Transición Educación Media - Educación Superior, Nuevos Desafíos, Grandes Oportunidades.
Los Desafíos de La Educación Especial
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LOS DESAFÍOS DE LA EDUCACIÓN ESPECIAL
08/04/15Entrevista a Néstor Carasa, Secretario de Educación Especial del SUTEBA.
La inclusión educativa es un derecho de todas las personas, tengan o no alguna
discapacidad. Todos los sujetos en situación de discapacidad están contemplados,
y pueden ejercer su derecho a la educación en el sistema educativo, en las
escuelas comunes y en las Escuelas Especiales, desde las dos estrategias de
intervención que hoy tiene la educación especial en general y las escuelas
especiales en particular. Una es la integración escolar, una estrategia donde el
alumno transcurre su proceso de aprendizaje en una escuela común, y desde allí
la Escuela Especial acompaña al sujeto a través de la maestra integradora y su
equipo; la otra vertiente es desde la atención en las sedes de Escuelas Especiales
en casos donde los niños/as adolescentes no están en condiciones, por
situaciones muchas veces complejas, de transitar su escolaridad en una escuela
común.
Estamos en estos tiempos de debates. Son dos temas los que venimos
impulsando como organización gremial en la discusión con nuestros compañeros y
con otras organizaciones. Por un lado, el tema de las categorías diagnósticas, las
que hacen a las definiciones y las situaciones de discapacidad de los sujetos.
Muchas veces, en nombre de avances científicos o de propuestas de formación,
se esconden negocios o intereses particulares para sostener determinadas
estrategias donde aparece alguien que tiene la llave del conocimiento, de la
formación y del tratamiento, siendo esto asumido por alguna determinada
organización. Al respecto, y para no parcializar el análisis de la cuestión, también
hay que decir que lamentablemente el Estado, el sistema educativo, no han
aportado todavía elementos suficientes e importantes en la Formación Docente,
recién en estos tiempos -con el PNFP- empiezan a haber algunas propuestas de
formación en servicio y de actualizaciones para los compañeros que están
trabajando en las escuelas. Durante años, la actualización quedó librada a las
propias decisiones personales o a las decisiones institucionales que algunas
escuelas tomaban en función de generar estrategias y a las acciones de las
organizaciones gremiales a través de diferentes espacios de actualización; pero
no hubo hasta ahora una acción sistemática desde la DGCyE, y esto no sólo
sucede en Buenos Aires sino a nivel nacional.
Nosotros sostenemos que las categorizaciones y las clasificaciones pueden
producir, en muchos casos, la estigmatización del sujeto. Cuando esto no es
acompañado de un análisis crítico, reflexivo y particularizado, el sujeto queda
atrapado en su categoría diagnóstica y condenado a cumplir con lo que la
categoría dice y pronostica. Esta es y ha sido, históricamente, una dificultad, no
sólo de la Educación Especial sino de la educación en general. No se trata de
estar en contra de los diagnósticos porque no sirven, personalmente creo que sí.
El asunto es qué lugar se le da al diagnóstico, cuál es el valor, la temporalidad, la
relación con el contexto y qué se hace con él. Los maestros nunca podríamos
poner un diagnóstico médico por encima de un diagnóstico pedagógico. El
diagnóstico pedagógico es lo que los docentes podemos hacer, permite
mejorar nuestro trabajo y tomar decisiones pedagógicas. Lógicamente,
cuando hay un diagnóstico médico que aporta para esta mirada y esta definición,
es necesario tomarlo. La pregunta sería, ¿cuál es el lugar que tiene el
diagnóstico médico en la toma de decisiones pedagógicas? Se plantea como
un problema que es necesario mirar y analizar; esto, en alguna medida, tiene que
ver con la formación histórica de los docentes de Educación Especial y hoy está
siendo puesto en discusión.
Otra gran discusión, a la que no rehuimos, está vinculada con la inclusión e
integración de los estudiantes con discapacidad. Son dos conceptos que no
significan lo mismo, que hoy siguen siendo confundidos, algunas veces
ingenuamente y otras a partir de intereses particulares. Ambos conceptos
expresan dimensiones diferentes y están en relación. Sostenemos que la
inclusión es un derecho de todos a recibir una educación, no es sólo un
derecho de las personas con discapacidad, es de todos. La integración es la
estrategia pedagógica que permite sostener la inclusión de chicos con
discapacidad en una escuela común. Esta discusión es la que damos con
nuestros compañeros y también la damos por fuera de la docencia, porque hay
organizaciones que piensan que la inclusión sólo se puede dar en la escuela
común. Y que, por lo tanto, una Escuela Especial es lo contrario a la inclusión,
siendo una institución segregada. Este es otro foco de discusión, si la educación o
la Escuela Especial genera segregación. Es necesario hacer un poco de historia,
ver cómo y porqué nació la Escuela Especial, cuál era el contexto y qué
representaba en aquel momento. No es sencillo analizar el problema presente si
no se tiene en cuenta el recorrido, de dónde se viene.
Nosotros estamos a favor de la inclusión y la entendemos como un derecho, que
no está subordinado o por debajo del derecho de los Trabajadores de la
Educación. No tenemos una actitud corporativa de defensa de la Escuela
Especial, todo lo contrario. Es más, aprendimos a hacer integración en las peores
condiciones, en Buenos Aires la integración escolar, como experiencia
institucionalizada, comienza entre fines de los "80 y comienzos de los "90, siendo
su desarrollo en condiciones adversas. En ese momento no nos paramos en
contra de la integración, dimos la discusión con nuestros propios compañeros que
tenían temor a que la integración terminara produciendo el cierre de las escuelas
especiales. Dijimos que la integración es un derecho y es una estrategia. Como
estrategia, no es automáticamente generalizable, no se resuelve por decreto o por
ley y para sostenerla se requieren de determinadas condiciones materiales. Y que
se resuelve desde la práctica, por ejercicio, por persistencia y por análisis crítico,
estas son las diferencias que tenemos con algunas organizaciones que plantean
que se puede imponer la inclusión porque lo prescribe en una ley. ¡Ojala fuera tan
fácil transformar la realidad!
Otra discusión que tenemos es cuando hablan de escuelas inclusivas y las
asocian a escuelas comunes. Desde esa mirada, las escuelas especiales son
excluyentes o segregadoras. Nosotros decimos que la inclusión o la segregación
existe en las instituciones y que existen tanto en las escuelas comunes como en
las Escuelas Especiales, no pensamos que unas son mejores que otras. Esto es
un problema complejo, hay escuelas comunes que son inclusivas y otras que no lo
son, y no tiene que ver con que llevan el nombre de escuela común o que forman
parte del sistema que se conoce como educación común. Sabemos que la
prácticas de segregación y de exclusión, también pueden estar dentro de las
escuelas especiales; pero hay que reconocer que muchos pibes con discapacidad
no hubiesen tenido ningún lugar y no hubiesen aprendido nada sino hubiese
estado la Escuela Especial.
Esto no significa que todos los pibes con discapacidad tengan que estar dentro o
que el mejor lugar para ellos sea una Escuela Especial. En lo que sí hay que
pensar es que cada pibe con discapacidad tiene derecho a su educación y que la
definición de cuál es el mejor lugar para desarrollar su educación es una definición
en relación a las necesidades, características, condiciones y posibilidades de cada
sujeto. No hay que pensar a la discapacidad como limitación, como históricamente
fue pensada, como lo que el sujeto no puede. Hay que pensarla desde lo que
puede, pero sin negar que lo que opera en ese momento de la vida del sujeto es
una situación de discapacidad; no llevarlo al punto mágico donde el sujeto puede
todo, la verdad es que nadie puede todo, ni siquiera aquellos que no están en
situación de discapacidad.
Estas son las discusiones por las cuales transitamos, al mismo tiempo que
sostenemos la pelea por el mejoramiento de las condiciones de trabajo. Todavía
falta una mayor cantidad de cargos para mejorar la atención de los pibes. En
nuestra provincia siguen habiendo muchos lugares en donde hay maestras
integradoras que tienen 10 o más alumnos. Esto, en la práctica, significa que el
proyecto de atención pedagógica para ese alumno no se puede desarrollar
correctamente, porque no se está el tiempo suficiente que ese sujeto necesita,
sumado a la complejidad y la dificultad de que todos los alumnos con discapacidad
no necesitan lo mismo, porque sino esto sería negar las diferencias.
La Educación Especial merece seguir profundizando sus líneas de trabajo en el
marco del Derecho Social a la Educación, de un Estado garante en el marco de la
Ley de Educación Nacional y Provincial.