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    Las terracotasen forma de cabeza emeninadel sanfuario bero-romanode La Encarnacin(Caravacade la Cru4 Murcia)

    FranciscoBrotnsYageMuseo Arqueolgico Municipal de Caravaca de la Cruz, Murcia

    Resumen: Las excavacionesarqueolgicasen el santuario bero-romanodel Cerro de la Ermitavieja de La Encamacin (CaravacadelaCruz, Murcia) hanproporcionadoun importanteconjuntode materialesvotivos y liturgicos entre los que hallamos las terracotasen forma de cabeza eme-nina. Sehan estudiado res seriesy analzado usparticularidades conogrficasy susposibles usosen los contextos acros el sanruario.Rsum: Les fouilles arquologiquesdans e sanctuaire bero-romainedu Cerro de la Ermita viejade La Encarnacin CaravacadelaCruz,Murcia) ont rapportun important ensemblede matriauxvotifs et liturgiques entre esquelleson trouve les brle-parfum. On tudietrois srieset on analyseleurs particularits conografiqueset leurs usagesposibles dans e contextesacr.

    1. INTRODUCCINEl santuario bero-romano del Cerro de la Ermita de La Encarnacin se integra en el

    rea arqueolgica e histrica del Sitio Histrico del Estrecho de las Cuevas, ubicado en lascercanas del ncleo rural de La Encamacin en el municipio murciano de Caravaca de laCruz. lJna decena de yacimientos arqueolgicos, que abarcan un intervalo temporal quese extiende desde el Pateoltico medio hasta Epoca Medieval, se disponen all en torno aun angosto desfiladero que, ahondado por el ro Qupar, ha constituido desde la Prehistoriareciente un lugar de paso obtigado en la ruta natural ms corta y accesible que pone encomunicacin el Levante y la Alta Andaluca por la pista que recorre la via fluvial del roSegura-Qupar, los amplios valles de Orce, Galera y Bazay el corredor del Guadina Menor(Sillires 990: 53;Brotns 995:250-254;QuesadaMartnez1995:248-249).Se rata deun santuariosuburbano strechamenteelacionado on el hbitat bero-romanode Los Villaricos,continuacin spacial cronolgica el poblado brico de

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    F n sc' B norts Yt c;u .

    Lmina I: Ubicacingeogrfica el Cerrode a Ermita vieja deLa Encamacin.Vista areadel Cerrode la Ermita.

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    Las terracotas enforma de cabezafemenina dersantuario ibero-romano de La Encarnactn.... 315Los Villares,quecon seguridad odemos dentificarconel municipiumdelsso mencio-nado por Ptolomeo, de donde pareceprocederuna inscripcin epigrfica con el legadotestamentariode L. Aemilius Rectus,caballeropor decisinde Adriano, edil de CarthagoNova y patronus ei publicaeAssotanor(um)',CIL II, 5941).La excavacinen los aos90 de estesantuarioproporcion un elencomuy notablede materialesarqueolgicosentre os quehallamos el pequeoconjunto de terracotasenforma de cabeza emeninaque ahoranos ocupa.2. TRANSFORMACIONESARQUITECTNICAS YCONTEXTUALIZACIN ESPACIAL DE LOS HALLAZGOS.

    Las laboresde nvestigacin levadasa caboen la Ermita vieja de La Encarnacinporla Universidad de Murcia en la dcadade los aos90 permitieron constatar a existenciade un santuario brico de los ss. IV y III a. C. que en poca ardorrepublicana omanafue monumentalizadocon la construccinde dosestructurasemplariasilsicas (Ramallo1992:39 ss; 1993: l17 ss.).El llamado emploromanoB, sobreel que se evantaen laactualidad a Ermita vieja de La Encarnacin,era ya conocido desdeei siglo XVI a travsde los escuetos atosapoftados or los eruditosocales,mientrasqueel pequeoedificioque denominamos emplo romanoA no fue identificado y delimitado hastalas campaasde excavacionesarqueolgicasque tuvieron lugar entre 1990 y 1992(vid. Lm. I). Lasinteruencionesde los aos 1993 a 1996 sirvieron para definir las diferentesfasescons-tructivas del templo B, as como para constatar a existenciade estructurasy depsitosestratigrficoselacionados on el sanfuariobrico;a la fase bricade los s. fV y fn a.C. pudieronatribuirsediversos ozos,diaclasas orificioscircularesealizados n a rocade base,as como una pequeagrieta natural retocaday agrandadabajo el umbral de lapuerta de accesoa la cella del templo B, donde se realizaron ibacionesde melikraton yofrendas e cereal Ramalloy Brotns 1997:261 ss.).En los inicios del s. II a. C. seprodujeron las primeras transformacionesmonumen-tales que convifiieron el primitivo santuario brico en un complejo sacrobero-romanocaracrerizado or la presenciade dos templos clsicosde orden nico. El templo A, unprobable esorode 9,43 x4,94 m., pudo restituirse ipolgicamente omo un templo inantis. En cuanto al templo B, cuya cella siwi siglos ms tarde para levantar la ErmitaVieja de La Encarnacin,presental menostres fasesconstructivasque paulatinamenteengrandecieronl edificio.A la primera ase,datadaen los iniciosdei s. II a. c., cores-pondauna estructurasimilar a la de un templo de tipo etrusco-itlico conalae y probablefachada n antis, obrado en piedra, adobe y madera,al que debemosatribuir las latrascermicasdecoradas on palmetasy flores de loto querevestan os envigados gneos,ascomo las antefijasde stirosy mnadesque omamentabanos alerosde su tejaJo, ambasimportadasde talleresromano-campanos Ramallo 1993).Durante la segunda ase, quetuvo lugara finalesdel siglo II o iniciosdel s. I a. C.,la construccinemplaria -onu-mentaliz desdesus cimientos totalmente en piedra y se erigi un edificio de 22,61x7,87 m, de fachada n antis -con falsa aparienciade tetrstilapor sendassemicolumnasque se adosanal interior de las antae-. con dos columnas nteriores en elpronaos y unapequea lataforma rontalconstruida on osasde piedrade dimensionesegulares. or

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    3 16 FR,lNCrscoBRorNS yAGEfin, durante la tercera fase constructiva, llevada a cabo en fecha todava controvefiida,quiz augustea, l templo se ensanch on el aadidoa sus adosy en el extremoposteriorde una nuevaplataforma enlosada, ransformndose n un templo octstilopseudodpterode 27,25x 17,25m. (Brotnsy Ramallo 1994:74-75).Las incontables remociones de tierra que fuvieron lugar en el santuario a 1o largode una ocupacin casi inintemrmpida de dos mil cuatrocientosaos,provocaron hiatosestratigrficosque han dificultado de maneraconsiderableuna lectura ineal en el tiempoy en el espacio. unto a los materialesarquitectnicos, l anlisisvascularde los frag-mentoscermicos escontextualizadosallados n os verlederos rellenosconstructivosexcavadoshasta el momento, apenasha servido para constatar a permanentesacralidadde este cerro con una reutilizacin paleocristiana,visigoda, musulmanay cristiana-bajo-medievalqueseprolongsin solucinde continuidad astanuestros as.Slopequeoshitos estratigrficosaisladosnos han permitido especularsin absolutagaranfiaacercadelos momentosde transicin.Durante ascampaas rqueolgicas e 1995y 1996se ntervino fundamentalmente nel templo B, solarhoy da de la Ermita vieja de La Encamacin, levndosea cabo a exca-vacin arqueolgicade lassubestructurasbricasde los ss. V y III a. C. existentes ajo laspavimentaciones onstruidas on motivo de la monumentalizacinarquitectnicaardore-publicana.Las nicasevidenciasde culto aparecieron sociadas fosas,pozosy diaclasasno a edificio algunoque,dehaberexistido,debi construirse on materialesanperecederos-maderay adobe-quehicieron imposible su pervivenciaa 1o argo de los siglos, si bien 1oms probable es que se tratarade un sanfuariosuburbanoal aire libre (loca sacra) cuyaubicacin vendra muy determinada or el entomo fisico y natural de la comunidad bricaa la queterritorialmentese igaba(Lucas l98l:237; Ramalloy Brotns 1997 261).Sendosconjuntos de ofrendas, entremezclados on capasde tiema arenosade coloroscuro, fueron individualizados y caracterizados olmatando os intersticios rocosos delrea de la cumbre del Cerro de la Ermita ocupadapor eI pronaos y la cella del temploB. Se tratabade depsitos ecundariosormadosaraiz de los trabajosde explanacincimentacin levados a cabo con motivo de las obras de monumentalizacin ardorepu-blicanas, que conllevaron un minucioso proceso de purificacin y profilaxis ritual delsolar del viejo santuario brico y la recuperacinde las ofrendasen atencina su carctersacro e inviolable, siendo con posterioridadnuevamentesoterradas selladasa propsitopor los niveles constructivosde las estructurasdel templo: en elpronaos por el staumi-natio de un pavimentoromano de la primera fasede monumentalizaciny errla cella -alIdonde fue posible observarlo con claridad- bien por un empedradoque haca las vecesde relleno constructivo bajo el pavimento de la primera fase,bien por el statuminatio delpavimento de la segunda ase(Brotns y Ramallo 1999:231) (vid. Lm II y III).Conviene nsistir en la ubicacinde estosniveles en la cumbredel Cerro de la Ermitaen tomo al orificio de las libacionesy debajo de los solados omanos,as como en lavoluntariedadde su ocultaciny preservacin;estacircunstanciacontrastacon lo obser-vado en las laderas,donde hallamosgrandes estaresde dilatada cronologa,con materia-les entremezclados uevan desdeel s. V a. C. hastapocamodemay contempornea. adiferencia en el tipo de deposicinpudiera informamos acercade la distinta atribucin,funcin y uso de los objetos hallados;no obstante,seha de procedercon cautelay sealarque las sucesivas eformas que ha sufrido el rea religiosa hastanuestrosdas afectaron

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    Lnrina l: Detal lc lc a t,el lude del1-ernplo con ndicaci irnclclor i f lc iocle ibacionesFotoBrorns).

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    3 1 8 Fn t Nctsco BnorNs YAGEparcialmentea estosniveles de limpieza del primitivo santuario brico, ya que sehalla-ron vefiederosy escombreras n el exterior del templo B que incorporabanmaterialesdeacareo originariamente alojados en el subsuelo delpronaos y cella. Esta desubicacinno a)'gdaa discriminar con absolutaclaridad los objetos y materialesconsagrados arael culto o la decoracindel santuario-conocidos como donaria- del resto de ofrendasmueblesque carecande funcin en la liturgia.A esterespecto,se ha observadoque todas las terracotascatalogadasen esteyaci-mientor fueron halladasen los niveles de remocin antrpicade la ladera, a mayor parteen unidades estratigrficassuperficialesalteradaspor el laborero agrcola o forestal, yninguna de ellas fue localizada en los estratosbajo el pavimento del templo B o en losque se originaron en el entornode stepor causade su acarreoy deslocalizacindurantelas remociones llevadas a cabo en las dos ltimas fasesconstructivasromanas.Comoveremos ms adelante,ello complica sobremanera a interpretacin funcional de estosrecipientes n nuestrosanfuario.

    3. CONTEXTUALIZACIN CRONOLGICALos contenidosque proporcionaron los depsitossacrosde la cumbre presentaronbastantesimilitudes predominando en ambos la cermica ibrica con porcentajesquerondabanen torno a].90oAdel total; el restante 0 Yodel contenidoestuvo caracterizadopor la presenciade pequeosaderezosenmetalesnobleso en bronce,abalorios,monedas,fragmentosescultricos,objetosde hierro, cermicasde importacin, etc. Interesamen-cionar sobre odo el lote de fbulas anulareshispnicasde timbal hemisfrico-tipo 2 a deCuadrado- y de navecilla tipo 4b de Cuadrado- (Cuadrad l95l : 15 I 6) y de La Tne Iy II (Cuadrado1978:312)queproporcionan n lmite cronolgicopostquema finalesdels.V o en la primera mitad del s. IV a. C.; del mismo modo, algunasde as cuentasde pastavtrea tambin podran datarseen el s. IV a. C. Las datacionesante quem vienen dadaspor los hallazgosnumismticosy los escasosragmentosvascularesde importacin: pro-

    cedente delpronaos destacamosun as republicano de Janobifronte con el smbolo dela meta sobre la proa que se data entte 206-195a. C. (Crawfotd 1914:RRC 12413),ascomo un fragmento indeterminadode cermica debamiz negro de las produccionesdels. iII a.C. y otro fragmento de campanienseA del tipo Lamb. 36 (Lamboglia 1952: 183;Morel 1981:F1312-1314):enla cella sehall un asde Janobifrontecon dnticacrono-loga que el encontradoen el pronaos(Crawford 1974: RRC 112-124)y en los estratosdeacaffeoun semisekelde fines del s. III a. C. probablementeacuadoetr Carthago Nova(Villaronga 1994:7 | ,n' 65). Todo ello nos conducea datar a deposicinde estosestratosa finales del s. III a. C. o, msprobablemente,en los primeros deceniosdel s. II a. C'por tanto, parala datacin de las terracotasde cabeza emenina en La EncamacinDodemos ecurrir a criterios fundados en los argumentosex slentio que proporcionan1. Nos referimos exclusivamenteal conjunto de tenacotas preromanas formado hasta 1a fecha por unelencode veintisiete piezas.De todas stasslo catorce ragmentoscorrespondenal grupo de terracotasconocl-das como pebeterosen forma de cabeza emenina,que es el que nos ocupa aqu,y el resto a otros grupos entrelos qlrecabedestacarocho fragmentosde teracotas zoomorfas,tres fragmentosde terracotasanhopomorfasydos ms indeterminados.

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    Las terracotctsenforma de cabeza.femenina el santuario ibero-romano de La Encarnacin.... 319estoscontextosmateriales espaciales el santuario:ni uno solo de los pebeterosueencontradoen los depsitosde objetos eubicados ajo los suelosdel templo B, ni enlos estratosde acarreoque se formaron con claridad a partir de aquellos depsitosy quefueron identificadosy documentadosen las laderasdel Cerro de la Ermita. Asumiendo lafragilidad que conlleva esteanlisis, a precariedadde los argumentosdisminuye sustan-cialmente si consideramosque pudimos excavarpor completo estos depsitos sacros aexcepcinde unamuy reducidaporcin debajode los pavimentosdelpronaos. Ello no hade significar necesariamente ue los pebeterosdebandatarsecon posterioridada la pri-mera monumentalizacinarquitectnica omana, ya que podemoshallarnosante objetoslitrgicos ibricos que pudieron no ser amortizadosy s incorporados al primer templo,pero proporcionanuna informacin queno se debe despreciaracercade unaposible data-cin tardaquese conjugabien con as caractersticasormalesy tipolgicasde lasseriesque hemospodido identificar y que analizaremos continuacin.

    4. ANLISIS FORMAL Y TIPOLGICO DE LAS TERRACOTAS EN FORMADE CABEZA FEMENINADEL SANTUARIO DE LA ENCARNACINEl santuario bero-romanodel Cerro de la Ermita de La Encarnacinha ofrecido unconjunto de catorce ragmentosde terracotasen forma de cabeza emenina.Como ya he

    sealado,a mayora de ellos fueron recuperados n niveles superflcialespor lo que,ade-ms de una acusada ragmentacinno siempre casual,presentanun deficienteestadodeconservacin.Por supequeonmero, apenas epresentativoen el conjunto de materialesdel santuario, debemos considerar estas terracotascomo objetos de gran singularidadcuya uncin en esteespacio eligiosono es cil de desentraar.Sehan distinguido tres seriesatendiendomuy especialmente la tcnica de elabora-cin. Seis ragmentosquedanencuadradosa serie de ter:racotas laboradas on matricesde un aftems helenstico quebien fueron radas irectamente esdea Siciliapnicaode contextos sardopnicos, ien obtenidasa paftir moldes importadoso reelaborados orlos propiosberossiguiendo os modelos originales; otrosdosfragmentosse han atribuidoa la serieII, donde ncluyo piezasmuy esquemticas ealizadasa mano e inspiradas contoda probabilidad en modelosde la Cerdeapnica y, por ltimo, el resto de fragmentoshan quedadoclasificadosdentro de la serie III, correspondientea piezasmodeladasporcoroplastas ocales sobrevasosa tolxo y que imitan con evidente torpeza a iconografade laspiezasde a serie .

    4.1 Serie I. Terracotas moldeadasAtribuibles a estaprimera seriehallamosun total de seis ejemplaresque podemosasu vezclasif icar n dos ipos:Tipo I (vid. Lm. IV 1 y V 1). Est bien caracterizadopor dos piezas moldeadascon una desgastadamatriz de segundageneracin,que fueron elaboradas or el mismotaller con arcillas de color rojo anaranjado, icas en degrasantes uarcticosy con presen-cia de vacuolas.El fragmento ms completo corresponde l anversode una terracotaque

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    FMNCrsco BRorNS YAGE

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    mLmina IV: Terracotasen forma de cabeza emenina del santuario bero-romanodel Cerro de laErmita vieia de la Encarnacin.Series.

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    Las terracotas en orma de cabeza emeninadel santuario ibero-romano de La Encarnacin....

    Lmina V: Terracotasn ormade cabezaemenina e asseries v II.

    conservael rostroy paftede un elevadokalathoscon la rebabade la cazolefa nsu nterior,faltando todo el reverso y la base del pebetero.Muestrauna cara ovaladay pequeaconrasgos aciales huidizos y velados,ojos almendrados oblicuos poco marcados,con unarco supraciliar apenascontorneadoqlu'e tlaza sin solucin de continuidad con la narizrespingona,de perfilesmuy geomtricos, una boca desdibujada; a cabelleraenmarcaelrostrocayendohacia a cewiz con un suavey redondeado olumenqueoculta asorejas.Esmuy probable quel.a tephanpresenfara lgn tipo de decoracinplsticaqueresulta rre-conocible por el gran desgaste el molde. El encuadre ipolgico no parececomplicadoatenorde su morfologay alte,ya queatendiendoa consideracionesconogrficaspodemosclasificarloen el grupo B de la Dra. Muoz Amilibia o en el tipo II de la Dra. Penapor loirreconociblede sus atributos,susproporcionesy su arte sumario(Muoz 1963: 33; Pena

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    FntncscoB norNsYtct1991a:56). Por otro ado,no nos cabeningunadudade queestapiezasiruedeprototipoalas teracotas de nuestraserie II, especialmente lapieza con node catlogo9 (vid. Lm.VI 1),y quemuy probablemente ue elaborada or un taller local (vid. infra. ApendiceI).

    Tipo 2 (vid. Ln.IY 2 y V 2). El nico fragmentoqueatribuimosa este ipo presentarasgos acialesbien definidos, i bien es cierloque an slo apreciamos na boca cerradade labios carosos y un mentnredondeadocon un acusadoprognatismo.Muestra clarosparalelismoscon las terracotas de la serie IV.B del santuario de Coimbra del BarrancoAncho que se atribuyena un taller local (Garca,Hemndez, niestay Page1991:243;Idem 1999:210), ascomoa las del grupoV del santuario eLa Serreta uese nterpretancomomscaras rostrosde facciones elensticasJuan1988:312).Piezas sin tipo definible: Slo tres pequeos ragmentos de \a zona del kalathosprocedentes e ejemplares talleresdiferentes, in decoracinplstica,que a pesardesu reducido tamaopuedenclasificarse con las debidasreseryasentre los pebeterosdelgrupo B de la Dra. Muoz Amilibia / tipo II de la Dra. Pena(vid. infra nimeros de cat-l o g o 4 , 5 y 6 ) .

    4.2 Serie II. Terracotas modeladasa mano (vid. Lm. IV 3 y V 3 y 4)A esta serie se puedeatribuir un tipo sin parangnconocidoen la Pennsula bricadel que tan slo se recuperarondos piezasdurante as excavacionesarqueolgicasen elsantuariode La Encamacin; ambas ueron elaboradasa mano en talleres distintos y secaracterizanpor un acusado esquematismo ormal. Se trata de fragmentos del anversoque conservanparte del kalathos y del rostro: el kalathos apareceabierlo sin cazoleta otapaderasuperior,en tantoqueel rostro queda educido a un someropellizco longifudinalde arcilla. Encuentransusparalelosmsprecisosen la Cerdeapnica,en el tipo XIII deNuraghe Lugherrasal que se atribuyeuna funcin de exvoto en atencina su morfologa

    anicnica(Regoli l99l: 53, tav. XXf. La ausenciade cazoletasuperiory de huellas decombustinpermite descarlarsu funcin liturgica aomo hymateriay obligaapensar am-bin aqu en simplesexvotos(Marn 1987: 5I ; Regoli 1991 82) o endonaria relacionadosquizcon a ofrendade primiciasvegetales omoproponeRuiz deArbulo (1994:164), inquenecesariamenteebamos similarlosalos kernoi (Pena1996:48-51); a perdidadelatributo iconogrfico de las espigasvendra compensada imblicamentepor su uso en laliturgia como representacin nicnica de la propia dea rugifera o como recipienteparaofrendar a la diosa asprimerasespigascosechadas,iguindoseas un proceso nverso alhabitual en lo referentea la sustitucinde ofrendas.Con los datosde quedisponemos o hay razones arapensaren una evolucin co-nogrfica ocal de los tipos ms helensticos e la primeraseriehacia el esquematismoformal que caracteri a a estasegundaserie;ms bien, se trafara de modelos anicnicosoriginales de procedenciapnica, donde a imagen antropomorfade la deidad es inusual(Marn2000-2001:186),o en reelaboracionesocalesde estosmodelosal igualquesuce-da en la serie . La excepcionalidad e este ipo iconogrficoen la Pennsula brica,suirrelevanterepresentatividadestadsticaen el conjunto de los materialesdel santuarioy el

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    Las terracotas en forma de cabezo emeninadel santuario ibero-romano de La Encarnacin.... ) z J

    Lmina VI: Terracotasn ormade cabezaemenina e a serie II.

    hechode que os coroplastasberosde La Encarnacinmiten slo una de aspiezasde aserie , me inclinan ms a considerar a posibilidad de que nos hallemos antemanufactu-ras forneas,quiz de la Cerdeapnica,aunquesin excluir en absolutoun origen ibricoen tanto no se levena cabo os anlisisde pastaparaestaserie.

    4.3 Serie II. Terracotasde tcnica mixta modeladasa manosobre soportesa torno (vid. Lm IV 4 y VI 1 a 6)Conesponde a piezaselaboradasen un taller local que, como ya hemoS sealado,imita con un arte desmaadouna de las piezasde la serie I llegadasal santuario de LaEncarnacin vid.Lm. V 1). Si bien no conservamos inguna erracotacompleta,podra-mos establecer lgnparalelismoel tipo de vaso cilndrico realzadoa torno del Castillo deGuardamar Abad 1986y 1992)o con las terracotasdel Grupo I del santuariode Coimbradel BarrancoAncho (Garca,Hemndez,Iniestay Page 1997:241); no obstante,a mayorsimilitud se da con las teracotas quedecoranalgunosvasitoshallados en el Puig de Sant

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    ) 1 1 Fn,tuc tsco B no'rNSYAGEAndreu(Hom 2003: ig. 16a 18), en los que ambin a caritaes modelada manosobreuna pella de barro frescoque se aplica sobre a paredextema de los recipientes.

    Las faccioireshuidizasdel rostro muestranuna clara indefinicin sexualy aierl.agra-vedad achacable la impericiadel coroplasta bero.Llama especialmente uestraaten-cin la frente prominente, de la que parle una nariz recta o ligeramente arqueadaqueen algunaspiezaspresentaos orificios nasales ien marcados, que resaltamspor laprofundidad de las cavidadesorbitarias en las que semarcancon un clamo el contomocircular de unos ojos inexpresivos; a boca se reduce a una tenue hendiduray el mentn,redondeado,muestra igualmente cierto prognatismo. Resulta particularmente lamativoel parecidodelapieza no9 denuestrocatalogo vd.LnVI l), con el rostrode los per-sonajesmodeladosen el pinax de la deidadcurtrofadel pobladode la Serreta Alcoy,Alicante),donde observamos l mismo tratamientosumariode las faccionesdel rostro(Marn 1987:63-64;Araneguiy Prados1998: 140-142;Olmos 2000-2001:366-367).Todas as caritasparecenhaber sido recortadasdel vaso ntencionadamente uiz enun intento de preservarel rostro de la divinidad una vez que el recipienteperdi su usoliturgico o de exvoto, circunstanciaque tambin se documenta en el santuario de Guar-damar Abad 1992a), en el de LaLuz (Lillo 1998: 139)y en los vasitosdel Puig de SantAndreu(Hom 2003:293). Es evidente or tantoqueestas erracotasndgenas, n cuantoque forman pafte de vasos itrgicos o de ofrendas, ienen un valor funcional indudable;pero tambinhemosde sealarque su iconografaes perfectamenteeconocible asu-mida por el devoto ibrico como imagen de la divinidad, lo que le otorga sin duda unvalor de culto o apotropaicomuy relevante ( cf. Hom 2003, 293).

    5. LAS EVIDENCIAS DE CULTO Y LA RELIGIOSIDAD IBRICAEN EL SANTUARIO DE LAENCARNACIN. LAFUNCIN DELAS TERRACOTAS EN FORMA DE CABEZA FEMENINALos trabajosde campo en el solar del templo B permitieron localizar bajo el enlosadoptreodel umbral de la puertadel accesoala cella un pequeoorificio asociadoa las sub-estructuras el santuario bricodonde sereahzaron ibacionesen honor de los dioses vldLm. II). Durante a monumentalizacintardorrepublicana, con la finalidad evidente deevitar su clausurabajo el umbral, el orificio fue agrandado on una roza en forma deplanoinclinado para facilitar los vertidos rituales desde a parte del pronaos;cabe deducir porello que, con toda probabilidad,las refomasde poca omana no supusieronuna nrpturacon la tradicin religiosa brica y tampocouna mposicinde culto por pafie romana,slola adopcinde una nueva escenografia acraque conllevaba a aceptacin espetuosa elas creencias, as advocaciones los ritos indgenas Ramallo y Brotns 1999: 173). Lalocalizacinde esteorificio y el anlisisde su contenidoabri una nuevaposibilidaddeaproximamosa algunode los graves nterrogantes ue,desdequeel padreLasalde levaraa cabo a finalesdel s. XIX la primera excavacinarqueolgicaen el santuariodel Cerro delos Santos Lasalde,Gmezy Sez1871),han nquietado ocupadoa los investigadoresde la religiosidad bricaen la tareade desentraaranaitraleza del su culto, buscandodarrespuestaa cuestiones an diversascomo quineseran sus diosesy qu ritos los acompa-aban,cmo era su iconografa,cules eran sus manifestacionesmaterialesproducto de

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    Las erracotas en.forma de cabeza emenina del santuario ibero-romanode La Encarnacton.... 325la devocin individual de los oferenteso de una comunidad,qu vnculos tenancon elpantende otrasculturasmediterrneas oetneas, tc.

    Los anlisisbioqumicosrealizadosa la tiera que colmatabael agujerobajo elumbral de la cella 2han permitido detectarcontenidosde cido ascrbico y albmina encantidades elativamenteparecidas,que indican la presenciade leche probablementedeovejao de mujermsque e cabrao vaca; os ndicadores ioqumicosconrelacina loscidosgrasos onfirman a existencia e un producto cteoy de restosde ceraasociadosprobablemente la presencia emiel de abeja;por ltimo, los ndicadoresmicroscpicosdetectan a presenciade abundantes rnulosde almidn de cebadaso trigos y de clulasde gramneaspertenecientes uiz a restosde cubiertasde cebadamolturada (HordeumvulgareZ.). Con estos esultados,os primerosque sedisponen araeste ipo de contex-tos sacros bricos, sepuedeafirmar sin temor a equivocacinque en el santuario bero-romanode La Encarnacinse levaron a cabo durante a liturgia libacionesde melikratony ofrendasde cerealposiblemente n formade pequeopastelo torta.En los mbitosreligiosoclsicos as melispondasolanestarasociadas ofrendasritualespropiciatorias ertidasen el suelo en honor de divinidadesctniasy ligadasacreenciasen la resurreciny la inmortalidad; gualmentea ritos agrariosconmemorativosdel ciclo anual de la vegetacinpuestosen relacin coneI anodo,s ascensinde Core/Persfone Rudhardt 1992:241-248), culto que fue adoptadooficialmente en cartago en396 a. C. sin que al parecer uviera lugar un sincretismocon la diosa pnica Tanit (pena1996:45), omo ambinparececunir enrbiza(SanNicols 981:31 ss).En el mbitoreligioso bricohemosdepresumirun credosimilar igadoa unadiosasubterrneaoli-valente, de atributos diversos, muy probablementeuna diosa frugfera de fecundidadinagotable, una diosa tambin curtrofa que alimentaba,nutra y protega a los vivosdesdesu mismaconcepcin3, por ltimo, una diosa uneraria,psicopompa, ue guiabay acompaabaa los muertos en su trnsito al Ms All y que confera a sus cenizasuncarcter spermtico germinativo,palingensicoEliade 98l: 352).Las comunidadesibricas le rendan culto en santuariosvinculados a espaciosnafuralesdonde confluanlos diferentesplanoscsmicos cielo, tierra, nfierno- y era posibleun accesodirectoo indirecto a la morada divina, al penetral cavum como el localizado en el santuarioibrico de La Luz (L1llo 2002 a: 206 ss.)o el representadoen una terracotade la tumbaL-127 A de La Albufereta Rubio 1986:126);pero ambin enemosmanifestacioneseuna veneracinmsprivada en reducidascapillas domsticaspor parte de berosdevotosque, incluso en el final de sus das,se hacanacompaaren la tumba por terracotasconla imagenprotectorade la divinidad,como comprobamos, ntreotras,en las necrpolissurestinasde La Albufereta (Alicante) y del cabecico del resoro (Murcia).

    2. Los anlisisse enmarcaronen un proyectode investigacinrealizadodesde a Universidadde Barcelonasobre a preparacin,procesadoy conservacinde productosparauso humano a travsdel estudiode indicado-res microscpicos e indicadores qumicos y bioqumicos. Jordi Juan-Tresserraslev a cabo el estudio arque-obotnico (fitolitos, almidones,fibras) y de indicadoresbioqumicos (glcidos, proteinas, lpidos, alcaloies,etc.), y Policary Hortol realiz el screeningbiogeoqumico para constatar a presenciade residuosorgnicosarqueolgicosmedianteuna baterade anlisis qumicos colorimtricos.3. Recordemosque, quiz enjusta reciprocidada los dones procuradospor la divinidad, y tambin comoofrendapropiciatoria, las libaciones de melikraton en el santuariode la Ermita vieja de La Encamacin,y pro-bablemente os pastelitosde cereal,pudieron estarelaboradoscon lechehumanapara ser ofrendadossisuiendoun dtual que reprodujerao simbolizara la nutricin.

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    326 Fnxctsco Bnorots YtarA menudo se ha llamado la atencin sobreuna iconografa sacra brica de tenden-cias anicnicas, ue sin embargono excluye as representacionesimblicas figuradas,

    donde a imagen de la diosa no llega a humanizarseplenamentehastauna fase tarda de|a cultura brica Marn2000:185;olmos 2000-2001: 56); os nflujospnicosparecenincidir claramenteen la tendenciasimblica por una conjuncin de atributos con las dio-sasAstart y Tanit, en tanto que la deidad indgena slo se antropomorfizabajo influjoshelensticosndirectos legadosdesde a koinpinica en relacincon el culto a Dmetery Core-Persfone.odo elloparece asar ien con a ambivalencia e a diosa brica,a lavez fecunda-fiugfera y curtrofa- y protectora en las esferasde la vida y de la muerte.En el santuariodel Cerro de la Ermita de La Encarnacinhallamos la evidencia deestas endencias nicnicasen la posibleexistencia e una columna sagrada modo dehito fitomorfo sealizadorde la morada subterrnea e la diosa-como en el Cero de losSantos,el santuariode Torreparedones el deLaLuz- quefinalmentedebi ser ncorpo-rada a las estructurasemplariasardorrepublicanasRamallo,Nogueray Brotns 1988;Ramalloy Brotns 1999:112-173); ambinen el betilo depositado nlafavissa apare-cida bajo lospavimentosdelpronaosdurantea campaa e excavaciones n 1993.Las representacionesimblicasse observanen los frecuentes os hallazgosde peque-as medallitas en lmina deplata decoradas on motivos muy simples de aspaso estrellasque podemosconsiderarunarepresentacin squemtica e la rosetavegetal,y quiz enlapresenciade estrechas alargadas rcteasde oro que se decorana modo de espigas fd.Lm VII 1y 2). En el mundo del imaginario brico quese descubreen la pintura vascularestas epresentacionesemiten a una metamorfosisvegetal de una diosa ctnia (Kukahn1962;Olmos 988-89: 7 Aranegui, atayPrezl99l:143-1441' ortosa 997:182).Enambientespnicosel crculo con la cruz enmedio simbolizaa Baal Hamnon, entanto queen a roseta e econoce l smboloastralde a diosaAstarl Niemeyer2000:636),sinquedebamosdescartaruna relacin con Tanit que a partir de s.V a. C. aparece onvertida enla paredrosde Baal Hammon (Marn 1999:73); la espigasimbolizaraa Tanit como diosafiugfera, pudindoseparangonar as lminas de oro de nuestro santuariocon otrashalla-dasen contextosunerarios nicos Cintas1910-78:.l. LXXVIII, 3; Pisano1988:378).Por otro lado, la aparicin de terracotaszoomorfas con forma de caballo,paloma ylen nos remiten igualmentea atributos simblicos de las deidadescartaginesas starty Tanit (Blzquez 1997;Marn 1995; GonzIez l99l : 336; Blzquez y Garca-Gelaberl2000: 55 -553)y de su sucesoraomanauno Caelestis GarcaBellido 1957:8; Cordis-chi 1990:164y 166),queaparecenecogidos menudoen a iconografiaibrica.Sinpre-tender serexhaustivos,en referencia a los equinosbaste ecordar en lasestelasdel doma-dor de caballos, a Potnia hippon aladade la cermica licitana y los exvotosdel santuariodel Ciganalejo; a palomaaparece n as esculturas e a damade Bazao del Cigarralejo,en los vasosplsticosde El Amarejo o en el pinax de La Serreta en la cramicade SanMiguel deLiria; porltimo, el len o hallamosesculpido nuna escenaitual de ibacinrepresentada n un sillar de Toreparedoneso pintado en el vaso deZama.El llamado signo deTanit, o la interpretacin brica de ste, ambinaparece intadoen un vaso brico con resalte, ipo cermicoque en el santuario el Cerrode la Ermitavieja de La Encamacinpresenta n ocasiones l bordeo el mismo resalte ibeteadodepequeoskoeliskoi, lo que sin dudahabla de la funcin litrgica de este ecipiente cuyaforma ntegrano ha podido todava ser completada vid. Lm VII 3).

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    Las terracotas en forma de cabeza emenina del sanluario ibero-romano de La Encarnacin....

    mLmina VII: l) Brctea e oro.2) Colgante eplata.3) Cermicabricapintada.SignodeTanit.

    Las terracotasen forma de cabeza emenina del Cerro de la Ermita de La Encarna-cin son la expresinartstica de la tendenciatarda en el mundo ibrico ahumanizarplenamenteel rostro de la deidad,que llega hastanuestrosanfuariode manera muy laxaa travsdel mundopnicohelenizado finalesdel s. II o niciosde s. I a.C.Los mejoresejemplaresde terracotasde cabeza emenina se concentranen las reasms prximas ala costa mediterrneadonde contactosde toda naitraleza abren a puertaa influjos ideo-lgicosy estticos ue multiplican as formasde expresinde la religiosidad bricaylas representacionesconogrficas e lascreencias e los beros,comoobservamos n la

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    328 F,,NCrsco RorNS AGEcermica e LaAlcudia (Olmos 1988-1989: 2).En los grandes oblados santuarios elinterior, aquellosmejor ubicadosen lasgrandes utas decomunicacinquevertebrabanelterritorio, estas nfluenciasartsticasse expresancon ms tlbieza, tamizadassiempreporel mundopnico y por la interpretatio ibrica,perodejan raslucir la permebilidad de unasociedadabierta a los influjos extemos.No obstante,en el mundo religioso ibrico las nfluenciasestn eferidasmsal modode expresinde las creenciasque a las creenciasen s mismas. Se aceptageneralmenteque la iconografia de las terracotasen forma de cabeza emenina procede de la Siciliapnica y se nspira en modelospropios del culto a Demeter y Persfone-coreque pudie-ron haber servido a los cartagineses ara representara Tanit como diosapsicopompayfecunda, atributos que comparte con aquellas.Es tambin aceptado que los cultos deambas ueron independientes que por ello tan slo sepuedehablar de una iconografiacompartiday transformadapor flujos y reflujos, lo que podra serperfectamenteaplicableal mundo ibrico del Surestey Levante que adoptaeste modelo y otra serie de smbolosde procedenciapnica para representara su diosa sin que debamospensaren un cultoimportado o asimilado. La divinidad ibrica que creemos reconocer en este santuario,cuya esencia eferimos ms arriba, no se reemplazapor divinidad alguna,no es Tanit nies Demeter,es a misma diosa ocal fecunday protectoraa la quese dota nuevosatributosiconogrficos arahacerlapresente Olmos 1996b 9-11;Marn 2000: 193).Los oferentesdel santuariodel Cerro de la Ermita reconocanen las terracotasdecabeza emenina la imagen de la diosa, como tal imagen la reprodujeron para el culto ycomo imagende culto la preservaron;por eso encontramosas caritas ecortadasdel restodel vaso.No se ratade los quemaperfumes ropios de ambientespnicos:ninguna de lasterracotasde nuestrocatlogopresentaevidenciasde rubefacciny ni una solade lasatri-buidas a la serie III elaboradaspor los coroplastasocales leva tapao cazoletasuperior;msbien nos hallarnosanteun vaso liturgico empleadoexclusivamenteen determinadasceremoniassacraso, incluso, anteel propio objeto de culto, delantede la representacinhumanizadade la diosa. Hay por ello una adaptacin uncional y estructural del thymia-terion a la liturgia ibrica, y en este sentido cabe apuntar que el recientehallazgo en elsantuariode LaLuz por el Dr. Lillo Carpio de un pebeterode piedra en forma de cabezafemenina -que ha sido consideradopor su descubridor a estatuade culto (Lillo 1995-1996: llr ss; 2002 b: 209 ss.)nos induce a sospechara posible marmorizacin de laimagende la deidad como culminacin de esteprocesode antropomotfrzacinde a diosaibrica por influjos helensticos, o que conllev una traslacin del modelo iconogrficode los quemaperfumeshelensticosa la esculturaen piedra de bulto redondoa.La mismasituacin se reproduceen las necrpolis ibricas,donde la aparicin en tumbas de estasterracotasno ha de interpretarsecomo ofrenda o ajuar funerario, sino imagen de la divi-nidad y expresindel carcterpsicopompode la deidad; ambinall la representacin epetrifica garattizando su indestructibilidad y con ella la perduracin de la interyencindivina acompaandoy protegiendo al difunto en su trnsito al Ms All (Nieto 1939-1940: am. XVI c; Muoz 1963:25-26;Pena1991a: 58; Garcay page2004: l4-115).

    4. Creemos que no estaramosante el prototipo de los pebeterosen terracotacomo propone Lillo (2002 b:2 1 ), sino ante a consecuencia e la conversinde los pebeterosen verdaderasmgenesde culto (Marn 2000-2001:194). Es ms, la propia datacin del templo, construido en el trnsito del los s. III a II a.C. y destruido amediadosdel s. II a.C. (Lillo 1993-1994: 158),estableceel intervalo temporal para fechar la escultura.

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    Las terracotas enforma de cabezafemeninadel santuario ibero-romano de La Encarnacin.... 3296, CATLOGOL Fragmentodel anversode una terracotaen forma de cabezaemeninas.Serie , tipo I(v id .Lm.IV I yV 1).Morfometra: alt. I l3 mm. ; anch. 7l mm'Z kalathos 120 mm.Producida enun molde bivalvo de segundageneracin.Pastarcjiza, dura,porosa' defractura regular; superficieexterior con engobebeige. Consewa kalathos, stephan,cabello y rostro de rasgos acialessumarios;en el reversose aprecia a rebabade lacazoleta.Sin huellasde combustin.No de inv.: Sin nmero.Fondosantiguosdel M.A.M' de Caravaca elaCruz.2. Fragmentodel anversode una teracolaen forma de cabeza emenina.Serie , tipo 1.

    Morfometra:alt.74 mm.; anch.49 mm.Procededel mismo taller y se elaboracon el mismo molde que la pieza no 1. Sloconservadel anversopartedel cabello,el rostro con rasgos aciales desdibujados elananque del cuello. Sin huellasde combustin.Node nv.;CE-92l1000/8+1-1.3. Fragmento del anversode una terracotaen forma de cabezaemenina.Serie , tipo 2(v id .Lm.IY2yY 2).Morfometra: alt. 50 mm.; anch.47 mm.Elaboradaa molde. Coccin altemate.Pastade superflciemarrn oscura con ncleocentral anaranjado,muy depurada,de fractura rectay lisa. Conservaunicamenteeltercio inferior del rostro. Sin huellas de combustin.No de nv.:CE-90/1400/811-1.4. Fragmentodel anversode una terracotaen forma de cabeza emenina. Serie I, tipoindeterminado.Morfometra:alt. 83 mm.; anch.55 mm.; Akabthos 82 mm.Elaboradaa molde. Pastaanaranjada, epurada,de fractura neta. Superficieexteriorafectadapor estras ongitudinales. Es un fragmento lateral que conservaparte delkalathosy el arranquede un velo de relieve muy tnue. Sin huellasde combustin.No de nv.:CE-91/2500/8ll-1.5. Fragmentodel anversode una terracotaen forma de cabeza emenina. Serie I, tipoindeterminado.Morfometra: lt.78mm.;anch.58 mm.; A kahthosT2mm'Elaboradaamolde. Pastablanquecina,dura,de fractura igeramente rregular.Rebabade la cazoletaen el reverso del kalathos.Sin huellasde combustin.No de inv.: CE-92125051811-1.6. Fragmento del anverso de una terracotaen forma de cabeza emenina. Serie I, tipoindeterminado.Morfometra: alt. 68 mm.: anch. 77 mm.: A kalathos I 10mm.

    5. Corresponde a pieza publicada por Lillo como procedente del santuarioceheginerode El Recuesto(j,981:32,11-7 y lm. REC II n 7), si bien no coinciden las medidas. Se trata de piezasproporcionadaspor unparticular que con posterioridad fueron correctamenteatribuidasal Santuariodel Cerro de la Ermita y deposita-dasen el M.A.M. de Caravacade 1aCruz (Rama1lo,Nogueray Brotns 1988: nof. 123).

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    Fructsco Bnors YtczElaboradaa molde. Coccin alteffiante.Pastabeige/maffn, muy dura, de fracturaneta. Rebabadelacazolelaen el reversodelkalathos. Sin huellasde combustin.No de inv.: CF-92122041811-1.Fragmentodel anversode una terracotaen forma de cabeza emenina.Serie II, tipounico (vid. Lm. IV 3 y V 3).Morfometra: lt.85 mm.; anch.53mm.; Akabthos92mm.Elaboradaa mano.Pastagris, muy dura, depurada,de fractura igeramente rregular.Kalathos sin cazoleta.Anicnica. Sin huellas de combustin.No de nv.: CE-92120001811-1.Fragmentodel anversode una terracotaen forma de cabeza emenina.Serie II, tipotnco vid.Lm.Y 4).Morfometra:alt.52 mm.; anch.36 mm.Elaboradaa mano. Pastaanaranjada,dura, de fractura ligeramente rregular. Trata-miento de la superficiepoco cuidado.Kalathos sin cazoleta.Anicnica. Sin huellasde combustin.No de inv.: CE-92120001811-2.Fragmentodel anversode una terracotaen forma de cabezaemenina' SerieIII, tiponico (vid. Lm.VI I ).Morfometra:alt. 55 mm., anch.39 mm., grosorvaso1l mm.Modelada a mano sobre un vaso a torno. Pasta beige, dura, depurada,de fracturarecta. Superficie alisada. Sin huellas de combustin. Las facciones sumariasde surostro y la tartz aquilina demuestranque tiene como prototipo a la pieza con no decatlogo1. SoriNo de nv.:CE-921ffi41811-1,10. Fragmentodel anversode una terracotaen fotma de cabeza emenina6.Serie II, tiponico (vid. Lm. VI 2 )u lV L+Morfometra alt. I5 mrn., anch.48 mm., grosor vaso 7 mm.Modelada a mano sobreun vaso a torno. Pasta anaralyada, ura, bien depurada,defractura ligeramente rregular. Sin huellas de combustin.Modelado torpe con acu-sadohundimiento de las cuencasorbitariasy boca; apendicenasaldesaparecido.No de inv.:eEaz/?3}US+. CL- oooo / oooo11. Fragmentodel anversode una terracotaen forma de cabezaemeninaT.Serie II, tiponico (vid. Lm. VI3)., Morfometra:alt. 5 mm., anch.48 mm., grosorvaso6 mm'Modeladaa mano sobreun vasoa torno. Pastaanaranjada, ura,depurada,de fracturaligeramente rregular. Superficiebien alisada.Sin huellasde combustin.Modeladodesmaado on las cueficasorbitariasy la bocarehundidas,marcandoseos labios ylos ojos con una simple incisin del clamo; apendicenasal fracturadocon orificiosbienmarcados. cusadoprognatismo.No de inv.: Sin nmero.Fondosantiguosdel M.A.M. de Caravaca e la Ctuz.

    6. Es el mismo caso que el de la pieza no I de nuestro catlogo tambin publicada por Lillo como pro-cedente el santuario eheginero e El Recuesto 1981:32, II-11 y lm. REC II n 11).De nuevo no coincidenlas medidas.7. Ocurre1omismo quecon as piezasno I y 10 (Lillo 1981:30, II-6 y lm REC II n 6)'

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    Las terracotas en.fbrma de cabeza femeninadel santuorio ibero-romano de La Encarnacin.... 3312. Fragmentodel anversode una tenacota en foma de cabeza emenina. Serie III, tipounico(vid. Lm.VI4).

    Morfometra:alt.52 mm., anch.41 mm., grosorvaso4,5 mm.Modelada a mano sobre un vaso a torno. Pastaanaranjada, ura, bien depurada,defractura egular.Superficiede color beige bien alisada.Sin huellasde combustin.Dentro de su tosquedad, resentamejor modeladocon las cuencasorbitariasbienmarcadas los ojos definidospor incisionessemicirculares e trazo ms preciso;frente amplia y nariz recta con orificios nasalesbien marcados.Tercio inferior delrostro desaparecido.Node nv.:13. Fragmentodel anversode una temacotaen forma de cabeza emenina.inico (vid. Lm. V|,$ )Morfometra:alt. 62,5mm., anch.35 mm., grosorvaso 5 mm.Modelada a mano sobre un vaso a torno. Pastaanaranjadacon ncleo intemo decoloracinms clara,bien depurada.Superfcie alisada.Sin huellasde combustin.Apenasse conservaa mitad derecha el rostro.Node nv.:CE-98/1000-114. Fragmentodel anversode una teracota en forma de cabeza emenina. Serie III, tipout:^icovid. Lm. VI 6)Morfometra:alt.46 mm., anch.45 mm.Modeladaa mano sobreun vaso a torno. Pastaanaranjada, ura, depurada.Superficiealisada.Sin huellasde combustin.Seconsela la mitad superiordel rostro con el arran-quedel apndice asalperdido;slo sereconocenas ncisionesquedefinen os ojos.No de inv.: Sin nmero.Fondosantisuosdel M.A.M. de Caravaca e a Cruz.

    Serie II. tioo (orrregr'l