Latinoamerica Maritza Montero y Bernarda Jimenez

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UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES MAGISTER EN PSICOLOGIA MENCION PSICOLOGIA COMUNITARIA La Psicología Comunitaria en América Latina Autor: Montero, M. Autor: Jiménez-Domínguez, B Fundamentos Epistemológicos de la Psicología Comunitaria. Profesor : Germán Rozas. Tutor : Contextualización del Fenómeno Comunidad y su Historia

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Psicología comunitaria latinoamericana

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  • UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES MAGISTER EN PSICOLOGIA MENCION PSICOLOGIA COMUNITARIA

    La Psicologa Comunitaria en Amrica Latina Autor: Montero, M. Autor: Jimnez-Domnguez, B

    Fundamentos Epistemolgicos de la Psicologa Comunitaria.

    Profesor : Germn Rozas. Tutor :

    Contextualizacin del Fenmeno Comunidad y su Historia

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    Maritza Montero: Introduccin a la Psicologa Comunitaria. PAIDOS. Buenos Aires, Argentina. 2004. CAPITULO 1

    Origen y desarrollo de la psicologa comunitaria

    Orgenes de la psicologa comunitaria: los inicios

    Durante los aos sesenta y setenta del siglo XX se produce una serie de movimientos sociales que difunden ideas polticas y econmicas -entre ellas, la teora de la dependencia- que van a influir sobre los modos de hacer y de pensar en las ciencias sociales. En la psicologa tales ideas producen un vuelco hacia una concepcin de la disciplina centrada en los grupos sociales, en la sociedad y en los individuos que la integran -entendiendo al sujeto humano como un ser activo, dinmico, constructor de su realidad-, as como en sus necesidades y expectativas; hacia una concepcin distinta de la salud y de la enfermedad y, sobre todo, del modo de aproximarse a su consideracin y tratamiento por los psiclogos. Al mismo tiempo, se busca hacer una psicologa cuyas respuestas se originen dentro de la disciplina.

    Esta tendencia responde a un movimiento de las ciencias sociales y humanas que, en Amrica latina, a fines de los aos cincuenta, haba comenzado a producir una sociologa comprometida, militante, dirigida fundamentalmente a los oprimidos, a los menesterosos, en sociedades donde la desigualdad, en lugar de desaparecer en virtud del desarrollo, se haca cada vez ms extrema. A su vez, en el campo de la psicologa, el nfasis en lo individual (aun dentro del campo psicosocial), la visin del sujeto pasivo, receptor de acciones o productor de respuestas dirigidas, predeterminadas, no generador de accin, difcilmente permitan hacer un aporte efectivo a la solucin de problemas urgentes de las sociedades en las cuales se la utilizaba. El reto era enfrentar los problemas sociales de una realidad muy concreta: el subdesarrollo de Amrica latina y sus consecuencias sobre la conducta de individuos y grupos, la dependencia de los pases que integran la regin y sus consecuencias psicosociales tanto sobre las atribuciones de causalidad como sobre sus efectos en la accin; problemas concretos vistos en su relacin contextual y no como abstracciones de signo negativo, como quistes a extraer para mantener sistemas aparentemente homeostticos. El comienzo en Amrica latina En Amrica latina la psicologa comunitaria naca apartir de la disconformidad con una psicologa social que se situaba, predominantemente, bajo el signo del individualismo y que practicaba con riguroso cuidado la fragmentacin, pero que no daba respuesta a los problemas sociales. Puede decirse, entonces, que es una psicologa que surge a partir del vaco provocado por el carcter eminentemente subjetivista de la psicologa social psicolgica (Striker, 1983) y por la perspectiva eminentemente macrosocial de otras disciplinas sociales volcadas hacia la comunidad. Es tambin

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    una psicologa que mira crticamente, desde sus inicios, las experiencias y prcticas psicolgicas y el mundo en que surge y con cuyas circunstancias debe lidiar.

    Ambos eran profundamente insatisfactorios. La experiencia, porque estaba atada a un paradigma que la condenaba a la distancia, a una manipulacin de las circunstancias de investigacin y de aplicacin, no slo extractiva, sino adems falsamente objetiva y neutral. De alguna manera, debido a la fragmentacin y al forzamiento de la definicin de los sujetos dentro de marcos predefinidos, las personas afectadas por un determinado problema quedaban fuera y el problema desapareca, para reaparecer una y otra vez, con formas muy parecidas a las ya conocidas, o con nuevas formas; o bien arropndose bajo el manto de un nuevo concepto o de una nueva teora, que le daba un nuevo nombre, una nueva interpretacin. As, el proceso de bsqueda de conocimiento volva a empezar, a la vez que la sensacin de dejavu se haca cada vez ms intensa. Mientras tanto, nada o muy poco pareca cambiar en esa "realidad" que se quera no slo estudiar, sino adems transformar mediante la solucin de los problemas identificados en ella.

    Al mirar hacia el mundo, hacia el entorno, se agudizaba igualmente su carcter insatisfactorio, porque fueron justamente las condiciones de vida de grandes grupos de la poblacin, su sufrimiento, sus problemas y la necesidad urgente de intervenir en ellos para producir soluciones y cambios los que generaron un tipo de presin que, surgida desde el ambiente, desde lo que suele llamarse la "realidad", pas a ser internalizada y reconstruida por los psiclogos que hallbamos que la accin derivada de las formas tradicionales de aplicacin de la psicologa era no slo insuficiente, sino tambin tarda y muchas veces inocua, al limitarse al mero diagnstico y al producir intervenciones fuera de foco.

    La separacin entre ciencia y vida advertida por las ciencias sociales llev a rescatar lneas de pensamiento que nunca estuvieron silenciosas, pero cuyos aportes fueron muchas veces hechos a un lado al calificrselos de "no cientficos" o al no ajustarse a la tendencia dominante. La fenomenologa, las corrientes marxianas, muchas formas cualitativas de investigar, comenzaron a ser revisadas y reivindicadas y es en ese clima de insatisfaccin y de bsqueda de alternativas en el cual se va a plantear la necesidad de producir una forma alternativa de hacer psicologa.

    Paradigmas, explicaciones, teoras psicolgicas vigentes aparecan como inadecuados, incompletos, parciales. Las soluciones de ellos derivadas no alcanzaban sino a tratar el malestar de unos pocos y a ignorar las dolencias de muchos. Se planteaba la necesidad de dar respuesta inmediata a problemas reales, perentorios, cuyos efectos psicolgicos sobre los individuos no slo los limitan y trastornan, sino que adems los degradan y, an peor, pasan a generar elementos mantenedores de la situacin problemtica con una visin distinta: diagnosticar en funcin de una globalidad, tener conciencia de la relacin total en que ella se presenta.

    As, en los aos setenta, por fuerza de las condiciones sociales presentes en muchos de los pases latinoamericanos y de la poca capacidad que mostraba la psicologa para responder a los urgentes problemas que los aquejaban, comienza a desarrollarse una nueva prctica, que va a exigir una redefinicin tanto de los profesionales de la psicologa, como de su objeto de estudio e intervencin. Tal situacin mostraba una crisis de legitimidad y de significacin (Montero, 1994b) para la disciplina, particularmente sentida en el campo psicosocial.

    Ese nuevo modo de hacer buscaba producir un modelo alternativo al modelo mdico, que hace prevalecer la condicin enferma, anormal, de las comunidades con las cuales se trabaja. Por el contrario, la propuesta que se haca parta de los aspectos positivos y de los recursos de esas comunidades, buscando su desarrollo y su fortalecimiento, y centrando en ellos el origen de la accin. Los miembros de dichas comunidades dejaban de ser considerados como sujetos pasivos (sujetados) de la actividad de los psiclogos, para ser vistos como actores sociales, constructores de su realidad (Montero, 1982, 1984a). El nfasis estar en la comunidad y no en el fortalecimiento de las instituciones. Y esto ocurre simultneamente en diversos pases de Amrica latina, si bien el primero

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    en generar un mbito acadmico y una instruccin sistemtica al respecto es Puerto Rico, que ya a mediados de la dcada del setenta contaba con un curso de maestra y con un doctorado en Psicologa Comunitaria (Rivera-Medina, Cintron y Bauermeister, 1978; Rivera-Medina, 1992). En el caso puertorriqueo, su cercana con los Estados Unidos puede habero determinado como pionero, ya que tambin fue el primero en enterarse de que la disciplina de tal nombre haba sido creada diez aos antes en los Estados Unidos. Por otra parte, hay que decir que a la creacin de esos cursos ayud la vocacin de transformacin social de quienes los fundaron. En otras naciones, la prctica de la psicologa comunitaria antecede a la denominacin y a la generacin de espacios acadmicos para su estudio. La psicologa comunitaria en la Amrica anglosajona No suele haber fechas exactas del surgimiento de formas de produccin de conocimientos. Sin embargo, el nacimiento de la psicologa comunitaria en los Estados Unidos cuenta con el equivalente de una "partida de nacimiento". En efecto, es bien conocido que en mayo de 1965, en un congreso (Conference on the Education of Psychologists for Community Mental Health) convocado por psiclogos sociales, clnicos y escolares en Swampscott, Massachusetts, se dio nicio a esta rama de la psicologa. Muchos de los psiclogos participantes han relatado luego el clima de la discusin y los objetivos que all se plantearon (Bennett, Anderson, Cooper, Hassol, Klein y Rosenblum, 1966; Mann, 1978; Murrell, 1973; Heller y Monahan, 1977, entre otros).

    En ese congreso se decidi generar un nuevo tipo de formacin para los psiclogos que les permitiese ejercer su prctica, as como desempear un nuevo rol en la comunidad. Detrs de esta propuesta se encontraban el Movimiento de Salud Mental Comunitaria, la tendencia desinstitucionalizadora en el tratamiento de las enfermedades mentales, el movimiento sociopoltico de "Guerra a la Pobreza", programas de desarrollo y planificacin urbanos, la crtica y la revisin de los programas de beneficencia social (Mann, 1978) y, un poco ms atrs, la defensa de los derechos civiles y el antisegregacionismo (Levine y Perk-ins, 1987). Entre los problemas all enfocados se incluan la sobrecarga de los lugares de tratamiento de enfermos y su conversin en "depsitos" de seres humanos, la insatisfaccin creciente con la psicoterapia como nico modo de intervencin psicolgica y la necesidad de considerar los aspectos ambientales (Heller y Monahan, 1977).

    A partir de esa reunin no slo se generaron programas especficos para trabajar en la comunidad, tambin se abri un campo para el estudio y la reflexin sobre la nueva prctica que ha sido sumamente fructfero, como lo muestran el surgimiento de corrientes de desarrollo terico prctico -tales como la lnea ecolgico-transaMonal-;

    los muchos cursos y publicaciones sobre el tema, la creacin de una divisin especial (Divisin 27) en la Asociacin de Psiclogos Estadounidenses (American Psychological Association) y la aparicin de publicaciones especializadas, como el American Youi-nal of Commznity Psycbology, el 7oii-nal of Community Psycbology, el loui-nal of Prevention and Intei-vention in the Community y, fuera de los Estados Unidos, pero en el mbito anglosajn, el jozi-nal of Comnzznity and Social Psycbology y, ms recientemente, Community, Work and Family. Caractersticas iniciales de la psicologa comunitaria desarrollada en Amrica latina Como hemos visto, el inicio de la psicologa comunitaria se caracteriza en la mayora de los pases latinoamericanos (a excepcin de Puerto Rico) por definirse ms como una prctica que como una

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    nueva rama de la psicologa. Se haca psicologa comunitaria sin saberlo, al menos durante la mayor parte de la dcada del setenta. No obstante, la ausencia de un nombre propio, la carencia de un nicho acadmico y el no preocuparse de inmediato por obtener un reconocimiento social no fueron obstculos para que desde sus inicios desarrollase ciertas caractersticas que la marcan. Algunos de esos rasgos se transformarn con el tiempo; otros se acentuarn y se desarrollarn an ms, y otros tantos desaparecern para dar lugar a nuevas expresiones. Los aspectos que marcaron a la psicologa comunitaria en sus inicios (Montero, 1994b; 1994d) son:

    1. La bsqueda de teoras, mtodos y prcticas que permitiesen hacer una psicologa que contribuyese no slo a estudiar, sino, principalmente, a aportar soluciones a los problemas urgentes que afectaban a las sociedades latinoamericanas. En este sentido, se la plantea como una de las posibles respuestas a la crisis de la psicologa social.

    2. De lo anterior deriva otro rasgo caracterstico: la redefinicin de la psicologa social, a la vez que se va ms all del objeto de esa rama de la psicologa.

    3. La carencia de una definicin. Las primeras definiciones producidas en Amrica latina aparecen a inicios de los ochenta (Montero, 1980; 1982).

    4. Y debido a la ausencia de definicin y a su orientacin marcadamente psicosocial (Silva y Undurraga, 1990; Chinkes, Lapalma y Nicenboim, 1991; Saforcada, 1992; Almeida, 1996), tambin careci de un lugar acadmico y pxofesional propio hasta bien entrada la dcada del ochenta. Ese nexo psicosocial va a ser la marca predominante, lo cual adems se refleja en el hecho de que muchas explicaciones tericas provienen de la psicologa social y muchos recursos metodolgicos han sido tomados de ella (as como de otras ciencias sociales, como la sociologa y la antropologa).

    5. Orientacin hacia la transformacin social (Escovar, 1977, 1980; Serrano Garca e Irizarry, 1979; Serrano-Garca, Lpez y Rivera-Medina, 1992; Arango, 1992). El norte de esta rama de la psicologa es el cambio social, muchas veces definido en funcin de la nocin de desarrollo -redefinido ad boc1 en el sentido de quitarle su carcter de avance hacia la prosperidad econmica, para ubicarlo dentro de los parmetros que para una comunidad significan mejor calidad de vida, mayor satisfaccin vital, ms Posibilidades de expresin y control sobre sus circunstancias de vida-.

    6. La certeza del carcter histrico de la psicologa como ciencia, de la comunidad como grupo social y del sujeto humano. Esto es, comprender que surgen y son parte de un espacio y de un tiempo y se daban en relaciones construidas cada da, colectivamente, en procesos dialcticos de mutua influencia.

    7. La bsqueda de modelos tericos y metodolgicos que ayudasen a entender y explicar los fenmenos con los cuales se trabajaba (vase supra). Y esto hizo que en sus inicios apelase a muy diversas fuentes, bien porque algunas suministraban descripciones conductuales certeras y el modo de producirlas, bien porque otras aportaban categoras de anlisis y explicaciones socoeconmicas o polticas de largo alcance. Esta caracterstica le aport adems una amplia perspectiva multidisciplinaria, ya que ante las pocas respuestas y el corto alcance de las mismas que presentaba la psicologa, se acudi a campos tan variados como la educacin popular, la filosofa, la sociologa y la antropologa.

    8. La concepcin, desde el inicio muy clara, de que el llamado "sujeto de investigacin" es una persona no sujeta a la voluntad y los designios de quien investiga. Es alguien dinmico, activo, que construye su realidad (Montero, 1982), actor social cuya voz forma parte de la polifona de la vida social y que al ser parte de la accin y de la investigacin que se realizan con su comunidad tiene derechos y tiene deberes que lo relacionan con ambas tareas.

    1 Escovar (1 97 7) defini el desarrollo en esa poca como la capacidad de efectuar cambios en el entorno.

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    9. La necesidad de redefinir el rol de los profesionales de la psicologa social, que, debido a todo lo anterior, no poda sostener una prctica marcada por una separacin o distancia "antisptica" ni por una autodefinicin basada en una "experticia" a la cual evidentemente le faltaba el conocimiento de la comunidad producido desde ella (Montero, 1980, 1982; Perdomo, 1988).

    Resumiendo, la psicologa comunitaria nace de una prctica transformadora, enfrentada en

    situacin, que apela a una pluralidad de fuentes tericas para intentar luego -a partir de la revisin crtica de las fuentes y la profundizacin en algunas, descartando otras y tambn innovando- elaborar modelos tericos propios que respondan a las realidades con las que se trabaja, responsables a su vez del surgimiento de esta psicologa. Asimismo, busca generar una metodologa basada en la accin y la participacin, que sea una respuesta alternativa a los modos convencionales de estudiar esos grupos sociales especficos que son las comunidades.

    Se la plante entonces como una psicologa de la accin para la transformacin, en la cual investigadores y sujetos estn del mismo lado en la relacin de estudio, pues ambos forman parte de la misma situacin (Montero, 1984a). En el cuadro 1 se puede ver cmo el nfasis puesto en los primeros aos del desarrollo latinoamericano en la praxis y los modos de llevarla a cabo se va luego equilibrando al surgir desarrollos tericos de la reflexin sobre esa praxis. Es interesante observar que esa produccin terica ha sido rpidamente naturalizada en el sentido de haber sido aceptada, pero no reconocida, llegndose incluso a negarla o disminuirla. Quizs ello se deba al hecho de que no ha recibido un nombre. No ha sido denominada y etiquetada a la manera tradicional, por lo cual, al ser revisada superficialmente, no se advierte la discusin conceptual y epistemolgica que conlleva. Otra razn posible es una hiptesis: no se acostumbra a reconocer, en nuestra parte del continente, la capacidad creativa y sus productos; por lo tanto, se nos etiqueta y nos autoetiquetamos como atericos. Los datos citados en el cuadro 1 (se incluyen slo trabajos pioneros) muestran que las cosas son diferentes y deberan ayudar a romper con los estereotipos debilitantes y negativos. Fases en el desarrollo de la psicologa comunitaria

    Como vemos, a partir de la dcada del setenta se comenz a construir una forma de hacer psicologa. Primero con cierta cautela, en la medida en que era necesario aceptar que se haca algo diferente y que adems haba que bautizarlo y delimitarlo; al mismo tiempo empezaron a romperse ciertas fronteras, a crearse nuevos mtodos y tcnicas partiendo de las formas menos tradicionales de actuar e investigar, de explicar. Esto iba unido a la conciencia de que los conceptos de los que nos servamos muchas veces eran insuficientes e inadecuados, y, sobre todo, a la aceptacin de que estbamos ante situaciones novedosas sobre las cuales an no tenamos nociones claras. Pero luego, en la medida en que se avanzaba en la tarea de construccin de un conocimiento a partir de experiencias vividas y de la reflexin sobre ellas, la prctica genera "saber" y el "saber" produce nuevas prcticas a un ritmo que se va acelerando en funcin de su propio crecimiento. As, ya a comienzos de los aos ochenta el mtodo aparece dibujado con bastante claridad. Y a mediados de esa dcada hace su entrada la teora a travs de la generacin de conceptos, de explicaciones e interpretaciones, y diez aos despus nos encontramos inmersos en la problemtica epistemolgica, con la presencia de un modelo poco relacionado con el paradigma dominante en el momento en que toda esta historia comienza a gestarse.

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    Cuadro 1 Momentos en el desarrollo de la psicologa comunitaria en Amrica latina

    1955-1974 Aproximaciones de las ciencias sociales a las comunidades.

    Aplicaciones novedosas. Introduccin de formas de investigacin-accin. Gnesis de los conceptos de investigacin militante y de concientizacin: sociologa, educacin popular. (Fais Borda, 1959; 1978; Freire, 1969, 1970).

    1975-1979 Primeros productos en el campo de la psicologa social latinoamericana. Aportes y desarrollo de mtodos participativos (Serrano-Garca e lrizarry, 1979; Sanguinetti, 1981; Montero, 1984a).

    1980-1996 Descripciones de trabajos pscosociales comunitarios. Avances tcnicos y metodolgicos (Wiesenfeld y Snchez, 1996; Almeida, 1996; Olave y Zambrano, 1993).

    1980-1997 Definicin de la psicologa social comunitaria y de su objeto. Construccin de un nuevo rol para los psiclogos sociales. Introduccin de principios orientadores (Montero, 1980). Influencia de la teologa de liberacin (Santiago, Serrano-Garca y Perfecto, 1983; Quintal de Freitas, 1994; Giuliani y Wiesenfeid, 1997).

    1981-1982 Desarrollo de tcnicas para identificar necesidades (Mart-Costa y Serrano-Garca, 1983) y discusin terica sobre el concepto (Montero, 1 991 a).

    1983-1984 Desarrollo terico de las nociones de fortalecimiento y desideologizacin. Influencia de la psicologa de la liberacin (Rappaport, Svvift y Hess 1984; 1987a, 1987b; Serrano-Garca, 1984; Martn-Bar, 1986; Montero, 2003b).

    1985-1995 Anlisis y reconceptualizacin de la nocin de poder (Serrano-Garca y Lpez, 1994).

    1987-1992 Introduccin de concepto de sentido de comunidad. Primeros modelos tericos (Sarason, 1974; Serrano-Garca y lvarez, 1992; Cronick, 1989; Giuliani, Garca y Wiesenfeid, 1994).

    1990 Desarrollo terico de conceptos de concientizacin, naturalizacin, habituacin, y otros afines (Montero, 199la, 1994c; Quintal de Freitas, 1996).

    1990-1993 Discusin y reflexin sobre el rol de la afectividad en los procesos comunitarios (Lane y Sawaia, 1991; Len y Montenegro, 1993).

    1991-1994 Revisin crtica de los conceptos de comunidad. Redefinicin de la influencia de las minoras. Carcter poltico de trabajo comunitario (Lane y Sawaia, 1991; Montero, 1994b, 1994d; 1998b).

    1991-1997 Revisin de la investigacin-accin participativa y de los conceptos de participacin y autogestin (Jimnez, 1994; Montero, 1994a, 1996a; Hemndez, 1996a; Len, Montenegro, Ramdjan y Villarte, 1997; Snchez, 1997; Santiago, Serrano-Garca y Perfecto, 1992).

    1994-2004 Revisin de concepto de liderazgo y de sus procesos en la comunidad (Hemndez, 1994; Snchez, 2001; Mntero, 2003a, 2003b, 2004).

    1993-2000 Bases epistemolgicas (Moreno, 1993; Guareschi, 1996; Montero, 1997, 2000a, 2000b; Wiesenfeld, 1997).

    1995 Crtica de los conceptos de familiarizacin, compromiso, devolucin sistemtica (Lane y Sawaia, 1991; Gongalves de Freitas, 1995, 1997).

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    1996-2000 Discusin crtica y definicin de concepto de participacin incluyendo a los participantes (Hemndez, 1996a; Montero, 1996a; Snchez, 2000).

    Nota: Se incluyen slo los trabajos que introducen temas, conceptos o procesos.

    Un modelo construido por las psiclogas que desde hace casi treinta aos han venido trabajando ardua e impacientemente en seis frentes:

    Prctco-teiico: se ocupa de construir un cuerpo de conocimientos ntimamente relacionados, cuyo contenido conforma el producto de una praxis que genera accin, modos de hacer y explicaciones e interpretaciones sobre los mismos.

    Ontolgico: define la naturaleza del sujeto cognoscente. Epistemolgico: busca definir el carcter e conocimiento producido y el tipo de relacin de

    produccin de ese conocimiento. Metodolgico: hace aportes referentes al mtodo a aplicar para producir el conocimiento. Etico: se dirige a definir la naturaleza de la relacin entre investigadores-interventores y las

    personas que forman las comunidades, aquellas que en la investigacin tradicional son llamadas "sujetos", en tanto son objeto de conocimiento y accin, y cuyo

    carcter activo en la produccin del conocimiento es un aspecto fundamental para este modelo. Poltico: da lugar a la expresin de diferentes voces dentro del hacer y el conocer e incluye aspectos tales como la autora y la propiedad del conocimiento producido.

    Se ha sealado que la psicologa comunitaria se desarrolla casi simultneamente (diez aos de

    diferencia separan las manifestaciones visibles en Amrica latina de la fecha fundacional en los Estados Unidos) y de manera paralela en el continente americano. Pero considerar que ese desarrollo puede ser explicado desde un modelo o una interpretacin nicos de los hechos sera una gran simplificacin y reduccin del fenmeno. Por tal razn, har una periodizacin por fases o etapas o momentos, mostrando su presencia en ambas regiones. En el cuadro 2 aparecen en orden cronolgico momentos que sealan la introduccin de temas tericos, conceptuales y metodolgicos en el desarrollo de la subdisciplina en Amrica latina y los Estados Unidos.

    Cuadro 2 Fases en el desarrollo de la psicologa comunitaria

    Amrica latina

    Estados Unidos

    1) Generacn de una nueva prctica psicosocal orientada hacia la solucin de problemas sociales y la transformacin social, con participacin de las personas involucradas. Esto supone: - Nuevos actores sociales. - Nuevo rol para los psiclogos. 2) Fase de definicin de una nueva subdisciplina, la psicologa social comunitaria 1 psicologa cmunitada (definicin de campo, de objeto y de los valores que la orientan). Generacin de nuevas prcticas: desarrollo de mtodos participativos. Construccin de una nueva prctica. 3) Fase de inicio de generacin de teora y de reflexin sobre ella.

    1) Creacin de una nueva prctca psicolgica que responde a exigencias de legitimidad social y de transformacin de las instituciones. Supone: - Nuevo rol para los psiclogos. - Rechazo del modelo mdico. 2) Estructuracn del nuevo campo disciplinario a partir de su definicin, delimitacin del'rea, fijacin de valores, generacin de una nueva prctica. Divulgacin inmediata. 3) Generacin de conceptos tericos y metodolgicos. Desarrollo de dos grandes corrientes paralelas: una de carcter ecolgico-cultural, con nfasis psicosocial. Otra de carcter

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    4) Fase de reflexin sobre la estructura paradigmtico de la subdisciplina (aspectos ontolgicos, epistemolgicos, metodolgicos, ticos y polticos).

    5) Fase de ampliacin de campo, incorporando y desarrollando los aspectos ligados a la salud, a las . es, a la organizacin educacin, al ambiente y a la clnica. Inicio de desarrollo de subramas. Relacin con la psicologa de la liberacin y con la corriente crtica.

    clnico preventivo con nfasis en los aspectos de salud comunitaria. 4) Ampliacin del campo con incorporacin de reflexin sobre la estructura paradigmtico y de las perspectivas freiriana y de la psicologa de liberacin.

    Estas fases no corresponden a perodos ubicados temporalmente de manera fija. Tampoco se han producido simultneamente en todos los pases de una misma regin. En algunos pases la disciplina se inicia ya con nombre y apellido, e incluso ubicndose en un campo especficamente delimitado. Lo que s se podra decir es que, en su conjunto, en cada una de las dos regiones, esas etapas han marcado el desarrollo de esta rama de la psicologa. Igualmente, en la medida en que en ambos mbitos de surgimiento (Amrica Latina y los Estados Unidos) crece y se afianza la subdisciplina, las relaciones de intercambio e interinfluencia tambin crecen, coincidiendo en los siguientes aspectos:

    1. Unin de teora y prctica (Rappaport, 1977; Montero, 1980, 1984a; Newbrough et al., 199 l). 2. Concepcin del psiclogo como un agente de cambio social, generativo, reflexivo (Bennett,

    Anderson, Cooper, Hassol, Klein, y Rosenblum, 1966; Escovar, 1979; Montero, 1980, 1984a, 1988, 1991b); Newbrough, O'Gorman, Dockecki y Moroney, 1991; Dokecki, 1992; Stokols, 1992).

    3 . Relacin dialgica entre agentes externos (psiclogos) y agentes internos (miembros de la comunidad) y reconocimiento del carcter activo de los segundos (Montero, 1982; Rappaport, 1977).

    4. Generacin de nuevas formas de investigar e intervenir para transformar el medio ambiente y fortalecer a las personas (Rappaport, Swift y Hess, 1984, Rappaport, 1987; Serrano-Garca, 1984; SerranoGarca y Rosario-Collazo, 1992).

    5. Relacin entre problemas socioambientales y vida cotidiana de las personas (Murrell, 1973; Newbrough, 1973; Rappaport, 1977; Montero, 1984a; Wiesenfeld, 1997).

    6. Interinfluencia de ciertos modelos, como la psicologa, la teologa y la filosofia de la liberacin, la educacin popular freiriana (Santiago, Serrano-Garcia y Perfecto, 1983; Montero, 1991; Newbrough, O'Gorman, Dockecki y Moroney, 1991), o el desarrollo o movilizacin de la conciencia social (Murrell, 1973; Montero 1992, 2000a).

    7. Necesidad de sustituir el modelo mdico por modelos psicolgicos. Reconocimiento del carcter histrico y cultural de los fenmenos psicolgicos y sociales, con la consiguiente aceptacin de la diversidad (Rappaport, 1977; Montero, 1978, 1994b).

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    Un caso para analizar. De cmo las condiciones sociales fomentaron y mediatizaron el surgimiento de un movimiento comunitario -El case venezolano en el ltimo cuarto del siglo XX

    En los aos setenta, ante el creciente fenmeno de la marginalidad, producto de la migracin rural-urbana interna y de la inmigracin desde pases vecinos, se inicia en -Venezuela una serie de intervenciones en comunidades de pocos recursos a partir de la iniciativa de instituciones gubernamentales (Fundacomn y Fundasocial) y no gubernamentales (por ejemplo: CESAP - Centro de Estudios sociales para la Accin Popular, hoy Grupo Social CESP). A mediados de los aos setenta, el decreto 332 del -Poder Ejecutivo crea los Mdulos de Servicios Mltiples del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, consistentes en pequeos centros asistenciales instalados en barrios marginales o de bajos recursos. Sus objetivos eran "Promover y asistir tcnica y financieramente organizaciones econmicas que permitan a la poblacin de estos barrios pobres su incorporacin en el proceso de desarrollo econmico" y "promover organizaciones de base en esos barrios". Estas ltimas tenan el objetivo de crear una conciencia social que fomentase "el mejoramiento del nivel de vida de los habitantes". Se buscaba as incorporar a los sectores ms desfavorecidos socialmente a la poltica de desarrollo estatal, adoptando recomendaciones provenientes de organismos internacionales.

    La concepcin del desarrollo comunitario que fundament esa poltica buscaba que las comunidades de pocos recursos, carentes de servicios, se organizasen y asumiesen la tarea de gestionar el cambio, en el sentido de mejorar su ambiente y responsabilizarse por su mantenimiento. A su vez, el VI Plan de la Nacin propona formalmente la organizacin social del pueblo mediante la participacin de todos sus miembros en todos los niveles, pero podra decirse que, de hecho, entre las disposiciones generales (planes de la Nacin, decretos del Poder Ejecutivo) y su ejecucin, ocurri una separacin de objetivos y medios. Y si bien en muchos documentos de organismos estatales puede leerse palabras tales como "formacin de conciencia", "organizacin", "desarrollo" y "autonoma", lo que se logr mayormente fueron formas mediatizadas de participacin en planes en los cuales, muchas veces, a la agenda explcita se superpone otra oculta de carcter controlador, mucho ms perentoria y poderosa.

    Las necesidades eran determinadas por especialistas y funcionarios pblicos, y si bien a veces los programas se iniciaban por peticin popular, en funcin de exigencias planteadas por algn grupo, luego se modificaban, se aceleraban o se suspendan segn las polticas fijadas oficialmente. Estos programas revelaron en la prctica un cariz eminentemente poltico-partidario: los programas de "reacondicionamiento de barrios" satisfacan algunas necesidades determinadas externamente, a la vez que tenan un efecto calmante de la inquietud y la motivacin hacia cambios ms profundos. Las juntas comunales o de vecinos pasaban a estar integradas por simpatizantes o por miembros de los partidos polticos que ejercan el poder, y se constituan en instrumentos de control social y muchas veces en verdaderos filtros de las necesidades sentidas, a la vez que en detentadoras inmediatas del poder de dar y negar. Esta situacin gener un sistema que incorporaba a los beneficiarios mantenindolos a la espera, a la vez que conservaba el estado de necesidad. Otorgaba y mejoraba, pero a cambio de ciertas acciones o de la ausencia de otras. Y, de hecho, mediatizaba el desarrollo comunitario y la organizacin popular, mientras fomentaba una participacin dirigida y controlada que escinda las gestiones comunitarias oficiales y las acciones comunitarias privadas o independientes. Esta separacin ocurra porque los sectores populares, cuyas necesidades eran parcialmente satisfechas a veces, comprendan al mismo tiempo que para obtener ciertos logros, para producir la pronta transformacin de su modo de vida, deban organizarse y asumir el control. Surgieron as, paralelamente, asociaciones de vecinos, comunidades de base y otras formas de organizacin popular

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    que, tanto en barrios marginales como de clase media o en zonas obreras, colocaron el ncleo de la accin comunitaria bajo su propio control. Entonces, se produjo simultneamente otro tipo de movimiento social: al lado de las juntas controladas por partidos polticos surgieron asociaciones y agrupaciones motivadas por necesidades vividas y sentidas colectivamente y por el deseo de producir una transformacin, no slo del ambiente, sino tambin de los individuos y de la relacin entre ambos. Se constituyeron as organizaciones privadas, algunas de base religiosa, orientadas por la necesidad de transformar su hbitat y su modo de vida, y de ejercer influencia en la produccin de esa vida. Ese movimiento social independiente ha sido tan importante que para mediados de los aos ochenta se hablaba de la ocupacin por esas organizaciones, del espacio poltico hasta entonces controlado por los partidos (de cualquier signo). Ante esto, no tardaron en producirse reacciones tales como la creacin de asociaciones oficiales paralelas, campaas de desprestigio y aun de hostigamiento por parte de los partidos desplazados. Lo interesante es que se abri una perspectiva de accin colectiva y, a pesar del clientelismo poltico, muchas personas y grupos tuvieron la oportunidad de experimentar os alcances del trabajo comunitario. Como consecuencia, una poltica estatal y una orientacin acadmica que se desarrollaba paralelamente coincidieron en fomentar una forma diferente de encarar los problemas sociales; en este sentido se puede decir que haba comenzado a formarse una cultura comunitaria. Dos formas de trabajo comunitario se producen as: en primer lugar, una que opera de arriba hacia abajo, desde los organismos del Estado hacia las comunidades, que desarrolla el siguiente modelo (Montero, 1988):

    1. Seleccin de un barrio o zona carenciada, por la institucin promotora. 2. Determinacin y jerarquizacin de las necesidades de dicho lugar, definidas por los tcnicos

    expertos. 3. Elaboracin por los tcnicos de un plan de trabajo. 4. Campaa para motivar a la comunidad a participar en la ejecucin de dicho plan, dirigido por

    los expertos. a. Deteccin, por parte de los tcnicos, de lderes de la comunidad proclives a la accin

    gubernamental. b. Uso de medios de comunicacin social. Propaganda, difusin del plan o programa. c. Formacin de una organizacin de base (junta Comunal, Vecinal, Pro-Mejoras, etc.),

    promovida desde el proyecto. 5. Accin en la comunidad. Inicio y ejecucin de las obras que forman parte del plan, dirigidas

    por tcnicos, con incorporacin de mano de obra popular integrada por algunos vecinos. 6. Relacin entre la institucin y el barrio canalizada por la junta, que muchas veces result una

    total separacin entre sta y el resto de los vecinos. 7. Tendencia a la conversin de la organizacin creada en la comunidad en instrumento de

    propaganda partidista y electoral.

    En el segundo caso, en los movimientos comunitarios surgidos de abajo hacia arriba, es decir, desde organizaciones de base generadas en las comunidades, el trabajo tiene otras caractersticas que coinciden con las propuestas de la psicologa social comunitaria (Montero, 1988). Esas caractersticas son las siguientes:

    1. Predominio de las relaciones horizontales entre los miembros del grupo. 2. Generacin de conciencia entre los participantes acerca de los problemas, sus causas, las

    vas para solucionarlos y sus dificultades. 3. Desarrollo de vas para obtener recursos y manejar ayudas oficiales (muchas veces

    imprescindibles), sin hipotecar el control y la direccin, incorporando, con diversos grados de

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    compromiso, a muchos miembros de la comunidad. (Lo que se define como "muchos" depende de las dimensiones de la comunidad. Algunos barrios de bajos recursos econmicos, no slo en las ciudades venezolanas, sino en otras de Amrica, Asia y frica, pueden agrupar varios miles de personas; en tales casos se suele trabajar con grupos organizados dentro d esos conglomerados, cuyas acciones pueden tener un efecto multiplicador que se extiende a muchos de los habitantes, pero que no los abarca a todos.)

    4. Participacin integrada para la identificacin de necesidades y su jerarquizacin, as como de recursos, para la bsqueda de soluciones y la toma de decisiones al respecto.

    5. Accin conjunta en la ejecucin de las tareas, incorporando a la mayor cantidad posible de personas de la comunidad.

    6. Educacin continua de los miembros de la comunidad en diferentes reas relacionadas no slo con la satisfaccin de las necesidades y el manejo de recursos, sino adems con su crecimiento como grupo y su mejoramiento, personal.

    7. Toma de decisiones por grupos organizados de la comunidad que escuchan las voces de personas interesadas dentro de la misma.

    Estas dos tendencias coexisten todava. Los gobiernos venezolanos han observado una tradicin

    paternalista clientelista ininterrumpida hasta ahora. Pero es necesario sealar que incluso en momentos en los cuales toda ayuda oficial pasa por la exigencia de doblegar la cerviz ante las exigencias de funcionarios gubernamentales, de la "nomenclatura" partidaria, de los desmanes del autoritarismo y del temor a sus represalias, las organizaciones comunitarias nacidas de la capacidad autogestionaria y del deseo de transformacin de sus condiciones de vida que pueden tener las personas, continan fuertes y decididas, si bien el techo econmico y el techo poltico, al hacerse ms bajos, pueden generar obstculos de gran magnitud, as como factores de desorganizacin y desesperanza, de desmovilizacin y apata, que es necesario enfrentar y vencer mediante recursos democrticos participativos. Resumen

    En este captulo se narran los orgenes de la psicologa comunitaria en dos mbitos: Amrica latina y Canad y los Estados Unidos. Se lo hace as porque la historia de la psicologa ha sufrido un fenmeno de reidentificacin efectuado a partir de la manera en que los textos producidos en los EEUU, y acrticamente adoptados en el resto de nuestro continente, presentan el desarrollo de esta subdisciplina cientfica. Por tal razn decid describir cmo surgi el campo psicolgico comunitario en nuestros pases, presentando los desarrollos bastante cercanos en algunos aspectos, a pesar de que en los nidos latinoamericanos surgi la tradicional dificultad para la transferencia de conocimientos que ha caracterizado a la disciplina en muchos lugares de nuestro continente y tambin de Europa, Asia y frica (lo cual no ha impedido que se hayan alzado voces crticas). Al presentar eso que he llamado en otro lugar, "vidas paralelas" (Montero, 1994d), he querido resaltar cmo al atender a las necesidades propias de nuestras poblaciones, la psicologa pudo producir una forma de quehacer que ha generado mtodos y teoras, a la vez que ha producido respuestas para los problemas de estas sociedades. Y que ello se ha producido a veces antes, otras simultneamente, otras poco despus que algo semejante o equivalente estaba ocurriendo en el ms paradigmtico de los centros del poder-saber. - Se presentan, as, las condiciones de desarrollo inicial de la psicologa comunitaria latinoamericana, sus fases de desarrollo, su carcter predominantemente social en sus orgenes (por cuanto en nuestras latitudes se desprende principalmente de la psicologa social), si bien luego se han fortalecido las ramas de la salud comunitaria, de la psicologa ambiental comunitaria y de la psicologa educativa comunitaria, entre otras.

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    Finalmente, se analiza con mayor detalle el caso venezolano, no slo por ser el que mejor conozco, sino por mostrar la complejidad del campo comunitario y cmo en l pueden competir, enfrentarse y coexistir varias tendencias, generando a la vez una cultura comunitaria que construye modos de ser y de estar, de vivir y de pensar, a partir de la experiencia de hacer con los otros, de producir cambios a partir del trabajo en conjunto. Bibliografla complementaria Serrano-Garca, I.; Lpez, M. M. y Rivera-Medina, E. (1992): "Hacia una psicologa social-comunitaria", en I. Serrano-Garca y W Rosario-Collazo (coords.), Contribusiones puertrriqueas a la psicologa social-comunitaria, San Juan (Puerto Rico), EDLTPR, pgs. 75~106. En este captulo de un libr dedicado a los aportes puertorriqueos a este campo de la psicologa, la primera seccin discute la constitucin del campo no slo en Puerto Rico, sino, como en el caso de este y de otro captulo (Serrano-Garca y lvarez), su desarrollo en toda Amrica, presentando una visin amplia y bien informada sobre el tema. Montero, M. (1994): "Vidas paralelas: psicologa comunitaria en Latinoamrica y en Estados Unidos", en M. Montero (coord.), Psicologa social comunitaria. Teora, mtodo y experiencia, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, pgs. 19-46. Este captulo muestra el desarrollo de la psicologa en Amrica, comparando su evolucin en los pases latinoamericanos con su formacin en los Estados Unidos, en funcin de los aspectos centrales de la psicologa comunitaria. Martn Gonzlez, A. (1998) (comp.): Psicologa comunitaria. Fundamentos y aplicaciones, Parte II: Historia, desarrollo, peculiaridades diferenciales y perspectivas de la psicologa comunitaria, Madrid, Sntesis, pgs. 83-174. La parte de este libro que se recomienda leer como complemento comprende ocho captulos que tratan diferentes regiones de Amrica y Europa, lo cual permite establecer comparaciones y muestra diferencias y semejanzas.

    Preguntas para reflexionar sobre psicologa y comunidad Por qu no se desarrollaron formas de psicologa comunitaria

    (entendida como una disciplina sistemtica, no como prcticas aisladas) en Amrica latina antes de la dcada del setenta?

    Qu instituciones sociales podran haberse visto amenazadas por el desarrollo de una psicologa comunitaria? Cules se habran visto fortalecidas?

    Ha seguido la psicologa comunitaria en su desarrollo terico-prctico algn patrn especfico? Qu tipo de patrn es se, si lo hay?

    Ha cumplido la psicologa comunitaria los objetivos que se plante en su origen? Los ha cambiado?

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    Ejercicios problematizadores sobre el desarrollo de la psicologa comunitaria

    Compare artculos que traten la relacin entre formas de aplicacin psicosociales realizadas en la comunidad a comienzos de los aos setenta y las que se realizan hoy. Analice diferencias y semejanzas en temas, mtodos, explicaciones tericas, rol de los psiclogos, rol de las personas de la comunidad, entre otros aspectos.

    Compare artculos sobre psicologa comunitaria (tericos, metodolgicos, aplicados), realizados actualmente en los mbitos latinoamericano, estadounidense y europeo. Analice diferencias, tendencias y semejanzas.

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    Bernardo Jimnez (2004) La Psicologa Social Comunitaria en Amrica Latina como Psicologa Social Crtica Revista de Psicologa, Universidad de Chile, Vol XIII, N1

    LA PSICOLOGA SOCIAL COMUNITARIA LATINOAMERICANA COMO PSICOLOGA SOCIAL CRTICA

    Bernardo Jimnez-Domnguez

    Centro de Estudios Urbanos Universidad de Guadalajara, Mxico

    THE LATINAMERICAN COMMUNITY SOCIAL PSYCHOLOGY AS CRTICIAL SOCIAL PSYCHOLOGY

    Bernardo Jimnez-Domnguez

    Urban Studies Center University of Guadalajara, Mexico

    Abstract: The process of development of community social psychology is

    described. This process began with the critic of the medical model, as well as psychiatry and psychotherapy in the solution to psychological problems in the framework of the critical restatement of the relevancy of social sciences in the explanation of Latin-American reality and the militant commitment with the solution of its problems. This happens at the same time with the period of the mainstream social psychology crisis. The answer to such crisis is a critical psychology reinserted in the field of social sciences and the qualitative, critical and forgotten perspectives denied by mainstream psychology. From this developments relations with the international emergence of a critical social psychology are established and the community social psychogy of Latin America is described as a contribution to such critical perspective.

    Historias diversas y diversas Psicologas

    Cuando se hace la historia de la Psicologa Social Comunitaria se suelen mezclar historias diversas e identificar la psicologa comunitaria, que surgi en los EEUU en condiciones sociales, polticas y acadmicas bien definidas, con la psicologa social comunitaria, que si bien puede estar relacionada de alguna forma, se debe considerar como algo especficamente derivado de la psicologa social latinoamericana en sus varias vertientes. Se las equipara al usar los trminos indistintamente y al decir en el mismo rengln, psicologa comunitaria o psicologa social comunitaria, como en la resea introductoria del libro de Snchez y Wiesenfeld (1995). En las compilaciones sobre el tema suelen igualmente aparecer trabajos que tienen orgenes muy diversos, pero presentados como si formaran parte de lo mismo y sumados dieran una psicologa social comunitaria latinoamericana. Una autora que establece algunas diferencias, con base en el conocido esquema de la antropologa en o de la ciudad, es Freitas (1996), quien dice que la psicologa en la comunidad recibe dicha identidad de la comunidad misma y se relaciona con el intento de deselitizar la psicologa y vincularla a la realidad brasilera en los aos 60 y 70. La

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    psicologa de la comunidad se ubica en las dos dcadas siguientes como el esfuerzo de llevar los servicios de salud a la comunidad con instrumentos derivados de la vertientes clnicas y educativas. Mientras que la psicologa social comunitaria se encuadra en la psicologa social, redefinida en funcin del trabajo con grupos para la formacin de la conciencia crtica y la construccin de una identidad social basada en una tica humanista. Vamos a tratar de rastrear brevemente algunas de las historias detrs la denominada psicologa comunitaria y la psicologa social comunitaria.

    En 1981, el ya difunto socilogo mexicano Francisco Gomezjara, sealaba como un hecho curioso el que en cada ciclo de crisis econmica aparezcan programas de desarrollo comunitario con un cariz acadmico, humanista y con pretensiones tcnico-cientficas: cuando el movimiento campesino se insurrecciona, cuando los pases desarrollados tienen un supervit de capital y mercancas para negociarlas bajo la forma de ayuda a los pases del tercer mundo, cuando la migracin campesina aumenta por la industrializacin agrcola y por el hambre, cuando las comunidades exigen servicios y se autoorganizan. La autoorganizacin sola ser la seal que anunciaba la llegada eventual de programas de desarrollo comunitario desde los aos 60. Como bien lo explica Statman (1974), los movimientos populares primero son reprimidos por la fuerza y luego sepultados en un diluvio de programas comunitarios, dichos programas no suelen resolver casi nada pero tranquilizan a la gente por un rato con las promesas del cambio. La sumisin se logra por medios no coercitivos y para ello resultan tiles los psiquiatras, psiclogos, educadores, trabajadores sociales, estudiantes universitarios en prcticas obligatorias y otros agentes de cambio social planificado y por lo general bien intencionado desde diversas instituciones externas a la comunidad. En tiempos globalizados, muchos de estos esfuerzos se ahorran porque la dualizacin invisibiliza los problemas y las comunidades y dichos programas solo aparecen en tiempos preelectorales como una teatralizacin cuyo escenario se recoge poco despus de la funcin porque lo prioritario sigue siendo la macroeconoma y las ilusiones vanas de la inversin extranjera.

    Se suele citar como la fecha fundacional de la Psicologa comunitaria el ao 1965 y la

    Conferencia de Swamppscott (Conference on the Education of Psychologists for Community Mental Health), en la que se cuestiona el carcter individual de la intervencin y se plantea el nivel de lo comunitario como el mas adecuado. Pero no se acostumbra citar el antecedente inmediato de la aparicin de una psiquiatra y psicologa comunitarias en EEUU durante el gobierno de Kennedy relacionada con la Community Mental Health Center Act de 1963, dirigida a resolver problemas de presupuesto a nivel institucional y de paso, pacificar a las poblaciones mas empobrecidas del pas (para Amrica Latina tenan la Alianza para el Progreso y los cuerpos de paz), implementado con ayuda de profesionales de la salud mental y a travs de los Centros de salud Mental Comunitaria que buscaban proporcionar servicios de hospitalizacin, tratamiento ambulatorio, urgencias, hospitalizacin parcial, programas educativos y asesora a instituciones. El objetivo planteado por el mismo Kennedy en su discurso del 31 de octubre de 1963 era que los costosos, inefectivos y en ese momento muy cuestionados hospitales psiquitricos fueran sustituidos por estos centros ms econmicos y operativos. De hecho, la poblacin de pacientes se redujo de 558 mil en 1955 a 193 mil en 1973. Pero cules son los factores adicionales que estn detrs del decreto presidencial? Segn diversos autores (Nietzel, 1979, Castel y Lovell,1980, Jimnez, 1983) algunos de los asuntos claves que confluyen son:

    1. Las denuncias y crticas desde muy diversos frentes en contra de los Hospitales Psiquitricos, las psicoterapias, el modelo mdico en este campo (con su nfasis clnico en

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    factores intrapsquicos) y la rotulacin estigmatizante derivada de las pruebas psicolgicas, aumentan y encarnan en el pblico a travs de los medios.

    2. Aparecen los psicotrpicos y se comienzan a poner en prctica alternativas grupales, comunitarias, se replantea el entrenamiento de los psiclogos clnicos y psiquiatras y aparecen experiencias de desinstitucionalizacin psiquitrica en Europa y movimientos antipsiquitricos y de psiquiatrizados y en contra de prcticas brbaras y primitivas como el electroshock y la psicociruga.

    3. A finales de los aos 70 haba medio milln de pacientes de mas en los Hospitales Psiquitricos de EEUU que afectaban los presupuestos estatales y el costo de construccin de dichas instituciones de encierro resultaba muy elevado y su eficiencia nula.

    Una de las consecuencias de los nuevos programas comunitarios consiste en generar una

    apariencia de desinstitucionalizacin, que en realidad era mas bien cooptacin de la participacin comunitaria. Encubra adems un negocio por parte de empresas privadas que administraban los hoteles de paso para expacientes antes de supuestamente reinsertarse en la comunidad, que fueron un enorme fracaso pero un gran negocio. Ello da lugar a una poltica de Puerta Giratoria (revolving door), a travs de la cual los pacientes que eran echados a la calle (rememorando prcticas medievales), volvan a ingresar cclicamente. Esta psiquiatra-psicologa comunitaria inicia desinstitucionalizando el problema de la enfermedad mental para pasar a institucionalizar los problemas que le dan origen en la comunidad. Lo cual se inspira en algo muy estadounidense, la community participation claramente ligada a la forma de trabajo social de los grupos protestantes para evangelizar. Adems, como lo explica Gondra (1977), el mismo trmino comunidad cumple una funcin ambigua gracias a la multiplicidad de significados que se le pueden atribuir, cuando se habla de participacin comunitaria significando colaboracin con el gobierno. Cuando se define un sector geogrfico caracterizado por la miseria derivada del anrquico y desigual crecimiento urbano y se lo rotula como comunidad para aislarlo en su propia dinmica y justificar la ayuda externa. Los estudios de comunidad siempre se refieren a ella como totalidad, fragmento de la misma o sitio de los acontecimientos. Un cuestionamiento adicional al concepto de comunidad, es el que hace Young (1990), al plantear que sera mejor adoptar la ciudad misma, mas que la comunidad como ideal de justicia, porque el ideal de comunidad est construido sobre criterios de una supuesta igualdad o autosuficiencia, mas que sobre las grandes diversidades que constituyen el espacio urbano. La vida de la ciudad ofrece diferencias y si la poltica urbana se plantea democrticamente todos los grupos que la habitan deben ser tomados en cuenta y tener voz sin que necesariamente conformen una comunidad. La diferencia desde el Sur

    Si pasamos a Latinoamrica podemos citar otra historia, tambin ligada al activismo comunitario religioso, pero en un contexto de definicin muy diferente. Santiago, Serrano y Perfecto (1983) describen la aparicin de una psicologa social comunitaria en Puerto Rico, que vinculaban por una comunalidad asumida con la religin cristiana. Desde la psicologa social partan de sus limitaciones tan cuestionadas en el conocido periodo de la crisis de la disciplina y que ellos resuman en su orientacin positivista, ahistrica y aterica, aislada de las dems ciencias sociales y el nfasis individualista de su definicin. Para ellos lo social comunitario implicaba un marco interdisciplinario comprometido con la accin social. Tericamente citaban el construccionismo de Berger y Luckman y a Moscovici y definan el rol del psiclogo social comunitario como un facilitador, concientizador y promotor de un cambio social que debe ser coordinado, planificado e implementado por la misma comunidad.

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    Por otro lado, en el plano religioso se apoyaban en los principios de la teologa de la liberacin y su compromiso con el pensamiento transformador y las luchas de los oprimidos en el continente latinoamericano y citaban una serie de aspectos comunes entre esta y la psicologa social comunitaria alrededor de la metodologa participativa y la bsqueda de la justicia y la solidaridad como autoinvestigacin y autogestin, a partir tambin de la problematizacin planteada por Freire. Era claro en esta propuesta que lo interdisciplinario y el compromiso social no supriman el nivel especfico de un nuevo rol profesional para el psiclogo social y que se planteaba como una alternativa al rol tradicional cientificista de neutralidad valorativa que asuma como suyos los problemas desde la comunidad y aprenda de su experiencia y conocimiento local. Esta propuesta de intervencin en la investigacin (Irizarry y Serrano Garca, 1979) ha tenido un desarrollo muy original y se ha cualificado hasta convertirse en programa de doctorado y diversificado hasta plantear mas recientemente, un modelo de psicologa social comunitaria en el campo de la salud (Serrano, Bravo, Rosario y Gorrn, 1998). Dicho modelo parte de la crtica al modelo biomdico desde un enfoque biopsicosocial, en el que la enfermedad es vista como un desbalance no solo de lo biolgico sino tambin de aspectos sociales, econmicos, culturales y espirituales y abogan por el poder de sanacin del cuerpo y la reduccin al mnimo de los medicamentos y los medios fisicoqumicos de los que deviene el poder mdico y sobretodo psiquitrico. Una evaluacin crtica y una alternativa Sin embargo, en un libro que recoge la experiencia 10 aos despus ( Serrano y Rosario,1992), una destacada psicloga social ya fallecida, Mara Milagros Lpez, cuestionaba crticamente una serie de aspectos derivados de las contradicciones entre un discurso radical sobre la autonoma de las comunidades y una prctica que comenz a depender de los servicios del Estado y a institucionalizarse, la prctica segua siendo adems una extensin de las prcticas universitarias y el nfasis puesto en la prevencin tiende a confundirse con la ausencia de conflicto, razn por la cual demanda cuestionar la nocin de intervencin. Lo que resulta de inters en esta crtica desde dentro, es el poner en prctica, lo que constituye una de las caractersticas del saber de las ciencias sociales y en este caso, de la psicologa social, mas si esta se define desde un contexto alternativo y crtico. Me refiero a la provisionalidad del saber en ciencias sociales por su carcter intrnsecamente histrico y a la necesidad, tal como lo hace Lpez en la crtica citada, de estar deconstruyendo los saberes y las prcticas. La imagen que usa Ibez (1994) para ilustrar este proceso es el de Penlope, tejer y destejer como una rutina necesaria, definirse como un constructor de obras efmeras. Segn l, la psicologa social crtica debe definirse en trminos de nuevas prcticas, que debiliten los efectos de poder del objetivismo, pero sin reproducir sus estructuras de dominacin. O como lo planteaba Heather (1976) al proponer la psicologa social como una ciencia de las personas genuinamente reflexiva: no debe ser una ciencia hecha por alguna gente, los expertos, sobre otra gente, los no expertos, para el beneficio de otra gente, los que tienen el poder de emplear a los psiclogos. Ibez (1997) dice a ese respecto, que una forma de definir la psicologa social es precisamente, como la actividad de una comunidad de trabajadores pagados por diversas instituciones. Siendo esta condicin de asalariados ms importante de lo que se cree en la conformacin de los rituales meritocrticos que pueden limitar la condicin crtica y las prcticas derivadas de la psicologa social. La psicologa social crtica en la que podramos encuadrar a la psicologa social comunitaria latinoamericana as planteada, se puede resumir en tres caractersticas, deconstruccin, pensamiento crtico y transdisciplinariedad y el estar situada simultneamente en el plano conceptual y en la esfera prctica.

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    El paradigma de la accin Este ltimo dilema est claramente resuelto en la orientacin mas conocida de la psicologa social comunitaria, que es la que se ubica en el marco de la redefinicin comprometida y poltica con la justicia social del aporte lewiniano de la investigacin accin transformado en Latinoamrica en el paradigma de la accin, la investigacin accin participativa. Hay que decir que la propuesta de Lewin fue un buen intento de responder el dilema con la simultaneidad terico-prctica de la investigacin accin, resumido en la conocida frase: no hay nada ms prctico que una buena teora. Pero por le peso de la psicologa dominante alejada del contexto de desarrollo de las ciencias sociales su redefinicin no fue hecha dentro de la psicologa social, sino por fuera de ella, en la sociologa militante de los aos 60, en un contexto de influencia del marxismo revolucionario, las teoras de la dependencia, la filosofa de la liberacin y la pedagoga del oprimido. De aqu es de dnde por necesidad y tambin por una interaccin transdiciplinaria y un proceso continental de conciencia poltica, es retomado este nuevo enfoque.

    La autora ms conocida en esta corriente es Maritza Montero que ha definido una psicologa

    social crtica, una psicologa social comunitaria y una psicologa de la liberacin, aunque suele referirse en general mas a la psicologa comunitaria como subdisciplina que incluye a la psicologa social comunitaria. Montero (1996) ubica varias reas que segn ella comprenden los mbitos de intervencin de la psicologa comunitaria: la salud comunitaria, la educacin comunitaria, el trabajo comunitario en organizaciones y aqu ubica a la psicologa social comunitaria, como una de estas reas pero que sirve como encuadre de las anteriores, en lo que define como la subdisciplina de la psicologa comunitaria. Por psicologa social comunitaria entiende el nfasis en el desarrollo comunitario, en la organizacin popular y en los procesos psicosociales ligados a ellos. En su obra mas reciente (Montero, 2003) recin publicada por Paids, dice que el enfoque psicosocial comunitario incluye aspectos ligados a la salud mental y la salud comunitaria bajo la premisa de que los problemas no son de carcter individual sino que residen en las relaciones interpersonales, contextuales y sociales. Ubica su enfoque como parte de una corriente internacional que denomina de construccin y transformacin crtica. Los antecedentes que reconoce en Latinoamrica son un enfoque marxiano y marxista, la sociologa militante iniciada por Fals Borda y la educacin popular planteada por Freire. El mtodo es la Investigacin accin participativa que permite adoptar diferentes enfoques y estrategias metodolgicas en la psicologa comunitaria. Lo cual es evidente en la evolucin misma de Fals Borda, que ha escrito sobre la IAP usando diferentes enfoques tericos en diferentes momentos durante los ltimos 40 aos. Por lo general se reconoce su influencia y es considerado como el principal autor en la redefinicin crtica de la investigacin accin, pero en el medio de la psicologa las citas sobre Fals Borda giran alrededor de muy pocas de sus obras y parece desconocerse que l mismo se ha reciclado conceptualmente y hecho balances crticos significativos a lo largo de su vida. Curiosamente, l tambin tuvo un inicio ligado al desarrollo comunitario de origen religioso, pues era presbiteriano e hijo de una de las dirigentes de esa iglesia y los otros dos intelectuales colombianos con los que form el grupo La Rosca en 1970, eran ministros ordenados de la misma. Los tres buscaban un mtodo participativo que les permitiera poner la ciencia al servicio de los movimientos populares (Jimnez,1994). Ese mtodo fue tomado coincidencialmente de la psicologa social de Kurt Lewin, como investigacin accin, lo cual reconoce Fals Borda en una entrevista que le hice en 1991, y esta concepcin tiene tambin una clara relacin con la ya citada community participation y el activismo de las iglesias protestantes para la solucin local de los problemas comunitarios en los EEUU. Lo que le agrega Fals Borda y el grupo La Rosca al considerarla insuficiente es una teora y una praxis liberadora usando el concepto de insercin, que implica que el investigador se involucre en el proceso que estudia. Fals Borda reconoce por otro lado que el antecedente disciplinario de la investigacin participativa es la tradicional observacin participante de la antropologa que el replantea inicialmente

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    como observacin intervencin y se sintetiza en observacin insercin bajo la influencia del marxismo dominante en ese momento en las universidades latinoamericanas.

    Actualmente la IAP es reconocida mundialmente como un aporte hecho desde el Sur y su

    influencia se ha generalizado a muy diferentes contextos y espacios. Lo que no podemos decir en el campo de la psicologa social comunitaria es que esta orientacin que est a la base de su definicin crtica haya sido reapropiada y desarrollada mas all de los planteamientos hechos desde la sociologa y especficamente de los aportes de Fals Borda y otros investigadores en el campo de la IAP, bsicamente se lo repite y se lo repite de forma limitada. En el ltimo congreso mundial de investigacin participativa, Fals Borda (1998) hizo un gran nfasis en su compilacin en el nivel de lo participativo, escribiendo incluso la A de accin entre parntesis. Veamos para terminar algunos aspectos sobre el tema de la participacin que al igual que la IAP dio un gran salto y ahora complementa como necesaria al trmino democracia desde la ciudadana.

    La participacin es cuestin de grados La participacin es consustancial a la ciudadana en un contexto en el que, tal como ha venido sucediendo en los ltimos 20 aos, el concepto de participacin se ha popularizado en el discurso poltico y ya no solo en el nivel comunitario. A partir de la conciencia con sus inclinaciones y expresiones violentas, como seala Fals-Borda (1992), la gente se acostumbr al Estado-nacin centralizado como si fuera algo dado y natural, y se ha gastado mucha energa en la construccin de su maquinara y estructura de poder desde el siglo XVI sin que los resultados sean para nada satisfactorios. As explica la necesidad de refrenar el violento poder estatal y dar la oportunidad a la sociedad civil, en un esfuerzo participativo de abajo hacia arriba y de las periferias hacia los centros. La participacin en el aspecto poltico es el factor que posibilita que los dos supuestos que caracterizan a la democracia, se cumplan: que todas las personas tengan una participacin real en el poder y que los gobernantes estn sometidos al control efectivo y permanente de los gobernados. La democracia participativa sera aquella en la que la esfera estatal y la social se superponen parcialmente, dando lugar a una interseccin que representa el espacio pblico de la participacin (Murillo y Pizano, 1999). Otra forma de distinguir entre diferentes formas de participacin es pensar en trminos de los niveles de participacin. Estos pueden ser entendidos a lo largo de un continuo y pueden variar de la participacin como un acto de manipulacin a un nivel en que la gente se hace partcipe en el desarrollo de iniciativas, asumiendo adems el control de su manejo. Podramos ubicar ocho pasos en este continuo, parte de los cuales relacionamos con una perspectiva eficientista que se basa en la economa costo-tiempo. Cuando se va ms all de la informacin y se adopta una perspectiva de consenso, podemos hablar de una participacin autntica y horizontal. Este continuo lo podemos representar de la siguiente forma:

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    De la cooptacin a la vivencia La participacin ciudadana se refiere en concreto al asunto del poder y su ejercicio por parte de diferentes actores sociales en los espacios creados para la interaccin entre los ciudadanos y las autoridades locales. Segn Gaventa y Valderrama (1999), en Amrica Latina el grado de descentralizacin no ofrece en general un espacio real para la participacin de los movimientos sociales, porque la cuestin del poder no se trata en consecuencia. Lo cual supone en la prctica que las lites y gobiernos locales, as como tambin los partidos polticos e incluso algunas ONGs y diversos tipos de instituciones que manejan programas de asistencia, investigacin e intervencin comunitaria (las universidades y sus prcticas obligatorias suelen caer en ello), no tienen problema en cooptar a las comunidades y organizaciones populares con el fin de llevar a cabo sus programas. La nica forma de contrarrestar esta situacin est directamente relacionada con asesorias solidarias, la experiencia organizacional y la vivencia (Fals-Borda, 1998) en procesos de planificacin y accin participativa. Lo cual refiere ms especficamente al asunto del conocimiento como poder, al necesario aprendizaje autogestivo de habilidades de negociacin poltica a partir de una movilizacin efectiva de las organizaciones y comunidades de base para lograr cambios e influencia en las decisiones, que permitan contrarrestar los mecanismos de cooptacin. El marco ms adecuado para lograr este conocimiento es el de la investigacin-accin participativa (IAP) desarrollada en Amrica Latina y otras regiones del Sur, cuyo desarrollo reciente (tambin expuesto a la cooptacin desde el primer mundo) ha sido descrito por Rahman y Fals-Borda (1992). La cooptacin de la participacin, ya sea desde el poder, las fundaciones, las universidades o partidos de izquierda y derecha, lleva a que, no todo lo que hoy se llama participacin sea participativo (Fals-Borda, 1986), o que como lo seala Montero (1996), no siempre que se habla de participacin, el referente sea un proceso de cooperacin, solidaridad, construccin y apropiacin del objeto por los actores sociales partcipes. El uso del concepto de manera indefinida, lo convierte segn ella, en un paraguas bajo el cual se cobijan diferentes grados de participacin que varan en funcin del vnculo con grupos de base o con organizaciones estatales o no gubernamentales, en funcin del poder y control que manejen los participantes. La cooptacin en la participacin se refiere en general al mantenimiento de la asimetra en la interaccin. Participar,

    COOPTACIN PARTICIPACIN

    1. MANIPULACIN

    2. INFORMACIN

    3. CONSULTA

    4. CONSENSO

    5. TOMA DE

    DECISIONES

    6. RIESGOS

    COMPARTIDOS

    7. ASOCIACIN

    8. AUTOGESTIN

    NIVELES DE PARTICIPACIN

    COOPTACIN PARTICIPACIN

    1. MANIPULACIN

    2. INFORMACIN

    3. CONSULTA

    4. CONSENSO

    5. TOMA DE

    DECISIONES

    6. RIESGOS

    COMPARTIDOS

    7. ASOCIACIN

    8. AUTOGESTIN

    NIVELES DE PARTICIPACIN

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    es segn Fals-Borda (1986), el rompimiento voluntario y vivencial de la situacin asimtrica de sumisin y dependencia implcita en la relacin sujeto-objeto.

    La ruptura de la asimetra implica lo que Fals-Borda (1998) llama la vivencia participante horizontal, que permite una relacin autnticamente dialgica. Que en el caso de la IAP permite la interpenetracin entre el conocimiento popular y el experto a partir de un compromiso existencial que implica una transformacin de la personalidad y la cultura, la rebelin contra la rutina, el egosmo y la manipulacin. Esto se discuti en el congreso mundial de IAP en Cartagena en 1997, como la accin necesaria para construir un contrapoder o generar poder popular. En general, como aclara Fals-Borda (1998), toda investigacin participativa sera interaccin comunicacional en la que ocurre un proceso no solo de dilogo, sino de confianza mutua entre investigador e investigado producida vivencialmente. El compartir la experiencia en un proceso comunitario entre los participantes, est muy bien definida por uno de los entrevistados de Snchez (2000) al decir que participar es el sentimiento de que cada cosa pertenece a todos, lo que lo lleva a concluir que la participacin genera solidaridad durante el proceso de convivencia de la comunidad.

    Si la vivencia como condicin de la participacin, que sigue tambin el principio de cooperacin de los hablantes, la situamos localmente, estaramos hablando de la episteme del habemos que personaliza la lengua castellana convirtindola en pura relacin, tal como lo ejemplifica Moreno (1995) al proponer una episteme de la relacin que caracteriza el mundo de vida de la episteme popular venezolana y latinoamericana.

    Lo que todo esto plantea, es no solo la necesidad de profundizar la participacin ciudadana a partir de los movimientos sociales que la representan y a travs de alianzas y consensos que las fortalezcan y defiendan de la represin y cooptacin desde el poder, sino tambin la urgencia de un mayor nfasis en la educacin ciudadana, en experiencias participativas y aprendizajes liberadores que contribuyan a crear las condiciones y tecnologa ciudadana como prcticas que preparen a la ciudadana y despierten sus inters en la gestin pblica como un asunto de todos, tanto a nivel comunitario, social y poltico en la marcha sin furia (como lo propone Fals-Borda, 1992) hacia una democracia participativa, como tambin hacia una ciudadana global. He ah un programa para la insercin de una psicologa social comunitaria como parte de la corriente internacional de la psicologa social crtica.

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