MasAllaDelOceano-2210228

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MÁS ALLÁ DEL OCÉANO: UNA DESCRIPCIÓN DEL ESPAÑOL EN AMÉRICA . Introducción . La diversidad del español americano: propuestas de división dialectal . El comienzo: orígenes y desarrollo del español en América . El español americano: principales características . ¿Y después? Trabajos para el futuro . Bibliografía citada JOSÉ LUIS RAMÍREZ LUENGO* Universidad Nacional de Mar del Plata. República Argentina . INTRODUCCIÓN E s del todo evidente que si el español constituye hoy una de las lenguas de mayor proyección internacional, esto se debe al elevado número de hablantes que la emplean como instrumento básico de comunicación; en este sentido, se hace del todo innecesario señalar la importancia de América en la configuración de tal estado de co- sas: en efecto, es en el continente americano donde se concentra la inmensa mayoría de los hablantes de español, en un número tan abrumador —alrededor del % de los cuatrocientos millones de hispanohablantes— que, a su lado, los cuarenta millones de España parecen intrascendentes. Teniendo en cuenta, por tanto, no sólo su superioridad numérica, sino también otros factores como la importancia de los productos culturales —cine y literatura muy especialmente— creados en Hispanoamérica, o, desde otro punto de vista, la crecien- te presencia de hispanoamericanos en España, parece necesario prestar atención a las variantes de español que se emplean en el Nuevo Mundo, como forma de comprender mejor lo que se ha dado en llamar una de las características fundamentales de nuestra lengua, su unidad en la diversidad ; en pocos casos está este aserto mejor representado que en el español que se habla hoy a lo largo del continente americano. * José Luis Ramírez Luengo es autor de numerosos estudios de carácter lingüístico y literario. Muy pronto aparecerá, en la editorial Arco/Libros, su Breve Historia del Español de América.

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  • MS ALL DEL OCANO: UNA DESCRIPCIN DELESPAOL EN AMRICA

    . In t roducc in . La d ive r s i dad de l e spao l amer i c ano : p ropues t a s de d iv i s i n d i a l e c t a l . E l comienzo : o r g enes y de s a r ro l l o de l e spao l en Amr i c a . E l e spao l amer i c ano : p r inc ipa l e s c a r a c t e r s t i c a s . Y de spus ? Traba jo s pa r a e l f u tu ro . B ib l i og r a f a c i t ada

    JOS LUIS RAMREZ LUENGO*

    Universidad Nacional de Mar del Plata. Repblica Argentina

    . INTRODUCCIN

    Es del todo evidente que si el espaol constituye hoy una de las lenguas de mayor proyeccin internacional, esto se debe al elevado nmero de hablantes que la emplean como instrumento bsico de comunicacin; en este sentido, se hace del todo innecesario sealar la importancia de Amrica en la confi guracin de tal estado de co-sas: en efecto, es en el continente americano donde se concentra la inmensa mayora de los hablantes de espaol, en un nmero tan abrumador alrededor del % de los cuatrocientos millones de hispanohablantes que, a su lado, los cuarenta millones de Espaa parecen intrascendentes.

    Teniendo en cuenta, por tanto, no slo su superioridad numrica, sino tambin otros factores como la importancia de los productos culturales cine y literatura muy especialmente creados en Hispanoamrica, o, desde otro punto de vista, la crecien-te presencia de hispanoamericanos en Espaa, parece necesario prestar atencin a las variantes de espaol que se emplean en el Nuevo Mundo, como forma de comprender mejor lo que se ha dado en llamar una de las caractersticas fundamentales de nuestra lengua, su unidad en la diversidad ; en pocos casos est este aserto mejor representado que en el espaol que se habla hoy a lo largo del continente americano.

    * Jo s Lu i s Ram r ez Lueng o e s au to r de numerosos e s tud io s de c a r c t e r l i ng s t i co y l i t e r a r io. Muy p ron to apa r ece r , en l a ed i to r i a l Arco/L ib ros, su Br e v e H i s t o r i a d e l E s pa o l d e Am r i c a .

  • PER ABBAT ( )

    Si analizamos, pues, la situacin de la lengua espaola en estas tierras, se ver que constituye el idioma ofi cial de diecinueve pases, en los que, adems, es tambin la lengua habitual de las instituciones polticas, sociales y culturales de todo tipo, as como en general el instrumento de comunicacin bsico para la mayora de su poblacin; se trata, por tanto, de un estatus muy diferente al que, por ejemplo, tienen el ingls o el francs en muchos pases de frica, en los que, pese a su carcter de len-gua ofi cial, su empleo no est generalizado. En el caso de Amrica, por el contrario, su utilizacin prcticamente general en la sociedad le asegura un desarrollo futuro muy prometedor, habida cuenta del crecimiento demogrfi co continuado que las diversas naciones hispanoamericanas experimentan en estos momentos.

    Todos estos datos demuestran, por tanto, la importancia que las variedades ha-bladas en Amrica poseen en el marco general de la lengua espaola, y a pesar de ello lo cierto es que persiste un amplio desconocimiento sobre ellas, adems de un escaso inters por su estudio en la Educacin Secundaria; precisamente este trabajo se entiende como una primera aproximacin al espaol de Amrica y una descripcin general de su historia y principales caractersticas, con el propsito de que el profesor pueda utilizarla no slo como instrumento de enseanza en sus clases, sino incluso como gua que le explique el porqu de usos y peculiaridades de sus alumnos del otro lado del ocano.

    . LA DIVERSIDAD DEL ESPAOL AMERICANO: PROPUESTAS DE DIVISIN

    DIALECTAL

    La diversidad interna del espaol americano es algo fcilmente constatable, tan evi-dente que no necesita demostrarse; de hecho, esta evidente variedad es lo que deter-mina que algunos autores por ejemplo, Moreno de Alba ( ) prefi eran hablar, frente al tradicional rtulo de espaol de Amrica, de espaol en Amrica, como forma de incidir en su carcter de macrosistema o complejo dialectal que agrupa mltiples formas de hablar espaol.hablar espaol.hablar espaol

    Teniendo en cuenta, por tanto, la variacin existente en la lengua espaola que se extiende por Hispanoamrica, no es de extraar que numerosos estudiosos hayan intentado clasifi car ese conjunto de variedades lingsticas y establecer divisiones dia-lectales que pongan de manifi esto las semejanzas y las diferencias que existen entre ellas; conviene indicar, a este respecto, que el intento de establecer tal clasifi cacin dialectal viene de antiguo: ya en sus Orjenes ( sic ) del lenguaje criollo, publicado en , el cubano Armas y Cspedes divide el espaol americano de forma intuitiva y sin aportar datos que sustenten su propuesta en cuatro idiomas , que denomina criollo, Mxico, Pacfico (a su vez, con dos subdivisiones) y Buenos Aires (Moreno Fernndez, , pp. ).

    Con la excepcin de zonas como, por ejemplo, la Bol ivia andina, e l Paraguay o Guatemala, donde la presencia de las lenguas amerindias s igue s iendo muy impor tante.

  • MS ALL DEL OCANO

    Posteriormente, a lo largo del siglo se han sucedido diversas propuestas de zo-nifi cacin dialectal que, basadas en criterios de muy diverso tipo, dan como resultado clasifi caciones dispares, aunque parcialmente coincidentes; destacan, entre ellas, las de Henrquez Urea, Rona, Resnick, Zamora Munn, Cahuzac y Canfi eld.

    En sus Observaciones sobre el espaol de Amrica, de , Henrquez Urea es-tablece una divisin dialectal que basa en la proximidad geogrfi ca de las zonas que agrupa, los lazos polticos y culturales existentes entre ellas durante la poca colonial, y muy especialmente el sustrato indgena que infl uye en su espaol; de esta manera, el autor dominicano establece cinco zonas que relaciona con cinco lenguas:

    a) Ro de la Plata: Argentina, Uruguay, Paraguay (guaran ).b) Chile (araucano).c) Andina: Colombia, sur de Venezuela, Per, Ecuador y Bolivia (quechua).d) Mejicana: Mxico, Amrica Central, suroeste de EE.UU. (nhuatl ).e) Mar Caribe: Antillas, Venezuela, costa norte colombiana (arahuaco-caribe).

    Son varias las objeciones que se han planteado a esta clasifi cacin: por un lado, Lipski ( , pp. ) indica la enorme variacin lingstica que existe dentro de cada una de las reas establecidas por Henrquez Urea, hasta el punto de hacer ex-tremadamente difcil sealar rasgos compartidos por toda la zona; por otro, Rona ( , pp. ) expone varios problemas inherentes a esta clasifi cacin: en pri-mer lugar, no slo hay que tener en cuenta que la realidad lingstica americana no se agota con las cinco familias consideradas por el estudioso dominicano por lo que se deberan considerar otras que as mismo infl uyen en el espaol americano (maya, aimara, chibcha, etc. ), sino tambin que la distribucin de tales lenguas no es la que Henrquez Urea establece; junto a esto, conviene recordar que la diversifi cacin dialectal americana no se produce a partir de un espaol homogneo y nico, sino a partir de una situacin de variacin que caracteriza a la lengua que llega de Espaa con los colonizadores, de manera que tal variacin ser un factor tan importante como la accin de sustrato de las lenguas indgenas.

    En un momento posterior, Rona ( ) plantea una divisin dialectal que se basa en cuatro fenmenos de distinta naturaleza: uno de carcter fontico, el esmo

    A l gunos de l o s t r aba jo s en l o s que l o s au to re s i nmed i a t amen te c i t ados de f i en -den su p ropues t a de c l a s i f i c a c in apa r ecen comp i l ados en e l t r aba jo de Moreno Fe r nndez ( ) ; v a s e , a s m i smo, e l t r aba jo de s n t e s i s r e a l i z ado por A lba ( ) y l a r ev i s i n de l t ema que apa r ece en L i spk i ( , pp. ) .

    A manera de e j emp lo, m i en t r a s que en l a co s t a e cua to r i ana s e de scubre y e s -mo, a sp i r a c in de l a /s/ imp los iva , e l i s i n de l a /d/ in t e r voc l i c a y p ronun-c i a c in a l veo l a r de / r/ , en l a zona and ina de e s t e pa s e l y e smo no ex i s t e , l a /s/ imp los iva s e conse r va , c a s i no s e p roduce l a e l i s i n de /d/ in t e r voc l i c a y l a / r/ p r e s en t a una p ronunc i a c in a s ib i l ada , po r l o que muy d i f c i lmen te s e pueden a s i gna r ambas r e a l i d ades a l a m i sma zona d i a l e c t a l ; un e s t ado de cosa s s eme j an t e r e su l t a f c i lmen te ap l i c ab l e a toda s l a s r e a s e s t ab l e c ida s en e s t a c l a s i f i c a c in .

  • PER ABBAT ( )

    esto es, la pronunciacin rehilada de /y/, uno fonolgico (el yesmo), y dos de tipo morfosintctico ( la existencia de voseo y las formas verbales usadas con el pronombre vos ); la combinacin de tales rasgos va a dar como resultado una divisin en zonas dialectales, a las que el autor va a aadir siete ms que considera zonas de mezcla, en las que el espaol es infl uido por otras lenguas.

    Pese al indudable avance que constituye la clasifi cacin establecida por el pro-fesor uruguayo entre otros mritos, Lipski ( , p. ) seala su insistencia en la defi nicin de dialecto como convergencia dinmica de conjuntos de isoglosas y el uso innovador de variables fonticas, fonolgicas y morfolgicas, lo cierto es que presenta tambin algunos inconvenientes que le restan validez: junto a problemas derivados del momento en que Rona presenta su teora y que tienen que ver con la incorreccin de algunos de los datos que maneja, como, por ejemplo, la distribucin del esmo, hay otros que guardan relacin con el propio mtodo empleado, ya que ni todos los fenmenos empleados en la clasifi cacin de Rona tienen el mismo rango e importancia (el uso de las formas verbales de voseo est supeditado, evidentemente, a que exista voseo en la zona), ni todos los rasgos son pertinentes para todas las regio-nes ( fuera del rea rioplatense, por ejemplo, el esmo prcticamente no aparece, por lo que carece de importancia en la divisin dialectal ). De hecho, la misma seleccin de fenmenos resulta muy discutible: si bien son perfectamente tiles para la zona meridional de Sudamrica no se olvide que Rona es uruguayo, no presentan, sin embargo, la misma validez para otras reas del continente, lo que lleva a Lispki ( , p. ) a afi rmar que la utilidad de la clasifi cacin disminuye conforme nos alejamos del Cono Sur.

    En esta misma lnea, Resnick ( ) establece tambin una divisin dialectal basa-da en determinados rasgos fontico-fonolgicos que opone de forma binaria, de ma-nera que, mientras algunas variantes del espaol americano responden positivamente a esa caracterstica, las dems lo hacen de forma negativa; as, determina cuatro rasgos que considera fundamentales y cuya combinacin le facilita posibles dialectos, a los que aade otros cuatro fenmenos ms que establecen un total de unidades o zonas dialectales posibles.

    Ahora bien, el hecho de que la consideracin de apenas ocho rasgos fonticos de-termine un nmero tan grande de dialectos da pistas sobre uno de los problemas que se pueden achacar al sistema de Resnick: en efecto, no hay duda de que un dialecto se defi ne por ms de ocho fenmenos, pero si a la lista anterior se aaden dos o tres variables adicionales, el resultado es un nmero tan ingente de zonas dialectales que no parece responder a la realidad americana; por otro lado y ms all de lo discu-

    En conc re to, l o s cua t ro r a sg os fundamenta l e s marcados pos i t ivamen te (+ ) son lo s s i gu i en t e s : man ten im ien to de /s/ en f i na l de s l aba , l a p ronunc i a c in de / r/ como v ib r an t e m l t i p l e , l a p ronunc i a c in a sp i r ada de l a /x/ y l a d i s t i nc in en t r e /y/ y // . A e s to s cua t ro s e aaden lo s s i gu i en t e s : p ronunc i a c in oc lu s iva de /b/ t r a s / l/ , p ronunc i a c in a l veo l a r de /n/ f i na l de s i n t agma , d i s t i nc in en t r e / r/ y / l/ f i n a l de s l aba y sonor idad p l ena de l a s voca l e s tona s.

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    tible que resulta la importancia concedida por Resnick a determinados fenmenos fontico-fonolgicos (Lipski, , p. ), la necesidad bsica de interpretar bina-riamente algunos de los rasgos empleados en la clasifi cacin (como, por ejemplo, la pronunciacin de la /s/ implosiva) constituye una simplifi cacin excesiva de stos y, por tanto, de la realidad lingstica de Hispanoamrica.

    Crticas semejantes se pueden achacar a la propuesta de Zamora Munn ( ), quien para la clasifi cacin del espaol americano emplea nicamente tres fenmenos que considera de dimensiones continentales y caractersticamente americanos (Za-mora Munn, , p. ) en concreto el voseo, la pronunciacin velar o glotal de /x/ y la realizacin de la /s/ postnuclear, lo que le permite establecer un total de nueve zonas dialectales. Una vez ms, sin embargo, surgen reservas que ponen en duda la pertinencia de la divisin dialectal propuesta, tales como la idoneidad de los fenmenos seleccionados como discriminadores dialectales, el hecho de que varias zonas coincidan en sus rasgos lo que, una vez ms, implicara cierta unidad dialec-tal: la zona caribea y la costa del Per, por ejemplo, o la desproporcin en el tama-o de las diferentes reas establecidas ( la zona frente a la , la costa peruana frente a Paraguay, Uruguay, este de Bolivia y mayora de Argentina) (Alba, , p. ).

    Desde otro punto de vista, de corte etnolingstico, Cahuzac ( ) propone una divisin dialectal basada en criterios lxicos: a partir de la premisa discutible de que la poblacin hispanoamericana es rural, este autor selecciona la denomina-cin del hombre del campo como criterio clasifi cador de los dialectos del espaol americano; as, tras el anlisis detallado de estas unidades lxicas, establece cuatro grandes zonas dialectales, coincidentes en parte con las de Henrquez Urea: zona , caracterizada por el empleo de charro/llanero (EE.UU., Mxico, Centroamrica, Antillas, Venezuela, Colombia no andina y costa de Ecuador); zona , que utiliza chacarero/paisano (Venezuela y Colombia andina, resto de Ecuador, Per, Bolivia, norte de Chile y noroeste argentino); zona , con el trmino huaso (Chile ); y zona , que corresponde a los pases del Plata y que usa la voz gaucho.

    Las insufi ciencias de la propuesta de Cahuzac saltan a la vista: su divisin no responde sino a la distribucin geogrfi ca del lxico que expresa un determinado concepto, lo que en ningn caso se puede considerar argumento sufi ciente para esta-blecer una zonifi cacin del espaol americano; a este respecto, es muy probable que la aplicacin de criterios lexicolgicos adecuados, basados en cor pora vlidos, pueda ayudar a establecer las reas del espaol de Amrica que por descontado han de ser muchas ms que las cuatro sealadas anteriormente, pero en todo caso se deber

    En p r inc ip io, l a ex i s t enc i a de zonas d i a l e c t a l e s de d i f e r en t e t amao no debe -r a s e r un p rob l ema , pe ro en r e a l i d ad sue l e s e r s n toma de o t ro s a spec to s que s r e su l t an p rob l em t i cos : po r e j emp lo, l a poca pe r t i nenc i a de a l guno de l o s r a sg os emp leados en l a c l a s i f i c a c in que da l ug a r a r e a s muy g r andes, o e l de scono-c im ien to de l a r e a l i d ad l i ng s t i c a de e s a zona ; l a consecuenc i a de e s to e s , una vez ms, l a a g r upac in de va r i edades de e spao l muy d i spa r e s en t r e s en una m i sma zona d i a l e c t a l .

  • PER ABBAT ( )

    tener en cuenta la informacin aportada por un elevado nmero de unidades lxicas que sean, adems, representativas del vocabulario propio de las diversas variedades lingsticas empleadas en Hispanoamrica.

    Por ltimo, Canfi eld ( ) propone una nueva divisin dialectal que se basa en premisas del todo distintas a las presentadas hasta el momento; partiendo del su-puesto de que el factor principal en el desarrollo de las diferencias dialectales ha sido el grado de acceso durante el periodo , a los cambios que se estaban produciendo en el espaol del sur de Espaa (Canfi eld, , p. ), este estudioso divide el espaol americano de acuerdo con la cronologa relativa de los asentamien-tos hispnicos, y establece, as, tres categoras que se corresponden a su entender con el desarrollo del espaol surpeninsular en tres momentos elegidos como referencia: (zonas altas de Bolivia, Per, Ecuador, Colombia, Mxico, Venezuela, noroeste argentino, Costa Rica y Guatemala); (Paraguay, oeste argentino, Ro de la Plata, sur de Chile y Centroamrica central ); (Antillas, costa de Mxico, Venezuela, Colombia, Panam, Ecuador, centro de Chile y Luisiana).

    Ahora bien, esta clasifi cacin se apoya en tres ideas discutibles: en primer lugar, Canfi eld se basa en cmo era supuestamente el espaol del sur peninsular en , y , pero en realidad es an mucho lo que queda por estudiar sobre este espaol, sus procesos de cambio y su cronologa, por lo que resulta bastante arries-gado relacionar las caractersticas de los dialectos americanos actuales con la historia de las hablas de Andaluca sin tener an un conocimiento lo sufi cientemente preciso de stas; por otro lado, la propuesta del estudioso estadounidense presupone que las zonas aisladas mantienen sin cambios las caractersticas lingsticas que presentan en su formacin, pero es sabido que esto no siempre es as, ya que en ocasiones el mismo aislamiento favorece el desarrollo de determinados cambios; por ltimo, es necesario recordar que los datos histricos parecen refutar la idea tambin bsica en la hip-tesis de este autor del aislamiento de las regiones agrupadas bajo cada una de las tres referencias cronolgicas con respecto a las innovaciones del espaol peninsular, por lo que se hace difcil sostener la infl uencia de este factor en la dialectalizacin del espaol americano.

    A e s t e r e spec to, l a f undamenta l ob r a de Fr ag o Grac i a ( ) a r ro j a mucha l uz sobre l a h i s to r i a de l e spao l hab l ado en Anda luc a , y en t r e o t r a s cosa s ade l an t a l a c rono log a de su s p r inc ipa l e s f enmenos ha s t a e l m i smo momento de l a l l e g ada de l o s e spao l e s a Amr i c a en pa l ab r a s de e s t e m i smo e s tud io so, es pos ib le af i r mar que cuando se descubren las Indias, o no mucho despus, ya ex is t an unas hablas an-da luzas de l cas te l lano or ig inar io d i ferenciadas en la mayor a de sus caracteres moder-nos (Fr ag o Grac i a , , p. ), por l o que e s to s da to s con t r ad i c en l a s i t u ac in que Canf i e l d p r e supone pa r a e l e spao l de l su r pen in su l a r en , y .

    Smese a e s to, adems, l a enor me he t e rog ene idad que mues t r an l a s va r i an t e s de e spao l ag r upadas deba jo de c ada uno de l o s e p g r a f e s t empora l e s , que hace que muy d i f c i lmen te s e puedan en t ende r como un n i co d i a l e c to hab l a s t an d i spa r e s como, po r e j emp lo, l a s de Pa r aguay, e l R o de l a P l a t a o e l su r ch i l eno, toda s pe r-t enec i en t e s a l s egundo de l o s momentos e s t ab l e c idos po r Can f i e l d , .

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    Es evidente, por tanto, la difi cultad que se descubre actualmente para estable-cer una divisin dialectal vlida del espaol de Amrica, y esto se debe, de acuerdo con Alba ( , pp. ), a varias razones: por un lado, al carcter arbitrario de todas las propuestas de clasifi cacin desarrolladas hasta el momento, que, adems, no suelen atender a la variacin social inherente a toda lengua; por otro, al hecho de considerar nicamente una pequea seleccin de rasgos a la hora de discriminar los dialectos americanos lo que no da sino una visin sesgada y parcial de la realidad lingstica de cualquier regin, as como al innegable desconocimiento que todava existe sobre el espaol de muchas zonas del continente. De este modo, las propues-tas reseadas anteriormente no consiguen establecer en el mejor de los casos sino regiones multidialectales, esto es, reas lingsticamente heterogneas cuyas variedades de espaol comparten la serie de rasgos elegidos por el investigador, pero difi eren en muchos otros, igualmente importantes para la descripcin cabal y completa de la lengua espaola all empleada.

    . EL COMIENZO: ORGENES Y DESARROLLO DEL ESPAOL EN AMRICA

    . . LOS ORGENES

    Por lo que se refi ere a los orgenes del espaol americano, es necesario decir que este tema ha dado lugar durante largo tiempo a polmicas y debates de gran importancia y trascendencia pinsese, a manera de ejemplo, en el caso del andalucismo, si bien hoy existe cierta unanimidad en cuanto a la forma y a los factores que determinan el nacimiento de una nueva variedad de espaol en el Nuevo Mundo.

    Cules son, por tanto, los contextos histricos que permiten entender el naci-miento de un espaol propiamente americano? Parece evidente, en primer lugar, que su origen se ha de buscar en la situacin lingstica de Espaa de fi nales del siglo

    Po r e j emp lo, e l e spao l an t i l l ano compar t i do por Cuba , Pue r to R i co y Re pb l i c a Domin i c ana se sue l e cons ide r a r hab i tua lmen te un e j emp lo c l a ro de d i a l e c to amer i c ano ; pues b i en , A lba ( ) ana l i z a , con da to s de e s t a s t r e s i s l a s , de t e r m inados f enmenos de e s t a va r i edad ( como l a a sp i r a c in de l a /s/ imp lo -s iva , o l a p r e s enc i a de i nd i g en i smos, en t r e o t ro s ) , con e l p rops i to de demos t r a r cmo su p r e sun t a homog ene idad e s t l e j o s de s e r r e a l , y t e r m ina por de f in i r e l e s -pao l an t i l l ano como comp le jo d i a l e c t a l , en e l que s e pueden d i s t i ngu i r va r i edades d i a tp i c a s co r r e spond i en t e s a c ada una de l a s i s l a s. La con t inuac in na tu r a l de e s t e t r aba jo, ev iden temen te , l l eva a l a v i e j a p r egun t a de qu s e en t i ende por d i a l e c to, y cmo se puede de l im i t a r t a l conce p to.

    Como e s de sobra conoc ido, e s t a po l mica en f r en t a a qu i enes cons ide r an que l o s pa r ec idos en t r e e l e spao l de Amr i c a y e l anda luz son pu ramen te c i r cuns t an -c i a l e s y no r e sponden a n inguna r e l a c in g en t i c a en t r e ambas va r i edades (Henr -quez Urea y Amado A lonso, e spec i a lmen te ) , y a l o s au to r e s que , po r e l con t r a r io, ven en e sos pa r ec idos una mues t r a pa lpab l e de l a i n f l uenc i a de l anda luz en l o s d i a l e c to s amer i c anos (Nava r ro Toms, Lapesa o Menndez P ida l ) .

  • PER ABBAT ( )

    y del siglo , esto es, en las formas de hablar espaol que las oleadas de colonos van hablar espaol que las oleadas de colonos van hablar espaola llevar a Amrica durante el periodo en que se est formando la sociedad criolla; de este modo, conocer la situacin del espaol en este momento va a resultar de im-portancia capital para comprender los posteriores procesos que van a determinar las peculiaridades de sus variedades al otro lado del Atlntico.

    Expansin y variacin

    A este respecto, se debe decir que las principales caractersticas del espaol en este momento son la expansin y la variacin: en efecto, se puede defi nir a la lengua es-paola en esta poca como un sistema lingstico que se est extendiendo por reas y contextos de utilizacin que anteriormente le eran ajenos y que presenta, adems, di-ferencias de uso determinadas por factores de tipo diatpico, diastrtico y diafsico.

    Por lo que se refi ere a la expansin, conviene recordar que en estos momentos el espaol se va a convertir en la lengua predominante en la Pennsula Ibrica, no slo por su nmero de hablantes, sino tambin y muy especialmente por el estatus que adquiere como una de las grandes lenguas de cultura; expansin, por tanto, en dos ejes, el horizontal que conlleva su empleo en regiones donde antes era desconocido, pero tambin el vertical, que determina la expulsin del latn de mbitos y esferas que antes eran propios de esta lengua a favor del espaol.

    Como se ha sealado ya en otro lugar (Ramrez Luengo, en prensa ), este proceso no es algo nuevo, y de hecho, en el siglo nicamente se produce la culminacin del desarrollo que durante toda la Edad Media, muy especialmente en los siglos y y debido a razones de muy diverso tipo, como la pujanza del reino de Castilla y su predominio demogrfi co o, desde otro punto de vista, el triunfo de la mentali-dad renacentista, est aupando al castellano a una posicin de preponderancia en el mapa lingstico peninsular: generalizado ya en el centro en detrimento de viejos dialectos como el aragons y el leons, contina su expansin tambin por las zonas de Espaa hoy bilinges, de modo que el espaol se transforma, ya en este momento, en la lengua de la cultura y de la administracin en Galicia, el Pas Vasco o las zonas catalanohablantes (Lapesa, , pp. , ).

    Junto a lo anterior, la conquista de Granada por parte de los Reyes Catlicos en implica un cambio de gran importancia en esta zona, que conlleva, en el plano lingstico, la imposicin del espaol a lo largo del siglo ; al mismo tiempo, el reino de Castilla coloniza las Islas Canarias, donde establece la organizacin social caste-llana y, con ella, su lengua: el espaol va a ser el idioma de uso general en esta regin en los siglos y , en el momento en el que las islas se transforman en una base obligatoria para los barcos que van a Amrica, lo que, por supuesto, va a tener una importancia fundamental en la confi guracin de un espaol propiamente americano.

    En cuanto a la variacin, los anlisis de la documentacin de la poca ofrecen una situacin muy compleja, caracterizada por la existencia de un sistema poco homog-neo, que presenta peculiaridades tanto en sus distintos niveles sociolingsticos como

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    en sus variedades diatpicas; este ltimo factor resulta especialmente importante a la hora de entender la gnesis de un espaol propiamente americano, ya que su apari-cin como variedad diferenciada est estrechamente vinculada a la diversidad existen-te en la lengua de los siglos y (Ramrez Luengo, en prensa ).

    As pues, una descripcin esquemtica del espaol del siglo que hiciera hincapi en la variacin lingstica debera establecer una gran cantidad de dialectos agrupados en dos grandes usos, el norteo y el toledano, a los que se suman, ya en este momento, unas hablas andaluzas del castellano originario diferenciadas en la mayora de sus caracteres modernos, todos los cuales, aunque en variable medida geogrfi ca y social, encontraran cobijo en la nueva comunidad hispanoamericana (Frago Gracia, , p. ); es evidente, por tanto, que el castellano no constituye en esta poca una lengua unitaria y homognea, sino, muy al contrario, una realidad extremadamente variada, social y geogrfi camente, algo que infl uir en gran medida en la creacin de una varie-dad distinta, propiamente americana del espaol.

    Aparicin del espaol americano: el factor cronolgico

    Por otro lado, a todo lo anterior se une un aspecto de carcter cronolgico que resulta fundamental para obtener una visin acertada del proceso que determina la aparicin de esa nueva variante americana de la lengua: frente a lo que mantienen algunos estu-diosos, no parece posible hablar ya del espaol de una determinada fecha de , por ejemplo como origen de esa variedad lingstica, sino que sus races se han de buscar en los usos lingsticos que se desarrollan en el extenso periodo que conlleva la confi guracin de la nueva sociedad colonial (aproximadamente, hasta mediados del siglo ), esto es, a lo largo de toda una poca de extraordinario dinamismo en todos los rdenes que, por lo dems, ser de especial productividad y trascendencia para su futuro y su fi sonoma (Snchez Mndez, , p. ).

    Los emigrantes espaoles al Nuevo Mundo

    Teniendo en cuenta, pues, todo lo dicho hasta el momento, parece necesario inte-rrogarse ahora sobre la poblacin que emigra a Amrica, esto es, cul es su estrato cultural y su naturaleza regional: en efecto, se hace preciso recordar que el empleo de la lengua espaola en el Nuevo Mundo se debe al arribo de emigrantes de las di-versas regiones que hoy constituyen Espaa a las nuevas comunidades que se estn formando, ya que a lo largo de la poca colonial la hispanizacin lingstica de las poblaciones aborgenes es prcticamente nula. As, es evidente que saber quin emi-gra a Amrica nos permite determinar con cierta fi abilidad qu tipo de espaol habla y, por ende, qu caractersticas va a presentar la primera variedad que nazca en estos nuevos territorios.

    Por lo que se refi ere a su origen social, si bien es cierto que tradicionalmente se defi ende la idea de que la poblacin que emigra se sita en los estratos ms bajos de la sociedad peninsular lo que determina, al parecer de estos estudiosos (Zamora

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    Vicente, , p. ), su fuerte inclinacin hacia el lxico y los fenmenos fonti-cos de aire popular o vulgar, a estas alturas ya no es posible mantener ese tpico: ciertamente, a Amrica llega una gran cantidad de emigrados de nivel cultural bajo, pero junto a ellos se desplazan tambin, tal y como seala Rosenblat ( , p. ), numerosos colonos con un nivel de instruccin muy alto, de lo que es muestra evi-dente el rpido desarrollo cultural de la sociedad colonial, con niveles semejantes a los peninsulares en lugares como Lima o Ciudad de Mxico; se debe concluir, por tanto, que la colonizacin del Nuevo Mundo la realiza una poblacin que es, en cuanto a su composicin social, muy semejante a la que se queda en Espaa.

    En cuanto a su naturaleza regional, los diferentes trabajos de Boyd-Bowman ( , entre otros) demuestran de forma clara la presencia mayoritaria de andaluces entre los emigrados, que representan ms del doble de los colonos procedentes de otras regiones en los primeros dos siglos de presencia hispnica en el continente; tal primaca resulta indiscutible y especialmente importante entre y , es decir, en los primeros aos de la colonizacin en que se estn asentando las bases de la socie-dad criolla y, con ellas, de su forma de hablar espaol. As pues, si bien es cierto que todas las regiones espaolas aportan colonos al poblamiento de Amrica, tambin lo es que la preponderancia de Andaluca es clara durante los primeros aos, es decir, durante la poca en que se est gestando esa sociedad propiamente americana; de este modo, no es difcil comprobar que se produce un general andaluzamiento de la vida colonial, y esto es algo que tambin va a afectar al espaol que surgir en su seno, que tendr, evidentemente, una fuerte impronta del espaol hablado en Andaluca, ms en concreto, de las variedades propias del occidente de la regin.

    . . DESARROLLO DEL ESPAOL AMERICANO

    Llegados a este punto, se hace necesario analizar el proceso que determina la crea-cin de una nueva variedad de espaol que se puede llamar ya espaol de Amrica; tal nacimiento se relaciona, evidentemente, con la situacin de las primeras comunida-des hispnicas en el Nuevo Mundo, caracterizadas por la existencia de una variedad lingstica muy grande en unas condiciones muy distintas a las de la Pennsula, ya que a las nuevas condiciones geogrfi cas que rodean a los colonos, se une, adems, la diferente organizacin social de estas primeras ciudades, lo que, segn recuerda Frago Gracia ( , p. ), tambin sera un factor actuante en la confi guracin del espaol americano, pues los emigrados se instalaron en centros urbanos de pequea dimensin, donde todos ellos, de las ms diversas naturalezas regionales, se funden y confunden en marcos sociales impensables hasta el momento.

    De la koineizacin a la estandarizacin

    As pues, tales circunstancias van a traer como consecuencia la creacin de un primer dialecto autctono y unitario, generalmente denominado espaol antillano, que es el

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    resultado de un proceso de koineizacin, entendida sta como un proceso de conver-gencia progresiva hacia un estadio comn caracterizado por la imposicin colectiva de una modalidad lingstica comn que puede ser ya denominada espaol de Amricapuesto que no coincide, en su fi sonoma general, con ninguna de las que contempo-rneamente eran utilizadas en la metrpoli (Granda, , p. ).

    Segn se indica en Ramrez Luengo ( en prensa ), este proceso se origina cuando la confl uencia de distintas variedades de lengua en una convivencia tan estrecha como la que se da en las colonias americanas produce cierta acomodacin lingstica, la cual determina la progresiva reduccin y simplificacin de los rasgos ms dialectales de tales variedades a fi n de confi gurar una especie de dialecto neutro que facilite la comunica-cin entre miembros de distintos orgenes; en cuanto a los usos de ese dialecto neutro, se debe decir que en general acta como lingua franca regional, es decir, como registro lingua franca regional, es decir, como registro lingua franca regionallingstico aprendido para facilitar la intercomunicacin entre los integrantes de la sociedad colonial de distinto origen geogrfi co.

    Ahora bien, la generalizacin de esta koin o dialecto neutro como nica varie-dad lingstica para la mayora de los hablantes y muy especialmente su nativizacin esto es, el nacimiento de criollos cuya lengua materna no es otra sino la misma koin americana nos lleva a un escenario diferente que nos permite hablar ya de una nueva variedad de espaol, semejante en cuanto a sus caractersticas fundamentales a cualquiera de las peninsulares o canarias; es ahora cuando podemos decir que ha nacido un espaol de Amrica. Posteriormente, un nuevo proceso afecta a este espaol ya americano: la ya americano: la ya estandarizacin, que determina el establecimiento socialmente acep-tado de usos lingsticos prestigiosos y estigmatizados dentro de esta variedad. Por lo que se refi ere a su cronologa en la Amrica Hispnica, Fontanella de Weinberg ( ) seala que todos estos procesos se haban dado ya hacia en el espaol de la mayor parte de las regiones americanas, con excepcin de la estandarizacin que, si bien en algunas regiones de temprano desarrollo poltico y cultural, como Mxico, se da muy rpidamente, en otras como el Ro de la Plata o Paraguay es tarda.

    Difusin y consolidacin del espaol de Amrica

    Por otro lado, es necesario indicar que el nacimiento de un espaol de Amrica no implica su inmediata difusin por todo el continente: en efecto, la expansin y conso-lidacin de la lengua espaola en estas tierras es un fenmeno muy lento y complejo cuyo desarrollo dura prcticamente hasta hoy; adems, es difcil hablar de Amrica como un todo, ya que, si bien es posible establecer unos patrones comunes a todas las regiones, lo cierto es que existen tambin importantes diferencias entre ellas de acuerdo con especifi cidades tales como la cantidad de lenguas autctonas empleadas en la zona, o de la relacin ms o menos pacfi ca de los colonos con la poblacin originaria.

    Se hace necesario recordar en primer lugar que, segn seala Snchez Mndez (, p. ), los hablantes de espaol en Amrica a principios del siglo no as-

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    cienden a ms de dos millones y medio, ya que el grueso de la poblacin colonial sigue hablando lenguas amerindias; en , al comienzo de los movimientos independen-tistas, la cifra de hablantes no pasa de los tres millones, por lo que es del todo evidente que la hispanizacin lingstica de Amrica entendida, segn se seala en Ramrez Luengo ( en prensa ), como la difusin de la lengua espaola por todas las zonas geo-grfi cas y la mayor parte de las clases sociales es el resultado de las polticas que, a lo largo del siglo , llevan a cabo las diferentes repblicas americanas, movidas por unos presupuestos muy diferentes a los que operaban en la sociedad colonial.

    De este modo, el siglo marca un punto de infl exin de importancia capital para lo que tiene que ver con la expansin del espaol por el continente: as, hasta este momento esta lengua constituye el medio de expresin de un segmento de poblacin minoritario pero dominante, que confi ere al espaol el estatus de lengua urbana pro-pia de la sociedad criolla, mientras que en las reas rurales su presencia sigue siendo claramente minoritaria, habida cuenta de que la mayor parte de la poblacin contina siendo monolinge en su lengua autctona o cuenta, todo lo ms, con un conocimien-

    to muy superfi cial del espaol.

    Ahora bien, tal y como se indic ms arriba, esta situacin cambia con la llegada del siglo , de manera que, frente a la situacin de la poca colonial, caracterizada por una diglosia espaol lengua( s ) indgena( s ) de acuerdo con criterios de tipo dia-tpico y diastrtico, en este periodo se va a producir la consolidacin defi nitiva del espaol entre prcticamente todos los estratos de las sociedades hispanoamericanas: factores como los planes generales de escolarizacin en este idioma exclusivamen-te, las polticas de los nuevos grupos dirigentes hispanohablantes, la imposicin de la lengua espaola como elemento de promocin social o su adopcin como uno ms de los smbolos de la nueva nacionalidad, sirven para explicar el hecho de que, durante este periodo, el espaol se vaya expandiendo progresivamente no slo por todas las regiones americanas, sino tambin por todos los grupos sociales, en un proceso que asegura su consolidacin como idioma de uso general en el continente y que dura prcticamente hasta el momento actual en ciertas reas.

    Por e j emp lo, s e s abe que a f i n a l e s de l s i g lo , en , e x i s t en apenas unos . hab l an t e s de e spao l en e l t e r r i to r io de l a a c tua l Gua t ema l a , un ,% de l a pob l a c in to t a l , d e l o s cua l e s a l r ededor de . son ind g ena s, en su mayor a b i l i nges y en a l gunos c a sos p robab l emen te con un conoc im ien to muy r ud imen ta r io de l a l engua e spao l a , po r l o que e s muy pos ib l e que e s t e po rcen t a j e s ea l ado, no demas i ado a l to, s e a i nc lu so abu l t ado ; po r o t ro l ado, l a d i s t r i buc in de l o s h i spanohab l an t e s no e s homognea , y a que l a zona de l a c ap i t a l y l a co s t a de l Pac f i co p r e s en t an l a mayor c an t i dad de pob l a c in h i span i z ada , en opos i c in con e l no r t e y e l oe s t e , r e a s de fue r t e imp l an t ac in ind g ena donde e l e spao l e s hab l ado apenas po r e l % de su s pob l adore s (Ram r ez Lueng o, , p. ) .

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    . EL ESPAOL AMERICANO: PRINCIPALES CARACTERSTICAS

    A la hora de describir las principales particularidades del espaol de Amrica, es pre-ciso sealar en primer lugar que su enorme diversidad imposibilita apuntar una serie de rasgos comunes que aparezcan de forma homognea a lo largo de todo el conti-nente; de hecho, se puede decir que son muy pocos los fenmenos que se registran en todas las regiones de Hispanoamrica, probablemente no ms de dos o tres. Por otro lado, hay que indicar tambin que, salvo muy escasas excepciones, todos los rasgos que caracterizan a las diversas variedades del espaol americano se pueden encontrar tambin en alguna de las hablas existentes en la Pennsula o en las Islas Canarias, lo que no slo pone de manifi esto los estrechos lazos histricos que unen al espaol de las dos orillas, sino que sirven, adems, como refuerzo de su unidad ante el peligro de la fragmentacin lingstica.

    Ms all de esto, lo cierto es que es posible apuntar una serie de fenmenos de todos los niveles lingsticos que, por diversos factores, se pueden considerar propios y representativos de algunas de las variedades lingsticas que componen el espaol americano; se apuntan en las lneas siguientes, por tanto, las principales carac-tersticas que se pueden emplear para la descripcin de las distintas formas de hablar espaol en el Nuevo Mundo.

    . . EN LO FNICO

    Seseo

    Dentro del campo de lo fnico se encuentran algunas de las caractersticas ms inte-resantes del espaol de Amrica, y muy probablemente aquellas que de manera ms evidente sirven a cualquier persona para identifi car a un hispanoamericano; de todas ellas, destaca sin lugar a dudas el seseo, que constituye uno de esos escasos rasgos que, segn se indic ms arriba, presentan alcance continental.

    En efecto, como resultado de la presencia importante de colonos seseantes desde los mismos orgenes de la sociedad criolla (no slo andaluces, sino tambin canarios, portugueses o vascos), y en el marco del proceso de koineizacin del que se habl an-teriormente, el seseo se va a transformar desde muy pronto en la pronunciacin ms generalizada en Amrica: segn indica Fontanella de Weinberg ( ), numerosos estudios ponen de manifi esto que para la modalidad seseante est ya totalmente

    Va se e l r e sumen de l a s d ive r s a s pos tu r a s que , a e s t e r e spec to, han man ten i -do lo s e s tud io sos en Tor r en t -Lenzen ( , pp. ) , a s como lo que s e i nd i c a en Moreno de A lba ( , pp. ) .

    Para una ex t ensa de sc r ipc in de l a s d ive r s a s va r i edades de l e spao l amer i -c ano o rdenadas con un c r i t e r i o po l t i co es dec i r , po r pa s e s, va se e l t r aba jo i n t roduc to r io de L ip sk i ( , pp. ) , a s como e l manua l de A lva r ( ) .

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    generalizada en la sociedad criolla de regiones americanas tan distantes como Mxico, Puerto Rico, Colombia o Argentina, y tanto entre los criollos como entre los mestizos o los indgenas hispanizados.

    As pues, y pese a que se pueden localizar pronunciaciones de tipo ceceante en diferentes zonas hispanoamericanas (en reas como Amrica Central, Colombia, Ve-nezuela o Argentina, generalmente confi nadas a las clases bajas y/o rurales y siempre estigmatizadas), lo cierto es que el seseo constituye la pronunciacin ms generali-zada y lo que es an ms importante la que socialmente se acepta como propia de la norma estndar en todas las variedades cultas de espaol del continente; no sor-prende, por tanto, que el Congreso de Academias de la Lengua Espaola (Madrid, ) admitiera el seseo como pronunciacin legtima del espaol al mismo nivel que la distincin de los fonemas alveolar/interdental fricativo sordo /s/// (Guitarte, , p. ), lo que no hace sino refrendar la importancia que este fenmeno tiene en la lengua espaola y muy especialmente en sus variedades americanas.

    Frente al caso del seseo, el resto de los fenmenos fnicos que presenta el espaol de Amrica suelen estar circunscritos a determinadas reas, a veces muy grandes, pero en ningn caso presentan alcance continental; entre ellos, destacan algunos como las vocales caedizas y la diptongacin de los hiatos en el vocalismo, y el yesmo, la aspiracin de la /s/ implosiva, la cada de la /d/ intervoclica, las confusiones de /r/ y /l/ implosivas y la pronunciacin asibilada de la /r/ en el caso del con-sonantismo.

    Vocales caedizas

    Por lo que se refi ere al primero de los fenmenos mencionados, consiste en la pro-nunciacin muy relajada de determinadas vocales tonas muy especialmente en ciertos contextos fnicos, como en contacto con /s/, que en ocasiones pueden terminar por desaparecer: de este modo, la palabra todos se puede escuchar en oca-siones como [ tdos ] o incluso [ tds ]. Este fenmeno que no est determinado sociolingsticamente y para el que se han alegado explicaciones muy diversas es caracterstico del altiplano mexicano, pero se localiza tambin en otras zonas del continente como El Salvador y las zonas andinas de Colombia, Ecuador, Per y Boli-via (Vaquero de Ramrez, , p. ).

    Diptongacin de hiatos

    Por otro lado, aparece tambin en mltiples reas del continente la supresin de los hiatos por medio del cambio de timbre de una de las vocales, que convierte el primi-tivo hiato en diptongo: as, la realizacin [ tjtro] o [pelj ] para las voces teatro y pele presenta una notable expansin geogrfi ca y social, ya que son frecuentes en zonas tan distantes como Argentina, Mxico o Colombia, y aparecen, adems, no solo en el habla popular, sino tambin en la de los grupos cultos de algunos de estos pases (Ramrez Luengo, en prensa ).

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    Yesmo

    En cuanto al consonantismo y ms all del seseo, es probable que el yesmo constituya una de sus caractersticas principales, no slo por su expansin, sino tambin por el polimorfi smo que presenta a lo largo de Amrica. Como es de sobra conocido, el yesmo esto es, la prdida del fonema // y su sustitucin por la me-diopalatal /y/ no es un fenmeno exclusivamente americano, sino que se localiza a ambos lados del Atlntico, tanto en zonas de Espaa como en distintas variedades del espaol americano; en este continente, y pese a su extensin, el yesmo no es gene-ral, ya que existe una gran regin del centro de Sudamrica donde la pronunciacin de // se mantiene, y que abarca las tierras altas de Per, Ecuador y Colombia ( incluida su capital, Bogot), la prctica totalidad de Bolivia, el Paraguay y la zona nordeste de la Argentina, as como puntos aislados de Chile (Vaquero de Ramrez, , p. ).

    En el resto del Nuevo Mundo, sin embargo, el yesmo ha triunfado y se extiende por todas las clases sociales, si bien es necesario indicar que eso no implica que su realizacin fontica sea semejante; de hecho, el resultado de la fusin de ambos fone-mas en uno solo presenta notables diferencias articulatorias en las diversas reas ame-ricanas, entre las que destaca sin duda el rehilamiento rioplatense, que consiste en dar a este fonema una marcada pronunciacin palatal sonora o sorda (esto es, realizarlo como [ ] o [ ] ), y que es propio de las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, as como de sus reas de infl uencia (Fontanella de Weinberg, , p. ).

    /s/ implosiva

    Al igual que en el caso del yesmo, tambin la pronunciacin de la /s/ implosiva divi-de el espaol de Amrica en dos grandes conjuntos dialectales, aqullos que mantienen una realizacin de tipo sibilante frente a aqullos que modifi can tal realizacin; en este ltimo caso la solucin existente no es nica y depende, entre otros factores, de su distribucin en la palabra, con posibilidades que van desde la aspiracin u omisin en posicin fi nal con ejemplos como [ksah], [ksa], por h], [ksa], por h cosas [ksas] hasta la trans-formacin de la consonante que aparece a continuacin (esto es, [lafta] por las botas [lasotas]), pasando por la omisin o la asimilacin de la /s/ a la consonante siguiente en interior de palabra ([pte] o [ptte] por peste [pste]), entre otros fenmenos.

    Por lo que se refi ere a su distribucin actual, se debe decir que las diferentes solu-ciones relacionadas con la aspiracin (cuyo empleo presenta muy a menudo una dis-tribucin de tipo sociolingstico) se registran en las zonas bajas de Amrica, es decir, en reas como las Antillas, las costas caribeas mexicanas, Centroamrica, la costa de Colombia y Ecuador, Venezuela, Chile, Paraguay, el Ro de la Plata y algunas partes del interior de Argentina, mientras que en las denominadas tierras altas el Altiplano Central de Mxico, las zonas montaosas de Centroamrica y las regiones andinas de Colombia, Ecuador, Per y Bolivia la /s/ implosiva no slo se mantiene sin muestras de aspiracin, sino que incluso llega a pronunciarse con una tensin mayor de lo habitual (Fontanella de Weinberg, , p. ).

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    /d/ intervoclica y final

    Una distribucin parecida a la anterior tiene la cada de la /d/ intervoclica y fi nal: fenmeno frecuente tambin en Espaa muy especialmente en Andaluca y en las Canarias, no es extrao encontrarlo as mismo en Amrica, donde se registra ya desde el mismo siglo (Fontanella de Weinberg, ); en el momento actual, el debilitamiento de la /d/ es prcticamente general en el nivel coloquial de casi todas las variedades de espaol del continente (muy especialmente en contextos fa-vorecedores, como la terminacin ado; algo ms restringido en otros como ada ), si bien resulta mucho ms habitual en las tierras bajas y, dentro de ellas, en las Antillas Mayores, Venezuela, Panam y las costas de Colombia, Ecuador y Per, zonas en las que la elisin de esta consonante se descubre en el habla de todos los grupos sociales (Vaquero de Ramrez, , pp. ).

    /r/ y /l/ implosivas

    Algo ms restringidas geogrfi camente son las confusiones que en el espaol de Am-rica se producen entre los fonemas /r/ y /l/ en posicin implosiva; en realidad, bajo esta presentacin general se esconde una serie muy compleja de fenmenos, en general no limitados a las variedades americanas de la lengua todos ellos se pueden localizar, por ejemplo, en diferentes zonas de Andaluca y de Canarias, y que son los siguientes: la aspiracin y/o asimilacin a la consonante siguiente ( [phte ] o [ptte ] por parte [prte ] ), el cero fontico ( [kom] por comer [komr] ), la vocalizacin del elemento implosivo ( [ tie] por tarde [ tre] ), y la igualacin de ambos fonemas en /l/ o en /r/ ( [aml ] por amor [amr], o [krdo] por caldo [kldo] ), sin duda el resultado ms habitual en el mundo hispnico (Ramrez Luengo, en prensa ).

    En cuanto a su aceptacin y distribucin dialectal, conviene recordar que estos fenmenos al igual que la aspiracin de la /s/ implosiva o la cada de la /d/ intervoclica y fi nal constituyen en muchos lugares un importante marcador so-ciolingstico, de manera que a lo estrictamente geogrfi co hay que sumar lo social si se quiere establecer una correcta descripcin de este rasgo en Amrica; sin embargo, se puede simplifi car la compleja situacin existente diciendo que, frente a reas donde la /r/ y /l/ implosivas se pronuncian como tales, otras como el centro de Chile, las costas colombianas, la prctica totalidad de Venezuela, Panam y las Antillas pre-sentan algn tipo de alteracin en estos fonemas (Moreno de Alba, , p. ), cuyas especifi cidades y valoracin social cambia de zona a zona.

    Pronunciacin asibilada de /r/

    Por ltimo, otra pronunciacin muy habitual en diferentes zonas de Amrica es la asibilacin de la vibrante /r/, que tiene lugar cuando al debilitarse y perder las vi-braciones, la lengua, convexa, se desplaza hacia los incisivos inferiores y deja de ser alveolar (Vaquero de Ramrez, , p. ), por lo que presenta un sonido cercano al del fonema /s/; esta realizacin asibilada se produce tanto en la vibrante mltiple

  • MS ALL DEL OCANO

    como en la simple, en este caso muy especialmente en el grupo [ t ], y se extiende por Chile pas en el que constituye la pronunciacin estndar, Paraguay, norte y oeste de Argentina (donde, al contrario que en Chile, es un uso relativamente estigmatizado), las zonas andinas de Per, Ecuador, Colombia y Venezuela, el occi-dente de Bolivia, algunas partes de Centroamrica, las tierras altas mexicanas y Cuba (Vaquero de Ramrez, , pp. ).

    Son stos, por tanto, algunos de los principales rasgos fonticos que identifi can y caracterizan al espaol de Amrica. Es de destacar tras esta visin panormica que, en general, la prctica totalidad de los fenmenos indicados as como otros que tienen menor importancia, como por ejemplo la pronunciacin velar de la /n/ implosiva y fi nal [ ], frecuente en las Antillas, Panam y las zonas costeras de Venezuela, Colom-bia, Ecuador y Per (Vaquero de Ramrez, , pp. ) se descubren tambin en diferentes reas de la Pennsula Ibrica o de las Islas Canarias, a veces con una va-loracin social distinta o con una presencia limitada a reas geogrfi cas muy pequeas y concretas; tales coincidencias que no lo son, evidentemente, sino que responden a razones histricas muy antiguas no se producen nicamente en lo fnico, sino que se van a descubrir en cualquiera de los niveles lingsticos que se analice, lo que muestra bien a las claras la imposibilidad de dar al rtulo espaol de/en Amrica ms valor que el de una simple defi nicin geogrfi ca.

    . . EN LA MORFOSINTAXIS

    Tambin en el campo de la morfosintaxis se puede apuntar una serie de caracters-ticas que resultan muy propias del espaol hablado en Amrica, y de nuevo hay que decir que, con excepcin de uno o dos de estos fenmenos, presentes en todas sus variedades, el resto de ellos no tiene una distribucin generalizada, sino que aparecen exclusivamente en algunas regiones del continente; por otro lado, conviene recordar dos ideas que sirven de marco general en el que enmarcar la variacin gramatical que se descubre en el espaol americano: en primer lugar, que, a excepcin del voseo, todos los rasgos que se van a mencionar se pueden encontrar, una vez ms, en los diferentes dialectos que se extienden por la Pennsula Ibrica y las Islas Canarias; en segundo lugar, que en la mayora de los casos en los que la morfosintaxis del espaol americano se aparta de la norma estndar peninsular entendida sta de la forma ms norma estndar peninsular entendida sta de la forma ms norma estndar peninsularintuitiva posible, no se trata de evoluciones propias de Amrica, sino, muy al con-trario, de la conservacin de fenmenos habituales en Espaa en momentos pasados como los Siglos de Oro.

    Pronombres personales: voseo y otras peculiaridades

    De entre todas las caractersticas morfosintcticas, sin duda es el voseo el fenmeno ms importante, y el nico que establece un corte claro entre ambos lados del Atln-

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    tico: en efecto, mientras que en Espaa el uso de vos es desconocido, en Amrica se emplea en una amplia zona del continente, que comprende la totalidad de Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Ecuador, Centroamrica y los estados mexicanos de Chia-pas y Tabasco, as como partes de Chile y Per, el interior de Colombia, algunas zonas de Venezuela y puntos aislados de Cuba (Kany, , pp. ).

    Se entiende por voseo el empleo del antiguo pronombre vos y/o sus formas verba-les especfi cas como forma de tratamiento familiar en sustitucin de t ; sin embargo, esta simple defi nicin esconde en realidad un complejo conjunto de sistemas para cuyo estudio y clasifi cacin se deben tener en cuenta aspectos tan variados como el empleo combinado o no de formas pronominales y verbales voseantes lo que da lugar a tres sistemas bsicos: voseo pronominal y verbal (V-V), tpico de Buenos Aires y Centroamrica; voseo pronominal y tuteo verbal (V-T), habitual en la sierra del Ecuador y el interior argentino; o tuteo pronominal y voseo verbal ( T-V), propio de Montevideo (Carricaburo, , pp. ), los tipos de formas verbales emplea-das las diptongadas venezolanas (amis, tenis, vivs ), las monoptongadas rioplaten-ses y centroamericanas (ams, tens/tens, vivs ), o los sistemas mixtos chilenos (amis, tens, vivs ), o la presencia o ausencia de formas voseantes en algunos tiempos verba-les como el futuro de indicativo el habrs hondureo frente al habrs rioplatense o el presente de subjuntivo para que hagaso el presente de subjuntivo para que hagaso el presente de subjuntivo en Buenos Aires; para que hags en Santa Cruz de la Sierra o El Salvador, entre otros.

    Por otro lado, a los aspectos estrictamente formales o paradigmticos se deben sumar otros que caen en el campo de la pragmtica, pero que tambin son importan-tes a la hora de comprender este fenmeno: por ejemplo, frente a la aceptacin total que el voseo presenta en Argentina, su uso est fuertemente estigmatizado en Chile, y frente a las estructuras didicas del oriente boliviano ( vos-usted para expresar con-fi anza y respeto respectivamente), las estructuras tridicas propias de Centroamrica ( t-vos-usted, los dos primeros para la confi anza) permiten que en algunas variedades usted, los dos primeros para la confi anza) permiten que en algunas variedades ustedde esta regin se haya establecido una divisin de tipo genrico, que reserva vos para el uso masculino y t para las mujeres.

    Es evidente, por tanto, que el voseo constituye un fenmeno de enorme compleji-dad, cuyo anlisis detallado exige un enfoque mltiple que tenga en cuenta la dialec-tologa, pero tambin otras perspectivas como la pragmtica y la sociolingstica, que ofrecen datos fundamentales para su correcta interpretacin.

    Menos complicada es la situacin que ofrecen las frmulas de tratamiento de se-gunda persona de plural: en este caso, la prdida de la oposicin de confianza-respeto ha producido la desaparicin del pronombre vosotros y sus formas verbales, y el em-pleo en su lugar de ustedes y la tercera persona del plural, tanto en la expresin de la intimidad como en usos de tipo formal; esta situacin, presente en toda Amrica sin excepcin, constituye uno de esos raros casos de fenmeno de alcance continental, y enlaza con usos semejantes que se registran en las Islas Canarias y parte de la Anda-luca Occidental (Lapesa, , p. ).

  • MS ALL DEL OCANO

    Por otro lado, y as mismo en relacin con los pronombres personales, conviene recordar ahora la presencia de preguntas sin inversin del sujeto muy especialmen-te en el caso de t del estilo qu t quieres ?, muy frecuentes en el espaol actual de las Antillas y Venezuela; junto a esto, se produce tambin en estas variedades una preferencia clara por la aparicin antepuesta del pronombre sujeto con las formas no personales del verbo (para yo salirno personales del verbo (para yo salirno personales del verbo ( ), algo que, pese a no ser exclusivo de esta rea, se identifi ca popularmente como rasgo propio del habla caribea (Kany, , pp. ).

    Por lo que toca a los pronombres tonos de tercera persona, hay que decir que en general el espaol de Amrica muestra el sistema etimolgico es decir, mantiene la oposicin entre el le dativo y el lo-la acusativo en todos los casos, al igual que en An-daluca o Canarias, aunque Kany (, pp. ) seala la presencia del lesmo en reas muy determinadas como la sierra del Ecuador, la Guayana venezolana o Para-guay; el lasmo o el losmo, por su parte, no slo no se registran en el momento actual, sino que parecen no haber tenido nunca ninguna presencia en el espaol americano.

    Tambin tiene relacin con los pronombres tonos un proceso de cambio de gran inters que afecta al espaol de Amrica, y que conlleva la pluralizacin del lo/la sin-gular para marcar la pluralidad del se dativo en la secuencia se lo/la: en efecto, a fi n de romper la ambigedad de se lo, idntico con complemento indirecto singular y plural, el complemento directo se pluraliza y se crea un aparente acusativo plural, de manera que la respuesta a les dijiste eso a tus amigos? ser les dijiste eso a tus amigos? ser les dijiste eso a tus amigos? s, ya se los dije, en lugar del norma-tivo ya se lo dije; aunque es an mucho lo que se debe estudiar sobre este fenmeno, los primeros anlisis ponen de manifi esto su presencia habitual en casi toda Amrica, as como su aceptacin y empleo en todos los niveles sociales de zonas tan distantes como Mxico o Argentina (Ramrez Luengo, en prensa ).

    El sistema verbal

    Frente a las diferencias existentes en los usos pronominales, el sistema verbal nos ofrece, sin embargo, una coincidencia notable a ambos lados del Atlntico, hasta el punto de hacer extremadamente complicado sealar caractersticas o tendencias en las que el espaol europeo y el americano diverjan: as, es difcil apuntar algo ms que la distinta preferencia por ser o estar en el caso de algunos adjetivos ( ser conscienteen Espaa frente a estar consciente en Amrica), el comienzo de decadencia que parece estar experimentando el imperfecto de subjuntivo a favor del presente (con ejemplos del estilo me dijo que venga, frecuentes en zonas como Argentina), o el distinto signi-fi cado de la oposicin cant/he cantado, de valor temporal en Espaa y aspectual en algunas reas del Nuevo Mundo (Moreno de Alba, , p. ); ms all de esto, las tendencias propias del sistema verbal prdida de ciertos tiempos de pasado como hube cantado, sustitucin del futuro de indicativo por la perfrasis ir a infinitivo, em-pleo del futuro o del imperfecto de indicativo con valor hipottico son comunes y parecen seguir la misma lnea en todas las variedades lingsticas que componen el diasistema de la lengua espaola.

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    Otros fenmenos

    Por otro lado, se pueden mencionar tambin algunos otros fenmenos morfosintc-ticos que resultan de inters para caracterizar el espaol americano o, al menos, algunas de sus variedades, y que en muchas ocasiones tienen la peculiaridad de o bien ser elementos que en Espaa se emplean durante la poca urea y terminan por desaparecer despus, o bien presentar a este lado del Atlntico usos y valores diferentes a los que posean en el Viejo Mundo.

    Respecto al primero de los casos, destaca por ejemplo la utilizacin de la forma dizque, muy frecuente durante los siglos y y empleada para indicar que el hablante repite noticias de origen no comprobado, de manera que no se compromete con la veracidad de los hechos; tal uso es, precisamente, el que mantiene hoy en las abundantes variedades del espaol de Amrica donde esta expresin an pervive, en las que aparece, adems, en el habla de todos los estratos sociales con variantes como izque (Mxico, Ecuador, Chile ), o i que, en Venezuela y Colombia (Kany, , pp. ).

    Tambin presente en los Siglos de Oro, la expresin noms mantiene su vitalidad en prcticamente todas las reas de Amrica Ro de la Plata, Chile, Per, Colombia, Venezuela, Ecuador, Centroamrica, las Antillas, Mxico (Kany, , pp. ), donde no slo se emplea abundantemente en todas las clases sociales, sino que inclu-so ha adquirido signifi cados muy diversos, de manera que hoy en da, junto a su valor de solamente (hace dos das noms ), se utiliza tambin como refuerzo de adjetivos, adverbios (ah noms ) o incluso de verbos (diga noms ).

    Por lo que toca a los elementos que cambian de usos y valores en el espaol ameri-cano, es especialmente evidente el caso de recin : as, frente a su carcter de modifi ca-dor de un participio que presenta en la lengua estndar peninsular al estilo de recin nacido, en Amrica este elemento acta de forma autnoma y con signifi cados que equivalen a ahora mismo, slo entonces o no antes ; en cuanto a su distribucin dialectal, se registra en zonas como Chile, Bolivia, Per y Ecuador, si bien resulta es-pecialmente frecuente en la regin rioplatense (Kany, , pp. ).

    A la luz de todo lo indicado, por tanto, quedan perfectamente demostradas las palabras con las que comenzaba este epgrafe y que servan para defi nir de forma general la morfosintaxis que presenta actualmente el espaol americano: una base co-mn a ambos lados del ocano, tendencias semejantes en cuanto a su (posible ) desa-rrollo futuro, y un evidente carcter arcaizante que hace que, en numerosas ocasiones, las diferencias existentes no sean sino la conservacin americana de ciertos usos ureos que en Espaa han terminado por desaparecer como resultado de la evolucin histrica.

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    . . EN EL LXICO

    Procesos lxicos comunes y americanismos semnticos

    En el caso del vocabulario y de sus especifi cidades americanas, ms que de unidades lxicas comunes se debe hablar de procesos comunes que se dan de forma semejante a lo largo de todo el continente y que afectan a vocablos muy distintos; no es de extra-ar, evidentemente, esta coincidencia en los fenmenos desarrollados, ya que desde un punto de vista histrico responden al problema comn y bsico con el que los espaoles se encuentran al llegar al Nuevo Mundo: la existencia de gran nmero de seres desconocidos a los que hay que dar nombre, en una cantidad nunca antes cono-cida en Europa (Fontanella de Weinberg, , p. ). As, ante este problema general, los primeros colonos van a discurrir unas soluciones comunes que van a dar como re-sultado las peculiaridades que hoy se pueden apuntar en el lxico hispanoamericano.

    Tal vez uno de los aspectos ms llamativos a este respecto sea el empleo de voces patrimoniales en las diferentes variedades del espaol de Amrica que no presentan su signifi cado habitual de Espaa, sino que hacen referencia a otra realidad, a veces muy diferente de la europea: as, si la alberca en Espaa es un depsito de agua , en Mxico no es otra cosa que nuestra piscina , y frente al valor de lugar donde habita el ganado que posee el trmino cuadra en Espaa, en Argentina, Urugay y Chile se denomina as al conjunto de casas delimitado por cuatro calles, manzana , ejemplos que se pueden encontrar a miles y que afectan de forma muy especial a determinados campos lxicos como la fauna y la fl ora, entre otros. Se trata, por tanto, del resultado de un proceso de metaforizacin que los primeros colonos llevan a cabo para denomi-nar esa nueva realidad desconocida, y que consiste en emplear las voces ya existentes en espaol para denominar los nuevos elementos que presentan algn parecido con el referente europeo; el resultado no es otro que la ampliacin semntica de muchos trminos patrimoniales del espaol, y la existencia, segn se dijo ya, de signifi cados propiamente espaoles y propiamente americanos denominados americanismos semnticos para las mismas voces.

    Dentro de esta adaptacin semntica de los vocablos tradicionales espaoles hay que hacer mencin especialmente a la importante presencia de marinerismos que, con modifi cacin de su primitivo signifi cado martimo, se encuentran en todas las varie-dades del espaol americano, incluso en las ms apartadas del mar como Paraguay, Bolivia o Bogot: as, es muy frecuente el empleo de voces como desembarcar des-cender de un medio de transporte , flete transporte de mercancas , botar tirar , abra espacio entre dos colinas , amarrar atar , etc., todos trminos de marcada raigambre marinera. La razn de este fenmeno no se oculta a nadie: el gran nmero de mari-neros que se asienta en Amrica desde los primeros tiempos, as como las travesas de varios meses de los colonos hacen que el aporte lxico de este origen est muy presente en la primitiva koin americana, y sea, por tanto, algo muy importante para la caracterizacin de este espaol.

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    Indigenismos lxicos

    Ms all del empleo de voces comunes a ambos lados del Atlntico, otra de las pecu-liaridades del espaol hablado en Amrica es sin duda la presencia de vocablos cuyo origen se encuentra en las diferentes lenguas amerindias que conviven o han con-vivido con nuestro idioma; por supuesto, algunos de estos trminos pasan tam-bin a Espaa e incluso a otras lenguas europeas tales como, por ejemplo, canoa, iguana, barbacoa, de origen antillano, o cacao, chocolate y jcara, tomados del nhuatl mexicano, pero tal vez lo que caracterice a los diversos dialectos americanos no sea tanto su uso, sino su cantidad, esto es, la gran presencia de elementos de este tipo, por motivos obvios no slo mucho ms frecuentes que en el espaol de Espaa, sino tam-bin de procedencias lingsticas mucho ms diversas: as, en las distintas variedades americanas se pueden registrar no slo voces de origen antillano o nhuatl como las ya sealadas, sino tambin otras tomadas del maya (henequn tipo de fi bra vegetal , cenote pozo de agua natural ), del quechua ( llama, chacra pequea fi nca rstica , cho-clo maz , papa patata ), del aimara ( chinchilla tipo de roedor , sora tipo de maz ), del mapuche ( guata del mapuche ( guata del mapuche ( tripa, panza , laucha ratn campestre ), o del guaran (mandioca tubrculo comestible , jaguar, jaguar, jaguar maraca, surub tipo de pez ), entre otras lenguas.

    Con todo, hay que sealar dos importantes aspectos que pueden ayudar a pon-derar mejor la infl uencia de las lenguas amerindias en el espaol de Amrica: por un lado, conviene recordar que, a excepcin de las voces de origen antillano y algunas de origen nhuatl, el resto de los trminos no suele tener una distribucin general en Amrica, sino que estn restringidos a las variedades relacionadas de forma directa con las lenguas indgenas en cuestin (el espaol chileno para los trminos mapuches, el andino para los prstamos quechuas, o el paraguayo y rioplatense para los guaranes, por ejemplo); por otro, es preciso indicar que, incluso dentro de estas variedades, su distribucin no es homognea, sino que se restringen muy especialmente a las hablas populares y rurales, as como a ciertos campos lxicos como la fl ora, la fauna y otros semejantes.

    Lxico de origen africano y europeo

    Por otro lado, no son las lenguas amerindias las nicas con las que el espaol entra en contacto en Amrica y le aportan unidades lxicas; muy al contrario, diversos factores histricos hacen que otros idiomas europeos y extraeuropeos convivan tambin con la lengua espaola en el Nuevo Mundo, y tal convivencia va a tener gran impor-tancia en su confi guracin lxica.

    A este respecto, es interesante sealar la presencia de lxico de origen africano, que, si bien no es especialmente abundante, lo cierto es que constituye un aporte que confi ere gran originalidad al espaol del Nuevo Mundo: por supuesto, las voces

    Todos l o s i nd i g en i smos l x i cos que apa r ecen c i t ados s e han tomado de l i n t e -r e s an t e y comp le to t r aba jo de Buesa -Engu i t a U t r i l l a ( ) , a s como de Fon t ane l l a de We inbe rg ( ) .

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    africanas son el resultado de la llegada de enormes cantidades de poblacin esclava de este origen durante la Colonia, y por lgica su empleo va a ser ms frecuente en las zonas donde la esclavitud era ms importante, esto es, reas como las Antillas o las costas caribeas. Por lo que se refi ere a las voces en s, se suelen considerar originarios de frica trminos que, en general, se engloban en campos semnticos muy concretos como la alimentacin, la msica y la danza: bongo especie de balsa , cachimba pipa para fumar , candombe tipo de baile , milonga tipo de msica , mucama criada o quilombo lo, barullo , entre otros (Frago Gracia, , pp. ).

    Por lo que se refi ere a las lenguas europeas, son sin duda el portugus, el francs, el italiano y el ingls las que mayor trascendencia tienen para la confi guracin del lxico hispanoamericano: factores tan variados como el que algunos de estos idiomas se hablen en zonas limtrofes con la Amrica Hispana ( ingls, francs y portugus), la emigracin de sus hablantes a diferentes regiones (italiano, francs, portugus), o el prestigio que poseen algunas de estas lenguas ( francs, ingls ) en determinados momentos histricos, explican que los diversos dialectos americanos ofrezcan un nmero relativamente alto de prstamos de esta naturaleza.

    Ahora bien, esto no quiere decir que la presencia e importancia de estas lenguas sea semejante en todos los momentos y en todas las regiones hispanoamericanas; de hecho, se puede afi rmar que la infl uencia ejercida por el francs, el portugus, el ingls o el italiano ser mayor o menor de acuerdo con factores como la variedad diatpica considerada, el nivel social de sus hablantes, o la etapa cronolgica que se est teniendo en cuenta (Ramrez Luengo, en prensa ).

    En el caso del portugus, se debe decir que su presencia es muy importante y ha sido constante por determinadas circunstancias histricas desde los mismos or-genes del espaol de Amrica, por lo que, en estos momentos, el lxico tomado de esta lengua aparece en todas las variedades habladas en el continente, aunque tal vez sea especialmente abundante en algunas zonas como el Ro de la Plata muy espe-cialmente, Uruguay o el oriente boliviano; entre otras muchas palabras de este ori-gen, se encuentran buraco agujero , charuto cigarro puro, bosta estircol , cachaza aguardiente , caneca vasija , fundo predio rstico , o zafado sinvergenza .

    Frente a esta presencia generalizada del portugus, el francs ha tenido una in-fl uencia mucho menor, y generalmente reducida a lxico relacionado con las ideas polticas y fi losfi cas o las costumbres y modas de las ms altas clases sociales, por lo que no es de extraar que los galicismos del espaol de Amrica se centren en estos campos semnticos y en el habla de los grupos sociales ms elevados; con todo, cierta cantidad de voces de este origen es hoy habitual en diversos dialectos americanos, y entre ellas se encuentran algunas como comuna ayuntamiento , renta viajera renta vitalicia , paisano campesino, usina central elctrica , etc.

    Tambin ofrece limitaciones importantes la infl uencia del italiano en el lxico hispanoamericano: en general, se puede decir que su presencia se limita el espaol del Ro de la Plata regin que recibe la prctica totalidad de la emigracin italiana al Nuevo Mundo, y dentro de ste a campos semnticos como la alimentacin, la

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    familia o la vida cotidiana, dado el bajo nivel cultural de los emigrados y el carcter de lengua familiar que mantiene el italiano en la sociedad rioplatense; con todo, hay que decir que los trminos de este origen que mantienen actualmente toda su vitalidad en el habla de todos los grupos sociales constituyen uno de los aspectos ms ori-ginales del habla de ciudades como Buenos Aires o Montevideo, con ejemplos como feta rebanada de fi ambre, ricota requesn, grapa bebida alcohlica, pibe nio, nona abuela, laburo trabajo, capo jefe, etc. (Fontanella de Weinberg, , pp. ).

    Por ltimo, la presencia de anglicismos no es algo que diferencie al espaol ameri-cano del de Espaa, sino ms bien una tendencia actual que tiene lugar a ambos lados del Atlntico: en efecto, como resultado de la enorme infl uencia de Estados Unidos en facetas muy diversas de la vida, el espaol en general, tambin el americano est incorporando unidades lxicas de este origen, especialmente en campos semn-ticos como la ciencia y la tecnologa, los transportes, los deportes o la vida social, bien en su forma originaria (walkman, best-seller, best-seller, best-seller jeans, basket, freezer frigorfi co ) o bien adaptados al espaol (overol gabardina, pulver jersey , chance posibilidad , escner ), a los que se deben sumar adems las voces hispnicas que traducen un trmi-escner ), a los que se deben sumar adems las voces hispnicas que traducen un trmi-escnerno ingls: abanico elctrico ( electric fan ) ventilador , altoparlante ( loud-speaker )loud-speaker )loud-speaker alta-voz o aplicacin (application ) solicitud (Ramrez Luengo, en prensa ).

    Se trata, por tanto, de un proceso comn a las dos orillas, en el que tal vez sea un aspecto preocupante el hecho de que a menudo los prstamos tomados no sean los mismos a ambos lados, y muchas veces ni siquiera en todos los pases de Amrica; con todo, se hace necesario sealar que actualmente parece estar dndose en el continente cierto proceso de decantacin del anglicismo, que conlleva la sustitucin de algunas de estas voces por otras genuinamente hispnicas, por lo que es probable que en el futuro slo parte de los que se emplean actualmente se mantengan y pasen a formar parte de las diferentes variedades del espaol americano.

    . Y DESPUS? TRABAJOS PARA EL FUTURO

    A la vista de todo lo expuesto hasta el momento, parecera que es poco lo que se puede estudiar sobre el espaol de Amrica, y que sus principales caractersticas y peculiari-dades nos son de sobra conocidas; nada ms lejos, sin embargo, de la realidad: si hace ya aos Lope Blanch tildaba sin asomo de exageracin al espaol americano de ilustre desconocido, tampoco ahora estamos muy desencaminados cuando repetimos las palabras del profesor hispano-mexicano. En efecto, en estos momentos las tareas a las que se enfrentan los estudiosos del espaol de Amrica son enormes, algunas deri-vadas de los defectos existentes en trabajos anteriores o en los ms de los casos de la ausencia de trabajos que nunca se llevaron a cabo, en otras ocasiones como resultado de los nuevos procesos y fenmenos que se estn produciendo ltimamente y cuyo es-tudio detallado se debera comenzar ya en estos momentos para poder comprenderlos en toda su magnitud y analizar las consecuencias que pueden tener en el futuro.

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    Por ejemplo, es del todo imprescindible llevar a cabo estudios de zonas cuya rea-lidad dialectal desconocemos, o conocemos nicamente por descripciones parciales y a menudo realizadas por simples afi cionados, tales como el oriente boliviano (Santa Cruz de la Sierra y los departamentos aledaos), Paraguay o Centroamrica, entre otras regiones. Como aadidura, en muchas ocasiones los estudiosos se siguen basan-do en estudios llevado a cabo hace ms de , y aos vase el caso de Hen-rquez Urea ( ) para Repblica Dominicana, Vidal de Battini ( ) para el inte-rior argentino o Lope Blanch ( ) para el verbo mexicano, por lo que la validez actual de sus datos es del todo discutible; se debe, por tanto, desarrollar trabajos que, volviendo sobre los temas indicados, revaliden lo que estos investigadores registraron en su tiempo o muestren las diferencias producidas con el paso del tiempo.

    Por otro lado, los cambios sociales y demogrfi cos que se han producido en las ltimas dcadas en Latinoamrica han transformado sus ciudades en grandes centros urbanos de muchos millones de habitantes, autnticos microcosmos lingsticos en los que se producen, entre otros fenmenos, una importante estratifi cacin socio-lingstica y un abundante contacto interdialectal que a veces est modifi cando de manera radical la forma de hablar propia de urbes como Lima, Buenos Aires, Bogot forma de hablar propia de urbes como Lima, Buenos Aires, Bogot forma de hablaro Ciudad de Mxico; pues bien, es preciso continuar con el proyecto que ya explic certeramente Lope Blanch ( ) sobre el estudio de la norma culta de las ciudades latinoamericanas, y ampliarlo a anlisis sociolingsticos completos que nos ofrez-can una radiografa lingstica de estas metrpolis, en muchas ocasiones importantes focos de difusin y estandarizacin lingstica. Del mismo modo, y como aadidura de lo anterior, es necesario rematar los Atlas Lingsticos que pretenden cartografi ar el continente, y cuyos datos sern de sumo valor para complementar el estudio del espaol urbano, as como para el establecer ahora s una posible divisin dialectal de Hispanoamrica.

    Por lo que se refi ere a las nuevas situaciones a las que se enfrenta el espaol de Amrica, se ha citado ya el contacto interdialectal que se produce en las ciudades del continente y que determina o puede determinar cambios en la variedad lin-gstica afectada; pues bien, del mismo modo sera interesante analizar los efectos que, por ejemplo, puede tener la llegada de inmigrantes latinoamericanos a las dife-rentes ciudades espaolas Madrid, muy especialmente en las hablas propias de estos centros urbanos, as como la valoracin que espaoles y latinoamericanos tienen sobre los usos lingsticos empleados por stos que chocan con la norma estndar de su nuevo lugar de residencia, entre otros muchos otros aspectos.

    Tamb in s e e s t n conf i gu r ando nuevos d i a l e c to s de l e spao l en zonas que t r ad i c iona lmen te han e s t ado a l ma rg en de l a c iv i l i z a c in occ iden t a l y en l a s que , po r t an to, e l e spao l apenas s e u t i l i z aba y que l o s d ive r sos pa s e s h i spanoame-r i c anos e s t n ahora i n t eg r ando en l a v ida nac iona l : d e e s t e modo, s e puede dec i r que en e s to s p r ec i so s momentos s e e s t de s a r ro l l ando, po r e j emp lo, un e spao l (p rop i amen te ) pa t agn i co en l a Arg en t ina , o un d i a l e c to amazn i co de l e spao l en Ecuador y Pe r ; n i que dec i r t i ene que l a pos ib i l i d ad de e s tud i a r e l n ac im ien to de un d i a l e c to e n d i r e c t o r e su l t a apa s ionan te y a l t amen te sug e s t iva .

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    En todo caso, se hace evidente la necesidad de conocer, en primer lugar, la reali-dad dialectal de Amrica, no slo para poder llevar a cabo (algunos de) los proyectos mencionados anteriormente, sino tambin como forma de enriquecer nuestra com-prensin de esa realidad multiforme y heterognea que constituye actualmente la len-gua espaola. Y esa comprensin, sin duda, nos ha de hacer ms tolerantes, porque la tolerancia no tiene por base otra cosa que el conocimiento del otro, de sus otras formas de ser, de pensar y de sentir, o, como en este caso, de hablar nuestra lengua compartida.

    . BIBLIOGRAFA CITADA

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