Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

57
FELIPE MARTÍNEZ MARZOA

description

certeza de cebada

Transcript of Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

Page 1: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

FELIPE MARTÍNEZ MARZOA

Page 2: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

LECTURAS Serie Filosofía DIRECTOR Folla DUQUE

C..aiqJier l«ma dt �ltrl. distn�. COI'Iunacül �lic-.a o U'!Mbma.ci6n de esta_ .... _ ..... -... b .. -de ... -""' ..... _.

o6o p!'I!Sb ,a la ley Ooñpse a CEI),'O ltdJo [s¡¡aid dt-�·­,..lñf.CEd:ro.ort) $1 nects�tt fotGalJÑ.a• o tSCantar a ¡611 fra�nt:o de ts:ta obra

Q FELIPE MAltTiNEZ MARZOA, 20If

C ABADA EDITORES, S. L. 20I4 Calle del Gobernador, 18 28014 Madrid \\�'"'.a badaed i tore.s. com

disei'lo SABÁTICA

producción CUADALUPE GISBERT

ISBN 978-84-16160-16-7

lBIC HPCD

depósito legal M-30644-�014

preimpresión EscA.Rou L�cztssKA impresión PUNTO VERDE, S.A.

FELIPE MARTÍNEZ MARZOA

Polvo y certeza

.... -

o « o ¡;¡ o ;!

Page 3: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

-

1

PRÓLOGO

Nos hemos acostumbrado a emplear el término

<<modernidad>>. Ello ha sido, en mi caso, no por refe­

rencia a alguna definición, aunque sí como conse­

cuencia de algo que se constataba a propósito de varios

fenómenos pertenecientes en principio a campos

diversos; por una parte cierto tramo de la historia de la

filosofía en cuyo centro abisal está Kant (cf. mis traba­

jos sobre él desde 1986 hasta hoy) y que abarca hacia

un lado por de pronto a Leibniz y Hume y, según :mi

interpretación actual, también a Spinoza, en un senti­

do más problemático a Descartes, y hacia el otro lado el

Idealismo, Marx y yo creo que también Nietzsche; por

otra parte está <<lo civil>> (la sociedad civil, el concepto

Page 4: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

8 POLVO Y CERTEZA

de derecho a ella vinculado); también la ciencia en un sentido que fue a su vez motivo de averiguación. Estos diversos fenómenos no pudieron ser aclarados sin que ello a la vez vinculase esencialmente unos con otros de entre ellos mismos, y, por lo tanto, se estableció que constituyen unidad con independencia de si hay o no una fórmula definitoria única.

Ocurre que, sobre la base de <<modernidad>>, entró alguna vez y se mantuvo luego, en escritos del que ahora suscribe, la expresión <<tardomodernidad>>. Pudo parecer que se trataba sólo de eludir los <<post->> ( <<postmoderno>>, <<postmetafísico »). términos que, en efecto, evito. Era eso y sigue siéndolo, pero la manera de hacerlo resulta no ser inocente, porque la caracterización de la modernidad misma era ya la de algo tardío y secundario, de manera que la anteposi­ción de <<tardo->> tampoco puede ser meramente una especificación cronológica.

Había algo que procedía de la pedante denomina­ción <<cuestión del ser>> y en lo que, por nuestra parte y hablando en especial de la Grecia clásica y arcaica, identificábamos ya unos con otros fenómenos en prin­cipio diversos: la cuestión del decir excelente, el pro­yecto nómos-pólis, el intercambio <<interno>>, etcétera. La modernidad resultó ser esa <<misma>> cuestión sólo

1

1

PRÓLOGO 9

que producida sobre un horizonte determinado por las consecuencias de que la <<misma>> ya se hubiese planteado alguna vez, con lo cual ya no podía ser la <<misma>>. Este carácter tardío de la modernidad ha resultado tener que ver con que algo en lo que encaja la denominación <<tardomodernidad>> haya de ser algo muy peculiar. Insistamos en que, en efecto. responde a ese nombre y no a <<post->> alguno. Por ejemplo: el concepto fuerte de estructura sólo es posible sobre base moderna, <<aunque>> (o quizá en concordancia con que) sea el concepto que permite sospechar lo <<otro>> (precisamente como otro, no absorbiéndolo en una concepción de <<la historia>> o algo así); otro ejemplo: la cuestión por la que la lógica y la matemática tardo­modernas son puestas en marcha es sustentada por una (por fin explícita) mala lectura de Kant, mala lec­tura cuyo mérito (el mérito de su explicitación) es que obliga a fijarse y a intentar leer bien lo que ha sido mal leído.

Es quizá el caso que todo esto puede haber dado entre nosotros (tardomodernos) un mayor interés a la

modernidad <<ascendente>>, la que llega precisamente

hasta Kant, la cual es menos <<históricamente>> abar­cante o reconciliante, quizá por eso mismo más capaz de dejar ser (quizá no para ella misma, sí para nosotros)

Page 5: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

IO POLVO Y CERTEZA

lo otro como otro. Pero el hecho de que en la presente tirada escrita se dedique más espacio a Spinoza que a otros se debe sólo a que de ese fllósofo el autor de estas líneas no había publicado antes su interpretación, cosa que sí había hecho en medida considerable para Leib­niz, Hume y sobre todo Kant.

�gu.nos tramos de este libro son revisiones y

amphac1ones de textos que se habían dado a conocer a través de una web.

BARCELONA, JUNIO 2014

1. SER Y FINITUD

Admítase provisionalmente que toda cuestión lo es porque se busca (es decir: se presupone que ha de haber) una delimitación: es-o-no-es esto-o-aquello; incluso si se admite que la opción pudiera no ser bina­ria, la cuestión sigue siendo poner en diferentes sitios y distinguir entre ellos, por lo tanto delimitar; incluso la aspiración al reconocimiento de lo otro es aspiración a distinguir entre lo uno y lo otro. Admítase, pues, que un nombre para lo siempre ya supuesto es el de finitud, el de delimitacic?n; se supone que hay límites y se trata de encontrarlos; saber es saber-por-dónde-cortar.

Lo que acabamos de indicar adquiere especial rele­vancia en el momento en que l a marcha de las cosas ha conducido a una situación en la que la cuestión del

Page 6: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

!2 POLVO Y CERTEZA

límite, la cuestión referente a dónde empieza algo y termina algo, en qué consiste que precisamente en ese punto algo empiece y algo termine, se ha planteado ella misma porque algo ha roto con la obviedad de que en efecto sea aquí o allí donde algo empiece y algo ter­mine. Esbocémoslo en unos términos marcadamente provisionales: el vínculo de todo con todo, sinónimo de que lo ente en general sean causas de efectos y efec­tos de causas, es a la vez vínculo de nada en particular con nada en particular y, por lo tanto, de nada con nada; el vínculo de todo con todo es, pues, lo mismo que el irremediable aislamiento de cada contingencia singular; es simplemente el continuo en el que en ningún punto comienza nada ni termina nada. Con lo cual hay que empezar de nuevo en cuanto a plantearse en qué consiste entonces el que haya, sin embargo, límites que sean precisamente los que sean, en qué consiste que lo sean; a que haya límites y a que éstos sean los que son no podemos, en efecto, renunciar, salvo que pudiésemos renunciar a que haya en general cosa o ente, o simplemente a que <<haya�; pues una cosa o un ente o algo que hay no es sino una delimita­ción válida, un <<desde aquí hasta aquí>>.

Expresión de lo que hemos dicho sobre delimita­ción o finitud y ser es el término certitudo. Significa, en

1. SER Y FINITUD 13

efecto, la de-finición; ni siquiera está en la palabra misma, pero sí en cuál es el momento en el que llega al terreno ontológico, el que se trate de delimitación concebida como problema que se plantea al darse por sentada una i-lirnitación. La noción (en principio car­tesiana) de la extensio se genera por el hecho de que se reconoce un isomorfismo total (y, por lo tanto, en el fondo una identidad) entre lo aritmético y lo geomé­trico, que son los dos ámbitos en los que se encuentra certitudo. El concepto extensio comporta que las cualida­des sensibles sólo podrían estar perfectamente conoci­das en el momento en que se las hubiese traducido a algo del tipo de posiciones y movimientos de unos puntos con respecto a otros, y esto se reconoce como lo mismo que lo aritmético por la vía de que, elegido un sistema de referencia o sistema de coordenadas, cualquier punto de un plano es un par ordenado de números y cualquier punto del espacio es un trío ordenado de números, de manera que cualquier figu­ra es una dependencia entre variables-número que se cumple para to_dos los puntos de la figura y sólo para esos.

De los pensadores de los que aquí y ahora tendre­mos que ocuparnos, sólo Leibniz entra a discutir (o a delimitar en cuanto a significado y alcance) en el pro-

Page 7: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

pío plano aritmético-geométrico el isomorfismo al que nos hemos referido. Si el isomorfismo fuese pro­clamable sin más como total, es decir, si fuese cierto que él ha de alcanzar a todas las relaciones que pudie­sen definirse, entonces no podría ocurrir que en determinadas cuestiones los modos más potentes de calcular sobre la extensio remitan, por un lado, a opera­ciones con números en las que éstos no pueden ya ser interpretados como distancias geométricas y, por otro lado, a relaciones que lo son. entre figuras y que no pueden ser expresadas en términos de relaciones entre números; y, sin embargo, lo uno y lo otro es lo que sucede, respectivamente, con el cálculo infinitesimal y con la anaJysis situs; de todos modos, ambos son procedí­mientas de cálculo cuya validez consiste en definitiva en su potencia para tratar problemas que lo son en la e.rtensio, y, por lo tanto, lo que acabamos de constatar no sería argumento si no lo fuese en contexto con filo­sofemas leibnizianos de carácter más general de los que aún hemos de hablar.

Ya que no la relativización interna (intra-aritméti­co-geométrica) del isomorfismo, otra vía de cuestio­namiento del concepto de la extensio sí es común a direcciones de pensamiento en otros aspectos contra­puestas. El que se trate de posiciones y movimientos de

1. SER Y FINITUD 15

puntos unos con respecto a otros exige que tenga sen­tido decir que el punto que se encuentra en tal posi­ción en cierto momento es <<el mismo>> punto que en otro momento se encuentra en tal otra, lo cual implica atribuir al punto alguna identidad cualitativa, por así decir independiente con respecto a sus relaciones de extensio, y, por lo tanto, presuponer; para la propia definición de esas relaciones (posición y movimiento de un punto con respecto a otro), cualidades del tipo de aquellas que precisamente habrían de traducirse a relaciones de extensio. El círculo vicioso revela la aporía inherente al concepto de una facticidad secundaria o mediada, esto es, de una facticidad que, sin embargo, sea algo a lo que se llega <<a través de>>. Por eso el argu­mento tiene un papel tanto en la posición que preten­de no recaer en facticidad alguna como en aquella otra para la cual, ya que ha de haber facticidad, ésta debe ser la facticidad fácticamente fáctica; lo primero es la posi­ción de Leibniz, lo segundo la de Hume.

Adentrémonos ya un poco en el punto de vista (sobre el que, de todos modos, habremos de volver) que hemos caracterizado como el de la evitación de la facticidad. La validez, la empleabilidad como noción, el carácter de idea (de res, de ens) de la presunta idea (o res o ens) A, el A esto A estA, queda vinculado a un pro-

Page 8: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

16 POLVO Y CERTEZA

ceso de resolutio-compositio acerca del cual no tenemos manera alguna de establecer que en momento alguno haya llegado por uno y/o el otro lado a su final. Así queda establecida la hiperpotencia (casi habría que decir: la infinita potencia) de la tautología en Leibniz. Falta lo suyo para que se encuentre un motivo (Kant lo encontrará) por el cual valga la pena considerar un tipo de decir (se lo llamará, en Kant, <<juicio analíti­co») en el cual «A es A>> será por definición admitido (sería mucho decir que será «verdadero>>, pues la vaciedad semántica de la cópula en este tipo de decir excluye en cierta manera la cuestión de <<verdad>>, mientras que en el A est A de Leibniz la cópula es semánticamente plenísima, hiperbólicamente plena, hasta el punto de envolver algo que nunca llega a estar por completo legitimado). Así puede Leibniz decir que en A estA está todo, que todo enunciado verdadero ha de basarse en un A estA. Donde el <<ha de>> comporta incluso algo más que la parte de exclusión de la factici­dad en la que hasta aquí hicimos hincapié; al menos dos cosas más: (a) la referencia a algo así como un conocimiento que <<sería>>, que no es el que tiene lugar, ni siquiera como meta infinitamente lejana; ocurre más bien que la noción de ese conocimiento es lo que da sentido al término res en una posible conti-

1. SER Y FINITUD I7

nuación de la definición de verdad como adaequatio inte-1/ectus et rei; nada especialmente extraño, pues, a fin de cuentas, en filosofía en general no se llama (no es posible llamar consistentemente) <<conocimiento>> al proceso (fáctico) de <<la mente>>, sino a la validez; el conocimiento es, pues, ser; y , por otra parte, (b) el que de ese saber que no es el que tenemos podamos y debamos, sin embargo, hablar significa que lo que sí tenemos de él es un cierto meta-saber (quizá deba decirse que, si aquel saber es ser y, por lo tanto, pl]jsis, entonces lo que sí tenemos es una cierta << metafísi­ca>>), y, en efecto, ese meta-saber lo tenemos porque está implicado en el meta-saber que hay acerca de aquel saber que sí tenemos. Ahora ya no se trata de proceso alguno del que pretendamos seguir siquiera un tramo; pero es indudable que de lo dicho se sigue una noción (meta-noción) de en qué consistiría el final en la dirección de la compositio, el constructo satu­rado, al que ya no se puede añadir nada sin entrar en incompatibilidad, el concretum, en definitiva la substantia en Leibniz.

La potencia hiperbólica que hemos empezado (sólo empezado) a percibir en la tautología en Leibniz es característica de este pensador en particular. En cam­bio, la potencia a secas (la no vaciedad) de la tautología

Page 9: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

r8 POLVO Y CERTEZA

es común antes de Kant. N a die piensa en principio en <<juicios analíticos>> kantianos. Tampoco Descartes mismo; sus <<verdades eternas>> no pueden ser juicios analíticos, y el que no puedan serlo está implicado en que pueda pensárselas como <<creadas>>, así como tam­bién en que puedan, en el momento pertinente de la duda y de la manera pertinente, quedar bajo caución; la implicación, desde luego, no es recíproca; cabría pensar que ni son creadas ni dudables sin por ello pensar que son juicios analíticos, pero no que son crea­das y sometibles a caución siéndolo, pues no habría ni qué crear ni de qué dudar, ya que la cópula analítica es semánticamente vacía; dicho sea de paso: la cauciona­bilidad de esas verdades en cierto momento de la duda (en los términos en que se produce) y su condición de <<creadas» son dos expresiones de lo mismo.

2. EXISTENCIA. SPINOZA, l. HUME

Habíamos recordado que la palabra certitudo, condición o carácter de certum, significa <<ser>>, puesto que su propio e ineludible significado léxico es el de defini­ción y discernimiento, digamos: ser lo que se es y no lo que no se es, ser y no no-ser. Si el protagonismo de una palabra con esta potencia comporta a la vez una marcha en la que parece en definitiva estarse tratando de un <<ser>> que no es el único que alguna vez ha fun­cionado, quizá �i siquiera el único que en esa misma marcha está operando, ello no se debe necesariamente a incoherencia alguna; puede, por el contrario, ser el reconocimiento de que la <<cuestión del ser>> no deja el <<ser>> tal como éste <<naturalmente>> tiene lugar.

Page 10: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

20 POLVO Y CERTEZA

A la certitudo pertenece tanto el <<que (ello) es>> como el <<qué es (ello)>>, siendo <<ello>> lo certum. La interde­pendencia de ambos aspectos (hace falta un <<qué>> para que l a pregunta <<si es o no es>> tenga sentido, y tiene que ser para ser A o B o C) se extiende a: cuestión sobre qué es el <<que es>>, por ejemplo: ¿basta, para que haya un <<que es>>, con esa noción de <<ser>> vinculada al mero hecho de que haya un <<qué es>>?; en otras palabras, el <<ser>> de la certitudo (<<qué es>> 1 <<que es») ¿es ya el <<ser>> sin más, el tener lugar, el que, eso de lo que se trata, <<lo hay>> (de hecho la expresión académica habitual es <<existe>>, pero ¡cuidado!, eso no saldrá gra­tis)?; el que haya un <<qué es>> (el <<que es>> del «qué es>>) ¿constituye ya <<ser>>? En todo esto parece estarse preguntando si la ontología de la certitudo remite de algún modo también a fuera de ella misma, si eljuego del <<que es>> y el <<qué es>> agota todo lo referente a <<tener lugar>>, <<haberlo>>, <<existir>>.

Con la cuestión de la quizá insuficiencia de la certi­tudo en sí misma, de su posible remitir a algún <<ser>> fuera de ella, tienen que ver en Descartes ciertos des­doblamientos; el ámbito que en principio no es el de los certa o incerta, sino el de la certitudo o incertitudo misma, sin embargo, se constituye a su vez en cosa, la res cogi­tans, siendo así que las nociones de la ertensio y la res

2. EXISTENCIA. SPINOZA,I. HUME 21

extensa (esta última como res en cuanto que en el ámbito de la extensio ya no hay esta cosa y aquella y la otra cosa, sino que el problema de la discreción queda abierta­mente planteado) habían surgido precisamente de la aplicación del rasero de la certitudo (cuestión de qué tie­ne que pasar con un contenido para que quede consti­tuido en certum). La cuestión de la finitud de la noción de certitudo asumirá la figura de hasta qué punto la certi­tudo pasará a pertenecer a la cogitatio y hasta qué punto a eso que tiene el carácter de certitudo (a saber: en la cogi­tatio) hay una correspondencia ... no diremos que en la extensio, puesto que la extensio misma es un producto conceptual de la exigencia (en la cogitatio) de la certitudo, por lo tanto no en la extensio, sino ... <<en sí mismo>> o algo así. Pero el que ese <<en sí>> resulte a su vez inter­pretado según cierta ontología no se debe sólo a que no hay en general percepción sin una preontología implícita, la cual de entrada es la que (habría que ver en cada caso por qué) es obvia, sino también a que, en efecto, la ontología moderna no puede surgir de cual­quier situación .precedente, sino sólo de alguna deter­minada. Detengámonos un poco en esto.

Es bastante reciente en la época que nos está ocu­pando el que pueda hacerse en filosofía un uso estric­tamente substantivo de la palabra causa. Ciertamente la

Page 11: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

-

22 POLVO Y CERTEZA

palabra misma es gramaticalmente un substantivo, pero el hecho de que en el latín filosófico de la Edad Media fuese necesario añadir o sobreentender en cada caso una especificación terminológica (causa materialis, Jormalis, efficiens, finolis) refleja que el substantivo mismo debe su importancia filosófica al hecho de haber sido en su día adoptado como traducción de algo, aítion, aítios, aitía, que en griego es un adjetivo, respondíendo esta pecu­liaridad gramatical a que no hay, ni siquiera para una cosa determinada o acontecer determinado, algo que sea «la>> causa o <<el>> aítion, digamos <<a secas>> o simpli­citer, sino que, para una cosa dada o un acontecimiento dado, esto o aquello es aítion en razón de tal o cual papel que desempeña en aquel acontecer o ser-cosa, mientras que lo otro o lo de más allá lo es por tal otro papel que tiene en lo mismo, etcétera. La propia gramática a la que acabamos de referirnos indica que la situación medieval es de tránsito. El paso de lo uno a lo otro es motivado por lo teológico, entendiendo por tal tanto la transcendencia como el hecho de que ésta no pueda tener lugar sin transgresión de ella misma'. Ya se ha

Cf. mis libros Distancias (capítulos 13, 14 y 15) e Interpretaciones (capi­tulo 8 y siguientes).

2. EXISTENCIA. SPINOZA, l. HUME 23

expuesto otras veces2 cómo esto comporta un concepto de lo que acabamos de llamar <<causa a secas>> y, por lo tanto, una concepción de lo ente en general como cau­sas de efectos y efectos de causas, noción de ser para cuya expresión se recurre a dar un sentido ontológico­general a una palabra latina que nunca lo había tenido (y que incluso, como verbo, nunca había servido de exégesis para esse en contexto alguno, ni siquiera en el de ausencia de predicado nominal); la palabra es exsis­tere o exsistentia. Lo ente como causas de efectos y efectos de causas preludia o apunta a : vínculo de todo con todo, por lo tanto: uno-todo; con lo cual estamos recordando que la transgresión-de-la-transcendencia inherente a la transcendencia misma no es sino el que el lado de lo verdadero, puesto que es lo verdadero, ha de ser en verdad todo y, en consecuencia, ya n i es lado alguno ni es transcendente. Por otra parte, vínculo de todo con todo es: vínculo de nada en particular con nada en particular, por lo tanto de nada con nada: no hay trayectorias determinadas de vínculo, luego no hay vínculo; tal como corresponde a uno-todo, en ningún punto empieza ni termina nada; no hay límites rele-

2 Tbid.

Page 12: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

24 POLVO Y CERTEZA

vantes o esenciales, o sea, no hay cosas (pues una cosa no es sino una delimitación relevante); lo cual es como recordar que lo verdadero, al haber cumplido con su carácter de tal absorbiendo su otro lado y así haber dejado de tener un otro, ya tampoco es ello mismo lo verdadero ni hay, por de pronto, verdadero ni no-ver­dadero. Lo que todo esto por de pronto significa es que la situación está madura para que de nuevo se pre­gunte en qué podrá consistir eso de verdad o validez o ser o ... como haya de llamarse. La palabra certitudo, carácter o condición de certum, significa <<ser>>, pues su ineludible significado léxico es el de definición y dis­cernimiento, ser lo que se es y no lo que no se es, ser y no no-ser. Que certitudo representa de entrada el nuevo planteamiento ontológico, posibilitado por la situa­ción cuyos rasgos acabamos de esbozar, se confirma por el hecho de que el propio desarrollo de la cuestión de la certitudo descubre Oo que no es ningún defecto, s�no todo lo contrario) algunos de aquellos rasgos; c1taremos por el momento dos. Primero: ya la e.xtensio cartesiana, concepto constituido empleando la exigen­cia de certitudo, es el de un en principio ilimitado a pro­pósito del cual se pregunta en qué puede consistir que en él puedan constituirse límites (no tenemos que entrar ahora -pues Descartes no es ahora nuestro

2. EXISTENCIA. SPINOZA, l. HUME 25

asunto- en por qué la e.xtensio ha de substantivarse como res extensa y -lo que quizá es lo mismo- ha de contrapo­nérsele una res cogitans). El segundo de los dos rasgos aludidos es el que la ontología inmediatamente prece­dente sea la de causa y exsistentia también en el sentido de que son precisamente esos dos conceptos los que desde la nueva ontología se tratará de ... ¿recuperar?, ¿reab­sorber?, ¿reducir? La propia palabra certitudo, por cuanto significa de-finición, de-limitación, nos recuerda que una ontología es siempre una teoría de lo fmito; y ni siquiera hacía falta esa palabra para recor­dárnoslo, pues el propio verbo <<ser>> significa inelu­diblemente ser lo que se es y no lo otro, significa lími­te. Esto tiene importancia ahora en dos niveles; uno es sin más lo que acabamos de decir: que ser significa finitud. El otro tiene que ver con la especial proble­maticidad que ello adquiere por el hecho de que la situación de partida sea aquella cuya descripción ahora hemos esbozado hablando de i-limitación y de que el problema ha pasado a ser el de cómo es posible que en ella se constit�yan límites, en algún punto empiece algo y termine algo, es decir: haya cosa (s). El discurso que desde ahí se está gestando (digamos quizá: el dis­curso moderno) habitará siempre en la paradoja (inherente a él) de que, por una parte, no es posible

Page 13: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

librarse de que <<finito>> sea el término positivo y, por otra parte, ese mismo discurso parezca no poder evitar el dar a <<finito>> y <<limitado>> la connotación de <<imperfecto>>.

Así, pues, la transcendencia, que no es posible sin la transgresión de ella misma, ha exigido que se intro­duzca, incluso para dentro de lo finito, una noción de causa que conducirá al concepto de causa totalis (que no es causa <<de todo>>, sino causa a secas, simpliciter, de aquello de lo que es causa), y así lo ente ha pasado a ser causas de efectos y efectos de causas, y es para el <<ser>> así entendido para lo que la palabra ex-sistere, ex-sistentia, adquiere (cf. ex nihilo, extra causas, extra nihilum) el prota­gonismo ontológico que antes no tenía. Aún falta lo suyo para que se haga valer en todas sus consecuencias el que el así establecido vínculo de todo con todo, por serlo de todo con todo, lo es de nada en particular con nada en particular, es decir, de nada con nada. Por de pronto, el que el planteamiento certitudo sólo haya sido posible desde esa situación hace que el problema sea el de la relación entre, por una parte, el <<ser>> de <<que es>> y <<qué es>> y, por otra parte, el existir, o, si se pre­fiere decirlo así, entre la ontología de la certitudo y la ontología de la causa y la existencia; abreviadamente: el problema de ser y existencia. Las filosofías de Leibniz,

2. EXISTENCIA. SPINOZA,I. HUME 27

Spinoza y Hume son los tres grandes intentos de res­puesta.

De los tres es Leibniz quien más lejos lleva la distin­ción de ser y existencia y, por lo tanto, quien mayor rendimiento conceptual obtiene de la necesidad de, de todos modos, reunir uno de los términos con el otro. Aquí mismo tiene su lugar lo ya esbozado en nuestro capítulo 1 a propósito de la separación de la noción leibniziana de ser frente a toda facticidad; podemos, en consecuencia, adaptar aquel esbozo a lo que ahora mismo nos concierne sin más que añadir, continuan­do desde el punto al que allí llegamos, algunos pasos más. De la imposibilidad de extrínsecos con respecto a la substantia se sigue la noción de <<mundo posible>> (y nótese que esta noción se autodenuncia en su propio nombre como meta-noción, pues en ningún caso podría el <<mundo>> mismo ser el possibile, sino que habría de serlo cada una de las res -inclusive substantiae­que hay <<en>> él) o, lo que es lo mismo, la meta-rela­ción (que no se establece, sólo se habla de ella) de coro posibilidad, la cual da sen ti do a que de lo ens lo uno pueda ser <<más>> o <<menos>> ens <<que>> lo otro, y entonces exsistens es lo que está en el nivel de maxime ens.

En cambio, ni en Spinoza ni en Hume tiene la conexión de ser y existencia que ser pro-ducida, pues

Page 14: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

,....

POLVO Y CERTEZA

en ambos la conexión es inmediata, y la diferencia entre ellos concierne únicamente a la exégesis o des­cripción de esa inmediatez. Vayamos con Spinoza (de entrada se nos parecerá mucho a Leibniz, pero ense­guida veremos que no). Tenemos el saber que tene­mos, del cual inevitablemente se supone que siempre será en alguna medida adecuado y en alguna medida inadecuado; si podemos decir esto, es porque pode­mos decir en general algo acerca de nuestro mismo saber aun sin por ello tener más saber que el que tenemos y porque este meta-saber incluye ciertos reconocimientos acerca de cómo sería un saber que fuese plenamente adecuado (nótese <<sería>> y <<fue­se>>, modo gramatical irreal); ahora bien, puesto que <<plenamente adecuado>> aquí no quería decir sino plena presencia de la cosa, el hablar de eso plenamen­te adecuado ya no es hablar de conocimiento, sino de cosa (ya no teoría del conocimiento, sino ontología), o, dicho de otra manera, estamos haciendo justicia a la evidencia de que no es posible hablar consistente­mente sin entender por <<conocimiento>> no el que tengamos ciertas representaciones, sino el que esas representaciones sean válidas, o sea: a que «conoci­miento>> significa validez (significa, pues, ser) y la medida en que el conocimiento es eso que hemos lla-

2. EXISTENCIA. SPINOZA, l. HUME 29

mado <<adecuado>> no es sino la medida en que es conocimiento. Según esto, el orden de dependencia Y producción en aquel saber que sería plenamente ade­cuado es orden de producción y dependencia en el ser, es orden causal; y, si exsistentia tiene que ver con causa en los términos ya indicados (recordar extra causas et extra nihilum), entonces lo que acabamos de decir hace que no podamos reconocer en ser otro sentido que el de existencia ni en existencia otro sentido que el de ser. En Spinoza no hay lo <<meramente posible» salvo como «abstracto>> en el sentido de lo insuficiente­mente determinado por insuficiencia del conoci­miento (no es ello lo meramente posible, sino que somos nosotros los que no sabemos lo bastante bien a qué nos estamos refiriendo).

Tendremos que volver sobre lo que acabamos de decir de Spinoza, pero nos interesa ahora introducir algo de Hume ... Comencemos por decir que la supues­tamente tan conocida crítica humeana referente a la noción de causalidad se basa en un razonamiento metafísico estFicto cuyos pasos y condicionamientos queremos ahora recordar. Hume ha empezado por distinguir entre dos maneras o puntos de vista desde los cuales se pueden considerar en general <<relaciones de ideas>>; los llama el «natural>> y el <<filosófico>>; en

Page 15: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

alguna otra parte hemos traducido estos dos adjetivos por <<fenoménico>> y «fenomenológico>> respectiva­mente. Todas las relaciones que aparecen en la lista <<natural>> aparecen también en la <<filosófica>> (con variación de significado correspondiente a la diferen­cia entre los conceptos de una y otra lista), pero no ocurre lo recíproco, es decir: hay relaciones que sólo están en la lista <<filosófica>>. Una de estas últimas es la

.

<<contrariedad», y el motivo de que esté sólo entre las <<ftlosóficas>> es contundente: no se trata de que haya en caso alguno una idea que sea la contraria de otra, sino que se trata de una relación interna a cada idea y que como tal se encuentra en todas y cada una de ellas, a saber: entre que eso (recuérdese que la idea es el contenido-quid) lo haya y que no lo haya, que se encuentre y que no se encuentre. El que esta relación no lo sea entre ideas distintas, sino algo inherente a cada idea, significa por de pronto que el existir no añade ni quita nada al quid, que la idea de <<A existen­te» es ni más ni menos que la idea de A y que la exis­tencia no pertenece ni más ni menos a unas ideas que a otras. Hasta aquí, en lo que se refiere a <<no añade ni quita nada>>, etcétera, todo está también en Leibniz, e incluso debe destacarse que en el camino argumentati­vo de este último de esse a exsistere desempeña un papel

2. EXISTENCIA. SPINOZA,I. HUME 3I

central el que la existencia no puede pertenecer ni más ni menos a una idea que a otra ni diferenciar una idea de otra ni añadir ni quitar nada al quid. Pero sigamos con Hume, llamando ahora la atención sobre cierta particularidad de las ya aludidas listas de «relaciones de ideas>>. Algunas de las relaciones allí recogidas son tales que su presencia se sigue necesariamente de la presencia de las ideas entre las cuales se dan (es incluso el caso de la ya citada <<contrariedad>>, aunque atípica­mente, esto último en el sentido de que basta en cada caso una idea, que además puede ser cualquiera); de las relaciones que no tienen esa característica, al menos algunas tienen, en cambio, la (en cierto modo recí­proca) de que su presencia requiere la de ambas ideas relacionadas. De hecho sólo hay en la lista una rela­ción, a saber, la de causa-efecto, que, no teniendo la primera de las dos características citadas, tampoco tie­ne la segunda. Esto último significa que una relación causa-efecto, si en verdad estuviese establecida, habría de permitir, dado uno de los términos, afirmar el otro sin esperar a su efectiva presencia; dicho de otra mane­ra: una relación tal permitiría un razonamiento con conclusión de existencia; y no puede haber tal razona­miento, pues ya hemos visto que ninguna idea contie­ne especificación de existencia, por lo cual nunca

Page 16: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

-

32 POLVO Y CERTEZA

podría la conclusión de un razonamiento comportar tal especificación.

La <<reducción a absurdo>> contenida en la argu­mentación precedente concierne a la posible certeza de conexión causal determinada alguna, y precisamente eso, el que ninguna determinada conexión causal pue­de poseer certeza, es en Hume pieza esencial de que opere el principio general de causalidad o, si se prefie­re llamarlo así, el vínculo de todo con todo; éste, en efecto, puesto que lo es de todo con todo, no puede serlo de nada en particular con nada en particular y, por lo tanto, lo es de nada con nada; nada refutaría mejor el vínculo de todo con todo que el hecho de que cupiese atribuir certeza a alguna determinada trayecto­ria de vínculo en particular; el uno-todo es, él mismo, a la vez la irremediable soledad de cada puntual con­tingencia.

Así, pues, la identidad inmediata de ser y existir está vinculada en Hume a la dimensión ontológico-general del factor causa-efecto, la misma que impide que tra­yectoria causal particular alguna pueda tener certeza. Coincidente con esto es el que la pertenencia inme­diata de la existencia a cualquier idea (o sea: la no per­tenencia a ninguna en particular) sea idéntica con la pertenencia de idea a impresión (el siempre ya haber

2. EXISTENCIA. SPINOZA,I. HUME 33

dejado atrás la impresión) y que sea dentro del posible retorno al territorio impresión sobre la base de idea (�impresiones de reflexión,;.) donde se diseña (<<pasiones indirectas>> y en ellas el elemento estructu­ral cal m passion) algo que tiene que ver con el reconocí­miento del vínculo general y la consiguiente distancia.

Page 17: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

3. SPINOZA, 11

Los cuestionamientos o relativizaciones del concepto o ámbito extensio que hasta aquí han aparecido en nuestra exposición proceden de Leibniz y/o de Hume; no de Spinoza. Quizá esto se deba al diferente papel que extensio desempeña en unos y otros y la consiguiente diferencia entre las condiciones que se espera que el concepto cumpla. En Leibniz, extensio como ámbito de cosas, de res, no es (como tampoco en Spinoza) un ámbito al que unas cosas perteneciesen y otras no, sino más bien (en Leibniz) un nivel de conocimiento (de resolutio-compositio en Leibniz) de las cosas en general, nivel del que (en Leibniz) demostramos (metacogniti­vamente) que no es el último, sin que esto impida que

Page 18: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

en cierto sentido sí sea el último que cognitivamente alcanzamos. En Spinoza, como veremos, ocurre a la vez (a) que cualquier cosa (en cualquier nivel de ade­cuación del conocimiento acerca de ella) es extensa y (b) que ninguna cosa (en ningún nivel de adecuación del conocimiento que de ella se tenga) es sólo extensa.

Preparatoriamente, en orden a llegar a exponer en su momento lo que ahora acabamos de anunciar, recordemos el problema de la delimitación en el con­tinuo tal como se planteaba en el comienzo mismo de nuestra presente exposición (capítulo I). Admitamos, de momento como mero recurso lógico <<en abstrac­to>>, que una de las fórmulas que han servido para algo así en la historia del pensamiento es la de que el conti­nuo sean al menos dos (o, que sepamos, dos, o dos de los que podamos hablar) y que reconozcamos como límite relevante en cada uno de los dos lados aquel cuyo traspasamiento no pueda hacerse sin algún cam­bio también en el otro lado, o sea: que sólo deba con­siderarse cambio en un lado aquel que comporte cam­bio en el otro3• Ahora bien, el que aquí aparezca, además de la extensio, algo que quizá sin la extensio fuese a

3 Cf. mi libro La soledad y el circulo. capítulo 1.

3. SPINOZA, 11 37

su vez un continuo, se entenderá por las consideracio­nes que a continuación haremos.

La vieja identidad de conocer y ser-capaz-de­habérselas-con es susceptible de una reinterpretación según la cual el habérselas-con lo es tanto más cuanto más es capacidad de hacer con la cosa tanto x como lo contrario de x; tanto más presente es la cosa cuanto menos se depende de ella y menos sentido tiene hablar de orientaciones intrínsecas a ella: cuanto más se conoce, menos se depende, o sea: más determinante se es; cuanto más presente la cosa es, menos obliga, es decir: más es dominada. Según esto, ningún fin u objetivo es inherente, el conocimiento no determina fines, esto es: no hay fines, pues no hay nada que sea cognitivamente reconocible como fin.

Esta consideración, incluso ya por sí sola, introdu­ce en la cuestión de los límites en la extensio algo nuevo. Consideremos un ejemplo, de momento sin prejuzgar sobre si se trata de un ejemplo cualquiera o de algo más. Yo mismo soy un ente en la extensio, un cuerpo. Ahora bien, quizá en todo caso, pero desde luego a la luz de lo ahora dicho, por <<yo como cuerpo>> no cabe entender aquello que <<ocupa>> en determinado momento determinada porción de <<espacio>>, sino más bien la parte que soy o el papel que desempeño en

Page 19: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

el acontecer del mundo físico, digamos: en qué soy determinante y en qué soy dependiente en lo que se refiere a ese acontecer, mi nivel de potencia o de poder o de dominio. Sentemos a este respecto algunas tesis.

Lo primero es que, en efecto, por todo lo hasta aquí dicho de ella, la extensio (la reducción a extensio) es el modo de entender la cosa (o al menos la primera expresión del modo de entender la cosa) que se corres­ponde con la reinterpretación del habérselas en el sen­tido de potencia y dominio, y en ello están incluidas las aporías que plantea ( y que reclamarán -como ya se �a empezado a ver- ulteriores desarrollos), como el que no haya en la cosa misma un de suyo por-dónde­cortar, una identificación de puntos, etcétera.

Es entonces lo segundo el que, en la reinterpreta­ción del conocimiento que se está introduciendo y a la cual pertenece también el concepto de la extensio, ésta hace par con otra secuencia de determinaciones o, meJor dicho, con la misma vista de otra manera, a saber: ya no como la secuencia de las cosas, sino como la secuencia del pensamiento o del conocimiento: la cogitatio.

Es de la máxima importancia (y sea ello lo tercero) que la noción de un nivel de potencia o nivel de poder o de dominio es, en virtud de lo dicho sobre la rein-

3. SPIHOZA. 11 39

terpretación del ser-capaz-de-habérselas-con, válida de una sola vez e idénticamente para el ente del que se trate (el ejemplo -de momento- era yo mismo) visto en el lado de la extensio o en el de la cogitatio. Es el ente mismo el que es un quantum de potencia, la cual por un lado será potencia cognitiva, por el otro potencia cor­pórea. Volveremos sobre de qué tipo es este quantum. En todo caso, ha de tratarse de un quantum, sin que val­ga la especialización cualitativa, pues la concepción de lo ente vinculada a poder y dominio, de la que estamos hablando, es incompatible con la irreductibilidad de las diferencias cualitativas.

La fórmula que estamos exponiendo obliga a exten­der a toda cosa la dualidad de extensio y cogitatio, pues no hay cosa (límite) de otro modo que por la indicada coimplicación de los dos lados. Hay al menos dos maneras de hablar habituales a este respecto; una, cuando se adopta el punto de vista del propio conoci­miento fáctico, decir <<la cosa>> y <<mi idea de la cosa>>; otra, adoptando (metacognitivamente) el punto de vista de lo q1,1e sería el conocimiento plenamente adecuado, decir: la cosa como cuerpo y <<la mente>> o <<el alma>> de la cosa. Esto lleva a decir que toda cosa <<es animada>>, y , si se añade que <<en grados diver­sos>> , no hay que entender grados de animidad frente

Page 20: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

a alguna otra magnitud que permaneciese constante, sino que la locución se refiere a la gradualidad de lo ente mismo, idénticamente en un lado y en el otro. Es claro, pues, que yo mismo no soy el único ejemplo, aunque sí lo que pudiéramos llamar el ejemplo sisté­mico, es decir: aquel cuya validez como ejemplo es inseparable de la validez del sistema mismo. Salvo lo que esto tiene de comparación entre valideces, de ello no se sigue caracterización alguna del tipo de validez del ejemplo ni del tipo de validez del sistema, pues esta última no puede, por definición, pertenecer ella mis­ma a uno u otro de los tipos de validez definibles den­tro del sistema. Por otra parte, la peculiaridad que aca­bamos de atribuir a la validez del ejemplo se refiere únicamente a validez de su condición de ejemplo; aparte está el hecho de que para Spinoza (y sobre ello volveremos) el conocimiento de una cosa (incluido el de mí mismo) es siempre en una u otra medida inade­cuado.

Volvamos ahora a la cuestión de la potencia como quantum. Recordemos que lo es a la vez e idénticamente en cuanto potencia cognitiva y en cuanto potencia cor­pórea. Así, pues, la referencia metacognitiva, esencial para el sistema, a un conocimiento que sería plena­mente adecuado es la referencia a la potencia infinita .

3. SPINOZA.II 41

¿Qué es <<potencia infinita>>? Por tal ha de entenderse la capacidad de actuar con cualquier nivel o grado de potencia. Si la potencia infinita dejase fuera de ella misma, por finitos frente a lo infinito, los diversos niveles de potencia, entonces no sería la potencia infi­nita, sino la infinita impotencia: nada podría, porque todo poder algo sería finitud. La potencia infinita es la capacidad de actuar con uno u otro u otro nivel de potencia; en cuanto que actúa con uno determinado, es, por ejemplo, yo; incluso el hecho de que esta refe­rencia a mí mantenga el carácter de razonamiento sub specie aetemitatis tiene, por lo que enseguida diremos, un valor fenomenológico, a la vez que, ciertamente, pone de manifiesto que falta aún aquí algo esencial para que estemos llegando a la consideración de lo ente finito.

Page 21: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

4. SPINOZA, 111

La cosa o el ente (es decir: el finito) del que en cada caso se trate será una presencia del tipo extensio (esto es: en el ámbito infinito de la extensio) y una presencia del tipo cogitatio (esto es: en el ámbito infinito de la cogita­tio). La extensio y la cogitatio como tipos de presencia en general (como ámbitos infinitos) son atributos (los dos atributos de los que podemos hablar) de la misma y única substancia. En el caso de cada cosa o ente, se puede hablar de un modo finito del atributo extensio y de un modo finito del atributo cogitatio, pero el hecho de que sólo haya lo uno porque hay lo otro y viceversa (punto central de la fórmula) sugiere hablar simple­mente de un modo finito y de la presencia del mismo en el atributo extensio y en el atributo cogitatio.

Page 22: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

44 POLVO Y CERTEZA

Vayamos ahora con lo dicho (final del capítulo 3) de que el concepto de un quantum incluido como parte intensiva (es decir: intrínseca) en la potencia infinita no es suficiente para que estemos hablando de una cosa o de un ente, esto es: de un «modo finito>> .

Que yo estoy-aquí ocurre ahora, y el que ocurra ahora es en principio independiente de que ocurra o no en algún otro momento (es decir: la dependencia entre lo uno y lo otro, si la hay, tendrá que demostrarse en concreto). En cambio, que yo ahora-estoy-aquí ocurre sin más; soy en todo caso aquel o aquello que en el ahora definido en la fórmula está en el aquí definido en la fórmula; estoy inequívocamente señalado por ese ahora-ser-aquí. Centrémonos ahora exclusivamente en las dos maneras de referirnos a mí; la primera de ellas es la referencia al modo finito, pues es la referencia a algo que, ciertamente, puede ser considerado sub specie aetemitatis, pero que no es eterno; la segunda, en cam­bio, es esa consideración sub specie aetemitatis a cuya posi­bilidad acabamos de referirnos. Lo mentado en la segunda referencia es llamado a veces por Spinoza mis­mo la <<esencia del modo finito>> (a saber: la del modo finito en cuestión, en el ejemplo: yo mismo) o incluso añadiendo a <<esencia>> algún adjetivo que distingue frente a otros usos de la misma palabra. Aquí manten-

4. SPINOZA, 111 45

dremos lo de <<esencia>> porque preferimos emplear una terminología que, aun con retoques, proceda del propio Spinoza; pero debemos insistir en dos preven­ciones; la primera es que (contra lo que pudiera hacer pensar la palabra <<esencia>>) no se ha producido dis­tanciamiento alguno frente a lo que en su momento expusimos de la spinoziana identidad inmediata entre ser y existencia; la <<esencia>> de un modo finito es tan existente como el modo finito mismo, y lo es ella mis­ma, como tal <<esencia>>; y, segunda prevención, tam­poco tiene aquí <<esencia>> nada que ver con <<idea>>; el modo finito tiene siempre presencia en el atributo extensio, y la esencia del modo finito no es ni más ni menos «física>> que el modo finito mismo.

Así, pues, lo que ahora acaba de aparecer como la esencia del modo finito es aquello de lo que al final del capítulo 3 decíamos que no podía ser todavía el modo finito mismo, porque con ello permanecíamos dentro de una derivación sub specie aeternitatís. Se lo caracterizó allí como quantum de potencia y, en relación con la potencia infini�a, se le asignó el papel de lo que luego, ya en este mismo capítulo, se resumió en el concepto de parte intensiva (intrínseca, no yuxtapositiva). Se trata en todo caso de un quantum, es decir, de algo que sólo tiene lugar como empeño por un más frente a un

Page 23: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

menos; un nivel o grado, y precisamente uno determi­nado, no puede sostenerse sino como ese empeño (conatus). Y en esto ya sí hay secuencia, durar, momen­tos, per-manecer, partes extensivas, donde lo de «extensivas>> no tiene nada en particular que ver con la extensio en el sentido técnico spinoziano, sino que quiere decir yuxtapositivas, esto es, algo que puede haber tanto en la cogitatio como en la extensio. El conatus es el durar perteneciente a lo que sub specie aetemitatis es un quantum determinado.

Según esto, el carácter de quantum determinado es consistente con que cada acontecer que acontece en el durar de la cosa (en el ejemplo: en mi durar) pueda ser considerado desde el punto de vista de si es aumento o disminución de potencia, ya que el quantum de ésta sólo tiene lugar en el empeño por un más frente a un menos. Bajo esta consideración, lo que acontece en mi acontecer es en cada caso un affectus, a saber: uno de aumento o uno de disminución. Por otra parte, también todo lo que acontece en el durar puede ser considerado desde el punto de vista de si en ello (en cada acontecer) uno es determinante o dependiente, lo cual, como ya hemos visto, es idéntico con en qué medida el conocimiento que se tiene es adecuado o inadecuado (conocimiento adecuado es

4. SPINOZA, 111 47

potencia, idénticamente cognitiva y corpórea, mien­tras que inadecuación del conocimiento es impoten­cia, también idénticamente cognitiva y corpórea); des­de este punto de vista, lo que acontece en el durar queda dividido en actio y passio. Esta división puede, en el nivel de las definiciones nominales, cruzarse con la que hemos establecido a propósito de affectus, pero entonces una de las cuatro casillas queda vacía, pues no se entiende cómo podría la actio ser disminución de potencia; la passio, en cambio, sí puede ser tanto

.�n

a.ffectus de aumento (y entonces el tipo de passio e� laetltra) como uno de disminución (y entonces la passw es del tipo tristitia).

Seguiremos aún por algún tiempo en el terreno del durar y el conatus. La potencia de la que venimos hablando es la condición de determinante frente a la de dependiente, y el conatus es el empeño por un más frente a un menos de potencia en este sentido; por lo tanto, no puede ser empeño en algo determinado que hubiese sido representado por el conocimiento; no hay <<fin>> . Así, pues, en el encuentro entre unos y otros, no puede suponerse contenido común alguno, ya que ni siquiera puede suponerse contenido alguno individual, ni siquiera por mí mismo por lo que se refiere a mí mismo, pues mi conocimiento de mí mis-

Page 24: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

mo, como mi conocimiento de cualquier cosa o ente, es siempre en alguna medida inadecuado; sé metacog­nitivamente, sistémicamente, filosóficamente, en qué consiste en general mi empeño (estamos tratando de exponerlo), pero permanezco en conocimiento inade­cuado en cuanto a dar a eso una concreción perceptiva. Esto es la interpretación que desde la fórmula que estamos presentando podemos dar a la tesis hobbesiana de que la orientación volitiva queda confiada a las pasiones (recuérdese que ahora la pasión es la medida en la que el conocimiento es inadecuado) y que al conocimiento sólo le queda el cálculo de estrategias. En todo caso este punto de intertraducibilidad con Hobbes es suficiente para que también en Spinoza el reconocimiento de la ilimitada diversidad e imprevisi­bilidad de los siempre accidentales objetivos comporte el del interés de cada uno en poder hacer cálculos, <<contar con>>, y, en cuanto a qué sea lo que pueda y haya de estar garantizado (con lo que <<se pueda con­tar»), el que, según hemos dicho, no puedan supo­nerse contenidos del interés deja como posible quid de la garantía únicamente la garantía misma, esto es, que esté garantizado aquello sin lo cual nada podría estar garantizado; garantía, sea la que fuere y sea de lo que fuere, significa que hay cuestiones en las que, dadas

'· SPINOZA, I I I 49

!feterminadas condiciones, habrá de darse tal resulta­do; significa, pues, regla, es decir, el estatuto lógico de universal; y ese mismo estatuto es selectivo en lo que se refiere a qué cosas pueden o no pueden permitirse y qué cosas pueden o no pueden prohibirse; pues no cualquier cosa cumple la condición de que el que yo la haga sea compatible con que bajo las mismas condicio­nes pueda cualquier otro, si quiere, hacerla, o, lo mis­mo dicho de otra manera, constituye una condición bastante restrictiva (y sin embargo, o quizá precisa­mente por ello, definición nominal de lo jurídico) el que haya identidad estricta entre la obligación que a mí se me impone y la garantía que recibo de que también a cualquier otro bajo las mismas condiciones le será eficazmente impuesta la misma obligación ; es de ese mismo estatuto de universalidad del que deriva la exi­gencia de un poder con el que ningún otro pueda medirse; etcétera. Debemos ahora reflexionar sobre una característica lógica del proc·eso que hemos segui­do. En efecto, cada uno es un caso irreductiblemente singular ( ¡ nada de igualaciones!) hasta tal punto que precisamente la irreductible singularidad es la cosa menos singular que hay, pues es lo que todos tenemos en común y, por lo tanto, ella misma el universal ; el derecho igual no es sino el igual derecho a la desigual-

Page 25: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

50 POLVO Y CERTEZA

dad; en todo caso, es cierto que hay aquí un vuelco, una ruptura con la situación de partida, una abs-trac­ción. La misma no-inmediatez es también lo que se expresa en que haga falta un <<pacto>> entre cada uno y cada uno de los demás (esto es: la situación civil no se da por sí y sin más) y en que el poder con el que nin­gún otro pueda medirse tampoco se encuentra ahí, sino que es pro-ducido por el pacto, por lo cual no puede ser él mismo parte pactante en el pacto. Todo esto ocurre incluso en el caso de que el órgano sobera­no, el poder constituido en el pacto, esté integrado por todos a igual nivel; aun así, ese soberano no es tal porque esté ahí y sean todos, sino porque se constituye en el pacto; tal es ya la exigencia de Hobbes cuando incluye la <<democracia>> entre las figuras que puede adoptar la situación civil; requiere, sin embargo, una atención especial por parte de Spinoza el evitar que el <<todos>> transmita un regusto inmediatista debido a que todos son simplemente todos los que hay, ni más ni menos, y así ocurre que por una parte el democra­tismo vulgar y por la otra el absolutismo regio tengan en común precisamente lo más importante', a saber: que ambos son inmediatistas, esto es, que ambos pien­san que hay algo así como una soberanía <<natural>> y un titular <<natural>> de la soberanía, difiriendo sólo

4. SPINOZA, 111 5I

en quién es ese titular. Ni Spinoza ni Hobbes son inmediatistas y. por lo tanto, ni el uno de ellos puede ser absolutista ni el otro puede ser demócrata vulgar. Si. Spinoza consigue rehabilitar el término <<democra­cia>>, es porque a la vez el modo en que se toma la referencia semántica a <<todos>> está cambiando, des­plazándose en el sentido de que ese <<todos>> páse a significar en primer término la universalidad que hemos encontrado vinculada a la noción de garantía.

Page 26: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

5. SPINOZA, IV

Que la identificación de conocimiento con ser-capaz­de-habérselas-con se produzca ahora en el sentido de capacidad (tanto mayor cuanto mayor sea el conoci­miento) de hacer con la cosa tanto lo uno como lo otro, de conocimiento como lo contrario de depen­dencia, como capacidad de determinar, etcétera, con­cierta hasta la sinonimia con que el conocimiento ple­namente adecuado no lo sea en el sentido de adecuado a . . . , a saber: po.r patrón algo distinto del conocimien­to mismo; pues conocimiento plenamente adecuado es sinónimo de potencia absoluta e infinita y, por lo tan­to, de no depender-de y no ser-medido-por. El conocimiento adecuado tiene enteramente dentro de

Page 27: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

54 POLVO Y CERTEZA

sí mismo su propia validez. Ya antes de pasar a ocupar­nos en particular de Spinoza, a propósito, por ejem­plo, de Leibniz, fue lo que ahora estamos diciendo lo que nos obligó a excluir del conocimiento adecuado la facticidad; ello fue entonces mediante la noción de una deconstrucción-reconstrucción en la que nunca podía alcanzarse (aunque sí mencionarse en argumen­tación metacognitiva) punto del que pudiésemos estar seguros de que terminaba el proceso por uno u otro extremo. El carácter metacognitivo de la referencia al conocimiento adecuado también está en Spinoza, y también aquí vinculado a fórmulas de exclusión de la facticidad; pero ahora con un matiz. La posición sisté­mica básica de Spinoza al respecto es que no tenemos (ningún finito, ningún ente, tiene) conocimiento adecuado de, a su vez, ente (cosa, finito) alguno, y que, en cambio, sí es adecuado el conocimiento que tene­mos en cuanto que tenemos nociones que no lo son de cosa alguna, sino que tienen siempre el estatuto de supuestas en el conocimiento de cosas, de cualesquiera cosas o de unas u otras cosas; percepción que no es temática, pero que quizá precisamente por ello no podría ser sino adecuada. El término spinoziano para el tipo de nociones a que acabamos de referirnos es notio communis, y al discurrir por notiones communes Spinoza

5. SPINOZA, IV 55

lo llama «razón>> y lo considera como un <<segundo» tipo de conocimiento (el <<primero>> es la <<imagina­ción>> u <<opinión>>, el siempre inadecuado conoci­miento de cosas). El carácter de notio commun

is es el que

tienen, por de pronto, las nociones de los que hemos llamado <<atributos>>, pues todo conocimiento de alguna cosa, dado que siempre conoce bajo uno u otro atributo, presupone (es decir: no tema tiza, en cierta manera deja atrás, pero en efecto presupone) el atri­buto mismo.

Con lo que acabamos de apuntar acerca de la dife­rencia de estatuto entre, por una parte, las notiones com­munes y, por otra, el conocimiento de cosas, en los tér­minos en los que de momento la hemos formulado, tocamos una vieja cuestión, a saber, la de lo ya-supues­to que se atiene a su condición de tal, esto es, a su ya­haber-quedado-atrás. Nótese, en efecto, que se llama <<segundo>> a lo que, sin embargo, en lo <<primero>> está ya-supuesto. Es un antiguo punto con el que, sin embargo, la modernidad tiene problemas, no ajenos al papel que en ló moderno desempeña todo el complejo conceptual que hemos presentado a través de la pro­blemática de un vinculo-de-todo-con-todo y nociones conexas; pues, ya desde antes, viene siendo el que lo ya-supuesto tienda a perder su condición de tal y de

Page 28: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

�guna manera se erija ello mismo en ente lo que da lugar a propensiones del tipo uno-todo.

En evidente parentesco con lo ya comentado a pro­pósito de <<segundo>> y <<primero>> está el hecho de que, cuando se quiere pensar un conocimiento que partiendo de las notiones communes llegaría a las esencias de los modos finitos, no se lo trata como cuestión de hasta dónde llega la <<razón>> o el <<segundo>>, sino que se lo llama <<tercero>> , con lo cual se subraya el carácter aporético, pues, si ese <<desde . . . hasta . . . >> fuese en efecto certificable, entonces, por definición nominal, no habríamos salido del <<segundo>>. En el concepto notiones communes se incluyen, además de las nociones de los atributos mismos, también las de aquello que se sigue de ellos y los acompaña necesaria­mente, esto es, de los <<modos eternos e infinitos>> de cada atributo; modo eterno e infinito <<inmediato>> del atributo e.xtensio es motus et quies, mientras que asimis­mo modo eterno e infinito de la e.xtensio, pero <<media­to>> (es decir: paso siguiente de la secuencia derivati­va), es facies totius universi. Pues bien, por el otro extremo, ¿qué carácter tienen las esencias de los modos finitos?; ya sabemos que no son ellas mismas modos finitos· '

pero tampoco se las incluye (al menos no expresamen-te) entre los modos eternos e infinitos (lo que obliga-

5. SPINOZA, I V 57

ría a postular una secuencia derivativa que llegase hasta ellas, ¿o estarían de algún modo incluidas en facies totius universi?).

Ciertamente la noción del <<tercer>> conocimiento desempeña un papel incluso sin que para ello haya de suponerse que tal conocimiento sea algo que alguna vez ocurra. Y no sólo porque se trate de una referencia imprescindible, sino también porque esa referencia envuelve un cambio del carácter lógico de los atributos mismos. Ahora el atributo es él mismo esencia omnia­barcante y, por lo tanto, presencia de una substancia única; se transfiere el protagonismo a aquello de lo que el atributo es atributo. Pero precisamente por ello tampoco podrá ser la de substantia la primera noción, la que presida todo el sistema, pues, al mencionarse la substancia por así decir independientemente de uno u otro atributo, lo que queda como caracterización (o metacaracterización) de la substancia es una figura cuya posición inicial ha de ser destacada precisamente por el hecho de que se trata de algo que parece tener todas las características q.ue deberían impedir que fuese un pri­mero. Dejemos ahora el carácter gramatical de núcleo­más-complemento, cuando la condición de primero debe impedir que causa sui sea un caso particular de causa y un caso particular de se. Atendamos a la reflexividad,

Page 29: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

58 POLVO Y CERTEZA

que parece, de cualquier modo que se la vea, excluir la inicialidad. Sin embargo, el carácter de la absolutez-e­inicialidad de la que ahora se trata es, en efecto, el de la reflexividad, esto es, el de la diferencia-que-se­suprime; ¿tiene esto algo que ver con lo que más arri­ba (en este mismo capítulo) decimos acerca del ya­haber-quedado-atrás de lo ya-supuesto y acerca de la relación de ello con lo ente mismo y del papel que esta cuestión desempeña en cuanto al vínculo-de-todo­con-todo y a uno-todo?

6. INCISO KANTIANO

Al establecer la noción de <<juicio analítico>>, a la que nos hemos referido en capítulos precedentes, lo que Kant ha hecho es reconocer que al concepto le es inherente la posibilidad de un uso como mera suma de notas, y esto quiere decir por de pronto: de un uso en el que la substancia misma del concepto , su pertenen­cia al fenómeno <<conocimiento>> , no entra en juego, queda, por así decir, desconectada. El que haya con­cepto, la pertenencia del concepto a la validez y por lo tanto la legitimación misma del concepto como tal, se expone en4 KrV dentro de la exposición de en qué

4 KrV será la <<Critica de la Razón pura», KpV la <<Crílica de la Razón práclica>>, KU la <<Crítica del Juicio>>.

Page 30: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

6o POLVO Y CERTEZA

consiste la validez conocimiento (esto es, dentro de la exposición de la possibilitas del conocimiento) , y en ese marco el concepto no es básicamente la suma de notas, sino que meramente tiene que ser también la suma de notas como consecuencia de lo que primariamente tie­ne que ser. El concepto es requerido como la regla que fija el modo en que cierta pluralidad se constituye en figura, y el que la regla fije implica que ella es separable del caso concreto de su aplicación, con lo cual la regla es la que permite que en otro y otro y otro caso se pro­duzca de nuevo figura, ciertamente otra y otra, pero según la misma regla, no sin embargo cualquier figura, pues habrá otras que se constituyan según otras reglas , de modo que cada regla da lugar sólo a figuras que cumplan ciertas condiciones y es por ello a la vez con­junto de condiciones, o sea, conjunto de notas. Y, una vez que el concepto ha de ser también esto, queda autorizado un uso del concepto en el que ya no hay conocimiento, a saber, aquel uso en el que de un con­cepto, tomado como sujeto, es predicado alguna de sus propias notas o, si las notas son a su vez conceptos en el mismo tipo de uso, cualquiera de las notas de las notas, etcétera, lo cual ocurre sin que en modo alguno se haga uso de la regla; ésta se encuentra detrás, pues, si no, no habría en general concepto, pero, una vez que

6. INCISO KANTIANO 61

lo hay, cabe que el mero conjunto de notas se segre­gue. Un uso de este tipo queda autorizado, no queda validado, en otras palabras: no comporta conocimien­to; no hay en ello presencia de objeto, ni siquiera como possibilitas de objeto; no hay conocimiento ni siquiera como la <<forma» (en sentido kantiano) o pos­sibilitas de conocimiento .

Clásicamente no hay sólo teoría del ser y conoci­miento de entes, sino que hay además cierta cosa en problemática relación con ambos términos, a saber: ya no cuestión del ser ni cuestiones de entes, sino cues­tión de totalidad de lo ente. Digo que esto está en escurridiza relación con los dos términos antes men­cionados, porque, en efecto. el considerar lo ente como totalidad, como de alguna manera uno-todo, es la actitud ante lo ente a la que sólo se puede llegar en retorno desde la cuestión del ser, o, si se prefiere decirlo así, es aquel modo de comparecencia de lo ente (aquel modo de ser de lo ente) que resulta de la vuelta desde la cuestión del ser. Mucho se ha escrito ya sobre los significados y las aporías de ello, y sobre cómo la modernidad implica la pretensión de asumir la conse­cuencia uno-total de la cuestión del ser. Por eso, hablando ahora de Kant, es forzoso que un par de

. . , cosas atraigan nuestra atenc10n.

Page 31: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

Está, en primer lugar, el que la aludida noción de lo <<total>> o del <<todo>> aparece en contradicción con la propia averiguación kantiana de la possibilitas de la v��idez o de la possibilitas de objeto en general, averigua­Clon desplegada en la correspondiente <<analítica>> (la cual, en el caso de .KrV y de la validez conocimiento, va precedida de una <<estética>>). En efecto, todos y cada uno de los elementos de la <<estética>> y de la <<analíti­ca>> (por partida doble, los de la una y los de la otra como dos caras de lo mismo) imponen de antemano a todo posible objeto, a todo posible ente, a todo posible válido, a toda cosa posible, la obligación de ser parte, de tener otros más allá, más acá, etcétera, imponen, pues, la absoluta imposibilidad de pensar algo <<total>> ; sencillamente, no puede haber totalidad de lo ente.

Y, sin embargo, vernos en el discurso kantiano cómo necesariamente se generan nociones de totalidad o, si se prefiere decirlo así, la noción (con más de un nombre) de totalidad. La relación de Kant con lo que hemos dicho del origen clásico de la noción de totalidad de lo ente, a saber, con que lo ente sólo puede ser considera­do como uno-todo en el retorno desde la cuestión del ser, se confrrma por cuanto, en efecto, la noción (0 las nociones) de totalidad viene(n) en Kant corno conse­cuencia de lo que hemos considerado la versión kantia-

6. INCISO KANTIANO

na de la cuestión del ser, esto es, como consecuencia del examen de la possibilitas de la validez o de la possibilitas de objetos (de válidos) en general. En otras palabras: la teoría de la constitución de totalidad es la <<dialéctica» y ésta viene a continuación de la <<analítica>> y la presu­pone enteramente. Según todo lo dicho, pues, la cons­titución contemplada en esa teoría debe ser tal que comporte, no ciertamente una descalificación, pero sí el que a la vez ese total o uno-todo no sea en verdad objeto ni ente ni válido; ello no en el sentido de que se lo pudiese ahorrar, sino en el de que se lo tiene que producir precisamente en esos términos.

Se habló más arriba de un uso semánticamente vacío de la cópula, en el cual -se dijo- no hay cuestión de validez, o sea, no hay ser (que, en efecto, es corno decir: no hay uso semánticamente pleno de la cópula). De que el uso semánticamente vacío de la cópula sea tal se sigue que, si a ese uso, en general o en algún modo en el que él haya de producirse, fuesen inherentes determinadas representaciones, ello no haría de esas representaciones.ni conocimientos ni componentes de la possibilitas del conocimiento o de conocimientos, ni las haría válidas ni tampoco constitutivas de la validez misma, pues ya ha quedado dicho que en ese uso no hay conocimiento, no hay validez. Ahora bien, por

Page 32: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

otra parte ha quedado claro que ese uso necesariamen­te está presente, aunque no sea ni conocimiento ni validez ni integrante de la possibilitas de lo uno o lo otro. Está presente porque del carácter del concepto que hace de éste un aspecto del conocimiento (del carácter que hemos designado como el de regla de cierta opera­ción) es consecuencia el que el concepto sea también suma de notas cada una de las cuales puede ser o no a su vez concepto en este mismo sentido, y no otra cosa que el uso de conceptos tomados sólo en su carácter de suma de notas es lo que hemos encontrado como uso semánticamente vacío de la cópula. Según esto, el caso básico de uso semánticamente vacío de la cópula es la subsunción, entiéndase: la subsunción de un objeto (por lo tanto de algo en lo cual ya hay una componente concepto, pues, si no, no habría objeto) bajo un con­cepto o de un concepto bajo otro concepto, operación -la subsunción- que, en efecto, consiste en tomar el concepto meramente como suma de notas, pues algo se subsume bajo aquello que es nota suya o nota de alguna de sus notas o de las notas de sus notas. Y el rasgo general de la génesis kantiana de las representaciones de totalidad al que ahora nos interesa referirnos es el derivar dichas representaciones a partir de la subsun­ción de contenidos de conocimiento bajo contenidos

6. INCISO KANTIANO 65

de conocimiento. La subsunción de varias constatacio­nes empíricas bajo una más general no añade conoci­miento alguno ni condición alguna que forme parte de la possibilitas de conocimientos (por eso es uso semánti­camente vacío de la cópula), pero es algo que ocurre por el hecho de que los conceptos (elemento sin el cual no hay constatación empírica alguna) tienen notas comunes unos con otros. Los conocimientos quedan así ordenados <<silogísticamente>> (en el sentido de lo que desgraciadísimamente se llama <<lógica aristotéli­ca>>) sin que ello añada ni quite conocimiento alguno ni condición alguna de la possibilitas del conocimiento o de conocimientos ni fundamente nada (la constatación más particular no se basa ni se fundamenta en la más universal, más bien, al tratarse de contenidos de cono­cimiento y por lo tanto de verdades empíricas, es lo más particular lo que se encuentra en el camino de la fundamentación de lo más universal). Y, como es sabi­do, en un examen de lo que ocurre en este subsumir u orden <<silogístico>> de los conocimientos encuentra Kant la génesis de las representaciones de totalidad, o de la noción de totalidad en sus diversos nombres; ésta, pues, tiene su origen en algo que no es reconoci­miento alguno de ente ni de ser, y por eso ella misma resulta a la vez no tener el carácter de ente ni de válido.

Page 33: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

66 POLVO Y CERTEZA

Una reasunción de la cuestión de la forma o possibi­litas de contenidos en general como algo distinto de los contenidos mismos, los cuales son empíricos, etcétera, se encuentra en la sistemática kantiana, tras la cuestión de la validez conocimiento, para otra y sólo otra cues­tión, a saber, la de lo práctico. En rigor sistémico, la «analítica>> de la Razón pura práctica sólo contiene el reconocimiento de lo práctico como tal, esto es, de cómo la decisión es irreductible a conocimiento y de cómo eso irreductible a conocimiento es de carácter tal que contiene en sí mismo su propio autoenjuicia­miento; nada más que la inherencia del autoenjuicia­miento; no forma parte, en cambio, de la analítica la noción o la posibilidad de una (aunque sea una sola) acción <.;buena>> (esto es: inobjetable en el citado autoenjuiciamiento). Esta última noción forma parte ya del viraje <.;dialéctico>>, del mismo modo que, en el entorno cognoscitivo (KrV), la noción de discerni­miento total, aun referida a una simple mota de polvo o a mucho menos, implica la representación de totali­dad de lo ente. En lo práctico como en lo cognosciti­vo, la analítica descubre una forma o possibilitas a cuyo carácter de tal es inherente el no generar en absoluto contenidos, o, dicho de otra manera, se supone que en todo caso ya hay decisiones en marcha y que éstas son

6. INCISO KANTIANO 67

en todo caso parciales y contingentes y, examinando en qué consiste que las haya, se enc.uentra que una opera­ción de autoenjuiciamiento de la decisión misma es inherente a que haya decisión, por lo tanto a cada par­cial y contingente decisión. A partir de esto, que es forma o possibilitas, y con apoyo -como antes- en la sub­sunción (ahora subsunción de unas decisiones bajo otras), se deja aparecer la cuestión de lo total, lo cual , por lo tanto, tiene que, a la vez, no ser objeto alguno, y en efecto no es ello mismo lo decidido, sino que las decisiones siguen siendo siempre parciales y contin­gentes; es así sin perjuicio de que, en efecto, aquí como en el entorno conocimiento, la cuestión de tota­lidad, con el estatuto que en consecuencia haya de tener; sólo puede plantearse en el modo en que esta­mos viendo que se plantea, a saber, en retorno desde la cuestión de la possibilitas de objeto en general; pues, como antes dijimos, la cuestión de totalidad de lo ente no es sino el efecto de retorno desde la cuestión del ser; sólo que en Kant, por razones que ya se indicaron, ese efecto no puede dar lugar a ente.

Page 34: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

7. VUELTA

Volvemos ahora a los tramos prekantianos de nuestra presente exposición. Se trataba allí de cómo desde una situación de lo que llamábamos ontología de la causa y la existencia podía aquello otro que designábamos como ontología de la certitudo surgir y hacerlo precisa­mente en un sentido que implicaba que ella fuese capaz de en cierta manera absorber o incorporarse la ontolo­gía anterior. En esa cuestión desempeñaba un papel la conexión entre, por una parte, la concepción de lo ente como causas de efectos y efectos de causas y, por otra parte, el vínculo-de-todo-con-todo o implicación uno-total. De toda la exposición resultan dos maneras de formular la conexión. Una es, por así decir, evolu-

Page 35: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

·-----------------------------------------------

70 POLVO Y CERTEZA

tiva y más trivial: pensar lo ente en general en términos de causas y efectos conduce a pensar todo como vincu­lado con todo. La otra, en cambio, es estrictamente sincrónica e intramoderna y nos permitimos a conti­nuación recordarla. Si se admite el concepto de lo de suyo contingente (es decir: de lo incluso en última ins­tancia contingente, no sólo contingente por y para un limitado conocimiento), entonces se plantea el pro­blema de en qué consiste el que eso contingente, sin embargo, sea, cuando, por definición, ha de no poder haber al respecto de-finición y ha de no poder haberla en absoluto (esto es: ante ninguna instancia); sólo que­da un sentido posible del que-haya-de-finición, a saber: el que ello podría ciertamente no ser, pero com­portando tal no ser el que también todo lo demás que es no fuese, en otras palabras: el todo de lo ente como aval (o, si se quiere, rehén) de cada detalle de lo ente.

Ya se ha insistido en que vínculo de todo con todo quiere decir a la vez vínculo de nada en particular con nada en particular y, por lo tanto, de nada con nada. La uno-totalidad es a la vez el irremediable aislamiento de cada puntual contingencia; el que cada detalle haya de ser por así decir todo hace que cada detalle no dependa en manera alguna de ningún otro. Así que sólo superficialmente puede sorprender el hecho de

7. VUELTA 71

que sea en Hume donde en el fondo el argumento que acabamos de calificar de «sincrónico>> e <<intramo­derno>> funcione de manera más contundente y per­manente. La validez del principio universal de causali­dad está en estricta coimplicación con que ninguna particular relación causa-efecto sea en rigor cierta.

Una vez admitido (y expuesto en su momento) de qué manera la ontologización del término exsistentia está vinculada a la concepción de lo ente como causas de efectos y efectos de causas, lo que acabamos de decir de Hume explica suficientemente el que en él haya iden­tidad inmediata entre <<ser>> y <<existencia>>. Ahora bien, identidad inmediata entre estos dos términos se da también en Spinoza, donde, sin embargo, las bases de esa identidad son otras, incluso contrapuestas. Aquí la percepción como causa de efectos y efecto de causas interviene directamente por el hecho de que metacog­nitivamente se apunta a un orden de derivación en un

conocimiento que ya no sería conocimiento, sino el ser mismo, de manera que el orden de dependencia y derivación en ese conocimiento sería orden causal; no hace falta, pues, el recurso a lo incluso-en-última­instancia-contingente.

Sin duda quien se lo pone más difícil a sí mismo, pretendiendo juntar todo, no en eclecticismo alguno,

Page 36: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

72 POLVO Y CERTEZA

sino en una síntesis titánica, es Leibniz. Aquí sí hay lo incluso-en-última-instancia-contingente y a la vez la desde-luego-identidad-pero-no-identidad-inmediata de ser y existir.

En nuestro capítulo 6 remitíamos a lo ya tantas veces tratado de cómo lo ente-uno-todo, la totalidad , la uno-totalidad, resulta del movimiento de retorno desde la cuestión del ser. Ello queda especialmente bien ilustrado en el argumento sobre la certeza de lo contingente aludido (como argumento <<sincrónico>> e <<intramoderno>>) al comienzo de este mismo capí­tulo, y tal fue la razón por la que Hegel calificó de <<tautológico en el fondo>> eso de que, para que tal o cual detalle de lo que es no fuese, tendría que no ser todo lo que es, etcétera. Que sea tautológico no sin más, sino precisamente <<en el fondo>> , quiere decir que sigue tautológicamente a <<X es>> no por el <<X>>, sino por el <<es», o sea, que tiene que ver con lo que ahí quiere decir <<ser>> , no con X, Y o Z; y, en efecto, lo que el argumento dice es que, si se pasa a tratar no de X sin más, sino de que X sea, del ser de X, entonces lo que se recibe en respuesta es el todo de lo ente. En hegeliano: el ser es la negación y el todo-de-lo-ente es la negación-de-la-negación, si admitimos que nega­ción y negación-de-la-negación constituyen la pecu-

7. VUELTA 73

liar manera hegeliana de, primeramente, reconocer la diferencia en cuanto que la cuestión sobre qué es el que X sea nos aparta por de pronto de X y, consiguien­temente, en cuanto que la tematización del ser genera un todo-de-lo-ente, encontrar que la diferencia se ha producido para su propia supresión. Y, ciertamente, podemos admitirlo así, pero no sin añadir de inme­diato importantes y restrictivos matices, los cuales dan razón de que en ningún modo el interpretar a Kant tal como nosotros lo hacemos hubiese podido tener lugar desde dentro del propio Idealismo, al cual, sin embar­go, están irremediablemente vinculados los términos <<negación>> y <<negación de la negación>>. La entera modernidad es la pregunta por el ser secundariamente producida, esto es: la pregunta en cuanto que tiene lugar desde la situación constituida por las consecuen­cias de que la pregunta ya ha tenido lugar alguna vez. Lo hemos visto en que la modernidad arranca del hacer frente a la(s) aporía(s) de estar lo ente ya consti­tuido en todo-de-lo-ente. Pero esto significa que la modernidad sólo puede -por así decir- tomar pose­sión de sí misma si es capaz de -de alguna manera­producir dentro de sí misma lo que en la aludida con­ceptuación hegeliana sería la negación o la diferencia. Decimos que este es el papel del hachazo kantiano;

Page 37: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

74 POLVO Y CERTEZA

pero no decimos que este papel se desempeñe dentro del propio desarrollo de la modernidad, esto es: que Kant hubiese podido, en su momento o después, ser entendido de esa manera, ni en general ser entendido. El que ya antes esté ahí la reflexividad del concepto cau­sa sui es pertinente, porque reflexividad significa dife­rencia que se suprime; ¿es esto lo mismo a lo que apuntábamos al final del capítulo 5?

8. LO CIVIL

En momentos precedentes de nuestra exposición ha desempeñado un papel central algo que hemos consi­derado como una reinterpretación de la vieja identi­dad entre conocimiento y ser-capaz-de-habérselas­con, reinterpretación, nueva interpretación, en el sentido de que ahora la capacidad de habérselas con la cosa se entiende de manera tal que esa capacidad es tanto mayor cuanto más se está en condiciones de hacer con la co.sa tanto lo uno como lo otro, tanto x

como lo contrario de x; puesto que conocimiento es presencia (por lo tanto en definitiva ser), la presencia (el ser) comporta ahora un elemento de neutralidad por parte de la cosa que es, de lo ente; a la vez, la cues-

Page 38: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

76 POLVO Y CERTEZA

tión del determinar y el depender (la cuestión de potencia o poder) queda incorporada a la cuestión del ser, con las consecuencias que se han visto y otras.

En algunas otras exposiciones la comprensión del ser como potencia o poder había aparecido vinculada con algún otro muy determinado fenómeno. Decimos <<fenómeno>> en un sentido de esta palabra que esta­ríamos dispuestos a defender tanto desde Husserl como desde Heidegger, hasta tal punto que de ese fenómeno se dio también en su día lo que desde esos mismos autores llamaríamos una fenomenología. El fenómeno se llamó <<la sociedad civil», y la fenome­nología se denominó <<la economía política>>, que no es el nombre de una disciplina, sino el de un movi­miento intelectual . Para decir qué es lo designado con esos nombres, podemos seguir en la línea de valernos de conceptos de la filosofía del siglo XX y esbozar lo que llamaríamos un <<sistema axiomático>> , que quizá pudiera serlo incluso en sentido estrictamente forma­lista. Sin tratar de agotar esta última cuestión, establez­camos, sin embargo , unos .AI-A5, axiomas con los cuales y con la mención del tipo de reglas de inferencia que sería inherente al sistema axiomático podemos pretender que quede definida tanto la sociedad civil como la tarea de la economía política. Sea Al un

8. LO CIVIL 77

número ilimitado (es decir: siempre finito, pero que puede ser tan grande como se quiera) de comparecien­tes participantes en el juego; sea A.2. que a los tales no se les presupone, ni a todos ni a unos u otros de ellos, pertenencia a comunidad o colectividad alguna; sea A3 que cada uno de ellos porta contenidos que pueden ser cualesquiera, pero que son en cada caso y momento unos determinados; sea A4 que cada uno de los parti­cipantes tiene necesidades (apetencias, deseos) que pueden ser cualesquiera, pero que en cada caso y momento son unas determinadas; sea A5 que no hay limitación de principio alguna para que los participan­tes se intercambien entre sí sus contenidos de acuerdo con las respectivas aportaciones y apetencias. A un sis­tema axiomático pertenecen no sólo unos axiomas, sino también unas reglas de inferencia; ocupémonos ahora de esto. <<Construir>> es un concepto, kantiano en principio, que comporta lo siguiente: la definición de un concepto por lista de notas (en la que se basan los juicios analíticos) no garantiza que un objeto sea posible; el paso -a que lo sea es la cuestión de construi­bilidad; aquellos juicios que implican cuestión de construibilidad son sintéticos. En el sistema axiomáti­co que esbozamos, las reglas de inferencia desempeña­rían el papel de la cuestión de construibilidad, y las

Page 39: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

8o POLVO Y CERTEZA

aspectos anunciados. Con la construcción, en el mis­mo trecho argumentativo, se presenta no sólo cómo la cosa es, sino también cómo ella, en virtud de ese mis­mo ser, tiene que aparecer para ella misma; de la dife­rencia entre lo uno y lo otro formulemos ahora sólo aquello que mejor nos permite mantener para este momento de nuestra exposición el carácter más bien meramente alusivo (a cosas desarrolladas en otras par­tes): algo que es (que, en la propia construcción mar­xiana, para el <<nosotros>> investigador aparece como) exigencia del tener lugar de la sociedad civil, aparece para la propia sociedad civil (y también ello es exigen­cia de ese tener lugar) como el ser de las cosas mismas. Dada la inmediata sospecha de muy central conexión hegeliana que esta fórmula suscita, no nos abstengamos de decir (confirmando tanto la dependencia como la distancia, pero sin repetir aquí lo ya dicho en otras partes) lo siguiente: si en un Marx más joven la rela­ción con Hegel (dependencia y discrepancia) es cons­ciente, pero superficial y convencional, ahora en cam­bio, en la etapa a la que ahora nos estamos refiriendo, hay una dependencia-y-a-la-vez-distancia de la que no nos consta que sea consciente y de la que, en cambio, sí detectamos que afecta al fondo de la cuestión. De nue­vo para no repetir, hagamos ahora una especie de tra-

8. LO CIVIL 8r

ducción <<intuitiva>> : ¿qué significa eso de poner como el ser de las cosas mismas lo que es condición del tener lugar de la propia figura que lo pone?, ¿falacia autojustificatoria?, quizá, pero también es cierto lo siguiente: una formación que, los criterios o patrones de medida que pone, los pone no como suyos, sino como de la cosa misma, a la vez está admitiendo ser juzgada ella misma según esos criterios, está dejando que se le escapen de las manos. Por ejemplo: en el pre­sente capítulo hemos vinculado al fenómeno <<socie­dad civil>> el tipo de igualdad que en el capítulo 4 se defmía como constitutiva de lo jurídico en cuanto tal; esa igualdad aparece corno independiente de su actual vinculación y perteneciente al ser mismo de las cosas en la medida en que se la hace reposar en <<la igualdad natural>> de <<los humanos>> ; por otra parte, aquella misma igualdad, en cuanto implicada en la universali­dad inherente a la noción de garantía, aparecía ya en aquel capítulo en relación con cierta evolución del sig­nificado del término <<democracia>> , evolución que ya está cumplida en el Marx maduro al que ahora nos estarnos refiriendo, en el cual, a la vez, todavía no han surgido las posteriores especificaciones manipuladoras del significado del término y sí hay, en cambio, adjeti­vos de carácter metadiscursivo referentes al modo de

Page 40: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

uso del mismo: así, democracia <<vulgar>> es el uso teleológico, contrapuesto al crítico (al que aquí hemos llamado de patrón de medida o de criterio); de hecho, Marx reprocha a sus compañeros de partido el que ellos no asuman de manera íntegra y consecuente la exigencia de la <<república democrática� .

,...

9. TRES APÉNDICES

9· I

Una cosa como lo que ahora se acaba de llamar <<repú­blica democrática>> se pudo, según exposiciones ya hechas, fundamentar (¿exactamente como qué?, ¿como necesidad?, ¿como exigencia?, ¿de qué tipo lo uno o lo otro?) desde Spinoza o desde Kant. Del pri­mero, al respecto, hemos hablado aquí mismo (capítu­lo 4). De Kant vale lo ya anteriormente dicho 5• Puede, pues, preguntarse si, en cuanto a qué es lo que se fun­damenta, hay alguna diferencia en haberlo funda m en­tado desde Spinoza o desde Kant. Observemos a este

5 Cf. mi libro El concepto de lo civil.

Page 41: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

respecto que la fundamentación kantiana a la que aca­bamos de hacer referencia, considerada desde el punto de vista sistémico kantiano, tiene la particularidad de permanecer enteramente del lado de la <<analítica>>, esto es, no incorporar ni presuponer nada <<dialécti­co>> (cf. capítulo 6) ; según todo lo que ya hemos expuesto, esto quiere decir: pertenecer sólo a la cues­tión de la forma o possibilitas, no a cuestión alguna de totalidad; lo cual significa que en Kant es sistémica­mente explícita y vinculante la función estrictamente crítica (no teleológica, ni siquiera <<regulativa») de lo fundamentado en esa fundamentación.

9·2

En el capítulo 8 hablamos de cierta <<fenomenología>> y lo que hicimos para señalar al <<fenómeno>> fue esbo­zar un sistema axiomático. Con el fin de ensanchar un poco la base de la referencia que ahora queremos hacer a ello, sugeriremos incluso la demostración de un teo­rema de aquel sistema; será (y veremos que no por elección accidental) su primer teorema. Ténganse en cuenta tanto los axiomas (Ar a A5) como el tipo de reglas de inferencia allí establecido. S i consideramos

9. TRES APÉNDICES

un acto singular de intercambio, entonces es por com­pleto arbitrario (o <<subjetivo>>) qué cantidad de la cosa N corresponde a una dada de la cosa M, es decir: no tiene sentido la cuestión de si una de las dos partes salió ganando o perdiendo en el cambio; esa arbitrariedad o <<subjetividad>> ya no es segura si, en vez de dos tér­minos en juego, hay tres, porque entonces pudiera ocurrir que las cantidades respectivas de N y M no se cambiasen ambas por la misma cantidad de L; según aumenta el número de términos, se reduce el margen de subjetividad; ahora bien, la conjunción de los axio­mas Al y A5 exige que el número de términos sea ilimi­tado; por lo tanto, hay una determinación objetiva de las relaciones de cambio. Lo que aquí nos interesa de esto es que, desde el momento mismo en que ponemos a funcionar el sistema axiomático, o sea, desde tan pronto como estamos en la <<fenomenología>> del <<fenómeno>> , nos las hemos con una objetividad que no puede ser física o material o real, pues la objetividad en las relaciones de cambio es sinónima de una magni­tud común (de la que a diversas cosas de diversos tipos corresponderían cantidades) y de esa magnitud, una vez admitido que en el intercambio pueden entrar cuales­quiera cosas de cualesquiera tipos, ya está dicho que no puede ser ninguna magnitud física o material o real.

Page 42: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

86 POLVO Y CERTEZA

Insistamos: lo importante aquí es esa ruptura con la <<realidad» . En otros contextos, para significar esa dis­tancia, hemos intentado fijar un sentido fuerte de la palabra <<estructura>>. Para ser exactos: hemos en con­trado un sentido fuerte en la matemática tardomoder­na y hemos intentado definirlo nosotros mismos para la teoría lingüística (con apoyo en tendencias -sólo tendencias- inherentes a su fundación tardomoder­na). El empleo del mismo término no corresponde a que haya un mismo concepto fuerte del que los usos en diversos campos fuesen sólo aplicaciones particula­res; sólo apunta a que seguramente, y dado que los campos son en efecto diversos, se trata en el fondo de lo mismo.

9·3

En el capítulo I el protagonismo del límite se hizo notar como inherente a una situación que ha dado en la i-limitación; acéptese esta fórmula ahora como remisión a lo allí expuesto y a todo lo que resulta de la problemática allí inicialmente planteada, no sólo como la casi obviedad y casi trivialidad de que la evi­dencia pasa por la pérdida o, mejor, reside en el

9. TRES APÉNDICES

haber(se)-perdido. Obsérvese cómo ahora, en lo que por el momento va al final de la interrogación intro­ducida por aquello , nos hemos visto llevados a emplear un término, <<estructura>>, a propósito del cual diji­mos: (a) que sólo lo reivindicamos en aquellos senti­dos suyos que hemos llamado fuertes (prescindimos, pues, del uso cotidiano e <<intuitivo>>); (b) que tene­mos (esto es: o hemos encontrado o creemos haber producido) en efecto eso que llamamos sentidos fuer­tes en diversos campos, a saber: en la matemática tar­domoderna (encontrado), en lo que se refiere a la <<estructura>> <<lengua>> (donde hemos tenido que poner algo de nuestra parte para la definición), a pro­pósito de la <<estructura>> <<sociedad civil>> (en cierta manera encontrado , pero en un trabajo hermenéutico nada obvio); (e) que no tenemos, en cambio, defini­ción fuerte alguna común, es decir, tal que los usos de la palabra en diversos campos fuesen diferentes aplica­ciones de eso mismo y único. Podemos, pues, pregun­tarnos qué es lo que nos lleva a emplear en esos dife­rentes contextos la misma palabra. Por de pronto, la exigencia de la vaciedad, no vaciedad del concepto mismo en cuestión (que es, por el contrario, en todos los casos un concepto fuerte), sino la vaciedad que él exige de aquello a lo que haya de poder aplicarse; con-

Page 43: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

88 POLVO Y CERTEZA

juntos de los que nada importa qué sean <<realmente» sus elementos, etcétera. Pero hay algo más, y segura­mente lo más notable, a saber: que es esa vaciedad la que nos libera de la obviedad; así, la <<estructura>> en lo lingüístico apareció vinculada a que no haya simple­mente <<la facultad humana del lenguaje>>, y apareció así incluso admitiéndose una posible noción de <<gra­mática universal>> (otra cosa es la discusión -pendiente en gran parte- sobre en qué términos se la admite) ; la teoría de la sociedad civil fue también la vía para enten­der (o, si se quiere, entender-cómo-no-entendemos, que es lo mismo) cosas que no son la sociedad civil. Ocurre algo parecido a que sea la extrema vaciedad, y sólo ella, lo que hace perder a la vaciedad su obviedad y, con ello, su vaciedad; o que sólo en el extremo haberse-perdido-todo puede ser que nada se haya perdido.

1 O. DE NUEVO KANT

Todo lo dicho hasta aquí a propósito de Kant (en especial capítulo 6) tiene entre sus consecuencias, tan­to para KrV como para KpV, que nunca será legítimo a la hora de entender algo perteneciente a la <<analíti­ca>> (o en K.rV también a la «estética>>) tomar como premisa (explícita o implícita) representación <<dialéc­tica>> alguna. Esto tiene repercusiones sobre la lectura ya desde las primeras páginas de KrV. Así, por ejem­plo, cuando se nos dice eso de que cabe suprimir en la representación cualquier cuerpo en el espacio, pero no el espacio mismo, y cualquier acontecimiento en el tiempo, pero no el tiempo mismo, no podemos entender que quepa suprimir la totalidad de los cuer-

Page 44: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

pos o la totalidad de los acontecimientos y que fuese pensable el espacio sin cuerpos o el tiempo sin aconte­cimientos; no puede ser así, en primer lugar porque tal afirmación en ningún caso podría tener el carácter fenomenológico que la argumentación kantiana exige de lo que haya de encontrarse en ese punto, pero tam­bién porque la noción de totalidad de los fenómenos es dialéctica; por lo tanto, sólo se nos está diciendo que se puede suprimir en la representación cualquier cuerpo y cualquier acontecimiento . Igualmente, cuan­do, un poco más adelante, se nos dice que cualesquiera contenidos empíricamente válidos han de poder ser incluidos unos con otros en la unidad de una única experiencia o que todos ellos son de iure lo pensado de un único <<yo pienso>> , etcétera, no cabe entender que se esté hablando de la totalidad de los contenidos (la cual es una noción dialéctica), sino que lo dicho debe tomarse en el sentido de que cualquier contenido jun­to con cualquier otro contenido ha de poder etcétera. Ahora bien, esta distinción (entre hablar de todo o todos y hablar de cualquiera junto con cualquier otro), aun siendo en sí misma clara y asumible en la lectura de KrV, deja en pie el problema de si las afrrmaciones acerca de <<cualquier N>> no están manejando un con­cepto de <<N>>, el cual, como tal, sería entonces igual-

1 O. D E NUEVO KANT 91

mente representativo de <<todo N>> y <<todos los N>> . Este problema, a saber, el de si no se está colando ahí alguna representación de totalidad , y por lo tanto algo <<dialéctico>> fuera de sitio, tiene que ver, aunque de entrada pueda no parecerlo, con la cuestión de cómo se continúa en momentos en principio ulteriores de la sistemática kantiana lo que en KrV y KpV es la distin­ción entre analítica y dialéctica.

Digamos ante todo que, cuando elucubramos sobre el carácter de la citada exigencia de unidad (cualquier contenido empíricamente válido junto con cualquier otro etcétera), no estamos en manera alguna pregun­tándonos por <<fundamento>> alguno de la exigencia, ya que ella es inherente a que haya en general validez conocimiento (esto es: cuestión de verdad o falsedad) y kantianamente el carácter con el que esto se asume es el de un Faktum, es decir: el de algo que no se fundamen­ta, sino que se analiza o describe.

Como es sabido, sólo una vez que están ya presentes KrV y KpV adquiere una especial relevancia para la continuación del discurso kantiano el hecho de que sólo materialmente, pero materialmente de manera necesaria, se da coincidencia entre el ámbito de lo que es posible objeto de conocimiento y el de lo que es posible objeto de decisión, o sea: adquiere relevancia

Page 45: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

92 POLVO Y CERTEZA

sistémica el hecho de que el estatuto de objeto posible de conocimiento y el de objeto posible de decisión, estatutos distintos el uno del otro y ninguno de ellos fundamentante ni necesitado de fundamentación, cubren sin embargo ámbitos materiales que no podrían no ser materialmente coincidentes el uno con el otro. Lo cual da sentido a determinadas coimplicaciones entre estructuras que se han descubierto de manera recíprocamente independiente (y que sólo de esa manera podrían descubrirse) en uno y otro lado. También es sabido que esto constituye el espacio de partida de KU. Ello, teniendo en cuenta lo que hemos dicho de que el tránsito dialéctico presupone toda la analítica y nada dialéctico puede ser dado por supuesto para entender la analítica, da considerable interés a la cuestión de cuáles son los papeles respectivos de analí­tica y dialéctica en la mencionada puesta en marcha de KU desde KrV y KpV. Averiguaciones anteriores han permitido entender desde las respectivas analíticas de las dos críticas precedentes, sin introducir elemento dialéctico, toda la parte <<estética>> de KU, mientras que lo mismo no ha resultado posible por lo que se refiere a la parte <<teleológica>> . Esta última parece, en efecto, requerir la noción de la posibilidad de eso que antes (capítulo 6) hemos llamado una acción «bue-

1 D. DE NUEVO KANT 93

na>>, de lo cual ya dijimos que es una representación dialéctica, mientras que lo <<estético>> de KU se entiende sin otra presuposición por el lado práctico que la de la posibilidad del autoenjuiciamiento de las decisiones. Si esto es así, entonces las caracterizaciones respectivas que se producen para lo estético y lo teleo­lógico de KU tienen también repercusión sobre la cuestión, que acabamos de plantear, acerca del carácter de ciertas constataciones que se encuentran ya en la base de los análisis de KrV, como la de que cualquier contenido empírico junto con cualquier otro conteni­do empírico ha de poder ser incluido en la unidad de una única experiencia. En efecto, esta constatación no es otra que la de que siempre ha de haber concepto (la de que al estado de cosas como tal es inherente tener una descripción conceptual), pues es la constatación de que siempre ha de haber alguna regla que permita integrar en una figura la pluralidad; y lo que en KU se examina como lo bello consiste en que la necesariedad de que en todo caso haya concepto es dato fenomeno­lógico no allí donde en efecto hay concepto, pues en tal caso se trata siempre de algún concepto determina­do, cuyo cumplimiento es contingente, sino precisa­mente donde no se encuentra concepto, ya que enton­ces lo que aparece es la necesariedad en sí misma de

Page 46: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

94 POLVO Y CERTEZA

seguir buscándolo, y, siendo ello así, en una sola situa­ción de ese tipo comparece no la necesariedad de con­cepto para esa situación, sino la necesariedad de con­cepto en general, y comparece sin que haya (o precisamente porque no hay) concepto, por lo tanto sin <<todo>> ni <<todos>> ni siquiera <<cualquier». La teoría de lo bello, pues, interpreta una situación feno­menológica que mueve todo el análisis <<crítico>>, y no hay en ello círculo vicioso alguno, pues la situación fenomenológica en cuestión es fenomenológica en sí misma, sin que haya que esperar a la interpretación que de ella se dará al final de la exégesis que ella mueve.

11 . TARDOMODERNIDAD

Il . l

N o fue en un poema, sino en una alocución 6, donde Paul Celan, tras haber recordado brevemente lo perdi­do y vuelto inalcanzable, dijo, empezando y terminan­do párrafo, lo que podemos traducir por: <<alcanzable, cercano y no-perdido permaneció en medio de las pérdidas sólo esto: el lenguaj e [o: la lengua] >> ; y el párrafo siguiente empieza: «él, el lenguaje, [o: ella, la lengua,] permaneció no-perdido [o: no-perdida] >>, y sigue: <<sí, a pesar de todo>>. Podríamos preguntarnos si el <<a pesar de» no es a la vez un <<precisamente

6 Bremen, 1958.

Page 47: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

por>> , etcétera. Sea ello como fuere, si estuviésemos ahora en el contexto adecuado, habiendo mencionado a Celan, no citaríamos alocuciones, sino que iríamos en busca del poema, y, muy probablemente, lo prime­ro que nos vincularía sería el7 Nichts, 1 nichts ist ver/oren de Engführung (!54-155, el poema está en el libro Sprachgit­ter). ¿Qué ha tenido que pasar con todo, todo, para que nada, nada, se haya perdido? Casi inmediatamen­te a continuación de lo que acabamos de citar, el poe­ma insiste (lo ha dicho ya antes) en que está hablando de la Eulenflucht y menciona el carácter taggrau. Aquí no se trata sólo de que ello es conocido en la medida en que se está perdiendo, sino que ese ser conocido, per­derse, haberse perdido, es el tener lugar en un nuevo territorio y con nueva precisión, donde -sólo ahora­ciertas señales ( Grundwasserspuren) adquieren relevancia. La invocación de taggrau y de Grundwasserspuren se repite

7 A menudo no traduciremos las palabras de poemas. El lector, incluso el que sepa alemán, deberá buscarse los poemas enteros (salvo que se los sepa de memoria). y el lector que no sepa alemán tendrá que buscárselos con una edición bilingüe (no es casual el que haya varias) y un diccionario (quizá también una gramática?. Los números con los que a veces tratamos de preclSar la referenCla son los de verso (o, si se prefiere decirlo así, de línea) dentro de cada poema.

1 1 . TARDOMODERNIDAD - 97

en un paréntesis final que incluye la asimismo repeti­ción del comienzo del poema, donde está la preten­sión de recuperar en un terreno de nueva precisión: Verbracht ins 1 Ce/ande 1 mit der untrüglichen Spur (así en el comienzo).

Habrá que volver alguna vez sobre Engführung. Ahora nos trasladamos momentáneamente al poema Schliere (del mismo libro). Hay un <<nada» al que quedas reducido en la <<hora>> de la Engführung. La palabra Schliere significa, a propósito de un medio transparente, una alteración local que afecta localmente al índice de refracción. No tiene por qué haber nada más, o sea, no tiene por qué líaber nada. Una Schliere im Aug es sólo el que la transparencia total no sea irrelevante, y esto es: dafl bewahrt sei [cf. <<permaneció no-perdido>>] 1 ein durchs Dunkel getragenes JSichen (14-16). Permítaseme, antes de seguir, un recuerdo de cosas ya antes dichas8 y aquí mismo recogidas. Se estableció a propósito de lo lin­güístico un concepto fuerte de <<estructura>> . La elec­ción de palabra (que no remite literalmente a ningún determinado uso anterior de la misma) se apoyó, por

8 Cf. mi libro La soledad y el círculo (capítulo 1 y, de alguna manera. tam­bién el 2).

Page 48: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

g8 POLVO Y CERTEZA

una parte, en la tendencia (sólo tendencia) de algunos usos de ella en la lingüística y, por otra parte, en algu­nos contenidos de la matemática tardomoderna. Expresamente se dijo que, si bien hay un concepto fuerte rigurosamente establecido desde la matemática y, por otra parte, entonces mismo se estableció un concepto fuerte desde la lingüística, y aun siendo evi­dente que ambos conceptos expresan en respectivos contextos una misma tendencia o, si se prefiere decirlo así, son filosóficamente lo mismo, no hay, en cambio, la posibilidad de formalizar en alguna disciplina deter­minada un concepto común del que uno y otro fuesen la aplicación a uno y otro campo; en otras palabras: el único campo común es el de la filosofía misma. Por otra parte, en ciertos escritos de Heidegger aparece el término das Ge-Stell a propósito de <<la esencia de la técnica>> o <<la cuestión de la técnica>> , y ya se ha hablado bastante de la desgraciadísima recepción que hubo de esto y de la parte de responsabilidad que en ello corresponde al propio Heidegger9. Claro que

9 Cf. mi artículo «El pensamiento de Heidegger ante la brutalidad contemporánea>>, conferencia de 2006 impresa en el libro colec­tivo Heidegger. Sendas que vienen, 2008.

1 1 . TARDOMODERNIDAD 99

también en Heidegger lo importante de das Ge-Stell es su carácter bifronte10• Das Ge-Stell es eso a lo que nos hemos referido en aquella tirada de 9·3 que iba a parar en algo parecido a que sea la extrema vaciedad, y sólo ella, lo que hace perder a la vaciedad su obviedad y con ello su vaciedad, o que sólo en el extremo haberse per­dido todo puede ser que nada se haya perdido. Allí mismo se sugería cómo la radical pertenencia a la vaciedad puede ser clave a la hora de detectar alterida­des: dafl bewahrt sei 1 ein durchs Dunkel getragenes Zjichen, algo que, sin sonar, co-suene, de modo que lo que suena suene de otra manera.

Entretanto, dos cosas más. Una: que, en Heideg­ger, el carácter bifronte está ya en el hecho de que nunca se trata <<de>> <<la técnica>>, sino de <<la esencia de>> o <<la cuestión de>> la técnica. Otra: se esbozó alguna vezu la posibilidad de que lo que hay en el fon­do del método experimental sea reinterpretado como fenomenología (¡atención! , no de que el método experimental mismo sea fenomenología).

10 Cf. al respecto el Protokoll ;¡;¡¡ eínem Semínor über den Vortrag <<.<íit und Sein>> incluido en :{prSache des Denkens.

11 Cf. mi libro Pasión tranquila ( ... Hume).

Page 49: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

lOO POLVO Y CERTEZA

Il. 2

Un conocido artículo de Szondi12 presenta la particu­laridad de reunir el inusualmente detallado y fiable acceso del receptor del poema a la coyuntura de surgi­miento del mismo (días, horas, movimientos del poe­ta, conexiones empíricamente certificables de lo nom­brado en el texto) con una postura, por parte del mismo receptor, que, admitiendo el tomar en consi­deración ese tipo de material, a la vez niega que parte alguna de él pueda constituir o fundamentar o por sí mismo hacer mejor una lectura (o, si se quiere, inter­pretación o , si se prefiere, recepción) . Del propio poema puede seguirse, no, desde luego, cuál sea el contenido de la referencia «real>> o <<coyuntural>> , pero sí cierta característica del tipo de operación a que eso <<real>> ha tenido que ser sometido: para el poema quedan figuras por así decir liberadas o desreferencia­das, que en el poema muestran su capacidad de combi­nar sin someterse al contexto del que proceden. Recordemos ahora la definición de lo <<lírico» en el

12 Eden, seguramente inacabado en origen, pero publicado dentro del libro Celan-Studien.

11. TARDOMODERNIDAD 101

modelo holderliniano que varias veces hemos emplea­do y el problema, también varias veces planteado, de la adopción de naiv, en virtud de la cual lo naiv ya no es naiv. Lo que acabamos de ver es que lo que ahora fun­ciona en cierta manera como naiv es el producto de . . . ¿algo parecido a una molienda o trituración?, sí, pero nótese -de nuevo- el carácter bifronte; trituración, reducción a polvo, no puede carecer de relación con eso que tantas veces hemos comentado de cómo la irre­mediable soledad de cada punto o instante fenoméni­co, de cada contingencia singular, es tautológicamente idéntica con el vínculo-de-todo-con-todo, y. por otra parte -y esta es la condición bifronte que ahora nos interesa y que por otra vía hemos señalado ya en este mismo capítulo-, aquí no lo desintegrado (aquello a lo que alguna vez pertenecieron los trozos), pero sí el carácter mismo de producto de desintegración, el carácter de arena, debe mantener su relevancia. Algo debe crecer (aunque sea ya sólo defectivamente) para que das langsame Rad (poema Das Gastmahl, libro Mohn und Gedachtnis) tenga algo que moler, y es la relevancia de das langsame Rad lo que hace de todos modos presente, dis­tantemente presente, ca-sonante, un durchsDunkel Cetro­genes (cf. II. I) por cuya co -sonancia lo sonante suena de otra manera. Nótese también el carácter schlackenlos

Page 50: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

102 POLVO Y CERTEZA

del quimo en Cl]ymisch (libro Die Niemandsrose). La rele­vancia de la indiferencia es el elemento en el que todo permanece nítido y preciso.

Recuérdese ahora de nuevo la noción fuerte de <<estructura» aludida más arriba, de la que dijimos que es <<filosóficamente lo mismo>> en los diversos campos en los que aparece, au�que la definición fuerte deba ser establecida por separado en cada uno de ellos; y recuérdese lo que al respecto ya varias veces (la última en 11.1) dijimos de la conexión entre la pertenencia a un espacio de indiferencia y la posibilidad de recono­cer alteridad .

A la indiferencia le es inherente el venir de cosas que han ocurrido temprano: Schwarze Mi/eh der Frühe se bebe por de pronto abends, y sólo (aunque inmediatamente) después esta oposición, en principio binaria, se desplie­ga con la adición de mitt<w y mo�ens y nachts, para acabar en simplemente wir trinken und trinken (todo ello -como las citas siguientes mientras no se diga otra cosa- en Todes­foge, en Mohn und Gediichtnis) . El tema de la morada en el aire, de habitar y amurallar el aire, es viejo'3; es verdad que ahora es una tumba lo que se excava en el aire (el

13 Cf. mi libro El saber de la comedia.

11. TAROOMOOERNIOAO 103

sentido del morar ha cambiado, sobre esto volveremos), pero de entrada se trata del aire, no de humo (éste ven­drá después en el poema), y el carácter de morada viene subrayado por el reiterado da liegt man nicht eng. Hacemos y/ o hemos venido haciendo algo (schaufeln e in Grab in den Lüften da liegt man nicht eng) que va a parar en .. . steigt ihr als Rauch in die Luft (25); un hombre (Mann) mora (wohnt, no liegt) no en las tumbas en el aire, sino im Haus. Es verdad que blau es color de presencia incluso en casos en que ésta aparece en sus límites, incluso en su defectividad, y hasta nos parece percibir que es color de lo que corresponde a Zeus en algún caso en que algo pudiera corresponder a Urano-Crono- Zeus; lo que ocurre en Todesfoge es que seine Augen sind blau y sein Auge ist blau; el exa­cerbamiento de la presencia es la extrema ocultación; aquí, pues, der Tod y der Tod ist ein Meister aus Deutschland; pero precisamente el que pueda ser designado tan directa­mente como der Tod demuestra que no es la primera ins­tancia de eso que con esa palabra queremos mencionar (mención intrínsecamente fallida siempre, y ya muchas veces hemos expuesto por qué); la verdadera (no-)men­ción es en cada caso la (no-)figura que se monta en cada poema, la que es posible por la indiferencia y consiste sólo en que la indiferencia no sea obvia, que es lo mis­mo que el que cierto ca-sonar co-suene.

Page 51: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

!04 POLVO Y CERTEZA

II.3

La referencia siempre fallida aparece en cambio en deí­ne Stunde 1 hat keíne Schwestern (Engführung, 8-9, cf. 11.1), que no menciona una <<hora>> distinta de todas las demás, sino la ruptura de la propia secuencia de las <<horas>> , la ruptura del <<tiempo>> como el ahora y ahora y ahora. La expresión va precedida de un Geh (8) que, iniciando un bloque de versos, repite la misma palabra situada al final del precedente, donde geh rec­tifica un schau que a su vez ha rectificado un /ies. Este gehen es poieln, sólo que, en diferencia con respecto al griego, se parte ahora del texto escrito, por eso se empieza por líes. El carácter <<escrito>> se incorpora por así decir a la cosa (4-5: la hierba auseinandergeschrie­

ben, las piedras, blancas, con las sombras de los tallos), y ello (no el carácter <<escrito>> mismo, sino el que él esté supuesto, incluyendo el que con respecto a él se plantee algún tipo de ruptura) es constitutivo del Ce/ande mít der untrüglichen Spur al que ya nos hemos refe­rido y cuya mención, en efecto, es lo que, casi inician­do el poema, precede al bloque de versos en el que está lies-schau-geh . La ruptura es idéntica con la que hay (según acabamos de decir) frente al <<ahora>> , e idén­tica también con alguna otra ruptura, a saber: a du bist

11. TAROOMOOERNIDAD 105

(g) le falta de entrada el predicado nominal, en cuyo lugar se escribe un guión para a continuación (IO) hacer valer que esta suspensión es en cierta manera el verdadero (meta)predicado, pues es la constatación de la dimensión en la que se está: bíst zuhause. Ya otras veces hemos visto, interpretando a Kant, cómo la necesidad del <<es>> se documenta precisamente allí donde el <<es>> falla. El hecho de que lo que ahora (en el poema que ahora estamos siguiendo) sigue inmediatamente sea Ein Rad, langsam, nos obliga a recordar lo aquí mismo ya dicho sobre das langsame Rad: lo mismo que el vínculo de todo con todo es que se haya roto todo vínculo; en ese elemento se está en todo caso ya, y lo decisivo, a la vez que lo pendiente de decisión , es si esa indiferencia e ilimitación es capaz de devenir relevante ella misma. volviéndose así diferencia y límite, lo que es idéntico con el co-sonar de lo otro. Se ha señalado en este poema una peculiar estructura en forma de secuencia de <<voces>> 14 cuyo concepto general adoptamos de entrada, aunque asumiendo la responsabilidad del sig­nificado que aquí le daremos. La secuencia juega con una división (de la extensión del poema) en la que las

14 Szondi, Celon-Studien.

Page 52: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

106 POLVO Y CERTEZA

partes se establecen por el hecho de que una repeti­ción (generalmente con alteración) de algo (general­mente el final) de cada una de ellas da paso a la siguiente (la repetición va marcada por ubicación tipográfica a la derecha de la página). La segunda voz (18 ss.) dice algo de un <<ellos>> que incluye la primera voz y el <<tú>> de ésta, mientras que la segunda misma aparece como no implicada ella misma y dice un «entre>> que a su vez toma la palabra como tercera voz (de hecho la repetición delimitativa aquí combina los finales de las dos partes anteriores: 29-30). Alguien, de nuevo (como en la segunda voz) alguien no impli­cado, una cuarta voz, descubre la acción de lo tercero, la cual resulta ser ruptura-recomposición; parece pre­guntarse quién es el sujeto de esta operación, pero la pregunta se disloca (45-48: wer pasa en la repetición de haber sido el sujeto gramatical a una posición gra­matical indefinida en relación con un predicado abso­luto). Ya no hay más retroceso de una voz a otra voz, aunque sí sigue la división en partes que hemos indi­cado; estamos en el medio del poema, parte quinta de nueve, y en adelante se tratará de cómo esa palabra . . . ¿de cómo hace qué?; primero, primera mitad de la parte sexta, será de cómo genera o produce (6r-go), defeuchtesAuge anunciado en 56-60, de lo <<natural>>;

1 1 . TARDOMODERNIDAD I07

el cambio a la segunda mitad de la parte sexta será es beim Stein zu versuchen (92), intentar la pro-ducción, pero en el espacio de la mímesis; el Auge es ahora trocken (ros). En consecuencia (paso a la parte séptima, 121), preci­sión que es noche, o noche que es lo contrario de la confusión; quizá certitudo; eliminación de aquello que se designa con palabras que nos recuerdan el sarcasmo de la comedia ática a propósito de la designación de las arkhaí (129-133). Pero, precisamente porque no, sí. La repetición ahora (134-135), en el paso a la parte octa­va, incluye el giro de que lo repetido, al haber queda­do atrás el kein(e) de 1�9-132, ya no es (y, sin embargo, es dependiente de) la negación. Uegamos al ya citado Nichts, lnichts ist verloren Ü54-155), y, por ello, la parte novena y última será de n1,1evo el casi comienzo (el Ce/ande etcétera), ahora encerrado en un paréntesis junto con la repetición no otra que los complementos predicativos taggrau y der Grundwasserspuren.

11.4

Vamos ahora con el poema Hafen, del libro Atemwende. Dejamos aparte la primera palabra, separada por << : >> , sobre la que volveremos. Siguen dos largas y complejas

Page 53: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

108 POLVO Y CERTEZA

(con subordinaciones internas) oraciones introducidas por wo- (r y 12), que, al ir conjuntamente seguidas de un deíctica (el cual en principio habría de ser <<allí>> , pero sobre la marcha se vuelve <<aquí»: 31), desempe­ñan el papel de definición de un lugar (o de un no­lugar, como veremos). La primera de estas dos contie­ne a su vez internamente la estructura de período condicional irreal, wenn du .. . wiirst, con apódosis en imperativo: imperativos para el caso, que no es el que se da, de que <<tú fueses como yo, erráticamente soña­do/a . . . >> (no lo eres, lo soy sólo yo); y el wo de 1 men­ciona, pues, el lugar en donde valdrían esos imperati­vos si se cumpliese una condición que no se cumple. El primer wo- establece, pues, una doble irrealidad: pri­mero, que define un lugar, por lo tanto algo de lo cual se supone que no es el lugar que hay, y, segundo, que incluso ese lugar se define _por algo que ocurriría en él si se diese una condición que ni en él se da; cabría incluso añadir que eso que se cumpliría sería sólo un imperativo en cuanto tal. 12 se sitúa de nuevo en wo, es decir, especifica un lugar, en principio se supone que el mismo (no-)lugar ya indicado, pero en este caso sin necesidad de período condicional; simplemente con modo gramatical irreal: wo- 1 hin 1 kiimst du nicht ... , lo cual da lugar a la apertura de un largo paréntesis (hasta

11. TARDOMODERHIDAD 109

30) para hacer notar que sí has venido, en cambio, <<incluso a . . . >>, paréntesis dentro del cual hay un sub­paréntesis (¡6-24) para remarcar que, en efecto, incluso a . . . tú has venido, tan largo (el subparéntesis) que, una vez cerrado, se repite << incluso allí>> (es decir: incluso allí has venido). Volvamos ahora al <<allí>> que abarca más texto, el de los dos wo-: allí, donde valdrían imperativos que sólo valdrían si se diese una condición que ni siquiera allí se da, allí, a donde tú no vendrías conmigo cuando ¿a qué sitio no iría­mos (no hemos ido) tú y yo?, allí, es decir: aquí (31), . . . , ¿qué pasa <<aquí>>?

Por de pronto pasa que incluso aquí se registra el paso del recuerdo (33), es d,ecir: aquello otro, lo que tú y yo, distintos, yo soñado (yo la distancia, yo el otro ser que no es ser), hemos pasado (hasta el punto de que pudo -quizá debió- parecer que la diferencia se suprimía, sólo para que saltase que no), nada de eso se ha perdido, nada, pues, se ha perdido. Hasta tal punto es así que sigue siendo básica la diferencia: lo que se registra es el paso de uno y otro fuegos, en cuanto separados, a aquello otro, sobre una y otra gabarras de la memoria (38-39), <<empujados incluso ahora por el milbrazos con que yo te sostenía>> (40-42). El <<inclu­so ahora>> adelanta un cambio del tiempo verbal, a

Page 54: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

IIO POLVO Y CERTEZA

krew:.en (43), que finalmente fuerza incluso una refor­mulación del sujeto gramatical, que se aprovecha: nues­tras bocas, que <<siguen estando>> bebidas y <<siguen siendo» bebientes, <<siguen siendo>> nebenweltlich (45), de un mundo <<secundario>> o en una dimensión <<secundaria>> con respecto al mundo, es decir, en la hora fenomenológica, en la de la Engfohrung, que sólo se constituye por la ruptura con la <<realidad>> <<natural­mente>> dada. Es en el que todo se haya perdido donde nada se ha perdido.

Ello <<hasta que . . . >> (46). ¿Se trataría entonces del espacio libre para la espera de algún acontecimiento? Volvamos por un momento al comienzo de la descrip­ción de lo que ocurre hier, a 32. El paso (fuhr . . . vorbei) del «recuerdo>> ocurre con <<velas provistas de pesta­ñas >> ; así, pues, lo que luego serán las <<gabarras>> (39) tiene algo de <<ojos>> . Volvamos ahora a <<hasta que . . . >> . Hasta que . . . ¿qué? Hasta que allá donde hay la torre del reloj , identificadas en uno la retina de los ojos y la piel donde están grabadas las cifras, este uno, en silencio, se suelta, flotante dique ilusorio delante del cual ocurre . . . ¿qué?: lo que ocurre tiene el color blanco de la ausencia de mundo (tiene el carácter de abweltweifl, so) y es que las grandes grúas constituyen las letras que escriben un no- nombre (53) al cual un

í

11. TARDOMODERNIDAD 111

peculiar caso de cierto conocido tipo de pieza se atiene para trepar hasta lo alto; el tipo de pieza es el de la Laujkat;:.e, y la peculiar Laujkat;:.e de la que ahora se trata se llama la vida (55), que se ha encaramado para ejecu­tar el salto mortal (54). El no-nombre es el punto de referencia de todo: en él, tras la medianoche, excavan en busca de sentido los enunciados (sólo es decir, <<dice algo>>, el decir que arraiga en el no-nombre); tras él (tras el no-nombre) lanza el pecado neptúnico (el hacerse a la mar) su cuerda de remolque (el tirón del no-nombre aleja y despista) y entre dodecafónicas (es decir: que han pasado por la autoprohibición de constituir melodía) boyas de sonido de amor -pues algo que fue en tiempos polea de pozo (¿la cuerda de remolque misma?) contigo (es decir: en esto que nos traemos juntos y por eso separados) canta en aquel coro que ya no es de tierra adentro- llegan de lejos danzando los barcos-faro (es decir: todo esto nos ha puesto quizá en condiciones de oír lo otro como en efecto otro).

El término ·del <<hasta que . . . >> de 46 ha resultado no ser algún acontecimiento posterior a cuya espera se estuviese, sino una nueva fenomenología de lo que ocurre en el hier de 31 y se dice por de pronto de 31 a 45, con lo cual estamos describiendo el no-lugar seña-

Page 55: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

II2 POLVO Y CERTEZA

lado por los wo- y wenn de 1-30 y podemos decir ya que era lo que tiene (no-)lugar en ese no-lugar y no-acon­tecimiento lo que se formulaba en la palabra inicial cuyo comentario habíamos aplazado, wundgeheilt, curado de y por la herida: wundgehei/t, wo-, wenn- reaparece des­tacado en el penúltimo verso.

II.5

Volvemos a la tantas veces tocada noción de aquel decir en el que de alguna manera lo que comparece es el decir mismo como tal. No ocurre ello -reiteradamente decíamos- porque en ese decir se diga el decir mismo, sino más bien porque ese decir no dice el decir, sino que dice cosas. Aun así -hacíamos notar-, el que de alguna manera haya tal decir induce una dimensión que es la de todo sin ser (o precisamente por no ser) la de nada (problema -de entrada- de la mímesis, pero será muchas más cosas) . Puesto que se trata de la referencia que sólo puede ser no-referencia, porque es la refe­rencia a lo siempre-ya-dejado-atrás, la figura principal (el <<dios>> principal, si se tiene en cuenta que el <<dios� es aquella figura en torno a la cual cada cosa aparece en su irreductibilidad, esto es, precisamente

1

1

1 1 . TARDOMODERNIDAO II3

como cosa) se caracteriza por haber reducido y mante­ner aherrojado a su padre. Que no hay, pues, lo inme­diato, porque ni Crono es nada sin Zeus ni éste sin aquél, deja, no en primer plano, cosa que por doble motivo no puede ser (primero por su mismo carácter de mediación, segundo porque lo es en un haber-que­dado-ya-atrás) , deja imperar de algún modo la media­ción misma, esto es, Rea o, dicho de otra manera, el que sólo en aquel apartamiento con respecto a todo tiene lugar todo. Ayante se pregunta si él mismo no se ha <<feminizado>>, puesto que su ruptura con todo (en definitiva su muerte) es a la vez el único modo posible de reconocimiento de todo; y, cuando se pretenda mantener a toda costa la diferencia de Eteocles frente a Polinices, no es casual el que sea también una figura <<femenina>> quien, a la vez, recuerde que eso mismo no puede sino ser el reconocimiento del excluido. La esfera que se ha constituido y que en primer término hemos relacionado con la mímesis será quizá también lo que, en efecto, acabe por ser el decir como una esfera particular, o la razón (pero no en contraposición a algo <<irracional>> , pues esto último no lo habrá nun­ca: o no hay la razón, y entonces tampoco lo irracio­nal, o, si la hay, entonces lo <<irracional>> es sólo una etiqueta con la que se ocultan cosas demasiado racio-

Page 56: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

POLVO Y CERTEZA

nales para que sea racional decirlas), o lo lógico como un modo de presencia de las cosas en general. Esto de la segregación de un ser de las cosas que no es su ser en sí mismas tiene una compleja historia, y mucho se ha dicho y escrito sobre ello, incluso sobre el hecho de que finalmente puede parecer que esa esfera lo ha absorbido todo, con lo que ella misma ha perdido su carácter específico y la diferencia ha desaparecido. De eso habla también el poema de Celan que últimamente estábamos comentando para decirnos que, en efecto, la diferencia ha desaparecido hasta tal punto que su mantenerse es ni más ni menos que aquello de que precisamente en el haberse-perdido-todo nada se ha perdido. La diferencia ha quedado reducida a pura­mente eso: diferencia, disimetría; el <<tú>> ni siquiera es caracterizado como femenino. Suficiente para que el libro (Atemkristal/, luego Atemwende, al que pertenece también Hafen) pueda comenzar con Du darfit mi ch... Ciertamente, <<yo>> no es <<el poeta>>; a lo sumo es aquello, aquella dimensión, por la pertenencia a la cual el poeta es en el caso poeta. Y esa dimensión es un caminar-con (Du darfit, 4) porque es andar con las cosas, por eso también a través de la sequedad (del verano, ibid.). Dice las cosas, siempre dice algo, por eso el poema es poema, porque la en cada caso última hoja

1 1 . TARDOMODERNIDAD II5

de la morera grita (4-6). Siempre dice algo, una cosa y otra y otra; precisamente en eso puede reconocerse su relación con el nada, esto es, se lo puede mit Schnee bewirten (2), pero no puede cualquiera, ¿qué o quién, pues?, quien está constituido por ese reconocimiento que no consiste sino en que precisamente en aquel apartarse de todo es todo, esta cosa y aquella cosa. Eres tú, Tecmesa, quien puede saber que de lo que Ayante está hablando es de su propia muerte.

Page 57: Martínez Marzoa, F. Polvo y Certeza. Abada, Madrid, 2014

ÍNDICE

Prólogo 7

1. Ser y finitud 1 1

2. Existencia. Spinoza, l. Hume 19

3· Spínoza, II 35

4. Spinoza, III 43

5· Spinoza, IV 53

6. Inciso kantiano 59

7· Vuelta 69

8. Lo civil 75 •

9. Tres apéndices 83

10. De nuevo Kant 89

11. Tardomodernidad 95

1