LOS HABSBURGO EN LEKEITIO. Parte 2 (DEIA)

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Deia Igandea, 2011eko uztailaren 24a BIZKAIA 11 Deia Igandea, 2011eko uztailaren 24 BIZKAIA 11 EL PASADO VIZCAINO DEL ULTIMO EMPERADOR 1. La emperatriz Zita y sus ocho hijos en 1922, recién llegada a Lekeitio; Otto es el chico que está de pie, el primero a la izquierda. 2. Vista del palacio de verano de Lekeitio, hoy el hotel Emperatriz Zita. 3. Otto (el mayor de todos) y sus siete hermanos, en los jardines del palacio Uri- barren. 4. Otto acompaña a su madre y hermanos en una procesión por las calles de Lekeitio. 5. Otto y tres hermanos montan en bicicleta camino de Karraspio. 6. Otra imagen de la empe- ratriz Zita, de riguroso luto, con sus ocho hijos. 7. Otto y uno de sus dos hermanos montan a caballo en la playa de Isuntza. 8. Imagen de la boda de Otto con Regina de Sajo- nia. 9. Otto con su padre, el emperador Carlos I de Aus- tria y IV de Hungría, al que apenas conoció. nos y las enseñanzas elementales; siguió los métodos austrohúngaros, y una y otra vez declinó la oferta de su primo Alfonso XIII para que el heredero estudiase en las escuelas de elite. La educación secundaria y el bachillerato, por el contrario, corrió a cargo de los profesores de la escuela de Lekeitio porque la emperatriz quería que Otto se rela- cionase con los chicos del pueblo. No quedan testimonios vivos de aquellos que lo acompañaron en clase, pero Antón Lejarza, el hijo de uno de los mejores compañeros de la juventud del archiduque, comen- ta que su padre, en vida, lo recor- daba “preguntón, alegre y un tanto parlanchín”. Zita, sus ocho hijos y la archiduquesa María Teresa resi- dieron en Lekeitio desde agosto de 1922 hasta la proclamación de la Segunda República Española, en 1931. Hasta su regreso a Austria en los sesenta, alternaron residencia entre Bélgica, Francia y Estados Unidos. Otto se casó tarde, a la edad de 38 años, en 1951. Se unió en matrimo- nio a la princesa Regina de Sajonia, fallecida un año antes que él. Cuan- do esta vivía, viajaron a Lekeitio con ocasión de su luna de miel y lo volvieron a hacer en 2004, aloján- dose, junto con toda su familia, en el hotel que lleva el nombre de la emperatriz. En su garaje, Jose Ses- ma Bikixa guarda la foto de aquel día “como si fuese una reliquia”. Del malogrado monarca, al que pudo conocer en su última visita al pueblo de adopción, destaca “su cer- canía y su saber estar”. “NO OLVIDO EL EUSKERA” Otto fue político, periodista y escritor. Acti- vo antifascista y contrario a la ane- xión de Austria al III Reich, fue durante años miembro del Parla- mento Europeo y europeísta con- vencido, luchador por superar las diferencias entre Este y Oeste. Pero nunca olvidó su infancia ni lo que aprendió en ese periodo. Entre otras cosas, dejó escrito: “No olvido el cas- tellano ni tampoco olvido el euske- ra que me enseñaron en Lekeitio. No olvido a mis jóvenes amigos de aquella villa ni aquellos nueve años que viví –felizmente– en ella”. Sus hermanos y hermanas tampoco lo dejaron de tener presente: “Los amamantaron muchas de las muje- res del pueblo, madres y abuelas de mis antiguos vecinos”. De los ocho hijos que tuvieron los últimos emperadores, ya solo sobre- vive el cuarto, Félix, nacido en 1916 y residente en México. No acudió al entierro de su hermano: no quiere admitir que su imperio está extin- to. Otón, que es como le llamaban sus amigos, era el último vestigio de un pasado que no volverá. Des- cansa ya junto a su esposa Regina en la cripta de los Capuchinos, o de los Emperadores, de Viena. En su epitafio se puede leer: “Otto von Habsburg, Kaiser Österreiches und König Ungars im Himmel” (Otto de Habsburgo, emperador de Austria y Rey de Hungría en el cielo). En la tierra, fue un príncipe sin trono. caban y baserritarras que les ofre- cían parte de las cosechas que reco- lectaban para así subsistir. Al pare- cer, la familia imperial era aficiona- da a los partidos de pelota, le gusta- ba pescar con la caña y, a pesar de las limitaciones que suponía el idioma, solía charlar con la gente del pueblo. La situación financiera de los Habsburgo no era la mejor. Los bie- nes privados los tenían embargados y el poco dinero que les quedaba lo habían recibido de las donaciones de las familias pudientes austro- húngaras. Al término de la Prime- ra Guerra Mundial (1914-1918), diluido el imperio austrohúngaro en pequeñas repúblicas centroeu- ropeas, los expulsaron de su país y Lekeitio, lugar de descanso de la rei- na Isabel II años atrás, les ofreció la calidez que les faltaba. VIDA ESTRICTA Y RELIGIOSA Viuda a los 29 años y profundamente reli- giosa, el ritmo de vida que Zita exi- gía a sus hijos era muy estricto. Se acostaba a medianoche y se levan- taba a las 5 de la madrugada para asistir, junto a las mujeres de los pescadores, a la misa de las cinco y media. De regreso al palacio, a las 7, despertaba a sus hijos y les obli- gaba a hacer la cama y a que lus- trasen sus zapatos. Mientras se ves- tían, Zita les leía el extracto de la vida del santo de ese día y nueva- mente se dirigía a la iglesia de San- ta María –a la capilla– para escu- char la eucaristía por segunda vez. Nadie puede negar que no hiciesen suyas las costumbres del pueblo. Otto de Habsburgo era un adoles- cente cuando llegó a la villa vizcai- na. Su madre le inculcó la rígida disciplina de los príncipes moder- Arriba, imagen de su funeral; eco de su muerte en la prensa aus- triaca; retrato reciente; y urna en la que descansa su corazón. DEIA la Unión Europea: La huella de Otto de Habsburgo en el siglo XX, cuenta que “para Franco, era uno de los candidatos idóneos para el trono español”. Fue el propio Otto de Habsburgo quien convenció al dictador de lo absurdo de tal pre- tensión: “Todo acabó cuando Franco me escuchó decir que bajo ninguna condición aceptaría una solución que me incluyera. Yo fui leal a la dinastía española y pun- to. Y, además, francamente, ser rey desde el punto de vista personal es una de las tareas más horroro- sas que se pueden tener en la vida. Se acepta si es un deber, pero no se acepta por ambición”, confesó. El corazón de Otto de Habsbur- go reposa en la abadía benedicti- na de Pannonhalma, a unos 100 kilómetros de Budapest (Hun- gría). El resto del cuerpo fue ente- rrado en la Cripta de los Capu- chinos de Viena, junto al cuerpo de su esposa, conservado para tal ocasión. Enterrar los corazones por separado es una tradición muy arraigada en la estirpe de los Austrias. El macabro ritual pro- viene del siglo XVII. La trayecto- ria de los corazones empezó a variar con el tiempo, y al final suelen descansar allá donde, en vida, decide cada miembro impe- rial. >IBON PÉREZ OTTO, GRAN LUCHADOR ANTIFASCISTA, FUE ACUSADO INJUSTAMENTE DE TENER RELACIONES CON LOS FRANCO Su cuerpo, en Austria; su corazón, en Hungría LEKEITIO. Otto era el último prín- cipe con derecho a ser coronado de un linaje, los Habsburgo, que se remonta 600 años atrás. En el siglo XVI, la familia se dividió entre los Habsburgos de España, encabezados por Felipe el Her- moso, y otras ramas monárquicas más jóvenes. La rama española se extinguió en 1700 con la muerte de Carlos II y fue remplazada por la dinastía de los Borbón. La aus- triaca llegó a su fin en 1780 con la muerte de la emperatriz María Teresa, lo que abrió el camino a la sucesión de la Casa de Lorena. El linaje pasó a llamarse Habs- burgo-Lorena, al que pertenecían monarcas como María Antonieta y la no menos célebre Sissi. Otto ha sido criticado por haber mantenido relaciones con la fami- lia Franco. El archiduque se jus- tificaba diciendo que “al igual que otros mandatarios europeos”, se relacionaron “circunstancial- mente”, “sin posicionarse a favor del régimen dictatorial”. Ramón Pérez Maura, autor del Imperio a Los Habsburgo llegaron a vivir de la comida que les daban los arrantzales; agradecidos, usaron su influencia para salvar la vida de más de un vecino 4 8

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Deia Igandea, 2011eko uztailaren 24a BIZKAIA 11Deia Igandea, 2011eko uztailaren 24 BIZKAIA 11

E L PA S A D O V I Z C A I N O D E L U LT I M O E M P E R A D O R

1. La emperatriz Zita y susocho hijos en 1922, reciénllegada a Lekeitio; Otto esel chico que está de pie, elprimero a la izquierda.

2. Vista del palacio deverano de Lekeitio, hoy elhotel Emperatriz Zita.

3. Otto (el mayor de todos)y sus siete hermanos, enlos jardines del palacio Uri-barren.

4. Otto acompaña a sumadre y hermanos en unaprocesión por las calles deLekeitio.

5. Otto y tres hermanosmontan en bicicleta caminode Karraspio.

6. Otra imagen de la empe-ratriz Zita, de rigurosoluto, con sus ocho hijos.

7. Otto y uno de sus doshermanos montan a caballoen la playa de Isuntza.

8. Imagen de la boda deOtto con Regina de Sajo-nia.

9. Otto con su padre, elemperador Carlos I de Aus-tria y IV de Hungría, al queapenas conoció.

nos y las enseñanzas elementales;siguió los métodos austrohúngaros,y una y otra vez declinó la oferta desu primo Alfonso XIII para que elheredero estudiase en las escuelasde elite. La educación secundaria yel bachillerato, por el contrario,corrió a cargo de los profesores dela escuela de Lekeitio porque laemperatriz quería que Otto se rela-cionase con los chicos del pueblo.No quedan testimonios vivos deaquellos que lo acompañaron enclase, pero Antón Lejarza, el hijo deuno de los mejores compañeros dela juventud del archiduque, comen-ta que su padre, en vida, lo recor-daba “preguntón, alegre y un tanto

parlanchín”. Zita, sus ocho hijos yla archiduquesa María Teresa resi-dieron en Lekeitio desde agosto de1922 hasta la proclamación de laSegunda República Española, en1931. Hasta su regreso a Austria enlos sesenta, alternaron residenciaentre Bélgica, Francia y EstadosUnidos.

Otto se casó tarde, a la edad de 38años, en 1951. Se unió en matrimo-nio a la princesa Regina de Sajonia,fallecida un año antes que él. Cuan-do esta vivía, viajaron a Lekeitiocon ocasión de su luna de miel y lovolvieron a hacer en 2004, aloján-dose, junto con toda su familia, enel hotel que lleva el nombre de laemperatriz. En su garaje, Jose Ses-ma Bikixa guarda la foto de aqueldía “como si fuese una reliquia”.Del malogrado monarca, al quepudo conocer en su última visita alpueblo de adopción, destaca “su cer-canía y su saber estar”.

“NO OLVIDO EL EUSKERA” Otto fuepolítico, periodista y escritor. Acti-vo antifascista y contrario a la ane-xión de Austria al III Reich, fuedurante años miembro del Parla-mento Europeo y europeísta con-vencido, luchador por superar lasdiferencias entre Este y Oeste. Peronunca olvidó su infancia ni lo queaprendió en ese periodo. Entre otrascosas, dejó escrito: “No olvido el cas-tellano ni tampoco olvido el euske-ra que me enseñaron en Lekeitio.No olvido a mis jóvenes amigos deaquella villa ni aquellos nueve añosque viví –felizmente– en ella”. Sushermanos y hermanas tampoco lodejaron de tener presente: “Losamamantaron muchas de las muje-res del pueblo, madres y abuelas demis antiguos vecinos”.

De los ocho hijos que tuvieron losúltimos emperadores, ya solo sobre-vive el cuarto, Félix, nacido en 1916y residente en México. No acudió alentierro de su hermano: no quiereadmitir que su imperio está extin-to. Otón, que es como le llamabansus amigos, era el último vestigiode un pasado que no volverá. Des-cansa ya junto a su esposa Reginaen la cripta de los Capuchinos, o delos Emperadores, de Viena. En suepitafio se puede leer: “Otto vonHabsburg, Kaiser Österreiches undKönig Ungars im Himmel” (Otto deHabsburgo, emperador de Austriay Rey de Hungría en el cielo). En latierra, fue un príncipe sin trono.

caban y baserritarras que les ofre-cían parte de las cosechas que reco-lectaban para así subsistir. Al pare-cer, la familia imperial era aficiona-da a los partidos de pelota, le gusta-ba pescar con la caña y, a pesar de laslimitaciones que suponía el idioma,solía charlar con la gente del pueblo.

La situación financiera de losHabsburgo no era la mejor. Los bie-nes privados los tenían embargadosy el poco dinero que les quedaba lohabían recibido de las donacionesde las familias pudientes austro-húngaras. Al término de la Prime-ra Guerra Mundial (1914-1918),diluido el imperio austrohúngaroen pequeñas repúblicas centroeu-ropeas, los expulsaron de su país yLekeitio, lugar de descanso de la rei-na Isabel II años atrás, les ofreció lacalidez que les faltaba.

VIDA ESTRICTA Y RELIGIOSA Viuda alos 29 años y profundamente reli-giosa, el ritmo de vida que Zita exi-gía a sus hijos era muy estricto. Seacostaba a medianoche y se levan-taba a las 5 de la madrugada paraasistir, junto a las mujeres de lospescadores, a la misa de las cinco ymedia. De regreso al palacio, a las7, despertaba a sus hijos y les obli-gaba a hacer la cama y a que lus-trasen sus zapatos. Mientras se ves-tían, Zita les leía el extracto de lavida del santo de ese día y nueva-mente se dirigía a la iglesia de San-ta María –a la capilla– para escu-char la eucaristía por segunda vez.Nadie puede negar que no hiciesensuyas las costumbres del pueblo.

Otto de Habsburgo era un adoles-cente cuando llegó a la villa vizcai-na. Su madre le inculcó la rígidadisciplina de los príncipes moder-

Arriba, imagen de su funeral; eco de su muerte en la prensa aus-triaca; retrato reciente; y urna en la que descansa su corazón. DEIA

la Unión Europea: La huella deOtto de Habsburgo en el siglo XX,cuenta que “para Franco, era unode los candidatos idóneos para eltrono español”. Fue el propio Ottode Habsburgo quien convenció aldictador de lo absurdo de tal pre-tensión: “Todo acabó cuandoFranco me escuchó decir que bajoninguna condición aceptaría unasolución que me incluyera. Yo fuileal a la dinastía española y pun-to. Y, además, francamente, ser reydesde el punto de vista personales una de las tareas más horroro-sas que se pueden tener en la vida.Se acepta si es un deber, pero nose acepta por ambición”, confesó.

El corazón de Otto de Habsbur-go reposa en la abadía benedicti-na de Pannonhalma, a unos 100kilómetros de Budapest (Hun-gría). El resto del cuerpo fue ente-rrado en la Cripta de los Capu-chinos de Viena, junto al cuerpode su esposa, conservado para talocasión. Enterrar los corazonespor separado es una tradiciónmuy arraigada en la estirpe de losAustrias. El macabro ritual pro-viene del siglo XVII. La trayecto-ria de los corazones empezó avariar con el tiempo, y al finalsuelen descansar allá donde, envida, decide cada miembro impe-rial. >IBON PÉREZ

OTTO, GRAN LUCHADORANTIFASCISTA, FUE ACUSADO

INJUSTAMENTE DE TENERRELACIONES CON LOS FRANCO

Su cuerpo, en Austria;su corazón, en Hungría

LEKEITIO. Otto era el último prín-cipe con derecho a ser coronadode un linaje, los Habsburgo, quese remonta 600 años atrás. En elsiglo XVI, la familia se dividióentre los Habsburgos de España,encabezados por Felipe el Her-moso, y otras ramas monárquicasmás jóvenes. La rama española seextinguió en 1700 con la muertede Carlos II y fue remplazada porla dinastía de los Borbón. La aus-triaca llegó a su fin en 1780 con lamuerte de la emperatriz MaríaTeresa, lo que abrió el camino ala sucesión de la Casa de Lorena.El linaje pasó a llamarse Habs-burgo-Lorena, al que pertenecíanmonarcas como María Antonietay la no menos célebre Sissi.

Otto ha sido criticado por habermantenido relaciones con la fami-lia Franco. El archiduque se jus-tificaba diciendo que “al igual queotros mandatarios europeos”, serelacionaron “circunstancial-mente”, “sin posicionarse a favordel régimen dictatorial”. RamónPérez Maura, autor del Imperio a

Los Habsburgo llegarona vivir de la comida queles daban los arrantzales;agradecidos, usaron suinfluencia para salvar lavida de más de un vecino

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