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J o r g e R e y e s n o c a n t a m a l l a s r a n c h e r a s . . . p á g . 1 7 Gaceta Bimestral de Casa Talavera abril-mayo 2006 Distribución gratuita 8 Se los lleva el diablo... pág. 22

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Se los lleva el diablo... pág. 22 . . . p á g . 1 7 J o r Gaceta Bimestral de Casa Talavera abril-mayo 2006 Distribución gratuita 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 Afroamérica y la negritud en México Más allá de Memin Penguín... Dr. J. Jesús María Serna Moreno, CCyDEL­UNAM

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Jor

ge Reyes no canta mal las rancheras... pág. 17

Gaceta Bimestralde Casa Talavera

abril-mayo 2006Distribución gratuita

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Se loslleva eldiablo... pág. 22

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Llegó la primavera y para celebrarlo, Mambo se abre como un jardín en flor. Nuevos colabo­radores, nuevas secciones y más páginas para compartir el gusto de entrarle a discusiones sabro­sas, de enterarnos de historias, de encuerarnos el alma, de sacar a relucir imágenes y anécdotas. Intentamos pues una vez más, el infinito propósito de ser un reflejo más de este millón de imágenes incansables que los barrios nos arrojan cada día, como esquirlas de un Big bang de espejos, donde podemos ver los retazos del frené­tico trajín cotidiano de miles de tórridos chilangos. Una de las nuevas secciones que presentamos, “Mambo Univer­sidad”, surge con la iniciativa de jóvenes estudiantes colaboradores, que pretenden reaplicar la pro­puesta de periodismo barrial, co­munitario, en sus propios ámbitos, cumpliendo con una de las consig­nas de la UACM que es la de es­tablecer puentes entre sociedad y universidad. Tomaron su espacio con el propósito de autogestionar con sus compañeros la exposición de su voz y su mirada. ¡Que sean bienvenidos al baile todos los que quieran acompañarnos! Entre las nuevas secciones destaca la de “Viejos Lobos”, de­dicada a que muestren sus col­millos aquellos que ya tienen un tiempo transcurrido en queha­ceres culturales, artísticos o se saben de memoria, algún rincón del vasto mapa del conocimiento, ya sea por quemarse las pesta­ñas en los libros o por gastar sus huaraches en las calles y caminos de la vida.

La reciente sección de las “Fies­tas del Barrio”, también enrique­ce nuestro acervo de historias y búsquedas por el laberinto de la capirucha, con experiencias y recuerdos de sus propios acto­res. Paralelamente, los talleres de periodismo, fotografía y pintura de Casa Talavera, a cargo de los maestros Mariana Norandi, Au­gusto López y José Bustamante, respectivamente, vienen colabo­rando activamente para nutrir la publicación con vigorosos textos e imágenes. Esos reportajes so­bre diableros y teporochos, cons­tituyen todo un testimonio de la dura vida de la calle, “temas... y temores”, a los que todos esta­mos expuestos. Mencionamos también de pa­sada, el acierto de entrevistar en “Qué Transita” a nuestro Roger Waters vernáculo, el imperecedero Jorge Reyes, que además de des­pacharse con una breve historia de la música moderna mexicana —de Avándaro pa’ca— nos cuen­ta nada menos ... ¡que se puso a cantar rancheras con Chabela Vargas!. Como para confirmar que en el arte no hay caminos... y que se hace camino al andar. Así pues, de floridos encara­mos la estación más cruel —al decir del poeta T. S. Eliot— tratan­do de llevar las ansias locas que despierta el aromático paisaje, ha­

cia algún lugar en el que juntos o revueltos, podamos apropiarnos de nuestro destino (Toda alusión a los electorales tiempos que corren va por cuenta suya, lector). Lo cierto es que así creemos que puede percibirse, bailarse y entonarse este mambo: con espí­ritu primaveral y estilo chilango, con mente abierta, pasos ligeros y corazón atento... ¡otra vez los prados están en flor y su perfu­me acecha en cada página! Los invitamos pues a volverse abejas en este panal, colibríes en este arco iris de fragancias que no son más que las que laten afue­ra, en cualquier calle del barrio en cada esquina del suburbio, en cada pesero de esta bullanguera ciudad.

Por la sombritaseñores.. .

¡Llegó la primavera!

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Afroaméricay la negritud en México

Estas son algunas ideas relacionadas con el tema de la afrodes­cendencia en México; es decir, sobre el mestizaje que se dio en nuestro país y que no sólo fue entre españoles e indios, sino que abarca también a los hijos, nietos, bisnietos, etcétera, de los afri­

canos negros que fueron traídos de manera forzada para trabajar como esclavos en las minas, en las plantaciones de caña de azúcar, en

el servicio doméstico y en tantas otras actividades funda­mentales para el desarrollo de la economía colonial de

la Nueva España.En mi caso personal, por ejemplo, mi bisabue­

lo y mi tatarabuelo fueron “negros”1. Nací en la Costa Grande del estado de Gue­

rrero y, aunque este es un hecho bastante generalizado en esa región, muy pocos de mis pai­sanos tienen conciencia de sus orígenes. Cuando iba a

hacer un trabajo antropológico que hablara de las supervivencias culturales negras

en la región de la Costa Grande, mi mamá me dijo: ¡pero mi hijito, será en la Costa Chica, porque en la Costa Grande

no hay negros! ¡Mi madre!, mi madre que me había arrullado de niño cantándome canciones de muy clara influencia negra, que conoció a mi bisabuelo, “Papachucho”, como le decían, ya ciego, y sin embargo empeñado en conocer más a través de los libros con tal enjundia que le había pedido que ella que sabía leer le leyera algunos de aquellos que tenía en la casa. Y sin embargo, años después me diría que en la Costa Grande no hay negros. En sentido estricto, mi madre tendría razón, pero, ¿por qué esa negación que deja de lado la presencia

evidente, incluso en mis facciones, en algunos rasgos fe­notípicos no sólo míos sino, incluso, de ella? Mi ma­

dre, por supuesto, lo decía con el convencimiento de decir la verdad más obvia.

Dr. J. Jesús María Serna Moreno, CCyDEL­UNAM

Más allá de Memin Penguín...

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Y lo que pasa es que durante mucho tiempo en México era muy mal visto decir que uno descendía de negros y en la actualidad aún se conservan vestigios de esa historia poco cono­cida de la enorme presencia negra en nuestro mestizaje. Nosotros pensamos que resulta muy interesante que en algunas re­giones como el Sotavento en Vera­cruz, el mulataje producto de las relaciones entre españoles y negras fue muy alto, pero también el mestiza­je entre indígenas y negros, mestizaje éste que, en muchas regiones como las costas del actual Gue­rrero y Oaxaca llegó a ser ma­yoritario. Y es que pocos se ponen a reflexionar que en estas dos zonas del Pací­fico, poco comunicadas, durante mucho tiempo, la inmensa mayoría de la población era indí­gena y negra, mientras que la presencia espa­ñola era con mucho mi­noritaria. Incluso a nivel na­cional, según los cen­sos en la Nueva España había: en 1570, 6,640 eu­ropeos, 3 millones 366 mil indios y 20,569 negros; y en 1742 había 9 mil europeos, 21 mil africanos y un millón, 540 mil indígenas, 266 mil afromestizos y 249 mil indomestizos. Creemos que estos datos hablan por sí mismos. Pero lo más impor­tante de este fenómeno poblacional no es tanto la cuestión de la herencia biológica, sino que esta evidencia de tipo racial nos remite a la herencia cultural. Esta herencia cultural es la que hemos recibido los mexicanos no sólo de España y de las diversas culturas pertenecientes a los diferen­tes pueblos indios de México, sino también de las diversas variantes culturales que nos llegaron del con­

tinente africano, particularmente de las costa occidental de ese continen­te. De ahí la riqueza de la diversidad cultural de la nación mexicana. Por cierto que durante mucho tiempo, y aún en la actualidad, se ha sosla­yado este tercer origen que aún a simple vista es evidente en muchas regiones del país.

El mestizaje de indígenas y españo­les con afrodescendientes se pudo dar, porque fue en México donde los primeros esclavos africanos fueron liberados. En la historia de nuestro país muy pocas veces se menciona a Yanga, un luchador por la libertad de su co­munidad que logró el reconocimiento de la Corona española y desde en­tonces su pueblo pudo vivir en paz

y tener su gobierno propio. Actual­mente este pueblito que se encuen­tra en el actual estado de Veracruz lleva el nombre de su libertador. Durante la independencia varios insurgentes eran mulatos o afromes­tizos como por ejemplo José María Morelos y Vicente Guerrero. También en la revolución, se ha mencionado entre otros a Pancho Villa. Incluso hay quien sostiene que la cultura madre de Mesoamérica, la Olmeca

tuvo sus inicios en África.Pero más allá de lo que ocu­

rrió en el pasado y que cada vez se conoce

mejor, en la actuali­dad, en nuestro

país, es indiscu­tible la africanía en en la religión y la magia, en el gusto por los colores y su aplicación en el decora­do de casas, templos y pa­

lacios, en las formas de coci­

nar, la música y el baile, en el ha­

bla popular, los re­franes, las leyendas,

la tradición oral, en la medicina tradicional y el

conocimiento ecológico... signos todos de la africaniza­

ción del indígena y una indiginización del negro. Por ello, nosotros decimos que es muy importante rescatar la rica herencia africana de México. Hay que promover, presentar y preservar la diversidad cultural en todos sus orígenes, entre ellos el afromestizo o afromexicano. Y esto, desde luego, se ha venido haciendo últimamente. Historiadores que han estudiado el desarrollo de la trata negrera y que han establecido el número de africa­

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1 Seguramente con algún grado de mestizaje, pero con predominacia de algunos rasgos fenotípicos reconoci­bles como tales.2 En este volumen sobre nuestro país se incluyen estudios sobre la pre­sencia negra en: Veracruz (Sagrario Cruz Carretero), la Costa Chica de Guerrero (Gabriel Moedano Navarro), los Valles Centrales de Puebla (Car­los Paredes Martínez y Blanca Lara Tenorio), Michoacán (Ma. Guadalupe Chávez C.), Guanajuato (María Gue­vara S.), Nuevo León (Pedro Gómez D.), Colima (Juan Carlos Reyes G.), Campeche (Brígido Redondo), Tabas­co (Juan Andrade Torres), Tamaulipas (Ma. Luisa Herrera Casasús), Queré­taro (Luz María Armas Briz y Oliva So­lís H.) Córdoba, Ver. (Adriana Naveda Ch.), entre otros.3 El libro al que nos referimos se publi­có en España y lleva por tìtulo El Àfrica Bantù en la colonizaciòn de Mèxico, y fue editado en Madrid por la Agencia Española de Cooperaciòn Cientìfica del Consejo Superior de Investigacio­nes Cientìficas (CSIC) en 1994.

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nos que llegaron a nuestro país en las diferentes épocas y hacia diver­sas zonas o regiones; antropólogos que han estudiados la influencia cul­tural africana en la cultura, la religión y el arte populares de nuestro país; y otros estudiosos que, desde otras disciplianas o bien desde enfoques interdisciplinarios, han acumulado una serie de productos en artículos de revistas, libros, etcétera, cuyo acervo constituye un patrimonio im­portante para el conocimiento de nuestra identidad étnica y cultural. Existen ya muchos estudios gra­cias a expertos y estudiosos en el tema que siguen el camino trazado por el pionero de las investigaciones sobre la presencia negra en México como ha sido reconocido por todos: el antropólogo mexicano Gonza­lo Aguirre Beltrán. Entre los esfuer­zos que actualmente se realizan en este campo sobresale de manera muy especial la labor incansable de la Dra. Luz María Martínez Montiel quien coordinó la obra en varios vo­lúmenes de la Serie Nuestra Tercera Raíz dedicada al ámbito continental y que tiene estudios sobre el Caribe, Centroamérica, América del Sur y un volumen dedicado a la Presencia africana en México2. Durante muchos años la explo­ración de las comunidades afroame­ricanas se concentró en las Antillas y en Brasil donde las huellas africa­nas eran visibles e incontestables, aún cuando no quedara mucho de lo originalmente africano. Aparte de los estudios históricos, aparecían aquí y allá algunos sobre los negros de Perú, Bolivia, Uruguay o Argentina, buscando en el idioma las trazas de alguna lengua africana o el nombre de algún orisha, sin ir más lejos que eso. En esa búsqueda aparecen nue­vos investigadores en diferentes paí­ses y, con su aporte, vienen a reno­var la óptica y los estudios afroame­

ricanistas: Growley Jr. Ch. Edwards en Bahamas, Aquiles Escalante en Colombia; W. Bascom, Lydia Cabrera, Fernando Ortiz y Ró­mulo Lachatañere en Cuba; Bryce Laponte en Costa Rica; una pléyade de et­nólogos haitianos conti­nuadores de la obra de Jaques Roumain, Alfred Metraux, J. P. Mars y el poeta martiniqués Aimé Cesaire; Nancie L. So­hen, N. L. González, Do­uglas Taylor en Honduras; Enrique F. M. Bayley, J. C. Moore, G. E. Simpson en Jamaica; Gonzalo Aguirre Beltrán en México; Abraham y Braitwaite en las Antillas Ingle­sas; Westeman, A. Fortune, R. L. Bryce en Panamá; Hurault, L. Deprés P. Neuman en las Guyanas; Carvalho Neto y Pereda Valdez en Uruguay. En este punto hay que precisar que siempre hubo regiones más es­tudiadas que otras, el mapa de las comunidades afroamericanas hasta hoy día no es preciso, muchas no alcanzan la categoría de conocidas por la ambigüedad de su propia identidad, o por el oscurecimiento e “invisibilidad” a que la historia oficial las ha relegado. Sobre los africanos que vinieron a México existe un estudio realizado por el profesor Nicolás Ngou­mbe, natural de Gabón, quien hizo inves­tigaciones en el Archivo General de Indias, de Sevilla, encontrando en la documentación referente al trabajo en las minas de plata, que la mayoría de la población esclava que fue traí­da a la Nueva España pertenecía al complejo cultural Bantú. Este resul­tado es novedoso y muy importante para el estudio cada vez más preciso en relación a la historia de los ne­gros africanos, tanto de los de África como de los de México3.

notas

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Alfredo Roque

El viernes anterior a la Semana Santa se celebraba y aún se celebra, quizá no con la suntuosidad de otros tiempos, la conmemoración de los Siete Dolores de la Santísima Virgen. Con ese motivo, en muchos hogares se montaba el famoso Altar de Dolo­res como una fusión de las tradiciones ancestrales prehispánicas con las traí­das por los españoles. Los nativos, como parte de su mitología veneraban diosas, es de­cir rendían culto a la feminidad, sin embargo faltaba “un toque clave”, introducido por los misioneros. Este

elemento es la misericordia, según los católicos, un sentimiento descono­cido entre los aztecas que se expre­sa, simbólicamente, en la relación de Cristo con su madre, la Virgen María. La unión del espíritu religioso indíge­na con los conceptos cristianos dio como resultado esta devoción acep­tada por los mexicanos. Cuenta la tradición que el Viernes de Dolores la Virgen María se pone muy triste “Oh vosotros todos, que pasáis por el camino, atended y ved si hay dolor semejante al mío” dice la adolorida madre al recordar al hijo que será inmolado unos días más tarde.

Celebrando ala Virgen y sus dolores

Pero también, paradójicamente, ese día es “el santo” de la Virgen en su advocación llamada de los Dolores, por lo tanto se le representa con una espada o un pequeño puñal, símbolo de su aflicción, clavado en el corazón. Así es como el pueblo entiende que es necesario consolar, distraer, alegrar a la Virgen para que olvide, aunque sea momentáneamente, su pena. Para celebrar y consolar a la Vir­gen se colocaban los Altares de Dolo­res, donde ella era la figura central, incluso se mantenía una competencia entre los vecinos para ver quien logra­ba poner el altar más bonito y vistoso.

Paseo de Santha Anita, hoy Calzada de La Viga

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En las casas se obsequiaba a los amigos y a los extraños con “Lágri­mas de la Virgen”, que eran sabrosas aguas frescas de limón, de chía, de menta o de horchata. Las familias acomodadas ponían su mejor mantel, de lino o de encaje, para que sirviera de base , y las per­sonas humildes suplían los calados y las blondas con el famoso “papel pi­cado” de china de diversos colores. Una vez montados los altares, en las casas “ricas” se colocaban en bellas composiciones esferas ó bo­las de cristal de colores o bien es­feras azogadas—de mercurio—de tonalidades moradas, doradas y plateadas. Estos objetos tan usados antiguamente como ornatos caseros y que sólo hoy se encuentran en las casas de anticuarios no estaban al alcance de todos los bolsillos, por lo que en las casas más modestas se colocaban, en lugar de esferas, re­lucientes naranjas, que convertían el altar en una fiesta de gran colorido. Pero había más, era necesario que la Virgen escuchara sonidos agradables; el ingenio sin par del mexicano lo consiguió, clavando en las naranjas pequeñas banderitas de “hojas de oro volador” o de finísimo papel que se pegaban a popotes ob­tenidos de las escobas de la casa. Como el altar también se llenaba de luces —velas con ostentosos cande­labros de plata o bien de humildes veladoras en vasitos de vidrio de co­lores que constituían los “luceritos”, de los que habla Agustín Yáñez en sus novelas—el calor de las peque­ñas llamas hacían que el oro volador y el papel crujieran y se movieran produciendo tenues murmullos y destellos suaves semejantes al leve crepitar de la leña. Todo era con el fin de prepararse para el espíritu religioso de la cuares­ma, el principio y el fin, representado con las semillas que previamente se ponían a germinar en la oscuridad —chía, trigo ,alpiste— con el objeto

de que la luz no actuara en ellas y cre­cieran amarillentas ,casi trasparentes. Estas semillas se plantaban en botes, cazuelitas o macetas en for­ma de animalitos de barro poroso, y significaban el deseo de guardar,en un espacio pequeño y cerrado el alma, para mantenerla libre de toda contaminación. Al contacto con la luz ,estos pálidos adornos vegetales ad­quirían suaves tonalidades verdes. Como ya apuntamos antes, el centro de la atención era la Virgen Dolorosa que adornaban profusamente con pequeños collares, pulseras y aretes. En el manto de las “Vírgenes Vesti­das” o en algún ángulo del cuadro ,se representaban los símbolos de la Pasión; la corona de espinas, los cla­vos, el martillo, la escalera, la bolsa con las treinta monedas de plata y los dados, con los que los soldados se jugaron la túnica de Cristo. La costumbre del Altar de Dolo­res, por otra parte ,era la oportunidad para que amigos y extraños convi­vieran amistosamente, pues a todos

se recibía con el mismo agrado. La familia entera solía rezar el rosario a una hora determinada y a ese home­naje piadoso se unían los visitantes.

Crónicas del altar de DoloresLa tradición del altar de Dolores data del siglo XVI, y sin embargo no fue hasta el siglo XVIII cuando aparecen crónicas y relatos con alusiones con­cretas a la celebración que fue adop­tada por el pueblo mexicano. Guillermo Prieto, conocido escritor del siglo XIX, nos dejó este breve tro­zo literario: “...Dispuso mi abuelo ,el señor D.Pedro Prieto, un suntuoso altar de Dolores con bosque y Cal­vario ,profusión de aguas de colores sembradíos de tiestos porosos con trigo alegría, lentejas, etc... banderi­tas de oro volador, sartas de Yoloxo­chitl y manojos de trébol a torrentes, flores de chicharo, amapolas, reta­mas, claveles ,jazmines y rosas con pro­fusión; alfombras formadas con pol­vo de café, salvado, arena y hojas de flores de chichicastle; cirios en arro­bas y naranjas con banderitas de oro volador y papel picado; y en cierta perspectiva, un repuesto de ollones colosales de agua de chía, horchata, tamarindo, timbiriche, todo dispuesto a servirse según se requería, con su polvo de canela aromática en vasos o jícaras doradas...” Ahora en estos tiempos tan dife­rentes a los que vieron nuestros an­tepasados, en que los recuerdos han quedado olvidados en algún rincón de la memoria, esperando a que nue­vos cronistas lleguen a desempolvar esos momentos y dejarlos a las fu­turas generaciones, vale la pena re­conocer que la fiesta de la Virgen de Dolores y el Paseo de la Viga, fueron fundamentales para lo que hoy es el populoso barrio de La Merced, era justo donde comenzaba el paseo en el Embarcadero de Roldán y tenían su origen las celebraciones del Vier­nes de Dolores.

Una tradición de cuandoLa Merced era un puerto acuático

Virgen de Los Dolores

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De carrozas y trajineras Todas las clases sociales solían espe­rar con entusiasmo el Viernes de Dolo­res para conmemorar en las inmedia­ciones de La Merced los sufrimientos de la Virgen con diferentes actos reli­giosos y fiestas populares. Muy tem­prano acudía la gente al embarcadero (antiguamente comenzaba desde Rol­dán y La Merced y se fue reduciendo hasta La Viga ) para ser los primeros en ocupar una canoa que los transpor­tara hasta Santa Anita . Aún no salía el sol y ya se veían caravanas de peatones, vehículos desde la modesta “calandria“, hasta los más modernos carruajes, sin fal­tar los charros mexicanos en visto­sas cabalgatas. El canal se encontraba total­mente invadido por las canoas que transportaban familias e invitados, grupos de trasnochadores y a to­dos los que iban a disfrutar de los placeres de la fiesta. En la mayoría de las canoas no faltaban los grupos musicales o cuando menos una me­lancólica guitarra. Cuando los rayos del sol ya bañaban ardorosos todo el canal, grupos de gente disfrutaban de un desayuno al aire libre, otros iban a recorrer todos los puestos y las diversiones, la mayoría acudían a colocarse su corona de flores y a continuar disfrutando de la vihuela, el salterio y la guitarra.

Con el paso del tiempoPero vamos por partes, con calma y nos amanecemos, diría mi abueli­ta. A fines del siglo XVII, el conde de Gálves hermoseó a la capital, con un centro de recreo adecuado a la épo­ca más calurosa del año, con una calzada que partía de la parroquia de San Pablo hasta La Viga.Al virrey conde de Revillagigedo le tocó terminar esta obra e inaugurarla en el año de 1790. Se le dió el nom­bre de Paseo de Ixtacalco, después de Revillagigedo, para terminar con el de La Viga. Desde entonces las tradicionales fiestas de Dolores se venían celebrando con inusitado en­tusiasmo. Con el tiempo cambió la indu­mentaria de los paseantes y se susti­tuyeron los carruajes por el automó­vil, pero continuó siendo centro de la diversión popular. Había concursos de canoas de trajes regionales, sin faltar los mú­sicos con sus arpas, guitarras; los platillos típicos de enchiladas, ”gua­jolotes”, tacos, pulques curados y las coronas de flores que los paseantes se colocaban en la cabeza . Poniéndose a tono con la mo­dernidad, el ayuntamiento de la ciu­dad mandó construir un muelle de cemento armado para dar fluidez a la gran cantidad de trajineras que venían cargadas de verduras y flores

para los mercados de la capital. De­bido al crecimiento de la gran urbe hubo la necesidad de clausurar el tí­pico y tradicional canal de La Viga .Al paso del padre cronos desapare­ció el esplendor en muchas de esas fiestas, aunque permaneció la elec­ción de “La Flor más Bella del Ejido”, para continuar con las fiestas del viernes de Dolores. Esta fue una de las tradiciones que con el paso del tiempo se per­dieron en la inmensidad de los re­cuerdos de quienes alcanzaron a disfrutar de los paseos y fiestas en tiempos pretéritos, esperemos que esta pequeña reseña de fe de esos momentos, brinde alegría a quienes los vivieron y nostalgia a quienes no los conocimos.

Fuentes ConsultadasCasasola, Gustavo. Seis siglos de historia gráfica de México.Prieto, Guillermo. Memorias de mis tiempos.Rosario Camargo. Alegría y tristeza en los Viernes de Dolores.Payno ,Manuel. Los bandidos de Río Frío.Para comentarios críticas o sólo para compartir experiencias, escríbanos al correo electrónico: cronicandoan­[email protected]

Embarcadero del Canal de La Viga

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Crónicas antiguas del Viernes de DoloresAhora de la mano de Don Manuel Payno, recorramos este otrora famoso paseo: Hay un día en el año en que este barrio desdeñado de la aristocracia, se transforma y presenta un delicioso as­pecto; este día es el Viernes de Dolores. Las más lindas muchachas, vestidas con ricos trajes de seda negra ,con sus mantillas costosísimas de punto francés o de Barcelona, ostentando en sus peinados y dedos diamantes y rubíes, descienden de sus carruajes en la calle de la Acequia ,y con ese garbo natural y encantador de las mexicanas, suben y atraviesan los puentes y se pasean por las dos orillas del canal, admirando la multitud de chalupas llenas de rosas de Castilla, de azucenas, de espuela de caballero, de amapolas y de claveles pero con tal profusión, que las aguas desapa­recen para dar lugar a una especie de jardín flotante, cuyos vivos colores destierran las miasmas desagradables que se desprenden de las tocinerías, carbonerías y pajerías . El barrio corresponde con galantería a esta visita anual. Las calles son barridas y regadas con hojas de rosa; los viejos y negros balcones de fierro, adornados con cortinas blancas o de damasco de China; arcos de tule con grandes flores amarillas del cempasúchitl y girasol, adornan las puertas de las accesorias; los tocineros doran y platean los jamones; los pulqueros pintan de nuevo sus tinas; la gente se viste de limpio y hasta los carboneros se sacuden el polvo negro, se mudan de camisa, y en las pajerías aparecen manojos de amapolas y de verde y fresca alfalfa. Limpian el canal recogiendo los desperdicios, basuras y yerbas; se colocan a un lado y a dis­tancia las pesadas trajineras, para no estorbar a las chalupas que van y vienen, y las inditas que las conducen, muy aseadas y peinadas tienen cierta gracia que da idea de que en el reinado de Moctezuma pudo haber bellezas notables...

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A partir de este número abri­mos para los estudiantes de la UACM este suplemento univer­sitario para publicar colabora­ciones, propuestas, cómics, dibu­jos, comentarios y críticas. El plan general no se aparta de lo que es Mambo: un espacio de participación, donde resuena la voz del barrio, desde su gente. Somos barrio y tenemos algo que decir, no sólo al vecino, sino al mundo, este podría ser nues­tro lema. Así quedan pues abier­tas estas páginas para aquellos que tengan algo que contar y quieran hacerse escuchar.

El choque de culturas en

San Lorenzo Tezonco

tonces UCM, y es que aunque sólo conozco a este pueblo desde hace dos años y medio, me he dado cuenta de la transformación por la que ha sido sometido.

Un rol a paso trotado y callado

Las calles de San Lorenzo Tezonco son angostas y nuevas, el sube y baja de sus banquetas provoca una buena condición física en sus habitantes, los semáforos son para las avenidas y las casas todavía huelen a pintura fresca. El barrio está unido y los vecinos son familia, han creado una cultura de respeto y unión,

la cual se ve reflejada en cada rincón del pueblo. El buenas tardes entre seño­ras nunca falta, el saludo de puño entre los jóvenes nunca falla y para los habitantes de San Lo­renzo Tezonco siempre es buena hora para tomar el fresco y las frescas. Son sus calles, sus terre­nos, su sangre que corre por el pueblo y lo trata de proteger de los invasores, los que lo nutren para que siga existiendo y no sea devorado por la modernidad.

No cabe duda que la ur­banización desenfrena­da es un monstruo, que

invade cada rincón y espacio, en tiempo acelerado, sin medi­da, que ahoga y transforma cos­tumbres, como un asesino que elimina a quien se le ponga en­frente, si es necesario. Una de las víctimas de este proceso de la modernización ha sido el pueblo de San Lorenzo Tezonco, el cual ha tenido un de­sarrollo darwiniano ( adaptarse al medio para sobrevivir), ya que fue el elegido para ser sede de otro plantel de la UACM, o en aquel en­

Edgar Navarro CoronaComunicación UACM, Plantel San Lorenzo Tezonco

Suplemento:Mambo Universidad

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Entre vecinos se conocen y fá­cilmente identifican al forastero, saben quien es buena gente y quien no, su mirada humilde en segundos se vuelve gandalla si no les caíste bien, te echan ojo o mal de ojo, dependiendo la vibra que te cargues. Y más vale no andar por es­tos barrios portando la bandera de “yo soy de... ( coloque en este espacio el barrio al que corres­ponda o al que piense que es el más picudo) y a mí me la pelan, si me hacen algo yo traigo a la

banda y verán”, porque la banda de San Lorenzo sí es banda y así como la banda puede ser chida, también la banda se puede poner lorenza.

InvasIón y saqUeo, onda conqUIsta

Diversas instituciones han abarcado parte de espacio del pueblo y empresas privadas han explotado a sus habitantes y recursos natu­rales, como es el caso de su cerro de tezontle ( cada tres cuadras hay un negocio que se dedica a la venta de materiales de construcción para casa o edificación) las cuales inducen al desarrollo por conti­nuar urbanizando la zona ( cuéntese las casas que se están constru­yendo y unidades habitacionales en vías de construcción) y tiendas departamentales, las cuales invitan a la comunidad a que se desa­rrollen o modernicen en su forma de vida ( intoxican a los habitantes de ideologías de mercado). La UACM ha sido una de las instituciones que ha quebrado el orden en el pueblo de San Lorenzo Tezonco y que ha quitado espacio­te­rreno a los habitantes del pueblo, ya que antes tenía el rol de ser su espacio recreativo “ parque” a pesar de que también servía de basu­rero. Sin embargo, la UACM ha sido un espacio abierto a los vecinos del pueblo para que puedan hacer uso de sus instalaciones y adquieran los conocimientos que deseen.

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adaptacIón a hUe... Durante la corta historia de la formación de la UACM en San Lorenzo Tezonco ha habido varios momentos de acercamiento con los vecinos. Cuando se edificaba la Universidad, los vecinos se oponían a su construc­ción, pintando en las paredes de la calles, “No a la uni­versidad, sí a las áreas verdes”, ya que argumentaban que los universitarios eran unos viciosos y que po­drían traer desorden al pueblo. Una vez construida y puesta en funcionamiento la Universidad, empezó el juego, que consistía en que vecinos no se acercaban a la Universidad y los estu­diantes sólo recorrían el camino que existe entre la bajada del camión y la Universidad. Pero ya agarrados de un poco de confianza, los ve­cinos se atrevieron a poner puestos ambulantes en las afueras del plantel. Al principio, los intentos fueron erráticos, aunque mataban el hambre de unos cuantos, un ejemplo de ello eran los tacos de carnitas, un ali­mento demasiado pesado si se tomaba como refrigerio. Después fueron comprendiendo que a la mayoría de los estudiantes les gusta echar el glam y andar por los pasillos con el café, refresco, jugo, yogurt, torta, sándwich o producto envuelto ( papas, galletas, dulces, etc.) y no con el plato de tacos y las manos llenas de grasa. En la actualidad los vecinos ya entendieron de qué se trata el negocio. Varios café internet han sido abiertos y también lugares de comida donde ofrecen desayu­nos. Así se ha empalmado una buena relación uni­

versitarios y vecinos, y no sólo como comer­ciantes y clientes, ya que las relaciones han sido amigables, e inclusive, hasta manejan calendarios de vacaciones y certificación. La información de la UACM ya comienza a girar a sus alrededores y la Universidad empieza a ser tomada en cuenta dentro de sus expecta­tivas de vida. De esta manera los vecinos tienen una buena factura que cobrarán sus hijos en pro de su comunidad. Los choques de cultura a veces pueden resolverse satisfactoriamente, para al menos promover en algún grado la apropia­ción de estos espacios y la domesticación del monstruo de la urbanización desenfrenada.

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La últimay nos vamos...

Nazario Rivera

Plaza Aguilita, barrio La Merced.

Escenario de acontecimientos de

hoy, mañana y ayer. Esta plaza ha

sido testigo mudo de muchos deve­

nires, de personajes no conocidos o

conocidos, como artistas, políticos,

comerciantes que alguna vez fueron

ricos y, por supuesto, vecinos.

Aquí nos encontramos a per­

sonajes que, a lo mejor, no figuran en

las estadísticas chocantes de control

burgués pero que existen, aunque

no cuenten, y hoy viven un día más.

Están aquí, formando parte del pano­

rama de este lugar, podemos ver a

algunos de ellos, entre muchos que

han pasado.

Antonio Vega, de 56 años de edad, moreno, cara amplia, suspicaz,

bromista, lo caracteriza un saco que alguna vez fue negro. En su mente

alberga la idea de llegar a ser presidente y llevarse a sus compañeros

a su gabinete para darles cargos. Mario López Vázquez, de 22, años,

delgado, cara afilada, se le ve con una playera roja con varios días de

uso, se siente orgulloso de ser del estado de Chiapas, así lo dice y lo

presume.

Servando Ugalde Ramírez, moreno, alto, ojos saltones enrojecidos,

tal vez por el alcohol, viene de Apatzingan, del estado de Michoacán;

por su apariencia, este individuo impone de alguna forma respeto y au­

toridad entre sus valedores. Rafael Muñoz Hernández, de 30 años. Jai­

me Ortiz, le dicen el “melenas”, 48 años, se ve cansado, avejentado y

maltratado física y mentalmente; viste un pantalón de un color indescrip­

tible y una chaqueta verde en iguales condiciones. Llega Nicolás Palma

Un día en la vida de los teporochos de La Merced

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Cruz, tez morena, bajo de estatura, de más de 30

años, ly el grupo le invita a echarse su mezcal.

El ir y venir del capitalino parece no tener sen­

tido ni dirección, unos van, otros vienen, ávidos de

mercancía de acuerdo a lo que necesitan y ven­

den. Parecía ser un día más en este lugar, pero no

fue así ya que en una jardinera, justo enfrente de

donde se detiene diario un camión recolector

de basura, en calle Regina, se encontraba tendi­

do un bulto humano, entre un montón de cartón

y desecho que no lo dejaba ver. Lo descubrió un

policía bancario e industrial, en el primer rondín

diario. Los demás cuentan como una mujer policía

con tolete en mano, comenzó a picarle tratando

de que reaccionara, con un “¡párate y sigue tu ca­

mino!”. Pero no hubo respuesta y, en otro intento,

dio un jalón y el bulto cayó al piso, “éste ya no”...

sentenció la oficial y se comunicó por radio: “tene­

mos un 32”. No faltó el alma bondadosa que puso

encima de la cabeza del cadáver una veladora

encendida. Eso sí, no hubo sábana blanca como

siempre ocurre antes de que venga el Ministerio

Público o la ambulancia del Semefo, que es de

“espérame tantito”.

A un lado, no cerca, porque los policías no

dejaban aproximarse, un grupo de indigentes,

alcohólicos, vagabundos, trotamundos y droga­

dictos, el “escuadrón de la muerte”, comenzó a

observarlo. “¿Quién es?”, preguntaba uno, “no lo

conozco” contestaba el otro. Alguno de ellos co­

mentó que lo habían visto todo el día sentado, sin

comer ni beber, sin hablarle a nadie, hasta que así

lo sorprendió la muerte esta tarde.

Se acerca un policía y les dice al escuadrón:

“ya ven cabrones, sigan bebiendo” y termina co­

rriéndolos de allí porque, según dice, su jefe lo re­

gañará por dejarlos beber aquí.

Así es el vivir diario para estos personajes, en

esta plaza y la aledaña que, para ellos, es su casa.

Sus compañeros son sus valedores con quienes

comparten el alcohol que compran cruzando la

calle de Regina, en la tienda. Un líquido de co­

lor amarillo, transparente, envasado en botella de

plástico de ochocientos mililitros y que cuesta diez

pesos. Ellos con cariño le llaman “cocol “.

Dentro de este grupo, no falta quien se incline por la

droga, de acceso fácil para quien la requiera, se las ven­

den en servilletas como dosis pequeñas y baratas. Quie­

nes se drogan son los jóvenes que no pasan los 22 años.

Los más viejos prefieren mezcal y cerveza caguama.

En las noches llegan, como golondrinas al alam­

bre, hurgando un lugar donde pasarla. Algunos van de

paso, otros de visita, pues por aquí los agarró la noche;

otros amanecen en la plaza de “Manzanares “, la cual le

debe el nombre a la calle que pasa justo enfrente. Ahí

hay una jardinera y, exactamente en medio, acomodan

cartones y, si hay algún colchón viejo, que les deja ahí

mismo el carro recolector de basura, se dan por bien

servidos.

En esta jardinera de Manzanares pernocta muy se­

guido el señor Jaime, de 58 años, con frente amplia y es­

caso pelo canoso que, en últimos días, sufrió una golpiza

de un rufián que le dejó la cabeza y la espalda herida.

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En el lado poniente de esta plaza de Manzanares se encuen­

tra una fuente grande y, en el centro, unas esculturas de bronce

que resaltan la fusión de dos culturas, la mexica y la española.

Este lugar ha sido tomado como campamento, construido con

todo tipo de elementos (cartones, trapos y ramas), en donde vi­

ven algunos miembros, de lo que pudieron haber sido una familia

y ahora pasan sus días sumidos en los vahos del Activo. Los que

pasan por ahí prefieren rodearlo. Se podría decir que aquí están

los más gruesos o pesados de este rumbo.

Este puede ser el recorrido de estos seres, desde Plaza

Aguilita a la Plaza de Manzanares, sin olvidar que, para con­

seguir bebida o comida, hay que talonear, porque es lo mismo

pedirle al que va pasando que ir al mercado de la Merced para

recolectar, entre la basura, comida o lo que sea, pues, a veces,

para ellos comer no es imprescindible. Lo más importante es

no morir de una cruda, y no de la cruda realidad que los rodea,

de eso ni se preocupan.

Existen más de 10,000 indigentes en las calles del Distrito Federal

Oyuki Martínez Colin

Según UNICEF, en 1996 la cantidad de indi­

gentes en las calles de la Ciudad de México

—entre niños, jóvenes y adultos mayores—

era de 10 mil a 12 mil personas. Una estadís­

tica alarmante, que impulsó a organizaciones

gubernamentales, asociaciones civiles y pri­

vadas a implementar acciones para tratar el

problema. Entre ellas, se encuentra el Institu­

to de Asistencia e Integración Social (IASIS),

fundado el 18 de enero del 2001. Algunos

objetivos son: generar condiciones de mayor

equidad, reconocer el derecho de comuni­

dad de indigentes y la validez jurídica de estos

grupos marginados, discriminados, y humilla­

dos. María del Carmen Morgan, coordinado­

ra de atención social emergente en el ámbito

institucional (IASIS), platicó con Mambo de

este problema.

Entrevista a María del

Carmen Morgan, funcionaria

del Instituto de Asistencia e

Integración Social

Una tarde en Plaza La Aguilita

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- ¿Cuántos son los indigentes en

el Distrito Federal?

­ Desde el último censo de 1996 a la

fecha se habla de unos 10 mil a 16 mil

indigentes, entre niños jóvenes y adul­

tos mayores, que transitan o habitan

la ciudad de México. Personas con

adicciones, enfermedades crónicas o

terminales y en situación de vulnerabi­

lidad, que no tienen lugar donde vivir,

que carecen de una familia o que no

quieren estar con ella. Entre ellas hay

personas que se encuentran mal físi­

ca y mentalmente, además de estar

en desventaja social. Y es necesario

subrayar que, a mayor concentración

demográfica, siempre se presenta un

mayor número de indigentes.

- ¿Qué motivos originan el que

una persona se vuelva indigente?

­ Son muy complejos. Por ejemplo,

en el caso de los adultos mayores in­

digentes se han encontrado situacio­

nes de disfunción familiar. Son mar­

ginados desde el núcleo familiar, los

tienen a la fuerza y optan por irse a

la calle. Hay que tomar en cuenta la

situación socioeconómica del país, la

falta de un sistema de asistencia so­

cial o de seguridad social, que atienda

a estos grupos, el retiro de servicios

asistenciales, la falta de oportunida­

des en el trabajo y la edad, que han

sido algunas, entre las muchas cau­

sas que han orillado a estas personas

a deambular en las calles.

- ¿Qué brinda IASIS al grupo de

indigentes?

­ La asistencia social es una respon­

sabilidad del gobierno y, a nivel insti­

tucional, nosotros contamos con diez

centros de atención en donde se les

da comida, revisión medica, medica­

mentos y albergue. En términos ge­

nerales se busca que las personas

sean productivas, que encuentren

un sentido a su vida, que reparen y

atiendan sus problemas de droga­

dicción o alcoholismo.

¿Cómo está trabajando IASIS con

este grupo?

Tiene un programa emergente que

funciona las 24 horas del día y los

365 días del año. Éste depende de

los reportes de la Secretaria de Se­

guridad Pública (SSP), la ciudadanía,

entre otros recursos urbanos. A su

vez, trabajamos junto al Consejo de

Adultos Mayores del gobierno. Se

han abierto varios CAIS (Centros de

Atención y Asistencia Social), como

es el de Cuauhtepec, donde se

atienden de 300 a 380 adultos ma­

yores hombres indigentes; y el CAIS

Villa Mujeres, que atiende a mujeres.

En estos centros se dan todos los

servicios de asistencia social y, pos­

teriormente, se les brinda apoyo para

que se reintegren al núcleo familiar.

En ciertos casos se intenta regre­

sarlos a su lugar de origen, ya que

muchos de ellos llegan a la ciudad

buscando el espejismo de encontrar

algo mejor de lo que tienen en sus

comunidades. Asimismo, se dan ta­

lleres de carpintería, tejido, corte y

confección, panadería, etc.

-¿De dónde vienen y dónde se

encuentra el mayor número de

indigentes?

­ Vienen de varias partes de la Repú­

blica, en especial de Puebla, Oaxa­

ca, Guerrero, Hidalgo y Tlaxcala.

Gran parte de ellos se concentran

principalmente en seis delegaciones:

Gustavo A Madero, Miguel Hidalgo,

Benito Juárez, Iztapalapa, Venustia­

no Carranza y Cuauhtémoc. El mayor

número de indigentes se encuentra

en la plaza de Zarco, en la glorieta de

los Cisnes, la Lagunilla, la Alameda,

Jardín de San Fernando o en plaza

de Loreto.- ¿A quiénes afectan los indigen-tes? ¿Y cómo llega la información de apoyo a los indigentes?

­ Moralmente afectan a la sociedad,

pero nosotros no vamos a quitar a la

gente de la calle porque la sociedad le

incomoda, les afea la ciudad, la calle,

apestan o les estorban. No tenemos

que crear calificativos despectivos,

sino sensibilizar a la sociedad, porque

no es un problema sólo de los indi­

gentes, es un problema de todos. Es

difícil que la información llegue a es­

tos grupos ya que tienen una cultura

de calle, son desconfiados y exigen­

tes. La información de los beneficios

que ofrece IASIS llega por medio de

personal capacitado, en este caso,

trabajadores sociales sensibilizados

con el problema. Otras vías de son

eventos masivos y enlaces con otras

dependencias gubernamentales y pri­

vadas. Pero más allá de este discur­

so, tenemos que formar una cultura

de respeto, legalidad y de derechos

que trasciendan a nuestros hijos y a

todas aquellas generaciones futura,

pues este modo de vida se debe a

las condiciones que nos han dado las

personas que han gobernado.

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Jorge Reyesno canta mallas rancheras

El pionero de la música progresiva

mexicana graba su último disco con

Chabela Vargas

Mariano Andrade

Nació y se crió en Uruapan, Michoacán, aunque a partir de la prepa sus

padres lo enviaron al Distrito Federal, específicamente al barrio de La Merced, de donde guarda intensos recuerdos que datan de 1968. Andando muchos caminos, de Avándaro a Amsterdam, y de Daramsala a Huautla, se fue convirtiendo en esa especie de Chaneke musical, muy capaz de sacar de su galera de instrumentos sonidos tan disímiles como los de flautas de Papantla y sintetizadores, caracolas prehispánicas y campanas tibetanas, teponaztles y berimbaus. Testigo de gran partede la historia delrock en el paísy pionero—“sin proponérselo”—de experimentacionesprogresivas deinspiración étnica,Jorge Reyes se hatransformado en unareferencia obligadaen estos temas,tanto en Europa,como en el gabacho,donde ha compartidoescenarios conprestigiososgrupos y artistas.

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Mambo lo atrapó en la Plaza La Aguilita, que Reyes no pisaba desde chamaco, cuando acudió a brindar el último concierto de 2005, y los largos preparativos de los tramoyas nos permitieron gozar en el Café Bagdad, de estas anécdotas e impresiones que compartimos con ustedes.

- ¿Qué estás haciendo musicalmente ahora? ­ Varias cosas: por un lado me he involucrado en proyectos

experimentales de arte sonoro, para performances y trabajos encaminados hacia el radio arte. En este sentido acabo de hacer un paisaje sonoro de Michoacán, una grabación de pueblos, plazas, mercados, grillos, noches, ríos. Una es­pecie de documental, de paseo por todo el Estado, pero obviamente no un catálogo de sonidos, sino una composi­ción musical que utiliza esos materiales tan diversos de la realidad. Grabamos 50 horas de sonido, con una excelente técnica y lo editamos de modo que narra una historia. No hay casi manipulación sonora. El arte radica en la manera de cortar y ensamblar los sonidos. El CD va a salir pronto, aus­piciado por la Secretaría de Cultura de Michoacán.

- ¿La idea es que todo es música? ­ Se trata de valorar el sonido en sí, como fuerza creativa y

sugerente, más allá de los instrumentos musicales. Desde los 70 ha habido mucha gente que ha desarrollado esta vi­sión del sonido como arte. Así como hay landscape, paisaje, también hay soundscape, los sonidos del paisaje. Tu puedes ver la fotografía de una cascada o del mar o del Zócalo, pero eso no entra por los oídos. Obviamente, se trata de editar el material para que se transforme en algo sugerente, ahí hay un trabajo conceptual y de composición. Por ejemplo, en Michoacán tuve que decidir como describir con ruidos las ciudades, los aspectos modernos, artesanales, las ferias, los pescadores, el billar... Me decidí por grabar un viaje, de las 7 am hasta las 7 pm del día siguiente. Una travesía del sonido... También estoy haciendo algo así, pero con el DF lo que es una locura. El 12 de diciembre por ejemplo, me la pasé en La Villa, grabando toda la noche, entre la multitud. Ya llevo, Garibaldi, Xochimilco, las luchas, el Zócalo, los toros, las calles, el camotero, el afilador... el tema es La Megalópolis.

- Pero también nos han contado que ahora tocas rancheras...­ Al mismo tiempo de eso, estoy haciendo el último disco

de Chabela Vargas, como una fusión de estilos rancheros, prehispánico, bolero lounch. Con Chabela, que tiene 86 años y había soñado toda la vida cantar La Llorona con caracolas y percusiones prehispánicas. Están La Macorina, La Vereda Tropical, Las Simples Cosas, Un Mundo Raro...

- La Chabela tiene una musicalidad impresionante...­ Tiene una energía maravillosa y en la grabación estaba muy

inspirada. No tiene un gran registro, pero tiene una fuerza y una presencia impresionantes. Su voz es ronca, como los mantras tibetanos y se atreve a experimentar, me pide

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más caracolas, más sonidos y fusiones... Para mí, que nunca había hecho rancheras, es también todo un reto, donde ella me da total libertad, para deconstruir ese estilo. Ella tiene dos guitarristas muy buenos, virtuosos. Pero uno tiene que estar buscando modos, sonidos, afinaciones. Por ejemplo La Llo­rona quedó como un viaje sonoro, un paisaje donde se oyen el panteón y las moscas, caen rayos... Toda una experiencia inédita.

La raíz deL canto

- ¿De dónde salió tu inspiración prehispánica, con que la gente te identifica?

­ A principios de los años 80’s había varios grupos que comenzaron a tratar de mexicanizar el rocanrol. Algunos se fueron por la vertiente del mariachi y el son huasteco. Pero hicieron alguna rola entre muchas y nunca lograron muy bien la fusión. Más bien eran ondas de mariachis tocadas con guitarras eléctricas. La cosa es que había esta vertiente na­cionalista, producto de la cercanía con la Revolución y el mo­vimiento nacionalista de Diego Rivera, Revueltas y otros, que floreció entre los 40’s y los 50’s. Así que, dentro del concepto del rock mexicano, había la posibilidad de experimentar con elementos prehispánicos. Por ejemplo, estaba Posado, un antropólogo que fue de los primeros en fusionar unas ocari­nas con guitarras eléctricas. También estaba Luis Pérez, otro rockero que intentó fusiones. Sólo que él se enroló en un grupo del hijo de Díaz Ordaz, que era como un mecenas que los tenía a sueldo, en su mansión. Pero Luis fue uno de los primeros a coleccionar teponaztles y a meter tambores, caracolas y flautas de barro. Por mi parte, la primera vez que hice un experimento público fue en el 75, en un programa de canal 11 que se llamaba Rock en la Cultura. Era uno de los primeros programas culturales sobre rock, en ese tiempo en que la industria no quería sacar discos de nadie y el gobierno no quería dar permisos para ningún concierto y las familias conservadoras estaban sacadas de onda por esos chicos melenudos. En ese contexto, el programa era un oasis, don­de cada año se escogía un rockero por premiación. Allí hice por primera vez una rola con unos teponaztles que me pres­tó Federico Álvarez del Toro. Después me fui a estudiar flauta a Alemania, donde estuve viajando en bicicleta por todos lados: estuve en Dinamarca, Holanda, trabajé de payaso en la calle, asistiendo a todos los festivales y conciertos que po­día. En Amsterdam había un Festival de los Locos, en la ca­lle, donde llegaban compañías , circos, teatreros. Era como una comunidad. Te podías ir a otros países y hacías amigos con la música. En esos tiempos había esa comunicación que ahora no se da. Era mucho más fácil encontrar con quién hacer cosas. C

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- ¿Esa capacidad de mezclarte con otras raíces culturales quedó en ti como una capacidad de hacer fusiones?

­ En esa época estábamos abiertos a fusionar todo. Desde los Beatles que metieron la cítara en sus rolas. Muchos grupos se acercaron más al jazz, otros a los gitanos… Yo todavía estaba muy chavo. Después rolé por la India, donde estudié flauta hindú y también en una escuela de la Universidad Tibetana, en Daram­sala, donde vive el Dalai Lama. Me aventé un rol grande, pasé por Irán, Afganistán, Pakistán, Nepal, Cachemira, Calcuta, Sri Lanka. Regresé a finales del 79, después de cuatro años, y fun­dé un grupo que se llamó Chac Mool, donde por primera vez pude exponer música propia, que sonaba muy a King Crimson o Jethro Tull. Tuvimos suerte porque fuimos de los primeros que comenzamos a cantar en español y muy pronto nos contrató una disquera grande. Nos hicieron portada doble, discos transparentes, bien grabados. Era un hecho insólito, porque nadie tenía una disquera multinacional que respaldase su trabajo y en consecuencia, los discos mexicanos sonaban a caja de zapatos. Esa experiencia duró hasta el 85 cuando ya llevábamos 6 años, el grupo había tomado un cariz muy comercial y estábamos hartos, con las relaciones muy deterioradas. A partir de allí me dediqué a mi proyecto: mezclar música in­dígena con instrumentos electrónicos.

- Acompañándote ocasionalmente por al-gún invitado

­ Los primeros discos los hice sólo. Me volví per­cusionista, tocaba las flautas, los tambores, los teclados. Creo que como una compensación por mis limitaciones pasadas. Ocurre que ten­go un pequeño problema en un dedo y cuando estudié en la Escuela de Música de la UNAM, no podía tocar bien ni una de los Beatles en la guitarra. Por eso mi instrumento principal fue la flauta, pero cuando pude, me largué a experi­mentar con todo. Además empecé a ir a Euro­pa y se empezó a abrir el mercado. España florecía después de la dictadura de Franco y comencé a colaborar con músicos de allá, con productores. Casi todos mis discos eran espa­ñoles porque en esa época era más barato y los estudios estaban muy bien.

Pionero sin querer

- ¿Tú que has estado desde Avándaro has-ta el Festival de los Locos de Amsterdam, cómo sientes este momento en México?

­ El rock pop es una cosa que se repite cons­tantemente. La música electrónica y el rap han sido los experimentos más interesantes. El jazz rock también pintó bien pero llegaron a un preciosismo vacío. También hay mucha apertura hacia lo que ahora se denomina el world music: fusiones de ritmos árabes, afri­canos, los instrumentos étnicos. Yo empecé a tocar didjeridoo en 1987, ahora hay muchos grupos que lo han incorporado.

- ¿Te sientes pionero de la world music o consideras que el tuyo es otro rollo?

­ A veces eres pionero sin quererlo, pero hay que admitir que muchas de las experimentaciones sonoras que se hicieron conocidas a media­dos de los 90 o después, nosotros las estába­mos haciendo a fines de los 80. Comenzamos por ejemplo con la experimentación electrónica cuando aún no había música House y apenas si empezaba algo semejante en las discote­cas más duras. De allí salieron muchos experi­mentos interesantes. La tecnología musical se desarrolló tan rápido que, de repente, ya tenía­mos computadoras, softwares de maravilla y comenzó a producirse esta democratización de la música, donde ya no tenías que estudiar. Podías no ser músico y hacer música, tenien­do éxitos globales.

- ¿Tu trabajo de composición parte de la in-vestigación? ¿Es experiencial o más con-ceptual?

­ Al principio fue más de investigación. Afortuna­damente también tuve la oportunidad de viajar mucho por México. Me contrataban el INI, que tenía radios comunitarias en zonas indígenas, y convocaba a profesionales que daban cur­sos a las poblaciones que trabajaban directa­mente en las estaciones. Había locutores de diversas lenguas. Y yo iba a dar cursos de apreciación musical, de historia de la música mexicana y también cómo usar la música en la radio. Les mostraba mis instrumentos raros, se los enseñaba y siempre regresaba carga­do de tambores, flautas, grabaciones. Esa fue una gran fuente de experiencias, una verdade­ra experimentación, que se extendió en varios

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rumbos. Entré en contacto con toda esa gente con la cual, si eres un desconocido, no puedes acer­carte y pedirles que te enseñe una canción. Allí empiezas a ver que para los indígenas la música tiene una energía poderosa y que es algo muy importante a nivel ritual y ceremonial. Entonces tienes que comprender la cosmovisión que la inspira, porque si no, no tiene ningún sentido. Por consiguiente, tuve también que aprender acerca de mitos, símbolos, ritos, fiestas, así como también sobre los instru­mentos. Se trataba más bien de una experiencia vivencial más que de aprender métodos y técnicas. Intentaba empaparme todo lo que podía de sonidos y de la magia involucrada en ellos, para poder hacer mi rollo personal. Así empecé también a experimentar mucho más con la voz, que había sido para mi un tabú. Empecé a soltarme y también, a través de la música, comencé a resolver muchos problemas personales. La guitarra en el escenario, frente al público, es como un escudo, una pared, un arma que te protege... pero ¿qué pasa si te la quitan? Hay que atreverse a cantar sólo con un cántaro enfrente, o pararse en el escenario y darte de cachetadas, cantando, para producir ritmos y cadencias con tu propio cuerpo.

- Tu trabajo también tiene mucho de performance...­ Se trata de establecer una comunicación con la gente. Más bien, de crear una energía positiva. Algo que

te haga sentir vivo, vital, actuante, creativo. La música, finalmente, es el hilo de Ariadna, lo que guía en el laberinto y te mantiene pegado a la realidad. Con la música puedes estar en ambos mundos.

- ¿Eres religioso? ­ No soy parte de una secta, ni sigo creencias establecidas. Nunca he pertenecido a un club. Estuve

con los tibetanos, con los Hare Krishna, con los sufis, pero nunca me he quedado en ninguno. - ¿Como que no te gustan las etiquetas?­ Mi concepción religiosa de la vida es que todo es sagrado y ya. Algo que tomo de mi pasado rockero es

mi antagonismo ante cualquier idea absoluta o fanatismo. En este sentido, la música indígena mexicana aporta una magia, una conexión real con lo sagrado. Eso es lo que yo al menos, aprendí de ellos e intento destacar en mis presentaciones.

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Desde la época prehispánica, los comerciantes

o pochtecas utilizaban cargadores o “tamemes”,

para desplazar sus mercancías. Más adelante,

después de la conquista, los españoles usaban a

los habitantes de los pueblos conquistados para

cargar y transportar sus productos, mercancías,

materiales y armas. A lo largo de nuestra historia,

estos personajes, han estado presentes de una u

otra forma. Se podría decir que, actualmente, es

todo un oficio el de los estibadores, mejor conocidos

como “diableros“.En el estacionamiento del mercado de la Mer­

ced, lugar donde llega la mayor parte de la mercan­

cía, platicamos con uno de ellos, Rogelio Nolasco,

quien nos cuenta acerca de su trabajo mientras se

toma un descanso.

En el mercado de La Merced de

esta capital encontramos una

gran diversidad de frutas, verdu­

ras y vegetales que provienen de

varios estados de la República

mexicana. En este espacio es común ver a los

“diableros” con sus carritos, cargados de mercan­

cía, yendo de un lugar a otro del mercado. Para

algunas personas resulta molesto ir de compras

y ser víctima de algún empujón o ser pisado por

un diablo, pero nadie puede negar la vital función

que realizan, conectando puestos, comerciantes

y clientes.

Textos y fotografía:Adrián Martínez

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—¿De dónde es originario? —Nací en Michoacán, pero ya ten­go más de 15 años en la capital.—¿Cuántos años tienes traba-jando de diablero? —Dieciocho años.

—¿A qué hora llega a trabajar al mercado?—Soy el más madrugador de to­dos —nos dice en tono de bro­ma— llego a las 10 de la mañana pero, normalmente, mis compa­ñeros comienzan a trabajar a las 6 de la mañana.—¿Trabaja todos los días? —Sí, no hay día de descanso, aunque los domingos me voy más temprano.

Un oficio

prehispánico que

aún sigue vigente en el

mercado de La Merced

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—¿El diablo con el que trabajas es tuyo?—Sí. Cuando empecé a trabajar tenía que alquilarlo, pero después junté para comprarme el mío propio. Lo compré en uno de los puestos del mercado. —¿Qué mercancías descarga y trasporta al mercado regularmen-te?

—Papas —y menciona en broma—

¡ah! y ayer transporté cocaína. No es

cierto, cargo tomates, jitomates, chi­

les, cebollas, por mencionar algunos

de los productos.—¿Cuántos kilos pesa un costal de papas?—De 55 a 60 kilos, dependiendo del tamaño de las papas.

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—¿En un viaje, cuántos costales carga aproximadamente? —De papas cargo hasta 10 costales, de 55 ó 60 kilos cada uno. —¿Y de jitomate cuántas cajas carga tu diablo? —De 20 a 25 cajas, dependiendo del tamaño del jitomate.—¿Dónde come? —Regularmente en el Mc Donald’s —comenta con cierta risa—. No, por lo general, nos traen de comer aquí, no hay tiempo de ir a una fon­da. Nos metemos a una camioneta descarga­da o sobre el diablo, como si fuera una mesa. A veces nos toca comer parados porque, co­miendo, llega una camioneta para descargar y tienes que dejar de comer. —¿Cuánto gana a la semana? —De 100 a 200 pesos a la semana. En cuanto a este dato, no es una cifra exacta pues, comprobamos con otros diableros que ganan hasta mil 500 a la semana. Por lo que se pudo observar a lo largo de esta entrevista, pueden ganar alrededor de 500 pesos sema­nales. En esta zona hay como 300 diableros, los cuales provienen de varios estados, como Michoacán, Puebla, Hidalgo o del estado de México (Toluca o Neza).—¿Qué opinión tiene la gente de uste-des? —¡Ay Jesús! se va a doblar, dice con voz afe­minada —dice entre risas—. Piensan que uno los lastima por lastimarlos pero, muchas veces, no escuchan cuando uno va con el diablo. Lle­vamos mucha carga y por eso vamos rápido. Cuando no escuchan que vamos a pasar, la carga nos gana, no se puede frenar y es cuan­do lastimamos a alguien. Ahí empiezan los re­clamos y recordatorios familiares. —¿Se ha lesionado alguna vez? —Sí, una vez me lastimé la columna. Se me vino una estiba de papas de10 costales de 55 a 60 kilos cada costal. Es el riesgo de esto y no tenemos ningún servicio médico, cada quien se paga este tipo de gastos. En aquella oca­sión dejé de trabajar como un mes para poder recuperarme.

Rogelio se despide ya que llega una camioneta para descargar. Hay que hacer fila y son varios los diablos que empiezan a formarse.

Polisemias urbanas

La banda no se crea ni se destruye,sólo se transforma...

y con ella sus expresiones.MAVET

El barrio es el lugar del bisne por excelencia, por eso hay que ponerse bien águila pa´ que no haya chanchullo. O mejor dicho, parafraseando al maestro Paz, porque más vale transar que ser transado. Por ello, aquí van algunas de las prácticas palabras del barrio y el bisne, para que no los chamaquien.

Bisne: Tipo de negocio informal en el que se intercam­bian bienes y/o servicios. Ej.:“Ya tengo un bisne con ese carro, voy a cambiarlo por otro mejor más un ribete” Milpa: En moneda fraccionaria equivale a mil pesos.Ej.: “La chamarra vale una milpa”Quina: Úsase para referirse a la mitad de una milpa.Ej.: ¿Cuánto le debo? Respuesta “pues te lo dejo en una quina”Ciego: Es equivalente a una quinta parte de la quina. Es decir, a cien pesos. Ej.: “El tamarindo me pidió un ciego nomás” Tostón: Fracción monetaria de usos atribuibles a 50 pesos o 50 Centavos. Ej.:“En la esquina me talonearon un tostón”Peseta: De origen gallego, la peseta representa al 25, tan­to en pesos como en centavos. Ej.: “Compré un perfume que costaba treinta, pero me lo dejaron en una peseta” Diego: Sinónimo de diez. O sea, Diez varos. Ej.: “¿Cuán­to quieres por las pinzas? Respuesta Dame un diego”.Chacharear: Pasatiempo de buscar entre los puestos para ver o comprar algo que quizá no se necesite en ese momento. Ej.: “El sábado voy a ir a chacharear a Tepis”Licar: Manera de observar o andar buscando con la mira­da. Ej.: “Bájale con mi carnal, nomás ando licándote eh”Simón: Afirmación categórica, sin miedo a retractarse. Ej.: ¿Vas a ir al toquín” Respuesta Simón” Clavar: Acción de tomar prestado algo sin avisarle a su dueño. Ej.: “Estaba atendiendo a la jefa, y ni me di cuen­ta cuando me clavaron la mercancía.” Ribete: Negociación en la que se intercambian bienes de distinto valor económico y se paga la diferencia. Ej.: “Cambié mi estéreo por una grabadora y me dieron de ribete tres discos y dos casettes.”

Espero que estas frases les sean de utilidad pa´ ga­narse una lana y sobrellevar a los lacras que se visten de tacuche, convirtiéndose en hombres y mujeres de negocios.

Todas las palabras que se emplearon en esta edi­ción y no fueron explicadas lo serán en el próximo nú­mero. Envíen sus comentarios, mentadas o ñeradas a [email protected]

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Muchos de los que habitualmen­

te fatigamos las calles del Centro

Histórico, en nuestros cotidianos

trayectos laborales, ignoramos las

riquezas que encierran sus calles.

Más allá de las sutilezas gastronó­

micas, la complejidad del comer­

cio y el esplendor arquitectónico,

también podemos encontrar es­

pacios que cobijan el desarrollo

de diversas artes y exploraciones

estéticas.

Uno de estos espacios es el

Laboratorio Arte Alameda (LAA),

uno de los pocas instituciones pú­

blicas dedicadas especialemente

al arte electrónico.

Su propuesta original, definida

en el año 2000 como una rama

especializada de Conaculta y el

Instituto Nacional de Bellas Artes,

El artedel futuroen elCentroHistórico

El Laboratorio

Arte Alameda,

especializado en

arte electrónico

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consiste en la experimentación ar­

tística y la difusión de obras crea­

das específicamente en el lugar.

Entre otros artistas, se han

presentado en sus salas grandes

maestros internacionales como

Bruce Naumann, Nam June Park,

Gary Hill y Antoni Muntadas.

También se han expuesto obras

muy complejas como el proyecto

de Toy Stories de Gerardo Suter,

que involucra fotos de gran tama­

ño, video, proyecciones, obras

para monitor y textos transferidos

a las paredes o Constelación de

Artes, magna instalación lúminica

de Thomas Glassford, que des­

lumbró a los visitantes, en la nave

central del Laboratorio. También

de este nivel de complejidad fue

la muestra interactiva Dataspace,

presentada recientemente.

Pero además de las exhibicio­

nes, conciertos y presentaciones

de artistas, muchos de los partici­

pantes en el LAA también ofrecen

talleres, conferencias y seminarios

para el público en general. Tal es el

caso, por ejemplo, de Ximena Cue­

vas, Gerardo Suter o Miguel Angulo.

“La búsqueda del LAA —afir­

ma su gerente de vinculación,

Vanessa Bohorquez López. Jefa

del Departamento de Servicios

Educativos— es ofrecer activida­

des educativas que contribuyan

al desarrollo y divulgación del arte

electrónico, por lo que mantener

cursos relacionados con nuevas

tecnologías es una de sus priori­

dades”.

Precisamente el perfil público

del LAA y su vocación docente,

implican un costo muy accesible

para muchas de sus propuestas,

además de numerosas becas es­

pecialmente diseñadas para faci­

litar el acceso a población con

bajos recursos económicos.

Cuando se de su próxima vuel­

tecita por el Centro Histórico en­

tonces, no se entretenga sólo con

su gastronomía, sus paisajes ar­

quitectónicos y sus comparas, vi­

site también este antiguo edificio

de 1682, ocupado por la iglesia

del Convento de San Diego en

la calle Dr. Mora núm. 7, que allí

puede encontrarse, tal vez, con

su vocación olvidada. La electró­

nica, el arte del futuro, traído al

presente por el Laboratorio Arte

Alameda.

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Coordinación editorialMariano Andrade y Alejandro Semo

Responsable de Casa TalaveraEmma Messeguer

Diseño Gráfico - Alejandra GaliciaViñetas - Paola Cabrera

Logística y difusiónNadia García, Joaquín AguilarMaricela Iñíguez

Colaboradores académicosDr. Jesús María SernaMoreno (UNAM)

Consejo asesorIng. José Luis ArteagaDaniel ManriqueJavier RocaJorge González TorresAntonio RuízJosé Bustamante

Luis Damián RuizFernando Monroy PaulínJorge SahagúnAlberta Hernández ArrietaDora AliciaNorma Moreno LaraFernando Roa López

d i r e c t o r i o

ABRIL

Mirada a la literatura indígena:reencuentro y reflexiones en Casa Talavera

Viernes 7, 15:00 a 16:00 hrs.Mesa redonda“La aportación filosófica de la literatura indígena a la vida contemporánea”

16:15 hrs. Mardonio Carballo (poesía zapoteca),Natalia Toledo (recital poético) yRocío González López Lena (poesía) 17:30 hrs. Pounai ­Obra de teatro náhuatl

Viernes 7, 15:00 a 16:00 hrs.16:00 a 18:00 hrs., Charlas­ Estrella Newman (escritura iconográfica)­ Macario Matus (la vida y obra de Benito Juárez)­ Jorge Cocompech (literatura yucateca)­ Carlos Huaman López

Concierto con el grupo Tribu, 17:00 hrs.

Jueves 27, a partir de las 16:00 hrs.Encuentro de literatura infantil, circo, cuenta cuentos y charlas, en el barrio de la Merced.

MAYO

Cine-ClubMiércoles, 16:00 hrs. Cine­Club para Adultos.

ExposicionesPintura e Instalción de Guillermo Älvarez,jueves 11, 18:00 hrs.

Arte Plumario, Sábado 13

Semana de ArteEncuentro y reconocimiento al blues mexicano.Del 16 al 19 a partir de las 15:00 hrs.Conciertos, clínicas, cine, pláticas...

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Acá

... viene del núm. 7

28

Pero por mas que le

hicieron la lucha por

separar a indios y

negros, el arróz ya se

había cocido

comenzó a surgir una nueva raza de mexicanos: el MESTIZAJE, o sea, puro mexicano champu-

rradón y de capirotada mas las agazajadas de

los hispanos con las indias y con las negras, que se sirvieron con la cuchara

grande, fue el mestizaje racial y cultural, casi de todo Méxi-co, con hispanos y negros mas los moros arabizados. Nóóó, ñero... fue un

parchadero... DE PELOS...

¡Ah!... cómo serás... güé... ro... Aquí en México no hay negros como en Brasil, como en las Antillas o como en gringolandia, porque aquí en México fue en donde más primero ya no se permitió la esclavitud de negros -fue pura piña porque la esclavitud siguió y sigue- y todo fue por el choro de la Independencia, que la neta fue la independencia de

los españoles, porque los mexicanos seguían y seguimos retejodidos. 29

Nomás agarra la onda, güey: trajeron tantos negros acá a México casi desde 1560 ma ó meno, que ya para 1890... aquí en la capirucha había más negriza que indios y los hispanos aunque eran gandallas y dominaban, eran menos, la mayoría de la población eran negros, mulatos, cambujos, lobos, saltapatras, y el

resto de jaladas que se les ocurrió a los hispanos para clasificar a los nuevos mexicanos. !Ah

chingá, y... qué es eso de que los negros nos trajieron cultura?

Nomás te voy a soltar dos tres de lo que se les debe a los negros. Digo, sin mencionar que el capitalismo gringo se amachino porque

de la chinga que los güeros le acomodaron a los negros nunca les pagaron ni chicles, pero aparte: El “danzón” que

ya es neto mexicano, pero que llegó de Cubita, además la rumba, el guaguanco, la guarachá, ... ¡el buti!

Por ejemplo, en gringolandia todas las rolas rockeras se deben al bluss y al jazz de los negros...

Mientras que los españoles amachinaban a México, unos se morian, otros ya eran hijos, otros llegaban, y más europeos también. Y discriminados, surge una clase popular bien a todas emes

30

No pos sí, siempre nos han hecho menos desde que quedó amachinada la invasión mas que conquista, luego la colonización, y luego la independencia, luego la reforma, luego la rola, luego, luego... pos ya ni me acuerdo güey... el cuete fué que después hubo un güey que quería ser su serenisima y excelentísimo emperador de México, algo así como “rey” a la manera mamerta europea... ese jalado fue Agustín de Iturbide. Fue un neto descuajeringue. El rollo fue que después sí trajeron a un extranjero para que de verdolaga sí la hiciera de emperador, este fue Maximiliano de Habsburgo y su ñora Carlotita que más fue una charada muy pesada que les hicieron en Austria y en Francia para desafanarse del güro Maxi pero, esta es otra historia dentro de los mismo. En ese entons Benito Juárez era presi de México. Nolo se bien pero creo que Don Benito fue el primer indígena que llegó a presidente, el segundo fue Don Porfi que después ya no quería levantarse de la silla presidencial. Parece ser que otro que también fue indígena por michi, fue don Lanzaro Cárdenas el papá. Pero después antons, puro desmadre gandallón, hasta ahora.

Hubo varios levantamientos armados de indígenas pero les dieron en toda su má. También un negro africano llamado “Yanga”, se las hace de jamón a los españoles, pero tambien le dieron pa trás

... FIN

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Los talleres en Redes/Atzaloa:ir más alláde laenseñanzaartísticano formal

Los talleres en Redes/Atzaloa:ir más alláde laenseñanzaartísticano formal

Joaquín Aguilar

El mes de febrero marcó el inicio de los talleres en el espacio de Redes /Atzaloa; una nueva aventura que busca, a través de la enseñanza artística no formal impulsar con los participan­tes proyectos elaborados en cada uno de los talleres. Desde la creación de una fonoteca sonora del Barrio de La Merced, hasta la elaboración de una sección infantil en la Gaceta Mambo La Merced

De lo profano a lo sagrado Bajo esta premisa, se tienen los objetivos claramente definidos. Así, el taller “de lo Profano a lo Sagrado” busca recuperar la memoria viva del barrio, a través de la elaboración de un calen­dario de fiestas civiles y tradicionales, así como el registro de los sucesos memorables, crónicas y leyendas de sus rincones y el mayor conocimiento del patrimonio arquitectónico y comunita­rio en general, para crear una fonoteca de las tradiciones orales y de su música y finalmente la publicación de un libro sobre la memoria y la vida cotidiana del barrio de La Merced.

Sembrar la semilla donde los niños expongan a través de la producción periodística alternativa su creatividad, su sensibili­dad, imaginación, conocimientos y puedan consolidar su per­sonalidad, al sentir que son tomados en cuenta, que tienen la capacidad de apropiarse de su entorno. Para ello, comenzarán a producir materiales de comunicación como un instrumento de participación social, conscientes de su comunidad inmediata y su entorno, haciéndolo de una manera divertida y creativa, que vaya más allá de una experiencia temporal, al lograr crear una sección propia en la Gaceta de Casa Talavera, elaborada por ellos mismos, dentro del Taller de Periodismo Infantil Alternativo

Como una continuación de este proceso de apropiación del entorno, el taller de fotografía para niños “Camaradas”, busca

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que su mirada se traduzca en la expresión de su pensamiento, a través de la sensibilización “su mundo”, captando instantáneas de los elementos que los rodean, para transformarlas en propues­tas creadas a partir de las nuevas tecnologías con presentaciones audiovisuales. Se trata de la apli­cación de estas nuevas tecnolo­gías, que impulsen la sensibili­zación artística desarrollando su creatividad e intuición, a través de una mirada distinta del entor­no que los rodea.

El sonido es otro de los ele­mentos artísticos que produce en el ser humano las más variadas emociones y sensaciones. El Ta-ller de Apreciación Sonora está enfocado a sensibilizar a los ni­ños en este aspecto. La musica­lidad de cada uno de ellos posee un potencial sonoro y musical, que muy escasas veces es visto como un medio de expresión y de auto conocimiento.

En un espacio como el Cen­tro Histórico, donde el agitado transitar de la cotidianidad pare­ce romper con toda armonía en el ambiente, existe una sinfonía que desmenuzada y controlada puede llegar a ser un motivo para crear paisajes sonoros y compo­siciones musicales. Uno de los objetivos principales de este ta­ller es que los niños aprendan a identificar los diferentes timbres de los instrumentos musicales más comunes, así como escu­char distintos tipos de música. De esta forma los niños, aprenderán a comprender y recrear su entor­no a través del juego y el sonido, como materia lúdica en donde crearán sus propios instrumentos de objetos cotidianos, para dar­les una sonoridad propia.

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Casa TalaveraTalavera núm. 20 esquinaRepública de El Salvador,

Col. Centro, tel. 5542 9963correo electrónico:

[email protected]

Casa TalaveraTalavera núm. 20 esquinaRepública de El Salvador,

Col. Centro, tel. 5542 9963correo electrónico:

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El choquede culturas en

San Lorenzo Tezonco... pág. 5

La últimay nos vamos... pág. 13