MARIANO MANUEL GERMÁN JOSÉ LUNA SUED · 2015. 1. 28. · la r elación nt los tribu les arbit s...

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18 | GACETA JUDICIAL AÑO 18, NO. 335, OCTUBRE 2014 P. ¿Cómo valora la gura del arbitraje en la República Dominicana? Mariano Germán Mejía En armonía con su naturaleza, el desa- rrollo del arbitraje en la República Domi- nicana ha sido silencioso, pero no menos progresivo y sostenido. En la actualidad ya es una gura de amplia acogida en el área de los con ictos comerciales, así como una gura efectiva y adecuada a las nuevas tendencias trazadas por las normas inter- nacionales sobre el arbitraje comercial. Manuel José Luna Sued El arbitraje, desde hace muchas déca- das, es el método alternativo por exce- lencia para la resolución de con ictos en el mundo. La República Domini- cana cuenta con esta gura desde la exis- tencia del Código Civil, aunque no es menos cierto que la Ley 489-08 sobre Arbitraje Comercial representa el punto de partida de la “popularización” de la gura del arbitraje en el país. Cada año vemos un crecimiento notorio en la cantidad de casos que se presentan a arbitraje en Santo Domingo. En 2013 vimos un crecimiento de cerca de un 50 % respecto al 2012 y en 2014 proyectamos un crecimiento de cerca de un 100 % respecto al 2013. Además, el Centro de Resolución de Controver- sias de Santiago está en operaciones y cada vez comienza a ver más casos y la comunidad empresarial del Cibao se siente más con ada de incluir cláu- sulas arbitrales en sus contratos. En la República Dominicana avanzamos en la calidad y la popularidad de los métodos alternativos y esperamos seguir creciendo y mejorando en esa dirección en Santo Domingo, en Santiago y en otros centros del país a los que les brin- damos apoyo, como el de Moca y el de Higuey. P. ¿Entiende que el arbitraje podría convertirse en un mecanismo que contri- buya al descongestionamiento de los tribunales ordinarios? MGM. Solo los procedimientos de fácil manejo y de bajo costo se convierten en populares. El costo incide en la cultura, por lo tanto, en mi criterio personal, el arbitraje solo se convertirá en un procedimiento de verdadero descon- gestionamiento de los tribunales ordi- narios en la medida en que sus costos se reduzcan. Un fenómeno no es puesto en duda: los casos de bajo costo no van al arbi- traje, solo los comerciantes que mane- jan negocios de cierta magnitud recu- rren a él. Por lo tanto, si bien puede a rmarse que el arbitraje es un meca- nismo que contribuye al descongestio- namiento de los tribunales ordinarios, este solo tendrá una acogida popular en la medida en que los usuarios del sistema judicial tomen plena conciencia de las ventajas que ofrece para dirimir los con ictos de manera rápida y de ni- CARA A CA MARIANO GERMÁN MEJÍA Presidente de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo del Poder Judicial Portada GACETA JUDICIAL | 19 AÑO 18, NO. 335, OCTUBRE 2014 tiva. Como procedimiento no se pone en duda su efectividad. MJLS. Claro que sí. Pero no debemos llamarnos a engaño; el arbitraje no es un método masivo de resolución de controversias y tampoco plantea suplan- tar el papel de la justicia ordinaria. El arbitraje es una gura alternativa que viene a complementar el sistema ordina- rio de justicia. Creo que, mientras más con anza haya en esta gura, seguirán aumentando los casos y, por supuesto, es una contribución, en su respectiva medida, al descongestionamiento de los tribunales ordinarios. P. ¿Cómo entiende usted debe de ser la relación entre los tribunales arbitrales y los tribunales ordinarios? MGM. La especialidad es de la esen- cia del procedimiento arbitral. En tanto que los árbitros solo manejan diferen- dos comerciales, los tribunales ordina- rios manejan la diversidad. En las áreas respectivas, las relaciones entre ambas jurisdicciones deben ser de cooperación y respeto. No hay lugar a olvidar que en el arbi- traje el consensualismo mantiene todo su brillo; el orden público le es ajeno, por aplicación del artículo 6 del Código Civil, aunque sin obviar que el orden público es un concepto de una amplia signi ca- ción. Hasta tal punto que toca al dere- cho privado, al derecho público y hasta a la religión. Hoy día se habla del orden público religioso. MJLS. Es una relación de colaboración, cooperación y respeto absoluto. Cuando dos o más partes se ponen de acuerdo en dirimir sus controversias a través del arbitraje, esto debe de ser respetado tanto por las partes como por la justicia ordinaria. En la República Dominicana contamos con un poder judicial cada vez más cooperador con las instancias arbitrales. Se dan casos en los que una de las partes utiliza como táctica dila- toria del proceso el tratar de dirimir la controversia en un tribunal ordinario, en vez de en arbitraje, violentando así la cláusula rmada. Cuando esto llega a una sala ordinaria los jueces remi- ten el con icto de vuelta a la instancia correspondiente, en los casos que cono- cemos al Centro de Resolución Alterna- tiva de Controversias (CRC). Nosotros aplaudimos estas decisiones en los casos que lo ameritan y entendemos que ello demuestra una vez más la cooperación y el respeto que existe hoy entre el Poder Judicial dominicano y nuestro CRC de la Cámara de Comercio y Producción de Santo Domingo. Igualmente, las partes tienen el dere- cho de interponer ante la justicia ordina- ria acciones en nulidad en contra de los laudos arbitrales, cuando lo entiendan justi cado, y nosotros como centro reco- nocemos el derecho de las partes y el rol CARA MANUEL JOSÉ LUNA SUED Presidente del Bufete Directivo del Centro de Resolución Alternativa de Controversias Portada Portada 20 | GACETA JUDICIAL AÑO 18, NO. 335, OCTUBRE 2014 fundamental que juega la justicia ordina- ria cuando se presentan estos casos. P. ¿Cuáles son, a su entender, las prin- cipales fortalezas y debilidades del arbi- traje frente al sistema ordinario de justi- cia? MGM. Las fortalezas del arbitraje están dadas a partir de la voluntad de las partes, quienes determinan la forma, el tiempo y la actuación de la jurisdicción arbitral. La exibilidad de su procedimiento, la economía y la con dencialidad le acompañan. Sin embargo, tal a rmación no debe ser exagerada, el arbitraje arras- tra debilidades como consecuencia de su relativa dependencia respecto a los órga- nos jurisdiccionales del Estado. MJLS. Entendemos que las grandes ventajas del arbitraje vienen dadas en primer lugar por la voluntad de las partes de dirimir sus controversias de manera alternativa, escogiendo los árbitros que a su entender son los más preparados en la materia que ocupa la controver- sia en cuestión. Además, la rapidez con la que se conoce el litigio en compara- ción con la justicia ordinaria, la con - dencialidad del proceso y la no apelabi- lidad del laudo. Si tuviéramos que citar una debilidad, esta sería que el arbitraje es una metodo- logía relativamente más costosa que la justicia ordinaria. Aun así hay que seña- lar que el CRC de Santo Domingo tiene una de la tarifas más económicas de toda región, con diferencia marcadas con países como Perú, Colombia, México, varios países de Centroamérica, etc. P. ¿Cuál es el impacto que a su juicio representa el arbitraje de cara a los inver- sionistas extranjeros, respecto a la seguri- dad jurídica en la república dominicana? MGM. Con la entrada en vigencia de la Ley No. 489-08, la República Domini- cana dio paso a la adopción de nuevas medidas con las cuales se han reforzado las relaciones comerciales internaciona- les. Esta a rmación encuentra su funda- mentación racional en el hecho de que con el arbitraje se brindan las garantías necesarias a los inversionistas extranje- ros mediante la implementación de un marco legal en armonía con las normas internacionales. Sin embargo, las reservas hacen presencia en la conciencia de muchos sectores. Unos privilegian la renuncia de la soberanía del Estado a favor de la jurisdicción arbitral, en tanto que otros la repudian. MJLS. El arbitraje es una necesidad para los inversionistas extranjeros —en la República Dominicana y en cualquier parte del mundo— como garantía jurí- dica. Eso no depende de si el Poder Judi- cial del país en cuestión es e ciente o no, depende de que los inversionistas inter- nacionales necesitan una instancia en la que su con icto pueda ser conocido con celeridad y donde sienta la total garan- tía de poder seleccionar un árbitro espe- Portada GACETA JUDICIAL | 21 AÑO 18, NO. 335, OCTUBRE 2014 cializado que conocerá dicha diferencia. Lo que estamos trabajando en el Centro es que las cláusulas arbitrales sean suscri - tas en el marco de la República Domini - cana y no referirse a un arbitraje inter - nacional. La legislación dominicana es moderna y el CRC de Santo Domingo cuenta con árbitros con experiencia en arbitraje internacional en instancias tan elevadas como la Corte Internacional de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional (ICC), por lo que estamos completamente capacitados para que los contratos con multinacionales incluyan cláusulas arbitrales dentro del marco del CRC de Santo Domingo. P. ¿Favorece usted la cláusula arbitral en los contratos del estado con empresas extranjeras? MGM. Lo ideal ordinariamente se separa de lo real. En este sentido, me atrevería a a rmar que lo ideal sería la cláusula arbitral en los contratos a los que usted hace referencia. Sin embargo, la realidad me obliga a distanciarme de la respuesta radicalmente a rmativa. Dos motivos invoco a favor de mi respuesta. El primero, la poca defensa que ordinariamente tiene el Estado por parte de los negociadores de sus contra - tos con empresas extranjeras, particular - mente con empresas monopolistas secto - riales. El segundo, las pocas ventajas que la jurisdicción arbitral internacional ha ofrecido a los Estados como partes. Solo en la medida en que ambos motivos se aligeren en la práctica justi - co la cláusula arbitral en la modalidad contractual referenciada en su pregunta. MJLS. Nosotros entendemos que el arbitraje es el escenario ideal para cono - cer una diferencia entre un Estado y una empresa. Lo que debemos impul - sar es que los representantes del Estado dominicano tengan la posibilidad y la capacidad de negociar condiciones más favorables y equilibradas dentro de la cláusula arbitral, incluyendo la celebra - ción del arbitraje ante una sede nacional. Además, debemos como país especializar a un cuerpo de juristas versados en arbi - traje, para que el Estado se sienta mejor respaldado a la hora de acudir a un arbi - traje internacional, cuando sea el caso. P. ¿Cómo valora usted la interacción que tiene hoy en día el estado y la SCJ con los tribunales de arbitraje en el país, sobre todo con el Centro de Resolución Alternativa de Controversia (CRC) de la Cámara de Comercio y Producción de Santo Domingo? MGM. Las relaciones de la SCJ con las jurisdicciones arbitrales han sido y serán respetuosas, armoniosas y de coopera - ción. En el área comercial, el arbitraje ha sacado de las jurisdicciones ordinarias complejos y grandes diferendos. La SCJ no interviene en lo absoluto en lo que son las soberanas decisiones de las juris - dicciones arbitrales, con relación a los casos que les son sometidos. En tanto que la práctica ha probado el respeto de los árbitros a los acuerdos interpartes, en los cuales el Estado no debe intervenir, salvo en los casos de atentado al orden público. En el área de la enseñanza, la Escuela Nacional de la Judicatura trata de dar cabida a numerosos cursos sobre la mate - ria arbitral. Con estos trabajos comunes, los procedimientos arbitrales y los proce - dimientos ordinarios caminan hacia la cooperación permanente y hacia la conciliación de los intereses que respec - tivamente manejan. La SCJ no obvia su condición de parte del Estado y, en consecuencia, su obliga - ción de contribuir con la administración de justicia. Reconoce que la justicia, sea hecha por ente del derecho público o por ente del derecho privado, será siem - pre justicia: sinónimo de equilibrio y de razonabilidad. En consecuencia, saluda el trabajo de las jurisdicciones arbitrales y continuará cooperando con el CRC y respetando sus decisiones. MJLS. Muy positiva. Desde la presiden - cia y vicepresidencia de la SCJ, como con la Consultoría Jurídica de la República, la comunicación y colaboración es comple - tamente abierta, uida y cooperativa. Además, con la Escuela Nacional de la Judicatura existe una colaboración valio - sísima que es enriquecedora tanto para los juristas que practican o practicarán en el futuro el arbitraje, como para los jueces de la justicia ordinaria que tienen la oportunidad a través de los diploma - dos que organizamos en conjunto de estar siempre actualizados sobre el desa - rrollo y el rol que juega la gura de la solución alternativa de controversias en la República Dominicana.

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  • 18 | GACETA JUDICIAL AÑO 18, NO. 335, OCTUBRE 2014

    P. ¿Cómo valora la gura del arbitraje en la República Dominicana?Mariano Germán Mejía

    En armonía con su naturaleza, el desa-rrollo del arbitraje en la República Domi-nicana ha sido silencioso, pero no menos progresivo y sostenido. En la actualidad ya es una gura de amplia acogida en el área de los con ictos comerciales, así como una gura efectiva y adecuada a las nuevas tendencias trazadas por las normas inter-nacionales sobre el arbitraje comercial.

    Manuel José Luna Sued El arbitraje, desde hace muchas déca-

    das, es el método alternativo por exce-lencia para la resolución de con ictos en el mundo. La República Domini-cana cuenta con esta gura desde la exis-tencia del Código Civil, aunque no es menos cierto que la Ley 489-08 sobre Arbitraje Comercial representa el punto de partida de la “popularización” de la

    gura del arbitraje en el país.

    Cada año vemos un crecimiento notorio en la cantidad de casos que se presentan a arbitraje en Santo Domingo. En 2013 vimos un crecimiento de cerca de un 50 % respecto al 2012 y en 2014 proyectamos un crecimiento de cerca de un 100 % respecto al 2013. Además, el Centro de Resolución de Controver-sias de Santiago está en operaciones y cada vez comienza a ver más casos y la comunidad empresarial del Cibao se siente más con ada de incluir cláu-sulas arbitrales en sus contratos. En la República Dominicana avanzamos en la calidad y la popularidad de los métodos alternativos y esperamos seguir creciendo y mejorando en esa dirección en Santo Domingo, en Santiago y en otros centros del país a los que les brin-damos apoyo, como el de Moca y el de Higuey.

    P. ¿Entiende que el arbitraje podría convertirse en un mecanismo que contri-

    buya al descongestionamiento de los tribunales ordinarios? MGM. Solo los procedimientos de fácil manejo y de bajo costo se convierten en populares. El costo incide en la cultura, por lo tanto, en mi criterio personal, el arbitraje solo se convertirá en un procedimiento de verdadero descon-gestionamiento de los tribunales ordi-narios en la medida en que sus costos se reduzcan.

    Un fenómeno no es puesto en duda: los casos de bajo costo no van al arbi-traje, solo los comerciantes que mane-jan negocios de cierta magnitud recu-rren a él. Por lo tanto, si bien puede a rmarse que el arbitraje es un meca-nismo que contribuye al descongestio-namiento de los tribunales ordinarios, este solo tendrá una acogida popular en la medida en que los usuarios del sistema judicial tomen plena conciencia de las ventajas que ofrece para dirimir los con ictos de manera rápida y de ni-

    CARA A CARA

    MARIANO GERMÁN MEJÍAPresidente de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo del Poder Judicial

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    GACETA JUDICIAL | 19AÑO 18, NO. 335, OCTUBRE 2014

    tiva. Como procedimiento no se pone en duda su efectividad.

    MJLS. Claro que sí. Pero no debemos llamarnos a engaño; el arbitraje no es un método masivo de resolución de controversias y tampoco plantea suplan-tar el papel de la justicia ordinaria. El arbitraje es una gura alternativa que viene a complementar el sistema ordina-rio de justicia. Creo que, mientras más con anza haya en esta gura, seguirán aumentando los casos y, por supuesto, es una contribución, en su respectiva medida, al descongestionamiento de los tribunales ordinarios.

    P. ¿Cómo entiende usted debe de ser la relación entre los tribunales arbitrales y los tribunales ordinarios? MGM. La especialidad es de la esen-cia del procedimiento arbitral. En tanto que los árbitros solo manejan diferen-dos comerciales, los tribunales ordina-

    rios manejan la diversidad. En las áreas respectivas, las relaciones entre ambas jurisdicciones deben ser de cooperación y respeto.

    No hay lugar a olvidar que en el arbi-traje el consensualismo mantiene todo su brillo; el orden público le es ajeno, por aplicación del artículo 6 del Código Civil, aunque sin obviar que el orden público es un concepto de una amplia signi ca-ción. Hasta tal punto que toca al dere-cho privado, al derecho público y hasta a la religión. Hoy día se habla del orden público religioso.

    MJLS. Es una relación de colaboración, cooperación y respeto absoluto. Cuando dos o más partes se ponen de acuerdo en dirimir sus controversias a través del arbitraje, esto debe de ser respetado tanto por las partes como por la justicia ordinaria. En la República Dominicana contamos con un poder judicial cada vez más cooperador con las instancias

    arbitrales. Se dan casos en los que una de las partes utiliza como táctica dila-toria del proceso el tratar de dirimir la controversia en un tribunal ordinario, en vez de en arbitraje, violentando así la cláusula rmada. Cuando esto llega a una sala ordinaria los jueces remi-ten el con icto de vuelta a la instancia correspondiente, en los casos que cono-cemos al Centro de Resolución Alterna-tiva de Controversias (CRC). Nosotros aplaudimos estas decisiones en los casos que lo ameritan y entendemos que ello demuestra una vez más la cooperación y el respeto que existe hoy entre el Poder Judicial dominicano y nuestro CRC de la Cámara de Comercio y Producción de Santo Domingo.

    Igualmente, las partes tienen el dere-cho de interponer ante la justicia ordina-ria acciones en nulidad en contra de los laudos arbitrales, cuando lo entiendan justi cado, y nosotros como centro reco-nocemos el derecho de las partes y el rol

    CARA A CARA

    MANUEL JOSÉ

    LUNA SUEDPresidente del Bufete

    Directivo del Centro de Resolución Alternativa de

    Controversias

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    fundamental que juega la justicia ordina-ria cuando se presentan estos casos.

    P. ¿Cuáles son, a su entender, las prin-cipales fortalezas y debilidades del arbi-traje frente al sistema ordinario de justi-cia? MGM. Las fortalezas del arbitraje están dadas a partir de la voluntad de las partes, quienes determinan la forma, el tiempo y la actuación de la jurisdicción arbitral.

    La exibilidad de su procedimiento, la economía y la con dencialidad le acompañan. Sin embargo, tal a rmación no debe ser exagerada, el arbitraje arras-tra debilidades como consecuencia de su relativa dependencia respecto a los órga-nos jurisdiccionales del Estado.MJLS. Entendemos que las grandes ventajas del arbitraje vienen dadas en primer lugar por la voluntad de las partes de dirimir sus controversias de manera alternativa, escogiendo los árbitros que a su entender son los más preparados

    en la materia que ocupa la controver-sia en cuestión. Además, la rapidez con la que se conoce el litigio en compara-ción con la justicia ordinaria, la con -dencialidad del proceso y la no apelabi-lidad del laudo.

    Si tuviéramos que citar una debilidad, esta sería que el arbitraje es una metodo-logía relativamente más costosa que la justicia ordinaria. Aun así hay que seña-lar que el CRC de Santo Domingo tiene una de la tarifas más económicas de toda región, con diferencia marcadas con países como Perú, Colombia, México, varios países de Centroamérica, etc.

    P. ¿Cuál es el impacto que a su juicio representa el arbitraje de cara a los inver-sionistas extranjeros, respecto a la seguri-dad jurídica en la república dominicana? MGM. Con la entrada en vigencia de la Ley No. 489-08, la República Domini-cana dio paso a la adopción de nuevas medidas con las cuales se han reforzado las relaciones comerciales internaciona-

    les. Esta a rmación encuentra su funda-mentación racional en el hecho de que con el arbitraje se brindan las garantías necesarias a los inversionistas extranje-ros mediante la implementación de un marco legal en armonía con las normas internacionales.

    Sin embargo, las reservas hacen presencia en la conciencia de muchos sectores. Unos privilegian la renuncia de la soberanía del Estado a favor de la jurisdicción arbitral, en tanto que otros la repudian.

    MJLS. El arbitraje es una necesidad para los inversionistas extranjeros —en la República Dominicana y en cualquier parte del mundo— como garantía jurí-dica. Eso no depende de si el Poder Judi-cial del país en cuestión es e ciente o no, depende de que los inversionistas inter-nacionales necesitan una instancia en la que su con icto pueda ser conocido con celeridad y donde sienta la total garan-tía de poder seleccionar un árbitro espe-

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    GACETA JUDICIAL | 21AÑO 18, NO. 335, OCTUBRE 2014

    cializado que conocerá dicha diferencia. Lo que estamos trabajando en el Centro es que las cláusulas arbitrales sean suscri -tas en el marco de la República Domini -cana y no referirse a un arbitraje inter -nacional. La legislación dominicana es moderna y el CRC de Santo Domingo cuenta con árbitros con experiencia en arbitraje internacional en instancias tan elevadas como la Corte Internacional de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional (ICC), por lo que estamos completamente capacitados para que los contratos con multinacionales incluyan cláusulas arbitrales dentro del marco del CRC de Santo Domingo.

    P. ¿Favorece usted la cláusula arbitral en los contratos del estado con empresas extranjeras? MGM. Lo ideal ordinariamente se separa de lo real. En este sentido, me atrevería a a rmar que lo ideal sería la cláusula arbitral en los contratos a los que usted hace referencia. Sin embargo, la realidad me obliga a distanciarme de la respuesta radicalmente a rmativa.

    Dos motivos invoco a favor de mi respuesta. El primero, la poca defensa que ordinariamente tiene el Estado por parte de los negociadores de sus contra -tos con empresas extranjeras, particular -mente con empresas monopolistas secto -riales. El segundo, las pocas ventajas que la jurisdicción arbitral internacional ha ofrecido a los Estados como partes.

    Solo en la medida en que ambos motivos se aligeren en la práctica justi -

    co la cláusula arbitral en la modalidad contractual referenciada en su pregunta.

    MJLS. Nosotros entendemos que el arbitraje es el escenario ideal para cono -cer una diferencia entre un Estado y una empresa. Lo que debemos impul -sar es que los representantes del Estado dominicano tengan la posibilidad y la capacidad de negociar condiciones más favorables y equilibradas dentro de la cláusula arbitral, incluyendo la celebra -ción del arbitraje ante una sede nacional. Además, debemos como país especializar a un cuerpo de juristas versados en arbi -

    traje, para que el Estado se sienta mejor respaldado a la hora de acudir a un arbi -traje internacional, cuando sea el caso.

    P. ¿Cómo valora usted la interacción que tiene hoy en día el estado y la SCJ con los tribunales de arbitraje en el país, sobre todo con el Centro de Resolución Alternativa de Controversia (CRC) de la Cámara de Comercio y Producción de Santo Domingo? MGM. Las relaciones de la SCJ con las jurisdicciones arbitrales han sido y serán respetuosas, armoniosas y de coopera -ción.

    En el área comercial, el arbitraje ha sacado de las jurisdicciones ordinarias complejos y grandes diferendos. La SCJ no interviene en lo absoluto en lo que son las soberanas decisiones de las juris -dicciones arbitrales, con relación a los casos que les son sometidos. En tanto que la práctica ha probado el respeto de los árbitros a los acuerdos interpartes, en los cuales el Estado no debe intervenir, salvo en los casos de atentado al orden público.

    En el área de la enseñanza, la Escuela Nacional de la Judicatura trata de dar cabida a numerosos cursos sobre la mate -ria arbitral. Con estos trabajos comunes, los procedimientos arbitrales y los proce -dimientos ordinarios caminan hacia

    la cooperación permanente y hacia la conciliación de los intereses que respec -tivamente manejan.

    La SCJ no obvia su condición de parte del Estado y, en consecuencia, su obliga -ción de contribuir con la administración de justicia. Reconoce que la justicia, sea hecha por ente del derecho público o por ente del derecho privado, será siem -pre justicia: sinónimo de equilibrio y de razonabilidad.

    En consecuencia, saluda el trabajo de las jurisdicciones arbitrales y continuará cooperando con el CRC y respetando sus decisiones.

    MJLS. Muy positiva. Desde la presiden -cia y vicepresidencia de la SCJ, como con la Consultoría Jurídica de la República, la comunicación y colaboración es comple -tamente abierta, uida y cooperativa. Además, con la Escuela Nacional de la Judicatura existe una colaboración valio -sísima que es enriquecedora tanto para los juristas que practican o practicarán en el futuro el arbitraje, como para los jueces de la justicia ordinaria que tienen la oportunidad a través de los diploma -dos que organizamos en conjunto de estar siempre actualizados sobre el desa -rrollo y el rol que juega la gura de la solución alternativa de controversias en la República Dominicana.