MARÍA JOSÉ MONTIEL,

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esfera cultural 59 JUAN ANTONIO LLORENTE –A la relación de grandes teatros en los que ha cantado su- mará desde octubre otro referencial, como el Liceu de Barce- lona. ¿Cómo son sus relaciones con el teatro? –Muy buenas. Debuto en octubre allí como Carmen, y estoy muy contenta de que Joan Matabosch, su director artístico, haya tenido la iniciativa de contar conmigo. Además con una producción de Bieito, que me hace mucha ilusión. –¿Ha trabajado con él? –No, y me apetece muchísimo. Me llamaron para su Carmen en El Escorial del año pasado, pero no pude, porque estaba cantando en esos días en el Festival de Bregenz, la Amneris de Aida con un montaje impresionante de Graham Vick. –Por lo que se ve, no le asustan las propuestas novedosas… –Yo no me asusto nunca. En lo que respecta a Bieito, sin saber lo que me va a proponer, estoy muy ilusionada, expectante, con muchas ganas de trabajar con él. –¿Con cuáles de ellos se siente mejor, con el del foso o con el que se encarga del aspecto actoral? –Me entiendo bien con aquellos con los que percibo buena quí- mica, tanto si se trata del foso o de la escena. Con aquellas perso- nas cuya música o cuyo teatro comprendo, y ellos entienden tam- bién mi forma de expresarme y sentir en el caso de la música, y que saben penetrar en mi alma cuando se trata del cometido tea- tral. De estos últimos, Francisco Nieva, José Carlos Plaza, Emilio Sagi o Paco López, por citar nombres españoles, como -pensando en alguno foráneo-, el mismo Vick, a quien mencionaba, han sabi- do ahondar con fuerza en mi personalidad, y hemos vivido expe- riencias fantásticas en las que nos hemos comprendido perfecta- mente. Cuando estableces la relación con el director de orquesta, el de escena, el pianista, en la música de cámara o con otros cole- gas, lo importante es tratar en el escenario de buscar la belleza a través de la armonía entre todos. Eso es lo más hermoso. –Traspasando fronteras. ¿Viena y Milán serían sus dos ciuda- des referenciales? –En Milán he trabajado muchísimas veces con Riccardo Chailly; debuté en La Scala cantando Luisa Fernanda con Plácido Domingo, y en septiembre, poco antes de incoporarme al Liceu, estaré en la inauguración de temporada scalígera con una Novena Sinfonía de Beethoven. Pero Viena es otra cosa, en buena medida porque estu- dié allí, y allí mantengo muchos afectos. Partiendo de esas premi- sas, es fácil imaginar el claro componente emocional de mi amor por esa ciudad en la que me siento tan bien. Además, por tratarse de un lugar que transpira música por todos sus poros: en cada es- quina o en la iglesia más pequeña te encuentras la llamada para un concierto. Independientemente de las salas de referencia, como el Konzerthaus, donde interpreté el Requiem de Verdi; la Staatso- per, donde hice Las Valkirias, el Teatro An der Wien, donde he com- partido cartel con Plácido.... –Dice que debutó en La Scala cantando Luisa Fernanda con Plácido Domingo. ¿Cómo se recibe la zarzuela en semejante templo lírico? –El público de Milán, donde voy una media de dos veces al año, es arrollador; muy cariñoso. La audiencia milanesa me ha tra- tado siempre muy bien, y lo mismo puedo decir de la crítica cuan- do he interpretado allí con Chailly el Requiem de Verdi, la Rapsodia de Brahms o el Stabat Mater de Rossini, he vuelto encantada. Y aquella experiencia con Plácido se convirtió en un éxito impresio- nante. Nadie imagina el modo en que nos aplaudieron. –Su colaboración con Plácido Domingo es muy estrecha… –Plácido Domingo, aparte de cantante, es un ser excepcional y un músico fuera de serie que está por encima de todo. Es un hom- bre de una gran energía positiva, y una fuerza interior física y men- tal únicas. Un artista que, cuando cantas con él, se produce una electricidad, una tensión escénica, que personalmente te lleva a sacar lo mejor de ti. –La necesaria superación. –Cuanta mayor calidad y más verdad tengan los artistas con los que cantas, más te obligas a dar lo mejor de tí mismo. Cantar con gente poco musical te hace empequeñecerte. Hay una especie de mito que dice que cuando tu eres el más preparado del elenco tienes más éxito. Y no es así. O yo no lo creo. –¿Cómo se sintió cantando tantas veces con él Luisa Fernan- da? –Fantásticamente. Cada experiencia resultaba más hermosa que las anteriores. –Lo han representado en muchos teatros. –En muchos: la Scala de Milán, el teatro an der Wien en Viena, el Real de Madrid y en las óperas de Washington y Los Ángeles. En todos esos sitios, dirigidos por Emilio Sagi, he cantado con él Luisa Fernanda, un personaje que me gusta por su enorme fuerza, lu- chando contra la injusticia como demuestra en ese monólogo en el que se enfrenta a la aristocracia. Al margen de la vertiente amoro- sa, me gusta pensar en el personaje como en una pequeña Agusti- na de Aragón. –¿Tiene ya sus seguidores incondicionales? –Claro que si: en París, en Toulouse, en Viena, y también en Madrid. Lo notas en las cartas que te envían y por lo que te dicen cuando pasan a saludarte tras la función, pero también lo percibes por la magia que se crea en determinadas representaciones y con- ciertos, gracias a la fuerza que te llega desde cada punto del tea- Escritura PÚBLICA La madrileña María José Montiel es el perfecto ejemplo para cualquier cantante: la prueba de que sólo es posible consolidar una carrera con disciplina, constancia y un absoluto control del precioso instrumento de las cuerdas vocales. Hasta el punto de haber derivado sus roles iniciales de soprano -como la Salud de La Vida Breve de Falla con que protagonizó la reapertura del Teatro Real de Madrid en 1997- a los de mezzo, que centran su actividad desde hace una década, presididos por esa Carmen con que en octubre debuta en el Liceu de Barcelona. ‘SOY UNA ARTISTA DEL DIRECTO’ MARÍA JOSÉ MONTIEL, CANTANTE “En la actividad camerística, con un piano y la voz, o con un chelo por tercer invitado, se encuentra la esencia misma de la música” Escritura PÚBLICA 58

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JUAN ANTONIO LLORENTE

–A la relación de grandes teatros en los que ha cantado su-mará desde octubre otro referencial, como el Liceu de Barce-lona. ¿Cómo son sus relaciones con el teatro?

–Muy buenas. Debuto en octubre allí como Carmen, y estoymuy contenta de que Joan Matabosch, su director artístico, hayatenido la iniciativa de contar conmigo. Además con una producciónde Bieito, que me hace mucha ilusión.

–¿Ha trabajado con él?–No, y me apetece muchísimo. Me llamaron para su Carmen en

El Escorial del año pasado, pero no pude, porque estaba cantandoen esos días en el Festival de Bregenz, la Amneris de Aida con unmontaje impresionante de Graham Vick.

–Por lo que se ve, no le asustan las propuestas novedosas…–Yo no me asusto nunca. En lo que respecta a Bieito, sin saber

lo que me va a proponer, estoy muy ilusionada, expectante, conmuchas ganas de trabajar con él.

–¿Con cuáles de ellos se siente mejor, con el del foso o con elque se encarga del aspecto actoral?

–Me entiendo bien con aquellos con los que percibo buena quí-mica, tanto si se trata del foso o de la escena. Con aquellas perso-nas cuya música o cuyo teatro comprendo, y ellos entienden tam-bién mi forma de expresarme y sentir en el caso de la música, yque saben penetrar en mi alma cuando se trata del cometido tea-tral. De estos últimos, Francisco Nieva, José Carlos Plaza, EmilioSagi o Paco López, por citar nombres españoles, como -pensandoen alguno foráneo-, el mismo Vick, a quien mencionaba, han sabi-do ahondar con fuerza en mi personalidad, y hemos vivido expe-riencias fantásticas en las que nos hemos comprendido perfecta-mente. Cuando estableces la relación con el director de orquesta,el de escena, el pianista, en la música de cámara o con otros cole-gas, lo importante es tratar en el escenario de buscar la belleza através de la armonía entre todos. Eso es lo más hermoso.

–Traspasando fronteras. ¿Viena y Milán serían sus dos ciuda-des referenciales?

–En Milán he trabajado muchísimas veces con Riccardo Chailly;debuté en La Scala cantando Luisa Fernanda con Plácido Domingo,y en septiembre, poco antes de incoporarme al Liceu, estaré en lainauguración de temporada scalígera con una Novena Sinfonía deBeethoven. Pero Viena es otra cosa, en buena medida porque estu-dié allí, y allí mantengo muchos afectos. Partiendo de esas premi-sas, es fácil imaginar el claro componente emocional de mi amorpor esa ciudad en la que me siento tan bien. Además, por tratarsede un lugar que transpira música por todos sus poros: en cada es-quina o en la iglesia más pequeña te encuentras la llamada paraun concierto. Independientemente de las salas de referencia, como

el Konzerthaus, donde interpreté el Requiem de Verdi; la Staatso-per, donde hice Las Valkirias, el Teatro An der Wien, donde he com-partido cartel con Plácido....

–Dice que debutó en La Scala cantando Luisa Fernanda conPlácido Domingo. ¿Cómo se recibe la zarzuela en semejantetemplo lírico?

–El público de Milán, donde voy una media de dos veces alaño, es arrollador; muy cariñoso. La audiencia milanesa me ha tra-tado siempre muy bien, y lo mismo puedo decir de la crítica cuan-do he interpretado allí con Chailly el Requiem de Verdi, la Rapsodiade Brahms o el Stabat Mater de Rossini, he vuelto encantada. Yaquella experiencia con Plácido se convirtió en un éxito impresio-nante. Nadie imagina el modo en que nos aplaudieron.

–Su colaboración con Plácido Domingo es muy estrecha…–Plácido Domingo, aparte de cantante, es un ser excepcional y

un músico fuera de serie que está por encima de todo. Es un hom-bre de una gran energía positiva, y una fuerza interior física y men-tal únicas. Un artista que, cuando cantas con él, se produce unaelectricidad, una tensión escénica, que personalmente te lleva asacar lo mejor de ti.

–La necesaria superación.–Cuanta mayor calidad y más verdad tengan los artistas con

los que cantas, más te obligas a dar lo mejor de tí mismo. Cantarcon gente poco musical te hace empequeñecerte. Hay una especiede mito que dice que cuando tu eres el más preparado del elencotienes más éxito. Y no es así. O yo no lo creo.

–¿Cómo se sintió cantando tantas veces con él Luisa Fernan-da?

–Fantásticamente. Cada experiencia resultaba más hermosaque las anteriores.

–Lo han representado en muchos teatros.–En muchos: la Scala de Milán, el teatro an der Wien en Viena,

el Real de Madrid y en las óperas de Washington y Los Ángeles. Entodos esos sitios, dirigidos por Emilio Sagi, he cantado con él LuisaFernanda, un personaje que me gusta por su enorme fuerza, lu-chando contra la injusticia como demuestra en ese monólogo en elque se enfrenta a la aristocracia. Al margen de la vertiente amoro-sa, me gusta pensar en el personaje como en una pequeña Agusti-na de Aragón.

–¿Tiene ya sus seguidores incondicionales?–Claro que si: en París, en Toulouse, en Viena, y también en

Madrid. Lo notas en las cartas que te envían y por lo que te dicencuando pasan a saludarte tras la función, pero también lo percibespor la magia que se crea en determinadas representaciones y con-ciertos, gracias a la fuerza que te llega desde cada punto del tea-

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La madrileña María José Montiel es el perfecto ejemplo para cualquier cantante: la prueba de que sólo es posibleconsolidar una carrera con disciplina, constancia y un absoluto control del precioso instrumento de las cuerdasvocales. Hasta el punto de haber derivado sus roles iniciales de soprano -como la Salud de La Vida Breve de Fallacon que protagonizó la reapertura del Teatro Real de Madrid en 1997- a los de mezzo, que centran su actividaddesde hace una década, presididos por esa Carmen con que en octubre debuta en el Liceu de Barcelona.

‘SOY UNA ARTISTA DEL DIRECTO’

MARÍA JOSÉ MONTIEL, CANTANTE

“En la actividad camerística, con un piano y la voz, o con un chelo por tercer invitado,se encuentra la esencia misma de la música”

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tro: del patio de butacas al gallinero. En Bastille, sin ir más lejos,distingo claramente esa energía tan especial. Cuanta más recibes,más emanas, como si una corriente que tú les transmites por res-puesta.

–Pura adrenalina…–Y adrenalina maravillosa. Soy una artista muy de público, del

directo. Sin público no se canta igual. Hasta en las grabaciones: lasque más me interesan son aquellas en las que hay vida: las que serealizan desde un escenario frente al que hay personas escuchan-do. Seres humanos en cuerpo y alma.

–¿Cómo organiza su agenda, a la hora de distribuir óperas, re-citales y conciertos?

–Cuando estoy metida en un rol de ópera intento en torno aesas fechas no hacer recitales, que exigen una preparación que notiene nada que ver con la que demandan Carmen o Favorita. Pidenotra vocalidad y más intimidad. Sobre todo los de lied, de los quehe hecho tantísimos desde el principio de mi carrera, aunque esteaspecto de mi actividad no se conoce tanto. Sólo con el queridísi-mo Miguel Zanetti fueron casi un centenar. Considero que en la ac-tividad camerística, con un piano y la voz, o con un chelo por tercerinvitado, se encuentra la esencia misma de la música: es músicaen estado puro.

–¿Qué le deja a la ópera? –La ópera es algo maravilloso. Impresiona pensar que puedes

estar interpretando a la vez aVerdi y a Shakespeare; elamor, el odio, los celos, la le-altad, la traición, El summumde las pasiones humanas.Eso es la ópera, que no tienenada que ver con el recital.Lo curioso es que mientrasen la ópera te tienes queadueñar de un solo persona-je, en cada concierto de liedtienes que adoptar las perso-nalidades de muchos, porquecada canción es una historia:una pequeña comedia, undrama minúsculo pero, a finde cuentas, un trozo de vida.

–¿Se considera animal es-cénico?

–Pero no sólo en la ópera.También cuando hago liedpor lo que he dicho. A pesarde que no haya escena.

–¿Cuándo debutó el personaje de Carmen?–En 2002, en Italia. con un éxito increíble para la producción y

para mí personalmente. Desde entonces la he llevado conmigo.

–¿Como gran puntal de su carrera?–No creo que sea tan crucial. Hay otros, como Amneris en Aida,

que fue un auténtico descubrimiento. Su escena con los sacerdo-tes cuando ella, una reina, suplica por amor, no se cambia por mu-chos personajes. Es un momento de plenitud absoluta para unacantante. Y estoy a punto de debutar la Éboli de Don Carlos, en laque tengo puestas muchas esperanzas.

–Pero si es el personaje que más veces ha hecho.–Eso si. Carmen es el papel que más he interpretado

en mi vida.

–¿Ha evolucionado desde 2002 hasta ahora?–Mucho, empezando porque lo tengo profundizado, desarrolla-

do. Lo siento mucho más, porque lo llevo bajo mi piel, y eso es al-go que me han ayudado a conseguir los directores de escena y deorquesta.

–¿Alguna Carmen en especial?–Hice una producción muy bonita en Toulouse con Nicolas Joel.

Aunque me cueste sonrojo, debo decir que soy una de las pocasespañolas que ha cantado Carmen en Francia. �

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“Cuanta mayor calidad y más verdad tengan los artistas con los quecantas, más te obligas a dar lo mejor de ti mismo”