Las Mujeres Encarceladas. Yagüe Olmos, C

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    Mujeres en la Periferia. Algunos debates sobre gnero y exclusin social. Ed. Icaria

    Concepcin Yage Olmos1

    V. LAS MUJERES ENCARCELADAS

    Concepcin Yage Olmos*

    Por qu penan las mujeres?

    En la alta edad media, y hasta el siglo XVIII alrededor de medio milln de personas fueron

    ejecutadas en Europa por brujera, en su mayora mujeres (en Espaa esta persecucin fue de

    menor intensidad, aunque quiz ms prolongada en el tiempo). Fueron consideradas como

    brujas algunas mujeres del mundo rural que llegaban a alcanzar ciertos conocimientos de

    sanacin y dominaban los secretos de la fertilidad. Desde el principio del cristianismo, no slo

    el infanticidio y el aborto fueron considerados pecado, sino tambin los anticonceptivos.

    La bruja representaba a la mujer que haba roto las normas que la sociedad impuso en la

    conducta del sexo femenino, un hecho que motiv la brutal represin desatada contra ellas

    por la Inquisicin, tribunal eclesistico instituido por el Papa Lucio III en 1183, con la

    finalidad de inquirir y castigar los delitos contra la Doctrina de la Fe. Si la mujer beba

    de las fuentes del saber o curaba las enfermedades de sus vecinos, la Iglesia la consideraba

    su rival y se apresuraba a despertar la desconfianza sobre ella. La acusaba de practicar el

    arte de brujera y se deca que su trabajo era obra del mal. Pero mientras ms capacidad

    tena para conocer los secretos resortes de la fertilidad, curar las enfermedades y

    representar para las comunidades campesinas un poder incuestionable sobre la vida y la

    muerte, mayor era el riesgo de que los obispos la declararan hechicera.1

    Podemos concluir, por tanto, que las denominadas brujas, eran perseguidas, no por

    promover el mal, sino porque eran poderosas.

    En el antiguo rgimen las penas aplicables a aquellos que contravenan los cdigos

    establecidos se basaban fundamentalmente en los castigos fsicos o tormento, los trabajosforzados, el escarnio, destierro o la pena de muerte. No es hasta principios del siglo XVII,

    cuando se crean las primeras prisiones, precisamente, para recluir a cierto tipo de mujeres con

    fines de castigo. Su instauracin se debe a Sor Magdalena de San Gernymo, quien entenda

    * Directora del Centro Penitenciario de Alcal de Guadaira. Sevilla.

    1 Montoya, V. (2003), Inquisicin y brujera. Disponible enhttp://www.sololiteratura.com/mon/montoyainquisicion.htm.

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    la necesidad de que hubiera tantas suertes de castigos para ellas como para los hombres

    delincuentes, pues muchas de ellas les llevan harta ventaja en la maldad y pecados,... pues as

    haya galeras2, en su modo, para echar a las mujeres malhechoras, donde a la medida de sus

    culpas sean castigadas 3.

    Esta influyente religiosa describe en su tratado a todas aquellas mujeres vagantes,

    ladronas y alcahuetas, a quienes deba aplicarse un rgimen inflexible y estricto basado en los

    correctivos corporales: cadenas, esposas, grillos, mordaas, cepos y disdiplinas de todas

    hechura, las humillaciones, el sometimiento a un trabajo agotador y a todo tipo de

    privaciones alimenticias y materiales. Todo ello encaminado a corregir la naturaleza

    pecaminosa de estas mujeres:

    moas vagabundas y ociosas, y entre ellas algunas muchachas de diecisis y menos aos,

    que no se sustentan de otra cosa sino del mal vivir y que cuando llega la noche salen como

    bestias fieras de las cuevas a buscar la caza combidando los miserables hombres que van

    descuidados y hazen caer en gravssimos pecados, pues, ...adems de las ofensas que hazen

    contra Nuestro Seor, ... como muchas estn daadas, inficcionan y pegan mil

    enfermedades asquerosas y contagiosas los tristes hombres que, sin reparar ni temer esso

    se juntan con ellas, y estos juntndose con otras o con sus mugeres, si son casados, les pegan la mesma lacra. (...) otras muchas que estando sanas y buenas y con fueras para

    trabajar o servir, dan en pedir limosna (...) y otras que ya sirven, piden tantas condiciones

    que ms parece que entraran para mandar que para servir.

    A finales del siglo XVIII, adems de los delitos ms comunes de robos, hurtos, o

    aquellos de mayor entidad y menor frecuencia, referidos a homicidios y lesiones, la mujer

    segua penando por otros tantos comportamientos ilcitos para las normas de esa poca. A laimagen de las propias galeras, y a travs de iniciativas privadas o religiosas se crean un gran

    nmero y diversidad de establecimientos, entre asistenciales y correccionales a donde iban a

    parar de forma indistinta hurfanas y mendigas, delincuentes, y mujeres de mal vivir, o tan

    solo en peligro de perderse. Asuman nombres tan descriptivos como: Hospicios, Casas de

    Recogidas, Casas de Arrepentidas, Departamentos de Reservadas, o Casas de Misericordia

    2 El castigo a galeras, es decir, la obligacin de servir como remeros en las embarcaciones del Rey, era en esetiempo el castigo mas frecuente aplicado a los hombres.

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    etc. El fundamento de todos ellos era la necesidad de separarlas de la calle y la bsqueda de

    una rentabilidad econmica mediante el aprendizaje de un oficio y la obligatoriedad del

    trabajo (ligado al tejido de la lana, u otras labores propias de su condicin femenina).

    Profundizando en el perfil de la mujer encarcelada tomamos como ejemplo descriptivo el

    relato de Salillas referido al Real Hospicio de San Fernando4 documentado en 1786, en el cual

    se menciona la reclusin, a un tiempo indeterminado, de:

    hurfanas y abandonadas expuestas a perderse; inhonestas e incorregibles, sin sujecin a

    sus padres; prostitutas reincidentes; causantes de quimeras y alborotos entre los soldados;

    rateras, mendigas reincidentes y otras puestas en el hospicio a instancia de sus maridos, por

    tratos ilcitos o adulterio.

    De alguna de estas instituciones slo de poda salir mediante el perdn del padre,

    marido o parientes, si ellos fueron quienes propiciaron el ingreso. Otra salida frecuente era

    aceptar alguna propuesta de matrimonio o asumir los hbitos religiosos.

    Un siglo ms tarde, el propio Salillas realiza un censo detallado de la poblacin

    recluida en la Penitenciaria de Alcal. Datado en 1887, en ese momento se encontraban

    ingresadas 798 penadas5: la mayor parte de ellas por hechos de trascendencia puramente

    econmica, tales como robos, hurtos, estafas y falsificaciones. Algunas otras, sin ser los ms

    relevantes, por delitos de sangre, parricidios, asesinatos y homicidios. Otro sector de la

    actividad delictiva tena un alto componente social: infanticidios, abortos, adulterio,

    suposicin de parto o de estado civil, abandono de nios, etc. Es decir, aquellos actos que

    tienen que ver fundamentalmente con el papel asignado en la sociedad decimonnica a la

    mujer dentro de la familia, y la defensa de la honra familiar. Algunas de estas figuras

    delictivas son solo perseguibles y aplicables exclusivamente a la mujer como en el caso deladulterio y claramente en la prostitucin, ya que nunca fue perseguido el cliente de dicha

    actividad.

    3 Tratado de 1608 Razn y forma de la galera y cafa real, que el rey nuestro seor manda hazer en eftos reynos,para caftigo de las mugeres vagantes, ladronas, alcahuetas y otras semejantes.4 Salillas, R. (1999), La evolucin Penitenciaria en Espaa enImprenta clsica espaola, Madrid, vol.1.5

    Salillas, R. (1888), La Vida Penal en Espaaen Imprenta de la Revista de legislacin, Pamplona, pp.207-208.

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    Analizando formalmente la tipologa delictiva descrita descubrimos las claves por las

    cuales el poder imperante, en su visin patriarcal, ha impuesto a travs de las leyes sus

    propios valores, y apoyndose en ellas ha ejercido su hegemona y control sobre la parte de la

    poblacin que siempre result ms vulnerable6, como ocurri en el mbito femenino.

    -En primer lugar, la pobreza y la marginacin como base indiscutible de esta

    persecucin. La precariedad laboral y econmica que en pocas de depresin ha incidido, de

    manera ms contundente, en las mujeres, por encontrarse peor preparadas para la obtencin de

    las fuentes de subsistencia.

    -En un segundo plano, el deslizamiento o imposicin de la moral catlica imperante

    hacia toda la actividad cotidiana de la sociedad, es decir, la confusin del derecho natural con

    los preceptos de la Iglesia catlica, cuyo marco de influencia no quedaba aparcado siquiera ala puerta de las prisiones. Prueba de ello es que estos recintos carcelarios fueron ubicados

    frecuentemente en conventos y monasterios en desuso y asimilaron un rgimen puramente

    conventual en su funcionamiento. Llegando, incluso, a asumir ciertas rdenes religiosas

    directamente el control de la vigilancia y la disciplina de las mujeres presas desde finales del

    siglo XIX7 , relacin que ha perdurado, con escasas interrupciones hasta el ltimo tercio del

    siglo XX.

    -Finalmente, el sostenimiento de prejuicios y actitudes sexistas hacia las mujeres queosaban apartarse del rol de dependencia y sumisin atribuido consuetudinariamente a la

    mujer, trasgresin que, solo a ellas, haca merecedoras de represin y castigo, aunque para

    ello necesitasen el concurso de la figura masculina, como hemos visto en el caso del adulterio

    y la prostitucin.

    Precisamente, en el primer cuarto del siglo XX tomaron auge las explicaciones de

    contenido biolgico que trataron de encontrar, por vez primera, las razones del

    comportamiento delictivo femenino. Sus conclusiones se basaron, curiosamente, en unarevisin parcial de la tipologa delictiva de la poca, es decir, estudiando fundamentalmente

    las particularidades de aquellas que haban sido condenadas por los crmenes ms execrables:

    6 Consultar Posada Kubissa, L.(s/f), Discurso jurdico y desigualdad sexual: reflexiones para un debate sobre laviolencia sexual, donde la autora seala: La tradicin feminista recel desde siempre, de la auto-proclamadaobjetividad y de la pretendida neutralidad del discurso jurdico, histricamente diseado segn el patrn de losintereses masculinos y que ha formado - y forma- parte esencial del dispositivo patriarcal de poder. Y aade unacita de la terica feminista norteamericana Catherine Mackinnon El derecho ve y trata a las mujeres como loshombres ven y tratan a las mujeres.7

    Relacin formal que se inicia por contrato el 28 de Septiembre de 1882 mediante el que se le encomienda a lasHijas de la Caridad de San Vicente de Pal el gobierno interno de esta Penitenciara de Alcal de Henares.

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    asesinatos, parricidios, envenenamientos, abortos, etc. Las conclusiones de sus mximos

    exponentes, Lombroso y Ferry8, no dejaban lugar a duda en la consolidacin formal de estas

    actitudes sexistas:

    (La mujer) presentara una inferior tasa de delitos por su menor capacidad para delinquir.

    Su mayor crueldad se debera a su mayor identificacin con lo primitivo, de ah su

    predominio en la comisin de delitos de sangre. Su mejor capacidad de adaptacin llevara

    a combinar las peores caractersticas de la mujer: astucia, rencor y falsedad; con aquellas

    otras de la criminalidad masculina, disponiendo adems de una mayor habilidad en su trato

    con la justicia. Concluyendo: su criminalidad resulta un comportamiento masculinizado

    e impropio de su verdadera naturaleza, ... una doble anormalidad: biolgica y social, ... ypor ser una doble excepcin, la mujer criminal es un monstruo.

    En la base de esta mentalidad est el hecho incontestable de una menor incidencia de

    la delincuencia femenina respecto a la cometida por los hombres, fruto del control econmico,

    domstico y familiar, que casi siempre ha funcionado como un escudo protector de la

    comisin de delitos, o al menos, de su trascendencia pblica. De ah que la mujer que

    alcanzaba notoriedad por ejemplo, al acudir al envenenamiento de su esposo, era vista comola prueba evidente del carcter maligno y vengativo puramente femenino. Se destacaba

    entonces su mayor capacidad para la crueldad y la alevosa entendida cmo la muerte dada

    ocultamente a otro, asegurando su ejecucin por evitacin de todo riesgo o peligro e

    imposibilitando intencionalmente la defensa de la vctima. Y se basaron para sus

    conclusiones en que en muchos de los casos se aprecia en la comisin del delito el engao, la

    traicin, el veneno... (de qu otro modo, si no, podran algunas de ellas enfrentarse al

    monstruo con el que conviven, si no fuera mediante su debilitamiento o el engao...).Estas actitudes comenzaron tmidamente a superarse en los aos 60, en la bsqueda

    de explicaciones sociales, en contraposicin de estas individuales de determinismo biolgico,

    tales como las teoras del rol, del aprendizaje social, etc. Aunque las primeras se han

    mantenido vigentes y fuertemente arraigadas en la sociedad hasta pocas relativamente

    recientes, justo hasta la dcada de los 80 cuando el acento explicativo del fenmeno de la

    8

    Lombroso, C. y Ferrero, G. (1923), La donna delinquente, la prostituta e la donna normaleen CanterasMurillo, A. Delincuencia Femenina en Espaa, Fratelli Bocca, Torino.

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    delincuencia femenina ha comenzado a ponerse, ya casi exclusivamente, en la marginalidad y

    en lo que se ha dado en llamar la feminizacin de la pobreza.

    Claro est, que este cambio interpretativo es consecuencia directa de la

    transformacin que ha experimentado el rol de la mujer, y concretamente a travs del empuje

    de movimientos feministas, que impulsaron los necesarios procesos para que adquiriera un

    papel de igualdad en el mbito familiar y social. Ms concretamente, hicieron ver su

    influencia en aspectos tales como: la ruptura del yugo conyugal, una sexualidad ejercida en

    libertad, una planificacin familiar ms plena y libre con la legalizacin de los mtodos

    anticonceptivos, etc.

    Todos estos cambios se vern reforzados con una serie de medidas en el Cdigo

    Civil, que renueva el papel de la familia, y en el Cdigo Penal, que despenaliza conductas quenunca debieron salir del mbito privado. Citamos como ejemplos significativos:

    -Las movilizaciones ocurridas en 1976 obtienen el primero de estos logros, que se fragu

    con la Ley 22/1978, del 26 de Mayo, sobre despenalizacin del adulterio y del

    amancebamiento.

    -La Ley 30/81, del 7 de Julio, por la que se modifica la regulacin en el Cdigo Civil y

    se determina el procedimiento a seguir en las causas de nulidad, separacin y divorcio.

    -La Ley Orgnica 9/85, del 5 de Julio, Art. 417 bis del Cdigo Penal, que permite la posibilidad de interrupcin voluntaria del embarazo en los tres supuestos conocidos: para

    evitar un grave peligro para la vida o la salud fsica o psquica de la embarazada, que el

    embarazo sea consecuencia de una violacin, y que se presuma que el feto habr de nacer con

    graves taras fsicas o psquicas.

    -La prostitucin, figura delictiva perseguida de forma desigual e intermitente desde el

    siglo XVII, ha sido uno de los principales motivos del encarcelamiento histrico de las

    mujeres. La derogacin en 1979 de la Ley de Peligrosidad Social, heredera de la de Vagos yMaleantes acaba, por fin, con esta situacin. 9

    9 Como nos resumen en el informe especial del Defensor del Pueblo Andaluz (2002),La prostitucin: realidad ypolticas de intervencin pblica en Andaluca: Siguiendo la tendencia de pases de nuestro entorno, Espaa dioun primer paso hacia un sistema de corte abolicionista mediante la aprobacin del Decreto-Ley de 3 de Marzo de1956 (BOE de 10 de Marzo) por el que quedaban abolidas definitivamente las casas de tolerancia y se adoptabanotras medidas relativas a la prostitucin. Segn se declaraba en su artculo 1 velando por la dignidad de lamujer y en inters de la moral social se declara trfico ilcito la prostitucin. Ms tarde, mediante instrumentode 18 de Junio de 1962 (BOE nm.230 del ao 1962) Espaa se adhiri al Convenio de 21 de Marzo de 1950

    para la represin de la trata de personas y de la explotacin de la prostitucin ajena, formando parte desdeentonces del grupo de los denominados pases abolicionistas.

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    -La rbrica de delitos contra la honestidad, deja paso por fin a los delitos contra la

    libertad sexual, equiparable a ambos sexos.

    Todo ello tiene una repercusin prctica indiscutible, como es la drstica disminucin de

    las tasas de delitos de sangre en el mbito familiar cometidos por mujeres, al disponer, por fin,

    de una salida civilizada y legal a situaciones insostenibles de violencia y dependencia

    domstica. La defensa a ultranza de la honra tuvo una clara incidencia en la comisin de

    delitos de aborto o infanticidios. La legalizacin de la interrupcin voluntaria del embarazo, y

    una liberacin de los sistemas de planificacin familiar, han evitado la estigmatizacin de

    muchas mujeres como delincuentes.

    Confirmamos, hoy en da, que el tratamiento de la norma penal vigente, el Cdigo

    Penal, Ley Orgnica 10/1995, de 23 de noviembre, es aceptablemente igualitario en lo que ala actividad delictiva se refiere. Queda por revisar, entonces, cual es la situacin actual de las

    mujeres que ingresan en prisin, respecto a la poblacin masculina, para conocer si son

    similares los motivos de su penalizacin, su incidencia numrica, y las circunstancias de su

    encarcelamiento.

    Existen factores de discriminacin en la poblacin penitenciaria femenina?

    Comparacin numrica

    El porcentaje actual de Mujeres en prisin es del 7,8% respecto a la totalidad de las personas

    ingresadas, a pesar de que en el ltimo cuarto de siglo, desde 1980 hasta nuestros das

    asistimos a un inusitado aumento de este sector de la poblacin, superior en algunos tramos al

    800%.

    La primera diferencia importante que acusamos es el menor nmero de mujeres

    encarceladas, algo que ocurre en todos los pases de nuestro entorno.

    Tabla 1. Situacin de la poblacin reclusa segn sexo. Julio de 2005

    POBLACIN RECLUSA SEGN SEXO

    Total (%)

    Hombres 56.214 92,2

    Mujeres 4.762 7,8

    TOTAL 60.976 100

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    Grfico 1. Evolucin anual Hombres y mujeres10

    Aos Total Hombres Mujeres % Ratio H/M

    1980 15739 15242 497 3,2% 30,7

    1985 19042 18238 804 4,2% 22,7

    1990 28336 26096 2240 7,9% 11,7

    1995 38848 35164 3684 9,5% 9,5

    2000 38989 35742 3247 8,3% 11,0

    2005 52029 47891 4138 8,0% 11,6

    Tabla 2. Evolucin quinquenal de la poblacin reclusa

    La normativa penitenciaria espaola, (Ley Orgnica General Penitenciaria de 1979 y

    el Reglamento de desarrollo de 1996) bebe directamente de las fuentes del derecho y tratados

    internacionales, manteniendo una posicin tericamente igualitaria en el trato que se dispensa

    a la poblacin carcelaria femenina. Sin embargo, no es el mundo penitenciario el que

    compense o repare, por fin, estos factores histricos de discriminacin. Muy al contrario,como iremos viendo ms adelante, la presencia de las mujeres en un mbito marcadamente

    masculino reproducir en gran medida estas diferencias.

    Hoy da y, precisamente, por la corriente ideolgica que se ha dado en llamar la

    criminologa crtica y criminologa de gnero se ha pasado a considerar Las

    caractersticas y particularidades de las prisiones femeninas desde una perspectiva de gnero

    10 La cifra correspondiente al ao 2005 est referida a los datos semanales hasta el 10-06.

    0

    10000

    20000

    30000

    40000

    50000

    60000

    1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004

    Evolucin de la Poblacin Penitenciaria MujeresHombres

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    permitiendo -hacer visibles- las problemticas de las crceles femeninas, y demostrar a

    grandes rasgos, que la poltica penitenciaria que se est aplicando en estas instituciones es

    marcadamente sexista y discriminatoria hacia las mujeres 11. Esta visin acadmica est

    ayudando a reconocer la naturaleza de su internamiento y las necesidades especficas que

    presentan12.

    En mi trabajo como responsable desde hace quince aos de un centro de reclusin

    exclusivamente femenino, he podido constatar un gran nmero de factores de discriminacin

    que actan sobre esta poblacin. Precisamente, como consecuencia de su menor presencia

    numrica, mantendrn durante todo el encierro una posicin secundaria en la gestin de la

    poltica penitenciaria respecto a sus compaeros de encarcelamiento. Todo ello puede

    apreciarse en las siguientes variables:-Lejana y dispersin geogrfica. En el afn de rentabilizar los espacios disponibles, las

    mujeres presas han estado concentradas en un menor nmero de establecimientos

    Penitenciarios, dispersos en la geografa espaola. As, salvo aquellas mujeres provenientes

    de grandes ciudades, la comisin del delito ha llevado emparejado, casi siempre, su traslado a

    un centro alejado de su lugar de residencia, con la consiguiente ruptura de sus lazos

    familiares.

    -Peores condiciones arquitectnicas, de habitabilidad, y en la calidad del alojamiento.Mdulos pequeos, y peor dotados. Por el contrario, no padecen la masificacin que soportan

    los mdulos masculinos.

    -Menor disposicin de recursos humanos. Ante la gestin de unos efectivos, siempre

    escasos, stos han ido destinados a los departamentos o establecimientos masculinos, donde la

    presin de la demanda ha sido mayor.

    -Imposibilidad de introducir criterios de clasificacin dnde solo existe un solo mdulo

    general para las mujeres. Respetar una rigurosa separacin de las diferentes categoras:jvenes y adultas, preventivas y penadas, primarias y reincidentes, etc., obligara a una mayor

    dispersin13.

    -Como factor positivo, mencionar que en las ltimas dos dcadas con la creacin de los

    Centros Tipo, dispersos a lo largo de la geografa nacional, y con la inclusin en cada uno

    11 Rivas, N., Almeda, E. y Bodegn, E. (2005), Rastreando lo invisible. Mujeres extranjeras en las crceles,Anthropos, Barcelona, p.42.12 Barberet, R. y Miranda, M. J. Anlisis de la eficacia y adecuacin de la poltica Penitenciaria a las

    necesidades y demandas de las mujeres presas(Pendiente de publicacin).13 Como ocurre con los mdulos de madres, que solo existen en nueve centros para todo el pas.

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    de ellos de un mdulo para mujeres, estn mejorando significativamente las condiciones de

    habitabilidad y propicindose tmidamente la cercana familiar.

    Actividad delictiva

    Si examinamos las conductas que provocan sus condenas, descubrimos diferencias en el trato

    penal, a causa del perfil delictivo, realmente preocupantes.

    Hombres Mujeres

    ROBOS 14953 866

    SALUD PBLICA 9379 1388

    HOMICIDIO 995 54

    ASESINATO 463 38

    LESIONES 1347 62

    AGRESIONES SEXUALES. 1379 4

    ABUSOS SEXUALES 424 2

    HURTOS 568 114

    ESTAFAS 618 71

    CONTRA DERECHO DE LOS TRABAJADORES 667 13

    FALSEDADES 300 23ATENTADOS AUTORIDAD, ETC 467 19

    TEN. TRFICO, ARMAS. 114 9

    TERRORISMO. 146 19

    FALTAS 29 6

    QUEBRANTAMIENTO DE CONDENA. 220 10

    SEGURIDAD TRFICO. 130 2

    CONTRA RELACIONES FAMILIARES. 319 5Tabla 3. Distribucin por delitos Hombres y Mujeres

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    0 200 400 600 800 1000 1200 1400

    ROBOS

    SALUD PBLICA

    Mujeres.

    Grfico 2. Delitos Contra Salud Pblica y Robo en Mujeres

    0 2000 4000 6000 8000 10000 12000 14000 16000

    ROBOS

    SALUD PBLICA

    Hombres.

    Grfico 3. Delitos Contra Salud Pblica y Robo en Hombres

    Grfico 4. Actividades delictivas secundarias segn sexoLas mujeres cometen de forma mayoritaria el llamado delito contra la salud pblica

    (C.S.P.), es decir el trfico y venta de sustancias estupefacientes; seguido por los delitos de

    robos, mientras que, a la inversa, los hombres son penados principalmente por estos ltimos

    (Grficos 2 y 3). En ambos casos, la motivacin es eminentemente econmica, pero la

    preferencia hacia esta actividad lucrativa en las mujeres radica en que para la comisin del

    delito contra la salud pblica, no se precisa la fuerza, y no se asumen riesgos inmediatos para

    la integridad del autor.

    0 0,5 1 1,5 2 2 ,5 3 3 ,5 4

    A G S E X UA LE S .

    LE S IO NE S

    HOMICIDIO

    C. D. TRABAJADORES

    ESTAFAS

    HURTO S

    ATENTADO

    ASESINATO

    A SEXUALES

    C. REL FAMILIARES.

    FA LS E DA DE S

    Q UE B RA NTA MIE NTO .

    TE RRO RIS MO .

    S E G TR FICO .

    T. ARMAS.

    FALTAS

    Actividades del ict ivas secu ndarias en %

    %Mu je re s

    % H o m b r e s

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    Mujeres en la Periferia. Algunos debates sobre gnero y exclusin social. Ed. Icaria

    Concepcin Yage Olmos12

    Las actividades delictivas restantes, muy lejos en su incidencia numrica, pueden

    darnos una visin ms completa de las diferencias de gnero. Porcentualmente, las mujeres

    son condenadas ms frecuentemente por hurto y estafa, es decir, pequeas sustracciones

    donde no concurren amenazas o peligro para la vctima ni riesgo inminente para el autor.

    Tambin hay mujeres condenadas por delios contra las personas: lesiones, homicidios y

    asesinatos.

    Lo que s es fcil de observar, es la gran distancia entre la mujer delincuente real y su

    reflejo en la literatura y el cine. Menos sofisticadas, y con muy poco glamour, su presencia

    pblica y en los medios de comunicacin es muy escasa. Cuantos casos clebres conocemos

    de mujeres asesinas, o grandes estafadoras?14 La falta de preparacin e inteligencia en la

    comisin del delito es la norma comn15. Delitos apresurados, chapuceramente ejecutados, ymucho ms torpemente ocultados, son el reflejo fiel de mujeres carentes de recursos

    personales o culturales; psicolgicamente complejas y enfermizamente dependientes de la

    figura masculina de turno; enfrentndose a una vida incompleta y frustrante que las desborda,

    buscando la salida en una huda hacia delante sin previsin ni fundamento.

    Los atentados y delitos de terrorismo, son primordialmente coyunturales, la incidencia

    femenina, se localiza en la pertenencia a ETA, y es casi inexistente en el terrorismo islmico,

    donde el papel que le asignan estas creencias a la mujer se encuentra plenamente relegado alhombre.

    Cuanta de las penas

    En cuanto a la penalizacin de estas conductas, atendamos a la siguiente distribucin

    (Grficos 5 y 6). La primera sorpresa es comprobar que las mujeres sufren proporcionalmente

    mayores condenas, a pesar de que su actividad delictiva es socialmente menos gravosa. Estoes consecuencia de las polticas de endurecimiento de las penas a los delitos contra la salud

    pblica y contrabando, que no penaliza especialmente a los grandes traficantes, sino a los

    correos y pequeos proveedores domsticos16.

    14 A nuestra memoria acude el clebre caso de la imputada Dolores Vzquez, ejemplo de mujer fra ycalculadora, culta y con una orientacin sexual diferente; fue durante un tiempo el paradigma de la perfectaasesina y sin embargo (vaya por dios!), fue a resultar inocente pese a la inculpacin general.15 Marlasca, M. y Renduelles, L. ( 2004), Mujeres Letales. Asesinas, policas y ladronas, Temas de Hoy, Madrid;analizan de forma rigurosa y amena los delitos y los perfiles de la mujer asesina en la Espaa actual.16

    Un ejemplo habitual lo tenemos en la gitana con el mandil lleno de fajos de billetes y papelinas mientras escontrolada/observada de cerca por el marido o compaero que se librar de la crcel en caso de una actuacin

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    Mujeres en la Periferia. Algunos debates sobre gnero y exclusin social. Ed. Icaria

    Concepcin Yage Olmos13

    Grfico 5. Cuanta de condenas Hombres Grfico 6. Cuanta de condenas Mujeres

    En cuanto a sus caractersticas penitenciarias

    La organizacin y gestin de los Establecimientos est encomendada mayoritariamente a los

    hombres; dirigida y pensada para una poblacin penitenciaria mayoritariamente masculina17.

    Grficos 7 y 8. Porcentaje de reincidencia en Hombres y Mujeres

    Lo primero que intuimos frente a las mujeres presas es su escasa peligrosidad,

    confirmado en el menor nmero de conflictos regimentales de entidad: secuestros, motines,

    agresiones entre internos o a funcionarios.

    policial. Otro ejemplo son las llamadas mulas, o mujeres fundamentalmente de origen sudamericano que soncaptadas en sus pases de origen para la introduccin de ciertas cantidades de droga, bien en el interior delcuerpo, con serio riesgo de su integridad fsica, o en maletas o envoltorios de fcil localizacin en la aduana.Condenas de 8 a 11 aos son muy frecuentes en nuestros centros femeninos.17 Curiosamente, ahora hay 10 directoras de centros Penitenciarios en nuestro Pas, impensable hace unos pocosaos en que estaban constreidas a los escasos establecimientos exclusivamente femeninos existentes. En otros

    pases, por ejemplo Portugal, son mayoritariamente mujeres, pues se accede a este puesto desde la escala generalfuncionarial y no depende su nombramiento de una decisin poltica.

    0

    2000

    4000

    6000

    8000

    1000 0

    1200 0

    1400 0

    1600 0

    6MES

    ES-3

    AOS

    3-8

    AOS

    8-15

    AOS

    15-20

    AOS

    20-30

    AOS

    Cuanta de condenas Hombres

    0

    20 0

    40 0

    60 0

    80 0

    1000

    1200

    1400

    6MESES-

    3 AOS

    3-8

    AOS

    8-15

    AOS

    15-20

    AOS

    20-30

    AOS

    Cuanta de Condenas Mujeres

    Reincidencia Mujeres

    46%

    4%

    Primarios

    ReincidentesReincidencia Hombres

    40%

    60%

    Primarios

    Reincidentes

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    Mujeres en la Periferia. Algunos debates sobre gnero y exclusin social. Ed. Icaria

    Concepcin Yage Olmos14

    Grficos 9 y 10. Distribucin de grados de clasificacin

    Curiosamente, la tasa de clasificadas en primer grado (mayor peligrosidad), es similar a

    los hombres, luego, los criterios de inadaptacin han de ser diferentes: mucho ms subjetivos

    en las mujeres. Adems comprobamos otras incongruencias en su trato respecto a la

    peligrosidad real:

    -Las medidas de seguridad resultan desproporcionadas para la entidad real de las

    mujeres delincuentes. La altura de los muros, los alambres de espino, los sofisticados sistemas

    electrnicos, se prodigan por igual, se trate de mdulos para mujeres o para hombres.

    -Existe una mayor rigidez en el trato y en la resolucin de conflictos. Una

    desobediencia, por ejemplo, ante un Jefe se Servicio masculino acaba directamente en

    aislamiento. Ante mujeres, se utiliza frecuentemente la persuasin.

    -La normativa es excesiva en prevenciones y prohibiciones: en los artculos prohibidos

    figuran colonias, secadores, horquillas, pelucas etc., objetos que resultan bastante inocuos en

    manos femeninas. Las mujeres no suelen confeccionar ni utilizar pinchos.

    El clima social que percibimos cuando traspasamos los muros de estas prisiones, es

    mucho ms parecido a un internado o residencia escolar, que a la imagen que nos trasladan los

    medios de comunicacin o las pelculas de corte sajn. La convivencia ordenada es el

    resultado de la ausencia de peligro real o vivencias del mismo, de la organizacin y la

    limpieza imperantes. Y es que las mujeres traen un cierto bagaje como responsables y

    cuidadoras familiares, algo difcil de encontrar en los presos masculinos. El comportamientodisciplinado es otra de las peculiaridades que las diferencian sobremanera de la poblacin

    masculina, ms rebelde e inconforme. La docilidad que se le ha impuesto en el hogar paterno,

    primero, y con posterioridad en el mbito familiar adquirido, se mantiene dentro de los muros

    de la prisin. La consecuencia es que se adapta mejor y acata las normas y las condiciones del

    encierro sin dificultad.

    Otra consecuencia inmediata es la indiferencia (o desentendimiento) de las estructuras

    formales, hacia los espacios femeninos, debido a la escasa capacidad de presin y

    Hombres3%

    78%

    10%

    9%

    PRIMER GRADOSEGUNDO GRADO

    TERCER GRADO

    SIN CLASIFICAR

    Mujeres2%

    70%

    18%

    10%

    PRIMER GRADOSEGUNDO GRADOTERCER GRADOSIN CLASIFICAR

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    Mujeres en la Periferia. Algunos debates sobre gnero y exclusin social. Ed. Icaria

    Concepcin Yage Olmos15

    conflictividad que ejercen. Por el contrario, el clima social es mucho ms relajado y la tensin

    menor.

    Por otro lado, se da una generosa aplicacin de clasificaciones iniciales y progresiones

    a rgimen de semilibertad. Asistimos a un curioso fenmeno de discriminacin positiva: para

    la obtencin del rgimen abierto pleno (dormir en prisin, o los nuevos medios telemticos),

    en el hombre se justifica casi siempre en el desempeo de un compromiso laboral. En la

    mujer, basta con alegar la necesidad del cuidado de hijos, personas mayores o incapacitadas,

    para permitirle una mayor flexibilidad en el rgimen de prisin. El rol tradicional de

    cuidadora es utilizado mayoritariamente, y asumido y consentido por las estructuras de

    decisin.

    Pero adems, los mdulos y centros femeninos son lugares donde comparten vivenciasmujeres de las ms diversas procedencias: espaolas y extranjeras, payas y gitanas, cristianas

    y musulmanas, jvenes y mayores, etc., inmersas todas ellas en problemticas familiares y

    sociales acuciantes, provenientes de all donde la marginalidad se encuentra sobre

    representada; pero capaces de demostrarnos, da a da, su afn de superacin, su solidaridad y

    el respeto a la diversidad. Cualidades que bien pueden servir de ejemplo de convivencia

    normalizada para el resto de la sociedad libre.

    Necesidades y demandas

    Esta falta de atencin (o invisibilidad) lleva al desconocimiento de su perfil criminolgico y

    social especfico. De ah que se desatiendan sus particulares necesidades y demandas. Faltan

    programas concretos, basados en sus diferencias de gnero, que contemplen cuales son los

    caminos y las vas de marginalidad por las que algunas de estas mujeres, acaban ingresando

    en el sistema carcelario. Sealamos algunas de estas particularidades.

    Factores personales

    Su historia est repleta de factores de discriminacin social: familia desestructurada, pobreza,

    drogodependencia, y fuertes cargas familiares; analfabetismo y nula cualificacin profesional;

    es decir, aquellas caractersticas que las hacen menos competentes socialmente, las abocan al

    desempleo o las ocupaciones peor remuneradas y acrecientan su vulnerabilidad a la entrada en

    el sistema penal. Un perodo prolongado de encarcelamiento no hace sino profundizar en los

    factores de exclusin. Son mujeres supervivientes a una infancia difcil, marginal, carente de

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    Mujeres en la Periferia. Algunos debates sobre gnero y exclusin social. Ed. Icaria

    Concepcin Yage Olmos16

    oportunidades y afecto, abocadas en su mayora a naufragar en el paraso artificial de la

    herona, lacra social que arrasa cualquier oportunidad de desarrollo personal, afectivo y

    laboral.

    Son, otras muchas veces, madres heroicas, cabeza, corazn y fortaleza de familias

    monoparentales haciendo frente en soledad no solo al cuidado, sino al mantenimiento

    econmico de los hijos.

    Mujeres que sufren una dependencia psicolgica de la figura masculina, una falta de

    autonoma personal y muy baja autoestima. Objeto, mucho ms frecuentemente de lo que

    refleja la peor de las estadsticas, de abusos y malos tratos. Padecen frecuentemente de

    problemticas de salud, sobre medicacin, intentos de autlisis, etc.

    La temprana exposicin a modelos delincuenciales provoca una adquisicin de valoresasociales donde la fuente de ingresos no pasa por el sacrificio, ni el esfuerzo personal. La

    subsistencia se encomienda al azar o a los servicios sociales. Las gratificaciones han de ser

    inmediatas. La ambicin, y la envidia hacia el xito fcil estn muy presentes.

    Factores formativos

    En el momento de su entrada en prisin se detectan las fuertes carencias educativas que

    arrastran pues, no en vano, muchas de ellas debieron abandonar la escuela para atenderresponsabilidades familiares o su temprana maternidad.

    Las actividades laborales desarrolladas, cuando se les ha permitido o se ha hecho

    preciso para la subsistencia, se han desenvuelto en campos que no precisaron preparacin o

    unas destrezas mnimas: la limpieza, la hostelera o la venta ambulante. En su mayor parte,

    dentro de la precariedad, de la economa sumergida o el autoempleo. Esto implica la total falta

    de garantas sociales o derechos laborales.

    La falta de competencia social que mencionamos se cristaliza en la ausencia dehabilidades sociales, de pautas cvicas bsicas: el descuido de su aspecto personal; los

    ademanes, el caudal de voz desmedido, ausencia de pautas de educacin, de ahorro; hbitos

    alimenticios perniciosos, etc.

    Atendiendo a sus peculiaridades se hace preciso una intervencin socio educativa

    que trate de hacer frente a estas carencias. Cules son actualmente los programas de

    actuacin con las mujeres en las prisiones dnde conviven ambos sexos? En teora, cualquiera

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    Mujeres en la Periferia. Algunos debates sobre gnero y exclusin social. Ed. Icaria

    Concepcin Yage Olmos17

    de ellas debera poder participar en los mismos programas generales de intervencin

    implantados con los recursos de la propia institucin y las colaboraciones externas:

    -Los programas formativos: escuela, estudios medios y universitarios y formacin

    profesional, etc. Si bien, en su mayor parte acceden a los niveles ms bsicos, el grado de

    aceptacin y motivacin es altsimo, pues algunas de ellas descubren en la escritura una forma

    nueva de comunicarse con los suyos que les estaba vedada. En las tareas formativas, el

    enfoque suele volcarse de nuevo hacia las actividades femeninas: labores, peluquera y

    esttica. Es la principal crtica que se recibe desde la observacin externa. Tambin es cierto

    que son actividades que pueden promover el autoempleo, y las ms demandadas por ellas, que

    conocen bien sus propias limitaciones y el papel social al que han de retornar.

    -Programas psicolgicos, tales como la deshabituacin de drogodependientes, o socialescomo tcnicas de bsqueda de empleo, habilidades sociales, etc. Pero en esto tambin hay

    diferencias significativas, pues los escasos recursos suelen agotarse en la mayor demanda

    masculina. As ocurre en los mdulos libres de drogas, que suelen ser masculinos.

    -En relacin con el trabajo dentro de la prisin, a las mujeres se las limita al desempeo

    de funciones de tipo domstico: limpieza, cocina y lavandera. Muy pocos son los talleres

    productivos, y cuando los hay, estn enfocados a tareas tales como la confeccin o

    manipulados. Talleres que, a veces, son rechazados en los mdulos de hombres por estar peorremunerados.

    El peso de la prisin en el mbito familiar

    Hace ms de dos siglos que una ilustre pensadora, Concepcin Arenal18 escriba: Los lazos

    que la unen a la familia, sino los ha roto el delito, son tan fuertes en la mujer, que a veces no

    los rompe en su corazn ni el crimen, ni el cautiverio, ni el desprecio, ni la ignominia, ni nada,

    y en medio de aquella podredumbre moral hay sentimientos puros, como el amor filial ymaternal sobre todo, que pueden servir de palanca para mover la inercia de su espritu.

    Hay una circunstancia que tie especialmente el ingreso de cualquier mujer en la

    prisin, pues si para un hombre, su encarcelamiento tiene consecuencias graves en el mbito

    familiar, cuando se trata de una mujer, madre de familia, este hecho supone un autntico

    cataclismo.

    18 Arenal, C. (1946), El visitador del preso enLibrera de Victoriano Surez, Madrid, cap. VIII.

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    Mujeres en la Periferia. Algunos debates sobre gnero y exclusin social. Ed. Icaria

    Concepcin Yage Olmos18

    La mujer, a su ingreso, en su bagaje personal trae consigo la culpabilidad, la angustia

    e incertidumbre por las responsabilidades familiares en el exterior: hijos, padres o personas

    dependientes e incapacitados; la prdida de la vivienda, o la inseguridad hacia el

    mantenimiento de la estabilidad marital, etc. El miedo ante la previsin de consecuencias

    irreversibles en la red familiar por el encarcelamiento, sobre todo ante la adolescencia de los

    hijos, que pueden abocarse a la drogodependencia, delincuencia (malos pasos y compaas), o

    ser captados, incluso, por grupos mafiosos como sicarios en el caso de internas

    sudamericanas. El encarcelamiento resulta mucho ms doloroso, ya que los problemas

    personales invaden su existencia e interfieren en cualquier otro mbito de actuacin.

    La lejana del lugar de residencia agrava esta situacin, y deteriora los lazos afectivos,

    sobre todo cuando se trata de familias monoparentales, e internas extranjeras. El nmero devisitas que reciben las mujeres es significativamente menor. A un hombre, nunca le falta el

    apoyo de las figuras femeninas. A la mujer se la abandona ms fcilmente.

    En el centro de Alcal de Guadara, en Sevilla, hemos tratado de suplir todas estas

    carencias. Es un establecimiento pequeo (para 190 plazas), pero bien dotado en recursos

    humanos y espacios arquitectnicos; creado especficamente para albergar una poblacin

    exclusivamente femenina y que incluye un mdulo maternal. Todo ello nos permite un trato

    personal, un conocimiento profundo de la problemtica de estas mujeres y una cercanaafectiva que favorece su implicacin en las actividades que se les proponen. La atencin

    prioritaria del equipo de tratamiento est en resolver las situaciones apremiantes que se les

    presentan, como forma de paliar esta situacin de angustia y estrs, antes de iniciar cualquier

    otra intervencin.

    De esta forma, tratamos de atender, en primer lugar estas necesidades especficas ms

    perentorias:

    -Actualizacin de la Documentacin personal y familiar. Es sumamente frecuente eldeterioro, extravo o inexistencia de registros de nacimiento, DNI, cartilla sanitaria, libro de

    familia, etc., lo que en la prctica les impide participar de los recursos sociales como

    ciudadanas de pleno derecho.

    -Asesoramiento de los cauces sociales existentes. Acceso subsidios, a ayudas para la

    vivienda, becas, etc.

    -Procedimientos de familia: ayuda y asesoramiento legal en los procesos de

    acogimiento, adopcin u oposicin a medidas de proteccin de sus hijos.

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    Mujeres en la Periferia. Algunos debates sobre gnero y exclusin social. Ed. Icaria

    Concepcin Yage Olmos19

    -Orientacin legal sobre su situacin procesal, penal y penitenciaria que le permita

    trazar unas expectativas realistas de futuro a medio y largo plazo.

    En el campo de la formacin, cubrimos casi todos los niveles educativos, y de

    formacin profesional con cursos de confeccin, informtica, decoracin de azulejos y

    peluquera. Como actividad laboral, ms de 30 internas disfrutan de trabajo remunerado, del

    propio centro: cocina, lavandera, economato, etc., y a travs de una empresa externa:

    confeccin. La contratacin de monitores permite garantizar la promocin deportiva y

    artstica: teatro, cermica, animacin a la lectura, actuaciones musicales, etc. Para internas

    cercanas a su puesta en libertad existen recursos (hoy an muy escasos) de insercin laboral.

    Como consecuencia de su perfil social, buscamos atender a otros colectivos que dentro

    de esta poblacin pueden padecer un mayor ndice de marginalidad. Nos referimos a la sobrerepresentacin de internas de etnia gitana y extranjeras, con programas de integracin

    cultural, aprendizaje de espaol, etc.

    Otra de nuestras principales preocupaciones es la mejora de su independencia-

    autonoma personal. La forzosa separacin de la figura dominante masculina nos permite abrir

    un nuevo espacio de reflexin. La observacin de otros modelos femeninos, autosuficientes o

    independientes (otras compaeras, profesionales y las propias funcionarias) sirve de punto de

    apoyo para su redescubrimiento. Con asesoramiento de asociaciones externas, se hanimplantado programas de enorme aceptacin para mujeres que son, o fueron, vctimas de

    violencia de gnero; de mejora de la autoestima (denominado porque yo lo valgo) y de

    promocin de hbitos saludables: atencin a drogodependencias, y el ms novedoso, de

    deshabituacin tabquica.

    Finalmente, hemos de contemplar la principal particularidad de los establecimientos

    femeninos, el desarrollo de la Maternidad dentro de la prisin. La escuela de madres cubre un

    ambicioso temario en el que participan voluntariamente los ms prestigiosos profesionales dela provincia: gineclogos, pediatras, matronas, psiclogos, etc., en un acercamiento al

    conocimiento de la maternidad en todas sus facetas. Varias ONG colaboran en las actividades

    de ocio de los nios y programan frecuentes salidas en campamentos y excursiones.

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    Mujeres en la Periferia. Algunos debates sobre gnero y exclusin social. Ed. Icaria

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    Conclusiones

    El derecho, como rbitro de la convivencia ordenada entre los ciudadanos de una sociedad, no

    parece que haya mantenido histricamente un papel neutral, cuando se ha tratado de juzgar el

    papel de los hombres y las mujeres en un plano de igualdad y equidad. La norma penal

    instaur como punibles, solo para las mujeres, conductas que no eran sino desviaciones de la

    moralidad imperante, tales como la prostitucin, el adulterio, el amancebamiento, el aborto, o

    la simple desobediencia a la figura paterna o marital.

    Hasta bien entrado el siglo XX, y como consecuencia de los movimientos feministas,

    no se han proscrito estas prcticas discriminatorias en la legislacin penal de los pases

    desarrollados. Pero esta igualdad formal en la ley, no impide que an permanezcan diferencias

    en la manera en que esas normas son aplicadas. El mbito penitenciario es an un campomasculinizado, gestionado y planificado pensando nicamente en el recluso masculino. En

    base a la menor presencia de la mujer encarcelada en este sistema, sta viene padeciendo

    fuertes deficiencias en las condiciones de habitabilidad, en espacios y recursos materiales y

    humanos puestos a su disposicin. A pesar de su menor entidad delictiva y peligrosidad, sufre

    las mismas restricciones y controles. Tampoco se ha tenido en cuenta que su encarcelamiento

    resulta mucho ms doloroso en tanto que provoca la desestructuracin de una precaria unidad

    familiar de la que es su principal soporte.La implantacin de programas concretos, diseados sobre el conocimiento de las

    particularidades y necesidades especficas de las mujeres, ha de ser el camino mediante el que

    ir superando este histrico trato discriminatorio.

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    Mujeres en la Periferia. Algunos debates sobre gnero y exclusin social. Ed. Icaria

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