Libro de Oraciones - Vicaría Educación...Guíame, Señor (John Henry Newmann) Guíame, Señor, mi...
Transcript of Libro de Oraciones - Vicaría Educación...Guíame, Señor (John Henry Newmann) Guíame, Señor, mi...
Oraciones Libro de
Dios de la Alianza
Oh Dios de la Alianza de amor:
tú nos invitas a seguir a tu Hijo.
Mientras recordamos cómo fue conducido
por el Espíritu al desierto,
que él abra nuestros ojos para ver las injusticias
que hemos creado en nuestro mundo.
Ayúdanos a orar en soledad,
a sentir nuestra sed de amor y de felicidad
y a vencer nuestras tentaciones.
Que aprendamos de Jesús a creer en la Buena Noticia
de Salvación
y a dar forma y a desarrollar tu reino de verdad,
justicia y amor desinteresado.
Te lo pedimos en nombre de Jesús, el Señor.
El amor es insensato
(Rumi)
El amor es insensato, no razona.
la Razon busca un beneficio.
El Amor se te declara,
consumiéndose, inmutado
Sin embargo, en medio del sufrimiento,
el Amor avanza coo una rueda de molino,
sencilla y de dura superficie
habiendo muerto de interés personal,
lo arriesga todo y pide nada.
El amor pierde apostando cada regalo
otorgado por Dios
Sin causa, Dios nos dio el Ser;
sin causa, devuélvelo otra vez.
Oración de San Francisco de Asis
¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz!
Que allí donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga yo perdón;
donde haya discordia, ponga yo unión;
donde haya error, ponga yo verdad;
donde haya duda, ponga yo fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar;
ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar.
Porque dando es como se recibe;
olvidando, como se encuentra;
perdonando, como se es perdonado;
muriendo, como se resucita a la vida eterna.
Quiero abrirte mi corazón (Esteban Gumucio)
Señor amigo, Jesús,
Tú me miras con cariño y compasión.
Quiero acoger con mucha fe esta
realidad de tu persona.
Creo en tu Resurrección y en tu cercanía.
Quiero abrirte mi corazón para dejar que
Tú me regales a tu soberano gusto.
Qué alegría y paz siento con esta verdad que
Tú me haces vivir.
Te ofrezco mi trabajo de este Fin de Semana.
Deseo tanto no centrarme en mí.
Hacerlo todo bajo el convencimiento
de tu cercanía.
Gracias por hacer uso de mí.
Renuevo mi consagración a Ti.
Oración Magis
Padre bueno,
enséñanos a buscarte
en todos los caminos,
ayúdanos a ponernos
en marcha,
a salir a la intemperie.
Acompaña nuestros pasos,
ilumina nuestras noches,
colma nuestra sed.
Tú sigues presente,
amando este mundo
hermoso pero golpeado.
Volvemos la vista a Ti,
Señor Jesús
para conocerte más,
para amarte más
para seguirte más
para aprender, contigo,
a responder la llamada
que resuena en cada
ser humano.
Lo hacemos juntos,
como Iglesia fraterna
y plural,
iluminados por tu Espíritu.
Que Él alimente,
en nuestro corazón
un fuego llamado a
encender la tierra
con pasión y evangelio.
Conversión (fragmentos)
(Ignacio Iglesias, sj )
Sigue curvado sobre mí, Señor,
remodelándome, aunque yo me
resista.
¡Qué atrevido pensar
que tengo yo mi llave!
¡Si no sé de mí mismo!
Soy pura debilidad, Tú bien lo
sabes.
Tanta, que, a ratos,
hasta me duelen tus caricias.
Lábrame los ojos y las manos,
la mente y la memoria,
y el corazón, que es mi sagrado,
al que no Te dejo entrar
cuando me llamas.
Entra, Señor, sin llamar,
sin mi permiso.
Tú tienes otra llave,
además de la mía,
que en mi día primero
Tú me diste,
y que empleo, pueril, para
cerrarme.
Que sienta sobre mí tu
‘conversión’
y se encienda la mía
del fuego de la Tuya,
que arde siempre,
allá en mi dentro.
Y empiece a ser hermano,
a ser humano,
a ser persona.
Sigue haciendo germinar
en todos
la semilla que eres
¡Que la hagamos crecer,
sin desmayarnos,
entre tanta cizaña!
Y que dé de comer a
mucha gente
pan Tuyo y pan nuestro
el que de Ti hemos aprendido a
ser
multiplicándonos.
Guíame, Señor (John Henry Newmann)
Guíame, Señor, mi luz,
en las tinieblas que me ro-
dean,
¡guíame hacia delante!
La noche es oscura y estoy
lejos de casa:
¡Guíame tú!
¡Dirige Tú mis pasos!
No te pido ver claramente el
horizonte lejano:
me basta con avanzar un po-
co...
No siempre he sido así,
no siempre Te pedí que me
guiases Tú.
Me gustaba elegir yo mismo
y organizar mi vida...
pero ahora, ¡guíame Tú!
Me gustaban las luces des-
lumbrantes
y, despreciando todo temor,
el orgullo guiaba mi volun-
tad:
Señor, no recuerdes los años
pasados...
Durante mucho tiempo tu
paciencia me ha esperado:
sin duda, Tú me guiarás por
desiertos y pantanos,
por montes y torrentes
hasta que la noche dé paso
al amanecer
y me sonría al alba el rostro
de Dios:
¡tu Rostro, Señor!
María madre nuestra
¡Ninguna fe como la tuya, nadie con tanto amor!
Por eso, no somos nosotros quienes te hemos de
consolar.
Más bien queremos agradecerte,
por habernos traído este hermano que nos dio la
vida nueva de Dios.
Y agradecerte porque tu Hijo te dejó como madre
nuestra.
Ayúdanos a Levantar nuestra mirada
y descubrir el rostro de Jesucristo
que vive en cada uno.
Que la cruz sea el signo de que nuestra esperanza
está puesta en Jesús
que es quien nos lleva al Padre,
pues resucitó y está vivo para siempre.
Amén.
Salmo 23 (22) 1-4
El Señor es mi pastor
El Señor es mi pastor;
nada me falta.
En verdes praderas me hace descansar,
a las aguas tranquilas me conduce,
me da nuevas fuerzas
y me lleva por caminos rectos,
haciendo honor a su nombre.
Aunque pase por el más oscuro de los valles,
no temeré peligro alguno,
porque tú,
Señor, estás conmigo;
tu vara y tu bastón me inspiran
confianza.
Oración por nuestra tierra
(Papa Francisco)
Dios omnipotente,
que estás presente en todo
el universo y en la más pe-
queña de tus criaturas,
Tú, que rodeas con tu ternu-
ra todo lo que existe, derra-
ma en nosotros la fuerza de
tu amor para que cuidemos
la vida y la belleza.
Inúndanos de paz,
para que vivamos como her-
manos y hermanas sin dañar
a nadie.
Dios de los pobres, ayúdanos
a rescatar a los abandonados
y olvidados de esta tierra
que tanto valen a tus ojos.
Sana nuestras vidas,
para que seamos protectores
del mundo y no depredado-
res, para que sembremos
hermosura y no contamina-
ción y destrucción.
Toca los corazones
de los que buscan sólo bene-
ficios a costa de los pobres y
de la tierra.
Enséñanos a descubrir el va-
lor de cada cosa, a contem-
plar admirados,
a reconocer que estamos
profundamente unidos con
todas las criaturas
en nuestro camino hacia tu
luz infinita.
Gracias porque estás con no-
sotros todos los días. Alién-
tanos, por favor, en nuestra
lucha por la justicia, el amor
y la paz.
Carta del Hijo Pródigo a su Padre
Padre querido,Qué alegría siento al llamarte «Padre queri-
do».Jamás habría podido darme cuenta de cuánto me quie-
res y de cuánto te quiero, si no hubiera sucedido lo que pa-
só.Ahora me doy cuenta que mi arrepentimiento, por lo mal
que he obrado, era principalmente por mi conveniencia.Yo
no pretendía que Tú me volvieras a tratar como hijo.Me pa-
recía que ya era gran cosa que me dieras trabajo como a los
demás empleados; pero ni siquiera me dejaste decir el cas-
tigo que yo mismo proponía imponerme.Te vi tan feliz con
mi regreso; vi que la alegría mayor para Ti era recobrarme
vivo y sano.Anoche no podía quedarme dormido descu-
briendo lo gratuito y generoso que has sido conmigo.La fies-
ta era una expresión de la alegría que había en tu cora-
zón.No me cobraste nada, no me pusiste ninguna condi-
ción.Ahora sí que comprendo cómo es un corazón de padre,
como Tú.Tu gozo es verme feliz y recobrarme sano.Ahora sí
que me duele haberme olvidado de Ti y haber obrado de
forma tan incongruente con la condición de un hijo que tie-
ne un padre como Tú.Me duele, también, haber sido tan
calculador y no haberme puesto en tu sitio.Una vez más,
perdóname.
Quiero decirte que la fiesta sigue en mi alma.Estoy tan feliz
de saberte dichoso y creo, si Tú me ayudas, que voy a tratar
de vivir como un hijo que acepta y aprecia vivir para siem-
pre junto a Ti.
Alma de Cristo
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, Sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del enemigo malo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame a ir a Ti
para que con tus santos te alabe
por los siglos de los siglos.
amén
Ofrecimiento de San Ignacio
Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad,
mi memoria
mi entendimiento
y toda mi voluntad;
todo mi haber y mi poseer.
Vos me lo disteis,
a Vos Señor, lo torno.
Todo es Vuestro:
disponed conforme
a vuestra voluntad
Dadme Vuestro Amor y Gracia,
que éstas me bastan.
Amén.
Viernes Santo
Viernes Santo es el único día
en que Dios no puede cantar victoria;
hoy el cielo se enluta y se desgloria,
y llora en dolorosa sinfonía.
Misterio del Dios-Hombre que devuelve
al hombre desde el trono su grandeza;
misterio que rechina en su aspereza
y un halo de tristeza nos envuelve.
Tristeza que ayer empezó en el huerto
y en el "hoy-eterno" está incrustada.
Por eso puedo celebrarte muerto,
contemplar tu cabeza coronada,
hacer presente tu costado abierto
y adorarte en tu cruz ensangrentada.
Tu cruz... mi vuelo (Ignacio Iglesias, sj)
En tu cruz, Señor,
sólo hay dos palos,
el que apunta como una flecha al cielo
y el que acuesta tus brazos.
No hay cruz sin ellos
y no hay vuelo.
Sin ellos no hay abrazo
Abrazar y volar.
Ansias del hombre en celo.
Abrazar esta tierra
y llevármela dentro.
Enséñame a ser tu abrazo.
Y tu pecho.
A ser regazo tuyo
y camino hacia Ti
de regreso.
Pero no camino mío,
sino con muchos dentro.
Dime cómo se ama
hasta el extremo.
Y convierte en ave
la cruz que ya llevo.
¡O que me lleva!
porque ya estoy en vuelo.
Oración al cristo del calvario (Gabriela Mistral)
En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?
Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.
Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta.
Amén,
¿Dónde esta, muerte, tu victoria?
Saborear a Cristo victorioso
es descubrir la nada de la muerte,
parece que parece cosa fuerte
y no es más que humo vaporoso.
Quimérica apariencia evanescente,
ridículo y errático fantoche,
ni siquiera en las sombras de la noche
encontraste asidero consistente.
El triunfo del Señor resucitado
ha puesto coto a tu mando, de suerte
que estás en el tiempo a plazo contado.
Ya no tengo razón para temerte,
y aunque lates injerta en mi costado,
vienes tocada y herida de muerte.
Sin mortaja
(José Luis Blanco Vega, sj)
Quien diga que Dios ha muerto
que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto.
Ya no es su sitio el desierto,
ni en la montaña se esconde;
decid, si os preguntan dónde,
que Dios está sin mortaja
en donde un hombre trabaja
y un corazón le responde.
Libérame de mí (Benjamín González Buelta, Sj.)
Aquí estoy Señor, doblado
como un signo de interrogación
que espera la respuesta
al ritmo urgente del deseo tan
tirano.
Endereza mi pregunta y hazla
un signo de admiración agrade-
cida.
Aquí estoy Señor,
hueco
como la palma de la mano,
hecha un cuenco
para recibir el agua
sin demora.
Distiende mis dedos
de mendigo ansioso
en un ágil gesto
de baile y alabanza.
Aquí estoy Señor,
curvado
como un anzuelo
que busca afilado
con su seguridad de acero
la presa tangible
como pago justo
a su esfuerzo tenso.
Ablanda mi rigidez
en el suave mecerse
del sedal sobre las olas.
Aquí estoy, Señor,
acogiendo tu don,
la alegría y la paz
de tu misterio.
Salmo 18 (17) 2a-4
Un canto de Victoria
Él dijo:
Tú Señor, eres mi fuerza;
¡yo te amo!
Tú eres mi protector,
mi lugar de refugio,
mi libertador,
mi Dios,
la roca que me protege,
mi escudo,
el poder que me salva,
mi más alto escondite.
Tú, Señor, eres digno de alabanza:
cuando te llamo, me salvas de mis enemigos.
Oración de Pascua
Dios de Poder y gloria, por tu santa
voluntad resucitaste a Jesús de la
muerte para que podamos compartir
su vida eternamente. Al regocijarnos
y darte gracias por tu gran bondad y
misericordia ayúdanos a acercarnos
a los que no creen todavía en la
verdad del Evangelio. Llénanos de tu
compasión para que con corazones
amorosos podamos servir por amor
a Ti a los débiles y necesitados.
Fortalece la fe de nuestra familias de
modo que podamos crecer juntos en
amor. Que Tu alegría crezca en
nosotros día a día.
Amén.
Semillas del resucitado
No esperes un 'aparecido' caminando por tus calles.
No esperes una visión celeste, tangible, palpable,
corpórea, resucitada,
porque entonces te perderás
las semillas del resucitado.
Te perderás los indicios de su presencia
en nuestro mundo.
Te perderás mil destellos
que hablan de una luz mayor.
Mil sonidos leves que auguran
una sinfonía espléndida.
Te perderás colores que
apuntan a un gran cuadro hermoso.
El resucitado en nuestro mundo está vivo,
en la acción del Espíritu.
Guarda mi corazón para ti (Esteban Gumucio)
Jesús:
Gracias por esta Semana Santa.
Me ha costado mucho
concentrarme en la oración.
He estado muy ocupado en
Retiros y Confesiones.
Pero me he sentido tan feliz con la
fe de la gente y por la acogida a tu
Palabra en mi persona.
Te doy gracias por la vida profunda
que tu Espíritu Santo
cultiva en tantos corazones de jóvenes.
Gracias por haber llegado a ellos.
¡Qué privilegio poder asomarme a lo que Tú
haces en ellos tan delicadamente!
Te quiero dedicar, Jesús, este día.
Líbrame de todo lo que pueda
significar olvido de Ti.
Guarda mi corazón para Ti.
Tu amigo.