Los Hijos Del Maiz y de La Yuca Introduccion a La Literatura Indigena de Centroamerica (1)

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    Los hijos del maz y de la yuca

    (Introduccin a la literatura indgena

    de Centroamrica)

    I

    La presencia indgena en la literatura centroamericana tuvo su mayor arraigo y de

    sarrollo en Guatemala, o sea, en el territorio que llegara a constituir durante el co

    loniaje espaol la ms importante provincia del antiguo Reino del mismo nombre.

    All surgieron textos representativos de las culturas pertenecientes al rea maya como

    elPopo/ Vuh y e lMemorial de Solal (mejor conocido por Anales de los Cakcbiqueles),

    cuyos manuscritos se hallaron, respectivamente, en el pueblo de Santo Toms de Chi-

    chicastenango a principios del siglo XVIII y en el archivo del convento de San Francis

    co,

    de la ciudad de Guatemala, en 1844.

    Si el primero es la Biblia de los hijos del ma2 y, en concreto, la saga cosmognica

    y legendaria de los quichs , el segundo no exento de dimensin mtica propor

    ciona num eroso s datos histricos de los propio sxahil o cakcbiqueles, ubicados de 1557

    a 1620. Y ambos fueron vertidos al espaol por sus descubridores: el Popol Vuh, antes

    de 1721, por fray Francisco Ximnez; y el testimonio de los cakchiqueles, desde 1873,

    por donjun Gavarre te .

    Productos de la tradicin oral, dichos libros ejemplifican la cultura de Mesoamrica

    que , como la fij Paul

    Kirchoff

    comprende el centro y sur de Mxico, la mitad occi

    dental tanto de Guatemala como de Honduras, todo El Salvador, la zona del Pacfico

    de N icaragu a y la regin noro este, o del golfo de Nicoya, de Costa Rica. Pero no consti

    tuyen los nicos documentos legados por la transmisin de la palabra antigua en la

    actual Centroamrica. La misma Guatemala ofrece aparte de otras tres obras signi

    ficativas doce manuscritos ms en lenguas indgenas, redactados despus de la con

    quista, con la marca esencial de la mentalidad precolombina. Entre ellos figuran los

    de Ju an Francisco G m ez, A kzip yJu an Torres Calel Cacoj y Atz iquiak en quich e,

    el ma nuscrito cakchiquel o ttulo de Aruchilab, el quetch o ttulo de Purn Ch itabal,

    uno en pipil, otro en pomn y el manuscrito tzutujil que cit muchas veces el abate

    Carlos Etienne Brasseur de Bourbourg. Desgraciadamente, sus originales desaparecie

    ron y slo es posible apreciarlos a travs de fragmentos y referencias.

    N o es el caso de las tres obras ya referidas: el Ttulo de los Seores de Totonicapn,

    cuya redaccin data de 1554 y su traduccin espaola, emprendida por el cura indgena

    Jos Domingo Chonay, de 1834; el Ttulo de lacasade Ixquib Nihaib, seor del terri-

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    tono de Otzoya,

    escrito despu s del siglo XV I y no apa recid o, es espa ol, hasta 1876; y

    el drama-ballet El Varn de Rabinal o Rabinal Ach dictado en 1856 por el anciano

    Bartolo Ziz a Brasseur de Bourbourg y publicado en 1862. Las dos primeras como,

    en general, los manuscritos anteriores denuncian la violencia de la conquista y la l

    tima fija el espritu guerrero de los quichs, al margen de toda influencia occidental.

    Pero mucho ms subyace en esos primigenios libros del pueblo guatemalteco que

    expres en ellos sus condiciones sociales y las aspiraciones de su cultura. ElPopol Vuh,

    por ejemplo, supera en riqueza mtica y fabulacin potica aLos Libros del Chillam

    Balan

    de sus vecinos mayas, asentados en las tierras bajas de la pennsula de Yucatn;

    y losAnales de los Cakchiqueles, signados por la preocupacin cronolgica como h om

    bres medidores del tiempo que eran, registran una versin o

    visin

    de los vencidos tan

    valiosa y emocionante como la de los aztecas, estudiada por Miguel Len Portilla.

    Insistamos en valorar esos dos indele bles testim onios histrico-lterarios, reconocien

    do en el

    Popol Vuh

    o

    Libro del Consejo

    como tambin se le conoce su carcter

    de texto sagrado, singular y completo, de una civilizacin aborigen; y que admite pa

    rangonarse con el Rig Veda, el Zend Avesta y, guardando las proporciones, con el G

    nesis

    bblico. Trata, pues, del origen del mundo y de la creacin del hombre a partir

    del maz, tras frustrados intentos con el barro y la madera. El primer tema ha sido re

    creado, poemticamente, por Ernesto Cardenal:

    As est dicho en las historias quichs,

    todo lo que dijeron, todo lo que hicieron,

    en el alba de la vida, en el alba de la historia.

    Pintaremos esto ya dentro de la Ley de Dios, ya dentro del Cristianismo.

    Lo contaremos aqu porque ya no se tiene la visin del Libro del Consejo,

    la visin del alba, de la venida de la otra parte del mar,

    de nuestra oscuridad, la visin del alba de la vida, como se dice.

    Exista el libro original, pintado antao, pero est oculto al lector, al pensador.

    Grande era su descripcin, su relato,

    de cmo aconteci el nacimiento de todo el cielo y de la tierra,

    y todo fue repartido en cuatro partes,

    cmo todo fue trazado y medido, y se trajo la cuerda de medir

    y fue extendida en el cielo y en la tierra,

    en los cuatro ngulos, en los cuatro rincones,

    segn la palabra del Poderoso, del Formador,

    la Madre y el Padre de la vida, de lo creado,

    de lo que respira, de lo que palpita,

    de lo que engendra, de lo que piensa,

    Luz de las tribus, Luz de los hijos,

    el que piensa en la bondad de todo lo que est en el cielo,

    en la tierra, en los lagos, en el mar.

    Este es el relato de cmo todo estaba en suspenso,

    todo tranquilo, todo silencioso, todo inmvil, todo quieto, todo vaco, en el cielo.

    Esta es la primera relacin, el primer discurso...

    1

    El segundo tema lo presenta, en prosa, Ernesto Gutirrez: Y los cuatro primeros

    hom bres fueron hechos dice en un fragmento : Balan Quitze , B alam-Agab, M ahu-

    ;

    ErnestoCardenal:

    Relato

    de la

    Creacin

    segn elPopol Vuh, en La Prensa Literaria, Managua, 11 de

    noviembre, 1973 (versin

    arreglada

    por Ernesto Cardenal).

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    cutah e Igi-Balam; no nacidos de mujer, sino modelados y formados se les llam. Y

    su creacin y formacin fue un prod igio, u n verdadero en canta m iento ; perfectos y her

    mosos hablaro n y razonaron , vieron y oyeron, anduviero n y palp aro n. Fue y existi en

    ellos el pensamiento. Su vista lo abarc todo, lo visible y lo invisible, lo manifiesto

    y lo oculto , lo del cielo y lo de la tierra. Y gran de fue su sabidu ra, su genio se extend i

    sobre los bosques y las rocas, sobre los lagos y los mares, sobre los montes y los valles.

    Y al Creador y al Formador se dirigieron dicindoles: os damos gracias porque habla

    mos,

    o mo s, and am os, sentimos, pensam os y conocemos; gracias po rqu e vemos lo visible

    y lo oculto , lo cercano y lo distan te y enten de m os toda s las cosas.No est bien, dijeron

    los dioses,

    limitmoslos, porque se pueden volver iguales a nosotros, que se queden

    en simples criaturas, que nos reconozcan y nos honren. Vino el Coraz n del Cie lo, y

    as como el vapor empaa la luna del espejo, con una nube les enturbi los ojos, y

    desde entonces no vieron sino lo cercano, y lo oculto qu ed oculto , y no enten diero n

    sino algunas cosas.

    2

    El Popol Vuh, adems, contiene tanto pasajes inherentes a la mitologa y las migra

    ciones de los quichs como fragmentos que revelan un profundo conocimiento de la

    psicologa humana. Y entre los ltimos figuran situaciones dramticas, originales des

    cripciones lricas e inolvidables narraciones como la Historia de Cabracny la Historia

    de la Doncella Ixquic,

    versificada admirablemente por Francisco Prez Estrada:

    Por amor concibi Ixquic;

    por amor y por magia.

    De un rbol de jcaro,

    del espritu de los rboles.

    Virgen qued Ixquic

    despus que pari a Hunapuh

    despus que pari a Ixbalanqu.

    El corazn de Ixquic

    perfum la clera de su padre.

    La crea ramera

    su padre, Cuchimaquic,

    los amigos de su padre:

    Hun Carn y Vacub Carn;

    ramera la crean

    las gentes de Xibalb.

    Ella era una mazorca tierna.

    Virgen, su corazn virgen.

    Virgen, su cuerpo virgen.

    Rosa mstica

    Castsima

    Torre de marfil

    Inmaculada

    2

    Ernesto Gutirrez:*La creacin del hombre* arreglo de los textos que sobre este tema aparecen en el

    Popol Vuh), enEn m y no estando. Antologa potica (Managua), Editorial NuevaNicaragua (1983), pp

    162463.

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    De quin es el hijo que tienes en el vientre,

    hija ma? Y ella contest:

    No tengo hijo, seor padre,

    an no he conocido varn,

    Cuchumaquic, su padre, no saba;

    Hun Carn, no saba;

    ni los de Xibalb saban.

    Nadie saba.

    Slo el corazn del Cielo, lo saba.

    Slo el espritu de todas las cosas, lo saba.

    Los buhos fueron encargados de sacrificarla.

    Cuatro fueron los que llevaron la jicara,

    para traer su sangre,

    para traer su corazn.

    Pero se condolieron de Ixquc

    y en vez de su sangre,

    en vez de su corazn,

    llevaron la savia del rbol rojo de grana.

    Cuando los seores quemaron la sangre de Ixquic,

    la sangre que llevaron los mensajeros,

    la que llevaron los buhos,

    comenzaron a sentir el olor los de Xibalb,

    y sentan muy dulce la fragancia de la sangre,

    porque en realidad era virgen Ixquic.

    3

    Volviendo a losAnales de los Cakchiqueles o de los Xahil c o n o c id o s t a m b i n c o n

    el t tulo deMem orial de Tecpan Atitln, debe m os advert ir qu e com pen dian la ex isten

    cia histrica del pueblo cakchiquel . No en vano se estructur, a mediados del siglo XVII,

    en un t tu lo de propiedad para un proceso , con un c laro propsi to re iv indica t ivo de

    t ie rras . Obra co lec t iva , su pr imer au tor un miembro de la fami l ia Xahi l resca ta ,

    en l engua e spao la , l as t r ad ic iones de sus an t epasa dos ; e l segu ndo ot ro m iem br o de l

    c lan fami l ia r lo cont ina , narrando ba ta l las y gobiernos de los suyos has ta la poca

    de la conquis ta espaola ; y luego , o t ros ind genas t ransforman e l l ib ro en una especie

    de d iar io , en e l qu e evocan nac im iento s y m ue rte s , p le i tos agrarios , ec lipses , t e rrem o

    tos ,

    e tc . Vivas , senci l las y dramt icas , sus mejores descr ipc iones poseen un memorable

    d inamismo b l i co :

    Cuando apareci el sol en el horizonte y cay su luz sobre la montaa, estallaron los alaridos

    y gritos de guerra y se desplegaron las banderas, resonaron las grandes flautas, los tambores y

    las caracolas. Fue verdaderamente terrible cuando llegaron los quichs. Pero con gran rapidez

    bajaron a rodearlos los cakchiqueles, ocultndose para formar un crculo; y llegando al pie del

    cerro se acercaron a la orilla del ro, aislando las casas del ro, lo mismo que a los servidores de

    los reyes Tepepul e Iztayul, que iban acompaando al dios. En seguida fueron al encuentro.

    El choque fue verdaderamente terrible. Resonaban los alaridos, los gritos de guerra, las flau

    tas,

    el redoble de los tambores y las caracolas, mientras sus guerreros ejecutaban sus actos de

    3

    Francisco Prez

    Estrada:

    La virgen quiche,

    enCh inazte. Poemas, Man agua, Ediciones Nacionales, 1975,

    pp .

    9-10.

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    magia. Pronto fueron derrotados los quichs, dejaron de pelear y fueron dispersos, aniquilados

    y muertos. No era posible contar los muertos.

    4

    En cuanto al

    Rabinal Ach obaile deltun,

    consiste en un aut ntico

    hecho escnico,

    en

    un espectculo de carcter litrgico que hace uso de escenografa, accin y voz, gesto

    y m ovim iento , silencios y vestuario, dan za y msica, cu lm inan do con un sacrificio hu

    mano. Por algo se le considera la pieza ms antigua del teatro indoamericano, pues

    se remonta aproximadamente a los siglos XII y XIII

    5

    Sus personajes principales estn

    dotados de suficientes matices para adquirir relieves dramticos. El

    Varn de Rabinal,

    representante del afn de justicia, no cede ante su jefe Cinco-Lluvia, gobernador de

    Rabinal, cuya magnificiencia le conduce a interceder por el valiente varn de los qui

    che,

    la figura ms constante, dramtica y, de hecho, el protagonista. Al final, el ltimo

    durante el banquete fnebre que le ofrecen exclama:

    Pero ste es el crneo de mi abuelo?

    pero ste es el crneo de mi padre?

    lo que veo, lo que miro?

    No harn lo mismo con los huesos de mi cabeza, de mi crneo?

    As cuando mis descendientes bajen de mis montaas, de mis valles,

    a cambiar cinco cargas de cacao fino,

    de mis montaas, de mis valles,

    ellos dirn: He aqu el crneo de nuestro abuelo,

    he aqu el crneo de nuestro padre.

    Evidentemente, el lenguaje acusa la elaboracin paralelstica y sinonmica, propia

    de la literatura del altiplano de Mxico, recuperada y traducida en el siglo XX por el

    sacerdote y reno m brad o n ahualista ngel M ara Garibay. C om o vimos, igual labor ha

    ban realizado con las manifestaciones guatemaltecas otros dos clrigos: el espaol Xi-

    mnez en el siglo XVIII y el francs Brasseur de Bourbourg traductor del

    Popol Vuh,

    de los Anales de los Cakchiqueles y del Kabinal Ach en el siglo XIX.

    Sobre todo las ltimas obras resultan imprescindibles para penetrar en las races de

    los pueblos de origen maya que conforman la compleja masa tnica y lingstica de

    la Guatemala contempornea, donde la conquista dej casi inclumes a los herederos

    del Popol Vuh. Ni las campanas sustituyeron al teponaxtle, ni la flauta al xicolaj,

    como dira Luis Cardoza y Aragn. De aqu que los indgenas chuh del departamento

    de Huehuetenango an transmitan, en 1960, su creencia en los dioses-das, uno de

    los aspectos fundamentales del pensamiento mesoamericano:

    Y hay tambin otros dioses

    que son los momentos del tiempo.

    Hay veinte dioses-das que nos miran cada da.

    Un dios-da nos contempla cada da.

    Por eso nosotros alimentamos estos dioses-das...

    6

    4

    Citado por

    Eduardo

    Crema en

    Historia de la literatura de Centro y Sudamrica.

    Desde la

    poca

    preco

    lombina hasta la

    vspera

    de la eman cipacin. Caracas, Universidad Central de Venezuela,

    Facultad

    de Hu

    manidades y Educacin, 1969, p- 31-

    J Julin Gonzlez: *ElRabinalA ch y la cultura indoam ericano, enRevista Crtica,San Jos, C. R., Nm .

    6, suplemento de La Nacin Internacional, del 3 al 9 de

    febrero,

    1984.

    6

    Citado

    por Miguel Len

    Po rtilla: La palabra

    antigua y nueva del hombre de

    M esoamrica,

    en

    Revista

    Ibero-Americana, Pittsburg, Nm . 127, Abril-Junto, 1 984, p . 35 3, a su vez, extrado de

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    II

    En el resto de Centroamrica perteneciente al rea mesoamericana la conquista fue

    ms implacable que en Guatemala, pues all se arras a la poblacin aborigen que,

    sin embargo, pudo dejar testimonio de su aniquilamiento. Fray Bartolom de Las Ca

    sas lo refiere cuando habla de los bailes, fiestas y

    cantares

    que haba en Nicaragua,

    Honduras y pases inmediatos en uno de los captulos de su Apologtica Historia

    (de las Indias):

    Lo que en sus cantares pronunciaban era recontar los hechos y riquezas y seoros y paz y

    gobiernos de sus (ante)pasados, la vida que tenan antes que viniesen los cristianos, la venida

    dellos,ycmo en sus tierras violen tamente entraron, cmo les toman las mujeres y los hijos des

    pus de roballos; cunto oro y bienes de sus padres heredaron y con sus propios trabajos

    allegaron.

    7

    Y con tina Las Casas, reconociendo en esta creacin colectiva su carcter pic o:

    Otros

    cantan la velocidad y violencia y ferocidad de los caballos; otros la braveza y crueldad

    de los perros, que en un credo los desgarran y hacen pedazos, y no menos el feroz de

    nuedo y esfuerzo d e los cristianos, pues siendo tan pocos, a tantas multitudes de gentes

    vencen, siguen y m atan; finalmente, toda m ateria que a ellos es triste y amarga.

    %

    He

    aqu los temas resumidos en la frase

    toda materia

    que a ellos era

    triste

    y

    amarga

    de loscantaresqu e los derrotados y sometidos indgenas de C entroamrica en ton aba n

    sobre la destruccin de su mundo.

    Hablamos de las culturas precolombinas de Mesoamrica ubicadas en las tierras ms

    frtiles y de clima ms favorable: el altiplano guatemalteco y la faja del Pacfico que

    abarcan, actualmente, El Salvador y parte de Nicaragua. Tales zonas, por esas mismas

    causas, tenan m ayor densidad demogrfica y un a gran penetrac in de influencias m e

    xicanas. Esto explica que los pipiles de El Salvador hayan dejado cuatro muestras de

    cantares autctonos

    en su respectivo dialecto: Tiahuit Tzuntzunat (Vamos a Sonso-

    nate), Nim etzihui (Te lo dije), el Ca nto pipil a Tacuba originario de l occiden

    te salvadoreo y m ezclado con vocablos espaoles y el Lamento de Am elicatl, final

    de una leyenda del lago Coatepeque, cuya traduccin aproximada dice:

    Mi corazn es tuyo

    hermoso hombre mo.

    Yo soy tu mujercita

    y t mi sol, mi flor.

    Tu mano es fuego en la ma

    y tus ojos fuego en mi alma.

    Te quiero como a la luna,

    como a mi padre quiero.

    9

    7

    Bartolom de las Casas, Apologtica

    historia...)

    (fragmento), en Nicaragua en los cronistas de Indias.

    Introducciones y

    notas

    de Jorge

    Eduardo

    Arellano

    (Managua). Coleccin Cultural Banco

    de Am rica (1975),

    90.

    * Ibid

    9

    Transcrito

    en Juan

    Felipe

    Toruno: Desarrollo literario de El Salvador. San Salvador

    Ministerio

    de Educa

    cin/Direccin General de Publicaciones) 1958.

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    Ig ua lm en te, explica el rescate en Nic aragua de u n C anto al sol de los nah uas de esa

    regin y un par de testimonios coetneos de la conquista. El primero posee varios ele

    mentos de la creacin potica azteca: tema (el sentimiento de tristeza por la fugacidad

    de la vida a travs del transcurso del da )

    y

    procedimientos:

    paralelismo sinonmico

    (ver

    sos 3-4)

    y

    palabras-broche

    (aqullas que se repiten en distintos versos del poema):

    mi

    corazn llora (dem 7 y 11):

    1 Cuando se mete el sol, mi seor,

    2 me duele, me duele el corazn.

    3 Muri, no vive el sol,

    4 el fuego del da.

    5 Te quiero, yo te quiero,

    6 fuego del da, sol no te vayas.

    7 M corazn, mi corazn llora.

    8 Fuego del da, no te vayas,9 no te vayas fuego.

    10 Se fue el sol.

    11 Mi corazn llora.

    10

    Respecto a los segundos, testimonian la explotacin esclavista de ese proceso. Reco

    gido por Las Casas, uno es un lamento que los chorotegas emitan, llorando y suspiran

    d o , cuando iban a laborar para los espaoles, entre la ciudad de Len y el puerto de

    El Realejo:

    Aquellos son los caminos

    por donde bamos a servir a los cristianos

    y aunque trabajbamos mucho,

    volvamos al cabo de algn tiempo

    a nuestras casas

    y a nuestras mujeres

    e hijos;

    pero ahora vamos sin esperanza

    de nunca ms volver,

    ni de verlos,

    ni de tener ms vida.

    11

    El otro lo incorpor a su

    Historia del Nuevo Mundo

    el cronista italiano Girolamo

    Benzoni al entrevistarse, en 1546, con don Gonzalo, cacique de los nicaraguas. Este

    quien haba sobrevivido a la etapa sangrienta de la conquista y estaba ya

    indoctrina

    do en el catolicismo hizo un razonamiento sobre los cristianos, en el que sealaba

    la apropiacin econm ica y la bribonera de los conq uistadore s. N o fue concebido com o

    texto poemtico, pero lo es por su expresin oral directa, acumulativa:

    Qu cosa es cristiana en los cristianos?

    Piden el maz, la miel, el algodn, la manta, la india para hacer el hijo;

    piden oro y plata.

    Los cristianos no quieren trabajar,

    10

    ngel Mara Garibay:Llave del nhuatl. Coleccinde trozos congramticay vocabulariopara utilidad

    de los principiantes (2.

    a

    ed.). M xico, Editorial Porra,

    1961,

    p. 207.

    11

    Bartolom de las

    Casas:

    Brevsima relacin de la destruccin de las Indias... (Londres, Shulze y Dean,

    1812),

    p. 82.

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    son ment i rosos , jugadores , perversos , blasfemos.

    C ua ndo va n a la iglesia a or misa,

    murmuran entre s,

    se hieren entre s .

    1 2

    III

    Pasando a la paite no mesoamericana de Centroamrica, diremos que revela un ori

    gen sudamericano, menos densidad demogrfica y la decisiva importancia de la yuca

    y otros tubrculos, como la palmera de pejivalle, en la alimentacin. Nos referimos,

    entr e otros grupos lingsticos, a los payas y xicaques de H on du ras , a los sum os, m ski-

    tos, ramas garfonos de Nicaragua (stos tambin distribuidos en territorio de Hondu

    ras) y a los bribr, cabecares y borucas de Costa Rica.

    El mayor estudioso de los payas, Eduard Conzemius, no recogi ninguna muestra

    potica en la investigacin que le dedic durante los aos veinte de este siglo. En cam

    bio ,

    acerca de los xicaques se conoce el testimonio del fraile espaol Fernando Espino

    natura l d e Nuev a Segovia, provincia de Nicaragua a m ediado s del siglo XVII. Ad e

    ms, Espino fue autor de canciones en la lengua de esos indgenas, continuando una

    tradicin remontada al siglo anterior. Recordemos que fray Bartolom de Las Casas,

    entre otros misioneros, haba recurrido a los atractivos

    del

    verso y de la msica para

    evangelizar a los indios de Tuzulatln en Guatemala. Hize arte en aquel idioma (el

    de los xicaques, consigna)

    y escreb la Doctrina Cristiana.^

    Este m ism o franciscano,

    en su expedicin a la regin de la Taguzgalpa (una amplia zona correspondiente hoy

    a las fronteras de Honduras y Nicaragua) asisti a una celebracin de los mismos xica

    ques en la que se cantaba a la culebra blanca:

    Venid y dezidme

    quin mata a mi hermana...

    14

    Pasando a los textos que, desde los primeros aos del siglo XLX, comenzaron a re

    coger algunos viajeros ingleses entre las culturas que han permanecido al margen del

    proceso lingstico de Nicaragua, hemos localizado media docena pertenecientes a ios

    indios sumos y casi veinte de los indios mskitos. Dos de los primeros poseen el mismo

    vuelo y sencillez de las canciones de amor de las tribus norteamericanas.

    15

    Uno se ti

    tula El saludo y dice:

    Hoy vine a prisa

    a saludar esta muchacha.

    Porque si no la saludara,

    luego me morira.

    12

    G irolamo Benzoni; La historia del Nuevo Mundo.

    Traduccin

    y notas de

    Marta

    Vannini de Gem lewicz.

    Estudio preliminar de LenCroizart.Caracas, Fuentes de la Historia Colonial de Venezuela, 1967,

    l

    femando Espino: Relacin verdadera de ia reduccin de los indios infieles de la provincia de la laguz-

    galpa, llamados xicaques...

    Prlogo

    y notas de Jorge E duardo Arellano. Len

    Nicaragua)

    Editorial Universi

    taria, 1958, p. 19.

    *

    Ibid

    p. 42.

    15

    Pueden leerse en Guillermo Kiene:

    Gramticasumu,

    en Revista Conservadora del Pensamiento Cen

    troamericano, Managua, Nm. 13, marzo, 1962, pp. 48-49.

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    73

    Y la otra La flor:

    Qu flor tan bonita

    la que lleva esa muchacha.

    Pero es ms hermosa ella

    que la flor.

    En cuan to a los textos de los mskitos ofrecen tres tipos con un co m n de no m ina do r:

    fueron escuchados por sus recolectores. Pues bien, primero figuran entre ellos com

    posiciones amorosas motivadas por la ausencia o muerte de la amada o el amado, por

    la presencia de los m ismo s; pero siem pre en contacto con la natu raleza

    y

    la vida cotidia

    na. An populares, como Ercilla y Tinimiska, se destaca entre ellas Keker miren

    nane (Me voy lejos de ti), ya antolgica, con seis versiones distintas.

    10

    La ltima es

    nuestra:

    Querida muchacha: me voy lejos de ti.Cundo volveremos a encontrarnos

    Para caminar unidos a la orilla del mar?

    Siento las suaves brisas sobre mis sienes.

    Oigo lejano el trueno tenebroso.

    Veo el relmpago iluminando la montaa

    Y toda la pradera.

    Pero t no ests conmigo.

    Mi corazn permanece abatido

    Y lloroso.

    Adis, querida muchacha:

    Sin ti vivo desolado

    No menos bella que la anterior, otra de las canciones amorosas de los mskitos ha sido

    recreada por Pablo Antonio Cuadra y se titula Carta de un joven mskito a su novia:

    17

    Yo soy ms alto que el cocotero

    porque mis ojos alcanzan sus palmas

    y an las aves que el cocotero quiere atrapar.

    Yo soy ms largo que el ro Wank

    porque oigo lejano el rumor del mar

    o cerrando los ojos reconstruyo su brillante playa.

    Yo tengo ms pecho que la leona de Alamikamba

    porque mi dolor escrito llega ms all de su rugido

    hasta las manos de mi muchacha en Bilwaskarma.

    En tre sus textos orales de carcter co m un al, se halla u n can to colectivo de mujeres qu e

    tambin ha recreado otro poeta contemporneo: Alberto Ordez Arguello.

    18

    Su t

    tulo es el mismo que el de su primer verso: A l no le gusta el zapote verde:

    16

    En este orden, Tom s Ayn: Historia de Nicaragua... Tomo I. Granada, Tipografa de El Centro-

    Americano,

    1982,

    p. 39; Rubn

    Daro:Cancin

    mosquita, enEl Porvenir, Managua , 9 de noviembre de

    1884;

    Flix

    Medina:

    Cancin

    de amor mosquita, en

    La Patria,

    Len, Ao

    XIII

    Tomo VI, Nm . 1, 15 de

    septiembre,

    1907

    p. 10;

    Francisco PrezEstrada: traduccin

    de

    Keker

    miren

    nane,

    en

    Pablo

    Antonio Cua

    dra:

    Breve

    antologa de la poesa indgena americana, enCuaderno del Taller San Lucas,Managua, Nm.

    5, 30 de

    agosto,1951,

    p. 60; Thomas Young:

    Narracin de una estada en la costa mosquita

    (traduccin

    de

    Marta Verbel),

    libro del mes deRevista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, Nm. 68, ma

    yo , 1966 pp. 28-29 y Jorge Eduardo

    Arellano:

    versindeMe voylejos deti enLa Prensa L iteraria,Mana

    gua, 21 de

    abril

    1976.

    17

    Facilitada

    por Cuadra al autor.

    18

    En la revistaC entroamericana, Mxico, D. E, N m. 2, Mayo-Junio, 1954.

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    74

    A l no le gusta el zapote verde.

    Slo maduro.

    Nosotras tenemos nuestras calabazas.

    Slo nosotras.

    A l no ie gusta la hierba

    verde.

    Slo amarilla.Nosotros rompemos nuestros cuchillos.

    Slo nosotras.

    A l no le gusta la guayaba verde.

    Slo dorada.

    Nosotros cantamos a la madre caoba.

    Slo nosotras.

    A l no le gusta el caribe verde.

    Solo plateado.

    Nosotros jugamos con nosotras.

    Com o se ve

    t

    consiste en u na dan za vincu lada a la existencia tradicion al d e los m skitos

    y a sus alim entos o frutas (2ap ote, gua yab ay caribeo pl tano) e ins trum entos do msti

    cos (calabazas recipientes para conservar aguaycuchillos); en un canto a la m adre

    caoba, a la madera con que construyen sus viviendas. Otras ceremonias la constituyen

    el Uro palaya (danza sobre el advenimiento del ao nuevo), el jbilo de las madres

    por el regreso de sus hijos y el lamento de stos por la muerte de aqullas. Un texto

    ilustrativo del penltimo tema lo ha recogido y recreado Francisco Prez Estrada:

    19

    Oh mis hijos, habis vuelto a mi lado

    Yo estaba desolada sin vosotros.

    Otras madres tenan a sus hijos. Yo las vea.

    Y mi corazn suspiraba por vosotros.

    Por la noche recordaba a mis muchachos que me llamaban: Madre

    Pensaba que estaba sola y no tena hijos.

    Me acordaba de mis hijos.

    Pero ellos estaban lejos entre los blancos.

    Mis hijos han vuelto

    Mi corazn ahora es como el cogollo del pltano que brota cuando nace el sol.

    El ltimo tema lo ha ejemplificado Eduard Conzemius en su Etnograpbical Survey of

    the M kito and Sumu Indians of Hondu ras and Nicaragua,

    principal fuente de estudio

    sobre esta cultura; se trata de un texto traducido por Fidel Coloma:

    2 0

    Ay madre , pobre madre Ay madre , a dnde te has ido?

    Aqu estn tus hijos llorando por ti.

    Ayer conversbamos juntos, pero ahora all ests yacente.

    Ay madre , te miste enojada con nosotros? Ya no nos quieres?

    Aqu est tu marido afuera con a cabeza indinada

    Y las mujeres sentadas con las cabezas cubiertas.

    Todo por amor a ti.

    Pero t nos has abandonado.

    Ay ya no ver jams tu rostro de nuevo.

    Ya no escuchar jams de nuevo tu voz.

    "

    En Pablo Antonio

    Cuadra: Breve

    antologa de la poesa indgena

    americana,

    Op. cit.

    2Q

    Indita, su original

    se

    encuentra como aseguramos

    en Eduard Conzemtus:

    Ethnographical Survey

    of the Miskito and Sumu indians of Honduras and Nicaragua. Washington, Smh sonian Institution, 1948,

    P 154.

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    Pero los lamentos de madres por la desaparicin de sus hijos eran, en el siglo XIX, ms

    frecuentes. A uno de ellos alude el ingls Thomas Young al sealar que las canciones

    de los mskitos se creaban con motivo de cualquier noticia mala o buena y que,

    a veces, resultaba conmovedor or los lamentos de una madre que llamaba a su hijo

    desaparecido, a quien desdichadamente no volvera a ver jams. Y contina:

    Una vez me sent muy conmovido, porque la pobre mujer pareca que hubiera tenido toda

    su alma centrada alrededor de este hijo que se haba marchado. Ella olvidaba a los otros por

    el que haba perdido. Los paroxismos de sus penas son tan violentos, que si no se les impide,

    se colgaran del primer rbol que encuentran.

    21

    Y el nicaragense Francisco Iras, quien viaj por el ro Coco en 1842, escriba:Cele

    bran

    (los mskitos)

    el aniversario de la muerte de sus parientes y am igos con los m s

    lgubres y armoniosos cantos. Sus lamentaciones mortuorias son ejecutadas por las mu

    jeres bajo una tienda de corteza de hule. Algunas de las ceremonias son caminar para

    adelante y para atrs a una distancia como de cien varas, de la manera siguiente: ca

    minan cuatro ocincopasos y se tiran de bruces con una fuerza aparentemente tan gran

    de, como para matarse ellas mismas, cuya brbara ceremonia repiten hasta que entra

    la noche. Alguna s se pintan con achiote o tile, y aunque casi tienen el mismo color

    de ste, se ven horribles con la operacin...

    11

    Sin embargo, no todo era tristeza entre

    las madres mskitas: tambin se invadan de alegra, como vimos en el texto Los hijos

    regresan, al recibir a stos tras largas ausencias de sus comunidades o temporadas de

    trabajo.

    Sobre los ramas y garfonos, otras de las mino ras tnicas de la costa atlntica d e N i

    caragua, presentamos uno y tres textos respectivamente. El correspondiente a los pri

    meros detecta un momento histrico: cuando se resistan a la penetracin ideolgica

    llevada a cabo por la Iglesia Moraba, la cual se arraig entre toda la poblacin de la

    zona. Titulado Respuestas a un misionero, dice:

    Por qu debemos ir a la iglesia y escucharlo?

    El no proporciona ropa, ni carne ni ron.

    Djenlo volver al lugar de donde vino.

    Nosotros no le pedimos que viniera.

    No necesitamos iglesia.

    Nosotros deseamos permanecer como estamos.

    23

    Llamados

    caribes negros,

    los garfonos con un predominante sustrato africano, pero

    originalmente indgenas poseen una narrativa oral que constat en 1871 el investiga

    dor francs Pablo Levy.Subsisten en ellosanot ste en la visita que les hizo duran

    te ese ao

    numerosas tradiciones, algunas interesantes, en las cuales se trata siem

    pre de negros cimarrones (fugitivos, J .E.A.), de misioneros y, sobre todo, de negros

    espaoles feroce's.

    24

    Pero no logramos obtener ningn ejemplo de la misma. En cam-

    1

    Thomas Young:

    Narracin de una estada en la costa mosquita,

    Op. cit, pp. 28-29-

    22

    FranciscoIras: Carta...*, en Segovia, Cbontalesy laCostaMo squito* (captulo de losApuntamientos

    sobre Centroamricade

    GeorgeJ.

    Squier), enRevista de la Academia de G eografa e Historia d e N icaragua,

    Tomo X, Nm . 1, abril, 1948, p. 59.

    2

    * En Bernardy Judi Nietschmann:

    Cambio

    y continuidad de los

    indgenas

    Rama de Nicaragua, enAm

    rica Indgena,

    vol.

    XXXIV

    Nm. 4, Octubre-Diciembre, 1974, pp. 908-909.

    24

    Pablo

    Levy:Notas geogrficas y econmicas sobre la repblica de Nicaragua.

    Pars (s.

    i.), 1873, p. 297.

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    77

    b i o ,

    conocemos un canto ceremonia l que e l c i tado Levy les escuch; su msica era de

    p i t o ,

    f lauto , f la jo ie te de caa o carr izo , y ta m bo r de ba m b ; y lo en to na ba n , sorda

    y melancl icamente , hombres y mujeres . Los vers cu los de las pr imeras e ran acordes

    y a un comps len to ; los de los hombres , ms ceremoniosos: despus de inger i r ulung

    bebida embr i agan te de ma z que exha laba un o lo r a queso , v inag re y a l coho l se

    reunan por la noche en crculos y al que le corresponda el canto se diriga al centro

    del c rcu lo tocando e l t ambor . Para e l lo , e ra ind ispensable l levar charre teras y gorra de

    pluma. Luego e l can tor rec i taba versos que , repe t idos por sus compaeros de l c rcu lo ,

    se a l a rgaban cada vez ms has t a que todos se en redaban y no pod an con t inua r . Es t a

    p ieza , l l ena de una poesa ex t raa sealaba Levy conclu a con una invocacin a

    la luna.

    2 5

    Y dice:

    Quin ha dicho que el sol era alegre?

    Quin ha dicho que el sol era alegre?

    El que ha dicho que el sol era alegre no ha mentido

    El que ha dicho que el sol era alegre no ha mentido

    El que ha dicho que el sol era alegre no ha mentido

    porque sin el sol es la noche y la noche es triste

    El que ha dicho que el sol era alegre no ha mentido

    porque sin el sol es la noche y la noche es triste

    El que ha dicho que el sol era alegre no ha mentido

    porque sin el sol es la noche y la noche es triste

    puesto que a favor de su sombra todos los seres

    todos los seres malignos se deslizan hacia sus vctimas

    El que ha dicho...

    2 6

    Los otros dos textos de los garfonos t ienen un valor ms antropolgico que pot ico.

    2 7

    Los recogi e l a lemn Wal ter Lehmann a pr inc ip ios de s ig lo . Uno t ra ta de la s iembra

    de la yuca o casabe, al imento bsico de su existencia:

    Antes de sembrar, cortamos grandes rboles para dejarlos secar

    Cuando ya estn secos, comenzamos a pegarles fuego

    Pero antes cortamos el monte para pegarle fuego

    Cuando ya los quemamos, limpiamos la tierra

    Cuando las cenizas estn fras, comenzamos a cavar y a sembrar la yuca

    Nosotros cortamos los retoos de la yuca para sembrarlos

    Y el otro versa sobre la forma de sus ent ierros:

    En tiempos pasados, cuando un caribe mora, lo enterraban

    en su propia casa.

    Ahora, cuando alguien muere, lo entierran afuera.

    En tiempos pasados, cuando una persona falleca,

    era enterrada sin atad: los suyos le colocaban

    una tabla debajo y otra arriba, y un plato

    sobre la cabeza para evitar que le cayera

    tierra en los ojos

    Y lo enrollaban con sus cobijas

    Ibid

    p 307.

    26 En

    Ibid.

    27

    Facilitados por Wilibald Fredesd orf al autor.

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    78

    Fin alm ent e, el rescate de las tradiciones orales de los indg enas qu e a n se conservan

    en Costa Rica data del siglo XX y se debe, ante todo, a Doris Stone.

    28

    En efecto, la

    antroploga norteamericana recogi

    Algunos ejemplos de la poesa y leyendas csmicas

    indgenas de Costa Rica. Se refiere a cinco canciones de los bribr actua lm ente ubica

    dos dentro del cantn Talamanca, provincia de Limn, y a dos leyendas de los cabe

    cares que habitan a lo largo del ro Chirrip, cantn de Turrialba, efl la provincia

    de Cartago. Junto a los guatusos circunscritos a tres palenques en las llanuras del

    Norte, provincia de Alajuela, borucas y trrabas, indios de Nicoya e indios de

    Tiquirris, completan el mapa de las escasas localidades indgenas de ese pas centroa

    mericano.

    Salvo los indios de N icoya de races mesoam ericanas estas poblaciones tiene n

    un origen etnolingstico sudamericano, como lo han establecido sus estudiosos.

    De ah las interrelaciones que les caracteriza y el apelativo genrico, para la mayora,

    de talamancas, de quienes se han rescatado y nosotros adoptamos en verso dos tra

    diciones cosmognicas:

    I

    No haba luz y los demonios eran los dueos del mundo.

    Pero Sib era el rey.

    El jefe de los demonios dijo que hara luz

    porque detestaba la oscuridad.

    Sib no estuvo de acuerdo.

    Pero el jefe de los demonios hizo una luz pequea

    porque los ojos de los demonios eran de fuego

    y podan apresar la luz en sus manos:

    no poda alumbrar a larga distancia

    pero era luz.

    Sib dijo que si no haca algo los demonios creeran que eran ms poderosos que l

    y cre el sol

    y lo creo de una forma que todos pudieran verlo

    hasta las hormigas.

    n

    Sib vio unas plantas enraizadas en un excremento

    y pens que era bueno para cubrir todas las rocas

    pues slo rocas, nada ms exista.

    Y quiso saber quin haba dejado el excremento

    y hall a un vampiro que caminaba como un pjaro:

    le pregunt qu coma para que en su excremento crecieran las plantas

    y el vampiro le dijo que se alimentaba de la sangre de un jaguar

    y que el jaguar viva debajo de una roca.

    Sib quiso traspasar la roca, pero no pudo.

    Llam a Trueno, su primo,

    y Trueno le dijo que se arrodillara y se tapara los odos

    y con tres soplos parti la roca.

    Sib vio que el jaguar estaba atado con un cordn a su abuela,

    cort el cordn y se llev el cachorro.

    Luego lo estrell contra la roca

    28

    DorisStone:Algunos ejemplos dela poesa yleyendas csmicas indgenas de Costa

    Rica,

    e

    ta de Papel,Tegucigalpa(Honduras), Nm. 2, 1949, pp 18-21.

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    79

    y lo hizo pedazos.

    Cuando la madre regres donde su cachorro

    empez a buscarle:

    entonces Sib vio un venado de madera

    y lo transform en uno de verdad

    y el venado comenz a llorar como un cachorro:

    la madre corri a su encuentro

    y al darse cuenta que era un engao

    le estir las patas y el pescuezo.

    Por eso los venados tienen el pescuezo y las patas largas.

    2 9

    De los br ibr , l a Stone recogi una verdaderamente t ie rna Cancin de cuna (Dur

    m e te , no l lores, / tu m a m se fue a buscar flores; / du rm et e, n o llores) y dos cancio

    nes de angust ia de l pueblo que hablan por s so las :

    Ahora estamos tristes

    porque vamos a morir.

    Vienen los blancos

    y la tierra nos van a quitar.

    Entonces nuestro pueblo

    va a desaparecer.

    Bebemos chicha

    porque la chicha nos da alegra

    y tenemos miedo de perder la tierra.

    Por eso tomamos chicha

    para olvidarnos.

    Por su par te , los cabecares le conf iaron a la misma nor teamericana dos leyendas cs

    micas; una de el las esLa Historia de Mar, hermosa mujer q ue , cor ta da en versos , repro

    duc imos a con t inuac in :

    En el principio haba una sola roca grande

    y ninguna tierra.

    Dios, a quien llamamos Sib, hizo tierra para

    que la gente india pudiera vivir.

    Mand una hermosa mujer, l lamada Mar, para

    ordenar a Trueno que viniera.

    Y Trueno rehus ir. Sib insisti en Mar

    hasta que ella fue embarazada.

    Entonces Trueno decidi salir. Sib le prest

    el bastn del cacique como gua.

    Pero Trueno no lo quiso llevar. Dijo a Mar:

    Lo traes para m, pero no lo dejes solo.

    En la mitad del camino Mar dijo a s misma:

    No entiendo por qu no puedo dejar este

    garrote. Yo lo har y ver qu pasa.

    Al regreso haba desaparecido el bastn.

    Busc en todas partes, pero no lo encontr.

    Mientras estaba buscando una serpiente la

    mordi y ella muri.

    & Ambo s textos en Jorge

    Eduardo

    Arellano:la entrega de los dones.Managua,

    Ediciones

    Nacionales, 1978,

    pp 74-75.

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    80

    Sib arregl su cuerpo en un atado de entierro,

    pero se hinch.

    Puso una rana encima del atado para oprimirla.

    La rana tena hambre y brinc para agarrar un

    insecto que vio pasar.

    Mar se revent en el aire convirtindose enrbol.

    Su lindo pelo se transform en hojas.

    All la lora, la guacamaya y todos los pjaros

    hicieron sus nidos.

    El rbol vol hacia arriba y lleg hasta el

    cielo, la casa de Sib.

    Esto le molest mucho y mand dos aves, Tijereta

    y Pajarillo de agua, para coger la extremidad

    del rbol y formar un crculo grande en el

    espacio.

    Cuando encontraron los dos cabos el rbol se

    cay, convirtindose en agua.

    Las hojas llegaron a ser cangrejos.

    Pero la gente india sabe que el mido que omos

    por la playa

    Es el del viento, que sopl las hojas hechas del

    pelo de Mar, hermosa mujer.

    Y los borucas cuyos testimonios poticos tam bi n fueron recogidos por Doris Stone

    en los aos cuarenta han sido objeto, ltimamente, de una estupenda y completa

    recopilacin, obra de Adolfo Constenia Umaa, a la que remitimos al interesado en

    las leyendas y tradiciones de esta cultura grafa existente an en el Istmo.

    J0

    Concluyamos: tanto la literatura de los pueblos precolombinos de Centroamrica,

    como la poesa de sus actuales descendientes, constituye un tema digno de estudiarse

    y difundirse. Porque se trata de un acceso directo a la libertad irracional o no del

    hombre, de una fuente de goce esttico en comunicacin viva con la naturaleza y el

    misterio de la creacin, con las bases materiales el maz y la yuca de la existencia

    de sus pueblos y con sus propias historias abolidas o marginadas. En fin, de una expe

    riencia no por primitiva menos fresca, graciosa e ingenua que la de nuestro tiempo.

    Jorge Eduardo Arellano

    i0

    Adolfo Constenia Umaa:

    Leyendas y tradiciones de los borneas. Narradas

    por Espritu Santo Maroto.

    Introduccin

    gramatical

    comentarios, notas,

    traduccin

    y fijacin de texto, por A dolfo Constenia Um aa.

    Sanfos, C. R., Ed itorial Universidad de Costa Rica, 1979.