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Los mariches: Algunas consideraciones sobre su historia de vida cotidiana en el pueblo de Doctrina del Buen Jesús de Petare. Suzuky Margarita Gómez Castillo. Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Instituto Pedagógico de Miranda “JM SisoMartínez”, Venezuela [email protected] RESUMEN El presente trabajo tiene como objetivo principal realizar un ejercicio de reconstrucción histórica de Petare en el tiempo histórico colonial. El propósito de esta investigación se centra en dar una mirada al pasado desde el estudio de su cotidianidad. La modalidad utilizada en esta indagación es histórico-documental bajo un enfoque fenomenológico interpretativa. Y, como parte de las conclusiones, se obtuvo información sobre la formación de los asentamientos urbanos en el valle de Petare, de las costumbres y prácticas sociales a través del estudio de documentos públicos y privados (testamentos, documentos de compra venta entre otros),arrojando un precioso material que proporciona conocimiento acerca de los comportamientos, las costumbres, las normas, la cultura material y el paso de la vida cotidiana de una provincia, así como de las particularidades del área de estudio. Palabras clave: Vida Cotidiana, Pueblo de Doctrina, Buen Jesús de Petare, Encomienda, Esclavitud. ABSTRACT The main objective of this study is to perform an exercise of historical reconstruction of Petare in colonial historical time. The purpose of this research focuses on taking a look at the past from the study of everyday life. The method used in this inquiry is historical- documentary on interpretative phenomenological approach. And as part of the findings, we obtained information on the formation of urban settlements in the valley of Petare, customs and social practices through the study of public and private documents (wills, documents of purchase - sale and others), throwing a beautiful material that provides knowledge about the behaviors, customs, standards, material culture and the passage of the daily life of a province, as well as the particularities of the study area. Keywords: Daily life, Town of Doctrine, Good Jesus de Petare, Entrusted, Slavery. La Conquista y Colonización Española en Tierras de Los Mariches. CONHISREMI, Revista Universitaria de Investigación y Diálogo Académico, Volumen 8, Número 1, 2012 52 Gómez, S.M., Los mariches: Algunas consideraciones sobre su historia de vida cotidiana en el pueblo de Doctrina del Buen Jesús de Petare.

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Los mariches:

Algunas consideraciones sobre su historia de vida cotidiana en el pueblo de Doctrina

del Buen Jesús de Petare.

Suzuky Margarita Gómez Castillo.

Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Instituto Pedagógico de Miranda “JM

SisoMartínez”, Venezuela

[email protected]

RESUMEN

El presente trabajo tiene como objetivo principal realizar un ejercicio de reconstrucción

histórica de Petare en el tiempo histórico colonial. El propósito de esta investigación se

centra en dar una mirada al pasado desde el estudio de su cotidianidad. La modalidad

utilizada en esta indagación es histórico-documental bajo un enfoque fenomenológico

interpretativa. Y, como parte de las conclusiones, se obtuvo información sobre la formación

de los asentamientos urbanos en el valle de Petare, de las costumbres y prácticas sociales a

través del estudio de documentos públicos y privados (testamentos, documentos de compra

– venta entre otros),arrojando un precioso material que proporciona conocimiento acerca de

los comportamientos, las costumbres, las normas, la cultura material y el paso de la vida

cotidiana de una provincia, así como de las particularidades del área de estudio.

Palabras clave: Vida Cotidiana, Pueblo de Doctrina, Buen Jesús de Petare, Encomienda,

Esclavitud.

ABSTRACT

The main objective of this study is to perform an exercise of historical reconstruction of

Petare in colonial historical time. The purpose of this research focuses on taking a look at

the past from the study of everyday life. The method used in this inquiry is historical-

documentary on interpretative phenomenological approach. And as part of the findings, we

obtained information on the formation of urban settlements in the valley of Petare, customs

and social practices through the study of public and private documents (wills, documents of

purchase - sale and others), throwing a beautiful material that provides knowledge about the

behaviors, customs, standards, material culture and the passage of the daily life of a

province, as well as the particularities of the study area.

Keywords: Daily life, Town of Doctrine, Good Jesus de Petare, Entrusted, Slavery.

La Conquista y Colonización Española en Tierras de Los Mariches.

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Para la época prehispánica, Petare, así como todo espacio que comprende el este del

valle de Caracas, formaban parte del dominio de los indios Mariches; en un principio fue

una ranchería de asiento aborigen, entre cuyos jefes cabe mencionar a Tamanaco, de origen

Caribe, y fue esta región escenario de enfrentamientos crueles ya que los grupos invasores

(Conquistador español) abatieron a los pueblos originarios que, desde tiempos

inmemoriales, habían ocupado los territorios que conforman actualmente la costa y el

centro de Venezuela. Sanoja y Vargas (2007) explican:

El proceso de conquista y colonización supuso un violento cambio en la calidad

ambiental, humana y cultural del territorio y la población aborigen venezolana,

al propiciar, entre otros, la desaparición de los antiguos paisajes culturales y

agrarios aborígenes, de los bancos de ostras perlíferas de Cubagua y de especies

zoologicaza como la tortuga Arrau en el bajo Orinoco. Es por esta razón que la

base material y tecnológica de la agricultura precolombina luce disminuida y

empobrecida en el registro histórico colonial, ocultándose también la

hermenéutica agraria que permitió a dichas poblaciones subsistir, reproducirse, y

crecer a lo largo de numerosos milenios (pp. 119-120).

Lugares de avanzada se fueron conformando como referencias de las victorias

españolas. Tal es el caso de Cumana, El Tocuyo, Barquisimeto, Borburata y Valencia. No

obstante, el objetivo central de estos movimientos durante la conquista estaba en el control

del valle de Caracas, donde, a juicio de Rey (1990), podemos observar lo siguiente:

…Se le entró por la costa, desde el litoral central, y también se le buscó por a

costa, desde el litoral central, y también se le buscó por el centro y, en camino

largo desde El Tocuyo, se acometió la empresa de pacificación de la tierra de

los taramainas, meregotos, mariches, paracotos, teques y quiriquires. En

sucesivas jornadas se intentó el sometimiento definitivo, pero la tenaz

resistencia del indígena se oponía con terquedad al deseo del conquistador. En

esto la estirpe Mariche represento el reducto más fuerte que hubieron de vencer

los españoles del recién nacido poblado caraqueño… (p.8.)

Es importante señalar cómo se realizaron diversos intentos de conquistar estas

tierras, y fueron protagonistas de esta situación hombres de la talla de Francisco Fajardo,

Juan Rodríguez Suárez y Pedro de Miranda, que resultaron abatidos por los aborígenes al

no concretar esta hazaña. Cabe destacar que, en 1545, el mestizo Fajardo emprende una

expedición atraído por la “fiebre del oro” al comprobar la existencia de yacimientos, y entra

al valle por el abra de Catia, sigue la línea del río Guaire y comprueba “la existencia de

numerosos lugares poblados y llega a los predios de los indios Mariches”, (Vargas

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Mendoza:20); allí establece el Hato de San Francisco, que será incinerado en un futuro por

los indios Mariche.

Posteriormente, en 1560, continúa esta empresa Pedro Miranda, cuya misión

descansa en la explotación de las minas descubiertas por Fajardo. Le acompaña otro

expedicionario de nombre Luís Siejas, quién es atacado por el cacique Sumagoto, durante

su inspección al lugar, situación que le llevó a actuar sobre los aborígenes, dando lugar al

fallecimiento de muchos habitantes originarios del lugar (Ibídem, p.21).

Para 1567, una tropa liderada por Diego de Lozada, sale de El Tocuyo, con el

propósito de finiquitar la misión de conquista de esta zona, le acompañan según Rey “136

españoles, 500 indios de servicio, 200 bestias de carga y suficiente ganado para alimentar a

la tropa” (p.8). El número de soldados del contingente de Losada es muestra de la fuerte

resistencia que esperaba hallar en los caribes caraqueños. En lo tocante a la presencia de

mujeres castellanas Sanoja y Vargas (2002) indican:

No se menciona en ninguna parte la presencia de mujeres castellanas

acompañando a sus hombres al combate. Sin embargo, el hallazgo de dedales de

bronce, adminículo esencial para cocer y remendar la ropa, en las excavaciones

del campamento de Losada, ubicado en la esquina de la actual Santa Capilla,

permite suponer la participación femenina en el contingente militar. Ello no

seria de extrañar, ya que muchos de los soldados de fortuna que contrataron sus

servicios con Losada, esperaban recibir tierras y encomiendas de indios para

mejorar su situación personal. Una de estas mujeres habría sido Elvira Montes,

viuda de Francisco de Vides, quién entró al valle de Caracas por la loma de

Terepaima con su esposo, „como muchas otras familias‟ (p.60).

Entre las particularidades que presentaban los castellanos que llegaron a “hacer

América” estaba la de ser considerados relegados en la metrópoli, regularmente carecían de

bienes de fortuna. Una muestra de ello lo encontramos en el mismo Losada, era hijo de don

Álvaro Pérez de Losada. En 1533 se enroló en la empresa del general Antonio Cedeño que

venía a examinar el río Meta. En estas campañas, Losada pudo distinguirse como un buen

preceptor de tropas, otorgándosele en al año de 1546 la encomienda de Cubiro, del actual

estado Lara (Ibídem).

Aparte de la minoría favorecida que logró obtener bienes de fortuna e incorporarse

dentro del estatus en poder colonial, coexistían un gran número de soldados que nunca

lograron obtener más que pobreza. Y ante el impedimento de retornar a su casa en Castilla,

no les quedó otra opción que forjarse un proyecto de vida en estas tierras. Y ese futuro solo

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se podía alcanzar acumulando tierras para el cultivo, recibiendo indios en calidad de

encomiendas para que cumplieran con las jornadas de trabajo y/ o adquiriendo solares con

la intención de montar comercios o artesanías “la futura ciudad de Caracas representaba,

para muchos de ellos, la posibilidad inmediata de consolidar su presente” (ídem).

Una estrategia de guerra por parte de los conquistadores castellanos resultó la

incorporación de las tropas auxiliares indígenas en la conquista de Caracas; éstos, armados

con arcos y flechas, remediaban la lentitud y la vaguedad de los arcabuces de mecha; en las

manos entrenadas de los aborígenes guerreros, un arco podía hacer más blancos en un

momento que un infante castellano con su arcabuz; recibamos nuevamente las impresiones

de Sanoja y Vargas:

Al igual que en México y en Perú, en el Valle de los Caracas la victoria de los

castellanos fue posible gracias al poder de los ejércitos auxiliares indígenas que

los apoyaban. Es éste un hecho característico de todos los escenarios donde se

planteó la conquista de América por parte de los castellanos. En México, en

Perú, en Venezuela, donde llegaron a existir en el siglo XV sociedades

indígenas que detentaban poderes políticos y organizaciones territoriales bien

estructuradas en cacicazgo, señoríos o Estados Prístinos, contraparte dominada

que habitaba la periferia de dichas sociedades hizo causa común con la exigua

minoría de castellanos que eran enemigos de sus enemigos (p.61).

Los auxiliares indígenas que escoltaron a Diego de Losada se presumen

interrelacionados con la etnia caquetío, quizás eran jirajaras, gayones o ajaguas, que

moraban en el área que conforma en la actualidad al estado Lara, donde vivían también

variados grupos de indios aguerridos; en esta región se organizó la expedición de Losada.

Existiendo una procedencia arawaca, es factible que estos guerreros estimasen correcto

entrar en guerra con sus contrincantes caribes, pactando con los castellanos que se dirigían

hacia la costa central. Es buen momento para recordar a este respecto que, alrededor del

siglo VII de nuestra era y hasta comienzo del siglo XVI, existió un extenso señorío caquetío

que comprendía todo el noreste de Venezuela, mientras que entre los siglos XII y XVI se

consolido un vasto señorío caribe que ya controlaba la mitad oriental de Venezuela

incluyendo la región centro costera, la cuenca del Lago de Maracaibo, la región noreste, la

sureste (cuenca del Orinoco), ampliándose, hacia el este, hasta la desembocadura del

Orinoco, e incluyendo, en el Norte, las pequeñas Antillas y parte de las Grandes Antillas

(Sanoja y Vargas, 1999: 13-72).

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Los caribes resultaron una sociedad que para los comienzos del siglo XVI se hallaba

en la cumbre de un proceso expansivo, y su frontera occidental ya había llegado a los

territorios del señorío caquetio de Manure. Como si se tratase otra guerra tribal, los

guerreros caquetío habrían apoyaron a la tropa castellana de Losada en la ofensiva contra

los caribes expansionistas (Ídem). Asimismo, Sanoja y Vargas (2002) expresan:

Existen referencias en as Actas del Cabildo, de cesión de solares a indígenas,

como es el caso del indio anciano Pedro, a quién en 1623, el cabildo otorgó

posesión de por vida de un solar vecino a la Ermita San Mauricio…Aunque las

actas no son explicitas al respecto, semejante concesión de un solar en el centro

mismo de la villa-campamento, debe haber sido motivada por servicios

excepcionales prestados a los padres fundadores de la ciudad durante la guerra

contra los caribes. El indio Pedro y su mujer eran ya ancianos, según las Actas

del Cabildo. Si Pedro hubiese tenido veinte años – la edad óptima de un

guerrero- en 1567, en 1623, 56 años más tarde, ya tendría 76 (p.62).

Se enfrentan Losada y su ejército en varias ocasiones con los naturales caribes,

logrando un saldo positivo a su favor y, como resultado, se funda la villa de Santiago de

León de Caracas. Se debe acotar que el conquistador continúa con las expediciones

adentrándose en el valle, buscando los caminos Mariche, encontrando poblados

abandonados. Narra el cronista Oviedo y Baños (1982: 409) que durante, una de estas

marchas, Don Diego de Losada encontró a una mujer muy vieja, enferma y sola, en lo que

se evidenciaba como una ranchería a orillas del río Caurimare, esto le llevó a reconocer al

lugar como “quebrada de la vieja”, conocida actualmente con el topónimo de “quebrada de

Galindo”, situación importante, ya que el historiador Oviedo y Baños consideró, luego de

sus estudios, que en este mismo sitio se fundó un pueblo llamado San Francisco de Petare:

Desengañado Losada de lo poco que aprovechaban los medios pacíficos de que

se habia valido para sujetar la provincia, determinó proseguir en su conquista

por el camino inexcusable de la guerra, y para ello, dejando el resto de su campo

á cargo de Francisco Maldonado, con solos ochenta hombres salió en busca de

los Mariches; confinaba esta nación con el valle de S. Francisco, por la parte del

oriente, ocupando diez leguas de tierras altas y dobladas, de un temperamento

templado, numerosas entonces, y divida en diferentes pueblos que habitaba, y

hoy tan totalmente destruida, que solo ha quedado el nombre que mantiene la

provincia, para que en las cenizas de su ruina acuerde á la memoria lo que fue

(p.409).

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De lo anteriormente expuesto, aclaramos que fue 1589, y es Don Cristóbal Jil,

miembro del grupo de Losada, el encargado de esta primera encomienda de indios

Mariches, así como fundador de un pueblo, el cual llega a movilizar.

Las luchas continúan y, en esta ocasión, será el Capitán Francisco Infante, también del

grupo de Losada, quien apoyó la conquista y fundación de Caracas, el que seguirá en la

persecución de los Indios Mariches por el Guaraira – Repano, ya que este hombre es

experto en estas luchas, y según el Hermano Nectario María, había participado años atrás

en la conquista de Coro y Trujillo; es importante indicar que entre los méritos del capitán se

le reconoce como Alcalde de Santiago de León de Caracas, pacificador de los Indios

Quiriquires, quienes establecían límites con los indios Mariches, consiguiendo en primea

vida ser encomendero en el sitio denominado Salamanca, cercano al río Tuy. Y le son

entregados los caciques Amanaguata, Pacuriana, Totoima y Guracoto. Asimismo recibió

una segunda encomienda, la de el Buen de Jesús de Petare, como consta en la obra de

Hermano Nectario María (2004).

Grafico 1. Piedras Grabadas. “Existen varios glifos grabados caracterizaos por la presencia de motivos

punteados y antropomorfos, zoomorfos y geomorfos como los espirales, algunos de los cuales están

erosionados”. Estas evidencias representan relictos de lo que fue la cultura aborigen Mariche. Fuente:

Catalogo del Patrimonio Cultural Venezolano, Municipio Sucre 204-2008.

Petroglifode LaJulia, ubicada a la altura de

El Márquez, Parque Nacional el Ávila,

Petare

Petroglifodela QuebradadeGalindo o piedra de los

indios, ubicado al final de la Av. Boyacá a la altura

de Terrazas del Ávila, Quebrada de Galindo, 200

metros del distribuidor La Urbina.

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La Encomienda y la Esclavitud Indígena.

La violencia de la conquista se reflejó durante el proceso de colonización, los indígenas

sometidos fueron entregados al trabajo estricto bajo la figura de la Encomienda, que actuó

como células para la fundación de futuros pueblos y doctrinas. Explica el profesor Vila

(1974), sobre la función pobladora de la encomienda:

En la institución de la encomienda se encuentran características del señorío que

se indicaban en la antigua legislación castellana: empero, también aparecen

rasgos enfiteusis. Tenia del señorío el poder limitado del encomendero; limitado

por su vasallaje al monarca. Los indígenas encomendados eran, al igual que el

encomendero, vasallos del rey; pero el encomendero lo podía hacer trabajar para

él; si bien estaba obligado a pagar a la Corona un impuesto por cada natural de

su encomienda. El encomendero no tenía jurisdicción civil ni criminal sobre los

encomendados. El señorío en la encomienda se ejercía sobre un espacio de

territorio y sobre los naturales del mismo. La duración legal de la encomienda

era, a lo máximo, para dos vidas. La acción del encomendero estaba fiscalizada

por visitadores y justicias. Todo esto de acuerdo con una de derecho; de hecho,

la aplicación de las normas establecidas podía ser muy relativa (pp. 35-36)

En este mismo orden de ideas, se hace necesario confrontar la tesis que se maneja en

algunas obras, donde se exponen las bondades de esta institución, tal es el caso de Sanoja y

Vargas (1974), quienes sostienen:

…La encomienda significó un mejoramiento en la situación indígena, ya que

paso de ser un simple esclavo o esclavo en potencia, al estado de siervo con

algunos derechos, una especie de vasallo del rey, entregado en custodia al

encomendero (p. 233).

En contraposición a este planteamiento otros especialistas consideran que, si bien esta

institución desde el punto de vista legal deberá proteger al indígena, en realidad

multiplicaba las penas de los naturales, cambiando su estilo de vida ampliamente.

En Petare esta situación se evidenciaba. Los indios se compartieron para cumplir

actividades, entre las que se encontraban labrar la tierra. Se compensaba con indios y tierras

a los capitanes que habían contribuido en el éxito de la conquista. Recordemos a Cristóbal

Jil y al Capitán Francisco Infante; aquellos compañeros de Diego de Losada, durante la

conquista, resultaron los primeros encomenderos de Petare. Tomamos a Castillo Lara

(1981) para sostener lo siguiente:

De esta primera Jornada de encomiendas en Guarenas y Mariches debemos

nombrar, las otorgadas al Capitán Sebastián Díaz de Güeima, a Juan Gallego en

el Valle de Izcaragua y la serranía cordillerana, a Francisco Infante, Hernando

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Cerrada Y Cristóbal Cobos en Guarenas, prolongado hacia Guatire y Caucagua.

En 1621 eran encomenderos es esa región Antonio Gámez, Francisco Infante,

Lucas Martín Hernando Cerrada (p.70).

Destacándose con el Capitán Infante los primeros litigios por límites territoriales en

contra del señor Andrés de Ledesma, encomendero de los indios del Cacique Baruta,

llegando esta situación al Consejo de Indias. Posteriormente y comprobándose en

documentos que reposan en el Archivo General de la Nación (AGN), obtenemos los

siguientes señalamientos; para 1619 existía la encomienda de Indios de San Francisco de

Petare, y es a partir de este momento cuando comienzan a destacarse nuevos títulos de

encomienda, destacándose entre estos a; Francisco Ladrón de Guevara, NofreCarrasquer,

Alonso González Urbano, Pedro Alonso Galea de Mendoza y Gabriel de Ibarra.

Hecha las consideraciones citamos a Da Antonio (s/f):

Petare, al decir de Don José Oviedo y Baños fe fundado por el encomendero

Don Cristóbal Gil hacia el último tercio del siglo XVI, unos años mas tarde que

Caracas…señala que para 1619 existía la encomienda de Indios de san Francisco

y que para 1624, el Capitán Francisco Infante poseyó la del valle del Dulce

Nombre de Jesús bajo la advocación comenzó a perfilarse el damero irregular de

la villa. „Pero lo importante escribe Guillermo Morón, es otra cosa de raigambre

histórica: que Petare existió como pueblo real y efectivo, con vida corriente,

desde 1619 a 1822 y que desde este último año adquirió categoría de ciudad

(pp.13-14).

En 1660, el gobernador y Capitán General Pedro Torres y Toledo, cumple con las

visitas que le son inherentes a las encomiendas, arrojando las siguientes observaciones en

relación con la encomienda de “San Francisco de Petare”, que fue de Alonso Vázquez y la

heredo su hija Juana Mateos, esta fallece y la misma paso a manos del Capitán Juan de

Guevara y, a su vez, por herencia fue entregada a su hijo el Capitán Francisco Ladrón de

Guevara. Cabe agregar que con los indios de esta encomienda comienza el mestizaje

(indios, blancos, negro esclavo) en esta área.

Otra situación que se destaca es el censo local, el cual informa la presencia de 175

indios: 54 parejas, 14 solteros, 53 jóvenes, de las cuales 35 eran mujeres. Dentro de las

situaciones irregulares, este encomendero tenía dos grupos aborígenes diferentes, se

encontraron tanto Mariches como Quiriquires, esto no estaba permitido, sin embargo, no

fue castigado penalmente por haber cometido este delito (Vargas Mendoza, Ob.cit.: p.40).

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Sin embargo, en muchas ocasiones las autoridades eclesiásticas, representadas en los

obispos, hicieron presión ante su majestad Carlos II y su madre la reina Doña Mariana de

Austria, con el fin de que los aborígenes no resultaran afectados por los tratos de los

encomenderos, revisemos el siguiente documento dirigido por el obispo Antonio González

(1965) escrito en enviado a la reina en 1675:

Deseando V.M. que los Indios de esta provincia de Venezuela no sean

molestados y que gocen de la libertad que V.M. y Gloriosos progenitores se han

servido de consederles, mando por cedula de veinte y ocho de mayo de

seiscientos y setenta y setenta y dos y por otra de treinta y vna de mayo de

seiscientos y setenta y tres que se pusiesen en entera libertad y que dispusiese

que se quitase al servicio personal de los yndios ejecutando presisa y

puntualmente sin permitir que de ninguna manera, fuesesn molestados. de los

encomenderos ni otras personas procurando en todo su mayor alibio y

conservación y que fuesen doctrinados con el cuidado y asistencia que conviene

por ser lo principal a que se deve atender. yami que lo hiciese executar; y

haviendo llegado a esta provincia y reconocido los yncovenuenites que se

seguiran de dar resolución en materia universal sin examinar los medios que

condujesen a ella con consulta de el General Don Francisco de

AvilaOrejonGaston. Suplique a V.M. fuesse servido de tener por bien que la

suspendiesse hasta salir a la visita y tomar entero conosimiento, de las cosas y

por cedula de treynta y uno de diziembre del año passado se seis sientos y

setenta y quatro se sirve V.M. de aprovarlomandandome, execute lo se me esta

ordenado; en cuya execussiondevo: representar a V.M. que he visitado las

provincias de las Guarenas; de Petare, del Valle de la Pascua, de Mayquetia,

Guaycamacuto, Y Torrequemada en que estan las principales encomiendas de

esta provincia; he procurado sean aliviados los Yndios y llegando al punto de

ponerlos en libertad me hallo embarcado con diversas consideraciones que solo

para ponerlas en la Realnotisia de V.M de quien espero la resolución para

obedecer en todo (sic)…(p.101-102).

Ahora bien, cuando se instala la institución de la encomienda en Venezuela, se

realiza sobre bases ya superadas en las demás provincias. Mientras en otros partes se había

avanzado hacia formas más ordenadas, con la reducción a los pueblos de los indígenas y el

establecimiento del tributo, aquí se conservan vigentes hasta fines del siglo XVII. Y, con

todo esto, el Ordenamiento que reglamentaba la institución no se llega a sancionar sino a

medias, y con grandes equivocaciones, sobre todo en lo concerniente a la asistencia

personal de los indígenas, al poblamiento en forma urbana y a las tasas y demoras (Castillo

Lara, 1998:34).

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La Encomienda y el Pueblo de Indios o de Doctrina.

Petare nace como un pueblo de doctrina de indios. Este estará constituido con indios de

nación Mariches, a los cuales había que adoctrinar bajo los preceptos del cristianismo,

enseñarles el trabajo de la tierra, estimulando la fe católica.

Por real cédula de 16 de abril de 1618, el rey Felipe III, obedeciendo a los muchos

reclamos que le llegan desde la colonia, se ordena al Gobernador y al Obispo de la

Provincia de Venezuela reunir a los indios en un pueblo. Es el Gobernador de esta

provincia Don Francisco de la Hoz y Berrio, y el Obispado estaba en manos de fray

Gonzalo Angulo. Tomando las previsiones correspondientes levantan el pueblo para 1621.

Se seleccionaron sitios donde las características predominantes eran la abundancia de agua

y tierras aptas para la siembra. Tomamos a Méndez (1995) para acotar lo siguiente:

Petare, vocablo derivado de la lengua caribe cuyos fonemas significan pet: cara

y are: río, fue fundado el 17 de febrero de 1621 como pueblo de doctrina de

indios bajo la advocación del Dulce Nombre de Jesús de Petare, por Pedro

Gutiérrez y Lugo y el Padre Gabriel Mendoza, quienes demarcaron el sitio

donde sería levantada la iglesia para impartir la doctrina cristiana. Sus límites

eran: al Norte las Tierras de la que será La Urbina, por el Sur El Guaire, por el

Este La Quebrada El Oro y por el Oeste el Río Caurimare (p.21).

Constituirán los pueblos indios los de la encomienda de Juan Rodríguez Santos, Juan

Guevara, Nofre Carrasquer, Alonso González Urbano, Diego de Alfaro, Andrés de

rebolledo y Alonso Gracia Pineda. Es el encargado de cumplir con este proceso el teniente

Pedro Gutiérrez de Lugo, para proceder en nombre del gobernador, al episodio de

fundación. Por otra parte, el obispo fray Gonzalo de Angulo le encarga al padre Gabriel de

Mendoza que atienda lo correspondiente a los aspectos religiosos de la erección del pueblo,

siendo la obra principal la edificación de la iglesia.

Corresponde a los encomenderos dotar a la iglesia de los ornamentos necesarios para

la realización de la eucaristía, deben ellos escoger el sitio para la ubicación del cementerio

y para la casa parroquial. El 17 de febrero de 1621, el escribano Juan Luis de Antequera

deja testimonio escrito de la fundación de la Doctrina del Buen Jesús de Petare, le

acompañan en esta ceremonia Pedro Gutiérrez de Lugo y el padre Gabriel Mendoza. Esto

se puede corroborar revisando el acta de fundación de pueblo de doctrina que estará bajo la

advocación del Buen Jesús (Gráfico 2) y allí mismo se indica que debe erigirse su Iglesia,

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una copia de este documento reposa en el Archivo Histórico del Centro de Historia

Regional de Petare.

Este momento histórico se puede pensar como el hito de una comunidad. Los

pueblos de doctrina, o de Indios, comienzan a fundarse por toda la provincia, con reglas

claras entre las que se expresa que estos pueblos son para la “ubicación de la población

indígena, ya sometida y controlada, en lugares definitivos y delimitados a la par que

separados de las tierras de los encomenderos que se encontraban en la jurisdicción de las

ciudades y villas de españoles (Aizpurúa:34). En esta misma forma, el aborigen ya no

estaba obligado a vivir bajo la constante tutela del encomendero. Se reducía a llevar sus

jornadas de trabajo en sus tierras tres días a la semana o su equivalente en lapsos más

largos. El resto del tiempo el aborigen podía emplearlo en trabajar en los resguardos o

tierras comunales que pertenecían al Pueblo de Indios (ídem).

Gráfico 7.Buen Jesússanto patrono del pueblo de Petare. Está representado por una pequeña figura de

madera policromada de 70 cm de alto, la cual se encuentra ubicada en el altar mayor de la Iglesia del Dulce

Nombre de Jesús. Su origen es dudoso, pues su autor es desconocido y aunque sus fiestas empezaron a

celebrarse a partir de 1646, no aparece registrado entre el patrimonio de la iglesia sino hasta 1713. Fuente:

Joffre, A. (2010). Petare Centro Histórico. [Imagen en Línea] Disponible:

http://www.centrohistoricodepetare.com/website/tradiciones.html [Consulta, 2011, Abril 24]

CONHISREMI, Revista Universitaria de Investigación y Diálogo Académico, Volumen 8, Número 1, 2012 62

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La Instrucción

Las funciones de la encomienda estaban definidas según la ordenanza de Zaragoza

de 1518. Esta determinaba que a los naturales de las indias se les debía: enseñar la fe

católica y todos los aspectos que les hacía falta comprender a los indios, y estos, a

cambio, debían retribuir a los españoles con trabajo. En las Ordenanzas de Granada, de

1526, el objetivo de la encomienda estaba centrado así (Arcila Farías, 1973: 79):

1.- Apartar a los indios de sus vicios.

2.- Instruirlos en los buenos usos y costumbres.

3.- Enseñarles la religión cristiana.

4.- Enseñarles a vivir en policía.

5.- Obligarlos a servir a los españoles.

Estas serían las funciones indicadas en las legislación, que tendrían sus variantes

hasta el 23 de noviembre de 1718, cuando el monarca dispone que las encomiendas que

estuviesen vacantes, o que no estuvieran confirmadas, se incorporarían a la Corona y

aquellas confirmadas y adjudicadas, terminarían con la con la muerte de sus adjudicatarios

aunque la tuviesen en primera vida. Con respecto a la encomienda, Pittol (1995) señala:

El régimen de la encomienda se inicia en Venezuela el año 1545, colocando a la

población indígena sobreviviente a la conquista, en una sujeción de carácter

servil con relación a los encomendados. La encomienda era un derecho

concedido por merced real, a aquellos españoles que, con sus propios recursos,

participasen en la conquista de los pueblos recién encontrados, para recibir y

cobrar para sí, los tributos de los indígenas que se les encomendaba de por vida,

y la de un heredero, conforme a la ley sucesoral, con cargo de cuidar del bien de

ellos en lo espiritual y temporal, y de habitar y defender las provincias donde

fueron encomendados. En principio las encomiendas tuvieron carácter temporal

o vitalicio. Para 1536, se conceden las encomiendas por dos vidas es decir, la del

encomendero y a su muerte la recibe as esposa o el hijo. Hacia el año de 1542,

se decreta la abolición de las encomiendas de servicio y surge así la encomienda

de tributo, donde al indígena se le exige el pago de un tributo. Para el año de

1629, se concede por más vidas, es decir, tres vidas. En el año de 1704, se

permitió una cuarta vida. La abolición de las encomiendas se decreta en el año

de 1718, completándose este proceso entre los años de 1720 y 1721(p.76).

Sin embargo, el objetivo central de la encomienda en Petare no tuvo éxito. Cuando

finaliza el régimen de la encomienda en el valle petareño, el resultado que se obtiene es

negativo. Tanto en Petare como en sus alrededores, los núcleos aborígenes se internaron

montaña adentro y fueron escasos los que se entregaron a la encomienda. No se pudo

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integrar los habitantes originarios, a la vid comunitaria, ni siquiera en el momento en que el

pueblo entro en desarrollo. Los encomenderos solo heredaron al aborigen el signo de la

esclavitud: trabajo diario que produjera la máxima ganancia.

Una de las razones para que se estableciera esta situación radicaba en que el

encomendero vivía en Caracas, y regularmente atendía otros negocios, tales como hatos y

fundos. El cura doctrinero, antes del comienzo de la estabilidad de la comunidad, lograba

atender día a día la enseñanza de la doctrina cristiana. En ocasiones era de semana en

semana y, transcurría de un mes a dos, para poder visitar los pequeños vecinos indígenas,

que regularmente estaban distantes unos de otros.

No obstante, luego de la constitución del pueblo de doctrina de Indios, el proceso de

reducción y el paso de los años Petare se convertirá en un modelo instrucción para toda la

provincia y esto lo podemos ver desde el estudio de la visita pastoral del Obispo Mariano

Martí, quien, a través de su libro personal, nos indica cual es la situación de los indígenas y

del método de enseñar la doctrina, el prelado en el año de 1772:

Día 14 de octubre de 1772, salimos a las cinco de la mañana de Chacao, y a las

seis y quarto llegamos a este pueblo de Petare, distante legua y media…El

método de enseñar la Doctrina a estos indios y indias de Doctrina, que son los

menores de dieciocho años, acuden todos los días a las seis de la mañana con los

dos Fiscales al corredor de la casa de Cura, y resan todos los días concurren en el

mismo lugar y hazen lo mismo, y ocupan en todo mas de un quarto de hora por la

mañana y otro tanto tiempo por la tarde (Sic)...(pp.3-4).

Atendiendo a los datos ya citados, conocemos que la doctrina estaba destinada a

los indígenas jóvenes y que básicamente descansada en la regular asistencia a los

templos para orarle a Dios todopoderoso. Continuamos revisando el documento:

…Todos los domingos y días de fiesta de la Quaresma, los Fiscales dentro de la

Iglesia con todos los indios, casados y no casados, resanla Doctrina, empezando

los Fiscales y respondiendo los demás, y por las tardes de dichos domingos y

antes de Quaresma y Domínicas de Adviento, salen en procesión los indios por

las calles cantando la Doctrina. Esto conforme a la synodal (Sic) (p.4).

Dentro de la doctrina de indios en el pueblo del buen Jesús de Petare, los deberes

religiosos permanecieron inalterables: misa rezada y cantada todos los domingos y en

días de fiesta religiosa, así como la procesión en confirmación del sacrifico de los

mártires católicos.

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Por la descripción del obispo Martí se concibe que era un procedimiento uniforme

para impedir que se escuchara una enseñanza doctrinariamente disonante con menoscabo de

la religión, y éste régimen lineal, se efectuaba desde el siglo XVII según el proyecto

fundamental consagrado por el Concilio Provincial de Santo Domingo en 1622-1623. El

libro que exhortaba el Obispo Martí, era el catecismo del Padre Ripalda (Fernández Heres,

1999: 188). El mismo autor acota:

Naturalmente que el rendimiento que se podía obtener de tal labor de

instrucción no era del todo satisfactorio; ya sabemos cuántas eran las

dificultades existían para sembrar una fe y una cultura, y hasta el año de 1694

la situación según el testimonio del Gobernador y Capitán General de la

Provincia de Venezuela, Don Francisco Berroteran, era todavía bastante

deprimente, pues señalaba que se ha reconocido en los Pueblos Indios de esta

Provincia, no hay Indios que sepan leer ni escribir, ni que lo sean de confianza

para entregarles desde luego la administración y llaves de los bienes de

Comunidad, ni menos tienen práctica ni inteligencia para formar la cuenta y

tomar la razón de ellos, que debe haber con la mayor formalidad, según lo

tiene previsto su majestad” (p.189).

Con la llegada del siglo XVIII se comprueba un avance, es decir, comienza a verse el

fruto del trabajo del proceso de implantación colonial que se comenzó con la conquista, a

través de sus misioneros y la enseñanza de la doctrina.

El Corregidor de Indios y el Cura Doctrinero.

Con la creación de los pueblos de indios o de doctrina, el encomendero veía

limitado su poder también en los planos político y religioso, puesto que ahora el corregidor

y el sacerdote, también llamado cura doctrinero, eran los encargados de ejecutar esa misión.

El corregidor de indios tenía entre sus privilegios ser el representante real, y era el

comisionado de inspeccionar que se hiciese una correcta aplicación en todas las ordenanzas

que emitiera la corona y que tuvieran que ver con el desarrollo de los nativos en sus

poblaciones. El clérigo, nombrado cura doctrinero, era el delegado de la Iglesia y estaba

comprometido con ejecutar el adoctrinamiento religioso de los aborígenes ubicados en el

pueblo de Indios. Con relación a esto citamos nuevamente a Aizpurua:

Entre la Corona, la Iglesia y el encomendero se ponía en funcionamiento una triarquía con lógicas contradicciones permanente sobre los límites de alcances

del poder de cada uno. Los indígenas, al establecerse en los mencionados

pueblos de indios, debían dividir su tiempo de trabajo. Una parte lo utilizaban

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en la labranza de sus tierras comunales de las que extraían lo elementos

básicos para su sustento en un conuco familiar y en el conuco de la

comunidad. Durante el resto del tiempo (tres días a la semana o su

equivalente) debían trabajar a las órdenes del encomendero al cual habían sido

asignados (p.35).

En este escenario, el trabajo se constituía en una forma doble y concertada que

permitía establecer las diferencias entre el trabajo propio que se destinaba para sostener a

las familias en las tierras comunales del pueblo de Indios en el cual se le había

empadronado, del que había realizado para el encomendero del cual sólo podía tomar lo

necesario para su subsistencia y la alimentación, ya que el excedente regularmente le era

confiscado.

Al nuevo pueblo del Buen Jesús no se le designó Cura Doctrinero. Lo asistía el

clérigo que designaba el Reverendo Padre Custodio. Sin embargo, en el proceso de

investigación encontramos que, para el año de 1665, Fray Juan del Castillo se dedica

atender a los indígenas; en esta época los religiosos franciscanos, practicaban con

regularidad su acción misional por todos los poblados de la provincia. El centro de toda esta

actividad se encontraba en el Convento de San Francisco de Caracas, y estos tuvieron a su

cargo las doctrinas de Petare, Baruta, El Valle, El Cojo de Caraballeda y Naiquatá, esta

actividad se mantuvo hasta 1763 (Parra Márquez, 1966: (s/p)).

Durante el año de 1688 visita la encomienda del valle del Dulce Nombre de Jesús,

el Presbítero Francisco Pérez Camacho, ejecutando una misión episcopal. El señor Obispo

prestaba especial atención a los pueblos de Doctrina de Indios. Refiere Parra Márquez sobre

esta visita:

Con mucha frecuencia se le veía en la puerta de su casa (se refiere al Padre

Pérez Camacho), sentado sobre una silla taburete con asiento y espaldar de

cuero, distraído en ver a su pequeño, cuando Celso Velán, ocupado en desyerbar

la calle frente a su habitación y en barrer la misma con una escoba formada por

ramas, probablemente de una planta conocida con el nombre de escobilla,

cortada en los cercanos bosques, Celso Velán era mestizo, quien entonces tenía

trece o catorce años y había sido puesto por su madre Teresa Velán, al cuidado

del Padre Pérez Camacho, cuando éste, enviado en Comisión por el Sr. Obispo,

estuvo a fines de 1688 en la encomienda y el Pueblo de Petare o Valle del Dulce

Nombre de Jesús, y el cual había llegado enana mula rucia que le fue prestada

por el Ilustrísimo Prelado, Y cuéntese que la gente se hacía eco de cómo cuando

el muchacho petareño terminaba la jornada y se dirigía al sur para depositar la

carga de desperdicios y basura por las cercanías del Guaire, Don Francisco

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Pérez Camacho lo seguía y aprovechaba el trayecto de ida y regreso, para

adoctrinar el mestizo en las cosas de la religión y del santo temor de Dios (s/p).

En este fragmento observamos la acción de un Cura Doctrinero y su empeño en

hacer que uno de los miembros poblado entienda y acate la fe católica, como mandaba las

Santa y Apostólica Iglesia Romana. Con la presencia del Cura Doctrinero las autoridades

eclesiásticas elaboran normas para que se comience a llevar los Libros de Registro y

Gobierno de Pueblos de Doctrina. Se inicia el asiento de bautizos, matrimonios y

defunciones. Comienzan a tomarse notas particulares que nos ayudan a reconstruir la vida

cotidiana del Pueblo de Doctrina del Buen Jesús de Petare.

El Tributo de Indios.

Al ser derogada la encomienda de servicios personales en forma de trabajo, el

aborigen, por consiguiente, no estaba obligado a trabajar para su encomendero, aunque sí le

era impuesto por los corregidores a ocuparse en las haciendas de las poblaciones cercanas a

cambio de una paga instituida en los reglamentos. Mientras se aceptaba la abolición de los

servicios personales, para suplirlos, se creó una opción muy similar a las circunstancias

anteriores. En este caso nos referimos al tributo. Este consistía en un pago que cada familia

aborigen u hombre de trabajo debía pagar en dinero, salvo en acuerdos extraordinarios

donde se permitía que lo hiciera en especies, a su encomendero. Esta tributación s dirigía en

un principio al encomendero pero consecutivamente fue aprovechada por la Corona.

El tributo de indios se convirtió en la evidencia más notoria de que la población

aborigen siguió siendo un grupo segregado y subordinado hasta fin de la vida colonial.

Esta autoridad se nota también en el hecho de que los nativos debían seguir viviendo

en los pueblos de indios en los que habían sido ubicados. En estos pueblos continuaban

siendo vigilados, en ellos les correspondían pagar su tributo a los corregidores y recibían

inexcusablemente el adoctrinamiento religioso por parte de los clérigos; igualmente, debía

trabajar en los cultivos comunitarios para asegurar la sobrevivencia del sacerdote y en otras

ocasiones era menester que trabajasen en la edificación de la propia iglesia, así como

también se debían ocupar de la subsistencia de las familias indígenas que no podían

trabajar.

Si abandonaban estas obligaciones, eran acusados y escarmentados como

transgresores de la ley. Si trataban de irse a otras zonas, era muy posible que perdieran los

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derechos sobre las tierras comunales y, en ese caso, lo único que lograban hacer era

“enrrochelarse”, es decir, trasladarse hacia sitios no controlados por los funcionarios

coloniales y los miembros de la Iglesia, y llevar una vida emancipado; en otras situaciones

lograban emplearse como jornaleros en las haciendas que los aceptaban. Indiscutiblemente

no poseían libertad legal de movimiento y de trabajo, “aunque fuera relativa, de la que

disfrutaba el resto de la población no esclava” (Aizpurua, Ob. Cit.: 36). Para finalizar este

capítulo consideramos necesario incorporar el presente cuadro:

Cuadro 1

Encomenderos, Corregidores y Curas Doctrinerosen elTiempo Histórico Colonial Petareño.

Encomenderos

(1568-1700)

Corregidores – Tenientes de

Justicia

(1740-1822)

Curas Doctrineros y Seculares

que Ejercieron en Petare

Francisco Infante

DiegodeLozada JuanRangel

Diego deAlfaro

Diego Ladrón de Guevara

Juan RodríguezSantos Gabriel deIbarra

Alonso González deUrbano

Pedro Alonso Galea deMendoza MaríaGalea de Mendoza

Juan Gallegos

Capitán Sebastián DiazAlfaro

Alonzo García Pineda Marcos Díaz Alfaro

Capitán Andrés de Rebolledo

Capitán Onofre Carraquer

Capitán Pedro Juan Carrasquer

Alonso Vázquez

JuanaMateos

Capitán Juan deGuevara

Francisco Fajardo

Félix Cabrera

Cecilio Alcántara Pablo Alavedra Carrasco

Lázaro DiazTenerife

Antonio Xedler

JoséMaríaOchoteco Antonio Muñoz

Antonio Barreto

Manuel Beltraqueño Ignacio Rengifo

Carlos Plaza

Dionisio Oronoz

Manuel Diazde lasCasas Marcos Borges

Fray Buenaventura delosÁngeles

(1687) Fray Basilio Antonio Carrasca

(1727)

Fray Gabriel Ramón Ibarra (1754)

Fray Antonio Monserrate (1771) Presbítero Pablo JoséRomero

(1785)

Presbítero Rafael Alvarado Serrano (1755)

Presbítero Marcos Francisco

González (1766)

Presbíteros Manuel Noriega (1770) Presbíteros Antonio DiazArgote

(1810)

Presbítero Salvador Delgado (1815)

Presbítero José MaríaXedler (1817)

Fray Jacinto Madelaine (1835)

Fray José delosÁngeles Pérez

(1837)

Fray FranciscodePaulaGuzmán (1840)

Fray Manuel Alpizar Pérez (1843)

Fray Diego de Villalongo (1853)

Fray José Maraury (1853)

Fuente: Méndez Sereno, C. (1995). Petare a través del Tiempo. Elaborado por: Gómez S. (2011).

Consideraciones Finales

Al concluir esta disertación, apreciamos que aún nos invaden muchas incertidumbres

que requieren de consulta y una posterior respuesta. Pero esta preocupación la

consideramos igualmente sorprendente, ya que han sido las dudas las que nos condujeron, y

nos guiaron en el minucioso trabajo de la experticia documental que nos ha permitido

elaborar este producto.

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Partimos de un indicio que ahora logramos corroborar, existe la necesidad de elaborar

un material que recoja la historia cotidiana del pueblo del Buen Jesús de Petare en el

tiempo histórico colonial, que ayude a las comunidades a identificarse con su terruño, y

que, a la vez que se convierta en parte de la memoria del municipio, nos permita conocer

cómo se formó nuestro gentilicio como latinoamericanos y a la vez como venezolanos.

El investigador social, específicamente el especialista en el campo de la historia, es

constructor de representaciones, y su deber radica en aportar datos nuevos y abundantes

para la ampliación del horizonte, tanto metodológico, como de información, en el centro de

la disciplina histórica. En el caso de Petare colonial, la presente investigación aportó

información documental en torno al conocimiento de cómo fue el proceso de colonización,

conquista, y de la implantación del modelo metropolitano español en el valle de Petare, así

como el asunto de dominación del aborigen Mariche, el cual fue reducido a las

encomiendas y, posteriormente, a los pueblos de doctrina.

Este estudio pretende estimular y contribuir a la elaboración de más y mejores

trabajos historiográficos en este período de estudio. Para la realización del mismo se

consultaron múltiples centros de información; sin embargo, la columna vertebral de esta

investigación descansa sobre los datos recaudados en los libros de Protocolo del Distrito

Sucre del Estado Miranda, lo que representa una productiva veta de investigación de

historia regional y local colonial.

El estudio del Registro nos permitió obtener información sobre las costumbre y

prácticas sociales en Petare desde documentos privados (testamentos, documentos de

compra – venta entre otros), arrojando un precioso material fáctico que nos permitirá

acceder un mejor conocimiento acerca de la propiedad territorial agraria del pueblo, la

venta de las mismas y las formas jurídicas de poder y de propiedad, sobre las costumbres y

prácticas que se llevaban en la sociedad petareña colonial.

En el caso concreto del estudio de Petare, se localizó suficiente material inicial de

investigación para convencer a los interesados, a iniciar estudios de campo por parte de

estudiantes y docentes en los diferentes conglomerados del Municipio.

Para concluir, se tiene que el presente trabajo pretende servir, junto a otros datos

para reconstruir el pasado de una sociedad con regularidades y matices propios; a partir de

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una variedad de fuentes. Se proporcionaron indicadores tales como; creencias, formas de

trabajo, costumbres y de mentalidades.

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