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  • LECCIN IX.

    Sumario.

    ORDEN CORINTIO.CARITIDES.ATLANTES.TELAIIONES.

    Desde muy antiguo, al observar la composicin de los edificios en que se emplearan los rdenes de la arquitectura clsica, se calific el sistema de construccin usado en cada uno de los casos segn los rdenes elegidos, diciendo que en unas ocasiones era la construccin de carcter robusto, en otros delicadamente desarro-llada, y en otros elegantemente presentada; haciendo alusin al hablar de la robustez, al orden drico, al hablar de la delicadeza desarrollada al orden jnico, y al hablar de la elegancia en su l-tima espresion al orden corintio. Nosotros, sin desatender estas calificaciones de cada uno de los rdenes y de las obras edificios en que fueron empleados, no deberemos admitir tales calificacio-nes tan en absoluto que constituyan para nuestro modo de ver en el arte un principio general.

    Es cierto que no nos podemos apartar del hecho existente de que en todos los edificios en los que en los tiempos del clasicis-mo fu necesario imprimir un carcter de severidad que estuvie-ra en armona con los principios fundamentales en que estribara

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    la necesidad de la ereccin de los mismos edificios: la severidad misma de los principios fundamentales determin indudablemen-te el deseo natural de hacer adquirir estas construcciones el ca-rcter de mxima de estabilidad, carcter que sabemos no es en su mayor grado en otro orden que en el drico, y por razn de analoga vemos empleado el orden jnico en aquellas construccio-nes en las que, sin perjuicio de la estabilidad, se necesitaba una espresion de delicado desarrollo, teniendo el origen de las mis-mas en las ofrendas mortuorias, en las que por humildes que fue-ran las materias empleadas en los primeros tiempos, germinan crendose por las ideas trascendentales pues se ve en su origen, el deseo que siempre ha sido natural de hacer palpables por me-dio de manifestaciones esternas los grados del respeto, del cario y de todas las dems acciones que corresponden la memoria de los que fueron y de sus virtudes. En el tercer modo de construir calificado de delicado, de esbelto, se ve ya un verdadero progreso en el arte talmente dicho, se ve eL arte imitativo de las produc-ciones de la naturaleza combinando la copia que traza de las mis-mas de un modo acertado para que sirvan la vez las moles en donde el trabajo manual tales resultados nos da, tanto la esta-bilidad de la construccin, como la ornamentacin que la ca-racteriza.

    El orden corintio, que se distingue especialmente de los dems rdenes en la forma y modo de ser de la ornamentacin de su ca-pitel, es debido, segn nos dice Vitruvio en su obra citada algu-nas veces, al arquitecto, pintor y escultor Calimaco, que fue ins-pirado, para la composicin del capitel, por la vista de un cipo o terraplenamiento funerario en que una ofrenda puesta sobre el enterramiento de un doncella, con su propio peso dio cobijamien-to la vez que aplanamiento al acanto al crecer, determinando as la forma aproximada de un tambor acampanado, ornamenta-do. Naturalmente algunos anticuarios no queriendo veren las es-piraciones de Vitruvio otra cosa, sino un acomodamiento fabulo-so por no tener datos de hecho citados, buscan por analoga el origen del capitel corintio en los capiteles acampanados de los sus-tentantes verticales aislados que caracterizan de un modo deter-minado la arquitectura de las construcciones egipciacas. Nos-otros que no tenemos por objeto investigar de un modo concreto cual es el verdadero origen de las partes que constituyen los r-

  • 121 dcnes, y desentraar las cuestiones que sobre este origen pueden suscitarse y se han suscitado, nos contentaremos con manifestar cada una de las opiniones que sobre el particular, sobre los de-talles de las construcciones se han suscitado y sostenido con ma-yor menor fundamento. De todos modos el hecho es que apare-ci el orden corintio en Grecia 460 aos antes de Jesucristo, que se present desde luego desarrollado de un modo notable la vez que sencillo en el monumento de Liscrates; en el que si bien la forma fu indecisa en su origen, como en todos los dems monu-mentos honorficos para los que fu segn parece empleado, no obstante ya en el monumento citado y que lo tomaremos como ti-po de la construccin corintia griega, se nos presenta con un gra-do de esbeltez al mismo tiempo que de naturalidad tal, que des-de luego podemos ver en l el germen del verdadero orden corin-tio. Tambin tenemos en Grecia determinada la construccin co-rintia y bien representada, puesto que podemos tomar co-mo tipos, adems del citado, el templo de Apolo en Mileto, y el templo de Cres en Eleusis: pues cualquiera de estas cons-trucciones monumentales, sujetas un anlisis, nos determina las formas especiales, singulares que caracterizan al orden corintio. Especialmente en lo que hace referencia su capitel, y compara-das todas ellas entre s y con las formas empleadas en el monu-mento de Liscrates, primero de los tipos considerados, desde lue-go determinan un progreso en el mismo desarrollo de la espresion plstica, el afianzamiento del sistema armnico y por consiguien-te la perfeccin y consiguiente belleza del orden. Estas son, di-gmoslo as, las construcciones que pueden considerarse como ti-pos del primer perodo del orden corintio, primer perodo que comprende plenamente la poca florida de la Grecia.

    En la segunda poca de la misma, en el decaimiento de ella, las formas del orden corintio fueron pronunciadas; se dice por algunos que en este perodo lleg tener su perfeccin; pero hay que tener en cuenta que este perodo coincide con la poca mace-dnica, que ya es 336 aos antes de Jesucristo, en que la Grecia era decadente; que ya sus necesidades y el modo de satisfacerlas estaban sujetas una cierta confusin; que ya los procederes, por mas que bajo el punto de vista material fuesen mas fciles, indus-trialmente considerados, no sus procederes en el orden de los tra-bajos intelectuales, sealando la marcha al arte y reflejndose en

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  • 122 este el modo mas menos perfecto de ser de la sociedad. As es, que si por perfeccin se entiende acumulacin, pulcritud del tra-bajo material y cierta libertad de accin no sujeta la idea que siempre debe ser el germen de todo trabajo; realmente perfeccin hubo en la poca macednica respecto las construcciones corin-tias; pero ntese que si se toman como estudio los tipos de las mismas en esta poca y se comparan con las del primer perodo, se nota desde luego multiplicacin de los miembros del detalle, amaneramiento en las formas y decadencia consiguiente por la multiplicidad respecto de las primeras, que sin constituir pobre-za, antes bien riqueza, si bien que sin exuberancia, determina-ron el carcter de la construccin corintia del primer perodo.

    En la poca macednica pas el orden corintio Roma llegan-do lo que se ha llamado por algunos el apojeo de las construc-ciones corintias, hasta la poca de Augusto, poca en que tiene principio nuestra Era. Es cierto que en las construcciones roma-nas se ven restos monumentales pertenecientes al orden corintio, dignos de llamar la atencin por la exuberancia de la ornamen-tacin que los constituye; pero no es menos cierto que compara-dos con los monumentos corintios del perodo florido de la Gre-cia del siglo de Pericles, desde luego se ve que falta la esponta-neidad de accin artstica y la armona despejada de todo acceso-rio, sobrando en su consecuencia la confusin producida por el deseo de la fastuosidad, que en las artes nunca produce espresion calificativa de un modo positivo para las mismas, antes bien, mu-chas son las ocasiones en que las conduce su ruina. Por esto de-beremos citar cuales son los restos monumentales que podemos considerar como tipos para poder estudiar, haciendo un paralelo, los caracteres distintivos de las construcciones corintias en los distintos perodos.

    Respecto al primer perodo deberemos comparar y podremos hacerlo, deduciendo consecuencias que sern muy apreciables pa-ra el orden de nuestras ideas, el templo de Vcsta en Tvoli per-teneciente los ltimos tiempos de la repblica romana, en que la altura del fuste de la columna lleg tener 9 dimetros y 45 centesimos: las columnas que se ven aun en el campo liaccino, tambin de los ltimos tiempos de la repblica en las que su fus-te tiene de altura 10 veces el dimetro inferior y 60 cntimos: el panten de Roma, ya de la poca de Augusto, tiene 9 dimetros y

  • 123 27 centesimos: el templo de Marte Vengador, perteneciente tam-bin esta poca, tiene 10 dimetros y 48 cntimos: el de Jpiter Tonante, de la misma, que ya tiene 10 dimetros y en ltimo re-sultado el anfiteatro flaviano de Yespasiano en que el orden corin-tio es muy achatado y decadente, teniendo el fuste de sus colum-nas solo 8 dimetros y 4 dcimos de altura.

    En el tercer perodo de las construcciones corintias ya se pre-senta la bastarda pesadez del capitel, producida por la menor al-tura y la acumulacin de elementos de ornamentacin copiando servilmente producciones de la naturaleza. Precisamente en este perodo, el tipo que mejor podemos considerar para adquirir una idea de la decadencia de las construcciones corintias es el arco triunfal de Tito; as como las amalgamas que se hicieron en di-cha poca constituyendo lo que Vignole calific con el nombre de quinto orden, siendo as que no hay tal: el corintio compuesto que se diferencia del corintio talmente dicho en que, mientras en este en su capitel, en el origen, los tallos de las hojas enroscadas de una manera elegante constituyen en cierto modo una especie de volutas siendo en nmero de dos de frente, en el orden corintio compuesto perteneciente la poca de decadencia en Roma ya se presentan enroscamientos complicados determinando cuatro volu-tas de frente. Las consecuencias que nosotros podemos deducir de los nmeros de relacin entre la basa y altura de los fustes de las columnas corintias, consisten: primero, en que los romanos pe-sar de ser su construccin sujeta condiciones mas estrictas que la construccin griega, sin embargo, no tuvieron proporciones constantes en el orden corintio, puesto que los estremos fueron las columnas del anfiteatro flavio, ltimo estado en el que la altu-ra del fuste fu de 84 dimetros y las del templo de Marte Venga-dor en las que la espresada altura del mismo fu de 10 dime-tros y 8 dcimos.

    Analizando y tomando acta de cada una de las partes del or-den corintio, tenemos: primero, la basa en la que hay que dis-tinguir el sistema romano y el griego. La basa griega tiene mu-chos puntos de contacto en su masa y en los detalles de su mol-durado con la basa tica, es sencilla y est perfectamente en ca-rcter con el oficio que ha de desempear: tipo especial para adquirir una idea de la basa corintia, lo tenemos en el monumento de Liscrates; y en la poca romana tenemos el templo de Vesta

  • \t't en T voti. En general la basa corintia griega no tuvo plinto; (a romana, de la que Vitruvio nos da un ejemplo que viene ser la basa tica, tiene real y verdaderamente un plinto que domina co-mo moldura en la parte inferior todas las de la basa, apendolas siendo para las mismas recipiente sustentante. Yignole en su tratado de los llamados cinco rdenes de arquitectura, eligi como basa de la columna del orden corintio la del panten de Roma, en la que la falta de carcter se hace desde luego notar por la monotona de los lineamientos y por la falta de proporcin en los mismos, determinando.un desarreglo tal, que desde luego nos la hace rechazable.

    Despus de la basa viene el fuste caa de la columna; preci-samente de esta podemos solo decir, (despus de lo manifestado, pues todos los dems los debemos referir lo que sobre el fuste ele la columna jnica hemos dicho al hablar de este orden) que mientras el fuste de ella puede tener cierta esbeltez en atencin la poca altura del capitel jnico, aumentndola altura del capitel corintia dentro do la total, y tomada

  • 12o poca de Pericles y especialmente en el monumento de Liscrates, forma de decadencia si bien que con tendencia la exuberancia de ornamentacin en la poca macednica, exuberancia de orna-mentacin con trabajo de resultado fastuoso y empobrecimiento del carcter y de la armona en la poca romana; especialmente en el perodo de la decadencia de ella. Tenemos pues como naci-miento en la poca griega, el monumento de Liscrates, como de-cadencia de la misma poca el capitel con las columnas emplea-das en la Torre de los Vientos; como tipo en la poca macednica, cualquiera de los edificios citados antes, como decadencia en prin-cipio el Arco de Tito; decadencia romana y como decadencia real y efectiva pronunciada en el anfiteatro de Flavio. El capitel en cuanto la materia de la forma de la naturaleza copiada, en el material empleado para el mismo, tenemos las hojas del lotus en la parte inferior, y cimacio en la superior, volutas formadas por los tallos que figuran van enroscndose por debajo de los ngu-los del abaco, acompandolas con un entrelazamiento que al mismo tiempo que evita el rompimiento con la contigidad en la masa, determina una plstica cerrada; y un florn palmeta en el centro del abaco que presenta cuatro frentes correspondientes al cilindro circunscrito al cono que determina la campana tam-bor del capitel, concluye la masa con este. El capitel de la Torre de los Tientos en Atenas no se sujeta estas condiciones de for-ma ni de ornamentacin robusta; su tambor con hojas puntiagu-das carece de volutas por no tener tallo dichas hojas del modo que all fueron colocadas; pero hemos dicho en primer lugar que pertenece la poca de decadencia de la Grecia y advertiremos en segundo lugar que unaescepcion de un sistema anunciado, no constituye destruccin para este sistema, antes bien lo comprueba y determina.

    En cuanto tipo romano para determinar con mayor acierto lo que hay que decir del capitel corintio, podemos tambin citar las construcciones del prtico de Octavio en Roma, como pertene-ciente la buena poca del arte romano, y el arco de Seplimio Severo en la misma capital, perteneciente la decadencia de las construcciones romanas y por consiguiente del orden corintio.

    Inmediatamente despus del sustentante vertical de cuyo miem-bro superior acabamos de ocuparnos, viene el cornisamento. Sa-bemos que todo cornisamento est compuesto de arquitrave friso y cornisa; analicemos cada uno de es'os tres miembros.

  • 126 El arquitrave que del mismo modo que en los rdenes drico

    y jnico, para los efectos de la estabilidad, desempea el mismo papel en el orden corintio, cual es por la parte superior, enlazar los estremos de todos los sustentantes verticales para establecer una superficie horizontal recipiente, estaba en la buena poca de la construccin griega, ornamentado por medio de la divisin de sus frentes en dos tres partes fajas; constituyendo en la parte superior de ellas un moldurado que regularmente concluye en filete, taln con ornamentacin plstica de relieve y junquillo inferior. El friso del mismo modo como en el cornisamento del or-den jnico, se present bajo el punto de vista de la estabilidad, al plano del sumoscapo de la columna y bajo el punto de vista de la ornamentacin, recibiendo en cierto caso como en la construccin jnica, ornamentacin plstica que estaba constituida en la mayor parte de las ocasiones con elementos indiferentes: diferencia de la ornamentacin significativa que sabemos consiste en la conso-nancia que se obtiene en el sistema de construccin mecnica-mente considerada, acusada de un modo conveniente al esterior, y teniendo asi las formas de la construccin, su origen verdadero en las formas mecnicas empleadas por necesidad. El cornisa-mento corintio termin como todos los cornisamentos por la eornisa, en la que se distingue sobre toda la corona apeada para el gociolatorio con el sofito de la misma y la grande gola reci-piente d las aguas por las que hubo salida por los canalones, en los que el empleo de la copia de testas de determinadas produc-ciones del reino animal, acabaron la ornamentacin plstica de este orden. Esto, en cuanto la poca romana, porque la cornisa en el cornisamento corintio de la poca griega, fu exactamente igual la cornisa jnica.

    Los tipos en que se ve que esta descripcin es exacta, son los siguientes: el panten de Agripa, el orden corintio descrito y ma-nifestado por Vitruvio, el templo de Antonino y Faustino, el de J-piter Tonante, el prtico de Octavio, el monumento de Liscrates y la Torre de los Vientos.

    Hemos dicho ya que lo que principalmente califica las cons-trucciones en que se emplearon los rdenes, es la disposicin de los sustentantes masas aisladas y de las partes sostenidas ma-sas corridas, y que por esto en el sistema de la arquitectura cl-sica en que la horizontalidad es la que da carcter, porque la

  • i n verticalidad es nicamente un accidente de necesidad para la es-tabilidad, parecia natural, y as lo fu en la buena poca de las construcciones antiguas, que las masas no tuvieran nunca una forma que no fuera tomada de las condicioues mecnicas que eran llamadas llenar; pero el orgullo, la pasin y el consi-guiente desviamiento del proceder natural que debe distinguir nuestras acciones, lo mismo son vicios que atacan al individuo y desvirtan el carcter propio que deben tener sus acciones para qu puedan ser calificadas de un modo positivo como atacan las sociedades, los pueblos todos, inclusas aquellas naciones que han llegado un grado de civilizacin notable y digno de ser es-tudiado y respetado. Esto lo vemos comprobado en las construc-ciones griegas, pertenecientes al perodo en que se quiso satisfa-cer la pasin del orgullo, del amor propio escesivo, consecuencia de las victorias que alcanzaran los griegos, hicieron cincelar en las partes sustentantes aisladas de sus edificios, no ya constitu-yendo el sustentante cono truncado columna con las formas que nicamente eran dictadas por la mecnica aplicada ala construc-cin y revestida por las condiciones estticas aplicables la ma-teria inerte, sino que fueron los primeros que se atrevieron constituir formas tomadas del reino animal, para perpetuar el recuerdo de las victorias alcanzadas cuando pelearon en determi-nados territorios. Las estatuas de la arquitectura griega que reemplazan as las columnas, los pilares y en general todos los sustentantes aislados empotrados, si bien que fueron muy pocas primero en la poca griega, en ella tuvieron su origen y de ella las tom la arquitectura romana. En la poca griega es cierto que nicamente en los muebles y en ciertos aparatos fu en donde verdaderamente hubo profusin del empleo de las for-mas tomadas, de la matrona, de la doncella y del hombre; pero no es menos cierto que el Erectheo de Atenas representa en sus sustentantes la copia de las doncellas de Caria hechas esclavas en la dominacin que los atenienses llegaron ejercer en aquel ter-ritorio, y de ello tenemos un ejemplo en elPandroseion, cuya cor-nisa jnica est sostenida por caritides.

    La Stoa de Sparta consiguiente las guerras prticas fu en memoria de las victorias obtenidas por los lacedemonios, y mien-tras en las construcciones caritides se emplearon como susten-tantes las formas de las doncellas de Caria, en la Stao de Sparta

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    se emplearon como sustentantes las formas de los persas consi-derados como esclavos (orden drico). En uno y otro caso las formas, sujetndose las primeras al carcter del cornisamento jnico y las segundas al del drico, sostenan los intercolumnios corridos al rededor de las construcciones honorficas. Este origen tiene el templo llamado de los gigantes en Agrigens sase el de Jpiter Olmpico, tambin los prticos de Tesalnica, llamados las encantadas, que estn constituidos por estatuas que parece que sa-len son resultado de una inversin de un pilar cuadrado parale-leppedo en que empiezan dichos sustentantes: las ruinas en D-los nos manifiestan que en vez de capitel hay la parte anterior del cuerpo de un buey caballo. En lo que dejamos espuesto consisten los Atlantes, las Caritides y los Telamones.

    Nosotros al citar la construccin en que por parte sustentante se emplean las formas tomadas del reino animal, no lo hacemos sino como dato de comparacin relacin para consignar: pri-mero, que no son admisibles; segundo, que fueron debidos una poca de decadencia de los pueblos que emplearon tales sistemas y tercero que nosotros de ellos no podemos deducir mas para nues-tras construcciones, sino que debemos huir de admitir, siquiera por relacin, tal principio. Nunca las formas animadas em-pleadas como sustentantes podrn determinar un modo de ser de estabilidad aparente para las construcciones; la materia inerte con las fofcmas propias para el papel, que como detalle de lacons-truccion^ebe desempear en cada caso* es la que nicamente debe toma? "el constructor para que responda los fines de esta-bilidad yftelleza del edificio; no ser que la forma inerte se le haga adquirir la forma copiada de producciones del reino animal, lo que seria una falsedad, porque no se puede suponer que la es-tabilidad de un edificio quede, confiada la fuerza muscular que se gasta; pues la fatiga en un edificio es continua y no es para ser soportada por una organizacin animal; por consiguiente solo esta consideracin bastaria para determinar que no deberan ad-mitirse en buena teora de arte las formas animales, que nunca determinan ni aun la mas elemental armona que ha de constituir el elemento especial en que debemos considerar el germen de la belleza que debemos proporcionar nuestras construcciones: la armona de la construccin, con el espectador de la misma.

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