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LIAHONA LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS JUNIO DE 2001

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  • LIAHONALA IGLES IA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLT IMOS DÍAS � JUNIO DE 2001

  • LIAHONALA IGLES IA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLT IMOS D ÍAS � JUNIO DE 2001

    VÉASE LA PÁGINA 2

    S E C C I Ó N G E N E R A L2 MENSAJE DE LA PRIMERA PRESIDENCIA: ¿QUIÉNES CREEN QUE SON? — UN

    MENSAJE PARA LA JUVENTUD PRESIDENTE JAMES E. FAUST

    14 LA DISPOSICIÓN A HACER LO BUENO CONTINUAMENTEÉLDER SPENCER J. CONDIE

    25 MENSAJE DE LAS MAESTRAS VISITANTES: AUMENTEMOS NUESTRA ESPIRITUALIDAD POR MEDIO DEL AYUNO Y LA ORACIÓN

    28 VOCES DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS: “POR TESTIMONIO Y TESTIGO”UNA VISIÓN MÁS ELEVADA HUGO IBÁÑEZHICE EL EXPERIMENTO LYDIE ZEBO BAHIEREALMENTE NO ESTABA SOLO KELLY A. HARWARD

    34 LAS PALABRAS DEL PROFETA VIVIENTE

    36 SEAMOS LOS MEJORES MAESTROS DE NUESTROS HIJOS RONALD L. KNIGHTON

    48 CÓMO UTILIZAR LA REVISTA LIAHONA DE JUNIO DE 2001

    S E C C I Ó N P A R A L O S J Ó V E N E S8 EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS JUAN CARLOS GÓMEZ FLÓREZ

    10 A PRIMERA HORA DE LA MAÑANA JANET THOMAS

    22 PREGUNTAS Y RESPUESTAS: ¿POR QUÉ DEBERÍA PREOCUPARME POR PAGAR EL DIEZMO?

    26 LÍNEA SOBRE LÍNEA: APRECIEMOS EL SACRIFICIO DEL SALVADOR

    46 “RECUERDA QUIÉN ERES”

    A M I G O S2 ENTRE AMIGOS: ANGELA MILLER, DE COUNCIL BLUFFS, IOWA

    JULIE D. AWERKAMP

    5 PARA TU DIVERSIÓN: QUÉ LLEVAR EN EL CARRO DE MANO

    6 TIEMPO PARA COMPARTIR: SOMOS BENDECIDOS CUANDO SEGUIMOS AL PROFETA DIANE S. NICHOLS

    8 EL CONSEJO DEL PROFETA: SEIS PUNTOS IMPORTANTES

    10 FICCIÓN: EL SAFARI DE LA NOCHE DE HOGAR JENNIFER JENSEN

    12 RELATOS DEL NUEVO TESTAMENTO: JESÚS ENSEÑA SOBRE LA ORACIÓN; LA HIJA DE JAIRO ES LEVANTADA DE LOS MUERTOS

    EN LA CUBIERTAIlustración fotográfica por Craig Dimond.Cubierta posterior: Ilustración fotográficapor Jerry Garns.

    CUBIERTA DE AMIGOSFotografía por Julie D. Awerkamp. Véase “Angela Miller, de Council Bluffs,Iowa”, página 2.

    VÉASE LA PÁGINA 10VÉASE AMIGOS, PÁGINA 5

  • COMENTARIOS

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    LIAHONA, junio de 2001Vol. 25, Número 6 21986-002Publicación oficial de La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días, en el idioma español.

    La Primera Presidencia: Gordon B. Hinckley, Thomas S. Monson, James E. Faust

    El Quórum de los Doce Apóstoles:Boyd K. Packer, L. Tom Perry, David B. Haight, Neal A. Maxwell, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin, Richard G. Scott,Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland, Henry B. Eyring

    Editor: Dennis B. NeuenschwanderAsesores: L. Lionel Kendrick, Yoshihiko Kikuchi, John M. Madsen

    Administradores del Departamento de Cursos de Estudio:Director administrativo: Ronald L. KnightonDirector de redacción: Richard M. RomneyDirector de artes gráficas: Allan R. Loyborg

    Personal de redacción:Editor administrativo: Marvin K. GardnerAyudante del editor administrativo: R. Val JohnsonEditor asociado: Roger TerryColaboradora de redacción: Jenifer GreenwoodEditora ayudante: Susan BarrettAyudante de publicaciones: Collette Nebeker Aune

    Personal de diseño:Gerente de artes gráficas: M. M. KawasakiDiseño artístico: Scott Van KampenDiseñadora principal: Sharri CookDiseñadores: Thomas S. Child, Randall J. PixtonGerente de producción: Jane Ann PetersProducción: Reginald J. Christensen, Kari A. Couch, Denise Kirby, Kelli Pratt, Rolland F. Sparks, Claudia E. WarnerPreimpresión digital: Jeff Martin

    Personal de subscripción:Director de circulación: Kay W. BriggsGerente de distribución: Kris T. Christensen

    Coordinación de Liahona: Enrique Resek

    Para saber el costo de la revista y cómo suscribirse a ellafuera de Estados Unidos y Canadá, póngase en contactocon el Centro de Distribución local o con el líder del ba-rrio o de la rama.

    Las colaboraciones y los manuscritos deben enviarse aLiahona, Floor 24, 50 East North Temple, Salt Lake City,UT 84150-3223, USA; o por correo electrónico a: [email protected]

    Liahona (un término del Libro de Mormón que significa“brújula” o “director”) se publica en albanés, alemán,amarik, armenio, búlgaro, cebuano, coreano, checo, chi-no, danés, esloveno, español, estonio, fidji, finlandés,francés, haitiano, hiligayanón, holandés, húngaro, iloko,indonesio, inglés, islandés, italiano, japonés, kiribati, le-tón, lituano, malgache, marshallés, mongol, noruego, po-laco, portugués, rumano, ruso, samoano, sueco, tagalo,tailandés, tahitiano, tongano, ucraniano y vietnamita. (La frecuencia de las publicaciones varía de acuerdo con el idioma.)

    © 2001 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los dere-chos reservados. Impreso en los Estados Unidos deAmérica.

    Para los lectores de México: Certificado de Licitud detítulo número 6988 y Licitud de contenido número5199, expedidos por la Comisión Calificadora dePublicaciones y revistas ilustradas el 15 de septiembrede 1993. “Liahona” es nombre registrado en laDirección de Derechos de Autor con el número252093. Publicación registrada en la DirecciónGeneral de Correos número 100. Registro del S.P.M.0340294 características 218141210.

    For readers in the United States and Canada:June 2001 Vol. 25 No. 6. LIAHONA (USPS 311-480)Spanish (ISSN 0885-3169) is published monthly by TheChurch of Jesus Christ of Latter-day Saints, 50 East NorthTemple, Salt Lake City, UT 84150. USA subscription priceis $10.00 per year; Canada, $15.50 plus applicable ta-xes. Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah, andat additional mailing offices. Sixty days’ notice required forchange of address. Include address label from a recent is-sue; old and new address must be included. Send USAand Canadian subscriptions and queries to Salt LakeDistribution Center at the address below. Subscription helpline: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa,MasterCard, American Express) may be taken by phone.(Canada Poste Information: Publication Agreement#1604821)

    POSTMASTER: Send address changes to Salt LakeDistribution Center, Church Magazines, PO Box 26368,Salt Lake City, UT 84126-0368.

    “LOS MIEMBROS SON LA CLAVE”

    Quiero extenderles mis más sincerasgracias por el maravilloso artículo del élderM. Russell Ballard, “Los miembros son laclave”, que apareció en el ejemplar de sep-tiembre de 2000 de la revista Liahona (eninglés). Se trata de un artículo muy necesa-rio en todo barrio y que puede ser un pode-roso instrumento para enseñar y ayudar alos miembros a fin de que participen más enla gloriosa obra de compartir el Evangelio yde hermanar a los nuevos conversos. Estoyplaneando utilizar este artículo en la capa-citación de nuestros misioneros de estaca.Ciertamente, la obra coordinada de miem-bros y misioneros es esencial para el esta-blecimiento y la edificación de la Iglesia delSeñor.

    Rubén N. Ángeles, Barrio Legazpi 1, Estaca Legazpi, Filipinas

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    UNA AYUDA PARA LOS MIEMBROS NUEVOS

    Hace poco que soy miembro de laIglesia y soy la única miembro de mi fami-lia. La revista Liahona me ha ayudado mu-chísimo en todas las cosas que quieroaprender. Siempre la llevo en mi mochilapara poder leerla, y sé que la gente que meve hacerlo también tiene interés en ella. Larevista Liahona me llena de entusiasmo porel Evangelio.

    Giuliana Aguero Pareja, Barrio Zamácola, Estaca Zamácola, Arequipa, Perú

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    UNA GRAN DICHA

    La primera vez que supe de la Iglesia fueen Cartagena, Bolívar, Colombia, gracias aunos vecinos. Descubrí lo maravillosa que esy sé que es la Iglesia verdadera. Ahora vivoen Bogotá, a donde me trasladé para comple-tar mi capacitación profesional en la acade-mia de policía. Llevo seis meses aquí, aunqueno he podido asistir sino unas cuantas vecesa las reuniones porque tengo pocos fines desemana libres, pero mi padre me compró unejemplar de la revista Liahona y ese regalo fuede una gran dicha. Aunque mis padres noson miembros, saben que la Iglesia es muyimportante para mí. Sé que mi PadreCelestial está conmigo y que escucha misoraciones.

    Andrea Del Pilar Rojas, Rama El Socorro, Distrito Los Alpes, Cartagena, Colombia

    LOS MENSAJES DE LA PRIMERA PRESIDENCIA

    PROPORCIONAN FORTALEZA

    La revista Liahona es una bendición denuestro Padre Celestial. Hace tres años quesoy miembro de la Iglesia y llevo dos reci-biendo la revista Liahona. Insto a los miem-bros de la Iglesia a suscribirse y a disfrutar delfestín espiritual que es la revista.

    Para mí es un gran testimonio en la luchacotidiana de la vida. Los mensajes de laPrimera Presidencia, así como los de otros ar-tículos, me guían al hacer la orientación fa-miliar y en la preparación de discursoseficaces.

    Eduardo E. Ortiz Picaluá, Rama El Bosque, Distrito Sincelejo, Colombia

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  • MENSAJE DE LA PRIMERA PRESIDENCIA

    ¿QUIÉNES CREENQUE SON?

    UN MENSAJE PARA LA JUVENTUD

    por el presidente James E. FaustSegundo Consejero de la Primera Presidencia

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    Como hijos e hijas de

    Dios, tenemos la obli-

    gación de cultivar tan-

    tos de los talentos que

    Dios nos ha dado como

    nos sea posible.

    Ustedes serán más fe-

    lices si saben quiénes

    son y se sienten bien

    consigo mismos.

    Les felicito, jóvenes, por ser espíritus especiales y escogidos que hansido reservados para nacer en esta generación. Están ustedes co-menzando la lucha por descubrir quiénes son y hallar su lugar en lavida; tienen sentimientos nuevos y fuertes; tienen grandes retos. Espero que

    estén comenzando a tener éxito y a sobresalir de alguna forma especial; pue-

    de que se trate de su sonrisa, su personalidad o su habilidad para edificar a los

    demás; quizás estén descubriendo el talento que tienen como atletas, erudi-

    tos, especialistas en computadoras, músicos, constructores, artistas o cual-

    quier otra actividad. El descubrir su talento podría proporcionarles algún tipo

    de reconocimiento personal, y estos logros pueden hacer que se pongan a

    pensar en quiénes son ustedes en realidad.

    El doctor Fred Riley, un prominente trabajador social, ha tratado a muchos

    atletas que se ven a sí mismos más como atletas que como hijos de Dios, y di-

    ce: “¿Qué sucede cuando no pueden jugar al básquetbol? Pierden su identi-

    dad”1. Su propia estimación está relacionada más con sus habilidades físicas

    que con su carácter. Muchos de los que logran un reconocimiento mundial

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  • tal vez no estén a gusto consigo mismos. Algunas perso-nas ricas y famosas, aun cuando tienen gran talento y ha-bilidad, se sienten inseguras y sucumben a las drogas, elalcohol o la inmoralidad, destrozando así su vida; y envez de ser felices siendo quienes son, están insatisfechasy descontentas. Miden el mérito que tienen únicamenteen términos de sus talentos y logros, en vez de por quie-nes son realmente en el interior. No siempre es cierto quecuanto más se logra, más feliz se es o más a gusto se estácon uno mismo.

    Como hijos e hijas de Dios, tenemos la obligación decultivar tantos de los talentos que Dios nos ha dado co-mo nos sea posible. Todos deberíamos esforzarnos por al-canzar objetivos dignos. Debemos adquirir habilidades yobtener una educación académica. Ustedes serán más fe-lices si saben quiénes son y se sienten bien con ustedesmismos.

    Así que, ¿quiénes creen que son ustedes? Quienes cre-an que son y lo que en realidad son pueden ser dos ver-siones diferentes de ustedes mismos. Desde unaperspectiva eterna, ambas versiones tienen que llegar aun mismo punto. Dios les conoce y sabe lo que ustedespueden llegar a ser porque Él les conoce desde el princi-pio, cuando eran Sus hijos e hijas espirituales. Lo que us-tedes lleguen a ser dependerá en gran medida de cómoobedezcan los principios de rectitud y hagan buenasobras.

    Puede que se pregunten: “¿Cómo aprendo a gustarmea mí mismo?”. Les sugiero cinco ideas que pueden ser deutilidad.

    1. CAMBIEN EL MAL COMPORTAMIENTO.

    Tenemos que cambiar nuestro mal comportamiento;debemos arrepentirnos. Tal como Alma dijo a su hijoCoriantón: “…la maldad nunca fue felicidad”2. Es difícilgustarse a uno mismo si estamos haciendo cosas que sa-bemos que son malas. Los padres y los líderes de la ma-yoría de ustedes les han enseñado lo que es un buencomportamiento. También tienen las Escrituras y el folle-to La fortaleza de la juventud para guiarles.

    En la búsqueda de su identidad, no caigan en la tram-pa de compararse con modelos de conducta o con apa-riencias físicas que puedan parecer muy masculinas omuy elegantes, pero que en realidad no son apropiadaspara los hijos y las hijas de nuestro amoroso PadreCelestial. Una joven de diecisiete años llegó a estar tan

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    obsesionada con su figura que comenzó a dejar de comery terminó teniendo un desorden alimenticio. Cuando supadre empezó a darse cuenta, insistió en que ella comie-ra bien. En última instancia, esta confrontación le hizoentrar en razón y escribió:

    “Durante toda mi vida todo lo que había hecho teníacomo fin complacer a los demás. Las notas, los modales,los premios, todo por ellos, y nada por mí. Esta cuestión dela comida, de la pérdida de peso, se había convertido en al-go mío. Me representaba a mí y a mis decisiones, y ahora mipadre estaba intentando arrebatarme también eso.

    “Mientras estaba acostada en la cama aquella noche,llorando y sintiéndome gorda, sabía que precisaba ayuda.Sabía que estaba haciendo daño a la gente que amaba.

    “Después de estar despierta toda la noche, llegué a laconclusión de que no era a mi padre al que odiaba, sino¡a MÍ! Me di cuenta de que había perdido el control; porprimera vez en mi vida, comprendí que ése era mi pro-blema. Tenía que retomar el control de mi vida, y no de-jar que lo hiciera una enfermedad.

    “Las cosas no cambiaron de la noche a la mañana; dehecho, el camino hacia la recuperación fue muy largo.Pero a paso lento, con la ayuda de amigos y familiares, co-mencé a recuperarme. Ahora que estoy en mi peso ideal,he dejado totalmente de pesarme. Ya no leo revistas demoda y puede que no vaya ‘a la última moda’, ¡pero mesiento fenomenal!”3

    El sentirse “fenomenal” con uno mismo contribuye anuestra felicidad y a nuestro sentido de identidad.

    Al cambiar nuestro mal comportamiento y nos volve-mos al Señor, nos hacemos merecedores de la compañíadel Espíritu Santo, lo cual tiene un efecto profundo ennuestro bienestar. Este gran don se recibe por medio deun vivir recto, la obediencia a los mandamientos de Diosy el prestar servicio a los demás. Parley P. Pratt tenía estaperspectiva en cuanto al don del Espíritu Santo:

    “Estimula todas las facultades intelectuales, incre-menta, amplía, despliega y purifica todas las pasiones ylos sentimientos naturales… Inspira virtud, amabilidad,bondad, ternura, mansedumbre y caridad… Ensanchatodas las facultades físicas e intelectuales del hombre”4.

    2. PERDONÉMONOS A NOSOTROS MISMOS

    Y A LOS DEMÁS.

    El perdón es una parte importante del hecho de dejaratrás nuestro mal comportamiento. Cuando realizamos

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    los cambios necesarios, debemos perdonarnos a nosotrosmismos, pero puede que también tengamos que perdonara los demás que hayan estado viajando con nosotros porel camino equivocado. El perdón nos ayudará a despren-dernos del mal comportamiento al que intentamos re-nunciar. El Libro de Mormón nos dice cómo podemossaber que hemos hecho el cambio de mal para bien.Después de que el rey Benjamín hubo pronunciado sumagnífico discurso sobre Cristo, los nefitas clamaron auna voz:

    “…el Espíritu del Señor Omnipotente… ha efectua-do un potente cambio en nosotros, o sea, en nuestroscorazones, por lo que ya no tenemos más disposición aobrar mal, sino a hacer lo bueno continuamente…

    “Y es la fe que hemos tenido en las cosas que nuestrorey nos ha hablado lo que nos ha llevado a este gran co-nocimiento, por lo que nos regocijamos con un gozo tansumamente grande”5.

    Al sentir gozo y paz, sabremos quiénes somos y obra-remos de acuerdo con ese conocimiento.

    3. OBTENGAN CONFIANZA AL TOMAR

    BUENAS DECISIONES.

    Ahora están empezando a tomar decisiones impor-tantes. Las decisiones tienen consecuencias y, hastacierto punto, éstas les afectarán no sólo por el resto desus días, sino por toda la eternidad. Recuerden, mis

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    jóvenes amigos, que la fama y la fortuna no son nece-sariamente sinónimos de felicidad. Es mucho mejor te-ner confianza en uno mismo y estar conforme con loque se es, lo cual depende por entero de la habilidadque tengan ustedes para escoger lo correcto. Tambiénes importante destacarse en algún campo.

    El verano pasado se celebraron los Juegos Olímpicosen Sydney, Australia. Los varios eventos olímpicos ibanacompañados de ciertas reglas y limitaciones: los corre-dores y los nadadores tenían que permanecer en sus mar-cas, los lanzadores de peso debían permanecer dentro delcírculo delimitado en el terreno y los luchadores teníanque estar sobre la lona, pues de lo contrario los atletas se-rían descalificados. Además, estaba prohibido el uso deestimulantes.

    Un joven de Denver, Colorado, que ganó una medallade plata, posteriormente fue recompensado con la de orodebido a que el ganador de su prueba quedó descalificadopor utilizar un esteroide prohibido. Él respondió, aludien-do a la pérdida de la medalla por parte de su desafortuna-do competidor:

    “Me da mucha lástima lo que le pasó, pero todos to-mamos decisiones… Él tomó la suya y yo la mía…

    “Creo que Dios me estaba cuidando. Creo que Élcuida de todos nosotros. He aprendido muchas leccio-nes con lo que ha ocurrido; he experimentado la ago-nía de la derrota antes del éxtasis de la victoria, lo cual

    me ha convertido en una personamás fuerte, tanto mental como es-piritualmente”6.

    Crecemos y nos desarrollamos altomar buenas decisiones. La confian-za aumenta cuando decidimos orarcada día, asistir a las reuniones sa-cramentales, cumplir con la Palabrade Sabiduría, obedecer a nuestrospadres y líderes del sacerdocio, leerlas Escrituras y controlar los apetitosdel cuerpo.

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    Al volvernos al Señor, nos

    hacemos merecedores de la

    compañía del Espíritu Santo, lo

    cual tiene un efecto profundo en

    nuestro bienestar.

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    Si realmente queremos sentirnos

    mejor con nosotros mismos, debe-

    mos llevar a cabo obras de bon-

    dad. La bondad moldea nuestro

    carácter y nos hace más semejan-

    tes a nuestro Padre Celestial.

    4. PRESTEN SERVICIO.

    Si realmente queremos sentirnos mejor con nosotrosmismos, debemos llevar a cabo obras de bondad. La bon-dad moldea nuestro carácter y nos hace más semejantes anuestro Padre Celestial. El Salvador nos enseñó: “Amarása tu prójimo como a ti mismo”7. Cuando demostramosnuestro amor por los demás, a cambio entenderemos me-jor el amor que nuestro Salvador tiene por cada uno denosotros y que somos hijos de un Padre Celestial amoro-so. De vez en cuando debiéramos buscar oportunidadesde prestar servicio público. De hecho, tal como escribióuna vez un prominente psiquiatra: “Sentimos placercuando nos relacionamos con otras personas, y cuandoellas se relacionan con nosotros; mas sentimos dolor y so-ledad cuando no lo hacemos. El sendero que conduce auna identidad aceptable en cualquier sociedad es la parti-cipación”8. Podemos recibir gran satisfacción al ayudar alpobre, al enfermo, al anciano o a cualquier otra personaque tenga necesidades especiales. Miren a su alrededor;hay todo tipo de oportunidades.

    5. ESCOJAN LA FELICIDAD.

    La más fundamental de todas las búsquedas del hom-bre es la de la felicidad. Cada uno escoge su propia felici-dad. Tal como dijo una vez el presidente Harold B. Lee(1899–1973): “La felicidad no depende de lo que pasefuera de uno, sino de lo que sucede en el interior. Se mi-de por el ánimo con que enfrentamos los problemas de lavida”9. A menudo será necesario que escojamos entre pa-sar un buen rato y vivir una vida buena.

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    Cada uno de nosotros nace conhormonas naturales de “felicidad”,las cuales, cuando se estimulan, se-gregan en nuestro cuerpo poderosassustancias químicas. Las hay de mu-chas clases y algunas se llaman en-dorfinas. Generalmente, cuandosentimos dolor o ansiedad, las endor-

    finas nos producen una sensación de bienestar. Hacetiempo que la ciencia médica sabe que nuestra actitud ynuestro bienestar mental afectan nuestra salud física. Unletrero en un gran hospital dice: “La risa es la mejor me-dicina”. Sonreír es bueno para el alma.

    El sonreír proporciona a nuestro rostro un brillo queirradia a los demás. El ser amigables con nuestros vecinos,con la gente de la escuela, de la Iglesia o del trabajo es unagran forma de mostrarle al Señor que queremos guardar elconvenio que hicimos al bautizarnos de “llevar las cargaslos unos de los otros para que sean ligeras”10. Recomiendoque seamos amigables porque hay demasiada gente tími-da o solitaria necesitada de una palabra amable o de unasonrisa. El edificar a los demás nos hace crecer espiritual-mente y es también la forma de obrar del Maestro11. A se-mejanza de Anna en El Rey y yo, encuentro que el silbar“una tonadilla feliz” y el cantar (¡especialmente cuandoestoy solo!) también pueden elevarme los ánimos.

    Hace muchos años, mi padre nos contó de cuando dioun paseo por el bosque con un viejo amigo, el juezBringhurst. El juez cantó tan fuerte por el camino queasustó a toda la vida animal, pero mi padre dijo que dis-frutó tanto de las canciones del juez que no se preocupópor no ver animal ni pájaro alguno. De manera que cuan-do reímos, sonreímos, cantamos, silbamos o hacemosejercicio, nos sentimos mejor. Nuestras preocupaciones,o las olvidamos o quedan en una perspectiva mejor.Cuando extendemos una mano amiga a los demás, esti-mulamos las hormonas de la felicidad y descubrimosnuestro verdadero yo.

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  • Recuerdo un estudio realizado hace algunos años conel fin de determinar qué influencias hacían que los jóve-nes siguieran adelante por el sendero estrecho y angosto.Naturalmente, había ciertas influencias críticas, todasellas importantes, entre las que se incluían la influenciade los padres, de los asesores del sacerdocio y de lasMujeres Jóvenes, de los líderes Scout y de los amigos.Pero me quedé sorprendido al encontrar un denominadorcomún de gran importancia a lo largo del estudio. Se tra-taba de la creencia de que un día cada uno de nosotrossería responsable ante el Señor de sus acciones. Muchoscreían que “el guardián de la puerta es el Santo de Israel;y allí él no emplea ningún sirviente, y no hay otra entra-da sino por la puerta; porque él no puede ser engañado,pues su nombre es el Señor Dios”12. Aquellos que teníanuna perspectiva eterna tenían también una porción adi-cional de fortaleza y de determinación espiritual. El sen-tir una responsabilidad personal ante el Salvador pornuestras acciones y mayordomías, y el responder por ello,nos proporciona una profunda protección espiritual.

    Ralph Waldo Emerson nos dio un criterio mediante el cual podíamos medir nuestro éxito personal, cuandoescribió:

    ¿Qué es el éxito?Reír mucho y con frecuencia;ganar el respeto de la gente inteligentey el afecto de los niños;Merecer el aprecio de críticos honradosy superar la traición de los falsos amigos;Apreciar la belleza;Hallar lo mejor de los demás;Dejar el mundo un poco mejor, bien alcriar a un niño sano, plantar un huertoo solucionar un conflicto social;Saber que alguien se ha beneficiadoporque hemos vivido;Eso es tener éxito.(Traducción libre).

    Así que, ¿quiénes creen que son? El profeta José Smithdijo: “Si los hombres no entienden el carácter de Dios, nose entienden a sí mismos”13. El saber quiénes son, quiénesson en realidad, está estrechamente ligado a conocer aDios, pues son Sus hijos. El cumplir con las sugerenciassencillas que he bosquejado les servirá para conocer a

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    Dios y, por tanto, a ustedes mismos. Creo en ustedes, enque serán obedientes y valientes y que recibirán las ben-diciones del Señor en su búsqueda por establecer su iden-tidad como Sus hijos e hijas escogidos. �

    NOTAS1. Citado en Sarah Jane Weaver, “Developing a Healthy

    Self-Regard”, Church News, 10 de febrero de 1996, pág. 2.2. Alma 41:10.3. Gabriella Tortes, “ ‘Gabby, You’re Sooo Skinny’ ”, en

    Chicken Soup for the Teenage Soul: 101 Stories of Life, Love andLearning, compilado por Jack Canfield, Mark Victor Hansen,Kimberly Kirberger, 1997, págs. 234–235; cursiva en el original.

    4. Key to the Science of Theology, novena edición, 1965, pág. 101.

    5. Mosíah 5:2, 4.6. Brandon Slay, citado en “U.S. Wrestler Savors Gold, Even

    Though It Came Late”, Deseret News, 24 de octubre de 2000,pág. D3.

    7. Mateo 22:39.8. Citado en The Teachings of Harold B. Lee, editado por

    Clyde J. Williams, 1996, pág. 477.9. “A Sure Trumpet Sound: Quotations from President Lee”,

    Ensign, febrero de 1974, pág. 78.10. Mosíah 18:8.11. Véase Lucas 6:31.12. 2 Nefi 9:41.13. Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 425.

    IDEAS PARA LOS MAESTROS ORIENTADORES

    1. Desde una perspectiva eterna, aquello que creamosser y lo que realmente somos deben llegar a ser lo mismo.

    2. Los puntos siguientes nos servirán para aprender agustarnos a nosotros mismos:

    � Cambien el mal comportamiento. Resulta difícil gus-tarse a uno mismo cuando estamos haciendo cosas quesabemos que están mal.

    � Perdónense a ustedes y perdonen a los demás. Esteperdón nos ayuda a abandonar el comportamiento al queestamos renunciando.

    � Ganen confianza al tomar buenas decisiones. Nossentimos mejor con nosotros mismos cuando escogemoslo correcto.

    � Presten servicio. Se recibe gran satisfacción cuandoayudamos a los demás.

    � Escojan la felicidad. Cuando reímos, sonreímos, cantamos, silbamos o hacemos ejercicio, nos sentimosmejor.

    3. El saber quiénes somos en realidad está estrecha-mente ligado a conocer a Dios, pues somos Sus hijos.

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  • EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS

    por Juan Carlos Gómez Flórez

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    A la edad de quince años, me dicuenta de que algunas de las tradi-ciones religiosas que me habíanenseñado mis padres no estaban de acuer-do con lo que había leído en la Biblia.También me di cuenta de que tenía quedejar atrás ciertas actividades que estabanmalgastando mi tiempo y mi juventud, ytomé la determinación de no hacer las cosas por el sim-ple hecho de que las hicieran los demás.

    Decidí que tenía que buscar la Iglesia verdadera delSeñor. Afortunadamente, una compañera de trabajo demi madre nos invitó a asistir un domingo a una reuniónde La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los ÚltimosDías. Yo estaba nervioso, pero cuando llegué a la capilla,mis sentimientos cambiaron. Había una atmósfera de re-verencia y percibía un espíritu de calma en el corazón.Ese día en la Iglesia aprendí a orar.

    A la semana siguiente, mi madre y yo comenzamos arecibir las charlas que nos enseñaron dos misioneras, ynos bautizamos un mes después. Aun cuando no conocíatoda la doctrina de la Iglesia antes del bautismo, ejercí lafe suficiente para saber que la Iglesia es verdadera y pararecibir un testimonio del Espíritu.

    Sé que no habría sido capaz de continuar siendo unmiembro fiel de la Iglesia sin la ayuda de los miembros yde los líderes, los cuales me extendieron la mano, meofrecieron su amistad y cuidaron de mí en los momentosdifíciles. No sé qué habría sido de mí de no haber encon-trado la verdad y a esas personas buenas durante mi ju-ventud. El ejemplo de ellos me fortaleció y me sirvió parasobrellevar los momentos difíciles que estaban por venir.

    A los diecinueve años me hallaba en mi quinto se-mestre de ingeniería de sistemas y mis padres me dijeron

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    que si salía a la misión, al volver no iban aayudarme con los estudios.

    Durante ese tiempo difícil en que teníaque tomar decisiones importantes, el presi-dente de misión de estaca compartió con-migo un pasaje de las Escrituras que jamásolvidaré: “…el que no toma su cruz y sigueen pos de mí, no es digno de mí” (Mateo

    10:38). También hubo otro versículo que me llegó al co-razón y me ayudó a tomar la decisión: “Y cualquiera quehaya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, omadre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibi-rá cien veces más, y heredará la vida eterna” (Mateo19:29). Decidí obedecer la voluntad de Dios y servirledurante dos años.

    La misión no fue solamente la experiencia más enri-quecedora de mi vida, sino que fue un mandamiento demi Padre Celestial; y a pesar de las dificultades que siem-pre parecen surgir, sé que cuando el Señor nos da unmandamiento, Él prepara el camino (véase 1 Nefi 3:7).

    Serví en la Misión Colombia Cali. El enseñar en mipaís, en la tierra de mis antepasados y de mis parientes,no fue sólo una de las más grandes bendiciones que reci-bí gracias a mi servicio, sino que, aunque de forma pe-queña, me permitió cumplir con una profecía: “Pues heaquí, el Señor les concede a todas las naciones que, de supropia nación y lengua, enseñen su palabra, sí, con sabi-duría, cuanto él juzgue conveniente que tengan; por lotanto, vemos que el Señor aconseja en sabiduría, de con-formidad con lo que es justo y verdadero” (Alma 29:8).Cuán agradecido estoy por haber recibido y compartidoSu sabio consejo. �

    Juan Carlos Gómez Flórez es miembro del Barrio La Campiña,

    Estaca Suba, Bogotá, Colombia.

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  • por Janet Thomas

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    “El que temprano me busca, me hallará, yno será abandonado” (D. y C. 88:83).

    Los alumnos de seminario del Barrio Phoenix Park,de la Estaca Dublín, Irlanda, estaban un poco preo-cupados. Su presidente de estaca y su obispo les ha-bían hablado acerca de intentar algo nuevo. ¿Serían laprimera clase de seminario de toda Irlanda en reunirsediariamente, por la mañana temprano?

    Elaine O’Farrell, de 15 años, recuerda la primera reac-ción que tuvo: “Pensé que si nos veíamos un día tras otro,terminaríamos sintiendo fastidio”; también había otrapreocupación bastante obvia. Pamela Fagan, de 15 años,explica: “De ningún modo me sacarían de la cama tantemprano”. Farris Bukhatwa, de 17 años, y Louise Byrne,de 17 años, eran los alumnos que vivían más lejos. No ibaa ser fácil.

    Pero no todos estaban preocupados. Jenna Gallagher,de 15 años, estaba algo animada con la idea. “Había oídohablar de las clases de seminario matutino de otros paí-ses”, dice. “Siempre había soñado con ir a seminario deesa forma y estaba realmente contenta porque íbamos ahacerlo. Sabía que si hacía el sacrificio, el Señor me ben-deciría”.

    Las cosas comenzaron a funcionar. Farris pudo utilizarel coche de la familia por las mañanas y pasaba a recogera Louise. Pamela accedió levantarse más temprano parapoder salir a tiempo con su hermano Derek. Elaine cam-bió de idea y dijo que le gustaba ver a sus compañeros ca-da mañana. Jenna estaba feliz por el simple hecho de

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    asistir a seminario. Brett Crowther, de 18 años, y su her-mano Brandt, de 16, los hijos del presidente de misión,estaban entusiasmados por estar cada día con otros jóve-nes de la Iglesia. Y por encima de todo, su maestra,Rosemary Richmond, era fantástica.

    CONOCER LAS RESPUESTAS

    Todos los estudiantes de Irlanda tienen que tomar unaclase de religión. Aun cuando van a su clase de semina-rio matutino, estos alumnos Santos de los Últimos Díasno están exentos del requisito de asistir a una clase de re-ligión en la escuela; aún así, su estudio de las Escriturasha valido la pena. Louise explica: “Los frailes francisca-nos visitaron nuestro colegio y, cuando hicieron pregun-tas, me señalaron y se llevaron el dedo a los labios comodiciendo: ‘Chitón, no respondas a las preguntas’. Sabíanque podía contestarlas”.

    Elaine cuenta una historia semejante sobre su clase dereligión. “Si mi maestro pregunta el significado de unapalabra, como por ejemplo convenio, yo le doy la respues-ta”, dice. “Sabe que no importa lo que pregunte, yo sé larespuesta”.

    Derek Fagan, de 17 años, se ha destacado tanto en laescuela como en seminario, y atribuye el mérito a una ex-periencia que tuvo justo antes de recibir la bendición pa-triarcal: “En seminario, habíamos estado hablando de lasbendiciones patriarcales y yo oré y pregunté si debía

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    recibir la mía. En aquel tiempo nues-tra estaca no tenía patriarca, perotres días más tarde se llamó a uno.Sentí que ésa era mi respuesta y fueentonces que supe que la Iglesia esverdadera y decidí esforzarme más porhacer el bien y escoger lo correcto.

    Farris Bukhatwa:

    “Recibí un testimonio

    e la oración y del diezmo. Oraba

    bre las cosas que realmente tenía

    ue saber, y luego recibía la

    spuesta en seminario”.

    erek Fagan: “En seminario había-

    os estado hablando de las bendi-

    ones patriarcales. Yo oré y

    regunté si debía recibir la mía. En

    quel tiempo nuestra estaca no te-

    ía patriarca, pero tres días más

    rde se llamó a uno.

    ntí que ésa era

    i respuesta”.

    Mi bendición patriarcal fue sorpren-dente. La llevo conmigo a todas par-tes y desde que comenzó el seminariomatutino, todo ha estado más claro.Incluso ahora aprendo con más rapi-dez en la escuela”.

    Derek se convirtió en el primeralumno de seminario de Irlanda enmemorizar todos los pasajes de domi-nio de las Escrituras; y a modo de de-safío adicional, memorizó el relato dela Primera Visión que se encuentraen José Smith—Historia.

    CONVERSOS

    Brandt Crowther recuerda unaexperiencia que tuvo pocos mesesdespués de que él y su familia llega-ron a Irlanda: “Había orado casi ca-da noche de mi vida, pero una nocheoré con sinceridad y pregunté alSeñor qué quería que yo hiciera enIrlanda. Tenía que saber de corazónque la Iglesia es verdadera. Averigüéque Dios sí vive y que me ama. Logréentender lo que Él quería para mí ydesde entonces he sido feliz aquí. Meencanta. Ahora estoy más cerca delSalvador”.

    Brandt explica algunas de las co-sas que el Señor le dijo que debía ha-cer: “Tenía que leer las Escriturascada día y orar cada noche, así comoguardar los mandamientos. Aquellanoche el Espíritu estuvo conmigo; noquería irme a acostar”.

    Las clases de seminario suelenayudar a Farris a encontrar respues-tas: “Recibí un testimonio de la ora-ción y del diezmo. Oraba sobre lascosas que realmente tenía que sabery luego recibía la respuesta en

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    seminario. Entendía mejor las cosas.¿Qué se siente cuando el Espíritu teda una respuesta? Estás tranquilo yentiendes las cosas. No estás nervio-so. Sabes que es verdadero; lo sientesen el corazón”.

    DIVERTIRSE LOS SÁBADOS POR

    LA NOCHE

    A los alumnos de esta clase de se-minario les gusta estar juntos, y aho-ra no les basta con cada mañana dela semana. También se reúnen todoslos sábados por la noche.

    Todo empezó cuando la madre deLouise le dijo a Brett que los amigosde ella siempre le piden que vaya conellos al bar los sábados, pero ellanunca va. “Decidimos reunirnos to-da la clase para salir y pasárnoslobien”, dice Brett. “Nos hemos estadoreuniendo todos los sábados por lanoche y es divertido”.

    ¿Qué hacen? La primera semanafueron al cine, pero pronto eso seconvirtió en algo demasiado caro.Así que comenzaron a turnarse parair a casa de alguno de ellos para jugaralgún juego, ver videos o simplemen-te charlar, charlar y charlar. Elaineexplica: “Antes, no teníamos nada dequé hablar; ahora no tenemos sufi-ciente tiempo para hacerlo”.

    Para Louise, el tener otra opciónpara los sábados ha fortalecido su de-terminación de permanecer fuerteen la Iglesia. “Es un motivo para nosalir con mis amigos del trabajo cadafin de semana”, explica. “A veces ibacon ellos. No hacía nada que no de-biera, pero el simple hecho de estarallí no me hacía sentir bien; termina

  • Pamela Fagan:

    “Las noches de los

    sábados [con la clase de seminario]

    son divertidas. Los valores de mis

    otros amigos son completamente

    diferentes de los míos. Me siento

    mucho mejor al ir a las actividades

    de seminario”.

    por fatigar el espíritu. Me cansé mu-chísimo de tratar de defender miscreencias; pero cuando salgo con laclase de seminario, puedo ser yo ysentirme aceptada”.

    Y más que nada, “las noches delos sábados son divertidas”, dicePamela. “Los valores de mis otrosamigos son completamente diferen-tes de los míos. Me siento muchomejor al ir a las actividades de semi-nario. Lo pasamos realmente bien”.

    Derek añade: “El seminario matu-tino y nuestras actividades de las tar-des del sábado nos han unido más ysomos mejores amigos. Yo me heacercado a los demás de la clase, auna Pamela, mi hermana. Ni me pasaríapor la cabeza salir y emborracharmey quebrantar la Palabra deSabiduría”.

    COMPROMETERSE

    Por encima de todo, este curso de seminario ha enseñado a los

    alumnos el significado de la fe. Lamaestra, Rosemary Richmond, lesayuda a aprender de la historia de laIglesia sobre la fe de los primerosprofetas y miembros. Su esposo,Brendan, padece un desorden pul-monar maligno y extremadamenteraro, y está confinado a una silla deruedas. Aunque ella está constante-mente preocupada por el cuidado yla salud de su esposo, también sien-te entusiasmo por preparar las lec-ciones y celebrar las clases deseminario cada mañana.

    “Los miembros aquí son muy fie-les, en especial Rosemary, con todaslas pruebas por las que ha pasado”,dice Louise. “Te hace darte cuentade lo afortunada que eres. En semi-nario leemos sobre el profeta JoséSmith y los pioneros. José Smith esun gran hombre y le amo. Su testi-monio nunca vaciló. ¿Puedes imagi-narte vivir en aquellos días? Lospioneros tuvieron que cruzar casi

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    media Norteamérica para practicaraquello en lo que creían. Yo quieroese tipo de fe porque siento un granamor por la Iglesia”.

    Louise está cultivando esa clasede fe. Cada día defiende sus creen-cias y, con su pequeño grupo de va-lientes amigos de seminario, no tieneque hacerlo sola; tampoco tiene quehacerlo ninguno de ellos. Han en-contrado una forma de fortalecerseunos a otros y eso ha sido una in-fluencia muy positiva en la vida deellos. �

  • LA DISPOSICIÓN A HACER LO

  • Puede que la mejor evidencia de la verdaderaconversión sea el no tener más la disposición a obrar mal.

    por el élder Spencer J. Condiede los Setenta

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    BUENO CONTINUAMENTE

    H ace más de dos mil años, unagran congregación de santos sereunió alrededor del templo enla tierra de Zarahemla para escucharuno de los sermones más grandiososjamás registrados en las santasEscrituras. El rey Benjamín recordóvarias veces a su auditorio que ha-blaba las palabras que le habían sidodadas por un ángel de Dios (véaseMosíah 3:2; 4:1; 4:11; 5:5).

    Una vez que hubo escuchado elinspirador sermón del rey Benjamín,la vasta congregación gritó al uníso-no: “¡Oh, ten misericordia, y aplicala sangre expiatoria de Cristo paraque recibamos el perdón de nuestrospecados”. En respuesta a sus súpli-cas, “el Espíritu del Señor descendiósobre ellos, y fueron llenos de gozo”

    A la conclusión del inspirado dis-

    curso del rey Benjamín, el pueblo

    creyó todas sus palabras y experi-

    mentaron un potente cambio de

    corazón y “ya no [tuvieron] más

    disposición a obrar mal, sino a

    hacer lo bueno continuamente”.

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    (Mosíah 4:2–3). Este sentimiento degozo es una de las características dehaber sido perdonados de nuestrospecados, pues, tal como declaróAlma, “la maldad nunca fue felici-dad” (Alma 41:10).

    Cuando reconocieron la bondadde Dios, los del pueblo deZarahemla también experimentaronuna “paz de conciencia” y fueron“llenos del amor de Dios”, dos ma-nifestaciones más de que habían si-do perdonados (véase Mosíah 4:3,12). Aprendieron sobre otros indi-cadores del perdón: no tendrían“deseos de injuriar[se] el uno alotro” (Mosíah 4:13), ni permitiríanque sus hijos “quebrant[aran] las leyes de Dios, ni cont[endieran] yriñ[ieran] unos con otros” (Mosíah4:14). Otra indicación de la remi-sión de los pecados era su inclina-ción a ayudar al necesitado y sudeseo de “impartir[se] el uno al otrode [sus] bienes” (Mosíah 4:21).

    A la conclusión del inspirado dis-curso del rey Benjamín, el pueblocreyó todas sus palabras y experi-mentaron un potente cambio de co-razón y “ya no [tuvieron] másdisposición a obrar mal, sino a hacerlo bueno continuamente” (Mosíah5:2). Puede que de todas las eviden-cias de una conversión verdadera y

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  • Las Bienaventuranzas fomentan el

    desarrollo de una disposición que

    invita a la mansedumbre, la mise-

    ricordia, la pureza de corazón y

    muchos otros atributos divinos.

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    de la remisión de los pecados, éstasea la más significativa: el no tenermás disposición a obrar mal, sino a ha-cer lo bueno continuamente.

    LA LEY DE MOISÉS Y LA LEY MAYOR

    Un enfoque en la disposición cons-tituye una distinción significativa en-tre la ley de Moisés y la ley mayor queel Salvador dio a conocer en elSermón del Monte. Mientras que losDiez Mandamientos prohíben ciertoscomportamientos como el asesinato,el adulterio y el lenguaje soez, la leymayor prohíbe aun la disposición queconduce a tales comportamientosmalvados: respectivamente, la ira, lospensamientos lujuriosos y cualquiertipo de malas palabras (véase Mateo5:21–37; 3 Nefi 12:21–37). LasBienaventuranzas fomentan el desa-rrollo de una disposición que invita ala mansedumbre, la misericordia, lapureza de corazón y muchos otrosatributos divinos (véase Mateo5:3–12; 3 Nefi 12:3–12). Cuando uno

    tiene la disposición a hacer lo buenocontinuamente, la consecuencia na-tural será el “[abstenerse] de toda es-pecie de mal” (1 Tesalonicenses 5:22)y no “ver el pecado sino con repug-nancia” (Alma 13:12).

    El rey Benjamín advirtió a su pue-blo: “…no puedo deciros todas lascosas mediante las cuales podéis co-meter pecado… Pero esto puedo de-ciros, que si no os cuidáis a vosotrosmismos, y vuestros pensamientos, yvuestras palabras y vuestras obras, y sino observáis los mandamientos deDios ni perseveráis en la fe de lo quehabéis oído concerniente a la venidade nuestro Señor, aun hasta el fin devuestras vidas, debéis perecer”. Yluego amonestó amorosamente a lossantos a recordar y no perecer(Mosíah 4:29–30; cursiva agregada;véase Alma 12:14).

    EL CULTIVO DE LA DISPOSICIÓN

    La disposición de mucha gente esun reflejo de las tradiciones cultura-les que han interiorizado al crecer. Elampliamente extendido consumo dealcohol, la inmodestia en el vestir yen el comportamiento y la conviven-cia sin estar casados son sólo unoscuantos ejemplos de tradiciones cul-turales contrarias al espíritu delEvangelio. Y es así como “aquél ini-cuo viene y despoja a los hijos de loshombres de la luz y la verdad, pormedio de la desobediencia, y a causade las tradiciones de sus padres” (D. y C. 93:39).

    Estas tradiciones parecen algo na-tural debido a que la mayoría de lagente de una sociedad cualquiera

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    toma parte en tales comportamien-tos, pero los mandamientos de Diosse basan en la verdad revelada y noen las preferencias populares. De es-te modo, el rey Benjamín advirtió asu pueblo que “el hombre natural esenemigo de Dios”, y les exhortó adespojarse del hombre natural o, enotras palabras, a rechazar las tradi-ciones impuras y experimentar unpotente cambio en su disposición na-tural al someterse “al influjo delSanto Espíritu” (Mosíah 3:19).

    En ocasiones, los miembros seapegan de tal modo a determinadastradiciones de la Iglesia que cual-quier cambio en las normas o losprocedimientos se convierte en unaprueba de fe. Creen en la revela-ción continua siempre cuando éstano implique cambio alguno. Al des-cribir a los santos de su época, elprofeta José Smith dijo una vez:“Por varios años he tratado de pre-parar la mente de los santos paraque puedan recibir las cosas deDios; pero frecuentemente vemosque algunos de ellos… estallan enpedazos como el cristal, en cuantosurge algo que se opone a sus tradi-ciones” (Enseñanzas del Profeta JoséSmith, pág. 409).

    LA DISPOSICIÓN SURGE DEL DESEO

    La fuente de nuestra disposiciónhacia el bien o el mal emana princi-palmente de nuestros deseos. Al en-señar a los rebeldes zoramitas cómopodían obtener un conocimiento dela verdad, Alma los amonestó a“[ejercitar] un poco de fe”, y si no te-nían “más que un deseo de creer,

  • La confesión debe ir seguida del

    cultivo de una disposición para no

    obrar mal, la cual se evidencia

    por haber desechado el pecado

    por completo, y esto requiere

    del paso del tiempo.

    [debían dejar] que este deseoobr[ara] en [ellos]” (Alma 32:27).Lo que comienza con un deseo mi-núsculo, cuando se cultiva y se persi-gue por largo tiempo, se convierte enuna forma habitual de pensar o decomportarse. El élder Joseph FieldingSmith (1876–1972), por entoncesmiembro del Quórum de los DoceApóstoles, observó: “Resulta igual defácil crearse un hábito bueno comouno malo” (The Way to Perfection, dé-cima edición, 1953, pág. 150). El él-der James E. Talmage (1862–1933),del Quórum de los Doce Apóstoles,enseñó: “El hombre realmente verí-dico no puede mentir culpablemen-te; sin embargo, esta seguridad deque no hablará una falsedad no vie-ne por causa de una compulsión ex-terna, sino es una restricción internanacida en él como consecuencia dela asociación que ha cultivado con elespíritu de la verdad” (Jesús el Cristo,pág. 141).

    Las consecuencias eternas denuestros deseos y de nuestra disposi-ción le fueron emotivamente expli-cadas a Coriantón, por su padreAlma, cuando le enseñó que “en elpostrer día le será restaurado segúnsus hechos. Si ha deseado hacer lomalo, y no se ha arrepentido durantesus días, he aquí, lo malo le será de-vuelto, según la restauración deDios” (Alma 42:27–28).

    La persona que no cumple con undiezmo íntegro puede desarrollar unadisposición semejante a la del indivi-duo que roba un banco: las diferen-cias principales estriban en lasvíctimas y los métodos. El Señor

    mismo pregunta: “¿Robará el hom-bre a Dios? Pues vosotros me habéisrobado. Y dijisteis: ¿En qué te hemosrobado? En vuestros diezmos y ofren-das” (Malaquías 3:8).

    Las personas que demuestran unaira injusta hacia un vecino puedendesarrollar una disposición semejan-te a la de un dictador que se com-porta de forma cruel con los demás.

    Los adictos a Internet y a la tele-visión que degustan las obscenidadessatánicas de la pornografía adquierenidénticas inclinaciones a las de lapersona que realmente comete esosactos inmorales; la disposición difie-re únicamente en grado.

    Santiago describió ese proceso enuna secuencia de detalles: “…cadauno es tentado, cuando de su propiaconcupiscencia es atraído y seduci-do. Entonces la concupiscencia,

    después que ha concebido, da a luz elpecado; y el pecado, siendo consu-mado, da a luz la muerte” (Santiago1:14–15). Por lo general, nuestra dis-posición se manifiesta en el compor-tamiento, y Santiago nos ofrece acada uno de nosotros el siguiente re-to: “…Muéstrame tu fe sin tus obras,y yo te mostraré mi fe por mis obras”(Santiago 2:18).

    EL DESARROLLO DE UNA DISPOSI-

    CIÓN REQUIERE TIEMPO

    Algunos candidatos a misionero,así como unas pocas parejas que tie-nen planes de sellarse en el templo,de vez en cuando se quedan conster-nadas al saber que ciertas transgre-siones recientes les obligarán aaguardar un año o más antes de po-der reclamar las bendiciones de unamisión o del matrimonio en el tem-plo. Se preguntan si sus ayunos, suslágrimas y sus oraciones no valen

  • para demostrar un corazón quebran-tado y un espíritu contrito, y dicen:“¿Por qué ahora se nos requiere queaguardemos tanto tiempo?”.

    Ésta parece ser una pregunta jus-ta, en especial al considerar la garan-tía de las palabras del Señor quedicen: “Por esto sabréis si un hombrese arrepiente de sus pecados: Heaquí, los confesará y los abandonará”(D. y C. 58:43). La confesión es unrequisito crucial para el perdón, peroa ésta debe seguirle el cultivo de unadisposición a no obrar mal, la cual seevidencia por haber desechado el pe-cado por completo, y esto requiere elpaso del tiempo. Pedro comparó deforma gráfica a los que se arrepientenbrevemente pero que no vencen ladisposición a obrar mal, al “…perro[que] vuelve a su vómito, y la puercalavada [que se revuelca] en el cieno”(2 Pedro 2:22). En la revelación delos últimos días, el Señor hizo hinca-pié en la importancia de desarrollaruna disposición a obrar bien conti-nuamente cuando declaró: “…yo, elSeñor, en verdad os digo que no osimputaré ningún pecado; id y no pe-quéis más; pero los pecados anterio-res volverán al alma que peque, diceel Señor vuestro Dios” (D. y C.82:7).

    Después de que Saulo de Tarsocontempló una cegadora luz celestialy oyó la voz de Jesucristo, su vida setransformó de forma radical y sunombre fue cambiado al de Pablo.Tras un periodo temporario de ce-guera, una bendición de manos deAnanías le restauró la vista. El autorde Hechos registró que “En seguida

    predicaba a Cristo en las sinagogas,diciendo que éste era el Hijo deDios” (Hechos 9:20).

    Pero el propio relato que Pablohace de su conversión es mucho másdetallado que la versión que se en-cuentra en Hechos. Pablo escribió alos gálatas que, tras su conversión,no se unió de inmediato a los demásApóstoles en Jerusalén, sino que fuea “Arabia, y [volvió] de nuevo aDamasco. Después, pasados tresaños, [subió] a Jerusalén para ver a Pedro, y [permaneció] con él quin-ce días” (Gálatas 1:17–18). Aun des-pués de predicar el Evangelio enDamasco, cuando se unió a sus her-manos en Jerusalén “todos le teníanmiedo, no creyendo que fuese discípulo” (Hechos 9:26). Dada lareputación de Pablo, quien anterior-mente había intentado destruir laIglesia, les llevó un tiempo a los de-más darse cuenta de que ahora habíadesarrollado la disposición de un dis-cípulo de Cristo.

    INDICIOS DE DISPOSICIONES

    Hay muchos indicios de la dispo-sición que tenemos hacia el bien o elmal. Por ejemplo, podemos vernos anosotros mismos como amables y ca-ritativos, aunque podemos tenercierta inclinación a contar chistes ra-cistas, lo cual contradice nuestracompasión. Puede que creamos quesomos pacientes y longánimes, peroentonces los demás pueden observarunos ligeros síntomas de enojo cuan-do estamos al volante y de repenteotro conductor se interpone ante no-sotros. Podemos vernos como seres

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    compasivos y tolerantes entre nues-tros compañeros de trabajo y nues-tros vecinos, mientras que nuestrosfamiliares más cercanos pueden te-nernos por intolerantes y crueles.

    El uso que hacemos del tiempo,en especial del tiempo libre, revela ladisposición que tenemos hacia elbien o el mal. El Señor declaró:“Porque el que es fiel y sabio en estavida es considerado digno de heredarlas mansiones preparadas para él pormi Padre” (D. y C. 72:4). Algunaspersonas llenan los fines de semana ysus tardes libres con televisión,mientras que otros acuden al templo,estudian las Escrituras y leen otros li-bros espléndidos, enseñan a sus hijospequeños a leer y a escribir, visitan alos pacientes enfermos en los hospi-tales, comparten el Evangelio consus vecinos, trabajan en su historiafamiliar y participan en proyectos demejora comunitaria, así como enotras incontables actividades respe-tables. La de éstos es la disposición ahacer el bien continuamente.

    Nuestra actitud también refleja ladisposición que tenemos hacia elbien o el mal. La crítica inveterada yel pesimismo persistente, así comolas actitudes semejantes del sarcas-mo y el cinismo, con frecuencia re-flejan una falta de fe y confianza enel Señor y una constante impacien-cia porque Su gran plan de felicidadse despliegue en nuestra vida. Nefiadvirtió enérgicamente que debemos“seguir adelante con firmeza enCristo, teniendo un fulgor perfectode esperanza y amor por Dios y portodos los hombres” (2 Nefi 31:20).

  • El uso que hacemos del tiempo,

    en especial del tiempo libre,

    revela nuestra disposición ha-

    cia el bien o el mal.

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    En el capítulo final del Libro deMormón, Moroni reafirma que “debehaber fe; y si debe haber fe, tambiéndebe haber esperanza; y si debe ha-ber esperanza, debe haber caridadtambién” (Moroni 10:20). Además,enseñó que esa caridad, fe y esperan-za son esenciales para la salvación enel reino de Dios (véase Moroni10:21).

    Moroni procede entonces a reali-zar una observación muy importan-te: “Y si no tenéis esperanza, oshallaréis en la desesperación; y la de-sesperación viene por causa de la ini-quidad” (Moroni 10:22). Moroni nodijo que la desesperación viene porcausa de la adversidad. Hay numero-sas personas cuyas doloridas almashan sido probadas hasta el límite, pe-ro que permanecen fieles y firmes. Esla iniquidad la que produce desespe-ración, porque la iniquidad aleja alConsolador, el cual es una gran fuen-te de fe y esperanza. La desespera-ción se manifiesta en la falta de fe, enla ausencia de esperanza y en el nodemostrar caridad hacia quienes noshayan ofendido o intentado destruirnuestros sueños. Sin la intervencióncicatrizante de la fe, la esperanza y lacaridad, la decepción pronto se tornaen pesar, y luego en desesperación.

    El presidente Boyd K. Packer, ac-tualmente Presidente en Funcionesdel Quórum de los Doce Apóstoles,afirma: “Desde el principio se dispu-so que la vida nos presentaría un de-safío constante; es normal sufrir algode ansiedad, de depresión, de desilu-sión e incluso algunos fracasos”. Yluego añadió: “Enseñen a nuestros

    miembros que si tienen un día des-graciado de vez en cuando, o variosconsecutivos, los enfrenten firme-mente. Las cosas se arreglarán.Existe un gran propósito para nues-tra lucha en la vida” (“That All MayBe Edified”, 1982, pág. 94). Mientrasvivamos en rectitud y continuemosnutriendo nuestro testimonio y nues-tra fe, incrementando nuestra con-fianza y esperanza en un PadreCelestial amoroso, y persistamos entratar a los demás con caridad —elamor puro de Cristo—, nuestras de-silusiones no se tornarán, en últimainstancia, en angustia, desesperanzay desesperación.

    DISPOSICIONES HUMANAS Y

    DIVINAS

    Es bueno contrastar nuestra dis-posición humana con la disposicióndivina de Jesucristo. Durante Su mi-nisterio terrenal, el Salvador recono-ció humildemente: “…nada hagopor mí mismo, sino que según me en-señó el Padre… porque yo hagosiempre lo que le agrada” (Juan8:28–29). En el jardín de Getsemaní,en las profundidades de la agonía,oró dócilmente: “…no se haga mivoluntad, sino la tuya” (Lucas22:42), reflejando así “la voluntaddel Hijo siendo absorbida en la vo-luntad del Padre” (Mosíah 15:7).

    Después de que a Abraham se lemandó sacrificar a su hijo Isaac,

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    19

    demostró al Señor y a su posteridadque tenía la disposición a hacer elbien continuamente cuando “se le-vantó muy de mañana” (Génesis 22:3;cursiva agregada) para hacer los pre-parativos necesarios para el sacrificioque preveía se requeriría de él.

    José, bisnieto de Abraham, pro-porciona otro ejemplo impresionantede una disposición firme a eludir elmal y hacer lo bueno de continuo.Cuando la esposa de su señor inten-tó seducirle, José respondió indigna-do: “…¿cómo, pues, haría yo estegrande mal, y pecaría contra Dios?”(Génesis 39:9). Y luego huyó de supresencia. José había decidido mu-cho antes de conocer a la esposa dePotifar que jamás ofendería a Dios.

    Una vez que Alma fue ultrajado,escupido y echado de la ciudad deAmmoníah, se le apareció un ángelque le mandó volver al mismo am-biente hostil del cual había sido ex-pulsado. Su amor por Dios antes quetemor alguno a los hombres y su

  • Fortalecemos nuestra disposición

    para hacer el bien cada vez que

    hacemos convenios y los honramos.

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    disposición a hacer el bien se ponende manifiesto en el hecho de que“volvió prestamente a la tierra deAmmoníah” (Alma 8:18; cursivaagregada).

    Cuando el profeta José Smith re-lató los acontecimientos relaciona-dos con la Primera Visión y laposterior aparición del ángel Moroni,confesó que, en ocasiones, había“[manifestado] las debilidades de lajuventud y las flaquezas de la natura-leza humana”, pero se apresuró aañadir: “Esta confesión no es motivopara que se me juzgue culpable decometer pecados graves o malos,porque jamás hubo en mi naturalezala disposición para hacer tal cosa”(José Smith—Historia 1:28).

    La disposición natural que elProfeta tenía para hacer el bien que-dó demostrada durante el Campo deSión. En mayo de 1834, el Profeta ylos demás hermanos se hallaban enel proceso de levantar las tiendas en

    las praderas de Illinois cuando, de re-pente, algunos de los hermanos des-cubrieron tres serpientes de cascabely estaban a punto de matarlas. ElProfeta intervino de inmediato, en-señando: “¡Déjenlas en paz, no leshagan daño! ¿Cómo habrá de perderel veneno la serpiente, mientras lossiervos de Dios posean la misma dis-posición y continúen haciéndole laguerra? Los hombres deben llegar aser pacíficos antes de que la creaciónbruta lo sea; y cuando los hombrespierdan su disposición maligna y ce-sen de destruir la raza animal, el leóny el cordero vivirán juntos y el niñopequeño jugará sano y salvo con eláspid” (History of the Church, tomoII, pág.71). El profeta José vivió se-gún predicó.

    Tal es la disposición que nace dela admonición del Salvador, cuandodijo: “…Amad a vuestros enemigos,bendecid a los que os maldicen, ha-ced bien a los que os aborrecen, yorad por los que os ultrajan y os per-siguen… Porque si perdonáis a loshombres sus ofensas, os perdonarátambién a vosotros vuestro Padre ce-lestial” (Mateo 5:44; 6:14).

    Las palabras del profeta JoséSmith se aplican al presidenteGordon B. Hinckley: “El hombreque se siente lleno del amor de Diosno se conforma con bendecir sola-mente a su familia, sino que va portodo el mundo, con el deseo de ben-decir a toda la raza humana”(Enseñanzas, pág. 208). El exhausti-vo calendario de viajes del presiden-te Gordon B. Hinckley, exhaustivopara quienes lo acompañan,

    L I A H O N A

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    demuestra la disposición que tienepara hacer el bien continuamente,haciendo a un lado las comodidadesdel hogar para poder bendecir a lossantos por toda la tierra.

    LA “DISPOSICIÓN DE CASI TODOS

    LOS HOMBRES”

    El Señor nos ha advertido en larevelación moderna “que la natura-leza y disposición de casi todos loshombres, en cuanto reciben un pocode autoridad, como ellos suponen, escomenzar inmediatamente a ejercerinjusto dominio” (D. y C. 121:39).Puedo detectar el injusto dominiomás fácilmente en los demás que enmí mismo. Puedo considerarme fran-co, decidido y exigente, mientras quelos demás pueden verme como unapersona descortés, desconsiderada ypoco razonable. Una de las más gran-des salvaguardas contra la disposi-ción hacia el injusto dominio es elprincipio de presidencia y el sistema deconsejos de la Iglesia. Cuando los lí-deres humildemente buscan y escu-chan el consejo de los demás, ycuando los miembros de la familia seaconsejan entre sí, por lo general to-man decisiones que recibirán laaprobación ratificatoria del Señor(véase D. y C. 107:26–31).

    Nuestra disposición para hacer elbien o el mal se refleja a menudo ennuestras interpretaciones de losmandamientos y en nuestra reacciónal consejo de las AutoridadesGenerales. Algunas personas, porejemplo, tratan de negociar una defi-nición muy estrecha del diezmo, peroprefieren una interpretación muy

  • El profeta José Smith enseñó que

    “cuando los hombres pierdan su

    disposición maligna y cesen de

    destruir la raza animal, el león y el

    cordero vivirán juntos”.

    amplia de la Palabra de Sabiduría. Enpalabras del élder Marion G.Romney (1897–1988), por entoncesdel Quórum de los Doce Apóstoles:“Hay aquellos entre nosotros quetratan de servir a Dios sin ofender aldiablo” (“The Price of Peace”,Speeches of the Year, 1 de marzo de1955, pág. 7). Pero hay muchos otrosSantos de los Últimos Días fieles cu-yas vidas reflejan la disposición delSalvador, quien siempre buscó haceraquellas cosas que complacían a SuPadre (véase Juan 8:29).

    GUARDAS DE LOS CONVENIOS

    Fortalecemos nuestra disposicióna hacer el bien cada vez que hace-mos convenios y los honramos.Cada vez que participamos en lasordenanzas del sacerdocio, descien-den los poderes de lo alto y nosacercan a los cielos. Los que partici-pan de la Santa Cena y de las orde-nanzas del templo con corazonespuros y guardan fielmente sus con-venios no precisan de largas instruc-ciones en cuanto a la modestia en elvestir, el pago de una ofrenda deayuno generosa y un diezmo ínte-gro, la obediencia a la Palabra deSabiduría y la santificación del díade reposo. No necesitan severos re-cordatorios sobre el compartir elEvangelio con los demás, asistir altemplo con frecuencia, realizar lainvestigación de historia familiar, osobre hacer sus visitas de orienta-ción familiar o de maestras visitan-tes. Tampoco se les tiene queindicar que deben visitar al enfermoy servir al necesitado.

    Éstos son los santos fieles delDios Altísimo que guardan los sa-grados convenios que han concer-tado en la casa del Señor, “con ladeterminación de servirle hasta elfin, y verdaderamente [manifies-tan] por sus obras que han recibidodel Espíritu de Cristo para la remi-sión de sus pecados” (D. y C.20:37). Los que observan los con-venios “[están] dispuestos a llevarlas cargas los unos de los otros” yestán dispuestos a “llorar con losque lloran; sí, y a consolar a los quenecesitan de consuelo, y ser testigosde Dios en todo tiempo, y en todaslas cosas” (Mosíah 18:8–9). Ellosviven la ley de consagración. Todosu tiempo, sus talentos y sus recur-sos económicos pertenecen alSeñor.

    El guardar sus convenios les hapermitido desarrollar la disposición ahacer lo bueno continuamente, y“están dispuestos a tomar sobre sí elnombre [del] Hijo, y a recordarlesiempre, y a guardar sus mandamien-tos que él les ha dado” (D. y C.20:77; cursiva agregada). El guardarlos convenios los hace merecedoresde recibir la bendición prometida enla oración sacramental de que “siem-pre puedan tener su Espíritu consigo”(D. y C. 20:77; cursiva agregada); yla compañía continua del Espíritucultiva una disposición a hacer lobueno.

    Ruego que siempre “[sigamos]adelante con firmeza en Cristo, te-niendo un fulgor perfecto de espe-ranza y amor por Dios y por todoslos hombres” (2 Nefi 31:20). Al hacerlo, podremos llegar a ser como los del pueblo del reyBenjamín, quienes “no [tenían]más disposición a obrar mal, sino ahacer lo bueno continuamente”(Mosíah 5:2). �

  • ILUSTRACIÓN FOTOGRÁFICA POR KELLI PRATT.

    PREGUNTAS Y RESPUESTAS

    Estas respuestas se dan como ayuda y orientación para los miembrosde la Iglesia, y no como doctrina religiosa.

    ¿Por qué debería preocuparme por pagar el diezmo?Gano tan poco dinero que estoy seguro de que mi diezmono es muy importante. ¿Por qué debería preocuparme porpagar el diezmo?

    LA RESPUESTA DE LIAHONA

    La mayoría de los debates sobre eldiezmo giran alrededor de sus usos:la edificación de templos y centrosde reuniones, el apoyo a la obra mi-sional, la financiación de operacio-nes cotidianas de la Iglesia, etc. Loprimero que debemos entender so-bre el diezmo es que el Señor no ne-cesita nuestro dinero. Tanto estatierra como innumerables otras sonSuyas, y si lo deseara, podría finan-ciar Su obra de algún otro modo. Porejemplo, podría volver los guijarrosdel camino en diamantes y hacerque los diáconos los recogieran.Podría enviar a los líderes de laIglesia de pesca y hacerles atraparpeces que tuvieran monedas valiosasen la boca (véase Mateo 17:27). Osimplemente podría hacer que losrecursos de la Iglesia nunca se ago-taran (véase 1 Reyes 17:8–16).Podría hacer todo esto, pero no lohace, lo cual significa que la ley deldiezmo debe tener un propósito ma-yor que el de meramente financiar laobra del Señor.

    ¿Cuál es ese propósito mayor?Como muchos de nuestros lectoresexplican en sus respuestas, la ley deldiezmo será, no tanto para benefi-ciar a la Iglesia económicamente, si-no para bendecir espiritualmente acada uno de los que la obedezcan. Eldiezmo tiene que ver con la fe, y notanto con el dinero. Al Señor no leinteresa el número de pomos ni dehimnarios que se puede comprarcon tu diez por ciento. Más bien, leinteresa la condición de tu corazóny tu disposición para cumplir Su voluntad.

    El diezmo es un mandamientofundamental, uno sobre el cual seapoyan otros temas mayores. Sóloaquellos miembros de la Iglesia quepaguen un diezmo íntegro puedenrecibir las ordenanzas del templo, yel Señor nos dice que aquellos quepaguen el diezmo no serán quemadosdurante la Segunda Venida (véase D. y C. 64:23).

    El pago del diezmo parece ser unamedida espiritual del compromisoque una persona tenga hacia el

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    Señor. Esta ley, dijo el presidenteJoseph F. Smith (1838–1918), prue-ba la lealtad de los Santos de losÚltimos Días: “Por este principio sepodrá saber quiénes están a favor delreino de Dios y quiénes están encontra. Por este principio se manifes-tarán aquellos cuyo corazón está dis-puesto a hacer la voluntad de Dios y a guardar Sus mandamientos… ytambién se manifestarán quienes sehayan opuesto a este principio y sehayan privado de las bendiciones deSión” (Enseñanzas de los presidentes dela Iglesia: Joseph F. Smith, 1998, pág.296).

    Referente al diezmo, lo que im-porta no es la cantidad sino la acti-tud. El diezmo forma parte de unaley mayor, la ley de consagración,una ley que debemos aceptar y vivirsi deseamos obtener una herencia enel reino celestial. La consagraciónconsiste en la disposición para em-plear todo aquello con lo que elSeñor nos ha bendecido, inclusonuestra propia vida, para edificar Sureino en la tierra. El diez por ciento

  • Ruth Kissi

    David Lelogeais

    Danuta Pullig Galvão

    Élder Álvaro Yépez

    Anthony L. Ekpezu

    Élder Armel F. Severin Ikoue

    es una parte pequeña de lo que Élnos da y, en cierta forma, es lo menosque podemos hacer.

    LAS RESPUESTAS DE LOS LECTORES

    Al pagar el diezmo, demostramosnuestro amor hacia nuestro PadreCelestial y edificamos Su reino. Noimporta lo mucho ni lo poco que ga-nemos; si amamos a nuestro PadreCelestial, le demostramos nuestraobediencia.Ruth Kissi,

    Barrio Hägersten,

    Estaca Estocolmo Sur, Suecia

    Yo no gano mucho dinero, peroobedezco la ley del diezmo con gusto.El ejemplo de mis padres y mi propiotestimonio convierten en un placerel participar en la gran obra del reinode Dios en la tierra.David Lelogeais,

    Barrio Salon,

    Estaca Niza, Francia

    No importa lo pequeño que sea eldiezmo, será de gran valor a los ojosde Dios ya que estás obedeciendo Suley. Tus bendiciones no serán más pe-queñas por causa de una cantidadpequeña. Lo poco que se recibe demuchos constituye un todo másgrande.Danuta Pullig Galvão,

    Barrio Méier,

    Estaca Rio de Janeiro, Brasil

    Jesucristo mismo dio la respuestacuando nos dio el ejemplo de la viu-da pobre que donó dos blancas (véa-se Marcos 12:41–44). Lo másimportante es tener un corazón dis-puesto y el amor puro de Cristo. El

    Señor considera la calidad y no lacantidad de nuestro donativo.Élder Álvaro Yépez,

    Misión Venezuela Barcelona

    Cuando pagamos un diezmo ínte-gro, recibimos bendiciones de nues-tro Padre Celestial, tal como se nospromete en Malaquías 3:10. Peropuede que esta bendición no sea elrecibir más dinero. Las bendicionesque recibimos pueden ser espiritualeso físicas.

    El servir en la casa del Señor esuna de las muchas bendiciones quehe recibido por haber pagado undiezmo íntegro. Nuestros hermosostemplos son bendiciones que proce-den del pago del diezmo.Anthony L. Ekpezu,

    Rama Calabar 2,

    Distrito Calabar, Nigeria

    El Señor nos pide que paguemosde forma honrada una décima partede nuestros ingresos, cualquiera quesea la cantidad que recibamos. Es unaprueba de nuestra fe. Él no precisa denuestras donaciones para financiarSu Iglesia, pero nosotros sí precisa-mos de Sus dones. Si pagamos undiezmo íntegro, seremos las personasmás felices de la tierra, la cosecha denuestros campos será abundante y laobra del Señor avanzará.Élder Armel F. Severin Ikoue,

    Misión Costa de Marfil Abiyán

    Cuando terminé la secundaria,conseguí un empleo en el que no mepagaban mucho y tenía vergüenza depagar un diezmo tan pequeño. Unode mis amigos me recordó aJesucristo cuando alabó a la viuda

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  • Fabián Argote Montalvo

    Hermana Mustapha Tina

    Ihuoma Chidiebere

    Jean Pyeere Moreira

    pobre (véase Lucas 21:1–4). A partirde entonces no he vuelto a pensar deesa manera. Continué pagando undiezmo íntegro y más tarde fui ben-decido al poder conseguir un empleomejor y ganar dinero para mi misión.Fabián Argote Montalvo,

    Barrio Las Granjas,

    Estaca Neiva, Colombia

    Siempre debemos recordar la ad-monición de nuestro Salvador de nohacernos tesoros en la tierra sino enel cielo (véase Mateo 6:19–21). Nosiempre debemos esperar más dineroen forma de bendición por pagar eldiezmo. Recibimos muchas bendicio-nes de Dios por pagar el diezmo y pa-ra mí una de ellas es el poderdedicarme por entero a la edificaciónde Su reino.Hermana Mustapha Tina,

    Misión Nigeria Enugu

    No recibimos ninguna bendiciónde Dios si al pagar el diezmo somos dedoble ánimo. Si nos sentimos obliga-dos a pagar el diezmo o lo pagamosmotivados por el temor a lo que nospueda pasar si no lo hacemos, lo esta-mos pagando a regañadientes y quizásno debamos esperar recibir bendiciónalguna. En ocasiones somos sincerosal pagar el diezmo pero no vemos nin-guna bendición física. No es que Diosnos haya olvidado, pero tenemos queesperar. Él tiene bendiciones infinitaspara Sus hijos que obedecen Sus man-damientos, pero éstas se manifestaránen el tiempo del Señor. Debemos per-severar hasta el fin.Ihuoma Chidiebere,

    Rama Umunwanwa,

    Estaca Umuahia, Nigeria

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    Hay varios motivos por los quedebemos pagar el diezmo. Permítememencionar tres de ellos: (1) es unmandamiento del Señor; (2) no im-porta lo poco que paguemos, estare-mos haciendo nuestra parte paraestablecer Sión en la tierra; y (3) for-talece nuestro testimonio.Jean Pyeere Moreira,

    Barrio Itinga,

    Estaca Joinville, Brasil

    Si nuestros lectores desean que estasección de PREGUNTAS Y RES-PUESTAS sea más útil, sírvanse con-testar la pregunta que aparece acontinuación. Envíen su respuesta antesdel 1° de agosto de 2001 a: QUES-TIONS AND ANSWERS 08/01,Liahona, Floor 24, 50 East NorthTemple Street, Salt Lake City, UT84150–3223, USA; o a la dirección decorreo electrónico [email protected]. La respuestaque envíen puede estar escrita a máqui-na o con letra legible en su propio idio-ma. A fin de que su respuesta se tomeen consideración, deben incluir su nom-bre completo, edad, dirección, barrio yestaca (o rama y distrito). Si es posible,incluyan su fotografía; ésta no se devol-verá. Se hará una selección representa-tiva de todas las respuestas.

    PREGUNTA: Los pocos miembros de laIglesia de mi escuela que tienen mi edadse ríen de mí o me evitan. En la iglesia escomo si no existiera y mis únicos buenosamigos no son miembros. ¿Debo siquieraintentar hacer amistades con los jóvenesde mi barrio, o debo pasar más tiempocon mis amigos que no son miembros pe-ro que son más cristianos? �

  • AUMENTEMOS NUESTRA ESPIRITUALIDAD PORMEDIO DEL AYUNO Y LA ORACIÓN

    MENSAJE DE LAS MAESTRAS VISITANTES

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    P ara su sorpresa, Alma se en-contró con sus amigos, los hi-jos de Mosíah, cuandoregresaban de prestar servicio misio-nal entre los lamanitas durante ca-torce años. Se regocijó por la fe yfidelidad de ellos y por la devocióncon la que habían servido. Con ante-rioridad, Alma y los hijos de Mosíahhabían perseguido a los miembros dela Iglesia, pero desde su conversión,se habían convertido en “hombres desano entendimiento” porque “habíanescudriñado diligentemente lasEscrituras” y “se habían dedicado amucha oración y ayuno; por tantotenían el espíritu de profecía y el es-píritu de revelación, y cuando ense-ñaban, lo hacían con poder yautoridad de Dios” (Alma 17:2–3;véase también Mosíah 27:8–37).

    OFREZCAMOS NUESTRA ALMA

    ENTERA A CRISTO

    Si queremos desarrollar una ma-durez espiritual semejante a la deAlma y los hijos de Mosíah, tenemosque hacer lo que hicieron ellos: obe-decer los mandamientos, estudiar lasEscrituras, servir a nuestras familias ya nuestro prójimo, y combinar todosesos esfuerzos con el ayuno y la oración.

    Anteriormente en el Libro deMormón, Amalekí testificó que sivenimos a Cristo y le ofrecemos“[nuestras] almas enteras

    como ofrenda, y [continuamos] ayu-nando y orando, y [perseveramos]hasta el fin;” seremos salvos (Omni1:26). Puesto que el alma consistedel cuerpo y del espíritu (véase D. y C. 88:15), ofrecemos nuestra al-ma entera cuando sometemos los de-seos tanto del cuerpo como delespíritu a la voluntad de nuestroPadre Celestial. El ayuno y la oraciónnos son de utilidad para aprender acontrolar nuestros apetitos; tambiénnos ayudan a tener “hambre y sed dejusticia” (Mateo 5:6). El ayunar du-rante dos comidas consecutivas, talcomo se nos exhorta a hacer una vezal mes durante el domingo de ayuno,puede refinar el espíritu, fortalecer elcontrol que tiene sobre el cuerpo ytraer a nuestra vida la dichosa in-fluencia del Espíritu Santo (véase D. y C. 59:12–14).

    “MÁS FIRMES EN LA FE DE CRISTO”

    Sheryl Condie Kempton, deOrem, Utah, describe una ocasiónen la que el ayuno y la oración le pro-porcionaron fortaleza espiritual:“Ayuné y oré a fin de poder resistircierta tentación que me había estadomolestando. Los resultados fueronmilagrosos: no solamente pude resis-tirla, sino que también cesó de seruna tentación” (“El ayuno: Un donde gozo”, Liahona, julio de 1978, pág. 30).

    Para que el ayuno nos ayude a in-crementar la espiritualidad, debe iracompañado de la oración ferviente.Es más, el contribuir al fondo deofrendas de ayuno enternece el cora-zón y abre las ventanas de los cielos.

    Al ayunar, debemos ser prudentesy hacerlo con moderación, y no de-bemos ayunar si nuestra salud u otrascircunstancias no nos lo permiten.

    Sin embargo, todos los que pue-dan hacerlo deben participar en laley del ayuno. Cuando lo hacemos,somos bendecidos al igual que los ne-fitas que “ayunaron y oraron fre-cuentemente, y se volvieron más ymás fuertes en su humildad, y másy más firmes en la fe de Cristo,hasta henchir sus almas de gozo yde consolación; sí, hasta la purifi-cación y santificación de sus co-razones, santificación que vienede entregar el corazón a Dios”

    (Helamán 3:35). �

  • A P R E C I E M O S E L

    SACRIFICIO DEL SALVADORLÍNEA SOBRE LÍNEA

    CRI

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    N.

    “Cuando vi que la bandeja se acercaba a mi fila, nopude evitar sentirme avergonzado. Ese domingosería la primera vez en mi vida que no habría si-do digno de participar de la Santa Cena. La bandeja seacercaba a mí con rapidez y me hallaba sobrecogido porlos sentimientos. ¿Qué pensarían mis padres cuando notomara la Santa Cena? ¿Y mis hermanos pequeños? Sesuponía que yo era su ejemplo.

    “Cuando llegó la bandeja, la pasé con rapidez, incli-nando la cabeza. Sentía como si todos los que estaban enla capilla me estuvieran mirando.

    “La semana anterior había hablado con mi obispo.Entré en su oficina y comencé a llorar de vergüenza in-cluso antes de sentarme. Cuando le dije todo lo que ha-bía hecho, pensé que se enojaría conmigo, que me diríaque no tenía esperanza alguna de ser perdonado. En vezde eso, me di cuenta de que también él estaba llorando.Me hizo saber que se sentía agradecido por haber acudi-do a él. Me sentía bien al saber que él había sido llamadopor el Señor para ayudarme con mis problemas. Tambiénme sentía bien al saber que tenía alguien con quien ha-blar mientras me esforzaba por aplicar los principios de laExpiación a mi vida. Sabía que podía confiar en el obis-po y que podía compartir mis sentimientos con él.

    “Cuando terminé de hablar con el obispo, me dijo queme amaba. ‘Voy a ayudarte todo lo que pueda para quesoluciones estos problemas’, dijo. En ese momento supeque al final todo saldría bien.

    “La primera vez que no tomé la Santa Cena fue difícil,y tengo que volver a pasar por esa experiencia cada do-mingo hasta que el obispo me diga que puedo volver a to-marla. Pero me siento agradecido por tener la bendicióndel arrepentimiento en mi vida. Sé que puedo volver a serlimpio mediante la expiación de Jesucristo. A causa de es-ta experiencia y de las pruebas por las que estoy pasando,nunca quiero volver a ser indigno. El no participar de laSanta Cena es difícil, pero me ha servido para apreciar másplenamente el sacrificio que mi Salvador hizo por mí”.

    L I A

    El pecado es algo malo; nos hace sentir sucios, in-dignos y avergonzados. Esos sentimientos pueden hacerque el confesar nuestros errores parezca la parte másdifícil del proceso del arrepentimiento. La mayoría delos pecados los tenemos que confesar sólo a nosotrosmismos, al Señor y a la persona o a las personas afecta-das por la transgresión. Sin embargo, otros pecados sonde naturaleza mucho más seria y se deben confesar a ladebida autoridad del sacerdocio, por lo general el obis-po o el presidente de rama. Entre esos pecados serios seincluyen “el adulterio, la fornicación y otras transgre-siones sexuales, y otros pecados de gravedad compara-ble” (Spencer W. Kimball, El milagro del perdón, 1969,pág. 179). El confesar los pecados serios al obispo o alpresidente de rama requiere humildad sincera y un de-seo de ser recto ante Dios. Es un paso necesario paravolver a estar en paz con nosotros mismos y con elSeñor.

    No importa cuáles sean nuestros pecados, el Salvadorsufrió por cada uno de nosotros para que, si nos arrepen-timos, no padezcamos (véase D. y C. 19:16). Quizásnuestro amor por Él no sea completo sino hasta que nohagamos de Su sacrificio algo personal. El presidenteJames E. Faust, Segundo Consejero de la PrimeraPresidencia, explicó: “Siento Su amor y me asombra elprecio que Él pagó por cada uno de nosotros. Me pre-gunto cuántas gotas de sangre se derramaron por mí”.(“Testigos especiales de Cristo”, Liahona, abril de 2001,pág. 21).

    A veces podemos sentirnos desanimados al esforzar-nos por dejar atrás nuestros pecados, pero el Señor estáahí para ayudarnos y nos concede Su tranquilizadoraconvicción:

    “He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados esperdonado; y yo, el Señor, no los recuerdo más.

    “Por esto sabréis si un hombre se arrepiente de sus pecados: He aquí, los confesará y los abandonará” (D. y C. 58:42–43). �

    H O N A

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  • “Por testimonio y testigo”

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    VOCES DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

    E n una ocasión, el presidente de losEstados Unidos preguntó al profeta JoséSmith qué diferencia había entre nues-tra religión y las demás religiones de la época, a lo

    que el Profeta respondió que la diferencia se en-

    contraba en “el don del Espíritu Santo… todas las

    demás consideraciones estaban incluidas en el don

    del Espíritu Santo” (History of the Church,

    4:42). ❦ El tener el Espíritu Santo co-

    mo compañero es uno de los dones

    más grandes que nos ofrece nuestro

    Padre Celestial. El Espíritu Santo

    testifica de la verdad, santifica al

    . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Cuando toqué el timbre, acudió

    un conserje, quien me invitó a

    asistir a las reuniones al

    domingo siguiente.

    J U N I O

    que verdaderamente se arrepiente, nos inviste con

    dones espirituales, sana el corazón quebrantado,

    revela, enseña y consuela. Fundamentalmente, el

    Espíritu Santo es el Espíritu de paz. Tal como en-

    seña el presidente Gordon B. Hinckley, e ilustran

    los siguientes relatos, cuando tenemos la compa-

    ñía del Espíritu, tendremos “felicidad en el cora-

    zón” y sentiremos “esa paz que… incluso

    en medio del conflicto… procede de

    un testimonio de la veracidad de es-

    ta obra” (“Las palabras del Profeta

    viviente”, Liahona, junio de 2001,

    pág. 35).

    . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Una visión más elevadapor Hugo Ibáñez

    Siempre había soñado con volar,por lo que en diciembre de 1961,a la edad de veintiún años, conseguíla licencia de piloto. Siempre que meencontraba deprimido o tenso, subíaa un avión y, luego de pasar un ratovolando, me sentía mucho mejor.

    Después de un año, tras haber rea-lizado 84 horas de vuelo, dejé laaviación. Aunque volar me habíarelajado, me di cuenta de que esta-ba buscando algo más, una paz inte-rior que no podía encontrar en elvuelo.

    Diez meses de vagar fueron sufi-cientes para convencerme de que talvez no encontraría tampoco en tierrafirme aquello que estaba buscando.Pensé que el trasladarme a diferentes

    D E 2 0 0 1

    29

    localidades sería la respuesta, perono lo fue, así que comencé a investi-gar las diferentes filosofías religiosas.Durante los siguientes dieciochoaños, investigué muchas iglesias yllegué a ser activo en unas cuantasde ellas.

    Un día visité la iglesia que se ha-llaba a tres cuadras de nuestra casa.Cuando toqué el timbre, acudió unconserje. Le dije que tenía dos hijosadolescentes que precisaban perte-necer a un grupo de jóvenes.“¿Tienen ustedes Boy Scouts?”, lepregunté, y él me dijo que sí.

    Entonces le pregunté si su iglesia

  • Siendo la más joven y la única

    miembro soltera de la familia, es-

    taba completamente asolada por

    la muerte de mis padres; pero mi

    Padre Celestial tenía otros planes

    para mí.

    se basaba en la Biblia, a lo que nue-vamente respondió que sí, que se ba-saba en la Biblia y en el Libro deMormón, y me invitó a asistir a lasreuniones al domingo siguiente.Marcelo, mi hijo de 13 años, se en-contraba viajando con unos amigos,por lo que invité a mi otro hijo,Sergio, de 15, a acompañarme. Fueconmigo, aunque no tenía muchasganas de hacerlo.

    Cuando entramos en la capilla,varios miembros nos recibieron deforma amable. Un hombre mayornos presentó rápidamente a los misioneros, quienes empezaron esemismo día a enseñarnos las charlas.Cuando Marcelo regresó de su viaje, se incorporó a las charlas. El Espíritu nos tocó el corazón y el 16 de febrero de 1980 mis hijos yyo nos convertimos en miembros deLa Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días. Mi es-posa, Isabel, se bautizó un mes mástarde.

    Han pasado casi cuarenta añosdesde que comencé a buscar esa paz interior en lugares que estabanfuera de mí. Hoy día, gracias al Evangelio de Jesucristo, veo mu-cho más lejos que cuando iba enavión; veo un mundo más real yhermoso que el que vi desde el aire;veo un mundo y una vida llenos del amor de Dios y creo que nosaguardan glorias aún mayores en elvenidero.

    Hugo Ibáñez es miembro del Barrio

    Montevideo 4, Estaca Montevideo Oeste,

    Uruguay.

    Hice el experimentopor Lydie Zebo Bahie