Lección 21 - La Transformación de las...

Tema 21

La Transformaciónde las impresiones

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Tema nº 21 - La Transformación de las Impresiones

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La Transformación de las Impresiones

Introducción:

La base del Trabajo interior es la transformación que debemos realizar aquí y ahora, en este preciso instante de nuestra vida...

¿A qué tipo de transformación se refiere? A cierta transformación psico-lógica del momento presente en que nos encontramos (en el cruce entre la línea horizontal y la línea vertical de la vida)…

¿Qué debemos transformar concretamente? Las REACCIONES MECÁNI-CAS que tenemos ante las IMPRESIONES que nos llegan del mundo exterior… Se trata del cambio de nuestra respuesta interior ante las situaciones de la vida (acción-reacción)... Para ello necesitamos hacernos conscientes de las im-presiones que recibimos y actuar ante ellas conscientemente...

En la lección 6 del curso, estudiamos el tema de la mecanicidad del “hom-bre-máquina”, y hacíamos la siguiente pregunta, ¿qué significa que el hombre es una máquina? Respuesta: Significa que no tiene libertad de movi-mientos, que en él no hay movimientos independien-tes ni interior ni exteriormen-te; que es una máquina que funciona y es puesta en mo-vimiento por múltiples y va-riadas influencias interiores y choques exteriores. Todos los movimientos, actos, pala-bras, ideas, emociones, senti-mientos, deseos de la máqui-na humana, son provocados por influencias exteriores y por múltiples causas interiores extrañas y difíciles…

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Curso por Correspondencia - I.G.A. Samael y Litelantes

Debemos comprender que el hombre-máquina nada puede hacer. Pero él se atribuye la capacidad de hacer. Todo lo que cree hacer, en realidad le sucede…

Quien de verdad quiere dejar de ser máquina, tiene que empezar por admi-tir y comprender su propia mecanicidad… Aquel que no comprende ni acepta su propia mecanicidad, aquel que no quiere entender correctamente este hecho, ya NO puede cambiar; es un infeliz condenado a sufrir los proce-sos mecánicos de la existencia.

El “animal intelectual” es una máquina, pero una máquina muy especial, si esta máquina llega a comprender que es máquina, si es bien conducida y si las circunstancias lo permiten, puede dejar de ser máquina y convertir-

se en hombre… Es necesario comprender nuestra mecanicidad…


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¿Cómo enfrentar nuestra mecanicidad? ¿Qué debemos hacer para combatirla?

REPETIMOS: “El hombre-máquina funciona y es puesto en movi-miento por múlt ip les y var iadas i n f luenc ias inter iores y CHOQUES EXTERIORES”…

¿Cuáles son esos choques exteriores?: LAS IMPRESIONES…

¿Qué se entiende en la Gnosis por impresiones? Las impresiones son uno de las tres clases de al imento que el hombre recibe para poder vivir. Los otros dos son el aire y el al imento común que ingerimos por la boca (y que llamamos “comida”).

Nuestra subs istenc ia depende de la transformación química que nuestro organismo hace con las substancias del al imento común y del aire… “¿Quién realiza dentro de nosotros ese proceso de transforma-ción de las substancias? ¡ E l centro instint ivo! ¡Cuán sabio es tal centro! ¡Realmente nos asombramos de la sabiduría de dicho centro!”.

Para que se produzcan las transformaciones químicas de estos dos al imentos, la naturaleza ha dotado a nuestro organismo de dos ÓRGANOS transformadores: Los pulmones para transformar el aire; y el estómago para transformar los alimentos…

No es difícil comprender que el aire y el al imento común son una clase de alimento para el organismo. Pero a primera vista puede pare-cer difícil comprender cómo las impres iones pueden ser un alimento. Mas debemos recordar que con cada impresión exterior, sonora, visual, olfativa, gustativa o sensitiva, recibimos desde afuera cierta cantidad de energía, cierto número de vibraciones; esta energía que penetra en el organismo desde el exterior, a través de las ventanas de los cinco sentidos, es un al imento. Además, la energía no puede ser transmitida sin materia. Si una impresión exterior introduce con ella una energía exterior en el organismo, ello significa que una mater ia exter ior tam-bién penetra en el organismo y lo nutre, en el pleno sentido de esta palabra (estas materias en nuestros estudios son llamadas “Hidrógenos”,

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y en próximas conferencias estudiaremos los procesos internos de la transmutación de los hidrógenos)…

Veamos un ejemplo que nos permitirá comprender el nivel de im-portancia de cada una de las tres clases de alimento, según la depen-dencia que de ellos tenemos:

-S in inger i r com ida , un hombre puede l legar a vivir treinta, cuarenta o cincuenta días; más allá de ese tiempo muere de inanición.

-S i n resp i ra r (es dec i r, sin aire), apenas puede vivir cuatro o cinco minutos; más al lá de ese t iempo le da un síncope.

-Pero sin impres iones no puede v iv i r n i un instante, pues lo que llamamos “vida” son las impresiones que de ella tenemos, y sin impresio-nes no hay vida…

Si de alguna manera se pudiera detener el flujo de las impresiones o privar al organismo de su capacidad de recibirlas, el hombre moriría instantáneamente. El flujo de las impresiones que nos vienen del exte-rior es como una “correa de transmisión” por la cual se nos comunica el movimiento. El motor principal para nosotros es la naturaleza, el mundo que nos rodea. La naturaleza nos transmite a través de nuestras impresiones la energía por la cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Si este influjo energético dejase por un instante de llegar a nosotros, nuestra máquina cesaría inmediatamente de trabajar. Por lo tanto, de las tres clases de alimento, el más importante son las impre-siones…


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Mas hay algo en este tema que nos invita a la reflexión: en el hom-bre-máquina no existe una transformación ADECUADA del tercer tipo de al imento que recibimos ( las impresiones). La Naturaleza NO nos ha dotado de un órgano instintivo que transforme las impresiones… Y es más, la Enseñanza nos dice que para los propósitos de la Naturaleza, no hay necesidad alguna de que el hombre-máquina transforme ade-cuadamente las impresiones.

La transformación de las impresiones es una necesidad solamente para el hombre que comprende que el desarrollo íntimo y consciente de sí mismo, depende de la adecuada transformación de las impre-siones, y por tal motivo se propone “crear” en él, un órgano transfor-mador de impres iones… Para conseguirlo, debe reunir dos requisitos imprescindibles:

-Primero, poseer un conocimiento de fondo, esotérico, sobre este asunto…

-Segundo, comprender el porqué de la necesidad de transfor-mar las impresiones.

Un nuevo conocimiento

¿Qué es la vida? Las gentes piensan que la vida es ese mundo exte-rior que ven y perciben a través de los cinco sentidos, y creen que este mundo físico, lo que se considera “la vida externa”, les va a dar todo lo que anhelan y buscan, y he ahí una tremenda equivocación…

Lo primero que se debe comprender en este Trabajo es que la vida, en sí misma, entra en nosotros en forma de impresiones… Esto quiere decir, que no existe realmente tal cosa llamada “vida externa”.

Estamos hablando algo muy revolucionario, pues todo el mundo cree que lo físico es lo real; pero si vamos un poco más al fondo, lo que realmente estamos recibiendo a cada instante, a cada momento, son impresiones.

La vida es una sucesión de impresiones, y no como se cree una cosa sólida, física, de tipo exclusivamente material.

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Decía el maestro Samael en una conferencia: “Es posible que us-tedes que me están escuchando tengan la certeza de que la vida que tienen existe como tal, y no como sus impresiones. Lo que sucede es que están ustedes tan sugestionados por el mundo físico, que obvia-mente así piensan. Más la realidad de la vida son sus impresio-nes.

Claro está que esta idea resulta ciertamente difícil de capturar, de aprehender; constituye un trabajoso punto de intersección... La persona que vemos sentada, por ejemplo, en una silla (allá, con tal o cual traje de color), aquel que nos sonríe más allá, aquel otro que va tan serio, etc., son para nosotros una cosa real, ¿verdad? Pero si meditamos pro-fundamente en todo lo que vemos, l legamos a la conclusión de que lo real para nosotros no son ellos, sino las impresiones que de ellos “tenemos.

Vemos a una persona que nos agrada o que nos desagrada, y lo primero que obtenemos son impresiones de esa naturaleza. Tal vez esa persona que nos desagrada, a otro le agrada; esto quiere decir que la “persona externa” es la misma, lo que es diferente es la percepción que de ella tenemos uno y otro. Es decir, la impresión que de ella te-nemos, y ésta es interior, mental; nos es propia solamente a nosotros. Entonces, ¿qué es lo real para nosotros, la persona externa o la impre-sión que de ella tenemos?

Las impresiones l legan a la mente a través de las ventanas de los cinco sentidos. Mas si no tuviéramos ojos para ver, ni oídos para oír, ni tacto para tocar, ni olfato para oler, ni gusto para gustar, ¿existirían para nosotros las personas?, ¿existiría acaso para nosotros esto que se llama mundo físico? ¡Claro que no, absolutamente no!

Así pues, la vida nos llega en forma de impresiones, y es ahí donde existe la posibilidad de Trabajar sobre nosotros mismos, y sobre nues-tra vida.


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El Primer Choque Consciente

Ante todo hay que comprender el trabajo que debemos hacer. Si no hiciéramos ese trabajo en forma correcta, ¿cómo podríamos lograr una transformación psicológica en sí mismos? Debemos comprender que el trabajo que vamos a realizar sobre sí mismos no lo hacemos sobre la vida externa, sino sobre las impresiones que de ella estamos recibiendo.

A menos que se aprehenda o capture esto, nunca se comprenderá el significado de lo que en el Trabajo es llamado el PRIMER CHOQUE CONSCIENTE. El “choque” se relaciona con las impresiones que son todo cuando conocemos del mundo exterior: las impresiones que es-tamos recibiendo y que tomamos como si fueran las verdaderas cosas, las verdaderas personas…

Las cosas, los acontecimientos, las personas, son lo que son, no po-demos transformarlas… Nadie puede transformar la vida externa. Pero todos pueden trans formar sus impresiones… Necesitamos transformar nuestra vida, y ésta es INTERNA… ¡no EXTERNA!

Es por esta razón que la Enseñanza dice que es necesario crear un instrumento de transformación en el punto de entrada de las impresio-nes…

¿Por qué llamamos nosotros al trabajo sobre la transformación de las impresiones, el Primer Choque Consciente? Por un solo motivo: por-que es algo que en modo alguno podríamos efectuar en forma mecá-nica. Este choque no sucede jamás mecánicamente; se necesita de un esfuerzo auto-consciente para realizarlo.

Es claro que un aspirante gnóstico que comience a comprender esta clase de Trabajo, obviamente comienza también a dejar de ser un hombre mecánico que sirve exclusivamente a los intereses de la Naturaleza; una criatura absolutamente dormida que sencillamente es empleada por la Naturaleza para los fines económicos de la misma, los cuales no son, en modo alguno, los intereses de nuestra propia Auto-Realización Íntima.

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Si comenzamos a comprender el signif icado de todo cuanto es-tamos enseñando, por la vía del esfuerzo propio, empezando con la Observación de Sí mismos, veremos que en el lado práctico del Trabajo esotérico todo se relaciona con la transformación de las impre-siones, y lo que resulta naturalmente de las mismas.

El trabajo sobre las emociones negativas, sobre los estados de áni-mo enojosos, sobre la cuestión esta de la identificación, sobre la au-to-consideración, sobre los yoes sucesivos, sobre la auto-justificación, sobre la disculpa y sobre los estados inconscientes en que nos encon-tramos, se relaciona en todo con la transformación de las impresiones, y lo que resulta de ello. Así convendrá, que en cierto modo el trabajo sobre sí mismos es comparable a la digestión en el sentido de que es una transformación.

“Quiero que ustedes ref lexionen profundamente en esto, que com-prendan lo que es el PRIMER CHOQUE CONSCIENTE: Es preciso formar un INSTRUMENTO DE CAMBIO en el lugar de entrada de las impresiones (¡no lo olviden!)…

“Este instrumento de cambio es el Primer Choque Consciente, y es dado por la acción del RECUERDO DE SÍ…”

Es posible establecer un estado de constante recuerdo de sí mis-mos: “Si mediante la comprensión del Trabajo ustedes pueden aceptar la vida como un trabajo, entonces estarán en un estado constante de recuerdo de sí. Este estado de conciencia los llevara a ustedes a la trans-formación de las impresiones, y así a una vida distinta en lo que a ustedes respecta. Es decir, ya la vida no obrará más sobre ustedes, como lo hacía antes. Comenzarán a pensar y a comprender de una manera nueva. Y éste es el comienzo de su propia transformación. Porque mientras ustedes si-gan pensando de la misma manera, tomando la vida como si esta fuese una cosa real, sólida, material, es claro que no habrá ningún cambio en ustedes.

“Transformar las impresiones de la vida es transformarse uno mismo, y sólo una manera de pensar enteramente nueva puede efectuarlo. Todo este Trabajo descansa sobre una manera de pensar enteramente nueva.


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“Comprenderán ustedes que la vida nos exige continuamente reac-cionar. Todas esas reacciones forman nuestra vida personal. Cambiar la vida de uno no es cambiar las circunstancias exteriores, es cambiar las propias reacciones. Pero si no vemos que la vida exterior nos llega como meras impresiones que nos obligan incesantemente a reaccionar en una forma estereotipada, no veremos donde empieza el punto que realmente posibilite el cambio, y donde es posible trabajar.

“Si las reacciones que forman nuestra vida personal son casi todas de tipo negativo, entonces también nuestra vida será negativa. La vida es principalmente una serie sucesiva de reacciones negativas e inco-rrectas que se dan como respuesta a las impresiones que llegan a la mente. Luego nuestra tarea consiste en transformar las impresiones de modo que no provoquen ese tipo de reacciones negativas a que estamos tan acostumbrados, si deseamos trabajar sobre sí mismos.

“Pero para lograrlo es necesaria la observación de sí mismo en el punto donde penetran las impresiones. Así las impresiones no llegan de un modo mecánico… Es necesario estarnos AUTO-OBSERVANDO de ins-tante en instante, de momento en momento

“Esto equivale a empezar a vivir más conscientemente. Un individuo puede permitirse el lujo de que las impresiones le lleguen mecánicamente, pero si uno no comete semejante error, si transforma sus impresiones, en-tonces comienza a vivir conscientemente.

“El Primer Choque Consciente radica, precisamente, en la transfor-mación de las impresiones que llegan a la mente. Mas si uno no consi-gue transformar las impresiones que llegan a la mente en el momento mismo de su entrada, siempre se puede trabajar en el resultado de las mismas. Claro está que, al transformarlas, evitamos que produzcan sus efectos mecánicos que siempre suelen ser desastrosos en el interior de nuestra psiquis.

“En todo caso, esto exige un sentimiento definido, una vibración de-finida del Trabajo, una valorización de la Enseñanza, lo que significa que este trabajo esotérico debe ser llevado hasta el punto donde entran las impresiones, y desde donde son distribuidas mecánicamente a su lugar acostumbrado para evocar las antiguas reacciones”.

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“Quiero que ustedes vayan entendiendo un poquito más. Voy a tratar, dijéramos, de simplificar, a fin de que ustedes puedan entender. Pondré un ejemplo: Si arrojamos una piedra a un lago cristalino, en el lago vemos que se producen impresiones, y la respuesta a esas impresiones dadas por la piedra, son las reacciones. Éstas se manifiestan en ondas que van des-de el centro hasta la periferia, ¿verdad? Bueno, ahora lleven ustedes, mis queridos hermanos gnósticos, este ejemplo a la mente.

“Imagínensela, por un momento, como un lago. De pronto, aparece la imagen de una persona. Esa imagen, dijéramos, es como la piedra de nuestro ejemplo: llega al lago de la mente y entonces la mente reacciona en forma de reacción. (Las impresiones son las que producen la imagen que llega a la mente; las reacciones son la respuesta a tales impresiones).

“Si ustedes tiran una pelota contra un muro, el muro recibe la impre-sión; pero luego viene la reacción que consiste en que, inconscientemente, regresa la pelota hacia quien la mandó. Bueno, puede que no le llegue directamente, pero de todas maneras rebota la pelota y eso es reacción, ¿verdad?

“El mundo todo está formado por impresiones: Por ejemplo, nos llega la imagen de una mesa (es una imagen que llega a la mente a través de los sentidos), no podemos decir que ha llegado la mesa, que la mesa se ha metido en nuestro cerebro, eso sería absurdo, pero sí se ha metido una imagen de la mesa; entonces nuestra mente reacciona, inmediatamente, diciendo: “Esto es una mesa y es de madera o es de metal”, etc... Creo que ustedes me van entendiendo, ¿no?

“Bien, ahora, hay impresiones que no son muy agradables. Por ejem-plo, las palabras de un insultador no son, por cierto, bastante hermosas que se diga, ¿no? ¿Podríamos transformar esas palabras del insulta-dor? ¡No!, las palabras son como son, entonces, ¿qué podríamos hacer? ¿Transformar las impresiones que tales palabras nos producen? ¡Sí!, eso es posible, y la Enseñanza Gnóstica nos enseña a cristalizar la Segunda Fuerza (es decir, al CRISTO en nosotros), mediante un postula-do que dice: “Hay que recibir con agrado las manifestaciones desa-gradables de nuestros semejantes”...


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“He ahí, pues, el modo de transformar las impresiones que producen, en nosotros, las palabras de un insultador: “Recibir con agrado las ma-nifestaciones desagradables de nuestros semejantes”... Este postula-do nos llevará, naturalmente, a la cristalización de la Segunda Fuerza (es decir, el Cristo en nosotros), hará que el Cristo venga a tomar forma en nosotros. Es un postulado sublime, esotérico en un ciento por ciento...

“Ahora bien, si del mundo físico no conocemos sino las impresiones, entonces, propiamente, el mundo físico no es tan externo como creen las gentes. Con justa razón dijo Don Emmanuel Kant: “Lo exterior es lo in-terior”...

“Así pues, si lo interior es lo que cuenta, pues debemos transformar lo interior (las impresiones son interiores). Todos los objetos, las cosas, todo lo que vemos existe en nuestro interior en forma de impresiones. Por tanto, si nosotros no transformamos las impresiones, nada cambiará en nosotros.

El resultado de la no-transformación de las impresiones

“La lujuria, la codicia, el odio, el orgullo, etc., existen en forma de im-presiones dentro de nuestra psiquis y vibran incesantemente; y el resul-tado mecánico de tales impresiones (no transformadas adecuadamente por nosotros) han sido todos esos elementos inhumanos que llevamos dentro, y que normalmente los hemos llamado “Yo” o “Yoes”, y que en su conjunto constituyen el mí mismo, el sí mismo, ¿verdad?

“Supongamos que un individuo, por ejemplo, ve a una mujer provoca-tiva y no transforma sus impresiones; el resultado será que las mismas (de tipo naturalmente lujurioso), originen en él, el deseo de poseerla. Tal deseo viene a ser el resultado mecánico de la impresión recibida; y ese deseo viene a cristalizar, a tomar una forma en nuestra psiquis, se con-vierte en un agregado más, es decir, en un nuevo elemento inhumano, en un nuevo Yo de tipo lujurioso que viene a agregarse a la suma (existente ya) de elementos inhumanos que, en su totalidad, constituyen el EGO, el mí mismo, el sí mismo.

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“Pero, vamos a seguir reflexionando... En nosotros existe ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza y gula…

“IRA . ¿Por qué? Porque muchas impresiones llegaron a nosotros, a nuestro interior, y nunca las transformamos. El resultado mecánico de tales impresiones de Ira fueron los Yoes que aún existen, que “viven” en nuestra psiquis, y que constantemente nos hacen sentir coraje.

“CODICIA . Indudablemente, muchas cosas despertaron en nosotros la codicia: el dinero, las joyas, las cosas materiales de toda clase, etc. Esas cosas, realmente, esos objetos llegaron a nosotros en forma de impre-siones. Nosotros cometimos el error de no haber transformado esas im-presiones, por ejemplo en otra cosa diferente: en una admiración por la belleza, o en altruismo, o en alegría por el dueño de tales o cuales cosas, en fin... ¿Y qué? Pues que tales impresiones no transformadas, natural-mente, se convirtieron en Yoes de codicia que ahora cargamos en nuestro interior.

“En cuanto a la LUJURIA, ya dije: que distintas formas de lujuria llega-ron a nosotros en forma de impresiones, es decir, surgieron en el interior de nuestra mente imágenes de tipo erótico, cuya reacción fue la lujuria. Como quiera que nosotros no transformamos entonces esas ondas lujurio-sas, esas vibraciones lujuriosas, esas impresiones, ese sentir lujurioso, ese erotismo malsano, no bien entendido (porque bien entendido, ya dije que el erotismo es sano), naturalmente que el resultado no se hizo esperar: fue completamente mecánico, nacieron nuevos Yoes dentro de nuestra psiquis de tipo, claro está, morboso.

“Así pues, hoy en día nos toca trabajar sobre las impresiones que te-nemos en nuestro interior y sobre sus resultados mecánicos. Dentro te-nemos impresiones de ira, de codicia, de lujuria, de envidia, de orgullo, de pereza, de gula, etc., etc., etc., y otras tantas hierbas. También tene-mos dentro los resultados mecánicos de tales impresiones: manojos de Yoes pendencieros y gritones que ahora necesitamos COMPRENDER y ELIMINAR.

“Todo el trabajo sobre nuestra vida, versa pues en saber transformar las impresiones y también en saber eliminar los resultados mecánicos de las impresiones no transformadas en el pasado...”


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El mundo exterior, propiamente no existe; lo que existe es lo inter-no. Las impresiones son interiores y las reacciones con tales impresio-nes son de tipo completamente, dijéramos interior. Nadie me podría decir que está viendo a un árbol en sí mismo; estará viendo la imagen del árbol pero no al árbol. “la cosa en sí -como decía Don Emmanuel Kant- nadie la ve”; (se ve la imagen de la cosa). Es decir, surgen en no-sotros las impresiones sobre un árbol, sobre una cosa. Éstas son inter-nas, son de adentro, son de la mente.

“Si uno, por ejemplo, no hace una modificación de sus propias impre-siones internas, el resultado mecánico no se deja esperar: es el nacimien-to de nuevos yoes que vienen a esclavizar, aún más, a nuestra Esencia, a nuestra Conciencia; que vienen a intensificar el “sueño” en que vivimos.

“Cuando uno comprende que realmente todo lo que existe dentro de uno mismo, con relación al mundo físico, no son más que impresiones, comprende también la necesidad de transformar esas impresiones; y al hacerlo, se produce una transformación total de uno mismo.

“No hay cosa que más duela, por ejemplo, que la calumnia o las pala-bras de un insultador; pero si uno es capaz de transformar las impresio-nes que le producen a uno tales palabras, pues, ésas quedan entonces sin valor ninguno, es decir, quedan como un cheque sin fondo.

“Ciertamente, las palabras de un insultador no tienen más valor que el que les dé el insultado. Si el insultado no le da valor a tales palabras, las mismas quedan sin valor (repito, aunque me haga cansón: quedan como un cheque sin fondo). Cuando uno comprende esto, transforma entonces las impresiones de tales palabras, por ejemplo, en algo distinto: en amor, en compasión por el insultador; y eso, naturalmente, significa transfor-mación.

“Así pues, necesitamos estar transformando, incesantemente, las im-presiones; no sólo las presentes, sino las pasadas. Dentro de nosotros existen muchas impresiones que cometimos el error, en el pasado, de no haber transformado, y muchos resultados mecánicos de las mismas, que son los tales Yoes que ahora hay que desintegrar, aniquilar, a fin de que la Conciencia quede libre y despierta.

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“Quiero que ustedes reflexionen hondamente en lo que estoy diciendo: las cosas, las personas, no son más que impresiones dentro de ustedes, dentro de su mente. Si ustedes transforman esas impresiones, se transfor-ma la vida de ustedes.

“Cuando hay, por ejemplo, ORGULLO, eso tiene por basamento la ig-norancia. ¿De qué puede sentirse orgullosa una persona? ¿De su posición social, de su dinero, de qué?... Pero si esa persona, por ejemplo, piensa que su posición social es una cuestión meramente mental, es una serie de im-presiones que han llegado a su mente (impresiones sobre su estado social, o su dinero); cuando piensa que tal estado no es más que una cuestión mental, o cuando analiza, pues, la cuestión del dinero, viene a darse cuen-ta que éste, en sí mismo, existe en la mente en forma de impresiones (las impresiones que produce el dinero, claro está). Si analiza esto a fondo, si comprende realmente que el dinero y la posición social y demás, no son más que impresiones internas de la mente; con el sólo hecho de compren-der que sólo son impresiones de la mente, hay transformación de las mismas; y entonces el orgullo cae, se desploma, y nace en una forma muy natural, dentro de nosotros, la HUMILDAD.

“Continuando así con estos ejemplos de transformación de las im-presiones, proseguiré con algo más: si, por ejemplo, una imagen de una mujer lujuriosa llega a la mente, o surge en la mente (tal imagen es una impresión, obviamente), nosotros podríamos transformar esa impresión lujuriosa mediante la comprensión. Bastaría con que pensáramos en que la citada imagen es perecedera, en que esa belleza es, por lo tanto, ilusoria. Si recordáramos en ese instante que esa mujer ha de morir y que su cuerpo se ha a volver polvo en el Panteón; si con la imaginación viése-mos su cuerpo en estado de desintegración dentro de la sepultura, sería esto más que suficiente como para transformar esa impresión lujuriosa en CASTIDAD. Así, transformándola, no surgirían en la psiquis más Yoes de lujuria.

“Así pues, conviene que mediante la comprensión transformemos las impresiones que surgen en la mente. Creo que los hermanos van enten-diendo que el mundo exterior no es tan exterior como normalmente se cree; es interior, pues todo lo que nos llega del mundo no son más que impresiones internas. Nadie podría meter un árbol dentro de su mente, ni una silla, ni una casa, ni un palacio, ni una piedra. Lo que hay dentro


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de nuestra mente no son sino impresiones, eso es todo; impresiones de un mundo que llamamos “exterior”, pero que realmente no es tan exterior como se piensa.

“Conviene, pues, que estemos nosotros transformando las impresiones mediante la compresión. Si alguien nos adula, nos alaba, por ejemplo, ¿cómo transformaríamos nosotros la VANIDAD que tal adulador podría provocar en nosotros? Obviamente, las alabanzas, las adulaciones, no son más que impresiones que llegan a la mente, y ésta reacciona en forma de vanidad. Pero si se transforman tales impresiones, la vanidad se hace imposible. ¿Cómo se transformarían, pues, las palabras de un adulador, esas impresiones de alabanza, en qué forma? ¡Mediante la compresión!

“Cuando uno realmente comprende que no es más que una infinitesi-mal criatura, viviendo en un rincón del Universo, de hecho transforma por sí mismo tales impresiones de alabanza, o de lisonja, en algo distin-to; convierte tales impresiones, dijéramos, en lo que son: polvo, polvare-da cósmica, porque comprende uno su propia posición. Ya sabemos que nuestro planeta Tierra es un grano de arena en el espacio. Pensemos en la Galaxia en que vivimos, compuesta por miles y millones de mundos... ¿Qué es la Tierra? Es una mísera partícula de polvo en entre el Infinito. ¿Y qué nosotros? Organismos, dijéramos, casi microorganismos de esa partícu-la... ¿Entonces qué?, ¿qué surgiría en nosotros con estas reflexiones? La HUMILDAD, es claro, y ésta, obviamente, produciría una transformación de las impresiones que se relacionan con la lisonja y la adulación o la ala-banza, claro; y no reaccionaríamos como resultado de ellas en forma de orgullo, ¿verdad?

“Cuanto más reflexionemos en esto, vemos más y más la necesidad de una transformación completa de las impresiones: ¡Todo lo que vemos externo, es interior! Luego, si no trabajamos sobre lo interior, vamos por el camino del error, porque no modificaríamos entonces nuestra vida. Si queremos ser distintos, necesitamos transformarnos íntegramente, y si queremos transformarnos debemos empezar por transformar las impre-siones… Ahí está la clave para la transformación radical del individuo.”

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¿Quién distribuye mecánicamente en nosotros las impresiones que nos llegan de la vida?

La Personalidad que todos hemos adquirido es la que ahora recibe las impresiones de la vida, pero no las transforma adecuadamente, porque prácticamente es algo muerto (está muerta). Si las impresiones cayeran di-rectamente sobre la Esencia, es obvio que serían transformadas porque ella las depositaría exactamente en los centros correspondientes de la máquina humana.

Como sabemos, Personalidad es el término que se aplica a todo cuanto adquirimos en la vida. Es claro que ésta traduce las impresiones de todos los lados de un modo limitado y prácticamente estereotipado, con arreglo a su calidad y asociaciones.

A este respecto, en el trabajo esotérico gnóstico se compara a la perso-nalidad con una pésima secretaria que está en la oficina de enfrente, y que se ocupa de todo según sus conceptos, preconceptos, opiniones, prejuicios, gustos, intereses y conveniencias (es decir, según sus propias ideas). Esta mala secretaria tiene muchísimos “diccionarios”, “enciclopedias” de todo gé-nero, “libros de referencia”, etc., y está en comunicación con los centros de la máquina humana con arreglo a sus inusitadas y limitadas ideas (de familia, escuela, barrio, pueblo o ciudad, región, nación, raza, religión, política, educa-ción, conocimientos adquiridos, etc.).

Debemos saber que en cada centro de la máquina humana existe una especie de memoria o “disco duro” en la que están registrados los datos que conforman toda la información que la Personalidad posee; esos datos le dan una serie de procesos asociativos, limitados y estereotipados, según los cuales ella asocia las impresiones y las transforma…

En el fondo, ¿qué es nuestra memoria? Para comprenderlo tenemos que aprender a considerar cada centro como una máquina separada e indepen-diente, que está formado por una sustancia sensitiva similar a la masa de los rollos fonográficos o a los circuitos electrónicos de un disco duro. Todo lo que nos pasa, todo lo que vemos, todo lo que oímos, todo lo que sentimos, todo lo que aprendemos se registra en esos discos. Esto quiere decir que todos los acontecimientos exteriores e interiores dejan ciertas “impresiones” o “impronta” en los discos. Una impresión puede ser profunda o puede ser


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muy leve, o puede ser simplemente una impresión débil que desaparece muy rápidamente y no deja ninguna huella.

Pero ya sean profundas o leves, son impresiones. Y estas impresiones en los discos son todo lo que tenemos, todas nuestras posesiones. Todo lo que sabemos, todo lo que hemos aprendido, todo lo que hemos experimenta-do; todo está allí en nuestros “discos”. Todos nuestros procesos mentales, nuestros cálculos, nuestras especulaciones, nuestras conjeturas, etc., con-sisten sólo en comparar las inscripciones en los discos, asociándolas a lo que conocemos y dando respuestas según lo que sabemos. Objetivamente hablando, el hombre-máquina no puede pensar en nada nuevo, en nada que no esté en sus discos. No podemos decir ni hacer nada que no corresponda a alguna inscripción en los discos…

Las inscripciones o impresiones en los discos están conectadas por aso-ciaciones. La Personalidad conecta, por asociación, las impresiones que han sido percibidas con respuestas que son conocidas. No puede hacerlo de otra forma. Actúa de forma mecánica, yendo de lo conocido a lo conoci-do… Somos el producto de un número concreto y limitado de impresiones propias que han modelado nuestra “forma de vida”, nuestros sentimientos, ideas, valores, prioridades, intereses y gustos.

Ejemplos: En el disco duro emocional existen una serie de impresiones

relacionadas con el lugar donde nacimos y crecimos. Esas impresiones limi-tan nuestros sentimientos a sentir apego por un lugar y una época. Cuando un hombre está lejos de su tierra, siente eso que se llama “morriña”; dice expresiones como, “la tierra me tira”... Si ese hombre, lejos de su tierra, es-cucha una música popular de “su tierra”, puede llorar de nostalgia. (Es una impresión que la Personalidad deposita en el centro emocional, originando recuerdos y sentimientos nostálgicos).

Somos víctimas de los datos grabados en nuestros centros. Nuestra Personalidad transforma mecánicamente las impresiones de acuerdo “a lo adquirido”, que se encuentra contenido en la memoria de los centros… Como consecuencia o corolario, de resultas de todo esto casi siempre se pone en comunicación con centros equivocados. Esto significa que las impresiones que nos llegan son enviadas a centros equivocados, es decir, a lugares que no le corresponden, produciendo, naturalmente, resultados equivocados.

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Supongamos que una mujer atiende con mucha consideración y respeto a un caballero; claro es que las impresiones que el caballero está recibiendo en su mente son recibidas por la Personalidad y ésta las manda a centros equivocados. Normalmente las manda al centro sexual, y este caballero llega a creer firmemente que la dama está enamorada de él, o por lo menos que se interesa por él, y como es lógico no tarda mucho tiempo en que él se apresure a hacerle insinuaciones de tipo amoroso. Indubitablemente, si aquella dama jamás ha tenido esa clase de preocupaciones por el caballero, no deja de sentirse, con mucha razón, sorprendida. Ese es el resultado de una pésima transformación de las impresiones.

Vemos aquí cuán mala secretaria es la Personalidad. Indiscutiblemente, la vida de un hombre depende de esta “secretaria” que busca mecánicamente la información y realiza la transformación según sus libros de referencia, sin comprender en absoluto lo que significa en realidad el suceso, y transmite en consecuencia sin preocuparse por lo que pueda ocurrir, pero sintiendo únicamente que está cumpliendo con su deber.

Esta es nuestra situación interior. Lo que importa comprender en esta alegoría es que la Personalidad humana que nosotros adquirimos, empieza a hacerse cargo de nuestra vida…

Incuestionablemente, es inútil imaginar que esto sucede solamente a ciertas y determinadas personas: le sucede a todas. Quienquiera que sea, a través de la auto-observación puede darse cuenta que se encuentra en posesión de un “reducido número” de modos característicos de reacción, ante las múltiples impresiones de la vida entrante. Estas reacciones mecá-nicas, desgraciadamente, nos gobiernan. Cada cual está gobernado por su propia serie de reacciones a las impresiones, no importa que se llame liberal o conservador, revolucionario o reaccionario, culto o inculto... La humanidad, en este sentido, podemos decir en forma enfática que es completamente mecanicista.

Es obvio que estas reacciones ante los impactos del mundo exterior constituyen nuestra propia vida. Cualquier hombre en la vida se ha formado una enorme cantidad de reacciones que toma como sí mismo y que vienen a ser las experiencias prácticas de su existencia...


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La Gnosis: una nueva educación

Necesitamos pasar por una nueva educación que revolucione los cimientos de nuestra Personalidad. Ésta debe ponerse al servicio de la Esencia, ya que los valores de la Esencia pueden transformar adecua-damente las impresiones.

La Enseñanza Gnóstica nos brinda la posibi l idad de adquir ir una nueva educación. Las ideas de la Psicología Revolucionaria nos aportan una visión objetiva del hombre y del mundo; datos objetivos y nece-sarios para la correcta transformación de las impresiones. Por ejemplo, el dicho de la enseñanza que nos dice, que “hay que aprender a recibir con agrado las manifestaciones desagradables de nuestros semejantes”.

Mas este tipo de transformación exige un sentimiento definido, una vibración definida del Trabajo, una valorización de la Enseñanza… Esto significa que el sentido, el sentimiento y la valoración del Trabajo de-ben acompañar todos nuestros esfuerzos. Un hombre debe trabajar por amor al trabajo, lo que significa que este Trabajo esotérico debe ser llevado hasta el punto donde entran las impresiones, y desde donde son distribuidas mecánicamente a su lugar acostumbrado para evocar las antiguas reacciones. Las ideas del Trabajo tienen que ser traídas intencionalmente hasta ese punto.

Por ejemplo: dice el maestro Samael en su “Tratado de Psicología Revolucionaria”, que la experiencia le enseña a uno que si es negativo, se debe a la culpa propia. Claro, desde el punto de vista sensorial y “externo” de la vida, es ésta o aquélla persona del mundo exterior (a quien uno ve y oye por medio de los ojos y los oídos), la que tiene la culpa... “Es esta persona la culpable (usted dirá) porque me ha hecho esto o dice aquello,”. Pero desde el punto de vista del Trabajo interior, la culpabi l idad está en las impres iones que nosotros tengamos sobre esa persona . Los culpables somos nosotros por no transformar ade-cuadamente las impresiones que recibimos de esa persona. Muchas veces pensamos que una persona es perversa, cuando en el fondo es una mansa oveja…

Si una persona toma la vida como siempre, de la manera ordinaria,

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es decir, si siempre recibe las impresiones del mismo modo mecánico y habla y obra según ellas del mismo modo mecánico, entonces nada podrá cambiar en esa persona. No podrá crecer. No verá dónde está en ella el punto de in ic io del Trabajo (que está dentro de ella). Creerá que el trabajo es algo que está fuera de ella…

¿Cómo puede un hombre l levar el Trabajo al lugar de entrada de las impresiones? Recordando emocionalmente el Tra bajo; amando y valorando el Trabajo. Cuando a través de una correcta observación de sí mismo el hombre com prende su prop ia incapacidad y constata su prop ia mecanic idad, tanto más emocional l legará a ser el Trabajo para él, y tanto más trabajará correctamente; pues comprenderá que solamente el Trabajo Esotérico Gnóstico puede ayudarnos en la vida…


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PRÁCTICA RECOMENDADA

Lo importante sería, por ejemplo, a f in de conocer mejor nues-tras acciones y reacciones internas, poder relajar la mente. Esto del “Relajamiento Mental” es magnífico. Recostarse uno en su lecho o en un cómodo si l lón, relajar todos los músculos pacientemente y luego vaciar la mente de toda clase de pensamientos, deseos, emociones, recuerdos. Cuando la mente está quieta, cuando la mente está en si-lencio, podemos conocernos mejor a sí mismos. En tales momentos de quietud y silencio mental es cuando realmente venimos a vivenciar en forma directa el crudo realismo de todas las reacciones de la vida práctica.

Cuando la mente se encuentra en absoluto reposo, vemos a mul-titud de elementos y sub-elementos, acciones y reacciones, deseos, pasiones, etc., como algo ajeno a nosotros, pero que aguardan el ins-tante preciso para poder real izar su control sobre nosotros mismos, sobre nuestra Personalidad. He ahí el motivo por el cual vale la pena el silencio y la quietud de la mente. Obviamente la relajación del entendi-miento es benéfica en el sentido más completo de la palabra, pues nos conduce al auto-conocimiento individual.

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LECTURA RECOMENDADA:

Para profundizar más en el tema de los tres tipos de al imentos y la t ransformación de las impres io-nes, recomendamos e l estud ios de las conferencias o Cátedras 32 y 33, del l ibro del maestro Samael, CÁTEDRAS II.

Lección 21 - La Transformación de las...

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