LOS FORJADORES DE LA HISTORIA DE LA ANTIGUEDAD TARDIA PETER BROWN Manuel López Campuzano

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 LOS FORJADORES DE LA ANTIGÜEDAD TARDÍA

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Lo que se da aquí es una explicación científica del historiador P. Brown a través de una discusión diacrónica de su investigación. Las influencias históricas que han afectado a este autor son referirnos, junto con un breve comentario de su obra más relevante.

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  • LOS FORJADORES DE LA ANTIGEDAD TARDA

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    Mozrabes. Identidad y continuidad de su historiaAntig. crist. (Murcia) XXVIII, 2011, ISSN: 0214-7165, pp. 647-659

    CLAUDIO SNCHEZ-ALBORNOZLaura Arias Ferrer

    Universidad de Murcia

    No olvidemos que la Historia es la hazaa de la libertad y la libertad es lahazaa de la Historia1

    RESUMEN

    Con esta aportacin pretendemos poner de relieve la importancia que D. Claudio Snchez-Albornoz tuvo en el desarrollo de los estudios de la Tardoantigedad durante los aos 40-70. A su vez, realizamos un pequeo recorrido por su vida y obra, as como sus principales aportaciones al debate historiogrfico como genial historiador que era.

    Palabras clave: Snchez-Albornoz, Visigodos, Feudalismo, Antigedad, Hispania.

    ABSTRACT

    The aim of this article is to emphasize the importance of D. Claudio Snchez-Albornoz in relation to the development of the studies about the Late Antiquity from the 40s to the 70s. We also go shortly over his life and works, together with his main contributions to the historiographical discussion as Historian.

    Keywords: Snchez-Albornoz, Visigoths, Feudalism, Antiquity, Hispania.

    1 SNCHEZ-ALBORNOZ, C., El drama de la formacin de Espaa y los espaoles. Otra aventura polmica, Ed. Edhasa, Barcelona, 1973 (p. 142).

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    INTRODUCCIN

    No podemos continuar esta serie, centrada en el estudio de la Antigedad Tarda, sin poner de relieve la importancia de la figura de D. Claudio Snchez-Albornoz. Insigne medievalista, le debemos igualmente pleno reconocimiento como investigador de la Tardoantigedad, al promover el desarrollo de los estudios acerca de este periodo en su bsqueda de los orgenes y causas de los acontecimientos caractersticos de la Alta Edad Media. Al respecto, hemos de destacar su perfecto conocimiento de las fuentes relativas a la Tardoantigedad, mundo visigodo y poca islmica, que expone, analiza y critica con detenimiento en cada una de sus obras. La importancia de su obra radica precisamente en el gran manejo que realiza de las mismas, junto con otros elementos imprescindibles para el anlisis histrico como son los estudios toponmicos y de territorio, entre otros.

    En las lneas siguientes intentamos incidir en los aspectos ms destacados de este genial, a la par que controvertido, historiador, y recordar algunas de sus principales aportaciones al anlisis de la Tardoantigedad y Alta Edad Media espaola.

    1. BREVE RESEA BIOGRFICA

    Nacido en Madrid el 7 de abril de 1893, inici all sus estudios universitarios, y se licenci en Filosofa y Letras en junio de 1913, obteniendo el Premio Extraordinario de Licenciatura. Su meritoria carrera continuaba, doctorndose un ao despus tras la defensa de la Tesis Doc-toral La Potestad Real y los Seoros. Len y Castilla durante los siglos VIII y XIII, con la que obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado, y que fue publicada en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (Madrid, 1916).

    Poco despus, en 1917, inicia su actividad docente en la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Madrid, como Auxiliar Interino gratuito. Sus grandes dotes docentes e inves-tigadoras le haran merecedor de la ctedra de Historia de Espaa de la Facultad de Filosofa y Letras de Barcelona, que permutara por la de Valencia, primero, y Valladolid, despus, para en 1920 ocupar finalmente la ctedra de Historia Antigua y Media de Espaa en la Universidad Central de Madrid. En dicha Universidad permanecera hasta 1933, cuando su activa vida polti-ca, iniciada en 1931, le obligar a retirarse momentneamente de la docencia, al ser nombrado Ministro de Estado del gobierno de la Repblica.

    Entre 1931 y 1936 habr de compaginar su actividad poltica e investigadora, siendo un pe-riodo prolfico en ambos campos. Durante el citado periodo fue Diputado por vila, Ministro de Estado, Vicepresidente de las Cortes, Consejero de Instruccin Pblica y Embajador de Espaa en Lisboa. En su faceta de historiador, publicara diversos trabajos relacionados con el anlisis de fuentes hispano-rabes y de episodios concretos de la Historia Medieval Espaola, como las batallas de Guadalecete y Polvoraria.

    El estallido de la Guerra Civil espaola el 18 de julio de 1936 cambiar la marcha de los acontecimientos. La defensa de sus ideas republicanas provocar su destitucin y salida de la Embajada de Espaa en Lisboa, cargo que entonces ostentaba, y emigrar entonces a Burdeos. Su condicin de exiliado republicano no merma sus posibilidades cientficas y laborales, y entre 1937 y 1940 ejerce como profesor en la Universidad de Burdeos. Pero un nuevo acontecimiento blico redefinir de nuevo su trayectoria. La ocupacin de Francia por los alemanes le obligar a emigrar y abandonar Francia, dirigindose entonces a Argentina.

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    Su primer destino sera Mendoza, en cuya universidad ocup la ctedra de Historia de la Edad Media entre diciembre de 1940 y 1942. En esta fecha se trasladara a Buenos Aires para ejercer de catedrtico de Historia Medieval en la Universidad de Buenos Aires, donde perma-necera hasta su jubilacin.

    En Buenos Aires continuar cultivando los campos hacia los que ya haba orientado su carrera investigadora, centrada especialmente en el anlisis de la Edad Media espaola y en el origen y desarrollo de sus instituciones. En julio de 1983 volvi a Espaa y se estableci en vila, donde falleci el 8 de julio de 1984.

    Sus aportaciones a la Historia Medieval espaola fueron de gran vala, como seala Luis Garca de Valdeavellano en la semblanza realizada en su memoria2, destacando los estudios centrados en la historia econmica, social y, aadiramos, institucional, de la Espaa medieval.

    La Historia de Espaa es deudora de su talento. No son balades las distinciones y premios otorgadas a su persona: Doctor Honoris Causa de la Universidad Mayor de San Marcos de Lima (1948), Universidad Eberhard-Karl de Tbingen (1971), Universidad de Buenos Aires (1971), Universidad de Lisboa (1982), Universidad de Gante, Burdeos, Oviedo y Valladolid; Acadmico de Nmero de la Real Academia de la Historia de Espaa (1926), Academia das Ciencias de Lisboa, Nazional di Lincei de Roma (1963), Medieval Academy of History de Estados Unidos, Hispanic Society of America (1961), Academia Spoletina, Societ Franaise Dhistoire de Droit, Acadmie des Inscriptions et Belles Lettres del Instituto de Francia, y Acadmico Correspondiente de la Academia Scientiarum Olisiponensis de Lisboa (1936) y la Hispanic Society Of America (1957). Todos ellos entre otras muchas distinciones acadmicas y honorficas, medallas, reconocimientos y premios, entre los que destacamos la concesin del Premio Antonio Feltrinelli de la Academia Nazionale del Lincei (Roma), en 1970, y el Premio Prncipe de Asturias de Comunicacin y Humanidades en 1984, otorgado por la Fundacin Principado de Asturias.

    2. UN RECORRIDO POR SU INVESTIGACIN

    Larga e intensa es su trayectoria investigadora y abundante su bibliografa, lo que hace real-mente difcil poder realizar un breve comentario y compendio de su obra. Su especializacin como medievalista le convierte en historiador clave para el conocimiento de este importante periodo en Espaa. Dentro de esta fase, se centrar principalmente en el anlisis de la Alta Edad Media espaola, interesndose de una manera especial en la gnesis de dos de los ms importantes fenmenos del medievalismo espaol: la Reconquista y el Feudalismo. De la misma manera, fecundos fueron sus trabajos acerca de la Historia de las Instituciones castellanas, siendo una de las figuras de referencia en la materia, junto a Luis Garca de Valdeavellano (1904-1985).

    Como historiador, hemos de destacar la importancia que concede al aparato documental, ba-sando el anlisis histrico en los textos y documentos conocidos. Esta bsqueda de informacin documental le oblig a afrontar con minuciosidad el estudio de las fuentes relativas a la historia medieval hispana. La Crnica de Alfonso III y su versin albeldense, la Continuatio Hispana, la Crnica del Moro Rasis, o la Crnica Silense, son algunas de las fuentes que pudo analizar en profundidad. Una muestra ms de este inters por el anlisis directo de la documentacin

    2 GARCA DE VALDEAVELLANO, L., En la muerte de Snchez-Albornoz, Revista de Historia Ecnomica, ao III, n 1, 1985, 123-126.

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    histrica, como fuente fundamental para la reconstruccin histrica, es el proyecto que el mismo dirigi en el Centro de Estudios Histricos, consistente en la realizacin de un corpus docu-mental de la Edad Media espaola, la denominada Monumenta Hispaniae Historica. Adems de una intensa labor de recopilacin, dicho proyecto inclua la publicacin y edicin crtica de cada una de las fuentes. En 1933 se iniciaron dichos trabajos, pero no pudieron ser finalizados al verse paralizados por el inicio de la Guerra Civil, en 1936, y que, con el exilio de Claudio Snchez-Albornoz, no volvern a ser retomados3.

    Junto al anlisis y crtica de la documentacin histrica existente, a la que dedica un gran nmero de pginas introductorias en cada una de sus obras, concede una especial relevancia al estudio de la toponimia, como principal indicio para la aproximacin de los estudios acerca de la continuidad, o no, del poblamiento.

    Otra de las caractersticas de la obra de Snchez-Albornoz es la independencia de su discurso histrico. Pese a su claro pensamiento poltico, republicano y antifranquista4, no aparecen en sus escritos concesiones polticas en ninguno de los sentidos, ni a la izquierda ni a la derecha. Acerca de la independencia de sus ideas, fiel slo a sus criterios, seala l mismo: he preferido la tristeza y la pobreza del exilio, conservando mi ciudadana, al regreso y claudicacin; y esa actitud me daba una gran libertad de juicio, pues quedaba excluida toda sospecha de embanderamiento en el rgimen que gobierna a los espaoles o de sumisin al mismo5.

    Dejando a un lado sus convicciones polticas, se adentr en el anlisis histrico iniciando sus andaduras en la poca medieval, ampliando el marco cronolgico y espacial de anlisis segn avanzaba la necesidad de explicar las causas que motivaron los distintos fenmenos histricos caractersticos de la Edad Media espaola. Su preocupacin por el anlisis del feudalismo, y en concreto por el caso hispnico, y por las instituciones medievales castellanas, le llevarn a la necesidad de retrotraerse en el tiempo buscando una explicacin a sus orgenes y evolucin. Su primera gran obra, En torno a los orgenes del feudalismo (1942), es reflejo de ello. De la misma manera se puede considerar Ruina y extincin del municipio romano en Espaa e insti-tuciones que lo reemplazan (1943) o los captulos dedicados a los antecedentes de la situacin que describe para el Valle del Duero en los siglos VIII-IX en Despoblacin y Repoblacin del Valle del Duero (1966).

    Ya en sus primeras obras deja entrever algunas de los que sern sus principales tesis en el anlisis histrico. Su desarrollo, y la defensa de las mismas, abrirn algunos de los debates historiogrficos ms enconados de la poca, quedando algunos de ellos reflejados por escrito en su obra. As nos lo ndica l mismo, consciente de su afn de revisar y rescribir aquellas

    3 Toda la documentacin recopilada durante ese periodo aparece recogida en el Archivo Fotogrfico Snchez-Albornoz (AFSA), en la Biblioteca Toms Navarro Toms del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, y cuenta con unas 20000 fotografas, cristales y microfilmes relativas a unos 6500 documentos castellanos, portugueses, navarros y aragoneses de los siglos XI-XV. Para ms informacin, remitimos a www.csic.es/cbic/galeria/alborppal.htm.

    4 La sinceridad con la que se decide a mostrar su posicin poltica sorprende, confesndose al lector sin tapujos: Me he sorprendido a m mismo por la desproporcin de mis crticas a los hombres de la Repblica y mi casi ausencia de reproches a los del rgimen que la reemplaz por su triunfo en la guerra civil. No creo que sea difcil aclarar ese contraste. He estado, estoy y estar siempre frente a las instituciones todava rectoras de la vida de Espaa y naturalmente de sus hombres. Mi enfrentamiento con ellas y con ellos es tan notorio que no he credo preciso insistir sobre l. No he pretendido escribir aqu un panfleto antifranquista. SNCHEZ-ALBORNOZ, C., Mi testamento histrico-poltico, Ed. Planeta, Barcelona, 1975 (p. 251).

    5 SNCHEZ-ALBORNOZ, C., El drama ... op.cit., 1973 (p. 14).

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    interpretaciones histricas no coincidentes con sus tesis e investigaciones: (...) a tal punto he consagrado muchas de mis horas a rechazar no pocas tesis peregrinas, alegremente aventadas por la malsana inclinacin de los hombres de estos tiempos a asombrar a sus contemporneos con las ms extraas novedades. El da que alguien se ocupe de marcar detenidamente el rumbo de mis tareas historiogrficas deber reconocer esta realidad6, como as hemos hecho. La vehemencia de sus palabras y la rotundidad de sus afirmaciones pueden resultar extraas de cara a los historiadores del siglo XXI, en ocasiones demasiado aspticos e incluso insulsos a la hora de desarrollar la investigacin, pero el gran control que posee de las fuentes histricas que maneja le permiten estas licencias.

    Sealamos brevemente algunas de las tesis ms polmicas y rebatidas y que ms repercu-sin han tenido dentro del panorama nacional. Pese a que algunas de las teoras sealadas por Claudio Snchez-Albornoz se han demostrado errneas a la postre, el debate suscitado por su planteamiento ha motivado un gran avance e inters en la investigacin de estos aspectos.

    La peculiaridad del feudalismo hispano

    Su perfil polemista queda patente en los inicios de su carrera investigadora. En su obra En torno a los orgenes del feudalismo (1942) muestra el desacuerdo con las tesis expuestas por H. Brunner, historiador alemn (1840-1915) especializado en el anlisis de las instituciones francas, que defenda que la accin de la caballera sarracena fue determinante en el surgir del feudalismo7. Snchez-Albornoz aduce varias objeciones al respecto, entre ellas el hecho de que la caballera franca contaba por entonces con tantos efectivos como la sarracena, por lo que desaparecera la necesidad de confiscar bienes eclesisticos para aumentar, a su costa, los efec-tivos de caballera. Ms bien busca en la debilidad de la monarqua franca, y en la necesidad de contar con fuerzas leales, la iniciativa de Carlos Martel, y sus sucesores, de tomar los bienes eclesisticos y hacer beneficiarios de los mismos a sus fieles8.

    Atiende adems, de manera especial, a los orgenes y formacin del Feudalismo, de ah el exhaustivo estudio que realiza sobre el denominado prefeudalismo visigodo. Como antecedente a las prcticas feudales menciona la situacin de la monarqua hispanogoda y el desarrollo a su amparo del prefeudalismo visigodo, a partir de la institucin del gardingato, siendo los gar-dingos figura activas en la vida poltica del siglo VII9. Tras el detallado anlisis de la evolucin del comitatus y el gardingato visigodo, establece la posibilidad de una evolucin anloga para el desarrollo del prefeudalismo merovingio10.

    6 SNCHEZ-ALBORNOZ, C., Repoblacin y despoblacin del Valle del Duero, Buenos Aires, 1966 (pp. 13-14).

    7 El conjunto de la obra es una disertacin encaminada a mostrar los puntos que considera errneos en las teoras de H. Brunner. Despus del despacioso estudio llevado a cabo en los captulos anteriores, podemos afirmar que Europa no debe al mpetu de los soldados del Profeta las confiscaciones de Carlos Martel y de Pipino, el Breve, y con ellas la caballera medieval y el nacimiento del feudalismo SNCHEZ-ALBORNOZ, C., En torno a los orgenes del feudalismo, Ed. Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires, 1979 (vol. III, p. 215).

    8 SNCHEZ-ALBORNOZ, C., En torno... op.cit., 1979 (vol. III, p. 221).9 SNCHEZ-ALBORNOZ, C., En torno... op.cit., 1979 (vol. III, pp. 223-232).10 O se admite que el cuadro del prefeudalismo merovingio era parejo del hispano visigodo, en cuyo caso

    muchas de las supuestas novedades del siglo VIII franco seran viejas de muchos decenios; o habr de aceptarse una influencia evidente del modelo visigodo en el norpirenaico, en los das de Carlos Martel y de sus hijos SNCHEZ-ALBORNOZ, C., En torno... op.cit., 1979 (vol. III, p. 233).

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    Igualmente, entre las pginas de la citada obra encontramos las principales tesis acerca del sistema feudal, que mantendr a lo largo de su trayectoria cientfica, realizando un anlisis desde un punto de vista institucional. Las tesis institucionalistas definen el Feudalismo como las relaciones establecidas entre seores y vasallos basadas en la prestacin de homenaje de los vasallos a los seores, normalmente de carcter militar, a cambio de la concesin de un beneficio (feudo), estando excluidas de este sistema de relaciones la mayor parte de la poblacin.

    Desde este punto de vista, afirma que en territorio hispano no se produjo una autntica feu-dalizacin, a excepcin de Catalua, donde s es reconocida la implantacin de las instituciones feudales desde un primer momento por el contacto con el reino franco. Slo llegaran estas ins-tituciones al rea castellana a partir del siglo XI, aunque stas se implantaran de manera tarda e incompleta. La causa de esta peculiaridad en el proceso de implantacin del rgimen feudal en el rea castellana se debe a la conquista musulmana del 711, que romper la unidad hispana y provocar una serie de despoblados donde, tras su reconquista y repoblacin, se asentarn pequeos propietarios que se mantendrn libres de cualquier vnculo feudal o militar.

    Pese a la gran aceptacin de las tesis de Snchez-Albornoz en el momento de su publicacin, la llegada de nuevas interpretaciones acerca del feudalismo hispano en los aos 60-70, motivadas por el aperturismo (poltico, econmico e intelectual) protagonizado por el rgimen franquista, provocar su revisin y crtica. De esta manera, surgen nuevas teoras que restarn importancia a la visin institucional y poltica del feudalismo y lo asociarn a los modos de produccin. Pero el punto de inflexin definitivo en la historiografa acerca del Feudalismo se produce tras la publicacin, en 1978, de La formacin del feudalismo en la Pennsula Ibrica, por parte de los medievalistas Abilio Barbero y Marcelo Vigil. Se unificarn entonces los conceptos de rgimen feudal y seorial y se entender el feudalismo como un modelo socioeconmico en el que pueden conjugarse el conjunto de instituciones feudales y polticas que pueden desarrollarse en este marco11. Esta nueva definicin del feudalismo permite la inclusin del caso espaol, con sus peculiaridades, dentro de este modelo econmico y social que tuvo su mximo desarrollo en la poca medieval.

    La despoblacin del Valle del Duero

    Una de las tesis ms rebatidas es la que versa en torno a la despoblacin del Valle del Duero, defendida por Claudio Snchez-Albornoz en Despoblacin y repoblacin del Valle del Duero (1966). En esta obra pone de manifiesto el gran desacuerdo existente al respecto con R. Me-nndez Pidal (1869-1968), al no coincidir sus postulados. El punto de partida de las reflexiones de Claudio Snchez-Albornoz sobre el Valle del Duero se encontraba en los datos extrados de la versin albeldense de la Crnica de Alfonso III, en la que describa el territorio situado entre la Cordillera Cantbrica y el Duero como desertus et incultus locus. Don Claudio describa las tierras de la Galicia Meridional, el Portugal norteo, las tierras leonesas y las llanuras castellanas como pas yermo, paraje desolador, pulverizado por el gigantesco rodillo del desierto, con una despoblacin integral12.

    11 Acerca de la historiografa relativa al concepto del feudalismo, de gran inters el trabajo de Julio Valden: VALDEN, J., Instituciones feudales o sociedad feudal?, De la cuestin seorial a la cuestin social (Manuel Chust Calero, coord.), Universidad de Valencia, Valencia, 2002, 15-22 (pp. 16-18).

    12 Son ilustrativos al respecto algunos fragmentos extrados de la obra de SNCHEZ-ALBORNOZ, C., Ruina y extincin del municipio romano en Espaa e instituciones que le reemplazan, Buenos Aires, 1943, (pp. 120-126): (...) en la historia de algunas (ciudades) tan norteas como Lugo, puede comprobarse el hiato de la desolacin. Los

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    Una vez lanzada esta polmica tesis, quedaba abierto el debate, que se desarrollara durante las dcadas de los setenta y ochenta en el mbito cientfico. Si bien las tesis albornocianas cobraron fuerza en un primer momento, a finales de los setenta y principios de los ochenta co-menzaron stas a ser matizadas, que no descartadas en su totalidad. Se argumentaba entonces, y es la tesis que impera en la actualidad, que la despoblacin de las tierras del Duero no posea la magnitud entendida por Snchez-Albornoz, si no que se trataba de un rea con un bajo nivel de poblacin que, adems, se encontraba disperso. La historiografa actual confirma la constante en el poblamiento del Valle del Duero, aunque ste sufriera un descenso de efectivos, motivados por la situacin de frontera. La explicacin a la expresin terra depopulata que aparece en las crnicas manejadas por Don Claudio, y que constituyen una de las bases de su discurso, fue entonces revisada, aceptndose entonces la acepcin de populare como el hecho de organizar un lugar carente de organizacin administrativa o poltica, por lo que la expresin citada se estara refiriendo a una tierra sin organizar (sin seor), no sin poblar13.

    La Reconquista

    Don Claudio dedicar numerosas pginas, y consiguientes esfuerzos, a conocer cmo se desarroll el proceso de Reconquista por parte de la cristiandad de los territorios ocupados por las tropas islmicas. Partiendo de su ideologa catlica, nos ofrece una visin realmente negativa de la presencia islmica en la pennsula, por lo que el largo proceso de la Reconquista y su final desenlace fue casi providencial para la salvacin del conjunto territorial hispano y el mantenimiento de su unidad.

    La postura de Claudio Snchez-Albornoz se resume en la consideracin de la Reconquista como un proceso de conquista llevado a cabo de manera deliberada por los cristianos, quienes, al constituirse como herederos del mundo visigodo, pretenden recuperar para la cristiandad los territorios hispanos ocupados por los musulmanes. Este proceso tendra por lo tanto un propsito poltico, econmico y tambin religioso. Pero la historiografa de la poca no se muestra un-nime en la interpretacin de este proceso y en la aceptacin y/o correccin del uso del vocablo Reconquista. Abilio Barbero y Marcelo Vigil se muestran de acuerdo en sealar la posterior incorporacin de estos ideales al proceso de conquista. Estiman que dicho proceso fue iniciado por un nico deseo de expansin y resistencia de los pueblos del norte al poder establecido en las tierras aledaas (como ya hicieron contra romanos y visigodos), y que ser solo de manera posterior cuando se incorpore a estas luchas por la expansin y resistencia un ideario relacionado con la idea de la Reconquista, pero que nada tuvo que ver con la motivacin inicial14.

    A partir de la exposicin de estas tesis, la historiografa queda dividida, establecindose un debate en torno a la correccin del trmino Reconquista, el ideario de la misma y la repercusin de este proceso en suelo hispano.

    reyes de Asturias primero, y los de Len, despus, no hallaron en el valle del Duero sino ruinas; ruinas de las antiguas civitates, de los antiguos castra, y de las antiguas villae, romanas y godas (...). El corte fue completo; la interrupcin de la vida en la meseta, absoluta.

    13 GLICK, T.F., Cristianos y musulmanes en la Espaa medieval (711-1250), Alianza Editorial, Madrid, 1991 (p. 114). MNGUEZ, J.M., La despoblacin del Duero: un tema a debate, Les origines de la fodalit. Hommage Claudio Snchez-Albornoz, Casa Velazquez-Universidad de Alcal, Madrid, 2000, 169-182.

    14 GARCA DE CORTAZAR, J.A., Espacio, Sociedad y Organizacin medievales en nuestra tradicin historiogrfica, Organizacin social del espacio en la Espaa medieval. La Corona de Castilla en los siglos VIII a XV, Ed. Ariel, Barcelona, 1985, 11-42 (p. 13).

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    El problema histrico espaol y el determinante carcter hispano

    Una nueva polmica surge tras su obra Espaa, un enigma histrico (1962), donde da muestra de las profundas diferencias que mantiene con un importante fillogo e historiador del momento, Amrico Castro (1885-1972). El debate establecido entre ambos autores se centra en torno al que viene a denominar como problema histrico de Espaa, que no es otro que buscar en el anlisis histrico las causas de la actual idiosincrasia espaola (la psiquis de una comunidad nacional, como el mismo define15). Su rechazo a las teoras y premisas expuestas por este autor son manifestadas sin tapujos en el primer prrafo del prlogo a su obra El drama de la formacin de Espaa y los espaoles (1973): Debo confesar que me ha decidido a escribir estas pginas el eco que entre algunos autores ha alcanzado la deformacin de la historia de mi patria por Amrico Castro a consecuencia de su desconocimiento de mucha parte del pasado espaol (...)16. Mientras que Amrico Castro insista en el importante legado sanguneo y cultural de musulmanes y semitas en la configuracin del ser nacional, Claudio Snchez-Albornoz prefera hablar de la herencia temperamental, del carcter propio de las gentes hispanas (el homo his-panus primitivo17), que haba sido matizado por el transcurrir de los aos y de las diferentes y eventuales invasiones de agentes externos sufridas. As define finalmente al homo hispanicus: Un talante violento y arriscado, una orgullosa solidaridad interna, una tierra spera, fcil para servir de blico solar a gentes sacudidas por la pasin, que no temen a la muerte, de exaltada personalidad, intolerantes, menos prontos al dilogo que a la lucha fraterna y que habitan en una patria de contrastes climticos e histricos, con espritus de fuego en vehemente adoracin o en brutal repulsa de la divinidad18. Son base de su definicin de herencia temperamental del homo hispnico las palabras de Pompeyo Trogo, Tito Livio o Plinio acerca del carcter de los habitantes de la Pennsula Ibrica19, que determinar el devenir blico del territorio peninsular.

    Sobre esta herencia, acepta que las creaciones del alma (el arte, la ciencia, la filosofa, etc.), como l mismo las define, se difunden fcilmente y rpidamente por la geografa y pueden in-fluir en determinadas creaciones culturales, pero ello no implica un contacto directo y, mucho menos, una convivencia, simbiosis y colonizacin de un pueblo sobre otro que determine el carcter de sus gentes.

    Dedicar muchas pginas al desarrollo de esta problemtica y a la bsqueda y definicin de la identidad nacional, enfocadas principalmente hacia un nico fin: desvelar cmo la configu-racin del carcter hispano y el devenir histrico determinan la necesidad del mantenimiento de la unidad de Espaa.

    15 SNCHEZ-ALBORNOZ, C., El drama... op.cit., 1973 (p. 24).16 SNCHEZ-ALBORNOZ, C., El drama... op.cit., 1973, (p. 11).17 La importancia del carcter definitorio de los hispanos ser una constante en su discurso histrico, siendo

    uno de los argumentos ms repetidos que utiliza para explicar el desarrollo de los acontecimientos blicos y polticos en suelo peninsular. l mismo seala su fe por esta idea: Un trnsfuga del franquismo con el que he polemizado acremente en los ltimos meses, se ha atrevido a calificar de pueril mi fe en la perduracin de viejas caractersticas del homo hispanus primitivo. Pero sin esa perduracin sera inexplicable la brutalidad de la guerra civil por los espaoles mantenida. SNCHEZ-ALBORNOZ, C., Mi testamento... op.cit., 1975 (p. 46).

    18 SNCHEZ-ALBORNOZ, C., Mi testamento... op.cit., 1975 (p. 98).19 Al respecto, remitimos a las palabras de estos autores clsicos: POMP.TR., XLIV, 1-2: Tienen el cuerpo

    preparado para la fatiga y el alma para la muerte, Prefieren la guerra al descanso y cuando no tienen enemigo exterior lo buscan en casa; LIV., XXVIII, 12 (11): Espaa, no como Italia sino como parte alguna de la tierra es apropiada para hacer y rehacer la guerra por la naturaleza del pas y de sus habitantes.

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    El desarrollo especfico de estas ideas aparece en la obra de Don Claudio a partir de los aos 60 y 70. El aperturismo del rgimen franquista a partir de 1956 y el desarrollo de los mo-vimientos de oposicin y, con ellos, de los nacionalismos, pueden ser una de las motivaciones de Don Claudio para expresar con claridad y sin tapujos su punto de vista acerca del problema histrico de Espaa y de la unidad de Espaa. Su postura al respecto queda resumida en esta cita: Gran pecado contra natura el solo intento de justificar histricamente la ruptura de la unidad de hispana! Pero tampoco cabe cerrar los ojos a la variedad regional, a la rica y magnfica variedad de Espaa (...) Todos somos espaoles, todos constituimos una sola y bien trabada nacin pero no ser yo quien discuta la precisin de articularla con respeto a sus pe-culiaridades comarcanas20. Consciente de la pluralidad nacional, pero de la necesidad de su unidad orgnica, no se mantiene al margen del problema que acecha por entonces a Espaa, y desde Buenos Aires, con la intencin de prestar un servicio a su pas, dedica sus escritos y sus investigaciones a la resolucin del problema histrico espaol.

    3. EL ANLISIS DE LA TARDOANTIGUEDAD EN LA OBRA DE CLAUDIO SN-CHEZ-ALBORNOZ

    El estudio de la Tardoantigedad lo aborda de manera detallada en Ruina y extincin del municipio romano en Espaa e Instituciones que le reemplazan, publicado en Buenos Aires en 1943, obra de referencia para nuestro anlisis. Adems de sta, encontramos frecuentes alusiones a la Antigedad Tarda en diversas publicaciones, donde realiza pequeas pinceladas como manera de introducir los acontecimientos histricos que se desarrollarn a partir de las transformaciones sufridas durante el periodo visigodo y la posterior invasin islmica. Incluso en esta obra, Claudio Snchez-Albornoz afronta el estudio con el nimo de mostrar que no hay continuidad entre el sistema administrativo y organizativo propio de la Hispania romana, respecto a las posteriores estructuras visigodas, y, mucho menos, en relacin con las que se mantendrn, al amparo del gobierno andalus, en la que denomina como Espaa mozrabe.

    Al respecto, podemos destacar el extraordinario manejo que realiza de la documentacin del mundo tardoantiguo, haciendo alarde de su perfecto conocimiento de la legislacin relativa al periodo, as como de cada una de las instituciones del mundo romano y visigodo. Fundamen-talmente, hace referencia al Codex Theodosianus, al Breviarium Alarici (Lex Romana Visigo-thorum) y a la Lex Visigothorum (Liber Iudiciorum), fuentes bsicas de consulta para conocer las instituciones caractersticas de los siglos V y VI y su evolucin en el siglo VII.

    A partir de las mismas, intenta rebatir las tesis expuestas por otros historiadores, como Ale-jandro Herculano y Eduardo Prez Pujol, entre otros. Estos autores defendan la continuidad del rgimen municipal romano durante toda la poca visigoda, y cmo, a travs de su supervivencia entre los mozrabes, perduraran todava hasta despus de poca islmica, pudiendo ser el germen u origen del municipio medieval castellano. Ante esta tesis, Snchez-Albornoz hace gala de la mejor dialctica y del excepcional uso de las fuentes para argumentar de manera vehemente, como era su costumbre, su posicin frente a estas afirmaciones. Fcilmente se resume su postura en la siguiente cita: En mi opinin, el municipio hispanogodo, que llevaba en sus entraas los mismos grmenes de descomposicin que el romano, acentuados ahora porque las nuevas instituciones sociales y polticas de la poca, se avenan mal con su perduracin, continu su

    20 SNCHEZ ALBONORZ, C., Mi testamento... op.cit., 1975 (p. 84).

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    curso descendente durante el siglo VI, y desapareci, por entero, en la primera mitad del siglo VII21. Establece, pues, su desaparicin con anterioridad a la invasin islmica, y su progresiva sustitucin por instituciones propias de la Espaa Visigoda, como el comes o el judex22. Todo ello es para Snchez-Albornoz la prueba incontestable de que el municipio romano no se trans-miti ms all de las fechas que l propugnaba23. A partir de mediados del siglo VII, la nueva organizacin provincial de la monarqua visigoda quedaba estructurada en torno al judex o comes civitatis, encargado del gobierno, hacienda y justicia de las ciudades (civitas) por delegacin regia. Junto a stos, el officium (oficiales subalternos) y los judices menores, encargados de los territoria de las civitas24.

    Numerosas referencias a la Antigedad Tarda las encontramos tambin en Despoblacin y Repoblacin del Valle del Duero (1966), ya que se remonta a los siglos III y IV para buscar los antecedentes que muestren la escasa poblacin que debi existir en el Valle del Duero con anterioridad a la invasin islmica del 711 y a las posteriores campaas de Alfonso I y Fruela, las cuales, junto con las acciones de castigo de las tropas islmicas, provocaran, desde su punto de vista, la completa desolacin y despoblacin de estos territorios.

    Haciendo alarde de un magnfico control de las fuentes romanas, visigodas y rabes, analiza todos y cada uno de los acontecimientos que los textos sealan que tuvieron lugar en suelo peninsular entre los siglos III y VIII. Ya sean saqueos, invasiones, rebeliones, pestes, plagas o hambrunas, todas ellas aparecen recogidas por Claudio Snchez-Albornoz en el acontecer de la Espaa de estas centurias, aadiendo su posible repercusin en las tierras del Duero.

    Ms frecuentes son las referencias a la Espaa de los siglos VIII-IX, momento en el que se gestan los cambios polticos, econmicos y sociales que determinarn el devenir histrico de la Espaa medieval cristiana surgida de la Reconquista. Claudio Snchez-Albornoz analiza la Espaa resultante de la invasin islmica de manera diferenciada. Por un lado, nos habla de Al-Andalus como territorio completamente integrado dentro de la organizacin poltica, econmica y social islmica; por otro lado diferencia dentro de este a la Espaa mozrabe, incluyendo aqullos territorios que, mediante el establecimiento de un pacto con el poder islmico, mantuvieron sus

    21 SNCHEZ-ALBORNOZ, C., Ruina... op.cit., 1943 (p. 42). Acerca de la perduracin de algunos trminos propios del sistema poltico romano, como el ttulo de senator, en fuentes mozrabes, base de las argumentaciones de los autores que sealan la pervivencia del rgimen municipal romano ms all de poca islmica, Claudio Snchez-Albornoz anota el sentido que dicho ttulo pudo poseer a partir del siglo VII, tomando las palabras de Fernand Vercauteren (Etude sur les civitates de la Belgique Seconde, 1929). Segn el citado autor, el trmino senator poseera la significacin de rico, ilustre, personaje influyente. Claudio Snchez-Albornoz aade la posibilidad de una vinculacin al Oficio Palatino (remitimos a SNCHEZ-ALBORNOZ, C., Ruina... op.cit., 1943 (pp. 105-109).

    22 SNCHEZ-ALBORNOZ, C., Ruina... op.cit., 1943 (p. 68). Sobre las causas que alude para su desaparicin vase tambin la pgina 100: En el proceso que condujo a la extincin del municipio romano en Espaa colaboraron, por lo tanto, dos fuerzas distintas aunque convergentes. Fue impulsado desde dentro, por la extrema decadencia de la Curia y por la extrema cada de los curiales a una condicin econmica y moral ms que miserable. Y fue empujado desde fuera, por las novedades introducidas en el gobierno provincial y local por el nuevo Estado hispanogodo. Esas dos fuerzas coincidentes, de accin sincrnica y comn, acabaron por extirpar todo resto del viejo municipio, y para la argumentacin acerca del estado de la Curia romana y de los curiales remitimos a las pginas 46-50.

    23 La fuerza e incontestabilidad de sus afirmaciones no slo reside en la argumentacin y fuerte apoyo documental de sus investigaciones, si no tambin en sus diatribas: Slo quien desconozca lo que era el municipio romano en el Bajo Imperio, como ocurre a Simonet, o quien ignore la organizacin provincial y local de Al-Andalus, como sucede a Herculano y a Prez Pujol, puede sospechar la perduracin de la organizacin municipal entre los mozrabes, SNCHEZ-ALBORNOZ, C., Ruina... op.cit., 1943 (p. 110).

    24 SNCHEZ-ALBORNOZ, C., Ruina... op.cit., 1943 (p. 83).

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    estructuras y creencias; y, por ltimo, seala los reinos cristianos del norte, que encabezarn el proceso de la Reconquista. Pero, destaca en su interpretacin la escasa interaccin entre estos mundos diferenciados (exceptuando quizs la influencia sufrida en las creaciones del alma, como hemos sealado anteriormente), siendo una convivencia que ve caracterizada por la pugna constante entre moros y cristianos. Niega cualquier posibilidad de convivencia entre la Espaa cristiana y mozrabe y la musulmana, y dibuja as un panorama poco alentador para el desarrollo de la vida (urbana y rural) de los pobladores.

    En la Espaa cristiana, es decir, los territorios que se extienden del Cantbrico al Duero, la crudeza de la guerra provocar, a ojos de Don Claudio, la desaceleracin y paralizacin de las ciudades (hasta el cero absoluto), la despoblacin de grandes territorios otrora fronterizos, el desarrollo a niveles nfimos de la economa, y la escasa creacin cientfica y cultural25. En este territorio, el anlisis de este periodo se muestra arduo para Don Claudio. El periodo comprendido entre el abandono de las tierras del Duero por los musulmanes en torno al 740, despus de la invasin rabe, y la segunda mitad del siglo IX, es un hiato en la historia de los territorios situados al norte del Duero. Tan slo con el inicio del proceso de colonizacin y repoblacin por parte de los cristianos del norte de estos territorios podemos retomar la historia de estos territorios26.

    Podramos resumir, para concluir, que el anlisis que Claudio Snchez-Albornoz realiza de la Tardoantigedad se fundamenta en dos aspectos que reitera en su obra. Un primer anlisis se desarrolla desde el punto de vista institucional, en la bsqueda de una explicacin que re-suelva el problema del feudalismo hispano, y en el anlisis de los orgenes de las instituciones castellanas. Una segunda lnea se centra en las observaciones realizadas en la evolucin del individuo a lo largo de los sucesivos acontecimientos histricos sobrevenidos en territorio his-pano, analizando lo que l mismo viene a denominar como la herencia temperamental de los espaoles, ya comentada.

    4. BIBLIOGRAFA

    La amplitud y variedad de sus escritos nos obliga a realizar una seleccin de aqullos tra-bajos que mantienen alguna relacin con el propsito de este volumen y coleccin. Dejamos por ello en el tintero obras clave en el anlisis histrico, alejadas de las cronologas y temticas seleccionadas (la Antigedad Tarda), noticias y ensayos de gran calidad literaria e histrica, y un sinfn de escritos que en esta ocasin no se cien a nuestros criterios de seleccin, a riesgo de errar en nuestra decisin27. Seguiremos para su presentacin un orden cronolgico, siendo los siguientes los ttulos sealados:

    25 SNCHEZ-ALBORNOZ, C., El drama... op.cit., 1973 (pp. 79-80). Los escasos municipios que estima que debieron existir, debido a la escasa incidencia el rgimen municipal romano, poseern una corta vida, cesando todo vestigio de vida municipal. En contraste, muestra la continuidad de estos ncleos municipales en el territorio de Al-Andalus, aunque con cambios en su organizacin. SNCHEZ-ALBORNOZ, C., Ruina... op.cit.,, 1943, (pp. 119-124).

    26 Remitimos al debate historiogrfico en torno a la despoblacin del Valle del Duero, y a la opinin de Snchez-Albornoz al respecto, comentado en pginas anteriores.

    27 Para conocer la obra completa de este insigne historiador, remitimos a la pgina web de la Fundacin Claudio Snchez-Albornoz, con sede en vila (http://www.diputacionavila.es/fcsa/) y a la obra de CABEZA SNCHEZ-ALBORNOZ, S., Semblanza Histrico-Poltica de Claudio Snchez-Albornoz, Madrid, 1992, donde es recopilada la bibliografa existente hasta la fecha de l y sobre l, entre otros.

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    Obras generales de referencia

    1941. En torno a los orgenes del feudalismo. Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo. Se remonta a la Antigedad Tarda y (siglos IV-V) y a poca visigoda para explicar la

    postrera evolucin del feudalismo, concedindole especial relevancia al prefeudalismo visigodo en su gnesis.

    1943. Ruina y extincin del municipio romano en Espaa e instituciones que lo reemplazan. Buenos Aires, Instituto de Historia de la Cultura Espaola Medieval y Moderna.

    Anlisis de la evolucin del municipio romano a partir de la Antigedad Tarda y su evolucin, hasta su desaparicin, durante poca visigoda.

    1957. Espaa, un enigma histrico. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1957. Con el motivo de un anlisis del talante hispano y del carcter de los pobladores de la

    Pennsula se remonta a poca romana, desarrollando la Antigedad Tarda y la poca visigoda. Realiza un anlisis del espacio, su influencia en la historia y en el carcter de sus pobladores.

    1966. Despoblacin y repoblacin en el Valle del Duero, Buenos Aires, Instituto de Historia de Espaa, 1966.

    En su anlisis sobre los antecedentes se remonta a los siglos IV-VII, buscando las causas que determinaron la escasa poblacin que aprecia en su anlisis.

    1971. Estudios visigodos. Roma, Istituto Storico Italiano per il Medio Evo, Studi storici, fasc. 78-79. Acerca de algunas instituciones hispanogodas y los orgenes del prefeudalismo.1972-1975. Orgenes de la nacin espaola. Estudios crticos sobre la Historia del reino de

    Asturias. Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos. Anlisis de los territorios situados al norte de Espaa (Asturias, Pas Vasco) desde poca

    romana cuyo carcter y evolucin histrica determinaron el proceso de la Reconquista.1974. Vascos y navarros en su primera historia. Madrid, Ediciones del Centro, 1974. Introduce el estudio con un anlisis acerca de los diversos pueblos que habitaban el

    norte de la Pennsula hacia el siglo I d.C. as como acerca de las vas de comunicacin que recorran este rea. Incluye adems un breve estudio acerca de la actividad de los vascones durante el siglo V d.C. y su beligerancia.

    1977. Trayectoria histrica de Vasconia. El destino de Navarra. Pamplona, Editorial Navarra, 1977.

    Pequea disertacin acerca de la vasconizacin de la Pennsula. Analiza los antecedentes culturales del norte peninsular, especialmente las: aportaciones culturales recibidas, la importancia de la geografa en su configuracin, y los diferentes pueblos que habitaron el territorio astur en la Antigedad.

    1984. Orgenes y destino de Navara; Trayectoria histrica de Vasconia; otros escritos. Barce-lona, Planeta, 1984.

    Reitera los tems ya tratados en Vascos y Navarros en su primera historia (1974).

    Artculos especficos

    1946. El culto al Emperador y la unificacin de Espaa, Anales del Instituto de Literatura Clsica 3, 1-120.

    Analiza los concilia provinciales como organizadores del culto imperial.

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    1946. El Senatus visigodo. Don Rodrigo, rey legtimo de Espaa, Cuadernos de Historia de Espaa 6, 5-99.

    Anlisis historiogrfico acerca de la sucesin de Vitiza y eleccin de Don Rodrigo. Per-fecta exposicin de las fuentes documentales referentes al siglo VIII.

    1946. El Aula Regia y las asambleas polticas de lo godos, Cuadernos de Historia de Espaa 5, 5-110.

    Acerca de la monarqua visigoda y los concilios de Toledo.1948. La campaa de la Morcuera, en Anales de Historia Antigua y Medieval, 5-50. Realiza un anlisis de las calzadas que recorrieron el Valle del Duero.1952. Itinerario de la conquista de Espaa por los musulmanes en Cuadernos de Historia de

    Espaa 10, 21-74. Anlisis de las vas romanas seguidas por los conquistadores musulmanes.1962. Pervivencia y crisis de la tradicin jurdica romana en la Espaa goda, IX Settimana di

    studio del Centro italiano di studi sullalto medioevo, en Spoleto, 128-199 y 221-232. Acerca de la perduracin en la Hispania visigoda de instituciones y normas jurdicas de

    tradicin germnica.1973. Homines mandationis y iuniores, Cuadernos de Historia de Espaa 53-54 (1973),

    1-235. Evolucin de algunas instituciones y cargos de la Antigedad.