María martín, miss valle de aridane

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Fatalidad Balear me escribe una larguísima carta para relatarme "éu tragedia, que es m^uy parecida a la de Pensamiento Triste, recientemente publicada en esta Estafeta. Puesto que ha leído mi respuesta a Pensamiento, apliqúese el consejo. Los casos de ustedes «ntran den- tro del dominio de las aberraciones fisiopatológicas, y aun cuando está^nuy en moda tratar estos casos lite- rariamente, a Eva,, mujer absoluta y rotundamente normal, le repugna la t«i«tolo^a, por más que no deje de sentir compasión hacia los infelices fenómenos, y ustedes, señoras, pertenecen a ese grupo lamentable. jPor qwé, puesto -qwe «on -ambas personas de recur- sos económicos, no consultan un buen médico, moder- no y comprensivo, qae con un acertado injerto dé plena actividad a sus feminidades disminuidas, con- virtiéndolas a ustedes en seres normales? Y en cuanto a ponerías en comunicación enviando a una la dirección de la otra, es absurdo pretenderlo, pues sería tanto como agravar el mal de ustedes y „contribuir a un -crimen de lesa naturaleza. Triste y desgranada—^no tanto, señorita—me dice que ha tenido relaciones Con un hombre que diciendo quererla mucho se apoderó de su voluntad y llegó a ser dueño absoluto de toda su persona. Luego, ese hoiubre se alejó de la mujer que tanto lo quiso, y al correr del tiempo ésta se enamoró de -otro hombre que de verdad la quiere. Ef5te novio de ahora es extraordinariamente celoso, tanto, que sólo al enterarse de que la amada tuvo an- tes relaciones con otro hombre, se puso furioso, y ella no ss atrevió a coitfesaTle toda IK. verdad del alccmce que tales relaciones han tenido, y al mismo tiempo le atormenta este secreto con quien tíin de veras le de- muestra su amor. Mi consejo es que usted le diga toda la ver<lad a su novio, pero con ciertas precauciones. Empiece usted preguntándoie si la amaría lo mismo, caso de ser us- ted viuda. Dígale después que nunca ha querido usted C3mo ahora y a él lo quiere, y luego confiésele que debe considerarla como si fuese usted viuda, pues hubo un hombre que, acaso sin merecerlo, fué dueño de todo su ser. El se desesperará, tal vez dé por terminadas las relaciones; pero... si la quiere como usted me dice, volverá a usted, porque la reflexión le hará comprender que ha sido usted una mujer buena, y que pudiendo engañarlo, prefirió decirle toda la verdad. La integridad moral es lo que más interesa a los hombres leales, y si us- ted se muestra a él sincera y honrada, él la seguirá queriendo, a pesar de lo ocu- rrido, en que usted, pobre muchacha, no tuvo demasiada culpa. Enamma a ^e P. me dice que P. estaba muy enamorado de ella; pero ella, no creyendo la realidad de tal amor, se biurló un poco del muchacho. Y ahora, que él se alejó un poco, es cuando se da cuenta de que ella también lo ama. Yo creo que ya son centenares deveces las que contesto aconsejando en casos se- mejantes, y -si las lectoras se fijasen, o tuvieran buena memoria, debieran apli- carse las respuestas ciorrespondi«ites al estar en caso igual. Pero, en fia, vaya por una vez más: Procure tratarlo como amiga, y sea con él muj^ cariñosa, recordando el tiempo en que él estaba tan galante con usted. Dígale, por ejemplo: «Si supieras lo que me ha pesado ser tan injusta coiitigo...» Y ensegui- da, variando de tono, por si acaso él cambió de modo de sentir, agregue: «Pero ya pasó todo y ahora en lo que menos piensas tú es en eso, y casi es mejor que así sea.» Si éi cambió de sentimientos, nada dirá; pero si sigue queriéndola, insistirá, y entonces es ya cuestión de habilidad en usted el que ese amor viva para feli- cidad de ustedes dos. o o P Una madrileña en Ali'\int<'. está muy enamorada de un hombre que ni aun 'la conoce, por pertenecer a una esfera social bastante más humilde que Alairil.'^ña. Ella tiene treinta años; él, veintidós. Y ella ha pensado muchas veces si sería opotu- no escribir a él diciéndole la verdad de sus sentimientos. No se lo aconsejo. I..0 mejor será que busque usted manera de tratar al muchacho y le haga usted objeto de discretas distinciones. Si él le corresponde, pronto lo advertirá usted, y entonce solamente tendrá que animarlo, pues el respeto le hará sor tímido ante usted. Pero -si él no «orresponde a la inclinación de usted, debe jisted ir cortando poco a poco su amistad, y en nada se habrá usted comprometido. o o Equis está muy enamorado de una ooquetilla que lo martiriza; «una castigado- en fin, que después de haberlo tratado con todo cariño, ahora se complace en todo lo contrario, y Wqnis está tan enamorado que no tiene fuerza ni valor para defenderse de esta tortura. Pues es necesario rectificar, amigo Equis. Háblele usted frivolamente y dígale, así como al descuido: «Chica, me alegro mucho de tu cambio de actitud, porque me dejas en libertad.,. Y, la verdad, ¡me gusta tanto una mudiacha que conocí el otro día!.,, f'omo amiga, te lo contaré.» Y aquí inventa usted toda la novela de amor que se le ocurra, y de este modo tan sencillo verá cómo ella hace lo posible por reconquistarle a usted. Entonces debe usted hacerse el fuerte, y, al fin, cuan- do lleguen a un acuerdo, verá cómo ella es muy diferente a lo que hoy es. Esas «castigadoras», lo mismo que sus afines del sexo opuesto, necesitan, a su vez, vicas- íigo» para convertirse en personas razonables. EVA Un concurso de belleza en Los Llanc.5 (Is!a l-z 'z P3!:T:a.-Can2rías).—La hermosa señorita María Martín, proclamada «Miss Valle de Arídane», rodeada de sus damas de honor, bellas señoritas que resultaron fínalístaá en este certamen, (Fot. Quinteto) PRIMAVERA V VERANO exigen la depila- ción rápida y efi- caz. Con el uso del depilatorio líquido AGUA D I X O R conseguirá Vd, li- brarse en un minu- to de pelo y vello superfluos, sin la más mínima mo- lestia. Modelo grande Pias. 9'00 esluche Modelo pequeño Ptas. 5'00 estuche De no encontrarla en su localidad, pídala a: LABORATORIOS A. PUIG-Calle Valencia, 293, Barcelona crónica

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Fatalidad Balear me escribe una larguísima carta para relatarme "éu tragedia, que es m uy parecida a la de Pensamiento Triste, recientemente publicada en esta Estafeta.

Puesto que ha leído mi respuesta a Pensamiento, apliqúese el consejo. Los casos de ustedes «ntran den­tro del dominio de las aberraciones fisiopatológicas, y aun cuando está^nuy en moda tratar estos casos lite­rariamente, a Eva,, mujer absoluta y rotundamente normal, le repugna la t«i«tolo^a, por más que no deje de sentir compasión hacia los infelices fenómenos, y ustedes, señoras, pertenecen a ese grupo lamentable.

jPor qwé, puesto -qwe «on -ambas personas de recur­sos económicos, no consultan un buen médico, moder­no y comprensivo, qae con un acertado injerto dé plena actividad a sus feminidades disminuidas, con­virtiéndolas a ustedes en seres normales?

Y en cuanto a ponerías en comunicación enviando a una la dirección de la otra, es absurdo pretenderlo, pues sería tanto como agravar el mal de ustedes y

„contribuir a un -crimen de lesa naturaleza.

Triste y desgranada—^no tanto, señorita—me dice que ha tenido relaciones Con un hombre que diciendo quererla mucho se apoderó de su voluntad y llegó a ser dueño absoluto de toda su persona. Luego, ese hoiubre se alejó de la mujer que tanto lo quiso, y al correr del tiempo ésta se enamoró de -otro hombre que de verdad la quiere.

Ef5te novio de ahora es extraordinariamente celoso, tanto, que sólo al enterarse de que la amada tuvo an­tes relaciones con otro hombre, se puso furioso, y ella no ss atrevió a coitfesaTle toda IK. verdad del alccmce que tales relaciones han tenido, y al mismo tiempo le atormenta este secreto con quien tíin de veras le de­muestra su amor.

Mi consejo es que usted le diga toda la ver<lad a su novio, pero con ciertas precauciones. Empiece usted preguntándoie si la amaría lo mismo, caso de ser us­ted viuda. Dígale después que nunca ha querido usted C3mo ahora y a él lo quiere, y luego confiésele que debe considerarla como si fuese usted viuda, pues hubo un hombre que, acaso sin merecerlo, fué dueño de todo su ser.

El se desesperará, tal vez dé por terminadas las relaciones; pero... si la quiere como usted me dice, volverá a usted, porque la reflexión le hará comprender que ha sido usted una mujer buena, y que pudiendo engañarlo, prefirió decirle toda la verdad. La integridad moral es lo que más interesa a los hombres leales, y si us­ted se muestra a él sincera y honrada, él la seguirá queriendo, a pesar de lo ocu­rrido, en que usted, pobre muchacha, no tuvo demasiada culpa.

Enamma a ^e P. me dice que P. estaba muy enamorado de ella; pero ella, no creyendo la realidad de tal amor, se biurló un poco del muchacho. Y ahora, que él se alejó un poco, es cuando se da cuenta de que ella también lo ama.

Yo creo que ya son centenares deveces las que contesto aconsejando en casos se­mejantes, y -si las lectoras se fijasen, o tuvieran buena memoria, debieran apli­carse las respuestas ciorrespondi«ites al estar en caso igual.

Pero, en fia, vaya por una vez más: Procure tratarlo como amiga, y sea con él muj^ cariñosa, recordando el tiempo en que él estaba tan galante con usted. Dígale, por ejemplo: «Si supieras lo que me ha pesado ser tan injusta coiitigo...» Y ensegui­da, variando de tono, por si acaso él cambió de modo de sentir, agregue: «Pero ya pasó todo y ahora en lo que menos piensas tú es en eso, y casi es mejor que así sea.» Si éi cambió de sentimientos, nada dirá; pero si sigue queriéndola, insistirá, y entonces es ya cuestión de habilidad en usted el que ese amor viva para feli-cidad de ustedes dos.

o o

P Una madrileña en Ali'\int<'. está muy enamorada de un hombre que ni aun ' la conoce, por pertenecer a una esfera social bastante más humilde que Alairil.'^ña. Ella tiene treinta años; él, veintidós. Y ella ha pensado muchas veces si sería opotu-no escribir a él diciéndole la verdad de sus sentimientos.

No se lo aconsejo. I..0 mejor será que busque usted manera de tratar al muchacho y le haga usted objeto de discretas distinciones. Si él le corresponde, pronto lo advertirá usted, y entonce solamente tendrá que animarlo, pues el respeto le hará sor tímido ante usted. Pero -si él no «orresponde a la inclinación de usted, debe

jisted ir cortando poco a poco su amistad, y en nada se habrá usted comprometido.

o o

Equis está muy enamorado de una ooquetilla que lo martiriza; «una castigado-en fin, que después de haberlo tratado con todo cariño, ahora se complace

en todo lo contrario, y Wqnis está tan enamorado que no tiene fuerza ni valor para defenderse de esta tortura.

Pues es necesario rectificar, amigo Equis. Háblele usted frivolamente y dígale, así como al descuido: «Chica, me alegro mucho de tu cambio de actitud, porque me dejas en libertad.,. Y, la verdad, ¡me gusta tanto una mudiacha que conocí el otro día!.,, f'omo amiga, te lo contaré.» Y aquí inventa usted toda la novela de amor que se le ocurra, y de este modo tan sencillo verá cómo ella hace lo posible por reconquistarle a usted. Entonces debe usted hacerse el fuerte, y, al fin, cuan­do lleguen a un acuerdo, verá cómo ella es muy diferente a lo que hoy es. Esas «castigadoras», lo mismo que sus afines del sexo opuesto, necesitan, a su vez, vicas-íigo» para convertirse en personas razonables.

EVA

Un concurso de belleza en Los Llanc.5 (Is!a l-z 'z P3!:T:a.-Can2rías).—La hermosa señorita María Martín, proclamada «Miss Valle de Arídane», rodeada de sus damas de honor, bellas señoritas que resultaron fínalístaá en este certamen,

(Fot. Quinteto)

PRIMAVERA V

VERANO exigen la depi la­ción rápida y efi­caz. Con el uso de l dep i l a to r io líquido

A G U A D I X O R conseguirá Vd, l i ­brarse en un minu­to de pelo y vello superfluos, sin la más mínima mo­lestia.

Modelo grande Pias. 9'00 esluche

Modelo pequeño Ptas. 5'00 estuche

De no encontrarla en su loca l idad, pídala a:

LABORATORIOS A. PUIG-Calle Valencia, 293, Barcelona

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