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1 LOS PROCEDIMIENTOS LABORALES DE OFICIO Als meus benvolguts amics els germans Pere, Lluís-Manuel i Mª Rosa Badia i Gener, amb tot afecte. Dr. JAIME LLUIS Y NAVAS I. INDICACIONES GENERALES 1.Concepto A. Concepciones académicas.- El Diccionario de la R. Academia, apunta muy diversos sentidos del término “oficio”, entre ellos los de “ cargo y ministerio” (acepción segunda) y como término judicial (de oficio) le atribuye el significado de las diligencias que se practican judicialmente sin instancia de parte”. A su vez, para el español oriental, el Diccionario del Instituto de Estudios Catalanes, formula la siguiente definición para la expresión “d´ofici “: “en virtud dels deures del càrrec, sense ésser-ne requerit”. Entre ambas formulaciones se advierte dos diferencias de fondo: 1º En atención a la atribución ejercida, la definición catalana con criterio restrictivo, parte de la idea de cumplimiento de un deber, mientras que la Real Academia contempla el ejercicio de una función, que puede implicar un deber, pero también una facultad . A nuestro parecer, en este caso, ha estado más acertado el criterio de la Academia pues las actuaciones de oficio pueden responder, en Cataluña y en el resto de España, tanto al ejercicio de facultades como al cumplimiento de deberes. En otras palabras lo que define la actuación de oficio no son los deberes de la autoridad actuante, sino la actuación por propia iniciativa y en el ejercicio de sus funciones. En cambio la definición catalana contiene la precisión esencial (omitida en la definición académica) de que se ejercen atribuciones propias de un cargo (público). 2º Respecto de los sujetos resulta más restrictiva la definición académica puesto que se refiere exclusivamente a las actuaciones de los órganos judiciales, restricción que no recoge la concepción del Instituto Catalán, abierta a incluir las actuaciones de todo cargo (público); y en este aspecto su concepción resulta más conforme al sentido y el uso del término en todo España. Es más veremos, al tratar de la naturaleza, que las sucesivas leyes procesales laborales han hecho referencia a los procesos de oficio en el sentidos de promovidos por la Administración (de Trabajo) y no por la Judicatura. B. Concepción propuesta.- De conformidad con lo acabado de exponer, creemos poder conceptuar el procedimiento de oficio en general como ”el procedimiento promovido por el titular de un cargo público en ejercicio de sus funciones”. A su vez entendemos por procedimiento de oficio laboral en sentido restrictivo “el procedimiento judicial promovido por una autoridad administrativa laboral en ejercicio de sus funciones”. Precisando el alcance de estas definiciones nos permitimos señalar: 1º La expresión “titular de un cargo público” comprende

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LOS PROCEDIMIENTOS LABORALES DE OFICIO

Als meus benvolguts amics els germans Pere, Lluís-Manuel i Mª Rosa Badia i Gener, amb tot afecte.

Dr. JAIME LLUIS Y NAVAS

I. INDICACIONES GENERALES

1.Concepto A. Concepciones académicas.- El Diccionario de la R. Academia, apunta

muy diversos sentidos del término “oficio”, entre ellos los de “cargo y ministerio” (acepción segunda) y como término judicial (de oficio) le atribuye el significado de “las diligencias que se practican judicialmente sin instancia de parte”. A su vez, para el español oriental, el Diccionario del Instituto de Estudios Catalanes, formula la siguiente definición para la expresión “d´ofici “: “en virtud dels deures del càrrec, sense ésser-ne requerit”. Entre ambas formulaciones se advierte dos diferencias de fondo:

1º En atención a la atribución ejercida, la definición catalana con criterio

restrictivo, parte de la idea de cumplimiento de un deber, mientras que la Real Academia contempla el ejercicio de una función, que puede implicar un deber, pero también una facultad . A nuestro parecer, en este caso, ha estado más acertado el criterio de la Academia pues las actuaciones de oficio pueden responder, en Cataluña y en el resto de España, tanto al ejercicio de facultades como al cumplimiento de deberes. En otras palabras lo que define la actuación de oficio no son los deberes de la autoridad actuante, sino la actuación por propia iniciativa y en el ejercicio de sus funciones. En cambio la definición catalana contiene la precisión esencial (omitida en la definición académica) de que se ejercen atribuciones propias de un cargo (público).

2º Respecto de los sujetos resulta más restrictiva la definición académica

puesto que se refiere exclusivamente a las actuaciones de los órganos judiciales, restricción que no recoge la concepción del Instituto Catalán, abierta a incluir las actuaciones de todo cargo (público); y en este aspecto su concepción resulta más conforme al sentido y el uso del término en todo España. Es más veremos, al tratar de la naturaleza, que las sucesivas leyes procesales laborales han hecho referencia a los procesos de oficio en el sentidos de promovidos por la Administración (de Trabajo) y no por la Judicatura.

B. Concepción propuesta.- De conformidad con lo acabado de exponer,

creemos poder conceptuar el procedimiento de oficio en general como ”el procedimiento promovido por el titular de un cargo público en ejercicio de sus funciones”. A su vez entendemos por procedimiento de oficio laboral en sentido restrictivo “el procedimiento judicial promovido por una autoridad administrativa laboral en ejercicio de sus funciones”. Precisando el alcance de estas definiciones nos permitimos señalar: 1º La expresión “titular de un cargo público” comprende

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por igual la autoridad judicial y la administrativa.-2º En la segunda definición (que es específica) hemos concretado que el procedimiento contemplado es judicial por cuanto así resulta de los arts. 148 y siguientes de la Ley de la Jurisdicción Social del 2011 (y también de las precedentes).- 3º En la primera concepción (que es genérica) no incluimos referencias a la actuación judicial por cuanto la idea de procedimiento de oficio en general abarca por igual el procedimiento judicial y el administrativo.- 4º En la segunda definición hemos especificado que el promotor es autoridad laboral, ateniéndonos a que el procedimiento de oficio regulado en nuestras sucesivas Leyes de enjuiciamiento laboral es un procedimiento promovido por autoridades laborales; en este sentido es un concepto muy restringido.

2. Naturaleza A. Procedimiento especial.- En atención a la sistematización utilizada en las últimas Leyes rituarias laborales, estamos ante una modalidad del procedimiento laboral común. A nuestro entender se trata de un verdadero procedimiento especial, puesto que especial es el promotor demandante (la Administración laboral), especial el sistema probatorio (presunción de certeza de la Administración actora), especial la regulación de la conciliación (solo operante en caso de allanamiento) y espacial el sistema de ejecución. B. Procedimiento de oficio.- Como su misma denominación indica, estamos ante un procedimiento de oficio, es decir promovido por vía de autoridad. Ruiz Giménez (1), siguiendo a Jiménez Asenjo y Moreno (2) sustenta que no se trata de un verdadero procedimiento de oficio por cuanto su promotor no es el Juez. Lo indicado al tratar del concepto nos permite señalar que efectivamente no es un procedimiento de oficio en sentido estricto (y académico) al no promoverlo el Juzgador. Pero lo es en sentido lato por serlo de promoción pública en lugar de interesarlo el titular de la pretensión.

Para mayor precisión señalemos que este procedimiento lo es de oficio por cuanto el promotor directo y formal es la Administración, lo que no excluye necesariamente la eventual actuación de un promotor indirecto o promotor del promotor actuando a título de interesado particular. 3. Caracteres. A. Tesis de la doble caracterización.- Galiana (3) atribuye a los procedimientos de oficio una doble caracterización: por la vía de incoación y por la naturaleza de la pretensión. A nuestro parecer hemos de distinguir entre una característica necesaria (la vía de incoación) y otra eventual (la naturaleza de la pretensión), pues caben pretensiones cuyo planteamiento no es exclusivo de este procedimiento, por ejemplo las reclamaciones de cantidad.

B. Condicionamiento administrativo.- Estamos ante un procedimiento en que la procedencia de las actuaciones judiciales está condicionada por la previa existencia y corrección de actos administrativos, por ejemplo el levantamiento de Actas de Infracción.

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C. Característica histórico-jurídica.- Los procedimientos que nos ocupan

obedecen a una doble corriente: una tendencia que arranca del Código de Trabajo de Primo de Rivera que se manifiesta en el desarrollo sucesivo del número de procedimientos laborales especiales; y otra corriente, que se consolida bajo la Constitución vigente, y tiende a incrementar, en materia laboral, las funciones judiciales frente a las administrativas. D. Dualidad procesal.- Estos procedimientos implican dos actuaciones de naturaleza distinta: una previa regida por el Derecho administrativo y otra subsiguiente sometida el Derecho procesal Por tanto el procedimiento judicial tiene en estos casos carácter derivado de otro procedimiento administrativo.. E. Carácter ordinariamente facultativo.- Los textos legales precedentes utilizaban términos de los que parecía derivarse que la interposición de demandas de oficio es ordinariamente una facultad, y no una obligación de la Administración. (4) Con todo esta nota no es siempre evidente a la vista de la redacción de la LJS del 2011; y entendemos que en aquellos casos que implican el ejercicio de una función de defensa de intereses sociales y generales, la Administración tiene una obligación, cuando menos cuasi natural, de cursar la demanda judicial. F. Procedimiento abierto a la dualidad de promotores.- Como hemos señalado al tratar de la naturaleza, estamos ante un procedimiento en que opera un promotor directo y manifiesto o aparente (la autoridad laboral que insta el proceso de oficio), pero está legalmente abierto a la previa actuación de otro promotor inicial aun cuando indirecto, obrante como promotor del promotor (el Inspector actuante; los interesados en la impugnación del convenio, etc.). Ello es así desde el momento en que determinados sujetos ven regulada legalmente su facultad para interesar la actuación del promotor directo . 4. Fundamento y causa. Hemos señalado en otras ocasiones que el fundamento (justificación y razón de promulgar la norma) y la causa (elemento generador de la norma) constituyen cuestiones distintas, pero íntimamente relacionadas por afectar ambas a la génesis de la figura estudiada. A. Fundamento normativo y causa eficiente.- El fundamento positivo y causa eficiente de toda disposición radica en la soberanía de quien la promulga; pues la soberanía (por definición y en esencia) constituye el sumo poder humano y la disposición que dicta es expresión de ese poder. El poder publico actúa doblemente: en la sanción legal de la figura que nos ocupa y en la interposición de cada demanda de oficio. Con todo para que la norma sea algo más que la expresión de un capricho, se precisa que tenga una razón de ser que justifique su promulgación, lo que nos lleva al fundamento racional y a la causa final. B. Fundamento racional y causa final.- En todo el ordenamiento laboral y también en los de Seguridad Social y de Prevención de accidentes, opera el interés publico. Consiguientemente este interés puede verse perjudicado en los casos en

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que los particulares afectados se abstienen, en casos concretos, de ejercitar las correspondientes acciones. A esta razón se adiciona otra: la relación de trabajo, por propia naturaleza, es una relación entre desiguales, puesto que implica una situación de dependencia de un interés privado y esta situación encierra el riesgo de omisión del ejercicio de derechos. Por lo tanto el fundamento y causa de los procedimientos de oficio obedece a una finalidad de doble salvaguarda: 1º el propósito del legislador de asegurar la efectividad de una normativa de interés público frente a maquinaciones de particulares (salvaguarda del interés público); y 2º la intención del legislador de asegurar que quienes ser hallan en una situación de dependencia respecto de un interés privado se beneficien del aseguramiento de acciones en amparo de sus derechos (salvaguarda de los derechos de sujetos dependientes de un interés privado). En relación con la salvaguarda del sistema legal, el art. 90,5 del E.T. dispone que, si la autoridad laboral considera que un convenio colectivo “conculca la legislación vigente o lesiona gravemente el interés de terceros”, promoverá la impugnación del convenio ante la Jurisdicción competente. Por otra parte, nada se opone a que en un mismo procedimiento puedan concurrir dichas dos concausas.

Esto no obstante, las consecuencias funcionales de la indicada causación y fundamentación son limitadas por concurrir en el sistema legal otros procedimientos que atienden a la finalidad básica, por ejemplo el procedimiento administrativo especial derivado de las actas levantas por la Inspección de Trabajo . 5.Clases

A la vista del art. 148 de la LJS podemos distinguir entre las subespecies de procedimientos de oficio que seguidamente señalaremos. Adviértase que se diferencian en razón a la causa de la acción ejercitada. A los regulados en los arts 148-150 procede adicionar los procesos de oficio sobre impugnación de convenios, regulados en los arts 163-166. A ser éstos objeto de normativa especial cabe distinguir entre dos clases de procedimientos de oficio: Ios procesos de régimen común y el proceso de régimen especial.

A. Perjuicios económicos.-Es una figura que procede de la legislación franquista. Se fundamenta en la imputación de infracciones que encierran un perjuicio económico al trabajador; por ejemplo pagar una remuneración inferior a salario fijado en convenio colectivo Podemos diferenciar a estos efectos entre perjuicios salariales o extrasalariales (por ejemplo no abonar unas dietas), o derivados del aseguramiento social (incumplimiento de las obligaciones de pago delegado). Esta figura la inició el Decreto de 11 de noviembre de 1943 y hoy en día está ampliada a las que seguidamente señalamos.

B. Maquinaciones fraudulentas.- Esta causa de demanda de oficio opera

cuando la Administración laboral advierte maquinaciones fraudulentas sea en determinadas modificaciones de las condiciones de trabajo, sea en la obtención de prestaciones por desempleo y ha sido redactado contemplando el sistema sustantivo que establecía el E.T. (reformado por las leyes nº 12 de 9 de julio de 2001 y nº 35 de 17 de setiembre de 2010) en materia de novaciones de la relación laboral y extinciones no disciplinarias. Contempla dos supuestos: 1º actuaciones en perjuicio de las partes en la relación de trabajo (dolo, fraude o coacción) ; y 2º

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maquinaciones en perjuicio de la Seguridad Social. El segundo supuesto lo consideramos plenamente vigente. En cambio la subsistencia legal del primero pide precisiones por cuanto el art.148 está considerando una ulterior “resolución administrativa” que la reforma posterior a la ley ha sustituido por la demanda judicial de los disconformes con la postura empresarial, lo que parece reducir la necesidad de la demanda de oficio. Esto no obstante subsiste un riesgo de coacciones y de maquinaciones dolosas (sea de algún empresario, o de algún sindicato o grupo de trabajadores, etc.) susceptibles de enervar todo intento de acudir a los tribunales, por lo que entendemos debe subsistir la facultad administrativa de demandar de oficio frente a tales maquinaciones.

Los textos legales utilizan la expresión “dolo, fraude o coacción”, lo que tiene la utilidad de eliminar dudas sobre el alcance de la norma. Con todo hemos de señalar que el fraude y la coacción, de suyo implican el dolo.

C. Prácticas discriminatorias.- Este supuesto está manifiestamente

influido por las corrientes políticas que inspiraron la Constitución del año 1978. Por lo tanto el juicio crítico que merece esta norma procesal es el mismo que el aplicable a las disposiciones sustantivas en que se inspira. Con todo y ser un supuesto relacionado con perjuicios económicos, tiene un trato legal distinto del establecido para lo que pudiéramos llamar perjuicios ordinarios:

a) El art 148,c de la LJS enumera varias causas discriminatorias y añade “u otros legalmente previstos”. Por lo tanto estamos ante una enumeración tasada indirectamente, por vía de referencia al conjunto legislativo. Entendemos que los supuestos de referencia son los enumerados en el art. 14 de la Constitución vigente y en el art. 17 del E.T cuyas relaciones de causas de discriminación no son idénticas. Con todo la relación es susceptible de verse amplia por disposiciones futuras.

b) Este supuesto también constituye un caso de reclamaciones por perjuicios económicos, pero distinto del señalado más arriba y distinto por razón de su causa y de su tratamiento legal.. Los perjuicios ordinarios corresponden a lo que pudiéramos llamar deudas remuneratorias (salarios, primas, etc.) o compensatorias (dietas, etc.) calculadas y determinadas por la Administración demandante y tienen una justificación directamente económica. En cambio, al tratar del caso que ahora nos ocupa, el texto legal se refiere a un supuesto indemnizatorio, no a lo que pudiéramos llamar una deuda directa; por lo tanto, contempla “los perjuicios estimados para el trabajador” por causa de prácticas discriminatorias. Es decir la causa es puede ser extraeconómica y en todo caso la determinación económica del alcance del perjuicio corresponde a la Judicatura..

c) Otra diferencia con el supuesto señalado en el apartado A, consiste en la precisión de los datos requeridos. En el caso de los perjuicios económicos ordinarios, la demanda administrativa ha de fijar el importe de lo reclamado con la misma precisión que en una demanda ordinaria. En la imputación de discriminación solo ha de consignar “las bases de los perjuicios estimados”; y estas bases han de consignarse “a los efectos de la determinación de la indemnización correspondiente”. Por lo tanto basta indicar en el documento administrativo la existencia de perjuicios y las razones de las que puede derivar su importe, pero entendemos que la determinación de su cuantía compete fijarla al Juzgador en función de las bases de cálculo que le suministran.

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D. Determinación de la naturaleza laboral.- Respecto de esta causa nos permitimos observar:

a) Esta causa se establece para los supuestos en que, en la impugnación de actuaciones de la Inspección de Trabajo, el imputado aduce en vía administrativa “alegaciones y pruebas que, a juicio de la autoridad laboral, puedan desvirtuar la naturaleza laboral de la relación jurídica objeto de la actuación inspectora”. Esta regla peca de imprecisa por cuanto: 1º La referencia a “alegaciones ” interpretada literalmente supone requerir alegación por parte del administrado de incompetencia material y por lo tanto, sin tal alegación no cabria tramitar declaración de incompetencia por muy evidente que ésta resultara, lo cual es absurdo, dado que la competencia es de orden público. Por lo tanto por repudio de las interpretaciones absurdas (visto el art. 3 del Código civil), la referencia a las alegaciones no constituye un requisito, es solo una advertencia legal sobre la eventual existencia de tales alegaciones en estas actuaciones.- 2º la referencia a las “pruebas”, pide precisiones, pues ha de entenderse que el texto legal se refiere a la aducción por el imputado de meros principios de prueba. En efecto, de no existir ni atisbos de pruebas, no estamos ante este supuesto, tanto por un motivo formal (el texto legal requiere aducción de pruebas) como esencial (de tratarse de alegaciones sin fundamento probatorio, la economía procesal pide que se excluya este procedimiento, rechazando directamente el alegato); pero si la prueba es plena lo procedente es dar lugar directamente en vía administrativa a la alegación de incompetencia de jurisdicción invocada por el encartado. Solo ante un mero principio de prueba se explica el texto legal reproducido al iniciar este párrafo.

b) El texto legal tiene una redacción que adolece un criterio excesivamente restrictivo de esta causa, pues formalmente la restringe al supuesto de “cualquier acta ….relativa a las materias de Seguridad Social excluidas del conocimiento del orden social”; y además acabamos de ver que el legislador contempla el supuesto de que se pueda desvirtuar la “naturaleza laboral” de la relación objeto de la actuación inspectora. Dudamos de que en este caso la referencia a la naturaleza “laboral” sea acertada, habida cuenta de que los ámbitos de la Prevención de accidentes, la Seguridad Social y el Derecho de Trabajo no son coincidentes; y de que caben actuaciones de la Inspección de Trabajo correspondientes al aseguramiento social y en materia de prevención que no sean propiamente laborales; por ejemplo tratándose de un autónomo.

c) Por otra parte, incluso suponiendo que en este caso “laboral” signifique “rama social del derecho”, la norma resulta en exceso restrictiva; pues, o bien se admite que la Administración Social está en todo caso facultada para reivindicar su competencia (y que los discrepantes han de impugnar las decisiones de dicha índole en la forma prevista con carácter general en la Ley 30/92) ; o bien está justificado el sistema de demanda de oficio, y en tal caso este procedimiento debería operar en todos los supuestos en que una actuación de la Administración Social es impugnada invocando naturaleza extrasocial del objeto de las actuaciones administrativas.

d) Lo que pudiéramos llamar procedencia procesal de este supuesto plantea un evidente problema pues el texto legal lo determina de un modo impreciso ya que se interpone la demanda, cuando a juicio de la autoridad laboral, las alegaciones y pruebas del encartado pudieran desvirtuar la naturaleza laboral de la actuación objeto del procedimiento. Por lo tanto, esta causa de proceder parece establecida en interés de la Administración, para proporcionarle una vía de

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despejar dudas sobre su competencia. Pero en este caso no se comprende que el propio art.148 de la LJS prevea la condena en costas del empresario; ya que, o la duda es real y no hay temeridad, o no hay razón para dudar y en tal caso tampoco hay razón para que la Administración promueva este procedimiento tal como está concebido, debiendo declarar de oficio su incompetencia.

e) Directamente este procedimiento no puede versar sobre competencia, pues las cuestiones de competencia se regulan por el art. 38 de la Ley Orgánica de la Judicatura y por los arts 11-21 de la Ley administrativa 30/92. Pero indirectamente es un procedimiento competencial ya que, al fijar la naturaleza de una situación, de la misma resulta la competencia, sea o no de la Rama Laboral, sea de la Judicatura o de la Administración. Por lo tanto, en sus efectos prácticos, este procedimiento se dirige a fijar va la vez las naturaleza jurídica de situaciones contestadas y la competencia de las autoridades laborales. Ambas finalidades están interconexionadas puesto que la naturaleza ”social” condiciona la competencia de las autoridades laborales Por esa razón es un procedimiento de doble efecto: sobre las relaciones individuales y sobre las competencias públicas., En todo caso esta causa origina lo que hemos denominado un procedimiento competencial (5).

f) Bajo las leyes rituarias precedentes habíamos señalado que esta causa encerraba dos subcausas: la determinación de la naturaleza laboral y consecuente competencia de las autoridades laborales; y la distinción entre competencia judicial y administrativa . Bajo la redacción actual cabe preguntarse si subsiste la segunda de estas subcausas..

E. Impugnación de convenios.- Este supuesto fue introducido por la Ley

de Procedimiento Laboral de 1980 (art.136) como una particularidad entre los procedimientos de oficio. Su consagración es fruto de una evolución política en materia de normas profesionales: 1º Tras la guerra civil de 1936-39 se prohibieron los pactos colectivos y en su lugar se promulgaron las Ordenanzas o Reglamentaciones de Trabajo de las diversas profesiones. 2º En los inicios del franquismo aperturista se adoptó un nuevo sistema en que los convenios colectivos completaban las normas de las Ordenanzas laborales. Inicialmente los Convenios estaban sometidos a la aprobación administrativa discrecional (o sea en función de un criterio de oportunidad). 3º Posteriormente la aprobación fue jurídica (con un criterio de legalidad).- 4º A partir de la promulgación del Estatuto de los Trabajadores, se consagra el sistema actual en que desparece la aprobación administrativa de los convenios y es sustituida por su eventual impugnación ante la Judicatura social, regulada en la Ley Rituaria.- 5º Así como la Ley Procesal de 1980 incluía la impugnación de convenios entre los procedimientos de oficio, la de 2011 los regula aparte (y conjuntamente con la impugnación por particulares). Por tal razón hemos de distinguir entre los procedimientos de oficio de régimen común y el sistema de impugnación de convenios. Esta evolución refleja una progresiva debilitación de la intervención administrativa en materia de convenios colectivos. Refuerza esta tendencia la letra del art. 163,1 de la LJS que (manteniendo la regla del art. 136 de la Ley de 1980) utiliza el término “podrá” en lugar de “deberá” de donde resulta que legalmente la impugnación no es preceptiva o sea que, al vicio del convenio (razón legal de objetar), se ha de adicionar una razón política para que sea impugnado, lo que se nos antoja excesiva liberalidad para con los poderes públicos.

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La eventual impugnación de oficio de los convenios, mediaciones y laudos arbítrales sustitutivos de convenios resulta del art. 90 del E.T. y de los arts. 163-166 de la norma procesal laboral, si bien la Ley procesal del 2011 admite dos vías de impugnación de los convenios: una de oficio y la otra a instancia de parte. Esta dualidad recoge a su vez criterios jurisprudenciales ; entre otras de las sentencias del antiguo T. Central de 27 de julio de 1987 y del T. Constitucional nº 4 de 23 de enero de 1987 y nº 81 de 4 de mayo de 1990). Estas dos vías son la de conflicto colectivo (art. 165), y un procedimiento de oficio especial (arts. 163, 164 y 166). La opción entre una y otra vías depende fundamentalmente de los sujetos actuantes. Dada la naturaleza de este trabajo solo nos ocuparemos de esta segunda. Ésta obedece a la idea de que es preciso asegurar la legalidad de los convenios, pero evitando impugnaciones individuales que podrían perjudicar a la seguridad jurídica. Ambos procedimientos consagran un criterio restrictivo de los sujetos legitimados para impugnar convenios, a fin de asegurar su efectividad. Ya la sentencia del antiguo Tribunal Central de 25 de enero de 1989 sostuvo que carece de acción para impugnar un convenio quien litiga a título individual. Con todo la dualidad de procedimientos atenúa la rigidez resultante de reservar exclusivamente a los poderes públicos la acción para impugnar los convenios y laudos. En esta materia, la actuación procesal publica (de propia iniciativa o rogada) se dirige a garantizar un mínimo de legalidad en el contenido de los convenios. Nuestra legislación procesal concede a esta figura un trato distinto de las demás demandas de oficio, desde el momento en que trata de esta especialidad en un capítulo particular; con todo, los principios propiamente procesales son los mismos en ambos procesos.

El texto procesal se refiere tan solo a la impugnación de convenios propiamente dichos. No incluye formalmente las mediaciones, los laudos arbitrales ni los pactos extraestatutarios, así como los acuerdos colectivos en interés profesional de trabajadores autónomos. Por supuesto de “lege ferenda” deberían incluirse dada la identidad de su función legal y social (5). Desde un punto de vista positivo entendemos con reservas que están incluidos por analogía en ocasiones y en otras por la identidad de trato que le otorga el legislador.. La misma conclusión defiende Galiana (6) apoyándose en una interpretación del conjunto del sistema normativo, especialmente del art. 91 del ET (posteriormente reformado por el RD-Ley nº 7 de 10 de junio de 2011).

6. Antecedentes. Las demandas y procedimientos de oficio nacen en atención a causas limitadas y concretas. Su primer atisbo resulta de la ley de contrato de trabajo de 1931, reformada por la de 2 de setiembre de 1941, es decir de una ley republicana revisada por otra franquista , completada por una Orden de 7 de julio de 1942. Posteriormente se dictaron algunas disposiciones sobre demandas de oficio en supuestos especiales tales como accidentes de trabajo y el antiguo Plus Familiar. Con todo el antecedente básico de las sucesivas Leyes de enjuiciamiento laboral y del sistema actual lo constituye el D. de 11 de noviembre de 1943, correspondiente al franquismo inicial y que autorizaba a operar como demandas a las actas de Infracción levantadas por la Inspección de Trabajo en que se apreciasen perjuicios económicos, fijando ya las características esenciales de este procedimiento especial: presunción de certeza, irrenunciabilidad de derechos, etc..

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Dicha disposición añadía que tales demandas habían de contener los mismos datos que las demandas ordinarias. Por lo tanto en caso de agotarse las vías de recurso, un acta daba lugar a dos resoluciones del Tribunal Supremo: sentencia de la Sala de la Contencioso-administrativo en tanto que el acta operaba como propuesta de sanción y sentencia de la Sala de lo Social por cuanto el acta ejercía la función de demanda. Aguinaga (7) señaló que el sistema adolecía el inconveniente de exponer a dos soluciones contradictorias del Tribunal Supremo al ser susceptible de originar dos procedimientos que correspondían a vías distintas. Despejando dudas, el D. 2122/71 (art. 22, apartados D y F), regulador del procedimiento de actuación de la Inspección de Trabajo, autorizó a ésta con carácter general a promover juicios y comparecer en juicio siempre y cuando se tratara de competencias de la entonces Magistratura de Trabajo. La determinación de la naturaleza laboral como especialidad del procedimiento de oficio fue introducida en la Ley de Enjuiciamiento Laboral de 1990 (arts. 148-149) y mantenida en la de 1995 (art. 149-150). La particular evolución del tratamiento de los convenios colectivos la hemos señalado en el apartado 5 E. 7. Principios

A. Principio de pleno impulso de oficio.- El procedimiento laboral ordinario aplica en gran medida el sistema de impulso de oficio. No obstante el que ahora nos ocupa lleva el impulso de oficio a sus últimas consecuencias, de conformidad con su naturaleza de procedimiento promovido por vía de autoridad, según tendremos ocasión de señalar en el curso de este trabajo.

B. Principio de privilegio probatorio.- En este procedimiento opera el sistema administrativo de presunción de certeza de los actos administrativos (art. 137,3 de la Ley administrativa 30/92 y art. 15 del R.D. 928/98 respecto de las Actas levantadas por la Inspección de Trabajo). En el supuesto del procedimiento laboral de oficio el art. 150,2,d) de la Ley Rituaria Laboral 26/11 dispone: “las afirmaciones de hechos que se contengan en la resolución o comunicación base del proceso harán fe, salvo prueba en contrario”.

C. Principio de restricción de las facultades de disposición de los

particulares.- Este principio es consecuencia cuasi necesaria de la plena actuación de oficio consustancial con el proceder que nos ocupa y se manifiesta en la continuación del procedimiento incluso en caso de incomparecencia de los particulares interesados, en las restricciones a la conciliación que prácticamente hacen de ella un allanamiento del demandado, y en el impulso de oficio en la ejecución.

D. Principio de ductilidad en la determinación del acto promotor.- Este

principio informa todo el sistema y permite adaptarse a las eventuales variaciones de cada tramitación administrativa. Se refleja en la pluralidad de documentos que pueden utilizarse como demanda y en la variación de formalidades a través de las cuales la Administración puede promover el procedimiento de oficio. Por ejemplo, en el caso de imputación de perjuicios causados por discriminación, el Inspector actuante puede limitarse a levantar el acta de infracción con perjuicios a fin de que

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ésta sea objeto de doble tramitación (administrativa a efectos de sancionar y judicial para la reclamación de perjuicios) o puede levantar acta y formular a su superior propuesta de promoción autónoma ante la Judicatura.

E. Principio de plena irrenunciabilidad.- Este principio se manifiesta en

la demanda, en el impulso de oficio, en la inoperatividad del desistimiento, en la equiparación de hecho de las conciliaciones a allanamientos del demandado, etc. La razón del mismo radica en que el legislador parte de la idea de estar ante irregularidades que originan perjuicios, en la posible indefensión del trabajador dependiente y en un interés social que pide la intervención pública para enmendar los yerros advertidos.

II. REQUISITOS

1.Requisitos generales.

A. Acto administrativo.- Al ser un procedimiento judicial derivado de una actuación administrativa, este procedimiento requiere la previa existencia de un acto administrativo laboral; lo que a su vez supone: 1º la formulación de un acto administrativo.- 2º que emane de una autoridad laboral, nacional o regional.- 3º que el acto administrativo satisfaga los requisitos de validez; el requisito de validez incluye el de competencia.

Los documentos de promoción pueden ser de distinta naturaleza pues el

art. 148 contempla los siguientes, sea de modo expreso, sea de modo implícito: a) Certificaciones de Resoluciones firmes en procedimientos derivados de

actas de perjuicios económicos levantadas por la Inspección de Trabajo (art. 146 de la LSJ y art. 6 del RD de procedimiento inspector 928/98). Estas Resoluciones procederán en cada caso de la autoridad, nacional o regional, competente en razón de la normativa administrativa. Por tanto la competencia para formular la promoción vendrá determinada por el Derecho administrativo. Entendemos que las certificaciones han de ser literales, pues de lo contrario no se acredita el contenido total de la Resolución. Las certificaciones parciales adolecerían un vicio, pero subsanable.

b) Actas de infracción por perjuicios, sea propiamente económicos, sea discriminatorios. En cambio dudamos de que actualmente puedan utilizarse como demanda las actas de advertencia puesto que el art.148,c hace referencia expresa a las actas de infracción sin incluir las de advertencia, ni los requerimientos; cuestión especial, que tratamos más abajo, es la de la procedencia de fundar demandas de oficio en resoluciones derivadas de la impugnación de requerimientos.

c) Acuerdos de la Autoridad laboral apreciando prácticas maliciosas. Respecto de las prácticas maliciosas el art. 148 requiere acuerdo de la Autoridad no bastando por tanto la existencia de un Acta. d) Comunicaciones de la misma Autoridad versando sobre problemas de competencia.

e) Comunicaciones imputando vicios determinados en la contratación colectiva

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f) Nuestro sistema no atribuye valor para promover directamente juicios de oficio a las sentencias que resuelven los recursos contra los actos administrativos de los que pudiera derivar la interposición del juicio de oficio. Por lo tanto estas sentencias no pueden justificar una demanda de esta índole, aun cuando sí podrá justificarla en su caso la resolución administrativa confirmada por la sentencia judicial firme.

B. Acuerdo de comunicación.- La decisión de notificar no es automática

(salvo en la de impugnación de convenios). Por lo tanto requerirá que la autoridad laboral acuerde remitir las actuaciones a la Judicatura. El art. 9 del RD de procedimiento inspector 928/98. faculta al Inspector actuante para proponer al Jefe de Inspección se curse demanda de procedimiento de oficio, pero no le autoriza a demandar directamente El documento de notificación deberá contener los siguientes datos: 1º la doble identificación (de la autoridad que lo emite y de los sujetos a que se refiere).- 2º La indicación de que se interesa la incoación de proceso de oficio..- 3º Los datos, fácticos y jurídicos que justifiquen la pretensión.- 4º Entendemos que este acto tiene naturaleza administrativa, pues, aun cuando se remita al Juzgado y haya de tener efectos judiciales, su naturaleza viene determinada por emanar de la Administración. Por lo tanto habrá de reunir los requisitos generales de los actos administrativos como especificamos seguidamente.

C. Satisfacción de los requisitos de las demandas.- Los datos de

identificación de los correspondientes documentos han de figurar en los mismos por razones evidentes. El acto administrativo que origina la promoción de la actuación judicial y el acuerdo de notificación se caracteriza por tener naturaleza administrativa y operar como demanda judicial. Por tal razón, y a la vista del art. 149 de la LJS, del art. 19 del RD 928/98 y de las normas concordantes, han de contener:

a) Aun cuando las sucesivas Leyes procesales omiten este extremo, el acto con valor de demanda deberá satisfacer, a nuestro parecer los requisitos de validez propios del acto administrativo de conformidad con la Ley administrativa 30/92 y con la legislación administrativa laboral o sea con la ley de Inspección 42/97, el R.D. de Procedimiento 928/98 y el R.D. Leg, sobre sanciones 5/2000. De lo contrario el acto administrativo sería anulable o nulo (arts 62 y 63 de la Ley 30/92) y no podría causar efecto, amén de plantear el problema de la decadencia de su presunción de certeza.

b) los datos propios de una demanda, es decir los fijados en el art. 80 de la LJS y por lo tanto: 1º la relación de personas contra las que se dirige y sus domicilios. 2º En su caso la relación de trabajadores afectados y de otros posibles interesados y sus respectivos domicilios para citaciones. 3º la concreta pretensión declarativa o condena que se postule. 4º Como observaron Jiménez Asenjo y Muñoz (8), también deberán consignarse los hechos imprescindibles para resolver las cuestiones planteadas, y por tanto y según su caso, los constitutivos de infracciones laborales, de discriminación o de otro incumplimiento laboral, así como el acuerdo impugnado (de suspensión, reducción de jornada o extinción de contratos), y los perjuicios estimados o las bases para determinarlos. Es decir, es imperativo consignar los datos que es imprescindible suministrar al Juzgador en un sistema de justicia rogada, dentro del que está construido el procedimiento de oficio,

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puesto que el impulsor del procedimiento es órgano (administrativo) distinto del resolutor (judicial)

El Tribunal Supremo ha concretado que la consignación de los datos de las demandas no requiere idéntico formalismo en la exposición de los hechos (sent. de 4 de mayo de 1963) y que no se precisa suplico expreso, pudiendo estar implícito en los datos expuestos (sent. de 25 de setiembre de 1966)

Estos datos pueden figurar sea en uno de los escritos que se remiten al Juzgado (oficio de remisión, acto administrativo generador de la demanda), sea en ambos, al no existir norma que requiera que figuren necesariamente en el acto administrativo básico, sea en su notificación al Juzgado, puesto que de no figurar en el acto administrativo básico, esa carencia es subsanable (art. 150 de la LJS).

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2. Requisitos específicos

A. Imputación de perjuicios económicos.- La tramitación de la imputación de perjuicios económicos a los trabajadores requiere:

a) El previo levantamiento por la Inspección de Trabajo de un Acta en que se impute una infracción que origina perjuicios económicos a trabajadores determinados. b) Si se procede por vía de cursar Resolución, se requerirá la firmeza de la Resolución dictada confirmando el Acta; y que ésta confirme, siquiera sea parcialmente la existencia e importe de los perjuicios. Por lo tanto, en puridad estamos ante dos requisitos: la firmeza de la Resolución (art. 148 de la Ley Rituaria 36/11) y la fijación del importe de los perjuicios (requisito implícito en la exigencia de satisfacer los elementos de las demandas de cantidad, visto el art.49 de la Ley Procesal).

Estamos aquí ante uno de los problemas más delicados del procedimiento derivado de las Actas de perjuicios. Como hemos señalado, la solución de la legislación antecedente permitía que el Acta generara directamente los dos procedimientos: el administrativo sancionador y el judicial sobre reclamación; es decir que operara a la vez como demanda y como escrito de promoción procesal en vía administrativa. Ello tenía la ventaja de la celeridad, pero el inconveniente de exponer a resoluciones contradictorias en dos vías procedimentales. La solución ahora adoptada evita el riesgo de contradicción, pero es a costa de demoras en la tramitación de la reclamación y sin evitar totalmente el riesgo de contradicciones pues el Acta de Perjuicios no priva al trabajador de la facultad de demandar directamente en reclamación de cantidad.

Señalemos finalmente que el texto legal se refiere a las infracciones que originen perjuicios económicos; que no se limita a las deudas salariales y por tanto abarca otros perjuicios económicos: deudas de cantidades extrasalariales como dietas, etc.

c) Los datos que han de figurar en las demandas de cantidad, de conformidad con lo dispuesto en el art. 80 de la LJS. Estamos ante una obligación de suministrar datos, no ante la determinación de una forma de consignarlos, oficio de remisión o en documentación adjuntada. Así resulta de los 149 y 150 de la Ley Enjuiciadora Laboral del 2011 por vía interpretativa y lo confirma el principio antiformalista, clásico desde el Ordenamiento de Alcalá de Alfonso Onceno y

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recogido actualmente por el Tribunal Constitucional (por todas sentencia nº 36 de 12 de marzo de 1986). d) Una Circular de la D. G. de Trabajo de 27 de Noviembre de 1947 (que no nos consta haya sido derogada) dispuso que las Resoluciones remitidas a la Judicatura social, (y por tanto las Actas) contuvieran los siguientes datos:1º relación nominal de los trabajadores afectados.- 2º sus domicilios.- 3º categoría profesional de los interesados.- 4º retribuciones.- 5º tiempo de servicio.

B. Maquinaciones fraudulentas.- Esta figura procede de la legislación precedente al R.D. Ley de reforma laboral del año 2012 y a tenor de la LJS requiere la concurrencia de los siguientes elementos:

a) Existencia de un acuerdo de modificación de condiciones laborales de los previstos en el art. 47 y en el art. 51,5 del ET, (reformados por la Ley 35/2010 sobre medidas urgentes laborales) , es decir sobre alguna de estas materias: 1º suspensión del contrato laboral por causas extraordinarias.- 2º reducción de jornada.- 3º modificación de condiciones laborales.- 4º extinción colectiva de contratos

b) Que la causa de la modificación sea extraordinaria y en concreto que responda a razones económicas, técnicas., organizativas, de producción o de fuerza mayor. c) Que la autoridad laboral aprecie la concurrencia de alguno de los siguientes vicios: fraude, dolo, coacción, abuso de derecho o fraude especial consistente en obtener indebidamente prestaciones de desempleo. Este requisito, procede del sistema de modificación de condiciones vigente antes del año 2011. Pero ha de ser interpretado de conformidad con su razón de ser (art. 3 del Código civil) y comprende consiguientemente las más diversas prácticas dolosas, inclusive el fraude a la ley, y el ejercicio antisocial del derecho, Con todo, entendemos que tras la indicada reforma sigue cabiendo la posibilidad de maquinaciones fraudulentas y por tanto proceder a la impugnación de oficio de las mismas. Estos vicios pueden apreciarse por actuación administrativa o a instancia de parte. La demanda de oficio suspende el plazo para dictar resolución adminksttrativa y se formula mediante acuerdo administrativo apreciando posible dolo, fraude o coacción.

C. Prácticas discriminatorias: Este supuesto requiere, a la vista del art.148,c) de la LJS, la concurrencia de los siguientes elementos: a) Una actuación de la Inspección de Trabajo de la que resulte una imputación de prácticas discriminatorias.

b) Que dichas prácticas sean imputables a alguna de las partes en la relación de trabajo, pues de no ser así no estaríamos ante una materia de competencia de las autoridades laborales.

c) Que la imputación se plasme en un acto administrativo de la Inspección (acta, requerimiento, informe) imputando discriminación.

d) Que la discriminación imputada figure en el catálogo que relaciona el art. 148 de la LSJ, a saber: discriminación por razón del sexo, de origen racial o étnico, religión, “convicciones” (sic), discapacidad, edad, orientación sexual “u otros legalmente previstos”, lo cual implica un número semi-abierto al remitirse a todo el ordenamiento legal y que por tanto abarca en lo menester el art 14 de la Constitución vigente, y los arts, 17 y 4 del E.T. reformado, este último por el art. 37

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la ley de medidas 62/03. Por lo tanto la vaga referencia de la LJS a las convicciones se especifica por la remisión al E.T. Inútil destacar que esta causa responde en gran medida a motivaciones más políticas que laborales.

e) Que la discriminación se haya plasmado en un perjuicio valorable económicamente. Estamos consiguientemente ante unas actuaciones por perjuicios económicos, pero especiales tanto por razón de la causa, como de las reglas de cálculo de su importe.

D. Determinación de la naturaleza laboral.- La operatividad de esta

modalidad requiere: a) Una previa actuación de la Inspección de Trabajo que haya dado lugar a

un levantamiento de Acta (sea de Infracción, obstrucción o liquidación) o al requerimiento de un comportamiento determinado. El texto legal (art.148 de la LJS) enumera específicamente a las Actas de Infracción y Liquidación; entendemos que, tratándose de esta causa, también están comprendidas las de Obstrucción por cuanto son una modalidad de las de Infracción; y los Requerimientos por cuanto son actos jurídicos impugnables (visto el art. 107,1de la Ley administrativa 30/92) y la analogía justifica el recurso a este procedimiento por cuanto opera la identidad de razón que en el caso de impugnación de actas (visto el art. 4,1 del Código civil).

b) Que el Acta, o el requerimiento. hayan sido impugnados por el encartado. No se requiere alcanzar una ulterior fase determinada en el procedimiento de impugnación.

c) Que en la impugnación se formulen alegaciones que “puedan desvirtuar la naturaleza laboral de la relación jurídica objeto de la actuación inspectora”. El art. 19,l del R.D. 928/98 especifica que contempla el caso en que el impugnante del Acta aporte argumentos y pruebas que puedan desvirtuar “razonablemente” la naturaleza del acta, lo que parece excluir la mala fe procesal del impugnante.

d) Que al escrito de impugnación se acompañen pruebas que puedan fundamentar la imputación.

e) Que a juicio de la Autoridad Laboral se pueda dar lugar a desvirtuar efectivamente la naturaleza laboral de la relación objeto de las actuaciones procesales.

A la vista de estos requisitos se evidencia que esta causa de proceder no se ha establecido en interés del particular sino en el de la Administración y para evitar que agotada la vía administrativa, en la judicial resulte una nulidad de actuaciones por causa de la naturaleza extralaboral de la relación. Ello es así por cuanto este procedimiento solo se promueve por decisión de la autoridad y recurrir al mismo constituye una facultad discrecional de la autoridad . f) El art.148 dispone formalmente que se acompañe a la demanda el expediente administrativo. Entendemos que la omisión del expediente es defecto subsanable y que el Juzgado puede requerir se subsane la omisión con posterior remisión. Así lo piden la economía procesal y la razón de ser de este procedimiento. Por otra parte, la justificación de este requisito es evidente, pues el Juez habrá de resolver con pleno conocimiento de causa.. Lo que tiene menos explicación es que la remisión de expediente no sea preceptiva en todos los procedimientos laborales de oficio, puesto que siempre interesa al Juzgador conocer el contenido del expediente. Con todo en tales casos subsiste la facultad judicial de requerir la remisión del expediente, por lo que este trámite podemos considerarlo en un supuesto preceptivo y en los otros facultativo.

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g) La legislación precedente (art. 31 del R.D. de procedimiento 396/96) establecía unos requisitos procesales (9) que entendemos que actualmente han sido eliminados en aras a la simplicidad procesal. Es más, la redacción actual parece ampliar el ámbito de esta causa y comprender los expedientes derivados de Actas de Liquidación.

E. Impugnación ordinaria de convenios y laudos.- La tramitación ordinaria de las impugnaciones de convenios supone, a la vista del art. 163 de la LJS:

a) Que los interesados hayan tramitado la formulación de un convenio colectivo y que hayan acordado sea aprobar directamente el convenio, sea recurrir a mediación o laudo arbitral y por esa vía se haya producido un pronunciamiento firme. La normativa sobre impugnación de oficio alcanza a convenios propiamente dichos y a mediaciones y laudos y con reservas entendemos que también a los cuasi convenios colectivos en interés de los autónomos (10); por economía expositiva nos referiremos tan solo a los convenios, pero dejando sobreentendido que nos referimos a las tres figuras legales. b) Que las partes hayan notificado a la Administración laboral el acuerdo en firme (art. 90 del ET), o se haya notificado laudo arbitral (art.163 de la LJS). Este requisito es esencial; por cuanto, en tanto no existe acuerdo o laudo definitivo, los llamados a redactarlos pueden modificar el contenido del convenio, o en su caso del laudo. c) que la autoridad a cuya jurisdicción compete tramitar el registro del convenio estime que el convenio (o el laudo en su caso) “conculca la legislación vigente, o lesiona gravemente el interés de terceros”. (art. 163 de la LJS). Estamos por tanto ante dos causas: vulneración de la legalidad y lesión de interés. A estas dos causas hay que añadir una tercera: existencia de cláusulas discriminatorias en el convenio. Esta causa la introdujo la Disp. Adicional 11ª de la Ley orgánica 3/07 sobre igualdad entre hombres y mujeres . Nada se opone a que el vicio del convenio lo aprecie la Autoridad laboral de propia iniciativa o en virtud de manifestaciones de tercero En principio determinar que se entiende por lesión de legalidad ofrece pocos problemas, pues está llamado a despejarlos el ordenamiento jurídico. Señalemos tan solo que el texto legal se refiere, como es lógico a la totalidad del sistema legal y no se circunscribe a los eventuales apartamientos del Derecho Social. Por ejemplo, una cláusula delictiva sería impugnable. Más problemas plantea la lesión grave a los intereses de terceros. Entendemos que esta figura requiere: 1º una lesión de intereses (no necesariamente de derechos).- 2º que los intereses sean legítimos .- 3º que la lesión sea grave.- 4º Que existan terceros lesionados y este requisito pide que se fije el concepto de tercero. La doctrina probablemente mayoritaria y que compartimos, entiende que son terceros los afectados que no se hallan representados en la Comisión elaboradora del convenio; a ello hay que añadir que están en este caso incluso los miembros de la empresa que no son objeto del convenio (supuesto por ejemplo de convenios de sector de empresa o para una categoría de la misma). No obstante, el Tribunal Supremo (entre otras sentencias de12 de noviembre de 1993, 20 de diciembre de 1996 y 18 de julio de 2003) ha sustentado la tesis de que los pensionistas y prejubilados son trabajadores pasivos y por tanto no son terceros . Esta postura nos parece altamente equivocada, puesto

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que no participan en la elección de vocales de empresa, ni están representados en la Comisión Negociadora; y reduce considerablemente el concepto de tercero a los efectos que estamos estudiando. Al no estar determinada legalmente ni la relación de intereses legalmente protegidos, ni la gravedad de sus lesiones, entendemos que ambas cuestiones lo son de hecho y por tanto que procede apreciarlas a la Administración en fase de decisión de impugnación y a la Judicatura al resolver la demanda. En cambio la legitimidad de los derechos en juego es cuestión jurídica y habrá que estar en cada caso a lo que resulte del ordenamiento legal.. En todo caso, y visto el art.164 de la LJS, la comunicación-demanda ha de señalar: 1º Si imputa vulneración de la legalidad, la comunicación-demanda deberá contener: el señalamiento de las normas que se considere conculcadas; los fundamentos jurídicos de la imputación de ilegalidad y la relación de integrantes de la Comisión negociadora (hay que entender por un principio de racionalidad que, en caso de impugnarse laudo, deberá consignarse quien lo dictó a fin de que en juicio pueda defender su criterio).- 2º Si imputa lesión de intereses, se consignarán en la demanda-comunicación los siguientes datos adicionales: la relación de reclamantes, la de presuntamente lesionados y la indicación del interés objeto de protección. Tratándose de la imputación de discriminación, operan dos elementos fundamentales: 1º un elemento fáctico consistente en los comportamientos tachados de discriminatorios; y 2ª un elemento jurídico que determina que se trata de una discriminación ilícita.

d) El art.163,1 indica que la Administración “podrá” impugnar de oficio los convenios cuando aprecie conculcación de la legalidad o lesión de intereses legítimos.. Ello pide precisar si se trata de una facultad o de una obligación. Entendemos que analizar si existe la lesión (de la legalidad o de intereses) es facultad de la Administración que, por ser agente el poder soberano, no está subordinada a las opiniones particulares. No obstante, si aprecia dicha lesión, debería estar obligada a demandar; pues velar por el respeto de la ley y el amparo de los intereses legítimos constituye una obligación directamente vinculada a la razón de ser de los poderes públicos.

e) La autoridad competente para tramitar la impugnación entendemos es aquella de la cual depende el Registro en que se ha de inscribir el convenio; pero que no es competente el organismo registrador. Es decir.,el competente no es el sustituto del CMAC sino el órgano, nacional o regional, del que depende el sustituto del antiguo CMAC. F. Impugnación derivada o complementaria de laudos y convenios.- El art. 163,4 de la Ley de Enjuiciamiento Social regula una forma especial de impugnación de laudos y convenios que podemos calificar de complementaria por ser derivada de otros procedimientos y que tiene la particularidad de que el sujeto demandante es el Ministerio Fiscal, por indicación de un Tribunal cuando concurren los presupuestos que seguidamente señalamos: 1º Que un convenio no haya sido impugnado por la vía directa del art. 163, apartados 1 y 2; por tal razón consideramos se trata de una modalidad complementaria o residual.- 2º Que en un conflicto individual o colectivo alguna de las partes alegue ilegalidad de las reglas convenidas (por tratarse de materia de interés público entendemos que también se satisface este requisito si de oficio el juzgador aprecia posible vicio del

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convenio).- 3º Que el Tribunal aprecie el posible ilegalidad de alguna disposición del convenio, lo que significa que no está condicionado por la postura de las partes.- 4º Que el Tribunal ponga en conocimiento del Promotor Fiscal la advertencia de la eventual ilegalidad del convenio; una vez apreciada la ilegalidad, la comunicación al Ministerio Fiscal entendemos es imperativa para el Juzgador, por la razón de ser de esta medida y por cuanto el art. 163 utiliza el imperativo “pondrá en conocimiento”.

Menos evidente es el efecto de la concurrencia de estos elementos; es decir si origina una facultad o una obligación del Ministerio Fiscal; en otras palabras si el Fiscal, una vez recibida la notificación judicial queda autorizado u obligado a interponer la demanda impugnando las cláusulas consideradas ilegales del convenio, pues el Fiscal está facultado para tener ideas propias sobre calificaciones jurídicas . El texto legal es oscuro pues dice que la comunicación de imputación de ilegalidad se efectúa para que el Ministerio Fiscal “en su caso pueda plantear su ilegalidad” (o sea la ilegalidad de las cláusulas del convenio). Las expresiones “en su caso” y “pueda” sugieren la idea de que la notificación judicial no es vinculante para el Promotor Fiscal. Pero por otra parte su obligación de defensa de la legalidad sugieren lo contrario. Con muchas reservas entendemos que esta segunda solución es la correcta .

G. Supuesto especial de la imputación de discriminación.- Si se

impugna el convenio imputando discriminación por razón del sexo, directa o indirecta opera el requisito adicional de puesta en conocimiento, sea del Instituto de la Mujer, sea del “organismo de igualdad” de la región autónoma a que corresponda el convenio (art. 90,6 de la Ley de Igualdad 3/07). Pese a la defectuosa redacción del texto legal, hay que entender que la razón de este trámite es permitir al organismo informado ser parte en juicio a título de interesado publico, en ejercicio de su función. Aplicando un criterio de racionalidad interpretativa, y vista la razón de la norma, entendemos: 1º que el sujeto obligado a efectuar la notificación es la autoridad promotora del procedimiento judicial.- 2º Que la notificación no está sometida a plazo especial, pero habrá de cursarse con antelación suficiente para que el organismo notificado pueda ser parte en juicio.- 3º que estamos ante un requisito esencial (pero cuya falta es subsanable) de este procedimiento cuya omisión sin subsanación dará lugar a nulidad del procedimiento sin perjuicio de la obligación de la autoridad laboral de instar nuevamente su tramitación.- 4º dicho organismo notificado no está obligado a comparecer en juicio; pero el Juez, si desea conocer su criterio, puede subsanar su incomparecencia voluntaria pidiéndole informe, visto el art. 95,3 de la Ley rituaria laboral 3. Legitimación procesal

A. Procedimientos de régimen ordinario.- Calificamos de procedimientos de oficio de régimen ordinario los regulados en los arts.148-150 de la LJS agrupados en la Sección que ostenta la rúbrica “del procedimiento de oficio”. Respecto de estos procedimientos hemos de señalar:

a) La Administración promotora de actuaciones goza en todo caso de legitimación activa, aun cuando esta condición la ponen en tela de juicio varios autores y para justificarla hemos de señalar: 1º En cuanto al acto de promoción de

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estos procedimientos , la Administración competente goza de legitimación activa necesaria y exclusiva, puesto que solo ella puede promoverlos sin desvirtuar su naturaleza de procedimientos de oficio.- 2º Respecto de las actuaciones subsiguientes entendemos goza de legitimación activa eventual y facultativa, por cuanto está facultada (aun cuando no obligada) para actuar en juicio como parte actora por las siguientes razones: por una parte existe un interés público en el respeto de la legislación social, entre otros motivos para prevenir los desórdenes e injusticias susceptibles de producirse en caso de que las normas sociales no se respeten; y por otra parte la Administración ha de servir a los intereses generales con eficacia (razón clásica de existencia de los poderes públicos recogida actualmente en el art. 3,1 de la ley administrativa 30/92 y en el art. 103,1 de la vigente Constitución; y según la sentencia del T, Constitucional de 2 de febrero de 1981, todo el ordenamiento jurídico ha de interpretarse de conformidad con los principios constitucionales). Consiguientemente si existe un interés publico que ha de ser servido con eficiencia y por otra parte esta función corresponde a la Administración, ésta habrá de intervenir en juicio siempre que advierta que las circunstancias del caso así lo piden; de donde resulta una legitimación activa y eventual, o sea condicionada por la apreciación de las circunstancias de caso.- 3º Asimismo es evidente que la Administración está legitimada cuando así lo establece una norma especial; y aun cuando ya es historia, señalemos que el art. 22 (apartados D y F) del antiguo D. 2122/71, regulador del procedimiento de actuación de la Inspección de Trabajo facultaba a ésta para promover juicios y comparecer en los mismos en todas las materias de competencia de la entonces Magistratura de Trabajo, lo que viene a significar que esta eventualidad ha sido admitida como normal por el legislador; el T. Supremo (sent. de 14 de mayo de 1994) ha admitido la legitimación activa de la Administración en los juicios sobre determinación de la naturaleza laboral de los vínculos legales.

En estos procedimientos, la Administración asume una función, como señaló Alonso Olea, de sustituto procesal. “sui generis”. La desarrolla en todo caso en el planeamiento de la demanda de oficio, sin perjuicio de los supuestos en que la ejerce en actuaciones posteriores.

El representante de la Administración es el Abogado del Estado, aun cuando cabe preguntarse si en estos especiales procesos no sería conveniente que el Abogado del Estado fuera sustituible por un Inspector de Trabajo, más especializado en estas materias.

b) Los restantes sujetos que gozan de legitimación activa concurrente con

la de la Administración vienen determinados en cada caso por la naturaleza de la acción de oficio ejercida por la Administración: 1º En el procedimiento de perjuicios económicos estarán legitimados los trabajadores perjudicados.-2º En la imputación de perjuicios por discriminación la legitimación corresponderá a los discriminados-perjudicados.-3º Si se tratara de la determinación de la naturaleza de la relación jurídica, la legitimación activa recaerá sobre aquellos sujetos que la Inspección entiende que son trabajadores.-4º En las demandas por dolo, fraude o coacción en regulación de empleo, la legitimación activa corresponderá a los sujetos coaccionados, sean empresarios o trabajadores.- 5º En la imputación de maquinaciones en perjuicio de entidades gestoras, evidentemente éstas gozan de legitimación activa; ordinariamente se tratará del Fondo de Garantía Salarial.- 6º

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En cada caso los posibles interesados se hallarán en la posición procesal resultante de la legislación general sobre interesados procesales.

c) La legitimación pasiva viene asimismo determinada por la acción

ejercitada por la Administración: 1º en la imputación de perjuicios, sea simple imputación de daños económicos, sea por discriminación, los legitimados pasivos son los imputados pretendidos causantes de la comisión del daño y en su caso sus derechohabientes.- 2º En los procedimientos de determinación de la naturaleza de la relación jurídica estarán pasivamente legitimados quienes en el expediente administrativo negaren la naturaleza laboral de la relación, ordinaria, pero no necesariamente los empresarios encartados,- 3º En la imputación de malicia (dolo, fraude o coacción) en la Regulación de empleo la legitimación pasiva recaerá sobre aquellos sujetos a que se atribuya la conducta maliciosa.- 4º Tratándose de la atribución de maquinaciones en perjuicio de las entidades gestoras, la legitimación pasiva corresponde a los sujetos a quienes se imputan tales maquinaciones. Así resulta de la naturaleza de las imputaciones en relación con el derecho natural de propia defensa actualmente recogido en el art. 24 de la vigente Constitución.

B. Impugnación de convenios.- La determinación de los sujetos de estos

litigios tiene las siguientes particularidades, según resulta del art. 164, apartados 4 a 6 de la LJS:

a) El art.164,6 dispone que “el Ministerio Fiscal será parte siempre en estos

procesos”. Esta disposición recoge el criterio del antiguo Tribunal Central (sentencias de 17 de noviembre de 1983 y 17 de febrero de 1986). Lo que no dice este precepto es si el Promotor Fiscal actuará en juicio como defensor de la Administración o de la legalidad. A nuestro parecer, debería actuar a titulo de “amicus curiae” con la función de sustentar la postura que consideren ajustada a derecho, puesto que el Ministerio Fiscal es un defensor de la legalidad (art.435 de la Ley Orgánica 6/85 del llamado poder judicial, o sea de la Judicatura). b) Los impugnantes en vía administrativa del convenio (sea a título de denunciantes de ilegalidades, sea al de interesados lesionados) gozan siempre de legitimación activa . Su condición de impugnantes resulta de su actuación en el expediente administrativo, por lo que éste condiciona su postura procesal. Con todo, entendemos que si la Administración aprecia la existencia de perjudicados no impugnantes también deberá relacionarlos en su escrito de demanda, pues es evidente su condición de interesados. c) Serán asimismo parte en juicio los integrantes de la Comisión Negociadora (aun cuando no ésta como tal entidad colectiva) y hay que entender que en su caso los autores del laudo sustitutivo de convenio puesto que ejercen función sustitutiva de los negociadores y en último término a título de interesados en defender la corrección de su actuación. Los miembros de la Comisión pueden discrepar respecto de la procedencia del Convenio (ya que éste no requiere ser aprobado por unanimidad), por tanto podrán optar entre asumir la condición de actores o la de demandados. d) El art. 186, 5 añade que en caso de que la impugnación del convenio procediera de la autoridad laboral, “y no hubiera denunciantes, también será citada la representación legal de dicha autoridad”. Esta disposición supone: 1º En caso de inexistencia de denunciantes, la Administración impugnante goza de legitimación

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activa necesaria.- 2º “A sensu contrario”, en el caso de existir impugnantes en vía administrativa, la Administración no goza de legitimación activa necesaria, lo que parece confirmar que, en tales casos, el Promotor Fiscal interviene a título de “amicus curiae”.- 3º No obstante la Administración puede intervenir en juicio en su condición de interesada en defender la legalidad, ostentando lo que pudiéramos llamar legitimación activa voluntaria. III. DESARROLLO DEL PROCEDIMIENTO

Este procedimiento, como todos los regulados por la Ley Rituaria Social, obedece al mismo esquema general, por cuanto el art. 102 de la LJS prescribe que en lo no reglado de modo especial, se aplicaran las normas del procedimiento laboral ordinario. Consiguientemente, operan los principios de concentración y simplicidad; y de conformidad con los mismos la actuación básica (una vez entrado en el Juzgado el escrito de promoción e intentada cuando procede la conciliación) consiste en una vista en la que, las partes formulan las alegaciones y proponen y practican las pruebas y finalmente se exponen las conclusiones. Con todo, en el caso que nos ocupa, se advierten ciertas particularidades importantes que analizamos en este trabajo. 1. Tiempo de actuación.

A. Tiempo hábil.- Rigen las normas generales de la LJS con la

particularidad de que el mes de agosto es hábil a efectos del procedimiento de impugnación de convenios. Tratándose de los restantes procedimientos entendemos que el mes de agosto es inhábil (visto el art. 43 de la LJS). B. Caducidad y prescripción.- Ante la falta de normas especificas entendemos que, en base a las causas comunes, se puede interponer la demanda de oficio en tanto no ha caducado el expediente administrativo, ni prescrito la acción sustantiva.

Por lo que se refiere a la impugnación de convenios, se ha planteado el problema de si la acción debe interponerse dentro de los diez días para registrar el convenio. Pero el Tribunal Supremo (sent. de 31 de marzo de1995) ha entendido que no está sometido al plazo de registro y publicidad del convenio, por lo que puede ser impugnado posteriormente, entendemos que durante todo el periodo de su vigencia.

2. Las notificaciones Están sometidas a la normativa general. No obstante, en caso de una pluralidad de trabajadores (caso de la impugnación de convenios, de la afectación a más de diez trabajadores, etc.) entendemos se les puede citar a través del Comité de Empresa (vistos los arts 61-63 del E.T. y la doctrina de las sentencias del antiguo Tribunal Central de 29 de agosto y 24 de octubre de 1983) 3. Actuaciones iniciales.

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A. La promoción de actuaciones.- Evidentemente, por tratarse de

procedimientos de oficio, el demandante-promotor es la autoridad pública y más en concreto la autoridad laboral. Pero esta indicación general pide ciertas precisiones:

a) Será competente para cursar la comunicación-demanda la autoridad competente para formular el acto administrativo que constituye la base de la demanda. Por lo tanto las normas administrativas sobre competencia determinaran en cada caso la concreción de la autoridad que puede cursar la demanda por propia iniciativa.

b) Las restantes autoridades (laborales o no) están facultades para interesar actuaciones de oficio de las autoridades competentes a la vista de la regla de colaboración entre autoridades (art. 4 de la ley administrativa 30/92).

c) El Inspector de Trabajo está formalmente facultado para instar de su superior (actualmente el Jefe Provincial y en su caso los respectivos Jefes de unidades especializadas) “la formulación de demandas de oficio” (art. 7,12 de la Ley de Inspección 42/97). Lo corrobora el Reglamento de procedimiento (arts. 6 y 19 del R.D.928/98) .

Los particulares (interesados o no) pueden presentar a la autoridad competente peticiones (no vinculantes) de formulación de demandas de oficio, al amparo de los principios de autonomía de la voluntad y de la licitud de lo no prohibido (sancionados visto el art. 1 del Código civil) y del derecho de petición, actualmente recogido en el art. 29 de la Constitución vigente. Esta facultad alcanza a las personas jurídicas y por tanto a las agremiaciones (sindicatos y asociaciones patronales).

d) En el caso particular de la impugnación de convenios colectivos, el art. 163,2 de la LJS regula una facultad de petición a la autoridad laboral de tramitación de procedimiento de oficio impugnando el convenio o alguna de sus normas. El ejercicio de esta facultad está sometido a las siguientes reglas: 1º están legitimados para formular esta petición los empresarios, los representantes legales de los trabajadores, (y por tanto los Comités de empresa), los representantes sindicales de los trabajadores y los terceros lesionados; entendemos que también lo están las asociaciones empresariales aun cuando el texto del art. 163 no es claro al respecto- 2ª la petición puede formularse siempre y cuando “no hubiere sido registrado” el convenio en la correspondiente oficina,- 3ª La petición de impugnación por parte interesada (trabajadora o empresarial) ha de fundarse en la ilegalidad de las cláusulas atacadas.- 4ª la impugnación por terceros requiere invocación de lesión de derechos o de intereses legítimos.

e) Siempre en el caso particular de la impugnación de convenios, el art. 163,3 recoge un derecho que pudiéramos considerar remanente para impugnar el convenio por el procedimiento de conflictos colectivos en los siguientes casos: 1º Si la autoridad rechaza la petición (tanto si el rechazo es expreso o mediante silencio administrativo negativo que vence en el término de quince días; hay que entender hábiles administrativos pues el silencio se rige por la Ley 30/95).- 2º Si el convenio ya había sido objeto de registro. No nos extendemos sobre esta norma pues los conflictos colectivos no son objeto de este trabajo.

B. El acto de promoción.- Respecto del acto de promoción nos permitimos destacar:

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a) Por lo que se refiere a la denominación y naturaleza del acto jurídico

de promoción, la Ley procesal le da el calificativo de demanda en los arts. 149 y 150 referentes a los procedimientos de oficio en sentido estricto. Tratándose de la impugnación de convenios utiliza los términos “comunicación de oficio” en el art.164 y “demanda “ en el 165,3. Esta actuación consiste en la remisión a la Judicatura Social del acuerdo administrativo de comunicación a la autoridad judicial de la decisión de interesar la actuación judicial, acompañando el acto administrativo que tiene valor de demanda; y en su caso acompaña de la documentación que la autoridad laboral juzgue procedente adjuntar. Por lo tanto cabe que la Administración utilice un documento único (el escrito sobre fondo con la decisión de remisión a los Tribunales), o una doble documentación (el acto administrativo de fondo y el oficio de remisión). En este segundo caso no es tan evidente que documento es el que tiene valor de demanda propiamente dicha, o si la demanda resulta del conjunto documental. Entendemos que en cada caso dependerá de los datos concretos que figuren en cada texto y que tendrán valor de demanda aquellos en que consten los elementos objetivamente propios de las demandas; es decir la decisión de interesar la resolución judicial con los datos en que se apoya tal pretensión (hechos, determinación de sujetos afectados etc.). b) Por otra parte el documento de promoción es un acto jurídico de naturaleza mixta en el sentido de que es un acto administrativo en cuanto que emana de la Administración; y propio del procedimiento judicial en cuanto que opera como demanda. La consecuencia es que ha de reunir los requisitos de todo acto administrativo (de no ser así tendría un vicio de origen) y los de las demandas (de no ser así adolecería un vicio funcional). c) Respecto del contenido de la comunicación-demanda, el art.149 dispone que figurarán en ella los datos generales “exigidos por la presente Ley para las demandas en lo procesos ordinarios”. Pero a renglón seguido enumera los siguientes con carácter general: 1º las personas contra las que se dirige..- 2º el contenido de la pretensión.- 3º dos especies de hechos íntimamente intervinculados: los imprescindibles para resolver las cuestiones planteadas y los constitutivos de la irregularidad imputada.

Al igual que tratándose de demandas ordinarias, el texto legal no requiere directamente la fundamentación jurídica, llevando a sus últimas consecuencias la regla “da mihi factum, dabo tibi jus”. No obstante entendemos que la realidad pide muchas matizaciones, dada la naturaleza mixta del acto que nos ocupa, ha de satisfacer los requisitos administrativos y consignar su motivación jurídica por aplicación del art. 54 de la Ley administrativa 30/92 ya que se trata de actos que afectan a intereses y derechos sujetivos y anteceden a la actuación en la vía judicial. En todo caso se requiere la fundamentación jurídica en la impugnación de convenios (art. 164,1) e incluso esta motivación ha de ser doble, puesto que ha de especificar: 1º “la legislación y los extremos de ella que se consideran conculcados en el convenio”.- y 2º “los fundamentos jurídicos de la ilegalidad”. Es decir se ha de señalar la normativa que se considera conculcada y la razón legal de dicha vulneración. Adviértase que no se requiere que la norma impugnada sea de

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naturaleza laboral, podría tratarse por ejemplo de una cláusula del convenio que resultara delictiva.

En el caso de Regulación de empleo (acuerdos de suspensión del trabajo, reducción de jornada, extinción de contratos) el art. 149 es más concreto, siempre dentro del mismo sistema pues, en cuanto a los hechos y la pretensión, específica que se deberá señalar: 1º el acuerdo impugnado,.- 2º la causa de impugnar invocada y por tanto en que consiste el dolo.- 3º la identificación de las partes.- 4º la pretensión declarativa o de condena que se recaba de la Judicatura.- 5º los perjuicios estimados o las bases de cálculo de las indemnizaciones correspondientes.- 6º los trabajadores afectados y sus domicilios.

. d) Tratándose de la impugnación de convenios, por razones evidentes, es

preciso acompañar copia del convenio a la comunicación-demanda y a las copias para las partes del litigio (art. 164,7). No se requiere acompañar la totalidad del expediente administrativo, pero es lícito hacerlo al no estar prohibido. Asimismo el Juzgador podrá reclamar la totalidad del expediente por las vías de requisitoria de ampliación de datos o de diligencia para mejor proveer. El expediente completo puede ser útil para mejor interpretar el alcance del convenio. En cambio ha de acompañarse el expediente sancionador completo en las comunicaciones-demanda de la Administración derivadas de actas de infracción (art.19,1 del RD 928/98) y entendemos que la misma regla opera en todas las demandas de régimen común aun cuando el art.148, párrafo último de la LJS se presta a equívocos.

e) El acto administrativo con valor de demanda ha de ser remitido al

Juzgado competente y en su caso al Decanato para su distribución entre los que tengan competencia territorial. La remisión y recepción se rige por las normativa ordinaria sobre comunicaciones de la Administración a la Judicatura.

C, Efectos sobre el expediente administrativo.- A la vista de los arts. 6 y

19 del RD 298/98, la autoridad laboral, puede promover el juicio de oficio, sea durante la tramitación del expediente, sea al dictar Resolución firme. En el primer supuesto, la tramitación del expediente queda suspendida y se reanuda al recibir la notificación de sentencia firme. En el segundo supuesto, la incoación de juicio de oficio no impide la ejecución de la Resolución administrativa. Con todo, entendemos que una sentencia incompatible con la Resolución administrativa podría fundamentar un recurso de revisión administrativa, sea por declarar la sentencia hechos probados que desvirtúan la imputación fáctica de la Resolución (causa primera del art. 118,1 de la ley administrativa 30/92), sea por operar la sentencia como documento que acredita errores esenciales de la Resolución (causa 2º del art 118,1 de la Ley 30/92).

Tratándose de la determinación de la naturaleza laboral de una relación jurídica, dispone el art. 148 de la LJS que la admisión de la demanda a trámite dará lugar a la suspensión del expediente administrativo (con suspensión por lo tanto del plazo de caducidad); y que en su día el contenido de la sentencia vinculará a la Administración laboral y a la jurisdicción contencioso-administrativa “en los extremos en ella resueltos”. Mas abajo volvemos sobre esta cuestión, al tratar del efecto vinculante de la sentencia.

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D Subsanación de defectos e información complementaria.- Una vez recibida la documentación administrativa, el Secretario del Juzgado ha de examinar la demanda y si advierte “defectos u omisiones” ha de señalarlo a la autoridad laboral para su subsanación en el término de diez días (arts. 150 y 164,3 de la LJS). La referencia a “defectos” no parece ofrecer duda, ha de interpretarse como existencia de vicios procedimentales. Mas dudas sugiere el término “omisiones” por cuanto toda omisión de un elemento esencial ya constituye un defecto y por tanto parece que el término “omisiones” se refiere a algo más, que se trata de aquellos datos que no figuran en el comunicación administrativa, pero el Juzgado considera cuando menos útiles para un buen pronunciamiento.

La demanda ha de ser admitida a trámite si carece de defectos y no se le imputan omisiones, o si estos han sido subsanados. Si el Secretario considera que no es así, ha de dar cuenta al Tribunal “para que por el mismo se resuelva sobre la admisión de la demanda” (art.150,1 de la LJS) , lo que parece indicar que el Juzgador puede discrecionalmente admitir a trámite escritos con defectos no esenciales, es decir que permitan desarrollar el procedimiento o bien rechazar su admisión a trámite aplicando en lo menester el art. 81 . Esta última norma no aparece en el art. 164 relativo a la impugnación de convenios, pero, ante el silencio normativo, la analogía y la subsidiaria aplicación del art. 81, piden la misma regla, visto el art. 4 del Código civil. El Tribunal Supremo (sent. de 21 de abril de 1966 y de 5 de julio de 1989) anuló las sentencias en que el Juez de Instancia no interesó de la Administración la subsanación de defectos. En el mismo sentido se posicionaron el antiguo Tribunal Central (sent. de 1 de junio de 1978) y el Constitucional (sent. nº 232 de 2 de diciembre de 1988).

El examen de procedencia entendemos incluye el de competencia y por tanto si la comunicación–demanda se presentare ante Juzgador incompetente así lo ha de señalar el Secretario para que el Tribunal lo comunique a la Administración demandante.

E. Afectación a más de diez trabajadores.- En caso de que la

comunicación-demanda afecte a más de diez trabajadores, el Secretario judicial ha de requerirles para que designen representante común (arts . 149 y 19 de la LJS). El representante puede ser abogado, procurador, graduado social, uno de los trabajadores o un representante sindical. Esta regla es una adaptación al procedimiento de oficio de una norma general del procedimiento laboral. Con todo pide ciertas precisiones: 1º por un principio de lógica interpretativa hay que entender que esta regla de representación común opera a condición de que los intereses del grupo sean comunes; pues, de ser incompatibles, mal podría defenderles el representante común y se vulneraria su derecho a defenderse en juicio de modo efectivo.- 2º En los juicios ordinarios el representante común puede designarse en la demanda; en el procedimiento de oficio, dadas las características de la demanda, se ha de proceder a requisitoria del Secretario.-3º En caso de no atender la requisitoria, el procedimiento de oficio no se detiene, puesto que se impulsa de oficio.

F. Previo asesoramiento.- La Disp. Adicional 1ª de la ley orgánica 3/07

sobre igualdad introdujo esta figura en materia de impugnación de convenios colectivos. Esta disposición no exige, pero autoriza (utiliza el término “ podrá recabar”) a la autoridad laboral a requerir informe del Instituto de la Mujer y de los

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organismos de las Regiones autónomas encargados de atender a la igualdad entre los sexos. Propiamente entendemos que la autoridad está siempre facultada para pedir informes de otros organismos públicos e incluso de terceros sobre las materias de su competencia y ello en virtud de la licitud de lo no prohibido , sin más excepciones que la inutilidad del informe (pues en tal caso exigirlo constituiría desviación de poder vedado por el art. 63 de la ley administrativa 30/92) o de que encerrara la petición de declaración en propio perjuicio (visto el art.24,2 de la Constitución vigente que por cierto se limita a elevar a rango constitucional un derecho reconocido reiteradamente por las muy diversas ideologías) . Por tanto esta facultad es de alcance general y no se circunscribe al problema de la imputación de discriminación por razón del sexo; y es obligatorio responder a la pregunta por el deber de cooperación (art. 4 de la ley 30/92).

G. Comparecencia en juicio.- La comparecencia en juicio, o para ser más

precisos, la incomparecencia, no tiene los mismos efectos en estos juicios que en los ordinarios. En efecto, en los procedimientos ordinarios la incomparecencia del actor equivale a desistimiento y la del demandado se abre a la “ficta confesio”. En las de oficio la incomparecencia, sea de trabajadores o de empresarios, no impide la continuación del procedimiento, entendemos que sin “ficta confesio” patronal al sustituirla la presunción de certeza de la Administración y por cuanto, si en vía administrativa se han hecho unas manifestaciones las cuales han debido recogerse, sea en el Acta, sea en el expediente, la misma existencia de tales manifestaciones destruye la presunción de conformidad por silencio. Por otra parte, la incomparecencia de los trabajadores no constituye desistimiento (visto el art. 150,2 de la LJS). Tampoco se detiene el procedimiento por la incomparecencia de la Administración, como señalamos más abajo.

H. Posición de las partes.- En caso de impugnación de convenios

colectivos el art. 166,1 dispone que: las partes “alegarán en primer término la postura procesal que adopten, de conformidad u oposición , respecto de la pretensión interpuesta”. Es decir deberán manifestar si actúan en juicio como demandados o como adheridos a la demanda. Galiana (11) entiende que esta norma solo es aplicable al Ministerio Fiscal y a los miembros de la Comisión negociadora del convenio, Personalmente entendemos que es norma de alcance general, por cuanto en principio cualquier particular puede sustentar un criterio concordante o discordante respecto del de la Administración, por ejemplo un trabajador puede creer que la Inspección reclama unas cantidades que no le corresponden. Otra cosa es la frecuencia con que pueden darse situaciones de esta índole. Por ello entendemos que esta facultad alcanza a todos los procedimientos de oficio en que puede darse esta disparidad de posturas y que la regla del art. 166 alcanza en lo menester a los restantes procedimientos de oficio, por analogía, por la fuerza normativa subsidiaria de los principios jurídicos e incluso visto el art, 24 de la Constitución vigente. 4. La evitación del proceso

A. Conciliación.- El trámite de conciliación se ve altamente restringido, por cuanto:

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a) La previa conciliación ante el órgano administrativo, el llamado vulgarmente CMAC, desaparece (art. 64,1 de la Ley Procesal Social). Es decir se prescinde del sistema de doble conciliación lo que concuerda con el principio de economía procesal, tanto más cuanto que las previas actuaciones administrativas hacen innecesaria la doble conciliación. Entendemos con Tuero Bertrán, Jiménez Asenjo y Moreno Moreno que la supresión del trámite de conciliación prejudicial alcanza a la Reclamación Previa, en caso de ser demandados organismos públicos, pues operan las mismas razones y similares actuaciones previas administrativas en un caso y otro; confirman esta solución la analogía y el principio de economía procesal (arts. 1 y 4 del Código civil).

b) El intento de conciliación ante el Juzgado entendemos que no procede en los supuestos de imputación de maquinaciones fraudulenta, determinación de la naturaleza laboral e impugnación de convenios, puesto que se trata de materias de derecho imperativo, incluso de orden público, en que no caben acuerdos entre los interesados, ni por vía de allanamiento, si éste se dirige en sentido contrario al de la voluntad estatal. Por lo tanto el trámite de conciliación ha de limitarse a los supuestos de perjuicios económicos y prácticas discriminatorias y con las restricciones que seguidamente señalamos.

c) En función de la regla de restricción de la conciliación , cuando proceda el tramite conciliatorio, su resultado solo podrá ser aceptada por el Secretario judicial “cuando fuera cumplidamente satisfecha (sic) la totalidad de los perjuicios causados por la infracción” (art.150, 2,b de la Ley Enjuiciadora Social). Esta norma procede de la legislación franquista, implica una irrenunciabilidad absoluta de derechos e implica asimismo que las conciliaciones encierran allanamientos. Con todo entendemos que cabe un supuesto de conciliación sin allanamiento. En efecto, el texto legal no se refiere directamente a las cantidades señaladas en la demanda administrativa, sinó a la satisfacción de los perjuicios causado. Por lo tanto entendemos que, en caso de que las partes señalen errores de cálculo en el acto administrativo o de que resulte acreditado mediante abono a través de Banco que parte de la deuda ya fue satisfecha, cabrá una conciliación estableciendo el importe realmente adeudado, siempre bajo supervisión del antaño llamado Escribano judicial.

B. Ineficacia de los acuerdos extraprocesales.- El art. 150,2 de la LJS

dispone que “los pactos entre trabajadores y empresarios posteriores al acta de infracción tan solo tendrán eficacia en el supuesto de que hayan sido celebrados en presencia del Inspector de Trabajo que levantó el acta o de la autoridad laboral”. Esta disposición pide ciertas precisiones:

a) Esta norma implica que todo acuerdo extrajudicial sobre las materias objeto de litigio es anulable. No obstante si se hubieren efectuado pagos parciales en virtud de tales acuerdos habrá que darlos por válidos, una vez comprobada su efectividad, pues de lo contrario se produciría un enriquecimiento sin causa que sigue vedado por la Partida VII, tit. 34, regla 17 que nunca ha sido derogada.

b) La norma que nos ocupa implica un efecto retroactivo que retrotrae el efecto de la notificación de la demanda al del levantamiento del acta; es decir que comprende el periodo entre ambos actos públicos, puesto que el texto legal se refiere literalmente a los acuerdos ”posteriores al acta de infracción”. Por lo tanto están comprendidos en esta salvaguarda todos los pactos concluidos en el periodo que va de la notificación del acta a la demanda de oficio, lapso de tiempo suceptible

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de ser largo. Como el acta no implica necesariamente que se interpondrá demanda, se abre un periodo de inseguridad. En otras palabras el principio de eficacia ha tenido en este caso prioridad sobre el de seguridad de lo pactado.

c) Aun cuando el texto legal incurre en cierta imprecisión, evidentemente se refiere a los pactos sobre las materias objeto del acta , así lo pide un principio de racionalidad interpretativa.

d) El texto legal utiliza el término ”pactos” que comprende por igual los acuerdos individuales y los colectivos extraestatutarios. Entendemos que no incluye los convenios colectivos formales dada su naturaleza normativa (12).

e) Esta regla se dirige manifiestamente a evitar renuncias indebidas de derechos en una relación de dependencia; y evidentemente frena posibles renuncias indebidas. Pero no constituye una garantía absoluta si el trabajador está dispuesto a ceder sus derechos bajo mano. 5. Desarrollo de la vista

A.. Regla de desarrollo necesario.- El art. 150,2 de la LJS dispone al efecto que los trabajadores perjudicados serán emplazados de oficio y considerados interesados y parte, empero: 1º Su incomparecencia no detendrá el procedimiento.- 2º No podrán desistir.- 3º No podrán solicitar la suspensión del procedimiento.-. 4º El procedimiento se impulsará en todo caso de oficio.- 5º La conciliación tiene las restricciones ya señaladas

Nada dice el art. 150 sobre la citación, participación en juicio o incomparecencia de la autoridad laboral o del Inspector promotores del procedimiento. Entendemos que han de ser citados y parte, visto el art. 17 de la LJS pues representan un interés publico y como tal legítimo. Esto no obstante su incomparecencia no detendrá el procedimiento en virtud de la regla de impulso de oficio incluso en caso de inasistencia (regla del art. 150,2, referida a los trabajadores y que por analogía alcanza a la Administración laboral).

Tampoco dice nada el art. 150 sobre la citación de la parte encartada administrativamente; pero es evidente que ésta es parte en el procedimiento judicial, que ha de ser citada, y su incomparecencia tendrá los efectos fijados en los arts. 83 y concordantes (de conformidad con la remisión subsidiaria al procedimiento general del art. 150,2).

B. Normas sobre acumulación.- La eventual acumulación de acciones en

estos procesos está sometida a reglas restrictivas, por cuanto: a) A los procesos derivados de demandas de oficio de régimen común se

acumularán las demandas individuales “en que concurran identidad de personas y de causa de pedir respecto de la demanda de oficio”. La acumulación ha de acordarse mediante auto (art,31 de la LJS). Dada la redacción del precepto legal, entendemos que la acumulación es preceptiva, opera a favor del Juez que conoce de la demanda de oficio y que éste ha de requerirla en cuanto tiene conocimiento de la existencia de los restantes procedimientos.

. b) Las demandas sobre impugnación de convenios no son acumulables a

ningún otro procedimiento (art. 26,1). Con todo, entendemos debió establecerse una excepción para el improbable, pero no imposible supuesto de pluralidad de

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acciones de impugnación de convenios. Por ejemplo si se produce una impugnación de oficio y otra de particulares, una alegando ilegalidad y la otra accionando por lesión de intereses.

C. La prueba.- En la práctica procesal laboral existe una tendencia a

imponer la carga de la prueba al empresario en nombre de que éste tiene más facilidades probatorias que sus subordinados. Con todo, rige el principio de que cada parte ha de probar sus alegatos fácticos. Pero en los juicios de oficio la carga de la prueba se halla radicalmente invertida por aplicación de la presunción de certeza de los hechos aducidos por la Administración (art. 150,2 de la LJS). Esta regla procede de la legislación clásica en materia laboral (13), se ha generalizado en el art.137 de la Ley administrativa 30/92 y la normativa sobre procedimiento de oficio la ha extendido a las actuaciones judiciales que nos ocupan.

a) Fundamento.-Para justificar de este privilegio administrativo se han aducido razones de diversa índole: la competencia de los Inspectores de Trabajo, su imparcialidad, la precisión de asegurar la eficacia de la actuación administrativa y las previas comprobaciones de los Inspectores (sents. del T. Supremo de 22 de octubre de 1987, 3 de marzo de 1994 y 23 de setiembre de 2009). No todas estas razones tienen el mismo peso; 1º La competencia técnica está efectivamente avalada en principio por la oposición de ingreso y constituye una razón necesaria, pero no suficiente, de la presunción de acierto.-2º Las previas comprobaciones por el Inspector actuante dan lugar ordinariamente a la base del acto administrativo; y de no haber tenido lugar en alguna ocasión, podría alegarse el vicio del documento administrativo (de ahí y también el requisito de que consten las fuentes de información del Inspector a fin de que el Juzgador pueda calibrar su valor).- 3º La imparcialidad viene requerida moral y legalmente (pues el art. 3 de la Ley administrativa 30/92 requiere objetividad y buena fe); es difícil en materia social en que quien ejerce la autoridad se ve llamado a pronunciarse no entre dos personas cualesquiera, sinó entre un patrono y sus empleados, lo que encierra un riesgo de parcialidad por causa de la ideología del llamado a decidir; es éste el punto más débil del sistema, que se corrige parcialmente (solo parcialmente) mediante la posibilidad de practicar prueba en contrario.- 4º La precisión de asegurar la eficacia de la actuación administrativa es fundamental, pues de lo contrario la acción estatal perdería la necesaria eficacia, y quebraría todo el sistema de intervención publica en las relaciones laborales, intervención cuya necesidad en la sociedad moderna es evidente y la base del sistema jurídico laboral. De ahí que las ventajas de la presunción de certeza sean superiores a sus inconvenientes.

b) Valor probatorio de los actos administrativos.- La atribución de valor

probatorio a los documentos en que se basa la demanda de oficio plantea el problema del alcance de su valor probatorio. Literalmente dispone el art. 50,2 de la LJS que “las afirmaciones de hechos que se contengan en la resolución o comunicación base del proceso harán fe, salvo prueba en contrario”. Por lo tanto: 1º La presunción se circunscribe a los hechos, según indicación literal de la norma legal, concorde con su razón de ser; por lo tanto no alcanza a las opiniones, criterios jurídicos inclusive .- 2º Entendemos que ha de tratarse de hechos comprobados (sent. del T.S. de 9 de diciembre de 1986) y que no alcanza a los meramente supuestos, ni a las opiniones y presunciones del Inspector; en este

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sentido se ha pronunciado reiteradísima jurisprudencia en el caso de las Actas levantadas por la Inspección de Trabajo (entre otras sents. del T.S. de 26 de mayo de 1981, 18 de octubre de 1989 y 24 de abril de 1992) y es evidente que opera la misma razón de ser en el caso de las demandas de oficio , pues lo contrario implicaría dar valor probatorio a imputaciones caprichosas con la consiguiente desviación de poder. 3º Más problemas platean los defectos del documento administrativo operante como prueba. Entendemos que si el defecto origina su nulidad radical, carece de valor probatorio, por cuanto la nulidad origina la carencia de efectos y por tanto del efecto probatorio, Empero, la cuestión es más delicada si el documento adolece defectos menores, que no piden su nulidad radical. En tal caso entendemos que opera el art. 137,3 de la ley administrativa 30/92 que limita el valor probatorio a los documentos correctos, es decir a aquellos que por su corrección no son sospechosos de obedecer a irregularidades que hacen dudar del acierto de las imputaciones fácticas. En tal caso, dichos documentos conservan su valor como escritos de alegación y promoción procesal; pero no constituyen elementos de prueba y por tanto es preciso que se prueben en juicio las imputaciones fácticas en ellos contenidas.- 4º Evidentemente la presunción de certeza de las actas constituye una inversión de la carga de la prueba (sent. del T. Supremo de 22 de diciembre de 1966 y 25 de noviembre de 1966) y por tanto pueden destruirse mediante prueba en contrario (sent. del antiguo Tribunal Central de 20 de enero de 1966).- 5º También en estos procedimientos las declaraciones testificales recogidas en documento público tienen naturaleza testifical (sent. del T. Supremo de 20 de noviembre de 1978), lo que es importante a efectos de recurso.. 6º El Juzgador puede sustentar criterios distintos de la Administración a la vista de la prueba practicada (sent. del T.S. de 26 de febrero de 1968).- 7º La presunción de certeza no alcanza al resto del expediente, que ni constituye, ni forma parte de “la resolución o comunicación base” (amén de que seria peligrosa una mayor extensión del valor probatorio de las imputaciones administrativas); en cambio si alcanza a las aclaraciones de la demanda por aplicación de la regla de que lo accesorio sigue a lo principal. 8º Estas limitaciones, que no excluyen la dificultad de litigar contra la Administración, han permitido al Tribunal Constitucional (sents. nº 7 de 13 de enero de 1987 y nº 77 de 26 de abril de 1990) afirmar que la presunción de certeza administrativa no vulnera la presunción constitucional de inocencia, puesto que cabe prueba en contrario, y que aligera la actuación administrativa al dispensar de redoblar comprobaciones, con la consiguiente economía procesal. c) No obstante lo acabado de indicar, es dudosa la presunción de acierto de las impugnaciones de convenios por cuanto el art. 164 de la LJS no se pronuncia al respecto; pero el art. 137,3 de la Ley administrativa 30/92 es muy amplio reconociendo presunción de certeza a los actos que recojan comprobaciones de la Administración. Por tanto entendemos que la presunción de certeza operará en aquellas comunicaciones-demanda que satisfagan los requisitos de la ley 30/92. El problema es poco trascendente tratándose de imputaciones de ilegalidad, pero puede serlo en las imputaciones de lesividad.

D. Ampliación de datos.- La precedente legislación procesal (14) regulaba la facultad del Juzgador Social de interesar de la Administración promotora la ampliación de los datos contenidos en su comunicación. Este trámite era distinto

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de la requisitoria de subsanación de defectos y de las providencias para mejor proveer aun cuando compatible con ellas (sentencia del T. Supremo de 6 de diciembre de 1966) . En cualquier momento del juicio anterior a la sentencia, el Juez Social podía acordar la petición de ampliación y ésta no tenía límites prefijados, por lo que podía incluir la requisitoria de exposición de opiniones legales. Entendemos que esta facultad subsiste por el principio de colaboración entre autoridades y más en concreto por el deber de colaborar con la Justicia (art. 118 de la vigente Constitución; arts. 17 y 469 de la Ley O. del llamado poder judicial) y que los datos suministrados pueden en su caso apreciarse como pruebas. Por esta vía el Juzgador puede requerir la remisión del expediente administrativo completo cuya trascendencia en estos procedimientos resulta manifiesta.

Hemos sustentado (15) que una eventual desatención por parte de la Administración de la requisitoria de ampliación de datos no dejaría la demanda sin efecto, por estar ante materias de derecho imperativo que opera en interés de tercero; pero podría constituir un delito de denegación de auxilio a la Judicatura (art. 410 y concordantes del Código Penal de 1995). Un delito de esta índole es intencional (sents. penales de 7 de noviembre de 1944 y 17 de febrero de 1992) y no se comete por mero error (sent. penal de 15 de febrero de 1990).

Adviértase que del conjunto normativo resulta que el Juzgador puede recabar la ampliación de datos e información por tres vías: lª por el requerimiento de subsanación de defectos.- 2ª Mediante prueba anticipada que incluso puede acordarse de oficio vista la amplitud de la normativa sobre impulso procesal .- y 3ª Por diligencia para mejor proveer.

E. Desarrollo de la vista.- Con las particularidades indicadas en el curso

de este trabajo, la vista se desarrolla según las reglas generales de los procesos laborales, aplicando subsidiariamente las normas sobre los juicios ordinarios (art. 102 de la LJS) y por tanto las partes asistentes podrán formular alegaciones y practicar prueba, pero sin que los trabajadores puedan desistir ni solicitar la suspensión, aun cuando los empresarios demandados podrán allanarse. En todo caso, sin que la incomparecencia detenga el procedimiento y por tanto con pérdida para los ausentes de la posibilidad de formular alegaciones y proposiciones de prueba.

En caso de incomparecencia de la totalidad de las partes, la consecuencia necesaria de estas normas es que el Juzgado levantará acta dando la conciliación judicial por intentada sin efecto y visto el juicio para sentencia, si bien el Juez podrá formular diligencias para mejor proveer y pedir ampliación de información a la Administración.

IV. ULTIMACION DEL PROCEDIMIENTO

1. La sentencia. Tratándose de impugnaciones de convenios, el art. 90,5 del E.T. prescribe que el Juzgador “adoptará las medidas que procedan al objeto de subsanar supuestas anomalías”. El término legal no es muy feliz. Ante todo las “anomalías” no han de ser supuestas, sinó comprobadas, pues de no ser así opera la fuerza de obligar de los convenios. En cuanto a las medidas que caben, entendemos que son

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la declaración sea de la validez de las cláusulas del convenio, sea la nulidad total del mismo con obligación de renegociarlo. Ya una sentencia del antiguo Tribunal Central de 16 de enero de 1989 entendió que, en tanto no se impugna, el convenio tiene la fuerza que le otorga su aparente legalidad; y que la interconexión entre sus cláusulas pide que, la nulidad de alguna de ellas, arrastre la nulidad de todo el acuerdo. 2. Costas y sanción. El art. 149, último párrafo de la LJS dispone que, en la tramitación de juicios para determinar la naturaleza laboral de una relación jurídica, “cuando se entienda que las alegaciones o actuación del sujeto responsable pretenden la dilación de la actuación administrativa, el órgano judicial impondrá…….” la multa regulada en los arts. 75,4 y 97,3 de la LJS, es decir entre 180 y 6000 € con el límite de un tercio de la cuantía del litigio. Si el sancionado fuere el empresario, deberá abonar además los honorarios de Letrado, o Graduado Social en su caso, dentro del límite de 600 €. De esta norma resulta:

a) Este supuesto es formalmente imperativo y realmente discrecional puesto que el texto legal, por una parte, utiliza el verbo “impondrá” en términos imperativos; pero por otra dispone que se impondrá cuando “se entienda” y la apreciación es sujetiva.

b) Este supuesto se circunscribe a una causa determinada de la incoación del procedimiento de oficio puesto que específicamente está limitada a la causa cuarta al supuesto de determinación de la naturaleza laboral de la relación objeto de litigio.

c) Prima facie la norma especial del art.148 puede parecer innecesaria puesto que el art. 75,4 de la Ley de Enjuiciamiento Social recoge la posibilidad de adoptar estas medidas sancionadoras respecto de todo litigante temerario. No obstante la disposición del art.148 se explica por cuanto es más amplia que la del art.75 ya que no solo comprende la malicia en el procedimiento judicial, sinó también en el administrativo que le precede. Lo que es más dudosa es su justificación, pues hemos visto que este procedimiento se dirige a despejar dudas de la Administración; y si la propia autoridad laboral tiene dudas es difícil concurra malicia por parte del litigante que da lugar a este procedimiento.

d) La sanción se establece para el “sujeto responsable” de la práctica torticera , no para el resto de los litigantes, así lo piden la letra del texto legal y el principio de interpretación restrictivas de lo jurídicamente odioso. 3. Efectos administrativos. Con la creación de la figura de las demandas de oficio derivadas de actas de infracción con perjuicios económicos se planteó el problema, ya señalado, de la existencia de resoluciones contradictorias en los dos procedimientos derivados de las actas: el sancionador, y el de reclamación de perjuicios. Este escollo carecía de solución directa en la primitiva legislación. La Ley procesal de 2011 trata de solucionarlo de modo que seguidamente señalamos, que plantea aun algún problema, pero supone una mejora sobre la situación inicial.

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A. Resoluciones firmes.- La incoación de demanda de oficio no impide la ejecución de las que habían adquirido firmeza (art. 6,1 del RD 928/98). No obstante, en caso de que en la tramitación de la demanda judicial no se aprecie infracción, se podrá interponer Recurso de Revisión administrativa contra dichas Resoluciones relacionadas(art. 118 de la Ley 30/92)

B. Demandas precedentes a la firmeza de las Resoluciones.- En los

procedimientos administrativos derivados de Actas levantadas por la Inspección de Trabajo. la demanda de oficio es causa de suspensión del procedimiento hasta tanto se dicte (y se notifique a la Administración) sentencia firme (arts. 8 y 19 del RD 928/98). Entendemos que la Administración tiene obligación de notificar a los interesados toda suspensión a fin de que estos sepan que la caducidad está interrumpida.

Una vez dictada sentencia, ésta se ha de notificar a la Autoridad Laboral y una vez comunicada a la Administración, se alza la suspensión y reanuda la tramitación del expediente hasta dictar resolución la que deberá respetar el pronunciamiento judicial (arts. 6 y 19 el RD 928/98 y art. 270 de la Ley Orgánica 6/85, de la Judicatura).

La suspensión se inicia con la admisión, no con la interposición de la demanda (visto el art. 148, último párrafo de la LJS que reproduce la legislación precedente), y concluye con la notificación de la sentencia firme a la Administración (art. 19,4 del RD 928/98) . Es una de las razones por las que entendemos que la Judicatura está obligada a notificar a la Administración tanto la admisión de la demanda como la sentencia, operando el deber de colaboración entre autoridades (administrativas o judiciales) en interés público. En razón de estos principios la Administración puede interesar en todo momento de la Judicatura le informe sobre el estado del procedimiento.

C. Efecto vinculante.-El art. 148, refiriéndose a las sentencias sobre

determinación de la naturaleza laboral de determinadas relaciones jurídicas dispone que la sentencia firme que se dicte en dicho procedimiento “vinculará en los extremos en ella resueltos a la autoridad laboral y a los órganos de la jurisdicción contencioso administrativa ante los que se impugne el acta de infracción o de liquidación”. Por lo tanto el efecto de este procedimiento no se circunscribe a la determinación de la naturaleza de la relación objeto de litigio, puesto que vincula tanto a la Administración como a la Jurisdicción contencioso-administrativa en todos los extremos resueltos en el litigio laboral. Viene a confirmar este efecto vinculante general la doctrina del Tribunal Constitucional según la cual no cabe la contradicción entre los organismos públicos de la Nación española; y por lo tanto unos mismos hechos no pueden existir para una jurisdicción y no existir para la otra; y consiguientemente la primera sentencia firme vincula, en cuanto a los hechos declarados probados, a las diversas jurisdicciones posteriormente actuantes (entre otras sentencias nº 77 de 3 de octubre de 1983; nº 62 de 21 de mayo de 1984; nº 158 de 26 de noviembre de 1985; y nº 35 de 1 de marzo de 1990). En el mismo sentido se ha pronunciado la antigua R. Audiencia de Cataluña en su Sala de lo contencioso-administrativo (sent. de 17 de marzo del 2001 y la Sala de lo Social, sent. nº 5986, de 23 de setiembre del 2002). Ahora bien, vista esta doctrina, cuya solidez es evidente, el efecto

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vinculante es general y no se circunscribe a los litigios de impugnación de la naturaleza laboral de una relación jurídica.

D. Afectación a la competencia.- En los pronunciamientos sobre la naturaleza de la relación, si la sentencia establece que la relación no es laboral, procederá la declinación de oficio a favor del organismo competente (art. 11 de la Ley administrativa 30/92); y si resulta que la materia es judicial, procederá archivar las actuaciones administrativas con reserva de acciones a favor de los interesados para actuar judicialmente. En ambos casos con declaración de nulidad de lo actuado (art. 62 de la Ley 30/92). Por otra parte entendemos que si un Juzgado lo Social de instancia dicta sentencia contraria a la competencia administrativa, al ser la competencia irrenunciable, la Administración ha de agotar recursos y en su caso acudir al procedimiento del art. 38 de la Ley Orgánica de la Judicatura. 4. Recursos En la regulación general de los procedimientos de oficio (arts. 148-150 de la LJS) nada se dice respecto de recursos, por lo que entendemos rige la normativa general y caben los mismos recursos que contra las sentencias correspondientes a procedimientos incoados a instancia de parte, tanto más cuanto que la misma conclusión pide la interpretación racional de las leyes al no existir motivo para prescindir en las demandas de oficio de esta garantía procesal. Por otra parte, tratándose de la impugnación de convenios, el art. 166,2 admite expresamente la eventual interposición de recurso contra la sentencia de instancia. 4. La ejecución de sentencia. A. Normas generales.- La sentencia se ejecutará siempre de oficio (art. 150,2 de la LJS) lo que supone que ha de ejecutarse por iniciativa judicial, sin requerir la solicitud de los interesados ni de la Administración. Por lo tanto incluso el señalamiento de bienes, en caso de embargos habrá de practicarse de oficio. Por otra parte, la ejecución de las demandas de oficio no excluye la ejecución independiente de las sanciones, de donde resultará que una misma acta dará lugar a dos ejecuciones distintas.

En caso de recursos se plantea el problema de si procede la ejecución provisional de oficio. Tratándose de la impugnación de convenios, el art.166,2 de la LJS prescribe que el Recurso no impide la ejecución provisional, y por otra parte ésta ha de efectuarse de oficio. Respecto de las otras causas, nada dice directamente al respecto la Ley de enjuiciamiento social. No obstante la de enjuiciamiento civil 1/2000 es subsidiaria y su art. 524 autoriza con carácter general la ejecución provisional de las sentencias dictadas en primera instancia. Estamos ante una materia difícil: la solución de la LECivil tiene la ventaja de no demorar la satisfacción de los derechos del beneficiario de una sentencia y de evitar la interposición de recursos con intenciones meramente dilatorias. No obstante, la ejecución provisional puede dar lugar a situaciones irreversibles discordes con la posterior sentencia de los Tribunales Superiores. Por eso es solución que solo creemos suscribible si la ejecución provisional fuera

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acompañada de garantías plenas y suficientes para el caso de que el pronunciamiento definitivo fuera distinto del inicial . En todo caso, tanto la LECivil como la LJS concuerdan en optar por la ejecución provisional sin exigencia legal de garantías; y la única diferencia, en el caso que nos ocupa, es que la Ley Social requiere ejecución de oficio, mientras la Civil está a la petición de parte.

B. Impugnación de convenios.- Con relación al procedimiento de

convenios colectivos, el art. 166 de la LJS establece las siguientes reglas: a) La sentencia será ejecutiva provisionalmente, desde que se dicte, incluso

en caso de recurso, según acabamos de indicar (arts. 166 y 303). b) La sentencia puede convalidar, anular o interpretar todas o alguna de los

reglas del convenio; es decir fijar su validez, significado y alcance c) La sentencia, una vez dictada y antes de su firmeza, se ha de comunicar a

la autoridad laboral. Hay que entender que a la autoridad que promovió la impugnación del convenio. Esta notificación implica que la autoridad laboral ha de aplicar la sentencia en todas las materias de su competencia (por ejemplo a efecto de levantar posibles actas de infracción por incumplimiento de lo dispuesto en el convenio, de conformidad con el R. D. Leg. 5/2000 de infracciones laborales reformado).

d) Una vez firme, la sentencia produce efecto de cosa juzgada sobre los procedimientos en curso de tramitación y sobre los posteriormente planteados. Por lo tanto no afecta a la cosa juzgada de los litigios previamente resueltos., aun cuando entendemos que podría justificar un recurso de revisión (vistos los arts 236 de la LJS y el art. 510,lº de la LEC, pues la nueva sentencia constituye en este caso un documento decisivo).

e) Cuando concurren dos supuestos (1º que la sentencia se anule, total o parcialmente el convenio; y 2º que éste hubiese sido publicado) la sentencia ha de publicarse en el Boletín en que se hubiere insertado el acuerdo colectivo. No se comprende que la misma regla no se aplique en caso de sentencias interpretativas, puesto que estamos ante interpretaciones vinculantes.

NOTAS (1) A. LORCA NAVARRETE, R. RUIZ GIMENEZ e I. ALVAREZ SACRISTAN,

Comentarios a la Ley de Procedimiento Laboral, Madrid, 1991, pag. 508. (2) L.S. JIMENEZ ASENJO y J.A. MORENO MORENO, Comentarios al

Procedimiento laboral español, adaptados a la Ley procesal de 1980 por JAIME LLUIS Y NAVAS, Barcelona, Tº II, pág. 6

(3) J.M. GALIANA en la ob. col. A. MONTOYA MELGAR, J.M. GALIANA MORENO, A. V. SAMPERE NAVARRO y B. RIOS SALMERON, Curso de Derecho Procesal, Madrid, 2005, pág. 192 .

(4) Váse J. LLUIS Y NAVAS, Las actas de la Inspección de Trabajo, Barcelona, 1960, pag. 22y sig.; y J. LLUIS, Los procedimientos administrativos de infracciones y liquidaciones de Trabajo y Seguridad Social, Barcelona, 2997, pág. 533- 544 .

(5) Véase la nota anterior. (6) GALIANA ob. cit. pág. 206. (7) A. DE AGUINAGA TELLERIA, Derecho del Trabajo, Madrid, 1952, pág.

336. (8) JIMENEZ ASENJO y MORENO, ob. cit. Tº II, pág. 12.

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(9) Véase la nota 4 (10) J.F. LOUSADA AROCHENA, Derechos colectivos en el trabajo autónomo,

Albacete, 2010, pág. 53 y J. LLUIS Y NAVAS; Los acuerdos en interés profesional de los trabajadores autónomos, “Actualidad laboral”, nº 4 del 2010,pág 4

(11) GALIANA, ob.cit., pág.210 (12) Sobre la doctrina de la naturaleza normativa de los convenios

colectivos véase ALEJANDRO GALLART FOLCH, Derecho español del trabajo, Barcelona, 1936, pág. 142 y sig. y J. LLUIS Y NAVAS, Manual de Derecho Laboral, Barcelona, 1975, pág.371 y sig. Sobre la doctrina del Tribunal Supremo véanse las sentencias de 22 de noviembre de 1968, 27 de febrero de 1967 y 9 de diciembre de 1983.

(13) Véase la nota 4. (14) Véase la nota 8. (15) Véase J.LLUIS, Los procedimientos…pág.538.