Lo Grupal. 50 aniversario de la Fac. de Psicología de la UANL.

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Lo grupal: espacio de confluencia entre la clínica y la psicología social. Francisco Mora Larch. “En un mundo que cambia, el psicoanalista necesita focalizar la frontera entre lo individual y lo colectivo”. Marcelo N. Viñar Junio de 2006.

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Lo grupal: espacio de confluencia entrela clínica y la psicología social.

Francisco Mora Larch.

“En un mundo que cambia, el psicoanalista necesita focalizar la frontera entre lo individual y lo colectivo”.

Marcelo N. Viñar Junio de 2006.

Introducción.-

Llamo la atención sobre un campo o un ámbito de trabajo: Lo Grupal. Un término que invita a pensar, estimulo posibilitador de inquietudes, intenciones sociales, lo grupal como espacio teórico que atraiga la conciencia critica de los interesados por los cambios individuales, grupales, institucionales y sociales.

Invito a desarrollar el interés de los estudiantes y psicólogos en formación, por la realidad social: la que abarca el campo de la salud mental, que muestra los grados de patología social que imperan en las condiciones socioeconómicas del sistema neoliberal de una economía de mercado, un camino que se nos ofrece como expresión natural de la “evolución social”.

La disolución de una lógica del vivir hace añicos las formas subjetivas, sujetos y colectivos se ven expuestos a una realidad impregnada de elementos des-estructurantes cuyos efectos son enloquecedores, se detecta en expresiones muy generalizadas de violencia, intolerancia, agresividad abrupta, angustia, actings, adicciones y trastornos físicos: se trasuntan las pulsiones tanáticas en forma descarnada, no humanizada.

Llamo la atención sobre Lo Grupal: la conciencia social llama al interés sobre la cuestión colectiva. El compromiso social con un pueblo que requiere respuestas a sus necesidades. La realidad de las problemáticas concernientes a la salud mental, debería llevarnos a reconocer la necesidad de un trato diferente con la misma.

Lo grupal desde la tradición de la psicología argentina.Textos revisados hace 25 años dejaron marca, inicio de un derrotero que no termina: Psicohigiene y Psicología Institucional de J. Bleger; Del Psicoanálisis a la Psicología Social de Pichon Rivière. ¿Qué tienen de particular, de diverso con respecto a otros textos que derivan del psicoanálisis?: muestran que, sin abandonar ese soporte teórico y metodológico, se podían desprender de él una diversidad de aplicaciones diseñando dispositivos que operaran en los diferentes campos de intervención.

Puntualizo algunas cuestiones en torno a Lo Grupal. Es un campo vasto, los grupos procesan integraciones individuales, los grupos se auto-construyen o se auto-fagocitan; destilan y forjan subjetividad, el campo histórico social se objetiva en la vivencia grupal, no es posible deslindarse de lo grupal, pero lo grupal no se agota en los grupos.

Insuficiencias del psicoanálisis.

Desde el punto de vista social, el Psicoanálisis como terapéutica es un instrumento poco significativo, aunque en términos heurísitcos es de lo más valioso con lo que cuenta la cultura occidental.

El psicoanálisis visto como terapéutica se muestra endeble para ofrecer soluciones a las urgencias que plantea el campo de la salud mental poblacional, comunitaria e institucional.

Lo grupal como campo teórico, realiza constructos metodológicos para intervenir en las esferas que se conjugan en la constitución de fenómenos psíquicos y socio-dinámicos productores de enfermedad. Estos dispositivos serían capaces de dar cuenta de situaciones alienantes por las que transitan sujetos y colectivos, provocadoras de patología social.

Una concepción del sujeto.

Parto de una tesis marxista: La supuesta esencia del sujeto, no es mas que “el producto de sus relaciones sociales” concretas de existencia: el ser humano que encuentro en el consultorio, no es un ente aislado sino producido en la trama de relaciones históricas, sociales, económicas familiares y políticas en las que nació.

Marx no tomaba al sujeto construido psíquicamente en las tramas de relaciones afectivas de su entrono inmediato, ignoraba lo especifico de las relaciones afectivas vinculantes de un sujeto, la madre, que funcionando a modo de un “yo auxiliar”, procesa y ayuda a digerir y asimilar al otro, las influencias culturales, históricas y sociales en las que ambos se encuentran inmersos.

El método psicoanalítico.

El método psicoanalítico grupal sistematizado se encuentra en el texto de Anzieu, D. “El Grupo y el Inconsciente”, como tal, debería ser evaluado para posibilitar modificaciones que hagan del dispositivo el ser capaz de incluir otras lecturas o atravesamientos más allá de las que actualmente permite visibilizar. Desarrollos posteriores de R. Kaes legitiman el trabajo psicoanalítico en situación de grupo.

El planteo psicoanalítico de Pichón, incluía en la situación grupal el factor tarea, y como no hay grupo sin una tarea social que lo estructure como tal, los grupos operativos de Pichon se volvieron un “modelo” de intervención en el trabajo institucional y comunitario.

“... reconocemos el valor y la función de los dispositivos grupales, de las estrategias

colectivas para hacer frente a tanta devastación social, tanto desmantelamiento

y empobrecimiento psíquico”.

Rolfo, Cielo, et al.

Me manejo con el término “concepción operativa de grupo” utilizada por los operadores sociales de la UAM Xochimilco.

Grupos y colectivos diversos, no dejan de ser construcciones artificiales, históricas, cuya dinámica propia puede subvertir e impulsar procesos de cambio real, tanto en los sujetos como en las instituciones, es en ellos donde se gestan las realidades y los compromisos sociales más amplios.

Divisoria Instituida, ¿Confluencia Instituyente?

“La enseñanza departamental –o inter-departamental– e interdisciplinaria es la base

institucional necesaria para el cambio que proponemos. Es en este ámbito departamental que

tendrían que reducirse las contradicciones, las rivalidades y las envidias profesionales que oscurecen hoy el campo de nuestra tarea”.

Pichon Rivière, E. Discurso como Presidente del

2do. Congreso Argentino de Psiquiatría.

Desde lo grupal accedo a la idea de que toda patología no es la de un sujeto isla, como si su constitución fuese de exterioridad con el

todo social. Desde esta óptica es posible pensar la necesidad de articular “áreas” de

estudio como puede ser el campo de la clínica y el de la psicología social.

Siendo estudiante muchas veces surgió en nuestro grupo la cuestión de la divisoria de áreas de la licenciatura: con una cursada de 10 semestres y un tronco común o básico de 6, el estudiante debía elegir un área para delimitar su campo de acción en los últimos 4, estas eran:Área clínica, área clínica infantil, área social, área conductual y área laboral.

Esta divisoria siempre requirió una labor de elucidación, carecía de toda lógica interna a la psicología, o a una lógica institucional que diera cuenta de criterios que permitían combinar agua con aceite.El ejemplo más evidente: constituir un área conductual cuyo criterio no encaja en campos de aplicación como las demás, lo que podía llevar a una divisoria por corrientes y así hubiésemos tenido:Área psicoanalítica; área genética (Wallon y Piaget); humanista (rogeriana), área conductual y gestáltica.

El intento de invitar a una conjunción de esfuerzos vía un campo de confluencia, deja intacta la cuestión de aquella divisoria arbitraria que aún hoy se mantiene, y que la polaridad (imaginaria) área clínica versus área social, no deriva de visiones teóricas encaminadas a dar énfasis a uno u otro aspecto de lo humano.

Muestra que, vía una naturalización de las condiciones institucionales, se pueden mantener divisorias artificiales por áreas de estudio que se mantienen vigentes y como dadas de una vez para siempre, donde no hay un intento de crítica y elucidación de estas cuestiones.

Si el criterio divisorio hubiese sido tomar el camino por la vía de las opciones teóricas y los enfoques reflexivos sobre el fenómeno humano, una otra lógica hubiese dado lugar a algunos cambios en la realidad institucional.

Esto debería revertir en plantear la integración de campos y prácticas: el estudiante de clínica (que sigue la formación teórica en psicoanálisis) puede adquirir una visión integral del fenómeno psicopatológico, sin reducirlo a un conflicto intra-psíquico (una psicopatología sin influencia del entorno).

Se carecen de elementos teóricos de análisis para elucidar cómo lo social incide en la “elección” de patología “individual”.

La contrapartida desde el área social, llevaría a impedir el error y la debilidad de la sociología y la psicología social académica: diluir al sujeto psíquico en los análisis macro, banalizando la praxis del sujeto (negación del poder del propio agente social) y el poder de fenómenos socio-dinámicos (grupales) que ejercen influencia sobre los fenómenos sociales más amplios.

La confluencia de áreas, llevaría a la necesidad del trabajo conjunto, coordinado, de apertura mutua que promueva el trabajo multi o interdisciplinario entre áreas, que desde disciplinas limítrofes abordan al ser humano desde enfoques parciales.

Remite a re-conceptuar prácticas, a buscar salidas, recursos, puntos de fuga que rompan la inercia institucional, grupal o individual; lleva además a enfocar el peso del conjunto social sobre individuos o colectivos específicos más vulnerables. El aprendizaje de estrategias grupales y socio-dinámicas, al ser aplicadas, llevará a darse cuenta, a la toma de conciencia de los estudiantes, de que no pueden intervenir si no viven y transitan un proceso similar a los servicios (o prácticas) que ejercen o ensayan, problema que puede ser resuelto desde la institución educativa:

Prácticas, propedéuticas y experiencias grupales de formación apuntalarían los procesos educativos de los “nuevos” y futuros agentes psi transformados en operadores sociales.

El campo grupal remite al trabajar-se cuando de utilizar dispositivos grupales se trata; descubrimos que el aula es el espacio académico desperdiciado, olvidado y reprimido para la investigación psicosocial, incluido el psicoanálisis.

El estudiante y el docente de psicología piensan que la psicología se vive y se practica fuera del aula.

En el aula se vive una psicología espontánea nunca reflexionada, en los formatos estereotipados del docente, la clase, el grupo, de la relación educativa, la concepción didáctica, la psicología se vive y se practica todos los días en el salón de clase sin un ápice para pensarse a sí misma.

El aula sigue siendo uno de los espacios sociales más resistentes al cambio.

En aras de integrar e incluir niveles de análisis y de intervención, lograríamos que ambos enfoques (clínico y social) pudieran confluir en revalorizar el estudio de lo grupal, como campo de investigación e intervención para experimentar una nueva forma de vivir y practicar la psicología.

El cambio, producto de la confluencia e integración, debe llevar a asimilar y procesar el análisis de los vínculos sostenidos por los sujetos, al estudio de la subjetividad, término que define la especificidad de lo humano, lo que debe reforzar una visión crítico-científica que defienda el humanismo y revierta la alienación individual y social que campea en estos tiempos de una inminente catástrofe ecológica y espiritual.

Por lo menos, para la crisis espiritual que ya padecemos, deberíamos estar seriamente instrumentados y totalmente comprometidos como profesionales de la psicología. Pero recordemos que la unión hace la fuerza, de nuevo el grupo.