Los derechos culturales, tema pendiente

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2/23/2015 derechos http://www.politicasculturales.mx/derechos.html 1/2 INICIO CULTURA PARA LA ARMONÍA POLÍTICAS CULTURALES INDUSTRIAS CULTURALES MIRADAS INTERNACIONALES RESEÑA n la Asamblea Legislativa se discute un proyecto sobre Derechos Culturales en el Distrito Federal. Y es que resulta frecuente escuchar que el derecho camina un paso atrás de la sociedad. Legislamos cuando un problema o una situación social anómala exige ordenar, limitar o reencausar una situación. La legislación sanitaria es un ejemplo. Las prácticas legislativas en esta materia tienden a dar seguridad sobre un proceso sanitario, a defender a la sociedad de engaños médicos como los productos milagro o de procesos médicos peligrosos o fraudulentos, e incluso a ordenar o reconocer prácticas tradicionales como las que realizan comadronas o acupunturistas. Pero en el caso de la cultura parece que la norma jurídica tiene otro sentido: adelantar una realidad, proponer un modelo de práctica social, abrir un camino para que los actores interesados de la sociedad se aventuren en él; esto se debe en parte a la dialéctica existente entre las políticas de cultura internas y las discusiones internacionales. En materia de cultura es muy frecuente que opere lo que Alfons Martinell denomina el “análisis de necesidades comparadas”, es decir, la observación de prácticas culturales que se realizan en un país, región o municipio vecino para evaluar si esa práctica es conveniente, si atiende una necesidad o, al menos, un anhelo. Fue muy significativo, por ejemplo, que la creación del primer ministerio de cultura del mundo, el Ministerio de Asuntos Culturales de Francia en 1959, desatara la creación, primero en el continente europeo y luego en América Latina, de instituciones parecidas. A su vez otros modelos de institucionalidad inspiraron la formación de organismos alternativos a los ministerios como es el caso de los Fondos o de las Consejos tipo el CONACULTA en México, que ha inspirado la construcción de aparatos parecidos hasta en el nombre. Sin embargo aún no existe un modelo consistente de legislación que defienda, impulse y garantice los derechos culturales. Falta acuerdo incluso en materia de una legislación semejante. Cuando en México se ha discutido sobre derecho cultural, con frecuencia opera un desplazamiento hacia el análisis del derecho que rige las instituciones culturales. Así los debates se orientan al examen de cómo se gestiona el patrimonio, la educación artística o los derechos de autor. Éstas son sin duda temáticas relevantes desde el punto de vista jurídico e incluso tienen un sentido social en cuanto a que muchos aspectos de estas normatividades afectan a los ciudadanos pero, en mi opinión, no está ahí lo esencial de los derechos culturales. Aunque los derechos culturales, al ser parte de los derechos humanos son universales e indivisibles, responden a diversas situaciones de hombres y mujeres. La primera es la que se deriva de la creación artística, un espacio de expresión que demanda extrema libertad para ser tal, pero cuyo ejercicio no ha sido, ni es, ni será nunca sencillo. Desde el siglo XVIII quedó claro que los seres humanos no tenemos derecho a hacer todo lo que nos venga en gana, pero sí a pensar cualquier cosa y, en medio de estos dos extremos ha evolucionado el derecho a decir o expresar lo que deseemos. Este ejercicio no es fácil. Existe el debate de que así como nuestra libertad de expresión tiene como límite el honor de otros, no está claro si la libertad creadora deba tener algún límite. E Los derechos culturales, tema pendiente “Cuando se han discutido los derechos culturales, con frecuencia opera un desplazamiento hacia el análisis del derecho que rige las instituciones culturales, por lo que los debates se orientan al examen de cómo se gestiona el patrimonio, la educación artística o los derechos de autor”

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INICIO CULTURA PARALA ARMONÍA

POLÍTICASCULTURALES

INDUSTRIASCULTURALES

MIRADASINTERNACIONALES RESEÑAS

n la Asamblea Legislativa se discute un proyecto sobre DerechosCulturales en el Distrito Federal. Y es que resulta frecuente escucharque el derecho camina un paso atrás de la sociedad. Legislamoscuando un problema o una situación social anómala exige ordenar,limitar o reencausar una situación. La legislación sanitaria es un

ejemplo. Las prácticas legislativas en esta materia tienden a dar seguridad sobreun proceso sanitario, a defender a la sociedad de engaños médicos como losproductos milagro o de procesos médicos peligrosos o fraudulentos, e incluso aordenar o reconocer prácticas tradicionales como las que realizan comadronas oacupunturistas. Pero en el caso de la cultura parece que la norma jurídica tiene otro sentido:adelantar una realidad, proponer un modelo de práctica social, abrir un caminopara que los actores interesados de la sociedad se aventuren en él; esto se debeen parte a la dialéctica existente entre las políticas de cultura internas y lasdiscusiones internacionales. En materia de cultura es muy frecuente que opere lo que Alfons Martinelldenomina el “análisis de necesidades comparadas”, es decir, la observación deprácticas culturales que se realizan en un país, región o municipio vecino paraevaluar si esa práctica es conveniente, si atiende una necesidad o, al menos, unanhelo. Fue muy significativo, por ejemplo, que la creación del primer ministerio decultura del mundo, el Ministerio de Asuntos Culturales de Francia en 1959,desatara la creación, primero en el continente europeo y luego en América Latina,de instituciones parecidas. A su vez otros modelos de institucionalidad inspiraronla formación de organismos alternativos a los ministerios como es el caso de losFondos o de las Consejos tipo el CONACULTA en México, que ha inspirado laconstrucción de aparatos parecidos hasta en el nombre. Sin embargo aún noexiste un modelo consistente de legislación que defienda, impulse y garantice losderechos culturales. Falta acuerdo incluso en materia de una legislaciónsemejante. Cuando en México se ha discutido sobre derecho cultural, con frecuencia operaun desplazamiento hacia el análisis del derecho que rige las institucionesculturales. Así los debates se orientan al examen de cómo se gestiona elpatrimonio, la educación artística o los derechos de autor. Éstas son sin dudatemáticas relevantes desde el punto de vista jurídico e incluso tienen un sentidosocial en cuanto a que muchos aspectos de estas normatividades afectan a losciudadanos pero, en mi opinión, no está ahí lo esencial de los derechosculturales. Aunque los derechos culturales, al ser parte de los derechos humanos sonuniversales e indivisibles, responden a diversas situaciones de hombres ymujeres. La primera es la que se deriva de la creación artística, un espacio deexpresión que demanda extrema libertad para ser tal, pero cuyo ejercicio no hasido, ni es, ni será nunca sencillo. Desde el siglo XVIII quedó claro que los seres humanos no tenemos derecho ahacer todo lo que nos venga en gana, pero sí a pensar cualquier cosa y, en mediode estos dos extremos ha evolucionado el derecho a decir o expresar lo quedeseemos. Este ejercicio no es fácil. Existe el debate de que así como nuestralibertad de expresión tiene como límite el honor de otros, no está claro si lalibertad creadora deba tener algún límite.

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“Cuando se handiscutido los

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frecuencia operaun desplazamiento

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rige lasinstituciones

culturales, por loque los debates seorientan al examen

de cómo segestiona el

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Otra situación específica del derecho cultural es la de acceder a las creacionesculturales existentes tanto en forma de bienes (libros, cine, música, etcétera)como de servicios (bibliotecas, educación artística, información…) Se trata de underecho que el Estado mexicano ha tratado de satisfacer desde la época de JoséVasconcelos y que cuenta con experiencias muy alentadoras y en algunosaspectos debatibles. También supone esta situación la participación en ladefinición de las políticas culturales, el derecho a la consulta, el de proponeriniciativas y supervisar la acción de las instituciones culturales. Una tercera situación es la que se refiere a la defensa de la diversidad, es decirel derecho a la cultura propia, un campo en el que el Estado ha incursionado casisiempre en forma reactiva ante las demandas de grupos, etnias o comunidadesque demandan la especificidad de sus intereses culturales. El derecho cultural tiene, a su vez, diversos contenidos. La Declaración deFriburgo los enlista como Derecho a la Identidad y Patrimonio Culturales,referencias a comunidades culturales, acceso y participación en la vida cultural,educación y formación, información y comunicación y cooperación cultural. Setrata de un amplio espectro de campos que a menudo están dispersos en muchosordenamientos legales. Hay dos aspectos adjetivos a los derechos culturales que, sin embargo, son devital importancia para conformar un cuadro alentador, es decir viable, para suejercicio: los derechos culturales requieren una institucionalidad, sin ella son letramuerta. El otro es que no cabe legislar sobre los derechos si no se hace tambiénsobre los mecanismos para garantizarlos. Este es un tema que marcará la calidadde la legislación y la verdadera relevancia que se le da a este campo jurídico. Porlo pronto estaremos pendientes de lo que suceda en la Asamblea Legislativasobre este tema.