Lecturas Textos Juridicos de Alfonso x

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TEXTOS JURÍDICOS DE ALFONSO X (1252-1284) Texto 1 Fuero Real, Libro I, título V (De la guarda de las cosas de la santa iglesia), leyes II, III y V Ley II: Porque somos tenidos de amar e de honrar a la santa iglesia sobre todas las otras cosas del mundo [..], por ende queremos mostrar cómo se guarden para todo tiempo las cosas de las iglesias. Onde establecemos que, luego que el obispo o el electo fuere confirmado e quisiera recibir las cosas de su iglesia y de su obispado, que lo reciba delante del cabildo y su iglesia. Y todos en uno hagan escribir todas las cosas que recibiere, mueble y raíz, y privilegios y cartas de la iglesia, y lo que debe la iglesia, y lo que le deben, de guisa que el otro obispo que viniere después de él sepa requerir las cosas de la iglesia por aquel escrito. Y si alguna cosa de las escritas hallare vendida o enajenada sin derecho, puédala demandar e tornarla a la iglesia [..]. Y esto mismo mandamos de los monasterios y de las abadías. Ley III: No pueda obispo, ni abad, ni otro prelado cualquier, vender ni enajenar ninguna cosa de las que ganare o acrecentare por razón de su iglesia; mas si alguna cosa ganare o heredare por razón de sí mismo, haga de ello lo que quisiere. Ley V: Defendemos que ningún cristiano, ni judío, ni otro hombre ninguno, no sea osado de comprar, ni de tomar a empeño, cálices, libros, cruces, vestimentas y otros ornamentos que sean de la iglesia, y si alguno lo tomare, entréguelo libremente a la iglesia sin precio ninguno. Y mandamos que aquel a quien lo llevaren para empeñar o para vender, que lo recaude y lo tenga que no se pierda, y descúbralo luego de guisa que no pierda la iglesia cuyo es. Y quien esto no hiciere, haya la pena que es puesta contra los que encubren los hurtos. Texto 2 Partida I, título XIII (De las sepulturas), leyes XIII y XIV Ley XIII: Por qué razón no deben meter ornamentos preciados a los muertos Ricas vestiduras ni otros ornamentos preciados, así como oro o plata no deben meter a los muertos, sino a personas ciertas, así como a rey o a reina o a alguno de sus hijos o a otro hombre 1

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TEXTOS JURÍDICOS DE ALFONSO X (1252-1284)

Texto 1Fuero Real, Libro I, título V (De la guarda de las cosas de la santa iglesia), leyes II, III y V

Ley II: Porque somos tenidos de amar e de honrar a la santa iglesia sobre todas las otras cosas del mundo [..], por ende queremos mostrar cómo se guarden para todo tiempo las cosas de las iglesias. Onde establecemos que, luego que el obispo o el electo fuere confirmado e quisiera recibir las cosas de su iglesia y de su obispado, que lo reciba delante del cabildo y su iglesia. Y todos en uno hagan escribir todas las cosas que recibiere, mueble y raíz, y privilegios y cartas de la iglesia, y lo que debe la iglesia, y lo que le deben, de guisa que el otro obispo que viniere después de él sepa requerir las cosas de la iglesia por aquel escrito. Y si alguna cosa de las escritas hallare vendida o enajenada sin derecho, puédala demandar e tornarla a la iglesia [..]. Y esto mismo mandamos de los monasterios y de las abadías.

Ley III: No pueda obispo, ni abad, ni otro prelado cualquier, vender ni enajenar ninguna cosa de las que ganare o acrecentare por razón de su iglesia; mas si alguna cosa ganare o heredare por razón de sí mismo, haga de ello lo que quisiere.

Ley V: Defendemos que ningún cristiano, ni judío, ni otro hombre ninguno, no sea osado de comprar, ni de tomar a empeño, cálices, libros, cruces, vestimentas y otros ornamentos que sean de la iglesia, y si alguno lo tomare, entréguelo libremente a la iglesia sin precio ninguno. Y mandamos que aquel a quien lo llevaren para empeñar o para vender, que lo recaude y lo tenga que no se pierda, y descúbralo luego de guisa que no pierda la iglesia cuyo es. Y quien esto no hiciere, haya la pena que es puesta contra los que encubren los hurtos.

Texto 2Partida I, título XIII (De las sepulturas), leyes XIII y XIV

Ley XIII: Por qué razón no deben meter ornamentos preciados a los muertosRicas vestiduras ni otros ornamentos preciados, así como oro o plata no deben meter a los muertos, sino a personas ciertas, así como a rey o a reina o a alguno de sus hijos o a otro hombre honrado o caballero, a quien enterrasen según la costumbre de la tierra, o obispo o clérigo, a quien deben enterrar con las vestimentas que les pertenece, según la orden que han. Y esto defendió la santa iglesia por tres razones: la primera porque no tiene pro a los muertos en este mundo ni en el otro; la segunda que tiene daño a los vivos, ca las pierden metiéndolas en lugar donde non las pueden tomar; la tercera porque los hombres malos por codicia de tomar aquellos ornamentos que les meten, quebrantan los luziellos y desentierran a los muertos.

Ley XIV: Qué pena merecen los que quebrantan las sepulturas y desentierran a los muertosMaldad conocida hacen aquellos que quebrantan los sepulcros y

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desentierran a los muertos por razón de llevar lo que meten con ellos cuando los entierran y por hacer deshonra a sus parientes. Y por ende, tuvo por bien la santa iglesia que qualquier que lo hiciese a sabiendas maliciosamente, que hubiesen demanda contra él sus parientes del muerto, tanto los que fueren herederos como los que no lo fueren, y la deben hacer ante el alcalde de esta manera [..].

Texto 3Partida II, título XI (Cómo debe el rey amar a su tierra), leyes II y III

Ley II: Cómo el rey debe honrar a su tierraHonra debe el rey hacer a su tierra, y señaladamente con mandar cercar las ciudades y las villas y los castillos de buenos muros y de buenas torres, pues esto la hace ser más noble y más honrada y más apuesta; además es gran seguridad y gran amparo de todos comunalmente para en todo tiempo; otrosí debe honrar con sus palabra alabando las bondades de ella.

Ley III: Cómo el rey debe guardar su tierraAcucioso debe el rey ser en guardar su tierra de manera que no se yermen las villas ni los otros lugares, ni se derriben los muros ni las torres ni las cosas por mala guarda. Y otrosí, que los árboles ni las viñas ni las otras cosas de que los hombres viven no las corten, ni las quemen, ni las desarraiguen ni las dañen de otra manera, ni aun por enemistad que tengan los unos contra los otros. Otrosí la deben guardar de los enemigos de fuera, de manera que no puedan en ella hacer daño.

Texto 4 Partida III, título XXXII (De las labores nuevas [..] y de las viejas [..] y de todos los otros edificios de qual natura quier que sean, cómo se han de reparar y mantener), leyes XXII, XXIV y XXV

Ley XXII: Cómo no deben hacer casa ni edificio cerca de los muros de las villas y de los castillosDesembargadas y libres deben ser las carreras que son cerca de los muros de las villas y de las ciudades y de los castillos, de manera que no se deben allí hacer ni casa ni edificio que las embargue ni se arrime a ellos. Y si por ventura alguno quisiese allí hacer casa de nuevo, debe dejar espacio de quince pies entre el edificio que hace y el muro de la villa o del castillo. Y esto tuvieron por bien los sabios antiguos por dos razones: la una porque desembargadamente puedan los hombres acorrer y guardar los muros de la villa en tiempo de guerra; la otra porque por alleganza de las casas non viniese a la villa o al castillo daño ni traición.

Ley XXIV: Cómo no deben hacer casas, ni tiendas, ni otros edificios arrimados a las iglesiasAprovéchanse los hombres comunalmente de las iglesias, rogando en ellas a Dios que les perdone sus pecados. Y por ende bien, así como a los muros de los castillos y de las villas, no deben allí arrimar casas ni tiendas, ni hacer otro edificio ninguno. Otrosí, porque la iglesia es cosa santa y casa de Dios,

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alrededor no se deben hacer tiendas de mercadurías ni otras cosas, sino aquellas que pertenecen a obras de piedad y de merced, y si por ventura fuere alguna hecha, deberá ser tollida. Otrosí decimos que los que han de guardar las iglesias las deben mantener y reparar de guisa que no se deshagan ni se derriben.

Ley XXV: Cómo todo hombre es tenido de reparar y mantener su casa y otro edificio qualquier, mas de nuevo no es tenido de hacerlo, sino en casos señaladosCasa o torre u otro edificio qualquier habiendo algún hombre en villa o en otro lugar poblado, débelo mantener y labrar de guisa que no se derribe por culpa o por pereza de él; mas de nuevo, no es tenudo ninguno de lo hacer si no quisiere [..].

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