Los últimos guerrilleros de Cantabria - USAL

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La guerrilla antifranquista Los últimos guerrilleros de Cantabria José Ramón Sáiz Viadero _Hundido el frente verano de 1937), se calculó quedarían e'tquistados en los acci- dentados valles cántabros unos dos mil hombres, que .1.Cluaron por su cuenta bajo la denominación de «Ejército de la Recon- quista». Estos núcleos annados, restos de unidades desarticuladas o diezmadas, impli- caron para su elim;,tación el montaje de ta1 considerable despliegue de tropas naciona- les, dedicadas a operaciones de limpieza.» De esta manera abre el Teniente Coronel Aguado en su libro «El Maquis en España» el último capítulo, dedicado a estudiar el trabajo desarrollado por el Ejército Guerrillero del Noroeste de España. El libro del teniente coronel de la Guardia Civil es el más documentado entre los que hasta la fecha ha", sido escritos sobre el tema, pero El 24 de abril de 195;', ".e! poco m •• dI ".In l •• nOI, e", mu.rto 1'1 u lt imo lup.r\I¡"I,nle del. gue"IH. de p0'lluerre en le Monleñ. y uno de lo. ullimOI ele locIo eller.i!orlo neeronel. Juen Flfn8nd.z Ayele , •. el que "emol ele u.qule.d. de .. leIUne .. en une e .... k. Iotogretle . Le Mb •• "¡,,iri. du.enle .eceMI m ••••• u lug.rt.n'*nl. , F. enel,eo aeooye'ele dereche), Ineo.po.edo Ulkemenlle' monl' eu.ndo yele polillce ele gue •• ille. hebie lldo ebendon.c;te PO' lo, pIIrtlool de Izqulerd •. 23

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La guerrilla antifranquista

Los últimos guerrilleros de Cantabria José Ramón Sáiz Viadero

_Hundido el frente verano de 1937), se calculó quedarían e'tquistados en los acci­dentados valles cántabros unos dos mil hombres, que .1.Cluaron por su cuenta bajo la denominación de «Ejército de la Recon­quista». Estos núcleos annados, restos de unidades desarticuladas o diezmadas, impli­caron para su elim;,tación el montaje de ta1

considerable despliegue de tropas naciona-

les, dedicadas a operaciones de limpieza.» De esta manera abre el Teniente Coronel Aguado en su libro «El Maquis en España» el último capítulo, dedicado a estudiar el trabajo desarrollado por el Ejército Guerrillero del Noroeste de España. El libro del teniente coronel de la Guardia Civil es el más documentado entre los que hasta la fecha ha", sido escritos sobre el tema, pero

El 24 de abril de 195;', ".e! poco m •• dI ".Inl •• nOI, e", mu.rto 1'1 ultimo lup.r\I¡"I,nle del. gue"IH. de p0'lluerre en le Monleñ. y uno de lo. ullimOI ele locIo eller.i!orlo neeronel. Juen Flfn8nd.z Ayele, ~Juen¡n •. el que "emol ele u.qule.d. de .. leIUne .. en une e .... k. Iotogretle. Le Mb •• "¡,,iri. du.enle .eceMI m ••••• u lug.rt.n'*nl., F.enel,eo aeooye'ele dereche), Ineo.po.edo Ulkemenlle' monl' eu.ndo yele polillce

ele gue •• ille. hebie lldo ebendon.c;te PO' lo, pIIrtlool de Izqulerd • .

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al mismo tiempo peca del defecto imputable a cuanto se ha publicado desde la órbita de la parte represora: la parcialidad en el enfo­que de los temas, la prodigalidad en los calificativos insultantes y el escamoteo de aquellos aspectos que pueden resultar fun­damentales para aclarar muchos de los misterios que aún subsisten, directamente relacionados con las operaciones monta­das por los guerrilleros y la contraofensiva de las fuerzas represivas hasta la extermi-

nación total de los componentes de las par­tidas. Solamente las aportaciones de los supervivientes de aquellos añ.os, asi como las de sus familiares y colaboradores, pue­den ayudar a la clarificación de acciones que, dadas las caracteristicas tan peculia­res de unos pers011ajes sL/midos en un medio subdesarrollado por las necesida­des y el miedo, serán harto. complicado re­visar y recomponer a modo de rompe­cabezas .

He aqu l l. motocicle ta q ue

utlfluron Fra ncisco aedoya y Jo.' S . ...

Miguel Alvare:.: en . u huida . trav's de

1 .. c .rreter •• de la Montana , perseguidos

por l. Guardl. Civil. Sa tr.tab. da un.

~ o.rby .. m.rrón. K tu. lme"te enc err.d.

e n el g.rllle de l Go~em.dor Civil de

la p rovincia. (foto Manuel)

EL 24 de abril de 1957, hace poco más de vei n­le años, cala muerto el

último superVIViente de la guerrilla de posguerra en la Montaña y uno de los últimos de todo el territorio nacional; le sobreviviria durante esca­sos meses su lugarteniente Francisco Bedoya. incor­porado fisicamt!nle al monte cuando ya la política de guelTillas había sido abando· nada por los partidos de iz­q u ierda y únicamente que­daba la espe¡'anza de una lucha por sobrt'\·ivir. Coinci­día la muel"te de Juan Femán­dez Ayala, «Juanín», con la ex­tenninación de la úl t ima par­tida de guerri lla urbana capi­taneada en Cata uña por Jase

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Luis Facerías (agosto de 1957); en 1960 y en 1963, res­pectivamente, caían también en Cataluna Francisco Saba­ter, «Ouico», y Ramón Vila, «Caraquemada», cerrándose definitivamente este capítulo de la Historia ele la Resisten- . cía en España con la muerte de Jase Casto Veiga, «Piloto», después de haber exigido la cantidad de 10.000 pesetas a un vecino de Lama Grande, del término municipal de Sa­viñao, en la provincia de Lugo , a quien -segun Aguado-- «en concepLO de multa le había impuesto el Gobierno legí­timo de la República»: era el día 3 ell;! mar-zo de 1965.

Las extrañas circunstancias

que rodearon la muerte de «Juanínll, unido a las mucho más inexplicables de los ulti­mos meses de su lugartenien­te, excitaron e l sentimiento y la fantasía populares, de porsí lo suficientemente sensibles en cuanto se refiere al roman­ticismo que este tipo de accio­nes al margen de la ley entra­ñan, máxi me cuando en el caso de ambos personajes se trataba de hijos de la propia tierra. Será difícil. pues, aclarar el misterio que 1-0-

deara el último año de vida de Juan Fernándcz Ayala y Fran­cisco Bedoya. Según la ver­sión onciaI, recogida en el li­bro de Aguado Sánchez, el día de la muerte de «Juanin » «so-

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bre las nueve de la noche, el comandante de puesto de Vega de Liébana, cuando re­gresaba de un servicio ruti­nario, al cruzar la carrelera, distinguió como a unos veinte metros a los dos forajidos. Producido el tiroteo al no obe­decer las voces de alto, fue al­canzado el «Juanín» mientras que «Bedoya» consiguió esca­par. Se le ocupó una metralle­ta, una pistola, una granada de mano, unos prismáticos y 6.100 pesetas". Una referencia particular, a modo de ampliación de esta información, nos dice que la aparición de la patrulla de la Guardia Civil en aquel lugar fue completamente casual; rutlnarla, como se afirma an­teriormente. Sin embargo, a partir de aquí han comenzado a montarse diversas versiones que en algunos momentos co­bran carácter peliculcsco y que, desde luego, no pueden ser demostradas -ni nadie parece dispuesto a demos­trarlas por sí mismo--. aun­que a la luz de los aconteci­mientos posteriores puedan entenderse todas las teorías esgrimidas por la imagina­ción popular, en contra de la fuente ofrecida oficialmente. ¿Cómo es posible que les co­giera desprevenidos una pa­trulla rutinaria? Precisamente, lo que ha carac­terizado la fama popular de «Juanin" es el mérito de cono­cerse palmo a palmo todos los montes del Valle de Liébana, donde su orografía era el refu­gio más seguro contra las fuerzas represoras y las contra-partidas formadas por la Guardia Civil. Vivía en una cueva horadada en la monta­ña, pero no es menos cierto que su audacia le conducía a presentarse esporadicamente en su propia finca de «La Carra»: Es ahí, en la huerta de su casa, donde se fotograBa hacia el año 1953, y esta foto ha recorrido lOdos los archi-

vos policiales y se ha reprodu­cido en cuantos trabajos sobre la guerrilla antifranquista han sido publicados. Aparece «Juanín» vistiendo una guerrera cogida de un subjefe de la Guardia Civil y con un arma producto de algún asal­to. Unos años antes, «con el fin de tomar algún aspecto mili­tar --escribe Aguado-, or­dena llevar en el lado derecho del pecho unas cintas tri­colores donde ha grabado la sigla F. A. R. (Fuerzas Arma­das Republicanas))). ¿Cómo es posible que «los más escurri­dizos y taimados forajidos de todo el bandolerismo de pos­guerra» cayesen en un servicio rutinario? La propia Prensa local, en los abundantes detalles del su­ceso -por cierto, que e l cleri­cal ~~Diario Montañés)) hubo de sufrir una fuerte multa, por adelantarse en publicar la in­for"mación antes de recibir la comunicación oficial-, in­

siste en las desavenencias ha­bidas entre «Juanin» y su lu­garteniente; desavenencias que, se dice, han de trasla­darse a 1952, cuando el «Be· doya», antiguo enlace de «Juanín», consigue fugarse del Destacamento Peniten­ciario de Fuencarral, en Ma­drid, donde cumplia condena tras una redada en la cual «cayeron» medio centenar de puntos de apoyo de las guerdllas montañesas. «La hermana de "Juanín" trasla­dada a Madrid -sigue Agua­do-- conecta con él y conduce en un taxi a "Paco", hasta donde se encuentra "Juanín". Este, que en principio le había prometido su evasión a Fran­cia, cambia de proyecto y le convence para que le acom­pañe al Monte." Según la pro­pia Prensa -sin precisar de cuál de las tres hermanas de ({Juanin» se trata y con el dato de que el lugar escogido para trasladal-se era Argentina, no Francia-, este cambio de

planes es lo que origina un en­frentamiento entre ambos que, poco a poco, va saliendo a la superficie, hasta el extremo de que «1uanín» desconfiara completamente de su segundo y único seguidor. Pese a la versión oficial y a las interpretaciones populares, que no descartan -y hasta en algunos casos afirman- la posibilidad de que el en­cuentro no fuera tan fortuito, sino preparado por el propio «Sedoya» que entregando a su jefe conseguía a cambio su libertad, en reciente rectifica­ción efectuada por dos her­manas de «Juanín" a la Prensa de Santander, María y Avelina Fernández Ayala dicen que «nuestro hermano 110 fue muerto por las Fuerzas del Or­den, fue disparado por la es­palda con un tiro en la nuca por alguien que le traicionó". A la versión que circula como «vox populi» de la traición por parte de su lugarteniente, hay que añadir este dato en el cual -aún sin nombrarle- parece achacarse le también la ma­terialización de su muerte: en este caso, de ser cierto, un ase­sinato. Tenia entonces «Jua­nín» 39 años.

Poco más de seis meses per­maneció vivo Francisco Bedo­ya. Su desaparición de escena a raíz de la muerte de «Jua­nín» dio lugar a todo tipo de especulaciones, entre las cuales la más firme era la su­posición de que había pasado la frontera y se encontraba en Francia. confirmándose de esa manera la vieja aspiración del furtivo fijada en rehacer su vida en el extranjero: incluso se había hablado de una novia esperando en Argentina. Sin embargo. tal desaparición no era más que una tapadera que encubría un elaborado plan para conseguir su traspaso de la frontera francesa. Quienes colaboraron en el desarrollo de ese plan y qué fuerzas ocul·

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tas prepararon en la sombra el mismo, es algo qUL', si bien se L'ncuentra en boca de mucha gente, no ha ~ido posible des· cubriraun , \ ~erá preciso para ello esperar a que hable la fa­milia de Bedova, que reside actualmente en la ciudad de Santander, u penetrar en lo~

archi\'os de la~ Fuel7.as ene'lr· gadas de la extinción de lo~ ultimos brotc~ dL' guerrilla, bandolerismo. Hasta i.;"ntonce~ todo son meras especulacio· nes. algunas cargadas con Imis ruerLa que 01 ra~ . ASI lo (.'ucn ta Aguado: .. En cuanto a Bedoya. no sena e1i· minado ha~ta el 2 de diciem­bn.' en un c!'Ipcctacular seni· cio combinado entre Guardia Civil y Policla. Conockias ~us intenciones de escapar a FI-ancia ayudado por un anti ­guo amigo apodado el "Fu­guista", validos de una moto· cicleta. al salir éste de San­tander hacia el escondite de "Bedova", se establecieron diversOs controles. Identifi­cada la motocicleta donde \ ia­jaban ambos, fue seguida por la Polida. Entr'e el Pontarrón ~' la Langostcra dt.: Islar'L's. en la carretera de Santander a Bilbao, sobre las doce y vcinte de la noche. la motocicleta fue alcanzada por un coche de la Policla que hizo ruego, ma· tanda al "Fuguista". pero con· siguiendo escapar "Bedoya", localizado a las nuew de la mañana del dra siguiente gra­cias a la pista seguida por un perro polida conducido por un cabo de la Guardia Civil. Descubierto en unas malezas, disparó su pistola, hiriendo al cabo que al repeler la agre­sión, acabó para siempre con tan famoso bandolero». Hasta aquí la versión oficial reco­gida en el libro varias veces mencionado. Sorprende que en un traba­jo tan pormenorizado como el del Teniente Coronel Aguado no se hayan incluido una serie de datos que hasta

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han IIgurado en la inrorma­ción mas o menos oficiolJa propol'cionada por la Prcnsa de la epoca . Por ejemplo, el hecho de que la PoliCla su­piera l:on mucha anterioridad de la~ intenciones de Paco Be­doya' \. la pista seguida al mi· nuto a su propio hermano, en­car-gado de cOl11pr-ar en San­tander los enseres necesarios para e! traslado a Francia, en un \ ¡aje largo v en precarias condiciont.:s dc una motoci­cicla por carreteras de se­gundo orden, con una tem­peratura <.iindl. Según las crónicas aparecidas t.:n su momento. el hermano de Paco Bedoya , lIa mado Fidel , habla adquirido en un comercio de la capital , calle de Juan de Herrera , un magnifico gaban, que por la talla haCia pel1!ot31' iba destinado a su hermano: Paco Bedova media aproxi­madamente un metro ochenta , cinco . De ahora en adelante seguiremos al pie de la letra la vcrsion aparecida en el diario de! Modmienlo .. Alerta », la cual refleja -a pesar de lo in­mediato de o,u aparición- e! control minu<..' ioso de todos Jos movi mientas rcgist rados: «Aproxil1wdalllellte a la .... siete l '

,,,ellia de la tarde (se rdierc al domingo dra I de diciembrc , cuando Fidel BedoYfl v el cu­ñado dd rurtivo, Jos~ San Mi­guel Ah'al'ez , se dirigen con los enseres en busca de Paco), ell­tre Lallladrid l ' Cabe::,ol/ dI! la Sal, el Bedo\'{l aClIdio l,l el1-CllClllro. Parecü, COI/fiado \. trauquilo. Vesti{l Ilna larga ga­bardina O.\ClIrtl sobre ~II pQlI­talon aZlIl.- cllbna su cahe;:a con ltlla bOlita V l/O parecia, por el blanco color de Sil le::.. Illlber permallecido úllimamente II/uclto tiempo al aire libre. Fi­del, SIl heril/OlIO, le PliSO sol)re los hombros el grueso chaque­to" de cuero que hab,a ad­qllirido en Slllllallder. » Fide! regresó andando al pue­blo natal de ambos, Sel-dio, y Paco subió a la parte traser-a

de la motocicleta. que había de conducir su cuñado Jase. Ahora conviene hacer hinca­pi~ sobre este personaje. a quien la Guardia Civil apoda d .. Fuguista,,; al parecer, pro­cedla de León, donde había nacido; posiblemente su amistad con 'Paco Bedoya ha­bna surgido en algún centro penitenciario. El caso es que se .le considera como _sujeto de malos antecedentes, fu­gado de Ocaña y procesado al­guna vez por estafa». Y una persona de tales condiciones consigue llegar al pueblo de Bedova, casarse con su her­mana, entrar en contacto con el huido. prepararle la salida de Espaiia ... Todo ello sin que nadie le molcst:1ra, Cuando a media noche del pri mero de diciembre de 1957 cae muer­to, desaparece con el la posi. bilidad de aclarar totalmente los entresijos de una opera­ción de vasto alcance, cuyo vértice hubiera podido ser la eliminación de .duanín » (el fotógrafo José Luis AI'auna, que entonces cubría la infor­mación gráfica de .. El Diario Montañt.:s»,. me insiste en que el muerto sólo tema un tiro en la nuca. confirmando de esa manera la \'ersión de las her­manas de .. Juanin »). pero con una lenta preparación que se nos escapa en sus reales di· mensiones. Tampoco se cita la procedencia de la motocicleta utilizada para la fuga (una .. Derb~·», matricula de prue­bas 5-1553, marrón, actual­mente encerrada en el garaje oficial del Gober'nador Civil de la provincia junto con otras cinco gemelas), y que. según rumores, podía haber sido proporcionada por algún ele­mento procedente de la Guar­dia de Franco, Al menos, cierto militante de dicha 01'­

gani7..acron tuvo problemas con la Policía por tal motivo, bien sea por el asunto de la moto o relacionado con el chaquetón de cuero ulili7ado

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Peña Carredo, aacanarlo dele mue"e de Frencllco Sedore. Le zona central del monte qua aparece en la Imagen mil clera que el realo, ea donde Iue encontrado IU cadhef. Al Igual que pe.ó con _Julnln_, Bedoyl '1IIeclO de minera lodule no .ullclentemente Hcllrecldl.

por Paco Bedoya en su huida. Bedoya iba atras en el asiento de la moto, cubriendo con sus anchas espaldas --no es ex· traño que . Juanin It le retu· viera como guardaespaldas: ac.lemas de su estatura consi· derable, pesaba unos t 10 kilos-el cuerpo de su cuñado, que conducía la moto. Es sa· bido que la Policía allanó el camino de ambos personajes, incluso el propio teniente coronel de la Guardia Civil, señor Guerrero, retiró toda la vigilancia normal de la carre· tera y por dos veces se cro· zaron con un coche de matrí· cula francesa, donde iba el en· tonces Gobernador Civil de la Provincia de Santander, Ja· cobo Roldán Losada, que ha· bia decidido participar en la operación final. «Había que buscar lItJ lugar despoblado y desconocido del Bedoya --dice el periodista de "Alerta"--. Podía haberse ¡memada Sil de·

/eHcióH eH la desértica cuesta del Tumjod, Ha lejos de/mame Corona, ames de llegar a Cabe· zón de la Sal, pero si el golpe resultaba fallido el hOlldo/ero podría hallarse IlLlel'ameule eH su elemeHlo y le reslIl/aria fácil el/COH/rar defellsa. eH U/10S

parajes frecl(el1lados durante /al1los al"os por él. » Precisamente el Monte Co· rona había sido el último re fu· gio de Francisco Sedoya, y allí cerca, en las inmediaciones del Turujol, habían raptado al joven Eduardo Diestro, el3 de diciembre de 1954: «Lo de· jaremos en 9.000 duros y de ahí no bajo un billete siquiera --dijo "Juanin"--, porque lo que a mí me costaba cinco an· tes, me cuesta diez ahora It. Finalmente se decide acabar con ellos antes de llegar a un lugar poblado. ¿Cayó muerto, fulminantemente , de un tiro en el corazón José San Miguel y escapó, sin embargo, su cu·

ñado? Es otro misterio que ha querido explicarse por la os· curidad v el nerviosismo de los policías, pero que resulta dudoso dado el blanco fácil que ofrecia la corpulencia y la situación de Francisco Sedo· ya, cubriendo prácticamente la figura del conductor. La ex· plicación oficial de la refriega sena como sigue: «El Bedoya escapa: los disparos habían hecho blanco. San Miguel, con una bala en el corazón y otras varias en puntos igualmente vitales, murió en el acto. El Sedoya, con tres disparos en el cuerpo, todavía tuvo fuerzas para escalarun altozano». Era el lugar conocido por Peña Carredo, donde a las ocho y media de la mañana comenzó la escalada con perros poI i· cías, el cabo Fidel Fernández Iñiguez. que caeni herido con un balazo en el pecho, y la colaboración de la Brigada de Investigación Social (la

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Político-Social) que estaba mandada por el que más adelante sería Comisario-Jefe de la Político-Social en San­tander, Víctor Solar. La ver­sión más difundida sobre la materialización de la muerte de Francisco Sedoya nos ha­bla de una persona herida, gimiendo de doloren la noche, acorralada en la montaña, que cuando llega el día no resiste la tentación de evitar el gusto a sus perseguidores y se sui ­cida antes de caer vivo en sus manos. Jesús Delgado, que en­tonces cubría la información de «Alerta». vio posterior­mente los cadá veres en el de­pósito de Castro Urdiales y me asegura que tenían los brazos en alto: otro misterio más. Terminó todo vestigio de re­sistencia armada --con el cali­ficativo que se le quiera otor­gar- en la Montaña. La his­toria de quienes fueron sus mayores representantes a ni­vel popular es bien distinta. «Juanín » es una víctima polí­tica de las represalias de la posguerra inmediata (se dice que se echó al monte por las palizas que le daban sus guar­dianes y la frase atribuida como suya última en la cauti­vidad, mientras cumplía con­dena en la reconstrucción de la Iglesia Parroquial de Potes, es la de «a mí no me pegan más estos cabrones»), que por el desarrollo de la guen;lIa llegó a comandar la partida de supervivientes, a pesar de no poseer ninguna formación politica ni eSlaratiJiado a nin­gún partido. Su importancia en la vida rural fue tan grande -sin caeren los excesos que la leyenda popular y las publica­ciones clandestinas cantan­que una vasta extensión pudo considerarse durante más de diez años somet.ida a la in­Ouencia de la guerrilla , aun­que las autoridades le negaran cualquier atisbo de poder. Pero existía ese poder paralelo. cimentado en la ad-

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miración , la amistad y el te­mor de la población. Precisa­meo te es un historiador oficial del tema, Tomás B. Cossías, quien después de minimizar la importancia de la guerrilla en Cantabria, reconoce que el apoyo popular fue bastante grande; este apoyo tendría como consecuencia la super­vivencia de las panidas durante más de veinte años, así como la incorporación de un mocetón campesino, de 23 años de edad, recién huido de un campo de trabajo donde cumplía pena por el apoyo de toda su familia a la guerl"i Ila. sin otra intenclDn que marchar a la Argentina para reunirse con su novia, pero cuya historia sería desviada hacia la vida furtiva hasta ---después de una serie de peripecias imposibles por el momento de esclarecer­moriren la madrugada del día 2 de noviembre de t 957, cuando creía estar ya muy cerca de la libertad y de una nueva vida. "Si tu herma/ID se hubiera marchado cl/ando se dio la or­den de abandol/ar la guerrilla -he oído decir a un militante del PCE-, hoy hubiera vuelro a Espal'ia como 1/11 héroe y /10

hubiera. tenido que morir COI/la

Ull bandolero.» Unos lestimo-

Tumba de Fra",c:isc:o Sedoya.

qufe", seria en'errado tuera del c:emenlerlo

rellglOlo de eealro Urdlales. Tanto en UII

wmba como en la de .. Juanln_. altuada a

do.ele:l'lto. kilómetros de dl!lltanela. aparee"n

llore, Inlnterrumpl. damente. c:oloeada,

por minos anónimas

níos achacan la negativa a abandonar España. por parte de «Juanín», a una enferme· dad tuberculosa producida por la violencia practicada sistemáticamente contra él. Las hermanas niegan tal en­~rmedad y afirman que rUt!ron otros motivos lasque le indujeron a no marcharse de aquí, a pesar de qU l-· ya se sa­bía que L'] t em¡:'o de la guerrilJd ¡,abía " asado. ¿Cuá les? Posiblemel! de ín-dole particular, acasu ma. Pero es cierto que (d uan 'o solamente llegó a ser UI' "!'­

sonaje de leyenda, con luer t t'5

enfrentamientos con la Guar­dia Civil y muertes por amba!!. partes. sino que tambiCn fue una realidad. Leandro V<1 'L'

hoy presidente de la Dipu: ción y en los últimos años de guer~illa política médico de los Ayuntamientos de Ca· buérniga y Los Tojos, me cuenta que sola mente después de bastante tiempo de su per­manencia en la zona se enteró de que cada vez que un vecino necesitaba de sus servicios medicos se avisaba antes a «Juanín», para que no hubiera ningún obstáculo; una dis­creta vigilancia, tan discreta que nunca llegó a advertirla, evitaba cua lquier tipo de in­cidentes . • J. R. S. V.