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    Litoral

    35Febrero 2005

    L amour Lacan I

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    Litoralcole lacanienne de psychanalyse

    L amour Lacan I

    Nmero 35, Febrero 2005

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    LITORAL,cole lacanienne de psychanalyse.

    Direccin:

    Beatriz Aguad (Mxico)

    Comit de Publicaciones:Jos Ricardo Assandri (Montevideo)Sandra Filippini (Montevideo)Silvia Halac (Crdoba)Ricardo Pon (Crdoba)Elena Rangel Hinojosa (Mxico)Blanca Salazar lvarez (Mxico)Luis Tamayo (Mxico)

    Colaboraron en este nmero: Beatriz Orozco y Silvia Pasternac.

    Editor responsable: Beatriz AguadDiseo editorial: Beatriz HernndezIlustracin de portada: 33. Giovanni di Paolo. Dante, le soleil de lamour brlant sur sa poitrine, rencontredes silhouettes aussi vagues que celles refltes dans des miroirs, La Divine Comdie (Le Paradis, chant III)de Dante Alighieri, Sienne, vers 1445. Londres, British Library, Yates Thompson, MS. 36, fol. 133 r.

    N de Certificado de reserva al uso exclusivo del ttulo 04-2003-022810483800-102N de Certificado de Licitud de Ttulo 11672N de Certificado de Licitud de Contenido 8243

    LITORAL, cole lacanienne de psychanalyse es una publicacin de Epeele, EditorialPsicoanaltica de la Letra, A. C.Nogal N 45, of. 107, Colonia Santa Mara de la RiveraDelegacin Cuauhtemoc, C.P. 06400, Mxico, D.F.Telfono: 5547 2353

    Impresin: Solar, Servicios Editoriales, S.A. de C.V.Calle 2, nmero 21, San Pedro de los Pinos, C.P. 03820, Mxico, D.F.Telfono y fax: 5515 1657

    Distribuido por: LITORAL, cole lacanienne de psychanalyse.

    Impreso y hecho en Mxico.

    Litoral. Ningn artculo o parte de l podr ser reproducido por ningn medio mecnico o decualquier naturaleza sin previa autorizacin de los editores.

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    Revista Litoral

    Litoralcole lacanienne de psychanalyse

    L amour Lacan II

    Nmero 36, Mayo de 2005

    De prxima aparicin

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    Presentacin

    El mejor amado

    Jean Allouch ...................................................... 9

    Amor puro en la Grecia clsica y en la filosofa?Luis Tamayo..................................................... 49

    Joy de amor

    Mirta Graciela Brescia.................................... 63

    Bosquejo

    Pola Meja Reiss .............................................. 73

    NEOLOGISMOSYPALABRASOLVIDADAS

    Boltanski, Roubaud, LacanDominique de Lige ......................................... 91

    Algunas digresiones que, a manera de divertimento, surgieron

    en mi alma a propsito del almo

    Jess R. Martnez Malo ................................. 117

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    El fin del duelo

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    Presentacin

    Litoral inaugura con este nmero una serie a la que ha titulado LamourLacan1 . Es el nombre con el que se designa en la enseanza de JeanAllouch una nueva figura del amor: la producida por Lacan despus dela invencin del objeto a.

    No obstante ser Litoral una revista de lengua hispana, al sostener elttulo en francs, intenta tanto alcanzar sus resonancias como llegar a losneologismos que produce. Son marcas que condensan en una palabrainnovadora lo que adviene en el despliegue de una enseanza. As, enLacan, lamour se vuelve el (a)mury, ms adelante, alma; un alma quealma: el alma alma [fr. me]al alma.. para sealar que, en materia deamor, no hay sexo en el asunto.

    No se habla ac del amor en general, slo se sealan algunas de susfiguras; ya que no existe una teora del amor como tampoco existe laconcepcin de un amor universal que se mantenga inmutable a travs

    del tiempo, ni siquiera tratndose del amor a Dios. nicamente se pue-den aislar formas del amor que corresponden a un momento de la histo-ria o a un caso particular.

    En esta primera parte de la serie se encuentra el despliegue que so-bre el amor en la experiencia psicoanaltica efecta Jean Allouch. Des-pliegue que diferencia los avances de Lacan respecto de las formulacionessobre el amor de transferencia de Sigmund Freud. Tambin el lectorencontrar ensayos sobre la figura del amor puro, del amor corts y loque podra llegar a ser un caso de un loco amor.

    Una seccin de la revista est destinada a neologismos y palabrasolvidadas. Respecto a los primeros, la presentacin que EPEL hizo dellibro 789 nologismes de Jaques Lacan, libro que tiene todo que ver conel artculo contenido en esta seccin, deca:

    1 Como se podr advertir en la portadilla de esta edicin, el prximo nmero saldr prximamente.

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    En este libro los neologismos son censados y acomodados. La obra invita aapreciar cada neologismo en su contexto. Da sus actas de nacimiento e inclu-so de defuncin. Pone en evidencia aquellos que Lacan utiliz ms, y los quepasaron a la lengua. Los agrupa en listas que son otras tantas iluminacionessobre esta neologa y muestra cmo variaron en el tiempo, tanto en cantidadcomo en naturaleza. Los ltimos diez aos en la vida de Lacan fueron losms fecundos en desvos verbales (ver historiograma).

    Preguntndose a continuacin:

    Habr tomado cuarenta aos para igualar, si no es que para superar, a los

    esquizgrafos de sus primero estudios (cfr. La lista squizographe)? Estosneologismos habrn sido para l otros tantos apoyos para pensar (cfr.appense)? O para poetizar (cfr. pohte)? O, incluso, para matematizar(cfr. unebvue)?.

    En la seccin de neologismos se ha tenido en cuenta tambin elsurgimiento de una palabra olvidada de la lengua espaola. Por cierto,hay muchas. Reaparecen de repente, provocando una enorme sorpresaen quien escucha y en quien lee. Pasan muchas veces como neologis-

    mos, cuando en realidad se trata de palabras abandonadas, en desuso,olvidadas por la lengua hace mucho tiempo atrs y recuperadas a travsdel amante de las palabras o el poeta

    Resmenes

    Del mejor amado. Jean AllouchLa transferencia amorosa hizo, en el anlisis, una entrada imprevista.Habr bastado con que Sigmund Freud se ubicara con respecto a la his-trica como no sabiendo, aunque ofrecindole un dispositivo en cuyohorizonte se mostraba un posible, singular y salvador saber (aclaremos:salvador en cuanto al sntoma, pues en lo que atae al alma...), para queel amor encontrase un campo favorable para disparar sus flechas. Y lue-

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    go habrn hecho falta algunos lustros para que la cuestin del amor asplanteada en el actuar (el agieren de Freud) ya no fuera remitida, comopoda esperarse, a ese no saber, ni tampoco al saber acumulado mientrastanto, sino al sujeto supuesto saber. Sostengo que no se ha medido lodecisivo de este paso.

    Amor puro en la Grecia clsica y en la filosofa? Luis TamayoEn el 2002, Jacques Le Brun public Le pur amour de Platon a Lacan,texto que exploraba una peculiar figura del amor: el amor puro, uno quedefini como un amor sin perspectiva de recompensa y que produca undesprendimiento que empujaba hasta la prdida del sujeto. Figura del

    amor que Fenelon pretendi, sin lograrlo, constituyese la esencia delamor cristiano. Le Brun seala que al ser rechazado de la teologa, eseamor pas a la filosofa y de ah al psicoanlisis. Es esta tesis la que serevisar en este ensayo.

    Joy de amor. Mirta Graciela BresciaEn el Seminario La tica del Psicoanlisis Lacan destaca la funcin quedesempea la poesa del Amor Corts por el consenso que genera entorno a un ideal que es el Amor, aun cuando ocurriera en un contexto

    social limitado. Este sealamiento conduce a la pregunta por la singula-ridad de ese Amor que habra incidido en las costumbres de la pocahasta la actualidad. Un ejercicio de respuesta a esa pregunta constituyeel objeto del presente trabajo.

    Bosquejo. Pola Meja ReissA partir de un prrafo del seminario sobre Las psicosis de Lacan, seefecta una pregunta acerca del amor y la psicosis en la lectura del Dia-rio de Vaslav Nijinsky, el gran bailarn ruso que hizo el pasaje del balletclsico a la danza moderna a principios del siglo XX y que fue conocidocomo el dios de la danza. Nijinsky escribi su diario durante las seissemanas y media previas a recibir el diagnstico de esquizofrnico, des-pus del cual vivi durante treinta aos en diversos manicomios sin vol-ver a bailar.

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    NEOLOGISMOSYPALABRASOLVIDADAS

    Boltansky, Roubaud, Lacan. Dominique de LigeCuando todo un equipo de rastreadores lleg a recoger en los seminariosy textos todo un paquete de palabras inventadas por Lacan, se plante lacuestin de saber qu hacer con ellas. Todo era imaginable... Glosar in-finitamente sobre el inters de tal o cual creacin deba evitarse...Surgila idea de tratar a esos neologismos como Roubaud trat los conjuntosde Boltanski. Y por lo tanto, luego de una seccin de pseudo-diccionarioformalmente clsico pero que no da definiciones, el libro propone unatreintena de listas, de las cuales una, la lista familias, que implica en s

    misma 32. Nuestras listas ofrecen siempre su razn, a veces erudita (comola lista Gaffiot-Bailly que registra los neologismos construidos a partirdel latn o del griego), a veces ldica (como la lista 13 x 13, que propone13 neologismos de 13 letras porque Lacan naci un 13 y porque escribiun artculo sobre el nmero 13). No son para nada exhaustivas: cada unode nosotros puede fabricar otras a su manera...

    Algunas digresiones que, a manera de divertimento, surgieron enmi alma a propsito del almo. Jess Martnez Malo

    El esfuerzo abusivo y demaggico que actualmente se hace en el discur-so poltico mexicano para pretender diferenciar a los sexos en dostipos exclusivamente, convoca un desvo hacia la existencia delsignificante almo. Mencionado por Jean Allouch, deriva de un neolo-gismo de Lacan en forma de verbo: mer, conjugado en la primerapersona. Se produce por condensacin de las referencias al verbo aimer(amar) y al sustantivo me (alma). J me, es traducido al espaol comoyo almo. Lo que llev al hallazgo de la existencia de la palabra almo enespaol,palabra antigua y olvidada, que resurge en el discurso poticode Jorge Cuesta.

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    Del mejor amado1

    Jean Allouch

    Traduccin: Silvio Mattoni

    Las lneas que siguen amplan una intervencin oral presentada en elcoloquio Muerte del psicoanalista, fin de anlisis, (cole lacaniennede psychanalyse, Pars, 14 y 15 de junio de 2003). Se beneficiaron con

    la participacin involuntaria pero activa de David Halperin. A l lecorresponde decir si sus declaraciones... sufren con ello. Esta interven-cin fue precedida por un anuncio, reescrito como sigue:

    Ser calumniado y quemarse en el fuego del amorcon el cual trabajamos, son los riesgos del oficio.

    Freud2

    Cada psicoanlisis efectivo es una relacin, no hay duda alguna.Y que tambin implica su carga de parasitismo (en el sentido positivo enque lo usa Luciano de Samosata)3. Desde ese punto de vista, la muertedel psicoanalista, como acontecimiento que ocasiona un cierto nmero deconsecuencias incalculables, se puede ubicar (si es que alguna muertese puede ubicar, lo que por cierto, como mnimo, es cuestionable)junto a la que sobreviene en una relacin a modo de ruptura salvaje.

    Si no obstante, como mostraremos, hay una especificidad de la rela-cin analtica (precisamente: el psicoanalista como el mejor amado), enconsecuencia, los efectos de la muerte del psicoanalista mientras un an-lisis est en curso tambin se revelarn como especficos.

    1 Publicado en la revista LUnebvue, N 21, Pars, Invierno 2003-2004.2 S. Freud, Carta a Jung, 9 de marzo de 1909.3 L. de Samosata, loge du parasite (Elogio del parsito), traducido del griego e introducido por ClaudeTerreaux, Pars, Arla, 2001. [Versin castellana, Sobre el parsito o que el parasitismo es un arte, traduc-cin del griego de Luis Navarro Gonzlez, TII, Ed. Gredos, Madrid, 1998].

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    Intentaremos delimitar esa especificidad confrontando lo que sucedecon lo que puede convertirse en fin de anlisis.

    Eurdice nunca fue de la menor utilidad para nadie cuando estabaviva (Halperin). Y aadir decididamente: Quin querra entoncesun amor vivo cuando puede tener uno muerto?. Como lo permite el fran-cs desde el siglo XII, en este caso amor debe entenderse no en el sen-tido del vnculo sino del objeto amado. Y muerto no en el sentido de lasegunda muerte, sino ms bien como dormido.

    Mostraremos que, como Eurdice, el psicoanalista le ofrece al analizante,abre para el analizante, la posibilidad (que atae al amado) de vivir el msgrande amor que no hay razn alguna para identificar con el ms intenso

    sentimentalmente. Lo cual tiene un trmino. Trmino del que es privado elanalizante cuando, por casualidad, fallece el psicoanalista.

    DEL MEJOR AMADO

    Para quienes desconocen ese estado,que se imaginen segn los amores de este mundo,

    lo que puede ser el encuentro del ser ms amado [...].

    Plotino4

    Voy a morir? Como cientfico, pensara que es probable. Como amo,correra el riesgo. Como universitario, la cuestin me ser ahorrada porla eternizacin del saber. Como psicoanalista, me ver llevado (lo cualno es perceptible, decible, sino despus) a alojar la muerte en el amor.

    Nada me impide prolongar la lista de este plagio descarado de unmomento de Ltourdit5 (uno de los escritos casi ilegibles de JacquesLacan): como hindusta, me volvera Brahma; hroe griego, mis haza-

    4 Citado por P. Hadot, Plotin ou la simplicit du regard(Plotino o la simplicidad de la mirada), Gallimard,Folio essais, Pars, 1997, p. 93.5 J. Lacan, Ltourdit, en Autres crits (Otros escritos), Seuil, Pars, 2001, p. 475. Este es el texto:

    Estamos en el reino del discurso cientfico y se los voy a hacer ver. Ver desde dnde se confirma micrtica, ms alto que el universal de que el hombre sea mortal.

    Su traduccin en el discurso cientfico es el seguro de vida. La muerte, en el habla cientfica, es unacuestin de clculo de probabilidades. En ese discurso, eso es lo que tiene de verdadero.

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    as seran cantadas por mi ciudad y yo recibira una sepultura diferentedel resto; judo, desaparecera para que sobreviva Su pueblo; cristiano,musulmn, me espera una vida eterna. Ms trivialmente: poltico, ins-cribira mi nombre en la historia; padre, me prolongara en mis hijos;amante, en el recuerdo de la amada; autor, en mi obra; quidam6... Ybien, qu quidam? Nada de todo esto, sin duda... Nada que para mvaya a taponar el espacio del entre-dos-muertes, nada que forme unabarrera para que mi muerte fsica no sea absorbida, de inmediato o caside inmediato, en la desaparicin de todas las huellas que haya podidodejar mi recorrido en la vida. O ms exactamente, esas huellas pronto yano estarn en absoluto referidas a m (ya nadie sabe en qu medida pro-

    longo a mis bisabuelos de quienes yo mismo no s prcticamente nada).Bien pudiera ser no es as? que quidam sea el trmino ms apro-piado para expresar mejor la agudeza de la relacin moderna del sujetocon la muerte.

    Pero en esta ocasin se tratar de psicoanlisis. O al menos pode-mos suponerlo, cuando no creerlo, puesto que ahora existen muchoslugares en donde, bajo el ttulo de psicoanlisis, le sirven a quien lodesee alguna de las salsas evocadas recin. Se trata de psicoanlisis ypor lo tanto de ese dispositivo en cuyo seno la muerte, deca siguiendo a

    Lacan, es alojada en el amor.

    PUESTA EN JAQUE DE LA METFORA DEL AMOR

    La transferencia amorosa hizo una entrada imprevista en el anlisis. Habrbastado con que Sigmund Freud se ubicara con respecto a la histricacomo si no supiera, aunque ofrecindole un dispositivo en cuyo hori-zonte se mostraba un posible, singular y salvador saber (aclaremos: sal-

    Sin embargo, en nuestra poca hay personas que se rehsan a contratar un seguro de vida. Porquequieren otra verdad de la muerte que aseguran ya otros discursos. El discurso del amo por ejemplo, que, siseguimos a Hegel, se fundara con la muerte asumida como riesgo; el del universitario, que gozara de lamemoria eterna del saber.

    Tales verdades, as como tales discursos, son refutadas, por ser eminentemente refutables. Pero hasurgido otro discurso, el de Freud, para el cual la muerte es el amor.6 Trmino latino que significa alguno, un tal, un cierto, y que podra traducirse tambin como un fula-no. En francs se usa ms frecuentemente [N.T.].

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    vador en cuanto al sntoma, pues en lo que atae al alma... vase msadelante), para que el amor encontrase un campo favorable para dispararsus flechas. Y luego habrn hecho falta algunos lustros para que la cues-tin del amor as planteada en el actuar (el agieren de Freud7 ) ya nofuera remitida, como poda esperarse, a ese no saber, ni tampoco al saberacumulado mientras tanto, sino al sujeto supuesto saber. Sostengo queno se ha medido lo decisivo de ese paso.

    Qu clase singular de objeto amado es entonces el psicoanalista?Qu es especificamente como amado, para que Lacan varias veces lohiciera motivo de un grito de conquista con respecto al amor? La frase deFreud que elegimos como epgrafe, que sera errneo olvidar que fue es-

    crita en una correspondencia privada, resuena en algunas frases de Lacan,tambin mantenidas al margen (pudor, decencia?) cuando no fuera de lasdeclaraciones regulares, digamos, del seminario y de los escritos publi-cados. No obstante, se advertir el paso que se ha dado de Freud a Lacan.Mientras que la frase de Freud parece indicar una contingencia (ser ca-lumniado y quemarse en el fuego del amor, por lo tanto como amado, sonlos riesgos del oficio), en Lacan, segn leeremos, no se tratara de unapotencialidad (un riesgo eventual) sino del anlisis mismo, algo inevita-ble, un ejercicio ertico del cual el psicoanalista no podra sustraerse. El

    30 de marzo de 1974, Lacan les confa a sus oyentes en su mayora noinformados, durante una conferencia en la Scuola freudiana, lo que leparece que deba ser la respuesta pertinente del psicoanalista tomado comoobjeto amado. Tampoco olvidemos en este caso que la declaracin corres-ponde a un seor de setenta y dos aos, por ende con muchas cosas detrs,en especial dcadas de prctica psicoanaltica.

    En fin, es cierto que si hay algo que ellos [id. est: los psicoanalistas] prefie-ren no saber es de qu se valen.

    Por lo tanto, yo para nada se los he dejado siquiera entrever sino enmedio de este ncleo, que ustedes son libres de hacer lo que sea salvo defracasar ofrecindose como pasto del amor: porque eso es el analista no?es alguien que se hace consumir...

    7 Cf. S. Freud, Remmoration, rptition, laboration, en De la technique psychanalytique, PUF, Paris,1953. [Recordar, repetir y reelaborar (Nuevos consejos sobre la tcnica del psicoanlisis, II) (1914),Obras completas, T. XII, Amorrortu, Buenos Aires, 1988, pp. 145-146].

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    ... hay a quienes les gusta porque eso da beneficios. Freud lo haba des-cubierto: aun as, uno bien poda entregarse en comunin as, era preciso quese pagara: pero en realidad... nada paga eso.Ofrecerse como objeto de amor porque de eso se trata en el anlisis, no esas? darse cuenta de que en nombre de lo que ustedes ligan, lo que ustedesadhieren a la cuestin del saber, que eso desencadena el amor, eso nunca fueverdaderamente aclarado8 .

    La metfora es tan insistente en la cultura que no resulta nada sor-prendente que Freud, y luego Lacan, se hayan basado en el fuego delamor. Recordemos el mito de la mano que se tiende hacia el leo,

    como lo llama su inventor Lacan9

    . Pero justamente ningn psicoanalis-ta, de cualquier escuela que sea, va a decir que la respuesta del analistaal fuego del amor de transferencia deba ser incendiarse l mismo. Porotra parte, desde el seminario La transferencia..., Lacan no deja de su-brayar que, como para Scrates (a su vez tomado como modelo de laposicin del psicoanalista) con Alcibades, Fedra y algunos otros, en elanlisis hay una puesta en jaque de la metfora del amor (vale decir, lo

    8

    Punto la ltima frase de manera distinta que el transcriptor.9 Incluso ha suministrado dos versiones. En primer lugar, el 7 de diciembre de 1961 ( La transferencia...):El deseo por el objeto amado, si quisiera decirlo en imgenes, lo comparara con la mano que se extiendepara alcanzar el fruto cuando est maduro, para atraer la rosa que se ha abierto, para atizar el leo que depronto se enciende. [...] Esa mano que se tiende hacia el fruto, hacia la rosa, hacia el leo que de pronto arde[...] su gesto de alcanzar, atraer, atizar es estrechamente solidario con la maduracin del fruto, la bellezade la flor, el llamear del leo [...] Cuando en ese movimiento de alcanzar, atraer, atizar, la mano ha ido lobastante lejos hacia el objeto, si del fruto, de la flor, del leo sale una mano que se tiende al encuentro de lamano de ustedes y en ese momento la mano de ustedes queda fijada en la plenitud cerrada del fruto abiertode la flor en la explosin de una mano que arde, lo que se produce entonces es el amor !. Otra versin, el28 de junio de 1963: Este es el punto central en torno al cual se juega lo que tenemos que pensar de lafuncin de a, [...] mito que fabriqu para ustedes [...] de la mano que se tiende hacia el leo. Qu extraocalor debera llevar consigo esa mano para que el mito sea verdadero, para que al acercarse brotara esallama con la cual el objeto se prende fuego, milagro puro [...] es la imagen totalmente ideal, es un fenmenosoado como el del amor. Cada quien sabe que el fuego del amor no arde sino al mnimo, cada quien sabeque la viga hmeda puede contenerlo por mucho tiempo sin que nada se revele hacia afuera, cada quiensabe, en una palabra, lo que se le encarga que articule en el Banquete al ms francamente tonto de maneracasi irrisoria, que la naturaleza del amor es la naturaleza de lo hmedo, lo que quiere decir [...] lo mismoque est all en el pizarrn: que el reservorio del amor objetual, en tanto que es amor a lo vivo, es justamen-te esa Schatten, esa sombra narcisista.

    Agreguemos que esa mano tendida no es menos activa en el discurso del amo, con respecto a lo cualFoucault produjo no un mito sino un neologismo, duction (educcin). Cf. Michel Foucault,Lhermneutique du sujet. Cours au Collge de France 1981-1982 (La hermenutica del sujeto, Curso enel Collge de France 1981-1982), Hautes tudes, Gallimard, Seuil, Pars, 2001, p. 126-130.

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    que Lacan construye entonces aunque sin escribirlo en forma de matema:el amor como metfora)10:

    Lo que hace que l [id est: Scrates] no ame, que la metfora del amorno pueda producirse, es que la sustitucin del erasts por el eromenos (elhecho que se manifieste como erasts en el lugar donde haba eromenos) esaquello a lo cual no puede ms que rehusarse, porque para l no hay nada ens mismo que sea amable, porque su esencia es ese ouden, ese vaco, esehueco (para emplear un trmino que se utiliz posteriormente en la medita-cin neoplatnica y agustiniana), esa kenosis que representa la posicin cen-tral de Scrates.

    Y entonces qu? Qu respuesta sera conveniente dado este des-montaje analtico de la metfora? El hacerse consumir nos pone en lapista, pero en la medida en que ese consumo no sera tanto del ordendel leo que se consume ardiendo sino ms bien que se consuma noardiendo (quizs lo que Freud denomina quemarse). Lacan, por otraparte, llegar a confesarles a catlicos de avanzada en Bruselas lo quesin duda l no poda decirles frontalmente a sus alumnos: que su lugarde psicoanalista es aquel donde se consuma su vida11 . Nada menos!

    El 16 de marzo de 1976 (seminario Le sinthome), Lacan llamar a esefuego de la consumacin, sin perjuicio de formar un oxmoron, un fuego fro:

    10 Conclusin formulada por Danielle Arnoux en su reciente relectura del comentario lacaniano del Ban-quete de Platn.11 Conferencias del 9 y el 10 de marzo de 1960 en la universidad Saint Louis (Bruselas). Astutos, informa-dos, los citados catlicos no dejaron de titular a la primera de esas dos conferencias En este lugar anheloque acabe de consumarse mi vida. Esta es la declaracin de Lacan: Yo no soy nadie para evaluar el mritode esas vidas que desde hace ms de veinticinco aos escucho confesarse ante m. Y uno de los fines delsilencio que constituye la regla de mi escucha es justamente acallar el amor. No traicionara pues sussecretos triviales y sin parangn. Pero es algo de lo que quisiera dar testimonio. En ese lugar anhelo queacabe de consumarse mi vida. Es eso. Es esta interrogacin, por as decir, inocente, e incluso el escndaloque, creo, quedar palpitando detrs de m, como un desecho, en el lugar que yo habr ocupado y que seformula aproximadamente as: entre esos hombres, esos vecinos, buenos o molestos, que estn arrojados eneste asunto al que la tradicin le ha dado diversos nombres, entre los cuales el de existencia es el msreciente en la filosofa, en ese asunto, del que diremos que lo que tiene de defectuoso sigue siendo enverdad lo ms comprobado, cmo es que esos hombres, todos y cada uno soportando un cierto saber osiendo soportados por l, cmo es que esos hombres se abandonan unos a otros, con miras a la captura deesos espejismos por los cuales sus vidas, derrochando la ocasin dejan escapar sus esencias, por los cualesse juegan sus pasiones, por los cuales su ser, en el mejor de los casos, no alcanza sino esa pizca de realidadque slo se afirma porque nunca se vio defraudado?.

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    La metfora no indica ms que esto: la relacin sexual. Salvo que prueba dehecho, por el hecho de que existe, que la relacin sexual es tomar una vejigapor un farol12 , a condicin de ponerle fuego adentro, pues mientras no hayafuego no ser un farol. De dnde viene el fuego? El fuego es lo real. Esoprende fuego a todo lo real. Pero es un fuego fro. El fuego que arde es unamscara, por as decir, de lo real.

    Qu relacin mantiene esta consumacin del psicoanalista, estedevenir cenizas (la ceniza: una figura del objeto petit a) con la muertealojada en el amor?

    DE NUESTROS MONSTRUOS ANALISTAS COMODI(CHOS)AMANTES13

    Muy recientemente, tuvimos acceso a una prueba de que la ceniza, me-diante algunas operaciones, puede ser perfectamente vlida como objeto

    petit a. En efecto, como el objeto petit a, la empaadura14 (con perdndel neologismo) de la ceniza puede virar al mximo de lo brillante. Asuna floreciente empresa norteamericana15 les propone en adelante a losdeudos, por 2299 dlares exactamente, transformar en diamante las ce-nizas de su ser querido. Montado en un anillo, llevado en el dedo, eldiamante podr ser ese interlocutor privilegiado, permanentemente dis-ponible, que finalmente ser oportuno que el deudo llame con una deesas palabras cretinas y tiernas en que se complace el amor, mi joyita.

    12 Traduccin literal de un refrn que se acerca a los de lengua hispana: dar chicha por limonada, o bien,confundir Roma con Santiago, entre otros [N.T.].13 En el original dits-amants . Lo hemos traducido como di(chos)amantes para transmitir el doble sentidodel neologismo francs: dichos (en el sentido de supuestos) amantes y diamante [N.E.].14 En el original, ternure, neologismo acuado a partir del adjetivo terne (apagado, sin brillo) [N.T.].15 Cf. Jean-Paul Dubois, Le brillant de la mort (El brillante de la muerte), en Le nouvel observateurdel24 de abril de 2003.

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    El sitio www.mylifegem.com propone una animacin donde se en-cadenan las siguientes frases: Ill be here when youre sleeping, Ill behere when you awake, Ill be here when youre laughing, Ill be herewhen you need me most, Ill be here for ever. Un verdadero acierto po-tico. Tambin se advertir que, como gran consumidor de muertos, elcapitalismo industrial internacionalista funciona all a toda marcha: lue-go de una cremacin especial en la que se evita que el carbono se trans-

    forme en dixido de carbono, las cenizas parten a Pensilvania. All unafbrica transforma el carbono en grafito, luego ese grafito es enviado aRusia, donde otra fbrica transforma el cristal en diamante. Pero, qupsicoanalista olvidara que tal operacin, como el sacrificio hindvanse los trabajos de Charles Malamoud deja un resto? En efecto,la mayor parte del carbono no es utilizada, sino que se conserva en unareserva por... si acaso. Si acaso el diamante se extraviara, si acaso lovolvieran a pedir. Cmo caracteriza la empresa a sus clientes? Los mi-den en miles: por el amor que sienten hacia los otros de lo cual nohay razn alguna para dudar, pues los clientes responden a la oferta nu-mricamente.

    Cada psicoanalizante (convertido en psicoanalista o no), estara lla-mado a llevar a su psicoanalista, o a ese monstruo del psicoanlisis(monstruo pareciera ms exacto que maestro), en forma de brillantemontado en un anillo en el dedo? Cubrmonos de cenizas porque nofaltan los casos as. Como la encantadora y deliciosa persona que, luegode un tiempo de anlisis con Lacan, sali llevando consigo... el nombre

    El diamante de la muerte.

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    de pila de una hija de Lacan. Aparentemente, ella lo lleva muy bien. Oesa otra, por cierto que menos rara, que sali del divn de Lacan con loque veinte aos despus presenta como un certificado de adopcin departe de Lacan. Se advertir hasta qu punto estn perdidos algunoslacanianos tan slo diciendo que reciben ese testimonio supuestamentefilial como prueba de un anlisis concluido, e incluso de un pase. PeroSigmund Freud no est a salvo de ello, recordemos tan slo el episodiohistrico del movimiento freudiano, aquella distribucin de anillosque indicaba la insercin de los felices beneficiarios en el comit se-creto de su guardia pretoriana y ms cercana, un episodio que emanauna religiosidad tanto ms obscena en la medida en que est privada de

    teologa. Una cuestin de anales16

    ?Obviamente, con respecto a la transferencia que entra en juego encada psicoanlisis y a su posible cierre, esa manera de llevar a Freud o aLacan como diamante en el dedo seala una dificultad. En todo caso,hay algo puesto que cabe hablar en este caso en primera personaque no me conviene. Y qu cosa? Para discernir tal inconveniencia,veamos lo que podra ser una tica psicoanaltica, o ms bien (para de-cirlo abiertamente) una tica del objeto petit a.

    TICA DEL OBJETO PETIT a

    Confesar entonces que no me gusta el demasiado clebre Wo Es war,soll Ich werden? Que desprecia, claramente desprecia, el paso kantianoen la tica, porque reconduce, e incluso rebaja, la tica a lo patolgi-co. En efecto, no veo una diferencia esencial entre ese mandato y, porejemplo, lo que todos los das se escucha en la radio, algo as como:Automovilistas, sonran!, lo que tambin puede decirse freudia-namente: All donde usted conduce, debe advenir su sonrisa.

    Como lo hiciera a menudo en torno a muchas autocorrecciones quedeba realizar debido al mismo avance de su recorrido y a las modificacio-nes consiguientes, Lacan discretamente, aunque dejando no obstante quesu gesto fuera visible, revis a su vez aquel Wo Es war, soll Ich werden

    16 En el original, anaux, que es homfono de anneaux (anillos) [N.T.].

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    que tanto haba promovido y de modo tan diverso, que tanto les habagustado a sus alumnos (una regla actual de lectura de Lacan: considerarparticularmente sospechoso todo aquello que, viniendo de l, fuera recibi-do con entusiasmo). As podemos leer, en la sesin del seminarioLunebvue del 11 de enero de 1977 (transcripcin AFI, modificada):

    [...] no me gusta tanto la segunda tpica, quiero decir aquella en que Freud sedej llevar por Groddeck. Por supuesto, no se puede hacer otra cosa, esosaplanamientos, el Ello con el gran ojo que es el Yo. El Ello es..., todo seaplana. Pero en fin el Yo que adems en alemn no se llama el Yo, se llamaIch Wo Es war, all donde ello estaba: no sabemos en absoluto lo que

    haba en la cabeza del tal Groddeck para sostener el Ello, ese Es.

    Si de alguna manera hace falta un mandato, preferimos antes unverso de nuestro mayor-poeta-por-desgracia, el querido Hugo pues,que, en El fin de Satn escribi: No tiren lo que no ha cado. Es ciertopara todo, para el amor, para joder, para el fin del anlisis (interrumpirintempestivamente un anlisis es tirar lo que no ha cado), para una obraen curso de realizacin, para el duelo, and so on. Leamos:

    Cerca del cielo, al borde del pozo en que nada cambiaUna pluma escapada del ala del ArcngelHaba cado y, pura y blanca, temblaba.El ngel en cuya frente nace el alba deslumbranteLa vio, la tom y dijo mirando al cielo sublime:Seor, hace falta que ella vaya, tambin, al abismo?Levant la mano, l absorto por la vidaY dijo: No tiren lo que no ha cado.

    Es pues una palabra divina, y que al menos ofrece la notable ventajacon respecto al Wo Es war, soll Ich werden de que no exige nadapositivo. Se trata en este caso de una tica negativa, como se habla deteologa negativa, la nica imaginable si basamos la tica en el petit a,vale decir, en lo deseante.

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    Una frase de Lacan, hu-mano demasiado humano, vaa ratificar esta afirmacin. Sebasa en el siguiente grafo, quetranscribe la lgica del actopsicoanaltico.

    As, como era de esperar, esacorde a toda nocin de estruc-tura que la funcin de la alie-nacin que estaba al comienzo y que haca que partiramos del vrtice de

    arriba a la izquierda, de un sujeto alienado, al final se encuentra idntica a smisma, por as decir, en el sentido de que el sujeto se ha realizado en sucastracin por la va de una operacin lgica, va alienada, que remite alOtro, se descarga y esa es la funcin del analista de ese objeto perdido delcual, en la gnesis, podemos suponer que se origina toda la estructura17 .

    Concluir un psicoanlisis es tirar al psicoanalista que ha cado.Qu sucede cuando muere un psicoanalista mientras un anlisis

    est en curso? Esa muerte priva al analizante de poder tirar alguna vez

    a su psicoanalista. Por qu razn? Una respuesta casi trivial: porque lamanera de fallecer que el psicoanalista habr tenido, pues bien... no esla adecuada.

    Decaer[dchoir] no es caer[tomber], cuanto menos distingmoslos,si bien el verbo decaer, que por otra parte en su conjugacin tiende adistinguirse de caer [choir], se inclina hacia caer [tomber]18 . Unpsicoanalista puede decaer de muchas maneras, por ejemplo, mostrn-dole al analizante (una frase, una palabra, un gesto basta) de que rige suaccin por el velle bonum alicui. El analizante entonces, al menos en elmejor de los casos, puede abandonarlo. Ha cado el analista con ello?Justamente no, entonces la cuestin se ha evitado. Lo mismo ocurre cuan-do un analista muere. No cae. Por qu no?

    17 J. Lacan, El acto psicoanaltico, sesin del 17 de enero de 1968.18 Se dice, en francs, nous dchoyons, vous dchoyez, no se dice nous choyons ni tampoco vouschoyez. Le agradezco a Guy Le Gaufey por sealarme esta singularidad. [Todo el juego de palabras ante-rior no puede traducirse al castellano debido a que choiry tomberestn comprendidos en caer] [N.T.].

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    Porque los muertos ciertamente ya no existen, pero eso no les impi-de en absoluto ser, perseverar en el ser, lo que hace nuestro di(cho)-amante [dit-amant] hasta la caricatura. Tampoco les impide aparecer,aun cuando su aparecer est hecho aparentemente de seres aparte. Pen-semos tan slo en las pesadillas del deudo en que frecuentemente unindicio (una cara plida por ejemplo19 ) le har notar al soante que el serquerido, reaparecido as, no es un ser vivo propiamente dicho. Los muer-tos (cuyo deceso pone en duelo) estn muertos; como muertos, son. Loson aun cuando su duelo se haya realizado tan plenamente como poda-mos imaginar. De donde se deduce que el cierre de un anlisis de ningu-na manera puede depender de un duelo, una frmula sin embargo muy

    repetida.

    CAER, DEL SER...20

    Pero el final de partida, al menos tal como lo problematiza Lacan ensu Proposicin de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la escue-la, tal como lo construye el concepto de acto psicoanaltico, no dejaprecisamente intacto, inclume, al ser del psicoanalista. Lacan inventa

    un concepto en torno a ello, el des-ser [dstre], un des-ser que lue-go de haberle imputado por un tiempo al analizante remite ahora al psi-coanalista, mientras que a su vez el analizante se halla, en ese momentolimitado temporalmente, habitado por lo que Lacan inventa correlativa-mente y que denomina destitucin subjetiva. Lacan llegar incluso aconjugar el des-ser: yo des-soy. Y este des-soy no tiene nada que vercon la decepcin provocada por el psicoanalista en la medida en que nomantiene su posicin, en cuanto decae. Si hubiera que asociarlo con otrotrmino que le resultara cercano, sin duda sera con el notable des-caridar21 .

    19 El ejemplo elegido sale al paso de la clebre frmula norteamericana: El nico indio bueno es un indiomuerto.20 Se da por sobrentendida una palabra en este subttulo (Tomber, de ltre...), que no obstante su equivocidadindica. [Probablemente, lettre (letra)] [N.T.].21 J. Lacan, Tlvision, Seuil, Pars, 1974, retomado en Autres crits (Otros escritos), Seuil, Pars, 2001.[Traducimos as dchariter, compuesto a partir de charit (caridad)] [N.T.].

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    Cmo puede alcanzarse entonces, en el anlisis, ese punto de quie-bre en que se abren, se separan la destitucin subjetiva por el lado delanalizante y el des-ser por el lado del psicoanalista? Una respuestalacaniana (que no es toda la respuesta, pero que sin embargo da unarespuesta): por el amor o, ms exactamente, siguiendo los caminos com-plejos de la triloga lacaniana de las pasiones budistas del serque, jun-to al amor, constituyen el odio y la ignorancia (en la cual Lacan pone elacento puesto que est ligada al sujeto supuesto saber la pasin de laignorancia y la subsistencia del sujeto supuesto saber se confortan mu-tuamente). Decimos budista porque Lacan, aunque no da referencias,en su intervencin de Roma en 1953, seala sin embargo que la ha to-

    mado del budismo22

    . Claro que s, ms exactamente del Gran Vehculo,

    Rueda de la vida

    Los tres venenos

    22 Recordemos que Freud, con respecto a los sentimientos que se relacionan con la transferencia, insistaen la necesidad de distinguir un factor de realidad, y conclua que sera abusar de la docilidad del sujeto elpretender persuadirlo en todos los casos de que esos sentimientos son una simple repeticin transferencialde la neurosis. A partir de all, dado que esos sentimientos reales se manifiestan como primarios y que el

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    aunque no sin haber modificado muy notablemente su contenido. LaRueda de la vida, que para las miradas desinformadas adornala entrada de los templos tibetanos (que antes que un ornamento es unagua de vida), efectivamente contiene en su centro tres figuras de anima-les unidos adems entre s, y como haciendo una ronda.

    La Rueda de la vida es sostenida slidamente por Yama, Dios hindde la muerte, de cuyos amores fraternales e incestuosos CharlesMalamoud nos ha desplegado esplndidamente sus avatares23. En cuan-to a los Tres Venenos [Poisons] de la vida humana (Samsara, es ac-tualmente en Occidente el nombre de un perfume), Lacan los convierteen... pasiones [passions]. Habr influido la proximidad significante de

    ambos trminos? Sea como fuere, esa sustitucin permite la denomina-cin de pasiones del ser que Lacan, a diferencia del budismo, no asi-mila a otros tantos venenos. Cuando Lacan habla del ser, el budismotibetano usa la palabra bDag-zin, a menudo traducida como ego.Aceptara un budista ese desplazamiento? Me parece que no, precisa-mente. Tanto menos en la medida en que no hay ser en el budismo, ascomo tampoco realidad. Otra distorsin (pues a falta de archivos, nopodemos saber en qu texto traducido se basaba Lacan), los mismostrminos de amor, odio, ignorancia. Dod-chags, el gallo, segn me in-

    forma el texto apologtico pero sin embargo erudito que tengo en mismanos24 , es el deseo, la avidez, el apego. Zhe-dang, la serpiente, serala aversin, el odio, la agresividad. Y gTi-mug, el cerdo, la ilusin, laignorancia, la confusin. Buda (pobre Buda que tambin tuvo proble-

    encanto propio de nuestras personas sigue siendo un factor aleatorio, puede parecer que hubiera all algnmisterio.

    Pero el misterio se aclara si lo consideramos dentro de la fenomenologa del sujeto, en tanto que elsujeto se constituye en la bsqueda de la verdad. No hace falta sino recurrir a los datos tradicionales, que losbudistas no sern los nicos en suministrarnos, para reconocer en esa forma de la transferencia el errorpropio de la existencia, y bajo tres rubros que ellos enumeran as: el amor, el odio y la ignorancia. Es puescomo contra efecto del movimiento analtico que comprenderemos su equivalencia en lo que se llama unatransferencia positiva originalmente cada uno se va a aclarar con los otros dos bajo ese aspecto existencial,si no exceptuamos el tercero generalmente omitido por su cercana con el sujeto. J. Lacan, crits I, Pars,Seuil, 1991, p. 191-192 [En espaol, Escritos I, Siglo XXI, Mxico, 1984, pp. 296-297].23 Ch. Malamoud, Le jumeau solaire (El gemelo solar), Seuil, Pars, abril de 2002.24 J.-C. Sergent, H. Denonain, La roue de la vie, Image populaire et emblmatique du bouddhisme tibtain(La rueda de la vida, Imagen popular y emblemtica del budismo tibetano), Guy Trdaniel, Pars, 1999.Le agradezco ahora a quien me brindara oportunamente esa obra. Y le agradezco igualmente a Oscar delBarco que tan generosamente aceptara mi solicitud de revisar las afirmaciones que aqu se sostienen.

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    mas de transcripcin de sus seminarios, pobre Ananda que, utilizandosu memoria prodigiosa, dict los sutras de su maestro a la asamblea)declara que el hombre

    [...] se consume por medio del fuego de la ilusin, el fuego del apego y elfuego del odio; arde atravesando el fuego del nacimiento, la vejez y la muer-te; se destruye mediante el sufrimiento, las quejas, los lamentos, el dolor, eltedio y la desesperacin.

    De nuevo estamos ante la consuncin.Como podemos comprobar, Lacan ontologiza la cuestin. Deja aparte

    el deseo25

    , como para ponerlo a salvo del tratamiento que le inflige elbudismo:

    No hay peor fuego que el deseo, ni peor garra que el odio.Ninguna red atrapa como la ilusin.Ningn ro arrastra como la avidez26 .

    Lo reemplaza por el amor. Y los diferenciar claramente, tan clara-mente como Yukio Mishima27 , por ejemplo en la sesin del 22 de febre-

    ro de 1962 de La identificacin:

    [...] uno no es sujeto del amor: uno es ordinariamente, uno es normalmente,su vctima. Es completamente diferente.

    25 Rodolfo Marcos me seal recientemente una operacin inversa, cuando Lacan, el 9 de junio de 1954,tradujo love como deseo en el clebre verso I am the love that dare not speak its name.26Dhammapada, La voie de Bouddha (Dhammapada, La va de Buda), versin francesa, introduccin ynotas de Le Dong, Points Seuil, Pars, 2002, versculo 251.27 Y. Mishima, Une matine damour pur(Una maana de amor puro), Gallimard, Pars, 2003. La ltimanouvelle, que le da su ttulo al libro, est claramente dividida en dos partes, la primera expresa el amorpuro, la segunda expone el dispositivo que hace que el deseo le brinde su fundamento a ese amor puro. Yms condensadamente an, encontramos la distincin que aparece en la cancioncilla: Un pececito, unpajarito se aman con tierno amor (he aqu el amor, y luego el deseo), pero cmo abrazarse cuando se esten el agua? Hay otra referencia en Lacan: RSI, sesin del 31 de febrero de 1975 (Lacan comenta el libro deLytton Strachey sobre la reina Victoria, en proceso de traduccin en Seuil): Creo que ese libro me parecedebe volvernos muy perceptible esto, en fin, perceptible con un relieve particular, perceptible que el amorno tiene nada que ver con la relacin sexual [...].

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    Sealemos que tal distincin no es tan extremista como podra ima-ginarlo una mirada ahistrica. Michel Foucault concluye su curso del 13de enero de 1982 diciendo:

    Finalmente se plantear tambin, durante siglos, la cuestin de la relacinentre cuidado de s y relacin amorosa: acaso el cuidado de s, que se formay slo puede formarse dentro de una referencia al Otro, debe pasar tambinpor la relacin amorosa? Y entonces asistiremos a un muy largo esfuerzo, ala escala incluso de toda la historia de la civilizacin griega, helenstica yromana, que poco a poco va a desconectar el cuidado de s de la ertica y queva a dejar la ertica del lado de una prctica singular, dudosa, inquietante,

    quizs incluso condenable, en la misma medida en que el cuidado de s sevolver uno de los temas capitales de esa misma cultura28 .

    Relacionado con este anlisis, el descubrimiento de la transferenciaamorosa se sita como un movimiento regresivo, reincorporando al amoren esta manera indita de cuidado de s que es el ejercicio analizante,volviendo a juntar lo que haba sido separado.

    En cambio, Lacan permanecer cerca del pensamiento budistatibetano al no dejar de subrayar que el mayor veneno (la mayor pasin)

    es la ignorancia (ma rig pa: no saber), cuyo fin, segn el citado pensa-miento, es quitarle toda realidad a la muerte.

    Aunque peor que todas las impurezasEs la ignorancia, la mayor de todas las impurezas.Abandonen esa impureza, oh bhikkhus!Librense de toda impureza29.

    No obstante, tambin aqu se advierte una notable distancia. Mien-tras que en Lacan esta ignorancia remite contrapuntsticamente al saberinconsciente, formal, en el budismo se opone a la Realizacin Suprema,a la Iluminacin. Lo menos que se puede decir es que los registros difie-ren, tanto como difieren en Jaspers (retomado por Lacan en su tesis) la

    28 M. Foucault, Lhermneutique du sujet (La hermenutica del sujeto), op. cit., p. 59.29Dhammapada, La voie de Buda, op. cit.,versculo 243. Bhikkhus es el nombre de los monjes mendicantesque viven nicamente de limosnas.

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    comprensin y la explicacin. De modo que no se podra hallar en Lacanla misma concepcin de una doble ignorancia, una ligada a la incom-prensin de las relaciones de causa y efecto, la otra, ms fundamental,realizacin suprema, sin finalidad, que no puede ser realizada sino a

    travs del recorrido de las vidas sucesivas.Pero detengmonos sobre todo en la ontologizacin de la problem-

    tica de referencia y en la sustitucin del deseo por el amor (ausente en elbudismo, o slo presente negativamente, pues el budismo prefiere lacompasin). Que se haya insistido tanto, en una poca dentro del movi-miento lacaniano, en promover la llamada travesa del fantasma30 ,que hoy en ciertos mbitos se insista tanto en tomar en cuenta la econo-ma del goce (lo que en s mismo no carece de pertinencia, pero lo queimporta es el modo), no era, no es acaso una manera de descartar elfinal de partida analtico en tanto cuestin ontolgica, o ms bien entanto cierto tratamiento de la cuestin ontolgica se ha efectuado all, ladel quin soy? La cuestin de la identidad, del narcisismo? Lacan(en una observacin crucial, muy propia de un psicoanalista):

    El ego, ciego, conducido por la doble ignorancia

    30 En La psychanalyse, une rotologie de passage, Cahiers de Lunebvue, Epel, Paris, 1998, he mostradocmo los alumnos haban construido lo que es casi una quimera. [Cf. El psicoanlisis, una erotologa depasaje, Cuadernos de Litoral, Crdoba, 1998].

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    El amor por su parte [a diferencia del sadismo, segn indica el contexto]apunta al ser, y es preciso decir que, como muy bien dijo, acentu y destacFreud, El amor es narcisista, porque no hay otro soporte que darle al trmi-no ser31.

    Nos sorprender este resurgimiento de la ontologa (si es que algu-na vez dej de estar presente en Lacan)? Entonces tambin habra quesorprenderse por la reaparicin de la intersubjetividad, descartada desdeel seminario de La transferencia..., pero que resurge discretamente en elmatema de la transferencia (Proposicin de octubre de 1967), y msabiertamente en los ltimos abordajes lacanianos del amor. Cmo po-

    dra el psicoanlisis no constituirse como un determinado tratamiento,para cada uno, de la cuestin ontolgica desde el momento en que Lacansita la ontologa como la mueca del uno [la grimace de lun]32 , desdeel momento en que se trata de ya no poner ms a ese Uno al mando, deproducir un sujeto dividido?

    La cuestin que nos planteamos ahora se puede formular as: quclase de objeto amado debe ser entonces el psicoanalista para llegar aser golpeado de des-ser por un anlisis que se cierra? Y si admitimos conLacan que el discurso psicoanaltico aloja la muerte en el amor, esa pre-

    gunta se torna: en qu clase de muerto amado debe constituirse enton-ces el psicoanalista para terminar ofrecindole al analizante la nica cosacapaz de sacarlo de su enredo, es decir, su destitucin subjetiva?

    31 J. Lacan, Excursus, Intervencin durante una reunin de la Scuola freudiana en Miln, el 4 de febrerode 1973. Modifico la puntuacin de un texto cuyo establecimiento sin duda no fue revisado por Lacan. Pastout Lacan (No todo Lacan).32 J. Lacan,,ou pire (o peor), sesin del 21 de junio de 1972.

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    DEL MUERTOAMADO33

    Hubo un tiempo en que dentro de la Escuela freudiana de Pars circulabala idea de que en el juego psicoanaltico el psicoanalista ocupaba elsitio del muerto34 (un el cuanto menos pretencioso, acaso asignarleun sitio no es ya creer que se controla a la gran segadora?). El mismoLacan desorroll esa metaforizacin del anlisis mediante el bridge, queha teido ciertas prcticas de un tono gris no siempre bienvenido. EnLa direccin de la cura..., asigna, convoca en ese sitio del muerto pre-cisamente los sentimientos del psicoanalista con respecto al analizante(por ende la llamada contra-transferencia). El psicoanalista est muer-

    to en cuanto a lo que amara, odiara, ignorara. Cmo logra esa perfor-mance? Responder que es asunto suyo, empezando por su propio an-lisis. Sucede sin embargo que esa performance no es tan extraa oimpensable como puede parecer a primera vista. Especialmente tratn-dose del amor. El amor en efecto, de manera muy clsica en Occidente ysin dudas en otros lugares, encuentra un terreno propicio en un objetoamado cuyo modo de ser, perfectamente puesto en prctica y analizadopor Breton en El amor loco, es el de la aparicin. Un modo de ser espec-tral, caracterstico de los muertos35 . El amor es necrfilo.

    33 El neologismo francs (mortaim) es ms compacto, y transcribe la pronunciacin oral de los trminosreunidos [N.T.].34 No se podra pensar lo que el analizado le hace soportar con sus fantasmas a la persona del analista comolo que un jugador ideal calcula sobre las intenciones de su adversario. Sin duda que tambin hay estrategia,pero no debemos engaarnos con la metfora del espejo por ms que convenga a la superficie unida que elanalista le muestra al paciente. El rostro inmutable y la boca cerrada no tienen en este caso el mismo fin queen el bridge. Ms bien con ello el analista toma el recurso de lo que en ese juego se llama el muerto, aunquepara hacer que surja el cuarto que entonces va a ser el compaero del analizado y cuya mano el analistamediante sus jugadas va a esforzarse por hacerle adivinar: tal es el lazo, de abnegacin digamos, que leimpone al analista el envite de la partida en el anlisis.

    Podramos seguir con la metfora deduciendo su juego a partir de all segn que se ubique a derechao a izquierda del paciente, es decir, en la postura de jugar despus o antes del cuarto, es decir, de jugarantes o despus de ste con el muerto.

    Pero lo cierto es que los sentimientos del analista no tienen ms que un sitio posible en ese juego, el delmuerto; y que al reanimarlo el juego contina sin que se sepa quin lo conduce. La direction de la cure etles principes de son pouvoir, crits II, Seuil, Pars, 1999, p. 66 Se ha ledo bien: en lo que respecta a sussentimientos, el psicoanalista ocupa el sitio del muerto. [Cf., La direccin de la cura y los principios de supoder, Escritos II, SXXI, Mxico, 1984, p. 569].35 Para una presentacin crtica de esa aparicin y de su incidencia tanto en el amor griego pedersticocomo en el estadio del espejo de Lacan, vase Le stade du miroir revisit, chapitre III, de mi libro Lesexe du matre, en particular las pginas 166 y siguientes, donde se recuerda que cada una de las tres

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    Esta es la traduccin del poema Aparicin de Mallarm:

    La luna se velaba. Serafines llorandoQue suean en la calma de flores vaporosas,Con el arco en los dedos disparan a violetasMoribundas que lanzan blancos sollozos al azulde las corolas Era el gran da de tu primer beso.Mi fantasa, que suele martirizarme, sabiamenteSe embriagaba con un perfume de tristezaQue aun sin pena y sin decepcin dejaLa cosecha de un Sueo en quien lo ha cosechado.

    Vagu pues, la mirada pegada al viejo pavimento,Cuando en la calle y la tarde, apareciste rindoteCon sol en los cabellos, y cre ver al hadaDel sombrero de luz que antes pasabaPor mis sueos de nio mimado dejandoSiempre nevar de sus manos mal cerradasBlancos ramos de estrellas perfumadas.

    Si hay una razn para el hecho de esperar que el amado hable (cf.:

    Oh, por favor te lo pido, dime algo!), y para el hecho, conjunto, deque esa espera nunca es satisfecha, que su misma vanidad la alimenta,esa razn debe buscarse en la proximidad, no slo significante, entre lanecrofilia y la necromancia. Horus, es decir, aquel que encarna cadafaran, nace del amor necrfilo de Isis por Osiris. El amor es el nombrede ese lugar en el cual, como escribe Jean-Jacques Pauvert en su prefa-cio a la obra de Gabrielle Wittkop El necrfilo36, La vida y la muerte,que se repugnan una a la otra, concuerdan subterrneamente. De all la

    versiones del mito de Narciso presenta la imagen del pequeo otro como la de un muerto. [El estadio delespejo revisitado, captulo III, El sexo del amo, Ediciones Literales, Crdoba, 2001; coeditado en Mxicopor Litoral, Epeele, 2002].36 G. Wittkop, Le ncrophile (El necrfilo), seguido de Ncropolis (Necrpolis) de F. de Gaudenzi, Lecturasamorosas de Jean-Jacques Pauvert, ed. La Musardine, Pars, 1998. En su prefacio, Pauvert cita al narrador:Nada es ms limpio que un muerto y se vuelve cada vez ms limpio a medida que pasa el tiempo hasta lapureza final de esa gran mueca de marfil con risa muda, con las piernas perpetuamente abiertas que hay encada uno de nosotros.

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    importancia de la observacin lingstica de Lacan37 segn la cual eningls el cadver se dice corpse, mientras que el cuerpo vivo se dicebody; el amor est basado en el corpse, no el corpse de los mdicos, sinoun corpse intocable, inasible, una pura aparicin. Es posible enamorarsede una mueca: El hombre de arena (E. T. A. Hoffman) ha impactadoa las mentes creadoras hasta el punto de ser tomado a la vez por Freud enel artculo Lo ominoso y por Offenbach (Los cuentos de Hoffman). Opensemos tan slo en el Arnold de Jensen, presa de una aparicin,Gradiva, cuyo nombre ser el ttulo de otro artculo no menos famoso deFreud. Nadie podra tocar al amado (o amada) (pero, acaso es posible?)sin que ipso facto se lo/la pierda como amado (o amada) ms adelante

    aportaremos algunas pruebas. No est tan bien decir, cosa que el poetaviens deploraba, que entre las mujeres honestas de su ciudad, el amorno ha descendido ms abajo de la lnea de las caderas38 , puesto quedecididamente nunca es as la honestidad no tiene nada que ver en lacuestin. En otras palabras: el amor posesivo no existe. Hay una antino-mia entre poseer y amar.

    Consideremos ahora la frmula segn la cual no hay nada mejor enla ertica occidental que una aparicin para cristalizar el amor. Qudigo? El amor nunca se enfrenta, en el objeto amado, sino a una apari-

    cin39 . Un rasgo que tambin es vlido para la imagen propiciatoria dela identificacin imaginaria del espejo. Tambin entonces se trata de unaaparicin (el jbilo subsiguiente seala que esa aparicin es ilusoriamentetomada como una victoria contra la muerte). De modo que en base a lafigura de un muerto amado (escribamos muertoamado[mortaim]) seconstruirn todas las figuras de la idealidad. La identificacin imagina-ria es una idolatra.

    A la que el cuerpo es invitado, sin perjuicio de resultar allmentalizado:

    37 J. Lacan, Les non dupes errent[literalmente: Los no engaados erran; por su homofona recuerda, porsupuesto, a Les noms du pre, Los nombres del padre], sesin del 11 de junio de 1974, versin N. Sels, p.176.38 Miguel Couffon, Peter Altenberg, rotisme et vie de bohme Vienne (Erotismo y vida bohemia enViena), PUF, Pars, 1999, p. 132.39 Un concepto que no se puede evocar sin mencionar la muy notable obra de Georges Didi-Huberman,Phasmes, Ed. de Minuit, Pars, 1998. [Phasmes: neologismo derivado del griego fasma, fantasma].

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    No hay otros hechos que aquellos que el serhablante [parltre] reconoce comotales al decirlos. No hay hechos sino por artificio. Y es un hecho que miente. Esdecir que instaura, en el reconocimiento, hechos falsos. Porque tiene una men-talidad. Es decir, amor propio. Es el principio de la imaginacin. Adora sucuerpo. Lo adora. Porque cree que lo tiene. En realidad no lo tiene. Pero sucuerpo es su nica consistencia mental por supuesto. Su cuerpo jode el cam-po en todo momento40 .

    Tal vez a partir de all podamos entender mejor ciertas palabras (queyo subrayo) que figuran en el texto de 1949 sobre El estadio del espejo:

    As la Gestaltcuya pregnancia debe ser considerada como ligada a la espe-cie, si bien su estilo movilizador sigue siendo incognoscible, mediante esosdos aspectos de su aparicin simboliza la permanencia mental del yo[je] almismo tiempo que prefigura su destino alienante; ella an est cargada conlas correspondencias que unen al yo[je] con la estatua donde el hombre seproyecta como a los fantasmas que lo dominan, con el autmata finalmentedonde en una relacin ambigua tiende a concluir el mundo de su fabricacin.

    Ahora, una aclaracin divertida. El muertoamado [mortaim] que

    introduzco recuerda la figura de los... Mortimer. Lacan menciona muytarde a los Mortimer de Cocteau41, exactamente el 11 de junio de 1974(seminario Les non-dupes errent). Muy tarde porque no dejan de sal-tar a la vista las afinidades entre El Potomak, publicado en 1924, que fuepara Cocteau, dicen, lo que Pantanos para Gide, y ciertos trminos enadelante ligados al nombre de Lacan, como por ejemplo nada menosque la Cosa.

    No busques a los Mortimer salvo en ti mismo, escribe Cocteau.Que sera pues lo que estara en cada uno como su doble? Una parejaque slo tiene un corazn. Cocteau dibuja ese extrao fenmeno:

    40 J. Lacan, Le sinthome, sesin del 13 de enero de 1976.41 J. Cocteau, Le Potomak, 1913-1914, precedido de un prospecto de 1916. Texto definitivo, Pars, Delamainet Boutelleau, 1924. La obra contiene la serie de dibujos lbums de los Eugenios. Le Potomak, ilustradocon 95 dibujos del autor, Socit Littraire de France, Pars, 1919. Reedicin: Pars, Passage du Marais,2000.

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    Amor. Los Mortimer... ... no tienen ms que un solo corazn.

    Y Lacan lo destaca para indicar que el psicoanalista, por ms copartci-pe que sea de determinado rasgo semntico del inconsciente del analizante,no podra dedicarse a amar a ste ltimo de esa manera unitaria.

    No es de eso de lo que debera tratarse. Se debe tratar de elaborar, permitirlea aqul que yo llamo el analizante elaborar ese saber inconsciente que est enl como una llaga, no como una profundidad, como una llaga.

    Un solo corazn, un mismosueo, s, eso es posible, admiteLacan. Y por cierto que toda unatradicin histrica va a consolidarese punto de vista, sin perjuicio decomprobar las aporas que impli-ca esa unicidad de corazn. Unaunicidad que el catolicismo no hadejado de explotar:

    El corazn de Jess. Patricio MorletteRuiz, siglo XVIII.

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    La ofrenda del corazn. Mar-

    co de espejo, marfil. Pars, ha-cia 1320.

    Pierre Scala le entrega su corazn auna margarita. Lyon, hacia 1500.

    Aunque tambin el Estado:

    Cmo se puede llegar a eso, a ese nico latido?Por la razn de que un corazn... se dona:

    Cielo de Nueva York, 1970.

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    Por el amor, los amantes se vuelven uno (un solo corazn):

    Pero no deberamos olvidar que el mismo corazn que se ofrece es

    tambin un corazn susceptible de ser cerrado:

    Amantes reuni-dos en una sola ymisma persona,Li Ars dAmour,hacia 1300.

    El dios Amor cierra el corazn del amante,Roman de la rose, hacia 1380.

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    Tanto es as que si los amantes se hallan en una burbuja:

    Hieronymus Bosch, El jardn de las delicias, hacia1510. Detalle.

    Ni tampoco que el vnculo as instaurado, si no encuentra su trmi-no, se revela como disimtrico:

    La mujer arriba, Aristteles y Filis. Bronce, hacia 1400.

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    No se podra concluir por ello que la burbuja sea un lugar sin tensin.Un solo corazn pues, aunque a pesar de todo con algunas dificulta-

    des. Que por ventura actualmente conducen al amante o al amado haciael anlisis. Que a su vez no ser posible, segn la tnica que hemosseguido aqu, ms que si tiene lugar, por parte del psicoanalista, la susti-tucin en acto del Mortimer por el muertoamado. De modo que tal sus-titucin aparecera como una condicin de posibilidad del acto psicoa-naltico (una posicin en las antpodas de la prctica psicoanaltica deWinnicott, por ejemplo, tal como la describe Margaret Little42 ).

    DEL MEJOR AMADOVeamos ahora un determinado nmero de notas que he tomado de DavidHalperin. Se condensan en la frmula: Theres no lover like a dead lover.Variemos esta proposicin en tres tesis: I amar a un(a) muerto(a), II amara un(a) dormido(a), III amar a un alma (el cuerpo como obstculo delamor).

    Amar a un(a) muerto(a)

    Este rasgo acta claramente en cierto nmero de las grandes figuras delamor, que estn activamente presentes cuando uno se descubre enamor...ado (aunque ada, cualquiera sea el sexo del amante, sin duda seramucho ms adecuado). Eurdice viva no inspir a ningn poeta, escritor ni compositor.

    Muerta, se le entregaron de corazn, de corazn contento43 . El Otelo de Shakespeare le dice a Desdmona:

    - [...] voy a matarte y te amar despus44 .

    42 Cf. el estudio en curso de Gloria Leff.43 Traducimos casi literalmente una frase que juega con la anterior. En el original, dice: on sen est donn coeur, coeur joie, que podra entenderse tambin as: se le entregaron de corazn, lo pasaron en grande[N.T.].44 Shakespeare, Otelo, acto V, escena II, Gallimard, Pars, Bibl. de la Pliade, 1959. [De las muchas edicio-nes en espaol podemos citarTragedias, Planeta, Barcelona, 1994, Traduccin de Jos Mara Valverde.]

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    Halperin comenta: Otelo no hace ms que explicitar brutalmente lalgica que atraviesa toda la tradicin europea de la ertica masculina45 .Porque para el amor, aade, es una gran ventaja que la amada est muer-ta. Pero tambin sucede que la mayora de los seres amados no estn losuficientemente muertos, mientras que la mayora de los amantes no sonhombres que acten por s mismos para finalmente poner a sus amadosen semejante estado, pues prefieren esperar una intervencin externa,divina o natural, que realice la accin en lugar de ellos y para ellos. San Agustn habra gozado de una intervencin divina semejante

    con su joven amante. La primera de todas sus obras, anota GeorgesDidi-Huberman, trataba de la belleza corporal como un acceso pri-

    vilegiado a la verdad del ser46

    . Ms adelante renegar de ella, laperder y encontrar en San Pablo a un amado cuyo estatuto demuerto, ya en aquella poca, haba sido ampliamente confirmadopor el tiempo. Cmo se podra amar a un mortal? Sera como dar-se cabezazos contra la pared!

    Halperin tambin afirma que la epidemia del sida ha llegado a sus-citar esos amores de ultratumba entre los gays. Lo atestiguan unagran parte de las respuestas artsticas ms elocuentes frente a la epi-demia.

    Con LAstre de Cladon, segn Grard Genette, [...] el ms largoy ms amable suspenso ertico de toda la literatura universal, pu-blicada veinte aos despus de la muerte de Montaigne y leda du-rante dos siglos como un manual de las buenas maneras sentimenta-les, el culto a la Dama aprende que no debe ir ms all del punto enque el sexo va a enturbiar el juego amoroso. Cladon, disfrazado dedruidesa y habiendo tomado el nombre femenino de Alexis, lograas acercarse por un engao a su amada, introducindose en mediode las pastoras. La mira desvestirse para meterse en la cama:

    Nunca la nieve igual la blancura del pezn, nunca se vio una manzana msbella en los vergeles de amor y nunca dej amor tan profundas heridas en el

    45 Masculina, Halperin insiste en ello, ciertamente con razn. Lo que para m acenta el interrogante:acaso hay otra? Cuyas circunstancias hubieran constituido una red, al igual que la masculina, tan cerradaque se podra hablar de una tradicin?46 G. Didi-Huberman, Phasmes, op. cit., p. 122.

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    corazn de Cladon como esa vez en el de Alexis. Cuntas veces la falsadruida estuvo a punto de abandonar el personaje de muchacha para volver aser pastor y cuntas veces se retract de ese descaro47!

    Tomado en serio, el amor no cruza ese lmite que en este caso sedesplaza mucho ms arriba de la cintura. Vemos all una buena confir-macin de la observacin de Lacan, segn la cual un hombre slo esamante en la medida en que es feminizado por ese mismo amor.

    Amar a un(a) dormido(a)

    Theres no lover like a dead lover. Cosa que funciona tambin en ungrado menor con el formidable llamado al amor que suscita el (o la)durmiente. Por supuesto, est La bella durmiente del bosque de Perrault. Otelo, volviendo a l, se queda pasmado ante el cuerpo dormido de

    Desdmona:

    Pero no quiero derramar su sangre ni hacerle cicatrices a esa piel ms blanca

    que la nieve y tan lisa como el alabastro de los monumentos.

    Propercio, luego de regresar ebrio a su casa, le hace el amor a suamante dormida. El reproche que ella le har al despertar no sersino una repeticin general del que le asestar desde ultratumba,ejerciendo su influencia sobre l post mortem (Sunt aliquid manes,IV, 7).

    David Copperfield observa arrobado a Steerforth durmiendo.

    [...] tendido a la luz de la luna, su hermoso rostro dado vuelta y su cabezadescansando tranquilamente sobre su brazo.

    Albertine incita al amor sobre todo cuando duerme.

    47 Citado por Michel Jeanneret, ros rebelle (Eros rebelde), Seuil, Pars, 2003, p. 72.

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    En alguna medida, su sueo realizaba as la posibilidad del amor; solo, podapensar en ella pero ella me faltaba, no la posea. En su presencia, yo le habla-ba, pero estaba demasiado ausente de m mismo para poder pensar. Cuandoella dorma, ya no tena que hablar, saba que ya no era mirado por ella, ya nonecesitaba vivir en la superficie de m mismo.

    Al cerrar los ojos, al perder la conciencia, Albertine se haba despojadouno tras otro de sus rasgos de humanidad que me haban decepcionado desdeel da en que la haba conocido. Ya no estaba animada sino con la vida in-consciente de los vegetales, de los rboles, una vida ms diferente a la ma,ms ajena, y que sin embargo me perteneca ms [...] tena la impresin deposeerla ms ntegramente que cuando estaba despierta. [...] En esos mo-

    mentos [despus de haber hecho el amor con su cuerpo dormido], me parecaque acababa de poseerla ms completamente, como una cosa inconsciente ysin resistencia de la naturaleza muda48 .

    Tal estatuto del amado coincide perfectamente con la definicinlacaniana (tarda) del anlisis como una hipnosis al revs.

    Qu dice el amor? Literalmente, por intermedio de Rilke, la exhor-tacin nietzscheana:

    Busca la metamorfosis. Oh, clmate de entusiasmo hacia la llama donde algoque se te escapa, resplandece con sus transformaciones49 .

    Coincidiendo con la lectura bersaniana de Baudelaire50 , Halperininterpreta que dicha ertica se orienta al alejamiento del objeto amadopor obra de quien lo ama (y alejamiento de quien lo ama); ms precisa-mente an, se busca su absorcin dentro de un mundo que le sera pro-pio, devolvindole as a lo amado su alteridad, su distancia, su extrae-za, su inaccesibilidad. Podramos encontrar una ms pertinente, ms

    48La Prisonnire, Recherche...((La prisionera, En busca del tiempo perdido), t. XI, edicin de 1920-1921,pp. 84 y 88. [En espaol, bajo el sello editorial de Alianza].49 El alemn permite leer el juego entre Wandlungy Verwandlungen, la proximidad significante de ambostrminos, pero tambin la diferencia de sus registros (fctico y espiritual): Wolle die Wandlung. O sei frdie Flamme begeistert, drin sich ein Ding dir entzieht, das mit Verwandlungen prunkt.50 L. Bersani, Baudelaire y Freud, Seuil, Pars, 1981. Discuto algunas tesis de ese libro en El sexo del amo,op. cit., cap. VI.

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    justa, ms radical confirmacin del carcter fundamentalmente narcisis-ta del amor? Excepto el hindusmo, creo que no. Qu otra razn, si noes el carcter fundamentalmente narcisista del amor (una decisiva con-quista freudiana, segn Lacan), impulsara al amante a tener que creartan imperiosamente la alteridad?

    Del cuerpo como obstculo del amor

    Si el amado en verdad tiene ese estatuto de aparicin, de muertoamado,podemos prever que respecto a la realizacin del amor, su cuerpo (corps),

    su carne, sea un obstculo. Pues bien, nada est mejor probado, como yalo indicaba LAstre. Y nada es ms opuesto a este posicionamiento delcuerpo que la reciente tentativa de Jean-Luc Marion que, precisamentepor eso, merece todo nuestro inters51 . Pensemos primero, por supuesto, en Platn (a quien Freud refiere

    explcitamente, y de una manera parcialmente errnea, su Eros). Silos rasgos que suscitan el amor no son en principio accesibles sinomediante el cuerpo, no por ello dejan de ser rasgos, idealidades, y elcuerpo se torna enseguida en un obstculo para la plena realizacin

    del amor. Segn el Scrates de La Repblica, el amante que tomacomo objeto a un cuerpo humano persigue una aparicin, es un id-latra.El camino platnico del bello muchacho a lo bello, de lo bello a la

    idea de lo bello, de la idea de lo bello a la Idea, tiene un sustento serio enel hecho firme y asentado de que los cuerpos no se muestran precisa-mente aptos para el amor. Los cuerpos le imponen al amor lmites into-lerables. Demos unos pocos indicios. En La Bouquinade52 , doscientos versos truculentos y lascivos no

    publicados en vida por Ronsard y cuya atribucin a Ronsard es ob-jeto adems de discusiones, se lee:

    51 J.-L. Marion, Le Phnomne rotique (El fenmeno ertico), Grasset, Pars, 2003.52 Citado por M. Jeanneret, op. cit., p. 67. [El ttulo del libro es un derivado de bouquin, que en sentidopropio quiere decir macho cabro, chivo, y en sentido figurado y muy usual, libraco, libro viejo.]

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    Apretados y ardiendo en una llama extticaQuieren, en vano, succionarse sus almas,Trabajan en vano, en vano hacen esfuerzosPensando hacer entrar un cuerpo en otro cuerpo

    O bien la metonimia del beso. Es imposible abrazar al amado (laamada) y al mismo tiempo mirarlo(la). Kierkegaard, o mejor dichosu personaje del seductor, intenta resolver la dificultad apelando alauxilio de la memoria. Sin memoria, quien ama

    [...] debera desear estar siempre alejado y nunca demasiado cerca para ver la

    belleza de quien estrecha en sus brazos y a quien ya no ve, pero que podravolver a ver alejndose y que, en el momento en que no puede ver el objetoporque est cerca de l, en el momento en que los labios se unen en el beso,aun as seguir siendo visible para los ojos de su alma53 ...

    Ofrece la memoria una solucin eficaz? Podemos dudarlo en lamedida en que esa solucin fue imaginada por aquel que justamentepens el amor, su intervencin mayor en la cuestin amorosa es ah, yano orientado hacia la reminiscencia sino como repeticin.

    El primer beso a Albertine est lejos de ser descrito por Marcel comola experiencia de un punto culminante:

    [...] el hombre [...] carece [...] de un determinado nmero de rganos esen-ciales, y en particular no posee ninguno que sirva para el beso. Ese rganoausente es suplido por los labios, y con ello tal vez llegue a un resultado unpoco ms satisfactorio que si se viera reducido a acariciar a la amada conunas defensas crneas. Pero los labios, hechos para llevar al paladar el saborde aquello que los tienta, deben contentarse, sin comprender su error y sinadmitir su decepcin, con vagar en la superficie y chocar con la clausura dela mejilla impenetrable y deseada. Por otro lado, en ese momento, ante elmismo contacto de la carne, los labios [...] sin duda no podran degustarmejor el sabor que la naturaleza actualmente les impide captar, pues en esazona desolada en que no pueden hallar su alimento estn solos, tras ser aban-

    53 S. Kierkegaard, Ou bien... ou bien (O esto o aquello), trad. del dans por F. y O. Prior, Gallimard, Pars,1943, p. 246.

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    donados hace rato por la mirada y el olfato. En principio, a medida que miboca empez a acercarse a las mejillas que mi mirada le haba propuestobesar, stas se desplazaban y se volvan otras mejillas. [...] en ese corto tra-yecto de mis labios hacia su mejilla vi a diez Albertines; esa nica muchachaera como una diosa de varias cabezas, y la ltima que haba visto, cuandointentaba aproximarme a ella, dejaba su lugar a otra. Por lo menos mientrasno haba tocado esa cabeza, la vea, y un ligero perfume ascenda de ellahasta m. Pero por desgracia ya que para el beso nuestras narices y nuestrosojos estn tan mal ubicados como mal formados estn nuestros labios degolpe, mis ojos dejaron de ver, al tiempo que mi nariz aplastada ya no perci-bi ningn olor, y sin por ello conocer ms el gusto de la rosa deseada, supe

    con esos detestables signos que al fin estaba a punto de besar la mejilla deAlbertine54 .

    El cuerpo del amado desafortunadamente se interpone entre el amantey su objeto, dice Halperin. Una indicacin que tiene su correlato en Lacan,acaso bien orientado por haber advertido, detrs de la Madeleine de Gide,a Morella, mujer del ms all, no reconocible en su hija, que muerecuando Poe la llama por su nombre que era preciso callar 55. Encontra-mos dicha indicacin en la transcripcin de la intervencin en la Scuola

    freudiana donde Lacan, interrogado sobre el supuesto lenguaje del cuer-po por alguien que pareca adherir a ello, y tras mencionar a Freud quesita el obstculo del amor en el Edipo (debido a que el objeto siempresera sustitutivo), responde:

    Mi posicin es algo ms radical porque pienso que en el nivel del habla yahay el habla pertenece al lenguaje pero no es lo mismo ya hay algo quehace que el partenaire [compaero], entre comillas, es en s mismo Otro,Otro con mayscula. No es el otro, justamente, el partenaire, el alter, es elalius. A Dios gracias, en latn tenemos dos palabras para distinguir el alter,es decir, aquel en cuya compaa ya estamos, no es as?, mientras que el

    54 Le Ct de Guermantes, II, A la recherche du temps perdu (En busca del tiempo perdido), t. VII, en laedicin de 1920-1921, pp. 232 a 234.55 J. Lacan, Jeunesse de Gide ou la lettre et le dsir (Juventud de Gide o la letra y el deseo), en crits,op. cit., p. 233. [En la versin castellana Escritos II, SXXI, Mxico, 1984, p. 735]

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    sexo es Otro, y la madre est all, por decirlo de alguna manera, como trompe-loeil. Es Otro, digamos, por la estructura de lenguaje.

    De modo que vuestro lenguaje corporal..., est claro que pertenece alcostado del obstculo. Lo que constituye despus de todo uno de los mayo-res obstculos para el amor, es justamente el cuerpo...

    DEL ALMA

    El psicoanalista es el mejor amado especialmente por esta razn que

    puede formularse de dos modos diferentes: 1) aloja la muerte en el amor(est muerto con respecto a sus sentimientos); o bien, 2) amado, se ex-cluye como cuerpo.

    Muertoamado, el psicoanalista lleva el amor de transferencia nohasta el desinteresado, sublime e imposible amor puro (el lazo narci-sista parece todo lo que se quiera excepto desinteresado), sino hasta rea-lizar ese amor en su pureza que, as redefinida, consiste en dejarlo ser,realizarlo conforme a lo que l es. De modo que estas lneas podrnleerse como una rplica al deslumbrante libro de Jacques Le Brun56 . En

    efecto, a diferencia de la respuesta en acto del psicoanalista al amor detransferencia, el puro amor feneloniano no atenta contra la existenciadel Otro, de Aquel del cual depende, por ms que llegara hasta la maldi-cin eterna, la suerte del amante.

    Excluirse como cuerpo, estar allcomo un cuerpo excluido (Lacanlo representar en una figura al hablar de envoltura vaca57 ) es algoque un muerto no puede hacer. Por cierto, un muerto puede ser amado.Pero un muerto no podra constituirse con resolucin, asiduidad, obsti-nacin y de manera reiterada, escandida, como cuerpo ausente, consa-grando su presencia slo al servicio de su ausencia en cuanto cuerpo,

    56 J. Le Brun, Le pur amour de Platon Lacan, Seuil, Paris, 2003. [El amor puro, De Platn a Lacan, Elcuenco de plata/Ediciones literales, Buenos Aires, 2004]. Jacques Le Brun admite por completo, nos lo haconfirmado durante una intervencin en mi seminario, que el objeto de su obra, como por otra parte loseala su ttulo, es el amor puro (de Platn a Lacan) y no el amor en Platn o en Lacan.57 En la primera versin de su Proposition doctobre 1967 sur le psychanalyste de lcole. [Proposicinde octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la escuela].

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    levantando as la hipoteca de la corporeidad que, por su inconvenienciacon respecto al amor, le impide a cualquiera encontrarse all vale de-cir, perderse all.

    Pero seamos an ms precisos en lo concerniente al amor del psi-coanalista. Cmo, cundo, se excluye como cuerpo? Segn Lacan, esde lo que se trata en las entrevistas preliminares, cuya funcin no es,como lo exige tan ridculamente una prctica medicalizada del psicoa-nlisis: hacer un diagnstico para saber si se le dir al paciente que seacueste o no. Justamente, este es el gesto que cuenta, que importa:

    [...] cuando alguien viene a verme a mi consultorio por primera vez, y yo

    escando nuestra entrada en tema con algunas entrevistas preliminares, loimportante es eso, es esa confrontacin de cuerpos. Justamente porque desdeall se parte, este encuentro de cuerpos que, a partir del momento en que seingrese en el discurso analtico, ya no ser ms cuestin58 .

    Ya no ser ms cuestin, s, salvo... al final. Otra cita (que debeleerse junto al grafo que preside la problemtica del acto analtico, re-producido ms arriba):

    Es sin embargo porque aquel que le brinda un soporte a la transferencia, lsabe de dnde parte (no porque est all, sabe muy bien que no est all, que noes el sujeto supuesto saber) sino que es alcanzado por el des-ser que padece elsujeto supuesto saber, ya que al final es l, el analista, quien le da cuerpo [yosubrayo] a lo que ese sujeto se torna bajo la forma del objeto petit a59.

    Sera un error leer ese da cuerpo como una metfora. La separa-cin de la que se trata, el cierre del anlisis, es real. Pero, qu pasa conel cuerpo del analista cuando ya no se habla de ello, entre esos dos mo-mentos? Qu estatuto fsico, digamos, se le puede dar al psicoanalis-ta como objeto amado, como aparicin? En este caso no hay ningunanecesidad de apelar a la alucinacin negativa. Basta la imagen real, como

    58 J. Lacan, ... ou pire, sesin del 21 de junio de 1972.59 Nadie dudar que esta frase es de Lacan. Pero no obstante me veo imposibilitado de encontrar su referen-cia de origen.

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    la llaman los fsicos la imagen que us Lacan en su esquema del rami-llete invertido. Nos invade una sensacin de extraeza cuando por pri-mera vez nos vemos enfrentados con una imagen real60. Como cualquierobjeto fenomenal, nos ofrece la posibilidad de verla desde diferentesngulos, aceptando gentilmente mostrarse diferente cuando se desplazanuestra mirada. Y sin embargo, al tender la mano para tocarla, no toca-mos... nada. Ningn contacto tiene lugar. No hay manera de gozar deella como se goza de un cuerpo, aun cuando se presenta, al igual que uncuerpo, en tres dimensiones.

    Quizs hoy, salvo algunas cuestiones particulares, slo un psicoana-lista pueda abrir tan ampliamente la avenida del amor, dejar que ocurra

    su advenimiento, obrar de manera que el amor tenga lugar, tenga lugaren su lugar, un lugar que, digmoslo ahora, tiene nombre: el alma.

    Cofontaine, soy suya! Venga y haga de m lo que quiera.Ya sea yo una esposa o, ms all de la vida, ah donde el cuerpo ya no sirve,Nuestras almas se suelden una a la otra sin ninguna mezcla!61

    Con esta cita de Sygne en El rehn, Lacan inicia la sesin del 17 demayo de 1961 del seminario La transferencia, donde siguiendo a Claudel,

    presenta el tema de la captura de las almas, el intercambio de almas, lafusin de almas como la aspiracin suprema del amor. En Claudel, elamor es unin de las almas (una situacin del amor que no tiene nada deexcepcional).

    No considerar aqu las sucesivas definiciones del alma que podemos(o podramos, pues, que yo sepa, ese trabajo no se ha hecho) leer en Lacany as problematizarla. En el seminario An, el alma es descripta comoligada al pensamiento del mango62 , la cual elabora pensamientos so-bre el cuerpo. Observaciones que anuncian y preparan la definicin delalma introducida retricamente en una forma falsamente interrogativa:

    60 Albert Fontaine, cuyo prematuro deceso fue tan lamentado, haba construido el esquema ptico de Lacan,ofreciendo as a algunos esa primera experiencia de una imagen real arriba mencionada. El paseo llamadode los piratas de Disneylandia utiliza imgenes reales de fantasmas y dems esqueletos para asustar,aunque no demasiado, a los nios.61 P. Claudel, LOtage (El rehn) (1911), acto I, escena 1, Gallimard, Folio, Paris, 1978, p. 35.62 A la ertica masculina (Halperin). Vase Jean Allouch, El sexo del amo, op. cit.

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    Quin no ve que el alma, no es nada ms que su supuesta identidad con esecuerpo, con todo lo que se piensa para explicarla? En suma, el alma es lo quese piensa acerca del cuerpo del lado del mango63 .

    Cada pgina de La hermenutica del sujeto de Foucault confirma,con la concrecin de los textos analizados, que el alma est del lado delmango, que es esencial para sostener el discurso que eleva a , el falosimblico, al rango de un S1 en posicin de agente (lase: discurso delamo64), que el alma es una nocin que este discurso regularmente deberrevisitar para asegurar su supervivencia a pesar de las dificultades, eincluso las imposibilidades, a que se enfrenta dicha supervivencia65.

    Parece ejemplar al respecto el Grupo de los terapeutas que evoca Fi-ln de Alejandra en el De vita contemplativa66. Foucault seala que suprctica es therapeutik y no solamente iatrik en la medida en que noslo atienden sus cuerpos sino tambin sus almas. Son los terapeutas,van a curarse, escribe Foucault quizs pensando en sus contempor-neos psicoanalistas que tambin, como los terapeutas de Alejandra, es-tn inscriptos en una escuela, que tambin (con el psicoanlisis llamadodidctico) toman cuidado de s mismos. Foucault adems seala quecuidan el ser y cuidan sus almas e incluso que

    [...] es en la correlacin entre el cuidado del Ser y el cuidado del alma quepueden intitularse los Terapeutas.

    Adnde se apunta con ello? Foucault tambin lo registra:

    63 J. Lacan, Encore (An), seminario del ao 1972-1973, Seuil, Pars, 1981, p. 99-100 (texto establecidopor Jacques-Alain Miller, sesin del 8 de mayo de 1973). Lacan no parece tener el alma en mucha estima.Un ao despus la convertir en... un cangrejo (Les non-dupes errent, sesin del 11 de junio de 1974, op.cit., p. 181).64 J. Lacan, RSI, sesin del 11 de marzo de 1975: Hay para lo mental del hombre, es decir lo imaginario, laafliccin de lo real flico a causa de lo cual se sabe no ser ms que apariencia de poder. Lo real, es el sentidoen blanco, vale decir el sentido-blanco mediante el cual el cuerpo aparenta, apariencia en la que se fundatodo discurso, en primer trmino el discurso del amo que hace del falo significante ndice 1. Para unaexplicitacin de este S1 en posicin de agente, debern revisarse los textos de Lacan que exponen sudoctrina de la discursividad.65 Como por ejemplo la clebre regla tica que recomienda a cada quien que distinga lo que est en su podery lo que se le escapa y no tendra ninguna razn para afectar al sujeto, podra situarse como un alivio de lacarga cuyo objetivo sera la preservacin de la posicin del amo.66 M. Foucault, Lhermneutique du sujet(La hermenutica del sujeto), op. cit., p. 95-96 y 112-114.

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    [...] lo que buscan ante todo es la enkrateia (el dominio de uno mismo sobres) que consideran como la base y el fundamento de todas las dems virtudes.

    El discurso psicoanaltico, el ltimo en aparecer dentro del orden delos discursos segn Lacan, no rechazar el antiguo lazo entre Ser, almay, agreguemos: amor. Su apuesta ser hacer que esos trminos adquieranun alcance diferente de la enkrateia.

    Una apuesta que plantea la siguiente pregunta: qu pensamos delalma del lado de la falta? Lacan lo dir en seguida. Advirtamos sin em-bargo, antes de llegar a ello, que desde hace algn tiempo en Francia elalma ha vuelto a salir a la superficie en el campo freudiano. O ms bien

    su nombre, cuando los traductores de Freud en las Presses universitairesde France (P. U. F.) se dieron cuenta que era mejor en algunos casostraducirSeele no como psiquismo sino como alma67. Retoman asun hilo que se haba dejado suelto en el supuesto vocabulario psicoana-ltico, indicado por Egon Friedell que, en Ecce Poeta, subrayaba que eldescubrimiento del alma constitua un acontecimiento europeo (enel preciso momento en que aparece Freud). Adems de Freud, con MichelCouffon68 podemos mencionar los nombres de Charcot, Breuer,Strindberg, aunque tambin a los escritores psiclogos, muchos de

    ellos franceses. Strindberg escribe (citado por Couffon):

    Para los hombres actuales lo que importa es el desarrollo psicolgico; nues-tras mentes curiosas no se contentan con ver que pasa algo, tambin quierensaber cmo. Queremos ver los hilos (sin haber conocido a Lacan y su nudoborromeano!), la maquinaria (sin haber ledo a Deleuze y a Guattari!),explorar el doble fondo de la caja (sin haber ledo La cmara lcida!), tocarel anillo mgico para encontrar el sueo, echarles un vistazo a las cartas paracomprobar que han sido marcadas.

    67 Cf. la notable obra de J. Altounian, Lcriture de Freud, Traverse traumatique et traduction (La escri-tura de Freud, Travesa traumtica y traduccin), PUF, Pars, 2003. Ninguna discusin seria sobre lasdecisiones tomadas por los traductores de las Obras completas de Freud en curso de publicacin en esamisma edit