Los judíos, el mundo y el dinero

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Los judíos, el mundo y el dinero.Historia económica del pueblo judío.

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  • LOS JUDfOS, EL MUNDO Y EL DINERO

    La Guerra de la Independencia culmina el 19 de abril de 1783 con el Trata-do de Pars. Produjo 26 mil muertes: vale decir, en proporcin, mucho ms de lo que costar a los norteameticanos ninguna guerra posterior.

    En 1787, cada uno de los nuevos Estados enva delegados a la Conven-cin de Filadelfia, encargada de redactar la Constitucin de la Unin que lue-go ratifican los Estados. El espritu de la Biblia sigue presente: el primer proyecto de sello de la unin representa a los judos cruzando el Mar Rojo, perseguidos por Faran. Jefferson, Franklin y Adams lo rechazan y prefieren el guila. 106 Luego colocan en la Campana de la Libertad una inscripcin tomada det' Levtico: "And proclaim freedom throughout the land unto al/ the inhabitants thereof(25, 10)."

    En abril de 1789, George Washington -cuyas reticencias para con los ju-dos son manifiestas en su memorial del18 de agosto de 1790 a la comunidad de Newport- se convierte en el primer presidente de los Estados Unidos. En 1792, veinticuatro negociantes neoyorquinos crean una bolsa de cambio en el nmero 68 de Wall Street en Nueva York. En 1795, una ley impone vivir cin-co aos en el suelo de los Estados Unidos para obtener la nacionalidad nortea-mericana. Sobre 3,9 millones de habitantes, 3 mil judos la adquieren: campesinos, corredores, banqueros, como Mordecai Sheftall, Francis Salvador o Isaac Moses, que en 1781 crean el Bank of North Arnerica con Alexander Hamilton. 106 Y dos destinos de las finanzas: David Francks y Haym Salomon.

    Nacido en Filadelfia en una familia de banqueros alemanes, David Salis-bury Francks55 parte a Canad para unirse a los insurgentes cuando invaden ese pas en 1775, Financia el ejrcito con su propio dinero. Tras el fracaso pa-decido en Canad, en julio de 1776, vuelve a Filadelfia y, como habla fran-cs, se convierte en oficial de contacto con las fuerzas del almirante d'Estaing, comandante de las fuerzas navales francesas. Luego es nombrado ayudante de campo del gobernador militar de Filadelfia, que toma el control de la guar-nicin de West Point. No sigue a su lado cuando ste traiciona e intenta de-volver West Point a los ingleses. Convertido en diplomtico, Francks se une en Pars a Benjamn Franklin, embajador de los insurgentes, y le lleva la co-pia del tratado que reconoce la independencia norteamericana. Se hace cn-sul en Marsella y negocia en 1786 un tratado con Marruecos. En 1789, el Congreso le concede 400 acres de tierra en reconocimiento por los servicios prestados.

    En 1775, Haym Salomon55 abandona Polonia. Tiene 30 aos cuando de-sembarca en Nueva York y sirve en las tropas alemanas de Hesse que acu-dieron en ayuda de su prncipe convertido en rey de Inglaterra. En 1776, los

  • LEVTICO l~}

    ingleses sospechan que es espa de los insurgentes y lo ponen entre rejas. Lo-gra evadirse e incita a los soldados de su regimiento a desertar. Vuelve a su oficio de agente y se casa con Rachel Francks, hija de David Francks. Nueva-mente detenido por espionaje, sirve de intrprete a los alemanes al servicio de los ingleses; luego vuelve a escapar, llega a Filadelfia y se vuelve proveedor de las tropas francesas, cuya lengua tambin habla. Mientras tanto, otra historia de finanzas pblicas se desarrolla: el gobierno continental emite moneda en exceso por no poder recaudar impuestos. En mayo de 1776, el ejrcito est al borde de la bancarrota. El siguiente invierno, algunos soldados mueren de hambre. El superintendente de Finanzas del gobierno provisional, Robert Mo-rris, nombra a Haym Salomon "agente del ministro de Finanzas". 55 De 1781 a julio de 1782 coloca 200 dlares de obligaciones estatales, monto conside-rable; es el primer financista del Tesoro de los Estados Unidos. Cuando, a fi-nes de agosto de 1782, la guerra toma mal cariz: ya nadie quiere comprar esos tftulos, Salomon los toma, con la expectativa de colocarlos al ao siguien-te. 106 Tambin presta dinero a dirigentes de la joven repblica norteamerica-na, como James Madison, secretario de Estado y luego cuarto presidente de los Estados Unidos (que lo reconoce en sus Memorias), sin pedir jams que le paguen. Muere olvidado, tras haber representado un papel decisivo en la victoria de los ejrcitos continentales al garantizar su financiamiento.

    En 1801, el tercer presidente de los Estados Unidos, Thomas Jefferson, pi-de a exploradores enviados por el Estado hacia las grandes llanuras del Oeste que vuelvan con la respuesta a la siguiente pregunta: "Dado que no se exclu-ye que las tribus perdidas de Israel se encuentren en algn sitio de las Llanu-ras, qu vnculos existen entre las ceremonias de los indios y las de los judos?". 106

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    El mundo occidental se liber del dominio feudal y religioso. La democra-cia y el mercado atropellan a monarquas e imperios. Podra pensarse en-tonces que la asimilacin plasmar lo que las persecuciones no lograron: la desaparicin del pueblo judo en la trvialidad del nmero, en las batallas entre clases y naciones nuevas. Nada de eso ocurre. Aqul sobrevivir con una actuacin an ms singular en las perturbaciones del mundo y su eco-noma.

    La sociedad occidental comienza por poner en marcha la revolucin in-dustrial. El pueblo judo, que ya no est confinado en un lugar o un oficio, va a explorar los territorios y los nuevos oficios que stas ofrecen.

    Tambin en ese caso, el Pentateuco ilustra la Historia. Su cuarto libro -Nmeros, o "En el desierto"-:0 funciona como una metfora del siglo y me-dio que va de la Revolucin Francesa a la Sho. Narra la estada del pueblo hebreo en el Sina, durante treinta y ocho afi.os y medio, desde el segundo afio de la travesa hasta la muerte de Moiss cerca de Canan. Comienza por un censo {cuntas familias deben ser alimentadas por el man, cuntos hombres deben pagar el impuesto y cuntos deben llevar las armas) y culmina con otra cuenta {cuntos entrarn en la Tierra Prometida). Tanto a la entrada como a la salida, contar no es beneficioso: en el mejor de los casos, se cuentan con-tribuyentes; en el peor, se cuentan los soldados de una guerra venidera; ni uno solo de los que entran en la trampa del desierto sale vivo.

    De igual modo, el perodo que abarca este captulo narra un viaje, esen-cialmente a travs de Europa, con la esperanza de las Tierras Prometidas. La mayora sucumbir.

    Adems, todo gira alrededor de nmeros. Durante el milenio anterior, la cantidad total de judos se estanc mientras la poblacin del mundo secua-druplicaba. 86 Hacia 1800, la situacin se mantiene: apenas algo ms de 4 mi-llones de judos, esto es, menos que en el momento de la destruccin del Templo.35 Ms de 3 millones viven en Europa, principalmente en Rusia y en

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    el Imperio Austraco. Cerca de un milln reside en otras partes, sobre todo en tierras del islam.

    Comienza entonces un crecimiento extraordinario: en 1880 son 8 millo-nes, de los cuales 7 se hallan en Europa y Rusia; luego, en 1914, 14 millones, y 16 millones en 1939: cerca de la mitad son indigentes hacinados en Euro-pa Oriental. Parecen hallarse detenidos, antes de desaparecer.

    Tal como en el Libro, narrar trae desdichas. Ante quienes les reprochan ser diferentes, los judos no tienen ms que una

    respuesta: hacer todo lo posible por dejar de serlo, sin por ello alejarse de su cultura. Ya no se puede vivir en un circuito cerrado sin empobrecerse; partici-par en el crecimiento de conjunto exige asimilarse. Sin olvidar que nada es bueno para un judo si no lo es tambin para quienes lo rodean. Como en el desierto, algunos adoran el Becerro de Oro; otros se proveen de nuevas leyes, inventan oficios inditos, crean nuevas riquezas. Muchos se hunden en el n-mero y pierden su identidad. Otros, en cambio, la encuentran en el individua-lismo, la integracin, la competencia, el rechaw por las reglas colectivas, el esp:itu de empresa, sin que desaparezca la exigencia de solidaridad.

    La poca de los Nmeros tambin es la poca de las aventuras personales, de las elecciones solitarias. Es un perodo de grandes destinos individuales, de dinastas intelectuales, industriales y financieras; como en el pasado, con la obsesin juda: la valorizacin de los Nombres. Pero tambin es la poca de las masas annimas: obreros sacrificados y rebeldes, patticos constructores de la Modernidad.

    Algunos podran mostrar cierta reticencia: aqu se nombran esos xitos; perdura en las memorias: no hace mucho designar a alguien como judo equi-vala a condenarlo a muerte. No importa: nombrar, dice la Biblia, tambin es condicin de la eternidad.

    l. Los comunicadores de la revolucin industrial

    Otro mito por derribar: por completo dedicado a prestar a los prncipes y de-fenderse de las persecuciones, el pueblo judo habra sido ciego a la revolu-cin industrial. Nada ms falso. Como vimos, hubo una importante presencia juda ya en los inicios de la industria holandesa, britnica, alema-na, polaca y austraca, durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Mucho ms durante el XIX: los judos estarn en la avanzada de las prodigiosas mutaciones tecno-lgicas, industriales y financieras que harn posibles la produccin en masa.

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    Aqu, democracia y mercado resultarn inseparables. La entrada en una va a acelerar la entrada en el otro.

    Como los demds, cada cual en su casa y Dios en la de todos

    Uno tras otro, los sistemas posfeudales y los imperios desp6ticos se desploman. Las castas y las corporaciones se disuelven. La influencia de las Iglesias dismi-nuye. Las comunidades pierden su justificaci6n defensiva. Para muchos, el sentido mismo del judasmo -estructura de supervivencia, marco protector Y-referente consolador- tiende a borrarse. Todos desean afirmarse como ciuda-danos libres, independientes, laicos; vivir y trabajar en medio de los otros, en la nueva economa de masas, ya no en el artesanado recluido de los guetos. Todos quieren ser admitidos, como ya lo son los proveedores de cortes, en al-gunos escasos pases de Europa Central.

    La emancipaci6n comienza precisamente all donde estn cerca del poder: en el Imperio, en Prusia y en los principados alemanes. En 1781 y en 1789, el emperador Jos 11 excepta a todos los judos austracos de llevar la insig-nia distintiva y del pago de impuestos especficos: los autoriza a ser artesanos, campesinos, profesores, oficiales. Varios prncipes alemanes hacen lo mismo; el principal de ellos, el de Prusia, sigue siendo intolerante.

    En Francia, cuando truena la revuelta, los judos todava no son ms que 25 mil en Alsacia, 7.500 en Metz, 500 en Pars, algunos miles en Burdeos y Avi6n, unos pocos en Tolosa y otras ciudades del sur. Ninguno en la corte, cuando menos conocido como tal. Los tres cuartos viven en el campo en con-diciones a menudo p1uy humillantes. La Iglesia se preocupa por el reconoci-miento de los no cat6licos.

    nicamente los judos de Burdeos, Bayona y Metz son invitados a redac-tar sus libros de quejas.* Los "portugueses" -generalmente de mejor pasar que los "loreneses"- son prudentes, ya que temen la amalgama con los pequeos prestamistas de Alsacia, muy mal vistos por sus deudores. S6lo reclaman el derecho a organizarse en comunidad y a ejercer los oficios todava prohibidos por las corporaciones.164 En otras zonas de Francia donde los pocos judos to-dava no estn autorizados a residir abiertamente, se los menciona pocas veces en los libros de quejas a no ser para denu~ciar, en Alsacia, "el abominable

    * El Cahier de dolance de los Estados Generales de 1789, donde se consignaban las obser-vaciones dirigidas al rey. [N. del T.]

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    comportamiento de los judos, que llevan a los pobres cristianos a endeudar-se ms all de sus medios". 164

    Fuera de los Estados Generales, el representante de los "portugueses", el armador bordels Gradis -cuya fa~ilia vive en esa regin desde hace tres si-glos-, es bien recibido por el Tercer Estado: es burgus, no es noble ni sacer-dote. El 24 de diciembre de 1789 logra que la Asamblea reconozca a los pocos miles de judos del sudoeste plenos derechos civiles, reconocidos tam-bin en la misma ocasin a los cerca de 100 mil protestantes del pas. Pero bajo ningn concepto se conceder derechos especficos, como religin ni como pueblo: tribunales, reglas alimentarias, festividades; tampoco a orga-nizarse poltica o econmicamenteP En la tribuna de la Asamblea constitu-tiva, Clermont-Tonnerre pronuncia esta frase definitiva: "Hay que negar todo a los judos como nacin y concederles todo como individuos; que no constituyan en el Estado un cuerpo poltico ni una orden". 164 Todo est dicho. Tanto para ellos como para los dems, lleg la hora: cada cual en su casa y Dios en la de todos.

    Sin embargo, no obtienen el mismo estatus que los miembros de las otras religiones. El 12 de julio de 1790 no se habla de aplicar a los rabinos la cons-titucin civil del clero votada por la Asamblea Constituyente. Sus emolumen-tos siguen a cargo de las comunidades, al igual que sus escuelas, la asistencia a sus pobres y sus tribunales.

    Tras una fuerte campaa llevada a cabo por algunos "portugueses", apo-yada por aliados inesperados -como el abad Grgoire/79 que en este caso se inspira en Blaise Pascal-, el 27 de septiembre de 1791, el resto de los judos del reino obtiene los mismos derechos que ellos. Pero la Asamblea Legislati-va no redacta decreto alguno para reglamentados; luego, la Convencin, que quiere instaurar el culto del Ser Supremo, cierra las sinagogas, as como las iglesias, y prohbe el uso del hebreo.27 Todo se vuelve ms fcil con el Direc-torio, a partir de 1795. Muchos judos del resto de Europa y de Constanti-nopla llegan en ese momento para instalarse en Francia. Por lo general, acaudalados, ya hablantes de francs, pronto forman una comunidad de al-gunos centenares de familias. En Pars, en 1795, Beer Len Fould, originario de Lorena, funda la primera casa de banco juda en Pars, en la calle Saint-Georges.

    Por dondequiera que pasen, los ejrcitos revolucionarios instan a la eman-cipacin de los judos. As, en octubre de 1792, cuando bombardean Frank-furt y destruyen en parte el gueto, permiten que los judos alemanes -en especial los Rotschild- salgan casi fortuitamente, ya que los muros destruidos

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    no son reemplazados. La obligacin de llevar una seal distintiva en la vesti-

    menta y la de anteponer a su nombre el prefijo ben tambin son suprimidas. En Amsterdam, en la primavera de 1796, un pequeo grupo de judos

    aunados con cristianos en una sociedad llamada "Felix Libertas", re

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    prendida para su propia defensa por una nacin cuyas tierras hereditarias sus enemigos consideraban como una presa ofrecida a su codicia. Ahora, es-ta nacin se venga de dos mil aos de ignominia [ ... ].La Providencia me envi aqu con un ejrcito.foven, guiado por la justicia y acompaado por la victoria. Mi cuartel general est en Jerusaln y dentro de algunos das es-tar en Damasco, cuya cercana ya no ha de temer la ciudad de David. He-rederos legtimos de la Palestina! La Gran Nacin [Francia], que no trafica con los hombres y los pases como aquellos que vendieron vuestros antepa-sados a todos los pueblos (Joel 4, 6), no os convoca para conquistar vuestro patrimonio. No, slo os pide que tomis lo que ya conquist. Y, con su apo-yo y autorizacin, que seis dueos de esta tierra y la conservis pese a to-dos los adversarios. Levantos! Mostrad que todo el poder de vuestros opresores no pudo aniquilar el coraje de los descendientes de aquellos h-roes que habran honrado a Esparta y a Roma (Macabeos 12, 15). Mostrad que dos mil aos de esclavitud no lograron sofocar ese coraje. Apresuros! Es el momento, que tal vez no regrese hasta dentro de mil aos, de recla-mar la restauracin de vuestros derechos civiles, de vuestro lugar entre los pueblos del mundo. Tenis derecho a una existencia poltica como nacin entre las otras naciones.441

    De haber sido lanzado pblicamente, sin duda este llamamiento no habra si-do escuchado: el retorno a Sin no era una expectativa juda de la poca. Sin embargo, no harn falta "mil aos"para que "llegue el momento" de un re-torno semejante, sino tan slo ciento cuarenta y cinco.

    Una vez en Francia, Bonaparte quiere atraer la mayor cantidad posible de judos a su imperio, "para el progreso del comercio", 305 dir ms tarde a uno de sus compaeros de Santa Elena: nuevamente aparece la idea de que los ju-dos traen la prosperidad a su alrededor, de que la riqueza que crean es supe-rior a la que aprovechan; victoria pstuma de Simone Luzzatto, rabino de Venecia, y de Menasseh Ben Israel, rabino de Amsterdam ...

    En su obsesin centralizadora, el Emperador, antes de recibirlos, desea or-ganizar los departamentos, regular las relaciones entre Iglesia y Estado y or-ganizar el reglamento del crdito. Por eso, una vez fundado el Banco de Francia en 1800 y dictada su carta en 1803, define una poltica de crdito que prohbe a cualquier persona fsica la profesin de prestamista, salvo que se cree un banco: ipso Jacto, todas las actividades de los prestamistas judos en Alsacia son interrumpidas.

    En el mismo momento, otro so~erano de Europa parece orientarse, tam-1

    bin, hacia la emancipacin de los judos: en 1804, un nuevo zar de Rusia,

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    Alejandro 1 -en el trono desde 1800; ahora tiene en su suelo a cerca de la mi-tad del pueblo judo, recuperada con una parte de Polonia, Lituania y Ucra-nia-, habla de integrarlos estimulndolos, a travs de la agricultura y el artesanado, a salir de los guetos. Pero ese deseo quedar prcticamente en letra muerta: los rusos se niegan a otorgarles tierras y a aceptarlos en las corporacio-nes; por su parte, los judos se niegan a abandonar la solidaridad comunitaria que garantiza su seguridad. Ninguno quiere al otro.

    En el Imperio francs, luego de que un concordato especificara las reglas de organizacin de la Iglesia catlica, de que artculos or~nicos definieran aquellos aplicables a los protestantes y de que fuera elaborado el reglamen-to de los bancos, Napolen se ocupa del destino de los judos. Ante todo quiere reunir a representantes de los judos de todos los pases que contro-la para hacerlos debatir entre ellos.305 El cardenal Fesch, su to, lo pone sobre aviso: "El fin del mundo llegar cuando los judos estn reunidos". Kellermann moviliza a los adversarios de los judos y Chateaubriand teme "medidas impuestas que, cual castillo de naipes, hagan caer las finanzas del mundo en las tiendas de los judos y acarreen en todas partes una subver-sin total''. 441

    El 26 de julio de 1806, Portalis, ministro de Culto, rene una asamblea de 111 delegados -comerciantes letrados y 15 rabinos- procedentes de toda la Europa imperial para distinguir aquello que, en el judasmo, depende de la teologa y de lo poltico, y deducir de ello cmo la prctica del judasmo pue-de ser compatible con la lealtad al Estado. El 23 de agosto de 1806, Napo-len escribe a su ministro de Culto para especificar qu espera de una reunin de ese tipo:

    Nunca, desde la toma de Jerusaln por Tito, tantos hombres esclarecidos per-tenecientes a la religin de Moiss pudieron reunirse en un mismo lugar. Dis-

    . persos y perseguidos, los judos fueron forzados a tasas punitivas o bien a la abjuracin de su fe, o bien a otras obligaciones y concesiones contrarias a sus intereses y a su religin[ ... ]. La lnea recta de la fe religiosa no puede ser tra-zada por gente aislada; debe ser establecida por un gran congreso de judos le-gal y libremente reunidos; que incluya a miembros de las comunidades espafiola y portuguesa, italiana, alemana y francesa, esto es, a representantes de los judos de ms de las tres cuartas partes de Europa.441

    Hay entusiasmo en el seno de las comunidades: ello inquieta a los pases de la Alianza. En septiembre de 1806, Metternich, embajador de Austria en Pa-rs, escribe al conde Stadion, ministro de Relaciones Exteriores en Viena:

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    "Todos los judos ven en Napolen a su Mesas".441 La polica austraca de-duce que es indispensable vigilar a los judos de Austria, susceptibles de apo-yar a los franceses y acaso de espiar por su cuenta.

    Primero se abre un debate aGerca de las incumbencias de los tribunales ra-bnicos, en especial acerca de las condiciones del matrimonio. El Emperador quiere imponer a los rabinos que celebren matrimonios mixtos. La asamblea responde que "su religin les ordena observar la Ley Suprema como la ley del prncipe en materia civil y poltica":293 as encuentra una manera de autori-zar los matrimonios mixtos ... hacindolos totalmente impracticables. Porta-lis propone entonces organizar un sistema piramidal donde cada comunidad, en cada ciudad, sera dirigida por un consejo de notables elegidos por los je- fes de las familias de mayor peso tributario; el Estado nombrara y remune-rara a los rabinos como a los curas y los pastores; y la gran novedad sera un organismo de conjunto, un "consistorio" central, que administrara las comu-nidades de cada pas del Imperio.

    Para redactar y negociar los textos de los decretos que habran de reglamen-tar dichos principios, el 9 de febrero de 1807 Napolen convoca, bajo el nombre de Sanedrn, una reunin de 71 responsables judos de Francia y de Italia, con mayora de comerciantes y financistas letrados. Ni el nombre, ni la cantidad, ni la po"mpa de esta reunin, a todas luces, son dejadas al azar. El presidente del Sanedrn es un banquero bordels, Abraham Furtado, que pro-dama a Napolen el "Ciro de los tiempos modernos";441 y toma como con-sejero a la ms alta autoridad talmdica de la poca, el rabino David Sintzheim, de Estrasburgo.

    Tras un ao de discusiones, los das 17 de marzo y 20 de julio de 1808 se publican cuatro decretos aplicables a todo el lmperio:293

    El primero distribuye a los judos en "consistorios" que, entre otras fun-ci~ne~ deben censar a los conscriptos judos sujetos al servicio militar, sin po-der, como hacen los cristianos, pagar un reemplazante. Se estipula minuciosamente el atuendo de los rabinos, tal como se usa todava hoy.

    El segundo decreto especifica el estatus de los judos en cuanto ciudadanos: no deben ser ya considerados una nacin aparte ni permanecer relegados den-tro de la nacin. Cada cual debe escoger un apellido y un nombre. La compe-tencia de los tribunales rabnicos est estrictamente limitada a las cuestiones religiosas. Las otras cuestiones, sobre todo los litigios econmicos, dependen del nuevo cdigo civil y de los tribunales imperiales, clusula que en vano inten-taron rechazar los rabinos. Es el fin, por lo menos en Francia, de la actuacin del beyt-din en la formacin del derecho social, financiero y comercial.

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    El tercer decreto atae a "la represin de los abusos imputados a los ju-dos". Responde a cuanto se les reprocha desde hace mucho tiempo en Alsa-cia. En adelante, el oficio de prestamista les est vedado, como a todo el mundo; se instituye una moratoria de diez aos sobre todas las acreencias; adems, aquellas contradas por una mujer sin consentimiento de su esposo, o por un menor sin el de sus padres, son lisa y llanamente anuladas. Para abrir un comercio, un judo debe solicitar una patente al prefecto de su lugar de residencia, quien slo puede otorgrsela tras un voto de conformidad del consejo municipal "que compruebe que dicho judo no se dedica a la usura ni a un trfico ilcito". Abraham Furtado hizo todo lo posible para impedir la promulgacin de este texto, al que denomina "decreto infame".293 Progresi-vamente lograr su anulacin en el Sur, el Sudoeste, los Vosgos y luego en Liorna, aunque no en Alsacia.

    El cuarto decreto estipula que los judos del Imperio deben permanecer,en su pas de residencia; los judos ajenos al Imperio slo pueden instalarse adqui-riendo una propiedad agrcola o estando empleados en una. Ningn judo no domiciliado todava en el Alto o el Bajo Rin podr establecerse all. .

    El conjunto es muy bien recibido por todos los judos de Europa. Es el fin de la humillacin, del gueto, de la marca amarilla, del toque de queda, de los oficios prohibidos. En Inglaterra, Austria y Rusia envidian a los del lmp~rio francs, a quienes no pueden unirse. Slo algunos rabinos tratan de impedir que los miembros de sus comunidades llev

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    de negocios parisina: los Fould, los Oppenheim, los Furtado, los Goudchaux, los de Eichtal, los Rodrigues, los Stern, los Worms, los Laurent-Meyer, los Ja-va!, los Halphen, los Allegri. Sobre todo los Fould, banqueros judos de Bur-deos que se han establecido en Pars, participan en el financiamiento de la accin de guerra del Emperador. En 1811, el "decreto infame" es finalmente derogado en Alsacia. Ese mismo ao, los "portugueses" de Burdeos, ltimos cuasi marranos, abren sus sinagogas.

    En Prusia, una tmida emancipacin, decidida en 1812, no llega a la prc-tica, pues se acusa a los judos de ser espas a sueldo de Napolen -no obs-tante, van a proteger su huida durante la retirada de Rusia-.

    Por eso, en toda Europa, la cada del Emperador es motivo de revueltas antijudas y un retorno al antiguo orden; en toda Europa, la Santa Alianza117

    invalida las disposiciones de emancipacin. En Florencia, con la restaura-cin de la casa de Lorena, los judos son obligados a volver al gueto. En los Estados Pontificios, Po VII hace pagar a los judos de sus dominios la hu-millacin que padeci durante la consagracin de Napolen l. nicamente Liorna, milagrosamente soslayada, conserva su estatus de puerto franco. En Alemania, nuevamente se prohbe que los judos compren tierras, se casen libremente y elijan dnde vivir. En Frankfurt tambin los hacen volver al gueto. 117

    Luego viene el reflujo: los judos desean ser integrados y paulatinamente lo consiguen. La evolucin iniciada en el siglo XVI llega a su trmino, al menos en Occidente. En Francia, de 1818 a 1830, todos los decretos del Im-perio, cuya validez estaba prevista en diez aos, son prorrogados. A excepcin del tercero, que perdi su razn de ser: todas las acreencias de los prestamis-tas de Alsacia fueron anuladas. Ahora, pueden ejercer la mayora de los ofi-cios. A partir de 1818, en algunas sinagogas de Hamburgo, para gran perjuicio de los judos ortodoxos, las oraciones se dicen en alemn y ya no aoran el retorno a Sin, la llegada del Mesas ni los sacrificios del Templo; el oficio semanal incluso se efecta el domingo. En 1819, los judos alema-nes econmicamente emancipados reclaman -en vano- la emancipacin c-vica y poltica. En Portugal, los judos vuelven en 1821, con la supresin del tribunal del Santo Oficio. Se instalan en Lisboa y en Faro, procedentes de Marruecos o de Gibraltar. En Francia, en 1831, el Estado decide tomar a. su cargo el mantenimiento de los rabinos, como ya ocurri con los sacerdotes y los pastores. 141 A partir de la conquista extiende su tutela a los judos de Ar-gelia -sin por ello reconocerles la nacionalidad francesa-, ponindolos bajo la tutela de Samuel Bacri, "jefe de la nacin juda". En 1834, la em~ncipa-

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    cin, es decir, la ciudadana igualitaria, es completa en los Pases Bajos. En 1835, se extiende a Suecia y a una parte de Suiza en 1838.

    En Inglaterra, la emancipacin no es tan rpida: un primer proyecto, aprobado en 1833 por la Cmara de los Comunes, es rechazado por la C-mara de los Lores. Ese ao, un primer abogado judo, Francis Goldsmid, es admitido en el tribunal y presta juramento sobre su Biblia. En 1837, la reina Victoria nombra caballero a un joven banquero judo, emparentado con los Rothschild, de quien volveremos a hablar: Moses Montefiore. En 1841 apa-rece el primer diario judo en ingls, The ]ewish Chronicle (que todava hoy se publica). El mismo ao, otro banquero judo, Isaac Lyon Goldsmid, pri-mer judo que recibe un ttulo hereditario, es nombrado barn y, con ese t-tulo, miembro de la Cmara de los Lores.

    En Alemania, en la misma poca, el debate sobre la emancipacin de los ju-dos hace furor. Hacia 1825, Berln quiere reservar la ciudadana a los judos ri-cos y designar a los otros como "protegidos". La Hascal, el movimiento judo iluminista nacido con Mendelssohn, exhorta a vivir en la lengua y la cultura del pas de residencia. Hacia 1840, en sus Diecinueve epstolas, Sansn Rafael Hirsch, rabino alemn de Frankfurt, defiende la idea de que es posible conci-liar el respeto de "la Tor con un compromiso en el mundo".200 En 1843, el fi-lsofo liberal Bruno Bauer escribe, en La cuestin judla, que la emancipacin reclamada por los judos pasa por la desaparicin de su religin -segn el ejem-plo de otros cultos- y por su participacin en la emancipacin de Alemania:

    En Alemania, nadie es polticamente emancipado. Nosotros mismos no somos libres. Cmo podramos liberaros? En vuestra calidad de alemanes, debis tra-bajar para la emancipacin poltica de Alemania, y, en vuestra calidad de hombres, para la emancipacin humana[ ... ]. El judo, por ejemplo, realmen-te habr dejado de serlo cuando no permita que su Ley le impida cumplir sus deberes hacia el Estado y sus conciudadanos. Y cuando el dfa del Shabat asis-ta a las sesiones de la Cmara de Diputados e intervenga en ellas.38

    El mismo ao, Bauer publica El cristianismo revelado, crtica histrica de los Evangelios.

    En Londres, Lionel de Rothschild, hijo de Nathan, nieto de Mayer Ams-chel, es elegido en 1847 en la Cmara de los. Comunes. Pero no ocupa su banca porque se niega a prestar juramento "segn la verdadera fe cristiana". Habr que esperar a su quinta reeleccin para que se modifique el texto del juramento. 152

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    En 1848, en toda Europa, muchos intelectuales, comerciantes, obreros, negociantes y artesanos judos participan en las revoluciones nacionales. An-tes que judos se sienten alemanes, austracos o franceses. En Alemania, Ga-briel Riesser, nieto de un famoso rabino de Altana y lder de un movimiento de "judos liberales", es uno de los conductores de las insurrecciones. Los je-fes de las comunidades judas del Imperio -comerciantes ricos- tambin es-t:in a la cabeza de la revolucin en Viena.

    En Hamburgo, como en la mayor parte de las ciudades alemanas, los ju-dos obtienen la ciudadana as como la apertura del gueto. Hesse y Wurtem-berg se muestran ms liberales que Baviera, Sajonia y Hannover. En Francia, Adolphe Crmieux,* abogado judo de Nimes, es presidente del Consistorio Israelita en 1843; como diputado de 1841 a 1851, contribuye al derroca-miento de Guizot y se convierte en el primer judo francs que ocupa un puesto ministerial: ministro de Ju~ticia en el gobierno de 1848; en ese cargo deroga la esclavitud en las colonias y la pena capital por delitos polticos.

    Pronto todo vuelve al orden autoritario. Como nica consecuencia dura-dera de los acontecimientos de 1848: el31 de enero de 1850, el rey de Pru-sia, Federico Guillermo IV, constituye una "Unin restringida" de veintiocho Estados alemanes. Poco a poco los judos se convierten en ciudadanos como los dems, dentro los lmites de una democracia tributaria donde slo los hombres ricos tienen derecho a expresarse.

    Los ltimos diques que separan en Europa a los judos de los otros termi-nan por ceder: en 1855, sir David Salomons es el-primer lord-alcalde judo de Londres. La emancipacin total de los judos britnicos es votada en 1858. Lionel de Rothschild finalmente ocupa su banca en el Parlamento. Se crea el Jewish Board ofGuardians, organizacin juda laica de asistencia a los pobres y los emigrantes procedentes de toda_ Europa Oriental, que hace salir la tze -dakd del marco religioso. Entre las decenas de miles de judos emigrados, to-dos los rabinos deben abandonar sus ttulos y funciones, para convertirse en reverend misters. Slo se llaman ministers los rabinos afiliados a la United Sy-nagogue, con un traje muy parecido al de los pastores. La religin juda pasa de la esfera colectiva a la privada.

    En Suiza, en 1856, un edicto federal finalmente concede a los judos la igualdad poltica en todo el territorio.

    Ese mismo ao, en Bolonia (que todava forma parte de los Estados Pontificios), la polica captura a un nio judo de seis aos, Edgardo Marta-

    *To abuelo de Jeanne Weil, madre de Maree! Proust. [N. del T.]

  • NMEROS 309

    rra, y lo lleva a una casa religiosa de Roma porque una empleada -juda- afir-ma que lo hizo bautizar para vengarse de sus padres. Las protestas provenien-tes de todo el mundo acarrean la creacin en 1860, en Pars -a instancias de Adolphe Crmieux, que vuelve a desempearse como abogado, y Charles Netter-, de la Alianza Israelita Universal88 para defender los derechos civiles y religiosos de los judos a travs del mundo. Pese a las protestas, Edgardo Mortarra ser educado en un monasterio, hasta volverse un allegado de Po IX. En 1861, el nacimiento de Italia, con Florencia como primera capital, conduce a la abolicin de los guetos; el ltimo, el de Roma -que los papas mantuvieron tanto tiempo como pudieron-, desaparece en 1870.

    En 1865, uno de los Warburg, Samuel, es elegido diputado por Schles-wig-Holstein en el Parlamento dans, del que depende la ciudad de Altana. En 1866, cuando la ciudad pasa a ser alemana, Samuel Warburg se convier-te en el primer judo diputado en el parlamento de un Estado de Alemania. 18

    El14 de julio de 1865, musulmanes y judos de Argelia son autorizados a solicitar la nacionalidad francesa;374 la ciudadana ser concedida de dere-cho a todos los judos de Argelia el 24 de octubre de 1870, por un decreto firmado por Adolphe Crmieux, quien, tras su travesa del desierto bajo el Imperio, se convirti en diputado de extrema izquierda de Pars y efmero mi-nistro de Justicia del gobierno provisional de la Defensa Nacional. 374

    En Londres, en 1867, Benjamin Disraeli, nieto de un panadero judo ita-liano, escritor exitoso como su padre, converso y orgulloso de sus orgenes ju-dos, llega a ser primer ministro de Gran Bretaa y conde de Beaconsfield.

    En 1878, el Tratado de Berln reconoce la independencia de Serbia, Bul-garia y Montenegro, y emancipa a los judos de esos pases, medida que sigue rechazando Rumania.

    En lo sucesivo, en toda Europa Occidental, la mayor parte de los judos vive en los grandes conglomerados, ms favorables a la integracin, salvo en Alemania y Alsacia, donde habr que esperar hasta 191 O para que el 45% de los judos tenga la ciudadana. A menudo, los avances de la enseanza laica relegan la del hebreo y el saber religioso nicamente a los sbados. En Fran-cia e Inglaterra, donde confluyen refugiados de Europa Central y de Rusia, las comunidades financian cursos y movimientos juveniles, como las Jewish Lads Brigades en Inglaterra. Las comunidades de Francia e Inglaterra hacen todo lo posible para que esos refugiados pier4an cuanto antes su aspecto de judos del Este. Aqu y all emergen las figuras de grandes economistas como David Ricardo, ingenieros como Emil Berliner, cientficos como Albert Eins-tein, galeristas como Nathan Wildenstein.

  • 310 LOS JUDOS, EL MUNDO Y EL DINERO

    En 1905, cuando el Alienlmmigration Act restringe la inmigracin, 250 mil judos viven en Inglaterra, contra 60 mil de un siglo atrs; en Francia son 70 mil. Los judos de Occidente son ahora ciudadanos con plenos derechos, y el judasmo no es ms que un aspecto de su personalidad. La religin se ha vuelto un asunto personal. Aqu estn en cuerpo y alma, ocupados como los otros en la construccin del nuevo mundo.

    Los judos en la industria europea: comunicar

    Muchos historiadores438 sostuvieron que los judos no haban tenido actuacin alguna en la Revolucin Industrial. Los motivos esgrimidos para explicar dicha ausencia fueron numerosos: rehazados por las corporaciones, no habran teni-do una tradicin industrial; sus reglas religiosas habran sido incompatibles con el empleo del tiempo propio de la industria; a los obreros cristianos no les ha-bra gustado obedecerlos; como les gustaba ser artesanos, por su cuenta, difcil-mente habran aceptado la produccin en serie; la produccin en masa habra sido contraria a la moral juda; antes que invertir en mquinas, habran prefe-rido conservar sus ahorros en efectivo para disimularlo mejor en caso de ame-naza de despojo; por ltimo, hubiera sido una revolucin de la energa, y los judos nunca se habran ocupado ms que del comercio y las finanzas.

    Gran cantidad de contemporneos -incluso judos- compartieron este punto de vista, sin ver a judos en la industria y creyndolos completamente ocupados en las finanzas. As, Disraeli escribe: "Lo llamativo de este vasto de-sarrollo [de la industria inglesa] es que los dirigentes del mundo financiero no participaron. Esos poderosos proveedores de fondos, que a menudo tie-nen en sus manos el destino de reyes e imperios, parecan hombres que, con-templando alguna excentricidad de la naturaleza, asisten a ella con una

    1 d b. " 286 mezc a e aso m ro y temor . Si bien es cierto que los banqueros judos y no judos persistieron -vere-

    mos por qu- en no convertirse en industriales, otros judos desempearon un papel en el desarrollo industrial del siglo XIX. Un papel considerable e in-creblemente subestimado. Tambin en este caso, crearon riquezas mucho ms all de su contexto inmediato.

    En primer lugar, agentes llegados de Alemania para comerciar se vuelcan a la industria. As, quince sociedades judas de Frankfurt que importan pro-ductos textiles ingleses se instalan en Manchester, en principio para comprar-los, luego para producirlos. Los siguen a esa misma ciudad, y a Liverpool,

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    NMEROS 311

    compradores de paos provenientes de Estambul, Viena o Liorna. Tambin se los encuentra en la industria minera -revolucionada por un judo checo, como ya vimos- en la Inglaterra del siglo XVI. Incluso estn presentes en las vidrieras y las industrias de consumo.

    Muchos judos europeos -en especial durante el ltimo tercio del siglo XIX- tienen una actuacin fundamental en la puesta en marcha de las princi-pales revoluciones tecnolgicas e industriales. Innovadores, emprendedores, actan conforme a su tica: emprender, explorar, valorizar. El listado de sus innovadores es impresionante; y todava aqu slo se citan -con las reservas que implica este tipo de lista- aquellos grandes actores de la revolucin in-dustrial europea para quienes el judasmo fue importante.

    Hacia 1860, un qumico judo bvaro, Ludwig Mond, instala la industria qumica alemana, sobre todo la purificacin de nquel, antes de emigrar con su empresa y hacerse ciudadano britnico en 1872. Su hijo, Alfred Mond, lo sucede a partir de 1906 y llega a ser miembro del Parlamento de Westmins-ter ese mismo ao; en 1926 crear el Imperial Chemicals, que ms tarde se convierte en ICI, una de las ms grandes empresas qumicas de Europa.

    Incluso antes del modelo definitivo de lmpara elctrica de Edison en 1879, Emil Rathenau adquiere la primera patente del norteamericano Edi-son, instala la primer "red" elctrica alemana, durante el otoo. de 1878, y funda la primera compaa alemana de electricidad, la AEG, en 1883.

    Alfred Beit, nacido en Hamburgo y establecido en frica del Sur, trabaja primero para los Porges, diamantista~ de Amberes, antes de fundar en 1888, con Cecil Rhodes, la De Beers, que habr de ser la primera firma de diaman-tes del mundo.

    Fritz Haber, profesor de qumica, amigo ntimo de Albert Einstein, inven-ta en 1904 un mtodo de sntesis industrial de amonaco que permite au-mentar masivamente su produccin, lo que tendr efectos considerables en la fabricacin de fertilizantes y la productividad agrcola.

    Habra que citar muchos otros nombres en la industria textil inglesa, ale-mana, francesa y flamenca, as como en la fabricacin de muebles y la joyera. Producen en cantidad, sin respetar las reglas de las antiguas corporaciones, de las que jams formaron parte, adaptando los productos a la demanda, inven-tando tcnicas nuevas de distribucin; as, en 1895, Tefilo Bader y Alfonso Kahn, a partir de una pequea mercera, crean lo que se convertir en las Ga-leras Lafayette.

    Ms notable todava: muchos judos aportan al origen de las industrias de la comunicacin. Si ello no se suele destacar suficientemente, se debe a que

  • 312 LOS JUDfOS, EL MUNDO Y EL DINERO

    los historiadores no ven en la Revolucin lndusti-ial ms que un formidable avance en el uso de la energa y en la mecanizacin del trabajo, olvidando a menudo que tambin produjo una revolucin en los medios de comunica-cin que utilizaban dicha energa.

    Algunos destinos, para atenerse slo a Europa: Charles Havas, 332 primero traductor en medios de prensa, crea su socie-

    dad de traduccin en 1825, y en 1832 funda en Pars, junto con Bernhard Wolf, la primera agencia de prensa, que lleva su nombre. La desarrolla cuan-do, a partir de los trabajos de Samuel Morse, en 1840, las noticias pueden en-viarse por telegrama -y anticiparse a los horarios de tren-.332

    Israel Beer Josefat, nieto de un rabino alemn, es primero empleado ban-cario en Gotinga, luego trabaja en Pars con Havas en 1848. Posteriormente, en1849, crea en Bruselas un sistema postal con palomas mensajeras. 332 Emi-grado en 1851 a Inglaterra, con su amigo Segismundo Englander, uno de los dirigentes judos austracos de la revolucin-de 1848, utiliza sus palomas para enviar a gran velocidad informaciones sobre las cotizaciones de Bolsa y los pre-cios de las materias primas a los diarios britnicos: comprendi que lo que vende un diario es tiempo, novedades. Para que la sociedad inglesa, amplia-mente xenfoba, lo acepte, elige el nombre de Julius Reuter. El primer scoop poltico es, ellO de enero de 1859, la publicacin, gracias a Reuter, de un dis-curso del rey de Piemonte-Cerdea que provoca el estallido de la guerra fran-co-austraca y a la independencia italiana. El Times lo publica ese mismo da y, en 1865, cambia el nombre de su sociedad por el de Agencia Reuters. En 1871, el duque de Sajonia-Coburgo-Gotha lo hace barn.332 .

    El maestro alemn Philip Reis inventa el primer "telfono" en 1860, es de-cir, mucho antes de que Graham Belllo conciba en 1876.

    Gabriel Lippman inventa la fotografa a color en Pars en 1891, gracias a lo cual recibe uno de los premios Nobel de Fsica en 1908.

    Abraham Stern ultima los detalles de una de las primeras mquinas de cal-cular automatizada.

    Otros innovan en los medios de transporte: Moritz Herman von Jacobi inventa en 1838 un motor elctrico por electroimn para accionar los barcos. Siegfried Marens construye en 1864 uno de los primeros automviles a pe-trleo, y luego otro modelo en 1875. Hacia l880, Albert Ballin funda la Hamburg Arnerika Linie, la "Lnea", que ms tarde se convertir en la Ha-pag-Lloyd, 18 compaa de transporte transatlntico que llegar a ser una de las mayores empresas alemanas.81 En 1896, Otto Lilienthal inventa y hace volar en Renania la primera mquina ms pesada que el aire, antes de morir

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    NMEROS 313

    el mismo ao en un accidente. En 1892, David Schwartz inventa el globo di-rigible navegable; muere antes de explotarlo, y su viuda vende las patentes al conde Von Zeppelin, que se lleva el crdito del descubrimiento. En 1924. Karl Arnstein construye y pilotea el primer zepeln sobre el Atlntico.

    Andr Citroen es el hijo de una inmigrante de Polonia y de Lvi Citroen. un joyero en Pars que se suicid, arruinado, en 1884, cuando Andr no te-na ms que 6 aos. Yendo a casa de su madre, en Lodz, Andr descubre y ad-quiere un engranaje ingenioso en forma de espiga. Politcnico en 1898, dirige las Empresas Automotrices Mars en 1906, antes de fundar su propia sociedad de engranajes sobre la patente polaca, en 1912. La guerra, como ve-remos, cambiar su destino. .

    Tal como en el siglo anterior, sin embargo, el xito de estos pioneros ocul-ta la condicin de la inmensa mayora del pueblo judo, hecho de obreros, ar-tesanos, posaderos, conductores de diligencias, profesores y pequeos comerciantes. Al lado de los innovadores y de los capitanes de industria, una clase obrera juda se forma en Inglaterra, luego en Alemania y en Francia, con los inmigrantes del Este que se encuentran sobre todo en la empresa textil, la alimentacin y el tabaco. Para luchar contra la explotacin de esos obreros por sus patrones -judos o cristianos-, denunciados a menudo en Londres por The jewish Chronicle, se crean y organizan sindicatos especficamente ju-dos o secciones judas de sindicatos. As, en Francia, aparece una seccin obrera juda en el seno de la SFIO.*

    Pero una vez ms, el rol de avanzada de los judos en la Revolucin Indus-trial europea pasa fundamentalmente por la banca.

    La banca judla en la revolucin industrial europea

    A partir de los proveedores de cortes, un pequeo grupo imaginativo -los ban-queros mercantiles- se forma en Alemania, Francia e Inglaterra, para financiar las infraestructuras pblicas y las empresas privadas. Los banqueros judos, con dos mil aos de experiencia en prstamos, constituyen su vanguardia.

    La jurisprudencia religiosa prohbe todava a cualquier banco judo abonar y percibir intereses entre judos, pero algunos rabes, como rav Yosef Rosen, consideran que si el banco se convierte en una entidad annima -limitada nicamente a sus activos...:., el inters se vuelve posible.409 Para ellos, una socie-

    * SFIO, Seccin Francesa de la Internacional Obrera. [N. del T.]

  • LOS JUDfOS, EL MUNDO Y EL DINERO

    dad no es una pers~na, y, por tanto, puede prestar a inters. Otros, por el con-trario, consideran que la sociedad slo es la mscara de sus accionistas; los ban-queros judos slo pueden obtener inters de los gentiles.

    Los banqueros mercantiles, o-lvidadizos de la doctrina, en todo caso se de-dican a seguir financiando a los Estados y las infraestructuras pblicas necesa-rias para el capitalismo. Todo comienza en Frankfurt: la Bolsa de la ciudad, ya predominante en la Alemania del siglo XVIII, se desarrolla todava ms en la dca-da que sigue a Waterloo. La fortuna de la ciudad est entonces principalmente en manos de los prncipes y de algunos proveedores de los duques de Hesse, de Bade y de Wurtemberg. Ahora necesitan que otros clientes accedan a ellos.

    El banco judo ms influyente de la poca, el Speyer, fundado en 1794, pronto dispone de sucursales familiares en toda Europa. Financia el desarrollo de las empresas alemanas. La fortuna de la familia, valuada en 420 mil flori-nes, hacia 1820, es una de las primeras del pas. Otro banco, el de Joseph Mendelssohn -un to de Flix, el msico-, es fundado en 1795. Salomn Oppenheimer abre el suyo en Colonia en 1801. Samuel Bleichroder funda otro en Berln en 1803. Todos se dedican al cambio, los prstamos a largo plazo a los Estados, el manejo de las fortunas de prncipes, comerciantes y ar-madores. Todava raramente dan prstamos a industriales. Mucho menos se producen fusiones.

    Pronto, los ms influyentes sern los Rothschild, que dejamos en 1797, fecha en que Mayer Amschel se convirti en uno de los primersimos anti-cuarios y numismticos de Frankfurt. Ese ao es ya uno de los diez hombres ms ricos de la ciudad. Desde su casa del gueto comercia con anticuarios re-nombrados en Berln, Viena, Amsterdam, Pars y Londres, y con ellandgra -ve de Hesse-Cassel, Guillermo IX, a quien presta con qu comprar objetos y monedas, antes de imponerse poco a poco como su principal consejero finan-ciero. En 1798 enva a Londres a su segundo hijo, Nathan, el ms brillante, para que lo represente. Si bien el mayor, Amschel Mayer, permanece a su la-do en Frankfurt, Rothschild ha comprendido que el porvenir del mercado fi-nanciero est en Londres. De esta eleccin va a desprenderse la continuacin de la historia de la familia.

    En 1806, cuando los ejrcitos franceses penetran en Hesse y liberan el gueto de Frankfurt, el Gran Elector confa a Mayer Amschel Rothschild ttu-los, monedas y joyas para disimular en las catacumbas de la ciudad, cuyos menores secretos conocen los judos por haberlas utilizado con el correr de los siglos para huir del gueto cuando era atacado. Denunciado, Mayer Ams-chel es detenido por las tropas de Napolen, que no logran hacerle confesar

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    NMEROS 315

    dnde est oculto el tesoro del prncipe. En Londres, mientras tanto, Nathan abre un banco, y en 1804 obtiene la nacionalidad britnica. El dinero ocul-to por su padre en Frankfurt le sirve para garantizar su suscripcin de bonos del Tesoro Britnico, que luego invierte en toda Europa. As, poco a poco, Nathan se vuelve agente, invirtiendo los prstamos que lanza el gobierno de Londres para financiar la guerra. Las comisiones, muy elevadas en virtud de los riesgos, producen al mismo tiempo el poder de los Rothschild y el de Gui-llermo IX, cuyos bienes sirven de caucin a los prstamos ingleses. Rothschild padre e hijo pronto se vuelven indispensables a las potencias coaligadas con-tra Napolen: entre 1811 y 1815 renen incluso la mitad de los financia-mientos aportados por Londres a las potencias continentales -primero a los daneses, luego a Estados alemanes-, que despus reinvierten ante ahorristas britnicos. No son del todo los "tesoreros de la Santa Alianza" como afirman algunos bigrafos/6 pero tienen una actuacin importante en el financia-miento de la guerra.

    As, por fidelidad a su monarca, los Rotschild se habrn contado entre los escasos judos de Europa que escogieron el bando de la Santa Alianza contra el de Napolen.

    Como la clave del oficio de banquero reside en la evaluacin del riesgo -y, por tanto, en la calidad de las informaciones que permiten medirlo-, aMa-yer Amschel se le ocurre constituir una red privilegiada de informantes.286 Tal vez se inspire en lo que haba hecho un siglo antes en Londres Salomn de Medina, hacindose despachar por palomas mensajeras las noticias de las ba-tallas del duque de Marlborough. Desde Frankfurt, establece lazos con la fa-milia de Tour-et-Taxis, que, desde hace siglos, controla el correo en el Imperio; le compra el derecho a utilizar su formidable red de palomas men-sajeras para hacer circular con prioridad sus propios mensajes. As, gracias a las aves de Tour-et-Taxis, que escoltan los mensajes de oficiales ingleses bien remunerados, Nathan se entera de la victoria de Waterloo mucho antes de que la noticia llegue -en cuatro das!-332 a Londres por los canales oficiales. Esa maana compra en su precio ms bajo, en la Bolsa de Londres, los ttu-los liquidados por quienes creen ciertos rumores que anuncian la victoria de Napolen; dos das despus, una vez conocido el resultado de los combates, los revende en su precio ms alto. Ms tarde se murmurar286 -pero nada lo establece- que l mismo haba hecho correr el rumor de una derrota inglesa para que las cotizaciones bajaran ms.

    Tras la cada de Napolen, las necesidades de dinero de los Estados euro-peos son an mayores para la paz que para la guerra. Los Rothschild, finan-

  • 316 LOS JUDfOS, EL MUNDO Y EL DINERO

    cistas de los vencedores, se hacen cargo de dichos costos. No toman jams de

    sus propios bienes; como buenos agentes, saben dnde encontrar capitales al

    mejor costo, tanto para los Estados que contribuyen a reconstruir como pa-

    ra financiar las inversiones de las empresas: siderurgia, textiles y pronto ferro-carriles.

    En 1816, el cuarto hijo de Mayer Amschel, Salomn, parte hacia Viena y se vuelve uno de los banqueros de los Habsburgo. En 1817 se instala en Pa-rs el ms joven de los cinco hermanos, James, enviado a cosechar el fruto de los lazos tejidos con los Borbones durante su exilio; a lo largo de cincuenta

    aos -inclusive bajo Napolen 111, nada rencoroso-, ser el ms poderoso banquero del Estado y de las grandes fortunas francesas. Por ltimo, hacia

    1820, el quinto hijo de Mayer Amschel, Karl, se establece en Npoles, enton-ces reino prometedor en el seno de una pennsula cuya zona septentrional to-dava es austraca.

    La red se ha tejido, pero no consiste autnticamente en una sola sociedad.

    Cada cual est sometido a las exigencias de su pas de adopcin, aunque se opongan a los intereses de uno de sus hermanos. En muchas oportunidades, 1 h . 1 . ' d . zsG E . os ermanos se encuentran mc uso en suuac1 n e competencia. quivo-cadamente, Hannah Arendt escribir:

    No hay mejor prueba de ese fantstico concepto de un gobierno mundial ju-do que esta familia, los Rothschild, ciudadanos de cinco pases diferentes, po-derosos en todos, en negocios muy estrechos con por lo menos tres gobiernos (ingls, francs y austraco) sin que los conflictos entre naciones jams hayan atentado siquiera un instante contra la solidaridad de los banqueros. Ninguna propaganda habra podido crear por razones polticas un smbolo ms eficaz que la propia realidad. 13

    De hecho, veremos que no conceden ningn prstamo de importancia sin

    obtener, en sus pases respectivos, el explcito consentimiento del ministerio competente, por lo general el de Relaciones Exteriores. Slo son fieles a su gobierno, y no olvidan que la clave del xito -y de la moral- de los judos si-gue siendo la misma despus de dos milenios: nada es bueno para ellos si no lo es tambin para sus vecinos no judos, dondequiera que estn.

    Los Rotshchild, recin llegados, tejen lazos con las casas judas ms an-

    tiguas. En 1820, la casa Warburg, que existe desde hace ms de dos siglos, se une a ellos de dos maneras: por un lado, se hace corresponsal en Ham-

    burgo de los Rothschild de Londres, y encuentra prestamistas para sus prs-tamos en oro; por el otro, Rosa, hija de Sara Warburg, que entonces

  • NMEROS 317

    administra la casa con sus dos hijos Siegmund y Moritz, se casa con un jo-ven banquero de Hamburgo, Paul Schiff, director de la casa recin crada en Viena por Salomn Rothschild, el Kreditanstalt. Tiempo ms tarde en-contraremos a un pariente de Paul Schiff como primer banquero neoyor-quino, tambin aliado a los Warburg. Por lo dems, los Rothschild trabajan tambin con otros bancos judos ms antiguos que ellos: los Oppe~heimer de Colonia, as como con Samuel Bleichroder, establecido en Berln en 1803. En 1822, Nathan Rothschild es nombrado cnsul general de Austria en In-glaterra con el ttulo de barn austraco, que no llevar, esperando ms bien un ttulo britnico.

    Tras la muerte de Mayer Amschel, en 1824, el centro de la familia se tras-lada a Londres, que toma la delantera sobre Frankfurt, circunstancia que los Rothschild previeron antes que otros: en adelante, la City es el primer dep-sito de divisas del mundo, que drena el ahorro disponible del continente pa-ra financiar la industrializacin de Inglaterra y de las tierras lejanas. Esto har de Rothschild el primer banco judo del mundo. Los jobbers y los brokers, in-termediarios, compran y venden ttulos ingleses en los mercados burstiles. Los merchant banks -entre ellos, los Rothschild y una decena de otros nue-vos bancos judos, como los Goldsmid, los Hambros, los Montaigu- orga-nizan los aumentos de capital y los prstamos a largo plazo, y aconsejan a las empresas industriales inglesas, cuyo crecimiento es fenomenal. El papel de los merchant bankses buscar intermediarios y ahorristas para comprar los t-tulos de las empresas. Es un oficio de estrategas y agentes antes que de finan-cistas. Tambin conceden prstamos que alimentan los presupuestos de Francia, Rusia, Austria, Prusia y pases recientemente independizados de Amrica del Sur; estos prstamos son extendidos en libras esterlinas: ello les permite no tomar riesgos de cambio. Hambros -nombre de una familia ju-da procedente de Altona a comienzos de siglo- sirve los intereses escandi-navos. Aunque los banqueros judos garantizan el financiamiento de la industria y de los ferrocarriles nacientes -en 1839, los Rothschild financian los primeros ferrocarriles prusianos, como la Kaiser-Ferdinands Nordbahn, y otros en Francia-, se prohben implicarse en la gestin de las empresas que financian, para conservar su libertad de accin.

    El nico incumplimiento a esta estrategia se da en 1843, en Viena, cuan-do Salomn, ahora Von Rothschild, adquiere las aceras de Witkowitz, pri-mera e infrecuente inversicin de un banquero mercantil en la industria. Pero se debe a que los prstamos otorgados a los anteriores propietarios no podan ser rembolsados.

  • 318 LOS JUDfOS, EL MUNDO Y EL DINERO

    Otros establecimientos prosperan en todas partes fuera del Rin: los Ha-ber, proveedores de los duques de Bade-Wurtemberg en el siglo XVIII, en 1820 se convierten en uno de los primeros bancos de Alemania. En 1833, Sa-muel Haber, convertido en Von Haber, funda el Darmstadter Bank. En Frankfurt, el banco Bethman, que salv las finanzas de los Habsburgo durante el siglo XVIII, es el primero en lanzarse en la emisin de obligaciones para las empresas y los Estados de Europa Central. Lo siguen los Eskeles y los Arns-tein en Viena, los Bischoffsheim y los Goldschmidt en Berln, los Warburg en Hamburgo, los Pereire y los Fould en Pars, los Lambert en Bruselas, los Hambros, Montaigu, Goldsmid, Sassoon y Montefiore en Londres, los Goldschmidt en Amberes; luego, un poco ms tarde, Leopold Kronenberg en Varsovia, los Rosenberg en Jitomir, los Gnzburg en Kiev y San Petersburgo, los Aschkenazi en Odesa ...

    Hay dos casos especiales que volveremos a encontrar en varias ocasiones: El primero es el de Moses Montefiore, nacido en 1784 en Liorna, y edu-

    cado en Londres en un ambiente muy religioso. Primero es aprendiz de un comerciante de t, y luego se vuelve uno de los doce agentes judos de la City. En 1812 se casa con Judith Cohen, hermana de la esposa de Nathan Mayer Rothschild, as, ser su concuado, y luego agente de cambio. Hecha su for-tuna, Montefiore se retira de los negocios a los 40 aos para dedicarse por completo a las instituciones comunitarias. Como veremos, desempear un papel no desdeable en ellas durante sesenta aos.

    El segundo caso es el de Mauricio de Hirsch, nacido en Alemania en 1831 en un medio de banqueros; su madre es una Wertheimer, familia de banque-ros en Frankfurt. En 1841 trabaja en el banco Bischoffsheim y Goldschmidt en Bruselas, y en 1855 se casa con Clara, la hija de Jonathan Bischoffsheim. Luego se hace amigo del Prncipe de Gales (futuro rey Eduardo VII) y del ar-chiduque Rodolfo de Habsburgo. Veremos que en los asuntos judos tendr una actuacin an ms importante que Montefiore.

    Las alianzas son cuidadosamente estudiadas para evitar la fragmentacin de las casas y conservar los secretos de negocios en el crculo ms estrecho. En Pars, los Fould se asocian con los Oppenheim y luego con los Heine, b,an-queros de Hamburgo -padres del poeta-, que tambin se instalaron en Bur-deos. En Bruselas, los Lambert se alan a los Rotschild. Por lo general, una parte sustancial de las dotes se incorpora a los activos del banco del esposo.

    Uno de los hijos de Benedict Goldschmidt (de Bischoffsheim y Golds-chmidt), Leopold Benedict, se casa con Regina, una hija de Jonathan Bis-choffsheim; otro, Maximilian, se casa con la hija del barn Wilhelm von

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    NMEROS 319

    Rothschild. Una de las hijas de Raphael Bischoffsheim se casa con August Bamberger, un banquero de Maguncia cuyo hijo, Heinrich, se casa con la hermana del barn de Hirsch. Veremos que otro hijo de Bamberger, Ludwig, ser uno de los fundadores, en 1868, del Banco de Pars y los Pases Bajos; en 1870 del Deutsche Bank; y luego del Reichsbank, en 1871. Otra hija de Rap-hael Bischoffsheim, Clara, se casa con Louis Caben, uno de los fundadores del Crdito Mobiliario de Amberes. Gerson Bleichroder, aconsejado por su padre, de quien se vuelve asistente en 1839, se casa con la hija de un banque-ro de Breslau.

    En 1840, Rothschild supera a los dems bancos, judos o no judos. Lue-go de Nathan, su hijo Lionel instaura en 1836 un cuasi monopolio sobre las emisiones del Tesoro Britnico: algunas de ellas tienen una connotacin po-ltica. En 1847, para luchar contra la hambruna irlandesa; en 1856, para fi-nanciar la Guerra de Crimea.

    En adelante, la City atrae las fortunas de Europa y las lleva a invertirse en Amrica, Indonesia, Nigeria, Kenia y frica Meridional. Los bancos judos no son los nicos que se interesan en la industria britnica, pero, ms que otros, encuentran el modo de financiar ferrocarriles, siderurgia, minas y lue-go el petrleo. As, prestan a aceras en Suecia, a compaas de ferrocarriles en los Estados U nidos, a sociedades mineras en frica Meridional y en Am-rica Latina. El barn de Hirsch obtiene una concesin del gobierno turco, or-ganiza el financiamiento del ferrocarril que une Constantinopla con Europa, el Orient Express, y crea empresas en el sector del cobre y la industria azuca-rera. El banco Speyer financia la industrializacin de Turqua; Rothschild, la de Egipto. David Sassoon, originario de Bagdad, instalado en Bombay en 1832 (quien siempre se niega a considerar como tales a los judos de Cochin), financia el presupuesto del virrey de las Indias con el concurso de bancos ju-dos de Londres. Ms tarde, los Sassoon, con los Ezra, los Kadoorie (que to-dava poseen en Hong Kong el Peninsula Hotel y la State Line) y los Hardoon, se establecern en Hong Kong y Shangai, donde pronto prospera-r una extraordinaria comunidad de comerciantes judos.

    Despus de 1850, algunos bancos cristianos recuperan el control de los prstamos a los Estados. Baring, fundado en 1839, se convierte en el financis-ta con real privilegio de la familia imperial rusa, de gobiernos de Amrica del Sur y de las infraestructuras de Amrica del Norte. En 1857, esos bancos bri-tnicos poseen hasta la mitad de las acciones de los ferrocarriles norteamerica-nos. Para su mayor desgracia: varios quiebran con ellos, provocando una grave crisis, cuyos efectos transfieren a Europa. Los bancos judos, ms prudentes,

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    no tan expuestos en los mercados riesgosos, tienen un desempeo funda-mental en la solucin de esta crisis al hacer que sus redes operen en todo el continente europeo. Por ejemplo, para la ciudad de Hamburgo, que est en quiebra, Sara Warburg encuentra un prstamo por seis meses a una tasa del 6%. El prestamista en Viena es su propio yerno, Paul Schiff, quien previa-mente solicit y obtuvo el explcito consentimiento del ministro austraco de Relaciones Exteriores. 18 No estuvieron muy lejos de la catstrofe ...

    Uno de los hijos de Sara, Siegmund Warburg, que entonces administra el banco familiar con su madre, deja constancia de esta frase que cualquier otro judo habra podido pronunciar desde hace casi tres mil aos: "Los Warburg siempre tuvieron ese sino: cada vez que estaban a punto de hacerse muy ri-cos, ocurra algo que los volva a empobrecer y los obligaba a empezar todo de nuevo desde cero". 18

    En 1843, Samuel Bleichroder informa al barn James de Rothschild en Pars que su hijo Gerson dispone entonces de la prokura, la firma de un poder: "Tom esta decisin teniendo en cuenta la probidad de Gerson, as como su actividad y celo para servir vuestros honorables intereses".404 En 1847, Gerson se vuelve socio de su padre y cuando ste muere, en 1855, dirige el banco, primero con su hermano Julius, que luego abandona el es-tablecimiento familiar para fundar su propio banco. Gerson cultiva ms asi-duamente todava que su padre las relaciones con los Rothschild y con la Salomn Oppenheimer e Hijo y Ca., convertida en una empresa de enver-gadura europea, dirigida en 1840 por Abraham y Simn Oppenheim, dos hermanos de un dinamismo excepcional, cuya divisa merece ser citada: "Vender una perla que uno tiene a quien la quiere no es hacer negocios; pero vender una perla que uno no tiene a quien no la desea, eso se llama hacer negocios!". 18

    El carcter especficamente familiar de estos bancos se diluye poco a po-co: es difcil garantizar la continuidad familiar de un negocio ms all de tres generaciones. A menudo, los nietos del fundador son atrados por las artes: se pierde lo que todava se llama "fuego sagrado". Los intereses judos co-mienzan a unirse a intereses cristianos para fundar establecimientos que au-guran un porvenir excepcional.

    Primera fusin: la Shaafhausenscher Bankverein, fundada en 1848 en Co-lonia, se fusiona en 1853 con el banco de Abraham Oppenheim para conver-tirse en el Darmstadter Bank. Un gran nombre desaparece; otro nace.

    En 1860, Gerson Bleichroder se asocia con banqueros cristianos, los Han-semann, para fundar el Consortium Prusiano, sindicato bancario que rene

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    los 30 millones de tleros tomados en prstamo por el rey de Prusia para fi-nanciar la movilizacin prusiana durante la guerra franco-austraca en Italia.

    Segunda fusin: tras haber trabajado con Bischoffsheim y Goldschmidt en Maguncia, Ludwig Bamberger funda en Arnsterdam, en 1863, el Banco de Crdito y Desarrollo de los Pases Bajos; en 1866 vuelve a Alemania para crear con Hermann Karkuser y Aldebert Dalbruck, en 1870, el Deutsche Bank, hoy uno de los primeros bancos del mundo. 155 Luego se dirige a Pars y, el 27 de enero de 1872, fusiona su Banco de los Pases Bajos con el Banco de Pars, creado a su vez en 1869 en Pars por Henri Cernuschi: es el naci-miento del Banco de Pars y los Pases Bajos, durante mucho tiempo uno de los primeros bancos mercantiles franceses.

    Tercera fusin: Eugen Gutmann funda en 1871 el Dresdner Bank, fusio-nando varios bancos locales. El fundador es judo; los capitales no.

    Junto a estos grandes bancos ya hay en Alemania ms de 2 mil, ms pe-queos, de los cuales por lo menos trescientos son judos. Su importancia e influencia no dejan de crecer, sin que reciban depsitos ni abran filiales. Uno de ellos, el banco Warburg, est entonces en vas de convertirse en el ms in-fluyente del norte de Alemania.

    Las redes familiares se estrechan todava ms: en 1862, Siegmund War-burg, hijo de Sara, se casa con la hija de un banquero judo ruso de Jitomir, Theophilie Rosenberg, cuya madre, una Gnzburg, proviene de una familia de banqueros de Kiev y San Petersburgo. Una de las hermanas de Theophilie est casada con Len Aschkenazi, fundador del banco homnimo en Odesa; otra se casa con el barn Josef von Hirsch-Gereuth, socio del banco Bis-choffsheim y Goldschmidt en Berln. Como es usual en estas familias, dos tercios de la dote van a engrosar el capital del banco. En 1864, el hermano de Siegmund Warburg, Moritz, se casa con Charlotte Oppenheim, hija de Abraham, el banquero de Colonia.

    Lionel de Rothschild en Londres, Pereire en Pars, Gnzburg en San Pe-tersburgo, Kronenberg en Varsovia, Stern Bros en Londres, Bischoffsheim y Goldschmidt en Bruselas, Bleichroder en Berln, Warburg y Behrens Sohne und Lieben en Hamburgo financian juntos, de Europa a los Estados Unidos, de China a Per, emprstitos pblicos para empresas cuyos Estados salen de garantes.

    En Francia, los bancos mercantiles judos -Fould, Pereire, Dreyfus, Lazard, Rothschild, Milhaud, Haas, Bamberger (este ltimo asociado a otros banque-ros judos originarios de Estambul: el conde de Camondo y el barn Leoni-no)- financian el comercio exterior y el dficit presupuestario, al tiempo que

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    se mantienen apartados de los bancos de depsito que se desarrollan a partir de 1863 alrededor del Crdito Lyonnais. En 1865, 50 judos son dirigentes de bancos en Pars; en 1872, de 440 propietarios de establecimientos finan-cieros, son 95, lo que marca su apogeo.

    Luego de 1870, su desempeo en Europa vuelve a ser modesto, compara-do con el de la alta banca protestante y la gran banca catlica, que en adelan-te dominan el mercado de capitales con numerosas agencias, miles de cuentas, mltiples participaciones en la industria. Los judos siguen siendo influyentes como consejeros de los Estados. En 1871, en Pars, los Rothschild orga.nizan el emprstito lanzado por la Francia vencida para abonar a Prusia los daos de guerra. En 1875, Lionel de Rothschild, en Londres, encuentra la manera de adelantar al gobierno britnico los capitales necesarios para la compra de su participacin en el Canal de Suez, cuya construccin acaba de terminar. Aho-ra, los banqueros judos invierten tambin en proyectos ms exticos: los Rothschild optan por los ferrocarriles de los Estados Unidos, y, pese a sus re-ticencias frente al antisemitismo ruso, en el petrleo de Bak; el barn de Hirsch, por su parte, invierte en el azcar y el cobre del Imperio Otomano.

    Los bancos judos ya no son omnipotentes ms que en Alemania, alrede-dor de Warburg y Bleichroder, primeros bancos mercantiles del pas.

    A la muerte de Sara Warburg en 1885, y tras la de su hijo mayor, Sieg-mund, en 1889, el menor, Moritz, se encuentra a los 51 aos a la cabeza del banco con sus cinco hijos (Abraham, Max, Flix, Paul y Fritz) y sus dos hijas (Oiga y Luisa). El destino de estos cinco hermanos ilustrar la evolucin de las tradiciones financieras judas en este fin de siglo. Cuatro de ellos van a en-trar en la Historia. 18

    Abraham, el mayor, se casar con una cristiana, para gran escndalo de su familia,436 y se convertir en uno de los mayores historiadores de arte de to-dos los tiempos. 17 Crear el famoso instituto que hoy lleva su nombre en Londres. Max, Flix y Paul conocern fabulosos destinos polticos y financie-ros en Alemania y los Estados Unidos. Fritz garantizar las considerables obras caritativas de la familia, en especial para los inmigrantes rusos y en Pa-lestina.

    En 1891, primera alerta para Max, que respalda a su padre en lugar de Abraham, que haba ido a estudiar el arte italiano en Florencia: un banco ru-so perteneciente a la familia de su to Siegmund, el banco de los Gnzburg de San Petersburgo, dilapid en las minas de Lena, en Siberia septentrional, 7 millones de marcos, prestados a la casa Warburg. 18 El banco Gnzb~rg no puede honrar sus vencimientos. Rosa, una de las hijas de Siegmund, y por

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    tanto prima de Max, debe casarse en junio del ao siguiente con el barn Ale-jandro de Gnzburg, con quien est comprometida hace dos aos. Ni hablar de permitir que el banco del futuro yerno vaya a la quiebra! Por consiguien-te, Moritz Warburg sale como garante de las deudas de Gnzburg, sin lmi-te, y descuenta todas sus letras de cambio. El banco Gnzburg se recupera. En 1894, el barn y Rosa, ahora su mujer, rembolsarn a todos sus acreedo-res durante una fastuosa cena ofrecida en su mansin particular de San Pe-tersburgo: cada comensal encontrar lo que se le debe en monedas de oro ubicadas sobre su plato, con una bolsa de seda colocada sobre la silla para disponerlas una vez que las hayan contado. El banco est salvado ... justo an-tes -ya lo comentaremos- de su cierre y la expulsin de los Gnzburg del

    ' . 18 pats, stn un centavo. Los destinos de otros dos hijos de Moritz Warburg, Paul y Flix, ntima-

    mente mezclados, se bifurcan en Amrica. En 1894, Flix conoce a Frieda, la hija de Jacob Schif, un emigrado alemn: ya veremos que entonces comanda el banco Kuhn Loeb, el banquero judo ms famoso de Nueva York y uno de los hombres ms ricos de Amrica. Es amor a primera vista. Por una vez, no se trata de un matrimonio arreglado. Flix se casar con F rieda, ir a vivir a Nueva York y trabajar para su suegro. En marzo de 1895, la ceremonia da lugar a que lo ms granado de Hamburgo54 y cierta cantidad de banqueros europeos crucen el Atlntico en un buque de la Hapag, compaa de trans-porte martimo que acaba de crear Albert Ballin, amigo de Max. Paul, miem-bro del cortejo de honor de su hermano, se enamora de la muy joven ta de Frieda, Nina Loeb. Otro casamiento. De ese modo, Paul se convierte en to de su propio hermano, y tambin l se instala en Nueva York, donde a su vez se asocia con Kuhn Loeb. La ms antigua familia de banqueros judos toda-va en actividad, procedente de Italia en el siglo XVI con el nombre de Del Banco, se implanta en Amrica en un lugar destacado entre las fortunas de la ciudad18 con el nombre de Warburg.

    Max permanece en Alemania para dirigir la vieja casa tras el retiro de su padre, en 1898. Est muy ligado a los dirigentes alemanes, a quienes quiere comprometer en la aventura colonial y alejar del zar antisemita. Un ingenie-ro judo ruso que adql1iri la ciudadana britnica, Jaim Weizmann -de quien volveremos a hablar-, trazar tiempo ms tarde un retrato cruel de Max, por otra parte vlido para todos los financistas judos de la poca: "Era el tipo exacto del judo de corte, ms alemn que los alemanes, obsequioso, super-patriota, ansioso por adivinar de antemano los designios y proyectos de los grandes seores de Alemania".443

  • 324 LOS JUDfOS, EL MUNDO Y EL DINERO

    En 1901, en Frankfurt, muere Wilhelm Carl von Rothschild sin herede-ros, y cesa sus actividades la casa matriz de los Rothschild: confiarla a un ex-tranjero es inconcebible. Los Rothschild abandonan Alemania. Las inversiones no son tan precisas, tan bien ajustadas: en 1911, los Rothschild llegan a vender sus partes en 'los pozos de petrleo de Bak a la Royal Dutch Shell. Pero no se puede relacionar esta decisin con un boicot del zarismo.

    Incluso en Alemania, la gloria y el papel de esos bancos se apagan. Lapo-tencia econmica juda alemana, siempre creadora de riquezas para el pas, ahora est concentrada alrededor de tres hombres: Max Warburg -que dirige el banco-, Albert Ballin81 -que dirige la industria a partir del armamento na-val, sector estratgico de la poca- y Walther Rathenau -que pasa a director del rea de energa con AEG, fundada por su padre-. Los tres estn cerca del Kaiser, pese a su antisemitismo, y ms cercanos todava entre ellos. La prime-ra lnea telefnica privada que se instala en Alemania une los despachos de Max y de Albert. La casa Warburg lanza operaciones con el Kreditanstalt en Austria, con Kuhn Loeb en los Estados U nidos y con Siemens-Schuckertwer-ke, el Deutsche Bank, en Escandinavia y Alemania el Disconto-Gesellschaft y el Deutsche Orientbank. Ellos financian los ferrocarriles chinos con un gru-po germano-anglo-franco-norteamericano dirigido por Jacob Schiff. Walther Rathenau, por su parte, entra en la poltica.

    La influencia de los bancos judos en la poltica europea del siglo XIX

    Al prestar a los Estados, esos banqueros son el blanco de las mismas crti-cas hechas a sus predecesores durante mil aos: se olvida que nadie ms quiere ofrecer tales servicios: la creacin de riquezas para otros; la prensa, y sus competidores, explican que los gobiernos no son ms que juguetes co-rruptos en sus manos; los presentan como los dueos de Europa, demasia-do generosamente pagados para lo que hacen. Por cierto, algunos banqueros judos de Europa realmente figuran entre las grandes fortunas de su pas. Pero los Rothschild no son comparables con la centsima fortuna britnica, y Fred Krupp sigue siendo, fuera de discusin, el alemn ms ri-co de su poca, ms rico que el propio emperador; en Francia, ningn ju-do tiene una fortuna cercana a la de los Morny o los Hottinguer. Ellos constituyen una elite cultural antes que material; parecera que ese oficio, hecho de escrutar seales, predispusiera a un uso sofisticado de la especula-cin intelectual. El dinero debe circular; para ellos es una herramienta de

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    Central, el Reichsbank. En 1907, Luigi Luzzato es designado ministro italia-no de Finanzas, y luego, presidente del Consejo. Walther Rathenau, hijo del industrial Emil Rathenau, comienza una carrera poltica.

    Slo un banquero -acaso ei ms discreto de todos- representa un verdade-ro papel poltico en el siglo XlX en Europa: Gerson Bleichroder,404 que el ba-rn Carl Meyer de Rothschild presenta en 1865 a Bismarck, entonces en busca de un "buen banquero en Berln". Y es un buen banquero: todos los clientes de los Rothschild, cuando se dirigen a la capital alemana, arreglan sus asuntos en Bleichroder, en la Behrenstrasse, a algunos minutos del castillo del emperador y frente a la futura residencia de Bismarck, sobre Wilhelmstrasse. Hasta antisemitas notorios como el industrial Henkel, el msico Richard Wagner y su futura esposa, Cosima von Blow, tienen all una cuenta. Con-vertido as en financista personal de Bismarck, Gerson lleva al canciller a po-ner fin al proteccionismo comercial. Le suministra los crditos rechazados por el Parlame~to Prusiano para las guerras austro-prusiana de 1866 y fran-co-prusiana de 1870. Bismarck es el ltimo jefe de gobierno que hace finan-ciar sus guerras por un banquero judo. Gracias a sus relaciones con los Rothschild, Gerson ofrece al canciller un medio de comunicacin confiden-cial con Disraeli. En 1871, convertido en barn, negocia la paz entre Francia y Alemania con los Fould. Bismarck, que lo utiliza siempre en total secreto, escribe al respecto a uno de sus ministros: "Ante todo, es preciso que Bleich-roder vaya a Pars, que se encuentre con sus colegas judos, que discuta [acer-ca de la indemnizacin de guerra de 5 mil millones de francos] con los banqueros"?09 Pero, a partir de ese momento, el antisemitismo sigiloso de Bismarck se transforma en temor paranoico a la supuesta influencia de los ju-dos. Bleichroder se convierte en su primer blanco: ah est, espa y conjura-do, corruptor, tirando de los hilos, dotado de un poder oculto, "hizo fortuna en la Bolsa en vez de ganar el pan cotidiano con el sudor de su frente". 209

    Siempre el reproche del parasitismo, es decir: tomar sin dar, sin ofrecer nada a los otros. Reproche que los judos enfrentan desde siempre, como extranje-ros, especialmente vulnerables.

    Cada vez ms involucrado en los asuntos judos, Bleichroder sigue inter-cediento por las comunidades de Alemania, Rumania y Ru~ia al tiempo que aconseja al canciller. Bismarck jams reconocer lo que le debe. Ni siquiera mencionar su nombre en sus Memorias. Un bigrafo del banquero observa: " [Bleichroder] comprendi que la mezcla de xitos y humillaciones que ha-ba caracterizado su vida era sintomtica de las relaciones profundamente pervertidas entre alemanes y judos?".404 A no dudarlo, los proveedores de

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    cortes en Bagdad ya haban tenido esa vivencia durante el siglo IX, o en Lon-dres en .el XII, en Crdoba en el XIII, en Sevilla en el XV, en Frankfurt en el XVIII: tanto ms se los odiaba cuanto mayor era el espectro de servicios que prestaban.

    Tras la muerte de Gerson Bleichroder en febrero de 1893, sus hijos se con-vierten; el banco sobrevive. En colaboracin con los Rotschild y los Mendels-sohn, participa todava en varios emprstitos gubernamentales destinados a financiar la nueva Weftpolitik alemana. Mantiene una posicin fundamental en las finanzas rumanas, italianas y mexicanas, pero ya no est en una posi-cin medular: los hijos de Gerson Bleichroder, por lo dems, son olvidados por Kuhn Loeb y Max Warburg, en 1913, cuando hay que articular un prs-tamo en Europa para financiar los ferrocarriles norteamericanos, en particu-lar el Illinois Central Rock Railroads. En recuerdo de su padre, Max insiste para que al menos se los asocie simblicamente. Veremos que pronto recupe-rar el papel poltico de Gerson Bleichroder. Y esta vez, en la cspide.

    2. Tres fantasmas

    Cuando los judos dejan de ser prestamistas forzados de la gente comn, y cuan-do la inmensa mayora de ellos todava est en la pobreza y desperdigada, una pequea cantidad de industriales y banqueros judos adquiere una posicin considerable, notoria y hasta espectacular, en la revolucin financiera y eco-nmica de Europa. Judasmo y dinero se mezclan entonces en la mentalidad de los hombres de ese siglo en tres nuevos fantasmas, fuente de las tragedias del siglo siguiente.

    Primer fantasma: de Saint-Simon a Enfontin

    Emancipados de los rabinos, apasionados por la modernidad, los jvenes de la burguesa juda estn en busca de nuevos referentes intelectuales. Prime-ro es tentada por la francmasonera, inventada justamente para reunir a quienes desean debatir acerca de temas prohibidos; pero no se limita a ello. Aunque los Rothschild son influyentes en e! culto escocs, y Adolphe Cr-mieux, al final de la dcada de 1860, sea uno de sus responsables en Fran-cia, a la vez que gran maestre del Gran Oriente, no son muchos: les bastan sus redes familiares.

  • 328 LOS JUDOS, EL MUNDO Y EL DINERO

    En Francia, un extrao personaje atrae a muchos judos por su ideologa progresista y su universalismo: el conde Henri de Saint-Simon, nieto del me-morialista. Nacido en 1760, combatiente en Amrica, arruinado por la Re-volucin, predica una religin universal, un "nuevo cristianismo",353

    mediante la supresin de la herencia y del prstamo a inters, la organizacin cientfica del trabajo y el desarrollo industrial. En 1820, en la Europa destrui-da por las guerras imperiales, es uno de los primeros en predicar a favor de los grandes trabajos; entonces tan ridiculizados, y el crdito barato, tan com-batido. Incluso hace de las audacias financieras y el banco generoso los prin-cipales vectores de su nueva religin. Inspirar a Auguste Comte y a Lon Walras. Jvenes judos franceses son seducidos por esta doctrina, pues ven en ella una manera de asimilar, sin abjuraciones, la riqueza al servicio del bien, la vieja frmula del Talmud. El hijo de un banquero parisino, Lon Halvy, se vuelve secretario de Saint-Simon. El de un banquero bordels, Olinde Ro-drigues, es su mecenas. Tras la muerte del maestro en 1825, Rodrigues fun-da una revista, El Productor, con el principal discpulo de Saint-Simon, Prosper Enfantin: un iluminado en el lmite de la perturbacin mental. Otros dos discpulos, los hermanos Pereire, tambin originarios del Sudoeste, son primero empleados de los Fould, y pronto pasan a poner en prctica los pro-yectos saintsimonianos. mile Pereire afirmar: "No basta haber escrito gi-gantescos programas; tambin quiero roturar con mi idea el suelo". Suean con hacerse constructores de un mundo nuevo donde el desarrollo industrial habra de borrar las diferencias religiosas y sociales. Y con este proyecto, ten-drn xito en el primer aspecto, pero perecern a causa de las segundas.

    En 1832, sin siquiera un centavo, los hermanos Pereire presentan un pri-mer proyecto de ferrocarril Pars-Saint-Germain-en-Laye y proponen un plan de caja de ahorro. No son los nicos: el banco Fould-Oppenheim crea la Compaa Ferroviaria Pars-Meudon-Sevres-Versalles. En 1844, los Perei-re fundan la primera caja de retiros obrera y militan por la abolicin de la esclavitud. Napolen III, en el poder, les abre todas las puertas. En 1855 ob-tienen una concesin del ferrocarril financiado por los Rothschild, que to-dava los apoyan, pero con reticencias, a instancias del emperador. En 1857 unifican todas las lneas del sudeste bajo la sigla PLM (Pars-Lyon-Mediterr-neo) y participan en la instalacin de owis redes ferroviarias en Espaa y T-nez. En este frenes de crecimiento, tambin financian los trabajos de Haussmann en Pars y la creacin de la Compaa General Transatlntica, que debe otorgar a Francia los medios para volver a ser una gran potencia martima. se es su triunfo.

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    Su derrota llega con el banco. Pese a la oposicin de los establecimientos de la plaza, Napolen III les permite crear en 1852 una Sociedad General de Cr-dito Mobiliario para proponer crditos a tasas bajas a nuevos empresarios. Aun-que el xito es poltico, no es financiero: los costos de gestin son demasiado elevados. En 1861 -ao del tratado de librecambio con Inglaterra, que los Pe-reire inspiraron a Napolen III-, los Rotschild y Achille Fould -banquero, en 1861 nombrado nuevamente ministro de Finanzas- deciden librarse de ambos hermanos. En 1863, Fould les niega la autorizacin para transformar el Banco de Savoya, que compraron en el momento de la incorporacin de la provincia a Francia, en un competidor del Banco de Francia, circunstancia que les hubie-ra permitido descontar la cartera de prstamos del Crdito Mobiliario y sanear su balance. Entonces, su banco ya carece de fuentes de financiamiento y, en 1867 -debido a malas operaciones inmobiliarias en Marsella-, slo es salvado por el Banco de Francia a cambio de la dimisin de los hermanos Pereire. Ms tarde, el Crdito Mobiliario se fundir con el Crdito Mobiliario Francs, lue-go con el Banco de la Unin Parisina, con el BNCI y finalmente con el BNP.

    Hasta su muerte, los Pereire seguirn defendiendo sus ideas y proyectos. En 1880, Isaac Pereire, ltimo saintsimoniano, inspirar incluso al papa Len XIII la primera encclica sobre el progreso social, Rerum novarum.

    Segundo fantasma: de Marx a Drumont

    Tras la amalgama entre judo, dinero y poder estatal, asistimos a aquella entre judo, dinero y explotacin capitalista. Mientras la doctrina juda impone a las comunidades ser tiles al mundo, se los acusa de querer destruirlo. As como el nico remedio posible para la quiebra fue la eliminacin de los Pereire, en este caso se piensa que el nico remedio para la explotacin es la desaparicin del judasmo, que supuestamente acarrear la del capitalismo. Este lazo entre capitalismo y judasmo, que deberan destruirse mutuamente, constituye la te-sis de un joven filsofo nacido en una familia de rabies y comerciantes judos de Trveris (su padre es Hirschel Ha Levi y su madre, Henrietta Pressburg Hirshel), convertido al protestantismo cuando tena 6 aos. En 1844, cuatro aos antes del Manifiesto que lo har uversalmente famoso, Karl Marx -por-que de l se trata- publica La cuestin judEa, como respuesta a Bruno Bauer, que el ao anterior propona que los judos.s~ asimilaran para emanciparse.

    Para Marx, el judo es la matriz del capitalismo; por ende, asimilarlo en nada cambiara su estatus. Slo puede emanciparse con la desaparicin, conjunta

  • 330 LOS JUDfOS, EL MUNDO Y EL DINERO

    de capitalismo y judasmo. En ese texto espantoso, una de las fuentes invo-luntarias del antisemitismo econmico moderno, puede leerse:270

    No busquemos el secreto del judo en su religin, busquemos -en cambio- el secreto de la religin en el judo real. Cul es el sustrato profano del judas-mo? La necesidad prctica, el beneficio personal. Cul es el culto profano del judo? El trfico. Cul es su dios profano? El dinero. [ ... ] La nacionalidad quimrica del judo es la nacionalidad del comerciante, del hombre de dine-ro. El judasmo slo alcanza su apogeo con la perfeccin de la sociedad bur-guesa; pero sta slo alcanza su perfeccin en el mundo cristiano [ ... ]. El cristianismo surgi del judasmo; y termin por doblegarse ante el judasmo. [ ... ] Por lo tanto, encontramos la esencia del judo de nuestros das no slo en el Pentateuco y el Talmud, sino en la sociedad actual. [ ... ] El dinero es el dios celoso de Israel, ante el cual ningn otro dios debe subsistir.

    Y entonces Marx bosqueja la teora del cpital, que desarrollar tan amplia-mente treinta aos ms tarde: "El dinero rebaja a todos los dioses del hombre y los transforma en mercanca. El dinero es el valor general y constituido en s mismo de todas las cosas". 270

    Luego, jugando con el tmino "emancipacin", Marx pretende demostrar que la liberacin del judo implica que la sociedad se libere del judasmo: "La emancipacin poltica del judo, del cristiano, del hombre religioso, e~ una palabra, es la emancipacin del Estado respecto del judasmo, del cristianis-mo, de la religin en general".270 Dicho de otro modo: para emancipar a los judos -y con ellos a los otros creyentes-, hay que terminar con todas las re-ligiones y con el capitalismo que ellas fundan.

    En ese texto terrible, Marx explica que judasmo y dinero son inseparables, que no se puede eliminar a uno sin eliminar al otro, que el trabajador, a tra-vs de una revolucin contra la propiedad privada, puede al mismo tiempo li-berarse de Dios y del capital. En suma, a travs de su lucha, "el trabajador puede ser libre".

    As, anticapitalismo y antijudasmo se confunden en una mezcla de la que muchos se alimentarn despus de Marx. En efecto, si para l la eliminacin del capitalismo acarrear la del judasmo, para otros,278 el fenmeno rec-proco tambin se har efectivo: eliminar al judasmo -es decir, para ellos, a los judos- permitir librarse del capitalismo, cuya fuente son los judos.

    Por una monstruosa irona, entonces, distorsionando la frmula de Marx, otros alemanes, un siglo ms tarde, escribirn en las puertas de los campos: "El trabajo libera".

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    NMEROS 331

    Ya al siguiente afio, en 1845, en Francia, un discpulo de Fourier, especia-lista en animales y caza, Alphonse Toussenel, retoma la tesis de Marx: el ju-do es el capital. Escribe Los judlos, reyes de la poca. Historia del feudalismo financiero,416 gran xito que inspirar a Drumont, Georges Duchene y la Ac-cin Francesa.

    En 1860, otro judo alemn, Ferdinand Lassalle, fundador del movimiento socialista, escribe: "Puedo afirmar que he dejado de ser judo. [ ... ] no quiero a los judos y ms bien tendera a detestarlos en general". 278 Odio de s, en un en-torno hostil, que incluso lleva a los judos a odiar el judasmo.

    Un poco ms tarde, Friedrich Engels, el mecenas de Marx, inquieto por los estragos que el antisemitismo comienza a