Los pobres NO pueden esperar

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Los pobres NO pueden esperar

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  • 1. Los pobres no pueden esperar !1

2. La pobreza y la desigualdad en MxicoUn imperativo que llama al dilogo y a la accin 3. Los pobres no pueden esperar!La pobreza y la desigualdad en Mxico Critas Mexicana IAP Comisin Episcopal para la Pastoral SocialCentro de Investigacin, Informacin y Apoyo a la Cultura, A. C. Centro LindavistaBolivar No. 2, despacho 216, Centro HistricoDelegacin Cuauhtmoc, Mxico D. F.Tels: +52 (55) 5781 - 9346 y 5781 - 5940www.centrolindavista.org.mxsecretaria@centrolindavista.org.mxEditorial:Tintoreto No. 106 Col. Ciudad de los Deportes Centro de Estudios y Promocin Social, A.C.Deleg. Benito Jurez, C.P. 03710, Mxico D.F.Tels: +52(55) 5563 - 1604 y 5563 - 6543Fax: +52(55) 5563 - 3968www.caritas.tvwww.ceps-caritasmexico.orgdireccion@ceps-caritasmexico.orgDepartamento de Comunicacin Social de la CEPSDiseo Grfico y Formacin editorial:[email protected] Edicin: Febrero 2010ISBN: 978-607-95412-0-0Impreso y hecho en Mxico / Printed and made in Mexico 4. Los pobres no pueden esperar !ndiceEl documento se articula en las siguientes partes, quellevan como hilo conductor el dilogo entre las orienta-ciones que nos da la enseanza social de la iglesia y laescucha de las necesidades reales de nuestras y nuestroshermanos en situacin de pobreza: 5 5. Los pobres no pueden esperar!PRESENTACIN 9INTRODUCCIN 13I. Los pobres no puedenesperar: El imperativodesde la enseanzasocial 21Las enseanzas de la Doctrina Social de la Iglesia focaliza-das sobre la pobreza y la desigualdad para recoger orien-taciones y reflexiones sobre este gran desafo. Miramos ala tradicin y el magisterio para recoger la sabidura desiglos y de la Iglesia toda.INTRODUCCION 22A. Ver la realidad de los pobres y la pobreza24B. Interpretar desde la fe la realidad de lospobres y de la pobreza 36C. Transformar la realidad de los pobres y de lapobreza52Conclusin 706 6. Los pobres no pueden esperar !II. Una mirada y unoido encarnados yfraternos73Creemos que es necesario mirar y escuchar, con lamente y el corazn abiertos individual y colectiva-mente la situacin de las y los pobres y de desigual-dad y falta de justicia en Mxico, desde variasperspectivas:A. Una mirada a la estructura nacional deEste acercamiento nos ayuda a comprender, cmopobreza y desigualdad.74se presenta la pobreza, cmo est la cohesinsocial de nuestra sociedad y de qu magnitud esel desafo para lograr el desarrollo integral paratodos los hombres y mujeres en Mxico.B. Una mirada a la realidad de cada DicesisNuestras comunidades cmo son?, dnde estn?y de cada Provincia Eclesistica.104y cmo son los rostros de la pobreza en mi tierra,en mi pueblo en mi regin? Por lo tanto cmo puedeestructurarse el dilogo entre nosotros y cmo avan-zar el respeto a la dignidad de las personas y equidadsocial local.C. La escucha de las personas en situacinBuscamos escuchar con empata sus percepcio-de pobreza en su realidad. 124nes y aspiraciones, sus gritos y llantos desde sufe, como hermanos y hermanas que han esperadotoda su vida nuestra solidaridad. Esta perspectivanos ayuda a ver todo el hombre. 7 7. Los pobres no pueden esperar!D. Mirar analticamente la lucha contra laQu se hace y cules son las tendencias y reflexionespobreza 137de quienes trabajan en las polticas pblicas, en las ac-ciones de sociedad civil y en la Iglesia. Vemos ademscuales son las reflexiones desde otras experiencias debsqueda de justicia.III. Emprender juntos uncaminar de esperanza ycompromiso151Sugerencias, propuestas, programas y compromisosque se presentan a la sociedad a la Iglesia para tenernuevas perspectivas y para ese actuar diferente, decreacin colaborativa, que es necesario si en verdadqueremos que los y las pobres no esperen ms.Participantesy agradecimientos 1638 8. Los pobres no pueden esperar !PresentacinLa situacin de los pobres se agrava cada da. Los logros que se iban alcanzan-do en este terreno se pierden en el ocano convulso de una crisis financieraglobal que, como todas las crisis y emergencias, est afectando principalmentea los ms pobres y pone en evidencia la cruda realidad de la deshumanizadorapobreza. En esta situacin no podemos menos que apropiarnos el dramticollamado que hiciera el Papa Juan Pablo II, en Santiago de Chile, en 1987: Lospobres no pueden esperar.Por esta razn los Obispos que formamos el Consejo Directivo de Caritas Mexi-cana IAP, que es una instancia de servicio del episcopado mexicano, considera-mos urgente el estudio, la reflexin y el anlisis de esta realidad, para asumirlacon una nueva imaginacin desde la misin de la Iglesia, junto a todos loshombres y mujeres de buena voluntad.Hemos invitado a colaborar con nosotros al Centro Lindavista que con la me-jor disposicin nos ha acompaado en esta tarea. De manera conjunta hemosrecorrido un camino en el que hemos dedicado tiempo a la investigacin, aldilogo, reflexin y anlisis con acadmicos, servidores pblicos y agentes depastoral, y a la escucha de hermanas y hermanos que viven en situacin depobreza.Si la pobreza y la desigualdad amenazan la vida digna de millones de hombresy mujeres en Mxico, no podemos prescindir de la Misin Continental a la quehemos sido convocados para que en Cristo nuestros pueblos tengan vida, deun acercamiento propositivo, dialogante y comprometido, para contribuir a lasuperacin de este flagelo que lastima dolorosamente a millones de personasen nuestra patria. 9 9. Los pobres no pueden esperar!Con gusto presento el resultado de este esfuerzo, condensado en este librotitulado Los pobres no pueden esperar. Un imperativo que llama al dilogo ya la accin. Con su publicacin queremos ofrecer un instrumento de trabajopara todas las instancias eclesiales comprometidas con la causa de los pobres,invitndolas a llevar al corazn las palabras del Seor que nos dice denlesustedes de comer (Cf. Mc 6,37) y a preguntarse si lo que se est haciendo, sehace de la mejor manera, en los lugares adecuados, con las estrategias perti-nentes y con coherencia evanglica.Al mismo tiempo lo ofrecemos como un instrumento de dilogo, pues estamosconvencidos que la superacin de la pobreza es un objetivo que convoca a to-dos los sectores de la sociedad civil y a las instancias de servicio pblico que sesienten interpelados ante este drama. Tenemos que unir esfuerzos para alcan-zar este objetivo, no podemos hacerlo solos y el mejor camino para lograrlo esel dilogo respetuoso, sincero y comprometido.Agradezco a todas las personas que han participado en la preparacin deeste aporte y encomiendo sus frutos al Seor, enviado para evangelizar a lospobres (Cf. Lc 4 ,18).Mxico, D.F., 18 de Octubre, en la fiesta San Lucas,evangelista de los pobres. + Gustavo Rodrguez VegaObispo de Nuevo LaredoPresidente de Caritas Mexicana IAP10 10. Los pobres no pueden esperar ! IntroduccinSi hoy miramos nuestro Mxico entraable nos entristece el rostro de la pobre-za y desigualdad que afecta a nuestra sociedad. Nos preocupa cada persona ensituacin de pobreza y que no pereciera haber avance en su situacin, a pesarde que hoy s es posible resolver la problemtica si queremos.Creemos que lleg la hora, por amor a la verdad, de preguntarnos sobre lascausas que impiden una vida digna, notamos que la desigualdad es el desafoms importante que enfrenta el pas y cmo la pobreza sigue siendo el prin-cipal problema que vulnera a la mayora de los mexicanos y mexicanas (), almismo tiempo consideramos que atender su situacin se plantea como unaurgencia moralmente inaplazable, pues hablamos de derechos sociales bsicossin los cuales no se garantiza el derecho a una vida humana.1No slo en nuestro pas, sino a escala mundial se vive un conjunto de graves cri-sis, cuyos alcances son insospechados pero que marcan el fin de un esquema dedesarrollo, especialmente en Mxico en donde las manifestaciones -econmica,alimentaria, de desempleo, de violencia, de falta de participacin, de salud, desentido, de nacin- nos colocan ante la necesidad de discernir y tomar decisio-nes urgentes y a mediano plazo especialmente ante el aumento millonario delnmero de personas en situacin de pobreza.1 Cf. Comisin Episcopal para la Pastoral Social, El Anhelo de la Paz, la Vida Digna y los Derechos Humanos en Mxico, Mensaje de la ComisinEpiscopal para la Pastoral Social en la conmemoracin del 60 aniversario de la Declaracin Universal de los Derechos Humanos, Mxico, 10 dediciembre de 200813 11. Los pobres no pueden esperar!Es tiempo oportuno para tratar la pobreza, no en abstracto, sino la que adquiereen la vida real rostros muy concretos. Hace falta salir al encuentro y tocar conternura a la persona afectada por la pobreza y actuar con valor y sin demora antelos problemas e injusticias y con coraje transformar la realidad de las y los pobresy de la pobreza.La exigencia del estado que guardan las cosas, nos hizo pensar en que una con-tribucin que diera origen a un proceso de reflexin participativo, en el que estanecesidad sentida penetrara las razones y las emociones, tratando de recogercon objetividad y mtodo las variadas aportaciones, haciendo uso de los instru-mentos de medicin, mapas y estadsticas al servicio de la pastoral diocesana,y tambin dar un foro que hace eco a la pobreza desde las percepciones y lasvoces de quienes la padecen. Estas contribuciones las ofrecemos en este texto.Nuestro punto de partidaPartimos de una realidad que no es nueva, pero con una conciencia ms claraque: Al comienzo del nuevo milenio, la pobreza de miles de millones de hom- bres y mujeres es la cuestin que, ms que cualquier otra, interpela nues- tra conciencia humana y cristiana. La pobreza manifiesta un dramtico problema de justicia: la pobreza, en sus diversas formas y consecuencias, se caracteriza por un crecimiento desigual y no reconoce a cada pueblo el igual derecho a sentarse a la mesa del banquete comn Esta po- breza hace imposible la realizacin de aquel humanismo pleno que la Iglesia auspicia y propone, a fin de que las personas y los pueblos puedan ser ms y vivir en condiciones ms humanas2.2 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia # 449.14 12. Los pobres no pueden esperar !Nuestro ObjetivoSiendo as, el Objetivo General que nos planteamos es el de: analizar y proponercreativamente aportaciones sobre la pobreza y la desigualdad en Mxico, a partirde una visin propia - tica, humanista e integral- para compartir con la sociedadmexicana nuestra reflexin, con el fin de buscar dilogos y consensos que per-mitan promover la toma de conciencia y dar impulso a las acciones eclesiales ysociales en el esfuerzo por superar la pobreza.Una invitacin al dilogo y a la accinEl itinerario que proponemos es de dilogo y escucha entre las orientacionesque nos da la enseanza social de la Iglesia y las necesidades reales de nuestrasy nuestros hermanos que tienen rostro y nombre para que despierte nuestracreatividad. Efectivamente existen diversas perspectivas para abordar el temade pobreza y desigualdad y las visiones varan desde las que consideran elmbito meramente econmico hasta las que toman en cuenta una gama msamplia de elementos, demostrando claramente que la pobreza y la desigualdadson multidimensionales.Suscribimos la necesidad de adoptar una visin multidimensional del tema.Desde hace aos el magisterio latinoamericano y ms reciente la Conferencia deAparecida, nos muestra nuevos rostros de la pobreza, ya que sta no se puededefinir slo en trminos econmicos o de capacidad de acceso a los bienes deconsumo, sino tambin en relacin a las posibilidades reales de las personas yde los pueblos de ser sujetos de su propio desarrollo, de un desarrollo humanointegral.Una mirada creyenteEl modo y la actitud con que miremos la realidad de la desigualdad y la pobrezasern fundamentales, para hacerlo de una mejor manera, la Iglesia nos ofrece loque le es propio, su experiencia de humanidad y la luz de su Doctrina Social, al 15 13. Los pobres no pueden esperar!mismo tiempo tendiendo puentes para el dilogo, la reflexin y el compromiso,tanto en el seno de la comunidad eclesial como en la sociedad.Especficamente, nos motiva retomar el anlisis de la pobreza y la desigual- dad con la luz de la doctrina social de la Iglesia y, aunque no toda esta enseanza versa sobre los pobres, s es posible asirnos de esa sabidura y no debemos ignorar que uno de los motivos principales por los que los cris- tianos han buscado organizar un pensamiento evanglico sobre lo social, es precisamente el continuo drama de los pobres.Una mirada y un odo encarnados y fraternosAl hacer el camino con la luz de la doctrina social de la Iglesia deseamos sen-sibilizarnos para descubrir las fibras que anudan el flagelo de la pobreza quegenera carencias y deteriora la dignidad humana, abiertos a:Considerar debidamente el verdadero desarrollo del ser humano para contribuir a procesos sociales en las comunidades cristianas, a todos los niveles, que permitan realizar investigacin y anlisis participativo, recu- perando conocimiento de las experiencias relevantes y la informacin exis- tente, pero tambin considerando la visin de las expresiones de pobreza.Igualmente a, desatar un ejercicio de dilogo entre diferentes actores e insti- tuciones involucrados con el tema, para buscar acciones comunes y, si fuese posible, consensos.Observaremos las diferentes dimensiones y condiciones que afectan y produ-cen la realidad de la pobreza con base en informacin disponible de las fuentesoficiales, sin que esto implique avalarlas, pues se sabe que toda herramienta deanlisis social, tendr carencias.Daremos una mirada a la realidad de cada dicesis y de cada provincia ecle-sistica, con informacin til para la comunidad cristiana en la organizacinde su trabajo para enfrentar la pobreza con una solidaridad eficaz. Esperamos16 14. Los pobres no pueden esperar !que este ejercicio promueva la reflexin sobre imgenes tales como cules sony dnde estn los rostros de la pobreza en mi pueblo, en mi regin, por dondepaso da con da?Se suman las voces de las y los pobres en su percepcin de la realidad, marcadapor su propia vida, sus intervenciones apelan a nuestra conciencia, esperamossea desterrada la indiferencia para dar lugar a una actitud y estilo samaritano.El anlisis objetivo de la realidad y de la situacin socioeconmica de cada grupoy regin, es condicin necesaria e indispensable para poder realizar cualquieraccin de pastoral social, no es posible hacer una planeacin eficiente y eficazdel trabajo pastoral en cualquiera de sus dimensiones: poltico, laboral, de salud,penitenciario..., sino se tiene un diagnstico puntual y sistmico de la realidadsobre la cual se busca transformar e incidir.Con los diagnsticos se busca aprovechar el conocimiento y la metodologa deoperadores, agentes, especialistas y acadmicos para que, junto con nuestraexperiencia como Iglesia, logremos explorar la realidad de la pobreza en Mxi-co y como institucin, se profundice sobre dicha realidad para encontrar laspalabras y acciones de esperanza, aliento y justicia y la creatividad pastoral,para intervenir, no slo mediante la asistencia social, sino para la justicia socialde manera sistmica, concretando el compromiso preferencial por las y los mspobres y promoviendo acciones que les permitan pasar a condiciones de vidams humanas.Conocer el panorama general proporciona las claves, los hechos y los elemen-tos a considerar para interpretar la realidad con un diagnstico particular de laproblemtica que nos permita acercarnos a las causas estructurales que generanla pobreza, la injusticia social y la exclusin para luego desde nuestra posibilidadde acompaamiento como Iglesia sugerir propuestas y generar acciones concretasen el pas en conjunto con la posibilidad de llegar a cada una de las comunidades:como lo sealaron los obispos latinoamericanos en Aparecida: La inmensa mayora de los catlicos de nuestro continente viven bajo el flagelo de la pobreza. sta tiene diversas expresiones: econmica, 17 15. Los pobres no pueden esperar! fsica, espiritual, moral, etc. Si Jess vino para que todos tengamos vida en plenitud, la Parroquia tiene la hermosa ocasin de responder a las grandes necesidades de nuestros pueblos. Para ello, tiene que seguir el camino de Jess y llegar a ser buena samaritana como l. Cada Parro- quia debe llegar a concretar en signos solidarios su compromiso social en los diversos medios en que ella se mueve, con toda la imaginacin de la caridad3Tenemos el gran reto de una nueva imaginacin de la caridad. Si conocemosla pobreza, desde distintas perspectivas, si focalizamos el estudio a un tema osector, si ampliamos el horizonte de comprensin, si aportamos a los estudiosque ya otros han realizado, podremos estimular esa nueva imaginacin, queincidir en el discurso, en la presencia y en la propuesta social de la Iglesia enMxico.Ante este reto, resulta esencial no slo conocer y aprender de experiencias ex-ternas, sino tambin compartir las experiencias eclesiales, difundiendo lo quela Iglesia hace y su labor de acompaamiento a las personas en situacin depobreza, incentivando el desarrollo de la persona y de todas las personas, ascomo su liberacin de este flagelo. Es necesario aprender de los pobres, de lasociedad en general y de las experiencias cientficas al respecto, en un dilogoserio, permanente y respetuoso de la pluralidad.Somos parte de una sociedad mexicana que requiere dar una altsima prioridada la superacin de la pobreza y la desigualdad, para ello los gobiernos requi-eren disear e implementar polticas sociales de impacto universal, orientadastambin a grupos vulnerables; polticas econmicas de fomento al crecimientogeneral y del territorio; polticas fiscales progresivas y equitativas; polticasde empleo y fomento empresarial; polticas de participacin, entre otras. Estono excluye la participacin de la sociedad que tambin tiene que contribuir atravs de acciones directas y solidarias que incidan en el bien pblico.Este es un tema prioritario que merece un dilogo nacional an pendiente y decarcter urgente al que todas y todos debemos aportar.3 Aparecida # 176, Documento conclusivo, V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, CEM, Mxico, 2007).18 16. Los pobres no pueden esperar !Este esfuerzo pretende ser el detonador de nuevas dinmicas de trabajo, enlas que las orientaciones y el conocimiento presentados en este texto se veancomplementados y superados por acciones concretas.Es as como resumimos otras bsquedas especficas: Complementar e impulsar la capacidad de las acciones eclesiales en la in-tervencin local para la superacin de la pobreza. Despertar la creatividad eclesial en las acciones que buscan intervenir enel combate a la pobreza, no slo con intuiciones sino tambin con razones,con un conocimiento que permita una verdadera incidencia. Proponer estudios e investigaciones participativas, en el futuro cercano,sobre pobreza y desigualdad, equidad y gnero, migrantes, pueblos origi-narios y grupos indgenas, ciudad y campo, empleo y trabajo, niez y juven-tud, entre otros.Es necesario ponerse en accin, no basta la buena voluntad!La comunidad cristiana no puede permanecer paralizada por miedo, porque seha acomodado con lo que hace y cree que ya es suficiente o por no saber quhacer, no hay ms justificacin, si es necesario, hay que capacitarse, formar elcorazn, habituarse en la caridad que es siempre creativa y en la verdad, lomismo ser crecer en la fraternidad, la solidaridad, la escuchapara empren-der juntos un caminar de esperanza y compromiso.UN LLAMADO URGENTELa accin a la que invitamos es permanente y debe ser creciente, ser partici-pantes cada vez ms comprometidos, cada quien desde donde estemos paraque toda la sociedad: Vea y escuche, especialmente los y las responsables polticos, econmicos, sociales, de medios de comunicacin y eclesiales. No ms odos sordos, ni ceguera, ni amnesia ante la pobreza y desigual- dad.19 17. Los pobres no pueden esperar! Invitamos a Juzgar de manera autocrtica y aportarle a toda la so- ciedad reflexin del intelecto y del espritu, desde la enseanza y aprendizaje de la Iglesia en nuestra tierra mexicana, que acompae y anime a todos los actores sociales en el respeto del pluralismo y de las diversas perspectivas en la sociedad y la Iglesia. Concluimos que, como sociedad, si hemos fracasado frente al desafo, es nuestro deber reanimarnos e impulsarnos a Actuar, a innovar, a imaginar, a ser proactivos, porque no podemos continuar como hemos operado hasta ahora.Proponemos que cada ao la comunidad eclesial mexicana realice un ejerciciode observar y sentir como t sientes a las personas en situacin de pobreza,que realice una reflexin iluminada por nuestras fuentes de espritu, fuerza yconocimiento, y emprenda acciones con sentido, programticas y concretas encomn con la sociedad toda. Hoy este texto es un primer esfuerzo en esa trayec-toria.La sociedad toda y el Estado mexicano, debemos tener en este campo unaintencin y un propsito comn: Que las y los pobres no esperen ms! Estesufrimiento no puede continuar. Tenemos los medios para hacerlo.20 18. Los pobres no pueden esperar !I. Los pobres nopueden esperarUna mirada creyente sobre los pobres y la pobreza conla luz de la Doctrina Social de la Iglesia.21 19. Los pobres no pueden esperar!Introduccin41. La Iglesia, encarnada en la realidad de nuestros pueblos, al cumplir su misinno puede desconocer, soslayar o minimizar la situacin de pobreza, de exclu-sin, inequidad e injusticia. En efecto existen muchos hermanos necesitados queesperan ayuda, muchos oprimidos que esperan justicia, muchos desocupados queesperan trabajo, muchos pueblos que esperan respeto.52. La pobreza extendida y ahora agravada por la crisis financiera mundial escristiana6, pues no se puede acoger con sinceridad el Evangelio sin que muevala cuestin que, ms que cualquier otra, interpela nuestra conciencia humana yla voluntad al servicio fraterno. La credibilidad de la Iglesia requiere de sig-nos visibles, entre ellos el servicio a los pobres y la incansable promocin de sudignidad.73. La pobreza toca el sentido de la fe y sta nos abre a una particular visinde la historia, es decir, ilumina nuestra mirada para descubrir en los difcilesproblemas humanos y en las injustas situaciones sociales, los desafos quetiene el anuncio de la Buena Nueva del reino de Dios, que es reino de paz y dejusticia.4. Con el aporte de la Doctrina Social de la Iglesia, los fieles catlicos y los hom-bres y mujeres de buena voluntad profundizan y maduran su comprensindel Evangelio en las circunstancias en las que les es dado vivir y descubren unhorizonte tico que les permite situarse crticamente en la realidad social, conuna presencia transformadora que anuncia el advenimiento de cielos nuevos ytierra nueva.4 Por: Pbro. Armando Flores Navarro quien es presbtero de la Dicesis de Zamora, Mxico. Licenciado en Ciencias Sociales con especialidad enDoctrina Social de la Iglesia por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Prroco de la Parroquia del Santo Cristo Milagroso en Tanhuato,Michoacn. Secretario Ejecutivo de la Comisin Episcopal para la Pastoral Social de la Conferencia del Episcopado Mexicano y Vicepresidente dela Federacin de Critas Meicana IAP. El propsito de este artculo, como todos los de este libro, es suscitar la reflexin, en dilogo y el compro-miso. Para facilitar el uso y la consulta se ha optado por numerar los prrafos.5 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, No. 449.6 Cf. Juan Pablo II, Discurso a los delegados de la Comisin Econmica para Amrica Latina y del Caribe (3 de abril de 1987), No. 4. Citado enadelante como: Juan Pablo II, Discurso a la CEPAL.7 Cf. Aparecida, Documento conclusivo, No. 393.22 20. Los pobres no pueden esperar !5. Con el propsito de descubrir la riqueza de la reflexin que la Iglesia ha hechoen su Doctrina Social sobre los pobres y la pobreza, haremos ahora un intentode sistematizacin de esta enseanza, dividiendo su contenido de acuerdo alos pasos del discernimiento evanglico de la realidad: Ver, Juzgar, Actuar. Nospreguntaremos cmo ve la Doctrina Social de la Iglesia la realidad de pobreza,cmo la interpreta y qu orientaciones para la accin ofrece para transformar-la. En este esfuerzo de sistematizar, dejaremos hablar a los mismos textos, en-contraremos abundantes citas de documentos del magisterio social articuladasen la reflexin que se propone.23 21. Los pobres no pueden esperar!A. Ver la realidad de lospobres y de la pobreza1. Los pobres y la pobreza en la Doctrina Social de la Iglesia6. La Doctrina Social de la Iglesia no trata con ingenuidad el tema de la pobreza.Reconoce que es un problema complejo y dinmico que exige tener una visinamplia y articulada ya que tras el lenguaje conciso de cifras y estadsticas, sedescubre el rostro viviente y doloroso de cada persona, de cada ser humanoindigente y marginado, con sus penas y alegras, con sus frustraciones, con suangustia y su esperanza en un futuro mejor.87. La mirada de la Iglesia sobre los pobres es una mirada de fe9, una miradacompasiva como la del Buen Samaritano (Cf. Lc 10,30-36), porque los rostrossufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo10, lo que le hace ver lasnecesidades de los pobres como propias y sentir el impulso de hacerse pre-sente en medio de ellas con una respuesta eficaz.118. La mirada de la Iglesia sobre la pobreza es una mirada crtica, que adems decontemplar los rostros que la mueven a compasin, busca descubrir las causasque la provocan y los desafos que estas injusticias hacen a su vocacin prof-tica. Frente al drama de la pobreza la Doctrina Social de la Iglesia realiza unatarea de anuncio y denuncia.9. Se trata del anuncio de lo que la Iglesia posee como propio: una visin globaldel hombre y de la humanidad, en el nivel terico y en el prctico y de denunciaque se hace juicio y defensa de los derechos ignorados y violados, especial-mente de los derechos de los pobres, de los pequeos, de los dbiles. 128 Cf. Comisin Episcopal para la Pastoral Social, Directorio para la Pastoral Social en Mxico, (18 de octubre de 2005), Nos. 21-23. Citado enadelante como: Directorio para la Pastoral Social en Mxico.9 Cf. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, No. 81.10 Cf. Benedicto XVI, Mensaje Combatir la pobreza, construir la paz, para la celebracin de la XLII Jornada mundial de la paz el 1 de enero de 2009,(8 de diciembre de 2008), No. 8. Citado en adelante como: Benedicto XVI, Mensaje Combatir la pobreza11 Cf. Aparecida, Documento conclusivo, Nos. 358, 391.12 Cf. Benedicto XV, Discurso Inaugural a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, (13 de mayo de 2007), No. 4.Citado en adelante como: Benedicto XV, Discurso Inaugural a la V Conferencia24 22. Los pobres no pueden esperar !2. Una mirada compasiva10. La marginacin de los pobres encontrar cauces de emancipacin en la me-dida que todo hombre se sienta personalmente herido por las injusticias quehay en el mundo y por las violaciones a los derechos humanos vinculados aellas.1311. Esta sensibilidad la personalizan los pastores de la Iglesia, que expresan suconmocin y angustia por los millones de latinoamericanos que no pueden lle-var una vida digna y que se ven abandonados, excluidos e ignorados en su mise-ria y dolor.14 Para ellos es claro que los pobres no son pobres porque quieran omerezcan serlo. La pobreza existe en nuestra Patria principalmente por la faltade oportunidades reales que estimulen el desarrollo integral de las personas.152.1 Quines son los pobres?12. De quin se habla cuando se menciona al pobre? Se trata de mujeres y hom-bres concretos, integralmente considerados, vulnerados en sus necesidadestanto materiales, como espirituales. No slo son quienes estn sometidos a for-mas de pobreza tradicional y de injusticia social atvica, sino que han surgidonuevas maneras de empobrecimiento en el campo y las ciudades, de marginaciny hasta de exclusin de grandes grupos sociales, especialmente de campesinos eindgenas.1613. Los pobres son quienes teniendo derecho a una vida plena viven en condi-ciones inhumanas, en condiciones de pobreza material que no les permitan vi-vir libres de las amenazas del hambre y de todo tipo de violencia.1714. Los pobres son tambin quienes no sufren carencias materiales peros padecen marginacin, pobreza relacional, moral y espiritual, personas13 Cf. Benedicto XVI, Mensaje Combatir la pobreza, No. 2.14 Cf. Aparecida, Documento conclusivo, No. 402.15 Carta Pastoral Del encuentro con Jesucristo, No. 66.16 III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Puebla. La evangelizacin en el presente y en el futuro de Amrica Latina, (1979), No.30. Citado en adelante como: Documento de Puebla.17 Cf. Juan Pablo II, Discurso a la CEPAL, No. 4. 25 23. Los pobres no pueden esperar!desorientadas interiormente, aquejadas de diversas formas de malestar apesar de su bienestar econmico.182.2 El abanico de rostros de los nuevos excluidos1915. Los rostros de los nuevos excluidos pueden citarse y describirse por laproximidad y semejanza con las causas de su exclusin, as, encontramos:a. Excluidos por motivos de injusticia asociados al fenmeno de la movilidadhumana: personas migrantes, vctimas de la violencia, desplazadas y refugia-das, vctimas del trfico de personas y secuestros, desaparecidos.b. Excluidos por padecer enfermedades o dependencias: personas portadorasde VIH, vctimas de enfermedades endmicas y toxicodependientes.c. Excluidos por ser vctimas de diversas formas de explotacin: ancianos, ni-os y nias que son vctimas de la prostitucin, pornografa, violencia o trabajoinfantil; mujeres maltratadas, vctimas del trfico para la explotacin sexual.d. Excluidos por la dificultad de insercin social y econmica: personas con ca-pacidades diferentes, desempleadas, excluidas por el analfabetismo tecnolgi-co, personas que viven en las calles de las grandes urbes.e. Excluidos por situaciones culturales: indgenas, afroamericanos, campesinossin tierra y los mineros.3. Una mirada crtica16. La pobreza, la insignificancia social, el subdesarrollo no son un infortunio,son una injusticia, no son fruto de la casualidad o de una necesidad histrica,sino que dependen de la responsabilidad humana.20 Es una realidad que clamala superacin de las causas estructurales de la pobreza y de la exclusin, a travsde un modelo de desarrollo integral fundado en la justicia social.2118 Benedicto XVI, Mensaje Combatir la pobreza, No. 15.19 Aparecida, Documento conclusivo, No. 65.20 Cf. Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 19.21 Cf. Juan Pablo II, Discurso a la CEPAL, No. 3.26 24. Los pobres no pueden esperar !3.1 Qu es la pobreza?17. Es un fenmeno psicosocial que resulta de la combinacin de varios aspec-tos como es la escasez de ingresos, la falta de desarrollo humano, la exclusinsocial, la impotencia y la vulnerabilidad. Es una realidad compleja, con distintasexpresiones, en la que concurren diversos factores, no slo el econmico.18. La pobreza es resultado del modo como se ha construido la sociedad, a par-tir de estructuras econmicas, de categoras mentales y culturales, de atavis-mos sociales, de prejuicios raciales y de gnero y en todo esto, la ausencia tica,ya que las causas de la marginacin de tantas personas descubren el desprecioa la dignidad humana y a los derechos universales que le son inherentes.19. La pobreza tiene rostro humano. la situacin de extrema pobreza genera-lizada, adquiere en la vida real rostros muy concretos.22 No se trata de la pobrezaen abstracto sino de personas que son pobres y que muchas veces no son visi-bles porque se ocultan tras la generalidad de las estadsticas23. La pobreza tienemuchos rostros y afecta a todos los estratos sociales.3.2 Diferentes pobrezas20. La Doctrina Social no ve la pobreza como una categora social. A medidaque la cuestin social se ha ido ampliando, la Iglesia va detectando nuevas po-brezas, no slo en extensin cuantitativa, sino tambin como profundizacincualitativa, en el hombre y en las necesidades de la familia humana.2421. Pobreza. La pobreza es la privacin de bienes y servicios bsicos, relacio-nada con la ausencia de recursos econmicos y la falta de oportunidades parael pleno desarrollo de las capacidades fsicas, mentales, sociales, econmicas yculturales de las personas, lo que limita al mismo tiempo el acceso a los dere-chos humanos. Se trata de las inmensas muchedumbres de hambrientos, mendigos,sin techo, sin cuidados mdicos y, sobre todo, sin esperanza de un futuro mejor.2522 Cf. Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 5; Cf. Carta pastoral Del encuentro con Jesucristo, No. 62.23 Juan Pablo II, Discurso a la XXXIV Asamblea General de la Organizacin de las Naciones Unidas, (2 de octubre de 1979), No. 17.24 Aparecida, Documento conclusivo, No. 402.25 Ibd., No. 61.27 25. Los pobres no pueden esperar!22. Marginacin. Es la situacin de las personas que estn al margen de losprocesos sociales por la falta de opciones para participar en la vida social, de-sembocando con facilidad en patologas sociales.23. Exclusin. Es la situacin de personas, grupos, sectores de la poblacin,que quedan fuera del sistema social, de los espacios polticos, culturales,econmicos, por lo que no pueden acceder a relaciones, a la participacin en lasdecisiones, a la creacin de bienes y servicios. Los excluidos no son solamenteexplotados sino sobrantes y desechables.263.3 Cules son las causas de la pobreza?24. Las causas de la pobreza son mltiples. Las personas se encuentran en estasituacin por muchas razones: carencias del lugar donde viven, discriminacin,falta de educacin, desempleo, desintegracin de la familia, actitudes perso-nales y situacin moral. Ciertamente la causa con mayor incidencia tiene quever con la falta de ingresos. Esto hace que las personas en situacin de pobrezasean sumamente vulnerables cuando se deteriora la economa regional o delpas.25. La grave desigualdad en la posesin de los bienes materiales y en su disfrutese explica muchas veces por diversas causas y circunstancias, no slo econmi-cas, sino histricas y culturales. Estas causas tambin hay que buscarlas en lavoluntad, que se desentiende de los deberes de solidaridad, en el pensamiento,que no siempre sabe orientar adecuadamente el deseo y en la falta de fraterni-dad entre los hombres y los pueblos.2726. Los procesos de transformacin poltica y econmica, primero la indus-trializacin, despus la modernizacin, ahora la globalizacin, han provocadocrisis en distintos mbitos de la vida de las personas y de los pueblos, conaltos costos sociales, afectando siempre a los ms pobres, por lo que el fen-meno de la pobreza crtica tiende a la repeticin de s mismo en un desalen-tador crculo vicioso.2826 Cf. Benedicto XV, Discurso Inaugural a la V Conferencia, No. 2.27 Cf. Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 42.28 Esta situacin fue denunciada en 1961 por el Beato Juan XXIII. Cf. Juan XXIII, Carta encclica Mater et magistra, sobre el reciente desarrollo de28 26. Los pobres no pueden esperar !27. La pobreza, pues, no es casual, tiene una explicacin. Es necesario plan-tearse por amor a la verdad la pregunta acerca de cules son la causas quela generan. La bsqueda de la respuesta despertar la conciencia y la respon-sabilidad social impidiendo que la actuacin social quede a merced de interesesprivados y de lgicas de poder con efectos disgregadores sobre la sociedad29, yaque el anlisis de las causas no quita que las situaciones de desigualdad estnmarcadas por la injusticia y el dao social.3028. La Doctrina social aborda las causas de la pobreza indicando que este estan-camiento y polarizacin de las sociedades se debe a:3.3.1 Excesos de la economa liberal en un mundo globalizado29. Si bien, la globalizacin tiene lados positivos que pueden significar logrospara la humanidad, no es una casualidad que en el contexto de la globalizacinemerjan en nuestros pueblos nuevos rostros de pobres.31 Esto, porque enla globalizacin, la dinmica del mercado absolutiza con facilidad la eficaciay la productividad como valores reguladores de todas las relaciones humanas.Este peculiar carcter hace de la globalizacin tal y como est configuradaactualmente- un proceso promotor de inequidades e injusticias mltiples.32Esto se debe a la tendencia que la globalizacin favorece y que privilegia ellucro y estimula la competencia () aumentando las desigualdades que marcantristemente nuestro continente y que mantienen en la pobreza a una multitudde personas.3330. Es urgente que el modelo econmico liberal de un mundo globalizado tengaen cuenta las exigencias de la equidad, pues siguen aumentando los sectoressociales que se ven probados cada vez ms por una enorme pobreza o inclusoexpoliados de sus propios bienes naturales.34 Si bien la globalizacin ofrecela cuestin social a la luz de la doctrina cristiana, (15 de mayo de 1961), [Ed. BAC], Nos. 124-125. Citado en adelante: Juan XXIII, Carta encclica29 Cf. Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 63.Mater et magistra.30 Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 25.31 Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 27.32 Cf. Benedicto XV, Discurso Inaugural a la V Conferencia, No. 4.33 Cf. Carta Pastoral Del encuentro con Jesucristo, No. 327, 330.34 Cf. Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 25.29 27. Los pobres no pueden esperar!mltiples oportunidades de desarrollo y de redistribucin de la riqueza, si segestiona mal, puede incrementar la pobreza y la desigualdad contagiando conuna crisis a todo el mundo.353.3.2 Desigualdad31. Otro de los factores que concurren en la agudizacin de la pobreza tieneque ver con la falta de voluntad o de capacidad para encontrar mecanismos quepropicien una distribucin equitativa de la riqueza. La riqueza mundial creceen trminos absolutos, pero aumentan tambin las desigualdades.36 Se empo-brecen nuevas categoras sociales, nacen nuevas pobrezas, en pases pobresalgunos gozan de un superdesarrollo que contrasta de modo inaceptable consituaciones de miseria deshumanizadora.32. Ya lo haca notar el Papa Juan Pablo II: Nos encontramos, por tanto, frentea un grave problema de distribucin desigual de los medios de subsistencia, des-tinados originariamente a todos los hombres, y tambin de los beneficios de ellosderivantes. Y esto sucede no por responsabilidad de las poblaciones indigentes, nimucho menos por una fatalidad dependiente de las condiciones naturales o delconjunto de las circunstancias.3733. De no superarse la desigualdad social, el leve crecimiento econmico que seexperimenta en algunos pases del continente no llegar a los ms pobres. Elverdadero desarrollo no puede consistir en una mera acumulacin de riquezas oen la mayor disponibilidad de los bienes y de los servicios, si esto se obtiene a costadel subdesarrollo de muchos y sin la debida consideracin por la dimensin social,cultural y espiritual del ser humano.3834. Esta desigualdad se da tambin en la relacin entre las naciones vinculadasen una interdependencia asimtrica que hace depender a los pases con me-nos recursos de los pases con mayor crecimiento y desarrollo. Esta relacindesigual se reproduce tambin en el interior de los pases pobres, sobre todoen la relacin entre el campo y la ciudad39.35 Cf. Ibd., No. 24.36 Cf. Ibd., No. 22.37 Cf. Aparecida, Documento conclusivo, No. 47.38 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, No. 557.39 Cf. Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 22.30 28. Los pobres no pueden esperar !3.3.3 Desempleo35. Los pobres son en muchos casos el resultado de la violacin de la digni-dad del trabajo humano, o porque se limitan sus posibilidades, o porque se de-valan sus derechos, especialmente el derecho al justo salario y a la seguridaddel trabajador y de su familia.4036. Ms que un problema sociolgico, el desempleo es un problema humano.As lo sealaba el Papa Juan Pablo II al sealar que quien tiene trabajo, se sientetil, vlido, empeado en alguna cosa que da valor a la propia vida. No tener tra-bajo es psicolgicamente negativo y peligroso, sobre todo para los jvenes y paraquienes tienen una familia que mantener.4137. As lo seala ahora el Papa Benedicto al recordarnos que el desempleo pro-voca hoy nuevas formas de irrelevancia econmica y la actual crisis slo puedeempeorar dicha situacin. El estar sin trabajo durante mucho tiempo, o la de-pendencia prolongada de la asistencia pblica o privada, mina la libertad y lacreatividad de la persona y sus relaciones familiares y sociales, con graves daosen el plano psicolgico u espiritual el primer capital que se ha de salvaguardary valorar es el hombre, la persona en su integridad.423.3.4 Inseguridad alimentaria38. El hambre causa todava muchas vctimas. No depende tanto de la escasezmaterial, cuanto de la insuficiencia de recursos sociales. Falta un sistema deinstituciones econmicas capaces, tanto de asegurar que se tenga acceso al aguay a la comida de manera regular y adecuada desde el punto de vista nutricional,como de afrontar las exigencias relacionadas con las necesidades primarias y conlas emergencias de crisis alimentarias reales provocadas por causas naturales opor la irresponsabilidad poltica nacional e internacional.4340 Cf. Juan Pablo II, Carta encclica Centesimus annus, en el centenario de la Rerum novarum, (1. De Mayo de 1991), No. 28. En adelante citadocomo: Juan Pablo II, Carta encclica Centesimus annus.41 Juan Pablo II, Discurso a los obreros industriales en Roma, (9 de diciembre de 1978), No. 4.42 Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 25.43 Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 27. 31 29. Los pobres no pueden esperar!3.3.5 Educacin39. No puede dejar de considerarse la relacin que hay entre pobreza y alfa-betizacin y acceso a los servicios educativos. Se puede afirmar que el cre-cimiento econmico depende, en primer lugar, del progreso social; por eso laeducacin bsica es el primer objetivo de un plan de desarrollo. Efectivamente,el hambre de instruccin no es menos deprimente que el hambre de alimentos:un analfabeto es un espritu subalimentado. Saber leer y escribir, adquirir unaformacin profesional, es recobrar la confianza en s mismo y descubrir que sepuede progresar al mismo tiempo que los dems.443.3.6 Estructuras generadoras de pobreza40. Hablar de la pobreza hace inevitable hablar de las estructuras, sobre todode las que crean injusticia ya que las estructuras justas son una condicin sin lacual no es posible un orden justo en la sociedad.45 En este sentido, las decisionesque se toman en relacin a la economa, a la poltica, a la sociedad y a la culturano son neutrales.3.3.6.1 Por lo que ve a la economa41. Los esfuerzos por generar riqueza no han sido acompaados de mecanismoseficientes de redistribucin. Se ha constatado que el libre mercado no funcionasin problemas y contribuye a la formacin de profundas bolsas de pobreza. Latransformacin industrial y agrcola ha deprimido el ingreso en algunas regio-nes. Un modelo de desarrollo que sostenga, de manera explcita o implcita, almercado como dinamismo central del desarrollo de un pas es inmoral ya queal ser generador de exclusin y pobreza, atenta contra los derechos humanos ycontra el bien comn y propicia adems marcos de convivencia contrarios a lalibertad, a la justicia y a la promocin de los ms pobres. 4642. Las medidas que se han adoptado para que en el contexto global el mercado44 Pablo VI, Carta encclica Populorum progressio, sobre la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos, (26 de marzo de 1967), No. 35.Citado en adelante: Pablo VI, Carta encclica Populorum progressio.45 Cf. Benedicto XV, Discurso Inaugural a la V Conferencia, No. 4.46 Cf. Carta Pastoral Del encuentro con Jesucristo, No. 327, 330.32 30. Los pobres no pueden esperar !pueda ser competitivo ha llevado a reducir la red de seguridad social con gravesconsecuencias para los derechos fundamentales del hombre. Las polticas derecortes al gasto social pueden dejar a los ciudadanos impotentes ante riesgosantiguos y nuevos.473.3.6.2 Por lo que ve a la poltica43. El Estado se encuentra con el deber de afrontar las limitaciones que pone asu soberana el nuevo contexto econmico-comercial y financiero.48 En mediode la crisis econmica actual, los poderes pblicos del Estado se ven llamados acorregir errores y disfunciones. En las polticas sociales, a pesar de los esfuer-zos, hay fallas para proveer servicios educativos y de salud de alcance univer-sal.44. Hay corrupcin e ilegalidad en el comportamiento de sujetos econmicos ypolticos de los pases nuevos y antiguos.49 Las ayudas internacionales se handesviado de su finalidad por irresponsabilidad de los donantes y de los benefi-ciarios. Adems, la violencia frena el desarrollo autntico e impide la evolucinde los pueblos hacia un mayor bienestar socioeconmico y espiritual.503.3.6.3 Por lo que ve a la sociedad y a la cultura45. Se redescubre la subjetividad y la autonoma y se rescatan los derechosindividuales. No hay, sin embargo, un esfuerzo semejante para garantizar losderechos sociales, culturales y solidarios, lo que va en perjuicio de todos, par-ticularmente de los ms pobres y vulnerables.5146. En la raz de la pobreza de tantos pueblos se hallan tambin formas diversasde indigencia cultural y de derechos culturales no reconocidos.52 Hay formasexcesivas de proteccin de los conocimientos por parte de los pases ricos, atravs de un empleo demasiado rgido del derecho a la propiedad intelectual,47 Cf. Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 25.48 Cf. Ibd., No. 24.49 Cf. Ibd., No. 22.50 Ibd., No. 29.51 Cf. Aparecida, Documento conclusivo, No. 47.52 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, No. 557. 33 31. Los pobres no pueden esperar!especialmente en el campo sanitario. Perduran en algunos pases pobres,modelos culturales y normas de comportamiento que frenan el proceso dedesarrollo.5347. El egosmo se encubre bajo ideologas para justificar estructuras genera-doras de pobrezas justificando una mentalidad que considera a los pobres personas y pueblos como un fardo o como molestos e inoportunos, vidosde consumir lo que otros han producido.54 De la misma manera se encubreen la equivocada visin de quienes piensan que la economa de mercado tienenecesidad estructural de una cuota de pobreza y de subdesarrollo para funcionarmejor.5548. Una prudente sabidura exige superar la desproporcin que hay entre losproblemas de la pobreza y las medidas que se adoptan para enfrentarlos. Ladesproporcin es de orden cultural y poltico, as como espiritual y moral. Enefecto, se limita a menudo a las causas superficiales e instrumentales de la po-breza, sin referirse a las que estn en el corazn humano, como la avidez y laestrechez de miras. 5649. Constatar que el modelo de desarrollo actual no tiene la capacidad deresponder a todas las exigencias fundamentales para una vida digna en materiade trabajo, salario, seguridad, educacin, salud, etc., exige buscar la superacinde las causas estructurales de la pobreza y de la exclusin, a travs de un mo-delo de desarrollo integral fundado en la justicia social.573.4 Efectos de la pobreza50. Cuando hace su aparicin la pobreza, lo que se empobrece es el hogar, launidad domstica en su conjunto. Esto afecta a hombres, mujeres, nios, nias,ancianas y ancianos. Sin embargo, los hogares encabezados por mujeres sonlos ms pobres y las mujeres pobres son ms pobres que los hombres en las53 Cf. Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 22.54 Cf. Juan Pablo II, Carta encclica Centesimus annus, en el centenario de la Rerum novarum, (1. De Mayo de 1991), No. 28. En adelante citadocomo: Juan Pablo II, Carta encclica Centesimus annus.55 Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 35.56 Benedicto XVI, Mensaje Combatir la pobreza, No. 13.57 Cf. Carta Pastoral Del encuentro con Jesucristo, No. 66.34 32. Los pobres no pueden esperar !mismas condiciones. Hoy se habla de feminizacin de la pobreza porque losprocesos de empobrecimiento afectan ms a las mujeres, que a su condicin depobreza aaden ser sometidas a muchas formas de exclusin y de violencia entodas sus formas y en todas las etapas de sus vidas.5851. El principal impacto de la pobreza se tiene en la imposibilidad de condi-ciones de vida digna para las personas, pero adems tiende a erosionar la co-hesin social y de este modo, poner en peligro la democracia tiene tambin unimpacto negativo en el plano econmico por el progresivo desgaste del capitalsocial, es decir, del conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad y respeto de lasnormas, que son indispensables en toda convivencia civil.5952. Se establece as una correlacin entre los efectos de la pobreza vistos comocosto humano y los efectos que estos costos humanos causados por la pobrezatienen en el sistema econmico, poltico y social. Esta correlacin es otra ex-presin del llamado crculo vicioso de la pobreza, que se expresa tambin en eldao al entorno natural y cultural que se produce debido a un tratamiento a lapobreza mal enfocado.6058 Aparecida, Documento conclusivo, No. 454.59 Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 32.60 Cf. Carta Pastoral Del encuentro con Jesucristo, No. 313. 35 33. Los pobres no pueden esperar!B. Interpretar desde la Fe larealidad de los pobres y de lapobreza53. Los cristianos somos llamados a contemplar en los rostros sufrientes denuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos.61. Traslas apariencias socioeconmicas la pobreza tiene para el creyente un signifi-cado teolgico por la relacin que tiene con Cristo y con la Iglesia. Los pobreshacen presente a Cristo y esta presencia es una interpelacin para la vocaciny misin de la Iglesia.54. La vocacin de la Iglesia a ser signo de salvacin universal y misterio decomunin se realiza en el servicio que presta al mundo, por ello toda la Iglesia,promover el desarrollo integral del hombre.62 Frente a la realidad de miseria, deen todo su ser y obrar, cuando anuncia, celebra y acta en la caridad, tiende apobreza y subdesarrollo de los pueblos, la misin de la Iglesia se define comola tarea de los discpulos y misioneros de Jesucristo, para que en l nuestrospueblos tengan vida.631. La presencia de Cristo en los pobres55. La pobreza es una realidad que interpela. Cmo es posible que, en nuestrotiempo, haya todava quien se muere de hambre; quien est condenado al anal-techo donde cobijarse?64 Es en esta realidad donde la experiencia de fe lleva alfabetismo; quien carece de la asistencia mdica ms elemental; quien no tienecreyente a descubrir al Seor en el rostro de los pobres, con quienes l mismoha querido identificarse.6561 Cf. Aparecida, Documento conclusivo, No. 393.62 Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 11.63 Cf. Aparecida, Documento conclusivo, No. 1.64 Cf. Juan Pablo II, Carta apostlica Novo millennio ineunte, No. 49.65 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, No. 184.36 34. Los pobres no pueden esperar !1.1 Las Bienaventuranzas56. El amor de la Iglesia por los pobres se inspira en el Evangelio de las bienaven-turanzas, en la pobreza de Jess y en su atencin por los pobres.66 El Seor Jessse identifica con los pobres en el Sermn de la Montaa que condensa el espritude todo el Evangelio. En las Bienaventuranzas se tocan todos los grandes dilemasexistenciales de la vida humana. En ellas se nos descubre el rostro mismo de Diosrevelado por Jesucristo, un Dios pobre, dispuesto a vaciarse de si mismo paracolmar a los que ama.57. Llamar Bienaventurados a los pobres no es alabar la miseria que destruye lavida de los hombres y de las mujeres. Es un reconocimiento a los que no estnllenos de s mismos, los que en su trabajo cotidiano no han colocado la bsquedadel prestigio, del poder o del dinero como el centro de su vida. Es una exaltacintura contempornea coloca delante de los hombres.67 El fundamento de estade la vida que se empea por renunciar a postrarse ante los dolos que la cul-bienaventuranza en considerar a Dios como la mayor riqueza y poner toda laconfianza en l.58. Quien asume la pobreza desde esta perspectiva tiene el coraje de luchar ysabe que nada tiene que perder pues lo que tiene le viene de Dios.68 De hecho loscomprometerse con todas sus fuerzas en la transformacin de la realidad, puespobres, los pobres en espritu, son ms misericordiosos. Los corazones abiertosa Dios son, por eso mismo, los ms abiertos a los hombres. Prontos para ayudary dispuestos a compartir lo que tienen.6959. Esta Bienaventuranza examina el corazn de ricos y pobres y los llama a la con-versin.70 Es amonestacin y desafo. Llama a los pobres a la conversin y al apre-cio de los bienes que ya tienen. El espejismo de los bienes materiales puede hacerolvidar a ricos y pobres la riqueza que encierra el corazn del pobre, que tiene unpotencial evangelizador71 por el testimonio de su fe y su capacidad de servicio.66 Cf. Juan Pablo II, Visita a la favela Vidigal, (2 de julio 1980), n. 5.67 Cf. Juan Pablo II, Discurso a los obreros en Sao Paolo, (3 de julio 1980), No. 5.68 Cf. Documento de Puebla, No. 1147.69 Juan Pablo II, Carta apostlica Novo millennio ineunte, No. 49.70 Juan Pablo II, Discurso a los obreros de Sao Paolo, (3 de julio 1980), No. 8.71 Benedicto XVI, Carta encclica Deus Caritas est, No. 15. 37 35. Los pobres no pueden esperar!60. Esto nos hace entender que existe una pobreza que es elegible, distinta dela que hay que combatir. La primera es la elegida y propuesta por Jess. Elnacimiento de Jess en Beln nos revela que Dios eligi la pobreza para s mismoen su venida en medio de nosotros... el amor por nosotros ha empujado a Jess noslo a hacerse hombre, sino a hacerse pobre.721.2 La parbola del Juicio Final61. La presencia de Cristo en los pobres es profundizada en el discurso de Mateoen la parbola del Juicio final (Mt 25,31-46): el Hijo del hombre se identificacon los que tienen hambre y sed, con los extranjeros y enfermos, los desnudosy encarcelados y dice que lo que se hace a uno de los ms pequeos, se le hacea l. El cuidado de los marginados forma parte irrenunciable del seguimientode Jess.62. La parbola del juicio final nos ayuda a entender el sentido de la vida cris-tiana. El amor a Dios, para ser autntico, ha de traducirse en el amor a los her-manos. Esta pgina no es una simple invitacin a la caridad: es una pgina decristologa que ilumina el misterio de Cristo. Sobre esta pgina, la Iglesia com-prueba su fidelidad como Esposa de Cristo, no menos que sobre el mbito de laortodoxia.7363. Jess se identifica con los pobres y nos juzgar por el modo de servirlos,siendo este servicio medida privilegiada, aunque no excluyente, de nuestroseguimiento a Jesucristo. En el ms humilde encontramos a Jess mismo y enJess encontramos a Dios.7464. Encontramos en esta parbola un componente tico, relativo al trato quedebe dar el hombre a sus hermanos, se juzga la omisin, la falta de generosidady la indolencia frente a una situacin injustamente padecida. Tiene tambinun componente propiamente religioso, referido a la capacidad de descubrir elrostro vivo de Cristo en medio de los hombres y de las mujeres.72 Pablo VI, Carta encclica Populorum progressio, No. 47.73 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, No. 184.74 Juan Pablo II, Homila en el Yankee Stadium, (2 de octubre de 1979), No. 7.38 36. Los pobres no pueden esperar !1.3 La parbola del rico y el pobre Lzaro65. Constatar la presencia y la persistencia de la pobreza a niveles masivos puedeinterpretarse como un peligroso signo de indiferencia no slo frente a los demshombres sino frente al mismo Dios. El desarrollo se vuelve una visin gigantescade la parbola del rico y de Lzaro. La proximidad de lujo y miseria acenta elsentimiento de frustracin de los desafortunados.7566. La parbola del rico y el pobre Lzaro es un llamado a la conversin y alcambio de vida, que implica comprometerse en una forma de vida nueva que sedistingue por el modo de amarse los hermanos, de compartir los bienes y servir alos dems, especialmente a los ms pobres.7667. Esta parbola aparece con frecuencia en el magisterio social. El rico epuln(cf. Lc 16,19-31) suplica desde el lugar de los condenados que se advierta a sushermanos de lo que sucede a quien ha ignorado frvolamente al pobre necesitado.Jess por decirlo as, acoge este grito de ayuda y se hace eco de l, para ponernosen guardia, para hacernos volver al recto camino.7768. Pablo VI afirma que en la actualidad se vive en el mundo la parbola del ricoy del pobre Lzaro: para invertir esta situacin hay que terminar de acumularlo superfluo y luchar para que a nadie le falte lo necesario, a fin de que un dael pobre Lzaro pueda sentarse a la misma mesa del rico.7869. En esta parbola, el hombre rico no le ha causado la pobreza a Lzaro, nisiquiera la conoce. Pero ah est Lzaro con su sufrimiento y el rico no lo ve. Esindiferente. Su riqueza no le permite tener la sensibilidad necesaria para darsecuenta de que los seres humanos no son autosuficientes. Aqu aprendemos queel amor por los pobres es ciertamente incompatible con el amor desordenado delas riquezas o su uso egosta.7975 Juan Pablo II, Carta encclica Sollicitudo rei socialis, No. 33.76 Cf. Benedicto XVI, Discurso al cuarto grupo de obispos de Mxico en visita ad limina apostolorum, (29 de septiembre 2005).77 Benedicto XVI, Carta Encclica Deus Caritas est, No. 25.78 Cf. Benedicto XVI, Carta Encclica Deus Caritas est, No. 15, 25.79 Cf. Juan Pablo II, Carta encclica Salvifici doloris, sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano, (11 de febrero de 1984), No. 28. 39 37. Los pobres no pueden esperar!70. Es una parbola que tendra que ser traducida por toda la humanidad entrminos contemporneos, de economa y poltica, de plenitud de derechos hu-manos, de relaciones internacionales La parbola del rico y Lzaro debe estarsiempre presente en nuestra memoria: debe formarnos nuestra conciencia80pues todos los hombres y todos los pueblos tienen derecho a la mesa en lugarde yacer a la puerta como Lzaro.812. La presencia de Cristo en los pobres, interpela la vocacin ymisin de la Iglesia71. La Iglesia, siguiendo a su Maestro, busca identificarse con la suerte de lospobres y de los marginados (Cf. Lc 4,18-19); haciendo concreto, en las distintascircunstancias histricas, el amor preferencial por los pobres. No se trata slode la denuncia de las graves injusticias que por su extensin y profundidad cla-man al cielo, sino demostrar el amor de predileccin del propio Jess por ellospara revelar la misericordia del Padre. Por ello la Iglesia trata de colaborareficazmente para erradicar cualquier forma de marginacin, orientando a loscristianos a practicar la justicia y el amor.8272. Los pobres, antes que representar una categora social, son personas, esdecir, sujetos del dilogo ntimo que establece el Creador con su creatura, sig-nos del misterio mismo de Dios. Se definen por el ser antes que por el tener.Por ello, la promocin humana no es algo secundario respecto de la concienciareligiosa y de la adhesin a Jesucristo, sino verdaderamente consustancial aella.2.1 La pedagoga del Buen Samaritano73. La parbola del buen Samaritano (Lc 10, 25-37) es criterio de comportamientode los discpulos de Jess y muestra la universalidad del amor que se dirige haciael necesitado, encontrado casualmente en el camino, quienquiera que sea.83 Enella encontramos los criterios de lo que podramos llamar pedagoga de la caridad.80 Directorio para la Pastoral Social en Mxico, Nos.194-198.81 Cf. Juan Pablo II, Carta apostlica Novo millennio ineunte, No. 49.82 Aparecida, Documento conclusivo, No. 392.83 Benedicto XV, Discurso Inaugural a la V Conferencia, No. 3.40 38. Los pobres no pueden esperar !74. En primer lugar la importancia del otro en la vida del discpulo. Laparbola invita a quien la escucha a descentrarse de s mismo, habla de losotros, y asume as la pregunta Quin es mi prjimo?. La pregunta sobrela propia identidad solo se responde desde el otro que es servido y amado. Lapregunta final de Jess en la parbola es clara: Quin de estos te parece quefue prjimo?75. En segundo lugar, nos ensea la importancia de la pregunta y el dilogo. Enla parbola, Jess lo hace de manera magistral. A la pregunta del legista quhe de hacer para alcanzar la vida eterna?, Jess le formula otra con el intersde llevarlo a revisar su forma de ver y de actuar. Y al final de la parbola Jess noconcluye sino que deja abierta la respuesta para que cada quien sienta su vidaprofundamente implicada y transformada en la respuesta.76. En tercer lugar, seala la lgica del servicio, indicando el criterio para saliral encuentro de quienes se encuentren heridos, en el alma o en el cuerpo, porlos senderos de la vida, se universaliza el concepto de prjimo, mi prjimo escualquiera que tenga necesidad de m y que yo pueda ayudar. El amor al prjimono se reduce a una actitud genrica y abstracta, poco exigente en s misma, sinoque requiere mi compromiso prctico aqu y ahora. 84 No nos es lcito pasar delargo con indiferencia, sino que debemos detenernos al lado del que sufre.8577.En cuarto lugar, ensea la lgica de la solidaridad.86 sta, es la respuesta dela compasin evanglica, que no se sigue de la comprensin intelectual de unasituacin, sino de la contemplacin. Brota del corazn transformado por el amora Dios y mueve a la accin. El discpulo de Jess debe hacerse presente de maneraeficaz en las necesidades de los pobres, sin quedarse anclado en la preguntaacerca de las situaciones que lo llevaron a esa condicin. Para hacerlo, debe atre-verse a mirar el mundo como Dios lo hace y a sanar las heridas de los hermanos.8784 Benedicto XVI, Carta encclica Deus Caritas est, No. 18.85 Cf. Benedicto XVI, Homila de la Jornada mundial de la paz, (1 de enero de 2009).86 Cf. Benedicto XVI, Homila de la Jornada mundial de la paz, (1 de enero de 2009).87 Pablo VI, Carta apostlica Octogesima adveniens, en la ocasin del LXXX aniversario de la encclica Rerum novarum, (14 demayo de 1971), No.42. Citado en adelante: Pablo VI, Carta apostlica Octogesima adveniens. 41 39. Los pobres no pueden esperar!2.2 La opcin preferencial por los pobres78. En los pobres hay una presencia especial del Seor que impone a la Igle-sia una opcin preferencial por ellos.88 Esta opcin no deriva de una ideologa,ni de una corriente de pensamiento, ni de un oportunismo poltico-social,nace de nuestra fe en Jesucristo, el Dios hecho hombre, que se ha hecho nuestrohermano.8979. La opcin preferencial por los pobres est implcita en la fe cristolgica enza (cf. 2 Cor 8,9).90 Por tanto, es en la opcin por Dios, revelado en Jesucristo,aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobre-donde se encuentra el fundamento y la radicalidad evanglica de la solidaridadconcreta y capilar con personas que padecen una situacin de injusticia y deinsignificancia social.80. El discpulo encuentra en Jess, en la forma como vio, habl, trat, se acerc,cuid y se comprometi con los pobres, el camino hacia el Dios amor, en estaexperiencia, se descubre que el amor de Dios y amor al prjimo son insepa-rables, es un nico mandamiento91 por ello, el amor y el cuidado de los pobreses componente fundamental del seguimiento de Jess, un signo que anuncia lapresencia del Reino y hace evidentes sus exigencias.81. Es un amor preferencial, porque el amor de Dios es universal; nadie estexcluido de l. Sin embargo, este amor debe hacerse concreto, de lo contrariose perdera en una universalidad abstracta, vaca de contenido, por ello, para eldiscpulo de Jess, los ltimos, aquellos que viven una situacin de marginaciny de injusticia, contraria a la voluntad de Dios, deben ser los primeros. De esemodo amamos como Jess am (cf. Jn 13,34) y hacemos de su testimonio lapauta de nuestras vidas y de nuestros compromisos.88 Cf. Pablo VI, Carta apostlica Octogesima adveniens, No. 4.89 Los pasos del mtodo de discernimiento evanglico de la realidad, promovidos por la Juventud Obrera Catlica fueron asumidos por el magis-terio social en 1961. Cf. Juan XXIII, Carta encclica Mater et magistra, No. 236.90 Cf. Concilio Vaticano II, Constitucin Pastoral Gaudium et spes, No. 36.91 Cf. Pablo VI, Carta apostlica Octogesima adveniens, No. 4.42 40. Los pobres no pueden esperar !3. Una pobreza que hay que elegir82. En su Encarnacin, en su vida y ministerio, Jess nos ensea el camino parallegar a Dios y para llevar a Dios a los dems, particularmente a los ms po-bres. Dios eligi la pobreza para s mismo en su venida en medio de nosotros elpobre.92 Por amor, el Seor siendo rico, por vosotros se hizo pobre para en-amor por nosotros ha empujado a Jess no slo a hacerse hombre, sino a hacerseriquecernos con su pobreza (2 Cor 8,9).83. La dinmica de la Encarnacin nos hace descubrir en la experiencia cris-tiana quin es el pobre: es aqul que ha puesto toda su confianza en Dios yespera de l su salvacin. El clamor del pobre no es de ira o indignacin porla situacin que vive, sino de misericordia, para que Dios manifieste su podersalvador.84. La verdadera riqueza no consiste en la opulencia o en la seguridad del dine-ro. La posesin de los bienes materiales no ahorra a nadie el padecimiento y lamuerte. Aun ms, lo peor de la posesin de la riqueza es cuando desva de lacomprensin del verdadero sentido de la vida llevando a la idolatra.85. La pobreza, como actitud religiosa, significa el desprendimiento de los bienesde este mundo. Es decir, el gesto de apertura hacia la gratuidad del amor de Diospara descubrir el verdadero sentido de la vida. Por tanto, la medida de la pobrezapropia es el reconocimiento de la riqueza de Cristo: para mi la vida es Cristo(Flp I, 21). La pobreza ayuda a transformar la propia existencia en un signo es-catolgico que anuncia a los hombres que la fuente de toda esperanza es Diosmismo.4. Una pobreza que hay que combatir86. Hay una pobreza, una indigencia, que Dios no quiere y que hay que com-batir; una pobreza que impide a las personas y a las familias vivir segn su92 Aparecida, Documento conclusivo, No. 388. 43 41. Los pobres no pueden esperar!dignidad; una pobreza que ofende a la justicia y a la igualdad y que, como tal,amenaza la convivencia pacfica. En esta acepcin negativa entran tambin lasformas de pobreza no material que se encuentran incluso en las sociedadesricas o desarrolladas: marginacin, miseria relacional, moral y espiritual.934.1 El aporte de la Doctrina Social de la Iglesia87. Frente al drama de la pobreza que hay que combatir, la Iglesia hace un es-fuerzo para alentar la esperanza de la humanidad. Con su enseanza social, laIglesia acompaa a los fieles catlicos y a los hombres y mujeres de buena vo-luntad en la bsqueda de soluciones. Esta enseanza se desarrolla por mediode la reflexin madurada al contacto con situaciones cambiantes de la realidad,bajo el impulso del Evangelio y con la sensibilidad propia de la Iglesia, marcadapor la voluntad desinteresada de servicio y la atencin a los ms pobres.9488. Como se puede intuir el objetivo de toda la doctrina social ms que haceruna sntesis de las posiciones de la Iglesia, propone un mtodo para ayudar alos cristianos y a las comunidades cristianas a tomar conciencia de su dere-cho y deber de entrar en las problemticas de la sociedad y del territorio delque forman parte. La Doctrina Social de la Iglesia se orienta al discernimientocristiano y comunitario que ayuda al cristiano de cualquier comunidad a leercuanto acontece en su tiempo, en las circunstancias de su localidad, y a tomarconciencia de las opciones que hay que hacer para alcanzar condiciones de vidadigna.4.1.1 El discernimiento evanglico de la realidad89. En la historia se revela el amor del Padre. El Espritu Santo, que hemos reci-bido de Jess nos llevar hasta la verdad completa (cf. Jn 14,26 y 16,13). Esapresencia de Dios en la historia y la accin de su Espritu es fundamento deldiscernimiento de los signos de los tiempos. Este es el sentido del anlisis ob-jetivo de la realidad95 que nos ayuda a ver la realidad social e histrica con los93 Cf. Juan XXIII, Carta encclica Mater et magistra, No. 219.94 Pablo VI, Carta apostlica Octogesima adveniens, en la ocasin del LXXX aniversario de la encclica Rerum novarum, (14 demayo de 1971), No.42. Citado en adelante: Pablo VI, Carta apostlica Octogesima adveniens.95 Cf. Pablo VI, Carta apostlica Octogesima adveniens, No. 4.44 42. Los pobres no pueden esperar !ojos de la fe. Esta perspectiva est presente, desde el inicio, en el discernimien-to evanglico de la realidad social, que sigue los pasos ver, juzgar, actuar.9690. La perspectiva de fe acompaa todo el proceso del discernimiento cristianoque nos lleva a conocer y comprender el mundo en que vivimos97, respetandopor un lado la legtima autonoma y consistencia de las realidades temporales98y, proponiendo por otro, las perspectivas que abre la fe cristiana al examinar lainterpelacin de la realidad a la vivencia y comunicacin del evangelio.91. La finalidad del discernimiento es llegar, a la luz de los principios permanen-tes, a un juicio objetivo sobre la realidad social y a concretar, segn las posibilidadesy oportunidades ofrecidas por las circunstancias, las opciones ms adecuadas queculturales necesarias en cada caso particular.99 Para ello la Doctrina Social de laeliminen las injusticias y favorezcan las transformaciones polticas, econmicas yIglesia ofrece principios y valores permanentes de reflexin, criterios de juicio yorientaciones para la accin.1004.1.2 Principios y valores permanentes de reflexin4.1.2.1 La dignidad humana92. La Iglesia reflexiona sobre la realidad de la pobreza desde el principio de ladignidad humana. Este principio tiene como fuente el depsito de la fe: El serhumano imagen viviente de Dios- es siempre sagrado.101 La persona humana esel principio, fundamento y fin de todas las instituciones y procesos sociales.10293. De la dignidad humana surgen los derechos y deberes de los hombres y lasmujeres, que son universales inviolables e irrenunciables,103 y que deben ser96 Los pasos del mtodo de discernimiento evanglico de la realidad, promovidos por la Juventud Obrera Catlica fueron asumidos por el magis-terio social en 1961. Cf. Juan XXIII, Carta encclica Mater et magistra, No. 236.97 Cf. Concilio Vaticano II, Constitucin Pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, (7 de diciembre de 1965), No. 4. Citado enadelante: Concilio Vaticano II, Constitucin Pastoral Gaudium et spes.98 Cf. Concilio Vaticano II, Constitucin Pastoral Gaudium et spes, No. 36.99 Congregacin para la Educacin Catlica, Orientaciones para el estudio y enseanza de la Doctrina Social de la Iglesia en la formacin de lossacerdotes, No. 8.100 Cf. Pablo VI, Carta apostlica Octogesima adveniens, No. 4.101 Aparecida, Documento conclusivo, No. 388.102 Cf. Juan XXIII, Carta encclica Mater et magistra, No. 219.103 Cf. Juan XXIII, Carta encclica Pacem in terris, sobre la paz entre todos los pueblos, que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la 45 43. Los pobres no pueden esperar!protegidos, cultivados y promovidos.104 Al tener como fuente al hombre mismoy a Dios, los derechos humanos de ninguna manera pueden considerarse comouna concesin del Estado o prerrogativa otorgada por los poderes pblicos.10594. La pobreza priva a las personas de condiciones de vida que aseguren elderecho a una alimentacin adecuada y la satisfaccin de las necesidades bsi-cas. Atender esta situacin de los pobres se plantea como una urgencia moral-mente inaplazable, pues se trata de derechos sociales bsicos sin los cuales nose garantiza el derecho a una vida humana.10695. A partir del principio de la dignidad humana y ante la realidad de un mun-do desigual en el que pocos tienen mucho (cultura, riqueza, poder, prestigio)mientras muchos tienen poco107 y en el que se establece la perversa relacinde ricos cada vez ms ricos a costa de pobres cada vez ms pobres108 debeafirmarse que tanto los pueblos como las personas individualmente debendisfrutar de una igualdad fundamental.1094.1.2.2 Bien comn96. Otro de los principios permanentes para reflexionar sobre los pobres y lapobreza es el bien comn. Pablo VI sealaba que combatir la miseria y lucharcontra la injusticia, es promover el bien comn.110 Se define como el conjuntode las condiciones de la vida social que hacen posible a las sociedades y a cadauno de sus miembros el logro ms pleno y ms fcil de la propia perfeccin.11197. El bien comn es de toda la persona y de todas las personas. No es la sumade los bienes de cada sujeto, es de todos y es comn. Sus exigencias brotande las condiciones sociales de cada poca. Todos los miembros de la sociedad,segn sus posibilidades y funciones son responsables de alcanzarlo y conser-libertad, (11 de abril de 1963), [Ed. BAC], No. 9. Citado en adelante: Juan XXIII, Carta encclica Pacem in terris.104 Cf. Aparecida, Documento conclusivo, No. 104.105 Cf. Directorio para la Pastoral Social en Mxico, No. 299.106 Cf. Comisin Episcopal para la Pastoral Social, Mensaje El anhelo de la paz, la vida digna y los derechos humanos, (10 de diciembre 2008), No. 8.107 Juan Pablo II, Carta encclica Sollicitudo rei socialis, No. 33.108 Pablo VI, Carta encclica Populorum progressio, No. 76.109 Concilio Vaticano II, Constitucin pastoral Gaudium et spes, No. 26.110 Directorio para la Pastoral Social en Mxico, No. 254.111 Juan Pablo II, Carta encclica Centesimus annus, No. 31.46 44. Los pobres no pueden esperar !varlo, sin embargo, el compromiso por el bien comn corresponde en primerlugar a la autoridad pblica, al grado que la legitimidad del Estado y su tareaprincipal se encuentra en alcanzar el bien comn temporal.11298. Este principio es requerido de manera especial por el compromiso para eldesarrollo integral en una sociedad en vas de globalizacin. Trabajar por elbien comn es cuidar, por un lado y utilizar, por otro, ese conjunto de institucionesque estructuran jurdica, poltica y culturalmente la vida social, que se configuracomo plis, como ciudad.1134.1.2.3 Destino universal de los bienes99. Una de las implicaciones del bien comn es el destino universal de losbienes. Se fundamenta en la conviccin de que Dios cre el mundo y al gnerohumano, y le ha dado la tierra para que la domine con su trabajo y disfrute desus frutos (Cf. Gn 1,28-29), sin excluir a nadie, ni privilegiar a ninguno.114100. Este principio, formulado por el Concilio Vaticano II se expresa as: Diosha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres ytativa bajo la gida de la justicia y con la compaa de la caridad.115 Como con-pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equi-secuencia de este principio, la economa debe inspirarse en valores moralesque permitan tener siempre presente el origen y la finalidad de tales bienes, paraas realizar un mundo justo y solidario.116101. El uso de los bienes se ve iluminado por este principio, de manera particu-lar la propiedad privada, que si bien es defendida por el magisterio social de laIglesia, nunca es considerada como un derecho absoluto. El hombre, mediantesu trabajo, domina la tierra y la transforma en su digna morada, se apropiade lo que ha conquistado con su trabajo. Sin embargo, al mismo tiempo quesostiene que la propiedad de los bienes debe ser accesible a todos por igual, la112 Cf. Juan Pablo II, Discurso en la inauguracin de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, (28 de enero de 1979), No. III.4.Citado en adelante como: Juan Pablo II, Discurso en la inauguracin de la III Conferencia113 Juan Pablo II, Carta encclica Sollicitudo rei socialis, No. 38.114 Cf. Juan Pablo II, Discurso a la CEPAL, No. 7.115 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, No. 246.116 Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 57.47 45. Los pobres no pueden esperar!tradicin cristiana nunca ha aceptado el derecho a la propiedad privada comoalgo absoluto e intocable; sta, tiene una funcin social117, que debe ser portodos reconocida.4.1.2.4 Solidaridad102. La solidaridad, segn la enseanza social de la Iglesia, no es un sentimien-to superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Es la deter-minacin firme y perseverante de empearse por el bien comn; es decir, el biende todos y de cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsablesde todos.118. Frente al drama de los pobres implica, como actitud de fondo sentirla pobreza ajena como propia, encarnar en uno mismo la miseria de los margi-nados y actuar en rigurosa consecuencia.119103. Por la solidaridad los pobres no son meros objetos de acciones y de planesasistencialistas, sino sujetos de un proceso histrico, orientado a la transfor-macin de la sociedad por medio de la justicia, ya que hay una cierta relacin decausalidad entre la riqueza y la pobreza. A partir de ello se entiende el compro-miso poltico a favor de los pobres exigido por la opcin que se hace por ellos.104. Es una solidaridad que se concreta en el servicio y la atencin a cuantosviven en la pobreza y en la indigencia, a los hurfanos, a los minusvlidos, alos enfermos, a los ancianos, a quien est de luto, a cuantos viven en la con-fusin, en la soledad o en el abandono; que se abre a la acogida, a la tutela o ala adopcin; que sabe hacerse voz, ante las instituciones, de cualquier situacinde carencia, para que intervengan segn sus finalidades especficas.1204.1.2.5 Subsidiariedad105. La dignidad humana exige que las personas sean sujetos activos y respon-sables de su desarrollo personal y social. Por ello debe respetarse y promoverse117 Cf. Ibd., No. 1.118 Cf. Benedicto XVI, Carta encclica Deus Caritas est, No. 19.119 Cf. Concilio Vaticano II, Decreto Apostolicam actuositatem, sobre el apostolado de los laicos, (18 de noviembre de 1965), No. 8.120 Cf. Juan Pablo II, Discurso en la inauguracin de la III Conferencia , No. III.2.48 46. Los pobres no pueden esperar !la libertad y la responsabilidad de las personas, grupos y asociaciones, cuidandode no atrofiar la subjetividad social.106. Por el principio de subsidiaridad, es posible estimular el espritu de ini-ciativa, base fundamental de todo desarrollo socioeconmico, en los mismospases pobres. A los pobres se les debe mirar no como un problema, sino comolos que pueden llegar a ser sujetos y protagonistas de un futuro nuevo y ms hu-mano para todo el mundo.121107. El principio de la subsidiariedad se ha interpretado exclusivamente en unsentido econmico, discutindose cul seria el lmite de la injerencia del Es-tado en la economa. Sin embargo, esta discusin, aunque importante, no tocael aspecto esencial de la subsidiariedad que es la libertad de las personas y desus organizaciones y no la libertad de las instituciones. No se trata slo de de-jar hacer o de no inmiscuirse o entrometerse, sino de asumir un compromisoactivo por el desarrollo de la libertad de las personas en cada uno de los nivelessociales donde ello es posible y necesario.108. El principio de subsidiariedad es particularmente adecuado para gober-nar la globalizacin y orientarla hacia un verdadero desarrollo humano. Alreconocer que la reciprocidad forma parte de la constitucin ntima del serhumano, es el antdoto ms eficaz contra cualquier forma de asistencialismopaternalista.1224.1.2.6 Caridad109. La Caridad es un don, es una fuerza extraordinaria, que mueve a las perso-paz.123 En Cristo hemos recibido el amor de Dios. Y es tambin un imperativonas a comprometerse con valenta y generosidad en el campo de la justicia y de lapara el cristiano. Es un mandato, que el cristiano puede cumplir porque primerolo ha recibido como un don.121 Cf. Benedito XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 6.122 Cf. Aparecida, Documento conclusivo, No. 395.123 Cf. Ibd., No. 29.49 47. Los pobres no pueden esperar!110. La Iglesia ha recibido de Jess el mandato de difundir en el mundo la buenanoticia del amor de Dios. Es una tarea que la Iglesia puede desarrollar gracias aldon del Espritu. El Espritu es tambin la fuerza que transforma el corazn dela comunidad eclesial para que sea en el mundo testigo del amor del Padre, quequiere hacer de la humanidad, en su Hijo, una sola familia.124111. La opcin preferencial por los pobres, propia de la Iglesia, no tiene quever slo con el sector de servicios de caridad, sino es vivir la caridad evang-lica en todo, de manera que todas las actividades pastorales se refieran a ella:la predicacin, la construccin de los edificios sagrados, la organizacin de lacatequesis, la administracin de los sacramentos, la pastoral de las familias,de los ancianos, de los jvenes, etc. Esto puede realizarse slo si la virtud de lacaridad pertenece a toda la comunidad.4.1.2.7 Justicia112. La Iglesia est llamada a ser sacramento de amor y la medida mnima dela caridad es la justicia. No podemos dar como caridad lo que es debido a losdems por razn de justicia.125 La accin por la justicia y promocin humana noson ajenas a la evangelizacin126. Ante las intolerables desigualdades socialesy econmicas, la Iglesia est convocada a promover el reconocimiento y el res-peto de los legtimos derechos de las personas y los pueblos127, en una palabra,a ser abogada de la justicia y defensora de los pobres.128113. En esta tarea, es fundamental reconocer, como ensea el Concilio VaticanoII, la autonoma de las realidades temporales. La Iglesia no puede ni debe em-prender por cuenta propia la empresa poltica de realizar la sociedad ms justaposible. No puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe que-darse al margen en la lucha por la justicia. Debe insertarse en ella a travs de laargumentacin racional y debe despertar las fuerzas espirituales, sin las cuales lajusticia, que siempre exige tambin renuncias, no puede afirmarse ni prosperar.124 Cf. Ibdem.125 Juan Pablo II, Discurso a la CEPAL, No. 7.126 Cf. Ibdem..127 Cf. Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 20.128 Aparecida, Documento conclusivo, No. 397.50 48. Los pobres no pueden esperar !La sociedad justa no puede ser obra de la Iglesia, sino de la poltica. No obstante,le interesa sobremanera trabajar por la justicia esforzndose por abrir la inteli-gencia y la voluntad a las exigencias del bien.129114. La responsabilidad directa de actuar a favor de un orden social justo esde los laicos, llamados a participar en primera persona en la vida pblica.130Los pastores por su parte, con su enseanza contribuyen, a la purificacin dejustas, ni stas pueden ser operativas a largo plazo.131.la razn y reavivar las fuerzas morales, sin lo cual no se instauran estructuras129 Cf. Juan Pablo II, Discurso a la CEPAL, No. 5.130 Benedicto XV, Discurso Inaugural a la V Conferencia, No. 4.131 Benedicto XVI, Mensaje Combatir la pobreza, No. 13. 51 49. Los pobres no pueden esperar!C. Transformar la realidad delos pobres y de la pobreza115. La situacin de los ms necesitados pide medidas extraordinarias, soco-rros impostergables, subsidios imperiosos. Los pobres no pueden esperar! 132Los que nada tienen no pueden aguardar el alivio que les llegue por una especiede rebalse de la prosperidad generalizada de la sociedad.133 Los problemas dela injusticia en el desarrollo de los pueblos piden que se acte con valor y sindemora, con urgencia, exigida por el estado de las cosas, por la caridad y por lanecesidad de alcanzar una autntica fraternidad.134116. El amor preferencial por los pobres no escapa al riesgo de quedarse en unportamientos y en nuestras decisiones.135 Para que esto no suceda es necesariaplano terico o meramente emotivo, sin verdadera incidencia en nuestros com-la elaboracin y la puesta en marcha de programas de accin audaces con mirasde opresin econmica, social y poltica es intolerable.136 Es necesario supri-a la liberacin socioeconmica de millones de hombres y mujeres cuya situacinmir las graves desigualdades sociales y las enormes diferencias en el acceso a losbienes.137117. En los esfuerzos por superar la pobreza es necesario no slo aliviar las necesidadesms graves, sino que se ha de ir a sus races, proponiendo medidas que den a las estruc-turas sociales, polticas y econmicas una configuracin ms ecunime y solidaria.138La bsqueda efectiva de polticas contra la pobreza requiere una comprensin dela naturaleza a la pobreza, quines son los pobres, dnde viven, que obstculosenfrentan y las condiciones econmicas y sociales bajo las cuales las polticascontra la pobreza deben buscarse, as como la tica que subyace a ellas.132 Cf. Ibd., No. 9.133 Cf. Ibdem.134 Cf. Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 61.135 Cf. Juan Pablo II, Discurso a la CEPAL, No. 9.136 Juan Pablo II, Exhortacin apostlica Ecclesia in America, sobre el encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversin, la comunin y lasolidaridad en Amrica, (22 de enero de 1999), No. 52. Citado en adelante como: Juan Pablo II, Exhortacin apostlica Ecclesia in America.137 Cf. Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 65.138 Cf. Ibdem.52 50. Los pobres no pueden esperar !118. La misin de la Iglesia, para que en Cristo nuestros pueblos tengan vida,le exige en su ser y en su actuar, hacerse compaera de camino de nuestros her-manos ms pobres.139 La tarea de todas las dimensiones de la pastoral social, yde los organismos a travs de los cuales stas actan, forma parte de la misinde la Iglesia y debe asegurar que junto a la cercana amorosa que la identificacon los pobres, que la evangelizan y le ensean a recorrer el camino de la po-breza para que aprenda las lecciones del Evangelio, no debe faltar la accinpoltica de los cristianos, a travs de una presencia activa en la sociedad, comosal y levadura de una ciudadana impregnada por los valores del Reino.1. Distintos mbitos que deben ser atendidos119. La pobreza se superar mediante una justa concepcin del desarrollo ycon una decidida voluntad de actuar en todos los planos de la vida socialpara lograrlo. Si ha sido posible desarrollar una aguda sensibilidad frente a lasexigencias de respeto a los derechos humanos, se debera desarrollar tambinuna conciencia equivalente respecto de los pobres y del derecho que les asistea esperar de la sociedad un esfuerzo responsable para darles la oportunidad devivir conforme a su dignidad.120. Los desafos para superar la pobreza se afrontan a veces como una meracuestin tcnica que se agota en establecer estructuras, poner a punto acuerdossobre precios y cuotas, en asignar subvenciones annimas, sin que las personasse involucren verdaderamente. La superacin de la pobreza necesita hombresy mujeres que vivan en profunda fraternidad y sean capaces de acompaar alas personas, familias y comunidades en el camino de un autntico desarrollohumano.140121. Para que los esfuerzos por superar la pobreza sean efectivos es necesariodistinguir distintos mbitos de intervencin.139 Cf. Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 66.140 Cf. Ibdem.53 51. Los pobres no pueden esperar!1.1 Trabajo122. A las polticas de reduccin del desempleo y a la creacin de nuevasfuentes de trabajo se ha de dar una prioridad indiscutible. Esta lnea de accintiene una razn profundamente moral: Los subsidios de vivienda, nutricin,salud, etc., otorgados al ms indigente, le son del todo indispensables, pero l,podramos decir, no es el actor, en esta accin de asistencia, ciertamente loable.Ofrecerle trabajo, en cambio, es mover el resorte esencial de su actividad humana,en virtud de la cual el trabajador se aduea de su destino y se integra en la socie-dad entera, e incluso recibe aquellas otras ayudas no como limosna sino, en ciertamanera, como el fruto vivo y personal de su propio esfuerzo.141123. El hombre sin trabajo est herido en su dignidad humana. Es necesariohacer posible a toda persona el acceso al derecho fundamental correlativo aldeber- de trabajar ya que el trabajo estable y justamente remunerado posee,ms que ningn otro subsidio, la posibilidad intrnseca de revertir el procesocircular de la repeticin de la pobreza y la marginalidad.1421.2 Educacin124. Es necesario que el trabajador alcance un mnimo de educacin, culturay capacitacin laboral, y la posibilidad de drsela tambin a sus hijos. Es elpunto neurlgico del problema, la educacin, llave maestra del futuro,camino de integracin de los marginados, alma del dinamismo social, derechoy deber esencial de la persona humana.143 Es necesario seguir promoviendo elacceso a la educacin, entendido no slo como instruccin o formacin parael trabajo, sino como formacin completa de la persona.144125. La educacin contribuye a que surja una slida conciencia de respeto a losderechos y a la dignidad de la persona. Tambin es precisa la capacitacin de losms pobres para empleos de mayor incidencia econmica. La educacin es la ni-ca va que convierte a las personas en protagonistas de su destino en la sociedad.141 Benedicto XVI, Mensaje Combatir la pobreza, No. 11.142 Cf. Juan Pablo II, Discurso a la CEPAL, No. 5.143 Cf. Ibdem.144 Cf. Benedicto XVI, Carta encclica Caritas in veritate, No. 36.54 52. Los pobres no pueden esperar !1.3 Cultura126. Las causas morales de la prosperidad residen en una constelacin de vir-tudes: laboriosidad, competencia, orden, honestidad, iniciativa, frugalidad,ahorro, espritu de servicio; cumplimiento de la palabra empeada, audacia,en suma, amor al trabajo bien hecho. Ningn sistema puede resolver, como porarte de magia, el problema de la pobreza al margen de estas virtudes; el diseoy funcionamiento de las instituciones reflejan estos hbitos de los sujetos hu-manos, que se adquieren en el proceso educativo y conforman una autn-tica cultura laboral.145127. Es necesario, a partir del Evangelio promover una cultura de la solidari-dad que incentive oportunas iniciativas de ayuda a los pobres y a los marginados,de modo especial a los refugiados, los cuales se ven forzados a dejar sus pueblos ytierras para huir de la violencia.1461.4 Economa solidaria128. Es necesario alentar una regulacin del sector financiero que sea capazde salvaguardar a los sujetos ms dbiles as como buscar nuevas formas definanzas destinadas a favorecer proyectos de desarrollo. La experiencia de lamicrofinanciacin que puede proteger a los sectores ms vulnerables de lausura y la desesperacin, debe reforz