?.l*Q ó - ufdcimages.uflib.ufl.eduufdcimages.uflib.ufl.edu/CA/03/59/90/22/00320/00328.pdf · ' '...

1
- ' tt MUNDO, SAN JUAN, ML DOMiNOO» PC NQVlEMItg DI HMI >^ Las mujeres tío nacen, se hacen bellas Por Patricia Lindaay Mima l.oy no» proporciona un ejemplo de lo que espera a la mujer moderna que allende debidamente a su aalud. su helleta y au trabajo. Estar contenta de lo que uno hace, mirar hacia la vida con optimismo, ea todo lo que hace falta para que llegue a la meta de sus aspiraciones. Alguien ha dicho que las mujeres bellas no nacen. sino se hacen. Lo que constituye una afirmación que debe estimular a todas las muje- res. La verdad es qu« pocas de nos otras nacemos bellas. Sin embargo. 'cuando sabemos cuales son los en cantos mis atractivos de que nos ha dotado la Naturaleza --que to das las mujeres lo saben les sa- camos partido y no salimos mal li- bradas. No hay que olvidar que en la mujer moderna, la belleza pura mente física no es tan Importante como el interés que sepa despertar. Han pasado los tiempos cuando el uso de ¡ns artículos de bellezas le era prohibido a las mujeres." In cluto por los médicos. Actualmente es un deber de la mujer hacia la sociedad mantener»* tan bonita, atractiva y arreglada como le sea posible. Y los médicos no se mez clan, en absoluto, en sus "affaires". aino que estiman que la mujer sa- ludable y bella dehe todavía ococu rar serlo mis recurriendo a todos loa procedimientos. Lo que dehe importar más No importa cual sea su edad, su ocupación o las circunstancias en que se desenvuelve, la .mujer dehe sentirse siempre como tal y actuar en consecuencia». Tanto los mari- dos como los hijos se sienten sa tlsfechos ri» la esposa y de la ma- dre que ha sabido mantenerse en una situación airosa a travos de todas las vicisitudes. Cuando un ni- ño trae por primera vez a su casa a su amtgulto del colegio, y nota la buena impresión que su madre ha ¡Qué errar hay aquí? causado en él, no puede ocultar su orgullo y su contento. Por supuesto, al decir que la mu- jer debe cultivar su beUeza, no quiero decir que en ello deba gas tarea el dinero del alquiler, o el de la tienda de comestibles. Hay tra- tamientos de belleza que son eos I osos y que sólo deben ser recibi- dos por aquellas mujeres cuya si- tuación económica les permita tal casto sin peligro para el equilibrio de las finanzas familiares. Por lo demás, para recibir el beneficio de ciertos tratamientos embellecedo- res, no se necesita acudir a los sa Iones de belleza mas postosoa. sino que usted misma, en su casa, se los puede proporcionar a poco cos- to. Todo lo que tiene que har»r es seguir cuidadosamente las normas y pautas que le recomiendan las secciones de belleza de algunos día rios. Las mujeres, eso si. deben acudir de tarde en tarde al médico, pa ra que éste las reconozca y infor- me sobre el estado general de su salud, la dieta que deben seguir etc. Las mujeres, para lucir hlen, no deben depender solamente del ar- tificio. Su naturaleza les proporcio- na, también, muchos encantos, so bre todo cuando se sienten alegres y contentas, dispuestas a »er una inspiración para la sociedad en lu- gar de una carga. Mire siempre ha- cia la vida con optimismo, no Im- porta cuales sean laa circunstan- cias por que atraviese, y tendrá ga- nada más de la mitad de la bata- lla. i i Si no encuentra el error busque la solución en los Clasificado» Con pimienta Por Diógenes El más grande especulador fué Noé que monopolizó las especies de su tiempo y del futuro. Una cosa no entiendo. Si ai amor ciego, ¿cómo puede haber amor a primera vista? * No hay seguro contra los lncen- ¡ dios que causan los ojos de una mu- ¡ jer. * Puede que el vencido tenga la razón, pero nada le importa eso al vencedor. Lo peor no está en dejar para mañana lo que se puede hacer hoy, sino en no hacer hoy lo que #e de de hacer ayer. No hay tonto que no sea vanido- so. PASATIEMPOS t.* V°fi ,( ?.l*Q ó D •'* 30. •31 19 I**} 7 * El inestimable valor de la gratitud Por Angelo Patri Si la gente diera cuenta del calor y el ánimo que infunden unas sinceras "fTadai** en el cora- ion de loa que las reciben induda- blemente todo el mundo 'andarla buscando a su, alrededor algún m> ttvo para dar las gracias expre- sando la apreciación que siente. Esto w aplica especialmente a la apreciación de loa niAoa por cualquier acto bondadoso de que son receptores ya de la madre del padre o de cualquier otro miembro de la familia. Desgraciadamente, con harta frecuencia toman lo que se les sin pronunciar la menor palabra de reconocimiento. Si son demasiado nmos, no comprenden que hay que dar gracias por lo que se recibe, y por tanto, nuestro de- ber es enseriarles a darlas. Esto no quiere decir que se les debe Im- buir con una idea de reconocimien- to personal por cosae materiales, aunque en parte esto no estarla de más. Pero hay que enseñarles a'.go más profundo, más espiritual. la expresión de apreciación por "I amor, el carino y los sacrificios que se hacen para que sus vidas transcurran felices. Ensenemos a! niño a dar por lo menos una sonrisa de apreciación por cualquier pequeño sen-icio que podamos rendirles como reparar uno de sus juguetes, abrir una puerta o cubrirles, cariñosamente si llenen frío. Esa sonrisa hará que su espíritu se s'enta más di- choso, al mismo tiempo que fomen- tará el carino que los demás están decensos de ofrecerle. El mejor modo de ensenar a un niño a sonreír demostrando su apreciación, en sonriendo nosotros mismos, elogiando al pequeño por sus sonrientes gracias. No es ne- cesario que pronuncie una pala- bra, pues con una sola sonrisa puede expresarse más apreciación que con todas las frases de formu- lismo. No obstante, la fórmula es igual- mente necesaria; debemos ense- narle a decir "gracias" después que sonría. A medida que crezca y que su vocabulario se enriquez- ca, debe hacérsele añadir el nom- bre de la persona que se ha fijado en é: y le ha ayudado o favoreci- do. El "gracias, abuela", acompi- fiado de una sonrisa, tiene mucho más peso que un "gracias" pro- nunciado distraídamente y como dirigiéndose al vacio. Esta forma no atafie a nadie, ni siquiera ni nifto que da las gracias, y no vale realmente la energía que se gasla en pronunciarlas. Tan pronto como el nifto pueda garrapatear una palabra, ésta de he ser "gracias"... seguida de su nombre, de modo que sea capaz de enviar una nota de agradecimien- to a los que le recuerdan y se to- man el trabajo de demostrarlo. A este respecto es una excelente idea ensenar al nifto a no usar ningún regalo hasta que no haya esc-.»*» su nota de "gracias". De eaertb'r- la cuando su entusiasmo esté toda- vía vivo, pues asi es mucho más fácil obtenerla y el espíritu ,-on que la escribe en aún de más va lor. Debiera darse a todo nlfio un hloc de papel rayado, con una viñeta a colores y más abajo su nomlre y dirección. El bloc dehe propor- cionársele cuando pueda ya escri- bir su nota después de una o dos pruebas más o menos halagado- ra*. El mensaje puede consistir sola palabra y sus inicia» les. Es seguro que tanto "ahueii- ta" como "tía Leonor" apreciarán esta primera nota más que ningu- na otra cosa. Ensefiados desde la tierna Infan- cia a dar las gracias, se forma el hábilo, uno de loa más reveíanles y de más fuerza moral que pode- mos adquirir durante nuestra esta- día en esta tierra, ya que debiéra- mos dar las gracias por todo: por la belleza del mundo, por la noble- za de los humanos, por nuestros amigos y por la gracia de Dios. LA CASA DE LOWELL THOMAS ' ' Por ELIZABETH M. BOYKW UN CUENTO BREVE Una gata extraordinaria Por KATHERINE BUCHMAN Una ellclosa aleona de pa reden decoradas en papel blanco, con florea plateadaa y cortinas, cubrecama y canecerá de jarata Manea con motivo* magenta y azul brillante. la alfombra es también ásnl. Loa visillos •on de orrandl blanco. Obsérvese la franja blanca pintada en el piso alrededor de la alfombra y el reato de papelea forrado con la mlama sarasa. Si está usted leyendo una novela de la camplfia inglesa, puede darse una excelente idea de la vida deli- ciosa que se lleva en la casa de Lowell Thomas, perca de Pawling. Estado de Nueva York. Se trata de una antigua casa convidados pasan las horas de la i La alcoba de Lowell Jr. está de- noche. Las paredes, cubiertas He corada en rojo, blanco y azul, con pino apandado, tiene estantes pa- ¡ muebles muy sencillos que dejan ra los libros; la alfombra es co- amplio espacio para su colección lor de herrumbre, cobriza; las cor I de trofeos, retratos y curiosidades, tinas de un color casi adéntico. i Pe las otras alcobas, la más a mi Dos «Juanea, tapizados en coral cía! gusto es de paredes blancas con blanca que reluce alegremente enjro y otras dos sillas «uhiertas con nequeftas. flores plantadas, «crtl e| sol de otoño y que parece exten-1 zaraza color de madera, con molí- ñas de zaraza de fondo blanco y derse como ofreciendo lugar para vos sepia y amarillo crema, com 'motivos florales maganta y azul mantos visitantes lleguen a gaznr ; pletan el mobiliario. Sobre la ch ! | brillante. La cabecera del lecho es de la generosa y confortable hospi | menea hay un gran retrato del de zaraza igual a la de la cubreca- talldad de sus riueftos; una casa ; hijo de los dueños. | ma. El tocador está forrado de que parece hecha solamente para y s \ comedor es muy claro, casi transparente organdí, material em- solaz, pero en la que la teletipo ^meramente libre de sombras, muy, oleado 'amblen en las cortinas. La constantemente golpetea trayendo t |egre, a pesar de sus muebles ' alfombra es azul oscuro y el sillón al periodista las últimas noticias "Chippendale" v de sus platas an está tapizado en chartreuse. Otra liguas. Laa paredes son amarillas; I alcoba tiene muebles de maple. pa la alfombra rojo turquí y las cor redes amarillas adornadas ron fio- tinas, también de zaraza, son de!res, alfombra sepia oscuro y corti- colores. haciendo juego. El conjun ñas de organdí amarillo rematadas del mundo. Una familia deportiva Además de cultivar en la granja prácticamente cuanto se requiere para el sustento, los miembros de to es de gran atracción, siempre !con encajes. Las cortinas de las OPTIMISMO Me gustarte separarme de mi compaftero. .,Ei usted capitana? •No, pero rae quiero separar de ral marido. Es que por te gorra eref que vivía ea ua. entre los números.) (Vaya tratando lineas Por Carmelina Vigcarrondo Esta noche me «ha traído un revuelo de ilusión. La culpa la tiene un lirio que rompió tu floración. Esta noche ae han volcado las estrellas en H mar. y te ha roto en luna nueva la marafta del parral. Esta noche huele a novia por los caminos en flor, y se ha roto en trinos albos el sueño del rulseftnr. Esta noche toda boca abierta para el cantar, no hay pena que me acobarde ni que haga llorar. Las paredes de te biblioteca están cubierta» de pino; la alfombra ea color de cobre te sarasa de las cor- tinas presenta tonos sepia, verde y crema. la familia son todos entusiastas de los deportes, practicándose allí. además del consabido base-ball, la natación, la equitación, el tennit, los esquís y la pesca. En lo que sespecta a la agricul- tura, en la finca se produce casi iodo lo que viene a la mesa: la mantequilla, hecha allí mismo; huevos en abundancia, leche a dis- Breves muy breves lleno de sol. El piso superior está dispuesto de modo que cada grupo de habitado net et enteramente privado, con un equefto vestíbulo que puede tillar- se del resto del pasillo, y sobre él están la alcoba principal, el cuar- to tocador y el hafto. En el pasillo, que termina en una escalera secun i camas y la que cubre el tocador, son de este mismo material. Las cubrecamas son de crochet tejido a mano, de color blanquecino. La tercera alcoba tiene un magnifico lecho de caoba, de altas columnas, con cubrecama y dosel de zaraza plegada, rosa oscuro; las cortinas son también de zaraza rosa y la alfombra es color borgona. El pa peí de las paredes es de ramajes darla, está la habitación de Lowell erfelón, crema y todoe los pollos jThomas Jr. Otras tres alcobas dan _ que puedan desearse. El Jamón y! al vestíbulo principal. La dlsposl- j sobre fondo marfil. Las sillas están carnes de puerco curadas en v casa. i clon es muy cómoda para una ca- ¡forradas en algodón rosa oscuro. se depositan en grandes anaqueles.j sa como ésta, en la que siempre : js¡ _y so SU p rr ¡ or junto con toda clase de compotas y, hay invitados. La gran alcoba es jaleas. Igualmente, se producen I de hermoso color ante, rosado y granos como la cebada, el maiz y ¡gris azulado, con dos grandes ven- otros para forraje de las vacas, ca-1 tanas. El cuarto de vestir et He hallo» de tilla y ganado par. la ¡paredes azules, alfombra de Igual ^^^l^^'^t *' matanza. color, con vivos blancos en las ven-«SM;* el ano está o que En el piso tercero hay un gran es'tudio y despacho, en el que, ro- deado de las curiosidades recogidas Lo único La única manera. Manuel, de evi- tar que tu mujer te abra las cartas et hacer que tut amlgot te etcrl- I blén muy ciara. En sus numerosas La decoración Al entrar en la casa se ve un gran vestíbulo muy ancho, que lie- ga hasta el otro extremo. Sus pa-1 redes están cubiertas de papel blaln- co con dibujos verdes, la alfombra et verde claro y las cortinas de za- raza parecen del mismo patrón que ¡ el papel de las paredes, aunque no ei exacto, pero son blancas y ver \ des. El salón ea de paredes azul muy pálido, con alfombras sepia, tam tanas; tiene guardarropas en dos lados y lo completa una cómoda con un gran espejo. Pire Lolita ban en tarjetat postales. (Mademoi- telle). Supersticiones Claudette Colbert siempre tale por la misma puerta cuando entra por primera vez « un edificio. Cree que tallr por otra trae mala suer- te. AI ice Mar ble juega siempre con una misma gorra blanca; cree que sólo eaa le trae buena suerte en lot torneos. Norma Shearer jamát duerme en una pieza donde te oye el tic-tac de un reloj. Le ha traído mala suer- te. Jack Demptey suena frecuente- mente que ettá peleando con un esqueleto. Entonces no emprende nada porque le trae mala tuerte. Joe Louis tiene un anillo de la ton ordinario de tus épocas de po- ventanal se ve en profutlón una encantadora zarazna con motivos florales en fondo blanco, cuyos co- lores hacen juego con el azul páli- do y con el sepia claro, viéndose en las flores ligeros tintes color gro- sella, tono» que se repiten en la ta- picería del confite y *n la de. varias sillas. Un par de sillas de brazos, en damascos azul francés y un có-1 modo sillón, tapizado en un sepia ¡ polvoriento, completan la gama de j colores. Estos muebles, en tu ma-1 yorla. son del siglo XVIII, y con | varios cuadros de flores y un deli- cado pastel, el salón es de aspecto I ' muy apacible y bucólico. En el pito bajo hay una peque Aa biblioteca, donde la familia y , ¿Un viejo pensativo al lado de brozas que jamás se separa de é! ana catea guapa r . Está cavilan- Las pocas veces que perdió lo ha i do sobre lo distintas que eran las bit dejado antea de subir al ring. > muchachas de M aflea antea... ue podría llamarse cuarto de lot et qufs y después de él una sallta que tiene todo el aspecto de un peque fio café europeo, ron mesltat cu- biertas de te|„ a cuadros blancos y rojos, antigüedades y curiosida- des, fotografías autografiadat y. principalmente, ese aire remoto en que los amigos gustan de reunirse a saborear cerveza o café en ale gre charla. Ciertamente que en esta casa te vive con placer, en un verdadero hogar, como lo demuestra el he- cho de que sus riuefios la habitan desde hace dos arlos, tln echsr en sbsoluto de menos las pecheras al- bas, el ruido o 1a vida afanota de la ciudad. La niña del carbonero Por Carmen Alicia Cadilla La nina del carbonero con su camisita h'anca negra de humo y ceniza— esté a la puerta sentada. La nina del carbonero tiene lot ojos azules, tiene lat manot rosadas. La nina del carbonero. sola en su puerta sentada— negrs de humo y ceniza. con tu ctmlslta blanca, de tarde cuando 'a baftans ae parece a las nlftitas que hay en lot cuentos de hadai. La joven bibliotecaria de la es- cuela de medicina, sentada ante su amplia meta, levantó la vista al abrirse te puerta y sonrió al ver la pareja que entraba. Esta sonrisa tranquilizó un tanto a Petera, pero Sarah estaba demasiado agitada para notarlo. En ette hombre y es- ta mujer de edad avanzada, él ro- tundo y ella muy seca, U joven creyó ver una pareja de solterones amigos y esta Idea la divertía. —¿En qué puedo servirles? --pro guntó bondsdossmente. —¡Oh. por favor! exclsmó Sa- rah —¡Se trata de Zapsqui'.da! La joven les miró perpleja. —Zapaqullda —explicó Peters con cierta impaciencia —et nuestra ga- ta y sa hemos que está aquí. —¡Una gata! —exclamó la bi- bliotecaria mirando sorprendida en¡ derredor de la limpia y bien orde- nada biblioteca. —Oh, aeftor. ¡oh. aeftor! --repetía Sarah al borde de las lágrimas —¡Ojalá no sea demasiado tarde! ¡Mi pobre Zapaquilda! —¡Vamos, Sarah. ten calma! —y volviéndose a la muchacha, Peters dijo. —Vea usted, seftorlta, Zapa- qullda ha desaparecido. —Lot muchachos se apoderaron de ella. I* sé. estoy segura. ;Y 7.a paqtiilda era una gata tan distinta, de carita tan linda! - -y Sarah, ya llorando, buscaba torpemente su paftuelo. —Nosotros nunca la ri» dábamos sola. Petera tlempre la llevaba al patio y yo la sacaba a la calle con una correa. ¡Tentamos tanto cuidado con ella! - ¡Esos muchachos! "xclamó Peters después de sonarse. - Y pen- sar que sólo por cincuenta centa- vos! Dígales que yo le» doy cin- cuenta centavos si me la devuelven, ¡Dígaselo! ¡Dígales que necesita mos a Zapaqullda! —¡Oh, Peters, no como pudo escaparse vigilándnia yo lanto! - Hagan el favor... - comenz" a bibliotecaria anle aquella avalan cha de sentimiento. Un momento. Expliquenme qué muchachos son los de ¡os cincuenta centavos, - ;Oh, esos muchachos, los mu- chachos del vecindario! exclamó Sarah impaciente ante aquella fal- ta de comprensión. —Los muchachos del vecindario explicó Peters. - Se roban los ga tos y los venden a la escuela fie medicina por cincuenta centavos para uso de los estudiantes. —¡Oh. no! -protestó con energía la muchacha. —¡Pobre Zapaquilda! - gimió Sa- rah. ¡Pues si! —replicó Petera in dignado. Ciertamente que si; ¡to- do el mundo lo sabe! —Estoy segura de que se equtve can: aquí no compramos gatos protestó la hlhllotecarla. Yo que no ae les compran a los mu- chachos. Si quieren llamo al de- partamento de animales y pregun to, pero estoy segura de que usté des se equivocan. —¡Tenia una carita tan linda! —dijo Sarah algo más calmada. La muchacha tomó el teléfono. Departamento de animales .. Ah ¿es cierto que ustedes com pran gatos a los muchachos por cincuenta centavos? Aquí tengo una pareja que ha perdido su ga- to y ere» que los muchachos lo ro- baron para vendérselo a ustedes. El departamento de animales se Indignó. Su seriedad estaba ultra- jada. La muchacha tiguió escu- chando por el teléfono y después colgó el auricular. Volviéndose a Peters y a Sarah dijo: —El departamento de animales no compra ningún gato a los mu- chachos. --¿Está usted segura? - inquirió Sarah temblorosa. - Perfectamente segura respon- dió la bibliotecaria con dignidad. Sarah y Petera se mirsron con profundo dolor. Sarah tomo el bra- zo de su compaftero y apoyéndos» petadsmente en él. los dot salieron de la biblioteca. No pronunció pa- labra hasta hallarse fuera del edi- ficio. —¡Pero, Peters! SI no está ahi. ¿dónde puede estar? sabes que yo tlempre he tido tan cuidadosa. La casa parece tan vacia sin ella y cuando veo su plato, su cesta o «u taza, no lo que siento. ¡Cómo ju ;aba con su ratnncillo de caucho! y Sarah trataba de tonrelr ante aquellos recuerdos. Peten lo recordaba todo muy bien, hasta el modo que tenia de limpiarte el hocico, por un tolo la- do; au predilección por el cojín es- csrlata, como si se diera cuenta de que tu brillante belleza negra re- saltaba mejor en aquel fondo Chi- llón. De este modo pasaron por laa soleadas calles bordeadas do árbo- les, Sarah siempre apoyada en el brazo de Peters, sin poder olvidar la desaparición de Zapaqullda Una ardilla bajo velozmente por el tron- co de un árbol y atravesó la acera directamente frente a ellos. En cuslquier otra ocasión Petera se hahrla detenido para sscsr una de lat nuecet que parecía tener eter- namente en el bolsillo y persuadir "Venlmoa por nueatrs Zapaquilda. Sabemos que eatán aquí". suavemente a I" ardilla a que vinie- se a tomarla. Pero aquel día su pena era muy profunda. No podía Jugar con ningún otro animal mientras Zapaquilda pasara ham- bre, frío o... Sintió un nudo en la garganta sólo de pensarlo. Asi pasaron la abacería donde Sarah compraba siempre la carne para conservar el hermoso brillo de la piel de Zapaquilda. Algo mes adelante estaba la tienda de animales donde Zapaquilda comen- su vida regalada. Peters y Sa- rah. ri» común acuerdo, volvieron sin cruzar palabra la esquina para evitarla. Esta calle la conocían muy bien aunque rara vez pasaban por ella. Estaba llena de chicos y chicas de todas las edades, que corrlsn. gri- taban. se empujaban, iban y ve- nían en patines o en cajones con ruedas; entre ellos corrlsn y lsdra- ban perros de todas clases, de fal- deros a sanhernardos. Era un con- junto chillón, abigarrado, que te estrujaba en estruendoso vocerío; juna calle imposible para una ga- ta, aunque fuera llevada en brazos. Al pensar que Zapaqullda hubiese pasado por allí. Sarah se extreme- ño violentamente. Al fin. lanzando ambos un pro- fundo suspiro de alivio, llegaron a la oirá esquina y pronto estuvieron lelos de i a chiquillería y de lot pe- rros. Peters comenzó Strah —ti Zapaquilda fuera una gata cual- quiera no me inquietarla tanto, pe- ro se qu» eiis no sabe cuidarse, que no sabe nsda... —y tu vog ae extinguió. Petere la contólo como pudo, dándole golpecltot. Vamos, querida, no debemot neniar tanto en ella. No dudemos i de que alguien, alguna persona I huena la recoja y la trate bien. sabes que ella se gana a todo el mundo. Volvieron una esquina y se detu- vieron asombrados. Allí, frente a ellos, estaba Zapaquilda. Su hermo- sa piel negra, tan brillante, esta- ba a'go polvorienta, pero de todos modos era Zapaqullda que les mi- con tsnta sorpresa como la que denotshsn ellos mismos. En semicírculo slrededor de ella habla tres grandes gatos. Sarah la llamó: ; Zapaquilda, ven Zapaqullda! Mlsu. mlsu! Pero Zapaquilda la dirigió una mirada profunda, que paseó des- pués sobre los treg gatos. Estol es- peraban imperturbables. Zapaquil- da también, Peters la llamó. Zapaquilda le (Continúa en la página 10 col. 4) Conocimientos v curiosidades - - - —; .

Transcript of ?.l*Q ó - ufdcimages.uflib.ufl.eduufdcimages.uflib.ufl.edu/CA/03/59/90/22/00320/00328.pdf · ' '...

  • -

    ' tt MUNDO, SAN JUAN, ML DOMiNOO PC NQVlEMItg DI HMI >^

    Las mujeres to nacen, se hacen bellas Por Patricia Lindaay

    Mima l.oy no proporciona un ejemplo de lo que espera a la mujer moderna que allende debidamente a su aalud. su helleta y au trabajo. Estar contenta de lo que uno hace, mirar hacia la vida con optimismo, ea todo lo que hace falta para que llegue a la meta de sus aspiraciones.

    Alguien ha dicho que las mujeres bellas no nacen. sino se hacen. Lo que constituye una afirmacin que debe estimular a todas las muje- res.

    La verdad es qu pocas de nos otras nacemos bellas. Sin embargo.

    'cuando sabemos cuales son los en cantos mis atractivos de que nos ha dotado la Naturaleza --que to das las mujeres lo saben les sa- camos partido y no salimos mal li- bradas. No hay que olvidar que en la mujer moderna, la belleza pura mente fsica no es tan Importante como el inters que sepa despertar.

    Han pasado los tiempos cuando el uso de ns artculos de bellezas le era prohibido a las mujeres." In cluto por los mdicos. Actualmente es un deber de la mujer hacia la sociedad mantener* tan bonita, atractiva y arreglada como le sea posible. Y los mdicos no se mez clan, en absoluto, en sus "affaires". aino que estiman que la mujer sa- ludable y bella dehe todava ococu rar serlo mis recurriendo a todos loa procedimientos. Lo que dehe importar ms

    No importa cual sea su edad, su ocupacin o las circunstancias en que se desenvuelve, la .mujer dehe sentirse siempre como tal y actuar en consecuencia. Tanto los mari- dos como los hijos se sienten sa tlsfechos ri la esposa y de la ma- dre que ha sabido mantenerse en una situacin airosa a travos de todas las vicisitudes. Cuando un ni- o trae por primera vez a su casa a su amtgulto del colegio, y nota la buena impresin que su madre ha

    Qu errar hay aqu?

    causado en l, no puede ocultar su orgullo y su contento.

    Por supuesto, al decir que la mu- jer debe cultivar su beUeza, no quiero decir que en ello deba gas tarea el dinero del alquiler, o el de la tienda de comestibles. Hay tra- tamientos de belleza que son eos I osos y que slo deben ser recibi- dos por aquellas mujeres cuya si- tuacin econmica les permita tal casto sin peligro para el equilibrio de las finanzas familiares. Por lo dems, para recibir el beneficio de ciertos tratamientos embellecedo- res, no se necesita acudir a los sa Iones de belleza mas postosoa. sino que usted misma, en su casa, se los puede proporcionar a poco cos- to. Todo lo que tiene que harr es seguir cuidadosamente las normas y pautas que le recomiendan las secciones de belleza de algunos da rios.

    Las mujeres, eso si. deben acudir de tarde en tarde al mdico, pa ra que ste las reconozca y infor- me sobre el estado general de su salud, la dieta que deben seguir etc.

    Las mujeres, para lucir hlen, no deben depender solamente del ar- tificio. Su naturaleza les proporcio- na, tambin, muchos encantos, so bre todo cuando se sienten alegres y contentas, dispuestas a er una inspiracin para la sociedad en lu- gar de una carga. Mire siempre ha- cia la vida con optimismo, no Im- porta cuales sean laa circunstan- cias por que atraviese, y tendr ga- nada ms de la mitad de la bata- lla.

    i i

    Si no encuentra el error busque la solucin en los Clasificado

    Con pimienta

    Por Digenes El ms grande especulador fu

    No que monopoliz las especies de su tiempo y del futuro.

    Una cosa no entiendo. Si ai amor

    e ciego, cmo puede haber amor a primera vista?

    * No hay seguro contra los lncen-

    dios que causan los ojos de una mu- jer.

    * Puede que el vencido tenga la razn, pero nada le importa eso al vencedor.

    Lo peor no est en dejar para maana lo que se puede hacer hoy, sino en no hacer hoy lo que #e de J de hacer ayer.

    No hay tonto que no sea vanido-

    so.

    PASATIEMPOS

    t.* Vfi,(?.l*Q D '*

    30. 31

    19

    I**}7*

    El inestimable valor de la gratitud

    Por Angelo Patri Si la gente diera cuenta del

    calor y el nimo que infunden unas sinceras "fTadai** en el cora- ion de loa que las reciben induda- blemente todo el mundo 'andarla buscando a su, alrededor algn m> ttvo para dar las gracias expre- sando la apreciacin que siente.

    Esto w aplica especialmente a la apreciacin de loa niAoa por cualquier acto bondadoso de que son receptores ya de la madre del padre o de cualquier otro miembro de la familia. Desgraciadamente, con harta frecuencia toman lo que se les d sin pronunciar la menor palabra de reconocimiento. Si son demasiado nmos, no comprenden que hay que dar gracias por lo que se recibe, y por tanto, nuestro de- ber es enseriarles a darlas. Esto no quiere decir que se les debe Im- buir con una idea de reconocimien- to personal por cosae materiales, aunque en parte esto no estarla de ms. Pero hay que ensearles a'.go ms profundo, ms espiritual. la expresin de apreciacin por "I amor, el carino y los sacrificios que se hacen para que sus vidas transcurran felices.

    Ensenemos a! nio a dar por lo menos una sonrisa de apreciacin por cualquier pequeo sen-icio que podamos rendirles como reparar uno de sus juguetes, abrir una puerta o cubrirles, cariosamente si llenen fro. Esa sonrisa har que su espritu se s'enta ms di- choso, al mismo tiempo que fomen- tar el carino que los dems estn decensos de ofrecerle.

    El mejor modo de ensenar a un nio a sonrer demostrando su apreciacin, en sonriendo nosotros mismos, elogiando al pequeo por sus sonrientes gracias. No es ne- cesario que pronuncie una pala- bra, pues con una sola sonrisa puede expresarse ms apreciacin que con todas las frases de formu- lismo.

    No obstante, la frmula es igual- mente necesaria; debemos ense- narle a decir "gracias" despus que sonra. A medida que crezca y que su vocabulario se enriquez- ca, debe hacrsele aadir el nom- bre de la persona que se ha fijado en : y le ha ayudado o favoreci- do. El "gracias, abuela", acompi- fiado de una sonrisa, tiene mucho ms peso que un "gracias" pro- nunciado distradamente y como dirigindose al vacio. Esta forma no atafie a nadie, ni siquiera ni nifto que da las gracias, y no vale realmente la energa que se gasla en pronunciarlas.

    Tan pronto como el nifto pueda garrapatear una palabra, sta de he ser "gracias"... seguida de su nombre, de modo que sea capaz de enviar una nota de agradecimien- to a los que le recuerdan y se to- man el trabajo de demostrarlo. A este respecto es una excelente idea ensenar al nifto a no usar ningn regalo hasta que no haya esc-.* su nota de "gracias". De eaertb'r- la cuando su entusiasmo est toda- va vivo, pues asi es mucho ms fcil obtenerla y el espritu ,-on que la escribe en an de ms va lor.

    Debiera darse a todo nlfio un hloc de papel rayado, con una vieta a colores y ms abajo su nomlre y direccin. El bloc dehe propor- cionrsele cuando pueda ya escri- bir su nota despus de una o dos pruebas ms o menos halagado- ra*. El mensaje puede consistir sola palabra y sus inicia les. Es seguro que tanto "ahueii- ta" como "ta Leonor" apreciarn esta primera nota ms que ningu- na otra cosa.

    Ensefiados desde la tierna Infan- cia a dar las gracias, se forma el hbilo, uno de loa ms reveanles y de ms fuerza moral que pode- mos adquirir durante nuestra esta- da en esta tierra, ya que debira- mos dar las gracias por todo: por la belleza del mundo, por la noble- za de los humanos, por nuestros amigos y por la gracia de Dios.

    LA CASA DE LOWELL THOMAS ' ' Por ELIZABETH M. BOYKW

    UN CUENTO BREVE

    Una gata extraordinaria Por KATHERINE BUCHMAN

    Una ellclosa aleona de pa reden decoradas en papel blanco, con florea plateadaa y cortinas, cubrecama y canecer de jarata Manea con motivo* magenta y azul brillante. la alfombra es tambin snl. Loa visillos on de orrandl blanco. Obsrvese la franja blanca pintada en el piso alrededor de la alfombra y el reato

    de papelea forrado con la mlama sarasa.

    Si est usted leyendo una novela de la camplfia inglesa, puede darse una excelente idea de la vida deli- ciosa que se lleva en la casa de Lowell Thomas, perca de Pawling. Estado de Nueva York.

    Se trata de una antigua casa

    convidados pasan las horas de la i La alcoba de Lowell Jr. est de- noche. Las paredes, cubiertas He corada en rojo, blanco y azul, con pino apandado, tiene estantes pa- muebles muy sencillos que dejan ra los libros; la alfombra es co- amplio espacio para su coleccin lor de herrumbre, cobriza; las cor I de trofeos, retratos y curiosidades, tinas de un color casi adntico. i Pe las otras alcobas, la ms a mi Dos Juanea, tapizados en coral ca! gusto es de paredes blancas con

    blanca que reluce alegremente enjro y otras dos sillas uhiertas con nequeftas. flores plantadas, crtl e| sol de otoo y que parece exten-1 zaraza color de madera, con mol- as de zaraza de fondo blanco y derse como ofreciendo lugar para vos sepia y amarillo crema, com 'motivos florales maganta y azul mantos visitantes lleguen a gaznr ; pletan el mobiliario. Sobre la ch! | brillante. La cabecera del lecho es de la generosa y confortable hospi | menea hay un gran retrato del de zaraza igual a la de la cubreca- talldad de sus riueftos; una casa ; hijo de los dueos. | ma. El tocador est forrado de que parece hecha solamente para ys\ comedor es muy claro, casi transparente organd, material em- solaz, pero en la que la teletipo ^meramente libre de sombras, muy, oleado 'amblen en las cortinas. La constantemente golpetea trayendo t|egre, a pesar de sus muebles ' alfombra es azul oscuro y el silln al periodista las ltimas noticias "Chippendale" v de sus platas an est tapizado en chartreuse. Otra

    liguas. Laa paredes son amarillas; I alcoba tiene muebles de maple. pa la alfombra rojo turqu y las cor redes amarillas adornadas ron fio- tinas, tambin de zaraza, son de!res, alfombra sepia oscuro y corti- colores. haciendo juego. El conjun as de organd amarillo rematadas

    del mundo.

    Una familia deportiva Adems de cultivar en la granja

    prcticamente cuanto se requiere para el sustento, los miembros de to es de gran atraccin, siempre !con encajes. Las cortinas de las

    OPTIMISMO

    Me gustarte separarme de mi compaftero. .,Ei usted capitana? No, pero rae quiero separar de ral marido. Es que por te gorra eref que viva ea ua.

    entre los nmeros.) (Vaya tratando lineas

    Por Carmelina Vigcarrondo Esta noche me ha trado un revuelo de ilusin. La culpa la tiene un lirio que rompi tu floracin. Esta noche ae han volcado las estrellas en H mar. y te ha roto en luna nueva la marafta del parral. Esta noche huele a novia por los caminos en flor, y se ha roto en trinos albos el sueo del rulseftnr. Esta noche toda boca abierta para el cantar, no hay pena que me acobarde ni que m haga llorar.

    Las paredes de te biblioteca estn cubierta de pino; la alfombra ea color de cobre te sarasa de las cor- tinas presenta tonos sepia, verde y crema.

    la familia son todos entusiastas de los deportes, practicndose all. adems del consabido base-ball, la natacin, la equitacin, el tennit, los esqus y la pesca.

    En lo que sespecta a la agricul- tura, en la finca se produce casi iodo lo que viene a la mesa: la mantequilla, hecha all mismo; huevos en abundancia, leche a dis-

    Breves muy breves

    lleno de sol. El piso superior est dispuesto de

    modo que cada grupo de habitado net et enteramente privado, con un equefto vestbulo que puede tillar- se del resto del pasillo, y sobre l estn la alcoba principal, el cuar- to tocador y el hafto. En el pasillo, que termina en una escalera secun

    i camas y la que cubre el tocador, son de este mismo material. Las cubrecamas son de crochet tejido a mano, de color blanquecino. La tercera alcoba tiene un magnifico lecho de caoba, de altas columnas, con cubrecama y dosel de zaraza plegada, rosa oscuro; las cortinas son tambin de zaraza rosa y la alfombra es color borgona. El pa pe de las paredes es de ramajes

    darla, est la habitacin de Lowell erfeln, crema y todoe los pollos jThomas Jr. Otras tres alcobas dan _ que puedan desearse. El Jamn y! al vestbulo principal. La dlsposl- j sobre fondo marfil. Las sillas estn carnes de puerco curadas en vcasa. i clon es muy cmoda para una ca- forradas en algodn rosa oscuro. se depositan en grandes anaqueles.j sa como sta, en la que siempre : js _yso SUprror junto con toda clase de compotas y, hay invitados. La gran alcoba es jaleas. Igualmente, se producen I de hermoso color ante, rosado y granos como la cebada, el maiz y gris azulado, con dos grandes ven- otros para forraje de las vacas, ca-1 tanas. El cuarto de vestir et He hallo de tilla y ganado par. la paredes azules, alfombra de Igual ^^^l^^'^t *' matanza. color, con vivos blancos en las ven-SM;* el . ano est o que

    En el piso tercero hay un gran es'tudio y despacho, en el que, ro- deado de las curiosidades recogidas

    Lo nico La nica manera. Manuel, de evi-

    tar que tu mujer te abra las cartas et hacer que tut amlgot te etcrl- I bln muy ciara. En sus numerosas

    La decoracin Al entrar en la casa se ve un

    gran vestbulo muy ancho, que lie- ga hasta el otro extremo. Sus pa-1 redes estn cubiertas de papel blaln- co con dibujos verdes, la alfombra et verde claro y las cortinas de za- raza parecen del mismo patrn que el papel de las paredes, aunque no ei exacto, pero son blancas y ver \ des.

    El saln ea de paredes azul muy plido, con alfombras sepia, tam

    tanas; tiene guardarropas en dos lados y lo completa una cmoda con un gran espejo.

    Pire Lolita

    ban en tarjetat postales. (Mademoi- telle).

    Supersticiones Claudette Colbert siempre tale

    por la misma puerta cuando entra por primera vez un edificio. Cree que tallr por otra trae mala suer- te.

    AI ice Mar ble juega siempre con una misma gorra blanca; cree que slo eaa le trae buena suerte en lot torneos.

    Norma Shearer jamt duerme en una pieza donde te oye el tic-tac de un reloj. Le ha trado mala suer- te.

    Jack Demptey suena frecuente- mente que ett peleando con un esqueleto. Entonces no emprende nada porque le trae mala tuerte.

    Joe Louis tiene un anillo de la ton ordinario de tus pocas de po-

    ventanal se ve en profutln una encantadora zarazna con motivos florales en fondo blanco, cuyos co- lores hacen juego con el azul pli- do y con el sepia claro, vindose en las flores ligeros tintes color gro- sella, tono que se repiten en la ta- picera del confite y *n la de. varias sillas. Un par de sillas de brazos, en damascos azul francs y un c-1 modo silln, tapizado en un sepia polvoriento, completan la gama de j colores. Estos muebles, en tu ma-1 yorla. son del siglo XVIII, y con | varios cuadros de flores y un deli- cado pastel, el saln es de aspecto I

    ' muy apacible y buclico. En el pito bajo hay una peque

    Aa biblioteca, donde la familia y , Un viejo pensativo al lado de

    brozas que jams se separa de ! ana catea guapa r . Est cavilan- Las pocas veces que perdi lo ha i do sobre lo distintas que eran las bit dejado antea de subir al ring. > muchachas de M aflea antea...

    ue podra llamarse cuarto de lot et qufs y despus de l una sallta que tiene todo el aspecto de un peque fio caf europeo, ron mesltat cu- biertas de te| a cuadros blancos y rojos, antigedades y curiosida- des, fotografas autografiadat y. principalmente, ese aire remoto en que los amigos gustan de reunirse a saborear cerveza o caf en ale gre charla.

    Ciertamente que en esta casa te vive con placer, en un verdadero hogar, como lo demuestra el he- cho de que sus riuefios la habitan desde hace dos arlos, tln echsr en sbsoluto de menos las pecheras al- bas, el ruido o 1a vida afanota de la ciudad.

    La nia del carbonero

    Por Carmen Alicia Cadilla La nina del carbonero con su camisita h'anca negra de humo y ceniza est a la puerta sentada. La nina del carbonero tiene lot ojos azules, tiene lat manot rosadas. La nina del carbonero.

    sola en su puerta sentada negrs de humo y ceniza. con tu ctmlslta blanca, de tarde cuando 'a baftans ae parece a las nlftitas que hay en lot cuentos de hadai.

    La joven bibliotecaria de la es- cuela de medicina, sentada ante su amplia meta, levant la vista al abrirse te puerta y sonri al ver la pareja que entraba. Esta sonrisa tranquiliz un tanto a Petera, pero Sarah estaba demasiado agitada para notarlo. En ette hombre y es- ta mujer de edad avanzada, l ro- tundo y ella muy seca, U joven crey ver una pareja de solterones amigos y esta Idea la diverta.

    En qu puedo servirles? --pro gunt bondsdossmente.

    Oh. por favor! exclsm Sa- rah Se trata de Zapsqui'.da!

    La joven les mir perpleja. Zapaqullda explic Peters con

    cierta impaciencia et nuestra ga- ta y sa hemos que est aqu.

    Una gata! exclam la bi- bliotecaria mirando sorprendida en derredor de la limpia y bien orde- nada biblioteca.

    Oh, aeftor. oh. aeftor! --repeta Sarah al borde de las lgrimas Ojal no sea demasiado tarde! Mi pobre Zapaquilda!

    Vamos, Sarah. ten calma! y volvindose a la muchacha, Peters dijo. Vea usted, seftorlta, Zapa- qullda ha desaparecido.

    Lot muchachos se apoderaron de ella. I* s. estoy segura. ;Y 7.a paqtiilda era una gata tan distinta, de carita tan linda! - -y Sarah, ya llorando, buscaba torpemente su paftuelo. Nosotros nunca la ri dbamos sola. Petera tlempre la llevaba al patio y yo la sacaba a la calle con una correa. Tentamos tanto cuidado con ella! - Esos muchachos! "xclam

    Peters despus de sonarse. - Y pen- sar que slo por cincuenta centa- vos! Dgales que yo le doy cin- cuenta centavos si me la devuelven, Dgaselo! Dgales que necesita mos a Zapaqullda!

    Oh, Peters, no s como pudo escaparse vigilndnia yo lanto!

    - Hagan el favor... - comenz" a bibliotecaria anle aquella avalan cha de sentimiento. Un momento. Expliquenme qu muchachos son los de os cincuenta centavos,

    - ;Oh, esos muchachos, los mu- chachos del vecindario! exclam Sarah impaciente ante aquella fal- ta de comprensin.

    Los muchachos del vecindario explic Peters. - Se roban los ga

    tos y los venden a la escuela fie medicina por cincuenta centavos para uso de los estudiantes.

    Oh. no! -protest con energa la muchacha.

    Pobre Zapaquilda! - gimi Sa- rah.

    Pues si! replic Petera in dignado. Ciertamente que si; to- do el mundo lo sabe!

    Estoy segura de que se equtve can: aqu no compramos gatos protest la hlhllotecarla. Yo s que no ae les compran a los mu- chachos. Si quieren llamo al de- partamento de animales y pregun to, pero estoy segura de que ust des se equivocan.

    Tenia una carita tan linda! dijo Sarah algo ms calmada.

    La muchacha tom el telfono. Departamento de animales ..

    Ah es cierto que ustedes com pran gatos a los muchachos por cincuenta centavos? Aqu tengo una pareja que ha perdido su ga- to y ere que los muchachos lo ro- baron para vendrselo a ustedes.

    El departamento de animales se Indign. Su seriedad estaba ultra- jada. La muchacha tigui escu- chando por el telfono y despus colg el auricular. Volvindose a Peters y a Sarah dijo:

    El departamento de animales no compra ningn gato a los mu- chachos.

    --Est usted segura? - inquiri Sarah temblorosa.

    - Perfectamente segura respon- di la bibliotecaria con dignidad.

    Sarah y Petera se mirsron con profundo dolor. Sarah tomo el bra- zo de su compaftero y apoyndos petadsmente en l. los dot salieron de la biblioteca. No pronunci pa- labra hasta hallarse fuera del edi- ficio.

    Pero, Peters! SI no est ahi. dnde puede estar? T sabes que yo tlempre he tido tan cuidadosa. La casa parece tan vacia sin ella y cuando veo su plato, su cesta o u taza, no s lo que siento. Cmo ju ;aba con su ratnncillo de caucho!

    y Sarah trataba de tonrelr ante aquellos recuerdos.

    Peten lo recordaba todo muy bien, hasta el modo que tenia de limpiarte el hocico, por un tolo la- do; au predileccin por el cojn es- csrlata, como si se diera cuenta de que tu brillante belleza negra re- saltaba mejor en aquel fondo Chi- lln.

    De este modo pasaron por laa soleadas calles bordeadas do rbo- les, Sarah siempre apoyada en el brazo de Peters, sin poder olvidar la desaparicin de Zapaqullda Una ardilla bajo velozmente por el tron- co de un rbol y atraves la acera directamente frente a ellos. En cuslquier otra ocasin Petera se hahrla detenido para sscsr una de lat nuecet que pareca tener eter- namente en el bolsillo y persuadir

    "Venlmoa por nueatrs Zapaquilda. Sabemos que eatn aqu".

    suavemente a I" ardilla a que vinie- se a tomarla. Pero aquel da su pena era muy profunda. No poda Jugar con ningn otro animal mientras Zapaquilda pasara ham- bre, fro o... Sinti un nudo en la garganta slo de pensarlo.

    Asi pasaron la abacera donde Sarah compraba siempre la carne para conservar el hermoso brillo de la piel de Zapaquilda. Algo mes adelante estaba la tienda de animales donde Zapaquilda comen- z su vida regalada. Peters y Sa- rah. ri comn acuerdo, volvieron sin cruzar palabra la esquina para evitarla.

    Esta calle la conocan muy bien aunque rara vez pasaban por ella. Estaba llena de chicos y chicas de todas las edades, que corrlsn. gri- taban. se empujaban, iban y ve- nan en patines o en cajones con ruedas; entre ellos corrlsn y lsdra- ban perros de todas clases, de fal- deros a sanhernardos. Era un con- junto chilln, abigarrado, que te estrujaba en estruendoso vocero;

    juna calle imposible para una ga- ta, aunque fuera llevada en brazos. Al pensar que Zapaqullda hubiese pasado por all. Sarah se extreme- o violentamente.

    Al fin. lanzando ambos un pro- fundo suspiro de alivio, llegaron a la oir esquina y pronto estuvieron lelos de ia chiquillera y de lot pe- rros.

    Peters comenz Strah ti Zapaquilda fuera una gata cual- quiera no me inquietarla tanto, pe- ro se qu eiis no sabe cuidarse, que no sabe nsda... y tu vog ae extingui.

    Petere la contlo como pudo, dndole golpecltot.

    Vamos, querida, no debemot neniar tanto en ella. No dudemos

    i de que alguien, alguna persona I huena la recoja y la trate bien. T sabes que ella se gana a todo el mundo.

    Volvieron una esquina y se detu- vieron asombrados. All, frente a ellos, estaba Zapaquilda. Su hermo- sa piel negra, tan brillante, esta- ba a'go polvorienta, pero de todos modos era Zapaqullda que les mi- r con tsnta sorpresa como la que denotshsn ellos mismos.

    En semicrculo slrededor de ella habla tres grandes gatos. Sarah la llam:

    ; Zapaquilda, ven Zapaqullda! Mlsu. mlsu!

    Pero Zapaquilda la dirigi una mirada profunda, que pase des- pus sobre los treg gatos. Estol es- peraban imperturbables. Zapaquil- da tambin,

    Peters la llam. Zapaquilda le (Contina en la pgina 10 col. 4)

    Conocimientos v curiosidades

    - - - ; .