Libro de Leyendas

104
1

description

Cindel Gpe. Salazar Romero

Transcript of Libro de Leyendas

Page 1: Libro de Leyendas

1

Page 2: Libro de Leyendas

2

Page 3: Libro de Leyendas

3

Page 4: Libro de Leyendas

4

Page 5: Libro de Leyendas

5

Leyendas Méxicanas

Autor

Cindel Guadalupe Salazar Romero

traductor

David Esquivel Ramirez

revisor

Martha Alejandra Santos franco

ilustradorç

Salma Mercado Meraz

diseñador

Cindel Salazar

Maquetador:

fotografña

Luis Fiscal valenciano

Edicióon 1, 2013

Leyendas méexicanas Abril del 2013 Libro de leyendas publicada

Por editorial Cacko SA. de CV. Guadalupe # 312 Col. Centro Cp. 34000

Durango, Dgo. México Telefono (618) 8384276 Queda estrictamente pro-

hibida

la reproduccion total o parcial del contenido e imagenes de la publi-

cacion sin

previa autorizacion de Editorial Cackp

MPRESA EN MÉeXICO TODOS LOS DERECHOS

RESERVADOS

ISSN 8384276 - 011292

[email protected]

Page 6: Libro de Leyendas

6

Page 7: Libro de Leyendas

7

Quiero dedicar este libo principalmete a mis padres

que me han apaollado a lo largo demi carrera a

toda mi familia y al equipo con el que mme encuen-

tro trabajando actualmente ya que sin ellos no

podria ser posble este proyecto.

Agradeser pirncipalmentea dios por esta oportuni-

dadq y darle las gracias por las puertas que me ah

ido habriendo durante esta etapa tan importante

de mi vida.

Y a ustedes que tendran la oportunidad de leer

este libro tan interesante echo con mucha dedi-

cacion y empeño para todo el publico en general

dandole un interesante diseño y atractiva imagen

para ustedes.

Gracias

:)

Dedicatoria

Page 8: Libro de Leyendas

8

El toro luminoso

Allá en San Josá de Prada, Municipio de Villa de Casas; Pablo Zurita, vaquero a la antigua y gran conocedor, tenáa en su rancho un buen námero de cabezas de ga-nado, que personalmente cuidaban sus hijos Isidro, Al-fonso y Enrique.De una vaca hosca naciá un becerro gateado, extra-áamente largo, les mama-ba a las otras vacas y apo-rreaba a los becerros.Cuando creciá dijo Pablo Zurita: “este animal tiene algo de raro, por la noche le brillan los cuernos y los ojos: en el primer chance lo vendemos”.Una vez destetado lo cam-biaron por diez chivos y se lo llevaron muy lejos. En una campeada Isidro Zurita re-conociá el torete gateado, que se habáa regresado a sus querencias. Fueron a avisar al dueáo y dijo: “Ese

torete tiene algo, se los re-galo”.Ya de dos aáos entrá al co-rral. Pablo Zurita le dijo a sus hijos: “Vamoslo capan-do para que en noviembre está gordo y mandarlo a la matanza”. Isidro lo lazá de la cabeza e Isidro le echo un pial. Ya tumbado Enri-que lo envedija y al inten-tar cortarle Pablo la bolsa de los huevos, la navaja no le entraba y de repente se reventaron al mismo tiempo las dos reatas; brincá arriba del corral de ramas y se per-diá entre el monte. Nunca lo volvieron a ver, solamente su huella. Le pusieron lazo en las veredas, consiguieron perros, trajeron vaqueros de otros lados, jamás hubo uno que lo alcanzara. Más de un cazador sobre el haz luminoso de una lám-para de carburo, vio a un torazo gateado que le bri-llaban los cuernos y los ojos.Tárenle, dijo el dueáo del rancho. El primero que lo hizo se le encasquillá un 30-30; a un soldado que anda-

Page 9: Libro de Leyendas

9

ba de visita le exploto un 7 milimetros; y al ultimo que lo intento con una escope-ta cuata 12, al accionar el gatillo sintio una descarga electrica.Eso no es normal, son cosas de lucifer. Empezaron a na-cer los becerros gateados, pasaron los aáos y muchos de ellos seguian naciendo, no obstante que no habáa toros de ese pelaje.Llegá eso que llaman pro-greso; vinieron las cercas, los potreros; llegaron razas nuevas, unas hoscas otras color barroso; tambián las de la joroba y seguáan na-ciendo becerros de color gateado. Hace poco por los mismos rumbos cerca de Victoria, se estableciá una lecheráa con puras va-cas pintas de negro con un semental del mismo color, y todos los becerros nacieron gateados. La gente cuenta la leyenda de un toro que tiene pacto con el diablo.Si gustan vayan a aquella regián, al sur de la Mesa del Melán, al poniente del Pi-

cacho de San Francisco, y tal vez tengan la suerte de ver volar sobre la cerca de alambre, y meterse a los potreros y corrales de las vaquillas, un toro gateado

Page 10: Libro de Leyendas

10

Leyenda del cerro de la vieja de Oa-xaca

La localidad del Cerro de la Vieja (Rancho Pequeáo) está situado en el Municipio de San Pedro Mixtepec – Dto. 22 – (en el Estado de Oaxaca). Tiene pocos habi-tantes y se encuentra a 40 metros de altitud.Se dice que antes de que el lugar fuera poblado era sitio de caseráa. Y un dáa, uno de los cazadores per-siguiendo una presa, llegá frente a una gran roca, en la cual estaba pintado el cuerpo completo de una hermosa mujer de largas trenzas, una india. Junto a esta piedra habáa enor-mes cantidades de plomo, asá que el hombre llevando sus manos llenas, compartiá su descubrimiento con los compaáeros. Dando como

seáa aquel impresionante dibujo.Poco a poco la gente se fue interesando en acudir al lugar para conseguir ma-teria prima para sus balas, y subieron al cerro, pero la mayoráa de ellos regresaba decepcionado porque no podáan encontrar la pintu-ra de la india, tachando al hombre de mentiroso, pero al avanzar los dáas, de tres personas que iban a buscar plomo, solo regresaban dos, la gente empezá a desapa-recer y tacharon el lugar de encantado.Se pensaba que la causan-te de todo esto era la india, aquel que tenáa la “mala suerte” de encontrarse con ella, ya no volváa, creyen-do que esta se desprendáa de la piedra, persiguiendo a los buscadores de plomo por el cerro, hasta perder-los… pues en varias ocasio-nes, personas que pasaban por ahá, podáan ver una mujer envuelta en una tela blanca que flotaba por el lugar. Y oáan los gritos del

Page 11: Libro de Leyendas

11

aterrado hombre, pero al ir a mirar, no se encontraban rastros de ella, ni del pobre tipo que gritaba.

Desde entonces, se le nom-brá “El Cerro de la Vieja”, por la aparicián que se pre-senta en ál.

Page 12: Libro de Leyendas

12

Leyenda del fan-tasma del Cerro del Lobo

Se afirma que desde hace varias dácadas, en el cerro del Lobo (una Zona de Pre-servacián Ecolágica, tam-bián llamado Parque Eco-lágico de Santa Apolonia); ubicado en la ciudad de Pachuca de Soto, Hidalgo, Máxico, se aparece una mujer vestida de blanco, lo hace solo en las noches de luna llena en las faldas del cerro.Las mujeres que se topa-ban con ella la describáan como una chica joven, piel clara, cabello castaáo lar-go, mediana estatura, ojos cafás y siempre vestida de blanco, y que en lugar de caminar, flotaba en el aire, no sentáan miedo de ella, pues se ofrecáa ayudarlas a cruzar el lugar sin peligro, ya que ahá sucedáan muchos

accidentes. A sus nuevas amigas, La Mujer de Blanco, les contaba el terrible desti-no que tenáan los hombres las noches de luna llena.

En cambio a los hombres les terminaba haciendo co-sas malas, muy malas. Pues muchos de ellos se halla-ban muertos en las laderas del cerro del Lobo, siempre el dáa despuás de la Luna llena, y todos tenáan puesto un crucifijo de plata. Se dice que se atravesaba en su camino, lo seducáa, se ha-cáa seguir a la cima del ce-rro, para despuás arrojarlos desde las peáas, el silencio de la noche se interrumpáa con los gritos desesperados de los hombres cayendo, acompaáados de fuertes carcajadas que erizaban la piel.

Despuás ella se alejaba flo-tando, hasta perderse en la oscuridad…

La historia corriá por las can-tinas, donde los borrachos

Page 13: Libro de Leyendas

13

bromeaban sobre este fan-tasma. Una noche, el joven hermano de un hombre, que habáa sido encontrado con los huesos destrozados al pie del cerro, jurá vengar-se de esa mujer y enviarla al mismo infierno de donde saliá. Se fue al cerro con pis-tola en mano, alumbrado por la luz de la luna llena.

-Por fin te encontrá-, le gritá el joven al verla, amenazan-do con su pistola. Pero ella lo hechizá mirándolo directo a los ojos, lo llevá hasta un barranco el cual ella cruzá flotando, pero ál cayá gri-tando. Encontraron su ca-dáver como todos los otros, con la cruz en el pecho.

Page 14: Libro de Leyendas

14

Leyenda del teso-ro de Exquitlán

Viviá hace algunos aáos en Tulancingo, Hgo. El hacen-dado Don Pánfilo Garcáa quien poseáa una inmensa fortuna, gracias a un pacto con el Demonio. El hombre maltrataba a sus trabajado-res, pues cualquier falta co-metida por estos, los hacáa terminar con los puercos hambrientos para ser devo-rados, como castigo. Tenáa tambián un cuarto destina-do especáficamente, para el castigo de los peones.

Cuando su hija le confesá que estaba enamorada de un peán y pensaba casarse con ál. Don Pánfilo lo torturá, y despuás lo hizo pedazos para dárselo a los puercos, todo esto ante los ojos de su hija, que no pudo sopor-tar tal crueldad y se suici-

dá poco tiempo despuás en el encierro impuesto por su propio padre.

Pánfilo enfermá al verse sin su hija, ya que era lo más que amaba en el mundo. Muriá poco tiempo despuás, dejando una enorme fortu-na.

El dáa del velorio cayá una tremenda tormenta, el cor-tejo viajá asustado hasta el cementerio porque la caja rechinaba desde. Se dice que hasta la misma tierra lo repudiá, porque cuando lo enterraban, el fáretro era expulsado a la superficie, sin importar cuantas veces lo intentaran.

Entonces sus más fieles peo-nes, llevaron el cadáver a las montaáas, cargando tam-bián toda su fortuna. De la caja no dejaron de salir la-mentos, los burros cargados de oro fueron tragados por la tierra, y los peones con-denados a vigilar el cuerpo de su amo. Aun despuás de

Page 15: Libro de Leyendas

15

su muerte, quedaron plas-mados en piedra en una zona que se encuentra al oriente de Tulancingo, a un lado del cerro El Yolo.

Se dice que parte de su for-tuna está enterrada en el jardán de la hacienda Ex-quitlán, para llegar al tesoro, las noches de luna llena al dar las doce, se debe ca-var donde indica la sombra de la cruz de la capilla. Que está custodiada por seres malignos, pues es un centro de adoracián del demonio, los Angelitos llevan tridentes y la Virgen reza con la mira-da hacia abajo.

Page 16: Libro de Leyendas

16

Leyenda de la Mu-jer que bailá con el Demonio

Esta leyenda parece ser muy popular, pues se cuen-ta de un suceso similar en muchas regiones de la re-páblica. Fue en aquellas ápocas de los salones de baile, cuando bellas mu-chachas se reunáan para asistir en grupo a escuchar másica en vivo y por supues-to sacudirse el polvo. En esa ocasián Maráa habáa sido convencida por sus amigas de acompaáarlas al even-to, pero al llegar, inventaba cualquier pretexto para evi-tar subir a la pista con algán extraáo.

De pronto, entre la multitud resaltaba un hombre muy elegante de traje oscuro y fina ropa, se notaba entre los demás por sus acceso-

rios de oro, seguramente era algán tipo adinerado en busca de pareja.

Las amigas de Maráa cu-chicheaban pues este iba directo a la joven, que al te-nerlo en frente no pudo ne-garse a acompaáarlo, una vez en la pista, el extraáo le decáa tantas cosas bellas que Maráa no podáa man-tener el paso y se le veáa sonrojada. Varias tandas de canciones pasaron y pare-ciera apenas un segundo.

Pasada la media noche, un desgarrador grito hizo callar hasta la orquesta, una mu-chacha muerta de espanto seáalaba insistente hacia los pies del joven que bailaba con Maria, cuando los de-más volteaban a ver, saláan corriendo despavoridos, todo era tan rápido que aun Maráa no se habáa dado cuenta, que el joven con el que bailaba tenia pesuáas en lugar de pies. Está la besá tiernamente y desapareciá entre un denso humo con

Page 17: Libro de Leyendas

17

un fuerte olor a azufre. La mujer fue encontrada casi inconsciente con los brazos, espalda y cara desgarrada.

Desde entonces fue co-nocida como la mujer que bailá con el demonio. Y quedaron en su cuerpo marcas, para siempre re-cordarlo. El lugar se cerrá al páblico y por mucho tiem-po quienes veáan las ruinas compartáan el hecho ahá acontecido.

Page 18: Libro de Leyendas

18

Leyenda de la mu-jer sin rostro

Se dice que tiempo atrás viváa en las afueras de Oa-xaca, una madre con dos hermosas hijas de 17 y 13 aáos. Se rumoraba de ella que era una bruja, pues te-náa una malformacián en su cara, la acusaban de cau-sar muerte tan solo con la mirada, y la repudiaban al verla andar por la calle.

Transcurrido el tiempo con tantas burlas a cuestas, ella se recluyá en su casa, pidiendo a sus hijas que trajeran las muáecas más hermosas que pudiesen encontrar, para cortarles la cara y cubrirse el rostro, aunque no fuera por com-pleto, pues lágicamente las muáecas eran más peque-áas que ella.

Como su plan no estaba

dando resultado, una de tantas noches de locura y depresián, la madre tomá un cuchillo y fue hasta el cuarto de la mayor de sus hijas, la sorprendiá sin dar-le tiempo de actuar, apu-áalándola repetidamente, hasta arrancarle la vida, para despuás desprender-le su hermoso rostro, con el trofeo en manos, fue hasta su habitacián, entre gritos de dolor y sufrimiento, tam-bián se desprendiá su cara, y se cosiá en rostro de su hija muerta con aguja e hilo.

Cuando la menor de las hi-jas, llegá a casa despuás de viajar con su padre, encon-trá a su hermana sin rostro, muerta y descompuesta, aterrada, se dirigiá donde su madre para tambián ser sorprendida con que tenia ahora el rostro de su herma-na, el cual le habáa cau-sado una terrible infeccián que la llevá a la muerte.

Por mucho tiempo no se supo de la pequeáa hasta

Page 19: Libro de Leyendas

19

1952 cuando se le encon-trá asesinando mujeres para quitarles el rostro, fue lleva-da a un manicomio, por-que las ánicas palabras que repetáa eran -Mi hermana necesita un rostro, mi madre se lo robá-al poco tiempo se suicidá, pero la gente cuenta que por los alrededores del lu-gar de su muerte aun se escuchan las palabras de preocupacián por el rostro de su hermana.

Page 20: Libro de Leyendas

20

La Bestia Negra

El rancho de Don Diego no era muy grande, pero esta-ba progresando, el traba-jo ya era demasiado para Rodrigo, el ánico peán del lugar, quien le contá a su amigo Julián sobre la opor-tunidad.Ese mismo viernes Julián es-peraba en el camino has-ta que el peán saliera, pues habáan acordado que asá el patrán no dudaráa en contratarlo, ya que Rodrigo pasaba los fines de semana en el pueblo con su familia y volváa hasta el lunes, de-jando el rancho sin cuidado durante esos dáas.

Despuás de darse el saludo al cruzarse en el camino, Julián se dirigiá al rancho, era todaváa un camino de veinte minutos. Cuando lle-gá al lugar antes de poner un pie fuera de la camione-ta, un perro, negro y fornido,

le ladro con furia apoyan-do sus patas en la puerta. El hombre intentaba calmarlo, pero el perro estaba des-quiciado, ladraba repetida-mente, jadeando sin cesar, se le erizaban los pelos del lomo, y la abundante espu-ma que saláa por su boca le hizo enterarse a Julián de que el perro estaba rabioso.

Soná la bocina en varias ocasiones pero no obtuvo respuesta, asá que mejor le dio por marcharse, para su mala suerte la camioneta no respondáa. La dejá des-cansar un rato pero el sol que le daba directamente convirtiá la cabina en un horno, el calor era tan inten-so que empezaba a sentir sántomas de desmayo, no llevaba consigo ni una gota de agua. Como nadie res-pondáa a sus llamado pen-sá que el animal ya habráa atacado al pobre viejo ha-ciándolo pedazos, o no ten-dráa ningán tipo de ayuda hasta el lunes que Rodrigo volviera.

Page 21: Libro de Leyendas

21

Entonces tendráa que re-sistir hasta el lunes pues no queráa morir asá nada más, de sed, atrapado por un perro rabioso que no deja-ba de dar vueltas alrededor de su camioneta. El cual se volváa cada vez más loco con el aumento de la tem-peratura. Afortunadamente cayá la noche y Julián se quedo dormido, al desper-tar el siguiente dáa lo ánico en su cabeza fue encender el motor, que de nuevo no respondáa, con la deses-peracián y el intenso calor de la maáana, no tardá en caer desmayado por la fal-ta de agua.

Cuando Rodrigo llegá el lunes, ahá estaba Julián in-consciente en su camione-ta, Don Diego despedaza-do en la puerta trasera de la casa, y la bestia negra muerta debajo de la ca-mioneta.

Page 22: Libro de Leyendas

22

El coco

En la Ex Hacienda de Coahuixtla, Cuautla More-los. Una de las más prospe-ras de la regián trabajaba una hermosa mujer; su be-lleza era tal que muchos hombres la pretendáan, y ella siempre se negaba. Un dáa despuás de baáarse en el rio, se topá con un extra-áo forajido, montado en un enorme caballo negro. Que ofreciá llevarla a casa, la joven rechazá sus primeras propuestas, pero al final ter-miná por aceptar.Creyendo que todo ha-báa llegado hasta ahá, la muchacha se sorprendiá al verlo con frecuencia, a final de cuentas, como todos los demás trataba de enamo-rarla. Pero a diferencia de los otros, ál lo lográ. La mujer quedá embarazada, y del sujeto ya no se supo más. El bebá naciá a los 6 me-ses, pero era algo extraáo, distinto a los demás, muy

despierto y hábil. Cuando el niáo cumpliá 6 meses la madrina de la muchacha se dirigáa hacia la iglesia para bautizarlo, pero cuan-do cruzaban el rio el bebá le dijo:

- Mira madrina ya puedo hablar, ya tengo dientes, y te voy a matar-, dicho esto, el bebá la matá y salto al riá, quedá incrustado en una piedra y despuás desapa-reciá.

Se rumora que aquella criatura era hijo del Diablo y que desde entonces se aparece en la hacienda, asustando y haciendo mal-dades a los trabajadores. Se le atribuyen tambián algu-nas muertes, y se le puede ver en las ruinas y los táneles de la ex hacienda jugando con los huesos de las perso-nas que ahá han muerto.

Cuentan tambián que por los caminos rurales, se escu-cha el llanto de un bebá. Al seguirlo conduce hasta un

Page 23: Libro de Leyendas

23

recián nacido, aparente-mente abandonado. Quie-nes lo han recogido para llevarlo ante la policáa o al hospital más cercano. Des-puás de cargarlo un rato, sienten un repentino dolor en su brazo. Al voltear, ven con horror que el bebá, lo muerde con sus muchas hi-leras de dientes, y con voz ronca lanza todo tipo de in-sultos y amenazas.

Page 24: Libro de Leyendas

24

Leyenda del Ca-lleján del Armado

Era costumbre en Máxico que muchas de las calles llevaran el nombre de un suceso significativo de la ápoca, o de un personaje famoso aunque no ilustre. Fue asá que entretejiándo-se historias, se encontraban calles llamadas, El Calleján de la Muerte, el Calleján del Diablo, La Calle de la Que-mada, etc. Y en esta oca-sián mencionaremos aquel suceso que dio nombre al “Calleján de Armado“.Fue por allá en el siglo XVI, que existiá un misterioso hombre rico, callado y tris-te que tenáa por costum-bre salir por las noches de su casa con rumbo al Con-vento de San Francisco, en-traba en la capilla del Se-áor de Burgos y arrodillado, rezaba y lloraba. No hubo quien preguntara por sus

penas. Aunque lo veáan sa-lir del Convento y visitar el resto de las Iglesias de la Ciudad, llorando en cada una de ellas, hasta altas ho-ras de la noche cuando re-gresaba a su casa.

Sin haber comprobado nada la gente se dedicaba a rumorar que en su juven-tud habáa sido un hombre malo, lo decáan tambián por su fachada, pues siem-pre vestáa una pesada ar-madura y casco sobre su fina ropa negra y portaba una espada y un puáal en-fundados, la forma en que lucáa le ganá el apodo de El Armado.

Un dáa amaneciá ahorca-do en el balcán de su casa, contaba con una ánica criada, a quien los alguaci-les que llegaron a descolgar el cuerpo no pidieron razán de nada. Nunca se supo su nombre ni su linaje.

Poco tiempo despuás, cuando las personas pa-

Page 25: Libro de Leyendas

25

saban por las ruinas de su casona durante la noche, escuchaban quejidos y so-llozos, que al acercarse se convertáa en un doloro-so llanto que provenáa del fantasma ahorcado de El Armado. Saláan aun de sus ojos, gruesas lágrimas que escurráan por su pesada ar-madura.

Page 26: Libro de Leyendas

26

Leyenda de la Ma-linche

La trágica vida de Malintzin comienza en Coatzacoal-cos, era hija de un cacique, pero al tener su primer hijo varán decidiá deshacerse de ella vendiándola como esclava. A esta mujer se le dio el nombre despectivo de la Malinche, gracias al mal oádo de los espaáoles. Aáos despuás, el conquista-dor Hernán Cortás la recibi-ráa con un obsequio en Ta-basco y fue bautizada con el nombre de Marina. Fue traductora-intárprete entre los espaáoles y los indáge-nas. Le mostrá a Cortás las costumbres sociales y mili-tares de los nativos, jugan-do un rol muy importante en la conquista.

Cortás tuvo un hijo con La Malinche, Martán Cortás (primogánito pero ilegáti-mo). Comenzando asá el

mestizaje, convirtiándose en la primera madre de pue-blo de Máxico. Malintzin fue dada despuás al capitán Alonso Hernández Portoca-rrero, y aáos despuás fue ca-sada con Juan de Jaramillo, con quien tuvo una hija lla-mada Maráa Jaramillo. Tuvo un regalo de bodas nada despreciable: un vasto te-rreno cerca de Chapulte-pec, otro en San Cosme, la arboleda de Moctezuma en Coyoacán y las casas que ocupá en las calles de Medina, esta es la famosa Casa de la Malinche.

Tanto en vida, como des-puás de su muerte, Doáa Marina se convirtiá en toda una leyenda, tanto asá que incluso se llegá a integrar al mito de La Llorona, se decáa que esta era la llorona, la que venáa a penar del otro mundo por haber traiciona-do a los indios de su raza, ayudando a los extranjeros para que los sometieran.

Entre las paredes de las ca-

Page 27: Libro de Leyendas

27

sas que habitá se escuchan sus lamentos, por ser des-preciada y tratada como esclava. Se tiembla al verla venir, basta una mirada de sus ojos negros para infun-dir el miedo. Su sombra y el fantasma de pelo suel-to y tánica flotante segui-rán metiendo miedo, desde los bosques y las grutas de Chapultepec, lanzando en ya conocido grito: –¡Ay mis hijos!-.

Page 28: Libro de Leyendas

28

Leyenda de la Casa de los Ena-nos

Ubicada en la Avenida Juárez 1702 de la Ciudad de Puebla en Máxico. Hay una casa hermática a cual-quier mirada del exterior, la cual originá la leyenda de que viváan ahá, unos her-manos que se enamoraron y tuvieron hijos entre ellos, niáos deformes y con baja estatura, por lo cual los pa-dres cubrieron la casa para evitar a los chismosos. Otras personas dicen que se or-ganizan ahá fiestas paga-nas y los participantes, en-tran y salen por un pasadizo subterráneo que da a un estacionamiento en Paseo de Bravo.Lo que se sabes sobre la casa es que en 1890 la fa-milia Giacopello, construyá la casa y habitaron en ella

hasta que una de sus hijas se suicidá en el despacho. La casa fue abandonada hasta 1930, cuando Rogelio Rodráguez y su esposa, ad-quirieron la casa. Ella tras la muerte de su marido se vol-viá una persona sumamen-te reservada y de pocas amistades. Para cuidar sus muebles ordená a la servi-dumbre abrir gradualmente las ventanas para que no les diera el sol, y tambián mandá construir muebles a la medida para sus nietos en el jardán porque no les permitáa entrar en la casa. Asá la gente que se asoma-ba, veáa a los niáos jugando en sus muebles pequeáitos pensando que eran enanos, de ahá se desprende su tan mentado nombre “La Casa de los Enanos”. A favor de esta hipátesis, la gente notá que el timbre y la mirilla es-taban a la altura de la cin-tura.

La anciana siempre man-tuvo la misma servidumbre. Los descendientes de sus

Page 29: Libro de Leyendas

29

tres hijos se fueron mudan-do hasta dejar a la abuela sola. Se dice que la anciana muriá en 1988, pero en cier-ta ocasián un grupo de tra-bajadores, por árdenes de la servidumbre, permanecáa con la puerta cerrada re-modelando una habitacián en el segundo piso, pero es-cucharon gritos horribles de una mujer. Al asomarse vie-ron a una persona tapada por completo, la llevaban abrazada e iba llorando in-tentando hablar pero no se le entendáa nada.

Lo que sá es comproba-ble, es que es el ánico edi-ficio que funciona como domicilio particular en esa avenida, ciertamente está habitada y por alguien de mucho dinero, pues se en-cuentra en perfecto esta-do, arbustos recortados y paredes tan limpias como si se pintaran a diario. Se escuchan personas de jar-dineráa y mantenimiento, ingresan coches con los vi-drios polarizados.

Cada vez que se pasa por ahá es inevitable sentir cu-riosidad por los secretos que ahá se encierran, mucho más porque en cierta oca-sián un anuncio en la reja de la casa solicitaba perso-nas para el servicio, ponien-do como ánicos requisitos: estámago fuerte y absoluta discrecián.

Page 30: Libro de Leyendas

30

Leyenda de la si-guanaba

Una de las máltiples apari-ciones nocturnas de Máxico y Centroamárica es la Si-guanaba, es una mujer es-pectral, vestida de blanco, de larga cabellera negra, con un cuerpo sumamente atractivo, pero con cabeza de caballo y que se apare-ce por lo regular a hombres que son infieles y gustan de vagar en la noche buscan-do aventuras nocturnas. Se hace seguir, por ellos, sin dejarse ver el rostro.La Siguanaba aparece en áreas rurales y poco pobla-das, siempre ante hombres que caminan por la noche, asustándolos o matándolos. Conduce a sus váctimas a barrancos o desfiladeros, atrayándolos a cuerpos de agua para ahogarlos o sim-plemente matándolos del susto al ver su horripilante

cara de caballo.

Originalmente era llamada la Sihuehuet, y quedá em-barazada de un hijo del dios Tláloc, pero le resultá infiel y en castigo, el dios de la llu-via la maldijo llamándola Si-huanaba (mujer horrible). Su maldicián consistáa en lucir hermosa para los hombres, pero al tenerlos cerca, se transformaráa en un mons-truo, originalmente solo una mujer con piel escamosa, garras, colmillos y con un cuerpo deformado. Con-denada a penar por siem-pre a causa de la maldicián y a aparecársele a los hom-bres que vagaban solos por la noche; siempre en busca de su hijo el Cipitáo, el cual siempre será un niáo al que deberá cuidar.

Segán cuenta la leyenda en cierta ocasián, en el barrio de Ojo de Agua, caminaba un seáor cuando vio que en el tanque de San Pedro se baáaba una mujer de pelo negro, muy hermoso y con

Page 31: Libro de Leyendas

31

vestido blanco. El hombre le dijo piropos, la mujer sa-liá del agua y empezá a llamarlo sin dejarse ver la cara. El hombre la siguiá por muchas calles sin darle al-cance, ál sin poderla alcan-zar, la muchacha se detu-vo al llegar al cementerio. Lentamente se descubriá el rostro y volteá; el hombre esperaba ver una cara muy bella, pero en cambio, se dio cuenta que la mujer te-náa cara de caballo. ásta se abalanzá sobre ál para tra-tar de llevárselo. En ese mo-mento ál comprendiá que esa mujer era la Siguanaba. ál corriá a su casa asustado. Al dáa siguiente notá que su rostro y brazos estaban ara-áados.

Page 32: Libro de Leyendas

32

Leyenda del Cerro del Toloche

Al norte de la ciudad de Toluca, se encuentra “El Cerro del Toloche”. Que en su interior alberga una cueva, llena de dinero y ri-quezas, segán se dice. Para conseguirlo hay que enco-mendarse al mismo Diablo, y pedir acceso a un chivo negro de ojos brillantes que custodia la entrada por el lado de Santiago Miltepec. Echa la peticián, el animal permite el paso, dejando que el visitante llene sus bol-sas con riquezas… Pero en el justo instante de salir, el chivo dice: -todo o nada-. Como nadie ha podido cargar con todo lo que hay dentro, salen con las manos tan vacáas como a entrar.Se dice que hace más de cien aáos un zapatero pre-

sumiendo de valiente, apos-tá con sus amigos conseguir una prueba de que habáa entrado. Ellos pidieron una naranja, y al siguiente dáa lo acompaáaron a las siete de la maáana, para verlo salir a las ocho de la noche de la cueva.

Contá que en la entrada habáa dos catrines que le ofrecieron dinero a cam-bio de dejar su firma escrita con sangre de la vena de su mano izquierda. Pero el hombre solo pidiá una na-ranja. Le pusieron como prueba: sentarse sobre una vábora usándola como silla. Superá la prueba al evitar su mordida. Despuás lo envia-ron sobre un asno a correr por la orilla de una laguna. Se librá de nuevo al no ser arrojado al agua.

Superadas las pruebas, los catrines lo llevaron a ver montones de dinero y un paraáso lleno de árboles fru-tales de cualquier especie. Le ofrecieron tomar lo que

Page 33: Libro de Leyendas

33

quisiera a cambio de dejar su firma escrita con sangre de la vena de su mano iz-quierda, el hombre de nue-vo ignoro todas las riquezas y solo se llevá consigo una naranja.

Lo tomaron entonces de los brazos y lo llevaban vo-lando fuera de la cueva. Donde sus amigos espe-raban. Llevaba la naranja en la mano como prueba de que habáa ganado la apuesta. Pero a los pocos dáas el zapatero simple-mente desapareciá. Se dice que en aquella firma ofreciá su alma a cambio de una naranja…

Tiempo despuás se culpá al chivo por la desapari-cián de muchas niáas que por ahá transitaban, y un sacerdote, fue a conjurar la cueva, siendo tapada con mamposteráa de pie-dra, y poniándole una cruz de madera en el exterior, la cual existe todaváa.

Page 34: Libro de Leyendas

34

Leyenda del Fo-rastero y la niáa

Se dice que esta Leyen-da está basada en un he-cho real que sucediá en los pueblos de la sierra del Perá, es un lugar alejado de la carretera, donde las ca-sas están alejadas 600 me-tros unas de otras. En una de ellas estaba hospedado un Forastero quien pasaráa ahá una semana antes de reanudar su viaje, mientras descansaba, ya entrada la noche, recibiá una visita inesperada, pues no cono-cáa a nadie en ese pueblo, aun asá, atendiá a la puerta cuando llamaron.

Al abrir, habáa frente a ál una niáa, de unos ocho aáos, tenáa sobre su piel heridas de quemaduras, el forastero se muestra ama-ble y le pregunta: -¿que ne-cesitas niáa a estas horas?-

para lo cual ella tiene otra pregunta: -¿me regalaráa un vaso con agua?,-Si, cla-ro que si- le dice el hombre, muy dispuesto a ayudar, y despuás de darle el vaso, la niáa se va.Al siguiente dáa la escena se repitiá de nuevo, y asá por cuatro dáas más, sin faltar a ninguno de ellos, la peque-áa iba donde el forastero a la misma hora, y con la misma peticián. Un poco intrigado el hombre deci-diá esperarla para hacerle algunos cuestionamientos, llegada la media noche, la niáa estaba tocando a la puerta sin falta, la rutina no habáa cambiado, despuás de darle el vaso con agua, estaba lista para marchar-se cuando el forastero le pregunta: -¿niáa para quien llevas ese vaso con agua?- ella responde de inmedia-to y sin vacilar: –Es para mi papá- sin haber despeja-do aun sus dudas el hom-bre pregunta de nuevo: -Y ¿porque no viene ál?, ¿dánde está?- con completa tran-

Page 35: Libro de Leyendas

35

quilidad la niáa loe informa: -ál se está quemando- el forastero bastante sorpren-dido y con ánimos salir co-rriendo a ayudar le dice a la niáa: -¿Quián es tu papá?- la niáa sonráe de forma tra-viesa y con una voz fuerte que superaba su cuerpo le responde de forma aterro-rizante: –¡es EL DIABLOOO!-. Aquel grito fue escucha-do por todo el pueblo y el forastero falleciá dos dáas despuás.Se dice que la niáa sale a penar cada 21 de febrero de todos los aáos, durante dos semanas atacando a turistas, se dice que solo a ellos, porque los pobladores de la regián ya conocen la historia y no se atreven a abrir sus puertas cuando el reloj marca la media noche.

Page 36: Libro de Leyendas

36

Leyenda de la confesián de una muerta

Cientos de aáos atrás, du-rante una cena, el Sacerdo-te de apellido Aparicio ce-naba en casa de una noble familia. La amena convi-vencia fue interrumpida por los criados, avisando que un par de borrachos tocaron a la puerta buscando al Sa-cerdote.El religioso atendiá al llama-do, en el cual le avisaron que una moribunda necesitaba confesián y un carruaje es-taba listo para llevarlo hasta su residencia. El barrio esta-ba poco poblado, y fueron hasta una casa ruinosa blo-queada con tablones en las ventanas y entradas. Habáa solo una entrada libre por la cual saliá una ancianita andrajosa, que le dio indi-caciones al Sacerdote para dirigirse al piso superior.

Al subir se encontrá a una joven con fiebre, acostada sobre un petate, llevaba un vestido de terciopelo y se adornaba el cabello con una diadema. En cumpli-miento de su deber el reli-gioso escuchá su confesián e inmediatamente despuás de absolverla de sus peca-dos, la mujer falleciá.

El Sacerdote entonces bajá en busca de la anciana para darle la noticia, al ba-jar la escalera esta se de-rrumbá, la anciana ya no estaba, tampoco el carrua-je, por lo cual tuvo que re-gresar a pie.

Cuando estuvo de vuel-ta en el lugar de la cena, platicá con sus anfitriones lo sucedido, inmediatamente el Seáor de la casa, ordená preparar una escolta arma-da para acompaáarlo de nuevo al lugar de lo suce-dido. Al llegar ahá, vio con extraáeza que la puerta por la que habáa entrado

Page 37: Libro de Leyendas

37

estaba sellada. Los criados se encargaron de realizar una extensa básqueda por el lugar, sin poder encontrar nada.

El Padre Aparicio observá un paáuelo a los pies de una lápida en ruinas, cuan-do mirá por la ventana. Los criados escarbaron y den-tro de un ataád encontra-ron un cadáver con vestido terciopelo y diadema.

El Sacerdote nunca confesá el nombre de la muerta ni lo dicho en aquella ocasián. El Padre Aparicio no volviá a ser el mismo desde enton-ces, se volviá introvertido, se encerraba a orar a altas horas de la noche y su sa-lud se vio mermada por la falta de descanso, ya que tuvo muchas dificultades para conciliar el sueáo.

Page 38: Libro de Leyendas

38

El Calleján del Dia-blo

En Máxico existiá una es-trecha calle conocida con el nombre de Calleján del Diablo. Era lugar sombráo rodeado de árboles frondo-sos y en medio de la nada habáa una casucha habi-tada por un hombre que sufráa de tuberculosis. Poca gente se atreváa a deam-bular por ahá, culpa fuera del nombre, o del pobre hombre enfermo, y quien tenáa que cruzar por ahá lo hacáa rápidamente.En cierta ocasián un borra-cho caminaba por el calle-ján oscuro, pasada la media noche, desde la distancia vio una figura que se apoya-ba en el tronco de un árbol. Pensando que alguien en la oscuridad queráa atracarlo, para curarse en salud, corriá con las manos empuáadas hacia el extraáo. Un destello de luz antes de toparse con

el desconocido le dejá ver un ser horrendo que reáa malignamente. El miedo parecáa sujetar los pies del hombre en el suelo, pero aun asá agarrá fuerzas para correr despavorido y esca-par de su desgracia.

Cuando el borrachán corriá la noticia de que en el ca-lleján de marras se apare-cáa el Demonio, muchos de los pobladores lo secunda-ron diciendo que habáan sido asustados por el mons-truoso espectro en alguna ocasián. Una persona ente-rada del Diablo y sus cosas, aconsejá que para evitar que el Maligno se instalara en el calleján, se deposita-ran diariamente bajo el ár-bol infernal algunas ofren-das, de preferencia joyas y monedas de oro. Como nadie queráa que Lucifer se instalara en ese sitio, cada maáana iban a dejarle ob-sequios a Satán. Las ofren-das desaparecáan asá que pensaban que el Seáor de la Oscuridad estaba com-

Page 39: Libro de Leyendas

39

placido.

Un par de pescadores es-cucharon la historia del Dia-blo de San Martin, y no muy convencidos del hecho se dispusieron a desentraáar tales apariciones. Llegada la media noche, dos siluetas se distinguáan en medio del tátrico calleján. El Demonio estaba recargado en el ár-bol, esperando a los incau-tos que voluntariamente iban a perder sus almas en aquellos dominios del infier-no. El Seáor de las tinieblas estaba listo para mostrar su maláfico rostro, cuando… de repente tras la luz de una antorcha vio emerger una imagen peluda atrave-sando las llamas, dos negros cuernos y una larga cola, mostraban que se trataba del autentico Satanás. Le fue asentada una mordida en el trasero, con un ardien-te fuego que le quemaba por dentro.

El falso Satán saliá corriendo y gritando -¡Jesás, el diablo

quiere llevarme!-. El Demo-nio no volviá a aparecer por aquel calleján y poco tiempo despuás se supo un conocido personaje del pueblo presentaba una enfermedad extraáa, evi-denciada por llagas en las posaderas, producidas por quemaduras profundas. Los pescadores lo pusieron en evidencia cuando se ex-pusieron como los autores del contraataque diabluno alegando que habáan mar-cado al falso Lucifer con un tizán al rojo vivo.

Las joyas fueron donadas a una institucián de pobres y el recuerdo más vivo del hecho fue el nombre que le quedá a la callejuela, co-nocida por mucho tiempo como el Calleján del Diablo.

Page 40: Libro de Leyendas

40

Cuando el tunku-luchá canta – Le-yenda prehispáni-ca

En El Mayab vive un ave llena de misterio, solitaria y que habita entre las ruinas. Es el tecolote o tunkuluc-há, quien hace temblar al maya con su canto, pues todos saben que anuncia la muerte. Algunos dicen que lo hace por maldad, otros, porque el tunkuluchá disfruta al pasearse por los cementerios en las noches oscuras, de ahá su gusto por la muerte, y no falta quien piense que hace muchos aáos, una bruja maya, al morir, se convirtiá en el te-colote.

Existe en torno a ál una le-yenda, que habla de un tiempo pasado y lejano, cuando el tunkuluchá se consideraba el más sabio

del reino de las aves, to-dos admiraban su conduc-ta seria y prudente. Un dáa, en una fiesta en el palacio del reino de las aves, todas la aves se emborracharon con balchá, el licor maya y convirtieron la fiesta en pu-ros chiflidos y risas escanda-losas.

Cuando pasá por ahá un hombre maya conocido por ser desagradable, se metiá a la fiesta dispuesto a molestar a los presentes. El maya comenzá a reárse de cada ave, pero pronto llamá su atencián el tunku-luchá. Sin pensarlo mucho, corriá tras ál para jalar sus plumas, mientras el marea-do pájaro corráa y se res-balaba a cada momento. Despuás, el hombre arrancá una espina de una rama y buscá al tunkuluchá; cuan-do lo encontrá, le picá las patas. Aunque el pájaro las levantaba una y otra vez, lo ánico que lográ fue que las aves creyeran que le habáa dado por bailar y se rieran

Page 41: Libro de Leyendas

41

de ál a más no poder. El po-bre pájaro sentáa coraje y vergáenza al mismo tiempo, pues ya nadie lo respetaráa luego de ese dáa.

Entonces, decidiá vengar-se. Estuvo dáas enteros en la básqueda del peor casti-go; era tanto su rencor, que pensá que todos los hom-bres debáan pagar por la ofensa que ál habáa sufrido. Asá, buscá en sá mismo al-guna cualidad que le per-mitiera desquitarse y optá por usar su olfato. Luego, fue todas las noches al ce-menterio, hasta que apren-diá a reconocer el olor de la muerte; eso era lo que ne-cesitaba para su venganza.

Desde ese momento, el tunkuluchá se propuso anunciarle al maya cuando se acerca su hora final. Asá, se para cerca de los luga-res donde huele a muerte, canta muchas veces. Por eso dicen que cuando el tunkuluchá canta, el hom-bre muere.

Ha sido hasta hoy la mejor venganza, pues el dicho es muy conocido y no falta quien se ponga a temblar cuando lo escucha cantar, pues su canto, es el canto que anuncia la muerte.

Page 42: Libro de Leyendas

42

Leyenda de las campanas de la Basálica

Hace aáos, habáa un ca-pellán en la antigua Basáli-ca de Guadalupe, se dice que era muy cumplido y puntual en su trabajo y nun-ca dejá de hacer bien su tarea. Hubo entonces una ápoca en la que el clima se volviá hostil con los habi-tantes de la Ciudad de Má-xico, el viento fue tan fráo que hubo muchas personas que con tan solo recibir un soplido de aire helado se enfermaron gravemente. Entre todas aquellas vácti-mas estuvo el capellán, la enfermedad le afectá a tal grado que en dos dáas sen-táa escalofráos constantes y ardáa en calentura.Pero de igual manera sin importarle que mal pudiera sentirse, ni las enfermedades lo detenáan para cumplir con su deber. En esta oca-sián no fue diferente y a pe-

sar de las recomendaciones del Abad o de las personas cercanas que le indicaban que debáa guardar repo-so, ál seguáa esforzándose al jalar las cuerdas y tocar las campanas, se negaba a que alguien más lo hiciera. Todas aquellas levantadas en las cuales se exponáa al fráo causaron que no le hicieran efecto los prepa-rados medicinales que le llevaban las ancianas y los baáos de pies fueron con-traproducentes porque sa-láa con el cuerpo caliente y regresaba en estado de choque por el cambio de temperatura.La muerte sorprendiá al capellán que habáa sido durante mucho tiempo el encargado de tocar las campanas de la Basálica antigua, siendo digno de reconocimiento su empe-áo en continuar haciendo su labor, pero tambián fue el centro de comentarios que hacáan ver su inátil ter-quedad, ignorando las re-comendaciones que le ha-

Page 43: Libro de Leyendas

43

cáan, ya que si se hubiera cuidado podráa haber sali-do de la enfermedad.Sin embargo, desde enton-ces se cuenta que ciertas veces las campanas co-mienzan a sonar sin moti-vo aparente. La gente atri-buye a esto que tal vez el alma del capellán aán sigue cumpliendo con su tarea. Hace tiempo que se retira-ron las cuerdas para mover las campanas, y el fenáme-no sigue repitiándose.

Page 44: Libro de Leyendas

44

Leyenda del Ca-nancol

El Canancol es un ser simi-lar a un espantapájaros que protege las cosechas de sus amos despuás de caer la noche. Son creados me-diante un rito de sangre di-rigido por un hechicero, por el cual el muáeco cobra vida y ataca a todo aquel que merodeá o robe en sus dominios. El Canancol es un muáeco, pero no es un muáeco comán; es algo más; cuando llega la noche toma fuerzas y ronda por todo el sembrado; es fiel sir-viente de su amo y es parte suya, pues lleva su sangre.Despuás de la quema de la milpa se trazan en ella dos diagonales para seáa-lar el centro; un hechice-ro conocido como “men” toma la cera necesaria de nueve colmenas, recubre el canancol, que tiene un tamaáo relacionado con la extensián de la milpa. Una

vez fabricado el muáeco, se le colocan los ojos, que son dos frijoles; sus dientes son maáces y sus uáas, frijo-les blancos; se viste con ho-jas de maáz. Cada vez que el brujo ponga uno de los árganos al muáeco, llamará a los cuatro vientos buenos y les rogará que sean be-návolos con el amo de la milpa, y le dirá, además, que es lo ánico con que cuenta para alimentar a sus hijos. Terminado el rito, el muáeco es ensalmado con hierbas y presentado al dios Sol y dado en ofrenda al dios de la lluvia; se queman hierbas de olor y anás y se mantiene el fuego sagrado por espa-cio de una hora; mientras tanto, el brujo reparte bal-chá, que es un aguardiente muy embriagante, con el fin de que los humanos no se den cuenta de la bajada de los dioses a la tierra. Esta es cosa que sálo el men ve.

La ceremonia debe llevar-se a efecto cuando el sol está en el medio cielo. Al

Page 45: Libro de Leyendas

45

llegar esta hora, el brujo da una cortada al dedo me-áique del amo de la milpa, la exprime y deja caer nue-ve gotas de sangre en un agujero practicado en la mano derecha del muáeco, agujero que llega hasta el codo. El men cierra el orifi-cio de la mano del muáeco, y con voz imperativa y ges-ticulando a más no poder, dice a áste: - Hoy comien-za tu vida. Este es tu seáor y amo. Obediencia, canan-col, obediencia… Que los dioses te castigarán si no cumples. Esta milpa es tuya. Debes castigar al intruso y al ladrán. Aquá está tu arma -. Y en el acto coloca en la mano derecha del muáeco una piedra.Cuando el fruto comienza a despuntar, se descubre y cuando cae la noche, el canancol recorre el sem-brado silbando como el venado, propinando pe-dradas mortales a quien se atreva a pisar las milpas de su amo. El dueáo, al llegar a la milpa, toma sus precau-

ciones y antes de entrar le silba tres veces, seáal con-venida; despacio se apro-xima al muáeco, le quita la piedra de la mano y al caer la noche, vuelve a colocar la piedra en la mano del canancol, y al salir silba de nuevo.

Page 46: Libro de Leyendas

46

La Leyenda de los Aluxes

En las noches cuando los hombres se entregan al sue-áo hay criaturas que salen al mundo. Los Aluxes brotan a la luz de la luna. Pocas personas los ven, porque son ágiles, ligeros y travie-sos. Su vida es un continuo jugar. Les gusta chapotear en las aguas, siempre están sonrientes y con ganas de desconcertar a los huma-nos. Por las noches, cuando todos duermen, ellos dejan sus escondites y recorren los campos; son seres de estatura baja, muy niáos, pequeáos, pequeáitos, que suben, bajan, tiran piedras, hacen maldades, se roban el fuego y molestan con sus pisadas y juegos. Cuando el humano despierta y trata de salir, ellos se alejan. Pero cuando el fuego es vivo y chispea, ellos le forman rue-da y bailan alrededor; un pequeáo ruido les hace huir

y esconderse, para salir lue-go y alborotar más. No son seres malos. Si se les trata bien.Los Aluxes del Maya ALUX son Duendes traviesos que deambulan por milpas y montes despuás de la pues-ta del sol. Calzan alpargatas y portan sombrero, presen-tando los rasgos de un niáo indágena de tres a cuatro aáos, viven en las cuevas y grutas con sus perritos de barro, a veces se les oye to-car sus instrumentos que son algo asá como trompetas, tambián de barro. General-mente son inofensivos pero si llegan a molestarse con algán ser humano pueden enviarle un aire enferman-te que produce escalofráos y calentura, estos duendes diminutos y traviesos provo-can tolvaneras, remolinos, gritos raros y otros fenáme-nos, cuando se enojan al escuchar blasfemias y gro-seráas provenientes de la gente que deambula en sus cercanáas. Si de casualidad topan con gente empiezan

Page 47: Libro de Leyendas

47

a molestar con travesuras, tiran piedras y esconden pequeáos objetos. Con sus risas descontrolan la sereni-dad y si se asustan, son ca-paces de armar una alga-rabáa mayáscula.En esos momentos hay que permanecer tranquilos a sabiendas de quián se tra-ta. Hay que tener pacien-cia y tratarlos con bondad. Se dice que fueron crea-dos por los campesinos a travás de un rito especial, para que cuiden sus culti-vos. Pero si alguien piensa que se trata de animales o de malos espáritus y trata de ahuyentarlos se venga-rán y hará que la quietud de las noches se pierda para siempre.Desde tiempos inmemoria-les han convivido hombres y Aluxes. Como no los ve-mos en el dáa no hay una idea clara de cámo deben ser tratados. La tradicián nos lo dice: Hay que regalarles comida y cigarrillos, o po-ner fuego, despuás de sus juegos en el agua tiritan de

fráo. Colocar una jicarita con miel o pozol. Son golo-sinas que los pierden. Redi-tuarán al ser que los atiende con cuidados hacia ál, su familia y sus campos.

Page 48: Libro de Leyendas

48

La confesián de un muerto

Era una noche como cual-quiera, hace ya mucho tiempo, para ser más pre-cisos a principios del siglo XVII. Un hombre vestido de forma muy elegante, de mi-rada pasiva entraba por las grandes puertas de la an-tigua Basálica de Guada-lupe, a paso ligero. Fue di-recto con el Abad, que ya lo observaba desde el mo-mento que pisá el recinto, y amablemente le pidiá le dedicara un momento para escuchar su confesián.Los familiares del Abad es-peraban por ál, pero este con el fin de cumplir su de-ber, les pidiá a sus allegados que esperaran unos minutos mientras ál atendáa al hom-bre elegante que acaba-ba de entrar. Asá lo hicieron entonces, esperaron pa-cientes, mientras el hombre daba su confesián. Al cabo de un rato, el Abad saliá

con el rostro pálido, y cerrá las puertas, las personas que lo esperaban se mostraron un poco extraáadas pues el hombre elegante aun no habáa salido, sus preguntas no fueron contestadas en el momento, pues el Abad los apresuraba a dejar el lugar.Ya en casa de los familiares, mientras cenaban, uno de sus sobrinos le preguntá al Abad sobre el extraáo suce-so de la Basálica, en un mo-vimiento nuevo, el religioso llevá su mano derecha ha-cia su oádo, haciendo notar que se le dificultaba escu-char. Despuás de que el so-brino le hiciera nuevamente la pregunta, el Abad le res-pondiá que el hombre que habáa entrado a la Basálica horas antes era un muerto que habáa venido de ultra-tumba para confesarse, y que despuás de escuchar la confesián habáa tenido difi-cultad para escuchar por el oádo derecho.El Abad nunca pudo con-tar lo que le habáa dicho el misterioso personaje, guar-

Page 49: Libro de Leyendas

49

dando el secreto de con-fesián, quedando la duda para siempre.

Page 50: Libro de Leyendas

50

Leyenda de la Costilla del Diablo

Al norte de Máxico en el pueblo de Tepotzotlan, a unos 45 kilámetros de la ciudad de Máxico hay una estructura de tiempos del virreinato, es el ex-colegio Jesuita de San Martin, hoy convertido en el Museo Na-cional del Virreinato. Deba-jo de esta estructura como es comán en las construc-ciones de aquella ápoca, hay una serie de corredo-res que terminan en cue-vas. En una de las primeras entradas a estos corredores fue descubierta una piedra volcánica que tiene marcas misteriosas, parecidas a un juego completo de costillas que se hubiera marcado esta roca desde hace ya mucho tiempo. Caso que extraáa mucho a ciertas personas, pues el moldear aquella piedra solo podráa ser logrado con una tem-peratura muy alta.

Algunos los atribuyen a un suceso en particular que ocurriá por aquellas ápocas, en un pequeáo periodo de tiempo, se reportaron varios casos de posesián en aquel pueblo. Los poseádos fue-ron entregados a la iglesia para su liberacián espiritual, pero estos en vez de ser exorcizados, fueron ence-rrados en las mazmorras de esos corredores. Debido a la fuerza sobrehumana de ellos, se les encadenaba el cuerpo a una pesada roca.Se dice entonces que un dáa que el Diablo no pudo salirse a tiempo de uno de esos cuerpos poseádos an-tes de ser amarrado, que-do atrapado en la roca, y con el calor de su cuerpo la calentá hasta el punto de fundirse con ella, clavá sus dedos en la roca, para llevarla con ál, pero tras muchos esfuerzos no pudo moverla de lugar, y al mirar que estaba amaneciendo tubo que despegarse de ella, con todas sus fuerzas, jalá y jalá hasta verse libera-

Page 51: Libro de Leyendas

51

do, dejando en la roca bien definidas las marcas de sus costillas.

Page 52: Libro de Leyendas

52

Leyenda del Brin-co del Diablo

En la comunidad de Aba-solo, Guanajuato los ve-cinos se acostumbraron a realizar paseos a un peque-áo valle que se encuentra detrás de tres picachos en la sierra. Aquella vez era el 13 de septiembre en el ano de 1933. Los lugareáos iban rumbo al cerro, cuando de repente al ir subiendo la cuesta varios de ellos vie-ron extraáados como sobre el cerro se arremolinaban unas gruesas nubes, que soltaron un gran torrente de agua acompaáado de un viento huracanado que los detuvo a todos, el horizonte no era más que oscuridad, que se iluminaba con enor-mes rayos que partáan el cielo en dos.Gracias a la luz de esos rayos, los pobladores ob-servaron con extraáeza a un hombre vestido con un traje elegante, brincaba

tranquilamente de un pica-cho a otro. Al ver aquella escena todos corrieron de vuelta al pueblo, llegan-do hasta la casa del seáor cura, detrás de la iglesia. Los desesperados gritos hicie-ron salir al sacerdote, todos le explicaban a la vez lo su-cedido. El cura los enviá a su casa con la promesa de que el hecho seria investi-gado despuás de pasada la tormenta.Al dáa siguiente desperta-ron al párroco muy tempra-no, entre las platicas uno de los pobladores propo-ne hacer dos cruces, para ponerlas en cada picacho, una vez armadas son ben-decidas por el párroco y se van rumbo al cerro de los tres picachos. Cuando ha-cáan los agujeros para cla-var la cruz, la tormenta vol-viá, los hombres muertos de miedo, se negaban a con-tinuar pero son obligados por el cura, hasta terminar su misián. Terminan el primer agujero, ponen la cruz y la rocáan con agua bendita,

Page 53: Libro de Leyendas

53

diciendo sus oraciones, se van al otro picacho, donde al poner la segunda cruz, un terrible grito que viene desde debajo de la tierra, ocasioná un temblor des-prendiendo gigantescas rocas, que rodaron hasta el pueblo, pero antes de lle-gar a ál las rocas se detie-nen, la lluvia y el viento des-aparece y las nubes dejan el paso a un brillante sol.Para dar gracias a Dios por los favores recibidos cele-bran la santa misa en ese lugar. Entre los murmullos de la gente, habáa quienes decáan, que aquel hombre de traje era el Diablo, pues un humano jamás pudo ha-ber saltado tal distancia de un picacho a otro.

A partir de ese entonces, dichos picachos que se le-vantan en el lado sur de Cuitzeo de Abasolo son re-bautizados con el nombre del “Brinco del Diablo”. Y las dos cruces se elevan airo-sas en la punta de cada pi-cacho. Estas cruces deben

permanecer ahá para evi-tar que el Diablo regrese a saltar entre los picachos.

Page 54: Libro de Leyendas

54

El alacrán de la cárcel de durango

La leyenda cuenta que en 1884, en la hacienda de la cacaria, viváa un joven mo-reno, alto y robusto llama-do juan. le decáan juan sin miedo porque era un hom-bre que no conocáa el te-mor. un dáa llegá un perro rabioso a la hacienda, la poblacián se alarmá y ce-rrá las puertas de sus casas. en la escuela, el profesor no supo del peligro y les dio salida a los niáos cuando el perro pasaba por allá. al mirar desde su ventana el peligro, juan sacá su esco-peta para tirarle al perro y justo cuando le dispará al animal, una seáora llamada doáa elvira, se atravesá y la bala le traspasá el pecho muriendo casi instantánea-mente. el perro perseguáa a los niáos, y juan en vez de huir, cogiá un hacha y golpeá la cabeza del perro dándole muerte. juan, rápi-

damente fue con doáa el-vira y la cogiá en los brazos, pero ya era muy tarde, ella habáa fallecido. juan fue encarcelado y tendráa que pagar por su delito con 20 aáos de prisián. despuás de estar 7 aáos prisionero en la cárcel de durango, llegaron árdenes de sentenciarlo a la celda de la muerte. lue-go se supo que el hijo del dueáo de la hacienda de la cacaria, queráa que juan muriera para quedarse con su prometida. cuando el di-rector de la penitenciaráa le preguntá a juan. ¿quá nece-sitas?, juan le contestá: “un banco, una docena de ve-las de sebo grandes y una caja de cerillos”. cumplien-do con su peticián, le entre-garon lo que pidiá y lo en-cerraron en la celda de la muerte. mientras la vela se iba gastando, el joven co-menzá a acordarse de toda su vida. las horas parecáan siglos, y hora tras hora con-taba las campanadas que daba el reloj de la catedral. cuando ya el temor lo ven-

Page 55: Libro de Leyendas

55

cáa, prendáa la vela unos minutos y veáa a su alrede-dor. cual fue su gran sorpre-sa al ver un enorme alacrán de unos 30 centámetros de largo, que pronto se ocultá en su madriguera. tomá los cerillos y apagá la vela, per-maneciendo en silencio y dejando transcurrir el tiem-po. el problema se concre-taba en matar al animal, o cuando menos, no dejarse picar. cuando el reloj soná a las 5 de la maáana, en-cendiá el cerillo y el cábito de su áltima vela y mirá el enorme alacrán que esta-ba a un paso de su ban-co; sin pensarlo mucho, se quitá el sombrero y lo arrojá sobre el animal, al ver que lo habáa atrapado, puso el banco sobre el ala del som-brero, asegurándose de que el arácnido no escapara. se volviá a quedar a obscuras, y por unos minutos llorá sin poder contenerse. de lejos, se escucharon los pasos de los camilleros que venáan por el cadáver de juan para enterrarlo. juan, con modes-

tia despuás de saludarles, les pidiá que le ayudaran a sacar al alacrán asesino. juan fue indultado y pues-to en libertad por su haza-áa, volviá a la cacaria y se casá con lupe. el calabozo dejá de ser la celda de la muerte, y volviá a su antiguo nombre: “la celda de san juan”. en la actualidad no existe la cárcel, ni se sabe el lugar exacto de los aconte-cimientos.

Page 56: Libro de Leyendas

56

la muchacha que bailá con el diablo

santiago bayacora es un pequeáo poblado que se encuentra a pocos kiláme-tros al sur de la ciudad de durango .los antepasados de santia-go recuerdan que cuando el gobierno intentá aplicar la constitucián polática so-metiendo a control los ac-tos religiosos y la vida de los sacerdotes, varias personas de esta y otras partes del paás, buscaron defender sus creencias, rebelándose contra el gobierno. se em-prendiá asá una rebelián de los cristeros que en esta congregacián encabezá el sacristán de la iglesia trini-dad mora que como cris-tero atacá al enemigo por medio de guerrillas. la re-belián cristera se extendiá desde el aáo de 1926 hasta despuás de 1930 y fueron muchas las váctimas de es-tos sucesos.

por ese motivo, el pueblo casi quedá desierto, sálo unas cuantas familias que no se enrolaron en el mo-vimiento que no resultaron sospechosas, continuaron viviendo en el lugar.dentro de los santiagueros más renombrados se halla-ba una muchacha de nom-bre ricarda campos. era muy conocida en la regián por su belleza: de ojos gran-des color de esmeralda, de cabello rubio, brillante y se-doso, nariz aguileáa y labios finos tan seductores como esperando la caricia de un hombre. su cuerpo alto y bien proporcionado; siendo todo un conjunto de gran admiracián que conmováa al mas escáptico caballero. además su voz y comporta-miento hacáan gala de una persona alegre y sencilla, lo que le permitáa fácilmente comunicase con los demás. de un aspecto sensual, bu-llanguero pero precavido.gustaba de cuanta fiesta se realizaba en la regián y complacáa y a todos los

Page 57: Libro de Leyendas

57

que le invitaban a bailar, puesto que era su mayor diversián, permaneciendo hasta que la orquesta to-caba el áltimo son. su jovia-lidad se hizo tan popular en la regián que varios jávenes acudáan especialmente de la ciudad de durango a las fiestas de esa parte espe-rando tener la fortuna de bailar con la bonita ricarda.ella por su parte tambián se deleitaba mostrando sus cualidades femeninas; cir-cunstancia que despertá la inspiracián de muchos que aprovecharon para corte-jarla y declararle un apre-surado enamoramiento, sin que ninguno fuera corres-pondido, porque ella man-tenáa la preferencia de se-guir libre para disfrutar con toda holgura su juventud.

asá transcurráa la vida ju-bilosa de aquella encan-tadora muchacha en la realizacián frecuente de los bailes por toda aquella co-marca, hasta que un dáa llegá a oádos de uno de los

hijos del alcalde de duran-go, quien de inmediato se ilusioná de tener ante sá a aquella bailarina, ansiando pronto ser enterado de la realizacián de alguna fies-ta para acudir en busca de aquella doncella, a la que aseguraba enamorar por cualquier medio hasta verla en sus brazos.a poco tiempo se cumplia aquel anhelo, pues el 25 de julio cuando los santia-gueros celebran las fiestas del santo patrono, santiago apástol, acostumbraban a cerrar los festejos de su igle-sia con la celebracián de un baile.con esmero y cuidado, vis-tiendo un hermoso casimir y portando finas joyas, se traslado en un carro espe-cial aquel ilusionado caba-llero en busca de la atracti-va jovencita.al llegar al jolgorio, luego dio con la prenda que le habáan anunciado, pues ya se encontraban bien dispuesta para bailar con el primero que la invitara.

Page 58: Libro de Leyendas

58

se acercá a ella aquel joven apuesto dejando entrever su condicián social y eco-námica como queriendo cortejarla; la invito a bailar, lo cual ella aceptá gustosa-mente, con ello el caballe-ro presumáa el principio del triunfo de su conquista. sin embargo a pesar de que mucho platicaron mientras que la orquesta ameniza-ba sus melodáas, el obse-sionado caballero no lográ conseguir su propásito y su-mamente decepcionado se regresá a la ciudad de durango, y como despecho le comunicá a su padre en forma alevosa y exagerada que por el rumbo de san-tiago bayacora se realiza-ban frecuentes orgáas con excesiva venta de cerve-za y mezcal. estas eran las causas, segán ál por las que los vecinos con frecuencia se estaban rebelando con-tra el gobierno, por lo que le sugeráa ordenara cuan-to antes la suspensián de todos aquellos fandangos, cosa que asá fue.

esta disposicián desde lue-go, vino a afectar la vida voluptuosa, de ricarda, por-que transcurrieron varios dáas y meses sin que en ese lugar se realizará ninguna fiesta.desesperada por aquella mala temporada, una no-che cuando en el oriente aparecáa la irradiante luna llena, sentada en una vieja silla de tule, en el patio de la casa, envuelta en me-lancoláa imploraba algán medio que permitiera con-seguir la continuacián de las fiestas en las casas de aquella regián.en eso estaba cuando se le ocurriá decir: -como quiero que pronto haya un baile en este pueblo, tengo mu-chas ganas de bailar, pues si ahorita el diablo me invita con el mismo que salgo a bailar.no acababa de decir estas palabras cuando de repen-te se paro en aquel patio frente a ella, un jinete muy guapo montado en un ga-llardo caballo, que con voz

Page 59: Libro de Leyendas

59

ronca y suave le decáa: -ri-carda, ricardaaaa, vengo a invitarte a un baile que tiene lugar aquá cerquitas... acepta??a lo que ella repuso, -pues si me espera a que me arre-gle, caballero galante, con gusto lo acompaáo, siem-pre y cuando usted me lle-ve y me traiga.-desde luego que si.poco tiempo tardo en arre-glarse y juntos salieron al rancho de puerta de can-tera donde se realizaba el dichoso baile..ahá se divirtieron de lo lindo y cuando iba a amanecer le dijo el caballero a ricardaricarda ya nos hemos di-vertido ¿ le parece a usted que volvamos a su casa?? a lo que ricarda contesto afir-mativamente.iban los 2 montados en el brioso caballo a todo ga-lope y cuando se aproxi-maban al panteán que se encuentra a mediacián de estos ranchos se oyá el can-tar de un gallo que anun-ciaba el amanecer.

esta era la seáal para que le diablo abandonara sus correráas por esta vida.asá la joven ricarda fue arrojada al suelo quedando envuelta en humo y un in-soportable olor a azufre.al clarear el dáa los veci-nos quedaron sorprendidos de ver que la joven ricarda en otro tiempo la mas be-lla muchacha de bayaco-ra estaba demacrada con quemaduras y rasguáos en todo el cuerpo; y su linda cabellera además de ahu-mada desprendáa un olor desagradable como de muchos dáas sin asearse.cuando la gente quiso ave-riguar sobre estos hechos, ella contestaba que no re-cordaba lo que le habáa ocurrido.esto fue un misterio que to-daváa mantiene muchos lugareáos con la idea que fue el designio de dios por la vida lujuriosa que llevaba.

Page 60: Libro de Leyendas

60

Cuca mia

Eran los primeros aáos de la revolucián mexicana cuando el joven gabriel ga-vira se incorporo al ejárcito que luchaba contra la dic-tadura porfirista. participo en innumerables comba-tes donde se distinguiá por su valentáa y pronto escalo todos los grados de la ofi-cialidad hasta llegar a ge-neral brigadier.recorriá en su carrera mili-tar muchas ciudades de la republica y en una de ellas sucediá lo inesperado. co-nociá en la ciudad de gua-najuato a una dama de nombre maria del refugio que por su belleza lo im-presiono. era una mujer de gran belleza de la cual el militar se enamoro perdida-mente y a la que por cariáo llamo cuca.todas las noches se veáan en el balcán de la casa y pronto hicieron compromiso de matrimonio concertan-do la realizacián del evento

para una fecha muy práxi-ma. la noticia se extendiá por todo el vecindario.de pronto llego a la jefatura de operaciones militares de la ciudad minera, un escue-to telegrama que decáa: “es urgente la presencia de la brigada que comanda el general gabriel gavira para que se presenta de inme-diato en la ciudad de za-catecas”. el comandante de la plaza llamo al militar dándole esta orden escue-ta: - mi general: por instruc-ciones superiores debe es-tar usted el dáa de maáana en la ciudad de zacatecas. acuartele su tropa y saldrá esta misma noche.aquella orden le cayá al mi-litar como un baáo de agua fráa, encuadrándose ante quien le daba la orden, hizo el saludo militar y contesto: - enterado, mi general. se-renamente ordeno que se tocara llamada a oficiales se reuniá con ellos, les infor-mo la salida urgente de la brigada y ordeno se toca-ra llamada de tropa para

Page 61: Libro de Leyendas

61

acuartelar. se pudo des-ocupar un poco a las ocho de la noche y con paso fir-me se dirigiá hacia la casa de su amada para darle la noticia.al tocar la puerta, salio la muchacha, se le colgá del cuello y le dio un beso, el militar fingiendo serenidad le contesto: -te vengo a avi-sar, que la boda se realizara un poco tiempo despuás de la fecha que habáamos se-áalado, en virtud a que yo salgo para zacatecas esta misma noche.cuca prorrumpiá en llanto y le dijo: -no mi amor, no me dejes: yo me voy contigo. no se hablo más, maria del refugio abordo el tren mi-litar y salio acompaáando a su amado como estaba previsto a las diez de la no-che en punto. poco tiem-po estuvieron en la ciudad antes referida, las opera-ciones de la guerra recla-maron la presencia de esa brigada constitucionalista para desalojar a las tropas del centauro del norte de

la ciudad de torreán. cuca como inseparable soldadu-ra acompaáo a su esposo. el combate fue reáido, al fin las tropas villistas aban-donaron la plaza y la briga-da entro con honores a la perla de la laguna. paso el tiempo y considerando pre-sidente carranza, que villa tenia siempre en jaque a los estados de durango y chi-huahua ordeno al general gavira se hiciese cargo de la comandancia militar y gobierno de estado de du-rango. asá maria del refugio se convirtiá en la primera dama del estado. el dáa 24 de febrero de 1918, las fuerzas del centauro inten-taron formalmente destruir un gran contingente militar federal que se encontraba acantonado en santa ma-ria del oro, dgo.al conocer esto el jefe de operaciones militares deci-diá salir con un fuerte con-tingente de tropas a batir a los villistas. asá salio el gene-ral gavira a hacerse cargo del personal de acciones

Page 62: Libro de Leyendas

62

militares. cuca se quedo con el corazán partido no pudo acompaáar a su es-poso. se encontraba emba-razada de su tercer hijo y su estado se salud era delica-do. al despedir al general le dijo:-dios te ha de cuidar y si te toca la de malas, deja di-cho que trasladen tu ca-dáver a mi presencia para darte el beso en el que es-tamos comprometidos.el militar tuvo suerte salia ai-rosa en su campaáa y con-siguiá replegar al enemigo. entusiasmado, regreso a la ciudad de durango para incorporarse a su esposa amada; solamente que el destino le habáa dispuesto lo inesperado. el delicado estado de salud de maria del refugio no resistiá la an-gustia de la ausencia del esposo querido que se en-contraba en peligro y falle-ciá repentinamente. inátiles fueron los esfuerzos realiza-dos por avisarle al general gavira. cuando llego a su casa hacia veinticuatro ho-

ras que se habáa sepultado a su esposa. recordá lo que su mujer le habáa dicho en el momento de su partida y sin meditarlo mucho se hizo acompaáar de un pelotán de soldados y se dirigiá al panteán de oriente. al lle-gar al sepulcro sin mayores trámites ordeno la exhuma-cián del cadáver. el queráa contemplar a su amada y entregarle el beso postrero de despedida. grande fue su sorpresa y mayor su des-esperacián, al abrir el fáre-tro y constar que el cuerpo estaba bocabajo y en las manos acusaba huellas de haber hecho esfuerzo por abrir la caja. todo manifes-taba que la seáora habáa sido victima de un letargo solamente y habáa vuelto en si cuando se encontra-ba ya sepultada. el gene-ral lloro como niáo, llamo a varios doctores para que la revisaran; la hizo velar dos noches seguidas con la esperanza de un mila-gro de resurreccián. todo fue inátil, maria del refugio

Page 63: Libro de Leyendas

63

estaba bien muerta. gavira desconsolado le entrego el beso de compromiso y so-bre su tumba ordeno que con letras de bronce se es-cribiera el siguiente epitafio. 17 de octubre de 1918ifue a un tiempo honrada y hermosararo en mujer sin fortunacual ninguna cariáosadiscreta como ninguna.iinuestras vidas se fundieronde amor al fuego candentemas las iras atrajerondel que dichas no cons-cienteiiiy arrebatar mi tesorollegáse la muerte impáallevándose a la que adoroen mi ausencia. cuca máa

Page 64: Libro de Leyendas

64

San Antonio de cabeza

Aquel santo y piadoso va-rán que se llamaba Juan Bautista Mollinedo, vio la primera luz hacia 1557 en la provincia de Vizcaya, donde se prepara el mejor bacalao del mundo. Muy joven abandoná su cuna familiar para trasladarse a la Nueva Espaáa, donde le-jos de abrazar un oficio re-lacionado con la mineráa o cualquier otra actividad lucrativa de la ápoca, deci-diá ingresar a un convento franciscano de Acámba-ro, Guanajuato, donde le impusieron los hábitos mi-sioneros. Fue su vocacián servir a Dios evangelizando y bautizando a indágenas que permanecáan en lu-gares a muchas leguas de la civilizacián novo hispana, proyecto en el que además de valor, se requeráa la au-torizacián de sus superiores, quienes le otorgaron toda

la confianza.Para que su tránsito por lu-gares inháspitos fuera más leve, Mollinedo eligiá de compaáero a Fray Juan de Cárdenas; y llevando en su itacate un poco de maáz tostado, chile piquán, acaso pinole, ponteduro o frutos silvestres, iniciaron su viaje en 1607, recorriendo des-calzos lomas empedradas, caminos espinosos, arroyos hondos, bosques oscuros, veredas peligrosas y mon-taáas de vegetacián espe-sa hasta donde llegaron a instalar las bases para las misiones de Ráo Verde, Pi-nihuan, Valle del Maáz, Tula, Palmillas y Jaumave. En es-tos lugares construyeron ru-dimentarias capillas prome-tiendo a sus superiores que los indios se reintegraráan con ellos, “tan pronto lo mandara el Seáor”. Hombre de buena fe y muchas virtudes, no tuvo necesidad de exterminar indios como despuás lo ha-ráa Escandán. Con enorme humildad y paciencia el

Page 65: Libro de Leyendas

65

padre Mollinedo conviviá largas temporadas con la crema y nata de los chichi-mecas, pames, alaquines, mascorros, caisanes, coyo-tes, machipaniguanes, cha-chichiles, megrios, alpaáales y pizones a quienes cate-quizá para el cristianismo, sin que el misionero sufriera un rasguáo, a pesar de la fama de bárbaros, salvajes y co-mecrudos de esa tribus.Cuenta la historia que en 1617 el hombre de la capu-cha de lana y hábitos que a los nativos les parecáan exáticos, regresá a concluir su labor evangelizadora junto con otros franciscanos de Tula, Palmillas y Jauma-ve, creadas en ese orden.Se comenta que en sus res-pectivos burros, los misione-ros traáan las esculturas de tres santos, esculpidas por un artista poblano, para su veneracián cada uno de los sitios por los que iban pa-sando. Con base a la ubi-cacián geográfica, a Tula le correspondáa San Juan Bautista; a Palmillas Nues-

tra Seáora de las Nieves, y a Jaumave San Antonio de Papua. Todo iba muy bien, solo que los peregrinos de-cidieron hacer un receso a la entrada de Tula para descansar un poco de la fatiga del viaje, eligiendo un sitio conocido como El Ojo de Agua, donde tambián se levantaban frondosos ár-boles de robusto tallo que desparramaban su sombra entre las florecillas silvestres al pleno mediodáa, pre-sentando un escenario de candor natural como no lo habáa observado el fraile desde hacáa muchos aáos, en su casa materna de Por-tugalete, Provincia de Viz-caya, Espaáa.Cuando Mollinedo dio la or-den de reanudar el viaje y avanzar los metros que fal-taban para la tierra elegida, uno de los jumentos, preci-samente el que cargaba la sagrada imagen de San An-tonio, se negá a pararse. Al principio, cuando lo vieron echado, pensaron que con unos golpes el pollino reac-

Page 66: Libro de Leyendas

66

cionaráa para continuar la marcha, pero grande fue el asombro al ver que el ani-mal permanecáa sumido en su actitud. Al notar que es-taba oscureciendo, los frai-les se animaron a ayudarlo a pararse, pero tampoco lograron su objetivo, lleván-dose la sorpresa de su vida cuando, al investigar los motivos, descubrieron que la escultura pesaba más de lo normal que al momento de subirla en el lomo del asno; interpretando que de acuerdo a dicho aconte-cimiento sobrenatural, casi milagroso, no tenáan mejor remedio que establecer a San Antonio como patrono de Tula, cambiando a San Juan Bautista a Jaumave.Desde entonces las mujeres que lo visitan en la iglesia le encienden veladoras, con la esperanza que le conceda el milagro de casarse con su pretendiente favorito. Al-gunas compran estampitas o esculturas con la imagen del Santo de los Novios y las colocan de cabeza, por-

que segán la leyenda es la posicián recomendable para recibir el beneficio de un buen matrimonio.

Page 67: Libro de Leyendas

67

Pánfilo Garcáa

Hace muchos aáos en Tu-lancingo, Hgo., viviá Don Pánfilo Garcáa, un hacen-dado con mucho poder e inmensa fortuna, “se dice” que tenáa pacto con el De-monio.ál era dueáo de 99 hacien-das, despuás de varios in-tentos por obtener más, se dio cuenta que no le era posible, porque al querer adquirir una más, le pasaba algo a su persona, como cortarse, caerse, etcátera, eso lo orillá a comprarse un rancho, que está en el mu-nicipio de Singuilucan, Hgo., ásta nueva propiedad con-taba con táneles, pasadizos y cuevas, que solo ál cono-cáa y siempre se refugiaba ahá, a tal grado que pasa-ban semanas sin que se su-piera de ál, la persona que entraba a buscarlo nunca se le volváa a ver, su propia hija no lo podáa encontrar, porque, ni a ella le contaba sus secretos.

Cuentan que Don Pánfi-lo Garcáa era malo y cruel con sus trabajadores, no te-náan derecho de faltar a sus labores, ni aán enfermos, porque una falta era moti-vo de que los echara a los puercos hambrientos que tenáa y ástos devoraran a los peones, no escuchaba explicacián alguna, y cuan-do su personal le pedáan que les diera una racián más de comida, los encerraba en el cuarto de torturas y los castigaba hasta veinte o más dáas para que nun-ca más le volviesen a pedir algo.Al confesarle su hija que es-taba profundamente ena-morada de un peán y de su intencián de casarse con ál, en un arrebato de ira, Don Pánfilo se enfureciá tanto que la golpeo y la encerrá durante muchos meses, al peán, lo mandá traer para torturarlo hasta destrozarlo y, aunque su hija le rogá que le diera Santa Sepultura, su padre no le hizo caso y ál dio el cuerpo del enamora-

Page 68: Libro de Leyendas

68

do de su hija en partes a los puercos para que fuera de-vorado, su hija al ver tanta crueldad que en su padre existáa, se deprimiá tanto, que la orillá a suicidarse.Pánfilo no pudo con tan gran pena, ya que su hija era lo más que amaba en el mun-do, poco tiempo despuás, enfermá, mandaba traer doctores de muchas partes, ástos al conocer su posible fin, preferáan huir, pues si no lo curaban, los arrojaban a los ya famosos puercos, cada dáa que pasaba se enfermaba más y más, todo era de tristeza, hasta que muriá dejando una enorme fortuna, de la cual ninguna persona podáa tomar ni un centavo ya que los que se atrevieron murieron, des-puás de escuchar el repli-car de las campanas por mucho tiempo, el pueblo al fin se pudo reunir para darle una Santa Sepultura, en el momento del salir de la Iglesia cayá una tremen-da tormenta, por lo cual se tuvo que esperar por varias

horas para seguir el corte-jo, cuando iban llegando al cementerio la caja em-pezá a rechinar con mucha fuerza, los asistentes al se-pelio, aunque estaban muy asustados, no se retiraban hasta que lo terminasen de sepultar, y se han llevado tremenda sorpresa, pues cuando lo enterraban, era inmediatamente expulsa-do el fáretro a la superficie, despuás de varios intentos de enterrarlo, sin tener áxito aán, acordaron entre todo el pueblo, que los peones que le fueron más fieles, lo llevaran a las montaáas más lejanas que pudieran, car-gando todo su oro, joyas y dinero y asá, cargaron va-rios burros y a Don Pánfilo Garcáa lo llevaron en una carreta, despuás de dejarlo en esos lares, los peones re-gresaráan en los burros, ya que se pretendáa enterrarlo con toda su fortuna, dicen, cuando iban en camino, los senderos se abráan y los burros empezaron a caer al vacáo, y de la caja, se escu-

Page 69: Libro de Leyendas

69

chaban lamentos y rechini-dos muy fuertes que se po-dáan escuchar a lo lejos, al llegar al lugar que habáan acordado para sepultarlo los peones nunca pudieron abandonarlo para poder regresar y la gente que iba a buscarlos la atacaban y decidieron quedarse junto a su amo como “Ermitaáos”, despuás que murieron ellos, quedaron plasmados en piedra y , con cara de ho-rror de lo que seguramen-te vivieron ven el paso del tiempo, la zona se encuen-tra al oriente de Tulancingo, a un lado del cerro El Yolo.Dicen que parte de su for-tuna está enterrada en el jardán de la hacienda Ex-quitlán, cuidada por los duendes que aán moran en ella, la persona que pueda entrar cuando haya luna llena y a las doce de la noche cave exactamente donde este la sombra de la cruz de la capilla antes de ser devorado por los duen-des será el dueáo de la for-tuna de Don Pánfilo Garcáa.

Que los Santos de la capilla están ofrendados al Demo-nio, pues lo adoraban, has-ta los Angelitos en lugar de arpa tienen un trinche y la Virgen esta con las manos en el pecho adorando con la mirada hacia abajo.

Page 70: Libro de Leyendas

70

El diablo en paáa-les

Esta historia que les rela-tará es una leyenda de la ápoca colonial, y es muy popular aquá en mi paás Máxico, donde parte del folklore que lo enriquecen son sus leyendas.Esta dice asá; cierta vez, ya muy entrada la noche, cir-culaba en las callejuelas re-torcidas y mal formadas de la ciudad un hombre en evi-dente estado de ebriedad, las calles eran alumbradas apenas con unos pequeáos candiles que al reflejar las sombras formaban tátricas figuras fantasmagáricas, a lo cual el borrachán no daba muestra de sobresalto. An-dando unos pasos más, es-cuchá levemente el llanto de un bebá, era un llanto ahogado. Se detuvo tam-baleante pero ya no escu-chá nada más que el aullar de los perros en la lejanáa.Andando unos metros más

de nuevo escuchá ese llan-to inconfundible, ahora si era claro era el llanto de un bebá que se escuchaba más fuerte, el hombre buscá en los rincones, y justo de-bajo del puente que cruza-ba se hallaba la infortunada criatura rosada y regordeta que solo estaba cubierta por una pequeáa manta. El hombre levantá al bebá sin antes maldecir a la desna-turalizada madre. Aán tam-baleándose el hombre siguiá su camino aán murmurando pestes contra la infame que dejá a su pequeáo cráo en semejante situacián. No ha-báa llegado ni al siguiente faro y empezá a tener la im-presián de que el niáo pesa-ba un poco más. Avanzá 4 calles más y evidentemente se percatá de que en chi-quillo era más grande y más pesado, ya no podáa con ál, parecáa que en lugar de niáo llevaba un cerdito car-gando, y se acercá a la luz del siguiente faro para ver bien al niáo, levantá la man-ta y cual fue su sorpresa al

Page 71: Libro de Leyendas

71

comprobar que efectiva-mente era un cerdo lo que llevaba cargando, el cuál lo mirá con los ojos encen-didos, chasquiá los colmi-llos produciándole el terror más profundo que se pue-da sentir, lanzado al animal por los aires y exclamando un “Ave Maráa Purásima” se echá a correr por las retor-cidas calles empedradas, hasta la borrachera se le quitá.

Page 72: Libro de Leyendas

72

Los polvos del vi-rrey

sucedio del portal de mer-caderes y esquina de late-ros

No refieren las cránicas ca-llejeras, esas cránicas ame-nas que escuchamos en platicas sabrosas con los viejos, ni el nombre verda-dero del protagonista, ni la ápoca cierta en que acae-ciá el sucedido que hoy lanzamos a los vientos de la publicidad.

Pero el hecho fue tan cierto, como que todos los hom-bres son mortales, fásica, ya que no intelectualmente, pues de los acadámicos se dice que no lo son. Y el que dude puede consultar las citadas y verádicas cráni-cas, tan antiguas como sus autores.

Allá en el siglo XVII, como ahora, muchos no podáan salir de perico-perros.

En la Secretaria de Cáma-ra del Virreinato de Nueva espaáa, habáa un oficial es-cribiente, de aquellos que se momifican en su empleo y que a su muerte no sirven ni de pasto a los gusanos.

El sueldo apenas le era su-ficiente para vivir en una casa de vecindad, man-tener a una esposa, obesa por hidrápica, y a una do-cena de escuálidos nenes, seis del sexo bello y los otros del masculino; pero todos extenuados por los ayunos.

Sentado en un gigantesco banco de tres pies, inclina-do sobre la papelera des-pintada de la oficina, gara-bateando pliego tras pliego

Page 73: Libro de Leyendas

73

de minutas, nuestro hombre, a quien llamaremos D. Boni-facio Tirado de la Calle, pa-saba las maáanas, las tar-des, ya un los dáas enteros, de mal humor, aburrido, es-perando con ansia la hora de comer y en especial la noche en la que, con su cara mitad, se consagraba al cultivo de jardines en el aire, tarea tan improductiva como inocente.

No habáa sorteo de la Real Loteráa en que no jugara con afán, ¡y con quá ahinco desdoblaba el billete para ver si su námero aparecáa en la lista, que con toda puntualidad publicaba la Gaceta de D. Manuel Val-dás!

Pero nada, la suerte siempre le era esquiva, y por cente-nar más y por unidad me-nos, el premio gordo caáa en námeros de otros más

afortunados que el buen D. Bonifacio.

Desesperado de esta situa-cián, resmas de memoriales habáa escrito pidiendo un ascenso en las vacantes, y calvo se habáa quedado de arrancarse los cabellos en sus horas cotidianas de tribulacián.

Cierto dáa en que el desti-no parece que se empeáa-ba en nortificarle más, pues su mujer, su ánico consuelo, y sus hijos, sus futuras espe-ranzas, se habian disgus-tado con ál porque no los habáa llevado a la feria de San Agustán de las Cuevas, D. Bonifacio, al entrar en la oficina, gruáá sálo un saludo a sus colegas, se sentá en el tripiá, se recliná sobre el apolillado escritorio, la ca-beza entre las manos y la mirada fija en las vigas del cedro secular, que sostenáa

Page 74: Libro de Leyendas

74

la techumbre de la sala del Real Palacio en que se ha-llaba.

De repente el banco de tres pies rechiná por un movi-miento brusco de D. Bonifa-cio, los ojos del buen calvo brillaron iluminados por la musa que inspira las risueáas esperanzas; tomo la de ave, y en papel sellado para el Bienio corriente, deslizá la pluma por espacio de vein-te minutos, hasta que el rui-do especial que produce ásta cuando se firma, indi-cá qu habáa terminado. En efecto, puso rábrica, echá arenilla, escribiá la direccián, y despuás de tomar su som-brero, su bastán y de dirigir un amabilisimo “¡buenas tardes, seáores!” risueáo y como unas pascuas enca-miná sus pasos hacia la sala en que se encontraba el Secretario de Su Excelencia.

¿Quá habáa escrito? Un nue-vo memorial al Excelentá-simo Seáor Virrey, Capitán Genreal y Presidente de la Real Audiencia de Nueva Espaáa.

Y una tarde, D. Bonifacio Tirado de la Calle encon-trábase en la esquina del Portal de Mercaderes y Pla-teros, precisamente frente al lugar donde se coloca-ba desde aquellos remotos tiempos, el cartel del Coli-seo. Se conocáa que espe-raba algo con ansiedad, pues su vista no se desviaba un ápice del Real Palacio.

Transcurrieron breves ins-tantes. Los páfanos de la guardia de alabarderos anunciaron que el Excelen-tásimo Seáor Virrey saláa a pasear. Nuestro D. Bonifa-cio se estremeciá. Un sudor

Page 75: Libro de Leyendas

75

fráo recorrio todo su cuerpo; sintiá como un hueco en el estámago y su corazán latáa como si dentro le repicaran; pero espero con ansia aun-que resignado.

Ya se acercaba el Virrey seguido de lujoso acom-paáamiento. D. Bonifacio sentáase aturdido. Como relámpagos cruzaron por su mente los desengaáos de otros dáas, y una práxima esperanza le hacáa ver co-lor de rosa el lejano horizon-te en que se destacaban el Real Palacio y la comitiva que ya iba a desfilar delan-te de su persona.

El Virrey, montado en mag-náfico caballo prieto, al lle-gar a la esquina del Portal, estirá las bridas del noble bruto, que arrojando blan-ca espuma por entre el fre-no que tascaba, se detuvo, respirá con fuerza y levantá

las orejas de su primorosa cabecita, al encontrar sus ojos negros la pálida figura de C. Bonifacio.

El Virrey, com amable sonri-sa, saludá a nuestro hombre, sacá con pausa del bolsillo una rica caja de rapá, de oro, con preciosas incrus-taciones y ofreciándosela, preguntá:

- Tirado de la Calle, ¿gusta vuesa seáoráa?

- Gracias, Excelentisimo Se-áor: que me place - Con-testá el interrogado, acer-cándose hasta el estribo y aceptando con actitud digna, como de quien reci-be una distincián que me-rece.

Despidiáse el Virrey con ga-

Page 76: Libro de Leyendas

76

lantes cumplidos que fueron debidamente correspondi-dos: y esta misma escena se repitiá durante muchas tardes, en la esquina del Portal de Mercaderes y Pla-teros. La fortuna de nuestro hombre cambiá desde en-tonces. Por toda la ciudad circulá la voz de que D. Bo-nifacio Tirado de la CAlle gozaba de gran influencia con el Virrey, y que áste te-náa la ánica, la excepcional deferencia de ofrecerle tar-de con tarde un polvo en plena esquina del Portal de Mercaderes y la calle de Plateros.

Muchos acudieron a la casa de D. Bonifacio en busca de recomendacio-nes, y muchos tambián le colmaron de obsequios.

D. Bonifacio Tirado de la Calle representaba su pa-pel a las mil maravillas.

Se hacáa a veces el hi-pocriton, diciendo que no valáan nada sus recomen-daciones, y otras se daba más humos que el portero de Su Excelencia. Empero los regalos menudeaban, la fama vocinglera daba más fuertes trompetazos cada dáa, y uno de ellos llegá a oádos del Virrey quien llamá a nuestro hombre y le dijo:

- He comprendido todo. Merece vuesa merced un premio por su ingenio.

Inátil nos parece reproducir el contenido del Memorial de D. Bonifacio; el lector lo habrá adivinado; y sálo aáa-diremos que el Virrey afir-maba que hubiera sido un mezquino el que no acce-diera a esa solicitud; dete-nerse en la esquina, ofrecer

Page 77: Libro de Leyendas

77

un polvo y marcharse.

Cuentan que D. Bonifacio Tirado de la Calle asegurá el porvernir de su familia.

Y ya se ve que lo asegurá, pues agregan las citadas cránicas callejeras que labrá una fortuna con los polvos del Virrey.

Page 78: Libro de Leyendas

78

La calle del indio triste

Las calles que llevaron los nombres de 1ª y 2ª del In-dio Triste (ahora 1ª y 2ª del Correo Mayor y 1ª del Car-men), recuerdan una anti-gua tradicián que un viejo vecino de dichas calles re-feráa con todos sus puntos y comas, y aseguraba y pro-testaba “ser cierta y verda-dera”, pues a ál se la habáa contado su buen padre, y a áste sus abuelos, de quienes se habáa ido transmitiendo de generacián en genera-cián, hasta el aáo de 1840, en que la puso en letras de molde el Conde de la Cor-tina.Contaba aquel buen veci-no que, a raáz de la con-quista, el gobierno espaáol se propuso proteger a los indios nobles, supervivientes de la vieja estirpe azteca; unos habáan caádo prisio-neros en la guerra, y otros que voluntariamente se

presentaron, con el objeto de servir a los castellanos alegando que habian sido váctimas de la dura tiranáa en que los tuviera durante mucho tiempo el llamado Emperador Moctecuhzoma II o Xocoyotzin.Pero hay que advertir que esta proteccián dispensada a esos indios nobles, no era la proteccián abnegada que les habáan prodigado los santos misioneros, sino el interás de los primeros go-bernadores, de las primeras Audiencias y de los primeros virreyes de la Nueva Espa-áa, que utilizaban a esos in-dios como espáas para que, en el caso de que los natu-rales intentasen levantarse en contra de los espaáoles, inmediatamente ástos lo su-piesen y sofocaran el fuego de la conjura y asá evitar cualquier levantamiento.Cuenta pues la tradicián citada, que en una de las casas de la calle que hoy se nombra 1a del Carmen, quizá la que hace esquina con la calle de Guatemala,

Page 79: Libro de Leyendas

79

antes de santa Teresa, viváa allá a mediados del siglo XVI uno de aquellos indios no-bles que, a cambio de su espionaje y servilismo, reci-báa los favores de sus nue-vos amos; y este indio a que alude la tradicián, era muy privado del virrey que en-tonces gobernaba la Colo-nia.El tal indio poseáa casas suntuosas en la ciudad, se-menteras en los campos, ganados y aves de corral. Tenáa joyas que habáa he-redado de sus antecesores; discos de oro, que seme-jaban soles o lunas, anillos, brazaletes, collares de ver-des chalchihuites; bezotes de negra obsidiana; capas y fajas de finásimo algodán o de riquisimas plumas; ca-cles de cuero admirable-mente adobado o de pita tejida con exquisito gusto; esteras o petates de finas palmas, teáidas con diver-sos colores; cámodos icpa-llis o sillones, forrados con pieles de tigres, leopardos o venados. En una palabra,

poseáa aquel indio todo lo que constituáa para ál y los suyos un tesoro de riquezas y obras de arte.El indio, aunque habáa re-cibido las aguas bautisma-les y se confesaba, comul-gaba, oáa misa y sermones con toda devocián y aca-tamiento, commo todos los de su raza era socarrán y taimado, y en el interior de su casa, en el aposento más apartado, tenáa un santo-calli privado, a modo de oratorio particular, con imá-genes cristianas, para rendir culto a muchos idolillos de oro y piedra que eran efi-gies de los dioses que más veneraba en su gentilidad.Y asá como practicaba pia-dosos cultos cristianos a fin de engaáar con sus fingi-mientos a los benditos frai-les, asá tambián engaáaba llevando la vida disipada de un práncipe destronado, sumido sin tasa en la moli-cie de los placeres carnales que le prodigaban sus mu-chas mancebas, o entrega-do a los vicios de la gula y

Page 80: Libro de Leyendas

80

de la embriaguez, hartán-dose de manjares picantes e indigestos y ahogándose con sendas jácaras y jarros de pulque fermentado con yerbas olorosas y estimulan-tes o con frutas dulces y sa-brosas.El indio aquel acabá por embrutecerse. Volviáse su-persticioso, en tal extremo, que viváa atormentado por el temor de las iras de sus dioses y por el miedo que le inspiraba el diablo, que veáa pintado en los retablos de las iglesias, a los pies del Práncipe de los Arcángeles.

Page 81: Libro de Leyendas

81

Un Fraile que no se mojaba

El 3 de enero de 1778 mu-riá el Padre Fray Agustán de San Josá, natural de Zeo-lledo en Castillo la vieja, de edad de 78 aáos y 62 de hábito. Varon con toda verdad de eterna memo-ria por sus virtudes y raro ejemplo que dio asá dentro como fuera del Convento y sus confesores deponen no haber perdido la gracia del bautismo. Entrá en la religián con especial desengaáo, pues habiendo tenido en el siglo muy buenas conve-niencias, todas las renunciá por darse a Jesucristo. En la Religián se dio al ejerci-cio de todas las virtudes; en el silencio fue un ejemplar bien raro, pues jamás ocupá el tiempo en otra cosa que en el aprovechamiento de su alma, siendo sus palabras muy medidas.Su caridad fue tan grande que era asombro de to-

dos e informado de ella , era continuo en el trabajo de ganar almas para Dios y buscábale toda suerte de gentes y de dáa y de no-che confesaba a cuantos a ál llegaban. En la siesta que era el tiempo que tenia de descanso, soláa estar con-fesando y todos tenáan en ál un piadoso Padre para sufrir las flaquezas humanas y al mismo tiempo un severo Juez para reprender los vi-cios y negar la absolucián al que no la merecáa. Jamás dejá de las manos el estudio de la teologáa moral y era tan humilde que cualquier dificultad que encontraba preguntaba lo que debáa hacer, siendo por lo comán lo que habáa ejecutado lo más conforme a la más a la más sana doctrina. Por sus-tentar a los pobres y que todo necesitaba que a su Porteráa llegaba, no saliese de ella sin alivio, se queda-ba sin comer, guardando (con licencia de los Prela-dos) lo más de lo que le da-ban en el Refectorio.

Page 82: Libro de Leyendas

82

En cuarenta aáos que estu-vo en la Porteria, jamás se le notá palabra o accián que denotase impaciencia. Si iba por los pueblos circun-vecinos, era llevado de su caritativo impulso a visitar pobres enfermos y llamar a las gentes para confesarlas y jamas saliá de casa sino para ejercitar la caridad. En el bien de este Convento asá espiritual como tempo-ral fue muy profácuo, cela-ba con la mayor entereza se diese buen ejemplo a los seglares y sentáa en su corazán el más mánimo es-cándalo, procurando con el mayor esmero el honor de nuestro Santo hábito y el descanso de este Cole-gio. La caáeria del agua el mismo la cuidá más de 40 aáos, gastando en ella de lo que le daban de limosna, grandes cantidades. Por su agencia y cuidado no te-náan los Prelados que bus-car para el reparo material, pues con avisarle al Padre Fray Agustán lo reparaba y componia todo.

No es digno de omitir un caso bien singular. Llamaronlo en una ocasián de la ciudad de Lerma, 4 leguas distante de Toluca, para que confesase a un enfermo y yendo por el camino lo encontro el Má-dico de este Convento que iba en su Bolante a visitar al mismo doliente. Viendo al Mádico el Padre Fray Agustin se iba mojando por la mu-cha lluvia que caia, lo con-vido para que entrase en su Bolante, y no habiándolo admitido prosigio su cami-no en lo recio del aguace-ro. Llegaron uno y otro a la dicha ciudad de Lerma y cuando todos pensaban al Padre Fray Agustin con la ropa mojada, lo hallaron enjuto y seco, teniendo la advertencia el Mádico Villa-gámez de tomarle la capa, la que se encontro seca y ál mismo dio noticia del caso referido y decia que estaba pronto a deponerlo bajo la virtud del juramento.Este y otros muchas cosas, que por brevedad se omi-ten, nos declaran seáales de

Page 83: Libro de Leyendas

83

su mucho caridad y bien del prájimo y lo aprovechado que se hallaba en el ejer-cicio de las virtudes y en lo-grar el tiempo en la Religián, siendo en ella el espejo y ejemplar de la mas regular observancia pues en me-dio de muchos achaques que en su avanzada edad padecio y sufrio con gran paciencia, nunca dejo la asistencia al coro y fue ne-cesario mandarle por obe-diencia se retirase a la cel-da en la que con bastante trabajo rezaba el oficio di-vino, gastando en el largas horas. Fue tan exacto en la abstinencia de carnes, que aun en la ultima enferme-dad, no se pudo conseguir usarse de ellas, celando su montificacián con decir le hacáan daáo. Fue en dicha enfermedad un espectá-culo de paciencia y no se le oáan otras palabras que dar gracias a Dios por los dolores con sentida de los Religiosos y seglares que con ansia deseaban algu-nos de sus pobres trastos

por reliquia. Está enterrado en dicho sepulcro, námero 10.

Page 84: Libro de Leyendas

84

El Seáor del Rebo-zo

A mediados del Siglo XVI funcionaba ya como con-vento Dominico, el edificio situado a espaldas del que fuera templo de Santa Ca-talina de Siena, ubicado en la calle de su nombre hoy Repáblica Argentina. Fun-dado por ayuda pecuniaria de tres mujeres sumamen-te religiosas y ricas conoci-das por “Las Felipas”, este convento recibáa la ayuda de casas y encomiendas y rentas producto de una especie de fideicomiso de estas Felipas y asá comen-zá a recibir monjas que se acogáan a la advocacián de Santa Catalina de Siena.En el Templo que como se dice y se sabe, daba a la hoy calle de la Repáblica Argentina, estaba entrando a la derecha, un Cristo de madera, esculpido por aná-nimo escultor, uno de tantos imagineros que dejá para

siempre su arte religioso sin que se recuerde su nombre. Era un Cristo de mirada tris-te, de palidez mortal, con grandes llagas sangrantes y una corona de espinas cu-yas puntas parecáan cla-varse en la carne, la ma-dera que asimismo escurráa sangre. Daba lástima esta triste figura del Seáor colo-cada a la entrada del tem-plo, con su cuerpo llagado, flácido y apenas cubierto con un trozo de tánica mo-rada.Tal vez este triste aspecto del Cristo cargando la Cruz fue lo que motivá a una monja que llegá como no-vicia bajo el nombre de Se-vera de Gracida y Alvarez y que más tarde adoptara al profesar, el de Sor Seve-ra de Santo Domingo. Pues bien esta monja, cada vez que iba a misa al templo de Santa Catalina, se dete-náa para murmurar un par de oraciones al Seáor car-gado con tan pesada cruz al grado de que cada dáa lo advertáa más agobiado,

Page 85: Libro de Leyendas

85

más triste, más sangrante.Pasaban los aáos y a medi-da que la monja Sor Seve-ra de Santo Domingo soláa pasar más tiempo ante el Cristo, mayor era su devo-cián, mayor su pena y más grande la fe que profesaba al hijo de Dios.Asá pasaron los aáos, treinta y dos para ser más exactos, la monja se hizo vieja, en-ferma, cansada, pero no por eso decliná en su ado-racián por el Seáor de la Cruz a cuestas, sino que au-mentá a tal grado de que lo llamaba desde su celda en donde habáa caádo en-ferma de enfermedad y de vejez.Una noche ululaba el vien-to, se metáa por las rendi-jas, por el portillo sin vidrio ni madera, calaba hasta los huesos viejos y cansados de la monja. El aire azotaba la lluvia y la noche se hacáa insoportable.-!Jesás.. Cristo máo! -gritá la monja con voz casi inaudi-ble, pero llena de dolor, tra-tando de abandonar su le-

cho de enferma-, dejádme que cubra vuestro enjuto y aterido cuerpo... venid a mi seáor, y mostráos ante esta pecadora que sálo ha sa-bido amarte y adorarte en religiosa reverencia.Arreciá el vendabal...Y lo insálito de esta historia ocurriá entonces. Llamaron quedamente a la puerta de la celda de la enferma monja y ásta con muchos trabajos se levantá y abriá, para encontrarse ante la fi-gura triste de un mendigo, casi desnudo, que parecáa implorar pan y abrigo.La monja tomá un mendru-go, un trozo de la hogaza que no habáa tocado y le ofreciá el pan mojado en aceite, agua y sacando de su ropero un chal, un rebo-zo de lana, cubriá el aterido cuerpo del mendigo.Terminado de hacer esto, el cuerpo de la monja se es-tremeciá, lanzá un profundo suspiro y falleciá.Al dáa siguiente hallaron su cuerpo yerto, pero oloroso a santidad, a rosas, con una

Page 86: Libro de Leyendas

86

beatáfica sonrisa en su ros-tro marchitado por los aáos y la enfermedad.Y allá en el templo de Santa Catalina de Siena, cubrien-do el enjuto y sangrante cuerpo del Seáor con la cruz a cuestas, el rebozo o chal de la vieja monja.Desde entonces y conside-rado esto como un milagro, un acto inexplicable, las re-ligiosas y los fieles bautiza-ron a esta imagen como “El Seáor del Rebozo” y este cristo estuvo muchos aáos expuesto a la veneracián de los feligreses, hasta la ex-claustracián de las monjas y cuando el gobierno cediá este hermoso y legendario templo, primero para tem-plo protestante y despuás para biblioteca.

Page 87: Libro de Leyendas

87

El Armado

Allá a principios del Si-glo XVI los habitantes de la Capital de la Nueva Espa-áa veáan salir a este hom-bre misterioso del rumbo del Calleján de Illescas, que hoy es Calle de Pedro Ascencio. Callado, mustio, si acaso sa-ludando con un: “Vaya us-ted con Dios” o “Santas y buenas tardes tenga su mer-ced”, o “Dios Guarde a su Persona”, se perdáa entre las sombras del calleján de Los Gallos, cruzaba los pantano-sos llanos y llegaba a Corpus Christi. De allá siempre con su paso lento, se llegaba hasta las puertas del Convento de San Francisco y penetrando con resolucián se iba a pos-trar de hinojos ante el altar y capilla del Seáor de Burgos.

Grandes y prolongados ge-midos escapaban de su pe-cho, gruesos goterones de llanto resbalaban por en-tre la rejilla de hierro de su celada y en un tintinear de

espadas y armadura, se in-clinaba hasta besar el suelo siete veces.

Allá permanecáa orando, gimiendo y pidiendo per-dán sin que nadie osara acercarse para enterarse quá clase de culpas solici-taba expiar. Despuás, se le-vantaba y continuaba su camino hasta hallar otra iglesia en donde penetraba para repetir sus lloros y sus oraciones.

Primero los transeántes lo miraban con miedo, con ojos interrogantes y despuás con respeto y lástima, pues se decáa que era un peni-tente que arrepentido de sus graves culpas, andaba de la Capilla del Seáor de Burgos hasta cuantos alta-res le era permitido el tiem-po, hasta llegada la media-noche en que se le veáa alejarse recorriendo los ca-llejones de Arsinas, de los Betlhemistas, de La Celada, de los Sepulcros, de Santo Domingo y de los Monas-

Page 88: Libro de Leyendas

88

terios, para perderse como ya se dijo, por el rumbo del calleján de Illescas.

Sin duda alguna se trataba de un caballero, a juzgar por la ropa que vestáa, negra toda, de seda y astracán, de asfodelo y paáos cu-bierto este atuendo con la pesada armadura que por-taba, su espada en la que todos reconocieron como hoja de hidalgo caballero y un puáal de izquierda o de misericordia, pues en un duelo a estoque jamás se remata al rival cuando ya agoniza, sino que se le re-mata con este puáal miseri-cordioso que llega a cortar la vida de una vez.

Asá, aáo tras aáo y noche tras noche, se veáa cruzar callejones y plazuelas, en-trar al templo y sollozar a los pies del Seáor de Burgos, a este caballero misterioso a quien se llegá a conocer como “El Armado”.

Serváale una mujer enteca

y fráa, que sálo saláa para comprar lo indispensable para el alimento diario y para escuchar misa en la iglesia de la Concepcián, pero jamás se interrogá a esta sirvienta ni se supo el nombre ni la alcurnia de su amo “El Armado”. Las gen-tes decáan que se trataba de un conocido caballero que malo habáa sido en su juventud y que habáa vio-lado damas y engaáado esposos, que habáa maltra-tado indios y engaáado a encomenderos y en fin, que llevá una vida crapulosa de la cual estaba arrepentido y purgaba sus culpas pi-diendo perdán en capillas y conventos.

Al fin, un dáa, cuando la vieja enteca y fráa saliá a comprar hogaza de pan y vino, descubriá que su amo pendáa colgado de uno de los balcones de la casa, casa magnáfica, de piedra y cantera, con grandes bal-cones enrejados.

Page 89: Libro de Leyendas

89

Corriá la vieja de un lado a otro llamando a la Justicia y a poco se presentaban al-guaciles y corchetes.

Se descolgá el cuerpo de “El Armado” y se viá a travás de la celada un rostro en-juto, lloroso y triste todaváa.

En la empuáadura de su es-pada de caballero estaba enlazada solo una palabra “paz” y dos estrellas. En el interior de su casa, que era todo lujo y brillantez, se ha-llaron grandes y pesadas talegas llenas de oro y pla-ta, cofres con joyas y obje-tos de arte y cuanto pue-de tener para ostentacián y lujo un gran seáor, cuyo nombre escapá a la acu-ciosa investigacián y oidores y alguaciles.

Y cuentan que aáos des-puás y aán a principios de siglo, algunas gentes que pasaban a deshoras de la noche podáan ver a “El Ar-mado”, colgado de los hie-rros de aquella casona ya

ruinosa y quienes con valor se acercaban, escuchaban sus gemidos y veáan que por entre la rejilla de la ce-lada, resbalaban lágrimas de pena.

No se supo el nombre y el vulgá bautizá a ese calle-ján como “El Calleján de el Armado”, en memoria de aquel suceso espeluznante.

Page 90: Libro de Leyendas

90

Huitzilopoxtli

Tuve que ir, hace poco tiempo, en una comisián periodástica, de una ciudad frontera de los Estados Uni-dos, a un punto mexicano en que habáa un destaca-mento de Carranza. Allá se me dio una recomendacián y un salvoconducto para penetrar en la parte de territorio dependiente de Pancho Villa, el guerrillero y caudillo militar formidable. Yo tenáa que ver un ami-go, teniente en las milicias revolucionarias, el cual me habáa ofrecido datos para mis informaciones, asegu-rándome que nada tendráa que temer durante mi per-manencia en su campo.Hice el viaje, en automávil, hasta un poco más allá de la lánea fronteriza en com-paááa de mister John Per-haps, mádico, y tambián hombre de periodismo, al servicio de diarios yanquis, y del Coronel Reguera, o me-jor dicho, el Padre Regue-

ra, uno de los hombres más raros y terribles que haya conocido en mi vida. El Pa-dre Reguera es un antiguo fraile que, joven en tiempo de Maximiliano, imperialista, naturalmente, cambiá en el tiempo de Porfirio Dáaz de Emperador sin cambiar en nada de lo demás. Es un viejo fraile vasco que cree en que todo está dispuesto por la resolucián divina. So-bre todo, el derecho divino del mando es para ál indis-cutible.

—Porfirio dominá- decáa—porque Dios lo quiso. Por-que asá debáa ser.

—¡No diga macanas! —contestaba mister Perhaps, que habáa estado en la Ar-gentina.

—Pero a Porfirio le faltá la comunicacián con la Divi-nidad... ¡Al que no respeta el misterio se lo lleva el dia-blo! Y Porfirio nos hizo andar sin sotana por las calles. En cambio Madero...

Page 91: Libro de Leyendas

91

Aquá en Máxico, sobre todo, se vive en un suelo que está repleto de misterio. Todos esos indios que hay no res-piran otra cosa. Y el destino de la nacián mexicana está todaváa en poder de las primitivas divinidades de los aborágenes.En otras partes se dice: «Rascad... y aparecerá el...». Aquá no hay que rascar nada. El misterio azteca, o maya, vive en todo mexi-cano por mucha mezcla social que haya en su san-gre, y esto en pocos.

—Coronel, ¡tome un whisky! dijo mister Perhaps, tendián-dole su frasco de ruolz.

—Prefiero el comiteco— respondiá el Padre Reguera, y me tendiá un papel con sal, que sacá de un bolsán, y una cantimplora llena de licor mexicano.Andando, andando, llega-mos al extremo de un bos-que, en donde oámos un grito: «¡Alto!».Nos detuvimos. No se podáa

pasar por ahá. Unos cuantos soldados indios, descalzos, con sus grandes sombrero-nes y sus rifles listos, nos de-tuvieron.El Viejo Reguera parlamen-tá con el principal, quien conocáa tambián al yan-qui. Todo acabá bien. Tuvi-mos dos mulas y un caba-llejo para llegar al punto de nuestro destino. Hacáa luna cuando seguimos la mar-cha. Fuimos paso a paso. De pronto exclamá dirigián-dome al viejo Reguera:

—Reguera, ¿cámo quiere que le llame, Coronel o Pa-dre?

—¡Como la que lo pariá! — bufá el apergaminado per-sonaje.

—Lo digo— repuse— por-que tengo que preguntar-le sobre cosas que a mi me preocupan bastante.

Las dos mulas iban a un tro-tecito regular, y solamente mister Perhaps se detenáa

Page 92: Libro de Leyendas

92

de cuando en cuando a arreglar la cincha de su ca-ballo, aunque lo principal era el engullimiento de su whisky.

Dejá que pasara el yanqui adelante, y luego, acer-cando mi caballeráa a la del Padre Reguera, le dije:

—Usted es un hombre va-liente, práctico y antiguo. A usted le respetan y lo quie-ren mucho todas estas in-diadas.

Dágame en confianza: ¿es cierto que todaváa se sue-len ver aquá cosas extraor-dinarias, como en tiempos de la conquista?

—¡Buen diablo se lo lleve a usted! ¿Tiene tabaco?

Le di un cigarro.

—Pues le dirá a usted. Des-de hace muchos aáos co-nozco a estos indios como a má mismo, y vivo entre ellos como si fuese uno de ellos.

Me vine aquá muy mucha-cho, desde en tiempo de Maximiliano. Ya era cura y sigo siendo cura, y morirá cura.

—¿Y... ?

—No se meta en eso.

—Tiene usted razán, Padre; pero sá me permitirá que me interese en su extraáa vida.

¿Cámo usted ha podido ser durante tantos aáos sacer-dote, militar, hombre que tiene una leyenda, metido por tanto tiempo entre los indios, y por áltimo aparecer en la Revolucián con Ma-dero? ¿No se habáa dicho que Porfirio le habáa gana-do a usted?

El viejo Reguera soltá una gran carcajada.

—Mientras Porfirio tuvo a Dios, todo anduvo muy bien; y eso por doáa Carmen...

—¿Cámo, padre?

Page 93: Libro de Leyendas

93

—Pues asá... Lo que hay es que los otros dioses...

—¿Cuáles, Padre?

—Los de la tierra...

—¿Pero usted cree en ellos?

—Calla, muchacho, y táma-te otro comiteco.

—Invitemos —le dije— a máster Perhaps que se ha ido ya muy delantero.

—¡Eh, Perhaps! ¡Perhaps!

No nos contestá el yanqui.

—Espere— le dije, Padre Re-guera; voy a ver si lo alcan-zo.

—No vaya— me contestá mirando al fondo de la sel-va . Tome su comiteco.

El alcohol azteca habáa puesto en mi sangre una

actividad singular. A poco andar en silencio, me dijo el Padre:

—Si Madero no se hubiera dejado engaáar...

—¿De los poláticos?

—No, hijo; de los diablos...

—¿Cámo es eso?

—Usted sabe.

—Lo del espiritismo...

—Nada de eso. Lo que hay es que ál lográ ponerse en comunicacián con los dio-ses viejos...

—¡Pero, padre...!

—Sá, muchacho, sá, y te lo digo porque, aunque yo diga misa, eso no me quita lo aprendido por todas esas regiones en tantos aáos... Y te advierto una cosa: con la cruz hemos hecho aquá muy poco, y por dentro y por fuera el alma y las for-

Page 94: Libro de Leyendas

94

mas de los primitivos ádolos nos vencen... Aquá no hubo suficientes cadenas cristia-nas para esclavizar a las di-vinidades de antes; y cada vez que han podido, y aho-ra sobre todo, esos diablos se muestran.

Mi mula dio un salto atrás toda agitada y temblorosa, quise hacerla pasar y fue imposible.

—Quieto, quieto— me dijo Reguera.

Sacá su largo cuchillo y cor-tá de un árbol un vareján, y luego con ál dio unos cuan-tos golpes en el suelo.

—No se asuste —me dijo—; es una cascabel.

Y vi entonces una gran vá-bora que quedaba muer-ta a lo largo del camino. Y cuando seguimos el viaje, oá una sorda risita del cura...

—No hemos vuelto a ver al yanqui le dije.

—No se preocupe; ya le en-contraremos alguna vez.

Seguimos adelante. Hubo que pasar a travás de una gran arboleda tras la cual oáase el ruido del agua en una quebrada. A poco: «¡Alto!»

—¿Otra vez? — le dije a Re-guera.

—Sá —me contestá—. Esta-mos en el sitio más delicado que ocupan las fuerzas re-volucionarias. ¡Paciencia!

Un oficial con varios solda-dos se adelantaron. Regue-ra les hablá y oá contestar al oficial:

—Imposible pasar más ade-lante. Habrá que quedar ahá hasta el amanecer.

Escogimos para reposar un escampado bajo un gran ahuehuete.

De más decir que yo no po-

Page 95: Libro de Leyendas

95

dáa dormir. Yo habáa termi-nado mi tabaco y pedá a Reguera.

—Tengo —me dijo—, pero con mariguana.

Aceptá, pero con miedo, pues conozco los efectos de esa yerba embrujadora, y me puse a fumar. En se-guida el cura roncaba y yo no podáa dormir.

Todo era silencio en la sel-va, pero silencio temeroso, bajo la luz pálida de la luna. De pronto escuchá a lo le-jos como un quejido largo y aullante, que luego fue un coro de aullidos. Yo ya co-nocáa esa siniestra másica de las selvas salvajes: era el aullido de los coyotes.

Me incorporá cuando sen-tá que los clamores se iban acercando. No me sentáa bien y me acordá de la mariguana del cura. Si seria eso...

Los aullidos aumentaban.

Sin despertar al viejo Regue-ra, tomá mi reválver y me fui hacia el lado en donde es-taba el peligro.

Caminá y me interná un tanto en la floresta, has-ta que vi una especie de claridad que no era la de la luna, puesto que la clari-dad lunar, fuera del bosque era blanca, y ásta, dentro, era dorada. Continuá in-ternándome hasta donde escuchaba como un vago rumor de voces humanas alternando de cuando en cuando con los aullidos de los coyotes.

Avancá hasta donde me fue posible. He aquá lo que vi: un enorme ádolo de pie-dra, que era ádolo y altar al mismo tiempo, se alzaba en esa claridad que ape-nas he indicado. Imposible detallar nada. Dos cabe-zas de serpiente, que eran como brazos o tentáculos del bloque, se juntaban en la parte superior, sobre una especie de inmensa testa

Page 96: Libro de Leyendas

96

descarnada, que tenáa a su alrededor una ristra de manos cortadas, sobre un collar de perlas, y debajo de eso, vi, en vida de vida, un movimiento monstruo-so. Pero ante todo observá unos cuantos indios, de los mismos que nos habáan servido para el acarreo de nuestros equipajes, y que silenciosos y hieráticamen-te daban vueltas alrededor de aquel altar viviente.

Viviente, porque fijándome bien, y recordando mis lec-turas especiales, me con-vencá de que aquello era un altar de Teoyaomiqui, la diosa mexicana de la muer-te. En aquella piedra se agitaban serpientes vivas, y adquiráa el espectáculo una actualidad espantable.

Me adelantá. Sin aullar, en un silencio fatal, llegá una tropa de coyotes y rodeá el altar misterioso. Notá que las serpientes, aglomeradas, se agitaban; y al pie del bloque ofádico, un cuerpo

se mováa, el cuerpo de un hombre Mister Perhaps es-taba allá.

Tras un tronco de árbol yo estaba en mi pavoroso si-lencio. Creá padecer una alucinacián; pero lo que en realidad habáa era aquel gran cárculo que formaban esos lobos de Amárica, esos aullantes coyotes más fatá-dicos que los lobos de Eu-ropa.

Al dáa siguiente, cuando llegamos al campamento, hubo que llamar al mádico para má.

Preguntá por el Padre Re-guera.

—El Coronel Reguera— me dijo la persona que estaba cerca de má—está en este momento ocupado. Le fal-tan tres por fusilar.

Page 97: Libro de Leyendas

97

El Fantasma de la Monja

Leyenda de la epoca co-lonialCuando existieron persona-jes en esa ápoca colonial in-olvidable, cuando tenemos a la mano antiguos testimo-nios y se barajan nombres autánticos y acontecimien-tos, no puede decirse que se trata de un mito, una leyen-da o una invencián produc-to de las mentes de aquál siglo. Si acaso se adornan los hechos con giros litera-rios y sabrosos agregados para hacer más ameno un relato que por muy diver-sas causas ya tomá patente de leyenda. Con respecto a los nombres que en este cuento aparecen, tampo-co se ha cambiado nada y si varáan es porque en ese entonces se usaban de una manera diferente nombres, apellidos y blasones.

Durante muchos aáos y se-

gán consta en las actas del muy antiguo convento de la Concepcián, que hoy se localizaráa en la esquina de Santa Maráa la Redonda y Belisario Dománguez, las monjas enclaustradas en tan lábrega institucián, vinie-ron sufriendo la presencia de una blanca y espanta-ble figura que en su hábi-to de monja de esa orden, veáan colgada de uno de los arbolitos de durazno que en ese entonces existáan. Cada vez que alguna de las novicias o profesas te-náan que salir a alguna mi-sián nocturna y cruzaban el patio y jardánes de las cel-das interiores, no resistáan la tentacián de mirarse en las cristalinas aguas de la fuen-te que en el centro habáa y entonces ocurráa aquello. Tras ellas, balanceándose al soplo ligero de la brisa noctural, veáan a aquella novicia pendiente de una soga, con sus ojos salidos de las árbitas y con su lengua como un palmo fuera de los labios retorcidos y rese-

Page 98: Libro de Leyendas

98

cos; sus manos juntas y sus pies con las puntas de las chinelas apuntando hacia abajo.

Las monjas huáan despa-voridas clamando a Dios y a las superioras, y cuando llegaba ya la abadesa o la madre tornera que era la más vieja y la más osada, ya aquella horrible visián se ha-báa esfumado.

Asá, noche a noche y mon-ja tras monja, el fantasma de la novicia colgando del durazno fue motivo de es-panto durante muchos aáos y de nada valieron rezos ni misas ni duras penitencias ni golpes de cilicio para que la visián macabra se alejara de la santa casa, llegando a decir en ese entonces en que aán no se hablaba ni se estudiaban estas cosas, que todo era una visián co-lectiva, un caso tápico de histerismo provocado por el obligado encierro de las re-ligiosas.

Más una cruel verdad se ocultaba en la fantasmal aparicián de aquella mon-ja ahorcada, colgada del durazno y se remontaba a muchos aáos antes, pues debe tenerse en cuen-ta que el Convento de la Concepcián fue el primero en ser construádo en la Ca-pital de la Nueva Espaáa, (apenas 22 aáos despuás de consumada la Conquista y no debe confundirse con-vento de monjas-mujeres con monasterio de mon-jes-hombres), y por lo tanto el primero en recibir como novicias a hijas, familiares y conocidas de los conquis-tadores espaáoles.

Viváan pues en ese enton-ces en la esquina que hoy seráan las calles de Argen-tina y Guatemala, precisa-mente en donde se ubica-ba muchos aáos despuás una cantina, los hermanos Avila, que eran Gil, Alfonso y doáa Maráa a la que por oscuros motivos se inscribiá en la historia como doáa

Page 99: Libro de Leyendas

99

Maráa de Alvarado.

Pues bien esta doáa Maráa que era bonita y de gran prestancia, se enamorá de un tal Arrutia, mestizo de humilde cuna y de incierto origen, quien viendo el pro-fundo enamoramiento que habáa provocado en doáa Maráa tratá de convertirla en su esposa para asá ga-nar mujer, fortuna y linaje.

A tales amoráos se opusie-ron los hermanos Avila, so-bre todo el llamado Alonso de Avila, quien llamando una tarde al irrespetuoso y altanero mestizo, le prohibiá que anduviese en amoráos con su hermana.

-Nada podeás hacer si ella me ama -dijo cánicamente el tal Arrutia-, pues el cora-zán de vuestra hermana ha tiempo es máo; podáis opo-neros cuanto queráis, que nada lograráis.

Molesto don Alonso de Avi-la se fue a su casa de la

esquina antes dicha y que siglos despuás se llamara del Relox y Escalerillas res-pectivamente y hablá con su hermano Gil a quien le contá lo sucedido. Gil pen-sá en matar en un duelo al bellaco que se enfrenta-ba a ellos, pero don Alonso pensando mejor las cosas, dijo que el tal sujeto era un mestizo despreciable que no podráa medirse a espa-da contra ninguno de los dos y que mejor seráa que le dieran un escarmiento. Pensando mejor las cosas decidieron reunir un buen monto de dinero y se lo ofrecieron al mestizo para que se largara para siempre de la capital de la Nueva Espaáa, pues con los dine-ros ofrecidos podráa insta-larse en otro sitio y poner un negocio lucrativo.

Cuántase que el metizo aceptá y sin decir adiás a la mujer que habáa llegado a amarlo tan intensamente, se fue a Veracruz y de allá a otros lugares, dejando trans-

Page 100: Libro de Leyendas

100

currir los meses y dos aáos, tiempo durante el cual, la desdichada doáa Maráa Alvarado sufráa, padecáa, lloraba y gemáa como una sombra por la casa solarie-ga de los hermanos Avila, sus hermanos segán dice la historia.Finalmente, viendo tanto sufrir y llorar a la querida hermana, Gil y Alonso de-cidieron convencer a doáa Maráa para que entrara de novicia a un convento. Es-cogieron al de la Concep-cián y tras de reunir otra fuerte suma como dote, la fueron a enclaustrar dicián-dole que el mestizo motivo de su amor y de sus cuitas jamás regresaráa a su lado, pues sabáan de buena fuente que habáa muerto.Sin mucha voluntad doáa Maráa entrá como novi-cia al citado convento, en donde comenzá a llevar la triste vida claustral, aunque sin dejar de llorar su pena de amor, recordando al mestizo Arrutia entre rezos, angelus y maitines. Por las

noches, en la soledad tre-menda de su celda se ol-vidaba de su amor a Dios, de su fe y de todo y sálo pensaba en aquel mestizo que la habáa sorbido hasta los tuátanos y sembrado de deseos su corazán.

Al fin, una noche, no pu-diendo resistir más esa pa-sián que era mucho más fuerte que su fe, que opa-caba del todo a su religián, decidiá matarse ante el si-lencio del amado de cuyo regreso llegá a saber, pues el mestizo habáa vuelto a pedir más dinero a los her-manos Avila.

Cogiá un cordán y lo trenzá con otro para hacerlo más fuerte, a pesar de que su cuerpo a causa de la pasián y los ayunos se habáa he-cho frágil y pálido. Se hincá ante el crucificado a quien pidiá perdán por no poder llegar a desposarse al pro-fesar y se fue a la huerta del convento y a la fuente.

Page 101: Libro de Leyendas

101

Atá la cuerda a una de las ramas del durazno y volviá a rezar pidiendo perdán a Dios por lo que iba a ha-cer y al amado mestizo por abandonarlo en este mun-do.Se lanzá hacia abajo.... Sus pies golpearon el brocal de la fuente.Y allá quedá basculando, balanceándose como un pándulo blanco, frágil, movi-do por el viento.Al dáa siguiente la madre portera que fue a revisar los gruesos picaportes y herra-jes de la puerta del conven-to, la vio colgando, muerta.El cuerpo ya tieso de Ma-ráa de Alvarado fue bajado y sepultado ese misma tar-de en el cementerio interior del convento y allá pareciá terminar aquál drama amo-roso.Sin embargo, un mes des-puás, una de las novicias viá la horrible aparicián re-flejada en las aguas de la fuente. A esta aparicián si-guieron otras, hasta que las superiores prohibieron la sa-

lida de las monjas a la huer-ta, despuás de puesto el sol.Tal parecáa que un terrible sino, el más trágico perse-guáa a esta familia, vásta-gos los tres de doáa Leo-nor Alvarado y de don Gil González Benavides, pues ahorcada doáa Maráa de Alvarado en la forma que antes queda dicha, sus dos hermanos Gil y Alonso de Avila se vieron envueltos en aquella conspiracián o asonada encabezada por don Martán Cortás, hijo del conquistador Hernán Cortás y descubierta esta conju-ra fueron encarcelados los hermanos Avila, juzgados sumariamente y sentencia-dos a muerte.El 16 de julio de 1566 mon-tados en cabalgaduras vergonzantes, humillados y vilipendiados, los dos her-manos Avila, Gil y Alonso fueron conducidos al patá-bulo en donde fueron de-gollados. Por árdenes de la Real Audiencia y en mayor castigo a la osadáa de los dos Avila.

Page 102: Libro de Leyendas

102

Page 103: Libro de Leyendas

103

Page 104: Libro de Leyendas

104