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La Secretaría de la Defensa Nacional en el esfuerzo de México en contra del crimen organizado

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La Secretaría de la Defensa Nacionalen el esfuerzo de México

en contra del crimen organizado

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Esta obra fue elaborada por la Secretaría de la Defensa Nacional, con la colaboración del Dr. Javier Ulises Oliva Posada, con el propósito de dar a conocer las acciones de esta Dependencia, en el marco de la Estrategia Integral del Combate al Narcotráfico del Estado Mexicano en el periodo 2006-2012, implementada por el Gobierno Federal para enfrentar la grave amenaza que representa en la actualidad la delincuencia organizada.

De conformidad con el artículo 83 de la Ley Federal de Derechos de Autor, se autoriza la reproducción parcial o total del contenido de esta obra, siempre y cuando se cite la fuente.

Primera Edición 2012.

© Derechos Reservados.Secretaría de la Defensa Nacional.Boulevard Manuel Ávila Camacho S/N Esq. Av. Ind. Mil.Col. Lomas de Sotelo, Deleg. Miguel Hidalgo.C.P. 11640Tel. 21-22-88-00 Ext. 5134.www.sedena.gob.mx

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La Secretaría de la Defensa Nacional en el esfuerzo de

México en contra del crimen organizado

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Í n d i c e

Prólogo ..................................................................................................................... iIntroducción............................................................................................................. iii

Capítulo IEl ambiente internacional y regional ante el crimen organizado

A. Características del crimen organizado...................................................... 1B. La situación en Estados Unidos de América........................................... 5C. La situación en Latinoamérica................................................................... 8D. La seguridad pública y su relación con los temas de Seguridad

Nacional, regional e internacional............................................................. 11

Capítulo IIConsideraciones desde la política

internacional sobre el crimen organizado

A. Posiciones de la Organización de las Naciones Unidas y de la Organización de los Estados Americanos sobre el crimen organizado 15

B. Evaluación y el enfoque de la OTAN........................................................ 19C. Directivas y políticas del gobierno de los Estados Unidos de América... 22D. Posturas de la Unión de Naciones Suramericanas ante el crimen

organizado y de las Conferencias de Ministros de Defensa de las Américas....................................................................................................... 24

Capítulo IIILa decisión del Presidente de la República sobre la participación

de las Fuerzas Armadas y de la Secretaría de la Defensa Nacional en la lucha contra el narcotráfico

A. El entorno de la decisión presidencial...................................................... 29B. Consideraciones desde el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012..... 32C. Lineamientos del Programa Sectorial de Defensa Nacional................. 35D. Programa para la Seguridad Nacional 2009-2012.................................. 37E. Estrategia Integral para el Combate al Narcotráfico del Estado

Mexicano...................................................................................................... 39

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F. La Directiva para el Combate Integral al Narcotráfico del Estado Mexicano, 2007-2012................................................................................. 42

Capítulo IVEl marco jurídico para la actuación de las Fuerzas Armadas

en el ámbito de la Seguridad Interior, la Seguridad Nacional y la Seguridad Pública

A. Situación del marco jurídico sobre la Seguridad Nacional..................... 45B. Caracterización de la Ley de Seguridad Nacional................................... 49C. Las Tesis Jurisprudenciales de 2000......................................................... 51D. La perspectiva histórica de la Seguridad Interior y las bases para una

Política de Defensa Nacional Mexicana................................................... 53E. La seguridad pública como asunto de Seguridad Interior...................... 56

Capítulo VEl esfuerzo y contribución del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos

en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico

A. Breves antecedentes históricos en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico.................................................................... 59

B. Atención a los requerimientos de la autoridad civil para la presencia del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos en el combate contra el crimen organizado....................................................................................... 61

C. Contribución del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos al Esfuerzo Nacional. Las acciones y recursos aplicados........................................... 63

D. Resultados de las actividades de erradicación e intercepción de drogas y armas............................................................................................. 65

Capítulo VILos Derechos Humanos en la Secretaría de la Defensa Nacional

A. Acciones para fortalecer y transparentar el conocimiento y el respeto irrestricto a los Derechos Humanos.......................................................... 73

B. Postura de la Secretaría de la Defensa Nacional en los casos de violaciones a los Derechos Humanos........................................................ 76

C. El Sistema Educativo Militar y el Sistema de Adiestramiento en materia de Derechos Humanos................................................................ 80

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D. Doctrina Militar en materia de Derechos Humanos.............................. 83E. Igualdad de género y equidad de oportunidades entre mujeres y

hombres........................................................................................................ 84

Capítulo VIIEl Estado mexicano y los organismos

internacionales de Derechos Humanos

A. La postura del Estado Mexicano ante los organismos internacionales de protección a los Derechos Humanos.................................................. 87

B. La aceptación de la competencia de la Comisión y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos..................................................... 89

C. Los efectos de las resoluciones de la Comisión y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.................................................... 91

D. La aceptación del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional 93E. Los efectos de la competencia de la Corte Penal Internacional en

México.......................................................................................................... 95F. La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los

Derechos Humanos en México................................................................. 97

VIII. Conclusiones................................................................................................ 99

Bibliografía general.......................................................................................... 103

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Prólogo.

El libro “La Secretaría de la Defensa Nacional en el esfuerzo de México en contra del crimen organizado”, es el resultado del afán institucional por presentar, de manera objetiva y documentada, al juicio crítico de nuestra historia, los fundamentos, contexto y pormenores, de las circunstancias que caracterizaron la participación del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos en el marco de la Estrategia Integral del Combate al Narcotráfico del Estado Mexicano, durante la administración 2006-2012.

Lejos de toda obligatoriedad normativa que exige a las entidades de la Administración Pública Federal, dar a conocer los informes de labores y de rendición de cuentas, libros blancos y memorias documentales, esta obra surge con la intención de poner al alcance de la opinión pública, de toda persona interesada en estos temas y de las futuras generaciones de militares, elementos de valor para conocer y comprender en perspectiva, la magnitud del ineludible deber que tienen las Fuerzas Armadas de coadyuvar a la seguridad de la patria.

En la obra se describen las acciones y logros que, en los ámbitos nacional e internacional, se realizaron para enfrentar la amenaza que la delincuencia organizada representa para el Estado Mexicano.

Su contenido refleja la institucionalidad, la abnegación, la lealtad y el sacrificio con el que los integrantes del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos se entregan, día con día, al cumplimiento cabal de las misiones que la Nación les confiere.

Es nuestro deseo, que el lector encuentre en estas líneas múltiples vetas de análisis para profundizar en sus propias reflexiones, sobre el trance mayúsculo que significó la decisión presidencial, de incorporar al Instituto Armado a la defensa de la sociedad mexicana, ante las expresiones más perversas de la delincuencia organizada.

General Guillermo Galván Galván.

Secretario de la Defensa Nacional.

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Introducción

Las siguientes páginas, tienen como principal objetivo, ofrecer una visión descriptiva y detallada, de los antecedentes, circunstancias, condiciones y algunos de los principales resultados de las acciones desarrolladas por la Secretaría de la Defensa Nacional durante el sexenio 2006-2012 en contra del crimen organizado, de manera particular contra el narcotráfico.

No hay duda, de que ese antagonismo social ha involucionado hasta convertirse en un auténtico desafío que lo mismo puede afectar el funcionamiento de cualquier Estado, que a las relaciones internacionales, sean en el ámbito diplomático, jurídico o comercial. Tampoco hay discrepancia para concluir, que la proporción del poder económico desarrollado por el crimen organizado ha crecido en tal magnitud, que los instrumentos institucionales para contenerle desde los esfuerzos de un solo país, quedan limitados y que a su vez, sólo con la concurrencia y complementación multilateral y multinacional, podrán obtenerse resultados positivos.

México, como pocos países en el mundo, ha padecido de manera tan directa, la violencia generada por las actividades depredadoras del narcotráfico. Algunas zonas del país, observan severas afectaciones en el funcionamiento cotidiano de su entramado social, ambiental, jurídico, administrativo, productivo y por supuesto, de seguridad pública. Las repercusiones son tales, que ha sido necesario plantearse opciones que van desde la manera de administrar la justicia penal, hasta el diseño y aplicación de nuevas leyes contra el lavado de dinero e incluso, modificar prácticas ciudadanas para garantizar la menor afectación a las libertades y garantías individuales que se consagran en la Constitución.

Ante las tendencias mundiales, continentales y regionales, México se ha colocado a la vanguardia para enfrentar al crimen organizado. Lo anterior podrá observarse, por ejemplo, en los ajustes realizados en noviembre de 2010, a la doctrina militar de estructuras internacionales como la Organización del Tratado del Atlántico Norte; en estos, se concluye que es indispensable incluir al narcotráfico entre otros graves delitos, en la lista de antagonismos que pueden trastocar la paz y la estabilidad de alguno de los países integrantes de la Organización. Ante ello se proponen acciones conjuntas.

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Se trata pues, de una demostración de cómo desde nuestro país y ante un diagnóstico a partir de una valoración militar, que las estructuras del gobierno y sociedad, en un momento dado, debían actuar con prontitud y contundencia para limitar y disminuir la perniciosa influencia del narcotráfico. Y fue así, como se inició una lucha no sólo contra el narcotráfico, sino también, por el futuro del país.

La necesidad de ofrecer al lector una obra que pretende sistematizar las condiciones internacionales, a partir de un enfoque desde la Geopolítica, procede de la exigencia indispensable para considerar la profundidad y repercusiones que condicionaron al gobierno de la República y al Presidente Felipe Calderón, a tomar la difícil decisión de recurrir a las Fuerzas Armadas para acometer con todos los recursos de la ley y el respeto a los Derechos Humanos, la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico.

El Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, en particular, a lo largo de los seis años de la administración federal, dedicaron de forma principal aunque no exclusiva, un gran esfuerzo que abarcó la creación de áreas y dependencias, adecuaciones relevantes a los sistemas educativos y de adiestramiento del personal, para procurar que las acciones desplegadas en todo el país en esta lucha, siempre estuvieran apegadas a la doctrina, axiología y leyes. Así, ante el reconocido prestigio y confianza de la sociedad hacia las Fuerzas Armadas, es que éstas profundizaron una lucha por garantizar un mejor presente y futuro para las generaciones de mexicanas y mexicanos que construyen cotidianamente una mejor Patria.

Dentro de los aspectos sobresalientes y a considerar como guías para continuar hacia las siguientes etapas en el desarrollo de México, la participación de la Secretaría de la Defensa Nacional en la Estrategia Integral del Combate al Narcotráfico del Estado Mexicano 2006-2012, es producto de un compromiso institucional para presentar una serie de factores, permanentes y variables, que el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos aportan al fortalecimiento de la democracia en nuestro país. Muestra y evidencia de ello, son las cifras en la incautación de las dosis de droga que no llegaron a manos de los consumidores y que con ello se evitó el envenenamiento de miles de mexicanas y mexicanos que merecen un mejor presente. Una sociedad alejada de las adicciones, se recrea con una mejor ciudadanía.

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Las acciones de la Secretaría de la Defensa Nacional, en estricto apego a los Sistemas Jurídicos Mexicano e Internacional, han demostrado más allá de la retórica, que en los hechos, hay una determinación inalterable por hacer del gobierno de México, un garante de las leyes propias y externas. El respeto irrestricto a los Derechos Humanos ha sido, es y será, un aspecto inherente a la formación militar y profesional de cada elemento integrante del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. Directivas, como la de crear la Dirección General de Derechos Humanos, se encuentran inscritas en ese sentido.

A lo largo de la historia de nuestro país, existen incuestionables aportaciones de las Fuerzas Armadas a la creación de propuestas para solventar y controlar problemas estructurales de la sociedad. La promoción de los valores que nos identifican como pueblo y cultura, representan la base del patriotismo que distingue a cualquier Nación. En el caso de la lucha contra el narcotráfico, la principal responsabilidad para confrontar a las bandas de criminales, ha sido la de reconstruir la seguridad interior, condición necesaria para el ejercicio pleno de las libertades y potencialidades que cada comunidad tiene en la amplia geografía del país.

En síntesis, el presente texto, ofrece una aproximación de la forma en que el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, contribuyeron a acotar las actividades delictivas del crimen organizado, en donde las acciones de la Secretaría de la Defensa Nacional, se coordinaron con otras instituciones del Estado y autoridades locales de los distintos ámbitos de gobierno, como parte de la Estrategia Integral del Combate al Narcotráfico del Estado Mexicano; asimismo, en las siguientes páginas, se resalta la forma y el marco legal bajo el cual se dió la participación de las Fuerzas Armadas ante la apremiante situación de inseguridad pública que vivía el país a fines de 2006.

Se destacan también, los resultados alcanzados con la aplicación de la Directiva para el Combate Integral al Narcotráfico 2007-2012, y los efectos e impactos que dicha participación ha tenido en el interior del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, tanto en su Orgánica, Equipo, Doctrina, Educación, Adiestramiento y en el Fuero Militar o Fuero de Guerra, entre otros aspectos. Es importante considerar, que en la trayectoria y valoración en las tareas de apoyo a la autoridad civil en asuntos de seguridad pública, a petición de la misma, la Secretaría de la Defensa Nacional, no escatimó esfuerzo alguno.

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Por último, la presente obra no busca constituirse sólo como un documento que destaque los logros obtenidos por la propia Secretaría de la Defensa Nacional. También se consignan ante el lector, los obstáculos a los que tuvo que hacer frente la institución, los errores cometidos y en consecuencia, los cambios y adecuaciones que debieron aplicarse para que las Fuerzas Armadas continúen en su permanente profesionalización, lo que les permite con toda justicia, ser reconocidas como un baluarte de la democracia y comprometidas con el pueblo de México.

A lo largo de la exposición de los capítulos, se procura un acercamiento detallado a conceptos como seguridad interior, seguridad nacional, crimen organizado, entre otros, con base a documentos multilaterales, análisis comparativos, así como la consulta de material académico y de investigación en esas y otras expresiones del estudio de los actores que componen la agenda de seguridad internacional. Ante la complejidad que representan los antagonismos del siglo XXI para los Estados y sociedades, es que también se percibe como una realidad inocultable, la participación complementaria y en estricto respeto de las soberanías de cada Nación, soluciones también geo regionales.

Las características históricas del país, han demostrado la lealtad e institucionalidad de las Fuerzas Armadas al Presidente de la República. Esta es una de las bases fundamentales del sistema y régimen político-mexicano. Se constata sin lugar a duda, en el acatamiento para cumplir las directivas para enfrentar de la mejor forma al crimen organizado y al narcotráfico, con el principal recurso de fuerza y prestigio que tiene el Estado Mexicano, como son el Ejército Mexicano, la Fuerza Aérea Mexicana y la Armada de México. En su carácter de fuerzas permanentes, y ante lo que es su esencial responsabilidad para garantizar la viabilidad de propio Estado y la sociedad, es que la Secretaría de la Defensa Nacional, deja patente como símbolo y denominación, su profunda convicción patriótica y de servicio a las mejores causas de México.

Nota: se han evitado las llamadas de pie de página, para facilitar la lectura y se ha incluido una lista de bibliografía general al final de la obra. Los documentos utilizados a lo largo de la exposición, han sido citados con precisión en el texto, por lo que no se incluyen en la referida lista.

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Capítulo IEl ambiente internacional y

regional ante el crimen organizado

A. Características del crimen organizado

Hay dos grandes y marcadas etapas en cuanto a la historia y presencia del crimen organizado, aunque desde luego, se trata de un mismo proceso. La primera se refiere a los orígenes que diversos estudios ubican a mediados del siglo XIX, en partes específicas de Europa. Sobre todo en las zonas que comprenden el sur de la península itálica, parte de los Balcanes -centro sur de Europa- y el centro-norte de la isla de Irlanda. Fuera de ese continente, también hay claros indicios en la región de Anatolia -Asia menor-.

La segunda alude, al crecimiento y presencia del crimen organizado en amplias zonas del mundo, con lo que ha diversificado sus actividades, ante lo cual la comunidad de estados y organismos multilaterales, han tratado de acotar y someter al imperio de la ley. En términos cronológicos, se puede ubicar desde mediados del siglo XX hasta nuestros días.

Sin embargo, ante los profundos cambios geopolíticos experimentados desde la desaparición de la Unión Soviética, la emergencia de actores no institucionales y no estatales, han transformado la dinámica internacional. En ese sentido, es posible establecer una tercera etapa en la historia del crimen organizado.

Es difícil establecer con certeza una fecha o periodo y lugar o lugares específicos, para que a partir de ahí, se pueda estudiar un fenómeno tan complejo como el crimen organizado. Sin embargo, esta misma evidencia de imprecisión permite señalar que la actividad delictiva va ligada al desarrollo de las sociedades modernas. E incluso, conforme se daba la incorporación de vastas zonas del mundo al modo de producción capitalista, de manera simultánea se expresaban formas ilícitas de organización en búsqueda de ingentes ganancias, en el más corto plazo. Será hasta 1919, cuando la Comisión de Crimen de Chicago, comience a utilizar la denominación “crimen organizado” para referirse a un segmento especial de la sociedad local, cuya principal forma de estilo de vida estaba orientada a la comisión de delitos de diversa índole pero que para llevarse

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a cabo, requería el concierto de varios individuos, con evidencias jerárquicas y responsabilidades específicas.

Por otra parte, han predominado dos tendencias para el estudio del crimen organizado. La primera, que se enfoca a la parte sociológica y antropológica en el surgimiento de éste. En el análisis del carácter de los individuos, en la influencia de los determinismos geográficos entre otros aspectos, se supone, pueden encontrarse la propensión de determinadas sociedades a estructurarse en torno a la criminalidad y los beneficios que genera. El principal problema de este enfoque, es que con el correr del tiempo y la repetición de dichas acciones criminales, es fácil caer en los prejuicios de señalar a tal o cual grupo racial, religioso o social. Lo cual se vuelve un severo problema que afecta a la convivencia, dado que vivimos una época caracterizada por tantos e intensos flujos migratorios.

La otra forma de tratarlo, ha sido desde la perspectiva que ofrece el derecho. Es decir, a partir del tipo de actividades -narcotráfico, falsificaciones, trata de personas, entre muchas otras-, las implicaciones y consecuencias que tiene para la sociedad, para los gobiernos -locales y nacionales- así como los daños al medio ambiente. El principal obstáculo para lograr consistentes avances en la materia, ha sido la enorme cantidad de precisiones y sutilezas jurídicas que cada país tiene para tratar el mismo problema. Han habido una serie de esfuerzos internacionales, regionales y multilaterales; hay avances aunque falta mucho por hacer. Por ejemplo, en cuanto al comercio y la disposición de armas, mientras en unos países como México es un asunto prioritario en materia de seguridad pública, en otros, como en Estados Unidos de América, tiene que ver más con un concepto determinado de ciudadano.

Las dinámicas sociales y regionales en el mundo, en cuanto a la ampliación de las prácticas ilegales y criminales, no obstante, han propiciado que estos dos enfoques tiendan a conjuntarse para ofrecer un tratamiento más amplio y por tanto, con expectativas más consistentes para hacerle frente a este antagonismo del Estado. Ante esa situación, es imposible no hacer de su combate, una verdadera prioridad. A pesar de esa indudable realidad, la pesada sombra del deterioro en las relaciones sociales, las dificultades para que los países de una misma región aborden con la misma severidad delitos parecidos, persisten. La “no complementación” en las leyes de una misma zona compartida por varios países, abre las condiciones de “colaboración” entre grupos criminales organizados, dando paso a la denominación de crimen organizado transnacional.

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En esta segunda década del siglo XXI, se suman entre otras disciplinas, la Ciencia Política, la Etnología, la Administración Pública e incluso, la Geopolítica; todas ellas y otras más, se reúnen para aportar elementos y variables metodológicas para estudiar, contener, someter y debilitar al crimen organizado, -se requiere de un enfoque transdisciplinario-.

Dadas las capacidades corruptoras y la ingente cantidad de dinero disponible, como producto de las mismas actividades delictivas, el crimen organizado transnacional ha aumentado las condiciones de inestabilidad en aquéllas naciones en donde el nivel de institucionalización, de organización y participación cívica, es débil, intermitente y en proceso de deterioro. No deja de llamar la atención, que en la misma larga coyuntura de ampliación de las condiciones del libre comercio, la desaparición del mundo bipolar -Estados Unidos de América versus Unión Soviética- y la emergencia de una multitud de naciones sin el andamiaje institucional y liderazgos suficientes, hayan sido el preámbulo para el “fortalecimiento” en las prácticas del crimen organizado.

Aunado a esos negativos efectos, el abuso y depredación del equilibrio y recursos medioambientales para las operaciones, cosecha, producción y distribución de las mercancías ilegales, se conjunta con las ventajas que ofrecen la calidad tecnológica de los sistemas de transmisión y almacenamiento de imagen, voz y datos. Las transacciones y contactos para el establecimiento de acuerdos o convenios de comercio ilegal, poco a poco, han venido reclamando la intervención de los estados y del derecho internacional para regular el uso en general del internet. Uno de los principales delitos cometidos en la red, es el de la trata de personas, mediante el amplio campo de contactos que ofrecen lo que se denominan como “redes sociales”.

La “evolución” del crimen organizado transnacional, está muy lejos de las versiones distorsionadas del cine o las novelas en donde los jefes y algunos de sus operadores, tienen un cierto “código” de benevolencia. De ser así, la depredación de los sistemas sociales y de las personalidades de los criminales -de cualquier nivel-, funcionarios públicos -al frente de todo tipo de responsabilidades-, familias -de todos los ambientes socio culturales y económicos- y por fin, las víctimas de la multitud de delitos conexos -niñez abusada sexualmente, prostitución, adictos, asesinatos, extorsiones, secuestros- no tendrían a la humanidad en la grave situación de incertidumbre que se observa en la mayor parte de las naciones.

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El ambiente pernicioso de violencia-corrupción-obstrucción de la justicia, repetido sistemática y cotidianamente, vulnera el cumplimiento de los planes y programas de desarrollo de gobiernos y aún de estados. La clave para revertir esa tendencia, radica en dos líneas principales: liderazgo político y consistencia en los compromisos de parte de la ciudadanía. Es decir, que en su sana conjunción, el compromiso por el apego a la legalidad y la disposición a aplicar la ley por parte de los gobernantes y las élites, en tanto que los ciudadanos en general, hacen de las prácticas cívicas el principal punto de referencia para establecer buenas y sanas relaciones. Otra no menos importante, y por tanto indispensable, es el concierto de la sociedad internacional.

El crimen organizado transnacional requiere respuestas proporcionales y aún superiores a sus capacidades destructivas, de parte de organismos multilaterales y naciones. Esto incluye a gobiernos y sistemas jurídicos, conductas sociales y los valores que les identifican desde una perspectiva funcional del sistema social.

En el estudio La globalización del delito: evaluación de la amenaza del crimen organizado transnacional, presentado por la Oficina de las Naciones Unidas contra las drogas y el delito -ONUDD- el 17 de junio de 2010, se cataloga a ese flagelo como una superpotencia, por el volumen de recursos dinerarios y por la disposición de otros elementos a su interes -armas-. Por ejemplo, respecto de la cocaína, el informe precisa que el 70% de los 72 mil millones de dólares anuales de las ganancias del tráfico de esa droga se lavan e invierten en Estados Unidos de América, Canadá y Europa. En cuanto al tráfico de heroína, señala que el 5.0% de los 55 mil millones de dólares de las ganancias, quedan en manos de los productores, traficantes y grupos armados afganos.

Referente al tráfico de personas, sólo en Europa, se calcula en 70 mil los casos conocidos, lo que arroja 3 mil millones de dólares de ganancias ilegales durante el mismo periodo anualizado. En Latinoamérica, la suma asciende a 6,600 millones de dólares, colocándose así el tráfico de personas en segundo lugar, sólo atrás del narcotráfico.

Todas estas cifras son calculadas conforme a lo que a su vez, las oficinas y agencias gubernamentales, organizaciones sociales y centros de investigación universitarios logran documentar. Es posible que las cifras se dupliquen en cada uno de los renglones, de acuerdo con sus mismos cálculos. Es entonces que el factor de la Geografía y el Derecho convergen para desvelar que hay claros focos de convergencia de los intereses perniciosos del crimen organizado ante lo cual

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hay gobiernos y sociedades llamados a tener un papel más activo en la lucha contra este poderoso adversario del Estado.

La mayor parte de los autores especializados, concluyen que el crimen organizado para ser caracterizado como tal, debe reunir tres elementos distintivos: estar integrado por más de tres personas; actuar de forma reiterada en actividades ilegales para la obtención de ganancias y posiciones de influencia; y contar con una cierta cobertura de la autoridad local -por miedo, omisión, corrupción o colusión-.

B. La situación en Estados Unidos de América

Hay un amplio consenso entre los historiadores especializados en la materia, para precisar que el antecedente más importante en cuanto a la semilla negativa del crimen organizado, se encuentra en la llegada tanto de los grupos delictivos de una parte de la isla de Sicilia como de la parte norte-central de Irlanda, hacia mediados del siglo XIX. Desde luego, que ese original señalamiento no funciona más. Si en un principio, por cuanto a la historia del en ese momento joven país, las oleadas de inmigrantes le darían ese halo de “tierra prometida”, con el paso de las generaciones, la tendencia a referirse a los aspectos externos -ya sean culturas, razas o religiones- como fuente de peligro para la identidad nacional, éstas, se han mantenido. Incluso en el origen mismo del concepto de Seguridad Nacional, el objetivo para identificar los peligros que corren sus ciudadanos, valores e intereses en cualquier parte del mundo, es lo que motiva para organizar y responder en proporción al desafío inmediato.

Como todas las sociedades y naciones, la estadounidense, observa algunas particularidades que le distinguen del resto. El valor que significan el trabajo y la producción, la promoción de los principios de la democracia y la legalidad entre otros. También por lo que hace a los aspectos de las estructuras de gobierno. Por ejemplo, la creación del Departamento de Defensa -DoD-, en 1947 o la del Departamento de Seguridad de la Patria -HSD- en 2003, han marcado las principales reformas administrativas y de seguridad del gobierno desde el término de la Segunda Guerra Mundial. Como se observa, en ambos casos, las profundas modificaciones al organigrama de la administración pública de ese país, son derivadas de acontecimientos que tienen su origen en el exterior. Sea la referida Guerra Mundial o la organización y ejecución de actos terroristas.

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El crimen organizado, en ese contexto, sumado a unas relaciones muy diferentes de la sociedad mexicana respecto del alcohol, los enervantes y las drogas en general, genera una percepción propia sobre la responsabilidad del individuo en cuanto a su actitud ante los elementos adictivos. Destaca sin duda alguna, en cuanto a los cuadros de violencia, la disponibilidad para la adquisición de armamento de asalto y grueso calibre, conforme lo garantiza la Constitución -en la II Enmienda- y la leyes secundarias. La más que documentada venta e introducción ilegal a México de armamento, que va directamente a las manos de las bandas del crimen organizado, se ha convertido en uno de los temas más sensibles de la agenda bilateral.

A diferencia en la forma de actuar de las expresiones criminales organizadas en la mayor parte de los países latinoamericanos, en lo que hace a los Estados Unidos de América, hay una tendencia por mantenerse en el “bajo perfil” tanto de los líderes como en la realización de las operaciones en sí mismas. Se cumple con esto, con una de las reglas históricas y fundacionales del crimen organizado: no llamar la atención de la autoridad local o federal, para evitar que con su presencia y acciones en contra de las bandas delictivas, se interrumpa el constante flujo de dinero y de ganancias. Es interesante, como puede observarse desde la doble perspectiva política y académica, concluir que la reducida presencia del crimen organizado local, hace que se transfiera al exterior en su mayor parte, tal y como sucede con el tema de las organizaciones extremistas de inspiración religiosa, de los intentos para vulnerar y dañar a la sociedad.

En buena medida, eso explica la poca atención que se le brinda a los factores domésticos o de generación interna del crimen organizado, salvo cuando procede del exterior; considerar la débil presencia de un “propio” crimen organizado, conduce a que como se señaló más arriba, sea “cultural” o una “tendencia” de cualquier etnia o grupo social determinado. No muy lejos de esas argumentaciones, y como consecuencia directa de las políticas contra el terrorismo, se encuentran las restricciones a la libertad de tránsito cuando la autoridad considera que hay suficientes indicios para detener e interrogar a un ciudadano.

De forma congruente, lo que se puede denominar como crimen organizado en los Estados Unidos de América tiene que ver así, con la variante del narcotráfico. Pues tanto la evidencia y virulencia de sus acciones, así como la clara identidad mexicana de las bandas criminales, se relaciona de manera directa -y lógica- con la migración ilegal. Esa doble identidad delictiva, tiende a crear un ambiente de atención, de nueva cuenta, a las agresiones o abusos procedentes del exterior.

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El tratamiento al crimen organizado transnacional, ha sido sustentado en la persecución. A la fecha, la preponderancia de los enfoques correctivos sobre los preventivos en los Estados Unidos, tiene como principal punto de partida la llamada “guerra contra las drogas” lanzada en 1970 durante la presidencia de Richard Nixon. Hasta el proceso electoral de 2012, no ha sido posible un planteamiento o discusión de fondo que se encamine de manera decidida a analizar otras opciones. Sólo en la VI Reunión de Las Américas, realizada los días 14 y 15 de abril de 2012, en Cartagena de Indias, Colombia, el Presidente Barack Obama manifestó que, en lo personal, no estaba de acuerdo con ningún tipo de legalización o flexibilización en la producción o en el consumo de cualquier droga, pero que tampoco vería mal el inicio de una discusión al respecto. En ese mismo sentido se pronunció el Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.

Marcando una distancia de ese posicionamiento, en el referido evento, los Presidentes de Guatemala, General Otto Pérez Molina y de Uruguay, José Mújica, argumentaron a favor de una despenalización tanto para la producción como para el consumo de la marihuana, de forma específica. De tal forma, como se observa, los efectos de las complicadas condiciones bajo las cuales un mismo Continente padece un extendido problema, propicia una búsqueda de opciones en función de la percepción de lo qué es posible aportar para solventar la atmósfera de incertidumbre hacia los siguientes años.

En los Estados Unidos de América, las evidencias de la gravedad en cuanto a salud pública y violencia criminal, van en aumento, conforme a documentos de la ONU, de las agencias, así como de las Comisiones de Trabajo del Congreso de ese país. Los senadores Dianne Feinstein y Charles Grassley, en un informe presentado en septiembre de 2011, respecto de la relación entre consumo de drogas y violencia, llegan a la conclusión de que buena parte de ésta propicia a su vez, la que hay en Latinoamérica. La explicación directa, es que se debe al sistemático aumento de adictos en los Estados Unidos de América. Para 2010, se contabilizaron 22.6 millones de consumidores mayores de 12 años, lo que equivale al 8.9% del total de población -310 millones de habitantes, de acuerdo con la Oficina Nacional del Censo-.

En el informe de la Office of National Drug Control Policy -enero 2012-, dependiente del despacho del Presidente de los Estados Unidos de América, se precisa que con “Esfuerzos sin precedentes para reducir la demanda de drogas en los EE.UU.”, deben contabilizarse la disposición de 10 mil millones de dólares para

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reducir la demanda de drogas -programas de rehabilitación-. También se consigna que hay una reducción del 43% en el consumo de cocaína en comparación a los últimos años -el documento no precisa el período-.

Sin embargo, en el mes de agosto, la Oficina de Rendición de Cuentas del Congreso de ese país, precisó el aumento a 13 millones de consumidores crónicos de marihuana, 2.8 millones de la cocaína, más de 1.3 millones a la metanfetamina y 844 mil a la heroína, éste último, es el único grupo de adictos que refleja una disminución. Por su parte, el Gabinete de Política Nacional de Fiscalización de Drogas -ONDCP- dependiente de la Oficina del Presidente de los Estados Unidos de América, y que al momento encabeza el militar en situación de retiro, Gil Kerlikowske, ha concluido -agosto de 2012- que para contrarrestar el creciente índice violencia en su país, es indispensable abatir el proceso de, consumo de drogas-crimen-delincuencia-ingresos a la cárcel.

En general, la visión predominante desde las estructuras de gobierno de los Estados Unidos de América que tienen relación directa con el consumo de drogas y la criminalidad, concluyen, que hay una creciente vinculación entre el abuso en el dispendio de narcóticos, que repercute de forma negativa en el clima de paz social. Sin llegar a referirse de forma expresa a denominarlo como crimen organizado, sin embargo, los efectos son idénticos a los que se observan en países como México y la mayor parte de las naciones latinoamericanas. Esta contrastación no es sólo de carácter retórico o de denominación. En la forma de calificar y clasificar al delito, es que se le aplica un determinado precepto jurídico y procesos para confrontarlo; es en este punto, en donde emerge una de las principales diferencias entre la forma de conceptualizar y tratar el tema del crimen organizado en el Continente Americano.

C. La situación en Latinoamérica

Los efectos de las actividades del crimen organizado en las dinámicas sociales, políticas, culturales, económicas y de seguridad nacional en los países latinoamericanos, aunque tienen como es de comprender, acentos específicos, comparten la mayor parte de los aspectos negativos en cuanto a la presencia del narcotráfico entre otras de sus distintas expresiones. Sobre todo en un positivo contexto en donde la democracia, el estado de derecho, los Derechos Humanos y en general, el desarrollo de las instituciones, no se han visto del todo reflejados en la consolidación de las prácticas sociales.

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La caracterización geopolítica del Continente Americano como una gran isla, le abstrae del histórico flujo e intercambio de culturas, religiones, razas y costumbres en general, respecto de la amplia zona Europa-Asia-África. La migración en América, por ejemplo, va en un solo sentido: del sur hacia el norte. Con una muy baja intensidad procedente de otras partes del mundo, sobre todo de los países asiáticos o africanos, en realidad su destino u objetivo final es ir hacia Canadá o los Estados Unidos de América -De los flujos migratorios históricos de tránsito migratorio por México a los actuales flujos migratorios extracontinentales, Secretaría de Gobernación, mayo 2012-, la presencia de las comunidades latinoamericanas en éste último país, van en aumento. Incluso como se pudo observar en el proceso electoral presidencial de 2008, la votación calificada como hispana, resultó determinante para el ganador.

El crimen organizado en Latinoamérica, tiene una presencia histórica sincrónica a la de otras latitudes. Sea por la multiplicidad de fronteras, la peculiaridad en la composición de la estructura social y productiva o bien, por la endémica fragilidad de las formaciones estatales para lograr generarse las fuentes fiscales de financiamiento, así como del control físico e indisputado del territorio, la recurrencia a las Fuerzas Armadas a partir de inicio del siglo XXI para lograr hacer respetar la ley y garantizar la paz social ante la acechanza del crimen organizado, marca sin duda, una etapa en la historia de la macroregión.

Como fecha aproximada para el incremento en el poder negativo del crimen organizado, se considera, desde luego, la transformación en las condiciones de seguridad internacional a partir del 11 de septiembre de 2001; pero también, coincide esa fecha con los antecedentes de la vuelta a la democracia en los países de la región. Al momento de la construcción de las estructuras promotoras de la democracia como sistema de representación y de toma de decisiones, también resurgen las libertades individuales y la apertura comercial nacional e internacional. Los modelos de administración pública locales, sean municipios o departamentos, estados de la República -dependiendo de la denominación en cada Constitución- hacen frente a una dinámica social y económica a la cual en general, resultará muy difícil responder. La continuidad o el surgimiento de movimientos subversivos y guerrilleros, como son los casos de Colombia y Perú, muestran las enormes dificultades con que el Estado podrá enfrentar esa nueva etapa.

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Conforme pasaron los primeros años del siglo XXI, se fue asentado una creciente percepción de inseguridad pública y sobre todo, de incertidumbre respecto de las capacidades, en ese momento, por parte de los Estados, para lograr responder, contener y someter a la creciente criminalidad. Iniciaron así, la difusión de los resultados de numerosos e interesantes estudios; se reformaron carreras y se crearon especialidades; se transformaron las leyes y reglamentos de policías; también se crearon sistemas para aumentar la confiabilidad en el trabajo de jueces y magistrados y por supuesto, se pretendió aunque de forma un poco menos intensa, la creación de un adecuado procedimiento legal, que contemple la participación de la Fuerzas Armadas en caso de emergencia ante la violencia del crimen organizado.

Brasil, México, Bolivia, Colombia, Guatemala, Honduras, Perú, entre otros, han recurrido a sus Fuerzas Armadas para contener a un adversario que lo mismo puede ser incluido en los “antagonismos no tradicionales” o “no convencionales”, que en los “conflictos irregulares” e incluso, en las “guerras asimétricas” ya hasta en “guerras de cuarta generación”. Con estos antecedentes dispersos e intensos en el debate internacional -también en la discusión en cada país-, en los ámbitos legislativo, político, mediático, académico, de organizaciones sociales de Derechos Humanos, entre otros, poco a poco se fueron dirigiendo a la pregunta respecto de la pertinencia y utilidad en recurrir a las Fuerzas Armadas para hacerle frente al crimen organizado, sobre todo en su expresión de narcotráfico.

En los años recientes, se ha ido colocando dentro de los temas centrales en la agenda política de Latinoamérica, si la presencia y acción extensa e intensa de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, pueden llegar a generar tres supuestos procesos negativos de afectación a la democracia. El primero, que al prolongarse las acciones y operaciones militares, los roces con la sociedad y los problemas consecuentes como son abuso de autoridad, violaciones a la privacidad y a los Derechos Humanos, conducirán a la vulnerabilidad de las mismas Fuerzas Armadas ante la población, sobre todo en el no muy lejano recuerdo de las dictaduras. El segundo, que también en la prolongación cronológica para lograr el cumplimiento de las misiones encomendadas por las autoridades civiles, las leyes y reglamentos van demostrando su inviabilidad para soportar una situación como es el hecho de exigir a las Fuerzas Armadas cumplir el papel de corporaciones policiales, sin las condiciones de adoctrinamiento, adiestramiento y armamento. Y el tercer supuesto negativo de afectación al sistema democrático correspondiente, es la evidencia de que la autoridad civil no cuenta con los recursos,

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programas ni funcionarios adecuados para confrontar, imponer y someter a los delincuentes e incautar sus bienes.

La cuestión del grave desafío a la autoridad del Estado, radica en la evidencia de la capacidad destructiva con el que cuenta el crimen organizado y su expresión más virulenta, como es la violencia indiscriminada -exacerbada- del narcotráfico. Ante esa crítica situación, es que las autoridades civiles y la población en su conjunto, al recurrir al respaldo y acción del las Fuerzas Armadas, no hacen otra cosa sino demostrar la confianza al papel institucional, disciplinado y de compromiso con los destinos de la Nación que aquéllas tienen. Desde esta repetida realidad en la región latinoamericana, es que se sostiene la interpretación a propósito de la incorporación de la disfunción de la seguridad pública -consecuencia directa ante el acoso violento del narcotráfico- en la agenda de seguridad nacional, esta sí, por cierto, una responsabilidad central de las Fuerzas Armadas. Reiterar que se trata de una actuación complementaria y coyuntural de la Fuerzas Armadas en tareas de apoyo a la seguridad pública, contribuye a organizar el debate, pero sobre todo, a construir las salidas a ese complejo problema.

D. La seguridad pública y su relación con los temas de Seguridad Nacional, regional e internacional

De inicio, se puede afirmar, que la situación de la seguridad pública en varios países del continente americano, es tema de Seguridad Nacional debido a la gravedad con que la violencia, el miedo y la incertidumbre que el crimen organizado genera en la población abierta, viene poniendo en riesgo la viabilidad del Estado y la supremacía de la ley. En sentido estricto, son dos tareas prioritarias de las estructuras de gobierno, a partir del Derecho Constitucional y la Ciencias Políticas, que por eso mismo, son inherentes al propio Estado: garantizar la paz social en condiciones de libertad y conservar el ambiente necesario para que en la aplicación de los recursos procedentes de la recaudación de impuestos, estos se traduzcan en obras de infraestructura. Así, para el tratamiento de la disfunción de la seguridad pública observable en varios países de la región, como tema de la Seguridad Nacional e internacional, es necesario referirse al incremento en la capacidad destructiva de las adicciones en la sociedad, sobre todo en los sectores demográficos jóvenes y al ingente poder económico que esas patologías de consumo producen.

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Incluir a la seguridad pública como asunto de Seguridad Nacional e incluso, utilizarlos como sinónimos, es uno de los más serios problemas que se tienen para denominar a un asunto que tienen que ver con las raíces mismas de la sociedad, la cultura y el Estado; más que un prurito de expresión verbal o escrita, caracterizar de forma correcta es un paso esencial para alcanzar acuerdos internacionales en materia de derecho penal, por ejemplo. Incluso como se puede constatar en el debate legislativo en los Estados Unidos de América, la aparición o propuesta de ciertos conceptos tienen la finalidad de homogenizar criterios y presentación de documentos. Más aún, en la reunión mundial para analizar el tema del terrorismo en abril de 2005 en Madrid, la pretensión de encontrar nuevas herramientas legales y de coordinación, pasaba por darle nuevas características y una definición acorde a la situación. El objetivo no se alcanzó. Prevaleció el desacuerdo y se mantuvo la definición de terrorismo que tiene la ONU desde la década de los 70 del siglo pasado.

Aunque a la fecha, no hay indicios consistentes a nivel internacional de una demostrada vinculación entre organizaciones de carácter extremista -ya sea religioso o político- y bandas del crimen organizado en el Continente Americano, es indudable que la “novedad” de lo transnacional es lo que le confiere al crimen organizado, ese protagonismo que puede llegar con sus acciones, a afectar o vulnerar al Estado en cuestión. Esto explica en buena medida, el ascenso en cuanto a la atención debida desde el derecho internacional y otros procedimientos multilaterales respecto de la contención y sometimiento de las bandas criminales. La interrelación desarrollada a partir de “especialidades” en lo que se refiere una parte específica de la cadena delictiva, hace que en cada país y zona interna, existan grupos dedicados a cumplir una función determinada.

Desde esa perspectiva, si la Seguridad Nacional, regional e internacional, mantienen un consistente grado de ilación en cuanto a la integración de las agendas y los procedimientos para atender los temas que las identifican, ello se debe a la conclusión respecto de que la disfunción de la seguridad pública mantiene un protagonismo de carácter coyuntural y que a la postre volverá a ser una de las bases sustanciales del Estado, pero en condiciones de paz e imperio de la ley. En esa perspectiva, las comunidades en sus prácticas de apego a legalidad, así como las autoridades responsables de hacer funcionar las instituciones, habrán recuperado el sentido primario de la seguridad pública.

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En otras palabras, ya sea como consecuencia de una catástrofe natural o por un asunto agravado de seguridad pública, si pone en riesgo la continuidad de la aplicación de la ley y las condiciones de paz en el desarrollo de la vida diaria de la sociedad, entonces se le puede considerar como un “asunto de Seguridad Nacional”. Eso implica que hay acontecimientos, que aunque previstos o contemplados en la agenda y programas de prevención a la afectación de la propia Seguridad Nacional, pueden involucionar de manera coyuntural y someter a riesgos de severa agitación e incluso de inestabilidad a los gobiernos y autoridades. De allí que la participación de las Fuerzas Armadas en la mayor parte de los países, tengan una relevante actuación en el apoyo a la población en situaciones de desastre. México, es una experiencia pionera en cuanto a la conceptualización, desarrollo y aplicación de ese tipo de programas.

La certeza de la población en la capacidad de sus gobernantes e instituciones para devolver la atmósfera de trabajo y paz, representa la legitimidad incluso, de la democracia como procedimiento. En esos términos, la seguridad pública y su disfunción, representan en el ámbito nacional, regional e internacional, el desafío y capacidad que cada gobierno y estructura de administración de justicia tiene para reducir los riesgos que implican la violencia, la corrupción e impunidad del crimen organizado. Por eso, la activa presencia de las Fuerzas Armadas en Latinoamérica, a petición de la autoridad civil, para hacerle frente al crimen organizado nacional y transnacional, se comprende como un asunto propio de la Seguridad Nacional.

De esa manera, las consideraciones deben orientarse a fortalecer las distinciones entre lo que corresponde a cada una de las responsabilidades institucionales, para que salvando la coyuntura de la inseguridad pública, cada ámbito de gobierno atienda sus funciones específicas. Para las Fuerzas Armadas del continente americano, es retomar su esencia como identidad y valor de cohesión social, así como de respaldo insubstituible de la democracia. La agudización de las condiciones de inseguridad pública, orientan hacia un proceso de concentración en las decisiones políticas y presupuestales; abonan a las tendencias centralistas que poco tienen que ver con la historia del federalismo y la ponderada autonomía de las comunidades. Así, en el extremo hipotético de los daños generados por las actividades del crimen organizado y sus efectos sobre las condiciones de inseguridad pública, es como la democracia observa el acoso a uno de sus principales logros: la libertad.

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Así en una visión amplia, lo nacional, regional e internacional, es inherente al crimen organizado en tanto se articula para violentar leyes y códigos también, nacionales, regionales e internacionales; dentro de los fenómenos o actividades de las sociedades contemporáneas que tienen que ver con la circulación de mercancías, personas, capitales así como por los medios electrónicos con la transmisión de voz, datos e imagen, lo ilícito encuentra condiciones para “desarrollarse” cuando la consistencia de la comunidad local e internacional, se enfrenta a instituciones o fuerzas locales que defienden el orden sin los recursos necesarios para hacerlo. Ese es el momento de las Fuerzas Armadas para garantizar la Seguridad Nacional.

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Capítulo IIConsideraciones desde la política internacional

sobre el crimen organizado

A. Posiciones de la Organización de las Naciones Unidas y de la Organización de los Estados Americanos sobre el crimen organizado

Las principales referencias en ambas organizaciones multilaterales, se refieren a instrumentos jurídicos y acuerdos realizados entre las naciones integrantes. En ese sentido, adquieren cierta preponderancia en cuanto a fórmulas para perseguir y castigar los así considerados delitos que forman parte de la definición de crimen organizado transnacional. Quizá ahora con mayor precisión, para los efectos de las relaciones internacionales y para muchos países, queda claro que el crimen organizado es transnacional en sí mismo, dado que involucra a “organizaciones” delictivas de varias naciones con el fin de cometer sus ilícitos. Hay, así, una insana división local y regional de funciones para mantener la dinámica de la economía ilegal.

Contando con los antecedentes de la Resolución 49/159 del 23 de diciembre de 1994, denominada como la “Declaración política y Plan de acción mundial de Nápoles, contra la delincuencia transnacional organizada”; así como con la “Declaración de Buenos Aires sobre la prevención y control de la delincuencia transnacional organizada” del 30 de diciembre de 1995, en el documento “Convención de las Naciones Unidas contra la delincuencia transnacional organizada”, de diciembre de 2000, se precisa por primera vez de forma directa en el “Artículo 2, Definiciones: a) Por grupo “delictivo organizado” se entenderá un grupo estructurado de tres o más personas, que exista durante cierto tiempo y que actúe concertadamente con el propósito de cometer uno o más delitos graves o delitos tipificados con arreglo a la presente Convención con miras a obtener, directa o indirectamente un beneficio económico u otro beneficio de orden material;…”.

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Sin embargo, es de destacar, el numeral: “IV. Cuestiones que requieren la adopción de medidas para la Asamblea General en su quincuagésimo quinto período de sesiones”, del Informe del Comité Especial encargado de elaborar una Convención contra la delincuencia organizada transnacional, sobre la labor de sus periodos de sesiones, del primero al décimo primero, fechado el 10 de noviembre del mismo 2000, en la página 24 se lee: “Observando con profunda preocupación los crecientes vínculos entre la delincuencia organizada transnacional y los delitos de terrorismo y teniendo presente la Carta de las Naciones Unidas y las resoluciones pertinentes de la Asamblea General…”.

Sin duda, desde la perspectiva de las Naciones Unidas, la recurrencia de cualquier actividad que utiliza la violencia, es ilícita desde el principio. No obstante, en cuanto a la dinámica social y política de algunas regiones, la asimilación de terrorismo y delincuencia organizada transnacional, puede implicar un tratamiento poco preciso incluso, en el ámbito de las relaciones internacionales. Dado que la violencia extremista, sea de inspiración religiosa, soberanista, ética o de carácter ideológico, es muy diferente a la criminalidad organizada por cuanto esta se encuentra motivada por los fines de lucro, impunidad y desde luego, la violencia. Los puntos de contacto entre uno y otro delito -terrorismo y crimen organizado-, es sólo en el terreno de la violencia contra las estructuras del Estado y la ruptura de la convivencia pacífica en las sociedades afectadas.

El incesante crecimiento en el consumo de drogas ilegales en el mundo, aparejado con el tráfico de armas, ha provocado desde el año 2000, aún antes y hasta la segunda década del siglo XXI, la plena convicción de que dentro de las actividades criminales, el narcotráfico es la más potente y destructiva de las actividades del crimen organizado transnacional, afectando a las sociedades y propiciando el debilitamiento de los gobiernos, reclamando por lo tanto, intervenciones severas de parte de los Estados, es decir, recurrir a las Fuerzas Armadas como último y definitivo baluarte de contención y sometimiento para restablecer el orden interno. La extendida e imprecisa convicción de que mientras haya producción, habrá consumo, es lo que en buena medida ha retrasado la posibilidad de articular medidas regionales e incluso mundiales para confrontar el constante aumento de ganancias que atraen a millones de jóvenes en todo el mundo -sea como consumidores, sea como delincuentes-. Sin embargo, esta argumentación va en sentido contrario sobre la naturaleza estricta del libre mercado: mientras haya demanda, habrá oferta.

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Durante el mes de julio de 2012 y hasta el 27 de ese mismo mes, la Organización de las Naciones Unidas, auspició la firma del Tratado sobre Comercio de Armas. Al no haber consenso entre los 193 países participantes, la conferencia fracasó. De acuerdo con la información publicada, fue la postura de algunas delegaciones la que propició un alargamiento en los debates, lo que suscitó nuevas propuestas y adiciones al documento previamente acordado por parte de las delegaciones de China e Inglaterra, entre otras. Lo relevante del caso, es que uno de los principales o en todo caso, el principal recurso negativo para la ampliación y capacidad de aumento en el recursos de la violencia por parte del narcotráfico de nueva cuenta deja a las sociedades y gobiernos en la actuación unilateral o en acuerdos regionales bilaterales o multilaterales, para que con medidas propias traten de contener el comercio ilegal de armas.

También la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de las Naciones Unidas, en su informe de 2011, señala que la actividad del narcotráfico ha ampliado su capacidad destructiva, debido a la capacidad para amedrentar, corromper u obstaculizar el funcionamiento de policías, jueces y autoridades en general. Centrado en el análisis de las respuestas de los Estados y sus gobiernos, sobre todo en cuanto a la observancia de los Derechos Humanos, no existe de forma similar un señalamiento específico respecto de las afectaciones al sistema social por parte de los hábitos y conductas de parte de las “organizaciones” criminales.

Incluso en los informes anuales de las Naciones Unidas, se observan tasas crecientes de consumo aunadas a los indicadores de violencia y criminalidad. Sean países productores o consumidores de drogas, el punto negativo de convergencia es el daño a la salud, la ruptura de la convivencia social y sobre todo, a la cuantiosa pérdida de vidas jóvenes, que son en cualquier caso, el mejor futuro de un país. Así lo señala el Director Ejecutivo de la Oficina de la ONU contra las drogas y el delito -UNODC- Yuri Fedrov, en el Informe Mundial de Drogas 2012: 230 millones de personas en el mundo probaron alguna droga ilegal y 200 mil murieron por el abuso en su consumo. Según este documento, lo acumulado de ganancias por el tráfico de drogas equivale al 3.6% del Producto Mundial Bruto, equivalente a 2.1 billones de dólares. Aunque el consumo se mantuvo estable, algunos países en vías de desarrollo, demostraron sensibles incrementos en este renglón.

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El gobierno de México, encabezado por el Presidente de la República Felipe Calderón Hinojosa, insistió desde el comienzo de su administración en la aplicación de la Estrategia Integral para el Combate al Crimen Organizado, que el flujo de armas ilegales y la falta de coordinación entre las naciones, propiciaba una ventana negativa de oportunidades para delincuencia. Esa posición fue llevada incluso, hasta la tribuna de la Asamblea General de las Naciones Unidas y ante el Congreso de los Estados Unidos de América.

Respecto de la posición de la Organización de Estados Americanos ante el problema del crimen organizado transnacional y el narcotráfico, hay dos acontecimientos de relevancia. El primero se remonta a los días 27 y 28 de octubre de 2003, cuando se realizó en la Ciudad de México, la Conferencia Especial sobre Seguridad. En el numeral III. Compromisos y acciones de cooperación, en el punto 22, se lee: “Afirmamos que el terrorismo constituye una grave amenaza a la seguridad, a las instituciones, a los valores democráticos de los Estados y al bienestar de nuestro pueblos”. Con anterioridad, en los primeros compromisos, se refrenda la preservación del continente americano libre de armas nucleares, de armas químicas y de destrucción masiva.

Es en el punto 25 del mismo numeral III, que señala: “...Condenamos la delincuencia organizada transnacional, porque atenta contra las instituciones de los Estados y tiene efectos nocivos sobre nuestras sociedades. Renovamos el compromiso de combatirla fortaleciendo el marco jurídico interno, el estado de derecho y la cooperación multilateral…”. En el punto 35, se lee: “...Fortaleceremos los mecanismos y acciones de cooperación para enfrentar con urgencia la pobreza extrema, la inequidad y la exclusión social. La solución de esta inaceptable situación es una tarea primordial de los Estados del Hemisferio…”. Es de resaltar el orden de las prioridades, tomando en consideración el escaso tiempo transcurrido desde el 11 de septiembre del 2001, pero que para los países latinoamericanos, la cuestión del terrorismo si bien es una prioridad, esta no se encontraba ni se encuentra muy distanciada de esa otra prioridad que significa la promoción de programas para reducir las condiciones de desigualdad.

Años después, también en la Ciudad de México, durante la clausura de la Reunión Hemisférica de Alto Nivel contra la delincuencia organizada transnacional, desarrollada en la Secretaría de Relaciones Exteriores, el viernes 3 de mayo de 2012, el Secretario General de la Organización, José Miguel Insulza, anunció la creación del Centro de Cooperación para el Combate al Crimen Transnacional,

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adoptada por los 34 países integrantes de aquélla. Dentro de los objetivos, que no se limitan sólo a la cuestión de persecución de los grupos criminales, destacan la aplicación de programas para la prevención de las adicciones, reinserción de ex delincuentes y profesionalización de corporaciones policiales, entre otros.

Al igual que en documentos de las Naciones Unidas, también la Organización de Estados Americanos, ha reconocido el esfuerzo del gobierno y sociedad mexicanos en su lucha contra el crimen organizado transnacional y el narcotráfico. De allí, que debe tomarse en consideración, que los dos eventos cruciales del hemisferio en ese terreno, han tenido como sede la Ciudad de México como anfitrión, a las autoridades del país.

Conforme a los estudios y análisis respecto de los recursos jurídicos, presupuestales y de fuerza de los estados en latinoamérica, se ha observado que en la proporción de un sistema judicial eficiente y confiable, así como ante una mejor y organizada participación de la sociedad, el accionar de las corporaciones policiales locales, adquieren una mayor eficacia al momento de confrontar al crimen organizado transnacional. En esa ecuación positiva, la formulación y fortalecimiento de programas orientados a mitigar o disminuir de forma consistente la desigualdad social en los países del hemisferio, desde luego que permitirá complementar las acciones punitivas contra la delincuencia organizada.

B. Evaluación y el enfoque de la OTAN

A partir de 1999, con matices pero sin afectar la naturaleza de la doctrina militar de la Organización, y hasta la reunión de Lisboa en noviembre de 2010, se presentaron las conclusiones de una serie de trabajos de inteligencia y contrainteligencia -civiles y militares- respecto de las acciones y financiamiento de las actividades que llevaban a cabo fuerzas irregulares en Afganistán, así como los retos a enfrentar para los siguientes años. Ni siquiera los atentados terroristas de septiembre de 2001, tuvieron el impacto suficiente como para ajustar de fondo los contenidos de esa misma doctrina. Fue en enero de 2008, cuando una vez conocida la determinación de los mulahjs -líderes religiosos comunitarios- que en una reinterpretación de la Shairá -leyes derivadas de la interpretación del libro sagrado El Corán- autorizaban la utilización de dinero procedente del tráfico de heroína para la adquisición y manutención de las fuerzas de resistencia en Afganistán, lo que obligó a que la propia OTAN se involucrara en tareas de erradicación de sembradíos de opio.

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Según el Informe Mundial sobre las drogas 2012, de la ONU, un 90% aproximado de la producción mundial de opio procede de Afganistán, notándose en ese mismo país, un incremento del 61% en 2011. Para la OTAN se trató de la primera acción concertada en contra del narcotráfico en este caso, en la erradicación de plantíos para con ello tratar de frenar la principal fuente de financiamiento del movimiento “Talibán”.

Sin embargo, hay antecedentes muy importantes en la utilización de las Fuerzas Armadas en los países integrantes de la Organización del Tratado Atlántico Norte. En Italia, durante la primera semana del mes de agosto de 2008, coincidiendo con el mes tradicional de las vacaciones en Europa, fueron desplegados tres mil soldados en Roma, Milán y otras siete ciudades importantes, para custodiar monumentos y zonas turísticas, estaciones de ferrocarril, entre otros lugares. La medida fue aprobada por el Parlamento y las razones fueron la inseguridad pública y la migración ilegal. Los efectos en ambos problemas, estaban causando zozobra e inquietud entre la población por lo que se decidió enviar a los soldados para tranquilizar a la población e inhibir las actividades criminales.

También en Francia, luego de un dramático asesinato de varios integrantes de la comunidad judía en una escuela de Toulouse, durante la segunda quincena del mes de mayo de 2012, las principales calles e incluso los andenes de las estaciones del metro de la ciudad, fueron resguardadas por tropas francesas. No mucho tiempo después, el 17 de agosto de ese mismo año, en una decisión histórica e insólita, el Tribunal Constitucional de Alemania, determinó la posibilidad de la utilización del Ejército en el territorio nacional, ante la posibilidad de amenazas terroristas. Desde noviembre de 1955, cuando el entonces Primer Ministro Konrad Adenauer, creara el Bundeswehr, cualquier acción de las Fuerzas Armadas alemanas en suelo propio, era impensable.

Estos tres casos, por mencionar algunos de otros más, demuestran que en la evolución de los riesgos en las agendas nacionales, regionales e internacional, la recurrencia a las Fuerzas Armadas es una constante, debido a la alta capacidad de operación de organizaciones terroristas o bien, por la adecuación del crimen organizado transnacional a las condiciones de mayores controles y sistemas de vigilancia. Los países integrantes de la OTAN, incluyendo desde luego a los Estados Unidos de América y Canadá, comparten la prioridad de hacerle frente al terrorismo, pero también a lo que denominan “riesgos no tradicionales”, mismos que fueron especificados en la reunión de Portugal, como se lee más adelante.

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Así, en noviembre 2010 en Portugal, en la Declaración de la Cumbre de Lisboa de los Jefes de Estado participantes en la reunión del Consejo de la Organización del Tratado Atlántico Norte, en el punto 24, en donde se hace una clara y directa referencia a los planes de expansión geopolítica de la organización a partir de compartir valores y procedimientos en el sector Defensa y Seguridad, “...También son importantes en la consideración de nuevos y crecientes desafíos transnacionales como son la proliferación de armas de destrucción masiva, el terrorismo marítimo, los ciber-ataques y la seguridad energética”. Pero de forma más explícita en el punto 39 se lee: “La inestabilidad o conflicto más allá de las fronteras de la OTAN directamente pueden poner en peligro la seguridad de la alianza, también mediante el fomento al extremismo, el terrorismo y las actividades transnacionales ilícitas como el tráfico de armas, de narcóticos y de personas…”. En los puntos 41 y 42, de manera específica se refieren a los intereses estratégicos para la organización en cuanto a la preservación del acceso seguro y confiable a las fuentes de energía, así como un declarado interés por analizar los efectos del cambio climático y tratar de inhibir afectaciones graves al medio ambiente, dados los efectos negativos sobre los programas y planeación de la misma OTAN.

Como se lee, se mencionan de forma específica algunos problemas que por las características del crimen organizado transnacional, se encuentran instaladas en varios de los países de latinoamérica. Más aún, la referencia directa y específica al narcotráfico o tráfico de drogas ilícitas, como una amenaza o antagonismo para la OTAN y sus países integrantes, es una incorporación absoluta en la historia de dicho organismo. Es cierto que ya sea el narcotráfico afgano o de otras partes del mundo, próximas a la parte europea de la Organización, no menos cierto es que Canadá y Estados Unidos de América, comparten un espacio denominado el Hemisferio Americano, con naciones a las que les apremian también los mencionados, tráfico de armas, de personas, los efectos negativos del cambio climático, las rutas de suministro energético y desde luego, el narcotráfico.

Así, que de esa dimensión, es el adversario que ha venido enfrentando el Estado, Gobierno y Fuerzas Armadas de México. Temas que sin duda, ameritan una acción coordinada pero a la vez, de plena corresponsabilidad entre las naciones y las sociedades.

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C. Directivas y políticas del gobierno de los Estados Unidos de América

A la par del crecimiento del terrorismo internacional, como ya se ha señalado, el crimen organizado transnacional se ha ido colocando en el centro de las prioridades de las políticas y directivas de Defensa y Seguridad Nacionales de ese país. Los cambios en escenario mundial y geopolítico, modificaron de fondo la lógica del comercio, el transporte, los Derechos Humanos y desde luego, el debate político e ideológico.

El gobierno mexicano, encabezado por el Presidente de la República Felipe Calderón Hinojosa, compartió su sexenio con dos Presidentes de los Estados Unidos de América. Los últimos dos, de los 8 años que duró el de George W. Bush, y casi completo el mandato de Barak Obama. Ambas administraciones estadounidenses, marcadas por las guerras de Irak y Afganistán, mantuvieron un elevado nivel de compatibilidad en cuanto a los objetivos económicos y de políticas de Defensa, a pesar de representar partidos políticos diferentes. Así, aún siendo Presidente electo, Obama, confirmó en su posición de jefe del Departamento de Defensa, a Robert Gates, quien había sido designado por el Presidente Bush el 18 de diciembre de 2006 y se retira el 30 de junio de 2011, es decir, más de la mitad del mandato del presidente del Partido Demócrata; y a Ben Bernanke como Presidente de la Reserva Federal, quien ocupa el cargo desde el 1 de febrero de 2006 al momento de realizar la presente investigación. Para precisar fechas, Barak Obama inició su mandato en enero de 2008.

Hasta el período de George W. Bush, si bien el crimen organizado transnacional ya ocupaba un lugar central de la agenda internacional, incluyendo los posicionamientos de la ONU y la OEA, la prioridad para la Casa Blanca, era enfrentar y reducir al terrorismo en sus diversas expresiones. Al menos así se mantuvo hasta la eliminación de Osama Bin Laden el 2 de mayo de 2011. Sin embargo, conforme el gobierno mexicano hacia frente a un creciente desafío en cuanto a la capacidad de la delincuencia organizada para disponer de armas y mover sus recursos financieros de procedencia ilegal, la atención también de parte de los grupos políticos y sociales de ese país, fue en aumento.

Conforme a los datos proporcionados en 2012, por el Reporte anual sobre las drogas ilícitas, del Departamento de Estado, de los Estados Unidos de América, México es considerado como la principal ruta para el trasiego del 95% de cocaína a ese país -se reconoce el enorme esfuerzo que ha hecho el gobierno

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y la sociedad, así como los dolorosos costos que este enfrentamiento ha tenido-. Las conclusiones del referido Reporte, precisa que el gobierno de Estados Unidos de América, persiste en su lucha por impedir el flujo ilegal de armas a México, dado los devastadores efectos sobre la situación del país. Reitera la importancia de la Iniciativa Mérida como un procedimiento para acercar posiciones y compartir objetivos y programas.

En la Estrategia Nacional para el Control de las Drogas 2012, presentada el 17 de abril de ese año, se argumentaba que de mantenerse el ritmo aplicado en contra del consumo desde 2010, se espera una reducción del 15% hacia el 2015. Es de destacar, que el considerado control en el consumo de las drogas, tiene un enfoque de prevención y sanitario. Tal y como se puede leer en el contenido de los apartados Policy Focus: Reducing Drugged Driving y Policy Focus: Preventing Prescrition Drug Abuse. Atendiendo a su historia y estructura jurídica, el consumo de estupefacientes es una decisión personal, y la función del Estado es procurar que se evite el abuso, y con ello los daños que genera el adicto a sí mismo, a la sociedad y su entorno.

El enfoque es de una convocatoria a las agencias locales y por supuesto, federales, para alcanzar metas que inhiban la proliferación del consumo. Por ejemplo, se precisa que el 71% de los adictos, comienzan por inducción de su círculo de amistades o familiares.

El 19 de julio de 2011, también desde la Casa Blanca, con el sello de la oficina del Presidente de los Estados Unidos de América, se dio a conocer la Estrategia para Combatir al Crimen Organizado Transnacional, ante las Amenazas a la Seguridad Nacional. En este documento se observa una clara relación enunciativa y de contenido entre la agenda de seguridad nacional y el problema de seguridad pública. Principalmente en lo que se refiere a la vulnerabilidad de la frontera sur con México respecto del narcotráfico, pero también por su penetración en mercados estratégicos debido a su capacidad corruptora; en otro momento, se alude a la latente posibilidad de la relación entre crimen-terror-insurgencia al retomar el caso de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, así como los vínculos entre organizaciones terroristas ubicadas en El Magreb y células de simpatizantes de Al-Qaeda. Sin embargo, en tanto la poca consistencia de esos contactos, la posibilidad de la expansión a otros teatros, es una de las principales preocupaciones de la Estrategia. Las referencias a expresiones delictivas como son el tráfico de personas, los ciber-ataques, tráfico de armas y el robo de propiedad intelectual,

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llaman la atención. Por lo que hace en específico al tráfico de armas, se menciona que, hay un importante esfuerzo de varias dependencias federales de Estados Unidos de América, enfocadas a impedir que lleguen a escenarios conflictivos como Rusia, China, México, Filipinas, Somalia, Turkmenistán y Yemen, principalmente. Sin embargo, en el documento, queda claro que la principal expresión del crimen organizado transnacional, se tiene en el narcotráfico.

Haciendo énfasis en la inteligencia, en la protección al sistema financiero respecto del lavado de activos, fortaleciendo la cooperación con los países y sus instituciones, se pretende interrumpir el proceso de acumulación de poder que el crimen organizado transnacional adquiere en la sociedad estadounidense.

Presentada el 27 de mayo de 2010, la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS) del Presidente Barack Obama y de acuerdo con análisis especializados, la NSS-2002 y la NSS-2006, fue dirigida con todos los recursos disponibles para atacar el terrorismo. El planteamiento de escenarios y riegos de creciente potencia, son las preocupaciones de ese tipo de documentos, por lo que se encuentran fijados en la coyuntura vivida y en la perspectiva de mediano plazo, es decir, de tres a cinco años.

La línea argumentativa principal, entre los tres documentos de NSS, es la colaboración multilateral a la vez que enfocar el objetivo de reducir al terrorismo como riesgo en la escena mundial. El compromiso de colaboración con la OTAN y la política interna guiada por el Departamento de Seguridad de la Patria, será en todo caso, el que atienda las amenazas, impida y en su caso, controle su hipotética presencia en el país.

D. Posturas de la Unión de Naciones Suramericanas ante el crimen organizado y de las Conferencias de Ministros de Defensa de las Américas

La UNASUR, creada formalmente en marzo de 2011, es una de las más recientes expresiones de organización georegional del continente americano. Integrada por Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela. Dentro de su estructura, cuenta con el Consejo de Defensa Suramericano, no obstante que éste fue echado a andar en marzo de 2009. Con el lema Suramérica unida y en paz, busca de forma sistemática, crear las condiciones y medidas para la generación de confianza en temas militares de defensa y seguridad.

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Existe también otro mecanismo de reunión multilateral para el acercamiento entre las naciones en materia de política militar, que es la Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas. Como se lee, ésta contempla -a excepción de Cuba- a todas las naciones del hemisferio americano. Es importante la precisión, dado que la articulación de esfuerzos entre las naciones para hacerle frente al crimen organizado transnacional, va reclamando mejores y más efectivas organizaciones regionales. La Primera Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, se realizó en los Estados Unidos de América en 1995. Las más recientes fueron la IX -Santa Cruz, Bolivia en noviembre de 2010- y la X -Punta del Este, Uruguay del 8 al 10 de octubre de 2012-.

La de Santa Cruz, realizada justo en el mismo mes en que la OTAN realizó la reunión cumbre de Lisboa y sus ajustes a la doctrina militar de dicha organización, observa planteamientos relacionados con la situación de desafío que contiene la abierta actividad del crimen organizado.

En el artículo 3, inciso m, se lee: “...El Consejo de Defensa actuará conforme a los siguientes principios: ….Reafirma la convivencia pacífica de los pueblos, la vigencia de los sistemas democráticos de gobierno y su protección, en materia de defensa, frente a amenazas o acciones externas o internas, en el marco de las normativas nacionales. Asimismo, rechaza la presencia o acción de grupos armados al margen de la ley, que ejerzan o propicien la violencia cualquiera que sea su origen...”. Como se observa, y conforme a las sólidas tendencias en la amplia zona de América del Sur, los conflictos convencionales entre estados es un escenario poco probable. No así, los conflictos derivados de la presencia de grupos delictivos y subversivos. En ambos casos, sólo relacionados por el recurso de la violación del estado de derecho, los Derechos Humanos y la posesión ilegal de armas de alto poder, articulan un serio antagonismo para gobiernos y sociedades.

En el punto 21 de la IX Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, en Bolivia, se lee en plena concordancia con el Consejo de Defensa de la UNASUR, el señalamiento de su reiterado rechazo a la presencia o acción de grupos armados al margen de la ley, que ejerzan o propicien la violencia, cualquiera que sea su origen o motivación. En ambos casos, se trata de un señalamiento implícito a actividades tanto del crimen organizado como de organizaciones de carácter terrorista. Pero también, de nueva cuenta, es primero la criminalidad la que tiene la mayor atención de la problemática. Desde luego, que a lo largo de la historia, ha sido una condición desfavorable para el desarrollo de las naciones, la

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presencia activa y entorpecedora de las bandas delincuenciales por lo que ahora en un notable e inédito esfuerzo multinacional, se le busca hacer frente.

En lo referente a la X Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, desarrollada en Punta del Este, Uruguay, hay un notable énfasis en la Declaración de 23 puntos, sobre la afinidad entre los temas de Defensa y Seguridad. Se reconoce en el punto 11, las características multidimensionales de la seguridad para el caso de varios estados, que previamente se reitera como una responsabilidad irrenunciable tanto del Estado como de la sociedad, la tarea de garantizar la defensa y la seguridad -punto 8-.

Hay un aspecto de relevancia a considerar: la explícita mención a uno de los denominados antagonismos no convencionales. Punto 18 de la Declaración: La necesidad de profundizar la consideración de las ciberamenazas a la defensa y seguridad de los estados miembros que puedan afectar la infraestructura crítica y los activos de información, a fin de establecer mecanismos de cooperación y coordinación en la materia de seguridad cibernética.

En general, puede observarse en la referida Declaración de la X Conferencia, que hay una reconsideración respecto de las misiones principales de las Fuerzas Armadas, sin descuidar las posibilidades que tiene para la concurrencia en apoyo de las autoridades civiles y de la población, ya sea ante situaciones de desastre natural o ante las acciones depredadoras del crimen organizado.

Conforme a los posicionamientos de los representantes en las dos Conferencias de Ministros de las Américas aquí citadas -sobre todo en la IX-, así como en el contenido de otros documentos multilaterales referidos a la situación del Continente Americano como los anteriormente citados, el tema delictivo y el narcotráfico, también son percibidos como un severo problema de Seguridad Interior, pues además de la producción de drogas en varios de los países, también ha habido un proceso de degradación que ha convertido a la zona, en un creciente mercado de consumidores y adictos.

Es muy importante hacer notar, la prioridad que tanto para el Consejo de Defensa de la UNASUR como para la Junta de Ministros de Defensa de las Américas, la relevancia que tiene la atención a la población afectada por los desastres, cualquiera que sea su origen, así como la conservación del medio ambiente. Éstos son los dos objetivos fundamentales percibidos como innovaciones en el marco de las responsabilidades naturales para las Fuerzas Armadas.

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La proximidad en los enfoques de los países latinoamericanos, por supuesto responde a las coincidencias históricas, sociales y culturales que hay. En ese sentido, el tratamiento para enfrentar al crimen organizado, ha reclamado de forma extendida en la macro región geopolítica, la presencia de las Fuerzas Armadas como recurso determinante, y como garantía para la restauración del orden interno, el fortalecimiento de la democracia, de los Derechos Humanos y de las instituciones en general.

En las agendas internacionales y regionales se perciben a los nuevos antagonismos, -con origen principal en el crimen organizado- como actores con acceso a recursos dinerarios ilícitos y disposición de la tecnología informática y de telecomunicaciones de punta, mayores serán los esfuerzos por organizar a la comunidad continental, ya sea mediante acuerdos, convenios, estructuras multinacionales, programas de prevención al consumo, cultivos sustitutivos, entre otras variadas medidas. Pero el hecho de que haya plena convergencia en recurrir al Instituto Armado, en todos los casos en mayor o menor medida, anuncia también la relevancia que tiene para la identidad nacional y la confianza social que hay en sus ejércitos, armadas y fuerzas aéreas.

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Capítulo IIILa decisión del Presidente de la República sobre la

participación de las Fuerzas Armadas y de la Secretaría de la Defensa Nacional en la lucha contra el narcotráfico

A. El entorno de la decisión presidencial

Cuando el 10 de diciembre de 2006, el Presidente de la República y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, Felipe Calderón Hinojosa, anunció el primer gran operativo militar en contra del crimen organizado, en particular, contra el narcotráfico, se daba también el primer paso en el esfuerzo nacional por recuperar la soberanía y fortalecer la salvaguarda del estado de derecho. En el municipio de Lázaro Cárdenas, Michoacán, a petición del gobernador de la entidad, Lázaro Cárdenas Batel, y luego de una cuidadosa evaluación de parte del propio Presidente de la República y su equipo, comenzó una tarea que convocaría a dar lo mejor de miles y miles de mexicanas y mexicanos, civiles o militares, funcionarios y estudiantes, amas de casa o burócratas, en fin, se requirió de toda la sociedad comprometida para dar lo mejor de sí por el futuro de México.

Desde el inicio de la administración, los señalamientos por parte de analistas y observadores, respecto de las implicaciones y costos que tendría la Estrategia Nacional de Seguridad en muy diversos campos de la vida del país, evidenciaron al mismo tiempo, el clima de preocupación respecto de la fuerza que, durante años habían adquirido los grupos organizados de la delincuencia. Desde el período que va de la declaratoria de validez de la elección y la entrega de la Constancia de Mayoría que designa como Presidente electo, en aquellos meses -septiembre, octubre y noviembre de 2006- y sólo en esa calidad de futuro Presidente de la República y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, pudo el Lic. Felipe Calderón Hinojosa, tener acceso a la información que la misma Secretaría de la Defensa Nacional generaba como parte de sus fundamentales responsabilidades y actividades en el sostenimiento de la paz social, en la procuración del orden y seguridad internos, así como del fortalecimiento de la democracia.

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Es importante aclarar, que si bien, es la vertiente delictiva del narcotráfico la más extendida de las asociaciones criminales, la determinación presidencial era desde el primer día de su gestión, enfrentar y someter a la ley a todo tipo de delincuentes. Se trataba al final, de la recuperación de la vida cotidiana en amplias zonas de la geografía de México.

El crimen organizado, con sus actividades destructivas consigue alterar la paz de manera sistemática, logrando además condicionar el ejercicio diario de la autoridad local. Es cuando involuciona en un tema de la agenda de Seguridad Nacional, siendo determinante esta consideración para comprender a cabalidad que se trata por supuesto, de un problema que incubado a lo largo de generaciones, había llegado al momento en que contaba esa criminalidad, con los recursos suficientes para cuestionar la acción del Estado -este deterioro era inadmisible-. La posibilidad de una severa fractura en el orden institucional era mucho más que una hipótesis, era una muy grave tendencia.

Con las muchas evidencias aportadas también por las autoridades locales, se comenzó por el reconocimiento implícito de lo que la geografía ofrece: hechos incontrovertibles y que con los mismos es que se deben tomar decisiones. Uno fundamental, es la colindancia con el principal mercado de consumo de drogas en el mundo, como lo es la sociedad estadounidense. Nuestro país, con su territorio, mares y cielos, se convirtió desde la década de los años 40 del siglo XX, en la principal ruta de llegada de las drogas procedentes del sur de continente americano. De forma gradual también, de ser una ruta de paso, México se convirtió en zona de consumo y por tanto de lavado de dinero.

Entre el 2002 y 2008, según la Encuesta Nacional de Adicciones, el consumo de drogas en nuestro país se duplicó. La mutación estaba confirmada: el nocivo negocio del consumo de drogas, comenzaba un inusitado auge. Además de producir algunas drogas y exportar otras más, ahora también miles y miles de jóvenes comenzaban el tortuoso y autodestructivo camino de la adicción. La decidida intervención del Estado Mexicano, en consecuencia, era indispensable. La determinación para ordenar la plena y extensiva participación de las Fuerzas Armadas con el objetivo de enfrentar a ese nuevo antagonismo, por parte del Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, fue resultado de una abierta exigencia de la Nación para retomar y construir el siguiente tramo del desarrollo nacional.

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La presencia de las Fuerzas Armadas, y en particular del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos en el combate al narcotráfico y en general al crimen organizado, de forma gradual fue revelando la notable debilidad de algunas áreas estructurales de gobiernos e instituciones como las de justicia, corporaciones policiales y no pocas oficinas o dependencias estatales y federales. Por diversas razones, la ampliación en las actividades delictivas, depredadoras del sistema social, implicó el planteamiento de una diversidad de opciones en donde las Fuerzas Armadas, debido a su bien ganado prestigio y alta aceptación por parte de la población -fueron en cuanto al factor de identidad y confianza-, la mejor opción para rescatar esas zonas afectadas del país.

Pero en cuanto a la naturaleza misma de la preparación militar, el constante adiestramiento, la capacidad de adaptación para el combate, la correcta utilización del armamento, la aplicación incremental de la fuerza y un robusto sistema educativo militar, significaron en su conjunto, los mejores recursos que como Fuerzas Armadas, les han ganado el reconocimiento internacional, de la sociedad y autoridades nacionales. Es entonces, que en la conjunción de su inquebrantable lealtad institucional y de la amplia base de confianza y aceptación popular, el Presidente de la República, giró la instrucción para que el Ejército Mexicano, la Fuerza Aérea y la Armada de México, participaran desde los primeros días de la administración en la noble labor de recuperar la paz y la confianza en el presente y futuro de México.

Desde el ambiente internacional, también hubo factores claves que condujeron a que el Presidente Felipe Calderón Hinojosa, decidiera ordenar la plena participación de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el crimen organizado. Destaca la no ratificación de la Assault Weapons Ban, desde 2004, por el entonces Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush y tampoco asumida por su sucesor, Barack Obama. Esta situación vino, sin duda, a afectar de forma negativa el clima y las condiciones de la lucha contra la criminalidad. Esa determinación era una medida legal, que limitaba y controlaba de forma efectiva, la compra, almacenamiento y utilización de armas de alto poder y de asalto por parte del ciudadano estadounidense.

Otra variable muy importante, fue la diseminación de alianzas criminales regionales que iniciaban en los países andinos, recorrían Centroamérica y llegaban a México. Estableciéndose en varias partes del país, sobre todo en las costas y zonas bien comunicadas por carreteras, esas bandas delictivas terminaron de afectar -en

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su paso hacia el enorme mercado estadounidense-, ciudades y comunidades no contaminadas por este mal. La dinámica del ambiente de la ilegalidad, por tanto, se diversificó, de la falsificación de productos, pasando por la violación de los derechos de autor, hasta llegar a las graves afectaciones al medio ambiente en donde se establecen laboratorios para la producción, los efectos destructivos del crimen organizado sólo pueden ser contenidos y sometidos, mediante la acción decidida de sociedades y gobiernos.

B. Consideraciones desde el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012

Publicado en el Diario Oficial de la Federación, el 31 de mayo de 2007, demostró desde el inicio del gobierno del Presidente Felipe Calderón Hinojosa que, la atención a la aplicación de medidas que fortalecieran la confianza de la ciudadanía en los sistemas de administración de la justicia, así como a la consolidación de las condiciones de seguridad pública en el país, fueron prioridades. El documento -PND-, comienza con el Eje 1. Estado de Derecho y Seguridad, lo que por sí mismo indica la relevancia del tema, tanto en los objetivos como en las estrategias a seguir. Se trascriben a continuación, algunos párrafos relevantes sobre el tema de la lucha contra el crimen organizado y la fundamental participación de las Fuerzas Armadas en la tarea.

Objetivo 8.- Recuperar la fortaleza del Estado y la seguridad en la convivencia social mediante el combate frontal y eficaz al narcotráfico y otras expresiones del crimen organizado.

…El Gobierno está determinado a reducir los espacios en que se mueven los criminales, localizar y posteriormente eliminar los plantíos de enervantes e interceptar cargamentos de droga por tierra, mar y aire. Se destinarán los recursos necesarios para modernizar la Fuerza Aérea Mexicana y la Fuerza Aeronaval de la Armada de México, en particular para poner a su alcance los avances de la tecnología, de la información y de la digitalización. Mediante ésta y otras medidas se buscará apoyar la labor de las Fuerzas Armadas en sus labores como garantes de la seguridad interior del país, y específicamente en el combate al crimen organizado.

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Objetivo 12.- Asegurar el respeto irrestricto a los derechos humanos y pugnar por su promoción y defensa.

Estrategia 12.1.- Actualizar el marco normativo para responder a las demandas y necesidades de una sociedad cada vez más preocupada por el respeto a los derechos fundamentales de los individuos.

Seguridad Nacional

La credibilidad que se ha ganado se refleja en el respaldo ciudadano a su intervención en la lucha contra el narcotráfico. Casi el 90% de la población está de acuerdo en que el ejército tome parte en esta batalla. Actualmente, la economía de los cárteles se ha visto afectada por los cambios estructurales en el mercado internacional de las drogas, lo que explica, en parte, el reciente aumento de la violencia relacionada con el narcotráfico. Dada esta coyuntura, recuperar la normalidad en el respeto a la ley y la convivencia social ordenada, requiere que el Estado emplee los recursos con los que cuenta para combatir al narcotráfico, y la participación de las Fuerzas Armadas es uno de los más valiosos.

Defensa de la soberanía y de la integridad del territorio

Garantizar la integridad del territorio nacional es fundamental para el progreso de México. Las fronteras, mares y costas del país no deben ser una ruta para la acción de los criminales. No se debe permitir que el territorio nacional sea utilizado para consumar acciones que atentan contra la vida, la salud, la integridad física y el patrimonio de los mexicanos.

Como se puede observar, hay una línea de argumentación incontrovertible, respecto de la gravedad de la situación en varias partes del país, en lo que respecta a las condiciones de vida bajo la destructiva presencia de la actividad criminal y del narcotráfico. En efecto, si se considera desde el enfoque geopolítico a nuestro país y atendiendo a las mutaciones de las rutas de abastecimiento al mercado de las adicciones en los Estados Unidos de América, no hay duda de que las afectaciones a la seguridad nacional, habían sido de tal severidad, que lo impostergable era una acción contundente e inmediata del Estado. Ante ese crítico panorama, se dio la instrucción por parte del Comandante Supremo a las Fuerzas Armadas, para que el Ejército Mexicano, la Fuerza Aérea Mexicana y la Armada de México, participaran

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de manera central en los objetivos de contención y sometimiento a los criminales. Debe quedar claro, que estas actividades de apoyo a la función de la seguridad pública, son a petición expresa de las autoridades civiles locales y de la población, pero que no obstante, son de carácter temporal, mientras se reconstituyen de manera orgánica e institucional las corporaciones policiales.

En ese contexto, y para evitar daños a la relación y percepción de las actividades de apoyo a tareas de seguridad pública, por parte de los integrantes de las Fuerzas Armadas, es que a la vez, se dieron pasos consistentes para fortalecer la inviolabilidad de los Derechos Humanos. El Sistema Educativo Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional, incorporó programas, cursos, conferencias y actividades en general, que hicieran de los mismos Derechos Humanos, una parte central dentro de la actualización de la Doctrina Militar Mexicana. Este aspecto es, y ha sido crucial tanto para el Sistema Jurídico Mexicano como para las relaciones entre la población civil y el personal militar, pues dadas las condiciones de lucha contra el crimen organizado, la necesidad de una participación social decidida y como aliada insustituible de las políticas en la materia, representa la legitimidad misma en la realización exitosa del Eje 1. Estado de Derecho y seguridad del PND.

Como principal herramienta argumentativa y plataforma de las políticas y programas de cada gobierno, en este caso, el acento y atención concedidas a la Seguridad Nacional, a la Seguridad Pública y a la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de apoyo bajo las instrucciones del Presidente de la República, generaron, -como era de preverse- una muy intensa polémica nacional e internacional a propósito de la eficacia, costos y éxito final. Como se podrá valorar, y desde el texto mismo del PND, al final de la administración los resultados en cuanto a la actuación de la Secretaría de la Defensa Nacional y del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, ha sido del todo aceptada y reconocida por parte del mismo Presidente en la lectura del mensaje con motivo del VI Informe de Gobierno -3 de septiembre de 2012-, como un aporte fundamental para la estabilidad de la Nación.

Bajo la gran cantidad de acciones prioritarias que la Secretaría de la Defensa Nacional desempeña, en cuanto a labores sociales y las propiamente militares, la ampliación en las tareas asignadas de apoyo a la seguridad pública, significó una orden de notable apoyo para recuperar las condiciones de paz social y apego al Estado de Derecho, y con ello, que comunidades y estructuras de gobiernos

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locales, retomaran la normalidad de sus acciones y actividades productivas. La paz social, -vista como un patrimonio que no se limita en forma alguna a lo considerado como civil- requiere de la convergencia solidaria del factor militar, que en las condiciones de México y la gran mayoría de las naciones latinoamericanas, es una garantía de confianza.

Respecto a la seguridad pública y el crimen organizado, el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Felipe Calderón Hinojosa, en el PND 2007-2012, estableció una línea de continuidad mantenida firmemente a lo largo de la administración, a lo que deben agregarse las condiciones internacionales y los cambios sustanciales en la agenda de seguridad en el mundo y en el continente americano, con lo que se tiene una perspectiva completa de las condiciones bajo las cuales el Gobierno de la República decidió emprender una intensa lucha por la recuperación de los espacios públicos, vías de comunicación y en general, regresar a la normalidad institucional. Todo esto, mediante el reforzamiento de las capacidades jurídicas del Estado y con una sociedad más consciente y participativa.

C. Lineamientos del Programa Sectorial de Defensa Nacional

Publicado el 24 de enero de 2008 en el Diario Oficial de la Federación, el Decreto por el que se aprueba el Programa Sectorial de Defensa Nacional 2007-2012, en lo que corresponde al ámbito exclusivo y competencia de la Secretaría de la Defensa Nacional, al documento se le refiere como de apoyo a nivel estratégico, por lo que se enfoca a fortalecer las actividades y sistemas operativo, administrativo, de adiestramiento, educativo, logístico y de inteligencia. La conjunción de esas variables, permiten al país contar con un Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, capacitados al más alto nivel para responder con agilidad, oportunidad y determinación a las instrucciones del Presidente de la República, a los llamados de la autoridad civil y a las peticiones de la sociedad en general para enfrentar con éxito al crimen organizado.

El Objetivo número 4 del Programa Sectorial en comento, Apoyar las políticas en materia de seguridad interior, en un marco de respeto al Estado de Derecho, se refiere de forma explícita -y como ya fue señalado en el inciso anterior-, a los objetivos 8 y 16 del PND. De esa manera, las prioridades en materia de apoyo a la Seguridad Pública desde el Programa Sectorial de Defensa Nacional, manifiestan el compromiso de contribuir decididamente a la restauración del

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orden interno y la recuperación de un entorno seguro. La complementación no menos relevante, en lo que hace a las actividades sociales, como se apunta en el objetivo número 5, articula una estrategia integral en donde los órdenes de gobierno y las comunidades, tienen toda la capacidad para retomar el ambiente de la paz y la tranquilidad.

Mediante la realización de tareas de erradicación, operaciones de alto impacto y relación permanente con las Comisiones de Trabajo, tanto de la Cámara de Diputados como la de Senadores, se busca desde el inicio de la administración del Presidente Felipe Calderón Hinojosa, una serie de medidas que no sólo favorezcan la natural exigencia de la actualización del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, sino también del marco jurídico que regule sus acciones en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico.

De forma detallada, en la Estrategia 4.1 correspondiente al Objetivo número 4, se leen como Líneas de acción, las encaminadas a debilitar la base económica de las bandas de narcotráfico sobre todo a partir de la destrucción de plantíos, así como la puesta en marcha de operaciones dirigidas a la permanente inhibición al crimen organizado transnacional para la utilización del territorio, mares y espacio aéreo soberanos. La Estrategia 4.2 Contribuir con las actividades que realizan las Instituciones de Seguridad Pública, a fin de garantizar a la sociedad un entorno seguro y restituir la paz pública, cobra particular relevancia dada la amplia aceptación social y apoyo de las organizaciones locales, al momento de la participación del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos para la recuperación de la normalidad.

En términos generales, se tratan de actividades y objetivos en contra del crimen organizado y el narcotráfico, que desde algunas administraciones vienen realizando -como se detalla más adelante en el Capítulo V-, principalmente, el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. Dadas las condiciones sociales y orográficas, así como la aún prevaleciente dispersión poblacional, de forma simultánea y aún más intensa, se contemplan las actividades de servicio social a esas remotas comunidades.

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D. Programa para la Seguridad Nacional 2009-2012

Con la finalidad de crear mejores condiciones de entendimiento entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, así como por las dimensiones del problema que significaba enfrentar al crimen organizado y al narcotráfico, es que el Estado, el gobierno y la sociedad en un accionar conjunto, fueron perfilando y construyendo recursos jurídicos y políticos para contar con las herramientas necesarias que consolidaran la ruta de la certeza en la recuperación de la paz y la productividad en algunas partes del país. Fue así como el 20 de agosto de ese mismo año, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Decreto correspondiente al documento qué da título a este inciso.

En el mencionado Programa, se alude al Plan Nacional de Desarrollo y a uno de sus principales objetivos, como es el de mantener a buen resguardo “la paz, la integridad, la independencia y la soberanía del país” para fortalecer la vía democrática del desarrollo y con ello la permanencia del mismo Estado Mexicano. En un amplio recorrido que va desde el concepto de Seguridad Nacional hasta los procedimientos para la ejecución y evaluación del Programa, queda claro el establecimiento: primero, de que la seguridad se encuentra ligada de forma indisoluble con la democracia del Estado Mexicano. Segundo, la construcción de la Seguridad Nacional es una tarea permanente, imperfecta e inacabada, tal y como sucede con la misma democracia.

Más aún, en un entorno desafiante y en constante transformación, los eventos que exigen la aplicación de los recursos disponibles con los que cuenta el Estado Mexicano, para defender y contener a los antagonismos. Se incluyen por supuesto, los que atañen a los desastres naturales, en donde la población requiere con urgencia la asistencia de las instituciones agrupadas en torno a la Agenda Nacional de Riesgos.

Cabe destacar, que el punto 1.4. Diagnóstico; 1.4.1. Principales desafíos que vive el país en materia de Seguridad Nacional; 1.4.2. Amenazas a la Seguridad Nacional; y 1.4.2.1. Delincuencia organizada, revela la capacidad de destrucción de la sociedad y las afectaciones al desempeño cotidiano de las instituciones y la producción, que propicia el narcotráfico de forma señalada. Incluso, en el siguiente punto, 1.4.2.2. se menciona de forma directa y exclusiva al narcotráfico. Siguen en orden de mención: grupos armados, terrorismo y vulnerabilidades en las fronteras. Así la complementación entre el Plan Nacional de Desarrollo,

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el Programa Sectorial de Defensa Nacional y el Programa para la Seguridad Nacional, permitieron consolidar en una sola dirección y bajo el mismo mando del Presidente de la República el Lic. Felipe Calderón Hinojosa, la directiva que las Fuerzas Armadas requerían para actuar a favor de las mejores causas de México.

La visión geopolítica del Programa para la Seguridad Nacional aquí tratado, en cuanto al fortalecimiento de las relaciones internacionales en el ámbito regional y continental -1.5.1 y siguientes- implican también una sustancial aportación a la visión tradicional de la Seguridad Nacional en México, sobre todo en lo que correspondía a otra etapa en las dinámicas mundiales -la Guerra Fría-; queda claro y es evidente, que no es posible suponer que un solo país por sí mismo puede hacerle frente con éxito constante a ciertos antagonismos, principalmente el crimen organizado y el narcotráfico. Esa nueva percepción, traducida en un Programa gubernamental, marca en nuestro país la nueva era del enfoque geopolítico, del cual en el siglo XXI, ningún país con aspiraciones realistas para refrendar sus intereses nacionales, puede prescindir.

En el Objetivo específico 2. Atender integralmente las amenazas que ponen en peligro a la Seguridad Nacional, así como aquéllos riesgos definidos como prioritarios que pudieren llegar a vulnerarla. 2.6.12. Garantizar el debido equipamiento y adiestramiento de las instancias operativas de la Seguridad Nacional de manera que estén preparadas para hacer frente a otros Estados, actores no estatales o sujetos de derecho internacional que pongan en riesgo la Seguridad Nacional, Regional, Hemisférica o Internacional. En ese sentido y conforme a los cambios y adecuaciones en otros ámbitos geopolíticos, tanto el crimen organizado como el narcotráfico, tienen ese definido perfil de actores no estatales ante lo cual, los esfuerzos de estados, gobiernos y sociedades, han ido en aumento en tanto la persistencia y resistencia de dichos fenómenos.

Si bien, en la trayectoria del concepto e historia de la Seguridad Nacional e incluso, como actividad específica de gobierno, el crimen organizado y el narcotráfico, no forman parte de los asuntos centrales de la agenda, en la proporción y medida en la que éstos acometen agresivamente para desestabilizar la continuidad de la vida cotidiana y el libre desarrollo de una nación, es que se les considera, -como sucede con el Programa para la Seguridad Nacional 2009-2012- antagonismos que ponen en riesgo la Seguridad Nacional y también, a la Seguridad Interior. Es por ello y en la proporción del desafío, es que el Estado Mexicano debe aplicar con todo

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vigor y con apego a las leyes, una respuesta incremental y contundente para garantizar la viabilidad del Estado y la paz social.

En esa fundamental tarea y conforme a los lineamientos del Programa aquí citado, las Fuerzas Armadas y en este caso, el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, representan la opción decidida por el Mando Supremo en respuesta también, a la gran cantidad de solicitudes de gobiernos estatales y municipales, de comunidades y organizaciones sociales, para que con una sistemática y ordenada intervención, siempre con respeto irrestricto a los Derechos Humanos y otras leyes, se contenga y someta la criminalidad organizada y en particular a las bandas del narcotráfico.

Se trata, en ese delicado contexto, de una determinación para salvaguardar al Estado, restituir el orden interno, recuperar la paz y la confianza en las instituciones; una operación prolongada no exenta de desgastes para la convivencia nacional, pero que poco a poco, logra fundamentar el siguiente tramo del desarrollo nacional.

E. Estrategia integral para el combate al narcotráfico del Estado Mexicano

Siguiendo la metodología marcada por los Ejes programáticos del Plan Nacional de Desarrollo, el número 1, que corresponde al de Estado de Derecho y Seguridad, así como el programa sectorial correspondiente a la Defensa Nacional, es como se articula la filosofía de la Estrategia Integral, que contiene los siguientes factores: a) involucra a todas las instituciones del Estado, pues al final, -debido a que se trata de un actor factor que puede cuestionar la viabilidad del mismo Estado y las condiciones de desarrollo social-, es que ninguna institución o área de gobierno en cualquiera de sus ámbitos y funciones -Ejecutivos, Legislativos y Judiciales-, puede quedar fuera del Esfuerzo Nacional; b) se requiere de toda la capacidad del Estado en cuanto a la disponibilidad de recursos culturales, espirituales y materiales para alcanzar el triunfo; c) es necesario un enfoque transdisciplinario: operativo, jurídico, administrativo y de comunicación social; y d) en el sentido estricto de la competencia sectorial de la Defensa Nacional, la erradicación e intercepción de enervantes, enfrentamiento y sometimiento de la delincuencia organizada, persecución y detención de activos, mediante la potencia constructiva que significan la educación, la atención y promoción de la salud, así como el fomento a la convivencia comunitaria y social en general.

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En ese sentido, la dimensión del desafío y los negativos efectos sobre el Estado y la sociedad, demandan atención prioritaria desde las directivas del Mando Supremo, para su instrumentación táctica y operativa. Dentro de los componentes de la Estrategia Integral de Combate al Narcotráfico del Estado Mexicano con un papel sobresaliente, y como parte consustancial a la actividad militar, se tiene a los recursos que aportan los trabajos de inteligencia para su aplicación en el enfrentamiento con el crimen organizado y las bandas de narcotraficantes. Esta labor, -la inteligencia- es uno de los principales instrumentos con los que cuentan los estados y gobiernos modernos para hacerse de información clave que permita inhibir la comisión u organización de actividades delictivas. Mediante esas capacidades, es posible evitar confrontaciones, además de anticipar despliegues y presencia del personal en las zonas afectadas por la violencia. Los resultados de estos trabajos, se constatan con las detenciones de delincuentes de distintos niveles y en el severo daño producido a sus finanzas.

Demostrar a la sociedad, que cuenta con un Ejército y Fuerza Aérea altamente capacitados en tareas de inteligencia, plenamente identificados con los intereses nacionales, mediante un sólido Sistema Educativo Militar y un constante adiestramiento, para que en el sometimiento del crimen organizado se logre un objetivo clave: la reafirmación de la autoridad civil en todo el territorio nacional para el cabal cumplimiento de las leyes. De esta manera, no hay ni puede haber, fuerza delincuencial que ponga en entredicho la viabilidad del Estado. De allí, que de parte de la Secretaría de la Defensa Nacional, la coordinación con las autoridades locales y otras instancias encargadas de velar por la Seguridad Interior para la restauración del orden, sea un objetivo y al mismo tiempo, el inicio de una nueva fase de la mencionada Estrategia Integral. En este punto, la concurrencia de la responsabilidad de las autoridades locales, refuerzan el sentido filosófico del Pacto Federal observado en la Constitución.

Lograda la reafirmación de las autoridades locales, indica que la capacidad operativa y violenta de los grupos criminales, ha sido disminuida y en algunos casos controlada o eliminada. Esto también indica, que las redes de lavado de dinero y otros ilícitos, también se han visto seriamente afectados, con lo cual las autoridades encargadas del combate al crimen organizado, han cumplido un papel determinante en el restablecimiento del orden interno. Estas líneas de acción progresivas, en tanto se van reconsiderando los niveles elementales y cotidianos en las relaciones comunitarias y de gobierno, indican por tanto, que hay un pleno reconocimiento a propósito de que hay aspectos de la vida cotidiana y prácticas

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ciudadanas que, o se han debilitado o se han abandonado. De ahí que la promoción y fortalecimiento de los valores cívicos, sea un componente y acción deliberada que pasa a constituirse en una prioridad, para consolidar lo que se conoce como el patrimonio inmaterial o cultura nacional de un Estado. En una palabra: identidad.

Un problema como el crimen organizado, que pertenece a la categoría de los problemas de seguridad global, se integra con amplias redes de complicidades regionales e internacionales, esto exige de los gobiernos nacionales, un tratamiento inédito en cuanto a los usos tradicionales de la diplomacia y el derecho internacional. En efecto, no se alude sólo a convenios o tratados que aseguren el mutuo respeto a la soberanía, ni tampoco se limitan a la participación en foros multilaterales de todo tipo. Acometer desde un enfoque plurinacional, es una evidencia sí, de la complejidad pero al mismo tiempo, de la amplitud de apoyos y complicidades en dos o más países para que ese tipo de expresión criminal prospere. Por eso, la decidida colaboración internacional, -respecto de lo que afecta a cada país y que en consecuencia puede atender o enfrentar, la lucha contra el crimen organizado-, es una situación que debe evitar la imposición de agendas unilaterales o soluciones aisladas que aunque novedosas, tendrán poco efecto en el conjunto de la situación. Ante eso, la diplomacia en el siglo XXI, adquiere un perfil fundamental para que México y las otras naciones afectadas por el crimen organizado y las bandas de narcotraficantes puedan afrontar y superar a este poderoso antagonismo.

Como se observa, la Estrategia Integral del Combate al Narcotráfico del Estado Mexicano, incluye la aplicación de todos los recursos legales, políticos, diplomáticos, administrativos, económicos y culturales de los que dispone el Estado, los gobiernos, los Poderes Legislativos y Judiciales, así como la sociedad misma, para restituir el orden interno y garantizar un mejor país. Ante las dimensiones del reto, la Secretaría de la Defensa Nacional ha atendido sin titubeos y con lealtad inquebrantable, tanto las instrucciones del Presidente de la República y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, Lic. Felipe Calderón Hinojosa, como las peticiones de apoyo de gobiernos locales y de la sociedad misma.

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F. La Directiva para el Combate Integral al narcotráfico del Estado mexicano, 2007-2012

La administración militar en el territorio, litorales y espacio aéreo nacionales, permiten tanto al Ejército Mexicano como a la Fuerza Aérea Mexicana, mantener una presencia solvente para el resguardo de la soberanía. En las circunstancias del combate contra el narcotráfico, se han sumado importantes exigencias al servicio que debieron ser atendidas sin demora desde el principio; la gravedad de la situación propició que se reconociera desde la diversidad de puntos de vista, las dimensiones de la fragilidad institucional, como resultado de prácticas permisivas acumuladas durante mucho tiempo.

En la aceptación de ese enfoque trasversal, se requirió por principio, de las autoridades civiles, una plena colaboración y asunción para aportar lo mejor de sí en las acciones precisas en contra del narcotráfico y sus distintas expresiones de la delincuencia organizada. En función de la ubicación del territorio nacional, de las características morfológicas y las propias de las comunidades afectadas, se detallaron las acciones a seguir. Partiendo del alto nivel de aceptación, reconocimiento y confianza de la sociedad respecto de sus Fuerzas Armadas, es que las operaciones realizadas, contaron con un amplio respaldo a lo largo y ancho de la geografía nacional. Debe resaltarse que ante la presencia del personal militar, así como por las importantes exhibiciones y eventos magnos con motivos históricos, la sociedad pudo conocer más de cerca al Instituto Armado.

Como primera vertiente de la Directiva para el Combate al narcotráfico, se tiene a la erradicación. Esta acción consiste en que mediante operaciones de Alto Impacto, con énfasis en el despliegue de aeronaves para la localización de plantíos y su posterior destrucción por los métodos de mano de obra e incineración o fumigación aérea, inhibiendo con esto el ciclo productivo en los lugares de mayor incidencia. El primer y contundente efecto, es sobre el proceso económico al disminuir el volumen de droga para ser comercializada. Sin mercancía ilícita que vender, decrecen las ganancias, principal causa de este delito: disponer de mucho dinero en el más corto plazo.

La segunda vertiente operativa es la intercepción. Mediante la cual se inhibe el uso del territorio nacional para el tráfico de drogas, psicotrópicos, precursores químicos y químicos esenciales, armas, municiones, explosivos y numerario,

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realizándose para el efecto operaciones de intercepción terrestre; para reforzar estas actividades se materializó el Concepto de Intercepción Terrestre de la Secretaría de la Defensa Nacional, mediante el establecimiento de dos “barreras” en áreas críticas del territorio nacional: la “Frontera Norte” -por su proximidad al principal mercado de consumo- y el “Istmo de Tehuantepec” -que por su ubicación geográfica y morfología, canaliza las vías de comunicación-, mejorando su funcionamiento con el apoyo de medios tecnológicos y binomios canófilos.

La geografía mexicana y las dificultades que ofrecen en su conjunto, no han sido un obstáculo fácil de vencer. Sin embargo, el patriotismo y vocación de servicio de los soldados, de todas las jerarquías, armas y servicios, permiten afectar mediante la intercepción, las dinámicas del mercado de las drogas, las armas y el dinero. Complementándose con la vertiente operativa de la erradicación, significan dos ejes que dirigen sus objetivos a la parte básica de esa actividad del crimen organizado. De allí, que los programas de prevención al consumo y la atención a las comunidades afectadas por la violencia y la presión para que dediquen sus labores productivas al insano mercado de las drogas, requiere un decidido compromiso en primera instancia, de las autoridades civiles locales.

La tercera vertiente operativa es contra la delincuencia organizada. La Secretaría de la Defensa Nacional, comprometida por apoyar las políticas en materia de seguridad interior, en un marco de respeto al estado de derecho; coadyuva con las actividades que realizan las autoridades civiles, al mantener una lucha frontal contra el crimen organizado en cualquiera de sus expresiones, con el objeto de lograr su “desarticulación”, ha desplegado permanentemente tropas en las áreas consideradas de alta incidencia delictiva, con el fin de conservar el orden y la seguridad pública.

Al igual que en las primeras dos vertientes, los trabajos de inteligencia desempeñan un papel central para dirigir con precisión las acciones del personal militar así como sentar las bases para la continuidad de tareas que signifiquen eliminar, contener o disminuir de forma sensible, el ilícito negocio del narcotráfico. Los recursos disponibles para lograr estos fines, mediante la aplicación intensiva y extensiva de la Directiva, ha requerido un notable esfuerzo institucional desde la Secretaría de la Defensa Nacional para aplicar de manera ágil y oportuna, tanto las instrucciones del Presidente de la República así como las peticiones de ayuda de parte de la población.

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En este punto, debe tomarse en consideración, que además quedan como prioridades del mismo nivel, la atención a la población en situaciones de desastre, es decir, la aplicación del reconocido Plan DN-III-E, la vigilancia sobre instalaciones estratégicas así como la gran cantidad de servicios sociales que atienden el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. Todo lo anterior, sin descuidar en ningún momento, desde luego, las actividades y responsabilidades que como Fuerzas Armadas e instrumento por excelencia del Estado tienen para garantizar la Soberanía y Seguridad Interior.

La trascendencia de la Directiva Integral en el Combate Contra el Narcotráfico, radica en la visión general y articuladora respecto del compromiso de todas las autoridades e instituciones tienen para atender, desde sus áreas específicas de responsabilidad, las exigencias de un servicio indispensable para la Patria, como es el derrotar a los criminales cuya misión es conducir a la renuncia de la voluntad de superación y trabajo a miles de niños y jóvenes por todo el país. Esa muy grave situación, propicia a su vez, el debilitamiento del sentido de Nación, el desmantelamiento de la cohesión social y por fin, una derrota cultural. Ni ahora ni nunca, eso se puede permitir.

La proliferación del crimen organizado trasnacional en el mundo y en particular en el Continente Americano, han afectado las dinámicas locales y nacionales; ningún enfoque o decisión unilateral podrá hacerle frente. Por eso, en la parte conclusiva de la Directiva aquí tratada, el énfasis en lo internacional y geopolítico, significan el punto de conclusión y de partida al mismo tiempo. Se trata entonces, de construir y dinamizar un círculo virtuoso, en donde la prosperidad y un futuro sano, sea la mejor garantía de Estados, gobiernos y sociedades, que tomen en sus manos el mejor camino para su desarrollo.

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Capítulo IVEl marco jurídico para la actuación de las Fuerzas Armadas en el ámbito de la Seguridad Interior, la

Seguridad Nacional y la Seguridad Pública

A. Situación del marco jurídico sobre la Seguridad Nacional

Durante varias décadas, la discusión académica, jurídica, política y diplomática en torno a este concepto, se dio en el contexto de una confrontación ideológica conocida como la Guerra Fría. Las experiencias en países latinoamericanos, sobre todo en los años que van de la década de los 60 hasta bien entrados la de los 80 del siglo XX, hicieron de la Seguridad Nacional un término polémico. Y con razón, pues en no pocas ocasiones en su aplicación excluyó por principio, las posibilidades de la democracia representativa y deliberativa. Por otra parte, la agudización de protestas y movilizaciones sociales, hicieron de esos años también, un ambiente difícil en la mayor parte de las sociedades latinoamericanas. México, desde luego no fue la excepción. Sin embargo, la fortaleza de nuestras instituciones y la vocación democrática del pueblo, permitieron seguir en la construcción de un sistema y régimen políticos, que atendieran a las peculiaridades de nuestra geografía, historia y cultura, e incorporaran los cambios.

La inclusión del concepto de Seguridad Nacional en el Sistema Jurídico Mexicano, es de una relativa reciente incorporación. Con la reforma a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 5 de abril de 2004, se le incorpora de forma definitiva con el Decreto por el que se reforma el artículo 86, fracción VI; y se adiciona la fracción XXIX-M al artículo 73, para quedar como una atribución directa del Presidente de la República el fijar la política en la materia, así como el papel del Congreso de la Unión para expedir leyes y fijar límites a las investigaciones en la materia, respectivamente.

La continuidad y coherencia histórica del presidencialismo mexicano, queda plasmada en la redacción del Artículo. 89.- Las facultades y obligaciones del Presidente son las siguientes: “...VI. Disponer de la fuerza armada permanente de mar y tierra para la seguridad interior y defensa exterior de la Federación. -Texto

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de la Constitución de 1857 y que pasa transcrito idéntico en el mismo artículo y fracción, en la Constitución de 1917-. Por razones del desarrollo de la Ciencia y la Tecnología, mediante una reforma Constitucional, el 10 de febrero de 1944, se incorpora a la Fuerza Aérea Mexicana.

Considerando las reformas descritas, el texto Constitucional vigente, refiere que dentro de las atribuciones del Presidente de la República, artículo 89 se modifican y aumentan, para quedar así: “...artículo 89. Las facultades y obligaciones del Presidente son las siguientes…VI. Preservar la seguridad nacional, en los términos de la ley respectiva, y disponer de la totalidad de la Fuerza Armada permanente o sea del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea para la seguridad interior y defensa exterior de la Federación...”.

Cabe destacar, que en el mismo párrafo de las atribuciones presidenciales en materia de Seguridad Nacional, se conviene la capacidad del Presidente en su calidad de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, para disponer de la totalidad del Ejército, Fuerza Aérea y Armada, para garantizar la Seguridad Interior y Defensa Exterior de la Federación. De esta manera, las Fuerzas Armadas deben por mandato constitucional, conocer y actuar bajo las órdenes del Presidente de la República, cuando la Seguridad Nacional, la Seguridad Interior y la Defensa Exterior de la Federación se encuentren en riesgo. Se trata de una redacción precisa y amplia en cuanto a las responsabilidades de las Fuerzas Armadas, si se considera que en la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, se estipula en su artículo 1, dentro de las 5 misiones señaladas, la II se refiere a Garantizar la Seguridad Interior.

Si de manera gradual, el crimen organizado y el narcotráfico involucionan para convertirse en enemigos del Estado y la sociedad, y por tanto, en temas centrales de la agenda de seguridad nacional -siguiendo el proceso argumentativo que se deriva desde el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012-, desde luego que también se incorporan los objetivos a los que las Fuerzas Armadas deben combatir. De esa forma, y ante la complejidad del problema social y jurídico, se hizo necesaria una Ley de Seguridad Nacional que contemplara de forma clara y precisa la guía para la acción conjunta y coordinada de la administración pública y las concurrencias de las autoridades locales. Para el efecto, la mencionada Ley se publica el 31 de enero de 2005 en el Diario Oficial de la Federación, luego de haber sido incorporado por primera vez el concepto de Seguridad Nacional en el conjunto de leyes y reglamentos mexicanos, en la Ley de Transparencia y

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Acceso a la Información Pública Gubernamental, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 11 de junio de 2002

En el artículo 3 de dicha Ley, se entiende por Seguridad Nacional: “...Acciones destinadas a proteger la integridad, estabilidad y permanencia del Estado Mexicano, la gobernabilidad democrática, la defensa exterior y la seguridad interior de la Federación, orientadas al bienestar de la sociedad que permitan el cumplimiento de los fines del Estado constitucional...”.

Conforme a esa trayectoria jurídica, la Seguridad Nacional como ley y política específica, desde su inclusión en la Constitución hasta la Ley correspondiente, requerirá de ajustes y adecuaciones ante las dinámicas mundial y nacional. Por tal motivo, el 21 de abril de 2009, el Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, envía al Senado de la República, una serie de reformas y adiciones a dicho ordenamiento jurídico. Al momento de concluir la administración 2006-2012, la Iniciativa se encuentra en la Cámara de Diputados desde la LXI Legislatura, aguardando su turno para ser discutida y en su caso, aprobada, dado que la colegisladora ya cumplió su parte en el trámite parlamentario.

El sentido general de las propuestas de reforma, pretenden aportar certeza jurídica acorde con las exigencias de la realidad nacional y que de ninguna forma, se encuentran condicionadas o limitadas al combate al narcotráfico, sino que consideran las marcadas tendencias mundiales y geopolíticas para hacerle frente al crimen organizado en sus distintas y dañinas expresiones. El contexto, pero más aún, la perspectiva del problema, es lo que motivó a proponer una serie de medidas encaminadas a resguardar la soberanía nacional ante este nuevo tipo de acechanzas y peligros para el país.

No obstante, los ritmos propios del sistema político, desde la Presidencia de la República a través de distintos caminos y atendiendo a las posibilidades que da la gestión y convocatoria del Poder Ejecutivo, se realizaron varias reuniones a todos los sectores sociales, fuerzas partidistas, expresiones intelectuales y académicas, así como de organizaciones creadas a partir de la difícil situación de la violencia extendida en algunas partes del país, para intercambiar puntos de vista y experiencias y con ello, recobrar la condición de paz que requiere el desarrollo social, condición básica de la Seguridad Nacional.

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En lo que hace a los distintos ordenamientos legales, que complementan y delimitan los aspectos característicos de la Seguridad Nacional, se refieren al estudio y análisis para justificar qué problemas sí y cuáles no, pueden formar parte de la agenda específica, así como el tratamiento que deberán recibir de parte de la administración pública federal, en una primera instancia. Resulta evidente, que en la precisión conceptual y por tanto, legal, las aspiraciones de México o cualquier otra nación, están guiadas para preservar un ambiente de convivencia interno y de consideración a las condiciones del ambiente internacional, en esta segunda instancia de la Seguridad Nacional, la recíproca influencia entre lo interno y externo, establece un sano equilibrio para procesar tanto las influencias internacionales como la irradiación de los factores propios. De nueva cuenta, es la complementación entre los hechos cotidianos y las aspiraciones culturales e inmateriales de la nación.

De allí, que la Seguridad Nacional, incluso desde los orígenes de su concepción en los Estados Unidos de América en la ley correspondiente de 1947, los valores de la sociedad, son la fuente de cohesión elemental para el buen funcionamiento del gobierno. Inclusive en la Orden Ejecutiva, de enero de 2002 -considerando el profundo impacto de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001- dio paso a la creación del Consejo para el Servicio y Participación Ciudadanos, adscrito directamente a la Oficina del Presidente de ese país. Como se entenderá, por la denominación misma del Consejo, su función principal es la difusión de la axiología y moral del estilo de vida de la nación en todo el orbe, además de fortalecer la convivencia y el civismo internos.

En particular para el caso de México, el respaldo y confianza de la población a sus Fuerzas Armadas, representan el principal y fundamental patrimonio moral. Esto, aunado a la lealtad irrestricta al Mando Supremo del Presidente de la República, genera de forma natural, el respeto a nuestra nación en el mundo. La convergencia entre cultura, historia, e institucionalidad, propicia la identidad entre el personal militar y la sociedad en general, que constituye la sólida plataforma de los sucesivos gobiernos federales, estatales y municipales.

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B. Caracterización de la Ley de Seguridad Nacional

La construcción de instituciones y el diseño de las leyes, son procesos que pretenden conciliar las expectativas de una sociedad y de una nación, al tiempo que en la perspectiva y en su conjunto, tienen por objetivo articular un camino propio. Esta compleja dinámica, se ve influenciada y condicionada por el ambiente internacional. A lo largo de la historia de México, conforme al concepto y tareas que el Estado ha asumido, existen elementos constitutivos inamovibles.

Sea la indivisibilidad del territorio, la inviolabilidad de los mares y el espacio aéreo o bien la conservación de la forma democrática de gobierno, el corpus jurídico militar expresado en la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, cumple con esa doble crucial función de resguardar la soberanía, tanto geopolítica, así como con la axiología de la Democracia. Este proceso argumentativo, llega hasta la Ley de Seguridad Nacional, sobre todo cuando variables irruptoras no convencionales como son el crimen organizado y el narcotráfico, exigen la pronta y contundente intervención del principal recurso con el que cuenta el Estado Mexicano, que son sus Fuerzas Armadas.

Retomando la redacción vigente de la Ley de Seguridad Nacional, refiere en el artículo 2, que: “...Corresponde al titular del ejecutivo federal la determinación de la política en la materia y dictar los lineamientos que permitan articular las acciones de las dependencias que integran el Consejo de Seguridad Nacional...”. En el artículo 3, se especifica: “...Para efectos de esta Ley, por Seguridad Nacional se entienden las acciones destinadas de manera inmediata y directa a mantener la integridad, estabilidad y permanencia del Estado mexicano, que conlleven a:…III. El mantenimiento del orden constitucional y el fortalecimiento de las instituciones democráticas de gobierno;… Lo anterior, señala con precisión, que las actividades depredadoras del crimen organizado y de las bandas de narcotráfico, afectan seriamente el funcionamiento de la administración pública, entorpecen la productividad y propician un severo deterioro en la calidad de vida y la paz pública, se tratan sin duda, de poderosos antagonismos para el Estado Mexicano, por lo que su responsabilidad para enfrentarlos es intransferible; utilizando todos los recursos disponibles y con apego al marco jurídico, su deber es someter a delincuentes y sus ilegales ganancias, al imperio de la ley.

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A partir de la difícil experiencia que ha vivido el país en los últimos años, en cuanto a las condiciones generadas en la lucha contra el crimen organizado y el combate al narcotráfico, se han presentado coyunturas que han evolucionado en tendencias. De forma destacada, la debilidad de las corporaciones policiales locales para contener a esos antagonismos de las comunidades y del Estado. Sobre todo, si como se observa en el mundo y en el continente americano en particular, la diversificación de las actividades delictivas, han colocado en diversos lugares a la autoridad, en situación de desventaja. Varias naciones, para tratar de responder a semejante reto, han creado corporaciones y leyes, como son los casos de Colombia, Argentina, Guatemala, Brasil, por mencionar algunos. Incluso en los Estados Unidos de América, la creación en febrero de 2003, del Department of Homeland Security -Departamento de Seguridad de la Patria- evidencia la constante y justificada búsqueda de opciones desde los estados y gobiernos, por atender y contener con oportunidad las expresiones terroristas, como es el caso estadounidense y del narcotráfico, para la gran mayoría de los países de latinoamérica.

En el Título Segundo, de las instancias encargadas de la Seguridad Nacional, Capítulo Primero, del Consejo de Seguridad Nacional, artículo 12, se menciona a las dependencias y sus respectivos titulares: Secretarías de Gobernación, Defensa Nacional, Marina -en el original-, Seguridad Pública, Hacienda y Crédito Público, Función Pública, Relaciones Exteriores, Comunicaciones y Transportes, Procuraduría General de la República y el Director General del Centro de Investigación y Seguridad Nacional -con un secretario técnico que no forma parte del propio Consejo-.

En el artículo 13, se refieren los trece asuntos de atención específica para el Consejo de Seguridad Nacional. Destacan para efectos de esta exposición, las fracciones “...II Los lineamientos que permitan el establecimiento de políticas generales para la seguridad nacional; y VIII. Las medidas necesarias para la seguridad nacional, dentro del marco de atribuciones previsto en la presente ley y en otros ordenamientos aplicables. Como se puede concluir, se tratan de atribuciones, en donde al participar la Secretaría de la Defensa Nacional, en la planeación, y actuación operativa y táctica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos ante un antagonismo como es el narcotráfico, la presencia de personal armado le da una dimensión de seria gravedad a la problemática. En esos términos, el texto de la Ley de Seguridad Nacional, de manera amplia, considera abierta la posibilidad en la actuación fundamental del personal militar, sin embargo, durante la administración 2006-2012, la considerable presencia de poco más de 45

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mil elementos de forma cotidiana en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, ha orillado justificadamente, a considerar medidas complementarias por parte del Poder Legislativo.

Como base inicial, la Ley de Seguridad Nacional, ha cumplido su ciclo. Sin embargo, ante la exigencia para el Estado y Gobierno Mexicano de contener y someter con prontitud al crimen organizado y a las bandas de narcotraficante, se movilizaron a las Fuerzas Armadas de manera tan importante, constante y amplia, lo que exigió propuestas legales, estructurales, administrativas y presupuestales; de la generalidad referida en la Ley aquí tratada, a la sistemática cobertura y despliegue militar, conduce a la tarea de actualizar la ley con visión de futuro. Sólo de esa manera, el país estará en condiciones de articular una respuesta a la altura del desafío presentado por el deterioro en el funcionamiento del sistema social.

A lo largo de la administración 2006-2012, el General Secretario de la Defensa Nacional Guillermo Galván Galván, expresó la conveniencia de impulsar un ordenamiento jurídico acorde con las perspectivas de la nación en materia de Seguridad Nacional y más aún, de Seguridad Interior. Este planteamiento se puede apreciar en su discurso pronunciado con motivo de la Marcha de la Lealtad del 9 de febrero de 2012: “...En algunas regiones del país, la delincuencia organizada se apropió de las Instituciones del Estado y ya en ese apoderamiento, diversificó sus ominosas actividades para despojar a la sociedad de lo que por derecho le corresponde, generando un clima de violencia inusitado...”.

C. Las Tesis Jurisprudenciales de 2000

Atendiendo las directivas del Comandante Supremo, la participación directa de las Fuerzas Armadas en el combate al narcotráfico, es un justificado motivo para la formulación de medidas que fortalezcan el estado de derecho, la democracia y la convivencia social. Desde la aplicación de la Operación Cóndor durante la administración del Presidente José López Portillo -1976-1982-, la proliferación del delito y sus efectos adyacentes en otras actividades ilícitas, propició que año con año hubiera mayor presencia del personal del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos en su contención y sometimiento. Las críticas y expresiones de sectores sociales para la aceptación de dichas tareas, llevaron a que la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitiera -durante el mes de abril de 2000, en las postrimerías del sexenio de Ernesto Zedillo -1994-2000-, seis tesis jurisprudenciales, que por

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ese carácter alcanzaron el rango de interpretación constitucional, respecto de la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de apoyo a la autoridad civil, con el objetivo de hacerle frente y combatir al narcotráfico, así como en lo concerniente a las tareas de apoyo en seguridad pública, aplicadas en las zonas afectadas por ese mal. La controversia presentada sobre la posibilidad en la violación de las garantías individuales ante una extralimitación en el uso de la fuerza o una franca violación de los Derechos Humanos, implicó en la interpretación de la Suprema Corte, un muy trascendente aporte jurídico.

La referida controversia fue resuelta de conformidad y en atención a las necesidades y solicitudes que expresen las autoridades civiles y requieran el auxilio de la Federación, de acuerdo a su vez, con la autorización e instrucción directa del Presidente de la República. A continuación se reproduce íntegro el texto de la Tesis 36 que se aboca directamente a esa problemática.

“...Ejército, Fuerza Aérea y Armada. Si bien pueden participar en acciones civiles a favor de la seguridad pública, en situaciones que no se requiera suspender las garantías, ello debe obedecer a la solicitud expresa de las autoridades civiles que deberán estar sujetos con estricto acatamiento a la Constitución y a las leyes. Del estudio relacionado de los artículos 16, 29, 89, fracción VI, y 129 de la Constitución, así como de los antecedentes de este último dispositivo, se deduce que al utilizarse la expresión “disciplina militar” no se pretendió determinar que las fuerzas militares solo pudieran actuar, en tiempos de paz, dentro de sus cuarteles y en tiempos de guerra, perturbación grave de la paz pública o de cualquier situación que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto, fuera de ellos, realizando acciones para superar la situación de emergencia en los términos de la ley que al efecto emita. Es constitucionalmente posible que el Ejército, Fuerza Aérea y Armada en tiempos que no se haya decretado suspensión de garantías, puedan actuar en apoyo de las autoridades civiles en tareas diversas de la seguridad pública. Pero ello, de ningún modo pueden hacerlo “por sí y ante sí”, sino que es imprescindible que lo realicen a solicitud expresa, fundada y motivada, de las autoridades civiles y de que en sus labores de apoyo se encuentren subordinadas a ellas y, de modo fundamental, al orden jurídico previsto en la Constitución, en las leyes que de ella emanen y en los Tratados que estén de acuerdo con la misma, atento a lo previsto en su artículo 133...”. -Fuente: Semanario Judicial y su Gaceta Novena época; Instancia: Pleno; Tomo XI, abril de 2000; Tesis P.J./36/2000; página 552. Votado por unanimidad-.

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La ampliación de responsabilidades de las Fuerzas Armadas, sobre todo en las tareas de apoyo en materia de seguridad pública, con el paso de los años ha conducido a que las aisladas fricciones con la opinión pública, algunos gobiernos locales, particulares, organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales, produzcan reflexiones en torno a la pertinencia de su participación.

Sin embargo, el desarrollo de los ilícitos relacionados con el narcotráfico y la serie de actividades que le rodean, como son el contrabando de armas, tráfico de personas, el secuestro, la falsificación de documentos, la extorsión y desde luego, el blanqueo de dinero, condujeron a que el problema fuera tratado y resuelto, además del ámbito policiaco y jurídico, se contó con la activa e intensa participación de las Fuerzas Armadas en la confrontación física a los grupos delictivos. Así, la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió emitir las tesis jurisprudenciales que alcanzaron el rango de interpretación constitucional, quedando hasta fines de la administración federal 2006-2012, como el principal referente jurídico que contempla con toda precisión la vital relevancia de la concurrencia de las Fuerzas Armadas en auxilio de la autoridad y población civiles en tareas de seguridad pública, dado que el crimen organizado y las bandas de narcotraficantes, son un factor que propician una grave alteración de la paz pública y ponen, por tanto en entredicho, la viabilidad del estado de derecho y la convivencia social.

D. La perspectiva histórica de la Seguridad Interior y las bases para un Política de Defensa Nacional mexicana

Pocos han sido los términos y conceptos constitucionales que han disfrutado de tanta longevidad intacta. Desde 1824 hasta 2004, fueron necesarios 187 años para discutir y analizar a fondo el término de Seguridad Interior. También, aunque no por tanto tiempo, como consecuencia directa y a la vez acumulada de desafíos al desarrollo de México, se ha iniciado la formulación de la Política de Defensa Nacional, que vaya más allá de los entendidos y referentes usuales de la misma Constitución y leyes secundarias.

Comenzando por el artículo 16 del Acta Constitutiva de la Federación Mexicana, fechado en la Ciudad de México, el 31 de enero de 1824, en cuanto a facultades y responsabilidades del Presidente de la República: “…VI. Disponer de la fuerza permanente de mar y tierra, y de la milicia activa para la defensa exterior, y seguridad interior de la Federación...”. El texto se repite en el artículo 110 de la Constitución, sancionada el 4 de octubre del mismo año. Pero ahora en

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la fracción X: “...Disponer de la fuerza armada permanente de mar y tierra, y de la milicia activa, para la seguridad interior y defensa exterior de la Federación...”.

En la Constitución de 1836, de Las Siete Leyes, el artículo 17 de la Cuarta Ley, establece, también dentro de las responsabilidades del Presidente de la República: XVII “...Disponer de la fuerza armada de mar y tierra, para la seguridad interior y defensa exterior. Idéntico texto en la Constitución del 5 de febrero de 1857, pero que agrega en la parte final…” defensa exterior de la Federación artículo 5, fracción VI.

Es relevante hacer una referencia a lo expuesto por el entonces Ministro y Secretario del Despacho de Gobernación, Benito Juárez García, a unos meses de que se hubiera promulgado la Constitución de 1857. Se puede apreciar la vinculación directa, estrecha y unívoca de la conservación de la paz, tranquilidad y orden interior, como responsabilidades del Presidente de la República y que su recurso eficaz y directo, será la disposición y aplicación de la Fuerza Armada permanente.

Esto, por lo que corresponde a lo señalado en la trayectoria del Sistema Jurídico y Constitucional. En lo que hace a la situación política, vale apuntar algunos datos históricos también, que permiten reflexionar en torno a la inclusión de la “Seguridad Interior” como soporte principal de otros conceptos no menos relevantes, como el de Defensa Nacional.

Del 23 de diciembre de 1829 al 1 de enero de 1830, hubo tres Presidentes. Pedro Vélez, Lucas Alamán y Luis Quintanar. Pero hay más. En 1833, tendrá nuestro país nueve administraciones presidenciales, concentradas en tres personajes, de los cuales dos se turnarán cuatro veces cada uno la Presidencia. En orden cronológico Manuel Gómez Pedraza, Valentín Gómez Farías, Antonio López de Santa Anna, Gómez Farías, López de Santa Anna, Gómez Farías, López de Santa Anna, Gómez Farías, y por fin, López de Santa Anna.

Considerando el caótico inicio de nuestra vida independiente, ya desde la primera Constitución, se observaba que la ausencia de cooperación, de articulación y respeto a la ley y la autoridad, que se significarían como algunos de los principales problemas de la nueva nación. Todo este ambiente caótico tendría su fatal cita con la historia y con muy graves consecuencias, en la guerra de intervención de los Estados Unidos de América en 1846-1848.

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Tan sólo nueve años después de concluida la invasión y consumado el despojo de la mitad del territorio nacional, le siguió una nueva guerra, de los Tres Años, seguida de una nueva invasión y el intento de instauración de un Segundo Imperio. La Seguridad Interior, sin duda, seguía siendo un problema no de bandoleros o de paz pública, sino de interminables conflictos regionales y permanentes disputas por la conducción de la nación al margen de la ley, la mayor parte de las veces.

Desde entonces, la Seguridad Interior, como concepto plasmado en las sucesivas Constituciones, no ha tenido ni la atención ni el análisis de otros tan importantes como democracia, educación y desarrollo. Y esto tiene hasta cierto punto una explicación: como depende directa y exclusivamente del Presidente de la República en turno, su aplicación se circunscribe al mismo Poder Ejecutivo.

Ahora, por lo que hace a la Constitución de 1917, en el Diario de Debates, se consigna que en las sesiones del día 18 de enero de ese año, en la tarde y la noche, fueron para discutir y votar lo referente, entre otros artículos, el 89, que se refiere como ya se apuntó, a las facultades y obligaciones de Presidente de la República. Es importante recordar que la fracción VI, una literal transcripción de la de 1857, incluyendo el numeral.

Si consideramos, que los antecedentes eran orden interior, tranquilidad interior y desde luego Seguridad Interior, en todos los casos, asumidos como responsabilidad directa del Ejecutivo al mando de la Fuerza Armada Permanente, la asociación entre Seguridad Interior y el recurso de la aplicación de la fuerza del Estado para conservar la paz interna, será constante en los textos Constitucionales.

En la consulta y análisis de la obra de destacados Constitucionalistas, Ignacio Burgoa, en su texto de Derecho Constitucional, señala que dentro de las responsabilidades del Presidente de la República, está la de preservar y hacer valer la viabilidad del Estado ante situaciones de graves trastornos internos, en clara alusión al concepto de Seguridad Interior. El ex presidente Miguel de la Madrid (1982-1988) en su libro, El Ejercicio de las Facultades Presidenciales, en el capítulo dedicado a la relación entre el Presidente de la República y las Fuerzas Armadas, anota, que preservar el orden público, -sobre todo al hacer alusión a situaciones como los terremotos de septiembre de 1985 en la Ciudad de México y al movimiento estudiantil en la UNAM de 1987-, la atención dedicada por su

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gobierno a que dichos acontecimientos no rebasaran el marco legal e institucional para involucionar en problemas de alteración grave del orden público, es una importante conclusión.

Tanto en el caso de Burgoa como del ex Presidente De la Madrid, ni se menciona ni se refiere con precisión a la Seguridad Interior. De nueva cuenta se le asocia al orden púbico y los trastornos internos. Es decir, temas de estricta correspondencia con la seguridad pública o bien, conectados con los movimientos sociales de protesta.

Este es un punto a destacar y considerar, pues en la Minuta de la Ley de Seguridad Nacional que se encuentra en la Cámara de Diputados, la Seguridad Interior, merece todo un apartado. En el artículo 3, fracción III, se precisa qué se entiende por Seguridad Interior: “La condición de estabilidad interna y permanencia del Estado mexicano que permite a la población su constante mejoramiento y desarrollo económico, social y cultural; y cuya garantía es una función que está a cargo de los tres órdenes de gobierno, con la concurrencia de los sectores social y privado”. El Título Séptimo, denominado Seguridad Interior, es hasta fines de la administración 2006-2012, el intento más elaborado para abordar un concepto casi intocado.

La larga historia nacional ilustrada por planes levantiscos, asonadas, insurrecciones, conspiraciones, intentos separatistas, cacicazgos, sublevaciones, hizo que la Seguridad Interior dependiera más de los conflictos gestados desde las disputas propias por el poder, que los de por sí permanentes peligros externos. Las intromisiones extranjeras tuvieron éxito por el claro divisionismo, personalismo, apetitos coyunturales y sobre todo, por la falta de patriotismo en el momento de decidir entre la fama y la historia. Por eso la Fuerza Armada Permanente tuvo -desde el inicio de la vida independiente del país-, que atender de forma constante la cohesión territorial, marítima, institucional, cultural y social de México.

E. La seguridad pública como asunto de Seguridad Interior

Conforme las condiciones de incertidumbre generalizada afectan a la libertad de tránsito y en el más grave de los escenarios, a la libertad de expresión, es lógico que las actividades productivas y el ambiente de tranquilidad también se vean dañadas. El crimen organizado y el narcotráfico, en sus violentas reacciones

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para recuperar la reducción de sus ganancias como consecuencia de la intensa actividad de las Fuerzas Federales, propician que se extienda en el tiempo un ambiente de incertidumbre.

Además de las causas generadas por la disfunción de los sistemas social y político, debe considerarse la inconsistencia de las corporaciones policiacas locales, ante lo cual la población en general, queda en una situación de auténtica vulnerabilidad. Por supuesto que también las autoridades locales, sin embargo, las consecuencias de desánimo, miedo, impotencia entre otros negativos sentimientos y percepciones, concluyen en una abierta exigencia para que las Fuerzas Armadas actúen con los recursos que el Estado y las leyes les confieren, en este caso, restablecer el orden interno.

Es indiscutible, que ni para las Fuerzas Armadas de México y para ningún otro caso, la conservación de seguridad pública es una misión principal. Lo que sí es en cambio una tarea esencial, es evitar que los trastornos derivados de una incontenible ola criminal violenta, afecten de manera irremediable la confianza en las autoridades, instituciones y leyes, para con eso, llevar a una severa crisis de legitimidad. Por ello, en Brasil, Alemania o los Estados Unidos de América, en años recientes, se han incorporado a las Fuerzas Armadas en la prevención de actos domésticos que afecten la sana convivencia creativa y productiva de las sociedades.

Así, cualquier situación o circunstancia derivados de las prácticas del crimen organizado, -que en su involución deteriore el clima de paz social-, será considerado como un antagonismo para el Estado, el gobierno y la sociedad, por lo que la concurrencia de las Fuerzas Armadas, bajo el comando de la autoridad civil y a petición de la sociedad, es que deben intervenir con rigor, contundencia y con irrestricto apego a las leyes para someter a los criminales y presentarlos ante la autoridad, en tareas de apoyo momentáneo a la conservación y/o recuperación de la seguridad pública.

Esa relación indisoluble entre las leyes y la aplicación de la fuerza del Estado para contener, en este caso al crimen organizado, significa el recurso fundamental para fortalecer y aún ampliar las capacidades de la democracia, pues una vez encontradas las causas generadoras del negativo ambiente que da paso a las prácticas criminales, corregir desde la base, conduce a una hipotética mejor sociedad y por tanto, más justa. Así, aunque en condiciones dramáticas, se trata de una posibilidad de transformación para conformar una plataforma sólida hacia el desarrollo.

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Capítulo VEl esfuerzo y contribución del Ejército

y Fuerza Aérea Mexicanos en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico

A. Breves antecedentes históricos en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico

La abundante bibliografía al respecto, ha crecido en los últimos años. Tanto por la aplicación de los recursos tecnológicos para la recuperación de archivos, testimonios y documentos en general, así como por la diversificación de grupos de estudio, seminarios, diplomados e incluso carreras y posgrados en instituciones públicas y privadas de educación superior, enfocados a los temas específicos sobre las Fuerzas Armadas y aspectos afines, como la seguridad pública, sistemas penitenciarios, administración de la justicia, terrorismo, política internacional entre muchos otros.

Durante el período de consolidación institucional del Estado Postrevolucionario Mexicano, las Fuerzas Armadas, tuvieron desde entonces y por mandato constitucional, un conjunto de responsabilidades que estaban directamente relacionadas con la protección a la población, a la defensa de la soberanía y el tutelaje de los intereses nacionales. De 1920 hasta 1950, de forma general, esas misiones se vieron inalteradas en su esencia. Desde luego, que en un ambiente donde dos Guerras Mundiales y una compleja agenda internacional -en donde las guerras de liberación ocupaban la mayor parte de los debates-, la centralidad del Estado como protagonista principal, hasta cierto punto, estabilizaba los procesos de negociación.

México se encontraba en esa tendencia. Empero, de manera esporádica, personal del Ejército Mexicano, participaba en la destrucción de enervantes, marihuana y amapola, en los estados de Sonora y Sinaloa. Las condiciones climáticas, la difícil accesibilidad a las zonas montañosas, así como el gradual aumento de consumidores en los Estados Unidos de América y sus estados colindantes con nuestro país, hacían atractiva la producción. Esa lógica permaneció hasta 1966, cuando la Procuraduría General de la República y la Secretaría de la

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Defensa Nacional, articularon un frente común en todo el país. A dicha operación se le llamó Plan Canador. El objetivo central para la Secretaría de la Defensa Nacional, era la erradicación de cultivos ilícitos.

En 1976, las mismas dos dependencias del Poder Ejecutivo, desplegaron la operación pionera, Fuerza de Tarea Cóndor. La zona de acción fue la triple colindancia entre los estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango. De nueva cuenta, la erradicación de los cultivos de marihuana y amapola fueron el objetivo principal. Hacia 1987, poco más de una década después, la misma operación cambió de nombre a Fuerza de Tarea Marte. Aplicándose también en los mismos tres estados. Sin embargo, el constante crecimiento del consumo de drogas en los Estados Unidos de América, de nueva cuenta, hacia muy atractivo el negocio ilícito del narcotráfico. Nuevas rutas, nuevos grupos delictivos, nuevas formas de producir y transportar los estupefacientes, exigió una mayor implicación del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos.

A partir de 1996, el combate al narcotráfico, quedó bajo la responsabilidad de los mandos de cada Región Militar, con el nombre de Fuerza de Tarea Azteca; ahora a la erradicación, se sumó la intercepción en los ámbitos terrestre, aéreo y anfibio. No quedaba duda, de que el narcotráfico se había convertido para ese entonces, en un serio antagonismo del Estado Mexicano, además de infringir un grave daño a la calidad de la convivencia social; en cuanto al mercado de los Estados Unidos de América, seguía su imparable crecimiento, estimulado por el insólito incremento en el consumo de cocaína procedente de los países andinos y que utilizaban en forma casi exclusiva, la geografía nacional.

Durante los subsecuentes gobiernos federales, el Ejército y la Fuerza Aérea, mantuvieron una sistemática labor de lucha contra la expresión delictiva del narcotráfico. Dadas las características originales en cuanto a lo remoto de las zonas de producción, requerían de la intensa participación de la Fuerza Aérea. La presencia de los grupos delictivos, aunado a un creciente y lucrativo mercado, terminó por extender el radio de acción en cuanto a la producción de estupefacientes. De manera gradual, el crimen organizado fue introduciéndose en las zonas urbanas a la vez que amplió la base de consumidores. Ante esa nociva tendencia, las Fuerzas Armadas en general, debieron también, en apego a las instrucciones del Mando Supremo, ampliar sus capacidades para hacerle frente a una de las expresiones más importantes de desestabilización mundial y regional, como son el crimen organizado y el narcotráfico.

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Con el inicio de la administración 2006-2012, la Secretaría de la Defensa Nacional, siguiendo las directrices del Plan Nacional de Desarrollo y las instrucciones precisas del Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, se dio a la tarea de cumplir la Estrategia y Directiva de Combate al Narcotráfico. La diferencia muy importante con anteriores lineamientos del Poder Ejecutivo en turno, fue la permanente, intensa y extensa participación en la lucha contra el crimen organizado, en respuesta a las peticiones expresas de las autoridades civiles locales, previa autorización del Comandante Supremo. Además de la erradicación e intercepción, se adicionaron las tareas de vigilancia, disuasión y confrontación a la delincuencia en cualquiera de sus negativas expresiones.

El constante aumento en cuanto a su capacidad económica ilegal, la disposición en el mercado de las armas de calibres potentes y diversos, la adquisición de tecnología para la telecomunicación, así como las facilidades que permiten los medios digitales para la circulación de datos, voz e imagen, hicieron del crimen organizado, un auténtico desafío para el Estado, la sociedad y la democracia mexicanos, pero también, con sus variantes en diversas partes del mundo, incluyó notablemente al Continente Americano.

B. Atención a los requerimientos de la autoridad civil para la presencia del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos en el combate contra el crimen organizado

La evidencia en la disfunción en la seguridad pública local, desde luego que no responde sólo a factores o antecedentes inmediatos; ha sido una larga acumulación de omisiones y carencia de valores por parte de funcionarios y en no menor proporción del deterioro en el funcionamiento y puesta en práctica de los principios ciudadanos. A ese panorama, hay que adicionar la muy relevante influencia de los medios masivos y digitales de comunicación, los cuales en su mayor proporción, también afectan de forma negativa la percepción de amplios segmentos de la sociedad respecto de las condiciones apropiadas para mantener y reforzar un ambiente de convivencia y respeto al entorno.

Al momento de finalizar la administración 2006-2012, son dos los ámbitos de mayor concurrencia por parte del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. La primera y más conocida, por la noble labor de apoyo que significa, el Plan DN-III-E. La segunda, corresponde a las instrucciones del Mando Supremo para atender de forma directa e inmediata, la solicitudes de auxilio de parte de

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autoridades locales, sean estatales o municipales, pero que ante la virulencia de los grupos criminales y la debilidad estructural de las corporaciones policiales, la actuación militar se vuelve determinante para recuperar y luego estabilizar, el ambiente de paz social.

En las mediciones de los índices delictivos que se realizan en las zonas geográficas expuestas a las condiciones y expresiones de la inseguridad pública, local y federal, se ha observado una serie de evidencias, que no obstante los esfuerzos de coordinación y la gran cantidad de recursos dinerarios y de insumos dedicados, aún hay un tramo largo por recorrer. Por ejemplo, en 2008, el estimado de ganancias del crimen organizado en cuanto a bandas de narcotráfico, fue del 59% superior con referencia a 2007. Por cuanto a las tasas de homicidios dolosos relacionados con la violencia criminal, se han observado disminuciones como la de 2011 respecto de 2010, que fue del 11%. Los anteriores indicadores, parten de una cierta incidencia en las zonas del país en donde se producen, comercializan y consumen las drogas de diversas procedencias -sintéticas, procesadas como la cocaína, cultivadas como la marihuana-.

Conforme a sólida información obtenida, las entidades que reflejan un mayor crecimiento en los índices delictivos asociados al narcotráfico son: Chihuahua; Coahuila; Durango; Estado de México; Guerrero; Jalisco; Michoacán; Morelos; Nuevo León; Sinaloa; Tamaulipas; Veracruz y Zacatecas. En éstas, hay algunos aspectos a considerar como “denominadores comunes” o “tendencias generales”. Destacan la orientación geográfica centro-norte; también se trata de regiones y zonas bien comunicadas vía terrestre; son entidades con importantes obras de infraestructura -hidroeléctrica, petroquímica, carretera- y que concentran amplias zonas urbanas; han involucionado en cuanto al incremento en el consumo de drogas; circulación y utilización de dinero sucio y, una notable debilidad de las corporaciones policiales municipales.

Otro elemento a considerar, en los casos de las entidades referidas, es la concurrencia de los procesos electorales locales con los federales de julio de 2012. Además del caso de Michoacán con elecciones extraordinarias para la elección del Presidente Municipal de la capital, se suman los estados de: México, Guerrero, Jalisco, San Luis Potosí, Morelos, Nuevo León, por lo que en cuanto al relevo de autoridades locales, los grupos delictivos pueden aprovechar el período de transición institucional para ampliar mediante la violencia y la extorsión, sus círculos de impunidad. Las nuevas administraciones locales, sean municipales o

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estatales, reclaman aún antes de asumir sus funciones, la presencia de las Fuerzas Armadas, de manera destacada del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos.

A este escenario, debe sumarse el programa permanente de tres Operaciones de Alto Impacto que la Secretaría de la Defensa Nacional aplica anualmente, de manera permanente en las entidades de la vertiente del Océano Pacífico, donde se localizan las principales zonas productoras de enervantes. Así, de forma directa, la relación con las autoridades de los gobiernos locales, ha ido alcanzando mayores niveles de coordinación; la profundización en las relaciones entre civiles y militares, se amplían y fortalecen en tanto se requiere de una constante cooperación para confrontar el problema delictivo en general.

Municipios como San Fernando y Matamoros, en Tamaulipas, evidencian la capacidad corruptora y de violencia del crimen organizado, al haber propiciado la renuncia, remoción o deserción en la totalidad de la policía municipal para ser sustituida por elementos de la Policía Militar. Dado que esa atípica situación no puede ni debe en forma alguna prolongarse, y a pesar de las solicitudes de las mismas comunidades para que el personal militar permanezca, ello va en detrimento de la autoridad civil local y desde luego, del conjunto de instituciones encargadas de la prevención y sanción del delito.

Otro caso muy importante, es el de Ciudad Juárez, en donde los resultados en el abatimiento de los índices de violencia, han puesto en claro que la coordinación entre oficinas de gobierno y programas específicos, logran contener y aún, modificar la dinámica de una sociedad determinada. Todos somos Juárez, ha significado uno de los principales retos y logros de la administración federal. La aplicación de medidas para recuperar espacios públicos, organizar prácticas sociales sanas, junto con la constante depuración de la policía municipal, permitieron demostrar lo sustancial y positivo de la complementación en asunción de la responsabilidad de cada uno de los actores e instituciones concurrentes a esa ciudad fronteriza.

C. Contribución del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos al Esfuerzo Nacional. Las acciones y recursos aplicados

Además de las tres Operaciones permanentes de Alto Impacto en las entidades de la vertiente del Pacífico, también hay desplegada una amplia red de Puestos Militares de Seguridad, cuya finalidad es la de detectar la circulación de drogas y armas en el país. Mediante actividades terrestres,

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aéreas y anfibias. Estos Puestos Militares de Seguridad al mismo tiempo, han servido de invaluable apoyo desmantelando redes de traficantes de personas, así como de traficantes de flora y fauna, entre otros delitos. La polémica desatada respecto de la legalidad o no que representan estos Puestos Militares de Seguridad, se ha ido desvaneciendo, primero, porque se trata de acciones cuya finalidad es restablecer el Orden Interno y garantizar la Seguridad Interior, una de las principales misiones de las Fuerzas Armadas encomendadas desde la Constitución. Segundo, por la evidente utilidad que han demostrado en los objetivos trazados. Además de ofrecer condiciones de seguridad a los millones de usuarios de las mismas carreteras.

Son 160 Puestos Militares de Seguridad, de los cuales 14 son de carácter estratégicos móviles, 12 estratégicos fijos, 126 regionales móviles y 8 conjuntos -SDN PF-. Para mantener un alto nivel de eficiencia, en los Puestos Militares de Seguridad, se utilizan aparatos que emiten rayos “gama” y “x”, que son operados manualmente, con lo que la intrusión a las personas y sus pertenencias es mínima. Las labores de detección, se ven reforzadas por binomios canófilos.

Ha habido errores lamentables en la conducta del personal militar, destacamentado en los Puestos Militares de Seguridad, sin embargo, en cada uno de los casos se ha procedido conforme a las leyes y cuando se ha comprobado la queja, se ha sancionado. Tal y como lo ha reconocido la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la Secretaría de la Defensa Nacional, ha atendido todas y sin excepción alguna, las Recomendaciones hechas por ese organismo.

Respecto de las funciones de cada uno de los tipos de Puestos Militares de Seguridad, se pueden resumir así: los fijos, se encuentran instalados en puntos críticos y cuentan con un soporte tecnológico de primer nivel para la detección de drogas, armas y otras mercancías ilegales. Los de tipo estratégico móvil, además de la naturaleza de su denominación, se caracterizan por incluir el apoyo de perros entrenados para aumentar la efectividad de las revisiones. Los de carácter regional complementan las actividades de los Puestos Militares de Seguridad fijos y móviles, así como a los de carácter conjunto que operan en coordinación con la Policía Federal.

Respecto al ámbito anfibio, hay 5 Grupos de Fuerzas Especiales que están dotados de embarcaciones rápidas y con equipos de navegación satelital, su despliegue está orientado a cubrir áreas estratégicas utilizadas por la delincuencia organizada.

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En lo que hace a la Fuerza Aérea, ésta dispone de plataformas de vigilancia y detección aérea con aviones tipo Embraer, C-26, Schweizer, aviones no tripulados para la vigilancia terrestre y radares de diversos tipos y alcances.

Todo lo anterior y aunque ya se ha mencionado, debe ser enmarcado en la larga lista de responsabilidades que tienen las Fuerzas Armadas. Sobre todo en lo concerniente a las labores profesionales del servicio de las armas y a la conservación de la Seguridad Interior y Seguridad Nacional. Por ejemplo, el resguardo de las instalaciones estratégicas y en su momento, el auxilio a la población en situaciones de desastre y sobre todo, la permanente preparación para garantizar la defensa de la soberanía.

D. Resultados de las actividades de erradicación e intercepción de drogas y armas

La medición de estos indicadores tiene una serie de variantes internacionales, sobre todo en lo que respecta en la venta al menudeo y en cuanto a las armas, su procedencia -manufactura- y líneas de distribución. Lo anterior, sumado a los precios de las mercancías ilegales respecto a las cotizaciones de las monedas locales frente al dólar o en su caso, al euro. El precio de cualquier producto ilegal, sea cual fuere su naturaleza, depende en muy buena parte, de la colusión o corrupción en la cadena de autoridades para que dichas mercancías puedan ser adquiridas con relativa normalidad.

A continuación se presentan algunos de los resultados más sobresalientes de las actividades del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos en contra de las actividades del narcotráfico.

La Secretaria de la Defensa Nacional en la lucha permanente contra el narcotráfico y la aplicación de la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, del 1/o. de diciembre de 2006 al 15 de octubre de 2012, en las actividades de erradicación, intercepción y contra la delincuencia organizada obtuvo los resultados siguientes:

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Erradicación.

RUBRO: CANTIDAD:Plantíos de mariguana destruida

682, 589

Has. de mariguana destruida 96, 472Plantíos de amapola destruida 480, 196Has. de amapola destruida 83, 088Secaderos destruidos 19, 051

Destacando la localización y destrucción de los siguientes plantíos de grandes dimensiones:

• 21, 22, 25, 26, 27, y 28 de marzo, así como el 1, 3 y 7 de mayo de 2007, 26 plantíos de mariguana con una superficie total de 268 hectáreas en el municipio de Cruz de Elota, Sinaloa.

• 27 de enero de 2008, un plantío de mariguana con una superficie total de 7.45 hectáreas en el municipio de Sinaloa de Leyva, Sinaloa.

• 14 de agosto de 2008, tres plantíos de mariguana con una superficie total de 18 hectáreas en el municipio de Parácuaro, Michoacán.

• 7 de abril de 2009, dos plantíos de mariguana con una superficie total de 12.05 hectáreas en el municipio de Jiménez, Chihuahua.

• 9 de abril de 2009, un plantío de mariguana con una superficie total de 11.4 hectáreas en el municipio de El Fuerte, Sinaloa.

• 17 de abril de 2009, cinco plantíos de mariguana con una superficie total de 12.05 hectáreas en el municipio de Salvador Alvarado, Sinaloa.

• 8 de mayo de 2009, dos plantíos de mariguana (cubierta con malla sombra) con una superficie total de 44 hectáreas en el municipio de la Angostura, Sinaloa.

• 5 y 6 de octubre de 2010, cuatro plantíos de mariguana con una superficie total de 39.5 hectáreas en el municipio de Villa Coronado, Chihuahua.

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• 12 de julio de 2011, un plantío de mariguana -cubierta con malla sombra- con una superficie total de 120 hectáreas, en el municipio de Ensenada, Baja California, siendo hasta la fecha la destrucción históricamente más relevante.

• 23 de julio y 2 de agosto de 2011, 35 plantíos de mariguana con una superficie total de 78 hectáreas en el municipio de Santa María del Oro, Durango

• 27 de julio de 2011, tres plantíos de mariguana con una superficie total de 35 hectáreas en el municipio de Santiago Papasquiaro, Durango.

• 17 de febrero de 2012, 2 plantíos de mariguana con una superficie total de 5 hectáreas en el municipio de Compostela, Nayarit -Área no tradicional en el cultivo de enervantes-.

• 2 de abril de 2012, 5 plantíos de mariguana con una superficie total de 3.5 hectáreas en el municipio de Coatepec Harinas, Estado de México, -Área no tradicional en el cultivo de enervantes-.

• 4 de mayo de 2012, 9 plantíos de mariguana con una superficie total de 8,582 m² -0.85 Has.- en el área de San Andrés Larráizar, Chiapas. -Zona de influencia del EZLN-.

• 15 de junio de 2012, 2 plantíos de mariguana con una superficie total de 5.2 hectáreas en el municipio de Villa Coronado, Chihuahua., -Área no tradicional en el cultivo de enervantes-.

• 15 de junio de 2012, 1 plantío de mariguana con una superficie total de 3.5 hectáreas en el municipio de Ensenada, Baja California, -Área no tradicional en el cultivo de enervantes-.

• 13 de agosto de 2012, 2 plantíos de mariguana con una superficie total de 2.8 hectáreas en el municipio de Cucurpe, Sonora.

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Intercepción y contra la delincuencia organizada

Rubro: Cantidad:Kgs. de mariguana asegurada 10’ 006, 190Kgs. de semilla de mariguana asegurada 74, 301Kgs. de semilla de amapola asegurada 18, 203Kgs. de goma de opio asegurados 5, 021Kgs. de cocaína asegurada 37, 128Kgs./Lts. de heroína asegurada 4, 635Kgs. de metanfetamina -cristal- asegurada 75, 379Pastillas psicotrópicas aseguradas 13’ 578, 890Personas detenidas 50, 141Aeronaves aseguradas 538Vehículos terrestres asegurados 51, 922Embarcaciones aseguradas 224Armas largas aseguradas 74, 488Armas cortas aseguradas 49, 295Cartuchos asegurados 12’ 751, 283Granadas aseguradas 10, 262Pistas de aterrizaje clandestinas destruidas 3, 867Laboratorios destruidos 845Moneda nacional asegurada $ 356’ 280, 887Dólares estadounidenses asegurados 177’ 907, 651

Como parte de estas acciones, durante la presente administración en nuestro país sobresalen los aseguramientos y localización de laboratorios clandestinos para la elaboración de drogas sintéticas siguientes:

Aseguramientos relevantes:

• 5 de octubre de 2007, en el municipio de Altamira, Tamaulipas, se aseguraron 11’ 798.497 kilogramos de cocaína.

• 14 de septiembre de 2008, en el municipio de Culiacán, Sinaloa, se aseguraron 29’ 011,321.00 dólares americanos.

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• 6 de noviembre de 2008, en el municipio de Reynosa, Tamaulipas, se aseguraron 424 armas, dos lanzagranadas, 293 granadas y 912,194 cartuchos.

• 22 de septiembre de 2009, en el municipio de Monterrey, Nuevo León, se aseguraron 28’ 710,990 de pesos.

• 28 de abril de 2010, en el municipio de Manzanillo, Colima, se aseguraron 3, 645 kilogramos de efedrina.

• 17 de octubre de 2010, en la Ciudad de Tijuana y Playas de Rosarito, B.C., como resultado de una operación conjunta con las Policías Estatal Preventiva y Municipal de Tijuana, B.C., se logró el aseguramiento de 134, 240 kilogramos de mariguana empaquetada.

• 20 de enero de 2011, en Chilpancingo, Guerrero, se aseguraron 245 kilogramos de goma de opio.

• 23 de julio de 2011, en Santa María del Oro, Durango, se aseguraron 50 mil kilogramos de mariguana en greña.

• 6 de agosto de 2011, en el municipio de Badiraguato, Sinaloa, se aseguraron 221.4 kilogramos, de heroína.

• 24 de mayo de 2012, en Minatitlán, Veracruz, se aseguraron 1’370,700 litros de petróleo crudo y 157,000 litros de diesel.

Laboratorios clandestinos

• 18 de julio de 2011, en la Ciudad de Querétaro, Querétaro, se aseguraron 400,100 litros y 343,775 kilogramos de sustancias químicas.

• 1 de febrero de 2012, en Coyuca de Catalán, Guerrero, se aseguraron 3,640 litros de heroína.

• 7 de febrero de 2012, en el municipio de Tlajomulco de Zuñiga, Jalisco se aseguraron 14,950 kilogramos de metanfetamina.

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Equivalencia aproximada en pérdidas económicas al narcotráfico e impedimento para el suministro de dosis.

La venta de las dosis implica consumo y por tanto, daños a la salud y fracturas en familias y esclavitud para los adictos. Por eso también una adecuada interpretación, tiene que ver que el resguardo a la integridad de la salud física y psicológica de miles de niños y jóvenes de nuestro país. El breve listado de acciones señalado, tiene una equivalencia en cuanto a afectaciones en las ganancias de los grupos delictivos. Con el mismo arco cronológico del 1 de diciembre de 2006 al 15 de octubre de 2012, la erradicación de 96 mil, 472 hectáreas de marihuana, significa una merma de más de 119 mil, 581 millones de pesos con lo que se impidió la producción de 57 mil, 883 millones de dosis. Mientras tanto, la destrucción de 83 mil, 88 hectáreas de amapola representaron una pérdida de más de 37 mil, 548 millones de pesos y se evitó la producción de más de 1 mil, 661 millones de dosis, lo que se tradujo en 157 mil, 129 millones de pesos menos en las ganancias de la delincuencia organizada.

Por lo que corresponde al valor en el mercado ilegal de las drogas y los enervantes, la intercepción efectuada por personal del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos, implicó que de los 10 millones 6 mil, 190 kilogramos de marihuana asegurada a lo largo del periodo señalado, para los narcotraficantes significó una pérdida de más de 10 mil 318 millones de pesos y se frenó la producción de 5 mil, 3 millones de dosis.

En cuanto a la intercepción de cocaína, la cantidad de kilogramos ascendió a 37 mil 128. Lo que se tradujo en precios del mercado de las drogas en más de 5 mil, 975 millones de pesos que no llegaron a los activos de los delincuentes y a la vez, se impidió la venta de más de 112 millones de dosis.

Las acciones de intercepción, lograron también asegurar 5 mil 21 kilogramos de goma de opio, lo que generó una disminución en las ganancias delictivas por más de 131 millones de pesos y también la imposibilidad de vender más de 5 millones de dosis.

Por cuanto hace a la heroína asegurada, la cantidad ascendió a 4 mil 635 kilogramos/litros, lo que significó más de 2 mil 92 millones de pesos menos para las bandas de narcotraficantes y la destrucción de más de 92 millones de dosis.

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Finalmente, pero no menos importante, se interceptaron 75 mil 379 kilogramos de metanfetamina, traduciéndose en pérdidas por más de 10 mil 710 millones de pesos y logrando así, que más de 75 millones de dosis no llegaran a manos de los consumidores.

La suma en cuanto a pérdidas económicas y destrucción de dosis, da una idea precisa, de la aportación de la Secretaría de la Defensa Nacional, del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos al Esfuerzo Nacional en la lucha contra el narcotráfico. Un aproximado de 29 mil 226 millones de pesos no pudieron traducirse en dinero para seguir aniquilando el futuro de miles y miles de niños y jóvenes mexicanos.

El volumen afectado de dinero ilegal, para dar una idea, es casi el doble del presupuesto del Instituto Federal Electoral en 2012, que fue de 15 mil 953 millones de pesos, que incluye salarios de todos los funcionarios electorales a nivel nacional, el presupuesto de todos los partidos políticos y el pago de su burocracia, y en general lo que corresponde a los gastos de las elecciones presidenciales y de renovación del Congreso de la Unión -501 cargos de elección popular-.

Respecto a la producción de las dosis, más de 5 mil 287 millones, no llegaron a envenenar a uno de los mejores recursos que tiene tanto México como cada país, que es su juventud.

Pero sí a las anteriores sumas, se consideran las de erradicación, tenemos que las pérdidas generales para los narcotraficantes son de 186 mil 395 millones de pesos; a la vez que se impidió la producción de más de 64 mil, 831 millones de dosis.

De este tamaño, -en cuanto a la desmedida codicia de dinero fácil y los muy negativos efectos sobre el sistema social- es el reto que tiene México, sus instituciones y la sociedad. La violencia, de alguna forma, puede ser vista como proporcional al apetito por tan grande cantidad de dinero, que se puede ganar en corto tiempo, pero que también, que por ser mal habido, de ninguna forma se puede disfrutar. Lo que mal empieza, mal acaba. No hay magia.

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Capítulo VILos Derechos Humanos en

la Secretaría de la Defensa Nacional

A. Acciones para fortalecer y transparentar el conocimiento y el respeto irrestricto a los Derechos Humanos

En el año 1999, se instauraron de forma regular los primeros cursos y conferencias para que el personal militar tuviera un claro y preciso conocimiento sobre la naturaleza de los Derechos Humanos. A partir de esa fecha, se han creado organismos, instrumentos normativos internos, firmado convenios de colaboración, publicaciones especiales, aplicación de cursos de educación continua. En la administración del Presidente Calderón Hinojosa, la Secretaría de la Defensa Nacional, ha ampliado y profundizado el compromiso del Ejército y Fuerza Aérea mediante el Programa de Promoción y Fortalecimiento de los Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, SDN 2012.

En lo que corresponde a la edición de material bibliográfico interno, el principal objetivo es el de ampliar y fundamentar la capacitación, formación y adiestramiento en Derechos Humanos de todo el personal. Sin excepción alguna, durante la carrera militar, se participa en diversas actividades relacionadas con esta parte fundamental del Derecho y de la democracia mexicanos. De los trabajos publicados, entre otros, destacan: Manual de Derechos Humanos. Esta obra consiste en una presentación didáctica de los principales referentes jurídicos que le dan a la materia de Derechos Humanos, el rango constitucional contemplado en el artículo 1/o. de la Carta Magna. También se publicó el Manual de Derecho Internacional Humanitario, que al igual que el anterior compila una serie de leyes y acuerdos de organismos multilaterales a los cuales México está incorporado y asume como propias los ordenamientos jurídicos de allí derivados.

Muy importante es la Guía Pedagógica para la impartición de la materia de Derecho Internacional Humanitario, pues se trata del principal recurso didáctico para que el personal militar en funciones de docencia, pueda reforzar de manera interna y permanente, el conocimiento del marco jurídico multilateral. Las

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Cartillas de Derechos Humanos y de Derecho Internacional Humanitario, se han convertido en un documento que todo el personal desplegado en operaciones debe portar consigo conforme a las diversas directivas emitidas por el Alto Mando, así como tenerlas presente en cada una de las operaciones dirigidas a contener y someter al crimen organizado y a las bandas de narcotraficantes. Hay otras publicaciones como el Protocolo I Adicional a los Convenios de Ginebra, Tres Temas Básicos del Derecho Internacional Humanitario -La Corte Penal Internacional; El uso de las armas convencionales en caso de conflicto armado; y la injerencia con fines humanitarios en caso de conflictos internacionales-, obras también enfocadas a procurar que el conocimiento y respeto a los Derechos Humanos siga siendo una prioridad absoluta en la aportación del Ejército y Fuerza Aérea a la democracia del país.

Mención especial requiere la coordinación con otras instituciones. En este punto, el principal objetivo es el de impulsar la cultura de los Derechos Humanos y la Igualdad de Género, mediante el establecimiento de convenios que contemplan actividades como seminarios, talleres, conferencias, todas estas de carácter especializado. Entre las instituciones con las que la Secretaría de la Defensa Nacional mantiene una estrecha relación destacan: la Comisión Nacional de Derechos Humanos; el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas; el Instituto Nacional de las Mujeres; el Comité Internacional de la Cruz Roja; la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México; y desde luego con los organismos estatales protectores de los Derechos Humanos.

En cuanto a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, hay firmados dos convenios con la misma Secretaría de la Defensa Nacional. El de carácter general -2005- y el específico -2008-. El de naturaleza general se refiere a la promoción, investigación académica, capacitación y formación de capacitadores propios de las Defensa Nacional en materia de los Derechos Humanos. El específico alude a la actualización sobre la estructura de programas de estudio y gestión de la participación de juristas y académicos, tanto civiles como militares.

Por lo que hace a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México, el 17 de mayo de 2009 se firmó el Plan de trabajo, el cual incluye: capacitación para el personal militar en Derechos Humanos e Igualdad de Género; análisis de los indicadores de impacto; seguimiento de las recomendaciones internacionales y, el seguimiento a situaciones de atención en la materia de Derechos Humanos. El 7 de julio de 2011, derivado de este

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último tema, se amplió el Plan de Trabajo y se suscribió el Procedimiento para la realización de las actividades que faciliten el acceso a instalaciones militares. Como se observa, se trata de una notable coordinación entre la oficina de las Naciones Unidas y la Secretaría de la Defensa Nacional, con la finalidad de proporcionar certeza sobre el respeto irrestricto a los Derechos Humanos, como una prioridad para el Gobierno del Presidente Felipe Calderón Hinojosa, así como para el Instituto Armado.

Con estas, entre otras muchas acciones desarrolladas directamente en las instalaciones militares de todo el país, y en medio de la intensa y extensa actividad llevada a cabo por el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos en el combate al narcotráfico, la intención máxima de evitar abusos de autoridad en la aplicación de la fuerza por parte del personal militar, en procedimientos fuera de la legislación propia, no obstante, ha sido una permanente disposición de la misma Secretaría de la Defensa Nacional, mantener la mayor de las aperturas. La confianza de la sociedad es y será el principal patrimonio de cualquier Fuerza Armada en el mundo.

Retomando el Programa de Promoción y Fortalecimiento de los Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, mismo que se sustenta en el Programa Nacional de Derechos Humanos, 2008-2012, en la estrategia 2.4, en la línea de acción Prevención del Delito, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 29 de agosto de 2008. En él se destaca “…la prioridad uno en cuanto a Garantizar el respeto a los Derechos Humanos en el contexto de la participación de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el crimen organizado…”. Al quedar de forma explícita y de observancia irrestricta para las Fuerzas Armadas en su totalidad, denota la complejidad de lo que significa el enfrentar a personas sin escrúpulos, decididas a recurrir a las más violentas y crueles formas para la obtención de sus fines económicos ilícitos y, que en toda circunstancia, también tienen derechos y obligaciones.

Desde la perspectiva de la formación, el adoctrinamiento y el adiestramiento del personal militar, defender a la nación y al pueblo de los antagonismos, sea cual fuere su procedencia, en la situación que ha vivido México en los últimos años, reclama su acción decidida: los riesgos inminentes a la Seguridad Interior hicieron necesaria la orden del Presidente de la República para contener y someter a ese flagelo que en su actuar vulnera la paz social, el funcionamiento de las instituciones y pone en duda la certeza del futuro y el desarrollo del país.

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B. Postura de la Secretaría de la Defensa Nacional en los casos de violaciones a los Derechos Humanos

La tensión social acumulada en amplias zonas del país, ha terminado por afectar desde el sistema productivo hasta la calidad de las relaciones internacionales, de forma clara, a las del Continente Americano; la acción de las Fuerzas Armadas ha aumentado en forma proporcional al desafío que significa el poder destructivo del crimen organizado y del narcotráfico. Cada vez que se ha demostrado un caso de violación a los Derechos Humanos por parte de personal del Ejército y la Fuerza Aérea, el elemento infractor ha sido consignado y procesado ante las instancias judiciales militares. Sin excepción de la jerarquía, los jueces militares han tomado conocimiento y aplicado la ley para ejemplificar al resto de los integrantes del Instituto Armado, que no se toleran faltas al Código de Justicia Militar ni a la Constitución en esa ni en ninguna otra materia.

Ya sea por imprudencia o por decisión personal, los casos de militares violadores de Derechos Humanos es una ínfima parte respecto del universo de los que han cumplido y hecho bien su trabajo conforme con las misiones encomendadas. Hacia el final del sexenio 2006-2012, se han recibido en la Secretaría de la Defensa Nacional, un total de 7, 299 quejas. De ese total, a cateos ilegales, corresponden 2, 674; detención ilegal, 2, 550; ejercicio indebido de la función pública, 443; abuso de autoridad, 488; lesiones, 191; al derecho de petición, 134; y diversos, 185. De la suma de todas las quejas, 6, 217 están concluidas, lo que representa el 85.71%. En trámite se encuentran, 973, lo que significa el 12.80%. Así, concluyeron en recomendaciones específicas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos a la Secretaría de la Defensa Nacional, 109 quejas que representan el 1.48%; de esta reducida cifra, no obstante, se ha cumplido el 100% de las mismas recomendaciones por parte de ésta dependencia.

Referente al personal militar sujeto a investigaciones en proceso y juicios concluidos -a octubre de 2012-, se observa que hay 25 Jefes; 72 oficiales y 257 elementos de tropa. De éste total, están indiciados 182; procesados, 109; sentenciados, 38; absueltos, 8; prófugos, 17. En total son 354 elementos, de un promedio de 45 mil efectivos militares que todos los días desde el inicio del sexenio hasta el último día de la administración han estado en intensa actividad en la lucha contra el narcotráfico y en permanente contacto con la sociedad. Estos datos en particular, arrojan luz respecto de la capacidad y profesionalismo de los soldados en general.

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Si se considera que en el cumplimiento de las tareas de combate al narcotráfico por parte del personal militar, se da, de forma principal en la delgada franja divisoria entre la vida cotidiana de la población y la presencia agazapada de los criminales -y que en algunos casos, hasta con la cobertura intencional o no de las comunidades- el reto de mantener los altos niveles de aprobación social sin afectar de manera grave los Derechos Humanos, es un reto mayúsculo. El principal recurso, en cuanto a las fórmulas militares para seguir con los lineamientos de la Directiva para el Combate Integral al Narcotráfico en lo que se denomina como Acciones de Seguridad, se traduce en aquellas tareas que de forma individual desempeñan miembros del Ejército y Fuerza Aérea en el cumplimiento de la propia Directiva. Es en este punto, en donde las relaciones entre personal militar y la población, que en el ámbito académico se le conoce como relaciones civiles-militares o bien relaciones entre sociedad-militares, adquieren una relevancia sustancial para diseñar, ajustar o adaptar el desarrollo de esos esenciales vínculos.

Por distintas razones, hay un amplio desconocimiento de la población respecto de lo que las Fuerzas Armadas hacen de manera cotidiana por todo el territorio, litorales, mar patrimonial y espacio aéreo con la misión de garantizar la soberanía y la paz. Aunque sea una obviedad, hay que recordarlo: esas son actividades permanentes. Puede haber cambio de gobiernos locales, estatales o federal; en cualquier circunstancia bajo cualquier variable, las misiones de las Fuerzas Armadas deben cumplirse a cabalidad.

En la lucha contra el crimen organizado y las bandas de narcotraficantes, los patrullajes en zonas rurales y urbanas, al repeler las agresiones, el personal militar debe tener siempre en consideración –y aún en situaciones de peligro de muerte-, el adiestramiento y la aplicación de la normatividad nacional e internacional para el uso de la fuerza. Así, en medio de ataques con armas y explosivos de poder, ante la huida a céntricas calles o por carreteras, la persecución de los criminales conlleva serios peligros para la población y transeúntes que de forma pacífica circulan por las inmediaciones de las zonas en donde se producen estos imprevisibles enfrentamientos. En otro sentido pero con la misma finalidad, los integrantes del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, al actuar bajo el apoyo de la ciudadanía mediante denuncias anónimas, procede con los recursos propios que generan los trabajos de inteligencia y la explotación de la información, para atender el señalamiento de las llamadas telefónicas o comunicados escritos que se hacen llegar a las instalaciones militares en todo el país.

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Conforme a los cálculos realizados por la propia Secretaría de la Defensa Nacional, si se consideran las tres vertientes de acción directa en contra del narcotráfico -erradicación, intercepción y operaciones contra la delincuencia organizada-, en particular, cada elemento militar tiene 3 interacciones con civiles en actividades de erradicación; 20 cuando realiza acciones de intercepción y 10 directas en labores de operaciones contra la delincuencia organizada. Esto da un promedio de 11 interacciones diarias entre un militar e integrantes de la sociedad. La población en pleno ejercicio de sus derechos y en ocasiones coaccionada o inducida por delincuentes, presenta quejas y denuncias penales contra la conducta del personal militar, derivada de las acciones que se consideran violatorias de su persona y/o pertenencias.

Considerando el conteo del 1 de diciembre de 2006 al 18 de octubre de 2012, se han desplegado un total de 100 millones, 708 mil, 587 de hombre-día. Esto arroja un total de 1,107’794,457 interacciones militar-civil, que entre el universo de quejas que asciende a 7,304, da como resultado un cociente de 151,670 interacciones por queja interpuesta. Este mismo proceso en relación con las 109 recomendaciones recibidas nos da un producto de 10’163,252 acciones por recomendación. Si se consideran los datos arriba mencionados respecto del total de quejas formalmente interpuestas ante la Secretaría de la Defensa Nacional por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, sólo 109 interacciones han derivado en una situación de abuso del personal militar y sin excepción alguna, se ha procedido a establecer el juicio correspondiente. Como se puede apreciar, el nivel de eficacia de los integrantes del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, es de muy alta calificación en este caso, por lo que hace al marco legal y el que compete al respeto irrestricto de los Derechos Humanos.

Los señalamientos respecto de una propensión a violar los Derechos Humanos como una práctica deliberada, quedan más cercanos a la propaganda que a un análisis documentado respecto de las acciones del personal militar en las tareas de apoyo a la seguridad pública.

A esa compleja situación debe agregarse un aspecto muy relevante: la ausencia de un marco jurídico apropiado, no sólo por lo que hace a definiciones claves respecto de las políticas a seguir, como es el procedimiento de coordinación entre los ámbitos de las autoridades civiles para hacerle frente al crimen organizado y al narcotráfico, sino también, a las precisiones conceptuales como es la de Seguridad Interior.

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Se llega así, a un aspecto crucial: el Fuero de Guerra, que de ninguna forma significa impunidad u opacidad para los militares. Existe, eso es evidente, una confusión respecto de otros fueros que contemplan las leyes mexicanas y que en el abuso de los mismos, erróneamente se ha hecho extensiva al Fuero de Guerra. Por lo que es importante subrayar, que el conjunto de medidas aquí reseñadas, demuestran que desde el sistema educativo militar así como en las prácticas de adiestramiento, el respeto a la ley y a los Derechos Humanos, son actividades que forman parte de la Doctrina Militar Mexicana. En los casos probados de abuso por parte de personal militar, se ha procedido puntualmente conforme a la ley. Incluso debe recordarse que una parte esencial en la filosofía de la justicia militar es que ésta sea ejemplar en su aplicación, con lo cual, el conjunto de los integrantes de las Fuerzas Armadas queda advertido de las consecuencias que puede tener la comisión de un determinado delito o falta.

Para reforzar ese principio doctrinario, el 1 de enero de 2008, se crea mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación, la Dirección General de Derechos Humanos junto con seis Unidades Jurídicas de Asesoramiento en Derechos Humanos. Poco después, derivado de esta acción, empieza a funcionar la Oficina de Atención Ciudadana. El 21 de julio de 2010, inicia sus actividades la Unidad de Vinculación Ciudadana, con el objetivo de generar acercamientos con la población para procurar la solución de conflictos ocasionados o derivados por el apoyo de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública. Hay otros organismos creados, también enfocados al respeto a los Derechos Humanos y que atienden a la dinámica interna de la Secretaría de la Defensa Nacional, como el Observatorio para la Igualdad entre Hombres y Mujeres en el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, mismo que se analizará páginas más adelante.

En resumen, de ninguna forma se puede afirmar que las violaciones a los Derechos Humanos por parte del personal militar en las actividades del combate al crimen organizado y al narcotráfico por instrucciones de la autoridad civil, son frecuentes, constantes o sistemáticas. Como se puede leer, hay una importante y notable formación para la observancia de los principios legales, parte sustancial para que las Fuerzas Armadas Mexicanas sigan siendo un sólido respaldo para el buen funcionamiento de la democracia mexicana.

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C. El sistema educativo militar y el sistema de adiestramiento en materia de Derechos Humanos

Ambos sistemas, el educativo y el de adiestramiento militar en materia de respeto a los Derechos Humanos, contemplan actividades de carácter obligatorio en todas las jerarquías del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. Generales, Jefes, Oficiales, Cadetes y Tropa, en el estudio de las asignaturas correspondientes, tienen por finalidad fortalecer la disposición y actitud para la observancia de los Derechos Humanos de la población, así como conocer a profundidad las características del Derecho Internacional Humanitario.

Dentro del amplio Sistema Educativo Militar, año con año hay un importante número de becas para estudios de especialización, que contribuyen a contar con militares mejor capacitados e incluso, como resultado de estudios de Posgrado, se generan publicaciones que forman parte de la bibliografía específica. En cuanto a la organización interna, todos, sin excepción, los planteles militares tienen asignaturas relacionadas directamente con el aprendizaje de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario.

En el nivel de Capacitación para el Trabajo, hay 121 cursos con una carga horaria promedio de 22 horas por curso. En el Nivel Medio Superior, existen 45 cursos con una dedicación horaria de 39. Por lo que corresponde al Nivel Superior, hay 24 cursos con 75 horas promedio de impartición. Debe considerarse que las temáticas de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, forman parte obligatoria de los exámenes de los concursos de selección para conferirle al personal militar un grado superior en el orden jerárquico dentro de la escala que fija la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. Derivado de ello, el 99.1% del personal se ha capacitado en estas asignaturas a lo largo de la administración 2006-2012. El restante 0.9% corresponde al personal de reciente ingreso. Los efectos de estas directivas, tiene relación directa ante la negativa actividad del crimen organizado y el narcotráfico, pues como se ha explicado, al desarrollar sus ilícitos en medio de la población, las condiciones para aplicar las operaciones militares, los riesgos de conflicto con las comunidades es latente. En algunas circunstancias, llegan los delincuentes a utilizar a otras personas, como una cobertura o protección, evitándose con ello una acción contundente de parte de las Fuerzas Armadas. A pesar de tener cerca la posibilidad para la detención y presentación ante la ley

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de los delincuentes, en ocasiones no se ha podido proceder debido a los graves efectos que esta operación podría tener en el entorno de la población.

Como una de sus principales prioridades, la Dirección General de Educación Militar y Rectoría de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea, tiene la de verificar de manera permanente que en la totalidad de los planteles del propio sistema educativo y en las unidades-escuelas, exista al menos un profesor o instructor de Derechos Humanos y otro más de Derecho Internacional Humanitario, y que en el caso de no haber personal disponible, debe notificarse al Mando para que de inmediato se cubran los espacios. Aunada a esa responsabilidad, también le corresponde a esta Dirección General y Rectoría, la actualización en los contenidos de las asignaturas directamente relacionadas con los temas de Derechos Humanos. Para lo cual, se aplican el Curso de Formación para Profesores en Derechos Humanos y el Curso de Formación para Profesores en Derecho Internacional Humanitario, mismos que se imparten en el Centro de Estudios del Ejército y Fuerza Aérea, además de los que se determinen específicamente.

A la Dirección General de Justicia Militar, le corresponde aplicar un programa de pláticas sobre el respeto a los Derechos Humanos para el personal directivo de la planta, custodios y de seguridad del sistema penitenciario militar. Esto con el importante objetivo de que los militares sentenciados por haber violentado la ley y el Código de Justicia Militar, también tengan como cualquier ciudadano, un respeto integral de sus derechos en general.

Con referencia al adiestramiento en la materia de Derechos Humanos, además de ser un tema transversal, que como se observa, está presente en todas las actividades educativas de manera específica, la Directiva General de Adiestramiento contempla tres fases, la primera de 10 horas para el personal de nuevo ingreso, la segunda de 30 para personal ya encuadrado en Unidades, Dependencias e Instalaciones del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, y la tercera, de 85 horas. Además se imparten 56 cursos-taller, en donde se capacitan 1, 730 elementos; 12 paneles, con 19, 283 participantes; 18 seminarios que contaron con la asistencia de 360 elementos; 9 diplomados, con 270 integrantes del sistema educativo; 4, 667 conferencias a las que concurrieron 188, 290 elementos y, 4, 205 pláticas, para igual número de militares. Toda esta carga pedagógica, se suma a las que naturalmente tienen los integrantes del Ejército y Fuerza Aérea, más las relacionadas en el combate al narcotráfico. Lo que se pretende, como se puede observar, es garantizar una formación integral del militar mexicano.

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En la normatividad de la Secretaría de la Defensa Nacional, con relación directa a la observancia de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario, debe destacarse, entre otras, la Directiva que Regula el uso Legítimo de la Fuerza por parte del Personal del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, en cumplimiento del ejercicio de sus funciones en apoyo a las autoridades civiles, que fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el 23 de abril de 2012. En la elaboración del manual y del protocolo correspondiente, se observa que en la medida del desafío y gravedad de la situación en algunas partes del país, la concurrencia de las Fuerzas Armadas si bien es el recurso por antonomasia para que el Estado exprese su determinación para salvaguardar el orden interno, en el caso del narcotráfico, esa misma determinación debe sujetarse a la ley y a los aspectos fundamentales del adiestramiento.

El primer tema de la Directiva mencionada, se refiere a las circunstancias en que es procedente el uso de la fuerza y el tipo de armas y mecanismos para su empleo; desde la perspectiva de la protección de los derechos humanos, el Estado mediante su personal militar debe responder de forma proporcional y disuasiva al antagonismo que vulnera la paz social, de tal manera que el agente perturbador, no tenga condiciones ni recursos para repeler o poner en entredicho la capacidad operativa y de adiestramiento del personal militar. El segundo tema, se refiere a las medidas que deben adoptarse para evitar daños como consecuencia de las operaciones militares, en el uso legítimo de la fuerza. El tercero está dirigido a precisar el contenido de los protocolos de identificación personal y la utilización de los métodos de disuasión y persuasión. Con estos últimos recursos, es muy probable que no se use la fuerza legítima y sí en cambio, mediante la exhibición de la fuerza, la delincuencia pueda deponer sus acciones agresivas y destructivas para con el Estado y sobre todo, hacia la sociedad.

Con lo anterior, la pertinente complementación entre el Sistema Educativo Militar y el Sistema de Adiestramiento, enfocados en este caso, al respeto de los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario, permite conocer las razones de los altos niveles de eficacia de los integrantes del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, a pesar de que la mayor parte de las operaciones se realizan en la lucha contra el narcotráfico, en zonas densamente pobladas y los daños a la ciudadanía y sus pertenencias pueden ser importantes.

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D. Doctrina Militar en materia de Derechos Humanos

La concurrencia de diversos acontecimientos mundiales, ha venido a enriquecer el estudio y formación de la guía esencial de las Fuerzas Armadas, como lo es la Doctrina Militar. La base de todas las acciones y misiones militares, se encuentran articuladas mediante códigos, reglamentos y leyes, cuya función esencial es la de garantizar el pleno funcionamiento del estamento militar en apego a las responsabilidades que la Constitución les asigna.

El desarrollo tecnológico, al igual que las dinámicas sociales mundiales, afectan y exigen, la constante revisión de lineamientos determinados en la Doctrina Militar. Como se expuso en los Capítulos I y II, la OTAN misma, ha debido ajustar la lista de antagonismos que pueden llegar a desestabilizar a los países integrantes de esa organización. Incluso, como en el caso de México, el deterioro ambiental y la indisposición para disfrutar de un medio ambiente sano, han generado también reestimación de los componentes en la lista de antagonismos.

La capacidad desarrollada por el crimen organizado y las bandas de narcotraficantes, ha conducido a que las Fuerzas Armadas de México, deban incursionar de manera sólida pero provisional, en tareas de apoyo a la autoridad civil en materia de seguridad pública. Toda la administración 2006-2012, se ha visto caracterizada por esta responsabilidad irrenunciable del Presidente de la República. Si bien, como se ha visto, el tratamiento de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario, viene siendo abordado de manera sistemática desde hace varios años, es conveniente precisar su incorporación al cuerpo central de la Doctrina Militar Mexicana. En la misma proporción de una visión interna respecto de los principales problemas para sustentar el desarrollo de la Nación, sin dejar de lado por supuesto, los factores externos como son los procedentes de la geopolítica, el perfil del militar mexicano, que se caracteriza por su estrecha relación y pertenencia al pueblo.

La consideración de los Derechos Humanos, no es otra cosa, que una necesaria actualización de la Doctrina Militar Mexicana, en clara sintonía con el perfil social y popular de las Fuerzas Armadas. Sin perder jamás el sentido guerrero para la defensa de la soberanía, la independencia y la libertad, el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, refrendan mediante la definitiva incorporación en las bases de la formación militar profesional, el compromiso con el cumplimiento de los contenidos esenciales de la democracia, las instituciones y las leyes.

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Por eso, comprender el concepto de Fuerzas Armadas que el régimen político tenga plasmado en la Constitución, permite visualizar esa fuente de identidad y aceptación con la sociedad.

Si, como son considerados los Derechos Humanos desde 1946, a la creación de la Comisión de Derechos Humanos y en 1948 con la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, México como actor principal del escenario mundial y promotor de las causas que fortalecen el desarrollo social y la democracia, ha suscrito de forma metódica todos y cada uno de los lineamientos que amparan y refuerzan a los mismos Derechos Humanos. Las Fuerzas Armadas, en ese mismo sentido han hecho propios esos contenidos y como se observa, han sido incluidos a plenitud en el sistema educativo militar y en el sistema de adiestramiento.

Acompañando el elemento militar en sus acciones en contra del narcotráfico y en su constante interacción con civiles, se encuentra así, la capacitación recibida para respetar los Derechos Humanos: se trata de la mejor garantía para una conducción ajustada al derecho en general, pero también incluye, el justo reconocimiento que no obstante las severas dificultades operativas para atender el llamado de auxilio de autoridades civiles y de la población en general, el número de quejas ante la autoridad civil competente, han sido mínimas.

E. Igualdad de género y equidad de oportunidades entre mujeres y hombres

Como parte fundamental en la expresión social diaria de los Derechos Humanos, en el Diario Oficial de la Federación, con fecha 14 de diciembre de 2011, se crea el Observatorio para la Igualdad entre Mujeres y Hombres en el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. Con este organismo, la Secretaría de la Defensa Nacional, dio paso a lo que antes eran procesos excepcionales a procesos institucionales, para que en las condiciones específicas de la educación y adiestramiento militares, las mujeres tengan las garantías y condiciones para incorporarse a la carrera de las armas.

El antecedente a este nuevo organismo, data del 14 de octubre del mismo año, cuando se instala el Comité para la Prevención y Atención del Hostigamiento y Acoso Sexual. Con la evidente finalidad de impedir la

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reproducción de esas conductas, y en su evolución, pocos meses después, dio paso a la formalización del futuro Observatorio.

Siguiendo la exposición y prioridades del Programa Sectorial de Defensa Nacional 2007-2012 como se puede apreciar en el texto del Decreto mencionado, el primer objetivo de toda la política sectorial, es garantizar las mejores condiciones de desarrollo del personal que pertenece al Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. Esto incluye, por supuesto, a las mujeres que desean sumarse a las Fuerzas Armadas. Dentro de las principales misiones del Observatorio, están las de planear, detectar, evaluar e implementar acciones encaminadas a mejorar las condiciones de igualdad de mujeres y hombres, que cuenten con la participación de expertos en políticas de igualdad de género.

Por las condiciones de exigencia de tiempo, desgaste físico, desplazamientos por todo el territorio nacional, la carrera de las armas exige un sobresaliente espíritu de sacrificio y una destacada vocación de servicio. En una sociedad patrilineal, con fuertes convencionalismos, la Secretaría de la Defensa Nacional, a partir de acciones sobresalientes como la creación del Observatorio, fomenta las condiciones para el desarrollo de la vocación militar, sea mujer u hombre. Lo relevante, es que a lo largo de la administración 2006-2012, se contabilizan poco más de 12 mil mujeres que prestan sus servicios como profesionales militares, lo que representa la cifra más alta en la historia de México.

Este notable incremento de mujeres en filas, se da a la par de la difícil situación que ha generado el crimen organizado y el narcotráfico en amplias zonas del país. Es de destacar, la disposición de las mujeres mexicanas para apoyar de una forma clara y comprometida las mejores causas de la nación.

Poco a poco, y con atención a las principales exigencias del entorno nacional e internacional, la Secretaría de la Defensa Nacional, al atender las políticas de equidad de género, refrenda la certeza en cuanto a programas permanentes, el rumbo que las siguientes generaciones de militares pueden esperar para su desarrollo y constante profesionalización. La presencia de mujeres en la totalidad de los planteles educativos militares, así como en la gran mayoría de las instalaciones del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos por todo el país, es una realidad.

Desde luego, que la tendencia que recién empieza, aún requiere de algunos años para concretarse y definirse como una característica institucional, pero lo que sí es palpable, es el comienzo de esa nueva vía que fortalece la práctica

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sana de relaciones sociales que se reflejan en la consistencia de la democracia. En efecto, mientras persistan discriminaciones, en este caso de género hacia las mujeres, en una sociedad cualquiera, no se puede aspirar a condiciones de justicia social, de aplicación y respeto de los Derechos Humanos y en suma, tampoco pueden perfilarse escenarios de convivencia y civismo.

La creación y funcionamiento del Observatorio para la Igualdad entre Mujeres y Hombres en el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, es sin duda, una aportación de la Secretaría de la Defensa Nacional al sano crecimiento de una sociedad justa, plural, tolerante y democrática.

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Capítulo VII El Estado Mexicano y los organismos internacionales de Derechos Humanos

A. La postura del Estado Mexicano ante los organismos internacionales de protección a los Derechos Humanos

Una aproximación al concepto, características y trayectoria de los Derechos Humanos resulta de utilidad, sobre todo para observar cómo desde la primera expresión formal en la Organización de las Naciones Unidas, el Estado Mexicano ha asumido un notable compromiso al respecto. Los Derechos Humanos son inherentes a la existencia misma del individuo. Mediante su ejercicio, se puede tener y mantener una calidad de vida digna, segura y en paz; de esa manera, bajo ninguna circunstancia, pueden ser modificados, conculcados o desconocidos por autoridad u organismo de cualquier carácter. Hay distintos campos del derecho en donde los Derechos Humanos tienen acepciones o acentos determinados.

En lo que concierne a los derechos políticos y sociales, los especialistas en la materia, argumentan que la historia proviene desde la misma Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. Bajo el histórico lema de Libertad, Igualdad y Fraternidad, el inicio de lo que se considera de manera convencional, como la historia moderna, tiene que ver, en efecto, con el nacimiento de la democracia representativa y como forma de gobierno. Así, una primera y muy relevante conclusión, es que el pleno ejercicio de los Derechos Humanos, sólo es posible en condiciones de una vida social, política y económica, en donde la democracia es un estilo estable y duradero de organización. En una segunda etapa, se sumarán dos aspectos fundamentales: el acceso a un medio ambiente sano y el pleno reconocimiento a la diversidad cultural.

Con estos dos elementos adicionales, la no discriminación bajo ninguna forma ni expresión, así como la garantía para el disfrute de un entorno natural sano, complementan y refuerzan ese sentido de la democracia -con la estructura y formas de ejercicio propias de cada país-, como un proceso de constante reproducción para que prevalezca la justicia social. De allí la fundamental relevancia que tiene para el Estado Mexicano, misma que se demuestra a tal grado, que en

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el Artículo 1/o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, con la reforma a la denominación del Capítulo I del Título Primero, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 10 de junio de 2011, quedó así: Titulo Primero. Capítulo I. De los Derechos Humanos y sus Garantías.

Por lo que hace a las expresiones continentales respecto de la creación y funcionamiento de organismos multilaterales para la promoción, respeto y sanción a las violaciones de los Derechos Humanos, éstas comienzan en marzo de 1945, aún y cuando la Segunda Guerra Mundial era un referente inmediato. Conocida como la Declaración de Chapultepec, su nombre oficial es Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, contó como es de suponer, con un sólido respaldo del gobierno mexicano, siendo Presidente de la República, el General Manuel Ávila Camacho. A partir de esa fecha, México y sus gobiernos, han sido sistemáticos promotores y suscribientes de los diversos protocolos, conferencias y demás procedimientos del Derecho Internacional en la materia.

Siguiendo con el desarrollo de expresiones multilaterales respecto de los Derechos Humanos, tanto la Comisión Interamericana -1959- como la Corte Interamericana de Derechos Humanos -1979-, se han convertido en un muy importante referente para que desde sus acciones de supervisión al respeto y sanción a las violaciones de los Derechos Humanos, la democracia en el Continente Americano no quede como una mera expresión retórica y sí en cambio, se convierta en la fórmula pacífica por antonomasia, para dirimir las naturales diferencias políticas e ideológicas, manteniendo procesos de integración ante la naturaleza en la composición y diversidad de las sociedades de la región.

México y sus gobiernos, forman parte también de las estructuras que tienen su origen en las Naciones Unidas. Tal es el caso de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, o bien, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial. Queda claro, que el compromiso de nuestro país, desde la Segunda Posguerra, ha sido que mediante el gradual fortalecimiento de la democracia, también va el del desarrollo y difusión del respeto a los Derechos Humanos. Sin respeto a los Derechos Humanos no hay democracia, como también, sin democracia no puede haber respeto a los Derechos Humanos. No es un juego de palabras, se trata de la puesta en práctica de leyes que derivan desde la Constitución y que se evidencian en cuanto a la calidad de vida de la población.

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B. La aceptación de la competencia de la Comisión y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos

Como ya se observó, México al suscribir como parte de los países promotores y fundadores tanto de la Organización de las Naciones Unidas -1945- como de la Organización de Estados Americanos -1948-, también ha seguido formando parte sea como miembro de pleno derecho o como parte signataria, de una gran cantidad de acuerdos, tratados, protocolos, entre otros mecanismos, todos ellos con la clara finalidad de armonizar las relaciones entre las naciones y los pueblos. Por tanto, la aceptación procede y se adopta, como es de suponerse, primero por el Estado Mexicano y luego, por su sistema judicial y desde luego, por las instancias de la administración correspondientes, en este caso, la Secretaría de la Defensa Nacional.

Es así como el Estado Mexicano, aceptó la competencia contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos el 16 de diciembre de 1998, habiendo formulado la siguiente declaración:

“La aceptación de la competencia contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos solamente será aplicable a los derechos o a los actos jurídicos posteriores a la fecha del depósito de esta declaración, por lo que no tendrá efectos retroactivos”.

La promoción de la democracia ha ocupado un lugar central en la diplomacia de México. Aunada a esa tendencia, se encuentra desde luego, la referente a la defensa de los Derechos Humanos; los diversos procedimientos que por regiones hay en el mundo, atienden precisamente a las especificidades en la lógica del entendimiento que la vecindad y colindancia obligan. Así, tanto la Comisión como la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sobre todo en la historia reciente del Continente, han desempeñado inclusive, una importante función para la salvaguarda de los derechos políticos y sociales.

Tan es correspondiente a esos criterios, que la aceptación por parte del Gobierno y Estado Mexicanos, así como por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, respecto de los criterios y sentencias aprobadas por los organismos multilaterales de Derechos Humanos mencionados, tiene que ver con una etapa en la historia reciente del país en donde las condiciones de organización y participación política eran diferentes por lo que hace a las expresiones de pluralidad y diversidad partidista, reflejada de forma muy evidente en la

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composición del Congreso de la Unión y también, en los recursos legales e institucionales con los que contaba la ciudadanía para expresar su inconformidad ante los actos de autoridad.

Para la Secretaría de la Defensa Nacional, esos importantes ajustes en los marcos jurídicos nacional e internacional, han sido parte de la constante adecuación de los sistemas educativo y de adiestramiento militar, en lo que concierne a los Derechos Humanos. Así que ante un escenario de disfunción de la seguridad pública, aunado a acontecimientos de naturaleza política desarrollados hace poco más de 38 años -agosto 1974-, estos han confluido desde distintos campos de la realidad social, para ser atendidos en tiempo y forma, en una clara disposición del estamento militar mexicano para actuar apegado al estado de derecho. Es a partir de este caso, que se hace alusión a la aceptación de los señalamientos y en este caso, condena por un caso de desaparición forzada.

La aceptación de dicha sentencia y preceptos del Derecho Internacional, suponen que en la perspectiva y ámbito de la discusión respecto de los límites, alcances y características de la soberanía de los estados, se abre una sustanciosa polémica a propósito de la supremacía de las leyes locales con referencia de las internacionales. Un tema de vital relevancia, pues en el sentido de la adopción que se lleva a cabo, existe una clara preeminencia de las leyes internacionales sobre las de los estados integrantes de una determinada organización multilateral. De esa forma, el procedimiento de conservar por un lado los fundamentos de la soberanía del Estado Mexicano, y por el otro, también aceptando las condiciones de la evolución en el ámbito internacional, es que en el caso de nuestro país, hay en materia de Derechos Humanos, una visible disposición para fortalecerlos y con ello, ampliar las bases de legitimidad internas y externas que tiene la democracia en México.

Por lo que hace en sentido estricto a la estructura del sistema jurídico mexicano, la incorporación de los criterios aportados por la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en sus respectivos ámbitos de responsabilidad implican una dinámica como variable exógena a la forma de interpretar, administrar y aplicar la ley en la materia. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, tiene por función principal analizar y hacer un balance de la salvaguarda de aquéllos, en cada una de las naciones integrantes de la OEA, y recibir las denuncias a violaciones en la materia que se le hagan llegar de forma individual, grupal o por alguna organización social, siendo el único medio para

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demandar al Estado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la cual tiene los recursos legales para resolver los juicios y controversias por parte de los ciudadanos u organizaciones de los países que hayan reconocido la competencia contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Entre ambas instancias, procuran el fortalecimiento de la democracia en los países signatarios mediante la promoción del respeto y defensa de los Derechos Humanos; esto a su vez implica una mejora formal en cuanto a las condiciones de convivencia y tolerancia políticas y de trato social en general. El gobierno mexicano y la Secretaría de la Defensa Nacional, en atención a esa sana dinámica del derecho internacional es que han cumplido y seguido de cerca, la evolución de las consecuencias en materia del Código de Justicia Militar y en general, de las leyes que mantienen relación con el ámbito de las relaciones entre civiles y militares.

C. Los efectos de las resoluciones de la Comisión y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos

Hacia el final de la administración federal 2006-2012, existe una gran cantidad de análisis e interpretaciones respecto de las repercusiones sobre las leyes mexicanas, principalmente las concernientes al ámbito militar y las contenidas en el derecho internacional; a partir de la resolución mencionada, con notificación del 23 de noviembre de 2009 por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Estado Mexicano al ser declarado culpable, ha debido iniciar un detallado proceso de adecuación de sus leyes que debe pasar como lo marca la Constitución, por las decisiones del Poder Legislativo.

Inculpar a un Estado –el Mexicano o cualquier otro, por la falta de aplicación de los derechos previstos por la Comisión Americana de los Derechos Humanos, respecto de una consideración jurídica y de connotaciones ideológicas-, resulta complejo pues del momento de la comisión del delito al momento de su sanción, como deberá constatarse, la situación en su conjunto ha cambiado sustancialmente. Por supuesto, que al tratarse de delitos imprescriptibles, estos deben concluirse en cuanto al proceso legal y penal correspondiente; pero hay que subrayar, que en el mismo sentido de la aceptación, hay una proporción de reconocimiento de culpa de parte del Estado, que al final, termina por favorecer el clima de consolidación de la democracia en tanto que civiles y militares, se encuentran constreñidos –tal y como debe ser-, a cumplir los lineamientos que promueven la Constitución.

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Y este aspecto, sin mucho margen de discusión, puede ser controvertido; la ley, el apego a las prácticas cívicas, el reconocimiento de la democracia, como la mejor forma de convivencia, que aplica lo mismo a civiles y militares. Las observaciones de la Comisión y las sentencias emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, no son sólo observaciones críticas respecto a un delito en particular. Se tratan de claras y directas referencias a los Derechos Humanos de todas las personas con relación al Pacto de San José, que complementan los previstos en el orden jurídico mexicano a la manera en que los ciudadanos del país tienen como obligación cumplir para que la opción de la democracia, sea un procedimiento de amplia legitimidad.

Desde la perspectiva del análisis del sistema político tradicional, la incorporación de un ordenamiento jurídico ajeno a la soberanía, se considera como un elemento que puede llegar a afectar el funcionamiento del sistema jurídico en su conjunto. Sin embargo, ante las características del siglo XXI y la complejidad de las relaciones internacionales y los debates respecto de los límites y alcances de la soberanía, el Estado Mexicano y en consecuencia, las Fuerzas Armadas, han asumido las determinaciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como parte integral y doctrinaria de su formación. En ese mismo sentido la polémica desatada a partir de que si el orden jurídico mexicano queda subordinado o no, a partir de la aceptación de las sentencias emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, reitera los altos niveles de sensibilidad que siguen existiendo en la sociedad mexicana sobre el concepto y práctica de la soberanía.

Si se analizan los artículos de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en los que la Corte Interamericana de Derechos Humanos basa su resolución para acusar al Estado Mexicano, se observa que se tratan de los siguientes: el reconocimiento a la personalidad jurídica y el derecho a la vida -artículos 3 y 4-. Los cuales también se tratan de derechos incluidos en el sistema jurídico mexicano desde el texto Constitucional, y retomados en leyes secundarias. Y aunque prevalece la cuestión de la subordinación o no de las leyes mexicanas en general a las de organismos multilaterales en el caso de los Derechos Humanos, en realidad se trataría de una determinación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que en resumen apuntala la defensa de los Derechos Humanos, tal y como la Secretaría de la Defensa Nacional lo hace desde hace algunos años a partir de su plena incorporación en sus sistemas de adiestramiento y de educación.

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Ahora bien, es importante destacar algunos apuntes que sobre la justicia militar deben hacerse. El primero se refiere a que en todas las resoluciones de los tribunales militares son recurribles y revisadas en última instancia ante el Poder Judicial de la Federación, con la intervención de jueces y tribunales colegiados de circuito, e incluso la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Esta aclaración, es debida al extendido e infundado prejuicio de que hay cierta displicencia o tratamiento preferencial al militar inculpado de violar Derechos Humanos de civiles en medio de la lucha contra el narcotráfico. Cuestión que es altamente improbable por procedimiento. Otro punto a analizar, es el respeto del personal militar a los juzgadores a propósito de las sentencias dictadas así como la imposibilidad de evasión o corrupción dentro del sistema de justicia militar. Esto es demostrable por la inexistencia de quejas sustanciadas sobre la forma, criterios y penas aplicadas a quienes por alguna razón, se ven sancionados por las leyes propias del Fuero de Guerra.

D. La aceptación del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional

Incrementando el nivel de exigencia respecto de las condiciones para preservar la soberanía de las naciones, en cuanto la aplicación de las condiciones jurídicas de instancias multilaterales, la Corte Penal Internacional, -que sobrepasa como es de entender, la referencia regional y Continental de México-, abre una nueva discusión, al menos en la temática de los Derechos Humanos, sobre las condiciones bajo las cuales es viable exigir a los Estados una mayor disposición para su respeto y reforzamiento. La particularidad de este instrumento, radica en los casos en que ha sido utilizado y que se refiere a situaciones de máxima gravedad en cuanto a la violencia extrema y sistemática en contra de la población civil y que forma parte de una política de estado.

El conocido como Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, fue adoptado por la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios el 17 de julio de 1998. México fue un actor relevante y con un notable compromiso para su aplicación. Sin embargo, al quedar fuera de la redacción final la proscripción de armas nucleares, el país decidió mantenerse al margen. No obstante, el Estado Mexicano firmó el 7 de septiembre de 2000 su adhesión y el 28 de octubre de 2005, presentó su solicitud de adhesión ante el Secretario General de las Naciones Unidas. El Estatuto entró en vigor para el Estado Mexicano el primero de enero de 2006. Los delitos que persigue este instrumento del Derecho Internacional son; los crímenes de guerra, de lesa humanidad, de genocidio y el de agresión.

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Es de particular trascendencia observar la cronología del Estatuto, dado que no incluye la gestión de 2006-2012 en cuanto a su adopción e incorporación a las normas jurídicas del país, excepto la entrada en vigor, que no queda a negociación una vez firmada la adhesión al mismo. La anotación tiene lógica, pues en tanto los acontecimientos derivados de las actividades de apoyo, subsidiario y temporal en materia de seguridad pública por parte de las fuerzas armadas, es previa a la decisión presidencial de 2006, al iniciar la confrontación contra este agente desestabilizador de la vida cotidiana.

Recapitulando: entre 1994 y 2000, México había determinado participar en la conformación del Estatuto de Roma y en la siguiente administración, en 2005, concluye el proceso de adopción plena de dicho instrumento legal. De esa manera, la participación y compromiso de los sucesivos gobiernos de la República, para alcanzar las mejores condiciones en las relaciones internacionales, es una determinación que forma parte de la Doctrina de Política Exterior de México.

En cuanto al ambiente mundial y por zonas geográficas, las confrontaciones militares y sociales en Yugoslavia y Rwanda a mediados de la década de los 90 del siglo pasado, aceleraron los procesos de negociación para alcanzar una fórmula legal internacional que impidiera en lo posible, las acciones violentas en contra de población civil en medio de conflictos bélicos convencionales, en cuanto al involucramiento de uno o más bandos, producto de posiciones políticas, ideológicas, religiosas, de reivindicación étnica, soberanista, o bien, el conjunto de varias de éstas.

La evolución del Derecho y Sistema Jurídico Mexicano, como se constata, no depende de situaciones o circunstancias intempestivas; desde luego que las respuestas y acciones de los gobiernos mexicanos, atienden a una agenda específica, pero el diseño de leyes e instituciones, responde a factores relacionados con procesos políticos, sociales, económicos, culturales y ambientales, que tienen en perspectiva el fortalecimiento de la democracia. En lo que respecta a la administración del Presidente Felipe Calderón Hinojosa, la aceptación del Estatuto de Roma tiene que ver con una secuencia y antecedentes que al momento de la adopción de la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, era sólo cuestión de la entrada en vigor de negociaciones tenidas años antes. De tal manera, que no se trata entonces solo de una decisión personal ni mucho menos, sino que es consecuencia de la proclividad de la Doctrina de Política Exterior de México, en hacer de las leyes la mejor garantía e instrumento para cumplir y

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garantizar el ejercicio de los Derechos Humanos. En el contexto latinoamericano, el instrumento que significa el Estatuto de Roma para realizar juicios respecto de aquéllos dictadores que conforme se han documentado los abusos y violaciones sistemáticas a la población, han sido conducidos ante los tribunales. La vuelta a la democracia y su ejercicio pleno en la segunda década del siglo XXI, le ha regresado a los Derechos Humanos el protagonismo indiscutible de la promoción de las condiciones de convivencia pacífica.

E. Los efectos de la competencia de la Corte Penal Internacional en México

Con frecuencia se leen reportajes y comentarios en los medios de comunicación de Europa, Estados Unidos de América y Asia, sobre los países que no obstante su activa participación en escenarios bélicos, no han suscrito el referido instrumento. Las reflexiones van desde varias explicaciones de carácter geopolítico, hasta las de índole nacionalista en cuanto a la esgrimida defensa de la soberanía y por tanto, la superioridad de las leyes propias ante procedimientos legales multilaterales.

A propósito de la delicada situación de inseguridad pública que ha vivido México, los señalamientos en cuanto a la aplicación de los criterios de la Corte Penal Internacional, para someter al gobierno federal los criterios establecidos, es evidente que quedan fuera de la lógica acusatoria. No sólo por lo que corresponde a la tipificación de los delitos contemplados en los artículos del mismo Estatuto, sino también por los elementos esgrimidos para proceder en consecuencia de las causales. Ante la no existencia de un conflicto armado de iure ni de facto, así como la no existencia de una política de Estado que contemple violaciones sistemáticas y generalizadas en contra de la población civil, no hay por tanto, elementos para que la Corte considere la comisión de crímenes de guerra o lesa humanidad.

Aunque las expresiones delictivas pudieran explicarse por causas sociales, económicas o de otro tipo, de ninguna manera se sustentan o caracterizan por plantear opciones ideológicas o de justicia; y este elemento es crucial para mantener al crimen organizado y al narcotráfico en el estricto nivel de la seguridad pública y la conservación del estado de derecho, y con ello lograr la construcción de una sociedad ajena en lo posible, a las adicciones y los negativos efectos de las expresiones delictivas conexas al comercio y consumo de drogas.

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Sin embargo, la persistencia en asimilar los delitos propios de la inseguridad pública a los de naturaleza política, puede tener muy graves consecuencias en varios ámbitos de los sistemas político, social y económico. Por una parte, la severa confusión que conduciría suponer que el narcotráfico contiene una dosis –por menor que fuera– de reivindicación social, conferida por el simple hecho de enfrentarse al Estado y a la fuerza pública. Por la otra, atribuirle en consecuencia al crimen organizado y al narcotráfico, la opción de articular una plataforma social y política en donde las condiciones para disputar el control de determinadas áreas e instituciones del Estado, es una percepción equivocada, e incluso, contar con el respaldo de organizaciones sociales y medios de comunicación.

Las consecuencias para México sobre la Seguridad Interior y Seguridad Nacional, deben evaluarse desde varios ángulos. De entre esto, destacan tres. El primero, que en la proporción del supuesto argumento legal para sostener al crimen organizado como un ficticio actor social, las acciones para contener y someter al crimen organizado y al narcotráfico por parte de las Fuerzas Armadas, en primera instancia, puede llegar a limitar en el corto plazo la misma posibilidad de combatirlo. Esto es en razón de que la atención y tratamiento internacional, que de forma lógica compete al Estatuto de Roma, se desdibuja al suponer que en México se darían algunos de los delitos que contempla.

El segundo y no menos importante, es lo que podría considerarse como la inmovilización del poder soberano para el ejercicio de la autoridad. La evidencia de este serio problema, vendría a expresarse a partir de que ante la notable ambigüedad respecto de qué tipo de delito sería castigado o perseguido por la Corte Penal Internacional, autoridades, por ejemplo locales o estatales, decidieran no actuar en función de preocupaciones futuras ante juicios internacionales. Más allá de las polémicas soberanistas, se trata de una pérdida de precisión en cuanto a los términos, leyes y aspectos en el funcionamiento de las leyes internacionales respecto de las legislaciones nacionales locales, lo que dá paso por supuesto, a dudas y contenciones para seguir en el combate contra el crimen organizado y el narcotráfico.

El tercer y último elemento a considerar en la aplicación poco analizada de los criterios de la Corte Penal Internacional, se refiere en específico a México, pues en tanto que siendo el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos llamados en primera posición para hacerle frente a la situación de grave deterioro de la seguridad

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pública, -gracias a su reconocida lealtad e institucionalidad-, en el debate jurídico y público, la tendencia ha sido asimilar la lucha contra el narcotráfico a procedimientos bélicos muy alejados de la realidad que se vive en amplias zonas del país. En resumen, no se vislumbra un escenario en donde el análisis sistemático y documentado, pueda argumentar alguna de las causales de aplicación de los criterios de la Corte Penal Internacional.

F. La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México

Con sede en Suiza, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, fue creada el 20 de diciembre de 1993. En pleno proceso de desmantelamiento de lo que fue conocido como el Bloque Socialista, incluyendo la desaparición de la Unión Soviética, esta dependencia internacional, ha ido incrementando su influencia y capacidad para incidir en la agenda internacional en la búsqueda de mejores condiciones de vida para la sociedad internacional.

Dentro de sus objetivos, se pueden leer: Promover y proteger el goce y la plena realización, para todas las personas, de todos los derechos contemplados en la Carta de las Naciones Unidas. El 1 de julio de 2002, México firmó el acuerdo para el establecimiento de una representación en el país. Años después, el 6 de febrero de 2008, el gobierno de la República formaliza la continuidad de la Oficina del Alto Comisionado y en el acuerdo se precisan objetivos y funciones.

Entre estos resaltan, dar seguimiento a la situación de los Derechos Humanos, asesoría abierta a sociedad y autoridades, fortalecimiento de las prácticas sociales para el respeto de los Derechos Humanos. Destaca en el documento, el artículo III. 2. a. Armonización legislativa para incorporar las obligaciones internacionales de México en la Constitución, Leyes Federales y Estatales. De nueva cuenta en la lógica de la comunión de los compromisos de los sucesivos gobiernos mexicanos, la aceptación y aplicación de las normas internacionales, tienen que ver de forma directa con la promoción de la democracia en México y el compromiso también, de instituciones como la Secretaría de la Defensa Nacional. Sólo por mencionar, su estratégico rol en la vigilancia y resguardo de la documentación e insumos electorales para comicios federales.

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De nueva cuenta, la recurrencia a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, como una entidad internacional que colabora y dá seguimiento a las actividades que desarrollan el Ejército y Fuerza Aérea, se suma a la de otras entidades nacionales, que tienen el propósito de fortalecer las condiciones en las que se desarrollan los Derechos Humanos. También, de forma análoga a otros acuerdos internacionales, en este caso, tampoco se atiende a una cuestión inmediata o circunstancial. Justo al contrario, se procede de una línea de soporte fundamental de la Doctrina de Política Exterior de México.

Para la Secretaría de la Defensa Nacional, atender de forma cabal a los compromisos de los gobiernos y a las leyes, ha sido una práctica sistemática. No obstante, la confusión en la formulación de conceptos o precisión en cuanto a los delitos a perseguir, la Institución mantiene su compromiso doctrinario indeclinable con la República, sus instituciones y el pueblo de México.

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VIII. Conclusiones

Hay una vieja tradición instalada en la forma en que la sociedad mexicana aprecia sus logros. Reconocer lo que hemos aportado a la cultura, ciencia, artes y demás expresiones del talento humano, no siempre ha tenido la aceptación necesaria. A lo largo del trabajo aquí presentado, como un documentado de relato histórico, se puede observar que la determinación de actuar en contra del crimen organizado y el narcotráfico, en particular, fue una decisión que se adelantó a los programas y directivas de la ONU, OTAN y al gobierno de los Estados Unidos de América, para recurrir a las Fuerzas Armadas como último y definitivo recurso para hacerles frente a tamaños antagonismos.

El ambiente internacional no discrepa respecto de la determinación de la sociedad y gobierno de México para confrontar a alguna de las peores expresiones de la globalización en el siglo XXI. Desde luego, que la decisión en sí misma de combatir al narcotráfico, ha sido opinada y criticada desde diversos ángulos en cuanto a su utilidad, beneficios, alcances y efectividad. Sin embargo, hay una amplia aceptación en la oportunidad de haber actuado con la determinación demostrada; el agudo deterioro mostrado por algunas de las estructuras de la administración pública y de justicia, así como de extendidos segmentos y prácticas sociales, obligaba en un acto de visión y compromiso, a recuperar para la Nación los espacios perdidos ante la extensión de los dominios del crimen organizado.

El crimen organizado es uno de los antagonismos más importantes a la seguridad nacional. En el Continente Americano, en la involución que significa la presencia activa de la criminalidad, se observa en la expresión y reproducción de antivalores sociales, lo que también les ha convertido en uno de los más grandes desafíos a la paz social, la convivencia entre las naciones y al desarrollo de los Estados. Brasil, Guatemala, Bolivia, Colombia, entre otros países latinoamericanos, han seguido el camino emprendido por México en cuanto a la participación activa y de primera línea de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narcotráfico. De tal manera, que no es difícil concluir que al problema se le trata con una respuesta proporcional e incremental; un antagonismo como el narcotráfico requiere de un tratamiento también, internacional, multilateral y de claro compromiso de los

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Estados afectados para contener y someter una variable creciente y potencial desestabilizador. Un país por sí solo, tendrá triunfos parciales. Varios países organizados, darán cuenta de éxitos decisivos.

El perfil cada vez más complejo que presentan los grupos criminales, la diversificación de los delitos mediante los que pretenden expandir su perniciosa influencia, obliga a estar alerta y más aún, a prevenir desde gobiernos y Estados, para que la magnitud del problema que significa el crimen organizado transnacional no genere aún mayor incertidumbre. La solución no tiene atajos, capitulaciones o negociaciones de la ley. Los daños infligidos hasta el momento, motivan una profunda reflexión desde la más amplia diversidad de expresiones de las sociedades.

Combatir las redes transnacionales criminales y el tráfico ilícito de drogas, demanda de una estrategia multidimensional entre las naciones que enfrentan los mismos antagonismos. Hasta ahora, los esfuerzos emprendidos para incrementar el gasto en seguridad, fortalecer o reconstruir instituciones, implantar y reconstituir el estado de derecho, arrojan saldos positivos, pero es indispensable incrementar las acciones emprendidas desde las naciones y mejorar, sustancialmente la cooperación internacional en la materia.

El reto no sólo es continuar debilitando a las organizaciones criminales. También se trata de fracturar la dinámica del -anti- mercado que hasta el momento les proporciona a los criminales los suficientes recursos ilícitos para corromper, adquirir armas y expandir su violencia. Al mismo tiempo, que suman consumidores, sobre todo jóvenes, con lo que además atentan contra el principal patrimonio de México.

La lucha por el país, no es sólo una expresión retórica. Ha alcanzado niveles de dramatismo en varias partes del territorio nacional en donde el crimen organizado pretende instituirse como un factor de -des- gobierno paralelo. Por eso el reclamo del más intenso compromiso y colaboración de instituciones y ciudadanía, emerge como la única y verdadera fórmula para llevar a la Nación a mejores condiciones de vida.

En esa tarea de cooperación, el personal del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, llevan una responsabilidad crucial; actuando con apego a la ley e irrestricto respeto a los Derechos Humanos, las directivas del Alto Mando de

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la Secretaría de la Defensa Nacional, se orientan a preservar las libertades y garantías individuales. Con ello, se cumple con las bases de la democracia y el estado de derecho.

En su carácter de Fuerzas Armadas Permanentes y ante el natural y cíclico cambio de gobierno, la Secretaría de la Defensa Nacional y el personal que integra al Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, continuará bajo el mando indiscutible del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, para apoyar con todo el compromiso patriótico y la lealtad inquebrantable al pueblo de México.

El restablecimiento del orden interno, así como la articulación de una cobertura internacional, han reclamado la participación y cooperación interinstitucional, además del intenso intercambio de opiniones y propuestas con sectores de la sociedad mexicana. El gobierno de la República, encabezado por el Presidente Felipe Calderón Hinojosa, ha asumido la grave tarea de hacer frente a la disfunción y quebranto de la seguridad pública con los recursos que la Constitución y Leyes secundarias le confieren, contando en primer lugar, con las Fuerzas Armadas.

A lo largo de la administración del gobierno federal 2006-2012, el General Secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, en varias ocasiones, en efemérides de la gesta histórica de México, ha reiterado el llamado para que el Poder Legislativo provea del marco jurídico necesario para actualizar y dejar en perspectiva una superior etapa de desarrollo para el país en materia de Defensa Nacional, Seguridad Interior y Seguridad Nacional. Estas tres políticas componentes fundamentales del Estado Mexicano, a la vez, aportan bases sólidas para el posicionamiento del país en el concierto internacional. Sobre todo, como un referente en el respeto a los Derechos Humanos, al ser integrados a la Doctrina Militar Mexicana.

El demostrado compromiso del Estado Mexicano y de sus Fuerzas Armadas con la legislación internacional en esa materia, queda documentado a lo largo de la investigación; la confianza de la sociedad evidenciada no obstante las complicadas tareas de la lucha contra el narcotráfico, se ha visto reforzada cuando por alguna razón, los errores cometidos por el personal del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos en las operaciones, siempre y sin excepción, han sido tratados y castigados conforme a la ley. Muestra de ello, es el reducido número de Recomendaciones hechas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos

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a la Secretaría de la Defensa Nacional, mismas que han sido atendidas en su totalidad, como se demuestra en la documentación citada en los Capítulos VI y VII de este texto.

Sin duda, la decisión presidencial y las acciones emprendidas por el Estado Mexicano en la lucha contra el narcotráfico, serán analizadas y discutidas en amplitud en los siguientes años. Es necesario hacer de esa discusión, un proceso continuo pensando en el mejor destino de la Nación. Las descalificaciones de principio pero sobre todo, el recurso fácil del prejuicio para tratar un problema tan profundo y complejo, no aporta a la creación de opciones viables; las propuestas tendrán que considerar los esfuerzos y éxitos alcanzados. También deberán incluirse visiones críticas para corregir lo necesario, con base en las estadísticas, testimonios y toda aquella documentación que sostenga y dé solidez a las posiciones. Eso sí que aporta para crear las mejores condiciones y superar la difícil situación de la seguridad pública.

La construcción de un promisorio futuro a partir de un mejor presente, sólo puede lograrse con la comprometida participación social; desde donde comiencen los cambios y ajustes a conductas perniciosas a partir de las cuales se incuban las prácticas depredadoras de la criminalidad, se convive con la tolerancia a la ilegalidad y se ve con indolencia el deterioro de los entornos físicos y morales. La necesaria recuperación de los valores cívicos como guía y de los principios ciudadanos para la acción, son los indispensables componentes de una Patria soberana, libre e independiente.

La Secretaría de la Defensa Nacional, a través del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, se significan por ser uno de los baluartes en la identidad de la Nación; demostrando día tras día su compromiso indeclinable con México, han aportado y lo seguirán haciendo, desde cualquiera que sea la responsabilidad que el poder civil les encomiende, su estricto apego y respeto a la Constitución, fortaleciendo en cada una de sus misiones, al estado de derecho, a la democracia y procurando siempre el bienestar del pueblo.

La lucha contra el narcotráfico no ha concluido, ni mucho menos; pero sí ha terminado un ciclo que establece la democracia mexicana. Ante esa natural situación pero de difícil trayectoria para el país, los integrantes del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos pueden responder con satisfacción al Presidente de la República y al pueblo de México: misión cumplida.

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