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1 Marco histórico, sociocultural y filosófico de Platón (427-347 a.C.) La división de la sociedad griega entre nobleza, dedicada a las armas y representante de la excelencia moral, y pueblo, sometido socialmente y dedicado a la agricultura y a la ganadería, cambió profundamente como consecuencia del proceso de expansión colonial iniciado en el siglo VIII a.c. Apareció un nuevo tipo social, el comerciante, que debía su prosperidad a sí mismo y consideraba secundarios la destreza guerrera y el linaje, valores característicos de los nobles. Además, la colaboración de las clases populares en el triunfo sobre los persas durante las guerras médicas (479 a.c.) les otorgó protagonismo en el gobierno de la polis. Atenas se convirtió en la ciudad más próspera y cosmopolita de Grecia. Ambos procesos impulsaron el desarrollo democrático ateniense y con él un auge cultural sin precedentes, en el que destacan las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides, las comedias de Aristófanes, las historias de Heródoto y Tucídides, las esculturas de Fidias y Praxíteles, y una nueva concepción de la filosofía de la mano de los sofistas, Sócrates y Platón. Tras la muerte de Pericles y tras la victoria de Esparta en la guerra del Peloponeso Atenas perdió el liderazgo económico y político que había mantenido a lo largo del s.V a.c. Esparta (404 a.c.) impuso la dictadura de los Treinta Tiranos, afín a sus intereses. Aunque los atenienses restauraron el régimen democrático apenas un año después, ya nada fue igual que en la época de Pericles (462-429 a.c.); incluso ajusticiaron a Sócrates, maestro de Platón. La decadencia de la democracia ateniense fue imparable, y concluyó con la conquista de la ciudad por Filipo de Macedonia en el año 338 a.c. y su hijo Alejandro Magno integró a todos los griegos en un imperio en el que no cabían ni la democracia, ni la libertad política, ni los ideales comunitarios. La legislación democrática, al permitir la participación de los ciudadanos en las asambleas, convirtió en prioritario el dominio de las artes del lenguaje (oratoria, retórica, etc.). Los debates se centraban en cuestiones políticas y jurídicas, lo que exigía con frecuencia discutir los fundamentos de la vida en común: las leyes, las costumbres, las instituciones, etcétera. En este contexto, la especulación sobre la naturaleza llevada a cabo por los presocráticos carecía de interés; lo que importaba era saber convencer a los demás ciudadanos. Los sofistas, cuyas enseñanzas se centraban en el dominio del lenguaje, sin importarles la verdad, eran especialmente apreciados por impartir enseñanzas para adquirir estas habilidades, pero Sócrates y Platón mostraron su rechazo a unas prácticas que consideraban destructivas para la polis porque hacían que los ciudadanos desconfiaran de las leyes y las vieran como mera expresión de intereses particulares Y los políticos atenienses de la época coincidían con los sofistas en su desprecio de la verdad. Platón dará respuesta con su filosofía a unos y otros, pero sobrepasará el ámbito ético y político para constituirse también su pensamiento como explicación científica, ontológica y cosmológica.

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Marco histórico, sociocultural y filosófico de Platón (427-347 a.C.)

La división de la sociedad griega entre nobleza, dedicada a las armas y representante de la

excelencia moral, y pueblo, sometido socialmente y dedicado a la agricultura y a la ganadería, cambió

profundamente como consecuencia del proceso de expansión colonial iniciado en el siglo VIII a.c.

Apareció un nuevo tipo social, el comerciante, que debía su prosperidad a sí mismo y

consideraba secundarios la destreza guerrera y el linaje, valores característicos de los nobles. Además, la

colaboración de las clases populares en el triunfo sobre los persas durante las guerras médicas (479 a.c.) les

otorgó protagonismo en el gobierno de la polis. Atenas se convirtió en la ciudad más próspera y cosmopolita

de Grecia.

Ambos procesos impulsaron el desarrollo democrático ateniense y con él un auge cultural sin

precedentes, en el que destacan las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides, las comedias de Aristófanes,

las historias de Heródoto y Tucídides, las esculturas de Fidias y Praxíteles, y una nueva concepción de la

filosofía de la mano de los sofistas, Sócrates y Platón.

Tras la muerte de Pericles y tras la victoria de Esparta en la guerra del Peloponeso Atenas

perdió el liderazgo económico y político que había mantenido a lo largo del s.V a.c. Esparta (404 a.c.) impuso

la dictadura de los Treinta Tiranos, afín a sus intereses. Aunque los atenienses restauraron el régimen

democrático apenas un año después, ya nada fue igual que en la época de Pericles (462-429 a.c.); incluso

ajusticiaron a Sócrates, maestro de Platón.

La decadencia de la democracia ateniense fue imparable, y concluyó con la conquista de la

ciudad por Filipo de Macedonia en el año 338 a.c. y su hijo Alejandro Magno integró a todos los griegos en un

imperio en el que no cabían ni la democracia, ni la libertad política, ni los ideales comunitarios.

La legislación democrática, al permitir la participación de los ciudadanos en las asambleas,

convirtió en prioritario el dominio de las artes del lenguaje (oratoria, retórica, etc.). Los debates se centraban

en cuestiones políticas y jurídicas, lo que exigía con frecuencia discutir los fundamentos de la vida en común:

las leyes, las costumbres, las instituciones, etcétera.

En este contexto, la especulación sobre la naturaleza llevada a cabo por los presocráticos

carecía de interés; lo que importaba era saber convencer a los demás ciudadanos. Los sofistas, cuyas

enseñanzas se centraban en el dominio del lenguaje, sin importarles la verdad, eran especialmente

apreciados por impartir enseñanzas para adquirir estas habilidades, pero Sócrates y Platón mostraron su

rechazo a unas prácticas que consideraban destructivas para la polis porque hacían que los ciudadanos

desconfiaran de las leyes y las vieran como mera expresión de intereses particulares Y los políticos

atenienses de la época coincidían con los sofistas en su desprecio de la verdad. Platón dará respuesta con

su filosofía a unos y otros, pero sobrepasará el ámbito ético y político para constituirse también su

pensamiento como explicación científica, ontológica y cosmológica.

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Las teorías de Heráclito y Parménides eran conocidas en la época de Platón y defendidas por

sus discípulos Crátilo y Zenón. La identificación que hacía Parménides entre el pensar y el ser hizo que

Platón considerara la importancia de la razón para conocer la verdad. También procede de él la división

platónica del mundo en dos, sensible e inteligible, y la desconfianza hacia los sentidos.

Platón entrará en contacto con la escuela pitagórica a través de Arquitas de Tarento; de ellos

recibirá el interés por las matemáticas y la idea de que deberían gobernar los filósofos. A través de ellos

también recibió la teoría órfica de la transmigración de las almas de las almas.

Sin embargo, la gran figura de la época de Platón fue Sócrates. De él recibió la importancia

dada al concepto y la idea de que para hacer el bien había que saber. La importancia dada por Sócrates a la

moral, tanto para el individuo como para la sociedad, también fue fundamental en Platón.

Y uno de los hechos que más ha trascendido de Platón es el haber sido el fundador de la

Academia, la primera universidad del mundo. En ella se dedicaría a la formación de los futuros gobernantes

enseñándoles matemáticas y filosofía.

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Marco histórico, sociocultural y filosófico de Aristóteles (384-322 a.C.)

La vida de Aristóteles transcurre en el período de decadencia de la polis griega. Tras la

derrota de Atenas en la guerra del Peloponeso, Esparta estableció su hegemonía en Grecia, aunque duró

muy poco, pues fue vencida por Tebas en las batallas de Leuctra y Mantinea. También el dominio tebano fue

breve, pues una nueva potencia comenzaba a extender su influencia: Macedonia, un reino «bárbaro», pero

fuertemente helenizado.

En la batalla de Queronea (338 a.c.), el rey Filipo II de Macedonia venció a Atenas e impuso

su dominio sobre todas las polis griegas. Estas perdieron su independencia y pasaron a formar parte del

imperio macedónico.

A Filipo le sucedió su hijo Alejandro Magno, que admiraba profundamente la cultura griega,

pues había sido educado por Aristóteles. Una vez en el trono, extendió dicha cultura por todo el mundo

conocido al conquistar el imperio persa. La temprana muerte de Alejandro en el año 323 a.c. le impidió

consolidar sus conquistas, iniciándose así el llamado «período helenístico», en el que la cultura griega se

hace más universal y los focos de interés cultural, económico y político quedan desplazados, y la ciudad de

Alejandría desplaza a Atenas como nuevo centro cultural y científico.

La sociedad griega estaba dividida ante la amenaza exterios. Unos aceptaban que la solución

de los conflictos de las polis tenía que provenir de una intervención del exterior; otros, por el contrario, como

Demóstenes, pretendían resistir, aun siendo conscientes de su inferioridad e ineficacia militares

A pesar de este clima de inestabilidad y de pobreza material, el arte y la cultura griegos

alcanzaron en este siglo un período de renovación con respecto al modo clásico dominante en la época

anterior. Las comedias de Menandro reemplazaron a las tragedias de Eurípides. En la oratoria destaca

Demóstenes, con sus Filípicas, al tiempo que el arte abandona el idealismo del período clásico y se vuelve

más realista, destacando el escultor Praxíteles y el pintor Apeles. En ciencia destacan Teofrasto, sucesor de

Aristóteles en el Liceo, Eudoxo de Cnido, que propuso el modelo de universo esférico que adoptó Aristóteles,

y Euclides, quien, en su obra “Los elementos”, creó la geometría como ciencia axiomática.

El contexto filosófico de Aristóteles está marcado, a la vez, por su dependencia y por su

actitud crítica hacia la teoría de las ideas de su maestro Platón, en cuya Academia estudió durante veinte

años: por una parte, Aristóteles acepta las ideas y las incorpora a su teoría, denominándolas «formas», pero,

por otra, rechaza el carácter separado que Platón atribuía al mundo inteligible: para Aristóteles, las formas

siempre se dan unidas a la materia, constituyendo el individuo concreto: la sustancia, o compuesto

hilemórfico.

También recoge Aristóteles la tesis de Sócrates y de Platón de que la ciencia es un

conocimiento de lo universal, pero, para él, el conocimiento científico se basa en la abstracción que realiza el

alma de las formas inscritas en la materia, elaborando a partir de ellas los conceptos.

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Asumiendo de nuevo la materia como principio, Aristóteles recoge la herencia de los

presocráticos, y vuelve sobre los problemas relacionados con la naturaleza y el movimiento, que estudia la

física. ciencia que Platón había rechazado por dedicarse a la investigación del mundo sensible. También está

influido por los conocimientos de medicina adquiridos de su padre y sus observaciones directas de la

naturaleza, que dan a su filosofía una orientación empírica y cientificista que contrasta con el matematicismo

de la filosofía de Platón.

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Marco histórico, sociocultural y filosófico de Agustín de Hipona (354-430)

Agustín de Hipona se sitúa en la frontera entre dos mundos: el clásico grecorromano, que

declinaba, y la era cristiana, que comenzaba su recorrido. En este sentido, se trata del último pensador

antiguo y el primer gran filósofo cristiano y medieval.

Su actividad intelectual se desarrolla durante el período histórico del Bajo Imperio Romano

(siglos IV-V), caracterizado por un fuerte descenso demográfico; la progresiva ruralización de la población,

producida por la decadencia de las ciudades; una rígida estratificación social (que conducirá, unos siglos más

tarde, al feudalismo); el aumento de la importancia del ejército, como protección ante las invasiones bárbaras

(el año 410 Roma es saqueada por los visigodos de Alarico), y, finalmente, una notable decadencia de las

artes, que abandonan el antropomorfismo clásico y se hacen teocéntricas, al tiempo que la música se pone al

servicio de la liturgia religiosa.

En la época de Agustín de Hipona, el panorama religioso se encuentra definitivamente

dominado por el cristianismo, que fue autorizado por el emperador Constantino en el Edicto de Milán (313) y

se convirtió en la religión oficial del Imperio con Teodosio el Grande en el año 380.

Los principales movimientos filosóficos que encontramos en esta época son: el estoicismo,

que defiende que la felicidad se ha de buscar y encontrar en el interior del hombre, el gnosticismo, que

defiende la creencia en el poder salvador del conocimiento, y , especialmente, el neoplatonismo desarrollado

por Plotino (205-279): el hecho de que la corriente platónica, impulsada por el neoplatonismo, fuera la más

importante y ofreciera muchas similitudes con la doctrina cristiana, favoreció que el cristianismo construyera

su doctrina fundamentalmente con conceptos platónicos.

Ante las críticas que le dirigían los filósofos paganos, el cristianismo utilizó el saber filosófico

para apoyar los dogmas de la fe. Esta síntesis entre religión cristiana y filosofía dio lugar a la patrística; es

decir, el pensamiento de los primeros Padres de la Iglesia: Tertuliano, Orígenes, San Basilio, San Ambrosio,

el propio San Agustín, San Jerónimos, San Isidoro de Sevilla, etc.

Estos pensadores utilizaron el neoplatonismo de Plotino y el estoicismo de Séneca para

elaborar la primera filosofía cristiana, la cual se desarrolló inicialmente en permanente lucha con los restos

del pensamiento clásico (especialmente el escepticismo académico) y con las múltiples herejías surgidas en

el seno del propio cristianismo: maniqueísmo, pelagianismo, gnosticismo, arrianismo, etc.

La patrística anticipa muchos de los problemas que centrarán la reflexión filosófica de la Edad

Media, ajenos al pensamiento griego, como el problema de las relaciones entre razón y fe, la demostración

de la existencia de Dios, el enigma de la Creación, el sentido de la libertad humana (en conexión con los

conceptos de culpa y de pecado) o la interpretación religiosa del curso de la historia como el campo de lucha

entre las fuerzas del bien (divinas) y del mal (diabólicas).

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Todas estas cuestiones vertebran la filosofía de Agustín de Hipona, quien las aborda desde

una perspectiva original, que influirá profundamente en la obra de importantes filósofos posteriores, como

Descartes o Rousseau.

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Marco histórico, sociocultural y filosófico de Tomás de Aquino (1225-1274)

Santo Tomás pertenece a la época histórica que se conoce como Baja Edad Media (S.XI -

SXIV). Tras unos siglos de escasez material y de rigidez social Europa sufre un período de expansión (S.XI –

S.XIII) provocado por el progreso habido en la agricultura, fuente básica de la economía medieval (avances

técnicos como el molino hidráulico, la rotación en los cultivos, etc…). Hay un resurgir de las ciudades (París,

Oxford, Brujas, etc…) que crecen de población apareciendo una nueva clase social, a saber, la de los

comerciantes enriquecidos por el comercio (burguesía) y se respira un nuevo ambiente en la actividad cultural

que desembocará en la creación de las universidades. La crisis de este periodo se producirá en el S.XIV

cuando fueron apareciendo las tres grandes calamidades de aquel tiempo: la guerra, el hambre y la peste

negra.

En el campo político, comenzaron a consolidarse las grandes monarquías europeas, como las

de Castilla, Aragón o Inglaterra, destacando entre todas ellas, por su poder, el reino de Francia. También se

planteó la idea de una “cristiandad universal”, concepto que dio lugar a un grave enfrentamiento entre dos

grandes poderes, el del Emperador y el del Papa, cuyos ámbitos de actuación no estaban claramente

delimitados. El conflicto estalla entre Enrique IV, emperador de Alemania, y el Papa Gregorio VII, con el

deseo de ambos de que se reconociera su supremacía dentro de la cristiandad. El resultado de esta pugna

es el debilitamiento del cargo de Emperador y la reducción de la influencia espiritual de los papas. Durante

buena parte del S.XIV el Papado se trasladó a Avignon produciéndose el cisma de Occidente, en donde la

Iglesia tuvo dos papas a la vez, uno en Roma y otro en Avignon.

Frente a la caída del Imperio y del Papado, las monarquías hereditarias cobraron auge, dando

lugar, a la larga, a la idea de nación que a la postre supondrá el inicio de la concepción de una Europa de

Estados nacionales.

El sistema de organización social siguió siendo feudal, dividiéndose la sociedad en tres

estratos sociales, vinculados entre sí por relaciones de vasallaje: la nobleza, el clero y el campesinado. A

pesar de ello, los burgueses, es decir, los habitantes de las ciudades, dedicados sobre todo a la artesanía y al

comercio, mantuvieron un espíritu de relativa independencia, ya que las ciudades solían tener un gobierno

autónomo. Dentro del artesanado, los gremios (carpinteros, tejedores, orfebres, etc.) controlaban el ejercicio

de los diferentes oficios.

El crecimiento urbano estuvo unido a un resurgir de la cultura: floreció el arte gótico, con la

construcción de las grandes catedrales. En pintura y escultura se trató de imitar más detalladamente la

realidad natural.

En el ámbito religioso se fundaron, a principios del siglo XIII, las órdenes mendicantes:

franciscanos y dominicos (a esta última perteneció Santo Tomás). Sus miembros ocuparon la mayor parte de

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las cátedras de las primeras universidades europeas, entre las que destacaban las de Oxford y París, donde

Santo Tomás ejerció como profesor. Las enseñanzas impartidas en ellas se basaban en el comentario y la

discusión de los textos de diversas autoridades filosóficas, jurídicas, médicas o religiosas, como Aristóteles,

Avicena, de la Biblia o de los escritos de los Padres de la Iglesia.

El saber enseñado en las escuelas universitarias de la Baja Edad Media recibe el nombre de

escolástica (del latín schola, 'escuela'), y constituye el segundo gran período de la filosofía cristiana, tras la

patrística, es decir, la filosofía elaborada por los primeros Padres de la Iglesia, como, por ejemplo, San

Agustín, quienes sintetizaron la religión cristiana y la filosofía platónica.

El contacto entre el mundo islámico y el cristiano, propiciado por las cruzadas y por la labor de

la Escuela de traductores de Toledo, trajo consigo el conocimiento de las obras de Aristóteles y su

comentarista Averroes en Occidente. Dichas obras fueron asimiladas de diversas formas por los pensadores

latinos: los averroístas las aceptaron en su versión más radical, los franciscanos las rechazaron, mientras que

San Alberto Magno y su discípulo Tomás de Aquino elaboraron una interpretación más moderada de las

doctrinas aristotélicas haciéndolas compatibles con la fe cristiana.

En esta trasmisión del pensamiento aristotélico destacarán los comentarios a sus obras

realizadas por Avicena (aristotelismo platonizante del S.X) y Averroes (aristotelismo puro del S.XII), y las

escuelas de traductores, de las que destaca la de Toledo, en las que las obras de Aristóteles se traducirán

del árabe al latín.

El S.XIII será el siglo de la asimilación del aristotelismo favorecido por la actividad de las

universidades donde se desarrolla la polémica entre dos visiones del cristianismo: la síntesis agustiniana a

través de la filosofía de San Buenaventura y la síntesis tomista. Estas discusiones centrarán la filosofía de la

llamada “gran Escolástica” donde destacará sobremanera la filosofía de Sto. Tomás. La filosofía escolástica

entrará en crisis en el S. XIV principalmente a partir de la escuela de Oxford formada por franciscanos que

reclaman libertad de investigación, entre los que destacan Juan Duns Escoto y Guillermo de Ockam. El

espíritu de estos pensadores dejará la puerta abierta para el comienzo de la Modernidad.

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Marco histórico, sociocultural y filosófico de Descartes (1596-1650)

El factor primordial de estos siglos es la creación de imperios coloniales por parte de los

grandes países europeos (España, Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda). En consonancia con ellos y con

la forma de organizar estos países su comercio, acumularán impresionantes cantidades de beneficios, que

van a traer como consecuencia un fortalecimiento y desarrollo del capitalismo comercial, una tendencia de los

reyes a aumentar su poder y un enfrentamiento de los países europeos entre sí por tratar de debilitar a sus

rivales y hacerse con los territorios más ricos.

Desde el punto de vista político las monarquías autoritarias o territoriales se convierten en

absolutas. Es el Antiguo Régimen cuyos rasgos son: la gran acumulación de poder en los reyes apoyados

socialmente en la aristocracia y económicamente en la burguesía. En algunos países sin embargo, la

monarquía absoluta no llega a cuajar como en Inglaterra y Holanda donde el poder real está contrapesado

por los Parlamentos.

En el terreno social se mantiene la organización estamental (en la cúspide se situaba el rey;

después, la nobleza y el alto clero, y en el tercer nivel el estamento popular, o «tercer estado») con clases

privilegiadas como la nobleza y la burguesía, y las clases bajas formadas por los campesinos y pequeños

artesanos.

Descartes vivió en el contexto de la guerra de los Treinta años, conflicto en el que se decidió

la hegemonía europea, pues, tras la Paz de Westfalia (1648), España inició un proceso de irreversible

decadencia frente a Francia, que se fue imponiendo como el Estado más influyente de Europa. Desde el

punto de vista socioeconómico, las consecuencias de la guerra fueron devastadoras: la población se redujo

drásticamente y los Estados europeos tardaron décadas en salir de la profunda crisis causada por el conflicto.

En el terreno religioso, se produjo el enfrentamiento entre la Reforma protestante y la

Contrarreforma católica, destacando la orden de los jesuitas, dedicados a fortalecer la fe católica frente al

protestantismo, y el jansenismo, movimiento que se difundió en Francia a través de los escritos de Arnauld y

Pascal, activos en la abadía de Port-Royal.

En las artes dominaba el Barroco, que acentuaba los efectos escenográficos, a fin de

promover la fe de los fieles y para exaltar el poder de los monarcas de la época. Los dos grandes artistas del

barroco son Velázquez y Bernini. La literatura, por su parte, manifiesta una concepción pesimista del hombre,

resaltando la fugacidad y la vanidad de la vida, y muestra gran preocupación por la muerte.

El marco filosófico de Descartes viene determinado por la filosofía escolástica, que estudió en

su juventud con los jesuitas, y por el escepticismo de Montaigne, así como por su intercambio de ideas con

los intelectuales de su época, como el atomista Gassendi y el empirista Hobbes. Descartes rechaza el

argumento de autoridad escolástico, pero no acepta los argumentos escépticos, que socavan los cimientos

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de la religión y de la filosofía, y trata de encontrar una certeza indubitable para situarla en la base del

conocimiento.

La filosofía de Descartes coincide en el tiempo con la Revolución Científica, iniciada por

Galileo, quien elabora un nuevo modelo de saber científico, basado en la combinación de razón y

experimentación. Los racionalistas, encabezados por Descartes, valoran las matemáticas por su aportación a

la nueva ciencia y proponen una interpretación mecanicista de la naturaleza. Junto a ello, buscan un método

fiable, parecido al de la matemática, que garantice un avance seguro del conocimiento.

En el siglo XVII se van a constituir dos grandes sistemas filosóficos que se prolongarán en el

siglo XVIII:

- Racionalismo. Movimiento que funda todos los conocimientos en la razón. Destacan

tres filósofos principalmente: Descartes, Spinoza y Leibniz. En sus sistemas filosóficos hay elementos

completamente nuevos: la parte concedida ahora al sujeto es lo primordial aunque la Naturaleza,

campo del objeto, actúa según sus propias leyes mecánicas. La dualidad sujeto-objeto abre el

problema que llegará hasta nuestros días de conciliar ambos mundos, "res cogitans" y "res extensa".

- Empirismo. Movimiento que sostiene la experiencia como origen de todo el

conocimiento. Sus mejores representantes serían: Hobbes, Locke, Berkeley y Hume. Con estos

filósofos se consuma la ruptura con la tradición; en vez de verdades necesarias y universales de

razón (base de la metafísica racionalista) será lo puramente fáctico lo único válido. En contraste con

el Racionalismo que se da en la Europa Continental, el empirismo se dará en las Islas Británicas.

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Marco histórico, sociocultural y filosófico de Hume (1711-1776)

(Salvo por las características concretas de Inglaterra, Francia y Alemania,

los marcos de Hume, Rousseau y Kant son coincidentes)

Tras la revolución de 1688, Inglaterra y, poco después, toda Gran Bretaña, inició un camino

hacia el constitucionalismo que la convirtió, durante el siglo XVIII, en un modelo para los ilustrados del resto

de países. El parlamentarismo de su monarquía permitió desarrollar una legislación en la que los derechos

ciudadanos y las libertades políticas, religiosas y económicas se veían cada vez más asentadas e Inglaterra

se convierte en la primera potencia económica, industrial y capitalista

Los ilustrados británicos se beneficiaron y a la vez contribuyeron a difundir un mensaje de

tolerancia y una ideología que caló profundamente entre cierta aristocracia y en la burguesía. También se

enfrentaron al poder eclesiástico, que seguía ejerciendo una gran influencia (el mismo Hume no pudo

acceder a una cátedra universitaria por la oposición de la Iglesia escocesa), pero si se compara con las

dificultades políticas, religiosas y con los privilegios señoriales contra los que luchó la Ilustración francesa, los

obstáculos de los pensadores británicos fueron mucho menores.

Desde el punto de vista económico, a lo largo del S.XVIII tiene importancia el fuerte

crecimiento demográfico favorecido por una mejor alimentación gracias a las mejoras agrícolas, al tiempo que

se da una expansión económica en las capas sociales más altas. Es el momento en el que se van a divulgar

nuevas teorías que defienden la libertad económica como factor indispensable para el progreso (liberalismo

económico).

En el terreno social cabe destacar el cada vez más acentuado enfrentamiento entre la

burguesía y la aristocracia:

- La aristocracia, ante la fuerza en auge de la burguesía, trata de defender fuertemente

sus privilegios.

- La alta burguesía (grandes comerciantes y banqueros) se siente molesta por el freno

que tales privilegios suponen para el desarrollo y exigen: libertad económica, desaparición de los

privilegios nobiliarios e igualdad ante la ley, lo que está anticipando cambios profundos que

culminaron durante el S. XVIII.

- Las capas sociales más bajas (burguesia artesanal, trabajadores de manufacturas,

campesinos y el bajo clero) tendrán que aguantar pésimas condiciones de vida que generan malestar

social.

Culturalmente, las capas alta y media gozan de vivir en tal época, al tiempo que ejercen un espíritu

filantrópico hacia los más necesitados. El interés por el saber se va ampliando a capas cada vez más amplias

de la sociedad lo que propicia el desarrollo cultural.

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El importante desarrollo científico de la época encontró su símbolo en Newton, modelo e

inspiración de los ilustrados, junto con el empirismo de Locke. Ambas influencias sirvieron de base a una

doctrina en la que la observación objetiva de los hechos sirve tanto para oponerse al dogmatismo religioso

como para defender la primacía de la sociedad civil y de la razón.

Aunque surgieron defensores del ateísmo (D'Holbach, Lamettrie), se aceptaba la utilidad de la

religión para el pueblo y predominaba el deísmo, a la vez que se postulaba la extensión de la educación a

todos los ciudadanos. Estas ideas se discutieron en salones y sociedades científicas más que en

universidades y se difundieron en diarios y revistas más que en tratados.

La Ilustración mantiene un concepto amplio de filosofía, que permite incluir en él desde el

pensamiento de Newton hasta el de autores como Hume, Helvetius, Rousseau o Kant. También son muy

diversos los temas de que se ocupan los ilustrados, desde la razón, la naturaleza o el hombre hasta la re-

ligión, la sociedad, la historia, etc. En muchos casos, ese tratamiento dará lugar a las nuevas ciencias

sociales (antropología, economía, etc.).

El conocimiento es concebido por los pensadores ilustrados no como un conjunto de ideas

innatas, sino como un instrumento que permite la investigación y la acción del ser humano en el mundo,

mientras la metafísica es analizada desde una perspectiva crítica. Por su parte, las ideas de virtud y de

felicidad servirán de base a una moral que quiere desligarse de la religión.

Las ideas filosóficas, científicas y políticas del S.XVIII procedentes de Inglaterra, provocan un

importante desarrollo científico, estimulado por el deseo de innovaciones técnicas por parte de la burguesía,

gran admiración por parte de los filósofos hacia la ciencia, en tanto supone la lucha por la liberación de la

oscuridad y los prejuicios, y, sobre todo, un movimiento cultural de impresionante repercusión en todos los

órdenes: LA ILUSTRACIÓN.

La Ilustración se inicia en Inglaterra con un carácter eminentemente empirista, epistemológico

en el culto de las Ciencias Naturales. Continua en Francia donde alcanzará mayor brillantez y será foco de

irradiación al resto de Europa. Las cuestiones que preocupan más a la ilustración francesa serán de orden

moral, de derecho político y del progreso histórico. Se podrían destacar en el origen de la Ilustración dos

personajes modélicos: para el ámbito de los saberes positivos, Isaac Newton; para el ámbito estrictamente

filosófico, John Locke.

Los grandes temas de la filosofía de la Ilustración serían: confianza en la razón humana, la

Religión Natural y el Deísmo, la naturaleza humana y la educación, y el cienticismo.

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Marco histórico, sociocultural y filosófico de Rousseau (1712-1778)

Rousseau pertenece a la Ilustración, movimiento intelectual que alcanzó su máxima difusión

en el siglo XVIII y que culmina con la Revolución Francesa en 1789. La Ilustración no fue solo un movimiento

filosófico, pues también tuvo repercusiones en los terrenos de la política, la literatura, el arte o la religión. Su

principal objetivo fue difundir las "luces" de la razón frente al dogmatismo, la superstición o el fanatismo. Por

este motivo, el siglo XVIII recibe el nombre genérico de "Siglo de la razón".

En 1723 sube al trono Luis XV quien tuvo como ministro, entre otros, a Fleury que desarrolló

una política económica eficaz que hizo aumentar el comercio y restablecer las finanzas. A la muerte de Fleury

(1743) comienza un período en el que las decisiones políticas quedan en manos de las favoritas del rey, entre

las que destaca la marquesa de Pompadour que hizo que el estilo rococó se impusiera en toda Europa y que

favoreció también a los pensadores ilustrados y enciclopedistas. Sin embargo, la Guerra de Sucesión

austríaca (1741-1748) había dejado un lastre de escasez económica y de hambre y enfermedades que

convirtieron al rey en un ser impopular.

En el terreno social, la burguesía comenzó a perfilarse en esta época como la nueva clase

dominante frente a la nobleza y el clero. Su ascenso estuvo favorecido por la aplicación de una serie de

innovaciones técnicas (máquina de vapor, telares mecánicos, etc.), que marcan los inicios de la Revolución

Industrial. Tales adelantos hicieron que la mayoría de los ilustrados confiasen en el progreso y en la creación

de una sociedad más justa e igualitaria.

A pesar de esta nueva situación social, el sistema político vigente en la mayoría de las

naciones europeas era el despotismo ilustrado, forma de gobierno en la que los monarcas, como, por

ejemplo, Carlos III de España, Catalina II de Rusia o Federico II de Prusia, aplicaban las reformas propugna-

das por la Ilustración sin contar con la participación popular.

La confrontación entre burguesía y nobleza se proyectó también en el arte: mientras la

nobleza veía reflejada su lujosa concepción de la vida en el estilo rococó, la burguesía plasmó sus ideales en

el neoclasicismo, que promovía la vuelta al severo ideal griego de belleza.

En el campo de la ciencia francesa hay que citar a Antoine Lavoisier, padre de la química

moderna, el físico Coulomb, el naturalista, geógrafo y matemático La Condamine, en las ciencias naturales a

Linneo y Buffon, etc.

En religión, los ilustrados defendieron el deísmo: creían en la existencia de Dios, pero no

aceptaban las instituciones religiosas, sosteniendo una religión natural. El deísmo se propagó gracias a la

masonería, organización secreta defensora del laicismo a la que pertenecieron personajes de la época como

Voltaire, Federico II o los músicos Haydn y Mozart.

En general, los ilustrados fueron partidarios de la ciencia de Newton, al tiempo que criticaban

la metafísica racionalista. En filosofía, hay que mencionar la Enciclopedia, obra en la que se defendían los

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principios de tolerancia y cosmopolitismo, así como la filosofía sensualista de Condillac y Helvetius, muy

influida por el empirismo de Locke.

En el ámbito de la doctrina política, Montesquieu propuso su teoría de la separación de

poderes: legislativo, ejecutivo y judicial, al tiempo que por todo el continente se difundieron las concepciones

contractualistas sobre el origen de la sociedad, formuladas por los británicos Hobbes y Locke.

Entre los ilustrados franceses se puede distinguir:

- Primera generación (Voltaire, Montesquieu)

- Segunda generación (los enciclopedistas: Diderot, D´Alambert)

- Materialismo (La Mettrie, Holbach)

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Marco histórico, sociocultural y filosófico de Kant (1724-1804)

Kant es, sin duda, el filósofo más importante del siglo XVIII. Admirador de la independencia de

los Estados Unidos y de la Revolución Francesa, profesó los ideales ilustrados de progreso, tolerancia y

cosmopolitismo, definiendo la Ilustración como aquella actitud mental por la que el hombre adquiere

autonomía y se decide a “salir de su minoría de edad … utilizando su razón sin ayuda de otro”.

Hay que tener en cuenta, sin embargo, que la Ilustración alemana fue peculiar, pues

Alemania estaba dividida en multitud de pequeños estados con una estructura social casi feudal: la nobleza

acaparaba el poder, la burguesía no ocupaba puestos de relieve y el campesinado permanecía en un

régimen próximo a la servidumbre.

Entre esos estados, destacaba el reino de Prusia, el cual, tras una serie de reformas

económicas y militares emprendidas por Federico II el Grande, se situó entre las principales potencias

europeas. Federico II, el «rey filósofo», muy admirado por Kant, fue uno de los más importantes

representantes del «despotismo ilustrado»; protegió a intelectuales como La Mettrie y Voltaire, y fomentó la

cultura desde el poder.

A mediados del siglo coincidiendo con el reinado de Federico II, creció la población y con ella

la necesidad de producir alimentos, lo que llevó al desarrollo de la agricultura y la evolución de la industria,

especialmente la textil y siderúrgica. Uno de los intentos del rey fue crear una armonía social, procurando una

mejora de la vida de los campesinos, pero sin que ello resultara gravoso para los nobles. A los nobles les

mantuvo sus privilegios y les invitó a participar en los altos puestos del ejército. A la burguesía la benefició

con una política crediticia para que pudieran crear empresas comerciales. Se generaron también focos de

repoblación en los que los campesinos que los ocupaban eran libres.

Desde el punto de vista religioso, en el ámbito germano hay que destacar la influencia del

pietismo, secta protestante fundada por Spener, que basaba la religión en la reflexión personal y la práctica

de la virtud, y de los escritos del teósofo sueco Swedenborg, con su ocultismo visionario.

La vida de Kant coincide con dos grandes corrientes dentro de la música: el último barroco

(Händel y Bach) y el período clásico (Haydn, Mozart y el primer Beethoven).

El carácter conservador de la sociedad alemana hizo que los ilustrados de este país apenas

se ocupasen de cuestiones sociales o políticas. Los llamados «filósofos populares», como Mendelssohn o

Lessing, analizaron problemas educativos o estéticos, mientras que otros, como el propio Kant, fueron

profesores universitarios.

En las universidades alemanas predominaba el racionalismo dogmático de Wolff, que

defendía la metafisica; es decir, un saber independiente de la experiencia acerca del alma, del mundo y de

Dios. Sin embargo, a partir de la lectura de Hume, realizada por Kant, se detecta en Alemania la influencia del

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empirismo británico que, al fundar el conocimiento en la experiencia, rechaza que la metafísica sea una

ciencia.

Hay que citar, finalmente, el movimiento prerromántico Sturm und Drang ('Tormenta e

ímpetu'), representado en filosofía por Hamann y Herder y en literatura por los jóvenes Schiller y Goethe, que,

bajo la influencia de la poesía de Klopstock, reivindicaba el poder de la pasión frente a la frialdad de la razón

abstracta.

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Marco histórico, sociocultural y filosófico de Marx (1818-1883)

Los cien años que siguieron a la Revolución Francesa (1789) vieron desaparecer a la nobleza

como estamento principal del Estado, siendo sustituida por la burguesía, que encontró en el proletariado su

principal oposición. También en estos años se produjeron las unificaciones de Italia y de Alemania. Además,

en esta época se inició el desarrollo de un colonialismo europeo en busca de mercados privilegiados y

fuentes baratas de materias primas para su desarrollo industrial.

Desde el punto de vista histórico el Siglo XIX se caracteriza, fundamentalmente por dos

acontecimientos de distinto orden, que marcaran la especulación filosófica de este siglo. Por un lado, en el

orden económico, la Revolución Industrial, por otro, en el orden social, las transformaciones políticas.

Con la Revolución Industrial se pasa de unas estructuras económicas, basadas principalmente

en la agricultura y el comercio, a otras en las que la industria manufacturera ocupa un lugar predominante. El

maquinismo sustituye al sistema de producción artesanal; la fábrica al taller artesano. Fue un proceso

prolongado en el tiempo. Se inicia en la segunda mitad del S.XVIII y recorre un largo camino en su primera

etapa hasta mediados del S.XIX, cuando ya ha superado la fase inicial textil y se ha extendido con gran

fuerza al campo siderometalúrgico y al de los transportes; cuando en determinados países es un fenómeno

irreversible.

En las múltiples y complejas causas, que impulsaron la revolución industrial, se puede señalar

como más importantes: la transformación agrícola, la acumulación de capitales en manos de los propietarios,

la aparición de nuevos instrumentos de trabajo (la máquina y el vapor como fuerza motriz) y las

transformaciones políticas. Estamos ante un siglo verdaderamente agitado: “el siglo de las revoluciones”.

Comienza con dos hechos que sacuden el continente: la Revolución Francesa y las conquistas napoleónicas.

El Congreso de Viena (1815) supuso, el principio de la Restauración (bajo la vigilancia de la Santa Alianza) y

la reconstitución del mapa de Europa. Pero las cosas no vuelven a ser como antes: el Antiguo Régimen no se

restaura realmente (los monarcas se ven obligados a hacer concesiones liberales), y las fronteras de Europa

no vuelven a ser como antes de Napoleón.

Comienzan una serie de revoluciones (1830, 1848, 1871) que se inician en Francia y se

extienden por toda Europa. Los impulsos revolucionarios proceden del liberalismo, los movimientos

democráticos, el socialismo y el anarquismo. Los intentos de contención estarán representados por el

tradicionalismo, la Iglesia católica y la propia burguesía conservadora. Al mismo tiempo, otro movimiento

recorre el continente: el nacionalismo que hacia fin de siglo deriva en imperialismo colonialista.

El siglo XIX supuso el final del absolutismo y muchos Estados europeos lograron

constituciones democráticas. El mapa europeo cambió. Alemania se convirtió en una poderosa nación frente

a Austria y

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Francia, y Gran Bretaña se dedicó a su política expansionista a través de las colonias. España, en la

guerra con Estados Unidos perdió sus últimas colonias (Cuba y Filipinas) y quedó sumida en una crisis de

identidad nacional.

La sociedad industrial estaba estructurada en grupos –Marx introducirá el concepto de clase

social-. En la cumbre seguía estando la aristocracia, una parte dedicada a explotar sus tierras y otra a los

negocios financieros. Luego estaba la burguesía, fruto del desarrollo del comercio y de la división del trabajo

en la industria. Su auge se produjo a costa del proletariado, la clase caracterizada por su carencia de casi

todo para llevar una vida humana, razón por la cual Marx la consideraba la clase revolucionaria por

excelencia.

En el campo de la cultura, tanto en Alemania como en Inglaterra surge el romanticismo,

movimiento que valora sobre todo el sentimiento por encima de la racionalidad. Entre otros románticos

destacan Lord Byron y Goethe, al que Marx admiraba y leía. Especial influencia en la sociedad tuvo el

romanticismo a través de la música, con Beethoven como gran figura, pero con otros músicos destacados

como Mendelssohn, Chopin, etc.

Los iniciales efectos perniciosos sobre los trabajadores de los cambios en la industria

(masificación, pérdida de valores éticos, subordinación a la máquina, etc.) provocaron la aparición y la

expansión de ideologías como el anarquismo, el socialismo y el comunismo. Las revoluciones del siglo XIX,

aunque también están basadas en ideologías liberales y nacionalistas, vendrán de la mano de estas corrien-

tes ideológicas, y Marx no les será ajeno.

El capitalismo tiene como ideología el liberalismo, que defiende la no intervención del Estado

en el funcionamiento del mercado, y el respeto de la propiedad privada en lo económico y la separación de

poderes en lo político. La libertad de pensamiento, de expresión y de culto, junto con el individualismo se

imponen en las sociedades occidentales y el sufragio censitario se va ampliando paulatinamente hasta alcan-

zar a todos los hombres, aunque no a las mujeres.

La visión optimista del progreso científico y tecnológico, con sus permanentes

descubrimientos, genera el positivismo, convencido de la capacidad de la ciencia para resolver cualquier

problema. También las aportaciones de Darwin harán de la biología evolucionista el modelo inspirador de

numerosos pensadores.

En filosofía, la admiración por la ciencia lleva a imitar sus métodos: esto es evidente en el

positivismo, pero también el marxismo querrá ser socialismo «científico», y el mismo Nietzsche, a la par que

critica el reduccionismo positivista, admite las virtudes de la ciencia.

En París entra Marx en contacto con los socialistas franceses, como Proudhon y Bakunin, a

quines critica por ser partidarios de una acción individual, mientras que Marx defendía la necesidad de crear

organizaciones sociales para transformar la sociedad. Frente al socialismo utópico de los anteriores, Marx y

Engels proponían un socialismo científico que debería estar basado en un conocimiento profundo de la

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estructura económica de la sociedad. Por ello Marx comenzó entonces a estudiar a los economistas clásicos,

Adam Smith y David Ricardo; también Malthus y Stuart Mill tuvieron alguna influencia sobre Marx

El fin del idealismo no solo provoca el abandono temporal de la metafísica, sino que además

abre paso a filosofías con un fuerte contenido social y político. Entre estas destacan el ya citado positivismo,

que aspira a conciliar el progreso técnicocientífico con el orden político-social; el utilitarismo, que desarrolla el

empirismo y la psicología asociacionista del siglo XVIII buscando el bienestar de la mayoría; el marxismo, que

aspira a transformar la sociedad, e incluso un autor como Nietzsche quiso crear un nuevo mundo de

«superhombres».

A partir del primer tercio del S.XIX, como reacción contra la filosofía especulativa del

racionalismo e idealismo, cuya culminación es HEGEL, y muy en consonancia con el espíritu de la época,

espíritu de revoluciones económica, social, política y cultural, fruto de la Revolución Industrial, aparecen una

serie de filosofías dispuestas a desmantelar toda metafísica tomando como base los hechos, la ciencia y el

progreso social.

Haciendo un breve resumen de tales filosofías, el contexto filosófico de KARL MARX

estaría formado por:

- HEGELIANISMO: Hacia los años veinte del S.XIX, la filosofía de Hegel se convirtió en

la filosofía oficial del Estado prusiano. En grandes rasgos el idealismo absoluto hegeliano es aquella

teoría de acuerdo con la cual el objeto es en su totalidad creación de un sujeto (idealismo), sujeto que

no tiene por qué ser el hombre individual sino un sujeto pensante cualquiera. Hegel había descubierto

la esencial plasticidad y fluidez del pensamiento y de la realidad. Nada hay fijo ni definitivo, sino que

todo está en continuo proceso, en constante movimiento. Tal dinamismo de pensamiento y realidad

tiene su explicación en la negatividad, en la escisión y lucha de contrarios, que son el motor que

impulsa el cambio. Es decir, el proceso es DIALÉCTICO, (y tiene tres fases: tesis, antítesis, síntesis;

afirmación, negación, superación). El proceso dialéctico avanza incesantemente de acuerdo con la

concepción típica de la Ilustración del continuo progreso y perfeccionamiento. Un progreso que no es

rectilíneo; hay momentos de alienación, de hundimiento o pérdida del propio ser. Mas la alienación es

paso necesario para un progreso ulterior hacia la reconciliación de las diferencias. Hegel influirá

mucho en Marx con esa concepción dialéctica, en la estructura dinámica, contradictoria, y procesual

de la realidad. En lo que no coincidirá Marx será en su idealismo. El agente del proceso dialéctico es

la Idea. Para Hegel la realidad es Idea, Razón, Espíritu ("todo lo real es racional, todo lo racional es

real"). Cualquier tipo de realidad no es más que el desarrollo de la Idea. La fenomenología del espíritu

(1807), la gran obra de Hegel, describe el ascenso de la Idea, tras su hundimiento en la naturaleza, a

través de las distintas figuras de la conciencia, hasta la formación suprema de conciencia de sí o

autoconciencia.

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Los discípulos de HEGEL se dividieron en dos grupos que se han denominado: LA

IZQUIERDA HEGELIANA y LA DERECHA HEGELIANA. Se diferencian fundamentalmente en que los

segundos admiten la existencia de Dios y del alma humana, y los primeros no. La derecha hegeliana

tuvo poca importancia desde el punto de vista de la especulación filosófica; no fue así con la izquierda

hegeliana que dio lugar al MARXISMO y al ANARQUISMO. Estos autores aceptan el método dialéctico

hegeliano, pero será una dialéctica de la materia, no del espíritu, y serán ateos. Tuvo como principales

representantes a B.BAUER, M.HESS y sobre todo, LUDWIG FEUERBACH que influyó decididamente

en Marx.

Feuerbach a través de su libro más importante La esencia del cristianismo hace una crítica al

concepto de historia hegeliano aduciendo que éste no es la autorrealización de la idea sino la

historia del mismo hombre: lo auténticamente real no es Dios, ni el ser, ni el concepto sino lo

sensiblemente dado, expresado especialmente en el hombre. De él Marx recogerá el concepto de

alienación y el poder determinante de lo económico.

- IRRACIONALISMOS: Como reacción contra del racionalismo en general y contra el

panlogismo hegeliano, surgen también otros movimientos filosóficos de menor importancia, al menos

inicialmente, como son: El VOLUNTARISMO IRRACIONAL de SCHOPENHAUER, el

IRRACIONALISMO RELIGIOSO de KIERKEGAARD, de donde, entre las dos guerras mundiales,

surgirá el Existencialismo moderno, y el VITALISMO de NIETZSCHE, que pretende captar la realidad

a partir de la vida.

Para tales irracionalismos la realidad carece de toda estructura racional; la realidad es

absoluta y esencialmente irracional. Pretender, por tanto, captar lo real mediante la razón, es además de

absurdo, imposible.

- POSITIVISMOS: Movimiento filosófico fundado por Augusto COMTE(1798-1857). Se

caracteriza por su admiración por la ciencia. El conocimiento es reducido por lo dado a los sentidos.

El positivismo representa un totalitarismo de la experiencia; todo lo que está más allá, todo lo que

trasciende el ámbito empírico es rechazado. Para Comte, la sociedad humana se ha ido

transformando para su progresivo perfeccionamiento, pasando por tres estadios: Teológico,

Metafísico y Positivo.

- EVOLUCIONISMOS: Ch.Darwin descubre la evolución biológica en este siglo y ello

influyó enormemente en la concepción de la realidad. Surgen toda una serie de filósofos que aplican

las consecuencias de la evolución a su explicación de la historia, la sociedad y el hombre. (Ej.

Spencer, Huxley, etc.).

- SOCIALISMOS: UTÓPICO (de Owen, Saint Simón, Proudhon, Fourier, etc.) y el

llamado SOCIALISMO CIENTÍFICO o MARXISMO. El socialismo se convierte en científico gracias a

las aportaciones de Marx y Engels.

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Marco histórico, sociocultural y filosófico de Nietzsche (1844-1900)

El panorama histórico de la segunda mitad del siglo XIX está determinado por una serie de

revoluciones en las que se plantea el conflicto entre la burguesía y el proletariado, clases sociales surgidas

de la Revolución Industrial. Caracteriza también este momento el enfrentamiento entre el liberalismo burgués

y el nacionalismo, por una parte, y el anarquismo, el socialismo y el comunismo, por otra.

En Alemania, tras la guerra franco-prusiana, en la que participó Nietzsche, y la unificación de

1871, impulsada por Bismarck, se impuso un modelo de Estado liberal-nacionalista. Otro fenómeno

característico de esta época fue el colonialismo, mediante el que Europa impuso sus valores al resto del

mundo. Alemania y el resto de naciones se fueron dotando de constituciones democráticas, cosa en la que

Nietzsche observaba un síntoma de decadencia, juicio negativo que abarca a los partidos políticos y al

sistema de votaciones: el hombre de partido no piensa, sino que obedece los criterios que le presenta el

partido y es esclavo de su vanidad y de su afán de poder. En el terreno político, Nietzsche apunta contra la

noción misma de Estado, un ente creado por los débiles, que no pueden defenderse por sí mismos y que lo

usan para vengarse de los fuertes. Los nacionalismos son interpretados por Nietzsche como fruto de los

intereses económicos de algunos. Nietzsche propuso la superación de la idea de Estado y mostró su

admiración por quienes habían hecho el bosquejo de una Europa unida: Napoleón, Goethe, Schopenhauer,

Wagner.

En la sociedad seguía habiendo nobleza, mezcla de viejos aristócratas y nuevos adinerados,

pero ésta no ejercía el poder de una manera directa. Junto a ella se encontraban las clases medias formadas

por negociantes, fabricantes, profesionales liberales y funcionarios; estas clases medias fueron un elemento

de suma importancia en el ámbito urbano para el mantenimiento de la sociedad liberal. En un nivel más bajo

estaban los tenderos, artesanos y pequeños productores que se consideraban como las capas populares de

la población y entre los que echó raíces una actitud crítica hacia la industrialización y sus consecuencias

sociales. Y, por fin, estaba el proletariado de la gran fábrica que creció mucho en la última parte del siglo,

llegando a constituir las dos terceras partes de la población de las grandes ciudades.

Es claro que la segunda mitad del siglo XIX se caracteriza por el enorme crecimiento de la

industrialización, una de cuyas características es la compenetración entre la ciencia y la técnica, a lo que se

unió el papel de la banca facilitando la financiación de proyectos industriales y favoreciendo los mercados

exteriores. Como consecuencias cabe destacar el empleo del petróleo y la electricidad como nuevas fuentes

de energía y la socialización de las lámparas eléctricas, del telégrafo, del micrófono, de las fibras artificiales y

del desarrollo de la prensa escrita.

La cultura se desarrolló en movimientos artísticos, como el romanticismo, el realismo, el

naturalismo, el impresionismo o el modernismo. Es la época de escritores como Balzac, Victor Hugo,

Stendhal, Baudelaire, Zola, Dostoievski o Tolstoi; de pintores como Courbet, Manet, Renoir, Gauguin o Van

Gogh; o de músicos como Berlioz, Verdi, Bizet, Wagner o Brahms.

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La ciencia experimental se convirtió en el saber más prestigioso, sobre todo en Alemania,

debido a sus progresos y aplicaciones técnicas. El siglo XIX es cientificista: está convencido del poder de la

ciencia para hacer progresar a la humanidad. Los dos conceptos científicos más importantes son energía

(Clausius, Helmholtz) y evolución (Darwin). ,

En filosofía, tras la muerte de Kant, surgió el idealismo absoluto de Hegel, con su sistema

filosófico centrado en la razón, al que se opusieron el materialismo histórico de Marx, que buscaba

transformar el mundo mediante la acción revolucionaria y la instauración de una sociedad sin clases; el positi-

vismo de Comte y el utilitarismo de Stuart Mill, quienes proponían sustituir la religión y la metafísica por la

ciencia para fomentar el progreso humano; el individualismo radical de Max Stirner o Feuerbach, quienes

consideraban al ser humano particular y su libertad el valor fundamental y único; y, finalmente, el

irracionalismo de Schopenhauer, que identificó la “cosa en sí" kantiana con la voluntad de vivir, un impulso

irracional y ciego que provoca en la naturaleza una continua lucha por la existencia y un profundo sufrimiento.

De este dolor solo puede escapar el ser humano mediante el cultivo del arte, de la música y la renuncia

ascética a la vida.

Schopenhauer influyó profundamente en el músico Richard Wagner, cuyas óperas pretendían,

mediante la música y el mensaje de renuncia de sus argumentos, liberar al espectador del dolor que impone

al mundo la irracionalidad de la voluntad de vivir. De él tomará Nietzsche la libertad que expresaba en su

música y a través de la cual se dejaba entrever un concepto de hombre trágico, apasionado, lúcido, heroico e

impetuoso frente a los clásicos valores cristianos.

Pero en esta época también quedan restos fuertes de actitudes metafísicas, como las de

Bolzano, Brentano y la neoescolástica

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Marco histórico, sociocultural y filosófico de Wittgenstein (1889-1951)

Wittgenstein fue testigo de las tensiones sociales y políticas de los últimos días del imperio

austrohúngaro, que culminaron, tras la Primera Guerra Mundial, con Austria, Hungría y Checoslovaquia

convertidas en repúblicas independientes. También la Revolución Rusa marcó el inicio de una nueva

realidad sociopolítica, que se completó con el ascenso de los fascismos en Italia y Alemania, preludio de la

guerra civil española y de la Segunda Guerra Mundial.

Estas revoluciones y guerras, las más sangrientas que ha conocido nunca la humanidad,

coinciden en el tiempo con el crecimiento de las ciudades, donde las clases medias, al imponer sus gustos en

lo social e influir decisivamente en lo político, acaban adquiriendo una gran influencia, incluso mayor que la

alta burguesía y el proletariado.

La sociedad europea de los primeros años del siglo XX vivió la crisis del sistema liberal y el

intento, en diversos países, de introducir el sufragio universal, de potenciar el sistema parlamentario y, a la

vez, de reducir el poder de las cámaras altas, reducto generalmente del poder conservador. La sociedad

tenía una visión ambivalente de sí misma; junto al optimismo que producía la cada vez mayor aplicación de la

ciencia y la tecnología, había una creciente coniencia crítica sobre las injusticias que emanaban del

capitalismo y del imperialismo.

El crecimiento de la población y el aumento de las fábricas habían cambiado el tipo de

transportes: tranvías, autobuses, ferrocarril, aviación, automóvil, etc. La guerra de 1914 consolidó un tipo de

sociedad y una cultura de masas que se manifestaban, con todas las tensiones existentes, en el deporte.

Aunque el «malestar en la cultura» es un síntoma de la época, las manifestaciones culturales

de la Viena de los últimos veinticinco o treinta años del imperio fueron las más destacadas de la Europa de su

tiempo, desde la música dodecafónica de Schónberg o la de Mahler, la literatura de Robert Musil, el

periodismo de Karl Kraus o el psicoanálisis de Freud, hasta la pintura de Klimt y Kokoschka, la arquitectura

de Adolf Loos, la matemática de Heinrich Hertz o la concepción científica de Ernst Mach, etc. La evolución del

arte en la primera mitad del siglo XX adquirió una característica interesante, como es la de que empezó a

llegar al gran público. Esto hizo que comenzaran a proliferar los museos y exposiciones, así como los libros

de arte. Se comenzó a difundir la música grabada (Edison había inventado el fonógrafo en 1877 y Berliner el

gramófono) La fotografía cobró interés y se comercializó también en esta época. También el cine se

desarrolló en esta época a partir de la creación del cinematógrafo por parte de los hermanos Lumière en

1895.

Desde los inicios del siglo XX se comenzaron a observar con prevención muchas de las

aportaciones de la ciencia y de la técnica, sobre todo por las consecuencias catastróficas de su uso

inadecuado y por sus aplicaciones bélicas. Los avances en física, biología, genética, etc., sustituyeron la

visión newtoniana de la realidad.

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La diversidad es la característica principal de la filosofía. El historicismo de Dilthey, al

mantener el carácter histórico de toda realidad, cae en el relativismo histórico y junto con el vitalismo

heredado de Nietzsche influirá en Ortega y Gasset. El pragmatismo se desarrolla en Estados Unidos basado

en el principio de que una idea es verdadera si es útil para resolver los problemas que tiene planteados el ser

humano.

La fenomenología de Husserl intenta una fundamentación alternativa al positivismo, al que

considera fracasado. De ella parten el pensamiento de Heidegger y el existencialismo de Jaspers y de Sartre.

La Escuela de Frankfurt, con Horkheimer, Adorno, Marcuse, etc., renueva la interpretación del marxismo. Los

desarrollos lógicos de Frege y Russell están en la base de los intereses filosóficos de Wittgenstein y del

Círculo de Viena.

Wittgenstein, en el Tractatus, propondrá una teoría atomista, pero más que la construcción de

un lenguaje lógicamente perfecto, como pretendía Russell, lo que intentará es analizar el lenguaje ordinario

para averiguar la forma lógica que éste posee y que haría posible que pudiera representar la realidad y que

nosotros pudiéramos conocerla. Su influencia se dejará sentir en el positivismo lógico del Círculo de Viena.

Sin embargo, el pensamiento de Wittgenstein sufriría un giro importante desde 1929, cuando

volvió a Cambridge a desarrollar su segunda etapa en la Universidad, hasta su muerte. Es lo que se conoce

como el segundo Wittgenstein, cuya obra más representativa es Investigaciones filosóficas; en ésta no se

defiende el uso del lenguaje porque sea lo que tienen en común un cojunto de fenómenos, sino que éstos

están relacionados entre sí de muchas maneras distintas, a las que llamará juegos de lenguaje. Este

pensamiento del autor se transmitirá a su muerte a las dos grandes universidades inglesas, la de Oxford y la

de Cambridge.

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Marco histórico, sociocultural y filosófico de Ortega (1833-1955)

Durante la vida de José Ortega y Gasset (1883-1955) se sucedieron en España las más

diversas formas políticas. Así, la monarquía de Alfonso XIII (1902-1931), en la que se alternaron los

gobiernos democráticos hasta la dictadura del general Primo de Rivera (1923), fue sustituida por la Segunda

República (1931), que, a su vez, vio interrumpida su existencia por la Guerra Civil (1936-1939), de la que

surgió la dictadura del general Franco.

También en el contexto internacional abundan los acontecimientos importantes, desde el fin

del imperio español, con la pérdida de Cuba y Filipinas en 1898, que marca el nacimiento de los Estados

Unidos como gran potencia, hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la Revolución Rusa (1917) y la

toma del poder por el fascismo italiano y el nazismo alemán, que acabaron con la derrota de ambos países

en la Segunda Guerra Mundial, y la posterior "guerra fría».

La capa más alta de la sociedad la constituía la aristocracia, a la que se asociaban burgueses

y políticos, que intentaba imponer sus valores en los estratos altos de la sociedad y qwe ya en 1920 se

encontraba bastante aislada. El estilo aristocrático se reproducía en los pueblos en la figura del cacique.

Estaban luego los grandes financieros y empresarios, que tuvieron mucha influencia social y económica en

las grandes ciudades. La clase media, de donde procedía buena parte de los intelectuales, carecía de peso

específico en la sociedad y estaba muy dividida, tanto cultural como ideológicamente. La clase obrera, por fin,

tenía, en general, largas jornadas laborales, con bajos salarios y unas condiciones laborales no muy buenas.

La formaban un gran número de campesinos, artesanos y asalariados, con una fuerte capacidad asociativa

en sindicatos denominados «sociedades de resistencia».

Hasta mediados del siglo XIX, la Iglesia católica había influido notoriamente en el pensamiento

de todas las clases sociales españolas. En el último cuarto de siglo, los obreros y campesinos fueron

adoptando formas de pensamiento en unos casos idealistas y en otros materialistas. La clase media estaba,

hacia 1875, dividida en múltiples tendencias, pero la Iglesia logró rehacer su influencia sobre ellas hasta

1931, si bien ideológicamente las posturas eran diversas: desde una postura elitista -racionalista o integrista-

hasta un populismo democratizador y otro anarquista.

Esta diversidad de pensamientos hizo que la cultura fuera menos dogmática, más abierta y más

favorecedora de la creación científica y cultural. Así, en la generación anterior a Ortega, la de 1898,

encontramos nombres tan eminentes como Ramón y Cajal (1852-1934), Torres Quevedo (1852-1936) o

Menéndez Pelayo (1856-1912). A Ortega se le suele integrar en la llamada generación de 1913, junto con

figuras de la talla de los historiadores Claudio Sánchez Albornoz (1893-1984), América Castro (1885-1972) y

Salvador de Madariaga (1886-1978); los poetas Juan Ramón Jiménez (1881-1958), Luis Cernuda (1902-

1963), Rafael Alberti (1902-1999), Federico García Larca (1898-1936) y Jorge Guillén (1893-1984); los

novelistas Rosa Chacel (1898-1994), Francisco Ayala (1906-2009) y Max Aub (1903-1972); los científicos

Severo Ochoa (1905-1993) y Julio Rey Pastor (1888-1962) y, por fin, el músico Pau Casals (1876-1973).

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Esta generación había recibido la herencia del pesimismo surgido en España tras la pérdida de las

colonias y que en política había dado lugar al regeneracionismo. Los intelectuales reaccionaron frente a ese

pesimismo proponiendo la búsqueda de nuevas metas y objetivos para el país, tanto en el terreno económico

como en el social. En 1913, Ortega, junto con Manuel Azaña (1880-1940) y Fernando de los Ríos (1879-

1949), lanzó un manifiesto convocando una Liga de Educación Política con el ánimo de crear una mentalidad

científica y moderna, en consonancia con las ideas elitistas de la Institución Libre de Enseñanza. Este grupo

de intelectuales logró impulsar el nivel cultural del país, superando el ambiente localista y casticista en el que

se había movido la generación del 98, y creando una élite intelectual de relevancia. Se estimuló a la

burguesía para que saliera de su aislamiento y se propició la actividad científica e intelectual. Esta actitud

perduró hasta el advenimiento de la II República.

De 1913 a 1931 entraron en escena las masas populares y, con ello, dos posturas políticas contrarias.

Mientras Ortega era partidario de mantener una élite intelectual que dirigiera las masas y creara un optimismo

burgués y una concepción vitalista de la cultura, Azaña defendía una mayor participación de éstas en el

proceso político. El asunto es tratado por Ortega, por ejemplo, en La rebelión de las masas.

En torno a 1925, se va incrementando en la sociedad la presencia de la luz eléctrica y la del motor de

explosión, lo cual incide en el desarrollo económico. A pesar de ello, la mayor parte de la población era en

estas fechas agraria y el país estaba estructuralmente atrasado. Se estima que en 1930 había unos doce mil

terratenientes, mientras que la población agraria era de cuatro millones de personas. Gran parte de la

población infantil estaba sin escolarizar y más del 30% de los adultos era analfabeto.

Se incrementaba, de todas formas, la presencia de nuevos medios de comunicación. El cine y los

deportes se fueron convirtiendo en espectáculos de masas. El hecho de que las películas se proyectaran a la

vez en muchos lugares del país contribuyó a la aparición de pautas culturales comunes. Los deportes que

más espectadores concitaban eran el boxeo y, sobre todo, el fútbol.

La caída de la II República y la Guerra civil dieron paso a la dictadura del general Franco. La sociedad

se sumió en una situación dura, de escaseces y de cultura dirigida, de la que tardaría aún muchos años en

salir.

Desde los inicios del siglo XX, la ciencia experimenta una revolución en diversos campos

(física, biología, genética, etc.). Sin embargo, aunque la ciencia se convierte en un elemento imprescindible

de la civilización, su poder destructor es mayor que nunca.

La filosofía europea de mediados del siglo XIX estaba dominada por el positivismo de Augusto Comte

(1798-1857), que defendía la necesidad de atenerse rigurosamente a los hechos y del que ya hemos hablado

con anterioridad. Uno de los riesgos del positivismo era el de reducir el pensamiento a ciencia y considerar la

filosofía, a lo sumo, como una mera teoría del conocimiento. Por este motivo, resurgieron en Europa

corrientes de pensamiento que volvían a reconsiderar filosofías pasadas, como las de Kant (con la escuela de

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Baden y de Magdeburgo con figuras como Natorp, Cohen y Cassirer), Hegel (Croce y Collingwood) y la Es-

colástica. Junto a ellas, descollaban las figuras de Nietzsche y Dilthey.

Ya en el siglo XX surgió uno de los movimientos más importantes de la filosofía, de la mano de

Edmund Husserl (1859-1938): la fenomenología. De sus fuentes beberán grandes figuras de la filosofía del

siglo, como son Henri Bergson (1859-1941), Max Scheler (1874-1928), Karl Jaspers (1883-1969), Martin

Heidegger (1889-1976), J. Paul Sartre (1905-1980) y el mismo Ortega. Junto a esta corriente

fenomenológica, se situaban otras de indudable interés, como la filosofía analítica, que se preocupará

fundamentalmente de los problemas del lenguaje, el neopositivismo, surgido a partir del Círculo de Viena, y el

marxismo.

Por lo que respecta a España, en la II República había surgido un grupo de pensadores e

intelectuales de importancia, entre los que cabe citar a Manuel García Morente (1888-1942), Xavier Zubiri

(1898-1983) y José Gaos (1900-1969). Los tres, junto con algunos de sus discípulos, como Julián Marías

(1914-2005) o María Zambrano (1904-1991), formaron la llamada Escuela de Madrid. Durante la Guerra civil

o después de ella, tuvieron que exiliarse del país.

Durante los años del régimen del general Franco que coincidieron con la vida de Ortega, el panorama

filosófico español bajó mucho del nivel alcanzado, sin que surgiera ninguna figura de renombre.