MARCO AURELIO

LOS DOCE LIBROS. RESUMEN

LIBRO I

En este libro relata cómo, de cada persona que conoció, aprendió alguna virtud aplicable. El verdadero espíritu filosófico sabe encontrar siempre lo mejor de lo que ve, desechando totalmente lo malo que muchas veces existe. Y con esa suma de virtudes trata de confeccionar una lista de máximas que aplicará en su propia vida.

LIBRO II

«No enojarse contra los ignorantes, pues su mayor pecado es desconocer la diferencia entre el bien y el mal. Mejor es reconocerlos como parientes, en cuanto que participan de la misma partícula divina.»

«Antes que mucho leer, más vale aplicar máximas para vivir bien en el lapso que nos han concedido los Dioses. Todo lo que nos sucede proviene de los Dioses y tiene una razón de ser y forma parte de un Universo perfectamente establecido.»

«No dilapidar energías en actos exteriores, sino enriqueciendo el alma, realizando cada acto con tanta perfección como si fuera el último.»

«Los honores, fortunas e infamias pasan con suma rapidez y desaparecen. ¿Qué es morir? Es un efecto de la Naturaleza. Lo importante es meditar cómo se unirá el hombre con Dios.»

«De nada vale buscarlo todo en el exterior, cuando lo que necesitamos realmente está en nosotros mismos.»

«Por más que sea la vida, al morir todos pierden lo mismo: el momento presente, porque pasado y futuro no se poseen.»

«Una sola cosa nos lleva a la salvación: la filosofía que mantiene el espíritu ajeno al placer y al dolor, lejos de la falsedad, conforme con todo lo que viniere ya que viene de la mano de donde uno sale, y que permite ver venir la muerte

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con ánimo plácido, pues no es más que la separación de aquello que compone el cuerpo animado.»

LIBRO III

«Aquel que ha comprendido y se ha compenetrado con la Naturaleza, y sabe contemplar sus obras, habrá de ver belleza en cada una de ellas.»

«Pensar siempre con tanta pureza y orden, que si nos interrogaran pudiéramos contestar enseguida en qué pensamos sin avergonzarnos.»

«Ser enemigo de los rebuscamientos; procurar que en todos nuestros días, nuestro espíritu nos guíe en la línea de la templanza.»

«Tratemos de no ceder ante ningún bien que no sea nuestro espíritu, capaz de reconocer los caminos de la justicia, la Verdad, la Templanza, la Fortaleza. Todo otro bien no puede competir con aquel legítimo y se posesiona del corazón para arrastrarlo sin sentido.»

«Lo más importante no es que alma y cuerpo estén unidos por más tiempo, sino que, cuando llegue la muerte hayamos llegado al término de la perfección.»

«Nada es la vida, ni la fama, ni la posteridad, propagada por hombres que igual morirán.»

«Tenemos cuerpo, alma y espíritu: del cuerpo, son los sentidos; del alma, los apetitos; del espíritu, los dogmas. Es propio del hombre virtuoso tener al espíritu por guía.»

LIBRO IV

«Al hombre que busca siempre lo mejor, los estorbos le resultan materia y ejercicio para practicar su virtud.»

«No empeñarse demasiado por ninguna cosa, pues en ellas no está el mal, sino en nuestra opinión, y además las cosas son mutables.»

«El mundo es un Estado Universal, porque es la única manera de que todo el linaje humano participe de un mismo Estado y se rija por una misma ley.»

«No mires las injurias por el lado que las ve quien te injuria, o por el lado que éste pretende que las veas, sino míralas como son realmente en sí mismas.»

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«La virtud es buena en sí misma, y no por la alabanza que produzca. Acaso si no la alaban, ¿deja de ser virtud?»

«Si es peregrino del mundo aquel que ignora lo que el mundo contiene, más peregrino es aquel que se ignora por dentro a sí mismo.»

«El mal no proviene de algo ajeno a nosotros, porque las cosas que vienen de la Naturaleza no son buenas ni malas. El mal depende de nuestra imaginación, que tiene por mal lo que no lo es.»

«Decía Epícteto: “Tú, alma mía, no haces más que llevar sobre tí un muerto.”»

LIBRO V

«Si todos los animalitos, aún los más pequeños, cumplen diariamente con su deber, ¿cómo el hombre no se apresurará a cumplir el suyo, dejando de lado el placer de la pereza?»

«No echar la culpa a nuestra falta de talento, por el hecho de no ser íntegros, porque tampoco se necesita talento para ser un miserable.»

«Si hacemos un favor, olvidemos que lo hicimos y estemos prestos a realizar otro.»

«Entendamos nuestras desgracias como el remedio más necesario para nosotros, como hacemos con los que nos recomienda el médico.»

«Preguntémonos si con las virtudes sucede lo mismo que con los bienes materiales, que de tener muchos no sabemos dónde ponerlos.»

LIBRO VI

«La Mente que rige el Universo no es maléfica, pero ha ordenado las cosas de la mejor manera, y le da igual que para cumplir nuestro deber suframos o gocemos.»

«El mejor modo de vengar la injuria es no imitar al que nos la hizo.»

«Cuando las cosas o las circunstancias nos aplastan con su aparente grandeza, busquemos la verdad sin rodeos, y veremos cómo cae el aparato: un plato de exquisita comida es, casi siempre, el cadáver de algún animal.»

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«Los hombres no quieren hablar bien de sus compañeros y contemporáneos, pero pretenden que los venideros los alaben. Es lo mismo pretender que los antepasados nos hubiesen honrado.»

«Si los trabajos de la mano y del pie son naturales de la mano y del pie, los trabajos del hombre son naturales del hombre; ni son malos ni son superiores a sus fuerzas.»

«Sería ridículo que un arquitecto apreciase más lo que prescribe su arte, que un hombre lo que le dicta la razón.»

«Quien ha visto lo presente, ya lo vio todo, puesto que todas las cosas son de una misma naturaleza.»

«Todos cooperamos a un mismo fin: los que saben que lo hacen y los que no lo saben.»

«Lo que no es bueno para el enjambre, tampoco lo es para la abeja.»

LIBRO VII

«No importa pedir ayuda a otro cuando se trata de cumplir el deber.»

«Así como nuestro cuerpo se compone de distintos miembros, considerémonos miembros del sistema que consta de naturalezas racionales.»

«No conviene pensar mucho en los bienes que nos faltan, sino en los que tenemos; aunque sin llegar a tenerles tanta estima, que nos perturbemos el día que nos falten.»

«No es justo que la mente adopte el semblante a su gusto, y que ella no se acomode y componga a sí misma como es debido.»

«El resto de las criaturas fue dispuesto para servir a las racionales, pero las racionales han sido hechas para ayudarse mutuamente.»

«Si los dioses inmortales no se irritan de soportar a los hombres malos, ¿cómo nos cansaremos nosotros que somos de los malos? Antes de huir de los malos, habría que huir de nuestros vicios.»

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LIBRO VIII

No comprenderás la igualdad si consideras separadamente una cosa, pero sí cotejando las partes de un todo con las de otro distinto.»

«Habiendo cometido un error, si se puede se enmienda, y si no, ¿qué sacamos con irritarnos?»

«Con razón llevamos nuestro merecido, porque queremos más el dilatar hasta mañana el ser buenos, que serlo desde hoy mismo.»

«Así como una mano o un pie arrancado del resto del cuerpo, somos nosotros cuando nos arrancamos de la sociedad. Pero Dios le ha otorgado únicamente al hombre la facultad de incorporarse nuevamente a su todo.»

«A ningún hombre puede sucederle cosa que no sea humana; nada al buey que no sea peculiar del buey; nada a la vid que no corresponda a la vid; nada a la piedra que no sea propio de la piedra.»

«Nada externo puede alterar el alma así como una maldición no pararía un manantial.»

«Así como un rayo de sol, debe ser nuestro pensamiento: no chocar violentamente contra los impedimentos, pararse y aclarar cuanto hubiese percibido.»

«Los hombres han sido hechos los unos por causa de los otros. Tú, pues, enséñales o súfrelos.»

LIBRO IX

«Es reo de impiedad el que no se muestra indiferente ante disgustos y placeres, muerte y vida, gloria e infamia, de las cuales no hace distinción la Naturaleza universal.»

«Sufrir las penurias no creyéndose un infeliz, ni tratando de despertar admiración ni compasión, sino tomar y desistir de la fatiga cuando lo exija la razón de Estado y el bien público.»

«Recorre por dentro las almas de los hombres y verás a qué jueces temes y qué jueces lo son de sí mismos.»

«Cualquier pérdida no es otra cosa que una mutación.»

«Dijo Epicuro que en sus enfermedades, más que atender a los males de su cuerpo, examinaba las causas que

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habían antecedido al mal, mientras observaba cómo su alma permanecía impasible ante los sufrimientos.»

«Así como los ojos no piden recompensa porque ven, ni los pies porque caminan, el hombre nacido para hacer el bien, tiene en eso mismo su premio.»

LIBRO X

«Una vida conforme con los Dioses y con los hombres, no nos daría motivo para quejarnos de ellos, ni causa para que ellos nos condenen.»

«Si la alteración o mutación de las partes del Universo fuera un mal, no le iría muy bien al Universo.»

«Basta de disputar cómo conviene que sea un hombre bueno: procuremos serlo en realidad.»

«Los obstáculos, o son del cuerpo, o los pone la mente. Además, los infortunios no causan detrimento a la ley, ni a la ciudad ni al ciudadano; antes bien, mejoran al que los vence.»

«Cualquier hecho, cualquier palabra, una hoja que cae, le recuerdan al filósofo la ley de la vida.»

«El que quiere únicamente felicidades en la vida, es como el ojo que sólo busca lo verde, o el diente que quiere cosas tiernas y delicadas.»

«Sin el alma que los mueve y da vigor, nuestros miembros no tendrían otro uso del que tiene la lanzadera para la tejedora, la pluma para el escribano y el látigo para el cochero.»

LIBRO XI

«Estar listo para desprenderse del cuerpo, ya sea para extinguirse, para disiparse o para subsistir, pero no por obstinación sino por cordura del propio juicio.»

«Inventóse la tragedia, para que no lleváramos pesadamente en este mundo lo que nos servía de diversión en las tablas.»

«Así como no es igual un injerto que un pimpollo que crece en el árbol, no es lo mismo el hombre que, alejado de la sociedad, vuelve a ella, que el que siempre comprendió la realidad social.»

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«La esfera es la perfecta imagen del alma que no se extiende a lo que esté fuera de sí.»

«Echar de la imaginación la sospecha (juicio vano), la murmuración (que destruye la sociedad), la ficción (es decir, no hablar en contra del propio sentir), la intemperancia (rebaja el espíritu).»

«Imitar a los astros en su orden, pureza y desnudez, pues ellos no tienen velo con qué cubrirse.»

LIBRO XII

«A pesar de que nos amemos a nosotros mismos más que a todos, estimamos menos nuestra opinión que la de los demás.»

«El parentesco del linaje humano no es por enlace de carne y sangre, sino por la participación común de una misma mente. Y la mente de cada uno es un dios, ya que proviene de la Divinidad.»

«A pesar de que no vemos nuestra alma, la respetamos, y lo mismo debería pasar con los Dioses, que además se hacen evidentes, puesto que en todo momento experimentaremos su poder.»

«Una vida feliz: encadenar una obra buena con otra mejor, sin dejar el más mínimo intervalo entre las acciones buenas.»

«Si los que aman el deleite y odian el trabajo, menosprecian la muerte, ¿hará el filósofo lo mismo que ellos?»

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