Los Intelectuales Revolucionarios y La Union Sovietica 1974 R. Rossanda

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    Rossana Rossanda

    Los intelectualesrevolucionariosy la Unin Sovitica

    EDITORIAL ANAGRAMA

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    Fuente:L e s i nt el l e ct ue Is reyolutionnaire

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    A \\ )

    La relacin con los pases socialistas - l as revoluciones sobrevenidas fuera,,- forma par tcdesde hace cincuenta aos de la historia de lai zquierda europea , que no ha tenido su revolucin. Una relacin hecha de esperanzas y de decepciones , de alianzas y de abjurac iones, deexaltantes utopas y de realidades deprimentes.Casi siempre subalterna, se ha convertido en unaspecto de la derrota de la i zquierda en lospa ses de capitalismo desarrollado". Y, comoque un relacin de amor-od io , de esperanzadesilusin, siempre resulta en c ie rto modo ridcula y siempre se convierte en debilidad, -laizquierda europea ha int en tado m s de un avez liberarse de ella, negndola como problema: sean cua le s fueren la naturaleza y el destino de las restantes" revoluciones, no tienennada que ver conmigo, la ma ser to ta lmentediferente". Pero ya no se trata de un exorcismo.Las ot ra s revoluc iones existen . Determinan

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    el mundo en que vivimos. Nos determinan nosgust" O no. No podemos escapar a ellas. 'y eso por dos buenas razones. La primera esq ~ la unidad de la escena mundial se ha hechoeVIdente: .el capitalismo ha c reado un sistema,un mecamsmo en el cual las interacciones entreel centro y la periferia cada vez son ms "' ._d d' . ' r"pIas y con IClOnantes. La segunda es que el apa-rato conceptual del marxismo -pese a todaslas deformaciones que ha suf ri do en la vulg ~ t a de los, partidos comunistas (o quizs graCIas ellas), pese a su abulia en la versin ref ~ r m I s t a , o a la s alteraciones de la cultura es-Purea pe ' . ..' ro marxIstIzante, del radicalismoa m e n c a ~ o O cualquier otra nueva culturaha ofreCIdo un lxico poltico comn, un a clavede lec tu ra y de in terpretac in que contribuyea acelerar el proceso de unificacin. De estemodo, cualquier ruptura del bloque imperialist ~ o del frente capitalista, o del campo' soialIsta es perci?ida - p o r lejos que es t el epicentro- no solo como problema que remuevetodos. los frentes del movimiento, s ino comocuestlOnamiento inmediatamente reconocibleen cuanto comn a todos nosotros: sigue sien- .d? Y ~ todas partes de te fabula narratur . LahIstOrIa de la s revoluciones aparece nuevamente como pura fenomenologa de la historia dela revolucin.Por consiguiente, nos atae a todos. La iz

    q u i ~ r d a . no puede eludir un juicio de hecho niun JUICIO de valor sobre los pases socialistas.6

    Si se piensa en la historia y en las crisis del movimiento obrero europeo, se encontrarn, in'extr icablemente unidos a l a h is to ri a del engage-ment, los problemas relativos a los pases so-, cialistas . Hay que aceptarlos , y en qu medida? Rechazarlos, y con qu corolar ios? Estosproblemas siempre han tenido una consecuencia directa sobre la manera de entender la revolucin y las alianzas polticas inmediatas.La izqu ierd a marx ista q ue ha rechazado t)

    intentado rechazar la necesidad de enfrentarseen este terreno se ha visto esterilizada. Partiendo de posiciones opuestas, los socialdemcrata s y los t ro tski st as han puesto en cuarentenaa los pases socialistas. La II Internacional, almenos mientras cont en su seno con alguiencapaz de pensar en su n ombre, n o se apercibide la proximidad de las revoluciones. Cuandoya no pudo ignor ar s u mol es ta presencia, se li-mit a constatarlas, como si fueran un accidente : la h is to ri a h ab a engendrado uno s monstruos. Acaso Marx no hab a p revi sto la llegadadel social ismo como ruptura, s, pero tambincomo coronacin del capitalismo en el apogeo'de su desarrollo, cuando las impetuosas fuerzasproductivas entraran en contradiccin con lasviejas relaciones de produccin? Si ste es ele sq uema de l a revoluc in soc ia li sta, Octubrede 1917 no tiene la documentacin en regla, dcla China es mejor ni hablar y el caso de Cubaes a lgo totalmente diferente. Ni sustancia ni accid,ente, son unos fenmenos a los qu e el mar-

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    xista de la I r Internacional no reconoce ninguna legitly,lidad, y que por consiguiente no le

    ... estorban .. SI es preciso, deducir de las difii/ cultades Internas de los pases social istas lof que le S l r V ~ para jU,stificar su vocacin graduaI hsta y su JntegraclOn; y cuando sta sea total, es e:ldente qu e cualquier reflexin sobre losl. "soCJahsmos quedar desdramatizada. ParaqUIen no cree en la revolucin, las revolucionesno constituyen problema.

    La corr iente t rotskista - con todo. el respet ; debIdo a determinadas excepciones- tamobien se ha marginado, peto mediante un mtodol nver so . No por indiferencia, sino por excesode dramatIsmo. Octubre de 1917 es, sin lugara dudas, la revolucin; pero se ha convertidoe una fatal degeneracin burocrtica. A parti r de ah, la historia es v is ta como un erroru ~ no-historia (cosa que, d esd e el punto d vIs ta pol t ico, es ms o menos lo mismo). Nodeseo provocar la susceptibilidad de los t r o t ~ kistas haciendo notar que de sd e ha ce cuarenta aos s iguen hac iendo las mismas crticas als pases del Este. Como todo rechazo, su act l t u ~ no consigue abatir la real idad enemiga nianalIzarla en s, en sus relaciones objet ivas conlo qu e la rodea , en su devenir. Si para e llos laU.R.S.S. es la patria del leninismo traicionado,la ~ e v o l u c i n china es simplemente incomprenSIble (y la revolucin cultural aberrante); V tampoco es en el terreno de los puros priJ;cipiosdOnde sustentan su simpata hac ia Cuba, sim-8

    pata por. tr a p ar te n correspondida. Se deduce de ello una v is in del mundo donde lasrevoluciones, tanto las r ea li zada s como laso tra s, e st n permanent emen te en el alero; loque res ta es un elemento tericamente impreciso v conserva u n ro stro confuso (e l Estadoobrero degenerado, burocrtico).{""'Para los militantes de los partidos comunis(tas o su s ms o menos lejanos compaeros deviaje, en cambio, l a r el ac in con los pases solcialistas est inscrita en su vida y en su sangre.ITiene una historia, una s e tapa s; una s heridas.IHa implicado una problemtica real, y qu e si-.19ue evolucionando. Y, ms c la ramen te que paralos dems, ha acabado por convert irse en unlsmbolo, una condensacin en la que se refleja,Ien cada ocasin, el punto de su reflexin sobrela revolucin.

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    N !ntentar esbozar ahora una historia.Escnblrla seriamente exige un trabajo muy di-ferente, pues no es s imple ni lineal. Ni siquieralo es para los dirigentes comunistas, que noobs tante han cons eguido que su atormentadar el ac in con la Internacional primero, y conlos pases socialistas despus, apenas se filtreal exterior. Po r otra parte, creo que ni la inves-tigacin ms minuciosa transformara las con-cl.usiones que hoyes posible extraer de estahIstoria.

    En r ~ l a c i n c o n los pases socialistas, el pesoc?ncedldo asuJ{xistencia y a su papeljnterna-.

    : c . . ~ o n a l . han predominado de manera absolutasobre el juicio que apl icar a su natuhilZai;-',.terna. Por muy paradjico que parezc.:::':"':dadque los part idos comunistas no critkaron laUnin Sovitica antes de 1956- este hecho sehizo evidente con mucha rapidez, precisamenteen los mismos partidos: Slo conozco de cerca

    l a h is to ria del part ido comunista i t a l i ~ n o , y lade algunos militantes de otros part idos; pero essuficientemente elocuente. Antonio Gramsci, enI tal ia , escr ibi muy lcidamente en 1923, des-pus del fracaso de los Consejos y de las ocu-paciones de fbricas, que, en el reflujo de lagran experiencia europea, Octubre, el Estadoobrero socialista no slo es la imagen de un aesperanza realizada, sino la garanta, la nicagaranta, de que el movimiento obrero no ha.sido derrotado. Y decide a partir de ah uncambio de prioridad en su pensamiento pol-tico. Y cuando, en 1926, escribir a S ta li n sufamosa carta de condena por ha be r roto, alromper con Trotski , l a unidad del grupo diri-gente (para Gramsci, Trotski seguramente seha equivocado, pero es un factor vital de larevolucin sovitica), est pensando en e l futuro de loscomunistas de todo el mundo. J.Qgliat"t ~ J e r ~ p l i c : a r - con 1Jn.a ~ l l f . : " : ~ ..c l ~ t o n o que se-guir siendo caracterstica de toda la actitud dclospartidoscoinunistas-- q 1 J c e l p r o b l ~ I l 1 a np(':st en saber si Stalin gusta. ano , sino queStalin es a partir de ahora la Unin Sovitica, yla Unin Sovitica es la Ilic.a garanta deOcue1

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    Pero esto, como veremos a continuacin, noagota el tema . .LiEnitmonos a observar que,d e s ~ e hace mucho tiempo, la relacin con laU.RoS.s.ha sido ms una eleccin estratgicaque el reconocimiento de un a i d e n t i d a d . ~ L

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    destruir a uno de Jos suyos. Todav a no habamuerto, cuando Maurice Thorez escriba: PaulNizan, confidente de la polica, se converta enel campen de im'comunismo nacional. Y, aca-bada la guer a, Hen ri Lefebvre y Louis Aragonle convirtieron en la imagen misma de la traicin 2. Aunque muchas veces se les haya conminado a exhibir la s pruebas de dicha acusacin, los comunistas franceses jams la hanretirado.No obstante, el drama de Nizan no fue la decepcin acerca de la n at ur al ez a de l a sociedad

    sovitica. Deba haber descubierto tiempo atrsque no er a el paraso terrenal. La frase ambigua que refiere Sinione de Beauvoir as lo demuestra: despus de su r eg reso de la U.R.S.S.-mientras escriba, por una parte, panegricos'e n la prensa de partido y, por 'otra, eluda cual-quier juicio ~ i n c e r o ante su s amigos- habadejado escapar: Era una estancia extremadamente corruptora. Corruptora desde qupunto de vista? Tema, en ta nto que intelectual, tener que aceptar definitivamente la

    2. Lefebvre le describe del siguiente modo e n su Exis-tenlialisme: "Paul Nizan tena_ pocos amigos y nosotrosnos preguntbamos cul er a su secret(h el sec re to de suobsesin y de su tormento. Hoy lo sabemos. Todo s susl ibros giraban en tomo a la id ea d e la traicin". En cuan-

    i t o a Aragon, pinta a Nizan, en su novela Les C0111nnltzis-les, bajo los rasgos de Patrice Orfilat, traidor, vendido,obviamente s in tiendo una cier ta simpata hacia los trotskistas que el personaje posi tivo (Poli tzer) define comoupolis ll 14

    U.R,S.S, como religin positiva? "Los procesos - sobre los que no escribi- no le inquietaron realmente. La dureza de la situacin, la sdificultades, el aislamiento de la revolucin,rusa, sus dramticas condiciones iniciales ser-"van de contrapeso y atenuaban sus errores,po r muy t rg icos que s to s fuesen: una vezdescartada la tesis de Trotski, segn la cualtodo lo qu e ocurra en Mosc era la traicindeliberada de las ideas de 1917, poda atribuirse todo lo qu e ocurra en Mosc a l precio quehab a que pagar , co st oso pero inevitable, compensado por unas conquis tas mucho ms importantes. Los comunistas se hacen muy pronto realistas -y nadie dice que ste sea su peordefecto-o Y t an to ms cuan to para alimentarsus razones ex ist an todos los desilusionados regresos de la U.R.S.S.)}, que hacan pasarregularmente a los decepcionados al otro ladode la barricada . En lo s aos treinta y frentea la ascensin del fascismo, eso er a cada vezmenos aceptab le para el intelectual honesto.De l proceso de Dimit rov a la s banderas rojasdel Frente popular, pasando por el VI I Congreso de la Internacional, el movimiento de masascontra el peligro fascista, impulsado y apoyadopor la Internacional, bastaba para hacer o J ~ i cdar, o para dejar de ver -pensemos en RommnRolland- los procesos de Stalin . No fu ero nnicamente los permanentes; sino tambin losmejores hombres del antifascismo europeo losque se dejaron convencer de qu e ante la ame-

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    naza de Hitler convena p on erlo to do entreparntesis.Pero cuando la actitud de la U.R.S.S. anteesta amenaza parece modificarse, es decir, en

    agosto de 1939, ya nada se sostiene para Nizan.Aunque durante un c ie rto nmero de meses intente mantener su esperanza en la Unin Sovitiva, qu e sigue siendo objetivamente el enemigoe s ~ r a t g i c o del fascismo, y d irija m s su polmICa, por consiguiente, contra los comunistasfranceses que contra Stalin, Nizan llegar a laconclusin de qu e esta distincin entre la naturaleza objetiva a largo pi;;;zo y la s opcionessubjetivas inmediatas, no slo representa unaacrobacia in to lerable , si no que no puede operarse sin que algo profundo de aqulla seestropee o se pierda irremediablemente. Sipara entender lo qu e ocurre -escribe a sumujer - debemos referi rnos ahora ms a lahistoria de Carlos I r que a !;:s obras completasde Marx 3, eso significa que la U.R.S.S. ~ o m opotencia tradicional 'ha prevalecido indiscutiblemente sobre la U.R.S.S. Estado socialista, lo qu e provoca , s in d ud a, q ue la ecuacin defensa de la U.R.S.S. = defensa de l comunismo'; no se aguante . Nizan no llega a estaconclusin, al menos explcitamente. Probablemente titubea ante ella, aguarda: .En los tiempo s que cor ren, e sc ribe en una de sus lt imas

    3. f ~ u l Nizan. il1tellectual communiste, presentacin yselecclOn de textos a cargo deJo J. Brochier, Pars Mas-pero, 1970, vol. n, pgina HO. '16

    cartas, slo reconozco una virtud; ni el valor,ni la voluntad, de martirio, ni la abnegacin, nila ceguera, sino nicamente la voluntad decomprender. El nico honor que nos resta es elde l entendimiento".

    Comprender? De acuerdo, pero qu hacerdespus de haber comprendido? Desconocemoscmo habra respondido Nizan a esta pregunta;es probable qu e - s in las infamias con que supartido se apresur a cubrir le- despus de lague rr a, c omo mucho s otros mil it an te s que sehaban alejado en 1939, habra vuelto a entraren el partido. El famoso apretn de manosentre Stalin y Ribbentrop habra quedado compensado, e incluso enterrado, por Stalingrado,

    4. bid., pg . U5. El 30 de septiembre, e s dec ir , pocosdas despus de su dimisin, escribe a su mujer: Ledo eltexto completo del acuerdo del Kre ri ll in. Me parece queentiendo el juego de Iossif Vissarionovitch: lo mismo quecabe decir es que es retorcido y oscuro ... . Y el 22 de octubre: "No es porque creyera "mal" po r parte de laU.R.S.S. su acuerdo con Berln, que tom la decisin que"tom: Fue precisamente porque, cre que l os comuni s-tas franceses carec ieron del c ini smo pol ti co necesar io vdel poder poltico de falsedad q ue h ab r a sido p r e c i s ~. para sacar los mximos beneficios de una operacin poltica pelgrosa". E n suma, el p.e.F. deba, sin dejar de da rla . razn a la U.R.S.S., disociarse de ella para no sufrirlas repercusiones de lo q ue p ar a Stalin er a una opcinobligada, mientras que iInitar fielmente. alas ruso s al p iede la letra era desconocerles totalmente en su espritw>,no e ra ms que ser uno s ({fieles imitadores. Sin embargo,la in va si n d e P ol on ia le parece intolcrable: ,da polticade Stal in me repugna". De octubre d 1939 a mayo de 1940.la contradiccin se le hace insuperable. .El libro presentado por Brochier ofrece, a este respecto, una gran riqu ez a d e documentos inditos.

    172. - LOS IST.'.LECTl'.'\LES

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    po r los mil lones de muertos, por la toma deBerln. Todos los problemas que parecan plantearse con ocasin del drama de 1939 -'la relacin entre revolucin y p od er d e E ~ t a d o , en-tr e Estados socialistas y movimientos comunistas, entre defensa est ra tgica de la U.R.S.S.y tc tica sobre el tablero internacional-, todaesta maraa confusa y difcil de desentraar,so n cosas que desaparecieron con la guerra. Lacrisis de Nizan fue nicamente el esbozo deun conflicto entre poltica y moral del que notuvo ni t iempo n i posibil idad de liberarse.

    * * ~ ' Acaso el itinerario de Ernst Fischer no re-

    sulta, desde un determinado punto de vista, lacontraprueba de lo que af irmamos? Intelectualmente, Fischer todava er a menos propenso queNizan al s ta lini smo: su cultura estaba enteramente hecha de sut ilezas , de atentos distingos;t en a un esp r itu p rofundamente crtico, totalmente ajeno a las seducciones tericas qu e ac-t an sob re el intelectual francs y qu e constituyen un a cmoda coartada para la inteligenciade los comunistas. Antes de ser comunista,Nizan se haba sentido atrado por la rebelinde derecha; antes de adherir al partido austraco , Fischer haba sido demcrata y socialista.I ng re sa en el P.e. y rpidamente se convierteen su delegado en la Internacional. Al relee r enlos Erinnerungen su experiencia en Mosc, y18

    ms an al conversar con l en los lt imos aosde su vida, me sorprendi el hecho de que.acept ar a par ti cipa r has ta el ltimo momentoen una experiencia ta n total e intrnsecamenteincompatible con su escala de valores , co n sucarac te r st ica ms cons tante y per sona l: unatolerancia finamente crtica, un rechazo fundamental del maniquesmo. Bast con que , al dis-cutir en ocasiones con Togliat t i o co n Dimitroven quienes reconoca el mismo rechazo de laderrota, se le dijera: Aqu, en Rus ia , no pod aocurrir de otra manera; "nuestro" socialismoser o tr a cosa, pero s lo l a U.R.S.S ..nos lo garantiza para qu e adaptara su conduct a a un a. Realpolitik para la que no estaba hecho. Porqu? Porque exista el peso del f racaso de la srevoluciones en Europa; t ambin porque existi a Hitler. .Du'rante esos ao s, l a U.R.S.S. no representanicamente la ltima t rinchera . Paradj icamen te , en el m om en to en q ue su situacin esms grave, su poltica -el VI I Congreso de laInternachmal, el frentismo- constituye paralos partidos comunistas europeos, con el aguaal cuello, una gran proposicin operacional, unmarc o q ue les permite crecer fuertemente. Deigual manera, la victoria de 1945, con los des-plazamientos de fue rzas qu e la siguen, aparecer durante tiempo -m s q ue como la ' sano,cin de una d iv is in del m un do q ue no dejan ingn margen a l a revoluc in en Europacomo la garanta de una reorganizacin del

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    movimiento, d su indestructibilidad. La Real-politik de los aos difciles parece compensa dora. Por consiguiente, Ernst Fischer no rompecon el partido a causa de los procesos de losaos 30, n i d eb ido al pacto germano-soviticoni a causa de los procesos de Praga de 1948, nien 1956. Fischer rompe en 1968, cuando el Esta~ sovitico, enviando sus tanques a Praga, realIza una accin en la qu e ya no p ued e reconocer se l a menor intencin de defender al socialismo o sus principios sino nicamente una lgica d e p oten cia, qu e n o se diferencia en nadade la de l as potencias convencionales, y qu eobtiene su tcito consenso. Rompe en el momento en que es tar alIado de la U.R.S.S. ya nosignifica situarse en oposicin al sistema. De. hecho, tras la ruptura con la U.RS.S. en 1968,est c la ro que para Fischer existe Checoslovaquia, pero sobre todo diez aos en el cursode los cuales ha aparecido, en el propio s e ~ odel campo socialista, una crtica, explcita en elcaso de China, o indirecta en los casos de Cubayde los mo;"imientos revolucionarios, a ~ e r c adel papel internacional de l a Unin Sov it ica .Exis te a simi smo l a actitud ambi gu a d e Kruschev .respecto al Vietnam. Y t ambin , en los~ o s 60, la progresiva desapar ic in de lo que,mduso en la pol ti ca de Stalin y pese a su na

    ..cionalismo, converta a la U.R.S.S. en la esperanza de una alternativa posible. .Cuando esta dis tincin entre el Estado sovi

    tico y los restantes Estados desaparece total-20

    mente en la conciencia de un comunis ta, entonces - pe ro slo entonces- se rompe la relacin. Mientras esto no ocurre, el vnculo que leun e a los pases socialistas se mantiene, reducido a un solo elemento; pero extremadamenteslido; la alteridad del campo. Este vnculopuede ir acompaado de mil distinciones, crt icas , d istanciamientos , casi condenas, perosiempre emitidas desde el mismo lado de la ba-rricada. (Ver -pues e st compa rti da por unagran parte de la izquierda , incluso no comunista- la actitud del partido comunista italiano,l a ms autnoma en dicho sentido, con respectoa la U.R.S.S.) Y su consecuencia; una vez qu ela relacin est si tuada en e st e terreno, la ruptura se hace muy difcil. De hecho , si bien esfcil r econocer que la U.R.S.S. no puede identificarse con la revoluc in (cr is is de concienciade l a i zqu ie rda antes de la guerra), y si bienahora est demostrado q ue la U.R.S.S. tampocopuede identificarse de manera especfica conuna contradiccin antagnica del imperialismo(cr is is de conciencia de la i zqui er da en la posguerra, sobre todo en los aos 60), sigue siendodifcil negar su diferencia respecto al capitalismo y al imperialismo. Por consiguiente, siguesiendo posible descubrir un a lnea de demarcacin que jus ti fi que una alineacin. (nicamente los chinos intentan borrarla reducindola a una contradicin interimperialista, esdecir, entre imperialismo y social-imperialismo: pero la u t l zacin de una locucin dife-

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    r en te bas ta para dejar u na br ec ha ab ier ta , ytanto ms cuanto su anlisis acerca de cunc,!o,cmo y por qu la U.R.S.S. ha cambiado denaturaleza est m uy lejos de se r satisfactorio.)El carcter' objetivo de esta diferencia tieneuna gran importancia, y los pases socialistasla invocan continuamente. La Unin Sovitica,que la utiliz en gran m ed id a e n los aos 30,sigue acompaando sus presuntuosas afirmaciones de fuerza, de la tesis, siempre remuneradora, de la fortaleza qu e hay que defende rcontra el ataque enemigo. Basta con pensaren la extraordinaria confmin que consiguisembrar, precisamente en la extrema izquierda,la invasin de Checoslovaquia, consideradapor ms de un grupo como un a intervencinde izquierda contra la s maniobras alemanas.No hay duda de que Cuba es quien ms utilizaeste argumento: pequea y aislada frente algi-.gante americano , qu e la liquidara gustosamente, se considera gracias a ello irreprochable. En lo que se ref ie re a Cuba, buena partede la izquierda europea cede a este argumento.nicamente China -ac re , sin.embargo, en lapolmica- evita el recurso a este argumento:Estoy cercada, todo lo que hago es justo. P6rconsiguiente, tenis que aprobarme.As pues, l a i zquierda europea puede se r extremadamente escptica respecto a los pasessocialistas, eligiendo pese a todo seguir a sUlado mientras s igan en contradiccin con el imperialismo. Por ejemplo: si bien la U.R.S.S. ya22

    no es el baluarte de la revolucin, sigue siendocierto que represl'nta un a barrera contra el proceso de fascist izacin de Europa, y qu e es preferible un acuerdo con lo s socialdemcratasq ue l a p ro pa ga ci n del fascismo. O bien: esc ie rto que la U.R.S.S. no ha impedido que losamericanos atacaran Vietnam; pem habrapodido resistir Vietnam sin la ayuda sovitica?Adems, por un a astucia de la Historia, son precisamente quienes en la izqu ie rda teman labolchevizacin de la U.R.S.S. los qu e se avienenhoya una U.R.S.S. garantizadora de lo s equilibrios europeos, en el momento en que stapuede sacar par tido de la crisis del imperialismo americano de la posguerra. Es decir, eltrabajador italiano -.-ya no el viejo comunista,sino el obrero joven, m s avanzado,' m s radicalmente combativo y ms radicalmente escptico respecto a Breznev- no es propenso aentus iasmarse con la denuncia de la U.R.S.S.,porque reconoce f ramente la importancia polt ica q ue conserva su exi st en ci a en la fronterade Europa y l a relac in de igual a i gual est ablecida con los Estados Unidos, frente a l gobierno italiano, frente a los patronos.Pero acaso no significa esto el producto extremo de la seduccin ambigua de lo factualque Merleau-Ponty reprochaba a Sartre? Pues,en el itinerario de Sartre - q u e es el ltimoque tomaremos como ejemplo- est e t ip o derelacin realista con la Unin S ovitica es lams ejemplar, en tanto que l ib remente asumi-

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    da,al ma'gen de cualquier disciplina de partidoy de la s obligaciones morales correspondientes.Sartre, que llega tarde a la poltica militante,durante la Segunda Guerra' Mudial, jams hasido miembro del P.C.F, y jams ha inten tadoserlo 5. En 1952 es cuando ms se acerca a loscomunis tas , no cuando el par tido triunfa, sinocuando parece alcanzar el colmo del aislamiento y de la crisis. 28 de mayo: la guerra fraest en su apogeo. El P.C.F. ha convocadoa la s masas a manifestar contra Ridgway; elgobierno ha prohibido la manifestacin. Lasmasas se ha n echado atrs y no han salido a lacalle. Es evidente que todo el establishment gu-bernamental exulta de a legr a , pero t ambi nun a determinada izquierda que ve en es ta abstencin un a liberacin de la clase obrera de ldominio del par tido comunista y de la UninSovitica. Es entonces cuando Sartre toma vio-lentamente la palabra, reivind icando , no slopara l, sino para el conjunto de la clase, lanecesidad de un a coalicin con el conjunto del

    5. De igual manera, el p.e.F. jams le hizo la corte.En Matrialisme et rvolutOD, publkado en Les TempsModern-es de junio y julio de 1946, Sartre cuenta que JeanKanapa le haba propues to un encuentro con _Garaudy yMougin, en casa de Ren MaubJanc. Sartre, que entoncessostena buena s r ela cio ne s c on los comuni stas, acudi.Pero, con gran estupor p or su parte, fue acogido con linviolento ataque d e Gar audy y en ningn momento el encuentro torn- el camino, quizs des e3do por el jqvenKanapa, de una a fi li ac in de Sartre al partido. Cosa queno se produjo nunca, aunque Sartre' haya querido defi nirse s iempre como un compaero de viaje y que susataques contra el p.e.E hayan sido ms bien escasos.24

    movimiento comunista - -Estados y par t idos- .corra su inters propio e indestructible. Lo es-cribir en Les ommunistes et l a paix 6, textodel que Marleau-Ponty dir maliciosamente quees la justificacin y la defensa ms elocuente delos part idos comunis tas, hecha, desgraciada-mente, con los a rgumen tos que st os no quie:reno Histricamente, afirma Sartre, el se r poltico de la clase - e s decir, la idea y la esperanzadel social ismo- va unido a la revolucin deOctubre y al Estado sovitico (no es casualidadq ue su referencia sea el Lenin de Mejor menos,pero mejor, en el que se funda la distincinentre la ineluctabilidad de la victoria del socialismo "pues el capitalismo lleva su muerte ens mismo, yeso aunque el Estado de los so-viets fuera dest ru ido -proposicin de princip io - y la defensa: de l socialismo desde el puntode vista histrico concreto); . As, quienes lu-chan hoy contra la U.R.S.S. y contra el P.C.,al margen de cua les sean sus razones, luchan

    6. ef. Les Temps Modernes de julio y octubre-noviembre de 1952; despus, en abril de 1953, la polmica ConClaude Lefort.7. Rusia no es el nico camino para llegar a la solu,cin final. Nacida de los antagonismos que provocaron laguerra de 1914, puede desaparecer : los antagonismoscontinuarn y las naciones capitalistas acabarn por hUll-dirse . En este preciso sentido, la sah;aguarda de la U.R.S.S.no es la condicin necesaria de la Revolcin mundial.Pero estas consideraciones no son his/ricas;- histricnmente, la posibilidad del proletariado, s u " ejemplo" y la"fuerza de penetracin revolucionaria" es la U.R.S.S.))J. P. Sartre, Les communistes et la paix , 1, Les TempsModerl1es, julio de 1952.25

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    contra la clase y contra la revolucin. El socialismo sovitico puede gustar o no , los partido s comunistas pueden gustar o no: representa n actualmente el ni!::o elemento de antagonismo en un mun do, que, sin ellos, sera ente-ramente burgus. He ah el nico discriminante autntico; alejarse de l, en nombre deotra idea de la revolucin, del Partido, de laclase - que por el momen to no existen y noconstituyen, por consiguiente, ni el objeto ni elsujeto del enfrentamiento con el s i s temasignifica abandonar el verdadero terreno de lalucha.La fuerza d e la p osici r de Sartre en el de-bate que se abre con Merleau-Ponty de unaparte y Lefort de otra, reside enteramente. enesta argumentacin. Desde un punto de VIstaerudito , ambos estn ms v ersad os q ue l enmarxismo. Ocurre, sin embargo , q ue la lucidezterica que lleva a Lefort a restablecer demanera ms correcta en el terreno de los principios la relacin partido/clase, le lleva igualmente a poner entre parntesis lo que, en supropio anlisis, denomina la ( { i m p r o p i ~ crista li zac in de la clase que son los partIdos, laimpropia realidad social qu e es el s o c i a l i s ~ ode la revolucin sovitica. Al hacer esto, no solodeserta de un fren te d e luch a s ino que , comodir Sartre, hace objetivamente el juego de los.enemigos de c lase , del gob ie rno. Le guste o no.Merleau-Ponty, ms h b il q ue Lefort, intentarsalir de esta tenaza dialctica, pero tampoco lo26

    consegUlra. De hecho, intentar disociar el comunismo ta l como es del comunismo ta l comodebera ser, negndose a atacar el comunismotal como es para no alinearse objetivamentede l lado de los patronos '. Su p ro po sici n d ea,comunismo debe salvarle del anticomunismoy situarle junto ,al mov imiento obr er o. Peroesta operacin no ser ms convincente que laqu e Sartre reprochar a Camus: ({Usted censura al proletariado europeo porque no ha manifestado pblicamente su reprobacin a los soviets, pero censur a t ambi n a los gobiernos

    8. MerleauPonty caracteriza rpidamente e l d il ema delsiguiente modo: La actitud de Sartre es en primer lugaruna llamada a la r ea lid ad . E s c ie rt o qu e actualmente laparte m s activa de la clase obrera se afilia al 'P.C. y ala C.G.T. Es cierto, por t an to , que cua lqui er fracaso delP.C. disminuye el peso de la clase obrera en la lucha poltica, y que; aque ll os q ue cel eb ran el fr ac as o de unahuelga ordenada po r el P.C. como una vic tori a de la claseo b re r a a b an d on a n a la cIase obrera, q ue e xi st e y que ens u m ay or a es comunista. El a n ti c o mu n i sm o d e izquierda"se just if ica denominando luc idez a l cansancio de la claseobrera, e s p r it u r e vo l uc i on a ri o a su disgusto. Caminajunto a un proletariado imaginario hacia una revolucinf inalmente l iberada de la tutela comunista; y decora conel n om br e d e p ol t ic a p ro le ta ri a u na poltica qu e vence opierde al mismo t iempo que el gobierno del seor Pinay ...Si estis de acuerdo en tratar al P.C. como al enemigon m er o u no y concebs vuestra poltica en consecuencia,v ues tr o e ne mi go n me ro do s, e l capitaJsmo, es relativa-mente vuestro aliado; si os dedicis fundamentalmente"a debilitar al partido comunista, os faltar tiempo, yganas, de debi li tar a sus adversarios ... Todo eso es c ie rto,y t en a que dec ir se". (ef., Sartre et l'ultrabolchvisme",en Les aventures de la d ia lect ique, Gallimard, 1953, pgi.na s 140-141, donde se desar ro ll a t odo el razonamientQ qeaqu hemos refer ido someramente. )

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    europeos porque estn a punto de admitir aEspaa en la UNESCO; en tal caso, no veo msque una solucin para usted: la s islas Galpa-goS9. .Ser, sin embargo, Merleau-Ponty quien darun a definicin ms lcida del impasse a quellega toda un a izquierda que se pret.ende marxista frente a la Unin Sovitica y a la prcticade los partidos comunistas. Est condenada- e sc r ibe - a oscilar, de manera ridcula entreuna dob le impos ib l idad de se r fiel a arx:por una parte, la aceptacin de una realidadde hecho (esta revolucin, este par tido , este. tipo de contradiccin que mantienen con laburguesa) que le permite mil itar efectivamente , pero sacrificando las razones de principioque justifican el militantismo; por otra el refugio en una tranquila esterilidad filosfica,en el mantenimien to de los principios, queconstituye igualmente un a traicin a Marx, porque :un marxismo cortado de cualquier capacidad inmed ia ta de accin no es ms que filosofa en el peor sentido de la palabra.Pero el segundo trmino del dilema - u nmarxismo que slo es pensado;>, un proletariado imaginario-- no remite a otra cosa que a lacrtica de su insuficiencia, a su. transformacin en pura ideologa, mientras que el primer trmino no es ms que un a manera de reproducir un a serie de problemas sin resolver.

    9. ef. Rponse a Albert Camus", en Les Telllps Moda-nes, agosto de 1952.28

    E l hecho de las re"voluciones, sovitica, ocubana, o china, puede ser defnidonicamentepor la negacin, por lo que no son? Si se tratara d u.na pura negat iv idad, cmo podranc o ~ s t l t U l r un a contradiccin poltica, objeto vsUjeto de enfrentamiento y de his toria? Peren ta l caso, qu es esta bastarda realidad d hecho, estos movimientos que no son

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    lidad de hecho" es inmediatamente clara, hastata l punto se encuentra al otro lado de la barrer a - como del trotskismo, en el qu e ve unmero talmudismo. Que ha hecho de su relac incon los pases socialis tas l a relac in menosapas ionada , menos d rama ti zada , comparada

    (l 0n la de otros intelectuales europeos. Rara-\mente ha intentado idealizarlos, raramente ha Jbuscado una respues ta autntica , no se ha ex- /traviado en la bsqueda de un a pureza origi-\, na l - } a revolucin traicionada- o r e d e s c u b ~ e r - \I t a , mas en Cuba que en la U.R.S.S., o en Chma Ii ms que en Cuba. Los ha objetivado (cosa que .!. rara vez agradecen) en t an to que experiencias \ existentes, y en tanto que realidades antagni- 1\ cas al imperialismo -has ta ta l punto le ha pa- I\:ecido evidente la contradiccin. .._.J-Su sep araci n real co n la historicida'd" delos comunistas no se ha producido hasta 1968.Pero no, como en el caso de F ischer , por haberalcanzado el lmite de una intolerable desilusin en agosto, en Praga, sino, al contrario,por haber vist o e n el mes de mayo, en Pars,una nueva esperanza, aportada po r la ' claseobrera y la juven tud , que podra sus ti tu ir lade los partidos comunistas, u n nuevo fren tedonde reanudar el m i l i t a n t i s m o ~ Una realidadminoritaria, de contornos inciertos, insuficiente , pero muy diferente de la solucin puramente ideolgica de un Lefor t: un embrin real declase. Otra realidad de hecho. A partir de entonces, la relac in con los pa se s socialistas y los.30

    2 a r t i d ~ o s comunistas. psa .... a . s e r _ s ~ c u n d a r i a .'"-Son un dato' en" e l m ~ ~ c o mundial, pcrosulYa>-..... tu raleza antagnica se borra cuando no q u ~ d a '. reducida a la n ad a, como en Pars 1968. Ya no \.significan el escollo inevitable, el lo toma o )

    lQ deja" del mil i t a I1 te . . _ / /"No obstante, "el problema parece solucionado

    por poco t iempo. Poco tiempo porque la oleadade mayo - como mov imiento de masa s, capazde desplazar los equilibrios de fondo y de abrirun nuevo perodo histrico- dura poco. Poco,pue s sob re todo a partir del momento en qu ese vislumbra el reflujo, lo que qu eda pierdesu novedad y su inocenc ia . Despus de haberbarrido, aparentemente, todas las antiguas concepciones de la relacin entre vanguardia yclase, tctica y estrategia, en una total reinvenccin de la poltica, lo que la ola deja sobre elterreno, como conc iencia e st rat g ica , t ie ndeinevitablemente a situarse de nueva en losesquemas conceptuales del pasado, de manerapesadamente repetitiva. En mayo, y en el mov imiento e st ud iant il , p ar ec a realizarse un aobra de depuracin y reapropiacin de la historia de l comunismo a t ravs de algunas opciones ejemplares: Lenin , Rosa, Trotski, Guevara , Ha Chi-minh, Mao Tse-tung. Cada uno deellos representaba el smbolo de una necesidadinmediata: los tres primeros, el rigor revolucio-

    $ nario con tres acentos diferentes ( la organizacin, la espontaneidad, la intransigencia), Guevara, la exa lt ac in de la subjet iv idad, Ha, la

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    demostracin de una posible victoria de lospobres, Mao, el igualitarismo. La experienciacomunista terica y prctica hab a parec ido ensuma recuperable, sin traumatismos, sin cho-ques excesivos con los concretos impasses delpasado, a travs de una seleccin positiva. Perocon el reflujo del movimiento de 1968, esta rea-proximacin se ha hecho ms compl ic ada, yse ha empobrecido. Lenin, Rosa, Trotski, Mao,son de nuevo el objeto de disputas ter icas yde opc iones organ izat ivas , en el seno de losgruposlTIinoritarios, en los' cuales reaparecenlqs' vicios ms no to rios del movimiento. comu:.-Dista - s in ni siquiera la justificlcinde Sugrandeza-o y a menudo con un retraso de cin-cuent:a. qos en relacin.a la historia:~ E ~ t a vez, Sartre intent intilmente exorci-za r la realidad. Intent descubrir, bajo las categoras ideolgicas exhibidas, unas nuevas ca-tegoras, que de hecho se le acomodan perfectamente: el redescubrimiento de la violencia,la prioridad dada a la praxis ejemplar, la iden-tificacin entre la poltica y la morallO,En rea-lidad, ms que de un retrato convincente delos maostasfranceses, se trata de tres as-pectos de su retorno pasional a la tica del. gesto, a, la moralidad ms que a la poltica-s igno poco habitual de malestar, necesidadd e in dicar en algo, en alguien, una semilla, un $

    !o, Cj. Su prlogo al libro de MichJe Manceaux; Lesmaos en Frwlee, Gallimard, 1972.

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    germen desarticulado y de unirse a l. En vein-te aos, desde 1952, esta operacin le lleva areducir terr iblemente ' cuanto queda de no-burgus en un mundo que, po r consiguiente,est totalmente integrado. La c la se y su s orgaJ}izaci?nesya no llevan esta'marca de anta&o:nismo que hab a descubierto en "Les-commui:iistes.e t la pa(x,'COmo acaso en n j ~ g t m a otraocasin, el gran optimismo de mayo d e 1968 se'l;1a convertido en una ausencia de esperanza .Y, en este vaco, lo ,;factual, inasible y ahoraenemigo, domina de nuevo: las revoluciones. tal como son, lo s part idos comunistas recu-peran su audiencia. Los restos del movimientorevolucionario -ahora que ya no f lo recen lasbande ra s sob re las facultades y las fbricasocupadas y qu ya no bastan los deslumbrantesesquematismos de los slogans- saben perfectamente qu e tendrn que tratar, ya no con laimagen y las palabras de Gueva ra , sino conla Cub de los aos 70, a la qu e la crisis econmica ha precipitado en la rbita de los soviti-cos; con un Vietnam que despus de veintet er ribles aos llega a una negociacin difcily, que, s i f inalmente la vence, no habr' terminado de luchar por l a superv iv encia ; con laChina posterior a la revolucin cultura l, que ve

    f ; e ~ r I 1 l [ o _ J 2 r i r l c i p a l a la izquierda. Las r a z o n e ~ '1\/f ~ ~ L < : _ h ~ s t ~ i a ~ a _ - f j a ~ f i d 5 l ~ i j J ; Y ; L : = r _ s __ ~ ~ Ji\, \ ~ o ~ : , ? ___e 1 ~ : : : ~ ~ _ e . ? ! . O g l ~ . Europa se encuentra\ ante los mismos problemas de antes , con unaexperiencia ms: los problemas y los atollade-

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    ros que pensbamos que nos eran ajenos resultan ser, tanto en el momento de la insurreccincomo en el de la retirada, los nuestros . Nadaha sido superado, sino nicamente -duranteun breve momento- remitido a la esperanzade una revolucin en nuestros pases, a nuestramedida.

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    n

    Pod r amos evocar aqu otros itinerarios,otros protagonistas. Est claro que el resultadoser a ms rico y ms complejo. Pero dudamosde qu e la s conclus iones de este trabajo puedanser otra ,cosa que .la verificacin de un doble

    j ! 1 1 P ~ ~ d V o l v i e n d o al d i l e m a d e M e d e u ~ P n i y ; ' " i(/' aquel los que , en nombre de Marx, han rechaza-\ do la h i s ~ o r i c i d a d de. lo s pases socialistas y de\ los part Idos comumstas , se han encon tr ado .\ primeramente al margen de la historia para /L i < : , s J ~ u s - ~ ~ r arrollad()s po r e l l a ~ P e r o q j i e n e s , " ': en nombreimbiil de Taluidl marxismo, han \[ aceptado la s sociedades socialistas (y, por con- \ s iguien te , ls partidos comunis tas, pues am-i ba s cosas van unidas) se han31sto atrapados en \c- - "._-. ------- ,. _ ~ \ el engranaje de una lgica i n c o n t r o l a b l e ~ - i : o e r - \,: citiva y decepcionante, y enf rentados de nue- !L ~ ~ ~ : D ! ~ ; _ b ~ ~ e ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ' a : t ~ .. :l_problema__ : ~ ~ )

    De h e c h ~ , - f c s - - - p a s e - s - s o c i a l i s t a s no se dejan35

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    ba de que, para quienes estn en la for ta lezaimperialista, no es t an u rgen te s in duda conocer mejor al monstruo para abatirlo. La iz-quierda occidental hace remilgos ante la insuficienc ia de las tesi s perentorias procedentes delTercer Mundo, aunque busque e n e l l ; , . p ~ I : i d i camente,tjl1Lregener"cin./ Pero estas tesis:l 'eflJal menos' u n ~ - n ~ ~ e s i d a d de liberacin, ilque quizs les l leva a unas definiciones dema-!lsia?o ~ p r e s u r a d ~ s , mient ras que la pereza de',"17' la lzqUlerda occIdental refleja un a prolongada:familiaridad con las venta jas de la falsa con-I~ n c i a . { D e - - l g u a h n a n e r a ; - n a c l i ' o s - q u f i : a ; : a 'certidumbre de'que si la revo lucin se demoratanto en Occidente es porque,enJ.l. crisis q!Jel r ~ c o r r e , la parte de la i n t e a c ~ I 1 ' e s I g l 1 L " _l adeIa rebelin, la exigricia.comunista tieneEomocontrapartida la ' aceptacin'pasiva 1', deLmdelod ,c

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    No se sale de ah. y desde este punto devista, es sorprendente que la proposicin deTrotski se corresponde, conceptualmente, conla de los partidos comunistas, incluso con lade aquellos que estn en el poder. Si se releeMi vida o La revolucin traicionada se comprueba que no slo el nfasis est puesto enteramente sobre l a f enomenolog a del poder, anivel psicosociolgico l l, s ino que , en la mismacontinuacin del anlisis, prevalece deliberadamente esta visin de la historia, en oposicina la s conqu is ta s que hacen de laVoRoSoSo, po rotra par te , u n Estado cier tamente proletariooSlo se considera un nico sustrato social : elaparato del poder , es decir la casta burocrtica,se apodera, para sus propios fines, de las pa-

    110 Ver, La. muerte d e Len in y el desplazamiento delpoden , cap tu lo XLI de Mi vida: Los cuadros dirigentesde l partido salidos d e l a c la nd es ti ni da d se movan po runas tendencias revolucionarias qu e lo s l de res de l primerperodo de la revolucin formularon de la mejor y m sclara-manera posible, q ue p us ie ro n e n p r ct ic a mu y a m pliamente y con el mayor de l os xi to s. F ue e so , p re ci sa mente, lo que hizo de 'ellos los lderes del partido y, atravs de l partido, los 'lderes .de b clasc obre 'a, los con'ducto re s de l p a s. F ue po r este camino qu e algunos hombres concent raron el pod er e n su s manos)). ({Pero l as i de asde l p r ime r per opo de la revolucin- perdan insensiblemente su in(1uencia en el espritu- de la -esfera de l partidoqu e posea el poder inmediato para gobernar el pas.En el propio pas se d es ar ro ll ab an uno s p ro ce so s q uepod an engloba rse bajo el trmino general de reaccin.Estos procesos afec ta ron en mayor o menor medida a laclase obrera y espcciahnente a los elementos obreros delpartido. La es fe ra que compona el aparato del poder tuvoentonces unos des-jgnios nuevos, diferentes, a los qu e se40

    lancas de mando del reparto de los bienes _y,a l hacer lo , esta cast a entra en contradiccincon la naturaleza socialista del Estado, creandode este modo un a situacin de inestabilidadque o bien provoca la adaptacin d] repartolas normas socialistas que ya r ig en la propiedad, o bien la adaptacin de la propiedad a las."normas burguesas del reparto.h < l C l " t i c , ! - h ~ c : . . h - - S t a 1 i n _ ~ I 1 ~ 1 XX Congresoy ~ ! i ~ f 2 r r ! : ! ~ secl".e.t_'2 no se fundan en un razon _ m i ~ I 1 J o sustancialmen'fe-dferente aunque si:le.l}.cie9.erprob]emaclr-eni-iquecin;Iento de El?llE9gaciy _ e ~ . i x t h ~ C f a n m u h o - a c e r c a ( f e - l a S;:i()laciones de IaleiaHdadsOclalisfa:"No'e"sus:tancialmente diferente-poi-quela'-aparicin dela deformacin st al in ist a e st e nte ramen teatribuida a la subjetividad del hombre, o delgrupo anti-partido, y por consiguiente delaparato que stos han construidooSe trata, ensuma, de una historia que se desarrolla porentero en la esfera "poltica, en el sent ido msesforz en subordinar la revolucin. Comenz a operarseun a disyuncin entre lo s lderes que trazaban la lneahistrica de la clase y qu e s ab ia n v er po r encima dela p ~ : a t o y ese propio a p a r ~ t o , e n o r ~ e . pesado, de compoSlClon heterogenea, absorblendo fctlmente al- comunismo medio"." Y ms adel an te : Me estoy limitando ahora alaspecto psi co lgi co del caso, dejando de lado las bases.s O E ~ ~ I ~ ~ , __ , ~ ~ , , _ ~ ! E L ~ J _ J e ~ ~ 9 d i f i c a c i o n e s a ~ a t m i c a s c r e ' ~ ] as ? c ! . . e a a ~ ~ v ? l u c i o n a r i a o l 'ues, a fmC:f"cunls est claroqu e 'sostas'ro-dificaciones las que d e c i d e ~ . Pero eso b ! i g a ~ o : i o tomar un contacto i nm ed iat o con su refl ejop;ilcologlCO". En el resto del libro, ya no volver amen .~ ! ~ ~ 1 2 ~ ~ " L ~ . ~ _ . - ( ~ J : > ~ s e s ~ " ~ s ) ) : _ - - ~ , - < ~ " , ~ . ~ , ,

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    estricto de la palabra, y q u e J J u ~ ~ . se r remediada mediante la modificacIn de los'mecarisI~ 2 ~ ~ = < ~ i i n t 1 C ' ~ ! i ; ; ; e s . d e c i r T 6 r m a l e s ; . d e l .poder.:(I ~ " . ~ < l l > ~ E , . ~ L .. X . ~ J 1 : J l ~ < ; : i r n i e r l t o . d .. l a . l e g a l i d a d ) ~~ c i a l i s t a y .de la colegialidad, la democf

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    habra sido posible pasar al objetivo n." 2, lastransformaciones socialistas. Esta tesis reaparecer en l Sartre de 1952. Y mucho ms tarde,inc luso en Che Guevara: una cierta dosis destalinismo es el p r e ~ i o que hay que pagar parasalir del atraso. y el XX Congreso es enteramente de la misma opinin: Ahora que laU.R.S.S. ha alcanzado este nivel de fuerzasproductivas es pos ible , y no antes, coronarnuestra obra transformando, en un sentido so-cialista, la s relaciones humanas. E seha hec}lQ.casi obligatorio,. pues la excesivacent ' r ; ' l i z a c i n d e I p o d ~ r ya no. c?nsti tUY:e1l11otorSin()llllfreno .al desarrollo 'd e la iniciativa de ... a ~ a s a s . En el XXII Congreso, Kruschev dir

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    trasos (segn el variable optimismo de los opi-nante s) de l as soc iedades socia li st as aceptentotalmente la separacin entre l a esfera econ-mica, la base (socialista) y la esfera de relacio-nes entre los hombres, o superestructura (quetodava no lo es) . Dejemos de lado una primeracontradiccin, que todos los defensores deesta tesis apenas t ienen en cuenta: ha sido,pese a todo, una superestructura (el partido, lavanguardia revolucionaria) lo que ha modifica- ., do, en un sentido socialista, esta base; y dadoq4e se admite Comnmente que el poder y elEstado estn ahora en manos de esta vanguardia, se deducira de ah que en las sociedadesscialistas la superestructura estara po r de-bajo y al mismo tiempo po r encima con relacina la base. Aunque el partido, el Estado, las ins-tituciones culturales, la prensa, la radio, etc .. .sean socialistas - como afirmar cualquiercomunista- ocu rr e que slo hay un terrenodonde esta naturaleza socialista no pued e lle-gar: las relaciones entre el ciudadano y el Esta,do, lo que se denomina generalmente las rela-ciones entre gobernantes y gobernados. Siguien-do esta lgica, deberamos hablar ms bien deuna superestructura dividida que de una su-perestructura atrasada. Pese a todo, los partidos comunistas deducen de esto que la disparidad y el retraso parcial de la superestructura es lo que impide la democracia directa eimpl ica un reforzamiento del Estado, hastael momento de su extincin; afirmacin poco46

    c lara , como mlmmo, uti lizada desde los aosveinte, y que Mikoyan segua repitiendo, imperturbable, en el XXII Congreso del P.C.U.S., queprevea el paso al comunismo en 1980.Pero aunque se acepte esta visin de una so-

    c iedad div id ida en fragmentos socialistas yfragmentos que no lo son, por qu existe un ar es is tenc ia en la progresin hacia una totalidadsocialista, a qu corresponden las relacionestodav a no socialis tas en la esfera poltica,,'cules son su s b ases sociales? Ya hemos visto

    'J' que Tro tski no e n : ~ a . g u e , la degenerac;inhmoJI c, : t i : : ~ , n , _ , ( ) ..~ ~ ~ i ~ 2 i s t a , de l p o d e r ~ ~ Y i t i c o _ R ! : < ? v i , ) ,l IUeXLde]as vle]arclases:'N'ace del interior Cila propia v>;I1grdia;Tomo c ris is de mor ta li -,dad. En el seno del partido bolchevique, estaresistencia fue imputada en principio a la persistencia de los intereses de la s cla ses ant erio r es . Pero, en 1936, Stalin m i l l l f i . e s t a , ~ , p o s i c i n . ~ - P J . 1 ) 1 C l p j . 9 . ! : g u e , e s t e - ~ t i p o ,de l l l , c h a . " d ~ ~ c l a s e sh l t ~ r J 1 1 i n a d o ~ d a ( r ; J ~ h e g e m 9 1 1 l c i e l s e . ~ ! L s O ; ,cialista. Y,cuad- en 1952, insis ti r sobre elproblema delo5eonfIictos Jedase, se esforzr'ei-J reducirlo a la, existendade elementos resi-'du.aIsy marginales ,de" resistencia del pasado"..Durante todo un perodo, la revolucin cultural'china hablar ms bien de una resistencia oca-sionada po r l ~ viejas ideas, devolviendo deeste modo a la superestructura su funcin cl-sica.

    Se deduce de esta interpretac in, que siem-pr e reaparece en las d iscusiones de la izquier-

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    da, qu e el socialismo ser a una formacin hist r i c o - s ' o c i a l ~ f u e r t e m e n t e caracterizado po r el desequilibrio entre la estructura y l a b as e: laprimera permanece rezagada respecto a la segunda durante dcadas y dcadas, ~ o m o c o r : : -

    Ic i e n c i ~ . . . 9 . 1 ! ~ y a Ilo .es la expresin de UDS-eSso.ciaf..si.no que extrae de s misma una ..e.x.tra..... o.l:.,-dinara capacidad de reproduccin. Es . decir,\ re.s. u . l t ~ . r . a ms fcil liquidar el c a p i t a I f s m : ( ) q ~ e .1su proyeccin en las costumbres y la s relaclO\nes entre los hombres. Yeso pese' a l hecho de,\cjj..le una. gran,. parte de la superestructura -'-d\Estado, eLpoder legislativo, los instrumentosl P ~ d a g g i c o s y de propaganda- estn en manosI f l ~ u n a vanguardia con,siderada como g a r ~ n t alae la socializacin de la estructura. La mve-1 f"""'" .. ,"," . . . 'lr2similitud, desde un punto de vlsta marx:sta,de ...esta serie de correlaciones salta a l a v ls ta .y', de hecho, Marx, ampliamente utilizado enel estudio de los mecanismos de las sociedades 'capitalistas, ha s ido cas i s iempre dejado a unl ado cuando se habla de. sociedades de transicin: se estudia la economa en trminos clsicos, cuantitativos o tcnicos, y la esfera polticaa t ravs de una especie de sociologa del poderque, en el mejor de los casos, no llega a msque a la historia de las opciones y de la ideol.oga de los grupos dirigentes. El Manual de h!s-toria del P.C.(bJ no es capa a la regla.El comodn terico, la prdida de identidadmarxista que significa este d iscu rso sobre lassociedades socialistas -con las paradojas que48

    hemos rpidamente mencionado- .tOn mi opin in procede de la premisa, generalmente acep-, lada, del advenimiento de la socializacin deI ~ ' b a s e en el momento de la toma del poderI:oltico a travs de la aboliin de la propiedad'privada de los medios d e produccin 12.. Incluso aquellos -y se trata de dir igentes delos partidos comunistas- qu e reconocen quela toma

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    es una cosa s ino una relacin entre los hombresmediatizada po r las cosas; aunque escriba - e nel famoso prefacio a la Introduccin a la crticade la economa poltica, fuente de tantos errores en la interpretacin de la relac in est ructura-superestructura- que la est ructura estformada po r unas n;laciones determinadas,necesarias, independientes de su voluntad quelos hombres mantienen entre s, y que estas.relaciones de produccin corresponden a ungrado determinado del desarrollo de s ~ fuerzas productivas materiales; aur:que dIga quees el conjunto de estas relacIOnes lo queforma la estructura econmica de la sociedad,el fundamento real sobre el que se levanta unedificio jurdico y poltico y que r e s p o ~ d e .aunas formas determinadas' de la conCIenCIasocial en fin, aunque afirme que la estructuray la superestructura son dos niveles. d i f e r e ~ t e sde relaciones entre los hombres y que el pnmer o - e l que se anuda en torno a la produccinsocial de su existencia- es preeminente, pesea todo la l ec tura habitua l ha sido enteramentediferente. La base ha sido asimilada al sistemade propiedad de los medios d producfin, elcapitalismo a su propiedad privada y el modo'd e produccin capitalista a una pura cor:secuencia destinada a caer o a perder sentIdocon la desaparicin de este modo de propiedad.Con el resultado de que las soc iedades posre.volucionarias han credo que' la naturaleza so-cialista de la base quedaba asegurada po r una50

    gestin que ya no era privada sino de la clase.obrera a travs de su representacin poltica :el partido para Lenin, los consejos para loslc:xemburguistas-, . ~ ; ! mismo siste.!11"L2Igi!l1JEtivoy tcI1ic2_de l a j J r o d u r i 9 ) L q g e J ~ I " q :Ptlismo habacreadoyJe haba d e ; j d , , ~ e J Lhere;ncia (y, no hay n i que decir , de1ls mislIglsf u e r ~ ~ p r : Q d u c t i y a , ~ ) . Toda la d i s c u s i 6 ; ' : ; d ~ I ; ;~ ' a o s veinte en la Unin Sovtica, pese a algunasimportantes alusiones de Lenin al capitalismo de Estado, parece moverse en estos lmitestericos.

    I ' e r o ~ l c a p i t a l i s I 1 1 Q , ~ J l t nto queformlciI1~ l l i s t r i c a y .. (;omo. s i ~ _ t ( ; m a de p r o d ~ c < : : i n , r i ( ) '.PUSclequedar asimilado a . e x i s t e n c : i a ' d e ~ u n aclase de propietarios. Es toda una c i v i T i z a c r n ~ ,'productiva nacida en torno a un erf 1::'oo ~ : ~ " l ; I t n J . ! ! . : c i < s ! ! ' z : : 9 : ~ ! ~ : p r , o d u c i l l ~ - - q ( f n a - Y i g : : l } ~ ( ) J . t E a ? 1 c l ~ .., r e l c j . Q n e ~ l l l : 1 ~ ~ ~ : c o . m P I I : Y ' :a l mismo ti empo msgefor:mad

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    Introduccin a la Contribucin de la crtica dela economa poltica ) l ) ( ) ( ; : S m s . q u e . J J l } , S P ~ ~ C : ! ' - "No e s p reciso un examen particularmente profundo de El Capilalpara darse cuenta de esto;bastan las pginas ms famosas de los Grun-drisse los Formen. Marx describe en ellas la, .. o ,historia de la prdida y de la reaproplaclOn po rel hombre de su trabajo" del producto de su, trabajo, y po r consiguiente de s mismo,e.indi-ca asimismo la complejidad de las relacIOnesque des ignan la civilizacin p r o d u c t i ~ a . introducida po r el capital, el mundo capitalIstade produccin - una relacin extremadamente, estrecha entre el carcter material del hecho'productivo, la relacin interhumana. e n t r ~ productor, asalariado Y detentor o gestIOnarlO delcapital, la objetividad del s i s t ~ m a de a . c u m ~ lacin y de reproc.;uccin del capItaL la hIstonapoltica y soc ia l que se d e s p ~ e n d e de esto. D ~ o ,ello se ,deduce que el contemdo de la r e v ~ l u don socialista es muy diferente al puro )iSIlI},-pkcambi6depropiedad de los In.:edi.osde I > : ( ) ~ducsin, ,coureprtoills)qmtatlvo..Ael ~ ~ neficio que se produce y s i n q u e s e a n . : r n ~ ~ l f l :cadOs lo s restantes aspectos mercantIles y ~ ~l."eifiSa:;in: o, Se trata de una total desc()mposl- d l 1 y ~ ~ c ~ m p o s i c i n de las relaciones entre loshombres, entre los hombres y las cosas, .de lar ~ v o l u c i 6 n d e l modo de produccin soclalA.esu ,existencia. Se trata en resumidas cuentasdelfn tendencial de la actual imagen del obre-

    de l'a alienacin, de la separacin entre elro ,52

    trapajo, y e l p[()dllftC).cleI t : : P _ J . ~ _ d e , J a _ c e x i s te l1ciade lo s d ~ o s ~ ! U a n t o queillercancas.o ~ S i n ' e s o , la toma de l p o d r ' y l a ' ~ a l : o l i c i nde una clase de propietarios slo representanl1ol1 c ~ I l d k i n , p r e l i n n a r g _ , i n < : : 2 I l 1 p I t : t a d ~ I 'lucha contra elm()do cleproduccin capitalista,c'-quesige func.ionando,bajo un.a gestin d i t e ~rente. Durante l argo t iempo se ha' redlazadoo,este t ipo de afirmacin. Trotski la niega cuan-do a fi rma que la burocracia no es una claseporque no tiene la propiedad de los medios deproduccin y, po r consiguiente, no puede trans-mitirla. Muchos la rechazan igualmente en lasms recientes e interesantes investigacionessobre las sociedades socialistas 13. Y, sin embargo, si se relee (y si se reflexiona sobre) eldebate que sigui a la muerte de Lenin; el desarrollo de la sociedad sovitka adquiere todo susentido bajo est a luz. Slo citaremos aqu unejemplo; l discusin sobre la acumulacinsocialista, pues es f;[cil comprender q u I a r e ~~ ! s t e n c i a , casi ineluctable, del modo . d e p r o d l l ~ :cinheredadodel pa-sado slo puede se(sup(j=,:.radosi s ~ PPIlen en euestiri"sus premisas:En.. _ .__.._-" " - " " - " " 0 ' ' " ' ' ' ~ - < ' ' ~ ' ' ' _ ' ' ' ' __ ' '_' ' 'b' ' ' ' ' '_' ' '__ '__ " _ A ~ ~ ~ ~

    ,13_ ,En cambio, e l problema ha sido afrontado globalmente e n el fundamental debate entre Paul Sweezy. yCharles Bettelheim, con dos an li si s d iferen tes, deba te pu o 'blicado recientemente en Maspero, Pars (existe traduccinen lengua castellana, Algunos problemas actuales d el so-cialismo, Siglo X XI de E sp a a E ditores, S. A., Madrid.octubre, de 1973); Y en general en los anlisis del Centred'Etudes et de Planification socialiste que dirige el propioBettelheim. , -

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    la,cp;ftginascmsJcidas,dePreobrajenski-:-::qll h:6n.co es e v i d e n ~ ~ 14.' D i c e ~"t[ue es necesaria una acumulacin; y que ser aigualmente necesaria aunque la r evoluci n nohubiese implicado una enorme prdida de recursos. Pero cmo realizar la acumulacin? Elcapitalismo lo hace de tres maneras: a travsde una extraccin sobre el trabajo obrero enla industria ( p l u s v a l ~ , s u p e r p r o d u c t o ) ; a travs de l a brutal expoliacin del campo, descrita por Marx; a travs de la expoliacin todava m s brutal de todos los sectores productivos de las colonias por parte de l as met rpolis. Lajoven repblica de los soviets n o t i e n ~colonias.' Po r cnsiguiente -sost iene Preobrajenski=, debe acumula r a partir de l trabajo(jbreJ:"()yd

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    movilidad social, acumulacin de los retrasosentre regin y regin, seleccin cultural y deroles , es dec ir , reproduccin de la desigualdadestructural tpica del desarrollo capitalista. .

    El problema terico que se plantea es evidente. En efecto, cmo puede una revolucin poltica, es decir , la simple toma del poder de estado y la transformacin de la propiedad privadaen p ropi edad de Estado, mod if icar una organizacin de las fuerzas productivas ya modelada, 'cuya destruccin implica el hambre (y porconsiguiente la rpida derrota de la revolucin)y cuyo mantenimiento implica la reproduccinde los mecanismos obligados de la produccincapitalista? En otros t rminos , qu puede ydebe des tr ui r una revolucin socialista, qupuede, y durante cunto tiempo, conservar,qu mecan ismos debe poner en marcha si noquiere permanecer prisionera de la destruccino de la conservacin del modo de produccincapitalista? El problema es importante y remitea una ambigedad presente en todo el pensamiento de Marx, que ve la: revolucin comocoronacin y al mismo ti empo como derrum-bamiento del desarrollo capitalista. Nos parece qu e el nico que la ha afrontado es el centrodel pensamiento maoista de la revolucin china, e lMao del discurso d 1956 sobre Las diez

    '. grandes relaciones, del gran sal to hac ia delantd,del principio de l a r evoluc in cultural.Este maosmo est enteramente dedicado aafrontar, para superarlo, el desaf o de l as fuer-56

    zas p r o d u c t ~ v a s y de su organizacin, heredaday hecha oblIgatoria po r el capital y po r la estructura precapitalista, y al mismo t iempo para negar todas sus consecuencias i nt ernas para. bloquear su lgica natural, forzarla en v i ~ t a s acrea: el esbozo de un a racionalidad eConmica ~ I f e r e n t e , qu e pueda incluso desembocar/enel f m ~ l .del modelo de desar ro llo nac ido con elmaqUlDlsmo industrial y capaz de formular~ n a n u ~ v a relacin a nivel productivo entre lamdustna y la agricultura.Per?, dicho eso - que en nuestra opininconstItuye el problema terico central de la

    c?nstruccin del socialismo-, lo que sal ta a laVIsta es el aspecto poltico. Si la acumulacinsocialista debe realizarse; como se ha realizado en la prctica, a travs de la persistenciad.e, la explotacin obrera 15 y de una extrac..CIOn sobre el conjunto del campo - do s medi-das d ic tada s po r la voluntad de reorganizarlos recursos para permitir la aceleracin de l~ o d e l o ge desarrollo caracterstico del capitah s ~ o ~ ~ s avanzado- de ah resulta una cent r a l I ~ a C l ~ m } } estatal. Estas prioridades econmicas ImpIden la construccin de un autogobierno ?brero y campesino, obstaculizan sus basessocIales: d e e st e modo cabe exp li ca r la imposi-f l ~ Preobrajenski intenta corregir esta dura realidad deen lendo. que,. en. el curso de la revoluc in, l a c lase yano .es objeto SUlO. ~ u j e t o de la explotacin pues est C3-pac.Itada para de; :'dl r, a partir de su se r y de su prcticapo l tl ca , su propIa explotacin.

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    bilidad, en los aos veinte, de la supervivenciade los soviets. Nadie puede presidir deliberadamente su propia expoliacin. Mao Tse-tung loentendi perfectamente cuando se neg a apoyarse sobre una industrializacin acelerada endetrimento del campo; cuando eligi un desarrollo equilibrado, a nivel de toda la vida econmica, al mismo tiempo que una lucha contracualquier mecanismo de racionalidad. capitalista, un desarrol lo basado en una relacin queconceda un amplio papel a la agricultura conrelacin a la industria, y a la industria ligeraC()TI relacin a la industria pesada. Con ello,Maoha evitado enfrentar a una parte de la sociedadcn otra (la industria con la agricultura, cuando el verdadero conflicto se sita clase contraclase). Y ha permitido al mismo tiempo queestos dos sectores (y ms fcilmente el campo)conserven una parte de poder, se orienten haciaunas soluciones de autogobierno (las comunas),en las que la preeminencia de la central izacinestatal se organiza sobre otras bases . Todo esoes posible en la medida en que se funda sobreuna racionalidad distinta de la base. No es casualidad que, a partir de esta orientacin, larevolucin cultural haya mostrado, al desarrol larse, lo contrario de lo que se afirma habitualmente. En China o en la U.R.S.S., no se tratabanicamente. de derribar las viejas ideas, sinola va capitalista, el modo de produccinc a p i t ~ l i s t a que, al persistir y reproducirse, reproduce igualmente las formas superestructu-58

    I

    r ~ l e ~ del Estado burgus y constituye por cons I g U ! e n ~ e una pues ta en cuestin permanentede l a dIc tadura de l proletariado. ..1?esde este punto de vista, los retrasos, las

    dIfIcultades .y .la degeneracin poltica de losEstados SOCIalIstas, la imposibilidad en la quese. encuentran de realizar los ideales de libertade I g ~ a l d a d pa:a los que han nacido, la p ersistenCIa del caracter subalterno de la clase, la na- .tu raleza separada de los aparatos de pode r,aparecen como la proyeccin necesaria de laestructura que slo es parcialmente socializada ..No hay separacin entre la base y la superest - : u ~ t u r a smo correspondencia. La sociedad soCIalIsta .es una sociedad de transicin en d pleno sentIdo del trmino; es una forma his trica~ o n d e unos elementos del capital siguen exist : ~ n d o , n:ezclados a otros, y ejerciendo una pre"SlOn . ~ e C I s i v a sobre la esfera poltica, s ob re larelaclOn entre los hombres, s ob re la relacinentre gobernantes y gobernados. A su vez, estoselementos del. modo de produccin pasado (opresente) remIten a las fuerzas productivas: larevolucin social a p a r ~ c e como un proceso ininterrumpido, apenas comenzado Con la revolucin ?oltica, que esta ltima no garantiza necesanamente. La historia de la U.R.S.S. lo dem u e s t r ~ " pero tambin la de Cuba y China - l arevoluclOn cultural const ituye una ilustracin >extraordinaria, tanto' por el nivel alcanzadocomo por el reflujo posterior. .Pero de se r as, la relacin entre la izquierda

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    . europea y los pases socialistas debe se r doblemente reconsiderada. Debe terminar de una vezcon esta a lt erna tiva entre esperanza y desilusiones, entre utopa y realismo en la qu e siem. pr e ha cado, para ofrecer un sano y lcido an

    .lisis de los procesos de transicin. De estemodo, puede diferenciar los momentos de avan-ce de los momentos de reflujo, el orden de lascontradicciones, los equilibrios de c lase -perode c lase en el pleno sentido del trmino, y po rconsiguiente talnbin el grado de antagonismoalcanzado, global, parcial o nulo, po r la luchadel sistema a n ivel internacional. Es la sustitu-cin de una relacin entre religin y apostasapor una relacin laica. Este t ipo d ~ anlisissobre los pases socialistas es tamblen, y enrealidad, un tipo de reflexin sobre la revolu-cin socialista y se convierte i n m e d i a t a m e ~ t :en un punto de referencia para nuestra mJtancia en Occidente. Acaso la dificultad en asumir esta relacin diferente no revela una cu-_ r iosa deformacin