Matando Enanos a Garrotazos

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    Matando enanosA garrotazos

    Buenos Aires 2004

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    Alberto Laiseca

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    rgola

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    Diseo Grfico e ilustracin de tapa: Matas Timarchi

    2004 Grgola Ediciones

    de Editorial De Los Cuatro VientosReservados los derechos

    Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723I.S.B.N.: 987-21213-1-1 Impreso en Argentina

    De los Cuatro Vientos EditorialBalcarce 1053, Oficina 2

    (1064) - San Telmo - Buenos AiresTel/fax: (054-11)-4300-0924

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    A la vera de un camino

    dos enanos castigaban una flor

    mientras le decan:

    -Aunque tengas buen olor

    No nos gustan las florcitas!

    Gallardo Drago

    (Extrado de la cita perteneciente al libroA bailar esta ranchera, de Horacio Romeu)

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    Unas veintiocho personas, entre hombres y mujeres, fueron a parar ese da al su-plicio de las soldaduras; consista en trazar sobre la piel de los condenados, con barritasde estao y autgena, toda clase de lneas y dibujos maravillosos que parecan oropndo-las anadeando sus culos por entre elipses de plata, y que se iban entrecruzando alrede-dor del cuerpo como un caamazo, terminando por formar una sola pieza sobre la carnecarbonizada. No dibujaban figuras humanas porque lo prohbe expresamente el Profeta(con l sean la plegaria y la paz!).

    Se utilizaba oro, si era domingo; puesto que este es el metal que corresponde as-trolgicamente a ese da de la semana. Plomo si era sbado, etc.; y as tambin: hierro,estao, plata, cobre y mercurio. El ltimo metal mencionado no produca ningn dao pors mismo, como es natural, pero las quemaduras del mercurio hirviendo gracias a la aut-gena eran ms que suficientes.

    Y dijo el cad: "Yah, Alah! Agradezco a la Providencia que no haya un octavo pla-neta cuyo representante sea el platino, por ejemplo, que es carsimo":

    Los discpulos del cad haca rato que observaban a la asquerosa vieja carterista,hacindoseles agua la boca.A los fines de endosarle un espejismo o falso castigo, cosa que tuviese una plida

    idea de la verdadera reprimenda que le habra de dar el cad cuando se levantara por lamaana y diese alimento a los perros sagrados, arrancaron a la desabrida e intratablevieja las pocas muelas y dientes que le quedaban, para emparejarle las encas; en esaforma la vieja execrable y arisca podra articular mejor las palabras, e iniciar con efi-ciencia su defensa oral ante el cad.

    Compadecidos por lo dems ante su boca hurfana de piezas dentales, se decidie-ron por pura filantropa a ponerle una dentadura all mismo sin falta. As, comenzaron

    por atarla con alambres de pa a un poste, y luego, sin prestar la menor atencin a losrugidos triunfantes de la maliciosa y detestable vieja, procedieron a meterle en cadaenca -donde antes hubo dientes o muelas- un clavo a martillazos. Dichos trebejos esta-ban calentados al rojo; pero no para hacer sufrir a aquella aviesa pcora, vieja malvola einsolente, sino por su propio bien; ya que en esa forma, las heridas cicatrizaban de inme-diato. La desalmada proterva, condenable y ruin vieja, vino a quedar de esta guisa conuna dentadura nueva, como de plata.

    Seguramente alguien se preguntar cmo es posible dar martillazos en el fondode una enca. Es que, estos Emires de los Dientes, haban inventado un mini martillo te-lescpico, encargado de producir en el interior de las fauces viejeriles, los indispensa-bles micro climas de violencia.

    Luego que a la psima e indeseable vieja le hubo sido puesta la nueva dentadura,los Dispensadores de Dones quedaron cavilantes acerca de los mritos de la obra odon-tolgica. En ese momento la dentadura pareca de plata puesto que los clavos eran nue-vos; pero, qu sera de aquel argentino brillo una vez oxidados?

    De manera que se los arrancaron a todos, uno por uno, y luego de haberlos some-tidos a un bao de acrlico se los volvieron a meter en los mismos agujeros. Como los cla-vos haban sufrido un proceso de engorde a causa del plstico, no bailaban sino que en-traron lo ms bien.

    Toda esta ltima parte de la operacin, o sea la sacada y puesta, fue acompaadapor la msica de la descarriada, injusta y perniciosa vieja, quien lanzaba alaridos tan

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    magnficos que los operadores llegaron a la conclusin de que ella estaba gozando inten-samente. Para tal estimacin se basaron en el cuarto principio de la termodinmica, o leydel segundo orgn, de Reich. En efecto, la anatematizada y perversa vieja obligaba a talpensamiento con sus arqueos de espalda y, sobre todo, mediante los golpes que daba consus pies: primero zapateaba con una pierna, despus con la otra, luego otra vez con laprimera, etc. De lo ms ertico y anlogo a un violento orgasmo. Corajuda, la rabiosa vie-

    ja, dentro de su placer. Irascible, la malsufrida geronta. Soberbia, la prepotente ancia-na. Arrebatada y torva, gozando sola y sin invitar a nadie, aquella tenebrosa furia. Susberridos en cambio, soberanos y ntidos, no tenan nada de lbregos ni desdibujados niconfusos; antes bien, los mencionados alaridos parecan ovaciones; o sea: el aplauso un-nime del pblico cuando premia la labor de un artista. Aquellos rugidos sexuales eran lu-minosos, ntidos, difanos, paladinos, inequvocos y terminantes. Sus gritos deliciosos yreconfortantes hablaban de apetencias erticas, de pblicas demandas de leccionesprcticas.

    Despus de todo se las haba arreglado para sacar provecho, la nauseabunda ymalintencionada vieja. Ms odiosa que nunca, la infame y ftida.As pues y por todo lo anteriormente referido, esos derviches, aquellos santones

    de la denticin, llegaron al convencimiento ntimo de que esta endiablada estaba de loms alegre y gozosa, y que sus alaridos eran pura simulacin, propia de un pudor korni-co. Libres ya de remordimientos y con la conciencia tranquila, alguien propuso volvrselosa sacar y ponerle clavos de cuatro caras como los que se les colocan a los zombees, paraimpedir la rotacin y asegurarlos a las mandbulas.

    Pero los dems se opusieron alegando razones humanitarias. En efecto: de proce-der en esa forma, la maldita y podrida vieja sufrira innecesarias torturas. Lo mejor era

    asegurar los clavos ya puestos con un puenteo de estao. Dicho y hecho: el Sultn de losOdontlogos en persona procedi a fundirle, arriba de las encas, una barra entera conayuda de un pequeo soplete de llama corta y fina. Media barra en la mandbula superior

    y el resto en la inferior. Comenz por la de arriba, ya que era la ms difcil, y porque a lamalandrina, maligna y vomitada vieja haba que ponerla cabeza abajo para trabajar me-

    jor. Este Califa de los Dientes siempre haca los trabajos ms difciles primero, paradespus tener derecho a descansar. Era un tenaz. Uno de esos hombres que no se dejansubordinar por los reveses de la vida. De los que dan la cara al Destino y lo enfrentan vi-rilmente. Pero cometi un error, al no advertir lo obvio: el puenteo de estao, a la fuerzahabra de quemar el acrlico. Todo el primer trabajo, en vano. Sin querer le haban otor-gado el derecho a burlarse a la aprovechada vieja; atrincherada dentro de su mente enruinas, ahora podra diagnosticar fracaso, la malvada grotesca y babosa.

    El Profeta de los Odontlogos se puso rub de vergenza.Cuando el cad se levant -y luego de sus abluciones matinales, que realiz como

    buen musulmn- dirigise hasta donde se encontraba la terca, testaruda y contumaz ar-pa.

    Sus discpulos le confesaron de rodillas que haban fracasado en su intento porponer en vereda a la incorregible, reincidente, recalcitrante y obstinada geronta. No du-daron, ni por un segundo, que el Maestro tendra ms suerte.

    Pasaron luego a informarle de la irreligiosidad de la impenitente vieja: atada conalambre de pa y cabeza abajo como estaba, bien podra haber dado gracias a Alah de

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    que continuara soportndola un rato ms en la Tierra, en vez de llevarla en el acto y sinms dilaciones a la quinta torca del infierno a donde seguramente ira. Pero no haba re-zado ni nada, aquella descreda relapsa.

    Tambin procuraron llevarla a la reflexin mediante un monlogo contrapuntsticode pinchos; as estara preparada para pelear por su salvacin mediante gentiles mane-ras, abdicando de su deplorable actitud; pero ni con sas. Llegaron a la conclusin de quela despreciable e imposible vieja se haca la loca para pasarlo bien.

    El cad orden que la sacaran del poste.Cuando la llevaron a su presencia fue preciso sostenerla, pues se negaba a estar

    parada la muy cmoda; holgando en brazos de los otros y siempre tomando ventajas laperfecta intil. El cad tuvo la condescendencia de preguntarle cmo se llamaba. Sinprestarle atencin, la altamente malfica comenz a cuchichear con el Enemigo de lahumanidad, su Dueo y Seor. Al menos, eso dedujeron todos ante los extraos e indes-cifrables suspiros, graznidos, ruidos y otras. Chismorreaba con sus gorgoteos, sin duda

    para mantenerlo informado de las ltimas novedades en la Tierra. Firme hasta el fin ensus herejas y blasfemias, aqulla, poco temerosa del Cielo, cerda. Testaruda, en su des-viacin contumaz. Pecadora, la obstinada sectaria. Inexpugnable, en su atrevida desfa-chatez. Inconquistable, en su audaz desvergenza de vieja puta. Invencible, en su teme-ridad petulante y dscola.

    Para dar lstima -sin sospechar que el magistrado ya haba sido advertido-, la ri-dcula y zalamera vieja escupi sangre e hizo otras mil gitaneras delante del cad a losfines de seducirlo. Ingobernable, la cerril e insolente vieja. Deseaba robar el tiempo delos otros mediante engaos, la falaz y codiciosa anciana. El cad comprendi finalmente,que aquella atroz psima, con sus gemidos, balbuceos, sangre y continuos desplomes, no

    se propona otra cosa que una maniobra parlamentaria de obstruccin.En eso estaban cuando ella lanz por la boca una especie de palabras; pero todo

    muy amanerado. Qu habra querido decir con algo tan impreciso y equvoco, la ambiguavieja? Desconfiaron de la cnica, procaz e impdica. Triste experiencia tenan con ladescarada anciana. Desvergonzada, la geronta.

    Por orden del cad le fueron pasados rodillos ardientes por culo y espalda, comoquien pinta. Era cosa de ver cmo saltaba la vieja mentirosa, para llamar la atencin. Sele dijo que con pataletas e histerias no iba a conmoverlos.

    Por qu no hablaba en su descargo, si se haba cometido un error con ella? El ca-d era un hombre clemente, sensible y proclive a la piedad. No se habra negado en modoalguno a escucharla.

    Bien saba la indignante, astuta y escurridiza vieja, que ningn argumento que es-grimiese podra haber justificado su malvolo acto carteril anti ojo. Se negaba a expla-

    yarse; rehusaba hablar, la silente vieja.Era capaz de morirse, exclusivamente para molestar y escapar a su castigo que,

    por otra parte, an no haba sido determinado.Entonces comenzaron a observarse signos de abdicacin, por parte de la desfa-

    chatada vieja. Pareca desolada, como a punto de entregarse, abrirse a ellos. El cad, co-mo es natural, jams quiso castigarla, sino sacar de su descarro, desviacin y error, a la

    renunciante decrpita.

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    Se vea meditabunda y deprimida, la desalentada geronta. Pareca que iba ahablar, apelando a la clemencia siempre infinita de los magistrados.

    Pero por la expresin de astucia que observaron en un recoveco del cachete quean posea, comprendieron que haba conseguido engaarlos otra vez y con una nueva in-solencia.

    Entonces decidieron que, por lo menos, le transformaran las tibias en flautas.Descarnadas que stas -las extremidades- fueron, a la caminante vieja le cortaron laspiernas a la altura de las rodillas, porque todo lo situado desde ese paralelo hacia abajo,molestaba para la construccin de las mencionadas flautas. Luego se procedi a vaciarleel interior de las referidas tibias con baquetas como las que se usan para limpiar los fu-siles, y practicaron siete perforaciones sucesivas en cada una para lograr las citadasmquinas de msica. Dos flautistas procedieron entonces a tocar sobre la instrumentadavieja.

    Ante los gorgoteos con metrnomo y diapasn de la musical vetusta -por alguna

    ignota razn se asemejaban mucho a los de un agonizante, pero no era eso en absoluto-,todos supusieron que ella pensaba emitir algo en su descargo y se acercaron para escu-charla, provistos de cuadernillos y lpices de puntas filosas. El cad, incluso, inclin algosu regia cabeza hacia la dicharachera anciana.

    Escupi un poco ms de sangre. Otro gorgoteo, gemidos, y ms sangre hasta com-pletar un cuarto de pinta. Nadie le reproch esta nueva hazaa; todos lo tomaron comoalgo muy natural; equivala a la afinacin de los instrumentos por parte de una orquesta.Ahora vendra el concierto. Se le dio tiempo; esperse pacientemente. En vano. Estupe-factos comprobaron que no tena la menor intencin de explayarse, la necia, torpe y es-tlida y portentosa vieja.

    El egregio, sublime y altsimo cad, tom aquel silencio como una rarezaexcntrica. Extravagante, la abultada vieja.

    Tom entonces la resolucin de sacarle un poco ms de carne; hacer marchar aldestierro a otra parte de sus bienes corporales.

    Aqu se acabara toda la farsa. Terminaran para siempre las patraas, jugarretasy triquiuelas de la tramposa vieja.

    El verdugo oficial la tom para s e hizo travesuras, efectuando -como buen ma-temtico que era- algunas permutaciones y reemplazos de ovarios y orejas; hasta que elcad, fastidiado, le dijo que cesase de importunar a la disgustada vieja.

    La aparatosa y alharaquienta anciana estaba muy llamativa con toda la carne le-vantada. Rumbosa, habindose hecho pis y caca encima aquella cochina.

    Deshonesta al mostrar sus huesos para erotizarlos y que as se olvidaran del cas-tigo. La muy obscena vieja. Grosera y liviana, la descorts provecta.

    Ya que la cartera que introdujo al cad en un ojo fue a causa del asiento, entoncesle fabricaron un trono de hierro calentado al rojo, para que desde all pudiera respondera la acusacin. Medio reculaba desconfiada, la recelosa y suspicaz vieja.

    Cuando la sentaron en el trono, Yah, Alah!: record a la buena y briosa vieja de unprincipio. Chocha, la encanecida matriarca. Se retorci lujuriosa la impdica, como noqueriendo perderse ni una poca de aquella pagana, drudica fiesta. Relajada, la sdica e

    inmoral licenciosa. Burlona la incontinente, lbrica y obscena sicalptica. Una tarquinada,la indecorosa disolucin de la Luzbel vieja.

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    Y despus se qued muy quieta. Quietsima.El cad sospech algo tremendo. Orden a sus discpulos que le tomaran el pulso,

    temiendo lo peor.Hizo stira de ellos con su senectud inexpugnable y triunfante, la madura pimpo-

    lla. Sarcstica, esta venenosa anciana. Irnica, esa custica y mordaz vieja. Punzante,aquella insurrecta sardnica. Rebelde y todava amotinada, la facciosa. Mediante sus es-tratagemas sigilosas, la tortuosa vieja se les haba ido transformando en alegora. Unarareza, la sin par bribona. Persistente, esa malvola decrpita. Se mora, y con ello esca-para al castigo. Se sentan culpables; se reprochaban el haber fallado por perezosairresponsabilidad. No haban sabido tocarle la tecla del dolor, a causa de una mezquinaneurastenia, dejadez u olvido. Se mora antes de tiempo a causa de un descuido indolen-te y aptico, por la inveterada desidia y la deliberada incuria. Se mora sin haber sidotorturada, ni sancionada, y ni siquiera reconvenida. Se mora.

    Y se muri noms, la desobediente vieja.

    Cuando la pira celestial inciner su ltimo muerto -no bien ces de funcionar eseantiguo horno crematorio, perseguido de cerca por las vengadoras sombras-, el cad fuea la mezquita. Or la noche entera para que el Profeta le perdonara su fracaso. Alah esEnorme.

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    EL BALNEARIO DE CROTOS

    Sus doctas Haraposidades, los seores Moyaresmio Iseka y Crk Iseka, reposaban

    esa maana sobre la arena de la playa de la baha de Gazofilago; este lugar estaba situa-do en el oeste de la Tecnocracia, junto al Ocano Tracio, mucho ms abajo con respectoal paralelo que pasaba por Monitoria, capital del pas.

    La tal baha era prcticamente el ltimo vergel antes del gran desierto del occi-dente, cercano a la frontera califal, conocido corno El Bronce de Satans.

    Como nadie iba a la mencionada playa paradisaca puesto que los magnates no lahaban descubierto a tiempo, se fue convirtiendo poco a poco en una gran atraccin tu-rstica para crotos. Linyeras y mendigos de toda la Tecnocracia pasaban all sus vacacio-nes, e instalaban carpas de arpillera.

    Cuando los potentados y jerarcas se percataron del lugar que haban perdido, ya

    era tarde. Quin se atrevera -y con qu medios- a expulsar a los rotitos, que eran cen-tenares y estaban protegidos nada menos que por el temido Benefactor (as llamabantambin al Monitor o Jefe de Estado) a quien le haban cado en gracia?

    Los crotos por su parte, chochsimos con la situacin, viajaban de un punto al otrodel enorme pas haciendo lo que les daba la gana todo el ao, y pasando uno o dos mesesdel verano en la baha de Gazofilago.

    Llegaban a la playa ataviados con sus plumajes ms costosos, y centelleantes demugre.

    Los seores Moyaresmio y Crk, se encontraban confortablemente instalados bajouna sombrilla tan descolorida que pareca haber sido sacada del fondo del mar. Vestanbermudas hechas con restos de cortinas, las cuales tenan cosidas flores recortadas delas revistas de moda, y calzaban hawaianas de cartn atadas con piolines.

    La maana era hermossima; no haca demasiado calor y el agua quedaba a pocosmetros de ellos, clara y pura.

    Dijo el seor Moyaresmio, mientras tomaba un largo trago de vino blanco helado:-No hay nada como la vida natural.Mientras beban, estos dos dspotas ilustrados de la pobreza, escuchaban gracias

    a un fongrafo antediluviano con manijita para darle cuerda, adaptado a 33 r.p.m. y cam-biador automtico: Cuentos de Baviera, Marcha de la cerveza, Wenn der Toni mit der

    Vroni, Polca de Stachuscon Rudi Knabl en ctara, Luisa la tiradora y En Munich hay unacervecera, con Otto Ebner y su Orquesta de Vientos.Cerca de all haba un trencito de puestos para la venta de chorizos y panchos,

    edificado con maderas importadas de las cabaas hindes, las cuales crecen como plan-tas a orillas del Ganges y que venan con gusanos y todo; tan podridas las tablas que po-da hundirse el dedo en ellas.

    Circulaban por la playa, numerosos rickshaw para crotos acaudalados, que pagabanal tirador de varas con azcar blanco y fsforos.

    Todas las canciones, con los intrpretes mencionados, fueron extradas del long play: Punto de reu-nin Munich. B. L. E. Telefunken.

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    No faltaban los baeros con camisetas de football agujereadas, que tenan delan-te y atrs sendos carteles de papel sostenidos por medio de alfileres:

    GUARDAVIDAS

    Los baeros no saban nadar, por supuesto; pero tampoco era necesario ya que losturistas eran alrgicos al agua, por razones obvias; para ser considerado un imprudente,bastaba colocarse tan cerca del mar que su espuma llegase a salpicarle los pies. Quienesmontaban vigilancia se encargaban de llamar inmediatamente al orden a cualquier posibleexcntrico. La tierra no se quita con agua sino con baos de arena, como todo el mundosabe.

    Mujeres despticas en la abundancia de sus fofas carnes, y que por la edad bienpudieran haber sido camareras de Mara Estuardo reina de Escocia, se paseaban de loms orondas luciendo tangas apretadsimas, hechas con telas de amianto, robadas de los

    rincones destinados a guardar extinguidores, granadas, matafuegos y otras. Es que lostrajes de bao hechos con amianto puro, estaban haciendo furor ese ao.Haba tambin, sin embargo, chicas bastante jvenes, desgreadas con elegancia,

    de un color parduzco -no se saba si por el sol, la raza o la tierra-, que anadeaban sensua-les. Lamento decir que no todas eran honradas; las seducan especialmente los linyerasgordos, de anteojos ahumados, tomadores de mate con azcary que jams descendan aprender un cigarro con un tizn sacado del fuego, sino que exclusivamente usaban fsfo-ros. Con un derroche que las dejaba pasmadas, vean cmo estos ricachos encendan uncigarrillo armado y luego, con displicencia y los ojos entornados, tiraban el ya intil palitode cabeza quemada. Estos gordos, podridos de tabaco y azcar blanco, insisto, nunca

    fumaban un armado hasta sper quemarse los dedos. Les pegaban 13 14 pitadas y des-pus los tiraban.

    Horas ms tarde, a travs de un crepsculo de aguas rojizas, y luego de comermorcillas y chorizos exquisitos, y quesos picantes asados en parrillitas improvisadas conalambres, regadas generosamente estas viandas con un par de tintillos cosecha 20 deoctubre de 1983, sus Rotosidades Ilustrsimas, previo acomodarse los plmbeos andra-

    jos, se tiraron de panza sobre el pasto, muy cerca de la arena, fumando con una suertede magisterio tan slo superado por emires califables.

    Dijo el seor Moyaresmio, mientras lanzaba un largo suspiro:-Estas fiestas al aire libre, me recuerdan los grimoros que cada tanto efectan

    los magos.Crk, algo somnoliento:-Qu es un grimorio?-Es una suerte de cena mgica, ritual. Una gran festichola a foulque se mandan

    los esoteristas. Hay manjares delicados, vinos exquisitos, sexo, etc. A veces comen co-sas asquerosas, pero las devoran con gran placer y piden ms.

    Grimorio clsico, que conozca, slo el que otro croto me cont cuando yo era chi-co. Es una historia complicada y larga, en la cual el grimorio es slo uno de los incidentesde ella; de modo que no s si...

    Como el da mencionado empez la primera guerra atmica, las botellas envasadas en esa fecha eranmuy buscadas ya que tenan todo el bouquet de las primeras radiaciones.

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    Y el seor Moyaresmio se encogi de hombros, dejando su espalda expuesta al li-bre juego de las tensiones de sus mugres.

    El seor Crk:-Adelante, Ilustre. Cuando usted empez a hablar, me prepar para distraer un

    tiempo de mis tremendas y abrumadoras ocupaciones de animal mgico; as nos llama elMonitor, verdad?

    -Si usted es un bicho de sos, hgame aparecer una danzarina turca.-Pero cmo no -respondi en el acto el seor Crk, y arroj al aire un gran puado

    de arena al tiempo que deca: -In nmine Grmine.Por supuesto, no pas nada. Adems, en un brusco cambio de viento, la arena cay

    sobre el seor Moyaresmio hacindolo lagrimear.Un inculto cualquiera habra proferido un exabrupto. No el seor Moyaresmio, que

    era un aristcrata bonapartista. Se limit a decir, al tiempo que se limpiaba los ojos conun pauelo pardo:

    -Tengo la impresin, seor Crk, de que su magia ha fallado. Una equivocacin alexorcizar, tal vez. Lejos de materializar lo pedido, usted produjo una variacin vectorialen el dulce zfiro. Si mi juicio es errneo, le ruego que no vacile en refutarme.

    -Tiene usted toda la razn. En realidad, a esta profesin de animal mgico laejerzo desde hace slo cuarenta aos. Soy inexperto an.

    El otro, muy amablemente:-Comprendo. Es toda una incomodidad.-La sobrellevo. Pero usted se dispona a decirme...Entonces, el seor Moyaresmio Iseka, comenz la narracin de Gran cada de la

    indecorosa vieja. Un rato despus, esta largusima historia fue cortada abruptamente

    por el seor Crk Iseka, este dijo con un suspiro:-Ilustre... por favor. Creo que ya est bien. Usted cuando se da manija no la para

    ms.Moyaresmio Iseka:-Es una verdadera pena que me haya interrumpido. El sultn no cort la cabeza de

    Sheherezada, despus de todo.-Es cierto. Pero la pas para el otro da.-Bueno, est bien -admiti el seor Moyaresmio-. De cualquier manera ya cont

    bastantes cosas del cad. Lo suficiente como para que usted se haga una idea.-O varias.-No obstante es una lstima. Los perros sagrados aparecen por fin, y se comen

    -en el famoso grimono- a la despreciable, arrogante, roosa y metida vieja. Qu caviarpodra compararse a la carne de sulfuroso chichi, palabra esta ltima que en mi lxicosignifica mala persona? Slo una alegora puede tragarse a otra.

    Viendo que su amigo se mantena inconmovible y no deca nada, el seor Moyares-mio prosigui luego de un tenebroso suspiro:

    -Bueno, bueno, est bien. Usted se lo pierde. Se revelan secretos insospechadosdel grimorio, en ocasin del juicio, castigo y exequias del doble astral de la vieja reblan-decida -al fin enganchada en la buena-, que... Pero en fin, dejemos eso. De cualquier ma-

    nera -y le advierto, en esto me mantendr intransigente-, a lo mximo que me avengo es

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    a esperar hasta maana, luego del desayuno, para contarle la sorprendente y maravillosahistoria N 948, titulada La momia del clavicordio.

    Tranquilizado al saber que le endilgaran el tiesto slo despus de un sueo repa-rador, el seor Crk Iseka resignse.

    Algunas masas de nubes flotaban sobre el mar. Pocas, pero densas y de colorblanco; grises hacia su interior. En el lado opuesto, desde el centro de la tierra tecn-crata, amaneca. El Sol intentaba salir detrs de un lejano rbol cnico; rodeado ste denubes, rosadas con franjas azules, tena la apariencia de un postre.

    Pas una hora. El rbol ya era un helado encristalado en azul glido y rayas espec-trales de limn.

    El seor Moyaresmio se despert. Mir el cielo y el horizonte con aprecio. Encen-di un fuego con varias leitas que junt y puso a calentar agua para tomar unos mates.

    -Seor Crk... seor Crk...

    -Mh.-Un mate, quiz? Una rosquilla con mucho azcar, tal vez? -y paralelamente a lainfusin ofrecida, extenda con la otra mano una bolsita inmunda, de papel, pero de con-tenido luminoso.

    El seor Crk, tomando el mate y una rosquilla:-Decirle que no sera una descortesa que usted no se merece, seor Moyaresmio.El aludido volvi a mirar el cielo, por segunda vez en el da:-Nunca se le ocurri, seor Crk, que ciertos amaneceres parecen crepsculos y

    algunos crepsculos son idnticos a amaneceres?Zumbn:

    -Ilustre... no se ofenda, por favor, pero... esa frase no fue original ni siquieracuando alguien la dijo por primera vez. Se parece muchsimo a aquello de: "Ya se hunde elSol en el ocaso"; "Las nubes arremolinadas como una turbulencia de mortajas que trata-sen de byyychck!"; "Tanto va el cntaro a la fuente que al fin se etctera". Y otras.

    -De manera que no le parezco original?-Para nada, Ilustre. Ahora: si usted obviase las secuencias fatigosas y pasara a la

    narracin que ayer me prometi...Pero el seor Moyaresmio estaba en otra. Incluso se olvid de continuar cebando

    mate, y dijo distrado:-Ya va, ya va.Encendi un cigarrillo egipcio, lo sostuvo descuidada y decadentemente en la mano

    izquierda, y con un palito dibuj un diminuto fusil sobre la arena. Luego levant su vistade lince y observ un gorrin evolucionando en la selva de su rbol. Pens que con el fusilque acababa de fabricar, ese hermoso ejemplar de passer domsticuspodra ir a cazarcascarudos. Los colepteros evolucionando como rinocerontes de otra dimensin, ante ri-fles para caza mayor. Balas rebotando en los litros. Disparos de bazooka, pegando in-ofensivamente sobre los blindajes del tanque Stalin III, en Corea: "Otro ataque como elde la semana pasada y terminarn por echarnos a mar, mi sargento". "Tmeselo con cal-ma, Benson. Ya vendr Mac-Arthur a rescatamos".

    -Y? el cuento que iba a contarme? -inquiri el seor Crk Iseka, sacando al seorMoyaresmio de sus ensueos.

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    -Decididamente, mi querido amigo, carece usted de todo sentido de la oportuni-dad. Me encontraba sumergido en un delirio delicioso; quin sabe en qu magnfico sis-tema de las artes o arquitecturas mentales, pudo haber terminado.

    -Lo siento.-Oh, carece de toda importancia -el seor Moyaresmio dio vuelta su cuerpo, y

    qued boca arriba; pareca un faran de arcilla secada al sol. Imponente, soberano y ma-jestuoso luciendo su guayabera portorrimericana de harpillera, y sus zoquetes cortos,hechos con seda importada de las Islas Vrgenes, sostenidos mediante cables telefni-cos.

    Comenz a narrar, mientras miraba el cielo por tercera vez en el da:-Debo advertirle: lo que vaya referir es un cuento slo en parte. Con la clarividen-

    cia que a usted lo caracteriza, no dudo que ser capaz de vislumbrar la verdad a travsdel dislocamiento de las exageraciones.

    Haba una vez una raza en silla de ruedas mentales. Eran los epilpticos del

    humor: unos solemnes de mierda, en otras palabras, ya que carecan de toda flexibilidadpara el mnimo cambio de unidades, que les permitiera adaptarse a lo nuevo y gozarlo.Eran como grandes masas de excrementosen flotacin. Al morir caan a tierra hacien-doplop. Porque le digo, la frigidez en cualquiera de sus aspectos: sexual o mental, es unaenfermedad mgica; como la epilepsia.

    Esta no era una raza continua -tal como son los judos, armenios, baskos o gita-nos-, sino discontinua; nacidos sus miembros como por mutacin de entre todas las razas.Haban logrado formar una nacin, no obstante, y en ella mandaban.

    Las caractersticas eran de lo ms interesantes. Haba quienes, por ejemplo, que-daban podridos instantneamente en medio de una conversacin, o a travs del giro de

    una frase. Lo que puede lograr una palabra incorrectamente usada, o la energa discor-dante de una falla en la sintaxis! Los individuos de esta raza chichi, cuando les ocurra elsuceso mencionado con anterioridad, seguan viviendo, durmiendo, comiendo y copulando,podridos por completo, con gusanos y mal olor. Hasta que se les iban cayendo los pedazosde carne: primero los msculos, luego las piezas anatmicas que constituyen los rganosinternos. Algunos muy tenaces resistan hasta ltimo momento y, aqu entonces s, caandesmoronados; la pilita era arrastrada a un rincn cualquiera hasta que alguien se la lle-vaba.

    Dejaban muy temprano en la vida de practicar el amor fsico, ya que los rganossexuales eran los primeros en sufrir el aniquilamiento. Cuando se declaraba la putrefac-cin -cosa que siempre los tomaba por sorpresa-, iban a encamarse con lo primero que vi-niese as tuviera sfilis o lepra, tratando de compensar en unas horas, lo que no habanhecho en toda la vida. Ya castrados se dedicaban al adoctrinamiento de la juventud-tambin bastante podrida por otra parte-, acerca de las bondades del ascetismo.

    Crk:

    Pese a todo, no debe confundirse al seor Moyaresmio con un espiritualista. Miraba slo el cielo te-rrenal, con sus crepsculos y amaneceres. Los. lmites son la ms elevada pasin del hombre; estohaca que Moyaresmio fuese una persona normal, lo cual tambin es un lmite.

    Definicin de la palabra excremento, segn la Enciclopedia Sopena, tomo 1, pg. 1080, quinta edi-cin, Barcelona, 1933: "...en general, cualquiera materia asquerosa que despiden los cuerpos por algu-na va natural".

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    -Me parece, Ilustre, que usted est hablando de los sorias.-Goza con interrumpirme.-Cmo?-Que goza con interrumpirme, digo.-Pero est refirindose a ellos cierto?-Puede ser.Levemente zumbn:-Usted tiene una gran autoridad para hablar de cosas sorias. Tengo entendido que

    antes de llamarse Iseka, su apellido era Soria no?Algo molesto:-Usted no pierde oportunidad de recordarme mi origen.Crk aument el zumbido, pues era consciente de hasta dnde poda ir con el otro:-Y, dicen que aunque el soria se vista de seda, soria queda.Si el seor Moyaresmio estaba herido, no lo demostr:

    -Repetir lo dicho por un periodista de Camilo Aldao, cierto pueblo donde estuveuna vez: "Tengo una triste solvencia" para hablar de todo lo referido a Soria. Como queyo fui un soria.

    Crk, haciendo vibrar el zumbido mediante el clave continuo:-Y usted est seguro de que el Monitor lo puso en la lista de exceptuados, etc.?

    Tiene el perdn metafsico a mano, por favor? o se le extravi?Moyaresmio evit contestar en forma directa. Procedi exactamente igual que si

    no lo hubiese odo:-Da la casualidad de que si fuimos sorias alguna vez y dejamos de serlo, ya no vol-

    veremos. Sabemos muy bien por qu nos alejamos del chichi. Por el contrario, los de ape-

    llido Iseka son quienes corren grave peligro de soriatizarse.Riendo:-Bueno, bueno. No lo tome a mal.-No lo tomo a mal. Le digo, eso es todo.-Siga contando la historia, se lo ruego.-Volviendo a las caractersticas de aquellas mierdas flotantes de las cuales

    hablaba: el objetivo primordial en la existencia de esas derivadas parciales del Anti-ser,era reventar a sus antpodas. Cada uno en este pas, saba que en algn sitio, all o enotra parte, haba un ser humano al que necesitaban -y podan- joder de alguna ingeniosamanera o forma. Cuando por fin esto era logrado, perdido ya el norte de sus existencias,caan en una apata total que aceleraba el proceso de la destruccin orgnica. Era comosi el Anti-ser en persona hubiese empezado a derivar de s, segn incontables ejes decoordenadas, a esos engendros.

    Claro est, como eran muy pocos los enemigos verdaderos de estos bofes pesti-lenciales, a veces deban unirse miles de chichis antes de encontrar una sola antpodacomn.

    Los sorias eran los habitantes de Soria, nacin sta contra la cual la Tecnocracia estaba en guerradesde haca cinco largos aos. Las cosmovisiones de ambos pases eran opuestas. En Soria todos ten-

    an el mismo apellido: Soria tan slo variaban los nombres de pila. De la misma forma, la totalidad delos habitantes de la Tecnocracia se apellidaban Iseka.

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    Pero, el seor Crk Iseka, quiz debido al calor o por otra causa, haba dejado deescuchar. Delir para sus adentros: "Un perro sagitariano me salt a la garganta. Velozcomo un rayo le pegu un golpe de aries con el canto de la mano, y cay muerto en elacuario. Jodete. Jodeteper scula. Una araa de libra -su forma imitaba la balanza, conoscilaciones de platillos alrededor del eje-, con caireles de leo, solares y refulgentes,que haba robado para ponrselos en las orejas, avanzaba hacia m. Me dispuse a defen-derme con la pa del escorpin, cuando mi compaero grit: Mtale! mtale un pisciselctrico en el culo, seor Crk! "

    El seor Moyaresmio Iseka, percatndose en el acto de que ya no lo atendan, sepuso furioso:

    -Ya ha dejado de escuchar! seguro que est pensando en otra cosa! -se fue cal-mando poco a poco-. No s verdaderamente para qu me pide que le cuente historias ma-ravillosas -pausa-. Y ojo: que los cochinceos de mi narracin empezaban siempre as susputrefacciones: siendo distrados y desatentos. As que: cuidado! -agreg con sorna.

    El seor Crk Iseka, lila fluorescente de vergenza, prometi enmendarse y pidi asu amigo que, aunque fuera por esa vez, lo perdonase. Pero luego intent maniobrar, den-tro de un inculto color fucsia:

    -Lo nico es que creo convendra que me contara de una vez la sorprendente e in-igualada historia de la momia del clavicordio, pues con tantos vericuetos me pierdo.

    Moyaresmio:-No busque excusas. Por lo dems, si no le describo la idiosincrasia de ese pueblo,

    no entender lo que sucedi con la momia.En ese pas era notable cmo los chichis, sin querer; a veces realizaban actos de

    justicia pese a lo absurdo del sistema. Era como si el Ser intentara capitalizar a su favor

    la desgracia. Ellos se movan mediante comodines y frases hechas, as stas se trans-formaban al fin en alegoras devoradoras que destripaban a sus mismos inventores.

    El inconveniente de las alegoras es que tienden a integrarse entre miembros deuna misma especie. Si la sumatoria tiene suficientes sumandos, se transforma en el Ar-ma Final que destruye toda civilizacin. La nica forma de terminar con tal estado de co-sas sera oponer, a este tumor de baba diablica, otra alegora ms fuerte y de signocontrario. Pero ello no es posible en un planeta donde reina el Anti-ser, quien mata en sucuna a toda alegora que se le oponga.

    El seor Moyaresmio hizo una pausa para comerse medio salamn. Disponase acontar otras ancdotas referidas al pueblo de los bofes putrefactibles, cuando observque su amigo empezaba a fijarse en la posicin del Sol para consultar la hora, como quienlevanta su mueca para mirar un reloj pulsera gigantesco. Se apresur entonces a decir:

    -Pero, ya es hora de que cuente la maravillosa e increble historia N 948, titula-da La momia del clavicordio.

    Crk:-Por fin!

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    LA MOMIA DEL CLAVICORDIO

    Roberto Prescott y Pedro Pecad de los Galndez Faisn, eran egiptlogos y perte-

    necan a la raza discontinua de los bofes putrefactibles. Se encontraban haciendo exca-vaciones en el Valle de los Reyes de la Msica, y tambin en Gizeh. Su objetivo era en-contrar la tumba de Tutanchaikowsky. Saban que ella, al igual que casi todos los grandes

    y pequeos monumentos funerarios, haba sido desvalijada por los saqueadores de tum-bas; muchas de stas una escasa hora despus de haberles puesto sus sellos los sacer-dotes.

    La leyenda hablaba de que si bien la tumba de Tutanchaikowsky haba sido violada,volcados los objetos sagrados, robadas sus copas de oro y plata -y lo que era ms sacr-lego e intil: quemada la momia por orden de los Reyes Pastores-, igual ella contena untesoro arqueolgico de incalculable valor, que las sucesivas generaciones de ladrones no

    haban tocado por considerar despreciable: el clavicordio de Wolfgang Amadeus Mozart.Como ya dije, prcticamente no haba tumba que no hubiese sido visitada por esa

    gente excelente: la de Mendelssohn, Richard Strauss, Schumann. A este ltimo composi-tor le haban sido cortadas las manos con una pistola de ultrasonido que lanzaba un la ob-sesivo, pues los hechiceros se las haban comprado a los saqueadores para preparar conellas filtros mgicos.

    Ni siquiera Ricardo Wagner pudo escapar a la depredacin, pese a que se hizoconstruir una Gran Pirmide de dos kilmetros de altura, haciendo trabajar a latigazos asus nibelungos y a los gigantes Ffner y Fsolt durante veintisiete aos: casi todo el lar-go reinado de este autcrata. Los esforzados ladrones, con una industria digna de mejorcausa, se las haban ingeniado para practicar un tnel en la piedra hasta la Cmara delRey. Pusieron sus manos sobre la Barca Solar Fantasma que el faran Wagner utilizabapara viajar al Pas del Poniente; arrastraron y golpearon su momia por las galeras y tam-bin a la de Csima, sacndolas al desierto. All, bajo la luz de la Luna y sobre la mismaBarca Fantasma, quemaron aquellos combustibles slidos.

    Nietzsche, muy a su pesar, haba sido emparedado junto con Wagner, como casti-go por haber escrito Ecce Homo. Le dieron la misin de custodiar al compositor y defen-derlo a travs del largo camino. Para salvarse de la pena haba iniciado una maniobra par-lamentaria de obstruccin, pero fue intil. Antes de que pusieran la ltima hilera de la-

    drillos, tapiando por completo el nicho donde se encontraba envuelto en vendas comoChristopher Lee, los sacerdotes le entregaron As hablaba Zarathustra.La momia de Nietzsche protegi durante largo tiempo la tumba. Primero liquid a

    una banda de mil ochocientos setenta saqueadores; cuarenta y cuatro aos ms tardehizo cagar a otros catorce; pero, cuando veinticinco aos despus entraron en la tumbaotros treinta y nueve, lo superaron y revent apretado como sapo en la leera. Se habanagotado sus potenciales, y adems el horscopo no era favorable a la momia aquel da.Buen susto se llevaron, no obstante, los que debieron enfrentarla.

    Los ladrones de tumbas robaron absolutamente todo -una vez triunfantes-, yquemaron el resto. Slo qued el monumento y el gran sarcfago de piedra en la Cmara

    del Rey.

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    En lo de Tutanchaikowsky el suceso fue algo diferente, como ya adelant, puestoque los violadores al menos dejaron el clavicordio.

    Roberto Prescott y Pedro Pecar de los Galndez Faisn, dieron orden a los obre-ros para que despejasen por completo de arena la entrada. Galndez Faisn en personarompi los sellos de los sacerdotes; estaban intactos puesto que los saqueadores habanentrado por otro lado.

    Ya en el interior pudieron observar los estragos del pillaje: las mesas rotas, par-tidas las estatuas, el sarcfago de piedra rajado a martillazos y la parte del techo si-tuada arriba suyo, ennegrecida por el humo que despidi la momia al quemarse.

    Al fondo de un oscuro corredor, parcialmente obstruido por escombros de esfin-ges, se encontraba el clavicordio cuajado de jeroglficos.

    Los dos organizadores de la expedicin, comenzaron a leer:A quien toque en este clavicordio sin respeto

    ni merecimiento, le caer encima la maldicin

    de Tutanchaikowsky.Roberto Prescott y Pedro Pecar de los Galndez Faisn, se rieron muchsimo. Nocrean en maldiciones, en primer lugar; y aparte: si la maldicin era tan poderosa porqu no protegi a la tumba de los anteriores saqueadores? Adems pensaban hacerse ri-cos y famosos con este clavicordio. Como que haba pertenecido a Mozart, nada menos!

    Resultaba curioso que los depredadores hubieran respetado aquel objeto. Lgicohabra sido que lo destrozaran junto a todo lo dems; para hacer dao, en todo caso. Lasuerte de los expedicionarios era increble.

    Galndez Faisn puso en marcha su grabador, y comenz a tocar en el antiqusimoinstrumento musical. La gente le pagara oro, con tal de tener placas discogrficas con la

    reproduccin de los sonidos del clavicordio legendario. En l ejecutara composicionesdel propio Mozart, previos arreglos orquestales, bajo el lema: "Mozart, pero no para ex-quisitos". Ya se lo imaginaba: "Al alcance del pueblo, mediante arreglos populares; y ade-ms... con el genuino clavicordio, hallado luego de permanecer en un sepulcro miles deaos protegido por el desierto!"

    Pero lo que nadie saba: ni antes los saqueadores de tumbas ni despus los expe-dicionarios, era que dentro del clavicordio estaba la momia de Mozart, guardada como unarma secreta. Los sacerdotes le haban dado la orden mgica de no intervenir pasara loque pasase, salvo que alguien tocara el instrumento; porque entonces, se s, la pagarapor todos. As pues la momia, llena de furia e impotencia haba asistido a las profanacio-nes sucesivas, e incluso a la quema de Tutanchaikowsky, sin reaccionar. Aguardaba elmomento en que estuviese autorizada a echarle mano a uno de esos tipos, y torturarloda y noche sin cesar un solo instante; ya que por esta misin, haba postergado su propioviaje al Pas del Poniente. Con los agarrotados brazos cruzados sobre el pecho, oraba:"Oh, Osiris! Seor del Amenti! Permite que llegue pronto la hora de la venganza!".

    Los dos chichis, hechos unos seorones, salieron de la tumba dando orden de po-ner el clavicordio en seguridad, y cuidando todo el tiempo que los porteadores no raspa-sen los ideogramas inscriptos sobre la caoba. Pero -y este fue slo el primero de una lar-ga serie de sucesos inexplicables-, Roberto Prescott, quien se haba quedado un poco

    ms atrs, desapareci tragado por un deslizamiento de toneladas de arena que tap la

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    entrada. No haba explicacin, ya que la excavacin se haba realizado con apuntalamien-to suficiente.

    A partir del desgraciado deslizamiento de arena y rocas citado, comenz una ex-traa sucesin de catstrofes. Los miembros de la expedicin murieron uno tras otro:enfermedades misteriosas; suicidios; tipos quienes decan que de noche los perseguanlas momias; otros, a los cuales las paredes se les llenaban de sangre y deban pasarse lanoche entera limpindolas, etc.

    Uno de los ayudantes: Azafrano Capitular Mileto, sumamente preocupado, fue acierto lugar para que le hiciesen una carta astral. Segn el astrlogo, las estrellas reve-laban que morira a causa de un perro. Azafrano pens que tal cosa bien poda ser: vivaen un barrio lleno de esos animales, todos malsimos. Para protegerse, hasta el momentode la mudanza, fabric un vaporizador cargado con aceite mineral y pimienta. Con l seconsideraba seguro.

    Cierta noche -pensaba mudarse dentro de pocas horas y por lo tanto extremaba

    precauciones- iba hacia su casa con el spray fuera de la cartuchera, como Flash Gordon,puesto que la siguiente puerta sera la de un edificio que tena dos perros peores queCerbero, los cuales en anteriores oportunidades le haban arrancado trozos de indumen-taria. Caminaba, listo para la accin y soplando un silbato imaginario para que sus tropasinvisibles avanzasen (Kirk Douglas. La patrulla infernal).

    Sin embargo, los desaprensivos canes no daban seales de vida. Se los habra lle-vado la perrera o estaran durmiendo.

    Azafrano Capitular Mileto suspir aliviado. Precisamente en el momento en que di-jo: "Ah! gracias a Dios!", se desprendi una monstruosa grgola de un edificio y le partila cabeza. Casi no necesito decir que dicha grgola tena forma de perro.

    Pedro Pecar de los Galndez Faisn, por su parte, haca rato que haba dejado dererse. Transcurridos slo dos meses desde la apertura de la tumba de Tutanchaikowsky,era el nico que permaneca con vida. Don el clavicordio a un museo para ver si se libra-ba de la maldicin, pero no haba caso: en su mansin, de noche, se oan gemidos y ruidosraros, tal como el rechinar de unos dientes gigantes, o alguien que arrastrara por los pa-sillos un enorme tenedor. No saba por qu pensaba que se trataba de esto ltimo y no deotro objeto cualquiera.

    La venta de las placas discogrficas lo haba hecho rico y famoso, pero no las te-na todas consigo. Contrat diez guardaespaldas, encargados de cuidado da y noche;haca revisar los frenos y la direccin del coche antes de salir, etc.

    Cierta madrugada tuvo un brusco despertar. Alucinaba que sus guardias estabandormidos. Se levant para investigar y comprob que as era. Resultaba tan profunda laconmocin estupefaciente de aquel sueo mgico, que no pudo alterada ni pegndoles pa-tadas.

    Cagado de miedo intent correr a su habitacin y encerrarse con llave, pero, conesas manijas propias del terror, tropezaba continuamente con sus propios pies; as quetard muchsimo en llegar y cerrar la puerta.

    No haba alcanzado a suspirar, cuando escuch un susurro a su espalda. Se diovuelta sofocado y, desde atrs de un cortinado rojo, apareci Mozart envuelto en ven-

    das, con toda la potestad de su trenza: de la nuca, por entre las telas de lino, sala la

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    famosa con un gran moo negro. Empuaba un tenedor enorme en su mano derecha; lapunta algo inclinada hacia el piso, en reposo, como un dios que descansa.

    -La momia! -chill Pedro Pecar.Mozart dijo lentamente:-Haca mucho tiempo que te quera agarrar, hijo de puta.Luego de la frase anterior comenz a desplazarse muy despacio, elevando con

    calma los dientes del tenedor. La momia pareca altsima, de tres metros, y sin embargono sobrepasaba la altura que tuvo en vida.

    Pedro Pecar de los Galndez Faisn lanz un gemido, estorbado por frenos y des-gastes que no se alcanzaba a explicar. Era como si el aire se hubiese transformado en unfluido viscoso lleno de vidrios molidos, que imponan un roce y pesados vnculos. Lastima-ba caminar. Incomodsimo, con dilacin y tardanza, arrib por fin a la escalera que per-mita el acceso a planta baja. Descendi por aqulla sin utilizar los escalones: flotandocon suavidad sobre una delgada capa de aire pegajoso. Se mova, pero siendo cada minuto

    un lapso ms dilatado que el anterior. Ya cerca del fin de la escalera se volvi algo paraver los progresos de su perseguidor. Esa pesadilla de momia se dispona, justo en esemomento, a ir tras l. Y ello baj como debe hacerla la Plida con sus grandes pies des-nudos, y el largo sudario blanco pesado como el teln de un teatro de peras; a veces pa-reca sonrer. Encenda y apagaba por turno el espejismo de una sonrisa, mediante el cla-roscuro alternado sobre las vendas. Vio a la momia en flotacin, delgadsima y trotandosobre el viento, con el tenedor pelado. Volaba en silencio, semejante a las aves rackcuando planean moviendo grandes masas de aire; o empujando pesadamente las aguas,como una enorme manta detrs del hombre rana.

    Pedro Pecar Galndez lleg al fin de la escalera y como polvo flot sobre el pavi-

    mento del hall, y reinici su torpe marcha lunar. Las mismas invisibles emanaciones que losostenan a esa altura oscilante entre cinco y diez centmetros, eran las que lo pegotea-ban estorbando su marcha.

    Camin sin rumbo, en figuras geomtricas. Si l trazaba una elipse, la momia-siempre detrs suyo dibujaba un brazo de parbola. Si l construa una sinusoide, ella lalimitaba entre las dos partes de una hiprbole. Una carcoide, tena como inmediata res-puesta una circunferencia perfecta y mortfera. Era como el final de Don Giovanni, sloque a la inversa; en vez de venir el convidado de piedra en busca del amante, aqu la ale-gora estaba invertida: la estatua de Don Juan se acercaba para matar al malvado y pre-

    juicioso Comendador, justo cuando ste pensaba ingerir varias apetitosas viandas.A veces, en sus marchas y contradanzas, Pecar Galndez Faisn bajaba hasta to-

    car el suelo; pero entonces era peor: pareca que llevara zapatos de metal, y por el pavi-mento pasase un poderoso campo electromagntico. De ninguna manera lograba entonceselevar su calzado. Slo poda desplazarse arrastrando con pena sus pies.

    Quera encontrar la puerta de calle, pero sta se hallaba bloqueada por un muroblanco que lo haca rebotar ante cada intento de aproximacin.

    Retrocedi trmulo y convulso, siempre confusamente vinculado al suelo. Suspiernas de ttere grotesco no cesaban de importunado con su torpeza, al tiempo que elenemigo redoblaba su acoso de obsesin monstruosa y material.

    Sali del hall, pasando as a otras regiones de la casa. Mediante lentos desplaza-mientos calleje por los pasillos, transformados en formidables avenidas. Todas sus

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    vueltas labernticas y espirales, slo sirvieron para traerlo otra vez al hall de entrada, alpie de la escalinata. Volvi a subirla, siempre perseguido por aquel Minotauro.

    El corto trayecto de tres metros entre su habitacin y el fin la escalera, se ase-mej a una estremecedora autopista llena de coches. Rept por ella, hmedo como un sa-po, semi paralizado y jadeante. Al disponerse a cerrar la puerta, confirm una vez ms loque ya saba de sobra: era intil buscar refugio all, porque adentro lo esperaba el des-lumbrador espejo de la muerte. El rbol del fin perdi sus cristales que descendieroncon lentitud hacindose trizas luminosas. Aqullos, sus ltimos das, bajaron hasta losbordes enjoyados y fastuosos lmites, del sarcfago de la discontinuidad eterna. La prin-cipesca pobreza militar de la Muerte elev marciales oriflamas, austeros estandartes deguerra, y negros, belicosos pendones. Las aguas de la consumacin subieron. El batraciohuy seguido por blanco aletear de severa grulla. Andrgino chapote de un charco aotro, ya muy prximos cuatro colmillos de refulgente tigre. Mullido gordo tierno y flc-cido, trotando sobre una delgada pelcula de polvo astral; extendida sobre l fulgurante

    nvea pesada mano. Reverberaron delante suyo irisados mortuorios reflejos como detrampa que cierra. Crea pisar lquenes esteparios o los orientes de heladas joyas.Una vez ms baj flotando la escalera, en trayectoria rectilnea. Comprendi que

    abajo lo esperaba la momia, pese a que segundos antes estaba a su espalda. Faisn des-cendi sobre las puntas del tenedor tetradentado, semejante a un proyectil cuyo cursoalguien olvid desviar. Con un vio lentsimo esfuerzo, modific algo el rumbo. Toc el sue-lo con los pies, luego que uno de los pinchos pasara a pocos milmetros de su trax.

    As prosiguieron largo rato, de un lugar a otro y en ida y vuelta, sin que Faisn pu-diera desprenderse de su perseguidor, ni la momia alcanzarlo.

    Entendi cun absoluto es el hecho de morirse en serio. No obstante era tan mal-

    dito que con una parte de su alma se alegraba. l era el hombre que algn tiempo atrshaba dicho "La vida es dura. Menos mal que uno tiene sus masoquismos para distraerse".

    Distraete ahora, Soria.Lo que quieren los masoquistas no es morirse sino que los castren y despus los

    dejen tirados en un zanjn. Y vivir muchsimo, siempre quejndose. O que les corten lasmanos, o los dejen ciegos. O que los maten, en todo caso, pero que la muerte tarde enllegar. Es por eso que a la gente no hay que castrarla, hay que clavarle una horquilla.

    -"Las muertes rpidas son las peores" -dijo Mozart, ya tocndolo.Tratando de salvarse, en su desesperacin, Faisn se fragment en ocho faisanes

    para ver si por lo menos uno poda escapar. Todos ellos aletearon inarmnicos y agarro-tados, acosados por ocho momias. Se dividi entonces en veinte, treinta y cinco, ene pe-dros Pecar de los Galndez Faisn, y eran ene las torvas momias que los perseguan.

    Y llegados que todos los faisanes fueron a la pared definitiva y ltima, la totali-dad se fundi hasta quedar el nico verdadero chichi, transformado en agitado y bo-queante pollo. Y desde remotas distancias siderales, desde aos luz fueron convergiendosobre este solo punto, las ene alejadas momias, cada una empuando un tenedor, y en lascercanas de su pecho se fueron uniendo unas con otras, y tambin lo hicieron las et-reas coordenadas sumables de las armas, hasta constituir un objeto slido y letal. Lamaterializacin tuvo lugar a cuatro centmetros del pecho de Galndez Faisn. Y el tene-

    dor se acerc lentamente, y las puntas comenzaron a penetrarlo, al principio sin dolor,como si fueran humores helados.

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    Los dientes del tenedor se le clavaron como cuatro palabras mgicas, o cuatroperas.

    Terror y dolor. Terror y dolor para Faisn. Y lo traspas como a un dorado pollo,dejndolo clavado contra la puerta de calle, ahora de madera, sin muro blanco, y que ensu momento no pudo abrir.

    As lo encontraron al otro da. Con aquella inmensa pieza de plata, sostenindolocontra la puerta.

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    VIAJE EN TORNADO

    El profesor lo B. J. Iseka tena una teora. Supona factible construir una mquina para

    viajar en el interior de un tornado. Como se sabe, sta resulta una de las ms terrorfi-cas manifestaciones naturales que pueden tener lugar sobre la Tierra. Es como un enor-me trompo gris cuyas masas de aire rotan alrededor de una lnea invisible central, a ve-locidades altsimas. Posee una apariencia increblemente slida, y se asemeja a un conoondulante, fino y alargado, cuyo vrtice se encuentra en el suelo sobre el cual pasa, entanto que la parte superior llega a veces a una altura de ms de un kilmetro. Este husoadelgazado y colosal se mueve destruyendo todo a su paso, entre silbidos como de ser-piente gigante y un retumbar anlogo a la artillera naval oda corta distancia. Da la im-presin sobrecogedora de un objeto vivo.

    El profesor lo B. J. Iseka haba fabricado un aparato que constaba de dos esferas

    de distinto tamao, metida la menor en el interior de la otra, y relacionadas ambas me-diante un eje vertical. Se sabe que los tornados giran siempre en la misma direccin: alrevs de las agujas del reloj en el hemisferio norte, e inversamente en el hemisferio sur.Aprovechando esta circunstancia, la parte externa del artefacto estaba equipada conaletas, tales que al ser captadas por el torbellino, las grandes masas en rotacin elevaranel vehculo como si se tratase de un helicptero. Para impedir que el piloto fuese destro-zado por las fuerzas centrfugas, ste, ira sentado en el interior de la esfera interna,ms pequea. En tal forma slo la parte exterior girara, en tanto que la central perma-necera inmvil. Bien saba el profesor, no obstante, que los frotamientos alrededor deleje terminaran por derrotar las inercias, y llegado ese punto, la cpsula con el tripulantetambin empezara a moverse alcanzando la velocidad aniquiladora de afuera. Esto esta-ba previsto por dos pequeos cohetes acoplados al ecuador de la burbuja tripulada, en-cargada de mantenerla fija mediante descargas oportunas y automticas.

    El vehculo hallbase montado sobre rueditas verdes, que el profesor Iseka lla-maba "de pirimoo". Y si alguien intrigado preguntaba por qu denominaba en esa forma atal material, se enojaba muchsimo. A lo sumo, al pasar, poda largar algo como esto: "Elcolor proviene del metal que enriquece las novedosas aleaciones con que estn hechas lasruedillas. Un invento mo. El bronce al oxidarse, cualquier imbcil lo sabe, da un colorverde hind, propio de las banderas de la fe, notorio. Es a raz de todo ello, mi querido

    Fortunato, que las llamo de pirmoo. Y espero que entienda sin ms preguntas o me ve-r obligado a emparedarlo detrs de esos lingotes de hierro, que estn apilados junto aun amontillado hecho con aceite de mquina destilado a reflujo. Por el amor de Dios,Montressor".

    Las ruedas del artefacto serviran para desplazado hasta el centro del tornado.Arrebatado el ingenio por los aires, recorrera la distancia promedio de 40 kilmetrosque suelen avanzar los torbellinos en sus depredaciones. Como siguen direcciones que,segn el hemisferio, son siempre las mismas, se acechara con la mquina el punto msprobable de aparicin del fenmeno, listo para avalanzarse al interior. Sobre los ltimos20 kilmetros de probable lnea de paso, se transformara el terreno en un verdadero

    polgono de aterrizaje del vehculo tornadorial, con base de cemento y gruesas planchasde acero marca Prichett, atornilladas para que el tornado no las arrancase. Un dispositi-

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    vo hara que, al acabarse la fuerza del monstruo, permitiese el suave descenso. El pilotoira vestido con traje de presin, tal como los utilizados por los tripulantes de avionesestratosfricos; en esta forma podra resistir el enorme vaco que se forma en estostrompos alucinantes.

    La confusa idea general del profesor Iseka era algo como esto: antes que nadaprobar mediante un experimento que poda construir una mquina para viajar dentro deun tornado y sobrevivir a la experiencia; adems, estudiando el torbellino desde su inter-ior, comprender mejor sus propiedades, medir el momento angular en forma precisa, acunto desciende la presin cerca del eje, etc. Soaba tambin -claro que esto ltimo nolo deca ms que a sus ntimos-, con disear ms tarde casas antitornado las cuales, luegode elevarse a gran altura, descendiesen sin dao; autos de la misma guisa; etc. Planeabapor fin, gracias a su invento, aprovechar algn da la enorme energa dinmica de las ma-sas de aire en rotacin, cargando los acumuladores de gigantescas usinas que daranelectricidad gratis a todo el pas, durante dos aos. Adems: sera posible producir ar-

    tificialmente tornados que elevasen por los aires a vehculos anlogos al suyo, y viajardesde las afueras de una ciudad hasta los suburbios de otra, despegando y descendiendoen cmodos tornadotdromos?

    Estos eran los planes del profesor Iseka.Aguardaron, l y su ayudante, en una regin donde era casi seguro que habra un

    tornado en las prximas horas. El calor, cada vez ms agobiante. Pareca faltar el aire.La presin cambiaba con rapidez. El cielo se haba puesto negro en forma casi fulmnea.De pronto, masas de nubes inquietas y de diversos colores comenzaron a descender ysubir. El aire, apaquetado, adopt poco a poco el movimiento giratorio. Comenz a escu-charse un berrido como el de un elefante gigantesco. En medio de los fragmentos areos

    desgajados en semitorbellino, apareci el monstruo: anlogo a una cosa slida, rinoceron-tisica y gris, rugiendo en forma espantosa. Cuando el profesor Iseka, que no haba vistoun tornado en su vida y ni siquiera odo hablar, vio una cosa tan horrible, estuvo a puntode sufrir un desmayo. Luego que lvido se recuper lo bastante, junt valor y huy des-pavorido.

    Ante tal muestra de cobarda, su ayudante, el seor Laponio Iseka, francamenteasqueado, decidi que alguien deba levantar la espada mancillada. Se meti en la nave ypuso en marcha el motor. Con ayuda de las ruedas verdes enriquecidas con bronce, enfilhacia el corazn del trompo. El bramido era tan fuerte que si el mismsimo Empire Statese hubiese derrumbado cuan largo es a dos cuadras de distancia, no lo habra odo. Fuediez veces ms fuerte que un rayo cayendo cerca, con el agravante de que el ruido deuna descarga elctrica dura pocos segundos, pero ste pareca una sucesin de infinitostruenos ensamblados unos con otros hasta dar un sonido continuo.

    La nave pesaba varias toneladas. No obstante subi arrebatada por los aires comouna pajuela, aunque no en el acto.

    Al principio todo fue lo ms bien. El aparato qued envuelto en la enorme energadinmica del torbellino. Las luces automticas se encendieron para compensar las espe-sas sombras. Supongamos que con un batiscafo hubisemos descendido al fondo de lams profunda de las hoyas de Las Marianas, en el Pacfico, y establezcamos que ningn

    pez luminoso pudiera aclarar el agua, que nos rodea con su gigantesca presin haciendocrujir nuestra burbuja. Imaginemos en fin, que adems justo nos ha pescado elepicentro

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    de un maremoto, siete en la escala, y tendremos idea de lo que el ayudante sinti en elmomento de tomar contacto con su adversario.

    La mente del seor Laponio se desdobl: la parte comn de ella estaba demasiadoanonadada como para tomar conciencia de cosa alguna: slo tena una sensacin de abso-luto desvalimiento y vasallaje, pero, curiosamente, otro sector de la misma que nuncahasta ahora haba funcionado por tenerlo aletargado, comenz a actuar. Vea y compren-da todo, en cmara lenta y con total lucidez: tal si estuviese drogado con peyotl yhubiera entrado en otro plano del tiempo. As, escuch cmo el rugido de afuera se rom-pa en distintos planos de sonido y, comprendi alborozado, que el tornado posea un c-digo y hablaba. Dese tener ocho vidas de setenta aos cada una en tiempo relativo, paradesglosar todas las palabras y acomodarlas luego en el orden de la sintaxis que usaba es-te dios.

    Vio con su nueva vista, cientos de tejas arrebatadas de un techo por el tornado,girar con lentitud y, junto a vigas retorcidas, fragmentos de casas y rboles, componer

    en el espacio enormes tteres discontinuos que aparentaban esbozar en el aire gestosmgicos de sacerdotes en misa; equivalan a diminutos muecos de arena, vueltos enor-mes mediante alguna lente de aumento. Descubri tambin que el tornado, aparte deconstituir un ser vivo, estaba repleto de otras existencias ajenas: en cierto momentopas por un estanque lleno de peces color sangre, y llev se toda el agua y su contenido.Los animales ahora giraban junto al cuerpo del titn. No haban tenido tiempo de morir ycirculaban por su nuevo elemento siguiendo las trayectorias de las lneas de fuerza, comoglbulos rojos marchando en torrente por las venas.

    Las paletas de la esfera externa, comenzaron a doblarse muy despacio. Pero re-sistieron. Poco a poco la carcaza, ya vencidas las inercias, inici un giro en el mismo sen-

    tido del movimiento del tornado. La parte interna permaneci inmvil; en tanto se iniciuna sper friccin en el eje, el que fue elevando prodigiosamente su temperatura. Apolo-nio Laponio comprenda todo, hasta eso. Desestimando su conocimiento, se dijo con exal-tacin: "Funciona! hemos triunfado! ahora vern los que dicen que el invento del profe-sor Iseka es un disparate!" El aludido profesor apareci delante suyo muy compungido yle pidi disculpas por su cobarda.

    Bruscamente la imagen fue reemplazada por la hija del cientfico, a quien el ayu-dante siempre haba mirado con deseo. Ahora, ella lo deseaba a l. Un nuevo reemplazode imagen y se vio a s mismo en la apoteosis de un recibimiento de hroe en la capital:legionarios y pretorianos marchaban a paso solar, al son de pfanos e instrumentos depercusin, equipados con balloneta calada y casco de acero; en tanto, las guilas de bron-ce de los estandartes exaltaban su Triunfo. l, en su carro saludando. Atrs, quien sos-tena sobre su cabeza la corona de laureles, iba dicindole cada cuarenta segundos: "Re-cuerda que eres mortal". Desde los balcones, los empleados bancarios arrojaban confet-ti...

    De pronto la burbuja interna se trab y qued rgidamente amarrada a la esferaexterna, adquiriendo en el acto su misma velocidad.

    La ltima sensacin del ayudante Laponio en este mundo, fue que la mano de un ti-tn mayor que todos los del Amads de Gaulajuntos, lo apretaba con la palma sobre su

    costado derecho, y en el acto los dedos curvados de la garra se cerraban aplastndolo

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    de temporal y las rbitas vacas de los ojos. Estos haban saltado. Por increble que pa-rezca, la piel estaba an adherida y conservaba las cejas y la parte cntrica del bigote.Debajo empezaban las tierras ignotas y los abismos siderales de antiqusimas geografas,puesto que los dientes haban desaparecido al mismo tiempo que los relieves seos. Msall la energa negra donde ya no podra besar a la amada. Galaxias enteras perdindoseen la antimateria. Un sol entrando en nova para siempre. Como los extremos derecho eizquierdo del bigote se esfumaron, lo que an quedaba de rostro posea un aspecto nota-ble "a la Hitler". El ayudante Laponio qued nazificado a la fuerza, como se ve. TambinHitler, si a eso vamos.

    Los filamentos del esforzado colaborador del profesor Iseka, quedaron todos in-crustados sobre la superficie cncava del interior de la nave. Ms precisamente: se de-positaron formando casas y tortitas encima de una faja alrededor del ecuador de la m-quina, debido a la fenomenal fuerza centrfuga. Tuvieron que arrancarlo con esptula. Lonico que permaneci limpito limpito, fue el eje del vehculo.

    Otra ancdota. Un campesino que circulaba en estado de embriaguez, cay ins-tantneamente muerto y a las boqueadas; estas ltimas debidas ms a los reflejos que aotra cosa puesto que al caer ya estaba muerto haca rato. La autopsia revel que unahoja de hierba, acelerada hasta lo increble por el tornado, le haba penetrado por lascostillas, rectamente, instalndosele en el corazn.

    Las pesquisas realizadas luego por los sabuesos de Baskerville, revelaron que elzafio y rudo labrador se haba apoderado pocos minutos antes de un libro que estaba le-

    yendo una seorita en un andn. Ya en medio del campo, lo sac y comenz a leerlo sinatender a las nubes cada vez ms negras: "Miradme: yo soy Walt Whitman, el hijo de

    Manhattan. Un cosmos".Despreciativo lo cerr tirndolo a un surco, al tiempo que exclamaba: "Qu por-

    quera. Esto no sirve ni para limpiarse el culo". El tornado, enojadsimo al orlo, le largun manijazo que lo mat pa' siempre. Es de hacer notar que si hubiese conservado el li-bro entre sus ropas, o en su mano, la hoja de hierba habra chocado con aqul, sirvindo-le de proteccin.

    Comentario de tesis(por el profesor Simn Lirn Iseka). "Otra de las cosas queno fueron debidamente consideradas al fabricar el aparato -entindase bien: el vehculome parece lleno de brillantes posibilidades y por completo factible: La antorcha que

    jams se apaga nos est iluminando el camino, declar la Sublime Puerta por boca denuestro Magister Ludi; as pues, muy lejos estoy yo de oponerme al proyecto- es que enel centro de todo tornado existe un poderoso movimiento de succin de ms de 300km./h. El diseador cont ciertamente con una fuerza ascensorial; prueba de ello son losresortitos verdes colocados bajo el asiento; fueron insuficientes sin embargo ante unatan violenta e instantnea aceleracin. Seguramente el ayudante muri en el acto, aplas-tado contra el piso, y sin tiempo de pensar o imaginar la menor cosa. Si al analizar el sue-lo de la nave se lo encontr desierto de sangre y libre de restos, ello debise a la fuerza

    Hojas de hierba.

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    centrfuga posterior, que barri hasta la ltima partcula, incrustndolas en el ecuadorde la esfera interna".

    Otra ancdota. Una campesina de 25 aos, fornida y tetona, fue alzada por eltornado el cual le habra arrebatado las ropas dejndola desnuda pero sana y salva, luegode haber hecho por los aires un viaje de tres kilmetros desde su granja donde estabaordeando, segn afirm, a su vaquita. Se la encontr estrechamente abrazada a un ro-busto mocetn de 28 aos, desvanecido y tambin despojado de sus ropas. Ella nos cuen-ta su experiencia: "Me encontraba ordeando a Felipita, cuando el tornado me subi porlos aires. Sent que me ahogaba, en tanto que mis ropas me iban siendo arrancadas. Ma-noteando con desesperacin encontr un objeto duro, que result ser una mano; en mihorror me aferr, ya desnuda, a todo ello. Cuando me despertaron vi que haba viajadoestrechamente unida a Julio, el jornalero, que vive a quinientos metros de mi granja". ldespus cont que le pas lo mismo. El tornado lo atrap mientras dorma en un pajar,

    desproveyndolo de sus ropas. La mam de la chica no saba si creerles o no, y durantetodo un mes mir a su hija con sospechas. .Nueve meses ms tarde, an no haba ocurrido nada.

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    LA SOLUCIN FINAL

    "Pero siempre que se haga uso de lo que dejo escrito,

    suplico que los pasajes relativos a mi esposa y a mi familia,as como todas mis emociones de ternura y mis dudas secre-

    tas, no se hagan del dominio pblico

    Que la gente siga mirndome como una bestia sangui-

    naria, como un sdico cruel y un asesino de masas; porque las

    masas jams podrn imaginarse a otra luz al comandante de

    Auschwitz. Nunca comprendern que tambin l tena cora-

    zn y que no era un perverso".

    El comandante de Auschwitz (autobiografa de Rudolf

    Hoess, comandante del campo de exterminio).

    Por orden del Teknocraciamonitor de las I doble E Dionisios Kaltenbrunner, lossindicalistas nicos y otros canallas tunicados nacidos por fragmentacin, deban serconducidos a la cmara de gas, en el momento mismo de llegar a los campos de concen-tracin.

    Al principio, a los fines de ahorrar produccin y adems para satisfacer una tra-vesura juvenil de Dionisios Kaltenbrunner y siempre obedeciendo sus directivas -yo enningn momento estaba de acuerdo con estos horrores pero me vea obligado a obedecerrdenes-, los cadveres no eran cremados sino arrojados en un nico lugar profundo."Arrojars todos los cadveres provenientes de nuestros 1.208 campos de extermina-cin en masa, a esa grieta hasta llenarla", me dijo Kaltenbrunner. La "grieta" era en rea-lidad un profundo precipicio sin salida a ambos lados, y de por lo menos mil metros deprofundidad, seiscientos de ancho y tres mil de largo, existente en la Tecnocracia cen-tro central, producido posiblemente muchos siglos atrs por un formidable terremoto,cuando el pas se hallaba an en estado salvaje.

    Esquema aproximado de la falla geolgica:

    Trat entonces de calcular las posibilidades de la tarea que me haba sido enco-mendada. Si miramos la falla desde arriba:

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    Transformando esta figura en un crculo de rea aproximadamente igual:

    La altura (1.000 m) permanece inalterable. Calculando la superficie del crculo:

    s = r2= 3,14 (550)2= 981.250 m2Calculando el volumen del cono (aprox.) cuya base es la supo anteriormente eva-

    luada, y siendo su altura 1.000 m:Volumen del cono: 981.250 x 1.000 = 327.083.333 m3

    3Volumen aprox. de cada cadver: 2/5 m x 2/5 m x 1,70 m = 0,40 m x 0,40 m x1,70 m = 0,27 m3 (igual o semejante a 0,30 m3).

    De manera que segn mis clculos, tres cadveres entraran cumplidamente en unmetro cbico. Deba tener en cuenta por lo dems, que los cadveres no seran deposita-dos con todo cuidado en el fondo, ordenadamente, para que entrasen los ms posibles enel menor espacio; antes bien seran arrojados al fondo de la grieta desde las naves a-reas de transporte, suspendidas en el aire, encargadas de traer los cadveres desde to-dos los campos de concentracin del pas. Estas consideraciones y el clculo de otros

    desajustes friccionales, me llevaban a entender que, en cualquier forma, por metro cbi-co entraran no menos de tres cadveres.

    Por lo tanto:327.083.333 x 3=981.249.999 (igual o semejante 981.250.000) cadveres halla-

    ran sepulcro y descanso definitivo en la grieta hasta taparla. Cuando estuviese repleta,los ltimos tres metros se rellenaran con: el metro inferior, terrones de cal viva, y losdos metros superiores: tierra. Luego el lugar sera terraplenado.

    Ya desde el principio de los exterminios de sindicalistas nicos y otros canallaslunicados nacidos por fragmentacin, hubo complicaciones. No bien en el fondo de lagrieta estuvo el primer lote de cien mil cadveres, el hedor de la descomposicin, porimposible que parezca, suba hasta el borde; es ms: a cada cambio de viento, el olor lle-gaba a poblaciones situadas a kilmetros del lugar. Esto, por de pronto, trajo tres pro-blemas: los soldados de los puestos de guardia, quienes vigilaban que ningn turista cu-rioso pudiera acercarse a husmear demasiado, se quejaron de que el hedor les impedarespirar, comer, dormir y que, hasta sus propios cuerpos estaban ya tan impregnados delolor, que cuando iban de permiso a cualquier poblacin, todos les rehuan llamndoles "losmuertos vivientes". Esta primer dificultad fue solucionada dando les trajes especialesde plstico para rechazar toda impregnacin, con refrigerantes internos y mascara deoxgeno. Mas adelante, el problema tuvo solucin totalmente adecuada, al reemplazar a

    los guardias de las I doble E por robots, mquinas y alambradas electrizadas. El segundoproblema era estrictamente de seguridad. Las poblaciones hasta las cuales llegaba el

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    desagradable aroma, fueron evacuadas luego de poner a buen recaudo a los observadoscomo de tendencias locuaces.

    El tercer problema lo constituan los buitres. Buitres y otras aves de rapia,atrados por el olor, bajaban desde cientos de metros, revoloteando en crculos hasta elfondo del pozo donde se hacan un festn. El espectculo de esas aves de presa, todas

    juntas o en grupos ms a menos dispersos, bajando en tirabuzn y lentamente al fondode la grieta, an ahora me estremece. Los gritos ensordecedores implacables, sin solu-cin de continuidad da y noche, volvi loco a mas de uno. Pero el verdadero problema fueque los buitres y dems aves podan alertar a cualquier espa en el sentido de que "allsucede algo".

    Y estas son algunas de las anotaciones del diario del Teknocraciamonitor de las Idoble E Dionisios Kaltenbrunner:

    "Convers en varias oportunidades con el Monitor y von Destripante. Sentados lostres tomando te y fumando -en realidad fumbamos yo y el Monitor nicamente pues van

    Destripante como buen miembro de la vieja guardia no fumaba, beba ni probaba carne;un error, en mi concepto- el Monitor expuso a van Destripante el entusiasmo que habadespertado en su imaginacin mi idea de meter ms de 1.400 millones de cadveres enuna nica grieta, y requera su opinin. Von Destripante nos arroj un balde de agua fraal decir con competente sonrisa:

    Porque en definitiva, investigando el fondo de la grieta y en momentos de expansin mientras losguardias hacan un fueguito en el fondo de ella para tomarse unos mates, notamos que cada vez habamenos carbones encendidos. Como si alguien se los llevara. Al acercarse al fuego y mirar ms de cer-ca, vieron un agujero que se iba agrandando por momentos debido al peso de la pava, lea y otras, yque se estaba tragando los carbones. Los guardias informaron de la novedad a toda prisa. Poco des-

    pus los ingenieros tecncratas, mediante explosivos, hacan volar toda esa parte del fondo de lagrieta; result en realidad un delgado tabique natural que separaba de una segunda caverna, con for-ma de cono truncado invertido; y estos fueron los clculos (para hacerlos se consider el cono comocompleto y no trunco, porque era ms dilatado en ciertas partes y, entre unos y otros desajustesfriccionales, los errores resultaban compensatorios:

    Radio de la base: 300mAltura del cono: 493,9 m (igualo semejante 494 m)rea de la base: r23, 14 (300)2= 282.600m2Volumen: 282.600 x 494 = 139.604.400 m3(habran sido en realidad 139.583.333 m3 si en

    vez de 494 m hubisemos puesto su verdadero valor 493,9. El error es de 21.067 m3, y si tres cad-veres entran por metro cbico: 63.201 cadveres es el error por exceso en los clculos). Por lo tantoentraran 418.750.000 cadveres. Es decir que entre la vieja y la nueva grieta entraran1.400.000.000.

    En realidad ya se saba que la necesidad de los exterminios elevaba a 1.400.000.000 el totalde personas que era preciso ejecutar (para ahorrarse las cmaras de gas -esto sea dicho de paso- se

    decidi finalmente arrojar desde las naves areas a los prisioneros vivos, quienes se estrellaban co-ntra el fondo; el alarido colectivo de grandes masas de gente cayendo fue registrado en grabadoresestereofnicos de alta fidelidad); as, una vez que medimos el largo y ancho de la subgrieta, trat de

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    -No, no, meinMonitor. Usted es inexperto an. Hace muy pocos aos que es dic-tador y est en esto. Yo antes era idealista como usted. Trataba de envolver los exter-minios en fantasas creadoras, para hacerlos menos montonos y dar impulso a todo unarte secreto -claro est- y paralelo. Pero luego, ante la realidad de la falta de imagina-cin de mis colaboradores, su constante falta de lealtad, honor y humor (umhor: JacquesVach),debvolvermeunexterminadorprosaicoyprctico.Dejdeserunsoador.Den-tro de algunos aos, usted me dar la razn. Yo s que usted va a cambiar.

    Monitor:-Bueno, debo decir que no esperaba ser desanimado por usted, de quien aguarda-

    ba constante estmulo y apoyo. Es usted la ltima persona del mundo de quien poda... pe-ro no, debo estar equivocado. Sera demasiado... demasiado...

    Sacudi la cabeza competente e implacable:-Nada, nada, la voz de la experiencia mi querido Monitor. La voz de la experiencia,

    que ha arrasado frustrante con las esperanzas de ms de un soador; como el viento que

    destroza los botones en flor de los cerezos del Japn. El ltimo haiku.Al principio de los exterminios nos invade un sentimiento de expectacin maravi-lloso, "como el hombre que ayuda por primera vez a su amada a desabrocharse el corpi-o" (Hermann Hesse); pero despus nos hacemos materialistas. La realidad no corres-ponde a nuestros sueos.

    Yo, terciando:-Pero en definitiva, y examinando la cuestin desde un punto de vista eminente-

    mente prctico; por qu se opone?-Yo no me opongo.-Pero no lo ve factible.

    -Y yo no puedo verlo factible con razn, porque usted no tiene en cuenta una seriede fenmenos que se produciran no bien sean arrojados los primeros cientos de miles decadveres. Hay una palabra mdica para referirse a los lquidos que destilan los cadve-res. Como no me acuerdo, llammosla "ros de lava de cadveres". Bien. Esta fermenta-cin como ros de lava, crecer en forma desmesurada hasta el punto de producir inclusocentros ciclnicos y anticiclnicos; adems aumentar la temperatura y la lava tender asubir arriba a los cuerpos.

    Yo:-Pero eso no es posible!-Cmo que no. Usted sabe lo que es una cantidad as de cadveres, todos en el

    mismo lugar?Tendr ciclones en ese sitio todos los das. Claro que esto sera solucionable, ya

    que con la tecnologa que ustedes poseen estn en condiciones de disponer una flotilla de

    calcular cuntos metros debera tener de profundidad, para que en ella cupiesen los 418.750.000 ca-dveres restantes, y as completar los 1.400.000.000. Si 418.750.000 cadveres ocupan un volumende 139.604.400 m2, y el rea de la base del cono levemente truncado e invertido encontrado mide282.600 m2de rea, entonces: 139.604.400/282.600: 493,9 (494m, redondeando). Es decir: 494mde hondo debera tener la subfosa para que los cadveres entrasen. Hice fuerzas dentro mo para quela realidad concordase con mis deseos y, de ser necesario, que mis deseos modificasen la realidad

    hasta que sta coincidiese con lo necesitado. Una hechicera, en este sentido. Y, en efecto, meda.494 m de profundidad aproximadamente, la subfosa.

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    aviones para bombardear con cohetes los centros de cada cicln, para destruirlos a me-dida que se vayan formando. Adems los buitres y otras aves de presa se comern unabuena parte de la carne y eso disminuir la presin.

    Monitor:-Esa cantidad comida por los buitres sera en cualquier caso despreciable.-No crea.Yo:-Adems los buitres no podran aguantar el hedor durante el kilmetro que deben

    bajar, y el que deben subir para salir del agujero y comer su porcin en otro sitio.Van Destripante:-S aguantaran para qu cree usted que el pjaro tiene dispositivos orgnicos,

    los cuales le permiten tapar sus vas respiratorias durante un tiempo de ser necesario?Aguantaran. Adems -se vuelve al Monitor-, yo insisto en la cantidad de carne que sevan a comer, a pesar de que usted no le da importancia y se niega a considerada, pues

    ello disminuir la enorme presin de la putrefaccin.El Monitor, medio enojado:-Usted debe considerar todo esto como una travesura juvenil de nuestra parte,

    cierto? Se niega a considerarlo como un propsito perfectamente cientfico, artstico ymgico.

    Van Destripante:-No, yo no dejo de entenderlo as, como un propsito vlido mgicamente, artsti-

    co e incluso cientfico. Indudablemente es algo juvenil, pero yo no me opongo a... "lo ju-venil" por as decir. Tambin lo considero como algo que de golpe puede ser muy vlido.Yo simplemente no sera leal con ustedes si no aportase mi experiencia. Despus de todo

    me han llamado y estamos conversando no? -al ver que el Monitor continuaba algo eno-jado-: No, meinMonitor: no crea que no valoro el esfuerzo. Lo considero altamente crea-cional y sugerente. Adems como le digo: si son ustedes capaces de tratar a toda esagente, no dudo que les ser factible tambin solucionar la minuta del problema plantea-do".

    (Fin de la cita del diario de Dionisios Kaltenbrunner.)Desde Mquinas Centrales lleg la tmida sugerencia de que les fuesen entrega-

    dos los cadveres, en vez de seguirlos arrojando a la grieta, para industrializarlos trans-formndolos en energa. A esta sensata y magnfica proposicin que lo habra solucionadotodo, se neg de la manera ms firme y terminante el Teknocraciamonitor de las I dobleE Dionisios Kaltenbrunner, alegando mil y una excusas y razones invlidas, aunque todossabamos que el motivo real era la satisfaccin de su delirio: llegarse hasta el lugar te-rraplenado cuando fuese viejito y, cruzando satisfecho los dedos sobre el abdomen, pen-sar: "Esto, lo hice, yo".

    Valido de la jerarqua de su cargo y sobre todo de la enorme influencia que tenasobre el Monitor, termin por salirse con la suya.

    Un cientfico tecncrata invent un fluido mediante el cual, si se rociaba con l alos cadveres, aunque fuese ligeramente, toda descomposicin y por lo tanto emanacin

    desagradable se interrumpa en forma indefinida. Equivala a embalsamarlos. Pero tam-bin a esto se opuso con toda terquedad y frenticamente el Teknocraciamonitor de las

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    I doble E Dionisios Kaltenbrunner, alegando que, segn l, aquello "no era natural"; y que"todo cadver debe seguir su ciclo biolgico".

    Una vez ms debimos doblegarnos. Por disparatadas que sean, rdenes son rde-nes.

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    EL JARDN DE LOS MONSTRUOS MAGNETOFNICOS

    Dionisios Kaltenbrunner fue el primero, en realidad, que inici estudios serios so-

    bre plantas magnetofnicas. En una seccin del campo de concentracin que rigi duran-te breve lapso (nueve meses: el tiempo de la gestacin), hizo instalar un pequeo jardnbotnico y dio orden de que los interrogatorios, as como las vivisecciones de prisioneraso los experimentos cientficos ms exuberantes, tuviesen lugar en dicho jardn para quelas plantas los oyesen. Adems las sesiones fueron grabadas y, posteriormente, da y no-che se las volvan a hacer escuchar a dichas plantas; as, en esa forma, les ocurrira lomismo que alas gallinas, las cuales ponen ms huevitos si oyen msica clsica.

    Los representantes del reino vegetal, terminaron por volverse magnetofnicostambin ellos, y ya tenan las cintas magnticas grabadas dentro suyo, por la ley de laequivalencia energtica de los diferentes y comunicados sistemas mgicos.

    Paralelamente a todo ello dieron a las plantas alimentos especiales para que sussavias corriesen ms rpido; tal era idntico a grabar a mayor velocidad: si aumenta elnmero de vueltas de la cinta por unidad de tiempo, ms precisa obtenemos la voz; estoes: al incrementar en la savia el nmero de seales que se correspondiesen con sonidos-al agregar nuevas medidas- agigantarase la precisin de lo escuchado por ley de erro-res de Gauss.

    As pues las plantitas, ya vueltas francamente magnetofnicas, proferan en me-dio de sus deleitados chillidos todo lo que les haban enseado. Innecesario es decir, ca-da da estaban ms altas y gordas, y los frutos jugosos, enormes y magnficos; hasta enlas que tradicionalmente no los ofrecan, por su particular especie. Como los olmos, porejemplo, que antes no daban.

    Tuve una sola oportunidad para observar el meritsimo jardn del Teknocraciamo-nitor de las I doble E Dionisios Kaltenbrunner, aquel bienhechor. Yo le haba rogado mu-cho; hasta el cansancio de ambos, lo reconozco: "Pero mi Teknocraciamonitor..." "Yo seratan feliz si usted..." Por fin accedi, aunque no de la manera que yo imaginaba.

    Furioso ante mi insistencia, extrajo de su uniforme una tenaza de enormes di-mensiones. Me puse lvido. Comprend al momento que se dispona a privarme de mis pu-dendos testiculines. No pude impedir que mi mano derecha descendiera en supuesta de-fensa, sobre la zona en litigio. El subconsciente, a veces es tonto y nos descubre.

    Me equivocaba sin embargo y por suerte, ya que su intencin no era la imaginada.No obstante esboz una leve sonrisa al ver mi gesto automtico y por un momento dud.Para mi dicha su decisin consisti en no dejarse influenciar, atenindose a su primeraidea: apretar con ferocidad y tenaza, una de mis orejas.

    As, en tan incmoda posicin, fue llevndome -sin reparar en mis gritos y trope-zones-, a dar con gran velocidad una vuelta por el lugar. Cada tanto me obligaba a dete-nerme ante una de sus preferidas, sin por ello soltarme, al tiempo que farfullaba "Lave? la ve?", o si no: "Le gusta? le gusta?" y, siempre con su tenaza enganchada en mi

    N. del "autor": "Bombardeo de Dresden: cada bomba es una medicin ms y la sumatoria de todas

    las bombas nos refiere con exactitud el tejido fino de la substancia antepenltima -la penltima es laapertura del sptimo sello".

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    oreja, nos trasladbamos hasta la prxima acompaando el paseo con bofetadas, testa-razos y cachetes, que aplicaba con su mano libre; o bien, cada tanto, reciba el homenajede un disciplinario hecho con alambre de pa trenzado con ortigas, que sola llevar colga-do de su cinturn. Cada golpe lo acompaaba vociferando alguna cosa -lo absurdo de laspalabras utilizadas, me conmovan ms que los latigazos-: "Gitaneras!, cosquillas!, em-belecos!, arrumacos!, cucamonas y carantoas!".

    Ignoro cmo sal vivo. Pens que iba a transformarme en magnetofnico a m tam-bin.

    Pese a la falta de bienestar promovida por la situacin, algo vi y recuerdo. Unaparte de las plantas eran altsimas, verdaderos rboles. Haba otras diminutas. Todasellas tenan algo en comn: no es que comieran, exactamente -al menos no