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DANIEL MONTALVO MENA 3º GRADO EN HISTORIA PARA LEER HISTORIA Y CONCIENCIA DE CLASE DE LUKÁCS La biografía de Lukács es fundamental para comprender sus filosofía, su modo de entender los propios problemas existenciales de la filosofía de la Historia. De esta manera, durante su juventud tuvo enormes repercusiones en el ámbito sociológico, en la concepción de las ideas y, finalmente, en la filosofía. Se convirtió en uno de los comentadores fundamentales de la obra de Lenin, de tal manera que, viviendo en el Moscú Stalinista, sobrevivió a las purgas y desarrolló su planteamiento filosófico. Una vez llegó a Hungría fue una de las figuras de gobierno tras las rebelión de 1956, tras la cual fue exiliado a Rumanía. En los años 70, ya en su vejez, recuperó su fama en los movimientos estudiantiles europeos, lo cual se vio favorecido por la enorme cantidad de intervenciones que realizaba a pesar de su edad. Nacido en Budapest en 1885 en el seno de una familia judía de gran nivel económico, Lukács nunca rindió importancia a su ascendencia judía, de tal manera que sólo aceptaba el “protocolo” de rituales judíos sin ir más allá, por lo que el protocolo doméstico lo ignoraba, considerándolo no más que una mera hipocresía, tanto es así que habló con fluidez hasta seis idiomas, pero nunca el hebreo. Para entender su relación con su familia, normalmente se atiende a las palabras de Dostoiewki, “de padres liberales, hijos nihilistas y decadentes que critican, las inconsecuencias y contradicciones de los padres, pero que al mismo tiempo se

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Fin de la Historia en Lukács

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DANIEL MONTALVO MENA

3º GRADO EN HISTORIA

PARA LEER HISTORIA Y CONCIENCIA DE CLASE DE LUKÁCS

La biografía de Lukács es fundamental para comprender sus filosofía, su modo de entender los

propios problemas existenciales de la filosofía de la Historia. De esta manera, durante su juventud

tuvo enormes repercusiones en el ámbito sociológico, en la concepción de las ideas y, finalmente,

en la filosofía. Se convirtió en uno de los comentadores fundamentales de la obra de Lenin, de tal

manera que, viviendo en el Moscú Stalinista, sobrevivió a las purgas y desarrolló su planteamiento

filosófico. Una vez llegó a Hungría fue una de las figuras de gobierno tras las rebelión de 1956, tras

la cual fue exiliado a Rumanía. En los años 70, ya en su vejez, recuperó su fama en los movimientos

estudiantiles europeos, lo cual se vio favorecido por la enorme cantidad de intervenciones que

realizaba a pesar de su edad.

Nacido en Budapest en 1885 en el seno de una familia judía de gran nivel económico, Lukács

nunca rindió importancia a su ascendencia judía, de tal manera que sólo aceptaba el “protocolo” de

rituales judíos sin ir más allá, por lo que el protocolo doméstico lo ignoraba, considerándolo no más

que una mera hipocresía, tanto es así que habló con fluidez hasta seis idiomas, pero nunca el hebreo.

Para entender su relación con su familia, normalmente se atiende a las palabras de Dostoiewki,

“de padres liberales, hijos nihilistas y decadentes que critican, las inconsecuencias y contradicciones

de los padres, pero que al mismo tiempo se aprovechan sin escrúpulos de su posición social”. De

este modo, Lukács se rebeló contra los hábitos y costumbres de la alta burguesía desde pequeño,

aunque si aceptó la cuidada educación que su padre le brindó, acercándole a algunas de las figuras

intelectuales más importantes del momento. Junto a ésto, su padre le costeó todas las aventuras

académicas de su juventud, e incluso intervino para salvar su vida tras el fracaso de la revolución

húngara de 1919, donde Lukács había intervenido.

Lukács estudió en el Gumansium Evangélico, el mejor colegio privado de Budapest, donde

recibió una cuidada educación clasicista, la cual le permitió acceder a Homero, Shakespeare o

Goethe con especial rapidez. Cuando hubo acabado sus estudios en el Gymnasium su padre le

costeó un viaje a Noruega, donde conoció Ibsen, su ídolo del momento, y donde demostró su

fascinamiento por el teatro crítico con la sociedad burguesa del momento, en el que aparecían

llamadas a la rebeldía. En 1906 se matriculó en la universidad de provincias para estudias leyes y

ciencias políticas, un año más tarde se convirtió a la fe evangélica. En este momento, su atención

residía en Endre Ady, poeta que expresaba una crítica conservadora considerado como el poeta de la

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anarquía y de la decadencia enfermiza. Estas obras eran las que, para Lukács, él mismo se sentía

plenamente reconocido.

En 1909 comienza a escribir su primera obra importante El alma y las formas, obra que su mejor

biógrafo, Apad Kadarkay, propone leer a la luz de su relación con Irma Seidler, pues sus reflexiones

sobre la vida y el Eros tienen cierto carácter autobiográfico. Esto parece muy correcto, pues en

Sobre la pobreza del espíritu y en El alma y las formas se ve cierta sensación de culpa por el

suicidio de Seidler. En cualquier caso, este suicidio, normalmente atribuido principalmente a Bela

Balázs, marcó su primera fase como autor, la llamada “fase dostoievskiana” (1912-1918) la cual

culmina con su relación con la rusa Ljena Grabenko y con su adhesión al partido comunista a través

de un hermano de Irma Seidler.

Hacia 1910 la ambición de Lukács era ser historiador de la literatura alemana, pero en 1911

centró sus estudios hacia la filosofía social, relacionándose primer con Simmel, de cuya obra le

causó especial atención la dimensión social del arte; a la cual sumó las teorías de Weber. La

influencia de Weber y de Bloch distanciaron a Lukács de las tendencias neokantianas

predominantes del momento y le aproximaron al idealismo de Hegel, al cual le da un valor

fundamental, pues considera que el socialismo tiene sus orígenes espirituales en Hegel.

La reflexión sobre la culpa que Lukács había desarrollado por la pérdida de Seidler le condujo a

relacionar la estética con la ética y, desde esta relación, a la crítica del imperativo categórico

kantiano y a la perspectiva dostoievskiana, Es decir, Lukács trató de subvertir los valores

establecidos y en lo más concreto buscaba la propia justificación entre el sentimiento de culpa y la

atracción del suicidio. De esta manera, la vida burguesa, dominada por la ley y las normas jurídicas,

inhibe el trato humano; las relaciones humanas no pueden quedar subsumidas bajo las reglas

legales y el código ético inherente a un sistema legal es prescriptible. Es decir, la ley kantiana ciega

la vida interior del individuo particular, con lo que no puede distinguir entre la responsabilidad

trágica y la falta de moral, con lo cual puede forzarle a violar el deber.

Así pues, el imperativo categórico de Kant resulta para Lukács autofrustrante cuando la conducta

humana está condicionada por diferencias de clase. Por tanto, la ética kantiana debía ser sustituida

por la ética de la bondad. De esta manera, Lukács defiende la asimilación de diferentes almas como

una sóla entender el milagro de la bondad. Esta bondad es superior al deber kantiano de ayudar, lo

cual nos muestra en su Sobre la pobreza del Espíritu. En este momento de búsqueda de otra alma

que fuera similar a la suya, Lukács se encontró con Liena Grabenko, una pintora bohemia de París

con la que vivió entre 1913 y 1917, engañado por llevar a su extremo la ética de la bondad.

En 1914 se salvó de ir a la primera guerra mundial por diferentes cuestiones, en este momento,

se declaró antibelicista y se quedó prácticamente sólo entre los intelectuales que le habían

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acompañado. En este momento, en Heidelberg, desarrolló una obra de teoría del espíritu muy

influenciada por Tolstoi y Dostoievski, en la que denuncia la inhumanidad de todo el sistema

existente.

La revolución de octubre de 1917 fue para Lukács una respuesta a como había llegado el ideal de

la bondad al comunismo marxista, de tal manera que llegó a defender que la ética primaba sobre la

política, pues la primera estaba destinada a crear sistemas que se oponen a la realización del ideal

ético. Así pues, Lukács consideraba que la revolución política no era más que un medio para

alcanzar la revolución moral, la auténtica revolución permanente. Tras ésto, Lukács se planteó como

se puede actuar de manera no ética pero a la vez justa, lo cual sería, para él, la representación del

bolchevismo. En este momento, ya en 1918, Lukács decía haberse encontrado con alguien que

representaba de manera total el espíritu hegeliano, ese alguien era Ernö Seidler, el hermano de Irma,

y ya había arrastrado a Lukács al partido comunista húngaro.

En el bolchevismo se aceptó la idea de que lo bueno puede venir de lo malo, esto se contagió en

Lukács, quien cambió su discurso a unos términos hegelianos que no lo alejaban mucho de los

planteamientos de Marx. Sin embargo, no escribió todavía de manera directa sobre esta cuestión,

aunque si existen referencias a frases suyas que plantaban este acceso a la virtud mediante la

necesidad de hacer el mal. Es por tanto, en este momento, cuando Lukács escribe Historia y

conciencia de clase.

En este momento sus escritos tienden hacia la idealización, hacia la conversión de las ideas en

impulsos reales y fuertes que intervienen en la realidad y, cuando escribió sobre sí mismo, lo hizo

como parte de una historia universal, de tal manera que él no era más que una representación de las

ideas que mueven el mundo. Esta concepción neoplatónica de entender el mundo, fue fundamental a

la hora de atraer a la enorme cantidad de seguidores que después tendría, pues le llevaba a la

discusión del autor con las ideas.

En sus primeros años de militancia partició como subcomisario de educación pública y, en los

pocos meses de gobierno de Bela Kun, su planteamiento filosófico cambió radicalmente pues

comenzó a defender el terror como método de cambio radical, firmó decretos de expropiación de

arte, reorganizó museos para que el proletariado accediera a ellos. Tras el fin del régimen se tuvo

que exiliar en Viena, donde se casó con Gertrud Bortstieber y escribió Historia y consciencia de

clase.

Lo que Lukács escribió en la revista Kommunismus durante su estancia en Viena no eran más

que menciones a las batallas políticas del momento en las que mostraba el planteamiento comunista

del momento, sosteniendo una dura crítica al capitalismo y la democracia del momento y defendía

la imposición del proletariado.

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Lukács pensaba que la primera guerra mundial había hecho al capitalismo a llegar a una grave

fase de crisis en la que los intelectuales pudieron aproximarse al proletariado para incitarles el ideal

de revolución. Sin embargo, Lukács observó que, durante la guerra, la mayoría de los intelectuales

habían caminado hacia atrás, retomando sus ideales burgueses. Una de esas observaciones le llevó a

la definitiva de que no existían los intereses revolucionarios como clase ni estamento, si no como

individuo.

Por otra parte, Lukács estaba convencido de la misión histórica del proletariado, el grupo que

debía acabar con los desastres de la guerra, relacionados para él con el capitalismo, y manteniendo

los parlamentos como un simple instrumento del que las burguesías se servían para afirmar su

dominación, de tal manera que si el proletariado entraba en los parlamentos, lo único que hacía era

admitir que la revolución no era viable, llevando al debilitamiento de su consciencia de clase. Con

esta tesis Lukács coincidía con Weber en el sentido que al entrar en el parlamento, un partido

político obrero comenzaba a funcionar como un partido burgués y, por tanto, perdía su razón de ser.

Ésto le llevó a considerar que dentro de la actividad parlamentaria no existía la bondad por quedar

la dirección central del partido obrero supeditada.

Al tratar con la cultura Lukács consideraba que si comprendemos correctamente la cultura de

una época podemos entender el desarrollo completo de la misma, lo mismo que si se partiera del

análisis de las relaciones económicas. Al mismo tiempo, hace una distinción entre la Kultur, el

dominio interior en el que se incluye el conjunto de productos valiosos que resultan superfluos en

relación con el sustento inmediato de las gentes y la Zivilisation, una cultura material que el ser

humano crea sobre la naturaleza. Lukács mantenía que sólo la burguesía en ascenso podía tener una

kultur auténtica pues, bajo un capitalismo desarrollado, la kultur se convierte en una mercancía que

la convierte en mera Zivilisation, por lo que la única kultur real era la que tuviera una visión crítica

del embellecimiento capitalista.

Al empezar a hablar de Historia y Consciencia de Clase hay que deshacerse del tópico de obra

del “joven Lukács” pues cuando desarrolló la obra tenía treinta y cinco años, por lo que es una obra

de plena madurez intelectual. Tampoco es productivo leer la obra como un texto de filología

marxista, pues él mismo no se consideraba un especialista en Marx como si lo eran algunos de sus

contemporáneos, lo cual puede ser considerado erróneamente debido al título.

El interés principal de la obra es que está escrita para pensar en el marco de la tradición que

Marx inauguró, en el hecho del pensamiento original dentro de la continuidad, enlazando con

preocupaciones como la crisis, la guerra y la revolución. Así pues, lo que Lukács nos muestra en su

obra es una dimensión teórica de los anhelos revolucionarios de la época, que difícilmente pueden

encontrarse en otra obra de su momento. De este modo, el libro racionaliza de forma muy idealista

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pasión de la vanguardia del proletariado de la época.

Historia y Consciencia de clase se compone de ocho ensayos. Dos de ellos dedicados al estudio

de Rosa Luxemburg; un ensayo dedicado al estudio del marxismo ortodoxo; dos dedicados al

estudio de la consciencia de clase y dos dedicados a la historia y evolución del materialismo

histórico. Hay que entender estos ensayos en el momento de la posguerra europea, de gran

exaltación de los movimientos marxistas. El centro de Historia y Consciencia de clase es el ensayo

sobre la conciencia de clase. En este ensayo trata sobre el materialismo científico, el cual es una

muestra de que, para Lukács ha existido otro marxismo, el ortodoxo. Este marxismo científico es la

dialéctica y el materialismo histórico aplicados a las sociedades en su historia, otorgándole gran

importancia a la historia respecto a la consciencia psicológica que de esas fuerzas tengan los

hombres.

En términos académicos podríamos decir que el punto de vista lukacsiano es una consideración

de filosofía de la historia, en el que se hace una análisis de las verdaderas fuerzas motoras de la

historia. Desde este punto, Lukács critica las dos visiones fundamentales del momento: el

historicismo y el positivismo pues, según Lukács, Marx ya había superado ese punto tiempo atrás,

alejando la consciencia del mundo material. De este modo, podemos decir que Lukács está

interesado en revalorizar la consciencia, la subjetividad de los hombres, dentro de los procesos

históricos. Esta teoría es usada, por tanto, para el análisis de la revoluciones de 1917 a 1920 y para

entender quienes son los que se oponen a este movimiento.

Este planteamiento lleva, por tanto, al alejamiento de las condiciones económicas como motor

de la lucha de clases, sustituidas éstas por la consciencia. Así pues, Lukács acude a los

planteamientos de la filosofia de la historia hegelianos para entender estas revoluciones, dejando de

lado los referidos a las investigaciones “burguesas”. De este modo, Lukács entra en el individuo

para encontrar su consciencia, la cual se transpone a una sociedad como un todo, gracias a lo cual

pueden entenderse los sentimientos que tendrían los hombres en una determinada situación. Por

tanto, la consciencia de clase es la reacción racionalmente adecuada que se atribuye desde la

comprensión del todo, de la totalidad, a una determinada situación típica en el proceso de

construcción.

Lukács se pregunta entonces obre la función histórico-práctica de la consciencia de clase y

divide esta pregunta en dos: si la diferencia entre consciencia y las ideas que los hombres se hacen

sí mismos es cualitativamente superior según las distintas clases y que importancia práctica tienen

para las distintas clases las relaciones que pueden establecerse entre la totalidad económica

objetiva; la consciencia de clase atribuida y las ideas psicológico-efectivas de los hombres acera de

su situación vital.

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Lukács llega en estos análisis al punto fundamental de su obra, pues le atribuye a la burguesía un

planteamiento trágico ya que, aún no habiendo derrotado a su enemigo opresor, el feudalismo, ya se

vio obligada a oprimir para mantenerse. Es decir, considera que para poder mantenerse

históricamente la burguesía tuvo que negarse a sí misma desde su mismo nacimiento. Con la

evolución histórica esta autocontradicción se agrava hasta alcanzar la falsedad de la consciencia.

Como principal consecuencia, se llega a que la burguesía se deba poner a la defensiva, pues ya no

puede creer en su propia misión, ante lo cual solo puede adaptarse con ciertas medidas que no son

más que intentos de supervivencia a las diferentes crisis.

Tras ésto, Lukács entra en lo que él entiende por consciencia de la clase proletaria, cuyo rasgo

principal es la capitulación simultánea ante las órdenes de la burguesía, sin embargo, Lukács

mantendrá que aquellos sectores dispuestos a capitular no tienen consciencia plena. Así mismo, el

proletariado no se detiene en los datos de la situación inmediata, pues se mantienen como esencia

de las fuerzas motoras y actúa sobre el centro mismo del proceso del desarrollo social.

Por tanto, Lukács presenta esta exaltante afirmación de la subjetividad de la consciencia contra

la empiria de una nueva negación del “marxismo vulgar”, es decir, la superioridad del proletariado

reside en que es capaz de contemplar la sociedad desde su mismo centro como un todo coherente.

Entonces, resulta paradójico que la afirmación de la consciencia de clase proletaria, de tal modo que

no es tanto el conocimiento de la totalidad de la sociedad y de su evolución cuanto a la reafirmación

de la ideología.

Lukács aborda también los obstáculos que se oponen a la realización de la clase proletaria. El

principal de estos obstáculos es la separación entre lucha económica y lucha política, característica

del sindicalismo imperante en la época. En esta situación obliga a un nuevo esfuerzo de la

consciencia: la autosuperación de la clase. A partir de ésto, describe la consciencia de clase

proletaria como consciencia unitaria de la totalidad de la situación histórica de la clase. Desde ahí,

se puede llamar oportunismo al rebajar la consciencia de clase del proletariado al nivel de

inmediatez psicológica. Por tanto, la consciencia de clase no es una realidad psicológica, pero

tampoco es, en la concepción de Lukács parte de una misión que históricamente empieza siendo

crítica de la cosificación, o sea, de la conversión del proletariado en un instrumento de trabajo.

Lukács describe la utopía como rasgo característico y esencial de la degradación interna de la

consciencia de clase. Defiende que los trabajos filosóficos e Marx abrieron paso a la utopía, la cual

fue duramente criticada. No hay paso definitivo a la captación del todo histórico-social de manera

uniforme de una sola vez. Por eso, el punto de vista utópico persiste en el proletariado, por ejemplo,

cuando se trata de la cuestión del estado y también respecto de las cuestiones puramente ideológicas

y culturales.

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Después de más de cuarenta años prologó la Historia y Consciencia de Clase de tal manera que

crítica en sí mismo los planteamientos puramente idealistas; en este mismo prólogo dice que es una

obra que corresponde al izquierdismo comunista de la época y ve en e paso la consciencia atribuida

a la práctica revolucionario un milagro de la dialéctica idealista. En aquel Lukács de 1920 había un

antecedente del posmodernismo de izquierdas.