Libro Joyce Ginatta: Mujeres de 2 siglos

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Libro publicado en el 2002 donde se detalla la vida personal y profesional de la Ing. Joyce de Ginatta

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Joyce Higgins de Ginatta

LIDER EMPRESARIAL E INDUSTRIAL

El privilegio de ser mujer

Hace muchos años me preguntaba cuales eran mis MENOS y yo

decía que no era buena para hablar, pues mi oratoria era mala y

además tampoco tenía habilidad para escribir; sin embargo, Dios

me puso en el camino a la Cámara de la Pequeña Industria, la

Asociación Iberoamericana de Mujeres Empresarias, la Federación

Interamericana Empresarial (FIE), y antes de eso mis empresas,

muchas de las cuales aún conservo. Como dice el conocido refrán

“la constancia vence lo que la dicha no alcanza”, y hoy de tanto dar

conferencias, si bien no soy un ejemplo de oratoria, sí puedo decir

que soy un ejemplo de sembrar ideas revolucionarias. En cuanto a

escribir pido disculpas a los lectores, porque definitivamente no van

a leer una obra literaria sino la historia de una mujer que siente LA

EMOCIÓN DE VIVIR. Hoy deseo compartir mi experiencia, y estoy

maravillada de contar con esta generosa oportunidad.

Recuerdos de mi infancia

Recuerdo mi infancia con suprema alegría, a lo que sumo grandes

dosis de satisfacción, ilusión, fe y amor a Dios. Todo ello, gracias a

que tuve unos padres que me dieron seguridad, fortaleza, libertad y

sobre todo valores morales y espirituales.

Pese a tener ascendencia francesa e irlandesa soy guayaquileña.

Nací un 27 de junio en el hogar formado por Jorge Higgins y Eliané

Fuentes Joanet; me crié en esta ciudad que amo y aquí vivo; aquí

están mis hijos, nietos; mis luchas; mi fe, mis tristezas, mis alegrías,

en fin. Puedo ciertamente reflexionar en el hecho de que si bien en

el mundo hay países que me apasionan, cuando me preguntan de

dónde soy, no hay nada más que me pertenezca que Ecuador, y

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por eso digo “nací en Guayaquil, soy ecuatoriana”, Ecuador ha sido

para mí el país de mis oportunidades.

El hogar que recuerdo no está basado en espacios físicos

grandiosos o sitios concretos, sino básicamente en el amor, calor y

disciplina, aspectos que puedo decir sin lugar a equivocarme que

han sido determinaste en mi vida y en la de mis cuatro hermanos

Bernardo, James, Grace y Helen.

Mis padres me pusieron Joyce porque ellos siempre pensaron, y así

me lo decían, que al tener un apellido irlandés debía poseer un

nombre inglés. Eso aunque parezca gracioso me trajo algunos

problemas en el aspecto de pronunciación, fue por ello que al

casarme adopté el apellido italiano Ginatta, de mi esposo, porque

es más fácil de pronunciar.

Retomo mis recuerdos con melancolía, la melancolía que produce

el hecho de que mi madre hoy ya no está y la extraño mucho, estoy

absolutamente segura de que se sentiría muy orgullosa de mis

logros y de mi familia. El hogar en el que crecí tenía mucho espíritu

de trabajo, ese espíritu que se cimenta en el amor de una pareja, el

amor entre padre y madre. Es ese mismo amor el que he dado y

trasmitido a mis tres hijos Gisella, Emilio y Giovanny, y creo que es

igual al que ellos trasmiten a sus hijos, mis doce nietos.

Les decía que mi infancia tiene recuerdos que vienen a mi alma y a

mi mente como flashes. Era una niña normal pero algo tímida,

siempre me escondía tras el refrigerador del departamento a llorar

cuando mi padre partía a Quito. Vivíamos en la Av. Olmedo y

Malecón, y aunque yo era pequeña y no recuerdo bien el sitio,

tengo claro que nunca fue una villa, pues a mi padre le gustaban los

departamentos.

Desde chica mimaba a mis padres con detalles, especialmente del

arte de la cocina. Mientras ellos dormían la siesta, yo hacía

galletitas y dulces, para ofrecérselos después. Esa era una

expresión de amor y de dulzura, esa era una relación muy especial.

Papá, un prominente médico, viajaba mucho fuera del país para

participar en congresos y como la unión familiar era de prioridad en

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nuestro mundo, viajaba con toda la familia. Esta situación hizo que

conociéramos diversos países, culturas y mucha gente. Por otra

parte, también para darnos el aporte del estudio, mi padre aceptó

trabajos internacionales que nos llevaron a vivir un año a Perú,

nueve meses en Washington D.C., Estados Unidos y luego tres

años en Buenos Aires, Argentina.

Debo confesar que no me gusta pasar incomodidades, por eso, si

no puedo viajar con lo esencial, no lo hago. Recuerdo que

detestaba ir con papá a las playas de el “Pelado”” a hacer camping

porque no me gustaba “enmelarme” con el agua salada y la arena

sin tener donde limpiarme. Desde chica fui muy ordenada con mi

persona: limpia, bien peinada; me encantaba combinar la ropa. Fui

siempre muy femenina y luego cuando manejé negocios más bien

apropiados para los hombres, enfaticé mucho más mi feminidad y

mi pulcritud. Aunque vendía hierro en barra y plancha de acero,

siempre estaba nítida.

El valor del trabajo

Desde la infancia tuve claro que todo lo que uno desea poseer, lo

obtiene a través del trabajo honrado y honesto. Cuando tenía siete

años mi padre nos llevaba durante las vacaciones junto con mis

hermanos a las bodegas de distribución de medicinas de su

propiedad. Trabajábamos ordenando los remedios y nos pagaba

por semana; de ese dinero teníamos que ahorrar una parte; si

queríamos comprar golosinas, separábamos otra, y debíamos

compartir el resto. Mi papá siempre nos decía al referirse a las

cosas materiales “que teníamos lo que necesitábamos, ni más ni

menos”. Esa experiencia fue determínate para mí y tempranamente

comprendí, que la expresión “EL TRABAJO DIGNIFICA AL

HOMBRE”, no es un mito, sino algo tan real como cada ser humano

quiera que así sea.

Mi familia era una familia de trabajo, no de marcas; de valores, no

de fatuidades. Nos enseñaron a construir las estructuras para en lo

triste y en lo jubiloso ir saboreando lo que es la felicidad. Recuerdo

de pequeña haber sido pedigüeña y un día a la salida de la escuela

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le pedí a mi papá que me comprara un par de zapatos muy lindos,

él me dijo “si te los podría comprar, pero no lo voy a hacer porque

tienes lo necesario y si algún día no tengo el dinero para adquirir los

que realmente necesitas, serías infeliz”. La frustración de ese

impedimento fue menor a la lección que quedó marcada en mi

interior y que fue parte de una enseñanza útil para el resto de mi

vida.

A la vez que ayudaba a mi padre, de la manera que lo he contado,

cursaba mis estudios primarios en el colegio de la Inmaculada, aquí

en Guayaquil. La secundaria la realicé un año en Lima, Perú; el

resto en el colegio del Sagrado Corazón en Buenos Aires,

Argentina. En la primaria no era muy dedicada a los estudios, pero

en la secundaria posiblemente asumí un cambio de actitud y me

esforcé lo que más pude hasta llegar a ser una estupenda alumna.

Siempre fui hiperactiva y por ello aprendí a organizarme, a manejar

el tiempo, a no dejar pasar las oportunidades y a divertirme, tuve

una adolescencia maravillosa, divertida y provechosa en sumo

grado. Recuerdo con añoranza esa etapa, me gustaban las fiestas

y el baile, durante toda la semana, y lo hacía a partir del viernes por

las tardes. Hoy, si bien no me inclino por una actividad social

intensa, tengo tantas actividades y proyectos que quiero quinientos

mil millones de cosas a la vez.

Es importante destacar que en la adolescencia reafirmé el valor del

trabajo y del esfuerzo constante que había aprendido en la infancia,

refirmé además que todo lo que nos proponemos se logra con

trabajo, esfuerzo y organización. Creo que en forma innata tuve

que siempre he enfatizado: mis IC8, es decir, Innovación +

Creatividad, Credibilidad, Creer, Convencer, Construir, Capacitarse,

Calidad y Cumplimiento. Me parece que fue ya en esa época que

aprendí a ser apasionada y vehemente en mis proyectos. Hoy voy

a mil por hora y me gusta lo que hago, más aún porque he puesto

mis capacidades al servicio de los demás y del país.

Los tres años de secundaria que hice en la Argentina fueron en un

colegio de formación de líderes, donde me formaron lo que antes se

llamaba el carácter y ahora se denomina inteligencia emocional.

Allí se enfatizaba que uno debía vivir la vida de acuerdo a su propia

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conciencia y no según “el qué dirán” de los demás. Se aceptaban

las responsabilidades y se ganaban los liderazgos. Sustituíamos a

las religiosas en los salones de estudio y a veces en la clase, y era

obligación que nuestras compañeras nos respeten, porque

representábamos la autoridad. En el último año de bachillerato,

recuerdo que durante un examen de filosofía, la religiosa que

estaba a cargo fue llamada a la portería y ella dijo: “quedan con

Dios”; de pronto oí un sonido, un escrito cerrándose; de hecho

pensé que alguien iba a copiar y pregunté a mi compañera “¿qué

estás haciendo?”, ella me respondió “estaba copiando, pero ahora

como estamos con Dios no lo puedo hacer”. Esto me marcó una

nueva enseñanza: esa compañera podía engañar a un ser humano

pero no se atrevía a hacerlo con Dios y esa es una filosofía de vida

que nos lleva a enfatizar que la vida es de uno mismo y la felicidad

se construye a través de jugar limpiamente, de mantener la

conciencia en paz y del respeto a Dios.

Cuando me gradué del colegio en Argentina fui designada por mis

calificaciones como una de las mejores bachilleres de la promoción,

y debido a esos méritos obtuve una beca para estudiar ingeniería

química en los Estados Unidos; sin embargo, mi papá no me dejó ir

a vivir allí porque mi tío que residía en aquel país se mudaba a

Venezuela, u al ser así, yo no tendría familiares cercanos que me

ayudaran y vigilaran. Después de todo, era sólo una adolescente, y

necesitaba orden, normas y control. Pese a las explicaciones,

promesas, ruegos, la decisión se mantuvo, y no viajé. Fue allí

cuando le dije adiós a la ingeniería química. Sentí un poco de

frustración, pero continué con la vida normal.

La vida me jugó una mala pasada

Tenía un poco más de 17 años cuando me enamoré y me casé.

Realmente era muy joven. Contraje matrimonio con Emilio Ginatta

y puedo decir sin temor a equivocarme que tenía todo el escenario

para ser feliz, por ser un hombre inteligente, honrado y muy

trabajador, pero el destino me jugó una mala pasada y al poco

tiempo, esperando a mi primer hijo, mi esposo se enfermó y el giro

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de mi vida cambió. En vez de ser una ama de casa dedicada al

voluntariado y al hogar (como casi todas mis amigas), tuve que

enfrentar momentos sumamente difíciles, que por discreción a mi

vida privada no deseo narrar.

Nacido mi primer hijo, la enfermedad de mi esposo me llevó a viajar

a Europa para acompañarlo en los tratamientos que debía recibir.

Eso me permitió aprender de oído el italiano, del mismo modo en

que había aprendido el inglés. La situación económica de nuestra

familia nos obligó a regresar a Ecuador y aquí comenzó la lucha por

tratar que mi esposo superara su enfermedad y que la familia no

sufriera los estragos de una mayor depresión económica. Como es

común a la mayor parte de las mujeres, fui la súper economista del

hogar, porque con pocos recursos multiplicaba los panes. Haber

mantenido en la infancia una disciplina de ahorro, organización y

orden me ayudaron a manejar las pocas finanzas de la familia. No

me daba cuenta pero estaba utilizando las herramientas que me

habían entregado al formarme como líder.

Este fue otro tema del que me preocupé y pensé “¿cuál es la tónica

que tengo que implementar con ellos?” seguir la tendencia de

aquellos años que era más bien “dejar hacer”, ¿implementar la

misma educación que yo tuve? Escogí esta última y creo que no me

equivoqué; fui tierna y al mismo tiempo fuerte, premios para las

grandes cosas y castigos para las falencias. Mientras me arreglaba

día tras día en mi baño, mis hijos dialogaban conmigo y no me

cansaba de repetirles lo que era la vida, lo que eran los derechos, lo

que eran los valores, lo que era el trabajo y lo que implicaba ser

socios míos en esta gran hazaña de mejorar el nivel de vida de

nuestra familia. Hoy tengo 12 maravillosos enanitos (mis nietos),

todos hombres, todos llenos de vida.

El nacimiento de la empresaria

Obligadamente y de hecho tenía que compartir los problemas de la

enfermedad de mi cónyuge, la educación de mis hijos, la

organización del hogar y el rescate de la empresa. Comencé sin

saberlo una nueva historia, así nació una empresaria; por eso creo

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que es válido que en el idioma chino, crisis y oportunidad, sean la

misma palabra. A ese punto pensé, qué hacer: “recurro a mi padre

y le dijo mantenme” o “trato de usar con la ayuda de Dios, mis

habilidades, mi creatividad, mi espíritu innovador y me lanzo al

ruedo a ver qué pasa”.

Mi primer negocio fue manejar una compañía que vendía hierro

para construcción; de ahí quizá el nombre de “Dama de Hierro”. La

vida me puso a manejar asuntos que más bien estaban asignados

para hombres, pero eso me permitió moverme en un ambiente de

igual a igual y me obligó a reforzar mi naturaleza investigadora,

sobre todo en el área de las finanzas y de economía mundial

porque el hierro es un comodity.

Luego, pasé a ser una gran mayorista de ferretería y de materiales

de construcción y después desarrollé una cadena de home centers.

He sido por tanto industrial y comercial, y si bien es cierto que la

primera mujer ecuatoriana en incursionar en un campo industrial fue

Clara Bruno de Piana, creo que la segunda “atípica” fui yo, cuando

en el año 1971 tuve que asumir este rol. En ese entonces

embarcarse en un auto con un hombre era muy mal visto. Ir a una

reunión de varones a tratar asuntos de negocios, sobre todo para

una mujer muy joven, era totalmente anormal. Recuerdo que antes

de asistir a la primera reunión de negocios que tuve en el Club De

La Unión, la llamé a una persona mayor de mi familia a consultarle

qué hacer y a preguntarle si podía acompañarme a hablar con ellos.

Él me dijo: “esto no es algo esporádico, así será tu vida y si te

critican tendrán que aburrirse de hacerlo”, y así fue.

Dentro de mi personalidad innovadora y creativa, fui la primera

empresaria del ramo que hizo tres locales comerciales en Urdesa;

con esos tres establecimientos y una hipoteca que conseguí pagué

mi casa. Creo que también fui la promotora del segundo edificio de

propiedad horizontal de la ciudad en el año 1970; y en el primer

local de cuatro plantas, hice una decoración muy atractiva para este

tipo de negocios, con una pila de agua como centro de atracción

donde exhibía los lavatorios. El día de la inauguración, al leer los

papeles, y todo el mundo se dio cuenta que las manos me

temblaban.

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Camino a la Universidad

Era el año 1971 y mi secretaria me dijo que iba a entrar a la

universidad, me cuestioné y dije: “si ella lo hace, ¿por qué no yo?

No tengo un título, hoy no lo necesito, pero en el futuro ¿quién

sabe?” y decidí imponerme un reto, una nueva disciplina, una nueva

tarea. Para ese entonces ya tenía mis tres hijos nacidos. Como

toda hazaña, esta era difícil, pero la vida está hecha de retos y así

entré a la Universidad de Guayaquil a estudiar Ingeniería Comercial.

Me levantaba a las 05h00, las clases comenzaban a las 07h00, a

las 08h30 iba a la empresa, a las 18h00 regresaba a la universidad

hasta las 20h30, y luego la mayor parte de las veces iba a la oficina

por dos horas más a terminar la tarea en la empresa.

Rendí mi tesis de grado el 20 de junio de 1977 y en diciembre de

ese mismo año la Universidad de Guayaquil me otorgó el Premio

Contenta como el mejor promedio de los años de educación. Aquí

viene a mi memoria una anécdota relacionada al tema: en un papel

de la Pontificia Universidad Católica de Quito, en el cual participé

junto a Medardo Mora y León Roldos, este último refiriéndose a

Medardo Mora “nosotros que somos ex alumnos de la Universidad

de Guayaquil…”, cuando me tocó hablar dije “No sé por qué se me

excluyó a mí, si yo también soy producto de la Universidad de

Guayaquil”. El había deducido que probablemente yo me había

educado en una universidad de élite. Concluyo esta anécdota con

algo que un profesor universitario norteamericano me dijera en otra

ocasión: “una buena universidad sirve como recomendación para

conseguir el primer buen empleo, pero el resto lo hace la persona”.

La Universidad de Guayaquil cuando la política interna lo permita,

era excelente.

La mujer de hierro

Al enfermarse mi esposo muchas veces me pregunté “¿por qué a

mí, por qué yo?”. Sentí que mi mundo se ponía al revés y ¿saben?

Realmente se estaba poniendo al revés; pero también llegó el

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momento en que en vez de renegar o de cuestionar tenía que hacer

de un limón una limonada.

Creo que fue en esa circunstancia cuando afloró el temple de la

mujer de hierro, pero esa mujer de hierro permaneció, como todas

las mujeres al comienzo lo hacemos, tras una fachada anónima. No

permitía que se me hiciera entrevista alguna, no aceptaba participar

en ningún gremio o puesto público, me dedicaba a los estudios, a

mi familia, a investigar, a los negocios, a crear, a innovar, a

evolucionar, a avanzar.

Fueron muy duros esos inicios como mujer trabajadora, ama de

casa, madre sola y empresaria. Y fueron difíciles porque yo no

tenía idea de cómo manejar la situación, tenía la opción de vender

la empresa, pero en esos momentos la líder que formaron mis

padres y que afianzaron las monjas, reaccionó. Surgí como una

crisálida y así viví por siempre. Tenía temor, pero entendí que Dios

me había estado preparando desde que era una niña para ese reto.

En esos momentos todo cobró sentido, y yo decidí aceptar mi

destino con todos los aciertos, los errores, las frustraciones, el

cansancio y por qué no con todos los éxitos, con todos lo que ello

significaba.

Me volví exigente, mi cualidad de ahorradora me sirvió más que

nunca, y la hiperactividad que había tenido en la adolescencia

resurgió con mayor fuerza. Aquí, al tratar de conjugar en una sola

persona todos los roles iniciado, asimilé la gran lección de mi vida,

la crianza de los hijos. Hoy reflexiono y sé que fueron momentos

difíciles, pero aprendí que hay una gran diferencia entre la cantidad

y la calidad del tiempo que se da a los chicos, en ello radica el

proceso de manejar con éxito la casa aú8n estando sola para que la

prole no se descarrile. Allí re aprendí que el inculcar valores y

principios es básico, todo esto de la mano de la disciplina, el amor y

la vida me enseñó y me demostró el valor de la amistad plena y

sincera, por lo cual me siento tremendamente afortunada. He

aprendido, aunque parezca repetitivo, a querer, aceptar y respetar a

mis amigos con sus defectos y virtudes, tal y como ellos me aceptan

a mí.

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Esta es la lección de vida que en esta oportunidad comparte. No

soy escritora, como varias de las ilustres mujeres que figuran en

este colectivo. Pero desde mi puesto, sé que tengo mucho que

aportar y si mi historia puede ayudar a otras mujeres u hombres que

quieren cambiar, a ellos dedico estas cuartillas. Esperando que mis

palabras lleguen especialmente a la gente joven, porque con gran

pena debo decir que uno de los males de nuestra Patria radica en

que muchos jóvenes parecen viejos, su alma está cansada. Sus

ilusiones están marchitas, han perdido la esperanza. Siento que

antes de empezar la lucha ya están vencidos y así,

lamentablemente, no vamos a ninguna parte.

Un nuevo reto en el camino

Era enero de 1991 y un grupo de miembros de la Cámara de la

Pequeña Industria del Guayas-CAPIG- me fue a visitar. Hasta

ahora desconozco por qué, pues, mi imagen continuaba anónima

en el escenario de este país.

Me dijeron: “ingeniera, queremos que usted participe como

candidata a la presidencia de la CAPIG”; y yo automáticamente dejo

“No, ni hablar”, pero insistieron por varios meses, hasta que a fines

de marzo en la última visita que me hicieron vi que el país en esos

tres meses había ido en descenso, que todos los errores

gubernamentales eran válidos, que nadie opinaba en sentido

contrario. Que se jugaban intereses particulares más que intereses

generales. Analizándome a mí misma, me di cuenta que dentro de

ese anonimato, en todos esos años de lucha, yo había logrado

superarme y ser próspera sin haber dado jamás una coima (que es

lo usual), pero siempre exigiendo mis derechos<, por lo que si

rehuía esta responsabilidad que la vida me ponía en el camino, no

tendría el derecho en el futuro de criticar o exigir cambios. Pedí que

me dejaran meditarlo por siete días fuera de las presiones del país,

pues me iba de viaje, y al retorno les daría una respuesta.

Y así fue que decidí participar en esa elección, diciéndome a mí

misma: “si pierdo, lo he intentado y eso me da el derecho a criticar

cuando algo me parezca mal. Si gano, trataré de cambiar las cosas

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desde el sitial que Dios desee colocarme” y parece que los meses

de septiembre son los que yo revoluciono los esquemas, porque fui

elegida a fines de septiembre de 1991 y al ganar las elecciones, me

convertí en la primera mujer en llegar a la presidencia de un gremio

de la producción. Luego de la elección la prensa me buscó y lo dije-

con una pésima oratoria-comenzó a cambiar las cosas, pues se

dieron cuenta de que no andaba tras privilegios personales, ni

puestos públicos. Si había franqueado el anonimato para salir a la

palestra pública, era para luchar y trabajar por el 70% de la

población que son jóvenes y el derecho del 52% de la población

que son mujeres, en busca de nuevos escenarios y de que la gente

tenga las mismas oportunidades que yo tuve en momentos de

crisis.

Por otra parte, había comprendido que era hora de involucrarme

con el país. Si me sentía capacitada, no podía esperar que otros

hicieran las cosas sino que tenía que aportar yo también a ese

cambio. El país vivía momentos muy duros en el ámbito

económico, social, educativo, sentía que se derrumbaba. Yo ya

conocía de momentos difíciles, a nivel personal y humano; yo ya

sabía cómo era eso, y entendí que mi experiencia podría ayudar a

mis conciudadanos. Entonces, sin más preámbulo, me lancé a la

lucha por el cambio para todos.

Diez años en la CAPIG

Soy visionaria y por ello vislumbré un Ecuador diferente, pleno,

íntegro, productivo y competitivo. Soñé con un país sin corrupción,

con una mejor calidad de vida, soñé con el cambio y fue en la

Cámara de la Pequeña Industria del Guayas que me identifiqué

plenamente con mi papel de LIDER. Durante diez años permanecí

en aquella institución haciendo una entrega total de mis

capacidades y a través de este organismo pude intervenir en la vida

pública del país, ser protagonista, no por el hecho de figurar, sino

para servir.

Desde esta actividad viví, palpé el sufrimiento, el hambre y la

necesidad de los ecuatorianos. Me endurecí contra la corrupción, el

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facilismo y la politiquería barata, pero a la vez me sensibilicé con las

angustias y necesidades de la gran mayoría de los ecuatorianos

sumergidos en la miseria, insalubridad, falta de educación, servicios

básicos y oportunidades. Allí ratifiqué que la ruta correcta era el

cambio por el que aún sigo luchando y por el que trabajaré hasta mi

último aliento.

Me asustan los terremotos, los temblores y algunas veces los viajes

en avión (aún más después del 11 de septiembre), pero lo que no

me asusta ni amedrenta, es la lucha por los cambios y por el

beneficio de las mayorías; la inicié a nivel público hace diez años y

pese a todos los pronósticos sigo en pié.

Actuando y cumpliendo metas

Cuando en 1991 fui elegida a la presidencia de la institución, asumí

un reto que se convirtió en mi mayor prioridad y esto era lograr que

a nivel nacional las pequeñas y medianas empresas e industrias

tuvieran el valor económico que les correspondía por derecho.

Lograrlo significaba demo0cratizar los capitales, pero básicamente

significaba el fortalecimiento de la clase media, casi desaparecida

en el Ecuador. Durante mi permanencia en la CAPIG he gestado

muchas reformas, una de ellas en el ámbito de la educación y la

capacitación, que han sido mi obsesión y mi fuerte de trabajo.

El primer cambio que impulsé en 1992 estuvo basado en el

concepto de que “La educación es una inversión y no un gasto”.

Estoy plenamente convencida de ello, el país debe capacitar a la

gente, la educación en la casa, escuela, colegio y universidad debe

apuntar a la excelencia. El crecimiento del país está basado en la

educación, porque sólo así estaremos en capacidad de parar y

cortar la corrupción, el facilismo, la pasividad. Un pueblo preparado

puede competir y mejorar la calidad de vida. Me espanta y me

aterra la ignorancia porque ella empobrece y agranda la brecha.

Ahora que he dejado la Cámara, para actuar desde otras instancias

y continuar creciendo y luchando, reflexiono sobre el hecho de

haberme dado cuenta de que la pequeña industria en el Ecuador

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necesitaba un semillero de mejora de recursos humanos. No podía

esperar veinte años para que la educación cambiara, por ello me

planteé en 1992 dos alternativas: crear un instituto técnico o buscar

mejores educadores, definitivamente opté por lo segundo.

Personalmente considero que los mejores educadores son los

Salesianos, quienes contaban con institutos de esta categoría en

Quito y Cuenca. Me uní a sus esfuerzos y dimos un giro al

tradicional colegio Domingo Comín de Guayaquil, el que hizo una

fructífera transición de colegio de educación regular, a instituto

técnico y posteriormente se extendió hacia universidad técnica, que

hoy funciona generando recurso humano técnico altamente

capacitado y calificado. Con ello logramos dos objetivos claves:

Dotar a la pequeña industria de personal más eficiente y permitir

que gente de recursos limitados tenga una mejor opción de vida al

aplicar su formación académica.

El segundo gran reto que me planteé al llegar a la Cámara fue el de

inducir a la gente a ser más competitiva. Desde siempre mis

objetivos se han centrado como lo he dicho en la educación y en

los valores. “Ética, Justicia y Equidad” son el EJE sobre el cual

debe girar la sociedad y son mi carta de presentación desde 1995,

cuando presidí el Congreso Internacional de Mujeres Empresarias

Iberoamericanas. Los proclamé en ese evento y desde entonces

los he mantenido pública e insistentemente. Durante mi

permanencia en el CAPIG yo diría que reformulé ideas y conceptos

de la economía en nuestro país como mujer revolucionaria que soy.

Fue en 1994, que desde la Cámara de la Pequeña Industria,

lanzamos el primer grito de atención para que el gobierno de turno

solucionara el problema de las altas tasas de interés, ya en esa

época pronosticamos que el Ecuador caería en una debacle

financiera y económica. Para ello, como no soy de las personas

que sólo identifican problemas y nada más sino que trata de dar

soluciones, presenté un proyecto al entonces Vicepresidente de la

República Alberto Dahik, en el cual demostraba que las altas tasas

de interés eran generadas por la fijación del tipo de cambio y que

además el mismo hecho de haber coaccionado el cumplimiento del

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programa macroeconómico del presidente Durán Ballén, impactaba

en el tema de los intereses.

En 1995, después del conflicto del Cenepa, a través de la Cámara

se convocó a todos los ex presidentes de la República para que

generan un gran plan económico a largo plazo, pero no tuvimos la

acogida que esperábamos y los planteamientos sólo quedaron en

enunciados, no por parte nuestra sino por parte de quienes estaban

en posibilidad de tomar decisiones serias a nivel gubernamental.

Ante esa situación, a fines de 1995 hicimos un plan

macroeconómico titulado “El Ecuador hacia el nuevo siglo y milenio:

Una propuesta para la acción, el desarrollo, la justicia y la equidad”

y lo presentamos al país el 2 de enero de 1996.

La propuesta de la dolarización

Ya en 1998, después de la caída de Bucaram y la subida de otro

gobierno tan o más corrupto, el sucre seguía perdiendo su valor, y

al término del mandato de Alarcón el dólar costaba 4.500 sucres.

En septiembre de 1998 lancé la propuesta de la dolarización. Si

bien es importante destacar que mis estudios sobre este tema los

inicié a raíz de la caída de Bucaram, fue a principios de 1998

cuando yo estaba ya convencida de que la dolarización era la

fórmula indicada para rescatar la fe en el Ecuador. Irónicamente no

la hice pública porque creí, al igual que la mayoría de los

ecuatorianos, que Jamil Mahuad, quien era el candidato opcionado

tenía un “gran plan”. El dólar seguía subiendo. En septiembre de

1998 la cotización llegaba a 6.200 sucres por dólar. Es cuando me

doy cuenta de que él (Mahuad) no tenía plan alguno, entonces

lancé a la opinión pública y al país la idea de la dolarización.

Desde allí mi lucha, porque comprendí que de aplicarla a tiempo,

podríamos marchar hacia la prosperidad para todos, en tanto y

cuanto existiera estabilidad monetaria y cambiarla. Dije “pasaremos

del último lugar de América Latina a ser los primeros” y esto se

cumplió porque Ecuador cerró el año 2001 con un crecimiento

económico del 5,2%, el más alto de la región.

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Con la dolarización, los que ganábamos en divisas norteamericanas

íbamos a perjudicarnos porque ya no viviríamos gratis pero quienes

se iban a beneficiar eran trabajadores como los taxistas que verían

incrementarse el costo de sus carreras, o las empleadas

domésticas, quienes de ganar 40 dólares pasarían a tener ingresos

por más de 100 dólares. Eso es lo que llamo una redistribución de

los ingresos.

La dolarización fue para mí repensar el país: que se proyecte a

largo plazo y deje de ser inmediatista; que se apliquen políticas de

Estado en vez de políticas de gobierno; y que se juegue limpio. La

dolarización concreta mi personalidad: toda mi vida he ido más allá

de lo establecido y he sido una revolucionaria del cambio; he

buscado siempre que el escenario donde yo me muevo sea bueno

no solo para mí sino para el éxito de todos. De esos cambios

vienen las ventajas para los jóvenes que se inician. Actualmente, la

dolarización está replantando en América nuestra forma de vida y

un nuevo modelo económico.

Lamentablemente, en vez de dolarizar, el 8 de marzo de 199 Jamil

Mahuad cometió el gran atropello de congelar los fondos de los

ecuatorianos. A partir de ese momento empecé a insistir con mayor

énfasis en la dolarización como el único esquema que salvaría la

economía del país del caos en que se encontraba, porque como

decía mi abuelo ante las dificultades hay que volverse león y no

ratón”, desgraciadamente Mahuad se volvió ratón y eso nos

congelo.

La marcha de los crespones

El crespón negro nació en noviembre de 1995, cuando el país se

empobrecía a causa de los apagones ocasionados por falta de

energía eléctrica, pero en realidad lo remarqué a fines de marzo de

1999. Fue a partir de entonces que lo usé sobre mi solapa y

comencé a regalar muchos de ellos en la Av. 9 de Octubre para que

los ciudadanos lo usaran durante la marcha del crespón. Lo llevé

conmigo durante nueve meses hasta que lo cambié por un crespón

con el tricolor de la bandera ecuatoriana cuando se efectuó la

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Mujeres de 2 siglos: Joyce Higgins de Ginatta Página 17

dolarización. Lo interesante de esto es que se convirtió en un

símbolo, a tal punto que un alto personero9 del Banco Central vino

de Quito a una reunión en Guayaquil con la misión de hacerme

quitar el crespón y no lo logró.

El 9 de abril de 1999 las cámaras de la producción de Guayaquil

convocamos a una gran marcha para reclamar al gobierno de

Mahuad los cambios fundamentales más urgentes. Las llamamos

“Marcha del Crespón” porque llevábamos en el pecho ese crespón

de color de color negro en señal de duelo por el congelamiento de

los fondos y de todo lo que el presidente no se atrevía a hacer para

que el país salga adelante. Por primera vez en la historia del

Ecuador 150.000 personas marcharon en forma cívica y pacífica por

la avenida Nueve de Octubre hacia la gobernación para reclamar lo

que yo denominé las 7 coherencias.

Entre ellas, lamentablemente, no pude poner la dolarización porque

los presidentes de las otras cámaras no aceptaron esta idea

revolucionaria.

Las Siete Coherencias son:

1. La devolución de los fondos congelados

2. Descentralización

3. Reconstrucción de la Costa

4. Reactivación del sector productivo

5. Modernización y reducción del tamaño del Estado

6. Reestructuración de la deuda externa

7. Freno al abuso de los precios de los combustibles

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Mujeres de 2 siglos: Joyce Higgins de Ginatta Página 18

Mi primera propuesta fue la de hacer la dolarización con un tipo de

cambio de 7.000 sucres, después 10.000, luego 12.500. Ya en

diciembre de 1999 la divisa llegó a los 30.000 sucres, pero nosotros

seguimos insistiendo en que la dolarización debía darse a un

cambio máximo de 15.000 sucres. Esta lucha me comprometió

prácticamente 18 meses en los que promocioné la idea, convertí a

mucha gente y fue un tiempo en los que realizamos foros,

congresos, y conferencias en todos los rincones del país para

contarle a la gente la necesidad de este cambio y los beneficios

que obtendríamos como país y por ende cada uno de los

ecuatorianos. En ese momento, mi objetivo, a través de la CAPIG,

era la dolarización y para afianzar esta opción en noviembre de

1999 se fundó el Foro Económico Nacional compuesto por 21

técnicos que teníamos como propósito difundir más rápidamente

este nuevo modelo económico.

A inicios del 2000 el foro lanzó su primer manifiesto y en él se

plantearon varios puntos económicos, allí se explicó el porqué de la

dolarización, la urgencia de la reactivación de los sectores

productivos, la nueva política bancaria y financiera, la

modernización del Estado a través de la privatización, capitalización

y concesión, la necesidad de una nueva política fiscal, la

reestructuración de la deuda externa, así como obviamente la

inversión en el campo social en programas de salud y educación.

Prácticamente era la receta para que el país saliera del hoyo en el

que se encontraba.

El proceso se gestó en el país luego de todo eso, personalmente

tenía muchas expectativas, sin embargo, hoy debo decir que a casi

dos años de la declaratoria de la dolarización se han hecho logros

positivos, pero la lentitud con que se maneja el proceso tiene

estancadas muchas cosas, por ello y sin temor a equivocarme

puedo afirmar que apenas hemos avanzado las primeras 20 millas

de la prosperidad y puedo señalar que recién se está trabajando en

las próximas 20 millas. Eso sucede en Ecuador, porque hay gente

a quienes yo llamo “talibanes”. Dicen aportar con el rescate de los

ecuatorianos más pobres y necesitados, pero lo que realmente

hacen es ahogarlos en la eliminación de sus oportunidades.

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Mujeres de 2 siglos: Joyce Higgins de Ginatta Página 19

El tema de la dolarización fue producto de 18 meses de lucha

constante, sin embargo, ¿cómo están las cosas?... seguiré adelante

sin desmayar. Es posible que me detenga un minuto para tomar

aliento, pero seguiré inmediatamente.

Haciendo un balance de lo que pude hacer durante mis diez años

en la CAPIG, me siento satisfecha, pero debo repetir que no he

podido romper la inercia de muchísimos “talibanes” frente a aquel

concepto que implementé en estos diez años de “ni un paso atrás,

miles de pasos adelante”. Segura estoy de que si no lo ponemos

en práctica retrocederemos cuando otros avanzan, la corrupción

más grande está en aquellas personas que nos impiden hacer, que

nos impiden avanzar.

Nunca digo “jamás”

Algunas personas me preguntan si lo volvería a hacer, y digo que si

porque creo que debo asumir los retos que me salen al camino,

porque creo que mi país es fácil de componer, y sé que lo que se

necesita es el compromiso formal y unánime del 70% de los

ecuatorianos, que son jóvenes, yo creo en los jóvenes, además

siempre he sostenido que sólo se puede lograr la prosperidad,

jugando limpio.

Mi objetivo final apunta a los grandes cambios de este país, a que

después de la dolarización el Ecuador se replantee para beneficio

de las mayorías, para que en este país se usen las reglas del primer

mundo en forma tal que el proceso migratorio sea la inversa:

ecuatorianos y extranjeros viniendo a afincarse en este maravillosos

país. Me han ofrecido muchas veces embajadas y ministerios, pero

los he rechazado; también me han ofrecido candidatura a la

presidencia de la República. No sé lo que el futuro me depare, por

eso no digo nunca “jamás”. …Cuando llegue el momento, si es que

llega, procederé como lo hice en el caso de la Cámara de la

Pequeña Industria del Guayas. Meditándolo mucho, antes de dar

cualquier paso.

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Mujeres de 2 siglos: Joyce Higgins de Ginatta Página 20

Participo en la vida pública de mi país y de América y por ello me

invitan a intervenir en muchos encuentros, no solo de mujeres, sino

de hombres y mujeres; y me siento muy bien tanto con mujeres

humildes y valiosas, como con mujeres de mi mismo nivel o

superiores en valía. Pertenezco al directorio de la International

Woman’s Forum-IWF, un foro mundial de mujeres líderes de primer

nivel con sede en la ciudad de Washington, me honro siendo parte

del directorio de esa institución y presidiendo el capítulo Ecuador,

donde las 20 fundadoras ecuatorianas son extraordinarias líderes y

mujeres muy brillantes en la profesión en que se desenvuelven. Sin

embargo, pienso que muchas mujeres y hombres rehúyen a veces

involucrarse en algo conmigo, porque tienen miedo de que los

opaque, lo cual es absurdo porque cada ser humano puede brillar

con luz propia y hay espacio para todos.

Mi hiperactividad no me deja descanso, y por ello también he dado

consultorías y he manejado algunas publicaciones. Durante el

período en que estuve en la Cámara de la Pequeña Industria se

inició la revista PYMES, y manejé la misma desde el año 1999.

Hoy, estoy escribiendo un libro, en inglés y en español, sobre la

problemática social y política de América Latina y otro sobre los

problemas ecuatorianos. En el ámbito de la asesoría

continuamente soy contratada a nivel internacional; uno de los

trabajos más relevantes que he realizado y que tengo más cercano

a mi corazón, es el de noviembre del 2000 en El Salvador cuando

se inició la dolarización. También doy muchas conferencias dentro

y fuera del país y sinceramente disfruto mucho de ello.

De los incendios y la fama

“El hombre propone y Dios dispone”. Nunca he buscado la fama,

pero ésta ha llegado a mi vida de algunas formas y creo que eso me

coloca, como mujer, en un espacio interesante que no me molesta;

al contrario, me motiva, porque estoy haciendo país tanto aquí

como en el exterior. Me encanta que me reconozcan en la calle,

sobre todo la gente humilde porque demuestran mucho cariño; pero

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Mujeres de 2 siglos: Joyce Higgins de Ginatta Página 21

la fama tiene su precio y por más que mantengo mi vida privada

aislada, a veces hay interferencia.

En un país machista, ahora y antes de hacerme famosa, el paquete

de bromas por la espalda no ha faltado, y entre más he subido, más

caricaturas, apodos, parodias y etc. Se han dado, pero eso tampoco

me ha molestado, porque mi padre me inculcó que “los perros

ladran cuando la caravana avanza” y sabía que eso vendría como

parte del paquete de ser “atípica”. Lo que sí me fastidia es cuando

distorsionan la verdad y manipulan una comunicación o un hecho

en el que yo he intervenido. La ocasión en que quisieron

satanizarme sacando de contexto una frase mía para tratar de

hacerme incendiaria de Quito, es un ejemplo.

Definitivamente yo me identificaba con los cambios y las personas

que no los querían intentaron desprestigiarme, trataron de que la

gente me odiara porque supuestamente yo quería incendiar nuestra

capital, pero al contrario, lo que siempre busqué fue la unión del

país y el beneficio de todos. Los hechos, sin embargo, me darían la

razón porque a los 15 días, el Alcalde de Quito de ese entonces,

Roque Sevilla, vivió la misma experiencia: sacaron de contexto una

frase dicha por él para dar lugar a la interpretación de que estaba

tocando la puerta de los cuarteles y prácticamente llamando a una

dictadura.

Este episodio, con el cual trataron de estigmatizarme, me dolió

mucho porque no soy regionalista y eso le consta a muchas

ecuatorianas cuando en el año 1995 realicé un Congreso

Internacional de Mujeres que inicié en Guayaquil y concluí en Quito.

Fue una hazaña manejar un evento de esa categoría y movilizar

150 extranjeras de una ciudad a otra en un momento en que

Ecuador pasaba por la guerra del Cenepa, los apagones y la crisis

política que hizo caer al Vicepresidente Dahik. Esto debe llevarnos

a la reflexión de que los ecuatorianos somos injustos cuando

usamos la pasión en vez de la razón.

Yo creo que la conquista del protagonismo se hace con credibilidad,

cuando la sociedad civil y los medios de comunicación serios se

dan cuenta de una línea de conducta que es revolucionaria de los

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Mujeres de 2 siglos: Joyce Higgins de Ginatta Página 22

cambios y que ni reclama solo para sí, sino para el bien de todos.

Ser la primera mujer presidenta de una cámara de producción hizo

que los competidores me pongan los famosos techos de cristal,

pero yo sostengo que entre más grueso es ese cristal, con más

brillo nos proyecta.

Un “eje” para la sociedad

Soy una mujer muy clara en mis cosas, así me han formado y me

gusta ser así. En todos estos años he aprendido a actuar con

mesura, ya que el vivir por impulso se responde básicamente a la

pasión, pero cuando uno medita los problemas y sus soluciones

entonces se responde a la razón.

Esta reflexión la tengo siempre conmigo y por ello planteé mi

eslogan de ÉTICA, JUSTICIA Y EQUIDAD, considerando que si

estas tres cosas e llegan a sembrar en las nuevas generaciones y

además el concepto se multiplica y se lo interioriza al máximo,

tendríamos menos problemas de corrupción y habría un aumento

en el nivel de vida de todas las naciones en el mundo, no sólo en el

Ecuador. Yo promulgo este principio porque sé que es válido,

actualmente las sociedades manejan una ecuación que se puede

formular así: Corrupción= monopolios + discrecionalidad – rendición

de cuentas.

Esto nos lleva boca abajo a todos. Espero que los ecuatorianos,

meditemos y escojamos el EJE como una opción de vida, personal

y para las futuras generaciones.

Casa dentro

Los momentos maravillosos de mi vida en familia son el tamiza con

el que he logrado superar aquellos que han sido trágicos, sin

embargo, la melancolía viene a mí cuando me acuerdo de mi madre

que falleció hace doce años, aún la extraño, pero así mismo pienso

que eso es parte del ser. Lo que más me gusta de todo es que,

pese a lo activo de mi existencia, disfruto enormemente de las

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Mujeres de 2 siglos: Joyce Higgins de Ginatta Página 23

pequeñas grandes cosas cotidianas. Me gusta la música clásica y

romántica, los boleros y el jazz, pero en una fiesta prefiero la salsa.

No tengo una buena memoria y soy pésima para recordar los

nombres de los actores de cine. En cuanto a bebidas creo que la

mejor es el agua con hielo, así nada más, en algún momento

especial un buen vino o un whisky no cae nada mal. En cuanto a

comidas, admiro la cocina ecuatoriana, el bolón de verde, caldo de

bola, y el locro están entre mis preferidos. Disfruto mucho de las

reuniones con la familia y los amigos, he inventado recetas

fantásticas para ellos y en otro tiempo compartiría con ellos

mientras las preparabas; sin embargo, debo confesarlo, si hoy en

día tuviese que cocinar a diario, sencillamente preferiría morirme

de hambre.

Admiro a Margaret Tatcher porque transformó su país; a Bill Gates

porque es un hombre que rompió esquemas, y a mí también me

gusta romper esquemas, por supuesto, para bien.

En lo demás, hago las cosas que todo el mundo hace a diario. La

diferencia está en que me impuse metas y al cumplirlas, he

obtenido el éxito y sé que todo el que se lo proponga puede

lograrlo, es sólo cuestión de desear y luchar por ello hasta siempre.

No digo cosas extraordinarias. Son antiguos conceptos y principios

que parecen de otro mundo porque hace mucho que los hemos

dejado de lado.

Si me preguntan si soy una mujer de éxito, dio que sí; pero no por lo

mucho o poco que poseo, sino porque tengo una familia a todo dar,

con hijos que con la ayuda de Dios he moldeado en la forma

apropiada. Por otro lado siento la emoción de crear, creo que la

competitividad la he vivido de siempre porque en mi vida he

plasmado dos ingredientes fundamentales: innovación y creatividad.

También puedo decir que las mujeres debemos ser revolucionarias

en el sentido de la revolución del cambio y para eso debemos

entender que un líder tiene que disponer de cuatro ingredientes:

creatividad; saber de qué se trata para poder hacerlo; comunicación

y ejecución, a eso tenemos que añadir los otros condimentos como

la constancia, el esfuerzo, el levantarse cada vez que uno se cae y

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Mujeres de 2 siglos: Joyce Higgins de Ginatta Página 24

el buscar siempre los logros para el beneficio de todos, incluyendo

el de uno mismo.

Mucha gente al finalizar cada año pide a Dios que le dé muchos

bienes materiales, yo creo que uno debe pedir salud y trabajo y el

año 2001 fue muy duro para mí. En la mácula de mi ojo izquierdo

se descubrió un hueco por lo que tuve que someterme a una

operación en los Estados Unidos. Los 15 días del posoperatorio mi

rostro debía permanecer todo el tiempo boca abajo o de lo contrario

sufriría graves consecuencias. Me operaron y a las cinco semanas

regresé al Ecuador, llegué el 12 de junio y horas después mi hija

casi se muere. En medio de una hemorragia, mi nieto nació con 2

libras de peso y seis meses de gestación; un avión ambulancia lo

llevaría 48n horas después a un Hospital en Estados Unidos en el

que permanecería por tres meses. Tengo que agradecer a Dios por

haberme permitido sobrepasar momentos tan difíciles y porque el

numero 12 crece sano.

Sigo en la lucha

Actualmente ya no estoy en la CAPIG; esto no significa que la lucha

ha cesado. Tengo nuevos y grandes retos como la Federación

Interamericana Empresarial FIE, de hombres y mujeres

empresarias, y la International Women’s Forum, entidad de mujeres

líderes involucradas en los cambios que necesita la sociedad en

que viven. El Ecuador debe copiar al primer mundo, para ello

debemos eliminar de nuestro vocabulario aquello de que “no se

puede”. Mis jornadas son generalmente de 15 horas de trabajo,

empujando los grandes temas para la gente. Así fue en la CAPIG y

así continúa siendo fuera de ella.

Al finalizar mi mandato en la CAPIG, en la última revista Pymes

publiqué el siguiente editorial de mi auditoría: “Por nuestro Ecuador

Hace diez años dejé mi anonimato para luchar por un 70% de la población, que

son jóvenes, y por las mujeres que tenían derecho a cambiar el destino de su

prole. Por ellos, decidí entrar a luchar, a cambiar las ideas, a cambiar las

cosas o por lo menos, con la ayuda de Dios, a intentar cambiarlas.

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Mujeres de 2 siglos: Joyce Higgins de Ginatta Página 25

A fines del año 1991 asumí la Cámara de la Pequeña Industria del Guayas y

esta institución se posesionó como líder en los grandes cambios. Será la

sociedad civil la que me juzgue, pero lo que sí puedo decir es que fueron diez

años en una entidad en la que puse todo de mí.

Hoy, cuando veo las caras de los jóvenes sonrientes de entusiasmo, cuando

veo una Navidad alegre porque unos han recuperado sus trabajos; otros han

mejorado sus ingresos; otros tienen la oportunidad de llevar algo a su casa,

como un electrodoméstico comprado a plazo en dos y tres años; otros han

podido nuevamente adquirir un vehículo a cuatro años y otros han logrado

salvar su casa, todo eso me hace pensar que sí valió la pena.

A pesar de que me dijeron “tenía que ser mujer para ser idiota”, cuando lancé

la idea de la dolarización, en septiembre de 1998, prometí que el Ecuador

pasaría de la última rueda del coche, a ser el primero de América Latina. Hoy,

cuando veo que vamos a ser el país de mayor crecimiento (con un 5.2%) en

América Latina, digo sinceramente ¡Sí valió la pena!. Quiero, sin embargo,

hacer una reflexión: ¿Hasta cuándo el país permita que exista tanto talibán?.

Hay que creer en uno mismo, hay que creer en el país, hay que eliminar las

barreras que impiden las oportunidades, hay que limpiar el país de aquellos

que no quieren que el Ecuador progrese para hacer de la discrecionalidad y la

cero rendición de cuentas la forma de obtener poder y hacer fortuna. Creo que

ya la gente se cansó de esto.

El país tiene que entrar en el beneficio de las mayorías y espero que al final del

próximo año podamos ver un país no solo con el 5.2% de crecimiento, sino

también con un desarrollo sostenido para que ese futuro sea el de una nación

en la mitad del mundo con una juventud capaz de lograr aquí la prosperidad en

vez de obtenerla en otro lugar del planeta. Copiemos al primer mundo y

eliminemos del vocabulario ecuatoriano aquello de que “no se puede”, lo que

tenemos que decir siempre es ¿cómo se puede?

Que Dios bendiga a la Cámara de la Pequeña Industria, que Dios bendiga este

país por el cual seguiré luchando al asumir un nuevo reto: la Federación

Interamericana Empresarial (FIE) y la International Women’s Forum (IWF),

ambas entidades involucradas con las empresas y las mujeres en busca de

cambiar las cosa. Desde allí seguiré trabajando por un mundo mejor.”

Dios me ha puesto en la ruta otras formas de demostrar que las

mujeres tenemos un rol importante que cumplir y que cuando

hacemos y decimos bien las cosas, sí somos atendida. Pues no

solo la prensa local sino también la internacional me han buscado

para que sus lectores conozcan lo que he podido y puedo aportar.

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Mujeres de 2 siglos: Joyce Higgins de Ginatta Página 26

El 7 de agosto del 2000 la revista Forbes (volumen 3, No. 15)

publicó un artículo que señala: “La economía ecuatoriana era un

caso perdido hasta que se dolarizó…si la recuperación continúa, los

inversionistas pueden agradecer a la mujer de hierro de Guayaquil”.

El 29 de noviembre del 2001 el periódico The Wall Street Journal,

que circula en New York y que reproduce algunas de sus páginas

en periódicos de toda América Latina, publicó otro artículo en el que

me califica como “Señora de la dolarización”.

Luego de esto, un día recibí una llamada del New York Times para

decirme que venía un reportero, yo pensé que era una broma.

Juan Forero fue el periodista que se gastó más de siete horas para

realizar una entrevista cuyo contenido no apuntó solo a la parte

económica sino también personal. Así el 2 de febrero del 2002, el

New York Times publicó mi perfil en la primera sección del diario

con el título “La evangelista industrial del Renacimiento de

Ecuador”. En uno de sus párrafos dice: “Pocos la culparían si ella

ahora escoge relajarse en la piscina de su elegante casa con sus 12

nietos, pero la señora de Ginatta dice que su trabajo está lejos de

terminar. Ahora ella tiene una lista de otras reformas fiscales que

quiere que el gobierno adopte”.

Algo que tengo que decir como anécdota es que la gente piensa

que yo tengo un extraordinario equipo de imagen y relaciones

públicas y ninguna de las dos cosas existe, las tengo es en el cielo;

porque creo que trato de que las cosas cambien para el bien

general y no para cuestiones personales.

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Mujeres de 2 siglos: Joyce Higgins de Ginatta Página 27

Mi filosofía: lo que pienso y digo

Trato siempre de vivir como predico, lo que he dicho a lo largo de mi

vida lo digo sosteniendo, porque es así como lo he pensado, parte

de la filosofía de mi vida radica en estas frases, que hoy quedan

perennizadas en esta obra, y en la sencillez de mis palabras.

Camino a Somalia:

“Hay ciertos legisladores que nos quieren poner a nosotros camino

a Somalia, eso no puede ser. Se necesita la ley de modernización,

se necesita la ley de aduanas, se necesita la ley de concesiones”.

1992

Unos pocos nos manipulan

“Porque estamos bajo la dictadura de un pequeño grupo de políticos

que manipulan el desarrollo del país”. 1994

Nacimiento del crespón

“No puede ser que tanto en Guayaquil como en Quito se esté

haciendo un derroche de luces de Navidad cuando lo que tenemos

que poner es un crespón negro en todos los árboles de Navidad,

justamente para demostrar que estamos de duelo por una nación

que se está empobreciendo por falta de energía eléctrica”.

Noviembre de 1995

Un cangrejo en vez del cóndor

“Es muy deprimente lo que está sucediendo, es un retroceso y yo

creo que vamos a tener que sacar el cóndor del escudo y poner un

cangrejo”. 1997

Dolarización

“¿Cuál es la razón de la dolarización? Dos temas fundamentales: la

primera que la población comenzaría a tener poder de consumo y

con ello la economía se dinamizaría. Por otro lado se eliminaría el

90% de las incertidumbres”. Septiembre de 1998

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Modelo agotado

“Nosotros pensamos que el modelo económico actual está agotado.

Nadie cree en él y por tanto en este país no se invierte mientras no

se pueda recatar la fe pública”. Enero de 1999

Falta de credibilidad

“El problema del país no es solamente el déficit fiscal, sino la falta

de credibilidad en el sistema económico y en el sistema financiero,

por lo tanto debemos entender que el sistema está colapsado”.

Febrero de 1999

Las primeras 20 millas

“Las autoridades y la opinión pública deben tener claro que la

dolarización acabó con las especulaciones financieras, otorgó poder

adquisitivo a la población al adoptar una moneda dura como es el

dólar; sin embargo, la maratón a la prosperidad es larga y apenas

hemos recorridos las primeras 20 millas”. Septiembre del 2000

De victimas a ciudadanos

“El Ecuador está ya a la cabeza en lo que respecta a la dolarización

¿por qué entonces no ejercemos el liderazgo en competitividad?

Debemos demostrar al mundo que sí podemos pasar de víctimas a

ciudadanos. Podemos conquistar mercados no por la vía del

empobrecimiento de la gente sino por eficiencia y calidad de las

empresas y de nuestro país”. Junio del 2001

Una marca en la humanidad

“El 11 de septiembre marca un hito en la humanidad: la lucha de la

civilización contra la barbarie, de la defensa de los valores contra

aquello del “fin justifica los medios”, y el respaldo al juego limpio

donde la libertad cobra un mayor espacio y la dignidad se vuelve

esencial”. Septiembre del 2001

Dar a la luz ideas revolucionarias e innovadoras así como se da a

luz una nueva vida, ese es el privilegio de ser mujer, y esa es la

forma en que quiero me recuerden: una mujer revolucionaria y

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transformadora que en su lucha va dejando las huellas que guiarán

a los más jóvenes en el camino a la prosperidad jugando limpio.

Siento que a pesar de las tragedias que he vivido y sufrido en la

vida soy una mujer feliz, me deleito tanto de un árbol como de una

brisa, disfruto de las virtudes de los seres humanos, Dios me ha

donado miles de maravillosos amigos aquí y en el exterior, y espero

que cuando yo muera en mi lápida conste el epitafio:

“AQUÍ YACE UNA MUJER REALIZADA QUE CON LA YAUDA DE

DIOS PUDO LOGRAR LAS METAS QUE SE PROPUSO”.

***

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