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1 Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini” LENGUA Y LITERATURA Guía de lectura y ejercitación 2° AÑO CICLO LECTIVO 2012 Prof. M.V. Carrasco - S. Destuet - P. Faraoni Colaboración Prof. Marcela Fiorentino

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Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini”

LENGUA Y LITERATURA

Guía de lectura y ejercitación

2° AÑO

CICLO LECTIVO 2012

Prof. M.V. Carrasco - S. Destuet - P. Faraoni Colaboración Prof. Marcela Fiorentino

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IMPORTANTE

Si a fin de año, al concluir nuestro trabajo, tenés que seguir trabajando algunos temas es

importante que sepas que en las mesas de evaluación de diciembre - febrero - marzo entra

todo lo que se vio durante el año, por lo tanto, es fundamental que tengas tu carpeta completa.

La evaluación en mesas de examen consiste en un trabajo escrito que es obligatorio

aprobar para pasar a la segunda instancia que es oral. Para el oral tendrás que preparar una

exposición en donde analizarás alguno de los textos leídos durante el año y luego se te

preguntará sobre cualquiera de las lecturas vistas. Por eso, te sugerimos que en clase tomes

apuntes del análisis de los textos, pues así tendrás de dónde estudiar.

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PARATEXTO Etimológicamente paratexto señala lo que rodea o acompaña al texto (para: junto, al lado) pero que no es el texto principal. El conjunto de paratextos constituye el primer contacto del lector con el material impreso y, desde este punto de vista, funciona como un instructivo o guía de lectura, ya que le permite anticipar cuestiones como el carácter de la información y la modalidad que esta asumirá en el texto. Los distintos formatos (libro, diario, revista, entre otros) que toma el texto escrito utilizan distintos y variados paratextos (índices, volantas, títulos, contratapas, primera plana, datos de autor/es, de edición, etc.) que se interrelacionan con los modos de lectura que se deben desplegar para cada uno de ellos.

Según quien lo emite el paratexto puede clasificarse en: paratexto del editor y paratexto del autor. El primero es la cara del libro, lo exterior. Depende de la decisión del editor y de la ejecución del imprentero. Se ocupa de que el libro sea vendido. El paratexto autoral es básicamente verbal (aunque hay autores que ilustran sus libros). 1) Teniendo en cuenta lo anterior, agrupá los siguientes elementos en los cuadros.

ilustraciones (dibujos, fotografías, esquemas),título, dedicatorias, contratapa, bibliografía, tapa, diagramación, prólogo, epígrafe, fechas, ediciones, índice, notas, tipografía, epílogo, lista de obras del autor, apéndice, glosario.

PARATEXTO EDITORIAL PARATEXTO AUTORAL Elementos icónicos Elementos verbales

Elementos icónicos Elementos verbales

2) Averiguá qué es un epígrafe. 3) Indicá cuál es la diferencia entre epígrafe y dedicatoria.

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PRÓLOGO 1) ¿Qué entendés por “prólogo”? 2) ¿Conocés alguna otra manera de llamarlo? 3) ¿Quiénes pueden ser los emisores? 4) Observá cualquier novela de las colecciones para escuela secundaria y deducí cuál es la

intención de los llamados Estudios preliminares. Características del prólogo

La mayoría de los prólogos cumplen con dos funciones básicas: una función informativa e interpretativa respecto del texto y una función persuasiva o argumentativa destinada a captar al lector y retenerlo. A continuación vamos a analizar dos prólogos:

1. Clasificalos según su función, 2. Abstraé el tema de cada párrafo con una palabra o frase breve. Por ej.: “objetivo del

texto”. 3. Analizá la estructura de cada prólogo. 4. En el prólogo de Borges, se nombra a una serie de personajes históricos y una obra

literaria. 4.1. Buscá referencias de cada uno. 4.2. Indicá qué supone Borges de su receptor con estas referencias no explicadas.

5. Determiná a qué clase de receptor va dirigido cada prólogo. Justificá tu respuesta con los textos.

Texto 1

Prólogo

Los límites del objeto “paratexto”, tal como se lo trata en el presente trabajo, son arbitrarios. Esa arbitrariedad está, en parte, justificada dada la naturaleza polimorfa – a la vez icónica y material- del paratexto, así como la diversidad de sus funciones y de sus fuentes de enunciación.

En la caracterización del objeto, hemos seguido a Gérard Genette, quien en Seuils, propone una definición de paratexto y describe algunos de sus componentes. Por nuestra parte, redefinimos algunas de esas categorías y desarrollamos otras que Genette se limita a mencionar.

Consideramos parte del paratexto tanto la tapa, la contratapa, la solapa y las ilustraciones de un libro, diario o revista, como el diseño gráfico y tipográfico, el formato y el tipo de papel, es decir, el soporte material del texto. También se incluyen en la categoría prólogos, notas, epígrafes, dedicatorias, índices, apéndices, resúmenes, glosarios. Podríamos decir que el paratexto es lo que queda de un libro u otro tipo de publicación sacando el texto principal.

Como Genette, nos hemos limitado al libro. No obstante se hace referencia al paratexto de diarios y revistas con frecuencia, y muchas de las observaciones a propósito del libro son válidas también para los medios gráficos.

Hemos optado por el libro pensando en los docentes y alumnos terciarios y de los primeros años de la universidad a quienes esta publicación está especialmente destinada. Consideramos que, en vista de la escasa familiaridad que muchos de los ingresantes a la universidad demuestran tener con la lectura de libros, este trabajo aporta algunos elementos que podrían ayudar a desarrollar una competencia que sigue siendo necesaria para el aprendizaje.

Los libros aún son la herramienta privilegiada de acceso al conocimiento, sobre todo en ciencias sociales. Aprender a decodificar correctamente los elementos que integran el paratexto es parte de un proceso más abarcador: aprender a reflexionar críticamente, a analizar, a investigar. Cualquier libro, pero en especial los libros teóricos y científicos que deben manejar los

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universitarios, son máquinas complejas, de difícil acceso para alguien que no esté familiarizado con su estructura.

El paratexto por lo heterogéneo de su naturaleza exige un abordaje multidisciplinario. De hecho, desde distintos campos se han tratado algunos de sus aspectos, aunque no necesariamente reconociendo su estatuto paratextual. Es por eso que el presente texto recurre al auxilio de enfoques diversos: lingüístico, psicolingüístico, discursivo, semiológico, sociológico.

Los lectores encontrarán en este texto información, en algunos casos ilustrada, reflexiones y conjeturas, algunos ejemplos analizados y otros para analizar. El capítulo I intenta aproximarse a una definición del objeto desde distintas perspectivas, en el capítulo II se ofrece una clasificación y una descripción de los elementos que integran el paratexto. En el capítulo III, por último hay algunas observaciones sobre la incidencia de lo paratextual en la comprensión lectora. El texto viene acompañado de actividades que tienen al propio libro como objeto. Las consignas correspondientes – gráficamente diferenciadas - se han intercalado en el texto de manera de facilitar su comprensión y resolución. Alvarado, Maite. Paratexto. Enciclopedia Semiológica Buenos Aires. Instituto de lingüística de la Facultad de Filosofía y

Letras 1994.

Texto 2 Marco Polo. La descripción del mundo

Uno de los hechos capitales de nuestra historia es el descubrimiento de Oriente,

palabra espléndida que abarca la aurora y tantas y famosas naciones. Heródoto, Alejandro de Macedonia, la Biblia, Vasco de Gama, Las mil y una noches, Clive y Kipling son diversas etapas de esa aventura que aún no ha cesado. Otra etapa (...) es este libro.

Venturosamente para nosotros, los genoveses apresaron en 1296 una galera veneciana. La comandaba un hombre que sería un poco distinto de los demás porque había estado muchos años en Oriente. Este hombre, Marco Polo, dictó en latín a su compañero de cautiverio, Rusticiano da Pisa, la larga crónica de sus viajes y la descripción de los reinos explorados por él. Las cárceles parecen propicias a la literatura, recordemos a Verlaine y Cervantes. El hecho de dictar en latín, no en la lengua vernácula, sugiere que el autor se dirigía a muchos lectores. Marco Polo era un mercader, pero en los tiempos medievales un mercader podía ser Simbad. Por el camino de la seda, por el arduo camino que fatigaron antiguas caravanas para que un paño con figuras llegara a manos de Virgilio y le sugiriera un hexámetro, Marco Polo, atravesando cordilleras y arenas, arribó a China y a Catay y mereció la protección del Emperador, que le confió intrincadas misiones y lo nombró gobernador de Sung. Fue docto en muchas escrituras y lenguas.

Marco Polo sabía que lo que imaginan los hombres no es menos real que lo que llaman realidad. Su libro abunda en maravillas. Enumeremos, casi al azar, la muralla que Alejandro erigió para detener a los tártaros, el paraíso artificial del Viejo de la Montaña, Hassan ibn Sabbah, la región en la que se ve y no se ve el reino de la sombra, la torre de los tesoros en que un rey muere de hambre, los demonios del desierto que asumen la voz y el rostro de un amigo para perder a los viajeros, el sepulcro de Adán en una cima, los tigres negros...

Son dos los héroes de este libro. Uno el vasto emperador de los mogoles, Kublai Khan, el Kublai Khan del triple sueño de Coleridge. Otro, el que no se oculta pero que tampoco se muestra, prudente y curioso veneciano que lo sirvió y cuya pluma lo ha hecho inmortal.

Borges, Jorge Luis. Biblioteca personal. Prólogos en O. C. IV. Barcelona. Emecé.1996

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NOTAS

Según la Real Academia Española: “La nota es una advertencia, explicación, comentario o noticia de cualquier clase que en impresos o manuscritos va fuera del texto”. Las notas pueden situarse al pie de la página, al final del capítulo, incluso al final del libro.

Pueden ser notas del autor o del editor y sus funciones son diversas (aclarar, refutar, informar fuente, etc.), pero todas coinciden en que su marginalidad responde a la necesidad de no interferir en la lectura del texto 1. Explicá cuál es el papel de las notas al pie en los siguientes fragmentos:

a. “… la arqueología muestra la intromisión de elementos extranjeros durante el período del Imperio Antiguo en Egipto1. Sin embargo no significa que una invasión asiática haya sido responsable de su caída”

1El intento de F. Petrie de derivar prácticamente cada nueva era de la historia de Egipto de la influencia de extranjeros intrusos o invasores, ignora el aislamiento físico de Egipto y quiere resolver el problema atribuyéndolo a causas exteriores.

b. “El esquematismo de los Simpson o de Mafalda, cuando se lo percibe, es un guiño a la inteligencia al plantearnos una interpretación de los códigos sociales de los estereotipos”. 1

1En el original las autoras mencionan a Becasin, Tintín y el capitán Dock personajes célebres de la historieta francesa (N. del T)

2. ¿Qué significan N del T. o N del E? 3. Escribí dos notas al texto de Borges para un receptor adolescente.

CITAS BIBLIOGRÁFICAS Para citar un libro, un capítulo, etc. existen normas universales. Tomemos los ejemplos básicos.

a) citar una obra de un solo autor. Observá el orden en que van los elementos y la puntuación empleada: Apellido y nombre del autor. Título del libro (subrayado o en cursiva).Lugar de edición. Editorial. (sin la palabra “editorial”) Fecha de la edición. Ej:

Pierce, Charles. La ciencia de la semiótica. Buenos Aires. Nueva Visión.1986. b) si la obra es de varios autores se los enumera en el orden en que aparecen separados por

punto y coma. Si son más de tres , se citan los tres primeros y se agrega la frase “ y otros” Ej.: Serrano Redonnet, M.L.; de López Olaciregui, A; de de Caso Ward, S. y otros. Literatura V. Bs. As. Estrada.1988

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c) Si lo que se cita es un cuento o un capítulo, se debe encomillar este título y agregar la palabra “ en” y luego la cita completa del libro como en a) Ej.: Cortázar, Julio. “Casa tomada” en Serrano Redonnet, M.L.; de López Olaciregui, A; de de Caso Ward, S. Y otros. Literatura V. Bs. As. Estrada.1988

Recordá: Los capítulos o partes menores de una obra (cuentos, poesías, artículos, etc.) se citan entre comillas; los títulos de novelas u obras no literarias en cursiva

EJERCITACIÓN 1) Ordená como corresponde la siguiente bibliografía.

a) capítulo: una propuesta narrativa de la verdad periodística, incluido en el libro: la violencia del relato discurso periodístico y casos policiales, editado por La Crujía Editores, del autor Damián Fernández Pedemonte, publicado en Bs. As. en el 2001.

b) El susurro del lenguaje publicado por Paidós en el año 1998. Su autor Roland Barthes. Lugar de edición: Bs. As.

2) Inventá el título y una breve contratapa con la historia de una novela que tenga como epígrafe:

“Esta declaración es la de un secreto que está vedado...” J.L. Borges

3) En grupos de seis integrantes creen el paratexto para un libro formado por textos escritos por ustedes según indicación del docente. Debe tener obligatoriamente tapa, contratapa, portada, prólogo, epígrafe e índice.

PRODUCCIÓN DE TEXTO

Elegí algunos de los episodios mencionados en el prólogo de Borges y narrá una historia fantástica. Bibliografía empleada: Alvarado Maite. Op. cit.

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LOS TEXTOS

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1 - LITERATURA

Introducción

APROXIMACIÓN A UNA DEFINICIÓN DE LITERATURA

Definir literatura es polémico ya que existen dificultades para distinguir textos literarios de aquellos que no lo son. Sin embargo, hay algunos rasgos que ayudan a su caracterización.

Lo primero que hay que destacar es que la literatura es un discurso social. Aclaremos el concepto. Todas las acciones que los humanos realizamos están vinculadas con la lengua (saludar, redactar una receta, etc.), usar la lengua significa básicamente comprender (leer o escuchar) y producir (hablar, escribir). En ambos casos nos enfrentamos con discursos, es decir, expresiones lingüísticas concretas que surgen en una situación de comunicación real. Los discursos pueden ser orales o escritos; pueden ser muy extensos o breves (saludar, dictamen de un juez, por ejemplo.)

Si bien los discursos concretos son producidos por individuos en una situación concreta y resultan, en este sentido, únicos, no son inventados cada vez por los usuarios. La sociedad elabora para cada actividad humana formas discursivas típicas, que presentan ciertos temas en común (aquello de lo que se habla), un estilo particular (las palabras o frases que se emplean) y una estructura común (el modo en que se organiza un discurso).

A estos tipos discursivos relativamente estables se los llama géneros discursivos. Géneros porque presentan características generales o comunes. Estables porque mantienen esas características durante un tiempo. Relativamente estables, porque cambian a lo largo de su desarrollo histórico (a veces también desaparecen o nacen otros nuevos). Existen tantos géneros discursivos como actividades humanas. Por eso, una lista de géneros sería infinita. Por ejemplo, dentro de las relaciones orales, tenemos: la conversación, la conferencia, el debate, etc.

Dentro de los géneros discursivos se encuentran los denominados literarios (tradicionalmente son: narrativo, dramático, lírico) sobre los cuales no hay acuerdo sobre su clasificación debido a que son muy variables.

De lo dicho anteriormente se deduce que la literatura es, como otros géneros, un discurso social, pero se diferencia de los demás por dos características propias: el carácter ficcional, la función estética.

Carácter ficcional

El término ficción (que proviene de fingir) significa originalmente mentir, representar. Se caracterizan como ficciones todos aquellos discursos en los que se simulan acciones o acontecimientos imaginarios que son producto de la invención de un autor. Con el nombre de no-ficción, en cambio, se designa el discurso que presenta acciones efectivas, realmente ocurridas.

La diferencia entre la ficción y la no-ficción en ocasiones es muy clara. Sin embargo, hay casos en que esa distinción es menos evidente porque ambas se acercan o confunden. Cuando el discurso literario incluye algún elemento del mundo real (San Martín, la Segunda Guerra Mundial, por ej.), se trata de un procedimiento ficcional para producir ilusión de verdad, es decir,

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el discurso no sólo no pierde su carácter de ficción sino que transforma elementos reales en esa ficción.

Finalmente, se puede afirmar que los enunciados literarios o ficcionales no son ni verdaderos ni falsos. Son posibles o creíbles en el mundo de la ficción. Son verosímiles. La función estética

En la vida diaria se utiliza la lengua con diversos fines: convencer, informar, sugerir, etc., pero en el discurso literario la situación es diferente porque la lengua se emplea como un fin en sí mismo (si las palabras elegidas por un escritor fueran reemplazadas por otras que tuvieran el mismo significado, se perderían porque no existiría más la elección y combinación peculiar que su autor quiso darle).

En la literatura, entonces, se reconoce una función de comunicación que no remite a nada que esté fuera del discurso, es decir, se centra en el propio lenguaje. Es la función estética. Se manifiesta en el modo en que se aprovechan todas las posibilidades de la lengua: sonoras, sintácticas, gráficas, morfológicas.

La naturaleza ficcional y la función estética otorgan a la literatura un carácter autónomo de la realidad, aunque esa autonomía es relativa ya que se relaciona indirectamente con ella porque constantemente se vincula con los discursos sociales vigentes en la época: políticos, religiosos, morales, jurídicos, literarios. Y, mientras sigan leyendo, con los discursos de otras épocas. La literatura es representación de discursos sociales.

Habría que agregar otra consideración. ¿Bajo qué condiciones un discurso sin modificaciones puede pasar a ser una obra literaria o dejar de serlo? Los gustos, las opiniones, las valoraciones, los juicios estéticos son difundidos por instituciones tales como la escuela, la universidad, las revistas literarias, las agrupaciones de escritores, etc. En cierta medida estas instituciones imponen sus valoraciones a la sociedad. Se supone que en ellas hay especialistas que conocen el tema y por eso su opinión tiene mayor peso y se imponen.

En las instituciones hay opiniones encontradas, valoraciones diferentes pero más allá de esto cada institución establece un canon de lectura: un listado de libros y autores que son considerados obras literarias y que vale la pena leer. Del texto a la interpretación

Así como los discursos concretos son a la vez individuales y sociales, lo mismo sucede con la lectura que de ellos se hace. Si bien es cierto que el sentido de un texto es construido activamente por el lector desde su experiencia personal, desde su identidad, o sea, desde su subjetividad, ese lector está inserto en una tradición cultural, atravesado por las características de su época y por su medio. Por lo tanto, todos estos elementos están presentes a la hora de entender y explicar una obra.

Ahora bien, en estas lecturas sociales participan también los críticos quienes a partir de diversas teorías aportan elementos, nociones teóricas que permiten el análisis literario.

El comentario, también llamado crítica literaria, es un texto producido por un lector privilegiado, en el que concurren dos dimensiones: una teórica que lo sustenta, y otra, más subjetiva, que es la interpretación del crítico.

La primera dimensión consiste en la aplicación de modelos teóricos de naturaleza objetiva. En cambio, la segunda, la interpretación, tiene una importante carga de subjetividad (entendida tal como se dijo más arriba como el entrecruzamiento de lo individual y lo social). Debido a esta última característica es que pueden hacerse diferentes lecturas de un mismo texto.

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MARIO BENEDETTI

Corazonada

Apreté dos veces el timbre y enseguida supe que me iba a quedar. Heredé de mi padre, que en paz descanse, estas corazonadas. La puerta tenía un gran barrote de bronce y pensé que iba a ser bravo sacarle lustre. Después abrieron y me atendió la ex, la que se iba. Tenía cara de caballo y cofia y delantal. "Vengo por el aviso", dije. "Ya lo sé", gruñó ella y me dejó en el zaguán, mirando las baldosas. Estudié las paredes y los zócalos, la araña de ocho bombitas y una especie de cancel.

Después vino la señora, impresionante. Sonrió como una Virgen, pero sólo como. "Buenos días." "¿Su nombre?" "Celia." "¿Celia qué?" "Celia Ramos." Me barrió de una mirada. La pipeta. "¿Referencias?" Dije tartamudeando la primera estrofa: "Familia Suárez, Maldonado 1346, teléfono 90948. Familia Borrello, Gabriel Pereira 3252, teléfono 413723. Escribano Perrone, Larrañaga 3362, sin teléfono." Ningún gesto. "¿Motivos del cese?" Segunda estrofa, más tranquila: "En el primer caso, mala comida. En el segundo, el hijo mayor. En el tercero, trabajo de mula." "Aquí", dijo ella, "hay bastante que hacer". "Me lo imagino." "Pero hay otra muchacha, y además mi hija y yo ayudamos. " "Sí señora." Me estudió de nuevo. Por primera vez me di cuenta que de tanto en tanto parpadeo. "¿Edad?" "Diecinueve." "¿Tenés novio?" "Tenía." Subió las cejas. Aclaré por las dudas: "Un atrevido. Nos peleamos por eso." La Vieja sonrió sin entregarse. "Así me gusta. Quiero mucho juicio. Tengo un hijo mozo, así que nada de sonrisitas ni de mover el trasero." Mucho juicio, mi especialidad. Sí, señora. "En casa y fuera de casa. No tolero porquerías. Y nada de hijos naturales, ¿estamos?" "Sí señora." ¡Ula Marula! Después de los tres primeros días me resigné a soportarla. Con todo, bastaba una miradita de sus ojos saltones para que se me pusieran los nervios de punta. Es que la vieja parecía verle a una hasta el hígado. No así la hija, Estercita, veinticuatro años, una pituca de ocai y rumi que me trataba como a otro mueble y estaba muy poco en la casa. Y menos todavía el patrón, don Celso, un bagre con lentes, más callado que el cine mudo, con cara de malandra y ropas de

Yriart, a quien alguna vez encontré mirándome los senos por encima de “Acción”. En cambio el joven Tito, de veinte, no precisaba la excusa del diario para investigarme como cosa suya. Juro que obedecí a la Señora en eso de no mover el trasero con malas intenciones. Reconozco que el mío ha andado un poco dislocado, pero la verdad es que se mueve de moto propia. Me han dicho que en Buenos Aires hay un doctor japonés que arregla eso, pero mientras tanto no es posible sofocar mi naturaleza. O sea que el muchacho se impresionó. Primero se le iban los ojos, después me atropellaba en el corredor del fondo. De modo que por obediencia a la Señora, y también, no voy a negarlo, pormigo misma, lo tuve que frenar unas diecisiete veces, pero cuidándome de no parecer demasiado asquerosa. Yo me entiendo. En cuanto al trabajo, la gran siete. "Hay otra muchacha" había dicho la Vieja. Es decir, había. A mediados de mes ya estaba solita para todo rubro. "Yo y mi hija ayudamos", había agregado. A ensuciar los platos, cómo no. A quién va a ayudar la vieja, vamos, con esa bruta panza de tres papadas y esa metida con los episodios. Que a mí me gustase Isolina o la Burgueño, vaya y pase y ni así, pero que a ella, que se las tira de avispada y lee Selecciones y Lifenespañol, no me lo explico ni me lo explicaré. A quién va a ayudar la niña Estercita, que se pasa reventándose los granos, jugando al tenis en Carrasco y desparramando fichas en el Parque Hotel. Yo salgo a mi padre en las corazonadas, de modo que cuando el tres de junio (fue San Cono bendito) cayó en mis manos esa foto en que Estercita se está bañando en cueros con el menor de los Gómez Taibo en no sé qué arroyo ni a mí qué me importa, en seguida la guardé porque nunca se sabe. ¡A quién van ayudar! Todo el trabajo para mí y aguantate piola. ¿Qué tiene entonces de raro que cuando Tito (el joven Tito, bah) se puso de ojos vidriosos y cada día más ligero de manos, yo le haya aplicado el sosegate y que habláramos claro? Le dije con todas las letras que yo con ésas no iba, que el único tesoro que tenemos los pobres es la honradez y basta. Él se rió muy canchero y había empezado a decirme: "Ya verás, putita", cuando apareció la

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señora y nos miró como a cadáveres. El idiota bajó los ojos y mutis por el foro. La Vieja puso entonces cara de al fin solos y me encajó bruta trompada en la oreja, en tanto que me trataba de comunista y de ramera. Yo le dije: "Usted a mí no me pega, ¿sabe?" y allí nomás demostró lo contrario. Peor para ella. Fue ese segundo golpe el que cambió mi vida. Me callé la boca pero se la guardé. A la noche le dije que a fin de mes me iba. Estábamos a veintitrés y yo precisaba como el pan esos siete días. Sabía que don Celso tenía guardado un papel gris en el cajón del medio de su escritorio. Yo lo había leído, porque nunca se sabe. El veintiocho a las dos de la tarde, sólo quedamos en la casa la niña Estercita y yo. Ella se fue a sestear y yo a buscar el papel gris. Era una carta de un tal Urquiza en la que le decía a mi patrón frases como ésta: "Xx xxx x xx xxxx xxx xx xxxxx". La guardé en el mismo sobre que la foto y el treinta me fui a una pensión decente y barata de la calle Washington. A nadie le di mis señas, pero a un amigo de Tito no pude negárselas. La espera duró tres días. Tito apareció una noche y yo lo recibí delante de doña Cata, que desde hace unos años dirige la pensión. Él se disculpó, trajo bombones y pidió autorización para volver. No se la di. En lo que estuve bien porque desde entonces no faltó una noche. Fuimos a menudo al cine y hasta me quiso arrastrar al Parque, pero yo le apliqué el tratamiento del pudor. Una tarde quiso averiguar directamente qué era lo que yo pretendía. Allí tuve una corazonada: "No pretendo nada, porque lo que yo querría no puedo pretenderlo".

Como ésta era la primera cosa amable que oía de mis labios se conmovió bastante, lo suficiente para meter la pata. "¿Por qué?", dijo a gritos, "si ése es el motivo, te prometo que..." Entonces como si él hubiera dicho lo que no dijo, le pregunté: "Vos sí... pero, ¿y tu familia?" "Mi familia soy yo", dijo el pobrecito.

Después de esa compadrada siguió viniendo y con él llegaban flores, caramelos, revistas. Pero yo no cambié. Y él lo sabía. Una tarde entró tan pálido que hasta doña Cata hizo un comentario. No era para menos. Se lo había dicho al padre. Don Celso había contestado: "Lo que faltaba." Pero después se ablandó. Un tipo pierna. Estercita se rió como dos años, pero a mí qué me importa. En cambio la Vieja se puso

verde. A Tito lo trató de idiota, a don Celso de cero a la izquierda, a Estercita de inmoral y tarada. Después dijo que nunca, nunca, nunca. Estuvo como tres horas diciendo nunca. "Está como loca", dijo el Tito, "no sé qué hacer". Pero yo sí sabía. Los sábados la Vieja está siempre sola, porque don Celso se va a Punta del Este, Estercita juega al tenis y Tito sale con su barrita de La Vascongada. O sea que a las siete me fui a un monedero y llamé al nueve siete cero tres ocho. "Hola", dijo ella. La misma voz gangosa, impresionante. Estaría con su salto de cama verde, la cara embadurnada, la toalla como turbante en la cabeza. "Habla Celia", y antes de que colgara: "No corte, señora, le interesa." Del otro lado no dijeron ni mu. Pero escuchaban. Entonces le pregunté si estaba enterada de una carta de papel gris que don Celso guardaba en su escritorio. Silencio. "Bueno, la tengo yo." Después le pregunté si conocía una foto en que la niña Estercita aparecía bañándose con el menor de los Gómez Taibo. Un minuto de silencio. "Bueno, también la tengo yo." Esperé por las dudas, pero nada. Entonces dije: "Piénselo, señora" y corté. Fui yo la que corté, no ella. Se habrá quedado mascando su bronca con la cara embadurnada y la toalla en la cabeza. Bien hecho. A la semana llegó el Tito radiante, y desde la puerta gritó: "¡La vieja afloja! ¡La vieja afloja!" Claro que afloja. Estuve por dar los hurras, pero con la emoción dejé que me besara. "No se opone pero exige que no vengas a casa." ¿Exige? ¡Las cosas que hay que oír! Bueno, el veinticinco nos casamos (hoy hace dos meses), sin cura pero con juez, en la mayor intimidad. Don Celso aportó un chequecito de mil y Estercita me mandó un telegrama que -está mal que lo diga- me hizo pensar a fondo: "No creas que salís ganando. Abrazos, Ester."

En realidad, todo esto me vino a la memoria, porque ayer me encontré en la tienda con la Vieja. Estuvimos codo con codo, revolviendo saldos. De pronto me miró de refilón desde abajo del velo. Yo me hice cargo. Tenía dos caminos: o ignorarme o ponerme en vereda.

Creo que prefirió el segundo y para humillarme me trató de usted. "¿Qué tal, cómo le va?" Entonces tuve una corazonada y agarrándome fuerte del paraguas de nailon, le contesté tranquila: "Yo bien, ¿y usted, mamá?"

Benedetti, Mario en Cuentos. Madrid. Alianza.1982

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Para investigar sobre el autor y su obra http://lengua2pelle.wikispaces.com/ http://lengua2pelle.wikispaces.com/Benedetti.+Su+literatura

Análisis

1. Analizá el narrador. Determiná el narratario y su importancia en el cuento. 2. Contexto: rastreá los datos que permitan caracterizar la época (costumbres, ideología, usos

idiomáticos, etc.). 3. Caracterizá a la protagonista, la madre y el hijo. 4. Reconocé y analizá los distintos actos de habla al cuento “Corazonada”. 5. Explicá cómo entendés el final. 6. Relacionando los datos anteriores, decí cuál es el tema. 7. Analizá los lectos y registros del cuento 8. Con las respuestas anteriores escribí dos párrafos expositivo-explicativos: el primero como

introducción, el segundo de desarrollo. Empleá citas textuales para justificar. (Repasar cómo se cita de la carpeta del año anterior).

Polifonía

1. Indicá qué significa polifonía desde el punto etimológico (un diccionario puede ayudarte). 2. Hipotetizá sobre qué significa esta palabra aplicada a un texto. 3. Compará tu hipótesis con la definición siguiente.

La polifonía supone la combinación de diferentes voces en un texto. Estas voces

pueden estar explícitas (diferentes narradores en un texto, por ejemplo) o implícitas (citar o refutar una idea sin nombrar el origen de esta cita).

Los recursos del discurso polifónico son muy variados, entre ellos se pueden nombrar: voces narradoras, estilo directo, indirecto o narrativizado; citas de otros autores, la referencia bibliográfica en un paratexto, la refutación de una idea, etc.

La ironía es un recurso polifónico ya que supone dos “voces”: lo que se dice literalmente y lo sobreentendido, es decir, lo que verdaderamente se quiere decir.

4 Análisis de la polifonía en “Corazonada”:

1. De acuerdo con lo expuesto anteriormente analizá la polifonía en “Corazonada”. Para ello tené en cuenta: emisores, recurso utilizado, quién cita.

2. Indicá cuál es el texto irónico. 3. Relacioná con lo que analizaste en los puntos anteriores y explicá qué efecto se busca con

esta polifonía.

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Para seguir leyendo, otro texto de este autor.

Beatriz, la polución

Dijo el tío Rolando que esta ciudad se está poniendo imbancable de tanta polución que tiene. Yo no dije nada para no quedar como burra pero de toda la frase sólo entendí la palabra ciudad. Después fui al diccionario y busqué la palabra imbancable y no está. El domingo, cuando fui a visitar al abuelo le pregunté qué quería decir imbancable y él se rió y me explicó con buenos modos que quería decir insoportable. Ahí sí comprendí el significado porque Graciela, o sea mi mami, me dice algunas veces, o más bien casi todos los días, por favor Beatriz por favor a veces te pones verdaderamente insoportable. Precisamente ese mismo domingo a la tarde me lo dijo, aunque esta vez repitió tres veces por favor por favor por favor Beatriz a veces te pones verdaderamente insoportable, y yo muy serena, habrás querido decir que estoy imbancable, y a ella le hizo gracia, aunque no demasiada pero me quitó la penitencia y eso fue muy importante. La otra palabra, polución, es bastante más difícil. Esa sí está en el diccionario. Dice, polución: efusión de semen. Qué será efusión y qué será semen. Busqué efusión y dice: derramamiento de un líquido. También me fijé en semen y dice: semilla, simiente, líquido que sirve para la reproducción. O sea que lo que dijo el tío Rolando quiere decir esto: esta ciudad se está poniendo insoportable de tanto derramamiento de semen. Tampoco entendí, así que la primera vez que me encontré con Rosita mi amiga, le dije mi grave problema y todo lo que decía el diccionario. Y ella: tengo la impresión de que semen es una palabra sensual, pero no sé qué quiere decir. Entonces me prometió que lo consultaría con su prima Sandra, porque es mayor y en su escuela dan clase de educación sensual. El jueves vino a verme muy misteriosa, yo la conozco bien cuando tiene un misterio se le arruga la nariz, y como en la casa estaba Graciela, esperó con muchísima paciencia que se fuera a la cocina a preparar las

milanesas, para decirme, ya averigüé, semen es una cosa que tienen los hombres grandes, no los niños, y yo, entonces nosotras todavía no tenemos semen, y ella, no seas bruta, ni ahora ni nunca, semen sólo tienen los hombres cuando son viejos como mi padre o tu papi el que está preso, las niñas no tenemos semen ni siquiera cuando seamos abuelas, y yo, qué raro eh, y ella, Sandra dice que todos los niños y las niñas venimos del semen porque este liquido tiene bichitos que se llaman espermatozoides y Sandra estaba contenta porque en la clase había aprendido que espermatozoide se escribe con zeta. Cuando se fue Rosita yo me quedé pensando y me pareció que el tío Rolando quizá había querido decir que la ciudad estaba insoportable de tantos espermatozoides (con zeta) que tenía. Así que fui otra vez a lo del abuelo, porque él siempre me entiende y me ayuda aunque no exageradamente, y cuando le conté lo que había dicho tío Rolando y le pregunté si era cierto que la ciudad estaba poniéndose imbancable porque tenía muchos espermatozoides, al abuelo le vino una risa tan grande que casi se ahoga y tuve que traerle un vaso de agua y se puso bien colorado y a mí me dio miedo de que le diera un patatús y conmigo solita en una situación tan espantosa. Por suerte de a poco se fue calmando y cuando pudo hablar me dijo, entre tos y tos, que lo que tío Rolando había dicho se refería a la contaminación atmosférica. Yo me sentí más bruta todavía, pero enseguida él me explicó que la atmósfera era el aire, y como en esta ciudad hay muchas fábricas y automóviles todo ese humo ensucia el aire o sea la atmósfera y eso es la maldita polución y no el semen que dice el diccionario, y no tendríamos que respirarla pero como si no respiramos igualito nos morimos, no tenemos más remedio que respirar toda esa porquería. Yo le dije al abuelo que ahora sacaba la cuenta que mi papá tenía entonces una ventajita allá

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donde está preso porque en ese lugar no hay muchas fábricas y tampoco hay muchos automóviles porque los familiares de los presos políticos son pobres y no tienen automóviles. Y el abuelo dijo que sí, que yo tenía mucha razón, y que siempre había que encontrarle el lado bueno a las cosas. Entonces yo le di un beso muy grande y la barba me pinchó más que otras veces y me fui corriendo a buscar a Rosita y como en su

casa estaba la mami de ella que se llama Asunción, igualito que la capital de Paraguay, esperamos las dos con mucha paciencia hasta que por fin se fue a regar las plantas y entonces yo muy misteriosa, vas a decirle de mi parte a tu prima Sandra que ella es mucho más burra que vos y que yo, porque ahora sí lo averigüé todo y nosotras no venimos del semen sino de la atmósfera.

Benedetti, Mario

EDGAR ALLAN POE

El tonel de amontillado Había yo soportado hasta donde me era posible las mil ofensas de que Fortunato me hacía objeto, pero cuando se atrevió a insultarme juré que me vengaría. Vosotros, sin embargo, que conocéis bien mi alma, no pensaréis que proferí amenaza alguna. Me vengaría a la larga; esto quedaba decidido, pero, por lo mismo que definitivo, excluía toda idea de riesgo. No sólo debía castigar, sino castigar con impunidad No se repara un agravio cuando el castigo alcanza al reparador, y tampoco es reparado si el vengador no es capaz de mostrarse como tal a quien lo ha ofendido.

Téngase en cuenta que ni mediante hechos ni palabras había yo dado motivo a Fortunato para dudar de mi buena disposición. Tal como me lo había propuesto, seguí sonriente ante él, sin que se diera cuenta de que mi sonrisa procedía, ahora de la idea de su inmolación.

Un punto débil tenía este Fortunato, aunque en otros sentidos era hombre de respetar y aun de temer. Enorgullecíase de ser un connaisseur en materia de vinos. Pocos italianos poseen la capacidad del verdadero virtuoso. En su mayor parte, el entusiasmo que fingen se adapta al momento y a la oportunidad, a fin de engañar a los millonarios ingleses y austríacos. En pintura y en alhajas Fortunato era un impostor, como todos sus compatriotas; pero en lo referente a vinos añejos procedía con sinceridad. No era yo diferente de él en este sentido; experto en vendimias italianas, compraba con largueza todos los vinos que podía.

Anochecía ya, una tarde en que la semana de carnaval llegaba a su locura máxima, cuando encontré a mi amigo. Acercóseme con excesiva cordialidad, pues había estado bebiendo en demasía. Disfrazado de bufón llevaba un ajustado traje a rayas y lucía en la cabeza el cónico gorro de cascabeles. Me sentí tan contento al verle que me pareció que no terminaría nunca de estrechar su mano.

-Mi querido Fortunato - dije-, ¡qué suerte haberte encontrado! ¡Qué buen semblante tienes! Acabo de recibir un barril de vino que pasa por amontillado pero tengo mis dudas.

- ¿Cómo?- exclamó Fortunato- ¿Amontillado? ¿Un barril? ¡Imposible! ¡Y a mitad de carnaval...!

-Tengo mis dudas – insistí - pero he sido lo bastante tonto como para pagar su precio sin consultarte antes. No pude dar contigo y tenía miedo de echar a perder un buen negocio.

- ¡Amontillado! - ¡Tengo mis dudas! - ¡Amontillado! -Y quiero salir de ellas. - ¡Amontillado! -Como estás ocupado, me voy a buscar a

Lucresi. Si hay alguien con sentido crítico, es él. Me dirá que…

-Lucresi es incapaz de distinguir entre amontillado y jerez.

-Y sin embargo no faltan tontos que afirman que su gusto es comparable al tuyo.

- ¡Ven! ¡Vamos! - ¿Adónde?

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-A tu bodega. -No, amigo mío. No quiero

aprovecharme de tu bondad. Noto que estás ocupado, y Lucresi...

-No tengo nada que hacer; vamos. -No, amigo mío. No se trata de tus

ocupaciones, pero veo que tienes un fuerte catarro. Las criptas son terriblemente húmedas y están cubiertas de salitre.

-Vamos lo mismo. Este catarro no es nada. ¡Amontillado! Te has dejado engañar. En cuanto a Lucresi, es incapaz de distinguir entre jerez y amontillado.

Mientras decía esto, Fortunato me tomó del brazo. Yo me puse un antifaz de seda negra y, ciñéndome una roquelaure dejé que me llevara apresuradamente a mi palazzo.

No encontramos sirvientes en mi morada, habíanse escapado para festejar alegremente el carnaval. Como les había dicho que no volvería hasta la mañana siguiente, dándoles órdenes expresas de no moverse de la casa, estaba bien seguro de que todos ellos se habían marchado de inmediato apenas les hube vuelto la espalda.

Saqué dos antorchas de sus anillas y, entregando una a Fortunato, le conduje a través de múltiples habitaciones hasta la arcada que daba acceso a las criptas. Descendimos una larga escalera de caracol, mientras yo recomendaba a mi amigo que bajara con precaución. Llegamos por fin al fondo y pisamos juntos el húmedo suelo de las catacumbas de los Montresors.

Mi amigo caminaba tambaleándose, y al moverse tintinearon los cascabeles de su gorro.

-El tonel- dijo. -Está más adelante -contesté-, pero

observa las blancas telarañas que brillan en las paredes de estas cavernas.

Se volvió hacia mí y me miró en los ojos con veladas pupilas, que destilaban el flujo de su embriaguez.

- ¿Salitre? – preguntó, después de un momento.

-Salitre- repuse-. ¿Desde cuándo tienes esa tos?

El violento acceso impidió a mi pobre amigo contestarme durante varios minutos.

-No es nada -dijo por fin. -Vamos- declaré con decisión-.

Volvámonos; tu salud es preciosa. Eres rico, respetado, admirado querido; eres feliz como en un tiempo lo fui yo. Tu desaparición sería lamentada. Cosa que no ocurriría en mi caso. Volvamos, pues, de lo contrario te enfermarás, y

no quiero tener esa responsabilidad. Además está Lucresi que...

- ¡Basta! - dijo Fortunato-. Esta tos no es nada y no me matará. No voy a morir de un acceso de tos.

-Ciertamente que no- repuse-. No quería alarmarte innecesariamente. Un trago de este Medoc nos protegerá de la humedad.

Rompí el cuello de una botella que había extraído de una larga hilera de la misma clase colocada en el suelo.

-Bebe- agregué, presentándole el vino. Mirándome de soslayo, alzó la botella

hasta sus labios. Detúvose, y me hizo un gesto familiar, mientras tintineaban sus cascabeles.

-Brindo- dijo- por los enterrados que reposan en torno de nosotros.

-Y yo brindo por que tengas una larga vida.

Otra vez me tomó del brazo y seguimos adelante.

-Estas criptas son enormes -observó Fortunato.

-Los Montresors- repliqué- fueron una distinguida y numerosa familia.

-He olvidado vuestras armas. -Un gran pie humano de oro en campo de

azur; él pie aplasta una serpiente rampante cuyas garras se hunden en él talón.

- ¿Y el lema? -Nemo me impune lacessit. - ¡Muy bien! -dijo Fortunato. Chispeaba el vino en sus ojos y

tintineaban los cascabeles. El Medoc había estimulado también mi fantasía. Dejamos atrás largos muros formados por esqueletos apilados, entre los cuales aparecían también toneles y pipas, hasta llegar a la parte más recóndita de las catacumbas. Me detuve otra vez, atreviéndome ahora a tomar del brazo a Fortunato por encima del codo.

- ¡Mira, cómo el salitre va en aumento!- dije-. Abunda como el moho en las criptas. Estamos debajo del lecho del río. Las gotas de humedad caen entre los huesos... Ven, volvámonos antes de que sea demasiado tarde. La tos...

-No es nada- dijo Fortunato-. Sigamos adelante, pero bebamos antes otro trago de Medoc.

Rompí el cuello de un frasco de De Grave y se lo alcancé. Vaciolo de un trago y sus ojos se llenaron de una luz salvaje. Riéndose, lanzó la botella hacia arriba, gesticulando en una forma que no entendí.

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Lo miré, sorprendido. Repitió el movimiento, un movimiento grotesco.

- ¿No comprendes? -No- repuse. -Entonces no eres de la hermandad. - ¿Cómo? -No eres un masón. - ¡Oh, sí! -exclamé-. ¡Sí lo soy! - ¿Tú, un masón? ¡Imposible! - ¿Un masón?- insistí. -Haz un signo- dijo él-. Un signo. -Mira- repuse, extrayendo de entre los

pliegues de mi roquelaure una pala de albañil. -Te estás burlando- exclamó Fortunato,

retrocediendo algunos pasos-. Pero vamos a ver ese amontillado.

-Puesto que lo quieres- dije, guardando el utensilio y ofreciendo otra vez mi brazo a Fortunato, que se apoyó pesadamente. Continuamos nuestro camino en busca del amontillado. Pasamos bajo una hilera de arcos muy bajos, descendimos, seguimos adelante y, luego de bajar otra vez, llegamos a una profunda cripta, donde el aire estaba tan viciado que nuestras antorchas dejaron de llamear y apenas alumbraban.

En el extremo más alejado de la cripta se veía otra menos espaciosa. Contra sus paredes se habían apilado restos humanos que subían hasta la bóveda, como puede verse en las grandes catacumbas de París. Tres lados de esa cripta interior aparecían ornamentados de esta manera. En el cuarto, los huesos se habían desplomado y yacían dispersos en el suelo formando en una parte un amontonamiento bastante grande. Dentro del muro así expuesto por la caída de los huesos, vimos otra cripta o nicho interior, cuya profundidad sería de unos cuatro pies, mientras su ancho era de tres y su alto de seis o siete Parecía haber sido construida sin ningún propósito especial, ya que solo constituía el intervalo entre dos de los colosales soportes del techo de las catacumbas y formaba su parte posterior la pared, de sólido granito, que las limitaba.

Fue inútil que Fortunato alzando su mortecina antorcha, tratara de ver en lo hondo del nicho. La débil luz no permitía adivinar dónde terminaba.

-Continúa- dije-. Allí está el amontillado En cuanto a Lucresi…

-Es un ignorante- interrumpió mi amigo, mientras avanzaba tambaleándose y yo le seguía pegado a sus talones. En un instante llegó al fondo del nicho y al ver que la roca interrumpía

su marcha, se detuvo como atontado. Un segundo más tarde quedaba encadenado al granito. Había en la roca dos argollas de hierro, separadas horizontalmente por unos dos pies. De una de ellas colgaba una cadena corta; de la otra, un candado. Pasándole la cadena alrededor de la cintura, me bastaron apenas unos segundos para aherrojarlo. Demasiado estupefacto estaba para resistirse. Extraje la llave y salí del nicho.

-Pasa tu mano por la pared- dije- y sentirás el salitre. Te aseguro que hay mucha humedad. Una vez mas, te imploro que volvamos ¿No quieres? Pues entonces, tendré que dejarte. Pero antes quiero ofrecerte todos mis servicios.

- ¡El amontillado!- exclamó mi amigo, que no había vuelto aún de su estupefacción.

-Es cierto- repliqué-. El amontillado. Mientras decía esas palabras, fui hasta el

montón de huesos de que ya he hablado. Echándolos a un lado, puse en descubierto una cantidad de bloques de piedra y de mortero. Con estos materiales y con ayuda de mi pala de albañil comencé vigorosamente a cerrar la entrada del nicho.

Apenas había colocado la primera hilera de mampostería, advertí que la embriaguez de Fortunato se había disipado en buena parte. La primera indicación nació de un quejido profundo que venía de lo hondo del nicho. No era el grito de un borracho. Siguió un largo y obstinado silencio. Puse la segunda hilera, la tercera y la cuarta; entonces oí la furiosa vibración de la cadena. El ruido duró varios minutos, durante los cuales y para poder escucharlo con más comodidad, interrumpí mi labor y me senté sobre los huesos. Cuando, por fin, cesó el resonar de la cadena, tomé de nuevo mi pala y terminé sin interrupción la quinta, la sexta, y la séptima hilera. La pared me llegaba ahora hasta el pecho. Detúveme nuevamente y, alzando la antorcha sobre la mampostería, proyecté sus débiles rayos sobre la figura allí encerrada.

Una sucesión de agudos y penetrantes alaridos brotando súbitamente de la garganta de aquella forma encadenada, me hicieron retroceder con violencia. Vacilé un instante y temblé. Desenvainando mi espada, me puse a tantear con ella el interior del nicho, pero me bastó una rápida reflexión para tranquilizarme. Apoyé la mano sobre la sólida muralla de la catacumba y me sentí satisfecho Volví a acercarme al nicho y contesté con mis alaridos a aquel que clamaba. Fui su eco, lo ayudé, lo sobrepujé en volumen y en fuerza. Sí, así lo hice, y sus gritos acabaron por cesar.

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Ya era media noche y mi tarea llegaba a su término. Había completado la octava, la novena y la décima hilera. Terminé una parte de la undécima y última; sólo quedaba por colocar y fijar una sola piedra. Luché con su peso y la coloqué parcialmente en posición. Pero entonces brotó desde el nicho una risa apagada que hizo erizar mis cabellos. La sucedió una voz lamentable, en la que me costó reconocer la del noble Fortunato.

- ¡Ja, ja…ja, ja! ¡Una excelente broma, por cierto..., una excelente broma...! ¡Cómo vamos a reírnos en el palazzo…, ja, ja…, mientras bebamos…ja, ja...!

- ¡El amontillado!- dije. - ¡Ja, ja…! ¡Sí..., el amontillado...! Pero...

¿no se está haciendo tarde? ¿No nos estarán esperando en el palazzo... mi esposa y los demás? ¡Vámonos!

-Sí- dije- ¡Vámonos! - ¡Por el amor de Dios, Montresor! -Sí –dije -. Por el amor de Dios. Esperé en vano la respuesta a mis

palabras. Me impacienté y llamé en voz alta: - ¡Fortunato! Silencio. Llamé otra vez: - ¡Fortunato! – No hubo respuesta. Pasé una antorcha por

la abertura y la dejé caer dentro. Solo me fue devuelto un tintinear de cascabeles. Sentí que una náusea me envolvía; su causa era la humedad de las catacumbas. Me apresuré a terminar mi trabajo. Puse la última piedra en su sitio y la fijé con el mortero. Contra la nueva mampostería volví a alzar la antigua pila de huesos. Durante medio siglo, ningún mortal los ha perturbado. ¡In pace requiescat!

Poe, Edgar Allan. Narraciones en prosa. Madrid. Universidad de Puerto Rico. 1956

Traducción y notas Julio Cortázar.

Para investigar sobre el autor y su obra http://lengua2pelle.wikispaces.com/ http://lengua2pelle.wikispaces.com/Allan+Poe.+Su+literatura

ACTIVIDADES Biografía del autor: ______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

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A - Vocabulario 1) Buscá el significado de las siguientes palabras Podés recurrir al Diccionario de la Real Academia Española en la Web http://www.rae.es/rae.html proferir: inmolación: *veladas (adjetivo): soslayo (de soslayo): rampante: *recóndita: *mortecina: *estupefacto: alarido: impunidad: 2) Buscá al menos dos sinónimos para cada uno de los vocablos marcados con asterisco. Podés recurrir en la Web a http://www.wordreference.com/sinonimos/ 3) Formación de palabras

3.1 ¿En cuáles de estas palabras reconocés la formación por prefijación? 3.2 Indicá el significado de cada uno de ellos 3.3 Buscá otros tres ejemplos de palabras formadas con cada uno de esos prefijos

PRODUCCIÓN DE TEXTO

Incluí algunas de las palabras de los ejercicios anteriores (mínimo seis) en un breve texto narrativo.

B - Guía de análisis 1) Caracterizá al narrador.

2) Indicá qué función cumple la mención del narratario dentro del cuento.

3) Analizá el relato.

4) Caracterizá tiempo y lugar de la acción. ¿Por qué creés que el autor los elige?

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5) Caracterizá a los personajes a partir de los datos textuales.

6) Indicá por qué creés que el narrador insiste continuamente con el tema de la salud de

Fortunato y la inconveniencia de permanecer en ese lugar.

7) Teniendo en cuenta el contexto, explicá la frase: “No era el grito de un borracho”.

8) Sintetizá el tema del cuento. Relaciónalo con el lema del escudo de armas de los Montresor.

9) Justificá o refutá la siguiente afirmación: “Montresor siente finalmente culpa por el acto que

llevó a cabo contra Fortunato”

La máscara de la Muerte Roja

La "Muerte Roja" había devastado el

país durante largo tiempo. Jamás una peste había sido tan fatal y tan espantosa. La sangre era su encarnación y su sello: el rojo y el horror de la sangre. Comenzaba con agudos dolores, un vértigo repentino, y luego los poros sangraban y sobrevenía la muerte. Las manchas escarlata en el cuerpo y la cara de la víctima eran el bando de la peste, que la aislaba de toda ayuda y de toda simpatía. Y la invasión, progreso y fin de la enfermedad se cumplían en media hora.

Pero el príncipe Próspero era feliz, intrépido y sagaz. Cuando sus dominios quedaron semidespoblados llamó a su lado a mil robustos y desaprensivos amigos de entre los caballeros y damas de su corte, y se retiró con ellos al seguro encierro de una de sus abadías fortificadas. Era ésta de amplia y magnífica construcción y había sido creada por el excéntrico aunque majestuoso gusto del príncipe. Una sólida y altísima muralla la circundaba. Las puertas de la muralla eran de hierro. Una vez adentro, los cortesanos trajeron fraguas y pesados martillos y soldaron los cerrojos. Habían resuelto no dejar ninguna vía de ingreso o de salida a los súbitos impulsos de la desesperación o del frenesí. La abadía estaba ampliamente aprovisionada. Con precauciones semejantes, los cortesanos podían desafiar el contagio. Que el mundo exterior se las arreglara por su cuenta; entretanto, era una locura afligirse o meditar. El príncipe había reunido todo lo necesario para los placeres. Había bufones, improvisadores, bailarines y músicos; había hermosura y vino. Todo eso y la seguridad estaban del lado de adentro. Afuera estaba la Muerte Roja.

Al cumplirse el quinto o sexto mes de su reclusión, y cuando la peste hacía los más terribles estragos, el príncipe Próspero ofreció a

sus mil amigos un baile de máscaras de la más insólita magnificencia.

Aquella mascarada era un cuadro voluptuoso, pero permitidme que antes os describa los salones donde se celebraba. Eran siete -una serie imperial de estancias-. En la mayoría de los palacios, la sucesión de salones forma una larga galería en línea recta, pues las dobles puertas se abren hasta adosarse a las paredes, permitiendo que la vista alcance la totalidad de la galería. Pero aquí se trataba de algo muy distinto, como cabía esperar del amor del príncipe por lo extraño. Las estancias se hallaban dispuestas con tal irregularidad que la visión no podía abarcar más de una a la vez. Cada veinte o treinta yardas había un brusco recodo, y en cada uno nacía un nuevo efecto. A derecha e izquierda, en mitad de la pared, una alta y estrecha ventana gótica daba a un corredor cerrado que seguía el contorno de la serie de salones. Las ventanas tenían vitrales cuya coloración variaba con el tono dominante de la decoración del aposento. Si, por ejemplo, la cámara de la extremidad oriental tenía tapicerías azules, vívidamente azules eran sus ventanas. La segunda estancia ostentaba tapicerías y ornamentos purpúreos, y aquí los vitrales eran púrpura. La tercera era enteramente verde, y lo mismo los cristales. La cuarta había sido decorada e iluminada con tono naranja; la quinta, con blanco; la sexta, con violeta. El séptimo aposento aparecía completamente cubierto de colgaduras de terciopelo negro, que abarcaban el techo y las paredes, cayendo en pesados pliegues sobre una alfombra del mismo material y tonalidad. Pero en esa cámara el color de las ventanas no correspondía a la decoración. Los cristales eran escarlatas, tenían un profundo color de sangre.

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A pesar de la profusión de ornamentos de oro que aparecían aquí y allá o colgaban de los techos, en aquellas siete estancias no había lámparas ni candelabros. Las cámaras no estaban iluminadas con bujías o arañas. Pero en los corredores paralelos a la galería, y opuestos a cada ventana, se alzaban pesados trípodes que sostenían un ígneo brasero, cuyos rayos proyectábanse a través de los cristales teñidos e iluminaban brillantemente cada estancia. Producían en esa forma multitud de resplandores tan vivos como fantásticos. Pero en la cámara del poniente, la cámara negra, el fuego que a través de los cristales de color de sangre se derramaba sobre las sombrías colgaduras, producía un efecto terriblemente siniestro, y daba una coloración tan extraña a los rostros de quienes penetraban en ella, que pocos eran lo bastante audaces para poner allí los pies.

En este aposento, contra la pared del poniente, se apoyaba un gigantesco reloj de ébano. Su péndulo se balanceaba con un resonar sordo, pesado, monótono; y cuando el minutero había completado su circuito y la hora iba a sonar, de las entrañas de bronce del mecanismo nacía un tañido claro y resonante, lleno de música; mas su tono y su énfasis eran tales que, a cada hora, los músicos de la orquesta se veían obligados a interrumpir momentáneamente su ejecución para escuchar el sonido, y las parejas danzantes cesaban por fuerza sus evoluciones; durante un momento, en aquella alegre sociedad reinaba el desconcierto; y, mientras aún resonaban los tañidos del reloj, era posible observar que los más atolondrados palidecían y los de más edad y reflexión se pasaban la mano por la frente, como si se entregaran a una confusa meditación o a un ensueño. Pero apenas los ecos cesaban del todo, livianas risas nacían en la asamblea; los músicos se miraban entre sí, como sonriendo de su insensata nerviosidad, mientras se prometían en voz baja que el siguiente tañido del reloj no provocaría en ellos una emoción semejante. Mas, al cabo de sesenta minutos (que abarcan tres mil seiscientos segundos del Tiempo que huye), el reloj daba otra vez la hora y otra vez nacían el desconcierto, el temblor y la meditación.

Pese a ello, la fiesta era alegre y magnífica. El príncipe tenía gustos singulares. Sus ojos se mostraban especialmente sensibles a los colores y sus efectos. Desdeñaba los caprichos de la mera moda. Sus planes eran audaces y ardientes, sus concepciones brillaban

con bárbaro esplendor. Algunos podrían haber creído que estaba loco. Sus cortesanos sentían que no era así. Era necesario oírlo, verlo y tocarlo para tener la seguridad de que no lo estaba.

El príncipe se había ocupado personalmente de gran parte de la decoración de las siete salas destinadas a la gran fiesta, y su gusto había guiado la elección de los disfraces. Grotescos eran éstos, a no dudarlo. Reinaban en ellos el brillo, el resplandor, lo picante y lo fantasmagórico -mucho de eso que más tarde habría de encontrarse en Hernani-. Veíanse figuras de arabesco, con siluetas y atuendos incongruentes; veíanse fantasías delirantes, como las que aman los maníacos. Abundaba allí lo hermoso, lo extraño, lo licencioso, y no faltaba lo terrible y lo repelente. En verdad, en aquellas siete cámaras se movía, de un lado a otro, una multitud de sueño. Y aquellos sueños se contorsionaban en todas partes, cambiando de color al pasar por los aposentos, y haciendo que la extraña música de la orquesta pareciera el eco de sus pasos.

Mas otra vez tañe el reloj que se alza en el aposento de terciopelo. Por un momento todo queda inmóvil; todo es silencio, salvo la voz del reloj. Los sueños están helados, rígidos en sus posturas. Pero los ecos del tañido se pierden -apenas han durado un instante-, y una risa ligera, a medias sofocada, flota tras ellos en su fuga. Otra vez crece la música, viven los sueños, contorsionándose de aquí para. allá con más alegría que nunca coloreándose al pasar ante las ventanas, por las cuales irrumpen los rayos de los trípodes Mas en la cámara que da a al oeste ninguna máscara se aventura, pues la noche avanza y, una luz más roja se filtra por los cristales de color de sangre; aterradora es la tiniebla de las colgaduras negras; y, para aquel cuyo pie se pose en la sombría alfombra, brota del reloj de ébano un ahogado resonar mucho más solemne que los que alcanzan a oír las máscaras entregadas a la lejana alegría de las otras estancias.

Congregábase densa multitud en estas últimas donde afiebradamente latía el corazón de la vida. Continuaba la fiesta en su torbellino hasta el momento en que comenzaron a oírse los tañidos del reloj anunciando la medianoche. Calló entonces la música como ya he dicho y las evoluciones de los que bailaban se interrumpieron y, como antes, se produjo en todo una cesación angustiosa. Mas esta vez el reloj

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debía tañer doce campanadas y quizá por eso ocurrió que los pensamientos invadieron en mayor número las meditaciones de aquellos que reflexionaban entre la multitud entregada a la fiesta. Y quizá también por eso ocurrió que, antes de que los últimos ecos del carillón se hubieran hundido en el silencio, muchos de los concurrentes tuvieron tiempo para advertir la presencia de una figura enmascarada que hasta entonces no había llamado la atención de nadie. Y, habiendo corrido en un susurro la noticia de aquella nueva presencia, alzose al final un rumor que expresaba desaprobación, sorpresa y, finalmente, espanto, horror y repugnancia.

En una asamblea de fantasmas como la que acabo de describir es de imaginar que una aparición ordinaria no hubiera provocado semejante conmoción. El desenfreno de aquella mascarada no tenía límites pero la figura en cuestión lo ultrapasaba e iba, incluso, más allá de lo que el liberal criterio del príncipe toleraba. En el corazón de los más temerarios hay cuerdas que no pueden tocarse sin emoción. Aun el más relajado de los seres, para quien la vida y la muerte son igualmente un juego, sabe que hay cosas con las cuales no se puede jugar. Los concurrentes parecían sentir en lo más hondo que el traje y la apariencia del desconocido no revelaban ni ingenio ni decoro. Su figura, alta y flaca, estaba envuelta de la cabeza a los pies en una mortaja. La máscara que ocultaba el rostro se parecía de tal manera al semblante de un cadáver ya rígido, que el escrutinio más detallado se habría visto en dificultades para descubrir el engaño. Cierto; aquella frenética concurrencia podía tolerar, si no aprobar, semejante disfraz. Pero el enmascarado se había atrevido a asumir las apariencias de la Muerte Roja. Su mortaja estaba salpicada de sangre, y su amplia frente, así como el rostro, aparecían manchados por el horror escarlata.

Cuando los ojos del príncipe Próspero cayeron sobre la espectral imagen (que ahora, con un movimiento lento y solemne como para dar relieve a su papel, se paseaba entre los bailarines), convulsionose en el primer momento con un estremecimiento de terror o de disgusto; pero, al punto, su frente enrojeció de rabia.

- ¿Quién se atreve -preguntó, con voz ronca, a los cortesanos que lo rodeaban-, quién se atreve a insultarnos con esta burla blasfematoria? ¡Apoderaos de él y desenmascaradlo, para que sepamos a quién vamos a ahorcar al alba en las almenas!

Al pronunciar estas palabras, el príncipe Próspero se hallaba en el aposento del este, el aposento azul. Sus acentos resonaron alta y claramente en las siete estancias, pues el príncipe era hombre osado y robusto, y la música acababa de cesar a una señal de su mano.

Con un grupo de pálidos cortesanos a su lado hallábase el príncipe en el aposento azul. Apenas hubo hablado, los presentes hicieron un movimiento en dirección al intruso, quien, en ese instante, se hallaba a su alcance y se acercaba al príncipe con paso sereno y deliberado. Mas la indecible aprensión que la insana apariencia del enmascarado había producido en los cortesanos impidió que nadie alzara la mano para detenerlo; y así, sin impedimentos, pasó éste a una yarda del príncipe, y, mientras la vasta concurrencia retrocedía en un solo impulso hasta pegarse a las paredes, siguió andando ininterrumpidamente, pero con el mismo solemne y mesurado paso que desde el principio lo había distinguido. Y de la cámara azul pasó a la púrpura, de la púrpura a la verde, de la verde a la anaranjada, desde ésta a la blanca y de allí a la violeta antes de que nadie se hubiera decidido a detenerlo. Mas entonces el príncipe Próspero, enloquecido por la rabia y la vergüenza de su momentánea cobardía, se lanzó a la carrera a través de los seis aposentos, sin que nadie lo siguiera por el mortal terror que a todos paralizaba. Puñal en mano, acercose impetuosamente hasta llegar a tres o cuatro pasos de la figura, que seguía alejándose, cuando ésta, al alcanzar el extremo del aposento de terciopelo, se volvió de golpe y enfrentó a su perseguidor. Oyose un agudo grito, mientras el puñal caía resplandeciente sobre la negra alfombra y el príncipe Próspero se desplomaba muerto.

Reuniendo el terrible coraje de la desesperación, numerosas máscaras se lanzaron al aposento negro; pero, al apoderarse del desconocido, cuya alta figura permanecía erecta e inmóvil a la sombra del reloj de ébano, retrocedieron con inexpresable horror al descubrir que el sudario y la máscara cadavérica que con tanta rudeza habían aferrado no contenía ninguna forma tangible.

Y entonces reconocieron la presencia de la Muerte Roja. Había venido como un ladrón en la noche. Y uno por uno cayeron los convidados en las salas de orgía manchadas de sangre, y cada uno murió en la desesperada actitud de su caída. Y la vida del reloj de ébano se apagó con la del último de aquellos alegres seres. Y las llamas de

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los trípodes expiraron. Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo. Poe, Edgar Allan. Narraciones extraordinarias. 2da. edición. Traducción y notas Julio Cortázar. Santiago de Chile. Andrés Bello. 1996

ACTIVIDADES A- Vocabulario 1) Buscar el significado de las siguientes palabras:

*devastar, *excéntrico, *intrépido, *sagaz, fragua, magnificencia, ígneo, mera, grotesco, desaprensivo, incongruente

2) Buscar al menos dos sinónimos para cada uno de los vocablos marcados con asterisco. 3) Formación de palabras:

3.1 ¿En cuáles de estas palabras reconocés la formación por prefijación? 3.2 Indicá el significado de cada uno de ellos. 3.3 Buscá otros tres ejemplos de palabras formadas con cada uno de esos prefijos.

4) Formá familias de palabras a partir de la lista que se da a continuación. Clasificá sintácticamente cada uno

de los vocablos que las integran: magnificencia, devastar, intrépido, incongruente

B- Guía de análisis

1) Caracterizá al protagonista y analizá por medio de qué elementos se ha logrado dicha caracterización.

2) Explicá qué función cumple dentro del relato la descripción de las cámaras del palacio y de su distribución.

3) ¿Qué valor simbólico tienen los colores utilizados? 4) ¿Qué otros elementos simbólicos aparecen? 5) ¿En qué época creés que ocurren los hechos? Justificá. 6) ¿Cuál es el tema? 7) ¿Qué recursos literarios predominan en el relato? 8) Explicá qué valor tiene el polisíndeton del último párrafo. 9) Clasificá el cuento. Justificá.

Para seguir leyendo, otro texto de este autor.

El corazón delator

¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen y observen con cuánta

cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia. Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un

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ojo semejante al de un buitre...Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre. Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándole por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarle mientras dormía. Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche había sentido el alcance de mis

facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque le sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.

Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:-¿Quién está ahí? Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte. Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez." Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que le movía a sentir - aunque no podía verla ni oírla - a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación

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Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna. Así lo hice- no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado -, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre. Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras le miraba. Le vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito. ¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún mucho más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado. Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarle al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al verlo fácil que había resultado todo. Pero, durante varios

minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme. Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas. Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano Ä- ni siquiera el suyo Ä- hubiera podido notar la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja! Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora? Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar. Sonreí, pues ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré los caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, son la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el

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exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima. Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos. Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y qué podía yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre

insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte! ¡Basta ya de fingir, malvados! – aullé ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí! ¡Donde está latiendo su horrible corazón!

Poe, Edgar Allan Cuentos/1. Traducción de Julio Cortázar. Argentina. Alianza. 1993

Producción de texto

Escribí un retrato psicológico del príncipe utilizando otros elementos diferentes de los que aparecen en el cuento pero que sirvan para lograr la misma caracterización.

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MANUEL MUJICA LÁINEZ

Milagro 1610

El hermano portero abre los ojos, pero esta vez no es la claridad del alba la que, al deslizarse en su celda, pone fin a su corto sueño. Todavía falta una hora para el amanecer y en la ventana las estrellas no han palidecido aún. El anciano se revuelve en el lecho duro, inquieto. Aguza el oído y se percata de que lo que le ha despertado no es una luz sino una música que viene de la galería conventual. El hermano se frota los ojos y se llega a la puerta de su habitación. Todo calla, como si Buenos Aires fuera una ciudad sepultada bajo la arena hace siglos. Lo único que vive es esa música singular, dulcísima, que ondula dentro del convento franciscano de las Once Mil Vírgenes.

El portero la reconoce o cree reconocerla, mas al punto comprende que se engaña. No, no puede ser el violín del Padre Francisco Solano. El Padre Solano está ahora en Lima, a más de setecientas leguas del Río de la Plata. ¡Y sin embargo...! El hermano hizo el viaje desde España en su compañía veinte años atrás, y no ha olvidado el son de ese violín. Música de ángeles parecía, cuando el santo varón se sentaba a proa y acariciaba las cuerdas con el arco. Hubo marineros que aseguraron que los peces asomaban las fauces y las aletas para escucharlo mejor, en la espuma del navío. Y uno contó que una noche había visto una sirena, una verdadera sirena con la cola de escamas y el cabello de líquenes negros, que escoltó por buen espacio a la flota, balanceándose en el oleaje a la cadencia del violín.

Pero esta música debe ser otra, porque el Padre Francisco Solano está en el Perú, y para bajar del Perú a Buenos Aires, en las tardas carretas, se necesita muchísimo tiempo. ¡Y sin embargo, sin embargo...! ¿Quién toca el violín así en esta ciudad? Ninguno. Ninguno sabe, como Solano, arrancar las notas que hacen suspirar y sonreír, que transportan el alma. Los indios del Tucumán abandonaban las flechas, juntaban las manos y acudían a su reclamo milagroso. Y los jaguares de las selvas también, como esos tigres de las pinturas antiguas que van uncidos por guirnaldas a los carros triunfales. El hermano portero ha sido testigo de tales prodigios en San Miguel del Tucumán y en

La Rioja, donde florece el naranjo plantado por el taumaturgo.

Es una música indefinible, muy simple, muy fácil, y que empero hace pensar en los instrumentos celestes y en los coros alineados alrededor del Trono divino. Va por el claustro del convento de Buenos Aires, aérea, como una brisa armoniosa, y el hermano portero la sigue, latiéndole el corazón.

En el patio donde se yergue el ciprés que cuida Fray Luis de Bolaños, el espectáculo de encantamiento detiene al hermano lego que se persigna. Ya avanza el mes de julio, pero el aire se embalsama con el olor y la tibieza primaverales. Todo el árbol está colmado de pájaros inmóviles, atentos. El portero distingue la amarilla pechuga del benteveo y la roja del pecho colorado y el luto del tordo y las plumas grises de la calandria y la cresta del cardenal y la cola larga de la tijereta. Nunca ha habido tantos pájaros en el convento de las Once Mil Vírgenes. Los teros se han posado sobre un andamio, allí donde prosiguen las obras que Fray Martín Ignacio de Loyola, obispo del Paraguay y sobrino del santo, mandó hacer. Y hay horneros y carpinteros entre las vigas, y chorlos, y churrinches y zorzales y picaflores y hasta un solemne búho. Escuchan el violín invisible, chispeantes los ojos redondos, quietas las alas. El ciprés semeja un árbol hechizado que diera pájaros por frutos.

La música gira por la galería y más allá el hermano topa con el perro y el gato del convento. Sin mover rabo ni oreja como dos estatuas egipcias, velan a la entrada de la celda de Fray Luis de Bolaños cuelga entre los dos una araña que ha suspendido la labor de la tela para oír la melodía única. Y observa el hermano portero que las bestezuelas que a esa hora circulan por la soledad del claustro han quedado también como fascinadas, como detenidas en su andar por una orden superior. Ahí están los ratoncitos, los sapos doctorales, la lagartija, los insectos de caparazón pardo y verde, los gusanos luminosos y, en un rincón, como si la hubieran embalsamado para un museo, una vizcacha de los campos. Nada se agita, ni un élitro, ni una antena, ni un bigote. Apenas se sabe que viven

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por el ligero temblor de los buches, por un rápido guiño.

El hermano portero se pellizca para verificar si está soñando. Pero no, no sueña. Y los acordes proceden de la celda de Fray Luis.

El lego empuja la puerta y una nueva maravilla le pasma. Inunda el desnudo aposento un extraño claror. En el medio, sobre el piso de tierra, se recorta la estera de esparto que sirve de lecho al franciscano. Fray Luis de Bolaños se halla en oración, arrobado, y lo estupendo es que no se apoya en el suelo sino flota sobre él, a varios palmos de altura. Su cordón de hilo de chahuar pende en el aire. Así le han visto en otras oportunidades los indios de sus reducciones de Itatí, de Baradero, de Yaguarón. En torno, como una aureola de música enroscan su anillo los sones del mismo violín.

El hermano portero cae de hinojos, la frente hundida entre las palmas. De repente cesa

el escondido .concierto. Alza los ojos el hermano y advierte que Fray Luis está de pie a su lado y que le dice:

-El santo Padre Francisco Solano ha muerto hoy en el Convento de Jesús, en Lima. Recemos por él

-Pater Noster…-murmura el lego.

El frío de julio se cuela ahora por la ventana de la celda. Al callar el violín, el silencio que adormecía a Buenos Aires se rompe con el fragor de las carretas que atruenan la calle, con el tañido de las campanas, con el taconeo de las devotas que acuden a la primera misa muy rebozadas, con las voces de los esclavos que baldean los patios en la casa vecina. Los pájaros se han echado a volar. No regresarán al ciprés de Fray Luis hasta la primavera.

Mujica Láinez, Manuel. Misteriosa Buenos Aires. 4° ed. Buenos Aires. Sudamericana. 1971

La galera 1803

¿Cuántos días, cuántos crueles,

torturadores días hace que viajan así, sacudidos, zangoloteados, golpeados sin piedad contra la caja de la galera, aprisionados en los asientos duros? Catalina ha perdido la cuenta. Lo mismo pueden ser cinco que diez, que quince; lo mismo puede haber transcurrido un mes desde que partieron de Córdoba, arrastrados por ocho mulas dementes. Ciento cuarenta y dos leguas median entre Córdoba y Buenos Aires, y aunque Catalina calcula que ya llevan recorridas más de trescientas, sólo ochenta separan en verdad a su punto de origen y la Guardia de la Esquina, próxima parada de las postas.

Los otros viajeros vienen amodorrados, agitando las cabezas como títeres, pero Catalina no logra dormir. Apenas si ha cerrado los ojos desde que abandonaron la sabia ciudad. El coche chirría y cruje columpiándose en las sopandas de cuero estiradas a torniquete, sobre las ruedas altísimas de madera de urunday. De nada sirve que ejes y mazas y balancines estén envueltos en largas lonjas de cuero fresco para amortiguar los

encontrones. La galera infernal parece haber sido construida a propósito para martirizar a quienes la ocupan. ¡Ah, pero esto no quedará así! En cuanto lleguen a Buenos Aires la vieja señorita se quejará a don Antonio Romero de Tejada, administrador principal de Correos, y si es menester irá hasta la propia Virreina del Pino, la señora Rafaela de Vera y Pintado. ¡Ya verán quién es Catalina Vargas!

La señorita se arrebuja en su amplio manto gris y palpa una vez más, bajo la falda, las bolsitas que cosió en el interior de su ropa y que contienen su tesoro. Mira hacia sus acompañantes, temerosa de que sospechen de su actitud, mas su desconfianza se deshace presto. Nadie se fija en ella. El conductor de la correspondencia ronca atrozmente en su rincón, al pecho el escudo de bronce con las armas reales, apoyados los pies en la bolsa del correo. Los otros se acomodaron en posturas disparatadas, sobre las mantas con las cuales improvisan lechos hostiles cuando el coche se detiene para el descanso. Debajo de los asientos,

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en cajones, canta el abollado metal de las vajillas al chocar contra las provisiones y las garrafas de vino.

Afuera, el sol enloquece al paisaje. Una nube de polvo envuelve a la galera y a los cuatro soldados que la escoltan al galope, listas las armas, porque en cualquier instante puede surgir un malón de indios y habrá que defender las vidas. La sangre de las mulas hostigadas por los postillones mancha los vidrios. Si abrieran las ventanas, la tierra sofocaría a los viajeros, de modo que es fuerza andar en el agobio de la clausura que apesta el olor a comida guardada y a gente y ropa sin lavar. ¡Dios mío! ¡Así ha sido todo el tiempo, todo el tiempo, cada minuto, lo mismo cuando cruzaron los bosques de algarrobo, de chañares, de talas y de piquillines, que cuando vadearon el Río Segundo y el Saladillo! Ampía, los Puestos de Ferreira, Tío Pugio, Colmán, Fraile Muerto, la Esquina de Castillo, la Posta del Zanjón, Cabeza de Tigre... Confúndense los nombres en la mente de Catalina. Vargas, como se confunden los perfiles de las estancias que velan en el desierto, coronadas por miradores iguales, y de las fugaces pulperías donde los paisanos suspendían las partidas de naipes y de taba para acudir al encuentro de la diligencia enorme, único lazo de noticias con la ciudad remota.

¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Y las tardes que pasan sin dormir, pues casi todo el viaje se cumple de noche! ¡Las tardes durante las cuales se revolvió desesperada sobre el catre rebelde del parador, atormentados los oídos por la risa cercana de los peones y los esclavos que desafinaban la vihuela o asaban el costillar! Y luego, a galopar nuevamente... Los negros se afirmaban en el estribo, prendidos como sanguijuelas, y era milagro que la zarabanda no les despidiera por los aires; las petacas, baúles y colchones se amontonaban sobre la cubierta. Sonaba el cuerno de los postillones enancados en las mulas, y a galopar, a galopar...

Catalina tantea, bajo la saya que muestra tantos tonos de mugre como lamparones, las bestias uncidas al vehículo, los bolsos cosidos, los bolsos grávidos de monedas de oro. Vale la pena el despiadado ajetreo, por lo que aguarda después, cuando las piezas redondas que ostentan la soberana efigie enseñen a Buenos Aires su poderío. ¡Cómo la adularán! Hasta el señor Virrey del Pino visitará su estrado al enterarse de su fortuna.

¡Su fortuna! Y no son sólo esas monedas que se esconden bajo su falda con delicioso balanceo: es la estancia de Córdoba y la de Santiago y la casa de la calle de las Torres... Su hermana viuda ha muerto y ahora a ella le toca la fortuna esperada. Nunca hallarán el testamento que destruyó cuidadosamente; nunca sabrán lo otro... lo otro... aquellas medicinas que ocultó... y aquello que ocultó con las medicinas... Y ¿qué? ¿No estaba en su derecho al hacerlo? ¿Era justo que la locura de su hermana la privara de lo que se le debía? ¿No procedió bien al protegerse, al proteger sus últimos años? El mal que devoraba a Lucrecia era de los que no admiten cura...

El galope... el galope... el galope... Junto a la portezuela traqueteante baila la figura de uno de los soldados de la escolta. El largo gemido del cuerno anuncia que se acercan a la Guardia de la Esquina. Es una etapa más.

Y las siguientes se suceden: costean el Carcarañá, avizorando lejanas rancherías diseminadas entre pobres lagunas donde bañan sus trenzas los sauces solitarios; alcanzan a India Muerta; pasan el Arroyo del Medio... Días y noches, días y noches. He aquí a Pergamino, con su fuerte rodeado de ancho foso, con su puente levadizo de madera y cuatro cañoncitos que apuntan a la llanura sin límites. Un teniente de dragones se aproxima, esponjándose, hinchando el buche como un pájaro multicolor, a buscar los pliegos sellados con lacre rojo. Cambian las mulas que manan sudor y sangre y fango. Y por la noche reanudan la marcha. El galope... el galope... el tamborileo de los cascos y el silbido veloz de las fustas... No cesa la matraca de los vidrios. Aun bajo el cielo fulgente de astros, maravilloso como el manto de una reina, el calor guerrea con los prisioneros de la caja estremecida. Las ruedas se hunden en las huellas costrosas dejadas por los carretones tirados por bueyes. Pero ya falta poco. Arrecifes... Areco... Luján... Ya falta poco.

Catalina Vargas va semidesvanecida. Sus dedos estrujan las escarcelas donde oscila el oro de su hermana. ¡Su hermana! No hay que recordarla. Aquello fue una pesadilla soñada hace mucho.

El correo real fuma una pipa. La señorita se incorpora, furiosa. ¡Es el colmo! ¡Como si no bastaran los sufrimientos que padecen! Pero cuando se apresta a increpar al funcionario, Catalina advierte dentro del coche la presencia de una nueva pasajera. La ve detrás del cendal de humo, brumosa, espectral. Lleva una capa gris

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semejante a la suya, y como ella se cubre con un capuchón. ¿Cuándo subió al carruaje? No fue en Pergamino. Podría jurar que no fue en Pergamino, la parada postrera. Entonces, ¿cómo es posible...?

La viajera gira el rostro hacia Catalina Vargas, y Catalina reconoce, en la penumbra del atavío, en la neblina que todo lo invade, la fisonomía angulosa de su hermana, de su hermana muerta. Los demás parecen no haberse percatado de su aparición. El correo sigue fumando. Más acá el fraile reza con las palmas juntas y el matrimonio que viene del Alto Perú dormita y cabecea. La negrita habla por lo bajo con el oficial.

Catalina se encoge, transpirando de miedo. Su hermana la observa con los ojos desencajados. Y el humo, el humo crece en bocanadas nauseabundas. La vieja señorita quisiera gritar, pero ha perdido la voz. Manotea en el aire espeso, mas sus compañeros no tienen tiempo de ocuparse de ella, porque en ese instante, con gran estrépito, algo cede en la base del vehículo y la galera se tuerce y se tumba entre los gruñidos y corcovos de las mulas sofrenadas bruscamente. Uno de los ejes se ha roto.

Postillones y soldados ayudan a los maltrechos viajeros a salir de la casilla. Multiplican las explicaciones para calmarles. No es nada. Dentro de media hora estará arreglado el desperfecto y podrán continuar su andanza hacia Arrecifes, de donde les separan cuatro leguas.

Catalina vuelve en sí de su desmayo y se halla tendida sobre las raíces de un ombú. El resto rodea al coche cuya caja ha recobrado la posición normal sobre las sopandas. Suena el cuerno y los soldados montan en sus cabalgaduras. Uno permanece junto a la abierta portezuela del carruaje, para cerciorarse de que no falta ninguno de los pasajeros a medida que trepan al interior.

La señorita se alza, mas un peso terrible le impide levantarse. ¿Tendrá quebrados los huesos, o serán las monedas de oro que tironean de su falda como si fueran de mármol, como si todo su vestido se hubiera transformado en un bloque de mármol que la clava en tierra? La voz se le anuda en la garganta.

A pocos pasos, la galera vibra, lista para salir. Ya se acomodaron el correo y el fraile franciscano y el matrimonio y la negra y el oficial. Ahora, idéntico a ella, con la capa color de ceniza y el capuchón bajo, el fantasma de su hermana Lucrecia se suma al grupo de pasajeros. Y ahora lo ven. Rehúsa la diestra galante que le ofrece el postillón. Están todos. Ya recogen el estribo. Ya chasquean los látigos. La galera galopa, galopa hacia Arrecifes, trepidante, bamboleante, zigzagueante, como un ciego animal desbocado, en medio de una nube de polvo.

Y Catalina Vargas queda sola, inmóvil, muda, en la soledad de la pampa y de la noche, donde en breve no se oirá más que el grito de los caranchos.

Mujica Láinez, Manuel. Op. Cit.

Para investigar sobre el autor y su obra http://lengua2pelle.wikispaces.com/ http://lengua2pelle.wikispaces.com/Mujica+L%C3%A1inez.+Su+literatura

Biografía del autor: _____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

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JULIO CORTÁZAR

Continuidad de los parques

Había empezado a leer la novela unos

días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y

senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.

Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.

Cortázar, Julio. Final de juego. 12ª. Ed. Bs. As. Sudamericana. 1971

Para investigar sobre el autor y su obra http://lengua2pelle.wikispaces.com/ http://lengua2pelle.wikispaces.com/Cort%C3%A1zar.+Su+literatura

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ACTIVIDADES Biografía del autor: __________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ __________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ A - Vocabulario Buscar el significado de las siguientes palabras: Podés recurrir al Diccionario de la Real Academia Española en la Web http://www.rae.es/rae.html aparcerías: arrellanarse: sórdida: disyuntiva: chicotazo: restañar: abominablemente: minuciosamente: despiadado: parapetarse: B - Guía de análisis 1) Caracterizá al protagonista. 2) Explicá las siguientes frases en el contexto del relato:

“Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo de alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles.” "Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento,..." “Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes y se sentía que todo estaba decidido desde siempre”

3) ¿Qué relación puede establecerse entre el protagonista y el personaje de la novela que él lee? ¿Qué elementos del relato permiten fundamentar tu respuesta? 4) Indicá cuál es el tema. 5) Explicá el título

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Axolotl

Hubo un tiempo en que yo pensaba

mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas Mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl. El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Royal, tomé St. Marcel y L’Hôpital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en el húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos, y salí incapaz de otra cosa.

En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se han encontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúan su vida en el agua al llegar la estación de las lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de que son comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao.

No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardín des Plantes. Empecé a ir todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella primera mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y

mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares y la mayoría apoyaba la cabeza contra el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradas en el fondo del acuario. Aislé mentalmente una situada a la derecha y algo separada de las otras para estudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una total semejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendidura rasgaba apenas la piedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral, una excrecencia vegetal, las branquias supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos.

Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl.

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Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentina natación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaces de evadirse de ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos, en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo.

Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas... Pero una lagartija tiene también manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No eran animales.

Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus

vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y también fantasma. Detrás de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable, ¿qué imagen esperaba su hora?

Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese atrevido a quedarme solo con ellos. «Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía más que pensar en ellos, era como si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en la oscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotl no tienen párpados.

Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana al inclinarme sobre el acuario el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mi propia sensibilidad proyectaba en los axolotl una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez más de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de una axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí.

Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de

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eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera mi cara volvía a acercarse al vidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotl. Yo era un axolotl y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl y estaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario.

Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes están cortados entre él y yo porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su vida de hombre. Creo que al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él -ah, sólo en cierto modo-, y mantener alerta su deseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl.

Cortázar, Julio. Op.cit.

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GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

El ahogado más hermoso del mundo

Los primeros niños que vieron el promontorio oscuro y sigiloso que se acercaba por el mar, se hicieron la ilusión de que era un barco enemigo. Después vieron que no llevaba banderas ni arboladura, y pensaron que fuera una ballena. Pero cuando quedó varado en la playa le quitaron los matorrales de sargazos, los filamentos de medusas y los restos de cardúmenes y naufragios que llevaba encima, y sólo entonces descubrieron que era un ahogado.

Habían jugado con él toda la tarde, enterrándolo y desenterrándolo en la arena, cuando alguien los vio por casualidad y dio la voz de alarma en el pueblo. Los hombres que lo cargaron hasta la casa más próxima notaron que pesaba más que todos los muertos conocidos, casi tanto como un caballo, y se dijeron que tal vez había estado demasiado tiempo a la deriva y el agua se le había metido dentro de los huesos. Cuando lo tendieron en el suelo vieron que había sido mucho más grande que todos los hombres, pues apenas si cabía en la casa, pero pensaron que tal vez la facultad de seguir creciendo después de la muerte estaba en la naturaleza de ciertos ahogados. Tenía el olor del mar, y sólo la forma permitía suponer que era el cadáver de un ser humano, porque su piel estaba revestida de una coraza de rémora y de lodo.

No tuvieron que limpiarle la cara para saber que era un muerto ajeno. El pueblo tenía apenas unas veinte casas de tablas, con patios de piedras sin flores, desperdigadas en el extremo de un cabo desértico. La tierra era tan escasa, que las madres andaban siempre con el temor de que el viento se llevara a los niños, y a los muertos que les iban causando los años tenían que tirarlos en los acantilados. Pero el mar era manso y pródigo, y todos los hombres cabían en siete botes. Así que cuando se encontraron el ahogado les bastó con mirarse los unos a los otros para darse cuenta de que estaban completos.

Aquella noche no salieron a trabajar en el mar. Mientras los hombres averiguaban si no faltaba alguien en los pueblos vecinos, las mujeres se quedaron cuidando al ahogado. Le quitaron el lodo con tapones de esparto, le desenredaron del cabello los abrojos submarinos y le rasparon la rémora con fierros de desescamar pescados. A medida que lo hacían, notaron que

su vegetación era de océanos remotos y de aguas profundas, y que sus ropas estaban en piltrafas, como si hubiera navegado por entre laberintos de corales. Notaron también que sobrellevaba la muerte con altivez, pues no tenía el semblante solitario de los otros ahogados del mar, ni tampoco la catadura sórdida y menesterosa de los ahogados fluviales. Pero solamente cuando acabaron de limpiarlo tuvieron conciencia de la clase de hombre que era, y entonces se quedaron sin aliento. No sólo era el más alto, el más fuerte, el más viril y el mejor armado que habían visto jamás, sino que todavía cuando lo estaban viendo no les cabía en la imaginación.

No encontraron en el pueblo una cama bastante grande para tenderlo ni una mesa bastante sólida para velarlo. No le vinieron los pantalones de fiesta de los hombres más altos, ni las camisas dominicales de los más corpulentos, ni los zapatos del mejor plantado. Fascinadas por su desproporción y su hermosura, las mujeres decidieron entonces hacerle unos pantalones con un pedazo de vela cangreja, y una camisa de bramante de novia, para que pudiera continuar su muerte con dignidad. Mientras cosían sentadas en círculo, contemplando el cadáver entre puntada y puntada, les parecía que el viento no había sido nunca tan tenaz ni el Caribe había estado nunca tan ansioso como aquella noche, y suponían que esos cambios tenían algo que ver con el muerto. Pensaban que si aquel hombre magnífico hubiera vivido en el pueblo, su casa habría tenido las puertas más anchas, el techo más alto y el piso más firme, y el bastidor de su cama habría sido de cuadernas maestras con pernos de hierro, y su mujer habría sido la más feliz. Pensaban que habría tenido tanta autoridad que hubiera sacado los peces del mar con sólo llamarlos por sus nombres, y habría puesto tanto empeño en el trabajo que hubiera hecho brotar manantiales de entre las piedras más áridas y hubiera podido sembrar flores en los acantilados. Lo compararon en secreto con sus propios hombres, pensando que no serían capaces de hacer en toda una vida lo que aquél era capaz de hacer en una noche, y terminaron por repudiarlos en el fondo de sus corazones como los seres más escuálidos y mezquinos de la tierra. Andaban extraviadas por esos dédalos de fantasía, cuando

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la más vieja de las mujeres, que por ser la más vieja había contemplado al ahogado con menos pasión que compasión, suspiró:

—Tiene cara de llamarse Esteban. Era verdad. A la mayoría le bastó con

mirarlo otra vez para comprender que no podía tener otro nombre. Las más porfiadas, que eran las más jóvenes, se mantuvieron con la ilusión de que al ponerle la ropa, tendido entre flores y con unos zapatos de charol, pudiera llamarse Lautaro. Pero fue una ilusión vana. El lienzo resultó escaso, los pantalones mal cortados y peor cosidos le quedaron estrechos, y las fuerzas ocultas de su corazón hacían saltar los botones de la camisa. Después de la media noche se adelgazaron los silbidos del viento y el mar cayó en el sopor del miércoles. El silencio acabó con las últimas dudas: era Esteban. Las mujeres que lo habían vestido, las que lo habían peinado, las que le habían cortado las uñas y raspado la barba no pudieron reprimir un estremecimiento de compasión cuando tuvieron que resignarse a dejarlo tirado por los suelos. Fue entonces cuando comprendieron cuánto debió haber sido de infeliz con aquel cuerpo descomunal, si hasta después de muerto le estorbaba. Lo vieron condenado en vida a pasar de medio lado por las puertas, a descalabrarse con los travesaños, a permanecer de pie en las visitas sin saber qué hacer con sus tiernas y rosadas manos de buey de mar, mientras la dueña de casa buscaba la silla más resistente y le suplicaba muerta de miedo siéntese aquí Esteban, hágame el favor, y él recostado contra las paredes, sonriendo, no se preocupe señora, así estoy bien, con los talones en carne viva y las espaldas escaldadas de tanto repetir lo mismo en todas las visitas, no se preocupe señora, así estoy bien, sólo para no pasar vergüenza de desbaratar la silla, y acaso sin haber sabido nunca que quienes le decían no te vayas Esteban, espérate siquiera hasta que hierva el café, eran los mismos que después susurraban ya se fue el bobo grande, qué bueno, ya se fue el tonto hermoso. Esto pensaban las mujeres frente al cadáver un poco antes del amanecer. Más tarde, cuando le taparon la cara con un pañuelo para que no le molestara la luz, lo vieron tan muerto para siempre, tan indefenso, tan parecido a sus hombres, que se les abrieron las primeras grietas de lágrimas en el corazón. Fue una de las más jóvenes la que empezó a sollozar. Las otras, asentándose entre sí, pasaron de los suspiros a los lamentos, y mientras más sollozaban más deseos sentían de llorar, porque el ahogado se les

iba volviendo cada vez más Esteban, hasta que lo lloraron tanto que fue el hombre más desvalido de la tierra, el más manso y el más servicial, el pobre Esteban. Así que cuando los hombres volvieron con la noticia de que el ahogado no era tampoco de los pueblos vecinos, ellas sintieron un vacío de júbilo entre las lágrimas.

— ¡Bendito sea Dios —suspiraron—: es nuestro!

Los hombres creyeron que aquellos aspavientos no eran más que frivolidades de mujer. Cansados de las tortuosas averiguaciones de la noche, lo único que querían era quitarse de una vez el estorbo del intruso antes de que prendiera el sol bravo de aquel día árido y sin viento. Improvisaron unas angarillas con restos de trinquetes y botavaras, y las amarraron con carlingas de altura, para que resistieran el peso del cuerpo hasta los acantilados. Quisieron encadenarle a los tobillos un ancla de buque mercante para que fondeara sin tropiezos en los mares más profundos donde los peces son ciegos y los buzos se mueren de nostalgia, de manera que las malas corrientes no fueran a devolverlo a la orilla, como había sucedido con otros cuerpos. Pero mientras más se apresuraban, más cosas se les ocurrían a las mujeres para perder el tiempo. Andaban como gallinas asustadas picoteando amuletos de mar en los arcones, unas estorbando aquí porque querían ponerle al ahogado los escapularios del buen viento, otras estorbando allá para abrocharse una pulsera de orientación, y al cabo de tanto quítate de ahí mujer, ponte donde no estorbes, mira que casi me haces caer sobre el difunto, a los hombres se les subieron al hígado las suspicacias y empezaron a rezongar que con qué objeto tanta ferretería de altar mayor para un forastero, si por muchos estoperoles y calderetas que llevara encima se lo iban a masticar los tiburones, pero ellas seguían tripotando sus reliquias de pacotilla, llevando y trayendo, tropezando, mientras se les iba en suspiros lo que no se les iba en lágrimas, así que los hombres terminaron por despotricar que de cuándo acá semejante alboroto por un muerto al garete, un ahogado de nadie, un fiambre de mierda. Una de las mujeres, mortificada por tanta insolencia, le quitó entonces al cadáver el pañuelo de la cara, y también los hombres se quedaron sin aliento.

Era Esteban. No hubo que repetirlo para que lo reconocieran. Si les hubieran dicho Sir Walter Raleigh, quizás, hasta ellos se habrían impresionado con su acento de gringo, con su

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guacamayo en el hombro, con su arcabuz de matar caníbales, pero Esteban solamente podía ser uno en el mundo, y allí estaba tirado como un sábalo, sin botines, con unos pantalones de sietemesino y esas uñas rocallosas que sólo podían cortarse a cuchillo. Bastó con que le quitaran el pañuelo de la cara para darse cuenta de que estaba avergonzado, de que no tenía la culpa de ser tan grande, ni tan pesado ni tan hermoso, y si hubiera sabido que aquello iba a suceder habría buscado un lugar más discreto para ahogarse, en serio, me hubiera amarrado yo mismo un áncora de galón en el cuello y hubiera trastabillado como quien no quiere la cosa en los acantilados, para no andar ahora estorbando con este muerto de miércoles, como ustedes dicen, para no molestar a nadie con esta porquería de fiambre que no tiene nada que ver conmigo. Había tanta verdad en su modo de estar, que hasta los hombres más suspicaces, los que sentían amargas las minuciosas noches del mar temiendo que sus mujeres se cansaran de soñar con ellos para soñar con los ahogados, hasta ésos, y otros más duros, se estremecieron en los tuétanos con la sinceridad de Esteban.

Fue así como le hicieron los funerales más espléndidos que podían concebirse para un ahogado expósito. Algunas mujeres que habían ido a buscar flores en los pueblos vecinos regresaron con otras que no creían lo que les contaban, y éstas se fueron por más flores cuando vieron al muerto, y llevaron más y más, hasta que hubo tantas flores y tanta gente que apenas si se podía caminar. A última hora les dolió devolverlo huérfano a las aguas, y le eligieron un padre y una madre entre los mejores, y otros se le hicieron hermanos, tíos y primos, así que a través de él todos los habitantes del pueblo terminaron por ser parientes entre sí. Algunos marineros que oyeron el llanto a distancia perdieron la certeza del rumbo, y se supo de uno

que se hizo amarrar al palo mayor, recordando antiguas fábulas de sirenas. Mientras se disputaban el privilegio de llevarlo en hombros por la pendiente escarpada de los acantilados, hombres y mujeres tuvieron conciencia por primera vez de la desolación de sus calles, la aridez de sus patios, la estrechez de sus sueños, frente al esplendor y la hermosura de su ahogado. Lo soltaron sin ancla, para que volviera si quería, y cuando lo quisiera, y todos retuvieron el aliento durante la fracción de siglos que demoró la caída del cuerpo hasta el abismo. No tuvieron necesidad de mirarse los unos a los otros para darse cuenta de que ya no estaban completos, ni volverían a estarlo jamás. Pero también sabían que todo sería diferente desde entonces, que sus casas iban a tener las puertas más anchas, los techos más altos, los pisos más firmes, para que el recuerdo de Esteban pudiera andar por todas partes sin tropezar con los travesaños, y que nadie se atreviera a susurrar en el futuro ya murió el bobo grande, qué lástima, ya murió el tonto hermoso, porque ellos iban a pintar las fachadas de colores alegres para eternizar la memoria de Esteban, y se iban a romper el espinazo excavando manantiales en las piedras y sembrando flores en los acantilados, para que los amaneceres de los años venturos los pasajeros de los grandes barcos despertaran sofocados por un olor de jardines en altamar, y el capitán tuviera que bajar de su alcázar con su uniforme de gala, con su astrolabio, su estrella polar y su ristra de medallas de guerra, y señalando el promontorio de rosas en el horizonte del Caribe dijera en catorce idiomas: miren allá, donde el viento es ahora tan manso que se queda a dormir debajo de las camas, allá, donde el sol brilla tanto que no saben hacia dónde girar los girasoles, sí, allá, es el pueblo de Esteban.

García Márquez, Gabriel. La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada. España.

Hermes S.A. 1972

Para investigar sobre el autor y su obra http://lengua2pelle.wikispaces.com/ http://lengua2pelle.wikispaces.com/Garc%C3%ADa+M%C3%A1rquez.+Su+literatura

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ACTIVIDADES Biografía del autor: _______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ A - Vocabulario Buscar el significado de las siguientes palabras Podés recurrir al Diccionario de la Real Academia Española en la Web http://www.rae.es/rae.html arboladura: sargazos: rémora: esparto: dédalos: trinquetes: botavaras: carlingas: estoperoles: calderetas: tripotando: B - Guía de análisis 1. Describí las diferentes etapas del proceso de apropiación. 2. Indicá cómo se producen las transiciones entre las instancias de este proceso. 3. ¿Qué imagen del ahogado se construye en cada etapa? 4. Con los indicios qué tenés en el texto, caracterízalo. Analizá por qué se describe este tipo de personajes. 5. ¿Qué influencia tiene el ahogado sobre el pueblo? 6. Caracterizá al narrador 7. Clasificá el cuento. Justificá

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Ray Bradbury

El Dragón La noche soplaba en el escaso pasto del páramo. No había ningún otro movimiento. Desde hacía años, en el casco del cielo, inmenso y tenebroso, no volaba ningún pájaro. Tiempo atrás, se habían desmoronado algunos pedruscos convirtiéndose en polvo. Ahora, sólo la noche temblaba en el alma de los dos hombres, encorvados en el desierto, junto a la hoguera solitaria; la oscuridad les latía calladamente en las venas, les golpeaba silenciosamente en las muñecas y en las sienes. Las luces del fuego subían y bajaban por los rostros despavoridos y se volcaban en los ojos como jirones anaranjados. Cada uno de los hombres espiaba la respiración débil y fría y los parpadeos de lagarto del otro. Al fin, uno de ellos atizó el fuego con la espada. -¡No, idiota, nos delatarás! -¡Qué importa! -dijo el otro hombre-. El dragón puede olernos a kilómetros de distancia. Dios, hace frío. Quisiera estar en el castillo. -Es la muerte, no el sueño, lo que buscamos... -¿Por qué? ¿Por qué? ¡El dragón nunca entra en el pueblo! -¡Cállate, tonto! Devora a los hombres que viajan solos desde nuestro pueblo al pueblo vecino. -¡Que se los devore y que nos deje llegar a casa! -¡Espera, escucha! Los dos hombres se quedaron quietos. Aguardaron largo tiempo, pero sólo sintieron el temblor nervioso de la piel de los caballos, como tamboriles de terciopelo negro que repicaban en las argollas de plata de los estribos, suavemente, suavemente. -Ah... -el segundo hombre suspiró-. Qué tierra de pesadillas. Todo sucede aquí. Alguien apaga el Sol; es de noche. Y entonces, y entonces, ¡oh, Dios, escucha!

Dicen que este dragón tiene ojos de fuego y un aliento de gas blanquecino; se le ve arder a través de los páramos oscuros. Corre echando rayos y azufre, quemando el pasto. Las ovejas aterradas, enloquecen y mueren. Las mujeres dan a luz criaturas monstruosas. La furia del dragón es tan inmensa que los muros de las torres se conmueven y vuelven al polvo. Las víctimas, a la salida del Sol, aparecen dispersas aquí y allá, sobre los cerros. ¿Cuántos caballeros, pregunto yo, habrán perseguido a este monstruo y habrán fracasado, como fracasaremos también nosotros? -¡Suficiente, te digo! -¡Más que suficiente! Aquí, en esta desolación, ni siquiera sé en qué año estamos. -Novecientos años después de Navidad. -No, no -murmuró el segundo hombre con los ojos cerrados-. En este páramo no hay Tiempo, hay sólo Eternidad. Pienso a veces que si volviéramos atrás, el pueblo habría desaparecido, la gente no habría nacido todavía, las cosas estarían cambiadas, los castillos no tallados aún en las rocas, los maderos no cortados aún en los bosques; no preguntes cómo sé; el páramo sabe y me lo dice. Y aquí estamos los dos, solos, en la comarca del dragón de fuego. ¡Que Dios nos ampare! -¡Si tienes miedo, ponte tu armadura! -¿Para qué? El dragón sale de la nada; no sabemos dónde vive. Se desvanece en la niebla; quién sabe a dónde va. Ay, vistamos nuestra armadura, moriremos ataviados. Enfundado a medias en el corselete de plata, el segundo hombre se detuvo y volvió la cabeza. En el extremo de la oscura campiña, henchido de noche y de nada, en el corazón mismo del páramo, sopló una ráfaga arrastrando ese polvo de los relojes que usaban polvo para contar el tiempo. En el corazón del viento nuevo había soles negros

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y un millón de hojas carbonizadas, caídas de un árbol otoñal, más allá del horizonte. Era un viento que fundía paisajes, modelaba los huesos como cera blanda, enturbiaba y espesaba la sangre, depositándola como barro en el cerebro. El viento era mil almas moribundas, siempre confusas y en tránsito, una bruma en una niebla de la oscuridad; y el sitio no era sitio para el hombre y no había año ni hora, sino sólo dos hombres en un vacío sin rostro de heladas súbitas, tempestades y truenos blancos que se movían por detrás de un cristal verde; el inmenso ventanal descendente, el relámpago. Una ráfaga de lluvia anegó la hierba; todo se desvaneció y no hubo más que un susurro sin aliento y los dos hombres que aguardaban a solas con su propio ardor, en un tiempo frío. -Mira... -murmuró el primer hombre-. Oh, mira, allá. A kilómetros de distancia, precipitándose, un cántico y un rugido: el dragón. Los hombres vistieron las armaduras y montaron los caballos en silencio. Un monstruoso ronquido quebró la medianoche desierta y el dragón, rugiendo, se acercó y se acercó todavía más. La deslumbrante mirilla amarilla apareció de pronto en lo alto de un cerro y, en seguida, desplegando un cuerpo oscuro, lejano, impreciso, pasó por encima del cerro y se hundió en un valle. -¡Pronto! Espolearon las cabalgaduras hasta un claro. -¡Pasará por aquí! Los guanteletes empuñaron las lanzas y las viseras cayeron sobre los ojos de los caballos. -¡Señor! -Sí; invoquemos su nombre.

En ese instante, el dragón rodeó un cerro. El monstruoso ojo ambarino se clavó en los hombres, iluminando las armaduras con destellos y resplandores bermejos. Hubo un terrible alarido quejumbroso y, con ímpetu demoledor, la bestia prosiguió su carrera. -¡Dios misericordioso! La lanza golpeó bajo el ojo amarillo sin párpado y el hombre voló por el aire. El dragón se le abalanzó, lo derribó, lo aplastó y el monstruo negro lanzó al otro jinete a unos treinta metros de distancia, contra la pared de una roca. Gimiendo, gimiendo siempre, el dragón pasó, vociferando, todo fuego alrededor y debajo: un sol rosado, amarillo, naranja, con plumones suaves de humo enceguecedor. -¿Viste? -gritó una voz-. ¿No te lo había dicho? -¡Sí! ¡Sí! ¡Un caballero con armadura! ¡Lo atropellamos! -¿Vas a detenerte? -Me detuve una vez; no encontré nada. No me gusta detenerme en este páramo. Me pone la carne de gallina. No sé que siento. -Pero atropellamos algo. El tren silbó un buen rato; el hombre no se movió. Una ráfaga de humo dividió la niebla. -Llegaremos a Stokel a horario. Más carbón, ¿eh, Fred? Un nuevo silbido, que desprendió el rocío del cielo desierto. El tren nocturno, de fuego y furia, entró en un barranco, trepó por una ladera y se perdió a lo lejos sobre la tierra helada, hacia el norte, desapareciendo para siempre y dejando un humo negro y un vapor que pocos minutos después se disolvieron en el aire quieto.

Bradbury, Ray. Remedio para melancólicos

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NOCIONES TEÓRICAS

1-NARRATIVA

CUENTO Y NOVELA

El cuento y la novela son narraciones ficcionales que han sufrido diversos cambios e interpretaciones a lo largo del tiempo.

Para algunos, la novela surge en la antigüedad con Homero (a pesar de que escribía en verso), para otros comienza en el siglo XVII con Cervantes. Este género se afianza y desarrolla con la novela realista del siglo XIX (Tolstoi, Dostoyevski, Flaubert) que desembocará en el siglo XX en profundos cambios (Proust, Kafka, etc.).

En general, la extensión es el primer criterio que permite diferenciar la novela del cuento, la primera es más extensa. Esta característica permite, no sólo desplegar los conflictos de una multitud de personajes en diversos espacios, sino incluir también los variados discursos sociales de una época, de modo que los novelistas se atribuyen muchas veces ser quienes mejor registran los fenómenos de la realidad.

En lo referente al cuento se considera que es una narración breve cuya acción es más concentrada y que tiende a una tensión que llega a una resolución. Los primeros cuentos son llamados tradicionales porque forman parte de la cultura de muchas personas. Tienen origen en el folklore o son los llamados cuentos de hadas, que relatan historias maravillosas en las que intervienen personajes humanos, sobrenaturales, maravillosos y animales. Como la novela, los cuentos desde su inicio sufrieron cambios, sobre todo, en el siglo XX con autores como Chejov, Poe, Maupassant.

Hay un género, a caballo entre la novela y el cuento, que es la novela corta (llamada también cuento largo, relato, nouvelle) cuyas fronteras no están bien definidas, lo que explica la cantidad de nombres con que se lo denomina.

ELEMENTOS DE LA NARRACIÓN

NARRADOR

En los textos literarios con predominio de la trama o secuencia narrativa (cuento, novela, fábula, leyenda), se identifica siempre al menos una voz que narra los hechos de la historia. Esa voz narrativa es una figura creada por el autor del texto; en consecuencia, el narrador (la voz narrativa) sólo existe en el texto, no tiene existencia real. Esta es una diferencia esencial entre autor y narrador: el autor tiene o tuvo existencia real, es o fue un ser humano cuya actividad consiste o consistió, en algún momento, en escribir un texto literario.

El narrador forma parte, entonces, de la situación comunicativa ficcional que crea el autor en su texto literario. Forma parte del universo representado, del mundo ficcional que corresponde al ámbito de lo literario.

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Recordemos que, dentro de este mundo representado, el narrador es considerado un emisor ficcional, el narrador puede estar incluido como personaje dentro de la obra (narrador interno) o contar los hechos desde afuera (narrador externo):

� es interno el narrador que relata los hechos desde el rol de personaje (protagonista,

personaje secundario, testigo que presenció los hechos o se los contaron); � es externo el narrador que relata los hechos desde “afuera”, es decir, sin tener ningún

grado de participación en lo que relata. Este narrador externo, por lo general, toma distancia de los hechos narrados y asume mayor objetividad. Este narrador presenta en su relato el grado de conocimiento que tiene sobre lo que sucedió: • narrador omnisciente (del latín, omnis: todo; y sciens: que sabe. De allí,

omnisciente: el que todo lo sabe), demuestra saber todo (todos los hechos, las motivaciones que tienen todos los personajes para realizar sus acciones, los sentimientos y pensamientos de todos los personajes, las características de todos los lugares donde ocurren los hechos).

• narrador no omnisciente: solo sabe lo que puede percibirse por medio de los sentidos, no conoce lo que piensan o sienten los personajes.

En realidad, es difícil hallar un texto literario narrativo en el cual haya una voz narrativa plenamente omnisciente; esto ocurre porque en el relato de los hechos influyen otros aspectos, que son el punto de vista del narrador (el modo o visión de quien narra), y la focalización (es decir, qué y cómo ve el narrador lo que narra). El punto de vista y la focalización son dos aspectos muy dinámicos y que generan restricciones en el conocimiento total de lo narrado. FOCALIZACIÓN

La focalización es el lugar desde el que se posiciona el narrador para relatar la historia. Se pueden diferenciar:

a) Relato clásico. Es el relato no focalizado o de focalización cero. El narrador sabe más de lo que sabe personaje alguno y sabe todo de todos el narrador no focaliza su mirada en ningún personaje, es decir, decide contar la historia desde su propio punto de vista y no desde el punto de vista de algún personaje. Teniendo en cuenta el punto de vista del narrador, se llama visión por detrás, pues es como si se ubicara detrás de la escena narrativa para mirar desde esta perspectiva. Un ejemplo de este tipo de narrador se puede ver en el cuento de Marco Denevi “Cuento de horror”, (http://www.sololiteratura.com/den/dencuento.htm)

b) Relato de focalización interna. El narrador dice lo que sabe determinado personaje.

También se denomina visión con o de campo limitado. Esta focalización puede ser fija (siempre desde un personaje, Ej. “La Galera” Manuel Mujica Láinez, pág. 28), variada (va alternando los personajes Ej.: “La noche boca arriba” de Julio Cortázar, en (http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cortazar/nocheboc.htm) o múltiple (presenta las visiones de distintos personajes y sus versiones diferentes de los hechos) también denominada visión prismática. Ej.: Rosaura a las diez de Marco Denevi.

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c) Relato con focalización externa. El narrador dice menos de lo que sabe el personaje (información deficiente). Esta es la forma propia del llamado “relato objetivo” y de las narraciones donde solo se refiere lo que los personajes dicen o hacen. Por ejemplo, “Sexa”, de Luis Fernando Verissimo (http://es.scribd.com/doc/39560836/Verissimo-Luis-Fernando-Sexa-Cuento)

Es necesario tener en cuenta que en la narrativa contemporánea en un mismo texto pueden combinarse distintas clases de narradores y focalización

SINTETIZANDO

De acuerdo con lo que afirman dos importantes teóricos de la literatura, Gérard Genette y Tzvetan Todorov, se puede analizar el narrador según la focalización (Genette) o según los aspectos del relato, es decir, la visión o mirada, que permite identificar una relación entre personaje /s y narrador (Todorov)

El siguiente cuadro resume lo explicado:

GENETTE TODOROV

“Focalización” “Visión” o “mirada” (Aspectos del relato) Relación entre personaje/s y narrador

Focalización cero (relato no focalizado) Narrador: sabe más que personaje/s

Visión “por detrás: relato panorámico Narrador > Personaje

3º persona omnisciente

Focalización interna - Fija (centrada en un mismo personaje) -Variable (cambia el punto de vista de un personaje a otro) -Múltiple (Un mismo hecho desde distintos puntos de vista)

Visión “con” , o narrador “con” : relato escénico Narrador = Personaje El narrador sabe tanto como los personajes. No puede dar una explicación de los acontecimientos antes de que los personajes la hayan encontrado Visión estereoscópica

1º protagonista o 3º focalizada

Focalización externa (el personaje actúa sin que se den a conocer sus pensamientos)

Visión “desde afuera” Narrador < Personaje. El narrador no tiene acceso a ninguna conciencia

3º observador periférico, o 1º testigo externo

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HISTORIA Y RELATO

Se denomina historia al contenido argumental, la secuencia de los hechos contados. El relato o tiempo del relato, en cambio, se refiere a la manera cómo el narrador

organiza la historia. Por ejemplo, el narrador puede comenzar el relato contando un hecho que en la secuencia corresponde al final.

Acto de enunciación narrativo o narración: es la situación real o ficticia en la que el narrador lleva a cabo el acto de habla de narrar la historia.

Teniendo en cuenta la relación entre la historia y el relato se puede hablar de:

� ORDEN. Se refiere a si el relato es lineal (cronológico) o no lineal (acrónico). � FRECUENCIA. Tiene dos aspectos: a. aspecto puntual y b. repetitivo o iterativo.

a. El aspecto puntual se reconoce cuando en un texto se produce una de estas situaciones: se cuenta lo ocurrido una vez o se refiere una vez lo que ha ocurrido muchas veces (por Ej. “Semana tras semana, compartían el desayuno”) b. El aspecto iterativo consiste en narrar muchas veces lo que ha ocurrido una sola vez. Por Ej.: en la novela Rosaura a las diez se cuenta muchas veces la llegada de Rosaura.

� DURACIÓN: se manifiesta a través de la elipsis, la pausa descriptiva, la escena dialogada y el relato sumario y determina el ritmo de la obra.

a) Elipsis: consiste en omitir información, esto hace que el relato sea veloz. Ej.:

“Después de cinco años regresó feliz a su patria.” b) Pausa descriptiva: la descripción detiene el relato, da un ritmo lento. c) Escena dialogada: son los diálogos entre personajes d) Relato sumario: se sintetizan los hechos producidos durante un lapso más o

menos prolongado. Ej.: “Cinco años más tarde, después de haberse recibido y formado una familia, regresó feliz a su patria.”

Estos dos últimos recursos imprimen una velocidad media al relato. Por lo general

en el relato clásico es una alternancia entre estos dos recursos. Hay que destacar que, aunque todo lo dicho anteriormente puede aparecer en una obra narrativa, lo que se debe observar es el efecto que se persigue con el empleo de uno de estos recursos. Por otra parte, uno de los aspectos del relato puede tener una importancia fundamental en determinada obra, en tanto que otros, si aparecen, pueden ser secundarios. HISTORIA DENTRO DE LA HISTORIA Y RELATO ENMARCADO. Aunque estas técnicas han sido trabajadas en clase, hay que agregar una referencia con respecto a cómo se van vinculando los distintos niveles del relato: � por causalidad directa: entre el relato primero y el segundo hay una función explicativa, es

decir, una segunda historia explica lo que sucede en la principal. Por Ej.: en un relato, un personaje mata a otro y, para explicar los motivos, se cuenta una historia. Esto es muy común en las novelas y cuentos policiales.

� por relación temática: la relación entre las dos historias se establece por analogía. Por Ej.: “Zuzgwang”

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� por función de distracción o de obstrucción: se produce cuando se narra para demorar algo. Ej.: “Las mil y una noches”

Ejercitación: Leé el siguiente cuento de Jorge Luis Borges, y analizá los tres niveles (historia, relato, enunciación), caracterizá el tipo de narrador

La forma de la espada

Le cruzaba la cara una cicatriz rencorosa: un arco ceniciento y casi perfecto que de un lado ajaba la sien y del otro el pómulo. Su nombre verdadero no importa; todos en Tacuarembó le decían el Inglés de La Colorada. El dueño de esos campos, Cardoso, no quería vender; he oído que el Inglés recurrió a un imprevisible argumento: le confió la historia secreta de la cicatriz. El Inglés venía de la frontera, de Río Grande del Sur; no faltó quien dijera que en el Brasil había sido contrabandista. Los campos estaban empastados; las aguadas, amargas; el Inglés, para corregir esas deficiencias, trabajó a la par de sus peones. Dicen que era severo hasta la crueldad, pero escrupulosamente justo. Dicen también que era bebedor: un par de veces al año se encerraba en el cuarto del mirador y emergía a los dos o tres días como de una batalla o de un vértigo, pálido, trémulo, azorado y tan autoritario como antes. Recuerdo los ojos glaciales, la enérgica flacura, el bigote gris. No se daba con nadie; es verdad que su español era rudimental, abrasilerado. Fuera de alguna carta comercial o de algún folleto, no recibía correspondencia. La última vez que recorrí los departamentos del Norte, una crecida del arroyo Caraguatá me obligó a hacer noche en La Colorada. A los pocos minutos creí notar que mi aparición era inoportuna; procuré congraciarme con el Inglés; acudí a la menos perspicaz de las pasiones: el patriotismo. Dije que era invencible un país con el espíritu de Inglaterra. Mi interlocutor asintió, pero agregó con una sonrisa que él no era inglés. Era irlandés, de Dungarvan. Dicho esto se detuvo, como si hubiera revelado un secreto. Salimos, después de comer, a mirar el cielo. Había escampado, pero detrás de las cuchillas del Sur, agrietado y rayado de relámpagos, urdía otra tormenta. En el desmantelado comedor, el peón que había servido la cena trajo una botella de ron. Bebimos largamente, en silencio. No sé qué hora sería cuando advertí que yo estaba borracho; no sé qué inspiración o qué exultación o qué tedio me hizo mentar la cicatriz. La cara del Inglés se demudó; durante unos segundos pensé que me iba a expulsar de la casa. Al fin me dijo con su voz habitual: —Le contaré la historia de mi herida bajo una condición: la de no mitigar ningún oprobio, ninguna circunstancia de infamia. Asentí. Esta es la historia que contó, alternando el inglés con el español, y aun con el portugués: “Hacia 1922, en una de las ciudades de Connaught, yo era uno de los muchos que conspiraban por la independencia de Irlanda. De mis compañeros, algunos sobreviven dedicados a tareas pacíficas; otros, paradójicamente, se baten en los mares o en el desierto, bajo los colores ingleses; otro, el que más valía, murió en el patio de un cuartel, en el alba, fusilado por hombres llenos de sueño; otros (no los más

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desdichados) dieron con su destino en las anónimas y casi secretas batallas de la guerra civil. Éramos republicanos, católicos; éramos, lo sospecho, románticos. Irlanda no sólo era para nosotros el porvenir utópico y el intolerable presente; era una amarga y cariñosa mitología, era las torres circulares y las ciénagas rojas, era el repudio de Parnell y las enormes epopeyas que cantan el robo de toros que en otra encarnación fueron héroes y en otras peces y montañas… En un atardecer que no olvidaré, nos llegó un afiliado de Munster: un tal John Vincent Moon. Tenía escasamente veinte años. Era flaco y fofo a la vez; daba la incómoda impresión de ser invertebrado. Había cursado con fervor y con vanidad casi todas las páginas de no sé qué manual comunista; el materialismo dialéctico le servía para cegar cualquier discusión. Las razones que puede tener un hombre para abominar de otro o para quererlo son infinitas: Moon reducía la historia universal a un sórdido conflicto económico. Afirmaba que la revolución está predestinada a triunfar. Yo le dije que a un gentleman sólo pueden interesarle causas perdidas… Ya era de noche; seguimos disintiendo en el corredor, en las escaleras, luego en las vagas calles. Los juicios emitidos por Moon me impresionaron menos que su inapelable tono apodíctico. El nuevo camarada no discutía: dictaminaba con desdén y con cierta cólera. Cuando arribamos a las últimas casas, un brusco tiroteo nos aturdió. (Antes o después, orillamos el ciego paredón de una fábrica o de un cuartel.) Nos internamos en una calle de tierra; un soldado, enorme en el resplandor, surgió de una cabaña incendiada. A gritos nos mandó que nos detuviéramos. Yo apresuré mis pasos, mi camarada no me siguió. Me di vuelta: John Vincent Moon estaba inmóvil, fascinado y como eternizado por el terror. Entonces yo volví, derribé de un golpe al soldado, sacudí a Vincent Moon, lo insulté y le ordené que me siguiera. Tuve que tomarlo del brazo; la pasión del miedo lo invalidaba. Huimos, entre la noche agujereada de incendios. Una descarga de fusilería nos buscó; una bala rozó el hombro derecho de Moon; éste, mientras huíamos entre pinos, prorrumpió en un débil sollozo. En aquel otoño de 1922 yo me había guarecido en la quinta del general Berkeley. Éste (a quien yo jamás había visto) desempeñaba entonces no sé qué cargo administrativo en Bengala; el edificio tenía menos de un siglo, pero era desmedrado y opaco y abundaba en perplejos corredores y en vanas antecámaras. El museo y la enorme biblioteca usurpaban la planta baja: libros controversiales e incompatibles que de algún modo son la historia del siglo XIX; cimitarras de Nishapur, en cuyos detenidos arcos de círculo parecían perdurar el viento y la violencia de la batalla. Entramos (creo recordar) por los fondos. Moon, trémula y reseca la boca, murmuró que los episodios de la noche eran interesantes; le hice una curación, le traje una taza de té; pude comprobar que su “herida” era superficial. De pronto balbuceó con perplejidad: —Pero usted se ha arriesgado sensiblemente. Le dije que no se preocupara. (El hábito de la guerra civil me había impelido a obrar como obré; además, la prisión de un solo afiliado podía comprometer nuestra causa). Al otro día Moon había recuperado el aplomo. Aceptó un cigarrillo y me sometió a un severo interrogatorio sobre los “recursos económicos de nuestro partido revolucionario”. Sus preguntas eran muy lúcidas; le dije (con verdad) que la situación era grave. Hondas descargas de fusilería conmovieron el Sur. Le dije a Moon que nos esperaban los compañeros. Mi sobretodo y mi revólver estaban en mi pieza; cuando volví, encontré a Moon tendido en el sofá, con los ojos cerrados. Conjeturó que tenía fiebre; invocó un doloroso espasmo en el hombro. Entonces comprendí que su cobardía era irreparable. Le rogué torpemente que se cuidara y me despedí. Me abochornaba ese hombre con miedo, como si yo fuera el

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cobarde, no Vincent Moon. Lo que hace un hombre es como si lo hicieran todos los hombres. Por eso no es injusto que una desobediencia en un jardín contamine al género humano; por eso río es injusto que la crucifixión de un solo judío baste para salvarlo. Acaso Schopenhauer tiene razón: yo soy los otros, cualquier hombre es todos los hombres, Shakespeare es de algún modo el miserable John Vincent Moon. Nueve días pasamos en la enorme casa del general. De las agonías y luces de la guerra no diré nada: mi propósito es referir la historia de esta cicatriz que me afrenta. Esos nueve días, en mi recuerdo, forman un solo día, salvo el penúltimo, cuando los nuestros irrumpieron en un cuartel y pudimos vengar exactamente a los dieciséis camaradas que fueron ametrallados en Elphin. Yo me escurría de la casa hacia el alba, en la confusión del crepúsculo. Al anochecer estaba de vuelta. Mi compañero me esperaba en el primer piso: la herida no le permitía descender a la planta baja. Lo rememoro con algún libro de estrategia en la mano: E N. Maude o Clausewitz. “El arma que prefiero es la artillería”, me confesó una noche. Inquiría nuestros planes; le gustaba censurarlos o reformarlos. También solía denunciar “nuestra deplorable base económica’, profetizaba, dogmático y sombrío, el ruinoso fin. C’est une affaire flambée murmuraba. Para mostrar que le era indiferente ser un cobarde físico, magnificaba su soberbia mental. Así pasaron, bien o mal, nueve días. El décimo la ciudad cayó definitivamente en poder de los Black and Tans. Altos jinetes silenciosos patrullaban las rutas; había cenizas y humo en el viento; en una esquina vi tirado un cadáver, menos tenaz en mi recuerdo que un maniquí en el cual los soldados interminablemente ejercitaban la puntería, en mitad de la plaza… Yo había salido cuando el amanecer estaba en el cielo; antes del mediodía volví. Moon, en la biblioteca, hablaba con alguien; el tono de la voz me hizo comprender que hablaba por teléfono. Después oí mi nombre; después que yo regresaría a las siete, después la indicación de que me arrestaran cuando yo atravesara el jardín. Mi razonable amigo estaba razonablemente vendiéndome. Le oí exigir unas garantías de seguridad personal. Aquí mi historia se confunde y se pierde. Sé que perseguí al delator a través de negros corredores de pesadilla y de hondas escaleras de vértigo. Moon conocía la casa muy bien, harto mejor que yo. Una o dos veces lo perdí. Lo acorralé antes de que los soldados me detuvieran. De una de las panoplias del general arranqué un alfanje; con esa media luna de acero le rubriqué en la cara, para siempre, una media luna de sangre. Borges: a usted que es un desconocido, le he hecho esta confesión. No me duele tanto su menosprecio”. Aquí el narrador se detuvo. Noté que le temblaban las manos. — ¿Y Moon? —le interrogué. —Cobró los dineros de Judas y huyó al Brasil. Esa tarde, en la plaza, vio fusilar un maniquí por unos borrachos. Aguardé en vano la continuación de la historia. Al fin le dije que prosiguiera. Entonces un gemido lo atravesó; entonces me mostró con débil dulzura la corva cicatriz blanquecina. — ¿Usted no me cree? —balbuceó—. ¿No ve que llevo escrita en la cara la marca de mi infamia? Le he narrado la historia de este modo para que usted la oyera hasta el fin. Yo he denunciado al hombre que me amparó: yo soy Vincent Moon. Ahora desprécieme.

(1942)

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2-LÍRICA

VERSIFICACIÓN 1.- Versificación regular: es cuando las unidades rítmicas son iguales o sea que tienen el mismo número de sílabas. 2.- Versificación irregular: la medida de los versos no es fija, hay predominio de un tipo de verso. 3.- Versificación libre: las unidades rítmicas son de medida irregular. La métrica o medida La métrica o medida es la cantidad de sílabas que tiene un verso. Se obtiene a través del conteo silábico. De acuerdo con la acentuación de la última palabra de un verso varía la suma silábica.

• si la última palabra del verso es grave, se cuentan todas las sílabas • si la última palabra del verso es aguda o monosilábica , se suma una sílaba • si la última palabra del verso es esdrújula , se resta una sílaba

Licencias Poéticas

Las licencias poéticas se utilizan para conseguir uniformidad en el número de sílabas de un verso. Las licencias poéticas son las siguientes: 1- Sinalefa: unión de vocales que pertenecen a diferentes palabras (final de una palabra y

comienzo de otra) “He andado muchos caminos” (Antonio Machado)

2- Hiato: consiste en la no consideración de la sinalefa “Hay / un morral solitario” (Atahualpa Yupanqui)

3- Sinéresis: consiste en considerar como diptongo a dos vocales, que pertenecen normalmente a diferentes sílabas, para formar una sílaba métrica.

“Gloria del apolíneo sacro coro” (Fray Luis de León) 4- Diéresis: consiste en la separación de dos vocales que fónicamente forman diptongo a los

efectos métricos. “A ser restitüido” (Garcilaso de la Vega)

Versos de arte menor y versos de arte mayor

Se llaman versos de arte menor los de hasta ocho sílabas y de arte mayor de nueve en adelante.

Arte menor Arte mayor 2 sílabas bisílabo 9 sílabas eneasílabo 3 sílabas trisílabo 10 silabas decasílabo 4 sílabas tetrasílabo 11 sílabas endecasílabo 5 sílabas pentasílabo 12 sílabas dodecasílabo 6 sílabas hexasílabo 13 sílabas tridecasílabo 7 sílabas heptasílabo 14 sílabas alejandrino 8 sílabas octosílabo 15 sílabas pentadecasílabo

16 sílabas octonario o hexadecasílabo

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La rima Rima es la coincidencia total o parcial de sonidos a partir de la última vocal acentuada del verso

● Rima consonante o perfecta: las vocales y consonantes son iguales a partir de la última vocal acentuada

Ejemplo: “Yo voy soñando caminos a de la tarde. ¡Las colinas b doradas, los verdes pinos, a las polvorientas encimas!...” b

(Fgto. de “Yo voy soñando caminos”, Antonio Machado) ● Rima asonante o imperfecta: solamente las vocales son iguales a partir de la última vocal acentuada.

Ejemplo: “-Abenámar, Abenámar, a moro de la morería b el día que tu naciste c grandes señales había. b Estaba la mar en calma d la luna estaba crecida b moro que en tal signo nace e no debe decir mentira” b

(“Romance de Abenámar y el rey Don Juan”-Anónimo) ● Versos blancos o sueltos: son versos sin rima. Si además tienen distinta medida, se

denominan libres. La estrofa Se llama estrofa a la agrupación de versos en una poesía. Se clasifica según el número de versos. La estrofa puede ser de versos iguales o de versos desiguales. Estrofas de versos iguales: Pareado: dos versos Terceto: tres versos Cuarteto o cuarteta: cuatro versos Quintilla: cinco versos Sextina: seis versos Octava: ocho versos Décima: diez versos

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RECURSOS RETÓRICOS O EXPRESIVOS Semánticos Imagen: figura del discurso que consiste en el uso de una palabra o una expresión que manifieste objetos sensibles. Según la naturaleza de la percepción, las imágenes pueden ser:

ópticas o visuales: → cromáticas (subclase de las visuales que manifiestan color)

→ cinéticas o de movimiento (subclase de las visuales que manifiestan movimiento)

gustativas olfativas auditivas táctiles

→térmicas (subclase de las táctiles que manifiestan temperatura) anímicas

Sinestesia: se produce cuando en la misma imagen se da el entrecruzamiento de dos o más sensaciones sensoriales diferentes, mediante las cuales se menciona un objeto.

Ejemplo: “rojo violento” “un sonido luminoso” Comparación: figura del discurso que consiste en establecer una relación de semejanza entre dos objetos o ideas expresadas mediante un nexo comparativo (como/cual) o un verbo que signifique semejanza (parecer/ semejar)

Ejemplo: (“Eres como la noche callada y constelada” Pablo Neruda)

Metáfora: figura del discurso que consiste en relacionar dos elementos semejantes sin utilizar nexo comparativo. Es pura cuando se omite el elemento real, sólo se menciona el evocador; cuando aparecen los dos elementos mencionados (elemento real y evocador), la metáfora es impura.

Ejemplo: “Oro pálido nimba su carita curiosa y asustada” (metáfora pura) (“Castilla”, Manuel Machado)

Personificación o prosopopeya: consiste en adjudicar características humanas a animales, objetos o ideas.

Ejemplo: “El ciego sol se estrella en las duras aristas de las armas”

(“Castilla”, Manuel Machado) Antítesis: figura del discurso que consiste en la contraposición de dos elementos contrarios.

Ejemplo: “Nadar sabe mi llama el agua fría”

(“Amor más poderoso que la muerte”, F. De Quevedo) Metonimia: designa un objeto con el nombre de otro, fundándose en relaciones de causalidad, procedencia o sucesión.

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Ejemplo: “Ya por la ciudad de Burgos el Cid Ruy Díaz entró, sesenta pendones lleva detrás el Campeador”

(Poema de Mío Cid, Anónimo) Sinécdoque: designa un objeto con el nombre de otro, fundándose en relaciones de contigüidad (relaciones de un conjunto con sus partes) Fónicos – Morfológicos Anáfora: figura del discurso que consiste en la reiteración de una o más palabras al comienzo de varios versos, de oraciones o de párrafos.

Ejemplo: “Ayer era rey de España, hoy no lo soy de una villa; ayer villas y castillos, hoy ninguno poseía”

(“Romance cuarto”, Anónimo) Aliteración: consiste en la reiteración de sonidos para lograr efectos fónicos

Ejemplo: “Los jinetes se acercaban tocando el tambor del llano”

(“Romance de la luna, luna”, F. García Lorca) Quiasmo: consiste en la inversión de palabras con cambio de significación.

Ejemplo: “la que peca por la paga o el que paga por pecar”

(“Redondillas”, Sor Juana Inés de la Cruz)

Repetición: consiste en la reiteración de la misma palabra. Ejemplo:

"muchísimo nariz, nariz tan fiera” (“A una nariz”, F. De Quevedo)

Sintácticos Paralelismo: consiste en la repetición de una misma estructura sintáctica dentro de un verso o entre versos. Algunas veces el paralelismo aparece reforzado por la anáfora y se lo llama paralelismo anafórico

Ejemplo: “cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte”

(“Coplas a la muerte de su padre”, J Manrique)

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Simetría: figura del discurso que consiste en invertir en un verso la estructura sintáctica de otro Ejemplo:

“érase una pirámide de Egipto las doce tribus de narices era”

(“A una nariz”, F. De Quevedo) Hipérbaton: figura de la expresión que consiste en la inversión del orden gramatical de las palabras y de la ilación lógica de las ideas, ya sea por buscar la elegancia del estilo, ya por resaltar la sonoridad de un vocablo.

Ejemplo: “Del himno culto dio el último acento fin mudo al baile” (El último acento del himno culto dio fin al baile)

(“Soledad primera”, Luis de Góngora) Encabalgamiento: una unidad de sentido es compartida por dos versos, el final de uno y el comienzo de otro. El encabalgamiento es un fenómeno rítmico pues hace que la pausa del primer verso sea muy breve.

Ejemplo: “Estos reyes poderosos que vemos por escrituras ya pasadas”

(“Coplas a la muerte de su padre”, J Manrique) Elipsis: figura del discurso que consiste en la supresión de un elemento necesario para conformar una construcción sintáctica.

Ejemplo: “Hoy viuda y sola supresión del verbo ser Ayer por casar” supresión del verbo estar

Luis de Góngora Enumeración: consiste en nombrar en forma sucesiva objetos, conceptos y cualidades.

Ejemplo: “goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fue en tu edad dorada oro, lilio, clavel, cristal luciente”

(“Soneto”, Luis de Góngora)

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2 - TIPOS TEXTUALES

EL TEXTO EXPOSITIVO-EXPLICATIVO

El texto expositivo explicativo es aquel en el que el emisor tiene como finalidad hacer comprender algún tema al receptor. Son textos expositivo-explicativos los contenidos en manuales, enciclopedias, revistas de carácter científico, etc.

Su finalidad informativa determina su estructura interna y sus rasgos expresivos: � Estructura : hay un concepto central e información complementaria que se estructuran

en tres partes: presentación, desarrollo y cierre o conclusión. � Características lingüísticas:

1- Plano morfosintáctico:

• Predominio del orden lógico de la oración. • Uso de oraciones enunciativas, adjetivación especificativa. • Utilización de verbos en presente de indicativo que adquiere un valor

atemporal. • Uso de estructuras impersonales.

2- Plano léxico-semántico: • Predominio de los valores denotativos de las palabras, los cuales

confieren mayor objetividad y neutralidad → función referencial. 3- Plano textual:

• Uso de ordenadores discursivos y conectores textuales de tipo lógico

ESTRATEGIAS EXPLICATIVAS

- La descripción es un recurso del texto expositivo muy importante. Este tipo de discurso consiste en la explicación, de forma detallada y ordenada, de las características de las nociones que queremos transmitir.

- Las definiciones: al ser meramente informativas y objetivas, cumplen todos los requisitos de este tipo de texto por lo que son muy utilizadas en este discurso. Sirven para delimitar el problema sobre la base del conocimiento existente, adjudicando unos atributos al tema/objeto en términos de la pertenencia a una clase y de la especificación de rasgos característicos. Una definición se construye básicamente con tres palabras: la definida, la general y una específica conectadas por un verbo. Los verbos propios de la definición son los llamados presentativos (ser, estar, constituir, estar compuesto de, constar de, etc.) Ejemplo: La literatura es un discurso social ↓ ↓ ↓ definida general específica - Las comparaciones: la relación con otros conceptos, con los cuales el receptor quizás esté más familiarizado, logra mejorar la interpretación y comprensión del texto. Las comparaciones pueden establecerse por semejanza o por contraste

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Conectores de párrafos por semejanza: asimismo, en forma similar, etc. Conectores de párrafos por contraste: por el contrario, en cambio, etc. -La reformulación (la paráfrasis): se utiliza para aclarar una información cuya formulación puede resultar poco clara. En algunos casos se introducen definiciones complejas, para su aclaración resulta útil repetirlas con otras palabras que ayuden al receptor a lograr una mejor comprensión de las mismas. De este modo, con la reformulación se repite un contenido expresado de manera diferente en el texto por lo que constituye una operación regresiva pues se realiza una vuelta atrás en el texto. - Los ejemplos: son muy útiles para explicar conceptos. Con ellos materializamos y especificamos lo que estamos tratando de explicar. Tiene en común con la reformulación la intención de parafrasear algo ya dicho, pero tiene la ventaja de que se presentan datos concretos de la experiencia, se va de lo general a lo particular. · Las citas de autoridad: con su uso, el autor da validez a su exposición porque coincide con la explicación de expertos reconocidos en el tema. · La clasificación: sirve para ordenar y sistematizar la información. Las taxonomías permiten incluir el objeto dentro de una categoría determinada y, a la vez, subrayar sus características idiosincrásicas. APLICACIÓN Leé el artículo “Aproximación al concepto de literatura” (página 13) y realizá las siguientes actividades: 1) Completá la definición La literatura es un discurso social que se caracteriza por _____________________

____________________________________________________________________

2) Indicá en qué clase incluirías los siguientes conceptos: dramático, lírico, narrativo. __________________________________________________________________ 3) Identificá dónde se utiliza el recurso de la ejemplificación. 4) Reconocé qué recurso se ha utilizado en la siguiente frase: “En la vida diaria se utiliza la lengua con diversos fines: convencer informar, sugerir, etc., pero en el discurso literario la situación es diferente porque la lengua se emplea como un fin en sí mismo” _____________________________________________________________________ 5) Definí la palabra “canon” teniendo en cuenta lo planteado en el texto: __________ ______________________________________________________________________ 6) Escribí un texto expositivo- explicativo sobre los Géneros literarios.

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LA DESCRIPCIÓN

REPASEMOS

RETRATO Se llama retrato a la descripción de una persona. Esta descripción puede ser externa o física, interna o psicológica o una combinación de ambas.

RETRATO Rasgos físicos: aspecto general

estatura, cuerpo,

extremidades, cabeza, rostro,

etc.

Rasgos psicológicos: comportamiento,

personalidad, costumbres, vestimenta

Al escribir un retrato, debés tener en cuenta la siguiente estructura:

Introducción: visión de conjunto del personaje, impresión básica que produce Desarrollo: se realiza la descripción según los rasgos y el ordenamiento seleccionados Cierre: párrafo que sintetice y retome, en lo posible, lo dicho en la introducción.

Tampoco debés olvidar que para describir algo es necesario seleccionar los elementos que se utilizarán y establecer un ordenamiento de los mismos a fin de lograr transmitir, de la manera más eficaz, la esencia de lo descripto o aquello que se quiere mostrar.

En los cuentos y novelas leídos durante el año aparecieron distintos tipos de personajes. El autor los delineó de diversas maneras (caracterización física, psíquica, o fisico - psíquica). Para ello utilizó la descripción. Profundizó sobre uno u otro aspecto según la necesidad que la propia narración le impuso. Repasá en qué elementos se apoyó Poe para describir a Montresor (El tonel del amontillado) o cuáles utilizó Mujica Láinez para delinear al personaje de Catalina (La galera)

Caracterizar a un personaje es________________________________________________ ________________________________________________________________________

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Leé el siguiente texto del autor argentino Roberto Arlt

El hombre corcho

El hombre corcho, el hombre que nunca se hunde, sean cuales sean los acontecimientos turbios en que está mezclado, es el tipo más interesante de la fauna de los pilletes.

Y quizá también el más inteligente y el más peligroso. Porque yo no conozco sujeto más peligroso que ese individuo, que, cuando viene a hablaros de un asunto, os dice:

-Yo salí absuelto de culpa y cargo de ese proceso con la constancia de que ni mi buen nombre ni mi honor quedaban afectados.

Bueno, cuando malandra de esta o cualquier otra categoría os diga que “su buen nombre y honor no quedan afectados por el proceso”, pónganse las manos en los bolsillos y abran bien los ojos, porque si no les ha de pesar más tarde.

Ya en la escuela fue uno de esos alumnos solapados, de sonrisa falsa y aplicación excelente, que cuando se trataba de tirar una piedra se la lanzaba al compañero.

Siempre fue así, bellaco y tramposo, y simulador como él solo. Este es el mal individuo, que si frecuentaba nuestras casas convencía a nuestras madres de que él

era un santo, y nuestras madres, inexpertas y buenas, nos enloquecían luego con la cantinela: -Toma ejemplo de Fulano. Mira qué buen muchacho es. Y el buen muchacho era el que ponía alfileres en el asiento del maestro, pero sin que nadie lo

viera; el buen muchacho era el que convencía al maestro de que él era un ejemplo vivo de aplicación, y en los castigos colectivos, en las aventuras en las cuales toda la clase cargaba con el muerto, él se libraba en obsequio a su conducta ejemplar; y este pillete en semilla, este malandrín en flor, por “a”, por “b” o por “c”, más profundamente inmoral que todos los brutos de la clase juntos, era el único que convencía al bedel o al director de su inocencia y de su bondad.

Corcho desde el aula, continuará siempre flotando; y en los exámenes, aunque sabía menos que los otros, salía bien; en las clases igual, y siempre, siempre sin hundirse, como si su naturaleza física participara de la fofa condición del corcho.

Ya hombre, toda su malicia natural se redondeó, perfeccionándose hasta lo increíble. En el bien o en el mal, nunca fue bueno; bueno en lo que la palabra significaría platónicamente.

La bondad de este hombre siempre queda sintetizada en estas palabras: “El proceso no afectó ni mi buen nombre ni mi honor” Allí está su bondad, su honor, su honradez. El proceso no “los afectó”. Casi, casi podríamos decir

que si es bueno, su bondad es de carácter jurídico. Eso mismo. Un excelente individuo, jurídicamente hablando. ¿Y qué más se le puede pedir a un sinvergüenza de esta calaña?

Lo que ocurrió es que flotó, flotó como un maldito corcho. Allí donde otro pobre diablo se habría hundido para siempre en la cárcel, en el deshonor, en la ignominia, el ciudadano Corcho encontró la triquiñuela de la ley, la escapatoria del código, la falta de un procedimiento que anulaba todo lo actuado, la prescripción por negligencia de los curiales, de los aves negras, los oficiales de justicia y de toda la corte de cuervos lustroso y temibles. El caso es que se salvó. Se salvó “sin que el proceso afectara su buen nombre ni su honor". Ahora sería interesante establecer si un proceso puede afectar lo que un hombre no tiene.

Donde más ostensibles son las virtudes del ciudadano Corcho es en las “litis” comerciales, en las trapisondas de las reuniones de acreedores, en los conatos de quiebras, en los concordatos, verificaciones de créditos, tomas de razón, y todos esos chanchullos donde los damnificados creen perder la razón, y si no la pierden, pierden la plata, que para ellos es casi lo mismo o peor.

En estos líos , espantosos de turbios y de incomprensibles, es donde el ciudadano Corcho flota en las aguas de la tempestad con la serenidad de un tiburón.¿Que los acreedores se confabulan para asesinarlo? Pedirá garantías al ministro y al juez. ¿Qué los acreedores quieren cobrarle? Levantará más falsos testimonios que Tartufo y su progenitor.

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¿Qué los falsos acreedores quieren chuparle la sangre? Pues, a pararse, que si allí hay un sujeto con derecho a sanguijuela, es él y nadie más. ¿Qué el síndico no quiere “acomodar”? Pues a crearle al síndico complicaciones que lo sindicarán como mal síndico.

Y tanto va y viene, y da vueltas, y trama combinaciones, que al fin de cuentas el hombre Corcho los ha embarullado a todos, y no hay Cristo que se entienda. Y el ganancioso, el único ganancioso, es él. Todos los demás ¡van muertos!

Fenómeno singular, caerá como el gato, siempre de pie. Si es un asunto criminal, se libra con la condicional; si es un asunto civil, no paga ni el sellado; si un asunto particular, entonces ¡qué Dios os libre!...

Tremendo, astuto y cauteloso, el hombre Corcho no da paso ni puntada en falso. Y todo le sale bien. Así como en la escuela pasaba los exámenes aunque no supiera la lección, y

en el examen siempre acertó con una bolilla favorable, este sujeto, en la clase de la vida, la acierta igualmente. Si se dedicó al comercio y el negocio le va mal, siempre encuentra un zonzo a quien endosárselo. Si se produce una quiebra, él es el que, a pesar de la ferocidad de los acreedores, los arregla con un quince por ciento a pagar en la eternidad, cuando pueda o cuando quiera. Y siempre así, falso, amable y terrible, prospera en los bajíos donde se hubiera ido a pique, o encallado, más de una preclara inteligencia.

¿Talento o instinto? ¡Quién lo va a saber!

Arlt, Roberto. Aguafuertes porteñas. Buenos Aires. Losada. 2001

1) Averiguá a qué se llama “tipo” dentro de la literatura. 2) Indicá si el personaje descripto por Arlt responde a esta categoría. Justificá tu respuesta. 3) Explicá el título 4) Analizá los recursos expresivos que utiliza el autor en su descripción.

Producción de texto

Jugando a ser escritores por un rato

1) Realizá la descripción de un niño, un adolescente. Para ello deberás determinar previamente su rasgo principal (timidez, extroversión, introversión, agresividad, inseguridad) e imaginar su nombre, aspecto físico, vestimenta, actitudes. 2 Imaginá una situación determinada (en una situación cotidiana, en una fiesta, conociendo a alguien, en un examen, etc.), e incluí a ese personaje en ella. Pensá en las manifestaciones externas de su forma de ser, en cómo actuaría en esa circunstancia y escribí una breve narración con estos elementos. 3) Escribí una descripción a la manera de Arlt que responda a un tipo connotado

desde la denominación genérica (Ejemplo: la mujer araña, el hombre plomo, etc.)

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EL COMENTARIO

Revisá lo que vimos en la Introducción a Literatura (Del texto a la interpretación- página 10) Un modelo de comentario Uno de los cuentos incluidos en esta guía es "La Galera" del autor argentino Manuel Mujica Láinez. A continuación se transcribe un comentario acerca de este relato.

“La galera” de Manuel Mujica Láinez.

Misteriosa Buenos Aires es un libro de cuentos, en él Manuel Mujica Láinez se propone – según

él mismo ha advertido en el “Prólogo” de la edición de 1971 –“narrar en cuentos sucesivos la historia de

la que nació aldea y es hoy metrópoli pujante, ruidosa, agobiadora, despiadada...” (p.8). El volumen se

compone de cuarenta y dos cuentos, en los cuales la presencia casi constante de Buenos Aires actúa como

elemento vinculante. En la obra alternan los relatos de filiación realista con los de linaje fantástico. A este

segundo grupo pertenece “La galera” cuya acción transcurre en 1803.

La historia responde a un esquema tripartito: el viaje- huida de Catalina y sus antecedentes, cuyo

relato es acrónico-, la irrupción del fantasma y, finalmente, el castigo. La mirada del narrador, mediante el

discurso indirecto libre, se centra en las peripecias del viaje interminable.

Cada etapa de la secuencia opera fundamentalmente con la creación de un clima, una atmósfera,

en la que confluyen las circunstancias exteriores (en especial las limitaciones del espacio de la galera) con

su tiempo respectivo y la circunstancia anímica de la protagonista con su propia vivencia del tiempo.

En la galera “infernal” (adjetivo cuyo significado es claro al final) las ochenta leguas de camino a

Catalina le parecen muchas más por la incomodidad, el encierro y la falta de sueño. Abrumador es este

clima que se manifiesta en las imágenes de movimientos bruscos, sonidos hostiles, hacinamiento,

suciedad y hediondez. Contrastando con la clausura del coche, se abre el espacio exterior que, sin

embargo, también es agobiante: sol enloquecedor, nubes de polvo, amenaza de indios.

El ritmo del viaje es señalado por el narrador con un leimotiv: el galopar, realzado en el plano

expresivo mediante la recurrencia: “a galopar, a galopar” (p.179); “El galope....el galope...el

galope..”(p.180). Esta recurrencia opera en dos direcciones: por un lado, apunta al viaje en sí de la galera

y, por el otro, al estado de vértigo que persigue a Catalina, dimensión que apuntala la atmósfera del relato.

Otra reiteración es la del motivo de tantear, que se refiere a las monedas escondidas de la

protagonista, que va develando poco a poco su culpabilidad y que cierra la primera parte de la historia.

La segunda parte se ordena en torno de una nueva presencia: la irrupción del elemento

sobrenatural cuya brusca aparición ha sido favorecida por la atmósfera creada por el viaje :”...detrás del

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cendal de humo, brumosa espectral”,, (p.181). Como elemento distractor, el narrador crea una nueva

tensión, la rotura del eje, que momentáneamente margina el conflicto de Catalina.

Sin embargo, este accidente funciona como elemento que permite consumar el castigo de la

culpable, que se configura como un ejemplo de ironía trágica: cuanto más cree burlar Catalina su

responsabilidad en el crimen más se aproxima a la realización de su pena.

Los dos ámbitos espaciales ofrecen un significativo efecto de contraste en relación con el destino

del personaje: siente la clausura de la galera como una prisión aunque crea que esa galera la lleva al logro

de sus objetivos, pero al quedar abandonada en el espacio exterior, casi infinito, este espacio abierto es su

verdadera prisión. Aquí el grito de los caranchos funciona como referencia que anticipa la muerte y el

castigo.

Se advierte recién en este final por qué la galera al principio es llamada “infernal”: un viaje de

escape a Buenos Aires se transforma en un viaje a la muerte y el castigo.

Finalmente, hay que destacar cómo el narrador resuelve la presencia del elemento fantástico: la

aparición del fantasma en medio del mundo cotidiano de la galera (en medio del hombre que fuma) no

produce la ruptura de ese mundo ya que la única que lo advierte es Catalina. Asimismo, cuando el

fantasma se hace perceptible a todos, la que se vuelve invisible a los ojos de los viajeros es Catalina. El

lector queda implicado en la visión de Catalina ya que es sobre ésta que el narrador focaliza.

Recordá: El comentario de un texto literario es un trabajo en el que se analiza e interpreta la obra comentada y para ello se tienen en cuenta:

• el análisis externo (contexto, género literario), • el análisis interno (argumento, estructura, tema, etc.) • el análisis de la forma (planos fónico, morfosintáctico, semántico)

En un comentario, las valoraciones de la obra deben justificarse en el análisis de los elementos constitutivos de la misma.

Ejercitación

1) Señalá en el comentario dado la estructura

2) Reconocé conectores y ordenadores textuales.

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ALGUNOS EJEMPLOS DE PÁRRAFOS INICIALES EN UN COMENT ARIO

La producción de comentarios escritos presenta para los alumnos y las alumnas ciertas

dificultades, entre ellas la de cómo iniciarlo. Aquí se proponen algunos ejemplos que pueden

servir de ayuda. Es importante señalar que son solo algunos ejemplos que no agotan en absoluto

todas las posibilidades de escritura∗.

Primer caso: generalización.

1 - La novela El secreto del bosque viejo de Dino Buzzati podría encuadrarse dentro del género

juvenil, pero es en libros como este donde se demuestra la estrechez de la definición. Es más exacto

hablar de una novela de corte simbólico en la que se unen imaginación en la historia y una depurada

expresión.

2 - Como los otros cuentos de Las mil y una noches, “Alí Babá y los cuarenta ladrones” se

encuadra por su origen y estructura en la tipología del relato popular maravilloso.

Segundo caso: una cita (de la obra o del autor)

“Siempre hubo guerras y uno se acostumbra”: este enunciado, expresado por uno de los

personajes, condensa la estructura simbólica de la novela La marcha nocturna de Tim O’Brien en la que

la guerra es un sustento necesario para la consolidación del poder y, al mismo tiempo, causante de la

despersonalización y automatización del ser humano.

Tercer caso: breve anécdota relacionada con el autor o las circunstancias en que fue

escrita la obra.

Cuando, al final de la década del cuarenta, John Cheever empezó a escribir sus diarios, no

lo hizo con la intención de publicarlos. Sólo treinta años después insinuó un cambio de opinión a

su hijo Benjamín, aunque en ningún caso la publicación debía ser anterior a su muerte.

Cuarto caso: análisis de un aspecto general de la obra que vertebre u organice el

análisis restante.

1 - “Moscas y arañas” de Bioy Casares postula el concepto de trama en tres sentidos: por un lado

la trama del discurso; por otro, la de la historia cuyo tema es, a su vez, otra historia. La idea de tejido ya

aparece en el título a través de la araña que caza la mosca en su “tela”...

2 - El tópico que funciona como eje de lo fantástico en el relato “Wood stown” de A. Daudet es la

rebelión de la naturaleza contra el hombre en una selva virgen, brutalmente talada, que retorna vengativa

para ocupar su espacio perdido.

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Quinto caso: ubicación histórica de la obra.

1 - Álamos talados es tributaria de la línea novelística inaugurada por la Generación del 80. De

ella toma no sólo su realismo sino también una serie de temas que, reformulados la recorren: la

inmigración, el criollismo, la exaltación hispánica.

2 - El trabajo literario con los medios masivos de comunicación, que se acentúa en algunos

escritores de la década del 60, es retomado en el cuento “Regalo para una novia” de Isabel Allende a

través de estrategias que evocan la narrativa del folletín y la telenovela.

Producción de texto

Elegí alguno de los cuentos leídos y escribí un comentario del mismo.

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LA ARGUMENTACIÓN

EL DISCURSO DE OPINIÓN EN EL DIARIO

OBJETIVIDAD – SUBJETIVIDAD

Cuando un emisor quiere tomar distancia respecto de lo que dice porque necesita evitar manifestar sus opiniones, cuando no interviene en lo que dice, se produce un discurso objetivo. El discurso, en cambio, es subjetivo si manifiesta sentimientos, opiniones, creencias, etc., es decir, la presencia del enunciador es explícita.

El discurso subjetivo se manifiesta a través de palabras o frases denominadas modalizadores y subjetivemas Subjetivemas

Son aquellos sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios, construcciones y términos lingüísticos en general que manifiestan una valoración por parte del hablante. Comparar frases como:

El incendio produjo daños en varios pisos. El incendio devoró varios pisos. Se atrapó a un ladrón. Se atrapó a un malviviente.

Modalizadores

Se denomina “modalizador de un enunciado” a aquel término lingüístico o aquella construcción que muestra la posición del hablante ante lo que dice. Los modalizadores tiñen con su sentido- certeza, duda, valoración- el resto del enunciado. A través de los modalizadores se manifiesta la actitud del enunciador respecto de la verdad o falsedad de lo que enuncia. Se puede analizar también el grado de compromiso de éste.

Por ej.: Evidentemente, el programa es superficial Pueden funcionar como modalizadores los adverbios y las frases adverbiales, los verbos (creer y suponer, por ejemplo expresan la no certeza, en tanto que saber expresa la certidumbre) y los modos verbales (el indicativo se usa para la certeza y el subjuntivo para la duda). Algunos modalizadores:

de hecho, sin lugar a dudas, posiblemente, es posible, quizá, sin dudas, no cabe la menor duda, seguramente, en efecto, obviamente, presumir, afirmar, asegurar, confirmar. Ejercitación: 1 - Modalizar de diferentes formas la siguiente frase. El ministro no renuncia.

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Producción de texto

2 - Escribí un breve texto sobre un partido de fútbol dos veces: - la primera vez, el texto debe ser objetivo y el locutor sólo debe expresar los resultados y las

jugadas más importantes, - el segundo texto debe ser subjetivo y empleando modalizadores y subjetivemas (que no sean

adjetivos), el locutor deja entrever que es partidario del equipo perdedor. 3 - Escribir al Rector una nota objetiva pidiendo la reincorporación, luego agregarle subjetivemas y modalizadores para producir un efecto humorístico.

1 - RESEÑA O NOTA CRÍTICA

Los editoriales, las cartas de lectores, la crítica- reseña de espectáculos, películas, libros, etc. son textos subjetivos en los cuales, el emisor expresa su parecer acerca de un tema y lo fundamenta para convencer al receptor.

En la redacción de reseñas y crónicas de espectáculos, etc. se combinan diferentes tipos de texto: explicativo, narrativo, descriptivo y argumentativo. Estos se encuentran entremezclados de modo tal que sólo se puede decir si en un fragmento predomina uno u otro de los tipos. Pero los que fundamentalmente se entrecruzan son la intención informativa y la argumentativa.

La presencia de la primera se debe a que el autor del texto trasmite una serie de datos sobre el objeto de la reseña, en tanto que la intención persuasiva se relaciona por el interés del mismo autor de convencer al lector acerca de las virtudes y/o defectos de ese objeto.

De lo dicho se desprende que todo texto de crítica o reseña periodística se relaciona con el receptor al que va dirigido y que su emisor es un especialista en el tema sobre el que escribe. Hay que tener en cuenta que estos críticos son “agentes culturales”, es decir, imponen un modo de leer ya que determinan los valores estéticos de las producciones sobre las que opinan.

En general, dejando de lado el paratexto, la reseña responde a la siguiente estructura: introducción, desarrollo, conclusión o cierre. La importancia que en el texto se le otorgue a cada parte dependerá del tema o el estilo del emisor crítico.

Los lectores leen o van a un espectáculo a partir de las reseñas, por eso es importante tener en cuenta que las notas son visiones subjetivas que están sujetas a las leyes del mercado.

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ANÁLISIS DE TEXTOS Probablemente, el año pasado hayan leído algunas de las aventuras de Sherlock Holmes y su ayudante Watson. Vamos a analizar ahora las críticas a la película estrenada este año, que se filmó en base a una adaptación de la obra de Sir Arthur Conan Doyle. Clarín, 11 de enero de 2012 CINE: CRITICA

¿Dónde está el misterio? “Sherlock Holmes: juego de sombras” Guy Ritchie reitera sus trucos en la secuela. El que tuvo la idea de convocar a Guy Ritchie para hacerse cargo de las nuevas películas de Sherlock Holmes podrá congratularse por haber conseguido armar una exitosa franquicia con un personaje que parecía juntar polvo en librerías de viejo. Eso sí, que no espere demasiado cariño: sus películas podrán funcionar comercialmente y son irreprochables en lo técnico, pero tienen tanto que ver con el personaje creado por Arthur Conan Doyle como, bueno, como cualquier cosa filmada por este cineasta para el que, parece, todo lo humano le es ajeno.

Sherlock Holmes: Juego de sombras es la segunda de estas aventuras y no cambia demasiado el formato de la primera. En la piel del hiperactivo Robert Downey (tanto por la cantidad de películas que hace como por el estado en el que se lo ve en ésta), Holmes es un mago del disfraz y

Título original: (Sherlock Holmes: A game of shadows) - 2011 Género: Acción Duración: 128 minutos Estrenos: 2012-01-12 Origen: Estados Unidos Calificación: Apta para mayores de 13 años Interpretes: Eddie Marsan., Jared Harris, Jude Law, Noomi Rapace, Rachel Mcadams, Robert Downey Jr, Stephen Fry Director: Guy Ritchie Guionista: Kieran Mulroney, Michele Mulroney Director de fotografía: Philippe Rousselot Música: Hans Zimmer Montaje: James Herbert

un hombre que aplica su inteligencia, más que nada, en saber si las piñas y cuchillos van a venir por la derecha o por la izquierda. En lo que es la “toma registrada” de la saga, una y otra y otra vez Holmes predice todo lo que van a hacerle en una pelea, y la mayor de las veces sobrevive. Golpeado, pero vivo.

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Con un Watson cada vez más desdibujado (Jude Law lo encarna como “el tipo que tiene que bancarse a Holmes/Downey”), nuestro héroe enfrenta a su archirrival, el profesor Moriarty (Jared Harris), en una serie de encuentros, persecuciones, peleas con sus esbirros, viajes por Francia, Alemania y Suiza, mientras su enemigo intenta hacernos creer que los asesinatos y explosiones que se suceden predicen una guerra mundial, cuando en realidad es él que la está “creando” para obtener beneficios económicos.

Más allá de la reiteración de la cámara lenta y el plano detalle, hay algunas escenas de acción que funcionan, como la del tren y alguna otra que tiene lugar cerca del final del filme, pero lo que no hay es algo que motive y movilice al espectador a seguir esa trama. Downey encarna a un personaje cuyo ingenio parece derivarse del copioso consumo de estupefacientes y Law es el pobre hombre que se lo banca. Y hasta los insistentes intentos de la película en “hacernos pensar” que hay una suerte de historia de amor no admitida entre ambos resultan finalmente agotadores.

La pretendida modernidad del estilo Ritchie chocando contra el Londres de fines del siglo XIX puede resultar una curiosidad por un rato, pero finalmente cansa, salvo la bienvenida aparición de Stephen Fry como el hermano de Holmes, en un personaje que parece respirar la mejor tradición del humor británico más irónico. Igual de agotadores terminan siendo los intentos de Downey en terminar cada escena con un remate “gracioso” o “sorprendernos” con una solución inesperada. Pura técnica, algo de ingenio, cero alma. En síntesis: una franquicia con todo para triunfar.

La Nación: 12 de enero de 2012

Cine / Aventuras Sherlock Holmes: juego de sombras Por Fernando López

Noomi Rapace, Robert Downey Jr. y Jude Law, las tres

figuras fuertes del film de Guy Ritchie. Foto: Warner

Bros.

Sherlock holmes, juego de sombras (Sherlock Holmes: A Game of Shadows. EE.UU./2011, hablada en inglés) / Dirección : Guy Ritchie / Guión: Michele Mulroney y Kieran Mulroney, sobre personajes creados por Arthur Conan Doyle / Fotografía:Philippe Rousselot /Diseño de producción:Sarah Greenwood / Elenco: Robert Downey Jr., Jude Law, Noomi Rapace, Jared Harris, Eddie Marsan, Stephen Fry y Rachel McAdams /Distribuidora: Warner Bros. / Duración: 128 minutos / Calificación: Apta para mayores de 13 años. / Nuestra opinión: Buena.

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Sherlock Holmes es inagotable. A más de 120 años de su nacimiento literario y después de ser transportado a todos los formatos -de cuentos y novelas a historietas- y de haber sido recreado por decenas de actores en la radio, el teatro, el cine y la televisión, el inmortal detective de Arthur Conan Doyle ha sobrevivido a todo tipo de intervenciones. Una de las últimas es la que le aplicó el inglés Guy Ritchie hace dos años e implicaba casi un traslado en el tiempo ya que a la perspicacia y el agudo poder de observación del campeón del razonamiento deductivo y maestro del disfraz, se le sumaban rasgos y destrezas de un héroe de acción del siglo XXI. Parecía una transformación demasiado audaz que, más allá del previsible disgusto de los puristas, corría el peligro de un rechazo generalizado. Pero el film -apenas la adaptación del clásico personaje al celebrado "estilo Ritchie", con su metrallar de artificiosos efectos y su ritmo frenético- fue un éxito. Así que el cineasta de Juegos, trampas y dos armas humeantes decidió repetir la fórmula.

Sólo que ahora, pasada la novedad, con señales de fatiga a la vista en varios rubros, un guión cuya intrincada maraña no alcanza a generar verdadera intriga y el machacón empleo del estrépito (sonoro y visual) para tapar las fragilidades del cuento, el resultado no es tan eficaz y la secuela empieza a parecerse bastante a una réplica. Están ahí todas las marcas llamativas del modelo Ritchie: el tiempo de la acción, que es administrada en ráfagas (lo mismo que la música) y que a veces, en muchos diálogos, confunde prisa con ritmo; la combinación de vértigo y humor; los bruscos cambios de velocidad, la abundancia de planos detalle, la cámara lenta, las aceleraciones, la sucesión de planos breves montados con la velocidad de disparos de ametralladora. El guión toma unos pocos elementos de Conan Doyle; entre ellos, claro, al protagonista y el infaltable doctor Watson, otra vez confiados a Robert Downey Jr. y Jude Law; al hermano del detective, Mycroft, a quien Stephen Fry convierte en el personaje más gracioso de la película, y al villano del caso, que no es sino el profesor James Moriarty, eterno archirrival del detective y uno que puede competir con él en su mismo terreno. Casi todo lo demás proviene de la imaginación de los guionistas, que eligen un momento histórico (fin del siglo XIX) del que la dirección de arte y el vestuario saben sacar provecho. Una seguidilla de asesinatos y atentados en Europa -el film comienza con el estallido de una bomba en Estrasburgo- busca exacerbar el malestar social y político para empujar a la guerra a Francia y Alemania para beneficio de los fabricantes de armas, y sólo Sherlock es capaz de sospechar que Moriarty puede estar detrás de la conspiración: por algo lo llama el Napoleón del crimen. Es la excusa para que en el film abunden tantas explosiones como exige hoy el cine de acción.

A la investigación del caso se suman los celos: son los días previos a la boda de Watson, lo que por supuesto no hace al detective demasiado feliz. Con estos elementos, el guión arma menos una historia que una suma de situaciones puestas al servicio de un Ritchie demasiado conforme con su festejada fórmula como para esforzarse en renovarla, aunque haya aciertos esporádicos. Lo mismo puede decirse del elenco, que trae un par de novedades en el ajustado Moriarty de Jared Harris y la presencia siempre sugestiva de Noomi Rapace, aunque aquí esté bastante lejos de la inquietante Lisbeth Salander del ciclo Millenium

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1 Paratexto de la nota crítica Analizá los elementos paratextuales que aparecen en las notas críticas leídas 2 Análisis de los textos 2.1. Clarín 2.1.1. Reconocé la estructura del texto. 2.1.2. Analizá el último parráfo. Señalá las marcas de subjetividad que encuentres e interpretá qué quiso decir el autor de la nota con la última oración. 2.1.3. Proponé la calificación crítica que a tu criterio sería la adecuada y justificá esa elección. 2.2. La Nación: 2.2.1. Agregale una volanta subjetiva al texto. 2.2.2. Indicá si la calificación crítica colocada te parece coherente con las opiniones vertidas en la nota. Justificá tu respuesta 3 Análisis comparativo 3.1. Analizá los títulos y comparalos. Indicá si son objetivos o subjetivos y justificá tu respuesta. 3.2. Indicá qué elementos de la película se analizan y en cuáles basa el crítico las opiniones positivas y /o negativas que emite en cada caso. Volcá tus conclusiones en un cuadro

Producción de texto

ACTIVIDAD DE REPASO Y FIJACIÓN DE CONTENIDOS

Actividad grupal: elijan una película que se haya estrenado recientemente escriban una nota crítica sobre la misma (debe tener los elementos paratextuales vistos)

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2 - EDITORIAL

La nota editorial expresa la posición del medio ante los temas de actualidad. Los

editorialistas cumplen así la función de portavoces del diario, revista, etc. Generalmente en un editorial no habla un yo sino un nosotros cuya finalidad es que quien

lo lea piense que en ese “nosotros” están todos los lectores que hablan, piensan y opinan: que se trata de la opinión pública.

El editorial toma como presupuestos una serie de elementos que considera que los lectores comparten con él porque leen ese diario y no otro. Esto le sirve de base ideológica a partir de la cual puede decir las cosas de un modo determinado (por ejemplo, estar a favor de la familia en contra del divorcio). Para ello emplea ciertas estrategias: � elige un hecho que supone sus lectores defienden o rechazan � enuncia verdades para explicar los hechos. Estas “verdades” son aceptadas como tales por la

sociedad. Por ej.: el fin no justifica los medios. � el refuerzo de cosas admitidas por el lector como normal, justo, bello, etc. � se apoya en valores vigentes en la sociedad: religiosos, filosóficos, etc.

En el Manual de estilo y ética periodística del diario “La Nación” se dice respecto del tema en estudio:

“Las columnas editoriales de un diario son el espacio reservado para que el director o editor de la publicación exprese su opinión sobre temas de interés para la comunidad.

En la Argentina también suele llamarse “artículo de fondo” al que se dedica a expresar la opinión institucional del diario.

Los artículos menos importantes que tratan temas editoriales, vale decir de opinión, son denominados “sueltos” en algunos medios. Mientras en las secciones informativas del diario o periódico el estilo usual es el de la prosa narrativa o descriptiva, en el sector dedicado a los juicios de valor la prosa más apta es la argumentativa.

No todos los diarios tienen columnas editoriales: algunos no asumen la función de opinar y orientar a sus lectores y se limitan a informarlos.

Los diarios que incluyen editoriales poseen, por lo común, una mayor influencia sobre la opinión pública y los poderes oficiales y privados. Una regla de oro está universalmente vigente: la opinión y la información no deben prestarse a confusión. Esa norma justifica la existencia de la página editorial.

Si en todas las páginas se opinase y no hubiese un espacio definido para que el director o editor lo haga, el lector podría resultar confundido ante la multiplicación de juicios de valor subjetivos.

En situaciones particularmente serias, que requieren un tratamiento reiterado para quedar dilucidadas en lo posible, los diarios suelen hacer campañas editoriales....”

fgto. de Manual de estilo y ética periodística “La Nación”. Buenos Aires. Espasa Calpe. 1997

Recordá: el editorial es un género mediante el cual una publicación da a conocer sus puntos de vista sobre los acontecimientos de interés actual. Como el emisor es la publicación y no una persona en concreto, la persona verbal utilizada es generalmente la tercera que despersonaliza al sujeto.

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Leé cada uno de los editoriales y respondé:

1. ¿Qué características presenta el paratexto? 2. ¿Tiene un emisor individual? ¿Sí / No? Justificá. 3. ¿A qué receptor va dirigido? 4. Marcá en el texto la estructura. 5. ¿Cuál es el hecho que lo origina? 6. ¿Se da alguna explicación acerca de él? 7. ¿Se lo compara con otros casos? 8. ¿Con qué razones o argumentos se presenta la opinión del diario? 9. ¿Cuáles son las conclusiones? ¿Se proponen alternativas o soluciones? 10. Determiná el macroacto de habla. 11. Señalá subjetivemas y modalizadores

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"La Nación", 16 de febrero de 2004

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COHESIÓN

Ejercitación de repaso Texto: Recuperar la cultura del esfuerzo 1. Completá con las palabras o frases que se utilizan en el texto para referirse a: educación argentina:______________________________________________________ ______________________________________________________________________ maestros:_______________________________________________________________ alumnos:_______________________________________________________________ ______________________________________________________________________

Recordá: la sustitución es el recurso que permite que en un texto distintas palabras aludan al mismo referente.

2. Indicá, teniendo en cuenta el cotexto, a quiénes se refieren las palabras subrayadas.

1er. Párrafo: su juicio

su cartera

3er.Párrafo: se lo recriminen 5° Párrafo: su objetivo esencial

3. Analizá el uso del pronombre “otra” en el comienzo del 4° párrafo e indicá en relación a qué

otro elemento aparece.

Recordá: la referencia es el recurso que te remite a un ítem, que está antes o después en el discurso, utilizando los pronombres.

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4. Indicá qué palabras se omitieron en las siguiente frase:

“Es fundamental - dijo- que el mensaje de los padres sea en todo coincidente con el que se imparte en las escuelas, pues los adolescentes se desconciertan cuando los discursos que reciben en un ámbito y en el otro son contradictorios”

Recordá: la elipsis es el recurso que consiste en la omisión de una palabra que puede reponerse mentalmente con facilidad por haber aparecido antes y por el sentido cotextual.

En cada uno de los casos anteriores vemos que el referente entre las palabras asociadas es común, la sustitución entre términos o de una palabra por un pronombre se realiza pues tienen un mismo referente, la elipsis se usa cuando se quiere aludir a un referente antes señalado por una palabra en el cotexto. A esta característica la llamamos CO-REFERENCIA.

5. Armá el campo semántico del texto.

Recordá: El campo semántico de un texto es el conjunto de palabras que comparten un mismo sema. Sema: unidad mínima de significación situada en el plano del contenido, de naturaleza relacional y sustancial. Se define como término- resultado de la relación con, al menos, otro término de la misma red.

6. Te proponemos corregir el siguiente texto aplicando los recursos vistos y agregando

conectores si fueran necesarios.

Recordá: los conectores permiten establecer relaciones lógicas (unión, disyunción, causa/ consecuencia, temporo–espaciales, oposición, condición) entre oraciones o entre párrafos. En algunos casos estas relaciones pueden reconocerse sin necesidad de que sean explicitadas, en otros es indispensable el uso del conector.

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"El Cid envía, por intermedio de Minaya, caballos como presente para el rey (son los caballos de Fariz y Galve). El rey sólo perdona a Minaya. El rey concede la libertad a los vasallos para que, quien lo quiera, se marche con el Cid. El Cid saquea Zaragoza. El Cid saquea Alcañiz y vence a los moros.

El Cid se dirige a las tierras del Conde de Barcelona. Este se entera de la invasión y se dirige a enfrentar al Cid. El Cid resulta victorioso y captura al Conde. El Conde decide dejarse morir de hambre. El Campeador le promete la libertad y le insiste para que coma. Finalmente lo deja ir. El Cid y los suyos se regocijan con el botín obtenido."

Tené en cuenta que el Cid era Don Rodrigo Díaz de Vivar, también llamado Cid Campeador. Fue un caballero español que se hizo famoso durante el siglo XI por sus victorias sobre los moros, que habían invadido su país.

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GRAMÁTICA

Grammatica Antonii Nebrissensis escrita por Antonio de Nebrija y publicado en 1492, constituyó la primera obra que se dedicaba al estudio de la lengua castellana y sus reglas.

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REPASO DE PRIMER AÑO

CONSTRUCCIÓN

Llamamos CONSTRUCCIÓN al conjunto de palabras relacionadas entre sí y todas subordinadas a un núcleo del cual toman el nombre. Toda la construcción funciona como el núcleo. Entonces, de acuerdo con su núcleo las construcciones pueden ser:

construcción sustantiva: “una máquina arruinada” " adjetiva: “lleno de sombras” " adverbial: “muy atentamente“ " verbal: “compramos flores ayer”

A) CONSTRUCCIÓN SUSTANTIVA : su núcleo es un sustantivo Modificadores del sustantivo: 1) Modificador directo: está conectado a su núcleo sin preposición ni ninguna otra partícula de enlace. Siempre es un adjetivo.

2) Modificador indirecto: se conecta a su núcleo mediante una preposición ( a, ante, bajo ,etc.)

3) Construcción comparativa: se distingue por la partícula que la encabeza: el subordinante comparativo “como / cual”.

4) Aposición: es un sustantivo o construcción equivalente que se agrega directamente a otro sustantivo, va entre pausas y puede funcionar en lugar del núcleo sin variar el sentido del texto.

MODIFICADORES DEL SUSTANTIVO MODIFICADORES

CONEXIÓN INVERSIÓN DEL ORDEN= CAMBIO DE FUNCIÓN

TIPO PARTÍCULAS O NEXOS

M.D. DIRECTA --------------- NO M.I. INDIRECTA PREPOSICIÓN NO C.C. INDIRECTA COMPARATIVA NO AP. DIRECTA ----------------- SÍ B) CONSTRUCCIÓN ADJETIVA : su núcleo es un adjetivo. Modificadores del adjetivo: 1) Modificador directo: siempre es un adverbio. 2) Modificador indirecto: (iguales características que en el caso de las construcciones 3) Construcción comparativa: sustantivas)

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C) CONSTRUCCIÓN ADVERBIAL : su núcleo es un adverbio. Modificadores del adverbio 1) Modificador directo: otro adverbio Ejemplo: “ muy lentamente” 2) Aposición: una construcción equivalente a un adverbio y que amplía su significado puede funcionar como aposición. Como la aposición de un sustantivo y por ser un tipo de aclaración, va entre pausas.

Ejemplo: Allí, en la esquina, se produjo un choque de varios coches.

LA ORACIÓN SIMPLE Y COMPUESTA

La ORACIÓN es la unidad mínima del habla con sentido en sí misma, autonomía sintáctica y figura tonal propia. Las oraciones pueden ser simples o compuestas según estén formadas por una sola unidad de sentido, O. simple, o por dos o más unidades de sentido llamadas suboraciones en concordancia con una única figura tonal, en este último caso la oración es Compuesta La diferencia entre la oración y la suboración es que si bien ambas tienen sentido, las suboraciones no tienen independencia sintáctica ni figura tonal propia.

Ej.: [(La casa estaba abandonada); (su aspecto aterraba a los transeúntes) y (los

vecinos no se acercaban)] O.C.

Las oraciones pueden estar yuxtapuestas, unidas por una pausa (coma o punto y coma); o coordinadas, unidas por un nexo coordinante (conjunciones). La oración simple así como las suboraciones pueden ser unimembres (no admiten la partición en sujeto y predicado) o bimembres (se dividen en dos miembros: sujeto y predicado). - SUJETO: si bien el orden lógico es que esté al comienzo de la oración, puede aparecer en cualquier parte de la misma. Su núcleo es siempre un sustantivo. Puede ser simple o compuesto según la cantidad de núcleos. Sujeto tácito: a veces el sujeto no está expresado explícitamente, se sobreentiende por la forma que adopta el núcleo del predicado verbal, se lo llama desinencial o tácito. - PREDICADO : hay dos clases de predicados: → los verbales, → los no verbales. Según el número de núcleos pueden ser simples o compuestos.

A) PREDICADO VERBAL

Como su nombre lo indica, su núcleo es un verbo.

Modificadores del verbo:

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1) Objeto directo: indica sobre qué o quién recae la acción verbal. Solamente aparece con verbos transitivos. Su núcleo es un sustantivo o un pronombre personal ( me, te, lo, la, nos, os los, las, se )

Reconocimiento: 1) sustituyéndolo por los pronombres lo/la/los/las (sustitución)

2) invirtiendo la oración de voz activa a pasiva, el objeto directo se convierte en sujeto y el sujeto en c. agente (transformación)

En la mayoría de los casos el OD no se construye con preposición (cuando es sustantivo común, pronombre personal o infinitivo), lleva preposición “a” cuando se refiere a persona o cosa personificada. Ejemplos: Compré caramelos.

Vi a Juan. Vi a tu perro por la calle. 2) Objeto indirecto: indica en beneficio o interés de quién se realiza la acción verbal. Puede aparecer con verbos transitivos o intransitivos. Se construye con las preposiciones “a” o “para” excepto cuando se trata de una forma pronominal. Los pronombres que pueden funcionar como objeto indirecto son me, te, le, nos, os, les y se.

Reconocimiento: puede ser sustituido por los pronombres indicados pero en la transformación de la oración a la voz pasiva no varía.

3) Circunstanciales: son adverbios o construcciones equivalentes. Algunas construcciones sustantivas pueden funcionar como circunstanciales. Cuando la construcción está encabezada por preposición se lo denomina complemento circunstancial Ejemplos: Hoy fui al club.

Por las tardes voy al club. Los domingos voy al club.

Principales clases de circunstanciales: Lugar, tiempo, modo, cantidad, fin, causa, negación, afirmación, medio o instrumento, tema o argumento, compañía, duda, etc. 4) Complemento agente: aparece sólo en oraciones en voz pasiva. Se construye con preposición “por”. Se reconoce porque funciona como sujeto en la oración en voz activa (reconocimiento por transformación). 5) Predicativos: modificadores del verbo que tienen la particularidad de referirse a través de él al núcleo del sujeto (predicativo subjetivo) o al OD (predicativo objetivo). Siempre son sustantivos, adjetivos o construcciones equivalentes. El predicativo subjetivo puede ser obligatorio (con verbos copulativos*) o no obligatorio en el resto de los casos. Concuerda en número con el verbo y en género y número con el núcleo del sujeto. *Verbos copulativos: ser, parecer, permanecer, yacer, semejar, resultar, estar (excepto cuando aparece con circunstancial de lugar).

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El predicativo objetivo se refiere al OD pero, cuando se reemplaza al último por la forma pronominal, el predicativo queda afuera del reemplazo, por otra parte, puede desplazarse hacia cualquier parte del predicado. Ejemplo: Tiene el cabello negro. Lo tiene negro. Negro tiene el cabello. Tiene negro el cabello. B) PREDICADOS NO VERBALES

Los predicados no verbales se clasifican en:

1) Nominales: su núcleo es un sustantivo, adjetivo o construcción equivalente. Al agregar un verbo copulativo el predicado se convierte en verbal con PSO

Ejemplos: El niño, cariñoso. El niño es cariñoso Juan, mi amigo. Juan es mi amigo.

2) Adverbiales: su núcleo es un adverbio o construcción equivalente. Si se agrega un verbo a

este tipo de predicado se convierte en predicado verbal cuyo núcleo está modificado por un circunstancial.

Ejemplos: Aquí, mis libros. Aquí están mis libros. Sobre la chimenea, mis libros. Sobre la chimenea están mis libros.

CLASES DE CONECTORES (Coordinantes y subordinantes)

Preposiciones: funcionan como nexos subordinantes. Subordinación: relación entre elementos que están en distinto nivel sintáctico. (___________ X ____________) “a, ante, bajo, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para por, según, sin sobre y tras. Mediante y durante también equivalen a preposiciones. Conjunciones : funcionan como nexos coordinantes. Coordinación: relación entre elementos que están en el mismo nivel sintáctico ( __________________ x ___________________ ) Copulativas: y, e, ni, que (indican unión) Disyuntivas: o, u (indican opción) Adversativas: pero, mas, sino (indican oposición) Consecutivas: conque, luego, así que (indican que el segundo elemento es una consecuencia del primero)

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EJERCITACIÓN DE ORACIÓN SIMPLE Y COMPUESTA Analizá sintácticamente las siguientes oraciones (al final de la guía encontrarás la corrección.) 1) El cohete era conducido por el espacio con rapidez por el comandante y los tripulantes

miraban asombrados las estrellas infinitas. El cielo parecía un enorme árbol de navidad. Estrellas cercanas y lejanas. A lo lejos, una nueva constelación. Los rostros, asombrados. Ese viaje había sido programado por todos ellos con gran entusiasmo. El comandante les habló desde la sala de mando y todos escucharon atentos sus palabras de despedida.

2) Estaba fresco y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza, puso sobre la mesa un puñado de instrumentos y los ordenó de mayor a menor. Las cosas, sobre la mesa; él pensativo. La voz de su hijo de once años lo sacó de su abstracción. "Aquí está el alcalde". Don Aurelio giró el sillón y lo enfrentó a la puerta. El alcalde, en el umbral. El dentista vio en sus ojos muchas noches de desesperación. Don Aurelio hervía los instrumentos para la intervención y el alcalde apoyó el cráneo en el cabezal de la silla y se sintió más tranquilo. Había paz en su mirada. ¡Cuántos días de sufrimiento desaparecerían finalmente! Don Aurelio consideró ese momento su merecida venganza.

PRONOMBRES

1. Leé con atención el siguiente texto de Les Luthiers e indicá qué recurso gramatical se emplea para lograr los efectos humorísticos.

2. Indicá por qué el juglar se ve obligado a realizar cambios en los versos que dice el rey.

El Rey enamorado

A continuación un fragmento del Drama "Enrique VI" de William Shakenends. Escena séptima del cuadro tercero del acto primero. El Rey Enrique VI ha rezado la novena en su cuarto y después de unos segundos atraviesa la quinta

Recitado: Rey- Ven juglar, acerquémonos al balcón de María para darle una serenata. María, María, mírala, ¡qué bella plebella! ¿Debo abdicar al trono por amor a ella? ¿Vale acaso más una fría corona que un solo reflejo de sol en los dorados cabellos de María Blessing? Juglar- Y, más o menos R- Oh, oh dolientes espíritus, oh sempiternos gemidos, acudid en mi ayuda, decidme qué debo hacer en este momento aciago...así hago algo. María, María, la corona, ¡¡la corona!! Pero, qué importa una corona, si el resto de la dentadura está sana, el trono, la gloria vana, el oropel vacuo, ah, mira juglar, mira la estatua que me inmortaliza sobre brioso corcel, yo y mi vanidad, ordené que gastaran los dineros del reino en una estatua ecuestre, cuestre lo que cuestre. Mira, mira las figuras: el Rey, el Caballo, sólo falta la Sota.

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El poder, el trono, el trono o María, mal fin y al cabo, el Trono lo quiero para posarme sobre él, y satisfacer mis deseos, los más sublimes y los más perversos, en cambio a María la quiero para .... caramba, ¡qué coincidencia! Ven juglar, ven, ven, acércate, mira, quisiera cantarle a María, pero el destino me ha castigado con dura mano en mi inspiración musical, ruégote, ponle música a mis inspirados versos a María. R: Por ser fuente de dulzura J: Por ser fuente de dulzura R: Por ser de rosas un ramo J: Por ser de rosas un ramo R: Por ser nido de ternura, oh María, yo te amo J: Por ser nido de ternura, oh María, yo te amo (breves palabras del Rey al Juglar, en voz baja) J: Oh María, él la ama. R: Ámame como yo te amo a ti, J: Ámelo como él la ama a Usted, R: Y los demás envidiarán nuestro amor, J: Mmm... todos nosotros envidiaremos el amor de ustedes, R: Oh mi amor, María mía, J: Oh su amor, María suya, R: Mi brillante, mi rubí J: Su brillante surubí, R: Mi canción, mi poesía, nunca te olvides de mí, J: Su canción, su poesía, nunca se olvide de su R: Tú estás encima de todas las cosas, mi vida J: Usted está encima de todas las cosas subida R: Eres mi sana alegría, J: Usted es Susana, eh, María, Alegría R: Mi amor, J: Su amor, R: Mi tesoro J: Su tesoro, R: Mímame J: Súmame...súmelo R: Tanto tú te me metes en lo más hondo de mí J: Tanto usted... R: Que ya no sé si soy de mí o si soy de ti J: Tanto usted... R: Si tú me amaras a mí, amarías en mí aquello que amamos nosotros J: Tanto usted.... R: y envidiáis vosotros y ellos... J: .... ¡Ámelo! R: Cuando miras con desdén, J: Cuando mira con desdén, R: Pareces fría, sujeta, J: Parece fría, su..., su cara, R: Por ser tan grandes tus dones, no caben en mí, mi bien, J: Por ser tan grandes sus dones, no caben en su sutien R: ¡¡¡NO!!! ¡¡¡NO!!! J: ¡¡¡NO!!! ¡¡¡NO!!!

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R: Tunante, J: Sunante, R: Miserable, J: Suserable, R: ¡Guardias, a mí! J: ¡Guardias, a él! (Los guardias se llevan al Rey entre medio de protestas del mismo)

Les Luthiers en Muchas gracias, de nada

Si querés ver el video, andá a http://www.youtube.com/watch?v=Ro3CTjCM6q0 Analizá de qué maneras son utilizados los pronombres y, a partir de su uso, qué efectos cómicos se producen en el texto Repasemos los pronombres del primer grupo: El pronombre es una categoría semántica que se define por ser una palabra no descriptiva y de significación ocasional orientada por la situación comunicativa. Desde el punto de vista sintáctico pueden funcionar como sustantivos, adjetivos o adverbios. Podemos agruparlos de la siguiente manera:

Primer grupo: son aquellos que toman su significado del coloquio. Son los pronombres personales, posesivos y demostrativos. Segundo grupo: son aquellos que toman su significado del hilo del discurso. Son los pronombres enfáticos (exclamativos e interrogativos), indefinidos y relativos.

PRIMER GRUPO Pronombres personales: señalan a las personas que intervienen en el proceso de comunicación. Persona Número Caso (función sintáctica) Sujeto Objeto Término Circunstancial

Primera Singular Plural

Yo

Nosotros/as

Me

Nos

Conmigo

Segunda Singular Plural

Tú, vos, usted

Vosotros/as Ustedes

Te

Os

Ti

Contigo

Tercera Singular Plural

Él, ella, ello

Ellos, ellas

Lo, la, (O.D.) Le, se (O.I.)

Los, las (O.D.) Les, se (O.I.)

Consigo

Funcionan como sustantivos, excepto conmigo, contigo y consigo que lo hacen como adverbios. Pronombres posesivos: indican pertenencia con relación a las personas gramaticales.

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Persona Número Formas plenas Formas apocopadas

Primera Singular Plural

Mío/s, mía/s

Nuestro/s nuestra/s,

Mi

Mis

Segunda Singular Plural

Tuyo/s, tuya/s

Vuestro/s, vuestra/s

Tu

Tus

Tercera Singular Plural

Suyo/s, suya/s

Su/s

Nótese que los pronombres posesivos distinguen número en dos sentidos: el número de la persona poseedora (yo o nosotros, vos o ustedes, etc.) y el de los objetos poseídos (mi o mis libros, por ejemplo). Desde el punto de vista sintáctico pueden funcionar como adjetivos. Pronombres demostrativos: indican la distancia entre el objeto que señalan y las personas gramaticales. 1) Indican distancia : este/a/o, ese/a/o, aquel/aquella/aquello

estos/as, esos/as, aquellos/as

Pueden funcionar como adjetivos o sustantivos 2) Indican lugar: aquí- acá allí- allá Sintácticamente funcionan como adverbios de lugar. 3) Indican tiempo: anteayer, ayer, hoy, mañana, ahora, etc. Sintácticamente funcionan como adverbios de tiempo.

SEGUNDO GRUPO

Pronombres enfáticos: se utilizan en oraciones exclamativas o interrogativas directas o indirectas.

quién/es, qué, cuál/es, cómo, dónde, cuándo, cuánto/s, cuánta/as. Sintácticamente pueden funcionar como sustantivos, adjetivos y /o adverbios, según el pronombre y el contexto. quién: siempre como sustantivo cuál: sustantivo o adjetivo

Ej.: ¿Cuál elegiste? (sustantivo) ¿Cuál remera elegiste? (adjetivo) qué: sustantivo, adjetivo o adverbio

Ej.: ¿Qué compraste? (sustantivo) ¿Qué día llega? (adjetivo) ¡Qué lindo día! (adverbio)

cuánto: sustantivo, adjetivo o adverbio Ej.: ¿Cuántos llegaron a la meta? (sustantivo)

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¿Cuánto pescado hay? (adjetivo) ¿Cuánto pescaste? (adverbio)

cuándo, cómo, dónde: siempre adverbios Pronombres relativos: generalmente reproducen un antecedente del cual toman su significado.

que, quien/es, cual/es, cuyo/s, cuya/as, cuando, como, donde, cuanto/s, cuanta/as Su funcionamiento sintáctico es equivalente a las de los enfáticos con excepción de cual, que sólo funciona como sustantivo, y el agregado de cuyo, que siempre funciona como adjetivo.

Pronombres indefinidos: Tienen un significado vago e impreciso y, por lo tanto, difícil de definir.

alguno/s, alguna/s, ninguno/a, nadie, nada, todo/s, toda/s, poco/s, poca/s, mucho/s, mucha/s, cierto/s, cierta/s, uno/s, una/s, varios/as, cualquiera, cualesquiera, quienquiera, quienesquiera, más, menos, demasiado/s, demasiada/s, bastante/s, nunca, jamás, siempre, mismo/s, misma/s, cada, otro.

Desde el punto de vista sintáctico, estos pronombres funcionan como sustantivos, adjetivos y /o adverbios. Algunos son exclusivamente sustantivos (quienquiera, algo, alguien, nada, nadie), cada es exclusivamente adjetivo, siempre, nunca, jamás son exclusivamente adverbios, y el resto puede funcionar como dos o tres de las categorías.

Ej.: Algunos llegaron (sustantivo) Sólo algunos hombres llegaron (adjetivo) Pocos llegaron a tiempo para la partida (sustantivo) Quedan pocos días para la partida (adjetivo) Trabajó poco esa semana (adverbio)

Ejercitación: 1) Extraé los pronombres del siguiente texto y clasificalos semánticamente:

-Mucho he meditado en vuestras hazañas y en los méritos de cada uno de vosotros. Sin embargo, no lejos de aquí, en algún lugar del cosmos, hay otros inventos mayores que el hombre necesita para mejorar su condición. Al que sea capaz de traerme el más grande de esos inventos, no tendré ningún inconveniente en darle la mano de mi hija.

¡Cuánta alegría sintieron los tres hermanos al oír tales palabras! 2) Representá el objeto directo y el indirecto mediante pronombres en tercera persona 3) ¿Quién ______ teme a los ovnis? Esto ya ____ ___ dije a ellas. Da_____ los libros a Pablo y a Francisco. La culpa no ____ _____ atribuyas a todos. 3) Agregá los pronombres adecuados. ¿____ _____ rompió algo? A ella ____ _____ extravió el lápiz. Tardaste mucho en volver en ____. No recordé traer____ ____.

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PROPOSICIONES INCLUIDAS SUSTANTIVAS Analizá sintácticamente los siguientes ejemplos: Él dijo eso. Ella estaba segura de eso. Eso no era importante. Observá las siguientes oraciones. ¿Por qué palabra puede reemplazarse lo que está encerrado por los paréntesis? Intentá analizarlas sintácticamente. Él dijo (que llegaría temprano). Ella estaba segura de (que lo haría). (Lo que ellos decían) no era importante.

Recordá: Las proposiciones incluidas son unidades de sentido que, dentro de la oración pueden cumplir las mismas funciones que:

• los sustantivos (proposiciones incluidas sustantivas), • los adjetivos (proposiciones incluidas adjetivas ), • los adverbios (proposiciones incluidas adverbiales)

Como vimos en los ejemplos anteriores, las P.I.S. (proposiciones incluidas sustantivas) pueden funcionar como objeto directo, término o sujeto; también pueden funcionar como aposición, predicado nominal o predicativo pero no veremos estos casos. Las oraciones que contienen proposiciones incluidas se clasifican como complejas

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Encabezadores Las P.I.S. pueden estar encabezadas por un relacionante, por un incluyente o no llevar partícula encabezadora. La diferencia entre un incluyente y un relacionante es que el primero sólo cumple la función de nexo mientras que el segundo cumple una doble función, por un lado, es una señal de inclusión pero al mismo tiempo cumple una función sintáctica dentro de la proposición

Incluyentes: que y si Relacionantes: pronombres relativos (quien, quienes, el que, la que, los que, las que, lo que, cuanto, cuanta, cuantos, cuantas*)

* los pronombres como, cuando y donde también pueden encabezar PIS aunque su uso es menos común.

PROPOSICIONES INCLUIDAS SUSTANTIVAS Con encabezador Sin encabezador

a) Relacionante: (pronombres relativos: quien, quienes, el que, la que, los que, las que, lo que, cuanto, cuanta, cuantos, cuantas) Ej.: El que había entrado no era ninguno de

los que ella esperaba. Estas proposiciones funcionan como sujeto, od. y término. b) Incluyente: (subordinantes: que y si) que: estas proposiciones funcionan como sujeto, od. y término

Ej.: Dijo que vendría.

si: estas proposiciones funcionan como od. e integran oraciones interrogativas indirectas.

Ej.: Preguntó si ya habían llegado los invitados.

a) Oraciones en estilo directo

Ej.: Preguntó intrigado: -¿Lo consiguió? Estas proposiciones funcionan como od. c) Interrogativas indirectas con pronombre enfático

Al no tener encabezador la señal de

interrogación está dada por el pronombre enfático

Ej.: Preguntó intrigado: - ¿Cuándo lo había

conseguido? Estas proposiciones funcionan como od.

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Los tiempos verbales en el pasaje de estilo indirecto a estilo directo. Síntesis general.

Estilo indirecto

Estilo directo

Verbo principal

Verbo subordinado

Pedro: Tengo frío (Presente)

que tenía frío (pret. imperfecto) que tuvo frío (Pret. perfecto simple)

Pedro: Tuve frío (Pret. perf. Simple)

Tenía frío (Pret. imperf.)

He tenido frío

(Pret. Perf. Comp.)

que había tenido frío (Pret. pluscuamperfecto)

Pedro: Tendré frío (Fut. Imperf*.)

Pedro dijo

que tendría frío. (Condicional)

Pedro: Cerrá la ventana. (Imperativo)

Pedro pidió que cerraras la ventana. (Pret. Imperf. Subj.)

Pedro: Quiero que cierres la ventana.

(Presente subjuntivo)

que quería que cerraras la ventana. (Pretérito imperfecto subjuntivo)

Pedro: No creo que X haya llegado.

(Pretérito perfecto subjuntivo)

Pedro afirmó

que no creía que X hubiera llegado. (Pret. pluscuamperfecto subjuntivo)

*En el área del Río de la Plata, donde no se usa el futuro imperfecto sino una construcción perifrástica que lo sustituye, el pasaje al estilo indirecto se hace de la siguiente manera: Pedro: Voy a tener frío Pedro dijo que iba a tener frío Pasar a estilo indirecto: - Pronto será de noche, es mejor que nos vayamos.- aseguró- ¿Dónde vives? - ¡Cómo se te ocurre sacarme de la cama a esta hora!- exclamó. - Yo estaré bien, no te preocupes. Regresaré en cuanto pueda. -dijo a modo de despedida. - Prepara agua caliente y sírveme la comida- ordenó - Clara le dijo a su hermana:- Si mamá llegara a tiempo, podríamos salir. - Quiero ver lo que conseguiste en el mercado, Rolf.- dijo. - Avísenles a los compañeros que los liberaremos -dijo el general. - Vaya a la cama, señora, no lo espere. Tal vez no vuelva hasta mañana- le recomendó. - Debo lograr que entre en confianza y eso no es posible en la primera salida. Necesita

tiempo.-dijo. - Si vinieras, podrías verla- le dijo el padre. - ¿Tú también crees que soy uno de esos?- se indignó - No puede quedarse sola, por favor, déjela ir con nosotras.- suplicó

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EJERCITACIÓN DE PROPOSICIONES INCLUIDAS SUSTANTIVAS A) Encerrar las oraciones entre corchetes, las proposiciones entre paréntesis. Luego indicar la función que cumple la proposición dentro de la oración y el tipo de encabezador que presenta. 1) Lo que veo allí, en medio del pequeño valle, es un espacio de unos doscientos metros de lado, limpiado a machete. 2) No me vas a decir ahora que vos también defendés a ese agitador. 3) El investigador encontró a quienes habían cometido el robo. 4) Patricia no sabía si Luis jugaba al tenis. 5) Me preguntó cómo lo había esperado tanto tiempo. 6) Los que quieran ir deberán levantarse muy temprano. B) Analizá sintácticamente el siguiente texto (al final de la guía encontrarás la corrección). 1) Marcela había decidido que festejaría su cumpleaños en la quinta de sus padres y

deseaba que pudieran estar allí todos sus amigos. Los que habían sido invitados hasta ese

momento le habían respondido en su mayoría que irían. No sabía si sus primos volverían de sus

vacaciones a tiempo pero no deseaba que el festejo se dilatase más. Estaba segura de que era una

buena idea y había organizado diversos juegos y competencias para que nadie quedara sin

divertirse. Quienes la conocían bien sabían que era una excelente anfitriona y nadie dudaba de

que ésa sería una fiesta inolvidable.

2) Para que no lo molestáramos y no vagáramos por las galerías a mi padre se le ocurrió

que fuéramos todas las tardes a la casa de su prima Paula. Pensó que allí estaríamos cuidados,

que ella nos vigilaría, sin embargo Tía Paula apenas disponía de unos minutos para nosotros.

Siempre la rodeaban las visitas, siempre había en su casa gente mundana y alegre. Yo tenía en

ese entonces doce años y mi hermana, trece. Yo realmente la adoraba, el hecho de que nunca he

querido a nadie así es indudable.

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QUEÍSMO Y DEQUEÍSMO

Los verbos que se refieren al habla (decir, responder, ordenar, etc.), al entendimiento

(comprender, entender, saber, etc.) y a la voluntad (desear, esperar, pedir, etc.) pueden llevar

una proposición sustantiva funcionando como objeto directo. Esta proposición se construye con

encabezador “que”. Es conveniente recordar que, por tratarse del O.D., nunca lleva preposición

“de” y que, por lo tanto, son erróneas expresiones del tipo “Dijo de que llegaría a tiempo”,

debiendo decirse “Dijo que llegaría a tiempo”. Este error se reconoce fácilmente si

reemplazamos la proposición por el pronombre “esto”: “Dijo esto” y no “Dijo de esto.”

Cuando la proposición funciona como sujeto tampoco puede llevar preposición, por lo

tanto debe decirse “Resulta que lo ha conseguido” y no “Resulta de que lo ha conseguido”.

A este uso abusivo de la preposición “de” se lo denomina dequeísmo.

Por otra parte, debe evitarse también otro error, derivado del intento de no utilizar mal la

preposición “de”, que lleva a omitirla cuando debe ir. Tales los casos como “Dudaba que...”,

“Desconfiaba que...” en lugar de las formas correctas “Dudaba de que...”, “Desconfiaba de

que...”, entre otros. A este uso vicioso se lo llama queísmo.

EJERCITACIÓN:

Indicar si las siguientes formas son correctas o incorrectas y, en este último caso, corregirlas.

1.- Pensó que lo estaba engañando.

2.- Dudaba que estuviera completo.

3.- Afirmó de que haría lo posible por verlo.

4.- Estaba seguro que conseguiría su objetivo.

5.- Entendía de que estaba en su derecho

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PROPOSICIONES INCLUIDAS ADJETIVAS A) Analizá sintácticamente el siguiente ejemplo:

El alumno estudioso obtiene buenos resultados. B) Observá la siguiente oración y respondé las preguntas que están a continuación:

El alumno (que estudia habitualmente) obtiene buenos resultados. 1) ¿Por qué palabra puede reemplazarse lo que está encerrado entre paréntesis? ________________________________________________ 2) Según lo estudiado al ver las proposiciones subordinadas sustantivas, ¿qué clase de estructura sintáctica es esta? ________________________________________________ 4) Ahora, intentá analizar la oración sintácticamente.

Las proposiciones incluidas adjetivas son unidades de sentido que equivalen a un adjetivo y que dependen de un sustantivo al que modifican. Por esto siempre funcionan como modificador directo.

Las P.I.Adj. están siempre encabezadas por un pronombre relativo* que funciona como

relacionante y que toma el significado de un sustantivo antecedente al que modifica toda la

proposición. Este pronombre concuerda morfológicamente con el antecedente, excepto cuyo y

sus variantes que, por funcionar como adjetivo, concuerda obligatoriamente con el sustantivo al

que modifica dentro de la proposición.

*Recordá. Pronombres relativos: que, quien, quienes, cual, cuales, cuyo, cuya, cuyos, cuyas, cuanto, cuantos, cuanta, cuantas, donde, como, cuando.

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EJERCITACIÓN DE PROPOSICIONES ADJETIVAS 1) Analizá sintácticamente los siguientes textos (al final de la guía encontrarás la corrección). 1. Se congregaba la densa multitud en estas salas donde afiebradamente latía el corazón de la

vida. Continuaba la fiesta en su torbellino hasta el momento en que comenzaron a oírse los

tañidos del reloj anunciando la medianoche. Calló entonces la música y las evoluciones de

los hombres y mujeres que bailaban se interrumpieron y se produjo en todo una cesasión

angustiosa.

2. El más relajado de los seres, aquel para quien la vida y la muerte son igualmente un juego,

cree en la existencia de cosas con las cuales no se puede jugar.

3. (Apenas hubo hablado)*, los presentes hicieron un movimiento en dirección al intruso, quien

en ese instante se hallaba a su alcance y se acercaba al príncipe con paso sereno y deliberado.

Mas la indecible aprensión que la insana apariencia del enmascarado había producido en los

cortesanos, les impidió detenerlo.

4. Catalina se arrebuja en su amplio manto gris y palpa una vez más, bajo la falda, las bolsitas

que cosió en el interior de su ropa y que contienen su tesoro.

5. Los dedos de Catalina estrujan las escarcelas donde oscila el oro de su hermana a quien no

quiere recordar.

6. El resto de los viajeros rodea el coche cuya caja ha recobrado su posición normal sobre las

sopandas.

*No analizar lo encerrado entre paréntesis 2) Uso de los relacionantes: convertí cada pareja de oraciones en una sola oración con PIA.

Un hombre descubrió una nueva vacuna contra la gripe. Conozco a ese hombre.

Cortaste la cartulina con una tijera. Esa tijera está desafilada (dos posibilidades)

Nos encontramos en una confitería. A esa confitería me llevaba mi abuela cuando era chica.

Mario Vargas Llosa ganó el premio Nobel en 2010. Su primera novela fue La ciudad y los

perros.

Nos conocimos un día de la primavera. Siempre recuerdo con nostalgia ese día

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EJERCITACIÓN DE PROPOSICIONES INCLUIDAS SUSTANTIVAS Y ADJETIVAS

Analizá sintácticamenete las siguientes oraciones.

1) En la Corte de Río de Janeiro hay un cazador de fantasmas; es un hombrecito muy viejo

que vive cazando fantasmas. Ya en aquel viaje vergonzoso desde Portugal dicen que cazó un

espectro que se escondía en la cubierta de la nao. Las infantas que se apretujaban en la

sofocación del navío se aburrían de las incomodidades del viaje y como diversión le preguntaban

si aún lo mantenía cautivo.

2) Aquel día en que la maestra Inés entró en "La Perla de Oriente" a la hora en que la tienda

estaba vacía, se dirigió serena al mostrador donde Riad Halabí había enrollado una tela de flores

multicolores y le anunció que le había cercenado la cabeza a un huésped.

3) El día en que Inés le anunció que había matado a un cliente, Riad Halabí no dudó de que

hablaba en serio, la conocía demasiado y sabía que ella no hacía ese tipo de bromas. La tomó del

brazo y caminó con ella las dos cuadras que separaban la tienda de su casa.

4) Baitos en un rincón de su tienda, sobre el suelo duro piensa que el Adelantado y sus

capitanes se regalan con maravillosos festines en el momento en que él perece de hambre. Su

odio es entonces más frenético, esa rabia lo mantiene, le impide que se eche a morir.

5) Es un odio que nada justifica y que obra como un estímulo. Vino a América, creyó que

aquí se harían ricos los caballeros y los villanos y no existirían las diferencias que había

soportado durante años en Europa.

6) Los cuentos de los soldados que se refieren a él fomentaron su odio. Le contaron que ha

sido capitán de cuatro galeras de Doria, sabe también que el Gran Almirante le dio ese manto de

pieles el mismo día en que a él le daban la Gracia del Toisón.

7) Dentro de cada persona el pensamiento trabaja en secreto, no sabemos quién es la persona

que está a nuestro lado. Nosotros mismos nos imaginamos transparentes, no lo somos. Lo que

sabe de nosotros el prójimo, lo sabe por una interpretación de signos, procede como los augures

que estudiaban las entrañas de los animales muertos o el vuelo de los pájaros.

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8) ¡Y las tardes que pasan sin dormir, casi todo el viaje se cumple de noche!

9) Eran las cuatro de la madrugada y sentí unos golpes en la puerta. Los que habían llamado

eran unos policías que me informaron que unos vecinos habían oído unos gritos durante la

noche. Les di la bienvenida y les expliqué que yo había lanzado aquel grito a causa de una

pesadilla. También les conté que el viejo se había ausentado a la campaña. Los llevé a recorrer la

casa y los invité a que revisaran bien. Finalmente los conduje hasta la habitación que era del

muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el

entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y les pedí a los tres caballeros que

descansaran allí de su fatiga.

10) Los oficiales se sentían satisfechos; mis modales los habían convencido, por mi parte, me

hallaba perfectamente cómodo. Sin embargo después de un rato, empecé a notar que me ponía

pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y percibía un zumbido en los oídos que

comenzaba a enloquecerme; pero los oficiales continuaban sentados.

11) …Era un sonido apagado y presuroso. Era un sonido como el que podía hacer un reloj

envuelto en algodón. Yo jadeaba y sin embargo los policías no habían oído nada. Hablé con

mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente… ¿Era posible que no

oyeran? …

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EL VERBO

Recordá: la clase de palabra que en la oración bimembre puede funcionar solamente como núcleo del predicado (función privativa) es el verbo. Rige modificadores propios, es decir que son privativos de él: O.D., O.I., Agente (voz pasiva), Predicativo, Circunstancial.

Clasificación sintáctica Según su uso gramatical, existen varias clases de verbos. Para su clasificación se tiene en cuenta cómo se comportan con respecto a:

• ciertas estructuras gramaticales (como el O.D., el predicativo subjetivo obligatorio, el sujeto)

• ciertos pronombres 1. En relación con el O.D., los verbos se clasifican en transitivos o intransitivos. 2. En relación con el predicativo subjetivo obligatorio, los verbos se clasifican en copulativos o

no copulativos. 3. En relación con el sujeto., los verbos se clasifican en personales o impersonales. 4. Según lleven o no pronombres en la conjugación, los verbos se clasifican en pronominales o

no pronominales. Los primeros de acuerdo con el significado del verbo y la función del pronombre pueden ser:

• Reflejos • Cuasi-reflejos • Recíprocos

1- Transitivos: admiten O.D.

Ej.: El sol alumbra los campos. o.d.

2- Intransitivos: no admiten O.D. Ej.: La campana sonó dos veces.

Copulativos: son verbos intransitivos que llevan predicativo subjetivo obligatorio

(ser, estar, parecer, permanecer, semejar, quedar, resultar, yacer).

3- Pronominales: verbos que se conjugan obligatoriamente con un pronombre objetivo (me, te, se, nos, os) que repite la persona del sujeto. De acuerdo con el significado del verbo y la función sintáctica del pronombre, se dividen en tres clases:

1. Reflejos o reflexivos 2. Cuasi-reflejos 3. Recíprocos

Reflejos o reflexivos: • son verbos transitivos • el pronombre puede funcionar como o.d. u o.i. • Sintácticamente se reconocen porque admiten el refuerzo o duplicación "a .... mismo”

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Ej.: Yo me lavo las manos. Yo me lavo. o.i. o.d. o.d. Yo me lavo las manos a mí mismo. o.i. o.d. o.i. Cuasi-reflejos:

• son verbos intransitivos • el pronombre funciona como "signo de cuasirreflejo” (sc/r) • sintácticamente se reconocen porque no admiten el refuerzo o duplicación "a mí mismo, “”a

ti mismo”, etc. • Desde el punto de vista semántico pueden indicar movimiento, vida interior o cambio de

estado Movimiento: irse, bajarse, sentarse, levantarse, correrse, marcharse, etc.

Vida interior: apenarse, alegrarse, olvidarse, acordarse, arrepentirse, proponerse, etc.

Cambio de estado: dormirse, despertarse, desmayarse, enfermarse, enfriarse, calentarse, etc.

Ej.: Me senté en el umbral. sc/r Después del robo, se arrepintieron sc/r

Recíprocos: • Se refieren a un sujeto compuesto o plural • Semánticamente, su significado es cumplido de manera mutua • son verbos transitivos • el pronombre puede funcionar como o.d. u o.i. • Sintácticamente se reconocen porque admiten como refuerzo el circunstancial

"mutuamente"," uno a otro", o" entre sí"

Ej.: En la fiesta se saludaron con afecto. o.d.

En la fiesta se saludaron uno a otro con afecto. o.d. circunst. Nos escribíamos cartas semanalmente. o.i. o.d.

4- Impersonales: no llevan sujeto ni expreso ni tácito. Se clasifican en: • Fenómenos atmosféricos (solo en 3° pers. del singular)

Llueve mucho en esta temporada • Verbos que ocasionalmente se usan en 3° del singular: haber, hacer, ser, estar:

Es tarde. Está fresco. Hubo mucha gente en el recital Hace frío

• Algunos verbos que van acompañados por se (sc/r impersonal). Se vive bien. Se persiguió a los delincuentes

• Algunos usos de la 3° pers. plural Te llaman por teléfono. Dicen que nunca volvió a ser el mismo.

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VERBOS IRREGULARES VERBO ANDAR Presenta irregularidades en al segundo grupo de tiempos correlativos 2º grupo de tiempos correlativos Intercala entre el radical y la desinencia el grupo “-uv-” y comparte desinencias de verbos de segunda conjugación. En el pretérito perfecto simple toma desinencia grave en lugar de aguda en la primera y tercera persona singular. Pretérito perfecto simple

indicativo Pretérito imperfecto

subjuntivo Futuro imperfecto

subjuntivo

anduve anduviste anduvo anduvimos anduvisteis anduvieron

anduviera/anduviese anduvieras/anduvieses anduviera/anduviese anduviéramos/anduviésemos anduvierais/anduvieseis anduvieran/anduviesen

anduviere anduvieres anduviere anduviéremos anduviereis anduvieren

Se conjuga como andar su compuesto desandar

VERBO DAR Presenta irregularidades en el primer grupo sólo en la 1ª persona del presente del indicativo y en el segundo grupo de tiempos correlativos. 1er grupo de tiempos correlativos En la 1ª persona del presente del indicativo agrega “y” a la desinencia: doy

Recordá: la de 1ª y 3ª persona del singular del Subjuntivo y la 2ª singular del Imperativo llevan tilde para diferenciarlas de la preposición “de”

2º grupo de tiempos correlativos Adopta desinencias de segunda y tercera conjugación Pretérito perfecto simple

indicativo Pretérito imperfecto

subjuntivo Futuro imperfecto

subjuntivo

di diste dio dimos disteis dieron

diera/diese dieras/dieses diera/diese diéramos/diésemos dierais/dieseis dieran/diesen

diere dieres diere diéremos diereis dieren

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VERBO IR Presenta irregularidades en el primer y en al segundo grupo de tiempos correlativos y en el

pretérito imperfecto de subjuntivo.

1er grupo de tiempos correlativos

La raíz cambia a “v_” (indicativo e imperativo singular) y “vay-” y se conjuga en el indicativo

como el verbo “dar”. La primera persona del presente de Indicativo agrega “y” a la desinencia, la

segunda persona del plural del Imperativo consiste solo en la desinencia.

Presente indicativo Presente subjuntivo Imperativo voy vas va vamos vais van

vaya vayas vaya vayamos vayáis vayan

ve tú / vaya usted vayan ustedes

2º grupo de tiempos correlativos La raíz se cambia por “fu-” y se conjuga igual que el verbo “ser” Pretérito perfecto simple

indicativo Pretérito imperfecto

subjuntivo Futuro imperfecto

subjuntivo

fui fuiste fue fuimos fuisteis fueron

fuera / fuese fueras / fueses fuera / fuese fuéramos / fuésemos fuerais / fueseis fueran / fuesen

fuere fueres fuere fuéremos fuereis fueren

Pretérito imperfecto de indicativo. Sólo aparecen las desinencias pero agregan “b” después de la “i”

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VERBO CABER Presenta irregularidades en los tres grupos de tiempos correlativos. 1er grupo de tiempos correlativos Cambia la raíz “cab-” por “quep-” delante de “-o/-a” de la desinencia.

Presente indicativo Presente subjuntivo Imperativo quepo cabes cabe cabemos cabéis caben

quepa quepas quepa quepamos quepáis quepan

Cabe tú Cabed vosotros

Quepa usted (forma de respeto)

2º grupo de tiempos correlativos Cambia la raíz “cab-” por “cup-” y las desinencias de 1ª y 3ª persona del pretérito perfecto

simple toman las formas graves “-e/-o”

Pretérito perfecto simple indicativo

Pretérito imperfecto subjuntivo

Futuro imperfecto subjuntivo

cupe cupiste cupo cupimos cupisteis cupieron

cupiera/cupiese cupieras/cupieses cupiera/cupiese cupiéramos/cupiésemos cupierais/cupieseis cupieran/cupiesen

cupiere cupieres cupiere

cupiéremos cupiereis cupieren

3er grupo de tiempos correlativos Pierde la “e” en la desinencia.

Futuro indicativo Condicional simple

cabré cabrás cabrá cabremos cabréis cabrán

cabría cabrías cabría cabríamos cabríais cabrían

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VERBO SABER Presenta irregularidades en los tres grupos de tiempos correlativos. Tiene un comportamiento similar al verbo caber en el segundo y tercer grupo de tiempos correlativos 1er grupo de tiempos correlativos En el presente de indicativo sólo presenta irregularidad en la 1ª persona del singular (sé en lugar de sabo) y en las otros tiempos cambia la raíz “sab-” por “sep-” delante de “-o/-a” de las desinencias

Presente indicativo Presente subjuntivo Imperativo

sé sabes sabe sabemos sabéis saben

sepa sepas sepa sepamos sepáis sepan

Sabe tú Sepa usted (forma de

respeto) Sabed vosotros

Sepan ustedes (forma de respeto)

2º grupo de tiempos correlativos Cambia la raíz “sab-” por “sup-” y las desinencias de 1ª y 3ª persona del pretérito perfecto simple toman las formas graves “-e/-o”

Pretérito perfecto simple indicativo

Pretérito imperfecto subjuntivo

Futuro imperfecto subjuntivo

supe supiste supo supimos supisteis supieron

supiera/supiese supieras/supieses supiera/supiese supiéramos/supiésemos supierais/supieseis supieran/supiesen

supiere supieres supiere supiéremos supiereis supieren

3er grupo de tiempos correlativos Pierde la “e” en la desinencia

Futuro indicativo Condicional simple

sabré sabrás sabrá sabremos sabréis sabrán

sabría sabrías sabría sabríamos sabríais sabrían

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VERBO TRAER Presenta irregularidades en el primer y en al segundo grupo de tiempos correlativos. 1er grupo de tiempos correlativos Agrega “ig” a la raíz delante de “-o/-a” de la desinencia

Presente indicativo Presente subjuntivo Imperativo traigo traes trae traemos traéis traen

traiga traigas traiga traigamos traigáis traigan

traiga usted traigan ustedes

2º grupo de tiempos correlativos Agrega “j” a la raíz y pierde la “i” en las desinencias, las desinencias de 1ª y 3ª persona del

pretérito perfecto simple toman las formas graves “-e/-o”

Pretérito perfecto simple

indicativo Pretérito imperfecto

subjuntivo Futuro imperfecto

subjuntivo

traje trajiste trajo trajimos trajisteis trajeron

trajera/trajese trajeras/trajeses trajera/trajese

trajéramos/trajésemos trajerais/trajeseis trajeran/trajesen

trajere trajeres trajere

trajéremos trajereis trajeren

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VERBOS DEFECTIVOS

Se denominan defectivos ciertos verbos que se conjugan sólo en algunas de sus formas. SOLER sólo se conjuga en el presente y el pretérito imperfecto del Indicativo.

Presente Pretérito imperfecto

Suelo Sueles Suele Solemos Soléis Suelen

Solía Solías Solía Solíamos Solíais Solían

ABOLIR sólo se conjugan aquellas formas que tienen “i” en la desinencia: Ej.: aboliré, aboliremos, abolirían, abolió. De la misma manera se comportan los verbos ATERIRSE, GARANTIR, AGREDIR y TRANSGREDIR.

DESABRIR y ATERIR se usan sólo en participio e infinitivo: Ej.: aterido, desabrido.

ACONTECER, ACAECER y CONCERNIR, por su significación, se usan solamente en las terceras personas: Ej.: concierne, acaeció, aconteció. Lo mismo que ATAÑER que, por lo mismo, se restringe al tiempo presente Ej.: atañe

FRASES VERBALES

Equivalen a una forma simple del verbo. 1 - Tiempo compuesto verbo auxiliar "haber" + participio 2 - Voz pasiva Verbo auxiliar "ser" + participio 3 - Otras Verbo auxiliar + infinitivo Verbo auxiliar + gerundio El verbo auxiliar es el núcleo sintáctico y el verboide es el núcleo semántico. A) Reconocimiento: Las frases verbales se reconocen porque la parte verboidal no puede ser permutada por otra estructura, por ejemplo: En "yo decidía salir", el núcleo verboidal puede ser permutado: "yo decidía que saldría". En cambio, en "yo quería salir" esa permuta no es posible ("yo quería que saldría" no es gramatical). Por lo tanto, "decidir + infinitivo" no es una frase verbal.

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B) Clasificación semántica: 1) incoativas o ingresivas: empezar a

comenzar a ponerse a + infinitivo echar a romper a

2) perfectivas o terminativas: acabar de concluir de dejar de terminar de + infinitivo llegar a venir a alcanzar a 3) reiterativas o iterativas: volver a + infinitivo tornar de 4) hipotéticas: deber de + infinitivo

5) obligativas: deber haber que haber de + infinitivo tener que 5) posibilidad: poder + infinitivo

7) volitivas: querer + infinitivo 8) habituales: soler + infinitivo 9) de propósito o inminencia: haber de + infinitivo ir a 10) durativas o progresivas: estar ir venir + gerundio seguir anda

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USO DE LOS PRETÉRITOS Si bien todos los pretéritos indican anterioridad con respecto al momento de la enunciación, cada

uno de ellos manifiesta diferentes aspectos de las acciones pasadas.

PRETÉRITO PERFECTO SIMPLE: se refiere a acciones terminadas en un momento puntual

del pasado (salí, llegué, etc.) En una narración es el tiempo que se emplea para las acciones

principales de la historia.

PRETÉRITO IMPERFECTO : se refiere a acciones que suceden simultáneamente con otras

en el pasado, acciones que se repiten en el pasado e indican un proceso. En las narraciones crea

el marco, el ambiente y se usa, preferentemente, en los pasajes descriptivos que sirven para

ubicar los hechos narrados o caracterizar a los personajes, en acciones secundarias o paralelas a

las principales.

En el verano iba al cine con mis amigas todos los viernes

PRETÉRITO PERFECTO COMPUESTO : Se usa para referir acciones comenzadas en el

pasado cuyas consecuencias son presentes en el momento de la enunciación. En nuestro país y en

Latinoamérica en general suele reemplazar este tiempo por el pretérito imperfecto

Hoy fui al cine en lugar de Hoy he ido al cine

PRETÉRITO PLUSCUAMPERFECTO: Se usa para referirse a acciones anteriores a otras

que también se han producido en el pasado.

Cuando llegamos, él tren ya había partido.

EJERCITACIÓN Completá con las formas verbales que corresponda 1) Ayer, cuando me ____________________ (llamar 2ª. p. sing.), ya

______________________ (salir 3ª. sing.) para la oficina; pero el auto

______________________ (descomponerse) y no _____________(llegar 1ª.sing) a tiempo.

Yo no ___________________ (prever) esa demora, lo sucedido ____________________

(complicar) todas las reuniones que _______________________(programar 1ª. Sing.)

2) Todos los domingos _______________________(acostumbrar 1ª. pl.) ir a comer a la casa de

mi abuela pero aquel domingo no ___________________(poder 1ª. pl.) llegar por la tormenta.

Las calles _______________ (estar) muy inundadas y el coche _______________(quedarse)

varado.

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CONSTRUCCIONES VERBOIDALES

Las construcciones verboidales, como su nombre lo indica, son estructuras gramaticales que tienen como núcleo a un verboide.

REPASEMOS Los verboides son formas verbales no conjugadas que pueden funcionar como sustantivos, adjetivos o adverbios. 1. Infinitivo: � Desinencias -ar, -er, -ir ( indican a qué conjugación pertenece el verbo) � Funciona como sustantivo. � También tiene una forma compuesta que se construye con auxiliar “haber” en infinitivo

y el participio del verbo correspondiente: Ej.: “haber amado” 2. Participio: � Desinencias –ado (1ª. conj.), -ido (2ª. y 3ª. conjugaciones) � Funciona como adjetivo y tiene matiz de voz pasiva. � Morfológicamente presenta variación de género y número. 3. Gerundio: � Desinencias –ando (1ª. conj.), -iendo (2ª. y 3ª. conjugaciones) � Funciona como adverbio. � hay también una forma compuesta que se construye con el auxiliar “haber” en gerundio

y el participio del verbo correspondiente. Ej.: “habiendo amado”

Los verboides pueden llevar los modificadores propios de la clase de palabra como la que funcionan (sustantivo, adjetivo o adverbio) o modificadores verbales. Ejemplos:

S Correr es beneficioso para la salud. S (c.vb.) (Correr varios kilómetros cada día) es beneficioso para la salud El regalo elegido fue una bicicleta. n md El regalo (elegido por Claudia para su hija) fue una bicicleta

md (c.vb.) Todos los días llegaba cantando. c.modo Todos los días llegaba (cantando viejas canciones de la infancia). c. modo (cv)

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EJERCITACIÓN DE CONSTRUCCIONES VERBOIDALES

Era un placer especial ver cosas devoradas, ver cosas ennegrecidas y cambiadas. Empuñando la embocadura de bronce, esgrimiendo la gran pitón escupidora de kerosene, sintió la sangre golpeando en sus sienes (…) Abrió la llave y la casa dio un salto envuelta en un fuego devorador. Este incendió el cielo del atardecer y lo enrojeció, y doró y ennegreció. Avanzó rodeado por una nube de luciérnagas. Hubiese deseado meter en el horno, con la ayuda de una varilla, una pastilla de malvavisco y ver los libros aletear como palomas y morir en el porche y en el jardín de la casa. Montag sonrió con la forzada sonrisa de todos los hombres chamuscados y desafiados por las llamas.

Adaptación de un fragmento de Fahrenheit 451 de Ray Bradbury

USOS DEL GERUNDIO El tiempo simple expresa:

• un proceso simultáneo o inmediatamente anterior con respecto al verbo principal. Ej.: “Salió de su casa protestando”, (puede reemplazarse por: “Mientras salía protestaba”)

“Leyendo el libro, lo comentaban” (acción simultánea) (verbo principal)

• un proceso inmediatamente anterior

Ej.: “Protestando, salió de su casa”, (puede reemplazarse por: “Salió de su casa, apenas protestó”)

La forma compuesta expresa un proceso acabado y anterior al verbo de la oración en que aparece.

Ej.: “Habiéndose acabado el tiempo, debió tomar una decisión”

Recordá: es incorrecto el uso del gerundio indicando posterioridad con respecto al verbo principal. Debe decirse “Lo vio y lo compró” o “Viéndolo, lo compró” y no “Lo vio, comprándolo”

En las siguientes oraciones marcá los casos de uso incorrecto: - El niño volvió de la escuela, desapareciendo horas después. - Saludando a sus compañeros salió bruscamente a la calle. - El ómnibus se precipitó al barranco quedando heridos el chofer y cuatro pasajeros. - Esperaba en la esquina mirando el reloj a cada rato. - Entregando el examen, verificó las respuestas en el libro. - Aterrizó suavemente el avión aplaudiendo sus pasajeros.

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NORMATIVA

Normas de puntuación (selección) El punto Señala fin de enunciado. Se emplea punto y seguido en el caso en que se continúe escribiendo sobre el mismo tema, en tanto que el punto y aparte se usa cuando hay un cambio de enfoque del tema. Todo texto termina con punto final. La coma Marca una pausa breve que se produce dentro del enunciado. Usos habituales 1. Separar enumeraciones, excepto las que vengan precedidas por las conjunciones y, e, o, u.

Ej.: Era alto, delgado, elegante. Inteligente, ingenioso y simpático.

2. Cuando los elementos de la enumeración constituyen un sujeto compuesto, no se coloca coma en la última construcción.

Ej.: Los abuelos, los padres, los hijos emprendieron las vacaciones 3. Se escribe coma para aislar el vocativo.

Ej.: Agustín, te estoy llamando hace rato.

4. Los incisos que interrumpen la oración para ampliar o aclarar.

Ejs.: Julia, mi hermana, es la que viste de rojo (aposición). Las jóvenes, que estaban sentadas en la escalera como a la espera de algo, interrumpían el paso. ( proposiciones incluidas adjetivas explicativas). Laura es, entre mis primas, la más sociable. ( cualquier comentario o explicación). El esfuerzo de los alumnos, aclaró el ministro, es necesario para mejorar la educación (se menciona una obra o un autor)

5. Para coordinar proposiciones. Ej.: Vino, no lo atendí.

6. Cuando se invierte el orden de un enunciado. Ejs.: De noche, todos los gatos son pardos. Cuando llegó, la fiesta había terminado.

PRESTÁ ESPECIAL ATENCIÓN A LOS CASOS RECUADRADOS YA QUE HEMOS ADVERTIDO ERRORES FRECUENTES EN SU USO 7. En los casos de predicado no verbal. Ej.: La luz, siniestra.

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Recordá que nunca se usa coma para marcar la partición de sujeto predicado- verbal. 8. Ciertas palabras o expresiones suelen ir precedidas y seguidas de coma, porque se suspende momentáneamente el enunciado.

Ejs.: esto es, es decir, o sea, en fin, finalmente, por último, por consiguiente, no obstante, sin embargo, por lo tanto, en consecuencia, pues, así pues, asimismo, además, en realidad, resumiendo, en resumen.

9. Se escribe coma después de los adverbios de afirmación y negación (sí, no) a comienzo de enunciado y después de una interjección generalmente introductoria (eh, ah, etc.) 10. En las proposiciones coordinadas adversativas se suele usar coma delante de pero y mas. Punto y coma 1. Se emplea para separar proposiciones coordinadas. En determinados casos tiene el mismo valor que un punto.

Ej.: La ciudad tenía un aire de fiesta, estaba llena de luces; la gente parecía feliz 2. Dentro de una oración que incluye varias comas se emplea punto y coma para evitar ambigüedades.

Ej.: Todos abandonaban el edificio precipitadamente, algunos corrían por las escaleras, otros bajaban por el ascensor; el incendio había sembrado el caos.

3. Para separar miembros de cierta extensión en una enumeración. Ej.: En el Romancero español tradicional hay temas que se reiteran: la doncella que vestida de varón va a la guerra; la condesita que peregrina para buscar a su marido ausente; el caballero que vuelve de la guerra y encuentra a su mujer enamorada de otro hombre......

Dos puntos Preceden a: 1. Un texto que es consecuencia o resumen de lo que antecede. Ej.: El teatro de García Lorca siempre

presenta un conflicto entre dos principios: el de autoridad y el de libertad. 2. Una enumeración explicativa.

Ej.: Los globos eran seis: dos rojos, dos verdes, dos amarillos. 3. Introducen ejemplos:

Ej.: Hay muchas palabras que provienen del árabe, como por ejemplo: albahaca, almohada, aljibe. 4. En una cita textual, en este caso se suele seguir con mayúscula.

Ej.: Entonces Alí Babá dijo: “Sésamo, ábrete”.

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Algunas cuestiones del uso de las mayúsculas1 1. Del acento de las mayúsculas 1. Las mayúsculas deben escribirse con el acento gráfico que les corresponde, independientemente de que la palabra se escriba enteramente en mayúsculas o solo con mayúscula inicial. Ej.: ÁFRICA o África, AMÉRICA o América. Únicamente las siglas, que se escriben enteramente en mayúsculas, no llevan nunca tilde: Ej.: CIA (Central Intelligence Agency). 2. Uso de la mayúscula en palabras o frases enteras. 2.1 Normalmente se escriben enteramente en mayúscula las siglas y algunos acrónimos: ISBN, OTI, ONG. Cuando se trata de nombres propios y tienen más de cuatro letras, se escriben solo con la letra inicial en mayúscula: Insalud, Unicef, Unesco, etc. 2.2. Se utiliza la escritura en mayúsculas con el fin de destacar determinadas frases o palabras dentro de un escrito. A continuación se enumerarán los casos más comunes. Suelen escribirse enteramente en mayúsculas:

a) Las palabras o frases que aparecen en las cubiertas y portadas de los libros impresos, así como los títulos de cada una de sus divisiones internas (partes, capítulos, escenas, etc.). b) Las cabeceras de diarios y revistas: HERALDO DE ARAGÓN, LA VOZ DEL TAJO, LA VANGUARDIA, LA NACIÓN. c) Las inscripciones en lápidas y monumentos, en recuerdo de los primeros usos epigráficos de las letras mayúsculas.

3. Uso de la mayúscula inicial. 3.1 Según la posición que ocupe una palabra en un escrito, la puntuación exige el uso de mayúscula inicial en los casos siguientes:

a. La primera palabra de un escrito y la que va después de punto: Hoy no iré. Mañana puede que sí.

b. La palabra que sigue a los puntos suspensivos, cuando estos cierran un enunciado:

Compramos mariscos, solomillos, vino... La cena resultó un éxito.

No por mucho madrugar... Ya sabes que a veces las prisas son malas consejeras. Sin embargo, cuando los puntos suspensivos no cierran el enunciado, sino que este continúa tras ellos, la primera palabra que los sigue se escribe con inicial minúscula:

Estoy pensando que... aceptaré; en esta ocasión debo arriesgarme. c. Después de los dos puntos, debe comenzarse el texto con inicial mayúscula en los casos siguientes

� Tras los dos puntos que siguen a la fórmula de encabezamiento o saludo de una carta: Muy señor mío: / Le agradeceré...

� Tras los dos puntos que anuncian la reproducción de una cita o palabras textuales: Pedro

dijo: «No volveré hasta las nueve».

1 1 Este texto fue adaptado del "Esbozo..." de la Real Academia Española, que es poseedora de los derechos de autor

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d. En frases interrogativas y exclamativas existen dos posibilidades:

� Si la pregunta o la exclamación constituyen la totalidad del enunciado, y sus signos de cierre equivalen a un punto, la primera palabra de la pregunta o la exclamación se escribe con inicial mayúscula, así como la palabra que inicia la oración siguiente:

¿En qué año nació tu abuelo? Si no me equivoco, tenía la misma edad que el mío.

¡Qué miedo pasamos ayer! Se nos hizo de noche mientras bajábamos de la montaña.

� Si la pregunta o la exclamación constituyen solo una parte de un enunciado, pueden darse

dos casos:

• La pregunta o la exclamación aparecen en el primer lugar del enunciado. En este caso, la primera palabra que sigue a los signos de apertura (¿ ¡) se escribe con mayúscula y la que sigue a los signos de cierre (? !) se escribe con minúscula: ¿Qué sorpresas me deparará este día?, me pregunto ante el espejo cada mañana.

Esto ocurre también cuando se suceden varias preguntas o exclamaciones cortas que pueden ser consideradas un único enunciado y separarse con signos de coma o de punto y coma:

¿Cómo te llamas?, ¿en qué trabajas?, ¿dónde naciste? ¡Cómo ha nevado esta noche!; ¡qué blanco está todo!; ¡qué frío vamos a pasar!

• La pregunta o la exclamación no están colocadas en el primer lugar del enunciado, sino que siguen a otra palabra o palabras que también forman parte de este. En ese caso, la primera palabra de la pregunta o de la exclamación (la que sigue a los signos ¿ o ¡) se escribe con minúscula:

Natalia, ¿puedes ayudarme? Pero ¡qué alegría tan grande verte por aquí!

3.2. Se escriben con letra inicial mayúscula todos los nombres propios y también los comunes que, en un contexto dado o en virtud de determinados fenómenos (como, por ejemplo, la antonomasia), funcionan con valor de tales, es decir, cuando designan seres o realidades únicas y su función principal es la identificativa. En otras ocasiones, la mayúscula responde a otros factores, como la necesidad de distinguir entre sentidos diversos de una misma palabra, o a razones expresivas o de respeto. A continuación se enumeran los distintos casos en que se usa la inicial mayúscula en español. Se escriben con inicial mayúscula:

3.2.1. Los nombres propios de persona, tanto los de pila como los sobrenombres (nombres que, en forma abreviada o deformada, se utilizan como designaciones familiares o afectivas): Jaime, Beatriz, Pili, Quique; nombres propios de animal: Platero, Chita; y nombres de cosa singularizada: Tizona, Olifante. 3.2.2. Los nombres de divinidades: Dios, Jehová, Alá, Afrodita, Júpiter, Amón. 3.2.3. Los apellidos: Hernández, García, Mendoza. Si un apellido español comienza por preposición, o por preposición y artículo, estos se escriben con minúscula cuando acompañan al nombre de pila (Juan de Ávalos, Pedro de la Calle); pero, si se omite el nombre de pila, la preposición debe escribirse con mayúscula (señor De Ávalos, De la Calle). Si el apellido no lleva preposición, sino solamente artículo, este se escribe siempre con mayúscula, independientemente de que se anteponga o no el nombre de pila (Antonio La Orden, señor La Orden). También se escriben con mayúscula los nombres de las dinastías derivados de un apellido: los Borbones, salvo que se utilicen como adjetivos, caso en que se escriben con minúscula: los reyes borbones.

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Por otra parte, deben conservar la mayúscula los apellidos de autores (a veces acompañados también del nombre de pila) cuando se aplican a sus obras: «Incendiaron la iglesia, y con ella las tres joyas pictóricas —un Goya [...], un Bayeu [...] y un José del Castillo» (Laín Descargo [Esp. 1976]); «No, no es el Walter que tú conoces, capaz de elegir no un Matisse ni un Picasso sino un Marchand Chabans y un Lhote para decorar su salón principal» (Navales Cuentos [Esp. 1991]). 3.2.4. Los nombres comunes que, por antonomasia, se utilizan para designar a una persona en lugar del nombre propio: el Mantuano (por Virgilio), el Sabio (por Salomón), el Magnánimo (por el rey Alfonso V), así como los que se refieren, también por antonomasia, a Dios, a Jesucristo o a la Virgen: el Creador, el Todopoderoso, el Mesías, el Salvador, la Purísima, la Inmaculada. 3.2.5. Los nombres abstractos personificados utilizados alegóricamente: la Muerte, la Esperanza, el Mal. 3.2.6. Las designaciones que, por antonomasia, tienen algunos nombres geográficos y que se usan como alternativa estilística a su nombre oficial: el Nuevo Mundo (por América), la Ciudad Imperial (por Toledo), la Ciudad Eterna (por Roma). 3.2.7. Los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de determinadas zonas geográficas, que generalmente abarcan distintos países, pero que se conciben como áreas geopolíticas con características comunes: Occidente, Oriente Medio, Lejano Oriente, Cono Sur, Hispanoamérica, el Magreb. 3.2.8.Los nombres de galaxias, constelaciones, estrellas, planetas o satélites: la Vía Láctea, la Osa Mayor, la Estrella Polar, Venus, Ganímedes. Las palabras Sol y Luna solo suelen escribirse con mayúscula inicial en textos científicos de temática astronómica, en los que designan los respectivos astros: «Entre la esfera de fuego y la de las estrellas fijas están situadas las esferas de los distintos planetas, empezando por la esfera de la Luna, y a continuación las esferas de Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter y Saturno» (Torroja Sistemas [Esp. 1981]); pero, excepto en este tipo de textos, se escriben normalmente con minúscula: El sol lucía esplendoroso esa mañana; Hace un sol de justicia; Entra mucho sol por la ventana; Negros nubarrones ocultaron la luna por completo; Me pongo muy nervioso cuando hay luna llena; Me quedé a la luna de Valencia. En el caso de Tierra, se escribe con mayúscula cuando designa el planeta: «Dios le hizo ver las estrellas jamás vistas desde la Tierra» (Fuentes Naranjo [Méx. 1993]). En el resto de sentidos, se escribe con minúscula: El avión tomó tierra; Esta tierra es muy fértil; He vuelto a la tierra de mis mayores. 3.2.9. Los nombres de los signos del Zodíaco: Aries, Piscis, Géminis, Sagitario, Virgo, etc. De igual modo, los nombres alternativos que aluden a la representación iconográfica de cada signo, como Balanza (por Libra), Toro etc. Sin embargo, se escriben con minúscula cuando dejan de ser nombres propios por designar, genéricamente, a las personas nacidas bajo cada signo: Raquel es sagitario; Los géminis son muy volubles. 3.2.10. Los nombres de los cuatro puntos cardinales (Norte, Sur, Este, Oeste) y de los puntos del horizonte (Noroeste, Sudeste, etc.), cuando nos referimos a ellos en su significado primario, como tales puntos, o cuando forman parte de un nombre propio: La brújula señala el Norte; La nave puso rumbo al Noroeste; Corea del Norte; la Cruz del Sur. También se escriben con mayúsculas los casos de Polo Norte y Polo Sur. Sin embargo, cuando los nombres de los puntos cardinales o de los puntos del horizonte están usados en sentidos derivados y se refieren a la orientación o la dirección correspondientes, se escribirán en minúscula: el sur de Europa, el noroeste de la ciudad, el viento norte. También se escribirán en minúscula estos puntos cuando estén usados en

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aposición: latitud norte, hemisferio sur, rumbo nornoroeste. En el caso de las líneas imaginarias, tanto de la esfera terrestre como celeste, el uso vacila entre la mayúscula y la minúscula inicial, pero hoy parece ser mayoritario, y más recomendable, el uso de la minúscula: ecuador, eclíptica, trópico de Cáncer. 3.2.11. Los sustantivos y adjetivos que componen el nombre de entidades, organismos, departamentos o divisiones administrativas, edificios, monumentos, locales o establecimientos públicos, partidos políticos, etc.: el Ministerio de Hacienda, la Casa Rosada, el Palacio de la Moneda, la Biblioteca Nacional, el Museo de Bellas Artes, la Real Academia de la Historia, etc., También se escribe con mayúscula el término que en el uso corriente nombra de forma abreviada una determinada institución o edificio: la Nacional (por la Biblioteca Nacional), el Cervantes (por el Instituto Cervantes), la Complutense (por la Universidad Complutense), el Real (por el Teatro Real). 3.2.12. Los nombres de los libros sagrados y sus designaciones antonomásticas: la Biblia, el Corán, el Avesta, el Talmud, la(s) Sagrada(s) Escritura(s), la(s) Escritura(s). También los nombres de los libros de la Biblia: Génesis, Levítico, Deuteronomio, Libro de los Reyes, Hechos de los Apóstoles. 3.2.13. Los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de publicaciones periódicas o colecciones: La Vanguardia, Nueva Revista de Filología Hispánica, Biblioteca de Autores Españoles. 3.2.14. La primera palabra del título de cualquier obra de creación (libros, películas, cuadros, esculturas, piezas musicales, programas de radio o televisión, etc.); el resto de las palabras que lo componen, salvo que se trate de nombres propios, deben escribirse con minúscula: Últimas tardes con Teresa, La vida es sueño, La lección de anatomía, El galo moribundo, Las cuatro estaciones, Las mañanas de la radio, Informe semanal. En el caso de los títulos abreviados con que se conocen comúnmente determinados textos literarios, el artículo que acompaña al nombre abreviado debe escribirse con minúscula: el Quijote, el Lazarillo, la Celestina. 3.2.15. Los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de documentos oficiales, como leyes o decretos, cuando se cita el nombre oficial completo: Real Decreto 125/1983 (pero el citado real decreto), Ley para la Ordenación General del Sistema Educativo (pero la ley de educación, la ley sálica, etc.). También se escriben con mayúscula los nombres de los documentos históricos: Edicto de Nantes, Declaración Universal de los Derechos Humanos. 3.2.16. Los nombres de festividades religiosas o civiles: Epifanía, Pentecostés, Navidad, Corpus, Día de la Constitución, Año Nuevo. 3.2.17. Los nombres de órdenes religiosas: el Carmelo, el Temple, la Merced. También se escribe con mayúscula la palabra Orden cuando acompaña al nombre propio: la Orden del Temple. 3.2.18. Los nombres de marcas comerciales. Las marcas comerciales son nombres propios, de forma que, utilizados específicamente para referirse a un producto de la marca, han de escribirse con mayúscula: Me gusta tanto el Cinzano como el Martini; Me he comprado un Seat. Muchas veces ocurre, sin embargo, que estos nombres pasan a referirse no exclusivamente a un objeto de la marca en cuestión, sino a cualquier otro con características similares, caso en que se escriben con minúscula: Para recorrer la zona necesitaremos un jeep (= ‘cualquier vehículo todo terreno’); Me aficioné al martini seco en mis años de estudiante (= ‘cualquier vermú seco’). 3.2.19. Las palabras que forman parte de la denominación oficial de premios, distinciones, certámenes y grandes acontecimientos culturales o deportivos: el Premio Cervantes, los Goya, la

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Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio, la Bienal de Venecia, la Feria del Libro, los Juegos Olímpicos. En lo que se refiere a los premios, cuando nos referimos al objeto material que los representa o a la persona que los ha recibido, se utiliza la minúscula: Esa actriz ya tiene dos goyas; Ha colocado el óscar encima del televisor. 3.2.20. Los sustantivos y adjetivos que forman el nombre de disciplinas científicas, cuando nos referimos a ellas como materias de estudio, y especialmente en contextos académicos (nombres de asignaturas, cátedras, facultades, etc.) o curriculares: La Mecánica es una parte de la Física; Soy licenciado en Biología; Me he matriculado en Arquitectura; El profesor de Cálculo Numérico es extraordinario. Fuera de los contextos antes señalados, deben escribirse con minúscula: La medicina ha experimentado grandes avances en los últimos años; La psicología de los niños es muy complicada. Los nombres de asignaturas que no constituyen la denominación de una disciplina científica reciben el mismo tratamiento que si se tratase del título de un libro o de una conferencia, esto es, solo la primera palabra se escribe con mayúscula: Introducción al teatro breve del siglo XVIII español, Historia de los sistemas filosóficos. También se escriben con mayúscula los sustantivos y adjetivos que dan nombre a cursos, congresos, seminarios, etc.: 1.er Curso de Crítica Textual, XV Congreso Mundial de Neonatología, Seminario de Industrias de la Lengua. 3.2.21. El primero de los nombres latinos que designan especies de animales y plantas: Pimpinella anisum, Felis leo (los nombres científicos latinos deben escribirse, además, en cursiva). Se escriben también con mayúscula los nombres, latinos o no, de los grupos taxonómicos zoológicos y botánicos superiores al género, cuando se usan en aposición: orden Roedores, familia Leguminosas. Tanto unos términos como otros se escribirán en minúscula cuando estén usados como adjetivos o como nombres comunes: El castor es un mamífero roedor; Hemos tenido una buena cosecha de leguminosas. 3.2.21. Los nombres de edades y épocas históricas, cómputos cronológicos, acontecimientos históricos y movimientos religiosos, políticos o culturales: la Edad de los Metales, la Antigüedad, la Edad Media, la Hégira, el Cisma de Occidente, la Contrarreforma, la Revolución de los Claveles, el Renacimiento. Igualmente se escriben con mayúscula los sustantivos que dan nombre a eras y períodos geológicos: Cuaternario, Mioceno, Pleistoceno, Jurásico. En el caso de las revoluciones, el adjetivo especificador que las acompañe irá en minúscula: la Revolución francesa, la Revolución soviética, etc. 3.2.22. Determinados nombres comunes cuando, por antonomasia, designan una sola de las realidades de su misma clase: el Diluvio (referido al diluvio bíblico), la Reconquista (referida a la de los territorios ocupados por los musulmanes, realizada por los reinos cristianos peninsulares durante la Edad Media), el Muro (referido al que separaba en Berlín los sectores oriental y occidental). 3.2.23. Determinados nombres, cuando designan entidades o colectividades institucionales: la Universidad, el Estado, el Ejército, el Reino, la Marina, la Judicatura, el Gobierno. En muchos casos, esta mayúscula tiene una función diacrítica o diferenciadora, ya que permite distinguir entre acepciones distintas de una misma palabra: Iglesia (‘institución’) / iglesia (‘edificio’), Ejército (‘institución’) / ejército (‘conjunto de soldados’), Gobierno (‘conjunto de los ministros de un Estado’) / gobierno (‘acción de gobernar’). La mayúscula diacrítica afecta tanto al singular como al plural: «Europa es importante para los Gobiernos, pero sobre todo para los ciudadanos» (País Digital [Esp.] 9.1.97). 3.2.24. Los nombres de conceptos religiosos como el Paraíso, el Infierno, el Purgatorio, etc., siempre que se usen en su sentido religioso originario, y no en usos derivados o metafóricos: Aquella isla era un paraíso; La noche pasada fue un infierno.

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3.2.25. En textos religiosos, suelen escribirse con mayúscula, en señal de respeto, los pronombres personales Tú, Ti, Sí, Tuyo, Vos, Él, Ella, referidos a Dios o a la Virgen. 3.2.26. Los títulos, cargos y nombres de dignidad como rey, papa, duque, presidente, ministro, etc., que normalmente se escriben con minúscula, pueden aparecer en determinados casos escritos con mayúscula. Así, es frecuente, aunque no preceptivo, que se escriban con mayúscula estas palabras cuando se usan referidas a una persona concreta sin mención expresa del nombre propio: El Rey inaugurará la nueva biblioteca; El Papa visitará la India en su próximo viaje. Por otra parte, por razones de respeto, los títulos de los miembros de la familia reinante en España suelen escribirse con mayúscula, aunque vayan seguidos del nombre propio que los ostenta, así como los tratamientos de don y doña a ellos referidos: el Rey Don Juan Carlos, el Príncipe Felipe, la Infanta Doña Margarita. También es costumbre particular de las leyes, decretos y documentos oficiales, por razones de solemnidad, escribir con mayúsculas las palabras de este tipo: el Rey de España, el Jefe del Estado, el Presidente del Gobierno, el Secretario de Estado de Comercio. Por último, es muy frecuente que los cargos de cierta categoría se escriban con mayúscula en el encabezamiento de las cartas dirigidas a las personas que los ostentan. 3.2.27. En textos de carácter publicitario, propagandístico o similar, es frecuente la aparición de mayúsculas no justificadas desde el punto de vista ortográfico, así como el fenómeno inverso, esto es, la aparición de minúsculas donde las normas prescriben la mayúscula. Estos usos expresivos o estilísticos, cuya finalidad es llamar la atención del receptor para asegurar así la eficacia del mensaje, en ningún caso deben extenderse a otro tipo de escritos. 3.2.28. También es habitual que en textos pertenecientes a ámbitos particulares se escriban con mayúscula las palabras que designan conceptos de especial relevancia dentro de esos ámbitos. Así, por ejemplo, es normal ver escritos con mayúscula dentro de textos religiosos palabras como Sacramento, Bautismo, Misa, etc.; o, en textos militares, las palabras Bandera o Patria. Estas mayúsculas, que no deben extenderse a la lengua general, obedecen únicamente a razones expresivas o de respeto.

4. Otros usos de las mayúsculas. Además, se escriben con mayúsculas:

� Los números romanos � Algunas abreviaturas. � Algunos símbolos.

5. Casos en que no debe usarse la mayúscula inicial. Se escriben con minúscula inicial (salvo que la mayúscula venga exigida por la puntuación,

5.1. Los nombres de los días de la semana, de los meses y de las estaciones del año: lunes, abril, verano. No obstante, se escriben con mayúscula cuando forman parte de fechas históricas, festividades o nombres propios: Dos de Mayo, Primavera de Praga, Viernes Santo, Hospital Doce de Octubre. 5.2. Los nombres de las notas musicales: do, re, mi, fa, sol, la, si. 5.3. Los nombres propios que se usan como nombres comunes. Es muy frecuente que determinados nombres propios acaben designando un género o una clase de objetos o personas. Esto ocurre en los casos siguientes:

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a) Nombres propios de persona que pasan a designar genéricamente a quienes poseen el rasgo más característico o destacable del original: Mi tía Petra es una auténtica celestina. Siempre vas de quijote por la vida. Mi padre, de joven, era un donjuán.

b) Muchos objetos, aparatos, sistemas y productos que pasan a ser designados con el nombre propio de su inventor, descubridor, fabricante o persona que los popularizó o en honor de la cual se hicieron (zepelín, roentgen, braille, quevedos, rebeca, napoleón), o del lugar en que se producen o del que son originarios (cabrales, rioja, damasco, fez). Por el contrario, conservan la mayúscula los nombres de los autores aplicados a sus obras c) Nombres de marcas comerciales, cuando no designan ya un objeto de la marca sino, genéricamente, cualquier objeto de características similares

5.4. Los nombres de los vientos, salvo que estén personificados en poemas o relatos mitológicos: céfiro, austro, bóreas, tramontana. 5.5. Los nombres de las religiones: catolicismo, budismo, islamismo, judaísmo. 5.6. Los tratamientos, como usted, señor, don, fray, san/to, sor, reverendo, etc., salvo que se escriban en abreviatura, caso en que se escriben con mayúscula: Ud., Sr., D., Fr., Sto., Rvdo., etc. Solo cuando, por tradición, se han formado acuñaciones que funcionan como nombres propios, se escribirán estos tratamientos en mayúscula: Fray Luis, referido a fray Luis de León; Sor Juana, referido a sor Juana Inés de la Cruz; Santa Teresa, referido a santa Teresa de Jesús. 5.8. Los títulos, cargos y nombres de dignidad como rey, papa, duque, presidente, ministro, etc., se escriben con minúscula cuando aparecen acompañados del nombre propio de la persona o del lugar al que corresponden (el rey Felipe IV, el papa Juan Pablo II, el presidente de Nicaragua, el ministro de Trabajo), o cuando están usados en sentido genérico (El papa, el rey, el duque están sujetos a morir, como lo está cualquier otro hombre). Existen casos, sin embargo, en que estas palabras pueden escribirse con mayúsculas

EJERCITACIÓN

1. Reescribir colocando los signos de entonación y de puntuación correspondientes.

1.1 Qué extraño dijo la muchacha avanzando cautelosamente qué puerta más pesada la tocó al hablar y se cerró de pronto con un golpe Dios mío dijo el hombre me parece que no tiene picaporte de este lado nos hemos encerrado los dos los dos no uno solo dijo la muchacha pasó a través de la puerta y desapareció.

1.2 el hombrón con su permanente rostro enfurecido afilaba la navaja con el asentador dos o tres tragos de saliva habían pasado por la garganta del indefenso hombre que permanecía frente al techo blanco del salón buscaba los ojos del hombrón para esbozar una sonrisa para ganarse su simpatía sin lograrlo nunca sólo el ir y venir de la navaja interrumpía la casi detenida respiración de los dos en el espacio con la luz del crepúsculo brillaba el filo de la navaja el hombrón probó en el aire el filo otro trago de saliva pasó por la garganta del angustiado hombre recostado en el sillón intercambiaron dos o tres hoscas frases y el silencio los envolvió de pies a cabeza empeñados en su común tarea la navaja alisó la piel encima de la aorta llena de miedo perlas de sudor sobre la frente denunciaban el temor filtrándose en el ambiente en volutas mágicas que se evaporaban en el aire del cotidiano y trágico salón de modo que no te acordás cuando me pegaste en la escuela dijo el peluquero no me acuerdo se lo juro contestó el cliente estábamos en segundo grado acuérdese la navaja se deslizó diestra

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sobre la barbilla llena de jabón él no contestó ya salió de la peluquería envejecido como diez años

2. En el siguiente ejercicio hay que hacer dos tareas: primero reescribir con la puntuación adecuada y después numerar los párrafos en el orden en que deben ir. Una de sus ayudantes Joan Wilson sugirió que tal vez los isleños usaran rocas como protección para retener la humedad del suelo cuando Stevenson cavó un pozo de prueba encontró que las capas inferiores estaban mezcladas y que habían sido removidas el pozo de prueba permitió descubrir los jardines. Los jardines oscilaban en tamaño desde pequeños huertos caseros de diez metros de lado hasta plantaciones de varias hectáreas sobre las colinas Isla de Pascua fue en realidad un inmenso jardín. Ahora un arqueólogo Cris Stevenson descubrió jardines escondidos bajo capas de piedra en muchos lugares de esa posesión chilena en el Pacífico la isla está plagada de zonas rocosas irregulares bordeadas por pequeños claros Stevenson dedujo que los isleños sembraron en los claros pero su investigación resultó infructuosa. Cuando los europeos llegaron a la Isla de Pascua en el siglo XVIII apenas dos mil personas vivían allí pero el legado de las inmensas estatuas moai cabezas de piedra tallada de centenares de toneladas son una evidencia de que la isla estuvo habitada por una sociedad más compleja este grupo populoso y aislado se alimentó de alguna manera pero los investigadores nunca habían encontrado vestigios de agricultura en gran escala. Bibliografía empleada: Camuffo Marta A., Fernández Alberto, Scarabino Clara. Normativa actualizada. Bs. As. Magisterio del Río de la Plata. 1987. Real Academia Española. Ortografía de la lengua española. Madrid. Espasa. 1999.

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ÍNDICE

PARATEXTO

Los elementos paratextuales

LOS TEXTOS

1. Literatura

Introducción al concepto

Cuentos

BENEDETTI, Mario “Corazonada”

BENEDETTI, Mario “”Beatriz, la polución

POE, E.A. “El tonel del amontillado”

POE, E.A, “La máscara de la muerte roja”

POE, E.A, “El corazón delator”

MUJICA LÁINEZ.Manuel. “Milagro”

MUJICA LÁINEZ.Manuel. “La galera”

CORTÁZAR, Julio. “Continuidad de los parques”

CORTÁZAR, Julio. “Axolotl”

GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel “El ahogado más hermoso del mundo”

NOCIONES TEÓRICAS

1. Narrativa

2. Lírica:

Versificación

Recursos retóricos o expresivos

pág. 3 a 7

pág. 9 y 10 pág. 11 pág,14

pág.15

pág.20

pág. 23

pág.27

pág.28

pág.31

pág.33

pág.36

pág.42

pág.49

pág.51

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3. Tipos textuales

Texto expositivo explicativo

Descripción: retrato, creación de un personaje

El comentario

El discurso de opinión

Reseña o nota crítica

Editorial

Cohesión textual

GRAMÁTICA

Repaso de 1er año (p.77a 81). Pronombres (p.81 a 85).

Proposiciones sustantivas (p.86 a 89). Queísmo y Dequeísmo (p.90)

Proposiciones adjetivas (p. 91 a 92). Ejercitación (p.93 y 94)

El verbo

Clasificación sintáctica (p.95 a 96). Verbos irregulares (p. 97 a 101)

Verbos defectivos (p.102) Frases verbales (p. 102 a 103)Uso de los

pretéritos (p. 104) Construcciones verboidales (p.105) Usos del

gerundio (p.106)

NORMATIVA

Normas de puntuación

Uso de mayúscula

Ejercitación

pág.54

pág.56

pág.59 pág. 63 pág.64

pág.69

pág. 73 a 75

pág.107y 108

pág.109 a 115

pág.115