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 Los campesinos y la política Eric J. Hobsbawm Cuadernos Anagrama Nº 128 Editorial Anagrama Barcelona 1976 ISBN: 84-339-0728-X  Este material se utiliza con fines exclusivamente didácticos

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    Los campesinos y la poltica

    Eric J. Hobsbawm

    Cuadernos Anagrama N 128

    Editorial Anagrama

    Barcelona

    1976

    ISBN: 84-339-0728-X

    Este material se utiliza con fines

    exclusivamente didcticos

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    NDICE

    Eric J. HobsbawmLOS CAMPESINOS Y LA POLTICA..................................................................................... 5

    Hamza AlaviLAS CLASES CAMPESINAS Y LAS LEALTADES PRIMORDIALES.............................. 47

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    LOS CAMPESINOS Y LA POLTICA

    ERIC J. HOBSBAWM

    Este estudio trata de las relaciones polticas entre los campesinos tradicionales y los grupos e

    instituciones que estn ms all de su comunidad local, con referencia especial a situaciones en las que

    aqullos se enfrentan con los movimientos polticos y con los problemas del siglo XX. Se pone el acento en la

    separacin de los campesinos con respecto a los que no lo son, en el carcter subalterno general del mundo

    campesino, pero tambin en la confrontacin explcita de poder que constituye el marco de su poltica. El

    relativo aislamiento de las comunidades locales, y su consiguiente ignorancia, no implica que la poltica

    campesina se vea limitada nicamente a habladuras de parroquia o a una indefinida universidad milenaria.

    No obstante, hace que ciertas formas de accin campesina de amplitud nacional sin direccin y

    organizacin exterior sean difciles y otras, como una revolucin campesina general, probablemente

    imposibles. En la conclusin se hace una breve referencia a los problemas polticos del campesinado

    moderno.

    I

    El tema de este estudio es muy extenso, e implica adems cierta definicin tanto de lo que son loscampesinos como de lo que es la poltica. Buena parte del esfuerzo de la definicin, desde luego, es msimportante para fines tericos que para fines prcticos. Para un zologo puede ser perfectamente algo muycomplejo definir un caballo, pero por lo general eso no significa que haya ninguna dificultad real enreconocer un animal de esa especie. As pues, dar por supuesto que la mayor parte de nosotros sabemos casisiempre a qu se refieren las palabras campesinos y poltica.

    A pesar de todo, sern tiles algunas aclaraciones iniciales. La poltica que nos interesa en esteestudio es aquella que relaciona a los campesinos con sociedades ms amplias de las que forman parte, esdecir, lapolticaconstituida por las relaciones de los campesinos con otros grupossociales, tanto los que sonsus superiores o explotadores econmicos, sociales y polticos como los que no lo son los obreros, por

    ejemplo, u otros sectores del campesinado y con instituciones o unidades sociales ms globales elgobierno, el estado nacional. No me ocupar del tipo de micropoltica que tanta importancia tiene en la vidade las aldeas, al igual que en la de los estudiantes, profesores y otros habitantes de pequeos mundos parcialo totalmente cerrados. La distincin entre micropoltica y macropoltica en las comunidades campesinas noes fcil de trazar en la prctica, pues ambas se superponen considerablemente, pero a pesar de todo puedehacerse con relativa precisin.

    En cuanto a los campesinos, slo quiero indicar (o ms bien recordar) dos cuestiones: primero, quehay profundas diferencias entre diversas formas de produccin agraria de tipo familiar que todageneralizacin corre el riesgo de subestimar (por ejemplo, entre economas de cultivo y de pastoreo); ysegundo, que, en la diferenciacin socioeconmica de la poblacin agraria, ms all de cierto punto ya no esaplicable el trmino campesinado. Este segundo punto es, a menudo, difcil de determinar, pero es evidenteque, por ejemplo, ni los granjeros que producan para el mercado, de la Inglaterra del siglo XIX, ni elproletariado agrcola de algunas economas de plantacin a gran escala de los trpicos pertenecen alproblema campesino, aunque forman parte del problema agrario.

    Querra insistir, sin embargo, en una distincin que, aunque de modo distinto, afecta tanto a loscampesinos como a la poltica dividiendo la vida entre antes y despus de la Gran Transformacin que seproduce en Europa con el triunfo de la sociedad burguesa y el capitalismo industrial. Deseo dejar claro queesto no implica la aceptacin de la tosca y ahistrica dicotoma entre sociedad tradicional y sociedadmoderna. La historia no se hace de un solo salto. Las sociedades tradicionales no son estticas einmutables, no estn exentas de evolucin y cambio histricos, ni hay tampoco un nico modelo demodernizacin que determine su transformacin. Pero aunque rechacemos las arbitrariedades de ciertasciencias sociales no debemos subestimar la profunda transformacin que, en la mayora de los pases, seprodujo como consecuencia del triunfo del capitalismo industrial, ni su diferencia cualitativa con respecto a

    anteriores procesos. El mero hecho de que el campesinado haya dejado de ser la mayora real de la poblacinen muchas partes del mundo, de que a fines prcticos haya incluso desaparecido en algunos pases,empezando por la Inglaterra capitalista, y que su desaparicin como clase en muchos pases desarrollados sea

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    hoy perfectamente concebible, separa el perodo posterior al siglo XVIIIde toda la historia anterior, desde elinicio de la agricultura.

    Podemos situar a los campesinos en algn lugar de un continuumque se extiende entre dos tiposideales extremos, el primero representado por algo as como el campesinado comunal de mediados del sigloXIXde Rusia Central, con el tipo de vida bien descrito por Dobrowolski respecto a Polonia [Dobrowolski,1958], y el segundo representado por el modelo del campesinado francs de mediados del siglo XIX del

    Dieciocho Brumario [Marx, 1852], que acta en un marco de instituciones y derechos especialmente elderecho a la propiedad burgueses, siendo la mayora productores individuales, y con un posible paso a laagricultura comercial, formando en este caso un agregado de pequeas empresas individuales sin fuertesinterrelaciones: el saco de patatas de Marx. A grandes rasgos, la caracterstica fundamental de loscampesinos tradicionales es un nivel mucho mayor de colectividad, formal o informal (y sobre todolocalizada), que a la vez tiende a suprimir la diferenciacin social permanente dentro del campesinado y afacilitar, o hasta imponer, la accin comunal1. No necesitamos considerar aqu si esa cohesin colectiva sedebe a factores econmicos quiz la necesidad de cooperacin en el proceso de cultivo o la gestin derecursos de uso comn o de otro tipo. No implica igualitarismo, aunque s probablemente (quiz enconjuncin con instituciones tales como las del seoro feudal) algn mecanismo que impide la acumulacinilimitada de recursos por parte de familias campesinas. La fuerza de la comunidad puede variarenormemente. No obstante, es difcil concebir un campesinado tradicional, fuera de ciertas situaciones

    muy especiales, sin este elemento colectivo. En la medida en que pueda haber regiones en las que estausente, lo que viene a continuacin no puede referirse, evidentemente, a ellas, puesto que primordialmentenos centraremos en los campesinos tradicionales o en proceso de transformacin, es decir, dediferenciacin de clase, social y econmica.

    En trminos generales, la Gran Transformacin transforma tambin la poltica, incluida la polticade las masas populares, puesto que el estado nacional soberano del territorio, con instituciones especficasque toman, cada vez con mayor frecuencia, opciones de alcance nacional, se convierte en el marco corrientede accin poltica, en la medida en que nuevas formas de organizacin y movimiento poltico se desarrollan,con ideologas especficas y cada vez ms laicas, etc. Debera insistirse en que la diferencia no est entresociedades tradicionales sin poltica y sociedades modernas con poltica. La poltica existe en ambas.Tampoco est la diferencia en que en una poca la poltica est reservada a las clases superiores y que en otrala gente comn, incluido el campesinado, se convierta en factor poltico activo. No obstante, en Europa, en

    sus procedimientos y su marco, la poltica del perodo anterior y la del posterior a la Revolucin Francesason distintas. Desde un punto de vista histrico ha perdurado mucho tiempo la situacin de los campesinostradicionales en su poltica tradicional, pero este estudio se ocupa principalmente de lo que ocurre cuando loscampesinos tradicionales se ven inmersos en la poltica moderna: una situacin de transicin que paramuchas partes del mundo tiene todava un inters prctico, y no meramente histrico.

    Volvmonos ahora a la cuestin fundamental para el problema de la intervencin de los campesinosen la poltica: en qu medida podemos hablar del campesinado como clase? Desde luego, objetivamentepuede ser definido como clase en s en el sentido clsico, es decir, un grupo de personas que tienen elmismo tipo de relacin con los medios de produccin, as como otras caractersticas comunes econmicas ysociales. Pero como correctamente ha observado Shanin, el campesinado es una clase de baja clasicidad[Shanin, 1966] en comparacin, pongamos por caso, con la clase obrera industrial, una clase de muy altaclasicidad, en el sentido de que gran parte de su poltica puede derivar directamente de sus relaciones

    especficas con los medios de produccin.Pero en qu medida es una clase para s, o sea, una clase consciente de s misma como tal? En las

    sociedades tradicionales y en consecuencia a lo largo de la mayor parte de la historia, los campesinos seconsideraban a s mismos, y realmente lo eran, el tipo bsico de hombres; constituan, claro est, la granmayora de las gentes que vivan en el mundo que conocan, y lo mismo suceda prcticamente en todo elmundo. En cierto sentido la gente o los seres humanos eran entonces tpicamente campesinos, y el resto eranminoras atpicas. En segundo lugar, los campesinos se daban perfecta cuenta de sus diferencias con respectoa las minoras de no-campesinos, y casi siempre de su posicin subalterna y de la opresin de que eran objetoa manos de ellas; ni les gustaban ni les tenan confianza. Esto no slo se refera a los ricos y a los nobles

    1Cf. un comentario de la poca sobre un conflicto surgido en Alemania entre diferentes capas rurales en el siglo XVI:Es curioso que los vasallos del Seoro de Messkirch tuvieran que rebelarse contra su seor, Gottfried Werner, porqueno podan dar ninguna razn urgente o vlida para su accin. Pretendan simplemente que, en los pueblos, se veaninvadidos por los labradores y jornaleros que queran usar los pastos, y que no podan vivir de sus tierras como antes.Pero en realidad la mayora de los labradores la constituan los hijos, yernos y parientes prximos de los hacendados[Sabean, 1972: 904].

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    (donde haba seoro), sino tambin a comerciantes y gente de ciudad, exceptuando quiz a los parientes delos campesinos que acudan por breve tiempo a las ciudades sin convertirse realmente en gente de ciudad. Enel siglo XX, desde luego, esta situacin ha cambiado, y la clara distincin entre ciudad y campo ya no puedemantenerse, dado el masivo Landflucht del campesinado. No obstante, tradicionalmente, los campesinostendan a sentir desagrado y desconfianza hacia la gente no-campesina, porque les pareca que tomaban partede una conspiracin organizada para robarles y oprimirles, y estaban siempre por encima de ellos encualquier jerarqua social que se estableciese.

    Leonardo Sciascia, el escritor siciliano, ha publicado recientemente una cancin de siega descubiertaen algn oscuro diario local de 1876 en la que los campesinos, durante la siega, desgranan una letana deodio contra todo el que no sea uno de ellos, hoz en mano; es una cancin de odio, pero que expresa tambinel odio de los campesinos hacia s mismos y su desesperacin, puesto que estn encadenados al orden socialdel que tambin forman parte sus explotadores [Sciascia, 1970: 80-83]. Es la voz de aqullos de quienesescribi La Bruyre en la Francia de Luis XIV:

    Esparcidos por el campo puede uno observar ciertos animales salvajes, machos y hembras,oscuros, lvidos y quemados por el sol, pegados a la tierra que cavan y remueven con invencibletesn. Pero tienen algo que parece voz articulada, y cuando se yerguen sobre sus pies dejan ver unrostro humano. Son verdaderamente seres humanos... Gracias a ellos los otros seres humanos no han

    de sembrar, labrar ni segar para vivir. Por eso no debera faltarles el pan que ellos mismos siembran.[La Bruyre, 1688: 292-293].

    Tales explosiones de odio son quiz raras aunque no sean sorprendentes en la Sicilia del siglo XIX,pero no es infrecuente la manifestacin del sentido subyacente de separacin y rencor de los que dan decomer a los otros y que a cambio son considerados como seres infrahumanos. Los hombres del campo son amenudo muy distintos fsicamente de los de ciudad, aun cuando no haya diferencia de raza, color, lenguaje oreligin. Su comportamiento, su modo de vestir es diferente. En Sicilia los gorros (los que llevan el viejogorro de calceta o gorro frigio de la Revolucin Francesa) son los enemigos de clase de los sombreros. EnBolivia, en las raras ocasiones en que los campesinos se afirmaban colectivamente contra los hombres deciudad, como por ejemplo en el levantamiento de 1899 [Condarco Morales, 1965: 290], atacaban a todos losque llevaban pantalones e imponan a los hombres de ciudad su modo de vestir (o sea, el vestido indio).

    El sentido de una comn separacin respecto a los no-campesinos puede haber producido una vagaconsciencia campesina capaz de permitir incluso a campesinos de distintas regiones, con diferentesdialectos, modos de vestir y costumbres, reconocerse recprocamente como campesinos, al menos en lasrelaciones personales. De igual modo que entre los pobres trabajadores en general se ve que est presentela idea de que sus iguales son pobres bastardos como nosotros o de que es el pobre quien ayuda al pobre,lo mismo sucede entre los campesinos tradicionales. Las guerrillas del Partido Comunista en Marquetalia(Colombia), un movimiento puramente campesino que pervivi errante tras ser expulsado de sus bases en1964-1965, disfrutaron de este tipo de reconocimiento y apoyo espontneos entre otras gentes de campo deun modo que los guerrilleros estudiantes no hubieran logrado espontneamente. Sus lderes tenan granprestigio entre los campesinos, incluso en las zonas conservadoras... Los campesinos crean que ellos tenanpoderes mgicos que los hacan invulnerables, pero no pareca en absoluto que los vieran como un mediopara la toma del poder, ni siquiera para ocupar la tierra. Parecan ms bien otros campesinos pobres,

    injustamente perseguidos por los poderosos, por los intereses urbanos, y a los que era necesario ofrecer lasolidaridad de los desvalidos [Gilhodes, 1970: 445].

    Esta vaga consciencia de lo campesino como subvariedad especial de lo subalterno, de la pobreza,la explotacin y la opresin no tiene lmites geogrficos especficos, pues se apoya en el mutuoreconocimiento de los campesinos de la semejanza de su relacin con la naturaleza, con la produccin y conlos no-campesinos. Idealmente el lmite de esta consciencia es la humanidad, y la forma de accin polticaque le corresponde es la agitacin o revuelta milenaria breve pero de mucha extensin que, al menos enteora, abarca el mundo entero. Pero tales movimientos son necesariamente tan breves como ecumnicas sonsus perspectivas, precisamente porque se basan ms en un reconocimiento de similitud o identidad, que en unsistema concreto de interrelaciones econmicas o sociales que sera ms firme fundamento. Entre loscampesinos tradicionales, la unidad de tales interrelaciones es mucho menor y ms restringida: es lacomunidad, o ms en general, el pequeo mundo, dentro del cual las transacciones entre la gente sonsistemticas. Cuando los movimientos milenarios son autnticamente espontneos se extienden de un modocaracterstico, por contagio de una comunidad a la contigua, y la curva de su difusin es similar a la de lasepidemias.

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    El pequeo mundo puede ser de tamao, poblacin y complejidad considerablemente variables. Launidad bsica de la vida campesina tradicional, la comunidad, constituye solamente una parte de l. Dentrode esa zona mayor o menor, ms o menos compleja las gentes se conocen todos entre s y la divisin socialdel trabajo y el sistema de explotacin y estratificacin son visibles. Ah es concebible una consciencia declase plenamente campesina, en la medida en que la diferenciacin dentro del campesinado es secundariafrente a las caractersticas comunes de todos los campesinos y su inters comn contra otros grupos, y en lamedida en que la diferenciacin entre ellos y otros grupos es suficientemente clara. Y eso puede realmenteocurrir: la solidaridad de todos los campesinos contra terceros puede preponderar sobre los conflictosinternos entre ellos [Shanin, 1972: 161]. En los valles de La Convencin y Lares (Per), se desarrolldurante los primeros aos de la dcada de los sesenta un movimiento campesino unificado contra los seoresneofeudales, a pesar de que entre los que participaron en l haba grupos campesinos explotadores de otros[Craig, 1969;Hobsbawm, 1965, 1970]. Por otra parte, tanto las divisiones laterales dentro de la zona entrelas comunidades campesinas, por ejemplo como la personalizacin de las relaciones sociales a travs delclientelismo y del parentesco artificial (compadrazgo), por ejemplo impiden la existencia de unaconsciencia de clase permanente. El comerciante o el capataz no slo representan algo, sino que sonpersonas, parientes o compadres de aqullos con quienes tratan, y a los que explotan. La comunidad puedeentrar en conflicto no slo con el estado que se ha adueado de sus tierras comunales, sino tambin con otrascomunidades de ms all de sus lmites, y a veces puede ser conveniente polticamente para ella aliarse con

    el estado contra sus vecinos.A pesar de todo, cualquiera que sea el tamao y complejidad del pequeo mundo es evidente queno slo termina donde empiezan otros pequeos mundos anlogos o se solapa con ellos, sino que formaparte de un mundo mucho ms amplio. Un problema crucial para la poltica de los campesinos tradicionaleses la relacin entre el microcosmos y el macrocosmos, pero no pueden resolver ese problema por s mismos,pues su unidad de accin poltica es tanto (en la prctica) la regin, como (conceptualmente) la raza humana:las habladuras de parroquia o el universo. Pero de hecho la zona donde se desarrollan las principalesacciones y decisiones se encuentra en algn lugar intermedio, y ni sus lmites ni sus estructuras quedandeterminados por la economa o por las relaciones sociales internas del microcosmos campesino.

    Y lo cierto es que no se conocen de modo concreto, excepto, por decirlo as, de odas. Respecto a louniversal eso es evidente. A unos periodistas que preguntaron a campesinos peruanos organizados segnconsignas castristas dnde estaba Cuba, stos les contestaron que en otra provincia del Per. A un

    campesino recin llegado a Cuautla (Mxico) y proveniente de una aldea de su Oaxaca natal que mepregunt sobre mi pas, le resultaba imposible situar la Gran Bretaa en un sentido geogrfico. Estaba enEuropa, pero qu era Europa y dnde estaba? Estaba del otro lado del ocano, pero, qu era el ocano yqu significaba la distancia? Slo poda pensar que estaba cerca de Rusia, pues de ese pas haba ododecir cosas. Es menos evidente, pero igualmente cierto, que el conocimiento que tiene el campesino de lanacin o estado bajo el cual vive tiende a ser casi igual de inseguro, y hecho tambin a base de remiendos: eslo que averigua o sabe cada cual, personalmente.

    Conocimiento del pas:Aqu, en este curso, he aprendido a hablar con la gente de la costa y con la de las montaas. Bueno,

    hasta ahora los de la costa no me han explicado nada. En cambio los de Caar han hablado conmigo y mehan explicado cules son sus problemas, demostrando su compaerismo, igual que los de Chimborazo, que

    tambin han hablado. Pero los de la costa no me han explicado nada de su pas... Sales de la iglesia, en Quito,y los de la costa se renen todos, y lo mismo hacen los de Caar con otros de su mismo sitio... ninguno deellos me dijo vamos juntos a algn lado. As que tuve que pedirles que me explicaran cosas. Ped a uno deCaar que me explicara lo que pasaba en su pas, y lo hizo. Pero ahora los tcnicos han explicado las cosas, yestoy satisfecho, porque de ese modo puedo seguir mejor de qu trata este curso [Hammock y Ashe, 1970:19-20].

    Conocimiento de las instituciones del pas:Yo y otro compaero decidimos hacer averiguaciones y fuimos a la provincia de Chimborazo para

    preguntar a las comunidades de la parroquia de San Juan, El Guabo y Chogol, porque creo que tambintienen problemas... As que entonces fuimos a Riobamba a la CEDOC y les dijimos lo que nos haba dicho lagente en Guabo, y les preguntamos si podran ocuparse de nuestro problema. Dijeron que bueno, quetambin iban a hablar con el senador Chamara. Le llamaron por telfono y la joven secretaria contest y dijoque l no estaba all, que haba ido a Guayaquil.

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    Volvera al da siguiente, muy tarde, quiz contestara al da siguiente. As que me qued allen Riobamba en una posada... [Ibid.: 13].

    Las citas anteriores proceden de un pas pequeito, quiz con 5 millones de habitantes, y del presente(1969).A fortiori, para una comprensin de la poltica de los campesinos en perodos anteriores de la historiay en estados ms extensos, la cuestin de su total ignorancia y desamparo fuera de los lmites de su regin estodava ms importante.

    II

    Teniendo presente esto, consideremos si puede haber algo as como un movimiento campesinonacional o una revuelta o levantamiento nacionales. Yo lo dudo mucho. La accin local y regional, queconstituye la norma, slo se convierte en accin ms amplia por mediacin de fuerzas externas naturales,econmicas, polticas o ideolgicas y slo cuando un nmero muy grande de comunidades o pueblos sonconducidos simultneamente en la misma direccin. Pero aun cuando tiene lugar una accin as, amplia ygeneral, raramente coincide con el mbito del estado (como se ha visto por lo anterior), ni siquiera en estadosbastante pequeos, y se trata menos de un nico movimiento general que de un conglomerado de

    movimientos locales y regionales cuya unidad es momentnea y frgil. Quizs es que los hombres de la costay los de la montaa son demasiado diferentes entre s como para estar de acuerdo demasiado tiempo.Los mayores movimientos campesinos parecen ser todos regionales, o coaliciones de movimientos

    regionales. O bien, si los movimientos campesinos se desarrollan por todo un territorio estatal, y no sonpatrocinados u organizados por sus autoridades, es poco probable que sean simultneos o que tengan lasmismas caractersticas o presenten las mismas exigencias polticas. En el peor caso esta formacin degrandes movimientos campesinos a partir de un mosaico de otros pequeos puede dar lugar nicamente auna serie de enclaves dispersos que no afecten al resto del pas. As por ejemplo en Colombia, en los aosveinte y treinta de nuestro siglo, se desarrollaron movimientos agrarios bastante potentes, organizados en sumayor parte por el Partido Comunista, en cierto tipo de zonas: en las regiones de cultivo de caf, en las zonasindias, con sus problemas especficos, en zonas fronterizas o de nueva colonizacin entre colonos legales eintrusos, etc. Ni siquiera la coordinacin nacional del Partido Comunista dio lugar a un movimiento

    campesino nico que consistiera en algo ms que en un conjunto de zonas campesinas rojas dispersas, amenudo muy distantes unas de otras, y tampoco surgi desde estas zonas dispersas un movimiento deamplitud nacional, aunque algunas fueron capaces de extender su influencia por la regin. De estos pequeosncleos aislados y a menudo duraderos pueden, desde luego, surgir cuadros polticos o guerrillerosnacionales, pero sa es otra cuestin.

    En el mejor de los casos, tales movimientos campesinos pueden producirse en una o dos regionesestratgicamente situadas, en las que su efecto sobre la poltica nacional sea crucial, o en zonas capaces deproporcionar fuerzas militares potentes y de gran movilidad. As ocurri en gran medida en el caso de larevolucin mexicana. En la revolucin de 1910-1920, en aquel pas, el grueso del campesinado no intervinodemasiado, aunque despus de la victoria de la revolucin varias zonas se organizaran. Adems, la mayormovilizacin del campesinado mexicano relacionada con la revolucin fue, casi con seguridad, por decirloas, retrgrada: el movimiento de los Cristeros en los aos veinte de nuestro siglo, que se alz por Cristo

    Rey contra los Agraristas laicos. Subjetivamente, ese movimiento constituy sin duda una revolucincampesina, aunque tanto su momento como su ideologa lo hicieran objetivamente contrarrevolucionario[Meyer]. A pesar de todo, dos regiones ejercieron una enorme influencia poltica entre 1910 y 1920. Una fuela regin fronteriza del norte, que proporcion hombres armados y sin ataduras vaqueros, buscadores deoro, bandidos, etc. al ejrcito de Pancho Villa, el cual, con su movilidad y su capacidad de recorrer ampliasextensiones, fue el equivalente mexicano de las cosacos. La otra fue la revolucin comunal de EmilianoZapata en Morelos, de base mucho ms slida, con horizontes puramente locales pero con la enorme ventajade estar situada justo al lado de la capital de Mxico. La influencia poltica del programa agrario de Zapataderiva del hecho de que sus fuerzas campesinas estaban lo suficientemente cerca como para ocupar la capital.Los gobiernos de estados grandes y de administracin poco eficaz, como las repblicas latinoamericanas deprincipios del siglo XX, se resignan a perder de vez en cuando el control de provincias remotas que puedanquedar en manos de disidentes o insurrectos locales. Lo que realmente les preocupa es una insurreccin en lacapital o en su patio trasero.

    All donde las revoluciones campesinas no tienen esta ventaja, sus limitaciones son mucho msclaras. El gran movimiento campesino que tuvo lugar en Per a principios de los aos sesenta es un buen

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    ejemplo, y fue probablemente la mayor movilizacin espontnea de este tipo que tuvo lugar en dicha dcadaen Latinoamrica. En ese perodo la agitacin se extendi por toda la nacin, unindose a ella obreros yestudiantes. El movimiento agrario era activo tanto en las plantaciones costeras que no pueden clasificarsedentro de la economa campesina, sino que se designan mejor con el nombre local de complejosagroindustriales como en las zonas campesinas del altiplano. Dentro del altiplano, adems, hubomovimientos de gran extensin en las zonas meridional y central, y otros estallidos ms limitados, conocupacin de tierras, huelgas, organizacin de sindicatos campesinos, etctera, en todo el resto. Estemovimiento no ha sido descrito todava de modo adecuado. No obstante, pueden sealarse doscaractersticas. La primera, que aunque ms o menos simultneos el movimiento tuvo su mayor actividad en1962-1964 y alcanz su mximo a finales de 1963 en el centro y un poco ms tarde en el sur, losmovimientos regionales no estaban realmente ligados unos con otros ni, de modo efectivo, con losmovimientos no-campesinos. La segunda, que hubo curiosos vacos. As la zona tradicional delevantamientos nativos del sur, el Departamento de Puno, estuvo notoriamente inactiva. El tipo tradicionalde movimiento ya no era fundamental ni importante, aunque en un perodo tan reciente como el de 1910-1921 hubiera sido realmente muy activo. En Puno el movimiento campesino se transform en una mquinapoltica formada por los kulakslocales y los comerciantes locales, que poco tiempo despus demostr teneruna notable fuerza poltica [Dew, 1969]. Mientras tanto, ms al norte, en el vecino Departamento de Cuzco,la accin directa de los campesinos se extendi masivamente organizando sindicatos y ocupando la tierra

    inspirados por el xito del campesinado fronterizo de La Convencin, y aunque los propios hombres de LaConvencin, que ya haban alcanzado sus principales objetivos, militaban preferentemente en defensa de susconquistas. El amplio movimiento campesino peruano de 1962-1964, aunque diera lugar a una agitacingeneral, no produjo una revolucin.

    As pues, yo me inclino a pensar que la idea de un movimiento campesino general, a menos que estinspirado desde fuera o, an mejor, desde arriba, no es viable en absoluto [Alavi, 1965; Wolf, 1971]. Es unmito tanto revolucionario como contrarrevolucionario. Porque los conservadores tambin tienen este mito,como lo atestigua el miedo a una nueva Pugachevquina una insurreccin campesina general segn elmodelo del levantamiento de Pugachev de los aos setenta del siglo XVIII que tan importante papel jug enRusia en las ideas de los gobiernos y los reaccionarios antes de la emancipacin de los siervos. Quizs enRusia tales temores tenan mucho ms fundamento, pues ciertamente en 1905-1907 el movimientocampesino estaba enormemente extendido, afectando de un 80 a un 100 % de los distritos de seis regiones.

    Aun as, en las seis regiones restantes (omitiendo las provincias blticas y la Transcaucasia) las variacionesinterregionales eran sustanciales; el alcance de las agitaciones se situaba entre un 38 % (Urales) y un 74 %(Lituania) [Perrie, 1972]. Y a propsito, el propio movimiento original de Pugachev tuvo ms una baseregional que nacional, y su fuerza consisti ms en la potencial amenaza a Mosc que en su extensingeogrfica.

    No se quiere con esto subestimar la fuerza de tales aglutinaciones de movimientos. Unificados poralguna fuerza exterior una crisis o trastorno nacional, un gobierno reformista o revolucionario favorable oun partido u organizacin nicos, eficaces y organizados nacionalmente pueden ser lo que decida el xito oel fracaso de revoluciones ms importantes. Incluso por s solos pueden hacer inviable un sistema agrario ola estructura de dominio en el campo, como lo hicieron en Francia el Gran Miedo de 1789 [Lefebvre,1973] y en el Per la ola de ocupaciones de tierras de 1962-1964. Hay buenas pruebas de que en algnmomento entre junio de 1963 y febrero o marzo de 1964 la mayor parte de los propietarios de tierras y

    seores del centro y sur de la zona montaosa enfrentados a una movilizacin campesina general, decidieroncortar sus prdidas y empezaron a liquidar sus propiedades y pensar en la perspectiva de una compensacinpor la expropiacin segn algn tipo de reforma agraria. Eso no hizo que la reforma agraria llegaraautomticamente. Para imponerla hicieron falta otros cinco aos y un golpe militar; pero ste nicamenteenterr el cadver de una economa feudal del altiplano con la que ya haba acabado de hecho el movimientocampesino.

    III

    La fuerza potencial de un campesinado tradicional es enorme, pero su fuerza e influencia efectivasestn mucho ms limitadas. La primera razn importante se basa en su permanente consciencia, que engeneral es bastante realista, de debilidad e inferioridad. La inferioridad es social y cultural, de analfabetosfrente a gente instruida, por ejemplo (de ah la importancia que tiene para los movimientos campesinos elpoder contar con intelectuales simpatizantes que vivan en el lugar, y especialmente con el intelectual ms

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    importante de los pueblos, el maestro). Su debilidad se basa no slo en la inferioridad social y en la falta defuerza armada efectiva, sino en la naturaleza de la economa campesina. Por ejemplo, durante la cosecha, laagitacin campesina debe cesar forzosamente. Por muy militantes que sean los campesinos, el ciclo de susfaenas los ata a su destino. Vale la pena especular sobre el papel que pudo tener en Irlanda su economaagrcola basada en el cultivo de la patata que requiere poco trabajo regular para posibilitar la notoriafrecuencia de la violencia agraria en aquel pas en el siglo XIX. Pero, en el fondo, los campesinos son y sesienten subalternos. Con raras excepciones, su perspectiva es la de reformar la pirmide social, no destruirla,aunque su destruccin sea fcil de concebir. El anarquismo, esto es, el desmantelamiento de lasuperestructura de dominio y explotacin, presenta la viabilidad econmica y social del pueblo tradicional.Pero los momentos en que esta utopa puede concebirse, y no digamos realizarse, son pocos.

    En la prctica, claro est, no hay gran diferencia entre que los campesinos luchen por una sociedadenteramente distinta y nueva o por reformar la vieja, que normalmente significa, o bien la defensa de lasociedad tradicional contra alguna amenaza, o bien el deseo de restablecer viejas situaciones que, si estnsuficientemente alejadas en el pasado, pueden no ser ms que una formulacin tradicionalista de aspiracionesrevolucionarias. Las revoluciones pueden ser hechas de factopor campesinos que no nieguen la legitimidadde la estructura de poder, la ley, el estado, ni siquiera los seores que dominan en aquel momento. Tenemosejemplos de campesinados que parecen negar totalmente la legitimidad de la propiedad feudal, en la Rusiazarista, por ejemplo, sin negar casi nunca la legitimidad de los derechos del seor supremo sobre toda la

    propiedad. No sabemos, desde luego, con toda precisin, qu implica en teora esa negacin o qu significaen la prctica. Qu diferencia hay entre los siervos rusos que sostenan que ellos pertenecan a los seorespero que la tierra era suya y no de los aristcratas, y los indios andinos que crean que la servidumbre enforma de prestaciones de trabajo a los dominadores incas y a los espaoles era legtima pero se sentanagraviados por el pago de rentas en dinero o en especie [Watchel, 1971: 159], y cuyos descendientes noparecen haberse opuesto a la existencia de las grandes propiedades latifundistas? Lo nico que podemoshacer es especular. Un movimiento que slo exige recuperar tierras comunales ilegalmente alienadaspuede ser tan revolucionario en la prctica, como legalista en teora. Tampoco es fcil trazar la lnea quesepara lo legalista de lo revolucionario. El movimiento zapatista de Morelos no empez oponindose a todaslas haciendas, sino nicamente a las nuevas que haban sido creadas en la poca de Porfirio Daz, a partir delos aos que servan de referencia para definir los viejos tiempos, buenos y legtimos, que incluan el hechode que los propietarios ricos fueran superiores a los campesinos. Sin embargo, el movimiento no qued

    encerrado dentro de esos lmites.La principal diferencia no radica en las aspiraciones tericas del campesinado, sino en la coyunturapoltica real en la que operan. Es la que determina lo que va del recelo a la esperanza. Porque la estrategianormal del campesinado tradicional es la pasividad, y no es ineficaz, pues explota las principales ventajas delcampesinado, su nmero y la imposibilidad de hacerle hacer por la fuerza ciertas cosas durante un tiempoalgo prolongado. Utiliza tambin una situacin tctica favorable, que se apoya en el hecho de que lo quemejor le va al campesinado tradicional es que no haya cambios. Un campesinado tradicional conorganizacin comunal, reforzado por una lentitud, impermeabilidad y estupidez aparentes o realesfuncionalmente tiles constituye una fuerza formidable. La negativa a entender es una forma de lucha declases, y tanto los observadores rusos del siglo XIXcomo los del Per del siglo XXlo han descrito de modosimilar [Field, 1967; Martnez Alier, 1974]. Estar subordinado no es ser impotente. El campesinado mssumiso es capaz no slo de hacer funcionar el sistema en beneficio propio o ms bien con el mnimo

    perjuicio propio, sino tambin de resistir y, donde sea oportuno, de contraatacar. El estereotipo del mujikruso en las ideas de los rusos cultos, que es muy similar al de el indio en las de los blancos andinos, es engran medida una reformulacin de algo que las clases altas no pueden entender porque no puedencontrolarlo: crdulos, con devocin por el zar y (aunque naturalmente sumisos) con inclinacin a laviolencia irracional [Field, 1967: 49]2. En realidad esta conducta es perfectamente coherente.

    La pasividad, claro est, no es universal. En zonas donde no hay seores ni leyes, o en zonasfronterizas donde todos los hombres van armados, la actitud del campesinado puede ser muy diferente. Puedellegar incluso a la insubordinacin. Sin embargo, para la mayor parte de los campesinos atados al suelo elproblema no est en ser normalmente pasivos o activos, sino en la determinacin del momento de pasar deuna posicin a la otra. Ello depende de una evaluacin de la situacin poltica. En trminos generales, la

    2Field [1967: 49-50] sugiere que incluso el monarquismo de los campesinos rusos era en gran medida un artificiodefensivo: bastantes problemas tenan sin alardear encima de infidelidad al Estado. Eso es probablemente llevardemasiado lejos la idea del pragmatismo campesino, pero en esa opinin hay algo de verdad.

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    pasividad es aconsejable cuando la estructura de poder local o nacional es firme, estable y cerrada, y laactividad lo es cuando esa estructura parece que en algn sentido est cambiando o que es abierta.

    Los campesinos son perfectamente capaces de juzgar la situacin poltica local, pero su dificultadreal est en distinguir los movimientos polticos ms amplios que pueden determinarla. Qu saben de ellos?Normalmente se dan cuenta de que pertenecen a una unidad poltica ms amplia, un reino, un imperio, unarepblica. Realmente, el conocido mito campesino del rey o emperador lejanos que, con slo saberlasarreglaran las cosas y estableceran o reestableceran la justicia, refleja y a la vez, en cierta medida, crea unmarco de accin poltica ms amplio. Al mismo tiempo refleja el normal alejamiento del gobierno nacionalrespecto a la estructura poltica local que, sea cual sea la teora, en la prctica consiste en el ejercicio delpoder y del derecho estatales identificados con los hombres fuertes del lugar, con sus compadres, sus clienteso aqullos a quienes pueden robar e intimidar. Todo lo dems que puedan saber vara mucho con el sistemapoltico existente. As por ejemplo si existen tribunas nacionales, lo que no siempre ocurre, los pleitospueden dar incluso a comunidades remotas cierta relacin con el centro de la nacin, aunque sea a travs deuna cadena de abogados intermedios de las ciudades. La comunidad peruana de Huasicancha, situada en lasmontaas, a unos 4.000 metros de altura, difcilmente podra ser ms remota, pero desde que en 1607 obtuvoen el tribunal del virrey de Lima la primera sentencia contra un usurpador espaol, no ha dejado nunca dedarse cuenta al menos de ciertas dimensiones de la ms amplia unidad poltica de la que forma parte.

    A medida que nos acercamos al presente los detalles de poltica nacional se hacen cada vez ms

    importantes y son cada vez ms conocidos; as ocurre, por ejemplo, cuando entran en escena elecciones ypartidos, o cuando la intervencin directa del estado en los asuntos de las localidades y los individuos hacenecesario cierto conocimiento de sus instituciones y su funcionamiento. Adems, con le emigracin masivalos pueblos tienen lazos directos con el centro, a travs de las colonias de su gente que se establece en lacapital o en cualquier otro lugar, y que conoce los usos de la ciudad. Pero mucho antes de que esto ocurra loscampesinos perciben cambios dentro del sistema, aunque no sean capaces de describirlos o entenderlos conprecisin. La guerra, la guerra civil, la derrota y la conquista pueden afectar a los campesinos directamente yabrir nuevas posibilidades cuando ponen en peligro a los gobernantes nacionales y cambian los locales.Incluso acontecimientos menores de la poltica de la clase dominante, tales como elecciones y golpes deestado, que apenas les afectan directamente, pueden ser captados correctamente como hechos alentadores odesalentadores. Ellos pueden no saber exactamente lo que pasa en la capital, pero si el senador local ya no esun miembro de la familia A y en cambio parece que sube la familia B habr en el lugar considerables

    cambios de apreciacin, primero, sin duda, entre las gentes de ciudad, pero tambin, llegado el caso, en lospueblos. La revolucin mexicana incluso en el Morelos de Zapata no empez tanto bajo la forma derevolucin como de rotura del equilibrio poltico local establecido desde haca tiempo, que a su vez dependadel tranquilo funcionamiento y de la permanencia del sistema de gobierno nacional de Don Porfirio.

    Si cualquier cambio nacional importante puede abrir nuevas posibilidades locales o cerrar otraspasadas, entonces, a fortiori, las noticias de una reforma o de cualquier cambio favorable movilizan a loscampesinos. As, cuando en 1945 lleg al poder en Lima un gobierno reformista apoyado por el partidoAPRA, las comunidades que haban actuado sobre el supuesto de la estabilidad cambiaron rpidamente, sutctica. Santa Rosa, que haba estado negociando tratados sobre sus lmites con las fincas vecinas, anunci:Ahora, con el nuevo gobierno, podemos hacer lo que queramos y denunciamos los tratados existentes conGanadera (Sociedad Ganadera del Centro) [Hobsbawm, en prensa]. Marc Ferro seala que las resolucionesenviadas por el campesinado inmediatamente despus de la Revolucin de Febrero en Rusia, elaboradas sin

    duda por las intelligentsiasde los pueblos, a diferencia de las de los obreros, exigen mucho ms que no sequejan o instan, y seala tambin que los campesinos expresan ms frecuentemente que los obreros eldeseo de castigar a los seores del antiguo rgimen [Ferro, 1967: 186]. Es como si los pueblos, siempreconscientes de su fuerza potencial incluso dentro de su posicin subordinada, slo requirieran la seguridad deuna buena disposicin hacia ellos o hasta de la mera tolerancia de las autoridades superiores para hacer fuertesu postura. Inversamente, claro est, cualquier indicio de que el poder vaya a aplastarles de nuevo lesimpulsa a encerrarse dentro de su caparazn. As como el gobierno reformista de 1945 llev a una ola deagitacin y organizacin agrarias, as la imposicin en 1948 del gobierno militar detuvo bruscamente lasocupaciones de tierras y la sindicacin campesina, hasta que, despus de 1956, bajo un nuevo gobierno, loscampesinos se dieron cuenta gradualmente de que la situacin volva a ser de nuevo bastante ms abierta.

    Este sentido de constante confrontacin de fuerza, potencial o efectiva, puede derivar quiz de lamisma exclusin del campesinado tradicional del mecanismo oficial de la poltica y hasta de la ley. Lasrelaciones de fuerza pruebas de fuerza reales o ritualizadas sustituyen a las relaciones institucionalizadas.La escasa disposicin del seor Fernandini para echar a una comunidad india vecina de su hacienda que lainvada era interpretada por los campesinos como miedo: No hay por esta regin un solo indio que no diga

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    que puede conseguir de taita Eulogio todo lo que quiera, porque taita Eulogio tiene miedo de ellos[Martnez Alier, 1974]. En cambio, como correctamente lo reconoce Daniel Field [Field, 1967: 54], si loscampesinos hubieran querido llamar la atencin de las autoridades slo hubieran tenido una manera eficaz dehacerlo: enfrentndose a la autoridad mediante la accin directa, pues no existan mecanismos polticos queles permitieran hacerse or. Ese enfrentamiento era arriesgado, pues normalmente la represalia era segura,pero, ciertamente, los campesinos, y probablemente hasta los seores y el gobierno, habran de calcular ladosis de violencia ejercida. En las ocupaciones de 1947 las comunidades que se quedaron y fuerondestrozadas por el ejrcito fueron las que no tenan experiencia. Huasicancha, con siglos de experienciaalternando el recurso legal y la accin directa, evacu sin violencia la tierra ocupada cuando lleg el ejrcitoy transitoriamente intent sacar el mximo partido de las leyes.

    La confrontacin poda ser, pues, no-revolucionaria: es un error pensar que todo caso de toma depostura de los campesinos por la fuerza es un levantamiento o una insurreccin. Pero, por la mismadesnudez de la tpica relacin de fuerza que implicaba, poda prestarse a la revolucin. Pues qu iba a pasarsi pareca como si se pudiera alcanzar el final definitivo del dominio de la aristocracia de la Tierra? Estamosaqu en el lmite entre la afirmacin poltica consistente y la esperanza apocalptica. Pocos campesinos iban atener la esperanza de que su regin o su pueblo, solos, pudieran conseguir la liberacin definitiva. De esosaban demasiado. Pero y si todo el reino, si, realmente, todo el mundo fuera a cambiar? El ampliomovimiento del trienio bolchevique en Espaa (1918-1920) fue debido al doble impacto de las noticias de

    los sucesivos hundimientos de imperios el ruso, seguido por los centroeuropeos y de una revolucincampesinaefectiva. Pero cmo es posible que creis en el triunfo?, preguntaba Daz del Moral, No hayen Espaa Ejrcito y Gobierno?, y le contestaron: Pero, seorito, cuando se ha hundido Alemania, esposible que los burgueses confen todava en este Gobierno de Espaa, que vale tan poco? [Daz del Moral,1967: 468]. Y de cualquier modo, cuanto ms lejos estaban los centros de decisin de la estructura local depoder conocida y comprendida, ms confusa era la separacin entre juicio real, esperanza y mito (tanto en elsentido coloquial como en el soreliano). Los signos por medio de los cuales los hombres prevean eladvenimiento del milenio eran, en un sentido, empricos, como aqullos por los que prevean el tiempo, peroen otro sentido eran tambin expresin de su sentimiento. Quin poda decir si haba realmente una nuevaley, o un jinete que llevara el manifiesto del zar en letras de oro por el que se entregaba la tierra a loslabradores, o si sas eran solamente cosas que hubieron debido existir?

    Podra llevarse la hiptesis un paso ms all y suponerse que, inversamente, la frustracin de la

    esperanza dentro de una situacin evaluable concretamente habra de pesar menos que la de esperanzasglobales o apocalpticas. Cuando el ejrcito llegaba y echaba a la comunidad de las tierras ocupadas por ella,sta no haba de desmoralizarse, sino que esperaba al siguiente momento apropiado para la accin. Perocuando fallaba la esperada revolucin, parece que probablemente haba de tardar mucho ms en restablecersela moral de los campesinos. Malefakis [1970], por ejemplo, ha indicado que parte de la tragedia de laSegunda Repblica espaola de 1931-1939 radica en el hecho de que hasta 1933 la base del movimientocampesino no fue consciente de que se haba abierto una nueva poca de posibilidades, y entonces ya sehaban perdido los mejores momentos para impulsar al gobierno republicano a la reforma agraria. Tras laderrota del trienio bolchevique la cada de un rey no fue suficiente para que renaciera su confianza.

    IV

    Hasta ahora hemos considerado simplemente las estructuras polticas ms amplias como algo queafecta favorable o desfavorablemente a la accin campesina. Y sin embargo, en especial durante la transicina la poltica moderna, tambin deben considerarse los efectos de la Poltica de los campesinos sobre lasestructuras polticas y aqu lo haremos brevemente. Antes del siglo XVIII, en Europa, y quizs en casi todo elmundo, esos efectos son normalmente despreciables, excepto en perodos de revolucin general, en quepueden llegar a ser decisivos, bien para el triunfo de la revolucin, bien para su derrota. Parece como si loscampesinos tuvieran siempre un lugar en la historia econmica o social, pero raramente lo ocuparan en lahistoria poltica, dado que los gobernantes slo han de preocuparse de lo que ocurre en los pueblos enmomentos determinados. China es quiz la gran excepcin, pues en la poltica tradicional de ese pas, en elfinal de una dinasta y su sustitucin por otra, los levantamientos campesinos juegan un reconocido yprevisto papel. Pero, en Europa, el campo pasa a ser importante en la transicin a la poltica moderna,aunque slo sea por la frecuencia de las revoluciones o amenazas revolucionarias, y con el desarrollo desistemas de poltica de masas, electorales o de otro tipo, su actitud interviene en los constantes clculos delos polticos.

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    Los campesinos tradicionales son integrados en el sistema poltico dominante por mediacin de treselementos ideolgicos principales: el rey, la Iglesia (u otras estructuras religiosas) y lo que, con dudas yconscientemente del peligro de anacronismo, debe ser llamado protonacionalismo. Los tres sonpolticamente ambiguos. El rey es a la vez la clave de la estructura social estable que se apoya en lasespaldas de un campesinado que no se queja y la remota fuente de justicia a la que se puede apelar contra losautnticos dominadores, los terratenientes. La Iglesia tiene una dualidad similar, aunque quiz ms aguda:en las regiones cristianas el obispo puede ser de ellos, pero los santos siempre nos pertenecen. Elprotonacionalismo, a menudo no diferenciado de la religin (como todava puede comprobarse en elmovimiento nacional irlands, en el que el catolicismo es cuando menos un criterio de nacionalidad tancrucial como la etnia) se identifica menos regularmente con la integracin poltica, pero all donde coincidecon el rey o la Iglesia o con ambos la combinacin es fuerte, como lo descubri Napolen tanto en Rusiacomo en Espaa. En cambio, cuando no ocurre as, raramente tiene implicaciones polticas a escala nacional,por lo menos en Europa, antes del siglo XIX.

    Durante la transicin a la poltica europea moderna (con la excepcin parcial del protonacionalismo)esa ideologa moviliz al campesinado hacia la derecha poltica, o hizo que no se movilizara hacia laizquierda, aun cuando sus aspiraciones fueran, segn nuestros patrones, revolucionarias. La poltica moderna(por ejemplo, el liberalismo) era cosa de las ciudades y de los ricos, y para los campesinos era o irrelevante uhostil, y la defensa de los viejos usos contra los nuevos implicaba el tipo de tradicionalismo revolucionario

    que los Borbones utilizaron con buen resultado en la Italia meridional, aunque no en Sicilia, donde ellosmismos eran extranjeros. La cuestin principal es: cundo, cmo y bajo qu circunstancias se ponen losmovimientos campesinos bajo la direccin de la izquierda, o, de un modo ms general, llegan a expresarse enun lenguaje poltico nuevo? Es evidente, por ejemplo, que en los aos setenta del siglo pasado loscampesinos rusos, para mal de los Narodniks, eran todava muy inaccesibles para ellos, tanto por no ser estosltimos campesinos como por su idioma, y en cambio hacia principios del siglo XXaqullos eran mucho msreceptivos con respecto a nuevas ideas y mtodos. Obviamente, los cambios econmicos, la urbanizacin, laemigracin, etctera, eran en gran medida responsables de tales cambios. Como lo expresaba un estudio rusode 1908:

    El fermento o cerebro del movimiento... lo constituan los campesinos con trabajos yretribuciones marginales en las fbricas, en las minas y en las ciudades. En cuanto que personas msdesenvueltas, llevaban al campo junto con los peridicos noticias sobre el movimiento agrario y

    los trabajadores de otros lugares, e inconscientemente hacan propaganda de la idea del movimientoagrario [Perrie, 1972: 136].

    No obstante, tenemos evidentemente ejemplos de campesinos tradicionales que aceptan la direccinde la izquierda poltica (en la Sicilia y la Italia meridional de Garibaldi, por ejemplo) mucho antes de que laindustrializacin y la urbanizacin les afecten seriamente. Sobre esta cuestin estamos todava muy aoscuras, y se requiere mayor investigacin. Desde luego, no debe haber confusin con el inmediato atractivoque puede tener desde una fase muy temprana la heterodoxia, incluida la de revolucionarios polticos laicos,para grupos minoritarios descontentos, como los colonos albaneses del sur de Italia o los tribales de la Indiamoderna.

    Puede, sin embargo, apuntarse una cosa. Contra lo que podra suponerse, la agitacin directamentenacionalista moderna tiende a captar a los campesinos bastante ms tarde que la agitacin social, a menos

    que sea bajo la forma de simple xenofobia, que con igual facilidad puede volverse contra grupos marginalespertenecientes a la misma nacin. As, por ejemplo, los hombres de Tipperary de la primera mitad del sigloXIXejercieron su notorio terrorismo agrario no slo contra los protestantes ingleses propietarios de tierras,sino tambin contra las gentes de Connaught y de Kerry que competan con ellos por la tierra y el trabajo. Yel ms claro ejemplo de movimiento nacional de base popular del siglo XIX, el de los fenianos irlandeses, noadquiri una base campesina realmente slida, venciendo la fuerte hostilidad de la Iglesia, hasta que ladepresin agraria y laLand Leaguele dieron un programa social, adems de nacional.

    Este estudio se ha referido casi exclusivamente a la poltica de los campesinos tradicionales ensituaciones tradicionales o de transicin. Puede concluirse con tres breves referencias a los campesinos ensituaciones polticas modernas. Omito el papel de los campesinos en los pases socialistas, pues en stos (conla posible excepcin de China) los campesinos vuelven a convertirse en una fuerza recesiva y relativamentepasiva, aunque la efectividad de su negativa a hacer ciertas cosas demuestre que los estados y economasmodernos pueden ser si acaso, ms sensibles al tipo tradicional de resistencia en el que tanta experienciatienen los campesinos.

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    La primera cuestin es la de que, en algn momento de la diferenciacin econmica, elcampesinado desaparece como concepto poltico, porque entonces los conflictos internos del sector ruralpesan ms que lo que todos los campesinos tienen en comn frente a los que no lo son. La aparicin de estasituacin ha sido deseada a veces por los revolucionarios (por los bolcheviques rusos, por ejemplo) perocuando se presenta, al menos antes de las revoluciones, redunda normalmente en perjuicio suyo. Ladificultad con que se encuentran hoy los comunistas de la India en su trabajo campesino reside en quepueden dirigirse eficazmente a algunas capas rurales, pero no a todas, y al dirigirse a un grupo tiendenautomticamente a ponerse en antagonismo con los otros. Sin embargo, la desintegracin poltica delcampesinado queda pospuesta u oculta por la persistencia de las tradicionales diferencias entre ciudad ycampo, de los intereses polticos especficos que pueden tener en comn una gran variedad de gentesocupadas en la agricultura (por ejemplo, en favor de una poltica estatal de precios altos y garantizados paralos productos agrcolas) y de instituciones y hbitos tradicionales. As, la comunidad campesina de losaos setenta de este siglo puede de hecho representar tan slo los intereses de un grupo de kulaks, o clasemedia rural integrada en ella, mientras que la totalidad de los miembros de esa comunidad campesinapuede que no constituyan a su vez, ms que un pequeo porcentaje de la poblacin local. Pero, a pesar detodo, funcionar como comunidad y en cierta medida est representada como tal por todos sus miembros.Las gentes pobres o sin tierra de los pueblos pueden continuar cediendo ante sus parientes ricos, aunque lapoltica y la organizacin modernas puedan permitirles, como grupo, mayor eficacia que la que tuvieron en

    otro tiempo. En la medida en que esto es cierto, indica que la poltica campesina es posiblemente, ms quenada, la de los propietarios agrcolas ricos.La segunda cuestin es la de que la poltica electoral democrtica no opera para los campesinos

    como lo hara para una clase. A diferencia del partido de la clase obrera, el partido campesino no es laproyeccin normal de la consciencia de clase en la poltica, sino un raro fenmeno histrico, limitado, a finesprcticos, a determinados lugares de la Europa oriental, sudoriental y central entre las guerras mundiales. Yni siquiera los partidos campesinos de esos lugares y de esa poca fueron necesariamente muy diferentesde otros partidos de base en gran medida campesina pero que no fundamentaban oficialmente su atractivo ensu carcter de clase. A principios de los aos cincuenta, de los 2.836 alcaldes rurales radicales existentes enFrancia no menos de 2.600 eran agricultores [Duverger, 1955: 225]. Hay pases en los que nunca han surgidopartidos especficamente campesinos, y tambin, realmente, lugares en los que no hay ninguna correlacinglobal entre el porcentaje de la poblacin activa ocupado en la agricultura y el comportamiento poltico de la

    zona [Ibid.: 157]. As, los cinco departamentos ms rurales de Francia en 1951 dieron su mayor nmerorespectivo de votos a los comunistas, a una alianza de cristianodemcratas y radicales, a una alianza desocialistas y radicales, a los gaullistas y a los cristianodemcratas. Adems, aun cuando consiguen entre loscampesinos apoyo mayoritario, pocos de sus cuadros son de ese origen. Los legisladores democristianositalianos de 1963, aunque elegidos por el 44 % del campesinado, eran en su abrumadora mayora de origenno campesino. Slo un 4-5 % de sus padres haban sido propietarios agrcolas (curiosamente haba habidocasi el doble de ese porcentaje de obreros) [Tarrow, 1967: 134, 144]. (En comparacin con eso, casi untercio de los diputados comunistas italianos de 1963 tenan padres de la clase obrera, mientras que el 40 % delos diputados comunistas franceses de principios de los aos cincuenta haban empezado ellos mismos suvida como trabajadores manuales.) Con respecto a la poltica nacional de los estados democraticoburgueses,los campesinos tienden a ser el pienso de las elecciones, excepto cuando exigen o impiden ciertas medidaspolticas especializadas. Con respecto a la poltica local son, claro est, mucho ms importantes. Sin

    embargo, los nmeros absolutos de electores campesinos y la persistente sobrerrepresentacin del electoradorural no deben ser despreciados.

    La tercera cuestin es la que Marx propuso en el Dieciocho Brumario[Marx, 1852; trad. citada enReferencias, p. 115]. l sostena que por sus particularidades como clase los campesinos son incapaces dehacer valer su inters de clase en su propio nombre... No pueden representarse, sino que tienen que serrepresentados. Su representante tiene que aparecer al mismo tiempo como su seor, como una autoridad porencima de ellos, como un poder ilimitado de gobierno que los proteja de las dems clases y les enve desde loalto la lluvia y el sol. Por consiguiente, la influencia poltica de los campesinos parcelarios encuentra sultima expresin en el hecho de que el poder ejecutivo someta bajo su mando a la sociedad. Si estaafirmacin se refiere solamente a los campesinos o tambin a otras clases y capas incapaces de organizarsecomo clase (por ejemplo, a las clases medias bajas, en el sentido europeo de esa designacin), no es cosa quedeba discutirse aqu. Puede tambin afirmarse que en muchos casos la actitud aparentemente pasiva de loscampesinos hacia el gobierno central oculta complejas jerarquas de relaciones de clientelismo, basadas enpactos tcitos o explcitos, que van desde los mbitos locales hasta la cima del poder estatal [Powell, 1970].Puede tambin sostenerse que la enorme fuerza de veto que tiene de factola negativa de los campesinos a

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    actuar hace que esta relacin sea menos pasiva de lo que a primera vista parece. A pesar de todo, laafirmacin de Marx explica probablemente algo ms que la naturaleza del bonapartismo de mediados delsiglo XIX. Esa actitud campesina, no tiene por qu llevar forzosamente a una dictadura de derechas, aunqueen cierto sentido el auge del partido nazi en Alemania entre 1928 y 1933 fuera debido al ltimo movimientode masas autnticamente campesino, por lo menos en las zonas protestantes de Alemania. A pesar de todo,vale la pena investigar la importancia de la figura poltica paternal o maternal, o del estado patrono, en lapoltica de los pases campesinos de hoy en da teniendo presente la observacin de Marx.

    Sin embargo, el hecho fundamental de la poltica campesina del presente es la decadencia delcampesinado tradicional, y, cada vez ms, la disminucin numrica relativa del campesinado de cualquiertipo. Gran parte de lo que se ha discutido en este estudio es ya de un inters ms histrico que actual. Noobstante, como la masa de los que en muchas partes del mundo emigran a las ciudades se compone dehombres y mujeres con antecedentes campesinos tradicionales, y stos llevan a su nuevo mundo los modosde accin y pensamiento del antiguo, la historia queda como fuerza poltica presente. No sera acertadodespreciarla.

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    (Traduccin castellana de S. XXI, Editores.)