Loquerías, manicomios y hospitales psiquiátricos de Lima

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La historia de la asistencia manicomial en el Perú nos muestra, de manera recurrente, breves momentos de iluminación, seguidos por largos y lamentables periodos de decadencia. El autor hace un recorrido histórico que se inicia en el siglo XVI con la edificación de los Hospitales de Santa Ana, San Andrés y la Caridad, continúa en el siglo XIX con la entonces proclamada reforma psiquiátrica que da lugar a la fundación del Hospital de la Misericordia -que alcanza nefasta celebridad como Manicomio del Cercado- y culmina en el siglo XX con la siguiente reforma psiquiátrica que crea el Asilo Colonia de la Magdalena, actual Hospital Víctor Larco Herrera, sin olvidar los más recientes Hospital Hermilio Valdizán e Instituto Nacional de Salud Mental "Honorio Delgado - Hideyo Noguchi". Recorrido funesto en su mayor parte, protagonizado por el hacinamiento, el maltrato y la tradicional indiferencia hacia el enfermo mental, pero en el que también sobresalen personajes como Fray Jerónimo de Loayza, Francisco de Molina, Manuel Antonio Muñiz, José Casimiro Ulloa, Baltazar Caravedo, Hermilio Valdizán, Sebastián Lorente y otros cuya admirable lucha en favor de los enfermos mentales pudo dar sus frutos en su momento.ISBN: 978-9972-806-87-2Primera edición. Febrero 2012Venta en Centro Editorial de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Disponible también en las librerías El Virrey, SBS y Crisol.

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  • Loqneras, manicomios y hospitales psiquitricos

    de Lima

  • m UNIVERSIDAD PERUANA W'CAYETANO HEREDIA

    Loqneras, rnaniuornios y hospitales psiquitricos

    de Lima

    SANTIAGO STUCCHI PORTOCARRERO

  • Impreso en el Per.

    Impresin: Ediciones Carruitero S.A.C.

    Av. Fray Bartolom de las Casas 515 Urb. Los Jardines - Lima 31 - telefax: 534-1738

    Cartula: Fragmento del leosobre lienzo Confesiones en la prisin, de Francisco de Goya ( 1812, Monasterio de Guadalupe, Cceres ), sobre una fotografa del Hospital de San Andrs (propiedad del autor).

    Paola Pinedo Garca. Centro Editorial UPCH. Jorge Valer Bonnett. Archivo fotogrfico del autor.

    Cuidado de edicin: Diseo y diagramacin: Diseo de cartula: Ilustraciones:

    2012 Universidad Peruana Cayetano Heredia Av. Honorio Delgado 430, San Martn de Porras. Lima 31, Per. Telfono: 319-0000 anexo 2248 / 2331 [email protected] http://www.upch.edu. pe/rector/ ceditorial

    2012 Santiago Stucchi Portocarrero

    Hecho el Depsito Legal en la Biblioteca Nacional del Per N 2012-00473 ISBN: 978-9972~806-87-2

    Primera edicin: Febrero de 2012

    HOSPITALES PSIQUITRICOS I DERECHOS HUMANOS/ SALUD MENTAL I REGLAMENTOS /LIMA/

    CP WM 27DP6 S84 Stucchi Portocarrero, Santiago

    Loqueras, manicomios y hospitales psiquitricos de Lima. -- Lima : Universidad Peruana Cayetano Heredia, 2012.

    142 p.: ilus

  • Philippe Pinel

    "No debe asombrar en exceso la importancia extrema que atribuyo al mantenimiento de la calma y el orden en un

    hospicio de alienados y a las cualidades fsicas y morales que exige una vigilancia de esas caractersticas, pues en ella se

    encuentra una de las bases fundamentales del tratamiento de la mana y, de no existir, no se obtienen observaciones exactas ni una curacin permanente, por mucho que se insista, por lo

    dems, en los medicamentos ms elogiados".

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    Al Comandante P.N.P. Banes Ricardo Crdova, director del Colegio Alipio Ponce Vsquez, y al Arq. Jorge Alexis Medina Rodrguez, de la Beneficencia Pblica de Lima, por la ayuda prestada en la toma de fotos en el colegio mencionado y en el antiguo local del Hospital de San Andrs, respectivamente.

    A la Lic. Diana Bustamante Montoro, por permitirme acceder una vez ms al valioso material histrico que, contra viento y marea, conserva, en eLMuseo del Hospital "Vctor Larca Herrera':

    Al Dr. Grover Mori Romero, por su ayuda en la obtencin de algunos datos bibliogrficos.

    Agradecimientos:

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    Pgina Introduccin....................................................................................................... 13 Las lo queras .. .. .. .. . . . .. . .. .. . .. .. 16 El Manicomio del Cercado............................................................................... 32 El Asilo Colonia de la Magdalena................................................................... 47 El Hospital del "Asesor" y el Centro de Salud Comunitario "San Juan Bosco" ,.............................................. 65 Derechos humanos y salud mental................................................................. 71 Anexo l. El Manicomio de Lima, por Manuel A. Muiz (1884) 76 Anexo 2. Reglamento provisional del Hospicio de Insanos (1897) 91 Anexo 3. Reglamento interno del Asilo Colonia de Alienados de la Magdalena (1919)..................................................................................... 114 Referencias bibliogrficas................................................................................. 136

    ndice

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    En el imaginario popular, los establecimientos psiquitricos han sido siempre vinculados a imgenes degradantes o inclusive aterradoras; lugares temidos en donde internos y custodios conviven y conforman un submundo signado por el caos y el desconcierto. Tal apreciacin puede pecar de exagerada y no generalizable, pero histricamente no carece de algn fundamento.

    La evolucin de la asistencia manicomial en el Per nos muestra as momentos de esplendor bajo la -gua de almas caritativas conmovidas por el sufrimiento humano, que dieron lugar a la creacin de ambientes idneos para el resguardo y tratamiento de los enfermos mentales, al menos bajo la ptica coyuntural. Pero tambin nos revela la historia de que tales momentos han sido invariablemente seguidos por periodos de lamentable decadencia -quizs ms prolongados que aquellos de auge-, al esfumarse los mpetus reformadores iniciales. Fue as que la obra fundadora de Fray Jernimo de Loayza y Francisco de Molina en el siglo XVI degener a la postre en las deplorables loqueras de Santa Ana y San Andrs, respectivamente. El Hospital de la Misericordia, fruto del tesonero trabajo de Jos Casimiro Ulloa, quien prometi situarlo "entre los mejores de su clase de las capitales ms civilizadas" (El Comercio, 1859a), devino en pocos aos en el tristemente clebre Manicomio del Cercado, tan minuciosamente descrito en el lapidario artculo de Manuel Antonio Muiz (1885-1886), que se incluye como anexo. El Asilo Colonia de la Magdalena, fundado gracias al esfuerzo de Baltazar Caravedo, Hermilio Valdizn y Sebastin Lorente, quienes supieron tomar la posta dejada por Ulloa y Muz, fue en sus albores "centro asistencial modelo en Amrica Latina, solera y cuna de la Escuela Peruana de Psiquiatra'' (en palabras de Javier Maritegui, 1989a), para atravesar luego, ya como Hospital "Vctor Larco Herrera': por una larga y penosa etapa de oscuridad.

    La fundacin del Hospital "Hermilio Valdizn" en 1961, y la del Instituto Nacional de Salud Mental "Honorio Delgado - Hideyo Noguchi" en 1982, pusieron fin al monopolio del hasta entonces nico establecimiento psiquitrico de Lima (y en algn momento de todo el Per). Sin embargo, el problema de la asistencia mental en nuestro medio ha continuado en crisis. Los informes de la asociacin Mental Disability Rights International y la Asociacin Pro Derechos Humanos (2004), y de la Defensora del Pueblo (2005 y 2009) as lo revelaron, ponindonos frente a un panorama decepcionante.

    Introduccin

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    1 La Declaracin de Caracas (1990), por ejemplo, menciona: ''Notando:( ... ) 2. Que el hospi- tal psiquitrico, como nica modalidad asistencial, obstaculiza el logro de los objetivos antes mencionados al: a) aislar al enfermo de su medio, generando de esa manera mayor discapaci- dad social, b) crear condiciones desfavorables que ponen en peligro los derechos humanos y civiles del enfermo, c) requerir la mayor parte de los recursos financieros y humanos asigna- dos por los pases a los servicios de salud mental, d) impartir una enseanza insuficientemente vinculada con las necesidades de salud mental de las poblaciones, de los servicios de salud y otros sectores. ( ... )Declaran: ( ... ) 3. Que la reestructuracin de la atencin psiquitrica en la Regin implica la revisin crtica del papel hegemnico y centralizador del hospital psiquitri- co en la prestacin de servicios; ( .. ) 4. Que las legislaciones de los pases deben ajustarse de manera que: ( ... ) b) promuevan la organizacin de servicios comunitarios de salud mental que garanticen su cumplimiento; 5. Que la capacitacin del recurso humano en Salud Mental y Psiquiatra debe hacerse apuntando a un modelo cuyo eje pasa por el servicio de salud co- munitaria y propicia la internacin psiquitrica en los hospitales generales, de acuerdo con los principios rectores que fundamentan esta reestructuracin; ( ... )". En tal lnea va por ejemplo, el trabajo de la Direccin de Salud Colectiva del Instituto Nacional de Salud Mental "Hono- rio Delgado -Hideyo Noguchi" (http://www.insm.gob.pe/comunitaria.htm), y del Departa- mento de Promocin de la Salud Mental del Hospital "Hermilio Valdizn" (http:/ /www.hhv. gob.pe/comunidad2.html). Una visin opuesta pareciera tener el Centro de Rehabilitacin de Salud Mental "San Ramn" de Tacna, inaugurado en mayo del 2009 en medio de un pramo desolado a 30 minutos de la ciudad, con pacientes asilados trasladados desde el antiguo local.

    El lector advertir que, en su intento por humanizar la condicin de los enfermos mentales, los dos primeros actos de reforma psiquitrica buscaron y consiguieron centralizar la asistencia en hospitales construidos exclusivamente para dicho fin (el Hospital de la Misericordia en 1859 y el Asilo Colonia de la Magdalena en 1918), extrayendo la enfermedad mental del seno del hospital general. Un anlisis superficialmente crtico contrastara tal postura con planteamientos ms recientes que buscan, por el contrario, la reintegracin de la atencin psiquitrica al hospital general, o inclusive a la red de salud comunitaria1 No obstante, injusto y poco acertado resultara el equiparar momentos histricos tan dismiles, pues media entre ellos casi un siglo, que no ha sido exiguo en avances teraputicos autnticamente revolucionarios que han disminuido en gran forma los requerimientos de internamientos prolongados (aunque no en la medida en que se esperara, como veremos).

    Los primeros intentos de reforma psiquitrica deben ms bien evaluarse en el marco ideolgico del tratamiento moral de la insana -nspirado por Philippe Pinel, aunque con ms de medio siglo de retraso en el Per-, que anhelaba un trato dignopara los enfermos mentales, pero en el contexto del ambiente controlado y (pretendidamente) curativo de la reclusin. En palabras de Michel Foucault (2003), "lo que cura en el hospital es el hospital mismo. Vale decir que la disposicin arquitectnica, la organizacin del espacio, la manera de distribuir a los individuos en ese espacio, el modo de circulacin por l, el modo de observar y ser observado, todo eso, tiene de por s valor teraputico. En la psiquiatra de esa poca, la mquina de curacin es el hospital': "Ese objetivo -dice Augusto Ruiz Zevallos (2004)

    Santiago Stucchi Portocarrero

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    El autor, febrero del 2011.

    refirindose a la reclusin- constitua la clave para que los alienistas del siglo XIX pudieran diferenciar el encierro manicomial del antiguo encierro, puesto que para ellos tena, ante todo, una funcin teraputica. El encierro no era, en su concepto, el camino hacia la terapia, era la terapia misma': El manicomio se diferenciaba as de las vergonzantes loqueras para constituirse en ambiente de proteccin y cura cientfica, como eje de la labor de una especialidad mdica nacida en su seno por la convivencia obligada entre asilados y cuidadores. Recordemos pues que el "asilo no se instituy para practicar la psiquiatra; ms bien la psiquiatra fue la prctica que se desarroll para manejar a los internos" (Porter, 2003). Tal fue la lgica que inspir el prolijo proyecto de Muiz (1897) para la construccin del futuro Asilo Colonia de la Magdalena, como se ver ms adelante.

    De este modo, nuestros hospitales psiquitricos se ajustaron casi perfectamente a la idea de institucin total, desarrollada por Erving Goffman (2001): "lugar de residencia y trabajo, donde un gran nmero de individuos en igual situacin, aislados de la sociedad por un perodo apreciable detiempo, comparten.en su encierro una rutina diaria, administrada formalmente': Vemos as que los Reglamentos del Hospicio de Insanos (1897) y del Asilo Colonia ( 1919) (presentados como anexos), exponen un meticuloso control de cada una de las actividades diarias, tanto de los internos como del personal.

    Sin embargo, el hacinamiento producto del encierro compulsivo, aunado al centralismo capitalino y al funesto pero tradicional desinters por la suerte de los enfermos mentales por parte del Estado y de la sociedad en su conjunto (sociedad que en algn momento no tuvo reparos en exhibir dominicalmente a los internados como fieras de zoolgico), minaron todos los ideales reformistas, con las consecuencias que se describirn. Y esto pese a que desde sus inicios los mismos adalides del Hospital de la Misericordia y del Asilo Colonia avizoraron el problema y lo denunciaron, con escaso auditorio. Es aqu donde se hace ms patente aquello de medir la conciencia social de una comunidad en base al trato que proporciona a sus ancianos, a sus nios y a sus enfermos mentales.

    La nueva visin de la asistencia psiquitrica -decamos- busca entonces el retorno de la enfermedad mental al hospital general, luego del alejamiento transitorio, aunque prolongado;--que ~permiti al alienismo convertirse en la moderna psiquiatra, con todos los traspis ocurridos en el camino. No obstante, la imposicin de tal modelo exige una prudente paciencia. Clausurar sbitamente una institucin de tanta raigambre en una sociedad no preparada -como lo es la nuestra-, probablemente generara ms contratiempos que beneficios.Vale la pena citar aqu al mismo Goffman (2001 ): ''Si hubieran de evacuarse y clausurarse desde hoy todos los (hospitales psiquitricos) de una regin dada, maana los parientes, la polica y los jueces clamaran pidiendo otros; y stos, que son los verdaderos clientes de los hospitales psiquitricos, exigiran una institucin que satisficiera sus necesidades':

    Loouerlas, manicomios y hospitales psiquitricos de Lima

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    La historia de los asilos para enfermos mentales en el Per comienza con la llegada . de los espaoles y tiene como antecedente la tradicin hospitalaria peninsular; recordemos que fue en Valencia donde se fund el primer hospital europeo destinado exclusivamente a tales padecimientos, en 1409 (Alexander y Selesnick, 1966). Aunque Garcilaso (citado por Lastres, 1951a) menciona la existencia prehispnica de las corpahuasi, lugares destinados a los caminantes, en los cuales los incas "les daban de comer( ... ); y si enfermaban los cuidaban con grandsimo cuidado y regalo, de manera que no echasen de menos sus casas': no se tiene noticia de establecimientos dedicados propiamente al cuidado o reclusin de individuos con trastornos mentales.

    Desde los inicios del Virreinato, la Corona propici el desarrollo de servicios sanitarios, tanto para los espaoles como para los indgenas. Es as que mediante la Real Cdula del 7 de octubre de 1541, el Emperador Carlos V, en Fuenzalida, dictamin lo siguiente: "Encargamos y mandamos a nuestros Virreyes, Audiencias y Gobernadores, que con especial cuidado provean que en todos los Pueblos de Espaoles y Indios de sus Provincias y Jurisdicciones, se funden Hospitales donde sean curados los pobres enfermos y se ejercite la caridad cristiana': Del mismo modo, el 13 de julio de 1573 Felipe II orden desde Segovia lo siguiente: "Nos el Rey mando que cuando se fundare o poblare alguna Ciudad, Villa o Lugar, pongan Hospitales para pobres y enfermos de enfermedades que no sean contagiosas, junto a las Iglesias y por claustro de ellas, y para los enfermos de enfermedades contagiosas en lugares levantados y partes que ningn viento daoso, pasando por .

    los Hospitales vaya a herir a las poblaciones" (Paz Soldn, 1943). Es bajo esta gua que se edific en 1538 el primer Hospital en la.Rinconada de

    Santo Domingo, el cual fue. seguido por el Hospital de San Cosme y San Damin (Lastres, 1951b).

    El 7 de marzo de 1548 el Arzobispo de Lima, Fray Jernimo de Loayza, inici la construccin del Hospital Real de Santa Ana delos Naturales, destinado a la "curacin de los miserables indios que moran como bestias en los campos y en las calles" (segn Crdova y Urrutia, citado por Lastres, 1951b). En 1558, el escribano pblico de la ciudad, Joan de Padilla, don unos terrenos de su propiedad para ampliar la plaza aledaa al hospital, que pas a denominarse Plaza de Santa Ana (la actual Plaza Italia) (Rab, 1999). Enterado el Rey de Espaa de tan benfica obra, gratific al Arzobispo en los siguientes trminos: "Yo os agradesco mucho lo que habeis hecho en darme el Patronasgo de este Hospital, y casa, y en lo dems que en l habeis hecho por mi

    Las lo queras

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    servicio, que lo continuares, pues es obra de tanta charidad" (Lastres, 1951 b ). Luego, el hospital pas a ser administrado por la Hermandad 24 de Santa Ana, "con la asistencia de las limosnas y contribuciones que ellos mismos tienen establecidas e impuestas en los navos y embarcaciones de carga'' (Valdizn, 1958).

    Alrededor del ao 1552 el clrigo Francisco de Molina destin su morada, en el callejn de Santo Domingo, al cuidado gratuito de los enfermos pobres de origen hispano. La llegada del Virrey Andrs Hurtado de Mendoza, Marqus de Caete, pocos aos despus, provey al clrigo de la ayuda econmica que necesitaba para fundar un hospital, al cual dio en agradecimiento el nombre de pila de su benefactor, en su versin hagiogrfica (San Andrs), y al que ubic a corta distancia del Hospital de Santa Ana. El cronista Fernando de Montesinos (citado por Lastres, 195lb) nos narra a continuacin el acto fundacional: "1560, viva en este tiempo en Lima, un varan puro y santo llamado Francisco de Molina, clrigo; era natural.simplcmo y sencillo, y tan caritativo, que llevaba a los pobres espaoles a curar a su casa; doliase mucho porque en ella no haba capacidad para curarlos tenia de ordinario seis camas y procurabales a los enfermos todo regalo; eran muchos los que acudan a valerse de su caridad, y hallandose imposibilitado de curarlos en la pequea casa, pidio al Virrey le diera un sitio para llebar alli a sus pobres; diole el arrabal que es oy el sitio donde esta el ospital de San Andrs, con cargo que el ospital se habia de llamar

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    Local actual del Hospital de San Andrs.

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    En el nmero total de enfermos entraban, por supuesto, los alienados que iban da por da aumentando y entorpeciendo, con sus actitudes espeluznantes, el alivio y curacin de los dems.

    Los primeros locos de la flamante capital residieron, como se ve, en el pequeo hospital de San Andrs, por no existir otro, y de ah que se les haya adjudicado aquel santo por Patrn y Seor, sin ms, ni ms':

    Colocado bajo el amparo del Rey de Espaa (y de ah la denominacin de Hospital Real), la Corona brind en lo sucesivo un aporte anual para su mantenimiento, el cual no fue sin embargo perpetuo, lo que motivaba "los constantes pedidos de prorrogacin de los donativos y las repetidas informaciones sobre el estado econmico del hospital" (Castelli, 1981). Desde los inicios del Hospital de San Andrs, el clrigo Molina "dispuso una enfermera para aquellos perturbados de la mente que la sociedad limea quera eliminar. La musa popular bautizara despus a aquellas modestas alcobas con el mote 'Loqueras de San Andrs" (Lastres, 1951b). En la visita "efectuada el 17 de abril de 1563 por los Drs. Saravia y Cuenca y licenciados Saavedra y Don Alvaro Ponce de Len oidores de la Real Audiencia y ante el escribano de ella.Francisco de Carbajal ( ... ) San Andrs prestaba ayuda a los locos y en otro patio del edificio fue construda casa para ellos con nueve aposentos y lugar para hasiendas; durante la visita realizada se menciona la existencia de '7 hombres que parescan estar locos'. ( ... ) que a causa de la casa de orates que est en el hospital traen a todos los que pierden el juicio en este reino y en Chile tambin'' (Castelli, 1981). En 1570 se dieron las primeras ordenanzas y reglamentos del hospital y, en 1602, fue aprobada la Hermandad de Notables, que se encarg de la administracin (Valdizn, 1958).

    En 1559 "hubo en esta capital una epidemia que hizo cruel estrago en los habitantes de ella, y en los de los alrededores" (Fuentes, 1858). Tal desgracia motiv al Padre Ambrosio de Guerra a constituir la Hermandad de la Misericordia, a la cual se agreg luego la Hermandad de la Caridad, por obra del Arzobispo Loayza; la unin de ambas sociedades recibi el nombre de Hermandad de la Caridad y la Misericordia. Doa Ana Rodrguez de Solrzano hizo entonces la donacin de una casa "para hospicio de mugeres pobres enfermas y colegio de educacin para doncellas desvalidas" (Fuentes, 1858). Fue en ese contexto que se fund el Hospital de la Caridad, que lleg a tener al Rey como Patrono. Segn Paz Soldn (citado por Lastres, 1951b), este "templo, dice, por aos fu el predilecto de la aristocrtica sociedad limense: para que se bendijeran las bodas, consagracin de las tradiciones hospitalarias, donde las doncellas que asilaba, se casaban recibiendo dotes de la Hermandad y apadrinadas por el Virrey o por algn grande''.

    No est de ms mencionar que el priiner hospital en Amrica destinado a los enfermos mentales fue el Hospicio de San Hiplito, fundado el 2 de noviembre de 1566 en Mxico por el monje Bernardino Alvarez, el mismo que aos despus

    Loquerias, manicomios y hospitales psiquitricos de Lima

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    Durante el siglo xvn los Hospitales de Santa Ana y San Andrs gozaron en trminos generales de un cierto prestigio. Vale la pena citar aqu la halagadora descripcin que de ambos hizo el cronista Vsquez Espinosa (citado por Lastres, 1951b): "El hospital Real de San Andrs fund la piedad del Marquez de Caete el viejo don Hurtado de mendoca, puede competir con los mejores del mundo, por que sin limite recibe, y sin fabores humanos los enfermos de todas enfermedades,

    estableci la orden religiosa de los hiplitos, "encargada de tornar menos desgraciadala suerte de los enagenados" (Paz Soldn, 1943).

    Segn Agustn Iza y Oswaldo Salaverry (2000), "en esas pocas la atencin de los enfermos era un acto de caridad cristiana. La salud era un don divino y la enfermedad una prueba de fe. El mdico se formaba ms como acadmico que como prctico y socialmente era mejor considerado en cuanto poda comentar adecuadamente los clsicos hipocrticos y galnicos. El principal objetivo al fundar un Hospital era brindar un ambiente para el buen morir. Los que padecan una enfermedad ligera o curable eran atendidos en sus domicilios':

    Cuenta la historia que entre 1580 y 1628, el mismo Virrey Marqus de Caete habra ordenado enterrar en los jardines del Hospital de San Andrs las momias de los incas Pachactec, Tpac Yupanqui y Huayna Cpac -descubiertas pocos aos atrs .en el Cusco por Polo de Ondegardo- para evitar la adoracin de los indgenas (Lastres, 19 51 b). Jos de Acosta ( 1999) nos brinda el siguiente testimonio refirindose a la momia de Pachactec:

    "Estaba el cuerpo tan entero y bien aderezado con cierto betn, que apareca vivo. Los ojos tenia hechos de una telilla de oro tan bien puestos, que no le hacan de falta los naturales; y tena en la cabeza una pedrada que le dieron en cierta guerra. Estaba cano y no le faltaba cabello, como si muriera aquel mismo da, habiendo ms de sesenta u ochenta aos que haba muerto.

    Este cuerpo, con otros de Ingas, envi el dicho Polo a la ciudad de Lima, por mandado del Virrey Marqus de Caete, que para desarraigar la idolatra del Cuzco, fue muy necesario; y en el hospital de San Andrs, han visto muchos espaoles este cuerpo, con los dems aunque ya estn maltratados y gastados':

    Las posteriores bsquedas llevadas a cabo por Teodorico Olaechea y Jos Toribio Polo (1876), y luego por Jos de la Riva-Agero (1937), resultaron infructuosas. Sin embargo, en el 2005 las excavaciones de los arquelogos Brian S. Bauer y Antonio Coello Martnez lograron ubicar el "primer cementerio del hospital, los restos de una - fuente del siglo XIX, un vertedero de basura del periodo colonial temprano y, lo ms fascinante, una estructura acorazada" (Bauer et al, 2007).

    Santiago Stucchi Portocarrero

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    que por salas diferentes se reparten, sus salas, citio, y offi.cinas parecen vn pueblo, tiene casa aparte de locos, y aunque en habitos de terceros tiene algunas personas siruientes, tiene cantidad de esclavos y esclauas para el servicio de los pobres; ( ... ). El famoso hospital de Santa Ana lo fund el piadocsimo don Gernimo de Loaysa primero Arcobspo del Piru para la cura de los indios, tienen mas de 30.000 pezos de renta, y por administradores corre como el de San Andrs, y en el mismo tiempo establezio el Marquez de Salinas don Luis de Velasco con el calor y caridad del Santo padre [oan sebastan de la Compaa de Jess hermandad como la de San Andres, que sirue con el mismo orden, aunque con mayor numero de mugeres a parte, y enfermeras tan grandiosas, que exceden a todo encarecimiento con camas aseadas y limpias, y su ropera tan abastecida, que puede dar lo necessario a mili camas, ( ... )':

    Inclusive en 1816 el informe del Protomdico interino del Virreinato, Miguel Tafur (citado por Valdivia Ponce, 1964) elogiaba la labor del Hospital de San Andrs en el cuidado de los alienados, al compararlo con otros establecimientos: "La nica casa que tenemos para estos es la loquera de San Andrs a donde se les cuida como exige su constitucin, bandolos, asendolos y asistindolos del modo ms conveniente al comn y a cada uno en particular. As el bien de la humanidad me estimula a lamentar el desorden y preocupacin de que solo han de ir a ella los locos seculares, desdendose el clero y comunidades de readmitir all los suyos, contentndose con separarlos en un cuarto de sus enfermeras, donde el desaseo, la falta de ventilacin y el total encierro si son bravos, aumenta un padecimiento que en muchos se curara sin duda, si en los conventos tuviesen asistencia y cuidado con que tales enfermos se tiene en la loquera de San Andrs, cuidado y asistencia que es imposible proporcionar en el Hospital de San Pedro y en las enfermeras de los conventos, a pesar de la dedicacin y esmero que hay en todas ellas para la asistencia de las dems enfermedades':

    Sobre el Hospital de la Caridad, dice Manuel A. Fuentes (1858): "Hasta el ao de 1784, el nmero mas crecido de enfermas que se curaban en el hospital solo llegaba al de setenta: regularmente no pasaba del de cuarenta. ( .... ) Desde la mitad del de 86 hasta igual fecha del siguiente de 87, con ocasin de la plaga de garrotillos y sarampiones que tanto cundi en el pueblo, se curaron 1582 pacientes. En el mes de Mayo de este ao tena 90 camas ocupadas; las 84 por enfermas y las restantes por dementes".

    En 1788 el botanista Hiplito Ruiz resuma de la siguiente forma el panorama hospitalario limeo al final del Virreinato: "Son 12 los Hospitales: "Sn, Andrs de Espaoles y con su casa de locos; Santa Mara de la Caridad, de Espaolas; St. Ana, de indios e indias; San Bartolom de Negros y Negras; Sn. Pedro de Clrigos, Sn. Lzaro de Leprosos y los dos de incurables a que se agrega las de Convalescencias de Sn. Juan de Dios de Espaoles; dos de Betlemitas de Indios de ambos sexos; y la de Sn. Pedro de Alcntara de Espaoles que est casi destruida'' (Lastres, 195lb) ..

    Loqueras, manicomios y hospitales psiquitricos de Lima

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    Portal (1932) nos brinda las siguientes ancdotas manicomiales, que nos ilustran acerca de los prejuicios predominantes en aquellos tiempos:

    "Tambin, entre otros muchos casos relativos a los locos furiosos, que se hallaban solos y entre rejas, me refera que en cierta ocasin se acerc, con varios amigos, a un tal Vitaliano, que haba sido guitarrista de alto vuelo en las jaranas de la aristocracia, y sostuvo con l este interesante dilogo:

    - Cmo se siente usted, mi querido Vitaliano? ... - Perfectamente, perfectamente ... - Me alegro mucho. - Y yo lo mismo. - Se acuerda usted siempre de la guitarra, amigo mo? ... - Ya lo creo!... - Entonces, si le trajeran a usted una le oiramos tocar como en sus buenos tiempos? - Ya lo creo!...

    El instrumento fu adquirido en una de las tiendas inmediatas y pronto lleg a las manos del desequilibrado artista, alcanzndosele desde prudente distancia, no obstante la seguridad de la jaula y la aparente tranquilidad del pajarraco.

    Vitaliano recibi la guitarra con insospechable alegra y agradeciendo cortzmente la atencin; hizo luego recuerdos fervorosos de su pasin por la msica y los triunfos que haba alcanzado; templ la guitarra con excepcional maestra, y cuando el auditorio le contemplaba vido esperando los primeros destellos de su maltrecha inspiracin, Vitaliano cogi por el cuello la guitarra, y mirndola fijamente djole con estentrea voz y gesto infernal: 'Canalla, por ti me veo aqu!"... Y lleno de ira la arroj contra el suelo, pisotendola hasta volverla astillas, en medio de los alaridos de espanto lanzados por aquellos imprudentes, que partieron a escape tendido hasta la misma calle.

    Refirese, asimismo, que hallndose en su celda de San Pedro el sabio presbtero limeo doctor Pedro Bravo de Lagunas y Castilla (de muy elevada figuracin en

    .nuestra historia) presentsele de improviso un loco a quien abusivamente se le haba permitido salir aquel da al pblico.

    - Vengo a sacarte el mondongo, djole con toda calma y sacando a relucir tremendo cuchillo. - Te lo agradecer infinito, hijo mo; pero es lstima que un suelo tan limpio se convierta ahora eh asqueroso muladar. Molstate en traer de aquel cuartito una pequea batea que tengo, para que all caiga este rimero de tripas que tanto me molesta ....

    Santiago Stucchi Portocarrero

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    Con los vientos independentistas, los hospitales de Santa Ana, San Andrs, San Bartolom y San Juan de Dios fueron convertidos en establecimientos militares, en julio de 1821, destinados al cuidado de los heridos de guerra. En octubre de 1826 todos los enfermos militares fueron concentrados en el Hospital de Santa Ana, quedando el mismo a cargo del Ministerio de Guerra.

    El 12 de junio de 1834 fue creada la Sociedad de Beneficencia Pblica de Lima, por el Presidente Luis Jos de Orbegoso, en la naciente Repblica del Per. Para Paz Soldn (1943), las nuevas sociedades de beneficencia "fueron un hbrido que naci de la Caridad languideciente de la Colonia y del mpetu juvenil del Estado republicano': En aquel entonces funcionaba la loquera de hombres en el Hospital de San Andrs, y la de mujeres en el Hospital de la Caridad; las loqueras de La

    Aunque excede el tema central de la presente revisin, cabe mencionar que el Hospital Real de San Andrs se convirti en 1792 en la sede del anfiteatro anatmico de la Universidad de San Marcos, gracias a las gestiones de Hiplito Unanue y al apoyo del Virrey Frey Francisco Gil de Taboada y Lemos y Villamarn; en la ceremonia, pronunci Unanue su famosa oracin "Decadencia y restauracin del Per" (Lastres, 1951b). Al transformarse la Escuela de San Fernando en la Facultad de Medicina en 1856, se crearon dos ctedras de clnica mdica: la de hombres, que se ense en el Hospital de San Andrs, y la de mujeres, que se dict en el Hospital de Santa Ana (Iza y Salaverry, 2000).

    - Tienes razn, agreg el visitante, abriendo apresuradamente y sin soltar el acero, la indicada puertecilla. Bravo de Lagunas, corri con rara viveza el cerrojo que por ese lado tena

    la salvadora puerta y nuestro espantable varn qued as, afortunadamente, encerrado. Enseguida, echronle por una ventana alta unas varas de cuerda, y la terrible arma blanca fu victoriosamente izada sin la menor oposicin por parte del inocente corderillo que por extraa circunstancia no lleg a realizar el asesinato que se propona y del que slo habra sido responsable el 'loquero mayor' que autoriz la salida del inconsciente y, por ende, el crimen.

    Este caso tpico de nuestros enajenados lleva cerca de siglo y medio, y aunque algunos lo atribuyen equivocadamente, no al insigne Bravo de Lagunas sino a diferentes personas, es lo cierto que perdura en la conciencia pblica a modo de protesta contra quien, faltando a su deber, haba puesto en peligro una y tal vez muchas vidas.

    Y es que, en nuestro pas, la falta de juicio no est en los locos, sino en los cuerdos ... "

    Loqueras, manicomios y hospitales psiquitricos de Lima

  • 24

    Caridad "hacan estremecer de horror, pues no eran sino un pequeo patio de ocho varas por cuatro, con cuatro cuartos para 29 amentes" (segn Manuel Muiz, citado por Valdivia Ponce, 1964).

    En 1840 se decidi convertir el entonces Hospital Militar de Santa Ana en el Hospital General de Mujeres, a donde deberan ser trasladadas todas las enfermas del Hospital de la Caridad, incluyendo las asiladas de la loquera. En una carta dirigida a la Beneficencia, el Ministerio de Instruccin Pblica, Beneficencia y Negocios Eclesisticos, mencion lo siguiente: "El Gobierno tiene la idea de formar en Santa Ana el Hospital General de Mujeres, por que el de La Caridad tiene las salas bajas y menos comodidades, como que fue destinado para solo mujeres blancas.

    Adems, la situacin del de Santa Ana, que fue hecho para indgenas de uno y otro .sexo, .es. ventajosa a la poblacin y a las mismas enfermas, .por la mayor ventilacin de que goza, y porque tiene ms capacidad para formar en l la loquera; y a fin de que si vea si este proyecto es realizable, y se calcule lo que podr gastarse en la instalacin de un hospital a otro, nombrar U.S. una comisin, compuesta de tres individuos de actividad e inteligencia, que pasen a reconocer Santa Ana e informen circunstancialmente acerca de los dos puntos indicados; avisndome U.S. las personas en quienes recaiga la comisin" (Rab, 1999).

    Conformse entonces una comisin, que luego de realizar el estudio, inform lo siguiente:

    "La comisin encargada pe examinar el local del Hospital de Santa Ana, al efecto de trasladar las enfermas de La Caridad, tiene el honor de decir a U.S. que en concepto de lla, y a virtud del reconocimiento que ha practicado del primer local, lo ha encontrado bueno y capaz de poder servir con ms desahogo y comodidad, que el que actualmente ocupan las enfermas, y por consiguiente debe ser ms saludable. Por la parte exterior de dicho Hospital de Santa Ana habr que hacer algunas refacciones; ms esto no embaraza para que las enfermas lo ocupen, pues quelosrepa:ros no siendo urgentes, pueden irse haciendo paulatinamente.

    Por ahora podrn colocarse en el referido Hospital de Santa Ana, las enfermas, las locas y la maternidad" (Rab, 1999).

    Tal fue entonces, "el verdadero origen de la loquera de Santa Ana' (Valdizn, 1958). "Del Hospital de la Caridad -dice tambin Valdizn- nada queda actualmente, pues en el lugar que ocupara esta casa de misericordia se halla actualmente la plaza del Congreso''.

    En 1848 el Presidente Ramn Castilla traslad a la Beneficencia la administracin de los hospitales, reemplazando a las antiguas hermandades. En febrero de 1858 llegaron al Per, invitadas por el Gobierno, las Hermanas de la

    Santiago Stucchi Portocarrero

  • 25

    Caridad-orden religiosa fundada en 1633 por San Vicente de Paul-, para el servicio interno de los hospitales de San Andrs, Santa Ana y San Bartolom, asumiendo "la inspeccin o direccin de todo lo que es concerniente al buen gobierno y moralidad de las casas, as es que ellas tendrn las respectivas llaves, abriendo y cerrando sus puertas en las horas prescritas, y elegirn los criados y los despedirn, de acuerdo cuanto sea posible con los administradores respectivos". En 1859 el vicepresidente elogi los servicios hospitalarios de las religiosas, afirmando que "son de un orden muy superior al de las cosas de este mundo. Del cielo les vienen sus preceptos, y en el cielo sern juzgadas y premiadas" (Rab, 1999).

    Sin embargo, el antiguo prestigio de los Hospitales Reales se fue esfumando junto con el recuerdo del Virreinato. En 1827 el mdico francs Abel Victorino Brandin protest contra los mtodos brutales empleados en las loqueras de Lima, exclamando que "los medios de contener los furiosos, estn sancionados y aprobados por la razn yla humanidad, sin cargar de cadenas a los desgraciados, ni dejarlos podrir en los calabozos infectos" (Lastres, 1951c). La misma Beneficencia lleg a tildar de "verdaderas pocilgas" a las loqueras de Santa Ana y San Andrs (Caravedo Prado, 1985). En 1853, el mdico Miguel E. De los Ros inform a la Beneficencia "sobre el estado lamentable en que se encontraba la loquera que funciona en dicho establecimiento (el Hospital de San Andrs), solicitando para los enajenados, rgimen menos cruel. Los pobres enfermos eran considerados como en tiempo de la colonia: encerrados en inmundos calabozos o sujetos con cadenas a los muros, sufran el maltrato de guardianes convencidos de que la agresin era el mejor procedimiento para dominar a los agitados, a los indisciplinados y para todos aquellos que perturbaran la tranquilidad de la casa o de sus cuidadores" (Caravedo Prado, 1985).

    En un artculo publicado en 1857, Jos Casimiro Ulloa (el "primer psiquiatra peruano': en palabras de Valdivia Ponce), se refiri a ambos hospitales en los siguientes trminos:

    "Hemos recorrido esas especies de crceles que en Lima se-honra con el nombre- de casa de locos, nuestro corazn ha sido cruelmente herido de pesadumbre y angustia.

    Al ver el semblante de estos desdichados recostados en inmundos colchones sobre el suelo, o sobre gruesas tarimas, encerrados a pares en estrechas y hmedas celdas, sin ms mueble que las vasijas de barro indispensables a sus ms apremiantes necesidades, al verlos atados a las paredes de ellas con cadenas de hierro, o colocados sus pies en un cepo, al mirarlos vagar por un corredor estrecho, sin otro cuadro a que volver los ojos que el espectculo de las desgracias de sus compaeros de crcel, no hemos podido alejar de nuestra memoria el recuerdo de las lastimosas escenas de que hemos hecho mencin'' (Valdivia Ponce, 1991a).

    Loquerias, manicomios y hospitales psiquitricos de Lima

  • 26

    En 1859, el mismo Ulloa (citado por Muiz, 1885-1886) hizo la siguiente descripcin:

    "Es imposible, dice, atravesar el dintel de lo que se llama loquerias sin huir la vista de escena tan desoladora. La loquera de Santa Ana nos presenta, desde luego, un patio hmedo cubierto de lodo, donde se ven aqu all montones de piedras, y en donde yacen sentadas, echadas en cuclillas, las desgraciadas locas que, cubiertas de harapos y con la expresion particular que da sus semblantes su mal, se nos presentan como las brujas de Macbeth. Esa es su residencia en el dia y es all donde reciben la insolacion en los calores del verano y 1a humedad en las lluvias del invierno. En la noche, tres estrechos salones, sin pavimento, reciben sobre tarimas, en un colchan las unas, las otras sin l, aquellas infortunadas; . no se comprende de una parte como no sea espantosa la mortalidad de este Establecimiento; y de otra, como todos los das no ocurran graves accidentes entre locas exaltadas que-tienen la libertad de maltratarse su placer, y su disposicion medios con que matarse.

    La loqueria de hombres, sita en el Hospital de San Andres, agrega, sin estar en tan deplorables condiciones, deja sin embargo mucho que desear porque los infelices amentes muden cuanto antes de alojamiento':

    Tambin en 1859, Ulloa reportaba los siguientes acontecimientos al mayordomo del Hospital Santa Ana:

    "Repetidas veces he tenido el honor de manifestar de palabra, tanto a Ud. como al seor director de la Sociedad de Beneficencia, el deplorable estado en que se encuentra la loquera de ~ste Hospital, estado a que es preciso poner cuanto antes un trmino, so pena de que tengamos que lamentar de un momento a otro algunas graves desgracias .. Privada esta loquera de todo medio de represin, faltos los enfermos de la suficiente vigilancia, todos los das y a cada instante ocurren rias entre ellos, que alguna vez pueden terminar con la muerte o la grave herida de alguno.

    Ayer, en mi presencia, dos de los locos ms excitados se han lanzado mutuamente piedras, despus de haberse maltratado, sin que yo hubiera podido reprimir estos arrestos de agitacin y evitar se pudiesen repetir, por la absoluta carencia de todo medio de represin. Las hermanas de Caridad, a cuyo celo se ha confiado el cuidado de los amentes, no se bastan para este servicio, ni tienen tampoco la fuerza fsica suficiente para intimidar a los amentes. En tal situacin, la inminencia de una gran desgracia es cada da ms alarmante, sin que me sea dado evitarla, limitndome nicamente a hacerle presente como jefe del establecimiento, en guarda de mi responsabilidad.

    La ausencia de toda higiene no permite aqu, por otra parte, el empleo de todo mtodo curativo, para cuya prctica se requiere una asistencia prolija hecha por un

    Santiago Stucchi Portocarrero

  • 27

    Local actual del Hospital de San Andrs.

    Hospital de San Andrs. El "patio de los locos".

  • 28

    2 Situacin similar a la descrita en el tristemente clebre Bethlehem Hospital de Londres (Alexander y Selesnick, 1966).

    personal inteligente. Los enfermos no tienen el abrigo necesario, ni se hallan en las condiciones hospitalarias que son menester para someterlos a un tratamiento. En semejante estado de cosas, mi presencia en esta loquera es enteramente intil, y ello no sirve ms que para procurarme todos los das el dolor de v~r a esos infelices semejantes en su condicin a bestias de establo, que tal vez reciben a veces mejores cuidados" (Caravedo Prado, 1985).

    La descripcin que hizo en la dcada de 1830 el viajero suizo Johann Jakob von Tschudi (2003), tampoco resulta muy halagadora:

    "Lima tiene varios hospitales cuya utilidad prctica de sus instalaciones internas, su cuidado de asistencia a los enfermos y, sobre todo, cuya direccin por mdicos imprudentes deja mucho que desear. El ms grande es el San Andrs. Fue fondado por el licenciado Francisco de Molina en 1552, con el fin de cuidar a espaoles enfermos-y pobres. { ... ) En este hospital. tambin se cuida a los desquiciados de los que siempre existe un nmero importante. El ~O de noviembre, el da de San Andrs, se permite el acceso al pblico. Esta ocasin es aprovechada por los habitantes de Lima para poder divertirse mirando . a los locos. Es un espectculo escandaloso ver.a estos infelices expuestos como objetos de burlas y de curiosidad del pblico2 La coleccin de limosnas de los numerosos visitantes es el fin de esta costumbre, pero aun as es reprochable':

    Con el objeto de aliviar tan lamentable estado, en 1832 el Gobierno convoc a una subasta para la asistencia de los asilados del Hospital de San Andrs, aunque sin mucho xito. Uno de los postores, "el.ciudadano Pedro Jos Alvarez, conocido como El Loquero por su antigua sensibilidad hacia los orates, propuso, calculando el costo de tres reales por cada 'enfermo, una atencin que inclua una alimentacin bsicamente crnica por las maanas y por las tardes, cigarros, dulces y cambio de vestuario. Sin. embargo, esta iniciativa no prosperara. La crueldad y el desprecio por los locos siguieron reinando en las viejas loqueras por varios lustros ms" (Ruiz Zevallos, 2004).

    Cabemencionar que en 1858 laloquera de mujeres continuaba en el Hospital de Santa Ana, en tanto que la de hombres estaba "accidentalmente, en el Colegio de Hurfanos de San Jos" (Fuentes, 1858), situacin, al parecer, transitoria.

    Luego del traslado de las loqueras al Hospital de la Misericordia en 1859 (como se ver ms adelante), el Hospital de San Andrs sigui funcionando hasta el 8 de marzo de 1875, cuando todos los pacientes fueron trasladados al recin inaugurado Hospital Dos de Mayo (Alzamora Castro, 1963). El edificio fue destinado entonces a la Escuela Taller de San Andrs, que tuvo como objetivo "la enseanza gratuita para nias pobres, ( ... ) a cargo de las Madres de la Caridad"

    Santiago Stucchi Portocarrero

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    3 En una visita reciente que hicimos al abandonado local pudimos observar todava las sillas, pupitres y pizarras del colegio (p. 27, abajo). 4 "Utilidad" que no tom en cuenta el valor del patrimonio histrico.

    (Laos, 1928), pasando a partir de 1929 a la congregacin de las Hijas de Mara Inmaculada (Iza y Salaverry, 2000). En 1907 una parte se destin a la construccin de la Prefectura e Intendencia de Polica, actual Comisara de San Andrs (frente a la Plaza Italia). En diciembre de 1971 el local fue declarado monumento, mediante la Resolucin Suprema N 2900-72-ED. Hasta el 2007 estuvo funcionando ah el Colegio scar Mir Quesada; en aquel ao los alumnos fueron evacuados por Defensa Civil, por riesgo de derrumbe tras el sismo del 15 de agosto3 En marzo de 201 O el diario El Comercio de Lima alert a la opinin pblica acerca del alquiler con fines destructivamente comerciales de una parte del histrico local (sito en el Jr. Huallaga 846, Lima); los mpetus mercantilistas de los nuevos inquilinos haban sepultado bajo el cemento los hallazgos arqueolgicos antes mencionados (Salazar Vega, 2010). Hasta el momento, solo se tiene noticia de la interrupcin de la "remodelacn'; mas no de algn tipo de restauracin.

    El Hospital de Santa Ana, por su parte, mud de terreno en 1924 para constituirse en el actual Hospital Arzobispo Loayza; un ao antes, Valdizn (1958) lo haba descrito como "una de las pocas reliquias histricas de la asistencia colonial de enfermos. Inadecuado para la poca, slo ha modernizado la transformacin de las cobachas de la poca colonial, que han sido suprimidas por antihiginicas y poco humanitarias': Tras la mudanza, funcion en el antiguo locai la Casa de la Maternidad (fundada en 1826), que haba venido ocupando parte de sus instalaciones desde 1877 (Huamn et al, 1993). En julio de 1925 el histrico edificio fue demolido y el terreno destinado a "la edificacin de viviendas y locales comerciales, que fueron vendidas en condiciones ventajosas y con apreciable utilidad"4 (Rab, 1999), quedando en pie solamente la capilla, convertida hoy en la iglesia de Santa Ana. La Maternidad pas entonces al edificio que ocupa hasta hoy, denominndose desde 1993 Instituto Materno Perinatal (Huamn et al, 1993).

    Loquerias, manicomios y hospitales psiquitricos de Lima

  • 30

    Una de las "covachas" del Hospital de Santa Ana (Paz Soldn, 1935).

  • 31

    Lugar donde se ubicaba el Hospital de Santa Ana hasta la dcada de 1920, frente a la actual Plaza Italia. Al fondo, la antigua capilla del Hospital.

    El Hospital de Santa Ana a principios del siglo XX (Camacho, 1922).

  • 32

    La aciaga situacin de las loqueras exiga una autntica reforma en la asistencia psiquitrica. Francisco Carassa, director de la Beneficencia, elabor el proyecto de construccin de un nuevo hospital, eligindose como lugar la Quinta Corts, local de convalecencia de los jesuitas en el barrio del Cercado, allende a la muralla, desde 1568 hasta 1767, convertido luego en asilo para invlidos y despus en cuartel. Inaugurado el 16 de diciembre de 1859, el Hospital Civil de la Misericordia (conocido tambin como Hospicio de Insanos o Manicomio del Cercado), tuvo como primer director a Casimiro Ulloa, recibiendo a los "153enfermos de los cuales hay 76 hombres y 77 mujeres': procedentes de las loqueras, repartindose los mismos "para cada departamento de cuatro principales cuarteles a saber: 1) los tranquilos, 2) excitados peridicamente, 3) idiotas, epilpticos e inmundos y 4) furiosos" (Valdivia Ponce, 1964).

    Un ao antes de la inauguracin, Manuel A. Fuentes (1858) haba anunciado lo siguiente: "La circunstancia feliz de estar en obra el edificio que se destina para los amentes de ambos sexos, escusa el harto penoso y sensible trabajo de dscrbr las loqueras, que mas que de refugio asilo de sres racionales y desgraciados, ofrecen el aspecto de inmundas y repugnantes pocilgas. La Beneficencia ha comprendido muy bien que las actuales no eran susceptibles del. mejoramiento material que exijen los establecimientos de su clase, para que se logre el primero y mas importante objeto que consiste en hacer recuperar la razon los infelices que la han perdido':

    Ulloa se refiri a la fundacin del nuevo hospital con las siguientes palabras: "Hay en los Anales de la Medicina mental una fecha de eterna conmemoracin;

    es el IS 'de octubre de 1792, da en que Pinel, mdico de la Loquera de la Bctre, en presencia de un Delegado de la Municipalidad de Pars, procedi a liberar a los enagenados de este hospicio de las cadenas con que algunos de ellos estaban atados haca cuarenta aos. Este hecho histrico tan placentero a los ojos del cristianismo, como a los de la filantropa, ha venido a reproducirse en el Per, a los sesenta y siete aos despus, es decir el 16 de diciembre da en que el Presidente de la Repblica acompaado de sus Ministros, fue a presenciar la inauguracin de las nuevas Loqueras, edificadas bajo la direccin y con los esfuerzos de la Sociedad de Beneficencia de esta capital" (Valdivia Ponce, 199la).

    Por su parte, el diario El Comercio (1859a) inform la noticia como sigue: "Inauguracin de la casa de Amentes.

    El Manicomio del Cercado

  • 33

    Hoy ha tenido lugar la inauguracin del magnfico establecimiento de caridad nacional edificado por la Sociedad de Beneficencia y destinado la asistencia y curacin de los locos de ambos sexos. S.E. el Vicepresidente, acompaado de los seores Ministros Carpio y Melgar, de los seores Prefecto, Subprefecto y otros jefes y oficiales, lleg al Hospital de la Misericordia (as se llama el nuevo edificio) las doce, y fue recibido por el seor Carassa, director de la Beneficencia y otros miembros de la Sociedad. Despus de una misa cantada con orquesta, el Dr. Heres pronunci un hermoso sermn, y S.E. acompaado de su squito pas al patio principal, donde en medio de un numeroso concurso de espectadores de ambos sexos pronunci el seor Carassa el siguiente discurso:( ... ).

    Terminaremos nuestra breve resea de la inauguracin del nuevo Hospital de la Misericordia, rindiendo un tributo de gracias la Beneficencia por haber creado un establecimiento tan til la Sociedad, y al Gobierno por haberle prestado su apoyo. El nuevo hospicio de amentes honra en alto grado a las personas que han contribuido su ereccin -y aqu debemos citar en primera lnea el nombre del inteligente y celoso seor D. Pedro Maury, encargado de dirigir los trabajos- y es digno de figurar entre los mejores de su clase de las capitales ms civilizadas. De hoy en adelante los infelices que yacan casi entregados s mismos en inmundas y repugnantes celdas, sern tratados con todas las atenciones que su triste estado requiere y recibirn los cuidados de mdicos que se dedicarn especialmente a su curacin; y esta noble y filantrpica obra la deberemos la generosa caridad de los seores Chacn y Ugarte que han legado cuantiosas sumas para este objeto la Sociedad de Beneficencia, que ha ejecutado dignamente su ltima voluntad, y al Gobierno que le ha extendido su proteccin y apoyo':

    El mismo diario difundi a los pocos das que el Hospicio de Insanos estaba destinado nicamente " los que hubiesen sido clasificados como tales, y en ningn caso las personas que estando en el uso completo de razn, se quiera ponerlas all por va de correccin': siendo adems la asistencia "gratuita para los pobres" (El Comercio, 1859b).

    El edificio, reacondicionado de acuerdo con el plano del arquitecto Cluzeau, tena dos alas: la derecha para las mujeres y la izquierda para los varones, separadas ambas por un patio enclaustrado.

    "El ala derecha de mujeres tena una serie de salones con aire y luz necesarias. De ellos, los tres primeros eran dormitorios en comn y el cuarto el comedor, usado tambin como sala de labor. El ala izquierda de hombres mantena la misma distribucin, pero con la diferencia de ser salones ms amplios, sindolo tambin el patio de recreo, su galera era anchsima y el centro lo formaba la antigua huerta de la quinta, en la que los pacientes hacan labor de cultivo. Adems de los baos y el lavadero situados en el pequeo patio, punto de unin de las dos alas, haba dos pares de pozuelos destinados, uno por cada par, para los baos comunes y el otro

    Loquerlas, manicomios y hospitales psiquitricos de Lima

  • 34 5 Ver el texto completo en el Anexo 2.

    para los baos llamados de sorpresa. En las galeras haba pequeos cuartos con tinas para baos, entre las cuales dos eran conforme al modelo que utilizaban en la Salptriere (Loquera de mujeres de Pars) destinados a los baos de los furiosos.

    El centro del edificio, separado en dos pequeas alas por un vestbulo ancho, contena las habitaciones destinadas al personal de la administracin y a las dependencias del servicio. En el ala izquierda estaban la botica y la cocina y en el otro extremo del ala derecha la ropera y la capilla. A este vestbulo precede un amplio patio, separado de la va pblica por una verja de hierro, en cuyo centro estaba la puerta de entrada, tambin de metal" (Valdivia Ponce, 1991a).

    El nuevo hospital no poda -al menos en principio- descuidar aspectos que haban originado las acerbas crticas contra las loqueras, siendo manifiesta la influencia del tratamiento moral propugnado por Philippe Pinel y sus seguidores (de hecho, el Hospicio posey durante aos .una .copa a mano de la obra del clebre francs, mandada a elaborar por el mismo Carassa). As, en su Reglamento Provisional (1897)5 puede leerse, como funciones de las Hermanas de Caridad: ''Art 54. ( ... ) 6. 0 Procurar con todo empeo que los enfermos estn constantemente limpios y sean tratados con afecto, sin obligarlos prcticas religiosas que ellos no acepten. ( ... ) 9. 0 Impedir que los enfermos sean maltratados de palabra de hecho por los guardianes otros enfermeros. ( ... ) 11.0 Las Hermanas deben velar rigurosamente para que los enfermos goi:;en toda la libertad de accin y de movimiento compatibles con este Reglamento': En cuanto a los guardianes, figuraba entre sus obligaciones: ''Art. 94. ( ... ) 4. Emplear siempre la persuasin y la dulzura, sin injuriar ni maltratar sus pacientes, de obra de palabra.( ... )':

    Tambin Manuel Antonio Muiz declar como director del hospital, en su memoria del ao 1892: "Convencido partidario de la inutilidad de los medios de violencia, he proscrito, en lo absoluto, todo castigo y toda amarra medio de contencin; ( ... ).Slo empleo la reclusin o aislamiento en una celda, en los casos muy agudos y siempre previo mandato expreso mo, no tolerando que los guardianes lo impongan a su antojo, salvo los casos muy urgentes, siendo entonces -

    .indispensable la-intervencin-de las Hermanas de la Caridad. Persigo incansable todo abuso y ya se ha borrado hasta el recuerdo de los grillos y cadenas, de las esposas, de las camisolas y de los baos de chaqueta, etc., empleando an con mucha cautela y reserva la alimentacin forzada" (Valdivia Ponce, 1991a).

    La escritora argentina Juana Manuela Gorriti (1876) nos brinda la siguiente versin novelada del Hospicio de la Misericordia en "Una visita al manicomio":

    "En el lindo - pueblecito del Cercado, lugar sombroso y romntico, situado como un apndice de Lima, entre el circuito de sus murallas, elvase ese suntuoso y lgubre edificio rodeado de huertos, jardines y fuentes.

    Santiago Stucchi Portocarrero

  • 52 Corredor de locos f.dosM y s114 ces.

    511 Etitl\oque y b:Wos de mujores. ;4 Patio. 55 MortuCJrio. 56 Cuartos. fJ7 Huerta,_ GS Reeetorio.de hombrea. 59 60 Celdas. 61 Comunes. 611 68 Pi!aa. 64 Casas particul.ar~s. 65 Cl11u.atro del patio do mujerse,

    "

    35

    Croquis del Hospital de la Misericordia (Muiz, 1885).

    S Ropera ele mujeres, ss Celda.. 37 Enformeria de mujeres. 38 (lnartoa, 39 Oapillito. 40 Sala de enjaa. 41 112 48 45 Dormitorios de

    bres. 44 Eoermm"la. da hombres. 46 CeldBS de hombres. 47 Corredor de Ioeos tro.uquilos. 48 Lavo.nderia. 4D Comunes. 50 Sa.Ja de baos. Gl E.tanque de hombres,

    20 Atrio. 21 Capilla. 22 Depsito. 29 Sala de bennanas. !H Oorral. 25 Botica, . 26 27 Oorredoeee de las hetmanna. 28 Corredor do entrado (departa

    mento de hombres). 20 Vestibu!o. :~ ~~=~r:~. 82 Depsito. 83 Cor.redor de mujeres. 84 Sala ds trobajo.

    1 Patio de eutrada. 2 Capellan. 3 Portero. 4 6 DormUorioe de las hermunnal & O&ciuo. de lo. Inepecniou y del:

    cuerpo mdico. ! 7 SupE1-.riora. 1 8 Sala de deeceaec. 1 9 Ropera de hombree. i

    10 J1 12 H Dormitorios mujerea.1 H Corredor. 1 ll> Depsito. ! 16 Cocina. 17 Cocina. pa.ra las herman11s. 18 19 Deepeneae,

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    LIMA. ~ltC111wa,w.ru~ w~~ m@,~lf'il!~4!@ ~~ u~,~~~~~

    ____ ;,.;

  • 36

    El Hospital de la Misericordia a fines del siglo xrx (Garreaud, 1900).

    El Hospital de la Misericordia (Lastres, 1951c).

  • 37

    El Hospital de la Misericordia a fines del siglo XIX (Garreaud, 1900).

  • 38

    Segn Portal (1932), en el Hospital de la Misericordia se habra repetido la malhadada exhibicin pblica de los internos. "Costumbre que implicaba el ms craso de los errores, era la de permitir al pblico el libre acceso a esa Casa

    -Vuelvo luego. Corr a casa de una amiga que habita en la huerta inmediata, dejo mi manto,

    endoso una talma, calo un sombrerito, y regreso a reunirme con madre Teresa. Di previamente algunas rdenes al cochero, y_seguLaaquella-enelinterior~de.esa mansin ms temible que la tumba.

    Asida al brazo de la superiora caminaba yo profundamente conmovida a la idea de las escenas dolorosas que iba a presenciar.

    Pero a medida que avanzbamos, ofrecanse a mis ojos cuadros de una alegra y sencillez infantiles que serenaron mi espritu y me dieron nimo para contemplar en todos sus detalles la fantstica existencia de esos seres, cuya alma habita el mundo misterioso de los delirios':

    -Precisamente.

    Envulvelo profundo silencio, tan solo interrumpido all, de vez en cuando, por algn extrao grito que aleja a los paseantes de aquel ameno sitio, y desgarra el corazn a aquellos que vagan atrados por el amor de seres queridos encerrados entre sus fnebres muros. Cun honda compasin inspiran esas madres, hijas y esposas que vienen cada da a pasar horas enteras ante la gran verja, pegado el rostro a las barras de hierro, fijos los tristes ojos en esa puerta que recuerda el Lasciate ogni speranza de la terrible leyenda. -Jams me atrevera a pasar esos siniestros umbrales, madre Teresa -dije a la hermana de Caridad, superiora de esa casa, un da que pasando por all me divis desde el peristilo, y me llamaba con expresivas seas. -Pues s, que los atravesar usted -Insisti ella, viniendo a m, que me haba detenido cerca de la verja. Estaba vacilando, entre usted y Carmencita, para dar a la una o la otra una delicada misin. - De qu se trata, madre? -De devolver a su familia a Delfina H. que est ya del todo curada de su locura; pero empleando para ello las precauciones necesarias a fin de que no se aperciba de qu lugar sale, pues la hemos hecho creer que se halla en una casa de campo a seis leguas de Lima, donde la hermana Mara y yo estamos convaleciendo, y la trajimos a ella enferma de tercianas a la cabeza. He ah todo. Ahora invente usted a su modo y compngase como pueda. - Y bien! espreme usted aqu un momento! ... Supongo que en este carruaje he de llevarla.

    Santiago Stucchi Portocarrero

  • 39

    6 Por ejemplo, en la siguiente carta publicada en 1898 en Valparaso: "Yo vengo a Chile con la mente llena de ideales, de proyectos, de sueos sublimes; yo vengo a Chile con mi naciona-_ lizacin a trueque de que acepte mi proyecto de paz perpetua y universal, que pondr a sus pies. Yo pedir la devolucin de Tarapac, con la garanta del desarme de la Argentina y un jurado o tribunal jurdico que ser el rbitro en las gestiones de lmites y en la administracin de los productos de Tarapac, que se dividirn por trmino de 25 aos en partes iguales entre mi patria, a la que renuncio por lo ingrata e indigna de m, y la gloriosa patria de usted" (citada por Voysest, 2007).

    Durante su funcionamiento, el Hospicio de Insanos tuvo algunos internos ilustres, los que lejos de exaltar su imagen, contribuyeron por el contrario a su desprestigio. El primero de ellos fue Carlos Paz Soldn, recluido en 1886 y "cuya locura fue creer en el espiritismo" (Ruiz Zevallos, 1995). Las denuncias pblicas de Paz Soldn sobre los abusos padecidos durante su encierro llevaron al mismo Muiz a defenderse afirmando que muchas de las quejas fueron formuladas "a la ligera", aunque dejando en claro que si las autoridades hubieran tomado en cuenta las reformas propuestas por l, se hubieran evitado "los efectos que se vienen notando" (Valdivia Ponce, 1991a).

    En 1900, la escritora y precursora del feminismo en el Per, Mercedes Cabello de Carbonera, fue internada en el Manicomio, tras haber sido declarada insana tres aos antes. Aunque los sntomas mentales de la parlisis general progresiva que padeca fueron clnicamente evidentes -incluyendo "insomnio, delirios de grandeza, dificultad en la memoria, personalidad y afecto': adems de un conato de incendio de su casa (Voysest, 2007), manifestndose inclusive tales sntomas en sus ltimos escritos6 -, algunos sectores de la opinin pblica interpretaron el internamiento como una maniobra de los enemigos ideolgicos de la escritora, incrementando con sus escritos el cuestionamiento a la institucin psiquitrica, Aos despus, El Comercio (1909) inform del fallecimiento de Mercedes Cabello con las siguientes palabras: "Una mujer de talento, que embelleci las letras peruanas durante ms de un cuarto de centuria ha dejado de existir en la funesta casa de insanos, tras prolongado eclipse intelectual".

    de Orates el da de San Andrs, 30 de Noviembre. Para ese paseo, de estragado gusto, hacanse aprestos desde muchos das antes, y aunque la novelera limea, endmica, pretextaba ir a consolar a deudos y amigos all recludos, lo positivo era que los mortificaban con preguntas necias y miradas odiosas, provocando as escenas tristes y algunas veces dramticas". Esto sin embargo, se contradice con el Reglamento del Hospicio (1897), que en su artculo 114 deca expresamente que "las personas extraas al Establecimiento no podrn visitarlo, siendo prohibido todo permiso de visita ( ... )':

    Loqueras, manicomios y hospitales psiquitricos de Lima

  • 40

    7 El mismo Miota escribi lo siguiente al Dr. Matto, en diciembre de 1913: 'No obstante haberle dado la mano sin asesinarlo como Ud. ha inventado, as como mi madre manifestarle tambin no tenerle la menor animadversin, sigue usted en la tarea de sugestionarme con toda clase de torturas; entre ellas los hlitos y conjugaciones de tuberculosos, para enfermarme, sin que. ello pertenezca a un sistema que podra parecer de oscilaciones de analogas, si usted fuese un sabio que quisiera establecer este sofisma para defenderse. Pero como esto es infame solamente le dirijo la presente para que la ensee usted a quien quiera y as se conozca lo que usted hace mientras que la corte que ya sabe todo esto lo meta ... gusanos, moscas, etc. como lo hizo usted se refiere y tortura llamando 'medicina de las pasiones' y que no es otra que la pobre viuda de Samans donde empez usted su vida de sugestiones desde la poca de Cceres!..." (Pinto Gamboa, 1976).

    No pas mucho tiempo desde su fundacin para que el Hospital de la Misericordia resultara estrecho ante la creciente demanda. Tan solo cuatro meses despus de la inauguracin, en abril de 1860, Casimiro Ulloa informaba lo siguiente en su primera memoria:

    El escritor Jorge Miota Gonzlez . a quien se le atribuye la invencin del trmino "huachafo" (Pinto Gamboa, 1976), fue internado en el Hospicio en 1913. Unos meses atrs haba exigido en la embajada de Francia la nacionalidad francesa, alegando que en Pars haba sido vctima de "un acto de encantamiento", habiendo adems recibido en la nuca "un puetazo dado por una mano invisible'; por lo cual alegaba que "el gobierno francs le deba una compensacin'' (carta de la Legacin de Francia al director del Manicomio, David Matto, 1914); el mdico argentino Domingo Cabred extendi, por su parte, el siguiente certificado:

    "El mdico que suscribe certifica: Que Jorge Miota, peruano, de 35 aos de edad, soltero, internado en el

    Manicomio de Lima, se halla atacado de alienacin mental revistiendo sta la forma de delirio sistematizado crnico, persecuciones, enfermedad que hace de Miota un insano peligroso y que exige su hospitalizacin por un tiempo prolongado" (Pinto Gamboa, 1976)7.

    Poco despus del internamiento, los colegas de Miota iniciaron una campaa meditica en contra de la "secuestracin" del escritor, que culmin en su liberacin, a pesar de los evidentes sntomas mentales que padeca. Para Ruiz Zevallos (1995), tal hecho signific "una gran derrota del autoritarismo mdico': aunque "no necesariamente un triunfo de las causas justicieras y liberadoras". A tal punto haba llegado pues la visin negativa del Manicomio. En 1916, Miota parti con su madre a Buenos Aires, en donde falleci 10 aos despus, en circunstancias poco claras.

    Santiago Stucchi Portocarrero

  • 41

    "Como Ud. lo ha notado ya, la estrechez del sitio no permite hacer estas construcciones si no es tomando algo del espacio que ocupa la huerta y formando un segundo piso. ( ... )

    En efecto, estando las celdas mencionadas en extremo vecinas al patio de las mujeres, y cayendo sus ventanas al patio donde est la lavandera y el bao, se escucha constantemente en los tres lugares los gritos y las vociferaciones de los encerrados en ellos, siendo sta una causa permanente de excitacin para aquellos desgraciados. Estando adems estas celdas ms prximas a los dems dormitorios, acontece tambin que cuando hay en ellos enfermos en estado de gran agitacin o de furor, sus golpes y sus gritos excitan a los enfermos de otros dormitorios, los interrumpen o privan absolutamente de sueo; de manera que entorpecen o empeoran considerablemente el estado mental de estos ltimos. ( ... )

    A estas causas debo agregar tambin la falta de una sala apropiada de baos, que rena las condiciones especiales que requiere esta dependencia del servicio en los hospitales de la naturaleza del nuestro, en donde es preciso aprovechar la consecucin de los buenos efectos del bao, bajo sus distintas y variadas formas, sin exponer a los pacientes a ningn gnero de peligros. ( ... )

    Como Ud. lo sabe tambin, desde el ingreso de los insanos a este asilo dispuse comenzaran a ejercitarse en el cultivo del jardn unos, y otros en el trabajo de costura. Las labores del jardn, por lo reducido de ste, no proporcionan gran trabajo a los pacientes, as es que el mayor nmero de ellos y el mayor nmero de das, estn privados de ocupacin en la ms absoluta ociosidad. ( ... )

    Habindose aumentado considerablemente la poblacin del hospicio en ambos departamentos, y habindose resuelto igualmente por la direccin que ello no tenga una proporcin definida, se hace necesario tambin aumentar el nmero de catres comunes de hierro, as como los de madera, llamados de fuerza, que la experiencia ha manifestado ser de indispensable necesidad para el servicio de las celdas" (Caravedo Prado, 1985).

    Sin embargo, no se permiti Ulloa dejar de reconocer que a "pesar de todos los inconvenientes, entre los cuales estn en primera linea los vicios de construccion de este asilo, su marcha no puede ser mas prspera. Casi no hay un enajenado que desde su traslacin este establecimiento no se haya mejorado en su estado mental fsico. Los agitados constantemente han entrado en calma permanente los unos y en intervalos de tranquilidad los otros. En los epilpticos los ataques se han hecho mas raros, tal punto que, en los quince primeros dias, los pacientes de este tristsimo mal no sufrieron ataque alguno, cuando antes los experimentaban diariamente" (Muiz, 1885-1886).

    Las denuncias de Ulloa se enfrentaban a una sociedad indolente hacia el enfermo mental. As, cuando en el Congreso de la Repblica se present una

    Loqueras, manicomios y hospitales psiquitricos de Lima

  • 42 8 No debe confundirse con el electrochoque, mtodo introducido recin en 1933.

    mocin para nombrar un mdico que verificase las defunciones de los asilados, "fue recibido con una sonora carcajada y no se permiti concluir su lectura" (Valdivia Ponce, 199la).

    En su memoria del ao 1867, el entonces presidente de la Sociedad de Beneficencia, Jos Dvila Condemarn, inform de la presencia de "205 insanos, 95 hombres, 110 mugeres" (Sociedad de Beneficencia, 1867), Dos aos despus, en diciembre de 1869, la poblacin se haba elevado a 244, es decir, un 50% ms que al momento de su apertura, 10 aos antes (Valdivia Ponce, 1964).

    En su memoria del ao 1885, el encargado temporal de la direccin del Hospicio, Eduardo Snchez Concha, inform entre otras cosas, lo siguiente:

    "La notoria falta de condiciones especiales que debe tener nuestro Hospicio para llenar debidamente el objeto que ha sido destinado, me obliga insistir en la necesidad inaplazable de establecer otro local que reuna todas las condiciones que hoy la ciencia tiene designadas, despus de largas y minuciosas observaciones, como indispensables en esta clase de establecimientos. En efecto; la situacin topogrfica del Hospicio, prximo lugares pantanosos, expone indudablemente los que lo

    . habitan la funesta influencia de mismas infecciosos, y de cuyo resultado dan razn exacta las estadsticas, en las que se registran no pocas vctimas por ao. El sistema de comunidad que se observa con los enajenados, es otro inconveniente que es necesario salvar toda costa.

    Pedir el aislamiento de ciertos enagenados y su clasificacin segn la forma de delirio que ofrezcan, es repetir una verdad trivial en la ciencia, comprobada por sus magnficos resultados en continuas experiencias; y como, por otra parte, una de las causas ms frecuentes de la locura, entre nosotros, es el abuso de los licores espirituosos, siendo el delirio alcohlico la forma del mayor nmero de enajenados que se asisten en el Hospicio, bien podra destinarse este local una casa de correccin, que contuviera esos desgraciados vctimas del vicio, hoy tan esparcido, y los sustrajera la dolorosa contemplacin de nuestra sociedad. Es la nica aplicacin que, mi modo de ver, puede tener el actual Hospicio de insanos.

    Mientras se realiza esta Idea, varias veces insinuada, recordando las prescripciones propuestas en el informe aludido, agregar ellas, la necesidad de establecer para el servicio teraputico, dos mejoras indispensables, y de absoluto deficiente, por no decir nulo, el sistema de baos y duchas que existe en la actualidad, y nadie ignora lo poderoso que es ese recurso en el tratamiento de todas las formas de enajenacin; sin l es materialmente intil cualquier otra medicacin. Lo mismo se puede repetir respecto de la electricidad8, poderoso agente motor, fuerza en actividad, cuyo uso se ha generalizado, en mrito de sus

    Santiago Stucchi Portocarrero

  • 43

    9 Ver el artculo completo en el Anexo 1.

    brillantes resultados, tal punto, que no hay asilo en las ciudades de Europa y Norte-Amrica que no cuente con estos dos elementos teraputicos" (Sociedad de Beneficencia, 1886).

    Fallecido Ulloa en 1890, la Beneficencia nombr a Manuel Antonio Muiz en su reemplazo como mdico director del hospital. Refirindose al local, el nuevo director afirm:

    "No se pueden dividir y separar absolutamente los enajenados curables de los incurables, los sucios de los aseados, los furiosos de los tranquilos, los epilpticos de sus congneres enfermos, etc. La enfermera est en el centro de cada departamento. No hay en verdad sino dos grandes secciones. No se puede evitar la constante accin de unos sobre otros, conocindose todos en el mismo sitio, en la misma actitud, todo instante. No hay celdas de reclusin de buenas o siquiera medianas condiciones. Es difcil y muy pesada la vigilancia y observacin continuas. Y, como si todo esto no fuera bastante, hay un verdadero hacinamiento de enfermos, especialmente en la seccin hombres, ms estrecha, ms triste que la de las mujeres, que goza de ms extensin y de ms luz.

    Faltan talleres. No hay distracciones. Los corredores son estrechos para el gran nmero de enfermos, que apenas pueden hacer ejercicios. Los refectorios son insuficientes. Los dormitorios, especialmente el de los agitados, felizmente siempre muy escasos, son a medianoche completamente intolerables, cuando menos. No hay una seccin hidroterpica completa.

    Si un asilo, como ha dicho un gran alienista, es como una red con la que rodea el mdico a sus enfermos para coordinar sus movimientos, regular sus pensamientos, moderar sus sentimientos y presidir a todas sus operaciones vitales, bien claro se ve que el manicomio actual no responde a sus fines" ( Caravedo Prado, 1985).

    Cabe mencionar que el mismo Muiz (1885-1886) haba afirmado lo siguiente en un artculo publicado en La Crnica Mdica, algunos aos antes de acceder a la direccin 9:

    "Se puede decir, sin exagerar, que el manicomio de Lima, ni en su principio ni an con sus mejoras posteriores, satisface las mltiples exigencias cientficas. Y hasta duro es decirlo no merece el nombre de hospital de insanos. La verdad debe decirse entera. ( ... )

    El local no es ni siquiera apropiado para casa de reclusion. Fltale mucho para eso. Fundar un manicomio es una obra muy difcil, muy laboriosa, muy delicada.

    Y todas estas circunstancias le faltaron al de Lima en su fundacion. Quiz hubo demasiado talento para convertir un convento en una casa de locos. ( ... )

    Loquerlas, manicomios y hospitales psiquitricos de Lima

  • 44

    10 El carcter elogioso del trmino 'manicomio' devendra luego en oprobioso estigma del cual habra que deshacerse, en aras del trmino 'hospital'. As, Carlos Anticona Bringas titula uno de los captulos de su libro: ''.La identidad del Hospital Vctor Larca Herrera: hospital o manicomio?". Obviamente se inclina por el primer concepto.

    En 1913 lleg a Lima una delegacin argentina presidida por el profesor de la Universidad de Buenos Aires, Domingo Cabred (de quien se dijo que era "dulce con los pobres, enfermos alienados, y bravo con los cuerdos que no saban comprenderlos"), para participar en un congreso mdico. Invitado por Caravedo

    O se tiene un buen manicomio no se d tal nombre, un edificio, un local que no lo merece'?"

    En su memoria del ao 1895, el inspector del Hospicio de Insanos, M. Moscoso Melgar, inform lo siguiente: "La Junta General resolvi hace meses, en atencin la escasz de fondos, que se limitase el nmero de enfermos 250. Esta disposicin ha sido imposible cumplirla; porque de los 307 enfermos, pensionistas y gratuitos, que quedaron existentes en el 1.0 de Diciembre de 1893, no han salido curados mas que 49 y por muerte 22. Este nmero de 71 habra sido el nico con el que hubiera podido limitarse la existencia anterior; . pero las exigencias han sido tan apremiantes y de naturaleza tan alarmante, que ha sido del todo imposible dejar de recibir 61 enfermos, de manera que hemos llegado al 30 de Noviembre con una existencia de 297 en los departamentos.

    Las casas . de misericordia, como hospitales y hospicios, estn construidas en todas partes para un nmero determinado de enfermos. Este nmero est en relacin con la capacidad de la casa y con las rentas disponibles, pretender con instancia que reciban enfermos sin tasa en este hospicio, cuando el local y las rentas no lo permiten, y cuando no se cuenta con el apoyo de las instituciones pblicas llamadas favorecer las clases indigentes: es querer que se haga aqu, lo que en pases mejor constituidos, solo se hace con el auxilio que en estos casos le prestan" (Sociedad de Beneficencia, 1894).

    Las buenas intenciones inaugurales colisionaron pues con el hacinamiento y con una sociedad que recurra al internamiento como nica salida ante la enfermedad mental o cualquier situacin anloga. "Fue en el encierro indiscriminado de todos los que eran percibidos como locos -dce Ruiz Zevallos (2004) -, donde los lmites del bienestar y del trato humano eran ms claros. Es all donde se entrecruzaban las necesidades de orden y bienestar, en sus matices diversos. Vistas en perspectiva las obsesiones por el control, y por el orden, conspiraron contra la vocacin humanitaria de estos alienistas. A la larga, la sobrepoblacin del manicomio a que llev estas obsesiones, torn inviable el tratamiento humanitario. Con ello, la frontera que separaba la era de las foqueras y la del Manicomio del Cercado se haca cada vez ms borrosa':

    Santiago Stucchi Portocarrero

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    Colegio Alipio Ponce Vsquez, antiguo local del Hospital de la Misericordia.

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    al Hospicio de Insanos, "al contemplar tanta miseria, tanta inmundicia, tanta desidia, similar al espectculo que un psiquiatra uruguayo viera en su propio pas y lo hiciera decir que era 'un hacinamiento de tubos digestivos en delirio: hizo una hoguera con las jaulas-Ios cepos las camisas de fuerza, los grilletes y dems

    -materiales de tortura, cuyas llamas "iluminaron muchas conciencias" (Caravedo Prado, 1985).

    Tras la inauguracin del Asilo Colonia de la Magdalena en 1918, el edificio del Hospital de la Misericordia (sito en la actual Av. Sebastin Lorente 769, Barrios Altos, Lima) fue elegido a partir de 1922 como sede de la Escuela de la Guardia Civil y Polica de la Repblica. En 1961 se fund ah el Colegio de la Guardia Civil "Leoncio Prado': el cual _cambi de nombre en 1977 por Colegio "Alpio Ponce Vsquez'; dependencia en la actualidad de la Direccin de Bienestar de la Polica Nacional del Per.

    I Colegio Alipio Ponce Vsquez, antiguo local del Hospital de la Misericordia.

  • 47

    La tenacidad de Ulloa y Muiz rindi a la postre sus frutos: en octubre de 1896, el Presidente Nicols de Pirola convoc un concurso entre los mdicos "con el objeto de obtener un estudio completo y circunstanciado sobre las condiciones que debe satisfacer una Casa de Insanos, conforme al sistema de tratamiento que actualmente se sigue en los establecimientos de esa clase" (Muiz, 1897). El jurado, conformado por los mdicos Armando Vlez, Ricardo L. Flores, Ignacio La Puente y Pablo Patrn, y el ingeniero Alejandro Guevara, dio por ganador a Manuel Muiz (que haba participado con el pseudnimo "Eureka"),

    El minucioso trabajo de Muiz (1897) inclua temas que iban desde lo netamente clnico hasta la arquitectura misma, las condiciones del terreno y la ubicacin geogrfica del establecimiento propuesto. Del mismo pueden leerse los siguientes prrafos:

    "Tratndose del nmero y distribucin de los asilos indispensables en el Per, para satisfacer las necesidades que se deducen de las anteriores consideraciones, esencialmente prcticas, desprendidas de la observacin de los hechos, hay que convenir que Lima, por su clima sobre todo, por sus recursos, por razones mil, debe ser el lugar en donde debe existir un Manicomio Central, cuando menos para cuatrocientos enfermos y que, fcilmente, en tres cuatro aos ms pudiera

    ' albergar quinientos seiscientos insanos. Un manicomio tan poblado no obedece sin duda al desideratum propuesto, de

    no hacer subir la poblacin de los asilos, sobre doscientos doscientos cincuenta enfermos. Adems que este precepto en Europa mismo no se observa, el actual estado econmico del pas, y muchas otras razones de todo orden, justifican esta concentracin.( ... )

    En todo asilo de ms de trescientos cuatrocientos enfermos, de menor nmero, siempre debe existir un mdico jefe, director responsable, acompaado de un mdico cuando menos para cada ochenta enfermos, tomando un trmino medio entre agudos y crnicos, y del nmero de asistentes, estudiantes mdicos, necesarios para hacer del Establecimiento no slo una casa de caridad, sino un centro de estudio y educacin especialista.( ... )

    Un hospital salubre debe reposar en un suelo salubre. No basta que el terreno por su constitucin geolgica sea aceptable; es decir, permeable, seco, absorbente, y con declive. Debe rechazarse todo suelo arcilloso y an los de aluvin: por desgracia el suelo de Lima es un aluvin con pedruzcos. Deben preferirse, entre los terrenos compactos flojos, estos ltimos que son ms porosos. Debe rechazarse

    El Asilo Colonia de la Magdalena

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    en lo absoluto todo suelo artificial, compuesto por la hacinacin de inmundicias, desperdicios basuras. Napias sostiene que, si es imperativo construir en terrenos cultivados, debe extraerse cuidadosamente toda la capa vegetal.( ... )

    La ubicacin de un Establecimiento hospitalario tiene que reposar en la direccin de los vientos dominantes. Si fueran fuertes debera estar protegido el Establecimiento y se tendra que procurar formarle una zona propia de aereacin, sea un cordn sanitario de hojas perennes.

    No hay razn, en Lima, para buscar la proteccin de arboledas, de montculos pequeas colinas, que no haran sino limitarle la influencia bienhechora de las suaves corrientes de aire reinantes de los rayos solares nunca tropicales.( ... )

    El asilo, tal como se propone, est compuesto de dos partes bien distintas: seccin de asistencia y seccin agrcola.( ... )

    La seccin agrcola, debe estar circundada por una pared-de barro, como las que se usan en la campia de Lima, de 1 m. 30 c. de altura y de un dimetro que garantice su solidez. Puede no, estar pintada al temple. Por el lado exterior, debe existir un pequeo foso, que haga menos fcil la entrada. Esta misma pared de barro, una reja, deben separar la seccin de asistencia de la agrcola.

    La seccin habitada de asistencia, estar circunscrita con una reja de fierro y madera, con base de ladrillo cimiento (2.50 altura), comprendiendo 80 centmetros la base. Por el lado exterior debe existir la respectiva vereda para los transeuntes paseantes. Siempre se procurar cultivar enredaderas vivaces; y dos metros menos, de distancia, hacia adentro y hacia afuera, debe sembrarse una alameda de rboles frondosos y siempre verdes, con sus respectivas vas para coches, etc.( ... )':

    La muerte sorprendi sbita y prematuramente a Muiz en 1897. La Beneficencia entonces escogi al mdico David Matto como director del Hospital de la Misericordia, previa especializacin (pues no era psiquiatra) en Europa durante 14 meses, tiempo durante el cual se comprometi a "hacer un estudio de la organizacinde las casas de Insanos de las mejores introducidas ltimamente en el servicio tcnico y administrativo de ellas, y de todas las cuestiones de jurisprudencia mdica relacionadas con la admisin y permanencia de los enajenados ( ... )" (Caravedo Prado, 1985). De retorno al Per, Matto asumi la direccin en mayo de 1899. En su primera memoria, de enero de 1900, dijo: ''Al no poder llevarse a cabo las reformas que solicito, habremos de conformarnos con el triste estado actual de la casa de insanos, que todo puede ser, menos manicomio" (Caravedo Prado; 1985).

    En mayo de 1900 el Gobierno conform una junta econmica encargada de la edificacin del nuevo hospital, la cual estuvo integrada por "dos representantes de la Beneficencia de Lima, uno del Callao; el arquitecto seor Doig y el Director de Obras Pblicas que la presidira': Meses antes haba dispuesto que se destinase

    Santiago Stucchi Portocarrero

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    11 O nuesti:a proverbial discapacidad para ponernos de acuerdo en torno a proyectos realiza- bles, por preferir obstinadamente las divagaciones grandilocuentes y utpicas. 12 Ver el texto completo en el Anexo 3.

    a la obra el 25% de las ganancias obtenidas por las loteras de Lima y Callao. La junta escogi como sede el poblado de Magdalena del Mar "tomando parte de los fundos de Orbea, Oyague, Mata Lechuza" (con la oposicin inicial de Matto, quien opin a favor de las fincas de Santa Beatriz), inicindose la construccin en agosto de 1901 (Valdivia Ponce, 1991b).

    El camino, sin embargo, estaba sembrado de obstculos. As, el "ao de 1902 fue empleado en una tramitacin rica en documentos y hurfana en hechos.( ... ) Al finalizar el ao de 1903 ( ... ) se ha llegado casi al convencimiento de que la terminacin de la obra va resultando poco menos que imposible, y que, a fin de no ahondar el desastre, se ha impuesto la precisin de suspenderla" En 1904 la Beneficencia propuso la modificacin del plan general, cosa que el gobierno de turno rechaz, ordenando que "se reanudase los trabajos suspendidos con sujecin al proyecto laureado del doctor Muiz", Entre 1906 y 1910 la obra se paraliz nuevamente, esta vez por carecer de "los estudios enderezados a asegurar, en cantidad suficiente y perenne, el agua potable" (Valdivia Ponce, 199lb).

    Habindose levantado algunos edificios, en 1912 se estableci en aquellos el Higiocomio de la Infancia, cuya efmera duracin dio paso luego a la Escuela de Economa Domstica. Vemos as que la "Sociedad de Beneficencia y el Gobierno mismo manifestaban entusiasmos momentneos que se disolvan por las resistencias que surgan y que consistieron en cambios frecuentes de pareceres, proyectos, planos o dificultades econmicas que, en el fondo, representaban resistencias inconscientes a sentimientos humanitaros'! de los que se priv al enfermo mental por un gran nmero de aos" (Valdivia Ponce, 1964).

    Finalmente, en marzo de 1914 el Gobierno devolvi a la Beneficencia los terrenos de la Magdalena, reinicindose las labores de construccin, que culminaron el 1 de enero de 1918, cuando fue oficialmente inaugurado el Asilo Colonia de la Magdalena, con una poblacin de 561 pacientes de ambos sexos, quienes fueron trasladados desde el Hospital de la Misericordia. Desde su inicio qued indicado en su Reglamento Interno (1919)12 que el nuevo establecimiento "est destinado exclusivamente- la asistencia y tratamiento de los sujetos de ambos sexos que padezcan de cualquier forma de alienacin mental"

    "El 1 de enero de 1918 slo quedaban en el Manicomio del Cercado unos sesenta enfermos de ambos sexos y comenzaba sus labores el Hospicio Nacional de Insanos con el nombre de Asilo Colonia de Magdalena. Se hallaban terminados en aquella fecha los siguientes edificios: De asistencia: 2 pabellones para Pensionistas; 2 pabellones para crnicos; 2 pabellones para dbiles y gatosos, un pabelln mixto de Administracin. Servicios Generales: Pabelln de Administracin. Casa

    Loquerias, manicomios y hospitales psiquitricos de Lima

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    13 Ver el texto completo en el Anexo 3.

    del Mdico Residente y del Portero. Cocina. Lavandera. Establo. Mortuorio. Hidroterapia (incluso por falta de tanque, castillo, etc.)" (Valdivia Ponce, 1964).

    El Inspector del Hospicio de la Misericordia dijo lo siguiente en una carta dirigida al director de la Beneficencia, el 31 de diciembre de 1917:

    ''Al cesar hoy, en la inspeccin del hospicio de insanos, que la sociedad me encomend en 1914, tengo la complacencia de participarle, que dejo implantado el Asilo Colonia de la Magdalena, que se proyect y principi a edificarse, hace aproximadamente 20 aos.

    La Casa del Cercado, inaugurada en 1859, con cerca de cien enfermos, se clausura, despus de haber alojado 560, los mismos que instalados en la Magdalena, recibirn los beneficios del campo, de locales amplios y cmodos, construidos todo costo y preparados para implantarse en ellos, los sistemas modernos que la ciencia aconseja, parael tratamiento de los alienados.( ... )

    La Junta se ha declarado en receso, por haber llenado su cometido, y ha dispuesto que pasen la sociedad, los planos de las obras y las cuentas documentadas de los desembolsos que han impuesto.

    Toca ahora la sociedad, obtener del nuevo manicomio, los mayores beneficios, para los seres desgraciados que en l aloja y aprovechar al mismo tiempo, a favor de los pobres, la nueva fuente de recursos que le abre el Asilo Colonia de la Magdalena" (El Comercio, 1918).

    Como otrora en el Hospital de la Misericordia, el Reglamento del Asilo Colonia (1919)13 puso nfasis en el buen trato. As, entre las obligaciones de las Hermanas de la Caridad figuraba: ''Art. 22 ( ... ) 3 - Procurar, con el mayor empeo, que los enfermos estn constantemente limpios y sean tratados con afecto, sin obligarlos a prcticas religiosas que ellos no acepten''. Por otro lado, entre las funciones de los enfermeros se mencionaba: ''Art. 97 - Emplear siempre la persuasin y la dulzura, sin injuriar ni maltratar sus enfermos, y velar por el cumplimiento de los artculos de este Reglamento que tienen relacin con la asistencia de los enfermos. Art, 98 - Los enfermeros ni sus jefes emplearn jams medios de contencin alguna y slo podrn recurrir al aislamiento celular, de un modo excepcional y momentneo, estando obligados en este ltimo caso de comunicar el hecho al interno de guardia, quien dispondr lo conveniente".

    Pese a todos los esfuerzos, las nuevas instalaciones resultaban todava insuficientes. Tempranamente, Caravedo (1985) adverta lo siguiente:

    ''A pesar de las obras realizadas, que representaban un esfuerzo econmico para la Sociedad de Beneficencia Pblica de Lima, y que expresaban claramente el deseo de mejorar la situacin de los enfermos mentales, poco se haba avanzado

    Santiago Stucchi Portocarrero

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    para satisfacer las mltiples exigencias cientficas. El local result estrecho; careca de elementos de confort; el servicio mdico era rudimentario y falto de autoridad; no existan servicios auxiliares ni personal subalterno capaz de asistir humanamente; se usaban mtodos reprobables, no ha