Lect. platero color
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Platero era el amigo de Juan
Ramón Jiménez, el poeta que
escribió Platero y yo. Siempre
estaban juntos.
Un poeta es alguien que busca
las palabras más bonitas para
contar lo que ve, lo que piensa
y lo que siente.
1
Platero y Juan
Ramón vivían en
un pueblo de Huelva
que se llama Moguer.
Allí, casi todas las casas son
bajas y blancas, con geranios y
claveles en balcones y ventanas.
En sus calles, el aire huele a
pinos y a mar, a limoneros y a
naranjos en flor.
2
Platero es pequeño, peludo,
suave, tan blando por fuera, que
se diría todo de algodón, que no
tiene huesos.
Sólo los espejos de azabache
de sus ojos son duros,
como dos escarabajos
de cristal negro.
Lo dejo suelto y se va al
prado, y acaricia con su hocico,
florecillas rosas, celestes y gualdas.
3
Durante las vacaciones venían
de visita los sobrinos de Juan
Ramón, Platero se convertía en
su juguete. Platero quería a los
niños y los niños a él.
Platero acompañaba a los
niños en sus paseos por el
campo. Los niños corrían bajo
la lluvia y no paraban de reir.
4
22222
Otro buen amigo de Platero
era Darbón, su médico. Tenía
un cuerpo grande, casi no
cabía por la puerta de la
cuadra.
Darbón quería mucho a
Platero. Cada vez que le veía,
le acariciaba la frente y le
rascaba entre las orejas.
5
Todos los días, Juan Ramón
se acercaba a la cuadra a ver
a Platero. El burrito parecía
decirle: “¡Buenos días!”.
En la cuadra vivía también
la perra Diana, que se dormía
entre las patas del burrillo.
La cabra gris miraba todo
con curiosidad.
6
Por las noches,
el poeta sacaba
agua del pozo
para su burro.
Mientras Platero se bebía
un cubo de agua con estrellas,
Juan Ramón miraba la luna
y disfrutaba del silencio.
7
A Juan Ramón le gustaba hablar con Platero de las cosas
que sucedían en el pueblo, de
sus sentimientos…
“Come cuanto le
doy: mandarinas,
uvas, naranjas,
higos morados, con
sus cristalinas
gotitas de miel…”
8
Un día, el poeta se acercó
a buscar a su burrillo y Platero
no contestó. Estaba triste en su
cama de paja.
Estaba muy enfermo, y su
médico, Darbón, no pudo hacer
nada para curarle.
Al mediodía, Platero se
marchó para siempre.
9
Juan Ramón estaba triste,
pero sentía que Platero lo veía
desde alguna parte.
Hasta le parecía que, si
cerraba los ojos, podía verlo
entre las margaritas.
Si nosotros cerramos los
ojos, también parecerá que
lo vemos. Así, Platero no
morirá nunca. Seguirá vivo
mientras lo recordemos.
10
PLATERO Y YO
Juan Ramón Jiménez