Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

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MANUAL DE ESCALAS Y CUESTIONARIOS IBEROAMERICANOSEN PSICOLOGIA CLINICA Y DE LA SALUD

INDICE

UNA INTRODUCCIÓN A LOS ASPECTOS CONCEPTUALES DE LAS ESCALAS Y CUESTIONARIOS EN PSICOLOGÍA CLINICA Y DE LA SALUD

IntroducciónTeoría clásica de los testTécnicas de construcción de escalas y cuestionariosEl proceso de construcción de una pruebaDificultades de la mediciónDesafíosReferencias

PRINCIPALES MODELOS TEÓRICOS EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD

IntroducciónComportamiento y SaludModelo de creencias en saludAnálisis empírico e investigaciones en el área de la saludModelo de la acción razonadaAnálisis empírico e investigaciones en el área de la saludModelo del Comportamiento PlaneadoTeoría de la cognición socialModelo TransteóricoObservaciones generales en torno a los modelos teóricos de la Psicología de la salud Referencias

INVENTARIO DE ROL SEXUAL

IntroducciónDescripción del instrumentoFormas de correcciónPropiedades Psicométricas del instrumento Estabilidad temporal (test-retest)Aspectos por considerar Referencias

ESCALA DE RIESGO BIOPSICOSOCIAL PRENATAL

Problema por tratar y línea de investigación que soporta la Escala de RiesgoMarco teóricoValidación de la Escala de Riesgo Biopsicosocial Prenatal en Colombia y otros paísesSegundo estudioAplicación de la Escala de Riesgo Biopsicosocial Prenatal Riesgo psicosocialSoporte FamiliarCálculo del Puntaje total riesgo biopsicosocial Instrumento Referencias

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ESCALA DE MASCULINIDAD FEMINIDAD

IntroducciónDescripción del instrumentoFormas de correcciónPropiedades psicométricas del instrumentoAnálisis de los ítemsAspectos por considerarEl Instrumento Referencias

ESCALA DE SATISFACCIÓN USUARIA PARA HOSPITALES PÚBLICOS

IntroducciónModelos teóricos del instrumentoDescripción del instrumento Formas de correcciónPropiedades psicométricas del instrumentoAspectos por considerar¿Quiénes pueden contestar esta Escala?El Instrumento Referencias

EL INVENTARIO DE DEPRESIÓN RASGO-ESTADO

IntroducciónModelos teóricos del instrumentoDescripción del instrumentoPropiedades psicométricas del InstrumentoValidación del InstrumentoAspectos por considerar El Instrucciones Referencias

UNA METODOLOGÍA COMPUTARIZADA PARA OPTIMIZAR LA ASISTENCIA LA INVESTIGACIÓN Y LA DOCENCIA CON PACIENTES CON ENFERMEDADES CRÓNICAS

IntroducciónFactores psicológicos y enfermedades crónicasDescripción del instrumentoAplicación del cuestionarioInterpretación de los resultados del instrumento Aspectos por considerar Referencias

LA EVALUACIÓN PROCESUAL DEL BURNOUT O DESGASTE PROFESIONAL: EL CUESTIONARIO BREVE DE BURNOUT

IntroducciónCuestionario Breve de BurnoutDescripción del Cuestionario Estudios realizados con el CuestionarioFormas de correcciónPropiedades psicométricas del instrumentoAnálisis comparativo de los índices de consistencia interna de dos cuestionarios relacionados Análisis de la Validez Convergente entre el MBI y el CuestionarioDiscusiónEl InstrumentoReferencias

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LA EVALUACIÓN TRANSACCIONAL Y ESPECÍFICA DEL DESGASTE PROFESIONAL: EL CUESTIONARIO DE DESGASTE PROFESIONAL DE ENFERMERÍA

IntroducciónEl Cuestionario de Desgaste Profesional en Enfermería Descripción del InstrumentoAnálisis Psicométrico Análisis descriptivoFactores de predicción y análisis de moderaciónDiscusiónEl Instrumento Referencias

ESCALA PARA LA DETECCIÓN DE LA ANSIEDAD SOCIAL

Introducción Descripción del instrumentoFormas de corrección Propiedades Psicométricas del instrumentoAspectos por considerar El InstrumentoReferencias

VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO QUE MIDE COMPORTAMIENTOS RELACIONADOS CON ENFERMEDADES DEL CORAZÓN

IntroducciónDescripción del InstrumentoDiscusión El Instrumento Referencias

VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO QUE MIDE VARIABLES PSICOLÓGICAS Y COMPORTAMIENTOS DE RIESGO/PREVENCIÓN RELACIONADOS CON EL VIH/SIDA

IntroducciónDescripción del InstrumentoProcedimientoAnálisis de los datosResultadosDiscusión El Instrumento Referencias

INVENTARIO BREVE PARA EL MODELO DE CINCO FACTORES DE PERSONALIDAD

IntroducciónModelos teóricos del instrumentoDescripción del instrumento Formas de correcciónPropiedades Psicométricas del InstrumentoAspectos por considerarEl Instrumento Referencias

UN INSTRUMENTO PARA LA PREVENCIÓN DE QUEMADURAS EN NIÑOSIntroducción Modelos teóricos del instrumentoDescripción del instrumentoForma de corrección

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Propiedades Psicométricas del instrumentoAspectos por considerarEl InstrumentoReferencias

UN INSTRUMENTO PARA LA PREVENCIÓN DE LA OBESIDAD INFANTIL LA ESCALA DE CREENCIAS DE OBESIDAD EN NIÑOS

Introducción Descripción del instrumentoForma de correcciónAspectos por considerarEl InstrumentoReferencias

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UNA INTRODUCCIÓN A LOS ASPECTOS CONCEPTUALES DE LAS ESCALAS Y CUESTIONARIOS EN PSICOLOGÍA CLÍNICA Y DE LA SALUD

 

 

Pablo Livacic-RojasAna María Fernández

Luis MenaLuis Oblitas

Pablo Vera-Villarroel

 

 

Introducción

La Psicología adoptó el estatus de ciencia debido a que abordó su objeto de estudio mediante los métodos experimentales, la aplicación de pruebas estadísticas para analizar datos y, por el desarrollo y uso de pruebas psicológicas. Estas pruebas fueron desarrolladas por distintos autores, marcando diferentes etapas del desarrollo de los constructos psicológicos, a saber:

1. Etapa Sensorio Motriz: Este período del desarrollo de las pruebas psicológicas se caracterizó por el énfasis de la medición de reacciones sensorio motoras. Entre sus más destacados exponentes se encuentran Sir Francis Galton y su discípulo Karl Pearson. Ellos crearon el primer laboratorio antropométrico en Londres en 1884, cuyo objetivo era evaluar la inteligencia a través de las capacidades sensorio motoras del ser humano. Famosos fueron sus estudios sobre la herencia, los que permitieron el desarrollo de los conceptos de regresión y correlación, los cuales fueron formalizados matemáticamente por Karl Pearson (Aiken, 2003: Cronbach, 2000: Muñiz, 1998).

2. Medición de la capacidad intelectual: El desarrollo de las pruebas para la medición de la capacidad intelectual se inicia en Francia a principios del siglo XX asociado a las demandas en la educación que el gobierno de ese país requería atender. Esta prueba de inteligencia, construida por Alfred Binet y conocida como la primera en su tipo, tenía como objetivo discriminar o seleccionar entre niños normales y niños con discapacidades intelectuales. De tal manera, este científico y su discípulo, Theodore Simón, elaboraron una prueba para evaluar indirectamente a través del logro académico algunas de las capacidades intelectuales presentes en los niños. Pocos años después y en una revisión de la escala de inteligencia de Binet-Simón, aparece el concepto de edad mental como un indicador del desempeño general de la persona (Anastasi y Urbina, 1998). Posteriormente, entre los años 1910 a 1920, Stern introdujo el concepto de CI como una relación entre la edad mental y la cronológica. En la década de los años 30, Wechsler publica la escala de inteligencia para adultos (Wechsler-Bellevue) y en 1949 publica la escala de inteligencia para niños introduciendo el concepto de CI desviación (CI basado en puntuaciones típicas o puntuaciones z).

3. Desarrollo de las pruebas de aplicación colectiva: El desarrollo de este tipo de pruebas se vio motivado por la influencia de las dos guerras mundiales durante el siglo pasado. En efecto, estos instrumentos se desarrollaron con el objeto de seleccionar contingente para formar parte de las tropas estadounidenses que participaban en los diferentes movimientos bélicos. De este modo, surgieron en 1914 las pruebas de aplicación colectiva para la medición de la inteligencia creadas por Arthur Otis. Además, se construyó el primer inventario de Personalidad estandarizado u hoja de datos personales, construido por Robert Woodworth en 1917. Esta prueba se utilizó para evaluar trastornos emocionales, la cual fue la base para la construcción posterior de otros inventarios para la medición de diferentes patologías afectivas. En este mismo año se desarrollaron los test del ejército Alfa y Beta, siendo el primero para personas alfabetas y el segundo de aplicación generalizada (Aiken, 2003, Cowles, 1989).

4. Desarrollo de los test factoriales: Estas pruebas surgen de la técnica estadística denominada Análisis Factorial. Uno de sus principales exponentes fue Charles Spearman, quien, basado en esta técnica, desarrolló su teoría de dos factores de la inteligencia (Factor g y Factor s, ver en Muñiz, 1998). El análisis

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factorial ha sido la base de test tales como el Minnesota Multiphasic Personality Inventory (MMPI), 16 Personality Factor Questionnaire (16 PF de Cattell), Raven’s Progressive Matrices (RPM), entre otros.

Por cierto, la construcción de las pruebas y desarrollo de las técnicas estadísticas para su análisis, no han ocurrido en el vacío. La vida cotidiana se ha tornado altamente compleja, razón por la cual no es posible comprender el comportamiento humano si no existen procesos y sistemas de medición ajustados a esas necesidades de evaluación e intervención (Kazdin, 2001). Hoy en día no sólo existe una disciplina psicológica más diversificada en áreas de interés y en problemáticas que resolver, sino también, es una disciplina que cuenta con un apoyo tecnológico mayor para dar cuenta de las variables de interés y de sus efectos e influencias en el comportamiento (Borges y Sánchez Bruno, 2003).

Dentro de este contexto con una orientación altamente profesionalizante, el psicólogo tiene la necesidad no sólo de aplicar pruebas válidas y confiables para reducir el error en sus inferencias y predicciones, sino también, el desafío de manejar destrezas mínimas para evaluar problemas emergentes propios de los medios sociales y culturales donde realiza su trabajo.

Por lo tanto, el presente capítulo tiene como objetivo plantear algunos conceptos básicos para facilitar la utilización de los instrumentos de medición por parte de los profesionales de la salud, de cara a optimizar su quehacer profesional.

Teoría clásica de los test

Los cimientos de la teoría clásica de los test fueron propuestos a principios de siglo XX por Spearman (Muñiz, 1996). El objetivo central de este enfoque era desarrollar un modelo estadístico que diera un fundamento sólido a las puntuaciones de los test. Según Muñiz (1998), este es un enfoque que sigue siendo utilizado para la construcción y análisis de los cuestionarios e inventarios que se utilizan actualmente debido a que es sencillo de implementar al momento de construir un instrumento y porque presenta una estructura matemática simple.

La propuesta de Spearman (Modelo Lineal Clásico) que dio origen a la Teoría Clásica de los test fue desarrollada y extendida por un número importante de autores en el ámbito de la Psicometría. Una de las características centrales de este modelo es la posibilidad de estimar los errores cuando se aplican pruebas construidas para medir variables psicológicas. Conviene destacar que en una situación de evaluación, la puntuación que se registra del sujeto se compone de dos partes, a saber: la puntuación verdadera y el error (Aiken, 2003; Anastasi y Urbina, 1998; Cronbach, 1998, Muñiz, 1998).

De acuerdo a estos autores, este modelo se puede formalizar del siguiente modo:

X = V + e

Donde, X es la puntuación registrada por el sujeto, V es la puntuación verdadera y e es el error de la medida. Para dar cuenta de esta situación, Muñiz (1998) plantea que hay tres supuestos:

Supuesto 1: Definir operacionalmente la puntuación verdadera del sujeto en la prueba. Dado que no se puede administrar reiteradamente un test a un individuo a fin de estimar su puntuación verdadera sin error, "la puntuación verdadera es la esperanza matemática de la puntuación empírica" (Muñiz, 1996, p.6). Su expresión formal es:

V = E(X)

Donde, V es la puntuación verdadera; E(X) es la media de las puntuaciones registradas.

Supuesto 2: Ausencia de correlación entre las puntuaciones verdaderas y los errores de medida. Es decir, no existiría una covariación sistemática entre las puntuaciones y el tamaño de los errores. Su expresión formal es:

Donde, es el coeficiente de correlación de las puntuaciones y el error.

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Tercer Supuesto: Si se aplicaran correctamente dos test o más, los errores obtenidos se distribuyen aleatoria mente, razón por la cual, debe existir independencia en las puntuaciones (ausencia de covarianza) y un coeficiente de correlación igual a cero. Su expresión formal es:

Donde, y son los puntajes debidos al error en las pruebas y , es el coeficiente de correlación entre ambas.

Según Muñiz (1996), estas tres asunciones serían razonables aunque de difícil demostración. Con relación a lo aquí expuesto, desde la década de los 60 en adelante se han intentado resolver algunas de las dificultades de la teoría clásica a través de otras como la Teoría de Respuesta a los Ítems (TRI). En este contexto, García Cueto (1996) plantea que algunos de los inconvenientes de la teoría clásica de los ítems son:

1. Dependencia del grupo normativo: Esta situación conlleva que las pruebas reporten indicadores estadísticos como "el poder discriminativo" o "el índice de dificultad", altamente dependientes de los promedios obtenidos por el grupo de referencia en la variable que se esta midiendo. En tal sentido, los valores obtenidos en los diferentes ítems dependerían más de las características de las personas medidas más que de la capacidad del instrumento para discriminar distintos niveles de la variable de interés.

2. Coexistencia de distintos coeficientes según como se aplique el test en los diferentes grupos: En esta situación el evaluador puede influenciar el cambio en los indicadores referidos a la confiabilidad, validez y homogeneidad de los ítems de una prueba debido a que estos se estiman a través del coeficiente de correlación de Pearson. Por lo tanto, el valor de estos coeficientes de correlación variarán en función de variaciones en las situaciones de aplicación de las pruebas. En este contexto, sería necesario que el evaluador establezca condiciones de control (constancia) que minimicen los efectos asociados a la situación de evaluación.

3. Dificultad para comparar al mismo sujeto en una misma variable, pero, utilizando diferentes pruebas: En esta situación, el evaluador debe considerar que la aplicación de formas alternas de una misma prueba puede dar como resultado diferencias en los niveles de la variable de interés, las cuales, no reflejarían las diferencias reales en los sujetos evaluados.

4. Dificultad para obtener un coeficiente de confiabilidad que sea estimado con precisión. En esta situación, el evaluador puede asumir que la aplicación de una prueba en dos momentos distintos acarrea consigo variaciones estables, lo cual puede afectar las inferencias relacionadas con el coeficiente de correlación obtenido dado que soslayaría tanto las características de los ítems y la manera en que los sujetos responden.

5. Asumir que el error típico promedio asociado a la aplicación de una prueba es independiente de la muestra que la responde: En esta situación, el evaluador debe considerar que las variaciones existentes en las puntuaciones de una muestra pueden afectar la estimación de la puntuación de un sujeto en el test, los intervalos de confianza y las comparaciones realizadas.Aún a pesar de estas críticas a la teoría clásica de los test (las cuales se basan preferentemente en la medición del rendimiento), el evaluador debería considerar este enfoque para la construcción de escalas y cuestionarios dado que se ajusta a la necesidad de medir la prevalencia de constructos psicológicos (Hambleton, 1996).

Técnicas de construcción de escalas y cuestionarios

Conceptos básicos

Según Pérez-Pareja (1996), los cuestionarios y escalas son auto informes estructurados. Estos, se presentan "de manera integrada y en forma de lista o formulación secuenciada" y se encuentran "constituidos por un formulario de preguntas o aseveraciones ante las cuales el sujeto ha de responder". En este contexto, los cuestionarios pueden construirse con preguntas que requieren del sujeto evaluado respuestas dicotómicas como: presencia/ausencia, de acuerdo/en desacuerdo, verdadero/falso, si/no, etc.

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En cambio, las respuestas de las escalas pueden darse a nivel ordinal o de intervalo, siguiendo un formato tipo Likert. Las alternativas de respuesta para este tipo de pruebas pueden ser del tipo: "nada = 0; algo = 1; bastante = 2; mucho = 3; muchísimo = 4" (Pérez-Pareja, 1996, p.305). Otra forma de respuestas utilizadas frecuentemente en la medición de actitudes es el diferencial semántico, el cual, contempla adjetivos opuestos y extremos. Estos adjetivos se relacionan con la actitud del sujeto que responde.

Dentro de la evaluación psicológica, estos instrumentos son de uso masivo y se han implementado en diferentes áreas como las cogniciones, los rasgos de personalidad y repertorios conductuales. Sin embargo, se diferencian tanto en la manera en como están construidos así como por el tipo de respuestas que requieren del sujeto.

Propiedades Psicométricas de los cuestionarios y escalas: Confiabilidad y validez.

Actualmente todas las propiedades psicométricas pueden ser fácilmente analizadas por medio de programas estadísticos computacionales. A continuación se describen la definición de los conceptos, las fórmulas y procedimientos de modo de guiar al lector para realizar los análisis correspondientes.

Confiabilidad

La confiabilidad de una prueba (escala o cuestionario) hace referencia a "la precisión, consistencia y la constancia" que tiene la medida (Álvaro, 1996). Es decir, una prueba aplicada en diferentes ocasiones en una misma muestra y en condiciones de constancia, debería arrojar resultados similares. Dentro de los métodos clásicos para estimar los coeficientes de confiabilidad encontramos el uso de formas paralelas, método de las dos mitades y el de consistencia interna (Aiken, 2003; Álvaro, 1996, Anastasi y Urbina, 1998, Cronbach, 1998, Muñiz, 1998). Cabe señalar que cada uno de estos métodos utliza un estadístico específico, a saber:

3.2.1-. Formas paralelas o formas alternas: Consiste en la aplicación de ítems equivalentes en dos formas diferentes a los mismos sujetos. Una vez obtenidos los resultados de su aplicación, se aplica el coeficiente de correlación de Pearson o su equivalente dependiendo del tipo de datos que las respuestas conlleven. Para la estimación del coeficiente de confiabilidad en pruebas con ítems medidos a nivel continuo, se utiliza la siguiente formula:

 

 

Donde, es la puntuación del sujeto i en el ítem X, es la media de las puntuaciones de X y es la desviación estándar que corresponde a una de las formas paralelas del test. Por su parte, los estadísticos

paralelos de la forma del test son: es la puntuación del sujeto i en el ítem Y, es la media de las

puntuaciones de Y, es la desviación estándar.

3.2.2-. Método de las dos mitades: A diferencia del caso anterior, una misma prueba se divide en dos mitades equivalentes (o nones y pares) y a partir de las puntuaciones en cada una de ellas se obtiene el coeficiente de confiabilidad mediante un coeficiente de correlación. Dentro de los coeficientes de correlación desarrollados para este objetivo, encontramos los coeficientes de correlación de Rulon, Spearman-Brown y el de Guttman.

3.2.2.1 Método de Rulon:

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Donde, es la varianza de las diferencias entre las puntuaciones observadas de las dos mitades de un

test, y es la varianza de las puntuaciones totales de la prueba.

3.2.2.2 Método de Spearman-Brown: Este estadístico es un ajuste matemático del coeficiente de correlación de Pearson, el cual se ve seriamente disminuido en caso de ser calculado con la mitad de los reactivos de una prueba. Además, para la correcta aplicación de esta prueba, se requiere la presencia de homogeneidad de las varianzas correspondientes a las dos mitades de la misma. Para este contraste de homogeneidad de varianzas se puede utilizar la prueba de Hartley.

 Una vez comprobada la homogeneidad de varianzas, el ajuste de Spearman-Brown contempla la longitud total de la prueba pese a que el cálculo del coeficiente de correlación se hace a partir de la mitad de los reactivos de la prueba. Para tal efecto, la formula original del coeficiente de correlación es:

Donde k es el número de veces que aumenta la longitud de la prueba y es el coeficiente de correlación original obtenido al aplicar la fórmula de Pearson.

 

Cuando se realiza el método de las dos mitades con el ajuste de Spearman-Brown, la fórmula de este coeficiente queda como sigue:

 

Donde, es el coeficiente de correlación de Pearson de dos mitades.

 

3.2.2.3 Método de Guttman: Una variante de los coeficientes de correlación anteriores es el coeficiente de correlación de Guttman, cuya formula es:

Donde, es la varianza de una mitad, es la varianza de la otra mitad y es la varianza total.

3.2.3-. Consistencia interna: Este procedimiento permite calcular el coeficiente de correlación de los diferentes ítems de la prueba asumiendo que todas las preguntas evalúan el mismo rasgo. A diferencia de los anteriores, que evaluaban la confiabilidad dividiendo los ítems de una prueba en mitades, los estadísticos alfa de Cronbach y Kuder-Richardson consideran el conjunto de correlaciones entre las posibles mitades que pudieran construirse con todos los ítems. Para calcular la consistencia interna, el evaluado debe analizar los datos de cada ítem en relación al total de ítems de la prueba (Aiken, 2003; Álvaro, 1996, Anastasi y Urbina, 1998, Cronbach, 1998, Muñiz, 1998).

3.2.3.1 Coeficiente alfa de Cronbach: En comparación a los estadísticos del punto anterior, este coeficiente tiene la ventaja de calcular el promedio de todas las correlaciones por mitades en vez de una

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sola. Además, permite calcular el aporte individual de cada reactivo a la consistencia interna total de la prueba. Para tal efecto se aplica la siguiente fórmula:

Donde, N es el número total de los ítems, es la varianza de las puntuaciones de cada item y es la varianza de toda la prueba. En este contexto, si los ítems no se encuentran correlacionados con los demás, el coeficiente de alfa será cero.

En la medida que exista una mayor ínter correlación, el coeficiente alfa será mayor y, por lo tanto, la prueba tendrá un mayor índice de consistencia interna.

3.2.3.2 Kuder-Richardson 20: Este estadístico es equivalente al alfa de Cronbach aplicado a preguntas que se han puntuado de manera dicotómica. Este tipo de respuestas es frecuentemente utilizado en escalas y cuestionarios en Psicología y que requieren que el sujeto indique si una afirmación es verdadera o falsa (Ejemplo: 1= Correcto; 0= Incorrecto).

La fórmula para calcular este estadístico es:

 

Donde, es la proporción de sujetos que responde correctamente una pregunta o ítem, es la varianza total de la prueba, N es el numero total de reactivos.

3.2.3.3 Kuder-Richardson 21: Se utiliza en lugar de la fórmula anterior cuando la proporción de respuestas correctas no varía en demasía de un ítem a otro, por lo cual, resulta apropiado utilizar la proporción media (Álvaro, 1996).

La fórmula para calcular este estadístico es:

Donde, es la proporción media de respuestas correctas para todos los ítems de la prueba, es la

varianza total de la prueba, N es el número total de reactivos, la media de la cantidad de respuestas correctas.

Validez

La validez puede ser entendida como un índice de seguridad de que una prueba mide el constructo que se intenta medir. Específicamente, la validez se ha definido como el grado en que una prueba correlaciona con un criterio externo que mide el mismo constructo, el cual puede ser otro test o unas puntuaciones predichas (Álvaro, 1996; Paz, 1996). En este contexto, el criterio externo es el que indica si el test es válido para los fines que se ha construido. Sin embargo, la validez es un concepto que involucra aspectos experimentales, estadísticos y filosóficos (Wilcox, 2003). Diversos autores señalan la existencia de diferentes tipos de validez (Aiken, 2003; Álvaro, 1996, Anastasi y Urbina, 1998, Cronbach, 1998, Muñiz, 1998), los cuales pueden reducirse a tres tipos, a saber:

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3.3.1 Validez de Contenido: Se refiere a la relevancia del contenido de la prueba la cual se puede establecer a través de la representatividad de los ítems que la componen, así como también, la totalidad del campo o rasgo objeto de la evaluación. En otras palabras, un test tendrá este tipo de validez si la totalidad de preguntas que se han incluido en él son una muestra representativa y extensa del rasgo que se está midiendo. Sin embargo, es oportuno señalar que el índice de validez de contenido depende de las personas que construyen la prueba, así como el grado de conocimiento del área evaluada. Una de las formas más fáciles de calcular este tipo de validez es el coeficiente de acuerdo entre jueces o interjueces (índice conocido como CAI; en León y Montero, 2002; Cohen y Swerdlik, 2001). El coeficiente de acuerdo interjueces, se calcula elaborando una pauta donde se le pide a un juez experto que indique si cada uno de los reactivos de una prueba miden o no, el constructo en cuestión. De este modo, este procedimiento permite medir el grado de acuerdo o consistencia que existe entre 2 o más evaluadores (jueces, expertos), acerca de la validez de contenido de los reactivos presentados.

La fórmula para realizar este cálculo es la siguiente:

Donde, corresponde al numero de jueces o evaluadores que considera apropiado un reactivo, y corresponde al número total de jueces que evalúa dicho reactivo.

3.3.2 Validez referida a un criterio externo: Dado que este tipo de validez refiere al grado de correlación entre el test construido y un criterio externo, encontramos dos sub tipos, a saber:

a-. Validez concurrente: Se refiere al índice de correlación existente entre la prueba construida y otra prueba que evalúan el mismo rasgo. Este indicador se obtiene mediante el coeficiente de correlación de Pearson

b-. Validez predictiva: Este tipo de validez se utiliza cuando el evaluador pretende hacer predicciones en una variable sobre la base a las puntuaciones de las puntuaciones obtenidas en la prueba. En otras palabras, indica el grado en que las puntuaciones en una variable criterio futura se correlaciona con las puntuaciones predichas por los resultados de la prueba aplicada. El indicador del índice de validez se obtiene mediante la regresión de la puntuación de la prueba sobre la variable criterio. El estadístico utilizado es la regresión lineal simple.

3.3.3 Validez de Constructo: Este tipo de validez se refiere a la definición clásica que se ha dado de validez. En otras palabras, que la prueba aplicada evalúe todos los componentes del rasgo que intenta medir. Esta validez hace referencia al grado de concordancia entre los resultados obtenidos al aplicar una prueba y los planteamientos o hipótesis teóricas existentes sobre el campo o rasgo evaluado (Alvaro, 1996).

El proceso de construcción de una prueba

Este procedimiento permitirá al evaluador obtener los indicadores de los constructos que requiere medir en su investigación. En tal sentido, es oportuno subrayar que cuando el investigador construye un instrumento debe tener presente que:

a) Un mismo constructo se puede manifestar a través de múltiples variables observadas y,

b). Una misma variable puede reflejar distintos constructos.

Dentro de las estrategias para la elaboración de instrumentos, el investigador puede llevar a cabo su tarea según los objetivos que desee alcanzar. En tal sentido, según Miguel-Tobal (2001) encontramos tres estrategias diferentes para su elaboración a saber: racional, empírica y factorial.

Estrategia Racional: Consiste en la elaboración de reactivos basado en el contenido de la teoría que esta a la base de un constructo que el evaluador tiene por interés en medir.

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Estrategia Empírica: Consiste en la elaboración de reactivos basado en el interés de discriminar entre grupos de sujetos que presentan la variable a evaluar en distinto grado (Por ejemplo, sujetos normales v/s sujetos ansiosos).

Estrategia factorial: Los ítems son seleccionados de acuerdo a criterios estadísticos acerca de la distribución de factores que conforman un constructo. Por ejemplo, si estamos midiendo el constructo de inteligencia g, los reactivos que evalúan lenguaje y aritmética (ámbitos teóricamente diferentes) se agruparían en factores distintos dentro de este constructo.

Adoptando alguna de estas estrategias, el evaluador puede alcanzar los objetivos que persigue al construir un instrumento pasando por una serie de fases:

FASE 1: Conceptualización del Constructo.

Esta fase tiene por objeto identificar y generar las dimensiones a evaluar por el instrumento. Para tal efecto, el investigador debe hacer una revisión teórica y/o realizar entrevistas semi estructuradas para identificar las dimensiones emergentes del constructo.

FASE 2: Construcción de los ítems o reactivos.

En esta etapa, y de acuerdo con las dimensiones pre-establecidas, el evaluador debe redactar los reactivos correspondientes a cada ámbito o factor que se va a medir. En tal sentido, a fin de seleccionar los ítems que presenten mayor validez y consistencia, se sugiere la construcción del triple de los reactivos necesarios para el instrumento o la escala definitiva.

FASE 3: Aplicación de la prueba inter-jueces.

Los reactivos construidos según los criterios de la etapa anterior deben ser evaluados a través del criterio de expertos. En tal sentido, se requiere que para el análisis y pertinencia de los mismos, al menos 10 profesionales expertos en la temática procedan a evaluar la validez de contenido muestral de cada uno de ellos.

Previo a este paso (evaluar validez de contenido), se utilizan pruebas estadísticas que entregan indicadores acerca del grado de acuerdo de los expertos. Dependiendo del nivel de medición de los reactivos, algunas de las técnicas que se pueden utilizar son el índice de concordancia de Kendall, el coeficiente de acuerdo inter jueces o el coeficiente Kappa.

FASE 4: Aplicación Piloto.

Esta etapa se debe aplicar la prueba en una muestra que es no objeto de intervención posterior (muestreo no probabilística de tipo accidental), y que tiene por objeto evaluar aspectos propios de la administración de la prueba tales como: nivel de comprensión los ítems, de las instrucciones de la prueba y tiempo de respuesta. Posteriormente, en función de esta muestra, se realiza un análisis preliminar de la confiabilidad del instrumento a fin de evaluar la consistencia interna del mismo y eliminar ítems con varianza cero (con ausencia de discriminación).

FASE 5: Aplicación y ensamblaje definitivo del instrumento.

Para este propósito, se toma una muestra normativa con el objeto de obtener los indicadores psicométricos definitivos de confiabilidad y de validez. Esta muestra requiere ser de tipo probabilística y estratificada proporcional, cuyo tamaño definitivo se puede calcular con un error de muestreo y nivel de significación de a = 0.05 o bien a = 0.01.

Según el tipo de prueba elaborada, se pueden obtener índices de confiabilidad y validez. Para la confiabilidad se utilizan la consistencia interna (Por ejemplo Alfa de Cronbach. Ver apartado 3.2.3.1 de este capitulo), y para la validez del instrumento, aplicar el Análisis Factorial Exploratorio y Confirmatorio.

Igualmente, existen otros aspectos relacionados con los instrumentos de medición como el tipo de reactivos que se utilicen, la escala para su ponderación, que determina diferencias respecto a la interpretación de los resultados de las puntuaciones en relación a grupos de referencia específicos que se busca evaluar, los cuales, sirven para realizar inferencias respecto a la prevalencia, adecuación, diferenciación y, finalmente, evaluación del constucto de interés.

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En este sentido, Cohen y Swerdlick (2001) realizan una distinción entre los instrumentos destinados a evaluar una variable con base a una norma (rendimiento general de la población de interés), y los instrumentos referidos a un criterio (determinar si la persona que responde la prueba posee, en mayor o menor medida una variable de interés). De esta forma, los instrumentos con referencia a una norma, expresan la cantidad o calidad que posee una persona en una variable o constructo que se desea evaluar, teniendo como base la prevalencia del constructo en la población general.

Por otro lado, las pruebas con base a un criterio, permiten discriminar entre grupos con características particulares, sean estos un constructo psicológico, una psicopatología, o una habilidad particular.

Dificultades de la medición

A fin de favorecer que el instrumento de medición tenga la calidad suficiente para medir los factores propios de los constructos de interés, el evaluador debe considerar que las respuestas de los participantes pueden estar sujetas a fuentes de errores, las cuales generan distorsiones (Garriga, 2001). Estas distorsiones de las respuestas probablemente afecten los resultados del instrumento a pesar del contenido que tenga. Miguel- Tobal (2001) señala como tipos de distorsiones de respuestas la simulación o falseamiento, la deseabilidad social y las tendencias de respuestas.

Simulación o falseamiento: Ocurre cuando el sujeto que responde el instrumento busca de manera voluntaria falsear las respuestas y con ello, el resultado que arroja el instrumento, escala o cuestionario que se le aplique. A fin de reducir este fenómeno, se han utilizado dos estrategias:

1. Persuadir mediante las instrucciones a la persona que responde a que lo haga con honestidad en aras de la valoración de su colaboración y de la utilidad de los resultados.

2. Incluir escalas de sinceridad en el instrumento a fin de detectar los casos en que las personas que lo responden están falseando la información.

Deseabilidad Social: Ocurre cuando el sujeto emite de manera inadvertida respuestas que de manera consistente dan una mejor imagen de sí mismo. Una de las estrategias que se han desarrollado para controlar esta distorsión es la incorporación de escalas de sinceridad.

Tendencias de respuestas: Ocurren cuando el sujeto responde de manera consistente en función del formato de respuesta exigido en vez de responder al contenido del ítem. Dentro este tipo de distorsión encontramos dos subtipos, a saber:

1. Aquiescencia o asentimiento: Es la tendencia a responder de manera afirmativa sin considerar el contenido de los ítems. Generalmente este tipo de casos ocurre cuando el formato de respuesta es dicotómico (Ejp: Sí o No, Verdadero o Falso, etc).

2. Errores escalares: Es la tendencia de los sujetos a responder en el centro de la dimensión del continuo por sobre los extremos. Estas respuestas ocurren de manera inadvertida e involuntaria y sin considerar el contenido del ítem. Para abordar esta distorsión se ha desarrollado pruebas estadísticas que lo midan.

Desafíos

En el contexto de una crítica a la verdadera industria que se ha generado alrededor de la construcción de instrumentos de medición, y particularmente a las pruebas de inteligencia y evaluación de Aptitudes (como las pruebas de selección universitaria) se ha planteado que la medición es un área de la disciplina psicológica, claramente susceptible a cambios en las demandas económicas de la sociedad, mas allá del verdadero interés científico por medir, evaluar e influenciar constructos de interés (Stenberg, 1992). Por ejemplo, la medición de la inteligencia así como de otros procesos psicológicos (la personalidad, las psicopatologías, las cogniciones y los auto reportes de comportamientos) no son una tarea fácil dado que son constructor latentes y susceptibles de observación de manera indirecta a través de las respuestas manifiestas de un sujeto a un conjunto de ítems, razón por la cual, se requiere de modelos cada vez más sensibles y refinados para dar cuenta de los factores en estudio (Meijer y Baneke, 2004). Sin embargo, los métodos utilizados por varios evaluadores no ha cambiado mucho desde sus inicios a comienzos del siglo XX, y las diferentes pruebas, escalas o cuestionarios en general, no varían mucho, simplemente se actualizan sus contenidos, de acuerdo al paso del tiempo.

La mayoría de los "consumidores" de instrumentos de medición, desea obtener pruebas que ayuden a predecir el rendimiento de las personas en un dominio particular, así como pruebas que sean consistentes

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con sus formas alternas o su aplicación consecutiva. Igualmente, la estandarización (o la adecuación empírica de una prueba desarrollada en un contexto distinto de aquel en que se aplica), pasa a ser fundamental para el usuario de los instrumentos de medición psicológica (Stenberg, 1992). La correlación con otras pruebas que midan un constructo similar, así como la facilidad de administración e interpretación, la objetividad de las puntuaciones y la apreciación del costo/beneficio; son todos aspectos que el autor destaca a la hora de optar por un instrumento en particular. Sin embargo, la mayoría de las pruebas de personalidad, inteligencia y aptitudes existentes en el mercado, cumplen con estos y otros criterios psicométricos de forma adecuada. Por lo tanto, el principal sentido de continuar desarrollando instrumentos en esta área ha sido la búsqueda de instrumentos que reflejen los avances teóricos de la conceptualización de la inteligencia y las aptitudes, más allá de las propiedades psicométricas particulares de un instrumento específico.

De igual forma, Millon (2003), reconoce que la psicología clínica, así como la conceptualización empírica de la psicopatología, amerita la consistencia entre teoría, constructos y variables particulares con los instrumentos diseñados para medirlos, buscando la correspondencia empírica entre el constructo, tratamiento, evaluación e intervención psicológica. Cronbach (1998), así como Kerlinger y Lee (2001), también reconoce que el desafío fundamental de la elaboración y utilización de instrumentos consiste en determinar cómo medir de forma apropiada un constructo (validez), así como la apreciación de la utilidad del instrumento que se utilice para evaluarlo.

 

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PRINCIPALES MODELOS TEÓRICOS EN PSICOLOGÍA DE LA SALUD

 

Pablo Vera-VillarroelPablo Livacic-Rojas

Ana María FernándezLuis Oblitas

 

Introducción

La Psicología de la Salud es una rama de la Psicología que emerge en la década de 1970 y que se orienta a evaluar y modificar los comportamientos de la salud con relación a la enfermedad. Según Fernández, Amigo, Pérez Álvarez y Fernández-Hermida (2003), los ámbitos de aplicación de Psicología de la Salud son los de promoción en salud, prevención de las enfermedades, evaluación y tratamiento de enfermedades específicas y, evaluación y mejora del sistema sanitario. En este sentido se han desarrollado diversas técnicas, procedimientos y modelos teóricos que buscan describir y explicar las variables que afectan los comportamientos en Salud. Así, el presente capítulo tiene por objetivo hacer una revisión acerca de los diferentes modelos de salud y las implicancias que conlleva su aplicación e implementación como programas de intervención de corto alcance (terapia) o de largo alcance (programas sociales de intervención comunitaria, regional o nacional), y de la misma forma, mostrar de manera resumida los principales modelos en los que se basan la mayoría de las escalas y cuestionarios en Psicología de la Salud.

Comportamiento y Salud

Conforme el ser humano va transitando por diferentes períodos del desarrollo, sus repertorios conductuales se van haciendo más complejos y a la vez más extensos, lo cual, permite que el individuo sea capaz de enfrentar las contingencias del medio tanto de manera directa como indirecta. Ciertamente, estos cambios en el comportamiento no ocurren en el vacío, sino que se asocian con procesos fisiológicos relacionados con la maduración y con el aprendizaje. En este contexto, el aprendizaje es relevante para analizar y explicar los comportamientos relacionados con la salud, es decir, permite dar cuenta en términos de causalidad múltiple la conducta saludable como la de enfermedad (Vera-Villarroel, 1999).

Dado lo anterior, el hecho que una persona realice o no una determinada conducta puede aumentar la probabilidad de adquirir o no una enfermedad, así como también, una vez adquirida una enfermedad, formar parte activa del tratamiento mediante acciones que permitan la mejoría. En otras palabras, la conducta o comportamiento de la persona es parte importante dentro de la ecuación funcional dado que ésta se encuentra influida por los principios del aprendizaje que permiten aislar aquellos factores o variables relacionados con la adquisición, mantenimiento y/o eliminación de diferentes conductas saludables o no saludables. Por ejemplo, si analizamos un simple resfrío podemos observar que existen diferentes probabilidades de adquisición o no del mismo si es que la persona se abriga o no ante cambios de temperatura, si ha existido una alimentación previa adecuada o, si existen pocos factores estresantes que influyan sobre el sistema inmunológico. De igual modo sucede con el tratamiento una vez padecidos los síntomas del resfrío. Es decir, consumir fármacos, jugos de frutas que contengan altos niveles de vitamina C y guardar cama entre otros (Vera-Villarroel, 1999). En todo ello está implicado que el sujeto realice o no ciertas conductas que ha aprendido. Esta adquisición de comportamientos es explicada adecuadamente por los principios de la Psicología del Aprendizaje.

Aunque lo anterior parezca una perogrullada dado el alto volumen de información existente acerca de los riesgos que conlleva el no emitir determinadas conductas para prevenir enfermedades, no es menos cierto que sorprende y preocupa la inconsistencia que existe en el comportamiento saludable y los índices de distintas enfermedades a nivel mundial. De igual modo, sorprende que el alto volumen de investigación y de publicaciones no tenga como consecuencia resultados que generen teorías y propuestas de intervención más consistentes a nivel de políticas públicas (Silva, 1997).

Probablemente, una de las causas de este panorama esté basada en que las enfermedades se adquieran por desconocimiento de la información, porque su sobreabundancia provoca desorientación sobre qué

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conducta seguir, o bien, porque en muchos de los estudios no prospectivos, los investigadores se centran sólo en las condiciones presentes sin atender a aquellos factores que pudieron haber estado presentes previos a la ocurrencia del cuadro.

Así, Bayés y Ribes (1992; Ribes, 1990) han señalado en su modelo psicológico de la salud biológica que muchas de estas conductas de enfermedad estarían explicadas porque las consecuencias negativas de la conducta no saludable no son inmediatas, sino que están diferidas en el tiempo (Bayés y Borrás, 1999). En este sentido, estas dificultades serían problemas de contingencias entre las consecuencias y los comportamientos. Según Ribes (1990) y Piña (2003) dentro de los comportamientos para prevenir la cronicidad de estados y del deterioro del individuo encontramos la promoción de conductas de adhesión al tratamiento, la eliminación de conductas que interfieren en la eficacia de tratamientos biomédicos y el aumento de la inmunocompetencia por reducción de las reacciones de estrés. Algunos ejemplos de ello se observan en la conducta de fumar, consumir alcohol, la ausencia de uso del preservativo para prevenir VIH/SIDA y el embarazo no deseado y el consumo de estupefacientes entre otros.

En este contexto, Silva (1997) señala que aún en el ámbito de la epidemiología esta situación no es del todo alentadora dado que con cuatro décadas de costosas e intensas investigaciones, los resultados obtenidos respecto a determinar las causas de las conductas de riesgo son decepcionantes. Este autor señala que, conductas de riesgo como el hábito de fumar, consumo de grasas saturadas y sedentarismo son factores muy inespecíficos para dar cuenta de padecer dificultades de salud porque la mayoría de los enfermos no se encuentran afectados por ellos, por lo tanto, son de escaso valor predictivo. Por ejemplo, los resultados obtenidos por el Pooling Research Group en 1978 mostraron que sólo cerca del 10% (sobre una muestra de 7.000) de las personas a quienes se les evaluó la presencia de cardiopatías presentaban las conductas de fumar y ser hipercolesterolémicos e hipertensos. De este reducido grupo, sólo el 13% tuvo ataque cardíaco en el siguiente decenio.

Lo anteriormente expuesto nos entrega luces de cuan relevante son los modelos que se desarrollen para dar cuenta de los comportamientos relacionados con la salud y cuan predictivos resultan junto a otros factores para padecer una enfermedad. Esto cobra mayor relevancia si consideramos que el campo de la Psicología de la Salud es la intersección entre factores relacionados con la modificación de los estilos de vida y la aparición o evolución de enfermedades que pueden conducir al aumento en los índices de morbilidad en la población (Florez-Alarcón, 2000). Aún teniendo presentes estas ventajas, es oportuno señalar que la interacción entre el modelo psicológico y el biomédico se ve favorecida por la falta de consistencia que cada uno por si sólo es capaz de entregar para dar cuenta de los comportamientos relacionados con la salud y la enfermedad (Fernández et al, 2003).

Otra variante es las posiciones que señalan que las conductas saludables más que verse explicadas por las creencias que individuo tiene acerca la probabilidad de adquirir una enfermedad, ésta debería explicarse por las relaciones conducta verbal-conducta motora del individuo en relación con las variables antecedentes y consecuentes. Puesto que esta propuesta se basa sobre desarrollos teóricos recientes, aún los resultados no logran dar un panorama que permita aunar los factores comunes a la conducta saludable (Moreno y Roales-Nieto, 2003).

Paralelamente a los enfoques expuestos, algunos modelos cognitivos han intentado dar cuenta del comportamiento saludable a partir de las actitudes y creencias que las personas tienen, dado que éstas serían las determinantes para explicar las acciones de auto cuidado o enfermedad y, finalmente, el que se realice o no un determinado comportamiento saludable.

Modelo de creencias en salud

El modelo de Creencias de la Salud (MCS) surgió en los años cincuenta, a partir de los trabajos realizados por algunos psicólogos sociales en el servicio de salud pública de Estados Unidos, quienes buscaban respuesta a los resultados limitados de varios programas de prevención sanitaria (Paéz, Ubillos, Pizarro y Canelón, 1994). Este modelo ha sido uno de los más utilizados en Psicología de la Salud para dar cuenta de los comportamientos saludables y preventivos de la enfermedad (Moreno y Roales-Nieto, 2003). Como modelo, se encuadra en una línea de teorías cognoscitivas, que plantean al ser humano como un ser racional que busca maximizar los beneficios y minimizar los costos o riesgos de su conducta (Paéz et al., 1994). Es necesario tener presente, sin embargo, que a pesar de su alta difusión y puesta en práctica, diferentes investigaciones han reportado resultados más bien contradictorios respecto a su validez explicativa (Moreno y Roales-Nieto, 2003).

El Modelo de Creencias de la Salud supone que las acciones preventivas son función de la preocupación que tiene una persona por evitar una enfermedad y la creencia de que una o algunas acciones de salud determinada prevendrán la enfermedad (Becker, 1990; Rosenstock, Strecher y Becker 1988).

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Los componentes de este modelo son:

1. La preocupación general por la salud: Es la creencia que tiene la persona que la reducción de las amenazas a la salud es algo importante y positivo.

2. La susceptibilidad percibida: Está constituida por la percepción que tiene la persona del riesgo de contraer la enfermedad.

3. La severidad percibida: Son las creencias que tiene la persona acerca de las consecuencias de contraer la enfermedad.

4. Las barreras y facilitadores psico-sociológicos: Estos son el resultado de la comparación entre los costes y beneficios percibidos por realizar la conducta preventiva.

5. La percepción de autoeficacia: Es la expectativa que tiene la persona sobre sí misma en torno a ser capaz de ejecutar una acción dada, en forma exitosa. Esta variable se incorporó recientemente, tomada de la teoría cognoscitiva social de Bandura (1987), a fin de explicar cambios de largo alcance, particularmente en el caso de enfermedades crónicas y modificar hábitos de larga data.

En consecuencia, "el Modelo de Creencias de la Salud postula que para que ocurra un cambio en la conducta de la salud de una persona en la dirección deseable, ésta deberá sentirse amenazada con su patrón de comportamiento presente, creer que el cambio será beneficioso para ella, creer que éste tendrá un mínimo de consecuencias negativas y sentirse competente para ejecutar la debida acción" (Collazo, 1994, p. 28). En el modelo se contemplan además las claves para la acción, los estímulos internos como síntomas de una enfermedad o externos (los anuncios en los medios de comunicación, relaciones interpersonales) y, avisos escritos que impulsen a la persona al cambio conductual deseable. No obstante, el efecto de estos estímulos, hasta el momento, ha sido poco estudiado (Latorre y Beneit, 1994).

 

Gráfica 2 - Esquema del Modelo de Creencias de la Salud

 

(Adaptado de Becker, 1990; Collazo, 1994).

 

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Análisis empírico e investigaciones en el área de la salud

Este modelo ha sido utilizado para generar investigación en el campo de la promoción de la salud y del cumplimiento de tratamiento médico. Algunas de las conductas preventivas que se han estudiado son: inoculación contra enfermedades, profilaxis dental, chequeos generales preventivos, tabaquismo, auto exámenes en la detección temprana de tumores malignos y dietas para el control de la obesidad, entre otras. Los últimos estudios generados por este modelo tratan, de forma importante, sobre la conducta sexual y la prevención de VIH, no obstante los resultados en torno al poder predictivo de sus variables, en algunos casos no son lo bastante claros, a pesar de su importancia y nivel de influencia en el campo de la Psicología de la salud (Latorre y Beneit, 1994). Sin embargo, cabe destacar que en todos los estudios y para los diferentes comportamientos de la salud, las barreras percibidas resultan ser el mejor predictor entre todas las variables del modelo, seguido por la susceptibilidad y finalmente, la severidad presenta una escasa relevancia pronostica cuando la conducta de salud es preventiva, aumentando su influencia cuando la persona se encuentra enferma (Collazo, 1994).

 

Modelo de la acción razonada

Un modelo similar al de las creencias de la salud, aunque enraizado en el marco más general de las investigaciones sobre actitudes, es la teoría de la acción razonada de Fishbein y Ajzen (Ajzen y Fishbein, 1980; Fishbein y Ajzen, 1975). Este modelo busca la integración de factores actitudinales y comportamentales para explicar las conductas de salud de tipo volitivo. En esta teoría el concepto central lo constituye la intención conductual que es entendida como la causa primera de la conducta y operacionalizada como el juicio probabilístico que emite un sujeto acerca de ejecutar o no ejecutar un comportamiento (Morales y Moya, 1994). No obstante, la intención conductual depende directamente de las actitudes, las cuales, a su vez, son función de las creencias acerca de las consecuencias de la conducta en cuestión y las normas sociales que influencian la posibilidad de ejecutar una conducta.

Los componentes del modelo son:

1. Actitud hacia la conducta: Son las creencias que tiene la persona en torno a los efectos que tendrá la acción y de la evaluación que realiza acerca de sus probables consecuencias.

2. Norma subjetiva: Es la percepción que la persona tiene acerca de lo que los otros significativos piensan acerca de si uno debería o no realizar una conducta de interés y de su motivación para cumplir con dichas creencias. Se encuentra basada en los referentes normativos que pueden sustentar el comportamiento (padres, amigos, etc) y junto con las actitudes hacia la conducta influencian las intenciones conductuales (Albarracín et al., 2000).

3. Creencias sobre las consecuencias de la Conducta y la posterior evaluación de las consecuencias.

4. Creencias normativas: Son los supuestos que la persona tiene acerca de lo que los demás esperan de ella. En otras palabras, refiere a la motivación para acomodarse.

5. La intención conductual: Es el elemento "gatillante" de la conducta (Latorre y Beneit, 1994).

 

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Gráfica 2 - Esquema del Modelo de la Acción Razonada

 

(Adaptado de Ajzen y Fishbein, 1980).

Análisis empírico e investigaciones en el área de la salud

Este modelo fue modificado en dos puntos relevantes. Por una parte, plantean que la conducta previa afecta tanto a las actuales intenciones conductuales como a la conducta futura y, por otra parte, que las actitudes pueden influir directamente en la conducta además de influirla indirectamente por medio de las intenciones conductuales. El aumento de la capacidad explicativa se extendió gracias a la inclusión de estos factores, situación que fue demostrada en algunos trabajos sobre ingestión de alcohol y drogas y que posteriormente han sido aplicados a diversas áreas de la investigación en salud (Páez, Ubillos y Pizarro, 1994).

Otro factor que se incluyó recientemente en el modelo, es la medición de las actitudes no sólo ante la conducta, sino también frente a alternativas conductuales (por ejemplo, usar o no preservativo). Este elemento ha mostrado en varias investigaciones aumentar la capacidad predictiva del modelo (Tesser y Shaffer, 1990).

El modelo de la acción razonada ha generado un gran número de investigaciones en el campo de la salud; control de obesidad, drogadicción, aseo dental, planificación familiar y prevención de VIH, entre otras (Fishbein, 1990; Latorre y Beneit, 1994).

Modelo del Comportamiento Planeado

Con la finalidad de ampliar el Modelo de la Acción Razonada, Ajzen en 1988 adicionó un componente que denominó percepción de control de la conducta. Este factor intenta predecir las conductas voluntarias e involuntarias (Ajzen y Madden, 1986; Madden, Sholder y Ajzen, 1992). El control percibido hace referencia a la percepción de obstáculos internos (falta de habilidades, competencias) y externos o situacionales (accesibilidad, colaboración de otros (Páez, Ubillos y Pizarro, 1994), factor que ha mostrado tener efectos directos e indirectos sobre la conducta, en niveles incluso mayores que la intención conductual (Chaiken y Stangor, 1987).

De igual forma, se ha descubierto que existe una tendencia bastante extendida entre las personas denominada Ilusión de Control, que consiste en la tendencia a tener la ilusión optimista de su capacidad de controlar la realidad (Páez, Ubillos y Pizarro, 1994), factor que, aplicado al ámbito de la salud indicaría

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en que medida las personas se sienten controlando sus conductas preventivas o de tratamiento. En el caso que la persona se encuentre enferma, se presentaría un sesgo positivo que ha resultado ser un factor explicativo en conductas de riesgo y prevención (Chaiken y Stangor, 1987).

Existen investigaciones donde el control percibido ha resultado ser relevante como factor predictivo y explicativo de conductas preventivas en salud como es el caso del uso del cinturón de seguridad, conducta sexual en jóvenes, y reducción de peso (Collazo, 1994).

Aportando de esta forma la inclusión de una variable que contribuye a la conformación de un cuerpo teórico y empírico más comprensivo en el área de la Psicología de la salud.

Un ejemplo de su aplicación ha sido la aplicación del modelo del comportamiento planeado en las conductas de tránsito (Moyano, 1997; Olivos y Martínez, 1999). Esta línea de trabajo ha resultado ser un aporte a la aplicación de este modelo en problemas contingentes y de relevancia social. De esta forma, nuevos estudios han abordado una gran variedad de campos, destacándose la aplicación al área de la conducta sexual, en pro de aportar al desarrollo de la prevención del VIH (Petty, Wegener y Fabrigar, 1997).

No obstante lo anterior y, como fue desde sus comienzos, este modelo y su aplicación al campo de la salud continúan en pleno desarrollo, enfrentando nuevos desafíos y campos a explorar.

Teoría de la cognición social

La teoría da la cognición social desarrollada por Albert Bandura es una teoría psicológica general y que ha influido de gran forma en la explicación y predicción de la conducta de la salud. Este autor plantea que la implementación de conductas preventivas y de tratamiento de enfermedades, requiere que las personas influyan en su propia motivación y conductas. En esta línea el aumento de conocimiento sobre los riesgos para la salud de las personas constituye un elemento imprescindible para el cambio autodirigido (Bandura, 1987).

De acuerdo con este autor, la conducta autorregulada es la clave tanto para el cambio conductual como para su mantenimiento. Para que dicha conducta se implemente, la persona requiere de la adquisición de destrezas, competencias y de una fuerte creencia en sus propias capacidades para ejercer control sobre éstas.

Así desde este marco conceptual, el cambio de la conducta estaría en función de:

1. Las expectativas de logro que tiene la persona de ejercer la conducta.

2. Las expectativas de logro sobre su capacidad para ejecutar la conducta en forma exitosa.

Si estas expectativas son negativas, anulan el potencial motivacional de las expectativas de logro. Las expectativas de logro sobre su capacidad para ejecutar la conducta se agrupan en el concepto de Autoeficacia y se postula que afectaría directamente el pensamiento, la motivación, el afecto y finalmente la acción (Glasman, Acosta y Albarracín, 1997).

Bandura desarrolló un programa de aplicabilidad de su modelo, mediante un trabajo relacionado con la instauración de conductas preventivas en VIH, mostrando que este resulta aplicable a cualquier tipo de problema da salud. El autor, propone tres componentes necesarios para generar un cambio autodirigido, a saber:

1-. La información es una precondición para el cambio: Las personas deben ser informadas y tener conciencia en cuanto a la existencia de enfermedades y riesgos para la salud, factores predisponentes a la enfermedad, formas para impedir el contagio o medidas de tratamiento que se debe seguir, en el caso de que la persona se encuentre enferma, aunque las evidencias empíricas muestran que el conocimiento es una condición necesaria pero no suficiente para el cambio (Koniak y Brecht, 1997).

2-. El desarrollo de destrezas y capacidades sociales son necesarias para ejecutar el cambio: Una vez que las personas se han auto convencido de que deben efectuar un cambio en sus conductas de salud, éstas deben desarrollar habilidades para llevarlo a cabo.

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3-. El perfeccionamiento y dominio de las destrezas adquiridas: Las personas deben manejar las habilidades adquiridas de forma proficiente y espontánea, esto contribuye al desarrollo de la auto eficacia.

Algunos trabajos que se han realizado utilizando este programa han mostrado resultados positivos, ejemplo de ello ha sido que jóvenes que recibieron este tipo de intervención mostraron mayor nivel de conocimiento y actitudes más favorables al uso del condón que un grupo de control (Collazo, 1994).

Diversos estudios respaldan la relación entre auto eficacia y conducta de la salud tales como disminución del consumo de grasas, uso de preservativos, dejar de fumar (Bandura, 1987). Un ejemplo más específico de este respaldo empírico lo constituyen los estudios de auto eficacia y su relación con las conductas de salud. En todas estas investigaciones la auto eficacia resultó ser un predictor consistente del cambio exitoso de la conducta, tanto a corto como a largo plazo. Otros estudios han mostrado que una percepción positiva de auto eficacia reduce el dolor e inflamación en pacientes con artritis reumatoide, y para concluir de nombrar algunos ejemplos de la influencia y poder explicativo de este factor, cabe mencionar que junto con las expectativas de logro, la auto eficacia resultó ser un buen predictor de la intención de realizar conductas preventivas del cáncer de seno (Collazo, 1994).

Modelo Transteórico

Este modelo es conocido también como un modelo de Estadios de Cambio, propuesto por Prochaska y DiClemente (1982; Prochaska y DiClemente, 1992). La tesis central de esta aproximación es que las personas pasan por diferentes etapas dentro de un proceso de cambio independiente de la naturaleza de la intervención. Los sujetos, por lo tanto, deben pasar por cada uno de ellas antes de realizar el cambio definitivo o terapéutico. Este modelo cuenta con diversas áreas de aplicaciones, siendo principalmente el área de adicciones (consumo de cigarrillos, drogas y alcohol) donde se cuenta con mayor apoyo empírico en la actualidad (Sanabria, Alvarez, Hurtado y Trujillo, 2000).

Las etapas o estadios por las que un sujeto pasa antes de cambiar sus comportamientos son:

1. Precontemplación; Aquí los sujetos no perciben el problema, es decir, no evalúan como dañino sus conductas, presentando entonces ninguna intención de cambio.

2. Contemplación; Aquí los sujetos piensan en cambiar su conducta aunque solo se queda esto a nivel cognitivo y no se traduce en una conducta motora. Los sujetos consideran que deben cambiar su conducta, han analizado que no es conveniente continuar con esos hábitos y que, por lo tanto, es perjudicial continuar así. Sin embargo, no hacen ningún plan de cambio.

3. Preparación; En esta etapa los sujetos empiezan a elaborar planes para el cambio, ejemplo pueden iniciar una terapia o programa de rehabilitación e interrumpirlos. También realizan cambios iniciales y pequeños, por ejemplo disminuir el consumo. Se ha planteado que esta etapa tiende a durar hasta 6 meses aproximadamente.

4. Acción; Aquí los sujetos realizan los verdaderos cambios. Se comprometen por ejemplo a un verdadero programa de rehabilitación o terapia siguiendo todo el proceso. Tiende a durar seis meses aproximadamente. Aquí es donde el cambio puede ser efectivo.

5. Mantenimiento: Esta etapa se caracteriza por el mantenimiento del cambio. Aquí es crucial el prevenir las recaídas y el adquirir un nuevo estilo de vida. Es decir el sujeto pasa a adquirir todas las ventajas y "desventajas" de su cambio.

6. Salida o Terminación: Los sujetos aquí "salen" del proceso de etapas consolidándose el cambio.

Es necesario recalcar que este modelo no se plantea en forma lineal si no más bien circular donde los sujetos pasan de una etapa a otra y vuelven a pasar por las diferentes etapas antes de realizar el cambio definitivo.

Las investigaciones en relación a este modelo han sido prometedoras tanto en evaluación y diagnóstico como por su valor y utilidad predicativa. Adicionalmente se ha planteado su relevancia para definir las diferentes estrategias e intervenciones dependiendo de las etapas consideradas (Fiorentino, 2004). Así, una técnica o procedimiento puede ser adecuada si el sujeto se encuentra en una determinada fase, pero inefectiva si se encuentra en otra.

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Observaciones generales en torno a los modelos teóricos de la Psicología de la salud.

Los modelos aquí expuestos si bien presentan características distintas entre ellos, poseen elementos comunes entre los cuales destacan:

1-. Concebir al ser humano como un individuo capaz de cambiar y por ende responsable de su conducta y los cuidados de la salud.

2-. Destacar la influencia de factores directos e indirectos en la conducta de la salud; la amenaza percibida o susceptibilidad, actitudes hacia la conducta, presión social y autoeficacia son factores de impacto directo sobre el comportamiento en salud, mientras características sociodemográficas, información sobre la salud, creencias son elementos de influencia indirecta en las conductas de salud.

3-. Contribuir a la investigación y predicción de las conductas de salud. No obstante, ninguna de estas logra por si sola abordar y comprender de una forma íntegra los diversos problemas y aristas que presenta el campo de la conducta de la salud.

 

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INVENTARIO DE ROL SEXUAL

 

 

 

Enrique Barra Almagiá

Universidad de Concepción, Chile

Introducción

Problema por tratar

El concepto de rol sexual corresponde a lo que tradicionalmente se ha llamado masculinidad y feminidad, y puede ser definido como las expectativas acerca de cuáles son las características de personalidad y las conductas apropiadas para cada sexo, desde el punto de vista social. Este concepto se refiere al aprendizaje y desempeño de los comportamientos socialmente esperados y aprobados para cada sexo, es decir, de aquellos comportamientos tipificados sexualmente. A diferencia de la identidad sexual que se establece tempranamente en la infancia, el rol sexual se va estableciendo más lentamente, no tiene un carácter sólo cognitivo, y se consolidaría durante la adolescencia, en interacción con los cambios físicos, sociales y sexuales asociados con esa etapa de desarrollo (Barra, 2002a).

La orientación de rol sexual ha mostrado tener influencia en importantes y muy diferentes ámbitos psicológicos. Algunos de los factores que estarían relacionados con las dimensiones de rol sexual son la comunicación no verbal (LaFrance & Carmen, 1980), las reacciones hacia estímulos sexuales (De Souza & Hutz, 1995), la auto-estima (Lamke, 1982; Withley, 1983), la creatividad (Norlander, Erixon & Archer, 2000), la experiencia de soledad (Cramer & Neyedley, 1998), la conciencia de las emociones (Conway, 2000), las actitudes hacia la homosexualidad (Barra, 2002b; Withley, 1987), diversas dimensiones de personalidad (Marusic & Bratko, 1998) y algunos aspectos de la salud física (Courtenay, 2000; Shifren, Bauserman & Carter, 1993)

En la concepción tradicional la masculinidad y la feminidad se consideraban primero como dos categorías separadas y luego como los dos extremos de una dimensión única, en la cual mientras más masculino era un individuo también era menos femenino, y a la inversa. Sólo a partir de los años setenta se empieza a plantear la idea de que la masculinidad y la feminidad serían dos dimensiones independientes, y por lo tanto ambas pueden darse en mayor o menor medida en cualquier persona, sea hombre o mujer (Bem, 1974, 1981). Este modelo bidimensional de la masculinidad y la feminidad sirve de base al concepto de androginia psicológica, que se refiere a poseer en un grado similar características tanto masculinas como femeninas.

Se han desarrollado diversos instrumentos de medición de las dimensiones de masculinidad y feminidad (para una descripción completa ver Hoffman, 2001). Sin embargo, el más conocido y utilizado hasta hoy en día es el Inventario de Rol Sexual de Bem (BSRI), en el cual los individuos deben indicar en qué grado ciertas características masculinas, femeninas y neutras se aplican a ellos. Al elaborar dicho inventario, determinadas características fueron consideradas como masculinas o femeninas si cumplían con el criterio de ser juzgadas independientemente por los hombres y por las mujeres como significativamente más deseables para un hombre o una mujer respectivamente. Los rasgos masculinos se refieren a aspectos de seguridad en sí mismo y de ejecución y logro de metas, mientras que los rasgos femeninos se refieren a aspectos afectivos, expresivos y de preocupación por el bienestar de otros. El BRSI se compone de 60 ítems referidos a características de personalidad, 20 masculinas, 20 femeninas y 20 neutras, frente a las cuales los individuos deben indicar en una escala de 7 puntos en qué grado tales características se aplican a ellos.

A pesar de que el BRSI continúa siendo hasta hoy el instrumento más utilizado en la investigación (Hoffman & Borders, 2001), es evidente que en los 30 años transcurridos desde su elaboración, las prescripciones tradicionales de roles sexuales han experimentado cambios significativos. Estos cambios han sido más acentuados en las mujeres y se han manifestado claramente en su participación creciente en la fuerza laboral, en sus mayores niveles de educación y capacitación, en su incursión creciente en campos profesionales y laborales anteriormente dominados por los hombres y en el logro de mayor

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independencia económica. Dada la magnitud y rapidez de tales cambios sociales y culturales, ellos también podrían afectar las concepciones de masculinidad y feminidad que tienen las personas actualmente, en comparación con la época en que se elaboró el BRSI.

Respecto a lo anterior, y comparando los datos originales de Bem (1974) obtenidos en 1972 con datos obtenidos en 1997, Holt y Ellis (1998) concluyen que aunque el BRSI puede ser aún una medida válida de las percepciones de rol sexual, el hecho que se observen en los datos de 1997 menores diferencias de género en la deseabilidad de las características asociadas a ambos sexos, indica que la validez del BRSI puede estar disminuyendo con los años. Por su parte, y en una comparación similar entre 1972 y 1999, Auster y Ohm (2000) informan que mientras 18 de las 20 características femeninas del BRSI continuaban cumpliendo el criterio para ser clasificadas como femeninas, sólo 8 de las 20 características masculinas del BRSI continuaban cumpliendo el criterio para ser clasificadas como masculinas.

Auster y Ohm (2000) también concluyen que los cambios más significativos se observan en la evaluación de los rasgos deseables para una mujer, con una mayor deseabilidad en 1999 que en 1972 de las características masculinas y una menor deseabilidad de las características femeninas. Esta misma tendencia se refleja en un meta-análisis de Twenge (1997) de 63 estudios que utilizaron el BRSI, donde se concluye que los puntajes de masculinidad de las mujeres se han ido incrementando con el transcurso del tiempo, y que consecuentemente las diferencias de género en la dimensión de masculinidad han ido decreciendo en el tiempo.

Y en relación con el aspecto cultural, se ha señalado que el BRSI puede ser considerado un indicador válido de las definiciones culturales de la masculinidad y la feminidad en los anglosajones, pero que sería menos válido en otros grupos (latinos, afro-americanos o asiáticos), en quienes existiría una distinta evaluación de la deseabilidad de las características asociadas a la masculinidad y a la feminidad en el BRSI (Harris, 1994; Ward, 2000).

Por lo tanto, a pesar que el BRSI continúa siendo hasta hoy el instrumento más utilizado para medir la orientación de rol sexual, tanto la época como el contexto cultural en que fue elaborado plantearon la necesidad de contar con un instrumento más ajustado a la propia realidad cultural y que además incorporara los cambios importantes que parecen haberse dado en las concepciones de los roles sexuales y los rasgos considerados más deseables para cada sexo. Para lograr tales objetivos se procedió a la elaboración del Inventario de Rol Sexual o IRS (Barra, 2002c).

Modelos teóricos del instrumento

El marco conceptual que sirvió de base al BRSI y también sirve de base al IRS es la teoría del esquema de género (Bem, 1981), según la cual la tipificación sexual deriva en parte de la predisposición del individuo a codificar y organizar la información –incluyendo la información acerca del yo- en términos de las definiciones culturales de lo masculino y lo femenino. El propósito específico es evaluar el grado en el cual las definiciones culturales de los atributos masculinos y femeninos deseables se reflejan en la auto-descripción del individuo (Bem, 1979), por lo cual una persona es categorizada como masculina, femenina o andrógina en función de la diferencia entre su auto adjudicación de características de personalidad masculinas y femeninas. Así, una persona es considerada sexualmente tipificada, ya sea masculina o femenina, en la medida en que esa diferencia sea alta, y andrógina, en la medida que esa diferencia sea baja.

De acuerdo a esta nueva concepción, la masculinidad y la feminidad aluden a dos tipos de orientaciones y competencias que los individuos utilizan para interactuar con su medio. Y en general se tiende a considerar que los individuos andróginos tendrían una mayor flexibilidad y adaptabilidad, ya que su repertorio conductual no estaría restringido a su rol sexual tradicional, como ocurriría con aquellos individuos más tipificados (hombres muy masculinos y mujeres muy femeninas). En otras palabras, la adecuada adaptación psicológica de un individuo dependería de su posesión de características tanto masculinas (o instrumentales) como femeninas (o expresivas), ya que de esa manera tendría mayor capacidad para comportarse de modo flexible según lo requieran las circunstancias (Bem, 1975).

Para elaborar este nuevo Inventario de Rol Sexual, el primer paso consistió en examinar la tipificación sexual de un conjunto de 200 características personales, determinando cuáles de ellas eran juzgadas independientemente tanto por los hombres como por las mujeres como significativamente más deseables para uno u otro sexo. En una segunda etapa, y utilizando otra muestra, se examinó la auto adjudicación por parte de hombres y mujeres de aquellas características clasificadas como masculinas y femeninas de acuerdo al criterio anterior. Mediante la combinación de diversos criterios utilizados en la construcción de instrumentos similares (diferencias de género, correlación ítem-puntaje total, etc.), se seleccionaron

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finalmente 30 ítems para constituir el Inventario de Rol Sexual (IRS), 15 de la escala de Masculinidad (M) y 15 de la escala de Feminidad (F)

Considerando la creciente importancia de las dimensiones de rol sexual en la investigación psicosocial moderna, un instrumento breve como el IRS puede ser una herramienta útil para realizar una evaluación global de estas dimensiones, las cuales parecen tener una influencia significativa en diversos ámbitos psicológicos individuales e interpersonales, incluyendo aspectos afectivos, actitudinales y conductuales. Además, una medición de tales dimensiones desarrollada en el contexto latinoamericano reflejaría de mejor manera los aspectos más característicos de los roles sexuales en nuestra cultura actual, en comparación con otros instrumentos elaborados en otros contextos y/o en otras épocas.

Descripción del instrumento

El IRS se compone de dos escalas, Masculinidad y Feminidad, destinadas a medir la autoadjudicación de características personales diferencialmente deseables para cada sexo. Cada escala incluye 15 ítems con un formato de respuesta tipo Likert de cinco alternativas, las cuales varían entre 1 (nunca o casi nunca) y 5 (siempre o casi siempre). El puntaje en cada escala del IRS está constituido por la suma de las respuestas a los ítems de esa escala, por lo cual cada puntaje puede variar entre 15 y 75 puntos. Mientras más alto sea el puntaje en una escala, mayor es la auto percepción de características correspondientes a esa escala y, por lo tanto, mayor el nivel ya sea de masculinidad o feminidad. Además, mientras mayor sea la diferencia entre ambos puntajes en un individuo, mayor será su grado de tipificación de rol sexual, siempre que el puntaje superior corresponda a la escala asociada socialmente con su sexo biológico.

En la construcción del IRS (Barra, 2002c) se trabajó con dos muestras de estudiantes de ambos sexos de diversas carreras de la Universidad de Concepción: a) un grupo de 202 estudiantes con una edad promedio de 22.4 años que participaron en la clasificación de las características como masculinas o femeninas y b) otro grupo de 341 estudiantes con una edad promedio de 20.2 años en quienes se medió la auto adjudicación de las características seleccionadas.

En el estudio de validación del IRS años (Barra, 2004) la muestra estuvo conformada por 390 estudiantes universitarios y secundarios de ambos sexos con un promedio de edad de 20 años y que pertenecían a dos grupos: a) 261 estudiantes de la Universidad de Concepción, con una edad promedio de 22.2 años y b) 129 estudiantes secundarios de dos colegios privados de Concepción, con una edad promedio de 15.6.

Además, y como parte de otros estudios relacionados, se cuenta con datos del IRS obtenidos en una muestra de 179 estudiantes secundarios de ambos sexos de colegios públicos de Concepción con una edad promedio de 14.6 años (Barra et al., 2003) y en una muestra de 110 universitarios argentinos de ambos sexos de la Universidad del Aconcagua de Mendoza, con una edad promedio de 21.9 años (Barra e Ison, 2003).  

En el IRS se solicita a la persona indicar en una escala de 5 alternativas en qué grado cree que ella presenta cada una de las características incluidas. Sobre la base de sus respuestas, cada persona recibe dos puntajes: un puntaje de Masculinidad y un puntaje de Feminidad. El primero equivale a la suma de las respuestas a los 15 ítems masculinos (2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 10, 11, 15, 16, 17, 20, 26, 30) y el segundo equivale a la suma de las respuestas a los 15 ítems femeninos (1, 9, 12, 13, 14, 18, 19, 21, 22, 23, 24, 25, 27, 28, 29). Como las alternativas varían entre 1 (nunca o casi nunca) y 5 (siempre o casi siempre), cada puntaje puede variar entre 15 y 75 puntos.

Propiedades Psicométricas del instrumento 

CONFIABILIDAD

Consistencia interna

En las muestras utilizadas en la construcción y en la validación del IRS se obtuvieron coeficientes alpha de Cronbach entre 0.82 y 0.84 para la escala de Masculinidad y entre 0.84 y 0.86 para la escala de Feminidad.

Estabilidad temporal (test-retest)

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En una muestra de 118 estudiantes universitarios se evaluó la estabilidad temporal del IRS con un intervalo de un año, obteniéndose correlaciones test-retest de 0.70 para la escala de Masculinidad y de 0.72 para la escala de Feminidad (Barra, 2004). 

VALIDEZ

Tanto en la muestra utilizada en la construcción (n= 341) como en la de validación (n= 390) del IRS se confirmaron las diferencias de género esperadas, es decir, que los hombres obtienen puntajes de masculinidad significativamente mayores que las mujeres, y que las mujeres obtienen puntajes de feminidad significativamente superiores a los hombres. Y respecto a las relaciones con otras variables, el estudio de validación (Barra, 2004) reveló que, tal como se predecía, la escala de Masculinidad se correlacionaba positivamente con las dimensiones de Control Social (r= 0.43), Asertividad (r= 0.41), Motivación de Logro (r= 0.29) y Control Emocional (r= 0.26), y negativamente con las dimensiones de Motivación de Afiliación (r= -0.29), Sensibilidad Social (r= -0.19) y Empatía (r= -0.16). Por su parte la escala de Feminidad mostró relaciones positivas con Empatía (r= 0.64), Sensibilidad Emocional (r= 0.56), Expresividad Emocional (r= 0.38), Sensibilidad Social (r= 0.28) y Motivación de Afiliación (r= 0.23), y relación negativa con Control Emocional (r= -0.27) y Motivación de Logro (r= -0.18).

CORRELACION ENTRE AMBAS ESCALAS

Confirmando lo que postula el modelo que le sirve de base, en el sentido que las dimensiones de Masculinidad y de Feminidad son independientes entre sí, las correlaciones obtenidas entre las dos escalas del IRS han sido de –0.02 en la muestra utilizada en su construcción y de 0.06 en la muestra utilizada en su validación.

Aspectos por considerar

La elaboración del IRS incluyó más criterios de selección final de ítems que otros instrumentos de rol sexual, incluyendo el Inventario de Rol Sexual de Bem (Bem, 1974), el Inventario de Masculinidad-Feminidad de Lara (Lara, 1993) y el Inventario de Androginia de Singapur de Ward (Ward, 2000). Cada uno de los ítems del IRS primero tuvo que ser evaluado independientemente tanto por los hombres como por las mujeres como significativamente más deseable para uno u otro sexo, luego tuvo que mostrar una correlación ítem-puntaje total superior a 0.30, además debió mostrar una auto-adscripción diferencial en ambos sexos y, por último, tal auto-adscripción diferencial tenía que ser en la dirección esperada de acuerdo al criterio de deseabilidad diferencial para cada sexo. Respecto a la confiabilidad, el presente Inventario muestra índices de consistencia interna muy satisfactorios que son equivalentes a los mejores índices informados para instrumentos similares, y además posee una estabilidad temporal muy satisfactoria considerando el intervalo de un año utilizado para el test-retest. Y respecto a la correlación entre ambas dimensiones, las dos escalas del IRS han mostrado ser más independientes entre sí, tal como postula la visión moderna de la masculinidad y la feminidad, que las escalas correspondientes de la mayor parte de los instrumentos equivalentes mencionados.

Como limitaciones hay que mencionar que sólo se dispone de datos obtenidos con adolescentes y adultos jóvenes, y en este último caso sólo de nivel universitario, por lo cual se hace muy deseable incluir muestras de adultos de diferentes edades y niveles educacionales, así como obtener datos de otros grupos culturales. También queda por analizar la estructura factorial del IRS así como su relación con medidas de deseabilidad social y con otras dimensiones psicológicas.

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El Instrumento

 INVENTARIO DE ROL SEXUAL

 A continuación aparecen una serie de características personales. Le solicitamos indicar en qué medida cree que se dan en Ud. cada una de estas características, marcando con una X una de las siguientes alternativas:

1. Nunca o casi nunca

2. Rara vez

3. Algunas veces

4. Habitualmente

5. Siempre o casi siempre

Por favor asegúrese de contestar todos los ítems

Sexo: ( ) Hombre ( ) Mujer Edad: .......años

 

1 2 3 4 5

Afectuoso(a)

Ambicioso(a)

Analítico(a)

Arriesgado(a)

Autosuficiente

Aventurero(a)

Competitivo(a)

Con don de mando

Coqueto(a)

Decidido(a)

Defiende sus ideas

Dispuesto(a) a consolar

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Emotivo(a)

Expresivo(a)

Firme

Individualista

Ingenioso(a)

Ingenuo(a)

Le gustan los niños

Líder

Llora con facilidad

Pasivo(a)

Preocupado(a) por los otros

Preocupado(a) por su apariencia

Romántico(a)

Seguro(a)

Suave

Sutil

Tierno(a)

Valiente

 

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ESCALA DE RIESGO BIOPSICOSOCIAL PRENATAL

  

 

Julián Alberto Herrera, MD

Delcy Elena Cáceres

 

 

Problema por tratar y línea de investigación que soporta la Escala de Riesgo

Durante 17 años, un equipo de investigación dirigido por el doctor Julián A. Herrera M. ha demostrado resultados positivos en la reducción de la morbilidad y mortalidad materna y perinatal trabajando desde el enfoque de riesgo interviniendo variables biopsicosociales. Los resultados de las investigaciones han sido presentados, publicados y evaluados por pares científicos, logrando a nivel nacional e internacional 18 publicaciones y siete premios, otorgados por asociaciones científicas nacionales e internacionales: Hospital Militar Central y Sociedad Colombiana de Psicología de la Salud, Bogotá, 1991; Pontificia Universidad Javeriana y Sociedad Colombiana de Psicología de la Salud, Cali,1993; Sociedad Colombiana de Psicología de la Salud, Bogotá, 1995; Sociedad Colombiana de Psicología de la Salud Bogotá, 1997; NAPCRG (Reunión Anual del Grupo Norteamericano de investigación de Cuidado Primario) y Universidad de Virginia, Richmond, Estados Unidos 1992; NAPCRG y Universidad de California, San Diego, Estados Unidos, 1993; AMSA Society, Miami, Florida, Estados Unidos, 1993.

En los primeros estudios exploratorios y descriptivos y posteriormente explicativos (Herrera JA.,Cáceres D, y Hurtado, H. 1992–1994) se construyó la Escala de Riesgo Biopsicosocial Prenatal que permite predecir al inicio de la gestación la probabilidad (74%) que la madre y el niño enfermen o mueran por las diversas complicaciones del embarazo y el parto (hipertensión arterial inducida por el embarazo, parto prematuro, ruptura prematura de membranas, embarazo prolongado, diabetes gestacional, muerte materna, bajo peso al nacer, muerte fetal tardía y muerte neonatal precoz).

La escala de Riesgo Biopsicosocial Perinatal se fue depurando, para incrementar su nivel de confiabilidad a través de diferentes replicaciones con poblaciones de gestantes cada vez más grandes, como se verá más adelante. Además de predecir las posibles complicaciones con la escala el modelo biopsicosocial permite realizar el tamizaje y el seguimiento de las embarazadas detectadas con alto riesgo, en tres momentos del proceso de gestación (semanas 14-28, 28–32, 33-42). Esto se logró, incluyendo en la escala los factores biopsicosociales críticos, las pruebas de laboratorio y médicas y las curvas de seguimiento del embarazo (incremento de peso materno, ganancia de altura uterina, presión arterial).

Paralelo a la construcción de la Escala y su validación, se fue creando e implementando un modelo de intervención biopsicosocial trabajado de manera interdisciplinaria por médico, psicóloga y nutricionista, para disminuir el impacto de los factores detectados. En estos estudios (Herrera, Cáceres y Hurtado 1991,1992 y 1994) se encontraron diferencias altamente significativas intergrupo (control y experimental), en la aparición de morbimortalidad materna y perinatal, demostrando la bondad de la intervención.

Posteriormente, entre 1995 y 1998, Herrera JA, Cáceres D., Arévalo y M. y Gracia, B. evaluaron el impacto preventivo del modelo biopsicosocial en la incidencia de la hipertensión arterial inducida por el embarazo y la preeclampsia (HIEP), y describieron los posibles mecanismos endocrino-inmunológicos asociados con factores de estrés biopsicosocial. El diseño fue un ensayo clínico controlado aleatorizado, realizado en doce centros de Salud de los departamentos del Valle del Cauca y del departamento del Cauca (Colombia). Se incluyeron 91 pacientes primigestantes normotensas, sanas al inicio del embarazo, con alto riesgo biopsicosocial, detectado a partir de la "Escala de Riesgo Perinatal" (ya validada internacionalmente por los investigadores) y el resultado positivo de la prueba médica "roll over test". Estos indicadores mostraban una probabilidad del 74% que la embarazada presentaba, en ese momento, alto riesgo para el desarrollo de HIEP. Se contó con el aval ético de instituciones del Estado y de las Universidades que apoyaron el estudio. Las gestantes fueron asignadas de manera ciega y al azar a tres grupos así:

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- El grupo A se conformó con 43 (47.2%) gestantes. Cada una recibió intervención nutricional y biomédica. Se les suministró, adicionalmente a su dieta normal, calcio y ácido linoléico, suplementos nutricionales importantes en la reducción de complicaciones, según estudios previos de los mismos investig-adores.

- Al Grupo B se asignaron 24 (26.3%) gestantes. Recibieron intervención psicosocial, biomédica y placebo (en lugar de los suplementos nutricionales).

- Al Grupo C, o grupo control, se asignaron 24 (26.3%) gestantes. Cada una de ellas recibió atención biomédica y doble placebo.

Se hizo seguimiento, a todas las pacientes, en sus aspectos obstétricos y nutricionales; se les recomendó reposo lateral izquierdo (por 20 minutos una vez la día; y se realizaron pruebas inmunológicas y bioquímicas (pre-post intervención); el resultado del embarazo y el parto se evalúo de manera prospectiva (información recogida por personal médico de los Centros Hospitales). Veinte (21.9%) pacientes de los tres grupos (91) desarrollaron HIEP. En el grupo A que recibió intervención nutricional, 4 (9.3%) pacientes presentaron hipertensión arterial inducida por el embarazo y preeclampsia. En contraste con los otros grupos donde la única complicación fue la preeclampsia: 4 (16.7%) pacientes del grupo B con intervención psicosocial; y 12 (50%) en el grupo de control C. Los riesgos relativos hacia el desarrollo de la HIEP mostraron un efecto protector en el grupo A (nutricional) y en el grupo B (psicosocial), con un riesgo relativo de 0.22 y de 0.38. Se pudo establecer, que el calcio elemental y el ácido linoléico, unidos y en dosis bajas, tomados durante el tercer trimestre del embarazo reducen significativamente la incidencia de preeclampsia en pacientes con alto riesgo, posiblemente a través de un incremento en los niveles de Prostaglandina E2., esto podría explicar el que la intervención psicosocial tuviese un efecto protector adicional, al biomédico y nutricional.

A finales de 1995 y paralelo al estudio anterior, el Ministerio de Salud Colombiano, conjuntamente con el Corpes de Occidente, las Universidades, el Fondo Poblacional de Naciones Unidas (UNFPA) y UNICEF, inició el proceso de aplicación del modelo en 7 departamentos (Chocó, Caldas, Quindío, Risaralda, Valle, Cauca y Nariño). De las 34.419 gestantes potenciales, sólo se intervino a 14.680 (42.7%) del régimen subsidiado por el gobierno (nivel socioeconómico bajo, estratos 1 y 2) puesto que no fue posible recuperar la información de la aplicación del modelo del resto. Una vez depurados los datos se realizaron tablas de frecuencia y análisis univariado por municipio, servicio de salud y toda la región. El análisis bivariado y de regresión de los datos se realizó con el paquete estadístico Epi Info versión 6.0 (CDC, Bethesda, USA) y True Epistat, versión 5.0 1996 (Richardson, Texas, USA). Para la realización del análisis epidemiológico se contó con auditoria internacional del profesor Michel Labrecque, médico especialista y doctorado en epidemiología de la Universidad de Laval, Québec, Canadá.

Se observó una disminución de la morbilidad materna por preeclampsia del 52%, parto prematuro 72% (p<0.01). El tratamiento preventivo que tuvo mayor impacto en la reducción de la incidencia de la preeclampsia fue el calcio-ácido linoléico cuando se inició tempranamente, encontrando, además, que potencia su efecto preventivo con la intervención psicosocial, si existía simultáneamente este riesgo. La tasa de mortalidad materna se redujo a 34 x 100.000 nacidos vivos, en contraste con la tasa nacional de 74.2 x 1000.000 nacidos vivos, en ese momento. La mortalidad fetal tardía disminuyó significativamente su contribución a la mortalidad perinatal (56% vs. 32%) (p<0,01). La incidencia del bajo peso al nacer se observó en 5,4%, similar a la de los países desarrollados y menor que la estadística nacional.

Luego de la experiencia descrita previamente y sus resultados positivos, el Ministerio de Salud adoptó el modelo biopsicosocial como modelo nacional, a través de la Resolución 412 del año 2000, de obligatorio cumplimiento para las Instituciones Prestadoras de Servicio de Salud públicas y privadas.

Durante los años 2002 y 2003 se participó en la implementación del modelo biopsicosocial con embarazadas adolescentes y adultas jóvenes, desplazadas por la violencia, detectadas con alto riesgo biopsicosocial, de la comuna 18 de la ciudad de Cali, logrando una disminución altamente significativa en la morbilidad y mortalidad de madres y los niños (Arias, L. y Cevallos, J., 2003).

Paralelo a los estudios descritos previamente, se realizaron otras investigaciones en donde se comprobó la importancia del consumo de calcio-ácido linoléico en la prevención de la preeclampsia y la hipertensión arterial inducida por el embarazo (Herrera, JA., Cáceres, D., Arévalo M., Gracia, B. y Hurtado, H., 1996). Igualmente, la validación de la curva de seguimiento de presión arterial para detectar síntomas premonitorios de HIEP.

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Marco teórico

La intervención en salud, temprana y con modelos biopsicosociales de riesgo es mucho más efectiva cuando se trabaja de manera integral e interdisciplinaria sobre todas las variables comprendidas en cada dimensión de lo humano. En el uso de estos modelos es fundamental el trabajo en equipos interdisciplinarios en donde se tenga una mirada convergente hacia la problemática de estudio. Lo que debe primar en cada uno de los miembros del equipo es salvaguardar la salud del paciente, con una clara vocación de servicio; lo que implica un compromiso social y ético permanente, para entregar todo su conocimiento con amor y creatividad, olvidando algunas veces los linderos de su profesión, pero resguardando su identidad epistemológica y quehacer disciplinar.

Salvaguardar la salud, dentro de un concepto de bienestar humano y conservación de la vida, implica el conocimiento y manejo de modelos de promoción, prevención, intervención y mantenimiento multifactoriales. La prevención primaria es un modelo conceptual y comunitario que plantea que el individuo, además de sus recursos y estrategias personales, necesita de continuos aportes físicos, psicosociales y socioculturales adecuados a las diversas etapas o ciclos vitales y muy especialmente en los momentos de crisis (Godoy 1999 y Holtzmans y cols, 1988).

Para la intervención de los factores biopsicosociales de riesgo, los conceptos biomédicos, psiconeuroinmunológicos y estrés, son constructos amplios y transaccionales que abarcan al individuo en interacción con el medio, puesto que tienen en cuenta sus características fisiológicas, personales, sociales y culturales.

Sobre el estrés se han encontrado muchas investigaciones experimentales en donde se demuestra como su presencia continua produce sobre el organismo modificaciones neuroendocrinas e inmunológicas que pueden desencadenar perturbaciones, inicialmente funcionales y posteriormente lesivas (Herrera JA, Cáceres D y Gracia, B. 1997). El concepto de estrés, inicialmente comprendido y explicado desde el punto de vista fisiológico, fue ampliado posteriormente por Lazarus y cols. (1952, 1984, 1987 y 2000) quienes incluyeron aspectos subjetivos, haciendo evidente que hay grandes diferencias individuales en el estrés producido por un mismo estímulo o acontecimiento. La amenaza percibida depende de una serie de variables intermedias, tales como la personalidad del sujeto, sus experiencias anteriores, su capacidad de afrontamiento y el apoyo social con que cuenta. Fue Lazarus quien introdujo el concepto de evaluación cognitiva para indicar la importancia decisiva de algo más que la simple percepción de un estímulo.

La tendencia de Lazarus (2000) es conceder un papel cada vez mayor en la génesis del estrés, a la capacidad individual para "manejar las situaciones amenazadoras" y a la evaluación y manejo que el propio individuo hace de esa capacidad, en un caso dado. Una situación objetivamente estresante puede no ser percibida como una amenaza, bien por defecto de información en cuyo caso la evaluación primaria no le dará significación, o bien porque el sujeto posee, o simplemente cree que posee, experiencia y habilidad para afrontarla con éxito (evaluación secundaria). En contraposición, una situación sin importancia puede percibirse como amenazante, en determinadas condiciones, dependiendo del carácter del estímulo, las experiencias anteriores y fundamentalmente de los pensamientos y emociones que embarguen al sujeto en el momento.

Durante la gestación el acontecimiento estresante más importante es el embarazo mismo. El embarazo, sea el primero o no, tiene dos características: la inminencia y la ambigüedad. La gestación aparece de improviso y anuncia la llegada de nuevos acontecimientos, hasta terminar en el parto y en el nacimiento del hijo, pero cuyo curso y resultado se desconoce y es impredecible. Para Hertz (1973) y Molinski (1986), esto produce en la mujer una actitud ambivalente puesto que desea el embarazo y lo rechaza a la vez. Plantean que en el curso del primer trimestre es muy común la ambivalencia, incluso en los embarazos deseados.

Para Salvatierra (1989), la gestación aparece con señales inquietantes, de forma insidiosa y conlleva pequeñas exigencias y molestias (náuseas, vértigo, cambio de apetito, etc.). El mismo aumento de peso y deformación corporal puede generar estrés. Además la necesidad de acudir al servicio de salud, de sufrir exploraciones y pruebas, de obtener ciertos resultados pueden incrementar la tensión crónica, sobre todo para aquella que tiene otros factores asociados como el trabajo u otros compromisos exigentes.

Todo lo dicho anteriormente y las exigencias sociales (personales, familiares, laborales, ambientales) le dan al acontecimiento embarazo la capacidad de transformarse en un desafío y en una amenaza. La gestación implica una sucesión de tareas y objetivos psicosociales y socioculturales. Se tratan de tareas difíciles y comprometedoras cada vez más exigentes, que se suman simultáneamente a importantes descargas fisiológicas, a una concreta amenaza de daño, incluso de muerte, con seguridad de dolor, no

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sólo para la mujer sino también para el feto. La mujer es consciente de ello y experimenta preocupación y miedo (Salvatierra, 1989).

Durante el embarazo normal la producción de prostaciclina (Pg I2) y tromboxano A2 (TBX A2) aumenta en los tejidos maternos y fetoplacentarios, pues los vasos sanguíneos uterinos son un sitio importante de liberación de prostaciclina (Ylikorkala, O. y Makila, U.M. 1985). La Pg I2 ha demostrado ser un potente inhibidor de la agregación placentaria y también un potente vasodilatador, que regula de esta manera el flujo sanguíneo materno-fetal (Makila y col.1983). Este desequilibrio facilitaría fallas microcirculatorias que se deben a vasoconstricción, hemoconcentración y desequilibrio en los mecanismos hemostáticos (Ylikorkala y Makila, 1985; Stuarty col. 1981; y Goodman y col. 1982). Esto se refleja clínicamente en ascenso del flujo útero-placentario, hipertensión arterial y lesiones glomerulares (Bussolino y Col. 1980).

En una revisión realizada por Dunbar en 1947 muy pocos trabajos relacionaban los factores psicosociales con las complicaciones del embarazo. Sin embargo, en 1974 había crecido el conocimiento de los factores de riesgo que influyen negativamente en el resultado perinatal, incluyendo los psicosociales (Gorsuch, RL., Key, MK., 1974). En los años siguientes la evidencia es contundente; los estudios han demostrado la relación crítica entre eventos de estrés social, ansiedad y parto prematuro (Yamamoto, KJ, Kinney DK. 1976), entre actitudes negativas hacia el embarazo y altas tasas de mortalidad perinatal, incluyendo hemorragias e infecciones (Williams CC., Williams RA, Griswold, MJ. et al (1975) y Crandon AJ. (1979).

La naturaleza multisistemática de la hipertensión arterial inducida por el embarazo y la preeclampsia ha hecho que se le denomine la enfermedad de las teorías, pues en su génesis, interactúan múltiples factores susceptibles de intervención para modificar, de manera preventiva, la historia natural de la complicación del embarazo más común y grave. Se ha encontrado evidencia científica en donde la hipertensión arterial inducida por el embarazo y la preeclampsia-eclampsia, son trastornos de la gestación y se presentan únicamente en la especie humana civilizada; ya que no aparecen en animales ni en gestantes, de pueblos primitivos, ajustadas a su ambiente. Sólo se han presentado después de que mujeres de la comunidad han tenido contacto con la civilización o en situaciones de guerra, con presencia de ansiedad severa.

Herrera JA, Alvarado JP, Martínez, JE (1988) encontraron que la identificación del riesgo biopsicosocial aumentaba, al doble, la posibilidad de identificar las pacientes que van a desarrollar hipertensión arterial inducida por el embarazo y preeclampsia, en el cuidado primario prenatal, en relación con los métodos de tamizaje disponibles, lo que permite identificar las pacientes con mayor riesgo de desarrollar la enfermedad y poder ofrecerles protección específica.

Como se describió previamente, Herrera JA, Cáceres D. y Hurtado H. (1997) demostraron cómo la aplicación del modelo biopsicosocial de manera interdisciplinaria, ofrece una identificación e intervención de los riesgos biopsicosociales de la mujer embarazada con medidas de prevención primaria, secundaria y terciaria, para la reducción de la morbilidad y mortalidad materna y perinatal en Colombia.

A continuación aparecen las definiciones operacionales de morbilidad y mortalidad materna descritas por la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS):

- Hipertensión arterial inducida por el embarazo. Caracterizada por el desarrollo agudo de hipertensión arterial en una mujer que la inicio del embarazo tuvo una presión arterial normal, con elevación persistente de la presión arterial > 140/90, la cual ha representado un aumento mínimo de 20mm HG sobre los niveles previos, o la preeclampsia que además de la hipertensión arterial inducida por el embarazo, por encima de la semana 20 de gestación, presenta proteinuria mayor de 0.3 g/l sin infección urinaria simultánea, acompañada generalmente de edema.

- Parto prematuro. Definido como partos ocurridos antes de completar las 38 semanas de gestación (259 días) calculada a partir del primer día de la última menstruación.

- Ruptura prematura de membranas. Definida como la salida de líquido amniótico que ocurre antes del inicio del trabajo de parto.

- Embarazo prolongado. Definido como un embarazo cuyo parto ocurre después de haber completado 42 semanas de gestación o 294 días de amenorrea comprobada.

- Diabetes gestacional. Diagnosticada sobre la base de una curva anormal de tolerancia oral a la glucosa con 100g, cuando dos o más cifras diferentes a la de ayunas son iguales o exceden los siguientes criterios (plasma): ayunas, 95mg/dl; 1 hora, 180mg/dl; 2 horas, 155mg/dl; 3 horas, 140mg/dl.

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- Muerte materna. Ocurrida durante el embarazo, parto o puerperio excluyendo causas accidentales o incidentales.

- Bajo peso al nacer. Definido como un peso < 2.500 g.

- Muerte fetal tardía. Ocurre después de la semana 28 de gestación.

- Muerte neonatal precoz. Ocurre en los primeros 7 días de vida del recién nacido.

 

Validación de la Escala de Riesgo Biopsicosocial Prenatal en Colombia y otros países

3.1 El primer estudio contó con una muestra de 219 mujeres gestantes que fueron seleccionada en cuatro centros hospitales (Cañaveralejo, Selva, Siloé, Meléndez), de la ciudad de Cali, Colombia, desde Febrero de 1989 hasta Abril de 1990. Las pacientes tenían entre 12 y 18 semanas de gestación y carecían de patologías obstétricas. Los instrumentos utilizados para evaluar el riesgo biopsicosocial fueron los siguientes:

El riesgo biomédico: El número total de puntos fue registrado y clasificado de acuerdo al Escala de Riesgo del Embarazo (Sistema Manitoba: Morrison, I. y Olson J. 1979).

La valoración del riesgo psicosocial incluyó la Escala de Ansiedad de Hamilton (Hamilton, MA. 1959), el APGAR Familiar ( Good, MJD y Smilkstein G. 1979) y los cambios vitales con la Escala de Acumulación de Eventos de Cambio (SRE) (Holmes y Rahe, 1967).

Se adoptaron como enfermedades obstétricas las definidas previamente por la OMS. Para el análisis de los datos se utilizaron los paquetes estadísticos EPISTAT y EPIINFO (Centro de Control de Enfermedades). Se realizó análisis bivariado (Kleinbaum D y Muller K.) de cada una de las escalas y de los ítems biomédicos y psicosociales respecto a las complicaciones perinatales, a través del riesgo relativo y Chi-cuadrado de Mantel-Haenzel. Las escalas biomédicas y psicosociales y cada uno de los ítems fueron analizados con las complicaciones perinatales mediante análisis de regresión (p<0.05). En la tabla 1 se puede observar los resultados biomédicos de la muestra:

 

Tabla 1 - Puntaje del Riesgo Biomédico (Sistema Manitoba) en 219 Mujeres Gestantes y Complicaciones Perinatales

 

Puntaje Biomédico Alto(>3 puntos) n=20 (9.2%)

Puntaje Biomédico bajo (>3 puntos) n=199 (90.8%)

 p

Morbilidad perinatal

Enfermedad obstétrica

Parto anormal

Bajo peso al nacer

Mortalidad perinatal

15 (75%)

9 (45%)

5 (25%)

1 (5%)

0

70 (35.1%)

30 (15%)

33 (16.5%)

7 (3.5%)

4 (2.0%)

0.01

0.02

0.34

0.68

0.56

Fuente: Herrera JA, Hurtado H, Cáceres D. Fam. Pract Res Journal (USA) 1992. 

 

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En la tabla 2 se pueden observar los resultados de la asociación entre los factores biomédicos de riesgo detectadas en la escala y las complicaciones perinatales. 

Tabla 2 - Asociación entre Ítems Biomédicos y Complicaciones Perinatales

 

Ítem Riesgo Relativo/Intervalo de confianza

Test de Chi-Cuadrado/Mantel-Hanzel

p

Edad menor a 16 años y mayor a 35 años

Primeriza

Cesáreas previas

Hemorragia en embarazo

Hemorragias previas en partos

Anemia (HB <10g%)

Abortos previos

Historia de bebés >9 lb o <5 lb 8oz

2.10 (0.96-4.28)

1.18 (0.65-2.13)

1.28 (0.46-3.62)

0.65 (0.29-1.45)

1.56 (0.56-4.2)

1.39 (0.68-2.84)

1.59 (0.85-2.96)

2.10 (0.96-4.28)

3.56

0.30

0.21

1.21

0.63

0.77

1.99

3.56

0.06

0.5

0.5

0.27

0.42

0.38

0.15

0.06

Fuente: Herrera JA, Hurtado H, Cáceres D. Fam. Pract Res Journal (USA) 1992

 

Como se puede observar en la tabla 3, el estrés psicosocial es un determinante crítico del resultado de la gestación en ausencia de otros factores biomédicos de riesgo, lo que corroboró los hallazgos de Obaywana, Carter y Barnet (1984). Las mujeres estresadas psicosocialmente presentaron resultados negativos en el 80% de los casos. Las complicaciones neonatales en las embarazadas estresadas se incrementaron en un 44%.

Tabla 3- Asociación entre Factores Psicosociales y Complicaciones Perinatales

 

Factores Riesgo Relativo/Intervalo de confianza

Test de Chi-Cuadrado/Mantel-Hanzel

p

Ítems de la Escala Hamilton de Ansiedad

Tensión emocional

Humor depresivo

 

2.62 (1.35-5.08)

2.66 (1.37-5.18)

 

 

9.11

 

0.03

0.02

Page 41: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Síntomas neurovegetativos

Ítems APGAR Familiar

Insatisfacción con el tiempo, espacio y dinero compartido con la familia

2.37 (1.37-4.10)

2.46 (1.42-4.24)

9.49

9.64

9.85

0.02

0.02

Fuente: Herrera JA, Hurtado H, Cáceres D. Fam. Pract Res Journal (USA) 1992

 

Cuando los riesgos psicosociales críticos se integraron con los riesgos biomédicos, las complicaciones perinatales fueron predecibles, como se puede apreciar en la tabla 4.

 

Tabla 4 - Predicción de Correlaciones entre Complicaciones Prenatales y Riesgo Biopsicosocial

 

 

Complicaciones

Perinatales

Resultado Perinatal

Normal

Riesgo psicosocial > 3 puntos (n=61)

Riesgo psicosocial < 3 puntos (n=158)

53 (86.8%)

7 (4.4%)

8 (13.1%)

151 (95.5%)

p<0.00001. Fuente: Herrera JA, Hurtado H, Cáceres D. Fam. Pract Res Journal (USA) 1992

 

Analizando las variables psicosociales como un sistema de puntaje (Escala de Ansiedad de Hamilton y Apgar Familiar), se encontró una asociación estadística entre ansiedad y disfunción familiar con patologías obstétricas (p<0.02), como lo muestran otros estudios (Abell TD, Baker LC, Cover RD, et al (1991) y Smilkstein G, Helsper-Lucas A, Ashworth C, et al, 1984). Los ítems psicosociales estuvieron asociados con todas las complicaciones perinatales en la gestación, trabajo de parto y en las del recién nacido (p<0.05).

En conclusión, se podría afirmar que la evaluación del riesgo en el embarazo debe incluir, además de los factores de riesgo biomédico, una valoración de los factores psicosociales de riesgo para identificar mujeres que podrían estar en riesgo durante la gestación y el parto.

Segundo estudio

En una investigación internacional en que participaron Colombia, Uruguay, Argentina y Honduras, se evaluó de una manera prospectiva y doble-ciega, la sensibilidad y especificidad, del instrumento de Riesgo Biopsicosocial Anteparto para la predicción de complicaciones perinatales, descrito previamente por el grupo (Herrera, Hurtado y Cáceres, 1992).

Se entrevistaron 1076 embarazadas, obteniendo 979 formularios con información completa y confiable. Eran embarazadas que asistían a control prenatal ambulatorio, de once centros de atención obstétrica, entre la semana 14 y 18 de gestación, que no presentaban enfermedad médica u obstétrica. La muestra se calculó con la prevalencia de la morbilidad perinatal en la comunidad estudiada (e=3%, i.c. 99%). Los centros que colaboraron en la recolección de la información en Colombia fueron el Hospital Universitario del Valle, Centro Hospital Cañaveralejo, Centro de Atención Básica la Selva, Servicio Médico de la Universidad del Valle, de la ciudad de Cali; el Hospital Universitario San José y Centro de Salud Alfonso

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López, de Popayán. En Argentina, colaboraron el Hospital Francés, el Centro de Educación Médica e Investigación clínica (CEMIC), de Buenos Aires; y el Hospital Maipú de la Provincia de Mendoza. En Uruguay, colaboró el Centro de Medicina Familiar de Montevideo. En Honduras, colaboró el Instituto Hondureño de Seguridad Social, en Tegucigalpa.

Un médico que no conocía los objetivos del estudio, entrevistó la gestante y la evaluó. Otro médico, igualmente de manera ciega, registró desde la historia clínica, el resultado del embarazo, parto y del recién nacido.

Los resultados generales mostraron que la escala de riesgo biomédico (Sistema Manitoba) presentó un riesgo relativo para morbilidad perinatal de 2.43 (i.c.95% 2.03-2.92, p<.00l), el que aumentó a 3.9 (i.c.95% 3.01-5.05, p<.00l) cuando evaluó el riesgo biopsicosocial. El mayor poder de predicción observado fue para las complicaciones del embarazo en donde la Escala de Riesgo Biomédico mostró un riesgo relativo de 1.17 (i.c. 95% 1.04-1.32, p<O.001), el que aumentó a 9.37 (i.c. 95% 6.95-12.65, p<O.001) cuando se evaluó conjuntamente el riesgo biopsicosocial. La sensibilidad de la Escala de Riesgo Biomédico, con respecto a las complicaciones perinatales, fue de 59% y la especificidad fue de 91%, similar a lo observado en varios estudios epidemiológicos realizados en Norteamérica. Por su parte, la Escala de Riesgo Biopsicosocial aumentó la sensibilidad a 75% (p<O.00l), con una especificidad del 90%. Este significativo incremento en la sensibilidad es importante, en la identificación de mujeres embarazadas con mayor riesgo de presentar complicaciones perinatales. A continuación se incluyen algunos hallazgos parciales del estudio.

El riesgo biomédico y la morbilidad perinatal mostraron una asociación estadísticamente significativa (RR=2.43, i.c. 95% 2.03-2.92, Mantel Haenzel=289, p< 0.001), con una discreta fuerza de asociación con las complicaciones del embarazo (RR=1.17, i.c. 95% 1.04-1.32, Mantel-Haenzel=6.07, p<0.01) y con evidencia poco fuerte de asociación con las complicaciones del parto (RR=1.74 i.c. 95% 1.29-2.36, Mantel-Haenzel=2.7, p<0.00l) y del recién nacido (RR=1.91 i.c. 95% entre 1.44 y 2.53, Mantel Haenzel=54.2, p<0.001). Igualmente, el riesgo biomédico se asoció con evidencia estadística poco fuerte con la mortalidad perinatal (RR=1.03, i.c. 95% 1.01-1.06, Mantel-Haenzel 12.4, p<0.004).

El riesgo psicosocial caracterizado por ansiedad se asoció con evidencia estadística poco fuerte con la morbilidad perinatal (RR=1.21, i.c. 95% 1.09-1.35, Mantel-Haenzel=15.6, p<O.007).

Por su parte el riesgo biopsicosocial tuvo una asociación estadísticamente significativa con la morbilidad perinatal (RR=3.9, i.c. 95% 3.01-5.05, Mantel Haenzel=391.3, p<0.001), la cual presentó una mayor fuerza de asociación con las complicaciones del embarazo (RR=9.37, i.c. 95% 6.95-12.65, Mantel Haenzel=331, p<O.001) y con asociación estadísticamente significativa con las complicaciones del parto (RR=2.68 i.c. 95% 1.72-4.19, Mantel-Haenzel=52.7, p<O.00l) y del recién nacido (RR=2.63, i.c. 95% 1.80-3.85, Mantel Haenzel=68.3, p<0.001). La mortalidad perinatal, se observó con asociación estadística poco fuerte con el riesgo biopsicosocial (RR=1.04, i.c. 95% 1.01-1.06, Mantet-Haenzel=21.6, p<0.0).

Al hacer un análisis discriminativo de la sensibilidad y especificidad, por regiones estudiadas, observamos en Sur América(N=757,Colombia, Argentina, Uruguay) una sensibilidad de la escala de riesgo biomédico con respecto a las complicaciones perinatales de 62.4% y una especificidad de 91.5%. La escala de riesgo biopsicosocial incrementó significativamente la sensibilidad a 77.4% (Z=-3.5, p<O.002), manteniendo la especificidad en 90.5%.

En Centro América (N=222, Honduras) la sensibilidad de la escala de riesgo biomédico fue de 36.5% y la especificidad de 90.6%. La escala de riesgo biopsicosocial incrementó significativamente la sensibilidad a 56% (Z=-3.1, p<0.0) manteniendo la especificidad en 86.1%.

Los resultados de este estudio se publicaron en la revista Atención Primaria de España en 1995 y en la revista Social Science and Medicine (1998).

Aplicación de la Escala de Riesgo Biopsicosocial Prenatal

Contenido de sus tres secciones:

Evaluación de riesgo biopsicosocial prenatal que clasifica la paciente como de alto riesgo biopsicosocial (>3 Puntos) o de bajo riesgo biopsicosocial (<3 Puntos).

- Pruebas de tamizaje para la prevención secundaria.

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- Curvas de seguimiento, por percentiles, de la ganancia de peso y altura uterina y la curva de seguimiento de la presión arterial diastólica y presión arterial media en el embarazo. En esta sección el instrumento evalúa los métodos de prevención utilizados para la prevención de la hipertensión arterial inducida por el embarazo y la preec1ampsia, los métodos utilizados para prevención de parto prematuro y diabetes gestacional, y el resultado perinatal del embarazo, parto y recién nacido.

En el instructivo sólo se incluirá la evaluación del riesgo biopsicosocial prenatal, puesto que las otras dos secciones, son las formas de prevención e intervención una vez que se detecta el riesgo. Las personas interesadas en la aplicación completa del Modelo biopsicosocial se pueden comunicar con los investigadores o consultar el libro especial editado por los investigadores y el Ministerio de Salud en Colombia (1997 y 2003).

Instructivo

A. Evaluación del riesgo Biopsicosocial

1. Historia Reproductiva

Escriba una X en la casilla correspondiente, de acuerdo con la presencia de síntomas o signos en la sección correspondiente (en relación con la historia reproductiva (sección 1); condiciones asociadas (sección 2), o embarazo actual (sección 3). Al frente de cada indicador aparece el puntaje que le corresponde. Se debe marcar la X únicamente, cuando el factor de riesgo se encuentra presente.

Historia de aborto habitual (dos abortos consecutivos espontáneos), historia de infertilidad (ausencia de embarazos con actividad sexual tres veces por semana sin método de planificación en un periodo mayor de un año).

Retención placentaria (retención placentaria mayor de 30 minutos con remoción manual).

Feto macrosómico (cuando el peso del recién nacido es> 4.000 g).

Bajo peso al nacer (Cuando el peso del recién nacido es < 2.500g).

Hipertensión arterial inducida por el embarazo (incremento de la presión arterial diastólica en el transcurso del embarazo igual o mayor de 20 mm de Hg, con cifras iguales o superiores al 140 mm Hg en la presión arterial sistólica y 90 mm Hg en la presión arterial diastólica).

- Preeclampsia (hipertensiópn arterial inducida por el embarazo acompañado de proteinuria mayor de 0.3 g/l/24h).

- Embarazo múltiple (Embarazo con más de un feto).

- Cesárea previa (antecedente de operación cesárea).

- Mortinato (nacido muerto por encima de 28 semanas de edad gestacional).

- Muerte neonatal (recién nacido vivo que muere antes de los 7 días de vida).

- Trabajo de parto prolongado y difícil (trabajo de parto mayor de 12 horas con expulsivo prolongado mayor de una hora).

2. Condiciones asociadas

- Cirugía ginecológica previa: miomas uterinos, embarazos ectópicos.

- Enfermedad renal crónica: glomerulonefritis, pielonefritis, insuficiencia renal crónica.

- Diabetes mellitus gestacional: diabetes desencadenada por el embarazo.

Page 44: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

- Diabetes mellitus: diabetes mellitus existente previa al embarazo y confirmada con una glicemia en ayunas superior a 125 mg/dl.

- Enfermedad cardíaca: valvulopatía, miocardiopatía, insuficiencia cardíaca.

- Enfermedades infecciosas agudas: bacterianas: sinusitis, bronquitis, neumonía, Infección urinaria aguda.

- Enfermedades autoinmunes: lupus eritematoso, artritis reumatoidea y enfermedades del colágeno.

- Anemia: hemoglobina menor de 10g/ L

Subtotal de 1 y 2: En este espacio en blanco escriba el puntaje total de la suma de los puntajes obtenidos en la evaluación de la historia reproductiva (1) y las condiciones asociadas (2).

3. Embarazo actual

Los eventos patológicos que se registran en esta sección se deben evaluar al menos en tres controles (semana 14-27; semana 28-32; semana 33 a 42).

- Sangrado vaginal consistente: antes de 20 semanas 1 punto y después 3 puntos.

- Embarazo prolongado: cuando la duración del embarazo sobrepasa las 42 semanas.

- Hipertensión arterial inducida por el embarazo y preeclampsia: presente en el embarazo actual.

- Ruptura prematura de membranas: antes de que se inicie el trabajo de parto.

- Polidramnios, aumento patológico de líquido amniótico, demostrado idealmente por ecografía.

- Embarazo múltiple: sospechado c1ínicamente y confirmado idealmente por ecografía.

- Mala presentación (situación transversa, presentación podálica).

- Isoinmunización Rh (paciente Rh negativa con prueba de Coombs indirecta positiva).

Subtotal 3

En el espacio en blanco de la primera columna escriba el puntaje de los eventos patológicos encontrados entre las semanas 14 y 27 de embarazo; en la segunda el encontrado entre la 28 y 32; en la tercera columna lo hallado entre la semana 33 y 42 del embarazo.

Riesgo psicosocial

4.1 La ansiedad como componente emocional característico del estrés. Los síntomas de ansiedad para ser considerados como factores de riesgo perinatal, deben ser consistentes en su presentación, es decir, presentarse casi todos los días y con una intensidad severa.

4.1.1 Tensión emocional. La embarazada percibe su gestación como amenazante lo que genera tensión emocional. Este síntoma puede ser identificado por la presencia de, al menos dos, de los siguientes indicadores:

Llanto fácil (llora por motivos que la misma gestante valora sin importancia). Este indicador es importante y es la primera pregunta que se debe hacer. Si su respuesta es negativa no es necesario profundizar. Pero si es positiva es la clave para seguir preguntando otros síntomas.

Tensión muscular (rigidez en los músculos y excesivo nerviosismo).

Sobresalto: se asusta ante eventos sin importancia para ella misma.

Temblor: movimientos involuntarios de músculos.

Page 45: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

No poder quedarse quieta en un solo sitio: cambios continuos de posición, sin necesidad, e involuntarios.

4.1.2 Síntoma de humor depresivo. Pérdida de interés en actividades cotidianas con tendencia a aislamiento y cambios inesperados de estados de ánimo. Este síntoma puede ser identificado por la presencia de, al menos dos, los siguientes indicadores:

Insomnio: Se despierta en las noches y permanece despierta por largos períodos y tiene dificultad para volverse a dormir. Este síntoma es clave e importante para indagar sobre los otros indicadores.

- Falta de interés: no disfruta de actividades o situaciones que antes consideraba placenteras.

- No disfruta de pasatiempos: se aburre fácilmente de los que antes eran importantes para ella.

- Depresión: Conductas de aislamiento, abandono, deseos de no hacer nada.

- Variaciones de humor durante el día: pasa fácilmente de la alegría a la tristeza sin una causa aparente. Aparecen reacciones de rabia o ira por motivos sin importancia.

 

4.1.3 Síntomas neurovegatativos. Pueden identificarse por la presencia de, al menos dos, de los siguientes indicadores:

- Transpiración excesiva: sudoración principalmente por manos, cuello, cara, ante situaciones de angustia. Indicador clave e importante para determinar presencia de otros síntomas.

- Boca seca: sensación de sequedad en la boca y la garganta ante situaciones de angustia.

- Accesos de rubor o palidez, ante situaciones de angustia.

- Cefalea de tensión: más que un dolor es una molestia permanente en los músculos de la región posterior de la cabeza, a veces irradiado a la espalda con duración de varias horas durante el día.

Caracterización de la ansiedad como factor de riesgo materno perinatal. Para asignar un (1) punto en la evaluación de la ansiedad, como factor de riesgo perinatal, deben estar presentes y marcados con una X en las casillas sombreadas al menos dos o tres síntomas de ansiedad

Soporte Familiar

Para considerar el soporte familiar inadecuado, como factor de riesgo en la embarazada debe expresar que nunca está satisfecha con la forma como ella y su familia comparten al menos dos o tres de los siguientes indicadores: tiempo, espacio y dinero. La pregunta que se le hace a la embarazada es: "¿Está satisfecha con el apoyo y la ayuda que recibe de su familia durante este embarazo?" Si la respuesta es "Sí", no es necesario explorar más. Si la respuesta es "NO está satisfecha" se explora en forma individual la satisfacción por el tiempo, el espacio y el dinero.

Cálculo del Puntaje total riesgo biopsicosocial

El riesgo biopsicosocial prenatal se calcula sumando los puntajes de la historia reproductiva (1), condiciones asociadas (2), eventos patológicos del embarazo actual (3), ansiedad (4.1) y soporte familiar (4.2), que aparecen en el instrumento que está a continuación. El seguimiento y resultado del embarazo hacen parte de la intervención psicosocial, que no se trabajó en este documento de allí la no definición de sus indicadores. En caso que se desee conocer al respecto se puede comunicar vía Internet con los investigadores.

 

Page 46: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

El Instrumento

 

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ESCALA DE MASCULINIDAD FEMINIDAD

 

Eduardo García-Cueto Jairo Cabañeros

María MartínLuis Manuel Lozano

 

 

Introducción

Problema por tratar

A medida que la sociedad evoluciona y que la mujer pasa a formar parte del mundo laboral y toma funciones que tradicionalmente parecían reservadas a los hombres, las conductas características de un género dejan de ser tal, para formar parte de ambos.

Actualmente los hombres realizan conductas que hace unos años era impensable que llevasen a cabo debido a que estaban destinadas a ser hechas por las mujeres y viceversa. Hoy en día nadie se extraña porque un hombre realice tareas domésticas, así como tampoco porque una mujer trabaje fuera de su hogar.

En primer lugar se debe realizar una distinción entre sexo como condición biológica y género como sentido psicológico adscrito al sexo (Abele, 2002; Bem, 1993; Burn, 1996; Bussey y Bandura, 1999; Deaux y LaFrance, 1998; Eagly, 1987). Abele en el 2003 a su vez diferencia el género en dos aspectos; por un lado el externo, como conductas estereotipadas para un determinado género y, por otro lado, interno, como un auto concepto de género que formaría parte de un factor más general como sería el auto concepto general. En este capítulo se hará mención sólo de a los aspectos externos que se atribuyen al género.

Como se dijo anteriormente, estas conductas, las que se pueden diferenciar entre un comportamiento masculino y uno femenino, cambian a medida que la sociedad se desarrolla, ya que están sometidas a variaciones culturales, históricas e incluso situacionales (Eagly y Wood, 2002). Otras investigaciones apuntan que los esquemas de género son vistos como estructuras de conocimiento dinámicas y su contenido varía dependiendo de la cultura y la experiencia (Martín y Dinella, 2001). Durante el desarrollo, los esquemas de género son aprendidos de forma temprana a través de la observación directa e indirecta (Martín y Halverson, 1981); y de forma tardía son mantenidos y reforzados por la familia, la escuela, el grupo de iguales, los marcos laborales y los medios de comunicación (Lott y Maluso, 1993; Martín, 1999; Ruble y Martín, 1998; Taylor, 1996). En todas las culturas existe un modelo normativo acerca de cómo debe ser un varón y una mujer. Estos constructos sociales tienen un papel fundamental en la organización y constitución de la subjetividad humana. Llevan implícitas una serie de sanciones positivas y negativas que marcan de antemano las aspiraciones, las percepciones, el hacer y el poder del sujeto en el mundo (Izquierdo, 1983; Lagarde, 1996; Osborne, 1991).

Las características propias de cada sexo que se encuentran en las expectativas y prescripciones sociales son: los hombres son más inteligentes, fuertes, hábiles y ágiles que las mujeres; están interesados en valores teóricos, económicos y políticos, mientras que las mujeres lo están en valores estéticos, sociales y religiosos; la personalidad del hombre posee como rasgos la independencia, dominancia, motivación por el éxito e inexpresividad, y la de la mujer, la dependencia, afectividad y expresividad; el hombre tiene una sexualidad poderosa y activa, mientras que en la mujer el desarrollo de ésta es mínimo y tiene un carácter marcadamente pasivo (Moya-Morales, 1984).

Los resultados de las investigaciones que han intentado averiguar si esos dos conjuntos de rasgos estereotipados corresponden en la realidad a lo que son los hombres y mujeres y sus respectivos comportamientos han mostrado, en líneas generales (dada la enorme diversidad de comportamientos, aptitudes y actitudes comprendidas) que los hombres y mujeres se adecuan bastante en la práctica a lo que determinan las prescripciones sociales como propio de su sexo. Sin embargo, la mayoría de las

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investigaciones han mostrado también que esa correspondencia entre las prescripciones sociales y la realidad se debe, fundamentalmente, a variables socioculturales y no a determinantes de tipo biológico.

Puesto que esta variable está intensamente influida por los aspectos previamente mencionados, es necesario e importante construir nuevos instrumentos para su medición debido al dinamismo de los cambios culturales. Esto hace que las escalas sobre masculinidad-feminidad de los años setenta hayan quedado completamente obsoletas y sea impensable su utilización en la sociedad actual.

Durante muchos años se consideró la masculinidad y la feminidad como una variable con una única dimensión y dos polos, que hacía posible clasificar a los individuos en un determinado punto de ese continuo (Graham, 1987). Es decir, éstos podían ser en mayor o menor grado masculinos o femeninos, pero nunca las dos cosas a la vez. Asimismo, los roles sexuales estaban rígidamente ligados al género, de manera que el ser masculino o femenino dependía básicamente de ser hombre o mujer. Históricamente, la psicología experimental ha definido los grupos de rasgos que definen típicamente a un hombre o a una mujer como rasgos que reflejan masculinidad y feminidad o quizás de forma más apropiada, instrumentalidad y expresividad de acuerdo con la clasificación de Parsons (1951).

En la década de los setenta, surge una nueva concepción que considera la masculinidad y feminidad como dos dimensiones independientes, de tal forma que todos los individuos poseen en mayor o menor grado esos dos rasgos (Bem, 1974; Spence, Helmreich y Stapp, 1975). Así ha nacido el concepto de androginia psicológica, para designar a aquellos individuos que presentan en igual medida rasgos masculinos y femeninos, y se han desarrollado una serie de cuestionarios y escalas específicas para medir la masculinidad, feminidad y androginia. En este nuevo enfoque de los roles sexuales, la masculinidad y feminidad representan dos conjuntos de habilidades conductuales y competencias interpersonales que los individuos, independientemente de su sexo, usan para interactuar con su medio. Esta perspectiva ha posibilitado el desarrollo de numerosas investigaciones, al disminuir considerablemente la inevitabilidad y el determinismo ligado a los rasgos masculino y femenino.

Más recientemente, los datos empíricos han confirmado el carácter multidimensional de los estereotipos de género y cómo los efectos de los mismos aparecen de diversas formas (Deaux, 1999; Spence, 1993, 1999).

El interés en el estudio de esta variable, al margen de su propia idiosincrasia, reside en la relación que se establece con otras variables psicológicas como son la autoestima, la inteligencia emocional o la ansiedad entre otras.

La autoestima ha sido utilizada como uno de los principales indicadores de bienestar psicológico en las investigaciones realizadas sobre los roles de género (Allgood-Merten y Stockard,1991; Taylor y Hall,1982; Whitley,1983). La constatación de las diferencias en autoestima en las categorías de género ha tenido una gran repercusión en el estudio de la masculinidad y la feminidad. Las investigaciones acerca de la relación entre la autoestima y la masculinidad-feminidad concluyen que las personas masculinas y andróginas puntúan significativamente más alto en autoestima que las personas indiferenciadas y femeninas (Bem,1977; Baldwin y cols, 1986; Flagg,1984; Gauthier y Kjervik,1982; Lamke,1982; Lau,1989; Moore y Rosenthal,1980; Mullis y McKinley,1989; Spence y cols,1975; Wetter, 1975). La masculinidad está positiva y significativamente más asociada con la autoestima que la feminidad y aparece como mejor predictora de la autoestima.

Se entiende la inteligencia emocional como la habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud, la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la habilidad para comprender emociones y el conocimiento emocional y la habilidad para regular las emociones promoviendo un crecimiento emocional e intelectual (Mayer y Salovey, 1997). Dentro de su estudio es preciso señalar que la cultura influye en el ajuste emocional de los individuos y en su percepción de bienestar subjetivo de diferentes maneras. Las investigaciones sugieren que la dimensión Masculinidad-Feminidad modera la relación entre Inteligencia Emocional Percibida y Ajuste Emocional.

Por último, en lo que se refiere a la relación entre la ansiedad y la masculinidad-feminidad, se puede afirmar que las mujeres poseen globalmente, mucho más riesgo de padecer trastornos de este tipo que los hombres. Las diferencias son notables en cuanto a las grandes fobias y el pánico, apreciándose también en la ansiedad generalizada.

Numerosos estudios han investigado la relación entre la masculinidad, feminidad y androginia por una parte y varios índices de salud mental. Existe considerable evidencia de que, tanto en hombres como en mujeres, la masculinidad tiende a estar asociada más que la feminidad con índices de ajuste personal, incluyendo mayor autoestima (previamente explicado) y una tendencia a presentar niveles más bajos de

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ansiedad y depresión (Adams y Sherer, 1982; Bassoff y Glass, 1982; Taylor y Hall, 1982; Pérez-Blasco y Serra, 1994). Los estudios en los que se analiza la relación entre masculinidad, feminidad y androginia por una parte y ansiedad por otra, indican que, además de existir mayores niveles de ansiedad en las mujeres que en los hombres, los individuos con una puntuación alta en feminidad presentan asimismo mayor tendencia a la ansiedad que los que poseen alta puntuación en masculinidad o los individuos andróginos (Gallacher y Kieger, 1995; Thoronton y Leo, 1992; Ward y Dillon, 1990). No es de sorprender que algunos trabajos como el de Kleimplatz, McCarrey y Kateb (1992) encuentren una menor autoestima, menor satisfacción vital y mayor ansiedad en las mujeres más tradicionales que en las que manifiestan actitudes más progresistas respecto a su rol como mujeres, habida cuenta de que dicho rol se ha caracterizado por sus limitaciones e inferioridad respecto al masculino.

Modelos teóricos del instrumento

Se parte de un modelo que considera que la variable masculinidad-feminidad es una variable bidimensional que consta de dos factores ortogonales, de forma que las puntuaciones tanto en masculinidad como en feminidad son independientes. Esto quiere decir que el puntuar alto en masculinidad no implica puntuar bajo en feminidad sino que puede haber todas las combinaciones: alto/alto; alto/medio; alto/bajo; bajo/bajo; etc.

Como se indicó anteriormente, la variable masculinidad-feminidad se empezó estudiando bajo la hipótesis de que se trataba de un rasgo unifactorial y bipolar de la conducta (Graham, 1987)

Con el paso del tiempo y, sobre todo a partir de la década de los setenta, se empieza a considerar la posibilidad de que son necesarias dos dimensiones para el estudio de esta variable (Bem, 1974; Spence, Helmreich y Stapp, 1975).

En este sentido, el presente instrumento se construye siguiendo un modelo bifactorial de la conducta masculinidad-feminidad, considerando que la presente variable está compuesta por dos factores ortogonales, de forma que si se representase en el plano bidimensional y se asignase la masculinidad al eje de abscisas y la feminidad al de ordenadas, la puntuación de un sujeto podría representarse como un punto en ese plano, que sería el resultado de la intersección de ambas puntuaciones.

Dentro de este enfoque bifactorial cabe destacar el Inventario de Rol Sexual. Esta medida creada en 1974 por Sandra Bem, fue pionera en medir estos constructos como dos dimensiones independientes, y en operativizar la androginia psicológica. La adaptación castellana de este cuestionario está formada por tres subescalas: la escala de Masculinidad, la escala de Feminidad y la escala de Deseabilidad Social, constituidas cada una por 18 items. Es una prueba autodescriptiva, en la que se pide al sujeto que señale de cada ítem en qué grado se da ese rasgo en él, teniendo como referencia una escala del 1 al 7 que le permite indicar si una determinada característica de personalidad se da siempre o casi siempre (7) o nunca o casi nunca (1) en él. Cada sujeto obtiene, en función de sus respuestas, una puntuación de masculinidad y de feminidad, y a partir del método de dicotomizar por la mediana se halla su tipología de género.

Descripción del instrumento

Intentando ser fieles al modelo bidimensional teórico propuesto y para someterlo a prueba empíricamente, a partir de los datos obtenidos, la elaboración de la escala pasó por tres fases claramente diferenciadas.

1ª Fase

En esta fase se lleva a cabo una búsqueda exhaustiva de información sobre conductas y actitudes diferenciadoras de género. Es decir, conductas y actitudes propias y específicas ya fuera de varones o de mujeres. Para ello se elaboró una encuesta de preguntas abiertas que se aplica a una amplia muestra de la población general del Principado de Asturias, con edades comprendidas entre los 18 y 80 años.

En esta encuesta, se pedía a los encuestados que expusieran de forma libre el mayor número de ideas que les fuera posible a cerca de 4 aspectos:

1.Todas las conductas que considerasen propias y específicas de los hombres.

2.Todas las conductas que considerasen propias y específicas de las mujeres.

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3.Todas las actitudes típicas del género femenino.

4. Todas las actitudes y arquetipos propios de los varones.

Se recogieron 300 ideas distintas. Con posterioridad, un equipo de 4 psicólogos expertos en la construcción de escalas y test agrupó todas las respuestas encuadrándolas en diversos grupos temáticos. Estos iban desde temas relacionados con los modales y la buena educación hasta conductas sexuales pasando por el amor paterno-filial o la necesidad de cuidar de los ancianos o los niños.

2ª Fase

A partir de estos grandes grupos de conducta y actitudes, el equipo de investigación elabora un primer cuestionario compuesto por 128 ítems en formato tipo Likert y 5 alternativas de respuesta

Una vez estudiada la validez muestral del instrumento, se pasa a su aplicación a un grupo normativo pertinente.

Como grupo normativo, se selecciona una muestra aleatoria representativa de la población del Principado de Asturias mayor de 18 años. La media de edad del grupo normativo fue de 27.01 años y la desviación típica de 13.07, con un rango que iba de los 18 a los 77 años. La muestra estaba compuesta por 270 personas (un 61.1%) fueron varones y 172 (el 38.9%) mujeres.

3ª Fase.

Tras la recogida de la información a través del cuestionario, y una vez codificadas todas las respuestas dadas en la escala, se pasa al estudio estadístico de los datos con el fin de llevar a cabo la elección de los ítems que deberán ser eliminados para la construcción de la escala definitiva.

No debe perderse de vista la finalidad de la escala: estudio de la masculinidad y feminidad como una variable bifactorial y diferenciadora de conductas y actitudes de género en función del uso y la norma social. Así pues, parece sensato intentar seleccionar, por una parte, aquellos ítems que den una mayor consistencia interna y una mejor cohesión y homogeneidad de cada uno de los dos factores hipotetizados y, por otro lado, aquellos ítems que mejor pueden llegar a discriminar entre ambos géneros. Así pues, de los 128 ítems iniciales se eligieron aquellos ítems que mejor discriminaban entre hombres y mujeres. Para la selección de los ítems, se tiene en cuenta los resultados obtenidos en diversas pruebas estadísticas.

En primer lugar, se lleva a cabo un análisis factorial utilizando como método de factorización el de ejes principales y una rotación oblicua mediante "promax" con el fin de ver la correlación real de los factores.

Los ítems se agrupan en dos factores, uno de masculinidad y otro de feminidad, con baja correlación entre ambos del orden tan solo de 0.1. El estudio del índice de homogeneidad o de discriminación de cada ítem dentro de cada factor permite la elección de aquellos ítems que maximicen la consistencia interna de cada una de estas dos variables. Por este procedimiento y utilizando como criterio índices de homogeneidad superiores a 0.30, se elaboran dos nuevas escalas, una de masculinidad y otra de feminidad con 30 items cada una.

De esta forma, se intenta poseer un instrumento válido que pueda evaluar las variables de masculinidad y feminidad de forma relativamente breve (30 ítems para cada escala) y concisa.

 

Formas de corrección

El formato utilizado para la elaboración de los ítems del cuestionario de masculinidad-feminidad es una escala tipo Likert de 5 alternativas de respuesta donde 1 significa totalmente en desacuerdo y 5 totalmente de acuerdo con la aseveración formulada en cada ítem respectivo. Para este tipo de escalas de respuesta, la forma de corrección está basada en la suma de las puntuaciones de cada ítem en cada escala. Así, la puntuación mínima que podría obtener una persona en la escala de masculinidad o la de feminidad es de 30 puntos mientras que la máxima sería de 150.

La forma de corrección y puntuación del cuestionario se realizan manualmente. Se contará 1, 2, 3, 4, o 5 puntos según sea la respuesta del sujeto que aparezca en cada uno de los ítems de cada escala ya que

Page 55: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

los ítems están direccionados de tal manera que la máxima categoría (5 puntos) indica una mayor masculinidad o feminidad, según el ítem pertenezca a una u otra escala. A continuación, se suman todos los puntos obtenidos por el sujeto en cada escala por separado obteniéndose la puntuación directa. Este valor se trasladará al cuadro resumen de puntuaciones (tablas 1, 2, 3, 4, 5, 6) donde se busca la correspondiente puntuación centil y se expresa en dicho cuadro situado al final del cuestionario.

Con el fin de evitar sesgos, se recomienda aplicar de manera aleatoria la forma de elaborar la escala, para que no haya una tendencia a agrupar por un lado los ítems de masculinidad y por otro los de feminidad.

La escala tal y como se muestra en este manual, puede ser una posible forma de aplicación de la prueba ya que, numerados los ítems del 1 al 60 se han distribuido mediante el uso de una tabla de números aleatorios. Los ítems que constituyen la escala de masculinidad son el 2, 3, 7, 8, 10, 11, 12, 14, 15, 16, 18, 20, 22, 23, 29, 33, 24, 26, 27, 41, 43, 44, 47, 49, 50, 54, 55, 56, 57, 58; y la escala de feminidad la componen los ítems: 1, 4, 5, 6, 9, 13, 17, 19, 21, 24, 25, 26, 27, 28, 30, 31, 32, 35, 38, 39, 40, 42, 45, 46, 48, 51, 52, 53, 59 y 60.

Se presentan 3 baremos distintos.

El primero, elaborado con toda la muestra y los otros dos (los que en general se deberán usar) diferenciados para hombres y mujeres. Los tres baremos son escalas centiles normalizados estimados a través de las puntuaciones obtenidas en la escala por el grupo normativo.

Las tablas 1 y 2, reflejan la puntuación centil correspondiente a las puntuaciones directas de toda la muestra.

Esta baremación global, realmente no tiene aplicación práctica ya que estaría planteada a nivel teórico de investigación general. Las características propias de cada sexo se encuentran clásicamente en las expectativas y prescripciones sociales según se indicó anteriormente. Asimismo, una puntuación alta en ambos rasgos se correspondería con los sujetos andróginos, como se señaló más arriba. Esto significa que llevan a cabo conductas y poseen actitudes propias de roles sociales tanto masculinos como femeninos.

Las tablas 3 y 4 presentan las puntuaciones centiles correspondientes a la masculinidad y feminidad en varones. Un varón con una alta puntuación en masculinidad significa que el varón muestra tendencia a poseer actitudes y a realizar conductas consideradas socialmente como propias del rol masculino. Por el contrario, puntuaciones altas en feminidad significa que muestra cierta tendencia a llevar a cabo conductas o a poseer actitudes que clásicamente la sociedad considera como propias del rol femenino.

Las tablas 5 y 6 plantean las puntuaciones centiles correspondientes a la masculinidad y feminidad en mujeres. En este caso, una mujer con una alta puntuación en masculinidad significa que muestra tendencia a poseer actitudes y a realizar conductas consideradas socialmente como propias del rol masculino. Por el contrario, puntuaciones altas en feminidad significa que muestra cierta tendencia a llevar a cabo conductas o a poseer actitudes que clásicamente la sociedad considera como propias del rol femenino.

Page 56: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Tabla 1 - Baremos de MasculinidadMuestra total

Centil P.directa

5 30 a 43

10 44 a 50

15 50 a 55

20 56 a 59

25 60 a 62

30 63 a 65

35 66 a 68

40 69 a 71

45 72 a 73

50 74 a 76

55 77 a 79

60 80 a 82

65 83 a 84

70 85 a 87

75 88 a 91

80 92 a 95

85 96 a 99

90 100 a 107

Tabla 2 - Baremos de FeminidadMuestra total

Centil P. directa

5 30 a 41

10 42 a 49

15 50 a 54

20 55 a 59

25 60 a 62

30 63 a 66

35 67 a 69

40 70 a 72

45 73 a 75

50 76 a 78

55 79 a 81

60 82 a 84

65 85 a 87

70 88 a 91

75 92 a 95

80 96 a 99

85 100 a 105

90 106 a 112

Page 57: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

95 108 a 150 95 113 a 150

 

Tabla 3 - Masculinidad Varones

Centil P. directa

5 30 a 60

10 61 a 65

15 66 a 69

20 70 a 72

25 73 a 75

30 76 a 77

35 78 a 79

40 80 a 82

45 83 a 84

50 85 a 86

55 87 a 89

60 90 a 91

65 92 a 93

70 94 a 95

75 96 a 98

80 99 a 101

85 102 a 105

Tabla 4 - Feminidad Varones

Centil P. directa

5 30 a 45

10 46 a 48

15 49 a 51

20 52 a 53

25 54 a 55

30 56 a 57

35 58 a 59

40 60

45 61 a 62

50 63

55 64 a 65

60 66

65 67 a 68

70 69 a 70

75 71 a 72

80 73 a 74

85 75 a 76

90 77 a 80

Page 58: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

90 106 a 111

95 112 a 150

 

95 81 a 150

 

Tabla 5 - Masculinidad mujeres

Centil P. directa

5 30 a 34

10 35 a 40

15 41 a 43

20 44 a 46

25 47 a 49

30 50 a 52

35 53 a 54

40 55 a 56

45 57 a 58

50 59 a 61

55 62 a 63

60 64 a 65

65 66 a 67

70 68 a 69

75 70 a 72

80 73 a 75

85 76 a 78

90 79 a 84

95 85 a 150

Tabla 6 - Feminidad mujeres

Centil P. directa

5 30 a 72

10 73 a 78

15 79 a 82

20 83 a 86

25 87 a 89

30 90 a 92

35 93 a 94

40 95 a 97

45 98 a 99

50 100 a 102

55 103 a 104

60 105 a 106

65 107 a 109

70 110 a 112

75 113 a 115

80 116 a 119

85 120 a 123

90 124 a 128

95 129 a 150

Page 59: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

   

Propiedades psicométricas del instrumento

La fiabilidad del cuestionario, estimada mediante el coeficiente alfa de Cronbach fue de 0.91 para la variable de masculinidad y 0.93 para la de feminidad.

En cuanto a la validez, cabe decir que se llevó a cabo un primer análisis factorial con todos los ítems originales empleando un método de factorialización de ejes principales y una rotación oblicua. Como resultado de este análisis, se observa la existencia de dos factores con una correlación sumamente baja del orden de 0.10. Con el fin de hacer una estructuración más clara de los diferentes factores, se repite el análisis empleando el método de extracción de ejes principales pero con una rotación varimax. Así, se rotan dos factores, uno de masculinidad y otro de feminidad.

Con los ítems de cada factor por separado, se analizan los índices de discriminación u homogeneidad y se dejan aquellos ítems que posean unos índices superiores a 0.30. Como resultado final de este análisis, quedan 60 ítems repartidos al 50% entre la escala de masculinidad y feminidad. Con estos 60 ítems, se repite nuevamente el análisis factorial rotando dos factores como parece indicar el gráfico de sedimentación resultante ya que después del segundo punto de inflexión, la gráfica tiende a ser paralela al eje de abscisas (García-Cueto, 1993).

 

La estructura factorial última, puede verse en la tabla 7 donde se eliminaron los pesos con saturaciones inferiores a 0.30. Esta estructura, explica el 83% de la varianza común estimada y el 32% de la varianza total.

 

Tabla 7 - Matriz de factores rotados

Factor

Page 60: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

 

1 2

ITEM033 ,776

 

ITEM063 ,730

 

ITEM051 ,706

 

ITEM102 ,698

 

ITEM075 ,697

 

ITEM035 ,690

 

ITEM080 ,653

 

ITEM043 ,647

 

ITEM115 ,623

 

ITEM126 ,585

 

ITEM089 ,558

 

ITEM120 ,543

 

ITEM116 ,541

 

ITEM113 ,539

 

ITEM061 ,533

 

ITEM004 ,503

 

ITEM027 ,498

 

ITEM101 ,495

 

ITEM024 ,480

 

ITEM042 ,479

 

ITEM020 ,478

 

ITEM044 ,463

 

ITEM018 ,433

 

Page 61: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

ITEM064 ,424

 

ITEM079 ,421

 

ITEM097 ,403

 

ITEM045 ,396

 

ITEM068 ,379

 

ITEM099 ,359

 

ITEM123 ,358

 

ITEM087

 

,625

ITEM086

 

,598

ITEM049

 

,583

ITEM053

 

,556

ITEM037

 

,548

ITEM083

 

,534

ITEM092

 

,528

ITEM118

 

,525

ITEM057

 

,525

ITEM093

 

,523

ITEM069

 

,514

ITEM110

 

,512

ITEM119

 

,509

ITEM073

 

,496

ITEM029

 

,493

ITEM098

 

,480

ITEM109

 

,466

Page 62: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

ITEM059

 

,463

ITEM013

 

,449

ITEM019

 

,445

ITEM084

 

,439

ITEM007

 

,433

ITEM112

 

,432

ITEM010

 

,429

ITEM088

 

,403

ITEM062

 

,393

ITEM103

 

,370

ITEM060

 

,323

ITEM028

 

,321

ITEM025

 

,312

 

Por lo tanto, como se puede observar, parece sensato mantener la hipótesis de bidimensionalidad subyacente en función de los factores rotados.

Análisis de los ítems

Los índices de homogeneidad de los ítems presentan, como se puede ver en la tabla 8 y 9, unos índices muy elevados. El valor máximo de la escala de masculinidad es de 0,6478 mientras que el mínimo es 0.30. Para la escala de feminidad, el valor máximo es 0,7949 y el mínimo, 0,3982.

 Tabla 8 - Índice de homogeneidad Feminidad

 ITEM004 0,5169 ITEM018 0,4466

ITEM020 0,4123 ITEM024 0,4696

ITEM027 0,4731 ITEM033 0,7949

ITEM035 0,6846 ITEM042 0,4890

Page 63: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

ITEM043 0,6143 ITEM044 0,4335

ITEM045 0,4324 ITEM051 0,7007

ITEM061 0,4755 ITEM063 0,7073

ITEM064 0,4144 ITEM068 0,4387

ITEM075 0,6920 ITEM079 0,4038

ITEM080 0,6871 ITEM089 0,5536

ITEM097 0,4478 ITEM099 0,3982

ITEM101 0,4743 ITEM102 0,7335

ITEM113 0,5042 ITEM115 0,6570

ITEM116 0,5133 ITEM120 0,5208

ITEM123 0,4030 ITEM126 0,5645

Alpha = ,9322

 Tabla 9 - Índice de homogeneidad Masculinidad

ITEM007 0,4295 ITEM010 0,3936

ITEM013 0,4523 ITEM019 0,3937

ITEM025 0,3108 ITEM028 0,3000

ITEM029 0,4810 ITEM037 0,5735

ITEM049 0,6088 ITEM053 0,5517

ITEM057 0,5265 ITEM059 0,4562

ITEM060 0,3368 ITEM062 0,3399

Page 64: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

ITEM069 0,5300 ITEM073 0,5006

ITEM083 0,5001 ITEM084 0,3629

ITEM086 0,6163 ITEM087 0,6478

ITEM088 0,3822 ITEM092 0,5367

ITEM093 0,4729 ITEM098 0,4761

ITEM103 0,3554 ITEM109 0,4264

ITEM110 0,5092 ITEM112 0,4514

ITEM118 0,5358 ITEM119 0,5057

Alpha = ,9054

Para el estudio del poder discriminante de los ítems, se llevan a cabo las siguientes pruebas, la T de Student, la U de Mann-Whitney y una regresión logística.

La finalidad de estas pruebas fue comprobar que los ítems tenían capacidad para discriminar entre hombres y mujeres, es decir, verificar si la puntuación media para cada ítem contestado por mujeres es diferente a la de los hombres. Para estudiar esto, se hace la T de Student y se ve que las diferencias son estadísticamente significativas en todos los ítems, siendo el valor de la probabilidad asociada al estadístico estudiado de 0.02 y en la mayoría de los casos, el valor de la mencionada probabilidad menor de 0.0001.

Conscientes de que las respuestas no tienen una distribución normal puesto que vienen dadas en una escala tipo Likert y aunque la prueba de T es bastante robusta, se realiza la U de Mann-Whitney. Los resultados que se obtienen, en general, son coincidentes con los obtenidos mediante el análisis paramétrico. En este caso, todas las probabilidades asociadas al estadístico que se encuentran, son inferiores a 0.001 excepto en el ítem que plantea "Me gusta fardar de mis ligues" donde el valor de p=0.047.

Finalmente, se lleva a cabo una regresión logística para ver si cada uno de los ítems servía para clasificar a hombres y mujeres. Los resultados se pueden observar en la tabla 10.

Tabla 10

Page 65: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Se realiza la regresión y como se ve en la tabla 10, se clasifica adecuadamente a la práctica totalidad de la muestra excepto un solo caso. Un varón que sería clasificado como mujer. En el resto de los casos se obtiene una clasificación totalmente correcta. Así pues, resulta obvio y evidente el alto poder discriminativo de la prueba. En la tabla 11 se reflejan, los coeficientes de regresión logística donde se reflejan, en primer lugar, los ítems, en segundo lugar los coeficientes de la regresión que se estiman para el modelo y por último, el valor del exponente elevado al valor del coeficiente de la regresión. Recuérdese que este valor, indica el valor con el que cambia el evento (en este caso, dar una respuesta propia de hombre o mujer). Sólo los valores iguales a 1 carecen de poder clasificatorio. Basta observar la tabla para percibir el altísimo poder discriminante de los ítems. Tal vez convenga resaltar que se obtienen valores que van desde más de 164 a valores inferiores a 2 centésimas, no existiendo ningún valor muy cercano a la unidad.

 

Tabla 11 - Variables en la ecuación.

B Exp(B)

ITEM004 1,554 4,731

ITEM007 -,938 ,391

ITEM010 2,734 15,399

ITEM013 -,328 ,721

ITEM018 -,258 ,773

ITEM069 4,581 97,572

ITEM073 -,870 ,419

ITEM075 -,424 ,655

ITEM079 -4,252 ,014

ITEM080 2,654 14,214

ITEM083 -,273 ,761

Page 66: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

ITEM019 ,556 1,744

ITEM020 -1,205 ,300

ITEM024 ,183 1,201

ITEM025 1,677 5,351

ITEM027 4,131 62,227

ITEM028 -,684 ,504

ITEM029 -,054 ,947

ITEM033 4,812 122,956

ITEM035 5,100 164,067

ITEM037 ,211 1,235

ITEM042 4,535 93,188

ITEM043 2,683 14,633

ITEM044 -,397 ,673

ITEM045 2,810 16,602

ITEM049 -2,912 ,054

ITEM051 -3,871 ,021

ITEM053 -1,718 ,179

ITEM057 -,788 ,455

ITEM059 -3,898 ,020

ITEM060 -1,776 ,169

ITEM084 -1,159 ,314

ITEM086 -,476 ,621

ITEM087 ,187 1,206

ITEM088 1,162 3,197

ITEM089 -,440 ,644

ITEM092 -6,762 ,001

ITEM093 -,879 ,415

ITEM097 -2,791 ,061

ITEM098 ,379 1,461

ITEM099 -1,413 ,243

ITEM101 2,373 10,734

ITEM102 ,769 2,158

ITEM103 1,728 5,630

ITEM109 2,958 19,266

ITEM110 -1,084 ,338

ITEM112 ,977 2,656

ITEM113 -1,820 ,162

ITEM115 2,235 9,344

ITEM116 -,658 ,518

ITEM118 -3,320 ,036

Page 67: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

ITEM061 -,577 ,562

ITEM062 -3,580 ,028

ITEM063 2,021 7,545

ITEM064 ,447 1,564

ITEM068 ,871 2,388

ITEM119 -,602 ,548

ITEM120 -,052 ,949

ITEM123 1,508 4,519

ITEM126 ,049 1,050

Constante -19,815

,000

 

Aspectos por considerar

La presente escala de masculinidad-feminidad surge para solucionar los problemas que presentaban otras escalas, como ya se ha comentado en otro punto del capítulo. Uno de los puntos fuertes de este cuestionario es su longitud. Por su breve formato, cabe la posibilidad de ser susceptible de uso en evaluaciones dentro o junto con otros tests. Además de esto, el formato en el que se presenta el cuestionario es muy sencillo ya que emplea un lenguaje nada rebuscado, de afirmaciones cortas y directas que centran perfectamente el tema a tratar. Otro aspecto clave, es la amplia variedad de temática en los diferentes ítems. Producto de una fuerte investigación preliminar, aparecen una enorme amplitud de identificadores de roles de género. También, que la temática sea variada favorece mucho la respuesta del sujeto ya que no se llega a sentir invadido en su intimidad a pesar de la claridad de las preguntas.

Por otro lado, dejando al margen lo que sería una temática más bien de formato, habría que entrar a valorar la fiabilidad y validez del test.

Se dice que un instrumento es fiable cuando sus medidas son estables. En este caso, la escala de masculinidad y la escala de feminidad, poseen una fiabilidad más que aceptable ya que 0.91 y 0.93 respectivamente obtenidos es la mínima fiabilidad que puede tener la escala. Recuérdese que el coeficiente alfa es una estimación por defecto del coeficiente de fiabilidad del test. Una de las posibles limitaciones del cuestionario es que fue baremado con una muestra algo limitada. En primer lugar, todos ellos eran personas del Principado de Asturias de regiones muy próximas socio-económica y culturalmente. En segundo lugar, otra limitación es el tamaño de la muestra, el cual, convendría que fuese más amplio para poder asegurar totalmente los resultados tan positivos que se encuentran. No obstante, esto no hará variar la calidad del instrumento. Bastará la fácil tarea de encontrar nuevos baremos (utilizando siempre el mismo test) cuando se aplique en otras culturas.

Otra ventaja que hay que tener muy en cuenta es la alta validez de constructo que presenta la prueba. Como se puede comprobar en la matriz factorial expuesta en la tabla 2, los ítems saturan perfectamente en uno u otro factor de forma muy clara. Así, el valor mínimo de saturación en cada escala está en 0.358 para la de feminidad y 0.312 para la de masculinidad. Por otra parte, los estudios del poder discriminante de los ítems dejaron patente la enorme potencia de discriminación que presentan todos ellos. De 270 hombres, los ítems tan solo clasificaron mal a uno, es decir, consideraban que tenía respuestas asociadas más al rol femenino que masculino. En el 99.6% de los casos, según la regresión logística, los ítems de masculinidad clasifican correctamente. Sería mal clasificado el 0.4% De esta manera, la presente escala puede considerarse muy fiable y muy válida, esto es, además de medir correctamente, mide aquello para lo que fue construida.

En vista de todo lo anterior, cabría la posibilidad, como 1 futura línea de investigación, de ampliar los límites del muestreo. La idea iría encaminada a alcanzar cotas más altas de población para crear una importante prueba de personalidad que sin ninguna duda midiese con los niveles de exactitud aquí referidos las variables de masculinidad y feminidad.

Page 68: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Instrumento

 

Nombre y apellidos: _____________________________________________

Género: Varón Mujer Edad: __________

Estudios: ___________ Profesión: _________________

A continuación encontrará una serie de afirmaciones sobre sus gustos o su conducta. Si está totalmente en desacuerdo con lo expresado en el enunciado, rodee con un círculo el número 1, si está totalmente de acuerdo con la frase, rodee el 5. Utilice de forma sensata las puntuaciones intermedias. Conteste, por favor, con ABSOLUTA sinceridad y asegúrese haber respondido a todas las cuestiones una vez finalizado el cuestionario.

Me gusta ir de tiendas 1 2 3 4 5

Bebo alcohol sin moderación 1 2 3 4 5

Me gusta la velocidad 1 2 3 4 5

Me gusta quedarme al cuidado de niños 1 2 3 4 5

Compro revistas de moda 1 2 3 4 5

Depilo alguna parte de mi cuerpo 1 2 3 4 5

Digo tacos 1 2 3 4 5

Page 69: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Me gustan las armas 1 2 3 4 5

Me pongo ropa colorida 1 2 3 4 5

Eructo delante de mis amigos 1 2 3 4 5

Escupo en el suelo 1 2 3 4 5

Hablo de coches 1 2 3 4 5

Hablo mucho 1 2 3 4 5

Hago deportes de riesgo 1 2 3 4 5

Me quedo mirando, sin ruborizarme, a personas de otro sexo cuando me resultan atractivas

1 2 3 4 5

Juego a las máquinas 1 2 3 4 5

Leo prensa "del corazón" 1 2 3 4 5

Juego al futbolín 1 2 3 4 5

Soy algo "cotilla" 1 2 3 4 5

Me gusta "fardar" de mis "ligues" 1 2 3 4 5

Me gusta coser 1 2 3 4 5

Juego al fútbol 1 2 3 4 5

Me gusta masturbarme 1 2 3 4 5

Leo revistas de decoración 1 2 3 4 5

Limpio mi habitación 1 2 3 4 5

Llevo pendientes y colgantes 1 2 3 4 5

Me considero una persona presumida 1 2 3 4 5

Page 70: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Me gusta bailar 1 2 3 4 5

Fanfarroneo con mis amigos 1 2 3 4 5

Hago "aeróbic" 1 2 3 4 5

Me gustan los bebés 1 2 3 4 5

Me tiño el pelo 1 2 3 4 5

Miro revistas pornográficas 1 2 3 4 5

Me gusta la mecánica 1 2 3 4 5

Me gusta mirar escaparates 1 2 3 4 5

Compro prensa deportiva 1 2 3 4 5

Veo películas de acción 1 2 3 4 5

Me gusta ponerme pulseras, pendientes, etc. 1 2 3 4 5

Utilizo cremas para la piel 1 2 3 4 5

Voy al solarium 1 2 3 4 5

Me gustan los juegos en equipo 1 2 3 4 5

Realizo tareas domésticas 1 2 3 4 5

Veo películas pornográficas 1 2 3 4 5

Soy una persona competitiva 1 2 3 4 5

Veo en la televisión programas "del corazón" 1 2 3 4 5

Me gusta que me regalen flores 1 2 3 4 5

Piropeo a personas del sexo opuesto 1 2 3 4 5

Page 71: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Voy a la playa para tomar el sol 1 2 3 4 5

Leo prensa deportiva 1 2 3 4 5

Si hace falta pegarse, me pego sin problemas 1 2 3 4 5

Veo películas románticas 1 2 3 4 5

Voy acompañado al baño 1 2 3 4 5

Soy una persona "romántica" 1 2 3 4 5

Leo revistas del mundo del motor 1 2 3 4 5

Tengo monopatín 1 2 3 4 5

Juego con videojuegos 1 2 3 4 5

Me masturbo 1 2 3 4 5

Veo partidos de fútbol 1 2 3 4 5

Utilizo perfumes o colonias 1 2 3 4 5

Soy una persona más bien presumida 1 2 3 4 5

 

 

Total MASC. Total FEM.

P.D

P.C

 

Diagnóstico y valoración:

Page 72: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

 

 

 

 

 

 

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Page 75: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

ESCALA DE SATISFACCIÓN USUARIA PARA HOSPITALES PÚBLICOS

Marcelo Leiva BianchiAndrea Araneda Fuente-Alba

Norma Retamal Peña

Escuela de PsicologíaUniversidad de Santiago de Chile

Introducción

Problema por tratar

La Satisfacción Usuaria en el contexto de los Servicios de Salud Pública, es un tema que en la actualidad está adquiriendo una importancia cada vez mayor desde diversos puntos de vista. En primer lugar, según la Organización Mundial de la Salud, el nivel de satisfacción de los usuarios está relacionado directamente con mejoras en su salud y una mayor adherencia al tratamiento (OMS, s/f en Sosa, González y Gil, 2003).

Otro aspecto que muestra dicha relevancia es que el servicio es construido en la interacción del usuario y la organización, siendo un resultado de dicha interacción (Fischer, 1994). Esta propiedad del servicio es muy importante en el caso de la Salud, pues el usuario se ve inserto en el ambiente organizacional y en la dinámica interpersonal de los funcionarios. Además, su rol es considerado tradicionalmente como pasivo en la recuperación de su salud (de allí el término paciente) y en ocasiones, las intervenciones requieren de un tiempo que va más allá de un solo encuentro con la organización.

Sin embargo, uno de los aspectos que más realzan la importancia de la Satisfacción Usuaria en el contexto de la Salud Pública es que uno de los principales objetivos de las reformas a la salud emprendidas en diversos países latinoamericanos, es un enfoque del sistema de salud como un todo que va más allá del ámbito biológico, tomando las variables psicológicas, sociales y culturales, y utilizando herramientas de gestión provenientes de la administración y economía. Por ejemplo, la Reforma Chilena a la Salud tiene por objetivo mejorar la Gestión de los Servicios y buscar las mejoras en la atención de los usuarios, tanto en la cobertura como en la atención directa, enfatizando la equidad en el trato (MINSAL, 2003). Estos objetivos se relacionan estrechamente con la Satisfacción Usuaria como una forma de conocer la percepción de la calidad de la atención y si ésta cumple con las expectativas de los usuarios.

En definitiva, el estudio de la Satisfacción Usuaria posee gran relevancia para mejorar la calidad del servicio de las organizaciones en general y en los Servicios de Salud en particular. Esto implica un aumento de la satisfacción de los usuarios, traduciéndose finalmente en mejoras de su salud. Además, es importante al momento de evaluar los cambios que se están produciendo en el contexto de la Reforma a la Salud y de otorgar recursos para el desarrollo de los Servicios de Salud.

Para conocer la Satisfacción Usuaria es imprescindible contar con herramientas confiables y válidas, que permitan su medición adecuada en el contexto de los Servicios de Salud. Ahora, según lo revisado en el estudio que a continuación se presenta, la situación de la medición de la Satisfacción Usuaria se caracteriza por realizarse mediante diferentes instrumentos y criterios propios de cada Servicio de Salud, sin estándares de validez y confiabilidad estadísticamente probados. Así es como al consultar en el Ministerio de Salud de Chile, Universidad de Chile, Universidad de Santiago de Chile y Pontificia Universidad Católica de Chile, se constató la existencia de siete instrumentos diferentes para medir Satisfacción Usuaria, con dimensiones distintas entre sí, construidos para servicios hospitalarios y unidades específicas, sin conexiones teóricas y metodológicas que permitan establecer comparaciones entre las mediciones realizadas con cada uno de ellos.

Modelos teóricos del instrumento

Para construir una escala capaz de medir en forma válida y confiable la Satisfacción Usuaria en Hospitales Públicos, es preciso inicialmente construir un modelo teórico que reúna sistemáticamente los diversos enfoques que a la fecha existen para el fenómeno. Al respecto, se definen los aspectos más relevantes de dos conceptos fundamentales: Calidad de Servicio y Satisfacción Usuaria.

Page 76: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Según lo planteado por diversos autores (Donabedian, 1990, en Sosa, González y Gil, 2003; Lobos, 1995; Carreño y Moraga, 1997; Andía, Pineda, Sottec, Santos, Molina y Romero, 2002) la Calidad de Servicio es un sistema compuesto por un usuario (con necesidades y expectativas de satisfacción), y un servicio (que necesita ciertos elementos para sobrevivir en el mercado, como identidad, competitividad, valor agregado, y cierto grado de estandarización), relacionados por las expectativas que el cliente posee de satisfacer sus necesidades respecto al desempeño, costo y atención del servicio, y, valga la redundancia, el desempeño, costo y atención otorgados realmente por el servicio para satisfacer dichas necesidades. En ese sentido, la calidad tiene que ver con el real cumplimiento de las expectativas del cliente con relación al desempeño, costo y atención.

Aplicado al ámbito de la salud, la calidad del servicio se caracteriza por indicadores que varían entre los autores antes citados. De esta manera, indicadores como las políticas y estrategia de la organización de salud, la infraestructura del servicio, el desempeño de los trabajadores de la salud, la atención brindada por los mismos, las relaciones entre el funcionario y el usuario, el costo económico y social del servicio, y los resultados en la salud del usuario, forman parte de la calidad de los servicios de salud.

Con respecto a la Satisfacción Usuaria, según lo planteado por diversos autores (Max-Neef, 1994; Moyano, 1994; Fischer, 1994; Lobos, 1995; Carreño y Moraga, 1997; Rey, 2000; Abril, Pérez y Cubillas, 2003; Andía, 2002; Sosa, Sosa y Gómez, 2003) es una experiencia racional en la cual el usuario compara los resultados obtenidos en su experiencia con el servicio, con sus expectativas, relacionándose el grado de satisfacción con las reacciones que la persona presenta después de recibir el servicio.

Al respecto J. Arndt en su modelo de satisfacción usuaria y calidad de vida, señala que la satisfacción dependerá de la comparación que los usuarios hagan entre la percepción del entorno (el impacto subjetivo del espacio físico en las personas) y las expectativas de calidad (lo que cada cliente espera satisfacer y en que grado el servicio prestado lo hace) que se tenga de los productos/servicios ofrecidos por la organización. Tanto la percepción del entorno como las expectativas de calidad dependen de un entorno objetivo (la estructura física objetivamente entendida con que cuenta la organización), y de comparaciones sociales y temporales (influencia de amigos, parientes en la decisión de uso del servicio y de cuán satisfecha la persona está ahora con respecto a épocas anteriores y/o posteriores). Finalmente, existe una influencia personal o de los factores subjetivos de cada cliente, tanto sobre sus expectativas como sobre sus percepciones (Arndt, 1981, en Descouvières, 1998).

Es así como todos los autores concuerdan en la existencia de factores propios del usuario y de la organización que determinan la satisfacción. Los que corresponden al usuario son las necesidades, expectativas, valores, esfuerzo que realiza la persona para acceder al servicio y percepción de los resultados. Respecto a la organización son las características propias de los proveedores del servicio de manera individual (clima organizacional, cooperación, cohesión, pertenencia, interacciones sociales, conocimiento de la tarea, capacitación, reconocimiento y retroalimentación, todas variables que inciden de manera directa en el desempeño de los funcionarios y en el servicio entregado) y de la organización en su totalidad (costos del servicio y posición de la organización en el mercado).

Sin embargo, según los autores anteriormente expuestos, la satisfacción del usuario de los Servicios de Salud posee ciertas características particulares, influyéndola en gran medida el estado de salud del paciente que recibe la atención, para el cumplimiento de sus expectativas y la satisfacción de sus necesidades. Esta satisfacción, posee importantes repercusiones a mediano y largo plazo en los resultados que el paciente obtendrá, asociada a una mayor adherencia al tratamiento y a una consecuente mejora en la salud (OMS, s/f en Sosa, González y Gil, 2003).

Los factores que inciden de manera determinante en la satisfacción con la atención recibida, corresponden a: relación médico-paciente (información que el profesional brinda al usuario, participación del paciente, escucha y empatía, y atención que considere la dimensión psicosocial en dicha relación), y variables demográficas (sexo, edad, escolaridad y antigüedad en el servicio) (Abril, Pérez y Cubillas, 2003). Es decir, la satisfacción con el servicio implica una serie de evaluaciones del tipo cognitivo y emocional, de la estructura, proceso y resultado de la atención misma.

En consideración con toda la información anterior, es posible construir un Modelo de Satisfacción Usuaria para los Servicios de Salud Pública (Figura 1).

 

Figura 1 - Modelo sistémico de satisfacción usuaria en servicios de salud pública (Araneda, Leiva y Retamal, 2003).

Page 77: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

 

 

En otras palabras, la organización, determinada por factores internos y externos, ofrece bienes/servicios al usuario. Éste inicialmente los percibe, para luego compararlos con las expectativas que posee respecto del grado en que esos bienes/servicios son satisfactores de las tensiones producidas por la necesidad subyacente. Si el usuario percibe que el grado de satisfacción de sus tensiones es alto, el servicio satisfará al usuario. De lo contrario, el usuario se encontrará insatisfecho.

De dicho modelo surgen las siguientes definiciones conceptuales y operacionales de la Satisfacción Usuaria en Servicios de Salud Pública:

Tabla 1- Definición conceptual y operacional de satisfacción usuaria en servicios de salud pública

 

Definición ConceptualDefinición Operacional

Sistema compuesto por una Organización de Salud, el Servicio que ésta entrega y los estándares de Calidad del Servicio dado a sus Usuarios. Los Usuarios perciben la Calidad del Servicio entregado comparándolo con sus expectativas y necesidades. El resultado de dicha comparación corresponde a la Satisfacción, la cual se traduce en la percepción final del Usuario acerca de la Calidad del Servicio.

Corresponde a lo medido por los siguientes 7 factores:

Calidad de la Atención Calidez y Comodidad de la Atención Proceso Integral de Atención al Usuario Costos Infraestructura Participación del Usuario

Educación al Usuario

Page 78: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Una vez construido el modelo anterior y definido conceptual y operacionalmente el fenómeno, es posible crear un instrumento capaz de medir la Satisfacción Usuaria de manera válida y confiable. En ese sentido, la Escala de Satisfacción Usuaria para Hospitales Públicos que a continuación se propone, fue creada así:

Descripción del instrumento

La Escala de Satisfacción Usuaria para Hospitales Públicos (ESUHP) posee las siguientes características:

Conjunto de 30 afirmaciones que, mediante 7 factores, permite obtener datos cuantitativos con relación a la satisfacción de los usuarios de hospitales públicos en general y en los ámbitos específicos de: Calidad de la Atención (Frecuencia, rapidez y precisión de la atención y tratamiento brindado por el Hospital), Calidez y Comodidad de la Atención (Conjunto de elementos que hacen del Hospital un lugar cómodo y humanamente cálido para la atención de sus usuarios), Proceso Integral de Atención al Usuario (Proceso dinámico en donde el personal de salud escucha, examina y explica su padecimiento al usuario, y éste último responde entregándole confianza al personal.), Costos (Inversión en tiempo, dinero y esfuerzo personal del usuario para acceder y mantener la atención brindada por el Hospital.), Infraestructura (Características de la planta física con la que cuenta el Hospital relacionadas con su mantenimiento, higiene, señalización y ornato.), Participación del Usuario (Oportunidad brindada al usuario de intervenir y decidir en algunos aspectos de su atención.) y Educación al Usuario (Proceso claro y amable de entrega de información al usuario y de enseñanza de hábitos relacionados con el cuidado de su salud.)

- Es un instrumento de carácter general aplicable en cualquier hospital público y al interior de cualquiera de sus servicios y/o unidades, sin importar sus características particulares.

- El instrumento fue validado en un hospital representativo del sistema de Salud Pública chileno, el Instituto Nacional del Tórax, mediante una muestra de 200 participantes.

- El tipo de medición del instrumento, corresponde a una escala de Likert, graduada según cuatro categorías de respuesta, a saber: Muy Falso, Falso, Cierto, Muy Cierto, y calificables con puntuaciones del 1 al 4, dependiendo del sentido de cada ítem.

 

Formas de corrección

El proceso de corrección de la ESUHP corresponde al siguiente:

Asignar puntaje a cada respuesta según la siguiente tabla:

 

Tabla 2- Categorías de la Escala Likert

 

Categoría Puntaje Ítems Positivos

Puntaje Ítems Negativos (6 y 11)

Muy Cierto 4 1

Cierto 3 2

Falso 2 3

Page 79: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Muy Falso 1 4

Tabla 3 - Factores e Items

Factor

1. Calidad de la Atención 2. Calidez y Comodidad de la Atención

3. Proceso Integral de Atención al Usuario

Ítems 22

6 24

20

2 7 14

25

9 1 23

26

4 29

16

19

10

Factor

4. Costos 5. Infraestructura

6. Participación del Usuario

7. Educación al Usuario

Ítems 3

13

21

27

17 11 8

28 30

18 5

12

15

 

- Traspasar datos del participante a la respectiva base de datos.

-  Ubicar las puntuaciones según los rangos propuestos en la siguiente tabla:

 

Tabla 4 - Rangos para la escala y sus factores

 

Rangos

1,00 – 1,74 1,75 – 2,49 2,50 – 3,24 3,25 – 4,00

MUY BAJA SATISFACCIÓN

BAJA SATISFACCIÓN

ALTA SATISFACCIÓN

MUY ALTA SATISFACCIÓN

Propiedades psicométricas del instrumento

Para crear la ESUHP fue necesario un proceso de validación que determinó:

Page 80: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

- El grado de acuerdo ínter jueces y validez de contenido muestral (prueba de W de Kendall) de las 111 afirmaciones o ítems iniciales.

- La primera lectura de la confiabilidad del instrumento (Alfa de Cronbach), mediante la aplicación de los ítems clasificados (74) a una muestra piloto de 30 participantes.

- La validez de constructo (Análisis Factorial para una Muestra, Método de Extracción de Componentes Principales) de la escala final y la confiabilidad final del instrumento (Alfa de Cronbach), mediante la aplicación definitiva de la escala en una muestra de 200 participantes, usuarios de un servicio hospitalario de salud pública de la Región Metropolitana de Chile.

- La distribución de la ESUHP, mediante la prueba Kolmogorov-Smirnov para una muestra, obteniéndose que los puntajes de la escala y sus dimensiones se distribuyen normalmente. Sin embargo, el hecho de que la mayor parte de ellos se concentre en torno al promedio de cada factor, presentando la distribución una forma leptocúrtica, (curva normal no suave, de forma puntiaguda en el centro y achatada en los extremos de la distribución), hace inconveniente establecer normas mediante una distribución Z, T o percentiles, pues distorsionaría la medición. Se optó, entonces, por establecer los rangos de la escala Likert como base para categorizar e interpretar los resultados.

De esta manera se obtuvo una escala de 30 ítems agrupados en torno a 7 factores empíricamente válidos, siendo su confiabilidad de 0,92. El detalle de la confiabilidad por factor se muestra en la siguiente tabla:

Tabla 5 - Factores y confiabilidad ESUHP

 

Factor Alfa Definición Ítems Dimensión Teórica

1. Calidad de la Atención

0,86Frecuencia, rapidez y precisión de la atención y tratamiento brindado por el Hospital.

22. Resultados

6. Principios de un Servicio de Salud de Calidad

24. Calidad Técnica de la Atención

20. Acceso

2. Principios de un Servicio de Salud de Calidad

7. Resultados

14. Calidad Técnica de la Atención

25. Resultados

Page 81: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

2. Calidez y Comodidad de la Atención

0,74

Conjunto de elementos que hacen del Hospital un lugar cómodo y humanamente cálido para la atención de sus usuarios.

9. Calidad Técnica de la Atención

1. Infraestructura y Hotelería

23. Relaciones Interpersonales

26. Relaciones Interpersonales

4. Relaciones Interpersonales

3. Proceso Integral de Atención al Usuario

0,75

Proceso dinámico en donde el personal de salud escucha, examina y explica su padecimiento al usuario, y éste último responde entregándole confianza al personal.

29.. Calidad Técnica de la Atención

16. Relaciones Interpersonales

19. Relaciones Interpersonales

10. Calidad Técnica de la Atención

4. Costos 0,56

Inversión en tiempo, dinero y esfuerzo personal del usuario para acceder y mantener la atención brindada por el Hospital.

3. Acceso

13. Costo

21. Costo

27. Principios de un Servicio de Salud de Calidad

5. Infraestructura 0,58

Características de la planta física con la que cuenta el Hospital relacionadas con su mantenimiento, higiene, señalización y ornato.

17. Infraestructura y Hotelería

11. Infraestructura y Hotelería

8. Infraestructura y Hotelería

28. Acceso

6. Participación del Usuario

0,47Oportunidad brindada al usuario de intervenir y decidir en algunos aspectos de su atención.

30. Información

18. Principios de un Servicio de Salud de Calidad

Page 82: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

7. Educación al Usuario

0,69

Proceso claro y amable de entrega de información al usuario y de enseñanza de hábitos relacionados con el cuidado de su salud.

5. Información

12. Relaciones Interpersonales

15. Calidad Técnica de la Atención

 

Aspectos por considerar

Con relación al aprendizaje obtenido en terreno respecto a la aplicación de la escala, es preciso realizar las siguientes observaciones:

Contactar al personal clave: generalmente corresponde a los jefes y jefas de unidades, quienes supervisan las acciones que ocurren en éstas. Es necesario pedir los permisos correspondientes y ser respaldado por profesionales superiores coordinadores de las diferentes unidades. Ese es el caso de este estudio, pues los investigadores se contactan con los responsables de la Subdirección de Excelencia Hospitalaria, quienes gestionan la entrada a los servicios.

Observar el ambiente dónde se encuentra el usuario: aspectos como el ser usuario hospitalizado o ambulatorio, presencia de personal en la sala, horario de atención y de visitas, son algunas de las variables que deben ser tomadas en cuenta al momento de aplicar la escala al usuario de un servicio de salud. Esto se debe a que es necesario no interferir con los procedimientos efectuados en el lugar de atención y ubicar a los usuarios en aquellos momentos en que estén disponibles para contestar (en términos de tiempo, estado de salud y ausencia de personal que pueda incomodar y/o distorsionar su respuesta).

Observar el estado del usuario: si es un paciente ambulatorio u hospitalizado, hombre o mujer, su edad, nivel educacional, la unidad del servicio en la cual se encuentra, si está conectado o no a equipos médicos, su estado de salud y motivación para contestar, son algunas de las variables a tomar en cuenta al momento de pedir a un usuario que conteste la escala. Muchas de estas variables son observables sin necesidad de acercarse al usuario y preguntarle. Otras requieren del contacto usuario-encuestador, el cual se formaliza mediante las instrucciones para aplicar la Escala Final Obtenida.

En general, los usuarios responden positivamente a la situación de ser encuestados, sin producirse mayores inconvenientes en este proceso. De esta manera, un comportamiento cortés y con empatía hacia los pacientes, trae como resultado que la persona conteste eficientemente la encuesta y una situación interpersonal cálida y amena.

Algunas preguntas que pueden surgir frente a la aplicación de la ESUHP son las siguientes:

¿Quiénes pueden contestar esta Escala?

Todos los usuarios mayores de 18 años. En caso de que, se encuentren incapacitados física y/o mentalmente para contestar, o que sean menores de la edad señalada, se considerará al acompañante responsable del usuario como el usuario externo del servicio.

¿Cómo aplicar la Escala?:

Primero: leer las instrucciones contenidas en el la escala a cada uno de los participantes.

Segundo: leer cada una de las afirmaciones indicando las alternativas de respuesta en todos los casos.

Tercero: en caso de que surjan problemas relacionados con la comprensión de los participantes en relación con la Escala, utilizar las siguientes alternativa para facilitar que las categorías de respuesta de la

Page 83: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

escala (Muy Falso, Falso, Cierto, Muy Cierto) se adecuen al lenguaje y comprensión de los participantes (Con: E. = Encuestador y U. = Usuario):

 

Tabla 6- Casos, ejemplos y propuestas alternativas de respuesta.

 

Casos y Ejemplos Propuesta Alternativa

Se lee la afirmación, se señalan las categorías de respuesta y el participante responde "sí" o "no".

E: Ha sido útil para mi salud ser atendido en este Hospital.

U: Si…

Se plantea la afirmación en el sentido que la persona responde, dándole la graduación de intensidad de las categorías a las palabras claves de la afirmación original.

E: Ha sido útil para mi salud ser atendido en este Hospital.

U: Si…

E: Entonces ¿ha sido útil o muy útil ser atendido en este Hospital?

U: Si, muy útil.

En este caso, la respuesta Si, muy útil corresponde a la categoría Muy Cierto de la afirmación original.

Se lee la afirmación, se señalan las categorías de respuesta y el participante declara no entender.

E: Existe preocupación por parte del personal de salud de seguir mi caso en el tiempo. ¿Falso, Muy Falso Cierto o Muy cierto?

U: ¿Cómo?

Se relee la afirmación pausadamente y destacando los elementos centrales de ésta.

E: Existe preocupación por parte del personal de salud de seguir mi caso en el tiempo. ¿Falso, Muy Falso Cierto o Muy cierto?

U: ¿Cómo?

E: Existe preocupación por parte del personal de salud de seguir mi caso en el tiempo.

Se lee la afirmación, se señalan las categorías de respuesta y el participante responde repitiendo la misma afirmación.

E: Este Hospital se mantiene limpio. ¿Falso, Muy Falso Cierto o Muy cierto?

U: Este Hospital es limpio.

Se plantea la afirmación en el sentido que la persona responde, dándole la graduación de intensidad de las categorías a las palabras claves de la afirmación original.

E: Este Hospital se mantiene limpio. ¿Falso, Muy Falso Cierto o Muy cierto?

U: Este Hospital se mantiene limpio.

E: ¿Limpio o muy limpio?

U: No, limpio.

En este caso la respuesta No, limpio equivale a la categoría Cierto.

En el caso de las afirmaciones en sentido negativo, se lee la afirmación, se señalan las categorías de respuesta y el participante responde como si ésta fuese positiva.

Se da vuelta la respuesta final que la persona da en positivo graduando la intensidad de las categorías a las palabras claves de la afirmación original.

Page 84: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

E: Las dependencias internas de este Hospital son desagradables a la vista.

U: No, no son desagradables.

E: ¿Muy Falso o Falso que son desagradables?

U: No, es cierto que son agradables.

E: Las dependencias internas de este Hospital son desagradables a la vista.

U: No, no son desagradables.

E: ¿Muy Falso o Falso que son desagradables?

U: No, es cierto que son agradables.

E: ¿Agradables o muy agradables?

U: Si, agradables.

En este caso la respuesta Si, agradables corresponde a la categoría Falso de la afirmación original.

Finalmente: agradecer la participación del usuario y almacenar la encuesta.

Respecto a incentivar a otros investigadores en la temática, se sugiere:

- Establecer normas mediante prueba Z, T o percentiles, a través de otras muestras, diferentes en tamaño y población. De esta forma se obtendrían normas más representativas y menos rígidas, que facilitarían la interpretación de resultados de manera estandarizada en otros contextos hospitalarios.

- Validar la escala en diferentes contextos de la salud, como en otros servicios de salud públicos, clínicas y hospitales privados.

- Observar cómo se comporta el Modelo Sistémico de Satisfacción Usuaria en Servicios de Salud Pública en otras organizaciones de salud.

- Observar cómo se comporta el Modelo Sistémico de Satisfacción Usuaria en Servicios de Salud Pública en otras organizaciones de servicios. Para esto se necesita redefinir los factores o dimensiones que componen la satisfacción usuaria en los contextos de otros servicios diferentes a los de salud, adaptándolos a las características particulares de cada organización.

- Probar los ítems con otro tipo de escalas diferentes a la Likert. Por ejemplo, puede utilizarse una escala borrosa, en la cual se pida a las personas que califiquen cada afirmación mediante un número que se encuentre dentro de un rango determinado, el cual sea familiar para la cultura de la muestra ("califique de 1 a 7, como en el colegio, si las siguientes frases se aplican o no a su caso personal"). En ese sentido, debiera realizarse un nuevo proceso de validación y normalización.

El Instrumento

Escala de Satisfacción Usuaria para Hospitales Públicos (ESUHP)

Se presentan una serie de afirmaciones relacionadas con el Servicio que se le ha prestado en este Hospital. Usted deberá evaluar si dichas afirmaciones se ajustan o no a su caso, indicando si cada afirmación es Muy Falsa, Falsa, Cierta o Muy Cierta, según ha sido su experiencia en el Hospital.

Por Ejemplo:

Afirmaciones Muy Falso

Falso Cierto

Muy Cierto

En este Hospital hay bastantes médicos.

   

X

 

Page 85: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

 

En este caso se evaluó que es cierto que hay bastantes médicos en el Hospital.

Sólo puede evaluar una vez cada afirmación. Debe evaluar todas las afirmaciones.

¿Tiene alguna duda? De lo contrario, comience.

Tabla 7 - Rangos de interpretación para la escala y sus factores

Afirmaciones Muy Falso

Falso Cierto Muy Cierto

1Los diferentes lugares de atención de este Hospital son cómodos.

       

2 Este Hospital me atendió de manera rápida y precisa.

       

3Existen varias alternativas de locomoción para ir y venir de mi casa al hospital.

       

4 El personal de este Hospital recuerda mi nombre.

       

5Se me informó claramente lo que tengo que hacer para realizar cualquier trámite.

       

6Han existido dificultades del Hospital para que me atiendan de manera continuada.

       

7Tengo confianza en que recuperaré la salud gracias a la atención que me han brindado en este Hospital.

       

8El edificio en el cual funciona este Hospital está en buenas condiciones.

       

9Existe preocupación por parte del personal de salud de seguir mi caso en el tiempo.

       

10 El profesional se tomó el tiempo necesario para examinarme.

       

11Las dependencias internas de este Hospital son desagradables a la vista.

       

12Existe una buena disposición por parte del personal para contestar las dudas respecto a mi enfermedad.

       

Page 86: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

13El costo en dinero de ser atendido en este Hospital es el adecuado.

       

14 El tiempo transcurrido en mi atención fue suficiente.

       

15En el Hospital me enseñan a cuidar mi salud para sobrellevar mi enfermedad.

       

16Confío en el personal de este Hospital más allá de lo profesional.

       

17 Este Hospital se mantiene limpio.

       

18Si así lo deseo puedo consultar a otros profesionales en este Hospital.

       

19 El personal de este Hospital se interesa en escucharme.

       

20 En este Hospital me dan hora de atención cuando la necesito.

       

21El precio de los exámenes, remedios, curaciones u otros procedimientos se adecua a lo que puedo pagar.

       

22 Ha sido útil para mi salud el ser atendido en este Hospital.

       

23 El trato que he recibido en este Hospital ha sido cordial.

       

24 Mi problema de salud ha sido tratado adecuadamente.

       

25Estoy de acuerdo con el tratamiento que he recibido en este Hospital.

       

26 El personal comprende mi padecer y me apoya.

       

27Existen medios de recreación que hacen más llevadero el tiempo transcurrido en este Hospital.

       

28Es adecuada la señalización de todas las dependencias de este Hospital.

       

29 Me explicaron mi diagnóstico de manera clara.

       

30Aquí existen los medios necesarios para reclamar o sugerir algo.

       

Page 87: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Tabla 7 - Rangos de interpretación para la escala y sus factores

Factores

Rangos

1,00 – 1,74 1,75 – 2,49 2,50 – 3,24 3,25 – 4,00

Calidad Técnica de la Atención

Se percibe como muy falso que el servicio sea entregado en forma frecuente, rápida y precisa en cuanto a la atención y tratamiento. Los usuarios se encuentran muy insatisfechos en términos de la calidad técnica de la atención brindada por el servicio.

Se percibe como falso que el servicio sea entregado en forma frecuente, rápida y precisa en cuanto a la atención y tratamiento. Los usuarios se encuentran insatisfechos en términos de la calidad técnica de la atención brindada por el servicio.

Se percibe como cierto que el servicio sea entregado en forma frecuente, rápida y precisa en cuanto a la atención y tratamiento. Los usuarios se encuentran satisfechos en términos de la calidad técnica de la atención brindada por el servicio.

Se percibe como muy cierto que el servicio sea entregado en forma frecuente, rápida y precisa en cuanto a la atención y tratamiento. Los usuarios se encuentran muy satisfechos en términos de la calidad técnica de la atención brindada por el servicio.

Calidez y Comodidad de la Atención

Para los usuarios es muy falso que el conjunto de elementos que posee el Hospital hagan de éste un lugar cómodo y humanamente cálido para su atención. Éstos se encuentran muy insatisfechos con el servicio en términos de la calidez y comodidad de la atención.

Para los usuarios es falso que el conjunto de elementos que posee el Hospital hagan de éste un lugar cómodo y humanamente cálido para la atención de sus usuarios. Éstos se encuentran insatisfechos con el servicio en términos de la calidez y comodidad de la atención.

Para los usuarios es cierto que el conjunto de elementos que posee el Hospital hacen de éste un lugar cómodo y humanamente cálido para la atención de sus usuarios. Éstos se encuentran satisfechos con el servicio en términos de la calidez y comodidad de la atención.

Para los usuarios es muy cierto que el conjunto de elementos que posee el Hospital hacen de éste un lugar cómodo y humanamente cálido para la atención de sus usuarios. Éstos se encuentran muy satisfechos con el servicio en términos de la calidez y comodidad de la atención.

Proceso Integral de la Atención

Para los usuarios es muy falso que la atención brindada sea un proceso dinámico, en donde el personal de salud escucha, examina y explica su padecer al usuario. Lo anterior se traduce en que ellos desconfíen mucho del personal. Los usuarios se encuentran muy insatisfechos con el proceso de atención

Para los usuarios es falso que la atención brindada sea un proceso dinámico, en donde el personal de salud escucha, examina y explica su padecer al usuario. Lo anterior se traduce en que ellos desconfíen del personal. Los usuarios se encuentran insatisfechos con el proceso de atención

Para los usuarios es cierto que la atención brindada es un proceso dinámico, en donde el personal de salud escucha, examina y explica su padecer al usuario. Lo anterior se traduce en que ellos confían en el personal. Los usuarios se encuentran satisfechos con el proceso de atención que el hospital les

Para los usuarios es muy cierto que la atención brindada es un proceso dinámico, en donde el personal de salud escucha, examina y explica su padecer al usuario. Lo anterior se traduce en que ellos confían mucho en el personal. Los usuarios se encuentran muy satisfechos con el proceso de atención que el hospital les brinda.

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que el hospital les brinda.

que el hospital les brinda.

brinda.

Costos

Los usuarios perciben que su inversión en tiempo, dinero y esfuerzo personal para acceder y mantener la atención brindada por el Hospital es muy alta. Se encuentran muy insatisfechos con el costo total de la atención.

Los usuarios perciben que su inversión en tiempo, dinero y esfuerzo personal para acceder y mantener la atención brindada por el Hospital es alta. Se encuentran insatisfechos con el costo total de la atención.

Los usuarios perciben que su inversión en tiempo, dinero y esfuerzo personal para acceder y mantener la atención brindada por el Hospital es baja. Se encuentran satisfechos con el costo total de la atención.

Los usuarios perciben que su inversión en tiempo, dinero y esfuerzo personal para acceder y mantener la atención brindada por el Hospital es muy baja. Se encuentran muy satisfechos con el costo total de la atención.

Infraestructura

Los usuarios perciben que las características de la planta física con la que cuenta el Hospital relacionadas con el mantenimiento, higiene, señalización y ornato del mismo son muy inadecuadas. Se encuentran muy insatisfechos con la infraestructura del Hospital.

Los usuarios perciben que las características de la planta física con la que cuenta el Hospital relacionadas con el mantenimiento, higiene, señalización y ornato del mismo son inadecuadas. Se encuentran insatisfechos con la infraestructura del Hospital.

Los usuarios perciben que las características de la planta física con la que cuenta el Hospital relacionadas con el mantenimiento, higiene, señalización y ornato del mismo son adecuadas. Se encuentran satisfechos con la infraestructura del Hospital.

Los usuarios perciben que las características de la planta física con la que cuenta el Hospital relacionadas con la mantención, higiene, señalización y ornato del mismo son muy adecuadas. Se encuentran muy satisfechos con la infraestructura del Hospital.

Participación del Usuario

Los usuarios perciben que es muy falso que se les dé la oportunidad de intervenir y decidir en algunos aspectos de su atención. Se encuentran muy insatisfechos con respecto a la participación dentro de su atención.

Los usuarios perciben que es falso que se les dé la oportunidad de intervenir y decidir en algunos aspectos de su atención. Se encuentran insatisfechos con respecto a la participación dentro de su atención.

Los usuarios perciben que es cierto que se les dé la oportunidad de intervenir y decidir en algunos aspectos de su atención. Se encuentran satisfechos con respecto a la participación dentro de su atención.

Los usuarios perciben que es muy cierto que se les dé la oportunidad de intervenir y decidir en algunos aspectos de su atención. Se encuentran muy satisfechos con respecto a la participación dentro de su atención.

Educación al Usuario

Los usuarios perciben como muy falso la existencia de un proceso claro y amable de entrega de información al usuario y de enseñanza de hábitos

Los usuarios perciben como falso la existencia de un proceso claro y amable de entrega de información al usuario y de enseñanza de hábitos relacionados con el

Los usuarios perciben como cierto la existencia de un proceso claro y amable de entrega de información al usuario y de enseñanza de hábitos

Los usuarios perciben como muy cierto la existencia de un proceso claro y amable de entrega de información al usuario y de enseñanza de hábitos relacionados con el cuidado de su salud. Se encuentra

Page 89: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

relacionados con el cuidado de su salud. Se encuentra muy insatisfecho con respecto a la educación que le han brindado en el hospital.

cuidado de su salud. Se encuentra insatisfecho con respecto a la educación que le han brindado en el hospital.

relacionados con el cuidado de su salud. Se encuentra satisfecho con respecto a la educación que le han brindado en el hospital.

muy satisfecho con respecto a la educación que le han brindado en el hospital.

Satisfacción General

Los Usuarios perciben que el servicio entregado por el Hospital, no satisface para nada sus necesidades y expectativas. Esto puede traducirse en una menor adherencia al tratamiento, una lenta mejora en la salud, poca fidelidad al Hospital y una muy mala percepción final del usuario acerca de la calidad del servicio.

Los Usuarios perciben que el servicio entregado por el Hospital, no satisface sus necesidades y expectativas. Esto puede traducirse en una menor adherencia al tratamiento, una lenta mejora en la salud, poca fidelidad al Hospital y una mala percepción final del usuario acerca de la calidad del servicio.

Los Usuarios perciben que el servicio entregado por el Hospital, satisface sus necesidades y expectativas. Esto puede traducirse en una mayor adherencia al tratamiento, mejoras en la salud, mayor fidelidad al Hospital y una buena percepción final del usuario acerca de la calidad del servicio.

Los Usuarios perciben que el servicio entregado por el Hospital, satisface muy bien sus necesidades y expectativas. Esto puede traducirse en una mayor adherencia al tratamiento, mejoras en la salud, mayor fidelidad al Hospital y una muy buena percepción final del usuario acerca de la calidad del servicio.

 

REFERENCIAS

 

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http://sisbib.unmsm.edu.pe/BvRevistas/situa/año10_n20_2002/satis_usuar.htm

Carreño, J. y Moraga, M. (1997). Metodologías de medición de la satisfacción de los usuarios: el caso del Sector Salud Pública. Seminario para optar al título profesional de Ingeniero Comercial en Administración de Empresas, Universidad de Santiago de Chile. Santiago de Chile.

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Page 91: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

EL INVENTARIO DE DEPRESIÓN RASGO-ESTADO (IDERE)

 

Dra. Marta Martín Carbonell

Dra. En ciencias de la saludEspecialista en psicología de la salud

Investigadora auxiliar instituto de angiología y cirugía vascularCiudad de la Habana

Dr. Jorge A. Grau Abalo

Dr. En Ciencias PsicológicasEspecialista en Psicología de la Salud

Profesor AuxiliarInvestigador Titular Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología

Ciudad de la Habana

Lic.Vladimir Ramírez Pérez

Ministerio de Salud Pública. Ciudad de la Habana

Dr. Ricardo Grau Abalo

Dr. En Ciencias MatemáticasProfesor Titular. Facultad de Matemáticas

Universidad Central de las VillasMinisterio de Salud Pública

Ciudad de la Habana, CUBA

Introducción

Problema por tratar

La depresión ha sido uno de los fenómenos más estudiados y no por eso, mejor comprendidos. Una de las fuentes de confusión que suele influir en las discusiones sobre este tópico se encuentra en el hecho de que el término tiene significados distintos en diferentes campos, como por ejemplo en la neurofisiología, la farmacología, la psiquiatría y la psicología. De hecho, en una misma disciplina como la psicopatología, la palabra depresión suele usarse indistintamente para referirse a un estado de ánimo, a un síntoma y a un síndrome.

El abordaje psicológico sobre las relaciones entre la vulnerabilidad personal y los acontecimientos vitales en la génesis de la depresión también han contribuido a aumentar la incertidumbre con respecto al término. Los modelos más difundidos (como el modelo psicoanalítico de la retroflexión de la hostilidad, los modelos cognitivos conductuales de Beck, Selgiman, Lewinshon, etc.) han realizado aportes interesantes para la comprensión de algunos trastornos depresivos, pero no esclarecen definitivamente la relación que existe entre la fenomenología de los estados depresivos y los procesos que conducen a su génesis y desarrollo. En estos modelos se tiende a confundir los factores personales predisponentes con síntomas propios de la depresión, sin que queden delimitadas las fronteras que pudieran diferenciar a una persona que está deprimida de una persona con propensión a deprimirse.

La tendencia experimentar frecuentes e intensos estados depresivos, como un rasgo aislado o como un determinado tipo de estructuración de la personalidad aparece ya en el pensamiento de Kraepelin con su concepción de la locura maníaco-depresiva y su personalidad de base, en las ideas de Bleuler cuando creó la categoría general de trastornos afectivos, en Freud y Abraham cuando intentaron explicar la etiología de la depresión de acuerdo al modelo psicodinámico. Se encuentra implícita en la teoría de los esquemas cognitivos de Beck (1967) y en la teoría de la Desesperanza Aprendida (Seligman, 1981) así como en las investigaciones sobre el papel de la herencia en la depresión (Rainer, J.D., 1982). La clínica psiquiátrica también identifica trastornos de personalidad relacionados con la depresión, como la personalidad ciclotímica, la personalidad histriónica y la personalidad obsesivo-compulsiva (Nemiah J.C., 1982).

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De esta manera, dentro del caos que representan los diferentes significados y usos del término se puede ir delimitando como un objeto de estudio la diferenciación conceptual y empírica de la depresión que como dijera Nemiah (Nemiah J.C., 1982, p.1408) "está tejida dentro de la construcción de la personalidad" y los estados depresivos, más o menos transitorios.

Otro de los factores que contribuye a fomentar la confusión se basa en que fenomenológicamente y genéticamente la ansiedad y la depresión tienen muchas características en común, como ha sido reconocido ampliamente por la literatura y la práctica clínica. Una gran parte de los pacientes presentan los comúnmente diagnosticados síndromes ansioso-depresivos. Por otra parte algunos síntomas como la irritabilidad, la inquietud, los trastornos del sueño y la alimentación, etc. son comunes a ambos tipos de trastornos.

Modelos teóricos del instrumento

Entre los años 70 y 90 se desarrollaron en Cuba un conjunto de estudios dirigidos a la caracterización de las diversas formas de expresión de la ansiedad y la depresión. Partiendo de la distinción de ansiedad rasgo- estado desarrollada por Ch. Spielberger (Ch. Spielberger , 1977) y de la concepción transaccional del stress propuesta por Lazarus (1986) se realizó la hipótesis de que podrían existir diferentes formas de expresión de la ansiedad y la depresión como estados emocionales y como predisposiciones relativamente estables de la personalidad, las cuales se manifestarían de forma diferente en función de las formas particulares de valoración de la situaciones estresantes y de los recursos del individuo para enfrentar estas situaciones.

En la Facultad de Psicología de la Universidad Central de las Villas y el Servicio de Psicología del Hospital "Hermanos Amejeiras" de la Ciudad de la Habana se realizaron una serie de investigaciones que permitieron distinguir diversas formas de expresión de la ansiedad (tensión operacional, tensión emocional, ansiedad situacional y ansiedad patológica) y la depresión como estado (situacional y patológica) y dos formas de expresión de la ansiedad y la depresión como rasgo (llamadas específica e inespecífica) así como se propuso un modelo teórico para explicar sus intervínculos (Pineda, Rojas y Veitía, 1978; Portero, Hernández, Rodríguez, Suazo, 1984; Portero, 1984; Almaguer, Jiménez, Martín, 1989; Balleu, Grau, Martín, 1989; Grau, Ruiz y Marrero, 1981; Figueroa, Hernández, 1989; Hernández, García, Portero, 1990; Márquez y Hernández, 1987; Morales, Pineda, 1989; Cañizares, 1987; Díaz, 1987; González, Martín, Grau, 1987; Rosabal, 1987; González, Martín, Grau, 1989; Gutiérrez, Sariol y Portero, 1984; Hourrutinier, Herrera, 1984; Mulet, Grau, 1977; Mitjans, Grau y Martín, 1887, Pineda, 1989; Castellanos, Grau, Martín, 1986).

De acuerdo a este modelo, tanto la ansiedad como la depresión se pueden expresar como estados emocionales más o menos transitorios y como rasgos de la personalidad relativamente estables. Ellos no son más que el reflejo subjetivo de la situación vital del sujeto, en un momento determinado (en el caso de los estados emocionales) o a lo largo de su vida (en el caso de los ragos de la personalidad), entendiéndose que este reflejo no es una copia pasiva, si no que se produce de forma activa, modulado por factores intrínsecos (biológicos, histórico biográficos, etc.) tal y como fue entendido este concepto por autores como Leontiev (1971), Vigotsky (1983) y Rubinstein (1969). Se entiende que tanto los estados emocionales como los llamados rasgos de la personalidad son construcciones psicológicas complejas en las que se produce una imbricación de aspectos cognitivos, emocionales y conductuales.

El factor que determina la fenomenología de las diferentes formas de expresión de los estados de ansiedad y depresión es la forma particular en la que el individuo valora la situación estresante y sus recursos o posibilidades de afrontamiento (Grau y Martín, 1992, 1993). Así cuando el individuo duda de sus recursos para enfrentar la demanda, pero esta no es valorada como amenazante para motivos importantes para el sujeto se producen los estados de tensión operacional y emocional que se caracterizan por vivencias de tensión e incertidumbre, asociadas a otras vivencias positivas como la curiosidad, el reto, etc., en dependencia de las características específicas del contexto en que ocurren.

Cuando la situación es valorada como una amenaza a las motivaciones más importantes para el sujeto y este duda de sus posibilidades para enfrentarla, surgen los estados de ansiedad situacional que fenomenológicamente pueden o no tener alta intensidad y sintomatología de relevancia clínica, pero que tienden a disminuir y desaparecer cuando se modifica la valoración de la situación, o ésta se resuelve de alguna manera. Sin embargo, cuando el sujeto tiene la convicción de que no podrá resolver la situación (como en el caso de los eventos valorados como pérdidas) predominan las vivencias de tristeza, desesperanza y desamparo y otros síntomas propios de la depresión.

Cuando las situaciones son crónicas y/o cuando se produce una afectación "masiva" de las motivaciones más importantes para el sujeto, cuando empienzan a entrar en conflicto necesidades importantes y la

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valoración de incapacidad e ineficacia se generalizan a todas las situaciones vitales, estamos ante la presencia de estados de ansiedad y depresión patológicas (los trastornos llamados neuróticos) . Estos estados suelen alcanzar gran intensidad y tienen una sintomatología importante. La intensidad y la cantidad de síntomas pueden disminuir (por la acción de fármacos, por soluciones temporales de los conflictos, etc.) pero quedan las estructuras psicológicas que a manera de "factores de riesgo", se expresarán como predisposiones personales, relativamente estables, a experimentar estados de ansiedad o depresión frecuentes, o sea la ansiedad o depresión como rasgo de la personalidad, o como preferimos llamarla, la ansiedad o depresión personal.

La ansiedad y la depresión personal son definidas como la propensión a experimentar estados de ansiedad o depresión con frecuencia. Sin embargo, puede ser específica si se circunscribe a determinados tipos de situaciones, mientras que es llamada inespecífica si la persona tiende a experimentar estos estados ante situaciones de diferente naturaleza. Las investigaciones realizadas mostraron que tras estos tipos de ansiedad y depresión personal se encontraban diferentes estructuraciones de la esfera motivacional, la autovaloración, etc. que se han desarrollado ontogenéticamente. De esta manera, la ansiedad y/o la depresión como rasgo constituyen indicadores pronósticos que ayudan a predecir la forma en que reaccionará una persona ante determinadas situaciones (Castellanos, Grau, Martín, 1986; Almaguer, Jiménez, Martín, 1989; González, Martín, Grau, 1989, Pupo, Martín, López, 1988; Grau y Martín, 1992; 1993).

Estas investigaciones tuvieron una vertiente de desarrollo instrumental que se expresó en la validación del Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado de Ch. Spielberger (Castellanos, Grau y Martín, 1986; ), el Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado de Ch. Spielberger para niños (Lorenzo, Ruiz, Grau, Martín y otros, 1991) y la creación de la Escala de Ansiedad Patológica (Grau, Portero y Pérez Yera, 1977; Portero, 1978, Calunga, 1979), así como de una metodología para el diagnóstico de las diversas formas de expresión de la ansiedad (Grau y Martín, 1989; 1991).

Para la distinción de la depresión como estado de la depresión personal, en 1989 se comenzó a trabajar en la creación del Inventario de Depresión Rasgo-Estado (IDERE) inspirado en el IDARE de Ch. Spielberger (Ramírez, Grau y Martín, 1989).

Descripción del instrumento

Objetivos de la prueba:

1. Distinguir la depresión como estado (depresión estado) de la propensión relativamente estable de la persona a sufrir estados depresivos (depresión personal).

2. Identificar estados depresivos y sentimientos de tristeza que no necesariamente se estructuran como trastornos depresivos.

3. Evaluar la depresión personal como predisponente de los estados depresivos.

Estructura:

El IDERE es un inventario autoevaluativo, diseñado para evaluar dos formas relativamente independientes de la depresión: la depresión como estado (condición emocional transitoria) y la depresión como rasgo (propensión a sufrir estados depresivos como una cualidad de la personalidad relativamente estable).

La escala que evalúa la depresión como estado permite identificar de manera rápida a las personas que tienen síntomas depresivos, así como sentimientos de tristeza reactivos a situaciones de pérdida o amenaza, que no necesariamente se estructuran como un trastorno depresivo, aunque provoquen malestar e incapacidad. Tiene 20 ítems cuyas respuestas toman valores de 1 a 4. La mitad de estos ítems por su contenido, son positivos en los estados depresivos, mientras que la otra mitad son ítems antagónicos con la depresión. El sujeto debe seleccionar la alternativa que mejor describe su estado en ese momento y tiene cuatro opciones de respuesta: No en lo absoluto (que vale 1 punto), Un poco (vale 2 puntos), Bastante (vale 3 puntos) y Mucho (vale 4 puntos).

La escala de depresión como rasgo permite identificar a los pacientes que tienen propensión a sufrir estados depresivos y también ofrece información sobre la estabilidadd de los síntomas depresivos. Consta de 22 ítems que también adquieren valores de 1 a 4 puntos y las opciones de respuesta son: Casi

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nunca (que vale 1 punto), Algunas Veces (vale 2 puntos), frecuentemente (3 puntos) y casi siempre (4 puntos).

Los valores oscilan entre 20 y 80 puntos para la escala estado y 20 y 88 puntos para la escala rasgo.

Para su construcción se tuvo en cuenta el criterio de 30 psicólogos y psiquiatras. La muestra estuvo constituida por 130 sujetos "supuestamente sanos", 302 pacientes con enfermedades somáticas crónicas y 30 pacientes ingresados en salas de Psiquiatría por trastornos depresivos de diferentes tipos.

Calificación:

Como se ha explicado anteriormente, los ítems pueden tomar valores de 1 a 4 puntos. Para la escala estado se otorga 1 punto a la respuesta No en lo absoluto, 2 a la respuesta Un poco, 3 a la respuesta Bastante y 4 puntos a la respuesta Mucho. Diez ítems son positivos con respecto a la depresión actual, mientras que los otros 10 son contradictorios. Los ítems positivos son: 1,2,6,8,10,13,15,18 y 20.

Para la calificación se debe obtener la sumatoria de los ítems positivos de depresión y la sumatoria de los ítems negativos de depresión. A la diferencia entre ambos subtotales se le suma el valor 50, que fue obtenido de los análisis estadísticos efectuados para la construcción con el fin de estandarizar las puntuaciones.

La cifra obtenida es el grado de depresión actual y se considera baja si es menor o igual a 34, media si está entre 35 y 42 y alta si es mayor de 42. El cuadro A facilita la compresión del proceso de calificación

Para la calificación de la escala rasgo se procede de manera similar, aunque los puntos de corte son diferentes. Los ítems positivos de la depresión para esta subescala son el 1, 3,5,7,8,11,14,16,17,20 y 22. El cuadro B ilustra el proceso de calificación.

Interpretación

Tanto la depresión estado como la depresión rasgo se califican en tres niveles: bajo, medio y alto. De valor clínico son las puntuaciones que se catalogan como altas. Las cifras que están cercanas a los puntos de corte pueden resultar de interés, pero realmente tienen valor diagnóstico los valores superiores a 50.

Altos niveles de depresión como estado no necesariamente indican que la persona tenga un trastorno depresivo, pues son frecuentes encontrarlos en personas con enfermedades crónicas o en personas que están atravesando por una situación estresante o que han sufrido una pérdida reciente, como el caso de las reacciones de duelo. Es recomendable que las personas que obtengan valores altos en el IDERE-E sean valoradas en consulta médica o psicológica para precisar el diagnóstico.

Los valores altos en el IDERE-R indican que la persona tiene tendencia a sufrir estados depresivos como respuesta a situaciones estresantes. Son frecuentes en personas que han padecido un trastorno depresivo y en sujetos neuróticos.

 

Cuadro A - Calificación de la escala de Depresión como estado

 

Paso 1: obtener la sumatoria de los ítems positivos y negativos

(Ítems positivos)1+ 2+6+8+9+10+13+15+18+20 = Total A

(Ítems negativos) 3+4+5+7+11+12+14+16+17+19 = Total B

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Paso 2: Obtener la diferencia entre ambos subtotales y sumar 50

(A – B) + 50 = Nivel de depresión actual

Paso 3: Calificar el nivel de depresión actual

Alto: >= 43

Medio: 35 – 42

Bajo <= 34

Cuadro B - Calificación de la Escala Rasgo del IDERE

 

Paso 1: Calcular la sumatoria de los ítems positivos y negativos

(ítems positivos) 1+3+5+7+8+11+14+16+17+20+22 = Total A

(ítems negativos) 2+4+6+9+10+12+13+15+18+19+21 = Total B

Paso 2: Obtener la diferencia entre ambos subtotales y sumar 50

(A – B) + 50 = Nivel de depresión rasgo

Paso 3: Calificar el nivel de depresión rasgo

Alto: >= 47

Medio: 36-46

Bajo: <= 35

Propiedades psicométricas del Instrumento

Para la construcción del IDERE se llevaron a cabo las siguientes tareas:

1. Creación de un "pool" de ítems significativos para la evaluación de la depresión: se confeccionó un fondo de 214 ítem extraídos de las escalas más utilizadas (Inventario de Depresión de A.T. Beck, Test de Depresión de Hamilton, Escala de Depresión de Zung, MMPI, Inventario de síntomas Cornell-Index).

2. Selección primaria de los ítems con mayor fuerza diagnóstica: Se sometió este "pool" inicial de 214 ítems al juicio de 5 psiquiatras con experiencia de más de 15 años en el diagnóstico de pacientes con diferentes tipos de depresión, a quienes se les pidió de manera independiente, que evaluaran la utilidad de cada ítem en una escala de 0 a 11 puntos, en la que el 11 era el equivalente de la máxima utilidad. Los ítems que obtuvieron puntuaciones inferiores a 7 al menos por dos jueces, fueron eliminados. De este

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proceso quedó un fondo de 131 ítems.

3. Reelaboración de los ítems seleccionados para evaluar su capacidad para distinguir la depresión rasgo-estado: Con los 131 ítems se elaboró un instrumento para evaluar la capacidad de cada uno de ellos para distinguir la depresión como rasgo de la depresión como estado, en una escala de 0 a 11 puntos, en la que el 0 representaba que el ítem era totalmente incapaz de evaluar la depresión.

Este instrumento fue entregado a un grupo de 25 psicólogos y psiquiatras con más de tres años de experiencia asistencial en la clínica, provenientes de diversas instituciones de la Ciudad de la Habana, para que actuaron en calidad de jueces. Se les pidió que evaluaran cada uno de los ítems de acuerdo a su valor para diagnosticar la depresión como rasgo y la depresión como estado, previa definición de las mismas, aclarándoseles que un ítem podría resultar bueno para ambas formas de depresión, mejor para una forma y no para la otra, o simplemente inútil para evaluar la depresión en cualquiera de sus formas de manifestarse.

4. Confección de la versión corta del IDERE: Se escogieron los ítems que más del 60% de los jueces le otorgaron una calificación superior a 7 para el diagnóstico de cualquiera de los dos tipos de depresión y también aquellos que más del 60% de los jueces le otorgó un valor superior a 5 para el diagnóstico de un tipo de depresión y menor de 5 para el otro tipo (o sea, los ítems que discriminaban entre una y otra forma de depresión). Estos ítems se redactaron de manera positiva y negativa, es decir, que para los ítems positivos las respuestas de mayor intensidad y/o frecuencia señalaban altos niveles de depresión y para los ítems negativos, lo opuesto. 64 ítems integraron la subescala para evaluar la depresión como estado y 52 integraron la subescala para evaluar la depresión como rasgo. La consigna para cada subescala es similar a la del Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado de Ch.Spielberger (IDARE). El orden de aparición de los ítems se obtuvo a partir de una tabla de números aleatorios.

El próximo paso consistió en intentar la simplificación del cuestionario mediante la reducción del número de ítems. Para ello se aplicó la escala a 129 adultos sanos y se aplicaron criterios como el de Mínimo Residuos, el de Rao, el de Wilks y el de Mahalanobis que produjeron discriminaciones equivalentes y en los últimos tres casos, 34 variables resultaron identificadas para la escala rasgo y 38 para la escala estado, lo que permitió elaborar una versión más corta que llamamos IDERE INTERMEDIO (IDERE -INT). El criterio de Max-Min. F trabajado con probabilidades adecuadas logró discriminar 22 variables para la escala rasgo y 20 para la escala estado, obteniéndose así la versión actual (IDERE-actual).

Para cada uno de los subconjuntos seleccionados (IDERE -INT) e (IDERE - actual) se realizaron los análisis de estadística descriptiva, las pruebas de normalidad, de homogeneidad de varianzas y distinción de medias por vías paramétricas y no paramétricas. Los resultados más satisfactorios se obtuvieron con el IDERE -INT pero en general, en ambas variantes se mantienen, y en todo caso mejoran, las condiciones de normalidad y se conservan las diferencias significativas entre los grupo por lo que se decidió escoger la versión actual por ser más corta.

Se trasladaron las puntuaciones a valores positivos y sumando una constante adecuada se categorizaron en tres valores: alto, medio bajo, para cada subescala.

Estudios de validación

Validación de la escala Depresión - Rasgo

Siguiendo el criterio de A. Anastasi acerca de que las estimaciones de las personas cercanas son el mejor criterio cuando se trata de evaluar rasgos de personalidad estables, mucho más cuando este se correlaciona con la propia autovaloración del sujeto, se escogieron 20 colectivos laborales, que tuvieran menos de 20 miembros, de las provincias Ciudad de la Habana (urbana) y Ciego de Avila (rural).

A los sujetos se les pidió que escogieran a tres de sus compañeros que mejor se ajustaran a la descripción de depresión personal alta y a tres que mejor se ajustaran a la descripción de depresión personal baja, previa explicación de las características de las mismas. A todos los sujetos se les pidió, además, que se calificaran a sí mismos en una escala análoga visual con 18 ítems en un rango entre 0 y 5 puntos. Estos 18 ítems describen las principales características de personalidad que, de acuerdo a estudios de autores cubanos, se encuentran con mayor frecuencia en las personas depresivas (Alonso, 1985; Almaguer,Jiménez y Martín , 1985; González A, 1985).

Los sujetos se clasificaron en los siguientes grupos:

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- Grupo con depresión personal alta (DRA) que fueron calificados por sus compañeros como tales y que se adjudicaron calificaciones superiores a 3 en 11 de los ítems de la escala auto valorativa (27 sujetos).

- Grupo con depresión personal baja (DRB): que fueron calificados por sus compañeros como tales y que se adjudicaron calificaciones inferiores a 3 en 11 de los ítems de la escala auto valorativa (30 sujetos).

- Grupo indefinido (DRI): que no cumplía los requisitos anteriores (72 sujetos).

Como se esperaba, en el caso del IDERE-R se encontró una distribución normal de las puntuaciones para el grupo indefinido (DRI) y para la muestra total, no así para los grupos con depresión personal alta (DRA) y depresión personal baja (DRB) en los que la normalidad resulta sospechosa, lo cual corrobora el criterio utilizado para la conformación de estos grupos extremos, en los que predominan las puntuaciones extremas. Con respecto al IDERE-E se obtuvo una distribución normal, tal y como se esperaba.

Se analizó si existían diferencias significativas con respecto al IDERE-R entre los tres grupos. Las pruebas C de Cochran y f de Bartlett-Box para valorara la homogeneidad de varianza demostraron que había homogeneidad de varianza entre los grupos (0,688 y 0,682 respectivamente) para el caso del IDERE-R mientras que el análisis de varianza (ONEWAY) y la prueba de Kuskal-Wallis demostraron que existían diferencias significativas entre los tres grupos (0,000 y 0,0000 respectivamente). El test de Rangos de Scheffe también encontró diferencias significativas entre los tres grupos (0,005) mientras que las pruebas t de Students y U de Mann-Whitney corroboraron la significación de las diferencias entre los pares (en todos los casos con un nivel de 0,000) sin que hubiera diferencias significativas de varianza entre los pares, tal como se comprobó mediante la prueba Fisher-Snedecor (0,395, 0,692, 0,792 respectivamente).

Se ejecutaron varios procedimientos de análisis discriminante ( discriminación utilizando todas las variables que satisfagan los criterios de tolerancia para valores entre 0,01 y 0,05; Minimización del estadígrafo Lambda de Wilks; Maximización de la distancia de Mahalanobis entre cada pareja de grupos, máximización y minimización de la F de Fisher-Snedecor en la entrada salida de variables ; minimización en la entrada de variables de la suma de variación no explicada entre los grupos y maximización del estadígrafo Y de Rao). Estos análisis permitieron discriminar adecuadamente entre el 92.3% y el 96.9% de los casos para ambas subescalas del IDERE, lo cual constituye un importante indicador de su validez empírica, sobretodo en el caso de la subescala Depresión Rasgo. O sea, la escala R del IDERE resultó útil para identificar a los sujetos de acuerdo a su nivel de depresión personal.

La reaplicación de la prueba a los quince días obtuvo correlaciones de .95 para los niveles moderados y bajos y de .89 para la depresión alta, lo cual habla a favor de la confiabilidad de la escala.

Validación de la Escala depresión-Estado

Se realizó, además, un estudio con 302 pacientes con diversas enfermedades cardiovasculares (HTA; cardiopatía isquémica, insfuciencia arterial) de los cuales 172 (57%) fueron remitidos a Psicología por presentar problemas de adaptación a la enfermedad, síntomas ansiosos o depresivos, etc. y el resto no tenía necesidad de atención psicológica. El 66 % de los casos eran mujeres y el 33% hombres. A todos los pacientes se les aplicó el IDARE, el IDERE y el PSICRON, este último es un cuestionario multidimensional que valora diferentes factores psicológicos que pueden ser protectores o perjudiciales para el curso de las enfermedades crónicas.

Como era de esperar, se encontraron diferencias significativas tanto el IDERE-E (F= 156,58, p=.000) como en el IDERE-R (F=233,44, p=.000) entre ambos grupos (tabla 4). O sea, que las personas que necesitaban atención psicológica obtuvieron valores altos en las escalas del IDERE, mientras que las que no la necesitaban obtuvieron puntuaciones correspondientes a los valores medios. Nótese que la depresión como estado era alta para todos los casos que necesitaron atención psicológica.

Se hizo el análisis de las correlaciones del IDERE con el IDARE y las escalas mencionadas del PSICRON que valoran la ansiedad, la depresión, el pesimismo y el optimismo (estas dos últimas dimensiones se valoraron por las relaciones evidentes que tienen con la depresión) . Se obtuvieron correlaciones significativas y positivas con todas menos con el optimismo, como se esperaba, lo cual habla a favor de la validez concurrente del IDERE y es consecuente con los presupuestos teóricos de su construcción.

Análisis de la consistencia interna de la escala:

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También se realizó un análisis de correlación ítem-ítem que mostró niveles de significación entre 0,05 y 0,01 para todas las asociaciones, lo cual habla de la consistencia interna de la escala y de las complejas interdependencias entre las variables. El coeficiente alfa de Cronbach fue de .7899 para la escala de depresión personal y de .7987 para la escala de depresión como estado.

Aspectos por considerar

Actualmente el IDERE es utilizado en la mayor parte de los hospitales y policlínicos de Cuba y también nos han referido su uso en otros lugares como la Clínica del Dolor del Hospital "La Fe" de Valencia, el Centro de Servicios Psicológicos de la Universidad Cooperativa de Colombia y en varios consultorios privados de España, México y Colombia. Es también una de las pruebas psicológicas que se imparten como básicas en la asignatura Psicodiagnóstico Clínico en las Facultades de Psicología de las universidades del país.

Se ha reportado su uso en diversas investigaciones: para evaluar la calidad de vida de pacientes oncológicos terminales (Jiménez, Noriega y otros, 1996), los problemas de burn-out en los servicios de cuidados paliativos (Chacón, Lence y otros, 1996), para la selección de pacientes con dolor crónico candidatos a implantes de sistemas (Pallarés, 1995), etc.

En 1994 se realizó un taller en el que participaron 30 psicometristas de la Ciudad de la Habana, para evaluar sus experiencias con el uso del IDERE (II Curso Provincial de Psicometría, Ciudad de la Habana, Centro Nacional de Perfeccionamiento Técnico del Ministerio de Salud Pública). Los psicometristas coincidieron en señalar que el IDERE resultaba fácil de administrar y calificar, era muy sensible para identificar estados depresivos en pacientes con enfermedades crónicas y también para evaluar los efectos de los tratamientos médicos y psicológicos.

Sin embargo, aún presenta deficiencias que sus autores hemos podido constatar como es el punto de corte para el diagnóstico diferencial entre depresión personal media y alta, la existencia de números de ítems diferentes entre las subescalas y que se desconoce su correlación con otras pruebas valiosas para evaluar la depresión como es el BDI. Las difíciles condiciones económicas por las que atravesó nuestro país en la década del 90 impidieron que se continuara con el necesario proceso de validación y perfeccionamiento que requiere un instrumento con esas pretensiones, pero confiamos en que en un futuro no muy lejano, se reinicien las investigaciones en esta dirección.

Áreas de aplicación

El IDERE se ha diseñado básicamente para su aplicación en los ámbitos clínicos, tanto en enfermos crónicos, en pacientes psiquiátricos, etc. No obstante, también puede utilizarse en cualquier otra área en la que se quiera identificar rápidamente a personas con síntomas depresivos (IDERE-E) o a personas con propensión a la depresión (IDERE.R), en este sentido, puede resultar útil en tareas de selección y evaluación de personal, tal y como se ha visto en los estudios sobre burn-out en profesionales de la salud (Chacón, Lence y otros, 1996), así como en contextos educativos.

El Instrumento

 

IDERE – versión COR I D E R E – Subescala E - De J. Grau, M. Martín, V. Ramírez, R. Grau, 1989 -

 

Nombre: _________________________________________ Fecha: ___________________

INSTRUCCIONES:

Algunas expresiones que la gente usa para describirse aparecen abajo. Lea cada frase y encierre en un círculo en la hoja de respuestas el número que indique cómo se siente Ud. ahora mismo, en estos momentos. No hay respuestas buenas o malas. No emplee mucho tiempo en cada frase, pero trate de dar la respuesta que mejor describa sus sentimientos ahora.

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1- No en lo absoluto 2- Un poco 3- Bastante 4- Mucho

1. Pienso que mi futuro es desesperado y no mejorará mi situación

2. Estoy preocupado

3. Me siento con confianza en mí mismo

4. Siento que no me canso con facilidad

5. Creo que no tengo nada de que arrepentirme

6. Siento deseos de quitarme la vida

7. Me siento seguro

8. Deseo desentenderme de todos los problemas que tengo

9. Me canso más pronto que antes

10. Estoy contrariado

11. Me siento bien sexualmente

12. Ahora no tengo ganas de llorar

13. He perdido la confianza en mí mismo

14. Siento necesidad de vivir

15. Siento que nada me alegra como antes

16. No tengo sentimientos de culpa

17. Duermo perfectamente

18. Me siento incapaz de hacer cualquier trabajo por pequeño que sea

19. Tengo gran confianza en el porvenir

20. Me despierto más temprano que antes y me cuesta trabajo dormirme

 

 

 

I D E R E – Subescala R - De J. Grau, M. Martín, V. Ramírez, R. Grau, 1989 -

INSTRUCCIONES:

Algunas expresiones que la gente usa para describirse aparecen abajo. Lea cada frase y encierre en un círculo en la hoja de respuestas el número que indique cómo se siente Ud. generalmente. No hay respuestas buenas o malas. No emplee mucho tiempo en cada frase, pero trate de dar la respuesta que mejor describa cómo Ud. se siente generalmente.

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1- Casi nunca 2- Algunas veces 3- Frecuentemente 4- Casi siempre

 

1. Quisiera ser tan feliz como otros parecen serlo

2. Creo no haber fracasado más que otras personas

3. Pienso que las cosas me van a salir mal

4. Creo que he tenido suerte en la vida

5. Sufro cuando no me siento reconocido por los demás

6. Pienso que todo saldrá bien en el futuro

7. Sufro por no haber alcanzado mis mayores aspiraciones

8. Me deprimo por pequeñas cosas

9. Tengo confianza en mí mismo

10. Me inclino a ver el lado bueno de las cosas

11. Me siento aburrido

12. Los problemas no me preocupan más de lo que merecen

13. He logrado cumplir mis propósitos fundamentales

14. Soy indiferente ante situaciones emocionales

15. Todo me resulta de interés

16. Me afectan tanto los desengaños que no me los puedo quitar de la cabeza

17. Me falta confianza en mí mismo

18. Me siento lleno de fuerzas y energías

19. Pienso que los demás me estimulan adecuadamente

20. Me ahogo en un vaso de agua

21. Soy una persona alegre

22. Pienso que la gente no me estimula las cosas buenas que hago

 

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IDERE - HOJA DE RESPUESTAS

SUBESCALA IDERE- E SUBESCALA IDERE-R

 

Page 102: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

 

REFERENCIAS

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PSICRON: UNA METODOLOGÍA COMPUTARIZADA PARA OPTIMIZAR LA ASISTENCIA LA INVESTIGACIÓN Y LA DOCENCIA CON PACIENTES CON ENFERMEDADES CRÓNICAS

 

Marta Martín Carbonell Ph.D.

Dra. en Ciencias de la SaludEspecialista en Psicología de la Salud

Investigadora Auxiliar Instituto de Angiología Cirugía Vascular

Ciudad de la Habana, Cuba

 

Introducción

Ya nadie duda de la importancia de tener en cuenta para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades crónicas, los factores psicológicos que influyen en su curso y pronóstico. Sin embargo, esta afirmación sólo es válida en el ámbito teórico, ya que en la práctica se tiende a prescindir o a subvalorar el diagnóstico psicológico. La necesidad de una evaluación psicológica extensiva (por abordar multitud de áreas) e intensiva (por requerirse un estudio profundo y dinámico), tropieza con los inconvenientes derivados de la falta de motivación de los pacientes, familiares y profesionales de la salud en esta evaluación y de la escasez de personal capacitado para realizarla; pero a mi juicio, estos problemas están en buena medida determinados por la carencia de métodos de evaluación que tengan en cuenta, de forma realista, las particularidades de los contextos clínicos y asistenciales en que se atienden a las personas con enfermedades crónicas. Así, sólo son derivados hacia las consultas de Psicología, aquellos casos en los que el médico observa una alteración evidente del comportamiento o los que presentan dificultades en la relación médico-paciente, lo que origina procederes médicos ineficientes (Martín, 2002), incremento innecesario de los costos de los servicios de salud (Okifuji, Turk y Findely, 1999) y sobre todo, afectaciones al bienestar del paciente.

En él diagnóstico clínico psicológico del enfermo crónico es imprescindible considerar la determinación multicausal de la enfermedad y la necesidad de intervenciones múltiples. No tiene sentido pues, fuera de un enfoque multidisciplinario, lo que le plantea exigencias adicionales ya que tiene una finalidad intradisciplinaria (lograr la identificación de los factores psicológicos y la dinámica de sus interacciones, que intervienen en el desarrollo de una enfermedad concreta en un sujeto concreto) y una finalidad extradisciplinaria (contribuir a la comprensión integral de cómo ellos pueden estar interactuando con factores biológicos, ambientales, sociales, etc.) (Martín, 1998).

Podría señalares, entonces, que las características generales de la evaluación psicológica en la práctica asistencial con los enfermos crónicos son (Grau y Martín, 1993):

1. Enfoque pluridimensional y proyección multidisciplinaria.

2.Relativa independencia de la evaluación médica.

3. Interés en la evaluación de las interacciones y no solo de los componentes o características.

Nótese que estas características están determinadas, no por el material de estudio (las enfermedades crónicas), sino por las exigencias de un enfoque teórico conceptual (la concepción de la etiología multicausal de la enfermedad) y de una práctica consecuente con este enfoque (el trabajo multidisciplinario).

El objetivo de nuestro trabajo ha sido el desarrollar un instrumento que permita de forma rápida y confiable evaluar los principales factores psicológicos que pueden ser determinantes en el curso de las enfermedades crónicas para facilitar la implementación de la atención psicológica a los enfermos crónicos en la práctica asistencial, teniendo en cuenta las características actuales de la organización de los servicios de salud (que exige abreviación de los tiempos dedicados al diagnóstico y tratamiento), la escasez de personal capacitado, la necesidad de favorecer la comunicación multidisciplinaria, y las

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características de este tipo de enfermos que no solicitan voluntariamente la atención psicológica y que en ocasiones pueden valorarla como una "agresión" a su "rol de enfermo".

Factores psicológicos y enfermedades crónicas

A partir de los años 50, los partidarios del enfoque psicodinámico hicieron los primeros intentos de describir factores psicológicos asociados a las enfermedades crónicas (Speckens y otros, 1996). Para estos autores las enfermedades crónicas se presentan como resultantes de un compromiso entre la realización de deseos prohibidos y su penalización inconsciente. En esta línea de pensamiento se encuentra el planteamiento de la existencia de una personalidad propensa a las enfermedades (Engle, 1959), cuya esencia consiste en que determinados tipos de personalidad actúan como "factores de riesgo" para el desarrollo de ciertas enfermedades. El ejemplo por excelencia de este enfoque lo encontramos en el estudio de la personalidad tipo A y su relación con la enfermedad cardiovascular (Sender , Valdés, Riesco, Martín; 1993).

El tiempo ha conferido a este enfoque el valor relativo que se merece. Si bien actualmente existe consenso acerca de que determinadas características de personalidad pueden incrementar el riesgo de sufrir enfermedades crónicas, parece ser que esto es así porque incrementan la probabilidad de que el sujeto adopte conductas perjudiciales para la salud (como las adicciones, la búsqueda de riesgos, etc.) y/o sufra de estados emocionales negativos que afectan el funcionamiento del sistema inmunológico, el sistema endocrino-metabólico y en general, de todas las funciones fisiológicas (Kop, 2003).

Los estados emocionales que han recibido mayor atención e investigación han sido la ansiedad, la depresión y la ira. Aunque existe una asociación fuertemente fundamentada entre estos estados y el curso de diversas enfermedades crónicas, todavía no está claro si estos estados emocionales actúan como factores desencadenantes o son consecuencia de las propias enfermedades (Kop y otros, 2002

Para los partidarios del enfoque conductista, el objeto de estudio de la psicología en las enfermedades crónicas son las conductas relacionadas con la afección. Entre ellas resultan de interés las conductas de enfermedad, que tienen una fuerte determinación cultural y son los modos mediante los cuales la persona demuestra que está enfermo, como por ejemplo en nuestra cultura occidental, la disminución del nivel de actividad, la ausencia del trabajo, la búsqueda e ingestión de fármacos, etc. (Fordyce, 1976). También resultan de interés las conductas de riesgo, que han recibido una importante atención desde la Epidemiología, como las adicciones, la conducta alimentaria, etc.

El modelo cognitivo-conductual considera relevantes para la evaluación psicológica además de las conductas, las creencias, expectativas y actitudes, las atribuciones, estrategias de afrontamiento, apoyo social, etc. Los partidarios de este modelo parten de la hipótesis de que las cogniciones (creencias, evaluaciones, expectativas) de una persona enferma puede tener un impacto sobre su ajuste a partir de su influencia en los esfuerzos de afrontamiento (De Ridder y Schreurs, 1996).

El afrontamiento (coping) ha sido definido como "el conjunto de esfuerzos y acciones orientados al tratamiento de las demandas internas y ambientales y los conflictos entre ellos" (Lazarus, Folkman, 1984). El estudio del afrontamiento de las enfermedades crónicas ha estado en íntima relación con la investigación acerca de cuáles son los tipos de afrontamiento más adaptativos y eficaces. Se ha considerado, en sentido general, que las estrategias de afrontamiento activo, centradas en la solución del problema, son más eficaces para lograr un buen ajuste a las enfermedades crónicas (Pearce, 2002). La negación como estrategia de afrontamiento, es favorable para el bienestar emocional en los momentos iniciales de la aparición de problemas que pueden tener consecuencias muy peligrosas para el sujeto, pero desfavorable a largo plazo pues inhibe el desarrollo de conductas de auto cuidado. El catastrofismo como tendencia a focalizar la atención sobre el problema y exagerar sus consecuencias, está asociado a la depresión y a la peor evolución de las enfermedades crónicas (Fuste, 1993).

Muy relacionado con el ajuste a las afecciones crónicas se han descrito el conocimiento de la enfermedad y el cumplimiento terapéutico. El primero está referido a la información necesaria que debe poseer el enfermo para que identifique mejor su situación, reconocer diferentes alternativas de solución y reducir la ansiedad que provoca la falta de información para afrontar la situación. El segundo, a la valoración que hace del cumplimiento de las indicaciones médicas. Estudios realizados evidencian la relación entre el conocimiento de la enfermedad, el cumplimiento terapéutico y el ajuste a la enfermedad (Wilson, 1986; García, Rodríguez, 1992)

Una variable importante que mediatiza los efectos del afrontamiento en la adaptación a la enfermedad es el apoyo social. Los beneficios del apoyo social han sido ampliamente documentados (Kurtner, 1987; Lin, 1986). Hay consenso con la noción de que el apoyo social facilita la recuperación y reduce el riesgo de

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mortalidad, se asocia a una mejor adaptación a la enfermedad, se relaciona con los hábitos de salud, favorece el cumplimiento de los tratamientos y el uso de los servicios de salud; por otra parte, la falta de apoyo social se encuentra asociada a un peor pronóstico de las enfermedades (Scherwazzar, Leppin, 1981)

Entre las creencias que ejercen influencia en los esfuerzos adaptativos de las personas a las enfermedades crónicas, han recibido particular atención las expectativas de control y las expectativas de futuro (Bandura, 1987). Existe suficiente evidencia de que las personas que valoran que tienen posibilidades de controlar la enfermedad y sus repercusiones sobre su vida, tienen mejores indicadores pronósticos, uso más racional de los servicios de salud, mejor evolución, etc.(Martín, 2002). También se ha comprobado que el optimismo está asociado a mejor ajuste y evolución de la enfermedad, mientras que el pesimismo a un peor pronóstico (Gatchel, Garden, 1999)

Desde la perspectiva de la Psicología médica se le ha prestado particular atención a las relaciones del paciente con el equipo de salud. Existe consenso acerca de que ellas tienen una importante influencia en la manera en que el paciente se adapta a la enfermedad (Alvarez, 2001).

Por último, desde la Sociología (Parsons, 1966) se ha resaltado la importancia de la distinción entre "dolencia" y "enfermedad", mientras que la última se refiere al conocimiento oficial compartido en ámbitos profesionales, la "dolencia" o "padecimiento" se refiere a las creencias, valoraciones y opiniones, a la forma en que el paciente vive y sufre su enfermedad, concepto que coincide con el de "cuadro interno de la enfermedad" (Grau y Martín, 1993), propuesto por Luria en la década del 40. Este enfoque subraya la importancia de tener en cuenta en el diagnóstico médico y en la planificación de las acciones terapéuticas, no sólo los elementos objetivos provenientes del examen físico, los exámenes radiológicos, pruebas de laboratorio, etc., sino también, los aspectos subjetivos relacionados con las creencias que tiene el paciente acerca de su enfermedad, su tratamiento y de cómo estos influyen en su calidad de vida.

Como puede deducirse de lo expuesto hasta el momento, han sido múltiples las perspectivas y los enfoques teóricos que han hecho aportes a la comprensión de la influencia que ejercen los factores psicológicos en el curso de las enfermedades crónicas y los problemas metodológicos que se van a enfrentar son de alta complejidad. Esto trae como consecuencia, junto a la subvaloración prevaleciente en los ámbitos médicos de los aspectos subjetivos y el modelo actual de organización de los servicios de salud que predomina en el mundo occidental, que casi nunca se aborde con la debida profundidad el diagnóstico de los factores psicológicos y sociales que influyen en el curso de las enfermedades crónicas.

Por estas razones, nos propusimos crear un instrumento que facilite el proceso de diagnóstico psicológico, cuyas características principales deberían ser: las facilidades de aplicación, calificación e interpretación por parte del equipo multidisciplinario, tener una adecuada validez y confiabilidad y ser sencillo de responder para los pacientes con enfermedades crónicas, quienes frecuentemente tienen déficit sensoriales y cognitivos.

Descripción del instrumento

PSICRON es una metodología computarizada para optimizar la asistencia, la docencia y la investigación multidisciplinaria en los factores psicológicos que influyen en el curso de las enfermedades crónicas.

Resultado de un proceso de más de 10 años de trabajo, el PSICRON permite a los profesionales de la salud trabajar en una ambiente amigable y sencillo para:

1. Realizar un pesquisaje psicológico rápido y confiable e identificar a los pacientes que necesitan tratamiento psicológico especializado

2.Obtener información acerca de los factores psicológicos que están influyendo de manera negativa en el dolor del paciente, así como de los factores psicológicos protectores. Este diagnóstico se obtiene mediante un cuestionario conformado por 54 preguntas que permiten obtener un perfil y su interpretación, así como un resumen de las opiniones del paciente acerca de su enfermedad y su tratamiento.

3.Disponer de un modelo computarizado de Historia Clínica diseñado especialmente para la asistencia a pacientes con enfermedades crónicas.

4. Obtener un Informe con las opiniones y valoraciones del paciente acerca de su enfermedad y su tratamiento.

5. Realizar estudios evolutivos y valorar la respuesta a los tratamientos médicos y psicológicos.

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6. Acceder a un listado de sitios web especializados y conectarse directamente a los mismos, a través del navegador del PSICRON.

El Software PSICRON - Características

Ha sido concebido como una metodología computarizada, para facilitar la aplicación y calificación del Cuestionario Multidimensional para la evaluación psicológica de enfermos crónicos PSICRON, así como para optimizar la recogida de información mediante una Historia Clínica Psicológica con la finalidad de promover el desarrollo de la asistencia psicológica, la investigación multidisciplinaria y la formación postgraduada de los profesionales en el área de la Psicología de la Salud aplicada a la atención de enfermos crónicos.

Teniendo en cuenta estos propósitos, el PSICRON tiene un conjunto de utilidades, que con fines descriptivos separaremos aquí en tres módulos: módulo asistencial, módulo de investigación y módulo de capacitación, aunque todas ellas aparecen integradas en el software en una ambiente amigable y sencillo, concebido para que pueda ser fácilmente utilizado por usuarios sin mucha experiencia en el trabajo con ordenadores.

Módulo asistencial

Ha sido diseñado para facilitar y optimizar el proceso de evaluación psicológica. Tal y como están organizados actualmente la mayoría de los servicios de atención a pacientes con enfermedades crónicas tanto en el nivel secundario (hospitales) como en la atención primaria, es difícil que todos los pacientes puedan beneficiarse de este tipo de evaluación, que requiere de un psicólogo profesional especializado, el cual usualmente necesita para realizar el estudio psicológico de varias sesiones de trabajo con el paciente. En los pocos servicios en que se cuenta con este especialista, generalmente la gran cantidad de pacientes que debe atender y la relativa urgencia que reclama el tratamiento de las enfermedades crónicas, obliga a que se seleccionen los casos a partir de criterios no siempre científicamente establecidos, lo cual provoca que en la práctica, muchos pacientes que podrían beneficiarse con tratamientos psicológicos, no los reciban.

El PSICRON pretende ayudar a paliar esta situación, ya que permite realizar un pesquisaje psicológico rápido y confiable, en apenas 15 minutos y obtener una especie de "fotografía" del estado psicológico del paciente en el momento del estudio.

El software permite que el paciente responda el cuestionario directamente en el ordenador, o que el profesional sea quien introduzca las respuestas. Si se decide la primera opción, una vez que el paciente termina de responder todas las preguntas del cuestionario el programa se cierra, para evitar que la persona tenga acceso a información que no le compete.

La calificación del cuestionario se puede obtener mediante dos modalidades: el perfil y una interpretación del mismo. Esta interpretación del perfil ofrece, además, recomendaciones sobre las técnicas psicoterapéuticas que probablemente beneficiarán al paciente y sobre la necesidad de que sea valorado por otras especialidades (Psiquiatría, Fisiatría, etc.)

 

Debe tenerse en cuenta que tanto el perfil como su interpretación son solamente guías acerca de los principales problemas psicológicos que podría tener el paciente y que, aunque de alguna manera sustituyen una evaluación psicológica realizada por un profesional, su grado de confiabilidad, validez y profundidad, siempre será menor que ésta.

Una ventaja adicional del PSICRON permite realizar estudios evolutivos de los pacientes y valorar la respuesta a los tratamientos médicos y psicológicos.

Otra de sus ventajas también permite obtener información de las opiniones del paciente acerca de la enfermedad y su tratamiento y de cómo estas influyen en su calidad de vida, aspecto de vital importancia

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para la humanización de la Medicina y la optimización de la atención psicológica, el cual, lamentablemente, muchas veces no se evalúa por carecer de instrumentos apropiados.

El PSICRON computarizado cuenta con una Historia Clínica diseñada especialmente para la asistencia psicológica a pacientes con enfermedades crónicas, que permite recoger información relevante para la planificación y seguimiento de las intervenciones psicológicas con este tipo de pacientes.

Módulo de Investigación

El PSICRON está concebido como una herramienta para facilitar la investigación científica multidisciplinaria. La Psicología de la Salud aplicada a la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades crónicas es un área de reciente desarrollo por lo que diversos autores recomiendan que el proceso de tratamiento multidisciplinario esté organizado para facilitar la investigación. Teniendo esto en consideración, el PSICRON se diseñó para ofrecer facilidades para la investigación como son:

1. Ofrece la posibilidad de manipular la base de datos y exportarla al formato EXCEL, el cual permite realizar análisis estadísticos sencillos, así como ser leído por programas como el SPSS, el EPI-INFO, etc., de amplio uso en la investigación médica y psicológica.

2. Generar las categorías para las variables clínicas y/o sociológicas que el investigador desee tener en cuenta, como por ejemplo: escolaridad, ocupación, diagnóstico, etc.

3. Obtener reportes acerca del número de casos que se encuentran en la base de datos en función de estas variables.

4. Acceder a un listado de sitios web especializados en el tema del dolor y conectarse directamente a los mismos, a través del navegador del PSICRON.

5. Sumar sus datos a la Base de Datos Interamericana que tiene como finalidad promover los estudios transculturales.

Estas facilidades de investigación se han complementado mediante la creación de un sitio web sobre Psicología de las Enfermedades Crónicas www.psicologiadelasalud.cl al cual se puede acceder directamente desde el Navegador del PSICRON. Este sitio WEB entre otras utilidades, tiene una Biblioteca Virtual especializada, de acceso gratuito para los profesionales interesados en el tema,

Módulo de capacitación:

El PSICRON ofrece una AYUDA que contiene información sobre evaluación psicológica de las enfermedades crónicas, estudios de validación del PSICRON, capacitación para la interpretación del perfil, etc.

Aplicación del cuestionario PSICRON

Puede aplicarse a personas mayores de 15 años que presenten diferentes tipos de enfermedades somáticas crónicas, con posibilidades de comprender las instrucciones y ejecutar las tareas que se le piden. La aplicación del cuestionario puede realizarse de forma manual y también de forma computarizada. En ambos casos la persona que aplicará la prueba puede utilizar dos modalidades de aplicación: a manera de entrevista y a la manera de los inventarios convencionales (lápiz y papel).

Áreas de aplicación:

Pacientes con enfermedades "somáticas" crónicas de cualquier tipo. Particularmente útil en el caso de los pacientes con diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares y cáncer.

Interpretación de los resultados del PSICRON:

El PSICRON ofrece información acerca de:

- Factores clínicos que influyen en la determinación de la necesidad de atención psicológica

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-Valoraciones del paciente acerca de cómo su enfermedad influye en su calidad de vida, así como de sus relaciones con los profesionales de la salud y de la accesibilidad de los servicios de salud.

-Factores psicológicos perjudiciales y protectores.

Los Factores clínicos que influyen en la determinación de la necesidad de atención psicológica y los factores psicológicos perjudiciales y protectores aparecen unidos en el perfil, del cual se ofrece una interpretación que resume los aspectos perjudiciales en la opción Ver Interpretación, sin embargo, resulta interesante que el profesional realice su propia interpretación del perfil. Para ello debe tener en cuenta, primero, la configuración del perfil.

Existen 4 tipos básicos de curvas que pueden adoptar los perfiles:

Curva 1: La mayoría de los factores protectores obtienen puntuaciones menores que 2 y la mayoría de los perjudiciales mayores que 2 o sea, el perfil adopta una forma parecida a la letra S. Se trata de un paciente que tiene recursos psicológicos protectores deficientes y factores psicológicos perjudiciales para la evolución de su enfermedad. Es sugestiva de que el paciente necesita atención psicológica.

Curva 2: La mayoría de los factores protectores y perjudiciales obtienen puntuaciones mayores que 2. En este caso, aunque puede que el paciente tenga recursos personales potencialmente protectores, tiene factores psicológicos que pueden ser perjudiciales para la evolución de su enfermedad. Es sugestiva de que el paciente necesita atención psicológica.

Curva 3: Factores protectores menor que 2 y perjudiciales menor que 2. Se trata de un paciente que no parece tener factores psicológicos que puedan perjudicar la evolución de su enfermedad, aunque tampoco tiene recursos personales que puedan ser considerados protectores. Debe explorarse con mayor profundidad, sobre todo si los protectores bajos son conocimiento, cumplimiento y/o apoyo.

Curva 4: protectores mayor que 2 y perjudiciales menor que 2 (como una S invertida). No necesita atención psicológica especializada, aunque sí puedan necesitar apoyo y orientación por parte de otros miembros del equipo multidisciplinario (médicos, enfermera, etc.)

Los Factores psicológicos protectores que evalúa el PSICRON son:

1.CONOCIMIENTO DE LA ENFERMEDAD: Se refiere a la auto evaluación del paciente acerca de la información necesaria que debe poseer para identificar mejor su situación y reconocer diferentes alternativas de solución. Múltiples estudios confirman que un buen conocimiento de la enfermedad es positivo ya que además, favorece el cumplimiento terapéutico. No necesariamente el paciente que obtiene una alta puntuación en este criterio realmente conoce su enfermedad, sin embargo, cuando el paciente obtiene puntuaciones bajas, sí indica que debe profundizarse en este aspecto.

2. CUMPLIMIENTO TERAPEUTICO: Valoración que hace del cumplimiento de las indicaciones médicas. Las altas puntuaciones no siempre reflejan la realidad pues el paciente puede dar respuestas de deseabilidad social, pero las bajas puntuaciones indican que hay problemas en el cumplimiento.

3. APOYO SOCIAL: Evalúa la percepción del paciente acerca de si recibe el apoyo que necesita de sus familiares y amigos. Hay consenso con la noción de que el apoyo social facilita la recuperación y reduce el riesgo de mortalidad, se asocia a una mejor adaptación a la enfermedad, se relaciona con los hábitos de salud, favorece el cumplimiento de los tratamientos y el uso de los servicios de salud; por otra parte, la falta de apoyo social se encuentra asociada a un peor pronóstico de las enfermedades.

4.AFRONTAMIENTO A LA ENFERMEDAD: El afrontamiento (coping) ha sido definido como "el conjunto de esfuerzos y acciones orientados al tratamiento de las demandas internas y ambientales y los conflictos entre ellos" (Lazarus, Folkman, 1984). El estudio del afrontamiento a las enfermedades crónicas ha estado en íntima relación con la investigación acerca de cuáles son los tipos de afrontamiento más adaptativos y eficaces. El PSICRON permite obtener información acerca de las valoraciones que tiene el paciente con respecto a la frecuencia con que el usa las siguientes estrategias positivas:

4.1. BÚSQUEDA DE EXPERIENCIAS POSITIVAS: Se refiere a si el paciente considera que la enfermedad le ha permitido aprender cosas positivas acerca de sí mismo, de la vida o de los demás, lo cual se ha considerado que está asociado a una mejor adaptación a la enfermedad.

4.2. AFRONTAMIENTO ACTIVO: Se ha considerado, en sentido general, que las estrategias de afrontamiento activo, centradas en la solución del problema, son más eficaces para lograr un buen ajuste

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a las enfermedades crónicas. En el PSICRON se evalúa la percepción del paciente de cuanto él ejecuta conductas que son indicativas de este tipo de afrontamiento.

4.3. BUSQUEDA DE APOYO: El apoyo social es uno de los factores psicológicos protectores más importantes. La persona que activamente busca el apoyo de los médicos, familiares y otras personas significativas, tienen más probabilidades de adaptarse exitosamente a la enfermedad.

5. CREENCIAS DE CONTROL: Entre las creencias que ejercen influencia en los esfuerzos adaptativos de las personas a las enfermedades crónicas, han recibido particular atención las expectativas de control y las expectativas de futuro. Existe suficiente evidencia de que las personas que valoran que tienen posibilidades de controlar la enfermedad y sus repercusiones sobre su vida, tienen mejores indicadores pronósticos, uso más racional de los servicios de salud, mejor evolución, etc. También se ha comprobado que el optimismo está asociado a mejor ajuste y evolución de la enfermedad, mientras que el pesimismo a un peor pronóstico. El PSICRON ofrece información sobre las creencias relacionadas con:

5.1. PREVENCION: las personas que consideran que pueden prevenir enfermedades y sus complicaciones tienden a tener mejor cumplimiento y adaptación a la enfermedad.

5.2. CONTROL MEDICO: es también favorable la creencia y confianza en la Medicina y los médicos.

5.3. AUTOCONTROL: las personas que creen que pueden tener autocontrol, tienden a involucrarse en conductas de afrontamiento y de

5.4. AUTOCUIDADO: o sea, toman medidas para cuidar su salud y controlan su conducta de manera razonable para proteger su salud.

6- OPTIMISMO: se ha asociado a un mejor pronóstico de las enfermedades y a un uso más adecuado de los servicios de salud.

Los Factores Perjudiciales que se valoran en el PSICRON están relacionados con la presencia de estados emocionales negativos como:

1. ANSIEDAD

2. DEPRESION

También con tipos de afrontamiento que se han demostrado que son perjudiciales como son:

3. AISLAMIENTO SOCIAL: rehuir el contacto con los demás

4. AFRONTAMIENTO DEFENSIVO: negarse a sí mismo o a los demás la gravedad de los síntomas, no reconocer la necesidad de ayuda médica

Las creencias de control perjudiciales que valora el PSICRON son:

5. CONTROL AZAR: la persona cree que los acontecimientos relevantes de su vida y su salud, dependen de la casualidad

6. PESIMISMO: expectativas negativas irracionales con respecto a su curación o a su futuro.

PSICRON también valora dos criterios de carácter clínico que resultan importantes para la determinación de la necesidad de atención psicológica:

7. JUSTIFICACION BIOMÉDICA: que valora el criterio médico acerca de la existencia de hallazgos médicos que justifiquen el cuadro clínico y las quejas del paciente.

8. LIMITACION DE LA ACTIVIDAD: que valora el criterio médico acerca del grado de limitación de la actividad que provoca la enfermedad

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Por último, en el perfil también encontramos FACTORES DE RIESGO. Obtener la puntuación 2 en alguno de los factores de riesgo (tabaquismo, alcoholismo, sedentarismo), sugiere la necesidad de atención psicológica con fines de prevención secundaria, o sea, para controlar posibles complicaciones de la enfermedad por la presencia de estos factores de riesgo, sobretodo en las enfermedades como las cardiovasculares y el cáncer. El PSICRON sólo identifica la presencia-ausencia de estos Factores de Riesgo, para su caracterización diagnóstica será necesaria una evaluación suplementaria mediante otros métodos.

Validación

La elaboración del PSICRON comenzó en el año 1996 y ha pasado por diversas etapas. Para su construcción y validación se han realizado 5 estudios que incluyeron en total a 42 profesionales de la salud y más de 500 pacientes con diversas enfermedades crónicas. Se ha combinado la investigación con enfoque cuantitativo y cualitativo.

Validez de contenido

Validez de criterio

Consideramos que la validez de criterio del instrumento debería evaluarse en dos direcciones: por una parte, en su capacidad de coincidir con los resultados aportados por otros instrumentos válidos para la evaluación de los distintos aspectos que mide el PSICRON y por otra parte, por su capacidad para diferenciar los pacientes que necesitan de los que no necesitan de un tratamiento psicológico especializado, toda vez que el fin último que nos proponemos es el de crear una herramienta para facilitar la organización de la atención psicológica a enfermos crónicos y agilizar el proceso de diagnóstico.

Para conocer la capacidad del PSICRON de coincidir con los resultados aportados por otros instrumentos se realizó un estudio con una muestra de 100 pacientes diabéticos que se atendían de manera ambulatoria en el Instituto Nacional de Endocrinología y Enfermedades Metabólicas. Para evaluar el conocimiento de la enfermedad, el cumplimiento terapéutico y las expectativas con respecto al tratamiento se confeccionó una entrevista estructurada la cual fue aplicada por un psicólogo con experiencia en la atención a enfermos crónicos y se elaboró un sistema de calificación para calificar numéricamente estos aspectos con el fin de facilitar los análisis estadísticos. El resto de los instrumentos utilizados habían sido validados en nuestra población.

Se calculó el coeficiente de correlación de Pearson con las calificaciones obtenidas por los sujetos en el PSICRON y en los instrumentos utilizados como criterio de comparación. Se observa una correlación significativa en 11 de los 17 factores de la prueba. Los factores que no obtuvieron una correlación significativa con las técnicas utilizadas como criterio fueron: el cumplimiento terapéutico, experiencias positivas, afrontamiento activo, prevención, auto cuidado y optimismo, todos correspondientes a factores protectores. La totalidad de los factores perjudiciales obtuvieron una correlación significativa con el criterio.

Una posible explicación de estos resultados sería que los sujetos de la muestra son pacientes diabéticos ambulatorios que se atienden en las instituciones referidas para su estudio y educación diabetológica, ya que en estos centros los pacientes estaban obteniendo información de la enfermedad, por lo que conocían la importancia de los factores protectores.

Para conocer la capacidad del PSICRON de discriminar a los pacientes que necesitan de los que no necesitan atención psicológica se realizó un estudio descriptivo transversal, con una muestra de 300 pacientes con diversas enfermedades crónicas que reciben tratamiento con antiagregantes plaquetarios, de manera ambulatoria, en el Instituto Nacional de Angiología y Cirugía Vascular.

Los pacientes eran valorados en la primera consulta por el médico que indicaba los estudios complementarios y los remitía a la consulta de evaluación psicológica. A todos los pacientes se les aplicó el Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado de Ch. Spielberger (IDARE), el Inventario de Depresión Rasgo-Estado de Martín y cols. (IDERE) y el Cuestionario Multidimensional para la evaluación de enfermos crónicos (PSICRON). Los elementos que se tuvieron en cuenta para determinar si la persona necesitaba o no atención psicológica fueron: los resultados de IDARE e IDERE, la identificación de síntomas indicativos de alteraciones psíquicas, problemas de adaptación a la enfermedad, problemas de relación con el equipo de salud, de adherencia terapéutica, solicitud de ayuda psicológica del propio paciente o un familiar y/o detección de conflictos que afectan el bienestar, o sea, los que usualmente determinan la necesidad de una intervención psicológica especializada.

130 pacientes (42,9%) necesitaron atención psicológica, lo cual a nuestro juicio es una proporción bastante alta, pero que coincide con resultados de estudios anteriores en pacientes con dolor crónico

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(Martín, 2002). Se realizó un análisis discriminante a partir de los resultados del PSICRON el cual fue capaz de distinguir correctamente el 84,1% de los casos. Este se complementó con un análisis de clusters que permitió conformar dos clusters: el primero con 175 casos en el que está incluida la totalidad de pacientes que fueron realmente remitidos a Psicología y el segundo con 121 casos en el que están los pacientes que no fueron remitidos a Psicología, o sea, que se confirma la capacidad del PSICRON para distinguir a los pacientes que necesitan de los que no necesitan atención psicológica.

La prueba de T para buscar diferencias significativas entre las medias de las puntuaciones del grupo que necesitaba del que no necesitaba atención psicológica en cada uno de los criterios del PSICRON mostró que en 9 de los criterios se encontraron diferencias estadísticamente significativas. Los criterios que no tuvieron diferencias significativas fueron: conocimiento de la enfermedad, cumplimiento terapéutico, afrontamiento activo, creencias de prevención, creencia en el control médico, creencia en el autocontrol, creencia en el autocuidado y optimismo, todos ellos correspondientes a factores protectores. Todos los criterios considerados como factores perjudiciales, así como el apoyo social percibido y la estrategia de afrontamiento búsqueda de apoyo (que se consideran factores protectores) permitieron encontrar diferencias estadísticamente significativas entre los grupos.

De estos análisis se puede concluir en primer lugar, que el PSICRON es un instrumento válido para identificar pacientes que pueden necesitar atención psicológica, lo cual le confiere utilidad para el pesquisaje en situaciones de investigación y en contextos asistenciales complejos, en los que no haya suficiente recursos ni tiempo para realizar una evaluación psicológica exhaustiva de todos los pacientes, como es el caso de la mayor parte de los servicios de salud pública.

En segundo lugar, se pone de manifiesto que en pacientes con enfermedades crónicas que se encuentran en tratamiento ambulatorio, los factores protectores no permiten identificar a los pacientes que necesitan atención psicológica, pero sí los perjudiciales. Por otra parte, si bien la presencia de estos factores protectores (evaluada mediante la auto referencia del propio paciente) parece que no protege contra las alteraciones emocionales y la mala adaptación a la enfermedad, su ausencia sí podría ser perjudicial, como se ha constatado en numerosos estudios, por los que es conveniente tenerlos en cuenta para el diagnóstico.

Análisis de la consistencia interna del PSICRON y estructura factorial

Se calculó el coeficiente alfa de Cronbach a partir de los resultados del PSICRON en la muestra de 100 diabéticos, el cual tuvo un valor de .7887. Todos los ítems obtienen correlaciones con la escala por encima de .86, datos que hablan a favor de la consistencia interna del instrumento.

El análisis factorial de componentes principales con rotación varimax con las subescalas del PSICRON permitió obtener 3 factores que explican el 47.3% de la varianza. El factor 1 explica el 20, 5 % de la varianza y agrupa a los factores que en el PSICRON se clasifican como perjudiciales como el pesimismo, la depresión, la ansiedad, el afrontamiento depresivo, la creencia en el control del azar y el afrontamiento defensivo; sin embargo, los factores protectores se desglosan en dos grupos: el factor 2 con el 14, 5% de la varianza que contiene al cumplimiento, la creencia en el autocontrol, el conocimiento, el apoyo, la creencia en el auto cuidado, el afrontamiento activo y el optimismo; y un tercer factor que explica el 11.9% de la varianza y en el que se agrupan las creencias en la prevención y el control médico y las estrategias de afrontamiento búsqueda de apoyo y búsqueda de experiencias positivas. O sea, que aunque este análisis corrobora los supuestos teóricos que subyacen en la construcción del instrumento, nuevamente se corrobora el hecho de que las escalas que miden los factores perjudiciales tienen mejores propiedades psicométricas que las que valoran los factores protectores.

Aspectos por considerar

El PSICRON es una herramienta para facilitar la organización del proceso de atención psicológica a los pacientes con enfermedades crónicas y justamente en eso radica sus principales ventajas y limitaciones. Como ventajas se le puede señalar:

1. Permite obtener información rápida y confiable acerca de los principales factores psicológicos que pueden influir desfavorablemente en la evolución de las enfermedades crónicas, ayudando a la toma de decisiones sobre las acciones terapéuticas.

2. Permite evaluar factores protectores que usualmente no se incluyen en la evaluación psicológica, a pesar de que existe suficiente evidencia en la literatura sobre su importancia. Aunque algunas escalas que valoran los factores protectores como el cumplimiento, pueden dar falsos negativos (o sea, el paciente puede obtener altas puntuaciones en ellos sin que esto sea un reflejo de la realidad), las bajas puntuaciones en estos factores sí resultan de valor diagnóstico.

3. Integra conceptos psicológicos con informaciones provenientes de los profesionales de la salud y con

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informaciones sobre el punto de vista del paciente acerca de su enfermedad, su tratamiento y sus relaciones con el equipo de salud.

4. El cuestionario para los pacientes es corto y fácil de responder para personas de bajo nivel cultural y de edad avanzada.

5. La automatización del proceso de aplicación, calificación e interpretación y las utilidades adicionales humanizan el trabajo de psicólogos y psicometristas, amén que permite que sea utilizado por otros profesionales con un mínimo de capacitación.

6. Favorece la comunicación multidisciplinaria, la organización de la asistencia, la docencia y la investigación.

Sus principales limitaciones son:

1. Es un instrumento concebido para un primer nivel de pesquisaje e identificación de la problemática, por lo que será necesario complementarlo con una evaluación psicológica más profunda en muchos casos.

2. No contempla algunos aspectos específicos que es necesario evaluar en algunas patologías como por ejemplo, en el caso del asma bronquial los estímulos asociados a las crisis, el dolor en el caso de las enfermedades reumáticas, etc.

 

REFERENCIAS

 

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Page 116: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

LA EVALUACIÓN PROCESUAL DEL BURNOUT O DESGASTE PROFESIONAL: EL CUESTIONARIO BREVE DE BURNOUT (CBB)

 

Moreno Jiménez, B.Garrosa Hernández, E.

Universidad AutónomaMadrid, España

González Gutiérrez, J.LGálvez Herrer, M

Universidad Rey Juan CarlosMadrid, España

 

Introducción

El desgaste profesional o burnout se ha definido como un estado de agotamiento físico, emocional y mental a consecuencia de la sobreimplicación laboral y de las demandas emocionales del trabajo (Pines, Aronson y Kafry, 1981). Desde una perspectiva psicosocial, se ha conceptualizado como una respuesta multidimensional al estrés laboral crónico que conlleva la vivencia de encontrarse emocionalmente agotado, con sentimientos de no poder dar más de sí mismo a nivel emocional, sentimientos de sobre extenuación, actitudes y conductas negativas hacia los otros (pacientes/usuarios) y un sentimiento de disminución de la realización personal y profesional. La operativización más aceptada del síndrome proviene del instrumento que se ha utilizado con mayor frecuencia, el "Maslach Burnout Inventory" (MBI; Maslach y Jackson, 1981/1986), instrumento que se ha utilizado en la mayoría de los estudios empíricos realizados (en el 90% de ellos) y que es el instrumento que ha generado mayor volumen de investigación.

El instrumento original, MBI- Human Services Survey, y en su adaptación a educadores, Educators Survey, está formado por 22 ítems, y su factorización ha dado lugar habitualmente a tres factores ortogonales: agotamiento emocional, despersonalización y realización personal en el trabajo. Posteriormente se ha elaborado el "Maslach Burnout Inventory-General Survey" (MBI-GS; Schaufeli y cols., 1996) para dar respuesta a la necesidad de evaluar el síndrome en todo tipo de profesiones, y no exclusivamente en las profesiones asistenciales. El MBI-GS define el burnout como una crisis en la relación del trabajador con su ambiente laboral y con la organización de la tarea, no necesariamente como una crisis en la relación del trabajador con el paciente o usuario del servicio. Las subescalas del instrumento son: agotamiento emocional (profunda disminución del energía emocional, fatiga, pero sin referirse directamente a los pacientes o usuarios como la causa de este sentimiento), cinismo (reemplaza a despersonalización) y se refiere al distanciamiento o indiferencia hacia el propio trabajo, y la subescala de eficacia profesional similar a la escala de realización personal del MBI original. Sin embargo, para algunos autores, el desgaste profesional o burnout sigue siendo un síndrome propio y específico de las profesiones asistenciales y por ello necesitaría de una evaluación específica.

Ambos instrumentos están centrados en la evaluación del síndrome del burnout y su contribución histórica al estudio del estrés laboral crónico ha consistido en facilitar una operacionalización multidimensional del constructo de "estar quemado en el trabajo" o desgaste profesional. Pero la importancia y el valor de su contribución no deberían conducir a confundir síndrome y proceso, medida y constructo. En primer lugar, el "síndrome del burnout" es el resultado de un proceso sin el cual no se puede entender, ni prevenir ni modificar de forma eficiente y, por otra parte, el síndrome tiene unas manifestaciones, o puede tenerlas, de mayor o menor importancia pero que en algunos casos pueden ser graves y conducir a trastornos físicos y mentales de importancia. La operativización del constructo no debería olvidar que el síndrome es una manifestación de factores previos y procesos anteriores que son los que definen el carácter laboral del síndrome.

Por otra parte, no debería confundirse la medida con el constructo. La operacionalización del MBI-HSS (1981/1986) aportó históricamente unidad de enfoques y permitió una fase de estudio que permitía abandonar la confusión operativa y los simples estudios descriptivos o cualitativos (Maslach y Schaufeli, 1993). Gracias al MBI fue posible el estudio comparativo entre muestras profesionales, entre diferentes países, así como el esbozo de una inicial aunque tímida e insegura epidemiología del síndrome de estar

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quemado por el trabajo. Sin embargo la operacionalización del constructo a través del MBI no era la única; Pines, Aronson y Kafry (1981) habían elaborado, casi al mismo tiempo, una operacionalización centrada en el cansancio (Tedium Measure) y Cherniss (1980) había propuesto un modelo complejo de tipo procesual pero sin que estuviera respaldado por una operacionalización del mismo. Las referencias teóricas e instrumentales podrían todavía ampliarse. Ciertamente el MBI es una medida válida y valiosa del constructo de estar quemado en el trabajo, pero es una medida del mismo, no su única operacionalización posible; la medida no puede identificarse con el constructo. El MBI es una de las posibles aproximaciones válidas a la evaluación del desgaste profesional pero no la única, el estudio del burnout exige el desarrollo y elaboración de nuevas medidas teóricamente fundamentadas y que permitan nuevos enfoques y alternativas diferentes a una realidad humana que como otras tiene aspectos variantes y cambiantes.

Es en este contexto en el que pareció conveniente el desarrollo de una medida breve del burnout que permitiera una evaluación del proceso de desgaste profesional y no sólo del síndrome, lo que permitiría una prevención e intervención más eficaz. Desde una perspectiva procesual, la evaluación del proceso de desgaste profesional implica recoger información sobre los diferentes aspectos del proceso del desgaste profesional, es decir, de sus factores antecedentes y consecuentes (Moreno-Jiménez, Bustos, Matallana y Miralles, 1997).

La tendencia actual en la evaluación del desgaste profesional opta por incluir los diferentes elementos presentes en el proceso. De hecho, en su obra "The truth about burnout" (Maslach y Leiter, 1997) y posteriormente en "Preventing Burnout and building engagement" (Maslach y Leiter, 2000), los autores introducen un conjunto de factores antecedentes que pueden ser evaluados de forma independientemente. Ambas aportaciones son consecuencia del modelo propuesto en 1996 (Maslach, Jackson y Leiter, 1996) en el que se introduce factores antecedentes, consecuentes y personales relativos a la falta de recursos. Desde esta perspectiva, la definición del burnout como proceso considera que el síndrome va sucediendo de manera secuencial, por etapas o fases, cada una de ellas con características diferenciadas. El proceso surge de la interacción de variables del entorno laboral con variables personales, y se caracteriza por una pérdida progresiva de la ilusión, el idealismo y la energía en el trabajo, que sucede, entre otros factores, cuando las expectativas profesionales se ven frustradas (Edelwich y Brodsky, 1980; Garrosa, 2003; Moreno-Jiménez, Garrosa, y González 2000).

Moreno-Jiménez, Bustos, Matallana y Miralles (1997) trabajando en el análisis del proceso de burnout analizaron la influencia de los factores antecedentes relativos al contexto organizacional y de la tarea sobre las tres variables propuestas por el MBI específicas del síndrome en las profesiones asistenciales y los consecuentes que se producen a nivel físico, social y psicológico en el trabajador como resultado de este proceso. Resultado de este enfoque es el Cuestionario Breve de Burnout (CBB; Moreno-Jiménez y cols., 1997).

Cuestionario Breve de Burnout (CBB; Moreno-Jiménez, Bustos, Matallana y Miralles, 1997)

El CBB está elaborado con el propósito de poder evaluar el síndrome de desgaste profesional o burnout e través de las diferentes fases del proceso, sin centrarse exclusivamente en la posible estructura del síndrome, sino incluyendo elementos antecedentes y consecuentes del síndrome. Además en la elaboración del instrumento se ha atendido específicamente a variables cognitivas y conductuales apenas presentes en el MBI, centrándose específicamente en la dimensión emocional. El CBB considera procesos de tipo cognitivo implicados en el burnout, consistentes en la pérdida de expectativas y del contexto justificativo del propio trabajo así como aspectos conductuales como la implicación laboral personal. Este enfoque multiprocesual permite una aproximación más compleja y real al problema del desgaste profesional.

Mientras el MBI es un instrumento para la evaluación del síndrome desde una perspectiva multidimensional, centrado en el síndrome y sus dimensiones, el CBB está elaborado para la evaluación breve del proceso, atendiendo a los antecedentes, síndrome y consecuentes por lo que debe considerarse más como un instrumento orientado a evaluar los elementos del proceso, dirigido a obtener una visión global del mismo. La elección de uno u otro depende de los objetivos y fines de la evaluación.  

Descripción del CBB

El cuestionario tiene un total de 21 ítems integrados en tres bloques teóricamente diferenciados: antecedentes del síndrome, elementos del burnout y consecuencias del mismo (ver tabla 1). Aunque el objetivo del CBB es una evaluación global del proceso en la elaboración de los elementos del síndrome se ha atendido a los factores propuestos por Maslach y Jackson (1981), así como a los componentes teóricos de los antecedentes y consecuentes propuestos en la literatura científica sobre el tema.

Page 118: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Tabla 1- Estructura Teórica del CBB

Estructura Ítems  

  Antecedentes

 caracs.tarea                 2,10,16 

 organización                     4,8,9

 tedio                            6,14,20

  Agotamiento Emocional 1,7,15 

  Despersonalización 3,11,18 

  Realización personal 5,12,19 

 Consecuentes

 físicos 13  

 sociales 17

 psicológicos 21

El primer bloque teórico del CBB está constituido por los posibles antecedentes del Burnout: Características de la tarea, Tedio y Organización. El factor Características de la Tarea evalúa la importancia que tiene en la génesis del burnout el desarrollo de tareas no motivantes para el sujeto, un tema que ha sido recogido por diferentes modelos en el estudio de la satisfacción intrínseca en el trabajo (Herzberg y col, 1967) y de la implicación e identificación en el mismo (Hackman y Oldham, 1980). La variable Tedio como antecedente del burnout evalúa en qué medida la tarea es monótona y repetitiva y su inclusión en el CBB proviene directamente de los trabajos específicos desarrollados por Pines, Aronson y Kafry (1981) acerca del burnout como Tedio. En el CBB se recogen de forma directa los aspectos relativos a la repetición y monotonía de la tarea. El factor antecedente de Organización evalúa los aspectos funcionales de la organización y proviene básicamente del modelo desarrollado por Cherniss (1980) en el que se insiste en las bases organizacionales del síndrome. En este caso el CBB recoge más directamente los aspectos funcionales de la organización. En cualquier caso, el número de ítems por escala es reducido y se ha optado por ítems que puedan cubrir un amplio espectro de la variable en cuestión, subordinándose la consistencia interna del factor a su validez de medida.

El segundo bloque integra los tres factores del Síndrome recogidos en el modelo presentado por Maslach y Jackson (1981). En la elaboración de los ítems relativos al síndrome se ha optado por asegurar la validez de medida del instrumento incluyendo diferentes aspectos del mismo constructo, lo que puede disminuir su consistencia psicométrica interna. Finalmente, en el tercer bloque, la elaboración de los ítems relativos a las Consecuencias del Burnout ha atendido a las consecuencias físicas, a las consecuencias sobre el clima familiar y al rendimiento laboral, aspectos todos ellos que han sido recogidos en la literatura sobre el tema (Schaufeli y Buunk, 1996). En todas las escalas el rango de respuesta es de 1 a 5.  

Estudios realizados con el CBB

Los estudios iniciales del CBB fueron realizados con una muestra de 145 profesores de diferentes colegios de la Comunidad de Madrid de carácter privado, semi subvencionado y público (Moreno-Jiménez, Bustos, Matallana y Miralles, 1997). Desde este momento se ha aplicado en numerosos estudios y trabajos aunque las publicaciones de las mismas son escasas. (Roman, 2003, Chacon y Grau, 1997)

En el estudio inicial de validación la mayoría de las personas que participaron en el estudio eran mujeres (58%) y la media de edad fue de 37 años. En la tabla 2 se muestran los resultados descriptivos con esta muestra y los resultados obtenidos para estos mismos sujetos junto con la medida del MBI. Las medias que se obtuvieron no superaban ninguna de ellas el punto central de la escala de respuesta. Por lo que respecta a la evaluación del síndrome, la media del CBB era más alta que la del MBI.

Page 119: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Desde su elaboración, el CBB ha sido utilizado por un total de 1317 sujetos de diferentes profesiones asistenciales (enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales, profesores, etc.) procedentes de distintos países (México, Brasil, Argentina, Portugal, etc.). Se han realizado adaptaciones del cuestionario al portugués, inglés y alemán. En el estudio de Román (2003) realizado en Cuba con 287 profesionales de la salud los valores promedio en las diferentes variables de CBB no superaron el valor de tres puntos.

Tabla 2-Estadísticos descriptivos CBB y MBI (n = 145 profesores)

Puntuaciones medias

MBI Media D.T.

Burnout 1.67 .58

Agotamiento Emocional 2.32 1.09

despersonalización 1.04 .95

realización personal 4.73 .98

CBB Burnout 2.06 1.01

Antecedentes 1.49 .93

Consecuentes 2.10 1.35

 

Tabla 3 - Estadísticos descriptivos CBB (n =1317)

N Mín. Máx. Media D. T.

Antecedentes 1317 1,00 5,00 2,40 ,70

Tarea 1317 1,00 5,00 2,48 ,87

Organización 1317 1,00 5,00 2,59 1,00

Tedio 1317 1,00 5,00 2,14 ,83

Burnout 1317 1,00 5,00 2,35 ,61

Agotamiento Emocional 1317 1,00 5,00 1,97 ,87

Depersonalización 1317 1,00 5,00 2,72 ,74

Realiza. personal 1317 1,00 5,00 2,36 ,86

Consecuentes 1317 1,00 5,00 2,23 ,93

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Físicos 1317 1,00 5,00 2,55 1,27

Sociales 1317 1,00 5,00 1,81 1,05

Psicológicos 1317 1,00 5,00 2,33 1,39

                                   Nota: Escala de respuesta de 1-5

Formas de corrección

Las puntuaciones de las escalas se obtienen a través de la media de las puntuaciones de los sujetos en cada una de las escalas; puntuaciones altas en la escala indican elevada intensidad de estresores (factores antecedentes), alto burnout y altas consecuencias, respectivamente.

Propiedades psicométricas del instrumento

Validez factorial del CBB

En el análisis factorial de los ítems relativos al síndrome incluidos en el CBB (9 ítems) utilizando la técnica de Componentes Principales dio lugar a tres factores que explicaban el 60% de la varianza total. Factor I: Realización Personal que explicaba el 31,8% de la varianza (3 ítems). Factor II: Agotamiento Emocional que explicaba el 14,4% de la varianza, estaba compuesto por los ítems de provenientes de la dimensión original (ítems 1, 7, 15) más un ítem de Despersonalización (ítem 3). Por último, el Factor III: Despersonalización que explicaba el 13,2% de la varianza. En este factor aparecían los dos ítems restantes de la dimensión teórica (ítems 11, 18).

El análisis factorial de la estructura de antecedentes se realizó mediante la técnica de componentes principales, se obtuvieron dos factores que explicaban conjuntamente el 54,5% de la varianza. Factor I: Organización que explicaba el 34,6 % de la varianza, constituido por los elementos provenientes de los aspectos organizacionales incluidos (ítems 4, 8, 9) junto con un ítem proveniente de los aspectos relativos a las características de la Tarea (ítem 16). Factor II: Características de la Tarea que explicaba el 19,9 % de la varianza y estaba constituido por los ítems provenientes de los aspectos relativos al Tedio (ítems 6, 14, 20) más dos ítems de las características de la tarea (ítems 2 y10), incluyendo aspectos referidos tanto a la monotonía como al feedback recibido.

Interdependencia estructural entre las escalas

El análisis de interdependencia entre los antecedentes, evaluados mediante el CBB, y el síndrome y sus dimensiones, evaluado por el MBI y CBB, se puede observar en la tabla 4. Todas las correlaciones resultaron significativas lo que resalta la unidad lógica del proceso: antecedentes, síndrome y consecuentes. Las correlaciones son significativas tanto con respecto al MBI como al CBB.

 

Tabla 4- Análisis correlacional de antecedentes y consecuentes sobre el burnout del CBB y el MBI

 

Antecedentes global

Antecedentes por dimensiones

Consecuentes

C. Tarea Organiz.

MBI Burnout .5400**

 

.5417**

 

.3444**

 

.4654**

Page 121: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Agotamiento Emocional

.3570** .4342** .1804* .5351**

Desperso-nalización

.2840** .2814** .1715* .2141*

Realización personal

-.5554** -.4493** -.4105** - .1957*

CBB

 

Burnout .6008** .6709**

 

.3354**.4745**

Agotamiento Emocional

.5524** .5728** .3520** .4313**

Desperso-nalización

.2908** .3999** .0980 .2237 **

Realización personal

-.4783** -.5392** -.2701* -.3574**

**p <.01; * p<.05

Análisis comparativo de los índices de consistencia interna de los cuestionarios MBI y CBB

La fiabilidad que presenta el CBB en la escala global del síndrome es de α = .7413 (9 νtems) y el MBI es de α = .7989 (22 νtems); los dos cuestionarios presentan νndices aceptables. En la tabla 5 se presentan de forma comparativa los valores alfa de Cronbach en las respectivas dimensiones. En ambos cuestionarios la consistencia más alta es la de Agotamiento Emocional y la más baja la de Despersonalización. Respecto al análisis de consistencia, para la escala global de los antecedentes se obtuvo un índice α = .7745. La escala de Consecuentes, que consta de tres elementos, tiene un índice de fiabilidad de α =.5375 en parte debido al reducido número de ítems y al amplio espectro de consecuencias que recogen.

 

Tabla 5- Valores del test alfa de Cronbach (α) de las escalas del CBB y MBI

CBB MBI

Agotamiento Emocional

 

α = .8220

3 ítems

α = .7925

9 ítems

Despersonalización

α = .3460

3 ítems

α = .4392

5 ítems

Realización Personal

α = .6455

3 ítems

α = .7945

8 ítems

Burnout

α = .7413 α = .7989

Page 122: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

9 ítems 22 ítems

 

Análisis de la Validez Convergente entre el MBI y el CBB

Para establecer la validez convergente del CBB se procedió a establecer las correlaciones entre las dimensiones de ambos instrumentos. Como se muestra en la tabla 6 la correlación global obtenida es alta (r=,6881) y la mayoría de las correlaciones encontradas son significativas. En el análisis por dimensiones se aprecian correlaciones significativas en Agotamiento Emocional (r=.7215, p=.000) y Despersonalización (r=.2866, p=.000). Por último, en Realización Personal el valor encontrado no es significativo (r= .1173, p=.098) lo que indica, dado los resultados estructurales anteriormente mostrados, que ambos cuestionarios evalúan de forma no convergente la Realización personal, aunque ambos puedan evaluarla de forma válida. Es de destacar la alta correlación encontrada en la dimensión de Agotamiento emocional, considerado como el elemento básico del síndrome.

 

Tabla 6 - Validez convergente CBB y MBI

CBB

Burnout Agotamiento Emocional

Desperso-nalización

Realización personal

M Burnout .6881** .7353** .3642** - .4339**

B Agotamiento Emocional

.6276** .7215** .1514* - .4835**

I Desperso-nalización

.4107** .3428** .2866** - .3103**

 

Realización personal

- .3747** - .4002** - .3338** .1173

** p= .01; *p = .05

Discusión

Los análisis psicométricos muestran que el CBB es un instrumento válido para la evaluación global del síndrome de burnout o Desgaste Profesional aunque algunas de sus características puedan y deban ser mejoradas. El análisis de consistencia del CBB muestra resultados similares al MBI. Para ambos instrumentos la consistencia más alta aparece en la dimensión de Agotamiento Emocional y la más baja sigue siendo Despersonalización. Una de las ventajas del CBB es que muestra índices de consistencia interna similares al MBI con un número menor de ítems y en este sentido ofrece mejores posibilidades de aplicación en muestras amplias.

En los estudios iniciales del CBB se ha observado una estructura factorial del síndrome de tres factores, manteniéndose algunos de los problemas encontrados con el MBI. En este sentido, con el CBB se repiten los problemas que aparecen en el MBI en el que, en función de la muestra, la estructura factorial no aparece clara y hay una tendencia a aumentar el número de factores, lo que parece indicar una estructura multifactorial del burnout y de difícil reducción a tres factores para explicar el fenómeno. Tanto la elaboración conceptual como la empírica y psicométrica deben seguir estudiando estos aspectos.

Page 123: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Desde esta perspectiva, se recomienda el uso del CBB para evaluar globalmente el proceso de desgaste profesional (factores antecedentes, síndrome y consecuentes) como una aproximación general al problema. Por tanto, no parece correcta su utilización si el objetivo es evaluar específicamente las dimensiones específicas del desgaste profesional. Una de las posibles ventajas del CBB sobre el MBI es que proporciona una evaluación global del burnout y no solamente de sus subescalas o dimensiones. En ocasiones el manejo separado de tales dimensiones es más un problema que una ventaja, pues puede existir una marcada desigualdad entre los diferentes componentes del síndrome sin que se sepa como actuar en tales casos. Mientras que una aproximación más estrictamente clínica parece exigir el mantenimiento de la perspectiva dimensional separada a fin de conocer la estructura de la respuesta individual, en los estudios del burnout suele ser más habitual el enfoque organizacional o grupal en el que interesa conocer los niveles grupales u organizacionales del burnout, por lo que es de relevancia la disponibilidad de una puntuación global del burnout tal como el CBB proporciona. No pocos autores han propuesto que parece más apropiada la medida del índice general (Burke, Shearer y Deszca, 1984; Fimian, 1984; Burke y Greenglass, 1993)

Respecto a su validez convergente el CBB muestra una alta correlación con el MBI tanto en su globalidad como en sus subescalas, por lo que puede considerarse un indicador válido de los resultados directos del MBI.

El análisis de las relaciones existentes entre los antecedentes y el síndrome indica que los antecedentes, tal como han sido definidos en el CBB, mantienen una fuerte relación con el burnout global y con las subescalas tal como son definidas tanto en el MBI como en el CBB. Estos resultados parecen indicar que los antecedentes, de forma global, están muy relacionados con la aparición del burnout y con la intensidad del mismo.

El análisis de los consecuentes considerado en el CBB vuelve a mostrar esta relación significativa con la aparición del burnout. En los modelos generales de estrés laboral, el burnout se considera como una variable mediadora entre los estresores y sus consecuencias o efectos a más largo plazo. Si permanece en el tiempo producirá consecuencias nocivas para el individuo en forma de enfermedad o falta de salud con alteraciones psicosomáticas, en su calidad de vida, y en el bienestar psicológico. Los efectos también se traducen en la organización, en forma de deterioro de la calidad asistencial o de servicio, absentismo, rotación no deseada, abandono, etc. Por este motivo, el análisis de los consecuentes del desgaste profesional es un elemento indispensable para establecer diagnósticos eficaces, y conocer la acentuación del problema.

En el momento actual el equipo de investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid está desarrollando diferentes líneas de investigación para mejorar la validez y fiabilidad del CBB, manteniendo su carácter breve y su carácter procesual. Desde esta perspectiva se están elaborando dos instrumentos; uno para evaluar el desgaste profesional en las profesiones asistenciales y otro, para evaluarlo desde una perspectiva generalizada, en el resto de las profesiones. Ambos instrumentos siguen manteniendo la evaluación del desgaste profesional como un proceso, donde se puede recoger información de los factores antecedentes y consecuentes del burnout. Al mismo tiempo, los resultados con muestras amplias en los instrumentos de evaluación del burnout ponen de manifiesto que la estructura de tres factores (agotamiento emocional, despersonalización y falta de realización) se mantiene con dificultad. Desde esta perspectiva, las líneas de investigación que se están realizando tienen como objetivo la reformulación del constructo atendiendo a otros elementos implicados en el desgaste profesional desde la dimensión social, emocional, cognitivo y conductual que podrían permitir una mayor aproximación al problema real, y que no tiene por qué reducirse a las tres dimensiones básicas teóricamente atribuidas al desgaste profesional.

Instrumento

 

CUESTIONARIO C.B.B.

Page 124: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

 

1.- Edad.............años

2.- Sexo: 1. Hombre 2. Mujer

3.- Relaciones personales:

- Con pareja habitual

- Sin pareja habitual

- Sin pareja

4.- Número de hijos:

5.- Estudios realizados:

1.Primaria

2.Bachiller

3.Formación profesional

4.Titulado superior

5.Doctorado

6.Otros

6.- Profesión (especifique sección o unidad con la mayor precisión posible):..................................

7.-Cargo que ocupa:...........................................................................................................

8.-Situación laboral:

1. Contratado

2. Fijo

3. Otros:

9.- Tiempo de experiencia en la profesión ....... años

10.- Centro en el que trabaja:................................................................................................

11.- Condición del centro:

- Privado- Público

12.- Tiempo que lleva en el mismo centro:............... años

13.- Tiempo que lleva en el mismo cargo................. años

14.- Turno: 1. Mañana 2. Tarde 3. Noche

15.- Número de horas que trabaja a la semana: ..................horas

16.- Número de personas que atiende diariamente: ........... personas

Page 125: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

17.- ¿Qué tiempo de su jornada diaria pasa en interacción con los beneficiarios de su trabajo? :

1. Más del 75% 2. El 50% 3. Menos del 30%

18.- Tiene que realizar labores de su trabajo en casa:

      a1. Si   b. No 

 

Por favor, conteste a las siguientes preguntas, rodeando con un círculo la opción deseada.

 

1. En general estoy más bien harto de mi trabajo.

1------------ 2------------3 ------------

4 ------------ ----------------5

En ningunaocasión

RaramenteAlgunas veces

Frecuentemente

En la mayoríade ocasiones

2. Me siento identificado con mi trabajo.

1------------ 2------------3 ------------

4 ------------ ----------------5

En ningunaocasión

RaramenteAlgunas veces

Frecuentemente

En la mayoríade ocasiones

3. Los usuarios de mi trabajo tienen frecuentemente exigencias excesivas y comportamientos irritantes.

1------------ 2------------3 ------------

4 ------------ --------------5

En ningunaocasión

RaramenteAlgunas veces

Frecuentemente

En la mayoríade ocasiones

4. Mi supervisor me apoya en las decisiones que tomo.

1------------ 2------------3 ------------

4 ------------ --------------5

En ningunaocasión

RaramenteAlgunas veces

Frecuentemente

En la mayoríade ocasiones

5. Mi trabajo profesional me ofrece actualmente escasos retos personales

1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5Totalmenteen desacuerdo

En desacuerdo

Indeciso De acuerdoTotalmente de acuerdo

6. Mi trabajo actual carece de interés

1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5Totalmenteen desacuerdo

En desacuerdo

Indeciso De acuerdoTotalmente de acuerdo

Page 126: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

7. Cuando estoy en mi trabajo me miento de malhumor.

1------------ 2------------3 ------------

4 ------------ --------------5

En ningunaocasión

RaramenteAlgunas veces

Frecuentemente

En la mayoríade ocasiones

8. Los compañeros nos apoyamos en el trabajo

1------------ 2------------3 ------------

4 ------------ --------------5

En ningunaocasión

RaramenteAlgunas veces

Frecuentemente

En la mayoríade ocasiones

9. Las relaciones personales que establezco en el trabajo son gratificantes para mí

1------------ 2------------3 ------------

4 ------------ --------------5

Nunca RaramenteAlgunas veces

Frecuentemente

Siempre

10. Dada la responsabilidad que tengo en mi trabajo, no conozco bien los resultados y el alcance del mismo.

1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5Totalmenteen desacuerdo

En desacuerdo

Indeciso De acuerdoTotalmente de acuerdo

11. Las personas a las que tengo que atender reconocen muy poco los esfuerzos que se hacen por

ellos.

1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5Totalmenteen desacuerdo

En desacuerdo

Indeciso De acuerdoTotalmente de acuerdo

12. Mi interés por el desarrollo profesional es actualmente muy escaso.

1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5Totalmenteen desacuerdo

En desacuerdo

Indeciso De acuerdoTotalmente de acuerdo

13. Considera Vd. que el trabajo que realiza repercute en su salud personal (Dolor de cabeza, insomnio, etc.)

1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5Nada Muy poco Algo Bastante Mucho

14. Mi trabajo es repetitivo

1------------ 2------------3 ------------

4 ------------ --------------5

En ningunaocasión

RaramenteAlgunas veces

Frecuentemente

En la mayoríade ocasiones

Page 127: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

15. Estoy quemado por mi trabajo

1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5Nada Muy poco Algo Bastante Mucho

16. Me gusta el ambiente y el clima de mi trabajo

1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5Nada Muy poco Algo Bastante Mucho

17. El trabajo está afectando a mis relaciones familiares y personales

1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5Nada Muy poco Algo Bastante Mucho

18. Procuro despersonalizar las relaciones con los usuarios de mi trabajo

1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5Nada Muy poco Algo Bastante Mucho

19. El trabajo que hago dista de ser el que yo hubiera querido

1------------ 2------------ 3 ------------ 4 ------------ ----------------5Nada Muy poco Algo Bastante Mucho

20. Mi trabajo me resulta muy aburrido

1------------ 2------------3 ------------

4 ------------ --------------5

En ningunaocasión

RaramenteAlgunas veces

Frecuentemente

En la mayoríade ocasiones

21. Los problemas de mi trabajo hacen que mi rendimiento sea menor

1------------ 2------------3 ------------

4 ------------ --------------5

En ningunaocasión

RaramenteAlgunas veces

Frecuentemente

En la mayoríade ocasiones

 

REFERENCIAS

 

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Page 129: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

LA EVALUACIÓN TRANSACCIONAL Y ESPECÍFICA DEL DESGASTE PROFESIONAL: EL CUESTIONARIO DE DESGASTE PROFESIONAL DE ENFERMERÍA (CDPE)

 

Moreno Jiménez, BGarrosa Hernández, E

Gálvez Herrer, M

Universidad AutónomaMadrid, España

González Gutiérrez, J.L

Universidad Rey Juan CarlosMadrid, España

 

Introducción

Los primeros modelos operacionales del burnout o desgaste profesional se elaboraron con el propósito básico de determinar la estructura del síndrome (Maslach y Jackson 1981; Pines, Aronson y Kafry, 1981). El objetivo inicial era establecer una medida operativa del síndrome que pudiera servir para cuantificar los niveles del problema de "estar quemado por el trabajo", un problema que se detectaba tanto en la experiencia clínica como en la vida de las organizaciones. Los primeros esfuerzos por evaluar de forma específica algunas de las profesiones más afectadas por esta problemática, docentes y sanitarias, se caracterizaron por incluir los factores antecedentes del síndrome y algunas de sus consecuencias. En el marco de la evaluación del desgaste profesional de los profesores el "Teacher Burnout Questionnaire" (Hock, 1988) incluía en su estructura los factores relacionados con el clima laboral y otras causas del burnout docente, y el "Teacher Burnout Scales" (Seidman y Zager, 1987) incluía los aspectos relativos a la satisfacción de carrera, y al apoyo de la administración. En el ámbito sanitario ocurría un proceso paralelo. El "Staff Burnout Scale for Health Professionals" (Jones, 1980), uno de los primeros instrumentos específicos, incluía como factor antecedente la insatisfacción laboral y las relaciones con los pacientes. Los mismos cuestionarios solían incluir algunos aspectos relativos a los consecuentes del síndrome, así el "Teachers Burnout Questionnaire" incluye elementos referidos a los efectos psicológicos y el "Staff Burnout Scale for Health Professionals" elementos referidos a los trastornos psicosomáticos. Es decir, desde los primeros momentos el enfoque dirigido a evaluar el burnout en profesiones específicas aparece ya claramente descrito como un proceso (antecedentes, síndrome, consecuentes) La perspectiva teórica subyacente era que si el burnout es un síndrome organizacional o laboral, su definición y evaluación operativa no debería hacerse al margen del ámbito organizacional, es decir de sus antecedentes y consecuentes organizacionales (Moreno, Garrosa y González, 2001).

El enfoque procesual amplía la perspectiva de la evaluación del desgaste profesional, pero no incluye de forma explícita la importancia que juegan en el proceso los factores personales, es decir, la vulnerabilidad o resistencia del propio trabajador. La consideración transaccional del síndrome (Moreno, Garrosa y González, 2001; Gil-Monte, Peiró y Valcárcel, 1995) supone que el proceso está siendo modulado en cada una de sus fases por las variables propias del sujeto y las conductas que desarrolla como forma de adaptación a los problemas y dificultades con los que se encuentra en el marco laboral. De este modo, el desgaste profesional aparecería como resultado de la vulnerabilidad o resistencia del sujeto y de su incapacidad para abordar de una manera activa y positiva las fuentes potenciales de estrés. Este planteamiento del desgaste profesional reproduce básicamente el modelo clásico de estrés como nivel de ajuste existente entre el individuo y el medio (Harrison, 1978). El modelo transaccional propuesto en ningún caso supone situar las causas básicas del estrés en el propio trabajador.

En el contexto de los modelos transaccionales del desgaste profesional han sido importantes los estudios desarrollados con el constructo de Personalidad Resistente o Hardiness (Kobasa, 1982), que ha sido postulado como factor de resistencia ante los acontecimientos estresantes, encontrándose relaciones significativas de carácter inverso con el Burnout (Boyle y col, 1991; Topf, 1989), y que actuaría como un modulador, reduciendo la probabilidad de experimentar el síndrome. Este enfoque se encuadraría dentro del enfoque salutogénico, orientado a determinar los indicadores del sujeto y del contexto social que favorecen la salud. Diferentes estudios han demostrado que la Personalidad Resistente es una variable

Page 130: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

vinculada a una mejor salud (Kobasa, 1979; Kobasa, Maddi y Courington, 1981; Suls y Rittenhouse, 1987; Westman, 1990).

En el estudio del burnout también han sido relevantes las estrategias de coping o afrontamiento que utilizan los sujetos, aunque su estudio ha sido relativamente escaso. En la investigación realizada por Chan y Hui (1995), utilizando una muestra de 415 profesores de secundaria de Hong Kong, se encontró una elevada relación entre el afrontamiento y el Burnout. Los resultados pusieron de manifiesto la asociación positiva de las estrategias de escape con los componentes del Burnout. La estrategia de escape estaba claramente asociada con las dimensiones de agotamiento emocional y despersonalización, siendo menor su asociación con la dimensión de realización. El uso por parte del sujeto de estrategias de afrontamiento inadecuadas puede determinar en buena medida la aparición del síndrome. Se considera actualmente que el estilo de afrontamiento de los problemas juega un papel importante en la eficacia profesional del sujeto. Todos estos datos indican la relevancia de incluir aspectos transaccionales en la misma medida de evaluación del desgaste profesional. 

Igualmente, para entender adecuadamente los procesos de desgaste profesional parece necesario adaptar los cuestionarios a la profesión específica del sujeto o grupos de sujetos que están siendo evaluados. Como señala Hock (1988), se han realizado escasos intentos para definir la estructura específica del desgaste profesional en profesiones específicas, y se ha dado una tendencia a analizarlo de forma generalista, sin centrarse en la problemática específica de cada profesión. Se ha insistido excesivamente en los procesos generales, más generalizables, y se ha atendido insuficientemente los elementos específicos que podrían tener funciones determinantes en el proceso específico. No parece que las formas de estar quemado por el trabajo sean iguales en todas las profesiones incluso a pesar de que haya elementos comunes. Un maestro de secundaria, una enfermera, un médico de emergencias y un trabajador social de inmigrantes, por poner algunos ejemplos, manifiestan el síndrome del burnout de forma diferencial.

El ajuste del cuestionario a la profesión concreta contribuye de manera significativa a la mejora de la validez de la medida, habiéndose comprobado que existen elementos desencadenantes diferentes y específicos en función de la profesión (Byrne, 1994; Moreno-Jiménez, Garrosa y González, 2000; Román, 2003) que se relacionan íntimamente con las actividades, tareas y funciones concretas que se realizan, y las características concretas del trabajo que se realiza. Teniendo en cuenta estos aspectos, parece recomendable la adaptación de las características del instrumento de evaluación a las condiciones específicas del trabajo, del trabajador o grupo de trabajadores que están siendo evaluados.

El Cuestionario de Desgaste Profesional en Enfermería

El Cuestionario de Desgaste Profesional de Enfermería (CDPE; Moreno-Jiménez, Garrosa y González, 2000) es el resultado de los planteamientos anteriores y corresponde al esfuerzo de desarrollar un instrumento de evaluación que reúna los requisitos de incluir los diferentes elementos del proceso, que incluya las variables propias de trabajador que afectan a su resistencia y vulnerabilidad y que sea específico de la población a la que va dirigido. Este enfoque puede permitir más fácilmente el desarrollo de programas de intervención que atiendan a las causas del problema y que sirvan para mejorar las características personales de resistencia del trabajador.

Descripción del instrumento

El CDPE incluye las siguientes variables antecedentes propias del ámbito organizacional hospitalario: Interacción conflictiva (relaciones conflictivas con los médicos, pacientes y familiares), sobrecarga (exceso de demandas cuantitativas y cualitativas), contacto con la muerte y con el dolor (el grado en el que los enfermeros/as se encuentran afectados que sufren, se encuentran en estado terminal o mueren), ambigüedad de rol (evalúa la claridad de información que los/as enfermeros/as perciben con relación a su rol laboral y organizacional), monotonía de la tarea (grado de variedad de la tarea), falta de cohesión (nivel de unión y de armonía existente entre los compañeros) y supervisión (apoyo o interés por parte del supervisor). Estas variables tienen que ver con las características propias del trabajo, como son los aspectos relativos a la estructura y cultura organizacional, así como con los estresores de rol y con las relaciones interpersonales dentro del contexto del trabajo.

La medida específica del síndrome se realiza teniendo en cuenta las tres dimensiones propuestas por Maslach y Jackson (Maslach y Jackson, 1981) sustituyéndose la dimensión de realización personal por su análoga inversa falta de realización personal para facilitar la interpretación de perfiles y el cálculo de un índice global de desgaste profesional (establecido a partir de la media obtenida por el enfermero/a en cada una de las tres dimensiones). Además, se recoge información sobre las diversas consecuencias del síndrome a nivel individual y organizacional (consecuencias psicológicas, físicas, organizacionales y

Page 131: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

socio-familiares). De acuerdo con el modelo transaccional propuesto, el instrumento incluye algunas de las variables moduladoras en el proceso del desgaste profesional. Específicamente, se incluye la variable de Personalidad Resistente (hardiness) (que evalúa las dimensiones de compromiso, control y reto y que incluye una medida global del constructo) y la medida de tres tipos básicos de estrategias de afrontamiento (búsqueda de apoyo social, afrontamiento directo y evitación).

El CDPE está integrado por 174 ítems que se responden mediante una escala tipo Likert de cuatro puntos (donde 1 = "totalmente en desacuerdo" y 4 = "totalmente de acuerdo"). El cuestionario también ofrece la posibilidad recoger información sobre diferentes variables de carácter sociodemográfico y profesional (sexo, edad, relaciones personales, número de hijos, estudios realizados, años de experiencia en la profesión, años de experiencia en el mismo puesto, situación laboral, centro en el que trabaja, tiempo que lleva en el mismo centro, turno, servicio/área, sección, número de pacientes que se atiende al día, función de supervisión, número de horas de trabajo semanal y porcentaje de jornada que pasa en interacción con los pacientes). Este instrumento responde de manera flexible a los objetivos de la evaluación permitiendo utilizar todas las escalas para obtener una visión amplia del proceso de desgaste, o bien seleccionar los aspectos necesarios que se quieran evaluar. La tabla 1 recoge cada uno de los bloques que componen el cuestionario especificando el intervalo de ítems que forman cada uno (véase anexo 1).

 

Tabla 1- Ítems de cada una de los bloques del CDPE.

Bloque Intervalo

Antecedentes 1-62

Desgaste profesional 63-91

Personalidad resistente 92-112

Afrontamiento 113-123

Consecuentes 124-174

 

Análisis Psicométrico

Validez factorial

A fin de comprobar la estructura factorial del CDPE de cada uno de los bloques integrantes del cuestionario se procedió al análisis factorial de los antecedentes, síndrome, consecuentes, personalidad resistente y estrategias de afrontamiento. El análisis se efectuó mediante el método de ejes principales y rotación oblicua, y se consideró como criterio de inclusión de los ítems aquellos con una saturación en los factores superior al 0,40. En el bloque de antecedentes (a partir de un total de 115 ítems) se obtuvieron 7 factores que explicaban el 46,20% de la varianza. Estos factores fueron categorizados como: Interacción conflictiva (19,13% de varianza explicada), Sobrecarga (7,39% de varianza explicada), Contacto con la muerte y el dolor (5,78% de varianza explicada), Ambigüedad de rol (4,19% de varianza explicada), Monotonía de la tarea (3,56% de varianza explicada), Falta de cohesión (3,34% de varianza explicada) y Supervisión (2,81% de varianza explicada). El número de ítems finalmente quedaba reducido a 62. En el bloque del desgaste profesional (a partir de 32 ítems) se extrajeron 3 factores que explicaban un 41,24% de la varianza, éstos fueron denominados: Agotamiento emocional (31,61% de varianza explicada), Despersonalización (6,69% de varianza explicada) y Falta de realización personal (2,94% de varianza explicada) siguiendo el modelo propuesto por Maslach y Jackson (1981/1986). El número de ítems de este bloque quedó reducido a 29.

Page 132: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

En el bloque que constituía la variable moduladora de personalidad resistente se obtuvo una solución factorial de 3 factores que se correspondían con las tres dimensiones propuestas por Kobasa (1982) y que llegaba a explicar el 46,59% de la varianza: Compromiso (27,46% de varianza explicada), Reto (11,06% de varianza explicada) y Control (8,07% de varianza explicada). Este bloque quedaba finalmente integrado por 21 ítems de un total inicial de 37 ítems. En el bloque correspondiente a la otra variable moduladora, estrategias de afrontamiento, se llegó a una solución de 3 factores que explicaban el 38,96% de varianza y que se denominaron como Búsqueda de apoyo social (20,35% de varianza explicada), Afrontamiento directo (10,66% de varianza explicada) y Evitación (7,95% de varianza explicada). El número de ítems de este bloque quedó reducido a 11 ítems de un total inicial de 15 ítems.

En el bloque de los consecuentes se llegó a una solución final de 4 factores que explicaban un 44,73% de la varianza, denominados: Consecuencias psicológicas (31,26% de varianza explicada), Consecuencias organizacionales (7,22% de varianza explicada), Consecuencias socio-familiares (3,52% de varianza explicada) y Consecuencias físicas (2,73% de varianza explicada). Si bien inicialmente se había partido de una base de 65 ítems; finalmente este bloque quedó integrado por 51 de ellos.

Interdependencia estructural entre las escalas

La relación o interdependencia estructural entre todas las escalas que componen el CDPE permiten comprobar el ajuste con el modelo teórico en el que se fundamentan. Los resultados se presentan en las tabla 2. 

 

Tabla 2- Cuadro de correlaciones entre las escalas que integran el CDPE (p<.05).

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22

1. Int. Conflictiva 1,00

2. Sobrecarga ,48* 1,00

3. Contacto muerte ,19* ,17* 1,00

4. Ambigüedad de rol

,39* ,37* — 1,00

5. Monotonía de la tarea

,34* ,20* — ,24* 1,00

6. Falta de cohesión

,20* — — ,35* ,23* 1,00

7. Supervisión ,51* ,33* ,11 ,52* ,39* ,34* 1,00

8. Desgaste profesional

,52* ,38* — ,30* ,53* ,31* ,42* 1,00

9. Agotam. emocional

,48* ,48* ,10 ,34* ,55* ,29* ,40* ,89* 1,00

10. Despersonalización

,36* ,17* -,19* ,30* ,40* ,22* ,24* ,80* ,57* 1,00

11. Falta de realización

,50* ,30* — ,31* ,41* ,29* ,42* ,90* ,72* ,60* 1,00

Page 133: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

12. Personalidad resistent

-,26* — — -,24* -,37* -,28* -,30* -,56* -,47* -,49* -,49* 1,00

13. Compromiso -,26* — ,10 -,25* -,34* -,20* -,32* -,45* -,38* -,38* -,40* ,82* 1,00

14. Reto — — ,12 — -,11 -,13 — -,19* -,16* -,21* -,13* ,73* ,46* 1,00

15. Control -,35* -,13 — -,29* -,40 -,31 -,35* -,63* -,53* -,52* -,59* ,74* ,43* ,26* 1,00

16. Búsqueda apoyo soci

— — ,22* -,11 — -,16* — — — — — ,18* ,17* ,13* ,12 1,00

17. Afrontamiento directo

— ,13* ,10 ,15* — — ,11 — — — — ,30* ,23* ,34* ,13 ,29* 1,00

18. Evitación — — -,27* — — — — ,12 — ,20* ,12 — — — -,12 -,15* — 1,00

19. Cons. psicológicas

,32* ,36* ,19* ,27* ,31* ,16* ,29* ,54* ,63* ,27* ,47* -,28* -,26* — -,33* — — -,12* 1,00

20. Cons. Organizacional.

,40* ,29* — ,30* ,66* ,30* ,47* ,72* ,76* ,50* ,60* -,53* -,47* -,19* -,55* — — — ,51* 1,00

21. Cons. socio-familiares

,29* ,36* ,15* ,22* ,25* ,17* ,19* ,48* ,54* ,29* ,39* -,32* -,22* -,11 -,39* — — — ,52* ,45* 1,00

22. Cons. Físicas ,20* ,30* ,19* ,18* ,20* ,15* ,26* ,36* ,47* ,12 ,30* -,17* -,13 — -,22* — — — ,70* ,39* ,45* 1,00

*Aparecen los coeficientes de correlación de Pearson significativos para p<,05 y para p<,01 (*).

 

 

El análisis de fiabilidad de las escalas se ha efectuado mediante el cálculo del coeficiente alfa de Cronbach (a ). Los resultados de la consistencia interna de cada unas de las escalas que constituyen el cuestionario aparecen en la tabla 3.

 

Tabla 3- Coeficientes a obtenidos para las escalas del CDPE

Escalas Nº ítems a

Interacción conflictiva

Sobrecarga

Contacto con la muerte y el dolor

Ambigüedad de rol

 

12

15

8

,86

,89

,82

,79

Page 134: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Monotonía de la tarea

Falta de cohesión

Supervisión

6

4

6

11

,82

,71

,86

Desgaste profesional

Agotamiento emocional

Despersonalización

Falta de realización personal

29

12

12

5

,92

,89

,83

,80

Personalidad resistente

Compromiso

Reto

Control

21

8

7

6

,86

,81

,81

,75

Búsqueda de apoyo social

Afrontamiento directo

Evitación

3

4

4

,77

,67

,57

Consecuencias psicológicas

Consecuencias organizacionales

Consecuencias socio-familiares

Consecuencias físicas

23

13

5

10

,94

,90

,83

,85

Análisis descriptivo

Las puntuaciones más altas de los enfermeros/as aparecen en Sobrecarga (M = 2,75; DT = ,49) y en interacción conflictiva (M = 2,76; DT = ,49). Respecto al síndrome, estos profesionales tienen las puntuaciones más bajas en Despersonalización (M = 2, 09; DT = ,41) y Falta de realización (M = 2,06; DT = ,51). Otra característica de esta muestra de enfermeros/as son las altas puntuaciones obtenidas en Reto (dimensión de Personalidad Resistente) (M = 3,05; DT = ,41). La estrategia de afrontamiento más utilizada por esta muestra es la Búsqueda de Apoyo Social (M = 3,01; DT = ,46). Por último, existen más consecuencias a nivel organizacional (M = 2,40; DT =,65) y socio-familiar (2,25; DT =,65) que en los otros tipos de consecuencias.

 

Tabla 4- Análisis descriptivo de las variables del CDPE (n = 389 enfermeras)

M DT Min Max

Interacción conflictiva        

Page 135: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Sobrecarga

Contacto con la muerte y el dolor

Ambigüedad de rol

Monotonía de la tarea

Falta de cohesión

Supervisión

Desgaste profesional

Agotamiento emocional

Despersonalización

Falta de realización

Personalidad resistente

Compromiso

Reto

Control

Afrontamiento

Búsqueda de apoyo social

Afrontamiento directo

Evitación

Consecuencias psicológicas

Consecuencias organizacionales

Consecuencias socio-familiares

Consecuencias físicas

2,76

2,78

3,22

2,50

2,52

2,10

2,63

2,20

2,46

2,09

2,06

2,94

2,83

3,05

2,95

3,01

2,98

2,15

 

1,65

2,40

2,25

1,69

,49

,49

,44

,49

,63

,49

,53

,43

,54

,41

,54

,33

,43

,41

,44

,46

,39

,41

 

,49

,65

,64

,52

1,17

1,53

2,00

1,00

1,00

1,00

1,00

1,00

1,00

1,00

1,00

1,66

1,25

1,29

1,00

1,00

1,00

1,00

 

1,00

1,00

1,00

1,00

4,00

4,00

4,00

4,00

4,00

3,83

4,00

4,00

4,00

4,00

4,00

3,96

4,00

4,00

4,00

4,00

4,00

4,00

 

3,48

4,00

4,00

3,70

 

Factores de predicción y análisis de moderación

En un estudio reciente (Garrosa, 2003) utilizando una muestra de 473 profesionales de enfermería de los diferentes Hospitales del la Comunidad de Madrid se han examinado nuevas variables personales desde una perspectiva transaccional, tales como la competencia emocional. En este estudio se realizó un análisis de regresión utilizando como variable criterio el índice general de burnout del CDPE y como variables independientes un total de once variables incluidas en el modelo teórico de partida que daban

Page 136: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

cuenta del 63,8% de la varianza de las puntuaciones en burnout de los profesionales de enfermería del estudio.

Los estresores laborales, resultaron ser todos predictores significativos del burnout, a excepción de la ambigüedad de rol. La sobrecarga laboral (b = ,352; p < 0,01) y la interacción conflictiva (b = ,153; p < 0,01) aparecieron con coeficientes de regresión positivos, demostrando una asociación positiva con el burnout. La sobrecarga laboral resultó ser la variable predictora más significativa en relación a las variables profesionales y laborales. Por último, de las estrategias de afrontamiento evaluadas en el estudio, así como de las conductas que utilizan los sujetos para modificar su estado de ánimo, sólo las conductas de control activo de la emoción resultan significativas, con coeficientes de regresión negativos (b = -,069; p < 0,01).

Los resultados de este análisis muestran la relevancia de las características personales del sujeto, especialmente la indefensión, asociada de forma especialmente significativa a los niveles generales de burnout (b = ,234; p < 0,01). La implicación, parte integrante del constructo de personalidad resistente, (b = -,150; p < 0,01) y la autoestima social se asocian con el burnout de manera inversa (b = -,115; p < 0,01), lo que manifiesta que a mayor nivel de recursos personales por parte del sujeto menores niveles de desgaste profesional, tal como propone el modelo transaccional.

Para comprobar si las variables personales actuaban como variables principales o como variables moduladoras en este mismo estudio se realizaron también distintos análisis de moderación mediante el empleo de análisis de regresión jerárquico (Aiken y West, 1991) utilizando como variables moduladoras la personalidad resistente, el optimismo, el pesimismo, la autoestima y la competencia emocional, cada una de ellas por separado. El objetivo de este análisis es comprobar el mecanismo de actuación de los procesos emocionales de resistencia (personalidad resistente, optimismo, pesimismo, autoestima y competencia emocional) en dos niveles, en el proceso de valoración primaria de las situaciones y en lo que se refiere al proceso de manejo (Lazarus, 2000). El análisis de moderación se realizó para el proceso de desgaste profesional medido con el CDPE, comprobando la presencia de dicho efecto por parte de las de las variables de los procesos emocionales de resistencia sobre la relación entre estresores laborales y burnout.

De los análisis efectuados para comprobar el efecto de moderación entre los estresores laborales y el burnout, utilizando como variables moderadoras la personalidad resistente, el optimismo, el pesimismo, la autoestima y la competencia emocional, sólo la competencia emocional aparecía con efecto moderador en esta relación (b =,091; p<,05). El coeficiente de regresión tenía carácter positivo, con lo que se esperaba un incremento en la pendiente de la asociación a medida que incrementaba el nivel alcanzado en la variable moderadora (competencia emocional) (véase figura 1).

 

Gráfica 1- Representación gráfica del efecto de moderación de la competencia emocional sobre la relación entre los estresores laborales y el burnout.

A medida que los niveles de competencia emocional resultaron más elevados, se observó un mayor grado de asociación entre los estresores laborales y el desgaste profesional, reduciéndose la intensidad de dicha asociación ante niveles reducidos de competencia. Estos datos indican que la competencia

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emocional actúa como variable moduladora y no como efecto principal en su relación con el desgaste profesional, e ilustra cómo las variables transaccionales pueden tener bien un efecto principal o moderador, lo que puede depender de la población estudiada, del instrumento utilizado y de las variables transaccionales en cuestión.

Discusión

La estructura factorial del Cuestionario de Desgaste Profesional en Enfermería (CDPE; Moreno-Jiménez, Garrosa y González, 2000), consistente en factores antecedentes, burnout, personalidad resistente y estrategias de afrontamiento se mantiene a través de los distintos estudios realizados (Garrosa, 2003; Moreno-Jiménez, Garrosa y González, 2000).

En cuanto a la interdependencia estructural entre las escalas del CDPE, los resultados encontrados confirman los esperados, es decir, aparecen relaciones directas entre los antecedentes con el síndrome, e inversas entre la personalidad resistente, las estrategias de afrontamiento de búsqueda de apoyo, el afrontamiento directo y el nivel global de desgaste profesional, con lo que se confirma a nivel de constructo la estructura del cuestionario.

La consistencia interna de las escalas que componen el CDPE es alta, con valores alfa elevados, destacando el alfa de la despersonalización (a = ,7639) (Garrosa, 2003), lo que contrasta con la medida del MBI-HSS que ocasionalmente ha mostrado una consistencia interna inferior a ,70 (Schaufeli y cols., 1993), poniendo de manifiesto los problemas conceptuales del constructo y que ha llevado a considerar la despersonalización como una dimensión que incluiría diferentes aspectos como el distanciamiento, la hostilidad, la despreocupación, etc. (Garden, 1987; Moreno y Oliver, 1993).

Respecto a la medida del Personalidad Resistente del CDPE, los resultados han sido muy positivos, ya que muestran una mayor relación entre las dimensiones, lo que está más cerca de la formulación del constructo según Kobasa (1982). Por otro lado, la medida de Personalidad Resistente del CDPE mejora la evaluación de personalidad resistente con indicadores saludables, ya que sólo uno de los factores tiene indicadores negativos (control). En este sentido se mejora la posible contaminación de Hardiness con neuroticismo (Peñacoba y Moreno, 1998). Además, la medida de la personalidad resistente establecida a través del Personal View Survey (PVS; Hardiness Institute, 1985) parece ser débil en cuanto a la consistencia interna de sus escalas, especialmente en lo que atañe al componente de reto (Florian y cols., 1995), mientras que el componente de reto en el CDPE la consistencia es de ,72 (Garrosa, 2003). La evaluación de la personalidad resistente utilizando el CDPE (Garrosa, 2003; Moreno-Jiménez, Garrosa y González, 2000) aporta índices de fiabilidad más elevados y una relación más estrecha entre las escalas que en la escala original, por lo que se acerca más al concepto teórico de personalidad resistente formado por la relación entre las tres dimensiones.

Respecto a las estrategias de afrontamiento evaluadas con el CDPE, los resultados no son suficientemente satisfactorios en cuanto a la consistencia interna del afrontamiento directo y de la evitación. La consistencia interna de la variable búsqueda de apoyo social ha resultado satisfactoria.

En conjunto, los datos obtenidos sobre validación factorial, fiabilidad e interdependencia entre las escalas del CDPE muestran resultados favorables acerca de la validez de constructo y fiabilidad del instrumento (Garrosa, 2003; Moreno-Jiménez, Garrosa y González, 2000) por lo que puede considerarse como un instrumento adecuado para la evaluación procesual y transaccional del desgaste profesional de enfermería.

Por lo que respecta a los procesos transaccionales, el estudio realizado sobre el papel moderador de los procesos emocionales de resistencia (Garrosa, 2003) intenta reflejar el funcionamiento complejo de la cognición, las emociones y la acción, las múltiples direcciones de causa y efecto, y la interacción que se produce entre las variables causales. No parece adecuado pensar exclusivamente en términos de efectos únicos, sino de procesos multicausales, variables y de mutua retroalimentación. Desde este planteamiento, se entiende que la misma variable puede actuar algunas veces como variable independiente o causa, otras veces como mediador y en otras ocasiones como variable dependiente o efecto. Los circuitos de feedback facilitan vías causales diferentes no siempre previsibles. También se enfatiza el principio de que la persona no sólo se ve afectada por el medio, sino que también influye activamente sobre el medio (Lazarus, 2000).

Desde esta perspectiva, se ha realizado un análisis de moderación para el proceso de desgaste profesional, examinando el posible efecto de moderación de las variables de los procesos emocionales de resistencia (personalidad resistente, autoestima, optimismo, pesimismo y competencia emocional) en la relación a los estresores laborales y el burnout. La competencia emocional apareció como una variable

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moderadora de la relación existente entre los estresores laborales y el burnout, de tal manera, que cuando la competencia emocional es más alta, existe un mayor grado de asociación entre la relación de los estresores laborales y el burnout. Parece, por tanto, que los individuos con competencia emocional alta reconocen mejor los estresores y se desgastan sólo cuando las condiciones laborales no son adecuadas. Sin embargo, los individuos con competencia emocional baja se desgastan más fácilmente independientemente de los estresores laborales.

Estos resultados nos ayudan a entender la complejidad del fenómeno de desgaste profesional, de forma que para establecer un diagnóstico preciso no parece suficiente recurrir a aspectos lineales cuantitativos, estableciendo puntos de corte estadísticos ficticios que no permiten controlar la significación real del problema. Desde este enfoque, el diagnóstico del burnout se debería realizar teniendo en cuenta la integración de las variables organizacionales, relacionales y personales (Maslach, 1982; González-Roma, Hernández, Peiró y Muñoz, 1995; Moreno-Jiménez, Garrosa, y González, 2000). El establecimiento del diagnóstico del burnout dependería en mayor medida del análisis de la situación y el contexto laboral (factores antecedentes organizacionales y de la tarea) y de la sintomatología del sujeto a nivel físico, psicológico y social, así como la influencia de las variables propias del sujeto (personalidad y estrategias de afrontamiento).

 

REFERENCIAS

 

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Page 140: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Instrumento

CDPE

 

Sexo 1 Hombre 2 Mujer

Edad años

Relaciones personales 1 Con pareja habitual 2 Sin pareja habitual 3 Sin pareja

Número de hijos hijos

Estudios realizados 1 ATS 2 DUE 3 AUX. ENFERMERÍA

Años de experiencia años

Años de experiencia en el mismo puesto de trabajo años

Situación laboral 1 Fijo/a 2 Contratado/a 3 Otros (especificar) ..............

 

Centro en el que trabaja: ......................................................................................................

¿Qué tiempo lleva en el mismo Centro? ....................................................................................

 

Turno 1 Mañana 2 Tarde 3 Noche 4 Rotatorio 5 Correturnos

 

Servicio/área ........................................................................................................................

Sección ...............................................................................................................................

 

Page 141: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Número de pacientes que atiende al día pacientes

¿Es usted supervisor/a? 1 Sí 2 No

Número de horas que trabaja a la semana horas

Porcentaje de su jornada que pasa en interacción con los pacientes

1 Más del 80% 2 Entre 60%-40% 3 Entre 40%-20% 4 Menos del 20%

 

A continuación encontrará una serie de cuestiones con las que podrá estar de acuerdo o no. Por favor, indique lo que piensa con relación a cada una de ellas, marcando con una cruz la casilla que mejor describa su opinión según la siguiente escala de respuesta:

1 = totalmente en desacuerdo

2 = en desacuerdo

3 = de acuerdo

4 = totalmente de acuerdo

Por favor, lea atentamente todas las cuestiones. Asegúrese de contestar todas según lo que piense en ese momento.

 

1 De cara a los pacientes el médico es el protagonista, los/as enfermeros/as están totalmente subordinados a ellos

1 2 3 4

2 A los/as enfermeros/as se nos considera como subordinados del médico, sin autonomía o responsabilidad, como "un/a chico/a para todo"

 

1

 

2

 

3

 

4

3 Los/as enfermeros/as que tenemos tareas distintas dentro de mi planta nos llevamos mal

1 2 3 4

4 La gente de mi servicio se esfuerza en ayudar a los recién contratados para que estén a gusto

1 2 3 4

5 Los detalles para la elaboración de las tareas no se dan o se dan de una manera vaga

1 2 3 4

6 Los supervisores animan a los/as enfermeros/as para tener confianza en sí mismos cuando surgen problemas

1 2 3 4

Page 142: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

7 Me aburre la rutina diaria 1 2 3 4

8 Los médicos no tienen en cuenta nuestras opiniones respecto al pacientes

1 2 3 4

9 La monotonía de mis tareas como enfermero/a me causa apatía por este trabajo

1 2 3 4

10 Mis superiores no me dan ninguna información sobre si he hecho el trabajo bien o mal

1 2 3 4

11 Sólo recibo alguna comunicación sobre el desarrollo de mi trabajo cuando hago algo mal

1 2 3 4

12 El ambiente en mi servicio es bastante impersonal 1 2 3 4

13 Puedo contar los problemas personales a mis compañeros 1 2 3 4

14 En este trabajo siempre te critican, nunca te reconocen lo que haces

1 2 3 4

15 Creo que tengo demasiadas tareas que realizar a la vez 1 2 3 4

16 El equipo técnico para poder realizar mi trabajo es insuficiente 1 2 3 4

17 Las condiciones físicas de mi lugar de trabajo son insuficientes para la realización del mismo

1 2 3 4

18 Creo que la planificación que me dan sobre el trabajo es clara 1 2 3 4

19 La gente de mi servicio cada uno va por su lado 1 2 3 4

20 Me he sentido agobiado/a por mi trabajo debido a la escasez de personal

1 2 3 4

21 Siento una sobrecarga en mi trabajo debido a la escasez de personal

1 2 3 4

22 Cuando un enfermero/a comete un fallo, las críticas se generalizan a todos nosotros

1 2 3 4

23 A mis superiores no les importas nada, ni tú mismo ni el trabajo que realizas

1 2 3 4

24 Los supervisores sólo muestran interés por lo que nos pasa cuando les afecta directamente a ellos

1 2 3 4

25 Las relaciones con mi supervisor sólo son de tipo profesional 1 2 3 4

Page 143: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

26 Los paciente y/o familiares te piden cosas como si las tuvieras que hacer por obligación

1 2 3 4

27 Cuando surge algún contratiempo o error en el tratamiento del paciente, éste y/o sus familiares nos culpabilizan de ello

1 2 3 4

28 Cuando un enfermero/a comete un fallo, las críticas se generalizan a todo lo que realizamos

 

1 2 3 4

29 Me afectan las complicaciones en el cambio de salud de los pacientes

1 2 3 4

30 Me afecta no tener medios suficientes para dar a los pacientes (terminales) buena calidad de vida

1 2 3 2

31 Me duele que los pacientes no reciban visitas de sus familiares 1 2 3 4

32 Me afecta ver como un familiar del paciente sufre por éste 1 2 3 4

33 La información de cómo llevar a cabo mi trabajo, por parte de mis superiores es poco clara

1 2 3 4

34 Tengo trabajo en exceso debido a la calidad de mis pacientes 1 2 3 4

35 Las órdenes que se me dan son vagas y ambiguas 1 2 3 4

36 Las órdenes que me dan mis superiores son poco sistemáticas 1 2 3 4

37 Me afecta ver morir a un paciente con el que he pasado el proceso de la enfermedad

1 2 3 4

38 Mis superiores reconocen que me esfuerzo en el trabajo 1 2 3 4

39 Se me felicita por la buena realización de mi trabajo 1 2 3 4

40 Creo que en mi planta no existe el trabajo en equipo 1 2 3 4

41 Las interrupciones e imprevistos en mi trabajo están a la orden del día

1 2 3 4

42 El trabajo diario exige demasiada responsabilidad 1 2 3 4

43 Me afecta aplicar tratamiento dolorosos 1 2 3 4

44 No se valora el trabajo que realizamos 1 2 3 4

Page 144: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

45 A lo largo del día tengo que hacer tareas que no son de mi competencia

1 2 3 4

46 Continuamente tengo interrupciones en mi trabajo 1 2 3 4

47 Los médicos no te dan apoyo de verdad, temen que les quites el protagonismo

1 2 3 4

48 Los médicos se dirigen a mí en tono autoritario 1 2 3 4

49 En mi trabajo no existen suficientes descansos 1 2 3 4

50 Tengo que atender a demasiados pacientes 1 2 3 4

51 Los médicos nos echan las culpas de sus propios errores 1 2 3 4

52 Los pacientes/familiares nos culpan de lo que les pasa 1 2 3 4

53 Me falta tiempo para acabar mi trabajo 1 2 3 4

54 Creo que una jornada de trabajo no da de sí para cumplir con todo mi trabajo diario

1 2 3 4

55 Los pacientes y/o familiares te tratan como si fueras su enfermero/a particular

1 2 3 4

56 Considero que las tareas que se me asignan están bien planificadas

1 3 3 4

57 Me afecta bastante la muerte de un paciente joven 1 2 3 4

58 Me afecta el cuidado de un paciente en condiciones críticas o terminales

1 2 3 4

59 Creo que las tareas que realizo son monótonas 1 2 3 4

60 Creo que las tareas que realizo son repetitivas 1 2 3 4

61 Recibo más órdenes de los supervisores que apoyo 1 2 3 4

62 Me agobia el realizar tantas tareas a la vez 1 2 3 4

63 Nadie me considera, me siento como "un/a criado/a para todo" 1 2 3 4

64 Siento que no influyo de manera positiva en la vida de otras personas

1 2 3 4

Page 145: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

65 Creo que me voy alejando emocionalmente de mis pacientes 1 2 3 4

66 Voy al trabajo cansado/a y vuelvo de él cansado/a, me cuesta ir a trabajar

1 2 3 4

67 Al final de la jornada laboral estoy agotado/a 1 2 3 4

68 A veces pienso que los pacientes no se merecen el esfuerzo que les dedico

1 2 3 4

69 Necesito un cambio, me siento desmotivado por el trabajo diario 1 2 3 4

70 Cuando los pacientes no mejoran intento hacer mi trabajo lo más rápido posible e intento evitar el contacto con ellos

1 2 3 4

71 Muchas veces me siento agotado/a física y mentalmente 1 2 3 4

72 Estoy harto/a de esforzarme en dar mi opinión y que no me escuchen

1 2 3 4

73 Intento despersonalizar al máximo el trato con los familiares de los pacientes, y si puedo evito el contacto

1 2 3 4

74 Respecto a mis pacientes, no me implico en sus problemas; es como si no existieran

1 2 3 4

75 Trato a mis pacientes de forma diferente según la conducta de los mismos

1 2 3 4

76 Me siento escéptico/a ante los problemas de mis pacientes 1 2 3 4

77 No hay que implicarse, la culpa de que el paciente esté en el hospital no es mía

1 2 3 4

78 A veces me siento cansado/a, sin ganas de hacer nada o de esforzarme

1 2 3 4

79 Me siento quemado/a con mi trabajo 1 2 3 4

80 Siento que me alejo emocionalmente de mi trabajo 1 2 3 4

81 Creo que me he endurecido con el trato de los pacientes 1 2 3 4

82 Siento que el trabajo día a día en el hospital me desgasta 1 2 3 4

83 Estoy deseando que llegue la hora de salida 1 2 3 4

Page 146: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

84 Algunas veces, te da igual que los pacientes estén mejor o peor atendidos

1 2 3 4

85 Siento que mi trabajo no sirve para nada 1 2 3 4

86 La muerte de un paciente no me afecta emocionalmente 1 2 3 4

87 Siento que mi autoestima está por los suelos 1 2 3 4

88 Me desborda el trabajo, parece que no voy a dar más de sí 1 2 3 4

89 Me siento quemado/a después de un día de trabajo 1 2 3 4

90 Haces los justo para que la persona esté atendida 1 2 3 4

91 Me siento inútil 1 2 3 4

92 Me gusta que haya una gran variedad en mi trabajo 1 2 3 4

93 Tengo una gran curiosidad por lo novedoso tanto a nivel personal como profesional

1 2 3 4

94 Mi trabajo cotidiano me satisface y hace que me dedique totalmente a él

1 2 3 4

95 Considero que el trabajo que realizo es de valor para la sociedad y no me importa dedicarle todos mis esfuerzos

1 2 3 4

96 Frecuentemente siento que puedo cambiar lo que podría ocurrir mañana a través de lo que estoy haciendo hoy

1 2 3 4

97 Aunque me esfuerce no se consigue nada 1 2 3 4

98 Mis propias ilusiones son las que hacen que siga adelante con la realización de mi actividad

1 2 3 4

99 Realmente me preocupo y me identifico con mi trabajo 1 2 3 4

100 Aún cuando suponga mayor esfuerzo, opto por los trabajos que suponen para mí una experiencia nueva

1 2 3 4

101 En mi trabajo profesional me atraen aquellas tareas y situaciones que implican un desafío personal

1 2 3 4

102 No importa lo que me empeñe, a pesar de mis esfuerzos no suelo conseguir nada

1 2 3 4

Page 147: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

103 La mejor manera que tengo de alcanzar mis propias metas es implicándome a fondo

1 2 3 4

104 A menudo trabajo duro, pues es la mejor manera para alcanzar mis propias metas

1 2 3 4

105 La mayoría de las veces mis jefes o superiores toman en consideración lo que yo tenga que decir

1 2 3 4

106 No me esfuerzo en mi trabajo, ya que, de cualquier forma, el resultado es el mismo

1 2 3 4

107 Siento que si alguien trata de herirme poco puedo hacer para intentar pararle

1 2 3 4

108 En la medida que puedo trato de tener nuevas experiencias en mi trabajo cotidiano

1 2 3 4

109 En mi trabajo me atraen preferentemente las innovaciones y novedades en los procedimientos

1 2 3 4

110 La mayoría de las veces no merece la pena que me esfuerce ya que haga lo que haga las cosas nunca me salen

1 2 3 4

111 Aunque hagas un buen trabajo jamás alcanzarás las metas 1 2 3 4

112 Dentro de lo posible busco situaciones nuevas y diferentes en mi ambiente de trabajo

1 2 3 4

113 Ante una situación conflictiva me mantengo firme y peleo por lo que quiero

1 2 3 4

114 Ante un problema intento olvidarme de todo 1 2 3 4

115 Manifiesto mi enfado a las personas responsables del problema 1 2 3 4

116 Si un problema me atañe personalmente tomo decisiones comprometidas

1 2 3 4

117 Cuando tengo problemas suelo buscar a alguien a quien poder contárselos

1 2

 

3 4

118 Cuando tengo problemas procuro no quedarme parado/a sino actuar

1 2 3 4

119 Dejo los problemas de lado tratando de tomar perspectivas de la situación

1 2 3 4

120 Cuando tengo dificultades le cuento a alguien cómo me siento 1 2 3 4

Page 148: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

121 Cuando estoy en dificultades acepto la simpatía y comprensión de alguna persona

1 2 3 4

122 Ante situaciones problemáticas, sigo adelante como si no hubiera pasado nada

1 2 3 4

123 Cuando me enfrento a un problema rehuso pensar en él durante mucho tiempo

1 2 3 4

124 Algunas veces, tengo ganas de cambiar de profesión 1 2 3 4

125 Me gustaría dejar la profesión por un tiempo o cambiar a otros servicios

1 2 3 4

126 Mi trabajo me vuelve irritable con la familia 1 2 3 4

127 Mi trabajo me impone una vida familiar restringida 1 2 3 4

128 Algunas veces, he tenido pensamientos de abandono de mi trabajo 1 2 3 4

129 No me ilusiona tanto el trabajo como antes 1 2 3 4

130 Evito implicarme en trabajos que no me atañen directamente 1 2 3 4

131 Cuanto más tiempo pasa me implico menos, hago mi trabajo pero hay muchas cosas que podría hacer y no las hago

 

1 2 3 4

132 Algunas veces tengo ganas de tirar la toalla 1 2 3 4

133 He tenido deseos de abandonar la profesión 1 2 3 4

134 A veces, siento indiferencia ante trabajos que no se han realizado correctamente

   

1 2 3 4

135 Mi trabajo hace que tenga que dejar de lado otras actividades 1 2 3 4

136 Cuanto más tiempo pasa, mi interés por el trabajo disminuye 1 2 3 4

137 Si pudiese, si tuviera seguridad laboral y económica, cambiaría de profesión

1 2 3 4

138 Noto que ya no me implico en el trabajo como antes 1 2 3 4

139 Cuanto menos hagas, mejor: se te reconoce lo mismo 1 2 3 4

Page 149: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

140 Mi profesión está afectando negativamente mis relaciones fuera del trabajo

1 2 3 4

141 Mi trabajo hace que mi actividad social sea menor 1 2 3 4

142 El trabajo está afectando desfavorablemente a mi salud 1 2 3 4

143 He tenido la sensación de no encontrarme bien 1 2 3 4

144 He padecido frecuentes dolores de cabeza 1 2 3 4

145 He tenido problemas musculares 1 2 3 4

146 He tenido trastornos en la presión arterial 1 2 3 4

147 He tenido problemas de tipo circulatorio 1 2 3 4

148 He padecido frecuentemente palpitaciones, taquicardias 1 2 3 4

149 He padecido frecuentes mareos 1 2 3 4

150 He notado un aumento de la tensión muscular 1 2 3 4

151 Me he sentido poco feliz o deprimido/a 1 2 3 4

152 He venido viviendo sin esperanza 1 2 3 4

153 He pensado en la posibilidad de "quitarme de en medio" 1 2 3 4

154 Me noto preocupado/a e incluso obsesionado/a por temas laborales 1 2 3 4

155 Estoy irritable y me enojo si las cosas no salen a mi gusto 1 2 3 4

156 Me siento ansioso/a y tenso/a al ir a trabajar cada día 1 2 3 4

157 Me he sentido agotado/a y sin fuerzas para nada 1 2 3 4

158 He tenido temor a caerme desmayado/a en un sitio público 1 2 3 4

159 He perdido confianza en mí mismo/a 1 2 3 4

160 Me noto nervioso/a y a punto de "explotar" constantemente 1 2 3 4

161 Me siento incapaz de tomar decisiones 1 2 3 4

Page 150: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

162 Me reprocho mis dificultades 1 2 3 4

163 Me despisto fácilmente 1 2 3 4

164 He tenido ansias de llorar, correr o esconderme 1 2 3 4

165 Me siento siempre sobreexcitado/a 1 2 3 4

166 Estoy hipersensible a la crítica 1 2 3 4

167 Los problemas familiares o del trabajo me afectan fácilmente 1 2 3 4

168 Me despierto cansado/a 1 2 3 4

169 Tengo problemas de sueño 1 2 3 4

170 Me despierto demasiado temprano y soy incapaz de volverme a dormir

1 2 3 4

171 He pasado noches inquietas o intranquilas 1 2 3 4

172 He tenido algunos problemas de tipo sexual 1 2 3 4

173 He notado que últimamente soy más propenso/a a tener algún tipo de accidentes menores

1 2 3 4

174 He notado la imposibilidad de estarme quieto/a 1 2 3 4

 

MUCHAS GRACIAS POR SU COLABORACIÓN

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ESCALA PARA LA DETECCIÓN DE LA ANSIEDAD SOCIAL (EDAS)

 

 

 

José Olivares RodríguezJosé Antonio Piqueras Rodríguez

Facultad de Psicología Universidad de MurciaEspaña

Luis Joaquín García-López

Universidad Miguel Hernández de ElcheEspaña

 

 

 

 

Introducción

Como recordábamos recientemente (Olivares, 2004a), hasta no hace mucho tiempo todavía se defendía la creencia de que la fobia social era un trastorno psicológico poco frecuente, que raramente resultaba incapacitante, y que era poco probable que un sujeto padeciera más de un tipo de fobia social. Pero lo cierto es que, desde su reconocimiento como entidad con significación clínica (DSM-III; APA, 1980), la evidencia empírica y experimental acumulada por la investigación con relación a este trastorno de la conducta, desmiente abiertamente tales creencias. Tal es así que hasta el día de hoy, ningún clínico puede sostener que son pocas las personas con fobia social que se sienten intimidadas cuando se encuentran frente a situaciones sociales en las que tienen que actuar o relacionarse ante o con otros, ni que el deterioro funcional asociado a este problema en los adultos no es importante cuando puede llevar al sujeto que lo padece desde el abuso en el consumo de sustancias tóxicas (de curso legal o ilegal) hasta la depresión y el suicidio, como consecuencia de sus dificultades para mantener un empleo y la consecuente dependencia económica de sus familiares.

De acuerdo con los datos de la American Psychiatric Association (APA, 1994 y 2000), la fobia social es el tercer trastorno con mayor frecuencia de ocurrencia, después de la depresión mayor y la dependencia del consumo de alcohol. Kessler, McGonagle, Zhao, Nelson, Hughes, Eshleman, Wittchen y Kendler (1994) estimaron su índice medio de prevalencia, a lo largo de la vida, en el 13,3%. Otros datos informan que en torno al 4,5% de las personas adultas sufren fobia social y que el 9,5% la padecen o la han padecido en alguna época de su vida. Tales datos, por sí solos, ponen de relieve que nos hallamos ante un problema de salud pública grave, que necesariamente requería y requiere de su consideración, investigación y tratamiento por parte de la psicología clínica. Para un mayor conocimiento de los resultados de los estudios epidemiológicos realizados sobre este problema puede consultarse Olivares, Caballo, García-López, Rosa y López-Gollonet, 2003).

Es cierto que la investigación sobre la fobia social ha crecido de forma exponencial desde 1980 hasta ahora. Ahora bien, esta afirmación es una verdad válida para el mundo adulto, no es generalizable a todos los rangos de edad en los que los humanos somos susceptibles de presentar este trastorno de la conducta. Así, en el campo de la infancia y la adolescencia, podemos contar con los dedos de las manos el número de investigaciones realizadas. Son tan pocas que hasta hace muy poco tiempo había resultado imposible meta-analizar sus resultados (véase Olivares, Rosa, Caballo, García-López, Orgilés y López-Gollonet, 2003). Dicho de otra forma, en los tramos evolutivos que definimos como infancia y adolescencia, la fobia social sigue siendo un trastorno de la conducta escasamente investigado. En

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principio podría pensarse, tal como se ha creído también durante mucho tiempo, que es un problema propio del mundo adulto. Nada más lejos de la realidad. La edad media de inicio se sitúa entre los 14 y los 16 años de acuerdo con los datos de 1994 del National Institute of Mental Epidemiologic Catchment Area Program, aunque no es raro que algunos sujetos informen de un inicio anterior. La edad mediana ha sido de 12,7 y 16 años en los estudios epidemiológicos, situándose entre los 11 y los 12 años la edad media de comienzo para la población clínica infantil. Las tasas de ocurrencia que hemos encontrado en el sureste español se sitúan en el 8,2% (Región de Murcia y sur de la Comunidad Valenciana), las cuales también ubican este problema entre los de mayor prevalencia en estos tramos de edad (véase Olivares, 2004b). Podría entonces argumentarse que puede que no interese a los investigadores y clínicos porque en la infancia y la adolescencia sus efectos no tengan significación clínica. Tampoco ello es cierto. Distintos trabajos han mostrado una elevada comorbilidad con otros trastornos de ansiedad y personalidad (Beidel, 1991; Beidel y Turner, 1998), encontrándose de igual modo una alta tasa de intentos de suicidio. Es decir, este trastorno psicológico puede tener para las y los adolescentes graves repercusiones al menos en tres ámbitos. En primer lugar, distintos estudios han constatado consecuencias negativas en el ámbito académico, ya que estos sujetos rehuyen de la participación en clase, la presentación en público de trabajos y evitan preguntar dudas al profesor tanto en público como de forma privada. La evitación de estas tareas conlleva que el alumno obtenga notas por debajo de su nivel, un dato especialmente importante, dada la relevancia de estas calificaciones en el futuro del sujeto (por ejemplo, en la posible elección de la carrera universitaria en nuestro país), pero además en muchos casos también termina llevando al sujeto al abandono completo de los estudios. En segundo lugar, en el contexto psicopatológico, puesto que al evitar o escapar de las situaciones sociales, su tasa de reforzadores sociales es muy baja o nula, lo cual puede provocar la ocurrencia de estados del ánimo depresivos cuyas repercusiones pueden llegar a poner en peligro su vida o incluso terminar con ella. Por último, dentro del ámbito de la salud, como consecuencia de la elevada intensidad de sus respuestas de ansiedad, también existe un mayor riesgo de iniciarse y mantenerse en el consumo de drogas legales e ilegales. Así pues, tampoco se debe a que las repercusiones del trastorno no tengan relevancia.

En cualquier caso, ya se trate de población adulta o adolescente, el tratamiento de la fobia social requiere como paso previo disponer de instrumentos de evaluación válidos y fiables que permitan tanto identificar sujetos con ansiedad/fobia social como evaluar la eficacia del tratamiento preventivo y terapéutico.

No obstante, pese a que en los últimos años se ha incrementado exponencialmente el número de trabajos publicados sobre instrumentos de evaluación diseñados específicamente para evaluar este trastorno, especialmente escalas de lápiz y papel (Clark et al., 1997), hoy día no existe ningún instrumento de evaluación construido específicamente para medir la fobia social en población de lengua española. La necesidad de intervenir y la premura por hacerlo lo antes posible nos ha llevado a priorizar la adaptación y validación para población de lengua española de las escalas desarrolladas en países anglosajones (véase, por ejemplo, Apiquián y Nicolini, 2000; García-López, Olivares y Vera-Villarroel, 2003 o Caballo, Olivares, López-Gollonet, Irurtia y Rosa, 2003), dejando para una segunda fase la posibilidad de construir nuestras propias escalas cuando ello fuese necesario y estuviera justificado. Es decir, no hemos de olvidar que la validación transcultural de los instrumentos de evaluación permite que los resultados de nuestros trabajos puedan ser discutidos en el contexto internacional, por lo que la creación de nuevas escalas sólo está justificada cuando no exista ya otra que mida lo que deseamos medir y goce de buenas propiedades psicométricas; si existe, la alternativa de primera elección es su traducción, adaptación y validación.

En nuestro caso, la construcción del EDAS (Olivares y García-López, 1998), se debe a la inexistencia en aquel momento de un instrumento que nos permitiera detectar de forma breve, rápida, válida y fiable a adolescentes y adultos con ansiedad social y alta probabilidad de cumplir los criterios requeridos por la APA (1994, 2000) para el diagnóstico de fobia social o trastorno por ansiedad social. Ello nos permitiría usar el instrumento en las tareas de detección que realizamos en el contexto comunitario, en tanto que medida de criba, tamizado o "screening".

La EDAS se inserta en el contexto del modelo cognitivo-conductual (Olivares, Méndez y Macià, 2003), dentro del marco conceptual sobre la ansiedad/fobia social que recientemente han dado a conocer Olivares y Caballo (2003).

El proceso que seguimos para la construcción del instrumento estuvo integrado por dos fases: la relativa a la selección de los ítems que habrían de integrar la Escala para la Detección de sujetos con Ansiedad Social y la concerniente al cálculo de los valores de su fiabilidad y validez. Las tareas implicadas en la primera fase fueron:

(a.) Revisar la literatura sobre la construcción y validación de escalas para la evaluación de ansiedad social, tal cual es el caso, por ejemplo de los trabajos de DiBartolo, Albano, Barlow y Heimberg (1998), La Greca y López (1998), La Greca y Stone (1993) o Turner y Beidel (1998), a fin de identificar los ítems con

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mayor peso y más representativos en los instrumentos publicados (así, SIAS, SPS, SPAI, SAS-A o SAS-CR). Este cotejo de ítems permitió se seleccionar aquellos que:

(i)Hacían referencia expresa a los criterios diagnósticos del DSM para la fobia social. En este sentido, el cuestionario se diseñó de tal modo que sus dos primeros ítems tuvieran por objeto evaluar el componente cognitivo de la fobia social (criterio A; APA, 1994), el resto se destinaron tanto a la medida del miedo y la evitación (criterios B-D) como a la del nivel de interferencia que el trastorno pudiera presentar en el sujeto (criterio E).

(ii) Respondieran en su operacionalización a la propuesta de Lang (1968) sobre triple sistema de respuesta de ansiedad (cognitivo, psicofisiológico y motor).

(iii) Los ítems seleccionados se confrontaron y complementaron con el listado de las situaciones sociales más frecuentemente temidas por aquellos sujetos que habían sido tratados previamente por los autores de la escala.

(iv) De este proceso resultó una colección de diez ítems o elementos que son los que integran actualmente la versión de la EDAS que presentamos aquí.

 

Descripción del instrumento

De los 10 ítems que integran la Escala, 2 tienen un formato dicotómico (Si / No) y valoran el cumplimiento del criterio A del trastorno de ansiedad/fobia social (componente cognitivo --DSM-IV-TR; APA, 2000--); los 8 ítems restantes se presentan bajo el formato de una escala tipo Likert con cinco alternativas de respuesta (rango: 1-5). Estos 8 ítems presentan al sujeto situaciones sociales (de relación o actuación) que generalmente son temidas por los sujetos con ansiedad/fobia social y son valorados de acuerdo con el grado de evitación, de sobreactivación e interferencia que ocasiona cada uno de ellos al sujeto (Criterios B-E). En consecuencia, la EDAS evalúa el constructo ansiedad/fobia social teniendo en cuenta el criterio de interferencia, lo que la sitúa como la única escala que contempla este aspecto tan relevante para el diagnóstico de este trastorno.

La EDAS ha sido validada en sus aplicaciones con población española adolescente. La muestra estuvo compuesta por 961 adolescentes (466 chicas y 495 chicos) de diversos centros de educación secundaria obligatoria (E.S.O) de la Región de Murcia (España). La edad de los estudiantes osciló desde los 14 años hasta los 16 (M=14.86, D.T. = 0.74) y se encontraban cursando 3º (34,86%) y 4º (43,50%) de ESO y 1º de Bachiller (21,64%), todos ellos pertenecientes a un amplio espectro socioeconómico y cultural. En la tabla 1 recogemos los datos relativos a la distribución de las variables sexo y edad de esta población.

 

Tabla 1- Distribución de la muestra respecto de las variables sexo y edad

EDAD

(años)

SEXO Totales

(n, %)Chicos

(n, %)

Chicas

(n, %)

14 157 (16.34) 178 (18.52) 335 (34.86)

15 220 (22.89) 198 (20.60) 418 (43.50)

16 118 (12.27) 90 (9.37) 208 (21.64)

Page 154: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Totales 495 (51.51) 466 (48.49) 961 (100)

 

Formas de corrección  

La EDAS se compone de dos subescalas o factores (véase sección IV). La primera, denominada "Ansiedad Social", se obtiene de la suma de las puntuaciones recogidas en las ocho situaciones sociales indicadas, tanto en la columna relativa al componente de evitación como en la de "nerviosismo" o sobreactivación. Si tenemos en cuenta que la puntuación mínima es de 1 para cada situación, si se desea tomar 0 como referencia del límite inferior se habrá de substraer 16 puntos de la suma de los valores obtenidos en esta subescala (uno por cada ítem). Por lo tanto, el rango de las puntuaciones de esta subescala puede ser de 0-64 o de 16-80, si la referencia del límite inferior es 1.

El valor del segundo factor ("Interferencia") se halla sumando los valores de los ocho ítems de la última columna de Escala. Tal como ya hemos indicado, si queremos tener en cuenta el criterio de sustracción (reducción de un punto por ítem) para tener como límite inferior del rango de las puntuaciones 0, las puntuaciones que el sujeto puede obtener varían entre 0-32; caso contrario, las puntuaciones estarán comprendidas entre 8 y 40.

La Puntuación Total se obtiene mediante la suma de los valores alcanzados por cada una de las subescalas, por lo que su rango se encuentra entre 0 y 96, si se sigue el criterio de sustracción punto-ítem o entre 24 y 120, si no se sigue.

Finalmente, el usuario de la escala habrá de tener en cuenta que los dos primeros ítems tienen un carácter cualitativo y no resultan necesarios para la obtención de las puntuaciones relativas ni a las subescalas ni a la puntuación total de la EDAS.

Propiedades Psicométricas del instrumento

Las propiedades psicométricas del instrumento que aquí presentamos están referidas a la población adolescentesadolescente con la que se ha realizado el estudio preliminar para obtener datos relativos a su fiabilidad y validez. Más concretamente, la información hace referencia a la estructura factorial de la escala y a su consistencia interna.  

Validez de constructo

La primera aproximación a la validez de constructo de la Escala para la Detección de la Ansiedad Social se realizó mediante un análisis factorial exploratorio común de ejes principales iterados (AFC) con rotación ortogonal varimax. Siguiendo el criterio Kaiser de autovalores iguales o mayores que 1, se hallaron 2 factores que explican el 39.92% de la varianza total. El primero de ellos, "Ansiedad Social", explicó el 22.15% de la varianza total e incluyó 16 ítems relativos a la frecuencia de evitación (componente motor de la ansiedad) de las situaciones sociales (8 ítems) y el grado de malestar o sobreactivación experimentado en diferentes situaciones sociales (8 ítems), tanto de actuación (por ejemplo, hablar, escribir, comer o beber en público) como de relación (así, asistir a fiestas o reuniones sociales o relacionarse con figuras de autoridad). Las cargas factoriales oscilaron entre 0.45 y 0.67. El segundo factor, denominado "Interferencia", explicó el 17.76% de la varianza total e incluyó otros 8 ítems, en este caso relativos al grado de interferencia que el miedo a la evaluación negativa, la sobreactiviación somática (neurovegetativa y muscular) y la evitación social producen en la vida de los sujetos. Las cargas factoriales oscilaron entre 0.58 y 0.78.  

Análisis de ítems o índices de homogeneidad

Se realizó un segundo análisis relativo a la validez de constructo de la prueba mediante un análisis clásico de ítems. Con una media de la puntuación total de la Escala igual a 47.65 puntos (D.T = 14.52) y un rango de puntuaciones entre 24 y 102 puntos (no se utilizó el criterio de sustracción), las correlaciones ítem-puntuación total del test fueron elevadas (superiores a 0.45 en todos los casos). La correlación ítem-test más alta fue de 0.70 (Ítem 14: Intensidad de la interferencia de la situación de "Hablar en público") y la más baja de 0.48 (Ítem 18, relativo a la frecuencia de la evitación de "Defender mis derechos ante otras personas"). La distribución de las correlaciones ítem-escala para el factor "Ansiedad Social" osciló entre

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0.48 (Ítem 18) y 0.65 (Ítem 4). Por su parte, los ítems que cargaron en el factor de "Interferencia" se distribuyeron entre 0.58 y 0.70. 

Fiabilidad

Respecto a la fiabilidad de la EDAS se hallaron unos valores de consistencia interna excelentes. El elevado valor del coeficiente alpha de Cronbach halaldo (a = 0.92) indica que las respuestas ante las situaciones sociales que mide este test, así como la interferencia que éstas provocan, covarían para los diferentes sujetos. Otros índices de consistencia interna de la puntuación total de la EDAS fueron la correlación entre sus dos mitades (r = 0.92) y la correlación Spearman-Brown (r = 0.96). 

Aspectos por considerar

La Escala Diagnóstica de Ansiedad Social es el primer autoinforme que ha sido creado en nuestro contexto para medir la ansiedad social de forma específica en población adolescente y adulta de habla española. Evalúa tanto la sobreactiviación o nerviosismo y evitación conductual en un amplio rango de situaciones sociales como la interferencia que la respuesta del sujeto ante estas situaciones provoca en la vida de los sujetos con fobia social. Se trata de un instrumento breve, fácil y rápido tanto para su administración como para su corrección: se complementa entre 15 y 20 minutos y se corrige entre 2 y 3 minutos. También se muestra útil para ayudar a identificar las conductas-problema y/o desarrollar jerarquías de situaciones sociales temidas y/o evitadas, así como para controlar la evolución de los efectos del tratamiento.

Respecto a sus limitaciones, hemos de indicar la falta de ítems específicos para valorar con mayor detalle los componentes psicofisiológico y cognitivo asociados a la ansiedad/fobia social. La segunda limitación está referida al reducido número de situaciones sociales de actuación, ya que únicamente se incluyen dos ítems (hablar en público y escribir, comer o beber delante de otras personas). Otra limitación potencial del este instrumento es la derivada de la selección de las situaciones sociales que lo forman, ya que la estrategia seguida consistió en elegir algunas de las situaciones contenidas en el ADIS-IV, pero no otras sin contar con el aval de un estudio empírico previo referido a nuestro contexto cultural. Finalmente, respecto al grado de generalización de nuestros resultados, la extrapolación de las propiedades psicométricas halladas a otros grupos (por ejemplo, población clínica), a otros países de habla hispana o a otras culturas diferentes está condicionada a su validación con muestras diferentes, dado que esta escala únicamente ha sido inicialmente validada en una muestra comunitaria de adolescentes españoles con edades comprendidas entre los 14 y los 17 años.

Los trabajos futuros deberían ampliar los datos relativos a la validez de constructo del instrumento y su fiabilidad. Algunos de los estudios que serán necesarios para continuar dotando de apoyo empírico a esta escala son:

(a) Respecto a la validez, (i) estudios relativos a la validez convergente que analicen la relación de esta escala con otros auto informes que han sido validados con población adolescente de habla española, como por ejemplo el Inventario de Ansiedad y Fobia Social (SPAI; Turner, Beidel, Dancu et al., 1989) o la Escala de Ansiedad Social para Adolescentes (SAS-A, La Greca y Lopez, 1998); (ii) estudios de su validez discriminante que evalúen la capacidad de esta escala para discriminar entre los sujetos con trastorno de ansiedad/fobia social y los que no cumplen los criterios requeridos para este diagnóstico, mediante el análisis de la relación entre la EDAS y los requisitos de la APA (1994, 2000).

(b) Con relación a la fiabilidad: estudios de la estabilidad temporal de la prueba.

En resumen, nos encontramos en la primera fase de validación de esta escala. Los resultados que hemos aportado resultan prometedores en cuanto a las excelentes propiedades psicométricas de este instrumento, que habrán de ser contrastadas mediante nuevos estudios de validación tanto en nuestro contexto cultural como en poblaciones diferentes y por equipos de investigación independientes. 

Tres son las puntuaciones que pueden obtenerse de la EDAS. La puntuación relativa a la subescala "Ansiedad Social", que se obtiene de la suma de las puntuaciones obtenidas en las ocho situaciones sociales indicadas, tanto en la columna relativa al componente de evitación como en la de "nerviosismo" o sobreactivación. Si tenemos en cuenta que la puntuación mínima es de 1 para cada situación, si se desea tomar 0 como referencia del límite inferior se habrán de substraer 16 puntos de la suma de los valores obtenidos en esta subescala (uno por cada ítem). Por lo tanto, el rango de las puntuaciones de esta subescala puede ser de 0-64 o de 16-80, si la referencia del límite inferior es 1.

Page 156: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

La segunda puntuación está referida a la subescala "Interferencia" y se halla sumando los valores de los ocho ítems de la última columna de Escala. Como ya hemos indicado, si queremos tener en cuenta el criterio de substracción (reducción de un punto por ítem) para tener como límite inferior del rango de las puntuaciones 0, las puntuaciones que el sujeto puede obtener varían entre 0-32; caso contrario, las puntuaciones estarán comprendidas entre 8 y 40.

Finalmente, también puede obtenerse una Puntuación Total mediante la suma de los valores alcanzados por cada una de las subescalas, por lo que su rango se encuentra entre 0 y 96, si se sigue el criterio de sustracción punto-ítem o entre 24 y 120 si no se sigue dicho criterio.

 

El Instrumento

 

ESCALA PARA LA DETECCIÓN DE LA ANSIEDAD SOCIAL (EDAS)(Olivares y García-López, 1998)

NOMBRE: ________________________________________________ EDAD: ________

INSTITUTO:________________________________________ CURSO: _____________

 

Esto no es un examen, no hay respuestas correctas o incorrectas. Por favor, contesta cada frase tan sinceramente como puedas. Marca tu elección (SI o NO) con una X

Hay personas que se ponen nerviosas cuando están con gente que no conocen bien. Esto les ocurre si están con una o más personas extrañas o poco conocidas. No importa el lugar. Se pueden sentir mal en una fiesta, en un bar o simplemente mientras se habla en grupo aunque ello no le obligue a uno a participar.

1. ¿Te ocurre algo de esto a ti? SI ___ NO ___

2. ¿Generalmente te preocupa cuando tienes que decir o hacer algo porque piensas que ello te puede poner en evidencia ante los demás? SI ___ NO ___

Teniendo en cuenta el cuadro de SITUACIONES que te presentamos más abajo, nos gustaría que valoraras el grado de nerviosismo que sientes en esas situaciones, la frecuencia con que te pasa y en qué medida ha interferido tu miedo o la evitación de estas situaciones en tu vida cotidiana. Para ello, usa las escalas que te presentamos a continuación:

 

¿Con qué frecuencia intentas evitar (no hacer) esta situación?

¿Qué grado de nerviosismo te produce esta situación?

¿Cuánto ha interferido en tu vida cotidiana?

1 = Nunca

2 = Pocas Veces

3 = Algunas Veces

4 = Bastantes Veces

1 = Ninguno

2 = Un Poco

3 = Bastante

4 = Mucho

1 = Nada

2 = Un Poco

3 = Bastante

4 = Mucho

Page 157: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

5 = Siempre 5 = Muchísimo 5 = Muchísimo

 

Por favor, rodea con un círculo el número que mejor te describe en cada situación.

 

SITUACIONES ¿Con qué frecuencia intentas evitar, no hacer, lo que se describe en esta situación?

¿Qué grado de "nerviosismo" te produce esta situación?

¿Cuánto ha interferido esta situación en tu vida cotidiana?

Iniciar una conversación 1 2 3 4 5 1 2 3 4 5 1 2 3 4 5

Mantener una conversación 1 2 3 4 5 1 2 3 4 5 1 2 3 4 5

Ir a fiestas o reuniones sociales 1 2 3 4 5 1 2 3 4 5 1 2 3 4 5

Hablar en público 1 2 3 4 5 1 2 3 4 5 1 2 3 4 5

Escribir, comer o beber delante de gente

1 2 3 4 5 1 2 3 4 5 1 2 3 4 5

Defender mis derechos ante otras personas

1 2 3 4 5 1 2 3 4 5 1 2 3 4 5

Relacionarme con figuras de autoridad (padre, profesores, personas mayores, etc.)

1 2 3 4 5 1 2 3 4 5 1 2 3 4 5

Relacionarme con personas del sexo opuesto

1 2 3 4 5 1 2 3 4 5 1 2 3 4 5

 

REFERENCIAS

 

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Page 159: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO QUE MIDE COMPORTAMIENTOS RELACIONADOS CON ENFERMEDADES DEL CORAZÓN

 

 

Julio Alfonso Piña López

Colegio d estudios Científicos yTecnológicos del Estado de Sonora (CECYTES), México

 

 

 

Introducción

En México, en 1960 dentro de las 10 principales causas de mortalidad general se encontraban básicamente enfermedades infecciosas y algunas crónicas —ej., bronquitis, tumores malignos y cirrosis hepática—, mientras que para 1980 cinco enfermedades crónicas se ubicaron dentro de las 10 principales causas de mortalidad general, destacando las enfermedades del corazón, los tumores malignos y la diabetes mellitus (Secretaría de Salud, 2003).

Respecto de las enfermedades del corazón, que incluyen al infarto del miocardio, la angina de pecho y la arritmia cardiaca, en 2000 y 2001, provocaron en México 43 753 —tasa de 43.94 por 100 000 habitantes— y 45 421 —tasa de 44.97 por 100 000 habitantes— defunciones, respectivamente, ocupando en ambos años el segundo lugar como causa de mortalidad1 general, después de la diabetes mellitus.

Por lo que hace al estado de Sonora, localizado en el noroeste de México, en 2001 las mismas enfermedades causaron 1 036 defunciones en hombres —tasa de 140.5 por 100 000 habitantes— y 685 en mujeres —tasa de 89.3 por 100 000 habitantes—, aunque con tasas que superaron por mucho las registradas en el nivel nacional en ese mismo año, que en los hombres fue de 50.0 y en las mujeres de 54.0. Un año más tarde, esto es, en 2002, las enfermedades del corazón ocuparon, tanto en hombres como en mujeres, el segundo lugar nacional como causa de mortalidad, sólo después del estado de Baja California, que también se localiza en la misma zona geográfica y que comparte con Sonora uno de los primeros lugares en términos de desarrollo económico y social.

Si bien es cierto que se ha insistido en un cambio en la forma de abordar esas u otras enfermedades, por un lado, reduciendo la tradicional hegemonía en el conocimiento de los médicos y aumentando la de los consumidores de los servicios, o por el otro, favoreciendo la modificación de los llamados estilos de vida (Pérez, 2000), hasta el momento los indicadores epidemiológicos en nuestro estado en las dos últimas décadas sugieren, de manera inequívoca, que ese traspaso de información o conocimientos a los usuarios no ha generado los resultados esperados, y adicionalmente, los programas orientados a la promoción de la salud o a la prevención de tales enfermedades han demostrado ser poco efectivos para incidir sobre los estilos de vida de las personas.

Tal y como se ha comentado en otros lugares (Piña, 2004; Piña y Obregón, 1992, 2003), es posible que lo anterior se deba, entre otras razones, a las siguientes: primera, a que a pesar del discurso de las autoridades sanitarias sobre la materia, todavía es tiempo en el que sigue prevaleciendo un abordaje eminentemente biomédico de las enfermedades, incluyendo, claro está, las del corazón; segunda, a la notoria carencia de investigaciones de corte inter y/o multidisciplinario, a partir de las cuales se obtengan indicadores confiables y validos de cómo es que interactúan el conjunto de variables demográficas, sociales, psicológicas y biológicas relacionadas con las enfermedades crónicas en general, y del corazón en particular; y tercera, a modo de corolario, a la todavía menos inexcusable ausencia de profesionales de la psicología dentro de los equipos que trabajan en el diseño e instrumentación de los programas orientados a la promoción de la salud y a la prevención de las enfermedades.

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Esto último es particularmente interesante, pues no obstante que las enfermedades del corazón han ocupado en las tres décadas pasadas uno de los dos primeros lugares como causa de mortalidad general en el estado de Sonora, no nos queda sino la impresión de que el conocimiento potencialmente aplicable, esto es, el que es generado por y desde otras disciplinas como la psicología, por ejemplo, no es tenido en cuenta como se supone debiera ocurrir. Inadvertidamente se limita, así, la posibilidad real de coadyuvar en la ardua tarea de conseguir el objetivo de promover la salud y prevenir la enfermedad, sobre todo si se parte del principio elemental de que en la mayoría de las enfermedades no transmisibles, el comportamiento juega un papel de capital importancia (véase Bayés, 1987; Morales, 1987, 1997; Ribes, 1990).

 

La Caracterización del Comportamiento Tipo A

En los años cuarenta del siglo pasado se propuso inicialmente que determinados factores emocionales podrían ser responsables de las enfermedades del corazón (cf. Friedman y Kasanin, 1943), aunque no fue sino años más tarde, con base en la revisión de múltiples estudios de caso, que Friedman y Rosenman (1959) de alguna manera confirmaran lo antes dicho. Sin embargo, es en realidad hasta mediados de la década de los setenta cuando estos autores concibieron y plantearon la existencia de un patrón de comportamiento de riesgo para las enfermedades del corazón, el conocido como patrón tipo A. Hablar del patrón de comportamiento tipo A, es hacer referencia a un conjunto de comportamientos que se caracterizan, fundamentalmente, por la manifestación práctica de emociones —ira, irritabilidad, hostilidad y agresividad, principalmente—, por la sensación de urgencia temporal que se experimenta en las actividades de la vida cotidiana, así como por un elevado deseo de competitividad y la búsqueda incesante de logros personales y/o sociales (Friedman y Rosenman, 1974), los cuales, asociados con factores de riesgo como la hipertensión, niveles elevados de colesterol, consumo excesivo de tabaco y la falta de ejercicio físico dosificado, se ha demostrado operan como co-responsables de la ocurrencia de enfermedades del corazón (Bages, Feldman y Chacón, 1995; Boot-Kewley y Freedman, 1987; Caffrey, 1968; Palmero y García-León, 1989).

Sobre el respecto, hay que recordar que en sendos estudios longitudinales conducidos en los Estados Unidos de Norteamérica, el Western Collaborative Group Study (Rosenman, Brand, Jenkins, Friedman, Straus y Wurm, 1975) y el Framningham Study (Haynes, Feinleib y Kannel, 1980), se demostró de manera fehaciente que aquellas personas que años atrás se les había evaluado el citado patrón de comportamiento, presentaron 50% más veces enfermedades del corazón que el resto de personas, lo que inclusive trajo consigo que la propia Asociación Americana del Corazón considerara al patrón de comportamiento tipo A como un factor de riesgo clave, de igual importancia que otros factores de sobra conocidos (American Heart Association, 1981).

En México, recientemente se han conducido diferentes investigaciones con el objeto de identificar qué tipo de situaciones placenteras o problemáticas elicitan el patrón de comportamiento tipo A (Reynoso-Erazo y Seligson, 1997), cuáles son los factores de riesgo que se relacionan con la enfermedad cardiovascular en niños (Tron y Reynoso-Erazo, 2000), estudiantes universitarios (Tron, de la Torre y Reynoso-Erazo, 2000) y mujeres ejecutivas (Rodríguez y Hernández-Pozo, 1994), así como la interacción entre el patrón de comportamiento tipo A con medidas fisiológicas como el electromiograma, la respuesta galvánica de la piel y la temperatura corporal (Reynoso-Erazo, Álvarez, Tron, de la Torre y Seligson, 2002).

Son, entre otras tantas, investigaciones que se han planteado con el objeto de prevenir la ocurrencia de enfermedades del corazón en diferentes sectores de la población que evidencian la práctica de comportamientos que conforman el llamado patrón de comportamiento tipo A (Hernández-Pozo, 1996; Piña, 1994). Ahora bien, no obstante lo anterior y la relevancia de los hallazgos reportados en el grueso de investigaciones conducidas hasta el día de hoy en todo el mundo, hay un asunto que no se puede pasar por alto, que desde nuestro punto de vista reviste de especial importancia: a pesar de que en la mayoría de los casos se trata de investigaciones conducidas por, o con la participación decisiva de profesionales de la psicología, una buena parte de ellas se ha justificado más en términos epidemiológicos que a partir de un marco teórico de referencia, propiamente dicho. Es decir, son investigaciones que las más de las veces se amparan en el empleo de instrumentos de medida que, si bien es cierto han evidenciado poseer unas adecuadas propiedades psicométricas2, no han derivado de un marco teórico o de un modelo psicológico aplicado a los problemas de la salud, de la misma manera en la que sí lo han hecho otras tantas investigaciones en las que se emplean instrumentos de medida ad hoc, diseñados para evaluar variables psicológicas relacionadas con enfermedades como el VIH/sida, por ejemplo (véase Díaz-Loving y Alfaro, 1999; Piña y Corral, 2001; Robles y Moreno, 2000).

Con el objeto de superar estas deficiencias, se presenta aquí un instrumento que mide comportamientos relacionados con enfermedades del corazón, el cual fue elaborado con base en los supuestos teóricos de

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un modelo psicológico de salud biológica (Ribes, 1990). En éste, se plantea que la dimensión psicológica de la salud puede ser desagregada en tres factores:

1. La forma en la que el comportamiento participa en la modulación de los estados biológicos de respuesta, a partir de regular el contacto del organismo con las variables funcionales del ambiente;

2. La disponibilidad y ejercicio de las competencias funcionales, que definen la efectividad del individuo para interactuar con diversas situaciones que eventualmente podrían afectar su salud, y

3. Las maneras consistentes de interacción, que tipifican a un individuo en su contacto inicial con situaciones de diverso tipo.

Son tres factores, siguiendo con el autor, que involucran una diversidad de funciones psicológicas, analizadas en términos de proceso, y que a partir de su interrelación recíproca serán determinantes, en menor o mayor medida, de los resultados observados biológicamente como salud o enfermedad. Ahora bien, puesto que el proceso psicológico que es pertinente al mantenimiento, pérdida o recuperación de la salud involucra esos factores y su interrelación, para el caso que nos ocupa, el de las enfermedades del corazón, uno de esos factores desempeña, teóricamente hablando, un papel relevante; nos referimos a los llamados estilos interactivos. Éstos tienen que ver con lo que tradicionalmente se conoce como personalidad (Ribes y Sánchez, 1990), y son definidos como los modos consistentes de comportamiento que un individuo despliega cuando hace frente a una situación interactiva particular.

Los estilos interactivos constituyen modos consistentes de comportamiento, los cuales dependiendo de los requerimientos que la situación imponga o del ajuste relativo que el individuo logra a través de una competencia funcional, la manifestación práctica de la interacción estará determinada por los estilos interactivos o por las competencias funcionales. Hay que entender, en ese sentido, que los estilos interactivos, en tanto que son productos de la propia historia psicológica, representan los modos consistentes que se han aprendido al entrar en contacto con determinados tipos de situaciones.

De acuerdo con Ribes (1990) y Ribes y Sánchez (1990), existen 12 situaciones interactivas a partir de las cuales es posible identificar la misma cantidad de estilos interactivos. De aquellas, desde nuestro punto de vista dos de ellos parecen guardar correspondencia con lo que coloquialmente se conoce como patrón de comportamiento o personalidad tipo A: competitividad o logro, por un lado, e impulsividad/no impulsividad, por el otro. El primero de ellos hace referencia a situaciones en las que se encuentra un individuo, que le demandan un esfuerzo cada vez mayor para obtener cierto tipo de consecuencias; el segundo, se define como las situaciones en la que además de las señales o indicaciones presentes, se instruye o induce al individuo propiciando determinados estados emocionales, que no son necesariamente congruentes con las indicaciones y/o las consecuencias operando en cada situación.

Teniendo como justificación el modelo psicológico de salud biológica, en este trabajo se partió del siguiente objetivo: Probar la confiabilidad y validez de constructo de un instrumento que mide comportamientos relacionados con infarto del miocardio.

_______________________

1 Tomando como criterio la tasa ajustada, es decir, considerando la población estándar mundial.

2 Destacan la Entrevista Estructurada de Rosenman (1978), la Escala tipo A de Framingham (Haynes, Feinleib y Kannel, 1980), la Encuesta de Actividad de Jenkins (Jenkins, Rosenman y Friedman, 1967; Jenkins, Rosenman y Zyzanski, 1974), la Escala de Bortner (Bortner, 1969), el Inventario de Hostilidad de Buss y Durkee (Ranchor, Sanderman, Bauma, Buunk y van den Heuvel, 1997) y la Escala ERCTA (Rodríguez, Gil y Martínez, 1996).

 

Descripción del Instrumento

Definición de variables

Urgencia temporal: comportamientos instrumentales cuyo ejercicio se encuentra regulado por eventos de estímulo y/o la obtención de consecuencias inmediatas en el tiempo.

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Impulsividad/no-impulsividad: comportamientos o reacciones emocionales que no son congruentes con las indicaciones y/o las consecuencias operando en una situación interactiva.

Competitividad o logro: comportamientos en los que el individuo se encuentra en una situación interactiva en la que se le demanda un esfuerzo creciente para obtener un tipo particular de consecuencias.

Método

Participantes

La selección de la muestra se realizó mediante un muestreo por cuotas y estuvo conformada por 335 estudiantes universitarios, inscritos oficialmente en las carreras de Psicología (N = 218) y Derecho (N = 117) de la Universidad de Sonora, institución localizada en la ciudad de Hermosillo, capital del estado de Sonora. Del total de participantes, 138 (41.2%) eran hombres y 197 (58.8%) mujeres, cuyas edades fluctuaron entre los 17 y 53 años, con una media de 21.34 años (DE = 4.74). Finalmente, vale la pena mencionar que 152 (45.4%) tenían conocimiento de antecedentes de alguna enfermedad del corazón en su núcleo familiar.

Instrumento

El instrumento, elaborado por el primer autor, consta de 21 ítems, los cuales originalmente fueron agrupados de la siguiente manera: siete sobre comportamientos relacionados con urgencia temporal, siete sobre comportamientos relacionados con impulsividad/no-impulsivdad y siete sobre comportamientos relacionados con competitividad o logro (Ver anexo 1). Todos los ítems se evalúan en un formato tipo Likert con cinco opciones de respuesta, que refieren la frecuencia con la que se practican los diferentes comportamientos, con valores que van de 0 (nunca) a 5 (siempre).

Procedimiento

La evaluación se llevó a cabo en diferentes aulas de la Escuelas de Psicología y Derecho de la Universidad de Sonora. Los responsables del estudio acudieron a las aulas, solicitando autorización al profesor que se encontraba impartiendo cátedra para proceder con la administración del instrumento. Una vez concedida la autorización, a los estudiantes se les explicó el motivo de nuestra presencia, procediendo a describirles los objetivos que se perseguían con la investigación; asimismo, se les señaló que su participación sería voluntaria, y que de aceptar colaborar sus respuestas serían anónimas y confidenciales. La administración del instrumento fluctuó entre 25 y 35 minutos.

Análisis de datos

Para el análisis de los datos se utilizó el paquete estadístico SPSS para Windows, versión 8.0. En primer término se evaluó la complejidad y capacidad discriminativa de los ítems; para tal efecto, el conjunto de ítems se agrupó mediante el procedimiento "computar", del cual se extrajeron los valores de los ítems que se ubicaron por debajo del percentil 25 —valores bajos— y por arriba del percentil 75 —valores altos—, formándose así dos grupos; enseguida, se utilizó la prueba T, que permitió comparar cada uno de los ítems a partir de los valores bajos y altos, que correspondieron a los grupos uno y dos, respectivamente. Posteriormente, se realizó un análisis factorial exploratorio (método de componentes principales y rotación varimax), con el propósito de identificar cuántos factores y en cuáles de ellos se agruparían los diferentes ítems; con este procedimiento se tomaron en cuenta únicamente los ítems que cumplieran con un doble criterio: a) que no se repitieron en dos o más factores, y b) que obtuvieran pesos factoriales iguales a o mayores que .40. En tercer lugar, con el estadístico alfa de Cronbach se probó la confiabilidad, de acuerdo a la estructura de los factores y del instrumento en su conjunto.

Resultados

Tal y como se reseña en la Tabla 1, todos los ítems discriminaron correctamente, pues en todos los casos se obtuvieron niveles de significación de p ≤ .001. Los valores de t oscilaron entre –3.418 — valor más bajo observado en el ítem número siete— y -8.019 —valor más alto observado en el ítem número 20—, sin que con este procedimiento se eliminara ningún ítem.

 

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Tabla 1- Medición de la complejidad y capacidad discriminativa de los ítems

 

Variable Grupos N X DE t Gl Sig.

1 1 77 1.64 .74 -4.575 147 .000

2 75 2.15 .63

2 1 77 1.69 .96 -4.766 144 .000

2 75 2.51 1.14

3 1 77 1.51 .94 -6.415 150 .000

2 75 2.57 1.10

4 1 77 1.79 .99 -5.553 150 .000

2 75 2.76 1.11

5 1 77 1.43 .89 -5.170 150 .000

2 75 2.25 1.07

6 1 77 1.51 .88 -5.319 139 .000

2 75 2.39 1.14

7 1 77 .88 .81 -3.418 137 .000

2 75 1.41 1.08

8 1 77 1.05 .79 -6.630 136 .000

2 75 2.07 1.07

9 1 77 1.48 .90 -6.025 139 .000

2 75 2.49 1.16

10 1 77 .90 .80 -4.532 142 .000

2 75 1.56 .99

11 1 77 1.45 .75 -7.482 131 .000

2 75 2.59 1.08

12 1 77 1.65 .89 -7.787 150 .000

2 75 2.83 .98

Page 164: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

13 1 77 1.83 .80 -7.743 150 .000

2 75 2.93 .95

14 1 77 1.97 .89 -6.427 150 .000

2 75 2.92 .93

15 1 77 2.16 .90 -7.436 150 .000

2 75 3.19 .80

16 1 77 2.36 .79 -7.424 150 .000

2 75 3.29 .75

17 1 77 2.14 .91 -5.845 150 .000

2 75 3.04 .92

18 1 77 1.26 .95 -7.210 142 .000

2 75 2.51 1.17

19 1 77 1.73 1.14 -6.825 150 .000

2 75 2.93 1.03

20 1 77 1.42 .80 -8.019 142 .000

2 75 2.59 .99

21 1 77 1.35 .94 -6.046 150 .000

2 75 2.36 1.11

 

Respecto del análisis factorial exploratorio, en la Tabla 2 se describen los resultados. Con excepción del ítem número uno, que originalmente formaba parte de los comportamientos relacionados con urgencia temporal, el resto de los ítems mantuvo su agrupamiento original. Se conformaron tres factores, el primero, comportamientos y competitividad o logro, incluyendo ocho ítems, con valores propios de 3.286 y explicando 15.64% de la varianza; el segundo, comportamientos e impulsividad/no impulsividad, incluyendo siete ítems, con valores propios de 3.104 y explicando 14.77% de la varianza; finalmente, el tercero, comportamientos y urgencia temporal, que incluye siete ítems, con valores propios de 1.974 y explicando 9.40% de la varianza. En su conjunto, los tres factores explican 39.81% de la varianza. Al igual que con el procedimiento anterior, con el análisis factorial exploratorio no se eliminó ningún ítem, ya que ninguno se repitió en la estructura factorial general y en todos los casos se obtuvieron pesos factoriales superiores a .40. A partir de los resultados se puede concluir que el instrumento posee validez de constructo.

 

Page 165: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Tabla 2- Análisis factorial exploratorio y valores del alfa de Cronbach.

 

Ítems Factor 1 Factor 2 Factor 3

(pesos factoriales)

1. Hago en un día lo que tengo que hacer en varios .563

15.Hago lo mejor porque se espera mucho de mí .739

16.Hago lo mejor para obtener ganancias inmediatas .723

17.Hago lo mejor porque soy persistente .731

18.Hago lo mejor porque soy un líder .461

19.Hago lo mejor porque no soy perdedor .619

20.Hago lo que otros deberían hacer .470

21.Hago las cosas para mostrarles a otros cómo hacerlas bien .624

Valores propios = 3.286

Varianza explicada = 15.64%

Alfa de Cronbach = .835

8.Enojo y molestia fácilmente con cualquier persona .656

9.Enojo y molestia cuando me hacen esperar .755

10.Enojo y molestia por cualquier cosa que ocurre a mi alrededor .609

11.Enojo y molestia cuando me impiden hacer algo que me gusta .734

12.Enojo y molestia cuando otros no hacen las cosas que les piden .623

13.Enojo y molestia cuando las cosas no me salen bien 707

14.Enojo y molestia cuando hablan mal de mi persona .607

Valores propios = 3.104

Varianza explicada = 14.77%

Alfa de Cronbach = .792

2.Estar en lugares mucho antes del tiempo especificado .629

Page 166: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

3.Comer rápido .439

4.Caminar de prisa .518

5.Hablar con rapidez .574

6.Levantarse temprano para disponer de tiempo necesario .698

7.Hacer diferentes cosas al mismo tiempo .682

Valores propios = 1.974

Varianza explicada = 9.40%

Alfa de Cronbach = .734

 

Finalmente, el análisis de confiabilidad con el estadístico alfa de Cronbach arrojó los siguientes resultados: para los ítems del factor uno se obtuvo un alfa de .835; para los del factor dos un alfa de .792, y para los del factor tres un alfa de .734; en su conjunto, se obtuvo un alfa de .861, por lo que podemos concluir que el instrumento es confiable.

Discusión

En primer lugar, es importante mencionar que los resultados anteriores, si bien es cierto que nos sugieren que el instrumento utilizado es válido y confiable, al menos para la muestra con la que se trabajó en esta ocasión, por las propias características del problema que se aborda, el de la relación entre una diversidad de comportamientos que tradicionalmente se han definido como parte del patrón o personalidad tipo A y problemas del corazón, hace necesario que se proceda con cautela. En efecto, hay que tener presente que al tratarse de un patrón de comportamientos, es indispensable que la evaluación del mismo se realice en diferentes momentos, de preferencia apoyados en un diseño de tipo longitudinal. Para dicho propósito, al tratarse de estudiantes universitarios que actualmente se encuentran cursando los primeros semestres de las carreras de Psicología y Derecho de la Universidad de Sonora, mediante una selección al azar de los estudiantes que hayan obtenido puntuaciones superiores a los 60 puntos, se procederá a darles seguimiento en un periodo de tres años a partir de la primera administración del instrumento, buscando al menos administrar el instrumento en tres ocasiones más, al inicio de cada semestre escolar par (2004-2, 2005-2 y 2006-2).

En segundo lugar, hay que aclarar que el instrumento utilizado en esta ocasión, que fue diseñado para evaluar patrón de comportamiento tipo A en estudiantes universitarios, también será utilizado con diferentes muestras: estudiantes de bachillerato, población abierta, pero sobre todo con personas que ya han sido diagnosticadas con alguna de las enfermedades del corazón, especialmente infarto del miocardio. Se pretende, así, efectuar estudios comparativos entre los primeros grupos y el de personas con diagnóstico de problemas del corazón, con el objeto de evaluar hasta qué grado existe o no correspondencia en la práctica de dicho patrón. Interesa, antes que nada, identificar si a partir de la evaluación que se realice con personas que padecen alguna enfermedad del corazón, se configura en el resto de los grupos un patrón de comportamientos altamente consistente, de tal manera que sea posible predecir la aparición en el futuro de alguna enfermedad del corazón y estar así en mejores posibilidades de diseñar e instrumentar programas de intervención conductual con el objeto de modificar dichos comportamientos por comportamientos saludables.

Hasta el momento, se puede adelantar, de un análisis provisional realizado con una muestra de 62 pacientes que han sido diagnosticados con infarto del miocardio y que actualmente se encuentran recibiendo tratamiento en el Hospital General del Estado, localizado en la ciudad de Hermosillo, Sonora, que el instrumento en cuestión todo parece indicar cumple con el propósito para el cual fue diseñado, pues en términos generales el análisis de sus propiedades psicométricas con este grupo parece ajustarse a lo reportado aquí con el grupo de estudiantes de educación superior, aunque resta por administrar el instrumento a una muestra cercana a 200 pacientes más.

Page 167: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

 

El Instrumento

 

 

EVALUACIÓN DE COMPORATAMIENTOS RELACIONADOS CON ENFERMEDADES DEL CORAZÓN(ECREC-21)

1. Sexo _____ (Masculino) _____ (Femenino)

2. Edad _____ (Años cumplidos)

3. Estado civil _____ Soltera (o) _____ Casada (o) _____ Unión libre _____ Divorciada (o)

4. ¿Hay antecedentes en su familia de alguna persona que haya tenido problemas del corazón? _____ Sí _____ No ____ No sé

Instrucciones: le pedimos que lea cuidadosamente cada una de las preguntas, y marque con una "x" la

opción de respuesta que refleje la frecuencia con la que usted practica cada uno de los comportamientos que se describen a continuación.

COMPORTAMIENTOS

FRECUENCIA CON LA QUE PRACTICA LOS COMPORTAMIENTOS

Nunca- Rara vez- Algunas veces- Casi siempre -Siempre

1. Hago en mi casa o trabajo en un día lo que tenía que hacer para varios días ( ) ( ) ( ) ( ) ( )

2. Si tengo que estar en algún lugar, llego mucho antes de lo que me piden ( ) ( ) ( ) ( ) ( )

3. Consumo mis alimentos en un tiempo muy corto, es decir, lo hago muy rápido ( ) ( ) ( ) ( ) ( )

4. Camino con demasiada prisa ( ) ( ) ( ) ( ) ( )

5. Cuando hablo con alguien lo hago demasiado rápido ( ) ( ) ( ) ( ) ( )

6. Me levanto muy temprano para tener el mayor tiempo posible para hacer las cosas del día

( ) ( ) ( ) ( ) ( )

7. En mi casa, trabajo o escuela hago diferentes cosas al mismo tiempo sin importar si las termino bien

( ) ( ) ( ) ( ) ( )

8. Me molesto o enojo fácilmente con otras personas ( ) ( ) ( ) ( ) ( )

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9. Me molesto o enojo cuando me hacen esperar ( ) ( ) ( ) ( ) ( )

10. Me molesto o enojo por cualquier cosa que ocurre a mi alrededor ( ) ( ) ( ) ( ) ( )

11. Me molesto o enojo cuando me impiden hacer las cosas que me gustan ( ) ( ) ( ) ( ) ( )

12. Me molesto o enojo cuando otras personas no hacen lo que se les pide que hagan

( ) ( ) ( ) ( ) ( )

13. Me molesto o enojo cuando las cosas que hago no me salen como esperaba ( ) ( ) ( ) ( ) ( )

14. Me molesto o enojo cuando otras personas hablan o hacen algo en contra de mí

( ) ( ) ( ) ( ) ( )

15. Hago las cosas lo mejor posible porque sé que se me exige o espera mucho de mí

( ) ( ) ( ) ( ) ( )

16. Hago las cosas lo mejor posible porque sé que puedo obtener mayores ganancias o beneficios inmediatos

( ) ( ) ( ) ( ) ( )

17. Hago las cosas lo mejor posible porque soy muy persistente y me esfuerzo por ser el mejor

( ) ( ) ( ) ( ) ( )

18. Hago las cosas lo mejor posible porque me considero que soy un líder ( ) ( ) ( ) ( ) ( )

19. Hago las cosas lo mejor posible porque soy una persona que no le gusta perder

( ) ( ) ( ) ( ) ( )

20. Hago las cosas que otras personas deben hacer ( ) ( ) ( ) ( ) ( )

21. Hago las cosas para mostrarles a otras personas cómo es que se deben hacer

( ) ( ) ( ) ( ) ( )

 

 

REFERENCIAS

 

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Page 171: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

VALIDACIÓN DE UN INSTRUMENTO QUE MIDE VARIABLES PSICOLÓGICAS Y COMPORTAMIENTOS DE RIESGO/PREVENCIÓN RELACIONADOS CON EL VIH/SIDA

 

 

 

Julio Alfonso Piña López

Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Sonora (CECYTES), México

César Molina DomínguezMaribel Cota Borbón

Departamento de Psicología y ComunicaciónUniversidad de Sonora, México

 

 

Introducción

De acuerdo con el Programa Conjunto de las Naciones Unidas para el VIH/SIDA —ONUSIDA—, hasta diciembre de 2003 alrededor de 45 millones de personas vivían con el VIH o el sida, de las cuales cerca de 3 millones resultaron infectados con el virus en el transcurso del mismo año. Según ONUSIDA, las regiones más afectadas por la epidemia del sida corresponden, en ese orden, al África Sub-Sahariana, al Asia meridional y Sudoriental, así como América Latina, observándose que en esas regiones, más las del Norte de Áfria y el Oriente Medio, la prevalencia de infección por VIH es bastante elevada en personas adultas del sexo femenino, cuyas edades oscilan entre los 15 y 49 años (ONUSIDA, 2003).

Por su parte, en México, cifras publicadas por el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/SIDA, revelan que desde 1983 y hasta finales de 2003 se tenían contabilizados por parte de las autoridades sanitarias 69 795 casos declarados con sida, ocupando México el tercer lugar en el continente americano, después de los Estados Unidos de Norteamérica y Brasil (CENSIDA, 2004). Empero, si se tiene en cuenta el criterio de tasa de prevalencia en adultos de 15 a 49 años, México se ubica en el decimoquinto lugar y en el 94 en América Latina y en el mundo, respectivamente.

Del total de casos acumulados en nuestro país, 2.5% corresponden a menores de 15 años y poco más de 90% a hombres y mujeres adultos. De éstos, que incluyen únicamente los casos "conocidos", 91.7% resultaron infectados por la vía sexual, 7.8% por la vía sanguínea y 0.5% por prácticas homosexuales y consumo de sustancias inyectables. Dicho en pocas palabras, un elevado porcentaje de los casos de sida notificados en México tienen como antecedente la práctica de comportamientos sexuales de riesgo, lo que sin lugar a dudas hace necesario realizar investigación con el objeto de identificar qué y cómo determinadas variables psicológicas facilitan o inhiben la práctica de esos comportamientos.

Respecto de lo antes dicho, para Macià y Méndez (1999) una de las principales líneas de investigación en psicología de la salud tiene que ver con el estudio de diversas variables psicológicas que se presume se relacionan con los hechos de la salud o la enfermedad. Para su concreción, una de las estrategias más frecuentemente utilizadas se justifica con el diseño y validación de diversos tipos de instrumentos (véase Andrasik, Otis, Turner y Simón, 1999; Rodríguez, Moreno, Robles y Díaz-Gónzalez, 2000), cuyo objetivo último, según Corral y colaboradores (Corral, 1995, 2001a, 2001b; Corral, Frías y González, 2001), es tratar de demostrar ciertas relaciones de causalidad entre múltiples variables, conceptuadas unas como variables latentes o factores, y otras como variables manifiestas o indicadores.

Las variables latentes o factores, que en el caso de la psicología se refieren a constructos teóricos que tienen como finalidad describir y explicar el significado de la actividad de los organismos frente a objetos, eventos u otros organismos del ambiente, se caracterizan porque la mayoría de las ocasiones forman

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parte de lo que Ryle (1949) denominó como categorías disposicionales, que constituyen términos o expresiones que identifican conjuntos o colecciones de ocurrencias o eventos; ejemplos de categorías disposicionales serían los conocimientos, las actitudes, las creencias, los motivos y las competencias funcionales, fundamentalmente.

En cuanto a las variables manifiestas o indicadores, éstas se distinguen porque, toda vez que se refieren a ocurrencias o eventos particulares, invariablemente nos remiten a su identificación en condiciones concretas que tienen un inicio y un fin singulares (Ribes, 1990a); ejemplos de este tipo serían los llamados comportamientos instrumentales de riesgo o de prevención, como tener relaciones sexuales y no usar preservativo, inyectarse drogas por vía intravenosa y no desinfectar el equipo de inyección, evitar o posponer una relación sexual con una persona desconocida, abstenerse de tener relaciones sexuales con penetración, etcétera.

Con base en un modelo psicológico de salud biológica (Bayés y Ribes, 1992; Ribes, 1990b) y siguiendo lo establecido en la investigación de ambos tipos de variables, en el presente trabajo se exponen los resultados de una investigación cuyo objetivo era validar un instrumento que mide variables psicológicas y comportamientos de riesgo/prevención relacionados con el VIH/sida.

El instrumento, desarrollado en su versión original por Torres (1994) y modificado por Piña y Corral (2001), no obstante que de acuerdo con estos últimos autores había demostrado una elevada confiabilidad interna y validez, tanto de constructo como predictiva (cf. Piña y Corral, op cit), para este trabajo sufrió otras modificaciones: se añadieron dos subescalas (creencias y circunstancias sociales), así como varios reactivos agrupados en las subescalas de conocimientos, motivos y comportamientos de riesgo; tales modificaciones se hicieron, en todos los casos, respetando la lógica y los principios conceptuales esbozados en una teoría de la conducta (Obregón, 1997; Ribes y López, 1985; Ribes, y Sánchez, 1994; Ribes, Padilla y Martínez, 1998), en una teoría de la personalidad (Ribes y Sánchez, 1990), así como en el modelo psicológico de salud biológica antes mencionado.

Definición de las variables:

Creencias: Tendencias de comportamiento a partir de consistencias al relacionar verbalmente eventos que sólo tienen lugar como formas de interacción en el nivel lingüístico. No constituyen acciones particulares sino conjuntos o colecciones de acciones en tanto disposiciones a relacionar eventos de naturaleza lingüística; referirse a creencias es referirse a acciones, pero las acciones no son idénticas a las creencias ni son causadas por ellas. Las creencias se desprenden de las acciones de un individuo frente a las cosas y otras personas. Alguien cree algo con base en lo que hace consistentemente frente a las cosas, o a partir de sus propias acciones pasadas.

Circunstancias Sociales: Elementos contemplados en la situación interactiva. Constituyen factores que configuran la composición de las competencias pasadas, como disposición que facilita o interfiere con las interacciones efectivas en situaciones interactivas presentes: por ejemplo, circunstancias sociales en las que se encuentran implicadas relaciones familiares, de noviazgo, de trabajo, de recreación, etcétera.

Motivos: Tendencias de comportamiento que se manifiestan como opciones y preferencias frente a objetos y eventos de la situación. Describen la direccionalidad del comportamiento, relativa a circunstancias que permiten optar por diferentes consecuencias socialmente valoradas.

Comportamientos instrumentales de riesgo/prevención: Los primeros producen el contacto con el agente patógeno, en este caso un agente infeccioso que afecta en forma específica órganos y tejidos del organismo, como ocurre con el VIH/sida u otras infecciones de transmisión sexual (tener relaciones sexuales sin usar condón, por ejemplo), mientras que los segundos permiten a un individuo evitar o posponer el contacto con el agente patógeno (evitar una relación sexual con penetración, por ejemplo).

Método

Sujetos

La muestra estuvo conformada por 647 sujetos (Tabla 1), cuyas edades fluctuaron entre los 17 y 56 años, con una media de 22.9 años (DE = 7.04). De los sujetos, 359 (55.5%) eran del sexo femenino y 288 (44.5%) del sexo masculino; asimismo, 492 (75.7%) se mantenían solteras/os, 117 (18%) reportaron estar casados legalmente, mientras que 41 (6.3%) mencionaron estar divorciados o vivir en unión libre. Finalmente, 352 (54.2%) se encontraban estudiando en la Escuela Normal Superior del estado de Sonora y 294 (45.8%) en la Universidad de Sonora.  

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Tabla 1 - Estadísticas univariadas de las variables demográficas.

 

Descripción del Instrumento

El instrumento, validado en su primer versión por Piña y Corral (2001), contenía 48 reactivos, mientras que para esta nueva versión se trabajó con 62 reactivos, distribuidos de la siguiente manera: nueve en datos demográficos, 20 en la subescala de conocimientos sobre VIH/sida, 10 en la de creencias sobre sexualidad y sida, tres en la de circunstancias sociales facilitadoras de la práctica de comportamientos de riesgo y/o prevención, nueve en las de motivos asociados a la práctica de comportamientos de riesgo y/o prevención, y 11 en las de comportamientos instrumentales de riesgo y/o prevención.

Para la escala de conocimientos se utilizó un formato de respuesta tipo Likert con cinco opciones. Un ejemplo de reactivo era: El sida es una enfermedad causada por un virus, para la cual se podía responder de 1 = a definitivamente cierto hasta 5 = a definitivamente falso, pudiéndose invertir los valores de respuesta dependiendo del tipo de pregunta, esto es, en ocasiones 1 = a definitivamente falso y 5 = a definitivamente cierto. Respecto de la escala creencias se utilizó un formato similar que el anterior, aunque las opciones de respuesta incluían 1 igual a totalmente de acuerdo a 5 igual a totalmente en desacuerdo, manteniéndose en esta escala los mismos valores de respuesta para cada una de las preguntas; un reactivo era: Me parece que corro el mismo riesgo de infectarme por el VIH que cualquier otra persona.

En la escala de circunstancias sociales se empleó un formato de respuesta con cinco opciones, preguntándoseles a los sujetos, por ejemplo: En qué tipo de situación social te encontrabas cuando decidiste tener tu primer relación sexual con penetración, para la cual se podía responder que en circunstancias sociales que implicaban relaciones familiares (1), de amistad (2), de recreación (3), de noviazgo (4), y de trabajo (5).

Por lo que hace a los motivos, éstos se midieron a través de cuatro opciones de respuesta en un formato tipo Lickert. Una pregunta de motivos que subyacen a comportamientos de riesgo era: Cuál consideras que fue la razón o el motivo más poderoso que influyó para que tuvieras tu primer relación sexual con penetración, pudiendo responder que 1 = a "me gustaba mucho la otra persona", 2 = a "simplemente quería experimentar", 3 = a "porque se presentó la oportunidad", o 4 = a porque "porque había consumido alguna sustancia y me dejé llevar por la euforia del momento".

Finalmente, los reactivos de la escala de comportamientos instrumentales de riesgo incluían de dos a cuatro opciones de respuesta, que variaban en función del tipo de pregunta; por ejemplo, si reportaban experiencia sexual (dos opciones), o bien que indicaran el número de parejas sexuales que habían tenido a lo largo de su vida, cuyas opciones de respuestas iban de 1 = a una pareja, 2 = a entre dos y cuatro, 3 = a entre cinco y siete, y 4 = a más de ocho parejas.

Procedimiento

Para la aplicación del instrumento se acudió a las aulas de ambas instituciones educativas, solicitando permiso al profesor que se encontraba impartiendo clase para proceder de acuerdo con lo planeado. Una

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vez que se concedía el mismo, a los estudiantes se les describía el motivo de nuestra presencia, señalándoles la importancia de que colaborasen en el estudio, y que de hacerlo sus respuestas serían anónimas y confidenciales. Una vez que los estudiantes aceptaban colaborar, se les entregaba el instrumento y una hoja de respuestas, ofreciéndoseles las instrucciones sobre cómo responder; en todos los casos la aplicación del instrumento fluctuó entre 35 y 50 minutos. 

Análisis de los datos

Las respuestas resultantes fueron computadas en el paquete estadístico SPSS, versión 8.0, del cual se extrajeron las frecuencias y porcentajes de respuesta a cada uno de los reactivos. En primer término, a partir de la agrupación de los reactivos en función de su pertenencia original a cada de una de las escalas, se efectuó una prueba para determinar su complejidad y capacidad discriminativa; para dicho propósito se utilizó la prueba t de comparación de medias para grupos independientes, considerando los valores mínimos (puntuaciones que oscilaron entre los percentiles de 0 a 25%) y máximos (puntuaciones que oscilaron entre los percentiles mayores de 75%) obtenidos en cada uno de los reactivos.

En segundo lugar, para probar la validez de constructo del instrumento se llevó a cabo un análisis factorial exploratorio con rotación varimax, partiendo del criterio de aceptación de los reactivos siempre y cuando: a) no se repitieran en la estructura factorial, y b) obtuvieran pesos factoriales iguales o superiores a .40; posteriormente, se realizó un análisis de confiabilidad de los factores e índices en su conjunto, para lo cual se utilizó el estadístico alfa de Cronbach. Por último, para probar la validez concurrente se utilizó el estadístico r de Pearson.

Resultados

En la Tabla 2 se reseñan los resultados de la prueba de complejidad y discriminación de los reactivos a partir de su pertenencia a las escalas originales. Con la prueba t se eliminaron siete reactivos de la escala de conocimientos y cuatro de la escala de creencias; para el resto de reactivos, el rango de valores osciló entre –3.429 (para la subescala conocimientos) y –33.126 (para la subescala comportamientos de riesgo/prevención), mientras que los niveles de significación estadística para las diferentes subescalas fueron en todos los casos de p< .001, lo que sugiere que el resto de los reactivos fueron correctamente discriminados.

Tabla 2 - Medición de la complejidad y discriminación de los reactivos en función de su pertenencia a las escalas originales.

 

 

El siguiente paso consistió en evaluar la validez de constructo del instrumento. El análisis factorial exploratorio arrojó una estructura de dos factores y dos índices, conformados por 10 reactivos en el factor 1, cuatro en el factor dos, y dos en cada índice; con este procedimiento se eliminaron 13 reactivos más, que originalmente formaban parte de las escalas de conocimientos y creencias; los factores obtuvieron valores propios superiores a 1 y explican, respectivamente, 31.15 y 7.47% de la varianza, mientras que en su conjunto, factores e índices, explican 54.26% de la varianza (Tabla 3). Finalmente, con el estadístico alfa de Cronbach se realizó un análisis de confiabilidad de los factores y del índice. Dicho análisis, tal y como se puede observar en la misma Tabla 3, dio lugar a valores del alfa de .894 para el primer factor y de .524 para el segundo factor, con un alfa global estandarizada de .754, lo cual indica que el instrumento es confiable.

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Tabla 3 - Análisis factorial exploratorio y análisis de confiabilidad.

Una vez concluido el análisis factorial exploratorio, con el estadístico r de Pearson se procedió a probar la validez concurrente de la medida. Aquí, es importante subrayar que se trabajó con una variable demográfica, así como con el conjunto de reactivos agrupados en ambos factores, en los índices y los reactivos sobre comportamientos instrumentales de riesgo. Los resultados, que se describen en la Tabla 4, evidencian que el instrumento posee validez concurrente, toda vez que la variables edad correlaciona con el factor uno (r = -.224, p = 0.01), con el factor dos (r = .093, p = 0.05) y con los comportamientos instrumentales de riesgo/prevención (r = -.200, p = 0.05). El factor uno lo hizo con el índice uno (r = -.610, p = 0.01), con el índice dos (r = -.104, p = 0.01) y con los comportamientos instrumentales de riesgo/prevención (r = .833, p = 0.01); el índice uno lo hizo el índice dos (r = .097, p = 0.05) y con los comportamientos instrumentales de riesgo /prevención (r = -.630, p = 0.01), mientras que el índice dos lo hizo con los comportamientos instrumentales de riesgo/prevención (r = -.098, p = 0.05).

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Tabla 4 - Análisis de correlación con el estadístico r de Pearson, para probar la validez concurrente del instrumento

 

Discusión

De acuerdo con los resultados expuestos, podemos afirmar que el instrumento probado demostró que posee validez de constructo y es confiable. Sin embargo, sobre el respecto es importante aclarar dos asuntos: primero, que si bien es cierto que se había planteado una estructura general del instrumento, conformada por siete factores, el análisis factorial exploratorio dio lugar a una estructura de solamente dos factores, aunque también habría que añadir que dicha estructura mantuvo cierta consistencia lógica, en el sentido de que las circunstancias sociales y los motivos, así como ciertos comportamientos de riesgo, se agruparon en los dos primeros factores, mientras que los conocimientos y creencias se agruparon en el mismo factor, el tercero.

Segundo, no obstante que con los procedimientos para la discriminación de reactivos y análisis factorial exploratorio se eliminaron una buena cantidad de reactivos, sobre todo los que forman parte de las escalas de conocimientos y creencias, en el caso de las variables psicológicas (circunstancias sociales y motivos) y su relación con los comportamientos instrumentales de riesgo/prevención, excepto uno de los reactivos sobre motivos asociados a comportamientos de prevención fue eliminado.

Lo anterior es importante destacarlo porque, si bien es cierto que los conocimientos y las creencias se sugiere se distinguen por su poder explicativo y predictivo en otros modelos psicológicos, caso del de la acción razonada (véase Ajzen y Fishbein, 1980; Fishbein y Ajzen, 1975) o la teoría cognoscitivo-social de Bandura (ej., Bandura, 1992, 1994), en este instrumento todo parece indicar —al menos si se tienen en cuenta la cantidad de reactivos eliminados, el porcentaje de la varianza que explica el tercero de los factores y el valor del alfa de Cronbach— que ambos factores no tienen dicho poder explicativo, a diferencia de otros como las situaciones interactivas (circunstancias sociales) y los motivos para comportarse de una manera y otra (Piña y Obregón, 2003; Robles y Moreno, 2000; Rodríguez y Hernández, 2002).

En última instancia, este instrumento, que se considera aquí, adquiere especial relevancia para evaluar la correspondencia entre diversas variables psicológicas y ciertos parámetros relacionados con los comportamientos instrumentales de riesgo/prevención, variables que por lo demás no son tenidas en cuenta en otros modelos psicológicos que actualmente se utilizan para la investigación sobre el problema del VIH/sida (Piña, 2003).

Es indispensable que en futuras investigaciones determinar hasta qué punto y en qué dirección esas variables (un cierto tipo de circunstancia social que interactúa con variables como los motivos, por ejemplo) facilitan o impiden que se practiquen comportamientos instrumentales de riesgo o de prevención. Es decir, se trata de establecer si ambas variables finalmente constituyen predictores significativos de la práctica de cualquiera de esos comportamientos, como una forma de garantizar la validez predictiva del instrumento y, en estadios posteriores, de su traducción como conocimiento aplicable en el ámbito de la prevención de la infección por el VIH en el grupo de estudiantes universitarios.

Por último, es pertinente señalar dos limitaciones observadas en el presente estudio. En primer lugar, destaca la importante cantidad de reactivos que fueron eliminados mediante los diferentes procedimientos estadísticos utilizados, específicamente los que forman parte de las escalas de conocimientos y

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creencias; en segundo lugar, el hecho de que el estudio se haya realizado con una muestra de estudiantes de educación superior, limitando así su potencial capacidad para la evaluación de las variables psicológicas y de los comportamientos instrumentales de riesgo/prevención en otros sectores de la población, casos de los estudiantes de bachillerato, los (as) profesionales del sexo y la población abierta.

 

Instrumento

Estimada/o estudiante: El presente instrumento, preparado por profesionales de la psicología que laboramos en el Programa Estatal para la Prevención y Control del VIH/SIDA (adscrito a la Secretaría de Salud del Estado de Sonora), forma parte de una investigación que tiene por objeto obtener información confiable y veraz sobre la relación que guardan ciertas variables psicológicas frente al problema del VIH/sida.

Es importante hacer de tu conocimiento que la información que nos proporcione será absolutamente confidencial y la misma será utilizada con fines de investigación, teniendo como su propósito el de diseñar e instrumentar programas para la prevención del sida que respondan a las necesidades de los jóvenes sonorenses.

Te pedimos que leas cuidadosamente cada una de las preguntas. Es importante que veas que el instrumento se encuentra dividido en dos partes: la primera, en donde las preguntas tienen que ver con algunas variables demográficas, lo que sabes (o conoces) y lo que crees respecto del VIH/sida, para lo cual se requiere que respondas a cada una, encerrando con un círculo la opción que juzgues conveniente. En la segunda parte, que contiene preguntas sobre la práctica de conductas sexuales pasadas y actuales, así como las circunstancias sociales y los motivos (o razones) que se le relacionan, te pedimos que respondas también a una sola de las opciones que se te presentan.

Para responder a cada pregunta te pedimos que lo hagas en la hoja de respuesta que se anexa.

 

PARTE I

VARIABLES DEMOGRÁFICAS Y SOCIALES

 

1. Sexo: a) masculino b) femenino

2. Edad: _____ años cumplidos

3. Estado civil

a) soltera/o

b) casada/o

c) unión libre

d) separada/o

e) divorciada/o

f) viuda/o

Page 178: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

4. Institución en donde estudias

a) UNISON

b) ITH

c) UPN

d) UTH

e) CESUES

f) UNO

g) U. Kino

h) ITESM

i) U. de Hermosillo

j) ENS

5. Carrera que estudias y año ____________________________________________

6. Nivel escolar del padre a) primaria b) secundaria c) técnico

d) bachillerato e) profesional

7. Nivel escolar de la madre a) primaria b) secundaria c) técnico

d) bachillerato e) profesional

8. Religión que practicas a) católica b) protestante c) testigo de Jehová

e) otra f) ninguna

9. ¿Trabajas?

a) sí (¿cuánto gana al mes?)

b) no

 

Conocimientos sobre VIH/sida

a) Definitivamente cierto b) Parcialmente ciertoc) Ni cierto ni falsod) Parcialmente falsoe) Definitivamente falso

10. El sida es el nombre que recibe una enfermedad causada por un virus

Page 179: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

11. En este momento se dispone de una vacuna para prevenir el sida

12. El virus que causa el sida ataca principalmente al sistema inmunológico

13. El sarkomasarcoma de Kaposi es un tipo especial de cáncer que afecta a las personas que ya han desarrollado sida como tal

14. Una persona que vive con el VIH o el sida se puede curar si recibe tratamiento médico oportuno

15. Una persona que ha sido infectada por el virus que causa el sida es común que a los pocos días presente las primeras manifestaciones de la enfermedad

16. El virus que causa el sida se encuentra principalmente en la sangre, semen u otros fluidos corporales

17. Los medicamentos con los que se cuenta en la actualidad permiten que quienes viven con el VIH o el sida mejoren su salud

18. Algunos de los primeros síntomas del sida son: pérdida de peso corporal de 10%, fiebre y diarrea persistentes durante un mes

19. El sida es una enfermedad que se puede prevenir

20. El virus que causa el sida se puede transmitir a través de la saliva

21. No usar preservativo durante las relaciones sexuales incrementa el riesgo de infección por VIH

22. Los usuarios de droga intravenosa y los homosexuales presentan mayor riesgo de infección por VIH, comparados con otros sectores de la población

23. El virus que causa el sida se puede transmitir de la madre embarazada a su producto

24. Una persona que tiene una sola pareja se encuentra en igual riesgo de infección por VIH que quien tiene múltiples parejas

25. Si se tienen relaciones sexuales y no se usa preservativo, al momento que el hombre retira el pene antes de eyacular automáticamente se elimina el riesgo de resultar infectada/o por VIH

26. El virus que causa el sida se puede transmitir por abrazar o besar a una persona que ya es portadora del VIH o que ya ha desarrollado sida

27. Lavar y desinfectar agujas o jeringas entre los usuarios de droga intravenosa les reduce la probabilidad de infección por VIH

28. El virus que causa el sida se transmite principalmente por la vía sexual

29. La abstinencia constituye una medida preventiva para evitar la infección por el VIH

 

CREENCIAS SOBRE VIH/SIDA

 

a) Totalmente de acuerdob) Parcialmente de acuerdoc) Ni acuerdo ni desacuerdod) Parcialmente en desacuerdoe) Totalmente en desacuerdo

Page 180: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

30. Creo que el hecho de saber quésqué es el sida y cómo se puede infectar uno por VIH, no es suficiente para que yo resulte infectado en el futuro

31. Creo que únicamente las personas que practican conductas no deseadas socialmente son los que se infectan por VIH

32. Creo que una persona se infecta por el virus que causa el sida por "mala suerte"

33. Creo que el sida es una enfermedad exclusiva de homosexuales y prostitutas

34. Creo que el uso del preservativo es una buena medida para evitar la infección por VIH

35. Creo que el sida es una enfermedad que la puede contraer cualquier persona, siempre y cuando practique conductas de riesgo

36. Creo que conocer todo sobre sida no es suficiente para evitar que una persona sea infectada por el virus que la causa

37. Creo que una persona que resulta infectada por el virus que causa el sida es porque no tomó las precauciones debidas (usar preservativo, por ejemplo)

38. Creo que el preservativo no sirve para prevenir la infección por VIH

39. Creo que es importante aceptar que soy una persona que puede infectarse por el virus que causa el sida, sobre todo si practico conductas de riesgo

 

PARTE II

CONDUCTAS SEXUALES, CIRCUNSTANCIAS SOCIALES Y MOTIVOS

40. ¿En algún momento de su vida ha tenido relaciones sexuales con penetración?

a) sí

b) no

( en caso de que haya respondido afirmativamente pasar a la siguiente

pregunta; de lo contrario, pasar a la pregunta número 60)

 

41. ¿Qué edad tenía cuando tuvo su primera relación sexual con penetración?

a) 15 años o menos

b) entres 16 y 18 años

c)  entre 19 y 21 años

d)  entre 22 y 24 años

e) después de los 25 años

Page 181: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

 

42. ¿Cuándo tuvo su primera relación sexual con penetración, ¿en qué circunstancia social se encontraba?

a) familiar

b) de amistad

c) de recreación (fiesta o reunión)

d)de noviazgo

e) de trabajo

 

43. ¿Cuál considera que fue el motivo o la razón que influyó para que tuviera su primer relación sexual con penetración?

a) me gustaba o atrajo mucho la otra persona

b) simplemente quería experimentar y saber qué se sentía

c)  porque se presentó la oportunidad

d) había consumido alcohol o drogas y “me dejé llevar”

 

44. Desde que tuvo su primera relación sexual con penetración y hasta el día de hoy, ¿cuántas parejas sexuales ha tenido?

a) solamente una

b) entre 2 y 4 parejas

c) entre 5 y 7 parejas

d) más de 8 parejas

 

45. Si has tenido más de una pareja sexual, por lo regular, ¿en qué circunstancia social se encontraba?

a) familiar

b)  de amistad

c)  de recreación (fiesta o reunión)

d)  de noviazgo

e) de trabajo

 

46 Si has tenido más de una pareja sexual, ¿qué te motivó a tenerlas?

Page 182: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

a) me gustaban mucho las otras personas con las que tuve relaciones

b) simplemente quería experimentar con diferentes parejas

c) porque se presentó la oportunidad para tenerlas

d)  había consumido alcohol o drogas y me “dejé llevar”

 

47. Si has tenido más de una pareja sexual, ¿con qué frecuencia utilizas preservativo?

a) siempre (en todas las relaciones)( pasar a la pregunta 48 )

b) ocasionalmente (a veces sí, a veces no)( pasar a la pregunta 49 )

c) nunca ( pasar a la pregunta 49 )

 

48. Si siempre has utilizado preservativo con diferentes parejas, ¿nos podrías señalar por qué?

a) para evitar embarazos

b) para evitar una infección de transmisión sexual/sida

c) porque simplemente disponía de uno y lo uso

d) porque en cada relación mi pareja me lo exigía

 

49. Si ocasionalmente o nunca utilizas preservativo con diferentes parejas, ¿nos podrías señalar por qué?

a) a la pareja del momento no le gustaba utilizarlo

b) no disponía de uno en el momento

c) nunca lo he sabido utilizar

d) me parece que vuelve poco placentera la relación

 

50. A lo largo de tu vida sexual activa, ¿has tenido relaciones sexuales con parejas ocasionales, es decir, con personas a las que conocías poco o simplemente no conocías?

a) sí

b) no

 

51. En caso de que hayas tenido relaciones sexuales con parejas ocasionales, ¿cuál consideras que fue el motivo o razón para hacerlo?

a) me gustaba o atrajo mucho la otra persona

Page 183: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

b) simplemente quería experimentar con otras personas

c) porque se presentó la oportunidad para tenerlas

d) había consumido alcohol o drogas y “me dejé llevar”

 

52. Si has tenido relaciones sexuales con parejas ocasionales, ¿podrías indicar en qué circunstancia social te encontrabas justo antes de tenerlas?

a) familiares

b) de amistad

c) de noviazgo

d) de recreación (fiesta o reunión)

e) de trabajo

 

53. Si has tenido relaciones sexuales con parejas ocasionales, ¿has utilizado preservativo?

a) siempre (en todas las relaciones)( pasar a la pregunta 54 )

b) ocasionalmente (a veces sí, a veces no) ( pasar a la pregunta 55 )

c)  nunca ( pasar a la pregunta 55 )

 

54. Si siempre utilizas preservativo cuando tienes relaciones con parejas ocasionales, ¿nos podría señalar por qué?

•  para evitar embarazos

•  para evitar una infección de transmisión sexual/sida

•  porque simplemente disponía de uno y lo uso

•  porque en cada relación la pareja me lo exigía

 

55. Si ocasionalmente o nunca utilizas preservativo cuando tienes relaciones sexuales con parejas ocasionales, ¿nos podrías señalar por qué?

a) a la pareja del momento no le gustaba utilizarlo

b)  no disponía de uno en el momento

c) nunca lo he sabido utilizar

d) me parece que vuelve poco placentera la relación

 

Page 184: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

56. En lo que va de 2002, es decir, del mes de enero de este año y hasta el día de hoy, ¿cuántas parejas sexuales has tenido?

a) ninguna

b)  sólo 1

c) entre 2 y 5 parejas

d) entre 5 y 7 parejas

e) más de 8 parejas

 

57. Considerando que ya has iniciado tu vida sexual, ¿nos podrías indicar cuál de los siguientes tipos de relaciones practicas con mayor frecuencia?

a) homosexuales

b) bisexuales

c) heterosexuales

 

58. Nos podrías señalar, ¿cuál es la modalidad de intercambio sexual que practicas con más frecuencia?

a) introducción del pene en la vagina

b) introducción del pene en el ano

c) sexo oral

 

59. A lo largo de tu vida sexual, ¿con qué frecuencia tomas la iniciativa para involucrarte en una relación sexual?

a) siempre

b) ocasionalmente

c)  nunca

 

SÓLO PARA PERSONAS QUE NO HAN TENIDO RELACIONES SEXUALES CON PENETRACIÓN

 

60. A pesar de que no has tenido relaciones sexuales con penetración, ¿en tu vida se han presentado ocasiones para tenerlas?

a) sí

b)  no

Page 185: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

 

61. ¿Qué te ha motivado para no tener relaciones sexuales con penetración?

a) espero hacerlo por amor

b)  mi religión y mis creencias no me lo permiten

c)  previamente tuve una experiencia desagradable

d)  considero que hay que ser responsable con mi sexualidad

e) no me sentía preparada/o para tenerlas

 

62. En el supuesto caso de que tuvieras relaciones sexuales, ¿utilizarías preservativo?

a) sí

b) no

REFERENCIAS

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Page 187: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

INVENTARIO BREVE PARA EL MODELO DE CINCO FACTORES DE PERSONALIDAD: INVENTARIO DE PERSONALIDAD BIG-35

 

 

René GemppFacultad de Psicología,

Universidad Mayor

 

Introducción

Problema por tratar

El estudio de la personalidad, entendida como los patrones cognitivos, emocionales y conductuales característicos de los individuos (Funder, 2001a), es uno de los terrenos más fértiles y distintivos de la psicología científica (Vollmer, 2000). Es, al mismo tiempo, un campo extraordinariamente activo en el presente; quizás más que en el cualquier otro momento de su historia (Funder, 2001b, pp. 198). Esta inusitada actividad investigadora tiene varios orígenes. Uno de ellos, es la sumatoria de estudios empíricos que corroboran la consistencia comportamental entre situaciones distintas, y que habitualmente arrojan correlaciones de r=.40 o más entre la conducta exhibida en dos situaciones diferentes (Funder y Colvin, 1991). Este tipo de resultados ha confirmado la existencia de disposiciones cognitivo-emotivo-conductuales relativamente estables en las personas, respondiendo así a las críticas del "situacionismo" (Mischel, 1968) y resolviendo el debate "persona-situación", de la década de 1970, a favor de la perspectiva personalista.

Por otro lado, y a raíz de la casi resolución del debate "persona-situación", ha resurgido el interés, en particular desde la década de 1980 en adelante, por encontrar un modelo estructural de la personalidad, que sea universalmente válido. Un modelo de esa clase permitiría describir los elementos fundamentales que conforman la personalidad y la manera en que éstos se organizan. A este respecto, muchos teóricos contemporáneos (e.g. Hogan, Johnson y Briggs, 1997) coinciden en atribuir una porción de responsabilidad en el resurgimiento de la investigación en personalidad, a la adopción consensual del Modelo de los Cinco Factores (en adelante MCF), como la mejor descripción de las dimensiones básicas de la personalidad. Aunque diferentes autores bautizan y definen de manera ligeramente distinta dichos factores, una nomenclatura relativamente consensual, acepta que el MCF está integrado por las cinco dimensiones conocidas como: (I) Surgencia o Extraversión, (II) Agradabilidad o Sociabilidad, (III) Concienzudez o Responsabilidad, (IV) Neuroticismo o Estabilidad Emocional, y (V) Apertura a la Experiencia o Intelecto o Cultura. La discrepancia respecto de los nombres exactos de los factores obedece, fundamentalmente, al uso de descriptores de personalidad un tanto diferentes. Esto último se origina en la diferencia de criterios utilizados por cada autor para seleccionar sus descriptores y para desarrollar sus taxonomías (John, Goldberg y Angleitner, 1984).

Aunque el MCF se propone como un modelo universalmente válido de los componentes básicos de la personalidad (Goldberg, 1981), existen antecedentes (e.g. Díaz-Loving, 1998; Triandis y Suh, 2002) para presumir que algunas características idiosincráticas (émicas) de ciertas culturas pueden restar validez a las adaptaciones transculturales de los instrumentos desarrollados para medir el modelo en culturas anglosajonas. En estos casos, se requiere de instrumentos locales capaces de describir las dimensiones básicas del MCF en un lenguaje o formato apropiado para los miembros de esa cultura.

Este trabajo presenta un instrumento destinado a evaluar, de manera breve, las dimensiones de personalidad comprendidas por el MCF.

Modelos teóricos del instrumento

El estudio científico de la estructura básica de la personalidad ha seguido dos grandes vertientes. La primera, de acento marcadamente biológico, se ha concentrado en describir las dimensiones básicas del temperamento. Según Hogan et al, (1997), los orígenes de esta aproximación se encuentran en el concepto de introversión – extroversión introducido tempranamente por Jung (ver Watson y Clark, 1997, para una descripción detallada de la historia de este concepto), que más tarde inspiró el trabajo de

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Guilford y Guilford (1934, 1936) y la elaboración posterior del Inventario de Temperamento de Guilford-Zimmerman (1949), destinado a medir tres factores jerárquicos denominados "Neuroticismo", "Sociabilidad" y "restricción versus impulsividad". Fue a partir de estos trabajos que Eysenck desarrolló su modelo de tres dimensiones ("Neuroticismo", "Extraversión-introversión" y "Psicoticismo"), y el Cuestionario de Personalidad de Eysenck para medirlas (EPQ; Eysenck y Eysenck, 1975). Estudios posteriores en esta línea de trabajo originaron el Modelo BIS/BAS de Gray (1987), y los modelos de personalidad de Zuckerman (1991) y Cloninger (1993).

Una segunda línea de investigación sobre la estructura de la personalidad, desarrollada en forma independiente de las aproximaciones temperamentales, se basa en la hipótesis léxica fundamental enunciada por Galton (1884). Esta hipótesis propone que las diferencias individuales más importantes para la interacción entre las personas, se encuentran codificadas en el lenguaje; para cualquier conducta respecto de la cual las personas se puedan diferenciar entre sí, surgirán códigos lingüísticos que permitan nominarla. De esta manera, en cualquier cultura y en cualquier idioma, existirán términos para describir el repertorio básico de diferencias individuales relevantes. Según Galton (1884) sería posible identificar los aspectos centrales de la personalidad, analizando los significados subyacentes de los adjetivos descriptores del carácter. El mismo autor propuso que la mejor fuente de estos descriptores podría ser un buen diccionario.

Aunque el propio Galton compiló expresiones lingüísticas para probar su hipótesis, los primero estudios empíricos del enfoque comenzaron recién en la tercera década del siglo XX, principalmente a través de Thurstone (1934), quien fue el primero en sugerir que la personalidad podía ser descrita a través de adjetivos que, al factorizarse, quedaban reducidos a cinco dimensiones básicas.

Sin embargo, el inicio de la investigación sistemática a gran escala del enfoque léxico, suele fijarse en el trabajo clásico de Allport y Odbert (1936), quienes compilaron una lista de descriptores de la personalidad extraídos del Webster’s Unabribged Dictionary of the English Language. Este estudio fue continuado posteriormente por Norman (1967) quien amplió el listado original, agregando términos extractados de la tercera edición del mismo diccionario. Los listados de adjetivos construidos sucesivamente, han sido la base para el desarrollo de varias representaciones estructurales de la personalidad, entre ellas, las de Cattell (1943) y, las distintas variedades el MCF (para una revisión exhaustiva del desarrollo histórico de las taxonomías de personalidad basadas en el enfoque léxico, ver John, 1990; John, Angleitner y Ostendorf, 1988; y Wiggins y Trapnell, 1997).

El catálogo de Allport y Odbert (1936) comenzó como un listado simple de 17.953 términos que los propios autores agruparon en cuatro categorías. Casi la cuarta parte de los términos fueron compilados en una primera categoría, que incluía los términos que describían tendencias consistentes y estables del carácter (e.g. "introvertido", "agresivo"). Otra cuarta parte del listado original formó la segunda categoría, aglutinando las expresiones que describían estados situacionales (e.g. "contento", "enojado"). Además, un 29% de los términos se agregó a la tercera categoría, conformada por expresiones que reflejaban enjuiciamiento social, valoración y/o juicios evaluativos (e.g. "valioso", "digno"). La cuarta categoría agrupó a todos los términos que ofrecían dudas sobre su pertenencia a una categoría específica o que aludiera a características físicas (e.g. "bonito", "feo") o intelectuales.

La tradición iniciada por Allport y Odbert (1936) y continuada por Cattell (1943) y los investigadores léxicos que le siguieron, se basó en el primero de los listados, es decir, los descriptores de características estables. Los términos que describían estados situacionales, así como los términos evaluativos, han sido regularmente eliminados de los análisis.

Por otro lado, hay que precisar que de todas las aproximaciones lingüísticas concebibles para la clasificación y análisis de términos descriptores de la personalidad (e.g. frecuencia de aparición, sinonimias, cualidades fonetográficas, organización sintáctica), el enfoque léxico se asienta en el análisis de las expresiones (sustantivos, adjetivos y verbos) y, en particular, de los nombres (adjetivos y sustantivos) de acuerdo al simple parámetro de frecuencia (número de veces que aparece su significado, con utilización de sinónimos).

Siguiendo ambos criterios, Cattell (1943) utilizó los términos más frecuentes del primer listado de Allport y Odbert (1936) como punto de partida para construir 171 escalas, la mayoría de las cuales eran bipolares. Luego de aplicarlas a un número suficiente de sujetos y guiado por las correlaciones interescalas, logró formar 35 agrupaciones bipolares de términos relacionados. Estas agrupaciones le permitieron desarrollar posteriormente escalas de clasificación que utilizó en varios estudios, en cada uno de los cuales las correlaciones entre las variables fueron factorizadas empleando técnicas de rotación oblicua.

Page 189: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Como producto final de sus estudios, Cattell logró aislar alrededor de 12 factores, los cuales, sin embargo, no han podido ser replicados por otros autores que han analizado factorialmente sus datos (e.g. Digman y Takemoto-Chock, 1981; Fiske, 1949; Norman, 1963; Tupes y Cristal, 1961). La diferencia de resultados es atribuida al uso de distintos métodos de rotación factorial: mientras Cattell privilegiaba el uso de rotaciones oblicuas, los autores modernos han empleado métodos de rotación ortogonal, lo que favorece la extracción de dimensiones independientes.

Al mismo tiempo, análisis factoriales ortogonales basados en conjuntos de descriptores distintos a los de Allport y Odbert (1936) también han descubierto una estructura compuesta de cinco dimensiones o factores (Borgatta, 1964; Digman e Inouye, 1986; McCrae y Costa, 1985, 1987). A la fecha, si bien existe consenso sobre la existencia de las cinco dimensiones básicas antes mencionadas, distintos grupos de trabajo han desarrollado sus propios programas de investigación sobre la naturaleza y correlatos de estas dimensiones.

Entre ellas, una de las más populares es la aproximación de Costa y McCrae (1988). Estos autores han desarrollado paulatinamente una concepción propia del MCF, basada en sus estudios sobre la evolución de la personalidad en la adultez. Su modelo, genéricamente denominado NEO-PI, (en alusión al inventario del mismo nombre; una de las medidas más utilizadas para el estudio de la personalidad desde el MCF), propone una taxonomía de cinco dimensiones denominadas "Neuroticismo", "Extraversión", "Apertura a la experiencia", "Agradabilidad" y "Concienzudez". La características más distintivas del modelo NEO-PI son, por una lado, el proponer determinadas facetas o subfactores para cada dimensión y, por otro, el concebir las dimensiones como rasgos o disposiciones explicativas de la conducta de las personas.

No obstante su importancia y popularidad, el modelo NEO-PI fue desarrollado a partir de los descriptores distintivos ("marcadores") de cada dimensión identificados por Goldberg (1983). Este autor, por su parte, es el principal representante de la aproximación estrictamente lexicológica al MCF. De hecho, la expresión "Big Five", con que se denomina muchas veces al MCF, está reservada en propiedad para la aproximación de Goldberg. En la conceptualización "Big Five", las cinco dimensiones corresponden a "Surgencia", "Agradabilidad", "Concienzudez", "Estabilidad Emocional" e "Intelecto".

Uno de los trabajos más importantes de Goldberg, publicado en 1990, es referido habitualmente como el hito clave en la consolidación del MCF. El artículo en cuestión (Goldberg, 1990) presenta tres estudios independientes, en los que se demuestra la estabilidad de la estructura de cinco factores. En el primer estudio, se utilizaron 1431 descriptores del listado de Norman (1967), agrupados en 75 conglomerados de adjetivos, con los que se logró aislar una estructura pentafactorial ortogonal, en 10 replicaciones distintas y empleando diversos métodos de factorización. En un segundo estudio, se refinó la lista de descriptores y se redujo a 479 expresiones utilizadas comúnmente, que luego fueron agrupadas en 133 variables. Análisis factoriales con distintos métodos de extracción, aplicados sobre las variables utilizadas en tareas de autodescripción y de descripción de otras personas, también mostraron una estructura clara de cinco factores. Un tercer estudio, basado 339 descriptores "puros" que fueron agrupados en 100 clusters arrojó, nuevamente, una estructura factorial de cinco dimensiones.

Junto con demostrar la validez de la aproximación léxica en el estudio de la personalidad y la consistencia de la solución de cinco factores, la investigación recién comentada (Goldberg, 1990) es relevante para los objetivos de este trabajo, porque estableció la metodología estándar en el análisis de la estructura de un conjunto de descriptores léxicos, la misma que ha sido replicada por otros investigadores en el área (e.g. Almagor, Tellegen y Waller, 1995).

Con escasas excepciones (e.g. Block, 2001) un gran número de investigadores ha destacado el valor heurístico de las dimensiones que conforman el MCF. Estas dimensiones son descritas, en mayor o menor grado, en todos los manuales de personalidad editados desde 1990 en adelante (e.g. Hogan et al., 1997; Andrés Pueyo, 1997), y tienen un espacio dedicado en los capítulos relativos a la personalidad del Annual Review of Psychology (e.g. Funder, 2001b), en números especiales de revistas, y en los artículos regulares de revistas científicas sobre psicología de la personalidad, clínica, social y general, aunque como ya se anticipó, su denominación exacta y el orden de presentación varían ligeramente según el teórico que proponga el modelo.

La investigación específica en torno al MCF, ha sido posible gracias al desarrollo de instrumentos de evaluación basados en el modelo (e.g. NEO-FFI; Costa y McCrae, 1992). Estos cuestionarios, han permitido profundizar en la red nomológica de las dimensiones, dilucidando su relación con diversas variables. Sucesivas investigaciones, además, han establecido reiteradamente la validez transcultural de los instrumentos más utilizados, como el NEO-FFI y el NEO-PI-R (e.g. McCrae, Costa, del Pilar, Rolland y Parker, 1998) y han utilizado estos resultados como argumento para justificar la validez transcultural del MCF propiamente tal.

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En Chile, el modelo es poco conocido y, quizás por esa razón, comenzó a ser estudiado de manera sistemática hace muy poco tiempo. No obstante, existen a lo menos dos grupos de investigación independientes que han reportado evidencia sobre la validez transcultural del MCF, en ambos casos basados en estudios psicométricos.

Por un lado, Vinet y Saiz (1996) introdujeron en nuestro país el NEO-FFI (Costa y McCrae, 1992), uno de los instrumentos más populares para trabajar con el MCF. Estos autores propusieron también las denominaciones chilenas para los factores medidos por el NEO-FFI (Vinet y Saiz, 1997) e investigaron la validez convergente de este instrumento (Vinet, Fuentes, Melo, Muñoz, y Saiz, 1992), a través de la réplica transcultural de un trabajo realizado en Estados Unidos por Piedmont, McCrae y Costa (1992). Al igual que en el estudio original, examinaron la validez de constructo del NEO-FFI a partir de la correlación de sus escalas con una medida de necesidades psicológicas, encontrando resultados similares a los norteamericanos, que ratificaban, en general, la validez del instrumento y con ello del modelo en nuestro país. Al mismo tiempo, un análisis factorial parcelado de los 60 ítems del NEO-FFI (Gempp y Vinet, 1997) arrojó una estructura factorial consistente con los cinco factores propuestos teóricamente, lo cual nuevamente ratificaba la validez del modelo.

En otra línea de estudios en torno al MCF en Chile, nuestro equipo de investigación ha seguido dos caminos de trabajo. La primera, actualmente en curso, está intentando replicar el proceso original de elaboración del MCF, empleando una metodología similar a la empleada por Benet-Martinez y John (2000) y por De Raad, Perugini, Hrebícková y Szarota (1998), en países europeos. La segunda línea de trabajo, se ha dedicado al desarrollo de medidas breves para la exploración del MCF. Un producto de este trabajo, ha sido la adaptación de dos cuestionarios de evaluación de la personalidad, basados en dos versiones distintas del MCF, que han sido comparados en términos de su funcionamiento psicométrico y de la dimensionalidad factorial de sus ítems, con resultados satisfactorios. Otro producto de esta línea de estudios, ha sido el desarrollo del BIG-35, un autorreporte breve, para la investigación del MCF.

Descripción del instrumento

El BIG-35 es un autorreporte conformado por 35 afirmaciones en primera persona, referidas a modos habituales de sentir pensar o actuar. Las afirmaciones se presentas antecedidas por la palabra "YO", en mayúsculas. El respondiente es instruido para indicar su grado de acuerdo o desacuerdo con cada afirmación, utilizando una escala tipo Likert, de cinco puntos, acotada por los valores extremos "Muy de Acuerdo" y "Muy en desacuerdo". El inventario consta de siete afirmaciones para cada factor del MCF, los que son conceptualizados como:

1. Neuroticismo. Expresa la tendencia a reportar estrés, irritabilidad, cambios anímicos, tristeza, preocupaciones y ansiedad.

2. Extroversión. Manifiesta la tendencia a reconocerse como una persona enérgica, habladora, prosocial y que gusta ser el centro de atención.

3. Cultura. Expresa una predisposición favorable hacia el arte, la filosofía y la reflexión.

4. Agradabilidad. Refiere una orientación prosocial, indicando interés y disposición hacia los demás.

5. Responsabilidad. Indica, por un lado, la preferencia por el orden y la sistematicidad en la realización de tareas y, por otro, la tendencia a cumplir con los plazos y metas establecidos para el cumplimiento de objetivos.

El BIG-35 fue desarrollado a partir de la conceptuación del MCF propuesta por Goldberg (1990). Utilizando este referente, se convocó a tres jueces expertos a quienes se les solicitó formular 20 ítems para medir cada una de las dimensiones del modelo. El trabajo fue orientado proporcionando ejemplos de ítems representativos de cada dimensión, utilizados en otros instrumentos basados en el MCF. Una vez concluido el trabajo de los jueces, ambos autores elaboraron una versión sintética de 200 ítems (40 por cada factor), que fueron nuevamente presentados a los expertos, con la instrucción de seleccionar los 10 ítems más representativos de cada dimensión. La selección fue organizada en un cuestionario de 50 ítems que fue sometido a un an

El BIG-35 fue administrado a una muestra de 417 estudiantes chilenos, provenientes de dos universidades del sur del país. Los estudiantes cursaban primer a tercer año en un amplio rango de carreras universitarias y eran mayoritariamente mujeres (76,3%). El cuestionario original fue respondido en horario de clases y fue presentado en el contexto de una investigación más amplia desarrollada por el primer autor.

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Formas de corrección

El BIG-35 es corregido a partir de la sumatoria simple de sus ítems. El instrumento consta de siete series de cinco afirmaciones cada una. En cada serie, el primer ítem corresponde "Neuroticismo", el segundo a "Extroversión", el tercero a "Cultura", el cuarto a "Agradabilidad" y el quinto a "Responsabilidad". El puntaje de cada factor se obtiene sumando los ítems primero, segundo, tercero, cuarto o quinto de cada serie, según la dimensión que se requiera evaluar. La única consideración es invertir previamente la puntuación de los ítems que son presentados de manera negativa, es decir, los ítems 7, 10, 11, 13, 15, 16, 17, 20, 21, 22, 32, 33, 34 y 35.

Propiedades Psicométricas del Instrumento

A la fecha, las propiedades psicométricas del instrumento han sido estudiadas sólo en la muestra original. En esta muestra, se realizó un análisis de componentes principales sobre los 50 ítems originales, para aislar un conjunto de ítems de mostraran una estructura simple. Se verificó primero la factorizabilidad de los ítems, obteniéndose un índice KMO=.76; un test de Bartlett significativo (Chi=3380.517; p<.001) y un determinante de la matriz de correlaciones cercano a cero (Det.=.0002), todos los cuales resultan satisfactorios. A continuación, se realizó una reducción de la dimensionalidad, mediante análisis de componentes principales, seguido de una rotación varimax. El examen simultáneo del scree plot y del tamaño de los autovalores, sugirió la extracción de 5 factores, los cuales logran explicar un 41% de la varianza total.

La inspección de la solución rotada llevó a los autores a eliminar aquellos ítems que mostraran una carga factorial inferior a .30 en cualquier factor o cuya carga secundaria en algún factor fuera superior a .20. Ambos criterios permitieron aislar un total de 35 ítems (7 ítems por factor), en estructura simple obtenida con rotación varimax.

A continuación, se calculó la fiabilidad por consistencia interna de los ítems que componen cada escala y se estudió la capacidad discriminativa de cada ítem a partir de su correlación con el puntaje total corregido. La consistencia interna de cada escala, computada a través del alfa de Cronbach, alcanzó valores de .79, .73, .73, .75 y .57 para las escalas de Extroversión, Agradabilidad, Responsabilidad, Neuroticismo y Apertura, respectivamente. En esta última escala, la capacidad discriminativa de los ítems fluctuó entre .20 y .32, mientras que en las restantes escalas, la correlación ítem – total corregida, varió entre .35 y .55.

Los resultados obtenidos indican que el BIG-35 cuenta con una adecuada validez factorial y una fiabilidad óptima para cuatro de sus cinco escalas. La escala de "Responsabilidad" no muestra una consistencia idónea, pero debe recordarse que el alfa de Cronabch representa el límite inferior de la fiabilidad de la escala y que tiende a subestimar la fiabilidad en el caso de los ítems congenéricos. Lo anterior, plantea la necesidad de realizar nuevos estudios sobre la fiabilidad de la escala de "Responsabilidad". 3

Aspectos por considerar

Los principales aspectos a considerar, antes de utilizar el BIG-35, tienen que ver que con las propiedades psicométricas del instrumento, por un lado, y por su fundamento teórico, por otro.

Sobre el primer punto, cabe indicar que el BIG-35 se encuentra todavía en una fase experimental. Aunque sus propiedades psicométricas resultan satisfactorias, es preciso realizar nuevas investigaciones, sobre muestras de mayor volumen, antes de extraer conclusiones definitivas sobre la estructura interna de las respuestas. En el caso concreto de la escala de "Responsabilidad", es preciso establecer su fiabilidad mediante procedimientos más sofisticados y, al mismo tiempo, revisar su validez en este tipo de muestras.

Lo anterior implica la necesidad de realizar estudios de validez en los que se pueda, por ejemplo, comprobar la composición factorial del instrumento con técnicas confirmatorias o, verificar la red nomológica de los factores. Nuestro equipo se encuentra actualmente trabajando en este campo. Otro aspecto a considerar, en lo que toca a la validez del instrumento, es la equivalencia entre el BIG-35 y otras medidas desarrolladas bajo el MCF.

Respecto al fundamento teórico del instrumento, cabe considerar que, no obstante los promisorios resultados encontrados en éste y otros trabajos de nuestro equipo, puede resultar apresurado concluir que el MCF es válido en Chile o Latinoamérica únicamente a partir de argumentos psicométricos. La evidencia de validez factorial y convergente de los instrumentos, sólo indica que las respuestas de los

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sujetos chilenos siguen un patrón de covariación concordante con los cinco factores propuestos, pero no permite concluir nada sobre la importancia que estas dimensiones tienen para describir la personalidad de los sujetos de la muestra.

En este sentido, el trabajo de Williams, Saterwhite y Saiz (1998) en relación a la importancia psicológica de los rasgos asociados al MCF, demuestra que, aún cuando las dimensiones del MCF puedan ser utilizadas por los miembros de una determinada cultura, eso no significa que ellas sean las más relevantes para describir a los miembros de dicha cultura.

En una línea de argumentación similar, teorizando sobre el papel de las psicologías indígenas y, en particular, de la aproximación etnometodológica propuesta por la psicología social mexicana, Diáz-Loving (1998) comenta que el afán de trabajar con constructos éticos (universales) puede llegar a oscurecer las características émicas (idiosincráticas) de una cultura, las cuales tienen un impacto comprobado en la personalidad de sus miembros. Es cierto que al privilegiar los modelos éticos por sobre los émicos, se maximiza la comparabilidad entre sujetos de distintas culturas, pero sin garantía de estar comparando características relevantes.

Sobre la misma idea, Triandis y Suh (2002), apelan a la numerosa evidencia que prueba el impacto de la cultura sobre la personalidad, para concluir la necesidad de cautela a la hora de asumir la validez transcultural del MCF. Estos autores observan que los estudios que han analizado la estructura de la personalidad considerando características culturalmente específicas, sin hipotetizar a priori una estructura pentafactorial, (e.g. Benet-Martinez y John, 2000) arriban a resultados distintos al MCF. Un ejemplo representativo de este tipo de estudios, fue realizado por De Raad, Perugini, Hrebícková y Szarota (1998). Estos autores replicaron el proceso original con el cual se construyó el MCF, pero esta vez en países europeos. Contra lo anticipado, los resultados apuntaron a un modelo de siete factores en vez de cinco, para explicar la estructura de la personalidad.

A la luz de estos antecedentes, cabe recordar a los potenciales usuarios del BIG-35 y de otros cuestionarios de personalidad adaptados y/o construidos sobre modelos teóricos anglosajones, que la validez de los instrumentos no constituye evidencia de que las dimensiones de personalidad propuestas por las respectivas teorías sean la mejor representación de la estructura básica de la personalidad de los sujetos evaluados.

Por el contrario, la línea argumental recién expuesta sugiere que la estrategia más apropiada para determinar la validez del MCF, debería basarse en dos fuentes de evidencia. Primero, sería necesario explorar cuales son los descriptores léxicos más utilizados por los individuos de esa cultura y cuál es su estructura (estructura émica). Segundo, se analizaría la similitud entre la estructura émica descubierta y el MCF, que operaría como estructura ética de referencia. En la actualidad, nuestro equipo se encuentra realizando investigaciones en esta línea, que esperamos puedan transformarse en una contribución a la investigación de la personalidad en nuestros países, en un futuro cercano.

De las reflexiones anteriores se desprenden dos sugerencias prácticas. Primero, que el BIG-35 resulta más apropiado, en este momento, para la investigación y el screening, que para el diagnóstico preciso. Segundo, que es deseable que los investigadores interesados puedan desarrollar estudios de validez independientes, antes de intentar construir normas interpretativas.

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El Instrumento

 

INVENTARIO BIG-35 ©  

 

NOMBRE: EDAD: FECHA: / /

A continuación encontrará un conjunto de afirmaciones que se refieren a cosas que usted puede sentir, pensar o hacer. Frente a cada una de ellas indique en qué medida está usted de acuerdo con lo que señala la frase, marcando con una cruz la opción correspondiente.  

Tenga en cuenta que no hay respuestas buenas o malas. Sus respuestas debe reflejar lo que usted VERDADERAMENTE siente, piensa o hace y no lo que usted considera que debería sentir, pensar o hacer. No se detenga mucho en cada pregunta. Trabaje con rapidez y responda de acuerdo a su primera impresión.

YO…1 Muy de Acuerdo 2 De Acuerdo3 No estoy seguro4En desacuerdo

5 Muy en desacuerdo

1. A menudo me siento triste.

 1 2 3 4 5

2. Soy el alma de las fiestas.

 1 2 3 4 5

3. Creo que el arte es importante.

 1 2 3 4 5

4. Hago que los demás se sientan bien a mi lado.

 1 2 3 4 5

5. Hago mis quehaceres sin demora.

 1 2 3 4 5

6. Tengo cambios frecuentes de ánimo.

 1 2 3 4 5

7. Soy de pocas palabras.

 1 2 3 4 5

8. Simpatizo con aquellos políticos que tienen ideas liberales.

 1 2 3 4 5

9. Me intereso por las personas.

 1 2 3 4 5

10. No aprovecho bien el tiempo.

 1 2 3 4 5

11. Casi nunca me irrito.

 1 2 3 4 5

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12. Logro captar la atención de la gente.

 1 2 3 4 5

13. No disfruto enrollándome con ideas filosóficas.

 1 2 3 4 5

14. Simpatizo con los sentimientos de los demás.

 1 2 3 4 5

15. No termino lo que empiezo.

 1 2 3 4 5

16. Estoy relajado la mayor parte del tiempo.

 1 2 3 4 5

17. Prefiero pasar inadvertido en situaciones grupales.

 1 2 3 4 5

18. Trato de utilizar un vocabulario elevado.

 1 2 3 4 5

19. Soy blando de corazón.

 1 2 3 4 5

20. Evito mis deberes.

 1 2 3 4 5

21. No me molesto con facilidad.

 1 2 3 4 5

22. Prefiero no llamar mucho la atención.

 1 2 3 4 5

23. Tengo un rico vocabulario.

 1 2 3 4 5

24. Me hago tiempo para los demás.

 1 2 3 4 5

25. Gusto del orden.

 1 2 3 4 5

26. Me estreso fácilmente.

 1 2 3 4 5

27. No me incomodo siendo el centro de atención.

 1 2 3 4 5

28. Paso bastante tiempo reflexionando.

 1 2 3 4 5

29. Empatizo con las emociones de los demás.

 1 2 3 4 5

30. Hago mi trabajo con precisión.

 1 2 3 4 5

31. Me preocupo demasiado por las cosas.

 1 2 3 4 5

32. Soy tímido cuando estoy con extraños.

 1 2 3 4 5

33. Tengo problemas para entender ideas abstractas.

 1 2 3 4 5

34. No estoy realmente interesado en los demás.

 1 2 3 4 5

35. Dejo mis cosas por todos lados.

 1 2 3 4 5

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IPQ: UN INSTRUMENTO PARA LA PREVENCIÓN DE QUEMADURAS EN NIÑOS

 

Pablo E. Vera-Villarroel Liliana Cortés

María José GutiérrezPaulina Díaz

Escuela de PsicologíaUniversidad de Santiago de Chile

Introducción

Problema por tratar

Los accidentes constituyen la cuarta causal de muerte en América, entendidos en primer lugar en términos de la pérdida de años de vida potencialmente productivos y en segundo, por el agente específico, el huésped y los factores ambientales dependientes del accidentado (Morales, 1999).

En Latinoamérica las estadísticas muestran que los accidentes y la violencia son responsables de un 3,2% de las muertes en niños menores de cinco años y del 27% en niños entre los cinco y catorce años (Bulboa y Ramírez, 1992).

A continuación se presentan en orden de prevalencia los accidentes más comunes en niños en Chile (Torres, en Ewertz y Yachán 1986):

1. Heridas: causadas por Instrumentos cortantes o perforantes, armas de fuego, aplastamiento de extremidades y dedos, shock físico (objetos caídos sobre ellos).

2. Caídas desde alturas.

3. Quemaduras: provocadas por líquidos calientes, objetos calientes, productos químicos,, fuego, electricidad y aparatos eléctricos y otros.

4. Intoxicación: causada por productos médicos, domésticos, agrícolas, monóxido de carbono, hongos y plantas. Picaduras de animales.

5. Asfixia: causada por la inhalación de sustancias letales, estrangulación o asfixia con sogas u otros objetos durante los juegos. Muerte por inmersión.

Como se observa, las quemaduras son la tercera causa de accidente en niños. Dentro de los accidentes más comunes existen las quemaduras provocadas por líquidos calientes, objetos calientes, productos químicos y otros (fuego, electricidad y aparatos eléctricos).

COANIQUEM (2001) jerarquiza los agentes más comunes de daño por quemaduras de la siguiente manera: escaldados o líquidos calientes, objetos calientes, fuego, electricidad y otros (ver figura 1).

 

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Gráfica 1- Porcentajes en relación tipos de agentes de quemaduras en niños (COANIQUEM, 2001)

 

 

En Chile, de acuerdo a las investigaciones del Ministerio de Salud (MINSAL, 2001) entre 1996 y 1998, se concluye que los niños varones entre 1 y 4 años de edad, son quienes presentan la tasa de mortalidad más alta de la población, por exposición a agentes de quemaduras. Esto define la relevancia del tema ya que se calcula que alrededor de 162.000 personas menores de 15 años en Chile sufren de quemaduras de diversa índole anualmente. Esta cifra corresponde al 3.9% de la población total menor de 15 años.

La Corporación de Ayuda al Niño Quemado (COANIQUEM, 2001) en su estimación anual infiere que sólo el 23% de las personas consulta en cualquiera de los servicios de salud de las diferentes regiones del país, y de los consultantes, el 30% asiste a COANIQUEM, requiriendo algún tipo de rehabilitación. Demostrándose así que no existe una cultura de promoción ni prevención respecto al auto cuidado en nuestra población, en cuanto a los accidentes producidos por quemaduras.

De acuerdo al mismo estudio, los casos de niños accidentados por quemaduras a lo largo del país, se concentran fundamentalmente en la Región Metropolitana (Santiago) con un 38.9%.

COANIQUEM, reconoce que además de las estimaciones anuales, no existen estudios específicos de incidencia y prevalencia de quemaduras, situación que obstaculiza la medición del impacto de las campañas de prevención a nivel nacional que desarrolla esta organización y por lo tanto, resulta imprescindible estructurar un sistema de medición anual y de seguimiento de los casos en la población, para perfeccionar constantemente el modelo de prevención.

Con relación a este tipo de accidentes se conocen algunos estudios que ayudan a caracterizar la temática. Así se sabe que el mayor riesgo se encuentra bajo los cuatro años siendo las quemaduras más frecuentes el derrame de líquidos calientes (COANIQUEM, 2001).

Las quemaduras generan un complejo cuadro de consecuencias, que van desde los múltiples procedimientos diagnósticos y terapéuticos invasivos, al desarrollo de graves complicaciones multisistémicas y de secuelas físicas, funcionales, sensoriales y psíquicas a las que está expuesta la víctima en mayor o menor intensidad, dependiendo de la existencia, calidad y continuidad del tratamiento (Cebados, 1998). En este sentido se transforma en un estresor psicosocial, en donde los sujetos deben afrontar de la mejor manera posible. Estas consecuencias no sólo las debe enfrentar el paciente si no que también generan diversas reacciones en las personas que lo rodean. Incluso, se ha encontrado diferencias en las estimaciones de los estados emocionales cuando se han evaluado directamente a los pacientes y también al personal médico que los atiende (Adcock, Goldberg, Patterson y Brown, 2000).

Modelos teóricos del instrumento

La investigación ha demostrado (Meneghello, Fanta, Paris, y Rosselot, 1991) que los accidentes pueden prevenirse cuando los factores de riesgo se identifican y controlan, y que al hacerlo aparece una muy

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favorable ecuación de daño producido en comparación a los costos de programas de seguridad, demostrándose que la inversión en prevención es favorable.

Con relación a los accidentes por quemaduras, la mayoría de las investigaciones psicológicas se ha concentrado en las características de los accidentes por quemaduras y las consecuencias de estrés emocional (Lawrence, Heinberg, Roca, Munster, Spence y Fauerbach, 1998).

Por otra parte, es sabido que los accidentes pueden reducirse si nos situáramos en el momento previo al desencadenamiento de las variables que los disparan. Adicionalmente es necesario tener presente que la conducta es la respuesta final de una serie de procesos psicológicos que la preceden. Para que un individuo ejecute una acción necesita recibir información de su medio, interpretar subjetivamente su valor y decidir cómo responderá frente a dicha información. Es decir, realiza la secuencia de conocimiento, creencia y comportamiento, la cual se desarrolla para todos los ámbitos en los que las personas se desenvuelven.

En este sentido, es esencial prevenir conductas de riesgo, pero también acercarnos a los pensamientos y actitudes que preceden estas conductas, los cuales pueden convertir a los adultos en protectores eficientes de sus hijos y a éstos en sujetos activos en la adquisición de herramientas que fomenten el auto cuidado y la salud.

Para establecer cómo es que las personas piensan respecto del riesgo de accidentes, se hace necesaria una aproximación a sus creencias, a los conocimientos que tengan y a la ejecución de conductas que en la realidad desarrollen, en un intento por contrastar el discurso con la acción. El supuesto de cómo nuestros pensamientos, creencias y actitudes pueden influir en nuestros comportamientos preventivos están a la base de diversos modelos teóricos usualmente utilizados en Psicología de la Salud.

Por otra parte, existe consenso en el papel de los adultos tanto para la prevención de accidentes como para la promoción de la salud en los niños. Así es fundamental lo que los adultos conozcan, piensen y realicen ya que ellos actúan como modelos de comportamientos saludables así como también pueden facilitar ciertas situaciones de riesgos en los niños. De esta forma una línea de prevención y promoción de la salud en los niños es trabajar directamente con los adultos cercanos a ellos como por ejemplo sus padres (Vera-Villarroel, Bastías, Cabrera y Guzmán, 2001).

De esta forma el instrumento que se presenta aquí se basa en los planteamientos de los Modelos de creencias en Salud (Rosenstock, Strecher, y Becker, 1988) y de Acción Razonada (Ajzen y Fishbein, 1980).  

Descripción del instrumento

Este instrumento fue diseñado para evaluar los conocimientos, creencias y comportamiento de madres y/ o cuidadores de niños menores de seis años. Para esto se trabajó con muestras de madres y /o cuidadores (181 en total) de nivel socioeconómico medio-bajo consultantes de centros de salud publica de la ciudad de Santiago de Chile.

La estructura de l instrumento se realizo bajo los siguientes conceptos y dimensiones:

Conocimiento; se definió como la información recibida respecto a la prevención de accidentes por quemaduras, dentro y fuera del hogar con relación al manejo de información sobre el comportamiento del fuego en espacios abiertos; los conocimientos se definieron como la forma adecuada de preparación y entrega de alimentos a los niños; el manejo de la información correcta sobre mantenimiento y uso de artefactos y circuitos eléctricos dentro del hogar; el adecuado traspaso de esta información a los niños desde las edades más tempranas y finalmente, el manejo de un repertorio de conocimientos necesarios sobre los primeros auxilios que se deben tener al producirse una quemadura.

Creencias: Se entendió cómo los mensajes de salud asimilados por las personas, que afirmen que es altamente arriesgado asumir que los niños pequeños puedan realizar roles de adulto en el hogar, en cualquier circunstancia; valoren con un costo elevado para su salud no tomar múltiples precauciones al exponerse a radiación solar y estimen beneficioso modelar a los niños en el uso del fuego para prevenir un accidente por quemadura.

Comportamiento: Se definió como la ejecución de actividades orientadas al uso adecuado del fuego en espacios abiertos; realización de acciones dentro del hogar destinadas a evitar el derramamiento de alimentos calientes al cocinar y comer; establecimiento de comportamientos de modelaje en niños

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pequeños, decidiendo racionalmente evitar peligros y fomentar volitivamente conductas inseguras; proceder hacia acciones concretas para mantener la seguridad dentro del hogar relacionadas con el uso de productos inflamables, artefactos eléctricos y mantenimientos de las redes; definir y establecer un área de seguridad en el hogar para mantener el bienestar familiar respecto a los accidentes.

A partir de estas dimensiones se estructuró las versiones preliminares y versión final del instrumento

Inicialmente, el instrumento quedó construido por 90 preguntas tipo Likert que fueron obtenidas después de realizar una revisión de la literatura, entrevistas a sujetos que cumplían con las características de la muestra y entrevistas a expertos. Estas preguntas se realizaron de modo que se puedan evaluar las creencias conocimientos y comportamientos. Posteriormente se eliminaron 66 preguntas, quedando finalmente con 24 preguntas. De esta forma, la prueba final corresponde a un instrumento de lápiz y papel que consta de un total de 24 ítems estructurados como escala tipo Likert frente a los que la persona debe responder entre cinco alternativas que van desde la afirmación muy de acuerdo hasta muy en desacuerdo. Adicionalmente, contempló un breve cuestionario demográfico de 7 preguntas, correspondientes a identificar el sexo, edad, escolaridad, número de hijos, edad de los hijos, accidentes por quemaduras y, por último, por el registro del consultorio al que asistía el individuo. 

Forma de corrección

La forma de corrección del IPQ implica sumar los puntajes de cada pregunta. Un alto puntaje implica que las madres y/o cuidadores presentan mejores conocimientos, creencias y comportamientos con respecto a la prevención de las quemaduras en niños.

Propiedades Psicométricas del instrumento

Una vez construido los 90 ítems se procedió a establecer la validez de contenido de los reactivos. La composición de la prueba piloto se obtuvo luego de someter 90 ítems a un estudio de confiabilidad a través del coeficiente de acuerdo Interjuez. Los reactivos fueron evaluados por ocho profesionales expertos del área médica y psicológica de la Corporación de Ayuda al Niño Quemado (COANIQUEM), cuya área de trabajo abarca la prevención y rehabilitación en quemaduras. A partir de lo anterior, los jueces evaluaron si los reactivos eran: 1) esenciales, 2) necesarios pero no esenciales o bien 3) no necesarios. Para el cálculo del Coeficiente de Acuerdo se tomó en cuenta como criterio de selección sólo la primera opción (esenciales), lo que dio como resultado, de acuerdo al número de jueces, que 30 ítems fueran seleccionados puntuando 1. Posteriormente se realizó el análisis Kappa que mide el porcentaje de Acuerdo Interjuez, el cual oscila entre 0 y 1, siendo el 1 el 100% de acuerdo. A su vez, estima el grado de Significancia que debiera ser menor o igual a 0.05, es decir, constituye la probabilidad de tener un 95% de certeza en el Acuerdo Interjuez (ver tabla 1).

 

Tabla 1- Resultados del análisis Kappa en la evaluación de los jueces

 

J1 J2 J3 J4 J5 J6 J7 J8

J1 0.352 0.004 0.100 0.011 0.001 0.001 0.000

J2 0.007 0.201 0.000 0.005 0.001 0.001

J3 1.000 0.001 0.000 0.003 0.000

J4 0.002 0.405 0.004 0.602

J5 0.000 0.001 0.001

Page 202: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

J6 0.001 0.000

J7 0.001

J8

 

Versión piloto: Con respecto a la versión preliminar, el coeficiente de confiabilidad Alfa de Cronbach fue de a =0.8644. Para la escala de conocimiento el a =0.8371; para la escala de creencia a =0.5045 y para la escala de comportamiento a =0.6438. Posteriormente se procedió a eliminar los ítems necesarios de acuerdo a si su correlación era negativa y su eliminación aumentaba el coeficiente de confiabilidad, de modo adicional de reducir también la extensión del instrumento. De esta forma se excluyeron los siguientes reactivos: conocimiento 7, creencia 8, comportamiento 13, creencia 15 y comportamiento 23; estableciéndose la confiabilidad para toda la prueba a =0.9108, y por escala se estableció del siguiente modo; conocimiento a =0.8521, creencia a =0.6331 y comportamiento a =0.7548.

Muestra definitiva: El índice de confiabilidad del IPQN fue superior a los índices por escalas (conocimiento, creencia y comportamiento). Para el instrumento total, el coeficiente de confiabilidad Alfa de Cronbach fue de a =0,8316, para la escala de conocimiento de a =0,7737, creencia a =0,4738 y la de comportamiento de a =0,5938.

Validez de Constructo: La validez de constructo se estimó a través de un análisis factorial exploratorio de componentes principales con rotación Varimax con el total de los ítems que constituye la prueba. El análisis factorial agrupó a los ítems de la prueba en 8 factores, que explican un 60.84 % de la varianza, considerando cargas factoriales iguales o superiores a 0.401.

El primer factor, denominado conocimientos en normas de seguridad presenta un valor propio de 2.538 y un porcentaje de la varianza total explicado de 10.15% (ítems 1, 2,3 y 4).

El segundo factor, denominado conocimiento de prevención presenta un valor propio de 2.207 y un 8.83% de varianza explicada (ítems 5,6 y7). El tercer factor tiene un valor propio de 2.197 y explica un 8.79% de la Varianza, se denomina como comportamientos de prevención de accidentes (ítems 8,9,10 y11). El cuarto factor tiene un valor propio de 2.023 y explica un 8.09% de la Varianza. Este factor ha sido denominado como conocimientos de auto cuidado y cuidado hacia otros (ítems 12,13 y 14). El quinto factor tiene un valor propio de 1.764 y explica en un 7.06% la varianza, se denomina conductas proactivas de prevención (ítems 15,16 y 17). El sexto factor tiene un valor propio de 1.708 y explica un 6.833% de la Varianza. Se denomina prevención en el hogar (ítems 18,19 y 20). El séptimo factor tiene un valor propio de 1.483 y explica un 5.931% de la Varianza. Se denomina predisposición al riesgo (ítems 21 y 22). El octavo factor tiene un valor propio de 1.291 y explica un 5.165% de la Varianza. Se denomina creencias de riesgo del cuidador (ítems 23 y 24). Los ítems específicos y su carga factorial se pueden observar en la tabla 2.

 

Tabla 2 - Análisis Factorial de los ítems del IPQN

 

ITEM CARGA FACTORIAL

1. En la actualidad la ley prohíbe el uso doméstico de fuegos artificiales 0.718

2. El sol puede producir quemaduras graves 0.717

Page 203: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

3. Los enchufes y alargadores de mi casa siempre están en perfecto estado

0.674

4. Yo como adulto debo dar un buen ejemplo a los niños cuando uso fuego 0.555

5. Los accidentes del hogar pueden prevenirse educando a los niños desde muy pequeños 0.740

6. Es peligroso que las personas estén cerca de una fuente de calor (cocina, estufa, brasero, sol, etc.) 0.706

7. En caso de una quemadura, tengo que echar agua fría y acudir a un servicio de urgencia rápidamente 0.586

8. Cuando salgo de paseo, debo apagar la fogata o el fuego con agua

0.707

9. Cuando cocino ubico los mangos de las ollas hacia adentro

0.624

10. Yo debería darles a mis hijos más información y entrenamiento para evitar quemaduras

0.584

11. Cuando doy de comer a los niños me aseguro que sus alimentos estén tibios

0.575

12. Usar bloqueador solar y sombrero para ir a la playa es innecesario

0.712

13. En verano les aplico a mis hijos bloqueador solar para protegerlos del sol

0.529

14. Los niños aprenden a hacer lo que observan de las personas que los cuidan a diario (padres y otros) 0.514

15. Los enchufes de mi casa están tapados por los muebles

0.760

16. Conozco todos los productos inflamables que existen en mi hogar (parafina, alcohol, diluyentes) 0.581

17. Debo establecer un espacio seguro en casa donde mis hijos jueguen

0.478

18. Jamás debo tener a los niños en brazos mientras estoy comiendo

0.752

19. Siempre llevo yo los platos calientes desde la cocina a la mesa

0.585

20. Planchar en la cama es un riesgo que debe evitarse

0.517

21. Sólo cuando hay un desperfecto en mi hogar me preocupo de revisar las conexiones eléctricas y las cañerías de gas

0.746

22. Un aparato de cocina atornillado a la pared es más seguro -0.651

Page 204: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

23. Si salgo a comprar, mis hijos pequeños pueden quedarse solos un rato sin peligro

0.866

24. Mis hijos pueden cuidar las ollas cuando hablo por teléfono

0.582

 

Aspectos por considerar

Los problemas de salud pueden ser tratados y disminuidos mediante prácticas comportamentales saludables. Adicionalmente a lo anterior, las variables psicológicas entendidas como conocimientos, creencias y comportamientos son cruciales a la hora de prevenir estos estados como lo han demostrado diversos estudios.

Es necesario resaltar el papel de las intervenciones preventivas que se realicen por medio de los adultos protectores, ya que estos son los principales responsables de disminuir la probabilidad de un accidente o una enfermedad en los niños. Son estos, precisamente, los que controlan gran parte de los comportamientos infantiles y, por otro, lado al ser ellos los modelos de los estilos de vida y de salud que los niños aprenden y desarrollaran en el futuro. El instrumento presentado tiene como principal objetivo aportar en la prevención de las quemaduras en niños por medio de estrategias de intervención en los adultos cercanos. En consecuencia se construyó un instrumento que fuera capaz de evaluar las variables que participan directamente en prácticas de riesgo.

Los resultados arrojaron un instrumento de fácil aplicación y con una confiabilidad adecuada (0,83) y una validez de constructo que explica el 60,84% de la varianza.

Inicialmente se esperaba que los ítems se agruparan de acuerdo a las escalas iniciales, es decir, en conocimientos, creencias y comportamientos, sin embargo, los ítems se agruparon en 8 factores. De la misma forma, estos factores se relacionan directamente con temas de seguridad y riesgo dentro y fuera de del ámbito doméstico. Futuros estudios deberían analizar estas dimensiones de modo de analizar específicamente los tipos de riesgo y contextos en los cuales aumentan los accidentes por quemaduras. Esto sin lugar a duda sugiere mayores estudios que busquen clarificar los constructos evaluados por el IPQ, de modo de precisar y mejorar dicho instrumento.

 

Instrumento

 

IPQN

Nombre: Edad:

Escolaridad: Actividad:

Número de hijos: Edad de los hijos

Page 205: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Instrucciones: A través del siguiente cuestionario deseamos conocer la opinión que usted tiene respecto a las quemaduras. A continuación le presentaremos una serie de frases para las cuales hay cinco alternativas que Ud. puede elegir de acuerdo a su criterio. Por favor conteste lo más sinceramente posible.

 

Muy de acuerdo

De acuerdo

Indeciso En desacuerdo

Muy en desacuerdo

 

En la actualidad la ley prohíbe el uso doméstico de fuegos artificiales

5 4 3 2 1

El sol puede producir quemaduras graves 5 4 3 2 1

Los enchufes y alargadores de mi casa siempre están en perfecto estado

5 4 3 2 1

Yo como adulto debo dar un buen ejemplo a los niños cuando uso fuego

5 4 3 2 1

Los accidentes del hogar pueden prevenirse educando a los niños desde muy pequeños

5 4 3 2 1

Es peligroso que las personas estén cerca de una fuente de calor (cocina, estufa, brasero, sol, etc.)

5 4 3 2 1

En caso de una quemadura, tengo que echar agua fría y acudir a un servicio de urgencia rápidamente

5 4 3 2 1

Cuando salgo de paseo, debo apagar la fogata o el fuego con agua

5 4 3 2 1

Cuando cocino ubico los mangos de las ollas hacia adentro 5 4 3 2 1

Yo debería darles a mis hijos más información y entrenamiento para evitar quemaduras

5 4 3 2 1

Cuando doy de comer a los niños me aseguro que sus alimentos estén tibios

5 4 3 2 1

Usar bloqueador solar y sombrero para ir a la playa es innecesario

5 4 3 2 1

En verano les aplico a mis hijos bloqueador solar para protegerlos del sol

5 4 3 2 1

Los niños aprenden a hacer lo que observan de las personas que los cuidan a diario (padres y otros)

5 4 3 2 1

Los enchufes de mi casa están tapados por los muebles 5 4 3 2 1

Page 206: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Conozco todos los productos inflamables que existen en mi hogar (parafina, alcohol, diluyentes)

5 4 3 2 1

Debo establecer un espacio seguro en casa donde mis hijos jueguen

5 4 3 2 1

Jamás debo tener a los niños en brazos mientras estoy comiendo

5 4 3 2 1

Siempre llevo yo los platos calientes desde la cocina a la mesa 5 4 3 2 1

Planchar en la cama es un riesgo que debe evitarse 5 4 3 2 1

Sólo cuando hay un desperfecto en mi hogar me preocupo de revisar las conexiones eléctricas y las cañerías de gas

5 4 3 2 1

Un aparato de cocina atornillado a la pared es más seguro 5 4 3 2 1

Si salgo a comprar, mis hijos pequeños pueden quedarse solos un rato sin peligro

5 4 3 2 1

Mis hijos pueden cuidar las ollas cuando hablo por teléfono 5 4 3 2 1

 

 

REFERENCIAS

 

Adcock, R.J.,Goldberg, M.L., Patterson, D.R. and Brown, P.B.(2000). Staff perceptions of emotional distress in patients withburn trauma. Rehabilitation Psychology, 45, 179-192.

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http://www.webmediaven.com/asocirpla/noticias1.html [10 de junio 2001]

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Meneghello, J.; Fanta, E.; Paris, E. y Rosselot, J. (1991) Pediatría, 2. Santiago de Chile: Universitaria

Ministerio de Salud de Chile MINSAL (2001) Mortalidad por grupos de causas. MINSAL [Online], disponible en: http://www.minsal.cl/epidemiologia/estadisticas/mortalidad.html [28 agosto de 2001]

Morales, F. (1999) Introducción a la Psicología de la salud. Buenos Aires: Paidós.

Rosenstock, I. M., Strecher, V. J. y Becker, M. H. (1988). Social Learning theory and the health belief model. Health Educational Quarterly, 15, 175-83

Vera-Villarroel, P.E., Bastías, A., Cabrera, P. y Gúzmán, A.(2001). Contextualización biopsicosocial de la obesidad infantil en Chile: un campo emergente de intervención para la psicología. Psicología y Salud/Psychology and Health, 11, 57-65.

Vera-Villarroel, P.E., Cortés, L., Gutiérrez, M.J. y Díaz, P. (2004). Propiedades psicométricas de un instrumento de creencias, conocimientos y conductas para la prevención de quemaduras en niños (IPQN). Terapia Psicológica, 22, 2(en prensa).

 

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UN INSTRUMENTO PARA LA PREVENCIÓN DE LA OBESIDAD INFANTILLA ESCALA DE CREENCIAS DE OBESIDAD EN NIÑOS (ECOI)

 

 

 

Pablo E. VeraVillarroel y Andrea Bastías

Escuela de PsicologíaUniversidad de Santiago de Chile

 

Introducción

Problema por tratar

La obesidad y sus complicaciones constituyen graves amenazas para la salud, pues esta condición es un factor predisponente para la aparición de enfermedades crónicas como la diabetes, problemas cardiacos, hipertensión, afecciones osteomusculares, respiratorias y psicológicas, por nombrar algunas (Albala, Vío y Kain, 1998).

El fenómeno de la obesidad afecta a todos los grupos etáreos de la población obteniendo especial significación, aquella vinculada a la población infantil. Así, diversas investigaciones muestran que los niños obesos presentan complicaciones inmediatas como problemas respiratorios, psicomotores, y emocionales (Uauy, Cariaga y Santana, 1984; Albala, et. Al, 1998), agregándose a esto el hecho de que los niños obesos además tienen una probabilidad 2,5 veces mayor que los niños considerados normales de presentar obesidad en la adultez, con todo los perjuicios de la salud que esto puede implicar (Uauy, et. Al, 1984; Kain, Albala, García Y Andrade, 1998).

Definición

Existen múltiples definiciones para la obesidad, no obstante la que hoy en día resulta ser de uso generalizado es la propuesta por la Organización Mundial de la Salud la que considera la obesidad "una enfermedad en la que se ha acumulado un exceso de grasa corporal, aumentando los riesgos de morbimortalidad, este exceso de grasa es producto de un desequilibrio energético, donde la ingesta de calorías ha sobrepasado al gasto calórico por un tiempo considerable. La etiología de este desbalance corresponde a múltiples y complejas causas genéticas y ambientales" (OMS en Díaz, 1999; Valenzuela, 1999).

Prevalencia

A nivel mundial se ha registrado un aumento de los casos de niños con sobrepeso y obesidad, especialmente en regiones como en el Medio Oriente, el Norte de África y América Latina. En América la prevalencia actual de obesidad infantil es de 2,3%. En Chile, también se ha producido un aumento en la prevalencia de esta enfermedad, así entre los años 1985 y 1995, la obesidad infantil en niños menores de 6 años creció en un 56%, llegando un 7,2%. En el año 1998, el Instituto Nacional de Estadísticas registró que un 7,3% de los niños menores de 6 años en control médico, se encontraban obesos. (INE, 2000). Finalmente, de acuerdo a las cifras de marzo del año 2000, medidas en el censo de talla de los niños y niñas que ingresan a primero básico en todo el país, se vuelve a registrar un aumento de los casos de obesidad infantil, llegando a un 17% en los varones y a un 18.6% en las niñas (INTA, 2001). Debido al explosivo crecimiento de los casos de sobrepeso y obesidad infantil y las amenazas para la salud que esta condición involucra, la obesidad ha pasado a constituir el problema nutricional más relevante de la población infantil, especialmente en las clases socioeconómicas más desposeídas, donde se produce una mayor frecuencia de estos casos y donde, por ende, la intervención preventiva y de tratamiento se hace más urgente.

Page 209: Manual de Escalas y Cuestionarios Iberoamericanos

Etiología

Las causas de la obesidad son múltiples y pueden ser de tipo genético o ambiental, en el primer caso, las personas afectadas engordan y se convierten en obesas a pesar de consumir una cantidad de energía similar aquellas personas consideradas normales. Y en el segundo caso, las personas presentan un sobre consumo de energía, produciéndose un balance positivo, en que la ingesta supera el gasto (Arteaga, 1997).

La influencia de factores genéticos en el desarrollo de la obesidad ha sido estudiada tempranamente a través de experimentos genéticos con ratones, donde se han identificado al menos siete genes asociados a la aparición de obesidad y desórdenes metabólicos semejantes a los encontrados en la obesidad humana. Actualmente se estudian más de treinta genes que podrían tener una participación directa en el desarrollo de la obesidad (Valenzuela, 1999).

Estudios de frecuencia de la aparición de obesidad a nivel familiar, realizados en mellizos, hijos de padres obesos entregados en adopción, revelan que la herencia genética es preponderante en estos casos, variando las cifras entre un 80% a un 40% a 30% (Uauy, et al, 1984; Infante, 1993; Valenzuela, 1999).

Por otra parte, existe consenso en que para que se exprese la información genética es necesario un ambiente propicio, y que resulta imposible explicar por medio de la exclusiva mutación genética el explosivo crecimiento de los casos de obesidad, ya que para que esta se produzca deben pasar cientos miles de años, por lo que la participación ambiental es fundamental en el desarrollo de la obesidad (Valenzuela, 1999). Un ejemplo cercano de esto es que en Chile, la composición genética de la población no a cambiado en los últimos cincuenta años, pero sí lo ha hecho la proporción de obesos (Albala et al, 1998).

En Chile, específicamente, se han producido importantes cambios en torno a los patrones sociales de consumo de alimentos. La comida está, hoy más que nunca, asociada a diversión y compensación emocional, cada día los niños consumen un promedio menor de frutas y verduras, prefiriendo los alimentos con alto contenido calórico. Esto se ve reforzado por la proliferación de lugares para consumir "comida chatarra" ligados a la entretención. De acuerdo con esto, de igual forma se aprecia una crecida oferta publicitaria de productos denominados snaks: papas fritas, ramitas, frituras envasadas y las golosinas como los chocolates, helados, bebidas y otros, destinados a los niños, quienes presentan un gran índice de preferencia en torno al consumo de estos productos (SERNAC y Departamento de Sociología de la Universidad de Chile, 2000, en INTA, 2001), lo que explicaría de alguna forma la creciente tasa de casos de obesidad infantil (Valenzuela, 1999).

De igual forma, la falta de actividad física ha sido indicada como un contribuyente directo en la aparición de obesidad, puesto que la realización de esta actividad acelera el metabolismo y con ello el gasto energético, procesos que se dan en sentido contrario al no existir este tipo de actividad en la rutina de las personas (Rossner, 1999).

Existen estudios que muestran la influencia de factores ambientales específicos en el desarrollo de la obesidad, especialmente en la población infantil, tales como la disponibilidad de productos ricos en contenido graso, los hábitos de alimentación familiar, la estimulación a realizar actividad física, la aceptación familiar de la obesidad, el empleo de alimentos para premiar, sugerencias paternales a sobrealimentarse, control sobre la alimentación, distribución de las comidas, entre otros (Ganley, 1992; Infante, 1993; Salas 1997; Albala, et. Al., 1998; Halverson, Thompson, Ilg, Caster y Bates, 1985; Klesges, Holzer, Woolfrey y Vollmer, 1983; Johnson y Birch, 1994; Sallis, Broyles, Frank- Spohrer, Berry, Davis, y Nader, 2000; Sokol, 2000). Estas investigaciones buscan identificar la contribución de factores vinculados a las creencias, comportamientos paternales que pueden reforzar el desarrollo de sobrepeso y obesidad en los hijos.

Consecuencias de la obesidad infantil

Consecuencias físicas de la obesidad infantil

Se ha mencionado anteriormente la obesidad constituye una condición que pone en serios riesgo la salud de quienes la padecen, así los niños obesos pueden desarrollar trastornos metabólicos como la resistencia insulínica, proceso que acelera el envejecimiento, además de problemas a los riñones, hiperlipidemia, hipertención, etc. (Galgani y Díaz, 2000), como punto contrapuesto las personas con sobrepeso que logran adelgazar presentan una disminución del colesterol en la sangre, menores síntomas de diabetes y descenso de la presión sanguínea, todo lo cual constituye un aporte para una vida más larga y saludable (Kirschenbaum, Johnson y Stalonas, 1989).

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Consecuencias psicológicas de la obesidad infantil

Los niños obesos, al contrario de ser el renombrado "gordito feliz", son niños que comúnmente sufren trastornos emocionales relacionados con su condición de obesos, puesto que ésta constituye uno de los principales "estigmas sociales" disminuyendo las oportunidades de trabajo, educación y relaciones interpersonales. Los niños obesos presentan elevados niveles de ansiedad y una disminución de la autoestima, auto imagen y auto eficacia (Kirschenbaum, et. al, 1989). De igual forma, algunos estudios indican que la obesidad es un trastorno con una alta prevalencia de comorbilidad psiquiatrica; trastornos de ansiedad, depresión, conductas adictivas, desarrollo de síntomas bulímicos y anoréxicos, etc. (Seijas y Feuchtmann, 1997). Todos estos trastornos tienden a empeorar el estado de salud general de las personas afectadas, por lo que la obesidad y en especial la obesidad infantil, que se presenta en una etapa trascendental del desarrollo de la personalidad, es un problema que con urgencia debe ser atendido, en pro del sano desarrollo de los niños.

Modelos teóricos del instrumento

Influencias paternales en las conductas alimenticias de los niños y el desarrollo de sobrepeso y obesidad infantil:

Durante los primeros años de vida los niños reciben un gran cúmulo de conocimientos en torno a cómo relacionarse con la comida; de qué es bueno comer, cuando y cómo alimentarse, frente a qué señales ambientales deben comenzar y cuando terminar de comer, entre otros. Mucha de esta información proviene del entorno familiar y de la interacción de los padres y niños relacionada con la actividad de alimentarse.

La madre como primera cuidadora proporciona a los niños la estructura básica de relación con la comida; al ofrecer algunos alimentos y otros no, al distribuir las comidas durante el día, al determinar las cantidades de comida. Todas estas conductas constituyen prácticas de alimentación que proporcionan información a los niños en torno a qué, cuándo y cuánto comer (Halverson, Thompson, Ilg, Caster y Bates, 1985; Salas, 1997). Se plantea, además, que los conocimientos, aptitudes y prácticas alimentarias de la madre, determinan en gran medida el estado nutricional de la familia, especialmente en los sectores de bajos recursos económicos (OMS/FAO, 1992 en Ivanovic, Castro e Ivanovic, 1996)

Bajo esta mirada, se han realizado diversos y numerosos estudios que muestran la influencia de los padres y específicamente las madres en torno a las conductas alimenticias y más específicamente, ante el desarrollo de sobrepeso y obesidad en sus hijos (Klesges et al 1983; Johnson, y Birch , 1994; Ganley, 1992; Sallis et al 2000). Así, se han identificado algunas variables específicas relacionadas con la obesidad infantil, tales como:

Sugerencias paternales

Waxman y Stunkard en 1980, observaron a niños con sobrepeso y a sus hermanos de peso normal, y reportaron que los primeros consumieron significativamente más calorías en el almuerzo y la cena, con relación a sus hermanos. Correspondientemente con esto, las madres sirvieron porciones más grandes y más a menudo a los hijos obesos que a sus hijos de peso normal. De igual forma, se ha establecido una correlación positiva entre las sugerencias paternales para que los hijos coman y el aumento de la probabilidad de que los niños consuman alimentos (Kresges et al, 1983).

Control paternal

Otra variable investigada, con relación a la influencia paternal en las conductas alimenticias, sobrepeso y obesidad de sus hijos es el control paternal. Se ha demostrado que cuando se enseña a los niños a enfocar el control de succión de comida externamente, como en la cantidad de comida que permanece en el plato y en el horario, los niños no muestran conductas de compensación del consumo de energía, entendida ésta como la conducta de comer menos luego de que se ha comido mucho (Johnson y Birch,1994). De igual forma, se ha mostrado que aquellos padres que ejercen mayor control sobre la succión de comida de sus niños, regulando qué y cuanto comer, tienen niños que muestran menos sensibilidad a la densidad calórica de la dieta, especialmente aquellos con mayor peso corporal. Estos resultados sugieren que para el adecuado desarrollo del autodominio del consumo de calorías en los niños, los padres deben proporcionar un ambiente donde el control paternal se centre en ofrecer opciones de comidas saludables, para que así sean los niños quienes asuman el mando de qué y cuánto comer (Johnson y Birch, 1994).

Distribución de las comidas diarias

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Con relación a este factor, se sugiere que el alto consumo de calorías en la cena se asocia con el nivel de adiposidad de los niños, esto se puede explicar en la medida que las actividades posteriores a esta comida son reposadas, ver televisión, leer, conversar, etc., para luego ir a dormir. Esto hace que gran parte de las energías consumidas se guarden en el cuerpo, lo que a mediano y largo plazo puede llevar al aumento del peso corporal (Maffeis, Provera; Filippi, Schena, Pinelli y Tató., 2000).

Tiempo frente al televisor

El tiempo que los niños ocupan diariamente en ver televisión también se ha relacionado con la obesidad de éstos, así los niños con mayor peso, gastan más tiempo en esta actividad, la asociación es lógica, puesto que ver televisión constituye una actividad pasiva que no contribuye al gasto energético y además representa un estímulo para el sobre consumo de comida malsana (Rossner, 1999).

Gran parte de los estudios mencionados se realizaron con niños que muestran sobrepeso y obesidad al igual que al menos uno de sus padres, de modo de poder controlar la variable genética implicada en la generación de este trastorno y poder explicar las diferencias interindividuales desde una perspectiva ambiental, no obstante, estas investigaciones no han logrado aclarar en qué porcentaje estas conductas frente a la comida son causa o consecuencia de la obesidad, por lo que los resultados en este tipo de investigaciones sólo pueden sugerir que los factores identificados al ser controlados causaran un efecto protector ante el desarrollo de la obesidad infantil, lo que no deja de ser importante, pues para que este trastorno se exprese y desarrolle necesita de un ambiente propicio, y es ahí donde se debe intervenir en favor del desarrollo de hábitos que potencien la salud de los niños (Kain et al, 1998).

Considerando la importancia de la influencia parental en el desarrollo de la Obesidad Infantil es que el presente instrumento se basóo en el supuesto de que se necesitanecesite considerar los hábitos, conocimientos y comportamiento de los padres si es que se quiere prevenir la obesidad Infantil.

De esta manera este instrumento se basó en los principales modelos teóricos en Salud, como son el modelo de creencias en Salud (Rosenstock, Strecher, y Becker, 1988), el modelo de conducta razonada (Ajzen y Fishbein, 1980) y el modelo de auto eficacia en Salud (Bandura,1987). Todos estos modelos tienen algunos elementos en común, como son el establecer al ser humano como un individuo capaz de cambiar y por ende responsable de su conducta y los cuidados de la salud. De igual forma, todos los modelos destacan la influencia de factores directos e indirectos en la conducta de la salud; la amenaza percibida o susceptibilidad, actitudes hacia la conducta, presión social y auto eficacia son factores de impacto directo sobre el comportamiento en salud, mientras las características sociodemográficas, información sobre la salud y creencias, son elementos de influencia indirecta en las conductas de salud.

Descripción del instrumento

El instrumento presentado se construyó considerando la evaluación de conocimientos, creencias y comportamientos en obesidad, tipo escala Likert. La construcción de esta escala constó de las siguientes fases:

Fase1: Identificación de Dimensiones:

a) Revisión de la literatura. Mediante la revisión de literatura se abordaron diferentes temáticas, entre ellas: modelos de la psicología de la salud; investigaciones, áreas de aplicación, dimensiones abordadas y factores cognoscitivos y comportamentales involucrados en conductas de riesgo y prevención en salud, aspectos epidemiológicos y clínicos de la obesidad infantil, definición, etiología, prevalencia, consecuencias físicas consecuencias psicológicas de la obesidad infantil, influencias paternales en el desarrollo de obesidad infantil; estudios en el área, factores asociados; horario, cantidades, estimulación a la sobrealimentación y sedentarismo. Adicionalmente se revisaron materias referentes a los conceptos o constructos como el de creencias, conocimientos y comportamientos y su influencia en el ámbito de la salud.

b) Realización de entrevistas: Se realizaron entrevistas a profesionales del área y a personas con características de la muestra a la cual se la aplicaría el instrumento.

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Fase 2: Construcción de Ítems:

En esta fase se ejecutaron las dos siguientes etapas:

Confección de ítems: En base a la información obtenida mediante la etapa anteriormente descrita, se procedió a la confección de 77 ítems en torno a la obesidad infantil. Posteriormente los dispositivos fueron categorizados como creencias, conocimientos o comportamientos en obesidad infantil.

Fase 3: Confiabilidad y Validez de Contenido de los Ítems:

Se sometió el instrumento, con los 77 ítems construidos, a la evaluación de 14 expertos. Estos poseían la característica de trabajar en el área de la salud tanto a nivel primario; en prevención de la obesidad y otras enfermedades, como a nivel clínico o secundario. Posteriormente, se determinó el nivel de concordancia entre los jueces con base a las respuestas brindadas en el instrumento, el mencionado proceso se estableció mediante el coeficiente de Kendall.

Posteriormente, se realizaron los análisis psicométricos a los 77 ítems. Así se construyó el instrumento piloto el cual fue administrado a una muestra de sujetos con las mismas características de la población de estudio. Así se logró establecer el nivel de confiabilidad del instrumento piloteado, y proceder a eliminar algunos ítems que interferían con la consecución de un mayor nivel de confiabilidad para el instrumento. Posteriormente se aplicó la escala a una muestra de 200 participantes, los instrumentos fueron aplicados de persona a persona, en los pasillos y salas de espera de los consultorios.

Las participantes fueron finalmente 230 madres de niños de entre 2 y 5 años de edad que acuden a consultorios de atención primaria en salud en una Comuna de escasos recursos económicos en la Región Metropolitana de Santiago de Chile.

El instrumento final está constituido por la escala de Likert que contempla tres apartados; Introducción e instrucciones para contestar los dispositivos, la presentación de los ítems, 11 en total y sus respectivas escalas de respuestas y un apartado referente a datos personales de las participantes: nombre, ocupación, edad de su hijo o hija, estado nutricional del niño o niña, según el último control sano y fecha del último control sano y consultorio al que acuden.

Las respuestas de los ítems presentan un mínimo de 1 y un máximo de 5, donde las respuestas tendientes a una actitud de prevención de la obesidad infantil, están más cercanos al máximo =5.

 

Forma de corrección

La forma de corrección del ECOI implica sumar los puntajes de cada pregunta. Un alto puntaje implica que las madres presentan mejores creencias con respecto a la prevención de las quemaduras en niños.

Propiedades Psicométricas del instrumento:

Prueba Piloto; Mediante el coeficiente Alfa de Cronbach se estimó la confiabilidad para el total de la escala, resultando un a = 0,75 (p< 0,01).

En segundo lugar, se procedió a eliminar aquellos ítems que no aportaban a la confiabilidad de la escala. Realizado este análisis se procedió nuevamente a la estimación de la confiabilidad mediante un nuevo análisis Alfa de Cronbach.

De esta forma, la prueba final (ECOI) quedó constituida en una escala de papel y lápiz de 11 ítems, tipo escala Likert, frente a los que la persona debe responder entre cinco alternativas que van desde la afirmación muy de acuerdo hasta muy en desacuerdo. Adicionalmente, agrega un breve cuestionario demográfico de 6 preguntas que identifica variables tales como sexo del niño, edad, consultorio y estado nutricional del niño de acuerdo al último control.

Análisis muestra definitiva:

En relación a las respuestas de la muestra frente al instrumento final, los resultados generales fueron los siguientes:

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La muestra presentó un promedio en las respuestas correspondiente a 4,1589. Con un puntaje mínimo 2,14 y una puntuación máxima de 5,00 y una desviación estándar de 0,4418. Así también se pudo apreciar que los puntajes más altos se concentraron en los ítems 4 y 8 (ítem 4: La obesidad constituye una enfermedad; ítem 8: Los hábitos alimenticios son un factor importante en el control de la obesidad), mientras el promedio más bajo, corresponde al ítem 10 (Yo me ocupo de que mi hijo realice por lo menos media hora diaria de actividad física), el mismo que presentó el mayor nivel de variabilidad en las respuestas, como se puede constatar en la tabla Nº 1.

 

Tabla 1-Respuestas a los dispositivos

 

ITEM MEDIA DV .STD.

1 4,08 0,93

2 4,23 0,74

3 4,14 0,83

4 4,43 0,58

5 4,20 0,77

6 4,21 0,61

7 4,21 0,68

8 4,46 0,53

9 4,40 0,52

10 3,81 1,01

11 4,20 0,78

Homogeneidad del instrumento (ECOI): La correlación entre los diferentes ítems de la prueba entre sí, mediante el coeficiente de correlación de Pearson, mostraron asociaciones estadísticamente significativas (p< 0,05 y p <0,01) (ver tabla 2).

 

Tabla 2 - Correlaciones item-item

 

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ITEMS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

1

2 0,211**

3 0,295** 0,200**

4 0,221** 0,227** 0,303**

5 0,249** 0,174* 0,685** 0,371**

6 0,172* 0,127 0,300** 0,345** 0,383**

7 0,115 0,134 0,251** 0,322** 0,353** 0,382**

8 0,185** 0,318** 0,286** 0,392** 0,353** 0,308** 0,459**

9 0,219** 0,281** 0,148* 0,366** 0,251** 0,433** 0,402** 0,605**

10 0,102 0,145* 0,109 0,095 0,145* 0,114 0,212** 0,201** 0,240**

11 0,114 0,162* 0,320** 0,207** 0,367** 0,238** 0,137 0,319** 0,379** 0,266**

Total de la prueba

0,496** 0,470** 0,641** 0,569** 0,694** 0,565** 0,565** 0,650** 0,631** 0,470** 0,563**

* p<0,05

**p<0,01

La correlación entre los ítems con sus correspondientes escalas; creencias, conocimientos y comportamiento, se observaron correlaciones significativas (p<0.01), confirmando los niveles de homogeneidad de la prueba (ver tabla Nº3).

 

Tabla 3 - Homogeneidad de la prueba, correlación de Pearson entre los ítems y subescalas.

Times Creencias Conocimientos Comportamientos

1 0,76 **

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2 0,63 **1

3 0,71 **

4 0,66 **

5 0,69 **

6 0,68 **

7 0,71 **

8 0,72 **

9 0,70 **

10 0,85 **

11 0,73 **

Total Instrumento 0,76 ** 0,89 ** 0,64 **

** p<0,01

 

El análisis de los resultados mostró un nivel de confiabilidad, correspondiente a un coeficiente Alpha de Cronbach de 0,77 para la escala total, mientras que las dimensiones de creencias, conocimientos y comportamientos presentaron coeficientes Alpha de Cronbach de 0,48 de 0,77 y de 0,40, correspondientemente. El análisis factorial exploratorio, de componentes principales mediante rotación varimax realizado al instrumento, mostró que los distintos dispositivos se agruparon en torno a un único factor, el que explicaría un 34,5% de la variabilidad de las puntuaciones obtenidas por los participantes de la investigación en la escala (ver tabla 4).

Tabla 4 - Agrupación de los ítems en torno a un único factor

 

Ítems Carga Factorial

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1. Los niños gordos son más sanos que los delgados 0,41

2. Yo creo que es importante prevenir que mi hijo se exceda de peso 0,42

3. Yo puedo evitar que mi hijo/a se convierta en un niño obeso. 0,62

4. La obesidad constituye una enfermedad. 0,61

5. La obesidad infantil es una condición que se puede evitar. 0,70

6. La obesidad infantil puede involucrar problemas a las articulaciones. 0,61

7. La actividad física previene el desarrollo de obesidad infantil. 0,61

8. Los hábitos alimenticios son un factor importante en el control de la obesidad. 0,72

9. En los niños es importante la estimulación para el desarrollo de una actividad física. 0,69

10. Yo me ocupo de que mi hijo realice, por lo menos, media hora diaria de actividad física. 0,35

11. Cuando compro los alimentos para la semana, me preocupo de comprar comida saludable.

0,54

 

Aspectos por considerar

A partir de los resultados obtenidos sobre el nivel de confiabilidad del instrumento construido, puede plantearse que este presenta un nivel de fiabilidad aceptable para la realización de evaluaciones científicas en torno al tema de la actitud de madres frente a la obesidad infantil. Sin embargo se sugiere realizar más estudios de modo de perfeccionarlo y encontrar una mejor indicador.

En torno a la validez de constructo mostrado por el instrumento, parece afortunado señalar que la reunión de los distintos ítems en torno a un único concepto indica que la escala no mide creencias, conocimientos y comportamientos en torno a la obesidad infantil de forma separada, sino más bien evalúa un solo constructo. Según la literatura, este constructo podría corresponder al concepto de creencias. Podría afirmarse que el ECOI mide principalmente creencias frente a la prevención de la obesidad infantil.

Para concluir, se presentan algunas limitaciones que deben ser consideradas a la hora de utilizar este instrumento. Respecto al alto nivel de acuerdo mostrado por la muestra en el instrumento y en los diferentes ítems se debe tener en cuenta el nivel de confiabilidad del instrumento y la posible presencia y falta de control de la variable interviniente denominada deseabilidad social, cuya presencia podría observarse mediante el alto promedio obtenido por la mayoría de los dispositivos, donde las participantes muestran una clara tendencia a mostrarse de acuerdo con las proposiciones planteadas.

Ligado a lo anterior, cabe señalar que los ítems que se refieren a pautas conductuales asociadas a la prevención de la obesidad infantil, sólo recogen reportes de conductas, donde los respondientes tienen la posibilidad de distorsionar sus respuestas en favor de lo que crean adecuado contestar. De acuerdo con lo anterior, se sugiere la realización de futuras investigaciones destinadas a mejorar la confiabilidad del

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instrumento, en pro de constituir un mejor aporte al abordaje más confiable científicamente, del problema abordado.

De la misma forma, se sugiere la ejecución de investigaciones donde se comparen grupos con distintas condiciones sociales y económicas, a fin de detectar posibles diferencias y características de las poblaciones donde se requiera intervención en el área.

Dado que las características de la enfermedad crónica de la obesidad y sus graves consecuencias para la salud, la estimulación publicitaria al consumo de alimentos ricos en grasas y calorías, el sedentarismo asociado a la vida moderna y el explosivo aumento de esta patología al interior de nuestra población, se hace urgente la intervención temprana, a nivel primario, en pro de evitar en forma oportuna la aparición y desarrollo de esta enfermedad en las niñas y los niños.

La psicología, y especialmente la psicología de la salud, tienen una gran labor que ejecutar en pro de identificar y potenciar cambios en aquellos factores que influyen en los estilos de vida que previenen o aumentan el riesgo de la aparición, desarrollo y mantenimiento de la obesidad infantil. Para llevar a cabo esta tarea, es imprescindible el trabajo con los padres, puesto que son estos los principales portadores de conocimientos, costumbres, significados y valores heredados por las nuevas generaciones.

 

Instrumento

ECOI

Nombre: Edad:

Escolaridad: Actividad:

Edad del hijo: Estado nutricional del niño (normal, con sobre peso, bajo peso):

Instrucciones: A través del siguiente cuestionario deseamos conocer la opinión que usted tiene respecto a diferentes situaciones. A continuación le presentaremos una serie de frases para las cuales hay cinco alternativas que Ud. puede elegir de acuerdo a su criterio. Por favor conteste lo más sinceramente posible.

Muy de acuerdo

De acuerdo

Indeciso En desacuerdo

Muy en desacuerdo

  1. Los niños gordos son más sanos que los delgados 5 4 3 2 1

Yo creo que es importante prevenir que mi hijo se exceda de peso 5 4 3 2 1

Yo puedo evitar que mi hijo/a se convierta en un niño obeso. 5 4 3 2 1

La obesidad constituye una enfermedad.

5 4 3 2 1

La obesidad infantil es una condición que se puede evitar.

5 4 3 2 1

La obesidad infantil puede involucrar problemas a las articulaciones. 5 4 3 2 1

La actividad física previene el desarrollo de obesidad infantil. 5 4 3 2 1

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Los hábitos alimenticios son un factor importante en el control de la obesidad. 5 4 3 2 1

En los niños es importante la estimulación para el desarrollo de una actividad física. 5 4 3 2 1

Yo me ocupo de que mi hijo realice, por lo menos, media hora diaria de actividad física. 5 4 3 2 1

Cuando compro los alimentos para la semana, me preocupo de comprar comida saludable. 5 4 3 2 1

 

 

 

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