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    FILOSOFA n 94 | octubre 2004

    Ms Adorno para empezarANTONIO GMEZ RAMOS

    STEFAN MLLER-DOOHM, MARTA TAFALLAEn tierra de nadie. Th. W. Adorno, una biografaintelectual, Theodor W. Adorno. Una filosofade la memoriaTrad. de Roberto Heraldo Bernet y Ral Gabs Herder, Barcelona. Herder, Barcelona814pgs. 47,88. 304 pgs. 17,12

    Est ms o menos claro por qu se leen biografas, y parece definible la mixtura de

    amor al personaje, curiosidad intelectual e incluso morbo que mueve a alguien altrabajo, a veces monumental, de escribirlas. Mucho menos claro est, en cambio, ques lo que debemos esperar de ellas. Menos an en el caso de Adorno, quien parece queno manifest nunca gran aprecio por este gnero literario y se adhera tambin al usualargumento de que lo que importa no es el hombre, sino su obra. A pesar de que la suyapor dems especulativa y terica estuviera generosamente salpicada de imgenesautobiogrficas, ms o menos implcitas, pero extraordinariamente significativas: lasdisquisiciones sobre el matrimonio y la fidelidad enMinima moralia , o esa frase tanreveladora a comienzos del exilio como que disponer de una infancia mgica es lafuerza del dbil. Se trate o no de una contradiccin en Adorno, esta circunstanciadificulta la pregunta de qu debemos esperar de una biografa suya, y si, en todo caso,

    el bigrafo est obligado a drnoslo. Mller-Doohm, socilogo de profesin y antiguodiscpulo de Adorno, se ha entregado durante aos al frente de un equipo deinvestigadores a un exhaustivo trabajo de bsqueda y recopilacin; aunque, al final,acuciado, parece, por la celebracin del centenario del filsofo el ao pasado, laprecipitacin haya dejado sus huellas en el resultado final. En cierto modo, el resultadoes todo Adorno : todas las circunstancias externas de su vida, de sus compaeros yamigos, todo el contenido de sus muchos y plurales escritos. Pero el propio Adorno dejescrito que el todo es lo falso, y puede que la exhaustividad de esta biografa sea msadornianamente verdadera de lo que ella crea. No tanto porque sea falsa cuantoporque, despus de las ochocientas pginas, el lector no llega a tener una imagen

    caracterstica, una clave con la que representarse al biografiado, y un conocimiento ases el que creemos poder esperar de las buenas biografas. Tal vez sea esa unaexpectativa errnea, o tal vez se trate de la prudencia metodolgica de Mller-Doohm,quien prefiere quedarse en la superficie de los hechos eso s, rastreadosminuciosamente antes que aventurar alguna empata en las profundidadespsicolgicas de Adorno. En todo caso, el libro se presenta como una biografaintelectual poda ser de otro tipo la biografa del intelectual puro que era Adorno?y, entre peripecias vitales, se explaya en todos sus escritos filosficos, sociolgicos, decrtica musical, composiciones, exponiendo el contenido y las circunstancias, internaso externas, de su gnesis. O puede que el propio Adorno fuese, por la enorme riquezade su personalidad, por las mltiples facetas de su trabajo y de su vida, o por la

    delicadeza casi cristalina de su dotado carcter, ms opaco que la mayora de los sereshumanos. Al fin y al cabo, tal es la tesis del bigrafo: Adorno habra vivido en tierra denadie . Entre la filosofa y la msica. Entre su infancia mgica arropado por su madre y

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    su ta (dos mujeres de extraordinaria sensibilidad musical), y la conciencia de vivir deadulto en un mundo hostil y devastador. Entre Wiesengrund, el apellido de su, parece,bondadoso padre judo, ordenado comerciante burgus, y Adorno, el apellido que sunovelesco abuelo materno, corso, oficial napolenico, decidi adoptar antes de recalar

    en Frncfort como maestro de esgrima. Entre su mujer, la legendaria y cultsima GretelKarplus, que le entreg su vida y se entregaba a copiar sus textos al dictado, y susnumerosos amoros y desamores extramatrimoniales. Entre su desdn por lasconvenciones burguesas y su necesidad de mantener siempre su estatussocioeconmico de alta burguesa, besando la mano de las damas (a ser posibleactrices o aristcratas). Entre la lengua alemana que amaba y su dorado exiliocaliforniano, o entre ese exilio y el retorno a una Alemania an enfangadaespiritualmente en la herencia nazi. Quien est entre no puede quedar exento decontradicciones, a veces inmensas. Era marxista, pero tambin era consciente, como suntimo amigo y protector Horkheimer, de que el Instituto de Investigaciones Socialespara el que trabajaba dependa directamente de la marcha de la Bolsa. En los aosveinte, esperaba con simpata la llegada de la revolucin, pero produca una intensaobra filosfica que ignoraba cualquier cuestin social o poltica. No mostraba granapego a las tradiciones, pero se cas exactamente en el mismo juzgado de Londres quesus padres y sus abuelos. Despreciaba la cultura de masas, pero devoraba la novelanegra y se mova por Hollywood como pez en el agua. Escriba en una revista nazi lascosas ms insultantes sobre eljazz, esa msica de negros, pero saba interpretarla alpiano, compona una pera basada en el Tom Sawyer de Mark Twain, o colaboraba conHanns Eisler. Tambin le proporcion a los lectores de la posguerra las primeras vascon las que afrontar espiritualmente la nueva poca; lo hizo enMinima moralia,Reflexiones desde la vida daada , un fascinante y desconsolado dilogo interior escrito

    durante los aos de guerra; pero en las cartas privadas de esos aos no cesa derecalcar cunto disfrutaba de la vida en la retaguardia californiana y a fe que lohaca. Lo cual no significa que Adorno fuera un hipcrita, pues hay tambin episodiossuficientes en esta biografa para dar prueba de que era una persona ntegra, a vecesingenua, y en general fiel a sus amigos. Era, sin duda, un enigma, y Mller-Doohmrenuncia a abordarlo. En lugar de ello, se lanza a una acumulacin descomunal dedatos, aunque obviando una fuente tan significativa como los diarios. La acumulacinno siempre es ordenada, a veces es incluso reiterativa. Traza, no obstante, un mapacasi completo de la superficie exterior de Adorno, en cada mes de su vida y en cadapgina que escribi para los otros. Pone as a nuestra disposicin una fuente infinita deinformacin que cuenta, por ejemplo, casi todo de sus antepasados, peroabsolutamente nada dice de la relacin con ese padre judo, probablemente desimpatas socialistas, que, aunque siempre presente, pareci dejar a su nico hijo enlas manos de su esposa y su cuada catlicas. Se relata cada paso de sus estudios defilosofa junto al neokantiano Comenius, y muy cerca siempre de Horkheimer, pero nopodemos atisbar por qu ese joven exquisito, brillantsimo, dotado para la msica yrico, decide precisamente hacerse filsofo. Tampoco el origen de sus tempranasconvicciones marxistas, que al fin y al cabo marcaran toda su vida, encuentra aquninguna atencin. Ms satisfactoria parece la labor de recuperacin del Adornomsico, de su formacin vienesa al lado de Alban Berg, de las circunstancias de sutrabajo como compositor y como crtico musical al servicio de la msica dodecafnica, y

    de la tensin entre el msico y el filsofo, siempre tan difcil de explorar y de entender.Adorno se afili enseguida al dodecafonismo, a pesar de sufrir el rechazo personal desu fundador, Schnberg. Pero, una vez ms, el origen de esa afiliacin, que, como el

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    marxismo o la filosofa, no estaba inscrita en su condicin social ni familiar, no suscitaningn inters en el bigrafo. Lo cierto es que, en la traumatizada Alemania de laprimera posguerra mundial, el Adorno veinteaero experiment una triple ysorprendente conversin o tom una triple decisin a la que se mantuvo ya fiel toda

    su vida y que, seguramente, debiera ser el centro de gravedad de cualquier biografade Adorno, pero que esta que comentamos prefiere ignorar. Ello no obsta para que lafuerza de los datos acabe por iluminar muchas cosas importantes. La incertidumbrecolectiva de los aos veinte conviva, sin ser ignorada, con la seguridad en s mismo deAdorno, mientras creca acadmica y musicalmente. Tambin sabemos ahora ms delas circunstancias en que Adorno inici lentamente su exilio. Lo retrasaba, en parte porcuestiones burocrticas y personales, en parte por su escassimo olfato poltico (casitodas las predicciones que haca en privado, incluso despus del ascenso de Hitler alpoder, eran tan equivocadas como extravagantes). La estancia en Oxford (1934-1938),cerca de Gilbert Ryle, fue, a pesar de su soledad, menos vaca de lo que se ha pensado.Los aos de Nueva York y California (1938-1950), aunque nunca le robaron sucondicin de privilegiado, tuvieron algo de travesa del desierto. De un modo a vecesviolento, se combinaban en ella su inmensa capacidad de trabajo y las favorablesoportunidades de practicarla, el choque con la sociologa emprica (que luego, sinembargo, contribuira a introducir en Alemania) y su disposicin a no hacer slo teoraespeculativa, los celos dentro del Instituto de Investigaciones Sociales y su necesidadde estar siempre cerca de Horkheimer, la cultura de masas en la que era a la vezhusped y observador agudo, pero tambin su nostalgia de la alta cultura burguesa.Produjo sus primeros libros importantes, escribi pginas enteras delDoktor Faustussin reclamar de Thomas Mann ni siquiera un reconocimiento (parece que la clebrepolmica fue ms un asunto entre las esposas) [1]. Trat con todos los grandes de la

    cultura y del espectculo y, seguramente, se hizo definitivamente mayor. Poda habersequedado y vivir como un rentista; pero no lo hizo. Lo ms llamativo es que este hombreque, poco antes de su muerte, bromeara en una carta con que, en una prxima vida, legustara ser un playboy, decidi, en 1950, volver sin odio a una Alemania an hostil ydestruida. Y fue all donde, entregado a una extenuante vida acadmica y publicstica,lleg a ser verdaderamente Adorno mismo: la figura intelectual y moral que supocatalizar como pocos lo mejor de la cultura europea pos-Auschwitz. Fueron unos aosplenos y difciles hasta su muerte, en 1969. Hay algunas lagunas en ellos (por qu laaversin a Heidegger, si le daba la mano a un nazi ms comprometido, como lo eraGehlen? Por qu el alejamiento de antiguos amigos como Kracauer? Qu pasabaexactamente con Arendt?), pero son, quiz, los que mejor aborda esta biografa.Muestra la devocin creciente de los estudiantes, la grandeza de Adorno al tratar conlos verdugos, las tensiones con los conservadores y con quienes, a la izquierda y a laderecha, hacan del pasado una reivindicacin mezquina. El fruto de esos aos fue lomejor de su obra final, con laDialctica negativa y la pstuma Teora esttica.Surgieron ambas en un ambiente ya enrarecido, cuando un movimiento estudiantil detintes fascistoides se ensaaba con l como lo hara un rebelde perplejo con un padreimprovisado. Adorno mantuvo una posicin firme y autoconsciente. En medio de laagitacin cultural y poltica de la sociedad alemana en los sesenta, acert ahora muchoms que en los aos de Weimar, o cuando lleg Hitler al poder. Puede que, por eso,sufriera ahora mucho ms que entonces. Y puede que ese sufrimiento, ms el exceso de

    trabajo y un nuevo desengao amoroso, colapsaran prematuramente su corazn en1969. El infarto no vino, como afirma una leyenda an popular en muchas aulas ytertulias, por los pechos desnudos de tres estudiantes en clase. La vida de Adorno

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    haba sido demasiado plena como para eso. Y esa plenitud, seguramente, estesperando a encontrar expresin en otras biografas ms ambiciosas que no seacomoden en la sobreacumulacin de datos; pero que sin duda bebern intensamentede los que esta biografa proporciona. Todo el trabajo de condensacin que

    Mller-Doohm rehsa hacer en la biografa lo realiza, en cambio, para el conjunto de laobra, Marta Tafalla en su Theodor W. Adorno. Una filosofa de la memoria . Con unatransparencia en la exposicin casi excepcional entre los comentaristas adornianos,esta monografa se propone bosquejar un Adorno consistente, claramente delineado y,sobre todo, muy sugestivo para muchos temas del pensamiento de hoy. Ms all deflorituras dialcticas o exquisiteces culturales, Adorno es, segn Tafalla, un filsofo dela moral. De la nueva moral que es preciso elaborar despus de las experiencias delsiglo XX ; sobre todo, la del Holocausto. Una moral de la memoria, porque su nuevoimperativo categrico rezar: Que Auschwitz no se repita nunca ms!. En torno a l,la autora reteje con coherencia casi todos los conceptos claves del pensamientoadorniano. El principio de la negatividad y la reivindicacin de lo no-idntico, elconcepto de mimesis dibujado en su doble imbricacin esttica y moral, lo corporal ylo material; la memoria, el dolor, la poltica, los mrgenes y el fragmento, latransitoriedad y la historia: en la pluma de Adorno, y ms an en las de casi todosquienes han escrito sobre l, todas esas nociones dibujan un territorio oscuro por elque slo pueden transitar los iniciados y, a menudo, quienes se toman por tales. Conuna escritura limpia y elegante, con un gran tacto y sensibilidad en el uso de las citas ylos comentarios, Marta Tafalla consigue iluminar ese territorio para que entren en llectores de hoy, tambin quienes estn muy lejos de Adorno. La luz que produce,seguramente, es ms amable que su objeto. Buceando ms en l, en Adorno y larealidad histrica, sera inevitable hallar ms aristas, superficies menos lisas que las

    que traza este libro. La memoria contiene en s ms tensiones y fracturas que las deuna reivindicacin moral y, de hecho, slo en ellas puede plantearse. Aunque Adorno,su obra y su persona dan pie para un pensamiento amistoso en relacin con lanaturaleza y los animales, puede que no suscribiera todo lo que su intrprete sugiereaqu, movida por intereses que se han manifestado en otros textos ms recientes (vaseLos derechos de los animales, Idea Books, 2004). La suavidad de esa luz no implica queel libro ignore las contradicciones y las fallas, pues la autora tiene la honestidad desealarlas, as como las grietas que hay en Adorno; pero, en cierto modo, quedansupeditadas a la propia intencin moral del libro como reivindicacin de la memoria, dela diferencia y de la pluralidad. Hace as un trabajo de actualizacin, que recupera aAdorno para casi todas las cuestiones urgentes que estn hoy por pensar. Tanto mscuanto que lo que hemos dado en llamar Auschwitz no cesa, de un modo u otro, derepetirse. Cmo digamos eso y cmo lo recordemos depende, en un sentido nadabalad, de cmo leamos precisamente a autores como Adorno. Y slo por una malsanavoluntad de olvido puede alguien, hoy, decidir no leerlo.

    [1] Adrian Leverkhn, el compositor protagonista de la novela, se inspira en teoras de la msica

    dodecafnica esbozadas por Adorno para Mann. Desde la publicacin de la novela, fue objeto de controversia

    el grado de colaboracin de Adorno; en pblico, Mann se mantuvo ambiguo al respecto. Ahora parece claro

    que tomaba casi literalmente los textos de Adorno.

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