Liquidad Paris de Sven Hassel

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    n el Stalingrado en que se ha convertido Normanda, cincuenta mil hombres han cado prisioneros y cuarenta mil

    uerto. Del 27. Regimiento Panzer, el 80 por ciento de los efectivos ha desaparecido; lo que queda es enviado a Pars

    otivo desconocido. Con un placer apenas disimulado, el Generalfeldmarschall Herr Von Rundstedt informa al G

    uartel General que han desembarcado ya un milln ochocientos mil anglosajones, que luchan contra doscientos

    emanes. Cada divisin blindada ya slo posee entre cinco y diez tanques; los regimientos se han derretido ha

    nvertirse en compaas. La situacin es desesperada.

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    Sven Hassel

    Liquidad Pars!Bibl i oteca Sven Hassel -7

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    Po e 07.08.13

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    tulo original:Likvidr Parisven Hassel, 1967aduccin: Alfredo Crespo

    etoque de portada: Poe (Basada en la edicin inglesa)

    imer Editor digital: Volaoegundo Editor digital: PoePub base r1.0

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    LIQUIDAD PARS!

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    Ese susurro del trigo es la cosecha de loscampos de batalla en los tiempos de la

    locura de los hombres

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    No se podra llegar a Inglaterra a nado? preguntHermanito, cuya mirada vagaba pororizonte.

    Quiz contest el legionario, pero seria difcil.Se ha hecho alguna vez?S, pero no saliendo de aqu.

    Escucha insisti Hermanito, s atravieso esa condenada zona de Rommel y nado derecnte m, adonde llego?

    El Viejose frot la nariz:Es posible que a Dover.Qu distancia puede haber?De treinta a ochenta kilmetros.Hay partidarios? pregunt Porta. Eso puede hacerse.Yo dijo Gregor, riendo. Los otros morirn por la victoria sin nosotros.

    Y vosotros moriris de cansancio dijoEl Viejo, sonriendo.De todos modos, est lejos rezong Barcelona, condenadamente lejos, y si uno norienta bien, todava queda mucho camino hasta llegar a Islandia. Y si se falla Islandia ya sueda Groenlandia, a menos que se tenga la chiripa de aterrizar en los bancos de hielo porstrecho de Behring.

    Qu serios parecen! se mof El Viejo.Empez el entrenamiento; nos pusimos a nadar hasta muy lejos, tanto que, un da, me paral

    n calambre y estuve a punto de no contarlo. Deb la vida a Gregor. Pero, una tarde, todos creyere veras que se haban marchado a la aventura, hasta medianoche, en que les vimos regreserrengados. Todos afirmaron haber vislumbrado la costa inglesa en el horizonte. Por desgracia,oticia se difundi y se doblaron los centinelas a lo largo de la playa. Siempre los haba habido, pehora se dedicaban a vigilarnos a nosotros.

    EN LA SECCIN 91 NO SE CONCEDE CUARTEL

    Las granadas machacan todos los sentimientos. El fortn queda dislocado; uno de sus lados easi hundido en la arena, mientras que el otro se yergue como un mun gris.

    Las granadas son mucho peores que las bombas; se puede calcular la cada de una bomba, dems, el ruido de la granada es infernal en comparacin con el de la bomba.Hermanitojuega c

    na granada de mano cuya anilla cuelga peligrosamente fuera del mango. l y yo somos los mejonzadores de granadas de la Seccin; l las lanza a ciento dieciocho metros, yo a ciento diez. Na

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    onsigue imitarnos.Una explosin monstruosa El fortn se tambalea. Todo se extingue. Est negro como la pez.

    omandante Hinka asoma la cabeza; lleva el uniforme hecho jirones y el mun asoma por uesgarradura de la manga. Hace cerca de dos aos que perdi el brazo, pero la herida nunca se catrizado del todo.

    Una horda de ratas se precipita, dando chillidos, y nos sumerge. Una de ellas se aferra al pechoinka y muestra sus dientes amarillos; de un manotazo,Hermanitola lanza al otro lado del refug

    onde es desgarrada por sus congneres; son las comedoras de cadveres, y desde hace algn tiembundan como nunca.La artillera de Marina dispara desaforadamente sobre los muros de hormign. La infante

    esembarcada se lanza hacia nosotros; la rechazamos con las granadas de mano. Nos parece estar edio de un tambor gigantesco sobre el que golpean alternativamente miles de dementes, y eso du

    esde hace horasPorta propone una partida de 421, pero nadie presta atencin al juego. Aguzamos el odo

    Cuando van a atacar? Con tal que no utilicen lanzallamas! En este caso, estaramos perdidosabemos que ellos no dan cuartel. Las octavillas nos han advertido: Rendios; todos los combatienern liquidados. Propaganda tan estpida como la nuestra: lucharemos como ratas, de espaldas aared.

    El Viejose balancea suavemente mientras contempla su casco, sin darse cuenta de que le estbservando. Unas lgrimas resbalan por sus mejillas; es un hombre que ya no puede ms.

    Un estruendo! El techo del refugio se hunde sobre nuestras cabezas y henos convertidos aritides vivientes. Corremos de un lado a otro, levantamos postes a martillazos Con las pierneparadas, sostengo una pesada viga junto conHermanito, que no chista. Me crujen todos uesos. Porta y el comandante Hinka van a derrumbarse La viga nos aplasta, pero por fortu

    cude Gregor. El techo resiste. Todava no estamos enterrados vivos. Alivio y ronda Calvados[1].

    Porta vuelve a coger su pao verde, sobre el que el pequeo legionario arroja los dados. Ngamos dos paquetes degiras(cigarrillos hilarantes), un recluta alla de dolor. El can le ha ca

    ncima y tiene las dos piernas aplastadas. El enfermero le da una inyeccin de morfina, peroombre no volver a andar nunca ms.

    Miedo Empezamos a sentir miedo, de modo que la locura no est lejos. Por una nimiedmpezaramos a matarnos mutuamente. Una nueva bandada de ratas sera bienvenida.

    El pao verde es rearchivado. Espera Transcurren las horas. En el Ejrcito se aprende a tenaciencia.Hermanitotoca la armnica llevando el comps con todo su corpachn, del que cuelganiforme de camuflaje. Es de da? Es de noche? Fuera, no debe de quedar nada vivo. Una espeumareda nos oculta hasta el sol. Cunto tiempo ha transcurrido? Horas? Semanas? Nadie lo sab

    Porta arroja el casco, dice algo que no entendemos y distribuye una vez ms los naipes; pembin hay que renunciar a eso; ni siquiera se distinguen los colores, y, adems, ganar o perder, q

    mportancia tiene? Ni siquiera tenemos ganas de hacer trampas. Qu es lo que cuenta bajo artilleo artillero? Hace mucho que lo sabemos. La espera

    Porta abre la racin de hierro y le vemos comer con indiferencia; el propio comandante guarlencio, pese a que est especialmente prohibido. Las raciones de hierro slo deben ser abier

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    or orden explcita del comandante. Porta empieza a comer utilizando una bayoneta como cuchaespus, bebe el agua que sirve para la refrigeracin de la ametralladora. Nadie rechista tampoQu es lo que cuenta bajo un martilleo artillero? Pero se habr vuelto loco? Empieza a limpiarse as; despus, empieza a frotar su nico diente con el trapo que sirve para limpiar los fusiles y enue guarda tambin su dentadura postiza. Todo sin dejar de sonrer. Ni siquiera un ataque de artilles capaz de desconcentrar a Porta.

    El bombardeo parece amainar. Inmediatamente, empuamos las armas y apartamos las plac

    indadas, Gregor instala la ametralladora. Que puedan quedar hombres en el infierno que esencadena, constituye un enigma. Las estacas y las alambradas cuidadosamente instaladas pommel han desaparecido por completo; todo ha desaparecido por completo; todo ha desapareci

    s otro universo. Hinka maneja con desesperacin la manivela del telfono:El punto de apoyo 509 solicita una barrera! vocifera. Me os? Aqu el 509. Barrera!Pero ya no hay telfono, ya no hay artillera. Las posiciones, los hombres, todo ha desaparecid

    ulverizado bajo el bombardeo ms espantoso de la Historia.All vienen! Desembarcan en la playa! Un hormigueo de hombres de caqui que no piensan

    ncontrar resistencia. El martilleo artillero ha debido de destruirlo todo. Pero, de pronto, los morteel 12 escupen granadas en una lluvia interrumpida La infantera caqui vacila.

    Adelante, adelante! gritan los oficiales.Las ametralladoras siegan filas enteras. Los hombres arden frente al lanzallamas de Porta. Q

    vienten! Ha terminado la espera espantosa. Ahora, matamos nosotros! Caen los unos sobre ros; un soldado queda colgado de las alambradas y grita. Es horrible morir en las alambradas;

    amarada se precipita, pero una salva de ametralladora lo parte por la mitad, y el cuerpo se balancado en el alambre. Atroz.

    Adelante! Seguidme! grita el comandante Hinka.

    Nos precipitamos por la estrecha escalera,Hermanito y el legionario en cabeza. Yo llevometralladora, con el soporte alrededor del cuello; con la mano libre, lanzo las granadas que he podeterme en el cinto. Precisamente ante m, una silueta Casco llano, un ingls. Culatazo. Grit

    ullidos, cuerpos que se precipitan por los acantilados. Salto unas alambradas, con la ametralladn el hombro. Un soldado de caqui levanta los brazos; ha perdido el casco. Un puntapi en el vientn culatazo en pleno rostro Aparecen unas cabezas. Barcelonay yo nos precipitamos al mismempo. Golpes sordos, damos traspis sobre cuerpos ensangrentados, desgarrados El enemtrocede. Primero, con lentitud, tironeando; despus, arroja los cascos, las armas, las mscaras de g

    se precipita hacia el mar, donde se ahogan los heridos.Por qu luchamos de este modo?Por la Patria? Por el Fhrer? Por el honor, las condecoraciones, el ascenso? En absoluto. P

    sitnto. Por miedo a perder una vida preciosa. Cada minuto es un infierno. Se deja un momento a amarada, te vuelves hacia l y ya no es ms que una masa de carne en un charco de sangre. Cesesperacin, uno se golpea la cabeza contra una pared de acero, uno se convierte en un bloquenismo, uno se precipita detrs de la ametralladora, uno mata por matar.

    En cuanto a Porta, l piensa inmediatamente en la jamancia y trae un saco lleno de conservermanito se interesa mas por los dientes de oro y hurga en la boca de los cadveres, pese a

    criminaciones deEl Viejo, que habla de Consejo de Guerra. Agotados, nos dejamos caer en el sue

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    rasiento del refugio. Porta se apresura a abrir varias latas. Son de grasa de fusil! Otras cuatro latgue siendo grasa de fusil. Porta ha saqueado un depsito de armas, pero el legionario tiene una idamos cuatro latas; a una granada de mano y el conjunto se fija a un bastn de fsforo.

    Estupendo! exclama Gregor, riendo. Maana, los diarios p roclamarn que disponemosna nueva arma.

    Se reanuda el ataque Las ametralladoras se calientan hasta el rojo vivo.Barcelona, con uantes de acero hechos jirones, maneja el mortero grande. No hay casi ninguna pausa entre l

    sparos. El enemigo chapotea en la sangre, y bajo el sol la arena blanca adquiere un color parojizo, como si fuese tierra ferruginosa.A lo lejos, en el mar, ms barcos, un bosque de mstiles. Son lanzados unos vehculos anfibios

    n el agua pasan junto a pedazos de cuerpos, mientras el acero hace crepitar las olas. Ah, creaber destruido toda la resistencia! Pero el ataque prosigue Las oleadas de asalto se suceden. rcito entero se abalanza hacia la costa normanda, y, si fracasa, harn falta aos para reemprendna operacin semejante.

    Atosigados por la sed, bebemos el agua que sirve para refrigerar las ametralladoras. Apesta!udor nos quema la piel Con indeferencia, observamos cmo arde un soldado con llama clarazul. Se trata de un nuevo tipo de granada que utiliza el enemigo y que contiene fsforo; se inflama ontacto con el aire.

    Unos silbatos Adelante! Los moribundos se aferran a los soldados que corren e imploryuda. Los pisoteamos con rabia. Es la contraofensiva. Las granadas vuelan por el aire, estallanatan. Adelante, adelante! Los hombres corren como autmatas mientras la artillera de Marachaca sin tregua a amigos y enemigos.

    Ms barcos, siempre ms barcos. Descienden los pontones, la infantera se precipita hacialaya, pero ha aprendido esto del terreno de maniobras y, para la mayora de los soldados, es

    autismo de fuego. Esos jvenes sin experiencia corren al encuentro de las ametralladoretrocedemos con lentitud Unos ingleses jadeantes se nos echan encima, precisamente delanteuestros lanzallamas, y caen en la brusca pendiente arenosa. El fuego de la artillera los sigue cona escalera mecnica; el fortn est destruido y nos deslizamos por entre las grietas del hormign.

    La playa se ha vaciado. Ahora, es el reino de las granadas. Nos aplastamos contra la tierespanzurrada, que acepta nuestros cuerpos, los protege contra el ltigo de acero que restalla y silAn estamos vivos? No, somos unos muertos que se mueven, que corren y que matan. Es inuerer saber ms. Ah, tendran que vernos los del Partido, esos guerreros de Nuremberg

    rillantes en los desfiles, esos burgueses satisfechos: instrumentos de metal y trompetas, banderasento! Henos aqu, fieras con jirones ensangrentados, expertos en el asesinato. Un sollozo macude y hace tambalear todo mi cuerpo; muerdo la culata de mi fusil, chillo, llamo a mi madre, a miga. Los hombres llaman siempre a las mujeres cuando les fallan los nervios. Huir! Marcharm

    Me importa un p epino el Consejo de Guerra, Torgau y toda la mierda Huir, huir!Una rodilla se clava brutalmente en mi espalda; una mano brusca me acaricia el cabello.

    erdido el casco. Una barbilla se frota contra mi mejilla. Ese bendito deHermanitome dice palabpaciguadoras.

    Respira hondo, respira; todo p asar. No es una cosa tan terrible. Un poco de guerra, nada m

    Todava no tenemos el trasero al aire!

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    Pero yo no puedo dominarme, me fallan los nervios. Y sin embargo, he resistido mucho tiempero es algo que nos ocurre a todos. Un da, le tocar el turno a Porta, aHermanito, y tambingionario, que ya ha experimentado esto una o dos veces; pero l pronto har catorce aos queedica a la guerra.Hermanitome limpia el rostro con un trapo de fusil; me mete un cigarrillo entre bios. Pega una patada rabiosa a la ametralladora Veo aEl Viejoque se arrastra hacia nosotros.

    No va bien la cosa? Respira hondo y permanece en la grieta. El nuevo ataque an tardar.Y un trozo de esparadrapo me cubre un largo araazo que tengo en la frente. Me dan el casco

    n muerto; aunque no sea muy til, por lo menos protege los ojos. Sigo sollozando, pero el cigarrimpieza a obrar: no estoy solo; tengo lo ms precioso que puede tener un animal en el frente: variutnticos camaradas. Me arrancaran de un infierno de fuego sin siquiera pensar en ellompartiran conmigo su ltimo pedazo de pan mohoso. La nica gracia que dispensa la guerra es ana camaradera que slo conoce el que, durante das enteros, ha permanecido dentro de un apestoter de obs.

    Poco a poco, me voy tranquilizando. Por esta vez, ha pasado, pero puede volver, y, adems, srevio aviso.El Viejopropone una partida de naipes. De espaldas al muro de hormign, iniciamna partida que me dejan ganar, y, de pronto, nos echamos a rer. Sin motivo. En el fondo, no exi

    la menor causa para ello.Da D + 1 = un da ms. El contacto con el enemigo est roto, y las prdidas son espantos

    i un solo pueblo que no haya sido arrasado. Porta, naturalmente, slo piensa en comer, y podlarse una vaca sin que se le notara. Alto, delgado, huesudo, come; alto, delgado, huesudo, corpora, eructa vigorosamente, levanta una pierna, lanza un pedo sonoro y slo de vernos comene la impresin de que tiene hambre. Siempre est hambriento y nadie comprende por qu. Eez, ha tenido ms suerte con un hurto de conservas. Ya no es grasa de fusil, sino carne enlatada enrgentina. Un verdadero festn! Preparamos la comida en los cascos de acero, sobre unas tabletas

    cohol reunidas porHermanito. Ese fueguecito bajo un casco de acero resulta tan agradable quequiera omos ya las granadas.

    Ah esta el comandante Hinka. Comemos con l en el mismo casco y llegamos hasta a lameruchara. Porta remueve el guisote con una bayoneta y lo sazona con su saquito de sal. En cuantoermanito, ha encontrado una cantimplora de ron, con el que rociamos la carne enlatada. U

    omida regia! Estoy de guardia junto a la ametralladora, pero la neblina que parece surgir de teres recubre como con un sudario el devastado paisaje. Mis camaradas duermen, hechos un ovi

    omo perros. Estoy solo, me hielo, llovizna, empieza a soplar el viento Me envuelvo en mi capo

    ubo el ancho cuello ruso y meto las orejas bajo el borde del casco, pero a pesar de todo, el aguaesliza hasta mi espalda. Veamos el cargador. Corre bien la cinta? Estn las balas en el ordquerido? Nuestra vida depende de que, el arma no se encasquille. Desde el otro lado, llega ntineo de acero Estarn preparando algo? Trato de reaccionar, pero la cabeza me da vueltasOh! Un diente de len amarillo! Sin duda, la nica flor que existe en kilmetros a la redonda. Yaeis, incluso una flor consigue sobrevivir. Cmo sera esta regin antes de la guerra? Sin duda, uradera inmensa y hermosa, salpicada de vacas. Pero ya nada es hermoso ahora. Y los habitantvolvern alguna vez? Pobre Francia!

    Al Norte, retumba la artillera. El cielo cobra un color rojo de sangre. Es hacia la playa de Oma

    l donde desembarcan los americanos, y se lucha ferozmente. Hacia el Sur, hay unas bateras D

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    igo con la mirada la trayectoria llameante de los terribles cohetes; all donde caen no queda sealda. Porta habla durmiendo y, por supuesto, suea con la comida. El legionario se levanta y se a

    n un rincn del refugio derruido. Ruido de agua. Tras de lo cual, vuelve a acostarse bien calentintre Gregor y Hermanito, que se enoja sin despertarse del todo. Gregor ronca.

    Yo sueo. Estoy cerca de la caldera de un remolcador y tengo quince aos. He aqu las hmedalles de Copenhague. Durante una noche como sta se apoderaron de Alex. Aquellos cuatro granujos haban atacado de repente; eran especialistas de la caza a los jvenes sin trabajo que buscab

    debidamente un poco de calor junto a los remolcadores. Yo pegu una patada en la ingle a uno s tipos, y despus nos dirigimos alegremente hacia la Havnegade, dicindonos que detestbamoPolica.

    Pero a la noche siguiente esper intilmente a mi amigo frente a las cocinas del restauraWivel, cerca de la estacin. Un cocinero altivo distribua a los pordioseros los restos de las bibastecidas mesas. Alex no acudi. No he vuelto ha verle. Lo haban atrapado durante una redada,ismo tiempo que a una bestia de sueco (qu vena l a hacer a Copenhague?), y le enviaron

    utlandia, a un correccional. Huy varias veces y despus, un da su fotografa apareci en eridico, con una hermosa camisa blanca de cuello abierto. Poda percibirse el brillo de su cabe

    ubio. Fue el da en que se ahog en el remolcador Odin, que se fue a pique, y creo que aquel da llolex era mi amigo de siempre; habamos hecho juntos todos los estudios, desde que bamos antaln corto en la escuela de Nyboder.

    Acaricio la ametralladora que est ah, amenazadora; palpo la larga cinta de las balas. No hay mue echar el seguro hacia atrs y escupir la muerte. Cunto llego a odiar su repugnante democracon sus mentiras y sus parrafadas polticas! Es fcil dar consejos cuando se vive bien. Doscienetenta y cinco mil parados slo en Copenhague! Por qu no matarlos a todos? En la ltimavidad, en Copenhague, andbamos por las calles chapoteando en la nieve fundida. El rbol

    avidad, en el centro de la Radhuspladsen, balanceaba sus luces deslumbradoras.All fue donde encontr a otro imbcil y ambos nos orinamos en aquel rbol de Navidad,

    rgulloso de s mismo. El imbcil me cuchiche que haba un golpe que dar, pero rehus; uno puencontrarse en el arroyo, pero no es motivo para hundirse en la cloaca.

    Baj solo por la Vesterbrogade Todas las ventanas iluminadas brillaban. Feliz Navidad! Feavidad! Todo el mundo cantaba: Feliz Navidad!. Pero id a pedir a alguien un pedacito de oc

    o tardaris en volver a bajar la escalera. A pesar de esto, se sentan en paz consigo mismos. Acao era la Nochebuena? Dentro de poco se irn de reveillon, y maana, atiborrados con la comida

    avidad, estarn de un humor de perros. Pero viva de todos modos!, todo esta en orden y la rota de todas las ventanas.Al da siguiente de Navidad, ya avanzada la tarde, encontr a Paul. La gente se apresuraba ha

    s cines, porque era el da del cambio de programas. Muchas pelculas de guerra y otras sobreuerte de Al Capone. Una buena pelcula, con sangre en abundancia y que era un magnfico brocara esta larga jornada de Navidad.

    Paul y yo nos instalamos en un bar prximo al mercado del Vesterbro, ante una taza de caf y roissantpara dos. Estaba tan cerca de la comisara que uno no poda dejar de sentirse en seguridad

    Qu te parecera un trabajo? me dijo Paul. Un trabajo pagado todos los viernes?

    No te burles de m.

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    Nunca me burlo de esas cosas. Es una direccin en Alemania, donde, segn parece, hay trabaarecen de mano de obra y se encargan de ensearte. Se trata de un fbrica de herramientas, y

    alario no est mal. Al cabo de un ao, uno casi es rico.Trabajo, trabajo! Ya conoca este cuento, pero hubiese hecho cualquier cosa por tener un po

    e dinero. A fin de cuentas, nos echaron del caf; era una conversacin demasiado larga para roissantentre dos.

    Cerdo! gritamos al camarero.

    Un gordo sargento de Polica, reluciente de pies a cabeza, se detuvo.Queris que os trinque? Vamos, circulad!Le pegu una patada en la espinilla y huimos riendo mientras l saltaba de dolor. Probablemen

    ue aquel paquete de comida entregado a otro cuando yo haca cola ante las cocinas del Wivelue me hizo adoptar la resolucin fatal. Quince das ms tarde, Paul y yo tras viajar clandestinamen un tren de mercanca, llegamos a Berln. Poco despus, Paul result muerto al caerle un montnscoria que sacbamos de un alto horno, y yo me alist en el Ejrcito.

    Por primera vez despus de muchos aos, tuve una cama limpia para dormir y tres comidasa. En comparacin con el alto horno, el servicio militar me pareci un juego. Se me curaron anos quemadas, volvieron a crecer las uas arrancadas, la tez morena me hizo casi guapo bajo el

    e Silesia; por primera vez en mi vida, tena mi peso normal, mis dientes estropeados fuercompuestos por el Ejrcito sin que me costara ni un cntimo; me dieron un hermoso uniforme

    opa interior limpia una vez a la semana. De pronto, me sent un ser humano; era feliz, lo que anifestaba en la firmeza de mi paso. Tena una amiguita que me amaba. El 7. regimiento aballera se convirti en mi hogar, en mi primer hogar autntico. Por fin exista para algo!

    Estall la guerra. Dejamos el cuartel y todo se disgreg. Breslau se qued atrs, sustituida por altrechos caminos de Polonia. La democracia volva a burlarse de nosotros, y seguais creyendo

    la, cretinos! Desde aquel momento, ya no fuimos hombres. Mientras podamos andar, luchar, aamos tiles, pero nadie nos daba ropa interior limpia. Sucios y piojosos, los uniformes gris vede

    olvieron incoloros. El regimiento era annimo. Avanzad, avanzad! Bajo la lluvia, bajo el sol bajoeve, en el polvo! Fosos embarrados parasaciar la sed que nos devoraba, zapatos rotcompuestos con trapos, permisos en casas de personas que no podan vernos ni en pintura. rmin la amiguita: haba demasiados soldados y los paisanos cortaban el bacalao. Que nuedaba? Tres cosas seguras: una tumba solitaria junto al camino, con un casco oxidado pealarla, la invalidez, o la muerte lenta en los campos de prisioneros, esos calvarios donde el anim

    umano vale mucho menos que un cerdo.La luz cegadora de un cohete interrumpi mis pensamientos. Me ocult tras un muro y los demespertaron instintivamente, preparados ya para el combate. Qu hay en la tierra de nadie? Quitoguro de la ametralladora;El Viejo coge su pistola de seales y el terreno se inunda con una luda. Escuchamos Roncan unos potentes motores. Aqu y all, el ladrido de una ametralladoraTanques! cuchichea Gregor Martn.Se acercan murmura Porta.La manga vaca del comandante Hinka flota al viento. Atornillamos en los fusiles los cubiletes

    s granadas.El Viejolanza otro cohete Nada. Nuestro instinto nos engaa. Percibimos la presen

    el enemigo. Cada hombre est en guardia. Silencio. Acechamos

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    Rechinar de cadenas. Se acercanEl Viejose guarda los cohetes en el bolsillo y preparamos ranadas antitanque.

    Tanques! Un ejrcito de tanques! El aire tiembla con el ruido de los motores, y las cadenhirran con ruido infernal. All estn! Parecen una columna de saurios dispuestos a devorar uuena presa Se les ve perfilarse en la cresta de los acantilados.

    Ametralladoras pesadas de tiro rpido Una interminable carcajada. Bajo la cortina de su fueuzado, nos arrastramos por la tierra de nadie para instalar el can Pak, y los cazadores de car

    e afanan junto a un largo 7,5. Un estampido asesino, una lengua de fuego de color rojo vivo pida granada, alcanza al Churchill debajo de la tortea, y lo que hace un segundo era un monstre acero erizado de ametralladoras se convierte en una crcel de amianto. Ms tanques! UCromwell se acerca hasta cincuenta metros.Hermanitose echa al hombro su disparador de cohe

    apunta tranquilamente; escupe la colilla, aprieta el gatillo, cierra el ojo contrario, como haempre, y se muerde la lengua. La llamarada sale del tubo Alcanzado! La tripulacin arde. A pro. El legionario le alarga el cohete y ambos meten una carga doble. Est terminante prohibido:

    n suicidio, pero se ren de las ordenanzas. Los cerdos que estn al frente mejoran las armas sin qadie se lo agradezca.

    Idntica escena:Hermanitocierra el ojo, dispara Tiro en el blanco. Los tanques se detienen, amas ascienden al cielo, pero detrs llegan ms tanques. Cuntos? El can Pak es aplastadotillera enemiga enloquece, la muerte se agazapa detrs de cada piedra, restos humanos saroyectados por los aires, el soplido de las explosiones asfixia a los hombres Me aplasto contrauelo, lo arao con las uas. Maravillosa tierra sucia, nuestra nica amiga! Qu bien comprendo q la llame madre tierra!

    A pocos metros, un soldado ingls se pega al suelo, lo mismo que yo. Mtalo! Rpido comoyo, ste es el pensamiento que acude a mi cerebro. Hemos rebasado los dos los veinte a

    Hemos tratado de vivir? No. No sabemos ms que una cosa: matar para no ser muertos!Tengo una granada en la mano; conozco la dura ley de la guerra. S que el individuo del cas

    ene la misma idea que yo: tirar el primero para salvar el pellejo Arranco la anilla con los dientuento: Veintiuno, veintids, veintitrs, veinticuatro La granada silba. l ha lanzado la suyaismo tiempo. Dos detonaciones en el mismo segundo. Tenemos igual experiencia y tamb

    abemos alejarnos rodando del lugar de la explosin.Entonces me precipito sobre la ametralladora y le suelto toda una carga. Vuela una nueva

    spara granada, un relmpago golpea mi casco, mi cabeza parece estallar y una especie de furia

    podera de m. No! No quiero morir en un prado fangoso de Francia! A por el ingls! Lo ataculatazos y l me lanza patadas desesperadas Lo alcanzo con mi pala, se le cae el casco, un hilillo angre brota de su boca, y en el lugar de la frente hay una herida abierta.

    Cae agotado. Lanza un estertor. Mi rabia se ha transformado en miedo Por que no muere? Mangra la pierna y, mientras vigilo al moribundo, me cuido la herida lo mejor que puedo. Tenddava fuerzas para matarme? Me observa y respira con dificultad. Si sus compaeros

    ncuentran aqu, estoy perdido. Sin embargo, hemos luchado. Todo est en orden. Sangre y espumanchan su boca. Le arrojo mi cantimplora.

    Drink, it is for you[2].Por qu no bebe? Espera que le meta el gollete entre los dientes y me arriesgue a recibir u

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    uchillada? Se mueve Salgo de m agujero sin pensar en la granada y me precipito hacia metralladora, pero el ingls ha vuelto a quedarse inmvil. Bajo un Churchill que arde, el pequegionario, tumbado, dispara cortas rfagas mortales con su L.M.G.. Mientras, apoyado en

    ngulo de un Cromwell llameante,Hermanito, Grotescamente iluminado por el acero ardienarece Satans en persona.

    El ataque enemigo queda detenido por el momento, y el sol calienta con suavidad. Porta devuidadosamente su quinta lata de carne.Barcelonahace circular una botella de ginebra,El Viejobar

    s naipes y, detrs de nosotros Formigny arde. Los pesados bombarderos Wellington zumban pncima de Caen y la humareda de los incendio se eleva muy alta en el cielo. La tierra tiembla bauestros pies.

    En un jeep abandonado, Porta ha encontrado un viejo tocadiscos porttil y unos discos. Es usica endiablada que resuena cuando, ya de noche, comparece un grupo de soldados que parecen evar armas. Enarbolan una bandera con una cruz roja y sus cascos muestran las mismas cruces rojl Viejose precipita sobreHermanitopronto ya para disparar.

    No ves que recogen a sus heridos y dejan a los nuestros? grita el gigante, furioso.Al primero que dispare, me lo cargo. Entendido? Dejad vuestras armas grueEl Viejo.Ve a alistarte en el Ejrcito de Salvacin dice Porta, riendo mientras escupe haciaEl Viejo

    Llegars a general!Casi todos los camilleros han desaparecido ya con su bandera y sus heridos, pero, de repente,

    niente de granaderos lanza un grito y cae sobre el barro de la trinchera. Una bala de francotiradsos asesinos odiados por los combatientes) le ha alcanzado entre los ojos. En un santiamn tr

    metralladoras ladran. Los ltimos camilleros se derrumban.Ellos han comenzado! gritaHermanito, loco de rabia. Hubisemos tenido que matar

    n seguida!

    Un largo y salvaje grito de guerra:Al el Akbar! Adelante, adelante!Y el legionario se lanza, con nosotros en pos de l, como tan a menudo en las estepas heladas

    usia o en las laderas de Montecassino. Llenos de odio, matamos, matamos! Los camilleros, eridos que han venido a salvar, todos liquidados, todo es destrozado. El enemigo no tiene refugicupa posiciones de fortuna. Todo queda destruido. Pero al ataque sigue el contraataque. Muertos, muertos p or todas partes.

    En la Seccin 91 nunca se da cuartel al enemigo.

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    Porta manoseaba la radio tratando de captar la BBC de Londres, pero haba muchterferencias.

    Te das cuenta de que te juegas la cabeza si te pescan? pregunt Heide. Por lo dems, ntiendo en absoluto por qu escuchis esas tonteras. Los ingleses mienten tanto como los dolfo.

    Golpes de gong sordos y amenazadores, destinados a difundir el terror: Aqu, Londres Aqondres. BBC para Francia.

    Ignoramos que la Resistencia francesa escucha con toda atencin, lo mismo que el oficial-rae guardia, elOberleutnantMeyer, en el puesto de mando del XV Ejrcito.

    Solicitamos toda vuestra atencin. He aqu unos mensajes personales:Los largos sollozos s violines del otoo. Es el primer verso de laCancin de otoo, de Verlaine, el mensaje que

    spera desde hace semanas. Se avisa apresuradamente al gobernador militar en Francia, a omandantes en jefe de Holanda y Blgica. Se puede tomar en serio una poesa sobre el otoo?

    dculo. Idiotas!, vociferaHitler.El Estado Mayor del XV Ejrcito escucha, indeciso, las misteriosas palabras.Aqu, Londres Aqu Londres. Seguimos con los mensajes personales: Las flores tienen

    olor rojo oscuro. Repito:Las flores tienen un color rojo oscuro.Es la consigna para las clulas de Normanda.Contino:Helena se casa con Joe. Helena se casa con Joe.Consigna para toda la regin de Caen. Instantneamente, los puentes vuelan; tambin las lne

    rreas y las telefnicas son saboteadas. En el XV Ejrcito no se duda ni por un instante de que trae algo grave.

    Entiende usted algo, Meyer? pregunta con inquietud el general Von Salmuth.Desde haca tres das, la Radio de Londres guardaba silencio, y, de pronto, el locutor

    mpezado a hablar sin descanso:Proseguimos nuestros mensajes:Los dados estn lanzados. Repito:Los dados estn lanzadosConfiados centinela alemanes son apualados; los cadveres desaparecen sin dejar huellas

    s pantanos y en los pozos.Jean piensa en Rita. Repito: Jean piensa en Rita. El locutor habla lentamente, con una pau

    ntre cada palabra.

    Os a ese cretino? grue Porta, de mal humor. Jean piensa en Rita. Ese del micrfonon imbcil ms. Jean piensa en Rita. Conocis a esos dos?

    Es una clave explica Heide, que siempre lo sabe todo. Yo tambin he trabajado enadio. Lanzbamos camelos semejantes.

    El domingo, los nios se impacientan. Repito:El domingo, los nios se impacientan.Es para los de la Resistencia, que esperan a los paracaidistas en Normanda.Aqu, Londres. Enviaremos nuevos mensajes dentro de una hora.

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    LA LTIMA HORA

    Envolvemos a los muertos en una lona antes de enterrarlos, y colocamos junto a cada cadver otelln de cerveza vaco que contiene los documentos personales del hombre. Tarde o temprano,ecesitarn cementerios de hroes adornados con grandes monumentos de granito, y largas filasuces con plaquitas donde aparezca el nombre de esos hroes. De modo que ms vale saber a qui

    e exhuma de un foso o de un campo de patatas. De ah el botelln.Los cementerios de hroes son necesarios. Qu se podra ensear maana a los jvenes reclut

    Mirad! He aqu nuestros hroes. Bajo esta cruz reposa el soldado Paul Schultze, un valiente a quna granada arranc las dos piernas, pero que sigui luchando contra el enemigo que amenazaba cniquilar la avanzadilla. El soldado Schultze salv al regimiento, y despus muri en brazos de omandante, con el himno nacional en los labios.

    Es preciso que cada nombre inscrito en cada cruz sea correcto, pues de lo contrario, qu aceroicos se tendran a mano cuando se haya olvidado la derrota? Sin embargo, hay muertos privadel famoso botelln, porque han cado ms hombres que el nmero de botellines de que disponam, no obstante, Dios sabe lo que llegamos a beber! Por la tarde, media hora de descanso despus s entierros. Luego, operacin de levantamiento de minas.

    Es el trabajo que ms detestamos, porque la vida es endiabladamente corta para un detectadoinas. El progreso ha intervenido en ello: son las minas magnticas que estallan a la proximidad s pequeo trozo de metal. De modo que nos hemos despojado de todo lo metlico, hasta de

    otones, sust ituidos por unos pedacitos de madera. Como no hay botas de caucho, hay qontentarse con envolver los zapatos con tiras de ropa, pero nuestro grupo ha tenido suerte. Portaa apoderado de un par de botas americanas de caucho amarillo claro: un tesoro inapreciable sobreue velamos como si se tratase de oro puro; y es mucho ms que oro, es nuestra salvacin.

    Resulta imposible confiar en el detector de minas, que zumba incesantemente. Se dispara cons pequeo trozo de metal, lo que nos exaspera y nos hace mostrarnos descuidados. Es lo peordo. Cuando se trabaja con las minas, tres cosas son primordiales: prudencia, desconfianza

    uidado. All donde uno menos se espera, acecha la trampa. Fue Rommel quien inaugur ese estilos satnico. Se abre una puerta y estalla en pleno rostro. Una cuerda de tender la ropa con una fila

    inzas que parecen una hilera de golondrinas. Inocente del todo! La cuerda te cierra el pasorancas y la tierra se abre en una erupcin volcnica. La puerta de un horno cierra mal, lo que irrits personas ordenadas; se la empuja y todo el mundo desaparece. Atravesados en el camino, unstos de carretilla que empujas a un lado: es el ltimo acto de tu existencia. Un cuadro que cuercido oculta el detonador de media tonelada de explosivos. Se pisa un hilo invisible, y diez granad

    stallan a cincuenta metros en un rbol, pulverizando a toda la Compaa. Hay minas aparejadas: inas P2, cuyas explosiones tienen lugar en cadena. Otras deben ser destruidas de un disparo

    espus estn las que hay que desmontar pieza por pieza, pues sus detonadores estn hechos

    istal ms delgado El trabajo de limpieza de minas enloquece.Se avanza paso a paso, rascando la tierra con desconfianza, lentamente Cada diez minutos

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    ambia al hombre que va en cabeza: de este modo, slo uno corre el riesgo de ser despedazado. Lems siguen precavidamente las huellas del primero, a una distancia razonable, y en el momentoue todo parece ir mejor, el hombre que va al frente se volatiliza con un aullido, en medio de splandor fulgurante.

    El detector de minas zumba Nos detenemos. El hombre en cabeza balancea el aparato haelante, hacia atrs, localiza lo que se oculta bajo tierra, se tumba en el suelo, hurga con prudenciaerpiente. No es ms que un pedazo de metal, una esquirla de granada. Siempre sucede lo mism

    no acaba lleno de ira y cree que no hay minas en absoluto y que el prisionero que ha dadoformacin es un mentiroso. Entonces se avanza ms aprisa, maldiciendo a todos los oficiales nformacin. Explosin monstruosa. El hombre que va en cabeza ha volado. As, pues, el prisioneo haba mentido y los Servicios de Informacin son estupendos. Estupendos tipos! Era una miT para tanques; cuando estalla una mina de sas, del individuo no queda nada. Con una mina no slo deja las dos piernas; lo que no est tan mal, porque se hacen buenas prtesis y si no se emasiado estpido se puede entrar en la escuela de suboficiales. Muchos suboficiales con prtestruyen a los reclutas. Te alistas para treinta y seis aos y, con algo de suerte, llegas haeldwebelde Estado Mayor en quince o dieciocho aos. Despus te retiras a los sesenta y cinco aon una buena pensin. Por lo tanto, una mina no es de las cosas peores, y no da miedo a un bicel frente. Terminada la guerra! Por amarga experiencia, sabemos que todo se paga, y la carne an dara con gusto dos piernas para no estar en primera lnea. Un brazo no vale nada. omandante Hinka lleva tres aos en el frente sin el brazo izquierdo; las piernas estn mejor, pacen falta las dos. En los tanques, hay muchos individuos una sola pierna.

    En este momento, voy en cabeza. Unas hierbas suscitan mi desconfianza Las palpo y esueltas; meto la mano y toco metal. Porta y el legionario, que van detrs de m se detienen Los qay a la izquierda, de pronto silenciosos, no apartan la mirada de m. Dentro de un minuto pue

    star pulverizado. Me tumbo, pego la oreja al suelo Se oye un tictac? Es una mina magnticana mina de explosin retardada? El sudor me empapa y, al mismo tiempo, tiemblo. La mina calero no est muerta Solapada como el infierno. En comparacin, una cobra resulta un animalomstico. En la punta de los dedos tengo antenas invisibles Observo la cpula redonda,elgado, delgadsimo tubo de vidrio. Es una mina T normal. Amiguita, no te deseo ningn dao;uena, no te enojes. Cuidado, Sven! Nada de brutalidades. La muy bruja es astuta. Acurdate deue has aprendido. Ninguna brusquedad. Vamos a ver Dos dedos bajo la cpula, dos vueltas aquierda Lentamente, lentamente Si rompes el tubito de vidrio, ests listo. Esperemos que

    aya un hilo, y los tiradores que la unan con otras minas, porque los colocadores de minas tienmaginacin. Dos vueltas, est hecho Dos milmetros hacia arriba, tres vueltas a la derecha Eo se mueve. Qu quiere decir? Un nuevo modelo? Siento deseos de huir. Entonces, Consejo uerra, cobarda ante el enemigo, condena a muerte, pero quiz la guerra haya acabado antes de queonsejo haya tenido tiempo de dictar sentencia.

    He de tratar de levantarla sin haber desmontado el tubo? Es peligroso, horriblemente peligrosoQu hacer? El terrible objeto permanece pegado al suelo. Un solo movimiento en falso y el tuboompe, el cido se esparce, y adis, Sven! Olfateo, receloso Estar caliente? Ser una minaatera? Deslizo por debajo la mano izquierda, mientras la derecha sostiene la cpsula, y arranco

    erba con los dientes. En esos momentos, uno envidia a los monos que pueden utilizar las pat

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    Por qu no ensearles a desarmar minas? Con lo listos que son! Es curioso que a nadie se le hacurrido an! El Ejrcito utiliza palomas, perros, cerdos, caballos. Los cerdos los utilizbamos olonia: los soltbamos en los campos de minas y todo volaba, pero no seguimos hacindolo, pus cerdos son muy valiosos; y los perros tambin. Ahora se prefiere a los hombres; el material esenos caro que existe; unos traseros de saldo, como dice Porta.

    Lentamente, lentamente, la atraigo hacia mi Seor, qu pesada es! He sido un tonto en utilizmano izquierda, con la poca fuerza que tiene. Aqu est! La mina me mira, amenazadora, con

    ontera: es su ojo, su oreja, su cerebro. Si me atreviera a arrearle un puntapi, a enviarla al diabero ni siquiera oso insultarla, le hablo suavemente Cuando haya desprendido la contera,ropinar una buena paliza y nunca mas tendr aspecto de mina.

    Llamo a los otros. Porta y el legionario se acercan. Porta, aunque carezca de estudios, es un gee la mecnica, pues le gusta esto para lo bueno y para lo malo.

    Imbcil! Has dado vueltas en sentido contrario. No has visto que tiene paso de rosca francPalpa la contera. Trae una llave inglesa! grita aHermanito.

    La llave llega como por arte de magia. Examina con atencin el horrible objeto.Toma, cierra la contera, o de lo contrario tendrs una buena racin en el culo cuan

    omparezcamos ante san Pedro.El legionario silba con nerviosismo y se seca las manos en el fondillo del pantaln.

    Ya lo tengo!Porta coge la llave:

    Cuidado con vuestras orejas! Es posible que nuestra amiga se lleve un pedazo!Canta en voz baja:

    Querida, qu ser de nosotros dos?

    Seremos infelices o dichosos?

    Triunfalmente me ensea el tubo de cristal y lo rompe con los dedos. Despus, sonriente,uelve hacia los otros con la mina bajo un brazo.

    No puedo sacar el tubo! Prubalo tu! grita, tirando la mina haca Gregor, que lanza ullido de terror.

    Porta se aprieta los costados:Acaso el caballero tiene miedo?

    Cretino, granuja, cerdo! chilla Gregor dando un puntapi a la mina.Basta de tonteras! grue el Viejo. Hemos tenido ya seis muertos.Y qu? replica Porta. Hay que ponerse corbata negra?Es l quien se pone en cabeza:

    Trae los p reservativos de pie!Y le entrego las botas americanas de caucho.Apenas ha andado unos metros, se inclina y nos hace una seal. El legionario y yo nos miram

    Cul de los dos? Porta ha encontrado una mina con hilos y hay que desarmarla entre dos.

    gionario se encoge de hombros y se adelanta; si todo va bien, la prxima vez me tocar a m. orta se arrastran siguiendo el hilo. Tiempo atrs era posible cortar ese maldito hilo, pero ahora h

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    nido la idea de duplicarlo con un delgado alambre de cobre. Si se le toca con un objeto metlico pcorriente y, adis la Seccin! Esa mina est colgada en un rbol y conectada con tres granadas

    05. Una verdadera trampa gigante! Antes de haber descubierto ese asunto del alambre de coberdimos mucha gente. Haban olvidado de incluir el modo de empleo.

    Muvete, imbcil! me grita Porta. Crees que ests en un saln?Tengo que llevar las herramientas y desmontar el detonador. Parece que es fcil, pese a que vari

    an volado al hacerlo. Nunca se sabe. Quizs hayan inventado algo indito.

    Porta, encaramado en el rbol, acaricia los cuatro hilos del diablo. Bajamos primero la mina Ts una de lpiz. El detonador no es mayor que un paquete de cigarrillos, pero os juro que basta.

    na de las granadas, un bromista ha escrito: Go to hell damned Krauts![3]. Firmado: Isaac. Momprensible. Ningn Isaac tiene motivos para querernos.

    Un breve descanso.Nos sentamos y fumamos un cigarrillo, lo que est severamente prohibido, pero qu importa

    do el mundo le hace mucha falta.Me gustara tener a Adolf aqu para hacer este t rabajo dice Porta, sonriendo con expresi

    dica. Aunque slo fuese media hora escasa.Esta broma estpida nos encanta. Pero los dems se renen con nosotros bajo el mando niente Brandt, nuestro nuevo comandante de compaa. Brandt est con nosotros desderincipio; slo nos ha dejado durante breves perodos de formacin en diversas escuelas. Nosotrs veteranos, le consideramos como un compaero al que tuteamos y llamamos por su nombre. ama Claus. Un verdadero oficial del frente, sin galones, sin condecoraciones; slo la goescolorida con su cinta plateada indica su graduacin.

    Si por lo menos hubiese terminado! rezonga Claus. Es un juego que enloquece.Un juego al que no volveremos a jugar cuando hayamos vuelto a casa dice Porta.

    Porta dice siempre cuando y nunca si; un estado de espritu muy curioso en el soldado dente: nunca cree que puede llegarle su hora. Muy a menudo, hemos excavado una fosa comn ane pasar al ataque, la recubrimos de heno, preparamos las cruces de madera, pero nunca hemensado que podemos ir a parar all dentro, el ruido sordo del aterrizaje Nos volvemos;amarada ms prximo ha desaparecido. Un tanque enemigo aparece rugiendo, lanzando llamarador su largo can. Una explosin capaz de destrozar el tmpano. La mitad de la Seccin olatilizada. Experiencia cotidiana, pero nunca pensamos que podemos ser las victimas. Nuestran la vida es invencible, incluso cuando damos el brazo a la muerte.

    Porta, que ha encontrado tres latas de anans en un tanque americano, se hincha.Yo, muchachos, cuando vuelva a Bornholmstrasse, comprar toneladas de anans. Mncantan y pienso ponerme hasta aqu!

    Y empezamos a soar en la posguerra. Hablamos mucho de lo que ocurrir despus de la guerero entre nosotros slo hay uno que sabe lo que quiere: el suboficial Julius Heide. Est decididstudiar para llegar a ser oficial, y cada da aprende diez pginas del manual militar de campaa, emoria, obstinadamente, dondequiera que est. Nos burlamos de l, pero le comprendemos. Hemdo soldados demasiado tiempo para poder volver a la vida civil, pero nadie se atreve a confesrsel Viejo opina que slo los agricultores podrn reanudar una existencia normal, y quiz no anquivocado. Son muy distintos de nosotros los ciudadanos; un manzano en flor les encanta; much

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    an desertado a causa de un rbol en primavera. Un da, en el momento de pasar la lista matutina, nen una proclamacin; los perros de guardia han descubierto al desertor y el Consejo de Guerra uiere saber nada de manzanos en flor. Una madrugada gris, doce disparos han resonado en el pae la prisin.

    Hace diez horas que estamos retirando minas, con una tensin nerviosa que nadie puemaginarse. Diez horas entre los brazos de la muerte, sin un momento de descanso. Quizs hemrminado; acabamos de finalizar la colocacin de cintas blancas que permitirn el paso a los tanqu

    a los granaderos. Estoy a punto de clavar una estaca, pero, de pronto, algo me llama la atencievanto la mirada; mis compaeros estn inmviles Todos los ojos se fijan en el teniente Branue est en pie, algo ms lejos, las piernas separadas, los brazos colgando a lo largo del cuerpoiento un escalofro. Claus est sobre una mina. Al menor movimiento, estallar. Sabe que va a sonu ltima hora.

    Los ms cercanos retroceden paso a paso. La mina debe de estar conectada con otras. Se ve ps hilos. Slo uno quiere adelantarse. EsHermanito, pero le retenemos a la fuerza; tambarcelonasufre un ataque de locura y empieza a arrastrarse hacia Claus. Hay que dejarlo sin sentidasta con un muerto.

    Ponte de rodillas, trata de esquivarla! grita Porta.Cmo?Saltando. Es tu nica probabilidad.El teniente est lvido. Preparamos ya una ampolla de morfina y los paquetes de vendajes. Pero

    gionario empua su revlver; de todos modos, Claus no sufrir mucho rato. Llamadlo asesinatos parece. Desde hace seis aos no nos hemos separado de l. Seis aos! Es mucho para un soldael frente, sobre todo en un regimiento de tanques donde el promedio de vida es de noventa das dems, una cosa tan estpida como una mina! Y una mina con hilo! Hasta un nio la hubiese vis

    ero siempre ocurre as: a fuerza de que los nervios se desquicien con estas porqueras, se tiene egundo de descuido, y ste es el peligro supremo cuando se trata de minas.

    Cunto tiempo llevamos aqu? Segundos, minutos, horas, aos? El tiempo se ha detenidsperamos la muerte, que a su vez espera, con no menos paciencia una presa segura. El tenievanta una mano y saluda; despus, lentamente, muy lentamente dobla las rodillas, se prepara pa

    altar Ha decido probar suerte, tratar de esquivar la mina.Me tapo los odos con las manos para no or ese terrible y fnebre redoble. Claus se que

    garrado, sin fuerzas para decidirse. Mientras permanece en pie sobre la mina, se siente vivir, pero

    alta Una probabilidad entre mil!Le miramos, hipnotizados. Apoya las palmas en el suelo, vuelve a incorporarseEchadme chaquetas.Diez chaquetas vuelan hacia l, pero slo tres le alcanzan.Hermanitointenta lanzarse otra vez

    orta lo derriba con un golpe de pala. Basta con un muerto. Pero Claus se ha dado cuenta.Gracias,Hermanito! grita el teniente.Bandidos, cerdos, cobardes! vociferaHermanitocuando vuelve en s.Hacen falta cuatro hombres para retenerlo; el legionario apoya su revlver en la frente del gigan

    uien le muerde la mano con tal fuerza que el hombre del desierto grita de dolor. Vemos al tenien

    nvolver las chaquetas a su alrededor; si unas esquirlas lo hirieran en el vientre, estara listo. Despu

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    uelve a saludar Va a decidirse.Salta!De pronto, a lo lejos, suenan una campanas, alegres campanas que festejan la liberacin

    rancia. El viento nos trae el sonido de los alegres carillones. Todo est olvidado: las ruinas,fierno del desembarco; en las calles los soldados americanos bailan con las muchachas francesViva Francia! Vivan los americanos! Mueran los alemanes! Mueran!.

    El teniente Brandt salta. Una llamarada cegadora, un ruido que asorda Nos precipitamos. S

    os piernas estn arrancadas una ha cado cerca de l, la otra ha desaparecido, y todo su Cuerpo eravemente quemado, pero Claus no ha perdido el conocimiento.Hundimos una aguja en el cuerpo palpitante; Porta y yo colocamos sendos torniquetes en

    uslos. El uniforme est hecho tiras; se desprende un olor extrao, una mezcla de carne y de rouemada. Claus grita, empiezan los dolores. Tambin esto lo conocemos.

    Morfina! rugeHermanito, pegando un empujn al enfermero. Para qu sirves, cretinoNo me queda!Entonces, es que la vendes en el mercado negro! grita el gigante lanzndose sobre

    esdichado, que se defiende furiosamente.Pero el otro le derriba, le registra, destroza el macuto de la Cruz Roja, pisotea las agujas,

    ringas. Est loco furioso. Es un peligro. Nadie se atreve a acercarse. No hay morfina! Entoncmpua el revlver, lo sopesa, y, de pronto, lo tira al suelo.

    El enfermero sugiere una transfusin. Veinte brazos se ofrecen, pero hay que comprobar lrupos sanguneos yHermanitoenloquece de nuevo cuando rehsan su sangre. Es imposible haceomprender que no pertenece al grupo requerido.

    Idos al cuerno! La sangre es sangre! Tengo cien litros, y soy el ms fuerte de todos.Lentamente, el teniente se debilita.

    No ir a morirse! gimeHermanito, desesperado. Es el final de la guerra. Toma, Claus, garrillo, te ayudar!

    Y aprieta un cigarrillo entre los labios, que van tornndose azulados.Por doquier, las campanas contestan a las campanas. Tocan por la liberacin de Normanda toc

    or la muerte del teniente cuyo cadver llevamos a hombros. Mudo de pesar,Hermanito varimero y, detrs de l, Porta toca con su armnicaEl viaje de los cisnes salvajes, esa msica qnto le gustaba a Claus.

    Fue as como, sin mirar a nadie, con la cabeza erguida, atravesamos Tourqueville, llevando

    ombros el cuerpo de nuestro camarada, de nuestro teniente muerto.

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    El teniente ruso Koranin, del 439. batalln del Este, hizo un da, con su compaa de trtarn descubrimiento sorprendente. En una lancha de desembarco encontr, junto a los cadveres es oficiales americanos, unas carteras llenas de documentos. El ruso se apresur a llevar arteras a su comandante, y ambos fueron a ver al general Marcks, comandante del 84. Cuerpojrcito.

    El general se dio cuenta en seguida de la importancia inestimable del hallazgo y llamediatamente al VII Ejrcito. Se le rieron en las narices! Qu estaba contando? Marcks, furio

    e instal en un silln y volvi a examinar los documentos; tampoco su ayudante de campo tuvoenor vacilacin: todo era perfectamente autntico. Los dos oficiales dieron aviso al Servicio eguridad, que crey estar soando mientras examinaba los documentos.

    El comandante del 84. Cuerpo de Ejrcito se puso entonces en contacto con eneralfeldmarschall Von Rundstedt y le comunic que posea los planes secretos de los aliadelativos a la invasin de Normanda. Era la prueba de que el desembarco reciente constitua

    reludio de esa invasin que se estaba esperando desde hacia cuatro aos .Qu tontera! exclam Von Rundstedt.Y colg el aparato.El Alto Mando permaneci inabordable. Los planes no eran ms que una trampa grosera.

    ismo que aquel desembarco. Una sencilla finta!Releve del mando al general Marcks ordeno Von Rundstedt a su jefe de Estado Mayor.

    n soador y no me atrevo a dejarle el mando de un ejrcito.

    LA COLINA DEL GLGOTA

    Es de noche. Nos dirigimos a la posicin de la cota 112 siguiendo el camino en tres columnas.

    ebla baja se desplaza en largas franjas algodonosas, una verdadera niebla del mar del Norte, uebla helada. La cabeza de la compaa desaparece, envuelta por esa niebla; mientras, Porta cue

    na de sus interminables historias de chicas.El Viejo camina a la cola de la columna, con las piernas arqueadas, la espalda curvada, su vi

    ipa en la boca, su casco colgado del gancho de su fusil, y la gorra negra de los tanquistas plantaobre su crneo.El Viejo, el jefe de nuestra Seccin,Feldwebel Willy Beier, con botas de soldaemasiado grandes para l. No se parece en absoluto a un militar, pero es el mejor jefe de Seccin qxiste; hace varios das que no se afeita y la niebla le platea la barba.

    Andamos por entre algo que la semana pasada deba de ser un bosque. Ahora, son unos troncesmenuzados, unos vehculos quemados, unos restos humanos.

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    La cosa ha debido ser seria! exclamaHermanito.Morteros pesados contesta Porta.Nuevas granadas de mortero explica Heide, enterado de todo, como de costumbre.

    olatilizan el uniforme, y despus te queman.Por todas partes, cuerpos carbonizados. En un tronco de rbol, un cuerpo desnudo sin piern

    ermanitopega una patada a una cabeza todava con casco; el legionario se estremece.Bien mirado, da no s qu ver una cabeza que se re en el camino!

    El inventor de esos chismes deba de ser cocinero opina Martin Gregor. Primero, te pedespus te asa. Fijaos en aqul!Callaos! gritaEl Viejo.Un zumbido seguido de una explosin Instintivamente, nos arrodillamos.

    Distanciaos. Apagad los cigarrillos. Compaa, alerta! Corred!Uij Uij Una sabana de fuego se eleva hacia el cielo. Bateras DO. Bateras de cohetes de do

    aones. Corremos en columna junto a uno de los pequeos muros de piedras sueltas. Los del Dambian de posicin despus de cada salva, pues sus tractores se desplazan a toda velocidrastrando detrs de ellos los aparatos lanzadores.Ms aprisa, ms aprisa! gritaEl Viejo. Dentro de un instante caern sobre nosotros!Tiene razn; se oyen ya los silbidos. Un muro de fuego se eleva hasta el cielo. Gritos, muert

    eridos. De un agujero surge un teniente de Artillera, observador de primera lnea; est cubierto arro y sangra de un rasguo en el rostro.

    Quin manda esta pandilla de cretinos?El OberleutnantLwe, nuestro nuevo jefe de compaa, se estremece.

    A quines llama cretinos?A su compaa! Lrguense de una vez! No ve que atraen el fuego enemigo?

    Protegidos tras un muro, observamos, interesados, la discusin.Todo lo que l se merece es una patada en el culo! grita Porta.Sus hombres insultan a un oficial! ruge el artillero. No ve que soy teniente?Un cretino completo!, le grita Lwe, aplaudido a coro por toda la compaa.Tendrn noticias mas!La batera DO est en posicin a unos centenares de metros, ms all del camino. Uij Aulli

    e los cohetes. El paraguas de fuego vuelve la noche ms clara que el da.Aterrados, nos apretujamos los unos contra los otros, pegados al muro. Nadie habla ya ante

    ar de fuego que surge por todas partes.Menuda faena hacen esos americanos! rezongaHermanito.En columna de a uno detrs de m ordena Lwe. Adelante, adelante!A nuestra espalda se desencadena el infierno. Un estallido destroza al oficial de Artillera. To

    s cuestin de suerte Si no hubiese discutido con nosotros, hubiera salvado la vida. Recuerdo qn da coincidimos bajo unos rboles con un grupo de zapadores; llova, las ramas goteaban y Pore pronto, se cans de aquella ducha. Seguido por nuestro grupo, se levant y se march. Nstbamos ni a cincuenta metros cuando reson una explosin. El rbol, los zapadores, todo haesaparecido. Otro da, entramos en una casa abandonada para jugar una partida de naipes con

    eccin de cazadores de carros. De pronto, Porta descubri dos hilos tendidos sobre el camino; t

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    s cartas y empez a seguir los hilos. Fuimos en pos de Porta. Apenas habamos recorrido cietros cuando la casa vol. Pura suerte! Unos instantes ms en el lugar marcado por el destino, yfinal.

    En este momento relevamos a una compaa de SS perteneciente a la Divisin Hitler-Jugend, 1ivisin dePanzergrenadieren. Ninguno de ellos ha cumplido los dieciocho aos, pero, en tres d

    sos chiquillos silenciosos, introvertidos, se han convertido en viejos. La mitad de su compaa ucumbido.

    Sin una palabra, empaquetan sus pertenencias y se llevan todo, incluso los frascos vacos. Liramos sacudiendo la cabeza.Qu disciplina! exclama Heide con admiracin. Qu soldados! Habis visto? Todos

    ficiales tenan la cruz de hierro de primera clase. A qu llegara yo como jefe de grupo de ellos!A morir como un hroe contesta lacnicamente Porta.Pero Heide, fascinado, sigue con la mirada a los infelices chiquillos que se alejan en columna d

    os por la colina sembrada de granadas. Cada parte del equipo es reglamentaria; los cuellos vescuro con las SS bordadas asoman de las chaquetas de camuflaje a fin de que nadie tenga la menuda sobre su identidad.

    Ve a reunirte con ellos propone Porta. No te lo impedimos, fantico de la guerra.Heide no se enfada, suea. Se ve ya oficial y palpa su cuello, donde le parece sentir la cruz

    aballero; ni siquiera se enoja cuandoHermanitole alarga una cruz de madera.Toma, por lo menos sta puedes tener la seguridad de recibirla!Empieza a llover; el agua resbala por el casco y se nos mete por la espalda. Qu clima en e

    olina! Niebla, lluvia, viento, barro por doquier. Parecemos estatuas de barro; la arcilla roja se pegodo, a las armas y hasta a las vituallas.

    Poco antes del amanecer se desencadena el ataque, pero los otros no saben que los SS han si

    levados y les dejamos acercarse mucho. Una disciplina del fuego que ellos no conocen y que hemprendido en el frente ruso. Los liquidamos a pocos metros de la posicin. Son canadienses, segarece, esos crueles canadienses a los que detestamos. Unos verdaderos sdicos: atan a risioneros a los tanques con alambre de esp ino, y la bala en la nuca es moneda corriente; no hay qsperar piedad de los canadienses.

    Y despus vienen los Gordon Highlanders, pero contra sos no tenemos nada. Porta busca uipa mientras vamos a recoger a tres de sus heridos en las primeras alambradas; esos infeliiensan que vamos a liquidarlos y tiemblan de miedo. Siempre esa maldita propagan falsa!

    uienes habra que fusilar es a unos cuantos periodistas! Todo el da discurre bajo un bombardcesante. Es el Warspite, que caonea Caen, y se dira unas locomotoras lanzadas por los aires.Espero que no tendremos que ir por all dice Porta, sealando hacia Caen. Os acordis

    quel da, en Kiev, cuando saltbamos de agujero en agujero con Ivn [4] pisndonos los talonesde entonces, no puedo sufrir las ciudades.

    Nada de eso replicaHermanito. En Roma nos divertimos mucho. Y p ensar que no ombraron cardenal!

    Crepita una ametralladora enemiga; una rociada de balas trazadoras se abate sobre la posicin yasco deBarcelona, limpiamente agujereado, cae al fondo de la trinchera.

    Asesinos, cerdos! Venid, si os atrevis, asquerosos escoceses!

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    Extendemos los impermeables sobre el fondo cubierto de barro; unos sacos de pan a manera esa yEl Viejobaraja los naipes. De golpe, lo olvidamos todo; los ojillos porcinos de Porta brill

    stutos, bajo sus cejas; empuja hacia la frente su sombrero de copa amarillo, ese viejo sombrbollado y con tres agujeros, de los que uno fue producido en Rumania. Heide, siempre desconfiaculta sus naipes con la otra mano, porque los ojos de Porta son unos autnticos rayos X. Por,xpresin de Gregor se ve que est a punto de anunciar veintiuno; en cuanto aHermanito, coloca ies desnudos sobre un estuche de mscara antigs y los mueve con deleite. Apestan. Cun

    empo har que no conocen el agua ni el jabn?. El gigante cuenta trabajosamente con los dedVeintiuno o diecisiete?Tienes catorce? pregunta, riendo, Porta, que ha seguido con mirada penetrante

    ovimiento de los dedos.Hombre! exclamaBarcelona, que no puede abrir la boca sin hablar en espaol.Su bolsillo derecho se hincha con una naranja reseca (una mascota), y siempre suea con

    aranjas de Valencia, que se han convertido en una idea fija para l. Entretanto, el legionario se eva todo, y la cicatriz que marca su rostro cobra un tono violceo. Es muy raro ver rer a empiterno soldado.

    Furioso,El Viejo tira los naipes y lanza un escupitajo de tabaco a la trinchera. El Viejo,elwebelWilly Beier, carpintero berlins, se parece alKat de Erich Mara Remarque. EsEl Viuien nos ha enseado a reconocer las granadas por sus sonidos, lo mismo que hacaKat con eccin; enseaba cmo protegerse tras un montculo, cmo ocultarse en un campo llano, sin mosts hombros. Si no hubiese habido gentes comoEl Viejo(o comoKat), sabe Dios cuntas habran ss prdidas. Individuos como ellos valen tanto como generales. All donde unFeldmarschallubiese largado mucho rato antes con todo su Estado Mayor,El Viejo apretaba un poco ms entes sobre el can de la pipa, y en diez minutos la Seccin era liberada. Incluso enseaba much

    osas a los oficiales recin salidos de la escuela de guerra de Potsdam y que llegaban al frente sinenor experiencia del fuego. Jams olvidaremos al Oberstrmfhrerde las SS a quien enviaron c

    osotros como castigo. No necesit ms de media hora para perder toda una compaa que Ivn hadeado en silencio. El Oberstrmfhrerse libr, pero poda dar las gracias al comandante Hinka p

    o haber sido sometido a un Consejo de Guerra; posteriormente, se convirti en un buen alumnol Viejo. Y tambin estuvo el matasanos de Estado Mayor, que afirmaba que ganaramos la gueorque ramos los mejores.

    Seor doctor dijoEl Viejo, no siempre vencen los mejores.

    Chupaba su pipa como siempre que algo le obsesionaba.Y, en tu opinin, cundo tendremos las nuevas armas?El Viejose rasc una oreja:Hace mucho que tenemos armas sorprendentes. Nos seal con un dedo. Fjese, mire

    bergefreiter Porta con su cuello de cigea y sus piernas huesudas.Hermanito, cubierto sculos y con un cerebro en miniatura. Sven, con sus ojos estropeados,Barcelona y sus planos, Gregor, a quien slo le queda la mitad de la nariz, y nuestro jefe, el comandante Hinka, queanco. Son esos soldados los que impiden que el enemigo penetre en nuestro pas, no las armas.

    Dos das despus, el mdico de Estado Mayor se disparaba una bala en la cabeza; la cabeza ha

    sultado excesiva para l.

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    Cuidado! Ah vienen! En masa, vestidos de caqui, con sus cascos llanos. Saltan por encima s alambradas, nos lanzan granadas, disparan desde la cadera; las bayonetas brillan en el extremos fusiles, un fuego incesante lo aplasta todo ante ellos. Hay que conquistar la cota 112. Orden

    eneral Montgomery, que est furioso, que quiere Caen, y, en seguida, aunque deba costar todaivisin escocesa. Hay que tomar la cota 112, la colina del Glgota.

    En cabeza, los escoceses; detrs y por los flancos, tanques. Gregor Martin est junto a ortero de 81 milmetros, que trabaja como una ametralladora. Gregor ha perdido el casco, y el sud

    sbala por su rostro, ennegrecido por el humo, trazando surcos ms claros. El comandante Hinuya manga vaca flota al viento, ha cogido una ametralladora pesada y lanza andanadas mortfeontra las oleadas de soldados. El comandante no dice ni una palabra; su boca forma una lnea recu abrigo de cuero gris perla se ha vuelto rojo de barro; unFeldwebelenfermero le asiste.Hermanrepara dos granadas a la vez y cada una de ellas estalla en el momento en que toca al suelo. No hosibilidad de fracaso.Hermanito es un experto en granadas de mano. En cuanto a m, metralladora se encasquilla; una bala traidora se ha atravesado en el cargador. Ese maldito mod4! Siempre tiene pegas. Arranco de la funda mi bayoneta y golpeo como un loco la bala.

    No! exclama Porta. De esta manera, no!Y en un santiamn, gracias a l, la ametralladora queda reparada. Pero en este breve perodo

    nemigo se ha acercado. Es agradable a la vista! Malva, amarillo, verde, rojo Pero muy peligroociferan frases incomprensibles, como para desgarrarse las cuerdas vocales, y se enganchan en ambradas como crucificados. Ms caquis todava: Montgomery quiere conquistar Caen. Lipulantes de los tanques arden con sus mquinas; una pestilencia insoportable de carne asada rodcolina del Glgota, pero Montgomery no oye los gritos de los moribundos. Hay que tomar Ca

    A qu esperan?Aniquilan la Seccin vecina, luchan con el cuchillo, la bayoneta, la culata del fusil, en el estrec

    testino de la trinchera, donde apenas si se puede pasar de dos en frente. Una carnicera. Sieccin flaquea, nos tocar a nosotros.

    Liquidad! ordena Hinka.Barcelonalo roca todo sin distinguir amigos o enemigos, y los soldados de gris o de caqui ca

    ajo las balas alemanas. Queda sitio para el sentimiento? Se trata de la colina del Glgota. En fugio izan una bandera blanca: una camisa de lana en el extremo de un fusil. Vemos penetrar enismo a un grupo de canadienses y expulsar a los soldados de gris. Los alinean hasta el refugio, cs manos en la nuca; una orden breve, un sargento levanta su metralleta y derriba toda la fila.

    emos p egar patadas a los cuerpos cados.Cerdo! grita el legionario. Le ensearemos lo que es la guerra!Con un ademn llama a Porta y aHermanito. Breve concilibulo. Porta arranca la camisa de

    uerto, la sujeta al extremo de un fusil y se arrastra hacia la tierra de nadie, cerca de los canadienue se ocultan en un crter de obs. El legionario yHermanito le siguen con el lanzallamas. Pogita la camisa.

    Yes comrades!El canadiense se yergue, con una sonrisa triunfal en los labios.

    Come on, come on, nos ocuparemos de vosotros.

    Y acaricia su Thomson MPI.

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    La sangre fra de Porta impresiona mientras prepara una granada en el bolsillo; avanza lentamea pocos metros del crter, se echa al suelo y arroja la granada a los pies del canadiense. En

    ismo momento, el lanzallamas deHermanitolanza una rociada contra el aturdido grupo. El sargenrita, los fusiles ametralladores crepitan. Todo el grupo es liquidado.

    Buen trabajo murmura el legionario mientras regresa a la posicin.Pero he aqu los tanques En formacin cerrada. Los Churchill y los Cromwell aplast

    uestras primeras lneas. Se acercan La Pak dispara, pero algunos soldados nuestros salen

    esbandada y huyen a todo correr ante la rechifla de los ingleses, que avanzan agachados detrs de genios blindados.Goliath! grita el comandante Hinka.Son unos minitanques teleguiados por radio, cada uno de los cuales contiene cien kilos

    xplosivos. Ciento cuarenta de esos pequeos aparatos son lanzados apresuradamente en el terremovido. Estupor de los risueos soldados ingleses! Nunca haban visto aquello!Es el arma secreta nazi! gritan los hombres, riendo.Explosiones! Los primeros Cromwell vuelan por el aire, pero el enemigo sigue pensando

    s caones anticarro y no comprende el peligro de aquellos chismes ridculos. Dos Goliath specto inocente se detienen ante una compaa; uno de ellos est un poco inclinado, el otro torciel todo; parecen no poder seguir avanzando por aquel terreno difcil. Se ve cmo los granaderosrastran hacia aquellos objetos extraos, los fotografan, se envalentonan, los tocan riendo. Alguis pega una patada, lo que provoca el grito de un oficial que se precipita a un refugio. l debe sabque es aquello! Un cabo se sienta triunfalmente sobre la peligrosa bomba radioguiada, hace

    ayaso, canta Tipperary Barcelona aprieta el gatillo. Un surtidor de fuego sube hacia el cieroyectando jirones humanos.

    Cretinos! grue el legionario. Todava no saben que hay que escabullirse cuando se

    go desconocido.Setenta tanques arden desprendiendo una humareda negra y grasienta, y cuerpos carbonizad

    uelgan de las escotillas, pero el ataque prosigue con nuevas reservas. Una marea. Se hace avanzaos bateras del 88 y una compaa de lanzallamas de la 12. Divisin SS. Es un infierno en el qesaparece, vociferando, la infantera enemiga. Los tanques son bolas de metal en fusin, y eso dueciocho horas, con prdidas por ambas partes.

    Sin fuerzas nos dejamos caer en el suelo, pero Heide ha encontrado whisky, y aunque sepa alguminio, qu bueno es! En cuanto al legionario, para el que suena la hora de la oracin, se proster

    uelto hacia La Meca.

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    Muchos franceses desconocidos, miembros de la Resistencia, ayudaron a las fuerzas de invasinunca se sabr el nmero de ellos que cayeron ante los pelotones alemanes.

    Un da, Londres cometi la imprudencia de pedir al jefe de la Resistencia de Caen, el ingenieMeslin, informes sobre las fortificaciones alemanas, sin sospechar un momento lo que representasta misin. Meslin se sujet la cabeza con ambas manos: Cmo hacerlo? Cada sendero q

    onduca hacia la costa estaba estrechamente vigilado, y todo hombre que se aventuraba sin permor el sector era fusilado inmediatamente. La misin pareca imposible. Incluso solicitando trabn la Organizacin Todt, slo se vera una parte infinitesimal de la costa, y seran precisos miles gentes para confeccionar el mapa de los ciento sesenta kilmetros de playa. Fue aqu dontervino la suerte.

    Uno de los miembros del grupo, Ren Duchez, empresario pintor a quien haban apodadoSana,paseaba un da por las calles de Caen mientras soaba en aquella labor irrealizable. Anterefectura, un cartel le detuvo: La Organizacin Todt buscaba un pintor calificado. Duchez

    rigi hacia el edificio de la OT, donde el centinela lo rechaz groseramente; Duchez insisuando lleg un suboficial que hablaba algo de francs. El pintor solicit ver a un oficial.Es muy importante asegur.Le hicieron entrar en el despacho del controlador de los edificios civiles, y se le contest qu

    frecimiento de servicio recibira contestacin al cabo de ocho das. Duchez saba perfectameara qu eran aquellos ocho das: para que la Gestapo pudiese investigar sobre l.

    Ocho das despus, a la hora fijada, se present en la sede de la OT, y mientras enseaba uestrario a unOberbaufhrer, de pronto entr un ingeniero de la Organizacin.

    Heil Hitler! dijo el hombre, mientras, echaba un rollo de planos sobre la mesa.No ve que estoy ocupado? gru elOberbaufhrer.El ingeniero desapareci y el alemn empez a examinar los planos bajo la mirada fingidame

    mpasible de Duchez, que no poda creer lo que vea. Eran los planos de la Muralla del Atlnticolargo de la costa entre Honfleur y Cherburgo. Intil decir que su corazn la

    esacompasadamente.ElOberbaufhrer, nervioso, rechaz el rollo y volvi a dedicarse al muestrario de pintura y

    apeles pintados, pero sus reflexiones fueron otra vez interrumpidas por un arrogante oficial queog le siguiera a un despacho contiguo. Duchez, temblndole el cuerpo, permaneci solo ante

    ocumentos; haba que obrar aprisa. Su mirada busc desesperadamente un escondrijo y se fijn gran retrato de Hitler que colgaba de la pared, detrs del escritorio. No buscaran nada por aebrilmente, cogi los planos y los coloc detrs del marco. En el mismo momento volva el alem

    Hatajo de idiotas! Todo depende de m. Hay unos granujas que han metido azcar enemento. Qu puedo hacer yo? Que cada palo aguante su vela. Bien, veamos su muestrario.

    Llegaron a un acuerdo sobre la decoracin de los despachos: el lunes por la maana, a cho. El pintor se retir con un vigoroso saludo brazo alto y un Viva Hitler! que hizo sonreratisfaccin al caboOberbaufhrer. Era un viernes por la tarde.

    El fin de semana fue un infierno. A cada segundo, el pintor crea ver comparecer a la Gestapaban debido de buscar los planos y sospechar ante todo del francs. No poda ocurrir de o

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    odo! Por lo tanto, era imposible dormir. Mientras su mujer, que ignoraba por completo sctividades, descansaba tranquilamente, la angustia oprima a Duchez. El miedo casi le enloquec

    Maldeca su impulso y a los ingleses, a aquellos ingleses bien tranquilos en sus casas y sin sabada de la Gestapo. Unos pasos pesados Una patrulla de gendarmes armados con metralletas

    Una linterna ilumina la casa Pero la patrulla contina. Duchez bebi hasta emborracharse, ronfermo de terror. Sera mejor desaparecer? La Gestapo iba a venir, era seguro.

    Pero la Gestapo no se present. El lunes por la maana, Duchez tom un buen reconfortante y

    arch a trabajar con sus botes de pintura y sus papeles pintados bajo el brazo. Entr silbando edificio de la OT, se hizo registrar por el centinela y se dispuso a trabajar ante las miradorprendidas de los ocupantes. Nadie saba nada sobre la restauracin de las oficinas y berbaufhrer haba cambiado de servicio.

    Acab por localizar a unStabsbaufhrer que recordaba vagamente el proyecto.Haga lo que le parezca! grit con irritacin. Y dejadme tranquilo! Yo me ocupo

    rtillera pesada y de refugios! Terminemos de una vez!Los dos primeros dias, Duchez trabaj cantando como un jilguero, pero hasta la tarde del ter

    a no se atrevi a levantar con cuidado el retrato de Hitler. Estuvo a punto de lanzar un grito iedo. Los planos seguan all y significaban la tortura y la muerte. En el momento de salir, lesliz entre sus rollos de papel pintado y coloc el conjunto entre dos botes de cola, pero al salir dificio estaba plido. El centinela le detuvo, le palp los bolsillos, registr su cartera .

    Est bien gru el alemn.Apenas haba recorrido Duchez unos pasos, cuando oy que el otro volva a llamarle.Y en esos cubos?Cola, sargento, para el papel pintado.El SS removi la sustancia lechosa y la olfate, receloso.

    Con vosotros nunca se sabe!Duchez mont en su bicicleta y se dirigi al Caf de los Turistas (el puesto de mando de

    esistencia), donde entreg los planos al capitn Girar. ste se los llev a Pars y los dioomandante Touny, cuyo Cuartel General era vecino del de los alemanes, en el nm. 72 de venida de los Campos Elseos. Touny estuvo a punto de caerse al ver lo que le traa su camaradaenterarse del herosmo de Duchez.Es el golpe ms estupendo de toda la guerra y pondr furiosa a la Gestapo. Que Dios n

    roteja! Habr problemas, pero vala la pena!

    ACANTONAMIENTO

    El pequeo Wolkswagen, anfibio y achaparrado, traquetea ante las primeras casas del villorr

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    regor frena con un gran chirrido de neumticos. Empuadas las metralletas, examinametenidamente con la mirada los edificios tristes y grises; a la menor sospecha, disparamos; somestias de rapia que cazan. Todo el mundo nos acecha. El opresivo silencio parece un gruerciopelo negro.

    Porta es el primero en saltar del vehculo, seguido porEl Viejo y por m. Gregor permaneceolante, con la metralleta apoyada en el parabrisas y un dedo en el gatillo. Si a alguien se le ocubrir una ventana, Gregor M artin dispara.

    El camino serpentea entre los devastados jardincillos, atraviesa el poblado y desaparece en rados. Es un villorrio que no aparece en los planos de Estado Mayor; a treinta kilmetros, naonoce su existencia. Empuadas las armas, nos dirigimos hacia las casas ms prximas, sabedoor experiencia de que los habitantes p rotestan siempre ante esas incesantes rdenes de alojamien

    Qu ms da! Estamos encargados del acantonamiento, y si todo no est preparado antes de la llegae las compaas, los oficiales nos lo harn sentir.

    Solapadamente, la vida reaparece, las puertas se entreabren. Unos ojos curiosos nos miramos de puerta en puerta decidiendo el nmero de hombres que han de alojarse aqu o a

    Afortunado pueblecito! Ni una sola bomba ha cado en l. De pronto una nia se precipita y rodon sus brazos el cuello deEl Viejo.

    Pap! Has vuelto! Las lgrimas resbalando por las mejillas de la criatura. Saba qolveras.

    Se aprieta contraEl Viejo, sin darse cuenta de que golpea con su frente el borde cortante asco.

    Elena! llama desde el interior una hosca voz femenina. Qu sucede?Es pap! Ha vuelto! Corre, abuela!Una mujerona sombra, con el cabello lacio sobre un rostro huesudo asoma por la puerta abierta

    No, vuelve a entrar. No es tu padre.S, abuela, s; esta vez, es l!Con una brusquedad intil, la mujer coge la nia y la empuja hacia el interior. El modesto vesti

    e luto con el cuello alto, hace destacar todava ms la palidez del rostro.Perdone, seor, a esa nia. Su padre cay ante Lieja el ao cuarenta, pero ella sigue creyen

    ue vive. Su madre fue muerta en la carretera por un Stuka.Tengo que ocuparme del acantonamiento murmura tmidamenteEl Viejo. Primera Secci

    rcer grupo. Lo anoto con tiza en la puerta.

    En la casa contigua, un matrimonio nos ofrece vino.La mujer lleva un vestido de seda gris pasado de moda y nos mira a travs de unos impertinentas habitaciones huelen a naftalina. Nuestros anfitriones nos llenan servilmente los vasesendonos la bienvenida y miran con inters nuestros uniformes negros de los regimientos nques, con una calavera en el cuello.

    Ah! Son ustedes de la Gestapo? pregunta el hombre con tono de respeto. Bueno, pueecirles que aqu ocurren cosas extraas. Esto est lleno de maquis comunistas que nos causuchas preocupaciones. Seala por la ventana una casa muy prxima. Mire, all, en la valla aznco de los suyos fueron asesinados.

    Un hombre con indumento de obrero llega en el mismo momento en su vieja bicicleta; del manil

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    uelga una gallina muerta.Es Jacques, hermano de uno de los gendarmes. M ilita en la Resistencia, desde luego, y adem

    s un bandido que interviene en todos los crmenes de la regin. Lleven cuidado tambin con Serrrigadier; les dir cosas interesantes si saben cmo sacrselas.

    La mujer asiente y sus ojillos brillan vengativamente. Escribo en la puerta: Primera Secciuarto grupo.

    Sucios sop lones murmura Porta, aqu deben de ocurrir cosas gordas!

    No es asunto nuestro rezongaEl Viejo. Debemos ocuparnos del acantonamiento y nas.Ms lejos, en el poblado, tropezamos con el brigadier en blusa, con su quepis descolorido en

    to de la cabeza.Heil Hitler! grita, plido de miedo.Y se cuadra, en zuecos, con una garrafa de Calvados bajo el brazo. Es evidente que n

    peran. Nueva ronda. El brigadier bebe a la salud de Alemania, ensea fotos de familia habla, habn un torrente ininterrumpido de palabras, re sin motivo sus propias palabras, nos da palmadass hombros y se muere de miedo.Los soldados alemanes son los mejores del mundo! Ganaris la guerra. La guerra es cosa de

    dos aade despus de una breve pausa. Saca una lista del bolsillo. Aqu tengo a los que etenido. Ya iba siendo hora de que se limpiase de judos este pas. Slo han servido para cauroblemas, empezando por el Capitn Dreyfus.

    l era inocente insinaEl Viejo. Fue un error judicial.Tanto peor replica el hombre, obstinado. De todos modos, era un cochino judo.Porta manosea su metralleta con aire horrorizado.

    Oye, por ah se dice que formas parte de la Resistencia y que aqu ocurren cosas muy raras

    erdad eso?Quin es el cerdo que ha podido decir esto? grita el hombre, sobresaltndose. Siempre

    bedecido a las autoridades alemanas, y soy amigo del comandante.l se ha marchado susurra Porta, sonriendo, pero camarada, cuando nos hayamos ido

    qu, deberas decir unas palabras a los de aquella casa. No parecen quererte mucho.La mujer es mi prima!Razn de ms!Segunda Seccin, primer grupo. Escribo con tiza en el postigo de la puerta. ste querr toda

    s a los alemanes cuando haya conocido aHermanito. Jovial, el hombre nos palmotea los hombrnos promete lo bueno y lo mejor. As que dejamos la casa, se le ve beber su Calvadorectamente de la botella.Est a punto de ensuciarse de miedo afirma Porta. Un hroe de cartn. Todos esos cerd

    e me atragantan.Bueno, ya basta diceEl Viejo. Que se las arreglen entre ellos. El vencedor siempre t iene

    zn.En la casa siguiente, fro recibimiento de un viejo campesino. En su pecho, la cruz de guer

    egistramos la casa, y sus ojos nos observan llenos de odio. Milagro! Una baera! Hay que llena

    cubos, pero, de todos modos, es una baera.

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    Hay que poner aqu a un mandams aconseja Porta. Esos t ipos se lavan el trasero.Asentimiento deEl Viejo, que instala al comandante. La puerta golpea a nuestra espalda.

    calde, hombrecillo de hirsuto bigote, nos acoge demasiado bien y no deja de informarnos de queiembro del partido.Dale elHauptfeldwebelHoffmann dice Porta, riendo. As dejar el partido!En lo alto, cerca del recodo de la carretera, se percibe una casa algo apartada que parece desier

    or ms que lo intentamos, no nos abren. Renunciamos y buscamos en otras partes alojamiento p

    tropa. Ya avanzada la tarde, el batalln llega con gran estrpito; claro est, todo el mundo se que su lugar de destino, exceptuandoHermanito, satisfecho porque ha encontrado una bodega brovista.

    Voy a ayudarlo dice Porta riendo.Y desaparece por una empinada escalera.Me marcho solo hacia la casa aislada, la que queda casi junto al recodo, y salto un seto; aqu to

    spira paz, el jardn est lleno de flores, y un cubo oxidado se balancea sobre un viejo poemioculto bajo las plantas trepadoras.

    Qu desea usted?Empuo el revlver; es un reflejo habitual. Pero la voz procede de una espesura, y entre d

    boles descubro una hamaca en la que descansa una joven de unos veinticinco aos. A lo lejsuenan roncas voces de mando. Un par de ojos almendrados me contemplan con curiosidad.Qu busca usted, seor?Crea que la casa estaba abandonada. Nos alojamos en el pueblo.La joven salta de la hamaca; su vestido recuerda a una tnica china con aberturas laterales por

    ue asoman unas largas piernas. Haba olvidado que una mujer puede mostrar buen aspecto cordar un hosp ital.

    Iba a tomar caf. Le apetece una taza?Vive usted aqu?Una pregunta estpida, pero es la nica que se me ocurre.

    S, pero tambin vivo en Pars. Conoce Pars?Todava no, pero supongo que ya llegar la ocasin. Est usted casada?Ella se re con amargura.

    Mi marido est en Indochina o en un campo japons. Hace tres aos que no tengo noticuyas. Estar detrs de una ametralladora o de una alambrada, qu otra alternativa puede haber p

    n hombre en una poca como sta?Tiene razn. Es una poca maldita. Cada da, las familias de ambos bandos reciben carevueltas y marcadas con un tampn: Desaparecido. No queda ms que esperar. Algunos esperoda su vida. Otros no tienen tanta paciencia.

    Cree usted que la guerra terminar pronto?Me encojo de hombros. Claro est que lo creo. Hace aos que lo creo. Desde el principio.

    Aqu es maravilloso; se puede olvidar la guerra, pero tengo miedo. Maana me vuelvo a Pal me siento ms segura. En medio de la multitud uno se vuelve annimo. Cree usted que Pars seclarada ciudad abierta lo mismo que Roma?

    No lo s; no saba que Roma fuese ciudad abierta, nunca nos dicen nada. Un soldado se limit

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    bedecer. Las manos de ella son bonitas y estn cuidadas, y tocan la ma mientras sus ojos monren. Despus, me quita las gafas negras, pero la luz me daa tanto los ojos que la joven, confue las devuelve.Perdn, haba pensado que eran gafas de sol para hacerse el interesante.Ri despectivamente.

    Durante tres meses estuve ciego, y sent la tentacin de suicidarme. Fue una granada sforo, un da en que escap de un tanque incendiado. La luz siempre me hace dao. En Aleman

    ay un milln de ciegos de guerra, pero yo no tengo derecho al bastn blanco porque, en realidad, stoy ciego.Cunto tiempo va a quedarse aqu?Lo ignoro. Varias horas o varios das. Un soldado nunca sabe nada.Dnde vive en Alemania?En un cuartel de Paderborn, pero, en principio vivo en Dinamarca.No es alemn?S, ahora lo soy; de lo contrario, no me hubiesen aceptado en el Ejrcito. Los extranjeros sirv

    n las Waffen SS, su legin extranjera.Cmo ingres en el Ejrcito?Como voluntario. Quera vivir. El libro de Remarque Sin novedad en el frentefue mi libro

    abecera mientras fui nio. Me hizo querer al soldado alemn.Crea que era una obra antimilitarista.Es posible, p ero caus un efecto contrario en millares de jvenes. Describa el compaerismsolidaridad, todo lo que nosotros buscbamos. En Dinamarca, el Ejrcito es minsculo. Yo

    onoca a nadie y a los soldados se les desprecia. Se escupa abiertamente contra los oficialesuienes la Polica ni siquiera defenda contra los ataques del pueblo.

    Por eso los daneses se rindieron en seguida en 1940?Qu podan hacer los daneses contra la ms poderosa fuerza militar de Europa? Ni el Ejrc

    ancs pudo resistir.Pero Francia no ha dejado de luchar! Proseguimos la guerra con los ingleses! Los ingleses

    os abandonan!Me entraron una ganas locas de rer.

    He de explicarle por quin lucha Inglaterra? En 1940 les abandonaron a ustedes. unkerque, su Gamelin sacrific a los ingleses por ellos. Inglaterra lucha por s misma y por na

    s. Ninguna nacin combate por otra, no sea usted tan ingenua.Por qu no deserta? Combate por una causa perdida. Psese al maquis; aqu le ayudarn.No, soy un soldado. Si deserto, abandono a los camaradas que confan en m lo mismo que

    n ellos. Slo se deserta en un ataque de locura. Somos cinco compaeros en un tanque, el quintetomuerte. Sabemos que la guerra est perdida; lo sabemos desde hace mucho tiempo, antes de que

    olticos se dieran cuenta, pero la camaradera nos obliga a proseguir. Relea el libro de Remarqqullos tambin saban que la guerra imperial estaba perdida, pero guardaron fidelidad a

    amaradera, lo nico que nos queda, porque tememos ms la paz que la guerra, es decir, el regresosoledad. Eso es difcil comprenderlo cuando no se est solo.

    Yo lo estoy dice, acaricindome una mano.

  • 8/13/2019 Liquidad Paris de Sven Hassel

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    Me atrevo a besarla. La tierra tiembla, un lagarto huye; es una columna de tanques pesados qasa y el calor de los tubos de escape llega hasta nosotros. Cogidos de la mano entramos en la cara preparar el caf, un caf maravilloso. Dnde diablos se encuentra eso en este momento?

    En el fondo, qu es usted?Nada ms que un soldado.Me abraza. Nuestra ropa yace en el suelo y ro con cansancio sealando mi chaqueta mancha

    e grasa.

    Ya lo ves, una mquina de matar o de destruir. Esto es lo que he aprendido, y nada ms.Si pudieses escoger, qu seras?Es difcil de decir. Hace demasiado tiempo que soy soldado y estoy acostumbrado a reci

    rdenes; slo s vivir con rdenes y una disciplina. Nos han acogotado durante tanto tiempo que nemos convertido en esclavos.

    El tiempo desaparece para nosotros; el caf derramado resbala sobre la mesa; caf brasileo, tscaso Pero lo olvidamos todo, y especialmente el mundo que nos rodea.

    De pronto, se oyen unos pasos rpidos; los motores zumban, las ventanas vibran. Golpeuriosamente a la puerta. Saltamos del crujiente divn y ella se tira una bata. Es Porta, que entra comn huracn.

    Vamos! Te hemos buscado por todas partes Qu diantres haces, imbcil? Estn llegando mericanos! No