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    dx I •

    la Exoea• • s 

    médicos en la Lxpedicion

    a I Desierto

    Fed e ric o Pérgo la  

    Buenos Aires

    egún la opinión

    del capellán de la

    Expedición al De

    sierto -en 1879- Antonio

    Espinosa (1), observador

    participante, esa segun

    da incursión al territorio

    indígena no tuvo las ca

    racterísticas genoc idas dela que efectuó el general

     J uan Manuel de Rosas en

    1833. Se trataba de con

    vertirlos a la fe cristiana.

    "En agosto de 1879 el

    número de los indígenas

    bautizados en la Capital

    llegaba a mil doscientos

    diez. Actuaban común

    mente de p adrinos los

     jefes y ofic iales de los

    cuerpos de tierra o de

    mar." No obstante el trato

    no debería ser todo lo

    humanitario que se podría

    pensar y el desarraigo

    actuaría ferozmente sobreellos: "Los indios prisione

    ros y los niños indígenas

    eran distribuidos por la

    Sociedad de Beneficencia

    entre familias de la Capital, o enviados

    Una de las pocas fotografías directas que existen del  

    general Julio A. Roca.

    Otras voces no son tan categóri

    l íti R b t d

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    LOS MÉDICOS €N IR €xP€DICIÓN RL DCSICRTO

    habitantes autóctonos de las zonas

    que reivindicaban, efectuaban malo

    nes feroces y mantenían cautivas a las

    mujeres blancas. Con muchos indíge

    nas el trato era c ordial. "A l respecto,

    Rosas le esc ribirá al general Tomás de

    Iriarte: 'Estos ind ios son intolerables,

    no se cansan de pedir y si no se les

    da se enojan, pero lo más admirable

    son las necesidades que de poco tiem

    po a esta parte se han creado; piden

    hasta a rtículos de lujo cuya existenc ia

    ignoran'.

    "Las tribus salvajes cuentan en el

    caudillo con un protector entusiasta.

    Prestarle su co op erac ión a rmada

    durante la guerra c ivil de 1829 les

    reportó regalos y beneficios, además

    de la pronta respuesta a sus demandas

    reiteradas.

    vez en

    O^uan Q /fíanuel de

    "Unael gobierno, Ro

    sa s hab ía impul

    sado a la Sala de

    Representantes a  ___________________ 

    que instaurara, a

    partir de las rentas pública s, un fondo

    denominado 'pacífico' para atender las

    necesidades de los indios. El dictamen

    fue muy cuestionado por la oposic ión,

    pues aducían que el mandatario dispo

    nía indiscriminadamente de esa partida

    y era poco lo que les llegaba a sus

    verdaderos destinatarios (2)".

    fue esta primera expedición al desierto:

    "Rosas, preocupado por la escasez de

    hombres y elementos para el cuidado y

    alimentación de la cantidad de indios

    que resultaban prisioneros, indicó al

    coronel Ramos que en lo sucesivo,

    tratándose de adultos -no de mujeres

    ni c riaturas- solo le mandase los de

    verdadera importancia; pero si no la

    tenían, luego de tomarles declaración,

    que los dejara atrás con una guardia

    a cuyo jefe instruiría para cuando que

    daran solos los ladeara al monte y allí

    los fusilase. Daba en las instrucciones

    el nombre del ofic ial ca pa z de servir

    de verdugo, agregando que si luego'

    eran echados de menos los prisioneros

    podía decirse que habiéndose querido

    escapar, la guardia había cumplido

    su co nsigna de

    ■BBÎ hacer fuego sobreoruenta^ x/wc l¿c¿Mi de   ellos. No conve

    nía, al avanzar

    sobre una tolde-

    ría, tomar muchos

    prisioneros vivos,

    pues con dos o cuatro bastaba y, si

    La / e t a p a / d e / Ju a y u   M cmuei/

    de / ' RoMWr '  

    Esta introducción nos obliga a efec

    tuar digresiones que, en cierto modo,

    sirven para dimensionar los conceptos.

    De acuerdo con las instrucciones escri

    tas que Rosas dirige al coronel Ramos,

    Schoo Lastra (3) destaca lo cruenta que

    había más, en caliente nomás debían

    matarse. No había como guardar los

    prisioneros seguros." En años posterio

    res -de la siempre trágica vida política

    del pa ís- estos procedimientos y tales

    razonamientos volvieron a reverdecer.

    Con respecto a la personalidad demonseñor Mariano Antonio Espinosa,

    es Udaondo -en un pequeño opúscu

    lo - quien señala que en una "exped i

    ción que tuvo un éxito completo, (que)

    conquistó para la civilizac ión más de

    15.000 leguas de territorios riquísimos,

    deshabitados hasta entonces, por temor

    a los indios de las pampas [...] tomó

    parte el doctor Espinosa juntamente con

    los sacerdotes salesianos Costamagna

    (después obispo) y P. Botfa. Estos sacer-

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    dotes arrastraron todas las

    inclemencias del desierto

    y las penalidades de lar

    gos viajes a caballo para

    llevar los beneficios de su

    apostolado a esas aparta

    das regiones con peligros

    de sus vidas. No obstanteesto, los fres misioneros

    rechazaron el premio en

    tierras que les correspondía

    por ley del Congreso" (4).

    Circunstanc ia esta última

    que los enaltece.

    No eran, ciertamente,

    los habitantes itinerantes

    del desierto vecinos como

    para establecer buenas

    relac iones. Los años trans

    curridos y la desaparición

    de todos los protagonistas La Camp aña de Rosa s de spe rtó agu da s c rític a s  borran el ho rror de la d ura nte y de spués de ella.

    invasión -en 1870- de

     Tres Arroyos con rapto de

    mujeres y niños y muerte

    de los hombres, saqueos e incendios, hubo genoc idio, sino guerra contra el

    como tampoco el malón de Namuncurá usurpador. La apetencia por el ganado

    y sus hermanos sobre Bahía Blanca que -dice Gandía (7)-, desde años atrás,

    felizmente la fusilería hizo abortar. Tan ap roximaba cada vez más a los indios

    antiguo fue el problema de los mal- a Buenos Aires. G onzález A rrili es más

    hechores, los indígenas y los blancos preciso aún al expresar que "los indios

    plegados a las depredaciones que, aún de Callvucura (sfc) arreaban animales

    sin ser gobierno, Rosas trató de en- por miles, camino de la cordillera. Los

    contraríe un pa liativo. "Con tal objeto saqueos de estancia eran negocio orga-Rosas elevó en febrero de 1819 una nizado. Contaban con agentes en Chile

    memoria al Direc torio; en la que propo- y en Buenos A ires, su sistema de infor

    ma la fundación de un establecimiento mación y su sistema ba ncario" (8).

    denominado Soc iedad de Labradores Luego de suc esivos intentos de

    y Hacendados para el auxilio de la pacificac ión, lograda a medias, el

    policía de campana" (5). Gobierno Nac ional se dec idió a ac-

     Tiempo después, vencido Rosas tuar. "Pese a la existenc ia de estos

    en Caseros, Calfupurá llamaba C hilol acuerdos o tratados, menudearon los

    (lugar de Chile o pequeño Chile) a robos de hac iendas y los sangrientos

    su toldería. Era un indígena invasor malones, con cuyo producto los indios

    y por ello, para García Enciso (ó) no negociaban posteriormente en Chile o

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    LOS MÉDICOS EN U) €XP€DICIÓN fll DeSICfitO

    con otros cristianos poco escrupulosos

    refugiados en el desierto. Ello les per

    mitía adquirir ropa s, bebidas, adornos,

    elementos va rios y espec ialmente armas

    de fuego, con las que enfrentaban a las

    tropas nacionales. De donde no es de

    extrañar que más tarde se viera a al

    gunas tribus abandonar la lanza para

    manejar habitualmente el Remington uotras armas de fuego" (9).

    M and rini (10) trata de desc ifrar

    la complejidad de la frontera con los

    indígenas y dice: "En la conquista y

    ocupación de esas tierras indias, pro

    ceso que se completó en la segunda

    mitad del siglo pasado (Nota: se refiere  

    a l sig lo XIX}   y comienzos del presente,

    se d irimieron ambas cuestiones: la

    eliminación definitiva de esas fronte

    ras interiores por

    la incorporación

    efectiva de los te

    rritorio s ind ios a

    los nac ientes Es

    tados y la fijación

    de los límites entre

    las naciones que aspiraban el control

    de los mismos. Cabe señalar que en la

    región meridional de América del Sur,

    la ocupación efectiva del territorio por

    argentinos y chilenos incrementó las

    tensiones entre ambos Estados [...]"

    Agregando en otro párrafo de su

    trabajo con respecto a los pobladoresautóctonos lo siguiente: "Los intensos

    contactos que mantenían las pobla

    ciones del sur bonaerense con Buenos

    A ires y luego también con Carmen de

    Patagones les permitían aprovisionar

    se de productos europeos esenciales

    para su subsistenc ia. C abría seña lar

    además del activo comercio que se

    desarrollaba entre ambas sociedades,

    al menos otros tres mecanismos por

    los cuales se obtenían esos productos:

    las compensaciones que se lograban

    por la liberac ión de los cautivos; los

    regalos periódicos rec ibidos de las

    autoridades coloniales en ocasión de

    la firma de convenios o la celebración

    de tratados de pa z; los robos rea liza

    dos en la frontera durante los malones

    o los ataques a viajeros o caravanas

    que cruzaban la llanura. Pero malonesy ataques fueron disminuyendo a me

    dida que se afianzaron las relaciones

    pacíficas entre ambas sociedades."

    Lev et apas ci e/Jul ío- A . Roca/ 

    Roca fue quien comandó la gesta

    destinada a terminar con toda s las

    circunstancias mencionadas y, funda

    mentalmente, ocu

    pa r esas tie rra s

    fértiles. El hecho

    de haber sido de

    signado coman

    dante general de

    las fronte ras de

    Córdoba, San Luis y Mendoza, en re

    emplazo de Mansilla , le permitió tomar

    conocimiento directo de los problemas

    que planteaban el indio y el desierto.

    Preparó entonces la acción definitiva

    contra el malón. Prosiguió la lucha -ya

    desde el M inisterio de G uerra, que

    ejercía por la designación del presidente Avellaneda- que, con críticas,

    había inic iado A lsina para la conquista

    del desierto, operación considerada

    complemento de la independencia y la

    reorganización nacional. No obstante,

    la campaña de Roca fue tenida, en

    el último tiempo por grupos contesta

    tarios, como un verdadero genocidio

    que, además, permitió la constitución

    de enormes latifundios.

    El ¡efe del Estado M ayor fue el

    íerc/iciaú co/i. t  /a c/está 

    (/e CR-f. Sofoc a,

     30HISTORIA N° 111

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    LOS MÉDICOS €N Ifl €XP€DICIÓN IU DCSICRTO

    coronel Conrado Villegas

    . sus fue rza s estaba n

    "armadas por cinco divi

    siones comandadas por

    Nico lás Levalle, Eduardo

    Racedo, Napoleón Uri-

    ouru, Hilario Lagos y una

    a su cargo. No podemos

    dejar de mencionar al

    coronel A lva ro Barro s

    que, al de c ir de C ár

    denas de Mo nner Sans

    (11), fue "el militar que

    ~iejor conoció el desierto

    ■el que escribió libros y

    folletos apuntando suge

    rencias muy estudiadas

    para lograr paz interior

    •• defender las fronteras

    nternacionales de nues-

    rro pa ís". Alvaro Barrosfue el primer gobernador

    de la Patagonia, por ley

    954, promulgada e l 11

    de octubre de 1878.

    ¿Qué papel cumplie

    ron los médicos en esta

    campaña? "La medicina

    de la campaña figura representada

    por el C irujano de Ejército Dr. Miguel

    G allegos y el C irujano del Cuartel

    General Dr. Apolinario M artini, bajo el

    mando directo de Roca. En la tercera

    división del general Racedo servirán elDr. Benjamín Dupont, francés y el Dr.

    Luis O rland ini, italiano. En la cuarta

    división J ulio C. M edeiros, Justino Vé lez

    y Alejandro Marcó revistan como ciru

     janos, aún sin título universitario. En la

    expedición naval al Río Negro, apoyo

    de la campaña terrestre, podemos citar

    al Dr. Vicente Uriburu (12)".

    Pero es probable que el hecho

    militar haya echado sombra sobre los

    aspectos médicos. Wa lther (1 3) que se

    Conrado Villegas fue el Jefe de Estado Mayor de la 

     Expedic ión de Roca.

    ocupa profesionalmente de la opera

    ción militar no los menciona.

    Emilio R. Coni (14), en ese mo

    mento destacado ¡oven médico, antes

    del inic io de las acciones por parte

    de Roca, escribía: "Sabemos la importancia que tiene la elección de los

    campamentos, que, a la vez de reunir

    ciertas condiciones estratégicas, deben

    ser lugares higiénicos, y en este sentido

    el ¡efe del Estado Mayor y el médico

    deben cuidar, en lo posible, que el arte

    y la ciencia de la guerra se hermanen

    con el arte y la ciencia de la higiene,

    que precave las enfermedades. El ci

    rujano mayor debe velar por la buena

    calidad de los alimentos, bebidas,

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    tos MÉDICOS €N M €xP€DICIÓN AL DCSICRTO

    vestidos, etc., del soldado y todos

    estos cuidados, por insignifica ntes que

    parezcan, necesitan ser dirigido s por

    una persona respetable por su saber

    y experiencia y coadyuvado por un

    persona l inteligente. No se improvisan

    médicos y c irujanos con estudiantes de

    I o a 4° año de medicina; ni farmacéuti

    cos con practicantes de farmacia, como

    sucedió con la campaña del Paraguay;

    el señor general Roca y el señor co

    ronel Luis María Campos han podido

    apreciar las penalidades y sufrimientos

    en aquella campaña, por falta de un

    personal médico ad hoc.

    "Hasta la fecha, y a pesar de de

    c írsenos que la campaña al Río Negro

    tendrá lugar el 10 del corriente abril

    no hemos podido

    sueldos que se ofrecían sólo tentaron

    a aquellos que poseían muy escaso

    rec ursos. En la documentación exami

    nada predominan los casos de estu

    diantes que son eximidos de arancele

    universitarios por pobreza y que en un

    determinado momento de su carrera (a

    veces al comienzo de la misma) suspen

    den sus estudios para incorporarse c

    las fuerzas expedic ionarias.

    "De tal manera que la situac iór

    del Cuerpo Médico podemos resumirle

    en los siguientes puntos sobre los que

    hay general coincidencia en diversa:

    fuentes: I. La cantidad de facultativo:

    fue insuficiente. 2. Los médicos y ciru

    ¡anos en general estaban mal pagos

    3. Una buena parte de los mismo:

    adolecía de falte

    averiguar el nom

    bre del C irujanoMayor del Ejército

    expedic ionario, ni

    del personal médi

    co-farmacéutico;

    sólo hemos con

    seguido ver, en los

    >t ( /t c t r i o i ¿nc /u /a r i /u i t ra  

    i o ¿m t.a /a/ ior- cient ífi ca  

    eafiedociomamM 

    talleres del Parque de A rtillería , dos

    hermosos carros de capacidad para

    ocho enfermos en camilla, los cuales

    sirven de base para armar carpas para

    cuarenta o cincuenta; el diseño de mo

    chilas para medicamentos de primera

    necesidad; diseño de cajas botiquines

    y unas camillas que, colocadas sobre

    ruedas, facilitan el traslado de enfer

    mos de un lugar a otro."

    Kohn Loncarica (15), en un comple

    to trabajo donde indaga 30 legajos

    del Arc hivo Central de la Facultad

    de Medic ina de Buenos A ires dice lo

    siguiente: "Ha y evidencias que un buen

    número de los galenos enganchados

    traba jó en la expedición militar por

    razones de tipo económico. Los bajos

    de preparador

    y e xpe rie nc ic(había mucho:

    estudiantes y re

    cién graduados)

    4. Los recursos hu

    manos estuviero

    mal organizado:

    Ejérc ito que en l

    os profesionale

    (tal vez peor en el

    Armada). 5. Entre

    hubo abundancia de extranjeros qu

    en general revalida ron después de l

    Campaña. Algunos de los extranjero

    ni siquiera eran médicos. Las plazas n

    eran estables. Sólo había estabilidac

    en los fortines donde predominaroi

     justamente los extranjeros.

    "Todo el panorama profesional ar

    tedicho sumado al cuadro sanitario a

    tes esbozado nos permite afirmar qui

    el Cuerpo Médico de la Campaña c

    Desierto fue, salvo contadas excepcic

    nes, de muy discreto nivel: que casi

    hubo investigación científica por part

    de los médicos con la sola excepció

    de los estudios del doctor Benjamí 

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    Dupont y algún otro trabajo disperso

    al que luego aludiremos. Asimismo es

    fácil advertir que buena parte de las

    estructuras académicas ofic ia les de

    nuestra medicina se mantuvo totalmente

    al margen de la Conquista del Desier

    to. Probablemente se pueda afirmar

    también que esto fue así también con

    relac ión a la Sanidad M ilita r, cuya

    orga nizac ión anterior a 1888 fue en

    general precaria. En ese sentido reite

    remos que Emilio Coni condenó seve

    ramente tal estado de cosas, criticando

    acerbamente la práctica de cubrir los

    cargos con estudiantes y extranjeros,

    y señalando que "lo s médicos de la

    sanidad militar eran mal tratados y

    mal pagados."

    Remigio Lupo ( ló ),

    corresponsal del diario

    La Pre nsa,   quien enviaba sus crónica s de la

    expedición al Cuartel

    General, nombra tam

    bién a los presbíteros,

    aunque desde Médano

    Colorado, el 8 de mayo

    de 1879, comenta que

    se agrega a una comi

    sión compuesta por el

    naturalista Doering y el

    médico del Cuartel Ge

    neral Dr. M artini, entre

    otras personas.

    "En lo que concier

    ne a lo c ientífic o la

    expedición del general

    Roca contó con el apor

    te dispuesto por la Aca

    demia de C ienc ias de

    Córdoba, nacida por

    iniciativa de Germán

    Burmeister en la presi

    denc ia de Sarmiento:

    Pablo G . Lorentz como

    botánico; Adolfo Doering en calidad

    de zoólogo y geólogo; Gustavo Nie-

    derlein, ayudante de botánica y Fede

    rico Schultz, preparado en zoología.

    En 1881 tres volúmenes resumirían la

    tarea cumplida por estos hombres de

    ciencia en la empresa de Roca. Entre

    los que no participa ron del viaje pero

    colaboraron en su sistema tizac ión po

    demos citar a Carlos Berg y Eduardo

    Ladislao Holmberg. Se suman estos

    expertos y notables investigadores a

    los que han contribuido a que nuestra

    tierra se aprecie y pueda impulsarse su

    progreso sobre bases concretas" (17).

    Los tiempos eran otros y lo que hu

    biera sido necesidad impostergable

    Coronel Hilario Lagos, quien estuvo al mando de una 

    de las cinco divisiones de la Conquista del Desierto.

    HISTORIA N° 111

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    LOS MÉDICOS €N Lfl €XP€DICIÓN DL DCSICRTO

    era la presencia de antropólogos y

    soc iólogos; destinados a interpretar el

    grave problema generado en el choque

    cultural y la aculturación.

    Doering y Loentz (18) tuvieron la

    virtud de, además de su labor científica

    documentada, lleva r un diario de su ex

    pedición, donde volcaron las vivencias

    de una tarea singular para c ientíficos

    de su calibre. C lodomiro Zava lía, en el

    prólogo de estas memorias dice: "Se

    conoce todo el interés que para los

    hombres de ciencias ha tenido siempre

    la formación pampeana. Compréndese

    que el general Roca formulase al minis

    tro Lastra, de buen grado, la indicación

    de que en la expedición figurasen

    personas capacitadas para el estudio,

    en sus diversos aspectos, de los pro

    blemas científicos de la Patagonia. Al

    igual que Napoleón cuando organizósu viaje a Egipto, tuvo en cuenta que

    ¡unto con los tiempos militares, debían

    también asegurarse beneficios para la

    cultura científica.

    "Los doctores Doering y Lorentz

    eran hombres de refinado espíritu y

    con especiales aptitudes para apreciar

    la grandiosidad del paisaje en el cual

    íbanse internando."

    "Ac ompañaron también enfermeros

    y auxilia res -d ice C resto (19)-. Los

    indios prisioneros y los niños, mujeres

    y ancianos fueron examinados por sus

    do lenc ias, vac unados y muchos de

    ellos remitidos a diversos hospitales

    de la muy precaria Buenos A ires de

    esos d ías."

    ILyv  a r m a ; b io l ógi ca / l etdb 

    Con respecto a la cuestión médica,

    los blancos llevaban, sin saber que

    estaban usando un arma biológica,

    las enfermedades con las que también

    ganaban las ba tallas. En efecto, en un

    pasaje de su libro, Pastor (20) expresa

    que "la 3a División concluyó la misión

    que le confiara el general Roca, re

    gresando a Mercedes y Río IV con el

    siguiente resultado: 123 ind ios de Lan

    za, 469 de chusma y 49 c autivos res

    catados. De los indios prisione ros, 153

    habían muerto por la viruela y otras

    enfermedades". Se repetía aquello que

    vemos a diario en los últimos tiempos:

    la penetración del hombre en sistemas

    ecológicos cerrados genera intercam

    bio de afecciones desconocidas para

    alguno de los protagonistas. Aunque

    los indígenas mantenían contacto más

    o menos asiduo con el hombre blanco,

    los grupos triba les más alejados, más

    internos, permanecían vírgenes a sus

    enfermedades infectocontagiosas. También morían de viruela los milicianos

    del gobierno nacional.

    Una de las cond ic iones que fa

    vorecía la epidemia de viruela era

    el hecho que, para evitar el ataque

    sorpresivo del indígena, las unidades

    debían permanecer agrupadas. Uno

    y otro bando contaban con enfermos,

    aunque fueran menores los del ejército.

    "Se ha invocado acerca de esta sus

    ceptibilidad -ind ica Depalma (21)-, a

    diferencia de las ocasionales víctimas

    entre los soldados c riollos, su natural

    falta de inmunidad, su falta de abrigo,

    su desnutrición, ya que se a limentaban

    de raíces y restos de cuero de toldos

    abandonados cuando no podían re

    agruparse, cazar y huir hacia los pasos

    neuquinos. En una orden general de la

    Memoria M ilita r y Descriptiva de la Ter

    cera División Expediciona ria de 1879,

    leemos la citac ión urgente del Jefe de

    Operaciones para que los cirujano s se

    presenten a la carpa del Comandante

    -

    HISTORIA N° 111

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    a efectos de arbitrar los medios que

    neutralicen la eclosión de una epidemia

    de viruela. A continuación se detallan

    las conclusiones enviadas por dichos

    c irujanos, aconsejando extremar las

    medidas de higiene, e xigir un total a is

    lamiento de los virulentos y proceder a

    la vacunación y revacunación de todos

    los individuos de tropa, aun los que ha

    yan sido vacunados, tengan más de 10

    años o que hayan padecido la viruela

    con varios años de antelación."

    Además de la pésima alimentación

    de nuestros soldados, habitualmente

    por inconvenientes en el traslado de

    las vituallas (inundaciones, tropelías y

    robos de los indígenas, etc.), Depalma

    menciona otras enfermedades como las

    fracturas, congelamientos, pa rasitosis,

    disenterías y enfermedades venéreas.

    Amén de ello, la sanidad estaba enmanos de practicantes sin título y las

    condiciones para la cirugía de guerra

    eran de lo más precarias.

    Antes de biografiar escuetamente

    algunos de los médicos, es interesante

    destacar la estructura -d e acuerdo con

    Kohn Loncarica (22)- de los problemas

    médicos y sanitarios de la Campaña

    del Desierto:

    "1. Problemas por desadaptación

    climática en la mayoría de los solda

    dos (deshidratación, patología por frío

    -pleuropulmonar y cutánea-, incluso

    casos de muerte por congelamiento,

    insolac ión, lesiones oculares por viento,

    etc.).

    "2. Problemas nutricionales (escasa

    o inadecuada alimentación, o ambas

    circunstancias a la vez. Al parecer la

    ración fue frecuentemente insuficiente

    y con marcado predominio cárneo,

    lógicamente no lo más indicado para

    climas muy fríos).

    "3. Problemas derivados de la

    vestimenta y calzado inadecuados

    (lesiones varias de marcha, falta de

    protección para temperaturas extremas

    y para la marcada variación de ellas

    entre el día y la noche).

    "4. Problemas por malas condi

    ciones higiénicas en fortines y cam

    pamentos (la no existenc ia de buenas

    instalaciones sanitarias sumada a la

    muy baja temperatura de las aguas

    naturales originó patología por falta

    de higiene, en pa rticular parasitosis

    dérmicas).

    "5. Enfermedades infecto-contagio-

    sas por combinación de los factores

    anteriores (en efecto, la desnutrición,

    la falta de higiene, la ropa y calzado

    inadecuados, la severidad del clima,

    las marchas agobiantes, la promiscui

    dad, en conjunto crearon las circuns

    tancias ideales para que proliferaranlas enfermedades ¡nfecto-contagiosas.

    Predominaron la viruela, la disentería,

    la tuberculosis, los flemones y ántrax

    consecutivos a las frecuentes picadu

    ras de jejenes, tábanos y mosquitos

    y facilitados inmunológicamente en su

    desarrollo por las intensas caminatas,

    la desnutrición y la suciedad).

    "ó . Patología traumática (frac turas,

    luxaciones, heridas, naturales en medi

    cina militar).

    "7. Patología venérea (particular

    mente sífilis y blenorragia. No debe

    olvida rse que varias columnas fueron

    acompañadas de 'chusma' de mujeres

    y niños, en su mayoría aborígenes y

    mestizos).

    "8. Patología mental (todas las

    duras circunstancias anteriores reunidas

    en conjunto determinaron algunos ca

    sos de depresión y enajenación mental.

    Depalma refiere casos de suicidio entre

    la tropa).

    "9. Proliferac ión del curanderismo

    HISTORIA N° 111

  • 8/18/2019 Medicos en Conquista Del Desierto

    10/18

    LOS MÉDICOS CN Ifl €XP€DICIÓN AL DCSICRTO

    (la escasez de profesiona les, la falta de

    medios de éstos, las severas condicio

    nes del medio, fueron sin duda campo

    propicio para la proliferación de curan

    deros y curanderas, cuyos métodos en

    muchos casos tuvieron que ver con la

    medicina de los aborígenes)."

    Guerrino (23) efectúa un enfoque

    distinto y denomina Sino p sis de la  p a to log ía d e l d e sie r to   a un cuadro

    donde señala: ep i d em i a s    (viruela, có

    lera, disentería, fiebre tifoidea), procesos  

    p siqu iátrico s  (psicosis, neurosis, alcoholis

    mo, suicidios), ma les venéreo s  (sífilis, ble

    norragia), enfermed ad es derma tológicas  

    (sarna, eccemas, herpes, úlceras), lesio 

    nes d el ap arato resp ira to rio   (bronquitis,

    neumonías, tuberculosis), p r o b l ema s   

    c irc u la to r ios   (congelamientos, gangre

    na), d isturb ios d i 

    gest ivos   (diarreas,

    g a stro e nte ritis,

    constipación), alte 

    raciones traumato-  

    lóg icas   (fracturas,

    luxaciones, heridas,

    contusiones), rie s 

    gos ecológicos   (intoxicaciones hídricas,

    picaduras de insectos, mordeduras de

    ofidios y fieras salvajes) y afecc iones  

    va r i as   (congestiones cerebrales, artritis,

    laring itis, fieb res, flemones, oftalmos y

    conjuntivitis).

    P erfíl en m éd i co s 

    A continuación enumeraremos,

     junto con una escueta biografía, a

    un puñado de médicos que tuvieron

    -d isp a r en tiemp o- ac tuación en la

    Expedición al Desierto.

    M ig u e l Ga lle g o s    nació en Buenos

    A ires, el 14 de diciembre de 1839 y,

    con una precaria situación económica,

    atendió una botica en el pueblo de

    Dolores. Luego comenzó su actividad

    como militar. En 185ó logró su habili

    tación como farmacéutico e instaló su

    propia farmacia, la denominada Fén ix  

    en la esquina de Lavalle y Carlos Pe-

    llegrini. Con ese título, ya que carecía

    de estudios sec undarios, se inscribió

    -en 186 1- en la Facultad de CienciasMédicas y en calidad de practicante

    actuó en la guerra contra el Paraguay,,

    por lo cual fue ascendido a cirujano-

    del ejército en 1866. Cutolo (24) dice

    que antes había recibido su título de

    abogado en la Universidad de Buenos

    Aires. Cuando se inició la campaña de

    Roca se le dio de alta en el servicio,

    que había abandonado temporaria

    mente por la política (que le ocasionó

    la pérdida de su

    farmacia), y fuedesignado nueva

    mente -en 1879-

    cirujano de Ejér

    c ito del Cuartel

    General Roca en

    la Expedición al

    Río Neg ro. De a llí regresará grave

    mente enfermo e intentará c onc luir

    sus estudios de medicina que había

    abandonado luego de cursar 5o año.

    No pudo graduarse pues la muerte lo

    sorprendió el 12 de julio de 1884.

    Aun sin su título habilitante fue unexcelente cirujano y dejó entre otros

    trabajos publicados La e sc a r la t ina en  

    e l Pa ragua y , A lg o sob re e l Ja rab e de  

    I pecacuana   y Cu erpo Méd ico y e sta 

    do sa n ita rio d e l Ejérc ito.   O tra de las

    tantas curiosidades de nuestra vida

    instituciona l: G allegos ejerció como

    cirujano siendo farmacéutico y nunca

    pudo concretar su sueño: tener el título

    de médico. Con algo de bohemia, es

    probable que haya dejado el bienestar

    ‘(p xt& nM i ¿ ií/ a

  • 8/18/2019 Medicos en Conquista Del Desierto

    11/18

    I

    LOS MÉDICOS 6N Ifl €xP€DICIÓN fll DeSICRTOt 

    económico de su farmacia por las vici-

    s'-jdes de la guerra y de la política.

    Ap o l in a rio M a rt in i ,  italiano, gra

    duado en Génova, actuó bajo las órde-

    -es de Gallegos como cirujano. Arribó

    o nuestro país en 1871 y, en 1878,

    ntentó la reválida de su título aunque,

    en las investigaciones que realizó KohnLoncarica (25) en el Archivo Central de

    a Facultad de Buenos Aires, no figura

    que la haya aprobado. Guerrino (26)

    dice que "fue excelente observador

    de la naturaleza y constan en las pu

    blicaciones oficiales sus conclusiones

    sobre ciertas características de los ríos

    Negro y Colorado. El río Negro era

    ilamado Curí-Leuvú por los ind ios y,

    según Ma rtini, sus aguas resultaban

    de fácil digestión, debido al elevado

    tenor de oxígeno, captado en los

    innumerables accidentes geográficosque sorteaba".

    Be njam ín Juan Ba ut i sta Dup ont , 

    de quien Va cc arezza (27) rea lizó

    una excelente biografía y consideró

    relevantes sus publicaciones científicas,

    nació en Bussiére Portevine (Francia),

    e l 18 de agosto de 1851 y se gra

    duó en la Facultad de Medicina de

    Pa rís. En 1870 intervino en la guerra

    contra Prusia y en el sitio de Pa rís, por

    lo que rec ibió el título de Caballero

    de la Legión de Honor. Ese mismo

    año -1 871 - presentó su tesis titulada

    Her id a s de a rm a s de fuego.  Médico

    de la marina francesa y luego de una

    línea marítima comercial, trabó amis

    tad con el entonces coronel J ulio A .

    Roca y en 1875 resolvió a fincarse en

    el país. C irujano de la guarnición de

    Villa Mercedes, San Luis, conoc ió de

    cerca los malones. En la Expedición

    al Desierto fue cirujano en la columna

    comandada por el general Racedo.

    Kohn Loncarica (28), analizó el trabajo

     E l cacique Calcufurá, que en algunos 

    documentos de época aparece como 

    C a l l v u c u r a .

    de Dupont sobre la epidemia de viruela

    de 1877, en esa localidad. "En ese

    estudio -d ice - evidencia un acabado

    dominio del problema. Propugna la

    vacunación y revacunación obligatoria,

    el aislamiento de los enfermos, el cen

    so poblac ional simultáneo y diversas

    medidas de saneamiento general. El

    J.

    HISTORIA N° 111

  • 8/18/2019 Medicos en Conquista Del Desierto

    12/18

    LOS MÉDICOS €N M €xP€DICIÓN fll DeSICRTO

    flagelo que alcanzó a más del 50% de

    los casi 3.400 habitantes del pueblo y

    que produjo una mortalidad del 7% lo

    llevó a Dupont a la convicción de que

    en materia de epidemias los médicos

    responsables de la salud pública deben

    estar investidos de fuerzas de mandos

    extraord inarios."

    En 1880, se rad icó en Buenos A i

    res y en su consultorio de las calles Arte

    y Cangalla asistió enfermedades de se

    ñoras y partos. Fue concejal municipal

    entre 1882 y 1886 y presentó innume

    rables proyectos. Concurría al Hospital

    Rivadavia, a la sala de Enfermedades

    Dermatológicas y Sífilis, y redactó un

    proyecto para controlar la prostitución

    y las afecciones venéreas. Uno de sus

    trabajos fue, justamente, Po rno g ra fía  

    en Buen o s A ire s. O tra obra suya fue el

    puerto de San Nicolás. Retirado de la

    medicina se dedicó a la producción de

    vino y a sus estab lecimientos rurales.

    Falleció el 28 de diciembre de 1930.

    Lu is O r la nd in i  nació en Sinalunga,

    pueblo cercano a Siena (Italia), en

    1850 y egresó como médico c irujano

    de las Universida des de Siena y de

    Florenc ia. Llegó al pa ís en 1876 y

    aquí integró el cuerpo de profesores

    del Colegio Nacional Buenos A ires, la

    Escuela Norma l de Profesores "M a ria

    no Acosta" y el Colegio Na cional de

    Concepción del Uruguay. Enseñó cien

    cias naturales y dejó va rios libros de

    texto, entre ellos uno de mineralogía.

    En 1879, fue médico de la columna del

    general Eduardo Racedo, que bajó del

    fuerte Sarmiento al desierto ranquelino.

    Actuó también en la Sanidad Naval y

    en 1885 revalidó su título en la Fac ul

    tad de C iencias Médica s de Córdoba.

    Murió en Buenos Aires, el 25 de junio

    de 1917 (29,30).

    La inmigrac ión, en las últimas dé

    cadas de ese siglo, comenzaba a ser

    creciente y ello se reflejaba, también,

    en los profesionales que se sentían

    atraídos por el nuevo país, como en

    los casos mencionados.

    Eleo d oro Dam inov i ch o Dam ino v i-  

    che,  que se presentó como voluntario

    en la guerra contra Paraguay -con susescasos años- cuando c ursaba el se

    gundo año de la Facultad de C iencias

    Médicas. Hijo de un marino austríaco,

    nació en Buenos A ires el 10 de mayo

    de 1843, e inic ió sus estudios de me

    dicina que interrumpió para incorpo

    rarse como practicante del Cuerpo de

    Sanidad M ilitar. Antes había hecho lo

    prop io en la lucha entre Buenos A ires y

    la Confederac ión. A los 22 años estuvo

    a las órdenes del general Paunero en la

    Guerra de la Trip le Alianza ; en 1867

    fue ascendido a C irujano de Cuerpo

    (no tenía título que lo habilitara), y

    en 1869 a cirujano de Ejército. Tuvo

    un valiente desempeño en combates,

    expediciones y al frente de hospitales

    de campaña. En 1872, se graduó con

    la tesis titulada Estud io sob re a lgun os  

    ac c identes de los her id os ob servad os  

    en la Ca mp aña de l Pa ra gu ay.   Sucedió

    a Caupolicán M olina , víctima de la

    epidemia de fiebre a marilla, al frente

    del Hospital M ilitar, que se inauguró

    bajo su dirección. En el informe de la

    organizac ión de la Sanidad M ilitar ex

    presa: "Por esta época (1 871) la fiebre

    amarilla hacía sus estragos en esta ca

    pital; y el Hospital M ilitar, ubicado en

    ¡a calle de Bolívar y Caseros (antiguo

    Hospital Italiano, tomado en arrenda

    miento po r el G ob ierno Na c ional),

    rec ibió los últimos restos de enfermos y

    heridos de aquella campaña, al mismo

    tiempo que atendía a los atacados por

    la epidemia. Aglomerados, en malas

    condiciones higiénicas, algunos heri-

     38HISTORIA N° 111

  • 8/18/2019 Medicos en Conquista Del Desierto

    13/18

    LOS MÉDICOS CN Lfi 6 xP€D1CIÓN fll DeSICRTO

    dos, y aún el mismo personal médico,

    sufrieron la epidemia. Cayeron enfer

    mos Lucilo del C astillo, Ruiz Moreno y

    Caupolicán M olina , presidente de la

    Comisión Direc tiva, fallec iendo estos

    dos últimos, y quedando los ciento

    cincuenta enfermos que se a sistían

    en esas condiciones a cargo del que

    suscribe, no sin haber también caído

    en el desempeño de su misión". A llí

    actuó con eficacia y mereció la me

    dalla de oro de la Municipalidad de

    la ciudad de Buenos A ires. En 1880,

    fue ascendido a c irujano Mayor y en

    1883 tomó parte de la expedición

    al Río Ne gro; rec orrió casi 1.500

    leguas, visitando hospitales y puestos

    fronterizos, de donde saldría un exten

    so informe para el mejoramiento de

    esas instituc iones. En 1888, se le con

    firió el grado de general de brigada

    asimilado y en 1905 se retiró con 48

    años de servic io aprobados. Esc ribió

    numerosos trabajos científicos. Falleció

    en Buenos A ires, el 17 de noviembre

    de 1925 (31).

    Tad eo Szly rle ,  de origen polaco,

    es decir otro inmigrante, primero fue

    designado farmacéutico y posterior

    mente cirujano militar. Guerrino (32)

    dice que "permaneció largo tiempo

    en el fuerte general Roca; actuó en las

    epidemias de fiebre tifoidea y saram

    pión, alcanzando finalmente el grado

    de Prac ticante M ayor de Frontera".

    Mientras que Cutolo (33) expresa que

    "en el cuadro del pintor J uan M. Blanes

    que representa al mencionado general

    (Roca) con su Estado Mayor, aparece el

    doc tor Sztyrle -p o r entonces capitán-,

    envuelto en un poncho, de pie, con

    una va lija de primeros auxilios en el

    sue lo". Fue director del Hospital M ilita r

    de Patagones. Falleció el 5 de febrero

    de 1900.

    Ric a rd o Sud n ik ,  también polaco

    puesto que había nacido en Augus-

    towo, el 4 de noviembre de 1844,

    estudió en la Facultad de Med icina

    de Pa rís. Para su reválida en nuestro

    país debió cursar algunas materias y

    se graduó -en 18 79- con la tesis El  

    me rcu rio e n el trata m iento d e la sífilis. 

    Fue cirujano en la segunda línea de

    Frontera Costa Sud. Kohn Loncarica

    (34), quien ana lizó concienzudamente

    su legajo, dice que "poseía un excelen

    te dominio de la lengua francesa y muy

    buena cultura médica. En 1881 solicitó

    a la Facultad dictar un curso libre y

    gratuito (de su parte) sobre Med icina

    Experimental (aquíKohn Lon c a r i c a   

    coloca d os sig no s de a d m ira c ión).  Esta

    petición fue probablemente denegada

    por razones reglamentarias". Sudnik

    ejerció en Quilmes y en 1887 se ocupó

    de aplicaciones eléctricas en el Hospi

    tal de C línicas, con la designac ión de

    "profesor de electricidad".

    Cuando en 1902 se inauguró en

    ese nosoc omio el Instituto de Fisio

    terapia, Sudnik fue ¡efe de trabajos

    prácticos ba jo la dirección de J aime R.

    Costa. Falleció el 4 de julio de 1915.

    En París hab ía tenido notables maes

    tros: Claude Bernard, Charcot, Brown

    Séquard, Potain, entre otros.

    A nt o nio Cañe lla s, c irujano español

    que nació en 1847, intervino en los

    enfrentamientos con indígenas e incluso

    tuvo participación en las fundaciones

    de Puán y Trenque-Lauquen. Se destacó

    por su colaborac ión -con el hechicero

    del grupo- en una tribu indígena ata

    cada por una epidemia de viruela. Se

    le atribuye que, con sus cuidados de

    HISTORIA N° 111   h h   ! "

  • 8/18/2019 Medicos en Conquista Del Desierto

    14/18

    LOS MÉDICOS EN IR CXPEDICIÓN Rl DESIERTO

    ¡a fiebre y la deshidratación, salvó la

    vida de varios niños. Fue docente en el

    Colegio Na c iona l y ejerció la medicina

    en San Telmo.

    La lista de los médicos que acom

    pañaron al ejército nacional es mucho

    más extensa. Kohn Loncarica (35) que,

    como dijimos, examinó los archivos de

    la Facultad de Medic ina de Buenos

    A ires y logró testimonios de diversas

    fuentes, menciona por orden alfabético,

    además de los que hemos citado, a los

    siguientes médicos: Benjamín F. Aráoz,

    Francisco Baraja (o Barajas), Nicanor

    M. Basavilbaso, Cristóbal M. Cajal,

    Federico Rufino C uñado , Edmundo

    Florentino Fierro, Grego rio Figueroa,

    Santiago R. Gómez, Leónidas Lucero,

     J uan Bautista Magg i, Alejandro Mar

    có, Adolfo Martínez, Mariano Masón,

    Fenelón M atorros, Alberto Na zarre ,Pedro G. O lmos,

    Abraham F. Pé

    rez, Francisco Y.

    Quesada, Alejan

    dro F. Q uiro g a ,

    Vicente Urib uru.

    Inc luso , luego

    de b io g ra fia r a

    cada uno de los

    nombrados, agrega casi un número

    similar de nombres de estudiantes de

    medicina (practicantes) que también

    colaboraron.

    El esp íritu de este lib ro resulta

    superado por tan gran número de

    actores de este episodio de la historia

    argentina y por ello nos limitamos a los

    personajes citados.

    Por su parte Guerrino ¡36j en bús

    queda de datos tan dispersos, encontró

    que "entre 1879 y 1881 actuaron ¡unto

    a las fuerzas fronterizas los siguientes

    médicos o practicantes, quienes están

    citados en la nómina de acreedores

    al premio en tierras que otorgó la ley

    1.628: Augusto Astrie, Ernesto Astrie,

    Franc isco Baraja, Nicanor Basavilbaso,

    Santiago Barbarovich, Angel Castro,

    Carlos C olls, Ma riano C arnero, C ris

    tóbal Cajal, Benjamín Dupont, Aquiles

    Deleva, Moisés Etchegoyen, Edmundo

    Fierro, Miguel Figueroa Ovejero, Gre

    go rio Figueroa , J uan G arsoti, Pedro

    Lavari, Fenelón Matorros, Pedro Mallo,

    Luis Moltzverger, J uan B. Maggi, Alejan

    dro Marcó, J ulio Medeiros, Alberto Na

    zarre, Ado lfo Núñez, Pedro Olmos, Luis

    O rland ini, Alejandro O rtiz, Fernando

    Perea, Francisco Paccini, Eugenio Rab,

    Laurentino Rivas Miguenz, Avelino San-

    doval, J osé M . Suárez, J osé Sadowos-

    ky, Ricardo Sudnik, Genaro Saba ttini,

     J osé de Vecchi y J usto Vélez".

    Guerrino (37), en el ep ílogo de su

    obra La m ed ic ina en la c onq u ista d e l  d e sie r to   sostiene

    lo siguiente: "Su

    perado el opera

    tivo de Roca, en

    cada comandan

    cia se estableció

    un hospital, asien

    to del jefe de ser

    vicios sanitarios y

    encargado de controlar las enfermerías

    y ambulancias de toda la línea militar.

    El C irujano en J efe tenía a su cargo

    la provisión de personal idóneo y el

    suministro de útiles o remedios nece

    sarios para la atención de pacientes.

    El Reglamento Provisorio, puesto en

    vigencia en 1881, rig ió el sistema

    asistenc ial, asignando las retribuciones

    correspondientes a los empleados y ga

    rantizando la eficacia de la actividad

    facultativa, sustentada en la autoridad

    militar y la responsabilidad profesional.

    Los hospitales permanentes, construidos

    en las márgenes de los ríos Negro,

    'acuñacióny revacunación, 

    iií/ien-iarws y enferm erías : toc/o 

    un ecjuijio- Sanitario

    u o

    HISTORIA N° 111

  • 8/18/2019 Medicos en Conquista Del Desierto

    15/18

    LOS MÉDICOS €N IR €XP€DICIÓN Rl DcSICRTO

    Ve-quén y Bermejo, tuvieron asien-: en los siguientes lugares: ChoeleI'o e l, Fuerte General Roca, Ñorquín,ladihué, Resistencia y Presidente Roca.

     _c pampa central los tuvo en General-cna y Victorica, creándose asimismoguarniciones permanentes en Río IV,Villa Mercedes, Metan, M isione s ysan Rafael.

    "En las nacientes dispensarías segeneralizó la vacunación y revacunación en las tropas, fueron equipadascon elementos modernos y recibieroncartidas accesorias para alimentaciónespecial de los internados. El Regla- _ ento Provisorio de 1881 fue modificado y se transformó posteriormente en la _ey Orgánica del Cuerpo de Sanidadael Ejérc ito, en 1892. De todos modos,estas soluciones llegaban cuando el

    odio cansino existente entre blancos ysalvajes era ya una pálida sombra ycuando la escatología del malón eraorevisible."

    Un gobierno central, en este momento protector tal como lo había proyectado años antes Domingo FaustinoSarmiento, iba desgranando los benefic ios primordiales de la c ivilizac ión:salud y educación, a lo largo de losterritorios logrados.

    Cuando Estanislao S. Zevallos (38)ofreció al gobierno su obra La c on q uis- ta de qu ince m il leg uas  y el PresidenteAvellaneda decidió aceptarlo y efectuar una edición de 500 ejemplares,se podían leer manifestaciones quemurieron en la utopía: "La expediciónal río Negro abre a los misionerosun teatro inmenso y reductor en elcual prestaron a la humanidad y ala República grandes servic ios, sincorrer peligros, realizando obras demisericordia en la transformación de

    la índole del salvaje."El Congreso argentino tiene tam

    bién su alta misión en esta empresacolosal y fácil, sin embargo, se ne-

     Antiguo grabado que ilustra sobre una incursión ind ia en el sur argentino. 

    HISTORIA N° 111

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    LOS MÉDICOS €N IR €XP€DICIÓN M DCSICRTO

    cesitan leyes previsoras y benignas a

    favor de los indios y la incorporac ión

    de sus tratados a los actos solemnes

    de la nación, como sucede en Estados

    Unidos, donde las convenciones de

    paz y reconocimiento de tierras a favor

    de aquellos, son sometidos a la sanción

    del Congreso, c reando derechos y

    obligaciones que pasan a ser regidos

    por la legislación c ivil."

    Blanco de críticas fundadas o in

    fundada s, rea lizad as en otro tiempo

    histórico que complica el pensamien

    to de los hombres, la Campaña al

    Desierto cerró el c iclo del siglo XIX,

    caracterizado por Indep endenc ia -Re  

    o rgan i zac ión Na c io na l- Oc upac ión de  

    Te rri torio s Na c iona les. El siglo posterior

    no contó (o no pudo concretar) un

    proyecto sólido.

    "A partir de entonces -como dice

    Campobassi (39)-, con campañas mili

    tares menores y complementarias, toda

    la Patagonia fue ocupada y dominada

    por las fuerzas armadas argentinas,

    desde los Andes al Atlántico. Y sobre

    ella se fue construyendo un mundo

    c ivilizad o: pueblos nuevos, explota

    ciones ganaderas y mineras, quintas,

    chac ras, guarniciones militares, des

    tacamentos de fuerza de seguridad,

    puertos, ferrocarriles, diques, canales,

    telégrafos, tribunales, escuelas, hos

    pitales, organismos ad ministra tivos,

    casas comerciales, y se desarrolló una

    labor científica iniciada por Francisco

    P. Moreno, Pablo C. Lorentz, Adolfo

    Doering, Gustavo Nied erlein y C arlos

    Schulz, destinada a conocer la natura

    leza patagónica. Mucho se ha hecho

    en cien años en el sentido indicado

    para convertir un desierto despoblado

    e improductivo en una vasta región

    poblada y productiva. Mucho más es

    lo que falta hacer aún para que la

    extensa región pampeana-patagónica-

    magallánica-fueguina sea uno de los

    exponentes argentinos de civilizac ión,

    riqueza, poderío y grandeza."

    Hemos titulado el artículo emplean

    do la palabra "campaña". Campobassi

    lo hace de otra manera en su obra:

    "Hemos iniciado este trabajo con la

    palabra 'ocupación' y no 'conquista',

    empleada siempre al referirse a la

    pampa y la Patagonia. Conquista es

    adquirir o ganar, por medios líc itos

    o ilíc itos, algo que no nos pertenece

    y deseamos poseer. Ocupación es

    adquirir o ganar algo que nos perte

    nece y no poseemos. La pampa y la

    Patagonia, íntegras, desde los Andes

    al Atlántico, nos pertenecen, histórica

    y jurídicamente, desde 1810. Lo que

    hicimos en 1879 no fue conquista, por

    lo tanto, fue, simplemente, ocupación

    de lo nuestro."

    Aunque no fue médico, hay una

    figura c ivil que no se puede soslaya r

    en lo que se refiere a la Ocupación

    del Desierto: la del perito Franc isco

    Pascasio Moreno. Como otros tantos

    científicos, recorrió la Patagonia, estu

    vo a punto de morir en manos de los

    mapuches, pero su lab or tuvo el signi

    ficado de un aporte singula r para los

    límites de nuestro país. Ygobone (40)

    hace un pormenorizado relato, en al

    gunos casos con la palabra misma de

    Moreno, de su inimaginable labor.

    Esta ha sido una historia donde,

    además de lo estrictamente médico,

    clínico y quirúrgico , tuvo el condimento

    importante de la medicina soc ial: rap

    tos, violac iones, agresiones física s y

    morales, epidemias, desarraigo...

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    XIX,  Buenos Aires, Galerna, 1977.©

    Pl a z a s  d e t o r o s

    os espectáculos de lidia de toros fueron frecuentes en Buenos Aires desde su fundación. Las primeras corridas se realizaron en la actual plaza de Mayo, donde con tablones

     

    se improvisaba el circo. Luego, la necesidad de un lugar fijo hizo que se trasladara en  1791 al llamado «Hueco de Montserrat» donde se encuentra actualmente el Ministerio de Obras  Pííblicas, hasta que el 5 de agosto de 1856 quedó prohibido en todo el país el establecimiento de  

     plazas o circos para corridas de toros.

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