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    Pequeo

    LIBROde los

    Bosques deMontaaRecordatorio de un ao necesario

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    SalvadorTovarRos

    OlgaAguilar

    LuisaAlonsoCires

    F.JavierAlonso

    ...Y el rbol que ha querido no ser nunca otra cosa,que la tierra sostiene y que el viento golpea,

    desfallece ante el hacha y ante el fuego que acosay retuerce sus ramas y hacia el cielo se eleva.

    Y no hay llanto ms triste, dolor ms laceranteque un rbol derribado o un rbol llameante.

    Lolita Juan, una voz del pueblo

    EDITA: RedMontaas, 2011TEXTOS:los autores y RedMontaas. Lostextos de este trabajo han sido creadospor sus autores como contribucin ala Jornada sobre Bosques de Montaa,celebrada el 5 de noviembre de 2011en Valsan, Segovia.

    FOTOGRAFAS: las fotografas de estetrabajo han sido gentilmente cedidaspor los participantes en el concursode fotografa + microhistoria Qu

    dicen los bosques? organizado porRedMontaas durante el veranode 2011, en celebracin del AoInternacional de los Bosques.

    FINANCIAN:FEADERMINISTERIO DE MEDIO AMBIENTE,Y MEDIO RURAL Y MARINO

    COLABORAN:Fundacin ONCEPatagoniaViajes Trekking y AventuraSedn Oficina de ImaginacinEdiciones Desnivel

    DISEOYMAQUETACIN:Estudio3esSedn Oficina de Imaginacin

    FOTOGRAFADEPORTADA: Luis Alejos

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    PrlogoEN PLENO OTOO DEL AO INTERNACIONAL DE LOS BOSQUES, este libro desea ser un modesto pero

    entusiasta homenaje a los bosques de montaa, y aportar una nota complementaria a los extensos conteni-dos tcnicos y cientficos que han llenado una gran parte de los eventos sucedidos a lo largo de este ao desensibilizacin y celebracin en torno a los bosques.

    En busca, por tanto, de una contrapartida cultural, emocional, sensorial e intelectual a lo cientfico y lo tcnico,el lema Qu dicen los bosques? ha servido de secreta excusa para ponerse a la tarea de explorar y descubrir lasmuchas riquezas que la inmersin vital en los bosques ofrece a los sentidos, al corazn y a la mente.

    Para conseguirlo hemos buscado observadores, portavoces, intrpretes y testigos de los bosques, hemos captu-rado voces de los bosques y concitado, tambin, las voces de quienes dialogan con ellos. Por eso el contenidode este libro es diverso como los propios bosques, y al mismo tiempo un poco fuera de lo comn, como sos,un tanto especiales, que son los bosques de las montaas. Aqu tenis todo lo que hemos hallado.

    Para comenzar encontraris, de la mano de sus protagonistas y autores, unos textos y resmenes que, aunquebreves, os darn una idea de las intervenciones que se sucedieron en el transcurso de la Jornada sobre Bosques

    de Montaa, celebrada un da de noviembre en Valsan (Segovia), entre los abrigados pinares que faldean lavertiente norte del Guadarrama.

    Jess Casas, director general de Desarrollo Sostenible del Medio Rural, abrir esta seccin con su particular visinde los rboles, bosques y montaas que han enmarcado su itinerario profesional y vital. Seguiremos nosotros,

    RedMontaas, y nuestro querido Javier Dons, director desde 1985 del Centro de Montes de Valsan, continuan-do con el sabio etnobotnico Emilio Blanco y por ltimo, pero muy importante, nuestros invitados especialesAlberto Jess Gil Pardo y Elena Rodrigo, ciegos totales y afiliados a la ONCE, que, como enlaces entre el mundo

    visual y todos los dems mundos posibles, nos transmitirn su propia perspectiva de la vivencia de los bosques.

    A continuacin veris, en forma de exposicin en miniatura, los diez trabajos premiados del concurso de fo-

    tografa y microhistoria Qu dicen los bosques?, organizado por RedMontaas para difundir el Ao Interna-cional de los Bosques y para celebrar los mejores testimonios del dilogo, ntimo y diverso, entre los bosques

    y sus visitantes humanos. Los premios han sido posible gracias al patrocinio de nuestras compaas amigas:Patagonia, Trekking y Aventura, Sedn Oficina de Imaginacin y Editorial Desnivel.

    Acto seguido se ofrece un compendio de diversas notas, ideas y pinceladas sobre los bosques de montaa,magnficamente rematado por el texto El sonido de las montaas, elaborado por el especialista Carlos de Hitacomo acompaamiento del montaje de sonido que, siguiendo el guin doce meses, doce bosques, constituyeuna gua de lujo para la interpretacin de los paisajes sonoros de nuestros bosques de montaa, en forma deCD que se incluye en este libro.

    Que lo disfrutis!

    RedMontaas, noviembre de 2011

    By the sacred grove, where the water flowsWe will come and go, in the forest

    In the summer rain, we will meet againWe will learn the code of the ancient ones

    Van Morrison, In the forest

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    De las razonesy los principiosCREO QUE TARD MUCHOS AOS en entender loque realmente significa un bosque. Tal vez an no loentienda del todo. Me temo que an, mucho de lo quetodava pienso y siento sobre los bosques es el resultadode lo que, lentamente, durante mucho tiempo, construen mi imaginacin. En mi infancia, los bosques eran unescenario mgico y nebuloso. Un escenario en donde lassombras, las luces y los reflejos se sucedan y se aden-

    saban, para conformar confusin y neblina donde todo,seres y pensamientos, se tornaban oscuros, apagados,difusos, casi indistinguibles. Por eso an hoy, hablar debosques me rescata de la memoria a la imaginacin algodel rescoldo atvico de los cuentos de invierno, de loslibros de viento y fro, de los habitantes del pasado queun da se internaron en las sombras para no volver. Enel bosque se refugiaba lo que no se quera dejar ver, yse enmascaraba lo que no se poda dejar mirar.

    Cuando crec un poco ms, una contradiccin interna sedesat con toda su virulencia. Un alma de espacios abier-tos descubra que su pas era, segn le contaban, pocomenos que un desierto, y en consecuencia deba militar enla causa, aparentemente titnica, de recuperar el bosque.

    En esa contradiccin me form, y en esa contradiccinestoy. Cierto es que, tras recorrer centenares de kilmetrospor lares y rincones, donde consigo sentirme ms vivo esapostado frente a los espacios libres y los horizontes abier-

    tos. En los oteros, en los rasos, un poco en los cortados yen los caones y siempre, siempre, en la perspectiva y enla distancia, he aprendido a mirar lejos, y ver.

    Con las montaas la relacin es distinta. Logro entenderel mensaje escondido que se refugia en cada descarnadura,en cada arista, en cada silueta. La montaa me ense miescala, me ofreci referente y horizonte. Me permiti en-tender de proporciones. Me hizo ms humano, tal vez mssencillo, incluso ms elemental. Siempre la respet, y siempre

    me he sentido respetado. Aprend a leerla y a escucharlaDibujando sus perfiles he reconstruido mucho del devenir deeste planeta. Siempre la he considerado escenario de fondo.

    Finalmente, aceptar el bosque, perderle miedo y despegarlas nieblas atvicas de mi mente fue un producto delconocimiento y de la reflexin intelectual. No poda unconservacionista no amar los bosques Y sin embargo,an hoy, cuando bajo las defensas culturales, son pocoslos bosques que no me inspiran algn recelo.

    Pero sobre todo, llegu a los bosques a travs de losrboles; s creo amar, y mucho, a los rboles. He gana-

    do horas y horas de mi vida dejndome llevar por sussiluetas, movindome con sus hojas, acompasndome ensu balanceo, rebuscando entre el humus que alimentasus races, acariciando troncos, o tratando de adivinar

    vidas e historias en cada cicatriz y en cada rasguo.Los rboles son el referente silencioso de casi todo.Son la constatacin de la importancia de la lentitud

    y la manifestacin ms valiente de la esperanza. Noentendera mi mundo sin rboles. Cuando empec a

    leer los bosques como agrupacin vital de rboles, partedel miedo atvico se perdi. La masa informe del verdeindisimulado empez a cobrar sentido, individualidad,incluso justificacin. De rbol en rbol comenc a aven-turarme en el bosque.

    Todava hoy, lustros transcurridos, penetrar en un bos-que es la aventura de buscar sus rboles, sus esculturas

    vivientes, las huellas y los signos del edificio de la vida.Creo que entro en los bosques para descubrir sus rboles.

    Con todo, guardo un recuerdo imperecedero de un sen-cillo bosque de montaa de la sierra de Guadarramaen la vertiente madrilea. Aquel era mi primer bosquede pino silvestre, y an me aturde un poco recordar lassensaciones de ese momento mgico en que decid aban-donar, tendra no ms de diez o doce aos, la placidezde la campa verde por el rumor de las ramas. Penetraren aquel mundo vertical de colores asalmonados supusouna bofetada para los sentidos en forma de luces, de

    olores y de sonidos hasta entonces desconocidos. Alatravesar aquella linde haba salvado una discontinuidadcolosal, estaba en otro mundo. Todo lo que all ocurra,

    JESSCASASGRANDE

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    los propietarios de los sonidos y las sombras que creaentrever, eran los dueos de un pedazo de paraso delque en realidad eran rehenes. Esa sensacin, atvica yprimaria, todava me agolpa al evocarla.

    Los aos me han limado las aristas, espero que no mehayan alterado la esencia. Sigo teniendo el mismo miedoa las oscuridades, aunque mi curiosidad autoconstruidano se ha detenido ni ante las selvas tropicales, o las taigas

    norteas o australes. He recorrido bosques y horizontesarbolados, y lo seguir haciendo. Con todo, subyacealgo de sensacin reverencial, de que el bosque, el granbosque, es un espacio que me supera, que me gana, enel que pierdo la perspectiva y las referencias. Lo amo porsus rboles, por lo que representa, y tal vez por lo queme apabulla, pero no soy un ser de los bosques.

    Quiero creer que poseer un corazn estepario no restaun pice de valor a mi aportacin o mi compromiso. No

    hace falta sentirse parte de algo para amarlo, para en-tenderlo esencial, para comprenderlo o para defenderlo.

    Y en eso estoy. En el discurso militante de la defensa delbosque como concepto. Una defensa que, al final, no esnada ms que un captulo pequeo de la lucha por la

    vida, una aspecto de la vocacin por entender nuestraposicin, transitoria, por no decir efmera e irrelevante,en esta carrera csmica. Ni somos importantes, ni somostranscendentes. Simplemente somos, que no es poco. Los

    bosques nos vieron llegar, y nos vern partir.Nuestro pas es el paraso de los espacios abiertos, ellugar perfecto para los que precisamos de distancia, re-lieve, y horizonte. Pero nuestro pas es tambin un pasde bosques, y probablemente mucho ms de lo quepensamos. Y todo parece indicar que lo va a ser anms en el futuro. A la callada, los bosques aumentanen Espaa. Yo me alegro. Y creo que por eso, porqueest bien que estn aqu, poco a poco todos debemos

    asumir que, por mucho que a algunos nos den miedo,los bosques son espacios deseables y posibles, lugaresdonde la armona reina, y que los debemos incorporar

    a nuestra cultura diaria, a nuestro quehacer y a nuestraconvivencia. Deben formar parte de nuestra identidad.

    Los tiempos han cambiado probablemente mucho msdeprisa de lo que nosotros mismos pensamos. Todo seacelera y todo parece ocurrir en tiempo real aceleradoque vive desde su gnesis en el pasado. Tenemos queestar preparados para cambiar y adaptarnos. Tenemosque entender que los escenarios y las situaciones son

    mudables, y que nuestras mejores ideas pueden perdersu brillo e idoneidad en tiempos mucho ms cortos y ve-leidosos que lo que pueda haber ocurrido en los ltimossiglos. Ahora tenemos por delante una tarea singular, quees, simplemente, devolver normalidad y coherencia a esearmonioso querer convivir con el territorio, conservn-dolo. Rubricar la alianza con la Tierra, y a ser posibledefinitivamente. Los conservacionistas, que hemos incor-porado a la sociedad la conciencia ambiental, estamos

    ante el reto de que nuestras ideas no se queden en unsobrenadante forzado, sino que impregnen y calen, tantoen los comportamientos individuales y sociales, comoen la construccin del territorio. Y lo hagan de manerasencilla, ligera, casi inconsciente. Eso, en el lenguaje delos bosques se llama uso racional e integracin, se llamadevolver protagonismo a los actores territoriales. Se llamaponer en valor a los que hacen esfuerzos, y se llama re-conocer las capacidades, las posibilidades, y los destinos.

    Si queremos que los bosques que perduraron y los queahora regresan sean compaeros de viaje, deberemosincorporarlos a nuestra actividad sin que por ello dejende ser bosques. Aprender de sus recursos y aprovecharloscon dignidad ejemplar, ganarles el tiempo que precisan

    y permitirles la capacidad que nos ofrecen. As tal vez,hasta los corazones esteparios que en el futuro segui-rn tronzando estas derrotas, no necesiten tener queaprender a mirar los rboles para poder ver los bosques.

    Jess Casas Grande es actualmente director generalde Desarrollo Sostenible del Medio Rural.

    Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino

    LOSRBOLESSONELREFERENTESILENCIOSODECASITODO.SONLACONSTATACINDELAIMPORTANCIADELALENTITUDYLAMANIFESTACIN

    MSVALIENTEDELAESPERANZA. NOENTENDERAMIMUNDOSINRBOLES

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    AMUCHOS DE NOSOTROS, la evocacin de nuestros prime-ros antepasados nos trae automticamente una estampa depequeas sociedades humanas habitantes de los lugares msestratgicos y favorables de los bosques. Y es que an hoy, enel inconsciente colectivo, el bosque sigue siendo el paradigmade refugio perfecto, protector y nutricio, proveedor no slo delos recursos vitales, sino tambin de la proteccin y seguridadnecesarias para que aquellos antiguos humanos pudieran invertir

    tiempo y capacidades mentales en el desarrollo de habilidadesy de incipientes tecnologas. En esemismo sentido, los bosques tambinofrecieron a la mirada de nuestrosancestros una ingente muestra deprocesos y fenmenos naturales delos que aprender valiosas ensean-zas, desde la primitiva agricultura ola domesticacin de algunos anima-

    les, hasta el manejo del fuego o lasanacin de enfermedades.

    Mucho ms tarde, los descendientesde aquellos primeros moradores delbosque extendieron las civilizacio-nes humanas, utilizando para ello

    justamente la energa, los materia-les, el agua y los alimentos con-tenidos en los bosques, haciendo

    retroceder, sin lmites aparentes, loque antao fueran sus inmensosrefugios protectores.

    En Europa y en Espaa, activida-des humanas como la agricultura, elpastoreo de grandes contingentesde ganado, la construccin de edifi-cios, la construccin naval, en granmedida asociada a los viajes para

    el descubrimiento y colonizacinde las Amricas, la extraccin deminerales, la construccin de ferro-

    carriles... fueron otros tantos sumideros de rboles y superficieforestal hasta hace escasas dcadas, cuando la industrializa-cin y mecanizacin a costa de los combustibles fsiles dio unrespiro a los bosques, y ms tarde cuando el xodo rural hizoposible una lenta reforestacin natural de tierras antiguamentededicadas a la agricultura.

    Hoy los seres humanos nos enfrentamos a un futuro no despro-visto de interrogantes, uno de los cuales se refiere precisamente

    al futuro de los bosques. Los bpedos que hemos trastocado elorden natural sabemos hoy que ne-cesitamos restaurar este orden parasobrevivir, por eso tenemos que es-cuchar qu dicen los bosques en susinfinitos lenguajes, para compren-der lo mucho que hacen por noso-tros y lo mucho que nos necesitan.

    Hemos necesitado casi un milln

    de aos para volver a aprender quelos bosques son esenciales para elser humano, y que nuestra suertecorre paralela a la suya.

    Este libro contiene algunas de lasvoces, miradas e imgenes de losbosques, traducidas al lenguajehumano por quienes han sabidoescucharlos. Quizs no estn todas

    las voces e imgenes posibles, perostas tienen luz propia, porque vie-nen de las montaas.

    En el Ao Internacional de los Bos-ques, tambin RedMontaas quiererendir un pequeo homenaje a losbosques de montaa, que, comotodo lo que se encuentra o acaeceen las montaas, son bosques es-

    peciales, aunque tengan los mismosprotagonistas que sus hermanos losbosques del llano.

    Presentacin deRedMontaas ROSAFERNNDEZ-ARROYOYPEDRONICOLS

    LuisAlejos

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    Los bosques de montaa son aventureros y exploradores; bos-ques con personalidad propia, que trepan laderas, remontandohacia alturas crecientes y climatologas extremas. En algunoslugares, forman espesos pelajes que tapizan lo mineral como unatnica de texturas: frondosas realzando las formas del relieve,conferas delatando los estratos; cromticos bosques de riberadibujando las vaguadas y los cursos de agua. En otros casos,el ropaje verde se ha vuelto jirones inverosmiles, colgados de

    los riscos y aristas, o interpuestos osadamente al flujo de losderrubios: parches de pino negro asentados en las repisas, fa-rallones y terrazas; manchas de abedul creciendo en imposiblesgleras verticales.

    A veces, cuando los escaladores nos separamos del suelo y noscernimos sobre los bosques, escuchamos la voz de los abetosestirndose hacia el cielo, diciendo adis, siguindote con ununnime ejrcito de miradas.

    Otras veces, llegamos escalando a bosques en miniatura que se

    asoman en mitad de la pared de roca, los atravesamos con rumorde cuerdas que arrastran por la hojarasca y con sensacin deinslito juego en medio del vaco, para finalmente abandonar

    el oasis verde y retornar al baile vertical, siempre hacia el cielo,saboreando an el regalo de seguridad, sombra y races, y sin-tiendo en la espalda las miradas del bosque anclado.

    Tambin existen bonsis de bosque virgen, diminutos y ve-nerables, encaramados en estratos y cornisas donde nadie hallegado jams.

    Y adems estn los bosques de montaa con aliento humano,surcados de caminos, recuerdos e historia. Esos bosques quehan regalado calor, cobijo, alimento y memoria a los pueblosde montaa. Los bosques que agrandan el espacio al hacerloms variado, recndito y sorprendente. Los bosques que mu-tan con los meses y los astros, repitiendo ciclos que ayudan aentender lo que ocurre y a incluirnos como parte del territorioque nos alberga.

    A todos estos bosques, desde RedMontaas rendimos nuestrohomenaje y expresamos nuestro amor.

    Rosa Fernndez-Arroyo, biloga, yPedro Nicols, gegrafo y profesor de universidad,

    son respectivamente presidenta y vocal deEducacin en el Paisaje de la asociacin RedMontaas

    HEMOSNECESITADOCASIUNMILLNDEAOSPARAVOLVERAAPRENDERQUELOSBOSQUESSONESENCIALESPARAEL

    SERHUMANO, YQUENUESTRASUERTECORREPARALELAALASUYA

    JorgeCarrin

    JorgeCarrin

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    EL ORGANISMO AUTNOMO PARQUES NACIONALES, depen-diente del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino,es propietario, en el trmino municipal del Real Sitio de SanIldefonso, de los Montes Matas y Pinar de Valsannos1 y 2 delCatlogo de Utilidad Pblica de la provincia de Segovia. Estosmontes poblados principalmente por pino silvestre y rebollo seextienden sobre 10.668 hectreas en las umbras de Pealara,Siete Picos y La Mujer Muerta.

    La propiedad corresponda desde el siglo XII a la Comunidad deCiudad y Tierra de Segovia. Tambin desde antiguo estuvieronvinculados a la Corona, quien primero a travs de la Casa delBosque y despus con el Palacio de Valsan fue imponiendo supresencia. En un principio se adquirieron fincas alrededor del

    Palacio de Valsan, como las de El Bosque, El Parque y el Plan-to. Posteriormente, Carlos III en 1761 incorpora los Montes de

    Valsan al patrimonio de la Corona.

    Durante la Segunda Repblica estas propiedades formaron partedel Patrimonio de la Repblica y en 1940 se incorporaron al

    Patrimonio Nacional, hasta que, en 1982, como consecuenciade la Ley 23/82 de 16 de junio, la propiedad pasa al ICONA. Trasla desaparicin de ste en 1995, queda en manos del OrganismoAutnomo Parques Nacionales.

    El aprovechamiento de estos montes viene realizndose de formacontinua y bajo diferentes formas desde el siglo XII. Para sugestin y conservacin, los reyes promulgaron diferentes RealesCdulas y Ordenanzas. Ha de llegar el siglo XIX y la implantacinde la ciencia forestal en Espaa para que en 1888 y 1889 seredacten y aprueben los proyectos de ordenacinde los montes

    Matas y Pinar de Valsan.

    La superficie de este bosque se encuentra incluida dentro delParque Natural de la Sierra Norte del Guadarramay de la ZEPASierra del Guadarrama. Sobre 587 hectreas del Monte Pinar,se declar en el ao 1930 el Sitio Natural de Inters Nacionaldel Pinar de la Acebeda. Adems, parte de su superficie formarparte del futuro

    Parque Nacional de las Cumbres del Guadarrama.

    Desde lo alto de la sierra en las cumbres, hasta las zonas msbajas de los valles de los ros, la vegetacin se extiende en

    mltiples teselas con un catlogo florstico que supera las 800especies. El visitante encontrar pinares en la mayor parte delmonte, coronados en las partes altas por jabinos, piornos ypastizales. Por debajo, primero la mezcla de ste con el roble ydespus los robledales puros, encinares, pastizales y matorralesde estepa. Tambin se encuentra chopo tembln, avellanos, tejos,acebos, serbales

    En Valsan se dan cita ms de 100 especies de aves nidificantes,

    con el buitre negro, el guila imperial, la cigea negra, comoms representativas.

    El jabal y el corzo junto con la ardilla, pueden ser observadoscon facilidad, pero en el bosque tambin encontraremos, entreotros, a las nutrias, gatos monteses, y ms de quince especiesde murcilagos.

    En las zonas hmedas viven salamandras, tritones, ranas y sapos,y en los cauces trucha, gobio, y bermejuela. En verano podremostoparnos con reptiles como la vbora hocicuda, culebra de collar,lagartija serrana, etc.

    Tal vez quienes ms diversidad aportan al bosque son los in-sectos, con mariposas tan atractivas como Parnasius apollooGraelsia isabelae, o con insectos que llegan a suponer problemasde plagas, como los barrenillos del pino entre otros.

    En la actualidad la gestin se realiza siguiendo lo establecidoen los documentos siguientes:

    VII Revisin de la Ordenacin Forestal del Monte Pinar de

    Valsan II Revisin de la Ordenacin Forestal del Monte Matas de

    Valsan II Revisin de la ordenacin Silvopastoral de Los Montes

    de Valsan

    V Plan Cinegtico del Coto Montes de Valsan

    Sistema de Gestin Forestal Sostenible

    Se pretende una gestin en la que se compatibilice el uso fores-tal, el aprovechamiento ganadero, la conservacin de la flora y

    la fauna existente, el paisaje, el uso pblico, y al mismo tiempose pretende poner en valor los legados que la historia ha dejadoen estos bosques.

    Los Montesde Valsan JAVIERDONSPASTOR

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    La superficie de los montes est dividida en 25 cuarteles, desti-nados a produccin, a diferentes usos y a proteccin. El mtodode ordenacin de los cuarteles productivos es el llamado detramo mvil, realizndose resalveos sobre las masas de roble,cuya posibilidad ronda los 500 m3anuales, y aplicndose cortaspor clareos sucesivos en los cuarteles de produccin de pinosilvestre, donde la corta asciende a 33.525,5 m3.

    El aprovechamiento forestal se compatibiliza con otros elemen-

    tos que en el bosque existen. Se establecen restricciones a lascortas por razones paisajsticas, por existencia de determinadoshbitat, por dimensiones del arbolado, por motivos derivadosde la orografa, cauces, etc, adems de existir casi 900 hectreasen donde el monte evoluciona de forma natural. En la margenizquierda del Ro Acebeda se trabaja con el pino y el acebo, paraconseguir un futuro rodal de ms de 50 hectreas de acebo,existente ahora como sotobosque.

    La presencia de buitre negro y guila imperial conlleva restric-ciones de poca de corta, as como de ausencia completa decorta en las reas que circundan de los nidos.

    A finales de 2003 se implant un Sistema de Gestin ForestalSostenible, compuesto actualmente por un manual del Siste-ma, 8 procedimientos y un total de 27 documentos. Tras laimplantacin y auditoria interna, el OAPN procedi a realizarlos correspondientes procesos de certificacin a travs de lossistemas FSC (Forest Stewardship Council) y PEFC (Programa dereconocimiento de sistemas de Certificacin Forestal).

    La gestin de estos montes tiene en cuenta tambin la necesidadde disminuir las emisiones de CO

    2. En esta lnea, se modificaron

    los sistemas de tratamiento de los restos producidos en las ope-raciones de corta de arbolado y en las claras. En la actualidadse procede a la saca de leas e incorporacin de ramilla fina yaccula al terreno y a la trituracin de los restos de las opera-ciones de clara.

    Ms importancia para esta disminucin del CO2tiene el carcter

    de sumidero de los montes. En 2003 se procedi al clculo delas toneladas de CO2fijadas en los montes por las dos especies

    principales, pino silvestre y rebollo. Se obtuvo una fijacin neta

    anual de 39.904 toneladas, y una fijacin total, actualizada a2008, de 4.072.806 toneladas.

    La fraccin de madera cortada de mayor calidad se destina a sutransformacin en tabla y tabln de gran calidad y en subpro-ductos en el Aserradero, heredero del que el Real Patrimonioimplant a finales del siglo XIX. Este aserradero ha sido moder-nizado recientemente tras el incendio que lo inutiliz en 2005.

    El edificio del aserradero original tambin ha sido restaurado. Al-berga la maquinaria de vapor Corlissconstruida en Gand (Blgica)con un volante de 4,92 metros de dimetro. Se han mantenidolas cerchas originales de una luz cercana a los 16 metros que deancho tiene la nave. En un futuro se espera utilizar el edificiopara albergar un Centro o Museo de la Madera.

    A la gestin de este espacio, el OAPN destina anualmente parte desus recursos, tanto humanos como presupuestarios. Una plantillade 52 trabajadores dedicada a trabajos de sealamiento, medicin,mantenimiento, transformacin, vigilancia, administracin y ges-tin tcnica, as como un adecuado presupuesto que permite laejecucin de trabajos selvcolas, cortas, mantenimiento y mejorade infraestructuras, conservacin, estudios, seguimientos, etc.

    Otra faceta de gran importancia en la gestin de estos monteses el Uso Pblico, disponindose de las reas recreativas de Bocadel Asno, Los Asientos y Robledo. En la primera se encuentrael Centro de Interpretacin de Boca del Asno, desde el que secentraliza esta actividad y que nos permite llevar a nuestros

    visitantes el mensaje de conciliacin entre uso forestal, conser-vacin del patrimonio natural y cultural, y disfrute del monte ysus zonas de recreo. Desde el Centro y otros lugares se proponena los paseantes diferentes ofertas de rutas autoguiadas o guiadasdurante el verano.

    Para una mejor informacin sobre los Montes se pueden consultarlas publicaciones Gua de Visita del Valle de Valsano Los Montes deValsan, editados por el OAPN, as como la pgina web del CMAV:

    http://www.marm.es/es/ministerio/organizacion/organismos-publicos/organismo-autonomo-parques-nacionales-oapn/valsain_index.aspx

    Javier Dons Pastor es desde 1985 director delCentro Montes y Aserradero de Valsan

    DESDELOALTODELASIERRAENLASCUMBRES, HASTALASZONASMSBAJASDELOSVALLESDELOSROS, LAVEGETACINSEEXTIENDEEN

    MLTIPLESTESELASCONUNCATLOGOFLORSTICOQUESUPERALAS800 ESPECIES

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    1. QU SON? PRINCIPALES CONCEPTOSConviene hacer algunas breves matizaciones para definir o aco-tar los trminos. Entre ellas, aclarar los factores condicionantesdel lmite forestal o timberline(palabra inglesa para definir ellmite del piso supraforestal en las montaas, definido por laslimitaciones climticas al crecimiento de los rboles en altura).

    La expresin bosque de montaa es un concepto relativo queimplica muchos factores, todos ellos en relacin con el clima, lahistoria geolgica o el desarrollo humano. Dependiendo de lalatitud y la orientacin donde se site una determinada cordi-llera, hablaremos de un tipo u otro de bosque montaero. Losejemplos concretos son mltiples: presencia de hayedos en elpiso basal en Centroeuropa y en montaa en la Pennsula Ibrica;sabinares (Juniperus thurifera) y encinares como bosques purosde montaa en las cadenas andaluzas o del norte de frica, etc.Tambin influye de modo importante la cota de altitud para de-finir cules consideramos verdaderas montaas y cules no; con

    criterios europeos el 80 % de nuestro territorio sera montaoso.Los bosques de montaa forman un todo con la montaa que esdifcil desligar, un conjunto de comunidades constituidas por lospropios bosques, los claros del bosque, los setos, turberas, pastos

    y roquedos, todos ellos interdependientes, y que constituyenotros tantos hbitat para la flora y la fauna alpina.

    2. GRACIAS A LAS MONTAAS...... poseemos esa diversidad tan grande de bosques en Espaa. En

    las montaas se refugia la mayora de las formaciones forestalesan presentes en nuestro pas. Y se conserva paralelamente unarepresentacin de lo que fueron los bosques del pasado ligadosa los periodos glaciares e interglaciares. Los bosques que msxito tuvieron durante los periodos glaciares, pudieron mante-nerse gracias al gradiente trmico de las montaas, como nosdemuestra la Paleofitogeografia.

    Gracias a las montaas (o mejor dicho, a su compleja orografa)tenemos, no slo los verdaderos bosques de montaa que veremos

    a continuacin, sino tambin una representacin global de casitodos los bosques ibricos, ya que las montaas funcionan como

    verdaderas islas o refugio de otros muchos tipos de vegetacin.

    3. CULES? DIVERSIDADEn este apartado analizamos la diversidad de especies arb-reas que forman nuestros bosques de montaa, que en realidadson muy pocas, diferenciando as entre verdaderos bosques demontaa y otros que pueden vivir en montaa bajo unas con-diciones. Hablaremos de los pinos de montaa, los abetos, lasbetulceas, las fagceas y otros bosques singulares mixtos denuestras cordilleras.

    Pinus, 4 especies. Abies, 2 especies. Betula, 2 especies. Fagceas (Fagus, Quercus), 5 especies. Otras especies singulares: Taxus(1), Tilia(2), Sorbus (4),

    Ilex(1), Acer(3-4), Prunus(2-3), Populus tremula(1) queforman tejedas, acebedas, tilares, bosquetes de serbales ymostajos, cerecedas, acerales y tembledas.

    En el caso de los genuinos bosques de montaa de nuestro

    pas -aquellos que viven ligados estrictamente a la alta monta-a y necesitan de ella- no ms de 4 o 5 especies arbreas sonprotagonistas de los mismos, formando comunidades forestalesalpinas y subalpinas (palabra usada en sentido amplio y noreferida slo a los Alpes). Son los casos que analizaremos delpinar de pino negro del Pirineo (Pinus uncinata); el abetal (Abiesalba) puro o mixto pirenaico; el abedular, en su variante alpina;o el pinsapar de las montaas del Sur. El caso del abeto pinsapo(Abies pinsapo) es muy interesante, pudiendo ser considerado

    un verdadero bosque de montaa mediterrnea, adaptado aaprovechar la condensacin del aire fro procedente del Estrecho;que forma bosques solamente en Grazalema, Sierra de las Nieves

    y otras pequeas sierras gaditano-malagueas. En esta ltimacordillera (Sierra de las Nieves, Mlaga) el pinsapar da paso a un

    viejo e interesante quejigar abierto de montaa, dominado porel quejigo alpestre (Quercus faginea).

    Las situaciones mixtas son muy frecuentes, por la gran di-versidad de ambientes que crean las montaas en espacios

    geogrficos muy reducidos: as, los fenmenos de inversintrmica, efecto solana/umbra, o el efecto de entubamiento otiro de chimenea del viento, producidos en gargantas y ho-

    Aspectos florsticos y geobotnicosde nuestros bosques de montaa

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    EMILIOBLANCO,HELIOSSAINZYJUANANTONIODURN

    ces de todas las cordilleras, provocan importantes variaciones,dando resultados inesperados, como la presencia de bosquesde montaa en el fondo de los caones, o de encinares porencima de los hayedos y abedulares, por ejemplo en el caso dela Cordillera Cantbrica.

    4. DNDETras analizar la tpica distribucin de los bosques de montaa en

    anillos o bandas (cliseries altitudinales), vemos que, curiosamen-te, hay enormes variaciones de composicin del arbolado entrela mayora de nuestras grandes cordilleras, sin que ninguna seaigual a la siguiente, aunque se encuentren cercanas. Repasamosuna a una, de norte a sur, las principales cadenas y comentamoslos principales bosques que dominan segn orientacin, altitudo exposicin, viajamos desde la Cordillera Pirenaico-Cantbrica,el Sistema Ibrico y Central, los Montes de Toledo, las Cordi-lleras Bticas y Penibticas y, por ltimo, los bosques canariosde montaa dominados por el pino canario (Pinus canariensis).

    Cordillera Pirenaica, donde encontramos una complejidad

    total y todas las opciones. Cordillera Cantbrica, dominada en altura por abedules y

    hayedos, que constituyen los bosques ms importantes. Sistema Ibrico, analizado en sus dos ramales, castellano y

    conquense aragons, muy distintos entre si. Sistema Central, detenindonos un poco ms en nuestra

    Sierra de Guadarrama, donde el pino silvestre es el rey in-discutible.

    Montes de Toledo, donde tambin podemos hablar de bos-ques de montaa, aunque muy reducidos a pequeos en-claves. El roble (Quercus pyrenaica) tiene mucha importanciaaqu.

    Cordilleras Bticas, sobre todo el complejo o nudo formado

    por las sierras de Cazorla, Segura y Alcaraz, dominadas enaltura por el pino salgareo o pino blanco.

    Montaas Penibticas (Sierra Nevada, Baza, Almijara, Tejeda

    y montaas de Mlaga y Cdiz). Destaca la gran variedad y

    la extensa deforestacin desde muy abajo. Bosques volcnicos canarios de montaa (Tenerife, Gran

    Canaria, La Palma y Hierro).

    Damos algunos ejemplos con-cretos de recordsde altura al-canzada por algunos bosquesen nuestro pas.

    Muchos rboles son capaces decrecer a ms de 2000 m, a vecescon portes retorcidos y en el l-mite de la supervivencia y muy frecuentemente dando lugar a lo que

    se denomina efecto bandera, debido a la desecacin constante delas yemas en la cara donde sopla el viento y azota el hielo, efectoque puede observarse en esta foto tomada en el lmite forestal de La

    Najarra (Sierra de Guadarrama, en el trmino de Miraflores, Madrid.)

    5. VALOR ECOLGICO Y CONSERVACIN. INFLUENCIA HUMANAAbordamos tambin muy brevemente los valores ecolgicos yambientales de los bosques de media y alta montaa, y co-mentamos la explotacin tradicional integrada de estos medios

    (Etnobotnicaforestal), en contraposicin al uso de las potentesmquinas actuales y su gran capacidad destructora.

    La difcil y costosa explotacin tradicional por parte del ser humanoen estos medios, explica, por una parte, porqu se concentran enlas montaas los escasos bosques bien conservados que an nosquedan; y por otra parte, la diversificacin que presentan algunosbosques de montaa, formando paisajes en malla o mosaico (sesuele utilizar la palabra de origen francs bocage), tan interesantesdesde el punto de vista ecolgico y productivo. Ha sido, por tanto,

    el desarrollo de potentes mquinas el principal agente transformadorde los bosques de montaa, de forma irreversible en algunas zonas.

    6. UN ESPACIO FINAL...... para los sentimientos personales, la esttica y todo aquello quepertenece a la cultura no material, aquella que no se mide condinero. Con ayuda de algunas muestras de cortezas, esencias,hojas y ramas de las especies tratadas, nos dejamos llevar porlos olores, las texturas, las emociones que nos regala el bosquede montaa en cualquier poca del ao.

    Emilio Blanco es etnobotnico.Helios Sinz y Juan Antonio Durn

    son botnicos e investigadores

    GRACIASALACOMPLEJAOROGRAFADELASMONTAASPOSEEMOSESADIVERSIDAD

    TANGRANDEDEBOSQUESENESPAA

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    MI COMPAERA ELENA RODRIGO y el que subscribe, ambosciegos totales, hemos querido elaborar un texto que refleje loque a nosotros nos aportan los bosques, cmo los vemos.

    Es un orgullo poder participar en esta jornada de homenaje al bos-que, al tiempo que aprovechamos para reivindicar el respeto a ste,

    y que, tambin nosotros, de forma autnoma, podamos disfrutarde su calidez y encanto. Pedimos, de manera expresa, que se habi-liten para ello, rutas accesibles, enclaves adaptados y, en definitiva,

    lograr con dichas acciones, entre todos, que sean espacios abiertostambin a los ciegos en particular y al resto de discapacitados engeneral. Estamos seguros de que es posible conseguirlo y que elresultado, convenientemente difundido, merecer la pena.

    Nosotros tambin queremos formar parte del grupo de amigosde los bosques!

    Hemos estructurado la comunicacin en dos partes, una testi-monial y otra creativa. Previamente a su desarrollo, incorporamosuna cita atribuida a Hellen Keller, una persona especial, todo unejemplo de superacin y esfuerzo que pese a su sordocegue-ra, fue capaz de demostrar que se pueden alcanzar numerosasmetas gracias a la tenacidad y la ilusin. Su anhelo se traduceas: Dara un largo paseo por el bosque y embriagara mis ojos

    con todas las bellezas del mundo de la naturaleza, intentando

    desesperadamente absorber el gran esplendor que se despliega

    en todo momento ante los que pueden ver. Os invitamos areflexionar sobre el significado de estas certeras palabras.

    A continuacin hacemos una advertencia: las personas ciegassomos individuos antes que discapacitados. No se debe caer enla tentacin de generalizar, ha de huirse de los tpicos. Lo que anosotros nos sugieren los bosques, es slo fruto de nuestro amor

    por ellos, lo que no significa que todas las personas invidentessientan lo mismo.

    A partir de aqu deseo repasar cul ha sido, desde mi niez, elmodo en que he ido relacionndome con los bosques, desde lasarboledas de chopos en mi pueblo soriano hasta el majestuosohayedo de Irati o el acebal de Prdena. Un lugar emblemticopara m, al que siempre que visito mi pueblo, me acerco porquesimboliza la memoria de mis orgenes.

    Mis juegos de nio, mi imaginacin, hija de las lecturas, y lospaseos junto a mi padre han alimentado, desde siempre, mi amorhacia los espacios arbreos.

    Que cules son los regalos que he recibido, a cambio de esacaja mgica que son los bosques? Ante todo, paz que alivia eldesasosiego de mi espritu, calidez que mitiga el fro de mi almaen los momentos de soledad, y sueos en forma de aventuras,encantamientos y hazaas legendarias.

    El bosque me acompaa siempre que paladeo un licor de arnda-

    nos, que toco la hoja de castao que me regal un ser especial, ola figura que compr, tallada en madera de los pinares sorianos.

    Quiero obsequiarles con mi cario, en forma de caricia, ponermis manos en sus troncos e impregnarles mi huella, transmitirlesmi gratitud, escuchar su voz.

    En cuanto a lo que percibo dentro de los bosques, os lo cuento:se oye el silencio, un silencio relajante trado por el rumor del

    viento al acunar sus hojas y por las melodas de sus moradores;siento que paseo por una alfombra mullida y turgente; que

    descubro sus texturas cargadas de mensajes; y que me empapode sus olores, fragancias preadas de vivencias, y recuerdos, elms natural de sus aromas.

    El bosque al alcancede los sentidos ALBERTOJESSGILPARDOYELENARODRIGO

    MirenMuoz

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    En el bosque los sentidos se agudizan, se abren cual poros se-dientos que necesitan embriagarse -como deca Hellen Keller- detanto goce, de tanta variedad de estmulos.

    En fin, dentro de un bosque me siento a gusto, disfruto enplenitud, me imbuyo de todos sus dones y cuando salgo desu seno, es como si me renovara, como si volviese a resurgir laenerga de la vida en mi cuerpo.

    Pero, adems, he de resaltar el poder evocador del bosque. Lacapacidad que tiene de inspirarme, seguramente a partir de laslecturas y pelculas, para fantasear con encuentros inesperadoscon seres misteriosos: ancianas curanderas, recios pastores, her-mosas doncellas o genios increbles, duendes y hadas.

    En este sentido, la segunda parte de lo que quiero compartir convosotros se traduce en un cuento, uno de sos que semanalmentevoy publicando en mi blog, Tiflohomero, y que quiere ser unahistoria protagonizada por alguien como nosotros, que se decidea afrontar una jornada en la naturaleza aun estando privado dela visin, un da de senderismo por un monte mgico. Lo queal protagonista y a su acompaante les acontezca, lo que elsueo y un mgico hallazgo les depare, sern el ncleo de unhermoso romance nacido a partir de la complicidad de un rbolcentenario y de una sabia hechicera.

    Un relato, en fin, que invita a soar, a entregarnos a los designiosdel destino y a dejarnos cautivar por sus dones.

    En definitiva, nuestro afn no es otro que aportar otra perspec-

    tiva de los bosques, en la que queremos ir ms all de una meraimagen esttica o utilitaria de sus funciones. Queremos hacerhincapi en su dimensin sensorial y mgica. Queremos invitar aque, al viajar a los bosques, lo hagamos con la mente despierta ycon el nimo de sentir, de dejarse imbuir por un mundo de sen-saciones que incluyen las visuales pero que abarcan otras muchas.

    Os las vais a perder? No lo hagis, os proporcionarn grandesdosis de felicidad.

    Alberto Gil Pardo y Elena Rodrigoson grandes aficionados a la naturaleza,

    afiliados a la ONCE y miembros del Club Braille,del que Alberto es coordinador

    ELBOSQUEMEACOMPAASIEMPREQUEPALADEOUNLICORDEARNDANOS,QUETOCOLAHOJADECASTAOQUEMEREGALUNSERESPECIAL,

    OLAFIGURAQUECOMPR, TALLADAENMADERADELOSPINARESSORIANOS

    JorgeCarrin

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    P A T R O C I N A D O R E S D E L C O N C U R S O : P A T A G O N I A , VI A J E S T R E K K I N G Y AV E N T U R A ,

    CADA VEZ QUE LLEGA EL INVIERNO, y veo caer el primer copo de nieve; pienso en ti: Aguantaesta noche por favor!. Por la maana, cada vez que me calzo las botas y empiezo a caminar con la

    intencin de verte; pienso en ti: Enseguida estoy, resiste!. Cada vez que te veo entre la niebla, enpie, con tus brazos llenos de nieve, pienso en ti: Bien campen, sigues ah!.

    S que algn da te perder. Que tus cada vez mas largos brazos no podrn soportar la gran neva-

    da. S que podra ocurrir maana o el ao que viene; pero hoy, los dos, estamos aqu y es lo que

    importa. T, que lo has dado todo por m y por los mos. Que formas parte viva de nuestra historia.

    T, que has perdido tu porte erguido a cambio de carbn y madera. T, que te has visto separado a

    la fuerza de los tuyos. Solo. Expuesto al sol en verano y a los glidos vientos en invierno. T, que nos

    has dado alimento y cobijo, y que posas ante mi cmara hoy: Sera una pena perderte! Y perderte

    as! De esta manera!

    Seguro que te has sentido solo estos ltimos aos. Viendo impotente cmo tus hermanos trasmochos

    perdan sus brazos ao tras ao, invierno tras invierno, nevada tras nevada. Nosotros, que antao

    fuimos compaeros, os hemos dejado solos. Ya nadie alivia vuestras pesadas cargas como lo hacan

    los viejos carboneros. Ya nadie se acuerda de ti. De tu carbn, de tus frutos, de los rebaos de ovejas

    que has cobijado. Nadie? Miento! Hoy, aqu, resguardado de la nieve entre tus brazos..., yo sigopensando en ti.

    Sigo

    pensando en ti BORJAABARRATEGUIPR

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    P A T R O C I N A D O R E S D E L C O N C U R S O : P A T A G O N I A , VI A J E S T R E K K I N G Y AV E N T U R A ,

    El patriarcaAQUEL DA DE PRIMAVERA decid marchar con mis dos pequeas a recorrer los hayedos que se en-caraman por las laderas umbrosas de la Faja de Pelay, en las fragosidades del can de Ordesa.

    Paseamos despacio y disfrutamos de las historias que cada rbol nos contaba y que mis hijas me iban

    traduciendo, demostrando unos increbles conocimientos en lenguas nemorosas. Les impresionaronaquellas dos hayas que brotaban de la misma raz, como dos hermanas. Como ellas.

    Les emocion aquel rbol que desafiando a una infancia dificilsima- haba conseguido hacerse mayor sobre

    un enorme bloque calizo desprendido del gran muralln de Calcilarruego. All, sobre una grieta inverosmil,

    decidi aferrarse al regalo de la vida, como si supiera que las leyes csmicas slo te conceden una oportunidad.

    Jugamos con aquel tronco retorcido que haba hecho de su vida un capricho excntrico y que me sirvi

    para recordarles a Alba y Ariana las viejas verdades sobre las juventudes tempranamente ajadas; sobre

    las mocedades torcidas imposibles de enderezar.

    Les quise hablar de la vida y les llev a un rincn del bosque en el que recordaba que habitaban nobles

    y ancianas hayas llenas de sabidura. Sus troncos llevaban grabadas las penurias de largos inviernos,

    los musgos de muchas lluvias y unos hongos incipientes que anunciaban el principio del fincuntas

    aventuras haban vivido aquellos rboles!

    Quise que conocieran al ms longevo de todos ellos; al ms impresionante, digno y sabio: el gran patriarca

    del bosque. Pero no haba manera de localizarlo. No est. Imposible. Un fallo en mi gastada memoria, quizs.No. Cuando me detuve, de golpe, mis hijas entendieron mi gesto silencioso ante el cadver del Patriarca.

    No lloris, les dije mientras yo mismo intentaba esconder una lgrima de viejo sensible. Mirad cmo brota la

    vida nueva desde el tronco cado. Mirad as es tambin nuestra vida. Gracias a que unos se van, otros vienen.

    Al momento empez a llover. Las nubes se abrazaron a los misteriosos abismos de las umbras del

    valle de Ordesa, y llenaron el bosque de profundos aromas que nos recordaron la suerte de estar all.

    FRANCHOBELTRNSEG

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    Oreja

    YA VECES EL BOSQUE NO HABLA, y se queda callado, escuchando...Escucha el fluir de los arroyos y el baile de las hojas, diminutas partes de si mismo agitadas por el

    viento, en una msica que siempre termina en el silencio del invierno. Escucha el trino del pjaro y losaullidos del lobo, y no sabe decir cul es ms bello. Escucha los zumbidos de los mltiples insectos, el

    batir las alas de las mariposas, el pulso, en fin, de la vida en torno suyo y en su interior.

    El bosque escucha callado el paso de las lunas, y en la noche atiende al grillo y a la lechuza. Escucha el

    repiqueteo de las gotas de lluvia, de agua, de vida; resonar entre la hojarasca por acariciar su corteza.

    Escucha tambin los golpes del leador, y le duelen. Ve mutilada una parte de s mismo cuando un

    rbol cae, lo siente caer, gimiendo, al suelo. Derrama apenas una lgrima matutina por l, y en seguidalo cubre con su manto verde y eterno, lo envuelve y lo devuelve a su seno. Vuelve a ser l.

    El bosque escucha el clamor sordo que bulle en cada rincn, bajo cada piedra, detrs de cada corteza.

    Escucha nuestra risa, nuestro grito y nuestro silencio cuando, impotentes ante su inmensidad verde,

    perdidos entre sus sombras, nos dejamos ir. No existe mejor confidente ni mejor consejero.

    Hemingway dijo una vez que el hombre tarda dos aos en aprender a hablar, y sesenta en aprender a

    escuchar. Los bosques tienen mucho que ensearnos.

    ROBERTONEZTE

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    EL BOSQUE SE CONVIERTE EN UN TNEL VERDE que envuelve tus pisadas. La hojarasca besa tus piesen cada paso alfombrando tus zancadas amortiguadas. Entonces la arboleda te atrae, te succiona, te

    parasita. Tus pies se anclan en la fertilidad embarrada, de tus dedos brotan races hacia las humedadesms oscuras. Tu piel se convierte en corteza leosa; tus uas y tu pelo, en hojas verdes que ansan luz.

    Yedras y lianas te crecen alrededor del cuello y de los ojos. Eres rbol.

    Como sabes, los rboles no tenis nada que decir y por eso decs nadas y cantis silencios. Pero t

    sigues hablando, venciendo la infinita distancia entre el vegetal que crece en la luz y yo, que escucho.

    Al principio no te salen las palabras, te cuesta discurrir, tartamudeas y dudas. Primero simplemente te

    das cuenta de que eres, existes. Luego adviertes que tu mundo se reduce a arriba y abajo. Vertical. Luzy oscuridad. Hoja y raz; aire y agua; y en medio, t. Un torrente de lquidos y savias suben y bajan a

    travs de tu verticalidad alimentando una maquinaria precisa de fotosntesis y gluclisis que mantienen

    tu vida imprecisa. No puedes ver, pero la forma de tu cuerpo explora las densidades de la luz. Entonces

    notas que tu piel se resquebraja lentamente mientras conquistas alturas y engrosas el tronco que te

    sostiene. Te res un poco cuando un pjaro se posa en tus brazos abiertos y canta. Bailas con el viento

    y te agitas desentumeciendo tu cuerpo anquilosado que recircula en el movimiento. As, en un mundo

    quieto en el que el nico corazn que late es la intermitencia entre el da y la noche, pasa el tiempo queno percibes y te alcanza el invierno. Entonces desnudas tu efervescencia y te vuelves pura austeridad,

    filigrana negra dibujada sobre un cielo gris, latencia. Aceptas el fro algodonado, embelleces tu quietud,

    te vuelves blanco en la niebla, y esperas con una paciencia aletargada sin esperar nada, sin saber que

    pronto llegar la primavera y renacers a tu vida enraizada en la sociedad silente del bosque habitado.

    Arborzate EIDERELIZEGITELLETXEATRA

    BAJO

    FIN

    ALISTA

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    LEVANTARON UN MURO DE PIEDRA y construyeron hermosas puertas de hierro, trazaron caminossensatos all donde slo haba caprichosos senderos abiertos por el jabal, y al pino, al roble y al tejo,

    tan recios, les dieron desconocidos y pulcros compaeros con los que compartir las venas que bajabande la montaa y que ahora entraban, todava imparables, por los ojos abiertos en el muro para morir

    en fuentes de purpurina y mares de juguete.

    Y lo llamaron jardn, pero tambin era bosque. El bosque qued dividido en dos, aqu y all, dentro

    y fuera, y aunque el guila y el buitre se rieron de esa presuncin y la nutria y el corzo a veces se

    cuelan de rondn por los vanos olvidados de la cerca, los rboles de ac no dejan de mirar con cierta

    envidia a los de all, un poco hartos de la chchara cortesana e insustancial que parlotean a sus pies

    los atusados carpes.

    Slo en lo ms crudo del invierno, bajo la nevasca, todos los perfiles se desdibujan y las natura-

    lezas se atemperan y confunden. El tejo de ac, ondeando sus barbas al viento, le guia un ojo

    al de all, se inclinan ambos sobre la cerca y sus cuerpos casi llegan a fundirse en un abrazo de

    reconocimiento; y el corzo, que ya haba descubierto hace tiempo que a este lado no existen los

    estampidos que te desgarran la piel y te dejan tendido para siempre sobre un lecho rojo de hojas

    muertas, advierte ahora que bajo el extico castao y el delicado tilo los dientes del hielo tambinmuerden algo menos. Y a veces se aventura un poco ms all, asoma la cabeza, aun temeroso,

    entre los troncos oscuros y sigue de lejos con la mirada los pasos del caminante, que hoy qu

    fro! ha preferido quedarse del lado de ac, en lo que l cree jardn, slo inocente jardn, pero

    que tambin es bosque.

    Tambin

    es bosque MARIANOSERRANOTRA

    BAJO

    FIN

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    Si fuiste rbol

    alguna vez

    SI FUISTE RBOL ALGUNA VEZ te dijo el bosque sabrs que yo no respiro ni cuento el tiempo,ya que para m no transcurre. Si fuiste rbol alguna vez y perteneciste a un bosque, comprenders

    que me gusta revestirme de musgos, tatuarme la piel de lquenes y cubrir algunas de mis ramas demusgos acolchados que me cuelgan verticales. Si fuiste rbol alguna vez, recordars que me alzo

    estilizado hacia el sol y me expando en horizontal en radios superpuestos que remato con yemas y

    hojas. Recordars que el bosque no te deja ver el rbol, que crujo, que soy una red, que en la foresta

    me abrigo la soledad rodendome de sombras, alientos, pjaros y ciervos, y que me columpio en

    mi oscuridad de catedral. Y conocers el sabor metlico de la Tierra oscura y slida en la que mis

    races delicadas se abren camino como lombrices captando la firmeza, el asentamiento y el zumo

    mineralizado de la Tierra. Si fuiste rbol alguna vez, no hace falta que te cuente que rebozo la Tierracomo vello pbico que protege delicadezas; ni que la alfombra de las hojas que escupo cada otoo

    me algodona las races como calcetines de rayas tejidos con lana. Si fuiste rbol alguna vez conoces

    mi alma de madera, mi soniquete de gotas y notas. Si fuiste rbol alguna vez, sabes bien que un

    bosque es un tablero de ajedrez, que convierto la muerte en vida, y que t mismo no eres ms que

    un bosque transformado.

    EIDERELIZEGITELLETXEATRA

    BAJO

    FIN

    ALIST

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    T R A B A J O S G A N A D O R E S D E L C O N C U R S O Q U D I C E N L O S B O S Q U E S ?TA

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    24 P A T R O C I N A D O R E S D E L C O N C U R S O : P A T A G O N I A , VI A J E S T R E K K I N G Y AV E N T U R A ,

    EL BOSQUE CAMINA CON PIES MARRONES Y VERDES. Yo lo he visto moverse conforme el sol es-cribe las jornadas deslizando su hilo de luz entre las ramas y cuando la luna levita seorial desde su

    pozo blanco o se columpia en el vrtigo de su colmillo. Tambin lo he visto en los ojos que me hablan

    del nio que corra con la agilidad del viento para trepar a una caseta donde la infancia era eterna y

    sucedan aventuras de rodilleras, tardes de lluvia y meriendas de pan con aceite.

    Tambin s que el bosque es un peregrino que a veces descansa en su periplo. En esas pausas es cuando

    el bosque huele a raz madura mezclada con tallos nuevos y el terreno se vuelve mullido, amigo de

    quien lo recorre. Entonces, imagino que el bosque crece hacia abajo, hacia el tutano de la tierra, para

    abrazarse interiormente a otros bosques en un laberinto de venas vegetales que las hadas ponen en

    sus telares para iluminar de escarcha las yemas y cuajar de setas y flores troncos y praderas.Pero el bosque late fuera del bosque. El bosque respira en mi pecho, se instala en mis fotografas, se

    queda en las paredes de mi cuarto y por las noches me tienta con sus senderos, enreda sus races en

    mis piernas y me lleva de viaje para contarme su pasin marinera, eco de los maderos que antao

    surcaban los ros pirenaicos con afn y pulso de navo.

    A veces, el bosque se entristece y me habla de episodios en los que sangra fuego. Entonces, el bosque se

    arruga y se tie de un llanto tan negro que casi me hace olvidar su delicado transitar de pies marrones

    y verdes por los mapas de la emotividad.

    Sin embargo, me bastan una gota de savia, el corazn de una pia y el beso silvestre de una fresa para

    recordar que el sol -amarillo o gris-, anida entre las copas, all donde las ardillas juegan a ser guilas

    y la naturaleza borda con paciencia de siglos un ojo eterno y azul.

    Los pies

    del bosque JOAQUNVILLASLABRADORTRA

    BAJO

    FIN

    ALIS

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    STA

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    26 P A T R O C I N A D O R E S D E L C O N C U R S O : P A T A G O N I A , VI A J E S T R E K K I N G Y AV E N T U R A ,

    DE ENTRE TODOS LOS BOSQUES, cunas de vida, el alcornocal en flor, se me antoj esa tarde como elms suave y mediterrneo de los paisajes. El verde tierno de las hojas junto a los viejos troncos descor-

    chados hace tiempo, que haban olvidado su descarnado marrn siena para convertirse en incipientesy rudos troncos terrceos, me ofreca el ms hermoso de los contrastes. La luz de media tarde, ya no

    era intensa, favoreciendo la calidez de sus colores naturales. Los cantuesos aportaban esa pincelada

    de alegra violeta y las blancas jaras aumentaban la sensacin de vida y pureza. Las jaras esparcan su

    aroma a ldano despus de la exposicin solar. All no se escuchaba el fluir de la carretera a lo lejos,

    all cualquier detalle era una sorpresa. Y pens: el monte mediterrneo no es hmedo y verde intenso

    como su amigo norteo, pero no por ello es menos bello.

    En mi meditativo paseo, observaba el suelo del bosque y su riqueza, me arrodillaba a fotografiarpequeas herbceas, variados insectos, y algunos ejemplares de hongos primaverales, que despunta-

    ban orgullosos de desafiar al otoo. Se escuchaban cantos de abejarucos, y mltiples pajarillos que

    revoloteaban entre las hojas pinchudas de los alcornoques. El tintineo de un rebao de cabras que

    atravesaban el monte armoniz con el silencio de esa tarde, y levant la mirada pensando en el rico

    manjar de los quesos extremeos y me espant la idea de un futuro sin ganado, sin uso sostenible

    de los bosques, sin trino de pjaros, sin rincones naturales, sin rboles portentosos y oxigenantes, sin

    verdes lustrosos, sin ptalos de colores la idea de un mundo que da la espalda al bosque, pens, da

    la espalda a la vida en su manifestacin ms pura.

    El Bosque

    mediterrneo VIRGINIAFEBREROTRA

    BAJO

    FIN

    ALIS

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    STA

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    28 P A T R O C I N A D O R E S D E L C O N C U R S O : P A T A G O N I A , VI A J E S T R E K K I N G Y AV E N T U R A ,

    RECUERDO MUCHO, CADA VEZ MS A MENUDO, los veranos en casa del abuelo. Me acuerdo decmo subamos a puerto, con las yeguas de padre, y de lo maravillosa que era la vida all en lo alto,

    en la montaa. En casa del abuelo la vida era otra cosa y cada hora era una aventura. No se figurennada del otro mundo, pero para un nio de diez aos ordear una vaca, robar huevos de algn nido

    o escuchar sentado en la cadiera las historias de Martn (mi abuelo) eran mis aventuras.

    Siempre que entro en mi cama recuerdo al abuelo. Y me acuerdo de l porque durante un verano

    me revel el mayor placer que hay en este mundo. Compartir el secreto. Hay algo mejor que darle

    la vuelta a la almohada a eso de las siete de la maana y seguir durmiendo un rato? Yo durante

    muchos aos pens que no. Ahora s que fue una artimaa del abuelo para que yo siguiese un rato

    en la cama. Me despertaba con el alba y saltaba de la cama como un rayo, quera vivir mis aventurasdiarias lo antes posible.

    Un da mi abuelo, harto de mis madrugones me confes el secreto y me dijo: Esto lo saben slo los

    sabios de Armenia; dale la vuelta a la almohada, disfruta del frescor en tu oreja y durmete una horeta

    ms, rapaz. Disfruta del mayor placer del mundo. Comprob que era cierto, que no poda haber un

    placer mayor en el mundo. El abuelo era el mejor.

    Hoy han pasado los aos desde la gran revelacin. El abuelo y su pueblo murieron y a m poco mequeda de aquel nio aventurero. Ahora me gusta subir al abandonado lugar donde pas los mejores

    veranos de mi vida. El otro da, en pleno otoo, al contemplar los rboles que rodean al pueblo del

    abuelo me acord de los sabios de Armenia. Tal vez no estaban en lo cierto. No ser el mayor placer

    del mundo contemplar los colores de un bosque en otoo? Jzguenlo ustedes mismos.

    El secreto

    de mi abuelo ALEJANDROHERCETRABAJO

    FIN

    ALI

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    ISTA

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    30 P A T R O C I N A D O R E S D E L C O N C U R S O : P A T A G O N I A , VI A J E S T R E K K I N G Y AV E N T U R A ,

    EN LA PLENITUD DEL VERANO EL BOSQUE aparece intensamente verde. Los espacios arboladosforman una frondosa y tupida masa forestal. En la distancia, sin poder apreciar el tamao y la forma

    de las hojas, resulta difcil diferenciar cada una de las especies arbreas. En otoo el bosque se trans-

    figura. Se engalana con una infinita gama de colores que permite apreciar la variedad de sus especies

    y ensea a distinguirlas. La policroma otoal tiene infinitos tonos y matices; es una obra artstica

    fruto de la evolucin y la adaptacin que no cabe en una paleta de pintor. Es una realidad esttica

    y un fenmeno paisajstico imposible de reproducir. Por eso recurrimos a la metfora, al simbolismo,

    para intentar describirlo.

    Mientras las conferas conservan su perenne verdor, fresnos y abedules se tien de amarillo, las

    hayas se colorean con tonos clidos, arces y serbales refulgen cual ardientes brasas. Cabe imaginarun incendio con diferentes focos de distinta intensidad. Pinos y abetos ejercen la funcin de cor-

    tafuegos, impidiendo que ese estallido de color abrase todo el bosque. El fulgor del otoo se eleva

    por la ladera arbolada como las llamas de una hoguera. No es un fuego real, tampoco de artificio.

    Es un fuego fatuo que en vez de quemar la vegetacin contribuir a darle vida. Es una explosin

    pausada, silenciosa. Es una combustin fra que se intensifica al menguar el calor y la luz solar. Las

    hojas de los rboles se retuercen con el mortecino resplandor del otoo, sin crujir ni crepitar. Los

    rboles se irn desnudando, sus hojas secas cubrirn la tierra, hasta que las primeras nieves invernales

    apaguen los rescoldos del otoo.

    Los colores

    del Otoo LUISALEJOSTRABAJO

    FIN

    AL

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    Notas, ideas y pinceladas sobre

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    LOS BOSQUES EN ESPAA Y EN EL MUNDOLos bosques cubren actualmente 4.000 millones de hectreas, lo que equivale a un 31 %de la Tierra. En Espaa, la superficie considerada forestal (y que incluye matorral, pastizalesextensivos, roquedos, etc.), supone el 55 % del territorio, en tanto los bosques propiamentedichos cubren el 36 % del pas.

    Aunque la percepcin social tiende a confundir las noticias de la deforestacin tropicalcon la situacin domstica, si comparamos fotografas de la primera mitad del siglo XX decualquier rincn montaoso de nuestra geografa con su estado actual observaremos laevidente recuperacin de los bosques. La causa principal de esta recuperacin es el aban-dono rural, sin embargo ese mismo abandono est en la raz de la falta de implicacin

    y el desarraigo de gran parte de la sociedad respecto al contexto forestal, y ello favorecepolticas poco adecuadas a la realidad del recurso.

    En los pases menos desarrollados y algunos pases emergentes, la necesidad de tierras parala agricultura y el ciclo vicioso de la pobreza constituye el principal agente deforestador. Engeneral, constituye un grave problema la insuficiente valoracin integral de la aportacinde los bosques al bienestar regional, nacional y global, lo que conlleva que la toma dedecisiones est basada meramente en la aportacin comercial, que olvida su aportacinambiental. Por ello, se deben modificar los criterios de contabilidad econmica, con el finde que las aportaciones de los bosques se contabilicen plenamente. Los servicios ambien-

    tales, los aumentos de existencias, la funcin de dinamizacin sectorial y territorial, el largoplazo, etc, deben integrarse para evitar que una informacin fragmentaria e incompletacomporte decisiones pblicas de asignacin de recursos equivocadas.

    Eduardo Rojas Briales. Subdirector generaldel Departamento Forestal de la FAO

    SUELOS Y BOSQUES DE MONTAALos bosques y los suelos sobre los que stos se asientan estn siempre estrechamentevinculados, tanto que es difcil determinar con precisin los lmites entre ellos, porque en

    realidad unos y otros constituyen una autntica unidad, viva y funcional.En el caso de los suelos y bosques de las montaas, la relacin es todava ms crtica einterdependiente, porque los suelos permiten la vida de los bosques y a su vez los bosquesprotegen los suelos de los efectos de la escorrenta, la gravedad y la intemperie, gracias asus races y al dosel formado por sus copas.

    As, los suelos de montaa y sus comunidades de microorganismos tienen un papel eco-lgico fundamental, porque hacen posible la vida de la vegetacin y por tanto sustentandirecta e indirectamente toda la biodiversidad de las montaas. Por otra parte, los suelosbien conservados absorben y retienen parte del agua de lluvia y deshielo, permitiendo unainfiltracin lenta hacia el subsuelo, que facilita la recarga de los acuferos y por tanto laprovisin de agua para la biodiversidad y la vida humana.

    los bosques de montaa

    Eider Elizegui

    Fernando del Hoyo

    Isabel Blanco

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    Los suelos de montaa se forman a un ritmo extremadamente lento debido a las bajastemperaturas, las fuertes pendientes y la accin de la gravedad. Suelen ser poco pro-fundos, poco estructurados y se disgregan con facilidad por acciones mecnicas como

    escorrenta, pisoteo o paso de vehculos y maquinaria. La existencia de bosques y co-bertura vegetal es fundamental para conservar los suelos, evitar su erosin y mantenersus funciones esenciales.

    RedMontaas

    SERVICIOS QUE NOS DEPARAN LOS BOSQUES DE MONTAASe entiende por servicios de los ecosistemas las contribuciones directas o indirectas delos ecosistemas al bienestar de las personas. Generalmente se agrupan en tres categoras:

    Servicios de abastecimiento: alimento, agua potable, minerales, fibras vegetales, etc. Servicios de regulacin: regulacin climtica, depuracin del agua y el aire, regulacin

    del capital hdrico, regulacin de los ciclos de diversos elementos, polinizacin, forma-cin y fertilidad del suelo, etc.

    Servicios culturales: satisfaccin derivada de la existencia, conocimiento y contemplacinde los paisajes y los seres vivos, espiritualidad, investigacin, educacin, arte inspiradoen la naturaleza, etc.

    Los bosques de montaa tienen un papel crucial para la salud y el buen funcionamientodel ecosistema global, y poseen un formidable valor intrnseco como parte del legado

    natural y como refugio de una multitud de especies que dependen de ellos. Adems deello, los bosques de montaa generan un gran nmero de servicios esenciales para elbienestar humano:

    Son reservas de biodiversidad que nos proporciona alimentos, combustible, madera,

    sustancias medicinales, pastos para el ganado, caza y otros productos forestales. Debido a las precipitaciones ms abundantes que reciben las montaas, y al papel de

    los bosques en la captacin e infiltracin de los recursos hdricos, juegan un papelextremadamente importante en el mantenimiento de ciclos hidrolgicos que afectana territorios muy extensos.

    Protegen las cuencas hidrogrcas que procuran agua a las poblaciones y cultivos delas llanuras.

    Contribuyen a la estabilidad de las laderas y a la seguridad en los valles al reducir el

    riesgo de desastres naturales. Constituyen uno de los principales sumideros terrestres de CO2. Ofrecen valiosos espacios para el disfrute de la naturaleza y el paisaje, as como para

    la educacin y la investigacin. Constituyen lugares de gran importancia para la espiritualidad y las religiones.

    Ignacio Palomo (UAM)e Informe Evaluacin de losEcosistemas del Milenio, del PNUMA

    F. Javier Alonso

    Victoria Trigo Bello

    Jorge Carrin

    Rita Gmez

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    SMALL IS BEAUTIFUL: LA MICROFLORA DE LOS BOSQUES DE MONTAAAdems de rboles, arbustos y plantas herbceas, la flora de los bosques de montaa tambinest integrada por un sinfn de especies de pequeo tamao (microflora). Aunque muchas

    veces pasan desapercibidos, estos organismos desempean un papel fundamental a la horade mantener la diversidad y las funciones de los ecosistemas forestales. La microflora delos bosques de montaa est formada fundamentalmente por lquenes y musgos. Ambosgrupos son completamente distintos en cuanto a su origen y biologa.

    Los musgos son plantas muy sencillas que no tienen semillas ni flores. Por su parte, los lquenesno son plantas ya que se forman por la asociacin entre un hongo y un alga. A pesar de lasdiferencias, lquenes y musgos comparten algunas caractersticas. Ambos son de pequeo tamao

    y, lo que es an ms importante, son incapaces de controlar su estado de hidratacin. Cuandola humedad relativa del aire es baja se secan y entran en estado de latencia y cuando las condi-

    ciones mejoran, se humectan y reviven, recuperando su actividad en tan slo unas pocas horas.Esta capacidad para ganar y perder agua hace que funcionen como verdaderas esponjas. As,en ecosistemas forestales los musgos pueden ser responsables de interceptar hasta un 50%del agua de lluvia. Adems, mantienen las temperaturas relativamente estables en relacin alas circundantes. Multitud de organismos, principalmente macro y microinvertebrados, apro-

    vechan las condiciones especiales de este ecosistema en miniatura para crecer y desarrollarse.

    Nagore Garca y Rafael Medina Bujalance(Universidad Autnoma de Madrid)

    RIESGOS Y AMENAZASAl contrario de la situacin que se constata en los bosques tropicales, los bosques de las zonasboreales templadas han mostrado durante los ltimos 40 aos una dinmica de expansin

    y regeneracin natural. Entre los factores que han propiciado estos cambios se encuentranla intensificacin de la agricultura, el creciente valor que la sociedad otorga a los valoresrecreativos y ambientales de los bosques, y el reconocimiento de la importancia del papelde los bosques para la conservacin del clima y la proteccin de las cuencas hidrogrficas.

    A pesar de ello, la calidad de los bosques no necesariamente ha mejorado en dichas zonastempladas y boreales. De hecho, los bosques europeos mostraron entre 1986 y 1995 un

    deterioro continuo debido a la contaminacin atmosfrica, constatndose un descenso de laproporcin de rboles sanos de 69% en 1988 a 39% en 1995. Entre 1995 y 2001 la situacinse estabiliz en un nivel alto de deterioro, al observarse que aproximadamente un cuartode los rboles muestreados estaban afectados en alto grado por la contaminacin del aire.

    La contaminacin del aire induce cambios en la fisiologa, la fenologa y los ciclos bioqu-micos de los rboles. Los contaminantes principales que afectan a la salud de los bosquesson el azufre, el nitrgeno, los metales pesados y el ozono, sin embargo la complejidad delos aspectos relativos al deterioro de los bosques sugiere que ste se debe en realidad a losefectos combinados de la eutrofizacin, la acidificacin y el cambio climtico.

    El impacto de la contaminacin de los bosques no se limita a los pases industriales. Aun-que las emisiones antropognicas de dixido de azufre han disminuido ltimamente en

    Rafael Medina Bujalance

    Rafael Medina Bujalance

    Jorge Carrin

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    la mayor parte de los pases industriales de Europa y Norteamrica, dichas emisiones hanaumentado en varios pases de Asia, frica, Centroamrica y Sudamrica. Por su parte,las emisiones de xidos de nitrgeno derivadas de las actividades humanas permanecen

    constantes o han aumentado en vastas regiones del planeta.Tambin las plagas y enfermedades afectan gravemente la calidad de los ecosistemas fo-restales en las latitudes boreales y templadas. Entre 2000 y 2003, ms de 20 millones dehectreas de bosques boreales de Canad y Siberia sufrieron intensos daos ocasionadospor plagas de insectos. La causa ms probable de este aumento en el ritmo natural de estetipo de perturbaciones fueron los veranos extremadamente clidos y secos, y los inviernossuaves que se sucedieron entre 1998 y 2003.

    Parece evidente que el cambio climtico tendr repercusiones importantes en el estado deconservacin de los bosques europeos, y en particular de nuestros bosques de montaa.

    Existe un gran nivel de complejidad e impredecibilidad en todo lo que concierte a las cien-cias del clima, y por otra parte no todas las especies y ecosistemas responden igual ante elincremento de las temperaturas, el aumento en la concentracin atmosfrica de CO

    2o el

    aumento de la deposicin de nitrgeno. Sin embargo las previsiones sobre las consecuenciasdel calentamiento del clima en las montaas apuntan a una prdida o reduccin de las zonasclimticas ms fras en las cotas altas de las montaas, y al subsiguiente desplazamientoen altitud de las sucesivas bandas latitudinales de vegetacin.

    Debido a que las cumbres de las montaas tienen menor extensin que sus bases, es te-ricamente previsible que las bandas de vegetacin tiendan a ocupar reas ms pequeas a

    medida que se asciende, generando mayor inestabilidad y vulnerabilidad en las comunidades,y cambios en la composicin de especies de stas.

    Evaluacin de los Ecosistemas del Milenio (PNUMA) yBiodiversidad en Espaa: base de la sostenibilidad ante el cambio global (OSE)

    EL FUEGOEl nimo de venganza, el inters de los cazadores por facilitar la caza, el simple vandalismo,o la fascinacin de los pirmanos por el fuego estn detrs de muchos de los incendios quearrasan los montes en Espaa durante el verano. Los datos facilitados por Medio Ambiente

    con ocasin de la apertura de la campaa estival de 2011 se refieren a un estudio reali-zado en 2009, y hablan, entre otros, de las motivaciones de los incendios intencionados,que encabezan los provocados por los agricultores para eliminar matorral y residuos. Esosltimos fueron los causantes de 1.764 conatos y 808 incendios, de los 4.791 conatos y3.693 fuegos intencionados registrados en el citado ao.

    En segundo lugar estn los provocados por pastores y ganaderos para regenerar el pasto, con713 conatos y 1.622 incendios, pero inmediatamente despus se sita el vandalismo (323conatos/80 incendios); los provocados por cazadores para facilitar la caza (85 conatos/164incendios); los pirmanos (271 conatos/59 incendios); y los provocados por venganza (con

    68 conatos y 56 incendios).Portal Forestal 2011

    Nicols Lpez Pea

    F. Javier Alonso

    F. Javier Alonso

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    Esmeralda Ramos

    Oscar J. Gonzlez

    Carlos Guantes

    Victoria Bengoa

    NOTA FINAL: RECOMENDACIONES PARA LOS BOSQUES DE MONTAALa mayor parte de los bosques espaoles son sistemas intervenidos desde muy antiguopor la mano humana, e incluso aquellos aparentemente ms naturales y en mejor estado

    de conservacin, como es el caso de nuestros mejores bosques de montaa, se encuentranhoy da sujetos a presiones y riesgos derivados directa o indirectamente de los usos huma-nos y del cambio global. Adems, como se ha ido apuntando a lo largo de estas pginas,los bosques de montaa cumplen importantes funciones y deparan un gran nmero debeneficios a toda la sociedad.

    Estos sistemas frgiles y valiosos requieren un enfoque cautelar e integrado, que permita elbuen estado de conservacin y la pervivencia de sus especies, no slo por su valor utilitariopara los seres humanos, sino tambin en virtud de su derecho intrnseco de existencia.

    Las siguientes lneas estratgicas identificadas por el Observatorio de la Sostenibilidad en

    Espaa para ayudar a frenar la prdida de biodiversidad y el deterioro de los ecosistemas,y que traducen al mbito espaol las principales polticas de biodiversidad a nivel europeoy global, son perfectamente aplicables y necesarias para nuestros bosques de montaa.

    1. La consideracin del cambio global y sus interrelaciones y, en especial, la adaptacinal cambio climtico, es una prioridad para la gestin sostenible de la biodiversidad.

    2. La consideracin y mejora de la biodiversidad debe ir ms all de las zonas protegi-das para favorecer un uso sostenible, considerando el conjunto de las interaccionesterritoriales.

    3. Deben reforzarse los mecanismos existentes para la conservacin de especies y hbitatprioritarios.

    4. La prevencin de los efectos de las especies exticas invasoras y sus interacciones con elcambio climtico debe ser incorporada prioritariamente a la gestin de la biodiversidad.

    5. Los incendios forestales constituyen una amenaza para la biodiversidad con especialincidencia en Espaa, por lo que su prevencin debe ser incorporada en las estrategiasde gestin integrada.

    6. Un enfoque integrador para el capital natural y los servicios ecosistmicos favorecela incorporacin de la biodiversidad en las polticas sectoriales.

    7. La biodiversidad desempea importantes funciones econmicas que deben ser reconoci-

    das en las polticas pblicas, incluso desde un punto de vista estratgico como elementodinamizador para la salida de la crisis y la orientacin a un modelo productivo sostenible.

    8. Unas polticas tendentes a la sostenibilidad, como la reduccin del consumo de ma-teriales y recursos, redundarn en una menor presin sobre la biodiversidad y en unamejora de los mecanismos de gobernanza.

    9. Contabilidad del capital natural y los servicios ecosistmicos.10. Mejorar la base de conocimiento para evaluar con precisin los cambios que las pre-

    siones antrpicas estn produciendo en la biodiversidad, y plantear acciones proactivasy adaptativas.

    Biodiversidad en Espaa: base de la

    sostenibilidad ante el cambio global (OSE, 2011)

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    ALO LARGO DEL AO LAS MONTAAS cambian de aspecto.El fro, el calor, el viento, la tormenta, la nieve, la coloracinde las hojas, el silencio en los das invernales Y todo esto, deuna u otra forma, suena. Pero tambin cambian las voces de sushabitantes: las llamadas de los mamferos, las estridencias de los

    insectos, tan asociadas al calor, los cantos de las aves. Los sonidosdel paisaje se modifican da a da, dibujan una imagen sin trazos.Tan sutil que dura tanto como lo que tarda en apagarse un eco.

    Lo que sigue es el relato sonoro de un ao. Doce meses, docepaisajes de montaa. Pero nada ms que eso. La grandiosidadreal del sonido de la montaa no cabe en el reducido espacio deun disco, de unos altavoces: est ah afuera; all arriba.

    ENERO. Abetales pirenaicos

    ELSILENCIOBLANCO

    Comienza el ao en medio de un silencio blanco. Toda la nocheha estado nevando y el vaco, el silencio, envuelve un abetal delPirineo. El soplo del viento se convierte en un siseo al rozar lasagujas de los abetos, cubiertas por un forro de hielo. La nieve enel suelo y en las copas de los rboles absorbe los pocos sonidos

    que rompen el momento, y la atmsfera suena sorda, sin aristas.De vez en cuando, a poco que el aire temple o que un vientoserrano sople entre el arbolado, grandes masas de nieve se pre-cipitan contra el suelo con estrpito. Decenas, cientos de kilosde nieve apelmazada caen y los impactos producen un retumbosordo. Una profunda percusin utiliza el suelo del bosque comocaja de resonancia. El silencio blanco, a veces, es un estruendo.

    El graznido de una corneja, valle abajo, dibuja una lnea en el

    horizonte sonoro. Pero, en general, por estas fechas la mayorade los que se mueven no estn muy dispuestos a decir nada.

    Las aves forestales callan; bastante hacen con aguantar el froy buscar la poca comida disponible bajo el manto blanco. Sinembargo, algunos ejemplares aislados, algunas bandadas, vandejando un rastro sonoro en su merodeo en busca de alimento.En los bosques slo se escuchan sonidos muy simples, reclamos

    sencillos: el martilleo agudo de los mirlos, tan lejano acstica-mente hablando, de su cancin; el crepitar de los petirrojos ychochines, o las voces apelotonadas de las bandadas de mitos,siempre de paso entre las copas.

    Pero si en este pobre concierto donde casi nada suena hay algoque destaca, son los reclamos de los pridos, vivaces pjarosforestales que incluso ahora parecen incapaces de callar; herre-rillos comunes y capuchinos, carboneros comunes y garrapinos,

    entre otros, se comunican con un conjunto de silbidos, siseos ycarraspeos, no siempre fciles de asignar a cada especie, aunquecon un cierto sentido del ritmo.

    Pero todo esto no son ms que episodios fugaces. Mientras semantengan los cielos plomizos, los cielos de latn, hasta losreclamos de los pridos resonarn como un sacrilegio en mediodel sepulcral silencio blanco.

    FEBRERO. La laurisilva canaria

    ELBOSQUEDENIEBLA

    Casi al mismo tiempo, miles de kilmetros al sur, otro mundoresuena en los bosques siempre verdes de las islas Canarias.

    No hay un espacio natural con una acstica parecida a la delas laurisilvas canarias. Estos bosques brumosos, de atmsferaquieta, bajo porte y un alto grado de humedad, parecen dise-

    ados para conseguir las mejores condiciones de propagacinsonora. La variedad de especies de aves no es muy alta, algo

    El sonido de

    las montaas CARLOSDEHITA E

    lMundo

    E L S O N I D O D E L A S M O N T A A S

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    comn a todo el archipilago. Pero lo que la naturaleza no poneen variedad, el bosque lo aade en matices. La laurisilva es elmundo de los mirlos. Y aqu, activos a todas horas, y todos los

    meses del ao, parece que cantan mejor que en ningn otro sitio.Cae la tarde y las formas se confunden con sus sombras. Desdecada esquina canta un mirlo, con su voz musical, aflautada; ycomo les ocurre a los buenos cantantes, una pequea imper-feccin, un roce sobre las notas ms agudas, le confiere uncarcter inconfundible.

    Los mirlos no cantan solos. En la laurisilva, bajo las copas, peleanlos herrerillos canarios, con una mezcla de cantos territoriales yreclamos agresivos. Alegras es el nombre vernculo con el quese conoce por aqu a estos pjaros. Siguen las dobles notas delos mosquiteros canarios, rtmicas y apresuradas. Y el parloteodeslavazado del petirrojo, tambin canario.

    Sobre las copas, bajo el sol poniente, arrullan las palomas de lalaurisilva, con sus voces de madera: la turqu y la rabiche. Msarriba, una sombra entre las sombras, vuela una becada, un aveterrestre, del color del suelo, que slo abandona la hojarasca paratrazar en crculos el permetro de su territorio. Un ronroneo yun silbido suenan sobre el bosque.

    Desde alguna charca, lejos, se activa el concierto de las ranitasmeridionales. Y, ya de noche, entra en escena toda una familiade bhos chicos. Llama el macho, se asusta la hembra, con ungaido, gritan los pollos y callan al fin los mirlos.

    MARZO. Pinares de montaaENTREELBARROYLASCOPAS

    En marzo la primavera se anuncia por las cuatro esquinas delos bosques. En un claro en un pinar albar el agua se desborday encharca la pradera. Estamos en una tolla: arriba, las avesforestales; abajo, entre el barro y los charcos, los anfibios.

    Las noches todava son fras, pero las heladas van quedando

    atrs. Cuando la temperatura sube por encima de unos pocosgrados, los termmetros vivientes que son los anfibios despiertan

    del letargo invernal, se activan y llenan la noche de croares,gruidos y silbidos: es tiempo de celo.

    Ronronean en primer lugar los sapos corredores. Les siguen losmachos de rana comn, con un croar spero, con aristas. Elmensaje es a la vez de desafo a otros machos y de cortejo a lashembras. Y en el mismo charco o unos pocos palmos por enci-ma, en los juncos de la orilla, las ranitas meridionales hacen lopropio. Estas, con un innegable sentido musical, cuando variosejemplares sincronizan las llamadas, en sncopa, y producen dosy tradas armonizadas.

    Sapos, ranas y ranitas se sirven de un saco gular, una membrana

    hinchable en la garganta, para hacer resonar su voz y ampli-ficar la potencia: para aparentar ms de lo que son. El truco,al resp