, a quien l en otro tiempo levantara del suelo sin esfuerzo para colocarlo encima de un elevado armario delante de seis de sus iguales. Luego le puso el mote de Pulga. Y no sin motivo! Cuando an no haban hecho ms que echarse una mirada el uno al otro, ya se detestaban; y eso ocurra de vez en cuando. Bbulo lo haba insultado de tal manera que la ofensa requera reparacin fisica, seguro de que su diminuto tamao le impedira a Csar pegarle. Haba dado a entender que Csar haba obtenido una magnfica flota del viejo rey Nicomedes de Bitinia prostituyndose al propio rey. En otras circunstancias Csar quizs no hubiera dejado libre su mal genio, pero ello haba ocurrido justo despus de que el general Lculo haba dado a entender lo mismo. Y dos veces era ya demasiado; de manera que Bbulo fue a parar a lo alto del armario, y el acto estuvo acompaado de unas cuantas palabras ofensivas. Y eso haba sido el comienzo de casi un ao viviendo en los mismos aposentos que Bbulo mientras Roma, representada en la persona de Lculo, le demostraba a la ciudad lesbia de Mitilene que no poda desafiar a su soberano. Las filas se haban dividido. Bbulo era un enemigo.

    No haba cambiado en los diez aos que haban transcurrido desde entonces, pens Csar al aproximarse el nuevo grupo con Bbulo a la cabeza. La otra rama de la Famosa Familia Calpurnio, apellidada Piso, estaba llena de algunos de los individuos ms altos de Roma; pero la rama apellidada Bbulo que significaba esponjoso, en el sentido de que se empapaban de vino era fsicamente lo contrario. Ningn miembro de la nobleza romana habra tenido dificultad para decidir a qu rama de la Famosa Familia perteneca Bbulo. No era solamente pequeo, era diminuto, y tena la tez tan clara que pareca desteida; tena pmulos salientes, el pelo incoloro, las cejas invisibles y los ojos de color gris plateado. No es que fuera poco atractivo, es que daba miedo.

    Clientes aparte, Bbulo no estaba solo; iba caminando al lado de un hombre que no llevaba tnica debajo de la toga. El joven Catn, a juzgar por el color de la tez y por la nariz. Bueno, aquella amistad tena sentido. Bbulo estaba casado con una Domicia que era prima carnal del cuado de Catn, Lucio Domicio Ahenobarbo. Era raro que todas las personas detestables se juntasen, incluso unindose por el lazo del matrimonio. Y como Bbulo era miembro de los boni, sin duda eso significaba que Catn tambin lo era.

    En busca de un poco de sombra, Bbulo? le pregunt Csar dulcemente cuando se encontraron al tiempo que paseaba la mirad