MAS DE CIEN MIL PALMERAS DESTRUIDAS

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Se puede et se debe salvar las palmeras Talar las palmeras afectadas por el picudo rojo, ha sido, tanto en España como en todos los países europeos, una medida establecida por los servicios de sanidad vegetal que ha tenido consecuencias catastróficas, con más de 100.000 palmeras destruidas, más de 100 millones de euros gastados de manera totalmente inútil, con una plaga que está más extendida e incontrolada que nunca. Ha costado muchos esfuerzos y cerca de cinco años convencer a los servicios de sanidad vegetal de cambiar de estrategia. El problema es que las administraciones responsables de la erradicación de esta plaga, que se han equivocado de manera tan grave, consideran ahora, sin decirlo de manera oficial, que esta plaga está establecida. En consecuencia, han parado de contribuir a su erradicación. No aportan ninguna ayuda seria a los municipios, ni a los particulares o viveristas que quieren salvar sus palmeras o protegerlas. Peor aún, difunden que la erradicación de la plaga es imposible, cuando todos los expertos serios aseguran que contra esta plaga no existe otra opción que erradicarla si se quieren salvar las palmeras. Decir que se puede convivir con esta plaga o impedir su dispersión, no tiene ningún sentido en el contexto urbano europeo, con un insecto que ha encontrado una palmera, la Phoenix canariensis, que no le opone ninguna resistencia, a la que es capaz de matar en unos meses, después de utilizarla como una incubadora donde se multiplica a alta velocidad. O lo eliminamos o seguirá eliminando las palmeras que quedan. Con su posición técnica seriamente errónea, la mayoría de estas administraciones no son capaces de aconsejar correctamente a las personas o a las instituciones que quieren salvar sus palmeras. En realidad, no sólo no son capaces de aconsejar sino que no quieren que se difundan informaciones sobre las técnicas y estrategias que hay que adoptar para erradicar esta plaga. Estas informaciones van en contra de su posición que les permite considerar esta plaga como establecida y así quitarse toda responsabilidad y justificar su inacción. Las consecuencias de este comportamiento es que no difunden informaciones técnicas correctas ni forman seriamente profesionales capaces de aplicar todas las técnicas de una estrategia integrada de erradicación. Los cursos de formación a veces propuestos por las administraciones son demasiado superficiales para formar verdaderos profesionales en estrategia integrada de erradicación de la plaga. Sus objetivos no son formar sobre una estrategia que les incomoda, sino aparentar actuar. Desafortunadamente, se puede observar en muchos municipios que por culpa de una información incompleta, las estrategias y los tratamientos aplicados no son los adecuados. Por culpa de estos errores, los resultados van a ser malos, el dinero gastado inútilmente y las palmeras seguirán muriendo. Dentro de estos errores, podemos subrayar el que consiste en esperar parar la extensión del picudo únicamente con barreras de trampas. Las trampas son eficaces solo cuando se utilizan dentro de una estrategia integrada de erradicación del picudo rojo.

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Desde la introducción del picudo en Europa, más de cien mil palmeras han sido destruidas

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Se puede et se debe salvar las palmeras

Talar las palmeras afectadas por el picudo rojo, ha sido, tanto en España como en todos los

países europeos, una medida establecida por los servicios de sanidad vegetal que ha tenido

consecuencias catastróficas, con más de 100.000 palmeras destruidas, más de 100 millones de

euros gastados de manera totalmente inútil, con una plaga que está más extendida e

incontrolada que nunca.

Ha costado muchos esfuerzos y cerca de cinco años convencer a los servicios de sanidad

vegetal de cambiar de estrategia.

El problema es que las administraciones responsables de la erradicación de esta plaga, que se

han equivocado de manera tan grave, consideran ahora, sin decirlo de manera oficial, que esta

plaga está establecida. En consecuencia, han parado de contribuir a su erradicación. No

aportan ninguna ayuda seria a los municipios, ni a los particulares o viveristas que quieren

salvar sus palmeras o protegerlas.

Peor aún, difunden que la erradicación de la plaga es imposible, cuando todos los expertos

serios aseguran que contra esta plaga no existe otra opción que erradicarla si se quieren salvar

las palmeras. Decir que se puede convivir con esta plaga o impedir su dispersión, no tiene

ningún sentido en el contexto urbano europeo, con un insecto que ha encontrado una palmera,

la Phoenix canariensis, que no le opone ninguna resistencia, a la que es capaz de matar en

unos meses, después de utilizarla como una incubadora donde se multiplica a alta velocidad.

O lo eliminamos o seguirá eliminando las palmeras que quedan.

Con su posición técnica seriamente errónea, la mayoría de estas administraciones no son

capaces de aconsejar correctamente a las personas o a las instituciones que quieren salvar sus

palmeras. En realidad, no sólo no son capaces de aconsejar sino que no quieren que se

difundan informaciones sobre las técnicas y estrategias que hay que adoptar para erradicar

esta plaga. Estas informaciones van en contra de su posición que les permite considerar esta

plaga como establecida y así quitarse toda responsabilidad y justificar su inacción.

Las consecuencias de este comportamiento es que no difunden informaciones técnicas

correctas ni forman seriamente profesionales capaces de aplicar todas las técnicas de una

estrategia integrada de erradicación. Los cursos de formación a veces propuestos por las

administraciones son demasiado superficiales para formar verdaderos profesionales en

estrategia integrada de erradicación de la plaga. Sus objetivos no son formar sobre una

estrategia que les incomoda, sino aparentar actuar.

Desafortunadamente, se puede observar en muchos municipios que por culpa de una

información incompleta, las estrategias y los tratamientos aplicados no son los adecuados. Por

culpa de estos errores, los resultados van a ser malos, el dinero gastado inútilmente y las

palmeras seguirán muriendo. Dentro de estos errores, podemos subrayar el que consiste en

esperar parar la extensión del picudo únicamente con barreras de trampas. Las trampas son

eficaces solo cuando se utilizan dentro de una estrategia integrada de erradicación del picudo

rojo.

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Otro de estos errores concierne la recomendación o la obligación sobre la limitación de la

poda a unos meses del año. Esta recomendación ha sido repetida sin parar desde hace cinco

años, defendida a menudo por supuestos expertos de las palmeras y publicada en folletos por

la mayoría de las administraciones. En realidad, se constata que la poda constituye una

herramienta imprescindible para detectar de manera precoz las palmeras infestadas. La

realización de ventanas de inspección, que implica recurrir a la poda en cualquier momento

del año, ha sido adoptada en varios países europeos como una medida obligatoria en las zonas

infestadas. Una palmera recién podada va a atraer más a los picudos pero estos no aparecen

por generación espontánea. Son picudos en desplazamiento que, con o sin poda, hubieran

infestado nuevas palmeras. La poda no aumenta el número de palmeras infestadas y no facilita

la infestación. Además si se tratan las palmeras después de la poda, los picudos van a morir

cuando intenten infestarlas, lo que va contribuir a reducir la población de picudos en

migración.

A título de ejemplo, el folleto que acaba de publicar el ayuntamiento de El Campello, donde

tenemos un nuevo ejemplo del fracaso de la estrategia de contención del picudo, demuestra la

dificultad en combatir errores técnicos que se han convertido en clichés: la diabolizada poda,

la presentación de síntomas terminales en lugar de síntomas precoces, la ausencia de toda

referencia a la técnica de saneamiento de las palmeras infestas para su recuperación y, para

colmo, la referencia al triturado totalmente inútil y costoso de los troncos. Se constata pues

que el asesoramiento del cual beneficia los ayuntamientos está totalmente obsoleto.

En todos los municipios que quieren salvar sus palmeras, patrimonio paisajístico e histórico

de alto valor, se deberían organizar urgentemente cursos prácticos y teóricos de formación en

esta estrategia integrada.

A falta de la administración nacional o de las regionales, que sin embargo tienen la obligación

legal de erradicar esta plaga de cuarentena, (que además ha entrado y ha sido difundida en

España debido a un error técnico muy grave), la Comisión Europea está dispuesta a responder

muy rápidamente a pedidos de ayuda para erradicar la plaga. Malta por ejemplo, ha

conseguido financiación en nueve meses. Los ayuntamientos que quieren salvar sus palmeras

así como los particulares y los profesionales deben unirse para constituir un frente común que

los permitiría exigir que se aplique por fin la normativa legal de obligación de erradicación y

que se solicite urgentemente la ayuda financiera europea.

Manos a la obra. Se pueden salvar las palmeras, pero hay que actuar con determinación y en

base a una estrategia y técnicas que ya han demostrado su eficacia para erradicar el picudo.

Michel Ferry

En Elche, 2/11/10