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22 San Segundo, por Juan de Juni. Ermita de San Segundo. Ávila.

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San Segundo, por Juan de Juni. Ermita de San Segundo. Ávila.

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LOS MENDOZA CLIENTES DE JDNIM.a Antonia Fernández del Hoyo

Una aproximación a la clientela de Juan deJuni permite advertir que, junto a institucionesreligiosas y algunas personas dedicadas alcomercio y las finanzas, el escultor tuvo porprincipales clientes a personajes del alto clero ya miembros de la nobleza. Entre ellos merecendestacarse las personalidades del obispo donÁlvaro de Mendoza y de su hermana doñaMaría de Mendoza, esposa de Francisco de losCobos 1•

Ambos hermanos, que mantuvieron toda suvida estrechísima relación entre sí, pueden sermuy representativos de la más distinguidaclientela de Juni, formando parte de la elitesocial de su época, tanto por su nacimientocomo por su vinculación con la monarquía y laiglesia. Pertenecientes a una rama secundariadel frondoso árbol de los Mendoza, fueron hijosdel matrimonio formado por don Juan Hurtadode Mendoza y doña María Sarmiento, 111 con­desa de Rivadavia, que tuvieron once hijos, seisvarones y cinco mujeres. María, nacida en1508, fue la mayor de ellas y, por azares fami­liares, acabaría siendo VII condesa del títul02•

El 19 de octubre de 1522 se rubricó su con­trato matrimonial con Francisco de los Cobas,desde 1516 secretario de Carlos V, celebrándo­se los esponsales al día siguiente. Ella era casiuna niña -«es gentil dama muchacha de hastacatorce años», dice Salinas- y Cobas habíasobrepasado los cuarenta. Seguramente el enla­ce tuvo mucho de conveniencia para ambas par­tes: los Rivadavia aportaban probada aristocra­cia castellana -doña María estaba emparentada

con el Conde de Benavente, los Almirantes y elcondestable de Castilla- pero no demasiada for­tuna; Cobas, de rango social muy inferior, esta­ba ya entonces muy próximo al Emperador. Elmatrimonio se hizo construir por el arquitectoLuis de Vega, sobre un solar en parte aportadopor la novia y situado en la Corredera deValladolid (actual Plaza de San Pablo), unespléndido palacio que sirvió de morada endiversas ocasiones a la familia reaP. En él, ymerced a las múltiples relaciones establecidaspor Cobas en sus viajes con el Emperador-entre ellas con el mismo Tiziano- se acomoda­ban un suntuoso mobiliario y notables obras dearte4. Tuvieron solamente dos hijos, Diego delos Cobas, nacido en 1523, y María Sarmiento,que lo hizo en 1524, cuando su madre teníadieciséis años.

Durante su matrimonio, hasta la muerte deCobas en 1547, María de Mendoza ocupó unpuesto destacado en la vida cortesana, habi­tualmente desde su palacio vallisoletano odurante sus viajes, acompañando ocasional­mente a su marido. Fue mujer cantada por poe­tas, como Gurierre de Cetina, y admirada porcortesanos'. No estuvo sin embargo ajena a crí­ticas, que le achacaban una excesiva influenciay una no menor inclinación a los regalos, lle­gando para algunos a empañar la, por otraparte, probada honradez de su marid06 . Seimplicó decididamente con él en todo loreferente a la gran empresa de la capilla de ElSalvador, de Úbeda -a la que continuó dedi­cando su interés después de la muerte de

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Cobos-, que no sería consagrada hasta 1555 Ydonde al cabo reposarían los dos.

Por lo demás, su vida debió cambiar radical­mente en el transcurso de su larga viudez,durante la cual residió casi siempre enValladolid dedicando especial interés a las obraspiadosas, hasta el punto de que Cabrera deCórdoba pudo escribir tras en su muerte quecausó «gran sentimiento por el bien que hacía,pues por los libros de la casa se desprendía queen cuarenta años de viudez había dado 500.000ducados de limosna»7.

A pesar de ello doña María debía llevar unelevado tren de vida, al menos eso parece dedu­cirse de los 30.000 ducados que se obligó apagar en noviembre de 1573 cuando se concer­tó el matrimonio de su nieto Diego Sarmientode Castro con su prima Leonor de Castro, con­desa de Rivadavia o de los 1.000 ducados quepara el gasto de su casa le proporcionaba cadames, en 1579, Francisco de Portillo, «tesorerode Su Majestad de las rentas reales de estavilla», que debía ser su administrador8 .

Documento revelador de cómo se alhajaba elpalacio de la plaza de San Pablo es el inventariode su ajuar realizado en enero de 1578. Lo com­ponían numerosas piezas de tapicería, telasricas, vestiduras de cama, alfombras, etc., variasde las cuales estaban incorporadas como bienespatrimoniales en el mayorazgo, como las gran­diosas alfombras que fueron «de Barbarroja eson las que el comendador mayor ganó cuandose tomó Túnez que eran tres ... de las cuales diouna su señoría al obispo de Ávila»9. Se inventa­rían también muebles, objetos artísticos, algu­nos traídos de América, y numerosas pinturasentre las cuales tienen especial relevancia losretratos, tanto del Emperador y otros grandespersonajes como de la propia familia Cobos­Mendoza, entre ellos -siendo el único cuyoautor se cita- «un retrato de mi señora doñaMaría de Mendoza que le hizo Berruguete» 10.

Con toda probabilidad la persona más próxi­ma a doña María en toda esta etapa de su vidafue su hermano don Álvaro. Seguramente algomayor que ella -en 1531 sería mayor de 25años- fue dedicado a la vida eclesiástica l' . Tras

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haber sido capellán de los Reyes Nuevos en lacatedral de Toledo y miembro del cabildo com­postelano, fue preconizado para el obispado deÁvila el 4 de septiembre de 1560, cargo quedesempeñó hasta su nombramiento como obis­po de Palencia el 11 de septiembre de 1577,diócesis que rigió hasta su muerte, en 1586,pocos meses antes de fallecer su hermana.

Durante sus años de obispado en Ávila y másaún ocupando la sede palentina don Álvaro deMendoza residió frecuentemente en Valladolid.Aunque estas ausencias de la cabecera del obis­pado fuesen frecuentes en la época, especialmen­te en los obispos palentinos a cuya diócesis per­tenecía la villa de Valladolid, parece que en elcaso de don Álvaro excedió de lo normal, lo quele valió la condena del Concilio Provincial cele­brado en Toledo en 1582-83 12 , Su residencia enValladolid sería habitualmente el palacio de suhermana, donde tenía sus propios aposentos 13.

No obstante, su labor en ambos obispados fuenotable: fundación del Seminario Tridentino deSan Millán, en la abulense, y convocatoria delSínodo Diocesano de 1582 y la fundación delSeminario Conciliar de San José, en la palentina.Tampoco estuvo don Álvaro de Mendoza ajenoal mecenazgo artístico: durante su obispado enÁvila impulsó la contratación de obras de artepara el culto de la catedral y parroquias, entreellas la custodia procesional de Juan de Arfe,ordenando el control de su realización 14.

Sin embargo la razón principal por la que sufigura goza de prestigio histórico radica en eldecidido apoyo que prestó a la empresa refor­madora de Teresa de Jesús, A través de los escri­tos de la propia Madre, singularmente lasFundaciones, y de todos sus biógrafos y estudio­sos, es conocida la decisiva actuación que, nosin vencer algunas reticencias iniciales, tuvo elobispo Mendoza, a poco de llegar a su sede abu­lense, para hacer posible la fundación del con­vento de San José, en 1562. En su primeraentrevista con la monja reformadora quedó cau­tivado por su personalidad y entregado a lacausa de la reforma carmelita -también en elcaso de los frailes descalzos- que no abandona­ría ya nunca.

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Don Álvaro tuvo la ilusión de reposar tras sumuerte junto a Teresa de Jesús. Para ello adqui­rió el patronato de la capilla mayor del conventode San José y procuró por todos sus medios queel sepulcro de la fundadora estuviese frente alsuyol5. La escritura final se rubricó en Valladolidel 13 de diciembre de 1584. Al margen de lasdiversas cláusulas que concretan la adquisicióndel patronato -por las que se compromete ahacer capilla para su entierro, con sacristía, crip­ta y retablos- de fijar la renta y capellanías, elobispo donó para cumplimiento de todo ello unaextensa lista de sus bienes propios' 6 en la que,además de valiosas piezas de plata, tapicería, etc.,hay una interesante serie de pinturas. Resalta enella el crecido número de obras de tema profano:mitologías, más de veinte, alegorías y escenas degénero. Entre los muy diversos retratos, merecedestacarse «un retrato pequeño de Erasmo»,expresivo del talante ¿liberal? del obispo que loconservaba en fechas tan poco propicias para laadmiración del humanista. Las únicas pinturascuyo autor se señala son: «un lienzo de JerónimoBosque de un hombre grueso una vieja y un niñoen su marco», «una tabla de una risa» y «unretrato de Ntra. Sra. pequeño», ambas «de manode Alonso Sánchez» y «otro retrato de un soplónde mano del Greco».

Evidentemente las religiosas pondrían a laventa la mayoría de estos bienes. El 16 de febre­ro de 1586 don Álvaro de Mendoza, conde deRivadavia y sobrino nieto del obispo, adquirióla «tapicería de la historia de Sansón, muy fina,en ocho paños» y «arra paño de verduras muyfino» y pocos días después don Iñigo deMendoza y de la Cerda, príncipe de Mélito,compró «dos fuentes y dos aguamaniles y dossaleros y dos pimenteros ricos de plata doradoshechos por Juan de Arfe»17.

Quizá en el momento de su muerte, ocurridaen Valladolid el 19 de abril de 1586, conforta­se a don Álvaro saber que, a instancias suyas, elcuerpo de Santa Teresa había sido llevado aÁvila el 24 de noviembre anterior, pero fue porpoco tiempo; en agosto del mismo año, el papaSixto V ordenó fuese devuelto a Alba deTormes. El sepulcro de don Álvaro, por el con-

trario, sobrevivió a la construcción de la nuevaiglesia y hoy se puede contemplar su bultofunerario.

La veneración del obispo Mendoza haciasanta Teresa se transmitió también a otrosmiembros de su familia, especialmente a suhermana María l8 . Es difícil precisar en quémomento conoció a Teresa de Jesús doña Maríade Mendoza pero la santa explica (Fundaciones,cap. 10) que la dama «muy cristiana y de gran­dísima caridad (sus limosnas en gran abundan­cia la daban bien a entender) hadame muchacaridad de antes que yo la había tratado, porquees hermana del obispo de Ávila, que en el pri­mer monasterio nos favoreció mucho y en todolo que toca a la Orden».

Desde luego fue en el verano de 1567, cuan­do su hermano Bernardino ofreció a la madreTeresa «una casa y huerta muy principal, y demucho precio, que tenía en Valladolid, queantes había sido casa de recreación del comen­dador mayor Cobas» 19. En diciembre de esemismo año don Álvaro y doña María, que via­jaban hacia Úbeda, llevaron en su propio cochea Teresa de Jesús, que se dirigía a fundar enMalagón, a Ávila, Madrid y Alcalá de Henares,concretándose durante el viaje lo relativo a lafundación en Valladolid. Aconteció luego elmuy conocido episodio de la repentina muertede Bernardino de Mendoza, precisamente enÚbeda, y la revelación tenida por la santa deque su alma permanecería atormentada en elpurgatorio hasta tanto fuese realidad el conven­to vallisoletano.

Con la ayuda, nuevamente, de don Álvarode Mendoza, ellO de agosto de 1568 llegaronTeresa y sus monjas a la finca de Río deOlmos, inaugurándose oficialmente el con­vento titulado de la Concepción de NuestraSeñora del Carmen el día 15, fiesta de laAsunción. En ese lugar permanecería pocotiempo a causa de su lejanía del centro de laentonces villa y de la humedad del paraje, quehizo enfermar a casi todas las monjas. Maríade Mendoza entonces «llevó a las religiosas asu casa, donde estuvieron con mucho recogi­miento sin salir del cuarto, y allí oían misa

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desde una tribuna que cae a "la parroquia (serefiere a la capilla aneja al palacio) de NuestraSeñora del Rosario».

Se trataba, lógicamente, de una solución pro­visional; nuevamente doña María intervinodando a las religiosas 2.600 ducados paraadquirir la casa y terreno donde instalar el defi­nitivo convento, que aún subsiste, al que setrasladaron el 3 de febrero de 1569. No termi­nó con ello el amparo de la Mendoza para conlas carmelitas; su relación con Santa Teresa, per­sonal y epistolar, se mantuvo en los añossiguientes y, tal como se lee en un manuscritoque guarda el archivo conventual, la dama «diode comer al convento hasta que murió». Enefecto, en 1585, dos años antes de morir, Maríade Mendoza firmó escritura de patronato,dotándolo con 8.000 ducados de renta paramantenimiento del convento, una vez acabadala capilla mayor que serviría de entierro a losmarqueses de Camarasa.

La construcción de los edificios conventualesy su decoración se realizarían esencialmente trasel fallecimiento de su protectora -el 11 defebrero de 1587- pero entre todas sus obras dearte el convento conserva dos, de valor artísticobien distinto, vinculables a ella. Una es, segúnel archivo conventual, el «retablo antiguo quese quitó de la primitiva iglesia ... que por serdel tiempo de nuestra madre Santa Teresa, quele hizo pintar, tenemos mucha devoción conél». Lo preside una tabla del Ecce Horno, en laque aparece el retrato de una dama con tocas deviuda, supuesto retrato de María de Mendoza,que sería su única efigie, Se adorna con losescudos de los Rivadavia20 ,

La otra pieza, singularísima, es un Cristocrucificado de tamaño menor del natural(1,14 m), en madera policromada, obra perso­nal de Juan de Juni, que Martín González21

fecha en la década de los setenta. Tiene la parti­cularidad de que está vivo, expirante, siendo laúnica vez que Juni talla un Crucificado aún convida. Se trata de una obra de excelente calidady profundo sentimiento. El paño de pureza muybajo, resbalando de las caderas, deja al descu­bierto un cuerpo potente, tensionado, rematado

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por una cabeza anhelante que violentamentegirada hacia arriba clama por el abandono delPadre. He pensado, sin poderlo constatar, si lavariación en la iconografía podría deberse aalguna visión o revelación de Teresa de Jesússobre el Crucificado.

Ninguna documentación aclara la proceden­cia de la obra pero, dada su fecha, hay que supo­ner que la escultura se hiciese ex profeso para elconvento recién fundado y, apoyándose en todolo antes expuesto, parece razonable pensar quesu principal protectora fuese la donante. Encontra está la falta de una anotación en loslibros del convento, que en otros casos registranel nombre de quien regala la pieza; a favor elhecho de que en 1572 María de Mendoza eracliente de Juni.

En efecto, según los cronistas abulenses de laépoca, María de Mendoza costeó, al menos enparte, una de las indudables obras maestras deJuni en su última etapa: el bulto orante de ala­bastro representando a San Segundo que se guar­da -no tan accesible a la contemplación admira­tiva como sería de desear- en la ermita de sunombre, extramuros de la ciudad de Ávila22 , Deacuerdo con una legendaria tradición, desechadapor la moderna historiografía, Segundo, uno delos siete varones apostólicos llegados a España enlos albores del cristianismo, habría sido el primerobispo de la diócesis abulense. En 1519 se pro­dujo el fortuito hallazgo de sus supuestos restosen la ermita románica situada en el arrabal delAdaja, entonces dedicada a San Sebastián, lo queoriginó un extraordinario fervor popular. Sinembargo transcurrieron mucho años sin que la yaermita de San Segundo se adornase con ningunaimagen del titular. Según el relato del escribanoAntonio de Cianca: «Doña María de Mendoza,hermana del obispo don Álvaro de Mendoza, fuemuy devota de bienaventurado San Segundo, yestando en Ávila el obispo su hermano, cerca delaño 1572, vino a tener una novena en la iglesiadel bienaventurado San Segundo, y estando enella trató de dar un dosel de brocado para cubriruna tumba de madera dorada que estaba encimade la laude del sepulcro del bienaventuradosanto, o doscientos ducados para ayuda de hacer

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un bulto de alabastro de la figura del mismosanto. Y al fin se resolvió de dar, como dio, losdoscientos ducados para este fin; con los cuales ycon algo más que se pagaron de limosnas delSanto, se hizo en Valladolid el bulto de él, queestá sobre su sepulcro; y para le asentar labradocomo agora parece se trajo a la iglesia de SanSegundo de Ávila en el mes de abril de 1573»23.

Los trabajos para colocar la escultura se ini­ciaron el 22 de ese mes cuando se quitaron lareja de hierro que rodeaba el sepulcro «paraasentar una basas y peanas de piedra berroque­ña sobre que se tiene que asentar y fijar unbulto esculpido y formado de alabastro». Fue elpropio Cianca quien, en su condición de escri­bano, testimonió el acta de colocación de laescultura, el sábado 25 de abril de 1573 cuan­do «poco después de medio día quedó asentadoe bulto e imagen»24. Curiosamente cuandoPonz (Viaje de España, t. XII, carta X, 51)divulgó el conocimiento de la escultura admi­tió lo que debía ser una creencia popular aldecir que «Es obra muy bella y de estilo senci­llo, tenida por de Alonso Berruguete», atribu­ción que era todavía repetida en 1893 porBenito Domínguez, quien, sin embargo, haceuna muy bella descripción de la escultura25 .

Verdaderamente es conmovedora la humil­dad y a la vez serena nobleza que desprende elrostro del santo y la blandura que un magistraltratamiento de alabastro da a los paños de lacapa y los guantes que visten la figura orante.El pedestal lleva cuatro escudos, uno en cadafrente, con las armas de Mendoza-Sarmiento.

Por último, se puede reflexionar sobre elentramado de relaciones, de carácter familiar osocial, que vincula a los Mendoza con otros clien­tes de J uni. En el primer aspecto, no hay queolvidar su parentesco con los Almirantes deCastilla: doña Francisca Sarmiento, 1I condesa deRivadavia y tía carnal de doña María y donÁlvaro por ser hermana de su madre, casó condon Enrique Enríquez, hermano de donFadrique Enríquez, IV Almirante de Castilla,para quien J uni realizó los grupos en barro deSan Jerónimo y el martirio de San Sebastián condestino al convento de San Francisco, de Medina

Cristo de la expiración, pOI' Juan de Juni.Convento de Santa Teresa. Valladolid.

de Rioseco, donde existen. Por otra parte no esaventurado suponer que alguien emparentadocon ellos, de la propia familia Rivadavia o de losmarqueses de Viana, fuese el comitente de lamagnífica virgen de la Esperanza, obra de Juni,que se conserva en la iglesia parroquial de Allariz(Orense). Hay que recordar que el bisabuelomaterno de los Mendoza, don Juan Pimentel,hijo del 11I conde de Benavente, heredó de supadre los señoríos de Allariz y Milmanda, quepasarían luego al marquesado de Viana. Quizádon Pedro Pimentel y Velasco, hijo del V condede Benavente y I marqués de Viana, pudo serquien encargase la imagen, que Martín Gonzálezfecha en la década de los 6026. Su propia herma­na, doña Catalina Pimentel y Velasco, casada condon Claudia de Quiñones, IV conde de Luna, fueclienta de Juni al menos en dos ocasiones: cuan­do contrató un retablo mayor para el convento deSan Francisco de la localidad de Benavides (de

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Orbigo), cuyo paradero se desconoce, y cuando leencargó la bellísima Virgen del Rosario para elconvento de Santo Domingo, de León, que seconserva en la iglesia de Santa Marina la Real, yesraba hecha antes de 154927 .

En cuanto a las relaciones sociales, desdeluego debió ser estrecha la mantenida entreCobos y Antonio de Guevara -no podía ser deotro modo esrando ambos tan próximos alEmperador- tal como se trasluce en el prólogode la obra Aviso de privados y doctrina de cortesa­nos, que Guevara le dedicó en 153928 . Lógica­mente también María de Mendoza participaríade la amistad del cronista del Emperador, igualque el obispo don Álvaro.

Tampoco parece arriesgado aventurar un rratoentre el matrimonio Cobos y la ilustre familiaManuel, vecinos muy próximos. En 1539 donPedro Manuel, obispo de Zamora, consagró, trassu reedificación, la capilla de la Cofradía delRosario, sita junto a sus casas y detrás del palaciode Cobos, con el que se comunicaba sirviéndolede capilla particular29. Pocos años después el obis­po adquirió una casa no lejos de este entorno paracuyo jardín, en 1566, seguramente diseñó ]uniuna fuente o gruta decorariva30.

Finalmente, pudo existir una relación deconocimiento entre María de Mendoza y lafamilia de los Águila, uno de cuyos miembros,el obispo de Zamora don Antonio del Águila,encargó a ]uni, en 1556, un Calvario para elconvento de San Francisco de CiudadRodrig03l . En 1573 María de Mendoza recibíaen su casa una carta de Felipe JI, solicitándole,como a otros muchos «prelados, grandes ycaballeros», prestase juramento al entoncespríncipe heredero don Fernando (1571-78). Elportador era, como para los demás, D. Antoniodel Águila, caballero de Alcántara, pero entrelos testigos aparece, sólo en esta ocasión, donBernardino del Águila, deán de CiudadRodrigo y sobrino del obisp032.

Todos estos personajes propiciaron la crea­ción de obras de arte de indudable interés ycontribuyeron a cimentar la fama de quien sesituaba entonces en la cumbre de la esculruracasrellana.

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NOTAS

La bibliografía sobre las distintas líneas de la Casa deMencloza es tan extensa y conocida que eludo aquí su cita. Para labiografía de doña María, al margen de lo que en su caso se espe­cifique, he seguido esencialmente la excelente monografía deH. KENISTON, Prflllcisto de los Cobos Seuelm-io de Cados V, Madrid,Castalia, 1980.

El orden de nacimiento de los hermanos no está muy claro.Aunque Keniston pone a los seis varones en primer lugar, algu­nos fueron menores que doña María. En febrero de 1531, al mori l'

el padre, Ruy Díaz de Mendoza era mayor de l4 años pero menorde 25 y D. Bernardino y D. Carlos de Mendoza menores de l4.Archivo Histórico Provincial de Valladolid, Protocolos, Leg. ll5,fol. 58.

Acerca del palacio cfr. ]. URREA, «El palacio real deValladolid .. , Bolelín del Seminario de Arle y Arq"eologífl, XL-XLI,1975, pp. 241-268; ]. RIVERA BLANCO, El Palacio I?eal deV"II"dolid, Valladolid, 1981 y]. PÉREZ GIL, El Pf¡/"cio l?e,,1 deVflllfIClolid .rede de Ifl (Orle de Pelipe 1II (1601-1606), Valladolid,Universidad de Valladolid, 2006, pp. 27-l56.

-, Además de las obras ya ci tadas, cfr. para este aspecto:A. BUSTAMANTE GARCíA, «Valladolid y la corte imperial .. , enCmlos Vy 1m arles, (M. ]. REDONDO CANTERA YM. A. ZALAMA,coords.), Valladolid, junta de Castilla y León-Universidad, 2000,pp. 129-164.

, Uno de ellos, D. Alonso Entíquez de Guzmán dice de ella:«Esta señora fue tan discreta e graciosa y tan cuerda y mn honra­da que ninglll1 sabio descontentó ni descontenta de su bondad,honrando a tocio el Illundo, no deshonrando a naclie, haciendobien a muchos e mal a ninguno, amparando y negociando a quiense le encomendaba. Era cristianísima y afable e conversable, muymisericordiosa, muy hermosa y bien dispuesta, muy honesta, conser regocijada, usando de los tiempos conforme a razón. No pare­cía sino hermana de su marido, así conformes en la condicióncomo en la intención y costumbres>,.

(, Es muy conocido el parecer del propio Emperador acercade esto, expresado en la «Instrucción Secreta» dada al príncipeFelipe en 1543, que recoge KENISTON, Ob. ál, p. 247.

7 AdemlÍs de la fundación en Valladolid del Hospital de SanBartolomé y de la reforma por ella costeada en el coro del valliso­letano convento de San Francisco -el patronazgo de cuya capillamayor correspondía a miembros de su familia, los condes deCastrojeriz-, en 1583 hizo donación al convento dominico de SanPablo, sito frente a su palacio, de diversos paños y alfombras azu­les para hacer el monumentO de la iglesia a cambio de sufragiosperpetuos por ella y su familia. AHPV, Ptotocolos, Leg, 397,fol. 287.

H En una carta de poder se faculta a Porrillo para cobrar, «enmi nombre y para vos mesmo» diversas cantidades de las muchasrentas que doña María tenía, con objeto de resarcirle de las quepor ella se había comprometido a pagar y también «para quepodáis cobrar tres piezas de artillería que yo tengo en poder deSM que por su mandato se llevaron a Cartagena y Huéscar».AHPV, Protocolos, Leg. 300, fols. 124 y 372.

" Cfr. M. A. FERNJÍNDEZ DEI. HoYo, Pillt"ra y soáedad enVal/flClolid tI"rc"'le 10J JigloJ XVI y XVII, Valladolid, RealAcademia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, 2000,p. 63. Le regaló asimismo el «retrato del señor obispo de Avila»,que quizá sea el que se conserva en el convento de San jasé.

111 A falta de cualquier precisión sobre el formatO de estaobra supuse que se tratase de una pintura pero no elebe olvidarseque Zarco del Valle dio a conocer una noticia acerca de una pie-

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dra de mármol que Berruguete solicita «para hacer cierto retratode la señora doña María, mujer del secretario comendadorCobas». Cirado por ). AGAPITO V REVILLA, l.-el obra de los 1/1<Ieslrosde 1,1 Esmltlll"fl v,dlisoletfll1<l, 1, Valladolid, 1929!, p. 95

" He milizado para esta aproximación biográfica los traba­jos de). A. FUENTES CABALLERO, COl/álios)' síllodos en la diómis deP,dem"ia. El síllodo de D. Álvaro de lI'felldoZl:I (///0 1582, Palencia,Dipueación Provincial, 1980; y especialmente T. SOBRINOCHOM6N, "El pontificado abulense de don Alvaro de Mendoza»,Cmulemos Ablllemes, 29, 2000, pp. 173-190; Y "La Iglesia deAvila. Edad Moderna», en Hisloria de 1m diócesis esl)a17olas, 18Madrid, BAC, 2005, pp. 72-77.

" Siendo obispo de Avila residió frecuentemente enOlmedo (Valladolid), dependiente entonces de aquella diócesis.Su escudo puede verse atlO en un friso con una inscripción alusi­va a la Inmaculada, fechado en 1575, que adorna la sacristía de laparroquia de Santa María del Castillo. Cfr. P. MATAMALA Y]. UIlREA, La lIoblez,,)' Sil p"trol/"to artístieo en Olllledo, Valladolid,Diputación, 1998, p. 82.

,\ Así patece indicarlo un dato de 1589, postetior a la muer­te ele ambos hermanos, que alude a «seis celosías enteras y mediasque se hicieron para los enttesuelos bajos que salen a la Correderaque llaman los que tenía el obispo don Alvaro de Mendoza».AHPV, Protocolos, Leg. 415, fol. 403.

,,' Cfr. F. VÁZQUEZ, "Pintura y escultura en Avila durante lasegunda mitad del siglo XVI», Cllademos AblllemeJ, 2, 1984,pp. 175-194. Su escudo aparece en el retablo relicario de la cate­dral abulense. Cfr. M. ]. REDONDO CANTERA, "Retablo de SanPedro ad Vincula», en cato exp. TestigoJ. 1.-e1J Ed,,,leJ del HOlllbre,Avila, 2004, pp. 626-628.

" Cfr.].]. MARTíN GONZÁLEZ, "El convento de San José deAvila (Patronos y obras de arte)>>, BSAA, XLV, 1979, pp. 349-376

¡(, AHPV, Protocolos, Leg. 359, fols. 831 y ss. La copia deldocumento existente en el AHN ha sido publicada, escuetamen­te, por M. ) .Rulz AVUCAR, «Los obispos y el arte», CllademosablllemeJ, 28, 1999, pp. 97-126.

AHPV, Protocolos, Leg. 361, fols. lOO y 112.IX En todo caso la relación de ésta con la orden carmelita era

anterior a la reforma teresiana puesto que antes de 1560 favoreciódecididameme a los carmelitas calzados que llegaron para fundaren Valladolid. Les cedió primero una casa ribera del Pisuerga,«adonde dicen Río de Olmos» y les dio luego 2.000 ducados paratrasladarse, en 1563, a su definitivo emplazamiento. Cfr. M. A.FERNÁNDEZ DEL Hovo, P"trimollio perdido. COllvelltOJ deJap"reádoJde V,dl,ulolid, Valladolid, Ayumamiento, 1998.

'" Para todo lo referente a la fundación de Valladolid he mi­lizado el estudio de]. L. RODRíGUEZ MAlrrfNEZ y ]. URREA, S"IJ!"Tema de 1m!, ell V"ll"dolid y Medill" del C""II)o, Valladolid, Cajade Ahorros Popular, 1982, que recoge las fuentes carmelitanas.En realidad la finca debía ser de doña María, seguramente lamisma que ocuparon primero los calzados. Precisamente en juliode 1568, doña María sacó copia de una escritura, fechada enMadrid en 1546, por la que Cobas le cedía la faculead obtenidadel papa Paulo 111 «para hacer y dotar un monasterio de religio­sos o religiosas», que él no había utilizado. AHPV, Protocolos,Leg. 155, fol. 72.

lU Cfr. J. J. MARTíN GONZÁLEZ y F. J. DE LA PLAZASANTIAGO, MOlJlllllentos religiosoJ de 1" álld,,,1 de Valladolid,Catálogo Monumental de la Provincia de Valladolid, T. XIV, 11,Valladolid, Diputación Provincial, 1987, p. 225.

21 1""" de11JlJi, vida y obra, Madrid, Patronato Nacional deMuseos, 1974, pp.306-308. Sobre la escultura cfr. también

]. I. HERNÁNDEZ REDONDO, "Cristo de la Expiración», en cat.exp. V"ll,,,lolid. La I/IIIY 1I0ble villa, 1996, pp. 154.155.

II Sobre al escultura MARTíN GONZÁLEZ, ob. cit., p. 341. Labibliografía acerca de las circunstancias que propiciaron la reali­zación de la escultura es bastante extensa. Entre las crónicas anti­guas: A. DE ClANCA, Historia de 1" Vid", IlJvelJáólI, MilagroJ yTI"fIJ/aáólI de SalJ Seglllldo, prilllero Obispo de ÁlIi/a (L 595), Ed. facs.,Avila, Institución «Gran Duque de Avila», 1993; L. de AIUZ,HiJtorúl de laJ gl"fllJdezaJ de la álld,ul de ÁVi/'1 (1607), Ed. r.~cs.

Avila, 1978; GONZÁLEZ DÁVILA, G., Tealro eclesidslico de Ávila yJIIJ obiJpoJ, Ed. facs., Avila, 1981; entre las obras modernas:E. RUlz AVUCAR, Sepllkros artútieos de Avi/a, Avi/a, Institución"Gran Duque de Alba», 1985; M. CÁTEDRA, UII Jallto IUI/'a 11I1<1

álldad, Barcelona, Ariel, 1997; T. SOBRINO CI-IOM6N, ObJ. á/J. YFERRER, F. A., La ill'venáólI de la igleJia de S'III SeglllJdo, Avila,Institución «Gran Duque de Alba)" 2006, con extenso aparatobibliográfico.

2\ A. DE ClANCA, Ob. ál., pp. 125 Y ss. Lo mismo refierenotras fuemes, si bien G. GONZÁLEZ DÁvlLA añade que María deMeneloza era devora por haber sido curada «de una grande enfer­medad». Citado por M. CÁTEDRA, Ob. át., p. 51.

,,' Extractada por E. RUIZ AVUCAIl, Ob. át., p. 24." I. DE BENITO DOMfNGUEZ, "De la excursión a Avila.

Ermira y sepulcro de San Segundo», BoletílJ de 1" Soáed,id EJI)(I//olade ExmrJiones, T. 1-2, n." 4, 1893, pp. 29-32.

26 Sobre la relación del marqués con sus señoríos orensanostrata un documento fechado en Allariz en enero de l5 73 por elque "Alonso Vázquez, vecino e regidor de la villa de Allariz,mayordomo del marqués de Viana mi señor en su villa y tierra deMillmanda~) da poder a su hijo Juan Vázquez «para que parezcáisante su señoría el marqués de Viana mi señor e ante sus mayor­domos y contadores e pidáis en mi nombre que os tome cuen­tas ... de rentas ... de lo perteneciente a su señotía en la su villa ytierra de Millmanda... e de las demás partes anejas a dicha tierrae mayordomía». AHPV, Protocolos, Leg. 2041, fol. 439.

27 Además de MARTíN GONZÁLEZ, Ob. ál, p. 244, cfr.M. VALDÉS FEI(NÁNLJEZ, «Dos encargos aJuan de)uni (El testa­mento de Catalina Pimentel, Condesa de Luna»), Tierrt/-J de León,27,1977, pp. 33-35; y F. LLAMAZARES, «La Virgen del Rosario de)uan de )uni», Ibídem, pp, 36-40 y «L~ Virgen de Rosario», enC"rolm, cat. exp., Toledo, 2000-2001, n." 264, p. 471.

2M Afirma Guevara: « .. .he querido componeros, y ofrecerosesta obra, mediante la cual os ofrezco mis deseos, mis estudios,mis trabajos, y mis vigilias ... si ... a esta escritura quisiéreis darcrédiro, conoceréis en ella muy claro, que os hablo a la clara comoamigo, y no que os engaño como lisonjero ... ». Edición digital delas obras de Antonio de Guevara. Proyecto Filosofía en español.'W1IJ1IJ.filoJofi",org

'" Cfr.). AGAPITO V REVILLA, "La Capilla Real deValladolid·, Boletíll de ItI Soáedtld EJI)tl17oltl de ExamioneJ, 1944,pp. 115-144 y 161-203.

\0 En 1566 el escultor Francisco de la Maza concertó condon Rodrigo Manuel, sobtino del obispo, la hechura de «cuatrotérminos de figuras que ha de ser los dos rostros de hombres ylos dos de mujeres», a satisfacción del comitente y «a vista de)uan de )uni imaginario vecino de esta villa».]' PARRADO DELOLMO, «Datos inéditos de Francisco de la Maza», Boletín delSeminario de Arle y Arqlleologí", XLVII, 1981, p.439;]. URREA,Arqllitel"fllrtl y Nobleza. Casm y P"I"áos de Valltldolid, Valladolid,1996, p. 212.

\1 Dio a conocer el contrato]' MARTf VMONs6, Ob_ át., p. 359.~2 AHPV, Protocolos, lego 165, fol. 2.640.

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Page 9: LOS MENDOZA CLIENTES DE JDNI · ellas la custodia procesional de Juan de Arfe, ordenando el control de su realización14. Sin embargo la razón principal por la que su figura goza

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San Sebastián, por Juan de Juni. Santuario de Ntr·a. Señora del Socorro. Valderas.