Medicina e historia nº 3 2014

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www.fu1838.org Nº 3 – 2014 – QUINTA ÉPOCA REVISTA DE E STUDIOS HISTÓRICOS DE LAS CIENCIAS DE LA S ALUD Alberto Chalmeta Tomás: una vida rota Javier Puerto Historia del médico rural en Ourense: lluvia de conflictos y el paraguas colegial Roberto Fernández Álvarez

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Nº 3 – 2014 – QUINTA ÉPOCA

REVISTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOSDE LAS CIENCIAS DE LA SALUD

Alberto Chalmeta Tomás:una vida rotaJavier Puerto

Historia del médico rural en Ourense:

lluvia de conflictos y el paraguas colegialRoberto Fernández Álvarez

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MEDICINA e HISTORIANº 3 – 2014 – QuiNta Época

REVISTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS

DE LAS CIENCIAS DE LA SALUDpublicación trimestral

FuNdada eN 1964

Fundación uriach 1838centro de documentación deHistoria de las ciencias de la Salud

polígono industrial Riera de caldesavda. camí Reial 51-5708184 palau-Solitá i plegamans(Barcelona-españa)www.fu1838.orgfundació[email protected]

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Portada: Laboratorio de práctica de

operaciones de la Facultad de

Farmacia de Madrid, grabado del libro

Curso de práctica de operaciones

farmacéuticas, 1876 (Ricardo de

Sábada García del Real). Fondo

Biblioteca Fu1838.

S 4 S

Alberto Chalmeta Tomás (Catarroja, Valencia 1897 - París 1987?)

Catedrático de Farmacia práctica dela Universidad Central:

una vida rotaJavier Puerto

S 17 S

Historia del médico rural en Ourense:

lluvia de conflictos y el paraguas colegial

Roberto Fernández Álvarez, David Simón Lorda, Martín Menéndez

Rodríguez, Mª Carmen Fernández Álvarez,Mercedes Adelaida Hernández Gómez,

Yolanda Cruz Alonso

REVISTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LAS CIENCIAS DE LA SALUD

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Primeros años y formación

Nació el 10 de abril de 1897 encatarroja (L’Horta, país Valen-cià) un pueblo muy cercano a

Valencia, que vivía de la pesca en Laalbufera, la agricultura y un pequeñocomercio de escobas y telas1.

procedía de una larga raigambrevalenciana. Su padre, alberto chal-meta y esparza, natural de carlet(Valencia) ejercía allí como médico.Se había licenciado en Medicina y ci-rugía en la universidad de Valenciacon sobresaliente y premio extraor-dinario y también estudió la carrerade derecho2. Su madre, Filomenatomás, natural de Valencia, ejercíalas labores del hogar.

era el mayor de cuatro hijos: al-berto, Ricardo, Josefina y ceferina.

obtuvo el título de Bachiller, en elinstituto General y técnico de Valen-cia el 1 de julio de 1912.

Según alguno de sus biógrafos3, supadre, en lo político, era de ideas re-publicanas (aunque probablementeconservadoras); en lo temperamentalde carácter fuerte y autoritario. Hizosaber a sus hijos su intención de pa-garles los estudios sólo si se dedica-ban a su misma profesión.

alberto chalmeta tomás se licen-ció en Medicina, en la universidad deValencia, el 27 de julio de 1919, conla calificación de sobresaliente4.

en Farmacia se licenció, en launiversidad central, el 4 de diciem-bre de 19235 y en ciencias Químicas,en la universidad de Valencia, el 14de junio de 1926, en éste último casocon sobresaliente en todas las asigna-turas, menos Mineralogía, Zoología yBotánica superadas con aprobado yQuímica General, notable6.

efectuó su tesis doctoral en la Fa-cultad de Farmacia de la universidadde la Sorbona de parís, bajo la direc-ción del profesor agregado (equiva-

lente a nuestros catedráticos) HenriHérissey (1873-1959)7 junto a quienpublicó, su tesis francesa8. La realizófísicamente en el laboratorio de Quí-mica analítica del profesor Bougault.

durante el mismo año, antes de lalectura de su tesis en Francia, apa-rece entre los colaboradores del labo-

ratorio de Química orgánica de la Fa-cultad de Farmacia de la universidadcentral, dependiente de la Junta parala ampliación de estudios (Jae), di-rigido por antonio Madinaveitia9.

poco después, acaso por media-ción de Madinaveitia, obtuvo la tuto-ría –el apadrinamiento, dice él– deobdulio Fernández y pudo presen-tarla en la Facultad de Farmacia de launiversidad central, en febrero de1930 y defenderla, con el resultadode sobresaliente, el 20 de marzo de193010.

el tribunal estaba compuesto porJosé casares Gil (presidente), obdu-lio Fernández, José Rodríguez y an-tonio Madinaveitia, (vocales) y d. Ni-casio Luengo, secretario.

ese mismo año publicó tambiénsu texto, “Microsublimaciones”, endonde se ocupa de la determinaciónde la cafeína y teobromina en pro-ductos vegetales y en formas farma-céuticas y sugiere el empleo del mé-todo en determinacionesmédico-legales11.

el 1 de noviembre de 1930 pidióy obtuvo una pensión de la Jae parairse a parís durante ocho meses12.

antes también consiguió una pen-sión de la diputación provincial deValencia y luego de la Facultad de Far-macia de Madrid y de la Junta cons-tructora de la ciudad universitaria.

durante su estancia parisina co-noció a cécile –cuyo apellido desco-nozco, pues las colaboraciones con sumarido las firmaba con el apellido fa-miliar– farmacéutica también, con-vertida en su esposa y colaboradoracientífica.

a juzgar por el devenir de los he-chos, en ese tiempo debió de obteneruna auxiliaría en la Facultad de Far-macia de la universidad central13.

el 11 de agosto de 1931 se con-vocó, a oposición, la cátedra vacantede Farmacia práctica y Legislación

Figura 1: alberto chalmeta tomás.

Figura 2: tesis doctoral de chalmeta, leídaen la Facultad de Farmacia de la universidadcentral.

Javier Puerto*

Alberto Chalmeta Tomás (Catarroja, Valencia 1897-París 1987?)Catedrático de Farmacia práctica de la Universidad Central: una vida rota

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relativa a la Farmacia y prácticas paralos alumnos en la preparación de me-dicamentos y despacho de recetas, enturno de auxiliares14.

por orden de 24 de diciembre15,firmada también por domingo Bar-nés, a propuesta del consejo de ins-trucción pública, quedaba formadoel siguiente tribunal: José Giral pe-reira, presidente; eduardo esteve yFernández caballero, antonio Madi-naveitia, todos catedráticos de la Fa-cultad de Farmacia de Madrid; enri-que Soler y Batlle de la Facultad deFarmacia de Barcelona y FlorencioBustinza, que no era todavía cate-drático. como suplentes, carlospuente y Sánchez, catedrático de laFacultad de Farmacia de Santiago,José García Vélez, de la de Granada,obdulio Fernández y Juan cuatreca-sas, en ese momento catedrático dela Facultad de Medicina de la uni-versidad de Sevilla.

en 1932 renunciaron, José GarcíaVélez, porque quería presentarse a laoposición16, y José Giral17.

en su sustitución, fue nombradocomo presidente, obdulio Fernán-dez18.

de resultas de la prueba se lenombró catedrático de Farmaciapráctica y Legislación relativa a laFarmacia, de la Facultad de Farmaciade la universidad central, el 14 deenero de 193219.

Sus actividades como catedráticoantes de la guerra civil

Nada más tomar posesión de la cá-tedra, la Junta de profesores de la Fa-cultad de Farmacia de la universidadcentral, a petición de su decano, ob-dulio Fernández, le nombra Vicese-cretario de la Facultad20.

en realidad actuó muy pocasveces como tal. Las relaciones con elSecretario, Rafael Folch, se deterio-raron enseguida. también con algunode sus otros compañeros y con losalumnos. debía ser un hombre de ca-rácter fuerte cuyo principal amigo fueMadinaveitia y alguno de los otrosprofesores republicanos.

el 21 de noviembre de 1932, enpleno conflicto entre los alumnos yMadinaveitia21, chalmeta propone

dar las lecciones por explicadas a losalumnos que persisten en la huelga;la Junta lo rechaza22.

como hombre inteligente que era,se desembaraza de la docencia de laLegislación Farmacéutica en cuantopuede. Hace resaltar la convenienciade que la profese alguna persona ca-pacitada, a poder ser un jurisconsultoy no un farmacéutico, puesto que “lalegislación farmacéutica no es másque la aplicación a la Farmacia delas orientaciones jurídicas del mo-mento”23.

en ese año de 1932 la Fue (Fede-ración universitaria de estudiantes)solicitó del decano la posibilidad dedar clases nocturnas para obreros. eldecano aceptó con la condición de li-mitar sus actividades al local de laasociación de alumnos. en realidadse ocuparon las aulas y se organiza-ron actos de educación política, nocientífica. ante esa situación protestóla asociación oficial de estudiantesde Farmacia y la Junta, por unanimi-dad –sin voto alguno discrepante–acordó cerrar las clases24.

en marzo de 1933 estalla un con-flicto entre la profesión farmacéuticay los drogueros a causa de la venta deespecialidades farmacéuticas fuerade las oficinas de Farmacia. Losalumnos de la Facultad organizaronun comité de huelga y empezaron afaltar a clase. argumentaban la abso-luta pérdida de función de la profe-sión farmacéutica si continuaban loshechos. en marzo de 1933 pidieronla dimisión de obdulio Fernándezcomo decano. chalmeta salio rápi-damente en su defensa. alegaba lafalta de conocimiento oficial de loshechos por parte de la Junta de Fa-cultad; la lejanía de los asuntos ob-jeto de la protesta de los meramenteuniversitarios, y la mala preparaciónde las últimas generaciones de far-macéuticos, debidas a las continuashuelgas y las presiones ejercidas parasuavizar los exámenes. Él, personal-mente, había seguido con las clases.al ver la inasistencia de los alumnoslas había suspendido, junto con lasprácticas.

cuatrecasas le defiende. asom-brosamente, a los representantes es-tudiantiles les considera legitimadospara imponer la huelga a sus compa-ñeros, pero jamás a los profesores.No es por insultos e increpacio-nes –añade– como se atraerán elamor de los profesores.

el representante estudiantil seopone frontalmente a chalmeta y seofrece a mostrar muchos telegramasde farmacéuticos felicitándoles porsu postura. Rechaza la visión de lahuelga como forma de presión parareducir el contenido de las asignatu-ras25.

como es natural, no se hacía muypopular entre los alumnos.

el 11 de abril de 1933, a peticiónde obdulio Fernández, le nombran

Figura 3: antonio Madinaveitia, catedráticode Química orgánica.

Figura 4: obdulio Fernández, decano de laFacultad de Farmacia de la universidad cen-tral durante la ii República.

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vocal en el comité de plantas Medici-nales. Seguramente fue el dulce parael rato amargo siguiente.

el representante estudiantil, en suhistoria de la huelga, señala comochalmeta, en obediencia a las indica-ciones del decano, comenzó las cla-ses. Se queja de su actitud. en ellaprevaleció la opinión de unos pocosestudiantes a la de la mayoría; chal-meta fue insultado y silbado –segúnlos representantes de los alumnos-por su talante provocativo y contestócon otro insulto de mayor calibre. porello, la Junta General de la asocia-ción oficial de estudiantes de Farma-cia y luego la asamblea estudiantilpidió:

1º que no examine por que no sefían de su rectitud en los exá-menes y que examine un tri-bunal en donde se juzgue conjusticia.

2º que se abra un expediente y,una vez confirmada su res-ponsabilidad el claustro y larepresentación escolar im-ponga la sanción correspon-diente.

en definitiva una declaración deguerra en toda su plenitud y un deseode sanción para el profesor, impuestopor los mismos alumnos: verdadera-mente asombroso26.

en la siguiente Junta de Facultad,el decano, de acuerdo con el Minis-tro, decide prolongar el curso acadé-mico.

chalmeta pregunta por los hechosdelictivos ocurridos y se muestra par-tidario de seguir con el expedienteacadémico abierto en su contra.

obdulio Fernández indica que eltema está en manos del Ministro y esél quien debe decidir27.

Sólo un profesor, José Rodriguez,hizo constar en acta que de esa ma-nera quienes realmente resultabancastigados eran los profesores, no losalumnos, causantes de todo el re-vuelo.

el 5 de mayo de 1934, la Junta fe-licitó a Rafael Folch por haber sidodesignado consejero de Sanidad. acontinuación propuso, para idénticocargo, a chalmeta en sustitución deldecano. después de una breve discu-sión fue aceptado por la Junta de Fa-cultad28.

en ese mismo año vuelven las“buenas relaciones” con los alumnos.el representante estudiantil se quejadel rigor de muchas disciplinas en laFacultad madrileña. Lo presentacomo un elemento de discriminacióneconómica entre los aspirantes a far-macéuticos. Quienes tienen posiblesse van a otras facultades más benevo-lentes y quienes no, deben apechugary, en ocasiones, no acabar sus estu-dios. chalmeta reacciona con la peti-ción de volver a poner en vigor el re-glamento mediante el cual se impideel cambio de expediente entre facul-tades. La Junta hace suyas sus inten-ciones. el decano indica la aperturade gestiones con las demás facultadespara evitar esos casos29.

en febrero del año siguiente, lasdificultades son con los miembrosdel claustro a consecuencia de ladiscusión sobre los presupuestos. elcatedrático de Farmacia prácticapretendía la división de todo el di-nero, en partes iguales, entre los dis-tintos catedráticos y que estos logastaran a su libre albedrío. No que-ría que se tuviese en cuenta desde laJunta de Facultad, como se veníahaciendo, las necesidades diferentesde unas y otras cátedras.

Rafael Folch (catedrático de His-toria de la Farmacia) se manifestó he-rido por una afirmación de chalmetay llegó a presentar la dimisión, aun-que no fue aceptada por el resto delos compañeros. por intermedio deMadinaveitia las cosas continuaroncomo siempre30.

en mayo de ese mismo año el rocees con un personaje más próximo asu ideología. cuatrecasas pide un pe-queño incremento en sus clases paraacabar el temario. chalmeta adviertesobre cómo un retraso en el co-mienzo de los exámenes –por pe-queño que fuese– repercute muchoen los de los últimos cursos. esperano verse obligado a examinar en unaépoca tan avanzada como el año an-terior31.

en septiembre de 1935, quien leiba a suceder en la cátedra tras su ex-pulsión de la universidad, eugenioSellés, presenta un proyecto de cur-sillo sobre la formación integral delfarmacéutico. Lo dividía en tres epí-grafes: formación personal, organi-zación de su trabajo científico y or-ganización comercial.

La Junta de Facultad propuso achalmeta y González para informarsobre el mismo32.

en la próxima reunión dieroncuenta del asunto. Sellés fijó enquince el número de lecciones a im-partir con el siguiente programa:

El éxito. Consideraciones gene-rales aplicadas al doble aspectocientífico-comercial del farmacéu-tico. Sus factores= factores subjeti-vos: educación intelectual y arte deestudiar. Educación deontológica=factores objetivos: orientación so-cial-profesional= factores comple-mentarios: organización comercial.Contabilidad= prácticas y visitas.

González y chalmeta se limitarona exponer sus planes de manera obje-tiva, pero no quisieron manifestar suopinión (lo cual, evidentemente, esuna forma de criticarlos).

Madinaveitia se manifestó pro-clive a esa clase de enseñanza, peroconsideró poco serio el encomendár-selas a personas que, aún merecién-dole toda clase de respetos, no hanaportado con sus publicaciones enla materia garantías suficientespara apoyar la decisión de la Junta.

a su postura se adhirieron variosprofesores de muy diversas ideolo-gías, entre ellos Folch. Giral añadió lanecesidad de poder elegir entre dis-tintos aspirantes.

por fin, se le sugirió a Sellés quede dichas enseñanzas como vía deensayo en el seno de la Academia deFarmacia33.

en diciembre de 1935 se mani-fiesta favorable a impartir las ense-ñanzas necesarias para acceder alcuerpo de Farmacéuticos titulares enlas Facultades de Farmacia, por sí mis-mas o compartiendo su docencia conla escuela de Sanidad34. Lo mismo fuedefendido por otros compañeros enesa y en Juntas posteriores.

en enero de 1936, entre los cursi-llos de la Facultad se propone uno deLegislación. en realidad versabasobre la defensa en caso de guerraquímica. Lo darían chalmeta, Madi-naveitia y adolfo González35.

a principios de ese año hubo unnuevo incidente en la cátedra de Mi-neralogía, a consecuencia de unahuelga general, resuelto con algunaruptura de materiales.

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La Junta se plantea la manera deresolver el asunto. castro (catedrá-tico de Microbiología) quiere dejarloen manos de las autoridades univer-sitarias. chalmeta, con su diplomaciahabitual, se manifiesta partidario dehacerles volver a pagar la matrícula;de esa manera los desperfectos cau-sados se compensarían mediante unaderrama sobre el precio inicial. Re-pite sus argumentos: a su modo dever, lo que los alumnos pretenden esel que se disminuya el número delecciones y que después se les exa-mine con benevolencia por que loque procede hacer atendiendo a lasegunda función es el examinar contodo el programa y en el mismo día yhora que se verifican en tiempos denormalidad, es decir, con las mis-mas condiciones o si cabe con másrigor ya que es evidente que no sepuede aprobar a un alumno sin ga-rantías suficientes.

cuatrecasas (catedrático de Botá-nica) piensa lo mismo, aunque ad-vierte la imposición de la superiori-dad de no dar clases con ocasión deelecciones.

Madinaveitia considera mejor cas-tigo la suspensión de los exámenes dejunio, pues está dispuesto a sacrifi-carse, pero no a examinar en malascondiciones. chalmeta se adhiere asu postura36.

en marzo siguen con los intentosde reorganizar el curso tras los inci-dentes estudiantiles. como el go-bierno de la universidad había dejadoel caso en manos de las Juntas de Fa-cultad, chalmeta propone, y seaprueba por unanimidad, examinaren junio, de todo el programa y a lasuerte37.

evidentemente esa postura de du-reza se vio interrumpida por otroacontecimiento más duro todavía: laguerra civil. Las actas de la Junta deFacultad se interrumpen y no se rea-nudan hasta la sesión celebrada losdías 2 y 3 de octubre de 1944, conotros protagonistas, pero curiosa-mente, en el mismo libro.

en definitiva desde su llegada a laFacultad de Farmacia de la universi-dad central se observa una especialprotección hacia él del decano, ob-dulio Fernández. Gracias a iniciativasdel mismo fue nombrado vicesecreta-rio, vocal del comité de plantas Me-dicinales de españa y consejero de

Sanidad. Su relación con los alumnosfue constantemente tensa. Siempre loha sido con los profesores de su ma-teria –tal vez la más importante y unade las más difíciles de la Facultad deFarmacia–. en su caso se vio acre-centada por la malísima relación conla asociación oficial de estudiantesde Farmacia, una organización de ca-rácter conservador, muy implicada enlos problemas profesionales. La ma-yoría de los profesores republicanostuvieron problemas con ella y chal-meta de manera especial, pues pidie-ron abrirle expediente. Él se mostróbeligerante de manera persistente ysiempre atribuyó las huelgas al deseoestudiantil de disminuir la extensiónde los programas y la severidad de losexámenes, sin pararse a pensar sihabía algo de real en sus continuasreivindicaciones, postura muy simi-lar a las de Madinaveitia y cuatreca-sas, mientras el resto del claustro,aunque partidarios de mantener elorden académico y esencialmente au-toritarios, como era habitual en laépoca, se mostraron mucho menosbeligerantes.

con sus compañeros tampocomantuvo excelentes relaciones. apoyó

siempre al decano; se puso continua-mente de parte de Madinaveitia, perotuvo roces con muchos de los demás.provocó uno de los intentos de dimi-sión, durante la ii República, del se-cretario, Rafael Folch, hombre muyconservador pero concienzudo y lealen el ejercicio de sus funciones e in-cluso con cuatrecasas, muy cercanoa sus ideas, tanto que se exilió nadamás acabada la contienda civil.

La imagen parece la de una per-sona muy seria en sus conviccionescientíficas o políticas y, acaso, exce-sivamente intransigente o falta demano izquierda.

La Farmacia Moderna

esta revista profesional fue fun-dada por Luis Siboni Jiménez (1841-1936)38 y Ángel Bellogín y aguasal(1841-1920)39 el año 1890.

alberto chalmeta la adquirió, en1935, a Modesto Maestre ibáñez(1883-1936), asesinado por la repre-sión republicana en Madrid, junto asu mujer y el portero de su casa,

Figura 5: La Farmacia Moderna cuando fue adquirida por chalmeta.

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quien le intentó defender cuando ungrupo de milicianos se lo llevaban40.

esta circunstancia, en nada rela-cionada con chalmeta y no utilizadajamás en su contra, no le hubo tam-poco de ser propicia tras la Guerracivil.

en el primer número de 1935 ex-plicó la intención de su adquisición,efectuada con el deseo de reunirtodos los trabajos realizados por in-vestigadores farmacéuticos que ac-tualmente se esparcen por las revis-tas de Química, Medicina, Física yCiencias Naturales en donde pasadesapercibido el carácter farmacéu-tico del autor, para mantener ante lasociedad el prestigio científico quetuvo la profesión en épocas ya pasa-das, y de otro lado, evitar que elnivel intelectual de nuestros estu-diantes quede petrificado al termi-nar sus estudios por encerrarse enuna farmacia rompiendo toda rela-ción con el mundo exterior, y sobretodo, queremos impedir que seacierta la frase de que el farmacéuticoes el único profesional que al salir dela Universidad no piensa en aumen-tar su cultura, sino por el contrario,se apresura a perder los pocos o mu-chos conocimientos que en ella ad-quirió.

La revista constaba de una partecientífica y otra profesional. La se-gunda se diferencia poco del resto delas publicaciones de la época; editanoticias relacionadas con el quehacerprofesional y artículos de fondo sobrelos incidentes y la legislación relacio-nada con la Farmacia, la mayoría delas veces firmados por el propio chal-meta.

La parte científica se inició con unartículo de antonio Madinaveitia; sepublicaron trabajos de José cuatre-casas, Francisco Bustamante Ro-mero, Román casares, Jesús Váz-quez, José Giral, Ramón San Martíncasamada, carmen tello, una confe-rencia de Willstätter, según los apun-tes tomados por uno de los asisten-tes –de quien no se facilita lafiliación–, Florencio Bustinza, enri-que otero, aurelio Gámir, María cas-tillo y otros, además de muchas pu-blicaciones del propio chalmeta,varias de ellas firmados junto a su es-posa cecile.

en el poco tiempo de publicación,la revista intentó lo señalado por su

propietario en el primer número bajosu dirección: servir para dar a cono-cer a investigadores farmacéuticos,consagrados o no, en muy diversasramas del saber. además, parece ungran instrumento curricular para elpropietario y sus familiares, ademásde cumplir con las pautas tradiciona-les de la prensa profesional farma-céutica.

Sus actividades como catedrá-tico durante la guerra civil. LaFacultad de Farmacia de Madriddurante la guerra.

durante el verano, como es biensabido, se produjo la sublevaciónfranquista y estalló la contienda entreespañoles mortalmente enfrentados.

Gracias a su declaración en el jui-cio militar sumarísimo de depuracióny a las de otros depurados de distintaideología a la suya, (las cuales en va-rios casos pueden tomarse como dela-ciones) podemos saber cómo se des-arrolló la actividad académica durantela guerra con bastante exactitud.

La sublevación militar cogió a ob-dulio Fernández fuera de Madrid, devacaciones en su Burgos natal, con loque se presentó inmediatamente a lossublevados41.

Quedaron como decano acciden-tal, José casares Gil y en calidad deSecretario accidental, Rafael Folchandreu. al llegar los primeros heridosde la contienda, el profesor auxiliarJuan Gomis y los ayudantes eliseoGastón de iriarte y Joaquín GonzálezMateo, sugirieron a las autoridadesacadémicas el formar una sección desueros y vacunas con destino a loshospitales de sangre.

de esa manera pretendían evitar laincautación de los laboratorios de laFacultad y dotarse de documentos deidentidad y avales imprescindibles enla capital en esos momentos inicialesde terror. a quienes trabajaban allí lesdaban unos brazaletes sellados y unvolante de trabajo, indispensables paramoverse con seguridad por la capital,más aún a quienes no podían obtenercertificados de adhesión a la Repúblicapor su militancia derechista.

de esa manera se protegieron,además de los mencionados, Ángel

Figura 6: primer número de La Farmacia Moderna tras ser adquirida por chalmeta.

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Santos, Santiago Álvarez calatayud,ayudante de clases prácticas de Mi-neralogía, Guillermo Folch Jou,Ramón portillo, el presidente de losestudiantes católicos y muchos más42.

en esos primeros días se evitó laquema del convento de San antón,gracias a las llamadas telefónicasefectuadas por Rafael Folch al secre-tario de José Giral, presidente delconsejo de Ministros. Mediante lasmismas le encarecía a advertirle que,de quemarse San antón, ardería tam-bién la Facultad.

el presidente del gobierno abortóesa intentona anarquista lo cual, enpalabras de Rafael Folch, prueba quesi el Gobierno hubiera querido se hu-bieran evitado los demás43.

el 28 de agosto cesaron a casaresGil y Folch andreu en sus cargostemporales. en sus puestos nombra-ron a chalmeta, Secretario de la Fa-cultad, y a Madinaveitia decano44.

Según la declaración citada de San-tiago Álvarez calatayud, los nuevosresponsables designaron un comitéformado por varios farmacéuticos:carlos Lagunilla Leca y antonio Za-pata díaz, farmacéuticos de filiacióncomunista; María teresa cantera e ig-nacio Rodrigo, farmacéuticos socia-listas y quizá algún otro, quienes de-signaron a chalmeta director dellaboratorio de Sueros y Vacunas. in-mediatamente depuró de elementosderechistas el centro y los dejó priva-dos de trabajo y documentación, con

lo cual hubieron de esconderse en suscasas y su situación personal se hizomucho más difícil, incierta e inse-gura.

al acercarse las tropas sublevadasa Madrid por primera vez, los respon-sables de la Facultad y cuatrecasas,salieron hacia Valencia.

Ángel Santos aprovechó para ha-bilitar los laboratorios de QuímicaBiológica. Los dedicó a realizar análi-sis clínicos. de esa manera deseaba,además de seguir efectuando unalabor sanitaria, poder volver a facili-tar volantes de trabajo, mediante loscuales remediar la angustiosa situa-ción de los profesores menos com-prometidos con el Frente popular.

el 7 de agosto de 1939, el profesorauxiliar de la Facultad de Farmacia,Ángel Santos Ruiz, en declaración ju-rada ante el juzgado instructor ex-pone:

En el comité marxista de depura-ción, intervinieron directamente,entre otros que no recuerdo, la Ayu-dante María Teresa Cantera, y un talRodrigo, farmacéutico, quedandocomo Jefe de Sueros y Vacunas DonAlberto Chalmeta Tomás (que fuenombrado Secretario de la Facul-tad)45.

Rafael Folch en su declaración ju-rada ante el juzgado instructor es-cribe:

Desde aquella fecha mi actua-ción en la Facultad fue práctica-mente nula pues incompatible conlas ideas rojas sostenidas por losnuevos Decano y Secretario, señoresMadinaveitia y Chalmeta, respecti-vamente, dejé casi en absoluto de vi-sitar la Facultad. Hay que consignarque durante mi actuación y la de D.José Casares no actuaba Comité al-guno por lo menos abiertamente oque yo lo supiera, pero sí desde el 29de agosto, Comité del Frente Popularformado por los antiguos alumnosseñores Zapata y Lagunilla apoya-dos por otro miliciano de gradua-ción, señor Carabot de Porras….

Respecto a la situación de miscompañeros algo se deja entrever enlo anteriormente consignado. Hay,sin embargo, que hacer resaltar queaparte de Don José Giral que es des-graciadamente de sobra conocida,los señores Madinaveitia, Chalmetay Cuatrecasas aceptaron nombra-

Figura 7: Fachada de la Facultad de Farmacia de la universidad central, actualmente sede dela Real academia Nacional de Farmacia.

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mientos del Gobierno marxista asícomo los cuatro son los únicos deesta Facultad cuyos nombres apare-cieron en la Gaceta de la Repúblicapara confirmarles el cargo de cate-drático en plenitud de todos sus de-rechos46.

estas manifestaciones pueden serconsideradas como delaciones, hayque leer, sin embargo, la declaracióndel propio chalmeta.

Según su testimonio, el decanoaccidental, José casares Gil y RafaelFolch, preparaban por su cuenta in-yectables con destino a los hospitalesde sangre. Madinaveitia y él estuvie-ron de acuerdo en que la fabricaciónde inyectables no podía continuar re-cayendo sobre la Facultad y solicita-mos de Farmacia Militar que nosdiese los productos y ampollas nece-sarios, entregándoles nosotros losinyectables que fabricásemos conellos. El claustro me encargó la di-rección del laboratorio y una comi-sión me encargó de seleccionar deentre el excesivo número de farma-céuticos los que debían continuartrabajando {subrayado en rojo por eljuzgado militar}.

en la declaración de chalmeta,parece que el laboratorio fue unacontribución de la Facultad al go-bierno republicano y la suya una ac-tividad racionalizadora, impulsadapor el claustro. Nada era así. el claus-

tro jamás se reunió y el comité queluego nombró a chalmeta, fue desig-nado por los nuevos decano y Secre-tario. Los vencedores –que antes fue-ron perseguidos– se encargaron desubrayarlo.

el 23 de marzo de 1937, pororden de la Junta de defensa de Ma-drid, los laboratorios disponibles de laFacultad y el personal competente,quedan bajo su mando.

el 2 de agosto pasan a dependerdel Ministerio de defensa, concreta-mente de la delegación de centro ydentro de ella de la Subsecretaría dearmamento47.

en palabras de chalmeta, tam-poco exactas, aunque en este casoes más normal que no se mantu-viese al tanto de las disposicionesoficiales en momentos tan compro-metidos, en los primeros días de no-viembre, al acercarse las tropas na-cionales a Madrid, los obreros dellaboratorio y parque de FarmaciaMilitar se negaron a trabajar en sulocal, situado en la calle Embajado-res por lo que su director hubo depedir al Decano que permitiese tras-ladar a la Facultad la sección de in-yectables del parque. El Decano ac-cedió y se instalaron los obreros ennuestro laboratorio y los farmacéu-ticos militares en el de Química Or-gánica.

A los pocos días se marchó a Va-lencia el Sr. Madinaveitia y desdeentonces tuvo que dedicarse acci-dentalmente del Decanato, de unmodo forzado, Don César Gonzálezúnico catedrático que quedaba. {Enrealidad quedaban más catedráticosen Madrid, como veremos luego através de un informe del propioChalmeta}.

Los obreros se considerarondueños de la facultad, tomarontambién el laboratorio de QuímicaInorgánica y amenazaron con in-cautarse de todo el edificio si se lesponía inconveniente para algo. Re-alizaron una intensa propagandacomunista mediante un periódicomural y gran número de carteles.Luché contra esto dirigiendo misquejas primero a sus Jefes que sedeclararon impotentes para corre-girlo y luego al Delegado de losobreros. Como no conseguía nadaarranqué toda la propaganda quehabía por las paredes y di orden alportero de comunicar que la habíaquitado yo personalmente. Final-mente aprovechando el anuncio deexámenes de septiembre de 1937 yla normalización de la enseñanza,solicité el traslado de dicha secciónde inyectables a otro local, no con-siguiéndolo hasta mediados de1938.

a finales de 1936 o principios de1937, en su ausencia, unos artifi-cieros exigieron, mediante oficio deun jefe, un laboratorio de la Facul-tad para preparar estopinas48. Seinstalaron en el laboratorio de Quí-mica Biológica donde estuvieronvarios meses hasta que consiguióque la subsecretaria de armamentoles trasladase a lugar más apro-piado.

En estos laboratorios funciona-ron anteriormente una sección deanálisis clínicos para los hospitales(análisis químico y Química Bioló-gica) y otra de análisis químico a lasórdenes de la Junta Delegada de De-fensa de Madrid. Fueron dirigidospor los profesores Auxiliares señoresSantos y Portillo. Estas seccionesfueron languideciendo, con poco tra-bajo y desaparecieron al ser llama-dos a quintas. {No sé si Ángel Santosfue llamado a quintas, pero sí que es-tuvo encarcelado por sus anteceden-tes políticos, aunque logró librarse sinmás problemas irreparables.}

Figura 8: Laboratorio de Farmacia práctica,situado en la antigua Facultad de Farmacia, endonde profesó chalmeta (archivo del Museo de la Farmacia Hispana).

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Al crearse las comisiones depu-radoras del personal, protesté antetodo el mundo y en especial ante elsr. Cuatrecasas que se pudiera des-tituir a alguien por sus ideas políti-cas. De esta Facultad no se destituyóa nadie.

igualmente se manifestó discon-forme –según su testimonio– con lacreación de comisiones encargadasde dictaminar sobre la adhesión al ré-gimen de los solicitantes de docu-mentos académicos49.

La labor del decano y Secretariodesde este momento fue nula.

en Madrid la Facultad suspende ladocencia. pese a ello, chalmeta con-tinuó sus labores de Secretario ycésar González de decano acciden-tal, ante la marcha del decano Madi-naveitia, junto al Gobierno, primeroa Valencia y luego a Barcelona.

parece haber una contradicción,pues he señalado que chalmeta se fuea Valencia y lo volvemos a encontraral poco tiempo en Madrid. Él mismonos lo aclara en su declaración anteel tribunal depurador:

A fines de 1936 fui trasladado aValencia por el Ministerio de Ins-trucción pública, prometiéndomeque allí se pondrían laboratorios ala disposición de los catedráticospara que pudiesen dedicarse tran-quilamente a investigar; como estono se realizó nunca me volví a Ma-drid50. Posteriormente hice diversosviajes a Valencia para ver a la fami-lia y adquirir productos para el Cen-tro de Estudios y Experiencias. Pormás que en repetidas ocasiones soli-cité viajar al extranjero para ver laorganización antigás de otros paí-ses, traer libros y modelos de detec-tores y aparatos desimpregnación,no me lo permitieron nunca51.

en la Facultad de Farmacia seformó una comisión encargada deinformar sobre los títulos y certifica-ciones académicas que hayan de ex-pedirse por la Secretaría de la Fa-cultad de Farmacia de Madrid52.

La misma estaba formada por eldecano accidental, césar GonzálezGómez, el representante de la Fede-ración provincial de trabajadores dela enseñanza (Fete) de Madrid, Lau-reano poza Juncal y el representantede la Federación universitaria esco-lar (Fue), Baudilio Barros Villar.

para poder solicitar cualquier cer-tificado –tanto de estudios, como títu-los– los solicitantes debían acompañara su instancia una documentación me-diante la cual se demostrase su lealtady adhesión al Régimen.

ante la vaguedad de lo expuesto, elrepresentante de la Fete propuso unaespecie de reglamento en la sesión de4 de agosto: la instancia había de llegaravalada por una entidad política osindical antifascista. Si no pertene-ciera a ninguna, deberá presentarcertificación de dos individuos perte-necientes a ellas, garantizándole oavalándole y que, a su vez, las orga-nizaciones a que pertenezcan res-pondan de la lealtad al Régimen delos firmantes. Si no pudiera presentarninguno de los certificados anteriores,presentará memoria muy breve de suactuación y relaciones, así como do-micilio y residencia en los últimoscinco años y una fotografía para queesta Comisión pueda investigar u or-denar la investigación del peticiona-rio para garantizar su lealtad al Ré-gimen.

césar González, de manera muydiplomática, se opuso al tercer punto.Se mostraba conforme con hacercumplir las formalidades guberna-mentales pero, amparándose en laimposibilidad de conseguirlo, se ne-gaba a convertir la comisión en unaentidad depuradora de posturas con-

trarias al Régimen Republicano. Ladiscrepancia de pareceres no fue amás: amparándose en la constituciónde una comisión centralizada de estascuestiones para todas las facultadesen la universidad, la comisión de Far-macia cesó en sus funciones el 3 denoviembre de 1937 y, aunque dio nu-merosas certificaciones a quienescumplían los requisitos, nunca seconvirtió ella misma en certificadorade opciones políticas personales.

el 5 de octubre de 1939, doncésar González Gómez fue rehabili-tado sin imposición de sanción. Se lerepuso en su cátedra, una vez revi-sado su expediente de depuración53.

en el archivo General de la uni-versidad complutense de Madrid seconservan numerosos avales a solici-tantes de documentos en la Facultadde Farmacia. en los mismos, diversasorganizaciones políticas y sindicalescertifican que quien solicita los certi-ficados es persona afecta al Régimencon anterioridad al dieciocho dejulio de 193654.

el 10 de julio de 1938, chalmeta,como Secretario de la Facultad deFarmacia, informa de la situación delclaustro académico. Siete docentes seencuentran en territorio enemigo:obdulio Fernández Rodríguez; Fran-cisco de castro; Jesús Goizueta díaz;Manuel Martínez pacheco; RicardoMontequi díaz-plaja; Rafael Roldán

Figura 9: Laboratorio de Farmacia práctica,situado en la antigua Facultad de Farmacia, endonde profesó chalmeta (archivo del Museo de la Farmacia Hispana).

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Guerrero y Ramón casares. en zonaleal permanecen: Ramón portillo,José cuatrecasas, Manuel López Fi-gueiras, Fidel e. Raurich; césar Gon-zález –decano accidental– antonioMadinaveitia; Natividad Gómez; al-berto chalmeta; Luis pérez albéniz;Juan Bautista Gomis; Salvador RivasGodoy; Ángel Santos Ruiz y RafaelFolch andreu55. (No menciona a Josécasares Gil –el futuro decano al im-plantarse la dictadura tras la derrotarepublicana– pues ya estaba jubiladoy había logrado pasarse de zona).

en cuanto a la actividad acadé-mica durante la guerra, expone:

Se han realizado unos exámenesen enero de 1937 en donde sólo po-dían participar los alumnos con doso tres asignaturas para acabar lacarrera y en servicio de guerra yotros en septiembre del mismo cursopara alumnos de los tres primeroscursos.

Según su testimonio, se manifestócontrario pues suponían una recom-pensa a los alumnos que apoyaban algobierno. Los exámenes se celebra-ron en Valencia; juzgué los de Análi-sis químico y Farmacia práctica. Seretiraron todos los alumnos en el se-gundo ejercicio de Análisis y en elprimero de Farmacia. En septiembrese realizaron en Madrid, ante tribu-nal. Actué como presidente de los deTécnica Física y Química inorgá-nica, juntamente con los profesoresauxiliares. Hubo unanimidad en lascalificaciones y se realizaron comoera habitual. En Madrid sólo se con-dujo como un exaltado de escasamoralidad el Conserje VictorianoCarmona Pérez.

Puede decirse que me dediqué aprocurar que los Centros en los queestuve se mantuviesen al margen dela lucha, para lo cual impedí la pro-paganda roja, no perseguí a nadiepor sus ideas y luché constante-mente para conseguir no tener co-misario político que pudiese alterarel ambiente de Paz y de Justicia quehabía conseguido.

en Farmacia no hubo destituciónalguna y en el centro de estudios yexperiencias, dirigido por él, casitodos pertenecían a Falange y cuatroeran camisas viejas.

por lo menos desde abril de 1937,alberto chalmeta fue director del

centro de experiencias y estudiosdel Batallón de Guerra Química, conel grado asimilado de comandante.entre mayo y octubre de 1938 fue di-rector de la escuela Nacional de Sa-nidad.

Las responsabilidades políticas

el asomarse a esta página de lahistoria de españa es un trabajo sóloapto para historiadores dotados de unestómago fuerte. Las indignidades, lasbarbaridades, los actos atroces efec-tuados en ambos bandos no tienenjustificación alguna. Los farmacéuti-cos, acaso por ser la mayoría de pen-samiento político conservador, su-frieron muchísimo más el llamado“terror rojo”, del cual ahora no suelehablarse demasiado, fundamental-mente los miembros de la academiaNacional de Farmacia, varios decuyos académicos fueron asesina-dos56.

chalmeta ocupó cargos y dejó aalgunos miembros del claustro fueradel relativo resguardo de un trabajoen la Facultad. en sus declaracionesno se lo perdonaron.

La represión franquista fue másamplia, más sistemática e igual debárbara. chalmeta salió con vida,pero con una vida deshecha.

para entender el porqué de esabestial revancha podemos acudir a di-versos tratados históricos57, pero paraintentar comprender la especial aten-ción a maestros y profesores univer-sitarios puede leerse el artículo deÁngel cruz Rueda, publicado primeroen el semanario El Popular de cabra(córdoba) y luego recogido en unlibro titulado Por España, crónicaspatrióticas, prologado por FedericoGarcía Sanchos y dedicado AlExcmo. Sr. General Jefe del Ejércitodel Sur D. Gonzalo Queipo de Llanoy Sierra, salvador de Andalucía. Ho-menaje del autor58.

chalmeta permaneció en Madrid.No quiso o no pudo intentar el exilio.en sus palabras, Se presentó a la au-toridad el 28 de marzo de 1939, a lasonce de la mañana, antes de la libe-ración de la ciudad; se entregó al co-mandante de la bandera de Requetéscongregada en el local del servicio

(supongo se refiere al Batallón deGuerra Química), de la cual formabaparte un tercio de falangistas consti-tuidos por el personal del centro. eldía 29 ante el teniente coronel señorpinilla, al que entregué todas las de-pendencias del centro en perfecto es-tado y con la documentación com-pleta. También me presenté alcoronel señor Izquierdo.

el día 31 en la Facultad de Far-macia ante el catedrático señor Mon-tequi, que venía a poner en marchalos laboratorios para el Ejército na-cional. El día 2 de abril hice entregade la secretaría de la Facultad al ca-tedrático señor Folch. El día 5 en elministerio de Educación Nacional.

Su peregrinación, como vemos,fue tremenda. No encontró entre suscompañeros sed de venganza, perotampoco, paz, piedad, ni perdón, loque reclamaba azaña para todos losespañoles al final de la guerra. espe-cialmente dura debió ser su entre-vista con Montequi o Folch y, desdeluego, el segundo no la mencionapara nada en su propia declaraciónante el tribunal de depuración polí-tica.

chalmeta ya se lo imaginaba.entre las personas que pudieran ava-larle menciona, en la Facultad deFarmacia, un solo funcionario admi-nistrativo, el cual permaneció allí du-rante toda la contienda: Luis NietoSánchez Grande, conserje y portero.para luego, como vimos, tratar dejustificar toda su actividad en lamisma, con especial cuidado de su-brayar que no intentó perjudicar alos profesores de derechas embosca-dos en ella. (de eso sí se encargaronen desdecirle).

en el centro de estudios men-ciona a los camisas viejas de Falange,Francisco Moll carbo, Julio SanRomán y a tomás Reyero Martínez.

en lo referente a su comporta-miento político, adujo que en la Fa-cultad de Farmacia no hubo destitu-ción alguna y en el centro deestudios y experiencias del Batallónde Guerra Química casi todos perte-necían a Falange y cuatro eran cami-sas viejas.

admitió no haber hecho nadapara sumarse al movimiento nacio-nal, pero sin ayudar a los republica-nos más que con la contribución obli-

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gatoria de todos los funcionarios ydestinada a hospitales. declaró nohaber pertenecido nunca a partidospolíticos y haber suscrito, en diversasocasiones, las hojas para la readmi-sión de funcionarios, así como su ad-hesión al comité Nacional de defensa–aunque añade– con motivo de la su-blevación comunista.

¿por qué se quedó en Madrid?

Él escribe: tenía escondido en micasa a mi padre D. Alberto ChalmetaEsparza, inspector municipal de sa-nidad de Catarroja, que hubo dehuir del pueblo para que no le asesi-naran y fue declarado desafecto alrégimen.

en cuanto a la aceptación de losdiversos cargos, se ampara en esa cir-cunstancia familiar, en la obligatorie-dad de hacerlo y además vinieron asolicitármelo el Comandante Mejíasy el comisario Hernández y aunqueaduje mi desconocimiento del temano tuve más remedio que aceptar.

La declaración no fue nada he-roica, como es absolutamente natu-ral. (Se trataba de un hombre lu-chando por su vida. en cualquier paíscon un estado de derecho, todo in-culpado está autorizado a mentir enprovecho propio; más cuando está enjuego la subsistencia vital). pero ade-más nos sume en la duda profunda desi en realidad su comportamiento,puesto en evidencia por los profesoresderechistas a quienes no había facili-tado la vida, se debió a la necesidadde proteger a su padre, con lo cual secomportó con dureza en donde eramás conocido, pero defendió a perso-nas de distinta ideología (o de lamisma, que en estos temas ya uno nosabe quién es quién, ni lo que defen-dió ni pensó) en el Batallón de luchaquímica, en donde no podían ponerleen evidencia por sus actos.

para el tribunal militar no hubodudas. estaba compuesto por el coro-nel, césar Mateos Rivera, en calidadde presidente, el capitán Ramón Lá-zaro de Medina, vocal ponente, y Ga-briel García Marco.

el 26 mayo 1939 celebraron pro-ceso sumarísimo.

afortunadamente para la concien-cia de sus compañeros, (aunque ni seenteraron, ni luego le echaron unamirada, ni muchísimo menos unamano) ignoraron todo lo referente a

su actuación en la Facultad de Far-macia. Se fijaron en que fue directordel centro de estudios y experienciadel Batallón antigás, asimilado con eltítulo de comandante. Sin saber cómo(al menos el investigador que esto es-cribe) llegaron a la conclusión de queexpulsó de dicho batallón a algunaspersonas de derechas que en él seencontraban ocultadas. No sé si nose enteraron de que esa supuesta ex-pulsión se dio en la Facultad de Far-macia, no en el Batallón en dondehabía un regimiento de falangistas.en realidad no les importaba dema-siado. decidieron que había cometidoun delito de auxilio a la rebeliónsegún el código de Justicia Militar.

por eso digo que no les importa-ban nada las formas. podían haberleacusado de cualquier cosa pero, de undelito de ayuda a la rebelión militar...

precisamente los juzgadores eranquienes se habían levantado militar-mente contra un Gobierno legítima-mente constituido. La paradoja y elcinismo, se veían elevados a catego-ría sádica. acaso por eso se pide in-sistentemente, en la actualidad, la re-visión de esos juicios militares endonde no se guardó ningún cuidadoformal (tampoco lo hicieron los tri-bunales populares y mucho menos laschecas, con lo cual se puede hablartranquilamente de asesinatos y penasaleatorias en uno y otro bando).

La condena fue de quince años dereclusión temporal e inhabilitaciónabsoluta durante la condena.

Se confirmó el 29 de mayo. cesópor separación definitiva de su cargode catedrático el 22 de noviembre de1939 (Boe del 18/Xii/1939).

a partir de aquí la documentaciónpermanece casi en silencio porque to-davía no puede consultarse.

algunos autores señalan que fuecondenado a muerte59. No están en locierto. Según ellos, su hermana Jose-fina, médica pediatra, consiguió la in-termediación de un oficial franquistanatural de catarrosa para evitar sufusilamiento y convalidarlo por unacondena de treinta años. Se equivo-can también, al menos en la gravedadde las condenas, a juzgar por los do-cumentos del archivo General de laadministración.

por una fuente oral saben que supadre, de avanzada edad –y según

ellos republicano notorio– esperabade manera ostensible el paso del cor-tejo de Franco delante de la casa fa-miliar para saludarlo, públicamente,brazo en alto. Si juzgamos por lo es-crito en la declaración de chalmetano le costaría demasiado, aunquetambién deseara, profundamente, laliberación de su hijo.

chalmeta fue internado en elpenal de ocaña. a él se destinabanlos penados mayores de 23 años ymenores de treinta, con penas menosgraves, pero mayores de dos años60.

Su condena alcanzaba hasta 1954.

en el archivo General de la ad-ministración figura un chalmetatomás, alberto, encuadrado en elSindicato Vertical de industrias Quí-micas, como director técnico de losLaboratorios profidén S.a. desde el 1de diciembre de 194961.

Según los mismos autores cita-dos, al recuperar su libertad siguióinhabilitado durante otros siete añospara ejercer su profesión; debía pre-sentarse regularmente en comisaríay carecía de documento nacional deidentidad y pasaporte. Si eso fuecierto, nos indicaría que fue libe-rado hacia 1942, coincidiendo conalguno de los indultos franquistaspara disminuir la ocupación de lascárceles. tal vez aquí sirvieron losbuenos oficios del oficial franquistade catarrosa.

pese a encontrar ese trabajo, si-guió alejado de cualquier cargo pú-blico y desde luego no recuperó sucátedra. para mantener a la familiacon decoro, vendió unas tierras he-redadas de su padre y adquirió unalicencia de dos taxis en Madrid62.

Según sostienen algunos de susbiógrafos, no podía constar en nóminay carecía de prestaciones sociales.

una vez muerto Franco fue jubi-lado por Real orden de 9/i/1976. Sele reconocieron los efectos pasivosacumulados durante el tiempo queestuvo separado del servicio hasta lafecha en que cumplió los setenta añosde edad. Lo mismo sucedió con lostrienios, menos el lapso temporal pa-sado en prisión, pues la pena llevabainherente –al parecer del abogado delestado–, la accesoria de inhabilita-ción63.

en esa época vivía en la Glorietade Ruiz Jiménez nº 2, de Madrid.

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como tenía una edad avanzada yya carecía de obligaciones para consus hijos, vendió cuanto tenía en Ma-drid y se fue con su esposa a vivir aparís en donde murió, al parecer auna avanzada edad.

Francisco Giral señala la sañacon que se le persiguió y se le apartóde la cátedra. cuando regresó a es-paña, en 1976, y solicitó su reposi-ción en la cátedra para dar testimo-nio de la Universidad en el exilio, sesintió en la obligación de pedir con-sejo y permiso a varios representan-tes del exilio interior. por razones deafinidad republicana lo hizo conantón oncea, adolfo Miaja y albertochalmeta. Giral sí le considera afi-liado a un partido republicano, su-pongo que izquierda Republicana oa la agrupación formada por élmismo, aunque señala su falta de re-levancia en la vida política antes dela sublevación franquista64.

Chalmeta y la Real Academia deFarmacia

alberto chalmeta ingresó, comoacadémico de número, el año 1935.el aceite de chaulmoogra65 fue el tí-tulo de su discurso de ingreso, leídoel 8 de enero de ese año. Fue vice-presidente 3º de la institución entre1936 y 1939.

debido al curioso proceso de de-puración seguido por la Real acade-mia, en donde se mezclaron los ele-mentos políticos y la reforma de lainstitución hacia un modelo más si-milar al de las otras academias, enpuridad, a chalmeta no se le de-puró.

La mecánica establecida obligabaa los académicos a solicitar su depu-ración y manifestar el interés porcontinuar en la institución. chal-meta estaba suficientemente ocu-pado con otros asuntos de mayor ca-lado y encarcelado. Nunca se recibióla solicitud de continuidad y, portanto, quedó fuera de la nueva aca-demia. por consiguiente sería in-exacto decir que fue depurado y ex-pulsado y ofendería a la ética el noseñalar lo injusto de la situaciónplanteada.

Figura 10: discurso de entrada de chalmeta en la academia Nacional de Farmacia, publi-cado en sus anales.

Figura 11: ilustración del texto sobre el aceite de chaulmoogra, publicado en La FarmaciaModerna.

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Notas:

* catedrático de Historia de la Farmacia (ucM), miembro de la Real acade-mia de la Historia; de la Real academia Nacional de Farmacia.

1). RoLdÁN GueRReRo, R. (1958-1963), Diccionario Biográfico y Biblio-gráfico de autores farmacéuticos españoles, Madrid, gráficas Valera, tomo i, p.758-762; toMÁS GaRRido, G. M. (1974), Historia de la Facultad de Farma-cia de Madrid (1845-1945) contribución a su estudio, tesis doctoral inédita,dirigida por Guillermo Folch Jou, Madrid, universidad complutense, p. 539-543; BeNet i BeNet, a., RodRÍGueZ-coRteLLeS, S. (1997), La necessitatde la revisió en la Historià de la Farmacia: el cas del catedràtic chalmeta, But-lletí de la Societat d’Amics de la Història i de la Ciencia Farmacèutica Cata-lana, any Vi, nº 16, p. 132-136.

2). archivo General de la administración (aGa) educación (5).1 31/15609.

3). BeNet i BeNet, a., RodRÍGueZ-coRteLLeS, S. (1997) Op. cit.

4). aGa, (5).1 31/15609.

5). aGa (5) 20 32/14250. Muchas de las asignaturas las cursó como alumno nooficial. obtuvo una matrícula de Honor en Higiene, asignatura conmutada conla cursada en la licenciatura de Medicina. Le pusieron notable en Físico Químicay en Química orgánica aplicada a la Farmacia y en las demás asignaturas ob-tuvo aprobado.

6). aGa (5) 20 32/14042.

7). Su biografía puede verse en la web de la Société d’Histoire de la pharma-cie.

8). HeRiSSeY, H. cHaLMeta, a. (1928), Sur le dosage des sucres réducteurset, en particulier, du glucosa, para les liqueurs cupro-alcalines en présence d’a-cide cyanhydrique, Journ. De Pharm. et Chim., Viii, 8, p. 393; según RafaelRoldán se trata de la tesis, presentada en Francés en parís y en castellano en Ma-drid, con lo cual sería doblemente doctor.

9). Memoria de la JAE correspondiente a los cursos 1926-7 y 1927-8, Madrid,Jae, 1929 p. 246-248 y 344-345.

10).cHaLMeta toMÁS a. (1932). Valoración de los azúcares reductores porlos líquidos cupro-alcalinos en presencia de ácido cianhídrico, tesis presen-tada por… para aspirar el grado de doctor en Farmacia en febrero de 1930, Ma-drid, establecimiento tipográfico de a. Marzo. aGa (5) 20 32/15122 (título dedoctor).

11).cHaLMeta toMÁS, a. (1930), Microsublimaciones, Anales de la Socie-dad Española de Física y Química, t. XXViii, año 28, p. 1407.

12).archivo de la Junta para la ampliación de estudios Jae, 35-496.

13).del expediente personal de alberto chalmeta tomás, en el aGa, se me hapermitido consultar lo referente a su depuración política, pero no el personalpues no lo consideran público hasta el año 2027. aunque me lo facilitaron, meadvirtieron que no lo consultara y creí obligado seguir sus indicaciones.

14).orden de 11 de agosto de 1931, firmada por domingo Barnés, Gaceta deMadrid, 14 de agosto de 1931, nº 226, p. 1230-1231; 1240, en donde se fijan lascondiciones de admisión.

15).orden de 24 de diciembre de 1931, Gaceta de Madrid, 8 de enero de 1932,nº 8 p. 216-217

16).orden de 22 de enero de 1932, Gaceta de Madrid, 25 de enero de 1932,nº 25, p. 631

17).orden de 28 de enero de 1932, Gaceta de Madrid, 30 de enero de 1932,nº 30, p. 762

18).orden de 12 de febrero de 1932, Gaceta de Madrid, 14 de febrero de 1932,nº 45, p. 1131-1132

19).orden de 14 de octubre de 1932, Gaceta de Madrid, 25 de octubre de1932, nº 299, p. 551

20).Libro de actas de la Junta de Facultad de Farmacia de la universidad cen-tral (custodiadas en la Secretaría de la Facultad de Farmacia de la ucM). LaJF-Fuc, sesión del 12 de noviembre de 1932.

21).pueRto, Javier (2011) antonio Madinaveitia y tabuyo (Madrid, 1890-Mé-xico d.F., 1974). en antonio González Bueno, Guillermina López andújar,María dolores cabezas López, carmen Martín Martín, Juan esteva de Sagrera,Homenaje al Prof. Dr. José Luis Valverde, Granada: Sociedad de docentes uni-versitarios de Historia de la Farmacia de españa, 2011, pp.619-718.

22).LaJFFuc, sesión del 21 de noviembre de 1932.

23).LaJFFuc, sesión de 1 de diciembre de 1932.

24).LaJFFuc, sesión de 17 de diciembre de 1932.

25).LaJFFuc, sesión 25 de marzo de 1933.

26).LaJFFuc, sesión de 11 de abril de 1933

27).LaJFFuc, sesión del 13 de mayo de 1933.

28).LaJFFuc, sesión del 5 de mayo de 1934.

29).LaJFFuc, sesión del 4 de julio de 1934.

30).LaJFFuc, sesión del 9 de febrero de 1935.

31).LaJFFuc, sesión del 21 de mayo de 1935.

32).LaJFFuc, sesión del 26 de septiembre de 1935.

33).LaJFFuc, sesión del 19 y 22 de octubre de 1935.

34).LaJFFuc, sesión del 3 de diciembre de 1935.

35).LaJFFuc, sesión del 15 de enero de 1936.

36).LaJFFuc, acta de la sesión celebrada el 23 de marzo de 1936.

37).LaJFFuc, acta de la sesión celebrada el 25 de marzo de 1936.

38).RoLdÁN GueRReRo, Rafael (1976) Diccionario biográfico… Op. cit. t.iV pág. 516.

39).RoLdÁN GueRReRo, Rafael(1958-1963) Diccionario biográfico… Op.cit. t. i, pág. 333.

40).RoLdÁN GueRReRo, Rafael (1975) Diccionario biográfico… Op. cit. t.iii, pág. 173.

41).FeRNÁNdeZ y RodRÍGueZ, obdulio (1973) Recuerdos de una vida, Ma-drid: talleres gráficos vda. de c. Bermejo.

42).Los datos proceden de las declaraciones ante el tribunal de depuración dealberto chalmeta aGa (5).1 8 21/20523, en donde también están las declara-ciones inculpatorias de Juan Bautista Gomis el 5 de agosto de 1939 y de San-tiago Álvarez calatayud.

43).declaración escrita de Rafael Folch andreu ante el tribunal de depuraciónque le declaró libre de toda sospecha el 17 de agosto de 1939. aGa 31/5707.

44).orden Ministerial del Ministerio de instrucción pública y Bellas artes del27 de agosto de 1936, firmada por Francisco Barnes, Gaceta de Madrid de 28 deagosto de 1936, nº 241, pág. 1520-1521 .

45).archivo General de la universidad complutense de Madrid (aGucM), d-1868 oficio dirigido desde el juzgado instructor al decano de la Facultad de Far-macia el 7 de agosto de 1939.

46).oteRo caRVaJaL, Luis enrique (dir.) NuÑeZ dÍaZ-GaLaRt, Mirta;GÓMeZ BRaVo, Gutmaro; LÓpeZ SÁNcHeZ, José María; SiMÓN aRce, Rafael(2006) La destrucción de la ciencia en España. Depuración universitaria delfranquismo, Madrid: ucM, pág. 305-306, aGa 31/05707.

47).aGucM, d-1868.

48).artificios destinados a inflamar la carga en las armas de fuego.

49).aGa (5).1.8 21/20523. en el archivo General de la administración, de al-calá de Henares, se me permitió consultar el expediente de depuración del ca-tedrático, de donde proceden la mayor parte de las informaciones, pero no el ex-pediente personal que, según la Ley en vigor, no puede ser consultado, nisiquiera con la autorización de algún pariente cercano, hasta 2027.

50).Sobre esta intentona puede ser aclaratorio el testimonio de Gonzalo Ro-dríguez Lafora, referido a Francisco tello. LaFoRa, G. R. (1959) en memoriadel profesor Francisco tello, Revista IBYS, año Xii-nº2, pág. 198-203.“Así cuando al principio de nuestra guerra civil, el ministro comunista deInstrucción Pública, invitó a Tello, como a otros hombres de ciencia de Ma-drid, a trasladarse gratuitamente a la famosa Casa de la Cultura de Valencia(triste remedo de la creada por Lunacharski durante la revolución rusa), yque pronto dejó de cumplir su promesa de independencia que había ofrecidodicho ministro a los intelectuales españoles invitados”.

51).aGa (5).18 21/10523.

52).Las actas de la comisión, en libro aparte, se conservan en la Secretaría dela Facultad de Farmacia de la ucM. empezó a funcionar el 17 de julio de 1937.

53).aGucM, d-1868 comunicación del 4 de agosto de 1939 del director Ge-neral de enseñanzas Superior y Media al decano de la Facultad de Farmacia.

54).aGucM, d-1883.

55).aGucM, d-1868, cit. por cLaRet MiRaNda, Jaume (2006) El atroz des-moche. La destrucción de la Universidad española por el franquismo, 1936-1945, Barcelona: crítica, pág. 294.

56).pueRto, Javier (2012) Historia de la Real Academia Nacional de Far-macia, Madrid: Real academia Nacional de Farmacia.

57).uno bastante reciente y muy esclarecedor es el de GÓMeZ BRaVo, Gut-maron (2009) El exilio interior. Cárcel y represión en la España franquista1939-1950, Madrid: taurus.

58).cRueZ Rueda, Ángel (1937) Depuraciones, en Por España, crónicas pa-trióticas. Granada: antonio prieto, pág. 208-211. Ángel cruz Rueda, natural deJaén, era director del instituto de Segunda enseñanza de cabra (córdoba) y

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premio Nacional de Literatura en 1929. en su artículo Depuraciones, escribe:Aparte de las acciones de guerra, la nota de actualidad en la retaguardia esel comentario a las depuraciones que se realizan en la Administración espa-ñola y en especial entre los funcionarios dependientes de Instrucción Pública.El número del ABC sevillano del día 26 de junio de 1937, dedicó su artículode entrada al trascendental asunto. Afirmaba que acaso donde produjo másestragos la propaganda revolucionaria fue en el Magisterio. La tendencia ateay antiespañolista señoreaba desde la Universidad a la escuela. En gran nú-mero de pueblos reconquistados se comprobó que “el cabecilla que dirigía losgrupos revolucionarios, responsables de tanto crimen y de tanta ruina, era elmaestro”. El anónimo articulista advierte con lealtad: “Había sus excepcio-nes, naturalmente. No ya individuos aislados, sino instituciones beneméritasde profesores, exaltados patriotas y buenos católicos, supieron mantenersefirmes frente a la corriente arrolladora de la revolución, y por contraste conel caso anterior en no pocas ciudades el maestro católico y patriota fue la pri-mera víctima”. El Estado ordenó la revisión del personal dedicado a la ense-ñanza pública, valiéndose para ello de cuatro Comisiones de nombramientoirrenunciable y sin gratificación o dietas para sus componentes, aunque ten-gan su residencia en lugar distinto de la capital en que se celebran sus reu-niones. Nada de automóviles requisados; hay juzgadores de esas Juntas queviajan a su propia costa en los del servicio público y que se pagan asimismoel modesto hotel o fondita; respondo de ello.

Luego, se pregunta en el editorial de referencia si los resultados correspondena las esperanzas y si “secunda el civismo de las gentes llamadas a informarla intención irreprochable” de las Comisiones. Afirmamos rotundamente queno siempre y con eso no revelamos secreto grande ni chico; lo que tratamosde conseguir, en la medida de nuestras fuerzas, es remediar el mal. Hay gen-tes sinceras, pero abundan las que no lo son. En privado muestran que co-nocen la mala vida y milagros de los pícaros con título académico; y con sufirma dicen…lo contrario. Y las Juntas han de atenerse, sobre todo, a esaspruebas. Las injusticias, si existen, se deberán a los falsos delatores y a los“defensores” falsos. Unos y otros deben ser castigados ejemplarmente. Así, elcaballeroso funcionario injuriado o calumniado, en este aspecto, tendría sureparación; y el mal funcionario, la sanción debida, como debieran tenerla-ya en su día la tendrán- los ineptos y los que carezcan de vocación por la en-señanza. ¿Qué la depuración “debe hacerse con un criterio de selección quenunca, será bastante riguroso?” así lo desea todo desapasionado. Mas quelos demás ciudadanos no sean cobardes ni embusteros. Porque de esta suerteno se redime a España.

Todos nos reímos de los que, sin creencias, pretenden “borrar su pasado lle-nando el aula de crucifijos y estampitas y organizando sin ton ni son cere-monias religiosas tan faltas de fervor como sobradas de teatralidad” o de losque se han disfrazado con diversos hábitos y han adornado las solapas conmedallas o lazos nacionales, a modo de salvoconducto; todos sabemos queuna mal entendida indulgencia “sería de fatales resultados para el porvenirde nuestra Patria”; mas hay que predicar y dar trigo; que es un sofisma de los

vulgares, aún entre gentes que se tienen por letradas, lo de generalizar parauna profesión, oficio o clase lo que es imputable a unos individuos. El que tra-gaba grava de las carreteras, el matasanos, el explotador de los libros de textoo el que se vengaba con la papeleta de examen, el que ganaba cien con el me-dicamento que le costaba diez, el que enredaba el pleito para aumentar la mi-nuta, etc., etc., nada tienen que ver con la ingeniería, con la medicina, con lacátedra, con la farmacia, con la abogacía…Esos son…apestados, a los cua-les es necesario separar de la sociedad, por lo menos. Los honrados no se sen-tirán ofendidos y resplandecerá más aún el sacerdocio de las profesiones.

Había mala hierba en el Magisterio de las diversas enseñanzas, pero tambiénhéroes y mártires. Ahora mismo, la Orden de la Presidencia de la Junta Téc-nica del Estado, del 15 de junio (B.O.E., del 18) y otras disposiciones hacenque los catedráticos de Institutos contribuyamos- relativamente-, sobre todolos que tenemos cargos de responsabilidad, más que los millonarios a soste-ner las cargas de la Patria, para lo cual no debe omitirse sacrificio alguno;“bien pequeño”, reza la disposición; pero conviene que se enteren los que pre-sumen y los pudientes o muy ricos que se quejan de vicio porque entregarona regañadientes unos miles de pesetas o de duros…

Depuremos bien, para que algunos interesados no se rían de las acusacioneso de la impunidad y se queden luego realizando su labor, mientras otros noperores son castigados; mas se debe reconocer que no todos son así y que laausteridad es practicada por muchos catedráticos y maestros humildes. Notodo es uno y lo mismo, por fortuna para España.

59).BeNet i BeNet, a., RodRÍGueZ-coRteLLeS, S. (1997) Op. cit., pág.135.

60).RodRÍGueZ teiJeiRo, domingo (2011) Las cárceles de Franco, Madrid:catarata, pág. 59.

61). información dada por los profesores antonio González Bueno y Raúl Ro-dríguez Nozal. el laboratorio profiden S.a., estaba situado en la calle Granadanº 6 de Madrid. aGa, Sindicatos {(06) 26.37}, legajo 34/14315.

62).esta información fue ratificada en público por d. alejandro Sos, hijo delgeólogo represaliado Vicente Sos Baynat, quien le conoció durante su infanciay estaba en su casa cuando llegaron a entregarle la recaudación. aseguró tam-bién que tenía un carácter extremadamente ordenado durante el congreso Elexilio científico republicano. Un balance histórico 70 años después, organi-zado por Josep L. Barona el 5 y 6 de noviembre de 2009, en Valencia.

63).aGa. (5).18 21/10523; informe del abogado del estado de 2 de abril de1976 (esta parte de la documentación personal, como forma parte del expe-diente de depuración, sí me ha sido posible consultarla).

64).GiRaL, Francisco (1994) Ciencia española en el exilio (1939-1989), Bar-celona, anthropos/ceRe, págs. 52, 53, 303.

65).cHaLMeta, alberto (1935) el aceite de chaulmoogra, Anales de la RealAcademia Nacional de Farmacia, año iV, nº 3, pág. 1-30.

Javier Puerto

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Introducción

este trabajo constituye un estu-dio rigurosamente inédito sobrela historia del médico rural en

la provincia de ourense a lo largo delsiglo XX. en nuestro trabajo preten-demos reconstruir y analizar las ca-racterísticas del ejercicio de la medi-cina rural en la época comprendidaentre el año 1900 y el 1975 en la pro-vincia.

La documentación sobre la reali-dad asistencial del médico y la medi-cina rural durante el siglo XX es es-casa. Los trabajos con intenciónhistórica y longitudinal son en su ma-yoría biografías y autobiografías dedoctores que vivieron parte de estaetapa. estas obras adolecen de unacomprensible subjetividad. Sin em-bargo resultan de gran utilidad, puesmucha de la información que contie-nen, tras el ejercicio de la compara-ción y contraste, permite sacar fac-tor común a la realidad del médicorural de este período.

La bibliografía secundaria sobre lahistoria de la medicina en Galicia en laetapa estudiada es también poco abun-dante. destacan, por su utilidad paranuestro trabajo, los estudios de carrootero,1 ponte Hernando y García Gue-rra.2 Y con respecto a la historia de lasanidad en la provincia de ourense,destaca la obra de Simón Lorda, prin-cipalmente centrada en la historia dela psiquiatría por un lado,3 y de la gue-rra civil y la represión franquista porotro.4 La fuente bibliográfica más im-portante para la elaboración de estetrabajo ha sido la de los boletines delcolegio oficial de Médicos de la pro-vincia de ourense, de los que se con-servan los números comprendidosentre abril de 1931 y enero de 1939,con periodicidad mensual hasta 1936,y variable a partir de esta fecha.

por último, las fuentes primariasdel estudio, tal y como explicaremos,

han sido, por un lado la documenta-ción relacionada que obra en los ar-chivos consultados y por otro, lasfuentes orales obtenidas a través deentrevistas con pacientes mayores einformadores clave que vivieron enprimera persona las singularidadesde la medicina de la época.

Planteamiento del estudio

La justificación de nuestro tra-bajo estriba en el hecho de que lahistoria del médico rural en general,y los problemas laborales con que seenfrenta en el escenario real de suactividad, en particular, son cuestio-nes que no han sido por el momentosuficientemente estudiadas.

a día de hoy, no existe en la bi-bliografía ningún tratado, ensayo orevisión profunda que aborde la his-toria de la medicina rural en nuestroemplazamiento y los que existen enel ámbito del estado español, nocomparten nuestros objetivos ni me-todología.

El objetivo del estudio es cono-cer los principales conflictos labora-les con los que se enfrenta el médicorural, y cómo los aborda.

La metodología que empleamoses, fundamentalmente, de tipo cuali-tativo, incorporando técnicas de bús-queda y localización de información,análisis documental y técnicas con-versacionales.5

Para la búsqueda de la informa-ción hemos recurrido a bases dedatos documentales y a los principa-les buscadores de archivos y fuentesbibliográficas relacionadas con eltema. Hemos utilizado el programa degestión de base de datos de la Rede deBibliotecas de Galicia. Hemos utili-zado el programa de búsqueda de laBiblioteca universitaria de Santiagode compostela, rastreando los fondos

de las bibliotecas de todas las Facul-tades, resultando especialmente úti-les los volúmenes localizados en la Bi-blioteca Xeral y en la Facultade deMedicina.

Hemos indagado en los recursosdisponibles de la fundación uriach,haciendo uso del buscador de la Bi-blioteca Histórica, del archivo, y delServicio de publicaciones, que ponea disposición monografías y artículosespecializados de contenido accesi-ble en la red a través de la revista Me-dicina e Historia.

Se ha consultado, asimismo, elbuscador de la Biblioteca Nacional deespaña, y a través de ella el listado detodos los libros publicados en el es-tado en relación con la materia.

también hemos hecho uso de losrecursos disponibles en el portal delconsejo Superior de investigacionescientíficas (cSic), destacando porsu utilidad para nuestro trabajo el ac-ceso libre a los volúmenes de la pu-blicación periódica Asclepio, Revistade Historia de la Medicina y de laCiencia; así como Cuadernos de Es-tudios Gallegos.

Hemos rastreado también las pu-blicaciones indexadas en la base dedatos teSeo, pubmed y en el ÍndiceMédico español a través de los moto-res de búsqueda de estas institucio-nes.

Se ha completado la búsquedacon los instrumentos de descripciónarchivística e inventarios de los ar-chivos visitados, así como con la re-visión manual de libros de actas yotros documentos no catalogados,además de los archivos personales ofamiliares de médicos rurales.

en cuanto al análisis documental,hemos consultado fuentes y docu-mentación histórica del archivo His-tórico provincial de ourense, ar-chivo del iltre. colegio oficial deMédicos de ourense, archivo de ladiputación provincial de ourense,

Roberto Fernández Álvarez, David Simón Lorda, Martín Menéndez Rodríguez, Mª Carmen Fernández Álvarez,Mercedes Adelaida Hernández Gómez, Yolanda Cruz Alonso.

Historia del médico rural en Ourense: lluvia de conflictos y el paraguas colegial

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Roberto Fernández Álvarez

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archivos Municipales de allariz,Xunqueira de espadañedo, ponte-deva y Rairiz de Veiga, archivo delcolegio oficial de Farmacéuticos deourense, archivo del Museo etnoló-xico de Ribadavia; archivos familia-res de médicos de los municipios deallariz, Luintra, esgos, Saviñao(Lugo), Leiro, oimbra, arnoia, Blan-cos y Viana do Bolo.

en lo referente a las fuentes ora-les, para consultarlas hemos entre-vistado a pacientes mayores que nosnarrasen historias de vida centradasen las experiencias de enfermedad.La muestra fue, para este trabajo, de24 pacientes. el ámbito de estudiofue la provincia de ourense. Los cri-terios de inclusión fueron: haber na-cido y crecido en la provincia, teneruna edad mayor o igual a 70 años yausencia de diagnóstico de deteriorocognitivo. obtenemos así testimo-nios de pacientes nacidos entre elaño 1916 y 1941. el muestreo, fuede tipo intencional, no probabilístico,buscando a los pacientes con mayorvoluntad y capacidad narrativa. el ta-maño muestral se estimó de acuerdocon dos variables: saturación necesa-ria para recoger todo el universo dis-cursivo y aparición redundancia –nú-mero suficiente de sujetos como paraque se empiece a repetir el discurso.–

Se han incluido, en calidad de in-formadores clave, entrevistas a seismédicos rurales jubilados, de las cua-les todas excepto una se han reali-zado en el propio domicilio del facul-tativo (tabla 1).

en cuanto al material y métodos:la mayor parte de las entrevistas serealizan en pacientes que acudenpara consulta al centro de salud y eninternos de residencias geriátricas dela provincia. La captación se produceen el primer caso a través del propioentrevistador, y en el segundo la rea-liza un contacto de la residencia quepropone a internos con buenas capa-cidades cognitivas.

Se realiza a los pacientes una en-trevista semiestructurada, semidiri-gida, individual que combina conte-nidos de opinión y de narración dehechos. La técnica de recogida dedatos es la grabación en audio. parti-cipan tres entrevistadores: un mé-dico de familia, investigador princi-pal y con experiencia docente entécnicas de entrevista clínica y dos

enfermeras entrenadas. el análisis dela información se realizó mediante latécnica de análisis del contenido, yfue supervisado por un investigadorexperimentado. Se procedió a la co-dificación de la información en uni-dades temáticas.

Resultados y discusión

La búsqueda de empleo es elprimer obstáculo laboral al que se en-frenta el facultativo durante todo elperíodo, pues por un lado casi siem-pre existe un problema de exceso demédicos –lo que se llamó la plétoramédica– en relación al número deplazas convocadas por los ayunta-mientos, que ofertan las menos posi-bles por motivos de ahorro.

a las fuerzas médicas corporati-vas les interesa que se reduzca el nú-mero de licenciados. plantean la re-ducción de facultades de medicina yla limitación de número de admitidosen las mismas.

en los años treinta se habla de laplétora médica, en un país, españa,con 22.000.000 de habitantes en1932, y 20.000 facultativos en ejerci-cio. uno por cada 1.100 habitantes.Francia: en 1928 uno por cada 1.554habitantes. una ponencia de la épocasobre la plétora médica que repro-duce el Boletín oficial del colegio deMédicos de ourense6 dice “Pocos sonlos que se deciden por la carrera demédico con verdadera vocación;cada día son menos los hijos de losmédicos que siguen la misma profe-sión que sus padres, porque la ma-yoría han visto todas las dificulta-

des, incesante trabajo, sin la sufi-ciente compensación económica. Encambio los jóvenes de la clasemedia, atraídos por el nombre y lasganancias de algunas celebridadesmédicas, aumentan sin cesar loscursos de nuestras Facultades deMedicina. Por si esto no fuera sufi-ciente, se ha puesto de moda en lasmujeres la profesión de médico, yson ya muchas las que nos van des-alojando de puestos que siemprehan sido nuestros.” el ponente pro-pone: “(...)que no se deben dedicara la carrera de Medicina sin verda-dera vocación, y en igualdad decondiciones deben tener alguna pre-ferencia los hijos de los médicos.”

en algunos medios se tiñe de dra-matismo la información sobre laabundancia de licenciados en medi-cina. en ourense la publicación delórgano colegial reproduce un artículode Gaceta Médica Española, en1933: “En los comedores de Asisten-cia Social de Madrid presentáronsemédicos en demanda de raciones...Acuden a nuestros colegios compa-ñeros que mendigan un donativo,un empleo, una limosna. ¡Somostantos!”7

Y en esta situación de relativadesproporción entre la oferta y la de-manda, todavía intervendrán ele-mentos ajenos al currículum para se-leccionar al candidato. el caciquismoen la provincia y su repercusión enla vida laboral es una de las quejasmás documentadas. el médico coli-sionaba con intereses ilegítimos ensus primeros escarceos laborales, ycuando era un foráneo, sin padrinosni contactos en la provincia, todavíaresultaba más patente.

Tabla 1. Relación de médicos ourensanos informadores clave

MEDICO AÑO DE PLAZA DENACIMIENTO TITULAR

Ramón travieso González (Ramón tG), 1930 esgos

Sergio García Ferrera (Sergio GF). 1926 a Mezquita

José María Vázquez pérez (José María Vp) 1931 carballedade avia

Ramón de la Fuente Galván (Ramón de la FG), 1929 Blancos

Hermenegildo González Fuentes (Hermenegildo GF). 1929 oímbra

Miguel Gago García (Miguel GG), 1925 Viana do Bolo

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como ejemplo podemos describirla provisión de la plaza de Leiro en1932, a la que concurren 13 licen-ciados de Galicia y algunos más deotras regiones, algunos con una nu-trida ficha de méritos, otorgándose laplaza, en palabras del dr. José Vallejo(uno de los aspirantes que dirige suprotesta al colegio de médicos) “alúnico concursante con una ficha deméritos negativa, es decir sin unasola puntuación, burlando así lo le-gislado en las normas de un Regla-mento vigente, alegando no enten-der de ‘puntuación ni de fichas ni deméritos’ como por el secretario sehizo constar en el acta (...).”8 La dis-puta acaba en el juzgado conten-cioso-administrativo de ourense,que emite una sentencia cuya funda-mentación aporta información rele-vante: “(…) considerando que losméritos de D.S. y de D.V. Son infe-riores a los de D. Castor SánchezGarcía, y apareciendo D.J. (el titu-lar nombrado ilegalmente) con unengarce de ceros en la ficha expe-dida por la Dirección General de Sa-nidad, absoluta negación de méri-tos, no obstante lo cual obtuvo elnombramiento de médico titularcon grave lesión del derecho de losdemás concursantes y recurrentes yquebrantamiento manifiesto de lasdisposiciones legales que rigen lamateria objeto del presente pleito”,y falla: “(…) revocamos los acuerdosdel citado ayuntamiento de Leiro(…) declarando la obligación en quese halla incurso dicho ayuntamientode nombrar para dicha plaza al re-currente D. Castor Sánchez Garcíapor ser el que conforme a las basesdel concurso aparece con el mayornúmero de méritos.”9

Hasta 1934, en que el reglamentode los Médicos de asistencia públicadomiciliaria centralizará las oposi-ciones en Madrid, el concurso-oposi-ción para otorgar las plazas en pro-piedad se convocará para cadaayuntamiento por separado. el tribu-nal estará presidido por el directorprovincial de Sanidad, y formaránparte de él los doctores que designeel colegio de médicos, los titulares enactivo del propio municipio y un fun-cionario municipal, casi siempre elsecretario. en estas condiciones, lasafinidades personales, familiares o lo-cales están a la orden del día. ade-más, es habitual que los evaluadoresse tomen poco en serio su función.

en 1933 el entonces director provin-cial de Sanidad –dr. García Boente–recrimina este hecho a la vez queaprovecha para hacer una crítica ge-neral al estamento de los titulares,por entonces muy molestos con elgobierno. así, con ocasión del con-curso-oposición para la plaza de titu-lar del ayuntamiento de Xunqueirade espadañedo, y por haber faltado ala cita con el tribunal los dos titularesdel pueblo, recomienda al colegioque los nombramientos recaigan“(...) en personas de solvenciamoral y científica y que demuestrenalgo de espíritu de sacrificio por laclase, especialmente por los médicostitulares, de cuya mala situacióntodos saben lamentarse y pocos sesienten propicios a colaborar parasu emancipación(...).”10

el médico de la segunda mitad delsiglo ya ha de acudir a opositar a lacapital de españa, lo cual otorga másgarantías de ecuanimidad, pero toda-vía los nombramientos para contratostemporales siguen estando adultera-dos. el dr. Ramón de la FG explica suprimer contacto laboral a finales delos años cincuenta, procedente deMadrid: “Cuando yo llegué había unbaremo en la dirección general deSanidad. Yo tenía el título de diplo-mado en Sanidad, especialista en ci-rugía, en traumatología... destacabasobre la mayoría de compañeros. Re-cién llegado aquí murió un compa-ñero y me dijeron que fuese a solici-tar la plaza. Me dirigí al jefeprovincial de Sanidad (el Dr. J.). Elme respondió ‘esa plaza ya está

dada y a usted sólo le queda el dere-cho al pataleo’, me puse de pie y ledije ‘como jefe de Sanidad le respeto,ahora bien, si tuviese usted mi edadahora mismo nos partíamos lacara’... Fue una reacción espontá-nea... Otro facultativo, el Dr. G., fuea ocupar la disputada plaza, puessu padre, también del gremio, habíaestudiado con el Dr. J.”. al pocotiempo llamaron a Ramón para ofre-cerle una plaza en a Gudiña, y poste-riormente ocupó la plaza de Blancos.

estas disputas por las plazas eninterinidad son frecuentes, y abun-dan las acusaciones más o menos ex-plícitas de enchufismo, como la quetiene lugar en 1960 por una plaza enla capital donde se da prioridad a uncolegiado con escasos méritos peroque ejerce el cargo de vocal de Fa-lange española y JoNS en el colegiomédico y su padre el de represen-tante de médicos titulares.

Las desavenencias de los médi-cos con los ayuntamientos constitu-yen, sin duda, la fuente de conflictomás importante, sobre todo en la pri-mera mitad de siglo. el problemahunde sus raíces en tiempos lejanos.el dr. Rubén García Álvarez ya nosaporta información sobre los pleitosde Mandianes, un médico rural delsiglo XVi, con el concejo de Ribada-via, el cual a duras penas hacía frentea las deudas contraídas con el galeno,al que hacía promesas durante lasepidemias de peste que luego incum-plía en las etapas de remisión. elautor concluye que “Su finalidad (ladel Concejo) era, por lo demás, la de

Figura 1: tripulación de un buque alemán, primer destino profesional del dr. Sánchez Gar-cía en 1914 (en la foto asomando por el salvavidas), más tarde titular de Leiro. (tomada delarchivo particular de la familia de castor Sánchez García).

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Roberto Fernández Álvarez

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siempre: obligar a este excelenteprofesional a que abandonase lavilla a fin de sustituirle por algúngaleno adicto al Concejo, deudo o fa-miliar de alguno de los que lo cons-tituían”. Y se permite Rubén Garcíadar una recomendación como coro-lario: “Como entonces, como ahora,como siempre, hay un recurso infa-lible para desarticular esas bajashabilidades maniobreras: la compe-tencia profesional, la conductanoble, veraz y eficiente, desplegada,sin distinciones, en beneficio de todosemejante que sufre.”11

La situación descrita se man-tiene, con pocas variaciones, durantesiglos. en la primera mitad del sigloXX se endurece la batalla del titularpor conseguir emanciparse del poderlocal y pasar a depender del estado,así como para reglamentar las retri-buciones y derechos pasivos, y paraerigirse en la autoridad indiscutidade la sanidad local. a comienzos delsiglo, vigente la ley de Sanidad de1885, la dirección General de Sani-dad, además de la juntas de SanidadNacional, provinciales y municipales,los directores provinciales de Sani-dad y los subdelegados, se encarga-ban de que los ayuntamientos tuvie-ran titulares para la asistencia a lospobres; pero la autoridad consistorialtodavía los elige, nombra y cesa a suantojo. el galeno ha de cuidarse deno incomodar, contradecir o hacersombra al alcalde, por el riesgo de re-presalias en forma de despido o desuspensión de los honorarios. el “ca-cique señor local, degradada repre-sentación del feudalismo”12 retrasalos pagos al facultativo y lo somete asus exigencias y arbitrariedades.

en 1904 la instrucción de Sani-dad, crea el cuerpo de Médicos titu-lares, transformando a éstos en fun-cionarios públicos, pero dependientesde los ayuntamientos, atribuyéndolesel cargo honorífico de inspectoresMunicipales de Sanidad. en 1907 senombran los primeros tribunales paraopositar al cuerpo de titulares, con loque la estabilidad laboral quedaráasegurada, pero la subordinación alos poderes locales continúa pues laalcaldía todavía tendrá potestad parasuspender el salario, imponer casti-gos, demorar pagos alegando déficitpresupuestario y, en suma “hacer im-posible la vida al médico titular”,como reiteradamente se señala.

esta situación evolucionará muylentamente, y aunque a la altura delos años treinta ya es el director pro-vincial de Sanidad quien nombra alos titulares, en cuestión de cese noserá el ministerio (de Gobernación)competente para resolver los expe-dientes que los ayuntamientos in-coen contra los titulares, siendocompetencia exclusiva de las corpo-raciones municipales la resoluciónde los mismos.

además, el ayuntamiento, aun-que tiene obligación de cubrir las pla-zas de médicos que tenga vacantes,se muestra reticente en el cumpli-miento. La Real orden de 3 de fe-brero de 1930 preceptúa que las cor-poraciones municipales comuniquena la inspección provincial de Sanidadlas posesiones y ceses de los titula-res, acto que omiten con frecuencia,según les advierte en 1930 el gober-nador civil de la provincia de ou-rense –médico de formación– , Vi-cente Varela Radío: “Son muchos losAyuntamientos de esta provinciaque no cumplen lo tan clara y ter-minantemente preceptuado en la ci-tada disposición, con grave que-branto de la organización de losservicios benéfico-sanitarios muni-cipales (...) exigiré responsabilida-des y aplicaré sanciones a los seño-res alcaldes y secretarios que nocumplan o permitan que quede sincumplir lo ordenado.”13 Sólo nueveconsistorios responden a estas ad-vertencias y únicamente dos de ellosacuerdan la provisión de las plazasvacantes.

La esperanza de que la Repúblicaotorgase a los médicos rurales el es-tatus de funcionarios del estado sefrustra, con gran indignación de losórganos corporativos. Los debatesarrecian en foros profesionales, enlas instituciones gubernativas y tam-bién a nivel parlamentario. en el año1931, una carta de a. Lerroux diceque “Los sanitarios rurales, médi-cos, veterinarios, farmacéuticos,practicantes, profesionales, han detener autoridad moral y legal paraello (para ejecutar las reformas ne-cesarias), capacidad demostrada;independencia económica, laborato-rios, eficacia; es decir, carácter ofi-cial y amparo de la ley.”14

en los años treinta la asociaciónNacional del cuerpo de Médicos titu-lares inspectores Municipales de Sani-

dad se encargará, a través de sus acti-vos representantes, de tensionar conlos gobiernos las viejas reivindicacio-nes de los titulares, aunque primera-mente ha de vencer la tendencia an-cestral de éstos al aislamiento, lapasividad y la falta de entusiasmo enla defensa de los intereses colectivos –en contraste con la intemperancia quemuestran cuando se dirimen cuestio-nes individuales–. desde su constitu-ción, la asociación de titulares semuestra muy activa en la demanda dela creación del ministerio de Sanidad –la Generalidad catalana dispone tem-pranamente del departamento de Sa-nidad Higiene y Beneficencia–, paradesde ahí, cimentar un nuevo estatuspara el médico rural afirmado sobredos pilares: independencia –econó-mica y profesional respecto del poderpolítico local, adquiriendo la natura-leza de funcionario del estado–; y au-toridad, como jefe único de la Sanidadlocal en el que recaerá la decisión, tra-mitación y substanciación de las cues-tiones municipales.

La presión de los titulares, asícomo su influencia política –alinea-dos especialmente con el partido Ra-dical– va resultando fructífera. Lacreación del estamento de médicosde asistencia pública domiciliaria(apd), se acompaña de un regla-mento donde se estipula que será eldirector provincial de Sanidad quienhaga los nombramientos. con elcambio de estatus también mejoranlas condiciones económicas. Se aña-den a los emolumentos las percep-ciones por el cargo de inspector Mu-nicipal de Sanidad, la acumulaciónde la plaza de practicante o matronay la percepción de quinquenios. ade-más de, por supuesto, las generadasen la actividad privada.

pero la ley de coordinación Sani-taria de 1934, que incluía en susbases, entre otras normas, el pase alestado del médico titular, fue parcialy temporalmente suspendida porotra publicada en la Gaceta de 28 dediciembre de 1934. aunque la vigen-cia de la suspensión finalizaba a loscuatro meses, al término del plazo elreglamento de la Ley de coordina-ción no había sido desarrollado. Hayen esas fechas cerca de un millar devacantes sin proveer en propiedad.Los ayuntamientos las cubren a dis-creción con interinos a los que nom-bran y destituyen a su criterio y si-

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guen demorando los emolumentos alos facultativos. contra la aplicaciónde esta ley está la poderosa unión deMunicipios españoles, que pretendeseguir manteniendo el estatus, ade-más de eludir la deuda millonaria quemantienen con sus sanitarios.

La asociación de Médicos titula-res, transformada en asociación deMédicos apd, se dirige a través de surepresentante nacional, antonio os-sorio, al presidente de la Repúblicaen 1936, para seguir pugnando por lafórmula “reiteradamente propuestay cada vez más arraigada entre losMédicos Titulares de pasar íntegra-mente al Estado en forma análoga acomo se hizo con los maestros, redi-miéndose radicalmente del vergon-zoso caciquismo rural.”15.

pero si el consistorio se muestraarbitrario en su relación con el facul-tativo y díscolo en el cumplimientode sus obligaciones administrativas,todavía más perezoso es en el abonode honorarios debidos al titular que,como funcionario municipal le co-rresponden. Los doctores gananmenos que los funcionarios localesde igual categoría –secretarios muni-cipales, interventores, arquitectos–.tampoco gozan de beneficios comoel pago de quinquenios que sí tienenlos demás, incluidos directores debandas, guardias y ordenanzas.

La redacción del Boletín del cole-gio de Médicos de ourense expone grá-ficamente lo que ocurre en la provin-cia: “Aunque existe algún Municipioque reconociendo lo útil y necesariode nuestros penosos servicios sepacorresponderlos cual merecen retri-buyéndolos adecuadamente, creemosque esos mirlos blancos deben de sermuy contados, pues por aquí, desgra-ciadamente, ni que se busque con lalinterna de Diógenes, aparece uno”16.

La puntualidad de las corporacio-nes en el pago de las pensiones de ju-bilación pactadas con los titularestampoco es mayor. Las demoras al-canzan a veces extremos luctuosos.así, en 1922 el ayuntamiento de pe-reiro de aguiar decide dotar con 500pesetas anuales la jubilación del mé-dico camilo cerviño. Se llega al año1930 sin que éste percibiese ningunacantidad. Se decide entonces en elpleno municipal pagar en conceptode atrasos la cantidad de 2.500 pese-tas, lo cual tampoco se materializa.

el asunto acaba en los tribunales,que mandan al ayuntamiento pagarlas cantidades debidas hasta su fini-quito. cuando se ordena la ejecucióndel veredicto el galeno ya había falle-cido, pero tampoco sus herederos lo-gran cobrar, pues el concejo desoyela sentencia firme.

tal y como escriben los doctoresManuel Bouzo y ubaldo Álvarez enourense, 1931: “Hay corporacionesque adeudan a su médico titular,según quejas de los mismos, todoslos (haberes) correspondientes alaño en curso y parte de los del ante-rior; otras, a pretexto de una revi-sión de acuerdos, retienen legítimoshaberes de sus médicos y créditosreconocidos a los mismos mante-niendo de este modo en suspenso loscorrespondientes pagos; otras ale-gan la falta de ingresos, no obstantelo cual abonan sus haberes a losdemás funcionarios y sólo el médicodeja de percibirlos.”17

el director general de Sanidad,Marcelino pascua da, en los añostreinta, otros enfoques a este espi-noso asunto y, aunque reconoce quela morosidad es intolerable y que de-nota una mala gestión de los consis-torios, desliza también ciertas acusa-ciones que inflaman aún más losánimos de asociación de Médicos ti-tulares: “Quizá a veces ello (la faltade fondos) sea mero pretexto y elmotivo efectivo resida en maniobrascaciquiles contra el médico, los cua-les el propio pueblo de la localidadno debiera tolerar. Quizá tambiénen algunos casos se trata de repre-salias contra médicos que fueron asu vez, en tiempos más o menos le-janos, verdaderos caciques (...).”18

por estas fechas los débitos semultiplican, y también a título indi-vidual los doctores responden. el ti-tular de trasmiras, argimiro portela,solicita del colegio que se le designeabogado y procurador para empren-der litigio contra el ayuntamiento,que le debe ocho meses de salario.Víctor Bouzo, titular de coles haceuna queja que se traslada al goberna-dor, lo mismo ceferino armesto paz,de a Gudiña. argimiro Fernándezcarbajo entabla contencioso con elayuntamiento de Baños de Molgas; sele debe un total de 8.129 pesetas. elconcejo de a Rúa debe tres trimes-tres al dr. José Vila, además de ho-norarios por reconocimiento y vacu-

nación de quintos del reemplazo de1932; etcétera. en la tabla 2 pode-mos ver algunos ejemplos de morosi-dad municipal en los años treinta.

el colegio médico se implica enlos problemas de impago. Se dirige alas autoridades, desde el directorprovincial de Sanidad hasta el gober-nador. incluso contrata los serviciosde un abogado propio, figura que seestrena en el colegio en 1932, bajo lapresidencia del dr. Manuel peña Rey.

La asociación de Médicos titula-res adosa a veces elementos funestosa su arsenal reivindicativo: “Y la tra-gedia ha surgido al fin. Un médicotitular de la provincia de Almería,perseguido, acosado, hambriento,en momento de legítima defensa, hadado muerte a su Alcalde.”19

al estallar la guerra civil, el im-pago de los ayuntamientos, esquil-mados por los costes de la contienda,se acentúa, y con ellos se muestra denuevo comprensiva la autoridad.aunque una orden de 12 de mayo de1938 dispone que los Gobernadoresciviles vigilen el puntual pago de loshaberes a los médicos y demás fun-cionarios sanitarios, no se establecegarante alguno del los mismos; losprocedimientos de embargo, quedansuspendidos. La orden dicta que “enlas actuales circunstancias no esaconsejable emplear (el embargo)en razón de la situación de las Ha-ciendas Municipales, y la imposibi-lidad que existe de destacar el nú-mero de comisiones necesarias queintervengan los fondos de las corpo-raciones morosas (...).”20

en esta coyuntura las vindicacio-nes de la clase médica quedan defini-tivamente aplazadas, y la emancipa-ción del médico rural no llegará hastalos años cuarenta, con la Ley de Basesde 25 de noviembre de 1944, en cuyotítulo preliminar se establece que “In-cumbe al Estado el ejercicio de lafunción pública de Sanidad. En laconsecución de los fines de esta fun-ción será ayudado por las Corpora-ciones públicas, Organismos pa-raestatales y del Movimiento y porlas entidades particulares, bajo la or-denación, inspección, vigilancia, dis-ciplina y estímulo de los Organismossanitarios dependientes del Estado”,que en la práctica se traduce en laasunción de la categoría de funciona-rio del estado, por parte del galeno.

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Sin embargo, todavía quedarán fa-cultativos cuyas pensiones de jubila-ción dependen de la normativa ante-rior y en pleno año 1951, antonioHermógenes López Lloves (1878-1957), que fue apd en coles, denun-cia: “Reiteradamente vengo recla-mando del ayuntamiento de Coles lajubilación mensual que me corres-ponde, a razón de 5000 pesetas anua-les, recibiendo como contestación es-tridente ‘NO HAY DINERO’, y así llevodieciséis meses en tan lamentable es-tado, sin ver la manera de poder co-brar, observando para más inri,como a todos los demás empleados seles paga puntualmente.”

en la segunda mitad del siglo, lacorporación ha perdido gran parte desu poder sobre los titulares, lo cual vaen favor de una mejor colaboraciónde cara a solucionar los problemas dela comunidad. además es una épocaen la que son muchos los titularesque ocupan los sillones consistoria-les. Sin embargo, el alcalde, nom-brado por el gobernador entre losafectos al régimen, es una figura degran autoridad, y su influencia en lasanidad local seguirá siendo incues-tionable durante muchos años. pre-side invariablemente las juntas muni-cipales de Sanidad, y las deBeneficencia, donde el médico esvocal nato; emite el preceptivo in-forme sobre el galeno, favorable o no,cuando éste trate de ocupar plaza in-terina o en propiedad; además se en-carga de construir, dotar y mantenerlos edificios que serán hogar y dis-pensario del médico del pueblo. perolas parcelas de poder están divididas.Nadie librará al alcalde de caer, tardeo temprano, en manos de su ancestraladversario cada vez que enferme, locual lo convierte en una potencialvíctima, si no de sus humillaciones, síal menos de sus tarifas, sobre todocuando sabe que quien haya de peri-tarlas, llegado el caso, estará de partedel facultativo. en los años sesenta eldr. Sergio GF sitúa la siguiente anéc-dota: “En cierta ocasión el alcaldeme ofendió y cuando vino a mi con-sulta yo, en venganza, le cobré en ex-ceso... me pidió un recibo, me pagóy al día siguiente fue a Ourense a de-nunciarme al gobernador, el cual sepuso en contacto con el presidentedel colegio de médicos, que era granamigo mío... éste le dijo al goberna-dor: ‘que le dé las gracias al médico

porque pudo haberle cobrado doble,así que aún le perdonó la mitad’.”

La normativa laboral, en muchosde sus aspectos, fue otra diana de lalucha corporativa para mejorar lascondiciones de trabajo.

el galeno de la segunda mitad desiglo, ya independizado de la sobera-nía municipal, tiene como objetivootras conquistas. La primera es la li-bertad de residencia, tratando de sos-layar la obligación de vivir en lamisma población donde ejerce. Losdirectores provinciales de Sanidadtenían capacidad para flexibilizar lanorma, y el presidente del colegio deMédicos, la de influir en la atenua-ción de las sanciones a quien no lacumpliese. así lo razonaba con esteúltimo el dr. Ramón de la FG en losaños sesenta: “Aunque parezca undisparate, está la plaza mejor aten-dida viviendo yo en Xinzo (Xinzo deLimia,Ourense, donde Ramón teníasu clínica privada) que viviendo enel pueblo (Blancos, donde tenía laplaza, a pocos kilómetros de Xinzo),pues en Blancos no hay farmacia,con lo cual el paciente tiene que ir abuscar las medicinas a Xinzo. Si mellaman a ver a un enfermo llevo deXinzo una medicación de urgenciay se la aplico para el momento y aldía siguiente ya va con la receta.”así pues, trabajó en Blancos con ejer-cicio libre en Xinzo de Limia, donderesidía. cuando pasaba visita en laconsulta privada de Xinzo eran mu-chos pacientes de Blancos que acu-dían a su clínica, mejor equipada quela del pueblo.

otro de los frentes abiertos con-tra la normativa será la lucha paraacabar con la disponibilidad perma-nente. a finales del período estu-diado el titular tratará de llegar aacuerdos con los colegas para disfru-tar de libranza los fines de semana,de modo que, organizados los com-pañeros de la comarca, sólo haya dequedar uno o, a los sumo, una pa-reja, atendiendo la totalidad del áreacomarcal en sábado y domingo. aesta situación sólo se podrá aspirarcuando las comunicaciones, tanto dealerta (telefonía), como de trans-porte (mejoría de las carreteras, ve-hículos a motor), lo permitan: noantes de los años setenta.

pero también esta circunstanciaprovocaba el enfrentamiento entre

compañeros. por un lado, el titularque ya tenía la residencia en el pue-blo donde trabajaba, aunque salieseganando la libranza, no se benefi-ciaba tanto de centralizar las guar-dias como el que vivía en la cabeceracomarcal y ejercía en la periferia,que estaba obligado a pasar el fin desemana fuera de su casa para atenderla eventual urgencia. por otro lado,abandonar sus pacientes, aunquesólo fuese por dos días, en manos deotro galeno –en el cual podían descu-brir cualidades de eficacia resolutivao de amabilidad en el trato que noencontraban en su médico de cabe-cera– suponía un riesgo de fuga declientela. este temor, que mostrabanespecialmente los profesionales deperfil menos afianzado, fue obstáculoorganizativo durante años. tambiénhay que mencionar la resistencia delos poderes municipales, que vencomo su ayuntamiento pierde la dis-ponibilidad asistencial permanenteobligando a sus habitantes a ampliarla distancia de desplazamiento. Noobstante, con el correr de los tiem-pos esta conquista sería inevitable. alprincipio se hizo a modo de acuerdosprivados ante los cuales la autoridadhacía la vista gorda; así lo cuenta eldr. Ramón de la FG: “Yo propuse quelos domingos quedase uno o dos deguardia. Pero temían que si un en-fermo era visitado por otro médicose perdiese el cliente (...). La co-marca de la Limia fue pionera enlas guardias, pero claro, no oficial-mente... a la chita callando.” Y mástarde, ya interviene la jefatura pro-vincial para regularlo. HermenegildoGF relata que “Aquí se oponían losdos titulares de Verín, a veces anda-ban con la amenaza `que os denun-ciamos, que no vivís en el pueblo´,pues aunque en teoría había quevivir en el pueblo, casi todos vivía-mos en Verín. Míguez (Luis Rodrí-guez Míguez, último director provin-cial de Sanidad) nos reunió a todosy nos organizamos, salvo aquellosque no quisieron entrar. Los demásbuscamos un piso y empezamos ha-ciendo los fines de semana paratodos los ayuntamientos exceptoVerín... Poníamos un fondo entretodos y nos daba para pagar el piso,tener nuestras cenas, y aún nos so-braba dinero...” corrían los años se-tenta; y a partir de entonces fueroncada vez más los profesionales y lascomarcas que se adhirieron a esta

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fórmula, todavía más ventajosa si te-nemos en cuenta que no pocos titu-lares eludían las guardias –tambiéncon el consentimiento no explícitode la dirección– pagando a otros porhacerlas, normalmente a compañe-ros jóvenes, recién licenciados y endesempleo.

La rivalidad entre compañeros,en una época en que la principalfuente de ingresos del galeno es laconsulta privada, es una constantedurante todo el período, aunque seva atenuando a medida que se vanreforzando los emolumentos fijosprovenientes del estado, y aligerandolos variables que proceden de laclientela.

Y en efecto, el ambiente que serespira es de competencia y descon-fianza mutua. así se confirma en unartículo firmado con iniciales y titu-lado “nuestro enemigo, el médico”,

publicado en el boletín del colegio ofi-cial de ourense en 1933. “Cada mé-dico es un guerrero, siempre armadocontra algún otro médico o contratodos; en cualquier actuación pri-vada o pública, lo mismo en la ca-becera del enfermo que en el seno decualquier academia, puede adver-tirse el tono acerbo, incisivo, beli-coso a veces, con que se mantienenlas relaciones interprofesionales.”21

Los métodos y artimañas para en-salzar el arte propio y denigrar el delcompañero son práctica frecuentedesde tiempo inmemorial, y los mé-dicos que trabajaron en la primeramitad de siglo las conocen. “Desdeusar palabras altisonantes hasta unsimple ademán para desprestigiarla intervención de un compañero;los que visitan en ausencia del titu-lar y ven un `foquito de bronconeu-monía´ y que les alumbra para que-

darse con el enfermo; el que es lla-mado como sustituto del titular ysigue visitando al enfermo despuésdel regreso de aquel (...) El sugerircuración de enfermedades incura-bles, el de mirar a rayos innecesa-riamente, el de desdeñar las medici-nas dadas por otro médico y meteral enfermo en gastos de adquirirotras. También la de aquellos médi-cos que son llamados cuando la en-fermedad es irreversible y dan a en-tender que se hubiera curado si lohubiesen llamado a él...”22

Son frecuentes las quejas porcompetencia desleal y, aunque el im-porte de las minutas y la cuantía delas igualas está fijado de antemano,en todo momento hay galenos queentablan guerras de precios paraganar clientela. el titular de amoeiro,dr. J., informa al colegio médico deque otro colegiado del mismo muni-

Tabla 2. Ejemplos de ayuntamientos morosos en la provincia de Ourense*

AYUNTAMIENTO MÉDICO ACREEDOR AÑO DEBE (en pesetas)

piños de cea Manuel pousa Fernández 1932 885

amoeiro Justo Melón Builla 1932 tres trimestres de 1932

porqueira Benito Rodríguez Rodríguez 1932 tres trimestres de 1932

Baños de Molgas argimiro Fernández carbajo 1932 8.129

Vilar de Barrio José Barreiros Blanco 1936 1.500

Laza aurelio Vila oterino 1936 4.112

padrenda camilo Quiroga alvarez 1936 182

San Xoán de Río celedonio Rodríguez arias 1936 1.050

Ribadavia casiano Feijoo Bermúdez 1936 1.150

Ribadavia tomás Vidal Mojica 1936 1.150

cortegada argimiro ogea domínguez 1936 1.050

Larouco Juan Martínez Neira 1936 4.900

c. de Valdeorras Julio alonso estévez 1936 1.090

cualedro José antonio taboada 1936 2.800

Nogueira de Ramuín José Barreiros Blanco 1936 800

Rairiz de Veiga José peralta Méndez 1936 4.894

Melón antonio pereira Feijoo 1936 1.487

Melón Fidel castro Viso 1936 1.487

Lovios antonio Lorenzo Rodríguez 1936 1.050

paderne Benjamín docasar Garza 1936 8.690

Villamarín aser Rodríguez Novoa 1936 2.850

Vilariño de conxo Juan F. Gómez Sierra 1936 9.900

trasmiras argimiro portela Martínez 1936 4.450

*tomado de Boletín oficial de la provincia (Bop) libros de 1932 y 1936.

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cipio “hace igualas por un ferrado ymedio de centeno, cuyo valor nollega a las 60 pesetas, cuando laiguala mínima autorizada es de 120pesetas.”23

Más frecuentes son los conflictosterritoriales como una modalidad decompetencia consistente en buscarla clientela en el distrito donde ejerceotro. el galeno no puede profesar suarte en un partido que no es el de suresidencia cuando no lo permita elreglamento. Los partidos sanitariospodían ser “abiertos” o “cerrados”según fuera libre el ejercicio en ellosde cuantos licenciados lo desearan, oestuviera limitado a la autorizaciónprevia del Médico Titular, modeloque se impuso precisamente para li-mitar la competencia y favorecer elque todos los municipios tuviesen sufacultativo, pues nadie aceptaría unaplaza donde la clientela estuviese ab-sorbida por competidores transfron-terizos. Los médicos tratarán de pro-tegerse del “continuo visiteo” de loscompañeros de municipios limítro-fes, que a veces abren consulta en laoficina de farmacia –negocio a me-dias con el farmacéutico– y de la cre-ación de nuevas plazas, que a vecesintenta el propio ayuntamiento poriniciativa propia o de fuerzas vivasque se enfrentan al titular. ello sus-cita protestas como las que mani-fiesta enérgicamente José Ferreirocaneiro (1896-1975) en 1946, conmotivo de la creación de una nuevaplaza en su ayuntamiento a la me-dida de otro compañero que queríatrasladarse.24 especial relevanciatuvo, por su intensidad, duración yalcance personal, la rivalidad abierta

entre el titular de allariz, dr. R. y eldel municipio limítrofe de Xunqueirade ambía, dr. F. donde el segundodenuncia reiteradamente la intru-sión del primero en su distrito pararealizar consultas de enfermos cuyaatención corresponde al titular y elsegundo acusa al primero de incom-petente, alcohólico y absentista. elcolegio no sanciona a ninguno de losdos. Les conmina a mantener lacompostura, sobre todo en público,y exhorta al de allariz a negarse aatender pacientes del primero si noes en presencia de éste.

el colegio de Médicos está, pues,facultado para intervenir haciendocumplir el reglamento y sancionandoa los entrometidos, pero al tratarsede acciones contra colegiados, lacontundencia de sus actuaciones nosiempre es la que los denunciantesdesearían. el dr. p. sufrió la intromi-sión de un médico de otro ayunta-miento, sobre el cual reprocha al pre-sidente del colegio de ourense, afinales de los años cincuenta, y trasvarias denuncias: “(…) Perdona quete lo diga, pero estoy perdiendo la feen el Colegio, pensaba que una desus misiones fundamentales era re-glamentar el ejercicio de la profe-sión. Bien comprendo que la nues-tra es una profesión liberal, pero noanárquica. Comprendo perfecta-mente que cada uno tenga clientesen donde pueda, incluso igualados,lo que no me cabe en la cabeza esque un compañero vaya a poner unconsultorio enfrente de otro, en unpueblo en el que ya sobra uno, ysiendo de otro municipio vengacomo un intruso, como un vulgar

castrador de cerdos, sentar plaza encualquier lado (…).”25

La institución colegial se limitaráa enviar advertencias, más o menosformales, a los denunciados, como laque el presiente del colegio, casimirodiz Lois, en 1955, remite a uno: “herecibido quejas de algún compañerode ese partido en las que manifiestaque varios colegiados tienen igualasen ayuntamientos distintos al de suresidencia, contraviniendo lo dis-puesto en el artículo 80 del regla-mento de Organización Médica Co-legial (…) será preciso que si tieneVd. o algún otro de los compañerosa quienes también escribo, tienenigualas fuera de su ayuntamientolas liquide rápidamente, y al mismotiempo procuren cuando les llamanen distrito de otro compañero avi-sarle para que no pueda tener que-jas ni reclamaciones.”26 Sin em-bargo, el cumplimento de esteimperativo es imposible en la prác-tica, pues cursar aviso al titular de lazona ante cualquier requerimiento, ycon el estado de dispersión de las al-deas y de subdesarrollo de las comu-nicaciones, no es realista. además lacuestión es compleja, pues es unhecho que los pacientes buscan aveces una segunda opinión en losdoctores de las demarcaciones limí-trofes, o bien, directamente, prefie-ren ser atendidos por otro que no seasu médico de cabecera, por no con-fiar en él lo suficiente, o por desave-nencias personales. el dr. VicenteGarcía carrasco (1922-2007), titularde a Veiga, pone el dedo en la llaga,escribiendo en el año 1955: “(…) te-nemos que pensar que no siemprelos abusos son de parte del público(…) pues ganándose la confianza dela gente –por sus obras– es como (elmédico) sostiene una clientela y noqueriendo aislarla para no aten-derla (y que otros no la atiendan) ysí cobrarle(…).”

La competencia se lleva tambiénal terreno de la consulta privada,donde el médico se publicita sacandoa relucir todos los méritos posiblesbien mediante placas rotuladas, bienmediante cuartillas timbradas queentrega a los pacientes con las pres-cripciones; publicidad que en deter-minados casos incurre en la exagera-ción y en alguna ocasión en lafalsedad o el engaño. para regularlase crea en el colegio de Médicos la

Figura 2: carta al presidente del iltre. colegio de Médicos de ourense, denunciando com-petencia desleal por parte de un compañero, año 1953 (tomado del archivo del iltre. colegiode Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos).

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comisión de censura, que se encargade revisar las solicitudes de publici-dad de anuncios relativos al ejercicioprofesional o establecimiento de clí-nicas o consultorios. el dr. antonioGarcía Valcárcel, en artículo publi-cado en 196427 y como presidente dedicha comisión, recomienda a los co-legiados no recurrir a prácticas decompetencia desleal, y hace una des-cripción sucinta de las más frecuen-tes: utilizar reclutadores de clientes,hacer crítica pública o ante extrañosde las actuaciones de compañeros,descubrimiento innecesario de erro-res, rebajar sus méritos con frases in-sidiosas. también recomienda redu-cir los textos y dimensiones de losanuncios; incluso desaprueba la pu-blicidad indirecta a través de notasde sociedad aludiendo a asistencia acongresos, viajes de estudios, etc.

El farmacéutico, otra de las auto-ridades fácticas del pueblo, mantienea veces una tensa relación con el fa-cultativo en las oportunidades en queambos compiten en el mismo te-rreno.

en los años treinta, una colabora-ción en La Voz de la Farmacia, de-nuncia el intrusismo de los médicosen la actividad farmacéutica en laprovincia de ourense, afirmando queen varios casos “son los dueños o pa-dres de los dueños de las pseudofar-macias”, o establecimientos dondese venden especialidades farmacéuti-cas ilegalmente o recurriendo a“prestatítulos”, que serían licencia-dos que se avienen a avalar estasprácticas con su titulación a cambiode dinero. Se menciona el caso decelanova, donde “el subdelegado hagirado una visita a la droguería delSr. Pontanilla, hombre aficionado alas intrusiones en farmacia, puesque ya fue denunciado más de unavez sin que se le castigase, y endicha visita le han recogido, entreotras cosas, cocaína, láudano, anti-pirina y muchas más: hasta unoscincuenta productos. ¡¡una farma-cia!!”28

por otro lado está la incursión delfarmacéutico en las funciones delmédico. en casi todos los ayunta-mientos hay testimonios de como elboticario, y a veces el mancebo debotica, venden directamente medica-mentos a los clientes bajo prescrip-ción propia e incluso administran in-yectables, vacunan o hacen curas. No

obstante estas funciones suelen sertoleradas y hasta bendecidas por elfacultativo, que se ahorra un trabajoadicional; además el titular de far-macia suele autolimitarse para noponer en su contra al facultativo,pues la batalla entre médico y farma-céutico rurales es desigual, dada ladependencia del segundo respecto alas preferencias, decisiones y, dado elcaso, caprichos del primero. así loseñalan los boticarios con indigna-ción en 1931: “¿No es irritante, noes afrentoso que el farmacéuticocobre una mezquindad de 133 pese-tas en concepto de titular y en cam-bio el médico, por igual concepto2.200?”. “Nuestra despensa está amerced del médico rural que es elque dispone de la llave”, dice otro.“¡Desdichado del pobre farmacéu-tico que ose a tales médicos llevarlesla contraria en cuestiones políticas,religiosas, sociales, profesionales ylocales! Desde ese momento no veráentrar en su oficina ni una sola re-ceta de las de pago ni que signifiqueel más pequeño ingreso pecuniario.En cambio no le faltará a diario uncúmulo de recetas con prescripcio-nes en cantidad y calidad exorbi-tantes que, por estar comprendidasen la iguala, se despacharán a costade ella, con la agravante de que elenfermo tira gran parte del medica-mento, que casi siempre le sobra.”29

el médico de la segunda mitad desiglo, que usa específicos casi en ex-clusiva, encuentra otra razón de con-troversia en el hecho de que a veces

el farmacéutico no se ajusta a sus in-dicaciones. por este motivo el titularde Xunqueira de ambía, dr. F. loacusa de entregar a los pacientes delSoe medicamentos distintos a losque él prescribe, lo que entonces erauna gravísima falta.

pero no será este el principal mo-tivo de disputa entre boticario y ga-leno. el primero percibirá un riesgopara su negocio cuando el segundotenga a mano mediaciones en su con-sulta de las que hará entrega al pa-ciente. puesto que no todos los pue-blos disponían de farmacia, ello aveces se paliaba gracias al botiquínque albergaba el propio médico, elcual en circunstancias de especialaislamiento estaba autorizado para laventa por la Jefatura provincial deSanidad. a veces el déficit se suplíamediante existencias de ciertos pro-ductos farmacéuticos (antibióticos,sueros, material de curas…) en latienda del pueblo, adquiridos condescuento por el tendero en las far-macias limítrofes.30 Manuel Limiapérez (1903-1958), que fue médicode la Sociedad constructora Ferro-viaria y del Seguro de enfermedad,solicita tal botiquín en los años cin-cuenta para la zona intermunicipalde campo de Becerros (Verín), dadoque la farmacia más distante está a15 kilómetros, y ello supone granpérdida de horas de trabajo a losobreros del ferrocarril. aunque lainstalación de botiquines estaba re-gulada, los trámites eran engorrososy los listados de medicamentos, al

Figura 3: estampa del dr. José Rivera Lorenzo, titular de allariz, década de 1940. (tomadadel archivo particular de la familia de José Rivera Lorenzo).

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menos a partir de la década de 1950,eran obsoletos “por ser la disposi-ción muy anterior a la introducciónde antibióticos y otros medicamen-tos como terapéutica moderna”,31

dice Limia pérez. pero estas prácti-cas no gustaban al gremio de los far-macéuticos, que pugnaban contratales licencias o denunciaban a los fa-cultativos si carecían de ellas o siofertaban medicamentos excluidosde estas autorizaciones. en los añoscincuenta, cuando la farmacia máscercana a ayuntamiento de Baltar es-taba en Xinzo de Limia, y el faculta-tivo disponía de un stock en su con-sultorio con medicamentos que eranpropiedad del boticario, sucede lo si-guiente, narrado por el titular de Bal-tar, José campo Lage: “…habiéndosepracticado una inspección y regis-tro en mi domicilio por una comi-sión de Farmacéuticos (acompaña-dos de un agente de policía) mefueron incautados varios medica-mentos que tenía allí depositados, ylos que eran propiedad del Farma-céutico Doña E., la que me habíaconstituido un depósito para aten-der las necesidades de urgencia quese pudieran presentar, ya que la far-macia más cercana está a la dis-tancia de QUINCE QUILÓMETROSde mi residencia (…).”32 Y es que elmédico precisa disponer no sólo demedicaciones de urgencia sino tam-bién para ciertos procesos crónicosen los que la dificultad de traslado delpaciente o sus familiares impediríaque fuese atendido de manera ade-cuada. No se puede descartar, no obs-tante, que en ocasiones este tipo deinspecciones respondiesen a la exis-tencia de casos en los que el afán delucro del titular y del farmacéuticocómplice primasen sobre los fineshumanitarios.

a partir de estas fechas, en plenaefervescencia de medicamentos es-pecíficos y de visitas de delegados delaboratorios, el galeno provisiona susvitrinas con muestras gratuitas desti-nadas a suministrar experimental-mente a los pacientes; en casos pun-tuales habrá doctores que cobren porellos contraviniendo los principios dela ética y de la legalidad vigente.otras veces pueden ser víctimas deerradas sospechas o falsas acusacio-nes. tSF, nacida en oímbra en 1936,y que fue auxiliar del médico del pue-blo en los años cincuenta, recuerdaque éste era “muy honrado a pesar

de que su temperamento era muyfuerte. Tenía muestras de medicinasque le dejaban los viajantes y se lasdaba siempre a los pobres, lo cual letrajo problemas con la farmacéu-tica, que lo denunció por venderlas,cosa que no era cierta.” en las se-gundas jornadas del seminario de es-tudios farmacéuticos del Noroeste deespaña, de 1967, los farmacéuticosarremeten contra esta práctica, sur-giendo voces que proponen que losmedicamentos facilitados por los de-legados farmacéuticos, bien con finde experimentación o como obsequiopara que los use el médico en su per-sona o en su familia, se canalicen através de las oficinas de farmacia.33

a lo largo de todo el siglo XX, y deforma creciente, se va implantandouna nueva forma de competencia –aveces calificada de intrusismo–, gra-vosa para el médico, pero inevitable,que es la venta sin receta de produc-tos farmacéuticos de dispensaciónlibre u otc (over the counter),hecho denunciado, ya en 1933, en elBoletín oficial del colegio de Médi-cos de la provincia de orense, ale-gando “los enormes estragos que enla salud pública y en la economía delmédico ocasionan la generalidad delos anunciantes de específicos (pu-blicitando sus productos) sin repa-ros de conciencia y sin respeto a lavida del enfermo, con leyendas mu-chas veces falsas o exageradas; nopocos de ellos incidiendo en la de-lincuencia (...).”34

El paciente es otro de los frentesabiertos del galeno. el médico a me-nudo se considera explotado y tratade “no hacer el primo entre los ego-ístas campesinos y tomar las nece-sarias medidas para el porvenir delpobre Titular, que no tiene en elmedio rural más que explotadoresde su sudor.” esto escribe el titularde arnoia en 1944.35

La percepción de explotaciónproviene en gran medida, de la cuan-tía de la iguala. La iguala rural, aquíllamada abinza, abiñanza o abiñenza–posiblemente por extensión del tér-mino que se aplicaba a la contribu-ción que se pagaba a los curas en lasaldeas–,36 era un contrato de presta-ción de servicios que ligaba al mé-dico titular con las familias que lasuscribían, y según el cual éstas reci-bían del facultativo la atención sani-taria para todos sus miembros a cam-

bio de una cuota que solía ser anual.en nuestro medio siempre fue unaforma de pago precaria; por un ladola escasa liquidez del campesinohacía forzoso el pago en especie: unacantidad de cereal estipulada que eldoctor recibía y debía luego venderpara obtener moneda. por otro ladoese emolumento, no rentable para elfacultativo, lo era menos en el con-texto de nuestro ámbito geográfico,con domicilios dispersos, alejados einaccesibles, cuya visita obligada –y aveces por patologías banales– en-traba en las condiciones de la iguala.Hermenegildo GF reconoce que él lasutilizaba y cobraba, y resume así suimporte: “tres tegas (cada tega o fe-rrado se corresponde con unos14kg, con variaciones geográficas) decenteno al año los del valle, y eso su-ponía el pago de los servicios médi-cos para todo el año. Los más aleja-dos –donde no llegaba la carretera–pagaban cuatro. Y los partosaparte... una miseria.”

aun a pesar de este modesto im-porte, había muchas familias que vi-vían al borde de la indigencia peroque no reunían todos los criteriospara obtener la consideración de“pobres de solemnidad” y ser inclui-das en las listas de beneficencia. paraéstas incluso la exigua cantidad deun ferrado de pan era una elevadaexigencia, y eludían suscribir igualas,confiando la salud a los designios deldestino. también los vecinos adine-rados tendían a quedar excluidos poriniciativa propia –los servicios depago eran más esmerados que losigualatorios– y por resistencia del ga-leno, que prefería cobrar por acto.

eran estos los que, al enfermar,tenían que hacer frente a la minutadel galeno, no siempre de buengrado. pero aunque a veces el clientese resiste a aceptar las tarifas, no re-sulta fácil eludir el pago. La morosi-dad está penalizada mediante dispo-siciones que tratan de garantizar quelos honorarios se hagan efectivos. elReglamento del colegio de Médicosde ourense de 1930 en su artículo 24dice: “Ningún colegiado aceptará laasistencia de un cliente si le cons-tare no haber sido abonados los ho-norarios al que anteriormente le hu-biere tratado. Igualmente procederási se trata de personas o entidades aquienes el Colegio hubiera hecho ob-jeto de algún apercibimiento como

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consecuencia de la realización deacciones o procedimientos perjudi-ciales para la clase médica.”

Y había colegiados que cumplíaneste precepto a rajatabla. iMM (Bea-riz, 1927) cuenta que, a finales de losaños treinta “Yo tenía una tía que es-taba muy mal y mi padre fue a lla-mar al médico pero él dijo que‘bueno, pues estará mal, pero no tela voy a ver, porque en esa casa nome pagan la abinza (iguala)...’ mipadre, en paz descanse, le dijo: ‘¿en-tonces dejará usted morir a unamujer con cinco hijos que caben de-bajo de un cesto?’ pero el médicodijo que no iría y no fue. Entoncesfue a buscar a otro que era particu-lar, que vivía en Doade y también sele negó a ir, pues no le correspondíapero al rato, pensándolo mejor, dijo‘espera por mí, que voy aparejar elcaballo’, y fue y la salvó.”

No obstante, nuestro campesinoes conceptuado como un buen paga-dor. pocas veces regatea los honora-rios médicos y siempre los satisface.Las excepciones a esta regla sonpocas. Hermenegildo GF dice que:“Yo operé muchas veces a crédito yla gente pagaba cuando podía, y porregla general pagaba siempre. Sólorecuerdo una vez que un hombresalió recién operado diciendo que`ía facer a barba’, y no volvió.”

el perfil que más se destaca del“mal pagador” se corresponde, para-dójicamente, con el llamado “vecinopudiente”, que niega su pago al fa-cultativo alegando razones de inefi-cacia, incumplimiento o abuso.

a veces se impone la actuacióncontra clientes morosos. en 1958,por ejemplo, hay un arbitraje del co-legio aprobando la minuta de d. Josécastiñeiras Nieves, médico de carte-lle, cuyo cliente le adeuda un total de8.500 pesetas por 50 visitas a domi-cilio, aprobando la factura el colegioen atención a “la distancia recorridade veinte kilómetros por malos ca-minos, en caballería, siendo decuenta de Vd. la locomoción.”

el colegio de Médicos se involu-cra, por tanto, en esta materia, peri-tando y realizando la tasación de fac-turas cuando se le solicita –casisiempre a favor del colegiado–. in-cluso se erige, en el año 1932, en co-brador de morosos, confeccionandouna lista de clientes que no pagan, y

girándoles el recibo correspondiente,para destinar el 80% de lo cobrado almédico acreedor y el 20% al colegiode Huérfanos.37

por lo demás, la relación del fa-cultativo con el paciente durantetodo el período estudiado, se carac-teriza por una clara asimetría en elreparto de papeles. el rol de la digni-dad y la autoridad corresponde casisiempre al facultativo. La insatisfac-ción del paciente del campo –a me-nudo analfabeto– con los serviciossanitarios no se canalizará casinunca por conductos oficiales o judi-ciales. como mucho, se limitará a re-chazar las prescripciones del galenosi no son de su agrado o, en situacio-nes extremas, al –muy excepcional–recurso de tomar la justicia por sumano.

pero el cliente rural no siempre esiletrado y manso. Hay una minoríade vecinos influyentes o ilustradosque recurren a la denuncia cuando eltitular incurre en irregularidades. Lavía es la reclamación ante el colegiode Médicos y/o ante la dirección pro-vincial de Sanidad. Recogemos uncaso sucedido en los años veinte yque tiene como elemento de contro-versia la morfina, presente en uno delos expedientes del colegio de Médi-cos de ourense y que hace referen-cia al dr. L., que ejerció en Boborásen la primera mitad del siglo XX. de-nuncia los hechos el párroco del pue-blo en carta dirigida al colegio Mé-dico y al jefe provincial de Sanidad“por el proceder abiertamente inmo-ral del médico, en donde es públicoy notorio que este señor recetó ysigue recetando la morfina de formaabusiva (…) Actualmente hay unamujer (…) que está en estado demorfinismo que creo decirse ‘agudo’.Está completamente esclavizadapor este señor, y sólo por el suminis-tro de la morfina. Se inyecta diaria-mente. Cuando por estar ausente elmédico no tiene la morfina se la vemedio alocada (…). C., que tambiénabusaba de la morfina, cuando se leadministraron los últimos Sacra-mentos le habían inyectado morfina,pero luego comenzó a gritar: ¡fuerala morfina! Varias veces (…). B. quetambién se inyectaba morfina lle-vaba una vida amargada, y sobretodo porque últimamente, por inco-modos con el médico no le era fáciladquirirla (…).”38 ignoramos si los

hechos responden a la realidad o aldeseo de dirimir desavenencias per-sonales.

en el año 1965, por citar un ejem-plo muy posterior, un paciente ins-truido denuncia en carta al colegiomédico las irregularidades cometidaspor el titular del pueblo: “…el citadodoctor olvida con demasiada fre-cuencia sus deberes profesionales yhumanitarios (…) se ausenta confrecuencia durante varios días desu domicilio, con lo que el pueblo deV. se encuentra totalmente falto deasistencia facultativa (…) A los he-chos anteriormente expuestoshemos de añadir que el Dr. L. vendea sus enfermos productos farma-céuticos de los laboratorios de espe-cialidades farmacéuticas que le en-vían como MUESTRAS GRATUITAS.El procedimiento que utiliza es el deraspar la leyenda ‘muestra gratuita.Prohibida la venta’, cobrándolasluego a precios abusivos,”39 y secitan varios vecinos que atestiguan laveracidad de estos hechos. No haydatos de que el facultativo fuera san-cionado.

pero si los castigos del colegiooficial de Médicos se caracterizanpor su tibieza, los del director pro-vincial de Sanidad no son especial-mente despiadados. en 1951 un titu-lar de la provincia es auditado por ladirección provincial por sus actitu-des indecorosas como “estado de em-briaguez habitual, conducta irres-petuosa para con la sociedad engeneral, y para las autoridades enparticular, faltas en el servicio deasistencia a los enfermos y faltas deauxilio a la Administración de justi-cia.” Y se reconoce que “existe (en elpueblo) un ambiente francamentehostil al citado (colegiado) al menosentre las personas que ejercen cargode autoridad.” pero teniendo encuenta atenuantes como “el haberpadecido un tifus exantemático quele produjo una sordera que le obligaa hablar casi a gritos,” y otras cir-cunstancias, se le aplica la sanciónmínima consistente en una amones-tación.

es infrecuente que el paciente re-curra al enfrentamiento verbal e in-sólito que eche mano de la agresiónfísica. como dice el dr. Sergio GF, “almédico entonces se le tenía un granrespeto... era intocable.” a pesar detodo, a veces los doctores son vícti-

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mas de agresiones, y éstas tienenlugar por parte del paciente o sus fa-miliares, como la perpetrada en1965 sobre el médico celso Lópezpuga (1909-2001) fue apd en Vilarde Barrio y de Barbadás, y denun-ciada por éste, resuelta en juicio defaltas a favor del colegiado e im-puesta la pena máxima al agresor.

El intrusismo profesional es otrade las mayores preocupaciones labo-rales del médico, a juzgar por la rela-tivamente abundante producción do-cumental a que da lugar. el galenodenuncia la actividad de sanadores,curanderos y atadores; pero sobretodo la de aquellos prácticos que ac-túan alevosamente y con riesgo parala salud de los enfermos. tambiénimpugna la intromisión del practi-cante, del farmacéutico, e incluso delveterinario o del albéitar.

el problema hace reaccionar, sibien no con la contundencia deseadapor los galenos, a las autoridades gu-bernativas: en abril de 1933 el gober-nador civil de ourense, Juan Gonzá-lez Rodríguez, publica una circularpara facilitar la formación de los ex-pedientes en la persecución del in-trusismo médico, e insta a los alcal-des a que presten en todo momentosu auxilio oficial a los instructores deexpedientes por intrusismo “facili-tando o aun haciendo ellos mismossi fuere preciso, las citaciones depresuntos intrusos, testigos, etc.”40

en ciertos casos el intruso es unpersonaje conocido y con una forma-ción superior al nivel medio del la-briego. así, en los años cincuenta, eltitular de Xunqueira de espadañedopone en conocimiento del colegio deMédicos que “existe un caso decla-rado de intrusismo en la Medicinaen la persona del Oficial actual delAyuntamiento, don A., conocido porlos apodos de ‘el relojero’ y ‘el doc-tor’. Durante los cuatro años quecomo Médico de Asistencia PúblicaDomiciliaria he desempeñado enpropiedad dicha plaza pude com-probar de modo inequívoco y sinduda alguna sus intromisiones en laMedicina y Farmacia, siendo quizásuno de los más descarados casos deintrusismo en la provincia…”41

otras veces el intrusismo incideplenamente en el terreno de la medi-cina pero no se limita a él. el médicode Baltar, José campo Lage (1901-

1959), se manifiesta en similares tér-minos escribiendo en octubre de1948, en carta dirigida a la autoridadcolegial: “hace un año arribó a estemunicipio procedente del de Blan-cos y antes del de Sandianes un su-jeto llamado V. dedicado al ejercicioilegal de la medicina el cual se hacepasar por médico ante el público yreceta toda clase de específicos esta-fando y amenazando la salud delvecindario (…) Lo sucedido fue queel Juez (examinando las pruebasaportadas) y la propia confesión delos hechos (por el acusado), el cualreconociendo los hechos en escritodirigido al Sr. Juez en el que em-pieza diciendo que no es médicopero que lo mismo se dedica a curarque a dar clases de ¡Religión!, Gra-mática, Matemáticas, etc, etc, de-bido a sus muchos conocimientosadquiridos en Francia, Alemania,Brasil, en Norteamérica, y otras re-públicas americanas (…) Siendo suverdadero oficio el de pelar cogotes,no se explica cuando adquirió tantoconocimiento y en especial tantaciencia médica (…).” La denuncia sesalda, según escrito del gobernadorcivil, con la incautación del materialmédico y quirúrgico en posesión delintruso y su expulsión de la provin-cia.

pero en general, lo que se llamaintrusismo responde a menudo a unabúsqueda natural y espontánea de re-cursos en una época en que la medi-cina oficial, por sí sola, no puede res-ponder a todas las necesidades desalud, por ser insuficiente, inaccesi-ble o ineficiente. cada ayuntamiento,casi cada parroquia, tiene su menci-

ñeiro, partera, osteópata o entendidoen males y remedios, y cada uno deellos puede ser considerado un in-truso, y denunciado. Son incontableslas denuncias documentadas en laprovincia: chandrexa de Queixa,Xinzo de Limia, Montederramo, Bal-tar, allariz...

Sin embargo, las relaciones delmédico rural con el curandero sonmás complejas. en la primera mitaddel siglo, aunque la formación uni-versitaria y el nivel de conocimientosdel galeno lo distancian mucho delperfil profesional del sanador popu-lar, casi siempre persona sin estu-dios, sus métodos (cataplasmas, ven-tosas, purgantes, normas higiénicas yabundante fitoterapia) no se diferen-cian tanto, y todavía menos difierensus resultados.

Los pacientes hacen referencia adoctores cuyos tratamientos se basa-ban fundamentalmente en hierbasmedicinales o remedios caseros.abundan ejemplos como el de Ldp,nacida en allariz en 1924, la cualcuenta que una de sus hermanas en-fermó con 14 años (1941). Se dolíade una pierna, la derecha, cojeaba,comía mal, y aclara: “Vino a verla elmédico a casa varias veces y man-daba que le pusieran encima de laingle migas de patata calientes, perola niña fue empeorando hasta que alcabo de un mes murió.”

en el otro lado de estos remediosmás o menos ineficaces que ambos –médico y sanador– compartían, esta-ban las habilidades de masoterapia,así como manipulación y reducciónde fracturas, que inclinan la balanza

Figura 4: Queja de un médico de Rairiz de Veiga (ourense) por intrusismo del practicante en1963 (tomado del archivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicosfallecidos).

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de la época a favor de los atadores ocompoñedores, variedad profesionalde curanderos especialistas en hue-sos. además eran más baratos, puessolían cobrar “la voluntad”, es decir,la cuantía con que el paciente qui-siera recompensarle. en este con-texto de paridad en los resultadospero diferencia en los precios sólo laley, que no las preferencias del pa-ciente, daba ventaja al facultativo, yde ahí que éste buscase reiterada-mente el auxilio de aquélla mediantedenuncias.

a partir de la década de 1950,aunque el curanderismo se mantienemuy vivo como práctica en el rural,los avances diagnósticos y terapéuti-cos conducen a un desequilibrioentre la medicina científica y la po-pular, a favor de la primera. La po-blación comienza a admitir la supe-rioridad del facultativo y la clienteladel aficionado sólo se sostiene por sumayor accesibilidad, en cuanto a pre-cio, cercanía y a veces trato, y por lapervivencia de su éxito como mani-pulador de huesos y tendones.

pero no siempre son curanderosy profanos los que demandan suparte en el oficio –y en el negocio– dela curación. Los practicantes tam-bién se creen con derecho a hacer loque la ley sólo concede a los médi-cos. en 1932, el colegio oficial deMédicos de ourense informa: “Poresta secretaría ha sido denunciadoel mes pasado un practicante resi-dente en Condado (Santa María deMelias, ayuntamiento de Coles, Ou-rense), por ejercicio ilegal de la Me-dicina y repartir unas tarjetas pro-metiendo la curación de numerosasenfermedades.”42 en estos casos esmás difícil valorar el grado y natura-leza del intrusismo, pues curar, a finde cuentas, también es trabajo de en-fermería. así, en mayo de 1933 elsubdelegado de Medicina de allarizabre expediente contra el practicantede Maceda, don p., por intrusismo.pero el título de practicante se con-sideró como atenuante para su intro-misión en la profesión de médico, yse acuerda aconsejar al inspectorprovincial de Sanidad la imposiciónde una multa de 250 pesetas.

Y más difícil será de sancionar siademás de sanitario es una personacon influencia política o social en elpueblo. JM caneda Fernández (1926-2007) denuncia intrusismo en su ac-

tividad en Rairiz de Veiga en el año1962, alertando “…de la actividadque viene ejerciendo el practicantetitular interino del referido ayunta-miento quien se dedica al intrusismode la medicina, lesionando grave-mente los intereses del recurrente. Elcitado practicante, apoyado en quees teniente alcalde, maestro y quetiene cierto ascendiente sobre la co-marca, y muy particularmente endos parroquias, no sólo se dedica ala consulta en su casa y visita domi-ciliaria y asistencia a partos distóci-cos, sino que, sin contar para nadacon el médico titular, traslada enfer-mos a especialistas amigos suyos dela capital (…).”43

Conclusiones, limitaciones y utilidad del estudio

a la luz de lo expuesto podemosdestacar las siguientes conclusiones:

1.- La vida laboral del médicorural está marcada por numerososroces y conflictos con todos aquelloselementos –sujetos o instituciones–,que intervienen de forma directa oindirecta en su actividad. La direc-cionalidad de sus contiendas es tantovertical –dirigida hacia quienes ocu-pan el plano superior de la autoridadlocal o provincial, o el plano inferiorde la clientela y prácticos del curan-derismo–, como horizontal –dirigidahacia sus compañeros y otros agen-tes de salud–. Las disputas con la su-perioridad y con los iguales son másintensas que aquellas que sostienecon los pacientes, pues en todo el pe-ríodo, el paciente rural tiende a mos-trar actitudes de sumisión.

2.- el intrusismo es un problemade gran relevancia y producción do-cumental durante el período estu-diado, y es practicado fundamental-mente por curanderos y osteópatas.Sin embargo, aunque abundan las de-nuncias, la relación del médico conestos personajes es compleja. en laprimera mitad de siglo la actividadpleitista del titular es mayor, ya queel menciñeiro es un competidor real,que obtiene resultados equiparablesa los del médico. en la segunda mitadde siglo la medicina científica se ade-lanta a la profana y el cliente co-mienza a abandonar las consultas delos sanadores.

3.- el colegio Médico actúa amodo de adalid de los intereses cor-porativos y escudo de las hostilida-des. Su postura es de tibieza cuandose trata de sancionar infracciones decolegiados. también se muestra cau-teloso cuando ha de arbitrar diferen-cias entre compañeros. La actividaddel colegio en asuntos de tasación detarifas no muestra la misma impar-cialidad, peritando siempre a favordel colegiado aun en el caso de si-tuaciones de probable abuso. Su im-plicación también es decididacuando se trata de defender los inte-reses del médico rural ante las irre-gularidades cometidas por las corpo-raciones municipales o los clientesmorosos.

En cuanto a las limitaciones másimportantes del trabajo, éstas proce-den de la relativa escasez de infor-mación. puede detectarse una etapaoscura desde el punto de vista docu-mental que abarca sobre todo el pri-mer tercio del siglo XX, paliada enparte por los datos presentes en el ar-chivo del iltre. colegio oficial de Mé-dicos de ourense. tampoco es posi-ble establecer comparaciones fiablescon las conclusiones de otros trata-dos y revisiones sobre esta materiapor la carencia de éstos.

En cuanto a la utilidad del estu-dio, podemos decir que el acerca-miento a los principales problemaslaborales que han interferido la acti-vidad asistencial del médico ruralpuede ayudar a orientarnos para, enel presente y en el futuro, tratar deevitarlos. el intrusismo, el caci-quismo, los localismos, la deslealtadprofesional, el corporativismo y ladependencia política del funcionarioson elementos a extinguir de la prác-tica asistencial; como también lo esla sumisión del paciente a la autori-dad del facultativo.

podría resultar útil, asimismo,emprender estudios sobre la presen-cia de estos elementos perniciosos enla práctica sanitaria actual para veren qué aspectos se ha evolucionadoy en cuáles no.

La reconstrucción de los hechospretéritos podría ayudar a autorida-des, gestores y profesionales sanita-rios a identificar las señales de alertaante un eventual retroceso en la evo-lución de la Sanidad, y así tomarotros caminos.

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Notas:

1). carro otero, X., Materiais Para Unha Historia da Medicina Galega, Vol.1, consellería de Sanidade e Servicios Sociais, Xunta de Galicia; 1998.

2). García Guerra, d., La Facultad de Medicina de Santiago en el siglo XIX,Santiago de compostela: Fonseca, textos Históricos Nº 8; 2001.

3). Simón Lorda, d., Locura, Medicina y Sociedad (1875-1975), ourense:Fundación “cabaleiro Goás”; 2005.

4). Simón Lorda, d., Médicos Ourensáns Represaliados na Guerra Civil e naPostguerra. Historias da “longa noite de pedra”. Santiago de compostela: Fun-dación 10 de Marzo; 2002.

5). alía Miranda, F., Técnicas de Investigación para Historiadores. Las Fuen-tes de la Historia. Madrid: ed. Síntesis; 2005.

6). plétora Médica (trabajos encargados a los colegios de Bilbao, Valencia ySalamanca). Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense.año XV. 15 de Junio de 1932. Nº 161. p. 43.

7). Meditación. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia deOrense. año XVi. 15 de noviembre de 1933. Nº 178. p. 13.

8). carta de José Vallejo Ramos al presidente del colegio. Boletín Oficial delColegio de Médicos de la provincia de Orense. año XV. 15 de diciembre de1932. Nº 167. p. 31.

9). archivo familiar de castor Sánchez García. documentos oficiales.

10). García Boente, JL., inspección provincial de Sanidad de orense. BoletínOficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XVi. 15 de oc-tubre de 1933. Nº 177. p. 23.

11).García Álvarez, R., La aventura ribadaviense del doctor Mandianes. Un mé-dico rural del siglo XVI. depósito Rubén García. Museo etnolóxico de Ribadavia.

12).Lara, J.M., De la Vida Médica Rural. dos Hermanas, Sevilla: imprentadíez; 1945.

13).Álvarez Ruiz, u., Vacantes e interinidades. Boletín Oficial del Colegio deMédicos de la provincia de Orense. año XiV. 15 de septiembre de 1931. Nº152. p. 22.

14).política Sanitaria. Respuesta de a. Lerroux a la carta de d. Ricardo carbo.Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XiV. 15de mayo de 1931. Nº 148. p. 11.

15).asociación oficial de Médicos a.p.d. Junta provincial de orense. BoletínOficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XiX. 15 de juniode 1936. Nº 209. p. 15.

16).prólogo a las publicaciones del instituto provincial de Higiene de Vallado-lid. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XV.15 de Febrero de 1932. Nº 157. p. 8.

17).Bouzo M, Álvarez Ruiz u. La situación de la clase. Quejas y peticiones. Bo-letín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XiV. 15 deNoviembre de 1931. Nº 154: 1-7.

18).declaraciones del director de Sanidad ante los problemas que planteanlos médicos titulares. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia deOrense. año XV. 15 de Junio de 1932. Nº 161. p. 23.

19).asociación oficial de Médicos titulares i. M. de S. exposición al excmo.Sr. presidente de la República. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la pro-vincia de Orense. año XVii. 15 de abril de 1934. Nº 183. p. 23.

20).Gobierno de la Nación. Ministerio del interior. orden de 12 de mayo de1939. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. añoXXi. 1 de enero de 1939. Nº 216. p. 19.

21).Nuestro enemigo, el médico. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de laprovincia de Orense. año XV. 15 de mayo de 1933. Nº 172. p. 1.

22).Lara JM. op. cit., p. 134.

23).carta del dr. J. al presidente del colegio. archivo del iltre. colegio de Mé-dicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos.

24).carta de José Ferreiro caneiro al presidente del colegio. archivo del iltre.colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos.

25).carta del dr. p. al presidente del colegio. archivo del iltre. colegio de Mé-dicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos.

26).carta de casimiro diz Lois a alfonso paz Gallego. archivo del iltre. cole-gio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos.

27).García Valcárcel, a., deontología y publicidad. Boletín Informativo del Co-legio Oficial de Médicos. orense. año 1. Septiembre - octubre. 1964. Nº 1.

28).Sánchez Brunete, c.c., colegio de orense. el intrusismo en esta provin-cia. La Voz de la Farmacia. 1931. pp. 30-31.

29).Gallo, Z., el clamor del farmacéutico rural. La Voz de la Farmacia; 1931.p. 285.

30).Rodríguez troncoso, M., Un médico rural en el siglo XX (en las montañasde León). Historia autobiográfica. Vigo: ir indo edicións; 2009.

31).carta de Manuel Limia pérez al presidente del colegio. archivo del iltre.colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos.

32).escrito de José campo Lage al presidente del colegio. archivo del iltre.colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos.

33).Magdaleno Laca, F., Muestras médicas. Ponencias presentadas y conclu-siones aprobadas en las segundas jornadas del seminario de estudios farma-céuticos de noroeste de España. colegio oficial de Farmacéuticos de asturias.oviedo. 1967. 37-40.

34).La crisis médica y su patogenia. Nuestro enemigo el anunciante. BoletínOficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XV. 15 de juniode 1933. Nº 173. pp. 21-23.

35).archivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicosfallecidos.

36).Franco Grande XL. Diccionario Galego-Castelán.Vigo: Galaxia; 1982.

37).Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XV.15 de octubre de 1932. Nº 165.

38).denuncia del párroco de pazos de arenteiro a L. archivo del iltre. cole-gio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos.

39).denuncia contra el dr. L. ante el colegio de Médicos. archivo del iltre.colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos.

40).circular publicada por el Gobierno civil de orense para facilitar la for-mación de los expedientes en la persecución del intrusismo en Medicina. Bo-letín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XV. 15 demayo de 1933. Nº 172.p. 20.

41).escrito del dr. F. al presidente del colegio. archivo del iltre. colegio de Mé-dicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos.

42).Noticias. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense.año XV. 15 de diciembre de 1932. Nº 167. p. 33.

43).denuncia de J.M. caneda Fernández ante el colegio de Médicos. ar-chivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fa-llecidos.

NORMAS PARA LA ADMISIÓN DE ORIGINALES

Se considerarán para su evaluación trabajos originales que no hayan sido publicados en otros lugares. tras la re-visión realizada por el comité de redacción, la Fundación uriach dará cuenta del resultado de la misma y comu-nicará la fecha de publicación de los que resulten aceptados. asimismo, una vez publicados, se entregarán a los au-tores 20 ejemplares de la revista y una remuneración de 200 €.

Los trabajos deben estar centrados en Historia de las ciencias de la Salud y han de ser presentados en lengua es-pañola, en formato electrónico, con una extensión no superior a los 80.000 caracteres con espacios incluyendonotas bibliográficas, además de iconografía complementaria.

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