Los medios Principales
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Los medios principales omiten el contexto y
hechos clave acerca de Cuba
Por Saul Landau y Nelson Valdés
El 8 de Julio, el artículo central de The Washington Post
("Cuba pondrá en libertad a 52 presos políticos, dice la
Iglesia Católica”) reportó que Cuba había liberado a cinco
prisioneros políticos y había asegurado que liberaría a
cuarenta y siete más en el futuro cercano.
El presidente cubano Raúl Castro dijo que en breve todos
los presos políticos serían puestos en libertad. El 16 de julio,
otro grupo dejó la prisión.
El artículo del Post y su editorial del 9 de julio acerca del
“gesto marginal de Cuba” omitieron hechos que los lectores
necesitarían a fin de entender la significación de la
liberación de los presos. Ambos artículos presentan la
imagen de un “prisionero político” que está dedicado a
expresar opiniones no aceptadas –quizás un poeta o alguien
que denuncia la corrupción. Pero estas personas estaban en
la cárcel por haber cometido delitos que los hubieran
puesto tras las rejas si se hicieran en Estados Unidos,
incluyendo trabajar para un gobierno extranjero sin
inscribirse y además cometiendo actos violentos.
Por ejemplo, Orlando Zapara, el huelguista de hambre que
murió en marzo, fue condenado por agresión con
agravantes –le cortó una oreja a un hombre con un
machete porque la víctima intervino para detener una pelea
en la calle. Obtuvo su reputación como “disidente” mientras
cumplía su condena en prisión.
Se ha reportado que cuando James Cason llegó a La Habana
en 2003 para encabezar la misión diplomática de EE.UU., el
Departamento de Estado le había ordenado que adoptara el
papel del “norteamericano feo”; interferir descaradamente
en los asuntos internos de Cuba. Roger Noriega, que por
entonces era el secretario asistente de Estado para Asuntos
del Hemisferio Occidental, explicó recientemente en un
programa de comentarios en la radio de Miami que el
motivo era para inducir a Cuba a que lo expulsara, lo cual
daría a la Administración Bush un pretexto para terminar los
contactos formales con la isla.
Para lograr ese objetivo, Cason organizó y pagó
abiertamente a los “disidentes” cubanos. Sin embargo, en
vez de expulsar al titiritero, Cuba arrestó a los títeres que
Cason había utilizado como instrumentos humanos para sus
maquinaciones. (1 de julio Qué Pasa, Miami, en referencia a
una entrevista el 20 de mayo en WQBA Miami [Univisión],
"Lo que otros no dicen".)
El editorial también olvidó el hecho de que Estados Unidos
tiene más presos políticos en Cuba (Base de Guantánamo)
que el gobierno cubano. De los 181 prisioneros restantes en
Guantánamo, una Fuerza de Tarea, Obama recomendó que
48 fueran puestos en libertad de inmediato, ya que se sabe
que no han cometido actos criminales. La mayor parte de
estas personas fueron secuestradas. No se emitió ninguna
orden de arresto. (9 de julio, Financial Times.)
El gobierno norteamericano justificó tales “arrestos”
posteriores al 11/9 porque los norteamericanos se
consideraban bajo ataque de terroristas. Por tanto,
debemos simpatizar con los cubanos que al menos
emitieron órdenes de arresto contra personas que reciben
en secreto dinero del enemigo jurado de Cuba. Documentos
desclasificados de la CIA dan fe de miles de ataques
terroristas contra Cuba, apoyados por la CIA, desde inicios
de la década de 1960. Más cubanos han muerto a
consecuencia de estos ataques que los que perecieron en
los horrores del 11/9. Cuba también sufrió sustanciales
daños a la propiedad debido al sabotaje apoyado por la CIA
a fábricas y campos de cultivo.
En cuanto a las libertades civiles, Cuba al menos celebró
juicios formales a los disidentes y los declaró culpables de
organizar acciones a petición de funcionarios de EE.UU., así
como discutir otras para el futuro y aceptar dinero, artículos
o servicios de manos de diplomáticos de EE.UU. No fueron
acusados de tener ideas contrarias –aunque la expresión de
ideas opuestas puede haber motivado los arrestos. El
editorial del Post, así como un sermón similar en The Los
Angeles Times (10 de julio), parece haber realizado un juicio
usando una doble moral.
Los medios norteamericanos también han presentado a
Guillermo Fariñas, el otro ayunador de conciencia, con
atributos como los de Gandhi que pueden ser atemperados
por el hecho de su arresto en 1995 por haber dado una
golpiza a la directora de un hospital. En 2002 atacó a otra
mujer que luego necesitó cirugía.
Quizás Zapata y Fariñas puedan ser considerados opositores
políticos legítimos, pero ¿habría hablado el editorial acerca
de George Jackson y otros ex Panteras Negras sin
mencionar sus antecedentes penales?
En ningún caso se evidencia más dramáticamente la doble
moral aplicada a Cuba que en el tema del terrorismo.
Actualmente, Estados Unidos ha dado refugio a individuos
acusados de horribles actos de terrorismo –el sabotaje de
un avión cubano de pasajeros en el que murieron 73
personas y una racha de ataques con bombas a
instalaciones turísticas cubanas, por lo que murió un
italiano y muchos resultaron heridos. En vez de procesar o
extraditar a Luis Posada Carriles y Orlando Bosch por
terrorismo internacional –cables de la CIA y el FBI señalan
su papel en el sabotaje al avión sobre Barbados en 1976,
matando a todos a bordo—Washington los ha protegido. El
Departamento de Justicia acusó a Posada de fraude
inmigratorio, una acusación menor, y ha permitido que el
caso se prolongue por seis años.
La doble moral y la ironía abundan. España y Estados Unidos
dan clases de libertad a Cuba después mantener la isla
como una colonia formal e informal, respectivamente,
durante 450 años. De alguna forma, ambos parecen
reivindicar un derecho perenne a dictar a Cuba un
comportamiento gubernamental.
Saul Landau es Profesor Emérito de la Universidad del Estado de California, y miembro
del Instituto para Estudios de Política.
Nelson P. Valdés es Profesor Emérito del Departamento de Sociología en la Universidad
de Nuevo México.