Leyendas - La Cegua

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  • 7/24/2019 Leyendas - La Cegua

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    Leyendas de

    Costa Rica

    La Cegua

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    La Cegua

    Muchacha de divina voz que arrulla como un canto de sirena, pero que no da la cara que

    tiene de yegua infernal. Enamora con su arrullo a los hombres que andan por solitarios

    caminos. Tiene la muerte en los labios y mata besando. Alguien la ha visto baarse en el ro y

    peinarse las crines con una rasqueta de oro.

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    LA CEGUA (Versin A)

    Muchas historias tiene, pero me atrajo la sencillez con que me cont Don Jess Alvarado la

    suya, campesino de Quircot comunidad situada al este de la ciudad de Cartago, Costa Rica.

    Dice as:

    Los hombres trasnochadores y borrachos tenemos ms probabilidad de toprnosla cuando

    venimos de la cantina pasando por trillos y cafetales.

    Bella como el girasol, de curvas pronunciadas y grandes bustos, piernas torneadas como

    bizcocho de maz, su cara por mi borrachera no se notaba muy bien.

    Al pasar junto a ella en mi caballo a las 11 de la noche, me pidi fuego para encender un

    cigarro, de inmediato saqu mis fsforos y al encender, mir su cara de yegua, con susgrandes dientes y sus ojos rojos y endemoniados, ca desmayado sobre mi caballo y dur 4

    das con la lengua trabada.

    CLARO MUCHACHO ERA LA SEGUA!

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    LA CEGUA (Versin B)

    Me acompaaba un hombre del campo, alma ingenua y sana que haba logrado conservar,

    con toda su pureza, su nativa sencillez. Yo, que amo esas almas vrgenes de artificio, y mecomplazco en penetrar en ellas, escuchaba atento su conversacin, y slo de cuando en

    cuando le interrumpa para hacerle una pregunta que era algo como un buceo. Ni un aleteo

    de viento mova los rboles; nadie transitaba por el camino y remaba un silencio

    majestuoso en la plenitud de la noche soberbiamente constelada. Apenas si vena a turbar

    esa calma solemne, como un crujir de raso, el murmureo apagado de un riachuelo linftico

    que discurra, lamiendo las piedras, en el fondo de un prximo barranco. De pronto ornos

    el golpe acompasado de un caballo que trota, bien opacado el golpear de sus cascos por el

    piso de tierra.

    Alguien viene, dije a mi compaero.

    Puso alerta el experto odo de hombre de campo y, con la seguridad del que est

    convencido de lo que afirma, contest:

    No viene por este camino, va por el otro de ms arriba.

    No haba acabado de pronunciar esta frase cuando se apag el ruido de las pisadas, como

    si el jinete se hubiera detenido de pronto. Unos momentos despus debi seguir la marcha,

    pero en lugar de rtmico golpear del trote se dej or el repiquetear desatentado de un

    galope tendido.

    Con voz ahuecada que pareca envolver un supersticioso respeto, el campesino murmur:

    Ese caminante se ha encontrado con la Cegua. Pero no tenga miedo, patrn, a nosotros

    no nos sale: somos dos, y para ajuste caminamos a pie.

    -La Cegua? prorrump con extraeza.Qu animal es ese?

    Me pareci que una sonrisa haba retozado en los labios de aquel buen hombre que repuso,

    como si no se animara a creer en mi ignorancia:

    Pero, seor! Cmo es posible que Ud., que lee tanto, no sepa qu es la Cegua? Es el

    mismsimo demonio, y Dios lo guarde de encontrarse con ella. Te aseguro que no lo s;explcamelo.

    Estbamos ya muy cerca de la estancia y segua oyndose la vertiginosa carrera del caballo.

    Los perros que nos haban olfateado ladraban, no en son de alarma sino de gusto. La noche

    era fresca, las estrellas regaban siempre su oro plido sobre el vasto paisaje, y el riachuelo

    linftico prosegua en su crujir de raso. El ambiente todo pareca convidar a los consejos y

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    relatos misteriosos. Comenzamos a caminar ms despacio, y el rstico, con un sabor de

    poesa que slo es propio de la credulidad de las imaginaciones en bruto, se expres asi:

    No hay uno solo de los que han visto a la Cegua que se haya quedado como era antes.

    Hombres fuertes, sanos, colorados, que nunca se afligieron por el trabajo, despus que se

    les apareci resultaron amarillos y flacos y flojos. Algunos tambin se murieron de purosustoy cit a varios de los que haban perdido la vida a causa de la terrible aparicin.

    No es fcil verla prosigui diciendoen todas partes; son ciertos lugares los que le

    cuadran. Por aqu anda siempre y por eso, fjese que es raro ver un caminante a caballo

    solo. Casi siempre van dos juntos.

    No es posible que la vean dos? le interrump.

    Cuando va uno slito es que se asoma, repuso hilvanando de nuevo su relato, con la

    satisfaccin del que sabe que es escuchado con vivo inters.

    En algn sitio lejos del poblado, sobre todo si hay arboleda y el camino es estrecho, es

    donde le gusta sorprender a los viajeros. En medio del camino se presenta y, con una voz

    muy dulce y muy dbil, como si se estuviera muriendo, dice:

    Seor,estoy muy cansada, y tengo que ir a ver a mi madre que est enferma, me quiere

    llevar al pueblo de ?, y dice el nombre del pueblo que est ms cerca porque, como es el

    mismo enemigo, todo lo sabe.

    Entonces es una persona, o tiene el aspecto de persona? me atrev a interrumpirle

    nuevamente.

    Es una joven muy linda, blanca, con los ojos negros y grandes, el pelo rizado y la boca

    preciosa. Todos los que la miran as se encantan de ella y, sobre todo, les da lstima porque

    se le ve cansancio en la cara y se le siente en la voz.

    Un cfiro fino comenz a juguetear en aquel momento, estremecindose las hojas con un

    temblor suave, como si un ser misterioso e invisible se adelantara, abrindose paso entre las

    ramas tupidas. La naturaleza ayudaba al narrador.

    Ni los ms cerrados se resisten a su ruego, y todos caen en su lazo. Hay quienes le

    ofrecen la delantera de la montura y otros que prefieren llevarla a la grupa. Para ella es lo

    mismo. Cuando comienza a caminar, si va adelante vuelve la cara, si va atrs hace que eljinete la vuelva. Aqu lo espantoso. Aquella mujer hermosa ya no es ella. Tiene la cara

    corno la calavera de un caballo: los ojos lanzan fuego, ensea con amenaza los dientes

    pelados y muy grandes, tiene la boca abierta y arroja un vaho por aliento que huele a

    podrido. Al mismo tiempo sus brazos, como fierro, se agarran del jinete. El mismo caballo,

    que parece que se da cuenta de lo que lleva encima, arranca a correr como loco sin que

    ninguno lo pueda contener.

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    Y qu pasa despus?

    Los que al hacer montar a la joven hermosa han tenido malas intenciones, esos mueren

    todos, y se les encuentra tendidos con los ojos abiertos y saltados. Los otros, ya se lo dije,

    para el resto de su vida quedan sin servir para nada.

    Llegamos al portn de la estancia y los perros ladraban ms fuerte. Yo, entre tanto, me

    internaba en una profunda meditacin, No tiene una enseanza muy saludable esta

    fantasa? Quin en el camino de la vida no se ha encontrado a la Cegua? Quin no ha

    sentido la seduccin de la belleza con todos sus hechizos fsicos, y nada ms? Quin no se

    ha rendido a la piedad mal entendida? Quin en un momento no ha tomado el abono por

    las hojas? Y despus la debilidad en el cuerpo o en el alma, la muerte acaso.

    La Cegua, grande o pequea, con huellas de araazo o surco de arado, todos la hemos

    encontrado en nuestro camino!.

    Relato realizado por: Cndida Solano

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    Recopilado por:

    Erick Taracena Cascante

    20 de Noviembre de 2015

    E-mail: [email protected]

    Referencia:

    http://mitosyleyendascr.com/costarica/mitos09/